Manual Del Rosario Perpetuo 3t2z1k

Manual del Rosario Perpetuo Modo de hacer la Hora de Guardia Oración para antes de la hora Cuántas gracias os debo, oh Reina del Santo Rosario, por haberme itido en el número de vuestros hijos! Ser hijo vuestro incluye la calidad de hijo de Dios Padre y de hermano de Jesucristo por adopción. El que lo es tiene plenos derechos a la divina gracia y al reino de los cielos, pertenece a vuestra especial familia y goza de vuestra protección y maternales cuidados. ¡Qué grande es mi dicha! Yo quiero corresponder fielmente a las obligaciones que esta dicha me impone. Alejad de mí la indiferencia, la pereza y el olvido y hacedme diligente y fervoroso en todos los actos que pertenezcan a vuestro obsequio. Y ahora, oh Madre mía!, que voy a rezar la hora de vuestro Rosario, concededme la gracia de que yo os mire presente en unión con todos los que en esta misma hora os alaban en este santo ejercicio; que pronuncie bien tan divinas palabras, medite y contemple tan augustos misterios y obtenga los más copiosos frutos para honra vuestra y salvación de mi alma. Amén.

I

Segundo misterio La Visitación Habiendo la Santísima Virgen concebido en su castísimo seno al Hijo de Dios, fue a visitar a su prima Santa Isabel que llevaba ya en su seno al futuro Apóstol de la Penitencia. El mismo Jesús inspiró a María el deseo de este viaje porque deseaba librar al Bautista del pecado original y comunicarle, por su presencia, una gracia abundantísima. Así, en efecto, se hizo luego que la Santísima Virgen saludó a su prima. ¡Oh, Salvador del mundo, que mostráis una prontitud tan irable para arrancar de las crueles garras de Satán a aquel que, debía preparar vuestros caminos, apresuraos ahora a santificar a los pecadores! Y Vos, Madre de mi Dios, alcanzadles vuestra gracia; óbrese por vuestra intercesión este gran milagro, mayor sin duda que si resucitaseis los muertos. Refugio de los pecadores, rogad por nosotros. ¡Viva María! ¡Viva el Rosario! ¡Viva Santo Domingo! ¡Que lo ha fundado! Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Patri. Tercer misterio El Nacimiento de Jesús Nuestro divino Redentor nace en un establo de Belén. Allí tiene que descansar en un pesebre y sobre pajas; se ve, pues, reducido a la más extrema pobreza. Sufre los rigores del frío y llora para aplacar con sus lágrimas y sufrimientos las iras de su Eterno Padre para declararnos su compasión y para satisfacer por nuestros pecados. ¡Oh, Dios de amor! Haced que esas vuestras lágrimas produzcan en mí verdadero dolor, compasión y tristeza. Dad a los infractores de vuestra santa Ley verdadero espíritu de penitencia. Y Vos, inocentísima Virgen, alcanzadles el perdón de tantos crímenes y la gracia de no volverlos a cometer. Refugio de los pecadores, rogad por nosotros. ¡Viva María! ¡Viva el Rosario! ¡Viva Santo Domingo! iQue lo ha fundado! Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Patri

Quinto misterio Encuentro del Niño perdido en el templo Cuando contaba el Salvador doce años, y en un día de gran solemnidad, entra y se detiene en el templo para explicarles a los doctores de la ley, las divinas Escrituras. Su inocente Madre le busca desconsolada durante tres días; le halla, al fin, entregado a esta ocupación inesperada, pero digna de la misión que venía a desempeñar en el mundo. ¡Oh, Pastor de las almas!, buscad a los pecadores, ovejas descarriadas que os han perdido perdiendo vuestra gracia. Y Vos, cariñosa Madre y abogada de los pecadores, atraedlos al aprisco y volvedlos a la amistad de vuestro Hijo. Refugio de los pecadores, rogad por nosotros. ¡Viva María! ¡Viva el Rosario! ¡Viva Santo Domingo! iQue lo ha fundado! Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Patri.

Estos misterios se ofrecen por los agonizantes Primer misterio La Oración de Jesús en el huerto Contemplemos en espíritu a nuestro Salvador prosternado en tierra allá en el Jardín de las Olivas; durante tres horas permanece en oración; en ellas experimenta una tristeza mortal y una cruel agonía. Pide a su Padre que aleje de sus labios el amargo cáliz absolviéndolo de los crueles tormentos de la Pasión. Sin embargo, el amor que siente hacia nosotros lo hace exclamar: "¡Padre mío, que no se haga mi voluntad, sino la vuestra!". ¡Oh, divino Jesús!, por vuestra dolorosísima agonía, os suplico os prestéis favorable a los agonizantes. Que esa vuestra oración les preste aliento. Que vuestro ejemplo los mueva piadosamente a someterse, rendidos, a la voluntad de Dios, ofreciéndole sus vidas en sacrificio. ¡Oh María!, consuelo de los afligidos, rogad por nosotros. ¡Viva María! ¡Viva el Rosario! ¡Viva Santo Domingo! ¡Que lo ha fundado! Un Padre nuestro, diez Avemarías y un Gloria Patri.

Segundo misterio Los azotes en la columna Jesús, despojado de todas sus vestiduras y amarrado a una columna, es azotado con inaudita crueldad. Los verdugos rasgan aquel tierno y delicadísimo cuerpo, y de tal manera le cubren por todas partes de heridas, que, unidas unas a otras, no se ve sino una grande llaga. Nuestros pecados, ¡oh divino Salvador!, nuestros pecados han armado a vuestros verdugos con los instrumentos de vuestro suplicio y les han autorizado para trataros con tanta barbarie. Os pedimos, pues, Señor, perdón sincero. También nos atrevemos a interceder, ¡oh buen Jesús!, por los que están en agonía, para que les concedáis un verdadero arrepentimiento de todas sus faltas a fin de que, antes de morir, obtengan de todas ellas la remisión por vuestra gran misericordia. ¡Oh María!, consuelo de los afligidos, rogad por nosotros. ¡Viva María! ¡Viva el Rosario! ¡Viva Santo Domingo! ¡Que lo ha fundado! Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Patri.

Tercer misterio La Coronación de espinas Entregado Jesús en manos de los soldados, fue tratado por ellos como rey de burlas. Le cubren con un viejo manto de púrpura, colocan en sus manos una caña y le clavan profundamente una corona de espinas en la cabeza.

¡Oh Rey de gloria!, yo os adoro como a mi Creador y como a Soberano Dueño del cielo y de la tierra. Aumentad, Señor, esta fe en mi alma y robustecedla en las almas de los agonizantes, a fin de que esta verdad, indispensable para la salud eterna, no se extinga jamás ni en mí ni en ellos con las sugestiones malignas del príncipe de las tinieblas. ¡Oh María!, consuelo de los afligidos, rogad por nosotros. ¡Viva María! ¡Viva el Rosario! ¡Viva Santo Domingo! iQue lo ha fundado! Un Padre nuestro, diez Avemarías y un Gloria Patri.

Cuarto misterio La cruz a cuestas Condenado el divino Salvador a muerte de cruz, toma sobre sus hombros este instrumento de su suplicio; mas, como sus fuerzas estaban tan abatidas por la mucha sangre derramada en la flagelación, cae una, dos y tres veces bajo el pesado leño. ¡Oh dulcísimo Jesús!, que llevasteis sobre vuestras espaldas el enorme peso de mis pecados, de valor y resignación para llevar a mi vez las penas todas de esta vida, ya que no son otra cosa que la participación de vuestra cruz. Concede también a los agonizantes fuerzas para soportar con resignación cristiana las enfermedades que los afligen, a fin de que, acompañándoos en el Calvario, tengamos todos la dicha de seguir siempre vuestras huellas, para volver a juntarnos con Vos en las glorias de la eternidad. ¡Oh María!, consuelo de los afligidos, rogad por nosotros. ¡Viva María! ¡Viva el Rosario! ¡Viva Santo Domingo! ¡Que lo ha fundado! Un padre nuestro y diez Avemarías y un Gloria Patri. Quinto misterio La Crucifixión El Salvador del mundo se acuesta sobre la cruz; sus verdugos, con gruesos clavos, le sujetan los pies y manos al leño sagrado y atraviesan aquel divino costado con férrea lanza. Y, ¿podré yo, ¡oh amantísimo Redentor!, contemplaros en tan lastimoso estado sin experimentar abrasados afectos de amor y de extremado dolor? ¿Podré yo, miraros en esa cruz sin derramar tiernas lágrimas? ¡Oh amadísimo Jesús!, en memoria de vuestros acervos dolores, yo os suplico que comuniquéis estos afectos de amor y de dolor a todos los que se hallan en la agonía. Sí; que todos en el trance de la muerte os contemplen con fe viva y con el corazón embriagado de esperanza y de amor, en ese leño de la cruz, para que os amen con sincero amor en aquella hora última, y así comiencen desde ese supremo instante a amaros por una feliz eternidad. ¡Viva María! ¡Viva el Rosario!

¡Viva Santo Domingo! ¡Que lo ha fundado! Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Patri

Estos misterios se ofrecen por las almas del purgatorio Primer misterio _La Resurrección del Salvador Jesús resucita triunfante y glorioso al día tercero después de su muerte. Saca del limbo las almas de los Santos y a otras muchas que estaban en el Purgatorio, a todas quizá. Después se presenta lleno de gloria a su divina Madre, proporcionándole con esta visita inefables consuelos. ¡Oh Salvador mío! ¡cuán ventajoso es morir con Vos por la mortificación para resucitar con Vos en la gloria! Os suplico muy de veras que hagáis sentir los efectos de vuestra triunfante Resurrección a todas las almas del Purgatorio. Sacadlas de tan terribles prisiones y dadles el refrigerio, la luz y la paz celestial. ¡Oh María!, socorro de los cristianos, rogad por nosotros. ¡Viva María! ¡Viva el Rosario! ¡Viva Santo Domingo! ¡Que lo ha fundado! Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Patri. Segundo misterio La Ascensión del Salvador Subiendo Jesús al cielo, cuarenta días después de su Resurrección, nos ha mostrado con su ejemplo el camino y nos ha abierto las puertas mediante su cruz. Elevemos, pues, nuestros ojos hacia ese trono de gloria a que Él nos llama, y miremos con indiferencia y hasta con desprecio todas las cosas de la tierra. ¡Oh dulcísimo Jesús!, atraedme a Vos, levantad mi corazón al cielo librándome de la tiranía del pecado. Pero, al mismo tiempo y en medio de las pompas de vuestro eternal triunfo, escuchad también, Salvador misericordioso, los gemidos de las almas que sufren en el Purgatorio, pues que a Vos se dirige su lastimero acento. Abridnos a todos las puertas de la Jerusalén celestial, para que todos os demos gloria y cantemos las alabanzas del Señor. ¡Oh María!, socorro de los cristianos, rogad por nosotros. ¡Viva María! ¡Viva el Rosario! ¡Viva Santo Domingo! ¡Que lo ha fundado! Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Patri Tercer misterio La venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles El Salvador no olvida, en medio de sus glorias, a la Iglesia que ha dejado establecida en la tierra. Por eso le envía ahora el Espíritu Santo y este divino Espíritu, descendiendo sobre los apóstoles en el momento en

que éstos oraban, hace aparecer lenguas de fuego sobre sus cabezas, mostrándonos así que vino al mundo para abrazar los corazones en amor divino y habituarnos a hablar el lenguaje de los ángeles. ¡Oh buen Jesús!, apartad lejos de nosotros nuestro propio espíritu y llenadnos del vuestro. Haced también, ¡oh Dios de caridad!, que el fuego de vuestro amor temple el fuego de vuestra justicia y que las almas del Purgatorio, que actualmente aman a Dios en el dolor, lleguen ya al instante de amarle en las alegrías de la gloria. ¡Oh María!, socorro de los cristianos, rogad por nosotros ¡Viva María! ¡Viva el Rosario! ¡Viva Santo Domingo! ¡Que lo ha fundado! Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Patri Cuarto misterio La Asunción de la Santísima Virgen La Santísima Virgen, después de la Ascensión de su Hijo al cielo, pasó el resto de sus días entre penas y suspiros. Un transporte de amor puso fin a su vida, y su alma, reunida a su cuerpo, fue llevada al cielo y colocada sobre los coros de los ángeles. ¡Oh Emperatriz adorable y querida!, animadnos a vivir santamente para que tengamos la dicha de morir con la muerte de los justos y merezcamos subir un día con Vos al cielo. Y, pues sois el consuelo de los afligidos y el socorro de los cristianos, no olvidéis a las almas del Purgatorio en sus angustias. Ellas esperan de vuestra protección el fin de sus penas. , ¡Oh María, socorro de los cristianos, rogad por nosotros! ¡Viva María! ¡Viva el Rosario! ¡Viva Santo Domingo! ¡Que lo ha fundado! Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Patri. Quinto misterio La Coronación de la Santísima Virgen en el cielo Sentada la Santísima Virgen en su trono, y colocada sobre todas las jerarquías del cielo, recibe de manos de su Hijo la corona de la gloria. Entonces se la declara Reina del cielo y de la tierra y se la confían las llaves de los tesoros celestiales para que los distribuya entre sus hijos según su voluntad. ¡Oh Reina del Rosario!, comunicad vuestras infinitas riquezas a las infelices almas del Purgatorio, extendiéndolas también a todas aquellas que han puesto en Vos su esperanza y toda su dicha en alabaros y honraros. Recibid bondadosa las coronas de rosas que humildes os presentamos y haced que después se tornen para nosotros en corona de eterna gloria. ¡Oh María!, socorro de los cristianos, rogad por nosotros. ¡Viva María! ¡Viva el Rosario!

¡Viva Santo Domingo! ¡Que lo ha fundado! Un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria Patri

Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos. Dios Padre Celestial, Dios Hijo, Redentor del mundo, Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros. Trinidad Santa, que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros. Santa María, Santa Virgen de las vírgenes, Madre de Jesucristo, Madre de la divina gracia, Madre purísima, Madre castísima, Madre intacta, Madre incorrupta, Madre inmaculada, Madre amable, Madre irable, Madre del buen consejo, Madre del Creador, Madre del Salvador, Virgen prudentísima, Virgen digna de veneración, Virgen digna de alabanza, Virgen poderosa, Virgen clemente, Virgen fiel. Espejo de justicia, Trono de la sabiduría, Causa de nuestra alegría, Vaso espiritual, Vaso digno de honor, Vaso insigne de devoción, Rosa mística, Torre de David, Torre de marfil, Arca de la Alianza, Puerta del cielo, Casa de oro, Estrella de la mañana, Salud de los enfermos,

Refugio de los pecadores, Consoladora de los afligidos, Auxilio de los cristianos, Reina de los ángeles, Reina de los patriarcas, Reina de los profetas, Reina de los apóstoles, Reina de los mártires, Reina de los confesores, Reina de las Vírgenes, Reina de todos los Santos, Reina concebida sin pecado original, Reina subida al cielo, Reina del Sacratísimo Rosario, Reina de la paz. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Perdónanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Escúchanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Ten Misericordia de nosotros ANTIFONA Bajo vuestra protección nos acogemos, Santa Madre de Dios, no despreciéis las súplicas que os dirigimos en nuestras necesidades, antes bien libradnos siempre de todos los peligros, Virgen bendita. ¡Oh piadoso Padre Santo Domingo!, acordándoos de los que somos hijos vuestros, interceded por nosotros ante el divino juez de los hombres. v: Reina del Santísimo Rosario, rogad por nosotros. R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. v: Jesús bondadoso, por los ruegos de Santo Domingo. R. Concedednos que nos hagamos agradables a Vos. v: Escuchad, Señor, mi oración. R. y lleguen a Vos mis clamores. iOh Dios!, cuyo Unigénito por su vida, muerte y resurrección, nos ha obtenido los premios de la vida eterna, os rogamos nos concedáis que meditando esos misterios en el Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, imitemos lo que contienen y alcancemos lo que prometen. Señor, Dios omnipotente, os suplicamos concedáis a los que gemimos oprimidos bajo el peso de nuestros pecados. que por la intercesión de vuestro confesor, nuestro Padre Santo Domingo, nos veamos libres de ellos! \7: Escuchad, Señor, mi oración. R. y lleguen a Vos mis clamores. \7: Bendigamos al Señor. R. Gracias sean dadas a Dios. \7: Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. R. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Oración final para terminar la hora Gracias os doy, Reina del Santísimo Rosario, por haberme itido en el número de vuestros Guardias de Honor y concedido obsequiaros durante esta hora para mi tan dichosa.

Perdonad las faltas cometidas en este santo ejercicio y atended benigna mis súplicas, y, uniéndolas a vuestros eficaces méritos, presentadlas al Sacratísimo Corazón de vuestro divino Hijo, que así serán favorablemente despachadas y obtendrán perseverancia para los justos, misericordia para los pecadores, buena muerte para los agonizantes y muy pronto alivio para las afligidas almas del Purgatorio, que es lo que deseo con toda mi alma. y antes de que me despida de Vos, oh Madre cariñosa!, de vuestra bendición para que sea fiel en serviros, constante en amaros, solícito en alejarme de las ocasiones de ofenderos y diligente en dirigir a honra vuestra y a gloria de vuestro divino Hijo todos mis pasos, hasta tener la dicha de volver a obsequiaros, haciendo de nuevo la Hora de Guardia, y si aquí en la tierra no me es concedido, que sea en el cielo entre los coros de los ángeles, donde espero gozar de vuestra presencia y de vuestro inmaculado corazón, por los siglos de los siglos. Amén.