Monasterios y Conventos de Galicia
Primera parte I Alcance de la obra II. Los orígenes del monacato La Regla de San Benito III. La arquitectura benedictina en la Alta Edad Media. El plano de Sankt-Gallen. IV. La reforma cisterciense. San Bernardo de Claraval V. La arquitectura del Císter VI. El abad Suger y elnacimiento del gótico. Las órdenes mendicantes VII. De la crisis del monacato a finales de la Baja Edad Media a las reformas de la Edad Moderna VIII. El concilio de Trento y el esplendor del arte barroco en Galicia IX De finales del sigllo XVIII, con la aparición del arte neoclásico a la crisis del monacato en España. Situación actual
1· Alcance da obra. La edición de esta obra sobre los monasterios de Galicia se enmarca dentro de un convenio de colaboración más amplio, suscrito entre la Consejería de Cultura, Comunicación Social y Turismo de la Junta de Galicia y la Universidad de La Coruña, para la realización del inventario gráfico y levantamiento planimétrico del patrimonio monumental de Galicia. Fruto de este convenio fueron dos publicaciones anteriores: “Las Catedrales de Galicia. Descripción Gráfica” y “La Arquitectura del Camino de Santiago. Descripción gráfica del Camino Francés en Galicia”. En el amplio patrimonio monumental arquitectónico gallego los monasterios y los conventos constituyen un conjunto claramente diferenciado, análogo al de las catedrales, de origen y primer esplendor incluso anterior en varios siglos. En el caso de los monasterios, en el que se incluyen las colegiatas y abadías, además de su valor arquitectónico, en general extraordinario, destaca su labor civilizadora conjunta y coordinada, estructuradora y potenciadora del desarrollo económico gallego. Dentro del conjunto de los monasterios y conventos gallegos se han recogido todos aquellos que han sido declarados monumento histórico-artístico, treinta y uno, y que como tales están incluidos en el listado de bienes de interés cultural gallego •1•. También se han incluido, por diferentes consideraciones, un convento y cuatro monasterios más, en los que en todo caso la declaración de monumento protege a la iglesia •2•, lo que hace un total de treinta y seis monumentos. Estos treinta y seis cenobios corresponden con tres casas de canónigos regulares, doce monasterios benedictinos, once cistercienses, seis conventos franciscanos y cuatro dominicos. Por provincias, ocho corresponden a la provincia de La Coruña, nueve a la de Lugo, once a la de Orense y ocho a la de Pontevedra. II· Los orígenes del monacato. La Regla de San Benito. El monacato cristiano surge en Oriente. Se atribuye a San Pacomio la fundación en el 323 del primer cenobio o monasterio en Tabenerra, en el que la vida de los cenobitas era comunitaria, opuesta a la de los primeros ermitaños o anacoretas, como Pablo de Tebas y Antonio. Las reglas básicas de la vida monacal las enuncia en el 357 Basilio de Cesarea en sus “Constituciones”, origen de los futuros tres votos benedictinos. En Occidente, el primer cenobita reconocido es Martín, primero ermitaño en Ligugé en el 361, que establece posteriormente su cenobio en Marmoutier. Pero será Benito de Nursia, de familia noble, el que será reconocido como padre fundador de la vida monacal, después también de una experiencia eremita en Subiaco. No solo fundó la abadía cenobítica de Montecassino en el 529, sino que en el 534 creó la Regla en la que se recogen los tres votos benedictinos: estabilidad o voto de permanencia en el seno de la comunidad, obediencia al abad elegido por ella como muestra de humildad, y reforma de las costumbres abrazando la pobreza y la castidad y renunciando al mundo •3•. En Galicia, bajo la tradición visigoda, parece que la influencia de Cluny fue bastante débil, no constando documentación de la regla adoptada en la fundación de los monasterios en la Alta Edad Media, existiendo Reglas hispanas como las de San Isidoro y San Fructuoso, seguidores de San Pacomio y de San Benito, que tampoco http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (1 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
pretendían una observancia exclusiva •4•. El Concilio de Lérida (546) se apoya en los Concilios de Agde y Orleáns y en su canon III limita la discrecionalidad del abad a la Regla monasterial. Considera que “para que una fundación religiosa pueda ser considerada como un monasterio, es condición sine qua non la existencia de una comunidad religiosa que viva bajo la observancia de una Regla aprobada por el obispo.” Consecuentemente, “en la Iglesia visigoda los monasterios se regían por Reglas independientes de la voluntad del abad” •5•. En todo caso, a San Martín Dumiense, instalado en Galicia después de pasar por las Galias y Roma, y a quien se le supone la conversión de los suevos, se le atribuye también la potenciación del movimiento monástico. Continuada su labor por San Fructuoso a mediados del siglo VII, Galicia se puebla de nuevos monasterios, donde no solo se siguen las reglas en busca de una perfección espiritual de monjes y conversos, sino que se extiende un cristianismo depurado de reminiscencias paganas entre la gente del pueblo. Pero, sobre todo, se potencian la agricultura, la ganadería y los oficios en general, contribuyendo a la repoblación del país al instalarse en zonas antes despobladas y alejadas de los núcleos rudimentariamente urbanos existentes. Algunos autores, ya descubierto el sepulcro del Apóstol y trasladados sus restos a Compostela en la segunda mitad del siglo IX, consideran que la persecución religiosa del Califato de Córdoba hace que los monjes visigodos huyan en gran número a Galicia, de modo que ésta “se cubre materialmente de monasterios, hasta el punto de que una especie de pasión monástica parece adueñarse de la gente: muchas pequeñas comunidades agrícolas se organizan monásticamente y grandes familias fundan monasterios familiares” •6•. Un ejemplo único que se conserva en Galicia de un monasterio de estos primeros tiempos del monacato es la iglesia rupestre de San Pedro de Rocas, en el municipio orensano de Esgos, singular monumento excavado en la roca cuyo origen podría remontarse al siglo VI. También podrían haber tenido un origen monástico la capilla prerrománica del Salvador, del siglo IX, relacionada con el monasterio de Samos, y la capilla mozárabe de San Miguel, del siglo X, situada en el jardín de los Novicios del monasterio de San Salvador de Celanova. En el año 817 Benito de Aniane, unificó los monasterios existentes bajo la regla única benedictina. Del primer tercio del siglo IX data la planta monástica ideal de la abadía de Saint-Gall, y del 910 la fundación de la orden benedictina de Cluny, que recogió y reformó la regla de Benito de Aniane y acogió bajo su regla más de mil monasterios en toda Europa, más o menos autónomos aunque nominalmente dependientes. III· La arquitectura benedictina en la Alta Edad Media. El plano de Sankt-Gallen. El modelo arquitectónico de los primeros monasterios benedictinos se remonta al de Montecassino, fundado por el propio San Benito hacia el año 529. Relativamente pronto se estableció un modelo ideal, que se considera fue debatido en un Concilio propiciado por Carlomagno y reunido en Inden y Aquisgrán en los años 816 y 817. Uno de los asistentes, el abad Haito de Reichenan, envió un plano con este modelo ideal a su amigo el abad Gozberto, del monasterio suizo de Sankt-Gallen (San Galo), entonces en la provincia carolingia de Alemanni, en cuya biblioteca fue archivado. El plano constituye un documento extraordinario, no sólo por ser el primer dibujo que se conserva de un monasterio, sino también por ser el plano de arquitectura más antiguo que se conoce de la Alta Edad Media •7•. El plano del monasterio recoge una pequeña ciudad religiosa y autosuficiente, organizada en torno a la iglesia abacial y su claustro, que constituyen el centro de la misma. Está orientada según un eje longitudinal este-oeste que señala la dirección de Tierra Santa, con el principal al monasterio situado en el lado oeste de la iglesia. Plano del monasterio de Sankt-Gallen (San Gallo). Transcripción de J. A. F. T. Dibujo de J. M. Ferro).
[Pulse para ampliar]
http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (2 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
Al sur de ésta se encuentra el claustro, constituido por un gran patio cuadrado porticado, en el que las arcadas se indican por abatimiento, a la manera egipcia o mesopotámica. Al este del claustro se encuentra el dormitorio de los monjes, situado sobre el calefactorio o sala caliente de trabajo, directamente conectado con la iglesia para facilitar los rezos de maitines, y con el baño y letrinas situados en el ángulo sudeste. Al sur del claustro, abierto directamente al mismo, se encuentra el refectorio de los monjes, en conexión con la cocina, situada en el ángulo sudoeste. Por último, cerrando el lado occidental del claustro, se encuentra la bodega, con la despensa encima. Alrededor de este gran núcleo central se sitúan las numerosas dependencias complementarias del monasterio, destinadas a los conversos, viajeros y a otras actividades. En el lado de la entrada principal, en la esquina sudoeste del conjunto, se sitúan los establos destinados al ganado, y en la esquina nordeste la posada, reservada a los acompañantes de los señores que acudían al monasterio. Junto a la posada, ocupando el lado norte del conjunto, se sitúan la cervecería, la tahona y la cocina para los huéspedes, la residencia de los visitantes, la escuela exterior y la abadía. Al este se encuentra toda la zona hospitalaria, que incluye en la esquina nordeste un pequeño jardín de plantas medicinales, así como el noviciado y dos capillas, situadas simétricamente. Una está conectada con el hospital, que se organiza alrededor de un claustro, y la otra con el noviciado, también organizado alrededor de otro claustro, simétrico con el anterior. A la derecha del noviciado se encuentra el cementerio, estructurado a manera de jardín, y justo en el ángulo sudeste, el huerto, la vivienda del jardinero, los corrales y la vivienda del cuidador. Por último, en el lado sur del conjunto, se sitúan el silo, los talleres, la tahona, la cervecería de los monjes, el molino, el horno y otras dependencias. Posiblemente la compacidad con que se sitúan los edificios vendría obligada por la propia limitación física del pergamino y los edificios, en la realidad, se situarían con más holgura. Ahora bien, los planos de Cluny II y de Cluny III, que considerados como organigramas, en cuanto a relaciones entre los edificios, son muy similares al de Saint-Gall, muestran una parecida compacidad en un terreno irregular, como ejemplifican muy bien las reconstrucciones de Kenneth Conant con el estado del monasterio, fundado en el 910, hacia 1050 y en el periodo 1088-1130 •8• respectivamente. Las reglas de origen visigodo que regían estos primeros monasterios se completaban con la figura específica del “pactum” o promesa escrita entre el aspirante a la vida monástica y el abad •9•, figura original de los reinos hispanos y concretamente de Galicia. Estos “pactum” persistieron hasta la supresión del rito visigodo por la acción conjunta de papas, reyes y nobles, que impusieron poco a poco el rito romano en la península, siendo el último reino en aceptarlo el de Castilla, en 1078. En Galicia la importancia del avance de la Orden de Cluny, traída a España en 1025 por Sancho el Mayor de Navarra, la manifiesta sin ningún genero de dudas el nombramiento en 1094 de Dalmacio, visitador de los monasterios cluniacenses en España, como obispo de Compostela. Si bien en dicha fecha solo parecía haber cuatro monasterios benedictinos en Galicia, la regla benedictina se impuso enseguida, al llevar consigo la “libertas romana”, es decir, la independencia de los poderes religiosos y políticos locales, al pasar a depender los monasterios directamente de Roma a través de Cluny. http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (3 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
El ejemplo arquitectónico más seguido en las construcciones benedictinas de la época fue el de la propia sede madre de Cluny que, como ya se ha señalado, seguía las directrices marcadas en los Concilios de Inden y Aquisgrán de 816-17, recogidas en el plano de Sankt-Gallen. Según la reconstrucción de Kenneth Conant ya señalada de Cluny III•10•, en el periodo 1088-1130 la iglesia abacial se situaba según el eje oeste-este, aunque en este caso en situación perimetral dentro del conjunto, lo que avanzaría la disposición tipo inmediatamente posterior del Cister. Análogamente a Sankt-Gallen, el principal estaba situado en el lado occidental, alineado con la entrada principal de la iglesia, constituida por un gran nartex, casi una iglesia en sí, flanqueado por dos torres. La enorme iglesia que tanto llegaría a escandalizar a Bernardo de Claraval por su inmensidad y riqueza medía alrededor de 187 metros. También al oeste del conjunto se situaba, a la derecha de la portería, el establo con la hospedería arriba. Al sur de la iglesia, y separado de la zona de entrada por un gran patio, se encontraba el claustro, en realidad un doble claustro en T, conectado directamente por la puerta de Galilea con la sacristía y por el extremo del crucero con la iglesia. Todavía podemos irar en Galicia muchos ejemplos importantes de la arquitectura románica que podríamos denominar benedictina en contraposición a la del Cister. En la provincia de La Coruña, el inicialmente monasterio benedictino de San Xoán de Caaveiro•11•, luego de Canónigos Regulares de San Agustín, conserva, aunque ha perdido su techumbre, la pequeña pero proporcionada iglesia del siglo XII. San Salvador de Bergondo mantiene lo esencial de su iglesia románica, de techumbre de madera sobre arcos fajones apuntados. Santa María A Real do Sar mantiene, a pesar de las increíbles deformaciones que ha sufrido la estructura, su iglesia del siglo XII, con la bóveda central reconstruida en el siglo XV, así como el ala norte del claustro. Sobrado de los Monjes, además de la capilla funeraria de San Juan, conserva la gran sala capitular y la cocina, ya del siglo XIII. En la provincia de Lugo, la iglesia de San Esteban de Chouzán mantiene su ábside, de la segunda mitad del siglo XII. Santa María de Ferreira de Pallarés conserva completa su iglesia, comenzada a principios del siglo XII, con techumbre de madera sobre arcos ligeramente apuntados. La iglesia de Santa María de Ferreira de Pantón es anterior a su incorporación al Cister, como lo demuestra la extraordinariamente profusa decoración de sus capiteles, aunque su artesonado, restaurado recientemente, es de inspiración mudéjar, del siglo XVI o XVII. San Xulián de Samos solo conserva, en cambio, una portada románica, situada en el ángulo nordeste del claustro de las Nereidas. En la provincia de Orense la iglesia de Xunqueira de Ambía es un ejemplo casi único de arquitectura románica del siglo XII, con un falso triforio y una torrecilla redonda integrada en la fachada. En la provincia de Pontevedra el monasterio cisterciense de Acibeiro conserva su iglesia, anterior a la incorporación al Cister, con un falso triforio análogo al de la iglesia de Xunqueira de Ambía, aunque ha sustituido su primitiva fachada románica por otra con una sencilla portada en estilo neoclásico de transición. En cambio, la iglesia gótica de San Francisco de Pontevedra ha incorporado en su fachada una portada protogótica del siglo XII. Mención especial merecen los impresionantes restos románicos, en proceso de restauración, de la iglesia del monasterio benedictino de San Lorenzo de Carboeiro, en Silleda, Pontevedra. IV· La reforma cisterciense. San Bernardo de Claraval. Impuesto Cluny, la nueva reforma monástica fue propiciada desde dentro de la propia Orden, primero por Roberto de Molesme, que fundó en 1075 en Borgoña la abadía de su nombre. Después, con la ayuda de Aubri y Esteban Harding, la naciente comunidad se instaló en un lugar pantanoso, entre Nuits-Saint-Georges y el río Saona, donde crearon un nuevo monasterio con la intención de convertirlo en una abadía benedictina que cumpliese estrictamente la Regla de San Benito. En 1101 •12•, la abadía se instaló en una llanura que permitía la explotación agrícola y ganadera, a la que se incorporó en 1112 o 1113 el caballero Bernardo de Fontaine, que luego sería conocido como Bernardo de Claraval, por el nombre del nuevo monasterio a él confiado. Con La Ferté, Pontigny y Morimond constituirían las cuatro abadías madre de la futura e imparable expansión de la renovada y extraordinariamente austera Regla benedictina. Los monasterios se regularían por unos textos que fijarían las nuevas normas: la “Carta de caridad y unanimidad”, que el primer capítulo general de la Orden de Cluny aprobó en 1119, y que recogía sus estatutos, y el “Exordio de Cister”, después ampliado como “Pequeño Exordio”, que recogía la historia de la fundación del Cister, además de sus costumbres religiosas, y que fue aprobado por el Papa mediante la bula “Ad hoc in http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (4 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
apotilici”, que constituye de hecho el acta de nacimiento de la orden del Cister. Entre las particularidades de la Orden estaban la autonomía financiera de cada abadía respecto a los otros monasterios, incluido el fundador o “madre”, y la autonomía para la elección del abad, sin perjuicio del control por cada abad del Cister de sus abadías filiales, que visitaba cada año. Otra característica importante era que la dependencia directa del papado no excluía la posibilidad de intervención del obispo local en caso de necesidad, posibilidad que Cluny no permitía. Finalmente, otra característica importante del Cister fue su instalación en lugares apartados de los núcleos de población, lo que hará que Galicia, en palabras de Torres Queiruga, “sentirá su influjo bienhechor en la colonización de lugares improductivos e inhabitados, en la planificación de la labor agrícola, en la promoción de siervos a colonos de numerosos trabajadores en las granjas creadas por los monasterios” •13•. La expansión del Cister coincidió con la importancia político-religiosa que alcanzó Bernardo de Claraval entre 1120 y 1153, con escritos como “Grados de la humildad y de la acción”, la “Apología de Guillermo”, en contra de Cluny, y su serie de ochenta y seis “Sermones sobre el Cantar de los Cantares”. Con Bernardo de Claraval el Cister se puso bajo la advocación de la Virgen María, y el “Salve Regina” remataba las actividades diarias de las abadías, sublimando el amor profano de los trovadores de la época. La cima de su poder fue su arbitraje con motivo de la doble elección papal, legitimando a Inocencio II frente a Anacleto II en función de sus cualidades espirituales. Cuando fracasó la segunda cruzada (1146-1151), también promovida por Bernardo, declinó su influencia, pero ya la orden del Cister contaba con más de 350 abadías, de las que casi la mitad dependía de Claraval. Una institución clave para comprender la razón del rápido desarrollo económico e implantación social del Cister fue la de los conversos. Aunque estos ya existían anteriormente, el Cister organizó a través de uno de sus padres fundadores, Esteban Harding, las obligaciones y derechos de estos servidores, cuyo número llegaba a veces a duplicar o triplicar al de los monjes. Reclutados entre los miserables campesinos de la época, seguían un año de noviciado y tomaban los votos, pero no se permitía su alfabetización ni su convivencia con los monjes, generalmente de familias nobles. Además, estaban bajo la autoridad directa del cillerero o mayordomo del monasterio, que ejercía a manera de abad auxiliar con ellos. La mejora de la situación económica que se produjo del siglo XII al XIV propició revueltas en busca de mayores privilegios y, finalmente, su práctica desaparición. No obstante, la arquitectura cisterciense se entendía como un todo, por lo que no distinguía entre las clases a las que se dirigía ni diferenciaba la categoría de las actividades que en sus dependencias se desarrollaban, lo que facilitó la posterior reconversión de las instalaciones de los conversos a otros usos, entre ellos el de hospedería. V· La arquitectura del Cister. Si bien las primeras construcciones de un monasterio del Cister, cuando se implantaba en un nuevo lugar –otras veces era una abadía ya existente la que se incorporaba a la Orden- eran en madera y de aspecto provisional, por si el lugar elegido finalmente no resultaba adecuado, pasado el tiempo suficiente, al menos veinte años, se empezaba la construcción en obra de fábrica de la abadía definitiva. Todavía a principios del siglo XVIII se conservaba el “Monasterium Vetus” de Claraval, en la Champaña, como atestiguan las perspectivas de Dom Milley, de 1708 •14•. La arquitectura cisterciense revela un plan original y un riguroso control de ejecución, ejercido desde el Capítulo general de la Orden, que debatía ampliamente las cuestiones arquitectónicas. La auténtica revolución arquitectónica que supuso en su día fue consecuencia del ascetismo que la guiaba y que constituía el auténtico espíritu del Cister, en oposición a la anterior opulencia del Cluny. Este ascetismo no estaba reñido con la firmeza constructiva, dado que las obras estaban proyectadas para durar en el tiempo. Supuso más bien una rebelión contra la ornamentación y los elementos y características “superfluos” a que había llegado el arte románico de la época. Las Reglas puntualizaban detalladamente cuestiones como el lugar de implantación, en el que la existencia del agua era fundamental, y el carácter solitario del lugar, normalmente un bosque, que equivalía metafóricamente al desierto de los primitivos eremitas. “En el Occidente medieval, el desierto es el bosque. Los cistercienses lo convirtieron, pues, en su Tebaida. Allí podían encontrar “las vastas soledades”, tan caras a los contemplativos, y también la madera, que era entonces el material de base para los “diferentes oficios” •15•. El triunfo del Cister coincidió con la madurez de la arquitectura románica, a la que Claraval aplicaba sus ideales http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (5 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
de ascetismo. Al exterior no se permitía la construcción de torres, solo se itía la de un linternón para las campanas que no debía sobresalir sobre las cubiertas, con lo que se conseguían iglesias de volúmenes armoniosos, sin la presencia dominante de las torres. Al interior se simplificaban al máximo capiteles y detalles, potenciando el límpido juego espacial de los volúmenes bajo una iluminación natural ahora sin obstáculos. “El espacio adquiere la misma apariencia que la regla de la Orden Cisterciense convertida en piedra”, como señalan Bernhard y Ulrike Laule •16•. Elementos clave de la arquitectura cisterciense fueron la utilización de las bóvedas de cañón en lugar de las techumbres de madera, tanto las de medio punto como las de cañón ligeramente apuntado, y el perfeccionamiento de la bóveda de arista, muchas veces apoyada en voladizos sobre los muros y pilares que ayudaban a liberar el espacio, prefigurando el arte gótico. Como un efecto añadido, posiblemente buscado empíricamente, se mejoraba notablemente la acústica del templo. Como señala Spiro Kostof, “No podemos esperar apreciar la experiencia devocional de estas iglesias despojadas y severas sin los ecos límpidos de los cantos de las antífonas que llenaban su espacio durante tantas horas al día” •17•. De los primeros monasterios originales cistercienses que San Bernardo fundó en Borgoña solo Fontenay conserva su apariencia original. Su organización ha inspirado el plano ideal de un monasterio cisterciense de W. Braunfels, recogido posteriormente más o menos literalmente, aunque sin citarlo, por otros autores. La iglesia del monasterio tipo estaba orientada litúrgicamente, es decir, según el eje este-oeste y con la cabecera hacia el oriente, hacia la luz de la mañana, símbolo de Cristo. Era de planta de cruz latina, con el brazo mayor compuesto de tres naves de ocho tramos, precedidas de un nártex. El brazo menor o transepto estaba formado por una sola nave de cinco tramos a la que se abrían cinco ábsides. El central era mayor y rectangular, y los laterales cuadrados. En los ábsides laterales se situaban las capillas en las que los monjes decían sus misas privadas •18•. La iglesia cisterciense tipo, como Fontenay, se ajustaba al que se ha denominado “plan Bernardín”, de iglesias de cabecera plana e inscribible en una serie de cuadrados reguladores, que aluden a la forma de la Ciudad según el Apocalipsis. Es la planta que dibuja Villard de Honnecourt en la lámina 28 (fol. 14 v) de su Cuaderno, en el siglo XIII, y a la que se refiere con estas palabras: “He aquí una iglesia de planta cuadrada cuya construcción fue prevista por la orden del Cister” •19•. En el testero norte del transepto se encontraba la “puerta de los muertos”, que daba al cementerio de los monjes. En el testero sur, la puerta de la sacristía y, adosada a su muro occidental, la escalera de maitines, amplia y recta, por la que los monjes se comunicaban con el dormitorio para los oficios de noche. Las naves estaban separadas por grandes pilares cuadrados con semicolumnas adosadas de esquemáticos capiteles, sobre los que se apoyaban tanto los arcos formeros como los fajones, todos ellos apuntados. Los arcos formeros definían los lisos muros de separación de las naves, coronados por una sencilla cornisa sobre la que se apoyaba una bóveda de cañón apuntada, desarrollada entre arcos fajones de sección rectangular. Los arcos formeros se continuaban análogamente en las bóvedas de cañón transversales que cubrían las naves laterales, comunicadas entre sí mediante otros arcos más bajos. La iglesia se iluminaba por ventanas de medio punto o apuntadas, situadas en los testeros de las bóvedas de las naves laterales y en los testeros de la cabecera y de la fachada. Las vidrieras estaban formadas según las reglas cistercienses, que prescribían vidrios blancos sin cruces ni colores, con piezas incoloras emplomadas formando sencillos motivos geométricos o vegetales. La luz ahora blanca se reflejaba en las paredes y bóvedas encaladas acentuando el revolucionario despojamiento de la arquitectura. La mayor parte del espacio de la nave central se destinaba a los dos coros, el de los monjes, en la parte más cercana a la cabecera, y el de los conversos, más cerca de la entrada. Entre ambos se situaban, dividiendo claramente las zonas, el banco de los enfermos y el coro alto. Dos puertas en los extremos de la nave de la Epístola comunicaban el coro de los monjes con el claustro, y el de los conversos con un corredor abierto, sin ventanas, paralelo a la galería occidental del claustro, pero incomunicado con el mismo. Delante de la fachada occidental se encontraba un nártex, que en otras iglesias se reducía a un simple porche. Al sur de la iglesia, con la que se comunicaba directamente, se encontraba el claustro, también románico, cuyas galerías se cubrían con elementales bóvedas de arista sin ningún tipo de nervios. Como señala Schlosser, “los monasterios conservaron invariable hasta el fin del segundo gran período de la historia mundial -la Revolución sa- su interior más característico, el claustro, antiquísimo motivo helenístico-oriental”•20•. Los cistercienses mantuvieron esta tradición, aunque despojándola de los historiados elementos decorativos tan queridos a los benedictinos, de los que procedían. La situación del claustro en las abadías parece que obedecía a lo que hoy denominaríamos consideraciones bioclimáticas: en las zonas de clima frío se situaban al sur, como en el propio Fontenay y en general en Galicia, para aprovechar la radiación directa del sol, y en las de clima cálido http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (6 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
al norte, buscando la frescura de la sombra de la iglesia, dado que la galería que comunicaba con la iglesia era la más utilizada por los monjes. Al fondo de esta galería, delante de la sacristía, se encontraba el armarium, una especie de nicho para guardar los libros litúrgicos o para la meditación que, dada su importancia en algunas abadías, se convertía en una auténtica biblioteca. Los claustros eran de planta cuadrada, entre unos 25 metros de lado, como el de Fontenay, y unos 35, con arcadas abiertas al patio, en cuyo centro se situaba un pozo y sobre cuyo césped se secaba la ropa que lavaban los monjes. Abierta a la galería este del claustro, para permitir a los conversos participar en los actos de las grandes celebraciones, se encontraba la sala capitular, en cuyo centro se sentaba el abad. A continuación se sitúa la escalera de al dormitorio de los monjes y a sus letrinas. Adjunta a la escalera, de la que aprovechaba el espacio inferior, se encontraba el locutorio o auditorium donde el prior despachaba con los monjes. A continuación se situaba una zona de paso al exterior, que daba a los jardines, el herbolario, los huertos y la enfermería, después el scriptorium o sala de los monjes, donde se copiaban e iluminaban pacientemente los manuscritos, y finalmente el noviciado, realmente una dependencia de la sala de los monjes. El dormitorio de los monjes se situaba en el primer piso del mismo ala, con la letrina de los monjes al fondo, que evacuaba sobre un canal del río, regulado por una presa. Esquema de abadía cisterciense típica, según Santo Bernaldo de Claraval, al que se ajusta esencialmente el monasterio de Fontenay, en Borgoña. A partir de W. Braunfels. Según J.A.F.T. Dibujo de J. M. García Paz.
[Pulse para ampliar]
En el ala sur se situaban el calefactorio, comunicado con la biblioteca, y el refectorio de los monjes, con un púlpito elevado para la lectura. Frente al refectorio se encontraba el lavatorium, fuente situada en un pabellón en el patio frente a la galería, alimentada por otro canal del río desviado aguas arriba, donde los monjes hacían sus abluciones antes de entrar en el comedor •21•. La cocina se comunicaba por un torno con el refectorio y disponía de las correspondientes despensas, comunicadas a su vez con el huerto. Junto a la cocina se situaba el locutorio de los conversos, donde eran atendidos por el cillerero y donde éste guardaba sus documentos. Del monasterio de Claraval no se conservan la iglesia ni el claustro, pero si en cambio el ala occidental del claustro, perpendicular a la iglesia, compuesto de tres naves de catorce tramos destinada a los conversos. En el semisótano se situaban la bodega y el refectorio de los conversos, separados por una zona privativa de paso al claustro. En la planta alta se encontraba el inmenso dormitorio de los conversos, de aproximadamente 80 metros de largo en Fontenay. Al fondo, sobre el mismo canal del río que la letrina de los monjes, aunque más abajo en el curso del agua, se situaba la letrina de los conversos. Reconstrucción del“Monasterium vetus” de Claraval, en lacomarca sa de Champaña, a partir de las perspectivas de Dom Milley, de 1708. Según J. A. F. T. Infografías de J. M. Ferro
[Pulse para ampliar]
El plano de W. Braunfels refunde de hecho los de Fontenay y Claraval para establecer el modelo ideal http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (7 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
cisterciense, al que más o menos se parecían todos los monasterios. No obstante, en el territorio de la abadía se construían, con la misma calidad arquitectónica, otra serie de edificios que configuraban el territorio, como el palomar, la tahona, el molino, los graneros, la fragua, los talleres de artesanos de todos los oficios y las granjas. Sin olvidar el pabellón de los huéspedes, que acabaría integrándose en los monasterios en torno a un nuevo claustro, el de la Hospedería. En Galicia existen bellos ejemplos, más o menos puros, de la arquitectura románica de transición cisterciense. Dentro de los monasterios de la Orden recogidos en esta obra los primeros ejemplos importantes a reseñar están en la provincia de Lugo. En Meira tenemos una de las mejores iglesias del Cister en Galicia, cuya planta se ajusta claramente al “plan bernardín”, con una fachada magníficamente conservada, en la que incluso se mantienen los herrajes originales de la puerta, del siglo XIII. En su interior destacan sobre todo los amplios y sobrios arcos fajones apuntados, de transición, característicos del románico cisterciense. En la provincia de Orense nos encontramos con otra extraordinaria iglesia románica cisterciense, la de San Clodio de Leiro, que conserva también su fachada primitiva, pese a la desaparición de la tracería del gran rosetón de la fachada. No obstante, su espacio interior ha sido radicalmente transformado, al sustituirse en el siglo XVI la techumbre de madera de la nave mayor y los arcos fajones apuntados que la sostenían por bóvedas de crucería de cinco claves que, pese a su belleza, han desvirtuado el sobrio aspecto original. En Melón, que poseía una de las mayores iglesias abaciales de la Orden, comparable a la de Oseira, solo quedan la impresionante cabecera con su amplia girola, el crucero y un único tramo de la nave mayor, de principios del siglo XIII, pero con bóvedas tardías estrelladas y de crucería del siglo XVI. También se conserva, adosada al testero norte del crucero, la capilla del Cristo de la Salud, de la misma época que la cabecera. En Montederramo se creía que había desaparecido todo la obra románica, pero la última restauración ha sacado a la luz un bello ventanal perteneciente a la primitiva iglesia abacial, situado en el segundo cuerpo del claustro. De Santo Estevo de Ribas de Sil se conservan varias partes románicas del siglo XII y principios del XIII como la iglesia, excepto la fachada, el primer cuerpo de del claustro de los Obispos y un altar, hoy en el brazo norte del crucero. Es de destacar que, aunque la primitiva techumbre de la iglesia fue sustituida por bóvedas de crucería y estrelladas tardías en el siglo XVI, la nave mantiene los primitivos arcos fajones apuntados, al contrario, por ejemplo, que la iglesia de Meira. La iglesia abacial de Oseira conserva prácticamente íntegro el interior de su iglesia románica de los siglos XII y XIII, con los grandes arcos fajones ojivales de la nave central sosteniendo bóvedas de cañón también apuntadas, propias del Cister, y una notable cúpula en el crucero, pero sustituyó su fachada románica por otra de inspiración herreriana en el siglo XVII. Conserva también la capilla funeraria románica de San Andrés, adosada, como la de Melón, al testero norte del crucero. En Xunqueira de Espadañedo se conserva la primitiva iglesia cisterciense, con techumbre de madera, pero la fachada románica fue sustituida en 1801 por otra neoclásica. En la provincia de Pontevedra Armenteira constituye el tercer ejemplo, y quizás el mejor, de las iglesias en el estilo románico de transición propio del Cister que se han conservado completas en Galicia. Obra de la segunda mitad del siglo XII, destaca por su cúpula octogonal en el centro del crucero, de tradición mozárabe, sus bóvedas de cañón apuntado sobre arcos fajones ojivales y por su extraordinaria fachada, con una portada de seis arquivoltas coronada por un gran rosetón de singular tracería. También es excepcional, con un sobrio interior de similar solución estructural, la iglesia de Santa María de Oia, aunque ha perdido la fachada original, sustituida por otra barroca en el siglo XVIII. VI· El abad Suger y el nacimiento del gótico. Las órdenes mendicantes. El estilo gótico surgió como una expresión del poder real en una abadía particularmente protegida por el mismo, la de St. Denis, gracias al impulso del abad Suger. Cuando la corona sa estaba prácticamente reducida al exiguo territorio de la Isla de Francia, con su centro en París, Suger fue tan providencial para su causa como lo fue Bernardo de Claraval, su contrincante y a la vez “alter ego”, para la expansión cisterciense. En palabras de Schlosser, “L’Ile de fue en efecto la patria originaria de aquel dialecto arquitectónico, la cuna del opus francigenum que fue la expresión última y más elevada del alma medieval, destinado a tener larguísima difusión http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (8 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
en Europa y que sería más tarde denominado «gótico»” •22•. Suger, nacido en 1081, compaginó el servicio como consejero, amigo e incluso regente de dos reyes, Luis VI el Gordo y Luis VII, con las obras de reforma tanto física como espiritual de la abadía de Saint-Denis, de la que llegó a ser abad desde 1122 hasta su muerte en 1151. Erwin Panofsky, que ha trazado un extraordinario retrato de la época y del hombre que llegó a ser considerado el padre de la monarquía sa •23•, define muy gráficamente la actuación de Suger, que había comenzado la renovación completa de la iglesia carolingia con la construcción del nártex y de la nueva cabecera (1140-1144) •24•, como si el presidente de los Estados Unidos mandase reconstruir la Casa Blanca por Frank Lloyd Wright. Es preciso tener en cuenta además que en la época se consideraba que la iglesia había sido consagrada por el propio Jesucristo. En todo caso, sabemos por sus memorias que era plenamente consciente de la originalidad de sus nuevas construcciones frente a las antiguas carolingias. Como subraya Panofsky, interpretando las palabras del propio Suger, “Sintió, y nos hace sentir a nosotros, su espaciosidad cuando habla de su nuevo chevet como «ennoblecido por la belleza de lo largo y de lo ancho»; sintió su sublime verticalismo al describir la nave central de este chevet como «súbitamente (repente) alzada en lo alto» por las columnas de sostén, y su luminosa transparencia al describir la iglesia como «penetrada por la maravillosa e ininterrumpida luz de las más resplandecientes vidrieras»” •25•. Todo esto lo consiguió utilizando los elementos que dieron origen a la arquitectura gótica: el arco apuntado y la bóveda de crucería, anunciados por los cistercienses, y los arbotantes. Los esfuerzos de la estructura se racionalizaron, pasando a descansar sobre los arcos convertidos en nervios, liberando de su pesada masa muros y bóvedas y permitiendo de paso la construcción de luminosas y coloreadas vidrieras, que contrastaban vivamente con el ascetismo cisterciense. Este nuevo arte se extendió rápidamente, primero por la Isla de Francia, como símbolo arquitectónico del rejuvenecido poder real, después por toda Francia, y finalmente hasta los últimos extremos de Europa, personalizándose en diversos estilos regionales. En palabras de Leonardo Benevolo, “El gótico es justamente un estilo internacional que unifica, desde mediados del siglo XII en adelante, los métodos de construcción y de acabado de los edificios en toda Europa” •26•. Los cistercienses, de alguna manera sus precursores, sucumbieron también al nuevo estilo, pero mantuvieron principios de sobriedad arquitectónica, renunciado a las características y esbeltas torres erizadas de pináculos, a las vidrieras coloreadas y a la profusión de naturalistas esculturas como las anunciadas ya tempranamente por el Maestro Mateo. En Galicia, con una sólida tradición románica, el estilo gótico se desarrolló como una lógica evolución de aquella, convertida ya en el protogótico del Maestro Mateo y de los monasterios cistercienses, y se completaron de una manera natural edificaciones tan importantes como las catedrales de Orense, Lugo y Mondoñedo o los monasterios de Oseira y Melón. En sus monasterios los cistercienses, como ya se ha señalado, renunciaron a los elementos quizás más característicos visualmente del gótico, pero utilizaron ampliamente los más esenciales, como las bóvedas de crucería. En la mayoría de los monasterios gallegos podemos encontrar ejemplos de arte gótico, a veces en épocas muy tardías. En la provincia de La Coruña el monasterio de San Salvador de Bergondo amplía la iglesia con la capilla de San Santa Catalina, cubierta con una bóveda de crucería del siglo XIV o principios del XV. En la provincia de Lugo Santo Estevo de Chouzán construye las naves •27•y la portada norte, de 1314, y todavía conserva restos de pinturas en estilo gótico hispano-flamenco, ya del primer tercio del siglo XVI. Ferreira de Pallarés levanta la capilla sepulcral de los condes de Taboada. En Meira quedan todavía los arranques, en el muro sur de la iglesia, de las bóvedas del claustro Reglar, del siglo XVI. Más importantes son las galerías del claustro de las Nereidas, de San Xulián de Samos, obra de Pedro de Monforte, construida entre 1562 y 1582, así como la statio o sala del Signo, con bóvedas estrelladas muy similares a las del claustro de las Nereidas. En la provincia de Orense tenemos las bóvedas de crucería tardías, del siglo XVI, de la iglesia y del claustro Reglar de San Clodio de Leiro. En Melón destacan las bóvedas de crucería de los primeros tramos de la capilla Mayor y de la girola, así como las del brazo norte del crucero. También destacan las bóvedas estrelladas del siglo XVI del tramo central y del brazo sur del crucero, así como la del único tramo que se conserva de la que debió ser impresionante nave mayor. En Montederramo se mantiene el primer cuerpo del claustro Reglar, del siglo XVI. En Santo Estevo de Ribas de Sil las naves de la iglesia están cubiertas por bóvedas de crucería del siglo XVI, como la bóveda estrellada del crucero. También son del siglo XVI las bóvedas de crucería del claustro de los Obispos, reconstruidas en el siglo XVIII, claustro en el que destacan los pináculos y la crestería de coronación de su segundo cuerpo. Un ejemplo extraordinario y único en Galicia por sus bóvedas de abanico es la http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (9 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
sala Capitular o de las Palmeras de Oseira, que cuenta también con el claustro gótico de los Pináculos, ambas obras del siglo XV. Xunqueira de Ambía conserva a su vez su claustro gótico tardío del siglo XVI, así como la sacristía y la capilla de la Merced, ambas con bóvedas de crucería del siglo XVI. En la provincia de Pontevedra Armenteira cubre las galerías de su renacentista claustro reglar o de las Procesiones, del siglo XVI, con bóvedas de crucería, entre las que destaca la bóveda estrellada del ángulo sudoeste. También son bóvedas de crucería tardías las de los claustros reglares renacentistas de Oia y de San Xoán de Poio. Pero en Galicia el arte gótico se implantó en las florecientes ciudades de la mano de una nueva manera de concebir los votos monásticos, la de las órdenes mendicantes, concretamente las de los franciscanos y de los dominicos. Llegadas a Galicia en el siglo XIII de la mano, como quiere la tradición, de sus propios santos fundadores•28•, desarrollaron sus principales conventos sobre todo a lo largo del s. XIV y principios del XV. Los templos conventuales de estas órdenes, aunque tardíamente, alcanzan una gran importancia ciudadana al convertirse rápidamente en lugar de enterramiento privilegiado de nobles e incluso de notables de la ciudad. Como señala J. R. Soraluce, “Con tales protectores, a los que parece garantizarse así un reposo eterno sacralizado, los templos de las órdenes mendicantes adquieren en Galicia la importancia y categoría que en otras zonas y regiones corresponderían a la catedral gótica” •29•. Arquitectónicamente su parte más característica es la cabecera, generalmente formada por tres ábsides poligonales – excepcionalmente, en Santo Domingo de Pontevedra, por cinco - cubiertos con bóveda de crucería, que algunos autores denominan a veces de abanico •30•. Al exterior, los empujes de los nervios son contrarrestados por contrafuertes de clara tradición románica, en lugar de los arbotantes característicos del gótico de la Isla de Francia. De la conjunción de esta sólida pervivencia románica con la diafanidad de los cerramientos, transformados en las coloreadas transparencias de las vidrieras, engastadas en esbeltos ventanales, nace la originalidad del lenguaje gótico gallego, que adapta el lenguaje internacional a las peculiaridades regionales sin romper drásticamente con las formas tradicionales. En Galicia se pueden encontrar varios ejemplos importantes de estos conventos. En la provincia de La Coruña San Francisco de Betanzos conserva completa su iglesia de la segunda mitad del siglo XIV. Santo Domingo de Bonaval, la cabecera y parte de las capillas y de la nave. En al provincia de Lugo San Francisco de Lugo conserva la iglesia completa, comenzada en el siglo XIV y terminada tardíamente en el XVI, así como el extraordinario claustro gótico. San Francisco de Viveiro solo conserva la iglesia, de finales del siglo XIV y principios del XV. En la provincia de Orense, San Francisco de Orense solo conserva la fachada y la cabecera de la iglesia, hoy en la plaza de San Lázaro, y el claustro, del siglo XIV, junto al que permanecen los muros originales de la iglesia, en su emplazamiento original de la atalaya de Vista Alegre. Santo Domingo de Rivadavia conserva la iglesia, de finales del siglo XIII o principios del XIV, aunque la cabecera es posterior. En la provincia de Pontevedra, de Santo Domingo de Pontevedra solo queda la extraordinaria cabecera de cinco ábsides, única en Galicia, del siglo XIV, y la arquería de la desaparecida sala capitular, cuyos derribos fueron interrumpidos por la Desamortización de Mendizábal en 1835 •31•. San Francisco de Pontevedra conserva su iglesia, de los siglos XIV-XV, aunque no su fachada principal. VII· De la crisis del monacato a finales de la Baja Edad Media a las reformas de la Edad Moderna. Paralelamente al auge de las órdenes mendicantes tiene lugar, con la crisis del monacato producida por las sucesivas rebeliones y la deserción final de los conversos, una paulatina decadencia de los monasterios a partir del siglo XIV. Galicia sufre a su vez graves crisis económicas, demográficas – con la peste negra (1347-1351) desapareció un tercio de la población europea – y sociales, que culminarán en el siglo siguiente con las fracasadas rebeliones de los Irmandiños contra la iglesia y los nobles. Pero sobre todo como consecuencia de la crisis producida por el cisma de Occidente (1378-1417), y el paulatino deterioro y relajación de la vida monacal, surge en España, como en otros países de Europa, la necesidad de su reforma, que se canaliza fundamentalmente a través de la creación de dos grandes Congregaciones. http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (10 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
Con la Edad Moderna los Reyes Católicos emprenden una sistemática política de control de las instituciones y de la nobleza gallega, creando la Real Audiencia de Galicia y nombrando toda clase de cargos públicos, como corregidores de villas y ciudades. Este control se extiende también a los monasterios, por otra parte en las manos muchas veces irresponsables de los abades comendatarios, mediante la obligada adscripción, apoyada en Breves y Bulas papales, a las Congregaciones vallisoletanas de San Benito el Real de Valladolid, de los benedictinos, y a la General de Castilla, de los cistercienses. Estas Congregaciones nombrarán a partir de entonces desde Castilla, al menos en los primeros siglos, a todos los abades gallegos. La primera congregación en surgir fue en 1390 la benedictina de San Benito el Real de Valladolid, bajo el patrocinio del rey Juan I, con la finalidad de volver a la estricta observancia de las normas de Cluny. Con el apoyo de varias Bulas papales y la oposición en algunos casos de los abades comendatarios y de los propios monjes. En todo caso, en 1493 se le une San Martín Pinario, en 1505 Samos, en 1506 Celanova y Santo Estevo de Ribas de Sil, en 1518 San Salvador de Lourenzá, ya en 1540 San Salvador de Lérez y por último, entre otros, San Xoán de Poio en 1547. En total se incorporaron a la Congregación nueve monasterios principales, a los que a su vez se habían incorporado otros muchos menos importantes, hasta un total de cincuenta y ocho, que pasaron a denominarse prioratos •32•. Paralelamente a este proceso de concentración de los monasterios masculinos, se produjo la de los femeninos en un único monasterio gallego, el de San Paio de Antealtares, lo que precipitó la ruina de muchos pequeños monasterios de Galicia, de los que se han mantenido en pie casi únicamente, en palabras de Sa Bravo, “las iglesias que pertenecieron a los disueltos Monasterios de monjas, en las que se nos ofrece una maravillosa colección de pequeños templos románicos de la más variada factura” •33•. Pese a las dificultades de coordinación de una Congregación de ámbito nacional, con muchos problemas de funcionamiento, y a la explotación de los recursos de los monasterios gallegos por los monjes de Valladolid, la absorción supuso una nueva etapa de prosperidad para los benedictinos de Galicia, que duró hasta la Exclaustración y consiguiente desaparición de la Congregación. Aunque la tradición cisterciense era mucho más centralista que la benedictina, con la práctica de la reunión anual del Capítulo general en Francia, el Papa obligó a reunirse a los monasterios en Capítulos nacionales •34•. En España surgió en consecuencia una segunda gran Congregación monacal con afanes reformistas y de vuelta a la observancia estricta de las reglas del Cister. Ésta fue la Congregación de Castilla, surgida a partir de la creación en 1427 del monasterio de Monte Sión por Fr. Martín de Vargas, del monasterio de Piedra de Zaragoza. Con grandes dificultades se va consiguiendo la anexión de los monasterios gallegos, aunque en 1498 se incorpora nada menos que el monasterio de Sobrado de los Monjes. En 1505 se incorporan los de Acibeiro y de Penamaior, en 1506 los de Monfero y de Melón, en 1515 el de Meira, en 1518 el de Montederramo. Pasarán dieciocho años hasta la adhesión en 1536 de San Clodio y de Armenteira y nueve más hasta la de Oseira, en 1545. Los últimos en incorporarse fueron los de Xunqueira de Espadañedo en 1546 y de Oia en 1547. Análogamente a lo ocurrido con los benedictinos y la Congregación de San Benito el Real de Valladolid, la incorporación de los cistercienses a la Congregación de Castilla revitalizó completamente su vida monacal y produjo un nuevo florecimiento de los estudios de Artes y Filosofía, así como, en muchos casos, una importante renovación arquitectónica en los sucesivos estilos surgidos a partir de la Edad Moderna. La reforma que conllevó la adscripción condujo en la mayoría de los casos –los pequeños monasterios se concentraron o pasaron a depender como prioratos de otros más importantes– a un nuevo periodo de auge económico que se tradujo en nuevas construcciones que acarrearon, muchas veces sin motivos aparentes, la destrucción o substancial modificación de las grandes fábricas medievales. Aunque muchas veces el motivo aducido fue el de su pretendida ruina, lo que subyacía era el afán de construir según las nuevas maneras estilísticas procedentes de Italia, que penetraron mucho más rápidamente en España que en otros países como Inglaterra, en los que el estilo gótico perdurará hasta 1600 en las ciudades y en el campo varios siglos más, casi hasta enlazar con el neogótico. En Galicia, análogamente a como el románico se enrocó con el gótico hasta el punto de alumbrar una variante específica que se expresó, como ya se ha señalado, en las cabeceras de las iglesias de las órdenes mendicantes, a su vez las bóvedas de crucería y estrelladas del gótico pervivieron cubriendo, sobre todo, las galerías de los nuevos claustros renacentistas. Pero en compensación el estilo renacentista convivirá con el barroco, siendo http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (11 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
difícil diferenciar en muchos momentos ambos estilos, lo que conducirá a denominar “clasicista” a un estilo renacentista tardío que se desarrolla en época barroca •35•, sobre todo en Galicia. Dentro de las iglesias medievales que todavía, posiblemente por falta de medios económicos para renovarlas, perduraron, se añadieron dependencias como sacristías y capillas en el nuevo estilo renacentista, eso sí, muchas veces con pervivencias góticas que se manifestaban sobre todo en las bóvedas que las cubrían. Un elemento característico del siglo XVI, casi el sello estilístico de la incorporación a la Congregación de Castilla, fue la supresión del coro bajo, situado en el centro de la iglesia, por un nuevo coro alto a los pies de la misma. Uno de los mejores ejemplos lo constituye la iglesia de Oia, en la que el nuevo coro alto se levanta sobre una extraordinaria bóveda estrellada rebajada que se integra perfectamente con el interior románico de la iglesia. En la provincia de la Coruña, el convento de San Francisco de Betanzos construye en el siglo XVI una capilla renacentista en lado suroeste de la nave mayor. Otro convento, Santo Domingo de Bonaval, realiza en 1615 la capilla de San Jacinto, obra de Gaspar de Arce, en la que destaca la cúpula de casetones. Un caso especial lo constituye San Lorenzo de Trasouto, en cuya iglesia se encuentra un altar Mayor en mármol de Carrara, del siglo XVI, procedente de San Francisco de Sevilla, pero que fue trasladado a su actual emplazamiento en Santiago en 1882. Santa María de Sobrado de los Monjes construye entre 1569 y 1572 la sacristía, atribuida a Juan de Herrera. También se conserva en Sobrado una sillería del siglo XVI procedente de la catedral de Santiago, colocada en 1974. En la provincia de Lugo es renacentista el cuerpo bajo del claustro de Ferreira de Pallarés, ya del siglo XVII. Del siglo XVI son algunas arcadas que se conservan del claustro de la Hospedería de Meira. También del siglo XVI es el claustro reglar de Ferreira de Pantón. En San Xulián de Samos son clasicistas, más que barrocas, las plantas altas del claustro gótico de la Nereidas, de 1709-1713, y el claustro Grande o de Feijoo, ambas obras de Fr. Juan Vázquez. También son clasicistas los claustros de Nosa Señora de Valdeflores, de 1699-1700, y de San Francisco de Viveiro, del siglo XVII. En la provincia de Orense, San Salvador de Celanova construye entre 1550 y 1594, en estilo renacentista, el claustro Viejo o de las Procesiones, obra de Juan de Badajoz, con una fuente que hoy se encuentra en la plaza Mayor, frente a la fachada de la iglesia. También se puede considerar clasicista su claustro Nuevo o del Poleiro, de finales del siglo XVII y principios del XVIII. En San Clodio de Leiro, a pesar de sus bóvedas góticas, es renacentista el claustro de las Procesiones, del siglo XVI. De Melón solo quedan restos del claustro de las Procesiones, del siglo XVI, atribuido a Bartolomé de la Hermosa, pero se mantiene en pie la hermosa portada de al recinto. La iglesia de Santa María de Montederramo es de los pocos ejemplos de iglesias claramente renacentistas, con influencias herrerianas, obra de Pedro de la Sierra de 1568-1607. También son obras renacentistas la fachada del monasterio, muy deteriorada, el segundo cuerpo del claustro reglar, del siglo XVI, y el claustro de la Portería, con influencias herrerianas. En Santo Estevo de Ribas de Sil son renacentistas con influencias herrerianas el claustro Grande o de la Portería, posiblemente reconstruido en el siglo XVIII, y el claustro Pequeño, obras ambas de Diego de Isla. El convento de San Francisco de Orense construye en el siglo XVI la capilla de la Venerable Orden Tercera, situada perpendicularmente al eje de la iglesia. También abre en el siglo XVI dos portadas, hoy convertidas en ventanas, en ala este de su claustro gótico. El monasterio de Oseira, aunque con bóvedas de crucería, levanta en el siglo XVI el claustro de los Pináculos. Xunqueira de Espadañedo comienza a su vez en la segunda mitad del siglo XVI el claustro Reglar, terminado un siglo después, del que solo quedan las alas norte y oeste. Del claustro de la Hospedería, también renacentista, solo quedan cuatro arcos. En la provincia de Pontevedra, en Armenteira se construye entre los siglos XVI y XVII la planta baja del claustro Reglar, con bóvedas góticas tardías. En Oia son renacentistas el segundo tramo de la sacristía, la sala capitular y el claustro de las Procesiones, obra del siglo XVI de Pedro del Campo. Es manierista el retablo Mayor de la iglesia. La iglesia de San Xoán de Poio se construye entre los siglos XVI y XVIII, y presenta elementos renacentistas combinados con otros barrocos. El claustro de las Procesiones y la fuente central son de finales del siglo XVI. El convento de San Francisco de Pontevedra realiza en 1590 la capilla de la Anunciación. En San Salvador de Lérez pueden considerarse renacentistas la nave de la iglesia, la capilla de San Benito y el ala sur, la única que se conserva, del claustro Reglar. VIII· El concilio de Trento y el esplendor del arte barroco en Galicia. El concilio de Trento, realizado en dos etapas, 1545-1549 y 1551-1563, supuso la reorganización de la iglesia católica frente al empuje del movimiento protestante en toda Europa. La Compañía de Jesús se convirtió en punta de lanza del movimiento de renovación, que alcanzó rápidamente a las formas arquitectónicas. http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (12 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
A partir del impulso inicial del genio de Miguel Ángel con el proyecto de la cúpula de la Basílica de San Pedro, se desarrolló en el primer tercio del siglo XVII el nuevo “estilo jesuítico” como reacción frente al puritanismo clasicista protestante. Fue ejemplificado por la obra de Giacomo della Porta y Domenico Fontana, que construyeron la cúpula proyectada por Miguel Ángel, y por Carlo Maderno, que se ocupó entre 1607 y 1629 del interior de la Basílica. Este estilo de la Contrarreforma se constituyó en el arte de los países católicos, por lo que no es de extrañar su enorme éxito en España, preparado además por la sensibilidad previa del preciosismo decorativo de un estilo genuinamente español, el plateresco, en el que se unían las tradiciones mudéjar, gótica, y renacentista. En Galicia, el esplendor del barroco coincidió con la introducción del cultivo del maíz y un aumento substancial de la población, pero sobre todo con la recuperación de su personalidad como pueblo. Arquitectura barroca e Ilustración se unen y producen la afloración de una nueva identidad cultural •36• que enlaza con una tradición románica todavía no olvidada, convirtiéndose el estilo barroco en un nuevo estilo nacional gallego. En el interior de Galicia los monasterios mantienen sus derechos forales en la explotación de la tierra, en paralelo con los nobles. En consecuencia surgirán dos imágenes características del paisaje rural gallego: las remozadas de los monasterios y las nuevas de los pazos, casas señoriales pero también explotaciones agrarias de los segundones de las casas nobles gallegas. Ahora bien, en Galicia, y concretamente en su arquitectura religiosa, resulta imposible establecer una frontera clara entre lo que podemos denominar renacimiento y lo que podemos considerar barroco. A menudo serán elementos indisociables dentro de una misma obra, que podrá comenzar en el siglo XVI y terminar en el XVIII sin aparente ruptura de continuidad. Se hablará por tanto de barroco clasicista, y se podrá decir, por ejemplo, que la fachada de la iglesia del monasterio de Poio, construida entre los siglos XVII y XVIII, es clasicista, pero que sus torres son plenamente barrocas. Como señala García Iglesias, “El Barroco de Galicia se debe incardinar íntimamente, pues, en el discurso de toda una Historia que supere cronologías de estilo. Lo barroco se implica muchas veces en edificaciones ya existentes, dándole a éstas un matiz nuevo...” •37•. Grandes fábricas barrocas surgen a través de toda Galicia. A veces se producen monumentales transformaciones que destruyen prácticamente las primitivas fábricas medievales, como en el caso de Santa María de Monfero, que en 1656 termina su extraordinaria iglesia clasicista y avanza en la completa renovación de la fábrica del convento. También es el caso de San Salvador de Lourenzá, donde Fernando de Casas y Novoa prefigura en su fachada inacabada la del Obradoiro, de la catedral de Santiago de Compostela. También se renueva en el nuevo estilo el convento, desde la fachada del monasterio al claustro del Salvador. Otras veces se respetan los claustros medievales en todo o en parte, pero se rehacen totalmente las iglesias, como en Sobrado de los Monjes, donde se interviene también en el claustro reglar, en origen renacentista, y en Samos, donde se construye el clasicista claustro Grande o de Feijoo y el piso superior del claustro de las Nereidas. En San Salvador de Celanova se comienza en 1648 una iglesia “protobarroca”, según Ángel del Castillo, que se podría definir entre herreriana y barroca. El retablo Mayor, ya del siglo XVIII, completa la arquitectura del ábside, integrándolo plenamente en la decoración barroca del conjunto. Se construye la planta alta del claustro Viejo o Procesional, en el compostelano barroco de placas. Muchas veces se mantienen las naves y la cabecera medieval de las iglesias, y se remodela en el nuevo estilo barroco únicamente la fachada principal u occidental, a la que en general acompaña la del convento. Así surge la fachada de la iglesia de Santo Domingo de Bonaval, que con la torre forma un cuerpo que se antepone a la primitiva fachada gótica. En esta remodelación barroca, en la que destacan además el claustro y la fachada del convento, sobresaldrá una obra puntual pero no menos importante, la escalera trihelicoidal, inspirada en último término en un dibujo de Leonardo da Vinci. En Oseira se mantienen también las naves y la cabecera románica de la iglesia, que se integran naturalmente con la nueva fachada barroca de inspiración herreriana, del siglo XVII. Pero también, en el interior, se realizan los relieves barrocos de las pechinas de las cúpulas del crucero y los retablos en piedra de las capillas absidales que dan a la girola. También se construyen en el siglo XVIII los claustros de la Hospedería y de los Medallones, así como la fachada del monasterio, con una portada churrigueresca. En Oia también se mantienen las naves y la cabecera románicas de la iglesia, pero en 1740 se construye una nueva fachada y la torre de las campanas, y ya en tono menor, la portada meridional de entrada al monasterio. San Xoán de Poio, que había comenzado a sustituir la iglesia medieval por otra renacentista en el siglo XVI, con un altar mayor churrigueresco del siglo XVII, la continúa en el nuevo estilo barroco, que alcanza casi de lleno a la fachada principal, clasicista. Las torres ya son claramente barrocas, como el claustro de los naranjos o del Crucero, del siglo XVIII. Ocurrirá algo similar con San Salvador de Lérez, en que la nave de la http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (13 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
iglesia y el claustro son renacentistas y la fachada de la iglesia, clasicista, se completa con unas torres barrocas, como el retablo Mayor del interior de la iglesia. Muchos otros monasterios y conventos, la mayoría, se unirán según sus posibilidades a esta floración del barroco que tanto recuerda la del primer estilo arraigado en Galicia, el románico. En la provincia de La Coruña San Xoán de Caaveiro construye el arco de entrada al recinto y la torre de las campanas, a manera de airosa atalaya sobre las escapadas laderas del Eume. En Santiago de Compostela, San Lorenzo de Trasouto renovará parte de la nave de la iglesia con la cabecera, la sacristía y la portada meridional, así como el claustro. En Santa María do Sar serán tres alas del claustro y la portada del Priorato, de 1755. En la provincia de Lugo, Ferreira de Pallarés levanta la esbelta torre de las campanas. En San Francisco de Lugo se construirá, adosada meridionalmente a la iglesia, la capilla de la Venerable Orden Tercera. En Ferreira de Pantón se reedificará en 1728 la fachada del monasterio. En Nosa Señora de Valdeflores, en Viveiro, se construirá la torre de las campanas. En la provincia de Orense, San Pedro de Rocas edificará el sencillo Priorato, en el que lo más destacable es la solución en esquina de los balcones. San Clodio de Leiro mantendrá casi intocada la iglesia románica, pero levantará en el siglo XVII un nuevo claustro reglar clasicista, eso sí, con bóvedas gótico tardías, y una nueva fachada para el monasterio. Melón reformará la fachada de la capilla funeraria del Cristo de la Salud, clasicista. También serán clasicistas las portadas de los testeros del crucero de la iglesia de Montederramo, curiosa combinación de elementos pintados y escultóricos. Santo Estevo de Ribas de Sil construirá en 1726 la portada del monasterio e incorporará algunos elementos a la fachada primitivamente románica de la iglesia, concretamente las torres de las campanas. El convento de San Francisco de Orense levantará en 1738 el claustro Nuevo, clasicista. Otro convento, Santo Domingo de Rivadavia, reconstruirá la torre en estilo barroco en el siglo XVIII y levantará la capilla de la Virgen del Portal en el lugar del primitivo convento y un nuevo claustro clasicista, del que solo se conservan dos alas. Xunqueira de Ambía construirá una potente torre de las campanas y decorará la iglesia con una caja de órgano y varios retablos barrocos, alguno rococó. En Xunqueira de Espadañedo se levantarán en el nuevo estilo la fachada del monasterio y la escalinata de a la iglesia, cuya fachada final acabará siendo neoclásica. En la provincia de Pontevedra Santa María de Acibeiro instalará un retablo Mayor barroco en el siglo XVIII. Santa María de Armenteira mantendrá intacta su extraordinaria iglesia románica cisterciense, pero realizará una nueva fachada para el monasterio. El convento de San Francisco de Pontevedra integrará en la nave gótica de su iglesia la capilla de la Concepción y la Misericordia, de 1677 y la aparatosa capilla funeraria de don Juan del Castillo, de 1682. Completará su periodo barroco con la torre de la iglesia y un sencillo claustro clasicista en el siglo XVIII. IX. De finales del siglo XVIII, con el surgimiento del arte neoclásico, a la crisis del monacato en España. Situación actual. Aunque el primer fermento del neoclasicismo se sitúa en Inglaterra en época tan temprana como 1616 de la mano de Iñigo Jones, con su Queen´s House en Greenwich, que inaugurará el estilo conocido como English Classic, no será hasta 1730 que comenzará el segundo y auténtico neoclasicismo, el Classical Revival, que durará aproximadamente hasta 1850. En el resto de Europa se mantendrá vivo el estilo barroco, con su último epígono el rococó, hasta finales del siglo XVIII, coincidiendo con la revolución sa. Los últimos coletazos de esta revolución se harán sentir con especial intensidad en Galicia, totalmente implicada en el conflicto de la guerra de la Independencia contra las tropas napoleónicas, trufado contradictoriamente con el movimiento liberal surgido precisamente de dichas ideas. Galicia, por primera vez en muchos siglos, se constituyó de nuevo en un Reino, que en 1808 organizó una Junta Suprema que coordinaba las Juntas locales y provinciales frente a la invasión sa. Como señala Xosé R. Barreiro Fernández, “el Reino de Galicia organizó la defensa contra los ses, se procuró medios, envió embajadores a Inglaterra, montó su propio ejército e impuso contribuciones. Se comportó como un Reino.”•38• No obstante, el minoritario movimiento liberal gallego claudicó finalmente ante las fuerzas unidas de los sectores absolutistas y clericales, confirmadas por el golpe absolutista de Fernando VII de 1814, pero que ya habían copado todos los diputados a Cortes por Galicia en las elecciones de 1813. El mariscal Díaz Porlier, heroico guerrillero durante la guerra de la independencia, se sublevó en La Coruña en 1815, pero acabó ajusticiado http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (14 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
gracias a la traición de sus propios soldados, comprados por el Cabildo compostelano al frente de las fuerzas absolutistas. Cuando triunfó en Madrid el régimen liberal, la oposición absolutista en Galicia era total, con la constitución de una Junta Apostólica comandada por la iglesia. Se sucedieron los pronunciamientos y las guerras carlistas que, como la guerra de la Independencia, causaron grandes estragos en Galicia, de los que no escaparon los monasterios y conventos, muchas veces saqueados y convertidos en cuarteles o incendiados. En medio de esta inestable situación, aunque con lógicas interrupciones, continuaron las obras en marcha o previstas por los religiosos, por lo que la continua evolución estilística que reflejaban sus edificios no concluyó con el barroco. En muchos casos podemos encontrar interesantes ejemplos de arte neoclásico en los monasterios y conventos de Galicia o, al menos, de un barroco depurado en la línea de los nuevos tiempos, claramente clasicista. En la provincia de La Coruña se produce en Monfero la renovación, en 1806, del claustro oriental y, al año siguiente, la reconstrucción del cimborio, destruido por un incendio en 1803. La fachada neoclásica del monasterio de Sobrado de los Monjes se construye en 1827, aunque el retablo Mayor, de 1770, con traza de Luis de Lorenzana, era ya tempranamente neoclásico •39•. El claustro de la Hospedería se rehace entre 1824 y 1825. En la provincia de Lugo, Ventura Rodríguez realiza en 1766 la traza del retablo Mayor de San Salvador de Lourenzá, terminado en 1789. También de finales del siglo XVIII es el retablo Mayor de Santa María de Pantón, con el tema central de la Asunción de la Virgen. En San Xulián de Samos se realiza el retablo Mayor a finales del siglo XVIII, y entre finales de este siglo y principios del siguiente se construye la sacristía. En la provincia de Orense, en el monasterio rupestre de San Pedro de Rocas, se reconstruye la fachada de la “iglesia nueva”, situada transversalmente a la rupestre. En Oseira se levanta la magnífica biblioteca, hoy reconstruida, y varios retablos en piedra cuyas “formas aluden estilísticamente a un momento de transición en el que las pautas neoclásicas han de convivir con todo un léxico rococó aplicado sobre todo a lo decorativo.” •40•. En Xunqueira de Espadañedo se realiza en 1801 la nueva fachada de la iglesia. En la provincia de Pontevedra se reconstruye en estilo de transición la portada de Acibeiro, originalmente del siglo XVI. También se renueva el refectorio. En Armenteira, se construyen entre 1777 y 1779 la planta alta del claustro y la torre. En el interior de la iglesia románica se levanta un baldaquino semicircular ajustado a la forma del ábside central, en cuyos laterales se construyen dos retablos en granito. Se construyen también dos retablos en los ábsides laterales. No obstante, según avanza el siglo XIX la situación política se va volviendo cada vez más inestable, agravada por una fuerte crisis económica, con la presión de los foros religiosos sobre el pueblo. La importancia de los bienes de la iglesia contrasta cada vez más con la pobreza no solo del pueblo sino sobre todo del propio Estado. Poco a poco se van produciendo procesos de desamortización de los bienes eclesiásticos. En 1766 Carlos III decreta la expulsión de la Compañía de Jesús. Carlos IV enajena en 1798 una serie de bienes raíces vinculados a la iglesia, como hospitales, hospicios, cofradías, etc., seguidos por la autorización de Pío VII en 1805 para más enajenaciones. Napoleón I ordena la drástica reducción de los conventos a su tercera parte y José Bonaparte su total extinción, lo que se cumple parcialmente en medio del proceso de la guerra de la Independencia. Las Cortes de Cádiz decretan en 1813 las primeras leyes de desamortización, todas ellas anuladas por Fernando VII en su restauración absolutista, que no obstante establece una serie de arbitrios sobre los bienes que habían sido desamortizados. Pero tras su muerte en 1833, en el corto periodo de cinco meses que va de septiembre de 1835 a mayo de 1836, se producen los Decretos de Exclaustración y de Desamortización del gobierno de Mendizábal, con el fin último de hacer desaparecer de nuestro país las órdenes religiosas •41• para apropiarse el estado de todos sus bienes •42•. Ahora bien, la Exclaustración y de la Desamortización no sirvieron desgraciadamente para mejorar la suerte del pueblo gallego, concretamente de los que trabajaban para los monasterios en el medio rural, sino para el enriquecimiento de unos pocos, que siguieron explotando al campesinado a pesar de las propias leyes de Desamortización. Se produjo sobre todo una sistemática destrucción de un patrimonio acumulado durante siglos, no solo
http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (15 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
arquitectónico sino también pictórico, escultórico y cultural, con la desaparición de archivos y bibliotecas enteros con manuscritos e incunables de incalculable valor. Desde el punto de vista arquitectónico apenas se salvaron las iglesias de los monasterios, conventos y casas de Canónigos Regulares, que pasaron en general a convertirse en templos parroquiales, siendo muchas veces el resto, claustros incluidos, vendido como simple material de construcción o para la pavimentación de calles, como ocurrió en Sobrado de los Monjes. Hoy en día se está procediendo a una lenta pero sostenida recuperación de los monasterios y conventos de Galicia, apoyada claramente por la istración autonómica. En algunos casos se han remodelado o restaurado sus instalaciones para usos museísticos, como Santo Domingo de Bonaval, hoy sede del Museo del Pueblo Gallego, Santa María do Sar, para Museo de Arte Sacro, San Francisco de Lugo, para Museo Provincial, o las ruinas de Santo Domingo de Pontevedra como sección del Museo de la ciudad. En otros se han mantenido usos más o menos directamente ligados a las istraciones públicas, en cuyo poder han seguido desde la Desamortización. Son los casos de San Salvador de Lourenzá, Meira, San Salvador de Celanova •43• y Xunqueira de Espadañedo, sedes respectivamente de los gobiernos municipales de Vilanova de Lourenzá, Meira, Celanova y Xunqueira de Espadañedo. En la parte principal del convento, profundamente remodelado, de San Francisco de Pontevedra, está instalada la Delegación Provincial de Hacienda, y en el de Santo Domingo de Ribadavia, también completamente remodelado, un asilo de ancianos. El claustro de San Francisco de Orense fue convertido en cuartel y hoy se encuentra prácticamente abandonado •44•. San Pedro de Rocas, cerrado al culto y magnífico ejemplo de iglesia rupestre excavada en la roca, depende del obispado de Orense •45•. Todavía en algunos casos los monasterios y conventos se encuentran en manos privadas. San Lorenzo de Trasouto se ha convertido en un pazo, •46• pero otros se encuentran en un estado lamentable, como Melón o Montederramo, por la desidia de sus propietarios. Muchas veces, en casos como los de los monasterios benedictinos masculinos de Samos y de San Xoán de Poio, los cistercienses masculinos de Sobrado de los Monjes y Oseira, y los cistercienses femeninos de Ferreira de Pantón y de Armenteira, se mantienen grandes o pequeñas hospederías, que han retomado la tradición hospitalaria y son istradas por los propios monjes y monjas que han vuelto a poblar, en mucho menor número, sus históricos edificios. Otros, deshabitados, se han convertido, o existen proyectos para ello, en modernos hoteles, como San Clodio de Leiro, Santo Estevo de Ribas de Sil, Acibeiro u Oia. En otros se mantiene exclusivamente la vida monacal, siempre con un número precario de monjes, a veces de órdenes distintas a las de sus creadores, como en San Francisco de Betanzos, en un edificio neogótico de 1914 realizado después de la exclaustración, Nosa Señora de Valdeflores, Xunqueira de Ambía y San Francisco de Pontevedra.•47• Algunos, como Caaveiro, Monfero y San Lorenzo de Carboeiro, con sus iglesias cerradas al culto, ofrecen sus impresionantes ruinas deshabitadas en medio de solitarios paisajes, a la espera de su completa recuperación, que avanza lentamente. También el convento de San Francisco de Viveiro y el monasterio de Ferreira de Pallarés, aunque con sus templos abiertos al público como parroquiales, están pendientes de reconstrucción o rehabilitación. Por último, el antiguo monasterio femenino de Santo Estevo de Chouzán ha desaparecido bajo las aguas del pantano de Os Peares, sin posibilidad por tanto de recuperación, y San Salvador de Lérez ha quedado reducido casi estrictamente a templo parroquial, sin posibilidades razonables de reconstrucción.
Notas 1 “Relación dos B.I.C. de Galicia. Dirección Xeral do Patrimonio Histórico e Documental. Consellería de Cultura”. Xunta de Galicia. (Volver texto) 2 Aunque su importancia se subraya en los textos correspondientes, se han incluido los siguientes monasterios y conventos, en los que la declaración solo afecta a la iglesia, por las consideraciones básicas siguientes:
http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (16 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
●
●
●
Santo Domingo de Bonaval, en Santiago de Compostela: Por la importancia del Museo del Pueblo Gallego y del Panteón de Gallegos Ilustres que acoge. San Pedro de Esgos, en la provincia de Orense: Por la propia declaración como monumento, que explicita “Iglesia del Monasterio rupestre”, y por ser el único ejemplo de este tipo en Galicia. Santa María de Ferreira de Pallarés, en la provincia de Lugo, Santa María de Xunqueira de Ambía y Santa María de Xunqueira de Espadañedo, en la provincia de Orense, por la importancia de los restos de sus claustros.
Han quedado fuera de esta publicación algunos monasterios y conventos importantes, pero que no tienen una declaración específica como monumentos, como pueden ser San Paio de Antealtares y San Martín Pinario en Santiago, u otros en los que la declaración afecta únicamente a la iglesia, que se pretenden recoger en próximas publicaciones. (Volver texto) 3 Henri Gaud. “Las Abadías Cistercienses. Historia y Arquitectura”. París, 1999. (p.13 y 14) (Volver texto) 4 Véase “ El monacato gallego de la Alta Edad Media”, de José Freire Camaniel, A Coruña, 1998. (Volver texto) 5 “El monacato gallego...”, ob. cit., Tomo I, p.166. (Volver texto) 6 Andrés Torres Queiruga, “La religión y la Iglesia” en “Los Gallegos”, Madrid, 1976, pág. 488. (Volver texto) 7 Se trata en realidad de un palimpsesto compuesto por cinco pieles de oveja o pergaminos formando un gran plano de aproximadamente 112 x 77 cm, trazado con tinta roja y leyendas en negro, que fue conservado gracias a que, ya a finales del siglo XII, un monje escribió en su dorso la “Vida de San Martín”, plegándolo en formato libro y archivado seguidamente. (Cod.Sang.1092). Véase al respecto “The Plan of St.Gall” de Walter Horn y Ernest Born, 3 vls, Berkeley – Los Angeles- Londres, 1979.. Se ha propuesto como fecha de su realización la del concilio del 816/17, aunque se ha planteado también que podrían considerarse distintas la fecha del dibujo y la de las inscripciones, pudiendo retrasarla esta última hasta el 826/30. Véase al respecto el artículo “The Plan of St. Gall Reconsidered”, de Warren Sanderson, “Speculum”, 60/3 (1985) La abadía de Sankt Gallen se convirtió en capital del estado eclesiástico del mismo nombre, desaparecido con la revolución sa. No quedan restos de la antigua abadía benedictina, que fue sustituida por otra rococó (1755 - 1766), cuya iglesia es hoy la catedral de la ciudad. (Volver texto) 8 Esta fase fue costeada en su mayoría por los reyes de Castilla y León, en agradecimiento por la conquista de Toledo a los musulmanes. (Volver texto) 9 “El monacato gallego...”, ob. cit., pág. 280. (Volver texto) 10 Destruido como consecuencia del periodo antirreligioso comprendido entre la Revolución sa y Napoleón. (Volver texto)
http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (17 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
11 Dada la repetición que supone, no se indicará en adelante, en esta primera parte de la obra, el nombre de Santa María en aquellos casos en que ésta sea la advocación del monasterio, como ocurre en todos los cistercienses. (Volver texto) 12 Para Fray Mé Damián Yánez Neira, “La fundación de Cister tiene una fecha exacta, 21 de marzo de 1098, fiesta del tránsito de San Benito, que aquel año coincidió con el domingo de Ramos”. “Monasticón cisterciense gallego”, Vol. I, Leon, 2000, p.13. (Volver texto) 13 “La religión...”, ob. cit., pág. 488 (Volver texto) 14 “Las abadías...”, ob. cit., pág.38. El “Monasterium Vetus”, “No pasaba de ser una especie de granja a la que se había adosado una capilla de planta cuadrada (17 x 17 m), con un deambulatorio que delimitaba un espacio central, sin duda construido en piedra”. Los dibujos de Dom Milley no son coherentes entre sí, por lo que las infografías recogen la interpretación que se ha considerado más plausible. (Volver texto) 15 “Las abadías...”, ob. cit., pág. 46. (Volver texto) 16 Rolf Toman, Editor. “El románico. Arquitectura · Escultura · Pintura”. Colonia, 1996, pág. 134. (Volver texto) 17 Spiro Kostof, “Historia de la arquitectura”, Madrid, 1988. Tomo 2, pág. 572. (Volver texto) 18 Normalmente pocos monjes eran sacerdotes. En otros casos se disponían tres capillas por brazo del transepto e incluso a ambos lados, enfrentadas. (Volver texto) 19 Villard de Honnecourt, “Cuaderno. Siglo XIII”, Madrid, 1986. Edición a cargo de A. Erlande-Brandeburg, R. Pernoud, J. Gimpel y R. Bechmann. La planta de la iglesia del Cister aparece en la misma lámina que unos luchadores y la cabecera de Notre-Dame de Cambrai. Lámina 28 y pág. 132. El texto original, escrito en el peculiar lenguaje de la Picardía natal del autor, se transcribe como: “Vesci un eglize d’esquarie, ki fu esgardée a faire en l’ordene de Cistiaus”. (Volver texto) 20 Julius von Schlosser, “El arte de la Edad Media”, Barcelona, 1981. Pág. 40. (Volver texto) 21 Los pabellones de las primeras abadías, muchas veces la parte más elaborada del monasterio, han desaparecido, incluido el de Fontenay, reconstruido por Viollet-le-Duc. (Volver texto) 22
http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (18 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
“El arte de la Edad Media”, ob. cit., pág. 78. (Volver texto) 23 En su obra, “El significado de las artes visuales”, Madrid, 1983, le dedica todo el capítulo 3. (Volver texto) 24 La nueva cabecera de Saint-Denis supuso en realidad el ejemplo más logrado de varios intentos prácticamente simultáneos, como Saint-Étienne de Beauvais, también en la Isla de Francia, el priorato cluniacense de Saint-Leud’Esserent, la iglesia cisterciense de Saint-Martin-des-Champs, la iglesia benedictina de Saint-Germer-de-Fly o la abadía de Notre-Dame de Morienval. Pero ninguno supo conjugar e interpretar de una manera tan consecuente como Saint-Denis las características del nuevo estilo. (Volver texto) 25 “El significado...”, ob. cit., pág. 169. Chevet es una palabra sa que significa cabecera. (Volver texto) 26 Leonardo Benevolo, “ El arte y la ciudad medieval”, Barcelona, 1977, pág. 51. (Volver texto) 27 En realidad, dado el traslado de la iglesia por la construcción del pantano de Os Peares, solo conserva elementos de las antiguas naves, reducidas a una única longitudinal. (Volver texto) 28 La tradición señala que tanto San Francisco como Santo Domingo, éste último emparentado con los condes gallegos de Traba, acudieron como peregrinos a Santiago y fundaron los primeros conventos en el siglo XIII. (Volver texto) 29 “Arquitectura gótica en Galicia. Los templos: catálogo gráfico”, Santiago de Compostela, 1986. (Volver texto) 30 Realmente las bóvedas de abanico o fan-vaultings, de las que quizás el ejemplo más característico sea la capilla del King’s College de Cambridge, son aquellas cuyos nervios se abren como las hojas de una palmera a partir de los soportes, lo que no ocurre en las bóvedas de crucería góticas de los templos mendicantes. Sí es en cambio una auténtica bóveda de abanico la de la sala capitular de Oseira, prácticamente contemporánea de la del King’s College. (Volver texto) 31 Se había comenzado a derribar la iglesia para construir una nueva neoclásica. (Volver texto) 32 Hipólito de Sa Bravo, “El monacato en Galicia”, Vigo, 1972, Vol. I, pág. 165. Sa Bravo hace una detallada descripción de todo el proceso de absorción y de las vicisitudes de todo tipo que lo acompañaron. (Volver texto) 33 “El monacato en Galicia”, ob. cit., Vol. I, pág. 183. (Volver texto)
http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (19 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
34 El cisma de Occidente (1378-1417) había roto, en el caso del Cister, su espíritu de unidad universal, al ser obligados los abades a reunirse en capítulos nacionales después del cese del abad del Cister por seguir las directrices del Papa de Aviñón. (Volver texto) 35 El término “barroco”, como en general cualquier denominación estilística, es posterior a su época. Aparece por primera vez en 1788 en la “Encyclopédie Méthodique”, pero no se divulga hasta la segunda mitad del siglo XIX. (Volver texto) 36 Andrés Torres Queiruga llega a afirmar: “...es la Ilustración la que da el paso decisivo: a la arquitectura barroca, que recrea en piedra el paisaje físico gallego, le acompaña la erudición que empieza a palpar – finalmente- el paisaje espiritual.”. “Los gallegos”, ob. cit., pág. 495. (Volver texto) 37 José Manuel García Iglesias, “Galicia. Tiempos de Barroco”. La Coruña, 1990, pág. 20. (Volver texto) 38 “Historia política” en “Los Gallegos”, ob. cit., pág. 132. (Volver texto) 39 Fue trasladado a la ex-colonia británica de Victoria, en Australia, por el obispo Salvado. Se han conservado algunas partes en Galicia. (Volver texto) 40 J. M. García Iglesias, “Galicia. Hacia la modernidad”, La Coruña, 1998. (Volver texto) 41 La primera Real Orden fue firmada el 11 de Octubre de 1825. El 29 de Junio de 1937 los Decretos de Exclaustración y Desamortización fueron elevados por las Cortes recién constituidas a rango de Ley. (Volver texto) 42 Las leyes de Desamortización alcanzaban también a algunas posesiones de los mayorazgos, aunque no se aplicaron con la misma diligencia que con las de la Iglesia. (Volver texto) 43 En San Salvador de Celanova, además de la sede del Ayuntamiento se encuentra un colegio público. (Volver texto) 44 El Ayuntamiento de Orense aprobó en agosto del 2001 reintegrar la iglesia, trasladada a la plaza de San Lázaro, a su primitivo emplazamiento dentro del convento. (Volver texto) 45 El obispado de Orense lo ha cedido a Bemposta, que ha restaurado el edificio del Priorato. (Volver texto)
http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (20 de 21)08/08/2005 2:14:45
Monasterios y Conventos de Galicia
46 En este caso la propiedad, después de un largo pleito, volvió a la familia protectora del convento, los condes de Altamira. Está dedicado a su residencia de verano y a la organización de comidas y otros eventos relacionados con congresos y actividades de dicho tipo. (Volver texto) 47 En la parte correspondiente al claustro clasicista. La parte principal la ocupa la Delegación Provincial de Hacienda. (Volver texto)
http://www.udc.es/dep/rta/WebRyTA/Mosteiros/html-g/primera-e.html (21 de 21)08/08/2005 2:14:45