Presentación Damas y caballeros, Acontinuación tengo el honor, la dicha, el privilegio y el beneplácito de presentar a ustedes al joven Alberto Mejía con su pieza oratoria intítulada “Collage”, en el escucharán resonancias a imágenes poeticas conocidas por la mayoría de ustedes. Zitarrosa, Parra, girondo, paz, el Sup… el Derecho, la política, la poesía, la palabra, el lenguaje, la rebeldía deben caminar así la libertad. Jean Paul Sartre, Les pido toda su atención. Mi nombre es Jesús Alberto Mejía y soy orgullosamente un alumno de esta facultad. Hoy tengo el honor de dirigirme a ustedes para hablarles de los maravillosos valores que existen en esta grandiosa facultad. Nosotros futuros juristas de excelencia intelectual, ética y moral hemos recibido a lo largo de estos meses valiosas lecciones de aquellos que no son solo catedráticos, sino consejeros, amigos entrañables y ejemplos de respet a las leyes, las leyes las leyes comidas de ratones, las rejas de los bancos y las cárceles, las rejas de papel, las alambradas, los timbres y las púas y los pinchos, el sermón monocorde de las armas, el escorpión meloso y con bonete, el tigre con chistera, presidente del Club Vegetariano y la Cruz Roja, el burro pedagogo, el cocodrilo metido a redentor, padre de pueblos, el Jefe, el tiburón, el arquitecto del porvenir, el cerdo uniformado, el hijo pedilecto de la Iglesia que se lava la negra dentadura con el agua bendita y toma clases de inglés y democracia, las paredes invisibles, las máscaras podridas que dividen al hombe de los hombres, al hombre de sí mismo, se derrumban por un instante inmenso y vislumbramos nuestra unidad perdida, el desamparo que es ser hombres, la gloria que es ser hombres y compartir el pan, el sol, la muerte, el olvidado asombro de estar vivos; Al pueblo de México: A los pueblos y gobiernos del mundo:
Hermanos:Nosotros nacimos de la noche. En ella vivimos. Moriremos en ella. Pero la luz será mañana para los más, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día, para quienes es regalo la muerte, para quienes está prohibida la vida. Para todos la luz. Para todos todo. Para nosotros el dolor y la angustia, para nosotros la alegre rebeldía, para nosotros el futuro negado, para nosotros la dignidad insurrecta. Para nosotros nada. Quiere el soberbio apagar una rebeldía que su ignorancia ubica en el amanecer de 1994. Pero la rebeldía que hoy tiene rostro moreno y lengua verdadera, no se nació ahora. Antes habló con otras lenguas y en otras tierras. muchas montañas y muchas historias ha caminado la rebeldía contra la injusticia. Ha hablado ya en lengua náhuatl, paipai, kiliwa, cúcapa, cochimi, kumiai, yuma, seri, chontal, chinanteco, pame, chichimeca, otomí, mazahua, matlazinca, ocuilteco, zapoteco, solteco, chatino, papabuco, mixteco, cuicateco, triqui, amuzgo, mazateco, chocho, izcateco, huave, tlapaneco, totonaca, tepehua, popoluca, mixe, zoque, huasteco, lacandón, maya, chol, tzeltal, tzotzil, tojolabal, mame, teco, ixil, aguacateco, motocintleco, chicomucelteco, kanjobal, jacalteco, quiché, cakchiquel, ketchi, pima, tepehuán, tarahumara, mayo, yaqui, cahíta, ópata, cora, huichol, purépecha y kikapú. Habló y habla la castilla.
La rebeldía no es cosa de lengua, es cosa de dignidad y de ser humanos. uno debe embriagarse infatigablemente. Pero ¿de qué? De vino, de poesía, de virtud, de lo que sea. Pero embriagarse. Y si alguna vez, en la escalera de un palacio, sobre la hierba verde de un foso, en la soledad melancólica de su cuarto, ustedes despiertan y la embriaguez ha disminuído o desaparecido, interroguen al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, interroguen qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, contestarán: "¡Es la hora de embriagarse! ¡Para no ser esclavos martirizados por el tiempo, embriáguense, embriáguense incansablemente! De vino, de poesía, de virtud, de lo que sea". Las palabras no entienden lo que pasa: Las vocingleras, las oscuras, las dóciles, las que llaman las cosas por su nombre, las que inventan el nombre de las cosas; las palabras que dije o me dijeron, las que aprendí en los libros, las que escribo, las que pensé mirando una ventana, las que acercándose al silencio, gritan;
las que al tocar el fuego, se desfogan, las que truecan los trinos y los truenos, las que sirven la mesa de mi casa, las de la nítida caligrafía que cae por las paredes de la escuela, las que dicen a dúo el pez y el pájaro; las palabras que tuve o que no tuve para llamar al mundo y que viniera, las que tienden un hilo minucioso que va de los balcones a las bocas, las que le quitan sueño al asesino y lo dejan dormir y le montan guardia, las que no sangran, aunque se las hiera, las que no mueren, aunque se las mate; las que roban futuro en un embudo, las que istran mitos y virtudes, las que mantienen trato con el viento, las que advierten el agua incinerada, las que abren los labios de la tierra buscando el astrolabio de tu grito, las que te dicen, sin creer que oyes: –Vuelve a pelear Ramón, aunque te mueras... Las palabras no entienden lo que pasa. Señoras y señores Ésta es nuestra última palabra. -Nuestra primera y última palabraLos poetas bajaron del Olimpo. Para nuestros mayores La poesía fue un objeto de lujo Pero para nosotros Es un artículo de primera necesidad: No podemos vivir sin poesía. Contra la poesía de las nubes Nosotros oponemos La poesía de la tierra firme -Cabeza fría, corazón caliente Somos tierrafirmistas decididosContra la poesía de café La poesía de la naturaleza Contra la poesía de salón La poesía de la plaza pública La poesía de protesta social. Los poetas bajaron del Olimpo.
Olamina olasica lalilá Isonauta Olandera uruaro Ia ia campanuso compasedo 30 Tralalá Aí ai mareciente y eternauta Redontella tallerendo lucenario Ia ia Laribamba Larimbambamplanerella 35 Laribambamositerella Leiramombaririlanla lirilam Ai i a Temporía 40 Ai ai aia Ululayu lulayu layu yu Ululayu 45 ulayu ayu yu Nuestra lucha es por hacernos escuchar, y el mal gobierno grita soberbia y tapa con cañones sus oídos. Nuestra lucha es por el hambre, y el mal gobierno regala plomo y papel a los estómagos de nuestros hijos. Nuestra lucha es por un techo digno, y el mal gobierno destruye nuestra casa y nuestra historia. Nuestra lucha es por el saber, y el mal gobierno reparte ignorancia y desprecio. Nuestra lucha es por la tierra, y el mal gobierno ofrece cementerios. Nuestra lucha es por un trabajo justo y digno, y el mal gobierno compra y vende cuerpos y vergüenzas. Nuestra lucha es por la vida, y el mal gobierno oferta muerte como futuro. Nuestra lucha es por el respeto a nuestro derecho a gobernar y gobernarnos, y el mal gobierno impone a los más la ley de los menos. Nuestra lucha es por la libertad para el pensamiento y el caminar, y el mal gobierno pone cárceles y tumbas. Nuestra lucha es por la justicia, y el mal gobierno se llena de criminales y asesinos.
Nuestra lucha es por la historia, y el mal gobierno propone olvido. Nuestra lucha es por la Patria, y el mal gobierno sueña con la bandera y la lengua extranjeras. Nuestra lucha es por la paz, y el mal gobierno anuncia guerra y destrucción. Techo, tierra, trabajo, pan, salud, educación, independencia, democracia, libertad, justicia y paz. Estas fueron nuestras banderas en la madrugada de 1994. Estas fueron nuestras demandas en la larga noche de los 500 años. Estas son, hoy, nuestras exigencias. Para todos la luz, para todos todo. Si pudiera talar el cedro ajeno de mi nombre, la grecia de nudos que me ata a la tierra, si pudiera limpiarme de catecismos y antiguas baladas, trizar mis genes, el aire mismo y el propio calendario, si lograra borrar a mi madre, borrar a mi padre, borrar a Cuerna, borrar a Morelos, borrar a México, borrar a America, borrar la historia, la tierra descubierta y el siglo XXI, si pudiera tachar los huesos adquiridos y una vez desnudo aún quedara algo mío, fruta, cardo o recuerdo de linterna, algo impuro y discrepante como una gota de vino después del incendio, entonces sí que podría proclamarme
un hombre a toda marea y pedir altanero la palabra que perdimos: ¡rebeldía! el verso que olvidamos: ¡Tierra y Libertad!