Pozo sin fondo
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Pozo sin Fondo Introducción “Hay personas que si les ofrecieras viajar en el tiempo y cambiar aunque solo fuera un segundo de su vida, lo harían sin dudar… yo no soy una de ellas. Y no es porque mi vida haya sido perfecta, he errado, sufrido, llorado, pecado, dañado, odiado… pero también he acertado, alegrado, reído, amado… he tocado, oído, visto, sentido, olido… he vivido… y aunque tal vez mi corazón tuviese menos heridas de las que tiene si viajase al pasado, lo cierto es que esas heridas forman parte de quién soy y del camino que he recorrido hasta llegar aquí hoy, y no pondría en riesgo ninguna de esas dos cosas por una lágrima de más o de menos.” Extracto de Una Vida Macarena Frdz. Wilson Capítulo uno: el primero -Creo que podría serte muy útil. -Yo creo que no… -Mira, cuando la gente pasa por situaciones extremas como la que tú pasaste, suelen encerrar ese momento en lo más profundo de la mente, es una medida de protección humana, así duele menos, pero nos equivocamos al hacerlo, porque ese momento se va alimentando de todo lo que le rodea y si lo dejamos ahí, acabará con nosotros. Lo que hay que hacer es sacarlo, no espero que lo saques ahora ni en dos días, pero tenemos que empezar a tirar de los hilos adecuados.
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-No te ofendas, pero no servirá de nada, sé que tú eres el experto y tal… pero no va a funcionar. -No puedes rendirte antes de intentarlo, lo hemos hablado mil veces. -Está bien, ¿Cómo lo hago? -En mis años como psicólogo he descubierto que a las personas nos resulta mucho más fácil escribir las palabras que no confesarlas en voz alta, he pensado que podrías escribirlo, el cómo y dónde llegaste aquí. Tómatelo con calma, nos reuniremos cada semana y leeré lo que has escrito, no espero que en las primeras semanas pueda saberlo todo, pero empieza por algo, lo que sea, y luego… solo tendrás que seguir donde lo dejaste. ¿De acuerdo? -Sí… pero… -Entiendo tus miedos, por eso te voy a pedir algo, no quiero que escribas un diario, eso lo podríamos hacer aquí, quiero que escribas tu historia como si no fuese tuya… como si fuese una novela, el verla de una forma objetiva te ayudará a asimilarla mejor de lo que lo hemos hecho hasta ahora. -Yo no he escrito una novela en mi vida. -Bien, pues ahora lo vas a hacer. Vaya, se acabó el tiempo. Te espero la semana que viene a esta hora. Aquella conversación era la causante de que ella estuviese sentada allí, hipnotizada por el monitor, hacía tanto que no se sentaba delante del ordenador, con la pantalla en blanco y el cursor parpadeando impaciente por recibir letras y crear algo, que le parecía que había sido en otra vida, por suerte, pensaba en aquél momento, los humanos no tienen siete vidas como los gatos, imaginarse que fuera posible, era un mal trago por el que no quería pasar, si ya había sufrido tanto en una vida ¿Cómo habrían sido seis más? Pero debía hacerlo, se había propuesto lo inimaginable… salir de aquel pozo en el que ella misma se había hundido hasta las cejas, no iba a ser 2
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fácil, no le estaba siendo fácil, pero al menos quería decirse a sí misma que lo había intentado, así que colocó las manos sobre el teclado, sin saber muy bien por dónde empezar aquella tarea que le había puesto como deber su psicólogo. Escribir su historia. No toda, pero si dos momentos importantes en ella, algo que él pudiera leer, evaluar y corregir, algo que le pudiera servir para ayudarla. Maca sabía donde había empezado la historia, o al menos cual era la primera parte de todo aquello, pero las imágenes se paseaban revueltas por su mente, miles de recuerdos agolpándose por salir del sitio donde los había encerrado, si quería recuperar la vida que había perdido, debía concentrarse, suponía que al psicólogo le daría igual que la historia no tuviese un principio, un nudo y un desenlace, mientras él pudiera entenderla… así que se concentró en la imagen que en aquél momento tenía en la cabeza, pensó que quizás era adelantarse un poco a los acontecimientos, pero después se dio cuenta que realmente aquél día había sido cuando había empezado todo. Era consciente que le faltaban muchas piezas, pero quizás su cerebro recordase todo lo que había escuchado y había visto aquellos días y los posteriores, al menos recordar lo suficiente para ser capaz de contar lo que pasó. Ella había sido la única que no había testificado, el abogado defensor alegó que estaba en estado de shock y que su testimonio podía ser influido por ese estado y no ser por lo tanto realista, el juez después de una breve entrevista, no había dudado en desestimar el testimonio de Maca, ella había tenido que seguir el juicio desde la televisión del hospital, había visto desfilar a sus compañeros uno a uno por el estrado. Muy hollywoodiense todo, lástima que en la realidad las cosas no se asemejaran tanto a la ficción, donde los buenos atrapan a los malos y viven felices y seguros, con algún final romántico como un beso al atardecer entre dos de los protagonistas, pero en su caso al menos, el final feliz parecía haberse esfumado, aunque le quedará el consuelo de atrapar a los malos. Volvió a concentrarse en aquella imagen y sus manos empezaron a golpear las teclas, que bajo sus dedos repiqueteaban con fuerza y constantemente, reconoció el sonido familiar al que se había acostumbrado en su trabajo a base de rellenar informes y elucubrar hipótesis, la historia, empezó a formarse clara y nítida en su cabeza… 3
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En la pared se dibujan pequeños círculos de luz que la persiana bajada deja pasar en el interior, creando una atmósfera gris, y dejando ver algo en la penumbra, aunque realmente, no hay mucho que ver, una pequeña cómoda pegada a la pared de enfrente, empotrada entre el marco de la puerta y la otra pared, una cama pequeña para ser de matrimonio y grande para ser individual justo debajo de la ventana con una vieja mesita a la derecha, en la pared libre, un asiento de mimbre de jardín reutilizado como estantería para algunos libros y una lámpara de pie de estilo clásico. Es lo poco que se había permitido desde su llegada a la ciudad, o al menos, lo poco que se había podido permitir, el divorcio no le había dejado mucho más, el dinero se había esfumado dos años antes, y cuando llegó la separación de bienes, ya debían dinero, la venta del piso que tenían en el centro apenas había alcanzado para pagar sus deudas y para que sus nombres ya no figurasen enlazados en ninguna parte, debían empezar una nueva vida, y empezarían de cero, para su pareja, seguramente aquello no supondría mayores problemas, con una familia acaudalada como tenía, estaba segura de que no le iba a faltar de nada, sin embargo, para ella, las cosas eran diferentes, incluso seis meses después, en una ciudad nueva y con un trabajo estable. -Ring, ring….. ring…- El teléfono suena distante, pero lo suficientemente fuerte como para que se despierte, abriendo los ojos lentamente, tantea la pared en busca del tirador de la persiana mientras el molesto sonido sigue imperturbable, tira demasiado fuerte, y el golpe del sol en la cara resulta como si le echasen por encima un jarro de agua caliente, como una vampiresa, se aparta sin ver más allá de un centímetro y tropieza con la alfombra que hay a los pies de la cama ¿En qué revista había leído que aquello era chic? Aquello era una trampa mortal para los que tenían mal despertar como ella. Enfundada en una camiseta de tirantes y con unas viejas braguitas, corre como puede, sin tirar demasiadas cosas por el suelo hacia el teléfono. -Ya va, ya va.- Se dice a si misma al llegar al comedor, pero en vez de eso, su reflejo en la puerta de cristal le llama la atención provocándole una pequeña sonrisa amarga, si su madre la viera seguramente lanzaría un grito llevándose una mano horrorizada a la boca, la cara pálida, 4
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ojeras quilométricas y el pelo enmarañado, un aspecto muy saludable, sí señor. Suspira y descuelga. -Esther García.- Es el saludo más entendible que sale de su boca. -Hace media hora que deberías estar aquí ¿Dónde te metes?- Reconoce al instante la voz de su compañero de trabajo. -Toni, joder…- Maldice en voz alta.- Me he quedado dormida ¿Se han dado cuenta? -El jefe me ha preguntado por ti un par de veces, me he hecho el zumbado, pero Esther, ven corriendo, no podré irme a casa sino. -Vale, vale, me doy una ducha rápida y voy. -Deja lo de la ducha para después, no creo que vayas a recibir quejas de los clientes. -Está bien, nos vemos allí.- Suspira y cuelga, Toni es un buen tipo, lo había conocido tres semanas después de llegar a la ciudad, justo cuando ya se daba por vencida en eso de encontrar un trabajo él le comentó que en el sitio donde trabajaba necesitaban a alguien, recordaba haberse mostrado algo reticente a aceptar el puesto, pero dos semanas más y el casero montando guardia en la escalera la convencieron de hacerlo. En realidad el trabajo en sí no estaba tan mal, pero quedaba muy lejos de su anterior ocupación. Media hora después, habiendo superado la hora punta que colapsaba el centro y sus alrededores, aparca su viejo panda rojo en las plazas reservadas al personal, habiendo tenido suerte, hay menos plazas que empleados y a excepción de los altos cargos, las demás no están marcadas, aunque rige una norma no escrita para los veteranos, que hace años dejan sus coches exactamente en el mismo lugar, solo una vez incumplió esa norma, el primer día, y por la experiencia recibida, no iba a cometer ese error nunca más. Sale del coche y observa a contraluz el gran edificio, construido junto con el resto del campus, ya se deja ver que necesita una reforma 5
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urgente, algunas grietas surcan las paredes, y las capas de pintura que habían puesto para ocultarlo ya no tienen ningún efecto, lo que significa que en breve le volverán a dar unas pinceladas, argumentando que no disponen de recursos ni medios para una mayor inversión, Esther tiene la teoría de que lo dejan así para darle un aspecto más acorde con lo que se realiza en su interior y quizás no le falta razón. -¡Buenos días señorita García!- La saluda el bedel cuando se dispone a cruzar las puertas, ella se excusa por tener que pisar el suelo que acaba de fregar, y que extrañamente no tiene más pisadas que las suyas, pero él se limita a sonreírle y a abrirle la puerta cortésmente. -Ten un buen día José.- Es un hombre de color de unos ochenta años, tal vez más, con la cara surcada de arrugas y el uniforme de un color azul marino muy desteñido, cojea ligeramente cuando va de un lado a otro con el cubo y la fregona, pero siempre, siempre, saluda sonriente, a quien sea, no hace distinción con el cargo de cada uno, algo que a algunos les agrada y a otros no tanto, incluso al director saluda, situado en el segundo grupo de personas, y que en todas las ocasiones le responde alzando el mentón más de lo habitual, como queriendo pasar por encima de él, aún así, José repite la misma ceremonia todas las mañanas, abre la puerta a quien sea después de desearle tener un buen día, si hubiese sido otro tipo de persona, se podría haber llegado a pensar que lo hacía con cierta ironía, desearle un buen día a alguien que está a punto de tratar con algún que otro cadáver tiene su punto, pero viniendo de él, saben que no hay segundas. -¡Esther!- Da un pequeño salto al alzar la vista y ver a Jack Richardson, su encargado tiene cara de pocos amigos y por su aspecto, hace días que no se asea ni duerme, su mujer se había largado hacía una semana, añorando las luces de Las Vegas, su ciudad natal. Richardson se había quedado aquí, y algunos comentaban entre susurros que lo habían visto en un bar cutre de las afueras ahogando su desdicha en un vaso de coñac. -Jack, puedo explicártelo….- Jack hace un ligero movimiento con la mano para que se calle y cuando se abren las puertas del ascensor prácticamente la empuja al interior.
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-No quiero excusas, es tu tercer retraso esta semana, me importa una mierda tu vida privada, pero si esto se vuelve a repetir no me quedará más remedio que echarte a la calle, por mucho que te valoren los tipejos de blanco. -Pero Jack… -Esther, no quiero ni escucharlo, ve a cambiarte y baja al foso, te están esperando. -Sí, señor.- Responde mecánicamente cuando las puertas se abren y prácticamente sale corriendo al pasillo, dispuesta a enfundarse el uniforme de auxiliar y bajar al último sótano, o lo que entre los trabajadores se conoce como el foso, la sala de autopsias. En recepción que hay como antesala a los vestuarios y demás instalaciones del foso se encuentra con Teresa, una cincuentona que se pasa las horas allí, entreteniéndose con los chismorreos del personal y archivando el papeleo. -Hola, Teresa. -Hola, Esther, te esperan.- Echa un vistazo a las sillas vacías que hay alrededor y mira con las cejas alzadas a la mujer.- Dentro, tiene ganas de trabajar. -¿Dentro?- Normalmente los doctores esperan en sus despachos a que Teresa les llame y les diga que tienen a un auxiliar disponible, ellos no se manchan las manos sacando del depósito los sujetos y transportándolos a las mesas, tampoco cogen su propio material, con alargar la mano lo tienen todo hecho, por eso, esta es una situación fuera de lo común, en el poco tiempo que lleva allí nunca se ha dado el caso, y por lo poco que ha visto de los doctores, realmente duda que sea alguno de ellos, es una incómoda novedad, ya que por primera vez, no sabe lo que la espera al otro lado de la puerta. -Sí, la doctora Fernández, ya ha vuelto de su baja de maternidad.- Le informa Teresa al ver su gesto de confusión.
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Suspirando por no poder tomarse ni un café, entra en el vestuario de mujeres y se coloca el gorro, la bata y los zapatos especiales, coge unos cuantos guantes de látex que guarda en el bolsillo de la bata y cruza la puerta que da a las salas de autopsias. A través de los cristales que cubren las paredes del pasillo, ve que ya hay gente trabajando en las cinco salas, en la que queda justo al final, observa una espalda y consigue ver una mano que sostiene una grabadora por encima de su hombro, al no ver a ningún auxiliar cerca, supone que se trata de la doctora Fernández, así que se acerca y toca con los nudillos el cristal. Cuando la mujer se gira, siente una explosión, como cuando una estrella estalla, millones de fragmentos luminosos saliendo disparados en todas direcciones con una fuerza imparable, y todos ellos acaban en su garganta, dejándola sin aire unos breves instantes que se asemejan a una eternidad, secándola y dejándola un momento completamente en blanco, completamente perdida, los ojos marrones de la doctora se clavan en ella y haciendo un esfuerzo, deja de lado esa invasión de su cuerpo e intenta reaccionar cuando ella la invita a pasar con un gesto de sus manos, por el corto camino, se intenta explicar lo que tantos otros han intentado anteriormente, argumentado que se trata de esa sensación debida a una reacción química provocada por las dopaminas, serotoninas y adrenalinas, una reacción física, por lo tanto, perfectamente controlable, pero la teoría siempre es mucho más simple que la práctica, aún así, procura no centrarse demasiado en esos ojos marrones que parecen leer en lo más profundo de su interior y dejar a un lado los restos de esa explosión estelar, que parecen formular nuevas formas, extendiéndose por su cuerpo. -Debe ser la auxiliar ¿Me equivoco?- Su voz suena tranquila y firme, con un tono ligeramente seductor, que aviva el nerviosismo del primer momento, ni que fuera la primera vez que está en presencia de una mujer bella, por su parte, la doctora esta divertida con la actitud de la mujer, su debilidad son las mujeres tímidas, y parece que su nueva ayudante lo es, podrá divertirse con ella. -Esther García, doctora.- Se presenta extendiendo la mano y estrechando la que le ofrecen, dejando a un lado su cuerpo y centrándose en una actitud profesional que poco tiene que ver con ella.
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-Macarena Fernández, he tenido que empezar sin usted.- Responde con una mirada curiosa, su mano ha temblado al entrar en o con la de ella, eso en nuevo, atractivamente nuevo. -Lo lamento, un contratiempo antes de empezar el turno.- Se excusa sin atreverse a reconocer que estaba roncando a pata suelta sobre su cama, algo que no quedaría muy bien, y por algún extraño motivo, quizás no tanto, quiere quedar bien, lo que no sospecha es en la gran capacidad de observación de la doctora, alimentada por su trabajo, en el que hasta el más pequeño detalle puede ser algo, y las ojeras y el peinado realizado demasiado deprisa la delatan. -No importa, así he adelantado faena.- Comenta encogiéndose de hombros e invitándola a pasar al otro lado de la mesa, al hacerlo, echa una rápida mirada al sujeto de hoy.- Le presento al señor Martínez, varón blanco de cuarenta años sin antecedentes en su historial médico que murió ayer mientras le operaban, la herida abierta en su cadera corresponde con el corte quirúrgico que le realizaron y no parece haber nada anormal en ella. ¿De acuerdo?- Esther asiente extrañada por el pequeño resumen, los auxiliares tan solo deben pasarles el instrumental correcto cuando ellos se lo pidan sin hacer preguntas y transportar de un lado a otro los cuerpos, eso ayuda a la rápida idea que se forma en su cabeza sobre la doctora. Que por su parte, aún está sorprendida por la nueva auxiliar, normalmente la gente que se dedica a esto son varones, o en su defecto, enfermeras frustradas, pero la expresión infantil de su compañera y ese toque brillante en sus ojos la descartan de los prototipos habituales, aunque su mutismo no, entraría en el rango de los extraños que se sienten atraídos por este tipo de trabajo, tan poco valorado por la gente, parece no darse cuenta de que le ha hecho una pregunta. -Sí, doctora.- Por fin, habla, y Maca asiente levemente dispuesta a empezar a trabajar. -Bien, vamos a realizar el corte en Y. Bisturí.- Esther observa como la doctora hunde el bisturí en el esternón, trazando una línea hacia la pelvis, y luego otras líneas que parten del mismo punto hasta cada uno 9
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de los hombros.- Separamos.- Esther tira de un lado, hundiendo sus manos enguantadas en el centro y la doctora lo hace desde el otro lado, sujetándolo con pinzas pesadas para que no vuelva a cerrarse.- De acuerdo, extraigamos la parte superior a ver que encontramos debajo. Cizallas.- Mientras Esther coloca el hueso extraído en una mesita de acero inoxidable, Macarena observa por encima los órganos vitales, a simple vista, no parece haber nada extraño.- ¿Qué le parece?- La auxiliar alza la vista y la mira dudosa. -Esto… -Oh, va a tener que acostumbrarse si va a trabajar conmigo, me gusta que mis auxiliares me ayuden en el análisis. -Perdone, doctora.- Se sonroja inevitablemente y la doctora dibuja una pequeña sonrisa juguetona que pasa desapercibida para Esther.- No parece haber signos externos sospechosos, no hay hemorragias visibles ni inflamaciones. -Perfecto, me alegra haber llegado a la misma conclusión.- Comenta poniendo en marcha la grabadora para que conste de cara al informe.Bueno, empecemos de verdad. Al terminar de tomar las muestras de fluidos exteriores, separan uno a uno los órganos, la doctora le explica en todo momento lo que hacen y que buscan, a medida que pasa el tiempo, Esther se da cuenta de que el grado de concentración aumenta, cuando llegan a la disección del corazón, Macarena deja pasar una divertida exclamación. -Tenemos a un ganador. Coagulo en la vena cava, ¿lo que quiere decir?Lanza una mirada a su ayudante y esta asiente recordando alguno de los libros que ojeó antes de aceptar el puesto. -Arritmia, su corazón se colapsó y no siguió latiendo. -Exacto, coincide con el informe clínico que acompañaba al señor Martínez, sigamos a ver si encontramos la causa.
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Después de examinarlo todo y no encontrar nada más, la doctora cierra con cuidado el cuerpo y Esther lava las bolsas que contienen las muestras, los de laboratorio son muy escrupulosos con la sangre, algo que no deja de resultarle curioso, al fin y al cabo, son los que la deben analizar. Cuando se vuelve a girar, ve a Maca lanzando sus guantes y su mascarilla a una papelera metálica que hay al lado de la puerta. -Bueno, veamos si laboratorio encuentra lo que ha provocado la arritmia. ¿A usted que le parece que podría ser?- La mira con gesto divertido y Esther coloca las bolsas en una bandeja para subirlas a laboratorio. -No lo sé, ¿Tenía antecedentes de infartos o amagos? -No, completamente limpio. -¿Alguna alergia?- Se atreve a preguntar aunque sabe que sin otros síntomas que acompañen su argumento eso es improbable. -No es posible, pero según su historial, tampoco tenía.- Esther ve como la doctora se lleva una mano a la barbilla pensativa.- Aunque que no lo supiera no significa que no tuviese, de todas formas no había sido intervenido anteriormente, por lo que es muy poco probable que desarrollará una alergia en la primera toma de o. -¿La anestesia?- Se aventura a decir sacándose los guantes y la mascarilla y tirándolos a la misma papelera. -Posiblemente, lo sabremos cuando Toxicología nos entregue los resultados, dentro de unos veinte años o así.- Bromea cediéndole el paso a la auxiliar en la puerta, y apoyando su mano en la cintura de esta al pasar, provocando que Esther de un pequeño saltito y una sonrisa en Maca, sí, va a ser entretenido trabajar con esta mujer. -¿No hay más intervenciones por hoy?- Intenta cambiar de tema la auxiliar. -Tranquila, si es trabajo lo que desea hay de sobras, pero me gusta entregar las muestras en persona, tal vez así se den algo más de prisa, y quiero a mi auxiliar cerca. 11
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-La sigo, doctora.- Se ofrece contenta Esther, habiéndose recuperado de esos nervios irracionales provocados por la doctora. Cuando dejan las muestras en sus respectivos laboratorios para el análisis, la doctora la invita a un café, ella, sabedora que si empieza el turno con un doctor se debe quedar con él a no ser que el encargado, Jack, diga lo contrario, acepta sin reparos. La cafetería para uso exclusivo del personal médico se encuentra en la planta dos, junto con los despachos de los médicos forenses, es una pequeña sala con una mesa ovalada para ocho personas, amueblada con otra mesita sobre la que descansan una cafetera y un pequeño microondas, al lado, una máquina con bocadillos y chocolatinas para matar el hambre entre horas. -¿Cómo lo quiere? -Cortado con tres de azúcar.- Responde ella nerviosa, es la primera vez que esta en esa sala, los auxiliares deben conformarse con el potaje llamado café que suelta la máquina expendedora del hall. -Tranquila, no creo que ninguno de mis compañeros se vaya a sorprender por su presencia.- Comenta Macarena sonriendo. -No estaría tan segura.- Murmura Esther conociendo el mal genio de alguno de los otros doctores y doctoras, por mucho que su encargado piense que le cae bien a los tipejos de bata blanca, no es así, simplemente hace su trabajo sin preguntar. -Bah, no creo que en mi presencia le digan nada, conocen mi mal genio.Esther sonríe por compromiso, temiendo que la afirmación sea cierta, aunque por el momento, la doctora no ha mostrado ninguna señal de que sea cierto, cuando Maca deja los cafés en un lado de la mesa, se sienta en una de las sillas. -¡Estúpidos auxiliares!- Grita alguien entrando como una exhalación por la puerta.
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-Rodolfo. -¡Ni Rodolfo ni leches! ¡A estos les dieron el cursillo en la tómbola! ¿Te puedes creer que al nuevo se le ha caído el cadáver tres veces antes de subirlo a la camilla? ¡Como quieren que trabajemos en buenas condiciones con semejantes estúpidos como ayudantes!- El doctor se da cuenta de la presencia de la auxiliar y mira a Macarena con las cejas alzadas y cierta complicidad en la mirada.- Sabes Maca, no hemos echado de menos a tus crías correteando por aquí. -Esther, no tenga en cuenta las palabras del gruñón, perro ladrador poco mordedor. -Eso, encima enséñale a que no me respete, así no vamos a ninguna parte. ¿Has visto a Gándara? -He preguntado por ella esta mañana, estaba reunida con Dávila, quizás siga allí ¿Porque? -Porque es la loca que contrató a ese imbécil.- Responde dejándose caer en una silla y mirando a Esther, que se sonroja levemente, provocando las miradas curiosas de los dos doctores.- No esperes que yo te trate de usted, podrías ser mi hija. -Habrías sido un padre demasiado prematuro en mi opinión.- Le sigue la broma la doctora.- Y la trato de usted porque no ha dado señal de que quiera hacerlo de otra forma.- Se excusa ella mirando de reojo a Esther, y sonriendo satisfecha al verla sonrojarse por enésima vez. -Per… perdone, no me importa cómo me trate, de usted de tú, siento no haberlo dicho antes.- Estaba demasiado ocupada procurando controlarme, piensa la auxiliar en ese momento, pero la doctora no es de las que percibe emociones, así que lo achaca a cierta timidez por parte de Esther. -Bien, en ese caso.- La doctora se remueve en su silla y tiende la mano hacia ella.- Me llamo Maca.
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-Esther.- Responde con una tímida sonrisa estrechando por segunda vez en el día su mano y sintiendo la misma reacción que al verla por primera vez en el foso, la doctora vuelve a sentir ese temblor en su mano, como si su cuerpo temiera el o con la auxiliar sin que su cabeza pudiese explicarlo. -Perfecto, que amigas os habéis hecho gracias a mí, quiero que esto lo tengáis en cuenta en el futuro.- Maca pone los ojos en blanco al comentario de su compañero riendo. -Muy gracioso, Rodolfo, y a parte del incidente con el cuerpo ¿Algo interesante hoy? -Sí, que mi hoy ha empezado a las cinco de la mañana y que estoy deseando irme a mi casa.- Responde sarcástico restregándose los ojos. -Vaya ¿Una urgencia? -Sí, un hombre se pasó con su mujer durante la madrugada y la policía ha presionado a uno de los superiores, que a la vez le ha echado la bronca por la tardanza a uno de los jefes que a la vez me ha estrujado los huevos a mí para que hiciese de una vez la autopsia, total, para determinar que la causa de la muerta es accidental. -¿Accidental? No has dicho que el marido… -Sí, el marido le propino una tremenda paliza que la dejó en estado semiinconsciente, según testigos, luego se bajó a emborrachar al bar, sobre las dos, la mujer recibió el golpe mortal en la cabeza, la encontraron al pie de la escalera, por lo que seguramente se cayó y golpeó al marearse por la paliza, pero eso se lo dejo a los sabuesos de azul, a ver que sacan ellos, yo solo puedo decir que murió a las dos por golpearse la cabeza contra el borde de un escalón, el traumatismo tiene una coincidencia del cien por cien. ¿Y tú? -Arritmia provocada por un coagulo en la vena cava, estoy esperando a ver que dicen los de tóxicos… murió durante una intervención quirúrgica para ponerle una prótesis en la cadera, y dado que es lo único que he encontrado, debe ser que la cagaron con la anestesia ¿No Esther?- Maca 14
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mira a Esther con ojos curiosos, animándola a no dejarse amedrentar por Vilches. -Sí, debe ser.- La auxiliar responde sin mirar a ninguno de los dos doctores y Maca decide que tendrá que hacer algo respecto a esa timidez. -Tóxicos…- Murmura pensativo.- ¿Sabes que te los darán dentro de veinte años? -Más o menos, aunque espero que tarden menos para que se lo puedan llevar a la funeraria. -Si tardan menos avísame, se llevarán una bronca made in Vilches, voy a echarme una cabezada a la sala de descanso. Si Dávila me busca le dices que me he tomado mis vacaciones anticipadas. -Se lo diré.- Le promete Maca alzando su taza y viendo cómo se va.¿Ves? No te ha mordido ni nada por el estilo. -A punto ha estado.- Se atreve a comentar Esther con una sonrisa divertida y Maca ríe ligeramente. -¿Ya has acabado con el café? -Sí. -Bien, en ese caso, ¿Te parece que sigamos? Creo que nos estaba esperando una mujer de treinta que se tiro por la ventana.- Esther alza las cejas.- Hay que comprobar que se tirara y no que la tirarán y si estaba o no bajo los efectos de alguna droga. -Entendido. -A ver si Teresa ya ha recibido el informe policial. Al volver a la recepción del foso, Teresa saluda sonriente a la doctora tendiéndole el informe, Esther se fija en la complicidad existente entre ambas mujeres, y recuerda, que Teresa le comentó en algún momento 15
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que la hija de Maca sería su ahijada, cosa que le hacía mucha ilusión, al recordar ese detalle cae en la cuenta, Maca… la doctora, la que estaba de baja de maternidad… un malestar recorre su corazón, comprometida y fuera de su alcance, no es algo nuevo, pero la fuerza del primer o sigue resonando por su cuerpo cuando hace ya rato que debería haberse esfumado, algo va mal, lo va a pasar mal. -¿Cómo está Assia? -Encantada de la vida. A ver si esta tarde te pasas a tomar un café. -Claro, para entonces ya tendré acabada la bufanda. -Bien, te espero entonces, preciosa.- La doctora le guiña un ojo. -Aish, que zalamera eres niña…- Maca ríe y se dirige hacia los vestuarios con Esther siguiéndola a poca distancia, se cambian de ropa y se meten en el pasillo del foso, allí Maca le deja el informe y le comenta que la espera en la sala. -Enseguida lo tendrás. Esther se mete por la puerta contigua a la del vestuario, un estrecho pasillo sin ventanas y con varios respiraderos en el techo, al fondo una puerta que da directamente al depósito, dos de las paredes, las laterales, están cubiertas por puertecitas, las cámaras de conservación, justo enfrente, la pared está llena de cristales y da a una pequeña recepción, la puerta de garaje al otro lado está abierta, con una furgoneta parada en mitad, ligeramente echada hacia delante pro la inclinación en la cuesta que lleva desde arriba hasta el sótano. Mira en la parte superior del informe los números que hay junto al nombre y se acerca a la pared de la izquierda, I47, fila cuatro columna siete, cuando llega a esa altura, abre la cámara pero escucha un golpeteo, cierra rápidamente y mira hacia el otro lado de los cristales que separan la recepción del depósito, un hombre calvo con un minúsculo bigote blanco y algunos quilos de más, en su mano, sostiene el auricular del teléfono y le hace señas. Ella suspira y abre la puerta de cristal. 16
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-Jack.- Le dice como toda explicación el hombre acercándole el teléfono. -¿Sí?- pregunta nada más llevárselo a la oreja. -¿Esther? -Sí, soy yo ¿Pasa algo? -¿Ibas a dejar o a coger? -Coger. -Perfecto, hay un caso prioritario, Dávila me ha pedido que en cuanto fuese alguien a buscar un cuerpo se llevasen este, está dentro de la furgoneta. -¿La doctora Fernández lo sabe? -Supongo que Dávila les estará avisando en este momento, yo solo he llamado para ver si había alguien libre de vosotros. Le diré a Dávila que se lo llevas a la doctora Fernández. -De acuerdo. -Esther, otra cosa. -Dime. -¿Conocías a Julio Martín? Del turno de noche. -No, creo que Toni me había hablado de él alguna vez, pero no ¿Por qué? -Bien, llevaba menos de tres meses aquí, supongo que la doctora tampoco lo conocerá. Es el fallecido. Vaya, en un trabajo como este, te puedes llevar malas sorpresas, o al menos eso piensa Esther mientras se dirige hasta la furgoneta, el hombre de la recepción y el conductor, la ayudan a bajar la camilla al 17
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suelo y ella les comenta que ya puede sola hasta el fondo. Esther mira el bulto bajo la sabana verde. Ciertamente Toni le había comentado alguna cosa sobre el tal Martín, había entrado hacía unos meses y cuando no estaban trabajando, echaban alguna partida a las cartas, Toni se había mostrado muy contento cuando supo que se le daba bien el ajedrez, y desde hacía dos semanas, cuando salía de trabajar siempre iba con un tablero bajo el brazo, mataban el tiempo jugando juntos. Cuando llega a la sala, Maca le ayuda a colocar el cuerpo en la mesa, a pesar de que le dice que puede de sobras, ella no ite reproches, una vez colocado, la auxiliar quita la sabana con la ayuda de unas tijeras y moviendo el cuerpo, cuando alza la vista ve a la doctora con el ceño fruncido. -Creía que teníamos una mujer. ¿No crees que se ha pasado con las hormonas?- Esther niega la cabeza ante la broma de Maca, y esta alza una ceja divertida, pocas mujeres no ríen tontamente ante sus comentarios. -No es eso, ha llegado ahora mismo, es urgente. -¿Por qué? -No lo sé, ¿Voy a buscar el informe donde Teresa? Tal vez ella sepa algo más. -Deberían haberlo dejado con el cuerpo. Tápalo por encima y vamos a ver.- Pero cuando ambas miran hacia el pasillo ven al mismísimo director caminando hacia ellas, Dávila saluda con un gesto de cabeza a la auxiliar y estrecha la mano de Maca. -Bueno, es un caso delicado Maca, me alegro que lo hayas tomado tú, sabes que Vilches y tú estáis muy bien considerados por todos. -Gracias, Dávila.- Asiente ella sin darle importancia.- ¿Por qué es delicado? -Se trata de Julio Martín, auxiliar forense del turno de noche.- La doctora enseguida mira con un gesto de preocupación a Esther. 18
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-No le conocía.- Responde inmediatamente, acompañándose de un leve escalofrío al sentir esa mirada sobre ella. -Eso me ha comentado Jack.- Dávila vuelve a concentrarse en la doctora.- La policía anda detrás nuestro e incluso he recibido una llamada del alcalde, parece que coincidió que un enviado de un noticiario encontró el cuerpo en un reportaje en directo y ya está en boca de todos, lo han traído aquí en cuanto se ha levantado el cuerpo por orden del juez, dos detectives vienen de camino y quieren estar presentes, llegaran en unos diez minutos, lee el informe y tenlo todo preparado. Voy a recibirles arriba. No sé si te los bajaré. -De acuerdo.- El director le entrega el informe y desparece por donde ha venido, Maca mira a Esther y suspira, es un informe policial, nada bueno.- A ver, acércate.- La auxiliar asiente y se para al lado, viendo el membrete de la policía en la parte central de la tapa de la carpeta.- A ver que tenemos. Julio Martín fue encontrado alrededor de las siete de la mañana en un descampado entre las calles Sagasta y San Bernardo, un solar en construcción, el equipo de las noticias estaba allí porque el edificio de enfrente se había incendiado por un cigarrillo mal apagado en uno de los pisos, tropezó con el cadáver oculto entre unos matorrales y se cayó prácticamente sobre él, la policía llegó veinte minutos más tarde y el juez una hora más tarde. No encontraron ninguna posible arma en el suelo. -Vaya… - Murmura Esther al ver las fotografías del escenario del crimen. Maca toma una y la alza. -¿Ves esas marcas que vienen desde abajo? Parecen marcas de arrastre ¿no? -Puede…. -Tendremos que comprobarlo. Vamos a destaparlo.- La doctora retira con suavidad la sabana que cubre el cadáver, Esther alarga la mano para tomar la sabana, pero está la traiciona en el último momento, tocando 19
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accidentalmente uno de los dedos de Maca, que lo retira sorprendida, la auxiliar, demasiado avergonzada por el escalofrío que la ha recorrido no se percata del detalle, y con la cabeza agachada deja la sabana en la bandeja que hay debajo de la mesa del material.- Bu… bueno, vamos a ello. -Sí… A los cinco minutos, un hombre atractivo, con un traje azul, camisa blanca y corbata amarillo pálido se acerca a la puerta y golpea llamando la atención de las dos mujeres, la doctora sale a recibirle y el tipo saluda a ambas con la mano, llevándose las manos al cinturón, donde una placa de detective brilla bajo la luz de los fluorescentes, a Maca le parece una actitud un tanto chulesca, pero ya concuerda con la imagen que gracias al trabajo se ha formado del llamado cuerpo de seguridad. -Mi compañero ha preferido quedarse arriba.- Comenta a modo de disculpa, no es el único detective o agente que prefiere esperar los resultados arriba.- ¿Ya han empezado? -No, le estábamos esperando. -Llámame Fernán por favor. -De acuerdo, Fernán.- Se corrige con una sonrisa forzada la doctora.Esther, ¿Puedes retirar la sabana? -Claro, doctora.- Maca alza una ceja y la auxiliar se limita a mirar al detective mientras retira la sabana dejándola a un lado y descubriendo el cuerpo. -Vaya…- Murmura el detective y ambas le miran.- Disculpen, es que me habían comentado que el cuerpo estaba entre unos matorrales cubiertos de sangre, creía que se vería algo más… impactante. -¿Cómo un brazo fuera de sitio o una cabeza?- Esther se muestra sorprendida ante el comentario de la doctora, pero esta parece fingir no darse cuenta de nada. Para ella es una actitud normal, al menos delante de un detective, los años de experiencia han acumulado bastantes 20
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situaciones en las que la presencia de esos tipos de azul se ha vuelto molesta incluso odiosa. Además, a Maca no le gustan los tipos como ese, con su barbita de dos días con la que se creen sexy y un perfecto bronceado de solárium, es lo que de joven hubiese catalogado como un chulo de playa. -Ehm… siento haberla molestado. -Seguramente la sangre provenía de ese corte.- Se atreve a aventurar Esther, el detective intercambia una sonrisa con ella, que se la devuelve. -Dejémonos de conjeturas.- Interrumpe el cruce de miradas la doctora mientras acciona la grabadora.- Varón caucásico de aproximadamente treinta años de edad, se aprecian señales de traumatismos en ambas piernas, justo por debajo de las rodillas.- Esther observa como la doctora se concentra en el análisis previo del cuerpo, trazando círculos y acercándose o alejándose de la camilla.- Se aprecian cortes profundos en las ingles, corte… mhmh… realizado con un objeto de precisión, limpio, quirúrgicos seguramente, signos de haber existido una gran hemorragia y… pinzas.- La auxiliar se las acerca y la doctora abre un poco con ellas las heridas.- Femorales seccionadas, por el color del cuerpo, seguramente se trate de la causa de la muerte. Parece que fue intervenido hace… una semana más o menos, corte estándar para apendicitis, la herida no presenta infección ni inflamación. Esther, lo primero que haremos después es conseguir el historial médico del sujeto. -De acuerdo, doctora. -Sigamos… varios traumatismos en puños y brazos, hubo un forcejeo poco antes de la muerte, las mismas marcas de los tobillos en las muñecas… herida por traumatismo en la cabeza, por la irregularidad de las marcas debió de ser con un objeto duro. ¿le damos la vuelta?- Esther asiente y el detective enseguida va a ayudarla, pero la doctora le detiene con sus manos.- Creo que mi auxiliar y yo estamos mucho más capacitadas para manejar el cuerpo, si no le importa, Fernán.- Sus palabras serias las acompaña de una dulce sonrisa que no engaña a nadie, aunque el detective se echa a un lado mirando a Esther, que se encoje levemente de hombros, recibiendo una mirada acusadora de 21
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Maca, la auxiliar agacha la mirada mientras ayuda a dar la vuelta al cadáver. -Lo arrastraron.- Murmura Esther mirando a Maca. -Sí, se observan marcas abrasivas en las piernas y los talones. Seguramente las marcas de las muñecas se deben a haberlo sujetado por ahí para arrastrarlo. -¿Y las de los tobillos? -Quizás probó de las dos formas… mira la espalda, tiene varios rasguños.- La auxiliar asiente y Maca busca más marcas por el cuerpo, al no encontrar más señales resaltables.- Bueno, vamos a ver que hay dentro ¿Bisturí? -Aquí tienes. Después de examinar concienzudamente los órganos y de tomar las muestras para tóxicos y microbiología, Maca detalla que su conclusión es que la causa de la muerte se debió a una hemorragia continua por la sección de las femorales. Murió desangrado en ese solar en construcción. El traumatismo en la cabeza y las demás marcas, se produjeron antes de la muerte. Las abrasiones en la piel y las huellas de manos fueron seguramente causadas al mover el cuerpo, se confirmará o no con las muestras extraídas de las heridas. Mientras ella pausa la grabadora Esther empieza a cubrir el cuerpo. -Un momento… -¿Sí?- La auxiliar la mira con curiosidad. -Hace una semana este hombre estaba aquí.- Recuerda la doctora pensativa, Esther la mira sin entender a que se refiere. -¿Cómo? -Vine muy pronto a darle los papeles del alta al director, me cruce con él por los pasillos, tenía un aspecto muy saludable… Tijeras.- Esther le da 22
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unas tijeras, no es hasta que ve como corta los puntos del corte que supusieron de una intervención de apendicitis cuando entiende su razonamiento, no le operaron hace una semana, de hecho, al hacer memoria, recuerda que Toni le había comentado que estaban probando un programa de ajedrez que habían instalado en el ordenador del depósito.- Pinzas, aquí hay algo.- Esther se las acerca y mira la herida abierta, el detective hace lo mismo, pegándose a ella, lo que a Maca incomoda, pero intenta guardar un poco la compostura, no le apetece que Esther piense que está loca, así que se concentra en averiguar que hay bajo la herida del abdomen. -¿Qué es? -Parece… ¿una bolsa de plástico? -¿En serio?- Pregunta esta vez él con las cejas alzadas, no hace falta que nadie responda a la pregunta cuando Maca extrae la bolsa, la coloca en una pequeña bandeja y la abre con sumo cuidado, limpiándola previamente con un paño por fuera, dentro se observa una gasa doblada. -Creo que debería volverlo a guardar en la bolsa, puede tratarse de una prueba del caso.- Murmura Fernán colocando sus manos en su cinturón, como si así fuese a infundir respeto, Maca hace caso omiso a sus palabras y le pide a Esther unos guantes limpios, después de colocárselos sobre los sucios, desdobla la gasa, donde aparece perfectamente trazado con sangre un uno.- ¿Qué mierda… -Detective, no están permitidos tacos en esta sala. Esther, saca una muestra de esta sangre, veamos si es la de nuestro sujeto o no. -Sí, pero… esa herida es de hace una semana ¿no? -Sí, puede que no tenga nada que ver, aunque… es sospechoso que alguien lleve una gasa con un uno en sangre metida en el abdomen ¿No crees?
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-Sí… -La auxiliar toma rápidamente una muestra con un swab esterilizado y lo guarda en un tubo que coloca encima de la pequeña mesa de acero. -¿Y ya ha terminado de cargarse mi prueba, doctora? -Sí, ya te la puedes llevar.- Contesta sin hacer caso al tono usado por el detective.- Esther, lleva el cuerpo a su sitio y ven a mi despacho. -Sí, doctora.- Maca se va sin dirigir la mirada al detective, que se queda de brazos cruzados mirando cómo se marcha, se vuelve y mira a Esther con las cejas alzadas. -¿Siempre es así de borde?- Pregunta sorprendido. -No lo sé, yo la acabo de conocer. -Pues espero que no tengas que trabajar mucho con ella, ¿Te echo una mano con eso?- Se ofrece dando un paso hacia ella. -Tranquilo, estoy acostumbrada, además, creo que tienes que subir a esperar que la doctora os de una copia del informe. -Uhm… ¿tardará mucho? -Hay café en la sala de espera.- Es la respuesta risueña de la auxiliar que envuelve de nuevo el cuerpo en la sabana y acerca la camilla de transporte. -Espero que al menos sea bueno… como odio este sitio…- Refunfuña provocando una nueva sonrisa por parte de Esther y desapareciendo camino al ascensor. Tal y como le ha indicado la doctora, Esther deja el cuerpo en su sitio después de saludar al hombre que se encarga de la puerta del depósito y sube hasta su despacho, le cuesta poco encontrarlo, ya que es una de las primeras puertas después de salir del ascensor, golpea justo debajo de las letras que identifican el despacho como de la doctora Macarena
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Fernández Wilson y espera a escuchar su voz al otro lado invitándola a pasar. Al abrir, se la encuentra con los codos apoyados sobre su mesa, y la cabeza hundida entre ellos, restregándose con las manos la nuca, Maca alza la vista y dibuja una sonrisa, antes de señalarle la silla que queda justo enfrente de ella, al otro lado de la mesa. -Cuanto antes hagamos el informe, antes se irán esos pesados. -No te gustan los detectives, entendido.- La doctora sonríe anchamente y la mira con una ceja alzada. -Digamos que no son mi punto fuerte, por cierto… siento si te ha incomodado mi comportamiento ahí abajo, pero es algo superior a mí, esos tipos solo saben que crear problemas. -Hacen su trabajo, como nosotras… ¿No? -No, hacen su trabajo y se entrometen en el nuestro, ¿Es necesario que estén revoloteando por aquí como moscas cada vez que tienen un caso? No ¿Voy yo a revolotear por sus despachos cuando lo tengo? No.- Ante la media sonrisa forzada de Esther, la doctora se calla y la mira brevemente.- Lo siento… volveré a mi estado normal cuando se larguen, lo prometo, si no… te doy permiso para que me abofetees. -Espero que no sea necesario.- Ambas intercambian una sonrisa y se quedan mirándose unos segundos, la doctora se pierde un momento en esos ojos risueños, con un pequeño brillo de vida, unos ojos pocos comunes en el Instituto Anatómico, donde la mayoría de las miradas están apagadas por la dureza o por la desilusión de no haber encontrado nada mejor, niega con la cabeza ante la atenta mirada de la auxiliar y sonríe al monitor del ordenador. -Bien… vamos a hacer este informe. Iré diciendo lo que pongo, si ves algo que no es correcto o que te gustaría ponerlo de otra forma… lo dices, por cierto, ¿Has hecho alguna vez un informe de autopsia? -No… los otros doctores… 25
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-Entiendo, ven aquí…- Esther mueve su silla hasta situarla al lado de la de Maca y esta le va explicando todos los pasos que hay que seguir y como hay que rellenar todos los campos. La auxiliar se muestra atenta, aprender es algo que siempre le había gustado, desde muy pequeña, aunque en aquel entonces era algo más rebelde, y se esforzaba en aprender cualquier cosa que no fuera necesario aprender, así, con cinco años era incapaz de recitar el abecedario, pero sabía decir todas las constelaciones visibles desde su casa. No fue hasta que entró en la facultad de enfermería, que empezó a interesarse por las materias obligatorias, y su única excusa era que quería ser enfermera, aún hoy, le es curioso las vueltas que da la vida, de curar y salvar vidas a examinar muertes. Por suerte para ella, Maca es lo que se llama una buena profesora, no de las que recitan de memoria, sino de las que hablan sobre algo que les gusta, incluso a la hora de hacer el informe, en sus ojos se puede ver ese brillo especial, una motivación, un trabajo extraño el que escogió hace años, aunque ella siempre ha dicho que estaba destinada a él, desde que en tercero de medicina empezaron a hacer prácticas con cadáveres, hasta el día de hoy. Cuando terminan, la doctora se excusa para ir a informar al jefe sobre el caso, siempre que la causa de muerte es el asesinato, ya sea por las causas que sea, el director Dávila quiere estar al corriente, sobre todo porque es en esos casos cuando más presiones recibe, sobre todo de su amigo y director de la Policía Nacional Adrián Zubalburu. Esther, por su parte, baja una copia a los detectives, cuando Fernán la ve venir sonríe anchamente. -¿Y bien? ¿Ha sido niño o niña?- Bromea él risueño provocando una sonrisa en Esther. -Asesinato. Si fue un niño o una niña… ya no te lo puedo decir, aunque la contundencia en los golpes indica un niño. -Así que buscamos a un asesino.- Él acepta la carpeta que le tiende la auxiliar.- Perfecto, muchas gracias Esther. 26
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-La doctora es la que ha hecho todo. -No menosprecies tu trabajo, estoy seguro de que esa doctorucha no hubiese podido mover el cuerpo ni en broma, o al menos, se hubiese dejado una uña en el intento. Hablando de la reina.- El detective mira por encima del hombro de Esther y esta se gira para ver como Dávila y Maca salen del ascensor. -Detectives, la doctora Fernández me estaba informando de los pormenores de la autopsia ¿Ya tienen el informe? -Sí.- Se adelanta Fernán a su compañero, que le mira con los ojos entornados.- Esther nos los acaba de entregar acompañados de una sonrisa, algo que siempre se agradece, tiene un buen equipo aquí abajo director.- Maca no puede evitar poner los ojos en blanco ante el comentario del detective. -Llámame Antonio.- Le invita el director que siempre ha tenido cierta afinidad con los de seguridad, al fin y al cabo, cuando solo contaba tres años ya se paseaba por casa en calzoncillos con una pistola de goma y una gorra de policía. -De acuerdo, Antonio. -Espero que lo tengáis todo, de todas formas en estos casos solemos guardar unos días más el cadáver antes de entregarlo a la familia, por si hay que sacar más muestras o mirar algo en concreto, ya sabéis, las puertas de este instituto Forense están abiertas las veinticuatro horas del día. -Las de mi despacho no.- Corrige Maca a su superior.- Tened la modestia de llamar antes de venir. -Claro, doctora.- Se presta el compañero de Fernán mientras este mira a Esther. -¿Las tuyas también están cerradas?
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-Solo por la noche.- Maca se contiene por no hacer un gesto de sentir nauseas. -Perfecto.- Sonríe y le giña un ojo a Esther, recibiendo una mirada molesta de Maca, lo que le faltaba a la doctora, tener a esos moscardones filtreando con sus auxiliares.- Les llamaremos si necesitamos algo, muchas gracias por todo. -Es un placer ayudarles en su deber.- Afirma el director mientras Esther mira a Maca algo divertida, ésta pone los ojos en blanco cruzándose de brazos, y a la auxiliar ese gesto aún le hace más gracia.- Y les rogaría que si averiguan algo… nos lo comuniquen, era un apreciado empleado de este Instituto y nos gustaría saber que le pasó. -Tenga por seguro que en cuanto sepamos algo, le tendremos informado Antonio. De todas formas, puede que mañana o pasado nos dejemos caer por aquí, tendríamos que hablar con la última persona que le vio con vida, si resulta ser del trabajo… -Mis empleados estarán más que dispuestos a ayudar en todo lo posible, no le quepa la menor duda. -Bien, en ese caso, nosotros nos marchamos, tendréis noticias nuestras.Comenta el compañero de Fernán mientras éste lanza una rápida mirada a Esther. Cuando se alejan el director se disculpa con Maca, pidiéndole que se pase más tarde para comentarle más detalladamente el caso y con una copia del informe. La doctora sigue con los brazos cruzados y no los descruza hasta que ve desaparecer al director. -No puede ser más pelota…- Murmura mirando hacia donde se ha ido, Esther se ríe por lo bajo y permanece a la espera, aún tienen una autopsia pendiente.- ¿Te hace un café? -Claro. -Pero fuera de aquí… seguro que mis compañeros están esperando ansiosos en la sala para ver qué cosa tan interesante traigo entre manos.
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-No sabía que fueran tan curiosos.- Comenta sin darle importancia Esther. -No, no son curiosos, solo que les gustan los casos de la policía, siempre se gana algo. Mhmhm… ¿aún está abierto el Pan? -¿Eso no está fuera del Campus? -Sí, pero es el sitio con los mejores cafés que hay por aquí, no me gusta ir a la cafetería del Campus, tantas hormonas juntas nunca son buenas.Maca recuerda el cuatrimestre que vinieron estudiantes de intercambio el año pasado, un francés con aires a lo Cary Grant que se propuso como asignatura el conquistar a una doctora forense, concretamente, a ella, acabó odiando todo lo francés, excepto los croissant. -Creo que sí está abierto. -¡Perfecto! En cinco minutos con ropa de calle ¿Mhm?- La auxiliar responde con una sonrisa y ambas se separan para ir a los vestuarios. El bar Pan, como le llaman en el Instituto, en realidad tiene el nombre de ‘Casablanca’, pero el dueño del local es un tipo de baja estatura y muy delgaducho, que enfundado en el uniforme verde, se antoja parecido al pequeño Peter Pan, por supuesto, es un nombre que solo se utiliza si él no está presente, aunque la similitud es solo física, ya que en lo que a moralidad se refiere… el dueño es un viejo verde que aprovecha cualquier despiste de las clientas para sobarlas disimuladamente, aún con eso, la fama de su café, realmente bueno, compensa esa actitud, eso y el respeto que siente hacia los doctores y auxiliares, su principal fuente de ingresos. Maca y Esther, se sientan en una de las mesas que da hacia la autopista, no son las mejores vistas de Madrid, pero es un sitio bastante tranquilo, el camarero, un joven con la cara salpicada de marcas y un tic nervioso en la mano, se acerca a pedirles nota. -Un café solo y un croissant.- Le pide la doctora que mira a Esther.
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-Mhmhmh…. Un chocolate y…. ¡Un donut!- Maca la mira sorprendida y ella se sonroja levemente.- Me muero por el dulce. -No es bueno ¿Lo sabes?- Aunque no puede evitar que le divierta esa actitud algo infantil. -En la justa medida es bueno.- Responde sonriente, dejando a Maca con una sonrisa divertida en sus labios. El camarero se retira y la doctora aprovecha para consultar su móvil, cinco llamadas perdidas, hay gente que nunca se cansa de llamar, piensa dejándolo de nuevo en el bolso, en silencio para que no la moleste. -Espero que esos tipos no tengan que volver. -No se veían tan malos.- Maca la mira con los ojos abiertos y luego pone una mirada traviesa. -Claro, el detective Fernán es agradable ¿no? -No está mal…- Se atreve a confesar Esther. -Esther… hazme un favor… si te lías con él prohíbele la entrada al instituto.- La auxiliar ríe por el comentario y la forma de decirlo y asiente después sonriente, sabiendo que por el momento no tiene ningún interés en el detective precisamente. -Lo prometo. -¡Perfecto! Porque trabajas muy bien y no querría perderte por tener a ese moscardón zumbando alrededor. -¿Cómo le puedes tener tanta manía si le acabas de conocer? -No lo sé… a ti te tengo aprecio y también te acabo de conocer.- Esther mira hacia otro lado algo avergonzada y alagada, para que negarlo, cuando vuelve a mirar a la doctora esta sonríe ampliamente.- Vale, él
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me cae mal porque va a molestarnos seguro y tú bien porque eres una buena auxiliar y me ayudas ¿contenta? -Quizás no nos molesta. -Créeme, conozco a esos tipos, seguro que nos molesta. -Que cabezota eres…- Murmura Esther que se queda parada por su atrevimiento. -¡Ajá! Has descubierto uno de mis más oscuros secretos, no se lo digas a nadie ¿Mhm?- Bromea la doctora. -Intentare no confesarlo, aunque seguramente Teresa lo sabrá. -¡Teresa lo sabe desde hace mucho!-Ríe abiertamente.- Además, no creo que la sorprendieras mucho aunque no lo supiera. Tiene sexto sentido para calar a la gente. -Uhm…- El camarero deja su pedido delante de cada una y se retira rápidamente tras la barra, el dueño las saluda con la mano y ellas responden con un gesto de la mano y una sonrisa.- No sé si Toni ya se habrá enterado… -Su compañero. -Sí, es un buen amigo mío, sabía cosas de Julio Martín por él, mataban las horas juntos. -¿Qué?- La doctora se muestra seria.- ¿Porque no lo has dicho? Podría haber pedido otra auxiliar… -No, no. Si no le conocía personalmente. -Bueno, pero ya sabes que procuramos no hacer autopsias de gente cercana.- Maca se vio obligada a realizar una, y poco después se decidió que si no había más forenses el caso debería esperar, una resolución de la que los doctores se alegraron, sobre todo después de la crisis nerviosa que padeció el doctor Sanz, retirado ya de la profesión, tuvo que realizar 31
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la autopsia de su sobrino, el auxiliar que le acompañaba explicó que había guardado la compostura durante todo el proceso, hasta que cerró el cuerpo no cayó una sola lágrima de su rostro, fue al final, cuando se quitaba los guantes y los lanzó al contenedor cuando estalló, destrozó tanto la sala de autopsias como su despacho y se fue. La doctora por suerte no había tenido que hacer nada de aquello, aunque conocida, la mujer ya no era nada suyo, realizó la autopsia, el informe y se encerró el resto del día en su despacho, con la luz apagada, una de las pocas veces que recuerda haber llorado. -Lo sé, tranquila, pero en serio, no le conocía, solo me preocupa Toni, se llevaban muy bien.- Esther la devuelve con su respuesta a la realidad, y su queda pensando en el recuerdo que le ha venido a la cabeza, en Julio Martín y en lo que ella sentiría si eso le pasase a alguien más cercano, si no tuviese tanta suerte como la última vez y esta vez lo sintiera de verdad. -La verdad es que tiene que ser difícil, perder a un buen amigo así.Ambas asienten mirando sus tazas pensativas. -¿Quién haría algo así?- Pregunta en voz alta Esther, expresando lo que pasa por la cabeza de las dos. -No lo sé, pero alguien sin corazón… lo dejó abandonado para que muriera desangrado, y si esa gasa en su interior tiene que ver, con la suficiente sangre fría para atacarle una vez y esperar una semana. -Pero… ¿Cómo le pudo poner eso ahí? ¿Por qué no dijo nada Julio? Toni no me ha comentado nada, y creo que algo así, es lo suficientemente extraño para decirlo. -Quizás tenía motivos para no decirlo... o quizás no tenga nada que ver, pero me preocupa. -¿Y eso? -Bueno, un número en un cadáver suele resultar un marcador, una cuenta… me temo que dentro de poco vamos a encontrar más gasas de esas, espero que me equivoque.- Esther la mira seria, sabiendo que 32
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tiene razón y mira hacia la ventana, los coches pasan a gran velocidad por la autopista, transformándose en manchas borrosas de colores. -Y yo. Capítulo dos: Ni Holmes ni Watson -Bien, la verdad es que esperaba mucho menos, normalmente cuando mando esta tarea a mis pacientes, la primera semana solo recibo un montón de frases sueltas, veo que te has tomado esto en serio desde el primer momento, quizás tardemos menos de lo que pensaba, lo que es una muy buena noticia para ti, Maca. -Gracias. -Me he dado cuenta de que has decido escribir la novela en presente a pesar de que son acontecimientos pasados ¿Ha sido por algún motivo especial o te ha salido así? -Salió así, hice lo que me dijiste, sentarme y empezar a escribir. ¿Hay algo malo en eso? -No, no, nada malo, pero refleja que los acontecimientos que narras están muy presentes en tu vida de ahora. -Creía que era por eso por lo que estaba aquí. -¿Vamos a volver a la defensiva? Creía que ya habíamos superado esa parte. -Y la hemos superado, al menos hasta el momento en el que me vuelves a tratar como una de tus pacientes que no tienen idea de nada. -De acuerdo, lo siento, los psicólogos también tenemos derecho a un mal día. Creo que por hoy será suficiente, aunque estoy deseando que llegue nuestra cita de la próxima semana. A la misma hora. -¿podría ser un poco más tarde? Marta tiene una exposición en el centro.
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-¿Vas a ir? -Sí, me ha convencido. -Eso es genial, me alegra saber que sales de casa, es una muy buena señal, estamos yendo por el camino correcto Maca. Que sea una hora después entonces. -Gracias, doctor. Llegó a casa una hora después, el taxista había tirado por el peor camino posible, en plena hora punta por el centro, seguramente un novato, al menos eso le había parecido cuando al darle la dirección lo primero que había hecho era sacar una guía de Madrid y buscar la calle en el mapa. Encima en el ascensor se había encontrado con su vecina y aquel niño repelente que siempre la miraba a los ojos interrogante, Maca suponía que era porque estaban a la misma altura, y prefería no pensar en las cosas que podían pasar por la mente de un niño pequeño… -Hola ¿Qué tal ha ido?- Le preguntó cuando la vio cruzar la puerta. -Ese tipo cada vez habla menos en las sesiones, se la ha tirado prácticamente toda leyendo. -Eso es que tú has escrito mucho. Trae, te ayudo con el abrigo. -Puedo yo sola. -Lo sé, pero a mí me gusta hacerlo. Estoy preparando la cena, en veinte minutos estará, tienes el baño listo, enseguida voy a echarte una mano. -No me apetece bañarme ahora, quizás después de cenar, ¿Estas con eso?- Preguntó al ver el ordenador portátil encendido sobre la mesa del comedor. -Sí, pero guardo el archivo y es todo tuyo.- Le respondió mientras hacía lo dicho y se lo dejaba sobre el regazo.- Sabes que no tienes porque hacerlo tan a menudo ¿verdad? 34
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-Mi psicólogo no opina lo mismo, cree que estamos en el buen camino. -Yo también lo creo.- Afirmó agachándose y dejando un pequeño beso en Maca.- Te aviso cuando la cena este lista. -Sí.- Respondió cuando ya iba camino hacía el estudio. Al llegar dejó el portátil sobre la mesa que había comprado hacía una semana para tener un lugar en el que escribir cómodamente, abrió la pantalla y cargó el archivo con el nombre ‘Deberes’, le había hecho gracia que su psicólogo le mandará tareas para casa a su edad y había decidido que era un nombre perfecto para saber cuál era el archivo entre todos los que Marta tenía guardados allí. Leyó el último párrafo y obedeció de nuevo al doctor, seguir por donde lo había dejado… La doctora entra puntualmente a su jornada laboral, a pesar de que su despertador hoy se ha rebelado contra ella, por suerte, cuenta con la ventaja de tener motocicleta además de coche, sobre todo en una gran ciudad como Madrid en la que los atascos son la orden del día. Con una gran sonrisa, saluda a los compañeros con los que se cruza, entre ellos, Esther y otro hombre al que le suena haber visto en alguna ocasión, la auxiliar, después de recibir un guiño coqueto por parte de Maca, se presta enseguida a presentarla. -Maca, este es Toni, trabaja de noche. -Encantada Toni.- Se estrechan la mano amablemente.- Un poco tarde para andar por aquí ¿no? -Sí, pero es que quería hablar con Esther sobre Julio. -Ah, sí, me comentó que eráis compañeros, siento la perdida.- La auxiliar la mira asintiendo al reconocer cierto tono sincero de pesar, muy diferente del mostrado por muchos de los demás, que ya se han centrado en crear una trama digna de un film de suspense alrededor de la muerte de Julio Martín.
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-Gracias, la verdad es que era un buen hombre…Y no lo digo por decir.Se apresura a rectificar consciente de que sus palabras han sonado muy típicas.- Pasábamos horas jugando al ajedrez, se le daba bien. -¿Tenía familia? -No, soltero, vivía en un piso pequeño en Chamartín. A veces desayunábamos en el Pan al salir. -¿Vino esa noche a trabajar? -Sí, pero salió a la hora del descanso como siempre, tiene… tenía, una especie de novia que plegaba de trabajar a las tres, creo que era camarera de un pub o algo así, él la iba a buscar, alguna vez la trajo aquí, muy callada la chica. -¿Y no avisaste cuando no volvió?- Esther apoya su mano en el antebrazo de su amigo mirando a la doctora seria, y esta recapacita rápidamente, no se había dado cuenta de su actitud.- Lo siento, parezco uno de esos estúpidos detectives, voy a ver qué trabajo hay hoy ¿Estás libre? -No…- Esther mira al suelo y la doctora enseguida se da cuenta de que esta incomoda, una pequeña sonrisa aparece en su rostro. -Dávila baja al foso ¿Mhm?- La auxiliar la mira sorprendida.- Suele hacerlo, piensa que es más listo que todos nosotros.- Bromea ella llamando al ascensor.- ¿Si encontráis algo me lo diréis? -Ya lo miramos todo ayer. -Por si acaso… me interesa.- Maca apoya su mano en el brazo de Esther y esta la mira dibujando una pequeña sonrisa. -Tranquila, yo te digo algo. -Genial.- Le da un leve apretón antes de entrar en el ascensor, cuando se están cerrando las puertas, coloca la mano rápidamente en el sensor,
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haciendo que se vuelvan a abrir.- ¿Te apetece un café a media mañana?Con una de sus mejores sonrisas. -Si no estoy muy liada, ya sabes, me debo a mi doctor de hoy. -Paciencia con el viejo.- Le guiña un ojo y esta vez sí, las puertas se cierran. -Vaya, parece que has hecho una nueva amiga.- Comenta Toni sonriendo, y percatándose de cierta tensión en el ambiente, para ser hombre, nunca se le ha dado mal adivinar quién se atrae y quien no, aunque por experiencia, sabe que eso no tiene porque significar nada. -Me cae mejor que los demás doctores eso sí, aunque tiene sus cosas…Su amigo se da cuenta en que el tono utilizado no lleva ningún tinte negativo, y recuerda al principio de todo, cuando aún veía los defectos de su mujer como virtudes, dibuja la sonrisa más ancha que puede en aquel momento. -Es que entonces no les dan el doctorado ¿No lo sabías?- Ella le da una palmada en la espalda. -Gracias por la información ¿Vas a irte ya? -Sí, ya me has dicho todo lo que podías… iré a descansar un rato, no sé… quizás intente localizar a aquella chica. -Toni, no te metas en líos.- Él toma las manos de su amiga entre las suyas, en poco tiempo, realmente le ha cogido cariño a esa chica, a pesar de la década que les separa, es una buena mujer, seguramente si hubiese sido más joven, habría intentado algo con ella, o si no estuviese tan a gusto con su vida familiar, su esposa y su hijo. -Tranquila, solo quiero que sepa que ya no la irá a buscar más, seguramente no la habrán llamado… joder, creí que se había liado y que no volvería, a veces nos cubríamos, el turno de noche no es de los más movidos, así que si se iba y no volvía es que estaba con su chica… debí haber avisado.
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-Eh.- Esther abraza a su amigo.- Tú no tienes la culpa ¿Vale? No tenías porque pensar que le iba a pasar eso, nadie lo sabía… -Ya, pero… quizás si hubiese avisado, lo habrían buscado, estuvo desangrándose Esther. -Oye, nadie sabe si le hubiesen encontrado a tiempo o no, las heridas fueron profundas, no habrían podido parar la hemorragia, el tío que lo hizo sabía lo que hacía, no tardaría más de un par de horas… no te tortures Toni… -Ya…- Él se pasa una mano por la frente con ojos cansados. -Ve a casa y descansa ¿eh? Si esta noche no quieres venir yo puedo hacer tu turno, seguro que el jefe no tiene inconveniente. -No, se me pasará en cuanto duerma un poco ¿Vendrás luego a casa? María va a hacer su especialidad. -Claro, contad conmigo. -Si quieres trae a la doctora, seguro que no ha probado un buen plato de cocido madrileño en su vida. -Seguramente.- Ríe Esther intentando animar a su compañero.- Anda, luego te llamo y te digo si somos una o dos ¿Mhm? -Nos vemos luego.- La auxiliar contempla abatida como se va, está claro que la muerte de Julio le ha afectado más de lo que gustaría reconocer. Después de quedarse allí unos segundos parada, se va hacia el foso, donde Dávila ya la está esperando impaciente, ella aguanta con la cabeza gacha el sermón de turno y se va a por el cuerpo de Julio. Mientras tanto, Maca repasa una y otra vez el informe, a pesar de tratar con casos de asesinato más a menudo de lo que le gustaría, encontrar uno interesante es difícil, la mayoría de ellos son por peleas entre jóvenes, algún asunto de drogas y maltratos, pero son pocos los que salen de esa norma establecida, y esa nota en el abdomen, se sale de lo 38
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común, algo que pica su curiosidad. Por suerte no conocía de nada a la víctima, quien sabe a quién le hubiesen otorgado el caso, si hubiese sido a Vilches o a Cruz, no hubiera habido problemas, una tarde en la terraza de su casa y estaría al tanto, pero si hubiese parado en las manos de Javier Sotomayor o Laura Llanos… no conocería ni el más mínimo detalle. Aún ahora le parece tremendamente infantil la actitud de ambos, una llevada por el otro, y el otro por una tontería, hacía años de aquello, y solo fue un beso, Maca ni siquiera sabía que aquella chica fuese la prometida de Javier, de haberlo sabido no la habría besado en la vida, solo de pensar en los morros de Javier pegados a los de aquella chica y luego a los suyos le recorrían escalofríos. Y eso que de pequeños habían sido muy amigos, pero él pronto se contagió por la rivalidad entre las dos familias, ella se había desentendido mucho de eso, incluso relegaba su primer apellido, Wilson, a un segundo plano, aquél apellido solo le había traído complicaciones, aún recordaba el día que llegó aquí, Sotomayor montó en cólera al ver una puerta grabada como de la Doctora Wilson, Maca lo hizo cambiar rápidamente, aunque no fue una buena entrada. Por suerte, tenía la zalamería de su madre, y enseguida se los ganó a todos, Javier se calmó un poco, aunque aún sigue intentando competir por ser mejor. A veces se le vuelve realmente insoportable. El teléfono suena y ella sacude la cabeza para alejar sus recuerdos, lo descuelga tranquilamente y cuando reconoce la voz de Silvia, la secretaria de Dávila casi le da un pasmo ¿Habrán encontrado algo? Pero no puede ser, lo miró todo con lupa. -Dime Silvia. -Los detectives Fernán y Filipo están aquí.- ¡yuhú! Lo que le falta a la doctora. -¿Y? -Es que como el señor Dávila esta en el foso…
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-Bueno, que yo sepa hay allí un teléfono, Silvia ¿Has probado a llamarle?- Intenta suavizar el tono a lo largo de la frase, lo último que quiere es caerle mal a la secretaria de Dávila. -Sí, no contestan. -Está bien, hacemos una cosa, les invitas a un café de mi parte y voy a buscar al viejo ¿Mhm? No quiero tener que entretenerlos yo, me haces ese favor, te estaré agradecida toda la vida. -Bueno… yo… -Venga Silvia, que seguro que tu encanto obra milagros, tal vez así estén menos pesados con nosotros. -Está bien, pero deprisa. -Tranquila, rauda y veloz.- La doctora cuelga el teléfono y enciende el ordenador, quiere mirar el correo mientras se regodea con el placer de hacerles esperar. Media horas después, Dávila irrumpe en el despacho de Maca, con Esther justo detrás de él, que consciente de los gritos que se van a soltar cierra la puerta y se apoya en ella. El director sin mediar palabra se coloca a un palmo del rostro de la doctora, mirándola serio. -Creo que usted no debería estar aquí. -Bueno… no hay auxiliares libres y tenía papeleo, este es mi despacho, el sitio en el que suelo hacerlo… así que… -Macarena Fernández Wilson, no tolero la insubordinación entre mis empleados, mi secretaria -Antonio.- Le corta ella provocando el aumento de su ira.- Tu secretaria no es mi jefa y sabes perfectamente que odio tratar con esos tipos, hay muchos más doctores en este centro como para tener que tragarme el marrón siempre yo.
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-Sí, hay muchos doctores, pero resulta que el caso que están investigando lo llevas tú, así que lo lógico y lo normal es que atiendas sus dudas. -Bueno…- Murmura Maca molesta y levantando el auricular del teléfono.Llama a la de relaciones públicas, mi trabajo no es atender a las visitas, es abrir cadáveres. -Maca, no me toques los huevos, si no estuviésemos faltos de personal te echaba de patitas en la calle inmediatamente. -Bien, pues mientras esperas a no necesitarme ¿Qué tal si me dejas acabar mi trabajo? -¡En este sitio está todo el mundo loco!- Grita exasperado marchándose y cerrando de un portazo, Esther mira a la doctora, sin entender su comportamiento y ella al darse cuenta se encoje de hombros. -Tranquila, es nuestro pequeño tira y afloja. -Maca, ha amenazado con echarte.- Ella ríe alegremente y se quita la bata dejándola en el respaldo y acercándose a Esther, esa cara de preocupación sincera que ve en la auxiliar le puede. -Ya lo ha hecho un millón de veces antes, no va a venir de una más, además, sabe que tengo razón. Si no, no me permitiría hablarle así. Ah.La doctora acaricia su mejilla y ella hace un gesto de negación con la cabeza.- No te preocupes, aún vas a tener que aguantarme mucho. ¿Sabes si ya se han ido? -No, Dávila iba hacia su despacho, están esperándole allí. -¡Genial! ¿Te apetece un café? Invito yo.- Abre la puerta y sale tan contenta, la auxiliar vuelve a negar con la cabeza y la sigue divertida hasta la sala de descanso de los doctores. En el despacho de Dávila, Fernán hojea los títulos que tiene enmarcados el director del Instituto Anatómico Forense, su compañero, Filipo, un
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inmigrante italiano que llegó hace cinco años al conocer a una mujer española en Roma, se remueve inquieto en una silla. -Tío, esto es agobiante ¿Se piensan que tenemos todo el día? -Venga, Filipo, entiéndelo… para ellos somos intrusos, ni que fuera la primera vez que estás aquí. -Es igual, a mi me sigue molestando el venir ¿Has visto como nos mira la doctorucha esa? Ni que por tener un título fuera mejor que nosotros. -Hombre, nos mira mal… pero ella sabrá, además, a mi me está empezando a gustar esto. -¿En serio? -Sí.- Fernán se sienta en la silla de al lado de su compañero.- ¿No has visto a esa mujer? -¿Cuál? -La ayudante de la doctorucha. -Tú y las mujeres, no hay papel en el mundo para escribir tus historias. -Filipo, una alegría para el cuerpo nunca viene mal, además… creo que le atraigo. -Sí, como la miel a las abejas, cierra el pico, esa chica solo es amable.Harto de escuchar esas mismas palabras por parte de su compañero unas mil veces con otras tantas mujeres. -No, no, que he visto como me mira… ¿Sabes? Creo que le voy a pedir de salir…- Murmura pensativo mirando el techo, la puerta se abre de golpe y los dos hombres ven entrar al director. -Lamento haberles hecho esperar, estaba en el foso y no me han avisado hasta ahora ¿Qué tal están?- Los tres intercambian apretones de manos y vuelven a sentarse, Dávila al otro lado de la mesa, observando 42
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con curiosidad a los dos detectives.- Y decidme ¿Necesitáis algo de nosotros? -Pues sí, la verdad es que sí.- Responde Filipo sacándose una pequeña libreta del bolsillo interior de la americana.- Nos gustaría hablar con Antonio Guzmán, auxiliar del turno de noche. -¿Es sospechoso?- Exclama interesado Dávila, ambos comparten una mirada de incredulidad ¿A quién se piensa que tiene contratado este tipo? -No, no, por el momento…- Empieza Fernán para mantener la curiosidad y por lo tanto la colaboración del director.- Pero no hemos conseguido encontrar a la última persona que le vio con vida, nadie lo vio por la calle ni por los alrededores, aunque aún estamos entrevistando a los vecinos del solar. Pero por los horarios de fichar de esa noche, sabemos que vino a trabajar, aquella noche solo había otro auxiliar y un doctor, Javier Sotomayor, con el que también querríamos hablar. -Por supuesto, Javier está en su despacho y Antonio… ¿Guzmán?- Filipo asiente.- Creo que Toni es del turno de noche… estará en casa descansando ¿quiere que le llame? -No, si nos da el número ya llamaremos nosotros. -Bien, creo que mi secretaria debe tenerlo, sino pregúntenle a Esther, la auxiliar que ayudó en la autopsia de Julio, es amiga de Toni. -Le preguntaremos a Esther, no queremos molestarle más de lo necesario.- Suelta de carrerilla Fernán, frotándose las manos por tener en su poder una excusa para volver a verla. -Como queráis, llamaré al doctor Sotomayor, seguro que está encantado de recibirles ahora mismo.- El directos se excusa y sale del despacho para decirle a Silvia que localice a Sotomayor inmediatamente, que le diga que va hacia su despacho, mientras tanto, los dos detectives se miran cansados.
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-Al menos no nos habernos dado el paseo para nada- Comenta Filipo examinando una de sus uñas. -Para mucho, compañero… para mucho. En la cafetería, Esther ríe alegremente por una broma de Maca a Teresa, que ha accedido sin muchos reparos a tomarse un café con ellas, la doctora se muestra alegre, y sus compañeras ríen con ganas sus gracias, al menos, hasta que aparece Laura, la doctora Llanos, y le pide un papel a Teresa de malas formas, después de un intercambio de miradas entre las dos doctoras, Teresa se levanta y se va. -Pobre, con lo agustito que estaba con nosotras…- Deja caer Maca apurando su café. -Mujer, es normal ¿No? -Si… bueno… vale…- Bromea de nuevo la doctora con un tono de voz infantil. -¡Eh!- Esther le da una palmada en el brazo.- ¡No me des el sí de los locos! -No… yo no he hecho eso.- Suelta en el mismo tono y ambas se quedan mirándose antes de estallar en carcajadas. Las dos mujeres piensan en lo agradable que es estar así, sin trabajo de por medio y completamente relajadas, la doctora se pregunta si Esther estará al tanto de su condición sexual, normalmente no es algo que grite a los cuatro vientos, pero no sería la primera vez que hace amistad con alguien y que ese alguien se aleja al saberlo, quizás debería decírselo ella misma. -¡Vaya! También sabes quedarte atontada.- Comenta Esther mirándola. -Hoy me has perdido todo el respeto que me podías tener ¿Eh?Comenta para salir del apuro.
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-Más o menos…- Ríe alegre la auxiliar y pone expresión de caer en algo de repente.- Toni me ha dicho si te venías a cenar a su casa, su mujer va a preparar cocido madrileño, le queda de muerte. ¿Te apuntas?- Ella mira a los lados pensativa, y por un momento Esther piensa que se ha precipitado, pero teniendo en cuenta lo bien que esta con ella y que es la segunda persona con la que congenia en la ciudad… -No sé… quizás tenga una noche de sexo desenfrenado… ¿Hay que ser puntual?- Por un segundo Esther siente una punzada en el pecho. -¡Maca!- Suelta al ver la cara de bromista de su compañera. -Está bien, está bien… pero no quiero molestar, le acabo de conocer y ya me invita a cenar, me sabe mal. -Que va, Toni es así, además, se alegra de que nos llevemos bien, se preocupa mucho por mí ¿Sabes? -¿Sí?- En la mirada de Maca se refleja cierta alegría que no pasa desapercibida por Esther, la doctora, no le da importancia, si alguien le cae bien, como es el caso, le gusta saber que tiene quien le cuide, o al menos es la explicación más lógica que se le pasa por la cabeza. -Sí, es un buen amigo, me consiguió este trabajo y desde mi llegada a Madrid es la única persona con la que tengo algo de o. -¡Dios! Eso hay que cambiarlo, iré a esa cena.- Exclama haciéndola reír. -Solo por pena… me lo apunto.- Finge enfado Esther. -No… por eso y porque tengo ganas de cenar cocido madrileño.- Bromea ella dándole una palmadita en la espalda y ocultando el detalle de que odia el cocido, madrileño o no.- Por cierto… ¿Quién cena cocido? -Oh, eso pregúntalo después de probarlo. Ya verás. Los dos detectives entran en la sala de descanso, después de que Sotomayor les concierta una cita para una hora después y de quela recepcionista les comente que Esther esta allí, Fernán enseguida la 45
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distingue, riendo en una mesa junto a la doctora, le da una palmada con la punta de los dedos al pecho de su compañero y Filipo pone cara de circunstancias al ver a Maca. -No es necesario, la secretaria del director…- Empieza a susurrar su amigo. -Calla y sígueme. Maca alza la vista al ver algo moverse a su lado, y cuando sus ojos distinguen a los dos hombres su cara cambia, Esther, al darse cuenta, mira hacia allí, y saluda con una mano a Fernán y Filipo. -Hola doctora.- La saluda de pasada Fernán mientras Filipo hace un gesto con la cabeza.- Hola Esther.- La sonrisa en su rostro se ve correspondida cortésmente por la auxiliar. -Detectives…- Maca se levanta.- ¿Quieres echarme una mano a mí o prefieres a otro doctor? Te advierto que no te lo pasarás tan bien. -Me quedo contigo.- Risueña, Esther se levanta, pero Fernán se pone entre ella y la doctora. -La verdad es que andaba buscándote. -No me digáis, Esther es sospechosa. ¡Dios! Y yo a punto de ir a cenar con ella a no sé donde.- Esther sonríe a la doctora y mira con cierta curiosidad al detective y a su compañero, que desvía la mirada hacia una ventana. -No ¿Cómo iba a ser sospechosa de nada malo?- Responde rápidamente a Maca pero mirando descaradamente a Esther.- Pero si no me fallan mis fuentes, y no suelen fallar, eres amiga de Antonio Guzmán. -Sí…- Mira confusa a los dos hombres.- ¿por? -Es que creemos que es una de las personas que le vio con vida por última vez, y nos gustaría hacerle un par de preguntas ¿tienes su número para quedar con él? 46
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-Pues… sí, pero creo que hoy se iba al hospital con su mujer, no creo que pueda quedar hasta mañana, y no sé si vendrá.- Esther observa como Filipo toma notas.- Esta noche ceno con él, si queréis… le digo que se pase por aquí o por vuestra comisaría. -Eso sería genial, si lo consigues.- Fernán saca rápidamente su tarjeta y le da la vuelta sobre la mesa, anotando unos números en el dorso.- Este es mi teléfono móvil y el otro el del despacho, ¿Por qué no me llamas cuando estés con él y quedamos?- Se ofrece con una gran sonrisa. -Claro, vale…- Esther acepta la tarjeta y asiente. -Bien, ahora, si no les importa detectives, nosotras tenemos un cuerpo que destripar.- Filipo hace un gesto de desagrado, su compañero no quita ojo de la auxiliar mientras salen ambas mujeres de la sala. -¿Ves como me ha mirado?- Filipo le mira con el ceño fruncido y hace un gesto despreocupado con la cabeza. -Anda, vamos a revisar el caso y a preparar la entrevista con el doctor Sotomayor. -Tío… me hundes. -Andiamo picolo. En el pasillo Maca tararea una canción mientras van a ver a Teresa, es una forma como otra cualquiera de acallar las ganas de haberle dado una patada en el culo al detective ese, ligoteando con su auxiliar ‘Se habrá visto!, cuando llegan a su altura, la ven atareada con unos papeles y con expresión de agobio. -¡Dios del amor hermoso! ¿Quién se atreve a molestar a la mujer más guapa de todo el edificio?- Le pregunta la doctora apoyándose en el mostrador con una sonrisa traviesa. -Ay, hija… mira que echaba de menos tus tonterías.- Suspira la mujer poniéndose bien las gafas.- La doctora Llanos tiene un mal día. 47
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-Bah, seguro que es Javi el que tiene el mal día… y ella es de fácil contagio, no le hagas caso y ya está. -Como si fuera tan fácil, Maca, que yo tengo que hacer mi trabajo. -Cierto… pero nadie te dice cuando hacerlo.- Alza las cejas provocando las risas de Teresa y Esther. -¿Tú la aguantas todo el día?- Le pregunta Teresa a Esther. -Buah… no esta tan mal en realidad. -¿Sabéis? Sigo aquí.- Alza la voz Maca y las dos le hacen un gesto quitándole importancia.- ¡Será posible! Anda, Teresita, dime que tengo trabajo que hacer ¿Mhm? Así podré concentrarme en eso y no en el poco respeto que me tenéis. -Pues… si, tienes dos autopsias, acaban de llegar, una pareja ¿Te las quedas? -¿Qué les ha pasado? -Escape de gas en su piso. -Mhmhmhm… ¿Hay algún otro caso? -Un cuerpo encontrado en un solar. -¿Sí?- Esther distingue cierto brillo en los ojos de su amiga. -Sí, dicen que estaba fichado por la policía, un drogadicto, sobredosis. -Teresa, contigo da gusto, me puedo ahorrar el abrir el cuerpo.- Bromea riendo.- Anda, ¿Esther? ¿Cuál te apetece? -¿Elijo yo?
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-Claro, son casos fáciles, te voy a enseñar un par de cositas.- La doctora le guiña un ojo y Esther intenta pensar en los casos y no en ese tono juguetón que ha usado la doctora, si la va a ayudar y enseñarle cosas, quizás lo mejor sea la pareja. -La pareja, Teresa. -Bien, todo vuestro.- Coloca dos carpetas amarillas encima del mostrador y mira a Maca con curiosidad, la doctora, no se corta y alza las cejas inquisidora.- ¿La sustituta de Mónica? -Teresa, sabes que la única sustituta de Mónica… eres tú ¡Guapa!- Agarra las carpetas y se marcha riendo, dejando confusa unos segundos a Esther, que se vuelve hacia la recepcionista. -¿Quién es Mónica? -Su ex.- Suelta del tirón y después la mira sorprendida.- ¿No lo sabías? ¡Claro! Tú llegaste una semana después de que se marchara.- La auxiliar capta enseguida el mensaje, su querida doctora pertenece al sector de personas que ‘entiende’. -¡Esther! ¡No tenemos todo el día! Luego te dejo cotillear anda.- La auxiliar se gira y la ve aguantando la puerta de los vestuarios. -Voy, Teresa, luego nos vemos. Se acerca a la doctora y la mira con curiosidad mientras empiezan a ponerse la ropa de trabajo, Maca, se da cuenta y cuándo termina de vestirse se sienta a horcajadas sobre un banco, mirándola, sabiendo que ha llegado el momento, una vez más, su salida del armario, cada vez diferente y con diferentes reacciones, y es que la famosa ‘salida del armario’ no es algo que ocurra una vez y ya está, la mayoría de personas está saliendo del armario toda su vida, cada vez que conocen a alguien nuevo, hay un momento en el que hay que salir, a no ser que te cuelgues un cartel con alguna frase graciosa o no tan graciosa que indique tu condición sexual, opción por la cual, la doctora no se decantó, llevar un cartel de lesbiana le parece absurdo, al menos, mientras los heteros no lleven uno de hetero, cosa bastante improbable. 49
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-Quieres saber quién es Mónica.- La doctora sabe que es el momento perfecto para hablar del tema, antes de que se confíe y luego se lleve una decepción por el rechazo, aunque le hubiese gustado más disfrutar de la compañía de la auxiliar un tiempo extra. -Teresa me lo ha dicho. -¡Lo que no sepa esta mujer!- Exclama divertida haciéndola sonreír. -Solo me ha dicho que es tu ex, y que trabajaba aquí ¿Era auxiliar? -Sí, en prácticas. Aunque ya nos conocíamos de antes, no me costó convencer a Dávila de que la pusieran bajo mi tutela. -Uhm…- Sin saber muy bien que decir, se sienta en el banco y la mira, animándola a seguir. -Ya salíamos entonces, y no quería que acabase en las manos de Laura o Javi. -¿Llevabais mucho?- Pregunta Esther abrochándose la parte de arriba del pijama. -Pues… año y medio, no sé, nunca se me han dado bien las fechas. -Vaya, una relación estable. -No, larga… estable, no.- Ríe la doctora al recordar las numerosas veces que discutían y lo dejaban, y también las muchas que volvían a caer, Esther la mira y sonríe. -Veo que no te afectó mucho ¿eh? ¿No serás una rompecorazones? -¿Yo? No… aunque la última vez sí que fue culpa mía.- Reconoce con una media sonrisa.- ¿No te importa? -¿Qué fuera culpa tuya? Ni siquiera la conozco.- Responde divertida Esther, sabiendo que es lo que Maca está intentándole decir. 50
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-No, tonta… que sea lesbiana.- La auxiliar ríe alegremente. -Mis padres eran seguidores del espíritu hippie cuando nací. No me sorprende nada. -¿En serio? Eran hippies… ¿Con sus pantalones acampanados, sus melenas al viento y todo eso?- Pregunta alegre. -Sí, por desgracia se hicieron mayores. -Suele pasar.- Maca mira su reloj y se levanta de un saltito.- ¿Vamos a trabajar o qué? Al final Dávila me echará de verdad. -¿Y qué iba a hacer yo sin ti?- Maca se finge sorprendida y Esther le da una palmadita en la espalda.- Tú primera, señorita bollo. -Y al principio me pareciste tímida… que equivocada estaba.- Expresa en tono divertido mientras abre la otra puerta del vestuario para entrar al pasillo y a la zona de autopsias, agradecida por la actitud de Esther y en parte con cierta curiosidad, por experiencia, sabe cuando una mujer reacciona así, o realmente le importa muy poco lo que cada uno haga en la intimidad y solo se deja llevar por lo bien o mal que le caiga la persona, o entiende, la doctora se plantea un reto, averiguar cuál es el motivo. Mientras las dos mujeres cierran el primer cadáver después de la autopsia, realizada prácticamente por la auxiliar, supervisada de cerca por Maca, en el despacho del doctor Sotomayor, esperan los dos detectives, comentando los diplomas absurdos que cuelgan en la pared de enfrente de ellos, y preguntándose porque un doctor forense alardea de haber obtenido un diploma en un concurso de golf. El doctor, al otro lado de la puerta, atento al sermón de Dávila, animándole a que colabore en todo lo posible con Fernán y Filipo, a pesar de que Javier no tiene mucho que les pueda ayudar. Su trato con los auxiliares se limita a pedirles el instrumental en la sala de autopsias, considerándolos unos brutos que no son aptos para otro trabajo que no sea mover cadáveres arriba y abajo, además, sus turnos nocturnos son 51
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solo para ganarse fin de semana libres, por lo que su esfuerzo es más bien mínimo, realizar alguna autopsia de urgencia si se da el caso, y si no dormir cómodamente en el sofá cama de su despacho, aún así, contesta afirmativamente cuando el director le pregunta por enésima vez si está dispuesto a colaborar con la policía, satisfecho, Dávila se retira y el doctor entra por la puerta. -Lamento haberles hecho esperar, el director tenía un par de cosas que comentarme. -No se preocupe, tenemos todo el día.- Responde Filipo en un falso tono amable, estrecha su mano y vuelve a sentarse mientras Fernán le imita. -Bueno ¿Y en que les puedo ayudar?- Comenta Javier sentándose en su sillón y colocando sus manos entrelazadas a la vista, Fernán lo cala en un momento, la barba de dos días intentando parecer despreocupado, pero el asiento levemente elevado, a pesar de que al entrar a comprobado que su altura era mayor que la de él, al estar sentados, están de igual a igual, un niño de papá que pretende parecer rebelde cuando está encantado del papel que juega. -Le queríamos hacer un par de preguntas sobre el pasado día diecisiete. -De acuerdo, pregunten lo que quieran.- Filipo observa la sonrisa socarrona del doctor, y antes de empezar la rueda de preguntas, ya sabe que no sacarán nada en claro. Al acabar el turno, la doctora busca a Esther por todas partes, pero Teresa le informa que la auxiliar se acaba de ir, corre hacia el exterior del edificio y se cruza con un pequeño Panda, al verla, Esther frena suavemente y asoma la cabeza. -Maca ¿Ya te vas? -Sí, pero te estaba buscando.- Se acerca sonriente y se apoya en la ventanilla bajada del vehículo, agachándose para poder mirarla a la cara.
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-No me digas que no puedes venir, mira que Toni se enfada.- Bromea Esther, aunque al decirlo siente que es ella misma la que se molestará y no su amigo, despeja el pensamiento con un gracioso movimiento de cabeza. -No, no, puedo… pero… ¿Puede venir alguien más?- Esther la mira sin saber que decir, aunque su cerebro le ordena que le diga que no, que solo puede ir ella, pero no debe ser egoísta con su recién adquirida amiga, así que sonríe y afirma con la cabeza. -Claro, se lo diré a Toni. -Genial, es que no he encontrado niñera y no tengo con quien dejarla.La auxiliar sonríe de nuevo, esta vez de verdad, su hija, es la persona que se va a añadir a la cena de la noche. -A Toni le encantan los bebés.- La doctora se echa a reír. -Tiene cuatro años, Esther. -Oh, perdona, es que como me dijeron que te habías cogido la baja por maternidad, pensé que… bueno, al principio que habías tenido un bebé, luego que lo habías tenido ya sabes, de forma artificial, y no tenía ni idea de que tenía cuatro años, yo... nadie me ha dicho nada y… -Esther, Esther…- Maca ríe y apoya su mano en el hombro de su compañera.- Me cogí la baja porque quería estar con ella en sus primeros meses aquí, Dávila lo arregló todo, en el fondo es buen hombre. -Ah.- La auxiliar ríe avergonzada.- Lo siento, yo… un momento… ¿Le gusta el cocido?- Maca pone cara de circunstancia, obligarse a sí misma a comer cocido pasa, pero obligar a tamaño sacrificio a la pobre niña no.- No pasa nada, le prepararé algo rico. -No hace falta, la llevaré a cenar después. -No, no, no, yo me encargo de todo. No te preocupes, a las ocho en su casa ¿Seguro que tienes bien apuntada la dirección? 53
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-Me la has dado cinco veces, una más y me la aprendo de memoria.Ambas ríen y se despiden con un par de besos en las mejillas, las dos mujeres se marchan por sus respectivos caminos, con una sensación extraña mezclada con el deseo de acudir a esa cena, para Maca, no es un sentimiento nuevo, al igual que para Esther, aunque las relaciones de Esther con las mujeres han sido mucho más esporádicas que en el caso de la doctora, que tan solo mantuvo una cómoda relación con un hombre, basada en eso, la comodidad, pero el desconcierto de tener esa sensación, ese leve cosquilleo en tan poco tiempo, esas ganas de estar con alguien, sin una explicación racional, simplemente porque tu cuerpo, tu mente y tu corazón te lo piden… eso es para las dos algo nuevo, y lo nuevo, tiende la mayoría de veces a asustar, hay cosas en las por muy valiente que se sea, no sirve de nada. A las ocho y cuarto, el panda rojo estaciona a dos calles de su destino, sin haber intentado siquiera aparcar más cerca, Esther sabe de sobras que intentarlo es absurdo, demasiados bloques de pisos sin garaje, así que cerrando bien con llave y sujetándose el bolso al hombro, avanza hacia el portal de Toni, cuando ya puede divisarlo, se da cuenta de que no es la única que llega impuntual, ve a Maca bajando de un taxi y girándose con la mano alargada, una pequeña mano de piel oscura, la estrecha, y de un salto aparece una risueña niña, con dos trenzas, una a cada lado de la cabeza y un vestido blanco de tirantes con dibujos bordados en color crema. Esther llega a su altura cuando Maca esta despidiéndose amablemente del taxista, la niña, al verla, se esconde rápidamente detrás de la pierna de la doctora, y esta se gira sabiendo que hay alguien que la niña no conoce cerca. -Esther, buenas noches.- Le da dos besos, mientras Assia mira recelosa a la amiga de su madre.- Cariño, ven aquí.- Maca sube a la niña a sus brazos, sujetándola con uno y con el otro haciéndole cosquillas en la barriga.- Es que le da mucha vergüenza.- Le susurra en plan confesión a la auxiliar, que asiente con su mejor sonrisa. -Me llamo Esther.- Alza una ceja y la niña mira a su madre que asiente sonriente. 54
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-Assia Ayelén Fernández Wilson.- Mientras la auxiliar abre los ojos sorprendida, Maca ríe alegremente. -Desde que aprendió a decir bien sus apellidos no para. Venga abajo.Assia deja que su madre la suelte pero enseguida se agarra a su mano, Maca mira el portal mientras Esther ya esta andando hacia allí.- Me sabe mal llegar tarde.- Comenta mientras la otra pulsa le timbre.- Es que esta pequeña no quería ponerse el vestido ¿Mhm, princesita?- La niña le saca la lengua juguetona, pero al verse observada por Esther se esconde nuevamente. -Tranquila, tengo a Toni acostumbrado. -¿Sí?- Se oye por el portero automático. -Toni, abre que ya estoy oliendo el cocido. -Pasa.- Seguido de un pitido la puerta se abre, y ambas mujeres con la niña entran dentro, Toni vive en el quinto piso, y Esther va directa hacia el ascensor, la idea de subir cinco pisos andando no le hace mucha gracia. Arriba, las recibe Toni, que da un par de besos a todas y saluda a cierta distancia a Assia, temeroso de asustar a la pobre niña, cosa normal, con ese delantal con un hombre ahogando a un pollo y ese gorrito de cocinero. -¿Te ha puesto de pinche?- le pregunta Esther colgando la chaqueta detrás de la puerta. -Sí, así que hoy… todavía va a estar más rico.- Alardea Toni riendo.- ¿Y eso? Sabes que no tienes que traer nada. -No es para ti glotón, es para la niña.- Comenta la auxiliar dejándole con la palabra en la boca y entrando por la puerta que queda a la derecha, la doctora alza las cejas sorprendida ¿Esther le ha preparado comida a su princesa?
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-Maca, deja el bolso por ahí y ven, tú como en tu casa mujer. En la cocina María saluda efusivamente a la compañera de su marido, una mujer afable y alegre, siempre dispuesta a recibirla en casa como a una hija, a pesar de solo tener unos diez años más que ella. -Anda, por fin llegas.- Vuelve a remover el contenido de la olla.- Sácame a ese de la cocina.- Señala a su marido cuando éste entra acompañado de Maca y Assia. -Claro, hace un minuto no decías eso… si solo por dejarme mal delante de mis invitadas.- Bromea Toni haciéndole un gesto a su mujer para que se acerque.- Esta es Maca, es doctora en el trabajo y su hija Assia. -¡Maca! Bienvenida.- La achucha en un abrazo María mientras Esther y Toni se sonrojan.- No sabes la alegría que me ha dado Toni cuando me ha dicho que Esther traía a una amiga. -María, por favor.- Se queja divertida la auxiliar. -Y yo temiendo que os sintierais incómodos.- Todos ríen por el comentario de la doctora. -Bueno ¿y donde esta ese pequeño demonio? -Buff… está encerrado en su habitación, su tío ha pasado esta tarde para traerle un circuito de coches. ¡Marcos!- Toni sale en busca de su hijo de cinco años, apodado cariñosamente con el mote de el ‘demonio’ por Esther, desde el primer momento en que lo conoció, aunque el mote ya venía de lejos, desde que metió al gato de la familia en el tambor de la lavadora cuando tenía dos años, dos semanas después, el gato se fue y nunca se supo de él, cuando el pequeño le preguntó, María le contestó que se había ido a formar una familia como la suya, todo por no decirle que con dos añitos había traumatizado al pequeño Kitty hasta el punto de que en cuanto tuvo oportunidad se largó de allí, más tarde se supo que el niño sufría de ataques de hiperactividad, actualmente se medica para controlarlo, aunque el psicólogo que lo trata se muestra muy optimista con su caso, cree que en unos meses el niño podrá controlarse sin necesidad de medicación, algo que sus padres desean que ocurra, no 56
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solo por el coste que supone la medicación sino porque no les hace mucha gracia tener que medicarlo de tan pequeñín. -¿Y esta niña tan guapa va a comer cocido?- Pregunta María volviendo a su olla. -No, le he traído una cosita.- Esther deja la bolsa sobre la encimera y saca un tupperware.- Creo que se dice…Nyama Na Irio.- Assia abre los ojos sorprendida y se agarra a Esther sonriente. -Desde luego… a esta niña se la gana por el estomago ¿Cómo lo has sabido?- Sonríe con cariño la doctora. -Llamé a Teresa y me dijo que era su plato favorito, y como no es muy difícil de hacer… a ver cómo me ha quedado. -Gracias.- Esther besa la cabeza de la niña justo cuando aparece Marcos. -¡Eh! ¿Ya no soy tu favorito? -Ven aquí, gamberro.- El niño salta sobre Esther y se presenta a Assia. -Yo Marcos ¿tú? -Assia Ayelén Fernández Wilson. -¿Assia? ¿Cómo el continente?- Los dos niños se miran curiosos. -No, como yo. -Ah… ¿Te gustan los coches?- La niña mira a Maca y esta sonríe agachándose para quedar a su altura. -Quiere que juegues con él. -¡Vale!- Marcos ríe y la agarra de la mano para llevársela con él, la doctora se apoya en la encimera. -Aún le cuesta un poco… 57
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-Es normal, supongo que ha tenido una educación muy diferente.Comenta Toni. -Sí, y eso que en el orfanato en el que estaba ya les enseñaban costumbres occidentales, son muchas las familias de aquí que van a buscar niños extranjeros, de hecho, ya sabía español cuando fui a visitarla hace dos años, pero aún así, para ella es un mundo completamente diferente. -Sí, y con cuatro añitos tiene que ser difícil…- Dice Esther mientras se acerca para echar un vistazo a la olla. -Dímelo a mí, que el mío con cinco ya es indomable.- Ríe María.- Bueno, esto ya está. -Te ayudo con la mesa.- Se ofrece Esther. -No, no, Toni, sírveles algo y luego me ayudas ¿Un vinito? -Oh, yo he traído uno.- Maca exhibe una bolsa que ninguna había visto y Toni suspira exageradamente. -¿Pero qué les pasa a mis invitadas? ¡Que no tenéis que traer nada!- Las tres mujeres ríen por el falso tono exasperado de él. -Me sabía fatal venir con las manos vacías, además… solo es un vinito. Cenan entre risas y bromas, Esther evita el tema que le quiere plantear a su amigo, sobre todo por no preocupar a María, y se entretiene viendo como Assia y Marcos devoran el plato que ha preparado y ríen alegremente, la doctora también se da cuenta de la complicidad entre los dos, y se alegra todavía más de haber aceptado la invitación. Después de cenar, María se lleva a los dos críos para contarles un cuento, Assia ya se encuentra como en su casa, y ni siquiera mira a su madre cuando desaparece cogida de la mano de su nuevo amigo Marcos. Toni se sirve una copa e invita a la doctora y a Esther, la
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primera, declina la oferta amablemente y se sientan cómodamente en el sofá. -¿Al final vas a ir a trabajar? A mí no me cuesta nada substituirte.- Le comenta Esther al cabo de un rato. -Sí que iré, solo necesitaba descansar un rato. -Yo te cambio el turno encantada.- Bromea Maca.- Por la noche no estarán esos dos pesados por allí. -¿Dos pesados? Creo que hay más ¿eh?- Ríen los tres. -Ya, pero esos detectives se llevan la palma. -¿Han estado ahí hoy? -Sí, por cierto… quieren hablar contigo, se ve que fuiste el último que lo vio, ya han hablado con Sotomayor que estaba de guardia esa noche.Cae en la cuenta la auxiliar. -Bah… ese no salió de su despacho en toda la noche. ¿Sabes que quieren? -Supongo que te preguntaran si notaste algo raro en él o… no sé, querían venir hoy, pero les he dicho que operaban a tu mujer.- ite Esther agachando la cabeza. -Gracias por el respiro… joder… cuando se enteren de porque no avisé de su desaparición me echaran a la calle. -¿Y eso?- Maca le mira con curiosidad. -El turno de noche…es aburrido, y si no hay mucho trabajo… bueno, a veces él se iba a buscar a su chica en el descanso, la chica trabaja en un bar y él la acompañaba a casa, a veces no volvía y como a mí no me sabía mal encargarme del poco trabajo… pues nada. El otro día pensé que estaría con ella, si lo hubiese sabido.- Toni da un sorbo molesto a su copa y Maca niega con la cabeza. 59
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-No podías saberlo. -Ya, eso me dice Esther… pero no sé, no dejo de pensar que si hubiera avisado. -Toni, hubiese pasado cualquier otro día o no, pero no ha sido culpa tuya, y por el trabajo tranquilo, se me da bastante bien apaciguar al viejo gruñón, no te echará a la calle. -Eso espero.- Toni mira el reloj y se levanta.- Voy a empezar a arreglarme. -Toni, de verdad, si quieres…- La auxiliar se ofrece de nuevo. -Que va, si me vendrá bien concentrarme en algo. -Por cierto… uno de los detectives me ha dicho que te preguntase que hora te va bien, me ha dado su número para decirle algo.- Toni alza las cejas y Maca hace una mueca que no pasa desapercibida, el hombre se echa a reír y mira a su amiga. -Que inocente eres niña… pregúntale a qué hora quiere que este mañana e iré a verles.- Toni se va hacia su habitación y Maca mira a Esther con una ceja alzada. -A mi no me mire así ¿eh, doctora?- Bromea incomoda por sus ojos marrones fijos en ella. -Yo no digo nada.- Murmura mirando hacia la puerta que da al pasillo.Voy a buscar a Assia para irnos. Esther se siente extraña cuando marca el número para ar con el detective Fernán, a los dos timbrazos contesta y después de unos breves minutos sin hablar de nada en particular, quedan en que Toni irá a las cinco a comisaría, Fernán le comenta algo de una cafetería cercana en la que sirven un buen café y la invita a acompañar a su amigo, alegando que mientras su compañero entrevista a Toni él la puede llevar allí, Esther no sabe si aceptar o no, pero ante la insistencia del detective y 60
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por tal de aliviar la carga de su amigo, acepta, así Toni solo tendrá que responder las preguntas de un detective, no de dos. Cuando Maca vuelve, lo hace arrastrando a una pequeña Assia que no parece estar igual de movida que su madre a marcharse, pero entre la doctora y la auxiliar, consiguen convencerla de que es hora de marcharse, se despiden de Toni, a punto de salir también, y de María, y se meten en el ascensor, la doctora lleva en brazos a Assia, que se divierte jugando con el pelo de Esther. -¿Vamos a venir más?- Pregunta la niña a su madre, Maca no sabe que responder, y la auxiliar, al notarlo, la saca del aprieto. -Claro que sí, cuando quieras, solo se lo pides a tu mama y te traerá con Marcos. -¿Sí, mama?- Vuelve a preguntar no muy convencida, Maca asiente sonriendo y la niña se acurruca en su hombro, la doctora mira a su compañera y articula un gracias con los labios, está le responde con un ligero movimiento de la mano para restarle importancia, en la puerta, no le cuesta mucho convencerlas de ir hasta su coche, y llevarlas a casa, Maca le da las indicaciones mientras se aferra al pasamanos, no es que su compañera conduzca mal, de hecho, para conducir un trasto como ese no se le da nada mal, pero digamos que los amortiguadores del coche murieron hace siglos. -¿Vives aquí?- Exclama Esther al detener el coche frente a un lujoso portal de un edificio a las afueras. -Sí.- Responde abriendo la puerta para salir, se frena un momento y se gira sonriente.- Por dentro es aún peor.- Bromea saliendo y abriendo la puerta de detrás suyo para coger a Assia, la niña refunfuña adormilada pero se deja llevar por su madre, Esther sale para comprobar que no se dejan nada y despedirse.- Como sigas mirando el edificio así…. -No sí… debía habérmelo esperado, el sueldo de los médicos es mucho más grande que el nuestro.- La doctora ríe y se acerca a ella.
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-No tan grande, de hecho… este piso salió bastante barato, de todas formas, estoy hipotecada hasta las cejas, como cualquier persona normal. -Vaya, creí que lo pagabais todo al pum, pum.- Ambas mujeres ríen y Assia abre los ojos. -Mama…. -Ya vamos cariño.- Susurra al oído de su hija bajo la atenta mirada de Esther. -Será mejor que me vaya, creo que tu niña está agotada. -No es la única.- Suspira Maca y sonríe.- Gracias por la cena, me lo he pasado bien. -Me alegro, eso significa que... ¿Repetirías?- La doctora sonríe abiertamente ante la oferta. -Claro. Nos vemos mañana en el trabajo ¿Mhm? -Sí, buenas noches, Maca.- Después de un intercambio de besos, la auxiliar observa como entran en el portal, apoyada en su viejo panda, intenta exprimir sus sesos para recordar una noche como esa, una cena agradable, en buena compañía y con el deseo de no volver a casa sola. Pero su memoria parece haberse quedado estancada en los tres años de crisis, en los años de gritos, de cenas en silencio mirando en direcciones opuestas, de saludos inexistentes al llegar de trabajar, en la actitud distante de él, y en la de ella misma, en la separación de habitaciones a los pocos meses, en el poco empeño que ambos pusieron para arreglar lo suyo. La doctora abre la puerta de casa y lleva lentamente a su hija a la habitación que comparten, a pesar de haberse tirado tres meses decorando una para la niña, antes incluso de que le dijeran que sí en el orfanato, pero desde que la trajo aquí, desde que se perdió en aquellos ojos asustados, no la puede dejar a solas, de hecho, el ir a trabajar se le hace pesado a pesar de que le guste, por suerte, la presencia de Esther 62
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la tranquiliza, y le permite mantenerse relajada y no pensar tanto en Assia y en cómo le irá en el colegio, con los demás niños, y con una cultura, que por mucho que se esfuerce, no es la suya. En los días siguientes, la relación entre ambas mujeres se hace más estrecha, a pesar de tener al detective Fernán dando vueltas alrededor de Esther, para molestia de Maca, que no entiende como alguien como la auxiliar se puede haber fijado en ese tipejo trajeado con aspecto chulesco, y dándose cuenta de cierto sentimiento de celos en ella, por suerte, con la investigación estancada, Fernán y Filipo apenas pasan tiempo en el Instituto, lo que no imposibilita el hecho de que Fernán consiga que Esther acepte cenar con él el sábado, ese es el tema principal esa misma tarde, cuando Maca y ella van al cine a ver una película. -Que pesadita estas ¿eh?- Le echa en cara bromeando la auxiliar cuando Maca le pregunta por enésima vez esa noche que tiene ese detective. -Es que no me contestas, y si no me contestas pienso que no tiene nada, y si no tiene nada es absurdo que quedes con él para cenar.- Se defiende ella metiendo las manos en los bolsillos de la cazadora después de dar los tiquetes del cine a la entrada. -Es divertido ¿te vale? Mhmhmh….- La doctora la mira con las cejas alzadas preguntándose a que viene incluir una mención del detective y un gemido en la misma frase, pero sus dudas se despejan cuando ve a Esther acercarse al puesto de palomitas que hay a un lado. -¿Cómo de divertido? Divertido… de que cuenta chistes o… divertido de agradable, porque si es porque cuenta chistes, te puedo explicar una teoría muy interesante. -Maca, por dios, ¿Vas a tirarte toda la peli así?- Ríe Esther esperando su turno en la cola. -Es posible…- La doctora se cruza de brazos y mira al suelo y Esther alza una ceja con curiosidad, y porque negarlo, con algo de satisfacción por verla así.
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-¿Por qué te molesta tanto? -Porque hay demasiadas personas en el mundo como para que acabes con un detective. -¿Solo por eso?- Maca se da cuenta de adonde la quiere llevar Esther, y rápidamente sonríe con malicia. -Y porque yo le doy cien mil vueltas al señor llámame Fernán.- La auxiliar finge sorpresa y le da un manotazo en el antebrazo. -Serás creída. -A las pruebas me remito, mira a Teresa, la tengo loquita…- Afirma orgullosa Maca. -Eso es porque eres capaz de volver loco a cualquiera, y porque con ella eres una pelota de cuidado. -Y yo que creía que tenía cierto encanto.- Esther hace caso omiso al comentario de Maca, ya que el dependiente la mira impaciente, pide una bolsa de palomitas y dos refrescos y hace cargar con todo a la doctora, por ser pesada según ella. -Oye ¿Qué haces mañana?- Cae en la cuenta Esther. -Iba a llevar a Assia a alguna parte, al zoo, o... no lo sé ¿Por qué? -Es que ayer Toni me comentó que van a ir al parque con Marcos, a montar en bicicleta ¿Te apuntas? -¿No estarás muy cansada?- Insinúa Maca intentando hacerla saltar. -No seas mala… ¿Assia tiene bicicleta? -No… pero no te preocupes, cuando me abandones para ir con ese detective me acercaré a comprarle una. -Si quieres, vamos juntas antes de la cena, tenemos tiempo. 64
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-¿Crees que así me vas a convencer? -Sí, sin lugar a dudas, es que yo sí que tengo encanto.- La doctora ríe y señala una fila de asientos, Esther comprueba el número y asiente avanzando por ella hasta encontrar sus asientos. A las nueve de la noche, mientras Maca le enseña a Assia su nueva bicicleta y dan alguna vuelta por la gran terraza, Esther se peina delante del espejo, pensando en que le hubiese gustado ver la cara de la pequeña al darle su madre el regalo, y en esas ganas de acariciar su mano mientras veían la película. -¡Mira, mamá!- Maca sonríe a su hija, que acaba de dar su primera vuelta a la terraza sin su ayuda. -¡Muy bien! ¡Lo estás haciendo genial! -¿A la calle? -No, no.- Ríe alegre.- Mañana, que vamos a ir al parque con Marcos ¿te apetece? -¡Sí!- La doctora vuelve a sonreír anchamente mientras observa a la pequeña dar otra vuelta, no estaba muy convencida de que le fuera a gustar el regalo, pero parece que la elección de Esther ha dado en el clavo, a la niña le han gustado los cordones de colores colgados del manillar y la pequeña cesta, que ya ha sido ocupada por su muñeca favorita, y eso que Maca apostaba por algo de un estilo más… grande. Cuando son y media, decide que ya es hora de que su hija se vaya a la cama, la acuesta después de contarle un cuento, y se va a calentar la cena al microondas, prepara la mesa mientras tanto, colocando su plato, los cubiertos y un vaso y se sienta a esperar que se termine de calentar, observa su palto y piensa en los macarrones dando vueltas mientras se calientan, y en Esther en algún restaurante acompañada del detective y seguramente disfrutando de algo mucho más exquisito, y no se equivoca, ya que Fernán la ha llevado a un restaurante de alta cocina,
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en el que la auxiliar saborea un plato innombrable pero de sabor increíble. -Estás preciosa esta noche, seguro que soy el tipo más afortunado de toda esta sala.- Le comenta el detective enfundando en un tarje negro con una camisa de amarillo pálido a rayas. -Exagerado.- Le acusa divertida esta. -¡Qué va! ¿Has visto como nos han mirado cuando hemos entrado del brazo? Están todos muriéndose de celos. ¿Ves aquél tipo de allí? Su mujer ya le ha dado tres codazos.- Esther ríe la ocurrencia de su acompañante. -Quizás les tengamos que invitar a los postres. -Ni pensarlo, esta noche no te voy a compartir con nadie.- Sonríe él llevándose un bocado a la boca.- Y muchos menos después, te voy a llevar a un sitio… -¿A dónde? -Ah, secreto de policía, pero te va a gustar, sino… que me parta un rayo ahora mismo. -Mira que si te parte un rayo… Esther disfruta de la cena, la verdad es que Fernán si que le resulta divertido, con ese toque descarado y esa facilidad para hacerla reír, un buen hombre, de esos a los que a su madre le encantan, del tipo con el que se casó hace años, de hecho, Fernán se le da un aire, no físicamente, su ex marido no era precisamente atractivo, pero si en la forma de ser, incluso de tratarla al principio, cuando la sedujo hasta el punto de aceptar el matrimonio. El sitio catalogado por él como secreto de policía, no es ni más ni menos que un club de salsa, donde se muestra de lo más encantador y atento cada segundo, preocupándose por su estado y porque los demás no le den demasiados empujones, algo normal cuando el local está 66
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abarrotado, la auxiliar, intenta seguir los pasos de Fernán, pero se nota que él tiene cierta experiencia y ella no mucha, mientras bailan, ella se pregunta a cuantas mujeres habrá traído aquí, y se ríe cuando él hace algún gesto cómico mientras la mira. En un momento, se excusa para ir al servicio, y prácticamente choca con una mujer, alta, de pelo castaño y ojos marrones, con cierto parecido a la doctora, de repente, un pinchazo de culpabilidad se acomoda en su pecho. Y se la imagina en casa, con su hija, durmiendo tranquilamente, y le entran ganas de ir a su lado, se mira en el espejo preocupada, consciente de lo que eso significa, el resto de la noche, se la pasa confundiendo a decenas de chicas con su doctora, y para cuando Fernán se despide en su portal, Esther ya está pensando en la mañana siguiente, cuando vaya al parque con ella, el detective apenas consigue rozar sus labios antes de que esta se escabulla por la puerta. A las diez de la mañana en punto, Maca y Assia se presentan en el parque, la niña enganchada al manillar de la bici, deseando poder subirse ya, y la forense buscando con su mirada a Esther, Marcos y sus padres, al no verlos, decide acceder a los ruegos de su hija y dejarla montar, pero sin alejarse de la puerta principal del parque. -¡Mira mama!- Dando vueltas alrededor suyo y riendo, la forense no puede evitar mirarla con todo el cariño del mundo, y es que a pesar de lo que costó adoptarla, todos aquellos tramites, aquellas largas esperas esperando que todo estuviese de nuevo, las alegrías cuando le decían que podían dar el siguiente paso, las penas cuando le notificaban que el país había decidido crear un nuevo paso y los nervios el día que se presentó allí para conocerla, todo eso, todo merece la pena por tenerla ahora aquí mismo, subida en esa bici y llenando sus oídos con ese sonido increíble que es la risa de un niño. De hecho, esta tan ensimismada que no escucha el grito de Marcos al verlas, aunque si lo ve cuando se acerca a Assia y la reta a hacer una carrera, ambos salen disparados con las bicis y Maca se queda con una mano en el aire diciéndoles que no se alejen. -Tranquila.- Escucha su voz y nota su mano en la espalda, al mirar a un lado la ve sonriéndole.- Marcos ya sabe hasta dónde puede llegar con la bici. -Buenos días, Esther.- Mira por encima de su hombro.- ¿Toni y María? 67
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-Han ido un momento a comprar unas cosas, aprovechando que somos dos para controlar a las fieras. Vamos paseando.- Le hace un gesto con la cabeza señalando para donde han ido los niños y la forense asiente sonriendo. -Claro, así me cuentas qué tal la velada.- Sacándole la lengua divertida pero en el fondo no queriendo saber lo que pasó anoche. -Bien, bueno, ya sabes, cena, baile y a casa.- Esther mira al suelo sonrojada al recordar que se ha saltado la parte en la que cualquier mujer que hubiese en el local le recordaba a la doctora. -¿Baile? A que adivino que tipo… algo que haya que bailar muy pegados.- Mirándola de soslayo pero con una gran sonrisa en los labios. -¿Cómo lo sabes? -¡Esther!- Pasando una mano por encima de sus hombros y acercándola un poco a ella mientras no dejan de caminar, Esther pasa su mano alrededor de la cintura de Maca para buscar una posición cómoda.- Que inocente eres, ese detective quiere meterse en tu cama.- Le susurra al oído riendo. -¿Por qué iba a querer meterse en mi cama?- Mirando desde su posición a Maca y haciendo que esta la mire, quedando a escasos dos centímetros y notando como su cuerpo se ponen nervioso de golpe, demasiado cerca, no debería haber preguntado eso si quiere evitar un infarto cardíaco, cuando Maca dibuja una media sonrisa y la mira como si fuese evidente porque Fernán quiere acostarse con ella la auxiliar no sabe dónde meterse, por suerte en ese momento aparecen Toni y María cogidos de la mano y con un par de bolsas en la mano. -Buenos días, Maca.- Saluda Toni sonriente al verlas cogidas, la doctora se parta de Esther y da dos besos a cada uno. -Buenos días, gracias por la invitación al parque, Assia está muy contenta. -Ah, nosotros encantados de que vengáis.- Salta María.- Pero fue cosa de Esther la invitación, por cierto ¿Dónde andan estos dos?- Escuchan gritos de alegría y los cuatro se giran para ver como Marcos y Assia corren a toda velocidad hacia ellos, el niño un poco por delante de ella y girándose para gritarle que él va a ganar la carrera, cuando llegan a su 68
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altura Marcos consigue frenar y Assia tiene que ser ayudad por su madre, que poniéndose delante apoya las manos en el manillar de la pequeña bici y se agacha para mirarla sonriente. -Estáis los dos sudando ¿Hasta dónde habéis llegado? -¡Hacia el lago y volver! ¡He ganado!- Grita Marcos triunfal y Assia mira a su madre. -Muy bien Marcos, pero eso es porque Assia aún no controlo muy bien la bici, la próxima te gana ella ¿Eh que sí cariño?- La niña asiente sonriendo y mira a su competidor con los ojos entrecerrados, los adultos se echan a reír. -Ahora no os alejéis tanto ¿eh?- Comenta Toni acercándose a un banco para sentarse.- Que nosotros os veamos. -Si papa, ¡Vamos Assia!- Ambos empiezan a correr hacia unos columpios que hay un poco más allá, dejan las bicis a un lado y empiezan a jugar por allí, María se sienta al lado de Toni y Maca y Esther hacen lo mismo. -Por cierto ¿Qué tal con el detective ese?- Le pregunta Toni más atento a la reacción de Maca, que mira hacia otro lado que a la respuesta de su amiga. -Bien, bueno… cenamos y tal. -Ya, solo cenar ¿Eh? Que aquí somos todos adultos.- Ríe alegre animándola a seguir. -Solo cenar, no es nada del otro mundo.- Susurra y Toni percibe que a la doctora se le ha dibujado una sonrisa de oreja a oreja, a pesar de que ha intentado disimular mirando hacia donde Assia y Marcos están jugando. Capítulo tres: el segundo. -Seguimos avanzando a buen ritmo, estoy muy contento con los resultados que estamos obteniendo, realmente contento. ¿Cómo te encuentras tú? -Igual, más entretenida con la historia pero bien.
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-Es normal, hasta que no lleguemos al centro de la historia no notaremos mucho, pero el hecho de que no empeores por recordar es muy buena señal. -Creo que eres demasiado optimista para ser psicólogo. -Es parte de mi trabajo, además, contigo tengo motivos para ser optimista ¿Qué tal ha ido esa exposición de Marta? ¿Te ha gustado? -Ya la había visto en casa. -Sí, las obras, pero la celebración, el estar rodeada de tanta gente… ¿Te has encontrado cómoda? -Claro, Marta no se ha separado de mí en ningún momento, aunque al final he acabado cansada de conocer a tanta gente. Pero ella estaba muy contenta. -¿Te gusta verla contenta? -Claro que sí ¿Qué pregunta es esa? -Solo una pregunta, y un motivo para que sigas adelante con nuestro pequeño proyecto, ella está contenta si tu estas bien, y para que tu estés bien… -Lo sé, lo sé. No hace falta que me des motivos, sé los que tengo… pero no es fácil. -En esta vida no hay nada fácil, Maca, pero intentaremos hacerlo lo menos difícil que podamos. Por cierto, esta semana tendríamos que adelantar la cita al… ¿Jueves te iría bien? Tengo una conferencia el sábado y no estaré aquí. -Claro, el jueves está bien… ¿A la misma hora? -Sí, a la misma hora.
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Cuando salió de la consulta Marta la esperaba con el coche, ella la miró extrañada y se acercó recibiendo un beso y una sonrisa. -Creía que habíamos dicho que mejor que yo fuese en taxi. -No, eso lo habías dicho tú, además, he pensado que por una vez que venga yo a buscarte… no va a pasar nada y así estarás más rápido en casa, sé que hoy ha sido un día muy movido para ti, debes estar agotada. -Un poco. -Vale, llegamos, cenamos y a dormir ¿Te parece? -Sí, mañana puedo seguir con mi terapia. Tengo que llamar a Assia a ver cómo le va el viaje. -Claro cariño, en cuanto lleguemos, ya verás cómo se lo está pasando en grande con su clase, Ah, no sé si lo de mañana va a ser posible…- La ayudó a subirse al coche y guardó después su ‘equipaje’ en el maletero. -¿Por qué no?- Preguntó ella cuando subió al coche. -Han llamado tus padres, mañana vienen para una reunión con no sé quién y han dicho que les gustaría pasar a verte. -Marta, no tengo ganas, mi madre me agota mucho. -Lo sé, pero no puedes seguir esquivándoles cada vez que vienen, hace por lo menos un año que no les ves, y yo no me separaré de ti un segundo, además, si tu madre se pone pesada, la tiro por la ventana. -¿Lo prometes?- Ella se echó a reír y luego asintió con la cabeza. -Lo prometo. Y te dejo usar como excusa que tienes que escribir para la terapia, así seguro que ella te deja en paz, se toma muy en serio tu recuperación. Como todos.
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-Ya, pero ella me agobia y el resto no, tú nunca me insistes en si he hecho avances o no, ella sí. -Pero eso es porque yo te veo cada día y ella no, además, si te pusiese de mala leche todos los días te iba a tener que aguantar, y no gracias, prefiero ponerte las cosas fáciles. -Así que es por no escucharme.- Habiendo reconocido el tono guasón en la voz de Marta. -¡Claro! ¿Qué pensabas? -Como te odio… -No tanto ¿Mhm?- Maca puso los ojos en blanco con una sonrisa y apoyó su mano en la rodilla de Marta mientras esta conducía camino a casa, cuando se iban a dormir, Marta se puso a leer y Maca le pidió que le trajese el portátil, empezó a escribir de nuevo, con la excusa de que el día tan activo ahora no la dejaba dormir, su compañera no dijo nada y siguió leyendo tranquilamente, sin intentar ver qué era lo que escribía, aunque se moría por saberlo todo de aquella historia de la que apenas conocía pinceladas, sobre todo una parte en concreto. El martes por la mañana, cuando Maca llega a trabajar, Teresa le cuenta que Dávila esta en el foso porque ha aparecido el cadáver de la doctora Laura Llanos, la doctora se muestra sorprendida y al distinguir a Fernán y a Filipo en la sala de espera, confirma en su interior sus peores sospechas, si ellos están esperando, es por la autopsia de Laura y si es por eso… el presentimiento que tuvo era cierto, el número en el vientre de Martín, es una cuenta. Maca hace un esfuerzo sobrehumano y se acerca a los dos detectives. -Buenos días chicos. -Doctora, buenos días.- Filipo ofrece su mano mientras Fernán le hace un gesto como saludo. -¿Estáis aquí por lo de la doctora?
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-Sí ¿Sabe algo?- Maca mira a Filipo encogiéndose de hombros. -No, pero sé sumar, Teresa me ha dicho que han encontrado el cadáver de la doctora, y vosotros estáis esperando… ¿Tiene que ver con lo de hace dos semanas? -No lo sabemos, pero es curioso que aparezca otro cuerpo, con las mismas heridas… y que ambos trabajasen en el mismo sitio.- Fernán se levanta enfadado y se va a por un café.- Perdona a mi compañero, es que Dávila no nos ha dejado entrar, supongo que querrá comentarnos punto por punto todo más tarde. -¿Ha entrado solo? -Esther, la auxiliar, está con él. -Genial, voy a echar un vistazo.- Maca se da la vuelta para ir al foso. -Doctora, si puede…. Adelantarnos algo, ya sabe, una confirmación para seguir esperando o irnos a ver si sacamos algo del caso. -Claro, si confirmo algo se lo digo a Teresa.- Pensando que una conversación al día con los tipos de azul es más que suficiente. Mientras la doctora entra en el vestuario, Dávila examina el trozo de gasa extraído del abdomen de Laura Llanos bajo la luz, un perfecto dos dibujado en color rojo le desafía, debajo, en la bandeja, la bolsa de plástico que lo contenía, Esther, observa por encima de su hombro disimuladamente, hasta que escucha a Vilches saludar a Maca, su vista de desvía irremediablemente hacia el pasillo y la ve acercarse con gesto serio, golpea el cristal un par de veces y Dávila la mira molesto. -Anda, Esther, deja que pase. -Sí, señor.- La auxiliar abre la puerta y Maca enseguida pasa, saludándola con un leve apretón en el brazo que la hace estremecer ligeramente. -Dávila, ¿Necesitas ayuda? 73
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-No, espero que no te importe que me haya encargado personalmente. -No, para nada, dime ¿Es como el caso de Julio Martín? -Todo apunta a que sí, he leído el informe que me diste una vez más antes de bajar, y tiene las mismas heridas, al menos las que provocaron la causa de la muerte, dos cortes quirúrgicos en las ingles, también presenta signos de haberse defendido, y una contusión en la cabeza, la gasa en el abdomen, esta vez con un dos, eso sí… -Mismo modus operandi.- Murmura la doctora pensativa.- ¿Has podido conseguir algo más? -No, el cuerpo está limpio… de hecho, me juego el cuello a que quien fuera la ha limpiado a conciencia antes de traerla, no tiene ni un solo resto de nada en las uñas, lo normal es que si se defendió… -Hubiese algo ahí, al menos podemos decir que quien sea sabe lo que hace… o se ha tragado esas series forenses que hay ahora. -Eso me temo… ¿Están los detectives arriba? -Sí, bastante inquietos por cierto. -Genial.- Dávila se quita los guantes y la mascarilla y los arroja a la papelera.- ¿La cierras tú? -Claro, me encargo yo.- La doctora espera hasta ver desaparecer a su jefe y mira a la auxiliar con las cejas alzadas. -Lo tienes todo ahí.- Esther señala las bandejas que hay a un lado con los órganos vitales del cadáver. -Joder… -¿Crees que ha sido el mismo? -Pues… todo apunta a que sí ¿Sabes si ya se ha enterado Sotomayor? 74
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-Sí, ha montado un numerito increíble en la entrada, el jefe lo ha mandado a casa. -Cuando vuelva, no le comentes que yo he estado por aquí, seguro que se le ocurre alguna forma de culparme de su muerte.- La doctora deja el corazón sobre su bandeja después de examinarlo. -Maca…- Esther apoya su mano en la espalda de esta, algo preocupada. -Tranquila.- Suspira hondo y sigue examinado todo en silencio, cuando acaba, cierra el cadáver y le pide a su compañera que lo devuelva a su sitio. -Enseguida lo llevo, Dávila se ha dejado las muestras ahí. -Las voy a subir.- La doctora sale sin despedirse de Esther, que la contempla marcharse con cierta desazón en su cuerpo. Pero Maca va sumida en sus pensamientos, dos cuerpos, mismo modus operandi, un uno, un dos, los dos trabajaban en el mismo sitio, los detectives tienen razón, demasiada casualidad, cuando está en el vestuario, al quitarse la camiseta, observa su abdomen con atención, una semana antes… habría que hablar con Dávila, hay que avisar a los compañeros, que vayan con cuidado ¿Cómo lo hará el asesino? Cuando entra en el despacho de Dávila, los detectives ya se han marchado, su jefe la invita a sentarse en uno de los dos asientos y ella accede con un toque serio en su rostro, el director asiente sabiendo que hace Maca allí, la conoce lo suficientemente bien como para saber que le va a decir, pero aún así, se muestra amable y la invita a empezar a hablar. -Es para hablarte de lo de Julio y Laura. -Me lo imaginaba, y sé lo que me vas a pedir, es más, si quieres te doy la respuesta antes de que me lo digas. -Dávila, tenemos que hacerlo. 75
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-Verás, lo he estado pensando, y sí, tenemos que hacerlo, pero la verdad… seamos sinceros, no estamos seguros de lo que tenemos entre manos. -Yo sí. -Maca.- El hombre se levanta y estira su pantalón antes de colocarse de espaldas a ella, mirando por la ventana.- Acércate.- La doctora se coloca a su lado, sabiendo lo que viene, no es la primera vez que la invita a observar por la ventana.- Estamos en un campus universitario, ya sabes, con todo ese contenido de hormonas y esa fragilidad adolescente. -Dávila, no hay excusas, somos nosotros no ellos. -¿Cómo lo sabes? ¿Cómo estás tan segura de que somos nosotros? -Venga ya, en dos semanas dos de los nuestros, ¿No es suficiente? -Mira, te diré como veo yo las cosas. -Dávila, pienso decírselo al resto, tienen posibilidades de salvarse ¿Y si alguno de ellos ya tiene una de esas gasas dentro? Si lo dice todo será más fácil… -Maca, por lo que a mí respecta, esto puede ser una casualidad, y la verdad, no quiero que cunda el pánico, esperemos unos días, que no llegue a la semana si quieres, pero veamos a ver que consiguen esos detectives. -Tres días, ni uno más.- Le advierte la doctora y el director asiente satisfecho, no esperaba menos. Maca sale de su despacho molesta por haberle dado tres días, no debería haberle dado ninguno, pero conociendo a Dávila, no hubiese cedido de ninguna de las formas, sus pasos la llevan dónde Teresa, busca a Esther con la mirada y la ve riendo con Fernán, molesta porque ese tipejo haga reír a su auxiliar favorita, intenta dejar a un lado los celos para esperar a que Esther termine. 76
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-¿Qué sabes de lo de Laura?- Teresa baja sus gafas hasta la punta de la nariz y Maca le responde con la vista fija en la mano de Fernán, apoyada en la cintura de Esther suavemente. -Nada. -Maca… como le sigas mirando así te va a acusar de intento de homicidio.- La doctora suspira y les da la espalda apoyándose en el mostrador. -Es que debería estar investigando y no tonteando. -¿Y eso lo dices porque es cierto o porque es ella? -Teresita por favor, si yo con ella nada de nada. -Venga niña, que ya te he visto con esos ojitos de corderito degollado…La recepcionista la mira y ella no hace más que suspirar y apoyar su barbilla sobre sus manos. -Me atrae, cierto, pero eso no quita que tenga razón en lo del detective ese. -¿Ya criticándome doctora?- Ambas mujeres miran hacia la voz viendo a un sonriente Fernán. -No, estaba esperando a Esther, si no te importa claro. -¿Cómo va a importarme? Para nada, está en su horario laboral.- Fernán adivina en Maca a una competidora, tiene cierto olfato para ello, así que mueve sus cartas para quitársela de en medio, apoya su mano nuevamente en la cintura de la auxiliar.- Esther, ¿Te paso a buscar a las cinco? -Claro, sí.- El detective deja un beso en la mejilla de Esther, que agacha la cabeza intentando ocultar esa culpabilidad que siente, Maca mira hacia Teresa.
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-¿Tienes algo para mí?- La recepcionista enseguida le da un informe y Maca se va hacia el foso. -Fernán, tengo que trabajar, nos vemos luego.- Grita Esther corriendo hacia los vestuarios, cuando llega, Maca está lanzando el pantalón hacia la taquilla.- Ey ¿No decías que me esperabas? -Es que me he acordado que tengo que plegar pronto hoy.- La auxiliar la nota molesta y se acerca a ella poniendo una mano sobre su espalda. -¿Estas preocupada? -¿Por?- Maca se gira quedando muy cerca de ella, ambas mujeres se miran nerviosas sin moverse, hasta que la doctora suspira y agacha la cabeza, Esther acaricia la mejilla de su amiga suavemente, y está vuelve a mirarla. -Me preocupan esas gasas…- Esther se da cuenta donde apoya la mano la doctora, en su abdomen, y niega con la cabeza. -Lo he comprobado, no tengo nada.- Maca suspira aliviada y la auxiliar la estrecha entre sus brazos.- Puede ser que nos equivoquemos… -¿También me vas a decir que es una casualidad? -¿Quién te ha dicho eso? -Dávila…- Maca se pasa una mano por la frente y mira a su compañera, su mano se mueve inquieta por el abdomen de Esther, se aparta con cuidado, buscando aire que respirar y espacio para que su cuerpo deje de temblar.- ¿Qué piensa tu detective? -No es mi detective.- La auxiliar la mira mientras Maca se pone los pantalones del pijama de autopsia.- Y no me ha comentado nada… -Está demasiado ocupado.- Murmura la doctora. -Desde luego, como eres.- Negando sonriente con la cabeza.- Hacen lo que pueden, deberías superar esa manía a los detectives, no es justo 78
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para ellos. ¿Sabes?- En un tono divertido para intentar que a Maca se le pase el cabreo. -Oh, venga, ¿Te dice un par de cosas bonitas y ya está? -Mira que te arreo.- Bromea tirándole la parte de arriba del pijama a la cara, intentando calmar el malhumor que la doctora hace días que muestra.- Además… está bien, pero no es para tirar cohetes. -¿No?- La doctora sonríe ligeramente de espaldas a ella y termina de vestirse.- Menos mal, solo me faltaba un detective pirotécnico. -Jaja, muy graciosa doctora… -Siempre… menos cuando el coco esta cerca, te veo dentro, date prisa si no quieres llegar tarde a tu cita sin cohetes.- Esther se cruza de brazos y la mira fijamente a los ojos, con la cabeza algo ladeada. -Doctora ¿No estará celosa? -¿Yo? ¿De un chulito como ese? Nunca.- Maca se va alegre por saber que Esther no siente nada especial por Fernán, mientras la auxiliar se queda cambiándose y negando con la cabeza por la actitud de la doctora, lo cierto es que esa forma tan infantil de comportarse, le hace sentirse tremendamente mal, sobre todo por sentirse la culpable, el cosquilleo en su estomago, que se ha iniciado con el o con ella, empieza a apaciguarse y su lógica entra en juego, una recién divorciada y una madre soltera, eso no puede llevar a ninguna parte, además, puede que solo se trate que se han caído muy bien y quizás un poco de tonteo, pero de ahí a que pase a mayores, además, esa actitud de Maca con los detectives no la favorece mucho, al igual que la actitud de Esther con ellos, tampoco es agradable a ojos de la doctora. Cuando terminan la autopsia y suben a hacer un café, se encuentran con la doctora Gándara y el doctor Vilches, el gruñón al que no le gustan los auxiliares, Esther prácticamente se vuelve muda y se limita a darle vueltas a su café, Maca parece no darse cuenta al concentrarse en la conversación que mantienen sus otros dos compañeros.
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-¿Te has enterado de lo de Laura?- Le pregunta Cruz Gándara al ver a Maca mirándola. -Esta mañana cuando he llegado, Dávila ya estaba terminando, la he cerrado yo. -Ya van dos ¿No? -Sí, pero el jefe no quiere decir nada, para que no cunda el pánico. -Pues que quieres que te diga… yo ya me he mirado el abdomen como unas cuatro veces hoy, por suerte los detectives tienen a un sospechoso.- Comenta Cruz. -¿Ah sí?- Le pregunta interesada Maca. -Sí, un auxiliar… un tal… ¿Cómo ha dicho?- Rodolfo mira a Esther, la ha visto en alguna ocasión hablando con él, y no cree que le haga mucha gracia la mención de su nombre. -Toni, es del turno de noche. -¿Qué?- Esther prácticamente se atraganta con el café y Maca la mira preocupada. -Eso no puede ser.- Afirma la doctora. -Pues el detective ese italiano no piensa lo mismo.- Esther busca en su bolsillo y saca el móvil levantándose de la silla. -Esther, no le digas nada, a ver si se va a preocupar.- Intenta aconsejarla Maca. -No, si voy a llamar a Fernán.- La auxiliar sale de la sala y Vilches mira a su amiga. -El otro detective, han hecho buenas migas.- Comenta malhumorada, Rodolfo se da cuenta del fastidio que siente su compañera y sonríe divertido. 80
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-¿Ya te juntas con gente que se junta con detectives? -Parece que esta vez sí… voy a ver como esta, Toni es su amigo.- La doctora se disculpa con sus compañeros y se asoma por la puerta, Esther escucha atenta al móvil, se acerca a ella por detrás y apoya una de sus manos en su cintura, esta la mira sin decir nada, al cabo de un rato, cuelga el teléfono y suspira apoyándose en la pared. -¿Qué te ha dicho? -Pues… que resulta que Toni fue el último que vio a Laura. -Pero eso no es suficiente para tacharlo de sospechoso. -Hay un testigo Maca…- La doctora abre los ojos sorprendida, con un centello de desconcierto en su mirada, la auxiliar niega con la cabeza.Eso no... es que hay un chico que dice que les vio discutir en la puerta y resulta que Filipo ha estado mirando los videos de seguridad, y Toni no aparece por ningún lado, ni ayer por la noche ni la noche que mataron a Julio. -Ey, eso no significa nada, solo hay cámaras en los pasillos y en la entrada, y aún así, puede que Toni solo se acercara al Pan o a la gasolinera a por algo, Esther, sabes que él… no sé… no lo veo. -Si yo tampoco lo veo, pero me preocupa que estos piensen que puede ser… joder, tengo que convencer a Fernán, Toni jamás haría algo así, si ya sabes cómo se puso cuando lo de Julio. -Lo sé, lo sé… anda, ven aquí.- La doctora abre los brazos y Esther se acurruca entre ellos.- Ya verás, todo va a ir bien, si quieres hablo yo con los detectives, les cuento, tú no te preocupes por nada.- Intenta calmarla abrazándola fuerte y acariciando su espalda. -No, no, si... te llevas fatal con ellos.- Le dice con una media sonrisa en los labios, lo último que necesita Esther es tener a Maca de malhumor, la contagia, o es que se pone de mala leche por no saber qué hacer para animar a la doctora, aunque normalmente se le pasa enseguida.81
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Además, he quedado esta tarde con Fernán, seguro que se me ocurre algo que decirle.- Maca aparta los celos a un lado, hay situaciones en que las emociones se pelean y al final solo queda una, en este caso, preocupación. -Bien, pero si necesitas algo… solo me llamas y aparezco ¿Mhm? -Lo sé, lo sé… gracias.- Esther sonríe y se abraza con más fuerza a ella, intentando calmarse, desde ahí, escucha sus latidos, tranquilos, pausados, relajándola, Maca sigue acariciando su espalda, ambas sumidas en uno de esos momentos en el que el tiempo, por solo un instante, parece detenerse, la realidad se distorsiona hasta evaporarse, y se crea un vínculo, que sumados a otros, establecen una relación, del tipo que sea, pero suelen ser momentos frágiles, y el instante se evapora y la realidad vuelve a materializarse, cualquier cosa puede romper esos momentos, incluso involuntariamente, como en este caso, un suspiro de Esther en el cuello de Maca es suficiente. -Ve a descansar un rato, yo me encargo solita del informe. -¿Vas a poder?- La doctora ríe y deja inconscientemente, o no tanto, un beso en la frente de esta. -Si no te despierto, nos vemos antes de que te vayas ¿Vale? -Vale. Cuando Esther se levanta son casi las cinco, por lo que sin buscar a su doctora favorita, sale corriendo con temor a no llegar a la cita con Fernán, por el camino, se regaña a sí misma al verse colocarse el pelo en el espejo retrovisor, ni que le importara lo más mínimo, pero el tener que convencerle de lo de Toni le merece la pena. Aparca el panda cerca de comisaría, al bajarse choca con alguien que le planta dos efusivos besos, la sonrisa de Fernán se materializa y ella saluda con un gesto de la mano, sin sonrisa a la que acompañar. -Ey, esa cara es de mal día… tengo la receta perfecta para animarte.
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-Tenemos que hablar de… -Sí, sí.- Sonríe anchamente y colca su mano sobre los labios de ella.Nada de trabajo, te voy a llevar al mejor sitio de Madrid. Esther suspira sabiendo que tiene las de perder, la energía que tiene el detective es suficiente para darse cuenta, así que se deja arrastrar hasta un pequeño descapotable de color gris que hay detrás de su panda. -Vaya… sí que da el sueldo de detective.- Comenta provocando una risa en él. -No, no te creas, aún lo estoy pagando…. Y mucho que me queda, suba señorita.- Abre la puerta con un gesto teatral y Esther pone los ojos en blanco divertida por la situación, demasiado caballeroso para ser real. Fernán conduce suavemente, mirado cada dos segundos a su acompañante con una sonrisa, la auxiliar, intenta sacar el tema que la preocupa, pero parece que el detective no está dispuesto a hablar sobre nada serio, durante el corto trayecto, le cuenta anécdotas divertidas de su trabajo, y Esther no tiene más remedio que relajarse y esperar el momento oportuno, cuando el coche se mete en el parquin de la estación de Atocha, Esther mira a Fernán con curiosidad. -¿A dónde me llevas? -Bueno, en Madrid no tenemos paraíso natural, así que como somos así de chulos, nos hacemos uno. Ven conmigo.- El detective ofrece su mano y ella la estrecha dejándose arrastrar hacia el interior de la estación. En el poco tiempo que lleva en Madrid, Esther no ha podido hacer mucho turismo por la ciudad, por eso, no conoce muchos sitios, entre ellos, Atocha y su jardín tropical en el interior, cuando ve la gran nave, repleta de palmeras y plantas y agua y siente el golpe de calor, se muestra maravillada, el detective, satisfecho por su idea, la lleva hasta uno de los bordes del jardín y se sientan cómodamente, la auxiliar sonríe divertida al ver las decenas de tortugas que se amontonan en el agua. -Un poco chulos sí que sois… 83
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-Claro que sí, pero también somos encantadores ¿Eh que no?- Ella niega con la cabeza y ríe al ver como una pequeña tortuga se cae de encima del caparazón de su madre.- ¿No habías estado aquí verdad? -Que va, apenas he tenido tiempo de ver nada desde que llegué. Solo el Retiro el otro día, con Toni y Maca. -¿Toni?- El detective frunce el ceño y la observa con la cabeza ladeada. -Es amigo mío, uno de los pocos que tengo aquí. -Vaya… deberías cuidar más tus amistades. -¿Por qué? Es una persona excelente.- La auxiliar se da cuenta de que es el momento oportuno, y prepara en su cabeza una disección de la personalidad de Toni y de lo absurdo que es colocarlo en la lista de sospechosos. -Si tú piensas eso, de acuerdo, no soy tu padre… ni quiero serlo.- Añade en un tono atrevido.- Ven, hay una cafetería al otro lado, ya verás, es genial tomarse algo mirando las palmeras ¡Vamos!- Con su euforia arrastra a Esther por el lateral de la nave y suben unas pequeñas escaleras hasta el restaurante, Fernán pide una mesa al lado de la barandilla de la terraza y un par de cafés. En el Instituto Anatómico Forense, Maca le pregunta a Teresa por Esther, recibiendo como respuesta una puesta de ojos en blanco. -Se ha ido corriendo hace un buen rato, ni me ha dicho adiós. -Ay, discúlpala, tendría prisa, sabes que si no, te saluda encantada, más sabiendo que eres mi favorita.- Bromea para quitarle importancia, aunque lo cierto es que un pequeño pinchazo se clava al mirar su reloj de muñeca, la cita con el detective de tres al cuarto, ojalá que al menos consiga que dejen de molestar a Toni. -Sí, pues tu favorita tiene un miedo en el cuerpo.
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-¿Y eso? ¿Quién te tiene así que le digo un par de cosas? -¿Quién me tiene así? ¿Tú sabes que el amigo de Esther es sospechoso? -¿Quién te ha dicho tal cosa? -Ah, los detectives han estado preguntando a todo el mundo hoy, se han tirado un buen rato con Javier, el pobre, con lo mal que lo está pasando con lo de Laura, ¿Sabías que se habían prometido? -No, no tenía ni idea… ¿Sabes de qué ha hablado con los detectives?Intenta encauzarla Maca, sabiendo que como Teresa se pierda no va a haber forma de reencontrarla. -Hija, ni que fuera pegando las orejas a los sitios, ni idea, supongo que cosas del caso, pero han salido los dos bastante satisfechos y me ha llamado la mujer de Toni, preguntando si su marido estaba aquí. -¿No estaba con ella? -No, se ve que los detectives se lo han llevado a comisaría, ha llamado más tarde diciendo que no vendría a trabajar. -¡¿Qué?!- Maca se larga corriendo a buscar su móvil, olvidado sobre la mesa de su despacho, cuando llega prácticamente se abalanza sobre él y marca el número de Esther, no da señal, lo sigue intentando mientras con el fijo llama a Teresa, la recepcionista le da encantada el número de la casa de Toni y Maca lo pulsa, al primer timbrazo, la voz de María la invita a hablar. -María, soy Maca ¿Te acuerdas? -Claro, claro que sí, ¿Esta Esther contigo? -No, estoy intentando localizarla, pero su móvil no da señal, nuestra recepcionista me ha comentado algo de Toni. -Está en comisaría, me ha llamado para que me tranquilice, pero es que no puedo y no tengo con quien dejar al niño y… no sé.- María por una 85
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vez en su vida, se muestra nerviosa, ni cuando el crío empezó a dar guerra, ni cuando le diagnosticaron la hiperactividad, nunca ha sido del tipo de mujeres que se pone nerviosa, pero el hecho de que su marido este retenido por la policía, la deja echa un manojo. -Tranquila, tranquila, mira, yo termino de trabajar ahora, si quieres me paso por vuestra casa y me llevo a Marcos, Assia estará a punto de salir del colegio, les puedo llevar a algún sitio, así te quedas más tranquila ¿Vale? -¿Sí? ¿No te importa? -Claro que no mujer, de todas formas, tranquila, no creo que esos tipos tengan nada, Toni no haría algo así ¿Vale? -Voy a ver si consigo hablar con Esther de todas formas. -Sí, yo lo sigo intentando desde el coche, enseguida estoy allí. Cuando Maca llega al portal de Toni, María está en la puerta con el niño, la doctora les invita a subir ofreciéndose para llevarla hasta la comisaría, ya que le pilla de camino hacia el colegio de Assia, la mujer se sube enseguida, nerviosa y con un gesto preocupado en el rostro, Marcos, a pesar de ser un niño, parece contagiado por su madre, ya que se remueve inquieto mientras se abrocha el cinturón. -No me puedo creer que esté pasando esto…- Murmura María viendo las calles pasar por la ventanilla. -Tranquila, mujer, ya verás cómo no es nada, seguro que se han equivocado, sé por experiencia que los policías son unos garrulos de cuidado, no diferenciarían un helado de un yogurt. -Eso espero… y encima Esther ¿Dónde se habrá metido? -No lo sé…- Maca miente, sabe perfectamente donde, o más bien, con quien esta Esther, pero quizás en una situación como esa lo peor es decir que esta acostándose con el enemigo, un escalofrío recorre su espalda ¿Y si es literal? ¿Y si se está tirando a ese imbécil de Fernán? El 86
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pie sobre el acelerador aumenta la presión y el coche va cogiendo velocidad, ansiosa por dejar a María e ir a buscar a su niña, su paz. Cuando llegan a comisaría, María le recuerda a su hijo que se porte bien y haga caso en todo lo que le diga Maca, el niño parece conforme, sobre todo cuando la doctora le deja caer que van a ir al parque con Assia, la mujer se baja y promete llamar en cuanto sepa algo, Maca la ve adentrarse en la comisaría y arranca de nuevo. -¿No me he ganado ni siquiera un beso de despedida?- Esther mira a Fernán atentamente, la verdad es que se lo ha pasado bien con él, pero algo le dice que lo podría haber pasado mejor, en otra compañía, en otra compañía femenina, de repente se acuerda, que se ha marchado sin despedirse de ella, quizás se haya dado cuenta y se esté preguntando donde esta, o quizás le da igual y… antes de que se dé cuenta tiene los labios del detective pegados a los suyos, se aparta sin brusquedad, poniendo bastante distancia entre los dos. -Gracias por todo, me lo he pasado bien… pero tengo cosas que hacer. -No pasa nada, me conformo con ese beso.- Fernán le guiña un ojo y espera hasta asegurarse de que entra en el portal, una vez hecho, sube al coche y se dirige a la comisaría, con las pilas cargadas para seguir trabajando en el caso y deseoso de que Filipo le cuente. Mientras tanto, su compañero, sigue con el interrogatorio a Toni, que después de varias horas, se siente mareado y sin saber ya ni el motivo por el qye esta allí, con los brazos cruzados sobre la mesa y la mirada perdida, escucha al detective intentando entender algo de lo que dice, pero hace rato que su cerebro se ha largado de allí, a casa, con su mujer y su hijo. -Venga, no lo niegues, te vieron discutir con ella y al día siguiente aparece muerta ¿Qué casualidad, no? Di la verdad, todo te irá mejor si lo haces… -No he hecho nada.- Murmura como drogado Toni.
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-Ya, no has hecho nada ¿sabes lo que pienso? ¡Qué mientes!- Grita el detective dando un golpe a la mesa.- Te voy a contar lo que pasó, esa chica te había molestado, con esos aires de doctorucha, o quizás su novio el prepotente, esa noche estabas harto, y le plantaste cara, te jodió algo de lo que te dijo y te la cargaste, igual que a Julio, te molestaba que fuera a dejar el trabajo, que te dejase tirado y te lo cargaste. -No es verdad. -Toni, estoy seguro que fue una ida, se te fue la olla un momento, dos, no te caerá mucho, pero si no reconoces lo que hiciste, no sirve de nada, te joderemos… y te joderemos mucho, es tu elección. -¡Yo no he hecho nada!- Filipo le mira con las cejas alzadas y suspira. -Vendré en un rato, a ver si te muestras… más comunicativo. El detective se va cerrando la puerta y Toni se echa a llorar presa del nerviosismo una vez más. La doctora deja que los niños correteen por el parque, saltando de un columpio a otro, su móvil empieza a vibrar en su bolso y al mirar la pantalla lo descuelga rápidamente, Esther parece muy tranquila al otro lado, seguramente no sabe nada, y Maca no quiere alterarla, así que le da las señas del parque y le pide que venga. -¿Pero qué pasa? -Nada, me apetece hablar contigo un rato… además, estoy con Marcos y Assia y yo sola no puedo con los dos. -¿Con Marcos? ¿Dónde está María? También tengo muchas llamadas de ella… -¿No has hablado con ella?- Esther traga saliva, incapaz de reconocer que en cuanto ha visto su nombre entre la lista de llamadas perdidas ha marcado su número en el acto, sin mirar nada más.
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-No…- Maca no puede evitar una pequeña sonrisa a pesar de todo y de lo disgustada que esta con su compañera y amiga, celos, lo sabe. -Está bien, tú vente y te cuento. -Estoy allí en diez minutos. -Bien… Cuando Fernán llega a comisaría ve de pasada como el Samur atiende a una mujer, despreocupado, se mete en el ascensor y sube hasta la planta donde están los despachos de los detectives, allí encuentra a su compañero, sacando un café de la máquina del pasillo. -Filipo, Filipo, eso te acabará matando.- Bromea de buen humor. -El desaparecido… ¿Qué tal con esa chica? -Bien, muy bien, a toda vela, en menos de una semana es mía. ¿Qué tal todo por aquí? -Te he estado llamando. -Lo sé, lo sé, pero… ya sabes, estaba desplegando mis armas.- Filipo ríe por la actitud de su amigo. -Pues a ver si las despliegas igual de bien ahí dentro.- Comenta señalando una puerta. -¿Tenemos a alguien? -Sí, el tal Antonio, el auxiliar de noche, lo vieron discutir con la última víctima la misma noche que murió, es él. -¿Lo ha confesado? -No, se ha cerrado en banda conmigo, a ver si tú tienes más suerte.
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-Joder…- De repente la imagen de una mujer siento atendida abajo aparece en su mente.- ¿La de abajo es su esposa? -Sí, he pedido que no le digan nada, un compañero ha intentado hacerle unas preguntas, pero no ha sacado nada. -Tú sigue con Toni y yo bajo a hablar con la mujer ¿Cómo se llama? -María, pero mejor al revés ¿No? -No, a mi manera, bastante has hecho tú ya…- Fernán baja a ver a María, sabiendo que es amiga de Esther e intentando ganar unos puntos extra en su conquista, seguro que si María comenta lo bien que la ha tratado el detective, saca algo más de la auxiliar que un par de besos robados. En el parque, Assia y Marcos se lanzan juntos por el tobogán, Maca los observa a intervalos, alternando sus sonrisas con las agujas del reloj, quince minutos y Esther sin aparecer. -¡Maca!- Se gira y la observa acercarse apresurada, agarrándose el bolso con fuerza para que no se le caiga y una expresión entre seria, melancólica y sonriente, a la doctora, se le antoja extrañamente guapa bajo esa luz, o con esa expresión o simplemente… porque es ella. -Esther, por fin nos vemos.- Se dan un par de besos, rápidos y torpes y la auxiliar se cruza de brazos mirándola. -¿Qué es lo que ha pasado? -Pues… no te tienes que preocupar de nada, ¿Vale? Pero... Toni esta en comisaría. -¿Qué? No puede ser…. -Sí, se ve que lo están interrogando, María te llamaba para ver si te podías quedar con Carlos y yo para ver si sabías algo, pero ninguna de las dos hemos podido.
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-Se me había quedado sin batería… no me… joder. Un momento ¿Cuándo ha sido? -Hace horas…- La doctora adivina el conjunto de pensamientos que cruzan la mente de Esther, su querido detective la ha estado entreteniendo, seguro, la auxiliar maldice por lo bajo.- Tranquila… no pasa nada. -¿Cómo que no pasa nada? He estado con ese mientras tenían a mi amigo haciéndole vete a saber qué. -Esther, por favor, no es una peli americana, le habrán hecho unas cuantas preguntas, necesitan un cabeza de turco y Toni parece el perfecto, solo eso, ya verás como los sueltan, en cuanto María les cante las cuarenta a alguno de esos. -Pero… ¿Por qué no me lo ha dicho? No me lo ha dicho. -Esther, no pasa nada, quizás… yo que sé… pero no te pongas nerviosa ¿Mhm?- Maca pone sus manos sobre las mejillas de su amiga y la mira fijamente a los ojos.- Todo va a salir bien.- La auxiliar se aprieta contra ella y deja que sus brazos la rodeen y sus labios besen su pelo.- Todo va a ir bien.- Una sensación de querer parar el tiempo y olvidar el mundo se apodera de la doctora, verla así, tan vulnerable, tan impotente, tan tensa la mata. Y sus ganas de abrazarla, de susúrrale las veces que hagan falta que va a ir bien, de protegerla, de estar a su lado y no dejar que sus ojos se llenen con una sola lágrima más, esas ganas, aumentan, sabiendo el motivo, y aceptando que ya no hay nada que hacer, que ya ha caído y que solo le queda esperar, esperar que llegue un momento en el que se pueda sincerar, esperar que dejen de pasar cosas malas y tengan algo de tranquilidad, esperar al momento perfecto… y tirarse a la piscina, sin importarle si se va a dejar la cabeza en el intento o si por el contrario, va a encontrar algo muy mullido en lo que caer. El móvil de Maca empieza a sonar y ésta lo saca del bolsillo, mirando la pantalla fugazmente antes de responder. -¿María?
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-Maca, sé que te estoy dando mucho la lata pero… me han dicho que Toni va a estar retenido durante toda la noche, no sé… yo… -Vale, tranquila, hagamos una cosa, te vamos a buscar y os llevo a mi casa, en comisaría solo vas a ponerte más de los nervios y en casa yo puedo estar al tanto de Marcos. ¿Te parece? -No lo sé… no sé…- Maca mira a Esther y ésta le quita el teléfono para hablar con su amiga. -María, estamos allí en veinte minutos, Maca tiene razón, allí solo te vas a poner más nerviosa. -Esther, es que… no sé… no quiero molestar a Maca yo… -No digas tonterías, a Maca no la molestas para nada, yo me quedo con vosotras si así estás más tranquila ¿Eh?- Buscando la aprobación en los ojos de la forense que asiente mientras se levanta para llamar a los críos. -Está bien, está bien. -Veinte minutos María. Cuando Maca detiene el coche enfrente de comisaría Esther sale volando para encontrarse con su amiga, entra sin saber muy bien dónde localizarla y temiendo que en algún momento alguien le barre el paso, por suerte la ve sentada en una de las sillas, Fernán esta con ella. -María.- La mujer se levanta y se abraza a ella sin poder reprimir las lágrimas. -Esther… -Lo sé, lo sé.- Frotando su espalda.- Vamos, Maca está esperando en el coche.- Ambas empiezan a andar hacia la puerta pero el detective se interpone en su camino. -Esther, yo no sabía nada, me he enterado al llegar, lo siento. 92
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-Ya.- Lo mira ella con la cabeza de María escondida en su cuello.¿Puedes llamar cuando soltéis a mi amigo?- Remarcando la última parte. -Claro, claro, te mantendré informada en todo momento, intentaré ver si puedo conseguir que Antonio os llame ¿Te parece? -Gracias.- Murmura de pasada mientras abre la puerta y sale a la calle, allí acompaña a María hasta el coche, Maca sale enseguida para abrirle la puerta del copiloto. -Maca.- La mujer se abraza también a ella mientras Esther sube a la parte de atrás, buscando entretener a los niños para que no se den cuenta de que María llora. -Venga, ya verás cómo mañana a primera hora tienes a Toni contigo ¿Eh? Solo están hablando con él. -Lo sé, pero es todo tan… -Lo entiendo, pero ahí dentro hay un niño precioso que no quiere verte llorar ¿Mhm?- Limpiando las lágrimas de la mujer. -Sí… gracias por todo Maca, no tienes porque hacerlo y sin embargo. -Ey, estamos para eso, no le des vueltas y no me debes agradecer nada ¿Vale?- María asiente y entra en el coche, Marcos deja de jugar con Assia y Esther y le da un beso a su madre. -Me han dicho que vamos a dormir con Assia. -Si cariño.- Acariciándole el pelo.- Esta noche sí. Cuando Maca abre la puerta del piso, Assia y Marcos corren al interior, la niña le quiere enseñar sus juguetes, las tres mujeres se adentran en el comedor y María se sienta abatida en uno de los sofás, la auxiliar lo hace a su lado, tomando sus manos entre las suyas.
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-María, voy a prepararte una tila te irá bien ¿Vale?- La mujer asiente ida.¿Esther? -Sí, gracias.- La doctora se va a la cocina y pone a hervir agua, cuando sale al comedor con una bandeja se encuentra que Marcos y Assia han ocupado la alfombra que hay entre el televisor y los sofás como centro de juegos. -Cariño, ¿Por qué no jugáis en tu habitación? -Porque así podemos ver también la tele.- Responde como si fuera obvio su pequeña, la forense le sonríe negando con la cabeza.- ¿Juegas con nosotros? -Claro, pero solo un rato que hay que preparar la cena.- Deja las tilas en una mesita auxiliar y se pone de cuclillas con ellos. -Yo tengo el estomago cerrado.- Susurra María, la doctora intercambia una mirada con Esther. -Tienes que comer algo. -De verdad, no me entrará… prefiero descansar un poco… -Está bien.- Viendo su abatimiento Maca se levanta.- Chicos, le toca jugar a Esther. María, te acompaño a la habitación de invitados. Después de preparar algo ligero de cenar y poner a dormir a Marcos y Assia en el cuarto de la niña, Maca se acerca al comedor a ver como lo lleva Esther, que sigue atendiendo la llamada que les ha interrumpido en la cena, pero justo al llegar a ella cuelga el teléfono y la mira. -Fernán, mañana a las siete sueltan a Antonio. -¿Por qué no lo sueltan ya? -No lo sé, me ha explicado algo de… yo que sé… creen de verdad que es él…
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-Ven aquí.- Abrazándola con cariño y besando su frente.- Son unos cabezas cuadradas… -Ahora ya sé porque no te caen nada bien… -¡Ya era hora!- Bromea intentando animar a Esther. -Muy graciosa.- Separándose y mirándola a los ojos.- Gracias. -Tonta, sabes que lo hago encantada.- dejando una breve caricia en su barbilla.- Voy a buscarte algo para que uses de pijama. -Por cierto… ¿Dónde duermo?- Le pregunta cuando Maca ya está subiendo las escaleras de madera que llevan al segundo piso. -En mi cama.- Esther siente como su corazón se dispara golpeándole el pecho ¿En su cama? Al instante, se siente avergonzada, su amigo en una comisaría y ella poniéndose nerviosa por dormir en la cama de Maca, no es el momento para tonterías se repite mentalmente, pero lo cierto es que cuando ve aparecer a la doctora con una almohada y una manta siente una pequeña decepción adueñándose de ella. -¿Y eso? -Para mí, te he dejado una vieja camiseta y unos pantalones encima de mi cama, la puerta del final del pasillo.- Maca deja caer lo que lleva en el sofá y empieza a acomodarlo, pero al ver que Esther sigue allí parada la mira con las cejas alzadas. -No esperaras que te arrope y cuente un cuento ¿No?- Esther niega sonrojándose. -No, no… esto…- La mira a punto de pedirle que duerma con ella, perdiéndose en esa mirada inquisitiva de Maca, pero niega con la cabeza y le dedica una sonrisa.- Buenas noches. -Buenas noches…- susurra dándole un beso en la mejilla antes de verla marchar hacia arriba, cuando Esther desaparece Maca agarra la
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almohada y se la aprieta contra la cara, le debía haber dicho si no quería dormir sola esa noche. Se despierta sobresaltada al escuchar un ruido sordo y una especie de quejido, Maca enciende la lámpara que hay al lado del sofá y mira por encima del respaldo hacia la doble puerta que da al pasillo, en la penumbra distingue la figura de Esther, agarrándose el pie con gesto de dolor y no puede evitar una pequeña sonrisa, la auxiliar la mira medio dormida. -¿Me has puesto trampas?- Susurra para no despertar al resto. -Claro que sí, a ver si pensabas que te iba a dejar deambular por ahí.- Se levanta y se acerca a ella lentamente, mirándola tan fijamente que Esther se pone nerviosa y acaba pegada contra la pared con la doctora a tan solo un palmo de ella.- Solo voy a ver que te has hecho, tonta.Negando con la cabeza y agachándose ante ella, Esther observa como los dedos de la forense toman su pie con delicadeza y lo acarician un instante.- Esto ha sido un golpecito de nada, eres una quejica.Empezando a levantarse para quedarse a su altura. -Claro, como a ti no te ha atacado ese mueble horrible…- Fingiendo estar molesta, Maca le sonríe con cariño y le acaricia la mejilla. -Eso es culpa tuya, por andar a oscuras por la casa.- Esther agacha la cabeza mirando al suelo y nota como el cuerpo de Maca se acerca a ella tomándola por la cintura y abrigándola en un cálido abrazo.- No puedes dormir ¿Mhm? -No... yo…- Suspira y alza la mirada para cruzarse con la suya, siente como su corazón se acelera, dejándose envolver por esa ternura que emanan los ojos marrones de Maca, sintiéndose segura entre sus brazos, como si su estado natural, fuese allí, con ella pegada a su cuerpo, vuelve a suspirar y nota como la doctora traga saliva sin apartar la mirada de ella ¿La pone nerviosa?- Quiero dormir contigo.- Suelta cortando la respiración de Maca por un segundo.- Quiero decir que… que… es absurdo que duermas en el sofá, es tu casa y…. yo… bueno, que… eso…- Mirando a los lados nerviosa, la doctora hace verdaderos esfuerzos por no besarla en ese mismo momento, olvidándose de María, 96
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de Toni, los niños, de todo, pero sabe que precipitarse le podría costar caro y más tan vulnerable como le parece Esther en esos momentos, sería aprovecharse de ella, así que vuelve a tragar saliva con fuerzas, rezando para que Esther no note el temblor de sus manos cuando se apoyan en sus mejillas y hacen que la mire. -Recuérdame que tire el sofá mañana a primera hora…- Sonriéndole con dulzura. -Trato echo.- Esther empieza a andar de vuelta a la habitación y se detiene a medio camino al no notar a Maca cerca, al girarse la ve observándola con un gesto de curiosidad en el rostro.- ¿Qué? -¿No ibas a ningún sitio antes de tropezar con el mueble? -Se me ha olvidado.- Encogiéndose de hombros y escondiendo su rubor en la penumbra del pasillo.- Te espero en la cama. La doctora se acerca a la lámpara y la apaga con una sonrisa que podría iluminar medio Madrid y parte de la otra mitad. Después de un sueño reparador, se despierta buscando a tientas ese cuerpo que ha estado entrelazado al suyo toda la noche, al notar el vacío abre los ojos con dificultad y mira hacia su espalda, Maca no está, pero escucha el trasiego de cubiertos y los dibujos animados en el televisor, sale de la habitación camino a la cocina, comprobando de paso que María está durmiendo. -Buenos días.- Saluda a la espalda de Maca, ésta ladea la cabeza y le dedica una sonrisa mientras sigue preparando el desayuno. -¿Has dormido bien? -Como nunca.- Mirando como a la doctora se le cae una de las tostadas al suelo, la auxiliar dibuja un sonrisita traviesa, la pone muy nerviosa y acaba de descubrir que le encanta hacerlo.- ¿Y tú?- Sentándose sobre la encimera de la cocina, justo al lado de Maca.
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-Bien, bien, bien.- Suelta de carrerilla recogiendo la tostada y lanzándola al cubo de la basura que hay al lado de la puerta.- ¿Cómo esta María? -Durmiendo, no he querido despertarla… anoche estuvo llorando hasta las tantas.- Sentándose sobre la encimera de la cocina. -Normal, yo también haría lo mismo si… -¿Si qué?- Viendo como la forense se acerca hasta ella, intentando hacerle a Esther lo mismo que le hace ella, colocándose entre sus piernas y mirándola atentamente. -Si…- Esther siente como sus nervios empiezan a aflorar al ver su mano acercarse a su cuello, pero ésta pasa de largo.- si no me dejas coger los vasos para la leche. -Tonta.- Haciéndose a un lado sonrojada. -Si le pasase eso a alguien a quién quiero.- Sacando los vasos del mueble con una pequeña sonrisa, la ha puesto nerviosa. -¡Mami!- Se escucha a Assia desde el comedor.- ¡Cereales! -¡Ya van!- Riendo mientras los busca.- Creo que esta niña está aprendiendo muy rápido. -Tiene de quién hacerlo.- Sacándole la lengua a la forense mientras su móvil empieza a sonar. -Anda, ve a cogerlo antes de que despierte a María. Maca sale de la cocina ya con dos boles de cereales y leche para los pequeños y ve a Esther en la terraza hablando por teléfono, les da el desayuno y se sienta en el sofá a ver los dibujos con ellos, poco después Esther vuelve a entrar. -Fernán, que ya dejan salir a Antonio.
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-Llévate mi coche si quieres, seguro que María se alegrará si es él quien la despierta. -Estás echa una romántica ¿Eh?- Sonriendo por imaginarla así. -No lo sabes tú bien, tira anda.- Volviendo su vista hacia el televisor.- Las llaves están en la entrada. -Fernán ha dicho que él lo trae.- Maca mira atentamente a la auxiliar y ella agacha la cabeza sintiéndose incomoda.- Ha insistido y quizás si ve lo mucho que nos preocupamos todos por Toni… -Tranquila, pero como pase de esa puerta lo lanzo por la ventana.Bromeando aunque molesta porque Esther aún piense que ese capullo integral tenga capacidad de ser bueno. -Puedo llamarle y decirle que lo lleve a…- Sabiendo que ha cometido un error con la doctora, dejando que Fernán vaya hasta su casa. -Esther, a María le hará gracia que venga Toni aquí, no pasa nada. Pero el malestar que se ha instalado en Esther al notarla así dura hasta que suena el timbre, justo cuando maría aparece con ojeras y el rostro hinchado en el comedor, Maca va a abrir la puerta y al ver a Toni le invita a pasar enseguida, su mujer prácticamente se le tira encima al verlo, Fernán, Maca y Esther observan la escena, estas últimas con cariño. -Tranquila mujer, estoy bien… estoy bien… -Creía que, creía que… -Ya…- Consolándola y limpiando sus lágrimas.- ¿Dónde está Marcos? -Con mi hija trasteando en el comedor Toni.- Le responde la doctora y este asiente agradecido y se van hacia allí.- Bueno…- Mirando a Fernán que no quita ojo de Esther.- Gracias por traerle.
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-De nada, no me costaba nada además, así veía a Esther, ya ves que he cuidado de tu amigo.- Maca pone los ojos en blanco y su mano se aferra a la puerta con ganas de cerrársela en las narices.- Voy a prepararle algo a Toni, estará hambriento…- Susurra y empieza a moverse hacia la cocina, Esther la para poniendo una mano en su abdomen al llegar a su altura. -No te tendrías que haber molestado, podíamos haber ido nosotras a buscarlo, si no te importa, quiero estar con mi amigo. -Claro, claro.- Sonriendo pero sintiendo la rabia porque sea Maca la que reciba esa mano y no él.- te llamo luego. -Ajá…- Es toda la respuesta que recibe antes de cerrar la puerta y girarse a mirar a Maca.- ¿Ves que buena soy? No has tenido que tirarlo por la ventana.- Sonriendo de oreja a oreja ya acercándose a ella. -Buenísima.- No queriendo controlar el impulso que la lleva a besar su mejilla.- Eso sí…- Acercándose a su oído.- Dos segundos más y se come la puerta. -Serás burra.- riendo y acercándose al comedor.- Toni ¿Algo de desayunar? -Estaría genial…- Dejando de dar besos a su mujer y sonriendo a Esther. -Vale, Assia, Marcos ¿Nos ayudáis a Maca y a mí? -Estamos viendo los dibujos…- Susurra Marcos sin apartar la vista de la tele y provocando las risas de las mayores. -Déjalo Esther, que ya tendremos tiempo en casa.- María y Toni se miran y de nuevo vuelven a besarse, Esther se va sonriente hacia la cocina. -Que niños, yo queriendo que Toni y María tuviesen un rato a solas. -¿Qué esperas? Hay dibujos, no los despegarías de esa pantalla ni con una rasqueta. Capítulo cuatro: pánico 100
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-¡Marta! ¡Marta! -¡Estoy en la cocina! -¡Voy!- Maca se deslizó por el pasillo hasta llegar a la puerta de la cocina y observó como ella fregaba los platos, al darse cuenta de su presencia, se limpió las manos con un paño y se acercó.- ¿Has visto mi camisa blanca? -¿No está en el armario? -No la he conseguido ver ¿No la habrás puesto en tu parte? Sabes que no llego. -No, que yo sepa… espera ¡La tengo para planchar! -Pero si no me la pongo desde hace semanas. -Por eso, pensé que no corría prisa, lo siento. ¿Te la vas a poner? -Sí, Rodolfo y Cruz me han llamado para que fuera a verles. Ya sabes cómo se cachondea cuando no voy bien vestida.- Refiriéndose a su amigo. -Tú siempre vas bien vestida, y ese gruñón se cachondea de todo el mundo. Te la plancho en un momento ¿la señora quiere algo más? -Un beso. -Sí, guana.- Responde Marta dejando un beso en los labios de Maca sonriendo.- ¿Algo más? -¿Un masaje cuando vuelva? -Sí y te abanico por la noche para que no tengas calor.- Ambas se echan a reír y Maca le da un manotazo en el trasero.- Te has levantado de buen humor ¿eh?
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-Sí, quizás esa terapia está haciendo frutos. -Pues yo me alegro pero mi trasero… no sé yo. -Sí que se alegra que lo sé yo.- Maca observó a Marta mientras esta le planchaba la camisa y después cuando le ayudaba ponérsela, junto con los pantalones.- Gracias. -De nada ¿Te pido un taxi? -¿No quieres venir? -Sabes que no me gustaría ninguna cosa más que pasarme la tarde viendo como Vilches y tú os picáis, pero en media hora tengo que estar en la galería, un tipo quiere comprar una de mis obras. Puedo acercarte de camino allí. -No, le pido un taxi al portero, pero si acabas pronto ya sabes donde estaremos. -Claro, me pasó por allí después de buscar a Assia, dile al gruñón que me prepare un café calentito para cuando llegue. -Dirá lo de… -Yo no soy la criada de nadie.- Acabaron la frase a la vez y se echaron a reír, después de despedirse con un beso, Maca bajó a pedir un taxi mientras Marta iba al estudio a coger unos papeles que necesitaba, vio el ordenador sobre la mesa de Maca encendido y se acercó a la pantalla, imaginó lo que era, y aunque tenía ganas de sentarse y leerlo, esperaría, como lo había hecho siempre, a que fuera Maca quién se lo explicase, guardó los cambios y lo apagó para que no se quedará sin batería. Aunque las primeras palabras que había leído le hacían preguntarse de camino a la galería que era lo que Maca estaba escribiendo para su terapia.
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Esa mañana, aturdido aún por la tarde anterior y sin haber ido a trabajar, se despierta ojeroso y cansado, su mujer duerme a su lado, seguramente agotada, Toni mira el reloj y ve que aún falta una hora para tener que despertar al pequeño. Se sienta en el borde de la cama y suspira ¿Cómo han podido creer que ha sido él? ¿Cómo esos capullos se han atrevido a molestarle a él y a su familia? Un padre generoso, un marido atento, un buen compañero… nunca a molestado a nadie, sí, ha tenido sus más y sus menos con algunas personas, pero… matar, jamás. Se levanta para ir al baño y mientras desabrocha el cordón blanco del pantalón se fija en una pequeña mancha marrón, le quita importancia, y orina con los ojos cerrados, pensando en lo injusto que es todo, él encerrado una tarde sufriendo los gritos de ese detective de la magia y el verdadero asesino por ahí, tan tranquilo, Julio, Laura… ¿Quién será el siguiente? Cuando termina, baja del todo el pantalón y se quita la camiseta, cuando va a meterse en la ducha, ve algo extraño en el reflejo del espejo, vuelve a mirar y sus ojos se salen de orbita, su corazón parece pararse y uno de sus dedos va directamente hacia la herida en el abdomen, cosida y seca, los puntos parecen recientes, de esa noche ¿Cómo? ¿Co… ha estado en su caso, el nerviosismo se apodera de él y sale corriendo a comprobar cómo están su mujer y su hijo, al ver que tienen pulso y están bien, busca por toda la casa, todo parece normal, no hay nadie, entonces… ¿Cuándo se lo ha hecho? Asustado, corre hacia el baño y abre el pequeño armario, rebuscando nervioso con sus manos, tirando cosas, buscando ansioso, al fin, en uno de los cajones, descubre unas tijeras, sin pensarlo dos veces, corta los puntos, haciendo que empiece a brotar la sangre y se mira en el espejo, pálido como un muerto, buscando algo, una señal de lo que debe hacer, quizás…quizás no esté… quizás no tenga una nota, no, no puede tener una nota, es imposible, tiene mujer, un hijo, no puede morirse, no hay nota, no hay nota, no hay nota… con este pensamiento, hace caso omiso al dolor e introduce su mano en la herida abierta, sus dedos solo notan el calor amargo de la sangre, hasta que los hunde un poco más y nota algo que no está tan caliente, tira y no siente dolor, no más dolor al menos, así que sigue tirando… cuando se mira la mano, cuando ve la bola de plástico ensangrentada, pierde el conocimiento cayendo al suelo.
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El teléfono resuena por todo el piso, la doctora mira el reloj y piensa en lo genial que sería media hora más, pero quizás se trate de una urgencia en el trabajo, así que sale de la cama con su pantalones cortos y su camiseta de tirantes blancos y va hacia la sala de estar, en la pantalla aparece un móvil que le suena, sin dudarlo, toma el auricular. -Buenos días.- Saluda con una gran sonrisa. -¡Maca! ¡Toni está en el hospital!- Una voz muy alterada le responde. -Esther, cálmate… no he entendido nada. -Que Toni esta en el hospital, me acaba de llamar María y el coche no me arranca. -Vale, vale… espérame en tu casa, voy a ver si la vecina puede llevar a Assia al colegio ¿Marcos? -María ya lo ha dejado en el colegio, con el portero. -Está bien, espérame en tu casa.- Maca cuelga y se acerca a la habitación de la niña, sigue durmiendo plácidamente, así que sin despertarla se acerca un momento a la puerta de enfrente y pulsa el timbre, al cabo de dos minutos, su vecina le abre sonriente. -Doctora en pijama a domicilio, interesante.- Bromea ella pero la doctora no le devuelve su habitual sonrisa. -Necesito un favor, Cora. -Eso es una provocación en toda regla… si fueran las ocho de la noche y no de la mañana… -Muy graciosa, pero no es el momento. -Suéltalo.- Le anima con un golpe en el brazo, dándose cuenta de que su vecina está en apuros. -Necesito que lleves a Assia al colegio, si te va bien. 104
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-Sabes que sí, es lo que tenemos las artistas inconformistas… mucho tiempo libre. -Tiene que estar allí a las nueve. -Tranquila… ¿está durmiendo? -Sí, y yo me tengo que… -No hay problema Maca, me visto en cinco minutos y voy. Esther contempla su reloj por enésima vez ¿Dónde se ha metido? Vuelve a echar un vistazo calle arriba y abajo, pero nada, ni señal del coche de Maca, vuelve a dar vueltas nerviosamente por el portal, pensando en el tono de voz de María cuando la ha llamado desde urgencias y pensando en lo que ha dicho, una herida en el abdomen… no paraba de sangrar. Un claxon hace que mire a la calle, nada, no es ella, suspira agobiada pensando en que hubiese ido más rápido en metro o en cualquier otra cosa que no teniendo que esperar a ¡Otro claxon! ¡Es ella! La auxiliar se le echa encima abrazándola con fuerza y Maca responde, intentando darle algo de fuerza y acariciando su espalda, en cuanto se separa, Esther prácticamente salta al interior del coche y Maca la sigue, arrancando inmediatamente. -¿En qué hospital lo tienen? -En el Central, ¿Sabes donde… -Sí, he ido un par de veces, tengo una amiga allí. ¿Sabes que ha pasado? -María estaba muy nerviosa, no lo sé… -¿No te ha dicho nada? -Pues… algo de una herida en el abdomen.- La doctora aparta la vista un momento del volante y la centra en los ojos preocupados de Esther ¿En
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el abdomen? Ya es una maldita coincidencia… y las coincidencias no se suelen dar, no tan cerca. María solloza en la silla se la sala de espera, las batas blancas se vuelven manchas borrosas, nadie parece querer decirle nada y hace ya una hora que han metido a Toni en el quirófano, aún tiene grabada la imagen de su marido, tirado en el suelo del baño, con un charco de sangre debajo de él, había tanta sangre… se mira las manos, aún manchadas a pesar de haberse limpiado un poco, entre sus dedos, en las uñas, suspira temblorosa. -¿Señora Gutiérrez?- Alza la vista y distingue a la doctora que les ha atendido al llegar.- ¿Le importa si me siento?- Señala el asiento vacío que hay a su lado y María hace un gesto con la mano para que lo haga.Verá, su marido ha llegado bastante grave… ha perdido mucha sangre, pero esta fuera de peligro, ahora están intentando suturar bien la herida para que quede lo mejor posible. -¿Va a salir de esta? -Sí, puede estar segura, quizás le quede cicatriz, pero nada serio.- María llora desconsoladamente y la doctora le extiende el brazo por encima de los hombros, intentando consolarla, aunque la experiencia le dice que no hay nada que hacer, la mujer solo necesita desahogarse, echa un vistazo por el pasillo, a ver si hay alguna enfermera que pueda encargarse de María, pero para su sorpresa, a quien ve es a una vieja amiga, saludándola mientras la acompañante se echa encima de la mujer del paciente.- ¿Maca? -Hola Vero.- Esther escucha como ambas intercambian un par de besos, que espera sean en las mejillas e intenta que María le diga algo. -Esta… bien…- Es lo único que consigue articular. -Creo que debería descansar ¿Es conocida tuya? -La mujer de un amigo, sí.- Responde Maca.- ¿Cómo esta él?
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-Venía muy débil, ha perdido mucha sangre y ha estado a punto de irse dos veces, pero ya está estable, dos buenos doctores están trabajando con él, para ver como cierran esa herida. ¿Le habían operado hace poco? -No, que yo sepa… no ¿Por qué? -Había restos de puntos de sutura, hemos pensado que se le habrían soltado pero… más bien se los arrancó.- María mira a la doctora confusa mientras Esther lo hace con Maca. -Joder… -¿Pasa algo?- La mujer de Toni no encuentra respuesta en su amiga, que agacha la cabeza pensativa. -¿Esther, necesitas ayuda? -No, yo… me quedo con ella, no pasa nada, ve. -Vale, vuelvo enseguida.- Maca acaricia un momento el pelo de Esther, que esta agachada frente a su amiga y después mira a Vero.- ¿Te pongo al día con un café? -Esther… ¿Qué está pasando aquí? -Verás… Yo…- Se ve incapaz de decirle a María lo que significa que su marido tenga puntos de sutura, y que se los haya arrancado, de repente, se materializa en su cabeza la imagen de su amigo, la persona que la ayudó cuando llegó, la que se volvió imprescindible, o al menos… no prescindible, su rostro, observando horrorizado los puntos en su abdomen, conociendo su significado. -Por favor, tú sabes algo…- La mujer lanza un grito de socorro por medio de una mirada, una sola mirada y la fachada de Esther se derrumba, no puede ocultárselo, y quizás salga algo bueno, quizás María convenza a Toni para que se vayan, se vayan lejos. -María, Toni… ¿Sabes ese asunto con la policía?- Espera a que ella asienta con la cabeza y continua.- Verás…- Mientras Esther intenta 107
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explicarle, con algo de tacto, que Toni se ha arrancado del cuerpo el aviso de que es la próxima víctima de un asesino que la policía cree que es él, Maca y Vero comentan los detalles de la intervención. -Entonces, saldrá de esta. -Sí, pero… he tenido que avisar a la policía, tu amigo se ha puesto algo violento. -Toni no es violento… un momento, ¿Le has sacado muestras para tóxicos? -Sí, ¿Por qué? ¿Es consumidor de estupefacientes? -¡No! ¿Qué clase de amigos crees que tengo? No. Es… por algo que está ocurriendo en el Anatómico, quizás sea útil saber si hay algo en su sangre que no debería estar ahí. ¿Cuándo tendrás los resultados? -Pues… en unas horas, lo he mandado como urgente, Vanesa trabaja en el laboratorio, en cuanto vea que es mío se pondrá con ello ¿Qué ocurre en el trabajo? -De momento… nada que pueda contarte.- ite Maca, sabiendo que quizás no sea muy conveniente que mucha gente se entere de lo que ocurre, al menos no la gente que no está en el punto de mira. En sus años como forense ha visto muchas cosas, demasiadas, las suficientes como para saber que un asesino puede cambiar de objetivos con facilidad, sobre todo si ve en riesgo su seguridad, o si cree que tiene a demasiada gente pendiente de él, el miedo a que lo descubran puede ser abrumador para ellos. -Maca, soy amiga tuya, te conozco desde hace bastante tiempo, y has compartido información confidencial conmigo, igual que yo contigo ¿Qué hay diferente esta vez? -Que esta vez… es un problema directo, no un caso que llevo ni algo que me han comentado los cazurros de los detectives. Es serio. ¿Podrás meterle algo de prisa a Vanesa?
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-La llamo ahora mismo, aunque quizás funcione mejor si la presionas tú. -Es tu novia. -Es tu ex, y ya sabes lo que pienso. -Vero, también sabes lo que yo pienso.- Su amiga, siempre ha tenido dudas acerca de los sentimientos de Vanesa, su pareja desde hace un par de años, y es que esta no ocultó el detalle de que conocía a Maca, y de que se había enamorado locamente, un amor no correspondido por la doctora, que a pesar de rechazarla, siempre la había tratado bien, quizás demasiado, o al menos eso pensaba Vero, temerosa de que los gestos amables de Maca fueran confundidos por Vanesa como una señal para lanzarse a su cuello. -Sí, lo siento… tú pidiéndome un favor y yo con mis tonterías, por cierto… nunca me habías hablado de ese tal Toni ¿Es nuevo? -No, pero Esther sí, fue ella la que me lo presentó, sino, seguramente no habría cruzado con él demasiadas palabras fuera del trabajo. -Esther… -He venido con ella, bueno, más bien la he traído para que este con María y Toni. -Diría que te importa… -Tal vez.- Vero niega sonriente con la cabeza, sabiendo que con el orgullo de su amiga por medio, eso es lo más parecido a un sí que va a conseguir. -Voy a ver a Vanesa, ¿Te envío la copia a tu despacho en el Anatómico o estarás por aquí? -Envíala allí por si acaso, no sé si me quedaré mucho por aquí. -Despídete de mí antes de marcharte ¿eh?
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-Claro, voy a ver como lo lleva…- Maca se levanta al mismo tiempo que su acompañante, que enseguida saca el móvil para llamar a Vanesa, la forense, vuelve donde ha dejado a Esther y a María, pero se detiene a unos metros al ver que Esther aún le está explicando la situación, la mirada de la auxiliar se cruza con la de ella un momento, y Maca le guiña un ojo intentando darle ánimos. Cuando María se levanta y mira alrededor confusa, la doctora decide acercarse, la mujer enseguida se echa a sus brazos sollozando, y Maca mira a Esther, que las observa sin moverse, sus ojos enrojecidos y el gesto de preocupación de su rostro, se clavan en ella. -Dime que lo que me ha dicho Esther es mentira, por favor.- Consigue articular entre sollozos María, Maca se limita a suspirar y la abraza con fuerza, pasan así los minutos, hasta que entre las dos consiguen sentarla de nuevo, María toma las manos de ambas entre las suyas, intentando asimilar todo lo que le acaban de contar y pensando ya en a donde ir, está claro que ella, el niño y su marido deben salir de allí. -Señora Gutiérrez.- Las tres mujeres alzan la vista para encontrarse con una enfermera.- Si quiere puede pasar a ver a su marido, está en la sala de despertar y aún no ha salido de la anestesia, pero puede quedarse con él si lo desea. -Gracias.- María se levanta y Maca y Esther la imitan enseguida. -¿Quieres que vayamos contigo? -Lo siento.- Interrumpe a Esther la enfermera.- Solo una persona, ya no es habitual que entre nadie en la sala del despertar, pero la doctora Verónica ha insistido. -Tranquilas, estaré bien… ¿por dónde… -Acompáñeme por aquí. Esther observa abatida como se va al encuentro de su marido, intentando hacerse una idea de lo que debe sentir en esos momentos, pero seguramente ni siquiera puede aproximarse, Toni es su amigo, pero 110
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para ella es su marido, el padre de su hijo. Esther nota la mano de Maca sobre su hombro, transmitiéndole algo de calor humano, una salida de esa pesadilla, y la auxiliar no tarda demasiado en dejarse rodear por sus brazos. -¿Te llevo a casa? Deberías descansar. -Tengo que ir a trabajar.- Comenta apartándose, no se puede permitir el lujo de faltar sin un motivo que le valga, y conociendo a Jack, esto no es una excusa. -De eso nada, ya se me ocurrirá alguna excusa, vamos anda, necesitas estar despejada, seguramente Toni te va a necesitar cuando salga del hospital.- La intenta convencer en un tono dulce Maca. -¿Puedes hacer que se quede ingresado aquí? -¿Quieres que se quede aquí?- Esther asiente y Maca adivina su pensamiento, es más difícil que un asesino se cuele en un hospital y mate a un paciente.- Hablaré con Vero, pero no sé si podrá hacer mucho… -Inténtalo. -Está bien, vuelvo enseguida, no te vayas sin mí ¿Mhm? Esther niega con la cabeza y ve marcharse a la doctora. Se deja caer en el asiento, sin mirar a ninguna aparte en concreto, sumida en sus pensamientos, su amigo, el único que le prestó no solo una mano, sino las dos, al llegar a Madrid, podría ser la próxima víctima del asesino, la auxiliar se pasa las manos por la cara abatida, el asesino… ha estado en su casa, María estaba durmiendo al lado de Toni, el niño en la habitación de enfrente ¿Cómo ha podido hacerlo? ¿Cómo se ha colado en la casa mientras dormían y le ha puesto eso a Toni en el abdomen? ¿Por qué? ¿Por qué hace esto? Esther llora desconsolada, mientras Maca termina de arreglar las cosas con Vero, un poco de insistencia y la promesa de ponerla al día en breve la hacen aceptar, Toni dispondrá de una cama en el hospital hasta que empiecen a presionarla, momento en el cual, promete hacer todo lo posible, pero en el hospital es una doctora más, 111
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con las manos atadas como todos. Maca se despide de ella, dispuesta a sacar a Esther de allí como pueda, mientras va a buscarla llama a Teresa al Anatómico y le ruega que le de largas a Dávila si pregunta por ella o por Esther. Cuando esta colgando ya puede verla, con la cabeza escondida entre las rodillas, sentada en una silla de ese frío pasillo, su cuerpo se convulsiona por el llanto, la doctora se agacha entre sus piernas sabiendo que por fin los nervios han estallado y la atrae hacia ella, abrazándola con toda la fuerza y el cariño del que es capaz. -No es posible… no puede ser…- Logra articular Esther. -Va a estar vigilado ¿De acuerdo? Lo he arreglado con Vero, no te preocupes, no voy a dejar que le pase nada malo ¿Entendido?- Esther se aparta para poder mirarla, y Maca siente como si su corazón se deshiciera lentamente, el dolor en sus ojos, esa expresión perdida, de impotencia, la doctora retira con sus manos las lágrimas, acariciando su rostro, con un nudo en la garganta, intenta calmarla.- No le va a pasar nada… no le va pasar nada…- Esther se vuelve a abrazar a ella, hundiendo la cara en el cuello de Maca y ésta deja que las lágrimas fluyan, que se desahogue, aunque cada sollozo de su boca se le clava en lo más profundo del alma. Pasado un rato, se da cuenta de que si María las ve así se desmoronará, y ante la posibilidad de que en cualquier momento salga, consigue arrastrar a Esther hasta la salida, la auxiliar, se deja llevar por ella, ausente, abatida, y la doctora la sube al coche. Dejarla sola sería una temeridad, además, dejarla sola en este momento es lo último que quiere Maca, así que la lleva a su casa, cuando suben, la doctora comprueba que Cora ha llevado a Assia al colegio, Esther se queda en el comedor, sentada en el sofá con la vista fija en el televisor apagado, es consciente de donde esta, ha estado cenando un par de veces, incluso Toni ha estado allí, Toni… sus ojos se vuelven a empañar y Maca aparece justo a tiempo. -Esther, voy a prepararte una tila ¿Vale? Cuando te la tomes intenta descansar un poco, seguramente María te va a necesitar.- La doctora empieza a andar hacia la cocina pero una mano en su muñeca la detiene. -Maca… 112
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-¿Dime?- Pregunta ella acariciando su mejilla, Esther la mira a los ojos. -No me dejes sola…- Maca la abraza fuertemente negando con la cabeza. -Ni lo había pensado. Ven.- Toma su mano y la lleva hasta su habitación, la doctora hace que se siente y se quite los zapatos, como acto seguido hace ella, Esther se tumba en la cama y Maca la sigue, apretándose contra su espalda y rodeándola con sus brazos. La doctora acaricia y besa el pelo de Esther hasta que ésta parece tranquilizarse, vela su sueño un tiempo, hasta que nota acompasarse la respiración de ella a un ritmo lento, deja un beso en su mejilla, acariciándola con uno de sus dedos después y se levanta. Desde el comedor llama al Central para hablar con su amiga, le pregunta por el estado de Toni, que sigue bajo los efectos de la anestesia y luego le pide que le envíe los resultados a casa, no se ve con fuerzas de ir hasta el Anatómico a revisar el fax, cuando cuelga realiza otra llamada, esta vez a la Teresa del Anatómico, que enseguida le echa la bronca por no dar señales antes. -Dávila esta buscándote como loco. -¿Qué le has dicho? -Que habías llamado diciendo que hoy te pondrías más tarde ¿Se puede saber que está pasando? -Un amigo mío y de Esther esta en el hospital…- No queriendo dar a conocer el nombre para no aumentar los rumores que ya revolotean por los pasillos del Instituto. -Madre mía, ¿Es grave? -Aún no lo sabemos, pero Esther está destrozada y yo no quiero dejarla sola ¿Puedes cubrirme más o voy a tener que ir a hablar con Dávila? -No hija, te cubro, cuida de Esther y te llamo si se pone muy pesado. 113
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-Teresa, tienes el cielo ganado. -Tú sí que lo tienes hija, anda cuelga, que aún me echaran la bronca por hablar contigo. -Está bien. Gracias por todo Teresa. -¿Cómo que gracias? Un vinito que me vas a tener que traer, de esos que tú sabes. -Está bien, te traeré uno, si tienes problemas, ya sabes donde localizarme. Nada más colgar el teléfono escucha el sonido del fax al recibir información, Maca se acerca al despacho que hay justo enfrente de la habitación principal, amueblado con un par de sencillas estanterías, repletas de libros de consulta que alguna vez le han salvado el culo, un escritorio con un portátil y repleto de papeles, viejos informes que le gusta revisar y algunos casos de otros centros en los que piden su opinión, y es que en los diez años que lleva trabajando en el Anatómico se ha conseguido hacer con cierta autoridad entre sus compañeros, resolviendo casos imposibles. Echa un vistazo al fax que hay al lado y ojea lo que es, el informe de tóxicos de Toni, va directamente a la conclusión, sabiendo que su amiga es muy meticulosa y que si ella no ha visto nada, es que no hay nada que ver, como parece que se ha dado el caso, la doctora suspira y echa un vistazo a los papeles adjuntos, las pruebas con los resultados. Nada sospechoso, todos los niveles entran dentro de los parámetros normales. Pero debe haber algo…. Ese tipo entró en la casa de noche y practicó una perfecta incisión en el abdomen de Toni, su mujer dormía al lado y no se enteró de nada… Maca deja los papeles sobre el escritorio y se acerca a la estantería, toma un par de libros dedicados exclusivamente a relajantes y anestesias y se sienta en la silla, tiene que haber algo que encaje… La doctora lleva cerca de dos horas empapándose de esos libros, intentando encontrar una pista, pero el caso es que hay más sustancias 114
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capaces de anestesiar todo el cuerpo sin dejar rastro las horas de las que esperaba, y sin saber el momento exacto en el que se produjo la anestesia, es como tratar de encontrar una aguja en un pajar. Suspira fastidiada con la enorme lista que ha hecho en la mano, la empuja con rabia hacia el escritorio y se restriega los ojos cansada, cuando sus manos se apartan y vuelve a ver, se dibuja una pequeña sonrisa inevitable en su rostro. Esther está apoyada en el marco de la puerta mirándola tranquilamente, y aunque su rostro refleja el mal momento que está pasando, la imagen de verla allí, en su casa, tan tranquila, le produce una sensación de bienestar increíble, además de esa miradita con sueño que se le antoja un regalo. Y esa sensación aumentaría si Maca supiese que Esther lleva más de diez minutos ahí, disfrutando como una niña de sus gestos, de esa mirada concentrada, de ese mechón de pelo rebelde, que se escapa del flequillo de la doctora con cada movimiento y con esos labios apretados y suspirando. -Has dormido poco ¿Mhm? Si quieres te puedes echar un poquito más ¿O tienes hambre? Dios, seguro que no has comido nada desde esta mañana, te preparo algo rápido en un momento.- Esther sonríe ante la rapidez de su ofrecimiento sin dejarle siquiera tiempo a pensar. -No tengo hambre.- Susurra dejándose caer en la silla que hay enfrente de la doctora. -Deberías comer algo… -Tú tampoco habrás comido nada desde esta mañana.- Esther sonríe ante la mirada de descubierta que pone Maca. -Está bien, preparo para las dos. -¿De camino al hospital?- Sugiere Esther poniendo cara de corderito degollado y desarmando así a Maca. -Vale, pero solo porque quiero hablar con Vero o Vanesa.- Intenta disimular.- Les quiero comentar un par de cosas de un caso.- Pensando en la anestesia de Toni, se guarda la lista en el bolsillo del pantalón y se 115
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levanta dispuesta a ir a buscar el bolso al comedor, pero a medio camino Esther agarra su mano y se gira para mirarla a los ojos. -¿Qué caso es?- Sospechando preocupada de lo que se puede tratar, a Maca se le pasa por la cabeza soltar cualquier excusa, pero se ve incapaz de mentirle, así que suspira e intenta quitarle importancia al asunto. -Solo estoy consultando algunos libros, a ver si puedo sacar algo en claro.- Reconoce y una mezcla extraña se libera desde su corazón, un cúmulo de sentimientos que ve reflejados en sus ojos, esos que la miran tan enfadados como preocupados y que la desarman sin piedad.Tranquila…- Susurra más ahogadamente de lo que quisiera, dándole un leve apretón en su mano. -Hay detectives que…- Esther se detiene al ver agacharse a Maca, mirándola en apariencia tranquila, aunque el leve temblor de sus dedos entre los suyos la delatan. -Solo estoy buscando información, una pista, algo que darles.- La auxiliar agacha la cabeza y Maca toma su rostro entre sus manos, acariciando con las yemas sus mejillas.- No va a pasar nada malo ¿Mhm? -Ya tengo un amigo en el hospital…- Susurra temblorosa, reconociéndose a sí misma lo que hasta el momento no había querido ver, aquello a lo que le había negado importancia, tachándolo de capricho, soledad, locura transitoria y todo ese tipo de cosas que la gente repite como un mantra cuando no quiere nada con nadie, un ruego al corazón por un poco de piedad. Esta vez sería algo más que una amiga en el hospital. -Esther, solo he consultado un par de libros, no me voy a poner en peligro. -Más te vale.- Esther clava los ojos en ella, llevando sus manos sobre las suyas.- Va en serio.- Y Maca sonríe aguantándose las ganas de besarla como puede, evitando al menos besar sus labios, y besa su mejilla. -Eso esta echo.- Afirma en un susurro, acariciando con su mirada esa pequeña sonrisa que se ha dibujado en el rostro de la auxiliar, pero 116
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como siempre, ante el dilema de convertir esa caricia de sus ojos en algo más físico, digamos por ejemplo, sus labios, aparece una salvación, una tregua o una maldición, dependiendo del caso, esta vez en forma de melodía estridente saliendo del bolsillo de Esther, que apresuradamente intenta silenciar con una mano, para seguir teniendo a la doctora allí, tan cerca, transmitiéndole todo el calor del mundo, pero Maca echa un vistazo a la pantalla del móvil, y al ver el nombre del detective se aparta bruscamente.- Cógelo, voy a por el bolso ¿Vale? Se nos va a hacer muy tarde si no.- Esther asiente viéndola marchar, suspira pasándose una mano por la frente, casi la besa, durante unas décimas de segundo, cuando ha tomado su cara entre sus manos, se ha visto a si misma fundiendo sus labios con los de Maca, mandando a todos los ‘peros’ que se amontonan en su cabeza bien lejos de allí. -Soy Esther.- Descolgando. -¡Esther! Me acaba de decir un compañero lo de tu amigo, ha ido él a echarle un vistazo. Lo siento mucho. -Ya. ¿Aún sigue siendo sospechoso?- En un tono recriminatorio. -Esther, sabes que solo hacemos nuestro trabajo, y de verdad siento lo de tu amigo, sé lo que te ha ayudado en todo y me siento agradecido hacia él, de verdad. Ahora tengo una reunión, pero ¿Te parece si luego me paso por tu casa o por donde estés ahora? -Estoy con Maca. En su casa.- La auxiliar escucha unos instantes de silencio, sin imaginarse que son porque Fernán esta maldiciendo por lo bajo con el móvil pegado a su pecho, pensando que esa doctorucha se le ha adelantado. -Bien, me puedo pasar y… -No, no, luego estaré en el hospital o… no lo sé. ¿Sabes?- Mirando hacia la puerta, donde aparece Maca lista para marcharse.- Estoy muy liada, te tengo que dejar.- La auxiliar se levanta, algo aturdida por lo que ha pasado entre ella y Maca, y estando segura de que hubiese cometido una locura si no llega a sonar el teléfono.
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-¿Nos vamos? Me pasaré por el Anatómico para contarle un cuento a Dávila. -Maca…- La doctora la mira y niega con la cabeza con una media sonrisa en ella. -Vamos anda.- Tendiéndole la mano para que la acompañe, Esther se pone de pie y acepta, saliendo tras de ella del despacho. Después de comer el potaje al que llaman comida en el hospital y de dejarse caer por el laboratorio de Vanesa para pedirle que la ayude en la investigación, Maca va hacia el Anatómico, en cuanto entra por la puerta Teresa sale enseguida a recibirla. -¡Niña! Menos mal, me estaba volviendo loca, Dávila anda buscándote y yo ya no sé qué decirle. -Tranquila Teresa, voy a hablar con él ¿Está en su despacho? -Eso creo, espera que llamo.- La mujer vuelve rápidamente a su mostrador y descuelga el teléfono, después de intercambiar unas palabras con la secretaria de Dávila, mientras Maca ojea el montón de casos pendientes, Teresa cuelga con una sonrisa.- Esta esperándote. -Gracias, Teresita, eres la mejor.- Dándole un beso en la mejilla con una gran sonrisa. -Zalamera.- Responde riendo ésta mientras Maca llama al ascensor. -¡Vaya! La señorita Wilson nos honra con su presencia.- Maca reconoce la voz y ríe ligeramente. -¿Me echabas de menos Rodolfo? -Por supuesto, y a tu niña correteando por nuestra sala de descanso también.- Parándose a su lado para esperar el ascensor con ella. -Uhm… está enferma y ya sabes lo que me gusta cuidar a mis niñas.
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-Vaya, que casualidad, tu niña se pone enferma cuando su amigo esta en el hospital.- La doctora lo mira sorprendida y este asiente serio.- Uno de los detectives se ha pasado hace un rato para decirlo ¿Cómo esta? -Pues… bien, pero se va a quedar ingresado ¿Dávila lo sabe? -Sí, así que busca una excusa mejor para tu auxiliar, el tipo le ha dicho que Esther estaba allí y el jefe esta que se sube por las paredes.- Se abren las puertas del ascensor y después de dejar salir a un par de personas, ambos entran. -¿Qué detective ha sido? -El que no es italiano.- Maca maldice por lo bajo, confirmándolo que ya sabía de sobras, Fernán es gilipollas. -Ahora tendré que convencer a Dávila de que no se pase con Esther, la pobre está destrozada. -Ya… Maca ¿Me puedo meter en algo un momento?- Ambos doctores se miran y ella suspira. -Dispara. -Quizás deberías ir con cuidado, la última vez no saliste bien parada. -No sé a qué te refieres. -Venga Maca, que nos conocemos de hace mucho y a este viejo.Señalándose a sí mismo con un dedo.- no le engañas. -Tranquilo… estoy teniendo cuidado pero… quiero estar cerca ¿sabes? Además, si la conocieras… -He trabajado con ella, sé que parece buena mujer, pero ten cuidado igualmente.- Maca niega sonriendo por la seriedad de su amigo. -Sí, papa.- Intentando quitarle algo de tensión.
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-Eh, menos cachondeo, si no te lo digo Cruz me deja a pan y agua por meses.- Ríen por el comentario justo cuando las puertas se vuelven a abrir. -Deséame suerte, gruñón. -Suerte Wilson.- Cada uno tira hacia un lado, Vilches hacia su despacho y Maca hacia el de Dávila. En el hospital, Esther intenta animar a María, explicándole cualquier cosa para tenerla entretenida hasta que Toni despierte, aún bajo los efectos de los tranquilizantes, descansa en la cama ajeno a todo lo que le rodea, incluso a la entrada de la doctora que le ha atendido en urgencias. -¿Cómo va nuestro paciente?- Pregunta al entrar y Esther se levanta del sillón rápidamente, haciéndole un gesto a María para que no se mueva y descanse un poco. -Sigue durmiendo. -Bueno, es normal, tuvimos que ponerle una dosis fuerte, pero creo que en un par de horas despertará. ¿Cómo estáis vosotras?- Esther supone que el interés de la doctora es más por ser amiga de Maca que por tratar así a sus pacientes, aún así, se encoge de hombros. -Bien, María un poco nerviosa aún.- La doctora se acerca a la mujer tomando una de sus manos. -María, tranquila, tu marido se va a recuperar, estará algo cansado cuando despierte, pero en unos días estará completamente recuperado, además, tiene suerte, va a contar con una doctora y dos enfermeras a su disposición hasta que queráis, sino en el hospital, iremos a veros a vuestra casa, no le va a faltar atención. -Gracias, doctora, no sé como agradecérselo…. -Para empezar ¿Qué tal si me llamas Vero?- La mujer sonríe y aprieta la mano de la doctora, que asiente con una sonrisa amable.- Bien, dentro 120
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de media hora vendrá una enfermera a ver cómo va, yo tengo una pequeña reunión, pero cuando termine me pasaré otra vez.Acercándose a la puerta cuando asoma una mujer de unos treinta años, con el pelo recogido en una cola y unas pequeñas gafas sobre sus ojos verdes. -Hola, Vero ¿Puedo hablar contigo un minuto? -Claro cariño.- Responde la doctora y le hace un ademán para que pase.Pero espera, te presento a Esther y a María, amigas de Maca. Ella es Vanesa.- Intercambian un par de besos como presentación. -Siento lo de su marido María, pero esta con la mejor doctora del hospital, no se preocupe por nada. -No hija, si no me preocupo, estáis muy pendientes de él, me tranquiliza.- Esther le pasa un brazo por los hombros cariñosamente. -Bien, nos vamos. Si necesitáis cualquier cosa, pulsad el botón, lo que sea, incluso si queréis que os traigan un poco de comida a vosotras, las de esta planta conocen muy bien a Maca y desde que se han enterado de que hay amigas suyas aquí, están deseando ayudaros.- Esther siente una punzada de celos en el pecho ¿Con cuantas mujeres ha estado Maca? Vero, más perspicaz que su novia para esas cosas, sonríe negando con la cabeza.- Maca estuvo involucrada en un caso de asesinatos aquí, la mayoría de ellas estarían muertas si ella no hubiese encontrado al sospechoso con sus pruebas forenses. -Cariño, va a empezar tu reunión.- Le advierte Vanesa. -Claro, perdona ¿me acompañas y me hablas ese minuto? -Sí, Esther, María, si necesitáis cualquier cosa, estoy en laboratorio, pedid que me avisen, de todas formas subiré en un rato ¿De acuerdo?Ambas mujeres asienten y las dos trabajadoras del hospital salen de la habitación, dejándolas a solas de nuevo. -Le tengo que dar las gracias a Maca por todo…- Murmura María concentrada en el rostro de su marido.- Se está portando tan bien. 121
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-Sí, demasiado…- Se le escapa a Esther pensando en que Maca está decidida a meterse en una investigación peligrosa, su amiga la mira con las cejas alzadas y la auxiliar suspira.- Cuando he estado en su casa, me he echado un rato, para descansar.- María asiente alegrándose de que alguna de las dos haya podido hacerlo.- Y cuando me he despertado me la he encontrado en su despacho, buscando en libros algo para pillar al que le ha hecho esto a Toni. -Pero… los detectives están en ello ¿No?- Pregunta preocupada. -Sí, pero, Maca tiene algo con cualquiera que lleve una placa encima, y está decidida a ayudar. -Y tú no quieres que ayude. -No es eso María, es que…- La mujer asiente antes de que Esther termine la frase. -Te preocupas por ella. -Sí…- María sonríe con dulzura, sabiendo lo que pasa por la cabeza de su amiga, la auxiliar no se da cuenta, ya que el móvil vibrando en su bolsillo llama su atención, lo saca y al leer el nombre en la pantalla lo vuelve a guardar.- ¿No contestas? -No me apetece ahora…- ¿Qué querrá el pesado de Fernán? Se pregunta recordando que acaban de hablar hace un par de horas, cuando salían de casa de Maca para ir a comer. En cuanto Maca acaba el turno va directa al hospital, sospechando que seguramente Esther no se ha movido de allí, como puede asegurar al llegar a la habitación, María y ella comentan algo que sale en el televisor mientras Toni duerme. -Buenas noches ¿Qué tal sigue?- Entrando y dejando el bolso a un lado. -Bien, descansando un poco, le han vuelto a hacer más pruebas.- Le informa María mientras le da los dos besos. 122
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-¿Y tú cómo estás? -Lo llevo, lo llevo, no ha vuelto a despertarse. -Es normal, tranquila.- Apretando las manos de la mujer entre las suyas. -¿Has ido a buscar a Marcos? -Sí, está en mi casa con Assia y mi vecina Cora, se lo están pasando en grande jugando los tres.- Esther la mira y un destello de celos pasa por sus ojos.- Le voy a tener que invitar a una cena, a la pobre le estoy dando mucho trabajo hoy. -Gracias, Maca. -Tranquila, no cuesta nada y solo es hasta que Toni salga.- El móvil de la forense suena justo cuando va a saludar a Esther.- Un momento, es Cora. Dime que no te están dando mucha guerra… -Al contrario, ya han cenado y Marcos quería darle las buenas noches a su mamá, son unos angelitos. -Ah, espera que te la paso…- Maca tiende el móvil a María.- Tu hijo quiere darte las buenas noches.- Mientras María se levanta y va hacia la ventana móvil en mano, Maca se deja caer al lado de Esther, acariciando su muslo brevemente con la mano.- Tienes una cara de cansada… -No peor que la de María ¿Han preguntado por mí en el trabajo? -Todo solucionado, tranquila, he usado mis encantos y claro… no han podido resistirse.- Esther asiente seria.- ¿Crees que si intento convencer a María de ir a casa aceptará? -Lo dudo, después de que llamaras para decir que te hacías cargo de Marcos ha ido a casa a darse una ducha y prepararse para pasar la noche aquí. -Así que me centro en convencerte a ti… 123
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-Estoy bien. -No, no lo estás, y de todas formas… no dejarán que pases la noche aquí. -¿No puedes hablar con esa amiga tuya?- Sin mirar a los ojos de la forense. -Podría…- Esther la mira.- Pero no pienso hacerlo. Necesitas descansar. -Maca… -Esther, por favor, sé que le tienes mucho cariño a Toni, pero piensa que también hay gente que te tiene ese mismo cariño, no queremos verte así ¿Mhm? -Hablas en plural… -Claro, Cruz y Rodolfo me han preguntado como lo llevabas y que si necesitabas algo, ellos iban a estar ahí. -Cuantos amigos tuyos preocupados…- Maca no puede evitar una medio sonrisa en su rostro, sabiendo por dónde van los tiros. -Es lo que tiene ser la mejor auxiliar del Anatómico.- Esther asiente mirando al suelo.- Y mi niña mimada. -¿Quién es Cora?- Maca se echa a reír. -Cora es… mi vecina, una buena amiga cuando la necesito y una loca de mucho cuidado, y la persona que se va a quedar a cargo de los niños mientras yo te doy un masaje esta noche…- En ese momento escuchan un carraspeo, Toni se despierta. -Me lo podrías hacer a mí…- Susurra provocando las sonrisas de las tres mujeres.
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María se abalanza sobre su marido, haciendo que este ría a pesar del dolor que siente en el abdomen, Maca y Esther observan la escena de pie, al lado de la cama, la forense pasea su mirada por los tres, hasta que la fija en Esther, que mira emocionada a sus dos amigos abrazados, se fija en que su barbilla tiembla y no puede evitar poner su mano en la espalda de la auxiliar, que al notarla cruz su mirada con la de Maca. Al ver esos ojos, felices, temblando de emoción, ligeramente humedecidos por el único llanto que debería haber en el mundo, el que provoca la alegría, a Maca le recorre un sentimiento de ternura que desborda su corazón. -Deberíais ir a descansar.- Ambas se giran para mirar a la pareja, que las observan sonriendo, Toni, que es el que hablado les señala la puerta.- Es por allí… -Sé por dónde es.- Negando sonriente y acercándose más para tomar sus manos entre las suyas.- ¿Cómo te encuentras? -Pues… bien, dentro de lo que cabe.- Besando la cabeza de su mujer.Esther, ¿Te importa acompañar a María a cenar algo? Les escucho las tripas desde aquí.- Bromea lanzando una mirada a Esther que hace que la auxiliar asienta enseguida. -Vamos, María, cenas y nosotras os dejamos solos ¿Mhm?- Acaricia la mejilla de su amiga.- Algo rápido, no pongas esa cara. Después de convencerla entre todos, María y Esther salen de la habitación, no sin que antes la auxiliar y Maca intercambien una mirada de apoyo, ambas saben que Toni quiere hablar de lo que ha pasado, en cuanto se cierra la puerta la forense se cruza de brazos y mira al que ya considera amigo suyo. -No hay prisa Toni. Deberías descansar. -¿Han estado los detectives por aquí? -No lo sé, en el Anatómico sí, le han ido a contar lo que había pasado a Dávila. Supongo que estarán esperando a que los médicos les den permiso para venir, no lo sé.- Maca ve como se frota la frente con el 125
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ceño fruncido.- Toni, descansa. ¿Mhm?- Cogiendo una de sus manos entre las suyas.- Mañana será otro día. -Maca, es que… no sé que voy a decirle cuando vengan… yo… no recuerdo nada, no sé que pasó, estaba en la cama y… acosté a Marcos como cualquier otra noche, María y yo estuvimos viendo un rato la tele, nos fuimos a dormir y… cuando me desperté… -Toni, no le des vueltas, estoy segura que… no lo sé. -¿Cómo lo hizo? Entro en mi casa, con mi hijo de cinco años dentro joder Maca, ese hijo de puta podría haber hecho lo que quisiera con nosotros y yo no me entere de nada.- Aprieta los puños con fuerza mirando fastidiado a la forense. -No lo sé, he… he intentado averiguar si os drogó de alguna forma, pero si lo hizo ese tío sabe lo que hace, no hay rastros detectables en tu sangre, lo han comprobado, y no se me ocurre que sustancia puede dejaros así a todos, con el suficiente tiempo para hacerte eso y que se evapore para cuando entrabas ingresado. No lo sé, seguiré buscando, pero… no hay respuestas Toni. De momento sabemos todos tanto como tú.- Intentando calmarle como puede.- Así que tranquilo y duerme. -En mi casa… en mi propia casa… no estamos a salvo de nadie ¿Qué va a pasar ahora? ¿Qué voy a hacer?- Toni empieza a llorar de impotencia, el solo hecho de que ese cabrón pueda haber estado tan cerca de su pequeño, de su mujer, y que tenga el puto poder de volverlo a hacerlo cuando quiera, Maca lo abraza como puede, susurrándole al oído. -No les hizo nada, tuvo la oportunidad y no hizo nada… nos quiere a los del Anatómico, a nadie más, por ellos podemos estar tranquilos, pero… sería buena idea que os fuerais. -Puedo llevarlos al pueblo, les puedo mandar allí.- Maca se aparta un momento y lo mira. -Tú deberías ir con ellos.
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-Maca, sabes lo que significa…- Llevándose una mano al abdomen, por encima de la sabana del hospital, ambos dirigen la vista hacia allí, la doctora ve esa mano grande, con la intravenosa puesta en el dorso, Maca lleva sus dedos hacia allí y los apoya suavemente sobre su mano, mira a los ojos a Toni y niega con la cabeza. -No tiene porqué, ese tío a demostrado ser listo, y nos conoce muy bien a todos, lo sabe todo, también sabrá que yo puedo hacer que todo el hospital este pendiente de esta habitación, y que lo voy a hacer.- Su voz suena firme, a pesar de estar conteniendo un llanto que está por llegar y Toni ve en sus ojos que esa forense que tiene delante va a hacer lo posible para que nadie se le acerque, cierra los ojos y asiente levemente. -Tengo suerte de ser amigo de Esther… si no es por ella… ahora estaríamos solos. -Pero no lo estáis, no se atreverá a entrar aquí, me temo que aún le queda mucho que hacer antes de arriesgarse a ser descubierto, no comete errores, no lo hará, conseguiré que te dejen ingresado el mayor tiempo posible, ya pensaremos en algo. ¿De acuerdo? Ahora lo único que debes hacer es descansar, si tú estás bien María y Marcos lo estarán. -Y Esther…- Y la mira con una media sonrisa dibujada en los labios.- Es una buena mujer.- Maca se muerde ligeramente el labio conteniendo esa media sonrisa que se acaba dibujando irremediablemente. -¿Desde cuándo lo sabes?- Toni sonríe y aprieta la mano de Maca. -¿Desde cuándo lo sabes tú?- Y su sonrisa se hace más ancha, justo en ese momento se abre la puerta y las dos mujeres que entran se quedan paradas viendo la escena, Maca senada en el filo de la cama, con su cuerpo echado hacia adelante y las manos de ambos entrelazadas sobre el abdomen de Toni.- Nos han pillado.- Bromea éste mirando a Esther y a María -Vaya dos.- Ambos se apartan y miran confusos a María que termina de entrar con un sándwich de máquina en una mano y una botella de agua 127
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en la otra.- Maca, si ya habéis terminando de lanzaros arrumacos… ¿Te llevas a esta pesada de aquí?- Maca sonríe de oreja a oreja asintiendo. -Claro, que descanséis.- La doctora se despide de ambos con dos besos y le susurra al oído a María que cualquier cosa la llame a ella o haga que una enfermera busque a Vero, esa noche tiene guardia, después de coger su bolso espera a que Esther se despida y ambas dejan a la pareja sola. -¿Voy a tener que preocuparme?- Le pregunta María cariñosamente a su marido acariciándole la mejilla. -¿Sabes? Me gustaría que Esther tuviese lo que yo tengo…- Susurra él tomando la mano de María y llevándosela a los labios para besarla.- Me gustaría que encontrase a esa persona que le haga ser mejor solo con su presencia, que su corazón se llenase con esa sensación de infinita complicidad, que su piel supiese que pertenece a otra persona, que su mente le susurrase su nombre en los peores momentos y en los mejores, esa persona que sabes que siempre va a estar ahí, pase lo que pase, y no porque tu cabeza lo diga… sino porque tu corazón lo grita. ¿Por qué deberías preocuparte de que le desee encontrar a esa persona por la que el mundo merece la pena? Yo encontré a la mía hace años…Volviendo a besar la mano de su mujer y atrapando con uno de sus dedos una lágrima temeraria que se precipita por su mejilla. -Creo que le diré a la enfermera que baje la anestesia…- Bromea besando al hombre con el que ha compartido media vida, con el que ha creado una y con el que espera compartir la que le quede. La puerta del piso de Maca se abre dejando pasar a ambas, que descubren a Cora sentada a la manera indio sobre el sofá, viendo una película sin sonido, la auxiliar no puede evitar hacerle un pequeño repaso mientras Maca le pregunta que tal le ha ido y le agradece el haber cuidado de los pequeños, observa la sonrisa de Maca y su mano apoyándose en el brazo de Cora, las observa susurrar comentarios subidos de tono como si coquetearan, y observa cuando Maca la mira a ella para presentarla, como le tiende la mano para que se acerque y aunque debería estar subiéndose por las paredes de celos, no lo hace, porque en esa mirada cautivadora Esther ve que hay algo diferente 128
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cuando la mira, y se da cuenta, de que quizás no esté sola en ese sentimiento que la embriaga hasta el mareo, y luego piensa que debe ser que está cansada, que imagina cosas, ¿Por qué iba a mirarla diferente a ella? Precisamente a ella de entre todas las mujeres que la rodean todo el santo día, y lo que Esther no sabe es que hay un motivo obvio por el que la mira diferente a ella, precisamente a ella de entre el resto, y es que a diferencia de con las otras, cuando Maca mira a Esther no lo hace con los ojos… sino con el corazón, y a pesar del temor de que todo pueda salir horriblemente mal, Maca no puede evitar que su corazón quiera empaparse de hasta el último gesto del rostro de la auxiliar. -Voy a ver cómo están.- Susurra la forense al cerrar la puerta después de despedirse de Cora.- Ve a descansar ¿Mhm?- Acariciando brevemente la espalda de Esther. Ésta asiente y se va hacia la habitación, ve que Maca a dejado unos pantalones y una vieja camiseta sobre la cama y sonríe, la doctora sabía que iba adormir allí esa noche, suspirando se pone su improvisado pijama y se echa en la cama, notando como si de golpe toda la tensión acumulada saliese hundiendo su cuerpo en el colchón. -Bueno, creo que tenía que darte un…- Maca enmudece al entrar, la auxiliar parece dormir profundamente en su cama, entre sus sabanas, la doctora se va al pequeño cuarto de baño que hay en la misma habitación y se pone el pijama, cuando lava su rostro y lo seca se mira al espejo, buscando en sus propios ojos y no puede evitar una gran sonrisa al pensar en que Esther esta en su casa, durmiendo plácidamente en su lado preferido y en que por una vez, a la forense no le importa que le hayan robado su lado de la cama.- Estas bien jodida, Macarena…- Se susurra así misma antes de salir y acostarse junto a ella, al notar que el cuerpo de la auxiliar se acopla perfectamente al suyo acompañado de un suspiro Maca mira al techo volviendo a negar.- Pero mucho.- Dejando un beso en el pelo de Esther y cerrando los ojos. Capítulo cinco: la cuenta no se detiene -Cariño, vas a tener que salir de esa cama algún día.
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-No tengo ganas ¿No tienes que ir a trabajar? -No, hasta las diez no tengo que pasarme por allí, va, que te he preparado el desayuno. -No tengo hambre. -Maca, tienes que comer. -Joder, Marta, ya te he dicho que no tengo hambre, vete a trabajar.respondió de mala gana ocultándose entre las sabanas, Marta suspiró y se fue a la cocina. Empezó a colocar el desayuno en la bandeja que tantas veces había utilizado, sabía que Maca tenía uno de sus numerosos días en los que no quería nada ni a nadie, se pasaba el día encerrada en su habitación y las pocas veces que intentaba hablar con ella de cualquier cosa, la echaba con gritos, desde que había empezado con la nueva terapia esos días habían disminuido, pero se seguían repitiendo. -Te dejo el desayuno por si te entra hambre y el ordenador aquí, yo voy a trabajar un poco en el estudio, si necesitas algo… -No lo necesitaré, vete. -Esta bien. Nos vemos luego.- Marta fue a darle un beso pero Maca se lo rechazó, ya estaba acostumbrada en cierta manera a aquello, así que se limitó a levantarse e ir al estudio. Se detuvo ante el lienzo en blanco y suspiró nuevamente, le dolía verla así, le dolía horrores, pero no había forma de que Maca cambiase su humor en días como aquellos, al principio lo había intentado, pero siempre empeoraba las cosas, lo cierto es que no sabía cómo tratarla cuando se ponía así, Marta solo quería cuidar de ella y parecía que a la doctora aquello le daba igual, o tenía en mente otras cosas, y por la noche en sueños Maca se había delatado una vez más, susurrando su nombre, aquel nombre que se le clavaba en el pecho cada vez que se lo escuchaba susurrar inquieta entre sueños. Esther, no te vayas. Era lo
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que había dicho aquella noche, en su cama, con ella a su lado, velando su sueño. Marta tomó un bote de pintura y lo echó con rabia contra el lienzo ¿Cuándo? ¿Cuándo Maca se daría cuenta de lo que le estaba haciendo? Se había enamorado de ella cuando la conoció, a pesar de que la doctora no estaba en su mejor momento, pero había visto en el fondo de sus ojos, lo que había sido, y se enamoró perdidamente, hasta el punto de irse a vivir con ella y soportar los trescientos días malos al año, esperando que llegasen los días buenos, aguantando las lagrimas cuando ella susurraba su nombre, e intentando no pensar en que en el corazón de Maca, el hueco más grande lo ocupaba el recuerdo de Esther. Se echó a llorar, siempre intentaba controlarse, sobre todo cuando Maca estaba en casa, pero era algo que iba acumulando y que al final estallaba, ya llevaba escuchando siete días ese maldito nombre en su propia cama y ya no podía más. -¡Marta! ¡Marta!- Se secó las lágrimas y fue a la habitación, pasando primero por el baño para comprobar que no quedaban señales de ellas en el espejo, cuando llegó a la habitación se la encontró en el suelo. -Maca ¿Qué ha pasado?- Levantándola como pudo y sentándola sobre la cama. -Quería ir al baño, y esa maldita silla se ha movido.- Marta asintió y trajo de vuelta al silla, que había acabado en un rincón de la habitación. -Te he dicho que me avisarás. -Quería hacerlo sola, pero ni siquiera puedo ir al lavabo sola. -Cariño, sí que puedes, solo tienes que cogerle práctica, ya te lo dijo el doctor, ahora que empezabas a salir de casa y a querer moverte por tu cuenta tenías que ir despacio. -¡Pero no quiero ir despacio!-. Le contestó con rabia la doctora. -Lo sé, pero es la mejor forma, ya verás, seguro que si te lo propones en nada le habrás cogido el truco, siempre logras lo que te propones. ¿Eh? 131
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-No sé como me aguantas…- Susurró Maca y Marta enseguida la abrazó y la besó. -Porque te quiero mucho ¿No lo sabías? Anda, ya tienes el seguro puesto.- Marta se apartó para que Maca pudiese probar el subirse a la silla sin ayuda, estuvo tentada de lanzarse a ayudarla cuando veía las dificultades que tenía, pero el doctor se lo había dejado muy claro a ambas, Maca debía empezar a ser independiente, y si eso significaba caerse al suelo de vez en cuando, pues así sería, Marta no estaba de acuerdo, pero sabía que era la mejor forma de ayudarla, así que se aguantó las ganas de decirle cuatro cosas al doctor cuando dijo aquello y se conformó con apretar la mano de Maca. Cuando volvió del baño, Marta ya estaba vestida para marcharse, la doctora hizo un movimiento con las manos para que Marta acabase sentada en su regazo y la miró con cariño. -Siento lo de antes… sabes que a veces soy un poco estúpida. -Un mucho diría yo.- Sonriendo, le dio un beso.- Pero te lo perdono porque eres preciosa. -Muy graciosa ¿Solo por eso? -Por eso y porque es la tercera vez en tres años que te disculpas, vamos a un promedio de una por año, no está mal. -Gracias.- Maca puso morritos y Marta sonrió acariciándole la cara. -Y porque eres un cielo cuando no estás de mala leche.- Dejó un nuevo beso más largo en sus labios y se levantó.- Tengo que irme, volveré en un par de horas ¿Estarás bien? -Sí, desayuno y me pongo a escribir un poco… -Vale, hoy podríamos ir a comer fuera ¿Qué te parece?
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-Claro.- Marta se fue extrañada, realmente la terapia estaba sirviendo de algo, era la primera vez que Maca se disculpaba y su humor mejoraba, las otras dos veces le había durado medio minuto, enseguida había vuelto a su abatimiento, pero esa vez no, incluso había aceptado el salir a comer afuera sin que estuviese Assia presente, que era la única que conseguía algo de cariño de Maca. Maca por su parte saboreó el desayuno que le habían preparado para acto seguido llevarse el portátil al estudio y seguir por donde lo había dejado… El cuerpo yace entre unos árboles, en los alrededores de la universidad, alrededor, la cinta amarilla del cordón policial se bambolea con el viento, un par de agentes saborean unos bocadillos mientras los de la científica recogen pruebas, Filipo está a unos pasos de allí, entretenido en mirarse las uñas, Fernán se acerca con el palo de chupachups en la boca, mordisqueándolo sin cesar. -¿Qué tenemos?- Pregunta al llegar a la altura de su compañero, que enseguida toma posición firme, con las manos en el cinturón donde lleva atada la placa. -Es una trabajadora del anatómico, nos lo acaban de confirmar.Tendiéndole una bolsa de plástico con un carnet en el interior. Silvia Guzmán, istrativa del Instituto Anatómico Forense de Madrid, rezan las letras que hay al lado de la fotografía sonriente de una joven.Los de la científica están en ello, pero Juan ya me ha dicho que tiene toda la pinta de ser una víctima más en nuestro caso. -Joder… Lo que nos faltaba. ¿Has leído el periódico de esta mañana? -Sí, ya he visto el artículo, ‘El carnicero de la complutense’, hay que reconocer que tiene gancho.- Refiriéndose al artículo que esa misma mañana era portada de uno de los periódicos de la ciudad, elaborado y con demasiados datos exactos, Fernán se había pasado el día entero con el autor, interrogándolo como posible sospechoso para conseguir solo una confesión muy normal en su comisaría, los detalles del artículos venían de una fuente de la policía, seguramente un agente de tres al cuarto que había querido su minuto de fama o algo de dinero extra 133
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vendiendo la información. Lo cierto era que ahora toda Madrid estaba al tanto del caso, no tenían nada con lo que pillar a un sospechoso, ningún detalle que no fuera de dominio público, además, tratándose de uno de los pocos criminales en serie del país, seguramente en unos días tendría un montón de psicópatas animadores siguiendo sus pasos. La cosa se complicaba y mucho. -¿Cuándo podremos llevar el cadáver al forense? -Pues el juez esta de camino, así que en cuanto se pueda se hace el levantamiento.- Uno de los hombres de la científica, pasa por debajo del cordón agachándose y se acerca a los dos detectives.- Juan ¿Algo más? -No hay muchas muestras de nada, solo elementos naturales de aquí, pero tenemos las huellas de un par de coches. -Bien, ¿Cuándo comprobéis coincidencias nos daréis algo?- Se adelanta Fernán. -Sí, claro, pero no esperéis mucho, en mi época de juventud esto era un picadero para después de las fiestas universitarias, supongo que lo sigue siendo. -Por si acaso. Ahí viene el juez.- El detective señala un sedán negro que aparca detrás del coche de la científica, de él salen un agente y un hombre trajeado con algo de sobrepeso, echa un vistazo alrededor y al ver el cadáver se acerca con prisas, parece que le juez tiene cosas más importantes que el levantamiento de un cadáver.- vamos.- Dándole un apalmada en el pecho a su compañero, Fernán empieza a andar hacia él. -Señor juez, somos Fernán y Filipo, detectives de homicidios, le estábamos esperando. -Lo sé, un pequeño contratiempo, soy el juez Abad. Tengo que estar dentro de media hora en los juzgados, así que si podemos empezar. -Señor Juez.- Se adelanta Juan.- Cuando quiera, nosotros lo tenemos todo preparados.
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El juez asiente y acompañado de Juan, retira una parte del cordón policial para facilitar la extracción del cadáver de la escena del crimen, se acercan al cuerpo y mientras el juez y Juan intercambian algunas palabras, dos de la científica llegan con una camilla y una bolsa negra, en media hora consiguen proceder al levantamiento del cadáver, el juez Abad vuelve a su coche con unos papeles y se va rápidamente, excusándose con los detectives, que observan como la científica empieza a llevar la camilla hasta un furgón, por un camino ya examinado y marcado con banderitas, Juan y una mujer se quedan para recoger muestras del suelo que había debajo del cuerpo. -¡Juan!- Le llama Fernán desde el cordón.- Yo acompaño el cadáver al anatómico, Filipo se queda hasta que terminéis.- Su compañero frunce el ceño molesto, sabe el motivo de que Fernán quiera estar presente en la autopsia, esa chica. Maca espera en su despacho a que le avisen de la llegada del cadáver, Dávila se ha ofrecido a acompañarla en la autopsia más bien se ha impuesto, junto con Vilches, como auxiliar tendrán a Esther, lo que por una parte la anima y por otra no, la auxiliar no está pasando por un buen momento, lo de Toni le ha hecho mucho daño. Golpean a la puerta y ella levanta la vista. -Estaba pensando en ti. -¿Y eso?- La auxiliar se acerca cerrando la puerta tras de sí. -A veces lo hago, pero es un secreto ¿Cómo estás? -Bien, ¿Por qué has pedido estar en la autopsia? -No lo he pedido, es el procedimiento, yo recibí a la primera víctima, sigo con las otras, aunque Vilches y Dávila me van a ayudar. -Ya…- Se deja caer en la silla suspirando. -Tú si no quieres no tienes porque…
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-Lo sé, pero Dávila me lo ha pedido y no voy a decirle que no, ya han confirmado la identidad. -Sí, me lo han dicho hace cinco minutos.- Maca se piensa si es buen momento para decirle que a Toni a esas horas deben estar dándole la alta, sus amigas no han podido cubrirle más y el hospital les ha amenazado con expulsarlas por mantener una cama ocupada sin necesidad. -¿Crees que… -He hablado con los que han recogido el cadáver, sí, creo que es la tercera víctima. -Un auxiliar, una doctora, ahora una secretaria… todos estamos en peligro. -Me temo que sí, pero esperemos a que esta vez haya cometido un error, eso o que consigamos una pista a partir de la anestesia que les debe poner.- Esther mira a su compañera seria.- Esther, ya te dije que no me pondré en peligro, solo estoy investigando. -Quizás sea suficiente, Julio, Laura o Silvia no le hicieron nada. -¿Y qué quieres? ¿Me quedo de brazos cruzados? ¿Espero a que mate a otra persona? ¿A ver quién es? ¿Y si eres tú? No pienso esperar.- La doctora se da cuenta del desliz que ha cometido, resumiendo su motivo en el miedo a que maten a Esther, pero la auxiliar parece estar demasiado ocupada en encontrar algo para que Maca deje de jugar a los detectives y les deje esa parte a los profesionales. Por suerte para ambas, al menos para la doctora, el teléfono que hay sobre la mesa suena, Teresa le informa de la llegada del cuerpo al Forense y de que Vilches y Dávila ya están preparándose en el foso. -Ya ha llegado, vamos.- Ambas se levantan en silencio, cada una sumida en sus pensamientos, Esther dándole vueltas a la conversación para tratar de encontrar un punto flaco en la doctora, no es hasta que están en el pasillo del foso, a punto de entrar en la sala de autopsias en la que 136
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están sus otros dos compañeros, cuando se da cuenta de las palabras de Maca. -No va a matarme.- Maca se detiene y la mira.- Si es por eso… no va a matarme, puedo decirle a Fernán que me prot…- Deja la frase a medias al ver la expresión dolida de la doctora. -Vamos a entrar, cuanto antes empecemos antes sabremos si tenemos algo no.- Contesta seria dándole la espalda y saludando a los dos doctores al cruzar la puerta.- ¿Empezamos? -Te estábamos esperando, Wilson.- Refunfuña Vilches guiñándole un ojo. -Pues ya no tienes que esperar, Rodolfo. -Esther.- Les interrumpe Dávila.- Ya nos han traído el cuerpo, si quieres puedes marcharte.- La auxiliar mira a los doctores y asiente. -Estaré ahí fuera por si… -Tranquila, supongo que tres doctores podremos apañárnosla sin una auxiliar. -Y si uno es el director...- Bromea Maca. Esther sale de la habitación y echa un último vistazo, Maca esta destapando el cuerpo. -Al final voy a pensar que vosotros dos…- empieza a decir Vilches recibiendo una mirada recriminatoria de Dávila. -No tiene nada que ver con que me lo haya pedido la doctora Fernández, yo también pienso que debido a los acontecimientos, Esther puede tomarse esto en la medida personal, y eso es algo que no debo permitir entre mis empleados, necesito a gente con la mente despejada aquí abajo. -Pues aquí la doctora puede que también tenga motivos personales para no estar aquí…
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-¿Doctora?- Maca siente los ojos claros de ambos hombres clavados en ella y se encoge de hombros. -Yo no soy la que se tira a alguien de este centro, cuando las relaciones entre empleados están prohibidas. -No sabía que ahora te gustase jugar a lo bajo.- Le contesta Vilches sarcástico.- Deben ser las compañías. -Los dos, parad ¿Cómo podéis ser amigos con lo mal que os lleváis?Interrumpe Dávila a la pareja. -Porque ella sabe que me puede decir de todo, y yo sé que le puedo decir de todo… -Y después de decirnos de todo, brindamos por ello.- Ambos doctores se echan a reír ante la mirada confundida del director. -Bien, pues ya habéis terminado de deciros de todo, ya brindaréis después de la autopsia. -¡Esther! Creía que estabas en el foso.- Comenta Teresa al verla en recepción. -Sí, pero parece que hay demasiados doctorados ahí, no cabemos todos. -Pues te acaban de llamar del hospital y les he dicho que no estabas disponible. -¿Del hospital?- Temiendo lo peor consulta su móvil y comprueba que María no la ha llamado, si hubiese pasado algo malo la habría llamado. -Sí, espera…- Rebuscando entre un montón de papeles.- Ha dejado su nombre por aquí… ¡Aquí esta! Verónica ¿Te suena? -Sí, es una amiga de Maca.- A la auxiliar no se le pasa desapercibida la mirada de Teresa, pero hace caso omiso y coge el papel, el nombre de la doctora con un número debajo.- ¿Puedo usar tu teléfono?
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-Claro, hija, faltaría más.- Teniéndoselo y quedándose allí parada mientras Esther pulsa los números. -Hola, soy Esther García. -Esther, hola soy Verónica ¿Me recuerdas? -Claro, como iba a olvidarme después de todo lo que has hecho ¿Está bien Toni? -Sí, perfectamente, no te llamaba por eso, es que… bueno, hemos hecho todo lo que hemos podido pero… el director del hospital se ha dado cuenta de que Toni no debería estar ingresado y nos han pedido que le demos el alta, la tengo justo delante de mí, pero… puedo retenerla unas horas si quieres venir tú a buscarlo o si tienes algún plan para él.- A Esther la noticia le sienta como un batacazo, un golpe directo a su estomago. -Yo... no… no tenía pensado nada… -Habla con Maca, tiene una casa en la sierra, quizás podáis llevar allí a Antonio, pero no lo sé. -Claro, eh… gracias por todo. ¿Maca sabe que… -La he llamado hace nada, pero ya le he dicho que iba a intentar aguantar lo que pudiera el alta, no creo que sea mucho tiempo, pero… -Gracias, Vero, intenta hacer lo que puedas yo pensaré en algo ¿Se lo has dicho a María? -No, no lo quiero hacer hasta que no sea definitivo, aún tengo esperanzas de convencer al director, aunque es jugármela. -No lo hagas, no quiero que nadie se la juegue, yo… pensaré en algo…Esther cuelga y mira el teléfono sin saber que hacer ¿Y ahora qué? Su plan era dejar a Toni en el hospital hasta que el asesino fuese atrapado, pero aún no tienen la menor pista y Toni ya no puede seguir allí…
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-¿Una mala noticia? -De las peores ¿Cuando salga Maca le puedes decir que me busque? -Mi auxiliar favorita, a pesar de no devolver mis llamadas.- Esther se da la vuelta y se encuentra con Fernán.- ¿No estás con mi caso? -Maca está con él. Ya están en el foso si quieres ir. -No, no quiero molestarles ¿Con quién está? -Con otro doctor y con Dávila. -En ese caso… creo que será un honor invitarte a un café, ahora sí que no tengo intención de bajar ahí abajo. -Ya, es que tengo trabajo que hacer.- Empezando a andar hacia el ascensor, el detective la detiene tomando su brazo. -Solo uno. -Detective, tengo trabajo que hacer. Quizás en otro momento.- Fernán mira hacia Teresa, que finge leer una revista, sintiéndose a salvo de oídos indiscretos se acerca a ella de nuevo. -Esther ¿He hecho algo malo? Porque últimamente… no sé, te he llamado varias veces y nada y creía que estábamos…conociéndonos y todo eso. Quiero que sepas que si he hecho algo mal, lo siento, pero… me gustas, me gustas mucho y…- La auxiliar le mira sin saber que decir, o sabiendo que decir pero no como hacerlo suavemente. -Lo siento… pero yo… no siento lo mismo, Fernán, lo siento, yo… creo que estoy enamorándome de… otra persona.- Esther se da la vuelta y se encuentra cara a cara con Maca y Dávila, la doctora esta con una sonrisa en los labios que hace que a Esther se le dispare el corazón y su rostro se ponga rojo, mientras el director se acerca a Fernán.
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-Detective, me alegra verle por aquí. Acompáñame a mi despacho, le pongo al día.- El detective mira hacia Esther, que se apoya junto a Maca en el mostrador de recepción. -Teresa, ¿Puedes pasarme el número de la científica? -Claro ¿No vais a hacer la autopsia? -Sí, Vilches esta con ella, acabará él. -¿Ha pasado algo?- Pregunta Esther mientras Teresa busca el número. -Me ha encantado como le has dicho que no a ese detective.- La auxiliar se sonroja aún más si cabe y Maca sonríe tranquilamente, cómoda al saber que no tiene interés ninguno en ese moscardón con placa, acaricia su mejilla y cuando se miran le guiña un ojo. -Aquí tienes. Y el número de móvil del jefe. -Gracias Teresa, eres un solete. Si llega algún caso… ya sabes, estaré en mi despacho. -¿Vilches necesita ayuda con la autopsia? -No, el auxiliar que estaba ayudando a Javier se ha quedado con él ¿Te hace un café? El gruñón no podrá meterse contigo por estar en la sala de descanso de los médicos. -Vaya, habrá que aprovechar.- Sonríe ella y sigue a Maca hacia el ascensor. La doctora por su parte va sumida en sus pensamientos, a Esther Fernán no… ¿Y ella? Hasta ahora no había pensado jugársela, y menos con el montón de cosas que están pasando, pero teniendo en cuenta que con desliz anterior puede que la auxiliar ya sospeche algo, y que quizás no tengan tanto tiempo como esperan… quizás debería jugársela, o al menos hacerle saber lo feliz que le ha hecho escuchar de sus labios como le decía que no a él, quizás. Se queda mirándola cuando pulsa los
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botones y las puertas se empiezan a cerrar. A veces el momento adecuado es el menos esperado. -Maca, ¿Te puedo hacer una pregunta?- O no ¿Cuánto tarda este ascensor en subir? Quizás aún tiene tiempo de responder y hacerlo. -Sí. -Tú… tú…- La auxiliar se pone nerviosa, por lo que está a punto de preguntarle, no sabe cómo hacerlo y no sabe si debería, quizás todo hayan sido imaginaciones suyas, pero… juraría que Maca siente lo mismo que ella, ¿Pero dirá la verdad si se lo pregunta directamente? ¿Y como se lo pregunta? ¿Te gusto? Como si fuesen un par de crías que recién se inician en eso del amor. No, así no. Maca, mira nerviosa la planta por la que van, una más y llegan, se le agota el tiempo, la mira y la ve morderse el labio, ¿Está nerviosa? ¿O es una provocación? Maca sonríe y decide echarlo todo por la borda, lanzarse a la piscina, se acerca al cuerpo de Esther, que tiembla levemente cuando entran en o y con sus manos alza su barbilla para poder ver esos ojos que tan increíbles le parecen. -¿Puedo preguntarte yo algo? ¿Quién es la otra persona?- Esther siente como le fallan las rodillas y Maca besa su frente para darle fuerzas.- ¿No quieres decírmelo?-Yo…- Y se lo dice, no con los labios, pero se lo dice con la mirada, Maca puede ver en sus ojos la respuesta a su pregunta, en el temblor de sus manos cuando se acercan a las suyas, y en el temblor de su labio, que vuelve a morder, para tratar de que no se dé cuenta, pero ya es tarde, la doctora sonríe anchamente justo cuando las puertas del ascensor se abren. Cruz suspira sin querer y ambas la miran, Esther avergonzada y Maca sin saber que hace su amiga allí parada con esa cara de traviesa, al darse cuenta de la posición en la que están recibe la respuesta de la carita de su amiga, se aparta sin ningún tipo de prisa y la mira atentamente.
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-No pienso bajar por las escaleras, así que salid e iros a un sitio más privado, por dios.- Maca ríe con Esther agachando la cabeza sin saber donde esconderse y salen del ascensor.- Por cierto… ¿Tú no estabas con Rodolfo en una autopsia? -Sí, creíamos que era nuestro asesino, pero seguramente se trate de un imitador. -¿Un imitador tan pronto? -Eso parece, falta la gasa marcada en el cuerpo, aunque la herida estaba abierta, puede que alguien encontrase el cuerpo antes que nosotros, no lo sé, Dávila le ha encargado a Vilches que acabe mientras reviso los anteriores casos y los recortes de prensa, para confirmar el descuido o no. -Va a estar de buen humor esta noche.- Murmura Gándara antes de que las puertas del ascensor se cierren. -Un imitador…- Murmura Esther y Maca la mira atenta.- Toni va a salir hoy del hospital. -¿Cómo lo sabes? -Me ha llamado Vero y sé que tú lo sabías. -Esther, yo quería esperar a que… -Fuese definitivo lo sé. Vero me ha dicho que tienes una casa en la sierra. -Sí, pero… no sé si es seguro. -¿Por qué? -Porque a Toni le atacaron en su casa, y si a Silvia la mató realmente el asesino y no un imitador… lo hizo también en su casa, lo que quiere decir… que él nos conoce a todos muy bien.
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-¿Alguien de aquí dentro?- Pregunta sorprendida Esther. -No lo sé, quizás… pero supongo que la policía ya estará barajando esa posibilidad. -Ya…- Maca abraza de nuevo a la auxiliar. -Tranquila, mientras no vayamos solas a muchos sitios… no habrá peligro ¿Mhm? Vamos a tomar ese café anda. -Creo que mejor voy a ir al hospital… a hablar con Toni, tratar de convencerle…. No lo sé…- Con su cabeza a mil por hora, tanto por lo que casi pasa en ese ascensor como por lo que puede llegar a pasar, con Maca, con Toni, María, Marcos… -Yo tengo que hacer lo que me ha pedido Dávila. -Dávila, mierda… como se entere de que me voy…- Pasándose la mano por la frente. -Tranquila, yo te cubro, pero pide un taxi para que te lleve hasta allí.- Le recomienda con gesto preocupado y Esther asiente. -Ahora le pido a Teresa que me avise uno. -Bien, cuando vuelvas ¿Te pasas a verme? -Sí.- Esther se da media vuelta y Maca suspira, por poco. Para cuando termina de revisar todo, Esther aún no ha vuelto, por lo que decide llamarla al móvil a ver qué está haciendo, la auxiliar contesta diciéndole que esta a diez minutos del Forense y que ha hablado con Toni, su amigo no ha querido irse a ninguna parte, pasará la baja en su casa con su familia. -He tratado de convencerle de que se fuera unos días, pero nada.
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-Bueno, realmente…. No sabemos que es mejor y quizás él ya esté libre de peligro, de todas formas, ya es mayor para decirle lo que tiene que hacer. -Lo sé, pero me preocupa. -A mi también, pero no puedes hacer nada, tú ya le has dado tu consejo y yo cuando lo vea también se lo daré, si no quiere hacernos caso… -No lo hará, si hasta me ha ofrecido que me vaya a su casa. -¿A su casa? -Dice que no le gusta nada que viva sola, que si a él le hicieron eso con su familia en casa, ¿Qué podrían hacerme a mí? -Tiene razón, ¿Le has dicho que sí? -No, no voy a meterme en su casa, somos muy amigos pero, tiene a su mujer y a su hijo allí, no quiero molestarles. -Bueno, pues entonces te vienes a la mía. -¿Qué? -Lo dicho, que te vienes a mi casa y no hay más que hablar, luego pasamos a buscar tus cosas y a Assia y vamos a casa, y Esther, no acepto un no por respuesta.- Escucha el suspiro de Esther al otro lado de la línea. -Está bien…- Ante el tono autoritario que ha usado Maca no puede dar otra respuesta.- ¿Has averiguado algo? -Sí, en la prensa no ha salido nada referente a las autopsias, por lo que no puede ser un imitador a no ser que conozca el caso por el propio asesino, Vilches me ha dicho que se iba a reunir con Dávila, no me ha comentado gran cosa, pero dice que parece que la herida la abrieron cuando ya estaba muerta y hace un cuarto de hora los medios han
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empezado a llegar a tropel. Quizás un periodista avispado tiene nuestra gasa. -¿Tú crees? -No sería la primera vez que pasa. Oye, te tengo que dejar, nos vemos en un rato. -Sí.- La doctora escucha como cuelga y se queda parada con el teléfono en la mano ¿La acaba de invitar a su casa? Genial, la tentación bien a mano, por si nos da por ser débiles que al menos no nos tengamos que mover mucho. En el despacho, Dávila asiente con gesto serio a las hipótesis planteadas por Fernán, no le hace mucha gracia que se insinúe que el asesino pueda ser uno de ellos o haya sido en otro tiempo, y mucho menos que le pidan información privada, pero sus ganas de ayudar para detener a un hombre tan peligroso y los quince minutos de fama posteriores le pueden, y en menos de media hora tiene preparada una carpeta con todos los datos de hasta el último empleado del Instituto. -Espero que esto sirva de algo, si mis empleados se enteran… -Entiendo su postura, pero puede confiar en que llevaremos esto con la mayor discreción posible.- Le tranquiliza el detective tomando la carpeta.- Le devolveré los documentos en cuanto los tenga revisados, mi compañero y yo nos pondremos enseguida con ello. -Me alegra saber que soy útil en algo, si necesitan cualquier otra cosa detective, sabe que me la puede pedir, no quiero poner ningún tipo de trabas a su investigación. -Ojalá todos fueran como usted, si no le importa, voy a empezar con esto, ¿Podrían avisarme cuando tengan listo el informe preliminar de la autopsia? -Le diré a Vilches que se lo envíe directamente a usted.
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-No hará falta.- Interrumpe el doctor entrando en el despacho.- Trabajo hecho, es nuestro hombre. -¿Cómo está tan seguro? -Pues porque para ser doctor hay que ser muy listo ¿no lo sabía? Ah, claro, es detective.- Contesta de mal humor Vilches. -Perdone, pero… -Doctor, porque no nos deja eso aquí, ya nos encargamos nosotros.Vilches tira la carpeta sobre la mesa. -Genial, porque hace media hora que debería estar en casa y Cruz ya me ha echado la bronca. -No ha contestado a mi pregunta anterior.- Replica el detective queriendo hacer valer su autoridad. -Ah, sí, el cuerpo tuvo una gasa pero se la extrajeron después de morir, bastante después, quien y para que, ni idea, para eso están los sabuesos.- Vilches le guiña un ojo a Fernán y sale con un sonrisa divertida de allí, pensando en que como Cruz se entere de su comportamiento esa noche lo único que va a tocar va a ser la tapicería del sofá. Al salir choca con Maca, tirándole unos papeles que lleva encima y esparramándolos en el suelo, se agachan a recogerlos y Maca lo mira extrañada. -¿Ya ha acabado la reunión? -Tienes que ser más rápida doctora, ha sido un visto y no visto. -Pues la próxima avísame antes, quería saber que ha pasado. -Bueno, resumiendo mucho, algún garrulo periodista de tres al cuarto con aspiraciones a redactor jefe se ha llevado la gasa del cuerpo.
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-¿Cómo sabes que ha sido un periodista y no nuestro asesino? -Porque el cuerpo ya estaba en estado de descomposición cuando se la extrajeron y porque el muy imbécil dejo rastros de tinta en la herida, se encontró un bolígrafo cerca de la escena, de un periódico sensacionalista del mercadillo, la tinta coincide. -Sí que se han dado prisa en laboratorio ¿Mhm? -Bueno, teniendo en cuenta que están acabando con nosotros como si fuésemos moscas… y que Dávila bajó a dejarles claro que este caso tiene prioridad absoluta y que ni la autopsia de su majestad estaría por delante… es normal. Creo que es la primera vez que han bajado al foso a por las muestras, como unas tres veces antes de que cerrase el cuerpo. El sueldo que no se han ganado en todo el año se lo van a ganar en dos días. -Desde luego, como eres. ¿Dávila esta solo? -Que va, esta con tu querido detective.- La doctora pone los ojos en blanco recolocando los papeles en su brazo.- Hablando de eso, espero que no tengas antecedentes penales… -¿y eso? ¿Vas a denunciarme por algo? -No, pero aquí nuestro jefe ha pensado que darle nuestros historiales a ese sabueso con traje barato es buena idea. -¿Cómo lo sabes? -Pues porque para haber querido ser policía, Dávila es muy despistado, las carpetas azules son los historiales de los empleados, y ese detective tenía un buen montoncito dentro de otra, así que… suma uno más uno ¿y que sale? -Un jefe gilipollas. -Exacto. Oye ¿Qué haces esta noche?
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-¿Una proposición indecente doctor? -Que va, Cruz está preocupada por ti, dice que deberías venirte a casa un tiempo con la niña, ya sabes, para que si viene el malo se pueda cargar a tres de golpe. -Aunque es tentador eso de morir a tu lado… me temo que no, Esther se va a venir a casa un tiempo, hasta que todo pase. -¿Por qué no me sorprende que entre toda la gente que vive sola de este sitio hayas escogido a tu auxiliar? -Porque tú sí que habrías dado el pego como detective. Te dejo que voy a ver si ya ha llegado. -¿Escaqueándose en horas de trabajo? Como se entere uno que yo se me… -Pero no se va a enterar, porque si lo hace sabré quien se ha ido de la boca, y soy muy, muy, muy amiga de tu mujer. -Eso es chantaje ¿Se te están pegando las malas costumbres de la plebe? -Tú sí que eres de la plebe.- Le responde la doctora entrando en su despacho y dejando a Vilches con ganas de más batalla verbal fuera. A la hora de salir, Maca espera junto a Teresa a que Esther termine de ponerlo todo en orden en el foso después de la autopsia con Javier, la doctora intenta convencer a la mujer de llevarla a casa, pero ella se niega diciendo que su marido siempre la espera en el Pan. -Bueno, pues te acerco al Pan, Teresa, pero no vayas sola hasta allí. -Tranquila, que ya me buscaré yo a alguien para que me lleve, hay mucha gente que se va allí al acabar. -¿Pero para que buscar si estoy yo aquí?
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-Yo ya estoy lista.- Aparece Esther con el bolso colgando del hombro. -Anda Esther, ayúdame a convencer a Teresa de que la llevamos nosotras. -¿Os vais juntas? -Sí, Maca me ha ofrecido su casa. -Y no se ha podido negar a mis encantos.- Bromea la doctora. -Eso y que la alternativa era irme a casa de Toni con su familia, no sé…Intenta disimular el entusiasmo por irse con la doctora.- Anda, Teresa, coge el bolso y vámonos. -Que no, de verdad hijas, si yo ya me las apaño. -De eso ni hablar.- Responde Maca seria.- Anda, que así me quedo más tranquila ¿Que iba a hacer yo si le pasa algo a la mejor recepcionista del mundo? -Mira que eres zalamera…- Suspira la mujer sonriente.- Esta bien, pero me dejáis en el Pan y os vais a casa. -Si esta tu marido sí. -Y si no está también. -Eso ya lo hablaremos por el camino.- Le da largas Maca sonriendo triunfante. Las tres mujeres salen del edificio y caminan hacia el aparcamiento, en un extremo observan como dos coches de policía están parados con sus respectivos agentes en el interior, uno de ellos se marcha y el otro empieza su turno por los alrededores, a media tarde les han informado a todos vía mail que a partir de ese momento iban a contar con la vigilancia de la policía día y noche hasta esclarecer el caso, y para controlar a los medios que ya empiezan a deambular acechando a los empleados. 150
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Cuando llegan al pan, la doctora reconoce al marido de Teresa en la puerta, fumando un cigarrillo que apaga inmediatamente y les hace señas de que sigan su camino, Maca reduce sin saber muy bien a que viene, pero él empieza a andar hasta la esquina. -¿Y a este que le pasa ahora? Desde luego, no lo puedo dejar solo un minuto, se pone a pensar a pensar y luego hace cosas raras, yo creo que el pobre desde que se a pre-jubilado se aburre. -Teresa, si tu marido es un hombre encantador. -Claro, como se nota que tú no vives con él, hija.- Esther y Maca intercambian una mirada risueña y siguen con la mirada al marido, que ha girado la esquina, al llegar le ven esperándolas y Maca detiene el coche. -Manolo, buenas tardes.- Saluda Maca bajándose y dándole dos besos. -Ahora sí que son buenas, cada día estás más guapa. -Usted mucho mejor, donde va a parar. -Vaya dos zalameros se han ido a juntar, desde luego, a veces parecéis padre e hija, de tal palo… -Al menos ella deja que le diga esas cosas, que tú me tienes con el bozal puesto todo el día, que si no tenemos edad para tonterías, que si… -Tonterías, de eso quería yo hablarte ¿Por qué no me has esperado en el bar? Quería saludar a … -Mujer, si yo es por vosotras, que hay algunos periodistas allí esperando a que llegue alguien del forense, se ve que se han enterado que los empleados soléis venir aquí… a un pobretico de prácticas lo han agarrado y no veas, he tenido que salir a decirles que lo dejan en paz, el chaval ya no sabía dónde meterse.
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-Vaya, parece que vamos a tener que buscarnos otro sitio para los cafés.- Comenta la doctora mirando a Esther.- Por cierto, Manolo, esta es Esther, una compañera. -Desde luego, que mujeres más bonitas que cogen allí.- Dice a modo de saludo recibiendo los dos besos de la auxiliar.- Ya me gustaría haber vito a mozas así en mi trabajo, quizá no me hubiese jubilado.- Ante la sonrisa de Maca, Manolo recibe un manotazo de su mujer. -Anda, tira para el coche que me estoy quedando fría aquí fuera. -Nada, para un momento al día que puedo pasar entre bellezas y a casa, bueno señoritas, un placer verlas. Y Maca gracias por traer a mi mujer. -Nos ha costado convencerla, pero al final, ya sabes.- La doctora intercambia un guiño cómplice con el hombre y observan cómo se meten dentro del coche, las dos mujeres les imitan y Maca pone rumbo al colegio para ir a buscar a su pequeña princesa. -Pobre Manolo…- Comenta Esther abrochándose el cinturón de seguridad. -Que va, si él está encantado con su mujer lo que pasa que a Teresa le gusta hacerse la dura, pero en el fondo lo adora, y él a ella. -Parece que les conoces mucho. -Teresa es como una madre para mí y una abuela para Assia, pero no se lo digas, que se enfada mucho con eso de ser abuela.- Bromea mientras avanzan.- La niña la adora. -Y tú también un poquito ¿eh? -Claro, se ha portado siempre muy bien conmigo, quitando un par de veces cuando nos conocimos, que le tuve que poner el freno para que no supiera hasta mi talla de sostén, pero es una mujer increíble, con la de disgustos que ha pasado la pobre, además, con mi madre se lleva genial y solo por el hecho de aguantarla cuando viene de visita… se merece un monumento. 152
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-¿Tan mala es tu madre? -No, mala no… digamos que es…. Diferente. Sí, esa es la palabra. -Maca, es tu madre. -Sí, y la adoro, pero a veces me saca de mis casillas, cuando viene a verme normalmente, así, ella en su casa y yo en la mía, nos llevamos muy bien. Supongo que por eso nos vemos poco.- El móvil de Esther empieza a sonar en su bolso y la auxiliar rebusca para sacarlo, cuando lo logra aparece una mueca en su rostro al reconocer el nombre.- ¿Pasa algo? -No, no.- Cortando la llamada y guardándolo en el bolso de nuevo.Fernán.- Maca aprieta la mandíbula y enciende la radio para poner algo de música, ese tío aparte de moscardón cojonero es estúpido, Esther ya le ha dejado claro que nada de nada y él, ahí, insistiendo, a ver si por cansino cae.- Oye, yo debería pasar por casa a buscar algo de ropa, si me voy a quedar…contigo. -Claro, recogemos a Assia y vamos en un momento, si hay algún supermercado cerca, puedo comprar algo para la cena mientras tú haces la maleta ¿Mhm? -Sí, hay uno un par de calles más abajo. -Perfecto. Así que cuando Maca aparca el coche delante de la casa de Esther, coge a Assia de la mano y se acercan al supermercado, la niña va dando saltitos por los pasillos mirando con atención a su madre, cuando la ve coger una botella de vino la mira extrañada. -¿Para qué es eso mami? -Para cocinar, hoy vamos a comer algo muy rico, ya verás. -¿Por qué? 153
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-Pues porque tenemos una invitada y hay que tratarla bien.- Responde Maca empujando el carrito mientras examina las estanterías. -¿Esther se va a quedar en casa siempre?- La doctora mira a su hija extrañada y se agacha delante de ella para quedar a su altura. -¿No quieres que Esther se quede a dormir en casa? -Sí… ¿Pero siempre como yo?- La doctora ríe al ver la cara de la pequeña. -No, cariño, solo unos días, es que le están pintando el piso y no tiene donde quedarse. -Yo le puedo dejar mi cama, Esther es bonita.- Maca sonríe con cariño acariciando la mejilla de su hija. -Buena, se dice buena. -Eso, es buena, me gusta. ¿Y Marcos también se va a quedar? A jugar. -Marcos sí que tiene su casa, pero si quieres le podemos llamar y decirle que mañana venga ¿Vale?- La niña asiente y Maca toma de una estantería un paquete de pasta, al ir a dejarlo en el carrito se percata de una persona al final del pasillo que las observa, intenta distinguir los rasgos faciales que se ven por encima de la bufanda y debajo del sombrero, pero por la posición, apenas distingue unos labios borrosos. -¡Chuches! ¡Quiero chuches!- Le grita Assia colgándose de ella y obligándola así a mirarla. -Hay chuches en casa princesa.- Le responde Maca volviendo a mirar hacia el pasillo, ya no está. Pero si que esta una leve sensación de miedo dentro de su cuerpo.- Cariño, vamos a pagar esto y a buscar a Esther ¿mhm?- Se dirigen a la caja mientras la doctora aprieta el paso lo más que puede y mira a su alrededor tratando de descubrir de nuevo a la persona misteriosa, pero nada, no hay rastro de ella.
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-¿Tenemos prisa?- Maca se gira y ve a Esther con una pequeña maleta de mano y una sonrisa en la cara, la doctora le devuelve el gesto y niega con la cabeza. -No queríamos hacerte esperar, ya lo tenemos todo. ¿Nos echas una mano?- La auxiliar asiente y empieza a coger las cosas del carro y a ponerlas en la cinta transportadora, ayudada por la pequeña Assia, Maca sigue mirando a su alrededor con esa sensación oprimiéndole el pecho. -¿Ocurre algo?- Le susurra Esther apoyando su mano en el brazo de Maca. -No, no, me he queda distraída, ¡Vaya! ¡Ya habéis colocado todo! Que rápidas que sois, eso se merece una chuche cuando lleguemos a casa.Assia da saltitos alegres mientras va con Esther a poner las cosas en bolsas, Maca saca un par de billetes de su monedero y se los da sonriente a la cajera. Cenan entre risas, Maca disfrutando de ver lo bien que se llevan su hija y Esther, que no dejan de gastarse bromas durante toda la cena, de hecho, cuando Maca va a acostar a Assia,, la pequeña exige que sea Esther la que le cuente el cuento de todas las noches. -Cariño, Esther está cansada ¿No prefieres que te lo cuente mami? -No, quiero Esther.- Responde cruzándose de brazos con el pijama puesto en medio de la puerta de la cocina. -Tranquila, no me importa, así me libro de fregar los platos.- Le contesta guiñándole un ojo y cogiendo a Assia en brazos. -Está bien, pero quiero mi beso de buenas noches.- La niña sonríe y deja un sonoro beso en la mejilla de Maca.- Dulces sueños princesa. -Dulces sueños, mami.- Mientras ambas se van hacia la habitación de Assia, Maca friega los platos pensativa, ya se le ha pasado esa sensación en el pecho, pero el recuerdo de esa persona observándolas le inquieta ¿Y si era el asesino? A la última víctima la siguió hasta su casa, quizás sea eso lo que está haciendo ¿Pero a quien seguía? Y lo más importante, 155
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¿Y si cambia de modus y decide ir a por las familias? La ha visto con Assia… su princesita… Cuando termina de colocar los platos en el escurridor, vuelve al salón, donde se deja caer en el sillón, escuchando de fondo como Esther le da las buenas noches a su niña. -Creo que le gusta mucho ese cuento… se lo he tenido que leer dos veces.- Comenta riendo Esther al volver, se deja caer al lado de Maca y mira su gesto preocupado.- Y ya van dos las veces que te veo con esa cara hoy… -¿Te puedo preguntar algo raro?- Maca mira a los ojos de su acompañante. -Claro, ¿Cómo de raro? -Mucho… tú… ¿Has visto a alguien extraño cuando entrabas en el súper? -A alguien extraño… mhmhmh… no ¿Por qué? -Bah, déjalo, seguramente son paranoias…- Le intenta quitar importancia para no preocupar a Esther.- Gracias por acostar a Assia. -Ha sido un placer, esa niña es una monada. -Sí.- Sonríe orgullosa Maca, prende el televisor y pasa un brazo por encima de los hombros de la auxiliar, buscando una postura cómoda, Esther se apoya con la cabeza en el hombro de la doctora. -Gracias por dejarme quedar… la verdad es que estas noches no he dormido mucho… -¿No? No tenías que haber esperado a que te invitase, me lo tenías que haber dicho. -Ahora ya lo sé…- El móvil de Esther empieza a sonar y esta se levanta rápido para no despertar a Assia, al mirar la pantalla suspira profundamente. -Déjame adivinar.- Pensando en cierto detective moscardón pelotero. 156
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-Seguro que aciertas…- La auxiliar apaga el móvil y lo deja sobre la mesa, volviendo al lado de Maca, que la mira sonriente al sentirla de nuevo cerca.- Es pesado. -La verdad es que por muy mal que me caiga… le entiendo, debe ser difícil aceptar tu rechazo.- Esther la mira a los ojos y la doctora agacha la cabeza avergonzada, no debería haber dicho eso, así lo de sobrevivir esos días sin morderle la yugular a Esther se le complica, cuándo alza los ojos ve a la auxiliar jugando nerviosa con sus dedos, Maca intenta suavizar la situación, colocando su mano entre los dedos de Esther para que no esté nerviosa, pero lo único que provoca es que ella la mire, y en sus ojos, ambas ven lo que no son capaces de decir por ese miedo irracional que invade a las personas cuando perciben el tremendo batacazo que se pueden llegar a dar. Maca aparta un mechón de pelo que cae sobre la frente de Esther, poniéndoselo con delicadeza detrás de la oreja y dibujando una media sonrisa tímida, aprovechando la cercanía, deja una breve caricia en la mejilla de su amiga, que cierra los ojos y ladea la cabeza buscando más o con el calor de esa mano que hace que su cuerpo se estremezca. La doctora sonríe y acerca sus labios a su rostro, deteniéndose a tan solo un par de centímetros, esperando una señal de Esther, que al no notar movimiento en la mano de Maca abre los ojos despacio, centrándose en ella. -Crees… que…- La doctora se sorprende a si misma sin saber que decir, pero sus ojos, la delatan al echar un fugaz vistazo a los labios de la auxiliar, y se muestran felices al percibir un leve temblor.- Creo que… -Que…- Esther la mira y sus cejas se alzan a la expectativa, con el corazón pidiéndole a gritos que se lance sobre Maca, y con su cabeza preguntándose si es el mejor momento para ello y si no estará cometiendo un gran error promovido por toda esa situación que están viviendo y… -Voy a besarte.- Al carajo la cabeza. La auxiliar sonríe y ambos cuerpos se aprietan, ambas notan durante un instante el calor de sus respiraciones, antes de fundirse en un tímido encuentro, temblorosos, 157
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ansiosos, asustados, aventureros, sus labios se encuentran al mismo ritmo que Maca se recuesta sobre Esther, quitándose de encima el miedo, ahogándose en su boca y sintiendo las manos de Esther en su nuca, apretándola suavemente contra ella. Cuando su lengua se aventura tanteando el terreno, la boca de Esther se entreabre, Maca deja un leve mordisco, antes de que ambas se enzarcen en una dulce batalla en la que da igual quien gane o quien pierda. Las manos de la auxiliar descienden por la espalda de la forense, buscando un hueco por el que poder acariciar su piel, encontrándolo al llegar al filo de la camiseta, la piel de Maca se eriza bajo el o de la mano de Esther, que al encontrar el calor de su cuerpo, se detiene saboreándolo con las yemas de los dedos. -¿Estás bien?- Pregunta la doctora en un momento en el que su boca debe apartase por falta de aire, no alejándose más de lo imprescindible para respirar. -Sí… mucho.- Responde con la voz entrecortada volviendo a atrapar los labios de Maca entre los suyos, provocando una leve risa. -¿Qué?- Apartándose y mirándola a los ojos, dejando que la auxiliar vea el deseo en su mirada. -Nada.- Negando con la cabeza y apretándose más contra su cuerpo, colando antes una de sus manos entre las dos, cuando su mano se aventura a acariciar su abdomen, Esther intenta contener la risa. -¿Qué? -Cosquillas…- Reconoce sonrojada y ambas se miran sonriendo, Maca deja un par de breves besos sobre esos labios humedecidos y se aparta un poco de su cuerpo.- ¿Dónde vas? -Ven conmigo.- Tendiéndole su mano, Esther la estrecha y ambas se levantan, por el impulso o por las ganas, la auxiliar choca contra Maca al alzarse, ésta sonríe y estrecha su cintura con sus manos, empezando una pequeña batalla de besos robados y de pasos torpes por el pasillo hacia el cuarto.
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-Nos vamos a matar.- Comenta riendo Esther cuando su cadera choca con un mueble del pasillo. -Mañana quito esto de aquí.- Es toda la respuesta que recibe, acompañada de una mano traviesa que desciende hacia su trasero. -¿Eso es lo que vas a quitar?- Bromea feliz mordiéndole el labio. -No, esto me lo quedo…- Apoyando a Esther contra la puerta, intentando dar con la maneta sin apartar sus labios de los de ella ni un segundo, sus respiraciones entrecortadas y el gemido de la auxiliar cuando los labios de Maca acarician su cuello y su hombro, con sus piernas entrelazadas, resuenan por el piso, intentando ser silenciosas sin poder contenerse. -¿Puedes?- Pregunta Esther con la voz ronca. -No.- Apagando un principio de risa en su cuello, para volver a sus labios, sus manos descienden hasta los glúteos de Esther, que al apretarlos contra ella provocan un nuevo gemido.- Espera… creo que lo tengo…- Moviendo la maneta hacia un lado y escuchando como se abre la puerta.- Lo tengo…- Sonriendo y arrastrando a Esther hacia el interior entre caricias y besos. Se detienen a un paso de la cama, profundizando sus besos todo lo que pueden y notando como sus cuerpos empiezan a sobrarles, sus rostros acalorados pegados, sus manos batallando entre ellas por hacerse un hueco sobre la otra, sus corazones bombeando sin parar, extendiendo su latido por cada fibra del cuerpo, el deseo imperioso de fundirse con la otra en ese mismo instante. Las manos de Maca se dirigen decididas hacia el borde de la camiseta, que empieza a alzar mordiendo el cuello de la auxiliar suavemente, Esther acaricia el pelo de Maca cuando ésta se agacha, para acompañar sus manos con besos por el abdomen y entre los pechos, por encima del sujetador de Esther, hasta que consigue desprenderse de la prenda, lanzándola sin mirar a donde y volviendo a abrazar con ganas a la mujer que le está quitando la camiseta. -Ay, ay, espera.- Se queja entrecortadamente Maca. 159
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-Lo siento, lo siento ¿Te he hecho daño? -Un pendiente, se ha enganchado.- Con la camiseta tapándole el rostro, Esther intenta ahogar la risa mientras Maca se pelea con el pendiente y la camiseta para liberarse.- Ya esta.- Tirándola por ahí y viendo como Esther intenta aguantarse la risa.- Ajá… a la señorita le hace gracia… te vas a enterar.- Riendo y atrapando sus labios entre los suyos, ejerciendo suficiente presión sobre el cuerpo para que ambas caigan a la cama, una encima de la otra, Maca enseguida atrapa las manos de Esther por encima de su cabeza y la mira sonriente.- ¿Ahora qué? -Prometo no reírme.- Sonando muy poco convincente. La doctora niega con la cabeza sonriendo y se recuesta sobre ella, con sus abdómenes pegados, muerde el labio de Esther, y prosigue bajando por el cuello, sus hombros, siguiendo la línea de las clavículas, la auxiliar se remueve buscando más o con esos labios, y cuando estos descienden entre sus pechos un leve gemido se escapa de los suyos, Maca sonríe por debajo de ellos, cuando empieza a dejar un reguero de besos por el abdomen y el ombligo de su compañera, sus manos van directas hacia la cintura del pantalón, acariciando la piel que queda justo en el borde, en una ida y venida que hace erizar la piel de Esther, que siente como la excitación amenaza con desbordarse, las orejas y el rostro hirviéndole de calor, como la doctora, que sigue su camino, con la lengua, desde el ombligo hasta le primer botón del pantalón de Esther, donde deja un beso antes de que sus dedos se deslicen por su piel para desabrochar dicho botón, la auxiliar gime cuando Maca ha desabrochado todos los botones y deja un pequeño beso en el filo de su ropa interior, empezando a arrastrar la tela por las piernas de Esther, acompañándolo con las caricias de sus manos y desprendiéndose de él, justo antes de ascender de nuevo, siguiendo el mismo camino, hacia sus labios. La auxiliar, decidida a estar en igualdad de condiciones, cuela sus manos entre ambos cuerpos y desabrocha el pantalón de Maca, que besa su cuello con pasión cuando Esther se voltea para quedar encima de ella y poder quitárselo con más facilidad, yendo a parar al mismo sitio que le suyo, bien lejos, Esther ira el cuerpo de Maca mordiéndose el labio, pero la doctora tira de su mano para que sus labios vuelvan a 160
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unirse y sus cuerpos se entrelazan, buscando ese punto en el que se acoplan a la perfección y en el que se funden, entre calores, gemidos y peticiones silenciosas, atendidas por manos temblorosos que desean abarcar todo cuando apenas pueden con unos centímetros de piel, las mismas manos que forcejean con los broches de los sostenes, ansiosas de acariciar el secreto que esconden, las que se deslizan por las caderas para librarse de la última barrera de tela entre ambas. Desnudas, los besos y las caricias vuelan por encima de ambos cuerpos, que se remueven inquietos, sabiéndose entregados y dispuestos a recibirse sin reparos, buscándose ansiosos, encontrándose plácidos, quemándose la una a la otra a un fuego in crescendo, al ritmo de sus respiraciones y sus latidos, Maca contraataca levantando su torso, quedándose sentada en la cama con Esther a horcajadas sobre ella, sus manos se deslizan por los muslos de ésta mientras su boca juega con sus pechos, las manos de ambas se dejan llevar entre las piernas, mientras su caderas empiezan a moverse suavemente arriba y abajo, a medida que aumentan de ritmo, los besos de ambas se vuelven más lentos, intercalándose con miradas furtivas a los ojos de la otra, que se aprietan cerrándose cuando intentan contener algún gemido incontenible. Cuando ambas notan ya la inminente ráfaga de electricidad que las recorrerá, se aprietan la una a la otra, escondiendo sus rostros en sus cuellos, y con una de sus manos adheridas a la espalda de la otra, mientras se mueven convulsionándose frenéticamente entre las piernas de la otra, Esther ahoga su orgasmo en el hombro de Maca, mientras la doctora lo ahoga en su cuello, agitadas, esperando que sus corazones se apacigüen y saboreando el momento, se quedan abrazadas la una a la otra, sin atreverse a mover por no romper el delicioso silencio que las rodea.
Capítulo seis: tú no, por favor En la consulta solo se escuchaban las respiraciones de ambos con el suave tic-tac del reloj de pared, Maca observaba atenta al doctor, que apilaba de nuevo las hojas de su historia con suavidad.
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-La verdad… estoy deseando ver como sigue la historia… -Me alegra que te sirva para entretenerte al menos.- El doctor le echó una mirada inquisitiva. -Crees que no estaos yendo a ninguna parte ¿Es eso? -Tengo mis dudas.- itió Maca mirándolo concentrada, se calló la parte en la que dudaba de que hiciera falta pagarle dinero por hacer eso. -Pues no deberías, aunque no te hayas dado cuenta, hemos hecho grandes pasos, ayer estuve hablando con Marta y… -Un momento.- Le cortó Maca al instante.- ¿Hablas con Marta de mí? -No sé de qué te sorprende, Marta y yo somos amigos desde hace tiempo y sí, a veces me coemnta cosas de ti. -Creía que lo que aquí hacíamos era confidencial. -Y lo es, de hecho, nada de nuestras sesiones sale a relucir, pero sí que me informa de tu estado, y si no me equivoco desde que hemos iniciado esta nueva fase tu humor a mejorado notablemente, lo que indica sin lugar a dudas de que estamos en el buen camino. -Ya… es igual, no quiero discutir. Además iba a ser una discusión muy corta, se ha acabado el tiempo.- El doctor miró hacia el reloj y asintió. -Bien, en ese caso, te espero la semana que viene.- Se puso en pie y estrechó la mano de Maca.- No seas muy dura con ella, sabes que solo se preocupa por ti. -Lo sé.- itió ella mientras iba hacia la puerta. En la entrada ya la esperaba un taxi, el conductor la ayudó a subir y luego introdujo su equipaje en el maletero, cuando subió al asiento del piloto la miró por el retrovisor.
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-¿A dónde la llevo señorita?- Maca meditó unos segundos, Marta estaba en la galería y le había dicho que no llegaría hasta tarde, le había comentado algo de la cena en la nevera y algo más, así qu ele quedaban libres algunas horas, podía aprovechar y encerrarse en casa a escribir.- ¿A dónde?- O podría… -Al Anatómico Forense.- Por primera vez en aquellos años era capaz de pronunciar aquél nombre sin que su cuerpo sintiese una sacudida, el taxista arrancó el motor y puso rumbo allí, en media hora aparcaba delante del edificio.- Gracias, ¿Podría…- Señaló el maletero y el asintió, la ayudo a bajar y le cobró la carrera dejándola allí. Maca giró sobre sí misma y observó el edificio, no había cambiado nada, en el césped de la entrada algunos estudiantes repasaban apuntes o pasaban el rato entre clase y clase, en los escalones, un hombre mayor fregaba a conciencia todo, unas gotas de sudor caían por su frente y Maca lo reconoció cuando se puso en pie y estiró la espalda echando un vistazo alrededor, los ojos de aquel hombre se clavaron en los suyos como si el tiempo no hubiese pasado, dejó el mocho en el cubo y se acercó lentamente, como dándole a escoger entre huir o quedarse allí, cuando llegó a su altura, la misma sonrisa que tantas veces había visto en sus mañanas allí la saludó. -¡Buenos días doctora Fernández!- El mismo saludo años después, Maca sonrió con familiaridad. -Buenos días José.- El hombre sonrió satisfecho al ver que le recordaba y señaló un banco. -Justo me iba a tomar un descanso. ¿Le apetece acompañarme?- Maca miró a los lados inquieta, volver a hablar con alguien de allí, pero asintió y se colocó al lado de José, que ya había tomado asiento, miró alrededor y vio llegar un par de furgonetas de la televisión, unos periodistas bajaron y entraron en el Instituto, José asintió mirándola.- Como puede ver, aquí las cosas nunca cambian. -Ya veo… ¿Algo interesante?
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-Un caso de malos tratos dudoso, o al menos eso he escuchado, pero no me haga mucho caso, ya sabe, yo a fregar.- Maca sonrío. -Creo que eres la segunda persona que más sabe de ese instituto.- José la miró divertido.- Teresa era la primera. -Sí, y lo sigo siendo ¡Eso que no trabaja aquí!- Ríe alegre José mientras saca de su bolsillo una bolsa con tabaco para liar y empieza a prepararse un cigarrillo. -Eso te matara. -Hay tantas cosas que matan doctora. Y no creo que le tabaco sea la peor de ellas.- Ambos asintieron pensativos. Permanecieron un rato allí, compartiendo el silencio, cuando José apagó el cigarrillo aplastándolo con la punta de su zapato la miró.- Me ha alegrado verla. De vez en cuando es agradable encontrarse con alguien familiar en este mundo ¿No cree? -Sí… eso creo.- Maca lo miró y sonrió, el hombre asintió satisfecho y se levantó. -¿Sabe? Quizás no debería decírselo pero alguien está escribiendo sobre lo que pasó.- Maca lo miró inquisitiva.- Aquél detective, el italiano no, el otro, parece que le hirieron de bala y ha decidido escribir un libro sobre algunos casos, estuvo por aquí hace poco, parece que lo hará sobre aquél caso.- Dijo mirándola atento, sabiendo por todo lo que aquella mujer había pasado. -Gracias por avisarme José. -De nada doctora, para mí era una alegría cuando llegaban las dos a trabajar. Tengo que marcharme, el mocho no espera por nadie.- Suspiró y alargó su mano arrugada a Maca, ésta la estrechó con la mirada perdida, las dos… Sus ojos se abren mostrándole algo tan bello que su cuerpo tiembla ligeramente y una sonrisa aparece en su rostro, se mueve ligeramente y nota el tacto de sus piernas entrelazadas con las suyas, la mano de ella 164
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sobre su cadera, la suya en su espalda dejando una suave caricia, suspira feliz e intenta separarse sin despertarla, lo consigue con algo de esfuerzo, más que nada porque su cuerpo parece no querer obedecer sus órdenes y mira el reloj. Le da tiempo a despertar a Assia y prepararle el desayuno antes de que la bella durmiente se levante. -¿Por qué tengo que ir al cole?- Maca sonríe de medio lado sin darse la vuelta para mirar a su hija. -Cariño, si a ti te encanta el cole.- Responde por enésima vez mientras corta unas naranjas para preparar algo de zumo. -No quiero ir.- Refunfuña la niña cruzándose de brazos mientras su madre echa cereales en un bol y se da la vuelta. -Anda, si hoy además te toca música, que te encanta. ¿O no quieres cantar con la seño aquella canción?- Le pregunta dejando el bol delante de la niña y besando su cabeza, es entonces cuando se da cuenta de que hay alguien en el marco de la puerta observando, al mirar una sonrisa llena su rostro, Esther está apoyada con los brazos cruzados y carita de sueño.- Buenos días. -Buenos días, Esther, dile a mami que no quiero ir al cole.- La auxiliar sonríe entrando en la cocina. -¿No quieres ir al cole? Buenos días.- Susurra al pasar por detrás de Maca, dejando una breve caricia que eriza la piel de su espalda. -No, no quiero. -Pero si el cole es muy divertido.- Maca le hace una seña para que se siente mientras le lleva un zumo.- Además, ¿Música, no? ¿Y qué cantáis? -Pues canciones.- Dice la niña como si fuera obvio, ambas mujeres ríen. -¿Cómo cual? -Pues…- La niña las empieza a enumerar mientras come sus cereales.
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-¡Esa me gusta! La de que llueva.- La doctora alza una ceja divertida por la espontaneidad de Esther. -Esa aún no me la sé, es la que estamos cantando ahora.- Suelta Assia de nuevo como si fuera obvio. -Pues a mí me encanta, pero ya no me acuerdo como era…- Esther finge pensar.- Hacemos una cosa… ¿Es la que vais a hacer hoy?- La niña asiente.- Bien, pues voy contigo al cole y así me la aprendo yo también. -Pero tú no puedes venir a mi cole, eres grande. Hacemos una cosa…Imitando el tono de Esther de antes y provocando una risita en las dos mujeres.- Yo voy, me la aprendo y luego te la canto. -Vale, trato echo.- Amabas estrechan sus manos y Assia va corriendo a buscar la mochila para el cole, la auxiliar cruza su mirada con Maca, que la mira sonriente. -Gracias. -No hay de que, es una niña encantadora.- Ambas se quedan mirando sin saber qué hacer, pensando en qué pensará la otra y nerviosas como adolescentes, Maca carraspea para decir algo pero se calla ante la mirada ansiosa de Esther, que juega con el vaso de zumo. -Parecemos unas crías.- Se miran y ríen, la doctora se levanta de su sitio y se acerca a Esther.- Unas crías que no se han dado los buenos días.Murmura atrapando sus labios suavemente, nota como le responden con un leve mordisco y las manos de la auxiliar acariciando su nuca, se separan apoyando sus frentes la una contra la otra y mirándose sonrientes.- Buenos días. -Buenos días…- Cuando Esther va a lanzarse de nuevo a esos labios que parecen llamarla con un canto de sirena algo las interrumpe. -¡Mamaaaaaa! ¡No encuentro la mochilaaaaa!- Grita Assia desde su habitación.
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-¡Voy! Esta niña…- Susurra divertida dejando otro beso.- Desayuna tranquila, llevo a Assia al colegio y vengo a por ti ¿Mhm? -Me visto en un momento y os acompaño.- Comenta la auxiliar metiéndose un croissant en la boca de golpe y empezando a correr hacia la habitación. -Por cierto, esa camiseta… te queda muy bien.- Ríe Maca entrando en el cuarto de la niña, Esther se mira y se da cuenta de que se ha puesto una camiseta de la doctora, sonríe negando con la cabeza y se va a cambiar. Cuando llegan al instituto en el coche de Maca ven a una nube de periodistas montando guardia en la puerta, los esquivan como pueden, en el intento Esther casi se cae al tropezar con un escalón, por suerte la doctora le agarra el brazo en el último momento y la lleva hasta la puerta, que José les abre amablemente. -¡Buenos días señorita Esther! ¡Buenos días doctora Fernández! -Buenos días José, a ver si le metes un buen barrido a la entrada.Bromea Maca guiñándole un ojo y entrando en el interior.- Buenos días Teresa, te tienen entretenida ¿Eh? -Me tienen harta, eso es lo que me tienen, ¿Te puedes creer que se han hecho pasar por familiares de difuntos para entrar? ¡Qué barbaridad!- La mujer va negando con la cabeza nerviosa, entonces cae en la cuenta de que no ha saludado y suaviza su tono.- Perdonad, buenos días. -Tranquila.- Comenta Maca echando un vistazo a la pila de entradas, agarra dos carpetas y se las pasa a Esther.- A parte del circo mediático ¿Qué tal todo hoy? -Pues Vilches de mal humor, creo que ha dormido en el sofá, se ve que Cruz se enteró de que le había soltado algo a Dávila y no veas. -Este.- Interrumpe Esther quedándose con una carpeta y dejando la otra en el montón. -Bien, vamos a dejar las cosas y bajamos al foso. Hasta luego Teresa. 167
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-Hasta luego hijas.- Ambas se van hacia el ascensor donde se cruzan con Vilches. -¡Ey! ¡Vilches!- Le llama la atención Maca.- ¿Qué tienes ahí?- Hace el gesto de quitarle algo del hombro y examinarlo.- Ah, no es nada, solo es una pelusa del sofá. -Nos hemos levantado graciosas ¿Doctora? -Graciosas no sé, pero al menos no abrazada a un cojín.- Le responde Maca entrando al ascensor. -No quiero saber a que estabas abrazada tú esta mañana.- Las puertas empiezan a cerrarse y a Maca solo le da tiempo a guiñarle un ojo. -Como te pasas con el pobre. -¿Pobre?- Maca ríe colocando una de sus manos en la cintura de Esther.¿Ya no es el doctor cascarrabias? -Sí, pero pobre, bastante tiene con dormir abrazado a un cojín para que tú se lo recuerdes, si se hubiese levantado como tú… -Pobre de él.- Dice dejando un beso en sus labios.- Que no me entere yo.- Le da una palmadita en el culo y se dirige hacia su despacho.- ¡Nos vemos en el foso!
Cuando Maca entra en el despacho se encuentra con una desagradable sorpresa, a Dávila acompañado de los dos detectives, el italiano habla tranquilamente con el director mientras el tal Fernán sostiene una foto enmarcada que hay sobre su escritorio, la doctora se arma de paciencia y entra. -Veo que ya no hace falta ni llamar.- Comenta malhumorada arrebatándole la fotografía a Fernán.- Si no le importa, detective, preferiría que no tocase mis cosas.- Suelta con tono amenazante dejando la fotografía en su sitio. 168
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-Solo estaba amenizando la espera. -La próxima vez avise y no tendrá que esperar.- O amenizas la espera hurgándote la nariz ¡Gilipollas! Se le pasa por la cabeza a Maca sentándose en su sitio. -Maca, no empecemos con mal humor ¿No has dormido bien? -Lo cierto es que he dormido muy bien, gracias por tu interés. ¿Seguimos de charla o me contáis que hacéis aquí? -Bueno.- Comienza Fernán aclarándose la garganta.- Solo quería hacerle unas preguntas referentes a su historial.- Maca mira a Dávila que aparta la vista nervioso. -Creía que debían pedir permiso para ello, pero veo que no hace falta ¿Eh, director? -El historial laboral de los empleados puede ser requerido por los cuerpos de policía del estado siempre y cuando sea de importancia para un caso, más si es de la gravedad del que nos concierne. -¿De qué libro has sacado eso? -Maca no me toque los… -Dios no lo quiera.- Responde alzando las manos. -Doctora, a lo que íbamos, usted entro a trabajar aquí hace siete años ¿Es cierto? -No cuento los días, detective, no lo sé. -Maca.- Le advierte un serio Dávila. -Es posible que sean siete, sí.- Responde fastidiada.
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-Y justo al año de entrar tuvo que llevar el caso de un asesino en serie, uno de los familiares de las victimas la denunció por mala praxis. -No es la única denuncia que he recibido. -Sí, unas… cinco en total.- Fernán asiente para sí mismo y Maca pone los ojos en blanco. -¿Vamos a alguna parte o seguimos dando vueltas al tema? -Vamos a alguna parte, no se impaciente doctora, el familiar en cuestión cuando se demostró que usted no había cometido ningún fallo en la autopsia la amenazó a usted y al instituto con matarles. -No lo recuerdo, tal vez.- Maca tamborilea con los dedos sobre la mesa impaciente ¿Por qué tiene que hablar con esos dos tipejos, sobre todo con uno en concreto, cuando podría estar con Esther? Aunque sea en el foso. -Supongo que si no recuerda eso tampoco recordará haber visto a este hombre en las últimas semanas.- La doctora observa la fotografía que dejan caer sobre su mesa con atención, ahora recuerda quien es, no estaba satisfecho con el resultado porque no incluía a la víctima en el caso del asesino que llevaban, así que denunció que había visto a Maca beber de una botella de alcohol minutos antes de realizar la autopsia de su familiar. -No, no he visto a este hombre en los últimos…- El tipo del supermercado, Maca frunce el ceño y se fija con más detenimiento en la nariz del hombre, niega con la cabeza, aquel hombre podría ser cualquiera.- años. -Si le ve podría…- Fernán va a entregarle la tarjeta y esta niega rápidamente. -Tranquilo, tengo su número a mano.- Lo que le faltaba tener una tarjeta del impresentable este.
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-No recuerdo habérselo dado.- La puerta se abre de golpe y Esther empalidece al ver la escena. -¿No sabes llamar a la puerta?- Le pregunta Dávila molesto por la interrupción. -Perdona…- Maca y el detective se miran, han hablado a la vez. -Lo siento, creía que Maca, que la doctora estaba, yo… la espero en el foso… lo siento… -Ya hemos terminado ¿No? Cerrad al salir.- Se apresura Maca tras ella.Esther ¡Eh!- La para justo cuando se abre el ascensor, ambas se meten dentro y pulsan el botón del sótano, Maca sonríe al verla tan azorada por la situación.- Ey, no pasa nada, es mi despacho ¿Recuerdas? -Ya pero Maca, con el director y los otros dos, y yo allí, como Pedro por mi casa, que vergüenza…- Comenta tapándose la cara con las manos, la doctora sonríe negando con la cabeza y aparta las manos de Esther. -Es mi despacho y puedes entrar como Pedro por tu casa, Dávila simplemente estaba de mala leche porque no he querido lamerle el culo a los detectives, siento que lo fuera a pagar contigo. -Buf…- Suspira y recibe un beso a cambio.- ¡Maca!- La regaña divertida.Eso, ahora que nos pillen así, lo que me faltaba.- La auxiliar sale en cuanto se abren las puertas y Maca la sigue con gesto travieso, cuando llegan a su altura le da una palmada en el culo.- ¡Maca! -¿Qué? No he hecho nada.- Se excusa entrando en los vestuarios. La doctora está en su despacho repasando informes, pensando en que solo le falta una hora para poder ir a buscar a Assia y a casa, esta tan concentrada en lo que quiere prepárale de cenar a la niña y a Esther que no se da cuenta de que alguien toca a la puerta. -Que conste que he llamado.- Maca alza la vista sorprendida y sonríe a Vilches.
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-Rodolfo ¿Qué tú por aquí? -Tengo malas noticias. -¿Qué ha pasado? -Me acaba de avisar Teresa, traen a Javier… -¿Qué?- Maca mira aturdida a Vilches. -Lo han encontrado hace unas horas pero ya sabes, hasta que no llega el juez. -Mierda ¿Ha sido él? -Sí, eso parece, pero ha cambiado algo. Esta vez tenía prisa, la herida del abdomen es de hoy mismo y han comprobado los vuelos, lo han encontrado muy cerca del aeropuerto, tenía un billete a Milán para esta tarde, lo había comprado hoy. -Joder, joder, joder… -Dávila quiere saber quién más va a hacer la autopsia, todos le conocíamos. -¿Te has ofrecido? -Sí, pero quiere que vayamos dos, ya sabes, por si a alguno se le va la olla… y no quiero que Cruz pase por eso. -Voy contigo, llamo a Cora que recoja a Assia y… mierda, Esther. -Está hablando con Teresa ¿Bajamos? -Sí, sí…- Se levanta nerviosa y a medio camino se da la vuelta pensando que se ha dejado algo, se lo piensa mejor y vuelve a girar ante el gesto preocupado de Vilches. -Puedo hacerla solo, no te llevabas demasiado bien con… 172
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-¿Piensas que no voy a ser profesional? -No, pienso que es duro. -No importa. Vamos. Cuando pasan por recepción no ven ni rastro de Esther ni Teresa, José les dice que han bajado con Dávila, y efectivamente los encuentran delante de los vestuarios del foso, Maca le hace un gesto a la auxiliar para saber como esta y esta asiente indicándole que bien. -Teresa. -Bien Maca, tranquila.- Con los ojos vidriosos. -¿Los dos?- Pregunta Dávila. -Sí. -Bien, Teresa, intenta ponerte en o con la familia de Javier de nuevo, por favor, cuando consigas línea me la pasas aquí, quiero ser yo quien se lo diga ¿De acuerdo? -Voy corriendo, chicos…- Se para entre Vilches y Maca apretándole a cada uno un brazo. -Localiza a la familia.- Le dice Vilches dándole una palmadita en la espalda. -Bien, vamos.- Dávila se mete con Vilches en el de hombres y Esther va a hacerlo en el de mujeres, pero Maca la para. -Esther, no quiero que entres. -Maca, entré con Laura, les conozco de lo mismo. -Ya, pero no quiero que entres.- La auxiliar frunce el ceño y acaricia la mejilla de la forense. 173
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-¿Por mi o por ti?- Maca agacha la mirada y Esther le da un abrazo.- Con más motivo entonces. -Está bien, pero… -Tranquila, no voy a montar un numerito si te veo mal, que va a estar Dávila delante y Vilches… no me gustaría aguantar sus bromas.- La intenta calmar, Maca asiente y entran al vestuario. Al salir al otro lado ven que no hay rastro de los dos hombres, uno de los auxiliares que pasa por allí les comunica que han ido a por el cuerpo y que las esperan en la sala uno, el auxiliar desaparece en el vestuario y las dos mujeres entran en la sala. -Comprueba que este todo, por favor.- Le dice mientras toma la carpeta que hay sobre la camilla, la abre y al leer el nombre de Javier no puede evitar un suspiro, los recuerdos de aquella breve época en la que se llevaban bien le vienen a la cabeza, los dos de críos jugando por el campo. -Ey…- Nota la mano de Esther sobre su antebrazo. -Tranquila.- Recibe un beso en la mejilla a cambio, Maca sigue leyendo el informe hasta que vienen Dávila y Vilches con la camilla. -Bueno, lo primero que vamos hacer es extraer la gasa y que Esther la suba a laboratorio, la están esperando. Luego te podrás ir a casa. -Yo esperaba poder quedarme y… -No, prefiero que no, tengo a los dos mejores forenses a mi lado, no será necesario, además, acabas tu turno.- Maca sonríe de medio lado, sabe que Dávila se siente culpable por lo que ha ocurrido esa mañana. -Tranquila, ve a casa, en mi bolso están las llaves.- El director las mira un momento.- Se está quedando allí hasta que… bueno…- Señala el cadáver cubierto por la sabana y Dávila asiente.
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-Podrías decirle a Cruz que se vaya contigo ¿No Maca? Que nos esperen en tu casa con la cena lista, esto va para largo.- Ambos intercambian una mirada y la doctora asiente, Vilches tampoco quiere dejar sola a Cruz. -¿Te apetece, Esther? -Sí, yo le digo, Maca ¿La niña? -Iba a llamar a la vecina para que fuera a buscarla y… -Vamos Cruz y yo. -Teresa tiene la dirección del colegio. -Vale, nos vemos en un rato.- Se despide apretándole la mano disimuladamente, cuando sale de la sala Dávila niega con la cabeza. -Dios los cría y ellos se juntan. -¿Perdona?- Vilches lo mira serio. -Nada, me gusta que os protejáis entre vosotros y a vuestras mujeres.Mirando alternativamente a uno y a la otra.- De verdad.- Los tres asienten y miran el cuerpo cubierto.- ¿Estáis preparados? -Para abrir en canal a un compañero… nunca.- Murmura Vilches malhumorado. De camino a casa de Maca, ambos permanecen en silencio en el coche, Rodolfo concentrado en conducir y Maca distraída mirando por la ventana, pero con el pensamiento puesto en lo mismo, recreando en sus mentes los acontecimientos. Javier se despertó por la mañana y vio la sutura en su abdomen, paralizado, llamó a todas las aerolíneas, solo pregunto por vuelos que salían ese mismo día, le daba igual a donde ir, solo quería huir, cuando le dieron vuelo hizo la maleta corriendo y salió de casa, eran las once de la mañana cuando lo vio el portero, seguramente iba al aeropuerto, creyendo que estaría a salvo, peor en
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algún punto entre su casa y el aeropuerto había pasado algo y Javier no llegó. -¿Crees que deberíamos contárselo?- Rompe el silencio Vilches cuando aparca delante del edificio de Maca y apaga el motor. -¿El qué? -Que Javier quería huir. Dávila no se lo ha querido decir a nadie y Teresa tampoco. -Qué más da. Toni se abrió a sí mismo para quitarse la gasa, Javier pretendía huir… todo es lo mismo, supervivencia. No hay que echárselo en cara. -Pero quizás si en vez de huir hubiese ido a la policía, no sé, le hubiesen puesto vigilancia, le hubiesen… -Usado como cebo.- Maca suspira frotándose la frente, ha sido más duro de lo que pensaba. -Sí, pero quizás lo habrían atrapado.- Murmura con rabia golpeando el volante y Maca le entiende, le hubiesen atrapado y ahora podrían dormir tranquilos. -Eso ya no lo sabremos Vilches. Anda, vamos arriba, nos esperan dos mujeres maravillosas con una princesita preciosa. Es en lo único que debemos pensar. -No, Maca, y en como pasar la noche también. Deberíamos quedarnos todos juntos, hacer turnos, yo que sé… -Rodolfo, yo también estoy acojonada, pero si hacemos eso vamos a asustar a Cruz y a Esther ¿Quieres eso? -No, quiero vivir en paz.- Ambos se miran y saben que ya no necesitan decirse nada más, cogen aire con fuerzas para eliminar todo rastro de temor y se disponen a disfrutar de la cena.- ¿Sabes que al final Dávila va a tener razón?- Le pregunta bajando del coche y cerrándolo. 176
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-¿En qué?- La doctora se apoya con los brazos en el techo del auto. -En que tú y yo… somos iguales. -No sé si tomármelo como algo bueno.- Bromea Maca para quitarle emotividad al momento. -Por supuesto que bueno ¿Qué te piensas?- Ambos entran en el portal. Maca abre la puerta y deja pasar a Vilches, que mira serio cuando la doctora comprueba los cerrojos varias veces, de hecho, es él quien le avisa que se acerca a alguien, ella deja de hacerlo rápidamente y cuelga la chaqueta detrás de la puerta, invitándole a hacer lo mismo con otro gesto. -Vaya, ya habéis llegado, justo a tiempo, os toca poner la mesa.- Les saluda Cruz dándole un beso a su marido. -¿Ves? La dejas un momento en tu casa y ya se hace la dueña.- Bromea mirando a Maca y llevándose un coscorrón por parte de la otra doctora. -Encima que os preparamos la cena…- Cruz suspira y mira a los dos con un tono de preocupación en los ojos.- ¿Qué tal ha ido? -Bien, tranquila. ¿Dónde está mi princesa? -¿Cuál de las dos? -Muy gracioso. Assia.- Cruz le señala el comedor mientras ayuda a Vilches a quitarse la chaqueta. -Que puedo yo solo ¿eh? -Anda, para una vez que te ayudo, tú mismo. -No es que…- Maca niega con la cabeza sonriente mientras entra en el comedor, allí ve a Assia sentada en el sofá mirando una tele llena de interferencias, tras la cual aparece el trasero de Esther, la doctora le 177
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hace un gesto de silencio a la niña y se acerca a Esther, dándole una palmada en el culo. -¿Ya me la has roto? -¡Maca!- La regaña frotándose el trasero y mirando a Assia. -Es mi cómplice.- Le susurra ella y tanto la niña como Maca ríen divertidas, Assia se acerca a su madre que la coge en brazos.- ¿Te has portado bien? -Sip.- Responde en el momento en que entran Cruz y Vilches en la sala, este último móvil en mano y gesto de fastidio incluido. -Dávila.- Suelta a modo de explicación descolgándolo. -¿Tú ya has cenado?- Pregunta Maca a su pequeña mientras le hace cosquillas. -Sip. -¿Si? -He visto que se estaba haciendo tarde y he pensado que…- Se excusa Esther sonrojándose, la doctora le guiña un ojo antes de dejarle un beso en la mejilla. -En ese caso… ¿Un cuento? -¿No me puedo quedar un rato más? -Cariño, mañana tienes que ir al cole, otro día, te lo prometo.- Ambas se marchan hacia la habitación de Assia. -Mira como se escaquean de poner la mesa.- Comenta Cruz poniéndose al lado de Esther, la auxiliar parece caer en la cuenta y ríe. -Anda, vamos a ponerla en un momento, que si tenemos que esperar a estos dos… 178
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Entretanto la doctora termina de dar las buenas noches a su hija, cuando vuelve al comedor se encuentra a Vilches de pie mirando el teléfono confuso. -¿Ocurre algo? -¿Te he dicho alguna vez que nuestro jefe es gilipollas? -Alguna. -Que dice que mañana tenemos que ir a comisaría tú y yo. -¿Qué? Estas de broma… -¿Quién esta de broma? La cena ya esta lista.- Pregunta de pasada Cruz, entrando con un bol de ensalada y dejándolo sobre la mesa. -Maca, ¿Este vino lo podemos abrir?- Se asoma Esther sosteniendo la botella en la mano, como toda respuesta recibe un movimiento de la mano de Maca y se vuelve a por el abridor. -¿Para qué? -¡Yo que sé! Este hombre cada día chochea más. -¡Vilches!- Recibe una mirada recriminatoria por parte de Cruz. -Cruz, tiene razón ¿Qué pintamos nosotros en comisaría? -¿En comisaría?- Esther reaparece con la botella abierta.- ¿Y eso? ¿Ha pasado algo? -No, no ha pasado nada, por eso mismo ¿Qué pintamos?- La tranquiliza Maca. -Nada, no pintamos nada.- Ambos se sientan en la mesa con gesto fastidiado.
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-Anda, Pimpinela, vamos a cenar.- Intenta distraerles Cruz acomodándose en su silla. -Eso, un poco de vino para todos ¿Eh?- Esther les sirve compartiendo un guiño con Cruz. -¿No nos irá a meter en una reunión de la policía?- Pregunta Maca mirando a Vilches. -Me lo como, fíjate tú, me lo como.- Atacando su plato. -Más me lo como yo, en una sala rodeada de… de… esos.- Imitando a su compañero. -Queréis dejarlo ya, Esther y yo hemos preparado la cena con mucho cariño como para que ahora os la comáis así, que ni siquiera habéis dicho si os gusta joder.- Maca siente la mirada de Esther encima. -Muy rica, cariño.- Sueltan los dos a la vez, mirando uno a Cruz, la otra a Esther, los cuatro se miran divertidos y ríen. -Vale, culpa nuestra, es que nos sentamos juntos y ya se sabe…- Se excusa Maca guiñando un ojo a Esther. -Bueno, contadnos, ¿Dávila piensa hacer algo?- Cruz acapara la atención de todos. -No, ¿A ti te ha dicho algo Maca? -No, hable con él después de lo de Laura… quizás deba volverlo a intentar. -Yo he estado hablando con Teresa y dice que se va a coger la baja. Al parecer no es la única que lo va a hacer…- Informa la auxiliar tomando algo de su copa. -¿En serio?
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-¿Tú no la cogerías?- Esther parece sorprendida por la respuesta de Maca. -No, obviamente quien sea va tras de nosotros, y da igual lo que hagamos, Javier llevaba días sin venir y mira, aún así. -Pues yo me lo estoy pensando.- Murmura Esther jugando con el tenedor, la doctora la mira preocupada y Cruz interviene cambiando de tema. -Por cierto ¿Qué tal Toni? -Bien, le he llamado al mediodía, en casa disfrutando del pequeño terremoto, su mujer le está presionando para irse al pueblo desde que salieron del hospital. -¿Él no quiere? -Él quiere que se vayan ellos y quedarse aquí. -Quizás eso si que deberías pensarlo Maca.- Le comenta Vilches.- ¿Assia podría ir con tu madre? -Sí, la verdad es que… ya se me había pasado antes. No quería que dejara de ir al cole por esto, pero… me preocupa.- La forense nota la mano de Esther sobre la suya y la acaricia agradeciendo el gesto. Maca despide a Vilches y a Cruz en la puerta y se va directa a la cocina, al entrar ve a Esther enjuagando un vaso en el fregadero, la observa unos instantes y al darse cuenta del rato que debe llevar enjuagando el mismo pobre vaso se acerca por su espalda, pasando sus manos por su cintura y estrechándola contra ella. -Estás preocupada.- Le susurra apoyándose en el hombro de la auxiliar. -¿Y si quien sea os ve en comisaria? -Eh, no nos hará nada allí.
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-No, pero tal vez se enfade y… -Esther, no podemos dejar de hacer lo que hacemos por miedo, no debemos darle ese control sobre nuestras vidas. -¿Cómo que no? Lo tiene, cuando quiere acaba con nosotros, tiene el puto control de todo.- Dándose la vuelta para mirar a Maca a los ojos. -Mira, yo he pasado antes por esto, no era igual, no éramos el objetivo directo pero conozco ese miedo, y cariño, no va a pasar nada, mañana intentaré convencer a Dávila de que nos consiga escolta policial a todos, creo que cuatro víctimas son un argumento de peso, estoy segura de que el jefe de policía no pondrá objeciones, menos con la prensa revoloteando a su alrededor. Todo va a ir bien. Todo.- La intenta calmar Maca usando el tono de voz más dulce que tiene.- No te tienes que preocupar por nada ¿Mhm?- Abrazándola contra ella y besando su pelo. -¿Y si te equivocas?- El temor en los ojos de Esther se clava en el pecho de Maca, atragantándosele en la garganta, deslizándose hasta esa parte que siempre intentamos ocultar a las miradas ajenas, esa parte tan solo nuestra en la que encerramos nuestras mayores alegrías y nuestros peores momentos, el trocito de cada uno que guarda lo más importante que tenemos, las emociones, las mismas que nos mueven a actuar, a sentir, a vivir, las mismas que la empujan a estrecharla entre sus brazos, sintiéndola como una niña pequeña que ha despertado de un mal sueño y no puede volver a dormir, con la firmeza que en realidad le falta, esa firmeza fingida que sacamos a relucir cuando alguien que nos importa lo necesita, Maca traga su miedo por el miedo de Esther. -Nunca me equivoco ¿No lo sabías?- Y siente una descarga eléctrica al rozar una sonrisa su cuello, y sabe que a veces, vale la pena fingir. -Ahora sí.- Y se besan, iniciando ese danza arrítmica que evapora el entorno hasta el punto de no sentir más allá de esos labios encontrados, que sabiendo que lo que tienen entre ellos es un tesoro se resisten a soltarlo. -Anda, vamos a dormir que estás tú hoy tontita… mañana ya acabo de fregar ¿Mhm?- La forense deja una breve caricia en la barbilla de Esther, 182
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que sonríe asintiendo con la cabeza.- Además, el pobre vaso ese… esta temiendo que lo vuelvas a aclarar. -Muy graciosa.- Ríe ligeramente la auxiliar provocando una gran sonrisa en Maca. -Mucho mejor así. Vamos, guapa.- Le da una palmada en el culo y sale de la cocina camino a su habitación. En vez de despertarse a golpe de alarma insistente se despierta por una respiración agitada en su cuello, sus ojos soñolientos descubren el ceño fruncido de Esther, una pesadilla, Maca acaricia su mejilla hasta que ve como empieza a despertarse. -Buenos días…- Susurra instantes antes de besar sus labios. -Buenos días. -No has dormido muy bien… -No… yo, no… sí, quiero decir que… -A ver qué dices que tengo dos golpes como pruebas.- Frotándose el costado como si le doliese. -Lo siento, yo… -Tonta, voy a preparar el desayuno ¿Mhm? Así cuando Assia se levante ya lo tiene. -Yo… voy a llamar a Toni y darme una ducha.- Ambas se miran y Maca toma una mano de Esther llevándola hasta sus labios. -Primero una cosa y después la otra, a la vez no ¿Eh?- Bromea ganándose una merecida colleja. Después de desayunar dejan a Assia en el colegio y Maca se acerca al Anatómico para dejar a Esther y recoger a Vilches, que espera en la puerta esquivando a base de miradas asesinas a los periodistas que ya 183
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revolotean alrededor como buitres a la espera de cualquier presa para ofrecer al público, un par de policías observan la escena apoyados sobre un coche. -¿Ya has presionado a la policía doctora? -Tengo mis encantos pero no tanto, parece que Dávila por fin a espabilado.- Comenta deteniendo el coche en la puerta, ambas ven acercarse a Vilches con muy malos humos. -Las despedidas luego, tú baja, yo subo y tú sácame de aquí.- Es su saludo al abrir la puerta y prácticamente empujar a Esther fuera del coche. -¡Rodolfo!- Le regaña Maca. -¿Qué? Ah.- El doctor mira a Esther.- Que tengas un buen día.- Mirando un segundo a Esther para volver a mirar a maca.- Arranca. Ya.- La auxiliar niega con la cabeza sonriendo y se acerca a la nube de periodistas que enseguida la envuelven, Maca hace el gesto de bajarse para ayudarla pero Vilches la toma del brazo.- Casanova, que la damisela sabe defenderse sola seguro.- Pero la doctora no mueve el coche hasta que ve a Esther colarse entre dos periodistas rápidamente y a José abriéndole la puerta con una sonrisa.- ¿Ves? Chica lista. -¿Cómo lo sabías? -Bueno… te ha conseguido ¿No?- Maca niega con la cabeza divertida y se aleja del Anatómico camino a comisaría, por el camino, va llenándose de toda la paciencia y la calma que puede reunir, no le gustan los sabuesos policiales y la idea de encerrarse con ellos en una habitación y encima tener que escuchar lo que dicen la saca de sus casillas, sobre todo sabiendo que Fernán seguro esta allí, el muy cansino piensa para sus adentros. En la puerta les espera Dávila mirando impaciente el reloj, cuando ve como se bajan del coche se acerca corriendo, justo en el mismo momento que los dos detectives que llevan el caso, el italiano y el pesado, se acercan y saludan a los doctores. 184
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-¿Se puede saber donde estabais?- Es el saludo del director del Anatómico ante las miradas de los dos agentes. -Lo siento Dávila, pero ha sido culpa de la doctora y de su auxiliar.- Se excusa Vilches pasando por delante de sus narices camino a la puerta. -Lo siento Dávila, pero ha sido culpa de mi auxiliar, no podía dejar que se fuera andando al trabajo, menos con toda esa jauría de periodistas esperando. ¿Y si me la hacen algo?- Repitiendo los movimientos de Vilches. -Será posible…- Murmura el director siguiéndolos. -Picolo amico, la ragazza te ha ganado. -No me toques los co… -¡Andiamo!- Sin dejar que su compañero Fernán acabe la frase. Después de un breve resumen del caso por parte de los detectives, el jefe de policía sube al pulpito que hay frente al proyector, la veintena de personas se mueve inquieta en el asiento, Vilches, Maca y Dávila los observan desde la última fila, manteniéndose al margen de los susurros entre policías y las bromas a espaldas de Adrián Zubalburú, comisario jefe. -Gracias por ese pequeño resumen, detectives.- Zubalburú carraspea y mira al fondo de la sala.- Como pueden ver nos acompañan unos representantes del Instituto Anatómico de Madrid, su director Antonio Dávila y…- Hojea un papel que hay sobre el pulpito.- Los doctores Vilches y Wilson.- Maca pone los ojos en blanco mirando a Dávila.- Ellos han sido los que han realizado las autopsias a las víctima del carnicero de la Complutense, como han apodado los medios a nuestro asesino. Doctores ¿les importaría decirnos cuales son las pruebas que han conseguido?- Dávila se levanta y se acerca, Maca y Vilches se miran dudando en si acompañarlo o no, pero ambos se cruzan de brazos, se ponen cómodos y observan a su jefe estrechar la mano del comisario.
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-Bien, lo cierto es que me gustaría poder decir que gracias a las autopsias exhaustivas realizadas en los cuerpos contamos con una pista para atrapar a ese asesino… pero no es así, no hay rastros que nos puedan conducir a él, si bien, sabemos por la operación previa al asesinato, por así llamarla, que tiene cierta destreza con el bisturí, los cortes.- En la pantalla tras él aparecen imágenes de las incisiones en los abdómenes.- Son limpios e indican que el que los provocó tiene cierta experiencia, aparte de eso, los doctores y yo no hemos hallado nada más. -Gracias Dávila ¿Doctor Vilches? ¿Doctora Wilson?- Ambos niegan con la cabeza sin nada más que añadir. -No sé qué hacemos aquí, ¿Venir a ver como se luce Dávila?- Susurra Maca a su amigo. -Lucirse, lucirse… ¿Qué quieres que te diga? -¿Cómo he estado?- Se sienta al lado de Rodolfo el director con gesto ansioso. -Muy bien, impresionante.- Mascullan los dos mirando al frente. -Como podéis ver, no tenemos prácticamente nada sobre lo que trabajar, cuatro cadáveres, un asesino que sabe usar un bisturí y a la prensa de todo el país pidiendo un cabeza de turco, por eso, desde la jefatura del gobierno, nos han enviado a un experto en creación de perfiles, el señor Andújar.- En la sala entra un hombre demasiado alto para el poco cuerpo que tiene, que no es capaz de sostener de forma decente el traje mal planchado de color gris ni la corbata gris oscuro mal abrochada, el pelo despeinado y unas bolsas en los ojos hacen pensar a toda la sala que ha estado disfrutando del turismo nocturno madrileño. -Buenos días caballeros, señoritas.- Saluda torpemente desparramando sus papeles por el pulpito y tocando nervioso el pequeño micrófono.Gracias por esa breve presentación comisario.
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-Perrito lameculos…- Escucha Maca susurrar al agente que tiene al lado y reconoce el apelativo con el que los guardias se refieren a cualquiera que mande el gobierno a ‘ayudar’. -Bueno, creo que el tiempo apremia así que pasaré a resumir el perfil del hombre que buscamos, bien… ¿Dónde?... A ver… estaba por aquí… esto…- Se escuchan varios murmullos en la sala mientras Andújar busca algo entre los papeles, el comisaría echa una mirada acusadora a sus subordinados y estos callan en el acto.- ¡Aquí! Sí, a ver.- Sacando unas gafas del bolsillo y poniéndoselas.- Bien, después de analizar las pruebas del caso he podido hacerme una imagen del hombre que buscamos, un varón de entre 25 y 40 años, de constitución fuerte, con estudios o experiencia laboral en la rama de medicina, cirugía para ser exactos, con relación con el Anatómico y que conoce a la perfección los movimientos de sus empleados. Quizás un doctor al que echaron de malas maneras, alguien que tal vez no consiguió una plaza, buscamos a un hombre frío y paciente, es capaz de dejar pasar la oportunidad de matar cuando la tiene a mano, recordemos que primero visita a sus víctimas y luego las mata, normalmente una semana después, aunque en este último caso, la huida de la víctima forzó al asesino. Aquí…- En la pantalla aparece un calendario.- Podemos ver la secuencia que sigue, si bien al principio parece seguir un patrón, sus asesinatos están cada vez menos espaciados lo que indica que está empezando a perder el control o que algo le empuja a ir más rápido, por lo que es difícil predecir cuando actuará de nuevo, por suerte, tenemos ese pequeño aviso que deja en sus víctimas para conseguir atraparlo. -Gracias Andújar.- Le da una palmada en la espalda tomando de nuevo la reunión.- Bien, debido a que estamos en un callejón sin salida, no nos queda otra que esperar, esperar a que el asesino visite a alguno de los empleados del Anatómico, cuento con que la representación que tenemos aquí, sería capaz de comunicar a sus compañeros lo sumamente importante que es que nos avisen si una mañana se despiertan y descubren que tienen algo que no tenían en el abdomen. -¿Qué se hará entonces?- Pregunta uno de los agentes.
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-Se le pondrá vigilancia durante las 24 horas del día hasta que nuestro asesino venga a cobrar su víctima, estaremos preparados para ese momento y le detendremos. -Eso suena más sencillo de lo que parece.- Interrumpe Andújar.Recordemos que él los vigila a todos, si ve que la policía sigue a su escogido su reacción puede ser imprevisible. -Es un riesgo que debemos correr.- La voz del comisario suena autoritaria y el perrito del gobierno parece entender que no tiene voz ni voto en esa sala. -¿Usarnos de conejillos de indias? -Maca, cállate. -No. Estoy con Andújar ¿Qué garantías nos pueden ofrecer? ¿Se van a meter con nosotros en la ducha o qué?- Varios agentes hacen un par de comentarios lascivos mirando a la forense, que pasa olímpicamente de ellos concentrando su mirada en el comisario. -Si lo tenemos que hacer sí.- Responde recogiendo los papeles y dando por acabada la reunión, al salir el comisario, los agentes se levantan bromeando y comentando entre ellos, un par se atreven a guiñarle un ojo a Maca, que suelta todo el aire que tiene en los pulmones y mira molesta alrededor. -Maca, no tienen otra alternativa, ¿Qué hacen? ¿Revisar todos los doctores que hemos echado desde hace 20 años? ¿Sabes cuantos de nuestros empleados encajan en ese perfil? Varones, de mediana edad, fríos y pacientes, joder, es más de la mitad de la plantilla médica, por no hablar de auxiliares y otros.- Intenta calmarla Dávila. -Yo espero que no me marque a mí, que ninguno de los tíos estos me ha puesto ojitos como a ti.- Suelta Vilches llevándose una mirada asesina de la forense que sale de la sala como una exhalación. -Mierda, que me tiene que llevar al trabajo.- Corre tras ella Rodolfo.
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El director observa a sus dos empleados marcharse y suspira resignado, sus compañeros no se van a tomar mejor la noticia que ellos dos, recoge su chaqueta y se acerca a la puerta, pero a mitad de camino ve entrar de nuevo a Zubalburú y se detiene, el comisario espera a que el resto de agentes se vayan y cierra la puerta. -Nunca se te ha dado manejar demasiado bien a los tuyos Antonio. -Y a ti demasiado bien a los tuyos.- Ambos se sonríen y sientan en un par de sillas. -Es mi trabajo, como el de asegurarme que tus empleados sean conscientes del peligro que corren y que deben avisarnos enseguida. -Lo harán, no les hará gracia tener a medio cuerpo de policía tras su culo si pasa ni a un loco acechándoles pero… lo harán, estoy seguro, es su vida lo que se juegan. -¿Ellos dos van a llevar el caso en exclusiva? -Sí, son los mejores, ellos y la nueva auxiliar, conoce poco a sus compañeros y hace bien lo suyo. -Perfecto, cuanto menos gente haya trabajando en ello menos filtraciones a la prensa. -Sí, ¿Habéis descubierto quien se llevó aquella gasa? -Ya hemos hablado con él varias veces, se empeña en que no vio nada, en que lamenta mucho haber substraído una prueba de la escena de un crimen, lo de siempre. Hemos comprobado las huellas, solo están las suyas, de todas formas tengo a dos agentes vigilándolo por si acaso. -Por si acaso necesitas un cabeza de turco… -Dávila, sabes que tengo los huevos cogidos. -Como yo amigo, como yo.
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Cuatro días después los pasillos del Anatómico parecen radicalmente diferentes, ya no hay el bullicio de gente corriendo arriba y abajo, ni grupos aglomerados en la sala de café, ni esperando impacientes el ascensor porque esta parando en todas las plantas del edificio, la mitad de la plantilla del Instituto se ha tomado la baja por depresión, o se han torcido un pie, por no hablar de los que han vaciado su taquilla alejándose todo lo pasible de aquél edificio que entre los estudiantes comienza a correr el rumor de que esta maldito. Y la poca plantilla que queda, menos de un cuarto de la que tenían, parece vagar por los pasillos en un estado de aturdimiento por el cansancio que sólo se ve roto cuando se cruzan con alguien y de repente se ponen nerviosos, la tensión y el medio han creado una atmosfera difícil de respirar, sobre todo a medida que pasa el tiempo y saben que ese loco que tortura sus vidas ya debe estar sediento de venganza de nuevo. -Maca, lo siento.- Se disculpa la substituta de Teresa en recepción.- Ya sé que llevas todo el día metida en el foso pero llegan muchos cuerpos, una reyerta a las afueras. -Que los cataloguen y los metan en las neveras, me voy a casa.- Susurra Maca frotándose la frente agotada. -Lo siento pero Dávila ha dicho que no caben más cuerpos, hay que sacarlos ya. -Joder pues que baje él y los abra en vez de estar encerrado en su despacho con el comisario.- La doctora está harta de llegar a casa arrastrándose de cansancio y de hacer la faena de cuatro personas ella sola.- Esto no puede seguir así.- Ante la cara de la recepcionista Maca suspira frustrada.- Lo siento, sé que tú no tienes la culpa.- Las puertas del ascensor se abren dejando paso a Esther, Vilches y Juan, otro auxiliar. -Os veo dentro.- Es lo único que dice un más que malhumorado Vilches cerrando con un golpe la puerta de los vestuarios y haciendo que tiemblen hasta las paredes de la primera planta.
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-Ey, vete arriba a descansar.- Le sugiere Esther al verla así, sintiendo como si su cansancio se multiplicará por mil al ver esos ojos apagados y ese gesto de agotamiento tanto físico como mental en la forense. -No, os hecho una mano hasta que llegue Sánchez, además, no te dejo sola con Vilches estando así, ni loca.- La intenta calmar Maca rozando su mejilla en una leve caricia. -Sí… el pobre cree que la ciudad conspira muriéndose todos a la vez para acabar con nosotros, está harto de hacer horas…- Ambas se dirigen hasta el vestuario entrando en él.- Menos mal que llevaste a la niña con tus padres. -Sí, ¿Has llamado a Toni hoy? -Sí, pero estaba durmiendo, he hablado con María, todo les va bien en el pueblo, aunque está preocupada por nosotras. -Dile que tenemos a todos los policías de Madrid siguiéndonos. -No creo que eso la calme.- Quitándose la camiseta y cogiendo el pijama. -Joder, ni siquiera esto me da fuerzas.- Mirando como Esther se quita los pantalones. -Pues anoche no decías lo mismo… -¿Aquello? Si caí rendida enseguida, vamos, que ni en coma. -Muy graciosa, anda, cámbiate. -Ya no me quedan pijamas… tanto entrar y salir. – Susurra contemplando el hueco vacío sobre su taquilla. -Coge los de Marian, tiene la misma talla. -Ah ¿y cómo sabes tú eso?
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-Una que se ha fijado… -Bien, bien, fijándose en otras, cuando todo esto acabe… tú y yo vamos a tener que hablar de eso.- Quitándose la camisa y tirándola por ahí. -Bah, no digas tonterías.- Acercándose a la doctora y rodeándola por la cintura, provocando que se estremezca entre sus brazos.- A mí me gustas más tú.- Dejando un beso en su hombro desnudo. -Dios… me duele todo, que si no…- Dándose la vuelta y acercándose a los labios de Esther, pero a medio camino se detiene al ver el gesto horrorizado de la auxiliar.- Cariño ¿Qué…- Maca sigue la vista de Esther hasta su abdomen. Sentir como el mundo se viene abajo en un solo momento es una sensación horrible, es como si vaciaran de golpe el aire de tus pulmones impidiéndote respirar y todo se volviese oscuro, y eres consciente de que todo se esta tiñendo de una oscuridad implacable que lo arrasa todo, un vacío tan intenso que crees que ya no vas a volver a respirar y que no soportarás mucho más el nudo en tu garganta. -Tú no, por favor…- Gime Esther abrazándose a ella como un naufrago a un salvavidas, la doctora no responde, solo intenta sentir ese abrazo cuando es incapaz de reaccionar ante nada, y entonces, al sentir las lágrimas de Esther su cuerpo vuelve a moverse, su corazón a latir y es que pase lo que pase, lo único que no soportaría es a su auxiliar sufriendo, respira profundamente acariciando su espalda, pensando únicamente en ese cuerpo aferrado al suyo, olvidándose completamente de esa incisión reciente en su abdomen y centrándose única y exclusivamente en ella. Esther separa su rostro del escondite hallado y mira aquellos ojos, recordando aquel estallido estelar que arrasó su cuerpo y su cordura la primera vez que la vio, y sus labios buscan un refugio en los otros, sus manos un lugar en el que cobijarse, su cuerpo ese calor con el que envolverse, y Maca le devuelve los gestos, con toda la tranquilidad de la que es capaz, intentando saborear cada beso, cada caricia, tratando de eliminar su miedo y el de ella, borrando a base de cariño lo que un lunático a provocado, y es que ante el pánico hay mil reacciones 192
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diferentes, y una de esas es necesitar a alguien a tu lado para fingir mejor que todo va bien. Capítulo siete: deja de contar Maca notó la mano de Marta recorrer su espalda, dejando suaves besos en sus hombros, terminó de desperezarse y la miró, su gesto era tranquilo a pesar de que había pasado la noche entre pesadillas, quizás su terapeuta se equivocaba, desde que había empezado aquella terapia podía haber mejorado algo en su actitud, pero había una cosa que no había cambiado, sus sueños. -Buenos días cariño.- Dejó un suave beso en sus labios que la ex forense no rechazó. -Buenos días. -Han llamado de la clínica, para dejar la cita para mañana, les he dicho que ya les diríamos algo.- Le informó acariciando su mejilla. -Luego llamo. ¿Tienes que ir a la galería? -No, me he tomado el día libre, pensaba salir a dar una vuelta, ya sabes, a buscar inspiración.- Bromeó con un gesto teatral y Maca asintió, pensó en lo que le deparaba el día con Assia en casa de su madre, escribir aquella parte de la historia que menos le apetecía, el centro de todo. -¿Te apetece que vaya contigo?- La sonrisa de Marta se lo dijo todo. -Claro que sí mi vida, te traigo el desayuno y nos vamos ¿Mhm?- Marta salió dando saltos de la habitación.- Podríamos ir al parque ¿Qué te parece? -Lo que tú quieras.- Le respondió acomodándose en la cama, se quedó mirando el techo pensativa, si su psicólogo hubiese estado en ese momento allí, le habría dicho algo como que estaba huyendo de los fantasmas del pasado, que a pesar del tiempo aún no estaba preparada para enfrentarse al momento en que su vida había cambiado, que estaba escudándose en si misma y que así no iría ninguna parte. Pero 193
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necesitaba un descanso, miró por la ventana, la persiana prácticamente bajada hasta el tope, el sol intentando hacerse un hueco por el pequeño espacio, sí, le iría bien ir al parque con ella. Después del desayuno y de la rutina de vestirse, ayudada siempre por ella, bajaron a la calle, Marta le habló emocionada de cosas del trabajo, que si se había peleado con el director por la nueva exposición que iba a iniciar, que si Guillermo, un compañero suyo, le había gastado una broma poniendo todos los cuadros del revés y Maca iba asintiendo o comentando de vez en cuando algo, pretendiendo que sintiese que estaba concentrada en ella, aunque sus sentidos estuviesen vagando por el lugar, dejándose llevar por el sol acariciando su rostro y sus manos, intentado esquivar el recuerdo que luchaba contra su consciente. -¿Te parece que paremos aquí?- Escuchó que le preguntaba Marta, miró el lugar que le señalaba, ya estaban dentro del parque i había un pequeño banco al lado del camino, frente a los columpios donde jugaban los niños. -¿Es aquí donde sueles venir? -Sí, esos pequeñajos revoloteando por aquí inspiran a la vida.- Le sonrió y acarició su mano, Maca asintió y fue hasta el banco. Estuvieron un rato en silencio, viendo como un niño de unos tres años trepó hasta lo alto de la pirámide de cuerdas y al mirar abajo y verse allí sintió miedo, una mujer joven corrió enseguida hacia allí y ayudó a bajar al pequeño, que se aferró a su cuerpo para borrar el miedo. -No sé cómo puede inspirarte esto…- Susurró Maca queriendo evadirse en alguna conversación. -Bueno, tú ves a un niño asustado que llama a su madre ¿No?- Maca asintió a pesar de que no era exactamente eso lo que veía.- Yo veo al ser humano emocionado, los adultos tendemos a ocultar nuestros sentimientos, nuestros instintos, tenemos que aparentar que somos algo que realmente no somos, para quedar bien con el resto de adultos que aparentan, pero cuando estamos con los niños, es como si ellos fueran 194
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capaces de hacernos olvidar que somos grandes, si un niño llora el primer impulso que tenemos es correr hacia él, y lo hacemos, si es un adulto el que llora, primero debatimos si es correcto o no acercarnos. Sacan lo mejor de nosotros, nuestra parte emocional…- Maca asintió y suspiró profundamente. -¿Podemos pasear por el parque? -Claro que sí, mi vida.- Y Marta se levantó feliz y tomó su mano, feliz por el cambio de Maca, feliz porque creía que esa terapia estaba surtiendo efecto, y aunque no sabía si eso era algo bueno para ella o no, feliz de poder tomar su mano con decisión y estar a su lado en aquél proceso que esperaba le devolviese a la mujer de la que tanto le habían hablado. Cuando llegaron a casa y después de comer, Maca se encerró en el despacho para seguir con su terapia, Marta vio como no iba demasiado convencida pero sabía que aquello le estaba haciendo bien, aunque por la noche siguiese sintiendo su cuerpo agitarse en pesadillas. Se quedó en silencio hasta que escuchó como las teclas se hundían bajo los dedos de la ex foresne, solo entonces se dejó caer en el sofá y miró el montón de cartas que habían subido del buzón, un par del banco, algunas facturas y una que le llamó la atención, un sobre de la Universidad Autónoma de Barcelona dirigido a Maca, lo dejó a un lado para dárselo después y encendió el televisor. -¡No! ¡No! Y ¡No!- Esther se pasea berreando por el despacho de Dávila, mirando acusadoramente al comisario Zubalburú y a los dos detectives, Maca permanece apoyada en la pared junto a la puerta, observando como la auxiliar ha perdido los nervios, intentando hacerse fuerte para ella. -Esther, por favor, no creo que esto sea asunto de tu… -¡Lo es! ¡No pienso dejar que lo haga! ¿Me oyes?- Mirando a la doctora que agacha la cabeza suspirando. - ¡No! -Esther, por favor…- Es lo único que susurra la forense después de la entrada apoteósica de esta al escuchar al comisario insinuar que usarán a Maca de conejillo de Indias. 195
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-Señorita García.- Alza la voz Dávila.- Una cosa le voy a decir, escuchar detrás de las puertas me parece una actitud algo infantil, pero no se lo reprocharé, yo hubiese hecho lo mismo si a mi pareja la meten en un despacho con un comisario y dos detectives, pero esta decisión la debe tomar ella, no usted y ya la ha tomado.- La doctora siente clavarse los ojos de Esther sobre ella, y aunque no se atreve a mirarla, puede sentir el dolor y el desconcierto en ellos. -Maca…- Y se va, sale del despacho corriendo, chocando con Vilches que la mira confundido y se acerca hasta la puerta. -¿Qué ha pasado? -Dávila es un bocazas.- Murmura Maca saliendo de allí y corriendo para ver si aún le puede dar alcance. -¿Pero…- Vilches mira a Dávila con dureza y ve al comisario y los detectives allí sentados, expectantes.- Mierda… Maca recorre todo el edificio en su búsqueda después de que José, el encargado de la limpieza le diga que Esther no ha salido, finalmente la encuentra en el tejado, apoyada en la barandilla y temblando por el llanto, la doctora se acerca sin saber cómo será recibida, coloca sus manos sobre los hombros de la auxiliar y esta se gira de golpe furiosa. -¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?!...- Le cuestiona dando golpes con los puños cerrados sobre el pecho de Maca, la doctora intenta calmarla rodeando su cintura y apretándola contra ella. -Cariño…- Y aunque la auxiliar deja de golpearla, sigue preguntándole porque lo hace.- Por favor… -No lo entiendo… no lo entiendo… -Tranquila, mi vida, tranquila…- Abrazándola con más fuerza y sintiendo como Esther oculta su llanto en su cuello.- Debo hacerlo, tengo que hacerlo… pero todo va a ir bien ¿Me oyes? Todo va a ir bien.
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-¿Cómo? ¿Cómo va a ir bien? Van a esperar a que ese maldito asesino te tenga en sus manos para hacer algo, como pretendes que algo vaya a salir bien… -Mira, van a estar todos pendientes de mí, no le dejaran que me haga nada, cariño, mírame…- Y la doctora busca con los suyos los ojos de Esther, mientras acaricia sus mejillas borrando las lágrimas.- No permitirán que pase nada malo, le vamos a atrapar, y tú, y yo, y Assia nos vamos a tomar unas merecidas vacaciones sin tener que estar preocupadas por si él viene, porque lo vamos a atrapar, vamos a acabar con esta pesadilla ¿Vale? -Pero y si… -No hay peros, no va a pasar nada malo, voy a ayudar a esos capullos a atraparle y esto se va a acabar. Y no me va a pasar nada, porque yo no lo voy a permitir, voy a ver crecer a mi hija y voy a hacerte feliz todos los días que me dejes, así que no puedo dejar que me pase nada, sería una putada ¿Mhm?- Besando sus mejillas y apretándose contra ella. -No quiero que lo hagas Maca… -Lo sé, lo sé, pero no hay otra salida, es la única forma de detenerle, puedo intentar librarme como consiguió Toni y que no me mate a mí, pero matará a otro y viviré con el miedo de saber que quizás en cualquier momento vuelva a por mí, alguien tiene que hacerlo, y yo tengo la oportunidad, si es lo que hay que hacer para seguir viendo estos ojitos cada mañana lo voy a hacer.- Y siente como la auxiliar se aferra a ella, sabiendo que quizás está intentando retenerla, intentando parar el tiempo para que esa cuenta atrás que se ha iniciado no llegue a marcar cero. -Tengo miedo… -Y yo, yo también tengo miedo.- Con la vista perdida en la ciudad y sin dejar de abrazar a su auxiliar, sin saber si contarle el plan o no, pero sabiendo que debe hacerlo, que lo último que puede usar para combatir el miedo de Esther es el silencio, que eso solo lo haría más grande, así
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que cuando Esther se calma un poco se separa de ella y besa sus labios, pegando su frente contra la de ella. -¿Qué tienen pensado?- Y la doctora sonríe, y la besa de nuevo, sintiéndose agradecida por darle lo que necesita, no verla destrozada. -Seguirán cada uno de mis pasos durante las veinticuatro horas del día, investigarán a cualquier persona que aparezca en mi entorno, montaran vigilancia delante de casa y por medio de un dispositivo de seguimiento sabrán en cualquier momento donde estoy, van a saber hasta las veces que meo al día, van a infiltrarse en el Anatómico y en el piso de al lado. En resumen, el tiempo que esto dure los voy a tener entretenidos. Cuando él haga aparición, solo esperarán el tiempo justo para asegurarse de que es el tipo que buscan y lo apresarán, y te buscaré y te haré el amor hasta que ya no nos quede aire.- Bromea al final para acabar de eliminar el miedo de Esther. -Así que si esta noche hacemos algo…- La auxiliar se detiene al ver el rostro de Maca. -Cariño, al menos hasta que pase esto… creo que… -No pienso apartarme de ti.- La doctora la mira a los ojos, le ha leído el pensamiento. -Es lo mejor. -No pienso hacerlo.- Y la auxiliar ve el miedo cruzar por los ojos de Maca. -Esther, no quiero que estés cerca de mí mientras dure esto, no podría soportar que ese pirado este cerca de ti. -Has dicho que estarás vigilada, que no hay peligro. -Para mí, pero no sé si puedo decir eso de la gente que está a mí alrededor y debo concentrarme en esto, y contigo a mi lado… no creo ser capaz. -Maca, ¿Qué pretendes que haga entonces? 198
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-Pues… me gustaría que te fueras de Madrid, no sé, tal vez podrías llamar a Toni y a María e irte unos días o… con mis padres y Assia… podría llamarles y pedirles el favor… o… -No pienso hacerlo.- Esther ve la cara que pone la doctora, pero está decidida.- Sé que lo haces porque te preocupas por mí y todo eso, y sabes que te lo agradezco, pero no, me niego, voy a estar aquí contigo quieras o no, no acepto nada más.- Maca suspira sabiéndose ganada, cuando la auxiliar se muestra tan tajante no hay nada que hacer, aunque siente como su corazón se desgarra teme que va a tener que aguantarse con la situación, que no va a poder quedarse tranquila sabiendo a Esther lejos de ese asesino.- No voy a dejarte sola en esto, Maca. -Me hubiese gustado que me dijeras me voy…- Susurra abatida pegando su frente a la de Esther. -¿Y dejarte sola? -Al menos sabría qué estás bien. -Estoy bien.- Atrapando el labio inferior de Maca entre los suyos.- ¿Cómo crees que lo iba a pasar estando a tanta distancia de ti? Estoy bien, y esos amigos que te caen tan bien van a tener que taparse los oídos a menudo, no vaya a ser que se sonrojen. Después de reunirse de nuevo con los enviados de la policía, esta vez con la presencia de Esther, deciden que lo mejor es seguir una rutina para facilitar la vigilancia, de todas formas, el asesino ha demostrado en otras ocasiones que da igual lo que la víctima haga, siempre la encuentra, así que Maca se limitará a seguir su día a día lo más normal posible, sabiéndose protegida por la mitad del cuerpo policial. -¿Qué te han dicho?- Es el saludo de Vilches cuando ella y Esther entran en la sala de descanso. -Vacaciones pagadas hasta nuevo aviso, te dejo solo con los muertos.Bromea intentando sacarle peso a toda la situación. 199
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-Maca…- Le recrimina Esther sirviéndose un café.- Le han dicho que siga como hasta ahora, la única diferencia es que va a tener como unas decenas de ojos observándola todo el tiempo. -Eso y que los que me vigilaran en casa cuando este allí van a ser mis dos detectives favoritos ¡Yuhú! -Eso no es malo, son buenos…- La auxiliar no acaba la frase al ver la mirada entrecerrada de Maca. -Seguro que ese que iba tras de ti se ha ofrecido voluntario, querrá saber porque estás con ella y no con él, menudo chasco se va a llevar cuando sepa que no hay nada especial en ésta.- Señalando a Maca. -Eso Rodolfo, tú anímame, que lo voy a tener ahí al pie del cañón.- La doctora señala a Esther con el dedo índice.- Nada de pelearnos hasta nuevo aviso. -¿Cuándo nos hemos peleado tú y yo? Además, ¿Crees que yo le voy a dar pie a algo? -Sí, Maca, lo de las peleas veo que lo tienes bajo control.- Ríe Vilches levantándose de su silla.- Yo no quiero estar en medio, voy a decirle a mi mujer que vamos a ir a cenar a tu casa todos los días, se va a convertir en el sitio más seguro de toda la ciudad. -Gracioso…- Y la doctora toma un poco de café y se sienta en una de las sillas, pensando en todo lo que se le viene encima, que por mucho que le haya dicho a Esther que todo irá bien, eso es algo que solo el destino, dios o lo que sea que rige al humano sabe y la auxiliar, al verla tan pensativa, se acerca y se sienta sobre sus rodillas, rodeando su cuello con sus brazos. -Podríamos alquilar una película y verla esta noche, las dos solas, en casa ¿Mhm? Preparamos cualquier cosa de cenar, unas palomitas, nos acomodamos en el sofá bajo una mantita… ¿Quieres?
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-Sí… me gustaría, sí.- Y la mira con una medio sonrisa porque se imagina el esfuerzo que está haciendo la auxiliar por aparentar normalidad.- Voy al foso ¿Tú acabas ya? -Sí, pero si quieres me quedo contigo. -No, no, vete a casa a descansar ¿Te paso a buscar cuando acabe? -Mejor… me dejas tus llaves y te preparo la cena ¿Qué te parece? -Vale, yo alquilo la peli y le digo a Vilches que de lo de cenar en mi casa, nada de nada. -Te toca lo peor.- Bromea Esther levantándose.- Nos vemos en un rato. ¿Mhm?- Y le planta un beso en los labios que a Maca le sabe a gloria, y sonríe esta vez de verdad y le da una palmada en el cachete cuando va a salir por la puerta. -Doctora, la estaba buscando, la esperan en el foso.- Le comunica nada más verla uno de los auxiliares. -¿Vas hacia abajo?- Él asiente.- Bien, voy contigo.- Maca se gira hacia Esther.- En unas horas ¿Mhm? -Unas horas.- Dejando otro beso y marchándose de allí. Cuando Maca llega al foso, la substituta de Teresa sale de detrás del mostrador y corre hacia ella, la doctora, sabiendo que seguramente ya se habrá enterado de que ha estado reunida con la policía y estará esperando algún cotilleo para ser fiel al gremio de recepcionistas, la evita poniendo una de sus mejores sonrisa y señalando la puerta de los vestuarios. -Estás en todas partes, Rodolfo.- Saluda Maca al entrar en la sala de autopsias. -El jefe quiere que lo llevemos los dos, diputado muerto, la prensa no tardará en llegar.
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-Genial, lo que me faltaba para rematar mi día. ¿Dónde está el auxiliar? -Tú eres mi auxiliar ¿Qué pensabas?- Pregunta éste colocándose unos guantes, Maca pone los ojos en blanco y copia a su compañero. -Vamos a ver que esconde este capullo. Quizás descubramos el gran misterio de si los políticos tienen corazón o no. -Te veo inspirado hoy.- Cogiendo un bisturí de la mesa auxiliar. -Bueno, debo ser el único que lo está, mentira, doña Rogelia también lo está bastante, la tienes intrigadísima.- Haciendo referencia a la recepcionista. -Pues me temo que se va a quedar así, es amida de Teresa y capaz de irle con el cuento, no necesito a más gente preocupada por mí. -¿Y porque a mí me lo has contado? -Porque tú no te preocuparías ni si tu madre estuviese colgando de una cuerda a mil metros de altura. -Eso no es del todo cierto, a veces me preocupo, pero en este caso… no lo voy a hacer, sé que todo va a salir bien. -¿Cómo estás tan seguro?- Empezando a hacer la incisión. -Primero, eres una chica afortunada, aunque jamás reconoceré haberlo dicho, tienes una hija increíble y Esther… bueno, ya sabes, para ser auxiliar la verdad es que me ha demostrado tener cojones, porque conociéndote seguro que la has intentado apartar de tu lado ¿Me equivoco? -No ha querido… es cabezota… -O te quiere, que para el caso, es lo mismo. Segundo, eres una mujer fuerte Maca, cualquiera en tu situación se habría puesto a llorar, gritar y habría acabado haciendo una barbaridad, pero tú no, sigues aquí. Tercero, y esto sí que jamás ni bajo tortura reconoceré haberlo dicho, 202
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esos estúpidos sabuesos van a hacer un buen trabajo, aunque sea por acallar a la prensa. Así que… estoy seguro de que irá bien. Y cuarto, y más importante, si a cualquier pirado con síndrome de Ted Burn se le ocurre hacerte un solo rasguño, va a tener a un cuarentón muy cabrón estrujándole los huevos por el resto de su vida.- Y Maca sonríe porque eso es lo más cerca de escuchar un ‘Me importas’ de parte de su amigo. -Gracias.- Y se miran y Vilches hace un aspaviento con las manos, pero Maca sortea la mesa y le abraza emocionada. -La edad me está haciendo blandengue, joder, tendré que pillar alguna película de estas de disparos, testosterona y sangre. Por el bien de mi cuerpo, me estás estrujando. -Dios, cierra el pico y sigamos.- Sonríe Maca tras la máscara y se ponen de nuevo manos a la obra. Nada más abrir la puerta, la doctora recibe el suave aroma de la comida preparándose, algo con salsa de tomate si su olfato no le falla, sonríe y deja las llaves sobre el mueble del recibidor. -¿Esther? -¡Un segundo! ¡No mires!- Maca se queda parada en mitad del pasillo sin saber si desobedecer las órdenes de la auxiliar o no, decide esperar y al verla pasar corriendo de la cocina al comedor una sonrisa aparece en su rostro. -Te he visto. -¡Te he dicho que no mires! -Vale, vale.- Mientras niega con la cabeza se quita la chaqueta y busca en el bolsillo el móvil.- Por cierto… ¿Tú sabes que en cinco horas me has llamado cinco diez veces? -Era importante.- Apareciendo sonriente en el pasillo. -Claro, saber si la pasta me gusta al dente o pasada es muy importante. 203
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-Muchísimo.- Acercándose y atrapando los labios de Maca entre los suyos, dejando que su lengua les de la bienvenida con una caricia. -Ya… y mi sabor de salsa favorita… -¿Qué son unos tallarines sin salsa?- Sonriendo de oreja a oreja antes de besarla de nuevo, esta vez entreabriendo su boca para colarse en la de ella. -Y si prefiero tinto o blanco… -Una cena sin vino no es una cena. -Esther…- Y como respuesta está la besa de nuevo.- ¿Estás intentando librarte del sermón? -Muy aguda doctora.- separándose brevemente y deslizando una de sus manos, de la espalda de Maca hasta sus glúteos.- Muy aguda…- En un susurro que hace temblar a Maca antes de atrapar de nuevo su boca intensamente. -Uhm… de pequeña me lo decían…- Respirando a tan solo unos milímetros de la boca de Esther y con una media sonrisa.- Y ¿Sabes que más me decían?- Llevando sus labios hasta la oreja de Esther.- Que era una maestra en evitar sermones. -¿Sí?- Notando la mano de Maca por debajo de su camiseta, acariciando su cintura con las yemas de los dedos. -Ajá… si quieres… te enseño un par de trucos…- Rozando con la lengua el lóbulo de la auxiliar, mientras su mano trepa por el cuerpo de Esther hasta rozar uno de sus pechos, al notar que no lleva sujetador lo abarca con toda su mano mientras muerde el lóbulo, la auxiliar no puede reprimir un gemido al notar esos dedos expertos rodeando su pezón. -Maca…
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Pero la forense atrapa su boca, introduciendo su lengua que acaricia la de ella mientras su cuerpo se echa hacia adelante, dejando a Esther entre la pared y ella, sus lenguas, empiezan a batallar mientras las manos de Maca masajean los pechos de la auxiliar, que ahoga sus gemidos dentro de la boca de ella, cuando nota que una de las piernas de la doctora se cuela entre las suyas y ejerce presión sobre su centro no puede evitarlo y se aparta gimiendo en sus labios, momento que aprovecha Maca para empezar a descender entre sus pechos, por encima de la camiseta, dejando húmedos besos que la llevan hasta el filo de la camiseta, sus manos dejan su labor, provocando que Esther arqueé su espalda levemente buscando esas manos que acarician su abdomen y vuelven llevando esta vez la camiseta con ellas, acompañadas por los besos de la doctora, que al notar la piel de Esther estremecerse bajo ellos disfrutan en su recorrido, recreándose en el vientre para ascender poco a poco, la auxiliar ayuda a las manos de maca a quitarle la camiseta, deseando que sus dedos vuelvan a su punto de partida, pero en vez de eso nota su lengua acariciar primero un pezón y luego otro, para atrapar este último succionándolo levemente, atrapándolo entre sus dientes mientras su lengua lo estimula. Maca sonríe al notar la cadera de Esther moviéndose rítmicamente para buscar más o con su pierna, aprovechando el momento para pasar al otro pecho de Esther mientras sus manos ya descienden acariciando su abdomen, la auxiliar lo nota y sus movimientos se hacen algo más rápidos, sus manos buscan un apoyo en el que sujetarse, encontrando una de ellas el filo de un mueble y aferrándose a él al notar como sus rodillas flaquean de excitación. -Ma… maca… vamos a…- Empieza a hablar pero al notar que una de las manos de la doctora a conseguido desabrochar su pantalón y desciende hábilmente hasta llegar hasta su sexo se ve incapaz de seguir diciendo nada, el timbre suena pero Maca le hace caso omiso acariciando a Esther por encima de su ropa interior y notando como ésta se esconde en su cuello, notando el calor de su agitada respiración sobre su hombro, alguien aporrea la puerta, justo cuando Maca asciende su boca hasta la de Esther mientras sus dedos apartan la ropa interior y se cuelan dentro, notando la excitación de la auxiliar Maca no lo duda y va directa hasta el centro de ésta, atrapándolo entre sus dedos y apretándolo provocando
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un gemido lo bastante audible como para que al otro lado de la puerta dejen de llamar. -¡No me lo puedo creer!- Estalla la voz de Vilches y se escucha un golpe y a alguien susurrando, seguramente Cruz. Maca no cesa en sus caricias, sintiendo el cuerpo de Esther tensarse y su respiración cada vez más entrecortada, e ignorando a sus amigos, introduce sus dedos en Esther empezando a moverlos primero suavemente, aumentando el ritmo poco a poco, para después, al escuchar a la auxiliar gemirle en el oído que vaya más rápido, empezar a moverlos frenéticamente, cuando nota que ya está cerca busca sus ojos con los suyos y se miran intensamente antes que Esther deba cerrarlos por el latigazo de placer que recorre su cuerpo. Sudorosas, se vuelven a mirar y Maca sigue acariciando suavemente el interior de Esther, cada vez más levemente para al final retirar su mano y unir sus bocas en un intenso beso. -Te quiero…- Susurra Esther aún agitada sobre sus labios y Maca como respuesta no puede evitar rodearla con sus brazos estrechamente y besarla repetidas veces, el timbre vuelve a sonar y ambas ríen entre susurros, notando cierto rubor por la situación. -Te quiero.- Besando una vez más a Esther antes de ayudarla a vestirse entre miradas cómplices y sonrisas traviesas. -Voy a… al… voy al… -Sí, yo abro a Vilches.- Pero ninguno de los dos cuerpos tiene la intención de separarse. -¡Esto no es normal!- Un nuevo golpe y más susurros hacen que Maca se separe unos centímetros, pero enseguida vuelve para dejar un leve mordisco en los labios de Esther antes de ir definitivamente hacia la puerta, la auxiliar se escabulle por el pasillo para refrescarse un poco la cara.
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-Buenas noches.- Saluda Maca abriendo la puerta y recibiendo una mirada airada de su amigo y otra avergonzada de Cruz. -Para flipar, esto es para flipar.- Refunfuña éste colándose en el interior del piso. -Lo siento.- Se disculpa Cruz. -No te preocupes, ya sabemos cómo es.- Sonríe Maca y da un par de besos a su compañera antes de hacerle un gesto para que pase, la doctora al cerrar la puerta echa un leve vistazo hacia la escalera, le ha parecido ver algo, pero no distingue nada y cierra colocando los tres pestillos en su sitio y la llave en la cerradura. Cuando vuelve al comedor se encuentra a Vilches negando con la cabeza en el sofá y a Cruz a su lado diciéndole que se tenían que haber marchado. -Si hombre, me invita a cenar y cuando llegamos están ahí dale que te pego, si es que no es normal, no es normal.- Maca cae en la cuenta de que no se ha acordado de anular la cena con sus amigos y sonríe acercándose a él. -Vilches, se me había olvidado que cenabais aquí, no te pongas así, seguro que tú y Cruz… -A ti te voy a contar lo que hago yo con mi mujer… para que aprendas algo y aún te tenga que vigilar. -Yo tampoco te he contado lo que hago con la mía ¿eh? -No hacía falta si ya lo he escuchado, yo y medio Madrid, por cierto, ¿Dónde está la cantante de ópera esta que te has echado por novia?Maca ríe por la ocurrencia. -En el baño.- Desviando la vista hacia la mesa y viéndola perfectamente preparada… para dos.- Voy a por dos platos anda, abre el vino. -Encima, lo que yo te diga… 207
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-Rodolfo, que iban a tener una cena íntima, vámonos anda.- Tirando de su brazo. -Sí, claro, para que vuelvan a hacerlo y los vecinos llamen a la policía porque no les deja dormir los gritos de una loca. -Buenas noches, Vilches.- Al girarse ve a Esther sonriendo de oreja a oreja. -Buenas noches ¿Te pongo leche con miel para la afonía?- Maca justo entra en ese momento y mira a Esther divertida. -No gracias, ya estoy acostumbrada, hace mucho que no me quedo afónica.- Guiñándole un ojo y mirando a la doctora.- ¿Cruz qué tal? -Bien, bien, éste… que se pensaba que estábamos invitados a cenar y no veas que pesadito se ha puesto en la puerta. -Donde caben dos caben cuatro, no hay problemas, además, la culpa es de la cabeza de esta, un día la pierde.- Señalando cada una a su respectiva pareja, Maca y Vilches sueltan un bufido y colocan la mesa para los cuatro. La velada la pasan entre las bromas de Vilches y Maca, que no cesan en su empeño de picarse mutuamente y las miradas cómplices por tener que aguantarles a diario entre Cruz y Esther, cosa que alivia gratamente a la forense, ya que por un rato, parece olvidar que tiene a un asesino apuntándola con el dedo y a medio cuerpo de policía pendiente de cada palabra que dicen, cuando llega la hora del café se sientan en los sofás, Cruz y Esther en el del medio y Vilches y Maca en unos individuales al lado de sus respectivas. -Y bueno… ¿Ya te han puesto un microchip para ver si te arreglan?Pregunta su amigo refiriéndose al dispositivo de seguimiento. -Mañana en el Anatómico, me van a dejar un buen pinchazo en el brazo. -Es por tu bien.- Puntualiza Esther entrelazando su mano con la de Maca. 208
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-Lo sé, por eso dejaré amablemente que lo hagan… que si no se iban a llevar una buena hostia de mi parte. -Y de la mía.- Salta Vilches y las tres lo miran.- Solo por compañerismo… no es que me importe que le pinchen a ésta. -Yo también te quiero Rodolfo. -¿Vais a empezar de nuevo?- Cruz mira a Vilches que niega con la cabeza mirando hacia otro lado. -Ahí Cruz, demostrando quién lleva los pantalones.- Se mofa Maca recibiendo una palmada en el muslo por parte de Esther.- ¿Qué he dicho? -No ha estado bien.- Rodolfo la mira haciendo pucheritos y la forense le lanza una mirada asesina. -Lo siento… amigo. -Disculpas aceptadas y ahora… ¿Nos enseñas donde dormimos? -Estas de guasa.- Abriendo de par en par los ojos. -Lo está.- Responde Cruz mirándole.- ¿Algún vecino te ha comprado para que evites que hagan ruido o qué? -Cariño, todo sea por una mejora en nuestra calidad de vida.- Riendo y levantándose.- Visto que la pareja no nos quiere, nos vamos a casa.Cruz y Esther se van a un lado para despedirse. -Esther, si pasa cualquier cosa me llamas ¿Mhm? No estáis solas en esto.- Tomando sus manos entre las suyas. -Lo sé Cruz, gracias… estaremos bien.- Viendo a Vilches y Maca hablar serios.- En cuanto todo esto pase… es muy duro.
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-Ya, pero ya verás como al final todo sale bien, hay mucha gente deseando pillarle y sé que lo van a lograr, solo tenéis que ser fuertes. -Maca lo es. -¿Y tú? Porque sé que es a Maca a la que le afecta directamente, pero tú también tienes que ver en esto. -Yo estoy bien, mientras sepa que ella lo está, pero… no quiero ni pensar en lo que pasaría si… -Ey…- Estrechándola entre sus brazos.- Ni lo pienses, eso no va a ocurrir ¿Me oyes? No pasará. -Pareces tan segura.- Dejándose abrazar por su amiga. -Porque tengo motivos, no lo olvides, las dos estáis a salvo ¿Mhm? -Sí.- Separándose y regalándole una sonrisa. -Llámame para lo que sea ¿Eh? Aunque sea solo para hablar a las cinco de la mañana, sé que Maca intentará evitar el tema contigo para hacerse la fuerte, déjala que lo haga, es su forma de protegerte y protegerse a sí misma, pero cuenta conmigo para desahogarte ¿Mhm? Tranquila.- Al ver la mirada de la auxiliar.- Ella lo hará con Vilches. -Me gustaría que confiase en mí. -No es cuestión de confianza Esther, es cuestión de amor, antes se lo callaría que decirlo en voz alta y vértelo pasar mal por sus palabras, se parece demasiado a mi Rodolfo como para no saberlo. -Gracias, Cruz.- Volviendo a abrazarla. -Coño, yo preocupado por Maca pero a ver si a quien voy a tener que vigilar es a ti.- Bromea Vilches acercándose con Maca a su lado. -Eso, eso.- Apoya la forense cruzándose de brazos.
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-Tonta…- Le susurra Esther pegándose a ella y dándole un breve beso. -Dios, ya empieza, corre Cruz.- Abriendo la puerta.- Nos vemos mañana. -Hasta mañana gruñón. Buenas noches Cruz.- Guiñándole un ojo. -Buenas noches chicas.- Mirando a Esther hasta que esta asiente. -Enviad un mensaje cuando lleguéis a casa ¿Eh? Maca cierra la puerta y se apoya en esta, Esther se acerca colocando sus manos en las mejillas de la forense y mirándola con cariño. -¿Te parece que te prepare un baño calentito mientras llamas a Assia? -Me parece.- Asintiendo mientras ve que empieza a marcharse, Maca tira de su mano para que vuelva a su lado y atrapa momentáneamente los labios de Esther entre los suyos.- Ahora sí. A media mañana Maca se dirige al foso, le acaba de llamar el director pidiéndole que baje, al hacerlo, se encuentra que en una de las salas de autopsias libres esta Dávila acompañado del comisario, los detectives Filipo y Fernán y otro hombre que no conoce. -Buenos días.- Siente la mirada de uno de los detectives pegada en ella, pero sabiendo que es Fernán no le hace el menor caso.- ¿Y esta reunión clandestina? -Doctora.- Se adelanta el comisario.- Le presento al doctor Gutiérrez, es uno de nuestros analistas especializados y la persona que hemos escogido para que le implante el rastreador, dentro de unos minutos podremos saber con un margen de error de dos metros el punto exacto en el que se encuentra usted.- Maca asiente y el doctor le hace sentarse en la mesa de metal. -Un leve pinchazo le escocerá durante un par de días pero luego ni lo notará. -¿Y para extraerlo? 211
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-Eso dolerá un poco más, es una pequeña intervención quirúrgica, pero no se preocupe de eso ahora. Relaje el brazo.- Abriendo su maletín y empezando a rebuscar en él, sacando un tubo tapado con un líquido en el interior, el hombre arranca la etiqueta del tubo con suavidad y se la entrega a Filipo, que abre una carpeta y engancha la etiqueta en uno de los papeles.- Es el código de identificación, con meterlo en un ordenador es suficiente para encontrarla.- Le informa el doctor trasteando con el tubo y un par de utensilios, entre ellos una jeringa que por su tamaño debe doler una barbaridad.- Bien, esto ya esta.- Acercándose a su brazo, la doctora mira al frente para no ver el pinchazo y se encuentra a Vilches al otro lado del cristal, en el pasillo. -La madre que lo…- Pensando que a su amigo solo le faltan las palomitas y un refresco para terminar de estar la mar de entretenido, siente un fuerte pinchazo en el brazo que hace que se sujete a la camilla y como la zona le empieza a arder horriblemente. -Bueno, esto ya esta, comprobémoslo.- Fernán saca un portátil de su maletín y lo abre, tecleando el número de la etiqueta le muestra el resultado a todos. -La tenemos.- En la pantalla aparece un pequeño punto sobrepuesto a un mapa del sótano del Anatómico. -¿Es fiable?- Cuestiona Dávila apoyando su mano en el hombro de la doctora. -Al noventa y nueve por ciento, tenemos los mapas de todas las ciudades, pueblos y casuchas de España, como en todo, hay un pequeño porcentaje de zonas no escaneadas, pero la señal es lo suficientemente fuerte como para al menos darnos una dirección con exactitud.Responde Adrián al ver la preocupación de su viejo amigo.- Es seguro, Antonio. -Gracias, Adrián. -Es nuestro trabajo, y ahora, por nuestra parte ya estamos ¿Podemos salir de aquí? 212
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-Por supuesto, por el mismo sitio.- En vez de conducirlos hacia el ascensor, Dávila les lleva por una de las puertas que da al depósito del Anatómico, seguramente han entrado en un furgón de transporte por allí, para no ser vistos por el asesino. Vilches entra en cuanto les ve marcharse. -¿Qué tal señorita importante?- Apoyándose en uno de los muebles. -Perfectamente, Rodolfo ¿Qué pensabas?- Desafiándolo divertida con la mirada. -Mujer, he visto ponerle esa cosa a alguien alguna vez, creía que por primera vez te iba a ver llorar, que chasco. -Pues no me tienen que meter cosas de eso en el cuerpo para que lloriqueé.- En ese momento Esther entra y sin saludar a nadie lo primero que va a ver es el brazo de Maca, notándolo enrojecido y algo inflamado.- Me duele…- Susurra con la intención de que Vilches no lo escuche pero la pequeña carcajada que suelte. -Muchos pinchazos o que aparezca tu auxiliar, con lo que tú has sido Macarena. -Calla o le digo a Cruz que te ponga a dormir en el sofá.- Le amenaza con el dedo recibiendo una caricia en la mejilla por parte de Esther. -Eres peor que una niña. ¿Cenamos esta noche? -No, tengo que hacer reposo y recibir mimitos.- Esta última parte mirando a Esther, Vilches niega con la cabeza y empieza a marcharse.Mañana Rodolfo, vosotros ponéis el vino. -Oído.- Cerrando la puerta tras de sí. -¿Te duele mucho? -Doler, doler… no, pero no veas como escuece, parezca que este hirviendo.
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-¿Te han dicho algo para aliviar el dolor? -No, seguro que tu detective les ha dicho que no me lo dijeran.- La auxiliar le echa una mirada reprobatoria.- Lo sé, lo he visto en su mirada… estará molesto por lo de anoche…- Alzando las cejas repetidas veces con cara divertida y ruborizando de paso a Esther. -¡Maca! -¿Qué? Anoche no te quejabas tú…- Tirando de ella para colarla entre sus piernas y atrapar sus labios.- Pero si quieres…- Metiendo su mano por entre la camiseta del uniforme y la piel de Esther y acariciando su espalda.- No lo volvemos a hacer y listo, no vaya a ser que se moleste el sabueso. -Que le den al sabueso…- Mordiendo ligeramente el labio inferior de Maca para luego atraparlo entre los suyos. Antes incluso de abrir los ojos, Maca sabe que algo no va bien, siente un fuerte pinchazo en la cabeza, una contusión fuerte, nota como sus muñecas y sus tobillos están atados a algo, intenta moverse en vano, sus parpados envían pinchadas de dolor al abrirlos, hasta que sus pupilas no se acostumbran a la tenue luz no es capaz de enfocar bien, y cuando lo hace… hubiese preferirlo no lograrlo. Mira alrededor aterrada, está en una sala vacía, sin ventanas, ni puertas, totalmente acolchada como una de esas celdas de los manicomios estatales, la única luz proviene de su espalda, un fino halo amarillento que solo deja distinguir borrosas manchas marrones por todas partes, en el suelo, las paredes, el techo… y aunque Maca no logra verlas con claridad, el nauseabundo olor que flota en el ambiente le hace saber lo que son… sangre. -Doctora Fernández Wilson.- Se sobresalta al escuchar una voz ronca tras de sí, ladea la cabeza intentando ver al hombre.- Oh, no se moleste por mí, no quisiera que se rompiese el cuello antes de tiempo.- Unos pasos se acercan y una figura aparece en su campo de visión.
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La doctora se concentra en él, sabe quién es, aunque no recuerda haberlo visto antes, y sería un rostro difícil de olvidar, lleno de cicatrices que se cruzan dibujando un horrible mosaico, el pelo corto despeinado y grasiento, los pómulos tremendamente marcados y sobresaliendo amenazantes y unos ojos oscuros como la noche con un ligero brillo que hace estremecer a Maca, el brillo que solo poseen los que perdieron la cordura hace tiempo. -¿Ha descansado usted bien?- Durante unos segundo Maca sostiene la mirada sopesando que debe hacer, pero la sonora bofetada que le hace ladear la cabeza le da una pista.- Lo volveré a preguntar…- ¿Ha descansado usted bien? -N… no…- Y al hablar nota un gusto metálico en la boca, en algún momento le han suministrado un algún tipo de anestesia, su cabeza empieza a ir a cien por hora, pero sin saber el tiempo que lleva allí y como se la han dado, no es capaz de dar con la substancia. -¡Lástima!- El hombre se mete las manos en los bolsillos de los pantalones y empieza a dar vueltas a su alrededor, es entonces cuando se da cuenta de que lleva uno de los pijamas de autopsias del Anatómico.- Hubiese preferido tenerla descansada, pero me temo que eso ya no es posible, esa silla es lo más cómodo que me puedo permitir para ustedes… eso y las paredes.- Y una carcajada horrible resuena en la sala.- Oh, creo que no le ha hecho gracia mi ocurrencia.- Comenta acercándose peligrosamente al rostro de Maca y permaneciendo allí unos instantes antes de volver a pasear por la habitación.- Lo lamento, pero es que en el sitio en el que he estado digamos que el sentido del humor era… diferente, pero no hablemos de ello.- Añade rápidamente acompañándose por un gesto de su mano.- Hablemos de usted doctora Fernández ¿Quiere?- Siente esa oscuridad clavada en ella y asiente levemente, no debe enfurecerlo.- Doctora forense del Instituto Anatómico de Madrid, debe ser un trabajo tan… excitante. ¿Suelen tratar muchos casos de asesinatos? -Al… algunos.- La doctora piensa en la forma de ganar tiempo, sabe que el dispositivo localizador esta en su brazo, solo es cuestión de minutos que la policía la encuentre y con ello a él, y su única forma de conseguir
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esos minutos es hablando con ese lunático que tiene enfrente.- No es lo habitual… -Vaya, en ese caso… debo de haber roto su rutina ¿no? Tantos casos en tan poco tiempo… niño malo.- Y al decir esto se golpea con la palma de la mano tres veces en la frente.- Y dígame ¿Le gusta llevar esos casos? -No demasiado. -¿No? ¿Por qué? Son mis favoritos… -Porque… esos casos atraen a la policía y a los periodistas, no me gusta tratar con ellos. Se meten dónde no deben.- Una extraña sonrisa se dibuja en el rostro del hombre. -Bueno, es lo mismo que hacen ustedes ¿No cree? -No, no lo creo…- Responde mientras dentro de su cabeza enumera al cuerpo de policía de Madrid, familias incluidas. -No lo cree… ya…- Parece detenerse a pensar.- Entonces para usted hurgar en un cuerpo ajeno buscando secretos escondidos ¿No es meter las narices donde no la llaman? -No, es mi trabajo, consiste en averiguar la causa de la muerte a partir del cadáver. -Ya, y dígame con sinceridad… ¿Alguna vez ha errado? -No. -Oh, niña mala.- Y vuelve a repetir las tres palmadas en la frente, la doctora siente su cuerpo tensarse, un comportamiento así solo tiene una explicación, psicosis y paranoide aguda, y eso convierte al hombre que tiene delante en imposible de predecir, lo que lo hace aún más peligroso, debe tener cuidado con sus respuestas.- ¿Por qué miente? Creo que me he portado bien con usted hasta el momento ¿He hecho algo que le moleste?
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-Lo… lo siento… es que intento olvidar mis errores, no me gusta cometerlos. -Pero lo hace. -A veces, todos erramos a veces, no… no es malo. -Oh, sí, es malo, muy malo doctora, porque esos errores tienen consecuencias escalofriantes en algunos casos, míreme a mí, soy el vivo ejemplo del producto de un error catastrófico, pero eso a usted no le importa ¿Verdad? -Sí me importa, a todos nos.,.. -¡NO!.- Grita mirándola enfurecido.- No les importa, ni a usted ni a sus compañeros, juegan a ser dios juzgando al mundo, hacen trampas hurgando en cadáveres y sacando una papeleta de culpable de ellos, no les importa una mierda ¿Y sabe porqué doctora? -N… no… -Porque al final del día… ustedes vuelven a sus perfectas casas, con sus perfectos hijos, sus perfectas parejas y duermen en su perfecta cama sin importarles nada. No les importa si la papeleta de culpable señala al hombre equivocado, ni si el hombre deja a su familia en la miseria por cumplir su condena, no les importa si el hombre se suicida en su celda con los cordones de unos zapatos, y les da igual si su esposa enloquece y maltrata a sus hijos, no les importa si uno de ellos sigue los pasos y su hermano pequeño lo encuentra colgado en el garaje como si fuera una marioneta, ni que éste libre al mundo de un ser tan despreciable como su madre y acabe encerrado en una sala como en la que se encuentra usted, y no les importa porque ustedes se limitan a hacer su trabajo sin preguntarse si lo hacen bien o mal. -Yo… -¡Cállese! Ustedes, los que creen tener la verdad en la palma de sus manos cometen errores ¿Y sabe? Va siendo hora de que se una a sus compañeros y los pague. 217
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Maca observa detenidamente a aquél hombre, algo en sus ojos le dice que ya no hay nada más, sabe que él ha tomado una decisión… no saldrá viva de allí. El cordón policial se extiende a lo largo de la fábrica, creando un perímetro del que es difícil escapar, Esther observa acompañada de Vilches desde el interior de uno de los furgones, por las cámaras exteriores ve a los de las fuerzas especiales dispersarse al entrar por la alambrada exterior, su vista se centra en el grupo que dirige Filipo, el que va hacia la entrada principal. -Está viva, lo está.- Le repite por enésima vez Vilches agarrando su mano, y aunque la auxiliar agradece que este a su lado no le presta demasiada atención, de hecho, ve todo lo que sucede como si se tratase de un sueño, una pesadilla de la que quiere despertarse y acurrucarse en los brazos de Maca para que pase. -Equipo uno, aquí equipo tres, primera planta revisada, seguimos a la segunda. -Equipo uno, aquí equipo dos, hemos encontrado unas escaleras que bajan, vamos a seguirlas.- Se escuchan los susurros mezclados por la estática de la radio. -Equipos dos y tres, aquí equipo uno.- Responde el comisario al lado de Esther.- Procedan, equipo cuatro ¿Novedades? -Cuatro dos, aquí no hay nada. -Cuatro cinco, despejado. -Cuatro uno, sin movimientos. -Cuatro cuatro, estoy siguiendo el rastro de unas huellas de neumáticos hacia el oeste… un momento… veo una camioneta. -Cuatro cuatro, confirme.
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-Equipo uno, cuatro cuatro confirmando, camioneta Ford Ranger matrícula uno cinco uno cero foxtrot mike zulu, el motor está caliente. -Cuatro cuatro, aquí equipo uno, doy orden de registrar esa camioneta. -Dios…- Notando que le falta el aire. -Tranquilícese Esther, si es de él y el motor sigue caliente no ha tenido tiempo de hacerle nada, daremos con él.- La calma Zubalburú. -El comisario tiene razón Esther.- Le apoya Vilches frotando la espalda de la auxiliar.- Ya verás como esto solo sirve para que Maca se cachondee de mi por estar consolando a una auxiliar.- Esther intenta dibujar una sonrisa pero le es imposible. -Equipo uno, aquí equipo dos… cortamos audio de entrada, aquí abajo hay movimiento, repito, cortamos audio de entrada. -Equipo dos, equipo uno recibido.- El comisario mira a la pareja con la que comparte furgón y asiente al ver su desconcierto.- Nosotros les escucharemos pero ellos no a nosotros, es el procedimiento habitual si se sospecha que nuestras voces pueden alertar a alguien. -Quiere decir que esta ahí abajo.- Resume Vilches. -No, quiere decir que ahí abajo hay algo. Esther intenta agudizar el oído, centrada en ese canal de radio, como si así pudiese transportarse ahí abajo, intentando distinguir la voz de Maca entre todo el ruido de estática, pero la impotencia se adueña de ella cuando no es capaz de distinguir nada más que ruidos, de repente, entre toda la estática, se escucha una ráfaga de fuertes golpes secos. -¿Qué es eso? ¡¿Qué es eso?!- Mira al comisario y lo que ve no la tranquiliza en absoluto, esta como loco gritándole a la radio. -¡Equipo tres! ¡Abajo, ya! ¡Equipo cuatro y cinco! ¡Cierren perímetro! ¡Seis adentro! ¡Ya! ¡Informen!
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-Equipo cuatro, perímetro norte-oeste cerrado. -Equipo cinco, perímetro sud-este cerrado, de aquí no sale ese cabrón.Nuevas ráfagas se escuchan por la radio, Esther se aferra a Vilches deseando despertar de ese mal sueño con muchas más ganas de antes, queriendo ocultar su peor temor en el pecho de su amigo, empapando su camisa con sus amargas lágrimas, Rodolfo se limita a estrecharla lo más fuerte que puede y a mirar atónito hacia las pantallas. -Cuatro cuatro a equipos, puede ir armado, repito, puede ir armado, calibre 9mm. -Cuatro, cuatro ¡Confirme joder! -Munición en la camioneta, no hay armas, tengo un nombre Tomás Rodríguez Abidal ¡Confirmo! -¿Les suena?- Adrián pregunta a ambos, pero es Vilches quien responde. -No lo había escuchado en mi vida. -Equipo dos, sujeto abatido, repito, sujeto abatido. Ramón, José, comprobad las demás habitaciones.- Dando órdenes a sus hombres. -Por favor, por favor…- Escucha Vilches gemir a la auxiliar entre sus brazos. -Equipo dos, compruebe la zona, ¿Rastros de la doctora? -Equipo uno, de momento no, estamos buscando. -Equipo tres a equipo uno. ¿Apoyo o detención? -Equipo tres apoyo, equipo seis sacad a ese hijo de puta aquí afuera. -¡No puedo más!- Esther se aparta con brusquedad de Vilches y abre las puertas del furgón, buscando un aire que parece no llegar a sus pulmones, Rodolfo se baja con ella mientras el comisario grita algo a sus espaldas. 220
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-Esther… -Equipo uno, la hemos encontrado.- Se escucha desde el furgón, Rodolfo rodea instintivamente a Esther entre sus brazos. -Confirme.- Es la forma de Zubalburú de preguntar a sus hombres ¿Viva o muerta? -Confirmo, viva.- Es lo único que hace falta para que el equipo médico entre corriendo en el edificio, para que Adrián golpee triunfal uno de los monitores, para que Esther saque todos los nervios que ha intentado acumular dejándose caer al suelo entre sollozos y para que Vilches mire al cielo pensando que quizás, por una puta vez, el mundo es como debe ser.
Capítulo ocho: despertar Maca sostenía la carta entre sus manos, mirándola tan fijamente como si pudiese atravesarla con la mirada, estaba tan concentrada que no escuchó la puerta abrirse, ni se dio cuenta de que Vilches había usado su juego de llaves y estaba de pie delante de ella, mirándola con preocupación, tampoco vio como se quitaba la chaqueta del traje y la dejaba sobre el apoyabrazos de un pequeño sillón, ni como tomaba asiento en él, su mente solo podía pensar en algo, aquel nombre escrito entre otros en ese trozo de papel. -Siempre me ha resultado cautivador mirarte… pero ya me estoy empezando a aburrir.- Captó la atención de su amiga, que alzó la vista y la centro en él. -¿Qué es esto- Acercándoselo y observando cómo su amigo le echaba un vistazo demasiado rápido como para llegar a ver nada. -Pues a voz de pronto, parece una invitación para la semana del tercer congreso de medicina forense de la UAB, es una universidad barcelonesa.
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-Sé lo que es Rodolfo.- Arrebatándole la carta y señalando enérgicamente un punto de ella.- Esto, ¿Qué es esto?- Vilches suspira sabiendo perfectamente a que se refiere Maca, mira hacia la ventana, que como siempre, esta con la persiana medio bajada, dejando a penas entrar la luz, dibuja una triste medio sonrisa, lo de la ventana debe ser algo así como un alter ego de la exforense… -Es una de las ponencias, Manejo del lugar de los hechos, casuística, fenómenos cadavéricos y necropsia, la ponente principal es la doctora García. -No me vengas con tonterías… -Maca, sé que para este andrajo en el que te has convertido que Esther se haya convertido en una más que reputada doctora forense que ha asesorado hasta a Scotland Yard en algunos casos sea algo inconcebible, pero es que resulta que mientras tú has estado pudriéndote en esta casa ella ha seguido su vida, lo que pasó nos cambió a todos, a algunos para bien, a otros…- Rodolfo evita mirarla, sabe que le está haciendo daño, sabe que sus palabras son como veneno para el maltrecho corazón de su amiga, pero está cansado de ver a esa persona, hace mucho que no ve a su compañera de bromas, a la cínica, sarcástica y brillante forense que se ganó su amistad tantos años atrás, le duele demasiado ver en lo que se ha llegado a convertir su amiga, un triste reflejo prácticamente moribundo de lo que antaño fue, un jodido fantasma. -Dilo… a otros…- Mirando fijamente a los ojos de su amigo. -A otros nos destrozó la vida. Sé que fue jodido, yo estaba allí, no con él, no pase más de veinticuatro horas en sus manos, a su entera disposición, impotente, pero igual que yo no puedo llegar a imaginar lo que pudo haber provocado aquello, cuanto llego a romper, tu tampoco podrás entender nunca lo que rompió dentro nuestro, nosotros hemos intentado vivir con ello, hemos intentado seguir adelante a pesar de todo, pero tú… la más fuerte, la súper doctora… ¿Dónde te has ido? ¿Dónde coño has escondido a mi amiga? Porque te aseguro que la Maca que yo conocí, la estudiante de medicina, hubiese podido con todo y mucho más. 222
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-La Maca que tu conociste murió aquel día Rodolfo, queda muy poco de ella en mí, tan solo recuerdos y lo siento, siento si te jode, siento si le jode a Cruz, a Teresa, a todos, pero no tengo ni puta idea de cómo seguir adelante, aquél día perdí mi independencia, mi fuerza, mi orgullo, todo, lo perdí todo, y lo poco que me quedó lo quise perder, lo estoy intentando, te juro que lo estoy intentando, pero no sé cómo hacerlo. -Deja de intentarlo… solo hazlo… han pasado cinco años y no te has atrevido ni una vez a enfrentarte a aquello. -Sí que lo he hecho…- Maca empujó con sus manos las ruedas y se acercó a la mesa, donde el portátil con el que llevaba conviviendo semanas descansaba, Vilches se puso de pie y siguió a Maca, colocándose justo detrás, cuando su amiga abrió el archivo y se lo mostró a Vilches este leyó con atención las primeras líneas. -¿Tu terapia?- Preguntó sin saber que era aquello, pero deduciéndolo del nombre del fichero, deberes. -Sí… he estado trabajando en ella… en una historia… en… nuestra historia.- Ladeó la cabeza para observar la reacción de su amigo. -¿Por qué no me lo habías dicho? Joder, estaba que me subía por las paredes porque creía que no estabas haciendo nada por salir de este pozo sin fondo en el que te metiste. -No estaba segura de no volver a caer. -¿Y ahora? ¿Lo estás?- Ambos cruzaron sus miradas, uno deseó recibir la respuesta que lleva tanto esperando, la otra se armó de ese valor que había vivido latente en ella todo ese tiempo. -Creo que sí….- Su amigo cerró los ojos con fuerza, y ella desvió los suyos hasta la carta, que se había caído sobre la alfombra en algún momento, y parecía mirarla desafiante.- ¿has ido a alguna conferencia suya? -A todas…- Susurró como respuesta. 223
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-Así que supongo que tienes algo que ver en que yo haya recibido esa invitación. -Algo… -¿Ella lo sabe?- Él suspiró y se acercó a la ventana, dándole momentáneamente la espalda, subió la persiana y no recibió quejas de Maca, lo que le motivó a darse la vuelta y a enfrentarse a ella. -Siempre lo ha sabido, puede que tú la echases de tu vida, pero ella nunca llegó a salir. -Veo que no soy a la única a la que una simple auxiliar cautivó…Susurró apagadamente. -Tenía madera de doctora, y creo que nunca llegó a ser una de tus auxiliares correteando por la sala de médicos, pero te hubieses reído de mí si llego a decírtelo. -Sí… durante días, aún me estaría riendo.- Rodolfo dibujó una pequeña sonrisa, Esther aún obraba milagros en la distancia, a pesar del gesto confuso de Maca por todo aquello, aquella respuesta que le acababa de dar, parecía augurar un cambio, y es que solo su Maca, la que él conoció, hubiese reído durante días. Constante, rítmico, mecánico… el pitido se cuela en sus oídos, ensordeciéndola, su cerebro solo es capaz de procesar ese dato, no nota nada más, no nota su piel, no nota si hace frío, ni si hace calor, ni siquiera es capaz de decir si esta tumbada, de pie, no nota su mente, no siente… no piensa… no recuerda… tan solo ese insufrible pitido a intervalos metido en lo más hondo de su cabeza, durante una eternidad… hasta que empieza a sentir y entonces, desearía no hacerlo, las ráfagas de dolor vienen y van, a veces tan intensas que solo puede gritar, pero no escucha su voz, nadie las escucha este donde este, a veces tan débiles que incluso puede seguir contando, cuenta segundos, que se convierten en minutos, en horas, en días, no deja de contar, ni un solo instante y de repente, cuando piensa en el segundo 9.023.593 el pitido se acelera, clavándose dentro de ella y por primera vez… empieza 224
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a sentirse, sus parpados, su garganta, sus pulmones, su corazón y una respiración, que no es la suya, pero la siente, intenta moverse, su cerebro manda la orden pero parece no llegar a puerto, los únicos que obedecen son sus parpados y entonces recibe una cruel descarga de intenso dolor provocado por un blanco puro que la ciega, cierra los ojos todo lo fuerte que puede pero sigue notando ese dolor, acompañado ahora de destellos de colores en sus globos oculares, intenta tragar saliva y algo la entorpece. -Ma… Maca…- Y la voz suena tan lejana que parece como si hubiese cruzado el universo entero para llegar hasta ella.- Dios, Maca ¡Enfermera! ¡Enfermera!- Y a la voz le acompañan ruidos indescifrables al principio, hasta que recuerda el ruido de una pisada, el de una rueda deslizándose por el suelo, el de una silla al ser apartada de golpe y todos esos ruidos se unen creando una orquestra aterradora, en un crescendo horrible que amenaza su cordura y de repente, el silencio, parece que todo se hubiese quedado congelado en su frágil mente. -Macarena, necesito que abra los ojos.- Y lo hace, recibiendo de nuevo descargas de dolor, pero aguanta, y esa cegadora luz blanca poco a poco se convierte en un techo, en unas paredes y ve gente que la mira, rostro desconocidos que van tomando forma poco a poco, y cuando los ve nítidamente frunce el ceño y no sabe quiénes son, ni que hacen mirándola, ni donde esta ni nada.- Bien, muy bien.- Y uno de ellos se acerca a algo que hay por debajo de su nariz, el extremo de un tubo de respiración asistida. -Necesitamos que cuando yo se lo diga tosa ¿De acuerdo? Ya no va a necesitar esto.- Y vuelve a obedecer y nota su garganta ardiendo y un fuerte dolor, pero no dice nada. -Macarena, quiero que ahora siga esta luz.- Cuando recupera el aliento y mira la luz confusa y la sigue con sus pupilas, de un lado a otro y vuelta a empezar.- ¿Sabe donde esta?- Y su cabeza niega.- ¿Sabe cómo ha llegado aquí?- Vuelve a negar y le pide a alguien que se acerque, una mujer.- ¿Sabe quién es?- Y vuelve a negar, la mujer sale corriendo de la habitación mientras aquellas personas siguen haciéndole preguntas.
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El pitido se empieza a alzar de nuevo por encima de las voces de los doctores, con cada nuevo sonido retumbando en sus oídos una imagen se dibuja en su cabeza, el Anatómico, Julio Martín, Laura Llanos, Silvia Guzmán, Javier Sotomayor y… ella, Macarena Fernández, y el mundo se desvaneció. El asesino, el trabajo, Assia, Esther, aquella habitación, aquella mirada oscura, todo se aparece ante su mente como si de una revelación se tratase. 9.023.593 segundos después del primer golpe, Maca mira a su alrededor y siente que el juego se ha acabado. -Esther…- Consigue susurrar como puede, ve como una de las enfermeras sale al pasillo y hace gestos a alguien, cuando Maca reconoce a su auxiliar intenta sonreír como puede, pero el dolor sigue presente y convierte su encantadora sonrisa en una pequeña mueca. -Debería descansar.- Le advierte el doctor pero una de las enfermeras, que conoció a Maca durante aquél caso en el hospital le pone la mano encima. -Cariño, no creo que le venga de cinco minutos.- Invitando a todos a salir de allí, la forense mientras tanto sigue los gestos de Esther, que se ha quedado parada en la puerta sin atreverse a acercarse, ve sus ojos hinchados y sabe que ha llorado, esta más pálida que antes y unas tremendas ojeras le revelan que no ha dormido en días, una punzada de culpabilidad cruza por sus ojos, sabiendo que lo más seguro que ese estado en el que se encuentra su auxiliar lo ha provocado ella. -No voy a morderte…- Susurra cuando ve que a pesar de que ya están solas Esther sigue mirando al suelo más que a ella, ésta alza la vista y la mira con temor.- Esther…- Estirando su mano, la barbilla de la auxiliar empieza a temblar ligeramente.- Cariño…- Y estalla, sus lágrimas se desbordan sin control por sus mejillas, mientras sus pasos la llevan a tientas hasta ella, aprieta su mano con fuerza, y Maca tira de ella para darle un abrazo, a pesar de que cuando lo hace todo su cuerpo se queja horrores, pero lo aguanta porque en ese momento es lo que más necesita. -Maca… yo… creí que…- Y sigue llorando y no la mira, y a Maca se le clava una astillita en el corazón por verla así.
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-Tranquila, estoy bien…- Acariciando su pelo, nota como se aparta y la forense la mira con un cariño que desborda sus ojos.- Estoy bien ¿Mhm? -Cuando te has despertado yo… -Lo sé, lo sé…- Cerrando un momento los ojos.- Ya ha pasado. ¿Assia? -Esta con tu madre en casa, hoy tenía una excursión y…- Se frena al ver el gesto de confusión en el rostro de Maca y el llanto vuelve a hacerse fuerte pero intenta controlarse para explicárselo.- Llevas… levas… casi tres meses inconsciente, hemos cuidado todos de ella, tu madre está viviendo en tu casa y… y… yo le echo una mano y…- La forense asiente, tres meses… tres meses muerta en vida…- Deb… deberías descansar. -Quiero verla… -Le he dicho a Vilches que pase a buscarla de camino aquí. -Gracias.- Cerrando con fuerza los ojos y observando la habitación al abrirlos, el equipo de respiración asistida que le ha ayudado ese tiempo, el monitor y los sensores de constantes vitales, el suero y varias bolsas de calmantes a su alrededor, suspira y aprieta la mano de Esther que en ningún momento se ha separado de la suya. -Lo… lo han…- La auxiliar asiente rápidamente. -Lo atraparon antes de que…- Y niega con la cabeza, conteniendo el llanto y Maca sonríe por el esfuerzo que está haciendo su Esther. -¿Dávila me ha despedido ya?- Queriendo destensar el momento y darse y darle algo de tranquilidad. -No, de hecho creo que te va a nombrar forense del año. -Vilches debe estar que se sube por las paredes. -Ha dicho que como mínimo le debes veinte botellas de vino. Eso y que como se te ocurra colgar el titulo en el despacho… lo quema…
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-Simpático.- Sonríe de nuevo la forense. -Pues… en el fondo sí, venía cada día a verte, se sentaba ahí.- Señalando con la cabeza una silla de metal que hay cerca de la cama.- Y se ponía a jugar a las cartas mientras te explicaba cosas. -Dios… no me digas que le voy a tener que dar las gracias. -No creo que las acepte, a mí siempre me ha dicho que venía por no aguantar a Cruz. -La que debería haber venido es ella para no aguantarle. -También ha venido mucho, y tus padres con Assia, Marcos, Toni y María, Teresita, que cada vez te traía algo de comer por si acaso y te ponía al día de todos los cotilleos, hasta Dávila se ha pasado a menudo, por no hablar del personal del hospital, que prácticamente vivían aquí, debes de haber sido la más vigilada de todos, sobre todo por parte de las enfermeras.- Sonriéndole con cariño. -Es que las vuelvo locas.- Alzando las cejas como puede y haciendo un gesto de dolor, Esther asiente enseguida y pulsa el botón de llamada. -Las once.- Mirando su reloj de muñeca que Maca no había visto nunca.Dolantina, cada cuatro horas.- La forense la mira con curiosidad ¿Cuántas horas habrá pasado velando su sueño? ¿Cuánto ha sufrido por ella en ese tiempo? Entra una enfermera sonriendo de oreja a oreja, Maca la reconoce de otras visitas al hospital, Natalia no sé qué. -Maca, que alegría, cuando me han dicho que estabas despierta he venido corriendo para estar por aquí por si necesitabas algo.- González, eso, Natalia González, estaba en el punto de mira en aquél caso del hospital, hubiese sido la siguiente víctima, observa como inyecta algo en el catéter de una de las bolsas.- ¿Cómo te encuentras? -Podría estar mejor.- Intentando incorporarse y frunciendo el ceño al no lograrlo.
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-Sí, ya verás como dentro de poco lo estarás.- Colocando una mano sobre su hombro mientras Esther vigila que el gotero funcione.- El doctor se pasará en un rato, quiere ver cómo vas de ánimos para hacerte unas pruebas, procura descansar hasta entonces. Esther, si necesitáis algo.La auxiliar asiente.- Bueno, Maca, que me ha alegrado mucho verte despierta, nos vemos luego.- Saliendo de la habitación sin que Maca llegue a despedirse. -Y tan locas, creo que Natalia cavaba su turno hace media hora. Voy a tener que preocuparme.- Esther frunce el ceño al ver que Maca parece estar concentrada en otra cosa, mirando al techo seria.- ¿Ocurre algo? -No, no.- Responde rápidamente mirándola y llevando la mano de Esther hasta sus labios para besarla.- Es que estoy agotada.- La auxiliar sonríe y pasa la mano por la frente de Maca, en una suave caricia que parece aliviarla un poco. -Descansa un rato, Assia te despertará cuando llegue ¿Mhm?- Maca asiente y la auxiliar se levanta para ir a buscar su bolso, que está sobre la silla de metal en la que Vilches y el resto pasaban las horas, saca un grueso libro y vuelvo a su sitio, junto a la cama de Maca, que la observa abrir el libro casi por el final y comenzar a leer. -Casi te lo has leído ya…- Susurra pensativa. -Sí, me he vuelto uno devoradora de libros aquí dentro, no había mucho más que hacer.- Regalándole una sonrisa y mirándola con cariño.También he memorizado tu rostro si sirve de algo…- Maca dibuja una media sonrisa. -Pues… creo que no, porque parece que de mis labios te has olvidado.Viendo como Esther se sonroja y mira su regazo mordiéndose el labio.No me voy a romper si me besas… no me he roto con el abrazo… -Pero te ha dolido, lo he notado.- Volviendo a sus ojos con preocupación. -Que duela… me da igual…- Buscando su mano y tirando suavemente de ella.- Lo necesito.- La auxiliar se incorpora dejando caer el libro al suelo, mirando alternativamente a los ojos y los labios de Maca mientras se coloca de forma que sus rostros queden a la misma altura. 229
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-¿Segura? -Por favor… es el mejor calmante de todos.- Esther sonríe y atrapa sus labios entre los suyos, con temor a hacerle daño pero con ese deseo de notar por primera vez en tres meses que es correspondida, y lo nota, nota la lengua de Maca acariciar su labio inferior y siente como ese vacío que se fue haciendo en su interior, todas las veces que la miraba y ella dormía, cuando cogía su mano y ella no la apretaba, cuando lloraba en su hombro y ella no la consolaba, cuando la besaba en los labios y ella no respondía, empieza a llenarse un poquito. Y Maca se deja llevar por ese beso, que ocupa todo su ser embriagándola hasta el punto de perder la sensación de dolor, e intenta buscar más o con la enfermera, mover su cuerpo, pero se separa levemente, hay una parte de su cuerpo que no busca a Esther, no se mueve, sus piernas…. No se mueven. Esther, Vilches y Cruz están sentados en unas sillas en el pasillo, esperando a que la madre de Maca y Assia salgan de la habitación, la auxiliar va mirando alternativamente la puerta y su reloj de pulsera. -Las enfermeras se saben de memoria cuando le tocan sus dosis, seguro que hasta se las tienen colgadas en el vestuario con una foto de Maca al lado y la otra tuya de mala lecha, para recordar la recompensa y el castigo como se les pase un minuto de la hora.- Bromea Vilches para destensar un momento el ambiente. -Claro, y las fotos seguro que se las has dado tú encantado. -Por supuesto, la de Maca en biquini.- Guiñándole un ojo y recibiendo una mirada acusadora de Esther. -Rodolfo, quieres estar quieto.- Le advierte su mujer poniéndole una mano sobre la rodilla. -Desde luego, estoy deseando que esa de ahí adentro salga ya, esto sin Maca es una batalla perdida. -Con Maca también, que os tenemos comiendo de nuestra mano.- Cruz mira a Esther pero ésta ya está con la vista puesta en el pasillo, una 230
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enfermera se acerca y les sonríe, entra en la habitación de Maca y al poco salen su madre y Assia. -Será posible, que no podemos estar presentes que le tienen que sacar sangre, no me lo puedo creer, ni que nunca hubiese visto como sacan sangre a mi hija, y anda que dice algo, que va, le da la razón a la enfermerucha esa y santas pascuas, desde luego, no sé a quién ha salido la niña esta.- Refunfuña Rocío con Assia de la mano, la niña en cuanto ve a Esther se suelta de su abuela y se siente sobre su regazo. -¿Cuándo se va a curar mama?- Y Esther a pesar de no tener la más mínima idea de cuándo Maca podrá volver a casa sonríe de oreja a oreja y acariciando la mejilla de la pequeña le susurra la respuesta. -Pronto, ya verás. -Esther, mi hija me ha pedido que me lleve a la niña a casa y la traiga mañana, ¿Te importa quedarte a dormir?- Parece salir de su estado de enfado Rocío y la auxiliar asiente. -Claro, este no es sitio para una princesita.- Dejando un beso en la cabeza de Assia. -Eso ha dicho mi hija.- Rebuscando en el bolso algo.- Vendré a primera hora para quedarme con ella, así descansas, que no sé qué te ha dado esta pero no te despegas de ellas ni un segundo. Aquí están.- Sacando las llaves del coche.- Assia, despídete que nos vamos.- La niña se aferra al cuello de Esther. -La abuela grita mucho.- La auxiliar responde al abrazo y sonríe al escuchar ese leve susurro.- No quiero quedarme con ella. -Mira, mañana va a venir Marcos con sus papas, seguro que te dejan jugar con él y quedarte a dormir. ¿Vale? -¿Lo prometes?- Esther finge ponerse seria y con la mano alzada la mira. -Lo prometo.
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-Bueno, vámonos, que llegaremos tarde. Rodolfo. Cruz.- Es toda la despedida que destina a la pareja.- Esther, si ocurre cualquier cosa. -Tranquila.- Levantándose y dando un par de besos a la mujer.- Yo te aviso si hay algo.- Todos observan como desaparecen hacia el ascensor y Vilches parece acomodarse en el asiento. -No me gusta esa mujer. -Es la madre de Maca cariño.- Tomando la mano de su esposo. -Ya, menos mal que no ha sacado nada de ella, sino la Wilson y yo íbamos a tener que pelear en un ring para solventar nuestros problemas. Eso sí, como se la ha ganado la auxiliar ¿Eh? -Cierra el pico.- Negando sonriente con la cabeza y viendo como sale la enfermera. -Esto ya esta, dentro de un par de horas vendremos a hacerle unas pruebas y a traerle algo de comer, que me ha amenazado con lanzarme a la fiera si me descuido.- Guiñándole un ojo a la auxiliar.- Es que la he puesto un poco al día. -¿Podemos pasar ya? -Claro, claro, yo voy a llevar esto al laboratorio.- La enfermera se va y Rodolfo se levanta y abre la puerta de la habitación cuando pasa Esther por su lado sonríe. -Lo que yo te diga, acojonadas…- Se lleva un manotazo en el brazo por el camino.- Si tenemos aquí a la gran doctora Fernández Wilson de cuerpo y mente presente.- Maca le hace un gesto con la mano para que se vaya al infierno y ambos se miran con cariño.- Tienes locas a todas las féminas del hospital ¿Lo sabías? -No esperaba menos…- Articula con esfuerzo.- Hola Cruz. -Gracias por despertarte, ¿Sabes lo que es aguantar a éste sin poder meterse contigo? Al pobre lo tenías que se subía por las paredes, todo el 232
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día intentando picarte con algo y cuando no respondías empezaba a refunfuñar, que si esta se piensa que puede estar todo el santo día durmiendo, que si esto, que lo otro.- Besando la mejilla de su amiga.- ME alegra que estés de vuelta. -Vilches, voy a pensar que te has enamorado de mí…- Notando como Esther se coloca a su lado y le toma la mano, la forense ese la aprieta levemente. -Claro, he llorado todas y cada una de las noches que has estado aquí, no te jode.- Bromea su amigo. Cuando llega la hora de comer, Esther y Cruz aprovechan el ofrecimiento de Vilches y se van a comer al restaurante que hay en la planta inferior, mientras tanto, Rodolfo observa a Maca con curiosidad, desde que le han traído la comida está mirando fijamente el plato, se frota las manos nervioso, algo va mal en su amiga. -¿Me vas a decir ya lo que te pasa o tengo que llamar para que te pongan el suero de la verdad?- La forense alza la vista y mira a su amigo, y Rodolfo ve el miedo en sus ojos. -No puedo mover las piernas…- Él alza las cejas sin saber qué decir, mira alternativamente a los ojos de Maca y a sus piernas, ocultas bajo la sabana. -Bueno… quizás aún necesites algo de tiempo, te acabas de despertar y claro… o a lo mejor es que no las sientes pero si que las mueves o… joder, yo que sé, llevabas tres meses en coma, ¿Qué esperas? ¿Salir corriendo a los cinco minutos? Wilson, que esto lleva su tiempo.- En un intento frustrado de aplacar los temores de su amiga. -Rodolfo, no me jodas, puede mover todo menos las piernas. ¿No te parece extraño?- Ve como su amigo se levanta de la silla y se acerca a sus pies. -Pues no, no me lo parece.- Levantando la sabana por la parte de abajo y descubriendo los pies de Maca.- A ver, inténtalo.
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-Te he dicho que no puedo. -Maca, mueve uno de los dedos del pie o le digo a Esther que una de las enfermeras se ha olvidado la medicación, ¿La quieres aguantar en plan histérica-protectora? -Que te jodan.- La forense aprieta con fuerza los ojos, como si así fuese a ser más fácil, intenta mover el pie, aunque solo sea un dedo, aprieta los labios, conteniendo el aire ne su interior, cuando lo suelta y abre los ojos ve a Vilches tapándole de nuevo los pies con la sabana y volviendo a su sitio.- No se ha movido ¿Verdad?- Ambos se miran sabiendo la respuesta, Maca cierra los ojos y Rodolfo aprieta los puños. -Luego te harán unas pruebas, hablaré con el doctor o que lo haga Esther. -Esther no sabe nada.- Mirando al techo con su cabeza yendo a mil por hora. -¿No se lo has dicho? Deberías. -Has dicho que puede ser momentáneo, que es porque acabo de despertar del coma, que no pasa nada y toda esa mierda… ¿Para que la voy a preocupar a Esther? -Porque… no es preocuparla, es… que es tu pareja y debería saberlo.- Y Maca cierra los ojos de nuevo, agotada por todo y suspira. -Cuando lo sepa seguro Rodolfo… deja que mi auxiliar este tranquila hasta entonces… ha estado tres meses cuidando de mí por lo que me habéis contado, deja que este sonriendo como hace unos momentos, por favor, necesito…. Necesito que ella esté bien o me derrumbaré.- Su amigo asiente, sabiendo que esa es una batalla perdida, él haría lo mismo, evitaría que Cruz sufriese en la medida que pudiese, quizás no sea nada, quizás en dos días Maca este corriendo por los pasillos jugando con su hija… no será nada. Tres días después, a la forense le han realizado todas las pruebas posibles, después de llenar decenas de tubos con su sangre, de recibir 234
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centenares de pinchazos comprobando sensibilidad, de TAC’s, radiografías, los doctores han llegado a la conclusión de que Maca tiene una lesión en la columna, una pequeña fisura en el tejido que hay entre vertebras y que puede haber afectado a la medula espinal, el diagnostico oficial es lesión medular entre las vertebras T11 y T12 del tipo incompleta B, un galimatías médico para decir que Maca puede sentir sus piernas, pero sus músculos son incapaces de reaccionar a los estímulos nerviosos, no va a poder mover las piernas y necesita una cirugía cuyos resultados no están seguros de que sean satisfactorios, no tienen ni idea de si es una situación momentánea y si con rehabilitación y dando tiempo al tejido intra-vertebral para recuperarse se solucionará o si por el contrario… pasará a ser una lesión Completa A… irreversible, sin punto de retorno, perdiendo la sensibilidad, el control sobre sus piernas y teniendo que mear mediante ayuda asistida porque no sabrá si quiera cuando tiene ganas de orinar… aunque es mejor que lo que le va a tocar ahora, tener que llevar un pañal porque a pesar de saber cuando tiene ganas de mear, sus músculos no le van a responder y se lo va a hacer encima. Todo esto, sumado al inicio del juicio del estado contra Tomás Rodríguez Abidal, el carnicero de la complutense, hacen que Maca se encierre en un estado silencioso, del que solo sale en presencia de Assia y Esther, hasta el punto de que inhabilitan su testimonio en el juicio por estado de shock, serán sus compañeros y los doctores que la llevan, quienes informarán de todo. -¿Se puede pasar?- Pregunta Cruz entrando en la habitación sin esperar una respuesta, Maca esta medio recostada en la cama, con el televisor encendido, en el canal autonómico han decidido que vale la pena mostrar el juicio a la gente, la forense supone que ya estaban cansados de poner reposiciones de películas. -Cuando el equipo de la policía llegó al sótano encontró a la doctora Fernández Wilson herida de gravedad en el suelo de una habitación con puerta de hierro y completamente acolchada, el sospechoso estaba escondido en una habitación al lado y consiguió herir a dos agentes antes de que le abatieran. -Comisario Zubalburú ¿Dirigía usted el operativo? -Afirmativo. 235
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-¿Fue usted quién dio la orden de abatir al sospechoso? -Abrió fuego contra mis agentes. -¡Protesto!- La cámara enfoca hacia el abogado defensor, un chico joven al que le había sido asignado el caso por parte del estado y que tal como Maca había comprobado, solo protestaba cuando era imprescindible, estaba claro cómo iba a acabar ese juicio. -No deberías ver esto.- Reconoce la voz de Cruz pero su mirada sigue fija en la pantalla durante unos minutos, entonces ve subir al estrado a uno de los doctores que lleva su caso, después de una breve presentación al juez, el fiscal empieza su ronda de preguntas. -Usted fue uno de los primeros en atender a la víctima… ¿En qué estado llegó Macarena Fernández Wilson al hospital? -Su estado era crítico, tenía múltiples contusiones por todo el cuerpo y sangraba en abundancia por varias heridas, la más preocupante sobre la femoral, numerosos huesos rotos y en estado de shock. -¿Diría que se habían ensañado con ella? -Sin lugar a dudas, las contusiones provocaron varias hemorragias internas y varias de las heridas externas estaban secas, quien fuera había pasado varias horas golpeando sin parar su cuerpo, primero con un objeto duro de hierro y luego con un cuchillo o algo similar. -¡Protesto! El doctor no está capacitado para determinar las armas utilizadas. -Un momento.- Señala el juez al abogado defensor.- Doctor ¿En que se basa para llegar a esas conclusiones sobre las armas? -Bueno, ese tipo de hemorragias internas solo se observan en casos de accidentes de tráfico y de un fuerte maltrato, por mi experiencia sé que solo el metal puede ser tan duro como para provocarlas, a parte de la
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fuerza del agresor, lo de los cortes, eran precisos y limpios, típicos de las peleas callejeras en las que hay armas blancas por medio. -¿Cómo se encuentra en estos momentos la víctima? -¡Protesto! Es irrelevante. -Deje de protestar ¿Doctor?- El juez da permiso para que hable y Maca distingue en sus ojos cierta satisfacción por ser el que manda en esa sala, seguramente es consciente de que lo están televisando en directo y debe sentirse mucho más importante de lo que en realidad es. -La paciente se encuentra fuera de peligro, la mayoría de sus fracturas se han soldado perfectamente, está consciente, sus funciones cerebrales son óptimas y sus funciones físicas son buenas a excepción de la perdida de la movilidad en las piernas. -La brutal paliza que… -¡Protesto! Ese adjetivo puede dar a mal entendidos.- El juez suspira pero antes de que acepte la protesta el fiscal se retracta. -Perdonen, la paliza que recibió ¿Le ha causado secuelas físicas irreparables? -Por el momento no lo sabemos, aunque es probable.- La tele se apaga y Maca busca a Cruz con la mirada, que sostiene el mando a distancia en la mano, su amiga lo deja sobre la mesita que hay al lado de la cama y se deja caer en la silla de Esther. -No deberías ver esto, Maca, no es bueno para ti. -Cruz, quiero verlo.- Mirándola seria. -No te va a hacer ningún bien. -Desde que me he despertado todos creéis saber lo que me hace bien o lo que no, lleváis diciéndome lo que tengo que hacer desde entonces y
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empiezo a estar un poco cansada, estoy bien… y quiero verlo.- Cogiendo el mando y encendiendo de nuevo el televisor. -¡Mama!- Maca apaga el televisor y abre los brazos para que su pequeña salté sobre ella, a pesar de lo doloroso que resulta para su cuerpo, su mente está deseosa de esos breves momentos en que Assia va a verla, la forense la llena de pequeños besos por las mejillas mientras ambas sonríen, Cruz saluda a Esther y a Rocío con un gesto de la cabeza y las tres se quedan mirando la escena, sonrientes porque al menos Assia devuelva esa radiante sonrisa que Maca siempre ha tenido. -Princesa ¿Qué tal ha ido el cole? -Bien, muy bien.- La niña empieza a jugar con un mechón del pelo de su madre.- Mañana vamos de excursión ¡Al bosque!- Comenta entusiasmada y Maca ríe. -¿al bosque? ¡Vaya! -Sí, a ver animalitos y arboles. -Eso es genial cariño, ya verás cómo te gusta un montón, ¿Vendrás a contarme uqe habéis hecho? -¡Claro! La abuela dice que vendremos aquí. Después de que madre e hija compartan un buen rato entre risas, Cruz se ofrece para llevar a Assia y a Rocío a casa, dejando así a la pareja sola en la habitación, en cuanto se cierra la puerta Maca no puede ocultar cierta mueca de dolor, y Esther mira inmediatamente el gotero, el calmante se ha agotado hace rato, sale al pasillo y llama a una de las enfermeras para que le pongan una nueva dosis. -Cariño, lo siento ¿Por qué no has dicho que te dolía?- Maca niega con la cabeza y dibuja una pequeña sonrisa. -No me dolía hasta que se ha ido mi princesa. ¿Qué tal ha ido el día?Atrapando una mano de Esther entre la suya, entrelazando con suavidad sus dedos. 238
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-Bien, he estado casi todo el día con tu madre, una mujer encantadora ¿Mhm? -Espero que eso sea sarcástico.- Ambas sonríen y la auxiliar deja un beso en los labios de Maca.- No te había saludado aún… -Ya lo estaba notando, ya.- La enfermera entra y sonríe al ver a Esther prácticamente recostada sobre la cama de Maca, con los rostros de ambas a escasos centímetros. -Por mi no os cortéis ¿Eh?- Sonríe cambiando el calmante.- Esto ya esta, cuatro horas Esther. -Gracias Silvia.- Susurra sin apartar la mirada de la de Maca.- ¿Te he dicho que me encantas? -Uhm… alguna vez… -Y que me encanta verte con Assia… -Alguna vez… -Y que te quiero.- La forense dibuja una pequeña sonrisa y atrapa el labio inferior de Esther con los suyos, acariciándolos levemente con la punta de su lengua. -Uy… tú quieres algo…- Esther la mira con un tinte de tristeza en sus ojos y Maca acaricia su mejilla dándole algo de fuerzas. -Tu madre lleva todo el día llamando a todos los paletas de la guía, quiere remodelar la casa para que os vayáis Assia y tú con ella. -¿Quién le ha dicho que voy a ir a ninguna parte?- Empezando a notar como la rabia hacia su madre crece en ella, típico, habrá pensado en lo que dirían de ella si dejase a su hija minusválida y a su nieta negra a su suerte en Madrid y ya estará proclamando que es la salvadora que las acoge en su casa y cuidará de ellas.
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-Creo que ella misma… dice que tú no te puedes… bueno…- Esther intenta buscar las palabras adecuadas para decírselo, para decirle que su madre no cree que Maca pueda hacerse cargo de la niña en ese estado, que Assia por muy mayor que parezca a veces no deja de ser una cría de cinco años que requiere todas las atenciones posibles. -¿Cree que no voy a saber cuidar de mi hija? ¿Es eso?- La forense cierra los ojos con fuerza y mira al techo después, a pesar de la rabia, a pesar de lo mucho que le puede llegar a molestar todo se da cuenta de algo horrible, por mucho que quiera a su princesa, por mucho que la adore más que a ninguna otra persona del mundo, su madre tiene razón ¿Cómo va a cuidar de ella? Si a partir de ahora va a ser la propia Maca la que va a necesitar ayuda, de hecho, se da cuenta en ese instante de algo peor… periodo de prueba, está en el periodo de prueba, lleva tres meses en coma y… un nudo se forma en su garganta cortándole la respiración. Los asuntos sociales realizan un par de visitas durante el año de prueba después de la adopción, de hecho, oficialmente Assia aún no es hija suya, está en acogida hasta que terminen el papeleo y ¿Quien en su sano juicio iba a darle la custodia de una niña de cinco años a una mujer soltera que no puede valerse por sí misma? Nota las manos de Esther sobre sus mejillas, haciendo que la miren. -Puede creer lo que quiera, pero yo sé que eres una persona muy fuerte, y que amas a esa niña como si fuera tuya, porque lo es, ahora lo es, y sé que vas a salir adelante en esto y sé… sé que quiero estar a tu lado, que quiero ser yo la que llame a los paletas para hacer más grandes las puertas de tu piso, o del mío o comprar uno, yo que sé, pero… quiero estar contigo Maca, entre las dos lo vamos a hacer ¿Mhm? No estás sola en esto, cariño.- Y la forense la mira y siente que ya nada va a ser como antes. En ese momento Maca se da cuenta de que hay una parte de ella, una parte importante que el asesino si logró eliminar, ya no será más la mujer independiente, ya no podrá corretear detrás de su hija por el pasillo de casa, ni llevarla a caballito, ya no podrá coger el coche y llevarla de excursión, ni bañarla, ni llevarla al parque a montar en bici… al menos no en el primer impulso, ahora deberá depender de alguien para todas esas cosas, necesitará alguien que vigile que Assia no salga corriendo y le pase algo, alguien que la lleve a caballito, alguien que la 240
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desvista cuando se empeña en no querer ir al agua, será otra la que refunfuñe cuando la niña salga medio desnuda corriendo del baño y gritando agua no, será otra la que ría cuando la niña se aferre a la cintura de su pantalón y diga ‘¡Esto no me lo quito, al agua con ropa!’, alguien que conduzca el coche para llevar a su hija de excursión, a algún sitio en el que se pueda ir con silla de ruedas, alguien que baje la bici y la meta y saque del maletero, y alguien que la ayude a ella cada mañana a despertarse, a bañarse, a depilarse, a… todo, después de una vida entera caminando, no tiene ni idea de cómo va hacer hasta las cosas más rutinarias. Y aunque Esther se ofrece a ayudarla, algo muy dentro de ella le grita que no, que no puede hacerle eso, que no tiene porque cargar con ella… cargar… nadie debería cargar con ella, no debería ser una carga, no debería y lo repite como un mantra en su mente y nota como se hace un pequeño agujero en su corazón, y teme que ese agujerito, vaya a hacerse más grande, y es como si el mundo se viniera sobre su cuerpo y amenazará con aplastar su existencia y lo peor, lo peor de todo, es que hay otra pequeña parte de ella, que lo preferiría… Unos días después todos sus compañeros y doctores ya han declarado en el juicio, de hecho, solo falta que declare el acusado, que recuperado de las heridas de bala lo hará por medio de una videoconferencia desde la cárcel, se le considera demasiado peligroso para asistir al juicio y realmente el abogado de oficio que le puso el estado, tampoco ha hecho grandes esfuerzos por compartir mesa con su defendido. Así que cuando la cámara hace un barrido de la sala del juzgado, se puede observar que al lado del pulpito hay colocada una pantalla de proyector, sobre las mesas del juez, el abogado defensor y el fiscal hay pequeños micrófonos con los que el acusado podrá escuchar lo que suceda en la sala, que de momento permanece en el mismo silencio sepulcral en el que está sumida la habitación de hospital que ocupa Maca desde hace tanto tiempo, todos esperan a que salga el acusado, eso y a que el doctor suba con el alta de Maca, después de dos semanas despiertas han decidido que su estado ha mejorado notablemente y que puede volver a casa, para cuyo fin hay un nuevo objeto en la habitación, una silla de ruedas a la que su pequeña princesa le ha puesto los lacitos que colgaban del manillar de su bici, la forense mira a Cruz y Vilches a un lado de su cama, ambos con las manos cogidas viendo el televisor, 241
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Esther esta a su lado, aferrándose a su mano y mirándola a ella con gesto de preocupación, no entiende porque Maca necesita ver esa parte del juicio, no entiende que Maca quiera ver de nuevo ese rostro, no entiende que lo que Maca necesita en realidad, es que ese juez golpeé con su pequeño martillo de madera para dar punto y final a esa pesadilla que ha sido su vida en esos meses, Toni permanece apoyado en la puerta, su esposa y su hijo han venido desde el pueblo para verla, María esta en el parque que hay más abajo jugando con los críos. -La videoconferencia esta lista.- Informa con tono autoritario el juez.Primero procederá el fiscal, luego el abogado defensor.- Golpea con su martillo y como si fuese una orden, en la pantalla se ve aparecer una pared gris, aparece el torso oculto bajo un mono naranja de alguien, sus manos llenas de cicatrices esposadas, Tomás Rodríguez Abidal toma asiento, y Maca después unos meses, se siente de nuevo observada por aquella oscuridad enfermiza que irradiaban los ojos de su agresor.Tomás Rodríguez Abidal está usted acusado de cuatro cargos por asesinato en primer grado y dos en grado de tentativa ¿Cómo se declara?- Tomás parece querer atravesar aquella pantalla con su mirada, y es que a pesar de poder escuchar lo que sucede no lo puede ver, no tiene ni idea de si algunas de sus víctimas se encuentran en aquella sala o no, y siento una extraña excitación por saber que Toni y Maca deben estar viéndolo asustados, dibuja una sonrisa, una mueca en ese mapa de cicatrices. -Inocente. -En ese caso procedernos al interrogatorio, fiscal del distrito. -Tomás Rodríguez Abidal.- El fiscal se pone en pie tras su mesa, sin apartarse para que su voz llegue perfectamente al micrófono, y por lo tanto, a su interlocutor.- Se ha declarado inocente a pesar de que hay numerosas pruebas que le apuntan como asesino. -¡Protesto!- El joven abogado de oficio se alza y mira alternativamente al juez y al fiscal.
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-Principal sospechoso de asesinato ¿Le parece mejor así abogado?Escupe el fiscal, harto de tener que tratar con ese novato durante las dos semanas que llevan de juicio. -Fiscal, prosiga.- Interrumpe el cruce de miradas el juez, todo el mundo puede percibir que esta sesión es diferente al resto, los nervios y la tensión parecen contaminar cada rincón de aquella sala. -Ese tío es gilipollas.- Comenta Vilches malhumorado y Cruz acaricia su hombro. -¿Se reafirma en su inocencia, Tomás?- La cámara enfoca la pantalla, él ni siquiera parpadea cuando habla. -No los mate yo. -¿No fue usted el que entró en casa de Julio Martín y le introdujo una gasa en el cuerpo? ¿No fue usted el que una semana después lo mató? ¿No fue usted el que repitió el proceso con Laura Llanos, Silvia Guzmán, Javier Sotomayor? ¿No lo intentó con Toni y Macarena Fernández? ¿Usted no tuvo raptada a esta última en aquel sótano? ¿No era usted al que detuvieron lleno de la sangre de la doctora? ¿No fue usted al que la policía hirió hasta abatirle en el suelo? ¿No es usted la persona a la que estamos juzgando?- Durante toda la serie de preguntas, el rostro de Tomás ha estado en primer plano, y ha sido con la primera pregunta con la que ha empezado a sonreír. -Dicho así… tal vez si que fuera yo… pero sin duda era algo que merecían, así que no me considero un asesino, podría decirse incluso que he sido un salvador, acabo de librar al mundo de cuatro mentirosos y en vez de estar descontentos porque dos se me escaparon os atrevéis a juzgar mis actos sin conocer las causas, no me sorprende que este mundo este en una espiral de decadencia, la hipocresía que hay en él no lo puede llevar a otro sitio. -Bien, pues explíquenos esas causas si es tan amable, háganos dejar a un lado la hipocresía y enséñanos a entender como alguien que ha matado a cuatro personas inocentes no se siente culpable de asesinato.
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-Primer error, fiscal.- Esa voz, arrastrando las palabras como en la breve conversación que mantuvo con Maca, se cuela dentro de ella reviviendo los recuerdos de aquellas horas que estuvo bajo las horribles manos de ese psicópata.- Presupone que ellos son inocentes, cuando en realidad no lo son, sus manos están tan manchadas de sangre como las mías, por supuesto, en su caso el estado les ampara, en nombre de la ciencia y de la justicia todo es válido, pero cuando es mi justicia la que entra en juego, entonces todo es diferente ¿No? Esas cuatro muertes que tanto parecen afectarle, fueron provocadas por ellos mismos, son ellos los que decidieron trabajar en el Anatómico Forense de Madrid, fuente de maldad, especulación, corrupción y mentiras, son ellos los que jugaron a ser dioses culpando o exculpando a la gente, ellos provocaron que yo este hoy aquí, en esta celda de la penitenciaria hablando con usted, ellos provocaron las marcas de mi rostro, ellos y solo ellos, no yo. -Las victimas no le conocían de nada ¿Cómo iban a provocar ellos nada en usted? ¿Cómo iban a herirle? -Tenía que perfeccionar mi técnica, quería que todo fuese perfecto para ellos, que las pistas, su experiencia les llevarán a sospechar de ellos mismos, de un propio compañero tal vez, así que durante años, practiqué en mi cuerpo incisiones para un día, llevar a cabo mi plan, los diez años que pase internado en el Centro Psiquiátrico gracias al estado, los otros diez años que pasé espiando a cada uno de los trabajadores del Anatómico, todos ellos, los pase practicando en mi cuerpo lo que les haría, y creo que hice un trabajo envidiable, buscaban a un varón con experiencia en cirugía, ha sido divertido verles dar palo de ciego, muy entretenido, aunque chava en falta una competidora de mi nivel, alguien lo suficiente audaz como para seguir las pistas correctas, alguien como la doctora Fernández, que incluso usó su nombre para pedir unos análisis al Hospital central de Madrid, creo que a eso se le llama abuso de autoridad ¿Me equivoco? -No estamos aquí para juzgar ni los actos de la doctora Fernández ni de nadie más, a excepción de usted ¿Llevaba veinte años orquestando todo esto? -Por supuesto… la venganza es un plato que se sirve frío, y en mi caso, no podía correr riesgos, es asombroso, si en vez de girarnos por el 244
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momento esperásemos… habría un gran número de celdas vacías en esta prisión, pero eso requeriría que mis compañeros tuviesen cerebro y desgraciadamente, carecen de él. -¿Venganza? ¿Por qué del Anatómico? -Porque ellos fueron los que causaron el daño.- Enfocan como el fiscal revisa unas notas sobre su mesa, parece detenerse en una y la lee rápidamente antes de alzar la cabeza y mirar a la pantalla, donde el acusado permanece tranquilo. -Con daño… ¿Se refiere usted a la acusación de asesinato que recibió su padre gracias a una prueba hallada en el cadáver por parte del Anatómico? -Hay empezó todo sí, mi padre era inocente, pero una estúpida coincidencia entre una herida y una herramienta suya lo llevaron a la prisión ¿Sabe lo que es eso para un padre de familia? No duro ni un año, se suicidio en su celda dejándonos huérfanos de padre y con una madre sumida en una depresión que la llevo a maltratarnos durante años a mi hermano y a mí, él no lo aguantó, era mayor pero no era tan fuerte como yo, siguió los pasos de mi padre, se suicidó en el garaje, mi madre siempre decía que todo era colpa de aquella prueba, que todo había empezado por culpa de entidades como el Anatómico, era una loca hija de puta… pero en eso tenía razón. -Una loca hija de puta, permíteme que use su expresión, a la que un niño de quince años, usted, asesinó apuñalándola 105 veces por todo el cuerpo ¿De eso también culpa al Anatómico?- La mirada del acusado por primera vez se torna dura. -Era una buena persona cuando mi padre estaba con nosotros, si no le hubiesen encarcelado lo hubiese seguido haciendo… aquello nos afectó a todos, yo tenía solo diez años cuando la policía entró y se lo llevó, durante cinco años vi como mi madre se alcoholizaba, deprimía y finalmente se convertía en una maltratadora, si aquella prueba no hubiese sido hallada, si el Anatómico no hubiese existido, no habría sucedido nada de todo esto.
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-Si el Anatómico no hubiese existido ¿Es eso lo que ha estado buscando estos años? -Las entidades como esa no deberían existir, sí. -¿Asesinando a sus empleados a pesar de que seguramente ellos ni siquiera trabajaban allí cuando acusaron a su padre? -Lo hacían ahora, y el fin… siempre justifica los medios, el Anatómico es una sombra de lo que fue, a los que no mate los alejé, a los que no alejé los enloquecí, creo que he hecho una excelente labor. -¿Los mato pro ser empleados del Anatómico? ¿Ese es el terrible crimen que cometieron para que usted los asesinara despiadadamente?- El fiscal echa una rápida mirada al abogado defensor, esperando la protesta, pero el chico parece demasiado absorto como para darse cuenta de nada, esa batalla está ganada. -Sí, y si va a intentar sacarme una confesión entre lagrimas, se equivoca conmigo, ya he conseguido lo que quería, si bien me hubiese gustado concluir los dos trabajos que empecé, creo que ya he hecho suficiente daño a esa institución, dudo mucho que a ninguno de sus empleados les siga motivando el hurgar en cadáveres buscando mentiras para acusar a gente inocente.- El fiscal mira al juez victorioso y después a la pantalla, pensativo. -Dígame… hay algo en este caso que siempre me ha llamado la atención… usted les visitaba previamente, ¿Cómo lo hacía? ¿Cómo se colaba en sus casas? ¿Los dormía? ¿Les abría una brecha en el abdomen? ¿Cómo fue capaz de hacer todo aquello incluso cuando estaban bajo vigilancia policial?- Tomás sonríe de oreja a oreja, y Maca ve que parece disfrutar dando a conocer la verdad, alardeando de su grado de inteligencia ante el mundo, un brillo de orgullo tiñe esos oscuros ojos dándole un toque más horroroso del que ya tienen de por sí. -Le sorprendería saber lo que se puede conseguir durante diez años de libertad preparándolo todo, supongo que la policía ya habrá encontrado mi casa en la sierra, si no es así, les daré una pista, me venía muy, muy 246
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bien cuando la doctora Fernández decidía pasar allí los fines de semana con su pareja del momento. -La están registrando en estos momentos, si no me equivoco. -Vaya, son más lentos aún de lo que creía… bueno, puedo decirle lo que la policía va a encontrar allí, planos de todas las viviendas de los empleados, copias de cada una de las llaves de sus casas, sus coches, incluso de sus taquillas en el Anatómico… tres bombonas de 50 litros de un gas ruso muy curioso y efectivo, y lo más importante, indetectable, conseguido en el mercado negro… quince juegos de bisturís extraviados en varios hospitales de Madrid… fotografías de todos ellos, de sus familias, de sus conocidos, de todo… del interior de sus casa… me encantaba echar un ojo cuando se iban, llaves de pisos o casas cercanos a los de los empleados, por ejemplo, del piso que está por encima del de la doctora Fernández, de la casa que hay enfrente de la del matrimonio de los doctores Gándara y Vilches, el piso que hay al lado del de Teresa Montenergo… piense que he tenido, mucho, mucho tiempo para planear esto, solo actúe cuando lo sabía todo de ellos, cada gesto al despertarse por la mañana, cada horario, cada rutina en sus días, sus líneas pinchadas, fue fácil, muy fácil… podría incluso decirle cuantos lunares tiene cada uno en su cuerpo, incluida la última incorporación del Anatómico semanas antes de que yo iniciase mi plan, esa putita a la que se tira la doctora Fernández, Esther García, muy fogosas ambas… hacían temblar las paredes de mi piso con sus gemidos.- El fiscal aprieta los puños y mira al juez. -No tengo más preguntas. -¿Abogado defensor?- Se pone en pie y mira nervioso hacia el juez. -La defensa no tiene preguntas.- Responde con un tembleque delatador en la voz. -¿Estas usted seguro?- Aunque este todo claro lo correcto sería que le hiciese una breve ronda de preguntas a su defendido para hacer un leve intento de salvarle. -Seguro señoría. 247
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-En ese caso, haremos un receso de veinte minutos y dictaremos sentencia, se levanta la sesión hasta entonces.- El juez golpea con su martillo y la cámara hace un apagado gradual de la imagen, quedándose a oscuras y en silencio, como la habitación de hospital en la que nadie sabe que decir o hacer, diez años… ese loco ha estado diez años tras de ellos, inevitablemente a todos les vienen recuerdos de esos diez años y un escalofrió recorre sus espaldas cuando perciben que todos esos recuerdos los han compartido con el asesino de sus compañeros. Cuando el doctor sube para dar el alta una hora después, se encuentra con la misma imagen, Vilches y Cruz están sentado aún frente al televisor, en cuya pantalla salen imágenes de un concurso de preguntas, parece que la cadena ha estimado que después de un juicio como ese, el programa más adecuado era este, ambos miran al frente con la mirada perdida, la doctora tiene una mano sobre el hombro de su marido, por otro lado, Maca esta tumbada en la cama mirando al techo y su mano entrelazada con la de una Esther que mira hipnotizada el suelo, el doctor mira hacia un lado de la puerta y se cruza con la mirada aturdida de Toni. -Venía a deciros que traigo buenas noticias, Maca, ya puedes volver a casa.- Acercándose con dos pasos vacilantes a la cama y dejando sobre los pies de Maca la carpeta con el alta.- Pero esto no significa que te vayas a librar de nosotros, queremos que vengas a la rehabilitación, es importante que hagamos ejercicios para que no pierdas masa muscular ¿Queréis que os llame un taxi? -He traído mi coche.- Salta Vilches volviendo al mundo real.- Os llevo a casa. -Yo voy a llamar a tu madre.- Reacciona también Cruz.- Para decirle que ya sales y vamos para allá.- Saliendo precipitadamente de la habitación, Rodolfo la ve marchar y busca apoyo en la mirada de su amiga, que con un gesto le dice que vaya con ella. -Yo… voy a buscar a María y los niños…- Susurra Toni saliendo de la habitación, el doctor mira extrañado a su alrededor.
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-¿Hay sentencia?- Esther asiente ida. -Le han declarado un trastorno psicológico, irá a un centro psiquiátrico, donde ya ha estado y ha salido. -Joder…- Murmura por lo bajo y ambas mujeres lo miran sabiendo que ese sentimiento de impotencia por su parte es sincero, en las dos semanas que ha durado el juicio por los pasillos solo se escuchaban destinos para ese cabrón y ninguno era tan afable como una habitación acolchada. Dos horas después Vilches detiene el coche frente al portal de Maca, enseguida se baja y va al maletero a buscar la silla de ruedas, cuando lo abre y atiene a Esther a su lado preparada para echarle una mano, Rodolfo le sonríe intentando darle ánimos, conociendo como conoce a su amiga, Esther lo va a pasar mal, Maca le va a hacer daño, sin querer, peor se lo va a hacer, y eso al viejo gruñón lo cierto es que le toca, esa auxiliar ha sabido ganársele. -No me jodas que también te voy a tener que cerrar la puerta del coche ¡Que eso lo puedes hacer tú!- Bromea él después del esfuerzo para sacar a Maca del coche y ayudarla a subirse a la silla de ruedas. -Es que me duele ‘este’ dedo Rodolfo, solo este.- Alzando el dedo corazón y enseñándoselo a su amigo, que sonriente niega con la cabeza. -Voy a aparcar el coche, ¿Las ayudas?- Le susurra a su mujer que asiente y se va hacia dentro con Esther y Maca, las tres mujeres se suben al ascensor, Maca justo delante de las puertas y Cruz y Esther por detrás de ella, a la misma altura, la doctora apoya su mano en la espalda de Esther y ambas se miran, el destino ha querido que deban enfrentarse a aquello con Maca y con sus miradas se comunican que no están solas, Esther sabe que siempre que la necesite Cruz va a ser su apoyo, como ya se ofreció hace meses, cuando en vez del día a día en una nueva situación era un asesino lo que las amenazaba. -¡Maca!- Su madre prácticamente se avalancha sobre ella para abrazarla, la forense desvía la mirada hacia un lado, donde descubre a Assia de pie mirándola, dibuja su mejor sonrisa y aún con su madre 249
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enganchada a su cuerpo alarga la mano para regalarle una caricia en la mejilla, la niña sonríe y en cuanto Rocío la deja, se sube a las piernas de Maca, que le regala cien besos. -Princesita… no sabes cuantas ganas tenia mami de volver a casa contigo.- Rocío hace un intento de aclarar el destino de la pediatra, peor Esther la fulmina con la mirada y la mujer no se ve capaz de retarla, ya ha visto como se ha enfrentado a más de una enfermera por haberse descuidado la dosis de Maca, ese es un demonio al que no quiere enfrentarse. -¿Toni y María?- Pregunta Cruz terminando de entrar. -Se han ido cuando han dejado a la niña, han dicho que se pasarían en unos días, querían dejar descansar a Maca.- Rocío mira a Esther y Cruz alternativamente, como queriéndoles hacer entender algo. -Bueno, quizás Vilches y yo… -¿Por qué no venís mañana a cenar? Cuando ya estemos instaladas.- La corta Esther mirando a Rocío, Cruz se siente en mitad de fuego enemigo y se despide de Maca con dos besos. -Mañana llamaré para ver cómo estás, si queréis anular la cena tranquila ¿Eh? No le diré nada al gruñón hasta que sea de noche, que luego ya sabemos todas como se pone.- Bromea recordando como golpeó la puerta el día que Maca se olvidó de anular la cena. Cuando Cruz se va Maca lleva a Assia sobre su regazo, aunque no tiene demasiada fuerza en los brazos, consigue llegar hasta el comedor, donde la niña enciende la tele para ver los dibujos con su madre, Esther se va a la habitación de la forense a dejar la bolsa de viaje y un par de revistas que tenían en la habitación, empieza a acomodar todo en su sitio y se lleva la ropa sucia hacia la lavadora. -Deja, ya lo hago yo.- Esther se gira sin llegar a incorporarse, en el marco de la puerta que da al pequeño lavadero esta Rocío apoyada.
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-No me cuesta nada.- Terminando de meter la ropa y cerrando la puerta.Es un momento de nada.- Abriendo los respectivos botes y vertiendo parte del contenido en la cajetilla correspondiente.- ¡Listo! -Pero soy su madre y la que debería hacerlo…- Murmura por lo bajo y Esther le hace caso omiso yendo hacia el comedor, Rocío lleva una semana intentando echar a Esther de esa casa, más o menos desde que supieron que en breve le darían el alta a Maca, pero la auxiliar no piensa moverse de ninguna parte. -¿Te apetece comer algo?- Le susurra Esther dejando un beso en su mejilla, la forense la mira y niega con la cabeza, abrazándose al cuerpecito de su hija con cariño. -Más tarde quizás… -Vale, ¿Quieres estar a solas con ella? -Un poco ¿No te importa? -Claro que no.- Esther deja un breve beso en los labios de Maca y se aparta, cuando llega a la puerta no puede evitar girarse y mirar como la doctora abraza a Assia, la niña recostada sobre su pecho juega distraídamente con un mechón del pelo de Maca mientras ambas miran la televisión, la auxiliar no puede contener la emoción de verla allí, con su hija, tan como si no hubiese cambiado nada, va hacia la habitación de Maca y cierra la puerta tras ella, dejando que las lagrimas que lleva acumulando desde hace días salgan, y es que si para Maca es dura toda la situación, para ella es igual de dura, y a pesar de haberle dicho que ambas pueden con todo eso, lo cierto es que no tiene ni idea de lo que va a pasar a partir de ahora. Solo sabe que ya están en casa, lo que venga después… es un misterio. Capítulo nueve: muerta en vida Marta entró con Assia correteando a su alrededor, contándole lo que había hecho en el colegio, la pequeña de diez años estaba muy contenta porque la habían cogido en el periódico de la escuela como aprendiz, Marta no quiso chafar el globo de la pequeña diciéndole que 251
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seguramente la iban a usar para hacer fotocopias, se la veía tan feliz que optó por felicitarla y prometerle que esa noche haría su plato preferido, cuando entraron se encontraron con Vilches y Maca, el primero sentado en el sofá con una copa de vino en su mano y la segunda a su lado. -¡Princesa!- Maca sonrió y abrazó a su hija en cuanto la tuvo al alcance, la niña se sentó en su regazo, como había hecho siempre. -¡Mama! ¿Sabes qué? ¿Te acuerdas que le pedí al profesor que me cogiera para el periódico? ¡Pues lo ha hecho! Mañana empiezo, los martes y los jueves después de clase, va a ser genial, ¡Voy a escribir en el periódico!- Assia mostró una gran sonrisa que contagió a Maca, que dio un beso en la mejilla de su pequeña y la felicitó. -Pero cariño, recuerda que primero hay que empezar desde cero, no esperes que el primer día te pongan a escribir, antes de nada tienes que empaparte de todo y aprender mucho ¿Eh, mi vida? -Lo sé, mama, pero ya es un paso, ¡Estoy dentro! Imagina, ¡Rodolfo! -¡Eh! Que tu madre me llame así no te autoriza a…- Alzó un dedo amenazante señalándola peor como venía siendo habitual Assia no le mantuvo el más mínimo respeto, de hecho atrapó el dedo en su mano y sonrío dulcemente al viejo gruñón.- A esta la niña le has enseñado muy mal.- Maca río y se abrazo a ella mirando traviesa a Vilches. -La he enseñado de lo mejor. ¿Eh que sí? ¡Nada de caso al viejo gruñón! -¡Será posible!- Marta observó la escena con curiosidad, si bien Maca llevaba unos días de bastante buen humor, verla así, bromear con Vilches y su hija, era algo que siempre le alegró el corazón, disfrutó del momento pensando en que las visitas de ese viejo cascarrabias que tenía como mejor amigo debían de empezar a ser más frecuentes, sin duda, le hacían bien, Marta no sospechó que aquél cambio en Maca se hubiese iniciado por algo que temía, la aparición de un fantasma del pasado, aquél fantasma al que tanto temió durante todo aquel tiempo, la fantástica mujer que le habían descrito, la que respondía al nombre que Maca susurraba entre sueños algunas noches. 252
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-¡Rodolfo! Escúchame.- Assia reclamaba la atención del amigo de su madre con un gesto gracioso de la mano.- Si me dejarais ir a tu trabajo a ver cosas, seguro que me dejaban escribir un artículo y publicarlo, ya sabes, como es el día a día en un sitio como ese, no sé, ¡Tal vez maten a alguien y descubráis alguna prueba súper importante! Y yo, podría hacer fotos y…- La niña se embalaba y Maca y Vilches se miraban sin saber cómo frenarla, hasta que no insinuó algo de meterse en el foso con él Rodolfo no reaccionó. -¡Alto ahí mocosa! Dudo mucho que dejen corretear a una cría de diez años por el foso, a ver que te piensas que es eso, es un lugar de trabajo y desde luego, no un sitio al que van los periódicos de colegio a escribir artículos, como mucho puedo conseguir que te entrevistes con el director, y eso es ya abusar de mi. -Pero Rodolfo, seria genial dar una vuelta y poder hacer algunas fotos y… -No, no, no, tu madre aquí presente me mataría y paso, se acabo la conversación…. Escribe, yo que sé, sobre la reproducción de las marquitas en época de apareamiento o ¡Yo que sé! Pero no te voy a llevar al Anatómico ni en broma. -Mama…- La niña intentó vencer a su madre con aquél rostro angelical que tanto le gustaba y que siempre solía conseguir que accediese a sus peticiones, peor su madre se mostró tajante. -No vas a ir al Anatómico. -¡Pero mama! ¡Sería genial! -Ni pero ni nada, no irás ¿Porqué no haces un artículo del mueso? Seguro que Marta puede conseguir que entrevistes a algún pintor famoso o algo.- Marta asintió apoyando a su pareja, peor la niña hizo caso omiso, sabía que su madre había sido forense, y como todo lo que tenía que ver con su madre, ese simple hecho despertaba en ella una curiosidad innata, se moría de ganas de ir al Anatómico y ver donde había pasado su madre tanto tiempo antes de que ella llegase a su vida, 253
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de hecho, le habían dicho que cuando Assia llegó a Madrid, su madre todavía trabajaba allí, la niña no entendía como había podido dejar un trabajo tan chulo como aquel, y cada vez que venían de visita Vilches o Cruz, esperaba que su madre le dijese que volvía a trabajar, pero aquello nunca sucedió. -¡Pero yo quiero ir allí!- Assia se cruzó de brazos y Maca suspiró. -No hay más que hablar Assia, ve a tu cuarto a hacer los deberes anda.La niña se levantaba molesta y cogía de malas maneras la mochila del colegio para irse refunfuñando a su habitación, los tres adultos observaron cómo se marchó y se miraron entre ellos, Marta supo que en aquello sobraba y le preguntó a Vilches si se quedaba a cenar, cuando dijo que podrían llamar a cruz y Maca se mostró conforme, Marta sonrió y fue a comprar algunas cosas, aprovechando que Rodolfo estaba allí por si pasaba algo. -Desde luego, no puedes negar que esa niña es hija tuya, lo lleva en la sangre… -No me toques lo que no tengo Rodolfo.- Su amiga miró hacia un lado fastidiada y Vilches sonrió, aunque sabía que era algo pasajero, y que aquél buen estado de la pediatra se debía a la larga conversación que habían tenido, él pensó que ya era un paso, y cuando se da el primer paso, es más fácil continuar caminando, aunque sea por inercia… El despertador retumba en la habitación, dando la bienvenida a un nuevo día que amanece nublado en Madrid, Maca lo busca a tientas, sin abrir los ojos y palpando con la mano la mesita de noche en la que suele descansar, el sonido se detiene sin que llegue a tocarlo, al instante, siente un cuerpo pegarse a ella, una mano que pasa por encima de su abdomen y la rodea mientras la cabeza de Esther se apoya sobre su hombro. -Buenos días…- Susurra Maca, pero parece que la auxiliar no está despierta, mira por encima de su cabeza el despertador, las siete y media.- Dormilona…- Dejando un beso en su pelo y acercando su mano libre, la que no está aplastada bajo el cuerpo de Esther, a la mejilla de ésta.- Va arriba, que hay que darle el desayuno a Assia. 254
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La auxiliar abre un ojo, o al menos hace un intento, y la mira, sin decir una palabra deja un beso en sus labios y con rostro soñoliento se separa de ella, Maca la observa acercarse a la silla para empezar la rutina a la que no se acaba de acostumbrar, y a la que cree que no podrá acostumbrarse jamás, mira como acerca la silla, le pone los frenos y la deja justo al lado de la cama, luego, entre las dos, Maca haciendo brazos y Esther ayudándole con sus piernas, se coloca en la silla, la mira como todos los días, con ese tinte inexpresivo para Esther en sus ojos, pero que para ella es una extraña mezcla entre desconcierto, desesperanza, desengaño y desanimo. -Buenos días cariño.- Habla por fin Esther dibujando una pequeña sonrisa, Maca le responde para que se acerque hasta ella, sus labios se entrelazan lentamente y ambas saborean ese pequeño momento del día en el que solo están ellas dos y no hay nada más, solo los labios de la otra. Pero en cuanto Maca deja de sentir aquellos labios su cabeza le recuerda una vez más, que esa es otra de las muchas cosas que se ha dado cuenta que no puede hacer, al menos no sin pedirlo, o sin que sea parte de la rutina, la forense no puede besar a su chica cuando le venga en gana, no si esta en ese maldito trasto que parece atar su cuerpo duramente impidiéndole lo que más adora de la vida, su libertad. La libertad de pensar, quiero besarte, y hacerlo, quiero abrazarte, y hacerlo, quiero hacerte el amor, y hacerlo… y es que en esa semana que lleva en casa, Maca se ha dado cuenta de cosas que hasta ahora le eran indiferentes, nunca se lo había planteado, no había tenido porque, y a veces ella misma se ríe solo de pensar en lo mucho que le gustaría tener la libertad de hacer por si sola algo tan estúpido como ir al buzón y sacar las cartas y la publicidad que antaño tiraba sobre la mesa de la cocina a la espera de un momento para prestarle atención, se da cuenta de que ahora, solo por el hecho de haber ido ella misma a buscarlas y haber llegado a alcanzar la puerta del buzón, se las pasaría horas contemplando como si esos trozos de papel fueran el tesoro más valioso del mundo. -¿Cereales y tostadas?- Maca vuelve y asiente con la cabeza, apoyando las manos sobre los reposa manos circulares que acompañan las ruedas 255
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y ejerciendo presión sobre ellos, sale al pasillo, donde Esther se encargó de apartar todo aquello con lo que pudiese chocar y mira al frente, observándolo como si ya no fuese suyo, como si ese pasillo sin nada en él, se hubiese convertido en otro, otro que le parece más largo, más amplio, más vacío, se arrastra hasta la habitación de Assia y la observa dormir unos instantes, el ajetreo de Esther en la cocina la saca de su ensimismamiento, ensaya un par de veces la mejor de sus sonrisas y se pega todo lo que le permite su nuevo vehículo a la cama de su hija. -Princesa… es hora de despertarse…- Le susurra acariciando su frente con la mano, la niña se remueve inquieta bajo ella.- Cariño, que hay que ir al cole.- Assia abre los ojos y se encuentra a su sonriente madre de siempre, prácticamente da un salto de la cama hasta ella, sentándose sobre su regazo, la niña se agarra del cuello de Maca dejando un beso en su mejilla y esta le sonríe alegremente.- ¿Preparada? -¡Vamos!- Maca impulsa con todas sus fuerzas la silla hacia la puerta, mientras la risa de su princesa inunda la casa, llenándola de vida por unos segundos, llenando incluso su corazón hasta que ya no cabe nada más, llegan a la cocina entre risas y la auxiliar se gira sonriente. -¡Buenos días princesilla! -¡Hola Esther!- La niña da un bote para ir a darle un beso a Esther, que se agacha y deja un beso en su pelo, le da una palmadita divertida en el trasero para decirle que vaya a sentarse a su sitio, cuando Esther alza la vista se encuentra la mirada de Maca, que se ve así misma haciendo eso mismo hace tan solo unos meses, la ve abrir los armarios de arriba para sacar vasos, azúcar, los cereales y dejarlo todo sobre la encimera. -¿ME echas una mano?- Le pregunta metiendo un par de tostadas en la tostadora. -Claro…- Maca se acerca pero aún no tiene mucha práctica, con lo que debe intentarlo varias veces hasta alcanzar una postura en la que pueda mover sus manos libremente y llegar a todo, lo que llena un poquito más ese vaso de frustración que vacía cada noche junto a Esther, en el único sitio en el que puede moverse con algo más de libertad, ya que no necesita las piernas, su cama. 256
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-Mami, en el cole vamos a hacer dibujos.- Cogiendo el bol que le da Esther y empezando a comerse los cereales, Maca no pude llevárselos porque necesita las manos para llegar hasta la mesa. -¿En serio? ¿Y que vais a dibujar? -La senyo dice que lo que queramos, yo voy a dibujarnos.- Sonríe de oreja a oreja ante la gran idea que ha tenido y mira contenta a su madre, que asiente haciéndole un gesto cariñoso en su nariz. -Dibujanos bien ¿Mhm? -Claroooo…- Maca ríe por la forma tan segura en la que lo ha dicho su pequeña y mira a Esther, que acaba de dejar el café delante de ella. -Gracias. -De nada, tonta.- Sentándose a su lado y dándole un sorbo a su propia taza, Maca la imita. Desayunan dándole conversación a la niña, que les explica cosas del cole, de sus amigos, de que un tal Jordi le tira del pelo, y que juega con Nerea en la casita, y que va a hacer un dibujo muy bonito de ella, Esther y su mamá, pero que las va a hacer sentadas en el sofá, porque no sabe dibujar la ‘bici’ de mama, Maca intenta disimular ese fugaz instante de tristeza, y Esther enseguida cambia de tema, pero a la forense la embarga ese sentimiento que la acompaña últimamente allá donde vaya, esa sensación de estar hueca en alguna parte de si misma, esa parte que intenta analizar cuando Esther va a llavear a la pequeña al colegio con el coche que antes conducía ella, hace un par de días Maca intentó acompañarlas, peor para Esther era muy difícil controlar a la pequeña de cinco años y estar pendiente de Maca y su silla. En cuanto la puerta se cierra Maca se acerca a la ventana y las ve salir del portal y andar hacia el coche, se suben y se alejan calle arriba, en la cabeza de Maca aparece el recorrido que tantas veces a echo, pero entremedio, en ese hueco suyo, resuena acciones que no ha podido hacer en los escasos minutos que lleva despierta. No ha podido coger los cereales del armario de arriba. Ni llevarle el bol con la leche a Assia 257
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por no derramarlo. Ni ha podido perseguirla por el pasillo cuando la niña ha decidido que quería ir en pijama al cole y no ha consentido en ponerse la ropa bien. Ni ha podido bajar a la calle, cruzarla y subirse al coche para llevar a su hija al colegio. Y mira el día gris que acaba de empezar, y sabe que cuando anochezca, ese hueco estará lleno de acciones que no ha podido hacer, y en silencio, como siempre, a solas, unas pequeñas lágrimas que se compadecen de ella misma resbalan por sus mejillas, precipitándose a unas piernas que no pueden sentirlas. Cuando Esther vuelve de dejar a la niña en el colegio, lo hace acompañada de Vilches y Cruz, la auxiliar, ayuda a Maca a asearse y vestirse, mientras tanto el matrimonio desayuna algo en la cocina, como viene siendo habitual, y es que desde que Maca volvió a casa, todos los que la quieren han modificado algo sus vidas para poder echarle una mano a ella y a Esther, Vilches acompaña a Maca a las sesiones matutinas de recuperación y Cruz a Esther a su nuevo trabajo en la biblioteca del campus, el único que le ofrecía la flexibilidad que necesita para ir a buscar a Assia al colegio y encargarse por las tardes de Maca. -¿Estás lista?- Le pregunta Vilches abriéndole la puerta y Maca asiente deslizándose hacia el exterior, cuando llaman al ascensor Esther sale corriendo del piso y deja un beso en los labios de Maca. -Nos vemos luego cariño ¿Mhm? -Claro, a la hora de comer.- Susurra entrando con algunas maniobras en el pequeño ascensor y regalándole una pequeña sonrisa cuando las puertas se cierran. -¿Ya la estás empezando a alejar chica lista?- Le pregunta su amigo dentro, la forense le mira y le ve observando las puertas de aluminio del ascensor, concentrado en algún punto de ellas, sabe que no quiere mirarla, sabe que está intentando ocultarle lo que piensa, algo que vería al instante si sus ojos se cruzasen. -No la estoy alejando Rodolfo.- Responde mecánicamente ella. -Yo creo que sí, solo que aún no te has dado cuenta.
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-¿Vamos a tener una charla filosófica de camino al hospital o me lo parece? -Tú y yo no somos de tener grandes charlas Maca, a ambos se nos da como el culo esa chorrada de compartir los sentimientos, un viejo gruñón y una exforense que pretende aislarse del mundo, no saldría nada bueno de ahí. Pero si que te voy a decir que lo que sea que estás empezando, deberías cortarlo.- Y ahora sí, la mira y Maca nota esa mirada dura de su amigo, como si el azul mar de sus ojos se convierte en un gélido iceberg.- No lo deberías hacer. -No estoy haciendo nada.- Ambos se desafían con la mirada y Vilches suspira. -Lo peor de todo es que no te das cuenta… pero tu subconsciente se te está adelantando, y Maca, creo que la vas a cagar, la vas a cagar con ella y la vas a cagar contigo misma. -Rodolfo, te lo vuelvo a repetir por enésima vez, no sé si es que Cruz te ha amenazado con el sofá o lo que sea para que me preguntes lo mismo cada dos por tres, pero no estoy haciendo nada, puedes creerme o puedes seguir empecinado en que llevas la razón. Haz lo que quieras.- El ascensor llega a su destino y las puertas se abren.- De todas formas, deberías empezar a plantearte el cambiar de sofá. -Ni pensarlo, son demasiadas noches en él, ya le he cogido cariño.Refunfuña la respuesta. Ambos salen del edificio y van hacia el coche del doctor, le ayuda a subirse y lleva la silla al maletero, cuando lo cierra suspira frustrado, si ni siquiera se está dando cuenta de la distancia de precaución que está tomando con Esther, no tiene nada que hacer, solo permanecer cerca para cuando llegue el momento. En la cocina Cruz apura su café mirando a Esther ir y venir por la cocina recogiendo todo, la forense intenta que pare dos segundos quieta, pero ella le responde que no quiere que cuando Maca llegue se encuentre todo desordenado, teme que vaya a intentar ponerlo todo en su lugar y que se dé cuenta de que hay cosas que no puede hacer. 259
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-Esther, por mucho empeño que pongas, ella se da cuenta de lo que puede y no puede hacer, así que por favor, relájate, no paras quieta ni un segundo del día, preparas el desayuno, llevas a la niña al colegio, vuelves aquí y recoges, vas a trabajar, vuelves a hacerle la comida a Maca y te pasas la tarde cuidando de ella, vas a buscar a Assia y entonces no solo cuidas de ella sino que también de la niña, vas a reventar, tienes que aflojar un poco, yate dije que yo podía pedir a Dávila el turno de mañana y pasar las tardes aquí, no me importa, no puedes cargar tu sola con todo esto, no tienes porque hacerlo. -Lo sé, pero…- Deja el trapo con el que estaba limpiando la encimera y se apoya en ella de cara a su amiga.- Es que necesito estar ocupada Cruz, necesito tener algo entre manos, no… no… no soporto verla así, no sé verla así, sé que hace el esfuerzo para que no la vea mal, y no sé que es peor, porque el hecho de que deba esforzarse para sonreír casi duele más que el que deje de hacerlo, es todo tan… yo que sé… - Se pasa abatida la mano por la frente y mira a Cruz, su confidente en esos meses, antes y después de que despertase del coma. -Tienes que darle tiempo, no es fácil, para ninguna de las dos, no lo es para nadie, solo tenéis que daros tiempo. -Y lo sé, pero es que…- Suspira y mira al suelo fastidiada. -¿Pero es que qué? -No lo sé, es como si supiese que hay algo que no va a cambiar aunque pase el tiempo, algo me dice aquí dentro.- Apoyando uno de sus dedos sobre su propio pecho, a la altura de su corazón.- Que he perdido algo importante y no soy capaz de ver que es, y no lo veré hasta que recupere todo lo demás y me impaciento, porque sé que es algo muy importante y no sé si es a ella, o la persona que fue, o… no sé qué pasa por su cabeza, no sé nada de ella, cada día la miro a los ojos y me parece un poco más desconocida y… -Esther.- Intentando expresarle algo de calma con sus ojos.- Esto es demasiado para cualquiera y tú llevas poco tiempo en su vida, no la conoces demasiado, habéis tenido que precipitaros por las 260
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circunstancias, seguramente en otro momento y lugar os lo habríais tomado con más calma, os hubierais conocido lentamente, y todo sería diferente, pero no es así y… si crees que no vas a poder, si crees que ya no… -No es eso Cruz, ¿Sabes que sentí la primera vez que la vi?- La forense niega con la cabeza.- Mi cuerpo tembló.- y por primera vez en esa conversación Cruz ve un destello de ilusión en esa mirada triste de Esther.- Lo sentí estremecerse como si dentro hubiese una luminosa explosión, como si hubiese un… no lo sé… pero me quede durante unos segundos que me parecieron una eternidad sin aire y perdiéndome en sus ojos. Y… lo sigo sintiendo, cuando la veo, mi cuerpo me dice que es ella, que aquí dentro no ha cambiado nada, que deseo compartir mi vida con ella, que deseo seguir sintiendo esto siempre y sé que lo voy a sentir siempre, puede que sea estúpido, pero… sé que ella es la persona con la que voy a compartirlo todo, algo me lo gritó aquél día y lo sigue haciendo pero… no sé si… si ella… -¿Crees que no te quiere?- Cruz frunce el ceño, si bien se ha dado cuenta de que Maca esta algo distante con Esther, cree que es algo pasajero, aunque las pocas veces que ha hablado con su marido este no se ha mostrado de acuerdo, y sabe por experiencia, que eso no es una buena señal. -Peor… sé que me quiere, pero algo me dice que eso no va a bastar, ¿Sabes que solo me busca en la cama? ¿Qué cada vez que la siento en esa silla es como si cambiase radicalmente? ¿Qué tengo que ser yo la que busque sus labios cuando antes era ella?- Pregunta con un tono desesperado. -Esther, cariño, dale tiempo, de verdad, es muy pronto. -Cruz… el problema es que no creo que eso sirva de nada.- Mira a la doctora, y Cruz puede distinguir en sus ojos un sentimiento tan real, que por unos instantes se desanima, lo que ve en esos ojos no es amor, ni tristeza, ni siquiera dolor… lo que ve en los ojos de Esther es resignación, y aunque ella no cree en esas cosas, por un momento se plantea que si el cuerpo de Esther supo decirle en el acto que Maca sería el amor de su vida, haya logrado también decirle ahora, que puede que 261
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en esa vida juntas haya un paréntesis, que el hecho de saber que acabará su vida a su lado, no significa que mientras llegue ese final, sus caminos vayan a estar unidos. -No tires la toalla, Esther. Sé que es difícil, Maca se parece a Rodolfo, sé que es duro saber que dentro de esa cabeza pasa de todo y que va a ser difícil que lo comparta contigo, se que a veces se piensa que no quiere hacerlo, que piensas que se aleja de ti, que ya no te quiere, lo he sentido mil veces con él, pero es que no lo saben hacer mejor, es su forma de ser y… ella te enamoró con eso, no lo olvides, seguro que en ocasiones odiarás esa parte desconocida de ella, pero es de ella, y solo por eso, sabrás manejarlo, y seguro que ella intentará alejarte de sus temores, mantenerte al margen y te dará rabia, pero es su forma, su extraña y peculiar forma de demostrarte que si te quiere, si le dieses igual, si no le importarás, no te protegería jamás hasta tal punto. -Pero es que yo no quiero que me proteja, nunca se lo he pedido.- Cruz se encoge de hombros y la mira. -Aunque le pidieras tajantemente que no lo hiciese, lo seguiría haciendo, podría intentarlo durante unos días, pero es algo natural en ella, no dejes que eso te haga tirar la toalla, y recuerda que en todo este lío, no estás sola, nunca lo vas a estar, pase lo que pase. A pesar de los intentos de Cruz y Vilches por dar apoyo e intentar mejorar la situación, una consolando a Esther, el otro intentando que Maca vea lo que está provocando con su actitud, que le dé tiempo a reparar el daño hecho, lo cierto es que los días empiezan a pasar en el calendario convirtiéndose en semanas y después en meses, y ese sentimiento que inunda a Esther se hace cada vez más grande, al igual que el pequeño agujero que se hizo en el corazón de Maca, ambas comparten sus días, siguen una rutina que las mantiene a cada una en su sitio, hasta que llega una mañana, como otra cualquiera y Maca ve lo que Vilches lleva avisándole desde hace tiempo, ve lo que está provocando al mirarla esa mañana, aún dormida en la cama, su rostro pálido y más delgado que antaño, cansado del día a día, ese gesto de fruncir el ceño por el agotamiento que parece haberse instalado en su rostro para siempre, los dedos de la ahora exforense, se acercan temerosos a su mejilla, como si temiese que bajo su o, ese rostro 262
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pudiese acabar de desaparecer, y recuerda todos los momentos en esos meses que ha visto los ojos de Esther hinchados por un llanto que le oculta, y las veces que la ha pillado a escondidas mirando el vacío con sus ojos llenos de nada, y se da cuenta que desde el mismo momento en que despertó, hace ahora once meses, no ha sabido hacer lo más importante que debería haber hecho, lo único vital e imprescindible para que aquello funcionase y saliesen de ese oscuro letargo… hace meses que no ha sabido hacerla feliz, y su corazón, en vez de hincharse de valor para empezar a hacerlo ahora, queda abatido en un rincón de su cuerpo, sintiendo que no puede hacerlo, ¿Cómo hacer feliz a alguien cuando tú misma no lo eres? En cuanto suena el despertador Maca cierra los ojos, los abre en la cocina, la ve preparando el desayuno y como desde hace un tiempo le echa una mano, desde que tuvieron que cambiar todos los muebles de la casa por mueble más bajos para facilitar la vuelta a la normalidad de Maca, aquellos gestos que recuerda llenos de vida, ahora le parecen lentos y abatidos, la ve hacer reír a Assia, que les cuenta alguna anécdota del colegio, pero en sus ojos ve un ligero tinte que le resulta desagradable, ellos también parecen lentos y abatidos a pesar de la sonrisa que dibuja su rostro, nota sus labios contra los suyos cuando se despiden frente al ascensor, y el sabor se le vuelve amargo sabiendo lo que ahora sabe. -Estás muy callada.- Susurra Vilches en el coche de camino al hospital.¿Vas a volverme a decir que para que necesitas rehabilitación si tus piernas no van a moverse nunca? Porque me he preparado un discurso que va a hacer que se te caiga la mandíbula de la sorpresa, te lo advierto. -¿En serio?- Mirando distraída los coches pasar a su lado. -Sí, sobre lo importante que es que no pierdas musculatura y que sigas trabajando en esa recuperación de los estímulos nerviosos y relacionándolo todo con que tu minusvalía puede que no te permita correr un maratón pero que si sigues trabajando, te permitirá sentir los pellizcos que no te voy a dejar de dar como el doctor me diga que me estás engañando y si que los sientes, en serio, es un discurso cojonudo, lo he escrito yo. 263
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-Rodolfo, tú no sabes escribir ni el informe de una autopsia, siempre la cagas. -Perdona, no es que la cague, es que no sabéis interpretar mi letra, no es mi culpa que seáis unos cazurros y que si os sacan de la letra estilo máquina de escribir os perdéis. -Ya…- Maca se suma de nuevo en su silencio, cuando faltan unas manzanas para llegar al hospital su amigo detiene el coche a un lado y con un estrepitoso ruido pone el freno de mano y detiene el motor, girando su cuerpo un poco para poder mirar directamente a Maca. -¿Me vas a decir qué coño pasa por esa cabeza o te lo voy a tener que sonsacar con mu indiscutible don para la ironía y el sarcasmo?- Maca frunce el ceño mirando su regazo y alza la mirada, lo que ve Vilches no le gusta, no le gusta nada. -¿Desde cuándo no es feliz Esther? Los segundos parecen estirarse convirtiéndose en minutos dentro de aquel coche, Vilches mira a su amiga, sabiendo que él también se ha equivocado, que debería haberle insistido más para que se diese cuenta de lo que estaba provocando, que debería haber sido menos compasivo con ella, más duro, y quizás ahora no se encontraría en ese coche sin saber qué decirle a la única persona con la que siempre ha podido hablar de todo, incluso de cosas que creía que solo podía compartir consigo mismo. -¿No vas a responder? -Siento no haber sido un buen amigo Maca, debería haberte echo… no lo sé… reaccionar, debería haberme metido en esa oscuridad tuya y sacarte arrastras del pelo si hacía falta, quizás debería habérselo contado a Esther, todo lo que me contabas a mí para desahogarte porque no querías desahogarte con ella y sumarle tu peso, llevo meses intentando que no te equivoques sin darme cuenta de que soy yo el que ha estado ciego…
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-Rodolfo. -Joder, Maca, me he comportado como tú, yo intentando que no te lo guardaras todo y yo he guardado todo, y todo porque este viejo gruñón como te gustaba llamarme, no quería haceros daño, no quería hundir más a Esther y no quería forzarte a ti… -Nos quieres. -Hay que joderse.- Mira fastidiado al frente y refunfuña algo que Maca no logra entender, algo más sereno la mira.- ¿Qué vas a hacer ahora? -¿Qué harías tú? -No lo sé… intentaría salvarlo. -¿En serio?- Conteniendo unas lágrimas que pugnan por salir desde hace rato, apretando los puños contra sus rodillas. -Joder, Maca, no es lo que yo haría, es lo que harás tú.- Golpeando secamente el volante con sus manos y aferrando sus dedos a él. -No soportarías la idea de hacer infeliz a Cruz.- Susurra con un nudo en la garganta.- No soportarías mirarla y saber que no eres capaz de hacerlo. -Tú puedes hacerla feliz, lo hiciste una vez.- Y Maca siente como si la golpeasen con una bola de demolición y se quedase clavada en el asiento con todo su cuerpo aplastado por la presión, porque hay una idea que aún la horroriza más que no hacerla feliz, saber que antes, antes de todo…. Si podía. -Rodolfo… la persona que sabía hacerla feliz, la persona que arrancaba el brillo de sus ojos… esa persona…- Y el nudo en su garganta se aprieta, desgarrando su voz a su paso.- Esa persona murió en aquella habitación acolchada llena de sangre reseca. Esa persona… no soy yo.- Y le mira, le mira con sus ojos cargados de desesperación, perdidos por no saber ser quien fue, por no haberlo conseguido a pesar de haberlo intentado mil veces, sin que nadie lo supiese, sin que nadie la viese 265
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ojear los viejos albúmenes de fotografías de su vida antes de, en un intento frustrado de cambiar su vida. -Eres tú, no digas eso.- Abatido ante una imagen que creía y esperaba jamás llegaría a ver. -No.- Apretando los labios y sintiendo como las lágrimas escapan de sus ojos.- Está muerta. Esa Maca está muerta.- y rompe en el llanto y lo repite como un mantra, intentando hacerle ver a su amigo que está en lo cierto, que nadie más que ella puede saber algo así, y entremedias solloza y Vilches la mira, hundida, destrozada y repitiendo entre un desgarrador llanto una y otra vez lo mismo.- Está muerta… está muerta… Está muerta… Maca permanece en un estado pensativo durante el resto del día, responde mecánicamente a las indicaciones del médico que lleva su ‘recuperación’ como todo el mundo se empeña en llamarlo, aunque ella sabe que más que una recuperación es una especie de mantenimiento, intentan evitar que sus músculos se deterioren por la falta de estímulos, cuando al mediodía es Cruz quien viene a casa en vez de Esther y hablan sobre temas sin importancia, como por ejemplo que la mejor bibliotecaria del campus anda atareada con algo y por eso no ha podido venir, seguramente con algún libro de medicina, ha empezado a interesarse sobremanera por el tema, seguramente culpa de las horas en el desván rodeada de las cajas donde Maca mandó guardar todo lo que tuviese que ver con su antigua profesión, la exforense sabe que Esther sube allí a menudo e imagina como matará las horas en la biblioteca del campus, empapándose de aquellos libros que hace una eternidad para ella la llamaban a gritos, cuando Assia y Esther llegan, después de que esta última la pase a buscar por el colegio, cuando la niña le explica el día que ha tenido mientras Esther la baña, cuando es Esther quien le explica cómo le ha ido mientras baña a Maca, cada segundo, cada instante de ese día que se le antoja demasiado corto, su cerebro ha estado exprimiéndose, intentando liberar la opresión en su pecho, y aunque ha hallado la solución, se niega a aceptarla, a renunciar a la única cosa a parte de su hija que le da ganas de seguir adelante. Un sabio dijo una vez, que amar consistía en disfrutar del mero hecho de hacer feliz, independientemente de que fueras o no la persona que lo compartiese, que daba igual si esa sonrisa radiante iba dirigida a ti o no, 266
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que daba igual si el brillo en sus ojos era al mirarte a ti o no, que daba igual si eran o no tus brazos los que buscaba en las horas bajas, que aunque esas miradas, esas sonrisas y esos gestos fueran dirigidos a otra persona, lo único importante por encima de todo, por encima del amor, del egoísmo que provoca a veces, por encima de ti, de ella, de todo, era que esos gestos, esas miradas y esas sonrisas… existiesen, que de no ser así, sería como si un ladrón furtivo se colase en la noche y metiera todas las estrellas del universo en un saco tan oscuro que el brillo de estas no pudiese atravesarlo, que metiese el sol en una caja fuerte tan infranqueable, que su calor y su luz no pudiesen llegar a iluminar los días, convirtiéndolo todo en un lugar sin brillo y gélido que contagiaría hasta al más apasionado de los corazones. Cuando cae la noche, cuando Esther la ayuda a meterse en la cama, deja la silla recogida en un rincón de la habitación y se mete entre sus sabanas, Maca sabe que no podrá resistirlo, que aunque hayan pasado meses sin darse cuenta, ahora que lo ha hecho, le será imposible fijarse cada día en cómo se consume Esther a su lado, a veces… el amor no es suficiente otras, es lo único que puede hacernos tomar la decisión correcta. -Buenas noches, cariño.- Esther se pega a su cuerpo y Maca cierra los ojos, como si su piel se adelantase a sus actos y quisiera disfrutar de ese o una última vez, su mano recorre su espalda, queriendo grabar a fuego su suave tacto en las yemas de sus dedos. -Te quiero…- El leve susurro retumba por la habitación y Maca siente como el cuerpo de Esther se pega más al suyo, nota la barbilla de ella en su hombro y la mira, perdiéndose en esos ojos marrones que la cautivaron hace un mundo, dejando a un lado ese cansancio que parecen acompañarlos, ese abatimiento de sus parpados, dejándolo todo a un lado, en el fondo, en el centro de ellos, en esa parte que algunos razonan esta unida al alma, a lo que somos en esencia, a Maca, le parecen lo más increíble que pueda llegar a ver. -Maca…- Susurra Esther al ver que algo no va bien, notando esa extraña sensación del que ha iniciado un camino desconocido que no sabe dónde irá a parar, temerosa de cuál pueda ser su destino, pero dispuesta a seguirla sin dudarlo, a acompañarla donde sea que quiera ir, apoya la mano en la mejilla de la exforense y apaga la luz con la mano libre, tanteando el interruptor sin mirar nada más que el rostro de Maca. 267
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En cuanto todo se suma en la penumbra, Maca acerca su rostro al de ella, guiándose por ese instinto, ese conocer el camino recorrido tantas veces, para llegar sin problemas a sus labios, notándolos temblorosos entre los suyos, pareciéndole tan frágiles, tan suaves y a la vez tan deseados, que al pensar en que esa pueda ser la última vez que bese esos labios, unas amargas lágrimas empañan sus ojos, y sus labios parecen querer abarcar más de los de Esther, como queriendo retenerlos eternamente entre los suyos, nota como sus lágrimas llegan hasta las manos de Esther, aún sobre su rostro y como éstas se mueven lentamente intentando quitarlas, Maca se recuesta un poco hacia adelante, atrapando a Esther contra el colchón mientras su lengua se abre paso entre los labios de ella, desciende una de sus manos hasta la cadera de Esther, apretándola contra ella. Y Maca va metiendo cada momento de esa noche en un rincón de ese corazón a pedazos que posee, cuando sin ropa, su mano dibuja el arco de la espalda de Esther hasta llegar a sus glúteos, provocando un gemido y notando como una de sus piernas abraza a la exforense, cuando su mano desciende entre sus pechos lentamente, sintiendo ese calor emanar de cada poro de Esther bajo sus dedos, guiándola por su vientre, acariciando su ombligo mientras sus labios se pierden en su cuello, Maca le hace el amor con el corazón encogido por saber que esas van a ser las últimas caricias que le dedique a ese cuerpo grabado en su mente, que van a ser los últimos gemidos de placer que acaricien su piel, sabiendo que esa, es la última vez que hace el amor a la persona que ama, así, con sus lágrimas empapando el cuerpo desnudo de Esther, con el nudo en la garganta por el dolor, con ese sentimiento de deseo absoluto, por ese acto que se le hace imprescindible para poder hacer lo que va hacer, guarda en lo más profundo de su ser, como si de el más valioso tesoro se tratase, el último momento antes de dejarla ser feliz. Cuando el sol amanece sobre la ciudad, lo hace como si predijera el futuro, alumbrándolo todo con su suave luz anaranjada hasta que cobra más fuerza a medida que vamos despertando, y baña los tejados de Madrid alentando a los que viven allí a empezar un nuevo día, y el mundo parece conspirar para que Maca cumpla con la decisión que ha tomado, Vilches se retrasa para ir a buscarla, concediéndole esos momentos con Esther que necesita, la ve mirar el reloj nerviosa y refunfuñar algo, sentadas ambas en la mesa de la cocina, una enfrente
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de la otra, con la casa sumida en el más absoluto silencio, solo roto por las agujas del reloj de pared que hay al lado de la puerta. -Me lo voy a cargar cuando llegue, voy a llamarlo a ver dónde diablos se ha metido tu amigo, si es que…- Esther hace el amago de levantarse pero una rápido mano de Maca toma su muñeca. -Esther…- Y su nombre suena a súplica en sus labios y Esther se sienta de nuevo y mira a esos ojos marrones a la vez que un nudo se crea por arte de magia en su garganta haciendo que le cueste respirar, en todo ese tiempo, los ojos de Maca jamás habían mostrado tanta seguridad como lo hacen ahora, y algo le dice, que va a sufrir. -¿Qué sucede?- Pregunta al ver que Maca permanece con la mirada fija sobre ella, sin saber cómo decírselo, sin saber cómo evitar provocar un daño mayor del que está a punto de causar, sus manos buscan las de Esther, protegiéndolas al rodearlas y sus miradas se cruzan. -Creo que… esto es…- Y su voz suena extraña, y Maca se da cuenta de que es porque está empezando a llorar, aprieta los ojos con fuerza, intentando aguantar un poco más, lo suficiente como para poder hablar, algo más serena los abre de nuevo.- Esto es lo más difícil que he tenido que hacer nunca…- Las palabras van colándose lentamente en Esther.Cuando nos conocimos, yo no pensé que un día estaría aquí… intentando ser valiente por las dos… -Maca, yo… -Esther sabes que te quiero.- Ignorando ese ruego que ha detectado en la voz de la exauxiliar.- Sabes que lo nuestro es algo diferente, tu y yo no nos hemos ido enamorando poco a poco, no fuimos conociéndonos y descubriendo cosas que nos gustaban de la otra, tu y yo nos miramos un día y sentimos que el mundo se paraba, sentimos como un big bang extendiéndose por nuestros cuerpos, una explosión de emociones tan solo con cruzar nuestras miradas y sé que eso es algo muy valioso que pocas personas pueden llegar a sentir, y no…- El llanto amenaza con interrumpirla otra vez y la tensión en su garganta le quiebra la voz.-… no sabes cuánto significa eso para mí, lo importante que es haber llegado a sentir esto, hay personas que se van de este mundo sin sentirlo jamás, yo no seré de ellas, y no lo seré gracias a que un día decidiste venir a Madrid, conociste a Toni y él te dijo que se necesitaba a una auxiliar en 269
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el Anatómico…- Y mira al techo buscando las palabras que quiere decir sin hallarlas, nublada por ese dolor que la quiebra en pedazos.- Yo… no puedo decirte que te amaré siempre, que jamás te olvidaré, que…. No lo sé… pero… sí puedo decirte que siempre vas a ser la única persona que hizo estremecerme con una mirada de esa forma, sé que no volverá a pasar, sé que he tenido algo maravilloso y… sé que eso es algo que me va a acompañar… que nos… acompañará… siempre, igual que sé… que… parece haberse apagado… -Maca, por favor.- Apretando fuertemente sus manos, obligándola a que la mire.- No digas eso, yo estoy aquí, tú estás aquí, te… te quiero… -Lo sé, lo sé…- Negando con la cabeza y sintiendo como ese te quiero se clava en su corazón.- Sé que estás aquí, sé que me quieres, lo sé todo Esther, y por eso también sé que no sonríes, que yo… por mucho que te ame, por mucho que vaya a amarte, no sé hacerte feliz, no puedo hacerlo, y no… la impotencia de saber que me gustaría ser la persona que más felicidad te diese en este mundo y saber que… que no, que no puedo… es….- Y aprieta los labios y los ojos con rabia, y la mira de nuevo.- No puedo hacerte feliz. -Puedes.- Levantándose y arrodillándose a su lado, acariciando sus mejillas y guiando su rostro hasta ella.- Cariño, me haces feliz, el estar a tu lado, aquí, ahora, no quiero estar sin ti. -Ni yo…- Y nota los besos que Esther reparte por sus labios, besos ansiosos por borrar las palabras que han pronunciado, y se separa y la mira.- Pero no soporto ver tus ojos apagados, y sé que puede que sea egoísmo, o puede que no, pero no quiero ver cómo te consumo día a día, en otra vida, en otro momento.,.. hubiese podido hacerte reír hasta llorar e inundar cada rincón de tu piel de luz, pero ya no sé hacerlo… y no recordaré como hacerlo mientras estés aquí, apagándote poco a poco a mi lado, Esther… no soy buena para ti, deje de hacerlo hace mucho y has seguido a mi lado pero… cariño, si… si… si alargamos esto… si seguimos sumidas en esto… va a acabar con nosotras… va a acabar con esto…- Poniendo su mano sobre el pecho de Esther.- Y te juro que puedo cometer muchos errores, pero no voy a consentirme cometer el error de provocar que esto se apague, no voy a dejar que te hundas conmigo.- Y a pesar del dolor su voz suena extrañamente firme y segura, rotunda en esa afirmación.
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-No nos vamos a hundir Maca… no voy a dejar que te hundas, vamos a salir las dos, cariño, no voy a alejarme de ti. Mírame Maca, no voy a dejarte sola. -No…- Negando con la cabeza repetidas veces, sintiendo como empieza a debilitarse, como empieza a ceder, pero negándose a hacerlo, no puede, no debe seguir a su lado, atándola a un cuerpo que se hunde sin remisión y sin control a la más profunda de las oscuridades, si la amase menos, si la odiase más, lo haría, cedería, ¿Cómo hacerle entender que porque la ama no puede permitirlo? Que es precisamente el amor, lo que en vez de unirlas por el resto de sus vidas, hace que quiera alejarla- No te quiero a mi lado… Esther… no quiero que estés conmigo, quiero que… que recojas tus cosas… quiero que me olvides, quiero que salgas por esa puerta y no mires atrás, por favor, quiero que te vayas…. Quiero que te vayas.- Desesperándose ante la idea de ceder. -No, no, no pienso irme maca, me da igual, me da igual lo que creas que es mejor para mí o lo que sea que pase por tu cabeza, sé que me quieres, que por muchas cosas que me estés diciendo me quieres. Cariño, me quieres.- Y entonces lo ve… esa es la forma, sabe que no la creerá, sabe que Esther no va a creer que es cierto, pero algo le dice, que el simple hecho de pronunciar esas palabras puede provocar que Esther se aleje de ella, al menos lo suficiente como para poder cerrar su puerta con llave y no abrírsela por mucho que vaya a insistir, sabe que le va a causar dolor, sabe que va a destrozar una parte de ella, pero también que a diferencia de ella misma, Esther podrá superarlo con el tiempo e intentar ser feliz lejos de ese ser destructible en el que Maca se ha convertido. -No te quiero… ya no te quiero…- Y el pronunciar unas palabras tan dolorosas acaban con ella, aún sabiendo que no son ciertas, el verse tan desesperada para apartarla como para decirle algo que no solo no es cierto, sino que no podría estar más alejado de la realidad, acaban con Maca. -Eso no es verdad, lo dices para que me enfade y me vaya, y no lo voy a hacer, me quieres, esta noche me lo has demostrado, me lo estás demostrando al intentar alejarme de ti para ser feliz, me lo demuestras cada día a pesar de esa oscuridad que te rodea. -Vete… vete… 271
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-No, no…- Negando y abrazándola entre lágrimas.- No. -¡Vete!- Y el grito hace que Esther se separe un segundo para mirarla, y ve unos ojos desconocidos ante ella.- ¡Vete! ¡Largo!- Y resuenan por esa casa llenando cada rincón. -Está bien… voy a irme ¿Vale? Es lo que quieres bien, pero no piense que no voy a volver Maca, no pienses ni por un segundo que voy a dejar que te hundas sola, porque no lo voy a hacer, voy a salir por esa puerta, voy a… a darte tiempo, el que necesites, el que creas que… el que te haga ver que yo no puedo ser feliz aunque me alejes de ti, porque no sé hacerlo si no es contigo y… y cuando veas la verdad, cuando dejes de engañarte a ti misma diciéndote que esto es lo mejor, que lo mejor para ambas es que lo dejemos, entonces… voy a seguir aquí ¿Me oyes?- Maca no la mira, no ve las lágrimas desoladoras que cubren a Esther, no ve el gesto de su rostro, no la ve cerrar los ojos con fuerza, no la ve levantarse, ponerse de pie y mirarla unos segundos antes de ir hacia la puerta, donde descubre a Vilches mirándola, donde los ojos rojizos de ambos se cruzan, no ve que cuando Esther se pone al lado de Rodolfo le aprieta la mano y le mira entre el llanto, pidiéndole a gritos en silencio que cuide de ella, que no la deje hundirse mientras Esther vaya a estar esperando a que Maca se le pase esa absurda cabezonería suya, no ve como su amigo la ve cerrar la puerta y como una lágrima escapa de los ojos azules de Vilches, que la aparta rápidamente y mira a su amiga, en cuanto escucha la puerta cerrarse, Maca no ve nada más, todo se vuelve borroso a su alrededor, todo se vuelve oscuro y ni siquiera escucha cuando de su garganta sale un grito de dolor desgarrador que hace que Vilches corra a abrazarla entre sus brazos. -Ya esta…. Ya esta… ya pasó, lo has hecho, ya está…- Y el cuerpo de Maca se convulsiona entre los brazos de Rodolfo.
Maca se adentra en una profunda depresión sin que la ayuda de Esther surta efecto, la cosa va empeorando hasta que Maca echa de la casa a Esther, Esther intenta volver a casa mil veces, pero la doctora no se lo permite y al final se va de la ciudad, dejándola tirada allí. 272
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Podría usar a Vilches, rollo para evitarle sufrimiento a Esther Maca le oculta lo que siente y solo lo habla con Vilches, en el futuro podría haber algo así como… -Sé que hice las cosas mal, sé que no conté contigo, con lo que pudieras sentir, intenté aliviar tu dolor, que no supieras lo mal que yo estaba para no hacerte sufrir, confíe en Vilches cuando debería haber confiado en ti, deberías haber sido tú la primera en enterarse de todo lo que me pasaba… pero no quería que lo supieras, una parte de mí quería que te alejases, no quería condenarte a vivir conmigo, a tener que estar siempre pendiente de mí, quería que fueras feliz, y yo no me veía capaz de lograrlo. 2ªParte Capítulo diez: un paisaje diferente, cinco años después Entró en la consulta de su psicólogo como cualquier otro día, le observó leer lo que había escrito, el final de todo aquello que la atormentaba desde hacía años, cuando el carraspeó, dejó el informe a un lado y la miró con una sonrisa en los labios ella contuvo la respiración unos segundos, no le tenía cariño a aquél tipo, nunca había creído en él, solo había seguido con él por la insistencia de Marta en que era el mejor y sabría cómo llegar al punto exacto para que Maca volviese en sí, y lo cierto… era que por muy gilipollas que le pareciera, lo había conseguido, desde que había vertido en ese texto todas las palabras silenciadas durante una eternidad, su cuerpo parecía pesarle menos. No supo nunca si había sido la terapia, el tiempo o ella misma, pero en algún momento, mientras pasaba las horas pegada al portátil escribiendo, su mundo, se había llenado de algo luz, o tal vez simplemente, la oscuridad había remitido, el caso es que allí se encontraba, siendo examinada por esos ojos que ya tan familiares le sonaban. -Estoy impresionado, Maca, has hecho… algo increíble, te has enfrentado a lo que pasó y no solo eso, lo has escrito y lo has enseñado a alguien ajeno a todo aquello, sin duda es un paso importante, muy
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importante, y aunque no quiero saltar de alegría… lo cierto es que estoy muy contento, mucho, esta historia es… dios, serviría para una novela. -¿Eso significa que ya no estoy loca?- Le preguntó aguantándose la risa, aquella mañana se había levantado de muy buen humor, por la noche había comentado con Marta lo de la conferencia en Barcelona, no sabía cómo, no se lo iba a decir, peor cenando en algún momento lo dejó caer, recordaba la conversación que había mantenido con ella. -¿En Barcelona?- Maca asintió levemente concentrada en su plato de pasta.- ¿Quieres ir? -No, creo que no… no lo sé.- Jugó con su tenedor y notó aquella mirada dulce de Marta. -Cariño, si no estás preparada a pesar de querer ir, no tienes porque hacerlo, habrá más conferencias, peor si te hace gracia ir, volver a tener o con aquello que tanto te apasionaba, yo reservo un billete ahora mismo.- Le sonrió y Maca alzó la cabeza. -Me gustaría ir, pero no creo que aún este… ya sabes, solo que me ha llegado la carta hoy y… no sé.- Marta buscó la carta por allí, la encontró en el filo de la ventana, señal de que Maca había estado allí mirando la ciudad y leyéndola pensativa, la tomó y leyó por encima de lo que iba y que días eran, en un primer momento no se dio cuenta, pero luego le llamó la atención uno de los nombres. Dra. Esther García. Supo que Maca estaba preparada para ir a aquella conferencia, para lo que no estaba preparada era para verla a ella, suspiró y sintió un leve nudo en la garganta, siempre había sabido que tendría muy difícil ganarse el corazón de Maca, y desde un tiempo a esta parte, sabía que tal vez era un imposible, y aquella noche se dio cuenta de lo imposible que era. -Yo creo que pinta bien, bueno… no entiendo mucho de esto.- Aparentó una normalidad que no sentía.- Pero no sé, ¿Vilches va a ir? -Creo que sí, ha ido a otras. -Ya.- Seguramente fue él el que envió la dirección de Maca para que le llegase la invitación, y aunque sabía que aquello podía acabar 274
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definitivamente con sus esperanzas, lo cierto era que no le podía echar en cara nada, él era su amigo y había conseguido algo que hasta hace unos meses era impensable, que Maca se plantease hacer un viaje para ir a una conferencia sobre técnicas forenses, quizás el mérito no lo tenía del todo él, seguro que aquél nombre en esa carta había sido el golpe de gracia, y aunque lamentaba lo que sabía pasaría, hacía mucho que se estaba preparando para aquél momento.- ¿No vas con él por ella?- Maca la miró con las cejas alzadas. -Marta yo… -Maca, no tienes que decir nada, solo… si quieres ir, por ella, por la conferencia o pro lo que sea… deberías ir, si aún no estás preparada… para verla, para la conferencia o para lo que sea… pues no vayas, es fácil, solo tienes que hacer lo que quieras. -No creo estar preparada… para verla.- Lo dijo sabiendo que dañaba a Marta, pero aquello era algo de la nueva persona en la que se estaba convirtiendo, en el pasado había ocultado la verdad e incluso mentido por proteger a los que quería, y eso solo la había llevado a perderlo todo, no quería volver a repetir los mismo errores, ahora que parecía estar empezando a sentir, no quería volver a cagarla sin remedio por culpa de querer protegerlo todo. -En ese caso… seguro que habrá más conferencias y seguro que… ella dará más.- Dejó la carta a un lado y siguió cenando, Maca la observó sin saber qué decir, en un momento creyó que a Marta no le haría gracia que Esther fuese una de las conferenciantes, sabía que la artista no conocía muchos detalles de su relación con Esther, pero sabía los más importantes, lo que había significado y significaba para ella, pensó que le gritaría, le prohibiría ir o lo que fuese, se había olvidado que Marta no esperaba de ella nada, no esperaba que le dijese que la amaba más que a nadie, Marta había aprendido a vivir compartiendo el corazón de Maca, y Maca sospechó que en todo momento había sabido que ese hueco que ocupaba era algo temporal, se sintió mal, se sintió mal por a pesar de haberla intentado amar no haberlo conseguido, se sintió mal por no haber sabido amarla desde el momento en que la conoció, cuando nada en su vida tenía sentido y necesitaba alguien que la protegiese, Marta había aparecido en el momento adecuado, y Maca la dejó entrar en su 275
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vida, porque la necesitaba, porque la quiso, no como a Esther, pero la llego a querer, no lo suficiente, nunca lo suficiente… se sintió mal por en aquél momento en que necesitaba a alguien, no hubiese llamado a Esther, haberse dejado llevar por aquél sentimiento de culpabilidad que la había acompañado desde que la apartó de su lado, desde que ignoró los intentos que realizó durante meses pro volver, pero luego recordó porque no la había llamado, porque había dejado que fuera una desconocida y no Esther quién cuidará su corazón, no tenía derecho a pedirle nada a Esther, ella la apartó de su lado, ¿Cómo pedirle que volviese después de tanto tiempo? -Tengo un amigo en una editorial.- Maca sacudió la cabeza y se dio cuenta que su psicólogo había seguido hablando.- No sé si te gustaría pero creo que esto de escribir, se te da bien, podríamos decirle que es ficción o lo que te pareciese oportuno, no sé, pero… me gustaría enseñárselo con tu permiso. -¿Cómo? -Sé que es precipitado y no entra en mis labores pero… Maca, lo cierto es que creo que hemos dado con algo, desde que dejaste el anatómico no habías sentido interés por nada según me dijiste, en cambio, cada semana me has traído este manuscrito, y sé que le has debido dedicar horas y creo que quizás deberías plantearte que a tus treinta cinco años no hayas encontrado otra vocación, yo no soy experto, peor se te da bien, y no me gustaría desperdiciar la oportunidad de que vuelvas a emocionarte con algo ¿Nunca te lo habías planteado? Maca se encogió de hombros quitándole importancia a lo que le había dicho aquél tipo, pero lo cierto es que cuando llegó a casa aquella noche y miró el portátil, sintió la necesidad de seguir escribiendo, ya no tenía mucho que contar de su historia, así que pensó que podía escribir algo que se le pasase por la cabeza, a medida que sus dedos fueron golpeando las teclas Maca se dio cuenta de que realmente, después de su vocación por la medicina forense, aquello la distraía lo suficiente como para no dejar de hacerlo, así que siguió escribiendo, escribió historias de policías, forenses, de todo lo que conocía, un día se presentó en el despacho de su psicólogo y le entregó varios manuscritos. 276
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-¿Aún tienes ese amigo en la editorial? -Sí, aún lo tengo.- Fue toda la respuesta que recibió, acompañada de una gran sonrisa y un golpecito con el puño sobre la mesa de emoción contenida.- Le llamo ahora mismo. -¡Mamá! ¿Has visto mis botas?- Se escucha gritar la voz de Assia desde el piso de arriba. -Están aquí.- Entrando con ellas en la habitación de su hija y mirando el lío que tiene armado encima de la cama, toda su ropa tirada por ahí, la maleta a medio hacer, el armario abierto de par en par y su princesa, su Assia, con medio cuerpo dentro. -¡Gracias!- Saliendo de allí y sonriendo de oreja a oreja. -Estás decidida a ir. ¿Eh? -Sí, mamá, sabes que es muy importante y que con mi edad me dejen asistir es increíble, van a ser tres meses geniales.- Intentando encontrar algo en concreto en el montón de ropa.- ¡Aquí esta! ¿Crees que es demasiado para la cena de inauguración? -Para la cena no sé, para una chica de quince sí.- Negando con la cabeza sonriente.- ¿Cuándo viene Marcos a buscarte? -En… mierda.- Mirando el reloj que tiene sobre la mesita de noche.¡Veinte minutos! -Cariño, tranquila, tienes tiempo.- Acercándose a ella y ayudándola a doblar la ropa y meterla en la maleta.- ¿De verdad es tan importante para ti esto?- Terminando de doblar una camiseta y colocándola dentro. -Mama, sé que no te hace gracia a lo que me quiero dedicar, y mucho menos que ya me estén alentando a hacerlo con mi edad, pero tú siempre me has dicho que soy muy madura y que quieres que me convierta en la mujer que yo quiera ser, y quiero ser esta mujer, quiero
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ir a ese curso de Análisis Forenses a Barcelona, quiero ser una buena forense, casi tan buena como tú. -Sabes que yo no quiero que sigas mis pasos, que preferiría que fueras… yo que sé… veterinaria, florista, camarera joder… hasta conductora de coches de carrera antes que forense. -Lo sé, pero es que a mí no me gustan ni los animales, ni las flores, ni los bares… ni los coches. -Los cadáveres si ¿eh? -Pues sí, los cadáveres sí, ¡Deberías entenderlo! Tú eres forense.- Maca le lanza una mirada reprobatoria.- Una vez, lo fuiste, ya sé que ha pasado tiempo, que tal vez en estos diez años se te ha olvidado porque te gustaba tu trabajo, pero si hicieras un esfuerzo y recordarás, yo que sé, tal vez me entenderías.- Maca sonríe, diez años es mucho tiempo, pero aquello era su vocación, y una vocación, por mucho que se intente abandonar siempre llama a gritos, sabe lo que su hija siente, y sabe que no la convencerá nunca de que cambie de opinión, lo supo en el momento en que la pilló en el desván, rodeada de cajas llenas de polvo abiertas, hojeando con tanta atención los libros que una vez adornaron el despacho de Maca en el Anatómico de Madrid. -Te entiendo, ven aquí.- Palmeándose el regazo para que se siente y estrechándola entre sus brazos como tantas otras veces.- Te entiendo, pero eso no quiere decir que no me preocupe por ti, de vez en cuando me debe salir esta vena de madre superprotectora ¿No? -Mama, aún faltan… como diez años para que yo pueda estar abriendo un cadáver y ganándome la vida con ello, como vayas a estar así todo ese tiempo…- Bromeando y recibiendo una palmada en el trasero como premio. -Muy graciosa, anda, termina de preparar esto antes de que llegue Marcos. -¡Sí, señora!- En ese momento suena el teléfono y Maca va hacia el pasillo para cogerlo. 278
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-¿Sí?- Al otro lado solo se escucha silencio y una respiración pausada, en el momento en que empieza a sonar Maca dibuja una sonrisa.- Gruñón, distinguiría esa respiración de viejo cascarrabias a la legua ¿Cómo llevas la cincuentena? ¿Ya te han comprado el bastón? -¿Y tú la crisis de los cuarenta? ¿Ya has tirado la casa por la ventana te has cogida una mochila y te has lanzado a la carretera o aún te tenemos que aguantar? -Dale recuerdos a Maca.- Se escucha una voz femenina interrumpiendo a su amigo. -Anda, cierra el pico y dale recuerdos a Cruz, dime ¿Para qué me has llamado? -Consulta extraoficial en tu casa dentro de una hora, ve abriendo el vino para que se aireé. -Tengo que acercar a Assia y Marcos al aeropuerto, se van al curso ese… -¿Era hoy? Entonces también iremos para la cena. Por cierto dale la enhorabuena a tu hija, debe ser un puto prodigio para que la hayan invitado a ese curso, es más buena que tú en tus tiempos. -Gracias Rodolfo, yo también te quiero y la consultas, ya que estás, se la haces a ella.- Suena el timbre y Maca se acerca al pequeño ascensor abierto que comunica las dos plantas, dejando el teléfono inalámbrico sobre su regazo, llega hasta el recibidor y abre la puerta.- Hola Marcos, está arriba, histérica perdida. -Si hombre, para que la madre histérica me cuelgue de los huevos, no, no.- Se escucha la voz de Vilches, Maca le ha dado sin querer al manos libres. -Buf… entonces mejor la espero por aquí.- Suspira el chaval, Maca lo observa acercarse al sofá y dejándose caer y piensa en lo increíble que es que aquél niño de cinco años con problemas de hiperactividad se haya convertido en ese muchacho atractivo de pelo castaño y ojos 279
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penetrantes que ya apunta para ser todo un Don Juan.- Rodolfo, te dejo, nos vemos esta noche.- Colgando el teléfono y dejándolo sobre la mesita del recibidor.- ¿Quieres tomar algo mientras nos hace esperar? -Una coca cola irá bien, gracias Maca. ¡Ah! Mis padres te envían recuerdos, hable ayer con ellos. -¿Sí?- Entrando en la cocina, separada por el comedor por una baja barra americana que le deja ver a Marcos mientras habla con él, éste se levanta y se sienta en uno de los taburetes que hay cuando Maca deja el refresco allí.- ¿Cómo les va por el pueblo? -Bueno, les va, mi padre está intentando plantar no sé qué cosa extraña en el jardín y mi madre está preocupada porque le va a estropear las rosas.- Riendo alegremente.- Es una casa de locos. -Me alegra que estén bien. -Sí, y ellos también se alegran, creo que mi padre se meó encima de la emoción cuando le dije que volvías a trabajar. -No he vuelto, solo le echo una mano al gruñón cuando su mente de hombre no le llega.- Marcos se finge ofendido por el comentario y ambos se echan a reír ¿Quién se lo iba a decir a Maca? Después de haber apartado a todo el mundo de su lado cuando aquello, parecía que el destino le daba una segunda oportunidad para reparar el daño, cruzando su camino de nuevo con ellos, al menos, eso había empezado a pensar el día que Assia trajo a Marcos a casa para jugar, dos años atrás, al principio le costó verlo, pero luego le fue encontrado similitudes y cuando la tía con la que vive vino a buscarlo, y vio una copia de María en ella, se despejaron sus dudas. A partir de entonces, Marcos pasaba las horas en aquella casa, sabiendo que los padres de ambos se conocían, habían trabajado juntos pero sin saber que fue lo que pasó entre ellos para distanciarse. -Es lo mismo, mi madre soltó un grito de emoción y todo, casi me revienta los tímpanos. Dicen que a ver cuando te escapas a verlos. -Lo intentaré. 280
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-¡Ya estoy lista!- Apareciendo por la escalera y dándole un par de besos a su amigo.- ¿Nos vamos? Después de que Maca les deje en Barajas y les repita mil veces que tengan cuidado, los chicos embarcan el equipaje y pasan el control para esperar dentro la salida del avión, matan el tiempo en las sillas, uno enfrente de la otra y ambos con las piernas estiradas en los asientos. -Oye.- Llamando la atención de Assia con un golpe en el pie que tiene apoyado a su lado.- ¿Tú sabes de que se conocen nuestros padres?- Ella se encoje de hombros. -Trabajaron juntos, no sé, mama no habla de ello. ¿Por qué? -Es que no sé… ¿A ti no te parece raro? Se conocen desde que tú y yo éramos pequeños, pero yo no recuerdo que vosotras vinierais a visitarnos y tampoco que lo hiciésemos nosotros, ni siquiera recuerdo llamadas de teléfono, pero ahora si lo hacen. -Bueno, tampoco es raro, mi madre no ha hablado con viejos conocidos en mucho tiempo, solo con Vilches y Cruz, al resto los conoció cuando ya había dejado el trabajo, no lo sé, se pone muy rara cuando le digo que una vez fue forense, creo que después de aquel accidente con el coche se quedó tocada, pero bueno, ahora parece más animada ¿Tú como la has visto? -Te recuerdo Assia que yo siempre la he visto animada, demasiado a veces.- Ambos ríen al recordar cuando hace unos meses se celebró el cumpleaños de Vilches y fueron invitados por este, Maca se pasó un poco con el vino y le brillaban los ojitos de manera ‘especial’. -Para ya, ni que tu madre no se hubiese emborrachado nunca.- Dándole con el pie en el muslo. -Pues no que yo recuerde, pero es que la tuya es más joven, con cuarenta aún está a tiempo de conocer a alguien.- Mirando a Assia ladeando ligeramente la cabeza y con cierto rubor en las mejillas.
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-¿No te estarás ofreciendo?- Fingiéndose sorprendida.- ¡Que mira que te doy! -No, no.- Alzando las manos en el aire.- Solo que podríamos echarle una mano, yo tengo una prima que debe estar también por los cuarenta, quizás podríamos… ya sabes… -Ni se te ocurra Marcos, que mi madre está bien así, me tiene a mí, además, que ella esta genial como esta, lleva tres años sin parar y los que le queden ¿Sabes que se quiere ir al Tíbet? -Dios, le ha dado la crisis de los cuarenta.- Riendo ambos escuchan la llamada para su vuelo, se levantan y Marcos agarra la bolsa que le acompaña todo el rato. -Por cierto, ¿Qué es eso que llevas? No te despegas de esa bolsa ni para ir a mear. -Ah.- Mirando con curiosidad la bolsa que le ha dado su madre.- Creo que es un regalo o algo así, para una amiga de mi madre que está en Barcelona, creo que tu madre también la conoce. -¿Ah, sí? -Sí, Esther pregunta a veces por ella, por cierto, va a ser una de las ponentes del curso, ya verás, te va a caer genial. En casa de Maca, esta se encuentra abriendo una botella de vino, sin sospechar tan siquiera, que Esther está a punto de colarse de nuevo en sus vidas, al menos en la de su hija, tocan al timbre y deja la botella de vino sobre la mesa, ya preparada para sus invitados, tres platos vacíos, un par de pizzas por el miedo y algunas botellas de vino, la cena habitual cuando se trata de trabajo. -Llegáis a tiempo.- Sonriendo a Cruz y Rodolfo que sostiene en alto otra botella de vino. -Me ha obligado ella, yo no quería… vale veinte euros, es una locura.Negando con la cabeza y riendo. 282
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-Déjalo, está molesto porque dice que mezclarlo con pizza es una temeridad. -Habérmelo dicho y le preparo al señor un risotto, no te jode.- Cerrando y acercándose al comedor. -¿Sabes algo de tu hija?- Le pregunta Cruz mientras se quita la chaqueta y la tira por encima del sofá. -Pues no, ya deberían haber llegado pero debe estar tan emocionada con ese curso que se ha olvidado de mi, ya le echaré el rapapolvo cuando llame.- Riendo se acerca a la mesa y sirve algo de vino en las copas.- Rodolfo, deja de mirar la botella así, piensa que con ese vino… hasta la pizza va a saber mejor. -Encima con recochineo, no, si te lo dije.- Señalando a su mujer.- Es una desagradecida. -Desde luego, yo no sé cómo no os habéis matado ya después de tanto tiempo, siempre igual.- Negando resignada y cogiendo un trozo de pizza. -Porque muy en el fondo, aquí el viejo gruñón y yo… nos queremos. -Tanto, tanto, no ¿Eh?- Comenta Vilches cogiendo su copa de vino y mirando a la ex forense con ese brillo de emoción.- Aunque si resuelves mi caso… me lo pensaré. -Rodolfo, si no lo has resuelto tú, es que no tiene solución, además, tú no me ayudas en mi trabajo. -Es que como yo me ponga a escribir una novela, más de uno se suicidaba, pero tú esto si sabes hacerlo.- Levantándose hasta su chaqueta y sacando una carpeta amarilla doblada del bolsillo.- Perdona que este así.- Dejándolo al lado del plato de Maca y volviendo a su sitio.Dávila está muy tenso desde que uno de los de prácticas se dejó un informe en el Pan, creo que hasta le ha dicho a José que nos cacheé al salir, menos mal que el hombre ya está a un paso de la jubilación y no le hace ni caso. 283
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-José esta a un paso de la jubilación desde que yo entre allí.- Susurra mirando de reojo la carpeta. -Vamos, que te estás muriendo de ganas.- Le anima Rodolfo con una mirada traviesa. -Cariño, déjala que ya lo leerá cuando pueda ¿Es que no podemos cenar sin hablar de muertos?- Rodolfo y Maca se miran confusos y luego a Cruz.- Oh, no me miréis así, por una vez me gustaría hablar de otras cosas, de cómo llevas el libro Maca, o de cómo le va a Assia o de cómo…- Al mismo tiempo Maca coge el informe y Vilches empieza a hablar. -Varón de 35 años, apareció en su apartamento…- Pero los dos enseguida se echan a reír y lo dejan a un lado mirando a Cruz. -Mi novela va bien, la editorial me va presionando porque me retraso con las entregas, pero es que cada vez que me pongo se me ocurren cosas para poner entremedio y claro… y Assia está encantada, dice que en cuanto vuelva del curso quiere hablar con vosotros para ver si le podéis ir enseñando algo, le he dicho que no. -¿Por qué no? Yo estaría encantada de enseñarle cosas.- Pregunta su amiga. -Y yo, cuando sea más grande, ahora no, primero que se centre en sus estudios. ¡Si ni siquiera ha empezado el bachillerato!- Exclama sonriendo. -Ya, pero tu chica es muy lista, ya ha conseguido hacer dos cursos en solo uno, a este ritmo mañana empieza la universidad, te va a ganar en lo que a precocidad se refiere.- Ríe Vilches divertido. -En eso vosotros tenéis la culpa, que la niña ha crecido con vosotros viniendo a hablar de casos, claro, con unos amigos tan normales ¿Qué esperaba? ¿Qué la niña quisiese ser enfermera como todas las demás?
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-Es un trabajo como cualquier otro, Maca, vale que es tu princesa, pero la niña ha crecido y sabe lo que quiere, deberías estar orgullosa de que tenga las cosas tan claras, sería una lástima si hiciese lo que algunos de ir probando sin saber qué es lo que quiere. -Joder, que bien habla mi mujer.- Los tres se echan a reír y en ese momento suena el teléfono de Maca, esta se va a cogerlo suponiendo que será Assia para decirle que ha llegado. -¿Diga?- Escucha la voz de Marcos hablando con alguien y sonríe.¿Cómo ha ido el viaje chicos? -Espera mama, que pongo el manos libres.- Maca hace lo mismo para que Cruz y Vilches puedan escuchar que han llegado bien. -¡Hola Maca!- Saluda Marcos.- Hemos llegado bien, Assia se ha asustado al aterrizar pero bien. -No me he asustado tonto. Mama, no me he asustado, solo que ha hecho como un traspiés el avión y claro, de la inercia ¿Estás con Vilches y Cruz? -Sí, aquí los tengo.- Mirando hacia la mesa. -Tu madre nos estaba contando que se muere de ganas de que seas forense.- Es el saludo de Vilches. -Assia, a este ni caso, me alegra que hayáis llegado bien.- Saluda Cruz. -Vale, vale, tengo que hablar con mi hija.- Quitando el manos libres.- ¿Ya estáis en la residencia del campus? -Pues no, estamos cenando con una amiga de la madre de Marcos, es que le tenía que dar un regalo ¿Sabes? Va a ser una de las ponentes y nos va a explicar un poco como va a ir el curso, lo empezamos mañana, tengo unas ganas mama. -Me alegro cariño.- Y es entonces cuando lo siente, por un instante su corazón ha latido nervioso en su pecho, como si él notara algo que el 285
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resto del cuerpo no notase, y se siente por unos segundos desubicada, una reacción ilógica, algo que los supersticiosos llamarían una corazonada y los escépticos una subida de tensión o algún desajuste. -¿Mama, estas ahí? -Sí, sí, cariño perdona ¿Me decías? -Que te tengo que colgar que ya está la cena ¿Seguro que estás bien? -Sí, tranquila, te llamo mañana y me cuentas que tal el primer día ¿Mhm? -Claro.- Assia cuelga y se queda mirando unos segundos el teléfono extrañada, Marcos a su lado le pasa una mano por encima de los hombros y entonces ella reacciona y mira a su alrededor. Observa la sala de estar en la que se encuentran, decorada con apenas un par de sofás, una mesita donde reposan algunas velas, un televisor enfrente y al lado una estantería blanca con un montón de libros, Assia busca algún marco con alguna foto para ver quién es Esther, cuando han llegado la puerta estaba abierta y ella les ha gritado desde algún sitio que fueran allí, Marcos ha obedecido en el acto, no debe ser la primera vez que está allí. -No seas cotilla.- Murmura su amigo cuando ve a Assia acercarse a la estantería y leer algunos lomos. -Solo estoy mirando, todos son de medicina forense, química, biología.Saca uno del estante y sonríe.- Este lo tiene mi madre.- Lo vuelve a dejar curiosa y sigue repasándolos, de repente algo llama su atención.- Vaya, colecciona las novelas de mi madre. -Sí, tiene algunas.- Levantándose del sofá y mirando junto a Assia, la chica coge uno en concreto y lo observa con el ceño fruncido.- ¿Qué pasa? -Este no está en casa.
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-¿No lo tienes? -No…- En un susurro mira las primeras páginas, buscando el año en que se publicó, cuando lo encuentra aún se queda más extrañada.- Que raro, es su primer libro y no había escuchado hablar de él. Pozo sin fondo. ¿A ti te suena? -No, creía que el primer libro de tu madre había sido aquél que le envían a unos forenses una momia de hace mil años para que le realizan una autopsia y luego descubren que todo es una trama de un tío millonario que quiere no sé qué. -Yo también… -¡Marcos!- Una alegre voz se escucha a sus espaldas, ambos se gran sobresaltados, peor Marcos enseguida se repone y abraza a Esther, ésta le devuelve el gesto sonriente y Assia les contempla con algo pasando por su mente, esa mujer le resulta familiar, como si ya la hubiese visto antes, hace mucho.- ¿Cómo están tus padres? -Bien, me han mandado con esto para ti.- Marcos se acerca al sofá donde está la bolsa, mientras tanto, Esther observa a la chica que le acompaña y no puede evitar dejar vagar su mente, se da cuenta del libro que sostiene en las manos y sonríe con cariño. -¿Lo has leído?- La chica niega con la cabeza y Esther recibe el regalo de las manos de Marcos.- Esta muy bien. -El resto sí que los ha leído.- Comenta Marcos sonriente.- Os presentaré.Tomando una actitud de joven caballero que hace sonreír a ambas.- Esta es Esther García, forense prestigiosa y amiga de mis padres y ella es Assia Ayelén Fernández, futura forense prestigiosa e hija de esa escritora.- Señalando el libro, Esther la mira de arriba abajo, Assia… recuerdos lejanos, tan lejanos como evoca parte del nombre de la chica acuden a su mente, aquella pequeña de cinco años que conoció de la mano de Maca, la que se escondió en el cuello de la forense la primera vez que la vio y se presentó como lo haría toda una adulta, la que acompañó durante casi dos años de su vida, aquella niña sonriente, la alegría de oriente como fue bautizada, y a pesar de que ve en sus ojso 287
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que parece no recordarla, no puede evitar que sus ojos se empañen ligeramente y dibuja una gran sonrisa, la pequeña princesita es toda una mujer. Maca sigue observando el teléfono como si fuese una especie de aparición extraterrestre en su mano, Vilches y Cruz intercambian una mirada cómplice, parece que a su amiga no se le había ni pasado por la cabeza sumar uno más uno, Vilches sonríe y su mujer, anticipándose, intenta frenarlo, pero él ni caso. -¿Te han abducido Maca? -¿Eh?- Los mira como si se percatase por primera vez de que están allí y negando con la cabeza deja el teléfono sobre la mesita del recibidor y se acerca a la mesa, toma su copa de vino y da un pequeño sobro, luego otro más largo. -¿No me digas que ya te ha dicho que se casa con Marcos? -¿Cómo?- Maca mira a Vilches y enseguida le recrimina con la mirada la broma. -Eso es cuestión de tiempo, no me mires así ¿Nos dices que te ha dejado así? Mi mujer se muere de ganas de saberlo.- Comenta él cogiendo un trozo de pizza y llevándoselo a la boca. -Claro, tu mujer, no tú, como Rodolfo iba a cotillear ¡Por favor! -Sabes que eso es cosa de Cruz y Teresa, por cierto ¿La llamo a ella? Seguro que te lo sonsaca. -No, no, es que…- Maca se pasa una mano pro la frente.- Esta con… creo que…- Suspira e intenta beber de nuevo, pero Vilches la para con su mano. -No vale hacerte la borracha y mañana no recordar nada, que no me podre meter contigo por la cara de gilipollas que se te ha quedado ¿No me digas que no se te había ocurrido? Vamos, Maca, te creía más espabilada.- Riendo le da otro mordisco a su pizza. 288
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-A este ni caso, Maca.- Interviene Cruz antes de que se piquen. -¿Vosotros lo sabíais?- Cruz agacha la cabeza y Vilches sonríe triunfal.Serás…- La ex forense se calla y mira a su amigo seria.- Podrías habérmelo dicho. -¿Para quedarte más tranquila? -¿Cómo quieres que este tranquila? -Bueno, tu hija está en buenas manos, Esther cuidará de ella mientras este en Barcelona, ya no es una cría de quince años con su ligue lejos de casa, ¿Qué más quieres? -Pues quiero que no juguéis conmigo, deberíais habérmelo dicho. -Maca…- Empieza a hablar Cruz, Vilches hace un gesto de interrumpirla, pero recibe una mirada asesina de su esposa y se calla en el acto.- No sé que esta pasando por tu cabeza, sabíamos que Esther era una de las ponentes del curso, y vale, Assia iba a ir a ese curso, pero no pensamos que fuera tan importante. -No me jodas, Cruz. -Eh, modera ese lenguaje que no estás hablando con este.- Maca agacha la cabeza y Vilches la mira divertido. -Esa es mi mujer. -Cállate.- Responden las dos, él ríe y niega con la cabeza. -¿Por qué es tan importante? -Porque es Esther, joder, Cruz, perdón. Pero… es que es ella, y mi princesa, y juntas y…. -¿De qué tienes miedo?- Susurra Cruz tomando la mano de su amiga entre las suyas. 289
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-De nada, solo que… hubiese preferido saberlo. Eso es todo. No tengo miedo de nada. -Esta acojonada pro volver a perder el culo por ella, pero tranquila, que nosotros te dejaremos hacerlo.- Vilches alza las manos al ver cómo le miran de nuevo.- Si es que no se puede hablar con claridad, ya no somos unos críos. -No estoy acojonada Rodolfo, sabes que eso no va a pasar, simplemente, no sé, la idea de Assia con ella… -No me digas que no te gusta porque te abofeteo ahora mismo.- Le amenaza su amigo. -No es que no me gustes, es que no quiero que Assia sepa según qué cosas. -¿No quieres que sepa que una vez su madre amó?- Cruz la mira confusa. -Sabéis que no es eso, lo que no quiero es que… piense que… fui una cobarde. -Lo fuiste.- Maca mira a Vilches.- Maca, sé porque lo hiciste, todos lo sabemos, incluso Esther lo habrá descubierto con el tiempo, pero el hecho de saberlo y de incluso de estar en la misma situación haber hecho lo mismo, no quita que fueras una cobarde, que te refugiaras en ti misma por miedo a que ella o tú os hicierais daño, es estúpido, no te lo he dicho nunca, pero es estúpido. -Vale, ya no bebes más vino.- Quitándole la copa fingiéndose molesta. A bastantes quilómetros de allí, Esther sigue mirando a aquella mujercita con los ojos vidriosos, Assia la observa y a pesar de lo extraño que puede resultar, eso de tener a una extraña mirándola de aquella forma, lo cierto es que no se siente incómoda, no sabe en qué momento, pero se acerca a ella dejando el libro a un lado, cuando Esther siente el abrazo de Assia la aprieta con cariño contra su cuerpo. 290
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-Princesita…- Susurra sin querer y la chica se aparta para mirarla, así es cómo la llama su madre, pero en la voz de Esther, es como si ya lo hubiese escuchado antes. -Mi madre me…- La forense asiente secándose las lágrimas y separándose. -La escuché llamarte así muchas veces, pero… dios, no os he dicho de tomar nada, debéis estar muertos de hambre ¿Habéis comido algo?Sonríe nerviosa, sin saber cómo actuar, dándose cuenta de que para Assia, ella es una desconocida que conoció a su madre y que se ha puesto a llorar como una niña en cuanto la ha reconocido. -Lo cierto es que no.- Responde Marcos sabiendo que allí hay algo raro, pero echando una mano a la amiga de su madre, las pocas veces que la ha visto siempre le ha tratado con cariño, y sabe que para sus padres, Esther es alguien muy importante.- Estaría genial comer algo. -Enseguida os traigo algo de comer ¿Qué os apetece? Creo que queda algo de pasta y si no podemos llamar a un chino o a una pizzería o… -Una pizza, así será como estar en casa.- Salta Assia reponiéndose de esa momento surrealista que acaba de vivir, al ver la cara de Esther se explica.- Es que cuando mama invita a Cruz y Vilches para hablar de trabajo siempre piden pizza, creo que lo relaciono con eso, pizza y medicina forense.- Ríe alegre y Esther dibuja una sonrisa de oreja a oreja. -Que sea pizza pues.- Esther desaparece dejando a los dos adolescentes en la sala de estar, Marcos se deja caer con un bufido en el sofá y niega con los ojos muy abiertos. -Qué raro ha sido eso. -Sí…- Assia recupera el libro tomándolo entre sus manos.- ¿Crees que si se lo pido me lo dejará? Mientras esté aquí…
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-Ni idea…- Responde con sinceridad el chaval, Assia se sienta a su lado acariciando el lomo del libro. -¿Porqué no sabía de su existencia?- El chico le quita el libro de las manos y lo abre. -A ver… mira.- Señala un número.- Son los ejemplares de la edición, solo salieron quinientos y es una primera edición, tal vez no se hicieron más. -Pero los libros de mi madre siempre han vendido mucho.- Marcos la mira pensativo y vuelve a leer la primera página. -¡Ya lo tengo! Mira la fecha, fue tres meses antes de que saliese el que conocemos como primero, seguramente supero a este en ventas, o tu madre quiso que fuese el otro el que tuviese más tirada o… no lo sé, un momento…- Pasa la página y observa una caligrafía elegante con un garabato abajo, Assia mira en la misma dirección.- “Deberías leerlo, nunca se sabe lo que se puede encontrar.” Que dedicatoria más rara.Assia le señala la firma. -El viejo gruñón.- Marcos la mira sorprendido. -¿Vilches? ¿Le envió este libro a Esther? -Eso parece…- La chica mira pensativa la dedicatoria, no imagina a Rodolfo regalando libros y poniendo dedicatorias tan filosóficas, es un viejo cascarrabias que nunca se emociona con nada, solo con el trabajo. -¿De que las queréis?- Aparece Esther con el teléfono en la mano y sonriéndoles a ambos. -Cuatro quesos. ¿No?- Assia asiente y Esther la pide sin apartar la vista del libro, debería habérselo quitado en cuanto la ha visto con él, sabe por Cruz que Assia no conoce los detalles de lo que ocurrió, ni los detalles ni nada, como siempre, Maca protegiendo lo que ama, le ocultó la verdad, aunque Esther en ese caso, hubiese hecho lo mismo, Assia era una cría entonces y luego… bueno… luego ya no tenía demasiada importancia como hubiese ocurrido.
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-En veinte minutos las tenemos ¿Qué tal ha dio el viaje?- Sentándose y observando a ambos, aunque más detenidamente a Assia, que al ver a Esther mirándola con curiosidad, deja el libro a un lado, cerca, y se centra en ella. -Muy bien. -Muy bien, dice, se me ha asustado, la tenías que haber visto con las turbulencias.- Ríe Marcos alegre.- ¡Ah! ¡Ahhhhh!- La imita provocando que Assia se sonroje y Esther sonría con cariño. Maca despide a sus amigos casi a las tres de la mañana, sin haber resuelto el caso pero habiendo pasado una grata noche, cierra la puerta y recoge un poco los restos de la noche, colocándolo todo en el fregadero y pasándole un poco de agua, mientras esta cae, su mente viaja a aquellos breves momentos que compartió con Esther, y le resulta curioso, Maca pasó gran parte de su vida sin ella, sin embargo, su mente siempre viaja a los mismo recuerdos, con ella y Assia, deja las cosas en la pica y va apagando las luces de la cocina y de la sala de estar, se sube al ascensor, aquél que Marta la instó a poner, a pesar de que ya hacía tiempo que no estaban juntas, siempre había seguido a su lado, apoyándola en todo, y cuando Maca y Assia vieron aquella casa preciosa a las afueras de Madrid, con su jardín y todo, la animó a comprarla a pesar de las dificultades que veía Maca para vivir en ella, un dúplex con escaleras y rodeado de tierra que se convertía en fango cuando llovía, pero lo cierto es que le encanta su casa, y las vistas hacia las montañas de su despacho, a donde va antes de ir a dormir, enciende el portátil para escribir pero acaba leyendo los correos que tiene pendientes, un par de Vilches, unos cuantos de su jefe, uno de Marta explicándole como le va con Silvia por tierras americanas, alguno de publicidad, entre ellos ve uno de su hija, recuerda que en algún momento le dijo que le enviaría el plan del curso para que se quedará más tranquila, se lo debió mandar antes de irse, abre el archivo y sus ojos buscan su nombre por el plan de estudios, descubre que el curso que hace Esther son dos días a la semana durante cuatro horas, y no puede evitar imaginarla, de pie ante una aula llena de gente compartiendo su experiencia, Maca mira por la ventana, con la persiana completamente abierta, solo atina a distinguir una leve luz en la montaña, el refugio de excursionistas, contempla la
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pequeña luz rodeada de oscuridad y no puede evitar pensar que una vez ella fue como esa débil luz. -¡Marcos! ¡Abre!- El chico se despierta sobresaltado y con los ojos pegados de sueño atina a encender la luz de la habitación, mira a su alrededor confuso, la cama de matrimonio del hotel, una pequeña televisión colgada a un lado, el armario empotrado en el otro, la pequeña puerta blanca que da al cuarto de baño.- ¡Abre que estoy en pijama!- Se levanta y se arrastrar por encima de la alfombra marrón que cubre el suelo hasta la puerta, la abre y por ella entre un huracán llamado Assia con un portátil en las manos. -¡No te vas a creer lo que he descubierto!- Sentándose en la cama emocionada y colocándose el portátil en el regazo.- Mira, ven.- Sin mirarlo le hace señas para que se acerque, el chico se acerca refunfuñando. -Son las tres de la mañana, mañana me tengo que levantar a las seis para empezar las prácticas donde mi tío… joder, Assia…- Renegando pero sentándose a su lado y mirando la pantalla.- ¿Qué es eso? -Es el archivo histórico de un periódico, he estado investigando un poco con el wifi del hotel.- Resume rápidamente.- Mira la fotografía.Deslizando el cursor hacia abajo aparece una fotografía de hace unos años, tomada en el interior del Anatómico donde trabajó su madre.Mira.- Señalando a una mujer apoyada sobre un mostrador.- Mi madre y Teresa.- Señalando seguidamente a la que está al otro lado de la mesa.¿A que no sabes a quien está mirando mi madre?- El chico se acerca un poco más y distingue que efectivamente Maca mira hacia un lado, sigue la trayectoria y sus ojos topan con una alegre Esther que habla con Vilches. -¿Esos son Esther y Vilches? -Sí, Esther era auxiliar del Anatómico, Rodolfo siempre se mete con ella recordándole su debilidad por las auxiliares, mira esto.- Vuelve a deslizar el cursor y aparece otra fotografía, un coche con Vilches sosteniendo la puerta y Maca al volante, Esther está saliendo de él.- Los trabajadores
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del Anatómico no se atreven a ir solos a trabajar.- Lee en voz alta el pie de foto. -¿Y eso? -No lo sé, el artículo habla de un caso que estaban llevando, un loco que se cargaba a los que trabajaban allí, nunca me han hablado de ello, la foto me salió por casualidad buscando sobre ese libro. ¿Sabes que no hay casi referencias de él? Al final he encontrado un post de un blog sobre ello, ¿Y sabes? Comenta que era un libro autobiográfico ¿Te lo puedes creer? ¡Y yo no lo he leído nunca! -Vale, vale, a ver… por pasos…- Intenta calmar ese torbellino en el que se ha convertido su amiga.- Tu madre escribió un libro autobiográfico, del que apenas se sabe nada, y… ¿Qué? -No lo entiendes, desde luego, hombre tenías que ser, si en ese post estaba esta foto, es que están relacionados, ese caso que llevaron en el Anatómico y el libro… -O puede que el tío o quien fuese lo cogiese del archivo para enseñar quien es tu madre. -Imposible, hubiese cogido la foto de contraportada del primer libro, el de la momia, no hubiese rebuscado en una página web de un periódico, además, mira, lee esto.- Abriendo una página y buscando un párrafo en concreto. -La escritora relató lo vivido durante el caso del Asesino de la Complutense que conmovió la ciudad de Madrid hace seis años, en un libro del que muy pocos conocen su existencia, de hecho, la corta tirada se redujo a conocidos y familiares de la autora, excepto algunos volúmenes que guardó la editorial, uno de esos volúmenes llegó a mis manos hace unos días, y me quedé sorprendido por el ejercicio de auto reflexión que supone, de hecho, fuentes fidedignas me confesaron que ese libro formaba parte de una terapia, no así el gran éxito que encabeza la lista de los más vendidos estas navidades, la que incluso su propia editorial toma como primera obra de la escritora, seguramente a instancias suyas… 295
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-Bla, bla, bla. Sí.- Le corta Assia.- ¡terapia! ¡Mi madre fue a terapia! -¿Por qué iba a ir tu madre a terapia? Por lo de…- Se señala confuso las piernas y la chica asiente. -¿Por qué sino? -¿Peor tan tocada la dejó? -Bueno.- Assia medita unos segundos apoyando su barbilla en la mano y mirando al techo.- Cuando era pequeña mama siempre estaba triste… no lloraba nunca, yo no la recuerdo llorando, peor estaba ausente hasta que me veía, a veces yo la espiaba sin que se enterase y me quedaba mirándola durante mucho rato… -¿Qué es eso del Asesino de la Complutense? -Lo he buscado, y adivina que… mi madre nos ha mentido a los dos.Marcos la mira sorprendido.- No creo que perdiese la movilidad en un accidente de tráfico, al menos no en uno normal, las pocas referencias que he encontrado hablan de un secuestro, pero no hay mucho, hablan más de la gente a la que se cargó ese tío, eso sí, mi madre era su siguiente víctima. -Quizás intentó huir y el tío la atropelló con el coche o… -No.- Contesta rotunda Assia.- Mi madre no huiría dejándole libre, hubiese atrapado a ese cabrón, estoy segura, es otra cosa, algo que no quieren que sepamos, pero te digo una cosa, voy a averiguar la verdad, voy a averiguar porque conozco a todos los que trabajaban en el forense, menos a Esther, y voy a averiguar qué le pasó realmente a mi madre. -Genial… eso es… ¿Qué no me vas a dejar dormir esta noche? -Elemental, mí querido Marcos.- Sonriendo de oreja a oreja y observando divertida como Marcos mira al techo y parece lanzar una oración.
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A la mañana siguiente ambos comen en silencio el desayuno del bufete del hotel en el que se hospedan, Assia gracias al curso, Marcos gracias a su tío, que ante la insistencia del chico para hospedarse allí, cedió y en vez de pagarle las prácticas, le pagará la habitación de hotel y las comidas. -Tengo que conseguirlo…- Murmura la chica y Marcos la mira ojeroso, se han tirado toda la noche buscando cosas en internet, y al final han montado una buena historia uniendo las piezas, aunque sigue pareciéndole increíble que Maca perdiese la movilidad en sus piernas por un loco, casi tanto como que ese loco agredió a su padre colándose en su casa. -¿El qué? -El libro, Esther ya dejó claro anoche que no me lo iba a dejar, cada vez que le sacaba el tema me cambiaba a otro, tengo que conseguirlo por otro medio, quizás el tío del blog lo conserve, podría ponerme en o con él y… -Claro, y quedas con un tío que podría ser una abuela de sesenta años, Assia, que en internet se puede ser quien quieras ser. -No necesito quedar con él, solo que me envíe el libro al hotel. -Estás loca.- Murmura el chico levantándose de la mesa y cogiendo su plato.- Voy a por más tostadas.- Assia reconocer que no es una gran idea, pero solo le queda eso o Vilches… o conseguir que Esther le deje el suyo, quizás si le dice que lo sabe, que sabe de qué va, consiga convencerla. Se levanta decidida y sale a la calle, Marcos la ve pasar por su lado a toda velocidad y deja el plato con las tostadas por dónde puede, corre a buscar su chaqueta y sale tras su amiga.- ¿A dónde vas? -A la universidad.- Parando un taxi. -Pero no empiezas el curso hasta dentro de dos horas. -Quizás Esther ya esté allí.- Subiéndose y dejando a Marcos como un pasmarote a la entrada del hotel negando con la cabeza sonriente, 297
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cuando a su amiga se le mete algo en la cabeza, es como un tsunami… imparable. Una hora después, Assia consigue localizar a Esther en la facultad de Medicina de la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona), en uno de los despachos hablando con un hombre mayor que parece discutir con ella algo de trabajo, Esther no tarda en sentirse observada y desvía la mirada hacia la puerta, su rostro se ilumina al ver a la princesita allí. -Vaya, buenos días.- Se acerca sonriendo y le planta dos besos en las mejillas.- Doctor Llosa, le presento nuestra benjamína, Assia Fernández.Pasando un brazo por encima de los hombros de Assia y sonriendo a su compañero de profesión. -Vaya, he escuchado hablar mucho de ti jovencita y de ese trabajo que hiciste, impresionante para una chica de tu edad por lo que cuentan. -Gracias.- Responde cortada ella y mira a Esther, sintiéndose arropada por ese brazo.- ¿Puedo hablar contigo? -Claro, Rodrigo.- Llamando la atención del doctor.- Nos vemos luego, ¿Has desayunado?- Dirigiéndose esta vez a Assia, por cuya cabeza pasa la imagen del café con leche y la tostada a medio comer en la mesa del hotel. -No.
-Perfecto, yo tampoco, vamos.- Invitándola a salir y conduciéndola por los pasillos hasta el exterior.- No es que la cafetería del campus sea muy buena pero… es lo que hay. -¿Trabajas aquí siempre? -Lo hice una temporada, cuando acabé la carrera aquí, pero luego me busque un buen sitio, privado, ya se sabe, son los que mueven todo, tienen el mejor instrumental, ya verás, en el curso os voy a mostrar un montón de técnicas increíbles, todas nuevas.
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-Mi madre no debe conocer ninguna.- Sonriendo y observando la reacción de Esther, ve algo extraño pasar por sus ojos y como se mete las manos en los bolsillos de la chaqueta corta que lleva. -A ella no le hacían falta… -¿Era buena?- Esther la mira con el ceño ligeramente fruncido y sonríe. -La mejor que conocí, aunque no estuve demasiado tiempo trabajando como auxiliar y lo cierto es que… solo conocía a los del Anatómico de Madrid. -Vilches, Cruz.- Esther asiente mientras se cruzan con grupos de estudiantes camino a sus facultades, llegan a la plaza central del campus y la doctora guía a Assia entre la gente hasta llegar a la cafetería. -Ellos siguen siendo buenos.- Murmura sin dejar de mirarla. -Bueno, tu madre también si se pusiera a ello, lo suyo era vocación. -¿Cómo lo tuyo?- Esther ríe y Assia siente algo removerse en su interior. -No, lo mío fue… el destino.- Negando sonriente y abriendo la puerta de cristal para dejar pasar a Assia al interior.- Me costó lo mío dar con algo qu eme apasionase, hasta que me empecé a interesar por esos libres que tenía tu…- Esther se calla y la mente de Assia vuela a cien por hora, buscando acabar la frase para hacerle entender que conoce la historia y puede dejarle el libro, lo único que se le viene a la cabeza es su propia experiencia, así que a riesgo de cagarla lo suelta. -Los que tenía mi madre en el desván.- Esther se queda parada allí en medio, contemplando a esa adolescente sorprendida, su mano aferrada al pomo de la puerta con fuerza, con miedo a que sus piernas le fallen y se vaya al suelo, su cuerpo completamente paralizado, al igual que su corazón.
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-Sí…- Logra articular y Assia acaricia su brazo y hace un gesto con la cabeza hacia el interior, animando a Esther a ponerse en marcha y contarle que las unía a ella y a su madre. Assia observa con curiosidad a la mujer que hay enfrente de ella, ajenas ambas al bullicio de los estudiantes inquietos por los exámenes de recuperación a los que se deben enfrentar, nada parece llegar a aquella mesa del extremo, junto a uno de los ventanales que dan a la plaza, Esther parece nerviosa, sus manos puestas sobre la mesa, enlazadas entre sí , Assia observa los pliegues que se forman porque está haciendo fuerza con sus dedos, y su cuello cuando traga saliva nerviosa, sus ojos permanecen fijos en ella, pero como si estuviese mirando una pared, la chica espera a recibir alguna señal, y esta se sucede unos minutos después, cuando Esther deja escapar el aire que ha ido acumulando y suspira lentamente, pestañeando un par de veces. -Dios, parezco una cría.- Sonríe nerviosa y niega con la cabeza volviendo a suspirar.- Supongo… que quiere preguntarme cosas… ¿Me equivoco?Assia nota que está haciendo un esfuerzo enorme y dibuja una sonrisa para calmarla. -Muchas cosas… pero tengo tres meses para hacerlo, a no ser que mañana hagas las maletas y abandones la ciudad.- La chica ve que su broma para romper el hielo no ha surtido efecto, Esther a mirado con culpabilidad sus propias manos.- Y deduzco que no sería la primera vez…- Susurra entonces.- Bueno, supongo que fue de Madrid… -Sí… aunque ya lo había hecho antes, cuando me separé de mi marido.Logra articular Esther. -¿Estabas casada? -Un tiempo, pero lo nuestro no funcionó, se fe apagando poco a poco y… me mude a Madrid.- Assia sonríe al ver cierto tono de cariño al mencionar su ciudad, y aunque no lo sabe seguro, el hecho de que ese tono pueda deberse a su madre, le hace sentirse bien.
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-Y conociste a mi madre…- Y ahora sí, lo ve, ese brillo melancólico que poseen las miradas al recordar algo importante de sus vidas, algo que les llegó a calar hondo. -Sí, entré a trabajar al Anatómico gracias a un nuevo amigo que había hecho, Toni, el padre de Marcos.- Assia asiente y escucha atenta, animándola a seguir con su mirada, con esa tranquilidad que le invade el poder conocer cosas del pasado sobre su madre, y al sentirse arropada por la voz de Esther.- tu madre estaba de baja, recuerdo que el día que volvió me tocó estar con ella, yo no tenía muy buen concepto de los doctores.- Se señala a si misma.- Las cosas que tiene la vida, he acabado siendo uno de ellos. El caso es que bajé al foso, le pregunté a teresa, la recepcionista. -La conozco, es mi madrina, viene de vez en cuando de visita a Madrid y me acribilla a mi a besos y a mi madre a cotilleos de su pueblo.- Esther sonríe con tristeza al pensar en todos los momentos que debe haberse perdido, pero feliz de poder imaginar a Assia entre los brazos de Teresa mientras Maca pone los ojos en blanco ante los cotilleos de esta y seguramente la pica con algún comentario de los suyos. -Eso le pega mucho a Teresa.- Niega sonriente.- Aunque aquella vez solo me dijo que la doctora Fernández me esperaba dentro porque tenía ganas de trabajar, aquello me extrañó muchísimo, hasta entonces, todos esperaban en su despacho hasta que lo tenían todo preparado y entonces debía llamarles, pero tu madre no, siempre entraba con sus auxiliares y les ayudaba. Así que entre y allí estaba ella, con el cuerpo listo, se presentó y hasta me hizo un resumen del caso, yo cada vez estaba más sorprendida, aquélla doctora era diferente al resto con creces. -¿Vilches no era así?- Assia espera la respuesta, buscando algo con lo que picar al viejo cascarrabias cuando lo vuelva a ver. -Que va, creo que las primeras palabras con las que se refirió a mí, fueron a tu madre, algo como, no echábamos de menos a tus auxiliares correteando por aquí.- Esther ríe de nuevo, recordando que fue cuando subieron a la sala de médicos, ella estaba tan asustada que se pasó un
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buen rato tratando de usted a Maca, y cuando Vilches soltó aquello quiso que la tierra se la tragase, o a él. -Eso sí que le pega.- Riendo con esa extraña mujer que parece conocer cosas para ella desconocidas sobre las personas a las que quiere. -Sí, tu madre y él se tiraban el día picándose, Cruz y yo le echábamos paciencia, aquellos dos juntos eran imparables. Y la verdad es que nos lo pasábamos bien. -Cruz y tú…- Esther la mira y alza las cejas de repente, Assia acerca una de sus manos a las de Esther, y la coloca sobre ellas.- No voy a escandalizarme.- Esther sonríe de medio lado y asiente lentamente, Assia distingue cierto brillo de felicidad en los ojos de la doctora cuando vuelven a centrarse en los suyos.- ¿Cuándo empezasteis a salir? -Buf…- Esther aprieta los labios y cierra los ojos.- Si te dijese un día… sería el que la conocí, otro… no valdría. -¿Amor a primera vista?- Y Assia sonríe confusa, no imagina a su madre enamorándose a las primeras de cambio de alguien. -Algo así, aunque nunca supimos explicarlo fue… fue como si… esto es absurdo.- Pasándose las manos por la frente.- Estar hablando aquí contigo de esto, es… debes pensar que estoy loca.- Mirándola con sinceridad. -No, creo que estabas loca por mi madre, no es lo mismo.- Sonriéndole con cariño, esa doctora debió amar a su madre mucho, tanto que aún en el presente, diez años después, su cuerpo se sigue estremeciendo por esos sentimientos que albergaron un día.- Fue como si nuestros cuerpos, nuestros corazones, nuestras mentes… todo lo que éramos, supiese que a quien tenía enfrente, eran parte de ellos, como si se reconociesen a si mismos y créeme… se alegraron de reencontrarse porque los nervios me duraron días, y Maca me dijo una vez que a ella también.- Assia la observa mirar hacia un lado, evitando el o con sus ojos, peor le ha dado tiempo a distinguir que se humedecían y ese tono final, ha tenido un tinte de dolor.
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-Y entonces empezó el caso… -El mismo día.- Asiente Esther.- El mismo día que la conocí tuvimos que hacer la autopsia de un amigo de Toni, era del turno de noche y Maca no le conocía, yo tampoco, así que nos tocó a nosotras. Y los siguientes… -Mama nunca habla de ello.- Esther la mira y suspira. -Tu madre… lo pasó muy mal con aquello, ella si conocía al resto, llevaban años trabajando juntos incluso uno de ellos había sido amigo suyo en la infancia, Sotomayor, se hacía la fuerte, cuando se venía un poco abajo picaba a Rodolfo y se le pasaba, o hablaba con él, la verdad es que… no lo sé… -Siempre cuenta con él.- Asiente Assia.- Y él con ella. -Sí… siempre.- Esther frunce el ceño y mira alrededor, las mesas llenas de apuntes rodeados de refrescos o cafés, los ceniceros a rebosar de colillas, las carpetas al lado de las sillas, los estudiantes hablándose a voces y riendo, la misma imagen que la recibió años atrás cuando decidió probar con la carrera. -No parece que te hiciese mucha gracia…- Se atreve a aventurar Assia. -Bueno. Creo que le tenía celos, celos de que fuera con él con quien tu madre fuese sincera, que fuera a él a quien buscase cuando estaba mal, sabía que eran amigos, que era algo normal… pero me hubiese gustado que… no sé… -Que contara contigo… a mí a veces me pasa, mama intenta protegerme mucho, cuida de que nada que me pueda llegar a dañar llegue a mí.- La doctora asiente pensativa. -Eso es porque te adora y no quiere que sufras. -Pero sufriré, algún día lo haré. -Sí, pero ella siempre va a intentar retrasar ese momento, no creo que tu madre pudiese pasar un día viéndote mal., es su forma de querer y creo 303
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que la vas a tener que aguantar.- Le sonríe con cariño y Assia le devuelve la sonrisa.- Siempre te ha adorado. -Su princesita…- Y observa a Esther estremecerse y se pregunta cuantas veces habrá visto a su madre llamarla así.- Me conocías… por eso… -¿El numerito de anoche?- Ríe al recordarlo.- Imagínate… cuando supe que eras tú, aquella niña pequeñita que yo había conocido, después de tanto tiempo, volver a tenerte cerca fue algo… inesperado, estaba asombrada, asustada, feliz y triste a la vez, intenté controlarme, pero… no pude, era imposible, a pesar de ver la cara que pusiste. -Bueno, es que…- Se defiende Assia sonriendo.- Imagínate, acompaño a un amigo a llevar un regalo a una amiga de su madre y me recibe así… estaba un poco descolocada. -¿Solo un poco?- Se sorprende esta vez Esther. -Solo un poco, no lo sé, fue extraño, me resultabas familiar…. Y ahora sé porque.- Ambas se miran compartiendo el silencio.- Cuéntame más cosas, quiero saber más cosas de mama y tú. Lejos de allí, Maca se despierta en su cama sin sospechar que en esos momentos su hija y Esther están desayunando juntas, las ojeras de no haber pasado buena noche, inquieta por el pasado, el presente y el futuro se marcan bajo sus ojos, con la ayuda de la barra de aluminio que hay instalada al lado de la cama y a base de esforzarse, consigue llevarse a ella y a sus piernas hasta el filo, donde la espera la silla que la acompaña desde entonces, se siente y va hacia el baño, más barras de aluminio, discretas por sus formas que se asemejan a la decoración minimalista de la casa, le sirven de apoyo mientras se asea un poco, como no tiene que ir a ningún sitio, decide que ese es un buen día para quedarse en pijama, baja a la cocina y empieza a prepararse el desayuno, cuando esta encendiendo la cafetera suena el teléfono, llega a él cuando está a punto de sonar por cuarta vez. -¿Diga?
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-¿Maca?- La escritora reconoce la voz de Toni al otro lado, aunque se escucha con interferencias. -Sí, soy yo, no me digas que se os ha vuelto a joder la antena del pueblo.- Volviendo hacia la cocina y hablando a través del manos libres. -Sí, cada vez que hay algo de viento este chisme se vuelve loco. Cuando ha llamado Marcos casi no le escuchaba. -¿Te ha llamado ahora? Anda que… mira que les dije que en cuanto llegasen os llamasen, ni caso. -No, me ha llamado… para hacerme preguntas Maca ¿No has hablado con tu hija desde anoche?- La escritora frunce el ceño y mira el reloj de pared que hay en la cocina, Assia y Marcos llevan en Barcelona menos de veinticuatro horas, tiempo más que de sobra para su hija. -Sobre… -Sabes cómo son… se ve que cuando estuvieron en… bueno… en casa de… -Esther, lo sé Toni, han estado con ella ¿Qué pasó en su casa?- Sintiendo un vuelco en su corazón, inquieta por lo que pudieses pasar anoche, con su hija y la mujer que más huella dejó en ella, la que atravesó en un instante todas las murallas que albergaba en su interior, tan solo con una mirada, sin poder o sin querer imaginar lo que pasó anoche en su casa. -Pues se ve que vieron un libro, tu primer libro Maca.- Y ésta frunce el ceño aún más, y siente un escalofrío recorrer su espalda, un ligero hormigueo que hace incluso que sus piernas tiemblen muy levemente, como le viene pasando desde que recuperó la sensibilidad en ellas, Maca las observa y sabe que es la forma que tiene su cuerpo de decirle que esta tremendamente acojonada. -Dime que no lo han leído… dime que Esther no se lo dejó, Toni…
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-Tranquila, Esther no se lo dejó, Marcos dice que se hizo la loca con el tema, pero ya conoces a tu hija… se ha tirado toda la noche buscando información de ese libro. -Pero no hay referencias a él, me aseguré que su existencia pasase completamente desapercibida… no quería que… yo… -¿Que Esther pudiese sufrir al saber todo lo que te habías callado estando con ella? Maca, aunque no hubiese llegado a sus manos, ella lo pasó mal igual.- Y siente un nudo en la garganta, siempre ha sabido que le hizo daño, que se equivocó, que se empeño en justificar su acto convenciéndose a sí misma de que era lo mejor, incluso el último día que Esther fue a su casa, no le abrió la puerta, como siempre, se quedó al otro lado, mirando la madera, imaginándola frente a ella, escuchó su despedida, escuchó como le decía que no podía más, que había luchado por recuperarla con todas sus fuerzas, pero que aquello estaba acabando con ella, que no podía cumplir su promesa de darle el tiempo que necesitaba Maca para recuperarse, porque cada segundo, cada minuto de ese tiempo estaba desgarrando una parte de ella, la escuchó pedirle por última vez que abriese esa puerta, su sollozo al decirle que le diera una brizna de esperanza, por pequeña que fuese, escuchó el corazón de Esther romperse en pedazos cuando el dijo que se marchaba, y su llanto durante unos minutos, y aún así, siguió pensando que aquél daño, aunque acabase con ella misma no lo haría con Esther, que no sería algo irreparable, cerró los ojos con fuerza, intentando alejar aquel sonido de lágrimas precipitándose al vacío, llenándolo de uno inventado en el que Esther conseguía ser feliz, en que alguien conseguía lo que ella jamás logró… hacerla feliz, se convenció de que la olvidaría, de que aquella forense que tanto daño le estaba haciendo en el futuro no sería nada más que alguien con quien compartió un asiento en la vida durante un suspiro. -Lo… lo sé…- Toni maldice al otro lado de la línea, él a parte de Vilches y cruz es de los pocos que siempre ha sabido que Esther se llevó una parte de Maca cuando se fue, una parte que Maca jamás ha podido volver a entregar, porque sigue en las manos de su amiga. -El caso es que… del libro no encontró mucho, solo lo básico, de que iba y que era autobiográfico, creó que se lo ha tomado como un reto, 306
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descubrir aquello que le hemos ocultado tanto tiempo, Marcos dice que esta histérica, creo que…. Deberías saberlo. -Gracias, Toni, hablaré con ella, aunque si ya ha empezado a investigar… esta hija mía…. No se detendrá ante nada.- Suspira abatida y se pasa una mano por la frente, toda su vida intentando que su hija no llegase a saber nunca el dolor que puede albergar la vida, y ésta lo está descubriendo en esos mismos instantes. -Maca siento… yo… María está muy preocupada, por ti, por… bueno… cree que no debería haberle pedido a Marcos que viese a Esther, menos sabiendo que era Assia quién la acompañaba. -Toni, dile que este tranquila, esto… es algo que iba a pasar, solo me hubiese gustado… estar cerca para hablarlo con ella, desde aquí… joder. Dile a María que no se sienta culpable ¿Vale? Tengo que colgar. Maca cuelga al instante y apoya sus codos sobre las rodillas, recostando su frente sobre los puños cerrados, debería habérselo contado, hace mucho, su hija siempre ha sido muy madura, lo hubiese aguantado… pero nunca se vio capaz, para ella siempre ha sido y será aquella niña de cuatro años de mirada temerosa que se escondió tras una silla en un destartalado orfanato del centro de África cuando fue a buscarla. No se ha dado cuenta, no ha querido darse cuenta de que esa niña… ya no es una cría, ha caído en el mismo error que caen todos los padres, no darse cuenta del momento en el que sus hijos ya son capaces de volar solos, de asomarse a la vida y en vez de correr a buscarles, retarla con la mirada y dar un paso al frente. El timbre suena pero Maca no le hace caso, al menos hasta que no escucha la voz de Vilches quejándose al otro lado de la puerta, avanza hacia allí y la abre, su amigo alza las manos, en una sostiene un termo y en la otra una bolsa. -Traigo el desayuno.- Maca no le hace ni caso y va hacia le comedor, Vilches la mira y acaba entrando y cerrando la puerta tras de sí, deja los churros y el chocolate sobre la mesa del comedor y mira a Maca cruzándose de brazos y sonriendo.
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-Mierda, Cruz me ha ganado la apuesta.- Su amiga le mira y al ver ese brillo travieso en sus ojos niega con la cabeza y no puede evitar que a pesar de lo nerviosa que este, sele dibuje una sonrisa. -¿Cuánto le diste a mi hija? -Más de veinticuatro horas, pero Cruz dijo que al igual que tú, no valoramos suficiente a esa pequeña entrometida que has criado. -No hacía falta que me trajeras el desayuno para saber si habías ganado o no. -No, peor para ver esa cara de susto que tienes sí.- Encogiéndose de hombros y yéndose a la cocina, Maca lo ve por encima de la barra americana que separa ambas estancias, coger dos vasos y volver a la mesa.- Además.- Abriendo el termo que desprende el aroma del chocolate caliente inundándolo todo.- Voy a estar fuera un par de meses y quería despedirme. -Rodolfo…- Él deja de darle la espalda y la mira divertido.- Me cago en… -Eh, esa boca, a ver si te la voy a tener que fregar con un estropajo, te diría que es casualidad que yo vaya a asistir a última hora como ponente, pero… disfrutaré mucho más diciéndote que he movido todos los hilos y lamido todos los culos que hacían falta para que me inviten a ese curso forense en el que está tu hija. -Eres un… -Soy un cabrón lo sé, pero resulta que este cabrón.- Mete una mano en el bolsillo de la americana marrón que lleva y la saca con un sobre.Tiene billetes para el doctor Vilches y acompañante con estancia pagada en un céntrico hotel de Barcelona en el que por casualidad, están hospedados dos críos aún más cabroncetes que yo. Y… sé que darías parte de tu riñón por poder estar con tu hija ahora. -¿Tú has planeado todo esto?
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-¿Tengo cara de hada madrina? No, yo solo aprovecho el momento, además, me han dicho que Barcelona es una ciudad muy bonita, y como conozco a alguien de allí, nos podría hacer una ruta turística ¿Qué te parece? -Me parece que si no fueras mi amigo ahora mismo te tiraría todo lo que hay en esta habitación en la cabeza, pero no lo voy a hacer, eso sí, si piensas que voy a tirarme dos meses aplaudiéndote cada vez que des una clase, la llevas clara, como profesor eres un desastre estrepitoso. -¿Eso es que vienes?- Maca aprieta los puños fastidiada, pero sabe que quedándose en Madrid lo único que conseguirá es volverse loca o llamar a alguien para que secuestre a Assia y la traiga si hace falta arrastras hasta Madrid, y lo cierto, es que aunque el sentimiento de culpabilidad que ha intentado silenciar durante años empieza a latir d de nuevo en su interior, solo desea una cosa, ir a Barcelona, hablar con Assia, ver que todo está bien y volver a casa, hace caso omiso de esa pequeña parte de ella que despertó al sentir su nombre anoche, esa parte que le dice que va a subirse a un avión solo por ver si realmente la cagó o si aunque dejarla marchar fue lo más duro que hizo en la vida, mereció la pena matar su propio corazón pro salvaguardar el de Esther. -Voy contigo. -¡Perfecto!- Cerrando el termo de nuevo y cogiendo las cosas.- Te espero en el coche.- Andando hacia la puerta. -¡¿Ahora?! -¿Por qué esperar?- Es la única respuesta que recibe antes de que desaparezca bajo el marco. Capítulo once: cruce de caminos Maca observó a su hija, la pequeña, ya no tan pequeña, de diez años se había quedado dormida en su regazo, mientras le contaba un cuento, como cada noche desde que llegó a su vida, escuchó a Marta abrir la puerta, y el ruido de las bolsas cuando las dejó sobre la mesa del comedor. 309
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-¿Maca?- Su voz sonó desde el pasillo y cuando la vio asomarse a la puerta, esta le indicó con un dedo que guardase silencio, Marta se acercó y se sentó en la cama, acariciando la mano de Maca, miró hacia la pequeña, que parecía tener un sueño tranquilo sobre las piernas de su madre. -¿Cómo ha ido?- Susurró al cabo de unos minutos. -Bien, mañana vendrán a instalar el ascensor. Y también podemos ir a buscar tu nuevo coche.- Maca sonrió a Marta, llevaban separadas apenas un par de meses, la artista había conocido a alguien que se fue volviendo poco a poco importante en su vida, sin darse cuenta, se vio enamorada de alguien que por una vez le correspondía, luchó contra ello, queriéndose aferrar a lo que tenía o tal vez es que no quiso que Maca y Assia saliesen de su vida, pero la exforense, en aquel momento ya escritora, se dio cuenta de que aquella relación, después de tres años juntas, había llegado a aquél punto en el que cedía, Marta ya no albergaba esperanzas en que fuese Maca la que cediese, enamorándose de ella, así que su corazón no puso demasiados impedimentos a Silvia, después de una larga conversación con ella, ambas se dieron cuenta de que durante todo aquél tiempo, habían sido más amigas que pareja, las dos se habían cuidado mutuamente, más Marta a Maca tal vez, habían compartido sus vidas y guardarían un grato recuerdo de aquello, pero lo que al principió pareció latir se fue apagando por la falta de riego, Maca se sintió culpable un tiempo, pero en cuanto conoció a Silvia, en cuanto las vio juntas, supo que no tenía de que preocuparse, desde entonces, Marta y Silvia solían pasarse a menudo, tenían pensado irse a Estados Unidos, pero Marta no quiso hacerlo, no hasta que Maca estuviese acomodad en su nueva casa, una que habían comprado el día que decidió que ya llevaba demasiado tiempo lamentándose, no mucho después de que Vilches volviese de aquella conferencia en Barcelona, en el piso en el que vivían no podían hacerse las obras para hacer la vida de la escritora más fácil, así que buscó algo más grande, y en cuanto lo encontró supo que allí iba a vivir, se estaban haciendo las obras adecuadas y Maca pidió un coche adaptado para poder llevar una vida más normal, desde que se propuso escribir historias, parecía que su corazón no pesaba tanto y le fue más fácil plantarle cara a la vida por primera vez después de aquello. 310
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-Quiero ir a verla. Con mi coche.- Susurró mirando a Assia. -Claro, a primera hora os llevo al concesionario, así puedes llevar a este dormilona al colegio…- Acarició el pelo de aquélla chica a la que tanto cariño le había cogido.- Uhm.. tengo algo para ti.- Marta se levantó y fue hasta su bolso, que había dejado caer al lado de la puerta, sacó algo de él y se lo mostró a Maca.- Es un libro que acaba de salir, me han dicho que bastante bueno, el primero.- Recalcó aquella palabra sonriendo con cariño a Maca.- De una escritora que apunta maneras, Bajo las Vendas…- Maca negó sonriente y observó el que había decidido la editorial que sería su primer libro de gran tirada, en aquél momento no pensó que apenas unos meses después, gracias al boca a boca de la gente, aquél libro encabezaría las listas de los más vendidos, Marta lo dejó en un estante vacío del cuarto de la niña.- El primero de su colección. -Ni hablar, ponlo en el comedor, aún es pequeña para leer eso. -Cierto, no querríamos traumatizar a la futura forense. -Nada de futura forense. -Maca, no intentes luchar contra eso, se saldrá con la suya, ya verás, tiempo al tiempo, ¿Tú has visto con qué cara mira a Vilches y Cruz cuando vienen? Si solo le falta extenderles una alfombra roja a su paso.La escritora sonrió, Marta tenía razón, a Assia le brillaban los ojos de iración cuando veía llegar a sus amigos y explicarle algún caso, Rodolfo había conseguido que volviese a participar en aquello, de hecho, intentó que Maca volviese a trabajar para Dávila, pero ella se negó diciéndole que aquello le gustaba más de momento, y que siempre podría contar con ella a nivel consejero cuando su cabeza de viejo gruñón no lograse dar con la solución en algún caso, al día siguiente de decirle eso, Vilches se presentó con un caso, Maca siempre sospechó que aquél caso hacía tiempo que Rodolfo lo tenía solucionado, pero a su amigo el encantaba hablar con ella sobre disecciones, pruebas, traumatismos… y a Maca le encantaba abrir una botella de vino, calentar una pizza y sentarse a hablar con dos personas adultas
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tranquilamente, eran sus pequeños momentos para ella a parte de los que compartía con Assia.- ¿Has pensado lo que te dije? -¿Lo del amigo doctor de Silvia?- Marta asintió. -Sí, la semana que viene ya vuelve de Boston, le gustaría ver tu caso… -Yo no creo que sea necesario, estoy bien… por fin, estoy bien. -Lo sé, pero él cree que puedes estar mejor, y es muy bueno, y está dispuesto a ayudarte encantado. -No lo sé Marta, sería mucho jaleo para nada. -¿Jaleo? Ahora que vas a poder moverte por ti misma a donde te dé la gana, él podría hacer que tus horarios coincidiesen cuando Assia está en el colegio, podrías llevarla y luego ir al hospital o incluso podría ir a tu casa, no hay problema. -Lo tienes todo pensado ¿Mhm? -Sí… siempre.- Ambas se miraron con cariño. -Anda, ayúdame con esta princesa.- Marta se acercó y cogió con suavidad a Assia, la puso sobre la cama y Maca la arropó con cuidado de no despertarla. -Creo que no tienes nada que perder por intentarlo, Maca. -Está bien… pero solo porque me lo pides tú.- Le advirtió señalándola con un dedo, Maca no podía decirle que no a Marta, ella había velado por ella como un ángel , ayudándole en su momento más bajo con su compañía, cuidando de Assia cuando Maca no podía, y como buen ángel, una vez cumplida su tarea, sus horas estaban contadas a su lado, iría lejos, seguirían en o, pero su presencia ya no era necesaria, Maca podría valerse por sí misma, y la vida de Marta parecía que empezaba a compensarla por todo lo bueno que hizo, y Maca deseaba que con Silvia, las cosas fuesen diferentes y lograse pasar de ser un ángel salvador en un momento dado, alguien que siempre permanecería 312
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en el corazón del salvado pero sin llegar a ser su dueño, a ser el ángel que lo habitaba, la escritora cruzaba los dedos para que Silvia le permitiese a su amiga vivir en su corazón para siempre. El avión aterriza en El Prat de Barcelona con una hora de retraso, motivo por el cual Vilches, en vez de arrastrar su maleta parece llevarla a golpes hasta la centralita de los coches de alquiler, después de discutirse con el chico porque el coche que le dan no es el que pidió, ambos emprenden rumbo al parquin que les han indicado. -Estos catalanes, desde luego, seguro que les salía más barato este en vez del que pedí, coño, pues dilo y pido otro, no me endoses el primero que se te pase por la cabeza jedor, ya me dirás que vamos a hacer con este trasto.- Refunfuña camino al coche, cuando llegan Rodolfo mira el papel con la plaza y el coche alternativamente.- ¡Me cago en mis muertos! -Rodolfo, no es para tanto… solo es un coche.- Intenta calmarle Maca sin poder evitar que se le escape una sonrisita. -¡Una caja de cerillas! ¡Una maldita caja de cerillas!- Lo señala exasperado y Maca se echa a reír a carcajadas sin remedio, su amigo le lanza una mirada asesina, pero ella está demasiado ocupada retorciéndose de risa sorbe la silla como para darse cuenta.- Tú deja de reírte, que ya me dirás donde metemos la silla ahí, si es que ya lo veo…Abriendo el maletero y observándolo furioso.- De una cuerda, la vamos a tener que llevar de una puñetera cuerda porque aquí no cabe ni de coña pero a la señora le hace gracia. -Desde luego, desde que has cumplido cincuenta estás de un insoportable.- Se divierte Maca observándole y se pone seria de golpe.Vale, vale… anda, ayúdame a subir.- Su amigo parece caer en la cuenta y patalea el suelo como un niño pequeño. -¡Encima! ¡Que la tengo que meter yo! Me cago en…- Aprieta lso puños e intenta contenerse, suspira frustrado y ayuda a Maca a subirse al asiento del copiloto, la escritora en cuanto lo ve desaparecer ajusta el retrovisor para poder observarle, y a cada intento de Vilches se echa a reír, cuando lo consigue Rodolfo alza los puños victorioso y enseguida 313
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nota la mirada de Maca sobre él, los baja serio, rodea el coche y sube al asiento del conductor, en silencio enciende el motor. -¿Qué ha sido eso? -Calla y mira el paisaje, que me han dicho que Barcelona es bonita.Refunfuña él por lo bajo saliendo de la plaza y poniendo rumbo a la salida. Vilches introduce la dirección del hotel en cuanto se paran a la salida del aeropuerto, una vez introducido el tiquet y fichada la matrícula, la barrera se abre y les permite acceder al exterior, el sol del atardecer les acompaña hasta la entrada a Barcelona y durante buena parte de su trayecto, la escritora observa el reflejo de los cristales de colores de la Gran Vía, que dibujan rombos de colores sobre el asfalto, creando una atmósfera algo irreal, cuando llegan a Glóries, pasan justo al lado de lo que los catalanes llaman mayoritariamente el Pirulo de Barcelona, aunque oficialmente tenga el nombre de Torre Agbar, toman Meridiana hacia la calle Marina, donde al final, a pie de playa, está el hotel en el que se alojan, tanto ellos, como Assia y Marcos, Vilches se detiene a la entrada y le da las llaves al mozo. -Suerte con el equipaje.- Le murmura dándole una palmadita en el hombro y cruzándose de brazos, gesto que no cambia ni al ver los esfuerzos del mozo por sacar la silla, solo cuando ésta ya esta fuera, sonríe triunfal y la toma con decisión para llevarla hasta Maca. -Le podías haber echado una mano. -Si hombre.- Ayudándole a subir y colocándole bien las piernas.- A él le pagan por hacer esto, a mí no. ¿Assia ya estará? -Assia no, hoy acababa más tarde, pero Marcos debería.- Es decirlo y el chico aparece como por arte de magia frente a ellos, con la cámara colgada del cuello y una pequeña mochila de uno de sus hombros, al verles, gira sobre sus talones peor una fuerte mano de Vilches se apoya sobre su hombro, hundiéndolo prácticamente en el suelo.
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-Mira que tenemos aquí ¡Un madrileño!- El chico lo mira medio asustado y después a Maca. -Rodolfo, suéltale anda, hola Marcos.- Saluda sonriente. -Maca… Vilches… esto… As… Ass…. No… -Lo sabemos, está en el curso, anda, ayuda al gruñón a llevar nuestro equipaje.- Dice ella empujando su silla para entrar en el hotel, el mozo enseguida va a ayudarla, pero la escritora le hace un gesto con la mano para que no lo haga, entrando ella sola en la recepción. -Dios…- Susurra Marcos viéndola hablar con el recepcionista. -En menudo lio te has metido chaval.- Ríe divertido Vilches.- Yo de ti iba asegurando mis huevos, te va hacer falta.- Suelta cogiendo su maleta y dándosela a Marcos.- Ala, majete, todo recto.- Ordena entrando en el hotel, Marcos le sigue sin rechistar y mirando al mozo con cara de circunstancias. -Ànim noi.- Dice él sonriéndole y dándole una palmadita en la espalda. (Ánimo chico) Después de pedir las habitaciones que ha reservado Vilches, ambas en la planta superior del edificio, suben hacia ellas, todos se dirigen hasta la de Maca, que observa sorprendida que su amigo debe haber reservado dos de las habitaciones más caras del hotel, amplias y sin nada que les falte, con un estilo moderno y elegante de figuras simples, en tonos oscuros, que contrastan con el reflejo del atardecer en el mar que se abre ante ellos. -Esto lo pagas tú ¿No?- Bromea Maca mirando a su amigo. -Claro, es el precio por ser espectador. Chaval, deja eso ahí y siéntate.Señalando uno de los sofás que hay a un lado, frente a una impactante vista de la playa perdiéndose a lo lejos, con el mar a un lado y la ciudad condal a otro.
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-Bueno, bueno…- Susurra Maca acercándose y Marcos parece hundirse un poco más en el sofá.- ¿Qué tal Marcos? -Bien…- Mirándola asustado. -Pero hombre, no pongas esa cara, Vilches y yo solo hemos venido a visitaros y a conocer la ciudad.- En un tono amable que no engaña al chico, han venido a cantarles las cuarenta, por suerte para él, Assia será la que peor parte se llevará. -Yo le dije que llamase, pero ya sabes cómo es, cuando se le mete algo en la cabeza no hay quien la pare, y claro, se le metió que si no te llamaba parecerías aquí, y así podríais hablar cara a cara y eso, yo le dije que era mala idea, de verdad, peor es que…- El chico arranca a toda prisa y Maca le frena haciéndole un gesto con las manos y sonriendo. -Tranquilo, conozco a mi hija, sé que era lo que pretendía y lo ha conseguido, tan solo quiero que tú, que eres su buen amigo me digas… que sabe Assia.- El chico se encoge de hombros. -No sé mucho, se pasa el día en el curso y cuando sale suele ir a cenar con… bueno, que no la veo mucho.- Maca mira a Rodolfo, apoyado en la cristalera que observa sonriente, al notar la mirada de Maca agacha la cabeza ocultando una sonrisa traviesa. -Cena con Esther ¿No? -Sí…- ite él sintiéndose coaccionado pro aquellos dos adultos. -Ajá… ¿Qué más? -No mucho más, parece que está más interesada en…- Marcos no acaba la frase y mira temeroso a Maca. -Ya…- Suspirando y mirando su regazo, su hija quiere saber quién fue Esther en su vida, Maca busca la mirada de Vilches, pero este se encoje de hombros y mira hacia afuera, empieza a anochecer.- Bueno… supongo que esta noche también cena con ella ¿No?
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-Sí, hemos quedado en media hora en su casa, venía a dejar esto.Alzando la cámara de fotos en el aire. -Vale, cuando volváis quiero que Assia suba a verme ¿De acuerdo?Mirándolo seria pero con cierto cariño para que no se sienta mal. -Claro, Maca, se lo diré, si quieres la llamo y le digo que venga y… -No, cenad tranquilos y luego venid ¿Mhm? Tan solo quiero… hablar con ella, eso sí, dile que se vaya preparando porque esas tácticas suyas para conseguir de mi lo que quiere no me hacen ni siquiera un poquito de gracia. -Yo se lo digo.- El chico se levanta de un bote y mira a ambos, esperando más instrucciones, Maca le hace un gesto para que se vaya. -Maca, si no te importa, acompaño al chico, es una tontería que pille un taxi.- Su amiga asiente sabiendo que lo que Rodolfo quiere es saludarla, cuando ambos la dejan a solas, se acerca hasta uno de los grandes ventanales y observa las olas ir y venir sobre la arena, un gran barco recortado por el sol al fondo, que desprende un suave calor despidiéndose de la ciudad. Maca suspira, pensando que ese paisaje es el que habrá llenado los ojos de Esther durante ese tiempo, y se la imagina paseando por la arena que hay ahí abajo, tal vez acompañada de la mano de alguien, y siente removerse los demonios en su interior, creándole un nudo en la garganta que le recuerdan que fue ella quien dejo que esos demonios habitaran su cuerpo, que fue ella y solo ella misma, la que provocó todo esto, apoya la mano en el frío vidrio, observándola contra el océano, y la mira atenta, como si ella pudiera darle alguna señal de lo que está por venir, como si pudiera dibujar con las líneas de su palma el futuro que se abre ante ella. Es Assia la que abre la puerta del piso de Esther, saluda a su amigo Marcos y le invita a pasar con un gesto de la mano, cuando va a cerrar la puerta una mano se interpone en el camino y la chica mira sorprendida.
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-Esa costumbre que tenéis las Wilson de cerrarme la puerta en las narices.- Refunfuña entrando en el piso y cerrando tras de sí.- Ya puedes respirar, tu madre no ha venido conmigo, está en el hotel.- Rodolfo mira al frente y ve a Esther parada en mitad del pasillo, mirándole sin saber que hacer.- Auxiliar.- Ésta sonríe de oreja a oreja. -Doctora García para ti gruñón.- Ambos se acercan y se funden en un abrazo, Esther se aferra al cuerpo de su amigo, que durante todo ese tiempo le ha puesto al tanto de la vida de la que una vez fue lo más importante y que siempre ha estado a su lado. -¿Qué tal estás?- Separándose para mirarla. -Bueno, ya sabes.- Haciendo un gesto con la cabeza hacia Assia, éste mira y enseguida se parta de Esther tosiendo. -Esto que has visto, queda entre tú y yo o arruinaré esa prometedora carrera forense que tienes.- La amenaza señalándola con el dedo índice.Bueno, ¿En esta casa no se cena o qué?- Esther sonríe y le señala la puerta del comedor. -En un momento Rodolfo.- Va hacia la cocina y Vilches y los dos adolescentes se van hacia el comedor, dónde toman asiento en la mesa, ya preparada con tres platos, Esther aparece enseguida con otro plato que coloca delante de Vilches y vuelve a desaparecer en la cocina. -Está muy enfadada ¿Verdad?- Pregunta Assia apoyando la barbilla en sus propias manos. -La he niña del exorcista… un cachorrito a su lado. Te va a echar una buena bronca.- Ríe divertido Vilches.- Y te la mereces. -Lo sé, lo sé… debería haberle cogido el teléfono, pero era la única forma de que viniese.- Se justifica ella buscando apoyo en la mirada de Marcos, que la desvía muy mal disimuladamente hacia otro lado. -Lo sé, y por eso, cuando llegues al hotel y la veas, le vas a decir que llevo toda la noche sermoneándote ¿Entendido?- Esther se acerca con
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una fuente con pasta y la colca en la mesa, Vilches le tiende el plato para que se lo llene. -¿Eso significa que no me vas a sermonear?- Él coge la servilleta y se la extiende con una sonrisa divertida sobre las piernas. -Esto huele que alimenta Esther. -Gracias, has tenido suerte de que les guste la pasta, si llego a saber que vienes te pongo pescado. -Eso, tú ejerciendo de gran anfitriona, te lo hubiese tirado a la cabeza y lo sabes. -Y yo te lo hubiese hecho recoger y lo sabes.- Sonriéndole y devolviéndole el plato lleno, Assia le tiene el suyo. -¿No ha querido venir?- Y mira de reojo a Esther, cuya mano tiembla haciendo que la cucharada que iba a servir quede vacía, intenta disimular volviéndola a llenar como si nada, pero lo cierto es que su corazón ha dado un salto tan grande que ahora late agitado contra su pecho. -Pues supongo que estará preparándose para el discurso que te va a soltar por no haber dado señales en tres días.- Responde de pasada Vilches llevándose una cuchara a la boca.- Esto esta riquísimo, en serio. Pasan la cena hablando del curso y de otros temas para desviar la atención, a pesar de los intentos de Assia por encauzarla hacia su madre, tanto Vilches como Esther evitan el tema, el primero por querer hablarlo a solas con Esther y la segunda por no saber si podrá contenerse delante de Assia y Marcos, y ya bastante numerito montó la primera vez que la vio. Cuando acaban de cenar, Vilches le da las llaves del coche a Marcos y les pide que esperan abajo, ambos refunfuñan pero obedecen la orden del doctor, en cuanto salen por la puerta Esther se deja caer abatida sobre un sofá y se pasa una mano por la frente, esta de los nervios, Maca esta allí, en su ciudad, a tan solo unos metros de ella y su cuerpo 319
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parece reconocer esa cercanía, empezando a tener vida propia, alterado e inquieto, no dejándola en paz. -Estaba preocupada por Assia…- Susurra Vilches al verla así. -Lo imagino… no sabía que llevaba tres días sin hablar con ella, yo hubiese hecho lo mismo, subirme al primer avión hacia aquí.- Mirando los restos de la cena sobre la mesa. -¿Estás bien? Cruz me va a matar por no haberte avisado pero es que pensaba que se me iba a resistir un poco y no ha sido así.- Sentándose enfrente de Esther.- En el primer intento ha accedido. -Eso es que estaba que se subía por las paredes por Assia…- Susurra mirándole con un cumulo de emociones tras sus ojos.- ¿Cómo esta? -Enfadada, echando espumarajos por la boca en cuanto vea a su hija y… asustada, esta acojonada Esther. -¿Cree que le he contado cosas a Assia? -Ni idea, supongo.- ite Vilches sin mirarla. -No lo he hecho. Rodolfo.- Él la mira.- No lo he hecho, le he contado algunas cosas de ella y yo… pero no le he dicho nada del caso, nada, lo que sepa lo sabrá por lo que ha ido buscando, que me consta que ha estado buscando, pero no he hecho nada.- Vilches pasea la mirada por allí y descubre sobre la mesita un libro que acapara su atención. -¿Lo ha visto? -Sí… pero no lo ha leído, cada vez que viene lo coge, y aunque no sabría negarle nada, no sé si debería leerlo sin haber hablado antes con su madre, a mi ese libro me abrió un mundo desconocido, ese mundo que había dentro de Maca, no sé si está preparada para saber por todo lo que pasó, no sé si es algo que debería saber. -Maca cree que no, ya sabes, dice que es algo del pasado y que no quiere que su hija sepa cuanto sufrió, creo que tal vez teme que la 320
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compadezca, o que sufra por ella o…. yo que sé, ha estado tan nerviosa con todo esto que casi no hemos hablado del tema. -¿Nerviosa por venir?- Se sorprende Esther. -Mira, sé que crees que ella te olvidó hace mucho, pero tú eres la única que la deja así, en ese estado de nerviosismo puro, eres la única que le hace ver que no tiene el control sobre todo lo que la rodea, y ya sabes que creo que eso es bueno, que le viene bien, tú nunca me has creído… pero es cierto, después de tanto tiempo, eres la única persona que vuelve su mundo patas arriba, no lo consigo ni yo metiéndome con ella, imagínate.- Vilches mira con cariño a Esther y ésta asiente suspirando.Quizás deberías acompañarnos a ese hotel ¿no crees? -No.- Negando y mirando hacia otro lado.- Fue ella la que me apartó… yo he seguido adelante y ella también, somos diferentes a las personas que se conocieron en Madrid, ha llovido mucho Rodolfo. -Hay rastros que ni el diluvio universal puede borrar. Se miran durante unos segundos y Esther cierra los ojos cansada, durante todo ese tiempo, sobre todo al principio, deseó con todas sus ganas que eso pasase, que Maca estuviese allí, en su ciudad, y le explicase porque lo hizo, que tuviese el valor de afrontarlo y de contárselo a ella, no a Vilches, ni a un trozo de papel, a ella, con el tiempo, ese deseo fue silenciándose, cansándose de si mismo, y aunque ciertamente, al ver a Assia, al saber que Maca esta allí, su corazón vuelve a latir como si no hubiesen pasado nueve años desde que abandonó Madrid, si no apenas un instante, no sabe si eso llevará a alguna parte, en ese tiempo lejos de ella ha descubierto una cosa, no podría volver a compartir nada con ella, porque en el fondo, de hecho, nunca llegó a compartir nada con ella, Esther sí, pero Maca… Maca jamás compartió lo que sentía por ella, y por mucho que sintió o pueda llegar a seguir sintiendo, sabe que no funcionaría, que volverían a destrozarse la una a la otra como hicieron, sería repetir la misma historia. -Ha cambiado.- Susurra Vilches poniéndose en pie.- Igual que tú, no sería lo mismo.- Cogiendo su chaqueta y saliendo del piso, sabiendo que ésta 321
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actuando como jamás lo haría, como un puñetero celestino, pero es que esas dos mujeres locas se le ganaron el primer día, y ahora, nada le gustaría más que poder reunirse con ellas en la misma habitación y que le dijesen gruñón al unísono, niega con la cabeza cuando sube al ascensor, la maldita crisis de los cincuenta le esta ablandando. Assia golpea suavemente la puerta de la habitación que Vilches le señala con gesto serio, enseguida se escucha la voz de Maca diciéndole que pase, la chica abre lentamente y antes de entrar echa una mirada a Marcos y Rodolfo, el primero le hace una señal con el dedo para darle ánimos y el segundo desaparece rumbo a su habitación, Assia cierra y mira alrededor, desde luego, esa habitación es mucho más lujosa que la suya, pero evita el comentario y busca con la mirada a su madre, más allá de la pequeña zona de recibidor, distingue unos sofás puesto de cara a las grandes ventanas, separados del resto de zonas por unos cristales blanquecinos, a través de ellos, ve la figura de su madre, sentada en su silla y contemplando la oscuridad que hay al otro lado de la ventana, solo hay un par de lámparas encendidas, que reflejan tonos amarillentos aquí y allá. -Puedes venir aquí, no voy a morderte, aunque debería.- Assia respira tranquila, ha escuchado muchos tonos de voz de su madre y ese no es el previo a acabar castigada durante un mes en su habitación, se acerca y se sienta en un sofá, por detrás de Maca, ésta gira la silla para mirar a su hija.- Ni un beso, ni un abrazo, encima…- Suspira mirándola y dibujando una pequeña sonrisa. -Mami.- Assia enseguida se abraza a ella y se sienta en su regazo como siempre, rodeándola por el cuello y repartiendo varios besos por sus mejillas. -Tampoco me hagas la pelota que sigo enfada contigo ¿Tú ves normal lo que has hecho?- Su hija mira al suelo y Maca permanece en silencio, observándola atentamente. -Es que… -Es que nada, me has tenido tres días sin saber nada de ti, si no fuese porque sabía por Toni y María que estabais bien hubiese enviado a los 322
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GEO a buscarte, pero claro, la niña estaba demasiado ocupada para devolverle las llamadas a su madre ¿No? -Es que cuando me llamabas no podía cogerlo y luego se me olvidaba y… -Assia Ayelén te conozco perfectamente, así que ni intentes mentirme.Assia se levanta y se pone de pie frente a su madre. -¿Qué querías que hiciera?- Alzando las manos a la defensiva, su madre levanta un dedo y la señala acusadora, enseguida baja las manos y las mete en sus bolsillos, cambiando esa actitud que ha tomado por unos segundos.- Mama, necesitaba que vinieras y si te lo pedía ibas a decir que no y yo… -Deberías haberlo probado, no era difícil Assia, joder, solo era decirme ¿Puedes venir a verme? Y ya está. -Me hubieses dicho que no. -No lo sabes, y no lo sabes porque no lo has hecho, siempre me estás diciendo que te trate como una adulta.- Empezando a alzar el tono de voz.- Y no creo que hacer caso omiso de mis llamados para conseguir lo que quieres sea comportarse como una adulta, de hecho, debería hacerte maleta y llevarte de vuelta a casa ahora mismo, obviamente no estás preparada para ser adulta, por lo tanto, tampoco para este curso. -Sí que estoy preparada, aunque tu no seas capaz de verlo, mama, no soy una cría, si, lo reconozco, podría haber hecho esto de otra forma, mucho más adulta o racional o lo que quieras, pero es que esta era la única forma posible para que vinieses, te hubieses cerrado en banda en el acto, siempre que se habla de tu pasado lo haces ¿Por qué iba a pensar que sería diferente?- Le recrimina su hija, y aunque Maca sabe que lleva razón, no está dispuesta a dársela y echar su brazo a torcer. -Eso es algo que nunca sabremos, quizás había más opciones, peor como siempre, tú te sales con la tuya y todos tan contentos ¿No?
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-¡No es eso mama!- Dejándose caer en el sofá.- Quería hablarlo contigo, quería que fueses tú quien me contase las cosas y no Esther, aunque parece que ella está mucho más dispuesta a hablar conmigo que mi propia madre.- Maca recibe esas palabras como si fuesen cuchilladas, se remueve inquieta en la silla y suspira profundamente. -¿Eso es lo que crees?- Pregunta con un hilo de voz, su hija niega repetidas veces con la cabeza y se arrodilla frente a ella, apoyando sus manos en las rodillas de Maca. -Sé porque lo haces mama, intentas protegerme y no ves que ya no necesito que me protejas, no así, lo que necesito es que cuando meta la pata tú estés ahí, no para recriminarme que metiese la pata sino para apoyarme, necesito que me cuentes las cosas para poder empezar a entender la vida, para poder aprender de mis errores y de los tuyos, no que me lo ocultes por miedo a que sufra, yo o tú, o las dos, mama, por mucho que te empeñes voy a sufrir, lo pasaré mal a veces, lloraré hasta que no me queden lagrimas otras, incluso puede que a veces odie la vida, y eso no lo puedes evitar, tan solo debes pensar que ésas serán las que menos, que habrá más veces que ría y ame la vida, y lo único que deberías hacer es disfrutar de las últimas y estar a mi lado con las primeras, es lo único que quiero mama…- Acariciando la mejilla de Maca.- Quiero saber quien fue, es y será mi madre, y siento si he hecho las cosas mal, lo he hecho, pero es que necesito saber como es y que siente mi madre… es simple.- Ambas se miran y Maca no puede evitar que se le escurra una lágrima que su hija enseguida detiene con su pulgar, besando su mejilla después.- Quiero que hables conmigo como nunca has hecho. -Joder…- Negando y empezando a dibujar una sonrisa. -No digas palabrotas.- Le susurra empezando a llorar con ella.- Mira lo que has hecho. -Mira lo que has hecho tú.- Riendo entre lágrimas y abrazándose a ella.¿Yo porque te he tenido que educar así, eh? -No lo podrías haber hecho de otra forma.- Sonriendo y estrechando el abrazo. 324
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Más serenas y después de que Maca vaya a buscar un pijama para dormir con ella, ambas se encuentran en la gran cama de matrimonio que preside la habitación, la escritora observa a su hija, que recostada sobre su codo la mira. -Bueno… ¿Qué quieres saber?- Consigue preguntar después de darle muchas vueltas, su hija se encoje de hombros. -Lo que quieras contarme mama, sé que es duro para ti recordar.- Maca asiente y mira al techo. -¿Qué te ha contado ella? -Pues… como os conocisteis y poco más, hemos estado pasando tiempo juntas sin más, me gusta su compañía.- Y ve como se dibuja una pequeña sonrisa en el rostro de su madre.- Ya me gustaba antes ¿No? -Sí… te ganó enseguida, la primera vez que la viste, te escondiste en mi cuello, íbamos a cenar a casa de Toni y María, de hecho, los conocí aquella noche, a Marcos también, tú hacía poco que estabas conmigo y aún eras muy tímida, cosa que has perdido con el tiempo.- Assia sonríe al notar cierta nota de orgullo en la voz de Maca.- Pero Esther llamó a Teresa para preguntarle cual era tu plato favorito, lo cocinó y lo trajo porque lo que había de cena era…- Y ríe al recordarlo.- Cocido. -¿Cocido?- Pregunta extrañada su hija. -Sí, cocido, lo que me recuerda que nunca vayas a cenar a casa de Marcos, procura que sean comidas y no cenas.- Le aconseja apoyando las manos sobre el colchón y dándose impulso para apoyar la espalda en la cabecera, su hija la imita sonriendo.- ¿Qué? -Ya te gustaba ¿Mhm? -Eh, que soy tu madre…- Dándole un cariñoso codazo. -Pero mama, cocido… tú lo odias… y para cenar encima, es el colmo de los colmos.- Riendo abiertamente y haciendo que Maca ponga los ojos en blanco. 325
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-De acuerdo, algo sentía, pero desde la primera vez que la vi. -Ajá…- Asintiendo al recordar como lo describió Esther.- Eso me lo ha contado Esther, con un brillito en los ojos, deberías haberla visto. -Ya…- Con una nube de tristeza empañando su rostro por unos instantes.- El caso es que cuando viste que te había preparado comida, y no cualquiera, si no la que más te gustaba, te echaste en sus brazos, y ya nunca más te separaste, siempre andabas jugueteando con su pelo o colgada de ella o jugando.- Assia sonríe a pesar de que no recuerda ninguno de esos momentos, su mente parece haber borrado muchas cosas que ahora considera importantes. -ME gustaría recordarlo.- Confiesa mirando a ninguna parte, nota la mano de Maca sobre su mejilla, acariciándola suavemente. -Eras muy pequeña mi vida. -Pero fue importante, para ti, para mí. -Bueno, estuvo poco tiempo, es normal que no recuerdes muchas cosas. -No recuerdo nada, mama, y nunca había visto fotos suyas, ni sabía lo importante que había sido esa mujer, joder, no sabía ni que esa mujer existía, solo recuerdo a Marta a tu lado… -Ella se quedó más tiempo. -Tú la dejaste quedarse más tiempo.- Maca mira a Assia a los ojos y asiente lentamente. -Sí, intenté remendar un error con la persona equivocada… por suerte ambas nos dimos cuenta a tiempo, ella ahora es feliz con Silvia y todo está bien entre nosotras. -¿Y Esther?
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-Esther… es mi pasado.- Suspirando hondamente.- Una parte importante y… tenía miedo de que os vierais, pero…- Intenta poner en orden el cumulo de sentimientos que tiene en su cabeza, la sacude lentamente y mira esos ojos curiosos, atrevidos e impacientes que ha visto crecer a su lado.- Me alegra que te lleves bien con ella, que estéis cómodas la una con la otra, siempre me he arrepentido de apartarla de mi lado, pero aún más de apartarla de ti, por suerte, esa cabeza tuya no te dejó recordarla… -Ella sí me recordaba… se puso… se puso a llorar en cuanto supo quién era, me abrazó como si… -Te hubiese querido, lo hizo.- Assia toma la mano de su madre entre las suyas. -Y yo a ella ¿No? -Supongo, no lo sé, eras muy pequeña, los niños quieren y desquieren con facilidad. -Pero me siento cómoda con ella, como en casa, como si aunque no la recuerde supiese que puedo confiar en ella ¿Es raro, no? -No, hija, eso es que tu cuerpo sabe que una vez ella te cuidó como yo lo hago siempre. -Cuando estabas mal…- Susurra atenta a su reacción, aunque se muere por curiosidad, no querría hacer sufrir a su madre en vano. -Sí, cuando estaba mal… cuando pasó… hija, siento no haberte contado la verdad sobre aquello, pero es que… no me veía capaz y cuando fui capaz, pensé que no tendría importancia, esperaba que jamás lo descubrieras, que jamás recordarás aquello, entonces todo era nuevo para ti y debías estar algo perdida, esperaba que esa confusión inicial no te dejase ver lo que ocurría a tu alrededor, cuándo… cuando supe que Esther estaba aquí, y que habías descubierto ese libro yo… por un momento quise venir a secuestrarte, ponerte una venda en los ojos y hacerte olvidar todo lo que hubieses descubierto aquí, de verdad. Pero… hoy, me has demostrado que mi pequeña princesa va camino de ser 327
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toda una mujer, y que tan solo puedo alegrarme de haber participado mínimamente y de haber compartido tu tiempo. -Más que mínimamente, mama, mucho más.- Besando su mejilla y mirándola sonriente.- Aunque te joda a veces… -Esa boca niña.- Sonríe Maca pasando un brazo por encima de los hombros de Assia y notando como se recuesta sobre su pecho, besa su pelo y suspira.- Gracias por haberme hecho venir… -Gracias por haber venido, mama… Empieza a despertarse, estirándose con los ojos cerrados sobre la cama, nota el cuerpo de su hija al lado y sonríe, se han pasado toda la noche hablando, Maca contándole lo que pasó, lo que sintió, abriendo su corazón por primera vez a alguien que le hubiese gustado proteger eternamente, y lo hará, la protegerá, pero tal y como le ha pedido ella, estando a su lado, apoyándola en todo lo que se proponga y dejando que sea ella misma la que tropiece y aprenda a no caerse, o a levantarse lo más rápidamente posible, abre los ojos lentamente y la observa. -¡Joder Rodolfo!- Él se incorpora sobresaltado en la cama y mira alrededor confuso. -¿Qué?- Pregunta bostezando y abriendo así su boca al máximo. -¿Desde cuándo te metes en camas ajenas? Un momento ¿Cruz sabe de esta afición tuya?- Mirándolo con los ojos entornados. -Claro…- Restregándose los ojos.- La he llamado a las cuatro de la mañana para pedirle que me deje tirarme a mi amiga minusválida, no te jode. -¿Qué me has hecho que?- Maca comprueba divertida que tiene toda su ropa.- Pues debes ser un chasco… porque ni me he enterado. -Créeme, si lo hubiese hecho de verdad, las paredes aún estarían temblando.- Bromea poniéndose de pie.
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El restaurante es uno de esos típicos de barrio, estrecho y con unas pocas mesas de madera oscura contra las paredes y un pequeño pasillo en medio, un hombre mayor atiende una mesa mientras la que debe ser su esposa se acerca rápidamente a ellos. -¿Taula per a tres?- Pregunta la señora con acento del interior, Vilches suspira y asiente con la cabeza, pero entonces ve a Marcos en una de las mesas del fondo y le señala. -Anem amb ell.- Maca lo mira sorprendida y sonríe, la anciana les llevas hasta allí y aparta enseguida un par de sillas para juntar otra mesa a la que ocupa Marcos. -Així estareu més amples. ¿Us porto la carta?- Vilches vuelve a asentir y mira como Maca se coloca en la mesa que ha acercado la señora. -Que así estaremos más amplios y que ahora trae la carta. -Que dominio Rodolfo, estoy descubriendo muchas facetas tuyas. -Me gusta sorprenderte.- El señor que estaba atendiendo una de las mesas se acerca sonriente. -Benvinguts! Meva dona encara no us ha portat la carta... aquesta dona.Ambos hombres ríen y el resto mira la escena.- Voldreu que us porti quelcom per veure? Tenim un vi de la Rioja molt bo d'oferta, així amb un toc afruitat però lleugerament agre al final, tè molt d'èxit entre els clients. Què en dieu? Us porto una ampolleta? Que sempre va bé per acompanyar el dinar, amb un bon vi… Tot es digereix millor! (Nota de la traductora: ¡Bienvenidos! Mi mujer aún no os ha traído la carta… esta mujer. ¿Querréis que os traiga algo para beber? Tenemos un vino de la Rioja muy bueno de oferta, así con un toque afrutado pero ligeramente agrio al final, tiene mucho éxito entre los clientes. ¿Qué decís? ¿Os traigo una botellita? Que siempre va bien para acompañar la comida, con un buen vino… ¡Todo se digiere mejor!) -I tant que sí. (Y tanto que sí)- Responde Vilches sonriendo.- Que va a traernos un Riojita rico, rico.- Traduce a su manera y Maca asiente mirando a su hija. 329
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-¿Qué tal ha ido? -Muy bien, he estado toda la mañana con Esther y ha sido genial, nos ha estado contando una técnica que se está probando aquí, importada de estados Unidos para la detección de huellas en los cuerpos, es increíble, la semana que viene hará una demostración in situ, tengo unas ganas de verla en acción.- Su madre asiente pensativa, con los nervios aún metidos en el cuerpo por haberla vuelto a ver y con mil ideas a cual más descabellada zumbando por su cabeza. Cuando la mujer trae la carta, lo hace acompañándola de una botella de vino tal como han quedado con Vilches, enseguida les coloca unas copas sobre la mesa, incluso a Assia y Marcos, pero Maca bromea con la mujer para que no les ponga las copas, les sirve dos refrescos y vuelve a pedir nota. -¿Y tú cuando vas a enseñarles lo que sabes Vilches?- Pregunta Marcos distraído. -La semana que viene también, así que le tendré que decir a Esther que no se luzca demasiado, no vaya a ser que yo quede mal con mi exposición.- Ríe y sirve algo de vino en ambas copas.- Eso sí, os voy a dejar estupefactos.- Mirando a Assia. -Estupefacta me dejas siempre, podríamos invitar a Esther a cenar esta noche y la convences para que no sea demasiado buena en su clase.Deja caer la chica mirando de reojo a su madre, que enseguida clava los ojos en ella atragantándose de paso con el vino. -Assia…- Le advierte Maca seria. -¿Qué? Es una vieja amiga de la familia ¿No?- Rodolfo oculta su sonrisa divertida tras su copa y mira atento a su amiga. -Por favor… no estoy preparada para… -Yo creo que sí, que lo estás, tan solo es cenar mama, creo que a ambas os iría bien, ya sabes, podrías hablar con ella y… 330
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-¿Y qué? No creo que ella quiera hablar conmigo. -Bueno, es posible, pero una vez alguien me dijo que si no intentaba las cosas jamás las lograría, y solo es cenar, y estaremos nosotros por si es muy incomodo, y mama, creo que a ella le gustará. -Hija, llevas apenas una semana aquí y ya crees lo que le puede o no gustar, no creo que sea buena idea, deja que haga su vida. -Sí, llevo una semana aquí, pero no me he separado de ella ¿Y sabes? Ella también me ha hablado de ti, y cuando lo hacía no me parecía que te odiase, así que, ya que todos queremos que venga a cenar… podrías hacer el esfuerzo ¿No? Además, no interfiero en su vida, si no viene a cenar con nosotros seguramente se encerrara en su piso a repasar notas o algún caso, le irá bien despejarse un poco… -Ahí le has dado.- Le susurra Rodolfo riendo y Marcos levanta las manos cuando Maca lo mira. -A mi me da igual, podemos cenar con ella cuando volváis a Madrid. -Puede que tenga otros planes… puede que… yo que sé…- Pero en su cabeza algo ha hecho ‘click’, y la imagen de Esther dándole un manotazo amistoso a aquél hombre hace un rato es sustituida por una de Esther en la soledad de alguna habitación repasando notas como bien ha dicho Assia. -No tiene otros planes, mama, lo sé… ¿La llamo y se lo pregunto? -No, no, no.- Responde rápidamente Maca. Pero la chica no cesa en su empeño, y a media tarde, con el parque Güell y sus edificios y esculturas sacadas de un paraíso fantástico como escenario, Assia consigue el permiso para llamar a Esther, la forense se niega en un principio, pero al saber que Maca ha aceptado que vaya acepta, necesita sacarse esa extraña sensación que lleva instalada en su corazón todo el día, necesita mirarla a los ojos y no sentir nada, y poder seguir con su vida, ese trabajo que la apasiona y que absorbe sus horas 331
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desde que acabó la carrera en la misma facultad en la que ahora da un curso especializado. Esther cuelga y mira el móvil en su mano, no sabe si ha dicho que si para borrar de su vida definitivamente a la persona que le dio sentido una vez o si quiere que le vuelva a dar sentido, y es que desde que sus ojos se han vuelto a cruzar, siente como su alma se ha divido en dos partes, la mujer que guardó los momentos a su lado en un rinconcito escondido al que nadie podía acceder, esa parte que se interesaba por cómo le iba cuando hablaba con Vilches, deseando escuchar que era feliz, la parte que parecía no conocer tiempo ni distancia, esa parte única que todo el mundo tiene y donde solo hay cabida para las personas que de una forma u otra, calaron hondo, muy hondo y que aportaron algo, que se convirtió en imprescindible, y la otra parte, la parte que se interesó por los libros forenses de Maca, la que salió adelante dejando a un lado al corazón, la forense respetada en la que se ha convertido, la siempre racional y científica, la previsible en fin, la que ha conseguido lograr unos objetivos en la vida a base de tomar las decisiones correctas o las que mejor le iban en el momento, esa parte que al ver que no podía olvidarla… simplemente la ignoró. -Esther, veinte minutos y empezamos de nuevo ¿Estás lista?- Pregunta Ana, una nueva amigo que hizo en la universidad, compañera de profesión, de noches en velas al principio, de veladas divertidas al final, la única de su presente que no estuvo en Madrid y a pesar de ello, conoce todos los detalles, todo lo que movió a Esther a volver a Barcelona, aquella ciudad de la que había huido al divorciarse de su marido. -Sí, estoy lista.- Guardando el móvil en el bolsillo trasero de su pantalón y suspirando. -¿Ocurre algo?- La forense la mira y se deja caer en una de las dos sillas que presiden la mesa de ese despacho que le han prestado para la ocasión.- Ey…- Acercándose a ella y sentándose en la otra, tomando las manos de Esther entre las suyas.- ¿Qué pasa?
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-¿Alguna vez has conocido a alguien que es capaz de mover cosas aquí dentro que nadie había logrado mover?- Pregunta señalando con una mano su pecho. -Vaya, estas filosófica… me estás asustando… -¿La has conocido?- Ana niega con la cabeza. -No, bueno, Sergio removió algo… no lo sé…- Sergio es su marido, llevan casados… una eternidad, desde que se conocieron en un buen momento y empezaron a salir con los mismos amigos, dejaron de tener propios para ser de los dos, se compraron un piso porque era un buen momento para hacerlo, se fueron a vivir a él porque ya lo estaban pagando y se casaron porque la gente les decía que ya que estaban, era tontería no hacerlo, vamos, lo que todo el mundo espera de la vida, un buen trabajo, una buena pareja, un buen piso… todo hecho… todo, menos lo único que debería ser importante, el único objetivo que deberíamos marcarnos, sentir, no por inercia, no porque es lo que toca, no por ser el momento, si no sentir, sentir tu cuerpo estremecerse, vibrar de felicidad, sentir que el mundo puede ser plano, redondo, incluso cuadrado, que gira, que se mueve y notar como lo hace no en la superficie, sino en lo más hondo de ti. Y eso, Ana no lo ha conseguido, y por eso mira extrañada a Esther, sin saber de qué habla, sin poder hacerse siquiera una ligera idea de lo que es que una mirada sea capaz de provocar en tu cuerpo un autentico caos por muy en orden que quieras que esté. -Yo sí…- Tomando aire lentamente y expulsándolo con cuidado.- Creí que no lo volvería a sentir, pero ha sido verla, ver esos ojos y… llevo tanto tiempo concentrada en mi trabajo, en la vida diaria, en levantarme cada mañana, resolver casos, pagar las facturas, hacer la compra, la colada… que… se me había olvidado que una vez me estremecía por su sola presencia, que una vez buscaba simplemente estar cerca de ella, y que cuando lo estaba, aún quería estarlo más, se me olvidó que mi corazón latía a un ritmo propio que marcaba su ir y venir… -Maca…- Susurra su nombre y asiente, siempre le ha parecido increíble, el recuerdo de esa mujer en su amiga, a pesar de lo que hizo, de echarla de su vida, sabe que Esther nunca se ha podido deshacer de ese
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fantasma y al mirarla, se da cuenta de que no ha podido porque algo como lo que debió sentir, fuese lo que fuese, no se pude borrar. -Está aquí… ha venido a ver en qué lío andaba metida su hija, Assia, te la presenté el otro día. -La chica que te arranca el orgullo.- Sonríe al recordar el pecho hinchado de Esther al decirle que la adolescente de color que rodeaba con un brazo era una futura forense que ya prometía mucho con solo quince años, y que ella, la conocía.- ¿La has visto no? -Sí, han venido al mediodía a buscar a Assia, ella y Rodolfo. -¿Vilches también está aquí? Parece una encerrona de ese viejo. -Que no te escuche llamarle viejo, pero sí… parece una encerrona… y si lo que querían era trastocar mi mundo, lo han logrado hace unas horas, si… si la hubieras visto… si…. Dios…- Escondiendo su rostro entre sus manos.- Le brillaban los ojos… y se me ha quedado mirando, y me ha recordado cuando me miró por primera vez, sentí que aquellos ojos atravesaban mi alma, y he temido que lo volviera a hacer, me ha entrado el pánico y solo me ha faltado salir corriendo, gritando como una histérica y alzando las manos en el aire. Te lo juro… me ha faltado esto…- Juntando su dedo índice y el pulgar y enseñándoselo. -Hubiese sido digno de ver, reputada forense pierde los nervios en mitad del curso intensivo y se lía a gritar y correr en círculos ante la facultad de medicina.- Bromea Ana poniendo una mano sobre la rodilla de Esther.- ¿Quieres que ahoguemos las penas esta noche? -He quedado a cenar con ellos, con Assia y Marcos, Rodolfo y… ella. -¿Quieres que te acompañe? -¿Lo harías? -Claro, si quieres que esté presente porque crees que no lo vas a resistir… lo haré.
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-Gracias, Ana. -Tranquila, para eso estamos y una cosa… nada de gritar y ponerse histérica, compórtate como la adulta que conozco ¿Eh?- Esther la mira y sonríe de medio lado. -Lo intentaré…- Ambas se levantan y empiezan a andar hacia la puerta, Ana pasa un brazo por la cintura de Esther amistosamente y mira al techo pensativa. -Va a ser interesante… esto de verte atontada por alguien, nunca lo he visto. -Porque nunca me has visto con nadie, tonta.- Ríe nerviosa y deseando por un lado que llegue la noche mientras por otro desearía subirse a cualquier avión que la llevase lejos de allí, pero es algo que siente que debe hacer, tiene la oportunidad de cambiar los últimos recuerdos que conserva a su lado, de descubrir en primera persona lo mucho que ha cambiado según Vilches, de volver a conocer a la persona que se instaló en ella una vez hace tanto y ya jamás se movió, por mucho que lo intentase. Capítulo doce: volver a empezar Se levantó como siempre, puntual para prepararle el desayuno a Assia, hacía muy poco que se había mudado a su nuevo hogar, apenas dos semanas, pero tiempo más que suficiente para adaptarse, a su nueva situación, enseguida consiguió manejar a la perfección todas aquellas ayudas que habían instalado en la casa para ella, y a aquellas alturas, Maca había podido recuperar el sabor de algo que creía olvidado, ese sabor increíble que produce algo que en realidad, no tiene sabor propio, sino el que nosotros le damos, la libertad, y aquello, sentir de nuevo ese sabor, en su boca dulce y suave, persistente, cargado de energía, la inundó hasta le punto, en el que incluso, sabiendo que aquél era su primer día con el nuevo doctor, se despertó con una gran sonrisa, dispuesta a enfrentarse al mundo. Así, acompañó a su hija Assia al colegio en el coche y pasó a buscar a Vilches, porqué su amigo el había insistido tanto en estar presente que 335
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no se pudo negar, condujo hasta el Hospital Central, en cuyas instalaciones habían quedado, la mujer de la entrada, le recordó a Teresa, y a punto estuvo de llamarla y preguntarle si tenía alguna hermana más oculta en Madrid, pero Vilches enseguida la arrastró hasta la consulta improvisada del doctor, en la sala de curas de urgencias. -Buenos días, usted debe ser la doctora Fernández.- Saludó un hombre joven y risueño, con el pelo negro alborotado, unos ojos azules que pudieron competir con los de Vilches y un halo alegre a su alrededor que agradó a Maca y asqueó a Rodolfo. -Hace mucho que no soy doctora, llámame Maca.- extendió su mano y le sonrió. -Yo me llamo Héctor, y creo que voy a tener la suerte de ser tu doctor. -Es lesbiana.- Lo miró amenazante Vilches provocando una sonrisita traviesa por parte de aquél doctor. -Eso no ha sido un problema, a no ser que seas su padre, en cuyo caso… -En cuyo caos ahora mismo sacaría a mi hija de aquí para…- Se cayó al notar la mano de Maca y una mirada recriminatoria que le echó, Vilches refunfuñó algo y se sentó en una silla, su amiga se colocó a su lado y el doctor al otro, sonriendo amable. -Me gusta saber que mis pacientes tienen quién se preocupe por ellos y quien les pueda meter caña, perdone si le he molestado.- Extendió la mano hacia Héctor y Vilches la estrechó, notando como el hombre sobrepasaba el límite de lo cordial, la soltó y miró sorprendido a Maca. -Está rodeado de doctores homosexuales.- Bromeó el doctor provocando la risa de Maca y un carraspeo por parte de Vilches. -Yo si eso… espero a fuera.- Señalando la puerta y saliendo de allí, Maca miró a aquél peculiar hombre y sonrió. -Perdona, no debo estar creándote una muy buena imagen.- Se excusó éste sonriendo. 336
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-Mejor imposible.- Le animó Maca cruzándose de brazos, aquellas sesiones, sin duda alguna, iban a ser muy interesantes, mucho más de lo que esperó en un principio cuando Marta le hizo prometer que asistiría, lo había estado retrasando y en aquél momento, se arrepintió, iba a ser divertido. -Bueno, he estado echándole un vistazo a tu caso.- tomó una actitud mucho más profesional Héctor.- Y aunque me temo que va a jugar en nuestra contra el tiempo que no has estado realizando ningún tipo de ejercicio de recuperación, creo que aún hay posibilidades de que logremos algún avance.- La miró y Maca vio en sus ojos una sinceridad aplastante, lo que en un futuro, reconocería como el momento en el que decidió que no iba a faltar a aquellas sesiones.- Pero no quiero darte falsas esperanzas, yo no voy a lograr que mañana estés ganando una medalla de oro en los cien metros lisos, eso es algo que me temo que no podrás hacer nunca. -Tampoco lo había hecho antes.- Respondió Maca sorprendiéndose a si misma por la broma. -Genial, me gusta que sepa sólo que hay, por eso, te voy a decir algo, voy a hacer todo lo que pueda para que un día, esas piernas tuyas, sean capaces de volver a sentir, por desgracia, el estímulo nervioso que va unido a los músculos está completamente destrozado, irrecuperable, pero los nervios en sí, no están demasiado dañados, con un poco de estimulación externa y mucha fuerza de voluntad por tu parte. Maca se quedó unos segundos mirándole, aquél doctor le causaba buena impresión y lo cierto era, que tal y como le había dicho Marta en todas las conversaciones que habían mantenido desde su partida, no tenía nada que perder… y según Vilches, tenía que ganar el notar sus sensuales caricias de mejor amigo enamorado de una lesbiana, Cruz apostilló comentando que lo que notaría serían las caricias de la mujer del mejor amigo. Maca sonrió. Igual que lo hizo al doctor. -Hagámoslo.
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Llegan al restaurante con cierto retraso, por lo cual, Esther ya está sentada en una mesa mirando la carta con manos temblorosas, aunque de ese detalle nadie se da cuenta, Assia y Marcos son los primeros en llegar a su lado, que la saludan con un abrazo rápido y un par de besos, Vilches se recrea un poco más en el abrazo, sabiendo que es posible que su amiga este tan de los nervios como la otra, que minutos antes estaba en la habitación del hotel probándose todas las camisas que ha traído, decantándose al final por una simple camisa blanca ceñida a su cuerpo de cuello italiano, cuando Vilches se aparta la forense puede ver a Maca, justo detrás de él, mirándola atentamente, su mundo parece dar un par de vueltas, dejándola descolocada y sonríe nerviosa sin saber cómo saludarla, si con dos besos, un abrazo o por un loco instante se le pasa plantarle un buen beso en los labios, por aquello de los viejos tiempos, Maca parecerse hallarse en la misma situación, pero por suerte para ambas aparece Ana, que estaba en el servicio. -¡Ya estamos todos! Vilches, no sabía yo de tu impuntualidad.Sonriéndole y dándole dos besos. -No ha sido culpa mía, yo siempre soy puntual, y te diría más, pero ésta se chiva a Cruz.- Señalando a la escritora, que parece hacerle un examen visual rápidamente, su mirada solo se relaja un poco al ver el anillo de casada en el dedo corazón de la mano izquierda de Maca, sonríe cuando se agacha y le da dos besos. -Soy Ana, una amiga y compañera de Esther, un placer conocerte, ya tenía ganas yo de ver a la talentosa escritora, que estos dos no dejan de deshacerse en elogios cuando Vilches viene de visita.- Señalando a sus amigos, Esther, al verse descubierta se sonroja un poco pero enseguida se le pasa. -Anda, vamos a cenar, que tengo un hambre… que me comería un caballo.- Maca se acerca a la mesa, descubriendo que su sitio queda entre Vilches y Assia, mira a ambos retándoles, sabiendo que eso no puede ser casualidad y entonces mira al frente, Esther está leyendo atentamente la carta de nuevo, prácticamente tapándose el rostro con ella y Ana se acerca para leerla juntas.
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-Este tiene buena pinta…- Comenta Ana señalando algún punto de la carta. -No está mal, ¿Fue aquello que comimos cuando vinimos Esther?- Le Pregunta Vilches con curiosidad. -Sí, aquello, solo que le han cambiado la salsa, algo más suave.- Deja ir cuando Assia se acerca para susurrar algo a maca, ésta no puede evitar desviar la vista hacia madre e hijas, que parecen mirarse retándose. -Mama… por favor…- Susurra Assia mirándola con cara de niña buena. -Ni pensarlo, no, ¿Tú te crees que porque haya gente voy hacer de madre enrollada? Ni de coña.- Dice rotunda volviendo a concentrarse en la carta. -¿Qué le has pedido ya niña?- Pregunta Vilches divertido. -Nada, que si podíamos probar algo de vino, pero me ha dicho que por aquí.- Haciendo un gesto nada simpático con el dedo. -Assia Ayelen… -Fernández Wilson.- Acaba la frase de su madre provocando las risas del resto y llevándose una merecida colleja por parte de Maca. -Assia, que vamos a acabar mal.- Responde riendo Vilches, la chica mira a Esther, como esperando que interceda por ella, pero esta desvía la mirada hacia Ana. -¿Ya tenemos todo listo para la semana que viene? -Sí, el equipo llegará mañana y haremos unas pruebas, vamos a dejarles con un palmo de narices ¿Eh, Assia? Prepárate para alucinar.Guiñándole un ojo a la chica. -Tengo unas ganas de verlo, el he explicado a estos de lo que va por encima.- Señalando con un gesto de su madre a Vilches y Maca, que
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están pidiéndole la bebida al camarero y no se han enterado, cuando el camarero termina de apuntar las bebidas y se va Esther mira a Vilches. -¿Qué te ha parecido Rodolfo? -¿El qué? -Lo que os ha explicado Assia de la técnica de identificación de huellas que hemos desarrollado. -¿La habéis desarrollado vosotros?- Pregunta sorprendido. -Sí, bueno, aquí el equipo y yo.- Pasando un brazo por los hombros de Ana y acercándola amistosamente hacia ella.- Nos costó lo nuestro. -¡Eso no lo sabía!- Exclama con iración Assia.- ¿No es increíble mama? -Sí, sí, increíble.- Responde rápidamente para que nadie se dé cuenta que se había perdido en los ojos de Esther, coge su servilleta y la lleva hasta su regazo, apretándola entre sus dedos con fuerza, esto va a ser un autentico ejercicio de autocontrol para ella. -¿Sabes Esther? Mi madre está trabajando en un nuevo libro que transcurre en Barcelona.- La forense mira a Assia con cariño asintiendo a lo que va diciendo, pero con su mente y sus sentidos enfocados un poco más a su izquierda. -¿Sí?- Mirando esta vez a Maca, que asiente dejando a un lado la servilleta estrujada, Esther observa como ha quedado y se da cuenta de que esta cena tan aparentemente normal debe estar siendo dura para ella. -Sí, de un forense que intenta resolver unos casos de asesinato en medio de la Barcelona anarquista de principios de la Guerra Civil, pero aún es un esbozo. -Interesante, quedan algunos edificios de la época, podrías echarles un ojo ya que estás de visita. 340
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-Sí, lo había pensado la verdad. Pero no sé cuanto vamos a quedarnos. -¡Lo que haga falta! Seguro que a tu editor le da igual si el dices que te estás documentando para un libro.- Sale Assia en rescate y Vilches ahoga su sonrisa traviesa en la copa de vino. La cena transcurre entre conversaciones superficiales, sin que ninguno de los presentes se atreva a sacar ningún tema demasiado sentido, no vayan a provocar la tercera guerra mundial con ello, cuando llegan los postres, Maca se excusa para ir al lavabo, Assia la acompaña y cuando esta lavándose las manos ven como se abren las puertas, Esther las mira sonriendo fugazmente y se mete en uno de los servicios, Assia hace el amago de irse cuando su madre esta secándose las manos pero esta la detiene, advirtiéndole sin palabras que no lo haga. -¿Esther? ¿Ya han venido los postres? -Sí.- Saliendo de nuevo.- Ya tienes tu helado doble de vainilla sobre la mesa.- Riendo al recordar lo que ha pedido la chica y empezando a lavarse las manos, al lado de Maca. -¡Genial! ¡Voy!- Saliendo como un huracán de allí y dejándolas solas, Maca mira el vaivén de la puerta y suspira. -Es un terremoto…- Susurra Esther secándose las manos y apoyándose en el lavamanos, mirando al suelo. -Sí, me recuerda a mí de joven.- Reconoce Maca mirándola, distingue un cierto temblor en las manos que se aferran al borde del lavamanos, y esa sensación de tensión que lleva flotando sobre la mesa desde que han coincidido al principio de la cena, se mira las manos, algo enrojecidas al lavárselas y vuelve a suspirar.- Esto es extraño ¿No? Estar aquí… conmigo…- Deja ir y de reojo distingue como Esther alza la cabeza y asiente lentamente. -Es extraño, sí… pero… no se no está dando tan mal ¿No?- Maca no puede evitar sonreír.
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-Eso díselo a mi servilleta, esta la pobre temblando de miedo por si vuelvo.- Ambas mujeres se miran y Esther siente esa conexión no palpable de las miradas que ya se han visto tantas veces, ese toque de complicidad que solo puede crearse a base de momentos cruzándose.Estaba acojonada por volverte a ver.- Y Esther coge aire sorprendida por la confesión de Maca, no le pega, no le pega al recuerdo que tiene de ella. -¿Temías que te atacase o qué?- La escritora dibuja una medio sonrisa forzada. -No, no… es que… supongo que tenía miedo de descubrir que me odiaste una vez, tenía miedo de que… lo siguieras haciendo y que ese odio no te hubiese dejado… seguir, no lo sé, estoy hecha un lío desde que hemos aterrizado, debe ser este aire catalán, nubla mis sentidos.Intentando quitarle importancia a sus palabras, sabe que Esther no está acostumbrada a escucharla hablar así, que no sabe que con el tiempo, ha ganado en eso de la comunicación emocional, aún le quedan escollos por salvar, pero ya no sé le da tan desastrosamente mal como se le dio una vez. -Debe ser… se van a enfriar los postres.- Pasando por al lado de Maca, ésta le agarra la mano evitando que avance, y ambas se quedan paralizadas por la descarga que recorre sus cuerpos desde la punta de los dedos hasta los pies, es la primera vez en ocho años que se tocan, la primera vez que esas pieles que se amaron hasta la extenuación en el pasado vuelven a sentirse, y se instala un silencio entre ambas, pero no de esos incómodos que se intentan romper con palabras banales, no, más bien de esos que podrían durar eternamente, y Maca acaricia el dorso de la mano de Esther con su pulgar, notando aquella suavidad que recuerda intacta, y Esther mira sus manos, entrelazadas después de cientos de risas y millones de lágrimas, y siente que ese es su estado natural, con esos dedos entre los suyos, rozando su piel, atravesándola y llegando muy dentro de ella. -Esther…- Susurra la escritora alzando la mirada hacia ella.- Yo…- Y ve cerrarse los ojos de la forense, con fuerza, como queriendo evitar algo, y cuando se vuelven a abrir y la miran descubre que están humedecidos,
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Maca siente una desazón cubriendo su corazón y niega abatida.- No debería haber venido, yo… -No… no digas eso.- Intentando que no salga ese remolino de emociones que se esta acumulando en su garganta.- Me ha gustado verte, me… me gusta verte bien, estás… -Y… tú… tú estás…- Y dibuja una sonrisa que a Esther se le antoja dolorosa.- Como siempre… y no sabes cuánto, cuanto he…. Deseado, todas las noches, todos los días, que fuera así.- llevando sus manos hasta su pecho, apretándolas contra él. -Las cosas me fueron bien a mi llegada…- Agachándose y mirándola a su altura, apartando su mano de entre sus dedos para acariciar su mejilla con suavidad, con la ternura de alguien que amó esa piel que toca.Puedo pedir que… que… no sé… puedo no hacer el curso, sé que has venido porque Assia estaba… aquí… conmigo… sé que no quieres que sepa algunas cosas y… yo podría…. -Tú podrías hacer lo que quisieras, Esther, si esto es duro para ti, ver a mi hija yo la cojo y me la llevo, pero ya fui yo quien tomó una vez las decisiones, quien no….- Se concentra frunciendo el ceño y respirando con fuerza.- No te deje decidir una vez… no volveré a hacerlo.- Mirándola con seriedad, y a Esther, no sabe que le provoca más locura, si el hecho de que Maca este arrepentida de su decisión, o que sea capaz de decírselo cuando antaño no lo hubiese hecho o el pequeño e insignificante detalle de su cuerpo estremeciéndose sin control al rozar su piel. -Estás muy cambiada…- Susurra y Maca nota que no lo dice como un reproche. -Bastante, soy de las que aprenden a base de cagadas… y de esas…. Hice muchas, me hicieron darme cuenta de cosas, me hicieron ser… diferente.- Y la forense sonríe con cariño. -Me gustaría descubrir cuanto has cambiado…- Con un nudo en la garganta por los nervios.
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-Y a mí… que lo hicieras…- Asintiendo y volviendo a entrelazar sus manos, volviendo a provocar ese chispazo al tocarse. -Pero…- Mirando hacia la puerta.- Este no es buen momento, porque no… yo… ¿Qué haces mañana?- Y se da cuenta de que quizás lo ha preguntado más ansiosa de lo que esperaba. -Yo… quedar contigo ¿Mhm?- Mordiéndose el labio y sonriendo después. -Claro… A media mañana Vilches está sentado en uno de los sofás con vistas al mar, con un café humeante en la mano y gesto pensativo, solo perturbado cada vez que Maca pasa a toda velocidad por detrás, camino al baño, a la habitación, de vuelta al baño, de vuelta a la habitación, él ladea la cabeza cada vez que la ve pasar y sonríe de medio lado, toma un sorbo de café y nota como el móvil le vibra en el bolsillo, al mirar la pantalla ve el nombre de su mujer. -Buenos días, Cruz.- Responde él. -Como vuelvas a irte sin llamar para decir que has llegado bien, ese figurín tuyo que tienes va a dejar su huella permanente en el sofá.- Le advierte nada más escuchar su voz. -Perdona, cariño, pero es que hemos estado muy entretenidos por aquí ¿Sabes? Muy concentrado en mi exposición y tal.- Maca pasa zumbando por detrás suyo y él se gira para verla llegar a la cama y frenar contra ella.- Y ahora vigilando que Speedy González no rompa nada de la habitación, que esto tiene que valer una pasta. -¿Está bien el hotel? -De lujo, la cría de Maca tiene gusto la cabrona, eso sí, la broma le va a salir a Dávila por un ojo de la cara.- Riendo al recordar como se la coló a Dávila planteándole aquél viaje como laboral y no personal, el tío se tragó hasta la última palabra, debe ser eso de estar rozando la jubilación, ya le da demencia senil, cosa que al doctor no le importa en
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absoluto, sobre todo si con eso consigue dos habitaciones en un hotel de lujo como ese. -Cuando vea la factura se jubila, vas a hacer que te echen. -Bueno, jubilación anticipada, no suena mal. -Calla anda, ¿Cómo esta Maca?- La susodicha vuelve a pasar por detrás, a medio camino cambia de opinión y da un giro rápido para volver a la habitación.- Pues…- Observándola atento.- No sabría decirte… creo que esta noche se ha ido de fiesta y nos la han drogado… esta… extraña… por así decirlo.- Riendo y recibiendo una mirada acusadora de Maca. -¡Dale besos a Cruz!- Grita abriendo el armario. -Eso sí, te manda besos, ¿Qué tal las cosas por allí? -Lo de siempre, abrir, cerrar, informar. ¿Habéis visto a Esther? -Y tanto, ayer estuvimos cenando con ella y Ana ¿Te acuerdas de Ana? -Sí, la amiga ésta suya. -Sí, pues fuimos con los críos a un restaurante y lo pasamos bastante bien, la verdad, de hecho…- Consulta su reloj y sonríe malicioso.- Un momento.- Separando el teléfono de su oído.- ¡Maca! ¡Diez minutos! Tic, tac, tic, tac…. -¡Que te jodan!- Es la ´única respuesta que recibe provocando una carcajada en el doctor., vuelve a colocarse el teléfono en la oreja. -Ya esta, que le tenía que recordar una cosa. -¿Qué pasa en diez minutos? -Que Esther la viene a buscar para ir a dar un paseo y no sé qué historia. Ni idea.
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-¡Rodolfo! Eso es lo primero que me tenías que haber dicho! Pásame con ella, anda, que tú no me sirves. -Será posible…- Negando con la cabeza.- ¡Maca! Cruz quiere hablar contigo.- Su amiga aparece con dos camisas en las manos. -Esta o esta.- Vilches la mira alzando las cejas. -¿Tengo cara de asesor de imagen? -Joder, Rodolfo, échame una mano, esta o esta.- Volviendo a alzarlas para que las vea mejor. -Yo que sé.- Señalando la primera que se le ocurre.- Esa mismo ¿Vas a hablar con mi mujer o no? -Luego, ahora no puedo.- Lanzando la descartada por encima de la cama y quitándose la camiseta que lleva puesta para empezar a ponerse la elegida. -Cariño, que no puede porque me está haciendo un estriptis ahora mismo, y claro, si le digo que hable con mi mujer se nos corta el rollo. -Muy gracioso, Rodolfo, muy gracioso. Llame esta noche para contarme cómo os va, y dile que entonces no se va a librar tan fácilmente de hablar conmigo. -Sí señora, esta noche te pasamos el informe de daños, ten un buen día y no dejes que Dávila te toque los… -Sí, sí, ten un buen día.- Le corta su mujer riendo.- Un beso.- Cuelga y Vilches lanza le móvil por ahí y consulta de nuevo el reloj. -¡Oh! ¡Dios!- Maca lo mira muy quieta por ese grito que ha lanzado su amigo.- ¡Solo quedan cinco minutos!- La escritora pone los ojos en blanco y sigue vistiéndose. Cinco minutos después, puntual como un reloj, en parte porque lleva media hora en el hall del hotel esperando que sean las doce, Esther 346
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llama a la puerta de la habitación, es Vilches quien abre, dedicándole un guiño e invitándola a pasar, la forense le sigue hasta la zona de los sofás y enseguida aparece Maca, Vilches, al verlas a ambas nerviosas como adolescentes decide quitar algo de tensión a la situación. -Bueno.- Señalando a Esther.- Os quiero antes de las doce aquí, nada de alcohol, nada de sexo y nada de hacer tonterías, como lleguéis dos minutos más tarde de la hora, os voy a castigar sin televisión por lo menos un mes.- Ambas mujeres le miran y ponen los ojos en blanco. -No nos esperes despierto.- Le contesta Esther acercándose hacia la puerta. Esther ayuda a Maca a subirse al coche, aparcado frente al hotel, y no puede evitar pensar que una vez, la propia Maca la alejó para que no tuviese que hacer cosas como esa, guarda la silla en el maletero y va hacia el asiento del copiloto, la escritora no pregunta en ningún momento a donde la lleva, y Esther tampoco lo dice, ambas van sumidas en sus pensamientos, la forense conduce el coche con la seguridad que da el conocer cada rincón de la ciudad, al fin y al cabo, solo pasó dos años lejos de la ciudad condal, los dos que pasó en Madrid con Maca, se aleja del mar y su brisa salitre para acercarse a las faldas de las montañas, por la larga calle Marina, hasta llegar al Parc Güell , por detrás, se dibujan las montañas donde Barcelona parece querer trepar por ellas y cubrirlas con sus calles, sus casas, su gente y su actividad constante sea la hora que sea, deja el coche ante la entrada principal del parque y ayuda a Maca a bajar. -¿Es aquí?- Pregunta ella mirando la gran puerta de hierro abierta, tras la que se esconde una de las atracciones más importantes de la ciudad, Esther asiente y observa a la escritora avanzar hacia la puerta, enseguida la sigue, desenado que a Maca le guste la visita, si bien sabe que en sillas de ruedas hay muchas zonas que desgraciadamente no podrán acceder, al menos las más importantes, podrán verlas sin demasiadas dificultades. Entran junto al resto de personas que han aprovechado el buen día que hace para ir a pasear entre las esculturas de Gaudí, Maca observa la gran escalinata que lleva a la plaza central, dividida en dos partes, la 347
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inferior, la Sala hipóstila, llena de elegantes columnas que sostienen el peso de la superior, la gran Plaza Central. En la escalinata, uno de los símbolos de Gaudí, les parece saludar el Dragón, aunque se parece más a una salamandra que a un dragón, con su cuerpo revestido de ‘trencadís’ multicolor (Nota de la autora: Trencadís viene de trencar, romper en castellano, y se refiere a trozos de cerámica en este caso de colores que forman un mosaico) parece retar a los muchos que le han causado desperfectos a lo largo de la historia, con la cabeza alzada, mirando hacia la entrada principal, como si estuviese esperando o vigilando algo que viniese de la ciudad. -Es muy bonito…- Susurra Maca cuando llegan a la Sala hipóstila, mirando hacia el techo cubierto de trencadís blanco, combinado con iconos de vivos colores que forman soles, estrellas y otras figuras, perdiéndose entre las columnas que sostienen la plaza, donde más tarde, Esther se sienta en uno de los bancos que forman el perímetro de la plaza, un balcón sobre la ciudad condal, desde el que incluso se puede ver el mar a lo lejos, entre los edificios barceloneses. -Me gustaba venir aquí a ver las vistas, de siempre.- Señalando hacia la ciudad.- Sé que hay mejores, pero desde aquí tienen un algo especial, rodeada de estos edificios… no sé…- Se encoje de hombros girándose para mirar a Maca, frente a ella, con una dulce sonrisa en los labios. -Es precioso… gracias por traerme. -Bueno, pensé que ya que este era mi refugio podríamos hablar aquí, cuando volví de Madrid, me pasaba horas sentada mirándolo todo, el guardia ya me saludaba por mi nombre y todo.- Recuerda con un cierto toque de tristeza y Maca siente ese nudo aferrarse de nuevo a su garganta, como cada vez que recuerda lo que hizo, cuanto llegó a equivocarse en tan solo unos meses. -Esther… yo… lo siento.- Mirándola fijamente, queriendo traspasar con su mirada lo que su garganta no es capaz de decir, queriendo decirle a través de sus ojos hasta que punto le ha llegado a doler haberla apartado, hasta qué punto se ha odiado a sí misma por lo que hizo, todo el daño que provocó por su forma de hacer las cosas, por esa actitud
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independiente de yo puedo con todo que tenía, con ese negar la necesidad de tener a alguien con quien compartirlo todo. -Lo sé… creo que lo sabía entonces, pero… yo tampoco fui demasiado valiente en esto, debería haber insistido más, no debería haberme rendido para volver aquí con el rabo entre las piernas y lamiéndome las heridas, debí luchar por ti. -No te di opciones a que lo hicieras.- Susurrándolo y notando el sabor amargo de sus palabras en la boca. -Entonces debí luchas por qué me las dieras. -No lo habrías conseguido, yo era… cabezota, y pensaba realmente que estaba haciendo lo correcto, estaba totalmente convencida de ello, no quería que tu vida girase entorno a cuidar a una minusválida postrada en una silla de ruedas, pensé que sería demasiado duro, y ya que yo no tenía opción y debía asimilarlo y seguir adelante, pensé que no tenía derecho a obligarte a estar a mi lado. -Pero si que lo tenías a obligarme a irme ¿No?- Y desvía la mirada porque sabe que en esos momentos Maca solo podría ver dureza en sus ojos, y no quiere ser dura con ella, no después de tanto tiempo, no con las heridas cicatrizadas, aunque mal, ya es tarde para todo lo que se puedan decir, tan solo lograrían echarse en cara cosas, y seguir despertándose cada día recordando aquello, cosa que Esther al menos, no quiere recordar, sí, formó parte de su vida, en cierta forma la marcó y siempre será parte de la persona en la que se ha convertido, pero le gustaría que llegasen a ese punto en el que las heridas están… pero ya no duelen. -Fui egoísta.. y… me costó darme cuenta de cuánto lo había sido, no tenía derecho a decidir que querías o que no querías hacer, por mucho que lo tratase de justificar, cada una debía tomar sus decisiones, yo tomé las mías peor no respeté que lo hicieras tú, Esther, y durante mucho tiempo, seguí empecinada en que era lo mejor, a veces aún lo pienso, pero… un día, escribiendo para mi terapia, empecé a darme cuenta de cuánto la había cagado.
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-Pozo sin fondo.- Recordando el libro que descansa sobre la estantería de su sala de estar, ese que llamó la atención de Assia la primera vez que fue a casa.- Vilches me lo envió.- Y Maca sonríe con cariño al pensar en la de cosas sentimentales que ha llegado a hacer su amigo por ella, cuando es algo que obvio, no le pega para nada. Después de permanecer un rato allí, en aquel parque, con la intención clara, no de olvidar lo que pasó entre la Maca forense y la Esther auxiliar, sino de descubrir a la Maca escritora y a la Esther forense, ambas vuelven al coche, la forense conoce un buen sitio donde comer algo y recuerda que cerca de allí, hay un edificio que sufrió en su propios cimientos, como otros muchos de Barcelona y otras ciudades, la Guerra Civil, en el caso de la ciudad condal, cuando ésta se hallaba tomada por los anarquistas, antes de que la dictadura se ciñera como un manto negro sobre el país. Aparca el coche cerca de allí, en un parquin público desde el que salen a la calle, Maca pregunta un par de veces hacia donde van, pero Esther se limita a sonreír y guiarla por una ancha calle, cuando ve que están a la altura adecuada, cruza y se interna por una pequeña calle, al fondo, entre los edificios modernos, destaca un gran muro de piedra que parece abarcar más allá de esa calle, Maca lo observa intentando descifrar a donde la lleva Esther, pero aparte de parecer una gran fábrica industrial desde el lateral, no sabe decir que más puede ser. -¿Me vas a llevar a comer a una fábrica?- Pregunta extrañada cuando llegan bajo el muro, Maca observa hacia un lado y el otro, y distingue en uno de los extremos dos torres octagonales que apuntan al cielo, se da cuenta de que es una iglesia, una gran mole que parece hallarse incrustada en aquél lugar, rodeada de edificios y callejuelas estrechas que parecen amenazar con comérsela. -No, te voy a llevar a otro sitio, algo más arriba, pero me he acordado de Santa María, es muy anterior a la época en la que quieres situar tu libro, pero tiene una particular heredada desde entonces. -¿De la Barcelona anarquista?- Pregunta mientras se dirigen paralelas a la gran pared, hacia el extremo oeste del edificio.
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-Sí, como sabrás, en los tres años que los anarquistas tomaron el poder de Catalunya y sobre todo de la capital, se provocaron muchos incendios en iglesias y templos católicos, Santa María, a pesar de su pasado algo humilde, no se libró de la quema, los cuadros, las telas, el coro, se convirtieron en cenizas, solo quedó la piedra.- Pasando una mano pro el muro al decirlo.- Muchos vienen por aquél libro que se escribió hace años, vienen a contemplar la Catedral del Mar, algunos… salen decepcionados, esperan encontrarse con piedras de metros de alzada, las que cargaban los bastaixos, otros, se quedan irados, por la sencillez, por su abertura, en parte gracias a que se quemó el coro, desde la puerta, se puede observar toda la nave central, sus columnas alzándose hacia el cielo, es un gran espacio vacío, simple, sin recargas, es… precioso…- Añade cuando llegan a una pequeña plaza y pueden observar la fachada principal de la Catedral, las dos torres con forma octagonal a los lados, el rosetón sobre el gran arco gótico que enmarca la fuerte puerta de madera. -Sigue pareciendo una fábrica ¿Mhm? Con fachada bonita, pero una fábrica.- Esther ríe por el comentario. -Bueno, es un reflejo del gótico catalán de aquél siglo, le daban mucha importancia a las líneas rectas, en su época debía ser impresionante, esta gran mole en medio del barrio de los pescadores, porque antes, se veía el mar desde aquí, ahora tan solo se puede imaginar tras la ciudad, una gran iglesias compacta y robusta contra los vientos marinos, resistiendo y ofreciéndoles resistencia. -Veo que te gusta, no sabía que te gustase tanto la historia…- Susurra algo sorprendida por esa faceta de Esther. -Bueno, supongo que me empecé a interesar cuando tuve varios casos en enclaves históricos, me encontré pruebas que me llamaban la atención y decidí investigar un poco, al final, creo que ambas cosas han ido unidas, es una forma de poder determinar con facilidad de donde vienen los restos que se pueden encontrar en un cadáver. -Vaya, con razón te has convertido en una gran forense.- Le sonríe Maca y Esther siente un ligero vuelvo por el cumplido, a pesar de que es algo
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que le dicen muchas veces, escucharlo de ella, la persona que le metió en todo ese mundo junto con Toni, le hace sentirlo un poco más verídico. -Bueno, no tan grande… -Pues a mi hija la tiene loca.- Riendo. -Sí, pero eso es porque creo que ira a todos los forenses, lo debe llevar en la sangre. -Pues como no sea por Rodolfo, yo intenté que no se hiciera forense, pero ya ves, con quince años ya es toda una erudita del tema. -¿No querías que fuese forense por lo que pasó?- Maca asiente cuando Esther la ayuda a subir por la pequeña rampa de madera instalada en los escalones de la iglesia. -Sí, no me hacía gracia… sigue sin hacerme.- ite cuando cruzan la puerta y Esther se detiene junto a ella, irando las grandes columnas a los laterales, que al llegar a lo alto, parecen un gran árbol cuyas ramas sostienen el techo, a Maca se le viene a la cabeza una gran gruta de piedra labrada, los susurros de los visitantes resuenan por el gran espacio produciendo leves ecos, un suave murmullo musical que las acompaña por el recorrido del pasillo lateral, hasta llegar a las vidrieras del fondo. -Debía ser impresionante cuando el sol entraba por ahí.- Susurra Maca irando los mosaicos multicolores que decoran las aberturas. -Sí, debía serlo… no deberías tener miedo de lo que le puedo pasar a Assia, quiero decir, que es normal que te preocupes por ella, pero no deberías ponerle pegas por algo que te pasó a ti. -Lo sé, eso mismo me ha repetido mil veces ella.- Sonriendo ligeramente.- Pero me sale la vena madre coraje y no veas, no hay quién me aguante.- Ambas ríen flojito para que no les llamen la atención y ladean el otro lado de la nave para salir a la plaza, Esther la lleva por la calle que se abre a la derecha, hasta otra pequeña plaza donde hay un
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par de bares y algún restaurante, se dirige directa a un vasco que hace esquina. -Tiene madera, en el curso ha soltado algún comentario que ha dejado perplejos a la mitad de doctores del auditorio, mucho potencial y se le ve en los ojos que disfruta con su trabajo, como hacías tú. -Sí, aún lo hago a veces ¿eh? Me costó pero Rodolfo no dio su brazo a torcer, no ha dejado nunca que me aleje de mi primera vocación, supongo que por eso en la segunda sigo siendo forense en cierta forma. Aunque supongo que de todo eso ya te ha hablado. -Sí.- ite sonriendo y mirando el mostrador lleno de montaditos, le señala unos cuantos al camarero, que los trae risueño saludándola por su nombre.- ¿Qué vas a querer tú?- Exclama al recibir el plato lleno a rebosar y pidiendo una clara para acompañarlos, Maca la mira divertida. -Eres una glotona.- Esther le da un leve manotazo en el brazo.- Lo mismo que tú, va, haremos cata de montaditos. -Ya la has oído.- Guiñándole un ojo al camarero, que enseguida prepara el pedido y se lo lleva hasta una de las cuatro mesas que hay en el pequeño local, Esther le parta la silla a Maca para que pueda poner la suya y se sienta frente a ella, calibrando con la mirada cual va a ser su siguiente víctima del plato. -Me encanta esa cara de disfrute total que pones. -La comida es un placer, y la buena… aún más.- Cogiendo uno de tortilla de patata cubierta de queso fundido sobre una tostada.- Mhmhmhm…No puede evita entornar los ojos haciendo reír a Maca.- Te ríes de mí, muy bonito. -No, no.- alzando las manos en gesto inocente.- Ya no me río.Sonriéndole y cogiendo uno de los montaditos. Durante la comida, parece que se transportan en el tiempo, cuando se conocieron y surgió esa chispa entre ellas, gastándose bromas la una a la otra, Maca por primera vez se siente a gusto, sin esa desazón en el 353
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cuerpo por lo que hizo, con esas ganas renovadas de que sigan pasando los días, con esa excitación nerviosa que se adueña de los cuerpos cuando creen que quizás mañana vaya a ser un día más soleado, más radiante y lleno de vida que el anterior, y deseando a partes iguales que el tiempo se detenga tanto como que pase y amanezca de nuevo. Esther deja en el hotel a Maca, parando el coche en la zona de visitas, frente a la entrada y ayudándola a bajarse y sentarse en la silla. -¿No vas a subir? Le tenemos que pasar el parte a Rodolfo.- Esther sonríe y mira hacia las puertas encogiéndose de hombros. -Creo que no es buena idea, el parte se lo puedes pasar tú, seguro que os echáis unas risas picándoos. -No va a comerte, lo ataré.- Guiñándole un ojo divertida. -En serio, prefiero… prefiero no subir, demasiadas emociones por un día, creo que he llegado a mi cupo.- Maca asiente sabiendo que quizás tenga razón y lo mejor sea despedirse allí mismo. -Claro, nos vemos ¿Mhm? -Sí, ¿Vendrás a la exposición de Rodolfo? -Qué remedio, ya que me ha traído hasta aquí, me tragare el discursito que tenga preparado, si es que ha preparado algo.- Exclama divertida al pensar en que aparte de hacer de celestino, su amigo no es que haya hecho mucho más esos días. -Nos veremos allí entonces.- Esther se agacha y deja un beso en la mejilla de la escritora, que la ve subirse el coche e internarse en el tráfico de la ciudad, se lleva su mano a la mejilla, con esa mezcla extraña de quien esperaba más y ha recibido menos, pero a la vez alegre de que al menos, haya recibido algo, suspira y ve al mozo abriéndole la puerta, va hacia los ascensores, peor a medio camino cambia de idea, arriba solo le esperan las preguntas del viejo gruñón, y lo cierto es que necesita calmar un poco su corazón antes de subir, así
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que se va hacia la zona de la piscina, que ofrece vistas del mar y se acerca a la barandilla. Ve la gente pasear por la playa y algunos atrevidos meterse en el agua, que debe estar congelada, y se imagina a Esther volviendo a casa en su coche, y piensa en el extraño día que ha tenido, por un lado, se ha librado de todas las palabras que cayó en su momento, dejando de sentir ese arrepentimiento en su pecho cada vez que escuchaba su nombre, por otro, algo nuevo o que había permanecido dormido durante todo ese tiempo, lo mismo que empezó a desperezarse de su largo letargo cuando la vio salir de la Facultad de Medicina ayer, crece en su interior, sabe lo que se le ha pasado por la cabeza cuando Esther se ha agachado a despedirse, dos centímetros más a la derecha y… no va a ser fácil, esa Esther que se ha dejado entrever hoy es mucho más decidida y segura que la que conoció antaño, y parece no estar dispuesta a estar con ella, al menos, mientras la siga mirando como a la Maca forense, pero sonríe al cielo despejado, si ella le deja, va a dejar que la conozca, tal como es ahora, sin murallas, ni obstáculos ni palabras ni sentimientos guardados bajo llave, y quizás… solo quizás… Esther olvide todo lo malo que le dio en el pasado y vea que esta vez sí, ahora sí, se ve capaz de hacerla feliz, como nunca nadie ha hecho y su corazón empieza a latir con fuerza en su pecho, la vida le ha dado una segunda oportunidad a pesar de no estar segura de merecerla, pero aunque no fuese así, aunque no la mereciese en absoluto, va a hacer todo lo posible por aprovecharla, por ganarse a Esther de nuevo, por ser la persona que reciba sus sonrisas, sus caricias y el brillo de sus ojos, aunque cueste, aunque vaya a desear volver a casa cientos de veces, esta vez… Maca no se va a rendir. Mañana, empieza la reconquista. Por su parte, Esther entra en su piso y deja las llaves sobre el recibidor, ve que hay algún mensaje en el contestador, pero decide dejarlo para más tarde, va hacia la sala de estar y se deja caer en el sofá agotada, el tener que controlar sus impulsos durante todo el día le ha dejado exhausta, ya ni sabe cuántas veces ha deseado coger su mano mientras hablaban, o ponerla en su espalda acariciándola, o sin más besar sus labios, y se siente indefensa, después de ocho años de ser fuerte y decidida nota como Maca saca esa parte débil de ella, pero no se quiere dejar convencer, no quiere dejarse arrastrar de nuevo a lo mismo, por mucho que le digan que haya cambiado, que se lo haya demostrado 355
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brevemente, la sola idea de que pueda seguir siendo en el centro de ella la persona que en cuanto tiene un problema se encierra en sí misma, aparta al mundo de malas formas y se lame las heridas en soledad, la sola idea de volver a quedársela mirando estrujándose la cabeza por lo que estará pensando o sintiendo, esa sola idea, basta para que cree un muro para protegerse de Maca, de su amor y de todo lo que puedo provocar en ella, y le entran ganas de llamarla y decirle que no, que no quiere volver a verla, pero la suerte cuando se habla con uno mismo, es que no te puedes engañar nunca, se puede intentar, sí, pero es algo absurdo, y Esther sabe que hay una parte de ella que correría hasta el hotel de Maca para probar esos labios una vez más. Al día siguiente, Maca le da una generosa propina al taxista que la ha llevado hasta allí, que sonriente le ha ayudado a bajar y subir y ha estado en todo momento pendiente de ella, contándole de paso, su apasionante vida como sureño, a la que para ser sinceros, la escritora solo ha escuchado porque la idea de tirarse del taxi estando este en marcha y encima dejando su preciado equipaje en el maletero, no la ha convencido demasiado, que si no, otro gallo hubiese cantado. Se coloca la bolsa con comida sobre el regazo y avanza hacia la puerta, un estudiante con pintas de llevar haciendo la misma carrera diez años le abre la puerta caballeroso, eso sí, echándole una mirada de arriba abajo, y mientras cruza la puerta, se le pasa que quizás se ha arreglado demasiado, niega con la cabeza y pregunta al primero que se cruza con ella, cuando ya sabe a dónde debe dirigirse, lo hace sin titubear, frente a la puerta del despacho, Maca coge aire con fuerza y golpea suavemente la madera, al otro lado escucha movimiento, y es Ana, la amiga de Esther, quién abre la puerta. -¡Hola Maca! ¡Qué alegría verte!- Echando una mirada divertida a Esther, que prácticamente se oculta el rostro con los papeles que estaba leyendo.- Pasa, pasa, mujer.- Abriendo más la puerta y dejándole ver que en el pequeño despacho, solo están Ana y Esther, perfecto.- ¿Qué te trae por aquí? -Bueno, quería comer con Assia, pero se ve que se me ha escapado… y he pensado, a ver si están Esther o Ana para hacerme compañía, yo pongo la comida.- Mostrando una de sus mejores sonrisas y provocando 356
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que Esther no pueda apartar la mirada de ella, al menos hasta que Ana no le da un codazo, de nuevo, la forense ha tenido ganas de levantarse y echar a su amiga a patadas de allí para poder disfrutar de esa sonrisa a solas, un nuevo golpe de debilidad por su parte, debe empezar a controlarse más rigurosamente si no quiere volverse a equivocar de una forma tan enorme como la otra vez. -Pues… yo iba a comer a casa.- Esther la fulmina con la mirada.- Pero ya que nos traes comida y todo ¿Te parece que vayamos afuera? Hace un día genial. -Claro Ana ¿Tú qué dices Esther’ ¿Te apuntas? -Claro que se apunta.- Responde su amiga por ella, la forense sonríe a Maca y asiente, levantándose para coger su bolso y salir de allí. Las tres mujeres salen al exterior y buscan algún banco en el que Esther y Ana puedan sentarse, Maca se coloca frente a ellas y abre la bolsa, haciendo bromas sobre el posible contenido de ésta, y sorprendiéndolas al sacar una caja de pizza y tres latas de refresco, Ana sonríe traviesa al ver los refrescos. -Tres latas ¿Eh? -Bueno, es por si nos apetecía otra con la pizza.- Pero no suena nada creíble y lo sabe.- Vale, me apetecía comer con vosotras, Rodolfo se ha ido a comprar no sé qué cosa para su exposición y Assia con Marcos, así que la alternativa era quedarme encerrada en el hotel…- Poniendo cara de circunstancia y provocando la risa de Ana y una pequeña sonrisa de Esther. -Somos mejores que un hotel de cinco estrellas, nena.- Dándole un golpecito a Esther. -Mucho mejores, sin duda, espero que os guste.- Abriendo la caja.- Como no sabía que os gustaba, os he traído de jamón dulce y queso, que le gusta a todo el mundo, para la próxima, me apunto vuestras favoritas.
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-A mi esta me vale a Esther… de cuatro quesos, que la niña nos ha salido lechera. Empiezan a comer, Ana le pone al día a Maca del curso y de lo que tienen pensado hacer para la presentación de su técnica, la escritora se muestra sorprendida por la iniciativa de ambas, arriesgada en un circulo tan serio como el de la medicina forense, pero que seguramente arrancará aún más ganas de dedicarse a ello en su hija. -Joder, se lo vais a poner difícil al gruñón, al final le tendré que echar una mano.- Ríe Maca cuando Ana acaba de ponerla al día, sin dejar de notar las disimuladas miradas que Esther le lanza entre bocado y bocado. -Nada de eso, que es la competencia.- Sentencia Ana dando un trago a su lata.- Dios, con cuarenta años y comiendo pizza y bebiendo de una lata… como se entere mi marido ya tenemos cenas para lo que queda de vida. Es que siempre me meto con él porque le encanta la comida basura… nunca le he dicho que se lo prohíbo peor que yo me doy mis buenos atracones cuando me vienen en gana.- Las tres mujeres ríen al imaginarse al pobre marido, en casa, con el teléfono en la mano y una tarjeta de una pizzería en la otra y repitiéndose a sí mismo, Ana, Ana, Ana. -No seas mala, deberías llevarle un trozo.- La ánima Esther riendo. -Sí, mira.- Ana coge uno y se lo lleva a la boca gimiendo de placer al morderlo, Esther y Maca la observan y cruzan una mirada cómplice antes de estallar en una carcajada. De repente para y se lleva una mano al bolsillo, sacando el móvil.- Hablando del rey de Roma.- Susurra divertida levantándose y alejándose unos metros para tener algo de intimidad, ambas mujeres la observan, aunque más rato Esther, que no parece darse cuenta de que prácticamente desde que Ana se ha parado a hablar lejos de ellas, Maca tiene puesta la vista en ella, observando ese mechón rebelde de pelo que cuelga del flequillo de Esther, tapándole la mejilla y el color dorado que toman sus cabellos con la luz del sol.
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-Es buena mujer, y divertida.- Capta la atención de la auxiliar Maca, Esther enseguida se sonroja al notar la mirada penetrante de ésta sobre ella. -Sí, me ha arrancado más de una carcajada cuando me hacía falta y se lleva genial con todo el mundo, a tu hija la tiene ganada, yo para mí que se le ha ocurrido esa presentación para nuestra técnica solo para sorprender a Assia. -La sorprenderéis sin duda, de hecho, casi te iba a pedir que no lo hicieras, que después de esto, a ver cómo le quito yo la idea de ser forense de la cabeza.- Exclama divertida y distrayéndose de nuevo con el mechón de pelo que parece llamarle a gritos en su suave balanceo cada vez que Esther mueve la cabeza. -Pues lo siento, pero van a ganar mis ganas de sorprenderla.- ite ella sonriente.- Después de esto, me la gano completamente. -¿Te la estás intentando ganar?- Esther niega con la cabeza graciosamente y Maca alza un momento la mano, tentada, pero la vuelve a colocar sobre el reposabrazos de la silla. -Solo me gusta verla con ese brillito ilusionado y curioso en los ojos, lo echaba en falta, así que me lo tengo que currar para verlo mucho en estos tres meses, que luego vuelve a casa contigo y ya no la veré. -No digas eso, la verás siempre que quieras, de hecho, puede que algún día trabajéis codo con codo. -Eso me gustaría.- Sonriendo al imaginarlo y haciendo ese gesto tan suyo, de entrecerrar los ojos al reír. -Tengo ganas de hacer algo.- Mirándola y acercándose un poco.- No te muevas ¿Mhm?. Maca lleva su mano hasta la mejilla de Esther, donde deja una caricia a medida que coloca el mechón de pelo tras la oreja de la forense, estremeciéndola con el o y provocando que ambas se pierdan en la mirada de la otra, permanecen unos instantes así, dejándose embriagar por ese cosquilleo que sale de su interior, dejándose llevar por unos segundos a ese extraño lugar donde no hay 359
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nadie ni nada, Esther carraspea al darse cuenta de la situación y Maca enseguida se aparta, no queriendo incomodarla.- Lo siento, peor es que hace rato me llamaba a gritos.- Se excusa torpemente y a Esther le parece adorable ese ligero sonrojar que ve casi por primera vez en el rostro de la escritora. Terminan de comer sin más sobresaltos, y se despiden hasta el día siguiente, cuando Rodolfo debe hacer su presentación, Esther vuelve al despacho con el cuerpo aún cosquilleándole y poniéndola nerviosa, más de lo que la pone Ana diciéndole lo maja que es Maca, y Maca, sabiendo que de momento, ha dado un paso más para romper cualquier posible tensión entre ambas, para evitar que en su presencia, la forense solo sea capaz de recordar lo que pasó y alejarse de ella. Feliz por una pequeña batalla ganada, vuelve a pedir un taxi para ir a ver en que está trabajando Rodolfo. El auditorio está lleno hasta las trancas, a pesar de que el ponente durante las siguientes tres horas no es un miembro altamente reconocido, pero el hecho de provenir del Anatómico de Madrid, uno de los principales de España y con un buen nombre tras las espaldas, le otorga suficiente publicidad como para llenar aquello con un par de centenares de personas, Maca intenta chafarle la ilusión a su amigo diciéndole que justo después de él saldrá uno de los mejores forenses del FBI a escena. -Perdona, pero ese viejo tiene como mínimo ochenta años, me vas a decir que toda esa presencia femenina es por él ¿No? -Correcto, aquí no vienen a babear y en todo caso… tampoco te alejas tanto de su quinta.- Riendo al verlo refunfuñar y revisar por enésima vez sus notas, Ana llega para decirle que es su turno. -¿Tú subes con él o te vienes con nosotras?- Le pregunta a Maca antes de indicarle a Vilches por donde debe ir al escenario. -Voy con vosotras, así no me pierdo detalle.- Guiñándole un ojo a su amigo.- Suerte campeón.
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Ana acompaña a Maca hacia donde están Assia y Esther, que sentadas juntas en primera fila parecen mantener una charla muy interesante, a Maca le han dejado un extremo para poder ponerse sin causar problemas, justo al lado de Esther eso sí, que saluda a su amiga al verla sentarse al lado de Assia. -Mama, ¿Cómo va el gruñón?- Inclinándose hacia adelante y hacia el lado de Esther un poco para hablar con facilidad por encima de los murmullos de la sala. -No le había visto sudar tanto en su vida, espérate a que se entere que a ellas sí que les han dejado meter un cadáver en la sala.- Esther mira sonriente a Maca. -Eso es porque nosotras tenemos a media facultad ganada. -Sea por lo que sea, os va a caer una buena, dile a Ana que vaya preparándose que ella no está acostumbrada al carácter de éste. -No te creas.- Haciendo un gesto con la mano como para no darle importancia.- Ya le ha aguantado algún que otro cabreo, muchas cenas en mi casa. -Lástima que me las perdiera.- Susurra cerca de ella. -Lástima que no hubieses venido a verme antes.- Responde sin pensar Esther, que enseguida mira al frente recriminándose por bocazas y mordiéndose el labio, la escritora sonríe triunfal y sigue la vista de Esther, justo cuando su amigo hace aparición ante el atril. -Buenas tardes.- Saluda mirando a la sala y descubriendo en primera fila las caras conocidas.- Soy el doctor Vilches del Anatómico Forense de Madrid y os voy a hablar de… -¡Guapo!- Se escucha una voz femenina al fondo que hace que todos se giren menos Maca, que mira a Rodolfo y le guiña un ojo, Esther la pilla en el gesto y se la queda mirando con una ceja alzada.
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-¿Qué?- Notando la mirada de Esther sobre ella y encogiéndose de hombros sin devolvérsela.- No eres la única que tiene a media facultad ganada, le he dicho que solo le firmaba el libro si piropeaba al viejo.Sonriendo maliciosamente y viendo como su amigo mira nervioso los papeles. -Esto… gracias. Pero no es de mi tremendo atractivo de lo que vengo a hablar.- El auditoria estalla en una pequeña carcajada y Vilches prosigue mientras Maca le mira con los ojos entrecerrados. -Plan A, fallido, pasemos al plan B.- Susurra bajo, pero no lo suficiente como para que las tres mujeres que la acompañan la miren. -No quiero ni preguntar cuál es el plan B.- Le susurra al oído Esther, acercándose demasiado a su cuello y haciendo que a Maca le tiemblen las manos ligeramente, poniéndola nerviosa tan solo con notar el aire al susurrar sobre su piel. -No… no… preguntes.- Tartamudea ligeramente y la forense sonríe de oreja a oreja. -¿Te he puesto nerviosa?- Maca la mira fijamente. -¿Tú qué crees?- De repente las luces se apagan, dejando el auditorio completamente a oscuras, la pantalla que hay detrás de Vilches se enciende. -Bien.- Prosigue éste con su presentación.- Voy a presentaros el caso de este varón de 50 años.- En la gran pantalla aparece Vilches con un bañador rojo tipo calzoncillo, la playa de fondo, y sosteniendo con una mano alzada un pez., se escuchan varias sonrisitas divertidas pero Rodolfo no hace caso, concentrado en el caso que se había preparado.Fue encontrado en su casa, en una habitación cerrada por dentro y sin signos de fuerza, lo que podéis ver, es la escena del crimen.- En la pantalla se ve una parrilla encendida con el pez que minutos antes sostenía Vilches encima, tostándose, más risas y Maca recibe un pequeño manotazo en el muslo por parte de Esther.
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-¡Ay!- Exclama bajo y la forense la mira sorprendida, le ha dado en la pierna, sabía por Vilches que Maca gracias a la recuperación que le había mandado un doctor amigo de su ex había ganado algo de sensibilidad, pero no sospechaba que llegase a notar demasiado. -Tú…- Esther vuelve a colocar la mano sobre el muslo de Maca y la deja allí.- No mires.- Queriendo comprobar hasta qué punto ha recuperado la sensibilidad, olvidándose de todo, Maca obedece y cierra los ojos, Esther, a pesar de los nervios que le atenazan la garganta al sentir el cuerpo de Maca bajo su palma, la mueve ligeramente, dejando una breve caricia y cambiando de posición su mano, nota cierto temblor bajo ella, vuelve a moverla hacia otro lado. -Cuando llegó el cuerpo al Anatómico, se inició el procedimiento estándar de autopsia.- Mientras en la pantalla parece Vilches sentado en una mesa del camping, cortando el pez con un cuchillo, Maca nota un leve cosquilleo moviéndose por su muslo, hacia su derecha, su cuerpo empieza a reaccionar, sabe que sus piernas están temblando, y siente su piel erizarse a medida que el cosquilleo avanza hacia el interior, nota su garganta secarse al mismo ritmo que la mano de Esther avanza por su cuerpo, recordándole a esa piel quien fue su dueña una vez, cuando cree que es suficiente tortura, sentir esa mano sobre ella sabiendo que no avanzará más, que esa caricia no es el preludio de un millón de caricias más, sin abrir los ojos, coloca su mano exactamente sobre la de Esther, frenándola en seco. -Maca…- Susurra Esther, y en la penumbra del auditorio, con un centenar de personas a su alrededor, un buen amigo en el atril sufriendo el plan B de Maca y su hija al lado, el mundo se desvanece al ver un brillo de emoción en los ojos de Esther, ambas se pierden en la mirada de la otra, ajenas a todo, con sus manos entrelazándose voluntariamente, compartiendo ese momento la una con la otra.- No sabía que…- Y Maca le sonríe con cariño, apretando levemente su mano. -Lo sé… y aún hay más…- Susurra dulcemente y sintiendo como el brillo de los ojos de la forense se cuela dentro de ella irradiando cada célula de su cuerpo con su luz y haciéndola sentir que allí, en ese momento, todo es perfecto.
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-Examinamos todo el cuerpo, sin encontrar nada, así que pensamos que la causa de la muerte estaría en el cerebro, la única parte que no habíamos tocado aún.- En la pantalla vuelve a parecer Vilches con su bañador, rojo, completamente repantingado sobre la silla, con gesto de haberse puesto hasta el culo y en plato delante de él un montón de peces con solo las cabezas y las espinas, para entonces el auditorio ya se está partiendo de risa y Vilches alza la cabeza mirándole y girándose en el acto, pero para sorpresa de Maca, éste no parece enfadado, se gira sonriente.- Y esto, es una pequeña muestra del ambiente que hay en el Anatómico, nos pasamos la vida rodeados de cadáveres, hurgando en ellos y la gente piensa que somos unos bichos raros por dedicarnos a eso, pero no lo somos, como en todas partes, reímos, jugamos y nos divertimos con los compañeros, en este caso, esta pequeña broma que me ha querido gastar una vieja amiga…- De repente Maca ve una fotografía que no había colocado ella, una en la que sale durmiendo, toda despeinada, la boca medio abierta y un reguero de baba cayendo por ella.- que está aquí mismo.- Señalándola y empezando a aplaudir.Por favor, que se lo ha currado mucho para que rompamos el hielo.Maca le mira asesinamente mientras se oye un fuerte aplauso acompañado de varias carcajadas mientras Maca se sonroja, se gira alzando una mano para saludar y vuelve a mirar a su amigo con cara de pocos amigos. -Mama, es que mira que con quien te vas a meter tú…- Le comenta Assia riendo mientras Esther intenta ocultarse tras su mano. -Quién ríe último ríe mejor. En lo que queda de exposición, no vuelve a pasar nada extraño, al menos hasta que al llegar al final la misma que gritó guapo pide a gritos la foto del doctor en bañador, todos ríen mientras Vilches comenta que se la mandará por mail y baja a saludar a Maca. -¿De verdad te creías que me la ibas a colar? ¡Por favor! Si fui yo quien te enseñé.- Alardea acercándose a Esther.- ¿Cómo lo he hecho? -Fantástico… y yo también quiero una copia de esa fotografía.
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Como tienen un descanso antes de la ponencia del americano, deciden ir a merendar un poco, por el camino hacia la cafetería, se cruzan con la que había gritado y Vilches le guiña un ojo, la chica se detiene y mira a Maca. -Gracias por la dedicatoria, que no me ha dado tiempo a agradecértelo antes ¿Lo he hecho bien?- Sonriendo tan contenta mientras a Vilches le va cambiando la cara. -De lujo.- Le responde Maca sonriéndole y Esther no puede evitar colocar una mano estratégicamente sobre el manillar de la silla, aunque no sabe si es para marcar territorio o para hacer fuerzas para contenerse, cuando se da cuenta, la parta rápidamente recriminándose por comportarse como una cría, la chica se agacha para despedirse con dos besos de Maca y Esther mira al cielo suspirando, Ana le da un codazo y ella se encoge de hombros, mientras Assia sonríe al haberse dado cuenta de todo y Vilches cada vez está más pálido.- No me digas… que pensabas que eso iba en serio ¿Rodolfo?- Ríe triunfal y avanza hacia cafetería mientras su amigo refunfuña tras ella. -La madre que la… -Eh. Que es mi abuela.- Riendo y dándole una palmadita en la espalda, Vilches la asesina con la mirada y la chica enseguida corre hacia Esther, pasmado un brazo por la cintura de la mujer.- ¿Qué tienes preparado tú?- Sonriendo como una niña buena. Después de la conferencia, deciden ir a buscar a Marcos y pedir algo de comida en casa de Esther, Ana, con su marido viendo el fútbol en casa, se apunta enseguida, y es la que guía a Maca hacia la sala de estar, mientras Vilches llama a Cruz y Assia y Marcos se discuten sobre que pedir para cenar, la escritora, hace un rápido examen de la pequeña sala, un par de sofás de dos plazas cada uno, una mesita baja entre ellos y el televisor, con algunas velas y una estantería blanca que enseguida llama la atención de Maca, entre libros que reconoce de cuando era forense y otros que deben ser nuevos, distingue un estante que parece llamarle a gritos, se acerca hasta allí, escuchando como Ana intenta calmar los ánimos entre los críos y acaricia los lomos de los libros, sus libros, los que ella lleva escribiendo desde hace cinco años, todos ellos, 365
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al ver el primero lo toma y lo abre, leyendo la dedicatoria de Vilches, nota una mano sobre su hombro y al mirar hacia arriba ve a Esther mirándola. -Todos…- Ella asiente mientras Assia se acerca para quitarle el teléfono y de paso, a u madre el libro. -Ahora ya lo puedo leer ¿No? -Assia, no es como los otros, te aburrirá.- Le advierte su madre, pero la chica niega sonriendo y se lo lleva junto con el teléfono. -No creo que le aburra, a tu hija todo lo que tenga que ver contigo… la apasiona.- Comenta mirando con cariño como Assia marca un número y Marcos le intenta quitar el teléfono porque él quiere llamar a otro sitio. -A mi hija… todo le apasiona.- Riendo ligeramente y girando la silla para quedar encarada hacia los sofás. -Eso es bueno, apasionarse por algo…- Casi susurra Esther, Maca la mira y se pierde en su perfil, ese que tanto observó durante meses cuando dormía, velando por su sueño, porque aquella amenaza invisible de morir que aquél psicópata grabó en sus cuerpos no la perturbara, y suspira, suspira al darse cuenta del tiempo perdido, de su estupidez en aquella ocasión, de sus ojos cerrados no viendo la realidad, Esther la amaba… la apasionó una vez, y al mirarla de nuevo, siente que le gustaría gastar todos los segundos de su existencia en lograr que Esther vuelva a apasionarse, no solo de su trabajo, sino de lo que un día descubrió que era más importante, apasionarse por la vida, Maca renegó de eso en el pasado, y al hacerlo, se dio cuenta de cuan imprescindible para ser feliz era sentir pasión por cada segundo del día. -Sí, todos deberíamos hacerlo.- Maca usa ese tono seductor a media voz que ambas conocen a la perfección y Esther sonríe de medio lado y la mira. -¿A ti te apasiona algo?- Y la pregunta resuena en el interior de su cuerpo haciéndola estremecer.
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-Claro… mi hija… mi trabajo… el sol… el mar… respirar… todo.- Tú… y aunque Esther no lo ha escuchado, esa última pasión de Maca, la ha sabido leer en sus ojos al mirarla, con esa profundidad que se cuela dentro de ella, retomando lo que fue suyo, Esther carraspea cuando Vilches aparece dando un grito. -¡No me jodáis que les habéis dejado elegir a estos dos!- Todos lo miran alzando las cejas.- Claro, como la pareja esta tirándose los trastos descaradamente… endeleugo…-Dejándose caer en el sofá con una sonrisa triunfal al ver sonrojarse tanto a Esther como a Maca, que recibe una mirada divertida de Assia. -Así que… ¿Flirteando delante de tu hija? ¡Esa es mi madre!- Todos ríen menos las dos protagonistas, que miran hacia los lados avergonzadas. -Vale, ya ¿Habéis pedido algo de cenar?- Corta el momento Maca provocando más risas por su gesto serio.- ¡Será posible!- Esther desaparece para ir al baño. Cierra la puerta tras de sí y se apoya sobre ella, notando como su corazón empieza a latir fuertemente, empujando la sangre y haciendo que note incluso el ritmo de las pulsaciones en las sienes. Se acerca al lavamanos y se apoya en él, aferrándose al filo con la cabeza gacha, la alza y mira su reflejo en el espejo. -¿Estás bien?- Escucha una voz al otro lado y abre sin pensarlo, volviendo a su posición de nuevo.- ¿Esther?- Maca mira hacia el pasillo y entre en el baño, empujando la silla y cerrando como puede la puerta, quedando ambas en el reducido espacio, Esther justo delante y Maca detrás. -Me he mareado un poco.- Susurra de manera poco convincente. -¿Quieres que nos vayamos? Porque si es así solo tienes que decirlo y… -No, no.- Responde rápidamente girándose y quedando frente a ella.- Es que… buf…- Suspira de nuevo y no puede evitar que una pequeña sonrisa pase por sus labios, cosa que tranquiliza a Maca, haciéndola sonreír también solo porque ella lo hace. 367
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-¿Qué? -Nada es que… ¿Sabes cuánto me cuesta contenerme?- Alzando las cejas y mirándola fijamente a los ojos, con un gesto que a Maca le parece encantador. -Pues… no lo hagas…. -Tengo que hacerlo, si quiero salir viva de esto, tengo que hacerlo, no soportaría volver a pasar por lo mismo de nuevo Maca. -Nadie ha dicho que vaya a ser lo mismo…- Sintiendo como un ligero miedo empieza a adueñarse de ella, pero haciendo caso omiso de él, no tiene derecho a sentir ese miedo por perderla, porque no la tiene. -Ya, pero…- Se pasa nerviosa una mano por la frente y mira hacia la pared, empezando a hablar atropelladamente por los nervios.- Es que cuando me hablas así, es como… como que quiero hacerlo a menudo, estar así contigo, las dos hablando, tranquilamente, y…. y como que quiero de repente darte un beso y que nadie se escandalice, ni siquiera yo por hacerlo, sino que sea normal, pero luego esta esto otro, este miedo a que volvamos a pasar por lo mismo, a volvernos a hacer daño y… no lo sé, Maca… has vuelto mi mundo del revés. -¿Y tú el mío? Las dos estamos igual Esther.- Encogiéndose de hombros.¿Crees que mi vida, lo que hasta entonces tenía como algo perfecto y tranquilo, no se volvió del revés al saber que estabas cerca? Y eso que ni siquiera lo estabas de mí, sino de Assia, esto es… nuevo, otra vez, como cuando nos conocimos, para ambas era nuevo sentir algo tan grande, con tanta fuerza en tan solo un cruce de miradas, esto es igual, de nuevo un cruce y… ¡Pam! Todo al revés, todo misterioso, todo lleno de… esto, esto que me hace temblar, ruborizarme y hacer y decir cosas que solo contigo sé hacer y decir. -Maca…- Y susurra mirándola, y sus ojos se desvían involuntariamente hacia sus labios, y la escritora lo nota y tiende sus manos hacia Esther.
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-Ayúdame.- Haciéndole un gesto para que las tome, ésta obedece, guiada por algo que hay dentro de ella, sin pensar lo que está haciendo, toma sus manos.- tira de mí hacia ti…- Susurra y Esther frunce el ceño.Ya te he dicho que había más, una cosa más, que sé hacer desde hace tiempo… tira de mi.- La forense lo hace y mira sorprendida a Maca alzarse en pie, aguantándose por una milésima de segundo ella sola, enseguida las piernas le fallan y Esther pasa rápidamente sus manos por la cintura de Maca, apretándola contra ella para que no se caiga, quedándose así con sus cuerpos pegados, completamente unidos el uno al otro como hacía siglos que no estaban, sus corazones, palpitando al unísono, como retándose a ver quién es capaz de golpear el otro pecho con más fuerza. -¿Cómo… -Bueno, cuando recuperé cierta sensibilidad, la suficiente para notar cuando algo me toca o no, gané algo de fuerza, no se pueden mover por si solas, y tampoco sostenerse, pero… por un segundo, con ayuda… puedo estar así.- Pasando sus manos por el cuello de Esther y abrazándola.- Poder volver a abrazar sin estar tumbada… poder sentirte así… contra mí, conmigo… aunque solo sea ahora… solo un instante….Va susurrando contra el cuello de Esther, mientras ésta se aferra más a su cuerpo, temiendo que le fallen sus propias piernas y ambas acaben en el suelo. Maca deja un beso que eriza hasta el último milímetro de la piel de Esther, notando un escalofrío que le recorre por la espalda y suspirando al o, la forense nota como Maca aparta un poco el rostro, dejándolo frente al suyo, nota su boca secarse al sentir la respiración de Maca sobre sus labios, y pierde el sentido del tiempo, de la orientación del mundo, de todo, y solo es capaz de sentir ese aliento sobre ella, ese temblor en sus labios esa excitación al saber que una décima después, va a estar besando esos labios, con la fuerza, del sediento que lleva años sin probar gota de agua, ansioso, desesperado, y ve ante sí una fuente. Esther une sus labios a los de Maca, provocando que ambas casi caigan, y olvida al mundo ahogándolo en su boca, entreabriéndola y dejándola pasar a la suya, batallando con las lenguas mientras intenta que Maca vuelva a sentarse y queda encima de ella, sin poder dejar de besarla, deseosa, con las manos de la escritora aferradas a su espalda 369
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como un naufrago, ahogándose amabas en ese beso que llevaba contenido ocho largos años. Escuchan golpes en la puerta, que las sobresaltan a ambas, apartándose de golpe y mirándose a los ojos, con el sabor de sus labios en la boca de la otra, sus cuerpos aún temblando, el pulso acelerado con sus respiraciones golpeando sus pechos. -¡Abrid la puerta!- La voz de Vilches resuena por todo el piso.- ¡No seáis malas! -¿No te puedes aguantar dos segundos?- Responde Maca con un brillo travieso en los ojos, Esther sonríe y se apoya en el lavamanos, intentando calmarse mientras Maca gana tiempo. -¡No! ¡Salid! ¡Que hay menores delante joder! No podéis encerraros en el lavabo a meteros mano. -¡Vilches!- La voz de Assia suena recriminatoria cerca.- Las quieres dejar en paz, mea en la calle. -¡Maca! ¡O sales o me cargo a tu hija! ¡Que no me aguanto! -Desde luego, lo que hace la edad ¿Eh? No sabía que ya tenías mal la próstata, aunque claro, a tu edad, es algo normal, no te preocupes, compraremos pañales. -Wilson, en cuanto salgas de ahí voy a tirarte por una rampa ¡Abre! -¡Mea en la calle!- Sin poder aguantar la risa. -¡Esther! ¡Qué meo en la planta esa que tienes en el balcón! ¿No querrás que tus vecinos vean a un cincuentón meandose en un tiesto? ¡Se van a escandalizar! -Maca, que éste lo hace…- Le susurra la forense y ésta asiente sabiendo que su amigo es muy capaz.
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-¿Estás mejor?- Esther se sonroja, Maca le estaba ganando tiempo para ella. -Sí… ¿Tú?- La escritora sonríe de oreja a oreja. -No creo que este deje de latir a mil por hora en un buen rato, no importa.- Señalándose su pecho y provocando que Esther deba morderse el labio mientras abre la puerta y Rodolfo prácticamente las arroya. -Maca, o le metes caña a esas ruedas o vas a ver porque mi mujer me aguanta. -Joder, Rodolfo, cada día peor.- Riendo y saliendo del baño para dejarle intimidad a su amigo, cuando ambas salen se encuentran a Assia sonriendo de oreja a oreja con los brazos cruzados en mitad del pasillo. -¿Qué? ¿Todo bien?- Sonriendo pillina mientras Esther pasa por su lado guiñándole un ojo y sonriéndole. -¿Ya ha llegado la cena?- Pregunta Esther al llegar a la sala de estar. -Sí, está subiendo.- Responde Marcos dejando su móvil a un lado.- Mis padres te envían recuerdos Esther, les he dicho que estabas en el baño con Maca. -¿Qué?- El chico se echa a reír y la forense coge uno de los cojines del sofá y se lo echa a la cara. -Anda, prepara la mesa con Ana, que te estoy viendo sonreír por lo bajo.Advierte a su amiga señalándola con el dedo índice. En el pasillo, Assia sigue desafiando a su madre con una mirada divertida, ésta le hace caso omiso, negando con la cabeza y le hace un gesto para que se aparte, su hija sonríe obediente, pero cuando pasa por delante suyo, coloca un pie en mitad del pasillo, Maca la mira, alzando la cabeza hacia arriba y su hija le acaricia la mejilla. -Te brillan los ojos.- Susurra Assia.- Nunca los había visto así. 371
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-Eso no es verdad, a ti te miro así. -Pero cuando me miras a mí no te pones colorada.- Ríe divertida y ambas empiezan a andar hacia la sala de estar, cuando llegan, ayudan a Ana y Marcos a poner la mesa, para cuando Vilches ha aliviado su vejiga, ya tienen la mesa puesta y Esther entra con unas pizzas en la mano, las colocan en la mesa del comedor, colocando sillas alrededor y acomodándose todos, durante la cena, el tema central es la pequeña escapada de ambas mujeres al baño, al menos, hasta que a Maca se le hinchan las narices y empieza a sacar de forma poca sutil el tema de las autopsias, cuando ve que están enfrascados en una conversación sobre un caso de Esther, todos muy atentos, ella habla con Marcos, que a su lado, parece aburrirse como una ostra, entreteniéndose mirando a su hija. -Te tenías que haber dedicado a lo forense… estás rodeado.- Sonríe Maca y Marcos se encoje de hombros mirándola. -No me gusta eso de los cadáveres, no entiendo como os puede apasionar tanto, yo prefiero a los vivos. -Y nosotros, pero cuando alguien muere, hay un grupo de vivos que quiere saber cómo fue, para clamar o no su corazón, ayudamos a los vivos a entender porque alguien que quieren ya no estará más con ellos.- El chico niega sonriente. -De todas formas… no me llama, no como al huracán.- Señalando hacia Assia, Maca sonríe orgullosa. -El huracán Assia, ha arrasado con todo desde que está en Barcelona ¿Mhm?- El chico se sonroja y Maca pasa cariñosamente un brazo por encima de sus hombros.- Tranquilo, Marcos, no soy la típica madre que te va a meter un bocado como insinúes siquiera que siente algo por mi princesa, eres un buen chico, de una buena familia, vosotros sabréis lo que hacéis, eso sí… ten cuidado, mi hija no anda por la labor de empezar con los chicos, a no ser que estos estén sobre una mesa de metal.- Marcos sonríe a la escritora.
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-Lo sé, pero me conformo con ser su amigo, estar a su lado…. Y vigilar que no acabe con el mundo en uno de sus arranques.- Ambos ríen y la mesa les presta atención. -¿Qué? Vosotros hablad de lo vuestro, que nosotros lo hacemos de lo nuestro ¿A que sí Marcos?- El chico asiente notando la mirada interrogativa de su amiga. Cuando acaba la cena, todos vuelven a la sala de estar, Vilches y Ana hablando de un caso que llevan que podría estar relacionado, Assia intentando sacarle a Marcos que hablaba con su madre, y Esther frotándose las manos nerviosa, a un lado de los adolescentes, entre ellos y la silla de Maca, la forense mira el reloj nerviosa, en cualquier momento todos se van a ir, y el sabor de los labios de Maca sobre los suyos sigue mareando sus sentidos. -Bueno, deberíamos irnos ya.- Confirma Vilches sus peores temores mirando su reloj.- Ana ¿Te acercamos a casa? -Claro, mañana va a ser un gran día, os queremos a todos allí ¿Eh?- Les advierte ésta señalando a cada uno, menos a Maros, que no puede faltar a sus prácticas, más por la promesa que le hizo a su padre con tal de que le dejará ir que porque le estén apasionando, todos asiente y empiezan a recoger un poco todo y buscar sus cosas para irse. -Mañana va a ser un gran día ¿Mhm?- Susurra Maca sin moverse del lado de Esther, la forense la mira y dibuja una sonrisa de medio lado. -Sí, a ver como sale nuestra presentación, espero que mejor que la de Vilches ¿Eh?- Camuflando una advertencia con su pregunta retorica, Maca alza las manos en gesto inocente y sonríe. -No se me pasaría por la cabeza, tengo ganas de verlo.- Las dos mujeres se quedan mirándose, con esa inquietud de quién no sabe qué debe hacer, con las ganas de hacer algo, pero sin saber si es lo correcto o no, con el temor de hacer otra cosa que no logre satisfacerlas lo suficiente como para conciliar el sueño esa noche.
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-Entonces te espero puntual allí, a las diez empezamos, bueno… nosotras a las seis, que tenemos que prepararlo todo. -¿Por qué no lo habías dicho? Es tardísimo, mañana no va a haber quien te despierte.- Recordando las numerosas veces que a Esther se le pegaban las sabanas. -Tranquila, Ana no dejará que me duerma, su marido viene mañana y quiere impresionarlo.- Riendo y mirando como su amiga coge el bolso de Maca y se lo da. -Te esperamos abajo.- Guiñándole un ojo y llevándose entre quejas a Vilches, Assia y Marcos de allí. -Sutil…- Murmura divertida Maca. -Mucho…- Responde avergonzada Esther, frotándose las manos nerviosa como una quinceañera. -Bueno… supongo que debería bajar ¿No?- Perdiéndose unos instantes en los ojos de la forense. -Sí… supongo… -Y que deberíamos decirnos hasta mañana…- Sigue susurrando la escritora. -Sí… -Y quizás estaría bien que dijeses algo más a parte de sí…- Y le dedica una sonrisa cariñosa. -Quizás… pero no sé si me saldrá.- Riendo avergonzada y logrando que Maca quiera llevar sus manos hasta la mejilla de la forense, acariciando su rostro brevemente mientras con su mirada recorre cada una de las líneas que forman lo que para ella es una de las cosas más maravillosas que ha podido ver en la vida. -No importa… buenas noches, Esther… 374
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-Buenas noches, Maca…- Mirándose a escasos centímetros, Maca desvía la mirada a esos labios que la llaman desde que los ha vuelto a probar, pero es consciente de que aquello solo ha sido un momento de debilidad, que no va a ser tan fácil, que primero va a tener que lograr algo muy complicado, que Esther vuelva a confiar en ella, se acerca y le da un beso en la mejilla, quedándose allí, respirando su perfume para llevárselo con ella al hotel. -Te prometo que la próxima vez que te bese… será para siempre.- Esther se queda sin saber que decir, mezclando el miedo y el deseo en su cuerpo y la ve marcharse, se levanta del sofá y se asegura de que la puerta está cerrada, apoyándose sobre la madera y mirando al techo con una sonrisa ilusionada en el rostro a pesar de todo, por mucho que se empeñe, ponerle barreras a Maca es como intentar detener un tsunami con un dique de dos centímetros… imposible. Capítulo trece: no cederé… Maca abrió la puerta sonriente, esperaba a Vilches y Cruz, que volvían de una pequeña escapada a la capital catalana, Barcelona, y la habían llamado aquella misma tarde, diciéndole que se pasarían por su casa a compartir una buena cena, el menú, era el habitual, pizza y vino, aunque aquella noche, como extra, estaba presente el tercer libro publicado por la escritora, que como siempre, reservaba uno de los primeros ejemplares en salir de la imprenta para sus amigos. -¡Maca!- Cruz le plantó un par de besos sonriente.- ¿Cómo llevas la soledad? -Calla, calla…- Le comentó riendo y saludando a su amigo.- Pasad, la cena esta lista. -Así me gusta, puntualidad ante todo.- Bromeó Vilches quitándose le abrigo y colgándolo del perchero. Esto es mío.- Le quitó del regazo el libro a Maca y se fue hacia el comedor, ambas mujeres lo siguieron con la vista negando con la cabeza. -¿Qué tal ha ido el viaje?- Cruz la miró y sonrió enseguida. 375
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-Necesitábamos un descanso, ha ido genial, aunque aquí el señor ha estado con un caso.- Comentó de pasada mientras se dirigían a la mesa, Vilches ya estaba sirviendo el vino. -¿Y eso? -Soy un doctor forense muy importante, por supuesto.- Bromeó sirviéndole en su copa y alargándosela, Maca la tomó y le miró divertida. -Claro, no paras de recibir llamadas de la CIA para que les ayudes. -Te he dicho mil veces que son del casero.- Fingiendo que debían mantener algún secreto. -Muy gracioso ¿Qué caso? -Un loco que ha estado jugando a ser dios en la ciudad condal, total, una compañera me pidió consejo y se lo di. -Ya, algo habitual. -Pues sí.- Maca supo enseguida que le ocultaba algo, como siempre que venían de Barcelona, pero una de las pocas barreras que aún se mantenían en pie dentro de ella, evitaban que hiciese más preguntas sobre el tema, sabía que podía ser lo que le ocultaban, y sabía, que a una pregunta de ella, una respuesta de ellos, los fantasmas volverían a invadir su vida y sumirla en la oscuridad, era algo, para lo que no se veía preparada, algo que sus amigos también sabían, por eso, solían evitar el tema en lo posible. -Bueno, no has contestado ¿Qué tal llevas la soledad?- Cambió de tema Cruz mirando a su amiga. -Fatal, eso de tenerla vete a saber dónde. -No está vete a saber donde, está en Valencia, de convivencias, ni que fuera la primera vez que se va.- Comenta Vilches llevándose un buen trozo de pizza a la boca. 376
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Durante la cena, hablaron de mil tonterías, evitando sacar un tema que zumbó durante toda la velada pro la cabeza de Maca, al final, aprovechó un momento en el que Vilches fue al baño y Cruz salió al patio, sentándose en el banco de madera donde Assia solía hacer los deberes. -Debería mirarse eso de ir tan seguid al baño, se está haciendo viejo.Comentó parándose a su lado, su amiga ladeó la cabeza, apoyada en la pared y sonrió. -Como te escuche te mata, ya me ha montado el número a mí antes pro lo mismo. -No sé cómo le aguantas. -Bueno, es parte del amor… -¿La parte no era no encontrar defectos?- Preguntó sonriéndole Maca. -No, la parte es encontrarlos, y que no te importen, e incluso, que sus defectos, sean una de esas cosas que te mantienen a su lado. -Uhm.- Asintió mirando la noche que cubría el jardín, pensando en las estrellas que debían esconderse tras aquél manto de polución que cubría Madrid. -Está bien… -¿Mhm?- Miró a Cruz y se encontró con sus ojos clavados en ella. -Está bien.- Volvió a repetir, y aquella vez sí, Maca entendió a qué se refería, a quién, volvió a mirar al cielo y suspiró. -Me alegro por ella… -Lo sé, lo que espero es que algún día te alegres por ti.- Ambas mujeres se quedaron mirando el cielo, cada una sumida en sus pensamientos, Maca en los recuerdos que la embriagaban cada vez que sabía que la habían visto, Cruz pensando en porque habían tenido la mala suerte de 377
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encontrar tantos baches y tan grandes en su camino, siempre que veía a alguna de las dos, esperaba que esos caminos tan separados volvieron a unirse, suspiró como Maca a su lado, quizás algún día… la vida estaba llena de coincidencias. A la mañana siguiente, a la diez en punto, Assia, Vilches y Maca están sentados en primera fila, en el auditorio, que para fastidio de Vilches, no solo está lleno, sino que encima hay gente de pie, el hombre comenta fastidiado que seguro que ese par ha comprado a media universidad para que asistan a su conferencia, mientras Maca le recuerda que la doctora García es una reputada forense, no sin cierto tinte de orgullo en su voz, que no pasa desapercibido, ni para su hija ni para Vilches, con cinco minutos de retraso, Esther y Ana suben al escenario, saludando cortésmente a los asistentes y empezando a presentar su nueva técnica. -Para los que llevamos tiempo trabajando en la medicina forense, el tomar huellas de cadáveres en los casos que lo requieren es una difícil decisión, las técnicas actuales degradan parte de la epidermis e incluso llegan a las capas más inferiores, hasta el punto en el que en algunos casos, se han pasado por alto heridas superficiales ya que era difícil reconocerlas entre las marcas dejadas por los productos químicos abrasivos utilizados, por eso, hace un tiempo la UAB decidió junto con el Instituto Anatómico Forense de Barcelona invertir en un proyecto que mi colega y yo les presentamos, después de muchas pruebas y de haber testado sobre un centenar de cuerpos, hoy, podemos presentaros esta técnica, completamente inocua para la piel y con grandes resultados en lo que a resolución se refiere.- Esther y Ana se internan en una compleja explicación que solo los más experimentados de la sala llegan a entender, algo sobre isotopos, huellas térmicas, presiones y todo un galimatías de lenguaje técnico, Maca intenta ayudar a su hija, explicándole algún termino que se le escapa, pero lo cierto es que, después de tanto tiempo lejos de ese mundo, aunque cerca por sus libros, muchos términos le suenan a chino, así que al final deben recurrir a Vilches, que encantado, les explica algunas cosas, aunque Maca sospecha que más de la mitad se las está inventando para no quedar mal. -Pero.- Interrumpe Ana a Esther.- Como lo nuestro son más las demostraciones que las palabras, hemos decidió, que veáis de lo que 378
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estamos hablando.- Ana hace una señal hacia un lado y enseguida aparecen dos auxiliares portando una camilla con un cuerpo cubierto. -Este es el momento en el que los hipocondriacos deberían abandonar la sala.- Bromea Esther provocando algunas risas y porque negarlo, provocando también que un par de personas salgan del auditorio.- A los valientes, tan solo recordaros que al fondo de la sala hay un equipo de los servicios de emergencia del Hospital del Mar, que estarán encantados de haceros la reanimación asistida si llega el caso.- El auditorio se gira y ve que efectivamente, al fondo, de pie contra la pared entre un montón de estudiantes, destacan los uniformes amarillo chillón de los técnicos. -Las puertas de emergencias están situadas a la izquierda.- Puntualiza Ana riendo, entre las dos consiguen crear una atmosfera relajada a pesar de la presencia de un cadáver en el auditorio.- Así que una vez dadas todas las precauciones, os queremos presentar al señor Bonet.Ana aparta la sabana y muestra el cuerpo de un anciano vestido con un impecable traje negro y de aspecto amoratado.- El señor Bonet, cuyo nombre real desconocemos, fue entregado a la ciencia y por lo tanto a nosotras para probar nuestro equipo, nos ha sido de gran ayuda y gracias a la técnica de conversación del doctor Gutiérrez presente en esta sala.- Señalando a un hombre de la segunda fila con aspecto risuelo a pesar de rozar los sesenta.- Ha sido posible que el primer sujeto con el que probemos la técnica, vaya a ser también el primero en presentarla. -Sin más, procedamos.- Esther hace un gesto a los auxiliares, uno de ellos va hacia un lateral y toma un mando que cuelga de un grueso cable, al accionar uno de los botones una cámara de vidrio de las dimensiones de la camilla desciende el techo, encerrando el cuerpo en la burbuja de cristal.- Esta acamara no tiene nada de especial, de hecho, nos ha sido prestada por una funeraria, así que muchos de vosotros, desgraciadamente, sabréis que es una simple urna que se coloca sobre los cuerpos en los velatorios, lo único imprescindible para nosotras eras que fuera de vidrio, así podíamos ver el proceso y como algunos sabréis, el vidrio es arreactivo a muchas de las sustancias químicas conocidas.Explica Esther mientras se acerca a un extremo, la parte de la cabeza, y desenrosca una tapa de vidrio hermética que muestra al auditorio.Excepto por esto, el lugar por el que infiltramos nuestra mezcla mágica 379
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para impregnar el ambiente del habitáculo y con ello el cuerpo.- Esther señala un par de pequeños orificios y luego toma un par de cables, encajándolos a la perfección.- Es importante un cierre hermético, al jugar con presiones y temperaturas. En pocos minutos, Ana y Esther envuelven el cadáver en una densa nube de humo blanco que se evapora al aumentar la presión ligeramente dentro del habitáculo, cuando desaparece, regulan la atmosfera interior a la exterior y abren la tapa, introduciendo una lámina de metal de las medidas exactas de la caja de vidrio y adhiriéndola por encima. -Esta lámina, es una sonda cuyo precio os haría tener pesadillas, y una de las adquisiciones de nuestro Instituto para uso y empleo de todos, por medio de isotopos arreactivos reacciona al compuesto químico no abrasivo que empleamos, detectando las huellas y enviando la señal a este ordenador, capaz de procesar mil imágenes por segundo, el programa que emplea y que nos ayudaron a diseñar los mismo informáticos de la UAB.- En un punto de la sala se oye un pequeño alboroto.- Que como podéis deducir están aquí hoy.- Sonriendo hacia ese punto.- Es capaz de configurar las imágenes para que el resultado, sea cual sea la posición de la huella, este entre pliegues o no, sea este.Esther aprieta una tecla y sobre el proyector aparece una nítida huella, la aumenta hasta el máximo para mostrar la gran resolución de ésta. -Pero el resultado es como con las técnicas tradicionales.- Comenta una voz en algún punto. -Correcto.- Responde Esther sin perder la sonrisa.- Excepto por un pequeño detalle, como podéis ver, en la parte inferior nos da unas coordenadas que corresponde con un punto de la placa metálica, en este caso.- Esther examina los números y va hacia la placa señalando un punto por encima de la urna.- A ver…- Pasea la mirada pro la sala y señala a Assia.- ¿Te apetece echar un vistazo a ver que ves? -¡Claro!- La chica prácticamente salta sobre el escenario y Maca mira a Esther negando con la cabeza, ya no va a haber quien la aguante en todo el día.
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-Genial ¿Tu nombre?- Cuando Assia llega a su altura. -Assia.- Responde sin apartar la vista del cuerpo. -Bien, Assia, ¿Te puedes acercar y mirar la parte del cuerpo que queda debajo del punto que he señalado? -Claro que sí, encantada.- La chica lo hace y observa detenidamente la piel del antebrazo derecho, perfectamente visible desde su posición. -¿Hay enrojecimiento? ¿Ampollas? ¿Restos de tinte? ¿Algo? -No, no hay nada.- Ana sonríe y mira al que había interrumpido. -Por eso, esta técnica es sutilmente diferente, si sacásemos una muestra de esa piel, como vamos hacer a continuación y la analizáramos, observaríamos que no hay absolutamente ningún rastro químico, físico o térmico que pueda camuflar nada, por lo tanto, tenemos una huella de alta definición y un cuerpo intacto de cuyos resultados analíticos podemos estar 100% seguros ya que sabemos que no hemos contaminado el cuerpo de ninguna de las maneras ¿Cuántas veces se ha desestimada una prueba pro posible contaminación? Con este equipo no existe ese riesgo. -¿Funciona con cuerpo en estado de descomposición?- Mientras Ana va respondiendo a las preguntas, Esther pasa un brazo por encima de los hombros de Assia y se acerca a su oído. -¿Qué dices? ¿Me ayudas a tomar la muestra?- La chica abre los ojos sonriente e impresionada y accede sin dudarlo, echando de pasada un vistazo a su madre ilusionada, maca le hace un gesto alzando los pulgares al aire. -Ya estas preparándole un litro de tila a esa niña, va a estar insoportable.- Le comenta Rodolfo ocupando las illa se Assia, al lado de Maca. -Ya te digo… pero y lo contenta que está.
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-Y lo que va a adorar a Esther, a estas alturas, ya la debe tener entre los dioses.- Riendo y haciendo que Maca asienta distraída sin perder detalle de cómo Esther y Assia trabajan codo con codo, susurrándose cosas que las hacen reír. -Sí… -Dios… un babero por favor ¡¿Hay un babero en la sala?!- Vilches se lleva encantado el codazo por parte de su amiga. Ana invita a quien quiera a subir al escenario para ver el cuerpo de cerca y explicarles el proceso y dejarles cotillear en el ordenador, al mismo tiempo que Esther entrega la muestra en una bolsa esterilizada a uno de los auxiliares, enseguida, tanto Assia y Esther bajan a saludar a Vilches y Maca, dejando sola ante el peligro a Ana. -¿Has visto mama? ¡He sacado una muestra de un cadáver! ¡Ha sido genial!- Dando saltitos de alegría a su alrededor. -Y luego quieres que te tratemos como una adulta.- Refunfuña Vilches riendo y levantándose para agarrarla y que no cause un accidente, pero solo logrando que sea a él a quien le explique todo, Esther los mira sonriendo y se sienta al lado de Maca. -¿Qué te ha parecido?- Le pregunta mirándola atenta. -Que como ya te dije… ahora ya no hay quien se lo quite de la cabeza.Ladeando la cabeza para mirarla.- Pero lo has hecho muy bien, muy segura de ti misma, muy a gusto, los has dejado encantados.- Tomando una de sus manos entre las suyas, Esther le sonríe y deja un beso en su mejilla. -¡Esther!- Se escucha la voz de Ana sobre el escenario.- ¡Ven a echarme una mano!- Ambas miran buscándola y la encuentran a la vez, rodeada de una decena de estudiantes que quieren toquetear el ordenador a la vez. -El deber me llama ¿Os esperáis y comemos juntos?
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-Me espero y comemos juntas.- Le rectifica Maca con una sonrisa seductora que hace estremecerse a Esther. -Vale…- Desapareciendo hacia el escenario, Maca la observa embelesada dialogar con los estudiantes y salir resuelta de la situación, y empieza a pensar donde la puede llevar si apenas conoce nada de la ciudad. A Maca no le cuesta mucho convencer tanto a Assia como a Vilches de que se pierdan casualmente en cuanto acabe la conferencia de las dos doctoras, siempre y cuando, al volver al hotel de noche, les ponga al día de todo, cosa que por otra parte, no piensa hacer, así que cuando Esther y Ana salen, se encuentran a Maca en el pasillo, hablando con un par de alumnas que se han acercado para intentarle sonsacar algo de su nuevo libro. -Vale, Tati y Sil, dejadla respirar.- Sonriendo de oreja a oreja aparece Esther, apoyando sus manos sobre los hombros de Maca. -¡Esther! ¿Pero tú sabes quién es?- Le pregunta sorprendida Tati, una alumna de la forense en el curso. -Escribe libros sobre forenses… no es tan raro.- Bromea Esther mientras se coloca al lado de Maca. -Es raro, yo creía que solo leías libros científicos.- Le contesta con bastante morro delante de Maca, que oculta una leve sonrisita divertida. -Eso, tú ríele las gracias.- Dándole un manotazo a la escritora. -Yo no he dicho nada ¿Ana, no comes con tu marido? -Eso es un desaparece, captado.- Riendo Ana le planta dos besos y mira a las veinteañeras.- Yo también la conozco…. Amigas de infancia, me cuenta todo.- Exagerando en la última parte.- Comprad el último, va a ser genial.- Ana empieza a andar y las chicas la llaman a gritos por el pasillo, Esther y Maca se quedan mirando cómo se marchan, Esther ríe negando con la cabeza. -Me alegra que tengas alguien así a tu lado.- Comenta Maca sonriéndole, la forense se pierde en ese gesto de satisfacción mezclado con ternura, abstrayéndose del mundo unos segundos, Esther se sonroja y le da un empujoncito. -Anda, ¿Dónde me vas a llevar a comer? 383
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-Cerca de mi hotel.- Esther la mira con las cejas alzadas.- ¿Qué? No conozco mucho de Barcelona.- Y esta vez es Maca la que se sonroja.Vamos. Ambas mujeres salen de la facultad y se dirigen a donde Esther tiene el coche aparcado, Maca se acerca a la puerta del copiloto y observa como la forense se acerca para abrir la puerta y la ayuda con sus manos a subirse al coche, pliega la silla con facilidad y la guarda en el maletero, Maca la observa por el retrovisor, pensando que fue precisamente el obligarla a hacer eso lo que hizo que la apartara, algo que ahora, incluso hace que su corazón se llene de un sentimiento… difícil de definir, algo que llena y te hace sentir bien. Cuando dejan el coche en el parquin del hotel, Maca guía a Esther hacia la plaza que hay bajo lo que en Barcelona se conoce como “El peix daurat” (“El pez dorado”) una escultura de Frank Ghery, un entramado metálico abstracto con la forma del cuerpo de un pez, que al recibir los rayos del sol, dibuja destellos dorados a su alrededor, ambas mujeres pasan por debajo, recibiendo esos destellos sobre sus cabeza y siguen caminando hacia una crepería que hay a un lado. -Dos días en Barcelona y ya conoces una de nuestras mejores creperías.Comenta riendo Esther al verla ir directa hacia la puerta con su silla. -Bueno, esa cosa de ahí me llamaba mucho la atención y anoche me di un paseo por aquí abajo ¿Es buena?- Señalando con la cabeza hacia la Crêperie. -Mucho.- Sonriéndole y abriendo la puerta a su paso, enseguida sale a recibirlas una chica con acento francés, que acomoda una mesa para ambas, Maca se sienta y observa a su alrededor, enfrente de ella, un lateral de un autobús inglés de dos pisos pintado de plateado que hace las veces de cocina en su interior, colgadas del techo, unas lámparas de metal con la bombilla desnuda, las sillas multicolores en las mesas, las butacas de cine en la pared contraria del autobús, el local parece echo a pedazos de cosas que la gente ha ido tirando, dándole un aspecto retro que llama la atención. -Me gusta el local.- Concluye Maca mirando a Esther, que se ha quedado embobada mirando ese gesto de concentración de la escritora, sacude la cabeza para sacarse un poco el aturdimiento de encima y sonríe. 384
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-¿Para incluirlo en un libro?- Maca ríe alegre por el comentario. -Podría.- La chica sa aparece con la carta y les pide que desean de beber, Esther se adelanta a Maca, pidiendo una botella de sidra y la camarera asiente desapareciendo en el interior del autobús.- ¿Sidra? -Por supuesto, toda buena crêpe va acompañada de sidra, llegas a pedir vino y me ofendes.- Riendo al ver como Maca pone cara de descubierta. -Tú ya has estado aquí antes ¿Mhm? -Sí, a Ana le encanta este sitio, suele arrastrarme a menudo. -A Ana… eso quiere decir que no he acertado con el lugar ¡Vaya!Exclama fingiéndose molesta. -No, no, no.- Responde rápidamente y sonrojándose Esther.- Quiero decir que…- Al ver la cara de pillina que pone Maca, la forense no puede más que lanzarle una servilleta negando con la cabeza.- Eres lo peor. -Es parte de mi encanto.- Murmura echándole un vistazo a la carta. Pasan la comida hablando sin parar, bueno, Esther habla sin parar, Maca la escucha atentamente, dejándose acunar por su voz, dándole de vez en cuando un sobro a la copa de sidra y deleitándose con los gestos, expresiones y sonrojamientos tan característicos de la forense, ella la pone un poco al día de su vida, de cómo se interesó por la medicina forense, de cuando llegó a Barcelona y se reencontró con parte de su familia, del momento en que decidió apuntarse a la carrera, de cómo fue poco a poco haciéndose respetar entre sus compañeros, de un caso que la hizo viajar a Londres para trabajar junto con uno de los cuerpos policiales del mundo con más renombre, y Maca va asintiendo y comentando alguna cosilla de vez en cuando, empapándose de esa vida a la que renunció, de todas esas cosas que no ha podido ver como se llevaban a cabo, y no sabe si es la sidra, o la voz extasiante de Esther, o que el local esta medio vacío, pero la invade un sentimiento de tristeza que se extiende por su cuerpo, sumiéndola en el silencio.
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-Vale, ya me callo.- Comenta sonriendo Esther.- No hago más que hablar, debo estar nerviosa.- Se le escapa y Maca alza las cejas sorprendida. -Soy yo la que está a prueba.- Le regala una media sonrisa y la forense la mira con los ojos entrecerrados. -No estás a prueba Maca, no… -Lo sé, lo sé… es que… siento haberme perdido todo eso, solo es eso.Dándole un sorbo a su copa y haciendo un ademán con su mano para restarle importancia, Esther agacha la cabeza y se encoge de hombros. -Bueno, quizás no hubiese hecho ninguna de esas cosas estando contigo, habría hecho otras. -¿Cómo qué? -Pues…- Mira pensativa hacia un lado y sonríe.- No tengo ni idea, otras. O quizás las mismas, quizás era esto en lo que debía convertirme, nunca me ha gustado hacer tanto algo como lo que hago ahora y… en parte es culpa tuya.- Se sincera Esther mirándola a los ojos, con una intensidad que dejan paralizada a Maca. -Lo… -No, descubrí que me gustaba hace mucho, tú me lo enseñaste, cuando llegué al forense y me trataste tan diferente a todos los demás, tan diferente a Rodolfo y otros, me hiciste tener curiosidad por ti, y por lo que hacías, y… cuando volví aquí, fue una forma de tenerte cerca, de recordarte, de no olvidarte como tú me habías pedido que hiciese.- Y sonríe con cariño y Maca pasa su mano por encima de las mesa, rozando la de Esther, acariciando con su dedo índice la piel de la forense, dibujando sus contornos con las yemas de sus dedos. Sumiéndolas a las dos en esa parte del mundo que solo la magia consigue hacer aparecer, esa en la que no hay aire, ni fuego, ni agua, ni tierra, nada, excepto algo tan pequeño y a la vez increíblemente enorme como una mirada, o una caricia, un gesto, un beso, un deseo.
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-¿Van a pedir postres?- Y ese mundo mágico en el que solo existe el o de las yemas de los dedos dibujando otra mano, desaparece, miran a la camarera separando sus manos, como si fuese una especie de alienígena que han dejado caer al lado de la mesa. -Eh… no… sí… -Sí, queremos postres.- La saca del aprieto Esther, en cuanto la camarera desaparece se vuelven a mirar, y Maca dibuja una sonrisa, lentamente, que llena su rostro con dulzura. -Debemos de dejar de hacer esto en público.- Bromea y la hace reír, y la risa de Esther parece llenar esa extraña Creperie barcelonesa, y a Maca. Cuando llega a su habitación del hotel, se encuentras a Assia, Marcos y Vilches sentados en uno de los sofás que dan al mar, los tres sentados con gesto pensativo, la escritora se acerca a ellos y los mira con el ceño fruncido. -¿Cómo habéis entrado?- Los tres la miran y el único que agacha la cabeza en el acto es Marcos.- ¿Marcos?- Con lo cual, Maca decide centrarse en él. -Deja al chaval.- Le advierte Vilches mirándola muy serio.- Habíamos quedado en que pasarías por mi habitación primero, pero sabíamos que no ibas a cumplir tus palabras, así que hemos tomado medidas.- Maca lo mira con los ojos entrecerrados, intentando ver qué diablos habrán hecho ese trío para conseguir entrar en su habitación. -Desde luego…- Murmura al cabo de un rato.- Para ser un hotel de lujo tiene una seguridad mediocre.- Alejándose hacia la cama. -Eh, eh…- Se levanta su hija y se pone en medio.- ¿No nos vas a contar que tal ha ido?- Poniendo cara de corderito degollado, su madre hace como si realmente estuviese valorando la situación y luego niega rotundamente. -Pues no, alá, id a cometer delitos a otra parte.- Riendo y metiéndose en el baño. 387
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-¡Será posible!- Exclama Vilches fastidiado.- ¿Y ahora que le digo yo a Cruz? -Tranquilo, Rodolfo, tranquilo.- Comenta Assia dándole una palmadita en la espalda al amigo de su madre y mirando hacia la puerta cerrada del baño.- Tú déjamela a mí, id a tomar algo por ahí. -Pero…- Marcos va a decir algo, como por ejemplo, que la ida de ir a tomar algo con el viejo gruñón de Vilches no le apetece en absoluto, pero éste no le da opción, colocando sus manos sobre los hombros del chico y guiándola hacia la puerta de salida. -No nos falles Assia.- La anima Vilches al salir. Maca, ajena al hecho de que su hija le esté esperando para el tercer grado, se mira en el espejo, contemplando ese brillo en sus ojos que hacia tantísimo que no veía y con una sonrisita tonta en la cara. -Ni ocho años…- Sonríe a su propio reflejo y piensa en una de las últimas preguntas que le ha hecho Esther, sobre cuánto tiempo se iba a quedar en Barcelona, cuando se lo ha preguntado no ha sabido que responderle, un día, una semanas, un mes… todo el tiempo que me dejes, una vida… ¿Qué se dice cuando la respuesta es más grande que la pregunta? Cuando Maca sale del baño, se encuentra a Assia abriendo la puerta de la habitación, mira por su costado y ve a un mozo de hotel dándole un termo y dos vasos a la chica, que se lo agradece con una gran sonrisa y cierra rápidamente, al darse la vuelta y verse descubierta por su madre, sonríe de oreja a oreja. -Esta tarde no tengo curso.- Levanta el termo y los vasos y los agita graciosamente.- Chocolate caliente, ideal de postre y para conversaciones trascendentales.- Maca niega con la cabeza y va hacia la cama. -Tengo un monstruo como hija, anda, ayúdame que me quiero dormir un rato. 388
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-¿Estas cansada?- Alzando las cejas repetidas veces y haciendo reír a su madre. -¡Assia! -Voy, voy.- Después de ayudar a que Maca se recueste en la cama, ella llena los dos vasos y le da uno, se quita los zapatos tirándolos por ahí y de un salto sube a la cama, sentándose al lado de la escritora a la manera india, y apoyando su cabeza en sus manos.- Cuéntame ¿Qué tal ha ido? -Hija, no es asunto tuyo.- Le advierte, pero no puede evitar que su mirada muestre la diversión que le provoca y siempre le ha provocado ese pequeño terremoto que ha criado. -¿Cómo que no? Eres mi madre, y Esther una buena amiga que he hecho, habéis salido, y quiero saber que tal ha ido ¿Qué hay de malo?Poniendo cara de niña que no ha rato un plato en su vida. -Menos lobos caperucita, que yo sé lo que quieres saber. -¡Genial! Así nos ahorramos los preliminares.- Exclama con energía sonriéndole. -No, no, no…. -Vale, no nos lo saltamos, ningún problema. -Assia… estoy cansada…- Dándole la espalda a su hija y ocultando su sonriente rostro bajo la almohada, nota como Assia se acerca a ella, asomándose por encima de su hombro y alza un poco la almohada para mirarla de reojo. -Pero… ¿La cosa va bien? Solo quiero saber eso mama, si tengo motivos para estar feliz por ti. Va…- Dándole un suave empujoncito.- Dímelo… venga… y te dejo dormir.
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-Dios…- Poniendo los ojos en blanco y mirándola.- Creo que… va bien. ¿Contenta?- Como toda respuesta Assia empieza a saltar sobre la cama acompañando sus saltos de un bailecito que hace sospechar a su madre que le está dando un shock epiléptico. Por su parte, Esther llega a su piso veinte minutos después, se sube al ascensor y se queda mirando esa mano que los dedos de Maca han perfilado suavemente, grabando ese breve e intenso o dentro de ella, al abrirse las puertas, lo primero que ve es a Ana sentada en un escalón al lado de la puerta de su piso. -¿Qué haces aquí? -¡Mujer! Después de media hora para deshacerme de esas dos adolescentes locas, no esperarías que me fuera a casa y tan tranquila ¿No?- Comenta viendo como la forense abre la puerta con sus llaves y entra al interior, Ana la sigue intentando descifrar en el rostro de su amiga lo que ha pasado durante la comida, levemente sonrojada, con un brillito en los ojos especial, con una sonrisita bobalicona en la cara.- Ha ido bien ¿Eh? -¿Quieres un café? – Dejando sus cosas por ahí y haciendo oídos sordos a la pregunta de su amiga. -Si va acompañado de una declaración, claro.- Esther pone los ojos en blanco y va hacia la cocina a preparar el café, cuando vuelve minutos después, se encuentra a Ana sentada cómodamente en uno de los sofás esperando ansiosa. -No me mires así… -Estoy intentando saber si ha habido… ya sabes.- Alzando una ceja provocadora y negando insatisfecha al ver el rostro sorprendido de Esther.- Que decepción. -¡Ana! ¡Era una comida! ¿Dónde te piensas que me ha llevado? -A ese pedazo de hotel de lujo en el que se hospeda ¿No?
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-Que va, hemos ido a la crêperie.- Sentándose y dando un sorbo a su taza. -¿Qué crêperie? -La Bretonne, a la que vamos a veces, bajo el pez. -Mírala, tiene buen gusto, me gusta ¿Y qué más?- Mirándola deseando saber más y provocando que Esther ría ligeramente. -Nada más, hemos estado hablando, ya sabes, de cosas varias y… hemos pasado un buen rato. -Claro, sí… pero algo ha pasado, porque la cara de tonta que me traes no es por nada ¿No? -No tengo cara de tonta.- Negando sonrojada. -Sí, la tienes… y ver a una cuarentona como yo con esa carita de enamorada…- Ana se queda mirando su café pensativo.- joder ¿No tienes algo más fuerte? -¡Ana! -¿Qué? ¿Sabes cuánto hace que mi marido no pone esa cara conmigo? Me voy a deprimir. -Eso es diferente. -No, no debería.- Mirándola seria y cambiando de repente su rostro, por uno muy sonriente.- Ha habido beso, es eso… -No ha habido beso. -Tocamientos entonces… bueno, los preliminares siempre están bien. -No ha habido nada, Ana, dos viejas amigas hablando.
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-Esther, que soy yo… que llevo contigo ocho años, que a mi no me engañas, amigas, cuando viniste a Barcelona, estabas destrozada ¿Cuántas veces la llamaste los primeros meses? ¿Cuántas intentaste hablar con ella? Yo te lo digo, un huevo, si te tenía que arrancar el teléfono de las manos porque sabía que eso no te hacia bien, he visto como salías adelante, como te encerrabas en tu trabajo, como salías de ese encierro, aunque fuera solo para ir conmigo de compras o a tomar algo y ahora… estoy viendo porque estabas tan destrozada, y no voy a dejar que me engañes.- Le advierte señalándola con un dedo. Esther suspira dibujando una media sonrisa. -¿Por qué estaba tan destrozada?- Susurra la pregunta mirando a su amiga. -¡Obvio! Porque es ella. No, ELLA, en mayúsculas, porque estabas completamente enamorada de ella y déjame que te diga otra cosa, si solo con comer con ella vienes con esa cara… el día que haya sexo ¡No lo quiero ni imaginar!- Esther ríe lanzándole un cojín para después negar con la cabeza. -Estamos bien así, conociéndonos de nuevo. -Sí, sí, eso está muy bien, lo de conocerse de nuevo y tal… pero… ya que lo haces, hazlo bien ¿No? En todos los sentidos.- Poniendo un gesto lascivo en su rostro. -Estás muy mal, que lo sepas. -No, lo que estoy es muy contenta de que esa mujer haya conseguido que a los cuarenta tengas una segunda juventud, solo hay que mirarte, estás radiante, por mucho que te empeñes en que no, que no podéis volver, que hay un millón de motivos en contra, que el pasado, que no sé qué…- Mientras va enumerando va moviendo el aire con su mano, como si le estuviese añadiendo al ambiente cada uno de sus porqués.Pero ¿Sabes? No es cierto, puede haber un millón, dos o miles de motivos por los que no deberías volver con ella, pero hay uno, por el que sí, y es más grande, mucho más grande. -¿Ah sí? A ver, doctora amoris causa, ¿Qué motivo? 392
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-Que tienes la jodida suerte de haber encontrado a esa persona que te hace más completa, esa que se vuelve única, el príncipe azul… bueno, princesa en este caso.- Riendo y mirando el gesto pensativo de Esther. -Aún así… mi princesa azul… no confío en mí cuando le hacía falta ¿Sabes qué es eso? ¿Que no confíen en ti cuando amas a esa persona tanto? -No, ni idea, pero tu lo has dicho, confío, pasado, de que ya pasó, no existe ahora. -No puedo recuperar la confianza en ella de la noche a la mañana Ana, puede que no lo entiendas, pero no puedo, y creo que ella tampoco, sí, podríamos estar juntas, podríamos volver a intentarlo, podría ir corriendo a su hotel ahora mismo y decirle que en ocho años ella siempre ha estado en mi cabeza, en mi cuerpo, en mi corazón en todo, y que quiero que lo este, pero de verdad, y besarla, besarla hasta desgastar nuestros labios, pero… la confianza, es la base de cualquier relación, ¿Cuánto crees que duraríamos?- Ana se piensa la respuesta, sabiendo que en esa parte, su amiga tiene algo de razón.- Ella tampoco quiere eso, quiere que si pasa, sea para siempre, y para que sea así, no podemos dejarnos llevar por las ganas sin pensar en si estamos preparadas no para volver, sino para mantenernos juntas. -¿Te lo ha dicho?- Y Esther recuerda lo que le dijo Maca y sonríe sin poder evitarlo, poniendo de nuevo esa cara, según Ana, de tonta de remate.Uy…- Sonriendo divertida. -Algo así. -¿Cómo que algo así? -Pues algo así… -Eh, no puedes poner esa carita y no decirme el porqué, ¡Ya estas largando nena!
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-Pues… eso… que el otro día me dijo que la próxima vez que me volviera a besar… sería para siempre… vamos, que, no lo volverá a hacer, hasta que no esté segura de que las dos estamos en el mismo barco y dispuestas a enfrentarnos a vientos y mareas… juntas. -¿Te dijo eso?- Poniendo esta vez ella cara de tonta.- Un momento… ¿Volviera? ¡La madre que te parió! ¡Os distéis el lote en el baño!- Como toda respuesta, ve a Esther esconderse roja como un tomate tras un cojín. Capítulo catorce: ceder El sol acariciaba su piel, era primavera, y disfrutaba de esos días agradables entre el frío invierno y el caluroso verano, con el portátil en el regazo y parada en mitad del sendero de piedra lisa que atravesaba el jardín, se quedaba cautivada con cualquier cosa, cualquier cosa que no fuese su ordenador, en el que recordó, debería estar escribiendo, había prometido a la editorial acabar la historia aquella semana, aunque como otras veces, parecía que sus musas habían emigrado a parajes más excitantes que el pequeño jardín de su casa. Escuchó jaleo de risas en el interior y miró su reloj de muñeca, Assia había vuelto del colegio, lo que le extrañó fue escuchar una risa que no supo reconocer, por lo que cuando escuchó la puerta corredera abrirse, se giró para ver quién acompañaba a su hija. -¡Hola mama!- Sonrió ésta acercándose y plantándole un beso en la mejilla, el muchacho que la acompañaba, de la misma edad que Assia, unos trece años, se quedó parado en la puerta, mirando curioso a su alrededor. -¿Qué tal han ido las clases? -Genial, mira, éste es Marcos, ha venido a jugar un rato y ver la tele, su ti pasará a buscarle después. -Hola Marcos.- Le saludó sonriendo amable para que el chico se atreviese a acercarse, se limitó a sonrojarse y a alzar una mano tímido
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como forma de saludo.- Bueno, en ese caso ¿Merienda para tres?Preguntó a su hija sonriendo. -Sí, ¿Podemos merendar aquí?- Señaló el jardín con la mano y Maca asintió. Les preparó al merienda, y la compartió con ellos antes de que empezaran a jugar a la pelota sobre el césped, Maca contemplaba embelesada a su pequeña princesa, aunque de vez en cuando echaba una mirada a Marcos, aquél chico el recordaba algo, le resultaba familiar, pero por mucho que se esforzaba, no conseguía dar con nada, suspiró e intentó concentrarse en escribir mientras los chicos seguían con sus juegos. Cuando empezó a anochecer, se metieron en casa y estuvieron viendo la tele, Maca les dejó solos, encerrándose en su despacho para acabara con aquella historia, parecía que en algún momento de la tarde, sin más, las musas habían vuelto de su paseo y estaba tan concentrada en plasmar todo lo que se le pasaba por la cabeza por miedo a olvidarlo, que ni siquiera escuchó el timbre, aunque si el grito que metió Assia. -¡Mama! ¡Han venido a buscar a Marcos!- Maca fue a saludar a la tía de Marcos, pero se quedó trabada a mitad de camino, en cuanto sus ojos pudieron distinguir la puerta y quién había en ella, entonces, como si de un aluvión se tratara, le empezaron a llover imágenes del pasado, María, la mujer de Toni, su mente iba a mil por hora, se fijó de nuevo en el chico, Marcos… aquél chaval que había pasado la tarde en su casa, jugando con su hija, ¿Era el pequeño terremoto hiperactivo que había conocido años atrás? -Hola…- Saludó como pudo a la mujer. -Hola, soy la tía de este chico de aquí.- Le rascó con cariño la cabeza y el chaval pareció no saber donde esconderse. -Soy Maca, la madre de Assia.- Se acercó para estrecharle la mano y la mujer desvió la mirada hacia la silla sin poder remediarlo, era una de esas cosas, a las que Maca ya se había acostumbrado.
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-Espero que no le hayan dado mucha guerra. -Para nada, se ha portado muy bien.- Guiñándole un ojo a Marcos, que le regaló una pequeña sonrisa. -Me alegro, a Marcos le cuesta un poco hacer amigos.- Se excusó la tía sonriendo. -Pues ahora es mi amigo.- Sentenció dándole una palmadita en la espalda Assia.- ¿Mama, podrá venir más veces? -Claro que si, hija, las que quiera. ¿Os acompañamos a casa? -No, tranquila, tenemos el taxi esperando, pero muchas gracias. -¿Taxi? Vaya, la próxima vez.- Maca cogió el bloc de notas que descansaba sobre el recibidor, al lado del teléfono, y garabateó su número.- Llámame y le iremos a buscar cuando quiera venir. -Oh, no, lo del taxi es porque tenemos que ir al aeropuerto y ya sabe, el parquin es carísimo. -¿Van de viaje? -A visitar a mi hermana María y a Toni, los padres de Marcos, viven en el pueblo.- Maca sonrió. -Toni… ¿Guzmán?- La mujer la miró sorprendida, al igual que Marcos.- Se parece usted mucho a María.- Sonrío aclarándolo Maca.- Trabajé con Toni hace muchos años. -¡Vaya! EL mundo es un pañuelo. -Sí, ya lo puede decir.- Susurró pensativa Maca.- Deles recuerdos de mi parte cuando les vea, hace mucho que no sé de ellos. -Se los daré, no se preocupe ¿Marcos, listo?- Le preguntó a su sobrino.
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-Sí. Hasta luego, gracias por la merienda.- se despidió el chico y ambos se subieron al taxi que esperaba en la entrada. -¿Conoces a los padres de Marcos?- Le preguntó Assia mirándola. -Sí, los conocí… ¿Te apetece que prepare la cena? -¿Pizza?- Maca puso los ojos en blanco y sonrió asintiendo, su hija salió corriendo a buscar el panfleto de la pizzería y Maca se quedó en la puerta mirando hacia la calle. Marcos… María… Toni… ella. Maca se despierta en la habitación del hotel, se despereza y nota el cuerpo de alguien a su lado, sonríe sabiendo, que Vilches habrá vuelto a meterse en su cama al marcharse Assia al curso y abre los ojos bostezando, le da un empujón a su amigo, pero éste parece estar en un profundo sueño, tanto, que no se da cuenta de que intenta abrazar a Maca. -¡Rodolfo!- Se despierta sobresaltado y mira alrededor confuso, con los ojos pegados pro el sueño, fija la mirada en su amiga. -Joder… vale que estés reconquistando a Esther y necesitas todo el cariño reservado y tal, pero coño Maca, más suavidad. -Que me has intentado meter mano. -Ya te gustaría a ti.- Refunfuña dándole la espalda y volviendo a dormir. -Sí, claro, es uno de mis oscuros deseos, no te jode. -Pues claro… soy morbosamente atractivo.- Sind arse la vuelta para mirarla.- Hablando de atracción.- Se incorpora un poco en la cama y la mira bostezando.- Al final no me has dicho si en la comida… -Rodolfo, no creo que este sea el momento para preguntarme si ha habido algo con Esther. -¿Por qué?
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-Estás metido en mi cama medio desnudo ¿Dónde está tu camisa?Remarcando lo obvio. -Tenía calor, ¿Dónde la puse?- Empezando a buscarla, escuchan la puerta abrirse y ambos miran sorprendidos ver aparecer a Esther con una bolsa en la mano, la forense se queda mirándolos con las cejas alzadas, parada bajo el quicio de la puerta.- Mierda… nos has pillado.- Saliendo de la cama y buscando su camisa bajo ésta, Esther niega con la cabeza y cierra la puerta tras de sí. -Rodolfo, ¿Hay algo que deba decirle a Cruz? -Sí, que ha sido una noche… ¡Increíble! Desde luego, ya sé porque estabas con ella, es una fiera ¡Aquí esta!- Alzando la camisa del pijama en alto y poniéndosela, mientras se abrocha los botones mira a Esther.¿Se lo has enseñado tú? -Esther, ni caso.- La forense sonríe y deja la bolsa sobre una mesa. -No pensaba hacerlo, además.- Mirando a su amigo mientras saca algunas cosas de la bolsa.- Si hubieses pasado la noche con ella… ahora no podrías ni moverte.- Rodolfo se la queda mirando sin saber que responder. -¿En serio?- Mira a su amiga en la cama, de arriba abajo.- Sabía que la cagué eligiendo a Cruz. -Como te escuche te mata.- Ríe Esther, Maca sale de su trance, desde que Esther ha entrado por la puerta se ha quedado mirándola sin ver nada más allá, y ahora, se da cuenta de que es ella, y que está en la habitación de su hotel, y que ha entrado usando una llave y que la ha visto con su amigo en la cama y que… -¿Tengo que decir que no es lo que parece?- Ambos la miran, aunque la escritora solo tiene ojos para esos marrones cautivadores que parecen observarla divertidos. -No hace falta.- Comenta riendo ella mientras sigue sacando cosas.- Os he traído el desayuno. 398
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-¿Para mí también?- Rodolfo se acerca a la mesa e intenta coger algo, peor Esther le da un manotazo. -Primero las damas, neandertal. -Eso es machista, no te pega, para nada. Dame mi donut. -Vale, primero Maca ¿Mejor? -Eso… es tener preferencias, está feo, horrible, deberías sentirte avergonzada.- Vuelve a intentarlo pero Esther coge las cosas como puede y se acerca a la cama, mira de lado y por encima de su hombro a Vilches. -A mi me parece bonito.- Encogiéndose de hombros y sentándose al lado de Maca.- ¿Qué te apetece? Tengo un poco de todo.- Soltándolo sobre la cama.- Y mira…- Sacando un bote de mermelada de la bolsa que ha dejado en el suelo.- La he visto en el supermercado y me he acordado que era la que comparabas tú.- Maca le sonríe con cariño, mirándola atentamente, sin saber qué decir al ser consciente de que Esther recuerda algo tan insignificante y absurdo como la marca de mermelada que Maca compraba.- ¿Quieres?- Asiente mirándola sacar una tostada del paquete y untando la mermelada con un cuchillo sobre ella, extendiéndola suavemente, la escritora dibuja una media sonrisa divertida. -Que preparada. -Ah, sí, es que no tenía curso hoy, y Assia me ha dicho que se había olvidado devolveros la llave y he pensado, se la llevas tú y… de paso el desayuno, el cuchillo es prestado de la Universidad, lo tengo que devolver.- Bromea tendiéndole la tostada mientras un móvil empieza a sonar, escuchan a Vilches cogerlo. -Sácame de aquí. No lo sé, están desayunando. Sí. ¡Yo que sé! ¡Pues haber venido tú!- Se acerca y le da el móvil a Maca.- Mi mujer ¿A mi no me untas la tostada, doctora?- Concentrándose en Esther.
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-Buenos días Cruz.- Saluda Maca mirando como Vilches intenta conseguir que Esther le prepare el desayuno, esta empieza a untar una tostada y Rodolfo sonríe victorioso a Maca guiñándole un ojo. -Que feliz se te oye ¿Eh?- Esther acaba de untar y mira a Vilches, peor antes de que éste agárrela tostada se la lleva a la boca, mordiéndola y mirándole fingiendo placer, Maca ríe al ver el gesto de frustración de su amigo al coger el paquete de tostadas y empezar a prepararse una él.Esta Esther ahí ¿Eh? -Sí, ha venido a traernos el desayuno, por cierto, tú y yo tenemos que hablar de esa manía de tu marido de meterse en mi cama. -Eres su amor platónico, ¡Que le vamos a hacer! Pero no es por eso por lo que vas a conseguir que nos divorciemos. -¿Yo voy a conseguir que os divorciéis?- Pregunta sorprendida captando la atención de Esther y Vilches. -Claro, te lo mando para que me tenga informada y el muy tonto no es capaz de decirme como os va, solo que os veis y poco más.- Maca ríe y mira a Esther, que se acomoda un poco, pasando una de sus manos por encima del cuerpo de Maca y apoyándola al otro lado.- ¿Me estás escuchando? -¿El qué? No, me he distraído.- Y la forense mira al frente dibujando una sonrisa.- Te has levantado hoy juguetona, vale, vale… -Esther, que eso va por ti.- Le da un codazo Vilches, sentado a su lado, la forense mira fingiéndose sorprendida a Maca y niega con la cabeza. -Oh, dios.- Exclama Cruz al otro lado de la línea.- ¿Os estáis metiendo mano delante de mi marido? Un momento ¿Os estáis metiendo mano? -Claro, estamos haciendo un menage a trois que escandalizaría a cualquiera.- Los tres ríen al imaginar la cara de estos son un caso perdido que debe haber puesto Cruz.
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-Anda, pásame a ese marido mío que le voy a decir yo cuatro cositas sobre lo que hace cuando no viaja conmigo.- Maca le da el móvil a Vilches que sale de la habitación bromeando sobre algo de tener sexo telefónico o algo por el estilo, dejando a la pareja disfrutando del desayuno que ha traído Esther. -Así que… no tienes curso en todo el día… -No.- Responde sonriendo Esther.- ¿Se te ocurre algo que hacer? -Pues… algo se me ocurrirá…- Mirándola con una ceja alzada y recibiendo un manotazo de una Esther sonrojada.- ¿Qué? -Que me pones nerviosa, no hagas eso. -¿Por qué no? Es mi objetivo. -Ya…- Mirando su tostada y dándole un mordisco. -Puedes hacer planes con otra persona, si quieres… quiero decir que… -Maca, no quiero hacer planes con otra persona, ya que vas a estar poco tiempo hay que aprovecharlo ¿No?- Mirándola a los ojos con una sonrisa que no puede ocultar el tinte de tristeza en su voz, la escritora sonríe y lleva una mano hasta el flequillo de Esther, ese mechón rebelde que siempre la llama a gritos, acaricia su mejilla al tiempo que lo lleva tras su oreja, deslizando un dedo por el lóbulo y viendo como Esther suspira. -No sé cuánto tiempo me voy a quedar… pero… no creo que sea poco… -Maca, seamos sinceras ¿Quieres? Tú tienes tu vida en Madrid, y tarde o temprano te reclamaran allí. -La única persona que puede reclamarme esta aquí.- Esther entiende que lo dice por Assia y niega con la cabeza sonriendo. -Tu hija en dos meses y tres semanas estará volviendo a Madrid.
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-No lo decía por ella.- Dándole un mordisco a su tostada y observando la reacción de Esther, que en un acto reflejo aparta su mirada de sus ojos, mirando cabizbaja el suelo.- Te dije que iba a conseguir que fuese para siempre… y lo voy a hacer.- La forense alza la mirada y suspira, a Maca, le entran unas enormes ganas de abrir sus brazos y abrigarla con ellos, sentirla cerca de ella, detener el mundo por unos instantes y refugiarse en su cuerpo, y Esther lo nota, lo ve en sus ojos, en esa mirada que se clava en ella, y la necesidad les roba un instante de sus vidas, la forense se acerca a ella, tumbándose a su lado, su cuerpo tembloroso se adapta al de Maca, fundiéndose el uno en el otro, y siente ese cosquilleo subiendo por su vientre, acompañado de una profunda clama al sentir los brazos de Maca rodeándola, sus manos acariciando suavemente su espalda, y se quedan así, sintiendo la respiración de la otra, notando cada estremecimiento que las recorre por estar tan cerca, dejándose llevar por la tranquilidad, por esa sensación inexplicable que se siente cuando una persona te abraza, cuando lo hace de verdad, cerrando los ojos ambas y suspirando a la vez. Cuando es Esther quien abre la puerta de la habitación de su madre, al volver Assia del curso, ésta sonríe triunfante y le planta un gran abrazo a la forense, Maca, desde la cama, observa la escena divertida, su hija estrujando a una Esther que no sabe qué hacer o donde meterse. -Assia… no puedo respirar.- Susurra con voz queda Esther y la chica se suelta y corre hacia la cama, lanzándose encima de su madre y estrujándola ahora a ella, la forense cierra la puerta y se acerca a ellas, sentándose en el borde de la cama. -Hija, ¿Quieres ahogarme o qué? ¿Qué te han dado hoy en el curso? -Nada, solo estoy contenta ¿Qué habéis hecho todo el día? Oh, quizás no lo puedo saber.- Poniendo una cara de pillina que se gana una colleja de su madre y un sonrojarse en Esther. -Hemos estado viendo películas, charlando, ¿Tú que tal el curso? -Hoy horrible, al conferencia la daba un tío que para mí que es sospechoso de algún asesinato en serie o algo así, un detective retirado con cara de chulito que se pensaba que todas las chicas estábamos allí 402
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para irarle, mira, ha empezado a hablar de cuando le metieron un tiro y no sé qué cosa… ¿Por qué dejáis que gente como esa haga un curso?- Mirando a Esther que sonríe mirando a Maca. -Bueno, yo no organicé el curso, solo participo en él, se ve que lo recomendaron desde Madrid, un tal Dávila ¿Te suena?- Ambas miran a Esther y Maca empieza a reírse. -No me lo puedo creer ¿Es él?- Como toda respuesta la forense asiente. -¡No me lo dijiste!- Lanzándole una almohada a Esther, que la esquiva y la mira con cara de circunstancia. -Ya… ¿Me vas a decir que en eso también has cambiado? -Pues… no, la verdad es que no. -Tiempo muerto.- Assia mira confundida a ambas mujeres.- ¿Qué es lo que pasa? ¿Lo conocéis? ¿Por qué lo recomienda Dávila?- Acribilla a preguntas y ambas se miran sonriendo al recordar quién es él detective retirado, el mismo que intentó ganarse a cierta auxiliar y que perdió la batalla ante una forense muy buena que trabajaba en el Forense de Madrid. -Bueno, es un viejo conocido de tu madre.- Responde divertida Esther y Maca la mira acusadoramente. -Perdona... Es un viejo conocido tuyo más que mío, al fin y al cabo, estuvisteis saliendo, si no recuerdo mal. -¿saliste con ese capullo?- La forense le devuelve el cojín a Maca mientras esta abraza a su hija. -Esa es mi niña.- La felicita ante la mirada atónita de Esther. -Perdona, pero tienes una memoria horrible, yo no salí con él, lo intentó, pero no lo consiguió, ganó otra persona.
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-Por supuesto que no lo consiguió, ¡Faltaría más!- Exclama orgullosa y Assia la mira sonriente. -Ganaste tú. -Pues claro, como que iba a dejar que un sabueso de esos se acercase a mi auxiliar ¡Ni pensarlo! Aunque aquí Esther… caía a sus encantos, no te creas…. -No caí al encanto de nada, solo que me tenías con la cabeza patas arriba y ya no sabía ni lo que hacía, ni lo que no hacía, ni nada, la culpa fue tuya.- Señalándola acusadora con un dedo, Maca se lo coge divertida. -Claro, claro… -Un momento.- Assia mira sorprendida a Esther.- ¡Por dios! -Me recordaba a mi ex marido… yo que sé.- Encogiéndose de hombros y levantándose de golpe.- Tu madre lo explica, aunque… a su manera.advierte yendo hacia el bolso y sacando un libro de él, la muchacha mira a Maca, que después de una larga conversación con Esther ha decidió que quizás sea buena idea que Assia lea el libro, de todas formas, su hija se las ingeniaría para hacerlo. -¿Puedo? -Sí… además… si quieres preguntar cualquier cosa…- Buscando apoyo en la mirada de la forense, que asiente sonriente.- Aquí estamos. -¡Genial!- La chica sale corriendo hacia el libro y con él en las manos se sienta en uno de los sofás, abriéndolo y comenzando a leerlo para hacer caso omiso a la pareja, Esther vuelve a sentarse en la cama y busca la mano de Maca al ver como se ha quedado mirando a su princesa. -¿Quieres que me quede?- Pregunta en un susurro, la escritora la mira, apretando sus dedos al entrelazarlos con los de Esther.
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-Me gustaría… si no tienes nada mejor que hacer…- Y Esther ve la necesidad en los ojos de Maca de tener un apoyo, sabe lo importante que es para ella ese libro, y el dejar que su hija lo lea e incluso le haga preguntas, y sospecha el miedo que debe recorrer ese cuerpo, como toda respuesta, se acurruca al lado de Maca, rodeándola con sus brazos y besando su cabeza y ambas miran a Assia, Esther pensando en lo extraño de la situación, ella protegiendo a Maca, pero sintiendo una familiaridad que la desborda, un así es como debe ser, una normalidad envuelta en calma mientras la mece suavemente entre sus brazos y Maca se deja mecer. -Hace ocho años no me lo hubieses pedido…- Acaba susurrando Esther. -Hace ocho años era estúpida… y creí que te podías meter en mi cabecita y saber lo que necesitaba con echar un vistazo… y no quería que lo hicieras…- Responde cerrando los ojos y dejándose llevar entre esos brazos protectores. -No hubiese querido estar dentro de tu cabeza, toda una vida guardándote el dolor dentro, aquí debía haber un caos.- Besando el pelo de maca y haciendo que ésta la mire.- ¿Ya no lo hay? -No… ya no lo hay… Capítulo quince: tú y yo Assia entró en la casa arroyando todo a su paso, y dejando a Maca, Vilches y Cruz, sorprendidos, la chica ni siquiera saludó, esgrimió unos papeles delante de las narices de los tres adultos, que la miraban como si se tratase de un extraterrestre. -Assia, Assia…- Su madre intentó llamar su atención, pero ésta seguía soltando un tropel incomprensible de palabras las unas detrás de las otras. -¿Qué le has dado a tu hija?- Preguntó en un susurro Vilches. -Maca, que le va a dar algo.
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-¡Assia!- La chica se detuvo y sonrío de oreja a oreja, mirándolos a los tres, concentrados en ella, y con la mesa preparada. -¿Habéis empezado a cenar sin mí? Bah, da igual. Tengo un notición. -Dios…- Refunfuñó Vilches dando un sobro a su copa de vino. -Calla, Rodolfo.- Se acercó a su hija.- Assia ¿De qué estás hablando? -Toma, léelo tu misma.- Le dio los papeles a su madre, que después de leerlos los dejó sobre la mesa, donde Vilches se abalanzó sin disimular sobre ellos. -A ver… uhm… uhm…. Uhm… jo…- Miró sorprendido a la chica.- No me jodas. -No, no te jodo.- Riendo le respondió esperando la reacción de su madre.- ¿Mama? -Uhm… yo… no… no sé qué decir. -¡Dios santo ¡Enhorabuena Assia!- Se adelantó Cruz nada más leer los papeles y abrazó a la chica sonriendo.- Maca, tienes una hija muy inteligente, coeficiente de 127, sobre la media, sabía yo que apuntarías alto.- Vilches y Maca seguían mirando a Assia sin salir de su asombro, cierto que siempre demostró estar un paso por delante de todos los de su edad, pero siempre lo habían achacado a que era algo más espabilada. -Cariño… es… ven aquí.- Maca abrió los brazos y estrechó a su pequeña entre ellos. -¡Y eso no es lo mejor!- Advirtió separándose.- Gracias a eso, mi instituto ha conseguido algo increíble. -¿El qué?
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-Estoy invitada a un curso en Barcelona.- Sonriendo de oreja a oreja.Todo el verano, gastos pagados, donde yo elija, lo pagará la UAB, la Universitat Autónoma de Barcelona ¡Va a ser genial! -Felicidades terremoto.- Le sonrió Vilches guiñándole un ojo. -Gracias, gruñón. -¿Y de que es ese curso? ¿Y qué es eso de todo el verano? -Es lo mejor de todos, enviaron el trabajo que hice a allí, lo han leído, y por eso me invitan a un curso especializado en medicina forense, se ve que los he dejado boquiabiertos ¡Voy a estar tres meses rodeada de forenses!- Exclamó ilusionada Assia mientras Maca sintió como un nudo atenazaba su garganta. -Menuda novedad.- Murmuró Vilches.- Llevas toda tu vida rodeada de forenses, Cruz y Assia le lanzaron una mirada recriminatoria, mientras Maca seguía paralizada, siempre había intentado alejar en lo posible a su hija de todo lo relacionado con lo forense, pero en una casa en la que los invitados habituales eran dos forenses que venían a comentar casos con su madre, también exforense, había sido imposible alejarla de ello…. Lo que no se esperó Maca, es que tan pronto, el destino llamase a la puerta de Assia, mucho menos, en forma de curso intensivo especializado… en Barcelona, la ciudad que desde hacía años, flotaba como un fantasma a su alrededor. Una semana después, Vilches había vuelto a casa con el rabo entre las piernas bajo amenazas de su mujer, o eso bromeó él al marcharse esa misma mañana, por otra parte, ver a Esther en el hotel, sentada con Maca frente a los ventanales, cenando algo de comida preparada con el mar del fondo, viendo una película o simplemente con el portátil en la mesa preparando el curso, era algo ya normal para Assia, que ya no se mostraba tan efusiva como la primera vez, que casi desmonta a abrazos a la pareja, por eso, lo que le extraña esa noche al entrar en la habitación de su madre, es no ver a Esther. -Hola mama, ¿Dónde está Esther?- Saluda dándole dos besos y cae en la cuenta de Maca va muy arreglada, con una camisa marrón de cuello 407
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mao ceñida a su torso, unos jeans oscuros y unas botas, maquillada de forma natural y con el pelo suelto.- Uy… ¿Quién te ha arreglado? -¿Dónde está mi forense?- Se escucha una voz desde el balcón, Assia sonríe de oreja a oreja y se abraza a Cruz efusivamente.- ¿Qué tal el curso? -Genial, estoy aprendiendo un montón, ya no vais a tener excusas para dejarme entrar en el Anatómico.- Aún medio abrazada a ella y sonriendo contenta porque Cruz también se haya dejado caer. -Sabes que eso es tu madre y Vilches.- Bromea mirando a su amiga, que desde la silla pone los ojos en blanco. -Entonces tengo que hablar con Esther y contigo.- Cruz alza las cejas y se echa a reír mirando a Maca. -Es lista, muy lista. -¿Tú sabes a donde va tan arreglada?- Pregunta con un brazo rodeando la cintura de Cruz y mirando como su madre consulta el reloj. -Ha quedado ¿Verdad, Maca? -Deje.- Advierta ésta señalándolas.- Las dos. -¿Con quién ha quedado?- Pregunta divertida Assia.- Déjame adivinarlo… con una de mis profesoras ¿Mhm? -Mhm.- Asiente Cruz y Maca las mira con una ceja alzada. -Plagiarme está muy mal, y las dos, dejadlo ya.- Mirando de nuevo inconscientemente el reloj. -Tranquila, faltan unos diez minutos, más el retraso de Esther, ponle media hora.- Maca suelta todo el aire en un bufido mientras Cruz y Assia ríen divertidas por ver a su amiga y madre, respectivamente, tan nerviosa.
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-¿A dónde la vas a llevar? -Oh, eso es lo mejor.- Salta Cruz antes de que a Maca le dé tiempo a abrir la boca.- Aquí tu madre, ha decidió que esta noche…. Es la noche. -¿En serio? Quieres decir que… ¿Voy a tener que llamar mama a Esther?Sonríe llevándose un cojinazo de Maca, lo que más a mano tenía.- ¡Esto hay que celebrarlo! Crus, ¿Nos vamos de fiesta?- La forense se echa a reír haciéndole un gesto a Assia con la mano como de estás loca. -Yo ya no tengo edad, y tu aún no tiene edad.- Remarcando el aún. -Eso, eso.- Mirando el reloj Maca las interrumpe. -Vale.- Acercándose a su madre e intentándole quitar el reloj entre risas, tocan a la puerta y Cruz va a abrir, ya que madre e hija están demasiado ocupadas, haciéndose cosquillas y riendo como para enterarse de nada. -¡Esther!- Su amiga la mira sorprendida cuando el abre la puerta y recibe su abrazo. -¿Desde cuándo estás aquí? -Pues, pasa, pasa.- Separándose e invitándola a pasar mientras Maca y Assia se la quedan mirando con cara de niñas buenas ambas, no puede evitar dibujar una dulce sonrisa, con la que ya de paso, deja paralizada a Maca, ese brillo en sus ojos, su sonrisa radiante, ese vestido burdeos hasta las rodillas, dibujando las formas de su cuerpo, la escritora siente un nudo en la boca del estomago que sube hacia su garganta, completamente hipnotizada por sus gestos, ese gesto de sorpresa mientras habla con Cruz, Assia le acaricia la barbilla por debajo. -La baba mama.- Le susurra al oído.- ¿No querrás mancharte la camisa?Se lleva un empujoncito cariñoso de Maca y la chica va a saludar a Esther.- Estas guapísima profe.- Esther sonríe a Assia pasándole un brazo por encima de los hombros y besándola en la mejilla. -Anda que me has dicho que estaba cruz ¿Eh?
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-Yo tampoco lo sabía, se ve que se han pasado toda la tarde cotilleando y se les ha pasado avisar.- Bromea Assia y ambas se miran cómplices, Cruz sonríe ante la escena, verlas así, como dos buenas amigas, con ese cariño y esa complicidad, le hace feliz, ambas son muy importantes para ella, al igual que Maca, y lo cierto, es que no puede evitar lanzarle una miradita a ésta cuando se acerca a saludar a Esther. -Eso no es del todo cierto, también hemos estado hablando un rato con Marcos ¿Verdad, Cruz?- Mira a su hija divertida y ésta ladea la cabeza mirando alternativamente a ambas mujeres. -¿Qué habéis hecho? -Nada.- Responden demasiado rápidamente las dos provocando que a Assia se le abra la boca de par en par. -¿Dónde está? -En su habitación, creo ¿No, Maca? -Sí, iba a arreglarse para no sé qué cosa.- Fingiendo no recordarlo y hacer el esfuerzo para lograrlo.- No me acuerdo que era… -Dios, sois, las dos, ¡Buf!- Exclama Assia provocando las risas de las tres.- Esther, tráeme viva a mama y vosotras dos…- Señalándolas con un dedo.- Hablaremos mañana, contigo esta noche.- A Cruz, que niega sonriente cogiendo su bolso. -Lo siento, pero he quedado con Ana, que sea mañana, portaros bien.La forense desaparece por el pasillo como alma que lleva el diablo, lo que no hace más que poner nerviosa a la adolescente. -Voy a ver a Marcos.- Desaparece también dejándolas solas Esther niega sonriente viéndola marchar y mira a Maca, tomando aire y quedándose cautivada por ese brillo especial en el rostro de Maca. -Bueno…- Consigue hablar al soltar el aire.- ¿A dónde me vas a llevar?Maca sonríe traviesa.
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-Eso… lo verás en un momento, aunque… te has arreglado tu mucho ¿Mhm?- Mirándola de arriba abajo al pasar pos su lado y haciéndola sonrojar hasta límites insospechados. -Habló.- Apagando las luces de la habitación y cerrando la puerta. Mientras Esther conduce, atenta a las calles por las que la guía Maca, intentando averiguar antes de tiempo a dónde van a ir, la escritora la observa, riendo de vez en cuando , cuándo a la forense le da por intentar averiguar a donde la llevan, disfrutando de ese pequeño momento, de esa mirada ilusionada de Esther, de ese nerviosismo que la contagia, sumándose al suyo propio, por no saber si está cometiendo un error o no, pero no quiere pensarlo, lleva toda su vida pensando las cosas, de hecho, esta en esta situación, por pensar, por pensar en que era lo mejor para ambas, para Esther, para el mundo, y… esta noche, se ha cansado de pensar, y al mirar por la ventanilla, cruza los dedos, deseando que a Esther, al menos, le guste lo que ha preparado. -Anda… dímelo, ¿Qué te cuesta?- Maca la mira sonriendo y niega con la cabeza. -Gira a la izquierda. -Buf…- Suspira resignada pero divertida por la situación, cuando Maca le pide que detenga el coche mira alrededor confusa, están en la entrada del Parc Güell. -Ya hemos llegado, me bajaría a abrirte la puerta, pero…- Golpeándose las rodillas y mirándola con las cejas alzadas.- Esther…- La forense se ha quedado mirando hacia la puerta del parque, el guardia las está mirando sonriendo y abre la gran puerta de metal. -¿Qué…- Se detiene al ver que Maca abre la puerta y el guardia se acerca al maletero, abriéndolo y sacando la silla de ruedas, acercándola hasta Maca, Esther se baja y contempla como la ayuda sin saber que está pasando. -Buenas noches, Maca.- Saluda alegremente él una vez ha terminado de ayudarla. -Buenas noches, Igor.- Corresponde sonriente.- Ella es Esther.
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-Lo sé.- ite sonriendo a la forense.- Viene a menudo pro aquí ¿Eh, Esther? Aunque nunca de noche. -Bueno… es que en teoría… está cerrado. -Y lo está, pero resulta que esta noche… el guardia despistado se ha dejado la verja abierta ¿Te lo puedes creer?- Dándole unas llaves a Maca.- Cuídalas, puedo meterme en un buen lío. -Lo sé, e Igor…- Captando al atención del hombre mientras ya va hacia su coche.- Gracias, te debo una. -Estamos en paz, mi mujer me va a adorar cuando le lleve los libros.Guiñando un ojo a la escritora y subiéndose a un pequeño coche amarillo, uno de esos escarabajos de hace cinco siglos, saluda antes de encender el motor al tercer intento y se aleja de allí, internándose hacia el centro de la ciudad. -Bueno… aquí estamos.- Maca mira hacia la verja.- ¿Vamos? -Esto es… lo que tú no consigas.- Riendo ahora y siguiendo a Maca, que se asegura de cerrar la puerta, la forense la mira con una ceja alzada. -No vaya a ser que al final si haya intrusos de verdad.- Susurra divertida mientras guía a Esther hacia el que hay para minusválidos. Suben hacia la plaza central, el balcón de Barcelona, justo cuando esta atardeciendo, Maca observa satisfecha el paisaje al ser la primera en salir, justo a tiempo, Esther, tras ella, se queda parada, al fondo, recortada contra el perfil de la ciudad, cerca del borde de la plaza, hay una pequeña mesa con un mantel blanco, que se zarandea suavemente por el viento como saludándola, a un lado, un candelabro alto sostiene un par de velas, escucha salir de algún lado una suave música, y al reparar en la única decoración de la mesa, una rosa blanca solitaria en un jarrón que por la luz del atardecer se ve anaranjado, mira a Maca sin palabras que puedan expresar lo que significa para ella. -No conozco muchos sitios de Barcelona.- Susurra Maca al ver esa mirada clavada en ella.- Y… recordé que dijiste que solías venir mucho cuando… volviste… y… no sé… quería…- Suspira y la mira, perdiéndose un instante en esos ojos que hace tanto le dieron la vida.- Quería que tuvieses un buen recuero de este sitio… con lo que te gusta… creí que…
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-Esto es…- Deja salir todo el aire y se muerde el labio provocando una sonrisita tímida en Maca. -Eso es… que te gusta ¿Mhm?- Alzando una ceja y provocando una gran sonrisa en Esther. -Nadie había hecho algo así por mí…- Con los ojos empezando a humedecerse inconscientemente. -Lo sospechaba y… no podía dejar que siguiera siendo así ¿No?Sonriéndole y animándola con un gesto de la cabeza para que vayan hacia la mesa. Esther no puede resistir acercarse al pequeño muro recubierto de trencadís de colores, que bajo esa luz, dibujan sus tonalidades de una forma distinta, como nunca había visto, apoya las manos en el filo y observa a su alrededor:
Disfrutando de la ciudad bajo esa luz, llenándose de ella, de la suave brisa que acaricia su piel, de ese momento, notando a Maca cerca de ella, se gira y apoya en el muro, mirándola, al lado de la mesa, centrándose en sus ojos, que a diferencia de otras veces, parecen no querer atravesar su interior, parece que se limitan a mirarla, y baja su mirada hasta esa sonrisa cautivadora de Maca y suspira, suspira por las ganas de detener el mundo, por esa sensación de sentirse pro un momento y para una persona, algo importante, se acerca a la mesa y 413
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sonríe al ver el menú de esa noche, una botella de buen vino tinto, una ensalada en el centro, salteada de todo tipo de ingredientes y dos platos de risotto, uno de sus favoritos. -Has hecho los deberes ¿Eh?- ite mirando a Maca, que sonríe ampliamente. -Para una vez que hago algo así… debía hacerlo bien. Pero si dejamos que se enfríe… voy a quedará muy mal.- Bromea invitándola a sentarse, Esther guía sus pasos hasta la silla, apoyando sus codos en la mesa y observando cómo Maca intenta abrir la botella, con ciertos problemas, porque parece que esa noche, la escritora no quiere apartar su mirada de la de ella ni un segundo. -¿Quieres que te ayude? No vas a poder si no miras un instante la botella.- Logrando que Maca se sonroje y sintiendo un cosquilleo al notarlo, sonrojándose ella también de camino. -Sería un instante desperdiciado.- Murmura frunciendo el ceño pero sin dejar de mirarla, el tapón sale y Maca sonríe victoriosa.- Además, ya está hecho.- Guiñándole un ojo divertida, gesto que hace reír a Esther mientras Maca llena su copa. -No podías haberme llevado a un restaurante como todo hijo de vecino. -Ehm…- Ladeando la cabeza y entrecerrando los ojos como si pensara.No, no podía.- Riendo ella mientras se sirve.- Me dirás que no te he traído al mejor sitio para cenar de toda la ciudad… -Pues… no te creas, hay un par más que están a la altura… -Bueno… para la próxima…- Susurra alzando su copa y mirándola de una forma que hace estremecer hasta el último centímetro de la piel de Esther.- Por nosotras… -Por nosotras…- Secunda Esther, y chocan sus copas suavemente, oyéndose su tintineo por encima de la suave música de blues que suena a medida que la Barcelona nocturna empieza a desperezarse, salpicando la ciudad de luces y colapsando el atardecer. El nerviosismo de ambas, se va deshaciendo en el vino a medida que avanza la noche, para dejarlas disfrutar de ese momento, simplemente dejando que sus mentes, sus corazones, sus cuerpos, se llenen de cada 414
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movimiento, cada mirada, cada sonrisa, cada leve o que sus pieles y sus ojos notan, envolviéndose en ese extraño mundo, ese lleno de complicidad, calma, cariño, hablando de todo y de nada, sin parar, parando para perderse en la mirada de la otra, riendo, estallando en carcajadas espontaneas al recordar algo gracioso, o al compartirlo, ese mundo mágico en el que solo caben dos, y mientras la noche sigue avanzando, impasible, Esther se da cuenta de que en el primer momento en que Maca volvió a su vida, ya quería que se quedase, y recuerda que quiere quedarse, y solo ese detalle, solo esas palabras, hacen que olvide el mundo, lo correcto, lo incorrecto y se muestre tal como es, sin barreras, como le ha estado demostrando Maca esos días. -Tengo otra, tengo otra.- Riendo mientras aparta la copa de vino de sus manos. - ¿Te acuerdas cuando te dije que aquél detective no era para tirar cohetes?- Maca finge intentar recordar quiñen es.- Maca… que está dando el curso también. -Ah, ese…- Bebiendo molesta de su copa y luego riendo al ver el semblante serio de Esther, que al verla no puede reprimirse y le lanza una servilleta a la cara. -Tonta. Sí, ese.- Imitando el gesto de Maca y haciéndola reír.- Dijiste una… ¿Cómo era? -Uhm… que solo me faltaba un detective pirotécnico. -¡esa! -Oh, venga, esa no es para enmarcar.- Riendo ambas y apurando lo poco que queda de vino. -Vale, vale… tengo una para enmarcar. Recuérdame que tire el sofá mañana a primera hora.- Maca la mira sin situar la frase en ningún recuerdo.- No tienes ni idea…- sonríe traviesa Esther. -No, no sé que tiene…- ite mirándola y negando con la cabeza graciosamente. -Tiene… que gracias a ese sofá… dormimos juntas la primera vez.- A Maca le viene a la cabeza aquella noche que Esther se quedó en su piso, cuando Toni era sospechoso, cuando aún tonteaba con el detective chulito, cuando…
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-Un momento.- Sonriendo triunfal.- No recuerdo eso, yo recuerdo más bien que cierta persona me despertó porque chocó con un mueble para ir a nunca se supo donde. -Pues iba a… a… ya sabes… -Tú querías que me metiera en tu cama.- Riendo al ver a Esther moviendo las manos rápidamente en el aire. -Vale, vale, lo dejamos aquí. -Uhm… ya te tenía loca entonces. -Ya, Maca, oh.- Salta de repente.- Me encanta esta canción.- Cerrando los ojos y dejando llevar sus dedos por el ritmo, tamborileando con ellos sobre el mantel, Maca se limita a observarla con una gran sonrisa en su rostro, llenándose de esa felicidad y esa espontaneidad de la forense. -Estás preciosa…- El susurro sale de su boca sorprendiéndola así misma, y haciendo que Esther abra los ojos, mirándola, sintiendo esa fuerza despertar en ella, ese cosquilleo que la recorre, esas ganas de fundirse en ese cuerpo, y ve el deseo en los ojos de Maca y siente su cuerpo levantarse por voluntad propia y tenderle una mano. -Baila conmigo.- Maca ríe apurada y niega con la cabeza. -No puedo Esther. -Sí puedes, tú solo tienes que hacer eso que has aprendido… yo hago el resto.- Susurra mirándola y haciendo un gesto con su mano para que se levante. -Esther, por favor… que me puedo caer.- La mira alzando las cejas para que vea que no es posible. -No dejaré que te caigas, venga, doctora Fernández.- Y Maca sonríe tomando aire y mira sus piernas. -SI me caigo… -No lo harás.- Tomando sus manos para ayudarla, entre ambas, consiguen que se ponga en pie por un instante, lo suficiente como para que Esther rodee su cintura y evite la caída, pegándola a su cuerpo, sintiéndola contra ella, Maca sonríe al cuello de Esther, mientras ésta 416
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empieza a moverse al suave ritmo de la música.- ¿Ves? No era difícil…Susurra al oído de Maca, que siente un escalofrío recorrer su espalda. -No, no lo es… - ite en un susurro ronco que provoca que Esther se muerda el labio. Sus cuerpos, se balancean al compás, con la oscuridad rota por las estrellas, las luces del cielo y las de la ciudad, el suave resplandor de las velas, el silencio de la noche interrumpido tan solo por una bella melodía, y ambas siente como si las transportaran a otro lugar, y les da igual a donde las lleva, porque lo único en lo que quieren concentrar cada uno de sus sentidos es en el cuerpo de la otra, Maca desliza sus manos por la espalda de Esther, dibujando su curva, deleitándose con el calor que desprende su cuerpo, y Esther, sin poder imitarla por tener que sostenerla, se muerde el labio de nuevo, gimiendo levemente cuando nota un suspiro de Maca sobre su hombro, y hace lo único que puede hacer, apretándola más contra ella. -Esther…- Susurra a su oído, pidiendo su atención, la forense ladea la cabeza, para mirarla a los ojos, sintiendo sus respiraciones chocar en el corto espacio, con sus miradas brillantes por los nervios y el deseo, y todos esos sentimientos que sus cuerpos, pese a todo el tiempo, a todo lo pasado, siempre han albergado.- Quiero… quiero que sepas una cosa…- Y cierra los ojos, intentando buscar las palabras adecuadas, ella, la escritora famosa sin saber qué decir, y dibuja una media sonrisa lo extraño de la situación, una sonrisa que Esther no puede dejar de contemplar hasta que sus ojos se abren de nuevo, borrando el mundo a su paso y dejándolas solas.- Esta noche…. Yo… quería pedirte algo…- Y vuelve a detenerse, y Esther siente que sus nervios de un momento a otro acabaran provocándole un infarto, deteniendo su corazón, así que le sonríe con cariño, aunque su sonrisa tiembla nerviosa, sin saber que intenta decirle Maca. -¿El qué? -Cuando… cuando volví… cuando empezamos a conocernos… una vez más.- Y ambas se miran sonriéndose por el comentario.- Te dije que… que esperaría lo que hiciese falta, y… sigue, sigue siendo así ¿Mhm?Viendo a Esther asentir levemente.- Quiero que sepas que… me encantaría pasar el resto de mis días reconquistándote, que… sería capaz de inventar cada día algo con tal de verte, con tal de hacerte 417
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sonreír, y que disfrutaría como si fuese oro, cada breve caricia, cada mirada, cada sonrisa que lograse con mi empeño. Lo haría, lo haré si es… si es lo que quieres… cada día… hasta que no haya ninguno más.Esther ciérralos ojos, mordiéndose el labio, sintiendo cada palabra de Maca retumbando por su cuerpo, recorriendo su cabeza, su rostro, su pecho, sus manos, sintiéndolas como caricias que la despiertan suavemente de un largo sueño.- Pero… quiero… me gustaría…- llevando su atención a esos labios que no ha podido para de mirar en toda la noche.- Me gustaría besarte…- Y Esther no puede evitar sonreír, ni que una pequeña lágrima, retenida en sus ojos al cerrarlos, caiga al abrirlos, resbalando suavemente por su mejilla, Maca, rápidamente, la seca con su pulgar, acariciando la piel de Esther, que tiembla ante el o, notando como las piernas le fallan y casi suelta a Maca. -Lo siento…- Consigue articular riendo nerviosa. -Sé que no me ibas a dejar caer.- Acariciando de nuevo su mejilla.- Sé que no lo harías… -Nunca…- ite la forense con un nudo en la garganta.- Ehm.. ibas por… por…- y sonríe feliz mirándola con un nuevo brillo en sus ojos que cautiva más de lo que ya estaba Maca. -El beso… -Uhm.- Asiente lentamente. -Es que… también dije… que la próxima vez que te lo diera… sería… y no sé si tú.,..- La ve suspirar y asiente, tomándolo como una pequeña derrota, pero cuando va a pedirle que la deje sentarse, niega con la cabeza, no ha recorrido el tiempo, la distancia y dejado atrás la persona que fue, para rendirse ahora, así que la mira, segura de sí misma, y dejando de trabarse y tartamudear.- Esther, sé que perdimos la confianza, más bien que yo no te la llegue a dar, y que la estamos recuperando, poco a poco, y creo que va bien ¿No?- Pregunta y el temor se deja ver en sus ojos. -Muy bien… -Sí, pero, también sé que es algo que voy a tener que ganarme con el tiempo, que no recuperaremos un día porque sí, que voy a tenértelo que demostrar cada día, que eres la mujer en la que quiero confiar, con la 418
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que quiero compartirlo todo, y te juro que te lo voy a demostrar si me dejas, pero… no quiero aguantarme las ganas de amarte, quiero demostrarte que eres la mujer de mi vida… la única que quiero en ella… amándote, cada día, cada noche, quiero tenerte a mi lado… y si me pides que espere, que no te bese esta noche, lo haré, y mañana me levantare y seguiré luchando por recuperarte, pero si me pides que te lo haga, lo haré… y mañana me levantaré y seguir luchando… pero por no perderte. Ambas se miran, Maca ansiosa por saber porque tendrá que luchar mañana y Esther incapaz de responder con palabras nada, con un nudo en su garganta impidiéndole respirar, con un millón de palabras arremolinándose en su cabeza para intentar siquiera que Maca pueda llegar a imaginar por un segundo lo que cada una de esas palabras significa para ella. Dicen, que un gesto vale más de mil palabras… así que, quizás un beso… valga un millón ¿No? Maca siente como Esther acorta la poca distancia que separaba sus labios, siente sus brazos apretándola con fuerza contra ella, sosteniéndola, y su boca se seca, al notar su respiración, cálida y suave, sobre sus propios labios, y al o con ellos… al o con ellos… siente que ha vuelto a casa. Y esa sensación, la de volver al hogar, esa increíble sensación de saberse en el sitio adecuado, en el momento adecuado y lo mejor de todo, con la persona adecuada, acompañan a ambas hacia el hotel, siendo testigo de las miradas cómplices en el ascensor, del silencio que reina no queriendo perturbarlas, de sus manos, entrelazadas firmemente, del brillo de ambos pares de ojos.
Llegan a la habitación de Maca, sin cruzar una palabra, dejando que sean sus cuerpos los que hablen, y el cuerpo de Maca le pide a Esther que la tome en brazos cuando están cerca de la cama, y el de Esther a Maca que deje que la tome en brazos, y así, la forense la lleva hasta la cama, tumbándola con sus ojos fijos en esa mirada marrón de la escritora que a cada segundo que pasa se le hace más irresistible que el anterior, y nerviosa, se va tumbando sobre ella, lentamente, perdida en 419
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su cuerpo, Maca no puede dejar de contemplar ese rostro, ese que espera que a partir de ese momento, sea el que la acompañe cada amanecer y cada atardecer. -Estás temblando…- Susurra al notar cómo se estremece sobre ella y Esther dibuja una media sonrisa avergonzada. -Cuando estoy contigo…- Y Maca obedece al cosquilleo que sube desde su pecho hasta sus labios, y levanta levemente la cabeza para poder atrapar los de Esther, recreándose en su sabor, recorriéndolos con su lengua, presionándolos entre los suyos, notando como amabas respiraciones se empiezan a disparar, ahogándose en ese beso, parte del sello de esa noche, las manos de Esther descienden por los lados de Maca, hasta llegar a sus caderas, colándose apenas un milímetro hacia el interior, más que suficiente para hacer que Maca se estremezca y ahogue un gemido retenido, sabiendo que están amándose de verdad, después de una eternidad, su cuerpo tiembla bajo el de Esther, cuyos dedos empiezan a subir, arrastrando a su paso la camisa de Maca. La escritora nota como las manos de Esther acarician su abdomen, intensificando la sensación de mareo cuando la forense desciende rozando su ropa hacia su ombligo, embriagándolo con el calor de su respiración sobre él, cierra los ojos, como lo haría Esther, si no fuese porque la sola imagen del abdomen desnudo de Maca agitándose arriba y abajo por la rápida respiración de ésta, llena sus sentidos, notando como el nerviosismo y la excitación se hacen dueños y señores de su cuerpo, Esther besa esa piel, como si fuese lo más valioso que hay en el mundo, y sonríe contra ella, al darse cuenta, de que en su caso, es cierto. Y de nuevo trepa hacia ella, quedándose a la altura de su rostro, y espera a que Maca abra los ojos y la mire con el más absoluto deseo encerrado en ellos. -La próxima vez que te haga el amor…- Y La escritora no puede evitar sonreírle con esa sonrisa que ni el más oscuro de lso días podría lograr borrar.- Será para siempre…- Y Esther atrapa los labios de Maca, intensificando poco a poco el ritmo, queriendo abarcar cada vez más, profundizar cada vez más, sentirla cada vez más, dejándose llevar por el deseo recorriendo sus cuerpos, la una sobre la otra, alimentando el fuego que comienza a quemar sus pieles, haciendo que la ropa, empiece a estorbar, siendo arrancada torpemente, despajándose de las prendas
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entre las dos, intentando hacerlo sin separar ni siquiera un ápice sus cuerpos, creando el caos entre las sabanas. Y cuando lo logran, sus cuerpos desnudos completamente, entrelazados como si fueran uno, Esther gime sobre los labios de Maca, y se aparta levemente mordiéndose el labio, notando como su centro se convulsiona ligeramente, anticipándose a ella, demasiado excitado, demasiado deseado, demasiado tiempo anhelando ese cuerpo, y se muerde el labio, haciendo un esfuerzo y Maca, al darse cuenta de lo que pasa, no puede evitar tomar entre sus manos el rostro de la forense y acercarlo hasta ella para besarla con más ganas si cabe, para ahogar sus gemidos en su boca, para sentirla moverse contra su cuerpo, y con la ayuda de la forense, Maca acaba sentada con Esther sobre ella, sus piernas entrelazadas, sus centros rozándose, y la forense se aferra al cuello de Maca, rodeándola con sus brazos, escondiendo el rostro en él, notando el calor que desprende su cuerpo, ardiendo al o de sus labios, iniciando así una nueva danza ascendente, mordiendo, besando, tocando, amando, rozando, ahogando… hasta que sus cuerpos parecen no tener fuerzas para sostenerse y el deseo y la excitación nubla sus visiones, pero no queriendo parar, aferrándose cada una con sus manos a la espalda de la otra, con los gemidos quebrando el silencio, intensificando el ritmo, Maca consigue arrastrar sobre la piel de Esther una de sus manos hasta llegar entre sus piernas, acariciándola, y sintiendo como la cordura se va completamente de paseo ante el gemido al techo que suelta Esther, y notando como ella misma la acompaña en éste, hasta que siente incluso sus propias piernas temblar, incapaces de controlar la excitación, el calor, y así, danzando sobre las sabanas, con sus cuerpos pegados hasta el punto de parecer uno, con sus gemidos resonando por esa habitación de hotel, Maca siente como Esther se convulsiona entre sus brazos, cortándosele la respiración, cerrando los ojos con fuerza, mirándola agitada en el acto, fundiéndose con ella en un beso, abrazándose a su cuerpo mientras sus respiraciones siguen agitándose contra sus pechos, golpeando cada rincón de sus cuerpos, notando los latidos de la otra, sus corazones, golpeándose mutuamente, es en ese momento, y no en cualquier otro, cuando realmente, se dan cuenta, de que nada jamás podrá volverse a interponer entre ellas, que desde ese mismo momento, hasta el último rincón de sus cuerpos es consciente de lo único que les importa ahora… un para siempre.
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Epílogo: siempre Sus manos suben lentamente, acariciando su abdomen, pasando entre sus pechos, sus respiraciones agitadas, las mecen en una melodía arrítmica que hace que sus cuerpos se aceleren o se relajen, inquietos, temblorosos el uno contra el otro, como si fuese la primera vez que lo hacen, susurrándose secretos entre gemidos, sus gargantas secas por el placer, sus corazones golpeando sus pechos, sus respiraciones, ahogándose en la boca de la otra, mientras sus lenguas batallan una vez más en una guerra que no tiene fin. -Te quiero…- Gime sobre sus labios provocando que su piel se erice, y sonríe, por haberlo logrado una vez más. -Te quiero…- Responde con la voz queda, notando sus hábiles manos descendiendo de nuevo por su cuerpo, deslizándose por terreno más que conocido, deteniéndose en su ombligo mientras su cabeza empieza a seguir a sus manos, besando cada milímetro de piel a su paso. -¡Joder!- La puerta se cierra con la misma velocidad huracanada que se ha abierto y ambas se miran acaloradas, con los ojos aún encendidos por el deseo y no pueden evitar echarse a reírse como dos quinceañeras.- ¡¿Es que no vais a parar nunca?!- Se escucha la voz de su hija desde el otro lado de la puerta, y Esther esconde su cabeza en el 422
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cuello de Maca, riendo sin parar, mientras esta la abraza acompañándola en su risa. -¡No!- Responde la escritora riendo aún más y llevándose un manotazo de Esther. -¡Pues estamos aquí afuera! ¡Que lo sepáis!- Escuchan sus pasos alejarse por el pasillo y la forense decide salir de su escondite. -Tienen un don para pillarnos.- Susurra sonriendo de oreja a oreja al ver a Maca con la piel enrojecida, la mirada brillante, y esa sonrisa que siempre la ha desarmado. -Sí, vamos a tener que hablar con ella seriamente.- ite concentrando su vista en los labios de Esther, y moviendo una de sus manos, dibujando desde el cuello hasta el glúteo de Esther un suave camino de piel erizada. -Maca… están fuera… -Que esperen…- Gime atrapando de nuevo sus labios, entrelazándolos con los suyos, recorriéndolos con la punta de su lengua y dejando leves mordiscos que hacen gemir a Esther. -Cariño… que como sigas…- Y Maca dibuja una gran sonrisa, mirándola divertida y guiñándole un ojo. -Ya saben donde están los tapones.- Ambas se echan a reír y Esther se aparta, dándola como un caso perdido. Después de una ducha… fría, y de que Esther ayude a Maca a vestirse y sentarse en la silla, con la poca colaboración de esta, demasiado ocupada en robarle besos y darle leves manotazos en el trasero al más mínimo despiste, salen hacia el comedor. -Te lo juro, no es normal, no es normal.- Escuchan la voz de su hija refunfuñando sentada en el sofá. -Cariño, es normal… son así desde siempre.- La intenta calmar Marcos, frotándose la barba de tres días que siempre luce como señal de nerviosismo, cuando su mujer se pone en ese plan, no hay quien la pare. -Maca, un… ¿Nueve?- Todos las miran y Maca se acerca a su amigo Rodolfo, dándole una palmadita en la espalda. 423
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-Un diez, el cuadro de la habitación… ha caído en la batalla.- Riendo y recibiendo una mirada recriminatoria ambos, de Esther y Cruz, que se acerca a saludara la forense. -Tengo la esperanza de que un día, el menos pensado, dejen de ser así.Confiese en susurros mientras se escucha la risa socarrona de Vilches resonando por el salón y asustando a la pequeña María, que en brazos de su madre, la mira confusa y a punto de llorar. -Tranquila, mi amor.- Susurra Assia acariciándole la mejilla.- Solo es el viejo gruñón. -Dile a tu hija que no le diga eso a tu nieta.- Suelta Vilches mirando a su amiga. -Dile a mi hija que no le diga eso a tu ahijada.- Responde encogiéndose de hombros y dejándole sitio a Esther sobre sus piernas al ver como se acerca, la forense la rodea con sus brazos y deja un beso en su mejilla. -Uhm… galletas.- Al ver que en la mesa que hay al lado de Vilches hay un plato lleno.- de chocolate…- Susurra en un gemido y Maca la mira alzando una ceja. -Golosa… -Tonta…- Dándole una palmada. -Te juro que como os volváis a pasar toda la comida así… me meto un tiro… de verdad.- Refunfuña Vilches a su lado. -Rodolfo, cálmate, no es bueno para tu ulcera.- Le comenta Cruz apoyando una mano sobre su hombro. -No, lo que no es bueno para mí ulcera son estas dos.- Señalando a la pareja, que lo miran como si nunca hubiesen roto un plato en su vida.Acabaré en el depósito y tú.- Señalando a Assia.- Me vas a tener que abrir en canal. -¡Genial!- Exclama divertida.- Siempre he querido saber que había dentro de ese viejo gruñón que eres Rodolfo.- Esther se levanta en el acto y toma a su nieta en brazos, tapándole los oídos y estrechándola contra su pecho con cariño.
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-¿Qué os he dicho de hablar de abrir nada con la niña delante?- Todos refunfuñan algo mientras Maca se queda mirando a Esther, con la pequeña María de seis meses en sus brazos, dos de las mujeres más importantes de su vida, junto con Assia. Las únicas importantes de hecho. -Oye, ya que tu mujer no nos deja hablar de temas interesantes ¿Ya has publicado tu último libro?- Sonríe divertido Vilches. -Gracias por lo de interesante, Rodolfo.- Mirándolo y negando con la cabeza.- Pues sí, ya esta publicado, de hecho…- Acercándose a una estantería que hay a un lado y tomando un libro.- éste es para que te lo lleves a Madrid, especialmente dedicado para ti. -¿En serio? ¡Qué honor!- Ríe su amigo abriendo el libro.- Firmado por la gran Macarena Fernández Wilson… me voy a mear encima de la emoción. -¡Rodolfo!- Exclaman Assia, Esther y Cruz a la vez, peor ésta primera, no puede evitar una sonrisita divertida. -¿Qué? A ver… Al único capullo que he sido capaz de aguantar durante todos estos años, por mantener mi mente despierta solo para hacerte rabiar. Oh…- Colocándose una mano en el pecho y fingiendo que le ha llegado muy hondo, aunque no debe fingir demasiado, es la forma de Maca de decirle te quiero.- Me meo… -Ya, de la emoción.- Le hace un aspaviento con la mano Maca. -No, no, que me meo de verdad.- Soltando el libro y corriendo todo lo que sus sesenta años le permiten hacia el lavabo.- Todos se echan a reír, desde que le dijeron que padecía de la próstata, para hablar con él hay que plantarse delante del lavabo. -A ver ese libro, que no me has dejado leerlo esta vez antes de que se publique.- Le recrimina cariñosamente Assia tomando el libro que Vilches prácticamente a lanzado al aire en su huída, Assia lo abre y lee la primera página. “Hay personas que si les ofrecieras viajar en el tiempo y cambiar aunque solo fuera un segundo de su vida, lo harían sin dudar… yo no soy una de ellas. Y no es porque mi vida haya sido perfecta, he errado, sufrido, llorado, pecado, dañado, odiado… 425
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pero también he acertado, alegrado, reído, amado… he tocado, oído, visto, sentido, olido… he vivido… y aunque tal vez mi corazón tuviese menos heridas de las que tiene si viajase al pasado, lo cierto es que esas heridas forman parte de quién soy y del camino que he recorrido hasta llegar aquí hoy, y no pondría en riesgo ninguna de esas dos cosas por una lágrima de más o de menos. A veces la vida nos da segundas oportunidades, quizás no nos gusten algunos detalles, quizás hubiésemos preferido que fuese de otra forma, pero teniendo en cuenta que solo ocurre a veces, no deberíamos fijarnos en la situación, sino darle la importancia que merece el simple hecho de poder enmendar errores. Yo hubiese preferido otra forma, hubiese preferido no tener este equipaje bajo mí, no haber perdido tanto tiempo y haber hecho las cosas bien desde un principio, supongo que eso me hubiese situado en el grupo de personas que volverían al pasado, pero la vida y yo no quisimos que fuera así, y a pesar de mi cabezonería inicial, me regaló lo más preciado que tengo. El presente. Me colocó en el grupo que no movería ni un dedo para cambiar nada, porque ese camino, en el que he corrido, he descansado, me he caído y me he levantado… es el único que acababa en este punto.” FIN
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