Tema 7 - Sociedades Humanas Y Sociedades Animales 351z29

Introducción a la Sociología I

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TEMA 7: SOCIEDADES HUMANAS Y SOCIEDADES ANIMALES.

1 - Etología y Sociología. Durante muchos años el ser humano ha intentado establecer rígidas barreras con el resto de seres vivos. Nuestra forma de ser sociales se ha visto como una manifestación singular y única, distinta a cualquier otra forma de vida en este planeta. Sin embargo, la realidad es que el ser humano no puede ser contemplado como los únicos seres sociales, ya que pese a tantas resistencias psicológicas y de otro orden, existe un "cordón umbilical" que nos mantiene unidos a la lógica global de lo social. Durante los últimos años hemos podido conocer mejor la realidad de otras sociedades animales (hormigueros, termiteros, aves, primates,...), dando lugar a que el debate sociológico acuse una incidencia específica importante de estos temas en el campo de la Etología (ciencia que se ocupa del estudio de los comportamientos y las costumbres o hábitos animales). La popularidad de los estudios etológicos se debe a dos grandes razones. Por un lado, en las últimas décadas han visto la luz gran cantidad de investigaciones realizadas por biólogos sobre la vida social de diversas especies animales, sobre todo tras la II Guerra Mundial. Algunas investigaciones produjeron resultados llamativos e incluso sorprendentes, lo cual animó aún más la investigación sobre estos aspectos. Además, a todo ello se une la influencia de las nuevas orientaciones de aquellos investigadores que, partiendo de metodologías propiamente etológicas, han abordado el estudio de la realidad social y biológica del ser humano. En bastantes casos se ha perseguido utilizar las perspectivas metodológicas de la Etología para llegar a un mejor y más amplio conocimiento sobre la realidad social humana, es decir, para comprender la conducta social del hombre. El impacto creado por este campo en la Sociología ha contribuido a dar un sesgo distinto a ciertas cuestiones, además de proporcionar un nuevo impulso a la discusión de muchos temas relacionados con esta problemática. La Sociobiología no pretende buscar únicamente una fundamentación biológica del fenómeno social, sino también, y especialmente, intenta reencontrar ese "cordón umbilical" que nos mantiene unidos a los individuos a la lógica global de lo social. Wilson sostendrá que existe un fuerte hilo conductor que va desde las conductas de las colonias de termitas y hermandades de pavos hasta el comportamiento social del hombre. El propio Wilson definió la Sociobiología como el estudio sistemático de las bases biológicas de todo comportamiento social. Las reacciones que han tenido lugar desde los círculos sociológicos ante las pretensiones de absorción disciplinar y de reduccionismo biológico, se han combinado elementos de defensa de un campo de especialidad científico propio (el de la Sociología). De este modo se ha llegado incluso a situaciones de desconfianza entre ciertos círculos sociológicos ante las nuevas perspectivas que se abrían.

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El tema de las relaciones, diferencias y similitudes entre las sociedades humanas y las sociedades animales no puede ser despachado de forma sencilla ni simplificadora, pues ha de analizarse con objetividad e imparcialidad.

2 - El debate sobre el continuo social. Es preciso tener en cuenta que, en bastantes ambientes sociológicos, los estudios sociobiológicos y etológicos despiertan cierto componente de afirmación de la especificidad del propio campo profesional de la Sociología. Esto se ha pretendido explicar desde la propia peculiaridad y ambivalencia de las relaciones entre Biología y Sociología, sobre todo en sus orígenes. En las primeras etapas de desarrollo de la Sociología parecía que se habían abierto importantes vías de comunicación con perspectivas próximas a la Biología de la mano de autores como Spencer. Sin embargo, esta línea inicial vino dificultada muy pronto tanto por la lógica de las propias necesidades internas de la Sociología para alcanzar un desarrollo autónomo como por la misma proyección y alcance socio-político que adquirieron los enfoques del darwinismo social. Todo ello en su conjunto contribuyó a bloquear muchas posibilidades de colaboración mutua en este campo. Por otra parte, en ocasiones también se ha querido ver un componente de resistencia psicológica para una consideración imparcial y distanciada de esta problemática. Sigmund Freud interpretó algunas de estas resistencias como una reacción psicológica defensiva a lo que todas las teorías de la evolución pueden implicar de cierta agresión y ofensa al narcisismo humano. En la evolución cultural el ser humano se consideró soberano de todos los seres que poblaban el planeta y, no contento con ello, comenzó a abrir un abismo entre ambos. Les negó la razón y se atribuyó un alma inmortal y origen divino, lo cual le permitió romper todo lazo con el mundo animal. Otro factor de resistencia frente a la aceptación de la tesis de la continuidad de las formas sociales procede también de la manera en que la llamada "hipótesis del cazador" aparece asociada a interpretaciones que llevan a contemplar dicha hipótesis con cierta antipatía. El desarrollo de la práctica social de la caza debió jugar un papel fundamental en todo el proceso de hominización (subsistencia, perfeccionamiento, especialización, evolución de la organización social,...). Esta práctica suponía una división del trabajo, un perfeccionamiento de las herramientas y una mayor complejidad de los sistemas de comunicación asociados a esta práctica. Este proceso de diferenciación respecto a otras especies acabó gestando un componente social fuertemente agresivo y violento, lo cual se conoce como "hipótesis del mono asesino". Robert Ardrey señaló que si, entre todos los primates, el ser humano es único es porque solamente nosotros nos vimos obligados a matar para sobrevivir. Descubrimientos arqueológicos con restos de Australopitecos junto con cráneos de otros primates que habían sido destrozados violentamente permitieron lanzar esta hipótesis.

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Si asociamos este hecho a la práctica del canibalismo, con los sacrificios humanos y con la sangrienta práctica de la guerra comprenderemos cómo se puede conformar este rompecabezas a partir del cual no resulta complicado presentar la evolución humana como sangrienta y violenta. Hoy en día, estas hipótesis se han visto contrastadas con la validez de las pruebas arqueológicas y antropológicas. Lo que no puede negarse es que la historia conocida del hombre ha estado fuertemente marcada por una práctica muy intensa de la guerra y la violencia. El ser humano puede ser considerado como el ser vivo que practica la guerra organizadamente dentro de su especie. La especialización en el arte de la violencia de las antiguas partidas de caza y el desarrollo de los ejércitos organizados es uno de los elementos que explica por qué nuestra especie pudo adaptarse y sobrevivir pese a la insuficiente capacidad y la parca dotación natural de elementos de ataque y defensa. Por esta razón, y quizás también por la propia resistencia inconsciente a profundizar en sus orígenes, se comprende la frecuencia con que las comparaciones a que se recurre para establecer la diferenciación entre los modelos sociales propios de los primates y el ser humano caigan en la falacia simplificadora de prescindir de una gran cantidad de etapas intermedias que se prolongaron durante cientos de miles de años, lo cual podría permitirnos conocer mejor los orígenes remotos de "lo social". Generalmente, estas comparaciones se piensan en términos de las sociedades humanas modernas, sin tener en cuenta la verdadera naturaleza de ciertos tipos de sociedades muy primitivas llegadas hasta nuestro tiempo. Sin embargo, el verdadero salto en las comparaciones es el que se establece entre las comunidades de simios más inteligentes y desarrollados actualmente existentes (chimpancés y gorilas) y las de otros homínidos ya desaparecidos. Para poder establecer con rigor la verosimilitud de la hipótesis del continuum social, es preciso conocer cuál fue la verdadera naturaleza de las sociedades de Australopitecos, Homo Habillis,... Esto nos llevaría a reconocer la necesidad de no entender el concepto "homo" como concepto cerrado y delimitado. Cabe tener en cuenta que el Homo Sapiens cuenta con más de 150.000 años de existencia en el planeta, además de que los fósiles de homínidos encontrados datan de más de cuatro millones de años. Esto nos lleva a considerar que el proceso de hominización es sumamente dilatado en el tiempo y que aún carecemos de mucha información al respecto. Por ello resulta complicado establecer comparaciones precisas entre las formas sociales humanas y las de los principales primates, pues no se tiene información sobre las etapas intermedias. Y estos no son los únicos interrogantes, sino que también surgen cuestiones muy controvertidas en las actuales comunidades de primates, especialmente las referentes a los sistemas de comunicación y a la fabricación y utilización de herramientas. Pese la discusión sobre la Sociobiología, lo que nos ocupa es la consideración de las relaciones y diferencias entre las sociedades humanas y las sociedades humanas. Como ya hemos apuntado, lo social en el ser humano no es un simple impulso general ni una tendencia compartida, sino que la sociedad es para los humanos parte constitutiva de su propia realidad. De este modo, sin lo social, sin la cultura, el ser 99

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humano (tal y como lo entendemos hoy día) no sería posible. De ahí que la Sociología haya reclamado la especificidad de lo social en el ser humano. En los últimos tiempos es frecuente que la reivindicación de lo social-humano haya querido ser presentada como una reivindicación insuficientemente fundada, ajena y desconocedora del principio general de "unidad de la lógica de lo viviente". En la mayoría de los manuales de Sociología, lo usual era encontrar una serie de argumentos y barreras diferenciadoras claras entre el tipo de sociedad humana por un lado y las restantes sociedades animales por otro. Sin embargo, actualmente, aún reconociendo diferencias, esta claridad tiende a quebrarse y la diferenciación empieza a aparecer mucho más difuminada. Hoy en día, gran número de estudios nos permiten tener un conocimiento bastante completo sobre los fenómenos societarios. El desarrollo de los estudios etológicos está permitiendo profundizar en los distintos tipos de relaciones sociales (territorialidad, dominio, jefatura, cuidado materno,...) y de las funciones que puede cumplir la sociabilidad (defensa contra agresiones del medio, mejor organización del grupo, autocontrol de la reproducción en función del territorio y el alimento, optimizar la capacidad de adaptación al medio,...) Pese a encontrar esquemas de comportamientos sociales, la realidad es que los tipos de agrupamientos sociales son muy diversos y resulta complicado que puedan ser comprendidos en su totalidad.

3 - Las sociedades animales. Las sociedades superiores de insectos (abejas, hormigas y termitas) constituyen uno de los tipos de sociedades animales más antiguas conocidas. Algunas presentan formas de organización social muy sofisticadas, con una rígida división del trabajo, con un sistema propio de comunicación, que construyen edificaciones complejas y muy sofisticadas (regulan la temperatura), etc. Sin embargo, las sociedades de insectos son estáticas y apenas se producen modificaciones y no existen márgenes significativos de variación en el comportamiento de los individuos. En estas formas peculiares de organización, lo social es morfológico y la diferenciación de papeles sociales viene acoplada a la misma diferenciación biológica de los individuos. El comportamiento social es automático, mecánico, rígido, sin cambios. Las sociedades en su conjunto funcionan con extraordinaria precisión, como un gran "organismo viviente". Como señaló Marcel Sire, las sociedades de insectos y las humanas tienen como puntos comunes los siguientes: división del trabajo, jerarquía, reparto de individuos en clases o castas, construcciones colectivas, lenguaje, nuevo enjambre cuando hay superpoblación en un lugar, y equilibrio cualitativo y cuantitativo de las poblaciones por autorregulación. Estas convergencias nos conducen a itir que los insectos y el ser humano representan el término de dos vías según las cuales se ha efectuado la evolución a la vez orgánica y psíquica del mundo animal. Pese a todo, lo cierto es que se trata de formas de organización social bastante distintas a las que permitieron el desarrollo humano. 100

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No es de extrañar que el carácter sorprendente de algunas de estas sociedades haya dado a lugar a reflexiones pesimistas sobre determinadas formas de organización social. Los termiteros han llegado a presentarse como ejemplo de aberración de a dónde puede conducir la organización social excesivamente rígida y perfeccionista. Sin embargo, la realidad es que este tipo de instinto social de los insectos no se presenta de la misma manera en las sociedades de animales vertebrados. Estos animales, especialmente los monos, están orientados a la sociabilidad pero sus sociedades no están tan rígidamente estructuradas y los individuos mantienen márgenes bastante amplios de independencia y libertad. Así, mientras los invertebrados aceptan pasivamente la subordinación tiránica al "todo social", entre los primates la jerarquía social (bastante rígida) y las situaciones de dominación no vienen determinadas por los rasgos morfológicos diferenciados heredados, sino que se producen entre individuos iguales mediante procesos de afirmación en los que influyen los propios rasgos del individuo (fuerza, agresividad,...) como la experiencia social del grupo. La realización de numerosos estudios sobre sociedades de primates durante las últimas décadas ha permitido completar bastante nuestra concepción tradicional sobre la naturaleza de los agrupamientos sociales entre estos animales. Lo primero que se comprobó es que las sociedades de primates son más complejas y variadas de lo que parecían en un primer momento. La vida en este tipo de comunidades ha ido determinando la desaparición de los animales menos gregarios (tendentes a convivir en sociedad) mientras que se han reforzado los factores que potenciaban el aprendizaje y la práctica de la propia sociabilidad. Intentando reflejar la complejidad de estas sociedades, Melotti ha señalado la necesidad de distinguir, al menos, entre siete grados de vida social y cuatro tipos fundamentales de sociedades de primates. GRADOS DE VIDA SOCIAL Grupo materno Hembra adulta y su prole inmadura. Grupo biparental Dos individuos adultos de sexo distinto e hijos inmaduros de la hembra. Asociación estable, poco organizada, de una Grupo promiscuo simple pluralidad de individuos de ambos sexos y de todas las edades. Grupo múltiple monomasculino Asociación de un macho adulto con varias hembras adultas y sus crías. Integrado por varios machos y varias hembras Grupo complejo coactivo adultas con sus crías, además de grupos juveniles. Grupo estable. Grupo plurimasculino Integrado por varios machos adultos de diferentes ordenado por edad edades, hembras adultas, jóvenes y pequeños. Más hembras que machos. Gran tolerancia recíproca. Constituido por la convivencia libre de varios Grupo complejo abierto machos adultos, hembras, jóvenes y pequeños. Gran tolerancia recíproca. 101

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Sociedades de primates arborícolas del bosque Sociedades de primates terrícolas de la sabana

Sociedades de primates terrícolas de las zonas áridas

Sociedades de grandes antropoides

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TIPOS BÁSICOS DE SOCIEDADES Sociedades poco organizadas con una vida relativamente pacífica, pero individualista y conflictiva. Se desarrolla en un medio seguro (árboles, refugios,...) - Prosimios, simios arborícolas, etc. Se desarrollan en medios peligrosos que exigen una organización social rígida o gran capacidad de dispersión. - Simios rojos y babuinos. Se localizan en medios pobres en recursos y carentes de refugios, dando lugar a una dispersión diurna de grupos de machos en busca de alimentos y la agrupación nocturna en manadas muy numerosas. - Gelada, homadriada. Son las más evolucionadas y las que presentan mayor variabilidad en función del hábitat en que se localizan y los distintos sistemas de alimentación. - Gorilas y chimpancés.

En su conjunto, los estudios y observaciones permiten establecer algunos rasgos comunes a casi todas estas sociedades. En primer lugar, se ha podido constatar un sentimiento de territorialidad: cada sociedad defiende su espacio geográfico de desarrollo ante la entrada de intrusos. El segundo rasgo es el de la autorregulación demográfica, que se plasma en el mantenimiento de las dimensiones del grupo mediante prácticas de exclusión. En tercer lugar, existe una clara diferenciación de lazos sociales y estructuras de dependencia que reflejan la complejidad de sus sistemas sociales. Lancaster se refería a las jerarquías generales de dominación (sistema despótico de jefatura, oligarquías perfectamente identificadas,...). Los lazos entre madres e hijos constituyen la principal estructura de núcleo familiar, aunque también se han detectado afinidades y solidaridad entre hermanos. También están los lazos entre machos y hembras, que no suelen ser estables. Junto a estos lazos también se observan las relaciones afectivas entre individuos del mismo sexo, lo que se conoce en Etología como "grupos de compadres" o "camarillas". Finalmente, a todos estos lazos se añaden los existentes entre jóvenes, entre grupos marginados y excluidos, entre hermanos, etc. Estos lazos pueden mantenerse durante bastante tiempo y dan lugar a significativos movimientos de solidaridad en situaciones de conflicto. A todo esto se añade la existencia de cierta diferenciación de papeles por sexo y edad (protección del grupo, recolección de alimentos, cuidado de crías,...) e incluso por función en el desarrollo de actividades. De este modo se refleja ampliamente la complejidad de los sistemas sociales existentes en las comunidades de primates. Cabe también destacar la naturaleza de los sistemas de comunicación entre primates, la 102

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fabricación y utilización de utensilios y, por último, la manera en que se producía la innovación cultural; aspectos que se tratarán posteriormente. A simple vista, estos dos tipos de sociedades presentan perfiles generales bastante diferenciados. En las sociedades de primates, "lo social" tiene un carácter menos rígido y mecánico y el margen de autonomía para las manifestaciones individuales es bastante considerable. Es más, las tensiones de competencia y confrontación no serían posibles sin ese desarrollo del sentimiento de individualidad. Por otra parte, en las sociedades de primates hay un considerable grado de dinamismo interno e incluso de aparente desorden, lo cual contrasta con otras sociedades como las de hormigas y termitas. La complejidad parece ir acompañada de desórdenes e incertidumbres, lo cual influye en sus posibilidades de innovación y cambio. Uno de los principales efectos de esta combinación de elementos de organización y conformación social, por un lado, y de desorden y autonomía, por otro, es que ofrece la posibilidad de cambio e innovación social. Un ejemplo de todo esto es el conocido estudio realizado en la isla de Koshima, donde una hembra de macaco aprendió a lavar los tubérculos en agua de mar en vez de limpiarlos con las manos. La rapidez de la operación, junto con el efecto sazonador, dio lugar a que esta hembra repitiera habitualmente la operación. Tras este hecho, se produjo la imitación de la costumbre por parte de su madre y del grupo juvenil de juegos. De este modo se extendió la costumbre por todo el territorio de la tribu de macacos. Las propias características y comportamientos de las sociedades de primates hacen posible el descubrimiento de nuevas pautas de conducta socialmente útiles, las cuales pueden ser transmitidas. De este modo, el equilibrio de elementos de ordendesorden-libertad hace posible que se produzcan innovaciones que dan lugar a cierta evolución sociocultural.

4 - Los orígenes de la sociedad humana. La mayor parte de los sociólogos han insistido durante décadas en la especificidad de la sociedad humana y en la existencia de claras diferencias cualitativas entre las formas sociales humanas y las del mundo animal. En muchos casos ha llegado a definirse la propia sociabilidad humana como diferencia con el componente social de los animales. Wossner definió el campo de lo social humano a partir de seis puntos, los cuales consideró elementos diferenciadores:      

Superior capacidad de aprendizaje del ser humano. Lenguaje como algo propio de la especie humana. Carácter no instintivo de los sentimientos humanos. Posibilidad de innovación y desviación de las pautas sociales establecidas. Limitaciones del potencial psicofísico de propulsión y carga. Encuadramiento de la realidad humana en la "herencia cultural".

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¿Tienen vigencia estos planteamientos actualmente? Thorpe intentó profundizar en la propia significación de la aparente "sima" diferenciadora que se habían establecido tradicionalmente. Se decía que los animales no podían aprender, ni conceptualizar, ni planear por adelantado, ni fabricar o utilizar herramientas, ni contar, que carecían de sentido artístico o sentido ético, etc. En su obra, Thorpe se encarga de aportar argumentos y datos que demuestran la inexactitud de muchas de estas concepciones, al tiempo que plantea serios interrogantes sobre otras. Aún son muchos los interrogantes que se plantean, por ejemplo, sobre el verdadero significado de la libertad humana, sobre el componente ético de la conducta, sobre las capacidades artísticas, etc. ¿Pueden rellenarse las lagunas todavía existentes para un conocimiento exacto de todas las etapas del proceso de hominización? Lo que deberíamos plantearnos es ¿hasta dónde se puede llevar la analogía etológica entre las sociedades humanas y las sociedades más desarrolladas de los primates? Sociólogos y antropólogos han tendido a establecer una clara barrera cualitativa diferenciadora en torno al mismo concepto de cultura. La capacidad de tener, hacer y transmitir cultura se ha considerado el verdadero rasgo diferenciador entre las sociedades animales y las sociedades humanas. Se desplazan así los interrogantes al campo de la indagación sobre el tiempo y la manera en que surgen las culturas humanas y cómo se articula su desarrollo. Aparece entonces un triple orden de cuestiones a considerar: las hipótesis sobre la influencia cooperativa de la caza, los orígenes de la producción social de útiles (herramientas y armas) y el papel específico del lenguaje humano. John Tyler Bonner, entre otros, ha manifestado su convicción en que es posible seguir el rastro de la capacidad cultural humana hasta los primeros pasos de la evolución biológica. Sostenía que todos los cambios evolutivos fueron relativamente graduales y que puede encontrarse su origen en los primeros pasos de la evolución biológica. Para otros analistas, la continuidad de este proceso sociocultural es una posibilidad que descansa en ciertos paralelismos importantes, pudiendo considerarse pre-requisitos para el desarrollo de una sociedad verdaderamente humana. Schwartz y Ewald situaron estos paralelismos en torno a los siguientes polos:  La habilidad de los primates para manipular objetos y herramientas proporciona las bases para la emergencia del uso humano de herramientas.  La capacidad de los primates para comunicarse mediante el empleo de sistemas de llamada ha sido la pre-condición para el desarrollo del lenguaje.  La capacidad de los primates para implicarse en acciones concretas proporciona las bases biológicas para la aparición de la cooperación. Sin embargo, este análisis mantendrá en la penumbra la manera en que se produce la dinámica del desarrollo de estas potencialidades. De este modo, el proceso de evolución acaba presentándose como una profunda quebradura que marca una "frontera en el vacío" a partir de la cual se sitúa la aparición de la realidad sociocultural de lo humano.

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Un buen número de antropólogos coinciden en situar el elemento decisivo de la aparición del Homo Sapiens en la asociación con la aparición y desarrollo del lenguaje verbal. Por otra parte, numerosos lingüistas han insistido en las diferencias del lenguaje humano con cualquier forma de comunicación animal. Los sistemas de comunicación animal carecen de especificidad referencial, pueden expresar emociones pero no pueden hacer referencia específica a ningún objeto. La información que transmiten se infiere de manera indirecta. Tan importante diferenciación no puede ocultar los interrogantes sobre la manera en que ha llegado a ser tal, lo cual no resta validez al hecho de que exista o no exista. Los estudios etológicos nos proporcionan nuevas informaciones sobre la complejidad y la riqueza de los sistemas de comunicación del mundo animal, lo cual abre nuevos interrogantes sobre la profundidad de las líneas de ruptura que se establecen entre los sistemas de comunicación de los distintos seres vivos en su conjunto. La observación sistemática de comunidades de primates demuestra que algunos son sumamente expresivos y comunicativos (gestos, llamadas, olfateos,...). Como señaló Lancaster, el sistema de comunicación entre primates es extraordinariamente complejo en comparación con otros pájaros y mamíferos. Se han llegado incluso a identificar 36 sonidos perfectamente diferenciados para comunicarse entre sí. En lo que sí coinciden los estudiosos es en que mientras que los primates tienen un sistema de comunicación bastante complejo y sofisticado para expresar su estado emocional, apenas tienen capacidad de comunicación en lo que se refiere a su entorno físico. Se han dado experiencias en las que algunos investigadores han intentado enseñar a hablar a chimpancés y gorilas (Keith y Hayes Gardner enseñaron más de 550 símbolos a algunos primates). Un aspecto destacado de las experiencias recientes es la constatación de la capacidad de estos animales incluso para inventar nuevos términos. En conjunto, nos hacemos una idea más exacta y matizada sobre las diferencias y similitudes entre el ser humano actual y algunos de los primates más inteligentes de hoy en día. Jorge Sabater Pi se ha referido a un conjunto de capacidades conductuales básicas del chimpancé, también compartidas con el ser humano:  Capacidad para el conocimiento del esquema corporal y noción de la muerte.  Capacidad comunicativa a nivel emocional, preposicional y simbólico.  Capacidad para el uso y la fabricación de herramientas.  Capacidad para la actividad cooperativa (caza y distribución de alimentos).  Capacidad para mantener relaciones familiares estables y duraderas a nivel madres-hijos-nietos.  Capacidad para mantener relaciones sexuales no promiscuas y evitación del incesto primario.  Capacidad estética. A partir de este y otros estudios, Sabater ha trazado un inventario bastante amplio de la utilización de herramientas por los chimpancés. A la luz de estos datos, si comparamos entre las sociedades humanas más primitivas y las sociedades más actuales de simios, resultará más claro que las lagunas en el proceso de evolución 105

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sociocultural quedan situadas en unos términos que distan bastante de poder ser presentados como "simas insalvables". Si tenemos en cuenta que el proceso de hominización se ha prolongado durante millones de años y que cientos de especies de homínidos han desaparecido por complejo, podremos llegar a la conclusión de que, más que pensar en términos de un dudoso proceso de evolución plagado de quebraduras y lagunas, estamos ante una cierta línea de puntos en la que faltan algunas piezas y los vacíos de información aún existentes no nos impiden preconfigurar las líneas maestras d todo el proceso en su orientación más general. Si la teoría de la evolución de las especies puede considerarse correcta en su dimensión biológica, cualquier intento de establecer a priori rígidas barreras a las posibilidades de un continuum de evoluciones entre el comportamiento social de los animales y el del ser humano, puede llegar a ser una forma de recrear convicciones no científicas en la explicación de la conformación de lo social-humano. En definitiva, podemos concluir que de la misma manera que ya estamos acostumbrados a la idea de que nuestra fisiología, anatomía,..., desciende de la de los primates, debemos aún hacernos a la idea de que sucede lo mismo con nuestro cuerpo social.

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