EL COLOR DE LOS PÁJAROS Al principio de los tiempos todos los pájaros eran de color marrón, sólo se diferenciaban en el nombre y la forma. Pero sintieron envidia de los colores de las flores y decidieron que llamarían a la Madre Naturaleza para que les cambiara de color. Ella estuvo de acuerdo, pero les puso una condición: tendrían que pensar muy bien el color que cada uno quería porque solamente podrían cambiar una vez. La encargada de comunicar la noticia por todo el planeta fue el Águila: — Aviso a todos los pájaros. Reunión con la Madre Naturaleza para cambiar de color la próxima semana en el Claro del Bosque —gritaba mientras volaba. Los pájaros pasaron una semana muy nerviosos, pensando cuál sería el color que iban a elegir. Llegado el gran día, todos se reunieron muy alborotados alrededor de la Madre Naturaleza. La primera que se decidió fue la Urraca: — Quiero ser negra con algunas plumas de tono azul cuando les dé el sol, blanco el pecho y blanca la punta de las alas. La Madre tomó su paleta y la coloreó, mientras el resto de los pájaros comentaban lo elegantes que eran los colores elegidos por la Urraca. El Periquito fue el siguiente en elegir: —Yo quiero manchas blancas, azules y amarillas por todo el cuerpo. Todos estuvieron de acuerdo en que esos colores le favorecían mucho. El Pavo Real se acercó contorneándose y con su voz chillona pidió: —Para mi hermosa cola quiero colores que se vean desde muy lejos: azules, verdes, amarillos, rojos y dorados. Los demás pájaros sonrieron ya que conocían lo presumido que era el Pavo Real. El Canario se acercó veloz: —Como me gusta mucho la luz, quiero parecerme a un rayo de sol. Píntame e amarillo. El Loro llegó chillando: —Para que el resto de los animales me puedan ver, quiero que me pongas los colores más llamativos de tu paleta. Todos pensaron que era muy atrevido al elegir esos colores, pero el Loro se alejó muy contento. Poco a poco, el resto de los pájaros fueron pasando por las manos de la Madre Naturaleza. Cuando los colores de la paleta se habían acabado y los pájaros lucían orgullosos sus nuevos vestidos, ella recogió sus utensilios de pintura y se dispuso a volver a su hogar. Pero de repente una voz le hizo volver la cabeza. Por el camino venía corriendo un pequeño Gorrión: —Espera, espera, por favor —gritaba—, todavía falto yo. Estaba muy lejos y he tardado mucho tiempo en llegar volando. Yo también quiero cambiar de color. La Madre Naturaleza le miró apenada: —Ya no quedan colores en mi paleta.
—Bueno, no pasa nada —dijo el Gorrión tristemente mientras se alejaba cabizbajo por el camino—, de todas formas el color marrón tampoco está tan mal. —Espera —gritó la Madre Naturaleza—, he encontrado una pequeña gota de color amarillo en mi paleta. El Gorrión se acercó corriendo muy contento. La Madre Naturaleza mojó su pincel en la gota y agachándose tiernamente le pintó una pequeñísima mancha en la comisura del pico. Por eso, si te fijas detenidamente en los gorriones, podrás descubrir el último color que la Madre Naturaleza utilizó para colorear a todas las aves del mundo. Fuente: http://www.cnice.mecd.es/recursos2/cuentos/color/cuento/cue nto.htm 1. ¿Cuál es la finalidad del texto anterior? A) Informar sobre los colores de la Madre Naturaleza. B) Explicar el origen del color de los pájaros. C) Describir las plumas de las aves del bosque. D) Comentar lo bellas que son las flores. 2. ¿De qué color eran en un comienzo los pájaros? A) Blancos. B) Marrones. C) Negros. D) Grises. 3. ¿Por qué los pájaros quisieron tener colores? A) Porque no se podían diferenciar entre sí. B) Porque se encontraban muy feos. C) Porque sentían envidia de los colores de las flores. D) Porque la Madre Naturaleza se los propuso. 4. ¿Por qué los pájaros tenían que pensar muy bien el color que elegirían? A) Porque no les gustaba el color que tenían. B) Porque la Madre Naturaleza estaba de mal humor. C) Porque sentían envidia de las flores. D) Porque solo podían cambiar de color una vez. 5. ¿Qué pájaro eligió colores llamativos? A) El águila. B) La urraca. C) El loro. D) El canario. 6. ¿Cuál era el último color que le quedaba a la Madre Naturaleza? A) Azul. B) Amarillo. C) Dorado.
D) Negro. 7. ¿Por qué lo pájaros encuentran presumido al Pavo Real? A) Porque eligió para su cola azules, verdes, amarillos, rojos y dorados. B) Porque se sentía muy bello y quería que todos se dieran cuenta de esto. C) Porque caminaba de una manera especial y su voz era muy chillona. D) Porque envidiaba el color que la Madre Naturaleza dio a las flores. 8. ¿Cuáles de las siguientes palabras caracterizan mejor al gorrión? A) Atrevido y valiente. B) Orgulloso y presumido. C) Humilde y resignado. D) Decidido y confiado. 9. ¿Por qué el gorrión llegó tarde a la reunión con la Madre Naturaleza? A) Porque nadie le había avisado. B) Porque volaba muy lento. C) Porque no sabía dónde se reunirían. D) Porque estaba muy lejos. 10. ¿Qué otro título le pondrías al relato anterior? A) ¿Por qué los pájaros eran marrones? B) Un regalo de la Madre Naturaleza. C) El porqué de los colores del gorrión. D) Aventura en el Claro del Bosque.
LEE EL SIGUIENTE TEXTO: Lo que sucede es terrible. Muy terrible y anoche me he pasado la noche sin dormir pensando en esto. Es de aquellas cosas que no se pueden contar porque no salen por la boca. Y yo sé que mientras no la haya contado no podré dormir. Le pregunté a la Domitila, qué hacía ella cuando tenía un secreto terrible. - Se lo cuento a otra – me contestó. - Pero, ¿si es algo que no se puede contar a nadie? - Entonces lo escribo en una carta – me dijo -. - Es algo que no puede saberlo nadie. - Entonces, escríbaselo a nadie – me dijo, y soltó la risa. Otra vez es de noche y ya debería estar durmiendo. Pensando en lo que dijo la Domitila, he decidido escribirle a “nadie”, como ella dice, y que es lo que otros llaman su “diario”. Cuando esté escrito, me habré librado de seguir pensando. Yo tenía en mi laboratorio un frasco con un invento. Era hecho de muchas cosas y, entre otras, tenía dos cajas de cabezas de fósforos, Rinso, miel de abeja, un poco de aceite, crema para la cara y pólvora. La idea mía era ver lo que resultaba y por eso hice con él un sándwich para algún ratón goloso. Lo dejé sobre mi velador, pero cuando volví, no estaba. Y la Domitila me dijo que se lo había comido. Naturalmente que a ella no podía decirle yo que estaba envenenada. Pero le pregunté qué haría si supiera que se iba a morir. - Me daría una vuelta de carnero – dijo (...) - ¿Y qué otra cosa más harías? - Me daría una fiesta y gastaría mil pesos en comer... - Toma – le dije -. Te lo doy de mi alcancía (treinta y dos pesos). Cómete algo bueno, pero sería mejor que te confesaras. Me miró con cara de lagartija y me preguntó: - ¿Por qué cree que me voy a morir? - Porque la muerte viene cuando menos se piensa – le contesté y me encerré en mi cuarto a pensar. Pensé que tal vez sería bueno que ella tomara un purgante, pero después pensé que sería peor. Pensé que debería decirle lo que pasaba y pensé después que a lo peor se moría del corazón. Porque no hay seguridad de que se muera del veneno. Es claro que, si se muere, yo deberé entregarme a la policía. Le escribiré una carta a mis padres y después me entregaré y cuando cumpla mi condena ya no seré culpable.
En la cárcel puedo estudiar para ser inventor, porque tendré toda mi vida libre para eso. Y, tal vez, cuando invente lo que habré de inventar, me absuelvan y todo. Este pensamiento me pone más tranquilo. Pero lo terrible es estar esperando que suceda la muerte. Es decir, que a ratos me dan ganas que se muera pronto para arreglar mis cosas de una vez. A la hora del té, la encontré pálida y sentí frío en el estómago. Le pregunté qué tenía y ella soltó la risa. - Parece que “usté” se está enfermando de la cabeza – me dijo - . A cada rato me pregunta unas cosas ... Y me mira con unos ojos ... – y se rió otra vez. Es una suerte que la Domitila no tenga hijos y ella dice que no le hará falta a nadie. Eso es muy tranquilizador. Ahora se me quiere ocurrir que no es cierto que se haya comido el sándwich y que me ha engañado. Quiero pensar que, como es mentirosa, me ha mentido otra vez. Con este pensamiento creo que podré dormir. Marcela Paz, fragmento de Papelucho.
1. Según el narrador, Domitila es: A) maldadosa. B) rabiosa. C) mentirosa. D) chismosa. 2. El protagonista decide escribir un diario porque: A) confiará sus sueños a un amigo imaginario llamado Nadie. B) contará una antigua travesura hecha con su amiga Domitila. C) confesará un terrible secreto para dejar de pensar y sufrir. D) anotará cada invento que realiza en su laboratorio. 3. ¿Qué inventa el niño, según el relato? A) Una comida sabrosa. B) Un sandwich venenoso. C) Un arma peligrosa. D) Una alcancía misteriosa. 4. ¿Por qué el niño cree que irá a la cárcel? Por A) ser muy maldadoso con los demás. B) hacer grandes inventos locos. C) tomar un purgante, sin permiso. D) provocar la muerte de Domitila. 5. ¿Dónde deja su invento, el protagonista?
En A) el laboratorio. B) el velador. C) la mesa. D) el agujero de ratones. 6. El frasco NO contiene un(a): A) poco de aceite. B) pólvora. C) miel de abejas. D) caja de velas.
7. ¿Qué regalo hace el niño a Domitila? A) Fiesta. B) Dinero. C) Crema de cara. D) Alcancía. 8. ¿Cuál es la principal preocupación del niño? A) El estudio de los ingredientes de un extraño frasco. B) Descubrir animales muy raros. C) La muerte de Domitila por tomar un veneno. D) El secreto que guarda Domitila en un diario. 9. Según la opinión de Domitila, el protagonista: A) se está volviendo loco. B) tiene muchas horas sin dormir. C) inventa muchas cosas extrañas. D) va a morir repentinamente. 10. ¿Por qué motivo el niño siente un frío en el estómago? Porque Domitila A) luce muy pálida. B) descubre su secreto. C) encuentra el diario. D) se enferma de la cabeza. 11. ¿Cuánto tiempo ha transcurrido en la historia? A) Una noche. B) Dos noches. C) Una tarde. D) Una mañana. 12. El sueño del niño, al crecer, es ser: A) policía. B) escritor. C) inventor. D) comerciante.
EL PRECIO DEL HUMO Un día, un campesino fue a la ciudad a vender los productos de su cosecha. De regreso casa, entró en una posada a descansar un rato. Como era día de mercado, la posada se encontraba llena de gente. -¿Qué quieres comer?-le preguntó el posadero. -Una hogaza de pan y un jarrillo de vino-respondió el campesino. Mientras el posadero se alejaba, el campesino fijó sus ojos en una pieza que estaba asándose en la chimenea y que desprendía un olor delicioso. ¿Cuánto le gustaría tomar un poco de aquella carne! Pero… ¿a saber cuánto costaba! Al cabo de un rato, el posadero regresó con el pan y con el jarrillo de vino. El campesino empezó a come sin apartar los ojos del asado… ¡olía tan bien! De pronto tuvo una idea. Se levantó con el pan en la mano y se acercó al fuego Colocó el pan sobre el humo que desprendía el asado y esperó unos minutos. Cuando el pan se impregnó bien de aquel olor suculento, lo retiró del fuego y se dispuso a comer. Pero al ir a morderlo oyó una voz que gritaba: -Te crees muy listo, ¿verdad? Intentabas engañarme, pero tendrás que pagar lo que me has robado. Los gritos del posadero despertaron la curiosidad de la gente. Las conversaciones se interrumpieron y todo el mundo miró hacia los dos hombres. Yo… yo no te he quitado nada. Te pagaré el pan y el vino-dijo el campesino. -Sí, claro… ¿y el humo, que? ¿Acaso no piensas pagarlo? El campesino, sin salir de su asombro, intentaba defenderse. -El humo no vale nada, pensé que no te importaría… -¿Cómo que el humo no vale nada? Todo lo que hay en esta posada es mío. Y quien lo quiera, debe pagar por ello. En ese momento un noble que se encontraba comiendo en la posada con otros ilustres caballeros intervino en la discusión: -¡Cálmate posadero! ¿Cuánto pides por el humo? -Me conformo con cuatro monedas- respondió satisfecho el posadero. El pobre campesino exclamó preocupado: -¡Cuatro monedas! Es todo lo que he ganado hoy.
Entonces el noble se acercó al campesino y le dijo algo en voz baja. El campesino abrió su bolsa y le dio sus cuatro monedas al caballero. -Escucha, posadero - dijo el noble haciendo sonar en su mano las cuatro monedas-Ya estás pagado. -¿Cómo que ya estoy pagado? ¿De las monedas! ¡Clin , clin !, sonaban las monedas en la mano del noble. -¿Las monedas?-preguntó el noble-.¿Acaso se comió la carne el campesino ?Él sólo cogió el humo .Pues para pagar el humo del asado bastará con el ruido de las monedas. Y ante las risas de todos, el posadero no tuvo más remedio que volver a su trabajo y dejar marchar tranquilamente al campesino.
1.-¿Dónde sucede la historia? Subraya (interpretativa) -En un restaurante de una ciudad. -En la posada de un pueblo. -En la posada de una ciudad. 2.-¿Quién es el protagonista? (interpretativa) 3.-¿Cómo es el posadero? Subraya: (inferencial) -Torpe. -Abusón. -Respetuoso. 4.-¿Cómo es el caballero? Subraya : (inferencial) -Tímido. -Orgulloso. -Ingenioso. 5.-¿Qué oficio tenía el campesino? Subraya: (inferencial) -Ganadero. -Maestro. -Agricultor 6.-¿Para qué entró el campesino en la posada? Señala la respuesta correcta: (literal) -Para comer y descansar. -Para charlar un rato. -Para discutir con el posadero. 7.-¿Qué sucede con el humo del asado? (literal). 8.-¿Pretende el campesino engañar al posadero? (interpretativa). 9.-¿Quién sale en ayuda del campesino? Señala: (literal ). -Un caballero. -Un pastor.
-Nadie. 10.-¿Cómo se soluciona el problema? (literal). 11.-¿Te parece un justo pago del humo? (Valorativa). 12.-¿Qué piensas del posadero? (Valorativa). 13.-¿Qué valor de los trabajados este año le falta al posadero? (Interpretativa) -Compañerismo. -Responsabilidad. -Generosidad. -Perdón
LECTURA.EL LADRÓN DE ESTRELLAS Jaime tenía una gran amiga que se llamaba Claudia a la que intentaba demostrar cuánto la quería. Cada vez que estaban juntos le hacía la misma promesa: - Claudia, cuando sea mayor me casaré contigo. Pero Claudia escuchaba las palabras de Jaime y le preguntaba con cara de pícara, sin creer lo que su amigo le decía: - ¿Qué estarías dispuesto a hacer por mí? Y Jaime le contestaba: - Cualquier cosa.... Pero a Jaime no se le ocurría nada que pudiera dejar con la boca abierta a su amiga. Hasta que un día, después de pensar y pensar mucho, tuvo una idea. Cuando se volvieron a encontrar, esperó a que Claudia le hiciera su pregunta de siempre: -¿Qué estarías dispuesto a hacer por mí? Me gustaría que me regalaras algo muy especial.... Jaime estuvo un rato pensativo y al final le dijo: - Si quieres te regalo la Luna. ¿ Te gustaría tenerla? – le preguntó sabiendo que Claudia quedaría maravillada. Pero Claudia se rió de él porque sabía que eso era imposible. Sin embargo, Jaime la quería tanto que no dudó ni un momento en lograr su prometido regalo y, esa noche, después de haber conseguido un enorme globo, subió hasta la Luna para pedirle que aceptara bajar con él a la tierra y convertirse en un regalo para Claudia. La Luna, después de escucharle, le dijo: -Mucho debes de querer a tu amiga pero...¿no crees que has ido demasiado lejos prometiéndole la Luna? ¡Cómo se te ha ocurrido! - ¿Te imaginas lo que dirá el Sol si me marcho? Él no va a consentir que me vaya porque me quiere mucho y entre los dos nos turnamos para cuidar la Tierra. Jaime la escuchaba con atención comprendiendo que aquello iba a resultar más difícil de lo que se imaginaba. La Luna le siguió diciendo:
- Además, ¿sabes lo que ocurriría si me marchara contigo? La noche se quedaría siempre a oscuras, las estrellas se sentirían muy solas, y el mar no me lo perdonaría nunca, ya que soy la responsable de hacer que suban y bajen las mareas. Jaime bajó a la Tierra muy contrariado porque no podía cumplir la promesa que le había hecho a Claudia. ¿Qué pensaría de él? Al día siguiente, cuando se encontró con ella le contó toda la verdad, su conversación con la Luna y las razones por las que no podía regalársela, pero, mientras hablaba, se le ocurrió otra idea. -Claudia, en lugar de la Luna puedo regalarte una estrella. Cuando sonrió sorprendida y emocionada porque a ella le encantaba contemplar las estrellas por la noche, le contestó: -Está bien, pero para demostrar que me quieres, cada semana deberás regalarme una estrella. Jaime aceptó encantado, y pensó que no pasaría nada por coger unas cuantas estrellas ya que había millones de ellas, así que esa noche subió al cielo en su globo a buscar una estrella, y cuando bajó, se la dejó a Claudia en el jardín. Al ver tanta luz, Claudia se despertó y vio a la estrella colgada de un árbol. ¡Jaime había cumplido su promesa! Eso le demostraba cuánto la quería. Desde entonces, todas las semanas encontraba una nueva estrella en su jardín... ¡Claudia estaba feliz! Hasta que una noche, cuando Jaime subió a por la novena estrella, se encontró con algo que no esperaba. Apareció de repente un personaje enorme y luminoso que le dijo: - ¿Qué haces tú por aquí, muchacho? Jaime sintió miedo y con voz temblorosa contestó: - Vengo a coger una estrella para regalársela a mi amiga Claudia, y demostrarle que la quiero.... - ¿Acaso crees que regalándole estrellas te va a querer más? - dijo él. Jaime no sabía qué responder y le preguntó: -¿Y tú quién eres? - Yo soy el Jardinero del Cielo, soy el encargado de cuidar a las estrellas desde que nacen hasta que se apagan, me encargo de que brillen y alumbren por la noche y de que cada una ocupe el lugar que le corresponde. Últimamente estoy preocupada porque algunas estrellas han desaparecido. ¿Acaso tú tienes algo que ver con esto? Jaime, sintiéndose descubierto, bajo la mirada y le dijo: - Es que yo.....le prometí a Claudia que le regalaría la Luna, pero no pudo ser porque solo hay una y tiene mucho trabajo. Entonces le prometí una estrella de regalo cada semana, como hay tantas pensé que no pasaría nada y que nadie las echaría de menos...... - ¿Así que tú eres el que roba mis estrellas? ¿Y donde están ahora? - Están en casa de Claudia, ella las cuida muy bien, las tiene en su Jardín para que vean a sus compañeras por la noche.
El Jardinero del Cielo contó a Jaime cómo cada una de las estrellas tenía su nombre y pertenecía a una familia. Por eso, desde su desaparición, algunas lloran y recorren el cielo muy triste buscándolas. A su paso, dejan un rastro de luz con sus lágrimas. En la tierra se las llama “estrellas fugaces” Porque sus habitantes no saben que las estrellas también lloran. Jaime se quedó callado y pensativo mientras tomaba la decisión de devolverlas, pero.... ¿Qué pensaría Claudia? El Jardinero del Cielo comprendió lo que pasaba y le dijo: - Jaime, dentro de tu corazón hay millones de estrellas, no necesitas venir al cielo a robarlas. - ¿Cómo puede ser? En mi corazón no cabe ni una estrella... - -dijo Jaime. - Son mucho más pequeñas pero brillan más que las del cielo. Cada vez que sonríes, regalas una estrella, cada beso que das es otra estrella, cada palabra cariñosa que dices, cada gesto de amistad, cada favor que haces a un amigo....es una estrella que regalas y que guarda en su corazón quien la recibe. Cuando bajó a la Tierra, Jaime contó a Claudia todo lo que le había dicho el Jardinero del Cielo y se extraño mucho al ver que su amiga se ponía triste pensando en las familias de las estrellas que tenía en su jardín. Creía que Claudia se iba a enfadar con él porque no podría regalarle más estrellas. Entonces le dio un beso a su amiga y le dijo: - Claudia, este beso es una estrella para ti. Ella se puso colorada y se rió y le devolvió el beso: - Jaime, este beso es una estrella para ti. Jaime se puso todavía más colorado que Claudia. Por la noche los dos se fueron al cielo a devolver las estrellas y pedir disculpas por haberlas robado. A partir de entonces, los dos amigos crecieron felices, coleccionando cada día estrellas en su corazón y contemplando cada noche el cielo iluminado mientras pensaban cuánto trabajo tenía el Jardinero del Cielo. ACTIVIDADES 1. ¿Tienes algún amigo o amiga a quien quieras mucho? 2. ¿Alguna vez le has hecho algún regalo? ¿Cuál? 3. ¿Qué te gustaría que te regalara tu mejor amigo? 4. Jaime cree que si le regala a Claudia algo extraordinario, le querrá más. ¿Tú qué opinas? 5. ¿Te imaginas lo que sentían las estrellas que buscaban por el cielo a las que había robado Jaime?
6. El Jardinero del Cielo le dice a Jaime que él tiene estrellas en su corazón. ¿Recuerdas cuáles son esas estrellas que todos podemos regalar? 7. Puedes pintar estrellas o a los protagonistas o al Jardinero del Cielo. 8. También puedes cambiar alguna parte del cuento. Imagínate, por ejemplo, que Jaime sigue robando estrellas. ¿Qué pasaría?
HISTORIA DE UNA LATA Esta es mi historia. A lo mejor te parece poco divertida o no te llama la atención, pero te aseguro que las aventuras que aquí cuento son verdaderas, y en cada una de ellas aprendí alguna cosa interesante. Pienso que tu vida es muy diferente a la mía, porque claro, tú eres una persona, eres un niño o una niña, tienes más o menos años, vas a la escuela o al colegio, tienes unos papás o unos abuelos o alguien que cuida de ti, tienes un sitio donde dormir y una mesa donde dibujas y haces los deberes. Tienes un nombre, celebras tu cumpleaños una vez al año, juegas todos los días un rato, tienes amigos, personas que te quieren. También tienes una cara que es diferente a cualquier otra cara, comes todos los días aunque unas comidas te gusten más que otras… En tu clase te echan de menos si faltas y seguro que por las noches sueñas. En cambio yo soy una simple lata de hojalata. Cuando me fabricaron no sabía muy bien qué iban a hacer conmigo hasta que llegó el día en que me echaron dentro algo desconocido para mí, algo de color rojo, y me pusieron un nombre: TOMATE. No sabes lo contenta que me puse, ¡Por fin tenía nombre! Era una lata de tomate, y aquí empezaron mis aventuras. Me llevaron a un lugar enorme que se llamaba supermercado y allí me di cuenta de que no era tan especial: había un montón de latas iguales que yo y con el mismo nombre. Entonces me puse muy triste. Pero un buen día, una mano me cogió, me puso en un carro de metal y me metió en una bolsa. Yo estaba un poco asustada
porque ya me había acostumbrado a estar en aquel lugar, hasta que me encontré en un sitio que jamás había visto, al que llamaban cocina. Entonces perdí el miedo porque era un lugar muy acogedor. Solo habían pasado dos días cuando alguien me abrió por arriba y vació lo que llevaba dentro en una sartén. Sentí algo muy extraño, porque me habían quitado mucho peso, y entonces ocurrió algo espantoso: me tiraron a un cubo de la basura como si no sirviera para nada. Lloré durante horas y horas, sintiendo que mi vida se había terminado, ya que no tenía nada que hacer en este mundo, pero qué equivocada estaba. Mis aventuras acababan de empezar. No sé cómo, unos gatos callejeros me cogieron y se pusieron a jugar conmigo como si fuera una pelota. Me divertí muchísimo, pero acabé un poco mareada de tanto jaleo; sin embargo, descubrí algo que no sabía: yo podía hacer sonidos. Cada vez que los gatos me arrastraban por el suelo, oía un sonido que salía de mi: “ cloc, cloc, cloc, catacloc”….Y además un nuevo nombre : PELOTA. ¡Qué curioso! –pensé-, no sabía esto de mí, ¡cómo me gusta sonar! Así que yo era una lata sonora, no era una lata cualquiera. Y me dormí en un rincón de la calle, soñando con el supermercado, la cocina, el cubo de la basura…. Me desperté sobresaltada al sentir que una mano me cogía. Era un hombre algo sucio y mal vestido que me utilizó para pedir limosna. Él me puso un nuevo nombre: BOTE, que me hizo mucha ilusión. En el suelo, delante de él, recibía con alegría las monedas que la gente le daba y me gustaba oír cómo sonaban al caer: “clan, clan, clan” clan,”… Me sentía muy orgullosa cuando me decía: - Hoy hemos sacado para la comida, amiga mía. Y me guardaba en el bolsillo de su viejo abrigo. Pero un día me dejó en la calle, sola y me sentí otra vez triste. Nunca supe por qué lo hizo. Cuando más desesperada estaba, otra mano, esta vez mas pequeña y suave, me cogió y me llevó a su casa. Allí volví a sentir con ilusión que era algo importante para aquel niño, que se llamaba Asier. Asier me llenó de tierra y dentro plantó un garbanzo. Comenzó a llamarme MACETA, otro nombre nuevo, y sentí mucha alegría, porque me decía que en mi interior estaba naciendo algo. Cuando comenzaron a salir raíces me hacían cosquillas y yo no paraba de reír. Era muy feliz en aquella casa y con aquel nuevo nombre. Al cabo de algún tiempo comenzó a salir un pequeño tallo, y todos a mí alrededor lo celebraron. Yo me sentí muy importante y deseé seguir siendo una maceta para siempre. Pero no podía imaginar lo que sucedería después. La planta creció y creció, y un buen día, Asier sacó la planta y la puso en otra maceta más grande. Yo me quedé otra vez triste porque ya me había acostumbrado a ser maceta.
Pero su hermana, Alba, me cogió, me lavó y me pegó un hermoso papel de flores todo alrededor. ¿Por qué me ponía tan bonita? Nunca me había visto vestida de flores y lo encontré muy divertido. Y Alba me dio un nuevo nombre: CUBILETE, y metió dentro sus pinturas. Me gustaba ver pintar a Alba mientras cantaba en voz baja. Cantaba muy bien y me hacía sentir ilusionada con aquel nuevo nombre. Alba, le decía sin que me oyera, estoy muy contenta contigo, nunca me abandones, por favor…. Pero cuando llegó su cumpleaños alguien le regaló un cubilete decorado con personajes de sus dibujos animados preferidos, y entonces Alba, sin darse cuenta de lo que yo sentía, me tiró al cubo de la basura. Otra vez me sentía triste y sola. Sin embargo, ya había aprendido a esperar sorpresas, y me quedaba la esperanza de volver a ser importante para alguien. La madre de Alba, al verme allí tirada, le dijo a su hija: - Alba, esta lata puede servir para fabricar cosas nuevas, por favor échala al contenedor amarillo, ya sabes lo importante que es reciclar. Yo no conocía aquella palabra, pero Alba la había aprendido en la escuela, de modo que hizo lo que su madre le dijo y me encontré dentro de un enorme arcón amarillo, que no se parecía en nada al primer cubo de la basura donde aterricé al principio. Pasó un tiempo y yo seguía allí llena de ilusión por conocer cuál sería mi nuevo nombre, mi nuevo destino, mi nuevo hogar. Hasta que un día me llevaron a una fábrica parecida al lugar donde nací, y allí no sé lo que pasó porque me quedé dormida. Al despertar, no reconocía mi nueva forma, no me sentía cómoda en aquel nuevo traje, hasta que un señor dijo, mirándome: -¡Oh! ¡Qué tren de hojalata tan bonito! Así eran los juguetes con los que yo jugaba… ¿Cuánto cuesta? A aquel señor el precio le pareció adecuado y comenzaron a envolverme en un precioso papel. El nuevo nombre de TREN me gustó muchísimo, y así empezó una nueva vida para mí, llena de nuevas aventuras que otro día te contaré. ACTIVIDADES-REFLEXIONES 1.¿Qué siente la lata cuando se encuentra con muchas otras latas iguales a ella?. 2. ¿Te imaginas cómo se siente la lata cuando la tiran a la basura? 3. Cuando los gatos la utilizan como pelota descubre algo de ella que no sabía. ¿Lo recuerdas?
4. ¿Cómo se sentía la lata cuando servía para recoger monedas? 5. ¿Qué hizo Asier con la lata? ¿Has hecho tú lo mismo alguna vez? 6. ¿Qué hizo su hermana Alba con la lata? Si quieres puedes hacer tú lo mismo en casa, verás qué bonita queda. 7. Cuando le regalan otro cubilete, tira la lata qué?
¿Por
8. La lata tiene mucha ilusión por tener nombre, por servir para cosas distintas. ¿En qué momento crees que se siente mejor? 9. ¿Sabes lo que es reciclar? ¿Has ayudado a reciclar alguna vez? ¿Cómo? 10. Puedes dibujar alguna escena de esta historia en tu cuaderno. 11. También puedes continuar la historia de la lata, por ejemplo, contando lo que le pasa cuando es un tren y alguien se lo lleva a su casa.
LAS MEDIAS DE LOS FLAMENCOS Cierta vez las víboras dieron un gran baile. Invitaron a las ranas y a los sapos, a los flamencos y a los yacarés, y a los pescados. Los pescados, como no caminan, no pudieron bailar; pero siendo el baile a la orilla del río los pescados estaban asomados a la arena, y aplaudían con la cola.
Los yacarés, para adornarse bien, se habían puesto en el pescuezo un collar de bananas, y fumaban cigarrillos paraguayos. Los sapos se habían pegado escamas de pescado en todo el cuerpo; y caminaban meneándose, como si nadaran. Y cada vez que pasaban muy serios por la orilla del río, los pescados les gritaban haciéndoles burla. Las ranas se habían perfumado todo el cuerpo, y caminaban en dos pies. Además, cada una llevaba colgada como un farolito una luciérnaga que se balanceaba. Pero las que estaban hermosísimas eran las víboras. Todas, sin excepción, estaban vestidas con traje de bailarina, del mismo color de cada víbora. Las víboras coloradas levaban una pollerita de tul colorado; las verdes, una de tul verde; las amarillas, otra de tul amarillo; y las yararás, una pollerita de tul gris pintada con rayas de polvo de ladrillo y ceniza, porque así es el color de las yararás. Y las más espléndidas de todas eran las víboras de coral que estaban vestidas con larguísimas gasas rojas, blancas y negras, y bailaban como serpentinas. Cuando las víboras danzaban y daban vueltas apoyadas en la punta de la cola, todos los invitados aplaudían como locos. Sólo los flamencos, que entonces tenían las patas blancas, y tienen ahora como antes la nariz muy gruesa y torcida, sólo los flamencos estaban tristes, porque como tienen muy poca inteligencia, no habían sabido como adornarse. Envidiaban el traje de todos, y sobre todo el de las víboras de coral. Cada vez que una víbora pasaba por delante de ellos, coqueteando y haciendo ondular las gasas de serpentinas, los flamencos se morían de envidia. Un flamenco dijo entonces: -Yo sé lo que vamos a hacer. Vamos a ponernos medias coloradas, blancas y negras, y las víboras de coral se van a enamorar de nosotros. Y levantando todos juntos el vuelo, cruzaron el río y fueron a golpear en un almacén del pueblo. -¡Tan-tan! -pegaron con las patas. -¿Quién es?- respondió el almacenero. -Somos los flamencos. ¿Tienes medias coloradas, blancas y negras? -No, no hay -contestó el almacenero-. ¿Están locos? En ninguna parte va a encontrar medias así. Los flamencos fueron entonces a otro almacén. -¡Tan-tan! ¿Tienes medias coloradas, blancas y negras? El almacenero contestó: -¿Cómo dice? ¿Coloradas, blancas y negras? No hay medias así en ninguna parte. - Ustedes están locos. ¿Quiénes son? -Somos los flamencos- respondieron ellos. Y el hombre dijo: -Entonces son con seguridad flamencos locos. Fueron a otro almacén. -¡Tan-tan! ¿Tiene medias coloradas, blancas y negras? El almacenero gritó:
-¿De qué color? ¿Coloradas, blancas y negras? Solamente a pájaros narigudos como ustedes se les ocurre pedir medias así. ¡Váyanse en seguida! Y el hombre los echó con la escoba. Los flamencos recorrieron así todos los almacenes, y de todas partes los echaban por locos. Entonces un tatú, que había ido a tomar agua al río, se quiso burlar de los flamencos y les dijo, haciéndoles un gran saludo: -¡Buenas noches, señores flamencos! Yo sé lo que ustedes buscan. No van a encontrar medias así en ningún almacén. Tal vez haya en Buenos Aires, pero tendrán que pedirlas por encomienda postal. Mi cuñada, la lechuza, tiene medias así. Pídanselas, y ella les va a dar las medias coloradas, blancas y negras. Los flamencos le dieron las gracias, y se fueron volando a la cueva de la lechuza. Y le dijeron: -¡Buenas noches lechuza! Venimos a pedirte las medias coloradas, blancas y negras. Hoy es el gran baile de las víboras, y si nos ponemos esas medias, las víboras de coral se van a enamorar de nosotros. -¡Con mucho gusto! -respondió la lechuza-. Esperen un segundo, y vuelvo en seguida. Y echando a volar, dejó solos a los flamencos; y al rato volvió con las medias. Pero no eran medias, sino cueros de víboras de coral, lindísimos cueros recién sacados a las víboras que la lechuza había cazado. -Aquí están las medias -les dijo la lechuza-. No se preocupen de nada, sino de una sola cosa: bailen toda la noche, bailen sin parar un momento, bailen de costado, de pico, de cabeza, como ustedes quieran; pero no paren un momento, porque en vez de bailar van entonces a llorar. Pero los flamencos, como son tan tontos, no comprendían bien qué gran peligro había para ellos en eso, y locos de alegría se pusieron los cueros de las víboras de coral, como medias, metiendo las patas dentro de los cueros, que eran como tubos. Y muy contentos se fueron volando al baile. Cuando vieron a los flamencos con sus hermosísimas medias, todos les tuvieron envidia. Las víboras querían bailar con ellos, únicamente, y como los flamencos no dejaban un instante de mover las patas, las víboras no podían ver bien de qué estaban hechas aquellas preciosas medias. Pero poco a poco, sin embargo, las víboras comenzaron a desconfiar. Cuando los flamencos pasaban bailando al lado de ellas, se agachaban hasta el suelo para ver bien. Las víboras de coral, sobre todo, estaban muy inquietas. No apartaban la vista de las medias, y se agachaban también tratando de tocar con la lengua las patas de los flamencos, porque la lengua de las víboras es como la mano de las personas. Pero los flamencos bailaban y bailaban sin cesar aunque estaban cansadísimos y ya no podían más. Las víboras de coral, que conocieron esto, pidieron en seguida a las ranas sus farolitos, que eran bichitos de luz, y
esperaron todas juntas a que los flamencos se cayeran de cansados. Efectivamente, un minuto después, un flamenco, que ya no podía más, tropezó con el cigarro de un yacaré, se tambaleó y cayó de costado; En seguida las víboras de coral corrieron con sus farolitos, y alumbraron bien las patas del flamenco. Y vieron qué eran aquellas medias, y lanzaron un silbido que se oyó desde la otra orilla del Paraná. -¡No son medias! -gritaron las víboras-. ¡Sabemos lo que es! ¡Nos han engañado! ¡Los flamencos han matado a nuestras hermanas y se han puesto sus cueros como medias! ¡Las medias que tienen son de víboras de coral! Al oír esto, los flamencos, llenos de miedo porque estaban descubiertos, quisieron volar; pero estaban tan cansados que no pudieron levantar una sola pata. Entonces las víboras de coral se lanzaron sobre ellos, y enroscándose en sus patas les deshicieron a mordiscones las medias. Les arrancaron las medias a pedazos, enfurecidas, y les mordían también las patas, para que murieran. Los flamencos, locos de dolor, saltaban de un lado para otro sin que las víboras de coral se desenroscaran de sus patas. Hasta que al fin, viendo que ya no quedaba un solo pedazo de media, las víboras los dejaron libres, cansadas y arreglándose las gasas de sus trajes de baile. Además, las víboras de coral estaban seguras de que los flamencos iban a morir, porque la mitad, por lo menos, de las víboras de coral que los habían mordido, eran venenosas. Pero los flamencos no murieron, corrieron a echarse al agua, sintiendo un grandísimo dolor. Gritaban de dolor, y sus patas, que eran blancas, estaban entonces coloradas por el veneno de las víboras. Pasaron días y días, y siempre sentían terrible ardor en las patas, y las tenían siempre de color de sangre, porque estaban envenenadas. Hace de esto muchísimo tiempo. Y ahora todavía están los flamencos casi todo el día con sus patas coloradas metidas en el agua, tratando de calmar el ardor que sienten en ellas. A veces se apartan de la orilla, y dan unos pasos por la tierra, para ver cómo se hallan. Pero los dolores del veneno vuelven en seguida, y corren a meterse en el agua. A veces el ardor que sienten es tan grande, que encogen una pata y quedan así horas enteras, porque no pueden estirarla. Esta es la historia de los flamencos, que antes tenían las patas blancas y ahora las tienen coloradas. Todos los pescados saben por qué es, y se burlan de ellos. Pero los flamencos, mientras se curan en el agua, no pierden ocasión de vengarse, comiéndose a cuanto pescadito se acerca demasiado a burlarse de ellos. ACTIVIDADES DE REFLEXIÓN a) ¿Por qué los flamencos salieron volando al pueblo a conseguir medias?
_________________________________________________________________ _________________________________________________________________ b) ¿Por qué los flamencos tienen las patas coloradas? _________________________________________________________________ _________________________________________________________________ c)¿Qué opinión te merece la vanidad de los flamencos? _________________________________________________________________ _________________________________________________________________ d) ¿Por qué la lechuza no les advirtió a los flamencos del origen de las medias? _________________________________________________________________ _________________________________________________________________ e) ¿Cuál es la historia que cuenta el autor para justificar la apariencia actual de los flamencos? _________________________________________________________________ _________________________________________________________________ _________________________________________________________________