Elizabeth Reyes - Sweet Sofie.pdf 85bg

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Índice Sinopsis Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19 Próximo libro: Sobre Elizabeth Reyes:

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Sinopsis Toda su vida Sofia Moreno ha tenido que lidiar con sus hermanos sobreprotectores. Con tres hermanos autoritarios siempre al acecho, ningún chico se atrevería a acercarse a ella. Afortunadamente para Sofia el chico en el que tiene puesto su corazón siempre ha estado cerca: el mejor amigo de sus hermanos, Eric. A pesar de que su lealtad a sus hermanos es profunda, Sofia sabe que no es mucho lo que puede hacer antes de ceder a ella. Dos años mayor que ella, Eric Diego siempre ha sabido que sería un total desastre si se metiera con la hermana pequeña de sus mejores amigos, Sofia. A través de los años la ha observado floreciendo en una hermosa joven delante de sus ojos. Con sus hormonas adolescentes pulsando y Sofia más que dispuesta, Eric accede a lo impensable. Un secreto romance prohibido. Sentir las emociones y desenfrenada pasión es nuevo para ambos, ninguno está preparado para lo rápido que su romance se sale de control.

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Capítulo 1 Traducido por Roxywonderland Corregido por Nanis

10 años

―¡T

ú no eres mi jefe! ―gritó Sofia a su hermano. ―Sofie, te vas a lastimar ―le advirtió Alex.

―Nah, ella lo tiene. ―Eric siempre estaba del lado de Sofia, bueno, tan cerca como sus hermanos lo dejaran estar, de cualquier forma. Toda la mañana habían estado tomando turnos para saltar de un rampa con sus bicicletas en la mitad de la calle. Como siempre, Sofia era la única niña. Ella miraba a Eric arrodillado ajustando la altura de la rampa, bajándola un poco. ―Puedo saltar tan alto como ustedes chicos ―protesto Sofia. ―No. ―Negó Angel con su cabeza―. Bájala, Eric. Sofia se sentó en su bicicleta, gruñendo. ―No es justo. Sal miraba desde donde estaba parado en su bicicleta. ―Es lo suficientemente alto, Sof. Ella había saltado de la rampa antes, pero solo un par de veces cuando sus hermanos no estaban cerca. Eric la había visto una vez y dijo que era bastante buena. Sus hermanos nunca le dejaban hacer nada. Si no fuera por Eric, sabía que no podría saltar ni siquiera ahora. ―Está bien, ve por ello. ―Sonrió Eric. Sofia pedaleó calle abajo se giró y paró. La aprensión en la cara de sus hermanos la irritaba. Sal era el mayor con catorce, le seguía Alex con doce y por último, Angel con once. Ella era la única chica en su familia y la menor con diez. Todos ellos se pararon allí a un lado de la calle. Eric y Romero también la estaban vigilando de cerca. ―Ten cuidado ―gritó Sal.

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Eric le sonrió, y ella le devolvió la sonrisa. Eric Diego vivía calle arriba y tenía la misma edad que Angel. Había sido el mejor amigo de sus hermanos por tanto como podía recordar. Sofia siempre había estado atraída hacia él, pero recientemente había desarrollado un enamoramiento secreto. Siempre le había ayudado a estar alrededor de sus hermanos, y se había convertido recientemente en un rompecorazones. Lentamente se estaba convirtiendo en lo que sus amigas y ella les gustaba referirse como “bomboncito”. ―Síp y apúrate porque soy el siguiente. ―Romero montó su bicicleta en lentos círculos, esperando su turno. Ramon Romero era el otro mejor amigo de sus hermanos. Angel, Eric y él tenían la misma edad. Por tanto como lo habían conocido lo llamaban por su apellido. Vivía calle abajo más allá pasando el final de su calle, pero en la misma manzana. Sofia comenzó a pedalear y se levantó para tomar más velocidad, determinada a enseñarles a sus hermanos que podía hacerlo. La bicicleta se alzó sobre la rampa y giró la rueda delantera a un lado mientras aterrizaba en un dramático derrape. Más impresionante de lo que esperaba, sonrió triunfante. ―¿Viste? ―Miró a Alex. Alex seguía teniendo la misma mirada de desaprobación en su cara. Sofia frunció el ceño a eso. ―Eso fue genial, Sof ―dijo Eric―. Quizás la próxima vez podamos subir la rampa un poco. ―No ―dijo Alex rápidamente―. Está lo suficientemente alto para ella. ―Aunque no para mí. ―Romero ajusto la altura para hacerla más alta. ―Eso es muy alto ―dijo Angel, mirando el conjunto de ladrillos que Romero había puesto bajo la rampa de madera contrachapada. ―No sabes nada cerca de esto. ―Romero continuó apilándolos más alto. ―¿Estás loco? ―preguntó Eric―. Eso no va a soportar el peso de tu bicicleta. Es demasiado alto. Romero guiñó un ojo. ―Soy el maestro. ―Oh, tengo que ver esto. ―Sal apoyó sus codos en el manubrio. Romero terminó y sonrió, complacido con su trabajo. Se subió a su bicicleta y pedaleó por la calle. Alex y Angel se pararon en sus bicicletas uno junto al otro, riéndose.

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―Va a comer pavimento. ―Eric soltó una risa. Sofia pedaleó hasta quedar junto a Eric y Angel. Eric miró a la ridículamente alta rampa y negó. ―¿Piensas que puede hacerlo? ―pregunto Sofia ―Diablos, no ―dijo Eric Romero comenzó a dirigirse hacia la rampa, tomando rápidamente velocidad. Levantó su puño en el aire, haciendo a los chicos reír. Sofia sostuvo el aliento, la rueda delantera subió la rampa de madera, pero antes de tocar la cima, la rampa se rompió y la rueda delantera golpeó el ladrillo, enviando a Romero fuera de su asiento, y sobre la barra de metal entre el asiento y el manubrio. Se estrelló sobre el concreto, rebotando una vez más antes de que pudiera detenerse completamente. Todos estallaron en risas, pero al mismo tiempo los chicos hicieron una mueca de dolor a la visión de Romero rodando sobre el piso. ―Auch, mis bolas. ―Agarró su entrepierna. Nadie se apresuró a su lado, en lugar de eso estaban allí riendo fuera de control. Alex finalmente se alejó a examinar la rampa rota. ―Rompiste mi rampa, idiota. Romero solo pudo gemir. Sofia se bajó de su bicicleta y caminó hacia él. ―¿Estás bien? Romero quien tenía ambos ojos fuertemente apretados, abrió uno para mirarla. ―Estás bromeando, ¿verdad? Todavía riendo, Sal pedaleo hacia Romero. ―¿Quieres algo de hielo? Eric se arrodilló y ayudó a Romero a levantarse. ―Gracias por eso hombre. ―Se rió Romero se paró allí, sosteniendo descaradamente su entrepierna, con una expresión de agonía pura. Sofia miró hacia otro lado. Había visto a sus propios hermanos hacer eso muchas veces, cuando eran sobrepasados por sus payasadas. Alguien inevitablemente obtenía una rodilla o codo en la entrepierna, pero ver a Romero hacerlo se sentía raro. Todos levantaron la vista cuando un auto corrió por la calle que cruzaba donde terminaba su calle. Ni un segundo después, vieron correr a una patrulla con la sirena encendida. Neumáticos chirriaron y frenos bombearon y otra patrulla

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corrió. Un estruendoso choque lo siguió a la vuelta de la esquina. Todos se miraron entre sí con los ojos muy abiertos. ―Santa mierda. ―Angel comenzó a pedalear. Romero cojeó rápidamente hacia su bicicleta y Sal despegó detrás de Angel. Todos se dirigieron hacia la esquina. ―Sofia, quédate aquí ―grito Sal por sobre su hombro. ―No ―gimoteó Sofia. ―Sí, Sof. Podría ser peligroso. ―Alex fue aún más severo que Sal. ―¡Yo también quiero ver qué está pasando! ―No, Sof ―repitió Alex―. Quédate aquí. Eric la miro con simpatía, pero siguió a Angel de todas formas. Ella redujo la velocidad, haciendo un mohín. Airadas lágrimas llenaron sus ojos, pero sabía que no debía desobedecer a sus hermanos. A pesar que su mamá había acudido en su ayuda a veces, su padre se había quedado estancando en el tiempo que eran solo niños. Si algo le sucedía a Sofia, todos estarían en grandes problemas. Sus hermanos, pero más notablemente Alex, quien tenía la mecha más corta, se lo tomo bastante en serio. Mientras mayores se hacían, incrementaba su naturaleza protectora. Esperó hasta que estuvieron girando la esquina y avanzó lentamente hacia allí, se detuvo cuando giró la esquina pero no podía ver nada. El auto se había estrellado alrededor de la cuadra. La gente comenzó a salir de sus hogares debido a la conmoción. Avanzó lentamente caminando con su bicicleta. La puerta de la casa frente a la que estaba parada se abrió. Brandon Billings salió a su porche. Tenía la edad de Alex, pero se había retrasado un año así que estaba en el mismo curso que Angel y Sofia. Casi nunca salía y Sofia siempre había pensado que era una especie de rarito. Parte de las razones por la que nunca salía era que no tenía muchos amigos. Sus hermanos y sus amigos se referían a él como Malas Noticias Billings. Sofia lo miró. ―¿Qué me estás mirando? ―se burló él. Sofia le enseñó la lengua, pero no respondió. Continuó mirando la calle. Brandon volvió su atención también y vio a la gente en sus porches y frente a sus casas. ―¿Qué está pasando? ¿Qué esta todo el mundo mirando? Sofia siguió mirando al frente. ―Una patrulla perseguía un auto alrededor de la cuadra y lo oí estrellarse.

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Los ojos de Brandon se abrieron. ―¿De verdad? ¿Y cómo es que no estás allí? ―Salto de su porche y caminó hacia ella―. ¿No quieres ver qué está pasando? Sofia se encogió de hombros. ―Bueno, entonces déjame usar tu bicicleta así puedo ir a ver. Sofia se giró y frunció el ceño. ―No, usa tu bicicleta. ―Vamos ―dijo él tomando uno de los manubrios―. Tomará mucho conseguir la mía, estaré de vuelta enseguida. ―No ―dijo ella tratando de empujar su bicicleta pero él la detuvo―. ¡Déjalo, Brandon! ¿Por qué no caminas? ―¿Alrededor de la manzana? ―Síp, perezoso. ―Intento jalar de vuelta su bicicleta, pero él la sostenía firmemente, ahora parado frente a ella con ambas manos agarrando el manubrio. Sofia jaló fuerte, mirándolo ferozmente antes de ver a Alex acercarse desde atrás y saltar de su bicicleta. ―Aléjate de mi hermana. ―Empujó fuertemente a Brandon, casi haciéndolo caer sobre sus pies. ―Ella iba a prestarme su bicicleta. ―No iba a hacerlo ―chilló Sofia―. Él estaba tratando de tomarla. Alex le lanzó una mirada furiosa y lo empujó más fuerte aún. ―¿Ibas a tomar la bicicleta de mi hermana? ―¡No! ―Brandon se tambaleó hacia atrás, pero se las arregló para mantenerse de pie. Los otros chicos se acercaron en sus bicicletas. Angel y Sal saltaron de sus bicicletas inmediatamente. ―¿Qué está pasando? ―preguntó Sal, caminando detrás de Alex. ―Él estaba tratando de tomar mi bicicleta ―respondió Sofia. Con la fulminante mirada de Sal, Brandon se giró y subió corriendo los escalones de su porche. ―Sí, será mejor que corras, Billings ―gritó Angel. Brandon se apresuró a entrar a su casa, cerrando la puerta de rejilla detrás de él. ―No estaba tratando de tomar su bicicleta de chica.

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―Vas a tener que salir en algún momento. ―Sonrió Sal con picardía. ―Y cuando lo hagas ―crujió sus nudillos Alex―, voy a patearte el culo. Brandon cerró la puerta de madera. Sal se giró hacia Sofia. ―¿Estás bien? ―¿Te tocó? ―preguntó Angel. ―Estoy bien ―dijo Sofia, y le lanzó una mirada enojada a Angel―. No, él no me ha tocado. Romero recogió una roca y la lanzó a la puerta de rejilla. ―Imbécil. Todos regresaron a sus bicicletas y se dirigieron a casa. ―No deberías haber estado por aquí, Sof ―dijo Alex y comenzó a pedalear―. Te dijimos que te quedaras. Sofia rodó los ojos. ―Quería ver. Así que, ¿qué paso? ―El tipo que estaba tratando de huir se estrelló contra un auto estacionado y lo arrestaron ―dijo Eric, andando junto a Sofia. Los ojos de Sofia se abrieron muy grandes. ―¿Estaba herido? ―Nah. El choque sonó mucho peor de lo que en realidad era. Alex pasó por encima de la rampa rota. ―Tenías que actuar como un estúpido con todo esto. ―Miró a Romero. Los chicos comenzaron a reír otra vez, recordando la caída de Romero. Romero frunció el ceño y frotó su entrepierna. ―Creo que magullé mis bolas. ―Calmado. ―Sal le frunció el entrecejo y luego miró a Sofia. Sofia no dijo nada, pero se sentía un poco extraño. Se bajó de su bicicleta, dejándola en la entrada y caminó hacia la casa. Podían hablar sobre bolas magulladas o lo que sea que quisieran ahora. Estaba sedienta. Vertiendo el jugo en su vaso, pensó en sus hermanos. Brandon se lo merecía. Lo había estado buscando desde hace un tiempo. Le costaba creer cuán estúpido era de continuar su idiotez. Se encogió de hombros ante la idea de lo que podría pasar cuando sus hermanos pusieran sus manos sobre él.

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Unos días después en la escuela, la Sra. Sanders, golpeó fuertemente la mesa con el puntero que sostenía en su mano. ―Sr. Diego. ¿Puede regresar a la tierra? Eric volvió la vista a su maestra de sexto grado, sintiendo su cara enrojecer mientras algunos otros chicos intentaron sofocar sus risas. Había estado ocupado mirando por su ventana. Sofia y un grupo de niñas estaban en el patio. Había visto a Brandon merodeando no muy lejos de ellas. Brandon lucía como si estuviera tramando algo malo. ―Le pedí que leyera el siguiente párrafo ―espetó la Sra. Sanders. Eric dirigió la mirada a su libro. No tenía ni la menor idea en qué página estaban, mucho menos qué párrafo. Alzó la vista hacia Romero, quien se sentaba frente a él, por ayuda. ―Pagina ocho ―susurró Romero. Eric volteó la página rápidamente. Había estado muy perdido, estaba en las veinte, y luego miró nuevamente a Romero. ―Tercer párrafo. ―Sr. Romero, ¿está hablando de nuevo? ―La Sra. Sanders alzo su voz. ―No, señora. Él se volteó y disparó a Eric una mirada. Eric luchaba por no sonreír. ―¿Entonces, estoy escuchando cosas? ―presionó la Sra. Sanders. Romero negó y miró ferozmente a Eric, quien estaba sacudiendo su cabeza con desaprobación. Eric comenzó a leer y rápidamente se dio cuenta que había sido engañado. Estaba en la página equivocada. Romero se rió entre dientes cuando la profesora le dijo a Eric que ni siquiera estaba en el capítulo correcto. ―¿Qué es tan gracioso, Sr. Romero? Romero para ese momento estaba con un ataque de risa, que incluso no podía contestarle. Bajó la vista a su libro mordiendo su labio y negó con su cabeza. Eric vio que Romero era incapaz de controlar su risa y había empezado a sacudirse también. ―Muy bien, he tenido suficiente de ustedes dos ―espeto ella―. Ambos pueden ir a ver a la Sra. Powell, ahora.

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Incluso después de eso, Romero seguía riendo intentando detenerse. Eric ni siquiera quería mirarlo. Se las había arreglado para dejar de reír. Cometió el error de alzar la vista a la estúpida cara de Romero, y rompió en risas otra vez. ―Llévense sus cosas con ustedes, porque le estoy pidiendo que se los quede por el resto del día. Cuando salieron por la puerta, le frunció el ceño a Romero y lo empujó. ―Eres estúpido. Romero rió. ―Eres el único. ―Hombre, voy a estar en problemas cuando regrese a casa. ―Eric negó. ―No en tantos como Angel. Eric lo miró confundido, y luego miró hacia la dirección que estaba mirando Romero. Había dos profesores tratando de alejar a Angel de Brandon en el patio. Angel estaba furioso y seguía tratando de patear a Brandon. Brandon estaba tirado en el suelo con sus manos sobre la cabeza. Sofia estaba a un lado, a punto de llorar. Eric y Romero corrieron a través de la multitud. ―Te dije que no te metieras con mi hermana ―gritaba Angel. ―¡Es suficiente! ―advirtió el Sr. Manning quien era el supervisor del patio, y finalmente fue capaz de alejar a Angel. Brandon tenía la nariz sangrando y un labio hinchado. Eric se volteó hacia Sofia. ―¿Qué paso? ―Él levantó mi falda. Eric frunció el ceño, repentinamente feliz de que Angel hubiera pateado el trasero de Brandon. Miró furiosamente a Brandon, deseando haber podido darle un golpe también. Los profesores se alejaron con Angel, Eric y Romero los siguieron; habían sido enviados a la oficina de la directora y sabían que era a donde Angel era conducido. Eric volteó hacia Brandon quien estaba parado llorando, mientras otro profesor comprobaba su rostro. Él miró hacia Sofia, quien se quedó allí y miró a los profesores que se llevaban a Angel. Algo tiró de su corazón cuando se dio cuenta de su labio tembloroso.

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El camino de regreso a casa no podía haber sido más sombrío. Angel no había vuelto con ellos como solía hacerlo. Había sido suspendido y enviado a casa. Eric y Romero estaban enfrentando una semana entera de castigo. Sofia era la única que no estaba en problemas, pero no podías saberlo por la expresión que tenía. La expresión de su rostro lo decía todo. Se sentía terrible acerca de Angel metiéndose en problemas por su causa. Llegaron a la casa de Romero primero y él entró. Sofia y Eric continuaron su camino por la acera. Eric la miró. Sus ojos se enrojecieron y se llenaron de lágrimas. De repente se sintió presa del pánico. No estaba acostumbrado a lidiar con chicas llorando. Y algo acerca de ver a Sofia llorar lo hacía peor. ―No llores, Sofia ―casi rogó―. Angel va a estar bien. ―Mi papá va a estar muy enojado, es la segunda pelea en la que se mete. ―Síp, pero la primera no fue su culpa, ¿recuerdas? Incluso la directora lo dijo. ―A pesar de la política de la escuela de cero tolerancia a la violencia, había tenido que ser suspendido de todas formas. Llegaron a la casa de Eric, pero él siguió caminando con Sofia. ―¿Vas a venir? ―preguntó―. Porque estoy bastante segura que Angel no podrá salir hoy. ―Lo sé, solo quería acompañarte todo el camino hasta tu casa. Sofia sonrió débilmente y se secó sus ojos. Lucía tan triste, sus mejillas estaban sonrosadas y húmedas. Eric sintió la necesidad de abrazarla. Presionó sus labios juntos. Ese maldito de Brandon. Él aún no lo comprendía del todo en ese momento. Siempre había visto a Sofia como la hermanita gordita de su mejor amigo. Se sentía tan protector como sus hermanos lo hacían cuando alguien se metía con ella. Pero últimamente, sentía una conexión diferente con ella. Ella parecía buscarlo mucho por ayuda cuando sus hermanos estaban siendo muy dominantes, y por alguna razón, le gustaba.

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Capítulo 2 Los años maravillosos Traducido por Shilo, Roxywonderland y Selene1987 Corregido por Nanis

13 años

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esde que los chicos se habían ido al colegio, las cosas habían sido diferentes. Sofia finalmente tenía un poco de libertad. Algo bueno también, porque ahora que había perdido unos cuantos kilos, los chicos estaban empezando a notarla. Podría tener en realidad una conversación con ellos durante el almuerzo sin preocuparse que uno de sus hermanos estuviera respirando encima de sus cuellos. Incluso Romero, pero principalmente Eric, se habían metido en el acto de hermano mayor. Como si tres hermanos no fueran suficientes. Todo en casa seguía igual. La naturaleza prepotente de sus hermanos no había cambiado para nada. Con ellos alimentándose de la mentalidad de la vieja escuela de su padre acerca de la importancia del papel del hermano mayor, sus intervenciones empezaron a alcanzar nuevas alturas. Sofia esperó que Angel dejara la cocina antes de preguntarle a su mamá acerca del baile después de clases de ese viernes. Su mamá cortaba cebollas mientras Sofia ayudaba con el guacamole. Miró hacia atrás para asegurarse que Angel había salido. ―Hay un baile de San Valentín este viernes después de la escuela. Es sólo una cosa de dos horas. Estaba pensando en ir. ¿Está eso bien? Su mamá se volvió hacia ella y sonrió. ―¿Alguien te invitó al baile? Sofia sacudió su cabeza. No estaban notándola tanto todavía, pero alguien le había preguntado si estaría ahí. ―No. Sólo seremos yo y Tricia y algunas otras chicas del equipo de atletismo.

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―No veo por qué no. ―Su mamá se enjuagó las manos en el fregadero. Alex entró a la cocina y abrió el refrigerador. Sofia apretó los labios, deseando que su mamá no dijera nada del baile enfrente de él. Pero todos sus esfuerzos mentales fueron en vano. ―¿Vas a usar algo especial para el baile, o es sólo casual? Sofia mantuvo sus ojos sobre el aguacate que aplastaba en el tazón, pero por el rabillo del ojo se dio cuenta que tenía la atención de Alex. ―¿Qué baile? ―El baile de San Valentín en la escuela de Sofia ―dijo su madre casualmente. Alex hizo una mueca. ―¿Vas a ir al baile, Sof? ¿Con quién? Tratando con su máximo esfuerzo para esconder su actitud, Sofia no se molestó en mirarlo. ―Con mis amigas. ―¿Cu{les amigas? ―presionó Alex. Se dio la vuelta, no siendo capaz de ocultar su agitación. ―Tricia y algunas de las otras chicas, Alex. Alex frunció el entrecejo. ―Los bailes escolares son patéticos, Sof. Sofia puso sus ojos en blanco, agregando sal al guacamole. ―Bueno, nunca he ido a uno. Sólo quiero probarlo. ¿Te importa? ―Tal vez sí. ―Alex, saca la basura y dile a tus hermanos que es hora de cenar ―dijo su madre, poniendo la cebolla que había estado picando en el guacamole. Alex agarró el basurero y salió por la puerta de la cocina. ―Sofia, no le hagas caso a tu hermano, hazme saber si necesitas que te consigamos algo para que te pongas. Anda y p{sala bien. ―Besó a Sofia en la cabeza―. Sólo asegúrate de regresar directo a casa después. Sofia sonrió. Finalmente, su oportunidad de mezclarse con chicos, y sus hermanos no estarían cerca.

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Eric esperó con Alex, Angel y Romero fuera de la escuela secundaria Kennedy. No estaba seguro de qué esperar cuando Sofia salió, pero estaba contento que Alex y Angel estuvieran ahí. Cualquier tipo que podría estar con ella no se quedaría por mucho tiempo después de verlos. Todos sabían acerca de sus hermanos mayores, parte de la razón por la que él nunca se tuvo que preocuparse por ver a Sofie con un chico. A lo largo de los años, el cariño de Eric por Sofia había tomado un giro aterrador. Había pasado de ser fraternal, a pensar en ella en maneras que sabía que no debería. No ayudaba que estuviera floreciendo a un ritmo alarmante. La mayoría de su gordura de niña se había ido, pero tenía más curvas ahora que la mayoría de las chicas de la edad de Eric. Los nervios que había empezado a sentir alrededor de ella eran en parte debido a su atracción, y en parte por el miedo de uno de sus hermanos ―especialmente Alex― notando la manera en que sus ojos vagaban involuntariamente. Los chicos empezaron a derramarse por la puerta principal. Angel dio un círculo alrededor de la calle con su bicicleta. Algo llamó la atención de Alex. ―¿Esa es Asia? Eric siguió la mirada fija de Alex. ―Síp, esa es ella. ―Maldición. ―Alex sonrió―. Cuesta creer que sólo esté en octavo grado. Asia, una de las chicas que había crecido con ellos en la misma calle, se había mudado unas cuantas cuadras más lejos el año pasado. Usaba una minifalda con botas que le llegaban a las rodillas. Su blusa ajustada y escote bajo mostraba cuánto había crecido en sólo un año. Angel detuvo su bicicleta y miró mientras ella cruzaba la calle. ―¿Esa es Asia? ―Síp. ―Eric asintió. Romero dio vueltas en círculo alrededor de Eric. ―¿Qué es la gran cosa? ―Justo cuando iba a pasar junto a Alex, agregó―. Sí, se ha llenado bastante bien para alguien de octavo grado, pero no tiene nada como Sofie. Alex pateó la llanta de Romero, causando que perdiera el equilibrio por un segundo.

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―No seas estúpido, imbécil. Sofie no se viste así. Eric se rió y observó mientras Romero casi se cae, pero se recuperó en el último segundo. ―No dije que lo hiciera. Sólo me refería… Alex lo miró con furia. Romero frunció el ceño. ―Olvídalo. ―Sí, olvídalo. ―Alex murmuró algo más y Eric no pudo evitar soltar una risita. Romero nunca aprendería. Sofia caminaba en un grupo de cuatro, pero el hecho que sus dos amigas estuvieran al frente, y ella estuviera detrás con un chico, borró la sonrisa de inmediato de su rostro. También usaba botas hasta sus rodillas, pero con pantalón de mezclilla, no con falda. Su largo cabello liso la hacía ver mayor. ―Ahí est{. ―Angel se acercó a ella―. La traeré. Eric esperó con Alex y Romero. Ella no pudo ocultar su molestia cuando se dio cuenta que todos ellos la estaban esperando. Angel condujo directo hacia ella. Ella le dijo algo a él, luego algo al chico, antes de subirse al manillar. Eric sonrió. Esto era precisamente lo que estaba esperando. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, Eric vio cuán molesta estaba realmente Sofia. Miró directamente a Alex. ―Mamá no dijo que tenía que caminar a casa con ustedes. Todo lo que dijo fue que fuera directo a casa. ―Te llevaremos directo a casa, Sof. ―Sonrió Alex. Todos se estaban moviendo ahora. Ella puso los ojos en blanco. ―¿Ese era tu novio, Sof? ―preguntó Romero. Antes de que ella pudiera contestar, Alex condujo su bicicleta contra la llanta trasera de la bicicleta de Romero. Otra vez, Romero casi cae. ―¡Vamos! ―gritó Romero, apenas capaz de recuperarse antes de golpear un árbol. Sofia y Eric intercambiaron miradas, luego ella resopló. ―Claro que no, como si fuera a tener un novio con ustedes siempre cerca. ―Bien ―dijo Alex.

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Eric sonrió. Sus pensamientos exactos.

14 años El columpio en su patio trasero guardaba tantos recuerdos. Sofia se sentó en la mesa de picnic del patio trasero, viendo a sus hermanos y su papá echarlo abajo. Verlo irse era agridulce, pero habían sido años desde que había sido usado para todo menos sentarse en él. La vieja cosa destartalada se había convertido en una monstruosidad. Recordó la vez que saltó desde la cima del tobogán pretendiendo ser la Mujer Maravilla. Su frente golpeo un aspersor que Angel había olvidado guardar y termino con seis puntos de sutura. Alex había estado furioso. Primero con Romero, por ser quién sugirió que saltarán en primer lugar y luego con Angel por haber dejado el aspersor ahí. Romero y Eric entraron tranquilamente por la puerta trasera de su patio. ―¡De ninguna manera! ―Romero miró fijamente las piezas del columpio apiladas en el césped―. ¿Finalmente la vieja Nellie vio su último día? ―Síp ―dijo Alex, tirando un palo al suelo con el resto de las partes―. Esta cosa se estaba cayendo sola. Eric se sentó junto a Sofia y la codeó suavemente. ―¿Estas triste? Sofia sonrió. ―Nah, solo estaba pensando en todas las memorias que tenemos en esa cosa. ―Oh, cierto. ―Soltó una risa―. ¿Recuerdas cuando Romero casi se ahorca a sí mismo? Sofia se rió. Pobre Romero, siempre aprendía de la manera difícil. Angel y Romero se unieron con más historias acerca del columpio. En casi todas las historias, a Romero no le fue muy bien. Él siempre había sido el imprudente del grupo y había pagado el precio. Una vez la camioneta de su papá estuvo cargada con los restos del columpio. Alex, Sal y su papá subieron con Alex al volante. Había obtenido su permiso hace unas semanas y estaba ansioso de manejar en cualquier oportunidad que tuviera. Angel y Romero jugaban a lanzar el balón y Eric se sentó con Sofia. Había estado haciendo eso mucho últimamente.

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―Voy a ir a ver a mi mamá. Sofia se giró hacía él. Usualmente, sus impresionantes ojos café claro brillaban cuando hablaba con ella. Ahora, parecían tumultuosos. Eric había recién conocido a su mamá el año pasado. Ella lo había dejado a él y a su papá cuando era solo un bebé. Ninguno de ellos sabía en realidad acerca de su mamá. Todo lo que ella sabía era que él vivía con su papá y que su mamá no estaba presente. Eso fue hasta que él le hablo acerca de ello unos meses antes cuando su mamá repentinamente apareció. Ni siquiera le había dicho aún a sus hermanos, solo a Sofia. La hizo sentir especial que le hubiera confiado algo tan personal a ella, como si significara algo. ―¿Lo harás? ¿Cuándo? ―Esta noche, me estará llevando a cenar. Quiere ir al cine, pero no lo sé. ―Eric volvió su atención hacia Angel y Romero, quien lanzaba el balón. Sofia sabía que Eric aún estaba herido respecto al hecho de su madre abandonándolos. ―¿Por qué no? Él se encogió de hombros. ―Todavía se siente raro. Iré a la cena, pero no estoy seguro de ir al cine. Bueno veremos cómo va. ―¿Estás nervioso? Los ojos de Eric se volvieron a dirigir hacia ella. ―Un poco, pero solo acerca de estar solo con ella. Es incómodo. El balón golpeó la cerca al lado de Eric y rebotó, rodando cerca de los pies de él. Eric se agachó y lo recogió. ―Estarás bien ―dijo Sofia mientras él se paraba para lanzar. Lo lanzó, luego se volteó hacia ella y sonrió. ―Síp, lo estaré. ―Comenzó a caminar hacía Angel y Romero, y luego se giró―. Quizás pase por aquí después, si no es muy tarde y te contaré lo que paso. Sofia sonrió. ―Está bien.

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El camino a casa desde la cena fue silencioso e incómodo, como era usual que sucediera cuando Eric pasaba tiempo con su mamá. Le pidió que lo dejara en la casa de Angel, diciendo que necesitaba recoger algo que había dejado allí más temprano. ―Eric, no quiero presionarte. Así que llámame cuando quieras y planearemos otra cena o almuerzo. ―Su madre tomo una pausa mientras Eric abría la puerta del auto―. O quizás el desayuno. De esa forma no tomaré mucho de tu tiempo. ¿Está bien? Eric asintió y giró para mirarla a la cara. Sonrió, no queriendo hacerla sentir mal, pero no iba con eso de abrazarla, mucho menos besarla. ―Está bien, te estaré viendo. Con eso, dio un paso fuera del auto y se dirigió hacia la puerta delantera. Pudo ver que la luz de la cochera estaba encendida. Los chicos que más le agradaban estaban allí ejercitándose, pero ellos no eran a quien había ido a ver. Sofia abrió la puerta antes que él hubiera llegado a ella. Debía recién haber salido de la ducha porque su cabello aún estaba húmedo. Estaba usando pantalón corto y una camiseta descolorida de La Jolla High. Era muy grande para ella, pero aun así lucía linda usándola. ―Hola. ―Sonrió ella―. ¿Cómo fue todo? Él hizo una mueca. ―Lo mismo que la última vez, raro. Sofia abrió completamente la puerta para que entrara. ―Eric, hola ―dijo su mamá desde el sofá en la sala. ―Hola, Sra. Moreno. ―Los chicos están en la cochera. Sofia le dio una mirada cómplice. ―Pero primero debes de probar algo del flan de mamá. Está delicioso. La Sra. Moreno sonrió orgullosamente. ―Hay mucho. Toma algo para tu papá. ―Gracias. Una vez en la cocina, Sofia era todo negocios luego de servirle una buena porción del postre salvavidas. Se inclinó contra la encimera frente a él. ―Así que, ¿qué paso?

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El olor del champú de su cabello todavía húmedo lo distrajo. Sus grandes ojos esperaban con anticipación. Trato de concentrarse. Le contó acerca de las pequeñas charlas que tuvo con su mamá durante la cena y cómo trato de hacer una broma y fue muy mala y totalmente lo arruinó. Sofia rió. Él amaba escuchar la risa de Sofia, aun cuando era a costa suya. ―No sé si alguna vez no se sentirá raro. Mi papá dice que se pondrá mejor con el tiempo. ―Así será ―dijo ella, sonando totalmente convincente. ―¿Tú crees? ―Claro. Solo es raro porque ella es tu mamá. Piensa en todas esas veces que conociste a alguien por primera vez en la escuela. Después de unas pocas veces conversando con ellos, ya es como si nada. ―Rió ella―. El hecho que intentaras decir un chiste dice mucho. ¿Recuerda la primera vez dijiste que no podías decir nada más que sí o no? Eric sonrió. Se había olvidado de eso. Había estado enojado con su papá por hacerlo ir. Sofia tenía razón. Comparado con esa vez, las cosas habían estado bastante mejor. Hablaron por un rato hasta que finamente él se levantó y dirigió a la puerta trasera hacia la cochera. Antes de salir, se giró para mirar a Sofia. ―Gracias. Sofia sonrió, sosteniendo un recipiente. ―De nada. Recuerda, mi mamá dijo que tomes algo de postre para tu papá. Eric miro hacía el plato y luego de nuevo a ella. ―Bueno, eso también, pero me refería a gracias por la plática. Ella le sonrió aún más. ―Cuando quieras. Eric se tomó eso a pecho. A partir de entonces, Sofia era la única con quien podía hablar de todo corazón acerca de su relación con su mamá.

15 años Sofia se arregló su rímel en el lavabo del restaurante mexicano de su familia. Eric llegaría en cualquier momento. Echó un paso hacia atrás y examinó la polo

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que llevaba. Ahora tenía una talla C y sabía que Eric se había dado cuenta. Le había atrapado mirando varias veces. Muchas de sus amigas ya tenían novios, pero por sus hermanos ella aún no tenía. Pensó que mientras se hacía mayor, aflojarían. En lugar de eso, fue justo lo contrario. Eran peores que nunca. Era exasperante. Nadie de su escuela se atrevía a pedirle salir. Lo peor ahora, sus hermanos habían crecido en grandes hombres, sobre todo Alex, que pasaba más tiempo en el gimnasio que en el restaurante. Rápidamente se convirtió en el hombre más grande de la escuela. Además, con su temperamento legendario, de ninguna manera nadie se acercaría a ella. Literalmente podía sentir los nervios en las voces de cualquier chico que hablara con ella. Las cosas eran diferentes con Eric. Podía estar cerca de él todo el tiempo. Últimamente, había habido un cambio. Muchas veces cuando hablaban, la miraba a los ojos no importara el tema, casi como si intentara decirle algo sin decirlo. Sus entrañas siempre se revolvían a su alrededor. Le gustaba. Era emocionante. Mientras salía hacia el comedor principal, su madre se acercó a ella. ―Oh, ahí estás. Hay un jovencito aquí para verte. Sofia apretó las cejas. ¿Un jovencito? ―¿Quién? ―No lo sé, pero está fuera en la entrada. ―Su madre se apresuró a la cocina. Sofia caminó por el restaurante preguntándose dónde podría estar Alex. Sal estaba en la universidad, y Angel estaba por ahí, pero Alex estaba por aquí en algún lado. No quería que la avergonzara. Dio la vuelta a la esquina de la entrada. Ah, demonios. Ronald, uno de los mayores de su equipo de atletismo, estaba de pie en la puerta principal. Era nuevo en la escuela y aparentemente uno de los pocos que no había oído hablar de los hombres de las cavernas en su vida. Alex hablaba con él. ―¿Bromeas, verdad? ―Alex parecía casi divertido. ―No, ¿por qué? ¿Es un problema? Alex era tan intimidante como siempre. ―Claro que sí. Tenían los dos casi el mismo peso, pero Alex probablemente le sobrepasaba por unos kilos. Sofia aclaró su voz. ―Hola, Ron.

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Ronald se dio la vuelta con el sonido de su voz y sonrió. ―Hola, Sof. Se alejó de Alex, acercándose a donde estaba Sofia de pie. Sacó algo de su chaqueta. ―Fui a Old Town este fin de semana. Vi esto y pensé en ti. Le dio una de esas tortugas cabezonas que ella había mencionado que coleccionaba. Sonrió, tomándola. Alex se acercó y se quedó de pie tras ella. ―¿Me dejas verla? ―la tomó de Sofia, mirándola, como si no hubiera visto todas las que tenía en su habitación. Entonces preguntó―: ¿Cuántos años tienes, Ron? Ron le dio una extraña mirada. ―Dieciocho. Con eso, Alex rompió la cabeza de la tortuguita y se la devolvió a Ron. ―¡Alex! ―dijo Sofia, horrorizada. ―¿Cuál es tu problema, hombre? ―preguntó Ron. Romero y Eric entraron por la puerta principal, ajenos a lo que estaba pasando. Alex se puso frente a su cara. ―Mi problema, imbécil, es que mi hermana tiene quince años. Podría entregarte a la policía, por intentar enredarte con una menor, pero preferiría patearte el culo yo mismo. Unos clientes llegaron, obligando a Alex a evitar que hiciera algo. Lo único que le retenía de pegar al chico era la indignación de su padre si montaba una escena en el restaurante. Aun así, Sofia se puso enfrente de él para separarlos. Alex no lo hizo fácil. ―Detente, Alex. Tenemos clientes. Ron alzó sus manos y miró a Sofia. ―No sabía que tuvieras quince años. ―Sus ojos la recorrieron de arriba a abajo y con una sonrisa, añadió―: Sin duda no aparentas quince años. ―Fuera ―susurró Alex entre dientes. Ronald sonrió. ―Te veré en la escuela.

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Salió, pero por supuesto, Alex fue tras él. Eric y Romero le siguieron. Sofia forzó una sonrisa y saludó a los clientes.

* * *

El chico no se detuvo cuando Alex se lo pidió, en lugar de eso aceleró el ritmo y subió a su coche. Alex le advirtió fuerte y obscenamente, como solo Alex podía, que se mantuviera alejado de Sofia. Eric y Romero entraron de nuevo en el restaurante tras un Alex echando humo. Esto complicaba las cosas. Sofia movió su cabeza más que nunca. El chico tenía dieciocho años, por el amor de Dios. Alex podía hacer mucho para mantener alejados a los chicos. El año próximo, como Sal, iría a la universidad también. Le tocaría a Angel. Eric tenía que hacer algún tipo de movimiento, ¿pero cómo podía, con Alex y Angel dispuestos a morir antes de que su hermana saliera con alguien? Alex fue al restaurante a la parte de atrás. Sofia le vio llegar y caminó hacia la zona vacía del bar, llevando una cesta de patatas. Normalmente, Eric se hubiera quedado atrás y hubiera dejado que hablaran en privado, pero esta conversación necesitaba escucharla. ¿Sofia estaba involucrada con ese chico de alguna manera? ―¿Quieres explicar por qué hay un chico de dieciocho años trayéndote regalos? ―Oh, Dios mío, Alex. ―Su exasperación normalmente estaba justificada. Alex tendía a reaccionar demasiado, pero Eric estaba con él esta vez―. Le mencioné el otro día en el colegio lo de mi colección de tortugas. Es sólo un amigo. ―Eso no es lo que me dijo. Eric quitó los ojos de Sofia para mirar a Alex un momento, luego sus ojos regresaron a ella. Ella parpadeó mientras ella y Eric intercambiaban miradas, luego se giró hacia Alex. ―¿Qué dijo? ―Dijo que estaba aquí para pedirte salir, Sof. Sofia miró de nuevo a Eric. Sus grandes ojos marrones parecían casi como si le hablara. ―No sé de dónde ha sacado la idea de que estaría interesada. Solamente hablé con él durante la práctica de atletismo.

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―Bueno, ya no lo harás. Sofia hizo una mueca. ―¿Ni siquiera puedo hablar con él? ¿No escuchas lo ridículo que suena eso? Sólo es un amigo. ―No seas ingenua, Sof. Sólo hay una razón por la que te hablaría. ¿No viste la manera en la que te miraba? ―Yo sí ―dijo Romero finalmente. Eric pensaba que Romero había estado callado demasiado tiempo. Alex se volvió para mirarle. ―Debería haberle pateado el culo ―murmuró, alejándose hacia la oficina y luego se dio la vuelta―. No digas que no te lo advertí, Sofia. Si te veo con él en el colegio, está muerto ―añadió a Eric y Romero―. Ahora mismo salgo. Dejen que tome mis llaves. Sofia tendió las patatas a Eric y Romero. ―¿Quieren alguna? Romero fue derecho hacia ellas. ―Sí, me muero de hambre. Eric se aprovechó de la distracción de Romero y miró a Sofia. Ella no apartó la mirada. En lugar de eso, dijo: ―De verdad que nunca le he dado la impresión de que podría estar interesada. Lo prometo. Romero no levantó la vista de las patatas. ―Oh, te creo, Sof. ¿Tienes alguna salsa? Sofia aún miraba a Eric. ―Está en la cocina. Puedes tomar un plato. Romero se alejó hacia la cocina. Eric sonrió. ―¿Lo prometes? Su cara enrojeció. Sonrió y asintió. ―Lo prometo. Tan sutil como había podido ser, Sofia oficialmente había dado el primer paso. Esto era todo lo que Eric necesitaba. Podría con sus hermanos de alguna manera. Alex salió de la oficina. ―Está bien, vámonos. ¿A dónde ha ido Romero?

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Justo en ese momento, Romero salió de la cocina con un pequeño plato de salsa. Alex hizo una mueca. ―¿Puedes esperar hasta que descarguemos mi camioneta? Pueden pedir lo que quieran. Eric tuvo que dejar de mirarla antes de que Alex le viera. Casi tenía dieciséis años. Ya pensaría en algo.

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Capítulo 3 Dulces 16 Traducido por magdys83 Corregido por veroonoel

A

lex y Sal prácticamente nunca estaban alrededor, y Angel estaba completamente distraído con una chica que había conocido un par de meses atrás. Eric y Sofia podían pasar tiempo juntos más que nunca. Ya que sus hermanos estaban lejos en la universidad la mayor parte del tiempo, se había convertido en la responsabilidad de Angel el llevar a su hermanita siempre que sus padres no pudieran. Con esta nueva chiva manteniéndolo ocupado, había llegado a confiar en Eric para que le diera una mano con los viajes. Angel confiaba totalmente en él, y por supuesto, Eric estaba más que dispuesto a complacerlo. Aunque habían estado solos muchas veces, Eric todavía no se permitía intentar cualquier cosa. Sofia había dado el primer paso acariciando su mano en el auto cuando hablaba con él. Habían avanzado a tomarse las manos durante sus viajes solos. Sus entrañas quemaron demasiadas veces cuando había estado cerca de Sofia. La culpa de lo que Angel diría si lo traicionaba haciendo más que sostener la mano de su hermanita ahora superaba el miedo de lo que sus hermanos le harían. Poder tocarla y besarla como había fantaseado por demasiado tiempo sería más que merecedor de una paliza. Incluso de Alex. Pero no podía manejar la culpa. Angel envió un mensaje a Eric preguntándole si podía recoger a Sofia en el restaurante y llevarla a casa. Como de costumbre, estaba fuera con su chica y necesitaba el favor. Eric se sentó en el auto detrás del restaurante de su familia. Su corazón golpeó cuando la vio aparecer por la puerta trasera. Ella sonrió ampliamente cuando lo vio. Él ingirió su aroma ―suave y dulce― cuando se deslizaba en el asiento del pasajero. Por años había llegado a amar el olor, pero últimamente, había adquirido un toque femenino. Últimamente, además, no podía evitar pensar en ella como su pequeña Sofie. Sofia difícilmente era la típica chica de dieciséis años, precisamente una de las razones por las que lo volvía tan loco. Era alta, y se había rellenado maravillosamente en todos los lugares correctos. Su cabello oscuro estaba más

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largo que nunca, y aunque probablemente ni siquiera se diera cuenta, rebosaba sensualidad. La forma en que lo miraba algunas veces con aquella hermosa mirada arrasadora suya casi lo hacía arder. Eric tomó su mano tan pronto como estaba totalmente adentro. Ella sonrió y dio un paso más, acariciando sus dedos muy suavemente sobre los suyos. Era todo lo que podía hacer para detenerse de poner su mano detrás de su cuello y besar esos hermosos labios. ―¿Tienes que llevarme directo a casa? ―Le dio esa mirada grande y suplicante. Eric gimió. Esta no era la primera vez que le había preguntado eso. Igual que la última vez que le había preguntado, la tentación de llevarla a su casa lo abrumó. Su papá no estaba en casa, y tendrían todo el lugar para ellos, pero también podría tener deseos de morir. Finalmente, iniciando el primer paso por sí mismo, besó su mano. Sus ojos se abrieron de par en par. ―Sabes que tengo que hacerlo, Sof. Dejó escapar un suspiro decepcionante. ―¿Entonces vendrás y comerás algo de tarta? La hice yo misma esta mañana, y mi mamá está en casa así que mis hermanos no pueden decir nada al respecto. A lo largo de los años, Eric había estado muchas veces en la residencia de los Moreno, incluso cuando ninguno de los hermanos estaba en casa. Viviendo con su papá soltero, quien estaba siempre trabajando, la Sra. Moreno sabía que él casi nunca tenía una comida hecha en casa. La mujer, y ahora Sofia, siempre estaba cocinando. Siempre había sido invitado a ir y comer, o como hoy, tomar una rebanada de tarta. Así que Angel y sus hermanos no pensaban nada más. Hacían bromas sobre él pasando más tiempo en su cocina que ellos, pero siempre lo habían tratado como familia. Eso solo aumentaba el increíble sentimiento de culpabilidad acerca de las cosas que había estado pensando últimamente cuando estaba alrededor de Sofia. Se sentó en el pasillo central de la cocina, obligado a ver a Sofia cuando se movía alrededor de la habitación. Sus pechos llenos y firmes, Eric había estado teniendo sueños sobre ellos por años ahora. Ella se inclinó, buscando algo en el refrigerador y él casi cayó del taburete. Sofia sacó la botella de crema batida y se acercó a la tarta enfrente de él. Roció un poco en ella, luego algo en su boca, lamió sus labios y sonrió, con malicia. Esos grandes ojos suyos parecían provocarlo mucho últimamente.

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A los diecisiete, Eric no tenía control sobre sus hormonas descontroladas. Le entró el pánico, sintiendo el crecimiento en su pantalón. Si la Sra. Moreno o alguien entraba, no habría forma en que pudiera levantarse sin ser evidente. Sofia sonrió, y roció un poco más en su boca de nuevo. ―Sofie. ―Eric miró alrededor―. Detente. ―¿Detener qué? ―Esos grandes ojos inocentes parecían realmente confundidos. ―Eso. ―Señaló la lata de crema batida en su mano, después trató, fallidamente, de ajustarse en su pantalón―. No voy a ser capaz de caminar por un rato gracias a ti. Es mejor que esperes que nadie entre aquí. Nunca le había dicho nada de esa naturaleza a ella, pero las cosas se sentían diferentes últimamente. Le tomó un segundo registrarlo, pero cuando lo hizo, en lugar de sonrojarse como Eric pensó que haría, ella sonrió de nuevo. Roció un poco en la punta de su dedo, después poco a poco, lo lamió hasta limpiarlo. Eric apretó los ojos, sentándose recto. ―Eres malvada, niñita. Sofia rió y caminó de nuevo hacia el refrigerador. ―En caso de que no lo hayas notado, ya no soy una niñita, Eric. ―Oh, me he dado cuenta. ―Lo había hecho siempre. Se volvió y sonrió. ―Bien, ¿ahora por favor puedes decirle eso a mis hermanos? Buena suerte. Ellos todavía hablaban de ella, y la trataban, como si fuera esta florecita frágil. La única cosa buena acerca de eso era que mantenía a los chicos alejados. Chicos que él sabía que tenían que estar mirando y esperando. Últimamente, incluso Eric estaba teniendo momentos difíciles para no perder la razón cuando veía a los chicos alrededor de ella. Sabía que Angel pensaba que él sentía la misma actitud protectora que todos ellos. Lo hacía, pero no por las razones que Angel creía. Tenía que quebrarse pronto y hablar con Angel. No podía contenerse por más tiempo.

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Angel ahora tenía una novia. Su nombre era Sarah, y estaba en el equipo de atletismo con Sofia. A Sofia le gustaba mucho, pero lo más importante, estaba en deuda con Sarah por todo el tiempo que ahora estaba teniendo con Eric. Caminaron de regreso al gimnasio después de la práctica. El equipo de fútbol estaba saliendo del campo, también terminando su práctica. Los chicos generalmente encontraban a Sarah y Sofia a mitad del camino del gimnasio, pero fueron interrumpidos por un grupo de chicas sonrientes en ese momento. Ambas, Sofia y Sarah, se tensaron cuando vieron el intercambio. Solo Angel continuó caminando hacia ellas, sin darles a las chicas ni la hora. Eric y Romero, sin embargo, se detuvieron a conversar. Romero obviamente disfrutaba la atención. Se rió de algo. Una de las chicas se apoyó juguetonamente en Eric y tocó los rizos de su cabeza. Los mismos rizos en los que Sofia solo había empezado a pasar los dedos la semana anterior durante su tiempo solos. Eric sonrió, miró en dirección a Sofia, y ella esquivó la mirada. Sintió que se le erizaba la piel. Demasiadas veces, había tenido que soportar verlo con chicas. Era tan injusto. Con cada chico en la escuela muy consciente de sus hermanos, y recientemente hasta de Romero y Eric reforzando el acto de hermano mayor, Eric nunca tendría que lidiar con verla con otros chicos. Ella tragó fuerte, mirando directamente hacia el frente. Odiaba este sentimiento, y últimamente se estaba poniendo peor. Cada vez que veía o escuchaba por casualidad a los chicos hablando sobre las cosas que hacían con las chicas, quería gritar. Por el momento, se sentía al borde del llanto. Angel alcanzó la mano de Sarah tan pronto como estuvo lo bastante cerca. Volteó en su dirección. ―¿Estás cansada, Sof? Asintió, incapaz de siquiera hablar. Después de cambiarse, ella y Sarah salieron para encontrar a los chicos. Se había convertido en una rutina para Angel y Sarah conducir a la playa y pasar el rato por unas horas al día antes de ir a casa. Pero siempre dejaba en manos de Sofia si quería que primero la llevara a casa, o si quería subirse con Eric. Esta vez, se subió en el auto de Angel antes de que siquiera le preguntara. Sofia sabía que Eric se preguntaría por qué, pero no le importaba. Estaba cansada de su farsa. Eric llegó a disfrutar sus momentos y todavía jugaba su papel de soltero y sin compromiso, mientras Sofia vivía en un constante confinamiento. Era exasperante. Al día siguiente, Sofia consiguió evitar a Eric la mayor parte del día, hasta el espectáculo de porristas después de la escuela. Obligada a esperar con Sarah

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durante el espectáculo, mientras el director exaltaba a todos con el gran juego de esa noche, no tenía más elección que ver a los chicos de nuevo alrededor de las chicas. Todos los chicos del equipo usaban sus jersey cada viernes. Eric ahora era tan alto como su hermano Angel, pero la gran diferencia era que tenía cabello rizado castaño claro contra el cabello liso oscuro de Angel. Realmente había ganado peso en el último par de años. El jersey que usaba lo hacía ver aún más grande en torno a los hombros y se veía tan malditamente lindo que la mataba. Lo miraba desde el otro lado del espectáculo de porristas, donde estaba de pie con el resto del equipo. Cuando terminó, todo el mundo se dispersó. Las porristas hicieron alarde de ellas mismas en torno a los jugadores. Angel se dirigió hacia ella y Sarah, mientras Romero y Eric, como siempre, rondaban a todas las porristas comiéndoselas con los ojos. Romero se bajó un poco, dejando que una de ellas saltara en su espalda para un paseo. Le dijo algo a Eric, quien después hizo lo mismo con otra porrista. Las chicas reían tan fuerte, que Angel volteó cuando alcanzaba a Sarah y se rió. Sofia estaba enfurecida. Era todo lo que podía hacer para retener las lágrimas. El imbécil la había visto, sabía que lo estaría mirando, y todavía siguió adelante y dejó a la chica en su espalda. Había terminado con su tiempo a solas. De hecho, iba a tratar de conseguir su licencia. No había querido antes, porque necesitar los viajes de Eric era la excusa perfecta para estar sola con él, pero había terminado. Tal vez, si tenía un coche, finalmente conseguiría algo de libertad real. Esa noche en el juego, se sentó con Sarah, Valerie, la prima de Sarah y una de las amigas de Valerie. Un grupo de chicos que no conocía se sentaron cerca de ellas. Uno de los chicos le sonrió cuando se sentó. Le sonrió de regreso. Era lindo. Alto, ni de lejos tan musculoso como Eric, pero Eric se ejercitaba cada día con el equipo de fútbol. Este chico evidentemente no era un jugador ya que estaba ahí observando. El chico la miró varias veces antes de finalmente moverse más cerca. ―Hola. Soy James. ¿Cómo te llamas? ―Sofia. ―Sonrió. ―Tienes unos ojos muy bonitos. ―Su sonrisa tímida hizo más fácil aceptar el cumplido. ―Gracias. ―Apartó un mechón de cabello de su rostro. No se dio cuenta que Valerie había estado escuchando hasta que preguntó: ―Ustedes chicos, ¿vienen aquí? Nunca te había visto.

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James negó con la cabeza. ―No, voy a Lincoln. Pero esta rivalidad es tan grande, todos quieren ver este juego. Valerie asintió. ―Bueno, estás sentado en el lugar correcto. James rió. Presentó al resto de sus amigos a las chicas. Él era, por mucho, el más guapo del grupo. Dos de ellos todavía estaban en secundaria. Sofia conversó con James durante todo el partido. Después del partido, James y sus amigos caminaron de regreso al estacionamiento, donde estaba estacionado el auto de Angel. Siempre esperaban ahí hasta que Angel y los chicos habían terminado de ducharse y vestirse. Se apoyó en uno de los autos estacionado cerca del de Angel. Sarah estaba de pie en el lado del conductor del auto de Angel, con la puerta abierta. Prendió la radio. Cuando Sofia la miró, Sarah le hizo señas para que se acercara. ―Voy a estar de vuelta ―le dijo Sofia a James, y se acercó a Sarah. ―¿Qué? ―Me estás poniendo nerviosa ―susurró Sarah. ―¿Por qué? Sarah mordió su labio y miró a James. ―¿No crees que Angel se vaya a enojar si te ve pasando el rato con esos chicos? Sofia sonrió. Había pensado en eso, pero últimamente Angel no había sido tan malo. No era probable que hiciera una escena como Alex haría. ―Ese es Alex. Explicó que Angel no estaría contento, pero a diferencia de Alex, no haría nada a menos que los chicos fueran irrespetuosos, y aseguró que James no lo era. James había caminado hacia donde estaban paradas Sarah y Sofia. Todos los demás lo siguieron. Sarah todavía parecía inquieta. Sofia regresó para hablar con James. Valerie asomó la cabeza en el auto de Angel y subió un poco más la radio. Sofia se alejó del grupo con James así podía escucharlo mejor. Estaban parados en el otro lado del auto, muy solos cuando dio un vistazo y vio a Angel, Romero y Eric acercarse al grupo en el auto. Romero fue el primero en hablar. ―¿Qué es esto? ¿Una jodida fiesta?

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Su corazón dio un vuelco cuando escuchó preguntar a Eric lo que estaba haciendo Sofia allá. Ambos, ella y James se volvieron para verlo acecharlos. No se veía feliz. ―¿Ese es tu novio o algo? ―preguntó James, sonando un poco de asustado. ―No ―susurró ella. James se levantó un poco más alto, dispuesto a enfrentarse a Eric. Sofia lo sintió por él, pero no tenía manera de advertirle. Eric estaba a solo unos metros de distancia. A diferencia de sus hermanos, Eric generalmente era el tranquilo y más razonable del grupo, pero ahora su expresión le recordaba a Alex.

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Capítulo 4 La promesa Traducido por Pidge y Lapaskis Corregido por veroonoel

E

l tipo parado con Sofia hizo la cosa más estúpida que podía hacer en ese momento. Extendió la mano y le tocó el brazo. Eric nunca había tenido un problema para controlar su temperamento, pero en ese momento se sentía como que iba a explotar sobre el chico. ―¿Qué estás haciendo, Sof? ¿Qué es esto? ―Eric hizo un gesto hacia el brazo del chico aún tocándola. ―¿Quién eres tú? ―El chico le preguntó antes de que Sofia pudiera responder. Ni siquiera fue preguntado con tanta convicción, pero eso fue todo lo que Eric necesitaba para dejar salir lo que había estado sintiendo todo el tiempo desde que los vio. Saltó en la cara del tipo. ―¿Quién diablos eres tú? Sofia saltó delante de él, sus pechos empujando contra él. ―¡Detente, Eric! Angel y Romero estaban allí en un segundo. ―Tranquilo, Eric. ―Angel volvió a mirar al tipo. Cuando su amigo salió de detrás de él, como si quisiera respaldarlo, así como así, Angel estaba en llamas―. ¿Qué vas a hacer? ―gruñó, saltando en su rostro. Sarah luchó para contener a Angel. Romero intervino cuando otros chicos se acercaban. Las chicas hicieron todo lo posible para separar a los chicos, aunque los otros chicos no pusieron demasiada pelea. Los más jóvenes ni siquiera trataron de involucrarse. Cuando todo terminó, los otros chicos se alejaron. Eric miró a Valerie y su amiga, que todavía luchaban, deteniendo a Romero de ir tras ellos. Sofia apartó las manos de su pecho y se fue hacia el auto de Angel.

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Aún recuperándose y respirando con dificultad, Eric se preguntó si Angel cuestionaría por qué reaccionó de esa manera. La puerta del auto de Angel se azotó, consiguiendo la atención de todos. Sofia ya estaba en el asiento trasero del auto de Angel. Obviamente, no estaba feliz con Eric. Angel y Sarah se subieron al auto. Él se quedó fuera del lado del pasajero tratando de escuchar lo que Angel le decía a Sofia hasta que oyó preguntarle si estaba llorando. Instintivamente, asomó la cabeza en el lado de la ventana. ―¿Estas llorando, Sof? Luego de que Romero asomó la cabeza en la ventanilla del lado del conductor para ver lo que estaba pasando, Sarah se sentó. ―Muy bien. ¡Fuera! ―Empujó la cabeza de Eric―. Tú también, Angel. Eric rodeó el coche y se encontró con Angel y Romero. ―Lo hiciste bien cuidando de ella, hombre. ―Angel levantó un puño. Eric dio un golpecito con su propio puño, tratando de sonreír, pero todavía estaba furioso. ―Siempre. ―¿Estaba siendo un sabiondo? ―preguntó Angel, mientras se alejaban de su auto hacia Valerie y sus amigas. ―Sí. ―Eric lo adornó―. No me gustó la forma en que la miraba, tampoco. ―Uno de esos, ¿eh? ―Angel negó con la cabeza―. Imbécil de mierda. Hablaron con Valerie y su amiga durante unos minutos, antes de regresar a sus vehículos y a la playa para hacer una fogata. Eric pensó en Sofia con ese tipo en todo el camino allí. Sabía que no podía estar contenta de verlo con esas chicas de ayer y de hoy. Pero si pensaba que iba a estar saliendo con chicos, ella tenía otro pensamiento viniendo. Con Angel tan distraído con Sarah en la playa, Eric tomó ventaja. Ya había planeado llegar a algún tipo de entendimiento con Sofia. Sabía que tenía que hacerlo después de que había saltado al auto de Angel ayer, en lugar de volver a casa con él. Tras el incidente de esta noche, sin duda tenía que aclarar las cosas con ella. Ayudó que Romero estuviera ocupado tratando de intimar con la prima de Sarah, Valerie. Eric no tendría que lidiar con él interrumpiendo. Casi tan pronto como pusieron el fuego en marcha, Angel y Sarah pusieron una manta y se sentaron sobre ella. En cuestión de segundos, Angel estaba sobre ella. Ese tipo

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estaba tan obsesionado. Eric nunca lo había visto así. Se acercó a Sofia, que estaba poniendo por su propia cuenta una manta sobre la arena. ―¿Quieres ir a dar un paseo? Cuando comenzó a sacudir la cabeza, Eric miró a Angel. Estaba susurrando en el oído a Sarah. Eric extendió la mano y tocó la de Sofia. ―¿Por favor, Sofie? Lo miró fijamente por un momento, luego deslizó su mano en la suya. Otra mirada a Angel confirmó que todavía estaba completamente distraído. Había acostado a Sarah y ahora yacía a su lado. ―Eric va a acompañarme al baño, Angel. Angel apenas logró separar sus labios de Sarah el tiempo suficiente para responder con un: ―Está bien. Se dirigieron hacia el agua, completamente fuera de la vista de todos. Lo primero es lo primero. Eric le apretó la mano. ―¿Quién era ese tipo, Sof? No lo miró. ―Solo alguien que empezó a hablar conmigo en el juego. ―¿Por qué estabas sola con él? Sofia se detuvo y lo miró. ―¿Por qué estaba esa chica tocando tu cabello ayer? ―Esos hermosos ojos lo miraron―. ¿Por qué esa chica estúpida estaba en tu espalda hoy? Eric tomó una respiración profunda. Lo sabía. ―Iba a hablar contigo acerca de eso hoy, pero no te vi en todo el día en la escuela. Ella cambió su peso. ―¿Y después de la escuela estabas demasiado ocupado? ―Escucha, Sof. No puedo evitar cuando suceden cosas así. Retiró su mano de la de él. ―Entonces no voy a ser capaz de evitar, tampoco, cuando los chicos me hablan, Eric. Así que te agradecería si no atacas a cada chico que me habla. ―Eso no va a pasar. ―¿Por qué no? Yo no ataco a las chicas que coquetean contigo.

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―Eso es diferente. Su boca se abrió y se cerró. Antes de decir nada, él añadió: ―Lo intentaré, Sof. Por ti, ¿de acuerdo? Pero va a ser difícil. Sus ojos estaban en llamas. ―¿En serio? ¿Es difícil para ti no coquetear? ―No. ―Tomó de nuevo su mano―. Es difícil porque nadie sabe. Esa chica que estaba en mi espalda hoy fue idea de Romero, no mía. Si hubiera sido Angel, de ninguna manera lo sugeriría. ―Le besó la mano―. Si pudiera decirle a todos lo que siento por ti, las cosas serían diferentes. Pero no puedo. Ella se lamió los labios, y casi fue por ellos. Había estado muriendo por besarla durante tanto tiempo. ―Me estoy reservando para ti. La miró fijamente. El pensamiento de Sofia como suya casi lo ahogó. Estaba esperando una respuesta, pero no tenía idea de cómo responder a eso en palabras. Así que hizo lo único que podía. Tomó su cara entre sus manos y la besó. Sus pensamientos en un principio eran simplemente darle un beso, nada más. Pero ella abrió la boca, invitando a su lengua. No pudo resistir. Tomó su boca, su lengua, sabía tan bien que bajó su mano por su cintura y la atrajo hacia él. Ella no podría haber sabido lo que estaba haciendo, pero lo percibió muy rápido. Los pechos de Sofia presionaban contra su pecho. Eric estaba tan duro, que dolía. Había soñado con este día por siempre. Sus piernas casi cedieron cuando se apretó contra él ―Sofie, bebé ―susurró―, ¡no lo hagas! ―¿Por qué? ―Sonrió contra su boca. ―Porque, no podemos hacer nada. Solo me torturará. ―Se apartó de ella, tragando duro. Empuñó su mano en su pecho. ―Te lo prometo, Eric. Soy toda tuya, a menos que… ―A menos que nada. ―Eric ni siquiera pensaría en ello. ―A menos que ―levantó su voz―, siga viendo y oyendo acerca de ti con chicas. ―Golpeó su puño contra su pecho―. No es justo. ―Te prometo que no voy a hacer nada con nadie más nunca. ―La besó en la frente―. Pero me tienes que dar un poco de espacio alrededor de Romero. El

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hecho de que vaya con lo que dice o hace él para que se calle, no significa que estoy haciendo nada. Nunca haría nada para lastimarte. Sus ojos se iluminaron y la besó de nuevo. Estaba decidido. Tal vez verla con otro chico había valido la pena después de todo. Los niveles de urgencia habían crecido lo suficiente para obligarlo a mover esta cosa un poco más lejos. Pero estaba jugando con fuego y lo sabía. Tendría que ser particularmente cuidadoso ahora. Si sus hermanos alguna vez se enteraban de esto, especialmente Alex, era hombre muerto.

* * *

Gracias a Dios por Sarah. Si no fuera por ella, Sofia sencillamente estallaría. Sarah era a la única que le había dicho sobre ella y Eric. Prometió no decirle nada a Angel, pero le rogó que tuviera cuidado. Sofia estaba sentada en su clase de geometría, soñando despierta. Ahora, ella y Eric se besaban cada vez que estaban solos. Era tan dulce con ella que la volvía loca. Apenas podía soportarlo. Recorría libremente sus manos por todo su cuerpo, aunque la mayoría de las veces él le rogaba que no lo hiciera. Pero aún no había hecho mucho con ella. Sabía que era un tormento para él contenerse y le dijo que no tenía por qué, pero él insistió en que ya estaban tomando un enorme riesgo solo besándose. Brandon se sentó junto a ella. Llegaba tarde otra vez. Seguía viviendo al final de su callejón sin salida y aún era un solitario. Hace mucho tiempo que Sofia dejó de odiarlo. En cambio, se sentía mal por él. Había algo triste en la mirada en sus ojos. También, había dejado de ser un idiota hace mucho tiempo, y ahora parecía bastante agradable. El primer día del semestre, había llegado tarde y solo quedaban dos asientos libres. Había estado guardando el que estaba a su lado para su amiga, pero no tuvo corazón para decirle que no cuando él tímidamente le preguntó si podía sentarse allí. Desde entonces, se había sentado allí todos los días. Después de llegar a conocerlo mejor, supo que había estado en lo cierto. En realidad era un buen tipo. Pero se encerraba en sí mismo cada vez que le preguntaba algo acerca de su familia, por lo que dejó de preguntar. Hablaba mucho de unirse a la marina tan pronto como se graduara en la secundaria. La entristecía de algún modo lo feliz que estaba por apartarse de su familia. Ella ni siquiera podía imaginar dejar a su familia. Al menos no se había convertido en el perdedor que sus hermanos siempre habían dicho que sería.

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―¿Aún no sabes qué quieres ser una vez que hayas acabado la secundaria? ―susurró. Sofia negó. Sus padres siempre la habían dicho que era más que bienvenida a seguir con el negocio familiar siempre y cuando fuera a la universidad primero. Era importante para ellos que tuviera una educación para cubrirse las espaldas. Desde que tuvo uso de razón, llevaba un diario. Amaba escribir y a diferencia de algunos de los chicos que se quejaban cuando su profesor de inglés les mandaba escribir un ensayo o un cuento corto, siempre estaba entusiasmada con ello. Su profesor de inglés le dijo que ni siquiera había empezado a rascar la superficie de su talento. ―Tal vez una escritora. No sé. ―¿Te gusta escribir? Lo miró. ―Sí. ―¿Qué escribes? ―Historias cortas sobre todo, pero sé que algún día escribiré una novela. Brandon sonrió. ―Me encanta leer. Es todo lo que hago en casa. Podría leer una novela entera en un día. Sofia lo miró fijamente, completamente sorprendida. Nunca habría pensado en Brandon como un lector. Estaba fallando totalmente en Geometría, pero tal vez las matemáticas no eran lo suyo. ―¿Qué tipo de historias escribes? ―Brandon parecía casi cautivado. Sofia de repente se sintió nerviosa. No había esperado que Brandon estuviese interesado en lo que escribía. Mucho menos, preguntarle más sobre ello. ―Un montón de cosas. ―¿Cómo qué? ―Puso el codo sobre la mesa y apoyó la cabeza en su mano, mirándola. Solo entonces se dio cuenta de lo azules que eran sus ojos. Nunca hubiese soñado que estaría teniendo esta conversación con Brandon. Le habló de varias de las historias que tenía guardadas en su computadora. El profesor se aclaró fuertemente la garganta, y los miró directamente. Brandon protegió sus papeles y señaló a Sofia ―como si ella, que era un as en la clase― quisiera copiar su trabajo. Incluso el maestro no pudo evitar sonreír. Salieron juntos después de clase.

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―Me encantaría leer algo de lo que escribes, Sofia. Se estremeció. Nadie había leído ninguna de sus cosas. Ni siquiera se lo había contado a alguien. ―Umm… No sé. ―Aquí. ―Sacó un papel de su mochila y garabateó algo en él―. Envíame un correo electrónico con una de tus historias. Prometo no ser malo. Tal vez pueda hacerte alguna crítica constructiva. Sofia tomó el papel y sonrió. ―Está bien. Voy a buscar y veré lo que no me importa compartir. Quedó atrapada por un momento en sus ojos, y luego miró hacia otro lado. ―Está bien, nos vemos ―dijo y se alejó. Se giró para bajar las escaleras y vio a Eric mirándola fijamente. Su corazón se agitó como de costumbre, y sonrió. ―¿Te dio su número? ―preguntó Eric, sin devolverle la sonrisa. ―No. ―Poco dispuesta a compartir la verdad―. Es sobre la tarea. ―Rompió el pedazo de papel en su mano―. Me dio un sitio web que utiliza como ayuda. ―¿Desde cuándo necesitas ayuda de Brandon? ―Eric aún no estaba sonriendo. Sabiendo que asustaría a Eric, lo besó. ―Fue solo una sugerencia. Eric miró a su alrededor, obviamente preocupado. ―Sofia, detente. Se rió tontamente. Él era demasiado fácil. ―Nunca.

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Capítulo 5 Arriesgándolo todo Traducido por Helen1, Jadasa Youngblood y HeythereDelilah1007 Corregido por flochi

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ofia estaba en un cielo prohibido. Las cosas habían progresado, e incluso Eric no podía detenerlo. Cada vez que se besaban las cosas se ponían cada vez más y más pesadas, las cosas eran más emocionantes que la vez anterior. Estaba haciendo su habitual carrera de la mañana cuando tuvo una idea. El padre de Eric estaba ausente por unos días. En lugar de hacer su recorrido normal, tomó un atajo y se dirigió a su casa. Sofia llamó cuando llegó allí, pero él no respondió. Se preguntó si todavía estaría dormido. Para su sorpresa, la puerta principal no estaba cerrada con llave. Entró, pero se detuvo a medio paso. ¿Qué estaba haciendo? Hubo un ruido de ronroneo en la otra habitación. Luego completo silencio. Sofia se quedó parada en el lugar, debatiéndose acerca de irse o esperar. Gritó el nombre de Eric. En unos momentos, él salió hacia la habitación delantera usando nada más que una toalla alrededor de su cintura. ―¿Sofie? ¿Cómo entraste aquí? Incapaz de apartar los ojos de su pecho desnudo, ella hizo un gesto hacia la puerta principal. ―Estaba abierta. Corrió hacia él y lo besó. Igual de ansioso, él le dio la vuelta y ella quedó contra la pared con su gran cuerpo apretado contra ella. La besó vorazmente más de lo que nunca lo había hecho. A ella le encantó. Cada parte de su cuerpo estaba despierto con anticipación. Se pegó contra él, oyéndolo gemir cuando su estómago se presionó contra su erección. Entonces su toalla cayó. Sofia se quedó helada. Una mirada hacia abajo y

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vio lo que sólo había sentido a través de su ropa durante semanas. Sofia nunca había visto uno. Ni siquiera en Internet, como algunas de sus amigas. No se atrevía a arriesgarse a ser atrapada. Con los ojos aún pegados a él, Eric se agachó para recoger la toalla y alguien llamó a la puerta. Con el corazón todavía en la garganta, apenas podía respirar. Eric trabajó rápidamente para envolver la toalla a su alrededor, cuando Romero abrió la puerta. Todos se quedaron atónitos. Romero se quedó mirándolos, por una vez sin nada que decir. Sofia tomó un DVD de la pared y pasó corriendo junto a Romero. ―Gracias, Eric. Voy a devolverlo tan pronto como termine con ello.

* * *

Romero se quedó mirando a la puerta por la que Sofia acababa de salir corriendo y luego se volvió hacia Eric. ―¿Estás loco? En un débil intento de fingir no entender lo que quería decir Romero, Eric respondió: ―¿Qué quieres decir? ―La palpitante erección estaba casi desaparecida, pero su toalla todavía mostraba signos de vida. Su corazón se encontraba acelerado como nunca lo había sentido antes. ―Amigo. ―Romero volvió a mirar a la puerta―. ¿Sabes lo mal que se veía? Si Angel o Alex hubieran estado conmigo… Eric se encogió de hombros, pero el miedo que de repente lo inundó solo de escuchar el nombre de Alex, era una cosa viviente. ―Ella apareció cuando yo acababa de salir de la ducha. Todo lo que quería era pedir prestado un DVD. Romero lo miró, poco convencido. ―Solo porque Angel no lo ha notado, Eric. No creas que yo no lo hago. Realmente necesitas pensar en esto. No seas estúpido. Esta es Sofie de la que estamos hablando, hombre. Eric frunció el ceño. ―Va a tener diecisiete pronto.

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―¿En serio? ¿En realidad estás considerando esto? ―Romero se le quedó mirando, luego sacudió la cabeza, caminando junto a él hacia la nevera―. Detente. Sólo detente, amigo. Ni siquiera quiero oír nada más. Eric miró al suelo, su respiración finalmente de vuelta a la normalidad. Levantó la vista a tiempo para ver a Romero sacar una botella de refresco de la nevera. Tomó un trago y después hizo una mueca. ―¿Qué pasa con el refresco de dieta? Ignorando su comentario, Eric se precipitó en el dormitorio. ―Tengo que salir de aquí. Romero estaba en su sofá viendo la televisión con los pies sobre la mesa de café, cuando Eric caminó de regreso en la sala de estar. Tenía una bolsa de papas fritas ahora. ―¿A dónde vas? Eric frunció el ceño. ―Tengo que encontrarme con mi mamá para el desayuno. Vino manejando desde Los Ángeles. Hace mucho había perdonado a su mamá por dejarlos a su padre y a él cuando era apenas un bebé. Ella se lo explicó cuando tenía unos quince años. Dijo que sólo habían sido demasiado jóvenes e inmaduros para manejar establecerse con una familia. Tenía diecinueve años cuando se fue. Su padre se preocupaba cuando era más joven de que él podría estar tratando con problemas de abandono. Pero Eric siempre lo había discutido, ¿cómo podría sentirse abandonado por alguien que ni siquiera recordaba? Su relación desde entonces había llegado a ser una parte de su vida, consistía en una o dos visitas mensuales como la de hoy. Pero Eric las mantenía cortas. Incluso cuando lo había invitado a venir a quedarse con ella durante un par de semanas en el verano o hacer un viaje, siempre se negó cortésmente. Romero se puso de pie, sorbiendo lo último de su refresco. Arrojó la bolsa de papas en la mesa de café. Por alguna razón, Eric sintió la necesidad de evitar el o visual con Romero. Su anudado estómago se revolvió. Eso estaba afuera. Alguien lo sabía ahora, y era sólo cuestión de tiempo antes de que tuviera que hacer frente a sus hermanos. ―Escucha, Romero. Sobre Sofia… ―No te preocupes. No voy a decir nada ―se burló―. ¿Estás jodidamente bromeando? ¿De verdad crees que quiero ser quien se lo cuente a esos tipos?

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―Sacudió su cabeza―. Nop. No, gracias, pero te lo estoy diciendo, Eric, es mejor que te cuides. Esta mierda tiene escrito por todas partes malas noticias. Eric lo miró cuidadosamente cuando finalmente miró su reloj. No necesitaba que Romero señalara ese atronador hecho. Llamó a Sofia antes de salir para asegurarle que Romero no iba a decir nada. Sólo rezaba que Romero no dijera algo cuando estaba borracho.

* * *

Las cosas iban bien. Sofia y Eric habían caído en una rutina bastante cómoda. Angel había llegado a estar tan distraído con Sarah, que apreciaba el hecho de que Eric se encontraba tan dispuesto a ayudarlo llevando a Sofia por ahí. Entonces, de repente, y de manera muy dramática, Angel rompió las cosas con Sarah. De todos modos, se suponía que tenía que haber vuelto a Arizona después del Año Nuevo, pero justo antes de Navidad, Angel se enteró del chico que la esperaba de regresó en su vieja casa y todo había terminado. Había estado en un estado de ánimo completamente negro desde entonces. Sofia se sentía mal por él. A pesar de que Sarah ya no se encontraba cerca, su distracción continuó. Ni una sola vez le pregunto por qué Eric estaba mucho alrededor. Sus padres se habían ido la semana después de Navidad. Todos los años iban a México después de Navidad, y no regresaban hasta después del Año Nuevo. En el último minuto, Alex armó una fiesta por la víspera del Año Nuevo. Sofia ni siquiera sabía sobre ello hasta que llegó a casa esa noche después de cerrar el restaurante con Sal, quién regresó a casa por las fiestas. Entusiasmada con una fiesta, Sofia corrió a su habitación para cambiarse. Meses antes, había tomado prestada la blusa más linda de Sarah, y no tuvo la oportunidad de usarla. Todo hecho, bajó las escaleras, entusiasmada con que Eric la viera en ella. Él aún no se encontraba ahí, pero Alex le echó una mirada y la hizo ir a cambiar. Como de costumbre, Sofia se encontraba tan enojada que estaba a punto de llorar. Sólo porque era una blusa con la espalda abierta, y estaban viniendo algunos de sus amigos de la universidad. Era ridículo. Después de cambiarse por una de sus blusas aburridas, porque no tenía nada sexy, bajó las escaleras. Al final resultó que, aunque su blusa era aburrida, fue suficiente para volver loco a Eric. Se apoyó contra él detrás de la barra en el garaje, donde los chicos estaban jugando billar, él se alejó.

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―Detente ―susurró. Se rio. Sus tres hermanos se encontraban absortos en el juego. Las chicas con las que Alex hablaba eran tan tontas, Sofia apenas podía creer que estaban en la universidad. Sus evidentes intentos de atrapar a sus hermanos eran casi graciosos. Angel, por supuesto, no era consciente de ellos. Le sorprendía que no diera por terminada la noche y se fuera arriba, con el estado de ánimo en el que se encontraba. Alex hizo click en el canal del televisor que colgaba en un rincón del garaje. Se estaban preparando para la cuenta regresiva para el Año Nuevo. Romero dijo que quería verlo en la pantalla grande adentro. Sofia tiró del brazo de Eric. ―Vamos, vayamos con él. Tengo que ver esto ahí. Es mucho más grande. Ninguno de sus hermanos incluso se inmutó al escucharle decir a Romero que la esperaba a ella y a Eric. Una vez adentro, apenas habían cerrado la puerta de la cocina detrás de ellos y Sofia estuvo sobre Eric. Eric no la decepcionó, con un hambre que hacía juego con la suya. Pero él siempre estaba siendo cauteloso. Ni siquiera siguieron a Romero a la habitación de adelante. Escucharon la cuenta regresiva, luego los gritos y la música comenzaron. Eric dio unos pasos hacia atrás, finalmente se detuvo cuando no tuvo otra opción y se apoyó contra el fregadero. Podía sentirlo ahora a través de su pantalón, pero se detuvo para ver si alguien estaba mirando. Finalmente, él cedió y tomó su boca en la suya, devorando completamente su lengua. Sus entrañas se volvieron salvajes. La puerta trasera se abrió. ―¡Qué mierda! Sofia se dio la vuelta, protegiendo a Eric de un Alex muy enfurecido. Cargó hacia Eric. ―¿Estás besando a mi hermanita? Sofia levantó su mano en un intento por retenerlo. ―Fue sólo un beso de Año Nuevo. ―Me importa una mierda. ―La voz de Alex se hacía más fuerte con cada palabra que decía―. No puedes besar a mi hermana de esa forma. ¿Qué demonios está mal contigo? Angel había entrado justo después de Alex, pero no los había visto besándose. Trató de ponerse frente a Alex ―Espera, Alex. ¿Besarla cómo?

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―Era solo por año nuevo, Alex. Relájate ―insistió Eric. Tras escuchar eso, incluso más enfurecido que antes, Alex pasó por encima de Sofie y agarró a Eric por la camisa. ―Sé lo que vi, desgraciado. Sofia, ¡muévete! Sofia no cedió. En su lugar empujó a Alex hacia atrás usando ambas manos. Sal había entrado corriendo y entre él, Angel y Sofia se las habían arreglado para mantener controlado a Alex. Eric se deslizó desde atrás de Sofia y se dirigió hacia la puerta. ―¿Qué demonios Alex? ―preguntó Angel―. Eric, espera. Eric ni siquiera caminó más lento ―¡No, lo quiero fuera! ―rugió Alex. Después de que Alex juró romperle el culo a Eric si se le volvía a acercar a Sofia, Angel se giró hacia ella y le preguntó: ―¿Cómo estaba besándote? Sofia tenía tal nudo en la garganta que ni siquiera pudo contestar, pero eso no importó. Alex no le dio la oportunidad antes de gritar: ―¡Tu amigo tenía su lengua metida en su garganta! Angel se veía estupefacto. ―¡A lo mejor, yo tenía mi lengua metida en su garganta! ―gritó Sofia―. ¿Alguna vez pensaste en eso? ―Los tres hermanos se quedaron parados mirándola fijamente. Alex parpadeó y abrió su boca, pero no salió nada―. Ya no soy un bebé, Alex. Estoy cansada de que me trates como uno. Ella lo vio tragar. ―Tienes dieciséis, Sof. Incluso aunque su tono era mucho más suave ahora, la enojó. Acababa de amenazar con lastimar a Eric si se le acercaba. Sacándolo de su vida, así como así. ―¡Voy a verlo si quiero! ¡No puedes detenerme! Ella empujó a Romero al pasar, quien se había quedado parado en la puerta de la cocina, mirando y escuchando el espectáculo completo. Entonces Alex estaba gritando otra vez. ―¡¿Me escuchaste Sofia?! ¡Ni una mierda lo vas a hacer! Oh, ella lo había escuchado bien. Sofia subió corriendo las escaleras, pero estaba cansada de sus hermanos manejando su vida. Aporreó la puerta hasta cerrarla, antes de tirarse sobre su cama, sollozando.

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* * *

Por muy mal que hubiesen salido las cosas, no era de cerca ni tan malo como podrían haber salido. Cuando Alex entró a la cocina, Eric había estado a segundos de apretar el trasero de Sofia con ambas manos. Ella le había hecho cosas que lo hicieron perder completamente la cabeza. Sabía que era una mala idea hacerle algo con su hermano a algunos metros de distancia. Por mucho que tratase de evitarlo, evitarla a ella, era imposible. Estar con Sofia era como una droga adictiva. Sabía que las consecuencias serían letales, y sin embargo la anhelaba más que nada. Cuanto más tenía, más deseaba. Después de que Eric llamara a Angel a la mañana siguiente, estuvo aliviado de escuchar que no estaba enojado con él. Aparentemente, Sofia le había explicado a Angel que ella había tomado la iniciativa. Le había dicho que Eric solamente la había abrazado y que ella había empezado el beso. Dado que Angel no había visto nada, ella lo hizo sonar como si solamente se hubieran abrazado, ella lo hubiera besado, y Alex hubiese entrado justo después. Con el legendario temperamento de Alex no era difícil de imaginar que hubiese sobre reaccionado. Sin embargo, Angel se había tomado el esfuerzo de hacer prometer a Eric que nada como eso volvería a pasar nunca. Ahora que sus hermanos estarían sobre ellos las cosas serían mucho más difíciles. La amenaza de Alex era suficiente para mantener alejado a Eric por el momento, pero de ninguna forma se mantendría lejos para bien. Tenía que haber una forma de convencerlos de que podían confiar en él. El cómo era la pregunta del millón de dólares. Unos días después, Eric nunca habría pensado que estaría hastiado por la cantidad de tiempo libre que les daban en la escuela por las vacaciones. No había visto a Sofia en días. Lo estaba matando. Su única esperanza de tener una oportunidad de salir con ella ahora era la escuela. Al menos, hasta que las cosas se calmaran con Alex. No había manera de que pusiera un pie sobre su casa, o su restaurante… no por el momento. Todavía en su pantalón de pijama y camiseta, terminó de descargar el lavaplatos. Con su padre fuera todo el día, pensó en llamar a Romero y preguntarle si le gustaría ir al parque y lanzar algunas canastas. Necesitaba salir, dejar de pensar en la necesidad de ver a Sofia. Hubo un toque en su puerta de atrás. Eric miró por la ventana de su cocina. Increíblemente, era Sofia. Estaba en su ropa de correr. Eric tragó, sintiendo la adrenalina tanto de emoción como de espanto que fluían dentro de él mientras se

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apresuraba a abrir la puerta. En el segundo en que abrió la puerta, ella saltó en sus brazos. Eric la abrazó, mirando hacia su patio y asegurándose de que no había nadie más allí. El camino que había detrás de su propiedad recorría toda la longitud de la cuadra, y terminaba donde vivía. Él a menudo lo tomaba para ir a donde los Moreno, en vez de ir por el camino del frente. Dio un paso atrás y cerró la puerta detrás de ella. Antes de que pudiera siquiera preguntar, ella lo besó, e incapaz de contenerse, la tomó entre sus brazos. Las manos de ella fueron hacia su espalda, y luego todo el camino hacia el frente de su pijama. Ella lo ahuecó, haciéndolo gemir. ―No, Sof, Por favor. ―Ellos no pueden detenernos, Eric. ―Lo sé, pero… ―Su aliento de detuvo cuando sintió su mano envolviéndose alrededor de él por sobre su pijama. Su vista casi lo cegó. Ella podía ser tan hermosa, pero justo en este momento era tan malditamente sexy que dolía. Sus largas pestañas parpadearon en cámara lenta. ―Te amo ―susurró ella. Las palabras lo abrumaron. Él siempre había amado a Sofia. Al principio como a una hermana, pero apenas hasta ese momento se le ocurrió que estaba enamorado de ella justo ahora. Y ahí estaba ella, diciéndole que lo amaba también. ―Yo también te amo, Sofie. Él la beso, un beso más suave y gentil que el de antes. La ternura que sentía hizo que su corazón martilleara de una manera distinta a cuando ella estaba simplemente volviéndolo loco. El pecho de ella se alzó y cayó un poco más fuerte mientras su respiración se aceleraba. Tomó la mano de él y la guio hacia arriba por sobre su blusa. Eric tragó ante la sensación de su suave pecho dentro de su mano. Solamente había soñado con hacer esto, pero lo había hecho por demasiado tiempo. Cerró los ojos mientras se permitía acariciarlo suavemente. Ella empezó a levantarse la blusa. Eric solamente era capaz de mirar, pero no podía hacerse a sí mismo quitar la mano. Quería más. Quería besarla ahí, tenerla con su boca. El timbre sonó y se congelaron. Eric jaló su mano lejos de ella. ―¿Dónde están tus hermanos? ―Tanto Alex como Sal están en la escuela. ―Bajó su blusa y se dirigió a la puerta trasera―. Angel acababa de salir de la ducha cuando me fui.

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El timbre sonó otra vez y Sofia salió corriendo por la puerta trasera. Eric esperó hasta que estuvo completamente fuera de la vista antes de dirigirse hacia la puerta principal. Mandó para abajo la tienda en su pantalón. Incluso aunque supiera que Sofia estaba probablemente a mitad de camino de su casa, su corazón casi se le sale cuando abrió la puerta y vio a Angel parado ahí. Tampoco se veía muy contento. Eric contuvo el aliento. ―¿Qué está mal contigo? ―preguntó Angel. Eric sacudió la cabeza, todavía esperando por el puño de Angel cuando volara hacia él. ―Vístete. El pedazo de mierda de Romero volvió a descomponerse. Vamos a tener que empujarlo por la carretera. ―Angel rió, aligerando el humor―. Está atascado en el carril izquierdo deteniendo el tráfico. Eric rió más por alivio que por gracia ―Dame un minuto y estoy listo para irme. ―Se apresuró hasta su cuarto para cambiarse. Su corazón había estado tamborileando desde el momento en que vio a Sofia, pero ahora lo hacía por una razón completamente diferente. Después de hoy, no había vuelta atrás. Si conocía a Sofia, las cosas solo irían a lugares que serían letales para él. Por mucho que se dijera a sí mismo que no se dejaría llegar hasta ese punto (la había convencido de que no lo harían) no creía que tuviese lo necesario en él para pararlo. Lo que sentía cuando estaba con Sofia era algo que nunca antes había experimentado. Tan equilibrado como siempre había sido, no había cantidad de fuerza de voluntad que le evitaran el seguir con lo que fuese que ella quisiera. Y lo había visto en sus ojos hoy, sentido en sus besos. Ella quería mucho más.

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Capítulo 6 Por una vez Traducido por Lapaskis y magdys83 Corregido por flochi

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ólo dos semanas después, Eric era un habitual en la residencia y el restaurante Moreno de nuevo. Aunque Alex estuvo frío con él al principio, finalmente entró en razón, pero las cosas habían cambiado. Sofia sabía que las cosas nunca volverían a ser como una vez habían sido. Angel sabía que Sofia tenía sentimientos por Eric. Ella se lo había dicho la mañana después del arrebato de la víspera de Año Nuevo. No iba a ocultarlo más. Si sus hermanos querían creer que era todavía una niña, podían hacerlo. Pero no podían obligarla a ocultar el enorme cariño que sentía por Eric. Él volvió a comer en su casa con regularidad. Sofia le adulaba, haciéndole comidas y postres especiales. Alex y Angel miraban, fingiendo que no había ninguna diferencia en la forma en que ella se comportaba antes de Año Nuevo. Pero vio la mirada de irritación cuando Alex entraba en la cocina y la encontraba riendo con Eric. Las bromas sobre que él estaba en su cocina más que ellos, comenzaron a tomar un tono diferente, especialmente las de Alex. A Sofia no le importaba. Después de meses de andar a escondidas, había aprendido algunas cosas que volvían loco a Eric. Él le había regresado el favor, y habían estado muy cerca de llegar hasta el final varias veces. Amaba desnudarse completamente para él en su casa, pero el miedo al embarazo les impidió hacer lo que con tantas ganas deseaban. Fue sólo unos pocos meses antes de cumplir los diecisiete años. Su padre hizo un comentario que nunca olvidó. ―No puedes tener novio hasta que tengas diecisiete.

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En ese momento, pensó que era completamente absurdo. Ahora que había sólo unos meses de distancia, no sonaba tan mal. Casi no podía esperar. Su papá probablemente lo había olvidado, pero ella se lo recordaría. Aunque ella y Eric aprovechaban al máximo sus momentos robados, estaba cansada de mentir todo el tiempo acerca de dónde iba. Andar a escondidas era emocionante, pero habían tenido demasiados sustos. Quería ser capaz de simplemente decir: “Voy a estar con Eric todo el día”. Más que nada, quería que las malditas chicas de la escuela supiesen que Eric estaba prohibido. Ya habían tenido una discusión sobre una chica que estaba encima de él todo el tiempo, e incluso le preguntó sobre la fiesta de graduación. Eric prometió que si no podía ir con Sofia, no iría. Sofia se sentía mal. No quería que se perdiera su baile de graduación, pero él llevando a otra estaba fuera de cuestión. Sarah y Angel estaban de nuevo juntos, y tan inseparables como siempre. Era un viernes por la noche y todos los chicos y Sara habían terminado. Estaban en la parte trasera jugando al billar. Angel y Sarah estaban abrazados en la esquina, mientras que Alex y Romero jugaban. Sofia como siempre, estaba junto a Eric, riendo disimuladamente. Alex levantó la vista de donde estaba inclinado, listo para golpear la bola. Sofia atrapó su mirada y sonrió. ―¿Quién va ganando? ―¿Quién crees? ―dijo Alex, calmando su expresión. ―Este simplemente no es mi juego ―dijo Romero―. Pruébame en los bolos. Entonces vas a perder tu culo. Alex rodó sus ojos y golpeó la bola. ―Chicos, ¿quieren ir a jugar a los bolos mañana por la tarde? ―Romero miró a su alrededor. ―Yo voy ―dijo Angel. ―No. ―Sarah levantó su ceja―. Tienes una prueba mañana. Angel gimió. ―¿Eso es mañana ya? ―¿Una prueba para qué? ―preguntó Romero. ―Su esmoquin, para la fiesta de graduación ―respondió Sarah por él. ―No me jodas. ―Romero se echó a reír―. ¿Realmente llevarás un traje de camarero?

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―¿Tu no? ―Angel se levantó del taburete y se acercó a la pequeña nevera junto a la barra. ―Debes ―añadió Sarah. ―No sé. No estoy seguro de si incluso voy a ir. ―Romero se volvió hacia Eric―. ¿Tú vas? Sofia se puso tensa. Eric se encogió de hombros. ―Depende. Romero levantó la vista de donde estaba listo para golpear la bola. ―¿De qué? Eric respiró hondo, mirando a Sofia. ―Si estos chicos me van a dejar llevar a Sof. Sofia casi se atragantó con su goma de mascar. Tanto Alex como Angel dejaron de hacer lo que estaban haciendo y lo miraron. No tenía ni idea de que él iba simplemente a decirlo así. Antes de que pudieran contestar, añadió: ―De lo contrario, no voy a ir. Todo el mundo parecía contener la respiración. ―Podríamos ir juntos. ―Sarah finalmente rompió la tensión―. Será divertido. Para incredulidad de Sofia, Alex se encogió de hombros. ―Si Angel está toda la noche con ustedes chicos. Estoy de acuerdo con esto. Sofia apenas podía contenerse. Todo lo que Angel tenía que decir era está bien y ellos serían libres. Él finalmente, apartó la mirada de Eric y miró atrás a Sarah. Sarah le dirigió una mirada suplicante, y Sofia supo que había trato. Angel negó con la cabeza, pero sonrió a Sarah. ―Sí, podemos hacer eso. Sofia saltó de su taburete, abrazó a Angel luego a Sarah. A continuación, se precipitó hacia Alex y lo apretó. ―Está bien, está bien ―dijo, sonando tan molesto como ella esperaba que lo hiciera. Así sería capaz de salir con Eric, y lo deseaba tanto, abrazó a Romero. Sara se rió. Finalmente, regresó cerca de Eric, quien le dio una mirada de advertencia, pero ella lo abrazó de todos modos. ―¡Sí, voy a ir al baile!

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Sabía que sus padres tampoco tendrían problema con esto. Amaban a Eric.

* * *

El baile era la primera oportunidad de Eric para decir algo sobre la relación entre Sofia y él. Si alguna vez hubo alguna duda de que Sofia estaba prohibida, Eric ahora estaba dejando las cosas claras. Ya había visto suficientes cejas levantarse cuando caminaron, tomados de la mano, sabía que la gente hablaría incluso después del baile. Que Angel y Sarah fueran elegidos reina y rey del baile debería haber sido algo bueno. Excepto que una ex-novia de Angel, Dana, había tenido muchos votos, y el resto de sus amigas animadoras y ella, decidieron protestar y exigir un recuento. Empezó a ponerse feo cuando todos los amigos del equipo de atletismo de Sarah y Sofia salieron en defensa de Sarah. Dana y algunos de sus amigos en realidad fueron escoltados fuera durante el baile de Sarah y Angel. Sofia estaba furiosa. Más de una vez, Eric tuvo que retenerla. El Moreno en ella estaba vivo y bien, y listo para patear algún culo. El único error de Angel fue darle a Dana un momento cuando ella se lo rogó a las afueras de la sala de banquetes. Eric sospechaba que las lágrimas que corrían por su rostro tenían mucho que ver con que Angel cediera… gran error. Sarah se alejó, con Sofia siguiéndola. Angel sólo habló con Dana por un momento antes de ir tras Sarah, pero tenía sus manos llenas. Sarah insistió en que la llevara a casa directamente. Por supuesto, Angel no hizo caso. Le pidió a Eric si podía pasar el rato con Sofia por una hora o así, y luego reunirse más tarde con ellos en la playa. Eric le deseaba buena suerte a Angel, y se rindió y corrió. Como de costumbre, Sofia comenzó a atormentar a Eric. Había una pequeña cala escondida que habían descubierto hacía apenas unas semanas en la playa. Las enormes rocas y los frondosos arbustos que la rodeaban los hacía prácticamente invisible para el resto del mundo. Con una manta y un par de cervezas en la mano, entraron en su cala secreta. El corazón de Eric latía más irregular de lo que normalmente hacía cuando supo que iba a tener pronto a Sofia en sus brazos. Cada vez que estaba con ella se hacía m{s difícil resistirse a hacer lo que tanto anhelaban, pero sabía que no deberían… no podía.

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Apenas la manta estuvo abajo, estuvieron sobre ella, besándose desesperadamente. Le encantaba la forma en que Sofia siempre enloquecía igual que él cuando estaban juntos. Lo volvía loco que no hiciera nada para ocultar su necesidad por él. Sus manos estaban en su cremallera. ―Sof, nena, no, no aquí. ―¿Por qué? Nadie puede vernos. ―¿Qué pasa si tu hermano aparece? Sofia frunció el ceño. ―¿Estás bromeando? Sarah está tan enojada, y no la culpo. Esa perra, Dana, casi comenzó un motín. Angel debería haberla dicho que se fuera al infierno. Van a venir, pero va a pasar un rato antes de que convenza a Sarah. Eric tragó saliva mientras Sofia continuaba desabrochándolo. Con esa enloquecida mirada burlona en sus ojos, ella sonrió con satisfacción y comenzó a sentarse a horcajadas sobre él. Eric se sentó con una mano en la manta para sostenerse, y la otra en su pierna. ―Nena, no podemos. ―Sólo una vez ―susurró―. ¿No quieres sentirlo, por una vez? ¿Estaba loca? Quería sentirlo una y otra vez con ella, pero esto era una locura. ―No tengo ningún tipo de protección. ―Pararemos antes de que algo pase. Eric se rió nerviosamente. ―Eso es algo que se supone que debo decir yo, no tú. Mordiendo su hermoso labio, ella le dio su mirada ardiente distintiva. La mirada que sabía que él no podía resistir. Estuvo perdido, y dejó caer la cabeza hacia atrás, cada gota de racionalidad sofocada por algo mucho más poderoso. Su vestido lo cubrió de ver lo que estaba pasando por debajo, pero él jadeó cuando sintió su calidez y suavidad. Ella fue muy despacio, con los ojos atemorizados en él todo el tiempo. Cerró los ojos, apretando sus cejas, en malestar evidente. ―¿Estás bien? Ella asintió, pero no respondió y siguió. Así no era como él quería que fuera su primera vez, pero ninguna cantidad de resistencia podría evitar que esto pasara ahora. Él había llegado tan lejos, su corazón casi perforando su pecho.

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―¿Estás segura? ―Consiguió sacar las palabras, pero incluso respirar se convirtió en una lucha. Ella asintió, sus ojos parpadeando muy lentamente. Y luego, abrió los ojos y sonrió. ―Lo hicimos ―susurró. Los ojos de Eric se pusieron en blanco mientras respiraba profundamente. Debería decirle que se saliera, eso era todo, ya estaba listo para explotar. Pero el éxtasis de todo lo aturdió. Entonces ella hizo la peor cosa que pudo en ese segundo, moverse. Tratando desesperadamente por detenerla, él suplicó: ―Sofie, bájate. Ella lo hizo de prisa y aunque había estado justo a tiempo, supo que se equivocaron. No fue un fallo completo. La manta lo cubrió mientras su cuerpo entero todavía palpitaba. Sofia se inclinó sobre él. ―Eso estuvo cerca. Él ni siquiera mencionó cuán cerca. A partir de ese momento, tenían que llevar protección, siempre. Sin importar lo mucho que quería creer en lo que había dicho Sofia, sólo una vez. Ahora no había vuelta atrás. Tan consciente de lo peligroso que era esto para su vida, no había manera en el mundo en que pudiera siquiera decir no a esa sensación de nuevo. No con Sofia.

* * *

La risa de Sarah llegó todo el camino hacia la habitación de Sofie. El sonido de la misma generalmente hacia sonreír a Sofia, pero ahora todo en lo que podía pensar era en una cosa. Miró fijamente al teléfono. El calendario estaba abierto y contó de nuevo. Eran exactamente veintiocho días desde su último periodo. Se había atrasado una o dos veces desde que empezó su periodo, pero no en más de un año. Venía cada veintiocho días como un reloj. Sofia estaba casi en el momento. Debió haber sido esa mañana. Incluso había puesto una toalla en la cama como siempre hacía la noche antes de saber que estaba empezando para evitar cualquier desastre. Aquí estaba, tres de la tarde y nada. Ella y Eric lo habían hecho varias veces más desde el baile de graduación. Eric se aseguró de que tenían protección cada vez, pero el hecho era que, en el baile de graduación no lo tenían. Ella no pondría a Eric en pánico, todavía. En el pasado, habían sido uno o incluso dos días de retraso, pero eso sólo sucedió dos veces en los últimos tres años. ¿Cuáles eran las

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probabilidades de que le sucediera de nuevo el mes después de que tuvo sexo sin protección? Por mucho que lo había empujado al fondo de su cabeza desde entonces, no había un día en que no pensara en ese momento de pasión, cuando ella había ignorado por completo su buen juicio. Ni siquiera tenía un día de retraso todavía, y su ansiedad ya había alcanzado momentos desesperados. La única persona a la que confiaría todo el tiempo acerca de las cosas que ella y Eric habían hecho era Sarah, pero no le había dicho que ellos habían sido sexualmente activos. Después de leer algunos artículos más en línea acerca de los primeros indicios del embarazo, ya no podía quedarse quieta. Era una ilusión, más que nada de su parte, que la hizo revisar una última vez antes de ir al piso inferior, nada, ni siquiera un rastro. Su cuerpo ni siquiera se sentía igual como normalmente lo hacía. Estaba generalmente dolorida e hinchada. Tampoco lo estaba. Sofia entró cuando Angel y Sarah estaban besándose en la cocina. Angel ni siquiera se inmutó, pero Sarah separó los labios de los suyos. Esta no era la primera vez que entraba con ellos. Su hermano era incapaz de mantener sus manos fuera de Sarah. Tenía a Sarah pegada contra el fregadero, pero ella se retorció para salir de su abrazo sonrojada. Sofia forzó una sonrisa. ―Lamento la interrupción. Sarah caminó alrededor de la isla central y se sentó donde se suponía que ellos debían estar estudiando. ―Estoy contenta de que eras tú y no uno de tus padres. ―Le disparó una mirada a Angel. Angel sonrió con satisfacción como siempre, sin inmutarse, desvergonzado por la interrupción. Caminó alrededor de la isla central y tomó asiento junto a Sarah, de nuevo su mano inmediatamente en su pierna. Sofia nunca había preguntado, pero no había duda de que éstos dos eran activos. Alex y Romero entraron en la cocina desde la puerta trasera y asintieron cuando vieron a Angel. ―Bien, no estás ocupado. Danos una mano. ―Alex besó la frente de Sofia cuando caminó junto a ella. ―¿Qué quieres decir con que no estoy ocupado? ―Angel intentó sonar molesto―. Estoy estudiando. Alex puso los ojos en blanco.

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―Puedes regresar a eso cuando acabemos. ―¿Acabar con qué? ―Angel se levantó, pero no antes de besar a Sarah. ―Compré un nuevo banco y algunas pesas más. ―Alex sacó un par de botellas de agua de la nevera―. El culo escuálido de Romero no será de mucha ayuda. ―Amigo, estoy justo aquí. Puedo escucharte ―dijo Romero mientras agarraba una bolsa de pretzels de la encimera. Alex lo ignoró, en su lugar volteó hacia Sofia. ―¿No se supone que debes estar hoy en el restaurante? ―Comenzó a ir hacia la puerta. ―Sí, voy a cerrar. Entro a las cuatro. Él asintió. Angel levantó las manos y Alex le lanzó el agua. ―¿La llevas? ―No, Eric dijo que podía, ¿verdad? ―Angel se volvió hacia Sofia. Sofia asintió, pero antes de que pudiera decir nada más, Alex se detuvo a medio camino. Miró a Sofia, después de regreso a Angel. ―¿Por qué Eric? Angel se encogió de hombros. ―Se lo pedí, así podía estudiar. El rostro de Alex se agrió. ―Está bien ―dijo Angel, antes de que Alex pudiera empezar―. Yo la llevaré. Alex ni siquiera miró atrás a Sofia antes de aproximarse de nuevo a la puerta. ―Si no puedes, lo haré. Normalmente, Sofia hubiera discutido, pero hoy no estaba con ganas para eso. Alex nunca vería a Eric de la misma manera otra vez. No después de lo que había visto en Año Nuevo. Seguro, había consentido en dejar que Eric la llevara al baile de graduación, pero eso era sólo porque Angel estaría ahí. Angel no había mencionado dejarla sola con Eric esa noche. Alex habría tenido un arrebato. Sus hermanos estaban en negación, no eran estúpidos. Ninguno de ellos, pero especialmente Alex, estaban cómodos con ella estando a solas con Eric. Ella estaba contenta de que Angel, de hecho, no hubiera presenciado el beso de Año Nuevo, o definitivamente no estaría tan bien acerca de ella estando a solas con Eric. Sal era mucho más relajado que Alex y Angel, pero sabía que el hecho de que se hubiera ido hace tanto tenía mucho que ver con eso.

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Una vez que todos estaban afuera, Sofia volteó hacia Sarah y frunció el ceño. Sarah le dio una sonrisa compasiva de lado. ―Sólo unos cuantos meses más. Sofia le había dicho a Sarah acerca de lo que su padre había dicho hace años. Ella volteó para asegurarse que sus hermanos estaban fuera del alcance del oído, después regresó a Sarah. Se inclinó en la isla central enfrente de Sarah. ―¿Alguna vez te has preocupada por quedar embarazada? Su pregunta borró enseguida la sonrisa de la cara de Sarah. Sus ojos se abrieron. ―Me prescribieron la píldora. ―Sofia la miró fijamente sin decir nada―. No est{s pensando en… Lágrimas cálidas llenaron los ojos de Sofia. Sarah se levantó. ―¿Lo has hecho? Sofia asintió, limpiando sus ojos. Lo último que necesitaba era que sus hermanos entraran haciendo preguntas. Le tomó un momento comprenderlo, pero Sofia vio el momento en que lo hizo en la cabeza de Sarah. ―Oh, Dios mío, ¿crees que lo estás? ―Ella parecía tan aterrorizada como se sentía Sofia. ―No lo sé. Sarah no dijo nada más, sólo estaba ahí parada mirándola. ―En realidad no he perdido mi periodo todavía. Se supone que debe llegar hoy. ―Ella le explicó acerca de nunca retrasarse y que siempre llega en la mañana. Decirlo en voz alta tuvo el efecto opuesto que pensó que tendría. Sofia esperaba sentirse mejor compartiendo con alguien más. En su lugar, hizo que la realidad de eso saltara sobre ella―. No sé lo que voy a hacer. Sarah dejó de mirarla para ver por la ventana. ―Alex ―susurró. Sofia se giró para verlo caminar hacia la puerta. Le dio la espalda rápidamente y abrió la nevera. Las lágrimas habían empezado a llenar sus ojos de nuevo. Alex definitivamente haría preguntas. La puerta se abrió, y entró. Ella fingió excavar en la gaveta de los fiambres cuando se abrió la puerta del congelador. ―¿Puedo entrar aquí, Sof? Ella se movió para darle espacio. Sonó el timbre.

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―Yo abriré. ―La voz de Sarah fue un grito cercano. Sofia se había movido hacia el fregadero para el momento en que Sarah regresó a la cocina acompañada por Eric. Alex todavía estaba ocupado llenando una bolsa plástica con hielo. Todavía sintiéndose muy emocional, la vista de Eric casi la asfixió. ―¿Estás lista? Alex se volvió hacia Eric. ―Angel puede llevarla, pero tú puedes quedarte y ayudarme a llevar mis pesas al garaje. Eric miró a Sofia. ―¿Estás seguro? Puedo llevarla, regresar y ayudarte. Angel dijo que tenía que estudiar. Alex terminó con el hielo y se acercó para agregar algo de agua en la bolsa plástica. ―Nah. ―Él no levantó la vista del grifo―. Angel lo tiene. Ven aquí y ayúdame. ―Él caminó hacia la puerta trasera―. Romero es más un problema de lo que ayuda. Le dije que era demasiado pesado, pero lo conoces ―soltó una risita―, lo dejó caer justo en su dedo. Eric se rió, luego se volvió hacia Sofia, un poco frustrado. Por una vez, el carácter inflexible de Alex había sido útil. Sofia sabía que estaría tentada en mencionarle su preocupación a Eric. No había manera en que conseguiría dormir esta noche si no tenía su periodo hoy. No tenía sentido que ambos perdieran el sueño… todavía.

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Capítulo 7 Crisis Traducido por Pidge y Shilo Corregido por Jut

N

ada. Absolutamente nada, podría preparar a Eric para el horror que esas cinco pequeñas palabras podrían generar. No ha llegado mi período.

Sus grandes, ansiosos ojos lo miraron fijamente, sus labios ya temblando. Eric nunca se había sentido débil en su vida, pero estaba seguro de que esto era lo que se sentía. Tuvo que recordarse a sí mismo de respirar. Por un momento, pensó que su propio labio comenzaba a temblar. ―¿Cuán atrasado esta? ―Un día, pero nunca llega tarde. Eric se llevó el puño su boca. ¡Maldición! No podía dejarle ver lo que estaba sintiendo. Siempre había pensado que si alguna vez dejaba a alguien embarazada, lo peor sería tener que decirle a su papá. Decirle a su padre ni siquiera se comparaba con el terror de tener que decirle a sus hermanos. Alex lo iba a matar, y no era una exageración. Sus tres hermanos iban a estar sobre él, pero esa no era siquiera la peor parte. Angel había confiado en él por completo, le dio el beneficio de la duda, incluso después del incidente de Año Nuevo, y ¿así es como Eric le pagaba? ―Debería haber llegado ayer. ―Sofia comenzó a llorar―. Quería esperar más tiempo para decirte, pero estoy tan enferma de preocupación. No podía soportarlo. Eric se inclinó y la abrazó. Se sentaron en su coche a las afueras del restaurante. Ahora sabía por qué ella no quería decirle allí. Se había dado cuenta que algo andaba mal en el momento que salió del restaurante, e insistió en que le dijera en ese mismo momento. Se echó hacia atrás y encendió el auto. Si alguien salía ahora y la veía sentada en su auto llorando, podrían llegar a sus hermanos. Condujo unas pocas cuadras antes de parar en una calle residencial y estacionar.

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―Sarah dice que es demasiado pronto para tomar una prueba de embarazo. ―¿Le dijiste a Sarah? ―Las palabras salieron mucho más fuertes de lo que pretendía. ―Sí, no te enojes por favor. Tuve que decirle a alguien. Me estaba volviendo loca. Ella no va a decir nada. Lo prometo. El pensamiento de la novia de Angel sabiendo de ellos asusto la mierda fuera de él, pero dudaba que Sarah estaría dispuesta a ser la que le diera la noticia a Angel aunque se lo pidieran que lo hiciera. ―¿Qué fue lo que dijo acerca de la prueba? ―Si la tomo demasiado pronto, puede ser que sea un falso negativo por lo que debería esperar. ―¿Cuánto tiempo? ―Unos días más. Eric limpió la lágrima que se deslizó por su mejilla. Siempre había odiado verla llorar. Deslizó su mano entre las suyas y se la llevó a los labios, besándola suavemente. ―No nos preocupemos todavía. Es posible que no lo estés. Después de dejarla en su casa, se dirigió a la suya. Apenas había dado unos pasos en el interior cuando corrió al baño y vomitó violentamente. Su cabeza había estado en una niebla cuando llegó a su camino de entrada que, o bien no se había dado cuenta del auto de su papá estacionado allí, o él acababa de entrar, pero sobresaltó a Eric. ―¿Has estado bebiendo, Eric? Eric miró a su padre, de pie en la puerta del baño. Su interior todavía revuelto. ―No. ―Entonces, ¿qué te pasa? Mi novia de dieciséis años de edad, está embarazada. Traicioné a mi mejor amigo de la peor manera imaginable. Probablemente va a terminar en la cárcel por asesinarme. En realidad nada. ―No sé. Me sentí enfermo de repente. Menos sospechoso y más preocupado, su padre le preguntó: ―¿Necesitas que te lleve a la sala de emergencia?

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Eric negó. Después de ser interrogado un poco más, convenció a su padre que debía haber sido algo que comió. Se fue a su habitación y se quedó allí durante horas, mirando al techo. Aunque no era la persona más religiosa en el planeta, y Dios probablemente no estaba pensando demasiado favorablemente de lo que él y Sofia habían hecho, empezó a rezar.

* * *

Varios días tortuosos pasaron desde que Sofia debería haber tenido su período y aún nada. No podía esperar más. Convencida de que estaba embarazada, había empezado a pensar en sus opciones. No había otra opción. Tendría que ir a su mamá, pero quería estar segura primero. Eric estaba en camino de nuevo con una prueba de embarazo. La puerta de entrada sonó y ella tomó una respiración profunda. Oyó voces de Alex y Eric abajo. Eric quería esperar hasta que Alex no estuviera en casa. No quería ni siquiera la oportunidad de la posibilidad de que Alex sintiera que algo estaba mal, pero Sofia no podía esperar más. Ella le dijo que botara la caja y sólo trajera la prueba en su bolsillo. Las voces de abajo parecían desvanecerse, y Sofia sabía que estaban en la cocina. Caminó hacia abajo y se dirigió a la cocina donde Eric se sentó en el centro de la isla. Alex se había hecho una bebida de proteína y la vertió en un vaso. Intercambió miradas con Eric, que parecía tan nervioso como ella se sentía. A pesar de que la última cosa que podía pensar era comer, cortó una naranja e hizo una pequeña charla. Por último, Alex recibió una llamada telefónica que dijo iba a tomar afuera. Tan pronto como él salió por la puerta, Sofia se apresuró hacia el lado de Eric. Sacó el pequeño palo de su bolsillo y se lo entregó bajo la mesa de la isla. Lo cogió, se lo metió en su propio bolsillo y prácticamente salió corriendo por la cocina, casi chocando con Angel mientras se dirigía a la cocina. Él la miró divertido, pero no dijo nada. Corrió escaleras arriba para el baño que separaba su habitación de la de Angel. Eric ya le había enviado un mensaje de texto con las instrucciones de la caja antes y todo lo que necesitaba saber: Una línea = no, dos líneas = sí. La espera del resultado fueron los más largos cinco minutos de su vida. Se puso de pie delante del lavadero, los ojos cerrados, respirando profundamente, comprobando su teléfono varias veces por el tiempo. Los pensamientos de lo que pasaría si tuviera que decirle a su familia plagaban su mente. No tenía miedo de decirle a su mamá. Temía decepcionarla, pero siempre había sido capaz de ir a su

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mamá acerca de cualquier cosa. Pero incluso su madre no sería capaz de contener a sus hermanos, especialmente Alex. Sofia negó con la cabeza. Esto no puede estar pasando. Por último, confirmó que habían pasado cinco minutos. Sofia estaba casi demasiado asustada de mirar hacia abajo. Miró hacia abajo, leyó los resultados e inmediatamente, se vio abrumada con emoción.

* * *

Alex estando en casa era bastante malo, pero de todos los fines de semana para que volviera a casa, Sal estaba allí, también. Los tres hermanos y Eric estaban ahora en el garaje. Alex y Angel estaban bajo el capó del coche de su madre, mientras que Sal, como de costumbre, supervisaba, asegurándose de que todo se hiciera correctamente. No podía ser peor. Si algo salía mal hoy, todos estarían allí para despedazarlo. Las náuseas estaban de vuelta. Todo comenzó en la farmacia cuando se paró allí leyendo las etiquetas de la prueba de embarazo casera. Sólo se intensificó cuando Sal llegó a su casa. Eric se quedó allí respirando profundamente, concentrándose en no estar enfermo, mientras que los hermanos peleaban el uno con el otro. ―¿Podrías darme la maldita cosa? ―Alex le tendió la mano. ―Espera. ―Sal se inclinó para comprobar el trabajo de Alex―. Tienes que asegurarte de que está lo suficientemente apretado. ―Oye, Sr. Soñador. Eric había estado tan absorto en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta de que Alex estaba hablando con él. ―Oye, Eric. Eric se espabiló y lo miró. ―¿Cuál es tu problema? ―Alex no esperó una respuesta―. Haz algo útil y ve y tráeme agua de la nevera. ―Sí, para mí también ―dijo Angel. ―Haz que sean tres ―añadió Sal.

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Eric consiguió asentir mientras caminaba hacia la cocina. Su teléfono sonó justo cuando llegó a la puerta de la cocina, un texto de Sofia. Tragó saliva antes de abrirlo. Negativo... pero ¿qué si es falso? Todavía no tengo mi... El alivio llegó y se fue en el mismo aliento. Por ahora, estaban en claro, pero ella tenía razón. ¿Y si? Caminó en la cocina. Sofia se quedó ahí con cara de preocupación. Cuando sus ojos se encontraron, ella se vino abajo. Eric entró en pánico. ―Sofie, no llores. ―Se volvió a mirar por la ventana―. Todos tus hermanos están ahí fuera, nena. Para su consternación, la señora Moreno entró en la habitación desde la puerta de enfrente. ―Cariño, ¿qué pasa? Sofia secó las lágrimas y trató de serenarse. ―Tengo calambres realmente malos. Su madre le frotó la espalda a Sofia. ―¿Así de malos? Sofia asintió. ―Sí, voy a tomar una aspirina y me acuesto. La señora Moreno se volvió hacia Eric. ―¿Necesitabas algo, Eric? Él se había congelado en el mismo lugar todo el tiempo. ―Uh, sí ―le hizo una seña a la puerta de atrás―, quieren agua. Ella lo miró un poco raro. ―Están en la nevera. Ve y agarra un poco. ―Se volvió hacia Sofia―. Te daré la almohadilla térmica. Eso debería ayudar a aliviar el dolor. Su madre salió de la cocina y Eric fue a la nevera. Mientras se acercaba a Sofia, vio sus ojos muy abiertos de nuevo. ―Debo decirle ―susurró. ―¡No! ―Pero, ¿qué si lo estoy? ―Sofia se caía a pedazos. ―¿Qué pasa si no lo estás? Dale un par de días más.

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Esta fue la peor pesadilla de su vida y sólo empeoró. La puerta trasera se abrió y uno por uno, sus hermanos entraron. Sal habló primero: ―¿Qué te est{ tomando tan…? ―Se detuvo cuando vio a Sofia―. ¿Qué pasa, Sof? Todos los ojos estaban puestos en Sofia, incluidos los de Eric. Él tragó saliva, sintiendo su estómago girar violentamente y casi hizo una mueca de dolor. Ella no le echaría a los leones, ¿verdad? ―No me siento bien. ―¿Estás enferma? ―Calambres. La señora Moreno se dirigió a la cocina, sosteniendo la almohadilla térmica. ―¿Te has tomado la aspirina? Sofia asintió. Eric casi saltó de su piel cuando Alex le dio un golpecito. ―¿Qué te pasa? ―Le sonrió mientras se movía más allá de él para llegar a la nevera. Sofia salió de la cocina con su madre. Eric sólo podía rezar para que no se lo dijera. ―Sí, gracias por traer el agua ―dijo Angel mientras Alex le lanzó una botella. Después de lanzar a Sal una también, le preguntó a Eric si quería. ―No, estoy bien. Me tengo que ir. ―Pensé que ibas a pasar el rato y hacer ejercicio ―dijo Angel, tomando un trago de agua. ―Tengo que hacer algo para mi papá, pero tal vez más tarde voy a volver. Eric no podía salir de allí lo suficientemente rápido. Al segundo que tuvo la oportunidad, le envió un mensaje a Sofia. POR FAVOR, no se lo digas todavía. Su única respuesta fue, está bien. Después de estar de nuevo enfermo en casa y caminando sin rumbo alrededor de la misma por horas, Eric recibió el mensaje de texto de Sofia que le quitó de sus hombros el peso del mundo. ¡La tengo!

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Nunca en la vida había experimentado un alivio tan abrumador. Ese momento cambió todo. Él y Sofia no correrían de nuevo un riesgo como ese. Casi había visto su vida pasar ante él cuando sus hermanos entraron en esa cocina. Había estado tan malditamente preocupado acerca de lo que dirían sus hermanos cuando se enteraran, que nunca había tenido tiempo de preocuparse acerca de ser un padre adolescente. Ahora que ya había terminado y que podía pensar con mayor claridad, no podía creer lo estúpidos que habían sido. Se dejó caer en su cama, su corazón sintiendo todavía los efectos de los días pasados. Le mandó de vuelta un mensaje de texto con las dos palabras que habían venido a él mientras el alivio se manifestaba. ¡Gracias Dios! * * *

Alex estaba en la sala viendo televisión cuando Sofia entró. ―¿Dónde está Angel? Sofia presentía que esa sería la primera cosa que iba a preguntar. ―Con Sarah. Él no ocultó su molestia. ―¿Entonces cómo llegaste a casa? Ya sabía la respuesta a esto. Ella no sabía por qué se molestaba. ―Eric ya estaba en el restaurante entonces se ofreció a traerme. ―Estoy seguro que lo hizo ―murmuró Alex. Sofia sonrió cuando llegó a las escaleras. Aunque la influencia de su hermano ya había empezado a debilitarse, ella y Eric eran más cuidadosos ahora que nunca. Después del susto que habían tenido, Sofia no podría creer que en realidad Eric hubiera estado preocupado acerca de que ella quisiera continuar arriesgándose. Ella podría haber tomado riesgos antes, pero ser golpeada por una realidad tan grande fue suficiente para asustarla completamente. Todavía se escapaban juntos, y todavía hacían cosas en donde estaban terriblemente cerca, pero el recuerdo de la preocupación agonizante por la que habían pasado hacía más fácil resistirse. Claro, Sofia todavía planeaba hacerlo de nuevo eventualmente. Pero por ahora, aún usar condones era demasiado arriesgado. Sofia quería esperar hasta que estuviera tomando la píldora, pero ni siquiera pensaría en pedírselo a su mamá hasta que tuviera permiso de tener un novio. Eso estaba todavía a semanas. Y aun

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así, quería dejar que su mamá asentara la idea de ella teniendo novio. Podrían pasar meses antes de que lo intentaran de nuevo. Esa parte Eric no se la discutió. Dijo que la imagen de sus hermanos entrando a la cocina ese día y lo que había sentido cuando pensó que ella podría decirles estaría con él para siempre. Hasta había tenido pesadillas. No pasaría mucho tiempo, y mientras tanto, ellos encontraron muchas otras maneras de satisfacerse sin los riesgos. Por mucho que Alex pensara que los mantenía separados, no tenía ni idea.

* * *

Eric recibió el mensaje justo cuando entró a la floristería. ¿Adivina a quien le permiten tener novio mientras mantenga altas sus calificaciones? =) Él sonrió. Sofia le había dicho que cuando cumpliera los diecisiete hablaría con sus padres acerca de eso. Ciertamente no había perdido tiempo. Esta era la mañana de su cumpleaños y ya lo había hecho. Otro mensaje llegó antes de que pudiera responder. Voy a tener que empezar a buscar uno. La llamó, en lugar de responder el mensaje, y salió de la floristería para hablar. Contestó en el primer timbrazo. ―No eres graciosa, Sof ―dijo, sonriendo. Ella respondió con una risita. ―Mi mamá estaba algo sorprendida. Creo que no hemos sido tan discretos como pensamos. Dijo que pensó que ya eras mi novio. ―¿Le vas a decir a tus hermanos? ―Eric cerró los ojos y esperó por su respuesta. ―Sólo si preguntan. No voy a anunciarlo o algo. Los nervios empezaron a revolverse dentro de él. No quería nada más que ser el novio de Sofie… y que el mundo entero se enterara, también, pero Sofie era tan descarada. Incluso si fueran una pareja, él todavía tenía todas las intenciones de ser respetuoso enfrente de sus hermanos. No estaba seguro que Sofia estaría en eso con él. Especialmente porque Angel no podía mantener sus manos alejadas de Sarah, sin importar quién estuviera cerca.

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Aún con la aprobación de sus padres, todavía sería interesante de ver lo que sus hermanos tenían que decir al respecto. Sabía que no estarían emocionados, pero Angel había estado de acuerdo con ellos tomados de la mano la noche del baile. Después de lo que había pasado en la playa esa noche, cuando Angel y Sarah finalmente habían llegado, Sofia no se soltó ni una vez de la mano de Eric. Angel y Eric habían intercambiado una mirada, pero no había protestado. Él sabía que Sarah tenía algo que ver en eso. Ella había suavizado a Angel. Alex sería otra historia completa. Una vez que colgaron, caminó de nuevo dentro de la floristería. Había planeado comprarle a Sofia un ligero arreglo floral y un globo regular de “feliz cumpleaños”. En lugar de eso, escogió un globo en forma de corazón con las palabras Te amo, y una docena de rosas. Las mandó a domicilio. Sintió un pequeño revoloteo en su estómago mientras se sentó en su auto. Ya lo había hecho ahora. Lo sabrían en sólo unas pocas horas. En esa misma tarde, alguien tocó la bocina fuera de su casa. Salió y vio a Sofia sentada en un Ford Fiesta blanco. Sonrió de oreja a oreja. La había estado esperando. Sofia había obtenido su licencia finalmente y Angel le había dicho discretamente lo que sus padres estaban planeando para su cumpleaños. ―¡Tengo un auto! ―gritó por la ventana―. Vamos, te llevaré a dar un paseo. Le había dicho que Alex había sido el que había abierto la puerta cuando llegaron las flores. Como era esperado, no estaba muy feliz por eso, pero después de darse cuenta que no tenía opción en el asunto, le dijo que le estaría advirtiendo a Eric de algunas cosas en persona. Ella se lo dijo a Eric de antemano. ―Básicamente, él y Angel se asegurarán que sepas las reglas. ―Se rió―. Como si ya no las hubiéramos roto todas. Alcanzó su muslo y lo apretó. Eric apretó su mano y miró al espejo lateral. Si no conociera tan bien a sus hermanos, el pensamiento de esos dos siguiéndolos no hubiera cruzado nunca su mente. Sofia condujo a la playa y se estacionó. Era un día nublado y apenas había gente ahí. Sólo unos cuantos autos más estaban en el estacionamiento. En el segundo en el que el auto se apagó, estaban uno sobre el otro. Eric se detuvo unas cuantas veces, sin aliento, para mirar a su alrededor. Simplemente no podía dejar pasar que sus hermanos estuvieran mirándolos, pero la costa parecía despejada. Sofia alcanzó su pantalón y abrió su cremallera. ―Sofie, aquí no. Ella sonrió.

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―¿Por qué no? Nadie puede ver lo que estoy haciendo. Él tuvo que haberlo sabido cuando se estacionó en la esquina más aislada de la playa lo que tenía en mente. Un segundo después, dejó caer hacia atrás su cabeza, por puro placer, olvidándose de lo demás.

* * *

Meses después de haberse convertido en una pareja oficial, Sofia todavía estaba tratando de conjurar las agallas para hablar con su madre acerca de tomar la píldora. Por lo que la noche en la que su madre tocó la puerta de su habitación se había convertido en una gran sorpresa. ―¿Estás ocupada? Sofia se quitó sus audífonos. Así era como siempre hacía su tarea. Se sentó en la cama, con las piernas cruzadas, con su portafolio sobre las piernas. Movió el libro a su lado, y palmeó para que su madre se sentara. Su mamá se sentó y respiró profundamente. Miró alrededor de la habitación. No entraba a su cuarto seguido. Sofia tenía un collage en su pared, de ella y Eric. Fotos de ellos cuando eran niños. No le gustaba lo gordita que se veía en algunas de ellas, pero los recuerdos eran tan reconfortantes, que no podía soportar no colocarlas. Su mamá sonrió. ―Ustedes eran tan jóvenes, pero creo que ese chico estaba enamorado de ti inclusive en ese entonces. Sofia sonrió y asintió. ―Eso es lo que él dice. Su mamá tocó su mano. ―¿Y tú lo estabas de él, también? Por alguna razón eso la hizo sonrojarse. ¿Era tan obvio? ―Sí, eso creo. Su mamá miró fijamente el collage por un rato más antes de hablar. Sin mirar a Sofia, dijo: ―Sé que las cosas se est{n poniendo serias entre ustedes… y sé que por mucho que tus hermanos piensen que pueden evitar que ustedes… Sofia se encogió. Su mamá había tenido la charla con ella hace años, pero no en correlación directa con alguien específico.

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―Mam{… ―Déjame terminar, Sofia. ―Apretó la mano de Sofia. Parecía tan nerviosa como Sofia acerca de esto. Aunque eso todavía no ayudaba―. Tu padre y yo… ―¿Papá? ―Sofia se sentó. Esto era mucho peor ahora. ―Tu padre y yo ―continuó su madre, haciendo caso omiso de la mortificación de Sofia―, en realidad no pensamos que tuviéramos que lidiar con esto tan pronto. Ya ves, con tus hermanos siendo como son, honestamente pensamos que pasarían años antes de que alguien se atreviera a venir. ―Se rió―. Poco sabían, había estado cerca todo el tiempo. Su madre sostuvo la mano de Sofia en sus dos manos ahora. ―Nosotros podríamos ser de la vieja escuela, Sofie, pero no somos ingenuos. Sabemos que tus hermanos han estado activos por años. Por mucho que quisiéramos que esperaras… no queremos que te arriesgues. Tienes la vida entera por delante para ti. La emoción empezó a reemplazar la mortificación. ¿De verdad su mamá estaba diciendo lo que estaba pensando? ―Queremos que empieces con el control de natalidad… ―¡De acuerdo! ―Puso su mano en su boca, dándose cuenta que su mamá no había esperado que estuviera de acuerdo tan rápido. Su mamá se aclaró la garganta. ―¿Sí entiendes que convertirte en sexualmente activa cambia todo, verdad? ―Sofia asintió―. Todo se mueve a otro nivel… a otro nivel completamente. Y una vez que llegas ahí no puedes volver atrás. Me refiero ―se detuvo―, tú decides cu{nto y qué tan seguido, pero si alguna vez hay alguien m{s… ―No lo habrá. ―Su mamá fue menos obvia que sus hermanos con su mirada de “est{s siendo ingenua”, pero Sofia podía detectarla a un kilómetro. Se sentó derecha y reiteró―: No lo habrá. Su mamá finalmente lo itió con una sonrisa. ―Bueno. ―Se inclinó y besó a Sofia en la frente, y luego se levantó―. Haré una cita para ti esta semana. Sofia saltó de su cama y abrazó a su madre. ―Gracias. Te quiero.

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―Te quiero también, Mija1. ―Levantó una ceja―. Ahora, ambas sabemos que esto es asunto tuyo y de nadie más, pero estoy segura que tus hermanos lo verán de otra manera. Sé discreta, Sofia. No tengo que decirte lo que podría pasar si ellos te interrumpen… ―Oh Dios, lo sé. No te preocupes. Tan pronto como su madre dejó el cuarto, Sofia agarró su teléfono y le mandó un mensaje a Eric. ¿Adivina qué? Su respuesta fue inmediata. ? Estaba tan emocionada que no podía escribir lo suficientemente rápido. Empezaré a tomar la píldora esta semana. Mi mamá me va a llevar. Un segundo después, su teléfono sonó. ―¿Qué pasó? Sofia le contó con entusiasmo la conversación entera. Cuando terminó, él estuvo en silencio por un momento. Su única respuesta: ―¿Entonces tu papá lo sabe? No pudo evitar reírse.

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Mija: En español original.

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Capítulo 8 El cambio es bueno Traducido por HeythereDelilah1007 y Gry Corregido por Jut

A

costumbrarse a que Eric ya no estuviera en la escuela con ella no era fácil. Él además estaba yendo a la universidad y trabajando ahora, lo que hacía que fuera más difícil para ellos estar juntos tan a menudo como a Sofia le hubiese gustado. Sofia era de último año ahora. La escuela era muchísimo más exigente y ella seguía estando en el equipo de atletismo. No estaba por darle a sus padres alguna razón para que le quitaran su permiso de tener novio, no es como si llegados a este punto hubiera algo que pudiese mantenerlos a ella y a Eric separados, pero le gustaba no tener que escabullirse. Por lo que pasaba mucho tiempo estudiando. Uno de los más grandes cambios de que ahora ni Angel ni Eric estuvieran en la escuela con ella era que los chicos estaban empezando a hablar con Sofia. Era nuevo y emocionante, pero el anillo de Eric colgaba fielmente de la cadena alrededor de su cuello. Sin embargo, eso no significaba que ella nunca coqueteara. Con sus hermanos lejos, descubrió qué tan provocadora podría llegar a ser, y lo disfrutó. Mientras el año pasó, ella y Eric cayeron en una rutina. Entre semana, se veían muchísimo menos de lo que lo habían hecho el año y el verano pasados, pero funcionaba. Estaba bastante feliz de que Eric no se hubiera ido lejos para la universidad. Ella nunca hubiera sobrevivido a eso. Incluso ahora, veía menos de él durante la semana, pero lo veía al menos dos veces, y ambos hablaban todos los días, sin mencionar que se mandaban mensajes de texto todo el tiempo, y por supuesto, hacían el amor frenéticamente, en cada oportunidad que tuvieran. Más tarde en su último año, mientras Eric estaba ocupado atiborrándose para los finales, ella finalmente decidió aparecerse y sorprenderlo en el trabajo. Trabajaba en una gran franquicia de electrodomésticos en el centro comercial. Había pasado por su trabajo antes, pero él estaba siempre tan ocupado que difícilmente tenía tiempo para darle una visita. Por lo que no se había aparecido

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por ahí en un buen tiempo. Esto era lo más largo que habían pasado en mucho tiempo sin verse. Él había estado ocupado preparándose para sus exámenes toda la semana. Ella podía notar que estaba un poco preocupado con respecto a sus notas, por lo que se mantuvo lejos y lo dejó estudiar. Era un viernes en la noche y el lugar estaba concurrido. Sólo le tomó un segundo encontrarlo. Él estaba ayudando a un cliente, por lo que decidió dar una vuelta por el pasillo y aparecer detrás de él sorprendiéndolo. Dio un paseo y esperó a que terminara con el cliente. La chica que ayudaba se veía mayor que Sofia. Sofia no le había prestado atención a la conversación hasta que la chica rió un poco demasiado fuerte. Entonces Eric rió con ella. ―Eric, sabes que soy una idiota con la tecnología ―bromeó la chica―, ese software que instalaste en mi computadora el jueves pasado sigue allí en mi computadora, sin tocar. Vas a tener que venir e instalar este por mí. ―¿Qué tan difícil puede ser poner el disco y seguir las instrucciones? La chica volvió a reír, haciendo que el vello de los brazos de Sofia se erizara. ―Probablemente podría parar por ahí en mi camino a casa si quieres. Sólo tomará unos minutos. ―¿Y luego me muestras como usarlo? La risa de Eric no sonaba como ninguna que Sofia hubiera escuchado alguna vez. Hizo que se le retorciera el estómago. ―No es tan difícil, Nicky. Pero si, puedo enseñarte a usarlo. ―Yay, eres un amor. Te haré tacos de pescado, y ya tengo Coronas congelándose en el refrigerador. Sofia contuvo el aliento. Di que no puedes, que no lo harás. ―Tacos de pescado y cerveza fría, suenan bien. Sofia caminó lejos, fuera de la tienda, ahogándose en rabia. ¿Él había estado en la casa de esa perra esa semana para instalarle un software pero no había encontrado tiempo para ella en toda la semana? No la había llamado en todo el día para mencionarle algo acerca de verse por la noche, por lo que ella había asumido que estaba ocupado estudiando de nuevo. Golpeó marcación rápida en su celular y lo llamó. Cuando no contestó, volvió a llamar. Nunca, ni una sola vez en todo ese tiempo había cuestionado la fidelidad de Eric. Claro, se preocupó un poco cuando empezó la universidad sobre todas las chicas universitarias que conocería, pero una vez empezó, y nada cambió entre

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ellos, se sintió segura de que podía confiar en él. Él la había amado desde que eran niños. Él le decía eso todo el tiempo. Los celos la quemaron. Llamó hasta que él contestó, saliendo por la puerta de la tienda. ―¿Qué sucede Sof? Estoy trabajando. No se supone que conteste mi teléfono. ―¿Voy a verte esta noche? Él hizo una pausa. ―¿Es por eso que estás llamando? ―Hizo otra pausa―. No lo sé, amor, todavía tengo que estudiar. Su estómago cayó en picada. Sin pensarlo, las palabras salieron volando: ―¡Come mierda, Eric! ¡Espero que disfrutes los tacos de Nicky, porque yo no voy a volver a cocinar para ti nunca! Colgó y se limpió las lágrimas. El dolor en el pecho que sentía era sofocante. Le tomó un tiempo darse cuenta de que caminaba en la dirección contraria. Se dio la vuelta y caminó enojadamente hacia su auto. * * *

Las palabras de Sofie fueron como un baño en la ingle de Eric. Le tomó un momento recuperarse. Cuando lo hizo se dio cuenta de que ella debió haber estado en la tienda, lo suficientemente cerca para escuchar su conversación. Intentó devolverle la llamada varias veces, pero cada vez lo mandaba directamente al buzón de mensajes. Después de seguir trabajando otra media hora, su teléfono sonó otra vez. Era Angel. ―Mierda La regla número uno de cuando Alex y Angel lo habían aceptado a él estando con Sofia era NO rompas su corazón. Alex había enfatizado en eso más que en cualquier otra cosa. Él ni siquiera había mencionado el sexo. Se apuró hacia el cuarto de descanso para contestar. ―Hola, ¿qué pasa? ―Será mejor que esperes a que mi hermana deje de llorar antes de que Alex llegue a casa. ¿Qué mierda hiciste Eric? ¿Ella estaba llorando? Esto era peor de lo que había pensado. ¡Sólo eran tacos de pescado! ―¡Nada!

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Le explicó sobre su amiga Nicky, le dijo a Angel que Sofia debió de estar allí y escuchado por error. ―Pero lo juro por Dios, sólo estaba siendo amable. Nunca haría nada para lastimar a Sofia. Le contó sobre la llamada de Sofia, dejando por fuera lo que ella había dicho exactamente, solo diciendo que había sido severa. ―Realmente necesito estudiar, Angel. Sólo creo que ella está malentendiendo esto por completo. El tono de Angel no se calmó incluso después de la explicación. ―Bueno, será mejor que arregles esto, porque no la había visto nunca así de alterada. No me gusta. ―Estoy en camino. Eric le dijo a su jefe que tenía una emergencia por lo que debía irse temprano. Su padre lo mataría si supiese lo que estaba haciendo. Ya le había advertido que tenía demasiado en sus manos. La escuela era su prioridad número uno, luego el trabajo y por último su vida social. La razón por la cual había reducido su tiempo con Sofia. Pero él tenía que arreglar esto, y tenía que hacerlo ahora. Cuanto más pensaba en ello en el camino a su casa, más entendía por qué ella estaba tan alterada. Le dio la vuelta a la situación en su cabeza. Si ese hubiera sido él, hubiera estado encolerizado. Honestamente, había estado un poco halagado con el coqueteo continuo de Nicky, y ahora se sentía sucio por eso. Tomó una respiración profunda antes de salir de su auto en la casa de Sofia. Angel lo encontró en la puerta. ―Ya le dije que tú estabas aquí, pero se rehúsa a bajar. Sarah está ahí con ella ahora. Eric no tenía ni idea de que hacer. ―¿Puedo subir? La cara de Angel se amargó. ―Diablos, no. Iré de nuevo a decirle que tú estás aquí y a recordarle que Alex estará pronto en casa. Eric se quedó parado en el fondo de la escalera, esperando. Miró hacia arriba cuando escuchó la puerta abrirse. Angel salió primero, seguido por Sofia. Incluso Angel se estremeció cuando Sofia gritó: ―¡Eres un mentiroso! ¡Estuviste en su casa esta semana, e ibas a volver a ir hoy! ¡Pero me dijiste que tenías que estudiar!

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Sus padres se apresuraron adentro desde la cocina. ―¿Sofia, que sucede? ¿Estás llorando? ―Su madre miró hacia arriba por la escalera. Sofia ignoró a su mamá. ―¿Es ella lo que estuviste estudiando toda la semana, Eric? Angel había empezado a bajar las escaleras, pero se detuvo con su arrebato. ―Sofie, cálmate. Déjalo explicarse. ―¡No! Ve por tus tacos de pescado, Eric. ¡Dile a Nicky que te gusta con mucho repollo! ―Sof, puedo explicarlo. No es lo que estás pensando. Te lo juro. Sus padres se quedaron mirándolo. Como si su corazón pudiese aguantar algo más, Alex entró por la puerta. ―¿Qué pasa con todos esos gritos? ―Le dio una mirada a la cara de Sofia, y su expresión inmediatamente se calmó. El Sr. Moreno puso su mano sobre el hombro de Alex. ―Calmado. ―Nada ―dijo Sofia antes de que Eric pudiera responder. Se apresuró pasando a Angel en la escalera―. Fue sólo un malentendido. Alex todavía fulminaba con la mirada a Eric, pero Sofia agarró la mano de Eric y lo tiró hacia la puerta principal. ―Estaremos fuera. Tan pronto como ellos estuvieron fuera, Sofia dejó ir su mano. ―Tienes suerte que no quise que mi hermano explotara. ―Sof, te juro. No es lo que piensas. ―Su corazón todavía aporreaba contra su pecho. Sabía que Sofia podría ser luchadora, ¿pero hacer tal escena delante de su familia?―. El software que instalé para ella el martes estaba en la tienda. Ella trajo su laptop. Yo sólo iba a pasar e instalar el nuevo esta noche entonces ir directamente a casa. No iba a salir con ella. Tienes que creer esto, Sof. ―Estiró su mano a ella, pero ella retrocedió―. Te amo. Nunca haría algo así. Ella paseó de acá para allá abrazándose. Alex sacó su cabeza por la puerta principal. ―¿Estás bien, Sofie? Ella asintió y secó sus lágrimas.

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―Sí, estoy bien. Alex fulminó con la mirada a Eric, luego miró de vuelta a Sofia. ―¿Segura? ―Sí. Alex le lanzó a Eric otra mirada antes de cerrar la puerta. ―Nunca… ―susurró. ―¿Qué? ―Eric dio un paso más cerca a ella. ―Nunca te atrevas a engañarme, Eric Diego. Él nunca lo había considerado y maldita sea si lo haría ahora. Estiró su mano y ella la tomó. ―Nunca lo haría, Sof. Deberías saber eso. ―La acercó a él, sintiendo sus brazos envolverse alrededor de él y apretarlo. ―No quiero que hables con esa chica más, y mejor que nunca comas ninguna de sus comidas. Eric tuvo que sonreír. Él no había pensado incluso en que fuera un gran problema, pero Sofia siempre había amado cocinar para él. Era lo suyo. Él sepultó su cara en su cuello. ―Siento haberte hecho enojar. Lamento verte llorar. Sofia se separó y miró directamente a sus ojos. ―No más llamadas a casa de cualquiera de tus idiotas tecnológicas amigas tampoco. ¿De acuerdo? Eric la besó. ―Quisiera que pudieras sentir de alguna manera lo que siento por ti, Sof. Nunca tendrías que preocuparte por mí con nadie más. ―Realmente lo siento. Es lo que siento por ti, pero me hiciste ponerlo en duda hoy. ―Lo siento, Sof. No hice nada, pero te diré esto para siempre. Lo siento. Ella descansó su cabeza contra su pecho y suspiró. ―Me siento drenada. Eric respiró hondo. ―Sí, ya somos dos.

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* * *

El regalo de graduación de Sofia era un viaje a Cancún. Eric pareció conmovido cuando ella dijo que quería que fuera con ella. Todos sus amigos iban. Sería una maravilla. Sofia había estado un poco sorprendida que sus hermanos estuvieran realmente felices de que Eric fuera, pero con casi diecinueve, ella sabía que sus hermanos tenían que suponer que eran sexualmente activos. En este punto, de lo que estaban más preocupados era de su seguridad al divertirse en un país extranjero. El viaje era todo lo que había esperado, salvo que era la única de sus amigas que llevo a su novio. Hubo un par de noches que sus amigas estaban un poco disgustadas que no anduviera con ellas porque se suponía que eran las noches de chicas. De todos modos, Sofia y Eric sacaron el mayor partido posible del viaje, y tuvieron el mejor momento. Eric descansó un rato ese verano y sólo tomó unas clases en vez de su carga máxima habitual. Eran capaces de pasar más tiempo junto y como siempre, cada momento a solas era electrificante. Cuando el verano se terminó, Sofia se concentró en la escuela. Asistió a UCSD, la misma que Alex y Angel. No se atrevió a ir a cualquier parte más. Ya era bastante malo, la escuela y su trabajo los mantenían apartados por días ahora. No podía imaginar estar lejos de él durante semanas, mucho menos meses. Conoció a Naomi en el colegio. Las dos eran estudiantes de Literatura. Se conocieron en una clase de escritura creativa. Naomi era unos años mayor que Sofia, y ya tenía un bebé. También estaba un poco amargada por la mano con la que había sido tratada. Sólo con veintidós, era una mamá soltera sin el apoyo de la familia. Pero amaba leer, escribir, y se estaba forjando su camino en la universidad. Sofia tenía que respetar esto. Sofia trabajaba en el restaurante cuando tenía tiempo. Sus padres le habían dicho que podría ir tantas horas, muchas o pocas, como quisiera. No podía imaginar trabajar en un empleo regular, yendo a la escuela y criando a un bebé absolutamente sola. Ellas fueron a almorzar como hacían a menudo. Sofia se sentó en frente de Naomi. Le había preguntado a Sofia si podía entrevistarla. Naomi trabajaba en un documento sobre relaciones para la clase de Psicología. Naomi mordió su bocadillo antes de recoger su pluma y bloc de notas.

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―Entonces, ¿cómo conociste a Eric? Sofia sonrió. ―Lo he conocido desde siempre. ―¿Realmente? ¿Tu vida entera? Sofia asintió. ―Sí, más o menos. Crecimos en el mismo barrio. Él vivía en el bloque después del mío. Todavía lo hace. ―Ella mordió su propio bocadillo. Naomi la esperó a que siguiera. Cuando terminó de masticar, tragó y añadió―: Él es el mejor amigo de mi hermano, entonces él siempre estaba alrededor. ―Vaya. Eso es tan dulce. ¿Entonces él fue tu primer novio? Sofia sonrió y asintió. ―Mi primer todo, realmente. Nunca había besado incluso a un muchacho antes de él. Naomi la miró fijamente. ―¿Nunca has tenido alguna otra experiencia más que con él? Sofia pensó en ello. Eso era en pocas palabras, nunca había estado interesada en experimentar algo con alguien más. ―Esto es interesante. He estado leyendo mucho sobre relaciones a largo plazo. Las que encuentro más fascinantes son las parejas que se conocieron y casaron después de sólo muy poco tiempo, digo una semana o un mes, pero están juntos para siempre. Entonces están como las que son como ustedes, que se han conocido el uno al otro sus vidas enteras y se quedan juntos para siempre. Pero sé que todavía eres joven, pero quién sabe. Personalmente, no conozco a nadie más, incluso amores de escuela secundaria, que se han quedado juntos. Esto parece demasiado. ―¿Qué quieres decir? ―Bien. ―Naomi se sentó―. No digo que ustedes no; digo que sólo la mayor parte de las parejas que comienzan tan jóvenes finalmente comienzan a aburrirse de la misma relación y comienzan a preguntarse lo que dejaron pasar. Ya sabes, salir, conocer gente que se encuentra en el mundo real fuera de la escuela secundaria. El recuerdo de Eric riendo con la muchacha de la tienda vino a su mente. No hubo más casos desde entonces, pero la imagen quedo grabada en su mente para siempre.

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―En la mayoría de los casos, por lo general el tipo comienza a ofenderse por todo lo que dejó pasar. ―Ella inclinó su cabeza―. ¿Ninguno ha tenido otras relaciones fuera de ustedes dos? Sofia sonrió. ―Sí. Sólo él y yo todo este tiempo. Naomi tomó otra mordida de su bocadillo y escribió algo, pensando en voz alta. ―Nunca has sido besada por alguien más. Sofia negó con la cabeza. ―¡No!, y nunca quiero serlo. Naomi sonrió. ―Esto es hermoso. ¿Pero no tienes curiosidad? ―¿Sobre qué? ―No sé. ―Naomi la miró fijamente―. ¿Sólo no te hace curiosa sobre cómo sería besar a otro chico? Sofia negó con la cabeza. ―Nunca. ―Es tan asombroso. ―Sostuvo su mano en alto y la chocó con Sofia―. ¡Vamos! Tu novio y tú son uno entre tan pocos. Sofia pensó en eso, luego recordó a Angel y Sarah. ―Mi hermano y su novia han estado juntos desde la escuela secundaria, y son estudiantes de segundo año en la universidad ahora. Las cejas de Naomi se levantaron. Agarró su libreta otra vez, pero esperó hasta que terminara de masticar, luego preguntó. ―¿Fueron ellos los primeros de cada uno, también? Sofia se rió. ―Estoy bastante segura que ella fue su primera novia real, pero estaba lejos de ser su primera experiencia. ―¿Y ella? Después de pensar en ello durante un momento, le respondió, ―Creo que dijo que había salido con un par de tipos antes de que conociera a mi hermano. Naomi continuó anotando cosas en su libreta, pero preguntó:

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―Bien, esto es un poco diferente. Sofia comenzaba a sentirse enojada. ¿Quién se preocupaba si ella no tenía a nadie más para comparar con Eric? No quería compararlo con cualquiera. Todos sus amigos tenían estas relaciones parecidas a una montaña rusa. Eric y ella apenas tenían unos pequeños saltos. Eran increíblemente felices y ninguno podría conseguir lo suficiente el uno del otro. Mordió una zanahoria y esperó la siguiente pregunta de Naomi.

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Capítulo 9 Duda Traducido por flochi & Karliie_j Corregido por beatrix85

T

ras dos años completos de universidad en su haber, Eric estaba listo para tomarse un descanso. Ahora que Sofia también se encontraba en la universidad, su tiempo juntos era más reducido todavía. Aunque él se encontrara libre de tareas, a veces ella no. También ella seguía corriendo en el equipo de atletismo de la universidad, así que eso tomaba mucho de su tiempo. Tanto él como Sofia había estado esperando el verano. Habían estado ahorrando para unas vacaciones. Nada lujoso, quizás un viaje a la costa. Deteniéndose en algunos alojamientos. Sin importar dónde fueran. Sólo estar con ella por una semana entera, noche y día, sería el paraíso. Pero entonces unas semanas antes, su padre echó por la borda sus planes. La compañía para la que él trabajaba era muy influyente. Los estudiantes hacían fila con tal de conseguir la oportunidad de hacer una pasantía allí. Una posición en su departamento de informática era muy buscada. Eric se estaba especializando en Ingeniería de Software. Siempre había sido un tecnológico natural, incluso de niño. Una pasantía en ese lugar sería maravilloso para su currículo, podría incluso abrirle unas cuantas puertas. Su padre siempre decía que el éxito se debía al trabajo duro, pero también implicaba un poco de suerte, y ayudaba conocer personas. En este caso, era afortunado de que su padre conociera personas que pudieran hacerlo entrar. La pasantía sería por todo el verano. Por desgracia, era en su sede en Los Ángeles. Tendría que quedarse con su madre durante esas semanas y estar en casa sólo los fines de semana. Los primeros pensamientos de Eric fueron ¡ni loco! Pero después que su padre destacara la importancia de esto y lo que significaría para él en el futuro, empezó a reconsiderarlo. Sofia no estaría contenta, y la idea de estar lejos de ella todo el veranos salvo los fines de semana era lo más difícil de aceptar. Sin embargo, esta era una enorme oportunidad para él. Su padre incluso le había dicho que si no lo hacía, se lamentaría por ello más tarde.

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Eric finalmente aceptó, pero todavía no le había dicho nada a Sofia. Se estaría yendo en menos de tres semanas y no había encontrado el momento perfecto para sacarlo a colación. Después de mirar una película y comer pizza, terminaron desnudos en el suelo de la sala de estar. Eric se esforzó por recobrar el aliento cuando Sofia se sentó. ―Dios, extrañaba esto. Me alegra tanto que el verano casi llegue. Estoy tan harta de pasar los días sin ti. ―Lo besó en el cuello―. Quiero esto todos los días. Eric respiró hondo. ―Tenemos que hablar, nena. Sofia dejó de besar su cuello y lo miró. ―¿Sobre qué? ―Este verano. Ella se apartó de él. ―¿Qué hay con eso? ―Me voy a ir. Pero estaré en casa los fines de semanas. Sofia se lo quedó mirando. ―¿Por qué? ―Pap{ me consiguió una pasantía en su compañía en LA. Es por todo el verano, de lunes a viernes. ―La acarició en la cara―. Es una pasantía soñada, Sof. Papá tiró de muchas cuerdas para conseguirla para mí. ―¿Se lo pediste? ―No. ―¿Pensé que íbamos a tomarnos unas vacaciones? ―Lo sé. ―La besó―. También lo estaba esperando. Pero mi pap{ dice que esto es algo que tengo que hacer, y estoy de acuerdo, Sof. Sería un estúpido si lo dejara pasar. Sofia se veía tan triste que lo mató. ―¿Todo el verano? La arrimó a su cuerpo. ―Lo prometo, saldremos cada fin de semana. ¿Está bien? ―La besó en la nariz―. ¿Estás enojada? Ella respiró hondo, su expresión completamente desgarradora.

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―¿Vas a extrañarme? Eric se sentó, y ahuecó su rostro entre sus manos. ―Claro que sí, cada minuto del día. Eres todo en lo que pienso, Sofie. Es casi vergonzoso. Su rostro se desmoronó. ―Ya te extraño. Por un momento, él odió a su padre, y se ahogó, abrazándola con fuerza. ―No, Sofia. ―Respiró hondo, intentando recomponerse―. Hablaremos todos los días. Lo prometo. Se abrazaron mutuamente por un rato, y luego Sofia preguntó: ―¿Est{s seguro de que no le pediste a tu padre que te apartara este verano… de mí? Eric se enderezó y se apoyó sobre su codo. ―¿Por qué me preguntas eso? Se quedó acostada ahí, mirando al techo. ―No est{s aburrido de mí, ¿cierto? Eric giró su barbilla suavemente para que lo mirara. Tragó saliva, intentando contener la rabia con que esa pregunta lo llenó. ―Ni siquiera me vuelvas a preguntar eso. No puedo creer que lo pienses. Ella lo miró con fijeza, luego de un instante, envolvió sus brazos alrededor de él. ―Quizás podría ir y quedarme contigo un par de veces. Eric apretó los ojos con fuerza. Había presentido que ella le sugeriría eso. Pero su padre le había dicho que estaría trabajando largas horas. De ninguna manera tendría tiempo para ella. ―Veremos. ―Fue todo lo que se comprometió. Ella se apartó, los ojos apretados. ―O no. Eric la estrechó. ―Sof, sólo me he quedado con mi madre unas pocas veces en toda mi vida. Ni siquiera estoy seguro si esto va a funcionar. Sólo digo, esperemos y veamos lo que sucede.

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Aunque supo lo decepcionada que estaba Sofia, se alegró por finalmente habérselo dicho. Ya habían pasado por mucho. Podían atravesar esto.

* * *

Eric se había ido hace unos días, y Sofia ya lo estaba sintiendo. Se esforzó en esconderse tras una fachada cuando él se fue, pero no puedo evitar sentir como si de alguna manera él quisiera estar lejos de ella. Algo se sentía raro. Debería sentirse feliz por él. Incluso sus hermanos habían estado de acuerdo en que esta era una oportunidad increíble para él, pero ella no pudo evitarlo. Semanas más tarde, incluso luego de que Eric había venido a casa y dos fin de semana seguidos que había pasado la mayor parte de su tiempo junto en la habitación de un hotel, ella intentaba empujar eso al fondo de su mente. Sofia se había anotado solamente en dos clases para el verano. Ahora se arrepentía, porque le quedaba mucho tiempo para pensar. Solía escribir como terapia, pasando horas en su laptop. En su mayor parte eso funcionó. Había estado escribiendo por horas cuando su teléfono sonó. Era Eric. Ella respondió con entusiasmo. ―Hola, bebé. ―¿Cómo est{ mi chica? ―Sonaba cansado. ―Bien, pero Dios, te extraño. ―Tenía que dejar de decirle eso. Él se iba a cansar de escucharlo. ―También te extraño. Sólo dos días m{s y estaremos juntos. Hablaron sobre sus días. Los de él siempre eran más emocionantes que los de ella. ―Oh, oye, ¿sabes qué? ―El tono cansado de Eric pareció despertarse un poco―. Pap{ siempre habla sobre lo pequeño que es este mundo. Siempre se ha topado con personas del pasado cuando está fuera del país. Ahora sé a lo que se refiere. Hasta ahora, me he tropezado con dos personas en La Jolla. ¿Recuerdas a Jacob Taylor? Sofia pensó en ello por un momento. ―No. ―Del equipo de fútbol en la secundaria. Sofia se devanó los sesos por recordar.

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―Ah, uh. ―De todas maneras, va a la escuela aquí. Me lo encontré el otro día en el mercado. Entonces hoy me encontré con Asia, ¿la recuerdas? Sofia estaba intentando recordar a Jacob cuando escuchó el nombre de Asia, y su mente se detuvo en seco. ¿Cómo no iba a recordar a la zorra del barrio? ―¿La que vivía a unas cuantas casas? ―Las mejillas de Sofia se entibiaron súbitamente. Si no estaba equivocada, había escuchado algunas cosas sobre Eric y Asia, cuando estaban a comienzos de la secundaria. ―Sí, me detuve en el lugar donde consigo mi café camino al trabajo. Trabaja allí. Dijo que era su primer día. Casi no la reconocí. Ha cambiado mucho. ―¿Sigue vistiéndose como una ramera? ―Ruin, pero por alguna razón el hecho de que Asia trabajara en la cafetería a la que Eric iría cada mañana no le sentó bien en absoluto. ―No, Sofie. ―Se detuvo, el arrepentimiento en su voz al parecer por cont{rselo―. Estaba de uniforme. ―¿Qué más te dijo, Eric? ―Odiaba el humor que había tomado la conversación. Un humor que había tomado debido a ella, pero no pudo evitarlo. ―No mucho. Entré y salí tan pronto como recibí mi café. Pero dijo que est{ tratando de convertirse en una actriz. ―Se echó a reír. Sofia no rió. No la sorprendía. Asia siempre había sido dramática. ―¿Todavía sigues ahí, Sof? ―Sí, aquí estoy. ―¿Qué sucede? Decidiendo no hacer una gran cosa de ello, tomó la ruta más fácil. ―Sólo te extraño. Eso es todo. No puedo esperar a este fin de semana. ―Yo tampoco. Eric le habló de comprar entradas a Mundo Marino para el fin de semana. Tanto como le gustaba Mundo Marino, preferiría pasar el fin de semana de la manera que pasaron los otros dos, pero fingió estar emocionada, de todas maneras.

* * *

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Algunas semanas después, Sofia fue al cine con Naomi. Se habían vuelto realmente cercanas en la escuela. La única razón por la cual no hacía nada con ella fuera de la escuela era porque cada minuto libre que tenía, prefería pasarlo con Eric. Ahora que él no estaba, tenía más tiempo libre del necesario. Después de la película, fueron por hamburguesas. Se sentaron en un cubículo con sus bandejas de comida. ―Entonces, ¿qué se siente ser libre? ―preguntó Naomi, poniendo una papa frita en su boca. Sofia la miró. ―Nunca me sentí atrapada. Naomi la miró. ―Eso no es lo que quise decir. Me refiero a que, finalmente puedes hacer lo que tú quieras sin que tus hermanos o Eric puedan decir algo al respecto. Sofia comenzó a sentirse inquieta. La misma inquietud que había estado sintiendo desde hace un par de semanas. Naomi tenía una irritante manera de decir las cosas fríamente. No le había dado mucha importancia, pero había pasado de estar bajo la sobreprotectora mirada de sus hermanos a la de Eric. Sus hermanos le habían pasado a Eric la responsabilidad de cuidar de ella. Nunca fue mencionado, pero era exactamente lo que había pasado. Ahora entendía por qué después de tantos años de ser controlada, a regañadientes, pero sin un poquito de dolor, ellos habían estado de acuerdo en dejarla tener citas. Sabían que estaba en buenas manos con Eric. Incluso en su viaje a Cancún, habían estado más que contentos por el hecho de que Eric iría con ella. No pensaba que Eric había tomado ventaja de ello. Nunca le había prohibido hacer cosas sin él. Cuando sus padres le habían regalado el viaje a Cancún, él asumió que iría sola. Desde que Eric se había ido, ella había estado haciendo cosas que no había hecho en mucho tiempo. Se dijo a sí misma que era solo porque estaba tratando de mantenerse ocupada. Solía correr todas las mañanas por placer. Pero desde que Eric y ella habían empezado a escabullirse juntos, lo dejó. Solo corría para el equipo, incluso cuando aún estaba en preparatoria. No había forma de que dejara que algo, incluso correr, limitara su tiempo con Eric. Y también había dejado de escribir, por el simple placer de escribir. Lo único que escribía era para las asignaciones obligatorias de la escuela. Ahora que Eric no estaba alrededor, pasaba varias horas al día haciendo ambas.

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Lo que más le molestaba era lo mucho que lo había extrañado. Había olvidado lo mucho que lo disfrutaba. Le hacía preguntarse si Eric estaba descubriendo que le gustaba pasar tiempo a solas, también. Temía que él empezara a disfrutar de su tiempo separados, tal vez incluso con otras personas. Él había mencionado a Asia una vez más desde aquella ocasión. De nuevo, ella se guardó sus sentimientos para sí misma. Ni siquiera hizo un comentario inteligente como lo había hecho la primera vez. Pero decidió que si él volvía a hablar sobre ella, definitivamente tendría algo que decir. Sofia le restó importancia al cometario de Naomi y cambió el tema de conversación. Incluso después de haber hablado de muchos temas diferentes, aún podía sentir ese cosquilleo de inseguridad. A la mañana siguiente, Sofia se preparó para su carrera diaria. Hizo estiramientos antes de empezar a correr por el pasto junto a la acera detrás de su casa. Alguien venía caminando por la acera con su perro. Ella se concentró en el cachorro que testarudamente se negaba a caminar mientras que su dueño tiraba de su correa. Era adorable, grande y color chocolate. ―¿Es su primer paseo? ―Se arrodilló para acariciar al perrito. ―De hecho, es el tercero. Sofia miró hacia arriba, reconociendo inmediatamente la voz. Ni siquiera se había dado cuenta de que era Brandon Billings de la calle de arriba. La última vez que lo había visto fue justo antes de que se fuera hace algunos años con los Marines. Lucía diferente, más maduro. Él le sonrió. ―¿Brandon? ―Se puso de pie―. ¿Cu{ndo volviste? No podía asimilar lo diferente que se veía. Él estaba en mejor forma que cuando se fue y se veía más centrado. La tristeza en sus ojos también se había ido. Estaba más alto y mucho más seguro, más distinguido de alguna manera. ―Ah, entonces te diste cuenta de que me había ido. ―Su sonrisa juguetona reveló un juego perfecto de dientes blancos. Ella recordaba lo poco que él sonreía en la preparatoria. Él había usado aparato durante los cuatro años. ―Claro que lo noté. ―Sonrió―. Estuviste fuera mucho tiempo, ¿verdad? ―Obviamente no te diste cuenta la primera vez que volví, pero después de eso me fui por otros catorce meses. ―Él miró al cachorro quien estaba masticando su pantalón―. Regresé hace una semana.

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―¿Y este es tu perrito? ―dijo, agach{ndose de nuevo. Ella sonrió, tocando sus patas y tomando sus orejas y su cara entre sus manos. ―Sí, es Troop. ―Hola, Troop ―dijo―, eres hermoso. ―Tú también ―dijo Brandon. Sofia dejó de acariciar a Troop y miró hacia Brandon. El cumplido era muy raro de su parte. La hacía sentir un poco incomoda, pero estaba alagada de igual manera. ―Gracias. ―Te ves tan diferente, Sof, m{s mayor. ―La miró―. ¿Cu{ntos años tienes ahora? ¿Dieciocho? Sofia sonrió. ―Acabo de cumplir diecinueve, de hecho. ―¿De verdad? Vaya. Ella sostuvo su pierna, llevando su pie hacia su espalda, estirándola. ―Veo que aún sigues corriendo. Sofia estaba un poco sorprendida porque lo recordara. ―Sí, estoy en el equipo universitario, pero dejé de correr por diversión desde entonces, lo retomé hace un par de semanas. Él la observó hacer sus estiramientos. ―Oye Sof, estaré en la ciudad por algunas semanas, tal vez podamos reunirnos y hacer algo juntos. Ya sabes, ver una película o algo. Ella se sintió un poco mal, pero de ninguna manera podría aceptar su oferta. ―Lo haría, Brandon, pero estoy segura de que mi novio se opondría. ―Ah. ―Asintió― ¿Y conozco al afortunado? ―Sí, te acuerdas de Eric, ¿verdad? ―¿En serio? ―Sus ojos azules brillaron―. Bueno, que me peguen un tiro. ¿Desde cuándo? Ella sonrió, estirando su otra pierna. ―Técnicamente, desde que tenía dieciséis, pero oficialmente, desde que tenía diecisiete. Los ojos de Brandon se abrieron. Ella sabía lo que estaba pensando.

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―¿Cómo diablos pudo hacerlo? Recuerdo que tus hermanos saltaban sobre cualquiera que se metiera contigo. ―Rió―. Demonios, me patearon el trasero varias veces. Sofia rió, recordando lo cerca que estuvo Alex de golpear a Eric. ―No fue f{cil, eso es seguro. ―Pues, que mal. Hubiera sido agradable ponerme al corriente contigo. ―Jaló la correa del perro para alejarlo de los cordones de Sofia―. ¿Corres todos los días? Ella asintió. ―Síp, de lunes a viernes. ―Tal vez pueda correr contigo un día de estos. Ella pensó en ello por un momento. ―Claro, no me importaría algo de compañía. Te veré por ahí, Brandon. ―Empezó a correr hacia el parque. Sofia decidió que no le mencionaría a nadie que se había encontrado con Brandon. Incluso aunque las cosas entre Brandon y sus hermanos se habían vuelto amigables justo antes de que se fuera, sentía que a ellos aún no les agradaría la idea de que corriera con Brandon. Eric probablemente no estaría muy feliz con ello tampoco. Le había dejado claro a Brandon que se encontraba en una relación, y no pensaba que correr con él fuera a causar algún daño. Tal vez ni siquiera pasaría. Se guardaría todo aquello para sí misma.

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Capítulo 10 Citas anteriores Traducido por MaEx & Pimienta Corregido por beatrix85

A

l día siguiente, Brandon estaba por ahí fuera en sus shorts para correr y una camiseta sin mangas. Sofia podía decir que ya había estado corriendo ya que su camiseta estaba humedecida por el sudor.

Él corrió hacia ella en cuanto la vio. ―Hola. ―Hola. ―Lo primero que notó fue un tatuaje en el bíceps, pero no dijo nada. Algo acerca sobre su gran y musculoso, brazo sudoroso, hizo que mirarlo se sintiera mal. Sofia todavía no podía creer lo diferente que parecía. Parecía tan mejorado, y estaba feliz por él. Todo el mundo pensaba que terminaría en la cárcel, y allí estaba, pulcro y aspecto más saludable que nunca. ―¿Cu{nto tiempo llevas? ―Alrededor de una hora. ―¿En serio? ―dijo―. Vaya, ¿cuánto tiempo más vas a hacer? Por lo general sólo hago una hora completa. ―Sí, bueno, soy un marine, cariño. ―Se limpió el sudor de la cara con su enorme hombro―. Una hora es una mierda. Perdona mi francés. Sofia sonrió. ―Sí, pero estás prácticamente caminando. Las cejas de Brandon se alzaron. ―¿Eso es un reto? Sofia sonrió y salió corriendo a toda velocidad. Lo sintió acercándose, y aceleró. Sarah había sido la mejor del equipo en la escuela secundaria. Enseñó a Sofia cómo aumentar la velocidad. Lo sintió alejarse. Entonces, de repente,

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Brandon comenzó acercarse a ella de nuevo. Llegó al parque, corrió sobre la hierba, y tocó un árbol, el que siempre había hecho su meta. ―¡Gané! ―¿Qué? ―Llegó y pasó corriendo junto a ella. Disminuyó la velocidad y se dio la vuelta, caminando hacia ella con las manos en las caderas―. Hiciste trampa. ―¡No lo hice! Él se agachó, poniendo sus manos sobre sus rodillas. ―En primer lugar, ni siquiera me dijiste que est{bamos empezando, y entonces ¿inventaste la línea de meta mientras estoy alcanzándote? Sofia se rió, inclinándose poniendo las manos en las rodillas también, y trató de recuperar el aliento. ―Tú eres el único que sacó el tema. Brandon se acercó más a ella y se apoyó contra el árbol. ―Maldita sea, eres r{pida, cariño. Ella se enderezó y se apoyó contra el árbol. Brandon se acercó a ella. ―Lo recuerdo. ―Él sonrió, un poco demasiado cerca de su rostro. Su agitado corazón aleteó. Por más que quisiera descansar, no pensó que estar allí con él sería buena idea. Tomó un profundo respiro. ―¿Est{s listo para m{s? Él la miró increíblemente. ―¿Me est{s tomando el pelo. ―No inventaré la línea de meta esta vez. El último en llegar a mi casa es el perdedor. ―Puso su dedo y el pulgar en su frente en forma de L. Antes de que él pudiera incluso responder, ella salió corriendo. Fue unos momentos antes de que estuviera detrás de ella. Esta era una buena práctica para ella. Ella aceleró y se separó de nuevo. Estaba casi allí, podía ver la puerta de su patio trasero, cuando Brandon se coló por detrás de ella. Trató de adelantarlo, la expresión de su rostro completamente decidida, pero estaba tan agotada y sus músculos dolían tanto, que no podía, y él remató por detrás de ella, ganándole por un paso. Sofia ralentizó, llegando a una parada a sólo un par de casas pasando la de ella. Se acercó de nuevo a donde estaba apoyado contra la valla. Ninguno podía hablar, estaban respirando tan fuerte. Ella se rodeó, sosteniendo sus lados,

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tratando de recuperar el aliento. A pesar de que era sólo una carrera amistosa, le irritó. Odiaba perder. Lo miró y luego se apartó. ―No te enojes, cariño. Se echó a reír. ―Lo que sea. ―Casi me tenías. ―Sí, bueno, casi no es lo suficientemente bueno. ―Fue una lucha conseguir que las palabras salieran. No podía soportarlo más. Ella tuvo que sentarse, así que se apoyó contra la cerca de vinilo y se deslizó hacia abajo hasta que estaba sentada. Brandon se acercó y se sentó junto a ella. Su pierna tocó su muslo. Estaba mojado de sudor, y su meñique acarició su propio reluciente muslo mientras masajeaba su pierna. ―¿Sigues escribiendo? Sofia se volvió hacia él. ―¿Te acuerdas? ―Por supuesto. Todavía tengo ese pedazo que me enviaste. ―¿En serio? ―Brandon fue la primera persona aparte de un profesor o profesora que alguna vez dejo leer cualquier cosa de lo que escribió. Ya había dejado a Eric leer algunas de sus cosas. Pero desde que dejó de escribir durante tanto tiempo, no había tenido mucho que mostrarle en años, aparte de su trabajo escolar. ―Estaba muy impresionado. ―Se limpió el sudor de su frente―. Seré honesto. Estaba un poco nervioso de que no fuera a ser demasiado bueno. Pero realmente me metí en ello. Ella sonrió, recordando el correo electrónico que le envió de vuelta. Había estado sorprendida acerca de cómo de elocuente había sido al hablar de su escritura. Luego itió que escribía un poco de poesía él mismo. Ella pidió leer algunos y le envió una. Realmente no lo entendió. Lo imprimió y lo sujetó a la pequeña placa en su habitación, decidida a tratar de averiguar el mensaje. Todavía estaba allí incluso después de todos estos años, bajo muchas cosas, pero no lo había leído en mucho tiempo. ―He tomado un montón de clases de escritura creativa, por lo que he escrito mucho allí. Pero sólo recientemente empecé a escribir de nuevo por placer. ―¿En serio? ―Sus ojos eran siempre tan penetrantes, y arremetían duro, era casi sensual la manera en que la miraba―. ¿Por qué paraste?

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Ella se encogió de hombros, no queriendo itir la verdad. ―Estaba ocupada, supongo. El pecho de Sofia subía y bajaba todavía, y Brandon le echó un vistazo. Por mucho que le dolieran las piernas, se empujó hacia arriba. ―Te veré la próxima vez. ―¿Qué? ¿Ha terminado? ―La miró. Sofia le devolvió la mirada. ―Me tengo que ir. ―Tenía la esperanza de que pudiéramos hablar. Ella inclinó la cabeza. ―¿Sobre qué? ―Hay algunas cosas que siempre he querido decirte. ―Debió leer su expresión, porque, añadió―: No hay nada con lo que tu novio tendría un problema. Sé que estás con Eric ahora y lo respeto. No soy el tipo que era cuando éramos niños. Sólo me gustaría un par de minutos para que podamos hablar. Ella lo miró fijamente. Brandon se irguió rápidamente. Los ojos de Sofia, inadvertidamente, miraron sus musculosos hombros. Estaba inmediatamente cara a cara con ella. Casi dio un paso atrás, de repente sintiéndose un poco abrumada por él. ―¿Así que cu{ndo podemos hablar? No tenía ni idea de lo que posiblemente podría querer hablar con ella. A pesar de que dijo que no era nada con lo que Eric tendría un problema, sus ojos parecían invadirla cuando él le hablaba. Si Eric o incluso sus hermanos fueran testigos de ello, estaba segura de que todos tendrían problemas. Pero tenía que itir, que estaba interesada. ―En otra ocasión. Ahora no, realmente me tengo que ir. Brandon le tocó el brazo, y ella casi saltó. ―Estoy dese{ndolo. Sintió escalofríos disparándose por su espalda. No eran exactamente malos escalofríos, pero sin duda le hicieron sentir algo que sabía que no debía estar sintiendo. ―Adiós. ―Se alejó y huyó hacia su patio.

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* * *

Eric cambió el canal en la televisión. Se detuvo en el material de archivo de un accidente de coche. Se volvió hacia Sofia, que estaba acostada medio dormida en la cama. Habían alquilado una habitación de nuevo, y después de una agotadora, pero increíble noche de hacer el amor, por fin se había despertado. ―¿Te acuerdas de cuando el papá de Asia tuvo el accidente en la escuela secundaria, donde fue muerto el pasajero? Sofia estaba despierta ahora. ―Sí. ―Se incorporó lentamente, apoy{ndose contra la almohada. ―Bien, escucha esto. La persona que murió era su amante. ―¿En serio? ―Sí, es por eso que ella se mudó en el último año. Sus padres se divorciaron, y ella y su madre se mudaron a Los Ángeles. Ella dijo que su madre ni siquiera lo sabía al principio. Su padre le dijo a su madre que era sólo una compañera de trabajo a la que estaba dando un paseo a casa. Luego de unas pocas semanas más tarde, el marido de la señora se presentó en su casa y le dijo al respecto. ¿No es una locura? Cuando ella no respondió, él se volvió hacia ella. No podía distinguir su expresión, pero no era buena. ―¿Qué est{ mal? ―¿Con qué frecuencia hablas con Asia? ―Cuando la veo en la tienda de café, pero ella no trabaja todos los días. ―Tenía la sensación de por dónde iba esto―. ¿Por qué? ―¿Saliste con ella en la escuela secundaria? Eric pensó sobre ello y de pronto sintió ganas de patearse a sí mismo. ―No, no salí con ella. ―He oído algo acerca de ti y de ella, sólo que no recuerdo los detalles. ―¿Qué diferencia hay, Sof? Eso fue hace mucho tiempo. ―¿Así que lo hiciste? ―Ella se incorporó aún m{s. Eric tomó una respiración profunda. ―Me puse en o con ella una vez después de una fiesta como en noveno o décimo grado. Ya ni me acuerdo. ¿De eso se trata? ―Él hizo clic

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apagando el televisor ―. ¿Es por eso que hiciste el comentario sobre su vestimenta de ramera? ―¿Por qué? ¿Eso te molesta, Eric? ―No, sólo pensé que era un poco al azar. ―Casi no lo dijo, pero lo hizo de todos modos―. Y un poco desagradable. ―Oh, lo siento si mi opinión te molesta. ―Ella se puso de pie, tirando de su camiseta sobre sí misma. Se cruzó de brazos―. Obviamente, tu opinión de alguien que lleva pantalón corto y medias de red con sus tetas prácticamente colgando es diferente de la mía, ya que estuviste enganchado con ella. ―Creo que todo el mundo est{ un poco avergonzado de algunos de los estilos que llevó en la escuela secundaria, Sof. Ella ya no es así. ―¿En serio, Eric? ―Si las miradas matasen, habría un enorme agujero entre los ojos de Eric. Levantó la voz―. ¿Por qué no me dices cómo es ella? ¿Ustedes son muy cercanos ahora? ¿Es por eso que ella te diría algo tan personal acerca de su papá? Por mucho que Sofia odiara itirlo, ella era igual que sus hermanos. Su temperamento podía ir de cero a cien en una fracción de segundo. Eric tenía la sensación de que esto se iba a poner feo, porque ella estaba empezando a molestarlo. Dejó caer el mando a distancia en la cama. ―¿Sabes lo que realmente me molesta? Que cuestiones mi lealtad hacia ti, incluso después de todos estos años. Nunca te he dado ninguna razón para ello. ―Ni una sola vez me dijiste que fuera a verte y sabías que quería hacerlo. Y ahora sigues hablando de esta chica a la que ves todos los días. Alguien con quien compartes algo tan íntimo. Una chica con la que te enganchaste una vez. Por supuesto que voy a tener dudas. Eric se puso de pie, olvidando que aún estaba desnudo. Se agachó, tomó sus bóxer del suelo, y se los puso. ―Ya te lo he dicho, no la veo todos los días. Sólo he tomado un café con ella… ―casi se atragantó con sus propias palabras. ¿Por qué coño dijo eso?―… un par de veces. ―¿Tomaste un café con ella? ―Sofia se dio la vuelta y agarró su vestido de verano de la silla. Se quitó la camiseta, lo que le permitió a Eric tener una bella vista de ella desnuda por unos momentos hasta que se pasó el vestido por la cabeza. ―Quiero decir…

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―Has estado tomando café y poniéndote al día con la puta con la que una vez te enrollaste. ―Se puso sus sandalias. ―Sofie, no lo digas así. ―Caminó alrededor de la cama hacia ella―. Fui por café y ella no había empezado su turno aún, así que me senté con ella un rato. Eso es todo. Eric intentó tocar su brazo, pero ella se apartó. ―¡No me toques! ―Sofie, bebé. ―Tomó su brazo de nuevo, a pesar de que ella trató de que la soltara―. ¿Por qué te estás poniendo así? Si hubiera sabido lo mal que te pondrías, yo nunca lo hubiera… ―¿Dicho? ―No, nunca hubiera hablado con ella. Ella trató de apartarse, pero él la abrazó. Dio unos pasos hacia atrás intentando escapar de él. Eric se movió con ella hasta que estuvieron contra la pared. ―Encontraré otra cafetería, ¿bien? Ella se retorció, luchando tratando de escapar de él. Él aprovechó y empujó su cuerpo contra el de ella, dejándola sentir la erección que había aparecido con sólo verla desnuda, incluso después de estar con ella toda la noche. ―¿Cu{ntas veces? Se lamió el labio inferior. ―¿Cu{ntas veces, ¿qué? ―Dijiste que tomaste café con ella un par de veces. ―Dos veces. ―La besó. No era tan estúpido como para decirle la verdad ahora. No había hecho nada malo, pero el hecho de que él supiera el horario de Asia y que estuviera empezando a charlar con ella, ya había empezado a hacer que se sintiera mal. No tenía ni idea de que Sofia sabía de él y Asia en el instituto. ―Prométeme que no hablar{s con ella de nuevo. Le quitó su vestido, abriendo sus piernas. Ella tomó aliento repentinamente. ―Lo prometo. Ella envolvió un brazo alrededor de su cuello y le quitó su ropa interior. En cuestión de segundos, estaban haciendo el amor contra la pared. Escuchó esos sonidos de ella que había llegado a amar. Él pudo haber disfrutado de ponerse al

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día con Asia de nuevo, pero que Sofia pensara que podría estar con alguien más, lo superaba.

* * *

El lunes por la mañana, Sofia se estiró mientras caminaba a través de su patio trasero hacia la puerta trasera. Salió, se aferró a la puerta con una mano y estiró su otra pierna detrás de ella. La conversación que había tenido con Eric ese fin de semana aún permanecía en su mente. A pesar de que ella cedió a él y no comenzó una pelea allí cuando había itió haber tomado café con Asia, la duda aún se cernía sobre ella. Apenas había dormido la noche anterior sólo con pensar en ello. Eric podría seguir hablando con Asia todos los días y ella nunca lo sabría. Él todavía no había mencionado nada sobre que fuera a visitarlo. Después de estirar un poco más, Sofia empezó a correr. Sólo había estado en marcha durante cinco minutos cuando Brandon estaba a su lado. Sofia sonrió, mirando hacia abajo hacia Troop. Finalmente él comenzó a trotar con ella sin tener que tirar de la correa. El sudor resbalaba por el rostro de Brandon. ―Llegas tarde. ―Sí, me dormí ―dijo ella―. Estaba a gusto. ―¿Te acostaste tarde anoche? Ella negó. ―En realidad, estaba en la cama temprano, pero tenía dificultades para dormir. ―Consideró hacer un sprint para llegar antes al parque, pero no creía que Troop fuera capaz de mantener el ritmo. Cuando finalmente llegaron al árbol, Sofia se inclinó para acariciar a Troop. ―¿Tienes que volver corriendo de nuevo, o tienes unos minutos para hablar? Sus ojos le dieron a Sofia esa sensación divertida que recibió de él el viernes. El rastrojo oscuro en su duro mentón hizo el azul de sus ojos mucho más penetrante. Apartó la mirada, acariciando a Troop un poco más. ―Tengo un par de minutos. Brandon se sentó en la hierba y arranco un par de hojas de la tierra. Luego le devolvió la mirada.

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―Quería darte las gracias. ―¿Dame las gracias? ―Sofia lo miró a los ojos. ―Sí, no hay manera de que lo sepas, pero tú eres la razón por la que me alisté en los Marines en primer lugar. Ella negó. ―¿Yo? ―Sí, tú. ―Él sonrió―. ¿Recuerdas cuando solíamos hablar en clase de geometría y hablabas sobre hacer lo que sea necesario para alcanzar tu objetivo, y nunca darse por vencido? Sofia recordaba las conversaciones. Pero entonces estaba tratando de mantener su puesto en el equipo de relevos, así que la mayoría de sus discursos de motivación estaban orientados hacia eso. Se sentó frente a él, pero no demasiado cerca. ―Sí, lo recuerdo. Brandon sonrió y la miró por un momento, haciéndola quitar su atención de Troop. ―En ese entonces, mi vida en casa era una mierda. Siempre lo había sido, en realidad. Mi padre siempre fue abusivo, sobre todo con mi madre, pero en ocasiones, conmigo, también. Odiaba la vida, odiaba a todos. No hablaba con nadie, y me refiero a nadie. No tenía amigos y no quería ninguno. Creo que eres la única a la que me abrí. Pensé que era demasiado irónico porque había sido un idiota contigo mientras crecíamos. Troop saltó al regazo de Sofia. Ella abrazó al cachorro, acariciándolo. ―No estabas tan mal. Pensaba que tal vez lo hacías para llegar a mis hermanos. La mirada de Brandon la atrapaba increíblemente. ―¿Por qué querría hacer eso? Alex siempre ha sido un monstruo, y ni siquiera era grande en ese entonces. ―¿Entonces por qué lo hiciste? Brandon apartó la mirada. ―No lo sé. Creo que no sabía de qué otra manera reaccionar contigo. De todos modos ―se encogió de hombros―, pensé mucho en lo que dijiste en aquel entonces. Siempre fuiste tan alegre y optimista con todo y me motivabas a hacer algo con mi vida. Odiaba la escuela, pero odiaba mi casa aún más. Entonces, un día

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hablaste del centro vocacional en la escuela. ¿Sabes que ni siquiera sabía que nuestra escuela tenía un centro vocacional hasta que sacaste el tema? ―¿Me est{s tomando el pelo? Eso es todo sobre lo que nuestros maestros y consejeros siempre insistían. ―Sí, como si estuviera escuchando ―se burló―. Así que en realidad fuimos allí abajo, recogí la información de los Marines y empecé a leer sobre eso. Así fue como decidí que era lo mejor para mí. Sabía que la universidad no era para mí, y quería alejarme de mi padre. Me sentí mal por dejar a mi madre, pero a veces tenía la sensación de que ella se sentía peor porque tuviera que ver toda esa mierda a que ella tuviera que vivir con ello. Miró fijamente a Sofia por un momento. Siempre había sabido que había más en Brandon de lo que parecía, incluso en aquel entonces. Al oírlo hablar de su familia ahora la hacía sentirse terriblemente. No fue su culpa. Ni siquiera podía imaginar lo solitario que se había sentido. ―Verme como un infante de la marina cambió algo en mi pap{. Es como si de repente tuviera algo de lo qué enorgullecerse. Todo en mi vida cambió, incluyendo a mi padre. La vida en casa es mucho mejor ahora. Siempre me dije que tenía que agradecértelo algún día formalmente. ―De ninguna manera, ¿simplemente porque te mencioné el centro vocacional? Brandon, estoy segura de que habrías oído hablar de él con el tiempo. ―Se echó a reír nerviosamente. ―No es sólo eso, Sof. Fuiste muy amable conmigo, incluso después de todo lo que te había hecho cuando éramos niños, y si no hubiera sido por ti, probablemente nunca habría ido a clases. Creo que las clases fueron lo único que nunca abandoné. ―Sólo necesitabas un pequeño empujón, eso es todo. ―Y tú lo eras. Estaba cerca de perder el control. Si no hubiera sido porque te escuché, ¿quién sabe dónde podría haber terminado? Hubo un incómodo silencio, luego Sofia se aclaró la garganta. ―No creo que hiciera mucho para merecer ese tipo de crédito, pero he de decir que estoy muy contenta de que todo saliera como lo hizo para ti. ―Tengo algo que me gustaría que vieras. ¿Crees que podrías venir a mi casa un día de estos? Su mirada sensual era más suave ahora. Correr con él era una cosa. Ir a su casa estaría cruzando tantas líneas. No sólo con Eric, estaba segura de que a sus hermanos les daría un ataque. Desde que se había mantenido limpio y no había

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estado creando problemas en su último año aquí, sus hermanos habían comenzado a hablar con él un poco, pero sabía que todavía no confiaban en él por completo. ―Ni siquiera tendrías que entrar. Puedo llevarlo al porche. ―Le imploró con sus ojos. Él extendió la mano y le apretó el zapato. Sus ojos se clavaron en su antebrazo musculoso y de inmediato se sintió rara por ello. ―Sí, podría hacer eso. ―¿Qué tal ahora? ―Le apretó su zapato nuevo―. ¿Tienes tiempo? Las palabras de Naomi ayer por la noche, seguían sonando en su cabeza. ¿No sientes curiosidad? Sólo las palabras la mantuvieron en vela, porque estaba segura que lo de Eric se había convertido en curiosidad. Se sentía mal, pero maldita sea, ella ni siquiera estaba tomando café con Brandon. Todo lo que estaba haciendo era ir a ver lo que quería mostrarle. ―En realidad, tengo unos minutos.

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Capítulo 11 Curiosidad Traducido por Selene1987 & Gry Corregido por Key.

E

n un instante, Brandon estaba de pie. Extendió su mano para ayudar subir a Sofia. Sintió su fuerte agarre mientras se ponía de pie y no la soltó inmediatamente una vez que estaba arriba tampoco. Ella alejó la mano y se sacudió el polvo. ―El chico probablemente esté preparado para almorzar, de todas maneras. ―Brandon se inclinó en las orejas de Troop. ―¿Qué vas a hacer con él cuando te marches? ―preguntó Sofia mientras empezaron a caminar. ―En realidad es de mi madre. Lo conseguí para ella. A ella siempre le encantaron los perros, pero estoy empezando a preguntarme si fue buena idea. Pensé que estaría un poco más entusiasta para pasearle, pero en realidad no ha mostrado mucho interés en ello. Espero que no se quede sentado esperando sin más en el suelo hasta que regrese. Sin ni siquiera pensarlo, ella se ofreció. ―Puedo pasearle a veces si quieres. Brandon se volvió hacia ella y sonrió. ―¿De verdad? Eso sería genial. Sofia sonrió, mirando abajo hacia Troop, que estaba haciendo cabriolas felizmente al lado de Brandon. Cuando llegaron a la casa de Brandon, Sofia se quedó de pie en la puerta principal, sin estar segura si debería entrar o no. ―Puedes entrar si quieres ―la llamó Brandon desde el interior. En realidad no quería, pero se sintió un poco maleducada. Dio unos cuantos pasos hacia adelante y se quedó de pie en la sala principal. El olor a cigarrillos era tan abrumador que su mano inmediatamente se fue hacia su nariz. No parecía haber nadie en casa. ―¿Están tus padres aquí?

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―No ―respondió Brandon desde una de las habitaciones―. Mi padre tenía una cita. Genial. Tenía que hacerlo rápido. Estaba empezando a sentirse ansiosa de verdad por estar allí. Brandon finalmente salió al pasillo sosteniendo un álbum de fotos. Sintiéndose maleducada, casualmente quitó la mano de su nariz. ―Ven aquí ―dijo él, caminando hacia la mesa del comedor que estaba a un lado de la sala. Ella se acercó lentamente. Aunque se sentía ansiosa, había algo extrañamente emocionante sobre estar allí con él. Dejó el álbum en la mesa y sacó una silla. Le hizo señas para que se sentara a su lado y así lo hizo. Abrió el álbum. La primera imagen era una fotografía de ocho por diez de él en su uniforme formal de marine de camuflaje, con su boina y todo. Su expresión era muy dura. Era impresionante, casi sexy. ―Vaya, pareces muy maduro. ―Así es cómo me siento ahora. Es extraño que me sintiera tan perdido durante tantos años. No tienes ni idea de lo que los Marines han hecho por mí. Es lo mejor que podría haber hecho. Sofia miró la fotografía, mirándole nuevamente, y sonrió. ―Me alegra por ti. Siempre supe que estaba en ti, Brandon. Él sostuvo su mirada y ella tuvo que apartar la suya. Atrajo la atención de nuevo al álbum, y él pasó la página. Las siguientes páginas tenían certificados y premios. Luego había fotografías de lo que parecía ser él y su tropa en combate. Sostenían armas y gateaban en el barro. En otras, se sentaban tras los árboles y rocas como si se estuvieran escondiendo. ―No estuviste en una guerra, ¿no? ―No ―rió, haciendo que ella se sintiera estúpida―, pero así lo parecía. Era tan sólo un campamento, pero lo hizo lo mejor posible para hacernos sentir como si estuviéramos en el infierno. Fascinada, Sofia siguió mirando las fotografías. Estuvo mirando un buen rato las fotografías cuando se dio cuenta de que Brandon la estaba mirando. Sorprendida, llevó sus ojos de nuevo al álbum. ―¿Eres tú? ―apuntó a una fotografía de un soldado escalando una pared. Su cara estaba a un lado. Brandon puso su mano sobre la de ella. ―Sí, soy yo.

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Sofia se encogió, recuperando su mano, sintiéndose inmediatamente ridícula. Brandon fue rápido al disculparse. ―Lo siento. ―No pasa nada. ―Se sentía muy estúpida―. Yo solo… no sé por qué… Brandon sonrió. ―Olvídalo, ¿quieres ver otra cosa? ―Se levantó. Ella no lo hizo. Lo único que quería era salir de allí. Se estaba poniendo un poco extraño. Jamás debió haber entrado en su casa. Pero se puso de pie, asintiendo, y le siguió al pasillo. Cuando se dio cuenta de que era su habitación, se detuvo en la puerta. Él fue hacia su armario y sacó una gran maleta, colocándola en la cama. Abrió los cierres y se volvió hacia ella. ―Ven aquí. Mordiéndose la uña rosa, Sofia miró alrededor. Se acercó para mirar más de cerca. Él lo hizo rápido, abriendo la maleta. Era un rifle, uno grande como el de las fotografías. Sus ojos se abrieron. ―¿Te dejaron traer eso a casa? ―No. Mi viejo me lo consiguió. ―No podía esconder lo orgulloso que estaba de eso―. Me sorprendió con él cuando llegué a casa. Es una réplica, pero la semejanza con el verdadero es increíble. Si no hubiera tenido uno de ellos tantas veces como lo he hecho, probablemente no notaría la diferencia. Sofia estaba intrigada. Su familia tenía una pistola que guardaban en el restaurante por protección. Pero sus hermanos rara vez habían dejado que la viera, y mucho menos usarla. ―¿Puedo tocarlo? Brandon pareció encantado de que quisiera hacerlo. ―Claro. ―Lo sacó de su maletín. ―¿Está cargado? Brandon rió de nuevo, dándoselo. ―No. Sintió que sus mejillas se encendían mientras hacía esas preguntas locas, pero apreció su paciencia.

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―Vaya. Qué ligero. ―Lo subía y bajaba con sus brazos―. Pensaba que sería más pesado. ―Lo hacen más ligero por una razón. En un combate, tendrías que caminar durante días con uno de éstos sobre tus hombros. Junto con tu mochila y otras pertenencias, no llegarías muy lejos si fuera demasiado pesado. Sofia deslizó su dedo por la culata, luego lo elevó hasta su cara, apuntando a la ventana como le había visto a él sostenerlo en la fotografía. ―¿Quién habría pensado que alguna vez sostendría uno de éstos? Brandon se acercó a ella. ―De hecho, así es cómo tendrías que cogerlo. Puso sus brazos alrededor de ella y levantó sus brazos, su cara a centímetros la de ella cuando ajustó su cabeza para que pudiera concentrarse en el objetivo. El pulso de Sofia se aceleró. Su respiración contra su sien le hacía sentirse caliente. Estaba mal. Nadie excepto Eric debería hacerle sentir así. Con su cuerpo contra su espalda, grande y fuerte, de repente sus ojos estaban en la cama frente a ellos. Pensamientos de ella y Brandon en ella inundaron su mente. Se estremeció, cerrando sus ojos. La mano de él acarició su cintura y la acercó a él. Le susurró en el oído: ―¿Estás bien? Ella asintió sin decir ni una palabra, pero tragó fuertemente. Brandon se acercó a su sien. ―Yo también lo estoy sintiendo. La empujó contra ella y ella sintió exactamente lo que quiso decir. Sofia soltó el rifle. Brandon lo sostenía. Lo dejó en la cama, y le hizo darse la vuelta hacia él. Se quedaron de pie por lo que pareció una eternidad, los labios a centímetros de distancia. Sofia levantó su mano y la puso contra su pecho. Aunque no le alejó como debería hacerlo, al menos tenía algo entre los dos. El aliento caliente de Brandon estaba en su boca y casi podía saborearle. ―Creo que el plan de tus hermanos de hacerte tan prohibida se volvió contra ellos. ―Su brazo se deslizó alrededor de su cintura―. Vi como los chicos te miraban en el colegio. Lo vi porque te miraba de la misma manera. Todos nosotros teníamos algo contigo, Sof. Él habló directamente en su boca, su corazón palpitando en su pecho.

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―Dime que pare y lo hare, Sofia. Sino… ―Se lamió sus labios―. Voy a tener que besarte. Una parte de ella gritó dile que pare, pero una parte aún más grande lo quería. Cuando sus ojos fueron de sus ojos a sus labios, fue sellado. Por primera vez en su vida la lengua de otro hombre estaba en su boca. La increíble excitación era de una clase diferente. Una que nunca había sentido. Incluso de vuelta a cuando ella y Eric se movían sigilosamente alrededor, estar con él nunca se sintió mal. Esto estaba mal a tantos niveles. De todos modos, lo besó de vuelta casi con demasiada impaciencia. Sus manos estaban por todas partes de su cuerpo en un instante. Sus manos acunaron su cara. El rastrojo en su cara la excitó incluso más. Eric tenía muy poco vello facial. Nunca había creído que algo así pudiera excitarla, pero eso hizo. Cuando su mano bajó y la agarró por detrás, algo en su cerebro finalmente se rompió y se alejó. ―¡No! ―Respiró pesadamente y escapó de sus brazos―. No puedo. Su oscura mirada carnal casi la devolvió a sus brazos. ―¿Sofie, por qué luchas contra esto? Ella dio un paso atrás, sintiendo el ruido de sangre en sus oídos. ―Porque est{ mal. La llevo de vuelta a él suavemente. ―¿Tienes idea cu{ntas veces has sido la protagonista de mis sueños húmedos? La boca de Sofia se abrió, pero no tenía palabras. Eric siempre había sido tan suave, incluso hasta el modo en que le hablaba. Las palabras de Brandon eran… indecentes, escandalosas pero la hicieron sentir cosas, cosas que volvieron su respiración más difícil. ―No puedo, Brandon. ―Pero quieres. Ella lo contempló, poco dispuesta a contestar. Él se inclinó respirando en su cuello, pero sin tocar. Entonces sus labios rozaron contra su cuello, atormentándola. Su cuerpo entero tembló. ―¿Quieres, Sofie? ―susurró, luego besó su cuello. Sus piernas casi la dejan caer cuando sintió un toque de entusiasmo traspasarla. De alguna manera, encontró la fuerza para empujarlo. Si lo que sentía en aquel mismo instante era cualquier indicación a la respuesta de su pregunta,

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tenía que salir de allí. Rápido. Pensó en evitar sus ojos. Ellos la delatarían, ¿pero a quién engañaba? Él ya sabía. ―No puedo. ―Se alejó. Oyó que él se reía entre dientes detrás de ella. ―Eso no es lo que pregunté. De repente enfurecida consigo misma, se apresuró a salir de su cuarto y se dirigió a la puerta principal. Brandon la siguió, llamándola pero ella salió corriendo. Cuanto más pensaba sobre ello, más rápido corría. Tan pronto como estuvo en casa, llamó a Eric. Él contestó en el segundo tono. ―Hola, nena. Oír su voz lo hizo. Su voz se rompió con la primera palabra. ―Te extraño tanto. Hubo una pausa, entonces él dijo: ―¿Por qué no vienes esta semana? Conseguiré un cuarto para nosotros aquí fuera. Apenas puedo estar lejos de ti, Sof. Todavía sintiendo a Brandon en su boca, ella casi se deshizo. ―Estaré allí mañana.

* * *

Eric pensó en la semana que acababa de tener. Estar lejos de Sofia era duro, pero esta semana había sido especialmente agotador. No tenía ni idea como de emocional esto se pondría. La llamada de Sofia el lunes golpeó una fibra sensible. Ella parecía trastornada. Eric supo en seguida que algo estaba mal. Por supuesto, ella le aseguró que se ponía así sólo porque no podía ir a verlo cuando lo extrañaba. No seguro qué esperar cuando ella llegara, se preparó. Cuando Sofia se presentó el martes, sus emociones habían estado por todas partes. Ella siempre había querido hacer el amor, pero había estado casi enloquecida desde el momento en que llegó y habían estado juntos todo el fin de semana. Luego ella pareció deprimirse, pero ninguna cantidad de persuasión consiguió que hablara. Todo lo que dijo era que no podía esperar a que volviera a casa. Entonces en un instante, estaba de nuevo excitada.

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Eric sonrió. Bien, nunca se quejaría de esto. La sensualidad de Sofia iba de la mano con todo lo demás sobre su personalidad. Era intensa con todo. Había estado un poco extraña toda la semana. Eric tenía la sensación de saber por qué. Sus hermanos no eran los únicos con un fusible corto. No había ido a la cafetería donde Asia trabajaba durante toda la semana; no añadiría más leña al fuego. Esperó que ella todavía no estuviera preocupada al respecto. Odiaba tocar el tema, pero si ella todavía actuaba extraño durante el fin de semana tendría que hacerlo. Su teléfono sonó cuando entraba en la autopista. ―¡Oye, bebé! ―Su humor alegre lo hizo sonreír. ―Oye. ―¿Est{s en camino? ―Sí, recién entré en la autopista. Por lo general, Eric esperaba hasta las mañanas del sábado para marcharse. El viernes por la noche el tráfico era horrendo, pero hoy él había salido temprano. El tipo con el cual fue asignado para trabajar había pedido la mitad del día libre, entonces le dijeron a Eric que podría marcharse temprano. Se fue a casa y no demasiado pronto. ―Angel y Alex te echan de menos. ―Oyó que Sarah se reía en el fondo. Eric sonrió. ―¿Lo hacen? ―Sí, han estado gimiendo sobre que no has pasado ningún tiempo con ellos durante sus fines de semana en casa. Oyó que Sarah se reía otra vez junto con el hombre quejándose en el fondo. Eric no podía menos que reírse. ―¿Eso es verdad? ―Sí, entonces pedimos en Andolini y quieren que vengas y juegues con ellos. ―Ella se rió―. Seriamente, realmente quieren jugar fútbol enfrente. Sarah, Valerie y yo animaremos. ―¿Andolini? Estoy dentro. ―No había tenido su pizza en años. Cuando eran más jóvenes, solían comer allí todo el tiempo. Tenían la mejor pizza en la ciudad. Después de colgar con Sofia, Eric se sintió mucho mejor. Tal vez no tendría que tener esa conversación con ella después de todo.

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Los chicos realmente parecieron contentos de verlo cuando llegó a la casa de Sofia, pero nadie era más feliz que Sofia. La apretó fuerte y la besó como realmente quería cuando estuvieron finalmente fuera de vista de sus hermanos. Incluso después de todo este tiempo, todavía no se sentía demasiado cómodo con ella delante de ellos. Y malditamente sabía bien, que ellos no se sentían cómodos mirando. Una vez fuera, agarró una cerveza de la hielera. ―¿Ustedes tontos, no trabajan? ―Ve lejos ―dijo Alex a Angel entonces echó un vistazo a Eric―. Nuestros padres están en el restaurante. Angel salió corriendo por la calle y Alex lanzó el balón. Un coche giró en el camino y redujo la marcha. Angel se movió del camino, sonriéndole al conductor. Cuando estaba bastante cerca, vio que era Valerie, la prima de Sarah. Eric no estaba sorprendido que ella todavía viniera. Ella y Alex habían estado saliendo y separándose desde la escuela secundaria. Alex aseguraba que su relación era sólo por diversión, pero tanto como el Sr. Duro lo minimizaba, Eric vio el modo que la miraba cuando estaban juntos. No engañaba a nadie. Romero apareció un rato más tarde y todos estuvieron como en los viejos tiempos. Se sentía bien. Las chicas estaban sentadas en las sillas charlando en el patio delantero, mientras los chicos se apoyaron en la camioneta de Alex estacionada en la calle tomando unas cervezas. Estaban en medio de las payasadas de Romero sobre su pedazo de mierda de auto cuando notaron que él no prestaba atención a cualquier de ellos. Él miraba detrás de Eric. ―¿Es ese Malas Noticias Billings? Eric giró para ver a Brandon Billings muy bien definido, pulcro, yendo hacia ellos con un perro en una correa.

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Capítulo 12 Es lo que es Traducido por Selene1987 & lapaskis Corregido por Key.

—¡V

ete a la mierda! ―dijo Romero, sonriendo―. ¿Eres tú, Billings? Brandon extendió sus brazos hacia los lados. ―En persona.

―¿Qué? ―añadió Angel―. ¡Ni hablar! Brandon rió. Tan sorprendido como todos los demás, Eric no podía creer lo diferente que se veía Brandon. Angel le alcanzó, le estrechó la mano, y dio una palmada en su hombro. Todos hicieron lo mismo excepto Romero, que fingió darle un puñetazo en el estómago. ―¿Acabas de regresar? ―preguntó Angel. ―La semana pasada, en realidad. Alex se echó hacia atrás para dejarse caer sobre su camioneta. ―¿Quieres una cerveza, hombre? ―Sí, tomaré una. Alex golpeó a Romero en el brazo. ―Ve a tomar una de la hielera. Romero hizo una mueca. ―¿Por qué yo? ―Porque te lo he pedido. ―Alex se giró hacia Brandon―. ¿Y cómo fue? Brandon sonrió.

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―No puedo quejarme. Es decir, fue duro al principio. El campamento es brutal, pero te acostumbras y ―dijo, mirando a un lado por un momento―, lo que sea era mejor que estar en casa. ―¿Qué es esto? ―apuntó Romero a la parte superior del brazo de Brandon, después de entregarle la cerveza―. ¿Te hiciste un tatuaje? Brandon les enseñó el brazo cuando vio que todos estaban interesados. Era el emblema de los Marines de Estados Unidos, con el águila sentada en un globo con una antorcha alrededor del globo. Los detalles eran impresionantes, y por la mirada de Brandon, no había duda que estaba orgulloso. ―Es genial. ―Romero lo estudió de cerca―. ¿Sabes?, estoy pensando en hacerme un tatuaje. ¿Dolió? Los chicos se rieron. ―¿Qué vas a hacerte, Romero? ¿Un dibujo de tu gata, Flea? Romero miró a Alex, disgustado. ―Es Fee Fee, y no es mi gata, es de mi tío. ―Volvió su atención hacia Brandon―. Estaba pensando en hacerme una pistola justo aquí. ―Se levantó la camiseta, enseñando su abdomen. Metió la mano en su pantalón―. Para que parezca que estoy cargado. Todos se rieron muchísimo, incluido Brandon. ―Eso sería lo único que tendrías cargado ―dijo Alex. Romero les miró a todos, obviamente sin entender el humor. Sin comentar nada por sus risas, miró de nuevo a Brandon. ―¿Entonces duele? Las chicas habían ido a cuidar el perro. Era mono, un cachorro. En lugar de agacharse y mirar el perro como Sarah y Valerie, Sofia se acercó y se echó sobre Eric, colocando su mano sobre la de él. Brandon les miró, luego atrajo su atención de nuevo a Romero. ―Nah, no duele demasiado. La aguja que vibra te adormece. ―Maldición, Brandon ―dijo Romero, mirando su brazo―, parece que te has ejercitado muy bien. Brandon rió. ―Sí, pensaba que estaba acostumbrado al ejercicio, pero regresé a casa y ―miró a Sofia―, trabajé mucho aquí, ¿verdad, Sof? ¿Sof?

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Sofia sonrió. Eric le cogió la mano un poco más fuerte. No estaba seguro de lo que significaba aquello, pero no iba a sacar ninguna conclusión como sabía que harían sus hermanos. Todos miraron a Sofia. Brandon vio la mirada en sus caras. ―Sabía que ella estaba en el equipo de atletismo, pero demonios. No sabía lo rápida que era. Eric miró a Sofia. Ella se sonrojó. No le había mencionado que Brandon estaba de regreso en la ciudad, mucho menos que hubiera corrido con él. Eric no quería saber mucho, pero tuvo que preguntarse si eso tenía algo que ver con el comportamiento de ella la semana pasada. ―¿Así que corrieron? ―preguntó Romero. Antes de que nadie pudiera responder, añadió―: ¿Le ganaste, Sof? Sofia y Brandon intercambiaron miradas. Fue solo una mirada, pero tenía el peso de un elefante. Revolvió el estómago de Eric. La tarde sin pensarlo que había tenido hasta ahora se fue en picado. ―Casi le gané ―respondió Sofia. Brandon sonrió. ―No te preocupes, Sof. Me alcanzarás la próxima vez. Eric le apretó su mano. El mensaje oculto en los ojos de Brandon no e perdió. Sofia no respondió. Para más enfado de Eric, Romero volvió a preguntar por el tatuaje. Como si un tatuaje convirtiera a Brandon en un experto en el tema. Eric quería oír más sobre Brandon y Sofia y su carrera. Si no lo hacía ahora, se aseguraría que lo hiciera más tarde. Desafortunadamente, más tarde tendría que esperar. Los chicos habían planeado una noche fuera, de bolos. Después de charlar un rato más, Brandon finalmente dijo que tenía que irse, pero no sin girarse hacia Sofia una última vez. ―¿Quieres que corramos mañana por la mañana? Eric sintió que se tensaba. ―No. Solamente corro durante la semana. ―Está bien, entonces te veré el lunes por la mañana ―dijo, y Sofia se encogió como respuesta. Para ponerlo peor, Angel insistió que ya que Eric había hecho tan largo viaje, no tenía sentido ir en dos coches, todos deberían ir en el suyo. El único momento que habría tenido con Sofia antes de esa noche era el viaje hacia la bolera. Ahora también estaba fuera eso. No podría tomar ventaja del camino a casa.

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Alex y Valerie tuvieron que dar un rodeo durante el camino, porque todos estuvieron en la bolera durante veinte minutos, y aún no estaban allí. Lo hacían a menudo. Con Angel y Sarah comprando bebidas, y Romero mostrando sus habilidades con los bolos, Eric se aprovechó del momento. ―¿Y cómo es que no habías mencionado que Brandon había regresado? Sofia encogió los hombros. ―No sé. Lo olvidé. Sólo corrí con él un par de veces. ―¿Lo olvidaste? ―Eric no quería enfadarse. No quería arruinar el fin de semana antes de que empezara siquiera. Pero sabía que si él alguna vez olvidaba mencionarle algo así, ella le acosaría. Sabía que podía confiar en Sofie. Simplemente no podía sacudirse el mal presentimiento que tuvo cuando intercambió miradas con Brandon. ―Fue por la mañana y sólo durante unos minutos. Al final del día se había ido completamente de mi cabeza. Eso tenía sentido. Aun así, apretó su mano. ―¿Algo más que se te haya olvidado decirme? Ella meneó su cabeza inmediatamente. Eric apoyó su frente contra la de ella. ―Mira, Sof, si se te olvidó contármelo porque pensabas que me enfadaría, eso no está bien. Recuerda que siempre estoy recordándote que jamás te he dado ningún motivo para desconfiar de mí, y tú nunca me has dado ninguna razón tampoco. ―Elevó su mejilla―. Me parece bien que vayas a correr con un amigo, es cuando empiezas a ocultármelo lo que me hace preguntarme por qué, ¿de acuerdo? ―Est{ bien. ―Lo miró a los ojos. Él también la miró. ―Prométeme que no me ocultaras cosas sin importar lo enfadado que piensas que estaré. ―Lo prometo ―dijo, y luego le apretó con fuerza―. Te quiero muchísimo. Se besaron hasta que alguien aclaró su voz fuertemente. Angel estaba de pie detrás de ellos con el ceño fruncido. Aún era su hermana pequeña. ―¿Podrían parar? Sofia se rió. ―Si tú puedes mantener tus manos fuera de Sarah durante al menos cinco minutos, yo lo haré.

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Ignorándola, Angel se volvió a Romero. ―¿Y nosotros podremos jugar o vamos a verte a ti toda la noche? Eric se volvió hacia Sofia, que se apoyaba en él. Dejó que el mal presentimiento se fuera por ahora y esperaba que solamente fuera eso. Pero estaría perdido si bajaba la guardia. Al conocer a Sofia durante tanto tiempo la conocía más que la mayoría de los novios conocen a sus novias. Eso es lo que le hacía estar un poco nervioso. En todos los años que la había conocido, jamás había dejado de sorprenderle o encantarle, y la conocía como la palma de su mano. Si sus hermanos tuvieran la sospecha de al menos la mitad de las cosas que habían hecho cuando eran más jóvenes, cosas sobre todo sugeridas por Sofia, Eric no tenía duda de que montarían un escándalo, incluso ahora. Eric esperaba poder confiar en ella. Sabía que ella le quería tanto como él la quería a ella, y que jamás haría nada que le hiciera daño intencionadamente. Pero si había algo que había aprendido con los años, es que con Sofia nunca sabes qué esperar. Muy pocas cosas, si es que algo, hacía que Sofia se sonrojara, así que se ruborizara era una bandera roja.

* * *

Es lo que es, pero a veces no. Lo que obtienes es lo que ves. Consigues sólo lo que crees que es. Siempre ha sido así. Y siempre lo será. Sofia leyó el maldito poema que encontró enterrado bajo otras cosas que había clavado en el tablero de tachuelas. Después de todos estos años, todavía no lo entendía. Cuando Brandon se lo envió por correo electrónico en la escuela secundaria, lo leyó y releyó. Por mucho que le gustaba escribir, no entendía la poesía. Toda la poesía parecía llevarla de cabeza, y Brandon no era una excepción. La hacía sentir estúpida. Si no era lo suficientemente profunda para entenderla, ¿cómo podría escribirla? Quería tanto decirle que lo entendía, pero no lo hacía. Finalmente, confesó y le dijo que le gustaba, pero que no lo entendió. Recordaba esa conversación y a Brandon riendo. ―Estaba seguro que de todos tú lo entenderías. Sofia lo miró, sintiéndose aún más estúpida.

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―¿Yo? ¿Por qué? Brandon miró abajo a su cuaderno sobre el escritorio. ―Supongo que porque puedes identificarte conmigo… al menos creo que puedes. ¿Qué significaba eso? Buen Dios, se sentía más tonta con cada frase que él decía. ―Creo que me identifico contigo. Simplemente, nunca he sido buena descifrando mensajes ocultos en los poemas. Por fin levantó sus ojos del cuaderno y sus ojos se encontraron. ―No hay ningún mensaje oculto, Sof. ―Sonó el timbre y Sofia se dio cuenta de que había conteniendo la respiración. Dejó escapar el aliento lentamente y los dos se pusieron de pie y agarrón sus libros. Brandon le sonrió―. Está ahí mismo, Sof. Las palabras lo dicen todo. Sofia clavó el poema de nuevo en su tablero de tachuelas, frunciendo el ceño a todos los trastos inútiles que había pegado en los últimos años. Lo limpiaría tarde o temprano. A pesar de que el fin de semana había terminado, Sofia aún no podía superar el desastre que había esquivado el pasado viernes. Tan engañosa como había sido durante años, porque sus hermanos le habían obligado a ello, una cosa en la que nunca había sido buena era en mentirle a Eric. La conocía demasiado bien. Si él hubiera investigado aunque solo fuera un poco más, podría haberlo sacado todo y pedirle que la perdonara. No había ido a correr al camino de atrás de su casa desde el día en que se besaron, ni siquiera había visto a Brandon de nuevo hasta el viernes. Lo único que Eric le había preguntado desde entonces era que si su carrera en la playa ahora, en vez de en su lugar habitual, tenía algo que ver con Brandon. Por supuesto, lo negó. Le dijo que era porque los días eran tan hermosos, y él sabía lo mucho que amaba la playa, especialmente en verano. Brandon se iría a primera hora de la mañana del sábado. Al menos eso es lo que le oyó decir a Alex. El hecho de que la aliviara, también la corroía. No había pasado ni un solo día desde el beso que no había pensado en ello. Al principio seguía preguntándose qué habría pasado si lo hubiese dejado continuar. En el momento en que dejó su casa supo que no pondría un pie en ese pasillo de nuevo, temiendo lo que podría suceder… lo que él podría decir. Sobre todo, tenía miedo de que pudiera preguntarle de nuevo si ella quería.

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Después de ver a Eric en Los Ángeles, otra vez este pasado fin de semana, la respuesta a la pregunta de Brandon estaba clara. En absoluto, y no vacilaría en gritarlo en su cara si alguna vez se lo preguntaba de nuevo. Pero la verdad persistía… le dejó besarla… abrazarla, y se sentía plagada de culpabilidad. ¿Por qué no le había dicho que parara cuando él le dio la oportunidad? Se acostó en su cama, segura de que tendría otra noche de dar vueltas en la cama. Eric había sido tan dulce cuando habló con él antes por teléfono. La culpa pesaba más y más con cada conversación.

* * *

A pesar de que estaba en casa de su madre durante el verano, no habían hablado realmente mucho desde que había estado allí. Su madre era una enfermera y había trabajado en diferentes turnos cada semana. Trabajaba en dos diferentes hospitales y estaba ausente mucho tiempo. Cuando no estaba ausente, estaba durmiendo ya que sus turnos eran por lo general los turnos de noche. Las pocas conversaciones que habían tenido eran tan genéricas como todas las conversaciones que recordaba haber tenido con ella. Trabajo, escuela, sus prácticas… le preguntó sobre Sofia pero le dejó muy claro que no era un tema en el que iba a profundizar, por lo que no le había preguntado desde entonces. ¿Por qué habría de compartir lo más preciado de su vida con ella? No sentía que se lo mereciera. La mayoría de las comidas que había tenido hasta ahora consistía en queso tostado, o una taza de fideos en el microondas y comerlo solo delante de la televisión o en la habitación de invitados… la habitación que su madre le dijo era suya para el verano, y durante el tiempo que alguna vez lo necesitara. Así que cuando llegó a su casa la noche del lunes, se sorprendió al ver la pequeña mesa de la cocina preparada y a ella preparando la cena. Sonrió cuando él entró. ―¡Hola, espero que te guste el asado! Estaba de humor para cocinar una cena de verdad. Eric miró a su alrededor. Había hecho puré de patatas y hasta tenía un plato de panecillos recién horneados. No estaba seguro de lo que sentía por tener que sentarse durante una comida entera con ella. ―¿Puedes tomar esa ensalada y ponerla en la mesa para mí? ―Su mamá ya estaba poniendo dos platos de la cena juntos―. ¿El jugo está bien o quieres leche?

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―El jugo est{ bien. ―Puso la ensalada en la mesa y se acercó para sacar vasos de la alacena―. ¿También quieres jugo? ―Sí, por favor. Eric sirvió dos vasos y los trajo a la mesa. Con todo preparado, se sentaron a comer. Él hizo algunos comentarios sobre la calidad de la comida, especialmente los rollos de la cena, que ella había hecho de cero. Debió haber tenido el día libre para tener tiempo para todo esto. Ahora Eric se sentía mal; había estado tan cerca de pasar y dirigirse directamente a su habitación. Después de unos minutos más de su conversación genérica de costumbre, su mamá puso el tenedor y su cuchillo en su sitio. Al crecer, nunca habló del hecho de que no tenía una madre. Recordaba preguntarle a su padre cuando era niño dónde estaba su madre, pero sólo por curiosidad. No fue sino hasta que tuvo diez años que su padre trató de explicarle acerca de su mamá teniendo "problemas" y sus razones para no quedarse allí, pero siempre le aseguró que ella lo amaba. ―Lo siento ―continuó―, que no me sintiera lo suficientemente fuerte o madura para ser madre. Estoy tan contenta de que tu padre haya estado allí para ti y, obviamente, ha hecho un excelente trabajo criándote. Pero quiero que sepas, que siempre te he amado. Una lágrima rodó por su mejilla y ella la limpió. Eric no sabía qué decir… ni siquiera entendía por qué, ahora, escucharla decir que lo amaba lo movía con tanta fuerza. Nunca en todos sus veinte años, había necesitado su amor, ni siquiera había pensado en ello, pero oírla decir esto le hizo algo. De todas formas, estaba sin palabras. Ella se secó los ojos y la nariz con una servilleta y sonrió débilmente. ―Sólo espero que sigas dándome la oportunidad de compensar algo del tiempo que hemos perdido. Eric asintió. ―Lo haré. Era todo lo que podía pensar en decir. Comieron el resto de su cena en silencio. Cuando terminaron, la ayudó a recoger la mesa. Después de colocar la mantequilla en la nevera, la miró en el fregadero, a punto de lavar los platos. Sin siquiera pensarlo, algo lo hizo acercarse y abrazarla. La tomó por sorpresa, pero ella le devolvió el abrazo. ―Gracias por la cena, mamá.

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Nunca la había llamado así… nunca la llamó nada. Siempre había sólo contestado sus preguntas o le había hablado sin ninguna referencia a su nombre o lo que era para él. La única vez que se refirió a ella como su madre era cuando le habló a Sofia de ella. Se sentía bien. Ella sonrió, las lágrimas en sus ojos de nuevo. ―De nada, hijo.

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Capítulo 13 La verdad te liberará Traducido por flochi y Gry Corregido por aniius

P

erdida en sus pensamientos, Sofia no había tocado su sándwich. ―¿Qué te pasa últimamente? ―Naomi masticó su pretzel. Sofia volvió a la tierra y miró a Naomi, que le devolvía la

mirada.

―Has estado muy distanciada las últimas veces que te he visto. ¿Algo está mal? Sofia recogió la mitad de su sándwich, luego se detuvo y lo volvió a bajar. ―¿Puedo decirte algo y prometerme que no perderás el respeto que sientes por mí? Los ojos de Naomi se agrandaron. ―Vaya, suena jugoso. ―Puso el resto de su pretzel en su boca y apoyó los brazos contra la mesa de picnic―. Claro, nunca perdería el respeto hacia ti. Sofia respiró hondo y se preguntó si debería. La estaba matando, y no se lo había dicho a nadie. Ni siquiera a Sarah, en quien normalmente confiaba cuando se trataba de su relación con Eric. Estaba muy avergonzada. Naomi, al menos, era más independiente de toda la situación. Ni siquiera había conocido a Eric. ―Hice algo de lo que me arrepiento terriblemente. ―Se mordió el labio. Naomi la miró, pero se quedó en silencio―. Besé a otro chico. Los ojos de Naomi se volvieron a agrandar, pero siguió sin decir nada. Parecía estar esperando que Sofia continuara. Le informó brevemente sobre su relación con Brandon. Luego le contó sobre el beso y la parte sobre la que se sintió más culpable: el hecho de que ella lo había querido. Que en ese momento, había querido más. ―No sé por qué simplemente no me negué. Todo lo que repetía era que no podía. ―Negó con la cabeza, sintiendo un peso en su pecho. El mismo peso que

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había sentido desde ese día. Pensaba que tal vez contárselo a alguien podría aliviarlo de alguna manera, pero no lo hizo. ―Sofia. ―Naomi extendió la mano sobre la mesa y le tocó la mano―. Está bien. Fue una nueva experiencia para ti. Él estaba intentando seducirte, cariño. ―Se echó a reír―. Parece que casi funcionó, también. Una mujer más débil podría haber sucumbido, ya sabes. ―Pero no sucumbí ―discutió Sofia―. Le dejé besarme… tocarme. Y… lo toqué. Fue… emocionante. Dios, ¿cómo podía vivir consigo misma? Si alguna vez descubría que Eric hizo algo así, moriría. Se cubrió el rostro con una mano. ―Pero te detuviste, Sof. Muchas mujeres no lo habrían hecho. ―Naomi apartó la mano de Sofia de su cara―. Escucha, hemos hablado de esto. Simplemente tenías curiosidad. A mí me suena como si hubieras tenido una profunda atracción por este chico desde hace tiempo. La oportunidad se presentó cuando menos lo esperabas. Y odio decirlo, pero creo que tomó ventaja de ello. Sofia se la quedó mirando, confundida. ―¿Por qué piensas eso? ―Bueno, dijiste que siempre creíste que él era más inteligente de lo que la mayoría de las personas le daban crédito, ¿cierto? Sofia asintió, pensando en ello. ―Estoy segura de que se dio cuenta del hecho de que te puso un poquito nerviosa en la preparatoria. Entonces regresa y dices que te hace sentir cosas que no deberías estar sintiendo. ―Naomi se encogió de hombros―. Probablemente se dio cuenta de eso, también. Sofia, eres una chica muy atractiva, ningún chico dejaría pasar la oportunidad de al menos intentar besarte, si pensaban que tenían la oportunidad. Sofia quiso estar enojada. Realmente quería. Si Brandon intentó seducirla incluso después de decir que respetaba que ella estuviera con Eric, eso era bastante bajo. Pero la verdad, si Naomi tenía razón, era culpa de ella. Le dio luz verde, y él siguió adelante. Diablos, incluso le dio la oportunidad de detenerse y ella no lo hizo.

* * *

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Ese viernes, Eric no saldría temprano, así que no llegaría a casa hasta la mañana siguiente. Sofia no había vuelto a correr en el camino trasero desde el beso. No planeaba regresar allí hasta que Brandon se hubiera ido, pero luego de la conversación con Naomi, supo que no se sentiría mejor hasta que hiciera algo. Dobló el papel con el poema de Brandon en él, y lo metió en el bolsillo de su pantalón corto. Su carrera matutina había sido a primeras horas de la mañana el día de hoy. No había sido capaz de dormir así que se levantó y corrió a la playa. Después de pensarlo durante toda su carrera, tomó una decisión. Alex estaba en la cocina, haciéndose una bebida de proteínas como solía hacer en las mañanas. Se dio la vuelta cuando ella entró. ―¿Por qué estás despierta tan temprano? ―No podía dormir ―fue todo lo que respondió mientras agarraba el pomo de la puerta trasera. ―Pensé que acabas de regresar de correr. ―Lo hice. ―Le dio la vuelta sólo para encontrarla cerrada con llave. ―Entonces, ¿a dónde vas a hora? Molesta por su interrogatorio, Sofia giró el seguro. Odiaba que incluso como adulta, Alex la siguiera cuestionando constantemente. ―Brandon se va mañana. Sólo quiero decirle algo antes que se vaya. ―No vas a salir a correr con él, ¿no? ―La molestia en su rostro era tan típica. Ni él, ni Angel le dijeron algo desde que Brandon lo mencionó, pero la expresión en sus rostros esa noche lo dijo todo. No les gustaba. ―No ―dijo a la vez que salía―. Regresaré pronto. Brandon estaba regresando por el parque. No tenía camisa, y por el sudor que perlaba su cuerpo, pudo notar que había estado corriendo por un largo trecho. Tenía puesto auriculares y no estaba mirando hacia arriba. De ninguna manera iba a tocarlo para llamar su atención. En vez de eso, hizo el sonido que generalmente usaba él para llamar a Troop, y el cachorro inmediatamente tiró de la correa para intentar alcanzarla. Brandon alzó la mirada. En un instante, esa sonrisa sexy se extendió por su rostro. Se sacó los auriculares de las orejas. ―Hola, no pensaba que te vería más por aquí. ―No estoy aquí para correr. Sus ojos la contemplaron de la cabeza a los pies. Él se debía estar preguntando sobre su indumentaria deportiva. ―Vengo de correr… en la playa.

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La sonrisa de él decayó un poco. ―Escucha Sofia, sobre lo que sucedió. Espero que no estés molesta conmigo, lo siento realmente… ―No estoy molesta ―mintió. Nunca había lamentado algo tanto, pero no quería que él pensara que era alguien tan importante para ella. No se merecía esa clase de importancia en su vida. Ningún hombre, salvo Eric―. Fue un error. No debió haber ocurrido, pero ocurrió, y me alegro de haberlo sacado de mi sistema. ―Se encogió de hombros―. Eric es el único chico que me ha besado. Iba a tener curiosidad tarde o temprano. Pero eso fue todo. Todo lo que fue. Él se le quedó mirando por un momento y antes de que pudiera decir algo, ella sacó el poema del bolsillo. ―Encontré esto. Quería preguntarte. ―Desdobló el papel y se lo entregó―. ¿Puedes decirme lo que significa? Nunca he sido capaz de entenderlo. Sus ojos parecieron curiosos al principio, luego lo leyó y se echó a reír. ―Vaya, esto es basura. No puedo creer que por entonces pensara que mi poesía era buena. ―Pero, ¿recuerdas a qué te referías? ―Eran mis días oscuros, Sof. ―Sus ojos no tenían el mismo control que tuvieron sobre ella que cuando regresó la primera vez―. Recuerdo siempre intentando poner en palabras lo que las personas no conocían como el verdadero yo, sólo lo que percibían que era. Nunca tuve la oportunidad de probar lo contrario, así que ni siquiera me molestaba. Por supuesto. Dios, qué tonta que fue. Entonces recordó. ―Dijiste que si alguien lo comprendería, sería yo. Sonrió. ―¿Te acuerdas de eso? Ella frunció el ceño. Lo último que quería era que él supiera cuánto recordaba de eso y por cuánto tiempo. ―Tengo buena memoria. ―Tus hermanos siempre actuaban como si fueras una frágil cosita ingenua que necesitaba ser protegida, y todos lo creían. Pero después de hablar contigo todo ese semestre, vi lo independiente y tenaz que eras realmente. No los necesitabas, pero nunca tuviste la oportunidad de demostrárselos. ―Se encogió de hombros―. Pensé que serías capas de relacionarlo.

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Volvió a doblar el papel en un cuadrado como ella había hecho y se lo devolvió. ―Me halaga un poco que lo hayas guardado tanto tiempo. ―Estaba sujeto en mi tablero. Todo allí es viejo. Él asintió. ―Me voy a de aquí, mañana, sabes… a primera hora de la mañana. ―Lo sé. Esa es la razón por la que vine. ―¿En serio? ―Pareció complacido―. ¿A despedirte? ―Bueno, a eso también, pero… ―Se puso a jugar con el papel en su mano, bajando la mirada hacia el papel―. Quería decirte… quiero… que sepas que nunca haría algo que lastime a Eric. Lo amo más que nada. ―Un nudo empezó a crecer en su garganta. El mismo nudo que había sentido durante sus conversaciones telefónicas con Eric toda la semana―. Ya te expliqué lo del beso. Mi único arrepentimiento es que no dije lo que debería. Y eso me ha estado molestando desde entonces. Él se le quedó mirando. ―¿Qué es eso? ―Me preguntaste si quería, y dije que no podía. Su expresión se suavizó en una pequeña, pero sin lugar a dudas, sonrisa engreída. ―No quería. Quiero que eso quede perfectamente claro. La sonrisa se hizo un poco más grande ahora. ―¿Estás segura? ―Sí, estoy segura. No estaría aquí si no fuera así. Despedirme no era tan importante como asegurarme de que no te irías mañana pensando que sí quise. No lo diría sólo porque no quería sonar odiosa. Pero si no hubiese sido por la necesidad de asegurarse de que él lo sabía, alegremente habría dejado que se fuera sin ni siquiera un saludo. ―No puedes decirme que no sentiste nada, Sof. ―Lo que sentí fue un chico intentando seducirme, Brandon. Un chico que sabía que yo estaba en una relación y que se iba a ir en un par de semanas. ―Pudo sentir que se estaba enojando, pero no estaba segura con quién estaba más molesta, con Brandon o ella misma por tener esta conversación―. Eric me ha amado desde

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que éramos chicos. Nunca ha sido así con él. Obviamente, todo lo que querías era sexo casual, un concepto completamente extraño para mí. Me tomó por sorpresa. ―Eso no es todo lo que quería. ―La sonrisa engreída se borró y de repente sonaba a la defensiva. Sofia negó con la cabeza. ―No importa, Brandon. Sólo quería asegurarme de que lo supieras. No quiero, y lamento que esa sea la impresión que te di. ―No te disculpes, Sof. Espero que esto no arruine las cosas entre nosotros. ―Su expresión se suavizó―. La próxima vez que regrese, ¿podemos empezar de nuevo? ¿Olvidar que todo esto pasó? Sofia asintió, pero no se atrevió a acercarse a él. En cambio, lo saludó con la mano. ―Adiós, Brandon. Cuídate. Él sonrió, y la saludó con la mano. Sofia se alejó sintiéndose mejor, pero la culpa seguía superando el alivio que había conseguido con esa conversación. * * *

Eric contempló su laptop. No estaba mal. Después del arrebato de Sofia sobre Asia, no había vuelto a la cafetería donde Asia trabajaba, hasta ayer. Se sintió un poco mal ya que le había prometido a Asia que haría un portafolio profesional online para su carrera de actriz. Ella le dijo sobre el horrible que había hecho sola, contribuyendo a la carencia del trabajo que había tenido últimamente sobre cómo se veía. Eric podía hacer un portafolio con sus ojos cerrados. Todo lo que necesitaba era toda su información y fotos. No la había visto desde que le prometió a Sofia que no lo haría. Decidir esto no era una gran cosa, él había ido por última vez ayer. Le dijo que probablemente no estaría de vuelta, arreglando algo sobre su cambio de horario, pero él todavía podría hacerlo para ella y enviarlo por correo electrónico. Ella le había enviado por correo electrónico toda su información anoche, y ya casi lo había terminado. Estaba impresionado por la cantidad de trabajo en teatro que había hecho hasta ahora. Ya que Sofia le dijo que ella iba a correr esa mañana, no la llamó cuando llegó a casa. Terminaría el portafolio de Asia, luego le haría a Sofia una llamada. Todavía era temprano. Esta vez él no tomaría ninguna posibilidad. Quería hablar con ella como primera cosa hoy y decirle sobre ello. Realmente esperaba que ella no hiciera un gran problema de ello, sobre todo ya que él no tenía ninguna

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intención de ver a Asia otra vez. Se lo enviaría por correo electrónico cuando estuviera terminado y sería el final de todo. Probablemente podría haber terminado anoche, pero como era costumbre, era un perfeccionista y obsesionado sobre el sitio. Hubo un golpe en la puerta. Eric dejó la laptop en la encimera y caminó para abrir la puerta. ―¿Estás en casa? ―Sofia sonrió grande. Eric la jaló hacia él, envolviendo sus brazos alrededor de ella. ―Sí, iba a llamarte, pero me imaginé que estarías corriendo. ―Lo estaba, y vi tu coche en la carretera. ―Lo besó entonces apoyó su cabeza contra su pecho―. Dios, amo tenerte en casa. Caminaron de vuelta a su casa, cerrando la puerta. ―¿Estás hambrienta? ―Sí, muerta de hambre. ―Genial, vamos a conseguir algo para desayunar. Tengo algo sobre lo cual quiero hablar contigo. ―Se inclinó y la besó, notando la preocupación en su cara―. Relájate, no es nada malo. Sólo déjame agarrar los zapatos de mi cuarto. Él cavó en su armario por sus zapatos. Después de unos minutos, recordó que estaban bajo su cama. Cuando volvió de su cuarto, Sofia estaba de pie delante de su laptop, contemplando la pantalla. Ella miro hacia arriba. Sus ojos eran más de pregunta que de enojo. ―¿Ella te envió todas estas fotos suyas? ―Sí, porque me ofrecí a ayudarla con su portafolio. Es sobre lo que iba a hablarte, nena. Ella lo contempló sin decir nada. Se acercó a ella y ahuecó su mejilla con su mano, contento de que lo dejara. ―No había vuelto a la cafetería desde el día que hablamos de ello. ―Eric hizo todo lo posible por explicarlo y esperó con toda su fuerza que no hubiera otra explosión. Hubo un montón de besos recorriendo su cara cuando él le contó todo. Cada detalle, no guardó nada para ella. Ella no dijo nada durante el tiempo entero que le explicó, y Eric estaba seguro que era mal signo. Se preparó cuando terminó y esperó. ―¿Después de esto, no tendrás que verla o hablar con ella por ningún motivo, verdad?

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Eric sonrió, liberado. ―Correcto. Su reacción a todo esto había sido una agradable sorpresa, pero después del desayuno, tenía segundos pensamientos. Ella había estado inusitadamente tranquila el tiempo entero que comieron. Lamentó sacarlo otra vez, pero ella actuaba tan extraño, que tenía que hacerlo. Una vez en el coche, la miró, antes de que prender el auto. ―¿Estás segura que estás bien conmigo haciendo esto para Asia? Porque prometo que después de esto no estaré en o con ella en absoluto. Sofia salió del mismo aturdimiento en el cual había estado durante todo el desayuno. ―No. ―Una sonrisa débil se extendió sobre su cara―. Estoy bien con ello. ―¿Entonces qué es? Ella negó con la cabeza y miró fijamente por la ventana. ―Nada. Maldita sea. Él debería haber ido con sus instintos y sólo haberse mantenido alejado de Asia. Lamentaba que Sofia tuviera cualquier duda. Estar lejos de ella todo el verano era bastante difícil. Condujeron devuelta a su casa. Ella quería ducharse y cambiarse antes de que hicieran algo más. Él volvió a su casa, terminó el portafolio y lo envió, sintiéndose aliviado por terminar con eso. Era la última vez que hablaría de Asia. Unos minutos después de que terminara, tuvo un texto de Sofia. Casi lista. Ven. Hice empanadas anoche. Puedes tener unas mientras termino de prepararme. Eric sonrió y agarró sus llaves. Amaba todo lo que Sofia cocinaba para él, pero sus empanadas eran unas de sus favoritas. Nunca había probado ninguna hasta que ella las hizo para él hace algunos años. Llamó una vez antes de entrar en su casa. El único coche en la calzada era el suyo. Ella estaba bajando por la escalera cuando entró. ―Hola. ―Ella no había salido de ese humor, apenas sonriendo mientras bajaba por la escalera. Lo abrazó cuando la alcanzó. Eric no estaba seguro, pero ella parecía lista para llorar. ―¿Sofia, qué está mal?

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Ella se apartó. Con una mano en su cara, apenas sacó las palabras. ―Vas a odiarme. Eric se mantuvo quieto. No tenía ni idea de lo que podría querer decir. La tomó de la mano. ―Vamos. No seas tonta. Nunca podía odiarte. Jaló su mano y cruzó sus brazos delante de ella. Las lágrimas en sus ojos lo acobardaron. ―¿Qué está mal? Dime. Ella anduvo alrededor del sofá y se sentó. ―Eric, hice algo tan malo. No iba a decírtelo, pero no puedo más con la culpa. Tengo que hacerlo. Como un tambor, él sintió que su corazón comenzaba a saltar. ¿Culpa? ¿Tan malo? Su estómago se tensó. Casi no quería saber. Tomó cautelosamente asiento en el sofá enfrente de ella. Tragó aire, contemplando sus ojos grandes, deseosos. ―Bien, dime. ―Cuando corrí con Brandon la semana pasada, me pidió ir a su casa. Quería mostrarme algunas de sus cosas de la marina. ―Los ojos de Eric fueron de los suyos a sus manos. Ella siguió apretándolas fuertemente, acobardándolo mucho más―. Me mostró cuadros y medallas y cosas. Entonces entramos en su dormitorio… Eric se levantó. Algo perforando en su pecho. ―¿Qué hiciste? Las lágrimas rodaban por sus mejillas. ―Él quiso mostrarme un rifle que su pap{ había conseguido para… ―¿Qué hiciste, Sofia? ―Él no estaba seguro si alguien estaba en la casa y no se preocupó. Levantó su voz, sintiéndose al borde del pánico―. ¿Qué mierda hiciste en su dormitorio que te tiene llorando? Ella se levantó. ―¡No eso! ―¿Entonces qué? ―Visiones de ella y Brandon le asaltaron. Se sintió enfermo del estómago. ―Él me besó ―susurró, contemplando sus manos―, y yo lo dejé.

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Eric la contempló durante un momento, incapaz de respirar. Tragó aire con fuerza, increíblemente sintiendo la llegada de sus propias lágrimas. ―¿Fue el día que me llamaste y dijiste que me extrañabas? Ella echó un vistazo hacia a él, su expresión rota. Otra lágrima bajó por su mejilla, y asintió. Él había sabido que algo estaba mal entonces, pero nunca habría imaginado esto. Ella dio un paso adelante. ―Yo lo lamento… fue un error enorme. Él retrocedió, con miedo de lo que podría hacer si lo tocaba. No había ningún modo que pudiera estar en el mismo cuarto con ella ahora mismo. El daño que sintió era tan intenso, la sangre que palpitaba por su cuerpo era ensordecedora. Ella voluntariamente entró en el dormitorio de Brandon y dejo que la besara. ¿Qué más habían hecho? Eric giró antes de que sus lágrimas pudieran traicionarlo. ―¡Eric, te amo! ―exclamó. Él agitó su mano hacia ella y corrió hacia la puerta. Nunca en su vida sintió lo que sentía en aquel momento. No había llorado abiertamente desde que era un niño y recordó cuán difícil era mantenerlo dentro. Recordando como él y sus amigos se habían referido a los chicos en la televisión como maricas por llorar por sus chicas, lo mantuvo dentro, pero sólo hasta que llegó a su auto. El dolor de la traición de Sofia casi lo asfixió mientras manejaba a su casa. Nunca miraría del mismo modo a su hermosa Sofia otra vez.

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Capítulo 14 ¿Por qué? Traducido por HeythereDelilah1007 Corregido por aniiuus

D

espués de sollozar descontroladamente durante horas, y de intentar sin tener éxito de comunicarse con Eric, Sofia cayó noqueada sobre el sofá. Se despertó cuando escuchó la puerta del frente cerrándose.

Para su sorpresa, Sal estaba parado en la puerta con una expresión de arrepentimiento en su cara. ―Lo siento, Sof, estaba tratando de no hacer ruido. Se sentó, un poco mareada. ―¿Qué hora es? ―Casi mediodía ―Dejó su bolsa para el gimnasio en el piso―. ¿Qué te pasa? ¿Estás enferma? Ella sacudió su cabeza, sintiendo el aire apretándose en sus pulmones en el momento en que el recuerdo de lo que sucedió esa mañana volvió a ella. En un instante, se sintió como si estuviera derrumbándose nuevamente, y enterró su cara entre sus manos. ―Oye. ―Sal estaba a su lado inmediatamente―. ¿Qué está sucediendo? ―Miró a su alrededor ansiosamente―. ¿Dónde está todo el mundo? ¿Pasó algo? ―No. ―Sorbió por la nariz―. Todo el mundo está bien. Mamá y papá están de compras en T.J. Alex y Angel están en el restaurante. Él puso su mano sobre la rodilla de ella. ―¿Entonces qué está mal, cariño? ―Creo que Eric y yo terminamos. ―Decirlo en voz alta lo hizo sentir real. Algo que no había querido aceptar antes. Se inclinó contra Sal y lloró―. Y es todo por mi culpa. Sal le frotó la espalda. De todos sus hermanos, Sal era el único al que siquiera consideraría decirle la verdad. Aunque siempre había sido igual de sobreprotector,

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también había sido el más sensato. A menudo teniendo que intervenir para calmar a Alex, como lo había hecho ese horrible Año Nuevo. Sal no había estado en casa en semanas, estando en la escuela, por lo que ni siquiera sabía que Brandon había regresado. Ella le contó acerca de Brandon estando otra vez en la ciudad y luego dijo las terribles palabras una vez más. ―Él me besó, Sal, y lo dejé. La expresión de Sal se había endurecido desde el momento en que ella mencionó que Brandon la había invitado a ir a su casa. ―¿Y Eric se enteró? ―Yo se lo dije. No podía soportarlo por más tiempo. La culpa me estaba comiendo viva. ―Agarró la caja de pañuelos que casi se había acabado esa mañana, dándole toquecitos a sus ojos mientras continuaba―. Él siempre ha sido tan honesto conmigo acerca de todo. Simplemente no se sentía bien ocultarle algo como eso. ―Tomó una respiración profunda, aguantando otra tanda de sollozos―. Él estaba tan alterado, dolido. No sé qué es lo que va a pasar. Incapaz de mantener la compostura por más tiempo, colapsó sobre el pecho de Sal, sollozando. Sal le pasó las manos de arriba abajo por la espalda. ―Sofie, solo fue un beso. Él lo va a superar. Estoy seguro de que está enojado como el infierno justo ahora, pero confía en mí, no creo que Eric pueda alejarse de ti así como así. Sofia se alejó y miró hacia su hermano. ―Tú no lo escuchaste, Sal. Las cejas de Sal se fruncieron. ―¿Que dijo? ―Él solo estaba tan enojado, tan herido. ―Bueno, eso es de esperarse, Sof. Le soltaste una grande. No solo besaste a alguien más, sino a Brandon, de todas las personas. ―Él sacudió su cabeza―. ¿Ese idiota sigue en la ciudad? Sofia sacudió su cabeza. No era tan ingenua como para decirle a Eric cuando Brandon seguía estando por ahí, y menos a Sal, para el caso. ―Se fue esta mañana. ―Tiene suerte ―gruñó Sal―. Mira, que no te quepa duda de que vas a escuchar esto de Eric, pero voy a decírtelo de todas formas. Me importa una mierda lo mucho que Brandon haya cambiado por fuera, obviamente no lo ha hecho por dentro. Llevarte hasta su casa a solas, y besarte sabiendo que estás con

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Eric, lo dice todo. No se puede confiar en él. Y volverá eventualmente. No te quiero cerca de él en ningún momento. ―Lo sé ―sollozó Sofia―. Pero él de verdad cambió, Sal. Sal sacudió su cabeza inflexiblemente. ―¿No lo ves, Sofia? Él acaba de buscársela con todos nosotros. ―Se paró repentinamente―. ¿Tienes idea de lo que Alex o Angel dirían sobre Brandon llevándote a su habitación? La forma en la que Sal lo puso lo hacía sonar muy distinto a como en verdad había pasado. ―No fue así como pasó. Sal le dio esa mirada que ella odiaba tanto. Esa de “Estas siendo ingenua de nuevo”. Le frunció el ceño. ―Si le hubiese dicho que no, él no lo habría hecho, pero no lo hice. La expresión de Sal se hizo incluso más severa. ―¿Es eso lo que te dijo? ―Me dijo antes de besarme, que si le decía que se detuviera, lo haría. Sofia estaba ahogándose en la culpa de nuevo. ―Eso es mierda Sof. Él no debía haberte llevado ahí en primer lugar. No debió haberte puesto en esa situación. Sofia pensó en todas las otras cosas que Brandon le había dicho, y supo que incluso Sal perdería los estribos si le contaba. Después de hacer que Sal le prometiera que no les diría nada a Alex y a Angel, manejó hasta la casa de Eric. Su carro no estaba en la entrada, y se preguntó si habría vuelto a Los Ángeles. Cansada de llorar, y cansada de seguir pensando en eso, fue al restaurante para que pasaran las horas y pudiera dejar de pensar en él.

* * *

Con sus emociones desbordadas, Eric primero pensó en dirigirse a la casa de Brandon después de salir de la de Sofia. Luego recordó a Brandon diciendo que se iría a primera hora del sábado en la mañana. Nada lo habría hecho sentir mejor en ese momento que golpear a Brandon. No podía ocultar lo que sentía después de entrar por la puerta, y su padre no perdió el tiempo en preguntarle qué estaba mal. Eric simplemente dijo:

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―Ella me engañó Se dirigió a su habitación. Viéndolo así de alterado no había forma de que su padre fuera a retroceder. Él apenas podía hablar cuando su padre fue a su habitación para intentar consolarlo. Mantuvo la almohada sobre su cara para que su padre no pudiera ver lo marica que era. Era repugnante. Finalmente, enojado de que pudiera convertirse en un desastre lloroso, agarró su bolsa para el gimnasio. Lo controló todo lo suficiente como para que su padre creyera que iba a estar bien, y que de hecho podía conducir sin hacer algo estúpido. Después de ejercitarse en el gimnasio, se quedó sentado en su auto, pensando. Por fin fue capaz de controlarse y dejar de lloriquear. Siguió diciéndose que era solo un beso, pero igualmente, dolía como el infierno. Sofia había hecho un gran escándalo acerca de él tomándose un café con Asia. Ella sabía que un beso era mucho peor, entonces, ¿por qué? Eso es lo que más lo molestaba. ¿Estaba cansada de Eric? ¿Él había dejado de ser suficiente para ella? ¿Tendría sentimientos por Brandon? Su garganta empezó a tensarse de nuevo, molestándolo como nada. Lo que era incluso más enervante, era que solo habían pasado unas horas desde que la había visto y ya la extrañaba como loco. Ni siquiera estaba seguro de por cuánto tiempo más sería capaz de aguantar la urgencia de contestar sus llamadas. Su celular sonó, haciéndolo saltar. Apretando sus ojos cerrados durante un segundo, lo tomó para ver quién lo llamaba. Para su sorpresa, era Sal. ¿Era posible que ella le hubiese dicho? Si Sofia le fuese a decir a alguno de sus hermanos, ese sería Sal. Casi no contestó, pero la necesidad de escuchar algo que podría hacerlo sentir un poco mejor prevaleció. ―Hola Sal. ―Eric, ¿tienes un minuto? Él sabía, eso era obvio. Eric trató de sonar casual. ―Sí, ¿qué pasa? Sal saltó de lleno al tema, con ambos pies. ―Sofia me contó lo que pasó. Eric tomó una respiración profunda, sometiendo las emociones que se abalanzaban en su interior. ―Hmm…

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Fue todo lo que pudo balbucear sin arriesgarse a que su voz se rompiera. Consideró por un momento colgar. Se arrepentía ahora por completo de haber contestado. ―Sé que estás enojado Eric. Demonios. Yo estoy enojado. Estuvo mal de su parte hacerlo, y no la estoy excusando, pero de verdad creo que Brandon planeó todo esto. Ese no era un pensamiento que Eric hubiese considerado. Él aclaró su garganta. ―Pero ella le siguió el juego Sal. ¿Eso es todo lo que significo para ella? Esta es la primera vez que ella y yo tenemos que estar separados, ¿y hace esto? ―Golpeó su volante. ―Lo sé, lo sé. Tienes todo el derecho de estar enojado. Estoy de tu lado en eso. Simplemente pienso que deberías de verdad pensar en el cuadro completo. Ustedes dos han estado juntos demasiado tiempo, pasado por demasiadas cosas, para dejar que algo como esto lo arruine todo. Sofia te ama. ―¿Entonces por qué? ―Las malditas lágrimas estaban rodando por su rostro, y apretó sus ojos con su pulgar y su índice―. ¿Le preguntaste por qué? Sal se quedó callado por un momento. ―No, pero puedo decirte por qué creo que lo hizo. Eric no dijo nada, solo sujetó el teléfono y tragó fuerte, concentrándose en no dejar que Sal escuchara qué tan triste se estaba poniendo de nuevo. ―Yo creo que Brandon la puso en evidencia. Él estaba coqueteando con ella. Con todos nosotros alrededor, ¿cuándo iba Sofie a tratar con algún hombre coqueteando con ella? Puedo asegurarte que él no le dio mucho tiempo para reaccionar. ―Sal hizo una pausa, pero cuando Eric no dijo nada continuó―: Ese imbécil tomó ventaja de la situación. Irritado, Eric se limpió una lágrima. ―¿Cuándo volverá? Sal rió. ―Sí, eso quiero saber. Sintiéndose un poco mejor y mucho más seguro de que podía hablar sin romperse, reacomodándose en el asiento dijo: ―No puedo dejar pasar esto, Sal. No lo sé. Tal vez con el tiempo, pero ahora no creo que pueda soportar incluso verla. Escuchó que Sal respiraba profundamente.

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―Ella no va estar feliz de escuchar eso. Solo así, Eric volvió a sentirse emocional, solo que esta vez sentía enojo. ―Pregúntale qué va a hacer. Sal no respondió a eso. En su lugar, preguntó: ―Entonces, ¿me harías un favor? ― ¿Qué? ―Eric miró por la ventana. ―Por todo el tiempo que han estado juntos, no consideres terminar antes de darle la oportunidad de darte una explicación. ¿Tú quieres saber por qué? Pregúntale. Eric accedió, pero nunca dijo cuándo lo haría. Terminar. Ni siquiera lo había pensado. Pasar el fin de semana sin ella, después de toda una semana fuera, sería un desafío en sí mismo. Ni siquiera podía imaginarse su vida sin Sofia.

* * *

No fue hasta la noche del sábado, cuando manejaba de regreso a casa, que Eric decidió contestar la llamada de Sofia. Había escuchado cada uno de sus mensajes de voz. Ella lloraba en todos ellos, lo que solo lo hacía sentirse peor. Todos eran sobre lo mismo. Ella lo sentía, lo amaba, nunca se perdonaría haberlo lastimado, pero ni una sola vez había mencionado la única cosa que necesitaba saber. Por lo que puso el manos libres y contestó su llamada. ―¿Por qué? La escuchó sorber la nariz, pero no dijo nada. Cuando habló dijo: ―No lo sé. ―Tonterías, no haces ese tipo de cosas sin ninguna razón. ―Juro que solo pasó. Ni siquiera tuve tiempo de pensar en ello. Fue muy rápido. Eric sujetó el volante más fuerte. ―¿Sientes algo por él, Sofia? ―¡No! Para nada. Eric percibió la sinceridad en su voz, después recordó lo que Sal había dicho. Ese imbécil tomó ventaja de la situación. ―¿Te tocó?

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Su silencio hizo que se le acelerara el corazón. ¿Por qué diablos estaba preguntando eso? No quería saber. Pero tenía que hacerlo. ―Bueno, sí. ―¿Dónde? ―Él rechinó los dientes. No podía creer que ese maldito se hubiera acercado a hablar con todos ellos, sabiendo muy bien lo que había hecho―. ¿Cómo, Sof? ―Solo puso sus brazos alrededor de mi cintura. ―Dijiste que fue rápido. ¿Cómo tuvo tiempo de hacer eso? ―Fue solo por un momento y después me alejé, él me tomó de la mano para acercarme de nuevo. Los intestinos de Eric se agitaron. ―¿Él te obligó a hacerlo? ―¡No! Eric, por favor, estás haciendo esto peor. Fue solo un beso y luego me fui. Lo juro. La imagen quemaba en su mente. Pisó el acelerador. Su corazón amenazando con salirse de su pecho. Todas las emociones que había sentido toda la semana habían dado un giro de 180°. Ahora estaba enojado como el infierno. Si veía a Brandon de nuevo, no importaba cuanto tiempo pasara, no iba a ser bonito. El carro frente a él frenó repentinamente. ―¡Diablos! Eric cambió de carril para esquivarlo. Cuando se detuvo completamente, escuchó el derrape, pero no vio la camioneta hasta que golpeó su lado del copiloto. La última cosa que recordaba era la bolsa de aire golpeando su rostro. * * *

Esos horribles momentos después de que perdió la llamada de Eric eran brumosos. Sofia recordaba haber tratado de llamarlo de nuevo, pero sus manos temblaban tanto que apenas podía presionar los botones correctos. Angel y Alex habían entrado corriendo a su habitación cuando escucharon su llanto. Ambos sabían que ella y Eric habían tenido una pelea ese fin de semana pero solamente Sal conocía los detalles. Estando tan histérica, le tomó un momento explicar el derrape y el horrible golpe que escuchó justo antes de que se cortara la llamada. Angel había estado

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inmediatamente al teléfono con el padre de Eric. Nadie había sabido nada por lo que fue una eternidad. Una insoportable hora después, Angel recibió una llamada del padre de Eric. Iba camino a la sala de emergencias, pero aún no tenía noticias. Sofia sintió desmayarse cuando Angel se lo dijo. Literalmente sintió que la sangre se le drenaba del rostro. Sal no estaba. Él se había ido más temprano, tomando el mismo camino que Eric. Angel los llevó al hospital, Alex sentándose en el asiento de atrás abrazando y consolando a Sofia e insistiendo que no era su culpa. Para el momento en que llegaron al hospital, Sofia tenía un gran dolor de cabeza y pensó se desmayaría del miedo. Entraron juntos, Alex apoyándola, y encontrándose con el padre de Eric en la sala de espera de urgencias. Él habló con Angel primero, le dijo que Eric tenía una muñeca destrozada y la nariz rota por culpa de la bolsa de aire. Sofia no dejó pasar que la ignoró completamente. Esperaron por aproximadamente una hora antes de que pudieran entrar a ver a Eric. Pero solo podían entrar uno a la vez. El papá de Eric entró primero. No se acercó a ella ni una sola vez. Él sabía que Eric había estado al teléfono con ella cuando pasó el accidente, pero, ¿qué tanto sabía sobre su pelea? Una cosa era segura, el padre de Eric siempre había pensado que eran muy jóvenes para estar en una relación tan seria. Siempre había sido educado con ella, pero ella nunca había podido evitar sentir que él no aprobaba que pasaran tanto tiempo juntos, los compromisos que se habían hecho el uno al otro desde jóvenes. Su padre solo había estado dentro por diez minutos cuando volvió. Finalmente hablo con Sofia, pero su expresión estaba en blanco. ―Quiere verte. Ella se puso de pie, nerviosa, pero ansiosa por verlo. Tan pronto la vio, su expresión adolorida la dejó sin aliento. Corrió el lado de su mano sana, la llevó hacia sus labios y la besó. Él movió su mano pero solo para acercarla a él. Ella se inclinó, cuidadosamente y limpió las lágrimas que corrían por su rostro. ―Estaba tan asustada ―susurró, tratando de mantenerse lo más calmada posible―. ¿Te duele mucho? Él sacudió la cabeza. ―No tanto como ayer. Se sintió como una patada en el trasero, pero ya lo había anticipado.

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―Eric, nunca me perdonaré por haberte lastimado de ese modo. Por favor no me odies. Perdóname por favor. ―Ahora lágrimas le recorrían el rostro. Eric tomó una respiración profunda, claramente tratando de recomponerse a sí mismo. ―Jamás podría odiarte Sof. ―Esta vez él le limpió las lágrimas―. Pero solo puedo perdonarte una vez. Por mucho que te ame Sofia, no te perdonaré una vez más. ―Nunca te pondré en una situación como esta otra vez. Te lo juro. La culpa que sentía después de todo eso era suficiente para toda su vida. ―No tienes idea de cuánto te amo ―susurró él. Sofia tomó una larga, temblorosa respiración y besó suavemente su mejilla amoratada. ―Créeme, sé exactamente cómo te sientes.

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Capítulo 15 Felices fiestas Traducido por MaEx y flochi Corregido por Nanis

E

l accidente obligó a Eric a terminar su período de prácticas pronto. Una muñeca derecha rota lo dejó inútil. Usaba su mano derecha casi en todo. Había estado unas pocas semanas del verano de todos modos, y él había estado feliz de ser capaz de pasar el resto en casa con Sofia. Su padre ya estaba hablando de conseguirle otras prácticas. Unas para que pudiera terminar su periodo de prácticas. Le tomó un par de semanas para que las cosas se sintieran como si hubieran vuelto a la normalidad. Su mayor miedo después de todo el calvario era que él tendría problemas de confianza y pondría a Sofia loca, cuestionando cada movimiento. Pero después de pensarlo mucho, había llegado a la conclusión de que Sofia estaba verdaderamente arrepentida. Ella se había esforzado verdaderamente para mostrarle en todas las formas que podía lo mucho que lo amaba. Estaba satisfecho de que podía confiar en ella sin tener que ser el inseguro novio persistente. Eso no era él. En el momento en que se habían ido a la escuela en el otoño, todo parecía haber vuelto a la normalidad. Su rutina, sin embargo, cambió un poco, y su padre no estaba muy feliz por eso. Estaban viéndose más el uno al otro durante la semana antes de que comenzara el verano. El semestre pasado habían pasado varios días a la vez, más durante los finales, sin verse. Hasta el momento, este semestre se las habían arreglado para verse casi todos los días. Sus calificaciones no estaban sufriendo todavía, pero se encontró dormitando durante la clase mucho más de lo que lo había en el semestre pasado. La mayoría de sus clases terminaron antes de las vacaciones de invierno. Durante las vacaciones de otoño, su padre dejó caer otra bomba sobre él. Tenían su tradicional cena de Acción de Gracias en un restaurante, solo ellos dos.

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―Te tengo otro periodo de prácticas. Lo mejor de todo es que puedes ir a la escuela al mismo tiempo. Así que estarías haciendo las prácticas y obteniendo créditos. Eric lo miró fijamente. ―¿Qué? ¿Quieres decir como para el próximo verano? ―No, estas son más cortas. Durante las vacaciones de Navidad. Te vas después de Navidad. ―Su padre tomó otra cucharada de su cena, le hizo señas a la camarera―. ¿Puedo conseguir otra copa de vino, por favor? ―¿Mismo lugar? ―Nope. ―Su padre bebió el resto de lo que quedaba de su vino―. Madrid. Eric se detuvo a medio masticar. ―¿España? Su padre sonrió. ―Feliz Navidad. ―¿Por cuánto tiempo? ―Sólo cuatro semanas. Estarías de vuelta antes de finales de enero. Eric podía sentir su estómago volteándose. ―Espera, caray, papá. Tengo clases en el invierno. ―Sí, en España. Los créditos son transferibles. No te preocupes. ―Su papá le guiñó un ojo, y luego a la camarera que llenaba su vaso―. Me aseguré, muchacho. Eric no estaba preparado para esto. Lo que ocurrió durante el verano estaba todavía demasiado crudo. No necesitaba otra montaña rusa tan pronto. La víspera de Año Nuevo de este año se suponía que iba a ser enorme. Sarah dejaría de ser bebé en Año Nuevo. El cumpleaños de Angel era sólo un par de semanas antes del de ella. Este año los dos estaban llegando a sus veintiún años, y estaban planeando una gran fiesta en la víspera de Año Nuevo. La peor parte fue que, esta sería la primera Víspera de Año Nuevo que no iba a pasar con Sofia en años. ―No lo sé, papá. ―¿Qué quieres decir con que no lo sabes? Ya está hecho, hijo. Tu pasaporte está listo, los boletos están reservados y no son reembolsables. Va a ser genial. Pensé que estarías emocionado. Eric frunció el ceño.

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―No, no lo hiciste. Su padre sonrió, tomando un sorbo de su vino. ―Mira, voy a añadir los mensajes de texto para el mes a tu plan de teléfono celular. De esta manera puedes mandar mensajes todo lo que quieras. Eric casi gimió. Ni siquiera había pensado en esa parte. A diferencia de su periodo de prácticas en Los Ángeles, no serían capaces de hablar mucho por teléfono. La factura de teléfono celular sería astronómica. Ni siquiera estarían en la misma zona horaria. Decirle a Sofia iba a ser brutal. Ya pensaba que a su padre no le gustaba. Ella había insinuado que su padre le consiguió la pasantía en Los Ángeles para alejar a Eric de ella. Estaba seguro de que es lo que estaría pensando de esto. Sólo que esta vez tenía que estar de acuerdo. Después del accidente, su padre no había hecho un secreto que pensaba que Eric estaba demasiado involucrado emocionalmente con Sofia. Él dijo que nunca lo había visto tan alterado como cuando el día que había descubierto a Sofia y Brandon. Su padre atribuyó su conducción descuidada a toda la distracción. Nunca preguntó a Eric sobre los detalles de Sofia "engañando", pero desde entonces, cualquier conversación sobre ella, le cambiaba el estado de ánimo. En parte, porque su papá no hizo nada para ocultar su desaprobación de ellos siendo tan serios, pero sobre todo porque Eric estaba a punto de romperse, si su padre hiciera un solo comentario negativo sobre ella. El viernes después de Acción de Gracias, Eric y Sofia tomaron un viaje de esquí de fin de semana a un resort en Big Bear con Angel y Sarah, cortesía de los padres de Angel que eran dueños de una multipropiedad allí. Se quedaron allí hasta el domingo. Tan romántico como el fin de semana había sido, Sofia hizo algunos comentarios acerca de las vacaciones empezando oficialmente y lo mucho que amaba esta época del año. Eso enfrió el estado de ánimo de Eric. No había planeado decirle a Sofia sobre España hasta que estuvieron de vuelta en casa solos, pero en el viaje a casa, Angel trajo la fiesta de Año Nuevo/cumpleaños. ―Así que puedes conseguir una lista de reproducción con el tiempo suficiente con sólo cosas buenas para mí, ¿cierto, Eric? ―Angel se volvió a mirarlo. Eric estaba sentado en el asiento trasero. Sofia se apoyaba en él, sosteniendo su mano―. De esta manera no tenemos que tener a alguien manejando la música toda la noche ―se rió entre dientes―, o, peor aún, tener a Romero quedándose a cargo. Eric se movió en su asiento. ―Sí, puedo hacer eso. Te lo enviaré por correo electrónico, así puedes descargarlo a tu laptop.

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―Probablemente necesitaré que me prestes tus altavoces, también. Los míos estallaron. ―Sí, los traeré cuando lleguemos a casa si quieres. ―Sofia se acurrucó en él. Incluso con las ventanas cerradas y todos ellos arropados todavía estaba frío. ―Nah ―dijo Angel―. Sólo traerlos ese día. No los necesito tan pronto. Sarah se dio la vuelta para enfrentarse a Sofia. ―¿Crees que deberíamos dar a la fiesta una especie de tema? Ya sabes, como de los ochenta o un baile de máscaras o algo. Sofia se enderezó y se acercó al borde de su asiento. ―Oh, ¡eso sería divertido! ―Las máscaras son una especie de fruta ―dijo Angel. Sofia rodó los ojos. ―¿Qué hay de parejas famosas? ―Se volvió hacia Eric―. Tú y yo podemos ser Bonnie y Clyde. Ah infiernos. La sonrisa de Sarah fue enorme. ―Me gusta. ―Apretó el brazo de Angel―. Seré la señorita Bennet y tú puedes ser el atractivo Sr. Darcy. Eric vio los ojos de Angel arrugarse en el espejo retrovisor. ―¿Quién diablos es el Sr. Darcy? Ambas chicas ignoraron a Angel y continuaron, más emocionadas con cada minuto. ―Alex y Valerie pueden ser Danny y Sandy de Grease. ―Sarah se rió entre dientes―. Sería perfecto. Angel volvió a hablar. ―No todos van a venir en pareja. Romero, por ejemplo. ―Estoy segura de que encontrará una cita. ―Sarah le hizo un gesto a Angel con la mano―. El chico tiene una chica nueva todas las semanas. ―O tal vez puede ser Clyde contigo por esa noche. ―Eric apretó la mano de ella. Sofia lo miró confundida. ―¿Por qué?

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―No voy a estar aquí para Año Nuevo, nena. ―Frotó con su mano el dorso de la de ella. ―¿No vas a estar? ―preguntó Angel, mirando por el espejo retrovisor. Volvió a mirar por el espejo retrovisor a Sofia, quien lo miraba. Notando el repentino cambio de humor de Sofia, Sarah volvió a mirar al frente. ―Papá me consiguió unas prácticas en España. ―Sofia no habló, simplemente se reclinó. ―¿Estás bromeando? ―Angel miró en el espejo retrovisor―. ¿Por cuánto tiempo? ―Sólo cuatro semanas. Me voy después de Navidad. Sofia intentó apartar la mano, pero Eric la sostuvo con firmeza. ―Bueno, apesta que te pierdas la fiesta, pero eso es fantástico. España. Vaya. Eric sonrió ante el comentario de Angel, pero supo que la conversación que él y Sofia tendrían en privado iba a ser tensa. Ella no dijo mucho en dirección a casa. A unas pocas manzanas de su casa, Eric le susurró a Sofia: ―Ven conmigo a casa así hablamos. Más tarde te llevaré a tu casa. Sofia asintió, pero no dijo nada más. A Eric lo alegró que su padre no estuviera en casa cuando llegaron. Irónicamente, durante el verano cuando la relación de él y Sofia casi se desmorona, su padre había encontrado a alguien y la estaba viendo muy a menudo últimamente. Tan pronto como estuvieron dentro de la casa, Sofia se volvió hacia él. ―¿Por qué no me lo dijiste? ―Me enteré el día de Acción de Gracias. ―La estrechó en sus brazos―. Quería esperar hasta después de este viaje. Tenía el presentimiento de que no te alegraría y no quería arruinarte el fin de semana. ―¿España? ¿En serio? ¿No pudo encontrar ningún lugar más alejado? Eric sonrió. ―Vamos, cariño, sólo son cuatro semanas. Sofia exhaló. ―¿Va a hacer esto cada vez que tengas tiempo libre en la escuela? ¿Asegurarse de que no pasas tiempo conmigo?

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―No. ―La besó con suavidad―. Eso no es lo que está haciendo, Sof. Siempre ha sido así. Quiere asegurarse de que tenga las oportunidades que él nunca tuvo. Eso es todo. ―La llevó al sofá y se sentaron. Ella se sentó a su lado notablemente desanimada―. Las vacaciones de verano del año que viene, nos tomaremos las vacaciones que se suponía que nos tomáramos el verano pasado. ―Un lado de mi boca se levantó ligeramente. ―¿Un crucero? ―Lo que quieras. ―Sonrió, contento de que se estuviera entusiasmando con la idea. Ella se enderezó de repente y saltó sobre él, montándolo a horcajadas, con esos ojos lujuriosos que siempre lo volvían loco, lo miró y empezó a desabotonar su blusa. Su hermoso escote lo puso duro en un segundo. ―Lo que quiero es empezar a compensar por esas cuatro semanas que te vas a ir. Eric enterró la cara en su escote. Maldición, iba a extrañarla * * *

Las fiestas se sintieron diferentes este año. Sofia quiso tanto disfrutarlas como siempre, pero saber que Eric se habría ido luego de la Navidad enfrió sus ánimos. Faltaban pocos días para Navidad. Eric estaba pasando el día con su padre preparando todo lo que necesitaba para este viaje. Sofia y Sarah finalmente habían terminado sus compras de último minuto. El centro comercial era un lío. Como siempre cuando salía con Sarah, se reían sin detenerse. Era una agradable liberación de la melancolía que crecía con cada día que se acercaba el momento en que Eric se fuera. Cuando giraron en la calle privada, Sarah estaba intentando terminar de decir algo que la ponía histérica. Como siempre, Sarah no podía llegar ni siquiera a la mitad de la historia sin estallar en carcajadas. Sofia reía de sólo escucharla. Entonces lo vio; borró la sonrisa de su rostro y apretó con fuerza el volante. Brandon y Angel estaban afuera de la casa hablando. Nunca le había dicho a Angel o a Alex lo que había sucedido, pero sabía que Sal estaba en casa. Se preguntó si él lo había mencionado, o visto a Brandon. No tenía idea que Brandon estaba en casa otra vez. Estacionó en la entrada. Cuando Angel se acercó para ayudarlas con sus bolsas, Brandon lo siguió.

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―Maldición, Sofie. ¿Compraste bastantes cosas? Sofia ignoró el comentario, agarrando la última de las bolsas del maletero. ―Las mías están en el asiento trasero. Las moveré más tarde a mi auto cuando Angel no esté mirando. ―La sonrisa de Sarah se burló de Angel, luego se volvió hacia Brandon―. Hola Brandon, ¿en casa para las fiestas? ―Sí, estaré por aquí por unas semanas. ―Oh, bueno, vamos a tener una gran fiesta la víspera de Año Nuevo. Sofia sintió a su estómago revolverse. Y para empeorar las cosas, Angel agregó: ―Sí, deberías pasar. Sarah va a cumplir veintiuno. ―La fiesta es para los dos, Angel. No sólo para mí. ―Suena bien. ―Brandon llamó la atención de Sofia―. Hola, Sof. ¿Cómo estás? ―Estoy bien. ―Suplicó que Angel no lo invitara a entrar. Su única esperanza, era que Troop estaba con él. Por suerte, la madre de él había sacado a pasear al perro por lo que ella no se sintió mal por no mantener la promesa de sacarlo. De ninguna manera lo haría. No luego de todo lo que sucedió. Para su gran alivio, Brandon dijo que tenía que irse. Su corazón todavía estaba acelerado cuando entró en la casa. Angel dejó todas las bolsas en la sala principal. Sal entró desde la cocina. ―¿Te llevaron a hacer compras de Navidad? ―¡Diablos no! ―Angel agarró el refresco que Sal le estaba ofreciendo―. Nah, estaba afuera hablando con Brandon cuando ellas llegaron. Está de regreso por las fiestas. La expresión de Sal se volvió dura. Él la miró, luego volvió a mirar a Angel. Angel tomó un trago del refresco de Sal y se lo regresó. ―¿No lo viste este verano, eh? El chico cambió. ―No, no ha cambiado. Antes de que Angel pudiera preguntar, Alex interrumpió. ―¿Alguno de ustedes ha visto mi billetera? ―pregunto mientras bajaba las escaleras. Estupendo. Sofia miró a Sal y esperó que no dijera nada más.

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―Probablemente está en tu auto. ―Sofia intentó desesperadamente cambiar de tema. ―Voy a tomar agua de la nevera ―dijo Sarah, entrando a la cocina. ―Tráeme una, también ―dijo Angel, luego se giró hacia Sal―. ¿A qué te refieres, con que no ha cambiado? ¿Lo has visto? ―¿Visto a quién? ―preguntó Alex. Sofia empezó a agarrar sus bolsas con la esperanza de salir volando de allí. Pero Sal no le iba a dar esa oportunidad. ―Sofia, ¿nunca les dijiste? Alex dejó de buscar. Sofia trabó su mirada con la de Sal. Él hizo una mueca, luego respiró hondo. Angel miró a Sofia. Pero antes de poder preguntar, Sal alzó la mano. ―Lo siento, Sof, pero él volvió, tienen que saber. Sofia se desplomó en el sofá, apoyó la cabeza sobre su puño y esperó lo inevitable. ―¿Saber qué? ―preguntó Angel―. ¿Ese maldito te hizo algo, Sof? ―¿Quién? ―exigió Alex. ―Calma ―dijo Sal, Sofia esperaba que él supiera lo que estaba haciendo, porque Alex parecía ya listo para asesinar a alguien―. La última vez que Brandon estuvo aquí llevó a Sofie a su casa. Una vez que la tuvo allí, la llevó a su habitación… y la besó. ―¿Qué? ―Angel miró a Sofia. ―Me estaba mostrando sus cosas de la marina: fotos y medallas y cosas así, y simplemente sucedió. Se disculpó después. ―Habló más para Sal que para los demás. ―Creo que él planeó todo el asunto ―se dirigió Sal a ambos hermanos―, y la hizo sentir mal al decirle que si ella hubiera dicho que no, no lo habría hecho. ―Ese maldito hijo de p… ―¡Alex! ―Sofia se puso de pie, la tensión en la sala demasiado pesada para que siguiera sentada―. Se disculpó antes de irse. No es como si me hubiera obligado. ―¿Por qué fuiste a su casa sola en primer lugar, Sof?

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―No sabía que estaríamos solos. Dijo que quería mostrarme algo. Pareció perfectamente inocente. ―Se volvió hacia Sal―. En serio no creo que lo tuviera planeado. ―Tonterías. ―Sal frunció el ceño. ―¿Lo sabe Eric? ―preguntó Angel. De repente, sintiendo una ola de dolor, Sofia susurró: ―Sí. Casi rompimos debido a ello. ―¿Y tiene el coraje de mostrar la cara por aquí? ―preguntó Alex. La expresión de Angel de repente fue de enojada a exasperada. ―Invité su culo a la fiesta de Año Nuevo. ―Lo desinvitaré. ―Alex empezó a caminar hacia la puerta. ―Cálmate. ―Sal dio un paso delante de él―. Me ocuparé de esto. ―¿Qué vas a hacer? ―preguntó Sofia. Sarah salió de la cocina sosteniendo dos botellas de agua y la billetera de Alex. Le dio una botella a Angel y le lanzó a Alex su billetera. Todos los ojos estaban puestos en Sal. Sarah no dijo nada, pero era obvio que el humor de la sala había cambiado significativamente desde que ella salió. ―Voy a hacerle una visita. ―Sal se volvió hacia Alex―. Solo, y no mostrará su cara por aquí nunca más. ―Miró a Sofia―. ¿Eric sabe que volvió a la ciudad? ―No lo creo. Ni siquiera yo lo sabía hasta que llegué a casa. ―No le digas. ―Pero… ―Confía en mí, Sofie. A menos que quieras que su trasero sea detenido, no le digas. Se va pronto de todas maneras, ¿cierto? Sofia odiaba ocultarle cosas a Eric. Le había prometido que nunca lo haría otra vez, en especial sobre Brandon. Pero Sal tenía razón. Si descubría que Brandon estaba de regreso, no se sabía lo que podría llegar a hacer. ―Sí, un día después de Navidad. ―Entonces no le digas hasta que se haya ido. Después de discutir entre Alex y Angel, quién quería ir con Sal, finalmente los convenció de que lo manejaría por su cuenta. Por suerte, Alex estaba apurado. Ya llegaba tarde para recoger a Valerie, y la sola presencia de Sarah era suficiente para tranquilizar a Angel.

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Sofia nunca le preguntó a Sal lo que le dijo a Brandon esa noche, pero lo que sea que haya sido, no volvió a verlo desde entonces. Era un tema tan incómodo que prefería no saber. No lo preguntaría ni lo sacaría a colación. Pero estaba aliviada de no tener que preocuparse por verlo en la fiesta de Año Nuevo.

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Capítulo 16 No hay segundas oportunidades Traducido por Karliie_j y MaEx Corregido por veroonoel

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a mañana de Navidad, Eric se vistió temprano. Él y su papá habían intercambiado regalos la noche anterior. Más temprano esa semana su papá le había dado uno de sus regalos.

Su padre estaría pasando el día con Tina y su familia, la mujer con la que empezó a salir en el verano. A Eric le precia bien ya que quería pasar su último día con Sofia. Su padre lo detuvo justo cuando se estaba preparando para salir. ―Eric, antes de que te vayas, quiero hablar contigo. Ya que Sofia estará con nosotros mañana cuando te lleve al aeropuerto, esta probablemente sea mi última oportunidad de hablar antes de que te vayas. Eric lo miró con curiosidad. Ya habían hablado de todo lo que necesitaba saber sobre el viaje y la pasantía. ―Sé que ya hemos hablado sobre esto. De verdad crees que tu relación con Sofia va a durar para siempre. ―Su padre se encogió de hombros―. Quién sabe, tal vez lo haga. Pero quiero que me prometas que vas a aprovechar al máximo este viaje a España. No te sientes en tu dormitorio, mandando mensajes con Sofia todo el tiempo. Eric asintió. Su padre siempre había estado preocupado de que no estuviera viviendo como cualquier joven soltero debería. Pero esa no era la vida que quería. Había sabido desde que eran niños que Sofia era la indicada. No tenía ningún interés en salir de fiesta, como su padre esperaba que hiciera. ―No sabes lo que puede pasar en el futuro, hijo. Solo no quiero que cuando seas mayor mires hacia atrás y te arrepientas de haberte quedado sentado pensando en una chica cuando podría haber sido la mejor experiencia de tu vida. ―Lo sé, papá. No lo haré.

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Su padre frunció el ceño, obviamente dudando del intento de Eric de convencerlo. ―No te lo había dicho porque no estaba seguro de tener el tiempo libre hasta hace unos días, pero convertiré mi viaje a Madrid en Año Nuevo en unas mini vacaciones. Tina vendrá conmigo. Estaremos ahí por una semana, así que planea hacer algo turístico con nosotros. También nos conseguí pases para una de las fiestas más grande de Año Nuevo allí. Vas a disfrutar este viaje lo quieras o no. Después de la conversación con su padre, Eric caminó a casa de Sofia. Sabía que su casa estaría llena de familiares, y que la calle privada en la que vivía estaría llena de autos. Pensó en lo que le había dicho su padre en el camino hacia allí. Esta definitivamente no había sido la primera vez que su padre le había sugerido que tal vez querría probar las aguas un poco antes de establecerse con una sola chica. Si Sofia supiera, estaría más que furiosa, estaría herida. Pero no tenía nada de qué preocuparse. Eric estaba seguro de una cosa. La única cosa de la que había estado seguro desde que era niño. Para él, no había nadie más que Sofie. * * *

La Navidad fue agridulce. Eric se mantuvo recordándose a sí mismo y a Sofia que este no sería el fin del mundo. Solo serían cuatro semanas. Ella trató de parecer valiente, pero las lágrimas estallaron en el aeropuerto. Su padre les concedió un momento a solas, diciéndole adiós a Eric y diciéndole a Sofia que la esperaría en el auto. Eric sostuvo a Sofia cerca, conteniendo sus propias lágrimas. No tenía idea de que sería tan difícil. Juntó su frente con la de ella. ―Empezaré a enviarte mensajes tan pronto como esté sentado en el avión. Sofia trató de sonreír. ―Ya te extraño. ―Vas a estar bien. Vamos a estar bien. No importa la distancia, Sofie, siempre nos tendremos el uno al otro justo aquí. ―Apuntó al corazón de Sofie y después al suyo―. Cuatro semanas no son nada. Estaré de vuelta pronto. ―Levantó su barbilla cuando ella bajó un poco la cabeza―. Resolveremos lo de nuestros horarios, y reservaremos el crucero tan pronto como regrese. Mi padre dijo que las tarifas en invierno serán más baratas y probablemente pueda conseguirnos un buen trato con uno de sus amigos.

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Odiaba dejarla ir, pero tenía que hacerlo. Una vez en el avión, en todo lo que podía pensar era en lo que pasó la última vez que estuvieron separados. Había dejado de preocuparse acerca de su confianza en Sofia desde hace tiempo, y a pesar de que la había perdonado, por mucho que él quisiera, nunca lo olvidaría. Con la distracción de llegar a un nuevo país y de establecerse en su dormitorio, la ansiedad de Eric por estar apartado de Sofia había empezado a declinar. Solo había dejado de pensar en ello. Casi había terminado de desempacar cuando recibió un texto de Sofia. Quería decírtelo antes de que te enteraras por alguien más. Brandon está en casa por las fiestas. Pero no te preocupes, mis hermanos ya están en eso. Sal fue a hablar con él y no lo he visto desde el día que descubrí que estaba aquí. Eric sintió que la sangre en sus venas empezaba a hervir. La llamó. Le importaba una mierda lo cara que saldría la llamada. Esta no era una conversación para tener por mensajes. Contestó al primer tono. ―Entonces, ¿lo viste? ―Solo un momento. Él estaba aquí el día en que Sarah y yo volvimos de hacer las compras el otro día, estaba platicando con Angel afuera. ―¿Hablaste con él? ―Eric apretó el teléfono. Los recuerdos y el pensamiento de Sofia besando a Brandon estuvieron de vuelta como una bofetada. ―Dijo hola y me preguntó cómo había estado y después se fue, y yo entré a casa. Sal le dijo a Angel y Alex, y bueno, te puedes imaginar su reacción. Créeme, Brandon ya no vendrá por aquí. No si aprecia su vida. ―¿Por qué no me lo dijiste? Eric odiaba que Sofia hubiera traído dudas a su relación. Antes de que todo pasara, nunca habría cuestionado nada de lo que ella hiciera o dijera. Cuando decidió perdonarla se dijo a sí mismo que lo dejaría pasar. No quería obsesionarse con eso por siempre, pero no podía evitar sentir resentimiento. ―Sal me dijo que no lo hiciera hasta que te fueras. Estaba preocupado de que hicieras algo y te metieras en problemas. Eric, no te enojes por favor. ―No lo haré ―mintió. Hubo un pequeño silencio, después ella preguntó: ―¿No saldrá muy cara esta llamada? Estaba agradecido de que ella trajera el tema, no porque le preocupara el dinero, sino porque de repente no quería hablar con ella. ―Sí, es cierto. Te escribiré más tarde.

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―Eric… ―¿Qué? ―Ni siquiera trató de esconder lo molesto que estaba en ese momento. ―No te enojes conmigo… ¿por favor? Se presionó el puente de la nariz y cerró los ojos. ―No lo estoy, Sof. Es solo que… tengo que irme. ―Te amo. ―También te amo. En todo el tiempo que llevaba diciendo esas palabras, esta era la primera vez que se sintió forzado. Sabía que era solo porque estaba molesto, pero no le gustaba el sentimiento en absoluto. ***

Para no arriesgarse, Sofia volvió a correr en la playa. Lo haría hasta que Brandon se fuera. Alex no tenía que advertirle, pero lo hizo, de todos modos, que si veía a Brandon cerca de ella le patearía el trasero. Sus tres hermanos estaban convencidos de que él había planeado todo, atrayéndola hacia su casa solo para fastidiarlos a todos, incluyendo a Eric. Por supuesto, eso la hacía sentirse como una completa idiota. Si su teoría resultaba cierta, eso la convertía en un peón en medio de esta disputa entre Brandon y sus hermanos. El ingenuo peón que cayó redondita en el anzuelo de Brandon. Sofia aún no podía creer que Brandon lo hubiera planeado, pero estaba cansada de pelear con sus hermanos. No era como si importara, de todos modos. No importaba lo que ellos creyeran, cualquier tipo de amistad con Brandon estaba fuera de discusión, un hecho que estaba más que dispuesta a aceptar. Solo deseaba que no viviera tan cerca. Siempre que estuviera en la ciudad habría tensión entre ella y Eric. Esa misma innegable tensión que había sentido al teléfono cuando le dijo que Brandon estaba en casa. Eric se había ido por apenas unas semana, y Sofia ya lo extrañaba terriblemente. No la había llamado desde ese primer día, pero se mensajeaban todo los días. Le mandaba fotos de los diferentes lugares que visitaba y le prometía que algún día regresarían y los visitarían juntos. Se detuvo en la plaza de estacionamiento en la playa donde se estaba preparando para salir a correr y iraba las últimas fotos que Eric le había

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enviado. Eran de un mercado viejo que dijo había visitado el día anterior. Se parecía mucho a las plazas de mercado en México. Incluso parecía Old Town en San Diego, con la excepción de las calles empedradas y la sensación europea de los edificios justo detrás del mercado. Sofia notó un auto deteniéndose en el estacionamiento junto al de ella, y al mismo tiempo que ella salía del auto, alguien salió del otro. Pero no fue hasta que salió de su auto que se dio cuenta que era Brandon. ―Mira ―levantó una mano antes de que pudiera decir nada―, sé que se supone que tengo que estar lejos de ti. Pero solo quería hablar contigo por última vez. Me quedaré en este lado del auto y te puedes quedar de ese lado. No quería que él notara cómo la puso de nerviosa su presencia. Su corazón se aceleró, pero no era como había latido estando cerca de él antes. Era por miedo. Miedo a lo que sus hermanos harían si descubrieran que él estaba aquí. ―¿Me seguiste? ―Sofia, tenía que hacerlo. Ha estado matándome saber si realmente crees lo que tus hermanos están diciendo, que planeé todo. Porque te lo juro, no lo hice. El hecho de que la siguió estando sola sería suficiente para hacer a Alex ir tras él. Solo estaba deseando una razón para rasgar a Brandon. Sofia lo miró fijamente, eligiendo sus palabras con mucho cuidado, porque sabía que se las estaría repitiendo a Eric después. ―Te creo, Brandon. Pero lo que pasó estuvo mal. Los dos lo sabíamos, y lo hicimos de todos modos. Eric lo sabe. Le dije. Él mantuvo una expresión impasible. Sofia casi esperaba que sonriera como lo había hecho en el pasado. ―¿Qué dijo? ―Estaba loco, Brandon… y herido. ―Dios, ¿iba a estar lamentando que eso pasó por el resto de su vida?―. Y con razón, pero lo superó ahora. Simplemente no puedo estar cerca de ti. Cuando se entere de que me seguiste aquí, se va a enojar. ―Así que no se lo digas. ―Brandon sacudió su cabeza―. ¿Por qué le dirías sobre el beso en primer lugar? ―Tuve que hacerlo. Eric y yo siempre hemos sido honestos el uno con el otro acerca de todo. No se sentía bien mantener en secreto algo así de él. ―Puso la llave de su auto en el bolsillo y conectó los auriculares a su teléfono. Esta conversación había terminado. ―Siempre he sabido que eras especial, Sof.

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Sofia lo miró. Estaba sonriendo. El momento con él en su habitación vino a ella, las cosas que le había dicho y ella no había protestado. Lo último que estaba sintiendo en este momento era especial. ―¿Crees que si hablo con Eric, tú sabes, disculparme? ¿Tal vez tus hermanos se sentirían un poco diferentes? No me gustaría que las cosas terminen así entre nosotros. Sofia negó con la cabeza. ―El daño está hecho, Brandon. Tuvimos la oportunidad de ser amigos, y la arruinamos. Eric estaba realmente de acuerdo con que corriera contigo hasta que… ―Ni siquiera quería pensar más en ello―. Será mejor que te vayas, Brandon. Mis hermanos no estarán felices cuando escuchen sobre esto. Tampoco Eric. ―Realmente me gustaría que reconsideraras dejarme hablar con Eric. Tal vez si empiezo con tus hermanos. Sal… bueno, está un poco demasiado enojado para hablarle el día en que llegué, pero probablemente esté calmado ahora. Eso sorprendió a Sofia, pero si Sal estaba demasiado molesto, solo podía imaginar cómo reaccionarían Angel y Alex sobre Brandon tratando de convencerlos para dejarle estar cerca de ella. ―No, Brandon. En realidad no es una buena idea. Te lo prometo. Probablemente solo empeoraría las cosas. Su expresión herida la hacía sentir mal. Lo sentía por él. Incluso si sus hermanos y Eric nunca lo creerían, ella sabía que en el fondo era un buen tipo. ―Lo siento. ―Sí, yo también. Se lanzó a su carrera, pero tuvo que parar después de solo diez minutos. Un nudo se formó en su estómago y no podía dejar de pensar en la conversación que iba a tener con Eric. Incluso peor, se preguntaba si debía contarle a Alex y Angel. No había nadie sosteniendo a esos dos cuando estaban enfurecidos, y sabía que lo estarían. Llamó a Sal tan pronto como se subió al auto. Era el único que estaría lo suficientemente tranquilo para darle un buen consejo. ―No, no se lo digas a ellos ―fue su respuesta inmediata a su pregunta. Sofia dio un suspiro de alivio. ―Me mantendría fuera en decirle a Eric, también. A menos que pienses que no se va a volver loco. Es probable que arruines su víspera de Año Nuevo. Cuando llegue a casa mañana, voy a hablar con Alex y Angel. Pero hiciste lo correcto, Sofie.

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Ese tipo es, y siempre ha sido, malas noticias. No tiene ningún negocio tratando de aferrarse a tu alrededor. Solo espero que no sea tan estúpido como para tratar de hablar con Alex o Angel antes de que llegue a casa. Sofia esperaba eso también. Siguió el consejo de Sal y decidió que esperaría hasta después de la Víspera de Año Nuevo para decirle a Eric.

* * *

El padre de Eric y Tina estaban llegando la mañana de la víspera de Año Nuevo. Tanto la escuela y la empresa en la que estaba teniendo el período de prácticas estaban cerrados por las vacaciones. Los próximos días estaría libre para estar con su papá y Tina. No estaba exactamente deseándolo. Solo había estado alrededor de Tina un par de veces. No era porque fuera tan joven. Su padre siempre se había quedado en muy buena forma física. Lucía malditamente bien para su edad, por lo que la diferencia de edad no era tan evidente. Ella era la primera mujer que su padre había llevado a casa para que Eric la conociera. Todavía era incómodo. Se encontrarían para desayunar en el restaurante en el hotel que se estaban alojando. El lugar era exagerado, lujoso, pero no esperaba nada menos de su padre. Caminó por el vestíbulo donde su padre dijo que lo encontrarían. Las obras de arte en las paredes eran increíbles. Estaba apreciando una cuando escuchó su nombre. Se volvió para ver a su papá con Tina y una chica, acercándose a él. Su padre lo abrazó cuando estuvo lo suficientemente cerca y sonrió ampliamente. ―Entonces, ¿te está gustando hasta ahora? Eric asintió, sintiéndose un poco cohibido. ―Ha sido increíble. Su padre parecía contento, sonriendo aún más ampliamente. ―Bueno, me alegro que estés disfrutándolo. ―Se volvió hacia Tina y la chica―. Ya conoces a Tina. Eric se inclinó y le dio la mano. ―Sí, hola, Tina. Me alegro de verte de nuevo. Tina lo saludó de vuelta con esa sonrisa un tanto tímida que le recordaba a la primera vez que la conoció.

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―Y esta es la hermana menor de Tina, Jennifer. ―Eric estaba estirando su mano para estrechar la de Jennifer cuando su padre añadió―: Es de tu edad. ―Se volvió hacia Jennifer―. Eric acaba de cumplir veintiún años este año también. Jennifer le sonrió, pero no tan tímidamente como su hermana mayor. Ambas hermanas compartían el mismo cabello rojo, pero a diferencia del recto y más corto de Tina, el cabello de Jennifer colgaba en rizos largos y apretados. Fue lo primero que había notado cuando los vio caminando hacia él. Si tuviera que describirla en palabras, sería brillante. Desde su cabello, sus ojos de color azul claro, hasta sus más que blancos dientes, incluso sus pecas eran brillantes. ―Eric tal vez podrías mostrarle a Jennifer algunos de los lugares que los jóvenes frecuentan mientras estamos aquí. Eric le disparó a su padre una mirada, pero a sabiendas de que los ojos de las dos hermanas estaban viendo, no fue tan dura como quería que fuera. ―Tengo escuela y el período de… ―Estoy seguro de que puedes encontrar algo de tiempo. ―Su padre despidió sus excusas. A lo largo del desayuno, su padre hizo observaciones sutiles sobre lo mucho que Eric y Jennifer tenían en común. Era tan obvio lo que estaba haciendo. Desde que su padre lo vio tan molesto ese verano, había estado presionando más que nunca, pero Eric no podía creer que lo llevaría tan lejos. Tuvo que itir que Jennifer era algo para mirar. Aunque Sofia tenía los más increíblemente sexy ojos, no podía evitar sentirse distraído con las largas pestañas castaño de Jennifer. Incluso lo había atrapado mirando una vez y le sonrió. El hecho de que ella fuera atractiva no significaba que Eric tuviera un ápice de interés en ella, en la forma en que sabía que su padre estaba esperando. Después de otra mención de cómo Eric y Jennifer eran ambos genios informáticos, Eric finalmente dio un codazo en la rodilla de su papá. Su papá solo sonrió y empezó a decirle a Jennifer sobre el tiempo en que Eric reparó la computadora de su maestro en sexto grado. Exasperado ni siquiera empezaba a describir lo que sentía. Esta iba a ser una larga semana.

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Capítulo 17 Por debajo del cinturón Traducido por Fanny y Apolineah17 Corregido por flochi

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a fiesta de cumpleaños y Año Nuevo fue una combinación de familia y amigos. Algunos pertenecientes a la familia de México habían venido especialmente. Normalmente, los padres de Sofia pasaban la semana completa de Navidad en México, pero este año, regresaron antes por la fiesta. Trajeron a tías y tíos a casa con ellos. La casa ya estaba muy concurrida esa mañana cuando Sofia se fue al restaurante. Sólo abrirían medio día y ya que era la fiesta de Angel, Sofia acordó ir para que él pudiera quedarse en casa y alistar todo con Sarah. Sal no había llegado cuando ella se fue esa mañana. Alex fue al restaurante para recoger la comida para la fiesta. Temía que Sal le dijera a Angel y Alex sobre Brandon siguiéndola. Lo único bueno es que ella no estaría ahí cuando lo hiciera. En dirección a casa, Sarah la llamó. Redujo la velocidad, preguntándose si tal vez iba a pedirle que llevara algo más del restaurante y solo había manejado unas cuantas cuadras. ―¿Sofia, donde estás? ―Acabo de salir del restaurante. ―Todavía no vengas a la casa. El tono de Sarah la alarmó. ―¿Por qué? ―Brandon está afuera. Pensé que Alex iba a matarlo. Lo golpeó bastante fuerte, pero Brandon se rehúsa a irse. Está tan borracho. ―Sofia sintió su estómago hundirse. Se estacionó cuando escuchó a las mujeres en el fondo. Las estridentes voces de su mamá y tías hablando a mil por hora, diciéndole a Sarah que se asegurara que Sofia no fuera a casa todavía―. Lo sé, lo sé, no va a venir ―les aseguró Sarah.

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Sarah debió de haber entrado a otra habitación porque el ruido se calmó. ―Todo el vecindario está afuera, Sofie. Es una gran escena. Se presentó pidiendo verte, y Alex se descargó sobre él. Gracias a Dios que tienes muchos tíos aquí. No sé de qué otra manera hubieran detenido a Alex. Nunca lo había visto tan enojado. ―Oh, por Dios. ―De repente Sofia estaba abrumada por el miedo―. ¿Por qué no se va? ―Está borracho. Incluso con un labio hinchado y un ojo casi cerrado, sólo sigue diciendo que quiere una oportunidad para explicarse y que no se irá hasta que hable contigo. Espera, Sofie. ―Escuchó a las mujeres en el fondo de nuevo, sólo que parecían un poco más calmadas. Sarah obviamente estaba caminando por la casa. Sofia esperó, tratando de escuchar pistas de lo que estaba pasando. Después de lo que se sintió como una eternidad, escuchó que Sarah le preguntaba a alguien―: ¿Se fue? ―De repente escuchó un montón de voces de hombres, y a Alex maldiciendo―. Se fue, Sof. Ya puedes venir a la casa. ―Sí, dile que venga directo a casa ―escuchó que dijo Sal. Sofia no colgó hasta obtener más información de Sarah. Aparentemente, Alex y Angel ya estaban enojados porque Sal les había dicho sobre Brandon siguiéndola. Pero ambos prometieron permanecer calmados hasta después de la fiesta. Luego, unas horas después, Brandon apareció, demandando ver a Sofia. Después de colgar, Sofia notó el par de textos de Eric. Acercándose el Año Nuevo por aquí. La fiesta no está mal, pero sería mejor si estuvieras aquí. ¿Cómo está todo por allá? El segundo era peor. Ya que normalmente respondía casi inmediatamente, él había esperado quince minutos después del primero y había escrito. ¿Pasa algo? Cubrió su rostro con ambas manos ¿Alguna vez se acabaría esta pesadilla? Pensó muchísimo antes de responder. Odiaba no decirle algo de esta magnitud, pero tampoco quería arruinar su víspera de Año Nuevo. Todo está bien. Necesito hablar contigo, pero puede esperar hasta mañana. Apenas había encendido el coche, cuando su teléfono sonó. Ver su nombre en el identificador de llamadas, la hizo encogerse. Se puso los auriculares, respiró hondo y contestó. ―¿Qué pasó?

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Sofia ni siquiera sabía por dónde comenzar. Comenzó diciéndole sobre su plática con Brandon en la playa, dejando fuera la parte de que él la siguió, pero Eric no se perdió nada. ―¿Cómo sabía que estabas ahí? ―Dijo que me siguió porque quería saber si de verdad creía lo que mis hermanos decían sobre que planeó todo el asunto del verano pasado. ―¿Y tú dijiste? Ella no sabía a qué le temía más, llegar a una casa llena de gente que sin duda quería interrogarla, o tener que contestar esta pregunta. ―Eric, juró que no lo hizo, así que dije que le creía. ―¿En serio le crees? ―Eric levantó su voz―. Después de todo lo que ha hecho, ¿todavía le crees toda su mierda? ―Simplemente no vi el punto de discutir, Eric. ¿Qué diferencia hace si piensa que le creo o no? ―No respondiste mi pregunta. Sofia estuvo callada por un momento. Nunca le diría a Eric que Brandon le había dado la oportunidad de decirle que se detuviera, pero estaba tan harta de ser etiquetada como ingenua. Lo que sucedió ese día no fue planeado y ella lo sabía. ―Le creíste. Sólo dilo. ―No estabas ahí, Eric. ¿Me puedes dar un poco de crédito de que no caería por algún estúpido plan? ―Maldición, es increíble. ―Eric raramente maldecía en su presencia―. Muy bien, no lo planeó. ¿Algo más que necesite saber? Como por ejemplo, ¿por qué ocultaste esto de mí, de nuevo? Sintiéndose un poco irritada por su tono e incapacidad de darle algo de crédito por tener medio cerebro, su tono también cambió. ―Porque llamé a Sal justo después y le pregunté si debería decir a Alex y Angel. Tenía miedo de lo que harían, y dijo que esperara. Me dijo que esperara hasta después de Año Nuevo. Iba a decirte mañana. No quería arruinar tu noche, ¿de acuerdo? Estuvo en silenció por un momento, luego preguntó: ―¿Eso es todo? Ella respiró hondo lo suficientemente ruidosa para que Eric la escuchara. Sonando incluso más agitado, Eric preguntó:

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―¿Qué, Sofia? Sólo dime todo. De todas maneras mi noche ya está arruinada. ―Se presentó borracho en mi casa hoy. No estaba ahí. Me acabo de enterar justo ahora. Trabajé toda la mañana. Le dijo todo lo que Sarah le había dicho. Cuando terminó, su única respuesta fue: ―¿Y todavía le crees? Como si su día pudiera ser peor, cuando ella no respondió inmediatamente, él le colgó.

* * *

La celebración estaba comenzando a tomar impulso, y todo en lo que Eric podía pensar era en dirigirse de regreso a su dormitorio. No estaba de humor para festejar. Consciente de que su papá ya estaba molesto por haberse ido para hacer una llamada telefónica, Eric sabía que hacer una salida ahora no era la mejor idea. Su papá sabía a quién estaba llamando. Aun así, Eric estaba lívido. No había cambiado su humor cuando entró en la sala de banquetes. La expresión de Jennifer cuando se sentó de nuevo, era lo opuesto al gruñido de su padre. ―Te lo perdiste. Eric levantó una ceja, no realmente interesado en lo que se había perdido, pero igual preguntó: ―¿Qué? ―La bailarina. ―Señaló a una de las muchas bailarinas en disfraces bailando alrededor de la habitación―. Vino e hizo que tu padre bailara con ella. Fue divertidísimo. ―Rio, tomando un sorbo de su elegante bebida mezclada. Eric ni siquiera pudo reír. ―Sí. Apuesto que sí. Él no puede bailar ni una mierda. ―Oye, escuché eso. ―El ceño fruncido de su padre era ahora una sonrisa tonta―. Creo que lo hice bastante bien, ¿verdad? ―Se giró hacia Tina, quien rió pero estuvo de acuerdo. La música cambió a algo incluso más optimista y Tina y Jennifer bailaron en sus sillas. Su papá se puso de pie. ―Vamos, bailemos. Ustedes también, chicos.

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Eric estaba a punto de decir no. No estaba de humor para bailar, pero Jennifer se levantó con impaciencia. A regañadientes, vació la bebida que había estado cargando por la última media hora. Jennifer deslizó su mano en la de él, y caminaron a la pista de baile. Por más que trató de alejar el horrible humor en el que Sofia lo había puesto, ninguna cantidad de baile iba a hacerlo. Se inclinó en la oreja de Jennifer, oliendo el dulce olor de su cabello. ―Necesito otra bebida. Ella asintió. ―Yo también. De nuevo, deslizó su mano en la de él. El papá de Eric levantó sus manos interrogativamente cuando los vio comenzando a caminar fuera de la pista de baile, pero sonrió y guiñó mientras sus ojos atraparon a Eric sosteniendo la mano de Jennifer. Eric casi rodó sus ojos, pero Jennifer lo estaba observando. Eric tomó un chupito en el bar, luego tomaron sus bebidas y caminaron hacia uno de los balcones que daba a una de las plazas más famosas de Madrid. ―¿No es hermoso? ―Jennifer miró hacia la masa de gente ahí afuera bailando y celebrando. Parecía que toda la ciudad estaba fuera esta noche. Quitando suavemente su mano de la de Jennifer, Eric se inclinó sobre el balcón. ―Sí, lo es. El aire fresco lo ayudó a relajarse un poco, pero muy poco. Todavía no podía superar el hecho de que incluso después de todo por lo que había pasado ese verano, y la escena que Brandon había causado esa noche, Sofia todavía estaba dispuesta a darle el beneficio de la duda. Eso lo hacía preguntarse absolutamente qué más demonios estaba dispuesta a hacer por el hombre y por qué. Bebió su bebida en tiempo récord y estaba listo para otra. Había pasado casi un año desde que había tenido tan siquiera una borrachera. Ahora se sentía como un momento tan bueno como cualquier otro para conseguir ser aporreado. ―Estoy listo para otro. Los ojos de Jennifer se agrandaron cuando vio su vaso vacío. ―Vaya, eso fue rápido. Eric se encogió de hombros. ―¿Qué es la Víspera de Año Nuevo sin una buena borrachera, no?

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Varios tragos y bebidas después, Eric estaba más de humor para bailar que nunca. Para el momento en que la cuenta regresiva comenzó, él y su papá fueron los dos más ruidosos de la fiesta. Su papá había estado comprando ronda tras ronda de tragos. A medida que festejaban la llegada del Año Nuevo, todo el mundo se besaba y abrazaba. Su papá lo abrazó con fuerza. ―Me alegra que la estés pasando bien, hijo. Sabes que sólo quiero que disfrutes la vida, ¿verdad? Eso es todo lo que quiero. Porque te amo, no por otra razón. Antes de que su papá se pusiera demasiado sentimental, Eric asintió y se alejó. ―Sí, lo sé, papá. También te amo. Después de su más bien largo abrazo, Eric se volvió hacia Jennifer y le dio un rápido abrazo. El olor de su cabello prevaleció incluso después de que él se apartó. Rápidamente se giró hacia Tina y también la abrazó. La banda tocó una canción lenta y su papá y Tina se dirigieron a la pista de baile, abrazados estrechamente. ―¿Quieres otra bebida? ―Se volvió hacia la barra. Jennifer inclinó la cabeza y le dio una mirada que lo hizo sentirse culpable. ―Me gusta esta canción. Eric dudó, pero tomó su mano de todos modos. Caminaron hacia la pista de baile. Ella no perdió el tiempo envolviendo sus brazos alrededor de su cuello y presionó su cuerpo contra el suyo. Había tenido un abrazo más suelto en mente, pero en este momento no tenía elección en el asunto. Ella casi se había envuelto a sí misma sobre él y apoyó su rostro contra su pecho. Sintiendo sus pechos presionando en su pecho, pensó en lo que diría Sofia si los viera. La abrazó suavemente, pero de ninguna manera quiso animar algo inapropiado. La canción finalmente terminó y la gente aplaudió. Eric aprovechó para soltar su abrazo y se apartó para aplaudir. Comenzaron otra canción lenta. De ninguna manera iba a hacer eso de nuevo. ―Necesito una bebida y un poco de aire. Tan pronto como lo dijo, la mano de ella ya estaba en la suya de nuevo. Su comportamiento, muy probablemente inducido por el alcohol, lo estaba poniendo sobrio. Con eso en mente, pidió una cerveza en lugar de un licor fuerte. Jennifer ordenó otra bebida mezclada. ―Recuerda. ―Eric le lanzó una mirada de advertencia―. Ese tipo de bebidas tienden a tomarte por sorpresa. Jennifer rió.

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―¡Demasiado tarde! Se dirigieron hacia el exterior, hacia el balcón. Tan pronto como llegaron a él y Eric apoyó el codo en la barandilla, Jennifer se apoyó en él. Parecía un poco mareada y Eric la sujetó. ―Oye, ¿estás bien? Ella soltó un poco más de risitas y apartó el cabello de su rostro. ―Quizás sea mejor que no beba esto. Eric tomó la bebida que ella sostenía y la puso sobre la barandilla. ―Sí, tal vez no. ―No sólo estoy diciendo esto porque he estado bebiendo, pero creo que eres increíblemente sexy. ―Recorrió los labios de él con el dedo. Eric sonrió, sintiéndose un poco nervioso y retiró suavemente su mano de sus labios. ―Está bien, tal vez deberíamos conseguir un poco de agua. ―No, Eric, lo digo en serio. ―Se levantó un poco más erguida y se inclinó hacia él de nuevo―. Cuando mi hermana me dijo que iba a salir con el hijo de su novio, estaba preocupada por con quién estaría atrapada. Pero cuando te vi, apenas pude contenerme. ―Me siento halagado. ―Eric tenía que itir que se sentía bien. Pero fue cuidadoso con su respuesta. Sabía que sin importar lo enojado que estuviera con Sofia, hacer cualquier cosa con Jennifer estaba fuera de la cuestión―. Tú tampoco estás demasiado mal a la vista. Créeme, si no tuviera novia, ya estaría tratando de llegar a conocer más sobre tu situación. Sus labios se curvaron y lo miró con una sonrisa maliciosa. ―Bueno, mi situación es, que vivo en Nueva York y no en California como mi hermana. Sólo nos vemos en raras ocasiones. Es por eso que decidí acompañarla en este viaje. Así que no me importa que tengas una novia, porque después de que deje España, probablemente pasarán años antes de que te vuelva a ver. ―Se lamió los labios, trazando un dedo por su pecho―. Asumiendo que Tina y tu papá permanecieran juntos. Nunca habiendo estado en esta situación, Eric no estaba seguro de cuál era la mejor manera de responder. Antes de que pudiera hacerlo, ella se inclinó y lo besó en los labios. Eric se alejó. ―Jennifer…

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―Llámame Jenny. ―Dio un paso hacia delante de nuevo. Con la barandilla detrás de él, no tenía a donde más moverse. ―Jenny, a mi novia absolutamente le importaría… ―No se lo digas. ―Presionó su cuerpo contra el suyo, sin dejar de sonreír mientras su mano rozaba la parte delantera de su pantalón. Eric se encogió. De ninguna manera iba a ir allí. Por mucho que amaba a Sofia, Jennifer era más sexy que el infierno y él era, después de todo, un hombre. Había ciertas partes de su cuerpo que tendrían más dificultades rechazándola, si frotaba de la manera correcta. Cambió de lugar con ella, haciéndola vulnerable contra la barandilla. ―Escucha, cariño. Estoy seguro de que cualquier chico saltaría ante la oportunidad de estar contigo… ―Pero tú no. Su expresión ofendida tironeó de él, haciéndolo sentir como un idiota. ―Lo siento. No puedo. Después de una incómoda conversación, las cosas fueron de mal a peor. Jennifer tomó su bebida, insistiendo en que la necesitaba. Unos grandes tragos más tarde, llevó la mano a su boca y le dijo que tenía que encontrar un baño, rápido. No lo logró, vomitó en sus manos justo antes de que llegara a la puerta. Eric sostuvo la puerta mientras ella entraba corriendo. Un par de minutos después, dos mujeres que parecían muy preocupadas salieron preguntando si él era el novio de la joven enferma. ―Soy un amigo suyo ―respondió Eric―. ¿Ella está bien? ―No ―dijo la más pesada de las dos―. Está vomitando y llorando. Estupendo. Eric miró a su alrededor hasta que vio a su papá y a Tina. ―Déjenme ir por su hermana. Se alegró de que las dos mujeres caminaran de regreso al baño. Odiaba pensar en Jennifer estando allí adentro sola. Tina se apresuró corriendo al baño tan pronto como se lo dijo. Él y su padre la seguían justo detrás. Antes de que su padre pudiera decir nada, le explicó sobre la última bebida que ella no debería haber tomado, pero lo hizo de todos modos. Sin embargo, no mencionó por qué. Se sentaron afuera en la mesa más cercana a los baños esperando. La fiesta no estaba para nada cerca de terminar. Todavía había gente bailando en las sillas y en las mesas. Incluso su papá seguía bebiendo.

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Tina finalmente salió del baño. Miró a Eric, entonces preguntó si podría hablar con su papá a solas. Su padre se puso de pie y se alejó un par de metros de la mesa en donde Eric estaba sentado. La música estaba tan alta que no había forma en que Eric pudiera escuchar lo que estaban diciendo, incluso desde una distancia tan cercana. Su conversación fue breve y Tina se apresuró a regresar al baño. Su papá se giró hacia él no pareciendo complacido. Cuando llegó a la mesa, no se sentó. ―¿No podías haber pasado tiempo con ella sólo una noche sin traer a colación a Sofia? Nada molestaba más a Eric que cuando su papá le restaba importancia a su relación con Sofia como si no fuera tan serio como él sabía que era. ―Papá, ella no quería simplemente pasar el rato. Y para que conste, no había mencionado a Sofia hasta que ella empezó a ligar conmigo. ―¿Te habría matado simplemente acceder por esta noche? Maldita sea, Eric, la humillaste. Tan mal como Eric se sentía por humillar a Jennifer, nada superó la repugnancia que sintió por su padre en ese momento. ¿Acceder por esta noche? Se puso de pie. ―Lo siento por eso. Me disculparía, pero no puedo simplemente acceder a estar con otra chica esta noche, papá. Sofia y yo estamos en una relación seria. Su papá ni siquiera trató de ocultar su irritación. Bebió lo que quedaba de su bebida y dejó el vaso sobre la mesa. ―Sí, bueno, tal vez alguien debería recordarle lo del verano pasado. Eric sintió que el aire era succionado fuera de él. El golpe no podría haber sido más bajo. Su papá debió haberlo visto en su rostro porque inmediatamente comenzó a justificarse. Intentó poner su mano sobre el hombro de Eric, pero Eric se apartó. ―Hijo, sólo estoy diciendo… ―Creo que deberías dejar de habar. Estás ebrio y ya me estás haciendo enojar. ―Empezó a alejarse. ―Eric, tu devoción por ella a través de todos estos años ha sido incondicional y ella te engañó. ¿No crees que eso me molesta? Eric se giró para mirarlo, listo para lanzarse sobre él. ―Hijo, lo siento, pero cualquiera que te hiera, me hiere a mí y en lo que a mí respecta ella no te merece.

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Antes de que dijera algo de lo que se arrepentiría, pero más frenéticamente, antes de que su papá dijera cualquier cosa para recordarle cómo Sofia una vez había destrozado su corazón, se alejó caminando. Su papá lo llamó, pero él no se detuvo. Si su papá decía incluso una cosa más menospreciando a Sofia, seguramente lo golpearía.

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Capítulo 18 La prueba Traducido por Shilo, Fanny y Apolineah17 Corregido por Jut

D

e alguna manera, Sofia pensó que estaría más cansada la mañana después de la fiesta. En lugar de eso, fue la primera en levantarse. Cuando llegó a casa el día anterior, todos querían saber por qué Brandon estaba tan inflexible acerca de hablar con ella. Por suerte, Sal había estado ahí para calmar a todos. A todos, menos a Alex. Todavía estaba en llamas cuando ella llegó, aliviándola todavía más porque no había estado ahí cuando todo se desmoronó. Entre Sal y sus padres, se las arreglaron para que Alex lo dejara… por ahora. Estaba de pie perdida en sus pensamientos, en la cocina esperando que el café terminara de hacerse cuando la voz de Angel la sobresaltó. ―¿Por qué estás levantada tan temprano, Sof? ¿Vas a ir a correr? La sospecha en su voz dolió. ―No. ―Su voz era apenas un susurro. Angel se detuvo en la isla central de la cocina y pareció considerar sus siguientes palabras antes de decirlas. ―¿Sofie, estás segura que nada más pasó entre tú y Brandon? Ella se volvió hacia él, sus entrañas cayendo a pedazos de nuevo. ―Fue sólo un beso, Angel. Un error del que me arrepentiré para siempre. ―Odiaba ser tan melodramática acerca de eso, pero estaba empezando a pensar que ese maldito beso nunca dejaría de atormentarla. Él la miró fijamente un momento y sus emociones la superaron. Eric no había respondido ninguna de sus llamadas la noche entera y toda su familia había estado bajo tanto estrés por su culpa ayer. Ella trató tanto, pero sus emociones la impactaron.

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―Ven aquí. ―Angel caminó alrededor de la isla y extendió sus brazos. Caminó hacia él y la abrazó―. No llores, Sofie. Sólo me hace querer ir a buscar a ese idiota y patearle el trasero. ―No fue sólo él, Angel. voluntariamente.

―Finalmente

lo

dejó salir―.

Lo

besé

Angel se alejó de ella para mirarle el rostro. ―¿Por qué? ¿Tú y Eric están teniendo problemas? ―¡No! ―Sacudió su cabeza―. La única persona que me había besado antes de Brandon era Eric. Creo que la única razón por la que me rendí ante él fue porque tenía curiosidad. Pero no valió para nada la pena. Hirió a Eric, y causó todo este problema con mi familia. ―No lo hiciste. ―La frente de Angel se tensó―. Lo hizo su estúpido trasero. ―Pero no fue todo por él. Si yo sólo hubiera dicho que no, nada de esto estaría pasando. ―Eso es lo que él quiere que pienses, Sof. Hubiera seguido presionando, especialmente si sintió una pizca de… curiosidad de tu parte. Él nunca debió haberte tenido en su cuarto en primer lugar. Sofia se limpió las lágrimas y subió la vista a Angel, poco convencida. ―Piénsalo. ¿Por qué no le preguntó a alguno de nosotros que fuéramos a ver su mierda? ¿Por qué sólo estaba interesado en tenerte sola en su cuarto? ―La mandíbula de Angel se endureció, Sofia estaba tan acostumbrada a ver a sus hermanos cuando se enojaban. Hablaron por otro rato, con Angel diciéndole de nuevo que mantuviera la distancia con Brandon. También la hizo prometer que llamaría a alguno de ellos lo más rápido posible aunque sólo tuviera la sospecha de que la estaba siguiendo de nuevo. De vuelta en su habitación con su muy necesaria taza de café, Sofia trató de llamar a Eric otra vez. Para su sorpresa, respondió. Estaba tan segura que no iba a responder que ni siquiera había preparado qué iba a decir. Pero había pensado mucho en eso anoche, por lo que respiró profundamente, deseando que su voz no se quebrara. ―Hola. ―¿Cómo estuvo anoche? ―No sonaba enojado, pero sí sonaba deprimido. ―Como puedes imaginar. ―Frunció el entrecejo―. Alex era un infierno andante inclusive cuando llegué. ―Hubo un silencio incómodo por un largo rato.

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Sofia aclaró su voz y se acostó de espaldas en su cama, agarrando el teléfono contra su oreja―. ¿Todavía estás enojado conmigo? Más silencio. Apretó sus ojos, una tibia lágrima deslizándose por un lado de su rostro. Ella temía lo peor. Nunca superarían esto. ―Sólo estoy tratando de entender por qué después de todo lo que ha hecho, todavía estás dispuesta a darle el beneficio de la duda. Sofia se sentó en su cama, determinada a hacerlo entender a pesar del riesgo de poner las cosas peor. ―Porque no puedo tener la conciencia tranquila sólo culpándolo a él. ¿No crees que sería más fácil para mí sólo estar de acuerdo contigo y mis hermanos? Sí, fue todo él. ¡Me engañó y la pobre, pequeña inocente de mí cayó, es un monstruo! Pero no puedo, Eric. Sabía que sólo ir a su casa sería un problema para ti y mis hermanos y aun así fui. ―¿Querías hacerlo? ―Nunca escogería herirte. Él dijo que quería enseñarme algo, siquiera tendría que entrar, que podría sacarlo. Pero decidí entrar. quería, Eric, sino porque en ese momento no parecía un asunto tan ―Se detuvo para respirar profundamente―. Toda mi vida han insinuado que era ingenua. Ese día…

dijo que ni No porque importante. llamada o

No estaba segura si debía seguir, pero se sentía como que este problema permanecería para siempre si no lo decía simplemente. ―¿Ese día qué? ―Su tono era duro de nuevo, como había sido la noche anterior. ―Ese día sentí algo cuando entré a su cuarto. No estaba siendo ingenua. Todos ustedes quieren creer que no sabía absolutamente nada de lo que podría pasar. Tenía la sensación de que algo pasaría. Me pude haber ido, alejado justo en el momento que tuve esa noción, pero no lo hice. Decidí quedarme. No hay manera en la que él haya planeado esto. ―Por un momento, pensó que había colgado―. ¿Sigues ahí todavía? No respondió, pero lo escuchaba respirar. Cuando finalmente habló, su voz estaba claramente tensa. ―¿Entonces cuando me dijiste que había pasado tan rápido que no habías tenido tiempo de pensar, eso era un montón de mierda? ―No, sí pasó rápido. ―Pero sabías que pasaría y aun así te quedaste para eso.

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―Eric… ―Una chica hermosa se me lanzó anoche, Sofia. Fácilmente podría haber hecho algo con ella, pero no lo consideré ni un segundo. ¿Sabes por qué? Sofia no respondió. Algo apretaba su garganta. Cuando no respondió, él continuó. ―Porque nunca te haría a ti, lo que me hiciste a mí, maldita sea. Sofia quedó apretando el teléfono mientras la línea hacía clic y Eric le colgaba de nuevo.

* * *

Eric estaba encontrándose con su papá para una comida tardía. Su papá había llamado más temprano, pero Eric lo mandó a buzón de voz. Su papá se disculpó por su insensible comportamiento la noche pasada y le pidió que por favor comieran juntos. La única razón por la que Eric acepto ir fue porque se sintió obligado a disculparse con Jennifer. Nunca pretendió humillarla. Después de quitarse del teléfono con Sofia, ahora deseaba no haberle devuelto la llamada a su papá para decirle que estaría ahí. Definitivamente no estaba de humor para socializar, pero su papá había estado tan contento de que fuera, y se siguió disculpando y agradeciéndole. Eric no pudo obligarse a cancelar. Cuando llegó a la mesa, las chicas no estaban a la vista. Su papá estaba sentado en una mesa solo. ―¿Qué pasó? ¿Decidieron no venir? Su papá sacudió la cabeza. ―No, estarán aquí como en media hora. ―Hizo señas para que Eric se sentara frente a él―. Primero quería hablar contigo a solas. Eric se sentó y se preparó. ―Sobre anoche, sé que crees que no me gusta Sofia, pero… ―No, papá, tenías razón. ―Sintiendo que el enojo, pero más el dolor, lo inundarían de nuevo. Le dijo a su papá sobre la conversación que tuvo con Sofia esa mañana, luego agregó―: ¿Sabes que anoche Jennifer se me ofreció, sin ataduras? Va a regresar a Nueva York y dijo que de todas maneras, probablemente nunca nos veríamos de nuevo. Sofia nunca se enteraría, y ni siquiera pude considerarlo por un momento. Y Jennifer es una chica genial. Pero nunca podría

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hacerle eso a Sofia. ―Su papá lo miró, pendiente de cada palabra. Estaba seguro que su papá estaba sorprendido de que se estuviera confesando de esta manera. Pero lo necesitaba, necesitaba dejarlo salir, tal vez podría comenzar a sanar―. No sólo Sofia hizo lo que hizo, sino que lo hizo con Brandon, ese pedazo de basura de la calle. El tipo que sólo ha sido un imbécil con ella y sus hermanos por toda su vida. ―Sacudió su cabeza. Entre más lo pensaba, más enojado se sentía―. Pensé que podía perdonarla porque no puedo soportar estar lejos de ella, pero ya no lo sé. He estado pensando sobre lo que dijiste anoche, tal vez no me merece. Su papá se inclinó y lo palmeó en la rodilla. ―No pongas mucho peso en lo que dije anoche. Estaba borracho y no pensaba claro. Eric sacudió su cabeza. El abrumador dolor que había sentido cuando se enteró sobre Sofia y Brandon hace meses estaba de vuelta. Sólo que esta vez una total repugnancia lo acompañaba. Ella había dejado entrar a ese imbécil. Y ahora no tenía idea de cómo sacarlo. Él sería el perpetuo recordatorio de que su hermosa Sofia no era la chica perfecta como había pensado siempre. La había tenido en un pedestal desde que eran niños, y Brandon la había tirado de ahí. Hablaron hasta que las chicas llegaron. Su papá le advirtió que no tomara una decisión apresurada. Tal vez esperar hasta que regresara. Eric estuvo de acuerdo, todavía convencido de que no podía terminar las cosas con Sofia. Después del desayuno, todos fueron a dar un paseo. Eric esperó hasta que su papá y Tina estuvieron delante de ellos y no pudieran escuchar nada. Su paseo hasta entonces había sido tranquilo. Podía decir que Jennifer estaba avergonzada. Apenas había dicho una palabra en todo el desayuno. Se volteó hacia Jennifer. ―Lo siento si… ―No. ―Ella puso su mano en el brazo de Eric y se detuvo―. Por favor. Por favor, cualquier cosa que hagas, no te disculpes por nada. Me siento tan estúpida. ―Pero no tenía intención de… ―¿Intención de qué, Eric? ¿Permanecerle fiel a tu novia? ―Se burló―. Es una chica con suerte. No deberías disculparte por ser tan buen chico. Como dijiste, alguien más podría haber tomado ventaja de la situación, con o sin novia. Nunca debí de actuar de la manera que lo hice. ―Apretó su brazo―. Yo debería ser la que se disculpe, y lo siento. Mi comportamiento anoche fue terrible. Eric sonrió.

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―No lo llamaría terrible. Eres joven, hermosa y soltera. Era Año Nuevo y te estabas divirtiendo, no hay nada de malo en eso. Con una débil sonrisa, Jennifer comenzó a caminar de nuevo y se encogió de hombros. Eric caminó a su lado pero ella no lo miró. En vez de eso, miró el suelo. ―Ambos sabemos que estuvo mal de mi parte presionar más incluso cuando educadamente me habías rechazado, pero preferiría no estancarme en eso. ―Finalmente, lo miró de nuevo―. ¿Podemos sólo olvidar que alguna vez pasó? ―¿Qué pasó? Jennifer le dio una sonrisa apreciativa. Después de dar un paseo por un lugar del mercado abierto, Eric se las arregló para empujar su problema con Sofia a la parte de atrás de su mente, al menos por un rato. Después de casi una hora, se detuvieron a comer unos churros que habían comprado a un vendedor. ―Eric. ―Jennifer se inclinó contra la barandilla de puente en el que estaban―. Sé que fui la que pidió que nos olvidáramos sobre anoche, pero no puedo evitar sentir que te siguen sintiendo incómodo. Eric se giró hacia ella. ―Para nada, sólo tengo mucho en mente hoy. ―Mordió un churro y se asomó en la carretera debajo de ellos. ―¿Algo de lo que quieras hablar? Hablar con otra chica sobre Sofia, podría ayudar, pero después de lo que sucedió anoche, no pensó que fuera una buena idea. Sacudió su cabeza. ―En realidad no, sólo la escuela y mis prácticas. Cuando Eric regresó a su habitación esa tarde, leyó el largo texto que Sofia le había enviado más temprano. No había querido escuchar lo que ella tenía que decir en todo el día. Incluso ahora, no estaba seguro si quería, pero lo leyó de todas maneras. Quiero que sepas que nunca había pensado como sería mi vida sin ti en ella… hasta ahora. Sé que después de haber explicado por qué dejé que sucediera, no estabas completamente satisfecho con mi respuesta, pero desde entonces he tenido tiempo de reflexionar y creo que tengo una explicación más honesta. Tenía miedo de decirte antes, pero por todo lo que sucedió, creo que te mereces la verdad. Después de pensarlo mucho, tal vez mis hermanos tenían razón. Brandon estuvo mal por llevarme a su habitación e incluso por iniciar el beso. Les concederé eso. Pero nada quita el hecho de que lo dejé. ¿Por qué? Me dejé llevar por el momento. Así de

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simple. La curiosidad sacó lo mejor de mí. Eric. No puedo deshacer lo que he hecho. Créeme, si pudiera, lo haría. Sólo quiero que sepas que si vivo hasta los cien años, el hecho de que me dejé llevar será mi arrepentimiento más grande. Incluso si mis oraciones son respondidas y de alguna manera arreglamos las cosas, estaré arrepentida por siempre por el dolor que te causé. No importa qué suceda. Te amo. Siempre lo he hecho. Siempre lo haré. Eric lo leyó varias veces, el nudo en su garganta presente todo el tiempo. Iba a tener que hacer una de dos cosas. O superaba ese maldito beso y lo dejaba ir, o superaba a Sofia y la dejaba ir. Por el momento, ambas parecían imposibles.

* * *

Eric no respondió el mensaje de texto de Sofia. No había respondido ninguno de sus mensajes de texto en días. Incluyendo el último donde dijo que había terminado de torturarse a sí misma. Todavía no podía soportar discutir el hecho de que ella se había entregado a Brandon así como así. Incluso probablemente disfruto el momento. Él también había terminado con eso de torturarse a sí mismo. Había pasado todas las tardes de esa semana alejado de las clases, por sus salidas con su papá y las chicas. Habían ido a un espectáculo una de las noches y esta noche Jennifer y él estaban camino a un concierto. Su papá había conseguido entradas para ellos. Para alguna banda de rock española de la que Eric nunca había oído. Su papá dijo que se suponía que eran buenos, pero a Eric no le importaba. Sólo quería la distracción. Haber pasado varios días, por primera vez, sin ningún o con Sofia, lo estaba matando. Si esto era una probada de lo que su vida sería sin ella, iba a ser un bastardo miserable. Eric tomó la mano de Jennifer a través de la multitud mientras se abrían paso en el concierto. Se detuvieron para comprar bebidas en un establecimiento de comida. ―¿Quieres una bebida mezclada? ―Eric recordó el tipo de bebidas que Jennifer prefirió en la víspera de Año Nuevo. ―Tomaré una cerveza ―dijo Jennifer, sonrojándose. Eric se echó a reír. ―No tienes que hacerlo. ―Créeme, aprendí mi lección.

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Tomaron sus cervezas y caminaron alrededor del enorme vestíbulo del lugar. Habían llegado temprano. Fue divertido observar a la gente. En poco tiempo, estuvieron en su cuarta cerveza. El papá de Eric le había dado una de sus tarjetas de crédito. Los precios de todo en los establecimientos de comida eran ridículos, pero su papá insistió en que no se preocupara por el dinero y disfrutara. Ya que esta era la última noche de Jennifer aquí, planeaban ir a un club después. Disminuyeron el consumo de cervezas una vez que el concierto comenzó. Después de tener que correr al baño un par de veces, decidieron que perderse tanto del concierto no valía la pena. La banda en realidad era buena. Una vez en el club, sin embargo, decidieron que Jennifer merecía pasar un buen rato y dejaron que su cabello colgara suelto sin que se convirtiera en un desastre como en Año Nuevo. Se apegaron a la cerveza, pero tenían un montón de ella. Los clubes en España eran tan diferentes de los de Estados Unidos. En Estados Unidos la hora del cierre por lo general era alrededor de la una o dos de la mañana. Apenas pasaba de medianoche y las cosas recién estaban empezando. ¡El chico de la barra les dijo que la hora de cierre era a las seis! Eric tenía clase por la mañana. No estaba planeando trasnochar, pero todavía tenía un par de horas. Bailaron y siguieron bebiendo, aunque Jennifer ordenó agua un par de veces entre las cervezas. El ver la forma en que los chicos miraban de reojo a Jennifer, le recordó su viaje a Cancún con Sofia. Había estado tan aliviado cuando le pidió que fuera con ella. No porque no confiara en ella, sino que en ese momento había estado preocupado por su seguridad. Pensándolo ahora, la forma en que los chicos la habían mirado boquiabierta en los bares incluso con él a su lado, no podía evitar preguntarse si ella se habría puesto en modo curioso en ese entonces, si él no hubiera estado allí. Sus amigas seguro como el infierno que se alocaron. La ira lo inundó. Bebió de golpe el resto de su cerveza y pidió otra. Acababan de entregársela cuando Jennifer salió del baño y se dirigió hacia él. Un hombre se paró delante de ella, diciendo algo que la hizo sonreír. Podría haber sido el alcohol o tal vez el repentino subidón de adrenalina que estaba sintiendo por sus pensamientos sobre Sofia. Fuera lo que fuese, se dirigió hacia Jennifer con un solo propósito. En el segundo en que la alcanzó, deslizó su brazo alrededor de su cintura tirando de ella más cerca y la besó en la frente. Olía condenadamente bien. ―¿Todo bien? ―Se giró hacia el chico, quien sonrió, pero negó con la cabeza. ―Todo está genial. Tu novia es impresionante. ―El chico levantó su cerveza hacia Eric en un afable gesto de paz.

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Eric chocó su botella con la del chico y forzó una sonrisa. Con eso, el chico se alejó. Jennifer se volvió hacia Eric pero no se apartó de su abrazo. ―¿Qué fue eso? Apoyó su frente contra la suya. ―Sólo asegurándome de que todo estaba bien. ―¿No parecía que estuviera bien? Ella obviamente había conseguido una pastilla de menta en el baño de mujeres, porque su aliento olía a menta. ¿Su boca también sabría a eso? Curiosidad. Se quedaron allí parados sin decir nada durante lo que pareció mucho tiempo. Con la música a todo volumen alrededor de ellos y la gente todavía bailando sobre las mesas y sillas, nadie se dio cuenta de que ellos sólo estaban allí de pie. Tragó saliva cuando ella se lamió los labios de color rosa y miró fijamente los suyos. Estaba tan cerca que podía sentir su cálido aliento contra sus labios. ―¿Eric? ―¿Mmm? ―Cerró los ojos, luchando consigo mismo. Debería soltarla. Alejarse. Aunque otra parte de él estaba en desacuerdo. Ojo por ojo. Sofia tendría que entender. ―¿Vas a besarme? ―susurró tan cerca de su boca que casi podía saborearla. ―¿Quieres que lo haga? ―Sí ―dijo en su boca. Eric lamió su labio inferior, saboreando la menta. Eso inmediatamente se sintió mal. La abrazó, alejando su rostro del suyo. En cambio, la besó al costado de su cabeza. ―Lo siento ―susurró en su oído sin aliento―. Por favor, esta vez déjame disculparme. No debería haber hecho eso. Ella no dijo nada, sólo tomó una profunda respiración. Cuando finalmente se apartó, lo miró a los ojos. ―Deberíamos irnos. El viaje en taxi de regreso a la habitación de su hotel fue tranquilo. Eric estaba tan enojado consigo mismo. Había sido totalmente injusto con Jennifer, usándola para vengarse de Sofia. ¿Cuán inmaduro era? Del mismo modo eso no había mejorado las cosas. Ella lo hizo dejar de disculparse antes de que incluso entraran al taxi. Cuando llegaron a su hotel, se giró hacia él y lo besó en la mejilla.

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―Es bueno saber que todavía hay chicos buenos allí afuera. No te sientas mal, Eric. Me has dado esperanza. Eric sonrió y la besó en la mano. ―No necesitas tener esperanza, Jenny. Cualquier hombre sería un suertudo al tenerte. Fue un placer pasar tiempo contigo esta semana. Espero volver a verte de nuevo algún día. Ten un buen viaje. El segundo en que ella estuvo fuera del taxi y se giró hacia el hotel, dejó que su cabeza cayera hacia atrás. Puso la mano sobre sus ojos. ¿Podría ser una mierda aún más grande? Antes de que incluso llegaran a su dormitorio, los pensamientos de Jenny ya habían tomado un distante segundo lugar en su mente. Echaba de menos a Sofia más que nunca. Cualquier posibilidad de dormir esta noche sería en vano. Se dejó caer en la cama, lamiéndose los labios. Podría estarle haciendo el amor a Jenny en este mismo instante, pero lo único en lo que podía pensar era en Sofia. Hijo de puta.

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Capítulo 19 Claridad Traducido por Fanny & Apolineah17 Corregido por beatrix85

S

ofia entró a la farmacia. Pocas cosas la sacaban de su casa en este último par de semanas. Necesitaba acondicionador para su cabello, de otra manera, se hubiera quedado en su cama, abatida como había estado en las últimas semanas. Ella y Eric nunca habían pasado tanto tiempo sin ninguna comunicación. El acondicionar que usaba normalmente no estaba. Raramente estaba. Se paró ahí mirando todas las otras opciones. ―Hola, Sof. Sofia se estremeció, jadeando cuando lo vio. ―¡Brandon! ―Miró alrededor―. ¿Me seguiste de nuevo? ―No, estaba saliendo cuando te vi estacionarte. ―No puedo estar cerca de ti. Tienes que entender… ―Lo sé, Sof. ―La tristeza que recordaba de cuando estaban en la preparatoria estaba de vuelta. No era el fuerte Brandon con el que había estado tan impresionada el verano pasado. El morado alrededor de sus ojos tampoco ayudaba―. Solo esperaba poder hablar contigo una última vez antes de irme. ¿Tienes unos minutos para que podamos ir a un lugar privado? ―No. ―Fue su reacción inmediata, sus hermanos se volverían locos, Eric nunca la perdonaría. Él miró alrededor. ―¿Entonces puedes darme un segundo… aquí? Ella se mantuvo fuerte. ¿Qué podría hacer aquí en una tienda pública? ―Que sea rápido. Sus cejas se fruncieron y por un momento, lucía listo para llorar.

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―Mi viejo está muriendo. ―Tomando una profunda respiración, miró alrededor como para componerse. El corazón de Sofia cayó―. No solo estoy aquí por las vacaciones. Tomé una licencia de emergencia para regresar y arreglar las cosas. Me los estoy llevando a ambos a Georgia conmigo. La casa ya está vendida. Mi papá quiere que tome el dinero y compre una casa allá. La propiedad es mucho más barata que en California. ―Sus ojos encontraron los de ella, pero solo por un segundo antes de alejar la mirada de nuevo―. Solo quería decir adiós y disculparme por cualquier problema que haya causado. Las últimas semanas habían sido horrendas para Sofia. No saber de Eric había sido el peor sufrimiento de su vida. Ahora solo podía pensar en lo que Brandon había estado pasando. ―Lo siento tanto, Brandon. No tenía idea. ―Solo vine aquí a recoger sus medicinas. ―Levanto su mano con la bolsa de la farmacia―. Pero me alegra haberte visto. Hay algo que de verdad quiero decirte. Los ojos de Sofia fueron de la bolsa en su mano a su rostro de nuevo. La expresión de Brandon era tan dolorosa que estuvo tentada a tocarlo: ―¿Qué es? ―¿Estás segura de que no podemos ir a otra parte para hablar? ―De ninguna manera, Brandon. ―Había aprendido su lección. La miró por un segundo antes de hablar. ―Estoy enamorado de ti, Sof. ―Su voz se convirtió en un susurro―. Pensé que lo estaba en la preparatoria. El verano pasado solo lo confirmó. Casi no me vuelvo a enlistar por ese beso. Sofia sacudió su cabeza, sintiendo sus ojos agrandarse. Esto era lo último que necesitaba escuchar. ―No te preocupes. Sé que es imposible. Solo necesitaba decírtelo antes de irme. Ya no regresaré. ―Casi le dio un manotazo a la lágrima que cayó de la esquina de su ojo―. Necesitaba decírtelo, aunque fuera solo una vez. Me alegra haber tenido la oportunidad. Ella no tenía palabras. Él se estiró y tocó el hombro de Sofia. ―Adiós, Sof. ―Se dio la vuelta y caminó por el pasillo con apuro. Sofia se quedó de pie ahí, todavía asombrada. ¿Cómo podría estar enamorada de ella? Apenas la conocía. ―¿Fue solo un beso?

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Sofia se giró, casi saliendo de su piel. El papá de Eric estaba ahí de pie, esperando por una respuesta. La mortificación la hundió. Él sabía. Por supuesto que sabía. Eric le diría algo como esto. Siempre habían sido así de cercanos. ―Sí ―susurró ella. Su risa la sorprendió. ―Bueno, gracias por no acceder a ir a un lugar privado para hablar con él. Mi hijo no hubiera estado feliz de saber que lo hiciste. Ella presionó sus labios, juntándolos, completamente perdida sobre que responder a eso. ―¿Todo el drama del verano pasado fue por un beso? ¿En serio? ―Sí. ―Asintió, mordiendo su labio inferior―. Y me arrepentiré por siempre, Sr. Diego. Para su sorpresa, él se inclinó y la abrazó. ―Eric es algo más. ―Sacudió su cabeza y palmeó una buena chica, Sofia. ―Se alejó y habló cara a probablemente piensas que no me importas. Nunca ―Frunció sus labios―. Bueno, hasta el verano pasado. que pensé que te habías acostado con Brandon.

la espalda de Sofia―. Eres cara con ella―. Sé que he tenido algo contra ti. Pero Eric hizo tal alboroto

―¡Dios, no! Nunca lo… ―Por la manera en la que actuó, estaba seguro que… ―¿Dijo que lo hice? ―Un pánico incontrolable pasó a través de ella―. No piensa que lo hice, ¿verdad? ―Todo lo que dijo fue que le fuiste infiel y que él nunca te haría lo que le hiciste. Palabras que nunca superaría. Lloró por días después de esa llamada. ―Sofia, sé que Eric sigue dolido. Pero te ama muchísimo. Quiero que sepas que espero que funcione entre ustedes dos. Deben estar juntos. No había manera de aguantar lo que había estado sintiendo toda la semana. Su labio tembloroso la traicionó y él se inclinó y la abrazó de nuevo. Después de llorar por unos minutos más, mientras el papá de Eric la consolaba, prometiéndole que las cosas funcionarían, se fue. Sofia manejó a casa en un aturdimiento. Una vez que estuvo en su casa, se sentó en la entrada y continuó llorando. Primero suave, luego estuvo abrumada y enterró su rostro en sus manos. La puerta del garaje se abrió. Trabajó rápido para

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limpiar su rostro, pero no puedo obligarse a dejar de llorar. Alex caminó hacia el coche, apurándose cuando vio las lágrimas. ―¿Qué pasa? ―Abrió la puerta y se puse en cuclillas―. ¿Qué sucedió? Ella sacudió la cabeza, temerosa incluso de decir el nombre de Brandon. ―Nada. Alex miró su rostro mientras las lágrimas continuaban cayendo. ―¿Qué es, Sof? ―Frotó su rodilla―. Dime. Sofia se inclinó sobre su tablero y fue a la guantera para buscar algunos pañuelos. Limpió su rostro. Alex todavía calmado, continuó frotando su rodilla, pero sabía qué tan rápido podría estallar. ―No es solo una cosa. Es todo. ―Se limpió la nariz―. Extraño a Eric. Sigue enojado conmigo y… ―miro los compasivos ojos de Eric―… me encontré a Brandon en la farmacia. La mano sobre su rodilla se detuvo, la compasión ahora reemplazada con un brillo asesino. ―¿Qué hizo? ―Nada, Alex. ―Puso una mano sobre la suya―. Solo quería decir adiós. ―Casi podía ver las ruedas girando en la cabeza de Alex―. Su papá está muriendo. La expresión de Alex se iluminó. Pero muy poco. ―Vendieron la casa, y está llevando a sus padres a Georgia con él. Se enlistó de nuevo. ―Se encogió de hombros―. No va a regresar. Alex la miró. ―¿Por eso estás llorando? ―¡No! ―¿Cómo podría pensar eso?―. Ya estaba en un estado de ánimo bajo. Escuchar sobre su papá solo me puso triste por él, y no he hablado con Eric en semanas. No creo que alguna vez me perdone. Todo está amontonado sobre mí. Alex se puso de pie y extendió su mano. ―Vamos. Cuando estuvo fuera del coche, la jaló contra él, abrazándola fuertemente. ―Eres demasiado dulce, eso es lo que es. ―Se sintió diminuta en sus brazos―. Brandon va a estar bien. Y Eric lo superará. Créeme, no va a ir a ninguna parte.

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Si solo fuera cierto. Tomó una profunda respiración, deseando que las cosas fueran como cuando era pequeña y sus hermanos podían protegerla de cualquier tipo de dolor. A pesar de que probablemente él moriría tratando si se lo pidiera, no había nada que Alex pudiera hacer para desaparecer este dolor.

* * *

Eric estaba allí en su cama, mirando el techo como lo había estado haciendo a menudo los últimos días. Esto era exactamente lo que su papá no quería que hiciera. Con la rutina que mantenía, muy bien podría haber sido un robot, escuela, sus pr{cticas y de nuevo a su dormitorio. Apenas estaba haciendo B’s en la mayoría de sus clases cuando era más que capaz de obtener A’s. Su teléfono sonó, sacándolo de su bruma. Se sentó, mirando alrededor y viéndolo en su mesita de noche. Estirándose, pero todavía en la cama, lo agarró y se acostó de nuevo. Sabía quién era sin siquiera ver. La única persona que había llamado en vez de mandar mensajes de texto todo el tiempo que había estado en España. ―Hola, papá. ―Eric, ¿estás ocupado? ―Nop. ―Solo tenía unos papeles muy importantes que debía esta semana, pero no le diría eso a su papá―. ¿Qué pasa? ―Me encontré a Sofia hoy. Eric se congeló, pero no dijo nada. Solo escuchar su nombre era causa suficiente para hacer una mueca de dolor. La extrañaba demasiado. ―Estaba con Brandon. Eric se sentó. ―¿Los viste juntos? ¿Dónde? ―Vamos, relájate. Ella estaba comprando algo en la farmacia cuando él se acercó a ella. El ritmo cardiaco de Eric ya se había acelerado. Escuchó atentamente, tratando de permanecer calmado. Su padre le informó lo que había escuchado, luego preguntó: ―Eric, pensé que ella había dormido con él. ¿Fue solo un beso? Eric apretó los ojos y los cerró. Estaba harto de pensar en ello.

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―Ella lo dejó, papá. Dejó a ese idiota que sólo estaba tratando de usarla para llegar a mí y a sus hermanos. ―Hijo. ―Su papá tomó una profunda respiración―. No estoy seguro de cómo decirte esto, pero ese chico está enamorado de Sofia. Las palabras fueron lo suficientemente claras pero no acababan de ser asimiladas. ―¿Qué? ―Lo escuché decírselo a ella y le creo. Innumerables preguntas vinieron a su mente, pero la principal fue: ―¿Qué dijo ella? ―Nada, creo que estaba estupefacta. Él no dijo mucho después de eso, sólo que se alegraba de haber tenido una oportunidad de decírselo antes de que se fuera para siempre y entonces se fue. Eric no podía hablar. Asimiló todo lo que su papá dijo. ¿Por qué Brandon querría que supiera que estaba enamorado de ella? ¿Todavía estaba jugando juegos mentales o ella le había dado algún indicio de que era algo que quería escuchar? Maldita sea, odiaba la inseguridad. ―Eric. ―Su papá tomó la palabra después de que Eric no dijera nada―. El punto es que sé lo mucho que significa esa chica para ti. Infiernos, no creo haber visto a nadie con el corazón roto como te vi a ti el día que te enteraste de lo de ella y Brandon. En ese mismo momento supe lo profundo que era realmente tu amor por ella. itiré que eso me asustó, sobre todo porque en ese momento tenía la impresión de que mi hijo estaba perdidamente enamorado de una chica que lo había traicionado de la peor manera. Entonces cuando regresaste con ella tan rápidamente, me asustó aún m{s. Ahora que descubrí que sólo fue un beso… Eric, eso no es nada. ―Pero pap{… ―Sólo pregúntate esto. ¿Estás realmente dispuesto a renunciar a todo lo que Sofia y tú tienen por algo tan trivial sobre lo que ella obviamente está extremadamente arrepentida? Lo vi en su cara, hijo. No hay duda en mi mente de que te ama y que se sigue culpando por un beso que realmente debería ser historia pasada ahora. La mierda pasa, Eric. Déjalo ir. La edad y la inmadurez tienen mucho que ver con ello, pero si me lo preguntas, diría que ella ha aprendido una dura, pero valiosa lección. Eric se puso de pie sin poder quedarse sentado por más tiempo. ―No lo sé.

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―Todo depende de ti, obviamente. Sabes, normalmente te apoyaría en seguir adelante y yendo de compras mucho más, antes de que te quedaras atascado con una chica. Pero voy a pensar en eso hoy después de hablar con Sofia. Odiaría que cometieras un error por el que te arrepentirías por el resto de tu vida. He visto suceder esto muchas veces. ―Se quedó callado por un momento, después añadió―: Sólo pregúntale a tu mamá.

* * *

Temprano esa mañana, Sofia recibió la llamada. El papá de Eric le preguntó si quería recoger a Eric en el aeropuerto. Casi había dicho que no. Todavía no había tenido noticias de Eric. Pero necesitaba tener un cierre. Si Eric en verdad había decidido que este era el final para ellos, necesitaba escucharlo, entre más pronto mejor. La tortura había durado el tiempo suficiente. Llegó temprano al aeropuerto. Cuando lo habían llevado el día después de Navidad el aeropuerto había sido un desastre. Con miedo de quedarse atrapada en ese tipo de tráfico, se había dado a sí misma un montón de tiempo. El tráfico de hoy ni siquiera podía compararse. Los aviones despegaban y aterrizaban en el aeropuerto, y Sofia miraba por la ventana, preguntándose en cuál estaría Eric. Con cada uno que aterrizaba su estómago se tensaba un poco más. Limpió una lágrima que se deslizó por su mejilla. Sofia no se había molestado en maquillarse. Sabía que su rostro sería un desastre. Incluso si las cosas estaban bien entre ellos, verlo de nuevo sería emocional. Pensó en Brandon y decidió que no había manera en que él estuviera enamorado de ella. Tal vez la quería como la única amiga a la que pensó que le había dado una oportunidad. ¿Pero enamorado? Él ni siquiera tenía una idea de lo que era eso. No había manera en que pudiera sentir por ella lo que ella sentía tan profundamente por Eric. Cuando por fin vio en el monitor que su avión había aterrizado, tomó una profunda respiración y se sentó. Se sentó y observó uno a uno, a los pasajeros bajando por las escaleras eléctricas. Contuvo el aliento cuando lo vio. Parecía perdido en sus pensamientos. Al igual que los otros pasajeros, se dirigió a la zona de recogida de equipaje. Se puso de pie y esperó, su corazón latiendo salvajemente. Después de agarrar su maleta de la cinta transportadora, se dio la vuelta y se dirigió hacia ella. Todavía estaba completamente perdido en sus pensamientos, mirando el suelo frente a él. Finalmente, a unos pocos metros de ella, levantó la

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mirada y sus ojos se encontraron. Se detuvo en seco, y la persona de atrás casi chocó con él. Sofia se quedó allí, sin estar segura de qué esperar o qué decir. En cuestión de segundos, los ojos de él se llenaron de lágrimas y apartó la mirada. ―Te extrañé. ―Ella apenas consiguió pronunciar las palabras―. Te extrañé mucho. Eric dejó caer sus maletas, dio unos pocos pasos apresurados hacia ella y envolvió sus brazos alrededor con fuerza. Sintió que él tomaba una profunda respiración mientras ella envolvía sus brazos alrededor de él. ―Lo siento mucho, Eric. ―No lo sientas, Sof. ―La besó a un costado de su cabeza―. Terminé con ello, nunca más dudaré de ti. Fui un estúpido al pensar que alguna vez podría terminar contigo. ―Se apartó para mirar su rostro. La mató verlo llorar―. Tan estúpido. ―La besó suavemente. Luego la abrazó de nuevo, sosteniéndola con fuerza por un tiempo. ―Él se ha ido, Eric. Eric se tensó, pero no dijo nada. ―Tu pap{ probablemente te lo dijo pero quería… Eric se apartó. ―No. No quiero escucharlo. ―La miró fijamente―. ¿Me amas? ―Por supuesto. ―Entonces eso es todo lo que necesito saber. ―La besó de nuevo―. Ni siquiera estaba seguro de eso hasta este momento cuando te vi. Ahora lo sé a ciencia cierta. Nunca podría ser feliz sin ti. Sofia sonrió, sintiendo lágrimas tibias caer por sus mejillas. Envolvió sus brazos alrededor de su cuello, un enorme alivio se apoderó de ella. ―Oh, Eric, estaba tan asustada. ―Yo también. ―Le acarició la espalda y después se apartó, pero la tomó de la mano―. Vámonos. Agarró su equipaje y comenzó a caminar rápido. ―¿A dónde vamos? ―preguntó ella, la emoción elevándose a casa paso. Eric estaba en casa, la había perdonado y ella nunca haría nada para meter la pata de nuevo.

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Por primera vez desde que él había llegado, lo vio sonreír y vio un brillo en esos increíbles ojos marrones. ―Tenemos un montón de cosas en las cuales ponernos al día. Él apretó su mano. Después de semanas de llorar hasta quedarse dormida, finalmente pudo sonreír, sintiendo la familiar sensación de revoloteo en su estómago que sólo Eric le hacía sentir.

* * *

No era el clima que Eric había esperado, pero no importaba. Este era sólo el primero de siete días gloriosos que estaría pasando con Sofia en su crucero. Originalmente habían planeado tomar uno más corto debido al precio, pero su papá los había sorprendido con uno de siete días. Como de costumbre, dijo que le ayudaba conocer gente y que tenía un montón de amigos en el negocio de los viajes. Eric caminó nuevamente hacia donde Sofia estaba sentada en la cubierta. Ambos habían traído sus laptop con ellos. Sofia dijo que no podía esperar a escribir mientras estaba sentada en la cubierta de un crucero, bebiendo un cóctel. Eric estaba contento ya que su papá le había conseguido un par de trabajos de construcción de páginas web con algunos de sus socios. Tan obsesivo como era cuando se trataba de eso, necesitaría todo el tiempo que pudiera conseguir. Qué mejor que empezar a trabajar en ello en ese momento, en un crucero junto a Sofia, mientras ella escribía. Sofia levantó la mirada de su laptop mientras llegaba hacia ella con sus bebidas. ―¡Ooh, genial! Había esperado ver a Sofia en bikini toda la semana, pero marzo difícilmente era una época del año para eso. No importaba. Incluso en vaqueros y una ligera sudadera estaba hermosa como siempre. Eric le entregó su bebida con una enorme rebanada de piña, se inclinó y la besó. Ella dejó su laptop y tomó un sorbo de su bebida, mirando hacia el océano. ―Esto es el paraíso. Moviendo su propia laptop de la tumbona en la que había estado sentado, a la mesa junto a él, se sentó.

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―Sí, lo es. ―La miró mientras sorbía su cerveza―. ¿Conseguiste acabar algún escrito? ―En realidad sí. ―Sonrió―. Me inspiré ayer por el anunció del compromiso de Angel y Sarah. Estaban tan felices, una historia vino a mí. Él la miró por un momento. ¿Cómo era que incluso después de todos estos años, la dulce Sofia todavía podía tenerlo tan fascinado? Ella tomó otro sorbo de su bebida. Al ver que él no le había quitado los ojos de encima, sonrió y preguntó: ―¿Qué? ―¿Crees que nosotros también terminaremos casados algún día? ―Absolutamente ―dijo, inclinándose con una sonrisa maliciosa―. Estás atrapado conmigo para siempre, Eric Diego. Dios, amaba su sonrisa. ―¿Eso es cierto? ―Síp o te echaré encima a mis hermanos. Eric se echó a reír. ―Como si algo pudiera mantenerme apartado de ti, ¿recuerdas que incluso ellos no pudieron? ―¿Cómo puedo olvidarlo? ―Extendió su vaso―. Para siempre. Lo chocó con su botella de cerveza, luego la besó. ―Para siempre.

Fin

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Próximo libro: Forever Yours The Moreno Brothers #1.5

Angel Moreno y Sarah Fiero se enamoraron en Forever Mine, pero para una pareja de novios de secundaria, para siempre es un tiempo largo… Ponte al día con ellos y toda la pandilla en la universidad mientras resurgen las inseguridades del pasado. Como si lidiar con su mejor amiga Sydney no fuera suficiente, Angel tiene ahora dos nuevos hombres con los que lidiar en la vida de Sarah. No hará falta estar en el borde de tu asiento, por el drama angustioso, lágrimas y risas mientras el amor de Angel y Sarah es puesto a prueba definitivamente en esta adición a la serie de los Hermanos Moreno.

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Sobre Elizabeth Reyes: ¿Acerca de mí? Bueno, nací y crecí y continúe viviendo en el soleado sur de California. Estoy casada y tengo dos maravillosos adolescentes. Mi amor por la escritura comenzó cuando era sólo una niña, sin embargo, nunca tuve realmente algún sueño o aspiraciones de hacer esto para vivir. Entonces llegó la época de los eReaders y vi la oportunidad de escribir al mundo que lee sin saltar a través de aros e ir más allá de la burocracia de tratar de ser publicado tradicionalmente. La serie Moreno Brothers ha cambiado literalmente mi vida. Ahora me levanto para ir a trabajar a pocos metros de mi cama. 5th Street es mi segunda serie con 2 outs de Noah y Gio y dos más por venir. Actualmente estoy tomando un descanso de 5th Street para trabajar en mi próxima serie Fate, un spinoff de la serie Moreno Brothers. El primero de esa serie Fate (Vince y la historia de Rose de Making You Mine) saldrá a la venta este año. Me encanta escuchar de mis lectores y trato siempre de responder tan pronto como me es posible, pero si hay una pregunta que se hace una y otra vez, en vez de contestar veinte veces la voy a publicar en mi página de preguntas frecuentes a fin de comprobarla a menudo! Finales de este año será una locura para mí entre mantenerme al día con la respuesta a MYM y preparándome para mi tour blog, estaré muy ocupada así que por favor tengan paciencia conmigo si no soy rápida en responder a sus mensajes/comentarios. También puedes ser mi amigo en GoodReads! ¡Gracias por leer!

Eli

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Créditos Moderadora Shilo Roxywonderland

Traductoras Roxywonderland

Jadasa Youngblood

MaEx

Shilo

Helen1

Pimienta

Selene1987

HeythereDelilah1007

Fanny

Magdys83

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Apolineah17

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Flochi

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Correctoras Nanis

Jut

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Beatrix85

flochi

Key

Recopilación y Revisión Nanis

Diseño Jane

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