14 El Risorgimento De Italia (1815-1870) 4h5hh

CAPÍTULO

XIV

EL RISORGIMENTO EN ITALIA (1815~1870)

'

que se refiere a sus vepercusiones internacionales, el /1orgimento puede dividirse en dos períqdos clauamente defini01: el primero se extiende hasta el año 1848, cuando Italia · tentaba independizarse y unirse por sns propios medios; el 1undo data desde él fracaso de la ·revolución de este año has1870, en que Roma se convirtió en capital del nuevo Reino de • lhl. En el curso del primer período; el interés de la lucha tuvo. ra\cter eminentemente local, mientras que en el segundo tra,sndió a todo el mundo, y por más de una déc.ada la, Cuestión llana constituyó uno de los problemas más importantes de ropa. Sin embargo, desd~ Ja. fecha del Tratado de Viena asumió un pecto internacional que no puede omitirse, el que acentuóse n el transcurso de. los ·años. Mett'ernich limitábase 'a afirmar que lln no era más que una expresión ~eográ:fic·a, pero esto es n verd.11d a medias.... .si Uega a ello. El Emperador- austriaco bcrnaba el Reino Lombardo-Véneto, y por este motivo Italia llfcló definitivamente i,ncluída dentro de Ja órbita de la poHtica 1nlrocuropea,. Además, eJ1 Flerencfa, Módent-i y durante a,Igún lempo en N~poles, reinaron de la Casa de los Há.bslll'FIII, mientras que en los tronos de Nápoles y Lucca sentábanse 11rlncipes Rorbones. Por encima de todo, en el centro de Italia H lcindlanse los Estados de la Iglesia, la mayor organización in111,·nnclonal de todos. los tiempos. En este caso, est_a ba fuena del

21&

IDSTORIA DE LA DIPLOMACTA

BL BN ITALIA

poder de todos los políticos de Europa, por grandes que sus deseos, aislar el problema de Italia. Además, había que tener en consideración el espíritu de época. Por suerte o por desgracia, el pueblo, fuera de las canc Herías, empezaba a alzar la voz. E l apoyo de la opinión públi fué lo que permitió a Canning derrotar a la Santa Alianza en cuestión de Ja América Latina, mientras que en el capítulo a terior ha salido a relucir el importante papel desempeñado P Byron y el fllohelenismo en el logro de la independencia grie Italia tombién, antes de transcurrir mucho tiempo, había de el foco de la atención y emoción de un gran sector de Europ Occidental, hasta un extremo mayor del que se originó con re pecto a las colonias españolas o los griegos. Ciertamente, no qne la opinión fuera d e lt~lia fuese bajo ningún concepto un oime. De la mfama manera que existían gran número de liberal y protestantes pAra los cuales l\fazzini y Garibaldi eran hé~o bahía muchos legitimistas y católicos para los cualés aque nombres eran el sinónimo de algo diabólico. Ciertamente, 1 c1ctivfdades de 11:ls sot.iedades secretas durante el primer perlo indispusieron a muchos extranjeros que más tarde aclamaron Yfctor Manuel IT y a Cavour. Por lo- tanto, por una u otra raz6 desde un principio existió un consid.erable interés en el extra jero nor los asuntos d e Jtalia, desatándose unas pasiones q difícilmente podían dejar de ejercer su influencia sobre aq tiempo y los que Je siguieron. :esta fué la base internacional sob la que se asentó el Risorgime11to. Desde 1815 a 1848 la potencia extranjera dominante en Ttal íué Austria; Froncia no babia' renunciado enteramente a sus a bidon es en Ja península, pero las circunstancias no fueron pr picias a sus planes. Para dicho fin in.tervino oportunamente en 1 asuntos de los Estados de la Iglesia y Ancona permaneció e poder de las tropas s9s desde 1t'32 a 1838. El Gobiern británko apr0bó esta ocupación, ya que cuanto más se aparta Londres de Viena, con menos agrado veía el Foreign Offfce 1 creciente presión de i\.ustria en Italia, acogiendo cQn satisfacci6 todo contrapeso. A medida que avanzaba el siglo, la Cuestión Ita.• liana mezclóse més íntimamente con la politica interior sa

ti envio del ejército que en 1849 derrocó a la República Romana • considerado como prueba evidente ,de que el régimen exisntc en Francia, es decir, la Segunda República, se habla pasado tftnltlvamente a las Derechas. La intervención fran~esa, sin hnrgo, fué muy snperficial y Metternich fué el único factor lrnnjero efectivo en la polltica de Italia basta su calda, en 1848. Hin entonc:es todo intento de r evolución estuvo condenado al tenso, ya que sólo era cuestión de tiempo ser sofocado por las rmns austriacas. Bn el verano de 1849 quedaron muy de relieve algunos fac1rt11. El p_rimero era que ltaUa nunca podría, como hablan creido n1.1.ini y sus parfülar.ios, lograr su propia unidad e inrlepentncia por si misma, aunque se contase con las fuerzas pianntesas. Esto demostraba que era esencfaJ la ayuda de alguna otcncia extranjera, y ésta sólo podía ser Francin, ya que Austria n enemiga y el activo interés de Gran Rretaña por las cuesUo•• continentales habia disminuido durante las dos últimas déca11, con excepción de ciertas ar,ciones esporádicas de Lord Rlmerston. Para conseguir el apoyo franc.és era necesario por cima de torio no alarmar a la bo11rgeoi.~ie con violencias revodonarfas, rle hecho ni de palabra, ya que la clase media fran an h nhia quedado harta de ambns cosas después de la calda 1 lo monarquía de julio y actualmente depositaba su confianza Lnis Napol'eón , como salvador de la sociedad. Al efecto, la lrn solución residía en la Casa de Sahoya, y cuando Cavour, 1850, fué Primer Ministro de Cerdeña, empezó una nueva fase t In Cuestión Italiana. A pesar de lo difícil de su poc;ición, en una época no muy Jnnn de los triunfos de Austria, poseia una gran · ventaja, a hC'r, que la polftica tradicionál de la Cnsa de Saboya era el orlnnismo. Desde los días lejanos en que sus gobernantes eran IU11Rniflcantes potentados en los Alpes, por una remuneración 111tr.rmin ada babi ao abierto sus pasos ,:iJpinos alternativamente 1 nqncl o este· bando en las c-ontiendns entre Francia y España y 1fC'111111ós entre Francia y Austria, vendienrlo su ayuda al mejor 111111101·, y 'Actuando ele esta manera bnblan at1mentado gradualmente rl l1•rrit1)rio bajo su gobierno. En cuestión d e matrimonios, tam-

214

216

poco babia sido desílfortunacla y lo~ un día ques de Saboya se bQbían convertido e11 Reyes de Cer4eña, existiendo ninguna razón para sµponer que sus am)liciones hubiesen detenid<;> en este punto. En pocas palabras, la politi tradicional d<· la ~asa de Saboya, como también la de otros fados itnlianos, babia consistido en pronunciarse primero po este y después por aquel band.o, teniendó como lema pdmordi la seguridad pr0pia y como secundar10 las ádquisieiones te'rr toriales. Demasiado débU para permanecer sola, la Casa de SRi boya únicamente, conseguía sus nropósitos poniéndose siempre d pa:i;_te del vencedor en lá.s cqntroversias internacionales ele l época. Cavour comprt'ndió pl?rfectamente el si-stema y aplic;lnd diestramente la antigua poJítira, consiguió la unificación de ltal bajo Víctor Manuel H. Sus sucesores siguieron su ejemplo, logra do crear la impresión de qtte Italia era 1ina gran potencia, tant de hecho como de nombre, hasta que uno de ellos, ofüscado p sus' prQpias exagerac,iones, actuó como si éste . fuese realmenle caso, intent:¡i_ndo c·omp1etar la labor de Cuvour estableciendo u Imperio italiano. En l8fr4, como se describirá en el capitulo siguiente, estall la guerra entre Gran Bretaña y Franc.ia de un lado y Rusia d otro. LQs puntos en litigio no tenían nada que ver con Italia, pel" Cavour comprendió en seguida que si Cerdeña se-ponia de pa de las potencias occidentales, no únicamente ganarla con ello e apreciable favor de Gran J3retañn y Francia, sino que en la co ferencia de Ja paz -que seguiría podria someter a discusión lo problemas e.n los que estaba especialmente -interesado. De aquerli con ello, en enero de 1855, Cerdeña adhirióse a la alianza ef tuacla entre Gran Bretaña y Francia, y un contingente de fuerza piamontesas fué mandado a Crimen, donde hiciercon buen pape particularmente en Chernaya. En el Congreso de París, el Prime Minlstro de- Cerdeíía pudo plantear la Cuestión Itali:ina, y con e dedQ e:x:tendido señaló a Austria como causante de todas las cala! midades de Italia. No conslguiq c_on ello causar: gran impresión gu.edando algo defraudado, pero, casi sin saberlo, babia preparado el camino para lo qne· habfa de V(!nir. El mér.ito de Cavour, como tl de to
1

EL CRISORGI14ENTO» EN ITALIA

HISTORIA DE LA DIPLOMACIA

217

su habilidad para adaptar en prnvecho propio tedas circunstancias que pudieran sur~ii;. Personalmente itió que, de haber hechr en beneficio propio todo lo qu,e hizo por su uls, hubiese sido uu gran criminal, y la observación era muy ,u,tu. Sin embargo, en ninguna ocasión fu~ $u habilidad tan puesta .a prueba corno en en,eró de 1.858, cuando Orsini atentó ountra la vida rle Napoleón III. Momentáneamente, este ultraje 01181 rompió las reladones amistosas entre Turin y París, y ciertmnente hubiese sucedido así. d.e no estar el trono de Francia c,cupado :por una figura tan enigmática como Luis Napoleóu, pero ti Emperador r.espetó la sinceridad del hombre que había foteJ;Itado ases_inarle, aunque l~ mandó al c1:1dalso, decidiendo que cdcbia hacer algo para Italia», aunque n.o fuese más que para 1pedir la repeiicióp -del atentado de Orsini. Naturalmente; Cavonr alentó a Napoleón en su actitud, y en Junio de 1858 el Emperador francé,s invitó a Cavour a una coutrencia secreta ert Plonibieres, donde se. tomaron h·es acuerdos rlncipales, que eran: la guerra con Austria, el matrimonio del rincipe Napoleón (primo del Emperador y eil aquel momento U heredero) Y, la cesión de· Saboya a Francia a cambio de la yuda de ésta. Las circunstancias mostráronse propicias a Cav:our y sus plac os cuando celeb'róse esta conferencia. Las relaciones entre París Londres habían empeo1:ado desde la Guerra de Crimea y como 1 Gobierno conseivador de Inglaterra tomó partido pur Austrii.i, apoleón lo hizo ·por su adversaria. Después, aunque él mismo habla erigido en monarca hereditario, Luis Napoleón era de tcbo un dictador, y como tal no osaha ni pensar en la p0sibili•d de una agitación interior en Franci:;1, por lo cual la excitación ohla derivarse hacia el e}(terior. No se reducia a esto· todo, :ya la opinión pública de Europa Occiden1al se estaba líorl'orit1111do ante los, métodos de represión que se hallaban a la ord·e n dc!l día en todo Italia, más allá de las fronteras de Ii;i_ Ca,sa de lnboya. No cabe ningún género de duda de que estos horrores ernn muy exageradps, especialmente por Cavour,. y retr0$pectiya1111111tc no parecen tan terr ibles p~ra una generación que ba viyido 111H11s peores; pero eran excesivos para los estómagos del hombre 1

au~

EL «RISORGIMENTO> EN ITALIA

HISTÓRIA, DE LA Dil>'WMI\C~A

de la calle inglés y franc~s del siglo XIX, De esta fort:na, en Eurol) Ocaidental ereóse con Fesp~cto .a Italia ~quella atmósfera sen timental, que tan valiosa babia sido pata los colonos es_pañole y los gri~gos. Los primeros síntomas de la tormenta que se aprox·i maba fu ron obsenado1> el día de Año Nuevo de 1859, cuando Napoleón, siguiendo la costumbre de su tio vísperas de la ruptura de Tratado de .-\miens, manifestó bruscamente al embajador atlll triaco: «Lamento que nuestras relaciones no. sean tan satisfa torias como antaño.'> Víctor 'Manuel continuó esta poUtica con un é:liscurso a su Parlamento diez dias más tarde, en el que dijo. ~Con todo nuestro res¡peto por los lratados, no somos insensiblé a los gritos de dolor que nos lanzan desde todos los punto.s dll ItaJia;~ Todo elfo estaba muy bien, pero desde el punto de vis de Cavour era necesario qtie Austria fuese la agresora; de 1 contrario, siempPe existía el peligro de. que Napol~ón se retra tase de' su promesa, o, tocla::via p.eor, de que A]¡emania pudier sentirse amenazáda por las ambici011es ·d~ Francia, aliándos·e co Austria. Por lo tanto, Cavo'ltr puso en juego toda su influe.nc para crear una situación que n.e cesariamente liab,~a dé imptl,ls a Yiena a hacer u~.o de la fuerza. Pasó :varfüs semanas inquieto antes de que esto sucedi:es Napoleón cayó durante algún tiempo bajo el influjo de fas .in nuencias anf:iitalianas, aceptando una sugerencia rusa de que lo asuntos de Jtalia fuPsen resueltos en una conferencia. El G bi~rno austriaco dió su conformid.ad. con la condición de qu Cerde6a desmovilizase y sus r eprese,ntantes no fuesen itid en la· confer,encia. Lord 'Malmesbnry, entonces Ministro de Asunto .Extranjeros, instó a Cavour para que consintiese. pero este úlfim negóse a ello, insistiendo en que Cerdeña estuviese representada go;,ando de las mismas ventajas -que fas d ~más potencias. N Viena ni. Turin quisieron ceder, de forma qne tuvo que abando i:rnrse la idea de la conferenda. A continuación, Lord Malme bury propuso que· .~ustría, Francia v Cerdeña desmovilizasen que, como en Trop;¡rnu y Laibach, los distint0.s Estados italianos expusiesen su caso ante las grandes potencias. Esta proposición resultó igualmente desagrad·abl.e -p ara Cavour, pero como e~a de

en

219

del vacilante Emperador francés, no· tuvo otra Allol'Jlativa que aceptarla, aunque de mala gana. En este punt9 111 precipitada acción del Gobierno austriaco le salvó. El sector pnrtidario de la guerra gozaba en ViEma de gran ascendencia y 1)ersuadíó al ~mperador Fran.c isco José de que consintiese en onvfar un ultimatum a Cercleña, exig,iendo la inmediata desmovilianclón b~jo la amenílza -de que el país sería invadido. Era el 1nlsmo error en que habia de incurrir Austria en el caso de Servia en 1914. Esta jugada en falso redundó en benencio de· Cavour, ya que tiizo que a los ojos del mundo Viena apareciese como 1111resora, privando a Napoleón de toda exeusa para demorar el 111unto. La guerra empezó e) 19 de abril de 1859, y durante algún· tiempo todo marchó favorablemente para Cavour. Los ses, con la ayuda de Cerdeña, · ganaron las batall,as de Mil,Senta y Solft.rino, con resultado de que los austriacos viéronse obligados A abandonar el Milanesa<)o, los Ducados de Parma y Módena y la pnrle norte de los Estados de la Iglesia. En el resto de la Italia r.cmtral el movimiento revolucionario propagóse rápidamente, ya que Italia es un pais donde g.e neralmente nada triunJa si.u u~ xit.o anterior, por ser Ja masa políticamente apática; y por doquier se advertían s!ntomas inconftmdibles de un deseo de unidad b11Jo la Casa de Saboya. Napoleón no babia entrado en la guerra para conseguir la nlncación de TtaUa, por ser esto diametralmente opuesto a los utcreses de Francia, aunque !fhiers obse,rvó: c:Ce fou va ét'ablir tte ,mtre Prusse au-
ef

"'º

220

HISTORIA DE L/\ DIPLOMACIA

tria, co.nminaba a sus góliernantes a conMntrar tropas en -y exigía se le condujese contra su enemi~o. hereditario. Sin embargo, én el norte los sentimientos eran distintos y en Prusia no habían olvidado Olmütz (1), mientras que la causa de la indepen.

·dencia italiana inspiraba no poca simpati.a. El Gobierno prusiano siguió una Un.ea de conducta algo vacilante, considerando qu las luch&s itaJianas ele Austria no incuinbian a Alemania en él sé.ntido de que debhiran decidirse nec'e sad'amente en el Rin1 nl resolverse por medio de un ataque directo a Francia, a pesar dé' que cualquier derrot:'l gr·a v·e · de Austtia en Italia pondria en J)C• ligro la posición de Alemania. Por Jo tanto, la primavera Y. verano de 1859 fueron empleados en movilizar, y despué.s d lai¡_ derrotas austriacas de Magenta y Solferino, et Gobierno p siano que para Austria la posibiliila de que, después de lns derrotas sufridas. Prusia, por medio d hrÍllantes victorias, pudiese :ilcanzar una supremacía que la col caría en un santia1nén al frente de -un:i Alemanii:t unida, t0davia más ,Jesagrádable. El primer paso bncia la p_a;z lo dió Napoleón, quien el 6 d julio,. sin ningún acuerdo preliminar con Víctor Manuel,. sometl a Francisco José una proposición para el armistici,o y despu celebrar una con.fercncia eJ1 Vilfafranca. Cinc2 Aías rlespué,9 e trevistár.onse los dos Emperadores, conyiniendo que Lomb~r (con la exclusipn de Mantua y Peschier.11) serian cedidas a Fra da, y que ésta trasp!lsaría este. terdtorio :il Rey de Cerdeña; q Ye-necia continuaría perteneciendo a Austria ~ que el Grau Du ifo Toscana y los Dtrnues de Módena y Parma deberfan ser re taurados é.11 sus tronos con h1 condición de ,conceder una amnistl a sus súbditos. Cavour dimitió, c0lér~co, antes que aceptar sem janfos condiciones. pero Víctor Manuel, n;iás sensata, content61 ron lo que podfa obtener y firmó el Tratado de Zurich, que sigtil6 · a lo$ preliminares de Villafranca. (1) Véáse cap[tulo::l)tVlll.

EL «RISORGIMENTO> RN IT~IA

221

Un el curso d~ los me·ses siguientes, Napoleón comprendió que bubla iniciado un iµovimiento que. estabt) lucra de su alcance conténer; primero Toscana, Módena y Parma entraron en lo ' ¡11nndo por Gerdeña, después los Estados de la Iglesia, con e:ii.cción d·e Roma y el Patrimonia de San Pedro, y :finalmente · ol Reinó de las Dos Sicilias. Todo lo que Francia obtuvo a· cambio de la creación de una nueva potencia en sus fronteras fué Ni:ta, que, como resultado de un plebiscito muy dudoso, le fué cedida ~ cambio de la ~n.corporac~ón de ~os Ducados al nuevo l!l11tado italiaoo, y Saboya, que le había sido prometida en Plomblores. Napole-ón n.i siquiera granjeóse la s:i mpatia de los italianos por su acción; sus constantes vacilaciones, sus negociaciones con l•'1•ondscq- José en Vjllafranca Y, $U protección a Francisco H de Napoles en Gaetá, borraron el recuérdo de Ma~enta y Solfe-l'ino, Por otra parte, Gran Bretaña, que en Aa primera fase de.l .confl.icto 111,bia tomado partido por Austria y en la última no hizo ·otra cosa que. alentar a Italia con buenas palabras, acrecentó cousj.do1·ablemente su reputáción ·en el nuevo reino, siendo u1ia de las primeras potencias- en reconocerlo. En resumidas cuentas, Cavour babia formado Italia con la ayuda ·foancesa a un precio irriS'orío. El gra·n político italiano, ya que a pesar de la opinión que se tcmga de los métodos que siguió, la grarrde:i:a de Cavour DO pued'e negarse, muri.ó en 1861, y no .f ué ba,sta cinco años después cuando nuevamente la situación interl!,acional proporcionó a Italia otra r,portunidad para pmgresar en su e.volución, consistiendo ésta en la proximidad de una gi.Íerra entre Austria y Prusia. Sin efubar10, en esta oca¡¡ión los políti~os italianos tuvieron que tratar con Blsmai:ck, una persona muy distinta del vaciiante e impresionable Empel'ador francés. Las negociacione.s entre Prusia e Italia duraron largo tiempo y en más de una o~casión estuvieron a punto de suspenderse. Finalmente, en abril de 1866, firmóse la alianza ofensiva y defenalva, representando un triunfo definitivo para Bismarck, ya que ohligó a Italia a contraer ciertas obligaciones sin F:ecibir a eamlllo los derechos correspondientes. Si Austria rechazaba las pro¡,usiciones prusianas para 1a i:eforma de la Confederación Ger. 1111\nica y Prusia,. en consecuencia, declaraba lá guerra a A.us-

222

223

HISTORIA DE LA DIPLOHACJA

EL «RISOROIMENTO> EN ITALIA

tria, entonces Italia debía atacar a Austria tan pronto le fue comunicada la declaración prui,iana. La paz sólo debia conce tarse por mu~uo acuerdo, pero Prusia no debla negarlo en e caso de que Viena se mostrase dispuesta a ceder Venecia a Ita lia y a Prusia una compensación territorial equivalente. Además¡ Prusia debía decidir el momento para romper las hostilidades dentro del plazo de. tres meses, duran te los cuales el Tratado se mantendría en vigor. Este acuerdo encerraba ciertas consideraciones. Por ejemplo, no mencionaba que Prusia acudiría l.'n ayuda de Italia si Austria la atacaba mientras permaneciese en paz con Prusia. Además¡ Prusia podia impedir siem¡lre la firma de la paz, declarando sen• cillamente que juzgaba inadecuada la compensación territorial; que ~e ofrecían, de modo que aunque Austria se mostrase propensa a ceder Venecia, el GÓbierno italiano quedaba obligado continuar la guerra hasta que las reclamaciones prusianas ae viesen atendidas. Bismarck había realizado un cuidadoso estudio de las negociaciones entre Cavour y Napoleón, de las que babia: sacado muchits conclusiones. Mencionando las palabras de un hi.storiador contemporáneo, diremos que «babia engancl1ado e

Entretanto, las relaciones entre Italia y Francia empeoraban de manera creciente, de.spués de un intervalo de mejoria. En 1864 Napoleón babia firmado un convenio con el Gobierno italiano en e.l que se comprometía a retirar sus tropas de Homa en el ¡,lazo de dos años, a cambio de la promesa por parte de Víctor Manuel de no atacar los d ominios que le quedaban a la Iglesia. Sin embargo, los partidarios de Garibaldi, no considerándose ligados por tal compromiso, en noviembre de 1867 provocaron un confücto con las •troJJas papales en l\Ientana. Poco antes, cuando ya los disturbios amenazaban estallar, los soldados fran e:eses titnprendieron el regreso a Roma y llegaron al campo de batalla 11, tiempo de hacer cambiar la situación contra Garibaldi. El derramamiento de sangre italiana en si hubiese sido fuente de 1·encores, pero la situación empeoró sensiblemente a causa de las 1>rovocativos declaraciones de los políticos y generales ses. Failly, poi· ejemplo, jactóse de las «maravillas ~bradas por los cltassepots>, mientras que Rohuer, a fin de complacer a los clericales, manifestó que los italianos nunca entrarían en Roma. Estas desagradables observaciones no se olvidaron facilmente y su 1·ecuerdo estaba destinado a influenciar las relaciones trancoItalianas durante muchos años. En 1870 presentóse todavía a Italia una oportunidad para beneficiarse de las complicaciones internacionales. El estallido de la guerra francoprusiana y las derrotas sas de que la campaña fué pronto testigo, dejaron a Roma a merced del primero que Hegase. En conjunto el país se i nclinaba por una política de neutralidad hacia unos beligerantes de los cuales había recibido substan.ciales benefl~ios, pero exigia la ocupación de noma, y a mediados de agosto las fuerzas sas abandonaron c,l territorio pon.tificio definitivamente, y el 20 de septiembre lus fuerzas italianas entraron en Roma por un.a grieta de las murallas de la Porta Pia. La unificación de Italia babia sido completada. Si el nuevo Estado babia sido constituido demasiado fácil y rápidamente, si babia confiado excesivamente en la ayuda tlcl extranjero y poco en los esfuerzos de los mismos italianos, ora algo que la Historia demostraría en el curso de los setenta y tres años siguientes.

caballo italian o al carro de guerra prusiano y no tenía i11l enció1t de que se fugase con él.>

Aunque este acuerdo deb1a permnnecer secreto, pronto tra cendió, y Aush·ia ofreció oficialmente Venecia a Ita'lia como precio de su neutralidad. Esta proposición fué rechazada por Gobierno italiano, basándose en que equivaldría a una traició a Prusia, y en junio de 1866 Italia declaró la guerra a Austrja~ A pesar de] entusiasmo que despertóse en toda Italia,, los italianos fueron derrotados tanto por tierra como por mar, y únicamente fa victoria prusiana en. Sadowa permitió al nuevo reino la adquisición de Venecia. Por el Tratado ele Viena en octubre, el Gobierno austríaco cedió Venecia a Frai1cia, quien a su vez pasó la provincia al Rey de Italia. Poca cosa encerraban los acontecinúentos del año 1366 de que nn patriota italiano pudiera e norgullecerse, no siendo de. extrañar qtie la incorporación de Venecia a los dominios de Víctor Manuel II fuese seguida de un periodo de intensa depresión moral.