LA MAESTRA RURAL A Federico de Onís 1
La Maestra era pura. «Los suaves hortelanos»,
2 decía, «de este predio, que es predio de Jesús 3 han de conservar puros los ojos y las manos, 4 guardar claros sus óleos, para dar clara luz».
5
La Maestra era pobre. Su reino no es humano.
6 (Así en el doloroso sembrador de Israel). 7 Vestía sayas pardas, no enjoyaba su mano 8 ¡y era todo su espíritu un inmenso joyel!
9
La Maestra era alegre. ¡Pobre mujer herida!
10 Su sonrisa fue un modo de llorar con bondad. 11 Por sobre la sandalia rota y enrojecida, 12 tal sonrisa, la insigne flor de su santidad.
13
¡Dulce ser! En su río de mieles, caudaloso,
14 largamente abrevaba sus tigres el dolor. 15 Los hierros que le abrieron el pecho generoso 16 ¡más anchas le dejaron las cuencas del amor!
17 ¡Oh, labriego, cuyo hijo de su labio aprendía 18 el himno y la plegaria, nunca viste el fulgor 19 del lucero cautivo que en sus carnes ardía: 20 pasaste sin besar su corazón en flor!
21 Campesina, ¿recuerdas que alguna vez prendiste 22 su nombre a un comentario brutal o baladí? 23 Cien veces la miraste, ninguna vez la viste 24 ¡y en el solar de tu hijo, de ella hay más que de ti!
25 Pasó por él su fina, su delicada esteva, 26 abriendo surcos donde alojar perfección. 27 La albada de virtudes de que lento se nieva 28 es suya. Campesina, ¿no le pides perdón?
29 Daba sombra por una selva su encina hendida 30 el día en que la muerte la convidó a partir. 31 Pensando en que su madre la esperaba dormida 32 a La de Ojos Profundos se dio sin resistir.
33 Y en su Dios se ha dormido, como en cojín de luna; 34 almohada de sus sienes, una constelación; 35 canta el Padre para ella sus canciones de cuna 36 ¡y la paz llueve largo sobre su corazón!
37 Como un henchido vaso, traía el alma hecha 38 para volcar aljófares sobre la humanidad; 39 y era su vida humana la dilatada brecha 40 que suele abrirse el Padre para echar claridad.
41 Por eso aún el polvo de sus huesos sustenta 42 púrpura de rosales de violento llamear. 43 ¡Y el cuidador de tumbas, cómo aroma, me cuenta, 44 las plantas del que huella sus huesos, al pasar!
I.
DISPOSITIO El poema “La maestra rural” de la escritora chilena Gabriela Mistral cuenta con 11 cuartetos, 11 estrofas con 4 versos cada una.
II.
ELOCUTIO AJETIVACIÓN
En el primer verso: La Maestra era pura.
En el verso cinco: La Maestra era pobre.
En el verso nueve: La Maestra era alegre.
METÁFORA
En el verso trece: ¡Dulce ser! En su río de mieles, caudaloso
En el verso quince: Los hierros que le abrieron el pecho generoso
En el verso dieciséis: ¡más anchas le dejaron las cuencas del amor!
En el verso diecisiete: ¡Oh, labriego, cuyo hijo de su labio aprendía…
En el verso veinticinco: Pasó por él su fina, su delicada esteva
En los versos cuarenta y uno y cuarenta y dos: Por eso aún el polvo de sus huesos sustenta púrpura de rosales de violento llamear
ANTÍTESIS
En el verso veintitrés: Cien veces la miraste, ninguna vez la viste
HIPERBATÓN
En el verso treinta y siete: Como un henchido vaso, traía el alma hecha
EXCLAMACIÓN:
En el verso dieciséis: ¡más anchas le dejaron las cuencas del amor!
En el verso treinta y seis: ¡y la paz llueve largo sobre su corazón!
En los versos cuarenta y tres y cuarenta y cuatro: ¡Y el cuidador de tumbas, cómo aroma, me cuenta, las plantas del que huella sus huesos, al pasar!
INTERROGACIÓN:
En los versos veintiuno y veintidós: Campesina, ¿recuerdas que alguna vez prendiste su nombre a un comentario brutal o baladí?
En el verso veintiocho: Campesina, ¿no le pides perdón?
III.
INTERLOCUTORES En el poema el locutario viene a ser el yo poético quien conoce a la maestra de quien se viene hablando a lo largo de todo el poema; así mismo, el poema presenta un alocutario no representado, aunque en las estrofas cinco y seis se dirige a un labriego y a una campesina.
IV.
LA INVENTIO En las tres primeras estrofas se manifiesta las características de una maestra que el yo poético conoce a la perfección. La maestra era un ser que irradiaba pureza a donde sea que vaya, es justamente esa característica que hace que las personas del lugar donde laboraba la recuerden, además de que siempre tengan presente sus enseñanzas que ella impartía para moldearlos, como el artista que aplica todo un ritual para tener resultados asombrosos, así la maestra enseñaba para que en un futuro puedan aplicar dichas enseñanzas “guardar claros sus óleos, para dar clara luz”. La pobreza es otra de las características de la maestra, ella no vestía con ropas suntuosas ni poseía joyas, sino que lo hacía, cómo el sembrador de Israel, de manera sencilla; sin embargo, ella poseía un corazón eminentemente rico, noble y bondadoso y al igual que el sembrador ella siempre estaba lista para sembrar la semilla del conocimiento y la cultura, por ser un ser tan noble y pura se considera a la maestra como representante de Jesús “Su reino no es humano” La tercera característica de la maestra es la alegría, a pesar de que ella sufre “La Maestra era alegre. ¡Pobre mujer herida!” Siempre mostraba una sonrisa que era reflejo de su humildad y compasión “Su sonrisa fue un modo de llorar con bondad” y eso hacía notar la gran y fuerte mujer que era además del dinamismo y la energía que transmitía a sus discípulos. Ella tenía la capacidad de impartir conocimiento a través del amor a los estudiantes que más necesitaban de ella, sin importar que la vida de ella este llena de angustias “¡Dulce ser! En su río de mieles, caudaloso, largamente abrevaba sus tigres el dolor” En los siguientes versos se puede notar la indiferencia “pasaste sin besar su corazón en flor” y los comentarios brutales y baladíes de los campesinos “Campesina, ¿recuerdas que alguna vez prendiste su nombre a un comentario brutal o baladí?”. Pues estos no son consientes de la gran labor que la maestra desarrolla y no se dan cuenta que sus hijos tienen más influencias de ella que de sus padres “Y en el solar de tu hijo, de ella hay más que de ti”, pues su misión es ser cómo una segunda madre que a su vez cumpla la función de un sembrador y con su esteva pueda dirigirlos por el camino correcto para que sean hombres de
provecho. “Pasó por él su fina, su delicada esteva, abriendo surcos donde alojar perfección”