La salud de varios personajes y un narrador (La salud de los enfermos, JULIO CORTÁZAR) HÉCTOR GARCÍA Hace unos días un amigo me manifestaba su sorpresa ante la calidad de los cuentos en un libro que había descubierto, "Las armas secretas y otros relatos" de Julio Cortázar, publicado por Casa de Las Américas. No sé cómo logras asombrarte ante un gran escritor, bromeé, aunque a decir verdad lo hice sin reflexionar. Julio Cortázar es una de las figuras cimeras de la literatura universal y está situa do, a mi juicio, entre los cinco mejores cuentistas de la historia de la literatura. Figura reconocida mund ialmente, sus textos (o alguno de ellos) no dejan de ser seleccionados entre los cien títulos más importante s del milenio en cualquiera de las siempre injustas listas de las grandes editoriales o periódicos del mundo y conocido en Cuba en tanto fue asiduo visitante y amigo de la Casa de Las Américas gracias a lo cual hemos tenido la posibilidad de ver publicada, sino toda, al menos parte de lo mejor de su obra. Sin embargo, el cuento que presentamos hoy ha sido ignorado en sus antologías edit adas en Cuba y llega a las páginas de deLIRAS gracias a la curiosidad de un amigo que tenía en su poder u na antología del cuento argentino publicado en 1979. "La salud de los enfermos" es, según mi criterio, uno de los mejores cuentos del a utor de "Rayuela". A no dudarlo, tiene otros magistrales, "Casa tomada", "La noche boca arriba", "La pue rta condenada", pero mi inclinación ante "La salud..." está fundada en razones que ahora compartiré con el lec tor. EL TEMA Primeramente tratemos de precisar la idea central del relato y que podría resumirs e más o menos en las tribulaciones de los hijos y hermanos de una anciana enferma para tratar de mant ener el equilibrio familiar, el cual podría romperse si la convaleciente empeora al recibir malas not icias. El tema podría parecer baladí, pero no hay que apresurarse en juzgar. Desde las primeras líneas asi stimos al rompimiento progresivo de este equilibrio, pues el narrador nos introduce en el conflicto seña lándonos las dificultades que impiden la materialización de esa estabilidad que pretende la familia. El primer obstáculo es, por supuesto, el estado de salud del personaje mamá. Ya desd e el inicio sabemos que su enfermedad le provoca alteraciones de la presión y el azúcar, pero nada más. Im aginamos hay que hacerlo bastante en este texto que sus achaques se deben a su edad; el hecho es que sólo se nos aclara lo que es esencial para aprehender la corriente de sentido que se desliza bajo el texto. El "supuesto" segundo obstáculo es la enfermedad de una hermana de la anciana, hec ho que también debe permanecer oculto, aunque, a medida que seguimos leyendo, nos percatamos que en realidad no constituye un segundo obstáculo sino un tercero pues antes había muerto por accident e un hijo de la convaleciente que, si nos dejamos llevar por algunos comentarios del narrador ex presados como por azar, es su vástago preferido.
Lo importante aquí es ver como van apareciendo dificultades, situaciones a las cua les deben dar respuesta los personajes en aras de lograr sus objetivos. Así, a los obstáculos señalados contra ponen otros creados por ellos, dando como resultado una situación inesperada que a ratos linda con el absurdo, pero todo está justificado porque "Lo único importante en el fondo era que pasara el tiempo y que mamá no se diese cuenta de nada" (El cuento argentino. Antología. Centro Editor de América Latina, Bu enos Aires, 1979. Pág. 126.) PERSONAJES Para contarnos esta historia Cortázar se ha basado en un espléndido tratamiento de l os personajes. Cada uno tiene sus propias características diferenciadoras, expresadas no sólo en el suge rente hilo conductor que lleva el narrador sino a través de sus actitudes y posiciones, muchas veces le vemente insinuadas, lo que obliga al lector a hacer uso de un alto nivel de razonamiento. Aquí no quisier a dejar de llamar la atención sobre algunos aspectos de dos personajes fundamentales. El primero es el personaje de mamá. No sabemos su nombre; tampoco es de importanci a. Sus características están claramente esbozadas: débil de salud, pero duro de espíritu, suspi caz en extremo llegando a veces hasta la incredulidad, no cabe dudas que es la cabeza visible d e la familia, tradicionalista, sobre todo en lo que respecta a los valores familiares. Nótese con qué maestría está dad a la conversión de este personaje. Al principio notamos su total desconocimiento de los ardides art iculados por la familia y, gradualmente, con sus respuestas evasivas, apreciamos su resignación y más tarde su progresiva introducción en el complot familiar. El otro personaje fundamental es, por supuesto, Alejandro, pieza clave para ente nder el sentido que subyace en este texto y, sin embargo, es un personaje que nunca aparece en el re lato. En el momento en que se coloca el narrador de "La salud..." ya Alejandro ha muerto, por tanto es un personaje sugerido por los demás participantes de esta historia. De una manera ya dijimos absurda nos hacem os testigos de su inesperado viaje al Brasil, de su tobillo fracturado, de su renovación de contr ato de trabajo y, sobre todo de ese elemento utilizado por Cortázar en más de uno de sus cuentos, las cartas recién llegadas. Es gracias a este personaje que Cortázar nos coloca de lleno en el plano del absurdo. Nos reta con la condición de fallecido de este personaje y, por tanto, la imposibilidad de realiza r todo lo que nos ha presentado para provocarnos una mezcla de reprobación y misericordia que nos acomp aña en todo el texto. Sin embargo, a mi juicio existe un personaje aún más importante que mamá y Alejandro, y es la familia. Ese ente social que se presenta como un personaje colectivo, con sus patrones de conducta, sus derechos y, sobre todas las cosas, sus deberes, ante los cuáles ha de sacrificarse todo: ha sta la individualidad. Aquí
la familia es un ser compacto, único, que debe mantener su estabilidad y su unidad ante cualquier eventualidad. Y es tan fuerte este objetivo que en algún momento puede olvidar la situación irracional en que había caído: "...a fuerza de fingir las risas todos habían acabado por reírse de ver as con mamá, y a veces se hacían bromas y se tiraban manotazos aunque no estuvieran con ella, y des pués se miraban como si despertaran bruscamente..." (Ibídem, pág. 126) Claro que tantos obstáculos pro vocan, no pocas veces, un desconcierto para el que la familia no está preparada. Así podemos entende r que Roque, siempre dispuesto y capaz de encontrar soluciones, bloquee por momentos su capacidad sal vadora; o que culpen de su situación a un personaje que pertenece, a medias, al cerrado grupo familiar, o sea, la exprometida de Alejandro; situaciones de las que, no obstante, la familia sale victoriosa, o mejor, inmune. EL NARRADOR Otro de los valores de "La salud..." es que logra introducirnos en esta historia como si fuésemos un protagonista más, convirtiéndonos en testigos de la agonía de sus personajes, consegui do a través de un eficaz recurso técnico que, además de ser una virtud más del relato, se destaca cual s i fuese un verdadero protagonista: la llamada narración o focalización cero, y que está considerada como un término medio quizá indefinido entre el narrador omnisciente y el narrador testigo. Para entender mejor este recurso remitámonos a las dos primeras oraciones. "Cuando inesperadamente tía Clelia se sintió mal, en la familia hubo un momento de pánico y por varias horas nad ie fue capaz de reaccionar y discutir un plan de acción, ni siquiera tío Roque que encontraba siempr e la salida más atinada. A Carlos lo llamaron por teléfono a la oficina, Rosa y Pepa despidieron a los alumnos de piano y solfeo, y hasta tía Clelia se preocupó más por mamá que por ella misma. Estaba segura de que lo que sentía no era grave, pero a mamá no se le podían dar noticias inquietantes con su pres ión y su azúcar, de
sobra sabían todos que el doctor Bonifaz había sido el primero en comprender y aprob ar que le ocultaran a mamá lo de Alejandro." (Ibídem, pág. 122) Aquí nos parece que quien cuenta esta historia es, sin dudas, un sobrino de Clelia y Roque, que nos está relatando los sinsabores que pasan todo s ellos para que el personaje mamá no empeore su salud. Sin embargo, un poco más adelante encontramos: "Pepa, que había llamado al doctor Bo nifaz desde el teléfono de arriba, avisó a sus hermanos que el médico vendría lo antes posible." (Ibídem, pág. 122) Aquí empiezan a asaltarnos algunas dudas; si Pepa es hija del personaje mamá debe a su vez ser hermana del narrador. ¿Por qué entonces quien nos cuenta la historia, dice "...avisó a sus hermano s..." y no nos avisó a sus hermanos que es, a fin de cuentas como indica la lógica. La duda se acrecienta a medida que avanzamos en la lectura "Como casi siempre, a tío Roque le tocó pensar. Habló de madru gada con Carlos, que lloraba silenciosamente a su hermano con la cabeza apoyada en la carpeta ver de de la mesa del comedor..." (Ibídem, pág. 124). O sea, Carlos es hijo del personaje mamá y llora a su hermano cuando debería decir mi hermano o nuestro hermano. Las preguntas que afloran son las sigu ientes, ¿Cortázar cometió alguna pifia? Y si no lo hizo, ¿al fin quien nos cuenta la historia? Todo se aclara unas cuartillas más adelante cuando el narrador, hablando del perso naje mamá nos asombra con la siguiente expresión "Los hijos se turnaban para acompañarla..." (Ibídem , pág. 134) Quiere decir entonces que el narrador le llama mamá, pero no es su hijo; al igual que dic e tía Clelia y tío Roque sin ser sobrino de ninguno de los dos. Ahí está el detalle, Cortázar quiso aprovechar las posibilidades que ofrecen el narrador omnisciente y el narrador testigo (alguien que vivió la histor ia y la cuenta desde su punto de vista). Si esta historia fuese contada por un narrador omnisciente tendríamos a los pensamientos y acciones pasadas y futuras de cada personaje pues sería una licencia que se le per mite a un narrador que no viva la historia, sino que la cuenta desde afuera; algo que en verdad es exce lente, pero con un ligero desperfecto, y es que nos sentiríamos más alejados de la historia. Esto podría elimina rse si quien nos cuenta la historia fuese alguien que la hubiese vivido, pues tendríamos a un testi go que nos haría más creíble lo que nos están contando; pero, en este último caso, no podríamos conocer las i nterioridades de cada personaje ya que no se concibe que un personaje tenga conocimiento de lo qu e piensa otro. Cortázar, como gran conocedor de su oficio, estableció un maridaje entre los dos tipos de na rración. El narrador llama a todos los personajes por su nombre familiar, o sea, por la m anera en que se nombran entre ellos. ¿Por puro placer? ¿Por simple alarde de técnica? Nunca crea eso de un nar rador como Cortázar. Así la historia se nos hace más inmediata, más vívida, incluso, más verosímil. Nos arece a ratos
que quien la cuenta ha vivido cada uno de sus detalles, garantizando a la vez qu e, cuando se le antoje, el narrador se introduzca en los pensamientos de todos los personajes para acercarn os a sus estados de ánimo con respecto al conflicto del relato, posibilidad que, ya advertimos, no hub iese tenido de haber contado la historia cualquiera de los personajes en ella involucrada. A esto es a lo que un sector de la crítica hispanoamericana ha dado en llamar narrador cero que, a mi juicio, no es más que un narrador omnisciente pero con el punto de vista múltiple (desde cada uno de los personajes) . Fíjese detenidamente en este detalle y coincidirá conmigo en que la eficacia del final de esta historia no hubiese sido posible, si Cortázar no hubiera tenido el buen tino de utilizar este punto de vista. OBJETIVOS Y es que la aspiración de "La salud de los enfermos" no es sorprendernos al final con el conocimiento del personaje mamá de todo lo referente a la "comedia piadosa" (Ibídem, pág. 126) creada p or la familia, pues eso está insinuado en la casi totalidad del texto. Más bien intenta llamarnos la ate nción sobre el verdadero papel que debemos tener en la sociedad previniéndonos sobre las nefastas consecuen cias que puede traernos vivir con la mentira incluso las piadosas , a la vez que la inutilidad de recrearnos con ella. Atención, parece decirnos Cortázar, de tanto vivir en la mentira puedes llegar a cre er en ella. Todo está proyectado en un ambiente de farsa, de sutil comedia, con un tema que, e n el fondo, tiene de tragedia y a veces es tan terrible que toca la crueldad, lográndolo esta vez desde un plano totalmente real, sin rozar, como en otros de sus relatos, con una atmósfera fantástica. Mi recomendación es pues que disfrute de "La salud de los enfermos", y si acaso le resulta un tanto extraño lo que le he revelado, vuelva a leer estas breves consideraciones cuando e xperimente el placer de disfrutar del relato. Y a mi amigo expresarle mis más sinceros respetos por su sor presa porque, bromas aparte, a mí Cortázar también me sorprende a cada rato.
HÉCTOR GARCÍA Narrador. Ediciones Loynaz publicó su novela "El diablo bajo la piel" (Premio "Mas carada" de la AHS 1998.)