Después de aquel viaje Autor: Valéria Piassa Polizzi Género: novela biográfica Temas: drama realista Valeria Piassa Polizzi, nació en 1971 y actualmente trabaja como activista y conferencista. Con menos de 25 años decidió escribir esta obra, donde narra su experiencia personal con el VIH/SIDA. Con esta obra pretende desmitificar a tal padecimiento y botar los estigmas y tabúes, que rodean a las personas que han adquirido el VIH/SIDA. Valéria es la antítesis del “paciente con VIH/SIDA”, durante la década de los 80´s. Si bien tal padecimiento aún sufre estigmatización, en esa época la sociedad había hecho exclusivos de padecer tal enfermedad a las personas homosexuales o los que ejercían la prostitución. De paso, era una enfermedad para “los pobres”. La narración se sitúa a mediados de la década de los 80´s, en Brasil. Valeria contaba con apenas 15 años y es una estudiante de bachillerato, perteneciente a la clase social media-alta. Estudia en un colegio privado, vive en una zona exclusiva y sus padres son profesionistas. Un día, Valéria y su familia toman unas vacaciones en crucero y ella conoce a un tipo que le lleva 10 años. Valéria tiene relaciones sexuales con él – no usa protección- e inicia una breve y tormentosa relación. Él abusa físicamente de Valéria y la chantajea de diversas maneras; hasta que un día es descubierto por la abuela de ella, la relación termina y Valéria retoma su vida normal. Durante unos exámenes de rutina con el médico, descubren ciertas anomalías en el organismo de Valéria y el médico decide realizarle una serie de análisis para descubrir el porqué de la
situación de ella. El resultado que recibe el padre de Valéria no es nada alentador: ella es portadora del virus del SIDA. Viviendo a finales de los 80´s, en un país tercermundista y machista, el caso de Valéria resulta difícil de asimilar; para los médicos resulta asombroso descubrir que una chica de 15 años, que nunca ha consumido drogas y que solo ha tenido una pareja sexual, pueda estar contagiada de una enfermedad “exclusiva” de homosexuales, drogadictos y prostitutas –según los cánones de la sociedad brasileña- , sin olvidar que la palabra “SIDA” es sinónimo de “muerte” y “sufrimiento”. Después de investigar, descubren que el exnovio de Valéria, consumía drogas y que este fue el motivo por el que adquirió el virus. Afortunadamente ella se encuentra en la fase inicial de la enfermedad y sus niveles de anticuerpos se encuentran en un rango normal; a Valéria, por consejo del médico solo le queda aprender a vivir con la enfermedad y esto implica estar atenta con respecto a los cambios que sufrirá en determinado momento. Prácticamente le comunica que los peores síntomas aparecerán cuando tenga aproximadamente diez años con el padecimiento, y que este será su “esperanza de vida”. Por los estigmas y tabúes, familia y médicos le recomiendan a Valéria, ser discreta con respecto a su situación; así, que, solo a unos cuantos familiares le comunican el estado de Valéria. Ante sus amigos ella tiene que aguantar las ganas de contarles sobre su estado, sobretodo cuando ellos hacen comentarios negativos y retrógradas hacia las personas que tienen VIH/SIDA o sobre el mismo padecimiento. Ella pierde de cierta manera el interés sobre iniciar una carrera universitaria, ya que el fantasma de una muerte prematura acecha sus planes a futuro. Toma clases de teatro y un día decide ir a Estados Unidos a aprender inglés. Han pasado algunos años desde el descubrimiento de la enfermedad y Valéria presenta un estado “normal” de salud. Se
muda por un año a Estados Unidos, y al llegar se da cuenta de que se enfrenta a una sociedad totalmente diferente: no hay tantos estigmas. Durante su estadía en dicho país, Valéria logra hacer buenas amistades y conocer diferentes modos de vida. Visita a un médico, el cual no vincula al SIDA con muerte, trata a Valéria con normalidad pero le recomienda que inicie un tratamiento para retardar los efectos de la enfermedad. Valéria se niega a iniciar un tratamiento, ya que no le encuentra sentido a tomarlos; a parte, frecuentemente sufre crisis existencialistas que le hacen ver la vida desde otra perspectiva. Vivir en otro país, ayuda a Valéria a recobrar la seguridad. Alejada de tabúes y estigmas empieza a enfrentar su realidad y a no dejarse acomplejar por las opiniones negativas. Valéria tiene que regresar a su país ya que su salud se empieza a ver afectada, y debido a su tipo de visa no puede acceder a un completo plan de salud en Estados Unidos; pero, lograr terminar su curso, el cual le deja abierta la oportunidad de ingresar a una universidad en dicho país.
Valéria llega a Brasil con miedo hacia los médicos-con mentalidades tan “cuadradas”- y los estigmas. Ya en su país natal, descubre que se le ha desarrollado tuberculosis en el riñón y esto la obliga a estar varios meses en el hospital. Durante estos meses, logra comprobar el lado humano de los médicos, que ya no la ven como una “cifra”, sino como una “persona”, y empieza a sentir estima por aquellos doctores que en el pasado había detestado. Para ese momento, Valéria lleva conviviendo siete años con la enfermedad y decide confesarle a sus amigos que la padece. Para su sorpresa ¡no es rechazada!, su calidad de vida mejora luego de varios meses, descubre que es afortunada ya que a diferencia de miles de personas, ella tiene a
medicamentos y sistemas de salud de calidad; gracias a esto, empieza a hacer planes para el futuro. Ella actualmente vive, terminó una carrera universitaria y ayuda a otras personas que comparten su padecimiento. Valéria Piassa Polizzi mediante sus obras publicadas ha logrado, de cierta manera, eliminar los tabúes que giran en torno a la enfermedad y a las personas con VIH/SIDA; también nos hace ver que TODOS podemos contagiarnos de dicho virus o padecer determinada enfermedad física o mental y no por eso seremos personas de “menor calidad”. Una linda obra, ¡se las recomiendo al 100 %! Citas Resulta que yo era virgen, nunca había usado drogas y obviamente no soy gay. ¿Y qué es lo que pasó entonces? Muy sencillo, tuve relaciones sin protección. ¡No nos gusta que nos peguen, no nos gusta ser violadas y tampoco nos gustan esos estúpidos comentarios! Algún día yo sería capaz de alegrar a otras personas así como ellos lo hacían conmigo. Tengo la manía de inventar historias absurdas cuando no logro encontrar solución para las cosas. Si yo fueses Dios, te aseguro que inventaría una manera: cada vez que alguien titubeara, podría visualizar todas las opciones antes de tomar una decisión. Tal vez ni necesitaría tanto, bastaría con permitir que algunas cosas regresaran en el tiempo cuando salieran equivocadas. Así, cuando pasara alguna cosa mala, de esas que nos estrujan el pecho, cerraríamos los ojos y lo desearíamos con muchas ganas. Al volver a abrirlos, habrían retrocedido algunos segundos en el tiempo y la cosa mala habría dejado de existir. El mundo seguía igual, los autos pasando, la gente trabajando, el sol brillando y solamente yo ya no era la misma. Entonces me pongo a pensar en cómo sería el mundo si todas las personas comenzaran a invertir en otras cinco minutos de su tiempo.
A menudo me pasa, el mundo se está cayendo sobre mi cabeza y yo contesto “nada”. Que solo el miedo y un comportamiento moralista jamás habían salvado a nadie. Y que lo que las personas tenían que hacer era enfrentar todo sin tabúes ni prejuicios. A veces hacemos cada cagada con nosotros mismo que es difícil de creer. Todo lo que venga ahora será bienvenido. ¡Solo una cosa te pido , mi Dios, y es que solo conozca personas buenas! Si nosotros somos quienes hacemos la cultura, ¡también podemos deshacerla y hacerla de nuevo en el momento que consideremos que se debe! ¿Cuántas personas había dejado de conocer, cuántas cosas había dejado de aprender por culpa de los malditos prejuicios? Es increíble cómo las palabras van perdiendo significado hasta transformarse en una simple forma de expresión. ¿Qué será lo que lleva a una persona a recordar específicamente a alguien, en medio de tantas otras? Entonces, solo tienes dos opciones: cuando enfermes, sentarte a esperar la muerte, o creer en algo y continuar la lucha. Y solamente una cosa más: haz planes, piensa en grande, ten objetivos. Por otro lado, vive cada día como si fuese el único, haz todo lo que quieras hacer, sin dejar nada para después. Aprovecha al máximo tu vida y sé feliz ahora. A veces pasan cosas en nuestra vida que nos hacen desconfiar de todo. Desconfiar de la propia vida, del amor y de los seres humanos. Pero es para eso que existen los ángeles, para hacernos creer nuevamente en todo y seguir viviendo. La vida es más fácil cuando se tiene ayuda.