Universidad Nacional de Colombia FCH – Departamento de Filosofía SFC – Nihilismo Ana Milena Peña Beltrán Cristian David Triana Sánchez
Existencia estética como causa del nihilismo
La obra de Kierkegaard Es necesario establecer una relación entre la vida de Kierkegaard y su obra, puesto que a lo largo de sus escritos es posible encontrar plasmados los acontecimientos que dieron pie a su manera de entender el sentido de la vida; de allí que se considere su filosofía como una de corte existencialista. En otras palabras, su obra es una expresión de su vida, se puede ver de esta forma pues el pensamiento de Kierkegaard aborda asuntos existenciales, éticos y religiosos. El estilo de su escritura es una expresión de su interés por tratar temas de corte filosófico, pero dejando de lado las ideas abstractas y poco prácticas que en su opinión predominaban la filosofía de su tiempo. Varios de sus escritos se nos presentan con una amplia riqueza literaria, pero también como un enigma filosófico. Pareciera normal que al enfrentar un escrito de este tipo se nos pase por la cabeza la pregunta “¿Y esto qué tiene de filosofía o de filosófico?”; lo filosófico parece tomar lugar únicamente tras una exhaustiva labor de interpretación y establecer conexiones entre sus obras que no saltan a simple vista. Un ejemplo de ello es el texto que nos ocupa, Diario del seductor. Según indican algunos estudiosos de Kierkegaard, los escritos que se encuentran en O lo uno o lo otro, son reflexiones producto algunos acontecimientos ocurridos tras su ruptura con Regina Olsen en 1840. En el Diario parece buscar la manera de entender y a la vez justificar las razones que le llevaron a tomar tal decisión.
El lugar del Diario del seductor dentro de la filosofía kierkegaardiana Como mencionamos anteriormente los planteamientos filosóficos de Kierkegaard no se podrían entender teniendo como única base El diario, por ello, es necesario esclarecer, al menos de forma breve, la denominada Teoría de los estadios. Para nuestro autor, la vida del
ser humano al entenderse como la persecución de un telos interior pasa por tres estadios, uno estético, uno ético y uno religioso (Cf. Theunissen, 2005. Pág. 10). Tales estadios no son concebidos como etapas o períodos de la vida, sino como ámbitos de la existencia que, aunque pueden entrelazarse, demarcan un enfoque dominante en una situación determinada (Cf. Eymar, 2013. Pág. 35). En el presente escrito, nos ocuparemos del primero de estos ámbito; alguien que guía su existencia en el estadio estético vive para sí y para satisfacer sus placeres, se inclina por la seducción y el disfrute de lo momentáneo, su existencia se basa en la satisfacción de sus deseos inmediatos, es víctima de sus instintos y ve en lo que le rodea un simple medio para su satisfacción; procura tener sus sentidos dirigidos hacia lo bello, encontrando lo sensiblemente placentero, evitando el dolor. Es superficial e inconstante, pues sólo le interesa lo nuevo y excitante. Johannes encarna lo que le es propio a alguien que vive a través de una existencia entregada puramente a lo estético, podría caracterizarse en términos generales como un manipulador, capaz de “tentar a una joven y conducirla hacia sí sin preocuparse de poseerla en sentido estricto” (Pág. 314). Su manipulación hacia Cordelia y el placer que ello le produce lo lleva a ser capaz de elaborar una estrategia en la que detalla minuciosamente su vida, sus hábitos y características principales, para valerse después de este conocimiento y de su espíritu al conquistarla. Johannes es un hombre que le da primacía a sus deseos, y hace uso de la seducción para satisfacerlos, sin embargo, pareciera que lo que más le produce placer es el recorrido que tiene que llevar a cabo para la satisfacción de dichos deseos y no la consecución del objeto de deseo, en este caso Cordelia. No obstante, su único interés no es seducirla, sino llevarla a un estado entrega total. “[…]cuando uno es capaz de llevar las cosas a tal punto que la libertad de una jovencita no tiene ante sí otra tarea que la de entregarse, sintiendo que en ello reside toda su bienaventuranza, que casi ruega por esa entrega y aun así es libre, sólo entonces hay goce, pero para eso se requiere siempre influencia espiritual […]” (Pág. 345). Después que el manipulador logra la entrega total pierde todo interés “[…] ahora se acabó y no deseo verla nunca más. Cuando una muchacha lo ha dado todo, es débil, lo ha perdido todo (Pág. 434), ¿por qué sucede esto? En la existencia esteta se quiere el mayor placer,
Johannes logra finalmente engañar y manipular a Cordelia y, una vez la tiene completamente rendida, es ahí cuando la seducción, la sensualidad y el placer se desgastan, ya no encuentra una motivación para seguir con ella, pues lo que le producía placer era poder pensar cada estrategia para seducirla. Hay además otra motivación para las acciones de Johannes, a saber, la búsqueda de significado en la realidad. Señala quien escribe el preludio Del diario, que nuestro personaje padecía de una exacerbación cerebral, por la cual no encontraba incentivo suficiente en la realidad (Cf. Ibid.), de este modo, Johannes agregaba un ´plus´ poético a lo que de por sí ya tenía algo de poético en la realidad1, para poder disfrutar doblemente de la situación, pues buscaba en todo momento darle placer a su existencia, y esto lo lograba no sólo haciendo de su vida un camino para satisfacerse, sino que además lo escribía para reduplicar el goce. Su vida entera estaba hecha para producirle placer, encontrando en la escritura que el memorizar los acontecimientos no bastaba, había que dotar el recuerdo de un tinte poético: “En el primer caso gozaba personalmente de lo estético (la vida real), en el segundo caso (el recuerdo) gozaba estéticamente de su personalidad” (Pág. 313).
El estadio estético y el hedonismo Es posible identificar en el esteta kierkegaardiano una postura hedonista; el hecho de que la satisfacción de los deseos personales e inmediatos prime sobre cualquier otro tipo de actitud frente a la vida nos recuerda aquellas discusiones de la antigüedad sobre el placer y su valor dentro de una vida feliz. En la Carta a Meneceo, Epicuro de Samos se refiere a la satisfacción de los deseos como la condición de posibilidad del mantenimiento del bienestar del cuerpo y la tranquilidad del alma. Sin embargo, por más hedonista que pueda ser Johannes, parece haber una diferencia de fondo entre él y cualquier epicúreo, y es que una de las consecuencias de llevar a Cordelia a entregarse es el tedio y la insatisfacción que produce el hecho de consumar la conquista. Volviendo por un momento a Epicuro, este distingue entre los placeres del cuerpo y los que se refieren al alma: los primeros por ser momentáneos tienen una vigencia más corta, los segundos tienden a perdurar y, en ocasiones, suplen o disminuyen
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En el texto se nos dice que “su vida ha sido un intento de realizar la tarea de vivir poéticamente. Con un órgano desarrollado para lo que de interesante hay en la vida, ha sabido encontrarlo y, tras dar con ello, ha sabido siempre reproducir lo vivido de un modo cuasi poético” (Pág. 312).
la necesidad de los placeres corporales. Ya hemos caracterizado al esteta como alguien que disfruta de lo inmediato, que evita el dolor a toda costa y se procura siempre el placer por medio de la seducción. En ese orden de ideas, es posible asociar la noción de inmediatez, propia de lo estético, con el primer tipo de placeres que hemos descrito, lo cual supone una especie de descuido o abandono del segundo tipo2. Nos encontramos entonces con que el esteta, en su esfuerzo por encontrar siempre la variedad en aras de sus apetitos más inmediatos, termina por tener que enfrentar al tedio una vez consigue su cometido. Johannes logra convencer a Cordelia de que su vida es mejor a su lado, lo cual hace que ella termine por querer entregarle el resto de sus días, lo que a su vez causa que él desaparezca de su vida. El ver a la mujer como un motivo de deseo a la distancia es lo que le da sentido a la seducción, Johannes “gozaba de sí mismo en la situación” (pág. 313), y en ese sentido, la culminación de esa situación en particular ya no suponía ningún goce. El placer de la seducción se encuentra entonces en la contemplación de sí mismo como un estratega en las cuestiones pasionales y no en lo seducido. Así pues, este tipo de vida disoluta -como la denominaría Sócrates en el Gorgias-, no permite que haya un buen juicio respecto de lo placentero y la medida de este, sino un estado de desenfreno el cual, inevitablemente y contrario a uno de los propósitos del esteta, conduce a la pesadez y a una vida cuyo sentido parece ir desapareciendo. El nihilismo se hace manifiesto. La única opción para Kierkegaard será, en principio, el tránsito hacia una vida orientada a los estadios ético y religioso, con lo cual habrá que preguntarse por el lugar que ocuparía lo estético al ser algo de lo cual no se puede prescindir del todo.
Nietzsche y Kierkegaard, un posible contraste Nietzsche es también un pensador del que se puede decir que su obra está relacionada con su vida, sus textos son escritos de forma tal que logran llevar al lector a una exaltación de la vida y de sí mismo. A lo largo del seminario hemos visto como en Nietzsche se exalta la vida que se conduce por los instintos, la naturaleza y la voluntad de poder. Ahora bien, teniendo
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A nuestro parecer, los placeres del primer tipo estarían asociados a un modo de vida puramente estético y los del segundo a uno ético-religioso. A los cuales ya nos hemos referido como los estadios de los que habla Kierkegaard.
en cuenta el planteamiento de Kierkegaard sobre el estadio estético y su modo de existencia, es plausible pensar que el hombre estético tiene similitudes con la forma de vida que Nietzsche pretende enaltecer. Parecería, desde las posturas de la filosofía de Kierkegaard, que el vitalismo y la exaltación de los instintos que hace Nietzsche en lugar de llevar al hombre a reafirmarse lo llevaría el tedio, al aburrimiento. Nietzsche propone que los valores de la ética y la moral (cristiana) sean transformados por la voluntad de poder, la exaltación del yo, el orgullo así mismo, el desprecio de todo lo cristiano. La auténtica vida es la voluntad de poder. Lo anterior nos lleva a preguntarlos ¿esa primacía de los instintos y de la voluntad de poder nos llevarían a reafírmanos y encontrarle sentido a nuestra existencia (Nietzsche), o, por el contrario, nos llevaría al tedio de encontrar placer y sentido sólo en el momento en que estemos satisfaciendo nuestros deseos, terminado a una vida vacía y aburrida (Kierkegaard)? Dejamos a consideración del seminario las siguientes preguntas: ¿Cómo es posible compaginar la impulsividad, propia del esteta (asociada a la inmediatez), con el cálculo que pone de manifiesto Johannes en su diario? (Pág. 339) ¿Es posible que en la contemporaneidad se expliquen algunos problemas sociales y culturales porque se ha caído en la mera satisfacción de la sensualidad, el goce y el deseo?
Bibliografía Eymar, C. (2013) Sören Kierkegaard, seductor y provocador, en: El Ciervo, no. 741. Barcelona: El Ciervo 96 S.A. Kierkegaard, S. (2006) Diario del seductor, en: O lo uno o lo otro. Madrid: Trotta Theunissen, M. (2005) El perfil filosófico de Kierkegaard, en: Estudios de Filosofía, no. 32, agosto. Medellín: Universidad de Antioquia.