EL CONGRESO DE PANAMÁ El 22 de Junio de 1826 se instala el Congreso Anfictiónico de Panamá un viejo sueño de Bolívar. A este Congreso asistieron: Nueva Granada, Venezuela y Ecuador, como países grancolombianos, Guatemala, México y Perú; Provincias Unidas de Centro América, Chile y Buenos Aires no asistieron por la situación interna; Bolivia no llegó a tiempo, Gran Bretaña envió un observador. Ya desde Jamaica, en 1815, Bolívar decía: «¡Qué bello sería que el Istmo de Panamá fuera para nosotros lo que el de Corinto para los griegos!...Ojalá que un día tengamos la fortuna de instalar allí un augusto Congreso,...» Lo que ambicionaba era el entendimiento entre todas las naciones, la unidad del Continente, «...formar de todo el Mundo nuevo una sola Nación...» Los resultados del Congreso no fueron los deseados por el Libertador, quien al referirse al mismo, decía: «...no es otra cosa que aquel loco griego que pretendía dirigir desde una roca los buques que navegaban».
INVITACION A LOS GOBIERNOS PARA EL CONGRESO DE PANAMA Invitación a los Gobiernos de Colombia, México, Río de la Plata. Chile y Guatemala, a formar el Congreso de Panamá
Lima, 7 de diciembre de 1824. Excmo. Señor Grande y buen amigo:
Después de quince años de sacrificios consagrados a la libertad de América, por obtener el sistema de garantías que, en paz y guerra, sea el escudo de nuestro nuevo destino, es tiempo ya de que los intereses y las relaciones que unen entre sí a las repúblicas americanas, antes colonias españolas, tengan una base fundamental que eternice, si es posible, la duración de estos gobiernos. Entablar aquel sistema y consolidar el poder de este gran cuerpo político, pertenece al ejercicio de una autoridad sublime, que dirija la política de nuestros gobiernos, cuyo influjo mantenga la uniformidad de sus principios, y cuyo nombre solo calme nuestras tempestades. Tan respetable autoridad no puede existir sino en una asamblea de plenipotenciarios nombrados por cada una de nuestras repúblicas, y reunidos bajo los auspicios de la victoria, obtenida por nuestras armas contra el poder español. Profundamente penetrado de estas ideas invité en ochocientos veintidós, como presidente de la República de Colombia, a los Gobiernos de México, Perú, Chile y Buenos Aires, para que
formásemos una confederación, y reuniésemos en el Istmo de Panamá u otro punto elegible a pluralidad, una asamblea de plenipotenciarios de cada Estado "que nos sirviese de consejo en los grandes conflictos, de punto de o en los peligros comunes, de fiel intérprete en los tratados públicos cuando ocurran dificultades, y de conciliador, en fin, de nuestras diferencias". El Gobierno del Perú celebró en seis de julio de aquel año un tratado de alianza y confederación con el plenipotenciario de Colombia; y por él quedaron ambas partes comprometidas a interponer sus buenos oficios con los gobiernos de la América, antes española, para que entrando todos en el mismo pacto, se verificase la reunión de la asamblea general de los confederados. Igual tratado concluyó en México, a tres de octubre de ochocientos veintitrés, el enviado extraordinario de Colombia a aquel Estado; y hay fuertes razones para esperar que los otros gobiernos se someterán al consejo de sus más altos intereses. Diferir más tiempo la asamblea general de los plenipotenciarios de las repúblicas que de hecho están ya confederadas, hasta que se verifique la accesión de los demás, sería privarnos de las ventajas que produciría aquella asamblea desde su instalación. Estas ventajas se aumentan prodigiosamente, si se contempla el cuadro que nos ofrece el mundo político, y muy particularmente, el continente europeo. La reunión de los plenipotenciarios de México, Colombia y el Perú, se retardaría indefinidamente si no se promoviese por una de las mismas partes contratantes; a menos que se aguardase el resultado de una nueva y especial convención sobre el tiempo y lugar relativos a este grande objeto. Al considerar las dificultades y retardos por la distancia que nos separa, unidos a otros motivos solemnes que emanan del interés general, me determino a dar este paso con la mira de promover la reunión inmediata de nuestros plenipotenciarios, mientras los demás gobiernos celebran los preliminares que existen ya entre nosotros, sobre el nombramiento e incorporación de sus representantes. Con respecto al tiempo de la instalación de la Asamblea, me atrevo a pensar que ninguna dificultad puede oponerse a su realización en el término de seis meses, aun contando el día de la fecha; y también me atrevo a lisonjear de que el ardiente deseo que anima a todos los americanos de exaltar el poder del mundo de Colón, disminuirá las dificultades y demoras que exijan los preparativos ministeriales, y la distancia que media entre las capitales de cada Estado, y el punto central de reunión. Parece que si el mundo hubiese de elegir su capital, el Istmo de Panamá, sería señalado para este augusto destino, colocado como está en el centro del globo, viendo por una parte el Asia, y por el otro el África y la Europa. El Istmo de Panamá ha sido ofrecido por el Gobierno de Colombia, para este fin, en los tratados existentes. El Istmo está a igual distancia de las extremidades; y por esta causa podría ser el lugar provisorio de la primera asamblea de los confederados. Difiriendo, por mi parte, a estas consideraciones, me siento con una grande propensión a mandar a Panamá los diputados de esta república, apenas tenga el honor de recibir la ansiada respuesta de esta circular. Nada ciertamente podrá llenar tanto los ardientes votos de mi
corazón, como la conformidad que espero de los gobiernos confederados a realizar este augusto acto de la América. Si V. E. no se digna adherir a él, preveo retardos y perjuicios inmensos a tiempo que el movimiento del mundo lo acelera todo, pudiendo también acelerarlo en nuestro daño. Tenidas las primeras conferencias entre los plenipotenciarios, la residencia de la Asamblea, como sus atribuciones, pueden determinarse de un modo solemne por la pluralidad, y entonces todo se habrá alcanzado. El día que nuestros plenipotenciarios hagan el canje de sus poderes, se fijará en la historia diplomática de América una época inmortal. Cuando, después de cien siglos, la posteridad busque el origen de nuestro derecho público, y recuerden los pactos que consolidaron su destino, registrarán con respeto los protocolos del Istmo. En él, encontrarán el plan de las primeras alianzas, que trazará la marcha de nuestras relaciones con el universo. ¿Qué será entonces el Istmo de Corinto comparado con el de Panamá?
Dios guarde a V. E. Vuestro grande y buen amigo. Bolívar El Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores, José Sánchez Carrión
El Congreso de Panamá (designado a menudo como Congreso Anfictiónico de Panamá en recuerdo de la Liga Anfictiónica de Grecia antigua) fue un congreso que tuvo lugar en la ciudad de Panamá, convocado por el Libertador venezolano Simon Bolivar, con el objeto de buscar la unión o confederación de Hispanoamérica, lo que antes fueron los virreinatos españoles en América. El congreso se llevó a cabo en 1826 en el antiguo convento de San Francisco, hoy Palacio Bolívar de la ciudad de Panamá. El salón donde fue celebrado dicho congreso recibe el nombre de Salón Bolívar y reposan allí una espada del Libertador, juntos con los originales “Protocolos del Istmo”, primeros acuerdos firmados por los ministros plenipotenciarios que asistieron a esta reunión en 1826.1 Asistieron al congreso: Nueva Granada, Venezuela, Ecuador, Guatemala, México, Perú, las Provincias Unidas de Centro América. Chile y Argentina no manifestaron interes; Bolivia no pudo llegar a tiempo y Gran Bretaña envió un observador.
Países invitados Tras la convocatoria hecha por Bolívar se enviaron comunicaciones a los gobiernos del resto de la Sudamérica independiente, así como a México y América Central. Debido a la influencia política de Bolívar sobre la Gran Colombia, Perú y Bolivia hacìa que la asistencia de dichos Estados estuviera poco menos que asegurada. La asociación mental del Istmo de Panamá con el Istmo de Corinto causó que Bolívar eligiera a la ciudad de Panamá como sede del Congreso. Argentina El gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata recibió la invitación de Bolívar, pero los intereses argentinos del momento estaban centrados en la organización interna del país y en mantener vínculos comerciales con Gran Bretaña y Estados Unidos antes que con el resto de Sudamérica, por lo cual hubo escaso interés en el Congreso. El régimen de Bernardino Rivadavia se hallaba en pugna con el Imperio del Brasil pero prefería contar con el apoyo bélico de todas las provincias argentinas para superar la crisis en vez de esperar apoyo de Bolívar, mientras que la mayoría de políticas argentinos (incluyendo al propio Rivadavia) desconfiaban del proyecto político bolivariano y temían que esto significara el inicio de una "hegemonía" de la Gran Colombia en América del Sur. Bolivia El gobierno boliviano estab presidido por el mariscal Antonio José de Sucre, compañero de armas de Bolívar y uno de los principales partidarios de éste, por lo cual se daba por asegurada la asistencia de una delegacipon del país. No obstante, pugnas políticas causaron demoras en la designación de los delegados bolivianos, y cuando éstos quedaron listos para embarcarse haciaPanamá, se supo que el Congreso había concluido en dicha ciudad. Además, el clima político boliviano se había tornado desfavorable a Sucre (y por ende, contrario a los planes de Bolívar), lo cual impidió que se pudiera contar con la participación boliviana.
Chile El gobierno de Chile fue invitado pero declinó asistir. El gobierno chileno dirigido por Ramón Freire no mostraba simpatías por Bolívar ni por su enorme influencia política sobre tres países sudamericanos con octas en el Océano Pacífico. Además la pugna política chilena entre liberales y conservadores (llamados pipiolos y pelucones respectivamente) reducía la preocupación de los políticos chilenos por el proyecto bolivariano, del cual además desconfiaban, prefiriendo basar su política externa en mantener buenas relaciones con sus socios comerciales: Gran Bretaña y los Estados Unidos. Paraguay Paraguay, aunque ya era un Estado independiente desde 1811, estaba gobernado por el aislacionista doctor Francia. Tras la Batalla de Ayacucho y estabilizarse definitivamente la situación deBolivia en 1826, el propio Simón Bolívar trató de lograr os políticos con Paraguay, solicitando iniciar relaciones diplomáticas, pero los enviados de Bolívar no tuvieron comunicación alguna con funcionarios paraguayos y sólo recibieron una carta del doctor Francia para Bolívar, donde el dictador paraguayo rechazaba todo vínculo diplomático y defendía su aislacionismo. Ante este rechazo, Paraguay no fue invitado al Congreso de Panamá. Brasil El Imperio de Brasil sí fue invitado, pese a ser un Estado monárquico y abiertamente esclavista, regido además por los descendientes de una dinastía europea, del cual recelaban abiertamente las cancillerías del resto de Sudamérica. En el caso brasileño Bolívar prefirió remitir la invitación a la corte imperial de Río de Janeiro sólo para halagar a Gran Bretaña (principal aliada de Brasil y preocupada por el aislamiento de éste), pero resultaba evidente que la desconfianza de las repúblicas hispanoamericanas (y del propio Bolívar) hacia Brasil influiría en las decisiones del Congreso. Brasil precisaba mantener la neutralidad entre las monarquías europeas y sus vecinos republicanos de Sudamérica, y en octubre de 1825 aceptó la invitación de Bolívar, pero el conflicto bélico con el gobierno argentino que había estallado recientemente hizo temer al gobierno brasilero una recepción demasiado hostil en Panamá, lo cual era contrario a sus intereses. Por ello se decidió no enviar a los delegados brasileros, aunque ya habían sido designados por el emperador Pedro I. Países europeos Bolívar acordó también invitar a dos países europeos como observadores, por causa de sus intereses comerciales en Hispanoamérica: Gran Bretaña y los Países Bajos; la invitación al gobierno de Londres buscaba estimular la asistencia de los gobiernos chileno y rioplatense, que tenían en los británicos a su principal socio comercial. Gran Bretaña aceptó la invitación y envió un observador, Edward James Dawkins, pero este ya tenía órdenes precisas del ministro George Canning: limitarse a buscar acuerdos comerciales, y disuadir a la Gran Colombia y México de apoyar expediciones a Cuba o Puerto Rico para independizarlas de España. El delegado de los Países Bajos, Jan van Veer, fue enviado para proponer la mediación neerlandesa entre las repúblicas hispanoamericanas y España, pero no tuvo la acreditación necesaria; a esto se unió que la corona holandesa no había reconocido la independencia de
ninguna répública hispanoamericana, por lo cual el delegado neerlandés fue recibido sólo a título individual. Estados Unidos Inicialmente el proyecto de Bolívar no contempló invitar a Estados Unidos, pero el presidente de la Gran Colombia, Francisco de Paula Santander, remite la invitación al presidente estadounidense John Quincy Adams a inicios de 1825. Asimismo los gobiernos de las Provincias Unidas de Centroamérica y de México apoyan la participación de EE. UU. en el Congreso y remiten a Washington DC las invitaciones respectivas. Bolívar, entonces presidente de Perú y residente en Lima, acepta el hecho consumado. Dentro de los Estados Unidos la invitación al Congreso de Panamá no fue recibida con aceptación unánime, de hecho los estados del Sur de EE. UU. aconsejaron no enviar representantes en tanto la postura del Libertador contra la esclavitud era ya bien conocida, y bloquearon el financiamiento del viaje de diplomáticos estadounidenses; mientras tanto los estados del Norte sí estaban interesados en el Congreso de Panamá sólo como medio de entablar os comerciales. El gobierno de Washington, envió dos representantes: Richard C. Anderson y John Sergeant, también con instrucciones muy concretas: estimular solamente los acuerdos de comercio, evitar comprometer a EE. UU. (sea en lo político o económico) en la Confederación propuesta por Bolívar, y rechazar todo pedido de ayuda para un conflicto contra España. Los delegados estadounidenses no llegaron a la ciudad de Panamá: Anderson murió de fiebre amarilla en el viaje desde Cartagena, mientras que Sergeant llegó a dicha ciudad en el mes de agosto, cuando el Congreso estaba terminado y los embajadores ya habían partido. Desarrollo y acuerdos El Congreso logró instalarse en la ciudad de Panamá el 22 de junio de 1826 y dejó de sesionar el 15 de julio de ese año. Asistieron dos representantes por cada país concurrente: de Gran Colombia (que abarcaba los actuales estados de Colombia, Ecuador, Panamá, Venezuela), de Perú, de México, y de las Provincias Unidas del Centro de América (que comprendía las actuales repúblicas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, y Costa Rica). El propio Bolívar se abstuvo de intervenir en sesiones del Congreso al considerar incompatible su presencia allí mientras desempeñaba la presidencia de Perú. Si bien la joven República de Bolivia fue invitada, recién en julio de 1826 el presidente de Bolivia, el mariscal venezolano Antonio José de Sucre, designó a sus dos delegados. Poco antes de la partida de los delegados bolivianos llegaron las noticias del inicio del Congreso así como de sus acuerdos y por ello quedaron sin efecto las designaciones al tornarse inútil enviar delegados, pese a la plena identificación del mariscal Sucre con los objetivos de Bolívar. Las convulsiones políticas de Bolivia en 1826 y 1827, y el consiguiente retiro de Sucre causaron desinterés en los políticos bolivianos sobre los resultados del Congreso de Panamá, y sus acuerdos no se ratificaron.
Los temas de discusión en la agenda del Congreso eran los siguientes: 1. Renovación de los tratados de unión, liga y confederación; 2. La publicación de un manifiesto en que se denuncia la actitud de España y el daño que ha causado al Nuevo Mundo; 3. Decidir sobre el apoyo a la independencia de Cuba y Puerto Rico, así como de las islas Canarias y Filipinas; 4. Celebrar tratados de comercio y de navegación entre los Estados confederados; 5. Involucrar a Estados Unidos para hacer efectiva la Doctrina Monroe en contra de las tentativas españolas de reconquista; 6. Organizar un cuerpo de normas de derecho internacional; 7. Abolir la esclavitud en el conjunto del territorio confederado; 8. Establecer la contribución de cada país para mantener los contingentes militares comunes; 9. Adoptar medidas de presión para obligar a España al reconocimiento de las nuevas repúblicas; y 10. Establecer las fronteras nacionales con base en el principio de uti possidetis, tomando como base el año 1810. El pleito entre Perú y la Gran Colombia por la provincia de Guayaquil, así como el litigio entre México y Centroamérica por la región de Soconusco (actual Chiapas) impidió también discutir la aplicación del uti possidetis como criterio para la delimitación territorial, tomando como base el año 1810. Ante el fracaso de las conversaciones sobre este tema y para evitar el agravamiento de las pugnas ya existentes, estas cuestiones no se resuelven en el debate, encargando la definición de fronteras a los acuerdos bilaterales entre cada país. La negativa de cada país participante a reducir sus aranceles anula todo intento de fijar acuerdos preferenciales de comercio, al ser evidente los desequilibrios en la balanza comercial de cada asistente. Los recién independizados países participantes dependen mucho de los aranceles como fuente de ingresos para sus gobiernos, por lo cual se niegan a toda concesión al respecto. La exigencia del observador británico Dawkins para contar con acuerdos comerciales de manera separada con cada estado impide las posiciones comunes entre los países hispanoamericanos y el Congreso decide mantener el statuo quo sobre los aranceles y el comercio. El intento de estimular la independencia de Cuba y Puerto Rico recibió la opinión contraria del observador británico, quien adviritó además los riesgos de lanzarse a una guerra contra España en la región del Mar Caribe donde otras potencias como la propia Gran Bretaña y Francia poseían colonias. Por presión británica se desaconsejó también invocar el apoyo de EE. UU. para instaurar por la fuerza la Doctrina Monroe, en tanto los estadounidenses eran (junto a España) el principal socio comercial de Cuba y Puerto Rico. Finalmente, surgió discrepancia entre México y la Gran Colombia sobre cuál de estos países debería liderar el esfuerzo anticolonial en las islas del Mar Caribe (donde ambos Estados disponían de importantes puertos). Esta pugna se agravó con la oposición del delegado británico a toda operación bélica contra las colonias españolas, y causó que el Congreso finalmente evitara tomar alguna decisión sobre el Caribe, mientras Gran Bretaña apenas ofrecía su mediación para lograr el reconocimiento diplomático del gobierno español de sus antiguas colonias.
Los embajadores tan sólo acordaron con relativa facilidad la creación de una liga de repúblicas americanas con jefes militares comunes, formar un pacto mutuo de defensa, y una Asamblea Parlamentaria Supranacional, aunque sin acordar detalles específicos sobre el funcionamiento de ésta Asamblea, ni sobre la organización de las tropas comunes de defensa, y menos aún sobre su financiamiento. Con muchas limitaciones se elaboró al fin el “Tratado magnífico titulado de la Unión, de la Liga, y de la Confederación perpetua” que emergió del Congreso, y aprobado por todos los concurrentes fue ratificado en última instancia solamente por la Gran Colombia en el mismo año de 1826. Cierre del Congreso de Panamá y traslado a Tacubaya Al terminar las sesiones en la ciudad de Panamá el 15 de julio, los delegados mexicanos sugieren reiniciar el Congreso en Tacubaya, localidad a las afueras de Ciudad de México, opción apoyada de inmediato por los delegados peruanos y centroamericanos, y que los representantes de Gran Colombia aceptan para evitar las acusaciones de que el Congreso quedaría "bajo la influencia omnímoda de Bolívar". Se pactó que un miembro de cada delegación volvería a su país de origen y el otro partiría a Tacubaya, pero el clima político se había tornado muy contrario a Simón Bolívar en Perú y esto causó que los dos delegados peruanos (Manuel Lorenzo de Vidaurre y Manuel Pérez de Tudela) debieran retornar a su país antes del proyectado traslado a Tacubaya. De esta manera Perú se desligó del Congreso para todo efecto práctico y el gobierno peruano jamás ratificó el Tratado surgido del mismo.
En agosto de 1826 los delegados de México, Gran Colombia y Centroamérica (José Domínguez, Pedro Gual, y Antonio Larrazábal, respectivamente) se reunieron finalmente en Tacubaya para reiniciar las deliberaciones, y allí los alcanzó el observador estadounidense John Sergeant que sobrevivió al viaje hacia Panamá. Al conocerse que Perú y Centroamérica no ratifican el “Tratado magnífico titulado de la Unión, de la Liga, y de la Confederación perpetua”, el gobierno mexicano pierde casi todo entusiasmo e interés por proseguir las deliberaciones del Congreso Anfictiónico. Mientras tanto el delegado de Estados Unidos, John Sergeant, manifiesta a los demás representantes que sus instrucciones se limitan a negociar acuerdos de comercio con las repúblicas hispanoamericanas. Sergeant informa también que los Estados Unidos rechazan integrarse en una confederación continental, y que también niegan su apoyo a toda acción de guerra contra España en la región caribeña. Todas estas explicaciones son secundadas por el embajador estadounidense en Ciudad de México, lo cual termina por frustrar otro de los objetivos de la agenda del Congreso. Las propias convusiones internas de la política mexicana impiden la reanudación del Congreso, y el 9 de octubre de 1828 los delegados originales deGran Colombia, México y Centroamérica declaran la conclusión definitiva del Congreso Anfictiónico.
Consecuencias La creciente hostilidad de los políticos peruanos hacia Bolívar causaron que tras el alejamiento del Libertador de la presidencia del Perú sus sucesores en Lima declinaran ratificar el “Tratado magnífico titulado de la Unión, de la Liga, y de la Confederación perpetua”. Similar situación ocurrió en Bolivia al cesar el gobierno del mariscal Sucre, cuando se desvaneció todo interés por el proyecto unificador de Bolívar. Las tensiones internas en las Provincias Unidas de Centroamérica hicieron imposible en éstas una posición unánime a favor de los acuerdos de Panamá, además que los litigios territoriales de Centroamérica con México no habían quedado resueltos en el Congreso Anfictiónico, dejando insatisfechos a ambos estados sobre un tema que precisaban solucionar antes de integrarse a un proyecto de unión continental. El propio “Tratado magnífico titulado de la Unión, de la Liga, y de la Confederación perpetua” omitía cuestiones que el proyecto de Simón Bolívar consideraba fundamentales, como la integración comercial y el cese de los pleitos territoriales, mientras que la alianza militar defensiva no ponía fin a la efectiva separación de fuerzas entre los países hispanoamericanos. La discordia entre las delegaciones había impedido llegar a acuerdos decisivos en muchos temas proyectados (como aranceles y normas de derecho internacional), restando fuerza a las decisiones del Congreso. El hecho que al terminar el año 1826 apenas uno de los cuatro estados participantes ratificara los ya limitados acuerdos de Panamá, causó que el propio Simón Bolívar considerase al Congreso Anfictiónico como una experiencia fallida, conclusión a la que arribó el Libertador poco después que concluyeran las sesiones, señalando: "El Congreso de Panamá sólo será una sombra". Cuatro años después del Congreso, en 1830, la Gran Colombia se disolvió en tres países, y en 1834 las Provincias Unidas de Centroamérica se desmembraron en cinco estados. Al final Gran Bretaña, que envió también un representante en calidad de observador, aprovechó la situación para iniciar acuerdos comerciales con los países asistentes por separado; irónicamente el gobierno británico fue el más beneficiado al obtener importantes tratados comerciales con algunos países. La idea de la unión de los países latinoamericanos se mantuvo en suspenso pero latente. Años más tarde se creó la Unión Panamericana y luego la Organización de Estados Americanos (OEA). También, actualmente hay un Parlamento Latinoamericano. El presidente venezolano Hugo Chávez Frías insiste en una Confederación o Liga entre las naciones de Suramérica y al parecer se han dado los primeros pasos para la conformación de "Unión de Naciones Suramericanas" (UNASUR).