PASAJE BÍBLICO: Juan 15:1-8 EXÉGESIS: 13:31 – 14:31: EL CONTEXTO Estos versículos forman la base de capítulo 15, y presentan varios temas que Jesús explica más a fondo en capítulo 15 – el mandamiento de amar (13:31-35; 15:12) – la posibilidad de negar o no estar en Jesús (13:36-38; 15:6) – el uso de la palabra meno en sus formas varias (14:2, 23; 15:4 ff – véase la exégesis de vv. 4-8 a continuación) – la importancia de la conexión entre los discípulos y Jesús (14:6; 15:5-6) – la promesa de una oración cumplida (14:14; 15:7) – la importancia de guardar los mandamientos de Jesús y de rendir fruto (14:15; 15:8). “Se presenta un nuevo tema: el odio del mundo (15:18-25; 16:1-4a)” (Williamson, 194). VERSÍCULOS 1-8: UN RESUMEN Estos versículos forman una alegoría (una obra en la que personajes representan otras cosas y, de manera simbólica, expresan un significado más profundo). Hay cuatro actores en esta pequeña obra. ─ El Padre es el labrador (v. 1). ─ Cristo es la vid (v. 5). ─ Los discípulos son las ramas (v. 5). ─ Los que no permanecen en Cristo son ramas inútiles (v. 6). ¿Dónde está la iglesia aquí? La iglesia fructuosa es la rama que poda el labrador, pero la iglesia infructuosa es la rama que el labrador corta y tira al fuego. Estas imágenes de la viña son familiares. El Antiguo Testamento a menudo presenta Israel como una vid o una viña, pero, por lo general, son imágenes negativas: “Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta suya deleitosa. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor” (Isaías 5:7). “Y yo te planté de buen vidueño, simiente verdadera toda ella: ¿Cómo pues te me has tornado sarmientos de vid extraña?” (Jeremías 2:21). “Por tanto, así ha dicho el Señor Jehová: Como el palo de la vid entre los maderos del bosque,
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el cual dí al fuego para que lo consuma, así haré á los moradores de Jerusalén” (Ezequiel 15:6). “Tu madre fue como una vid en tu sangre, plantada junto á las aguas, haciendo fruto…. Empero fue arrancada con ira, derribada en tierra, y viento solano secó su fruto; fueron quebradas y secáronse sus varas fuertes; consumiólas el fuego” (Ezequiel 19:10, 12). Pero existe algo nuevo aquí. “El Padre aún aparece como el labrador, pero Jesús es la Vid, no Israel, y los discípulos son las ramas. Esta inserción dentro de la antigua imagen crea un cambio radical. Aquí, la „vid‟ apenas está en peligro de ser juzgada como lo es en los textos del Antiguo Testamento. Esto solo aparece en lo que se refiere a las ramas. Jesús, la Vid, parece estar entre el que guarda la viña/el labrador y las ramas como „mediador‟ de vida y sustentamiento” (Borchert, 139). Las viñas son algo familiar. La gente pasa por ellas en su camino de sitio a sitio. Algunos tienen su propia viña o trabajan en una viña. Saben discernir una rama fructuosa de otra que roba la vid de su energía. Podan ramas infructuosas y se sienten satisfechos de su obra quirúrgica. El podar puede parecer cruel, pero renueva la vitalidad de la viña. Ramas inútiles roban la fuerza de la planta. Dejarlas ahí no cumple ningún propósito y reduce el valor de la viña. El labrador corta las ramas infructuosas y, encontrándolas inútiles, las quema. VERSÍCULOS 1-3: YO SOY LA VID VERDADERA 1Yo soy (griego: ego eimi) la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 2Todo pámpano que en mí no lleva fruto, le quitará (griego: airei): y todo aquel que lleva fruto, le limpiará (griego: kathairei), para que lleve más fruto. 3Ya vosotros sois limpios (griego: kathairoi) por la palabra que os he hablado. “Yo soy (ego eimi) la vid verdadera” (v. 1a). En este Evangelio, Jesús utiliza el metáfora de “Yo soy” (griego: ego eimi) en varias ocasiones: “Yo soy el pan de vida” (6:35) – “Yo soy el pan vivo que he descendido del cielo” (6:51) – “Yo soy la luz del mundo” (8:12) – “Yo soy la puerta de las ovejas” (10:7) – “Yo soy el buen pastor” (10:11) – “Yo soy la resurrección y la vida” (11:25) – “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (14:6). Este lenguaje de “Yo soy” hace pensar del encuentro de Moisés con Dios en el arbusto ardiente cuando Dios se identificó a Moisés como “YO SOY EL QUE SOY,” diciéndole, “Así dirás á los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado á vosotros” (Éxodo 3:14). Es decir, “YO SOY” es Dios, y estas metáforas de “Yo soy” identifican a Jesús como Dios. Esto concuerda con la declaración inicial de 2
este Evangelio, “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (1:1). Ésta es la última de las metáforas de “Yo soy” en este Evangelio. Como otras metáforas de “Yo soy” (pan, luz, puerta, pastor, etcétera), la metáfora de la viña nos asegura – nos conforta. “Para un pueblo nómada, una viña es símbolo de asentamiento, de llamar a un lugar su hogar” (Howard-Brook, 330). Cuando Jesús se identifica como la vid verdadera, está implicando que existe una vid falsa. Los pasajes del Antiguo Testamento citados anteriormente dejan claro que Israel ha sido una vid falsa. “y mi Padre es el labrador” (v. 1b). Esto sugiere que el Padre es superior, pero también sugiere una gran mutualidad. La vid depende del cuidado y el alimento que el labrador le proporcione, pero también el labrador depende de la vid y de su producto. Cada uno le da vida al otro y toma vida del otro. Aunque esto puede llevar la metáfora demasiado lejos, no podemos reiterar suficiente la mutualidad que existe entre Padre e Hijo. Jesús dice, “Yo y el Padre una cosa somos” (10:30). El Padre/labrador provee dos servicios para alentar la productividad de la vid. Primero, “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, le quitará” (v. 2a). Segundo, “y todo aquel que lleva fruto, le limpiará para que lleve más fruto” (v. 2b). Es importante anotar que, sea la vid fructuosa o no, el labrador lleva un cuchillo afilado. Si la rama no produce, el labrador la corta, pero si la vid produce, el labrador, aún así, la poda para mejorar su fruto futuro. Esto nos debe instruir. Nos gustaría pensar que el Padre cortará la rama que no produce y que perdonará la rama que si lo hace. No obstante, el cuidado cariñoso del Padre significa estar bajo el cuchillo afilado del labrador. Esto significa que nosotros, como fieles discípulos, podemos esperar que el dolor sea parte de nuestras vidas. Esto puede ser difícil de aceptar. “No es decir que el podar (cortar relaciones dolorosas, la pérdida preocupaciones, el cese de ambiciones insignificantes) signifique que los que sufren dolor serán cortados de Dios, dejando heridos a los creyentes, confundidos y enojados (Craddock, 260). El autor de Hebreos lo explica así: “Porque el Señor al que ama castiga, Y azota á cualquiera que recibe por hijo” (Hebreos 12:6). Continúa diciendo, “Es verdad que ningún castigo al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; mas después da fruto apacible de justicia á los que en él son ejercitados” (Hebreos 12:11). La disciplina del padre y el podar del labrador son dolorosos pero también beneficiosos. Esto es importante de recordar, porque la vida tiene dolor, y este texto nos asegura de que nuestro dolor no es necesariamente señal de que Dios está descontento. Al contrario, el dolor bien puede ser señal de que
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Dios aún está amoldándonos – dando forma a nuestras vidas – ayudándonos a ser lo mejor que podemos ser. Jesús sigue alentando a los discípulos, “Ya vosotros sois limpios por la palabra que os he hablado” (v. 3). Al lavar los pies durante la Pascua, les dijo, “El que está lavado, no necesita sino que lave los pies, mas está todo limpio: y vosotros limpios estáis, aunque no todos” (13:10). La excepción es Judas, el que le traicionó (13:11). Ahora, de nuevo les declara limpios. “Los discípulos han visto, creído, y obedecido la palabra de Jesús, aunque aún no la hayan comprendido por completo” (Smith, 283). La palabra de Jesús tiene el poder de limpiar cuando la creemos y la obedecemos. Esto también es instructivo. Lo más cerca que estemos a Cristo, lo más “limpios” que estaremos y lo menos que necesitaremos ser podados (el griego, katharoi, significa ambos podado y limpiado). Hay un juego de palabras en versículos 2-3 que solo es aparente en el griego. El labrador “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, le quitará (airei): y todo aquel que lleva fruto, le limpiará (kathairei), para que lleve más fruto. Ya vosotros sois limpios (katharoi) por la palabra que os he hablado.” Parece que el autor escogió estas palabras tomando en cuenta su valor literario. VERSÍCULOS 4-8: ESTAD EN MÍ, Y YO EN VOSOTROS 4Estad (griego: meinate – de meno) en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto de sí mismo, si no estuviere en la vid; así ni vosotros, si no estuviereis en mí. 5Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer.6El que en mí no estuviere, será echado fuera como mal pámpano, y se secará; y los cogen, y los echan en el fuego, y arden.7Si estuviereis en mí, y mis palabras estuvieren en vosotros, pedid todo lo que quisiereis, y os será hecho. 8En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. “Estad (meinate – de meno) en mí, y yo en vosotros” (v. 4a). Este verbo, meno, en sus formas varias (incluyendo el equivalente sustantivo), ocurre en varios pasajes de este Evangelio. En la mayoría de los casos, describe una relación importante o una condición espiritual: ─ Juan testificó, “Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y reposó (emainen) sobre él” (1:32). ─ Jesús rechaza los líderes religiosos, diciendo, “Ni tenéis su palabra permanente (menonta) en vosotros; porque al que él envió, á éste vosotros no creéis” (5:38). ─ Jesús dice, “Yo la luz he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca (meine) en tinieblas” (12:46).
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─ Jesús dice, “En la casa de mi Padre muchas moradas (monai) hay: de otra manera os lo hubiera dicho: voy, pues, á preparar lugar para vosotros” (14:2). ─ Jesús dice, “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos á él, y haremos con él morada (monen)” (14:23). 15:1-8, con su énfasis en estar con Jesús, “es la contraparte de Juan tratándose de la visión de Pablo – la iglesia como cuerpo de Cristo y de creyentes „en‟ Cristo. Ambas son maneras de destacar la conexión vital que existe entre Cristo y los suyos… (No obstante), Jesús no dice que la iglesia es la vid, sino que él es la vid. La iglesia no es más que las ramas que están „en‟ la viña” (Morris, 593). En 15:4-7, Jesús deja claro que nuestra relación con él – nuestro morar en él – es la clave de ambos nuestro fruto y nuestro destino. El cristiano encuentra fuerza y propósito a través de su relación con Cristo. La persona débil se refuerza al ser entrelazada en una vid de Cristo, y la persona fuerte se debilita cuando se separa de ella. C.J. Jung dice que Cristo “añade un peldaño más a la escalera de la evolución, produciendo una nueva criatura que vive de una manera nueva y a la cual el hombre natural no puede llegar, tal como una cosa que se arrastra por el suelo no puede llegar a volar… Y… este reto no debe ser burlado. Porque Cristo lo ha hecho. Y cada día encontramos nuevas criaturas por la calle. Y nosotros somos una de ellas; nuestro propósito es vivir así para que otros, al conocernos, miren otra vez, y entonces que miren de nosotros a Jesucristo… Y quizá ésa es la manera por la que podemos servir mejor a Cristo (citado en Gossip, 717). “Estad en mí, y yo en vosotros” (v. 4a). Estas palabras también se dirigen a la iglesia, “cuya vida comunitaria y ministerio de justicia social no son mas que ramas echadas al fuego, aparte del Cristo que mora en ellas” (Cousar, 315). “Como el pámpano no puede llevar fruto de sí mismo, si no estuviere en la vid; así ni vosotros, si no estuviereis en mí” (v. 4b). La iglesia siempre está tentada a mirar hacia otro lugar – política o donantes enriquecidos – en busca de su fuerza, pero Jesús nos dice que la infructuosidad comienza en un lugar muy diferente. Mientras estemos en su presencia, su fuerza se hace nuestra. Tan pronto como le volvemos la espalda, nuestra fuerza empieza a desvanecerse. Estamos tentados a pensar de otra manera. Nuestra vida de oración se echa a un lado a favor de ocupaciones y tareas. Nuestros verdaderos valores se revelan a través de la manera en que establecemos nuestras prioridades – o de la manera en que dejamos que las prioridades se establezcan por si mismas. Para los clérigos, muchas cosas son Prioridad Número Uno. Debemos llevar a cabo alabanzas, bodas, y funerales – consolar a los que lamentan – visitar pacientes en hospitales – asistir reuniones concejales – supervisar nuestros trabajadores – aconsejar – enseñar clases de catecismo – contestar el teléfono – preparar el boletín – asistir actividades cívicas. También sabemos que debemos orar, pero 5
la oración se pierde fácilmente entre las prisas. Esperamos que una rápida suplica por ayuda sea suficiente, pero Jesús dice, “Estad en mí.” También nos tientan otras lealtades. Sabemos que estar con Jesús es el centro de nuestro ministerio, pero también sabemos que lealtades a la denominación, al obispo, y nuestra herencia teológica nos ayudan a avanzar. Es demasiado fácil hacer de ellos nuestro lugar para estar, pero Jesús dice, “Estad en mí.” “Como el pámpano no puede llevar fruto de sí mismo, si no estuviere en la vid; así ni vosotros, si no estuviereis en mí” (v. 4b). Estar en Jesús capacita a la rama para rendir fruto. ¿Qué fruto? ─ Jesús manda que nos amemos uno a otro (13:34; 15:12), por eso, amor ha de ser uno de los frutos. ─ Jesús nos pide que obedezcamos sus mandamientos (v. 10), por eso, obediencia ha de ser uno de los frutos. ─ Jesús promete alegría (v. 11), por eso, alegría ha de ser uno de los frutos. ─ Pero quizá el fruto incluye más de lo que se revela en este capítulo. Pablo menciona frutos del Espíritu – amor, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, y templanza. (Galatos 5:22). Seguro que morar en Jesús ha de producir cada uno de ellos de en cierta cantidad. Cuando se nos pide medir nuestros frutos, miramos los bautizos, la asistencia a alabanza, los fondos recaudados para un nuevo edificio – u otras estadísticas. El verdadero fruto, sin embargo, fluye de nuestra relación con Jesús y el Espíritu que Jesús promete (v. 26). Entonces, prosigue que nuestro fruto sea ése que se nos da, y que será específico a cada discípulo. Bultmann dice, “La naturaleza de rendir fruto no se expresa de manera específica; es cada demostración vital de la fe, a la cual, según versículos 9-17, le pertenece el amor recíproco más que nada” (citado en Smith, 283). Esto me recuerda de una joven de pocos medios cuyo ministerio consistía de leer el periódico diario y orar por los recién nacidos, recién casados, familias en luto, y otros necesitados de la ayuda de Dios. Creo que ella tenía un ministerio fructuoso. El fruto no necesita ser algo que se revele en gráficos o cuadros matemáticos. La verdadera prueba es si el fruto honra a Dios (v. 8). Pero nos confrontamos con la pregunta práctica de cómo cumplir la obra de estar con Jesús. ¿Qué debemos hacer? Existen por lo menos tres disciplinas a las que debemos atender. ─ Servicio a Dios por medio de alabanza pública y apoyo a la iglesia. ─ Servicio a los demás, particularmente los necesitados.
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─ Servicio a si mismo por medio de oración personal, devociones, y el estudio de escritura. “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer” (v. 5). En vez de convertirse en algo mediocre al no estar en Jesús, nos quedamos completamente impotentes. En lugar de simplemente desvanecerse el valor de nuestro trabajo y testimonio, se convierte en algo completamente inútil. No podemos funcionar espiritualmente al estar desconectados de Jesús igual que no podemos funcionar físicamente cuando se nos corta el aire que respiramos. Estar desconectado de Jesús es ser cortado de la fuente de vida. Sin nuestra conexión con Jesús, nos quedamos solos y dependemos solo en nuestros propios recursos. Esto resulta “en una completa infructuosidad o en un crecimiento salvaje que ya no es amoldado por su palabra, en activismo o idealismo que no es derivado de él ni dirigido hacia él” (Ridderbos, 517). “El que en mí no estuviere, será echado fuera como mal pámpano, y se secará; y los cogen, y los echan en el fuego, y arden” (v. 6). El tono de este versículo es parecido al tono de juicio que existe en la metáfora de las ovejas y las cabras. Preferiríamos que Jesús afirmara nuestra bondad y que nos asegurara la vida. En cambio, aprendemos que aparte de Cristo no hay bondad ni vida. “Si estuviereis en mí, y mis palabras (griego: rhemata) estuvieren en vosotros, pedid todo lo que quisiereis, y os será hecho” (v. 7). “Las „palabras‟ (plural) aquí son rhemata; la „palabra‟ (singular) de versículo 3 es logos. El logos es la enseñanza completa de Jesús; rhemata son las declaraciones individuales que la componen. Él mismo es la encarnación de todas sus enseñanzas” (Bruce, 309). Versículo 7 suena mucho como el pasaje del Sermón en el Monte “Pedid y se os será concedido,” pero versículo 7 establece una condición importante. Solo la persona que está en Cristo puede esperar recibir todo lo que pide. Tenemos un gran poder, pero solo mientras nos mantengamos conectados a la fuente de poder. Tal conexión forma nuestras peticiones. Si estamos en Cristo y sus palabras están en nosotros, nuestras peticiones concordarán con su voluntad. Jesús dice, “pedid todo lo que quisiereis,” pero la persona que está en Cristo no deseará cosas frívolas o malas. Al estar en Cristo, nuestros corazones se concentran en las preocupaciones de Cristo y nuestras oraciones suenan más y más como sus oraciones. Versículo 8 nos confunde. Jesús dice, “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos,” pero se dirige a los que ya son sus discípulos. ¿Por qué habla de ellos “siendo (haciéndose)” sus discípulos? Quizá la respuesta es que nuestro discipulado siempre será imperfecto y que siempre estamos aprendiendo (la palabra “discípulo” significa uno que aprende). Nuestro rendir fruto nos ayuda a crecer como discípulos. Este crecimiento en santidad rinde gloria a Dios. 7
TEXTO CITADO DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS procede de Spanish Reina Valera, situada en http://www.ccel.org/ccel/bible/esrv.html. Utilizamos esta versión de la Biblia porque consta de dominio público (no bajo protección de derechos de propiedad). BIBLIOGRAFÍA: Barclay, William, The Daily Study Bible, "The Gospel of John," Vol. 2 (Edinburgh: The Saint Andrew Press, 1955) Beasley-Murray, George R., Word Biblical Commentary: John (Nashville: Thomas Nelson Publishers, 1999) Borchert, Gerald L., New American Commentary: John 12-21, Vol. 25B (Nashville: Broan Press, 2002) Brown, Raymond, The Anchor Bible: The Gospel According to John XIII-XXI (Garden City: Doubleday, 1970) Bruce, F. F., The Gospel of John (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1983). Carson, D. A., The Pillar New Testament Commentary: The Gospel of John (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1991). Cousar, Charles B., in Brueggemann, Walter; Cousar, Charles B.; Gaventa, Beverly R. and Newsome, James D., Texts for Preaching: A Lectionary Commentary Based on the NRSV––Year B (Louisville: Westminster John Knox Press, 1993) Craddock, Fred R.; Hayes, John H.; Holladay, Carl R.; and Tucker, Gene M., Preaching Through the Christian Year B (Valley Forge: Trinity Press International, 1993) Gossip, Arthur John and Howard, Wilbert F., The Interpreter's Bible, Volume 8 (Nashville: Abingdon, 1952) Howard-Brook, Wes, Becoming the Children of God: John's Gospel and Radical Discipleship (New York: Maryknoll, 1994). Lincoln, Andrew T., Black's New Testament Commentary: The Gospel According to John (London: Continuum, 2005) Moloney, Francis J., Sacra Pagina: The Gospel of John (Collegeville: The Liturgical Press, 1998) Morris, Leon, The New International Commentary on the New Testament: The Gospel According to John (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1995). 8
O'Day, Gail R., The New Interpreter's Bible, Volume IX (Nashville: Abingdon, 1995) Palmer, Earl F., The Book That John Wrote (Vancouver: Regent College Publishing, 1975) Pazdan, Mary Margaret, in Van Harn, Roger (ed.), The Lectionary Commentary: Theological Exegesis for Sunday's Text. The Third Readings: The Gospels (Grand Rapids: Eerdmans, 2001) Ridderbos, Herman (translated by John Vriend), The Gospel of John: A Theological Commentary (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 1997) Sloyan, Gerald, "John," Interpretation (Atlanta: John Knox Press, 1988) Smith, D. Moody, Jr., Abingdon New Testament Commentaries: John (Nashville: Abingdon, 1999) Williamson, Lamar, Jr., Preaching the Gospel of John: Proclaiming the Living Word (Louisville: Westminster John Knox Press, 2004).
Viña es Jesús, Viña su Iglesia. Los "trabajadores" cristianos Xabier Pikaza
Jn 15, 1-8. El domingo pasado fue día pascual del Buen Pastor; hoy es día de la Viña verdadera de (que es) Jesús, el Cristo Universal del vino, que llena el universo… Sarmientos suyos somos todos los creyentes, sarmientos que reciben la savia de la viña que recorre y llena ramas y ramitas, racimos y uvas, y hasta las mismas hojas. -- Viña es Jesús, en su sentido intenso (como Cristo universal) -- Viña es la Iglesia de Jesús, comunidad de personas vinculadas por la misma savia de la "vid de Dios", extendida a todos los hombres -- Trabajadores de la viña, al servicio del "vino de Dios", son los cristianos, y en especial los ministros de la Iglesia. La alegoría de la viña de Dios se encuentra extendida también por otros pueblos, a lo largo y a lo ancho de la cuenca del Mediterráneo, como imagen de la vida universal, unida desde Dios que es el Árbol/Viña (incluso en el gran mito de Dionisio). Jesús comparó el Reino de Dios con una viña (cf. Mc 12, 3-ss). Lógicamente, el evangelio de Juan le Presenta como Vid/Viña de Dios.
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El domingo del Pastor pude reflexionar sobre los pastores en la Iglesia, evocando su tarea, en una línea de “economía” o istración de la casa de Dios. Hablé entonces de imágenes bellas, poderosas, que no deben entenderse al pie de la letra, pues dejarían de ser lo que son, convertirse en conceptos secos (como secos sarmientos), en organizaciones muertas. Retomando aquella línea, hoy quiero recrear y ampliar algunas de aquellas imágenes, que se aplican a los dones y/o ministerios en la Iglesia, poniendo en el centro la del Cristo Viñador (sembrador, pastor, pescador, hortelano, arquitecto…) para indicar después el sentido actual de la imagen de la Viña. Empiezo pues con once imágenes fuertes de los oficios y ministerios de Jesús y los cristianos, imágenes que se aplican en principio a todos los creyentes, pero que pueden (y deben) extenderse de un modo especial a los ministros “ordenados” de la Iglesia. De los ministerios sigo pues hablando, con imágenes de evangelio, para evocar después, ya brevemente, la alegoría del evangelio de hoy, que es el evangelio de la Viña de Jesús. A todos, buen domingo, con el Cristo Viña, Cristo Vino de la vida. 1. INTRODUCCIÓN. IMÁGENES DE CRISTO Y DE LOS MINISTERIOS ECLESIALES… Quien no quiera seguir leyendo lo que digo, tome un libro de buena cristología y estudie de manera más académica las imágenes de los diversos oficios de la iglesia. Yo he querido evocar sólo algunos, sin entrar en 1 Cor 12-14 donde aparecen otras: 1. PASTOR… (Jn 9). Zeus era también pastor de pueblos, pero en otra línea, y también Agamenón... Jesús ha sido “pastor” de ovejas perdidas y amigos cercanos. Se dice de él que ha reunido a las ovejas, las guía y las conoce por los valles fuertes de la vida. Al lado de Jesús son pastores aquellos que guían a otros en la Iglesia, en especial a los que tienen el encargo de los ministeriales oficiales. Buena es esta imagen, pero a condición de que recordemos que los hombres no son ovejas pasivas, sino personas, que colaboran… La pastoral cristiana es el arte y tarea de acoger, dirigir y animar a los creyentes en el camino del Reino. Pastores pueden llamarse, simbólicamente, aquellos que guían y animan a los otros. Pero, en contra de lo que sucede en este mundo, no son las ovejas para los pastores, sino los pastores para las ovejas, por las que han de dar la vida. 2. SEMBRADOR, AGRICULTOR DE CEREALES… En Mc 4, 3-9 y par, Jesús mismo se presenta sembrador de buen trigo sobre el campo… De esa forma siembra la “palabra” (se siembra a sí mismo, que es el Logos, la Palabra), en todas las clases de tierra del mundo, para que los hombres puedan acogerla en su campo y hacer que fructifique. No es un simple “mayeuta”, encargado de “sacar a luz” lo que ya se encuentra dentro de los hombres, es un sembrador… También son sembradores de la Palabra son los ministros en la Iglesia (y todos 10
los cristianos que dan testimonio de Jesús, lo catequistas, los maestros de la ve). Al sembrar la Palabra que es Cristo, los cristianos sembradores deben sembrarse a sí mismo en el surco de la tierra del mundo, muriendo como muere el grado de trigo, para que fructifique la planta, para que produzca trigo. Siembra de Cristo en el mundo es la Iglesia; por eso, allí donde algunos retienen la palabra y no la siembran se vuelven traidores a Cristo. 3. HORTELANO Y PLANTADOR… Así aparece Jesús en varias parábolas, plantando el Reino de Dios, que es como un grano de mostaza, que parece invisible y que, sin embargo, crece y llena el mundo (de manera que incluso las aves de todos los pueblos se posan en sus ramas). El buen hortelano no siembra y queda luego esperando, hasta que la tierra produzca por sí misma la planta, como supone una parábola de Mc 4 (de manera automática germina la semilla…). El buen hortelano sigue regando su campo, cuida de las plantas y las mima, las protege de la helada y la fecunda con el agua. Hortelanos somos los cristianos, y en especial los ministros de la Iglesia; cuidamos el huerto del amor de Dios, que es el amor de los hombres, huerto que se abre para todos, no como el de Celestina, en Salamanca donde vivo, que era sólo para algunos amantes especiales, siempre en riesgo de perder la vida. 4. VIÑADOR ES JESÚS (IGUAL QUE SU PADRE) Y ÉL MISMO ES LA VIÑA… con los racimos, la uva… Viñador es Jesús y ha querido que su viña se extienda a todas las naciones, no por imperio de ley, ni por imposición, sino por derroche de vida abundante. Esta imagen de la viña de Israel, que aparece en algunos de los mosaicos judíos más antiguos, acompaña a los cristianos a lo largo de la historia… Es una imagen que debe adaptarse a las diversas culturas (no vale en Laponia lo mismo que en Oporto, junto al Duero…), pero es una de las más importantes de la historia cristiana. Expertos en el vino de la vida (de la Viña) han de ser todos los cristianos, y en especial los ministros de la iglesia, que suelen llamarse pastores (hacen pastoral), pero podrían llamarse de igual forma viñadores y viticultores (vinateros), al servicio del buen vino de la vida. 5. PESCADOR Y PESCADORES… Como dice Mc 1, 15-20, Jesús miro a los pescadores de la orilla del lago y les hizo “pescadores del Reino de Dios”, bajo su dirección de Gran Pescador de la Nave de Dios, que ha venido a la tierra/mar del mundo a sacar todos los peces de la gran tiniebla (mar/abismo) para sacarlos a la orilla, a fin de que vivan todos ellos… El papa y los obispos se toman a veces como pescadores especiales y lo son (sin cumplen la tarea de Jesús, remangados y mojados en la gran faena…). Pero con ella somos pescadores todos los cristianos… Los cristianos queremos “pescar” a los hombres y mujeres del mundo, pero no para matarles, sino para que vivan mejor, fuera del agua que de un mar que es signo de muerte, a la luz del sol, a pleno día… (No como el pescador de Habacuc 11
que destruía con su anzuelo y su red, y mataba a todos los pueblos). Pastores se llaman los ministros de la Iglesia, pero de igual forma deberían llamarse pescadores, comprometidos a buscar los peces en todos los mares del mundo. 6. COMERCIANTE EN PERLAS FINAS… Fue Jesús comerciante experto en tesoros y perlas y anduvo sobre todos los mercados del mundo comprando las mejores perlas (que somos cada uno de nosotros). Nos compró con su vida, nos pagó con su amor… para que fuéramos brillantes, tesoro de Dios, desenterrado… Así también los seguidores de Jesús y en especial los ministros oficiales de la Iglesia han de ser comerciantes al servicio del gran tesoro, para que la perla de la humanidad (muchas veces perdida, escondida…) pueda brillas. Los cristianos, y en especial los ministros de la Iglesia, no son comerciantes de dinero (financieros de una humanidad amenazada por el descontrol económico), sino expertos en un comercio que parece ruinoso a los ojos del mundo (no está para ganar o almacenar), pero que es el más brillante de todos: Lograr que la vida de los hombres sea perla de hermosura. Reconocer la perla de la vida y cultivarla, esa es la tarea de los servidores de Jesús. 7. ARQUITECTO FUE TAMBIÉN JESÚS, EL GRAN MASÓN… Así quiso edificar la ciudad de Dios, sobre la montaña, para que todos la vieran… (Mt 5). San Pablo, que era de ciudad, no de campo (no supo hablar de pastores, sembradores, pescadores… o lo hizo de manera burda), suplo emplear esta imagen del arquitecto, presentándose como gran Albañil o Masón, constructor de la Casa de Dios, que es la verdadera comunidad, la Iglesia… Por su parte, Jesús dijo que podía destruir de repente el viejo templo material y construir el Tres Días el Templo de la comunidad, como gran Arquitecto… Marcos 6, 4 le llama el “tekton”, es decir, el albañil o carpintero, sabiendo que él es, al mismo tiempo, la piedra desechada por los arquitectos de este mundo, pero convertida por Dios en Piedra Angular del edificio de la Iglesia (Mc 12)… Arquitectos son todos los cristianos, constructores de la casa, como sabía el gran profeta Hermas (también pastor), empeñado en construir la ciudad de las Doncellas de Dios, en la vieja Roma (Papías ha sido el mejor de los teólogos de Roma, hasta el día de hoy). Albañiles, carpinteros, masones de la nueva humanidad del Reino (y piedras de su edificio) han de ser sus seguidores, creando sobre el mundo el Gran Tempo de la nueva humanidad reconciliada, esperanzada, abierta a la pascua. 8. AMIGO ES JESÚS, AMANTE, ESPOSO… Amigo universal quiso ser, y así se presentó de una forma velada como Novio de las Bodas (Mc 2, 15…) y como Padrino Universal de las Bodas de Caná, amante de todos, amigo de los novios… Servicio de amor (de novio, amante…) es el servicio de los ministros de Jesús, hombre y mujeres, en un mundo que corre el riesgo de perder su amor primero y convertirse en campo yermo de envidias…
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Así se presenta Jesús en Jn 15, 15: No os llamo siervos sino amigos, porque el siervo no sabe lo que piensa su Señor, yo en cambio os he manifestado todo… Amigo del alma es Jesús, aquel que ama diciendo (regalando) su vida, hasta morir desnudo por todos en la cruz. Jesús fundó una especie de club de “poetas” (es decir, de profetas, de expertos en parábola…), pero poetas del amor, en gesto de apertura a todos los hombres y mujeres del mundo, en poesía de amor y de amistad, de matrimonio… Expertos en crear, evocar, promover vínculos de amor han de ser los cristianos, seguidores de Jesús…, en especial, sus obispos, es decir, los animadores del amor comunitario. 9. SERVIDOR Y HOSPEDERO FUE JESÚS… y así aparece una y otra vez sirviendo a sus amigos y discípulos…, especialmente en el Banquete de la Cena. Fue un hombre que supo preparar el banquete, organizarlo y ofrecerlo para todos, enviando a sus servidores por calles, campos y caminos, para que todos los hombres y mujeres del mundo pudieran participar en la gran fiesta de la vida. Servidores, hospederos, banqueteros han ser los cristianos, y en especial los ministros de la Iglesia, preparados para multiplicar los panes y los peces (comida compartida), para bendecir a Dios comiendo juntos… Jesús se llamó siervo (diácono), y diáconos o siervos han de ser sus seguidores… No les quiso expertos en mandos (en direcciones de poderes…), sino capaces de servir, de dar la vida, en amor cercano. Fue el suyo un servicio a la vida concreta, un servicio en las necesidades y, en especial, un trabajo de cocina y mesa… Para que todos los hombres y mujeres del mundo puedan tener un lugar en la Mesa del Reino, ya en este mundo, ha querido Jesús su Iglesia; expertos en servicios de mesa, de comida para todos, han de ser sus seguidores, y en especial obispos y presbíteros. 10. TESTIGO Y GUÍA DE ORACIÓN FUE JESÚS, y así enseñó a sus discípulos y amigos a orar, poniéndose ante el Padre desde el centro de la vida. Por él hemos aprendido a orar, con él podemos hacerlo…Todos los cristianos han de se maestros de oración, ofreciendo el testimonio de su plegaria a demás creyentes en la Iglesia y, de un modo más extenso, a todos los hombres… De un modo especial han de se maestros de oración los que se llaman sus ministros en la Iglesia… Éste es el testimonio quizá más urgente de la Iglesia… Tenemos pastores que saben organizar incluso los dineros…, pero faltan quizá en la Iglesia testigos de oración como fue Jesús, hombres y mujeres que digan (y enseñan a decir: Padre Nuestro…). Otras enseñanzas ya se saben en el mundo; muchos hablan (y algunos bien) de economía, otros de política… Nosotros los cristianos podremos enseñar a orar. 11. MAESTRO DE LA VIDA, ESO FUE JESUS… Un maestro que enseña simplemente a vivir, compartiendo la vida, en entrega personal y bienaventuranza, en la alegría del Reino que llegue. Compañeros y maestros de 13
la vida hemos de ser los cristianos en la larga travesía de la Iglesia… Enseñar a vivir, ese es el tema… Enseñar a vivir de un modo pleno, desde el nacimiento hasta la muerte, ese ha sido el oficio de Jesús: Para que tengan vida, y vida en abundancia… Pero vida plena, de cuerpo y alma, de corazón y entendimiento, de amistad, trabajo y esperanza… Sepultureros de un Dios de muerte parecen a veces los ministros de cierta Iglesia (así los llamó Nietzsche en una página prodigiosa de hondura y mala idea…). Servidores y testigos de la vida han de ser todos los cristianos, y en especial aquellos que se han “graduado” en cristianismo, que son los ministros principales… He apuntado estos once motivos, y podría desarrollarlos con cierta extensión, buscando también otros (por lo menos doce), si me ayudan los lectores y comentaristas del blog. Ellos nos ayudan a “entender” los oficios de Jesús, gran Carpintero del Reino, expandidos y actualizados en la iglesia, a través de todos los creyentes, y de un modo especial por los ministros de las comunidades. Contantemente he recordado los versos de Machado, en Nuevas Canciones… que pueden entenderse como una hermosa evocación de Cristo y de la vida de los cristianos. Para quien no los tenga delante repito algunos versos: Molinero es mi amante, tiene un molino… Por las tierras de Soria va mi pastor (pastor es mi amante….)… Colmenero es mi amante y, en su abejar… Lleñador es mi amante de pinos verdes… Hortelano es mi amante, tiene su huerto… También podría recordar los versos centrales del Credo de la Misa Campesina, llenos de sabor de vida, que se dirigen a Jesús, al Dios de Jesús, diciendo: Creo en vos Arquitecto, ingeniero Artesano, carpintero Albañil y armador. Creo en vos Constructor de pensamiento De la música y el viento De la paz y del amor
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Yo creo en vos Cristo obrero Luz de luz y verdadero Unigénito de Dios 2. YO SOY LA VIÑA, VOSOTROS LOS SARMIENTOS (JN 15, 1-8). Con las evocaciones anteriores volvemos al texto, que aparece como condensación de toda la Historia Sagrada… “Viñador es mi amante” podría haber dicho Machado. Viñador es Jesús, racimo y vino, alegría y presencia de vida para todos aquellos que le aceptan. Así dice el texto: [1. Vid del Padre] – Yo soy la Vid verdadera, y mi Padre el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé fruto más pleno. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. [2. Vid con frutos] – Permaneced en mí, como yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. [3. Vid, sarmientos] – Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. quien permanece en mí y yo en él, da mucho fruto; pues sin mí no podéis hacer nada. Quien no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca... – Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos.... Jn 15, 1-8) He dividido el texto de forma algo convencional para destacar su aspecto histórico, cristológico y eucarístico. Esta es una alegoría histórica, que presenta a Jesús como Vid verdadera, cumplimiento de la esperanza israelita: templo de Dios, fuente de vino, árbol de vida verdadera. Por eso, he comenzado diciendo que la viña pertenece al Padre (Apartado 1º), verdadero Viñador: por fin ha plantado una Viña que logra dar fruto por siempre (cf. Is 5, 1-2; Mc 12, 1). Esta es una alegoría cristológica: sólo Jesús es la Vid que florece, madura y da vino abundante sobre el mundo (cf. Apartado 2º: Vid con frutos). La palabra central del pasaje hablar de unirse a Jesús, permanecer en él, como un sarmiento que recibe de la viña buena sabia de vida, vino que alegra a dioses y humanos. Jesús aparece así como árbol abundante, sagrado, del que mana la fiesta de vida para todos los que quieran beberla agradecidos. 15
El texto alcanza su culmen en forma eucarística (cf. Apartado 3º: Vid, sarmientos). Central es la vid, pero en ella resultan esenciales los sarmientos, es decir, los cristianos que aceptan y beben el vino del Cristo, convirtiéndose con él en verdadera eucaristía. Ciertamente, los sarmientos nada pueden sin la Vid, no tienen savia para vino. Pero la Vid tampoco puede extenderse jubilosa por la tierra, dando frutos de abundancia sin sarmientos. Desde este fondo se comprende la palabra del Cristo eucarístico de Juan cuando proclama: “quien cree en mí hará las obras que yo hago, y las hará incluso mayores, pues yo voy hacia el Padre” (Jn 14, 12). Hizo Jesús mucho cuando estaba sobre el mundo; pero ahora, desde el Padre, a través de sus discípulos, realiza aún gestos superiores. La eucaristía es obra mesiánica del Cristo, que ofrece su vida a todos los humanos, siendo, a la vez, obra eclesial de los discípulos, que expanden vida y obra de Jesús entre los hombres y mujeres de la tierra. El texto empezaba diciendo que la Viña es del Padre. Lógicamente, termina invitando a los creyentes a orar al Padre, con la certeza de que Él les asegura y concede mucho fruto, siempre que se mantengan unidos al Cristo, siendo ellos mismos parte de su Vida, Eucaristía expandida por la tierra. Entendida así, la eucaristía aparece como centro de la experiencia cristiana, allí donde la vida se vuelve plegaria y la plegaria espacio de comunicación personal gozosa, comprometida. Han discutido largamente exegetas y teólogos el carácter existencial y eucarístico del Cuarto Evangelio. Pienso que ambos rasgos no se oponen. Juan ha escrito un evangelio de experiencia interior, centrado en el encuentro de los fieles con el Cristo, en gozo emocionado, en fidelidad creyente, como si ya todo hubiera culminado. Pero, al mismo tiempo, su libro es un escrito sacramental: una guía para la celebración comunitaria del misterio, dentro de una iglesia que ha corrido el riesgo de cerrarse en su más honda riqueza, pero que después la ha expandido, ofreciéndola por gracia de Dios a todas las comunidades de cristianos expandidos por el mundo, hasta el día de hoy.
Formamos una unidad con la humanidad, el cosmos y Dios Fray Marcos
INTRODUCCIÓN El texto que leemos hoy es el comienzo del capítulo 15 del evangelio de Juan, incluido en el larguísimo discurso de despedida, después de la última cena. El ambiente es radicalmente distinto del que encontramos el domingo pasado; la 16
agresividad con los “judíos” está sustituida por la más profunda intimidad con sus discípulos. En esta parte del discurso, se habla de la comunidad y su misión en el mundo. Lo que hoy leímos insiste en que la Vida de Dios debe atravesar a cada miembro para que sea posible el amor que luego se debe manifestar en obras. El simbolismo de la viña es muy frecuente en el Antiguo Testamento. Pero no es tan frecuente la imagen de la vid. Con todo, el sentido que le da Juan es completamente original. El doble aspecto de una misma vivencia individual y una proyección a los demás, es la clave de la experiencia pascual. Aunque no se nombra expresamente la Vida (en Jesús y en sus seguidores) sigue siendo el centro del discurso. EXPLICACIÓN Para poder entender esta alegoría, es imprescindible conocer bien los términos de la comparación. Hay que tener en cuenta que la vid es una de las plantas que no produce fruto de provecho, si no se poda severamente. Su capacidad de echar follaje es tan grande que, si no se le aplican fuertes correctivos, se le va toda la fuerza en tallos y hojas. La poda se realiza en dos etapas. La primera se hace antes de que brote y consiste en eliminar casi todos los sarmientos del año anterior, dejando sólo una parte mínima (dos o tres nudos) de los más robustos. La segunda se hace en verde, eliminando todos los tallos que no llevan fruto e incluso desmochando los que lo llevan. Estos cuidados son imprescindibles si queremos que la vid produzca frutos. Yo soy la vid verdadera. Detrás del símbolo de la vid, se esconde todo un mundo de sugerencias. Se trata de un ser vivo que se manifiesta a través de elementos distintos, pero unificados por una realidad que los trasciende, la vida. Una vez más es la Vida el centro del discurso. Al añadir “verdadera” (alêthinê), nos está diciendo que puede haber una vid falsa, cuyos sarmientos no están animados por la vida de la cepa. La vid (cepa y sarmientos) es ahora todo el que se adhiere a Jesús. No hay más pueblo de Dios que el que se desarrolle a partir de Jesús. Juan ya había hablado de la luz verdadera, contrapuesta a la Ley; del verdadero pan, contrapuesto al maná. En el Antiguo Testamento es frecuente que la viña sea improductiva, esté desolada y no agrade a Dios (sea falsa). Mi Padre es el labrador. Como en el Antiguo Testamento, es el Padre quien la ha plantado y la cuida. Pero hay que tener cuidado a la hora de interpretar este aspecto. Jesús nunca se propone como centro de su mensaje. Él predica el Reino 17
que es Dios. Nunca se interpone entre Dios y el ser humano. Jesús nos dice que lo que Dios es para él, lo es también para cada uno de los hombres. La alusión al Padre labrador, expresa la preocupación y el interés de que los sarmientos den fruto. Todo sarmiento que en mí no produce fruto, lo arranca, y a todo el que produce fruto, lo poda, para que dé más fruto. ¡Ojo a este párrafo! Tenemos un juego de palabras muy curioso: “aireo” no significa cortar ni arrancar sino abolir, quitar; “kathairo” no significa podar sino limpiar, purificar. Ni uno ni otro verbo se suele utilizar para designar tareas agrarias. Al emplearlos nos fuerza a ira más allá del simple significado. El versículo siguiente nos ayuda a salir del posible error de interpretación: Vosotros estáis ya limpios por el mensaje que os he comunicado. “limpios” tampoco tiene nada que ver con la pureza legal que se consigue por rituales. Para Juan el único pecado (el pecado del mundo) es la opresión. Como ellos han salido de ese ámbito, están limpios. La purificación se efectúa al optar por el mensaje de Jesús, el amor. No debemos entender estos versículos como si Dios actuara en nosotros desde fuera y mecánicamente. Para Jesús, Dios es la savia, la Vida que se comunica a toda la vid. Jesús es el primer sarmiento que vivió plenamente de esa savia divina. No debemos considerar al hombre Jesús como el Dios cristiano, sino como el primer cristiano que haciendo suya la misma Vida de Dios, nos ha indicado la manera de alcanzar la verdadera plenitud humana. El mensaje de Jesús consiste en que todos vivamos esa Vida divina. Ni cada individuo, ni la comunidad deben considerarse entes estáticos, tienen que dar fruto. Sarmiento improductivo es el que pertenece a la comunidad pero no responde al Espíritu. Incluso el que produce fruto tiene que seguir un proceso que no acaba nunca. Sólo el don total de sí mismo permitiría alcanzar la meta. La posesión del Espíritu es un dinamismo que no se detiene. El producir fruto no hace referencia a una moralidad, sino a la manifestación del amor que es una exigencia de la identificación con Dios. El sarmiento no tiene vida propia, necesita recibir la savia de la cepa. La ausencia de fruto, delata la falta de unión con Jesús. La presencia de fruto manifiesta que la savia-vida está llegando al sarmiento. Ni la vid sin sarmientos puede producir frutos, ni los sarmientos separados de la cepa. Los frutos se alcanzan por la unidad de ambos. Esa unión con Jesús no es algo automático, ni ritual, ni externo. Exige la actualización constante por parte del discípulo. Tanto el individuo como la comunidad tienen que estar alertas, tienen que estar constantemente 18
eliminando todo aquello que les impida llegar a la identificación con Jesús y, por lo tanto, con Dios. Existe una fuerte tendencia a equiparar el “producir fruto” con las buenas obras. En Juan no se hace ninguna distinción entre ser y obrar. Adherirse a Jesús es inseparable de producir el fruto que esa adhesión conlleva, pero el fruto no son directamente las obras, sino la Vida-amor, que necesariamente se manifestará en obras. De esta manera queda erradicado el peligro de creer que son las obras las que me llevan a la identificación con Jesús. Podemos hacer obras impulsados por una programación que no cambia mi actitud interior; esas obras no salvan. Solo la Vida-Amor nos hace ser y nos capacita para obrar. Porque sin mí, no podéis hacer nada. Por activa y por pasiva repite una y otra vez la misma idea. El sarmiento que es una sola vida con la cepa produce fruto y hace que la vid sea capaz de dar fruto. El que está separado, no sirve para nada porque no tiene vida. Se trata de participar de la misma Vida de Jesús, que es la del Padre. Recordad: “El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el padre; del mismo modo el que me coma vivirá por mí”. Estar unido, comer a Jesús es comprometerse con él y participar de su misma Vida. De la misma manera alejarse de Jesús es garantizarse la esterilidad y la muerte. La nueva humanidad no depende de la pertenencia o no a una institución. Es participación de la misma Vida de Jesús que es opción personal permanente. En esto se ha manifestado la gloria de mi Padre, en que hayáis comenzado a producir mucho fruto por haberos hecho discípulos míos. En este versículo queda claro que no pueden ser palabras pronunciadas por Jesús en la última cena. Los discípulos no comenzaron a dar frutos hasta después de la experiencia pascual. Sólo entonces descubrieron al verdadero Jesús y lo vivieron de verdad. No son palabras de Jesús, sino palabras de la comunidad sobre Jesús. Si no hacemos esta composición de lugar, no habrá manera de dar un auténtico sentido al evangelio de Juan. “La gloria” no es estar sentado en un trono y recibiendo honores y agasajos. Dios no puede ser enriquecido con nada externo a Él. Su gloria es su esencia, es decir, el ser amor; un amor que se manifiesta siempre a favor del hombre. La gloria de Dios es que en Jesús y en los discípulos se manifieste esa esencia de Dios por un Amor auténtico. Aprendiendo de Jesús, los discípulos llevan a cabo la misma obra que llevó a cabo él, el don total de sí mismo. Se está hablando aquí desde la perspectiva de las primeras comunidades que sí desplegaron ese amor entre sus y con los demás. 19
APLICACIÓN El domingo pasado se hablaba de un solo rebaño, hoy nos habla de una sola vid. No dice que Jesús sea la cepa y los discípulos los sarmientos como realidades separadas. Jesús y los discípulos constituyen una sola realidad viva. Ser vid significa estar unido no solo a Jesús y a Dios, sino a los demás sarmientos. Si me separo de otro sarmiento que está unido a la vid, me tengo que separar de la vid. Esa es la experiencia pascual que tiene que continuar hoy en nosotros. Todos participamos de la misma Vida de Dios que descubrimos gracias a Jesús. La Vida es una sola; al participar de ella tomamos conciencia de que formamos una unidad con todos los hombres con todo el cosmos y con Dios. La religión, o nos conduce a esa experiencia de unidad o se queda en programación externa que ni nos enriquece ni nos salva.
1. CONTEXTO LA HISTORIA DE LA VIÑA-ISRAEL1 Juan García Muñoz
Desde antiguo la vid caracterizaba, junto con el olivo y la higuera, a la vegetación de Palestina. Cuando los hombres, enviados por Moisés a reconocer la tierra de Canaán volvieron de su misión, trajeron como muestra un sarmiento con un racimo de uvas (Núm. 13,23). La vid, el bien más precioso del campesino israelita se menciona con frecuencia en el VT, tanto en sentido propio como figurado. La vid que planta Noé después del diluvio señala el comienzo de una nueva era (Gen 9,20); en el Cantar de los cantares la vid puede designar a la esposa (1,14; 2,15, 6,11). No sin relación con esta ultima metáfora, la practica mas común de la tradición bíblica hace de la vid una imagen del pueblo de Israel en relación con el Dios de la alianza. Por eso, cuando Jesús cuenta en los sinópticos la parábola de la viña y de su propietario que acude a exigir sus frutos (Mt 21, 33-43), sus oyentes judíos captan enseguida su sentido sin necesidad de ninguna explicación. Recogiendo este dato tradicional, el evangelista Juan lleva a cabo un desplazamiento atrevido: el mismo Jesús es la vid del Padre. Y el procedimiento literario es distinto. En contra de lo que ocurre en los géneros de la alegoría y de la parábola, aquí se descodifican de entrada los elementos figurativos –la vid y el viñador-, mientras que el tercer elemento, los sarmientos se descodifican más tarde. Mientras que el cuadro simbólico del Pastor (10,1-5) necesitaba una interpretación, aquí se da la interpretación al mismo tiempo que la imagen.
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X. Léon-Dufour, Evangelio de Juan, vol. III, Sígueme, 128-130.
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¿Qué intenta significar el evangelista? ¿Qué relación tiene Jesús, con el referente tradicional de la metáfora, el pueblo de Dios? Aunque pueden establecer-se algunos parecidos con la literatura mandea, es la Biblia la que fundamenta el lenguaje simbólico del evangelista Juan. Oseas fue el primer profeta que describió a Israel como una “viña floreciente, que produce frutos en abundancia” (10,1). La viña Israel debe su existencia a Yahvé, que la arrancó de Egipto y la trasplantó en un espacio nuevo en donde pudo extenderse y prosperar: “Tú arrancaste una vid de Egipto, y expulsaste naciones para plantarla… extendía sus sarmiento hasta el mar (Sal 79). Tiene que dar fruto abundante ya que la plantación del Señor está destinada a manifestar su gloria. Yahvé hace esto por amor, como se subraya en el exordio del célebre poema de Isaías: “voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor dedicado a su viña…” (5,1-2). Dios quiere la vida. “Dad fruto, multiplicaos”, ordenaba el Creador. En el establecimiento de su alianza, la fecundidad del suelo es una de las bendiciones prometidas al pueblo. Pero el fruto del que se habla es de otro orden: Israel tiene que dar frutos de justicia por su fidelidad del Dios único y por su práctica de la ley. Pues bien, la conducta de Israel ha resultado decepcionante, por su culpa y por causa de sus malos pastores (Is 3,14; Jer 12,10). Por eso la continuación del poema de Isaías se convierte en una queja y en un juicio (Is 5,2-6). Al denunciar el pecado de idolatría, Jeremías se hace eco de la decepción del Señor: “Yo te había plantado como viña que producía frutos auténticos. ¿Cómo te has convertido en cepa degenerada, en viña bastarda? (2,21). Pero la última palabra del Señor no es la destrucción, ya que él es fiel para siempre y va a manifestarlo ahora, como lo anuncia el segundo poema de la viña en Isaías: Aquel día, que cante la viña deliciosa… Vienen días en que Jacob echará raíces, Israel florecerá y fructificará; la faz del orbe se cubrirá de sus frutos (27,2.6). Con toda evidencia el texto de Juan 15 se inspira en la tradición bíblica sobre la viña-Israel en donde se narra la historia de la elección y la alianza. Recoge su misma perspectiva y sus términos (viña, vid, sarmientos, fruto, podar, secarse, quemar…). “Dar fruto” se repite como un leitmotiv y con la misma finalidad, que es la gloria del “viñador”. El lector judío podía escuchar aquí el eco de la tradición profética. El lector cristiano reconoce la parábolas de los evangelios sinópticos, en donde en la viña designa a Israel y, en Mateo, el reino de Dios. EVANGELIO: JUAN 15,1-8 Juan nos ofrece una alegoría. La alegoría de la vid. La alegoría es un cuadro figurado en el que cada rasgo tiene su propia significación: la vid, el viñador, los sarmientos, los frutos, la poda, el rechazo del sarmiento estéril, el fuego... 21
Instruye Jesús a sus discípulos sobre la identi-dad y situación de su comunidad en medio del mundo. Comienza a existir una humanidad nueva. Su existencia no depende de una institución, sino de la participación de la vida de Jesús, de la comunica-ción de su Espíritu. Y cada miembro está llamado a producir fruto, a tener un compro-miso, el del amor. Es la alternativa al mundo "opresor". Hoy decimos: “otro mundo es posible”, no queremos este “sistema de vida”. El compromiso cristiano no es algo externo y añadido, es el dinamismo de una experiencia que busca comunicarse. La unión con Jesús y el espíritu que él infunde llevan necesariamente a la actividad. El fruto tiene un doble aspecto: crecimiento personal y comunitario, realizado por el don de sí a los demás. El Padre cuida de los de su pueblo. Su labor en cada uno es la eliminación progresiva de todo factor de muerte para llevarlo a lo auténtico y a su plenitud, liberando así la capacidad de amar que da el Espíritu. 1. Yo soy la vid verdadera, mi Padre es el labrador. Como ya hemos dicho la viña o vid es en Israel una imagen tradicional del pueblo de Dios. (Sal 80,9; Is 5,1-7; Jer 2,21).Su cultivo delicado, su fecundidad, su vino excelente y precioso ofrecen figuras expresivas para los campesinos de Palestina. Leed Isaías 5,1-8. Al declararse "la vid verdadera" Jesús se define como el representante auténtico del pueblo de Dios. No hay más pueblo de Dios que el que se construye a partir de Jesús. En Jesús se cambia todas las realidades. El ha sido designado como luz verdadera que se opone a la Ley (1,4-9); el verdadero pan de cielo en contraposición al maná (6,32) Ahora se define como el verdadero pueblo de Dios. 2. Todo sarmiento que en mi no da fruto, lo corta, y a todo el que produce fruto, lo va limpiando, para que dé mas fruto. Empieza Jesús con una advertencia severa, que define la misión de esta comunidad. El no ha creado un cenáculo cerrado ni un ghetto sino una comunidad que se expande. Todo sarmiento que está vivo tiene que dar fruto; es decir, todo miembro tiene un crecimiento que efectuar y una misión que cumplir. El Padre se encarga de podar. El sarmiento que no da fruto es aquel que pertenece a la comunidad, pero no responde al Espíritu; el que come el pan, pero no asimila a Jesús. Quien practica el amor, tiene que crecer por la limpia que el Padre hace. Elimina factores de muerte haciendo que el sarmiento/discípulo sea cada vez más autentico, más libre, le da mayor capacidad de entrega y aumenta su eficacia. Así como el grano de trigo tiene que morir para producir fruto abundante (12,24), y la mujer ha de padecer para que nazca la criatura (16,21) también el 22
sarmiento ha de ser limpiado, para que broten "yemas" nuevas que produzcan fruto. Es la vida que no se detiene, si se está en la corriente del Espíritu. 3. Vosotros estáis ya limpios por el mensaje que os he comunicado. Hay una limpieza inicial y otra de crecimien-to. La primera se realiza al insertarse en Jesús separando-se del orden injusto, es el compromiso hecho por el discípulo de poner en práctica el mensaje de Jesús. La segunda es la limpieza que hace el Padre, por la poda, para que sea fecunda esa inserción. Limpieza significa pureza. Recuerda aquellas purificaciones que debían hacer los discípulos de Juan (3,25) y las referidas en las bodas de Caná (2,6). Las tinajas vacías de Caná eran una falsa promesa de purificación; en aquella escena prometió Jesús la purificación por el Espíritu (el vino nuevo). Ahora la purificación la produce la opción por el mensaje de Jesús, que es el del amor. Lo que purifica es el amor. Lo que purifica no es lavarse los pies sino lavar los pies a los hermanos: quien demuestra su amor, queda limpio. 4. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. La unión con Jesús no es algo automático, por el hecho de bautizarse, o de sentir algo dentro. Necesita una decisión personal, una respuesta a la llamada. A la iniciativa del discípulo responde la fidelidad de Jesús. El sarmiento no tiene vida propia, no puede dar vida por si mismo, necesita la savia, es decir el Espíritu comunica-do por Jesús. Interrumpir la relación con Jesús significa cortarse de la fuente de la vida, esterilizarse. Este no dar fruto delata la falta de unión con Jesús. Siete veces aparece el verbo "permanecer". El mensaje es bien sencillo: hay que permanecer pase lo que pase. ¿Por qué insiste tanto en permanecer unidos al Señor? ¿Qué estaba ocurriendo? Quizás algunos cristianos, cansados de sufrir persecuciones, dispersos en pequeñas comunidades, desorientados, sin saber que camino tomar en su vida, estaban a punto de darse de baja. A ellos se les recuerda insistentemente que permanezcan unidos a Jesús, porque separarse de él es quedarse vacío y seco como los sarmientos que solo sirven para el fuego. 5-6 Yo soy la vid, vosotros los sarmien-tos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Entre él y los discípulos existe una misma vida que fluye y corre. Es la asimilación a su vida, su estilo y su causa, y su muerte.
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El porvenir del que sale de la comunidad por falta de amor es secarse. Quien renuncia a amar renuncia a vivir. El final es la destrucción. No podemos ir por nuestra cuenta sin etiqueta de "denominación de origen". No podemos descolgarnos sin más del tronco y actuar a nuestro aire. Mañana aquella rama desgajada estará arrugada y seca en cualquier rincón del camino. Está claro que "sin mi no podéis hacer nada". 7. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseéis, y se realizará. Es decir si hay una adhesión personal total con Jesús y su mensaje, su estilo, su causa, su forma de hacer. Cuando en la comunidad reina ese ambiente de unión con Jesús y entrega al quehacer de evangelización, se puede pedir lo que quiera, porque hay colaboración total de Jesús con los suyos. 8. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.» La gloria, que es el amor del Padre, se manifiesta en la actividad de los discípulos, que siguen trabajando en favor del hombre, amando y agrandando cada vez más el espacio donde se practica el amor. El ejemplo de los misioneros/as nos lo ha demostrado con creces. Muchos de ellos y ellas han sido asesinados, han sido mártires. Allí ha habido lágrimas de Dios y gloria de Dios. 3. PREGUNTAS… 1. Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino (1ª LECTURA) Estas palabras de Pablo me recuerdan el relato de Lucas sobre los discípulos de Emaús: “Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo… Pablo vio al Señor en el camino, él le cambió los ojos. Aquellos discípulos no eran capaces de reconocerlo en su caminar. Camino y caminar. En el camino, verdadera parábola de la vida, experimentamos fuerza y cansancio, alegría y tristeza, momentos de fraternidad y también momentos de ruptura personal y descubrimiento de nuestras contradicciones; a veces las seguridades se van derrumbando y sentimos que somos frágiles, necesitados de ayuda. En la debilidad, si vamos acompañado, somos fuertes. En nuestro caminar diario Jesús está a nuestro lado. Es posible que estemos cegatos como los discípulos, lo que no quita la certeza de la fe: la presencia del resucitado a nuestra vera. No le vemos pero está presente. Y esta ceguera nos lleva a veces al abandono de nuestras responsabilidades, al cansancio, a la desesperan-za. En estas semanas de pascua tenemos que reforzar la oración y la entrega a los demás, para que sepamos ver al Señor a nuestro lado.
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¿Siento su presencia? ¿Cómo concretar mi oración diaria? 2. Yo soy la vid verdadera, mi Padre es el labrador. Solo Él nos da vida. Solo Él es la savia que nos aporta luz, alegría, creatividad, sensibilidad, compasión y ternura, coraje y libertad. A veces parece que la savia de Jesús no circula bien por nosotros y nuestras comunidades. Parece como que estamos secos. Mucha hojarasca, que solo embellece, y ningún fruto que es lo importante. Porque prestamos más atención y le dedicamos más tiempo a lo exterior y las apariencias que al interior y lo esencial. Lo esencial es que fluya la savia que viene de Jesús. También hoy día, al igual de los jerarcas de la religión judía, muchos pretenden apropiarse de la viña del Señor. Corren la voz de que solo estando con ellos, siguiendo sus doctrinas se puede estar cerca del Señor, y que por lo tanto solo dentro de su institución es posible conseguir la salvación. Lo que hacen es convertir la búsqueda sencilla de muchas gentes en negocio y plataforma de encumbramiento personal. Está bien claro que solo el que da la savia, la vida que fluye, es el Señor. El es, solo Él, la vid verdadera. Todos los demás somos aprendices, párvulos lentísimos que aprendemos en la medida que estamos unidos a la cepa. Lo demás son como riparios engañosos, mucha hojarasca y poco fundamento para injertar las yemas. ¿A quién sigo? ¿A quién estoy unido? ¿De quién me fío? 3. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid Nosotros hoy no estamos bajo la espada y el león del circo romano, pero sí que estamos bajo el tedio, la rutina, los montajes pastorales con muchos medios y "mass- medias". Y vemos que para el poco fruto recogido no hacían falta tan grandes alforjas. Y echamos la culpa al ambiente, al laicismo, pasotismo etc. Y no nos damos cuenta que si no conectamos con el Señor y permanece-mos unidos a él, somos sarmientos secos. Ya nos cuenta Emiliano Calle (Palabras al corazón. Sígueme. Libro sencillo y profundo) de su experiencia en pueblecitos de la sierra norte de Madrid: "He visto salir adelante cosas imposibles, verdaderos milagros en las que unas pobres gentes, sin recurso, sin preparación especial, unidos al Señor, sacaban adelante empeños imposibles. Otras gentes, más preparadas y con todos los medios a su alcance, solo producen castillos en el aire. Tenemos que recordar que los milagros los hace Dios. Las otras cosas no hacen milagros". ¿Estoy viendo los frutos de mi seguimiento a Jesús tanto en lo personal como en lo comunitario? ¿En qué lo voy notando?
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4. Y a todo el que produce fruto, lo va limpiando, para que dé más fruto. La limpieza es un proceso que requiere tiempo, discernimiento y rupturas. Dios interviene para que demos más fruto. Y en esto consiste su gloria, porque su voluntad es que demos el fruto del amor. El limpio es aquel que habla como actúa y obra como habla. Es consecuente. Como nos recuerda la espiritualidad de los hermanitos de Foucault: "háblame con tu vida y no me digas palabras". Ese fue su testimonio entre los tuaregs. ¿Dice mi vida lo que creo y espero? ¿Encajo bien la poda que me hace el Padre? 5. Porque sin mí no podéis hacer nada. Y sin embargo bien que proyectamos, luchamos y hacemos sin tenerlo en cuenta. Seguir a Jesús no solo es escuchar y aceptar su palabra, al igual que nuestros hijos cuando nos escuchan como si escucharan llover, es permanecer unidos a Él. Y aunque nos separemos por nuestras infidelidades es estar abierto a su gracia. Él siempre es fiel, siempre presente como vigía de mi retorno. Siempre esperando en la ventana, como el padre del hijo pródigo. Porque la fe no es una idea, un sentimiento, una costumbre recibida, es el seguimiento a una persona, el Resucitado. Y el seguimiento implica estar injertados en él. Los sarmientos están en la vid. El discípulo queda transformado por dentro. Y así poder decir como Pablo: Ya no vivo yo es Cristo quien vive en mi” (Gal 2,20) 3. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid Nosotros hoy no estamos bajo la espada y el león del circo romano, pero sí que estamos bajo el tedio, la rutina, los montajes pastorales con muchos medios y "mass- medias". Y vemos que para el poco fruto recogido no hacían falta tan grandes alforjas. Y echamos la culpa al ambiente, al laicismo, pasotismo etc. Y no nos damos cuenta que si no conectamos con el Señor y permanece-mos unidos a él, somos sarmientos secos. Ya nos cuenta Emiliano Calle (Palabras al corazón. Sígueme. Libro sencillo y profundo) de su experiencia en pueblecitos de la sierra norte de Madrid: "He visto salir adelante cosas imposibles, verdaderos milagros en las que unas pobres gentes, sin recurso, sin preparación especial, unidos al Señor, sacaban adelante empeños imposibles. Otras gentes, más preparadas y con todos los medios a su alcance, solo producen castillos en el aire. Tenemos que recordar que los milagros los hace Dios. Las otras cosas no hacen milagros". ¿Estoy viendo los frutos de mi seguimiento a Jesús tanto en lo personal como en lo comunitario? ¿En qué lo voy notando? 4. Y a todo el que produce fruto, lo va limpiando, para que dé más fruto. 26
La limpieza es un proceso que requiere tiempo, discernimiento y rupturas. Dios interviene para que demos más fruto. Y en esto consiste su gloria, porque su voluntad es que demos el fruto del amor. El limpio es aquel que habla como actúa y obra como habla. Es consecuente. Como nos recuerda la espiritualidad de los hermanitos de Foucault: "háblame con tu vida y no me digas palabras". Ese fue su testimonio entre los tuaregs. ¿Dice mi vida lo que creo y espero? ¿Encajo bien la poda que me hace el Padre? 5. Porque sin mí no podéis hacer nada. Y sin embargo bien que proyectamos, luchamos y hacemos sin tenerlo en cuenta. Seguir a Jesús no solo es escuchar y aceptar su palabra, al igual que nuestros hijos cuando nos escuchan como si escucharan llover, es permanecer unidos a Él. Y aunque nos separemos por nuestras infidelidades es estar abierto a su gracia. Él siempre es fiel, siempre presente como vigía de mi retorno. Siempre esperando en la ventana, como el padre del hijo pródigo. Porque la fe no es una idea, un sentimiento, una costumbre recibida, es el seguimiento a una persona, el Resucitado. Y el seguimiento implica estar injertados en él. Los sarmientos están en la vid. El discípulo queda transformado por dentro. Y así poder decir como Pablo: Ya no vivo yo es Cristo quien vive en mi” (Gal 2,20).
NO DESVIARNOS DE JESÚS José Antonio Pagola
La imagen es sencilla y de gran fuerza expresiva. Jesús es la «vid verdadera», llena de vida; los discípulos son «sarmientos» que viven de la savia que les llega de Jesús; el Padre es el «viñador» que cuida personalmente la viña para que dé fruto abundante. Lo único importante es que se vaya haciendo realidad su proyecto de un mundo más humano y feliz para todos. La imagen pone de relieve dónde está el problema. Hay sarmientos secos por los que no circula la savia de Jesús. Discípulos que no dan frutos porque no corre por sus venas el Espíritu del Resucitado. Comunidades cristianas que languidecen desconectadas de su persona. Por eso se hace una afirmación cargada de intensidad: «el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid»: la vida de los discípulos es estéril «si no permanecen» en Jesús. Sus palabras son categóricas: «Sin mí no podéis hacer 27
nada». ¿No se nos está desvelando aquí la verdadera raíz de la crisis de nuestro cristianismo, el factor interno que resquebraja sus cimientos como ningún otro? La forma en que viven su religión muchos cristianos, sin una unión vital con Jesucristo, no subsistirá por mucho tiempo: quedará reducida a «folklore» anacrónico que no aportará a nadie la Buena Noticia del Evangelio. La Iglesia no podrá llevar a cabo su misión en el mundo contemporáneo, si los que nos decimos «cristianos» no nos convertimos en discípulos de Jesús, animados por su espíritu y su pasión por un mundo más humano. Ser cristiano exige hoy una experiencia vital de Jesucristo, un conocimiento interior de su persona y una pasión por su proyecto, que no se requerían para ser practicante dentro de una sociedad de cristiandad. Si no aprendemos a vivir de un o más inmediato y apasionado con Jesús, la decadencia de nuestro cristianismo se puede convertir en una enfermedad mortal. Los cristianos vivimos hoy preocupados y distraídos por muchas cuestiones. No puede ser de otra manera. Pero no hemos de olvidar lo esencial. Todos somos «sarmientos». Sólo Jesús es «la verdadera vid». Lo decisivo en estos momentos es «permanecer en él»: aplicar toda nuestra atención al Evangelio; alimentar en nuestros grupos, redes, comunidades y parroquias el o vivo con él; no desviarnos de su proyecto.
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