EL ARTESANO, RICHARD SENNET Cap.2 “El taller”
El taller medieval: jerarquías, autoridad. En la Edad Media, “el taller es el hogar del artesano”. Los artesanos vivían, comían y criaban a sus hijos en el taller. Un taller de escala reducida (máximo de unas pocas docenas de personas). Sin embargo no era una familia regida por las reglas del amor, sino un lugar con jerarquías claras. Organizados en el sistema de gremios, que luchaba por su supervivencia a través del prestigio en la ciudad. Se puede hacer esta definición de taller: “espacio productivo donde las personas tratan las cuestiones de autoridad cara a cara”. Las habilidades son la fuente de legitimidad del mando y por tanto dan dignidad a la obediencia: las habilidades del maestro le dan el derecho de mandar, y aprender de ellas, dignifica la obediencia del aprendiz y el oficial. Opuesto al taller está el trabajo autónomo, pero hay trabajos que no se pueden transmitir o aprender en solitario: “en el trabajo artesanal tiene que haber un superior que establezca patrones y de información”. De allí surge que la autoridad legítima será depositada en personas quienes tienen la habilidad y la experiencia-, no en derechos y deberes preestablecidos.
Fuentes del respeto al trabajo artesanal (y manual)
La autoridad del artesano medieval se basaba en su condición de cristiano. Desde el cristianismo primitivo se reivindicó la dignidad del artesano1 a partir de los humildes orígenes de Jesús, ya que significaba que el mensaje era para todos. Se entendía además que el trabajo contrarrestaría la tendencia humana a la autodestrucción: la pereza es la madre de todos los vicios. El trabajo artesanal aparecía como apacible y productivo, es decir, opuesto a la vida violenta. Así se multiplicaron los santos artesanos, asociándolos con la vida sosegada. o Especialmente cierto era este precepto, cuando se trataba de las mujeres, que eran vistas como especialmente tentadas por la concupiscencia (por culpa de Eva). Por eso se les instaba a coser, bordar y tejer. Así, con el tiempo, estas actividades eran fuente de honor para la mujer, cualquiera fuera su rango social. Pero no se les permitía pertenecer a los gremios. Sin embargo, la contrapartida era que el buen cristiano debía estar lo más lejos posible de las cosas materiales, para descubrir una vida interior intemporal que no es obra humana. Por lo tanto, el artesano representaba la aparición de Cristo a la humanidad, pero no su ser.
Ejemplo de taller altomedieval: monasterio de Saint Gall, Suiza (s. IX-X) Los mismos monjes cultivaban el huerto, hacían carpintería y elaboraban medicamentos con hierbas (ora et labora). Además habitaban dentro del monasterio, artesanos seglares, que debían ajustarse casi tan estrictamente como los monjes a la vida monástica.
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San Agustín, por ejemplo, pensaba que Adán y Eva tenían la dicha de trabajar en un huerto: “¿Hay acaso una visión más maravillosa que la siembra de semillas, la plantación de esquejes, el trasplante de arbustos?”
Transformación del taller en la baja Edad Media (s. XII y XIII) El taller es a la vez un espacio sagrado y profano. Ejemplo, la parroquie episcopal que rodeaba Notre Dame de Paris: con “casas privadas”, es decir, espacios alquilados o comprados por el taller a la iglesia. Era una época donde el Estado ya tiene tanto poder como la Iglesia y ambos celebraban a los gremios de la construcción. Los gremios eran corporaciones que aseguraban la continuidad de su oficio y poder. Esto se lograba mediante leyes y normas, pero sobre todo gracias a la transmisión práctica del conocimiento. “En este Capital de
conocimiento se veía la fuente del poder económico del gremio”. Los gremios eran federaciones de talleres autónomos, cuyos propietarios – los maestros- tomaba todas las decisiones y establecían los requisitos de la promoción desde los aprendices-ayudantes, a los oficiales. Sin embargo, la autonomía no era total, tenían fuertes vínculos con lo religioso. Esto se manifestaba, en: o Los rituales religiosos imprimían su modelo a las rutinas cotidianas de los trabajadores urbanos de los gremios. o El maestro de uno de los 7 gremios más importantes de París reclamaba una autoridad moral afín a la de un abad. Había tanta violencia en las calles y en el mismo taller, que se necesitaba de una poderosa autoridad para mantener el orden en el taller. Por eso el maestro inspiraba no solamente respeto, sino temor y sumisión. El tiempo del aprendizaje de los aprendices era de aproximadamente 7 años (costeado por sus padres o parientes), después de ello “se graduaba” de “oficial” presentando una “obra maestra”. Como oficial, practicaba otros 5 o 10 años hasta que demostrara con una obra maestra superior, que merecía ocupar el lugar de maestro. o aprendiz para convertirse en oficial, debía demostrar que era capaz de copiar, mientras el oficial, para convertirse en maestro debía
demostrar además su competencia en gestión y su liderazgo. Saber utilizar los conocimientos. Era del maestro de quien dependía la decisión del alcance de las capacidades de oficiales y aprendices. Los orfebres Un caso interesante y no tan común es el de los orfebres, quienes muchas veces, después de adquirir el grado de oficiales, se iban de la ciudad a buscar oportunidades. Era arriesgado dedicarse al trabajo itinerante, ya que las ciudades se protegían de las ofertas que venían del exterior. De hecho, ciudades como Londres o París organizaron acciones defensivas contra el comercio de Europa del Norte y la regulación de ferias en el interior de las ciudades. El gremio de los orfebres buscaba la internacionalización de las condiciones laborales y la perpetuación de las prácticas del oficio, a la vez que apoyaron a los suyos con las mudanzas. Tenían fraternidades cuyo objetivo era la ayuda entre ellos (como “bienestares”, o “mutualistas” modernas). o En base a ello, los de los gremios forjaron un fuerte sentimiento de comunidad. Hubo así también la movilidad descendente, de maestros que por pobreza se tuvieron que dedicar a trabajar para otros. La base de las transacciones comerciales era la confianza informal. Lo que realmente importaba era la buena reputación personal. Para esta reputación y tener autoridad importaban sus habilidades y su ética, que en el caso del orfebre se evidenciaba en su propio oficio: ser veraz en el aquilatamiento (cuánto de metal precioso contenía la joya o moneda). Ahí radicaba su valor como artesano. Uno de sus trabajos era establecer la nobleza de las monedas, así que de cada uno de ellos dependía el prestigio del gremio, por eso en el siglo XIII el aquilatamiento del oro se convirtió en un ritual religioso. La ética también dio forma a la relación entre orfebres y alquimistas. La alquimia tenía un sentido espiritual. Perseguían principios de purificación de acuerdo con los cuales era posible extraer una sustancia noble a partir
de la tierra en bruto, lo que a su vez servía de modelo de la purificación del alma. De este modo, el orfebre, cumplía la función de crítico práctico de las pretensiones de la alquimia. En todos los talleres, la relación del maestro con los que estaban a su cargo era de una especie de familiaridad sustituta. o A raíz de esto, contaban con el derecho a castigar a sus subordinados con el uso de la violencia. Sin embargo, se comprometían bajo juramento a mejorar las habilidades de las personas a su cargo (para proteger a estos contra la explotación). Mientras el aprendiz se comprometía a mantener los secretos del maestro. o Estos juramentos garantizaban al buen aprendiz a poseer los símbolos de identidad del gremios, tales como portar los emblemas o banderas del mismo en los desfiles cívicos. o De esta manera al niño aprendiz a partir de los 6 o 7 años, se le trataba como un adulto incipiente. o El taller medieval era un hogar que se mantenía unido más por honor que por amor. Al maestro se le pagaba para que enseñara a los niños. Pero le daba la posibilidad de ampliar su horizonte más allá de la casa paterna, proveyéndole un código de honor. En resumen, el artesano medieval: o Su trabajo era migrante aunque procuraba estabilidad mediante la habilidad compartida. o La conducta ética estaba implícita en su trabajo técnico o Su oficio requería participación activa (como en la actualidad una práctica clínica) o Ninguna de las muchas razones de la declinación del taller medieval es más importante que el fundamento de la autoridad que en él se daba, esto es, el conocimiento que podía transmitirse por imitación, el ritual y la subrogación”
El artesano se hace artista
La pregunta por qué es el arte plantea el problema de qué significa la autonomía, entendida como impulso que nos impele desde dentro a trabajar de una manera expresiva, por nosotros mismos. Esta pregunta la hacen Margot y Rudolf Wittkower en su apasionante Nacidos
bajo el signo de Saturno, que narra el surgimiento del artista en el Renacimiento a partir de la comunidad medieval de artesanos: El arte realiza un ascenso social, representando el privilegio que la sociedad moderna concede a la subjetividad (el artesano está volcado hacia la sociedad, el artista está volcado hacia sí mismo). Esto, según estos autores, tiene la contrapartida de la posibilidad de la desesperación como característica de la personalidad solitaria del artista, sin embargo, para Sennett no es tan así: los artistas del renacimiento no trabajaban solos, conservaban el taller, lleno de asistentes y aprendices. Por otra parte, en esa época existía la tesis de “los humores” y se hablaba de la melancolía como parte de los efectos de la soledad. Se creía que con el aislamiento se secretaba “el humor melancólico”, o “temperamento saturniano”. Pero eso no era propio de los artistas, necesariamente. Otras cosas producían la depresión de los artistas, como la falta de reconocimiento de su genio por sus clientes. El artista (como B. Cellini) sufría más por la incomprensión que por la soledad. Y por la necesidad de tener que luchar día a día por el reconocimiento, hacerse lobby, sin contar con el espacio de contención y promoción del taller medieval, una vez que pasa a ser parte de la corte. Lo que sí cambió en el Renacimiento fue la valoración de la originalidad del maestro artista. Él vendía su nombre, su “buen nombre” como hoy una marca de fábrica y el taller trabajaba de acuerdo con el estilo del artista y bajo su directa supervisión. En la Edad Media no importaba quién hizo el objeto, sino de donde provenía (como la denominación de origen actual), porque el control era colectivo; en el Renacimiento, cada vez más importa el nombre de quién lo hizo. Así, cualquier objeto hecho
por un “artista” tenía otro valor (salero de Cellini no podía usarse como salero2). o La existencia misma del taller se debía a las dotes particulares del maestro. El objetivo no era crear pinturas, sino crear sus cuadros o cuadros a su manera. o Así, lo importante del salero de Cellini, es que exponía y expresaba el carácter íntimo de su autor. o A partir del siglo XII, lentamente cambió la relación de los orfebres con los otros artesanos. Hasta entonces, los que mandaban eran quienes trabajaban con el oro. Después, los que mandaban eran los que dibujaban de modo más naturalista, por tanto, fueron los orfebres quienes se tuvieron que dejar guiar por los pintores y tuvieron que dibujar y modelar a su modo. o Los artistas “originales” se enriquecieron. Así pasó con los que comenzaron como orfebres (Boticelli, Ghiberti, Verrocchio). o Originalidad viene de la palabra poiesis, que se utilizaba en el sentido de “algo donde antes no había nada” (creación, algo adviene a la existencia). Esto, que despierta en la gente iración y veneración, en el Renacimiento se relacionaba con el arte –el genio- de un individuo. o En la Edad Media, el trabajo artesanal cambiaba lentamente, como resultado de los problemas y necesidades que iban surgiendo, hasta convertirse sus soluciones en principios de gestión colectiva a lo largo de generaciones. Por lo tanto, esa creación desde la nada (originalidad), no existía. La norma se creaba a para la generación siguiente, a partir de la generación anterior. En el Renacimiento, alguien como Cellini, llevaba las innovaciones de su época a un extremo tal, que nadie se hubiera esperado la transformación que hacía. El precio de la originalidad es la incomprensión de la propia época. Esto producía a la vez más conciencia de sí mismo por parte del artista: la humillación del artista por parte del mecenas lo 2
¿se podría decir un ready made?, más valor mientras menos funcional el objeto.
impulsa a períodos de introspección, buscando refugio para su creatividad autónoma, no porque estuviera solo. o Pico de la Mirándola (filósofo renacentista) creía en el hombre como “creador de sí mismo”: en la medida que la fuerza de la costumbre y la tradición se debilitaba, la gente tenía que experimentar por sí misma. La vida de cada persona es un relato que el autor no sabe cómo terminará (como Odiseo viajando por el mundo sin saber dónde iría a parar). El arte desempeña un papel particular en este viaje vita, al menos para los artistas, la obra de arte le señala el camino, pero es él mismo el que tiene que construir estas obras para guiarse. Esto es también lo que cree Vasari al escribir Las Vidas (1568): “Las vidas de Vasari son las de artistas que se desarrollaron interiormente, que produjeron obras a pesar de todos los inconvenientes, artistas con una autónoma e irresistible necesidad de creación”. Pero esta originalidad no siempre se acompañó con el éxito social, ni entonces, ni ahora (ej. Cellini, Mozart, Le Corbusier). Resumen. Contraste entre artesanía y arte: o Por el agente: el arte tiene un agente orientador o dominante, la artesanía un agente colectivo. o Por el tiempo: lo súbito contra lo lento o Por la autonomía. Aunque paradojalmente, el artista solitario y original quizás fue menos autónomo, más dependiente de un poder que no lo entendía o que le imponía sus caprichos. Por lo tanto fue más vulnerable que le cuerpo de artesanos. Los talleres hoy como ayer son factor de cohesión social mediante rituales de trabajo, desde el compartir una taza de té a la participación en los desfiles, o la tutoría, o por compartir la información cara a cara. La originalidad, comporta en cambio, niveles de ansiedad, constante motivación, la voluntad para luchar para cumplir con las exigencias y un honor dependiente de ser competitivo. Es más duro.