POSGRADO DE LA FACULTAD DE PSICOLOGÍA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
TRABAJO FINAL SEMINARIO: PSICOPATOLOGÍA DE LA NIÑEZ CARR. DE ESP.: PREVENCIÓN Y ASISTENCIA PSICOLÓGICA EN INFANCIA Y NIÑEZ
PROFESORES A CARGO: Dr. Julio Moreno Lic. Virginia Ungar
ALUMNA: Lic. Ana Lucía Romero Sánchez DNI: 32.459.387 M.N.: 51.553
ENTREGADO: 31 de diciembre de 2013 CURSADO: 2do cuatrimestre de 2013
Análisis de la película: “La culpa la tiene Fidel!” Ficha técnica: Link para ver online (Idioma: francés. Subtitulada en inglés) http://www.tubeplus.me/player/299276/Blame_it_on_Fidel/ Año: 2006 Directora: Julie Gavras Reparto: Nina Kervel-Bey, Julie Depardieu, Stefano Accorsi, Benjamin Fuillet Guión: Arnaud Cathrine, Julie Gavras (Novela: Domitilla Calamai) Co-producción franco-italiana
Ana es una niña de 9 años, sa, nacida en los „60 en el entorno de una familia de origen burgués a cuyas costumbres ella se encuentra cómodamente adaptada. Se la observa en las primeras escenas del film identificada totalmente con los preceptos del decoro que demanda dicha cultura occidental burguesa y en un claro deseo de ser grande al modo de su tía política, -luciendo “como una princesa”-. Prontamente este mundo en el que está inmersa, sus comodidades y “certezas”, comenzarán a tambalear cuando sus padres finalmente decidan dar un paso adelante en favor de lo que Winnicott denominaría su verdadero self, sus reales convicciones, que, en un intento de brindar una buena educación a sus hijos -según los parámetros a los que fueron acostumbrados por su propia crianza- habían dejado de lado. Es dable pensar que siendo tan grandes las dificultades e incertidumbres que trae el enfrentarse a la crianza, lleva a los padres primerizos a refugiarse en las prácticas mismas con las que fueron criados, por más que no hayan prestado siempre acuerdo a las mismas. Julio Moreno desarrolla el concepto de Discurso Infantil, con el que denomina a la reglamentación implícita de una época de las “prácticas y reglas de efecto subjetivizante sobre sus participantes”1 -en este caso hijos y padres-, que moldea así las subjetividades de cada uno y regula sus vínculos. Vemos en el film que este discurso regulador de lo que corresponde que un niño y una madre y un padre sean, continúa teniendo efectos en estos jóvenes padres ya que, por ejemplo, mandan a sus hijos a una escuela católica, buscan un trabajo estable con el que mantener a su familia, se relacionan con personas de cierto nivel social y cultural, etcaun pasados los tiempos de la adolescencia donde justamente es todo aquello lo que se busca romper. Sin embargo, cabe destacar que mi apreciación en cuanto a la reproducción de los modos de crianza de sus propios padres parte de la mirada que puede tener una persona nacida en los tiempos “posmodernos” en los cuales los modos de crianza presentan cambios cada vez más radicales en el paso de una generación a otra; en cambio, en el tiempo en el que se encuadra esta película, “las subjetividades de padres e hijos, aun no siendo idénticas, eran compatibles y ensamblables. […] Existían desacuerdos y luchas por posiciones, pero dentro de una convención con claves compartidas”2. Por otra parte, es de destacar que vemos en estos padres que dicha “reproducción” del DI no es del todo fiel sino que presenta diferencias, como 1
Moreno, J.: “La impronta mediática en el discurso infantil” Capítulo 8 de libro inédito. 2013. Pág. 1. (El subrayado es del autor). 2 Moreno, J.: (2013) Ibídem. Pág. 8
su mayor apertura para hablar con sus hijos de cuestiones como la sexualidad y el origen de los niños; a la vez que habrán de romper mucho más radicalmente luego -como veremos- con lo que comanda este discurso. Como dice Julio Moreno, la oposición de los padres a las prácticas de crianza de su época se nos aparece como una “anticipación inteligente” en cuanto permite adelantarse, prever -tal vez sin saberlo-, lo que vendrá; “parece que el proceso generador de subjetividades en la crianza está de algún modo encadenado con la transformación social venidera.”3 Ana, su hija, se encontraba en cambio plenamente sumergida en el discurso infantil del cual eran grandes enunciadores sus abuelos y al que sus padres se habían amoldado en un principio. Se puede decir, incluso, que se hallaba sobreadaptada al mismo, en un sometimiento propio de una niña que busca agradar y responder a lo que cree que se espera de ella. Podemos pensar que también en la niña se ha desarrollado sobremanera un falso self que la ha llevado a exigirse a sí misma por demás, a la espera de satisfacer las aspiraciones que cree que se tienen sobre sí. Es así que se comporta como una niña adulta que se maneja con el mayor decoro, que no juega con otros niños ya que “lo único que hacen es correr”, y se da aires así de superioridad, con lo cual deja de lado actividades propias de una niña de su edad. Pensándolo desde la paradoja de Moore que Moreno toma para pensar las problemáticas del desarrollo, podemos pensar que la niña no había arribado aun a los “no creo que p”. Moreno plantea que, como “célula básica del pensamiento humano”, encontramos “la existencia simultánea de predicados en los que simultáneamente creemos y no creemos”4, como la paradoja de Moore: “P, pero no creo que p”, donde un enunciado se asevera y a la vez se invalida al decir que no se cree en él. En base a ello Moreno plantea que en el desarrollo del niño, éste en principio cree, vive, esos enunciados parentales, no solo en cuanto se identifica a ellos -al modo que lo plantea Aulagnier-, catectiza eso que es dicho de él respecto de su presente y su futuro; sino que también esa catectización implica una suposición de saber respecto de sus padres: da cuenta de que ellos algo saben sobre él, que se mueve en un mundo donde la originalidad de su comportamiento y pensamiento no es tal sino que se trata de algo que ya es esperado y anticipado por sus padres, y donde las preguntas que habrán de surgirle hallan una potencial respuesta en el saber de ellos. Pero “el desarrollo del niño dependerá de su diferenciación con esas creencias iniciales. Esa diferencia parte del espacio crítico que describe la paradoja”.5 Observamos que en el caso de Ana este espacio crítico aun no ha advenido sino que la niña se ha instalado cómodamente en la ilusión de permanencia y seguridad brindada por su entorno familiar; con lo cual es esperable su pronta reacción de malestar en cuanto algo mínimamente diferente aparece: apenas ve a su padre hablando con su hermana y su hija. Se trata de un agregado en su vida del que no es dable pensar que hubiera podido prever sus consecuencias, pero que por sí solo ya no es fácilmente asimilable por ella dada su sobreadaptación a las cualidades de su entorno: estable, no cambiante, predecible y donde hay normas que regulan incluso el modo en que se pela una naranja.
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Moreno. J.: (2013) Ibídem. Pág. 2 Moreno, J.: Ser Humano: La inconsistencia, los vínculos, la crianza. Letra Viva. Buenos Aires, 2010. Pág. 124 5 Moreno, J.: Ibídem, pág. 126 4
El cuestionamiento sin embargo, no podrá hacerse esperar luego de que grandes cambios sucedan en su vida: sus padres parten misteriosamente a otro país, casi sin explicación, y vuelven con aires de renovación -propios de los que marcaron las décadas del „60 y „70-, y convertidos en activistas de la causa chilena en Francia y de los derechos de las mujeres. Estos cambios implicarán, sin embargo, para Ana, cuestiones por sobre todo más concretas y difíciles de asimilar como mudarse de una casa grande con jardín a un departamento, donde además deberá compartir la habitación con su hermano; cambiar de niñera, abandonar los estudios bíblicos en su colegio y el temor de estar en la pobreza, lo que la llevará a preocuparse al punto de hurtar dinero y buscar ahorrar gastos apagando luces y calefones. Ante tamaños cambios, la única explicación que recibe al alcance de la comprensión que puede tener su mente infantil -dada la simpleza del razonamiento que expone-, es la que le brinda su niñera, según la cual la culpa de todo la tienen Fidel Castro y los “barbudos comunistas”. A pesar de esta “explicación”, su pensamiento no se clausura en el y en cambio, a lo largo del film, vemos generarse en Ana una nueva potencialidad de cuestionamiento que habrán de llevarla por un camino sin retorno, un camino fascinante de descubrimiento de sí, de los otros y el mundo, ya que se ha creado en ella un “nuevo espacio que es el de una cierta desconfianza, un no creer del todo en la veracidad de aquellas primeras enunciaciones”6 con las que fue criada en un comienzo, con lo cual, su desconfianza se extenderá también a cada nueva introducción. Vemos que a pesar de la actitud más abierta y moderna de sus padres, éstos conservan aun cosas de las que no pueden hablar, a las que no encuentran palabras para explicar en forma comprensible a sus hijos -lo cual desconcierta a los niños e indigna al espectador-; pero aun aunque lo hicieran, se observa que en Ana se ha producido un punto de no retorno: la duda ha anidado finalmente en su ser, en sus pensamientos, haciendo que ya no pueda retornar a aquel momento de plena inocencia, de plena fe en el saber de sus padres respecto de lo que es correcto o no. El cambio radical que han dado a sus vidas le hace pensar que sus padres no estaban tan seguros de todo como ella antes creía y necesita encontrar un reaseguro. En determinado momento de la película Ana pregunta a su padre: “Si antes de equivocaste, ¿Cómo estás seguro de que no estás equivocado ahora?”, pregunta que es el punto central de su angustia -y porqué no decirlo, de la angustia del ser humano-. Su hermano, en cambio, mucho más pequeño que ella, vive aun en la plena confianza hacia sus padres y su entorno, mostrándose abierto a probar, a conocer y a jugar, aparentemente ajeno de las tribulaciones que inquietan a su hermana, excepto por el dolor que le producen las sucesivas separaciones respecto de niñeras y familiares. Como espectador, genera cierta desesperación ver a Ana tener que manejarse con tantas cosas que se le presentan como incomprensibles, sin hallar clarificaciones en sus padres ni en otros adultos que le permitan comprender en términos sencillos para su entendimiento lo que sucede a su alrededor. En este sentido es muy ilustrativa la escena en que asisten a una marcha de protesta contra Franco. Allí, todo lo que ella puede ver -y metafóricamente comprender-, de lo que sus padres denominan “espíritu de grupo” es un amontonamiento de personas, pies, sacos, espaldas y la imposibilidad de moverse ni avanzar 6
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sumado luego al terror que la represión a los manifestantes le hace vivir-. Nada de esto es suficiente para que logre comprender lo que motiva esa reunión y sus fundamentos. Sin embargo, este agobio compartido con la pequeña protagonista no debe llevarnos a pensar negativamente respecto de estos padres que en definitiva se comportan, como dice Moreno, con “una cierta ignorancia sostenida por un genuino cierto interés”7 en su hija. “Sin saber lo que acontece en la mente del niño, deben actuar como si aceptaran su suposición. No desconocerlo, ni creer que lo saben, pero tampoco no tolerar no saber ni rechazar la suposición. Nada de esto es posible si no tienen interés en él.”8 Es así que los padres de Ana actúan de acuerdo a sus convicciones y brindan respuestas a sus preguntas, pero sin que estas clausuren sus pensamientos propios ni ocultando del todo sus propias imposibilidades, dudas e incertezas, abriendo así un espacio potencial de crecimiento y pensamiento autónomo en Ana; todo lo cual le permite investigar y nutrirse de diversas fuentes de saber, como la mitología griega y vietnamita que le brindan sus nuevas niñeras, las ideas y saberes de sus abuelos, la literatura y las experiencias de vida con sus amigas. Vemos así cómo al final del film Ana logra reconciliarse un poco con la idea de que nadie puede brindarle certezas ya que nadie las posee, pero sí ha aprendido que se halla suficientemente preparada para afrontar los cambios que la vida pone frente a ella.
Bibliografía - Moreno, J.: “La impronta mediática en el discurso infantil” Capítulo 8 de libro inédito. 2013. - Moreno, J.: Ser Humano: La inconsistencia, los vínculos, la crianza. Letra Viva. Buenos Aires, 2010.
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Ibídem, pág. 135 Ídem.