Página
1
Esta traducción es realizada sin fines de lucro; es el producto de un trabajo realizado por un grupo de aficionadas que buscan compartir los libros con las personas que, por una u otra razón, no pueden acceder a estos. Ninguno de los que participaron de este proyecto recibió, ni recibirá, ganancias monetarias por su trabajo. El material expuesto es propiedad intelectual del autor y su respectiva editorial. Si te gustó esta historia, y está en tus posibilidades, apoya al autor comprando este libro.
Página
2
¡Gracias!
Sinopsis Another Day En este cautivador libro compañero del libro con récord de ventas Cada Día, David Levithan cuenta el lado de la historia de Rhiannon mientras ella busca descubrir la verdad sobre el amor y cómo este te puede cambiar. Cada día es lo mismo para Rhiannon. Ella tiene que aceptar su vida, convencerse de que merece a su distante y temperamental novio, Justin, incluso establecer reglas por las cuales vivir: no ser muy necesitada, evitar molestarlo, nunca esperanzarte.
Página
3
Hasta la mañana en que todo cambia. Justin parece verla, querer estar con ella por primera vez, y comparten un día perfecto… un día perfecto que Justin no recuerda a la mañana siguiente. Confundida, deprimida y desesperada por otro día tan genial como ese, Rhiannon empieza a cuestionar todo. Entonces, un día, un extraño le dice que el Justin con el que compartió ese día, el que la hizo sentir como una persona… no era Justin.
Sinopsis
Capítulo 18
Capítulo 1
Capítulo 19
Capítulo 2
Capítulo 20
Capítulo 3
Capítulo 21
Capítulo 4
Capítulo 22
Capítulo 5
Capítulo 23
Capítulo 6
Capítulo 24
Capítulo 7
Capítulo 25
Capítulo 8
Capítulo 26
Capítulo 9
Capítulo 27
Capítulo 10
Capítulo 28
Capítulo 11
Capítulo 29
Capítulo 12
Capítulo 30
Capítulo 13
Capítulo 31
4
Capítulo 14
Capítulo 32
Página
Indice
Capítulo 15
Sobre el autor
Capítulo 16
Staffs
Capítulo 17
Créditos
Capitulo 1 Traducido por PrisAlvS Corregido por PrisAlvS
Veo su carro mientras se detiene en el estacionamiento. Lo veo bajarse. Estoy en su vista periférica, moviéndome hacia su centro… pero él no me está mirando. Se dirige hacia la escuela sin notar que estoy aquí. Podría llamarlo, pero a él no le gusta eso. Él dice que es algo que hacen las chicas necesitadas, siempre llamando a sus novios. Me duele que yo esté tan llena de él mientras él está tan vacío de mí.
Me pregunto si la noche pasada es el motivo por el que no me está buscando. Me pregunto si nuestra pelea todavía está sucediendo. Como la mayoría de nuestras peleas, es sobre algo estúpido con otras cosas no estúpidas por debajo. Todo lo que hice fue preguntarle si quería ir a la fiesta de Steve del sábado. Eso fue todo. Y él me preguntó por qué le estaba preguntando sobre el sábado si solo era la noche del domingo. Él dijo que siempre hago esto, intentar controlarlo, como si él no quisiera estar conmigo sin que le tenga que preguntar con meses de adelanto. Le dije que no era mi culpa que él le tema a los planes, que tenga miedo de ver lo que viene luego. Error. Decirle que tenía miedo fue un gran error. Probablemente esa fue la única palabra que escuchó. —No tienes idea de lo que estás hablando —replicó.
Página
5
—Hablaba sobre la fiesta en la casa de Steve el próximo sábado —especifiqué, mi voz demasiado enfadada para ambos—. Eso es todo. Pero eso no era todo. Justin me ama y me odia tanto como yo lo odio y lo amo a él. Eso lo sé. Cada uno tiene su desencadenante y nunca deberíamos activarlos. Pero a veces no podemos evitarlo. Nos conocemos muy bien, pero nunca lo suficiente. Estoy enamorada de alguien quien le tiene miedo al futuro. Y, como una tonta, lo sigo mencionando.
Lo sigo. Por supuesto que lo hago. Solo una chica necesitada se molestaría con su novio porque él no la notó en el estacionamiento.
Mientras camino hacia su casillero, me pregunto a cuál Justin veré hoy. Probablemente no será el Justin Dulce porque es raro que el Justin Dulce aparezca en la escuela. Y por suerte no será el Justin Enojado porque no he hecho nada tan mano, no lo creo. Espero al Justin Tranquilo porque me gusta el Justin Tranquilo. Cuando él está alrededor, todos nos podemos calmar. Me quedó ahí mientras él saca sus libros. Miró a su nuca porque amo su nuca. Hay algo tan físico sobre esta, algo que me hace querer inclinarme y besarla. Finalmente me mira. No puedo leer su expresión, no de inmediato. Es como si intentara descifrarme mientras yo intento descifrarlo. Creo que tal vez es una buena señal porque tal vez significa que está preocupado por mí. O es una mala señal porque no entiende por qué estoy aquí. —Hola —saluda. —Hola —contesto. Hay algo realmente intenso en la forma en que me mira. Estoy segura de que está buscando algo malo. Siempre hay algo malo para que él lo encuentre. Pero no dice nada. Lo cual es raro. Entonces, incluso más raro, me pregunta: —¿Estás bien? Debo verme realmente patética si me está preguntando eso. —Claro —replico porque no sé cuál se supone que sea la respuesta. NO ESTOY BIEN… esa realmente es la respuesta. Pero no es la correcta para él. Eso lo sé. Si esta es una clase de trampa, no la aprecio. Si es su venganza por lo que dije anoche, quiero que acabe.
Página
6
—¿Estás enfadado conmigo? —pregunto, insegura de querer saber la respuesta. —No. No estoy para nada enfadado. Mentiroso. Cuando tenemos problemas, usualmente yo soy quien los ve. Me preocupo por los dos. Solo no puedo mencionarlo muy a menudo porque entonces es como alardear que entiendo lo que sucede mientras él no. Inseguridad. ¿Pregunto sobre anoche? ¿O finjo que nunca pasó… que nunca sucede? —¿Aún quieres almorzar hoy? —inquiero. Es solo hasta luego de preguntar que noto que estoy haciendo planes de nuevo.
Tal vez soy una chica necesitada después de todo. —Absolutamente —responde Justin—. El almuerzo será genial. Basura. Está jugando conmigo. Tiene que ser. —No es gran cosa —agrega. Lo miro y parece honesto. Tal vez me equivoco al asumir lo peor. Y tal vez he logrado hacerlo sentir estúpido por estar tan sorprendida. Tomo su mano y la sostengo. Si está dispuesto a ignorar lo de anoche, entonces yo también. Esto es lo que hacemos. Cuando se acaban las estúpidas peleas, estamos bien. —Me alegra que no esté molesto conmigo —mascullo—. Solo quiero que todo esté bien. Él sabe que lo amo. Yo sé que él me ama. Esa nunca es la pregunta. La pregunta siempre es cómo lidiaremos con esto. Hora. La campana suena. Tengo que recordarme que la escuela no es una cosa que existe solamente para darnos un lugar para estar juntos. —Te veo luego —se despide. Me aferro a eso. Es lo único que me hará pasar el espacio vacío que sigue. *** Estaba viendo uno de mis programas y un ama de casa dijo algo como “Él es un desastre, pero es mi desastre”, y pensé “OH, MIERDA, REALMENTE NO DEBERÍA IDENTIFICARME CON ESTO, PERO LO HAGO, ¿Y QUÉ?” Eso es lo que el amor debe de ser: ver el desastre que él es y amarlo de todas formas porque sabes que tú también eres un desastre, tal vez incluso uno peor.
Página
7
No llevábamos una hora de cita cuando Justin ya había activado las alarmas. —Te lo advierto, yo traigo problemas —comunicó sobre la cena en TGI Fridays—. Problemas absolutos. —¿Y le adviertes a todas las otras chicas? —repliqué coqueta. Pero no recibí coqueteo. Era real. —No —contestó—. No lo hago.
Esta era su forma de hacerme saber que era alguien que le importaba, incluso desde el inicio. Él no había pretendido decirme. Pero ahí estaba. Y aunque ha olvidado muchos detalles sobre esa primera cita, nunca olvida lo que dijo. —¡TE LO ADVERTÍ! —me gritaría las noches en que es realmente malo, difícil—. ¡NO PUEDES DECIR QUE NO TE LO ADVERTÍ! A veces esto solo hace que me aferre a él con más fuerza. A veces ya lo he soltado, sintiéndome mal porque no hay nada que pueda hacer. *** La única vez en que nuestros caminos se intersecan durante la mañana es entre el primer y el segundo período, por lo que lo busco entonces. Solo tenemos un minuto, a veces menos, pero siempre estoy agradecida. Es como si estuviera pasando lista. ¿AMOR? ¡AQUÍ! Incluso si estamos cansados (lo cual es casi siempre) e incluso si no tenemos mucho que decir, sé que no me ignorará. Hoy sonrío porque, considerando todo, la mañana fue bastante buena. Y él me sonríe. Buena señal. Siempre estoy buscando buenas señales.
Página
8
Me dirijo a la clase de Justin en cuanto acaba el cuarto período, pero él no me esperó. Por lo que voy a la cafetería, a nuestro lugar usual. Tampoco está ahí. Le pregunto a Rebecca si lo ha visto; dice que no sin parecer sorprendida de que lo esté buscando. Decido ignorar eso. Reviso mi taquilla y él no está ahí. Empiezo a pensar que lo ha olvidado o que estuvo jugando conmigo todo el tiempo. Decido pasar por su taquilla, aunque está tan lejos de la cafetería como se puede. Él nunca pasa por ahí antes del almuerzo. Pero supongo que hoy lo ha hecho porque ahí está. Estoy feliz de verlo, pero también cansada. Requiere tanto esfuerzo. Él se ve peor de lo que me siento, observa su casillero como si hubiese una ventana ahí. En algunas personas esto sería soñar despierto. Pero Justin no sueña despierto. Cuando se va, realmente se va. Ahora está de regreso. Justo cuando lo alcanzo. —Hola —saluda. —Hola —respondo.
Tengo hambre, pero no tanta. Lo más importante es que estemos en el mismo lugar. Puedo hacer eso en cualquier sitio. Él está guardando todos sus libros, como si el día hubiese acabado. Espero que todo esté bien. Espero que no se esté rindiendo. Si voy a estar aquí pegada, quiero que él también lo esté. Se endereza y pone su mano en mi brazo. Gentil. Muy gentil. Es algo que yo haría, no él. Me gusta, pero a la vez no. —Vamos a algún lugar —empieza—. ¿A dónde quieres ir? De nuevo, creo que tiene que haber una respuesta correcta a esta pregunta, y que si contesto mal lo arruinaré todo. Él quiere algo de mí, pero no estoy segura de qué. —No lo sé —contesto. Él aparta su mano y pienso bien, respuesta incorrecta. Pero luego toma mi mano. —Vamos —indica. Hay electricidad en sus ojos. Poder. Luz. Él cierra su taquilla y tira de mí. No entiendo. Caminamos tomados de la mano por los pasillos casi vacíos. Nunca hacemos esto. Él sonríe y caminamos más rápido. Es como si fuéramos niños durante el recreo. Corremos, realmente corremos por los pasillos. Las personas nos miran como si estuviéramos locos. Es tan ridículo. Pasamos por mi casillero y me dice que deje todos mis libros como él. No entiendo, pero le sigo la corriente… está de muy buen humor y no quiero hacer nada para arruinarlo. En cuanto cierro mi taquilla, seguimos. A través de la puerta. Tan simple. Escapamos. Siempre hablamos de cuánto queremos irnos, y esta vez lo hacemos. Supongo que me llevará a comer pizza o algo. Tal vez llegaremos tarde al quinto período. Nos subimos a su auto y no le pregunto a dónde vamos. Solo quiero dejarlo que lo haga.
Página
9
Se gira y pregunta: —¿A dónde quieres ir? Dime, de verdad, a dónde amarías ir. Raro. Me lo pregunta como si yo fuera quien sabe la respuesta correcta. Realmente espero que no sea una prueba. Realmente espero no arrepentirme de esto. Digo lo primero que se me viene a la mente: —Me encantaría ir a ver el mar. Llévame a ver el mar. Creí que reiría y diría que se refería a que debíamos ir a su casa mientras sus padres no estaban y pasar la tarde teniendo sexo y viendo televisión. O que intenta demostrar un
punto sobre no hacer planes, probar que prefiero ser espontánea. O me dirá que vaya a divertirme al océano mientras él come. Todas estas son posibilidades que resuenan al mismo tiempo en mi cabeza. Lo único que no espero es que él crea que es una buena idea. —Bien —acepta mientras sale del estacionamiento. Todavía asumo que está bromeando, pero entonces me pregunta la mejor manera de llegar. Le indicó cuáles autopistas tomar; hay una playa a la que mi familia solía ir durante el verano y, si vamos a ir al océano, bien podríamos ir ahí. Mientras él gira, sé que la está pasando bien. Debería relajarme, pero me pone algo nerviosa. Justin bien me llevaría a un lugar especial para cortar conmigo. Hacer un gran espectáculo. Tal vez me dejaría botada ahí. Realmente no creo que vaya a pasar, pero es posible, como una forma de mostrar que es capaz de hacer planes, una forma de mostrarme que no le teme al futuro como yo dije. Eso es de locos, Rhiannon, me digo. Eso es algo que él me dice todo el tiempo. Muchas veces tiene razón. Solo disfrútalo, pienso, porque no estamos en la escuela. Estamos juntos. Enciende la radio y me dice que escoja. MI CARRO, MI RADIO… ¿cuántas veces lo escuché decir eso? Pero parece que su oferta es real, por lo que paso de estación en estación, intentando encontrar algo que le vaya a gustar. Cuando me detengo demasiado en una canción que me gusta, él dice: —¿Por qué no esa? —Y pienso: Porque la odias. Pero no lo digo en voz alta. Dejo la canción sonar. Espero que haga una broma, que diga que la cantante parece estar pasando por su período.
Página
10
En su lugar, empieza a cantar. Incredulidad. Justin NUNCA canta. Le grita a la radio, le responde a lo que sea que digan las personas de la estación, de vez en cuando tamborilea sus dedos en la manivela; pero él NO canta. Me pregunto si está drogado, pero lo he visto drogado antes y nunca es así. —Pareces otro —observo. —Es la música —contesta. —¡Ja! —De verdad.
No está bromeando. No se está burlando de mí en su interior. Lo miro y lo sé. No sé qué está pasando, pero no es eso. Decido ver cuánto lo puedo presionar porque eso es lo que hace una chica necesitada. —En ese caso… —empiezo. Paso por las estaciones para encontrar la canción menosJustin. Y ahí está. Kelly Clarkson, cantando sobre lo que no la mata la hace más fuerte. Le subo el volumen. En mi cabeza lo reto a cantar. Sorpresa. La estamos cantando. No tengo ni idea de cómo se sabe la letra. Pero no lo cuestiono. Estoy cantando con todo lo que tengo, nunca supe que podía amar esta canción tanto como ahora porque hace que todo esté bien, hace que nosotros estemos bien. Me niego a pensar en algo más que esto. Quiero que nos quedemos en esta canción porque esto es algo que nunca antes hemos hecho y se siente genial. Cuando termina, bajo mi ventana, quiero sentir el viento en mi cabello. Sin decir nada, Justin baja todas las ventanas y es como si estuviéramos en un túnel de viento, como si fuera una rueda en un parque de diversiones cuando realmente solo es un auto en la autopista. Él parece tan feliz. Me hace notar cuán raro es verlo feliz, el tipo de felicidad en la que no hay nada más en la mente que la felicidad. Usualmente teme mostrarlo, como si pudieran robárselo en cualquier momento. Toma mi mano y empieza a hacer preguntas. Preguntas personales.
Página
11
—¿Cómo están tus padres? —empieza. —Uhm… no lo sé —respondo. A él nunca le ha importado cómo están mis padres. Sé que él quiere que lo quieran, pero como no está seguro de que será así, finge que no le importa—. Es decir, ya sabes. Mamá intenta mantenerlo todo junto sin realmente hacer nada. Papá tiene sus momentos, pero no es exactamente la persona más amigable. Entre más viejo se hace, menos parece importarle las cosas. —¿Y qué tal están las cosas con Liza en la universidad? Cuando hace esta pregunta, es como si estuviera orgulloso de recordar el nombre de mi hermana. Eso se parece más a Justin. —No lo sé —le digo—. Sabes que éramos más como hermanas viviendo en tregua en lugar de mejores amigas. No sé si la extraño tanto, aunque era mucho más fácil tenerla cerca porque entonces éramos dos, ¿sabes? Nunca llama a casa. Incluso cuando mamá la
llama, ella no regresa la llamada. No la culpo por eso, estoy segura de que tiene otras cosas que hacer. Y realmente, siempre supe que en cuanto ella se fuera, no volvería. Por lo que no me sorprende. Mientras hablo noto que me estoy acercando a un nervio, he acabado con hablar sobre lo que pasó mientras ella estaba en el colegio. Pero Justin no parece tomarlo personal. En su lugar, me pregunta si creo que la escuela es muy diferente este año. La cual es una pregunta extraña. Algo que mi abuela preguntaría. No mi novio. Contesto con cuidado. —No lo sé. La escuela apesta. Eso no es diferente. Pero, ya sabes, aunque quiero que se acabe, también me preocupa todo lo que vendrá después. No que lo tenga planeado. No es así. Sé que crees que tengo todos estos planes, pero si realmente miras las cosas que he hecho para prepararme para la vida después de la escuela, verás que es un gran espacio en blanco. Estoy tan mal preparada como todos los demás. Cállate, cállate, cállate, me digo. ¿Por qué estás hablando de esto? Pero tal vez tengo una razón. Tal vez lo menciono para ver lo que hará. Él me pone a prueba todo el tiempo, pero yo tampoco soy inocente en ese sentido. —¿Qué piensas? —le pregunto. —Honestamente, solo intento vivir el día a día —replica. Lo sé. Pero lo aprecio más cuando él lo dice así, con una voz que reconoce que estamos del mismo lado. Espero a que diga algo más, que mencione la pelea de anoche. Pero él lo deja ir. Estoy agradecida. Ha pasado más de un año y me he dicho que hemos llegado al fin más de cien veces… este era un nuevo comienzo. A veces tenía razón. Pero no tanto como quería.
Página
12
No pensaré que las cosas están repentinamente bien. No pensaré que de alguna forma hemos escapado el nosotros que siempre terminamos siendo. Pero tampoco negaré lo que está pasando. No negaré esta felicidad. Porque si la felicidad se siente real, casi no importa si es real o no. En lugar de buscar la dirección en su teléfono, él me pide indicaciones. Lo arruino y le digo que salga de la autopista una salida antes, pero cuando lo noto, él no enloquece; solo regresa a la autopista y llega a la siguiente salida. Ya no me pregunto si está drogado, me pregunto si está medicado. Si es así, está funcionando bastante rápido. No digo nada. No quiero arruinarlo.
—Debería estar en clase de lengua —comento mientras giramos hacia la playa. —Y yo en biología —replica. Pero esto es más importante. Puedo inventar mi tarea, pero no puedo inventar mi vida. —Vamos a pasarlo bien —comenta. —De acuerdo —acepto—. Me gusta eso. Pienso en escapar muchas veces... ¡Me alegro de haberlo hecho! Aunque sea un solo día. En vez de mirar por ella, es bueno estar al otro lado de la ventana de vez en cuando. Tendría que hacerlo más a menudo. Tal vez esto es lo que necesitábamos desde el inicio. Distanciarnos de todo lo demás y acercarnos el uno al otro. Algo está funcionando aquí… lo puedo sentir funcionar.
Página
13
Recuerdo. Esta es la playa a la que mi familia solía venir esos días en los que la casa estaba demasiado caliente o en los que mis padres estaban hartos de estar en el mismo lugar. Cuando veníamos, otras familias nos rodeaban. Me gustaba imaginar que cada una de nuestras sábanas era una casa y que un cierto número de sábanas creaba un pueblo. Estoy segura de que había algunos chicos que veía todo el tiempo, cuyos padres también los traían, pero no puedo recordar a ninguno. Solo puedo recordar a mi familia: mi madre siempre bajo una sombrilla, o no quería quemarse o ser vista; mi padre hablaba con otros padres sobre deportes o economía. Cuando se ponía muy caliente, él corría al agua y me preguntaba qué tipo de pez quería ser. Sabía que la respuesta correcta era “un pez volador” porque, si le decía eso, él me levanta en sus brazos y me tiraba al aire. No sé por qué nunca antes había traído a Justin. El verano pasado nos quedamos en casa, esperando a que sus padres se fueran a trabajar para poder tener sexo en cada habitación de su casa, incluidos algunos armarios. Luego, cuando acabábamos, veíamos televisión o jugábamos videojuegos. Algunas veces llamábamos para ver qué estaban haciendo los demás y para entonces sus padres volvían; entonces nos íbamos a casa de alguien a beber, ver televisión o jugar videojuegos, o una mezcla de las tres. Fue genial porque no había escuela y estábamos juntos, pero realmente no nos llevó a nada. Dejo mis zapatos en el carro como solía hacer cuando era niña. Los primeros pasos son incómodos mientras sigo en el estacionamiento y el pavimento me hiere, pero entonces llego a la arena y todo está bien. La playa está completamente vacía hoy; aunque no esperaba que hubiese mucha gente, todavía es una sorpresa, como si hubiésemos encontrado a la playa durmiendo.
No puedo evitarlo. Empiezo a correr y girar. Mío, pienso. La playa es mía. El tiempo es mío. Justin es mío. Nadie, nada, va a interferir con eso. Grito su nombre, es como si aún estuviera cantando. Él me mira por un momento y pienso, Oh no, esta es la parte en la que me dice que parezco una idiota. Pero entonces él corre hacia mí, me sujeta y me hace girar. Él ha escuchado la canción y ahora estamos bailando. Reímos y competimos para ver quién llega primero al agua. Cuando la alcanzamos, hacemos una pelea de agua con la marea contra nuestras piernas. Me agacho a tomar algunas conchas y Justin se une, buscando colores que no serán iguales en cuanto se sequen, buscando cristal marino y espirales. El agua se siente tan bien, y quedarse inmóvil se siente tan bien porque hay todo un océano tirando de mí y tengo la fuerza para quedarme donde estoy. El rostro de Justin está desprotegido. Su cuerpo completamente relajado. Nunca lo veo así. Estamos jugando, pero no es el tipo de juego entre novios, en los que hay estrategias y marcadores y jugadas secretas. No, nos hemos sacado de todo eso.
Página
14
Le pido que construya un castillo de arena conmigo. Le cuento que Liza siempre tenía que hacer el suyo junto al mío. Ella construía una enorme montaña con un profundo lago alrededor, mientras yo hacía una pequeña casa llena de detalles con una puerta delantera y un garaje. Básicamente construía la casa de muñecas que nunca tuve, mientras Liza creaba la fortaleza que creía que necesitaba. Nunca tocaba mi castillo, no era la clase de hermana mayor que necesitaba destruir la competencia. Pero tampoco me dejaba tocar el suyo. Los dejábamos cuando los terminábamos para que la marea se los llevara. A veces nuestros padres se acercaban. A mí me decían “¡Qué lindo!”. A Liza era un “¡Qué alto!”. Quiero que Justin trabaje junto a mí en el castillo. Quiero que experimentemos lo que es construir algo juntos. No tenemos palas o cubetas. Todo tiene que ser con nuestras manos. Él se toma la parte de “un castillo de arena” en serio, y empieza con una base cuadrada con un puente levadizo hecho con su dedo. Trabajo en las torretas y las torres, los balcones son complicados, pero las agujas son posibles. En momentos cualquieras, él me hace un cumplido, pequeñas palabras como lindo, bien y genial, y siento como si la playa de alguna forma desbloqueara este vocabulario del calabozo donde él lo mantuvo todos estos meses. Siempre sentí, tal vez anhelé, que esas palabras estuviesen ahí. Y ahora sé que lo están. No hace calor, pero siento el sol en mis mejillas y cuello. Podríamos recoger más conchas y empezar a decorar, pero empiezo a aburrirme de concentrarme en el edificio. Cuando la última torre está lista, sugiero que demos un paseo. —¿Estás feliz con nuestra creación? —me pregunta. —Mucho —ito.
Caminamos al agua para lavarnos las manos. Justin regresa la mirada a la playa, a nuestro castillo, y parece perdido por un momento. Perdido, pero en un buen lugar. —¿Qué pasa? —inquiero. Él me mira con gentileza y dice: —Gracias. Estoy segura de que me ha dicho esa palabra antes, pero nunca así, nunca de una manera que me hace querer recordarla. —¿Por qué? —pregunto. Lo que quiero decir es “¿Por qué ahora? ¿Por qué finalmente?”. —Por esto —aclara—. Por todo. Quiero confiar tanto en esto. Quiero pensar que finalmente hemos llegado al lugar al que siempre creí que podríamos llegar. Pero es demasiado fácil. Se siente demasiado fácil. —Está bien —me dice—. Está bien ser feliz. He querido esto por tanto tiempo. Así no es como lo imaginé, pero nada nunca lo es. Estoy sobrecogida por cuánto lo amo. No lo odio para nada. No hay una sola parte en mí que lo odie. Solo hay amor. Y no me aterra, si no todo lo contrario. Lloro porque estoy feliz y lloro porque no creo haber notado nunca antes cuánto esperaba ser infeliz. Lloro porque, por primera vez en mucho tiempo, la vida tiene sentido.
Página
15
Él me ve llorar y no se burla. No se pone a la defensiva ni me pregunta qué hizo esta vez. No me dice que me lo advirtió. No me dice que me detenga. No, me envuelve con sus brazos y me abraza y toma estas cosas que son solo palabras para convertirlas en más que palabras. Confort. Me da algo que realmente puedo sentir: su presencia, su abrazo. —Estoy feliz —suelto, temerosa de que piense que lloro por alguna otra razón—. Realmente lo estoy. El viento, la playa, el sol… todo nos envuelve, pero nuestro abrazo es lo único que importa. Me aferro a él ahora tanto como él se aferra a mí. Hemos alcanzado ese perfecto equilibrio en el que ninguno es el fuerte o el débil, ambos tomamos y damos. —¿Qué sucede? —pregunto. —Shhh —susurra—. No lo cuestiones. No siento preguntas, solo respuestas. Nada de miedo, solo plenitud. Lo beso y continúo nuestro perfecto equilibrio, que nuestras respiraciones se vuelvan una. Cierro mis ojos y
siento la familiar presión de sus labios, el familiar sabor de su boca. Pero hay algo diferente. No solo nos besamos con nuestro cuerpos, si no con algo más grande que nuestros cuerpos, quienes somos y seremos. Nos besamos desde una parte más profunda de nuestros seres y encontramos una parte más profunda de cada uno. Se siente como la electricidad en el agua, el fuego alcanzando el papel, la luz más brillante en los ojos. Paso mi mano por su espalda, por el frente, como si necesitara saber que él realmente está aquí, que esto de verdad está sucediendo. Dejo mis manos en su cuello, él deja las suyas en mis caderas. Meto los dedos por su cinturón, pero él me hace regresar mientras besa mi cuello. Beso debajo de su oreja. Beso su sonrisa. Él traza mi risa. Lo disfruto. Estoy disfrutando esto. No tengo idea de qué hora es, cuál día es. No tengo nada más que el ahora. Nada más que el aquí. Y es más que suficiente. Eventualmente mi mano baja por su brazo y toma su mano. Nos quedamos ahí por unos segundos, o tal vez unos minutos, tomados de las manos, frente contra frente, labios gentilmente sobre labios, drenados de la añoranza porque hemos encontrado todo. Luego nos apartamos con las manos aún juntas. Empezamos a caminar por la playa como hacen las parejas. El tiempo regresa, pero no da miedo. —Esto es asombroso —exclamo. Y luego hago una mueca involuntaria porque esto es lo que Justin llamaría una afirmación obvia. Pero, claro, este día, en este lugar, todo lo que hace es asentir. Él mira el sol, el cual se acerca al horizonte. Creo poder ver un bote mar adentro, pero podría ser solo un tronco o un espejismo. Quiero que todos los días sean como este. No entiendo por qué no lo pueden ser. —Deberíamos hacer esto cada lunes —afirmo—. Y martes. Y miércoles. Y jueves. Y viernes.
Página
16
Es una broma, aunque no del todo. —Acabaríamos cansándonos —replica Justin—. Es mejor que sea solo una vez. ¿Una vez? No sé a lo que se refiere. No sé cómo pudo haber dicho eso. —¿No vamos a volver a hacerlo? —pregunto. No quiero equivocarme. Realmente no lo quiero. Él sonríe. —Bueno, nunca digas nunca. —Nunca diré nunca —prometo.
Compañía. Ahora hay otras parejas en la playa. Solo unas pocas, todas mayores. Nadie nos pregunta por qué no estamos en la escuela. Nadie nos pregunta qué hacemos aquí. En lugar de eso parecen felices de vernos. Me hace sentir como si perteneciera a este lugar, que lo que hacemos está bien. Así es como va a ser, me digo. Y luego miro a Justin y pienso: Dime que así es como va a ser. No quiero preguntarle. No quiero tener que preguntar. A menudo son mis preguntas las que lo exasperan. No quiero que esto sea frágil, pero igual lo trato así. Empiezo a sentir frío. Tengo que recordarme que no es verano. Cuando me estremezco, Justin me rodea con un brazo. Sugiero que volvamos al auto y saquemos la manta de los besos del maletero. Entonces nos volvemos y regresamos a donde empezamos. Nuestro castillo sigue aquí, todavía de pie, incluso mientras el océano se acerca más y más. En cuanto tenemos la manta la llevamos a la playa. En lugar de envolver nuestros hombros, la ponemos en la arena y nos presionamos el uno contra el otro. Nos acostamos a ver las estrellas aparecer en el cielo. Las nubes pasan sobre nosotros. De vez en cuando aparece un ave. —Este es uno de los mejores días de mi vida —afirmo. Sin girar su cabeza, Justin pone su mano en la mía. —Cuéntame de otros días así —pide.
Página
17
—No sé… —empiezo. No puedo imaginar otro día como este. —Solo uno. El primero que se te ocurra. —Pienso en las veces en las que fui feliz. Realmente feliz. Tan feliz como un globo. Y el recuerdo más extraño aparece en mi cabeza. No tengo idea de por qué. Sé que necesito responderle, pero le digo que es estúpido. Él insiste de todas maneras. Me giro hacia él y él pone mi mano sobre su pecho mientras hace círculos. Él está aquí. Esto es seguro. —Por alguna razón —le cuento—, lo primero que se me ocurre es el desfile de modas madre e hija. Lo hago prometer que no se reirá. Él lo promete. Y le creo.
—Estaba en cuarto, creo. Renwick hacía campaña para conseguir fondos para las víctimas del huracán y pidió voluntarios en clase. No se lo consulté a mi madre ni nada; me apunté sin más. Y cuando llegué a casa con la información... bueno, ya sabes cómo es mi madre. Estaba aterrada. Bastante le cuesta salir de casa para ir al supermercado como para protagonizar un desfile. ¿Delante de extraños? Habría sido mejor que le pidiera que posase para Playboy. Dios, lo que acabo de decir. Algunas chicas tienen mamás que festejaban todo el tiempo cuando eran jóvenes, que reían y coqueteaban y se vestían con ropa apretada. Yo no tengo una mamá de esas. Mi mamá siempre ha sido la misma, creo. Excepto tal vez esta ocasión. —Pero ¿sabes?, no dijo nada. Ahora, años después, comprendo lo que la hice pasar. No me obligó a que volviera a la clase y me desapuntara. Cuando llegó el día, condujimos hasta la tienda de Renwick e hicimos lo que nos dijeron. Pensaba que nos vestirían con lo mismo, pero nos dijeron que escogiéramos lo que prefiriéramos de la tienda. Y allí estábamos las dos, probándonos todas estas cosas. Yo me tiré a por los vestidos, claro está; en aquel entonces era más femenina. Escogí un vestido celeste que tenía volantes por todas partes. Me parecía tan sofisticado. —Seguro tenía mucho estilo —afirma Justin. Lo golpeo juguetonamente. —Calla, deja que te lo cuente. Él sostiene mi mano sobre su pecho. Antes de poder continuar, me la besa. Creo que la historia podría terminar ahí, pero él se aparta y pide: —Sigue.
Página
18
Por un segundo olvido por dónde voy porque por un momento me salgo de la historia y vuelvo al ahora. Luego lo recuerdo: mamá, el desfile. —Así que elegí mi vestido que quería ser elegante —continúo—. Después fue el turno de mi madre. Me sorprendió porque ella también se puso a mirar vestidos. Nunca antes la había visto usar ropa así. Y creo que eso fue lo que más me gustó. No era yo la Cenicienta, sino ella. Después de que escogiéramos la ropa, nos maquillaron. Pensaba que mamá iba a enloquecer, pero no; incluso lo disfrutó. No es que le hicieran gran cosa, solo le dieron un poco más de color. Pero es porque tampoco necesitaba más. Estaba hermosa. Sé que, viéndola ahora, resulta difícil de creer pero, aquel día, parecía una estrella de cine. Las demás madres le hacían cumplidos. Y cuando nos tocó salir, desfilamos y la gente nos aplaudió. Las dos sonreíamos, ¿sabes? Y lo hacíamos de verdad.
Tan real como ahora con Justin a mi lado escuchando, el cielo arriba, la arena por debajo. Es real de una forma tan intensa que parece irreal. No tenía idea de que era posible sentir tanto al mismo tiempo y que todo fuera verdad. —No dejaron que nos quedáramos los vestidos ni nada —agrego—, pero recuerdo que, durante el viaje de vuelta, mamá no paraba de decir lo bien que se lo había pasado. Cuando llegamos a casa, papá nos miró como si estuviéramos locas, pero decidió seguirnos la corriente, eso fue lo más genial. En vez de enfadarse, empezó a decir que éramos supermodelos y nos pidió que desfiláramos para él en la sala. Y lo hicimos. No sabes cuánto nos reímos. Y eso es todo. El día terminó. No creo que mamá haya vuelto a maquillarse desde entonces. Bueno, tampoco acabé siendo modelo. Pero aquel día me recuerda a este porque fue como romper con todo, ¿no? —Eso parece —replica Justin. La forma en que me ve, es como si acabase de notar cuán real soy, cuán aquí estoy. Lo que acabo de decir no lo vale. Lo que significa que yo debo valerlo. —No puedo creer que te lo haya contado. —Es como si le estuviera dando la oportunidad de cambiar de opinión. —¿Por qué? —Porque sí. No sé. Porque es una tontería. —No —afirma—, me parece un día maravilloso. —¿Qué hay de ti? —pregunto. Sé que lo estoy presionando. Una cosa es que escuche, pero es muy diferente que realmente me cuente algo. —Nunca he participado en un desfile madre-hija —bromea. Ja-ja. Entonces tal vez esto no es serio para él. Lo golpeo en el hombro y digo:
Página
19
—No, cuéntame un día en el que te sintieras como hoy. Puedo ver que lo está pensando. Al inicio creo que está debatiendo si contarme algo o no. Pero luego noto que no, solo intenta encontrar una buena respuesta. —Una vez cuando tenía once años —empieza. No está observando distraídamente hacia el océano o algún lugar. Me está mirando directamente a los ojos, la cual es su forma de decirme que esta historia es para mí—. Mis amigos y yo estábamos jugando al escondite. Pero ya sabes, a lo bestia, como los chicos. Estábamos en el bosque y, no sé por qué razón, se me ocurrió que tenía que esconderme en lo alto de un árbol. Creo que nunca antes había subido un árbol. La cuestión es que encontré uno con ramas bajas y empecé a escalar más y más alto. Era tan sencillo como caminar. Tal y como yo lo recuerdo, el árbol medía cientos
de metros. Miles. En un momento dado, crucé la línea de los árboles. Pero, no sé cómo, yo seguía trepando. Ya no quedaban más árboles alrededor. Estaba solo, agarrado al tronco, muy, pero que muy lejos del suelo. Fue mágico. No hay otra manera de describirlo. Oía cómo, abajo, el juego continuaba y mis amigos gritaban cuando los atrapaban. Pero yo estaba en un lugar completamente diferente. Veía el mundo desde lo alto, lo cual es extraordinario cuando sucede la primera vez. Nunca he volado en avión. Creo que ni siquiera he subido a un rascacielos. Y allí estaba yo, por encima de todo lo que conocía. Había llegado a un lugar especial. Y lo había hecho solo. Nadie me había ayudado. Y nadie me había pedido que lo hiciera. Había trepado, trepado y trepado… y esta era la recompensa: observar el mundo desde lo alto y estar a solas conmigo mismo. Y resulta que aquello era justo lo que necesitaba. Casi lloro al imaginarlo ahí. De vez en cuando me cuenta cosas de cuando era pequeño, pero nada así. Usualmente me cuenta las cosas malas, las difíciles. Principalmente como una excusa. Me inclino hacia él. —Es fascinante. —Sí, lo fue. —¿Eso fue en Minnesota? —Quiero demostrarle que recuerdo lo que me cuenta: cuando su familia se mudaba, lo frío que era. De esta forma sentirá que puede contarme más. También quiero decirle más. Siempre quiero decirle más, pero ahora que sé que está escuchando de verdad es algo diferente. —¿Quieres saber qué otro día me recuerda a este? —inquiero mientras me acerco más, como si construyera un nido de nuestros cuerpos para atrapar todos los recuerdo. Él me acerca, acomoda el nido. —Claro.
Página
20
—Nuestra segunda cita —confieso. —¿De verdad? —Parece sorprendido. —¿Te acuerdas? No lo recuerda. Lo cual es justo porque no es como si llamáramos todo como una cita. Es decir, hubo muchas veces antes de nuestra primera cita en las que estábamos en el mismo lugar con otras personas mientras coqueteábamos. Me refiero a la segundo vez en que llegamos y nos fuimos juntos y pasamos la mayor parte del tiempo juntos. —¿La fiesta de Dack? —menciono.
—Ah… Aún inseguro. —No sé. Tal vez no cuenta como una cita. Pero fue la segunda vez que nos enrollamos. Y, no sé, fuiste tan dulce. Pero no te enfades, ¿sí? No quiero arruinarlo. Temo arruinarlo. ¿Por qué no puedo dejar las cosas en paz cuando están bien? Pero entonces dice: —Ahora mismo no me enfadaría por nada. Lo juro. —Y cruza su corazón. Algo que nunca lo he visto hacer. Sonrío. No lo estoy arruinando. Realmente no lo hago. —Bien —empiezo—. Es que últimamente… es como si siempre tuvieras prisa. Tenemos sexo, pero no es realmente… íntimo. No me importa, es divertido… pero de vez en cuando es bueno que sea como hoy. Es como si tuvieras todo el tiempo del mundo y quisieras pasarlo conmigo. Y eso me encanta. En aquella época me mirabas de verdad. Era… era como si estuvieras en lo alto de ese árbol y me encontraras en la cima… y lo disfrutásemos juntos. Aunque estuviéramos en el patio de otra persona. Hubo un momento, ¿recuerdas?, en el que me pediste que me moviera para que me diera la luz de la luna. “No sabes cómo hace que te brille la piel”, me dijiste. Y así es como me sentí: resplandeciente. Porque tú y la luna me miraban.
Página
21
Nunca le he dicho tanto. En todo el tiempo que hemos estado juntos no estoy segura de haber dejado que palabras como estas salieran sin analizarlas primero. Creía que sabía lo que éramos, y eso era lo suficientemente bueno. ¿Qué es esto?, pienso. Ahora él se inclina y me besa, lo cual lo hace todo romántico. Justin ha podido hacer cosas románticas antes, claro. Pero nunca ha hecho que todo parezca romántico. El universo, este momento, es romántico. Y lo quiero. Lo quiero tanto. Quiero el toque de sus labios en los míos. Quiero la forma en que mi corazón palpita. Quiero este nido, mi cuerpo y su cuerpo. Lo quiero porque es esa clase irreal de lo real. Hay tantas cosas que podríamos decir, pero no quiero decir nada. No porque tema arruinarlo, sino porque justo ahora lo tengo todo. No necesito nada más. Cerramos los ojos. Descansamos en los brazos del otro. De alguna forma hemos llegado a ese lugar mejor en el que siempre se quiere estar.
Ni siquiera noto que me estoy quedando dormida. Estamos tan cómodos que supongo que simplemente es lo que sigue. Luego mi teléfono suena, el tono es más escandaloso que el océano. Sé quién es y, aunque quiero ignorarlo, no puedo. Abro mis ojos, me alejo de Justin y contesto: —¿Dónde estás? —pregunta mamá. Compruebo la hora. La escuela terminó hace un rato. —Solo salí con Justin —contesto. —Bueno, tu padre viene a casa esta noche, por lo que quiero que cenemos todos. —Está bien. Llegaré a casa antes de eso. En un hora, tal vez. En cuanto esas palabras salen de mi boca, el reloj que se había detenido empieza a avanzar otra vez. Odio a mi madre por causar esto y me odio a mí misma por dejarla. Justin se endereza, sus ojos dijo en mí como si supiera lo que he hecho. —Se hace tarde —comenta. Toma la manta y la sacude. Luego la doblamos, acercándonos y alejándonos una y otra vez hasta que la manta es un cuadrado. Usualmente solo la hacemos rodar y la tiramos en el maletero.
Página
22
Volver a casa se siente diferente. Ya no es una aventura, es solo volver a casa. Me encuentro diciéndole todas las cosas que nunca quiere escuchar: el drama de las relaciones de otras personas, la forma en que Rebecca intenta entrar a una buena escuela y dejarnos a los demás atrás (lo cual creo que debería hacer), la presión que siento para hacerlo bien o al menos lo suficientemente bien. Luego de un rato el sol se pone y las luces se encienden y las canciones que elegimos son más tranquilas. Me apoyo en su hombro y cierro mis ojos, me vuelvo a dormir. No era mi intención, pero es tan cómodo. Usualmente me apoyo en él para probar algo, para reclamar algo. Pero ahora es solo para tenerlo ahí. Para reconstruir ese nido. Cuando despierto veo que estamos cerca de mi casa. Deseo que no fuera así. La única forma de evitar deprimirme es crear un puente entre el ahora y la próxima vez en que sea como hoy. No necesito planear cuándo llegaremos ahí exactamente, solo necesito saber que está ahí para nosotros. —¿Cuántos días crees que podemos faltar a clases antes de meternos en problemas? — pregunto—. Quiero decir, si llegamos en la mañana, ¿crees que realmente noten que no estamos en la tarde?
—Creo que nos atraparían —ite. —¿Tal vez una vez a la semana? ¿Una vez al mes? ¿A partir de mañana? Supongo que se reirá con eso, pero en su lugar parece molesto. No por mí, sino por el hecho de que no puede decir que sí. Gran parte del tiempo tomo su tristeza como algo malo. Ahora casi lo tomo como algo bueno, una señal de que el día significó tanto para él como para mí. —Aunque no pueda ser como hoy, ¿comeremos mañana? —pregunto. Él asiente. —Y podríamos hacer algo después de clases. —Puede ser —responde—. Es decir, no sé qué va a pasar mañana, ahora mismo no estoy pensando en eso. Planes. Tal vez tenga razón, tal vez siempre intento atarlo en lugar de dejar que las cosas pasen. —Entiendo —replico—. Mañana es mañana. Vamos a acabar hoy con una buena nota. Una última canción. Un último giro. Una última calle. Sin importar cuánto intentes aferrarte a un día, este va a dejarte. —Ya llegamos —menciono cuando llegamos a mi casa. Hagamos que siempre sea así, quiero decirle. Él detiene el coche y abre las puertas. Termina con una buena nota, pienso tanto para mí como para él.
Página
23
Es tan natural arruinar algo bueno. Requiere de mucho control dejarlo ser lo que es. Me despido y lo beso con todo y él responde con todo. El día nos rodea, pasa a través de nosotros, entre nosotros. —Esa es la buena nota —le digo cuando acabamos. Y antes de poder decir nada más, me voy. *** Más tarde esa noche, justo antes de dormir, él me llama. Nunca recibo llamadas de él, siempre son solo mensajes. Si quiere hacerme saber algo, me lo dice, pero rara vez quiere hablarlo.
—¡Hola! —contesto un poco dormida, pero más que todo feliz. —Hola —replica. —Gracias de nuevo por hoy —suelto de inmediato. —Sí. —Algo no está bien en su voz. Algo está mal—. Sobre lo de hoy… Ya no estoy feliz o somnolienta. Estoy despierta. Decido hacer una broma: —¿Vas a decirme que no podemos faltar a clases todos los días? Eso no es típico en ti. —Sí —replica—, pero la cosa es que no quiero que pienses que todos los días van a ser como hoy, porque no lo serán, ¿bien? No pueden serlo. Es como si estuviera hablando para sí mismo. —Lo sé —aclaro—, pero quizá las cosas puedan mejorar. Sé que es posible. —No sé. Bueno, eso es todo. Hoy ha sido genial, pero no lo es todo. —Ya lo sé. —Bien. —Bien. Suspira. Tengo que volver a decirme que esta tristeza no es por mí. Tiene que ser por el hecho de que no puede estar conmigo. —Eso es todo —repite. No sé qué se supone que diga. Si está preocupado de que vaya a esperar esto de nuevo mañana… no puede pensar eso, ¿o sí? Decido dejarlo en paz, en su lugar digo:
Página
24
—Bueno, te veo mañana. —Sí, lo harás. —Gracias de nuevo por el día de hoy. Sin importar los problemas que nos esperen mañana, sé que valió la pena. —Sí. —Te quiero —menciono. Justin no es de decir “Te quiero”. La mayor parte del tiempo me resiente cuando lo digo, me acusa de decirlo solo para intentar que él me lo devuelva.
A veces tiene razón. Pero esta noche no lo digo por eso. —Que duermas bien. —Esta respuesta es más que suficiente para mí.
Página
25
No sé qué sucederá mañana, pero por primera vez no anhelo saberlo.
Capitulo 2 Traducido por PrisAlvS Corregido por Pily
Mamá se levanta antes que yo, como siempre, y se sienta a la mesa en el mismo lugar. Es como si creyera que papá o yo le vamos a robar la silla si no llega primero… y si pierde la silla, ¿en dónde pasará el resto del día? —Te ves bien —me dice. Lo cual sería un cumplido si no sonara tan sospechosa. No le digo que me aseguré que me viera bien porque es el aniversario de un día luego de que todo se pusiera mejor. Ella lo arruinaría realmente rápido. —Tengo un informe que entregar —contesto—. En clase. Sé que no me preguntará qué informe o cuál clase. Estoy ansiosa por llegar a la escuela tan pronto como pueda, quiero verlo, espero que se sienta igual que yo. Podría enviarle un mensaje y preguntarle, pero si las cosas van a cambiar, entonces también puedo cambiar. No necesito saberlo todo en todo momento. Mamá y yo hablamos un poco más, pero ninguna está escuchando realmente. Quiero irme y ella quiere quedarse. Es la historia de nuestras vidas. *** Tengo que ir en bus porque mi carro sigue en la escuela. Podría pedirle a Rebecca o a alguien más que me lleve, pero entonces tendría que pasar todo el viaje hablando en lugar de pensando.
Página
26
*** Su auto no está ahí cuando llego en bus. De hecho, él no aparece hasta que casi todos han llegado. Pero esta vez me nota esperándolo. Se acerca. Me saluda. Intento no atacarlo con mi felicidad. Aún es temprano. Apenas está despierto. —¿Seguro de que no quieres escapar? —pregunto solo para introducir un poco de lo de ayer. Parece confundido.
—¿En serio? —No —replico—. Pero una chica puede soñar, ¿cierto? —Como sea. —Empieza a caminar, asume que lo seguiré, lo cual hago. Lo entiendo. Más o menos. Ya que hoy no vamos a hacerlo de nuevo, probablemente lo mejor es no considerarlo una opción. De otro modo lo que sea que hagamos hoy se sentirá patético en comparación. Me estiro para tomar su mano. No sujeta la mía. —¿Qué se te ha metido? —me pregunta. Ayer, quiero decirle. Pero por la forma en que mantiene su mirada hacia el frente, sé que no es el momento indicado. Ni siquiera espera mi respuesta. Solo sigue caminando. Me digo que no es Justin Enfadado. Es Justin Perdido. Tiene que serlo. Cuando te imaginas a alguien perdido, usualmente es en un lugar como el bosque. Pero con Justin imagino un salón de clases. No es que tenga problemas para aprender o algo así. Esa sería una buena razón. Pero no. Solo se aburre, por lo que no se mantiene atento a lo que está pasando. Y solo empeora, y se pierde más, lo cual provoca que lo odie más. *** Intento quedarme en la playa. Mientras el profesor habla y Justin apenas me saluda entre el primer y segundo período, me recuerdo cómo fue. Convierto mi mente en una máquina del tiempo porque lo necesito.
Página
27
*** Sé que Rebecca va a hacerme preguntas en el tercer período, cuando estemos sentadas a la par en clase de arte. Y eso es exactamente lo que hace. —¿Dónde estuviste? —susurra—. ¿Qué pasó? Arte es una de las únicas clases que tenemos juntas porque a mi escuela le gusta mantener a los inteligentes lejos de los no-inteligentes, como si estar en clases conmigo pudiera afectar las notas de Rebecca. En arte algunos de los no-inteligentes se logran vengar. A mí me gusta porque nos da una oportunidad a Rebecca y a mí de estar juntas.
El señor K puso un motor de auto en el frente y nos pidió que lo dibujáramos con carboncillo. Siempre nos dice que no debemos hablar mientras trabajamos, pero siempre y cuando no hagamos mucho ruido y terminemos todo, realmente no le importa. El motor de Rebecca se ve peor que el mío, y me siento mal porque esto me hace sentir mejor. Le cuento que Justin y yo nos escapamos a la playa. Le cuento que fue algo espontáneo y que fue asombroso. —Debiste habernos pedido a Ben y a mí que los acompañáramos —comenta. Ben es su novio. También es inteligente. A Justin no le agrada para nada. —La próxima —replico. Ambas sabemos que nunca sucederá, pero estamos bien. Nuestra amistad no necesita que ella falte a clases, ni que Justin y Ben se lleven bien. Nosotras tenemos suficiente historia como para no necesitar hacer mucho en el presente. —¿No hacía frío? —pregunta. —Muy frío para nadar —respondo—. Pero lo suficientemente cálido como para estar ahí. Asiente. Lo que sea que le diga tiene sentido. Solo excluyo algunos detalles. *** Me pregunto si se supone que lo vea en su casillero como ayer. Pero la costumbre me lleva primero a la cafetería, y ahí está, en su lugar de siempre. —Hola —saludo.
Página
28
Asiente y me siento. —¿Alguien te ha preguntado por lo de ayer? —inquiero—. Es decir, no te has metido en problemas, ¿cierto? Hunde una papa en salsa de tomate. Eso es todo lo que almuerza. —Está todo bien, creo —contesta—. ¿Tú? —Rebecca tenía algo de curiosidad. Pero eso es todo hasta el momento. —¿Rebecca? ¿Curiosa? Esa es una novedad. —Dijo que la próxima vez ella y Ben quieren venir.
—No estoy seguro de que Ben nos dejaría subirnos a su Mercedes. Primero tendríamos que quitarnos los zapatos. Una vez fuimos a la casa de Ben y nos pidió que nos quitáramos los zapatos antes de entrar. A Justin y a mí nos pareció histérico. —¿No sabe que nuestras medias están más sucias que nuestros zapatos? —pregunta Justin. Eso se volvió una de nuestras bromas. —No le digas nada a Rebecca. —Intento que Justin lo prometa. Finge cerrar sus labios. Me relajo. Voy por mi almuerzo y, al volver, Rebecca y algunos amigos están a la mesa, por lo que Justin y yo somos parte de la gran conversación en lugar de tener la nuestra. Cuando la campana suena, le pregunto si puede hacer algo después de clases, y dice que no, que tiene trabajo. Lo dice como si debiera conocer su horario. Pero Target le envía el correo electrónico a él, no a mí. No señalo esto, en su lugar me recuerdo que Justin odia su trabajo. Me recuerdo que ayer fue una decisión, pero no podemos tomar nuestras propias decisiones todos los días. Lo importante es que cuando tuvo la oportunidad, me eligió a mí. Y tengo que esperar que la próxima vez me escoja a mí. *** Me envía un mensaje cuando llega del trabajo. Dos palabras. Largo día. Le respondo con una palabra. Sí.
Página
29
*** Patrones. Al día siguiente pienso en patrones. O, en realidad, pienso en momentos buenos y malos. Estoy acostumbrada a esos. El lunes, cuando estábamos en la playa, fue bueno. Eso lo puedo ver. Pero ahora, no es ni uno ni lo otro. Es como si hubiéramos desaparecido de la tabla. No está enfadado conmigo. Pero su amor es pasivo. No lo entiendo. Y no hay nadie con quien hablar. No con Justin. Cada vez que menciono la playa, es como si nunca hubiera pasado. No con Rebecca. Si le dijera más, parecería más loco de lo que es. No con mi mamá. Ella y yo no hablamos de los momentos buenos y los malos, es una forma de no tenerlos.
Sé que lo que tuvimos el lunes vale la pena. Pero no tengo a nadie para luchar, por lo que me vuelvo hacia mí. Sé que no estaba imaginándolo todo.
Página
30
Pero parece que he vuelto a mi imaginación ahora.
Capitulo 3 Traducido por PrisAlvS Corregido por Pily
El jueves llego primero a la escuela y lo espero. No lo analizo demasiado, solo lo hago. —Jesús, Rhiannon —exclama cuando sale del auto. Me aparto mientras él saca su mochila y cierra la puerta de golpe. —¿Qué? —pregunto. —¿Qué? —imita con voz aguda y femenina. Es una voz que le gusta usar cuando está de mal humor. —¿Horrible mañana? Niega con la cabeza. —Mira. Rhiannon. Solo déjame en paz por dos minutos, ¿bien? Solo pido dos minutos al día en los que nadie quiera nada de mí. Incluida tú. Eso es todo. —No quiero nada de ti —protesto. Me mira exasperado y dice: —Claro que sí. Tiene razón y lo sé. Tiene razón y eso duele un poco. Espacio. Quiero un novio y él quiere espacio.
Página
31
Ya que tengo suficiente espacio, espacio vacío, creo que es difícil para mí entender. —Lo lamento —murmuro. —Está bien. Es solo que… deberías ver cómo te ves ahí. Nadie más se queda en el estacionamiento. Estoy bien con verte. Pero cuando te quedas así es como si esperaras para atacar. —Lo entiendo —le aseguro—. Lo sé. Ya llegamos a la puerta. Suspira. —Te veo luego.
Supongo que no iré a su casillero. Supongo que eso está bien. —¿Seguro de que no quieres escapar? —pregunto. Puedo sentir la playa y el océano hablando a través de mí. —Tienes que dejar de decir eso —replica—. Sigue dándome la idea y un día puede que lo haga. No me pide que vaya con él. *** Tomo mis libros de mi taquilla, me preparo para el día. Mi corazón no está involucrado porque mi corazón no se siente cerca de mí. Escucho una voz saludar, pero al inicio no noto que me está hablando a mí. Me giró a la izquierda y veo a una pequeña chica asiática mirándome. —Hola —replico. No tengo idea de quién es. —Perdona, no nos conocemos —aclara—, pero es mi primer día aquí, estaba viendo qué tal es la escuela… y me han encantado tu falda y mochila. Por lo que pensé, ya sabes, en saludar. Porque, para ser honesta, ahora mismo me siento un poco sola. Bienvenida al club, quiero decir. Pero lo último que necesita escuchar es lo que está pasando por mi mente. Ya se ve sobrecogida. —Soy Rhiannon —le digo y dejó mis libros para darle la mano—. ¿No debería haber alguien contigo? ¿Un comité de bienvenida o algo así? Siento que este es el trabajo de Tiffany Chase. Parece enorgullecerse de mostrarle las cosas a la gente. Nunca la he entendido.
Página
32
—No lo sé —replica la chica. Todavía no me ha dicho su nombre. Le digo que estaría feliz de acompañarla a la secretaría. Creo que se supone que debe anotarse ahí. Esto no funciona. —¡No! —exclama la chica como si acabase de amenazarla con llamar a la policía—. Es que… no estoy aquí oficialmente. De hecho, mis padres ni siquiera saben que he venido. Me han dicho que se iban a mudar aquí y… y quería ver el lugar para decidir si debía ponerme histérica o no. Oh, definitivamente estás actuando como una histérica, pienso. Pero no lo digo porque solo la hará sentirse peor. En su lugar digo:
—Eso tiene sentido. ¿Entonces faltaste a tu escuela para comprobar la escuela? —Exacto. —¿En qué año estás? —Segundo. Eso es gracioso, parece de primero. Pero si es de segundo, supongo que no hay nada malo con que me siga. Puedo fingir ser Tiffany Chase por unas horas. Eso me hará pensar en algo más que en Justin. —Yo también —replico—. Veamos si podemos lograr esto. ¿Quieres andar conmigo hoy? —Me encantaría. —Parece genuinamente emocionada. Es un buen recordatorio de que a veces es fácil hacer a alguien feliz. Tal vez es más fácil con los extraños. No estoy segura. Tal vez es más fácil con alguien que no te pide nada. *** El nombre de la chica es Amy, es casi cómico cómo se ajusta a mis amigos. Yo no podría conocer a tantas personas nuevas al mismo tiempo. Pero ella lo logra. Tiffany Chase ve que le enseño el lugar y parece enfadada. —¿Cuál es su problema? —pregunta Amy. —Usualmente es la guía turística —respondo.
Página
33
—Me gusta más esta versión. Sé que realmente no debería sentirme satisfecha con eso, pero así es. Como si estuviera desesperada por ser buena en algo que tomaría lo que me lanzasen. No comparto esto con Amy. *** No veo a Justin en nuestro lugar de siempre entre el primer y segundo período, pero aparece inesperadamente entre el segundo y el tercero. Me pregunto si se salió de su camino para compensar. No podemos hablar ni nada, pero al menos lo veo y noto que no parece muy enfadado. ***
Amy empieza a pasarme notas en clase de matemáticas. Al inicio supongo que solo tiene una pregunta. O tal vez es para decirme que ya es suficiente y que se irá para el siguiente período. Pero en su lugar es para… charlar. Me dice que las clases aquí son tan aburridas como en su verdadera escuela. Me pregunta dónde conseguí mi falda y si hay chicos que me gusten y si creo que haya chicos que a ella puedan gustarle. Hacemos esto por un rato. Descubre casi todas las manías de la señora Frasier y es buena para burlarse. (Habla como una monja, pero habla de trigonometría en lugar de Dios. Me pregunto cómo es su hábito. ¿Con patrón a rombos?) Me estoy divirtiendo, pero también me pone algo triste porque me hace notar que no he hecho un nuevo amigo desde que empecé a salir con Justin. Es como si desde que estamos juntos solo he visto a las mismas personas, y cada vez menos de ellas. Necesito que esta chica salga de la nada para tener a alguien con quien pasar notas. Vamos juntas a almorzar; dejamos nuestras cosas en la mesa, Preston enloquece por todos los broches en su mochila y le pregunta sobre los cómics japoneses. Amy parece acongojada y espero que Preston esté mostrando que es lo suficientemente gay como para que no crea que está coqueteando. Cuando Justin llega, noto que tiene algo en la cabeza. Le presento a Amy y le da el asentimiento de Justin. Luego me dice que dejó su billetera en la casa. Le digo que no es problema y le pregunto qué quiere. Dice papas fritas, pero también le compro una hamburguesa. Cuando se la doy me da las gracias y sé que es en serio. Incluso con Amy ahí, se siente como si siguiésemos nuestra rutina. Preston le pregunta otra cosa de cómics, pero en lugar de responder, se gira y me pregunta a cuánto está el océano de aquí.
Página
34
La palabra océano hace que mire a Justin, pero es como si él no la hubiese escuchado, como si su mente estuviera fija en quesoburguesa. —Es gracioso que digas eso —replico—. Fuimos ahí el otro día. Nos tomó como una hora. Justin está junto a Amy, frente a mí. Ella gira la cabeza y le pregunta: —¿La pasaron bien? Parece no haberla escuchado, por lo que respondo: —Fue increíble.
—¿Tú manejaste? —le pregunta a Justin. Esta vez sí la escucha. —Sí, yo conduje —contesta. —La pasamos muy bien —agrego. Y al decir eso me puedo aferrar un poco más. Es como si Justin y yo tuviéramos este secreto que estuviese frente a todos, pero nadie puede verlo. Ninguno va a indicarlo. Es nuestro. Solo nuestro. No me importa. Sé que Amy quiere preguntar más. Me recuerdo que solo es una amiga nueva, una visitante. Solo está aquí por un día. Justin, mientras tanto, regresa a su comida. No tiene nada más que decir sobre la cosa que significa tanto para mí. ***
Página
35
Amy me sigue como una sombra el resto del día y se mantiene tan silenciosa como una sombra. Imagino cómo debe ser, ver el futuro y verte viviendo en un nuevo lugar. Nunca he hecho eso. Siempre he estado aquí, anclada por unos padres que nunca buscan el cambio, acompañada por todas las otras personas que temen nunca irse. Por tantos años la idea de vivir en otro lugar era como la idea de vivir en un reino de cuento de hadas. Había lugares que existían como historias y lugares que existían como vida, y me enseñaron a nunca confundirlos. No fue sino hasta que Justin llegó y tuve una pareja de verdad y mi hermana se fue de la ciudad cuando empecé a preguntarme lo que seguía, pero en dónde. No quiero imaginarnos haciendo lo mismo en el mismo lugar dentro de diez o incluso dos años. Pero es difícil imaginarnos en otro lugar. A ambos nos gusta tirar del ancla, pero esta es muy fuerte. Mientras trabajo en clase de lengua, imagino cómo sería cambiar de lugares con Amy. Ni siquiera sé dónde está su escuela, pero me pregunto cómo sería tener un nuevo comienzo. ¿Seguiría siendo yo? ¿O sería alguien más? Tendría que ser alguien más porque no puedo imaginarme sin Justin. Duele pensar en eso. Me imagino caminando por esos pasillos… y lo sola que me siento ahí, pero peor que como me siento aquí. Recuerdo el océano y sé que, sin importar a dónde vaya, quiero que él venga conmigo. *** Me siento tonta, pero estoy un poco triste de ver que Amy se va. Mientras nos dirigimos al estacionamiento al final del día, anoto mi dirección de correo electrónico y se la doy. Justin
me encuentra mientras hago esto. Parece mucho mejor ahora que el día acabó. Y por la forma en que se retrasa, sé que quiere pasar tiempo juntos, no solo despedirse. —¿Me acompañas a mi auto? —pide Amy. Miro a Justin, quiero asegurarme de que va a esperar. —Iré por mi carro —masculla. Es bueno que parezca tener paciencia, porque Amy estacionó tan lejos de la escuela como pudo. Mientras caminamos me pregunto lo que Justin hará ahora. Intento descifrarlo cuando Amy rompe mis pensamientos y dice: —Dime algo que nadie sepa de ti. —¿Qué? —inquiero. Es una pregunta de fiesta de pijamas. —Es algo que me gusta preguntarle a las personas, que me digan algo que nadie más sabe. No tiene que ser algo grande. Solo algo. Decido seguirle la corriente con lo que sea que se me ocurra. —Bien. Cuando tenía diez intenté perforar mi oreja con una aguja de cocer. Llegué a la mitad y luego me desmayé. No había nadie en casa, por lo que nadie me encontró. Solo me desperté con la aguja en mi oreja y gotas de sangre en mi ropa. Saqué la aguja, me limpié y no lo volví a intentar. No fue hasta los catorce que fui a un centro comercial con mi mamá y me perforaron las orejas de verdad. Ella no tenía idea. ¿Qué hay de ti?
Página
36
Pasa un segundo mientras piensa en algo, lo cual es raro. Si es una pregunta que siempre hace, ¿no debería tener una respuesta lista? Luego de unos segundos dice: —Le robé a mi hermana Forever de Judy Blume cuando tenía ocho. Supuse que si era de la autora de Superfudge tenía que ser bueno. En fin, pronto noté por qué lo mantenía debajo de la cama. No estoy segura de haberlo entendido del todo, pero pensé que era injusto que el chico nombrara a su, ahm, órgano mientras la chica no. Por lo que decidí darle al mío un nombre. No puedo evitar reír o preguntar: —¿Cuál es su nombre? —Helena. La presenté a todos esa noche durante la cena. Resultó bastante bien. Helena. No logro descubrir si Justin encontraría esto gracioso o solo raro. Ya llegamos al auto de Amy.
—Fue genial conocerte —exclamo—. Con suerte te veré por aquí el otro año. —Sí —replica—, también fue genial conocerte. Me agradece por mostrarle la escuela, por presentarles a mis amigos y por soportar sus preguntas. Le digo que no fue problema. Justin conduce al lado y hace sonar la bocina. Casi le digo que quiero volver al océano. Pero en su lugar decido ver si puedo traer el océano. *** Vamos a su casa como siempre porque mi mamá pasa en mi casa. No tenemos oportunidad de hablar en el viaje porque voy en mi carro siguiendo el suyo. Pero incluso cuando llegamos no decimos mucho. Me pregunta si quiero tomar algo, y pido solo agua. Se roba algo de escocés, pero no mucho. No me importa que tome un poco, me gusta el sabor en su lengua. Se sienta en el sofá y enciende el televisor. Pero sé lo que está pasando. Es como si no pudiera obligarse a decir “Besémonos”. Algunas veces me besa en cuanto pasamos la puerta, pero usualmente tiene que asegurarse de que no hay nadie en casa, acostumbrarse a la gravedad de estar en casa antes de poder resistirla un poco.
Página
37
Por lo que la mayoría de las veces empieza así. Los dos miramos un programa, pero no de verdad. Se inclina hacia mí o yo hacia él. Dejamos nuestras bebidas. Una mano en una pierna, un brazo sobre un hombro. Los cuerpos se empiezan a confundir. No dirá que quiere algo de mí. Pero está en el aire. Está ahí y lo entendemos entre nosotros mientras sus manos suben por debajo de mi camiseta y mis manos tocan su mejilla, su oreja, su cabello. Regreso a él. Él regresa a mí. Pero luego no es suficiente equilibrarnos así. Presiona. Dice cosas, pero no son realmente para mí; son para lo que estamos haciendo. Son parte de lo que estamos haciendo. El calor se siente bien. El toque se siente bien. Pero no se siente como si fuera suficiente. No para él ya que quiere más y más y más. No para mí porque si lo fuera no estaría pensando en si es suficiente o no. No lo hacemos del todo, no en el sofá, solo en el dormitorio, donde hay una puerta que se puede cerrar y protección que se puede usar y sábanas con las que nos podemos cubrir luego de terminar y al quedarnos acostamos, complacidos. Pero todavía hacemos algo; hace lo que hace cuando estamos en el sofá y yo lo que hago cuando estamos en el sofá, y no tenemos nada de nuestra ropa puesta ni quitada. Empieza a murmurar, empieza a gemir, y sí, hay algo que quiere de mí, siempre hay algo que realmente quiere de mí, y se lo doy y me lo da de regreso. Quiero que lo consiga porque lo que más quiero es la dulzura de respirar juntos después.
Gruñe. Su espalda se estremece bajo mi mano. Me besa. Una vez. Dos veces. Tres veces. Nos recostamos. Encuentro su palpitar y apoyo mi cabeza. Dice más cosas.
Página
38
La televisión sigue encendida y lo que hace luego es lo que me hace sentir agradecida, lo que me hace pensar que quizá todo lo vale. Porque en lugar de volver a la televisión, la apaga. Se levanta y me trae más agua. No toma más escocés. Vuelve y regresa a su lugar en el sofá, luego me regresa a mi lugar sobre su pecho. Nos quedamos así por un rato. Ya no nos apuramos. Ya no queremos nada más que un punto de silencio de nada por compartir.
Capitulo 4 Traducido por belisrose Corregido por Pily
Estoy bien. Espero hasta después de la escuela el viernes para preguntar sobre la fiesta de Steve. —¿Podrías solo parar? —Es su respuesta. —¿Perdón? —inquiero—. No creo que merezca eso. Sacude la cabeza. —Lo siento. Estamos en mi casillero. Sé que tiene que ir a trabajar. Es por eso que estoy tratando de resolver esto ahora. —Solo voy a odiar por lo menos a la mitad de las personas allí —farfulla—. Siempre y cuando puedas lidiar con eso, podemos ir. Si Steve y Stephanie comienzan a atacar a los demás, no me esperes para calmarlo o llevarlo afuera o protegerla de su malicia de mierda. Solo déjame sentarme en la esquina y beber y ver a todo el mundo. —¡Solo una vez pelearon! —argumento—. Estos son nuestros amigos. La mayoría de las veces se comportan. Solo el tequila los pone así. Resopla. —Jesús, Rhiannon, abre tus ojos.
Página
39
—Puedes hacer lo que quieras en la fiesta —afirmo—. Yo conduciré, ¿bien? —Te lo estoy diciendo ahora, si voy, será en vano. —He sido advertida —mascullo—. Sé que he sido advertida. *** Es solo cuando estoy conduciendo para recogerlo el sábado por la noche que me pregunto por qué quiero ir a esta fiesta. Rebecca no estará ahí. Ella y Ben van a tener una "noche de cita". Preston y su mejor amiga Allie tienden a evitar las fiestas que ellos encuentran "odiosas". Y aunque soy amiga
de Stephanie, tengo que estar de acuerdo con Justin que ser el centro de atención de la fiesta podría no sacar su mejor comportamiento. Sobre todo, supongo, siento que algo nuevo puede suceder si vamos a la fiesta. Si nos quedamos en casa, no hay ninguna posibilidad de que algo nuevo vaya a suceder. Conseguimos pizza antes de irnos, aparentemente el padre de Justin le dijo que no podía salir a menos que su habitación estuviera limpia y Justin salió de la casa de cualquier manera. Cuando le preguntaba cómo era su papá, todo lo que decía era "militar", no podría decir si esto significaba su carrera o su actitud o ambas. Ahora siempre dice: “Por favor, Dios, no dejes que me convierta en ese hombre”. Creo que más o menos es la misma cosa con mi mamá, así que supongo que nos entendemos. En nuestro camino a casa de Steve, le pregunto si sabe quién más va a estar allí. —¿Realmente importa? —pregunta—. Da lo mismo quién esté allí. No creo que esté de humor para que yo argumente, así que me quedo tranquila. Una canción que me gusta suena en la radio, y me pongo a cantar. Me lanza una mirada como si fuera una mujer loca y me detengo. Cuando llegamos, dice: —Sabes dónde encontrarme. —Lo que significa: dondequiera que el alcohol esté. Se va tan pronto como cierro las puertas del auto, actuando como si la fiesta pudiera quedarse sin cerveza antes de que haya entrado. Lo cual, teniendo en cuenta la última fiesta de Steve, no está totalmente fuera de lugar.
Página
40
Atestado. Ya se siente como que hay gente en todas partes. No reconozco a algunos de ellos. Veo a Stephanie por un breve momento, ella suelta un chillido y me da un abrazo, luego se mueve para el siguiente con un chillido y un abrazo. Sé que debería ir a la cocina, tomar una copa, solo una, y permanecer al lado de mi novio. Pero me encuentro vagando lejos del lugar. Steve tropieza más allá de mí, debe de haber empezado a beber temprano. Saludo. Me dice que entre a la casa. Está muy ruidoso, algunos rap bitch-bashing compiten con toda la conversación, volviéndose cada vez más ruidoso. Me dirijo a la sala y veo un ordenador portátil conectado a los altavoces. Miro la lista de reproducción y parece que la canción que se está
reproduciendo se llama "¡My Dick’s Got Rights!" La siguiente canción se llama "Naked Like U Want Me".1 Pienso en quitarla. Pienso en poner a Adele. No hago nada. Miro alrededor y veo a Tiffany Chase hablando con Demeka Miller. Me acerco y la saludo. —¡Hola! —grita Tiffany sobre la música. —¡Sí, hola! —murmura Demeka. Me doy cuenta de la falla en mi plan, de que no tengo nada que decir a cualquiera de estas chicas. Casi le digo a Tiffany que ahora entiendo por qué le gusta pasear gente por la escuela, pero no creo que eso sea lo correcto para una fiesta. Va a sonar como si quisiera ser ella, cuando no lo es en lo absoluto. —¡Me encanta tu cabello! —le digo a Demeka. Recientemente añadió un mechón rojo. —¡Gracias! —exclama Demeka de vuelta. Tiffany y Demeka se miran entre sí. Claramente he interrumpido su conversación. Sé que debería alejarme. —¡Las veo por ahí! —me despido. Vago por ahí, pero no tan lejos. Una vez más, sé que debería dirigirme a la cocina. Pero no lo hago. Al lado de la computadora portátil hay unos discos compactos. Probablemente pertenecen a los padres de Steve. (No tengo ni idea de en dónde están en este momento). Adele está cerca de la parte superior. No tengo nada mejor que hacer, por lo que me pongo a revisarlos. Está Kelly Clarkson, quien me hace pensar en la fuerza del océano. Y está Fun, a quien también escuchamos.
Página
41
—Realmente me gustan ellos —me dice alguien señalando el CD—. ¿Y tú? Estoy sorprendida de se haya dado cuenta. El chico hablando conmigo parece totalmente fuera de lugar, lleva una chaqueta y una corbata a la fiesta como si fuera directamente de aquí a la iglesia por la mañana. Se ve desesperado por tener a alguien con quien hablar y, al mismo tiempo, siento esta extraña sensación de que quiere hablar conmigo en específico. Usualmente eso haría que mi guardia se alzara. Pero, por alguna razón, no decido alejarlo. —Sí —contesto, levantando el disco—. También me gustan.
1
Canciones: “My dick’s got rights!” significa “Mi pene tiene derechos”; “Naked like U want me!” significa “Desnudo(a) como me quieres”.
Silenciosamente, empieza a cantar "Carry On", la misma canción que Justin y yo cantamos en el auto. Decido tomar esto como una señal. Aunque no estoy segura del porqué. —Me gusta esa en particular —confiesa el chico. Extraño. Hay algo tan familiar en él. Está en sus ojos o en la forma en que me mira. Inofensivo. Me recuerdo que es inofensivo. —¿Te conozco? —pregunto. —Soy Nathan —responde. Le digo que soy Rhiannon. —Es un nombre hermoso —replica. Y no es solo algo que decir como "Me encanta tu cabello”. —Gracias —murmuro—. Solía odiarlo, pero ya no más. —¿Por qué? —Es un dolor para deletrear —aclaro. Y porque es diferente. No le digo todo el dolor que conseguí cuando era niña por ser tan diferente, lo mucho que me hubiera gustado que mis padres me hubieran dado algo más fácil. El hecho de que parece tan familiar sigue molestándome. —¿Vas a Octavian? —pregunto. Sacude la cabeza. —No. Solo estoy aquí para el fin de semana. Visitando a mi primo.
Página
42
—¿Quién es tu primo? —Steve. —Oh, eso lo explica —le digo. Y entonces, al igual que con Tiffany y Demeka, me encuentro completamente sin cosas que decir. Quiero decir, podría preguntarle a Nathan de dónde es, cuánto tiempo estará aquí, por qué está usando una corbata. Pero solo estaría llenando el tiempo hasta que me vaya, y eso no me parece justo. Estoy lista para tirar del enchufe y dejar morir la conversación. Pero luego él me sorprende. —Odio a mi primo —comenta.
Escándalo. Pero realmente no. Aun así, tengo curiosidad por qué. Continúa: —Odio la forma en que trata a las chicas. Odio la forma en que cree que puede comprar a todos sus amigos lanzando fiestas como esta. Odio la forma en que solo habla contigo cuando necesita algo. Odio la forma en que no parece capaz de amar. Guau. Apenas puedo recordar los nombres de mis primos. Nathan parece tan intenso sobre Steve. —¿Entonces por qué estás aquí? —pregunto. —Porque quiero verlo desmoronarse. Porque quiero ser un testigo de cuando esta fiesta se arruine, y si se mantiene así, conseguirá arruinarse. Desde una distancia segura, por supuesto. El chico está en llamas. Es divertido. Decido añadir más combustible. —¿Y estás diciendo que es incapaz de amar a Stephanie? —pregunto—. Han estado saliendo por más de un año. —Eso no quiere decir nada, ¿verdad? Quiero decir, estar con alguien por más de un año puede significar que los amas... pero también puede decir que estás atrapada. Atrapada. Qué estúpida, porque mi primer pensamiento es que Stephanie no esta tan atrapada como yo. Lo cual es ridículo. Ninguno de nosotros está atrapado. Me pregunto qué haría a Nathan decir tal cosa. Habla como si lo supiera.
Página
43
—¿Hablas por experiencia? —pregunto. —Hay muchas cosas que puedes tener en una relación —masculla. Sus ojos están pidiendo que escuche—. El miedo de estar solo. El miedo de perturbar la disposición de tu vida. Una decisión para conformarse con algo que está bien, porque no sabes si puedes conseguir algo mejor. O puede ser que haya la creencia irracional de que se va a mejorar, incluso si sabes que él no va a cambiar. Él. Supongo que Nathan está en el lado Preston de las cosas. —¿Él? —Le digo, para asegurarme. —Sí. —Ya veo. —Tal vez esto explica por qué lo estoy encontrando tan inofensivo, por qué estoy sintiéndome tan abierta para él. Las chicas no deben sentirse amenazadas por chicos que están con otros chicos.
Después de un momento, él pregunta: —¿Está bien? —Completamente —le aseguro. Me pregunto si Steve sabe. —¿Qué hay de ti? ¿Sales con alguien? —Sí —le digo. Luego, al ver a dónde va esto, agrego—: Por más de un año. —¿Y por qué siguen juntos? ¿Miedo de estar sola? ¿Una decisión de asentarse? ¿Una creencia irracional de que él va a cambiar? Ja. No estoy a punto de decirle que es mucho más complicado que eso. Así que en su lugar, digo: —Sí. Sí. Y sí. —Así que… —Pero también puede ser increíblemente dulce —agrego—. Y sé que, en el fondo, significo el mundo para él. Esos ojos no me dejaron salir de eso. —¿En el fondo? Eso suena como asentarse para mí. No deberías tener que aventurarte en el fondo con el fin de llegar al amor. Suficiente. No te conozco. Para. Suena como Justin hablando en mi cabeza, a pesar de que es mi voz.
Página
44
—Vamos a cambiar el tema, ¿de acuerdo? —pido—. Este no es un buen tema para una fiesta. Me gustaba más cuando cantabas para mí. Justin viene a través de la puerta ahora, Corona en mano. Explora la habitación, me ve, parece un poco feliz, entonces ve que estoy hablando con un chico y parece un poco menos feliz. —Entonces, ¿quién es este? —pregunta, acercándose. —No te preocupes, Justin —digo—. Es gay. —Sí, puedo decirlo por la forma en que está vestido. ¿Qué estás haciendo aquí? —Nathan, este es Justin, mi novio. Justin, este es Nathan. —Hola —dice Nathan. Justin deja eso colgar por un segundo, luego pregunta:
—¿Has visto a Stephanie? Steve está buscándola. Creo que ahí van otra vez. Hay un te lo dije muy incrustado en su voz. Y me lo dijo así. Le regreso un te lo dije y qué. —Tal vez se fue al sótano —replico. —Nah. Están bailando en el sótano. Bailando. La última vez que los dos bailamos estábamos probablemente muy borrachos en la casa de Preston hace unos meses. Lo extraño. —¿Quieres ir allí abajo y bailar? —pregunto. —¡Diablos, no! No he venido aquí a bailar. He venido aquí a beber. —Encantador —mascullo. ¿Qué estaba incluso pensando al preguntarle? Entonces imagino que tengo otra oportunidad—. ¿Te importa si me voy a bailar con Nathan? Echa otro vistazo a la chaqueta y corbata de Nathan. —¿Estás segura de que es gay? —Cantaré algunas canciones si quieres que te lo demuestre —ofrece Nathan. Justin le da una palmada en la espalda. —No, amigo, no hagas eso, ¿de acuerdo? Ve a bailar.
Página
45
Luego, saludando con la Corona, se dirige a la cocina. —No tienes que hacerlo si no quieres —le digo a Nathan. Sé que no estaría loca por la idea de bailar con alguien a quien no conozco, así que no puedo realmente esperar que lo haga. Pero dice: —Quiero. Realmente quiero. No sé por qué esto tiene sentido, pero así es. Así que me dirijo hasta el sótano. Hay otro tipo de ruido allá abajo, ruido de baile. En un toque total de Stephanie, todas las luces regulares han sido reemplazadas con bombillas de color rojo. Se siente como que estamos en el centro de un corazón latiendo.
Es difícil ver quién está aquí, pero detecto a Steve haciendo sus propios movimientos de pre-resaca en la esquina. Lo llamo. —¡Oye, Steve! ¡Me gusta tu primo! Asiente con la cabeza, así que supongo que los sentimientos que Nathan expresó no son del todo mutuos. —¿Has visto a Stephanie? —grita. —¡No! —grito de vuelta, pensando que probablemente es mejor si se mantienen separados hasta que entren en razón más sobrios. Tal vez porque es gay creo que Nathan saltará a bailar. Pero en su lugar, parece vagamente aterrorizado. Me recuerdo que está rodeado de extraños. Luego también me recuerdo que soy una de esos extraños, incluso si no se siente de esa manera. Tiro de él aquí abajo, así haría sentirlo como en casa. Me encuentro pensando que el baile es más que otra forma de cantar, y lo único que tengo que hacer es conseguir que cante de la misma manera que estaba cantando junto a la canción que no estaba sonando arriba. Está balanceándose ahora, bloqueado por todas las personas rodeándonos y el espacio que están ocupando. Trato de ignorar eso y centrarme solo en él y la música. Creo un espacio para atraerlo. Y funciona. Puedo sentirlo trabajando. Sus ojos emparejados a los míos. Su sonrisa emparejada a mi sonrisa. La canción. La canción está tomando la iniciativa. La canción nos está diciendo cómo movernos. La canción está guiando sus manos a mi espalda, a mi cintura. La canción está generando el calor y dándolo a nuestros cuerpos. La canción me está empujando más cerca. La canción y sus ojos.
Página
46
Luego una nueva canción. Empieza a cantar, y eso me hace feliz. Es todo lo que me está haciendo feliz, estar tan suelta en un lugar tan lleno de gente. Para no sentir a Justin tirando de mí en cualquier dirección. Para renunciar a todo. —¡No eres malo! —le grito a Nathan. —¡Eres increíble! —grita de vuelta. Más canciones nadan a través de la red. Cuerpos viniendo y yendo. Nadie gritando mi nombre. Nadie me necesita ni me pide algo. Pierdo el rastro. Del tiempo. De lo que estoy pensando. De dónde estoy y quién soy. Incluso pierdo el rastro de la canción. Pierdo el rastro de cada cosa, pero no del chico en corbata frente a mí, quien esta liberándose de sí mismo. Puedo decirlo, como alguien que sabe.
Entonces todo termina. Una canción se corta. Me siento como un personaje de dibujos animados, manteniéndome un minuto en el aire, y luego mirando hacia abajo y cayendo a la tierra. Las luces regulares están, han estado allí todo el tiempo, junto a las rojas. Oigo la voz de Stephanie gritando que se acabó la fiesta, que los vecinos han llamado a la policía. A pesar de que no es mi culpa, quiero pedir disculpas a Nathan. Porque se acabó. Tenía que terminarse. —Tengo que encontrar a Justin —le digo—. ¿Vas a estar bien? Asiente. —Mira —dice. Su mano aún está en mi muñeca—. ¿Sería extraño que te pidiera tu correo electrónico? No habría pensado que fuera extraño, excepto por él preguntando si era raro. —No te preocupes —añade—. Todavía soy cien por ciento gay. —Es una lástima —susurro. Entonces, antes de que mi coqueta interior pueda dejarme en ridículo, le doy mi dirección de correo electrónico, tomo su pluma y escribo su dirección de correo electrónico en un recibo. El sótano está casi vacío y el sonido de las sirenas está en la distancia. Stephanie no lo está diciendo… realmente necesitamos salir. —Es hora de irnos —indico. Los dos nos quedamos en el espacio que hemos creado, no quiero dejarlo a pesar de que las luces están encendidas. —No dejarás a tu novio conducir, ¿verdad? —pregunta Nathan. —Eso es dulce —le digo—. No. Tengo las llaves en mi control.
Página
47
Hay caos en la cima de las escaleras y estamos separados antes de que podamos decir adiós. Justin no está en la cocina, así que me imagino que ya está en el auto. Efectivamente, está paseando allí, esperándome. —¿Dónde estabas? —acusa mientras desbloqueo la puerta. —El sótano —le digo cuando estamos en el auto—. Lo sabías. Maldice un poco, pero sé que está maldiciendo a los policías, no a mí. Nos alejo, aliviada de no haber estacionado en la calzada, donde todo está respaldado. —Lo lograremos —le aseguro.
—Eres hermosa —ofende. —Estás borracho —replico. —Eres hermosa de cualquier manera —me dice. Luego se vuelve a apoyar en el asiento y cierra los ojos. Espero unos minutos. Entonces descubro una canción que me gusta en la radio y canto.
Página
48
Mientras Justin ronca, me encuentro a mí misma esperando que Nathan haya logrado salir bien.
Capitulo 5 Traducido por dehawny Corregido por PrisAlvS
Sé que Justin no trabaja el domingo, por lo que espero que podamos vernos aunque sea poco. Pero no se despierta hasta la una y, por lo que puedo ver en los mensajes que envía, no se siente muy bien. Le ofrezco ir y hacerle cualquier cura contra la resaca que quiera. Me responde dos horas después para decirme que todo lo que puede hacer hoy es dormir. Puede dormir incluso mientras sus padres le gritan por todo lo que duerme. Emborráchate, después lidia con la resaca… conozco la rutina. No es como si nunca hubiese estado así. Es solo que no me pongo así tan seguido como él. Le he preguntado antes al respecto. No por confrontarlo, solo por curiosidad. —Bebo para sentirme mejor —me dijo—. Y aún si me siento peor al día siguiente, vale la pena porque pude sentirme bien aunque sea por un momento, que es más de lo que hubiera podido decir sobrio. Hay veces que también puedo hacerlo sentir así.
Página
49
Hay veces que sé que está ebrio de mí. No solo cuando nos besamos, hay otras veces en que puedo hacer que olvide todo lo demás. El cual es un poder que nadie más tiene con él. Sé eso. Mi día se siente vacío porque está vacío de él. Mi madre me pregunta si quiero ir a la tienda con ella, pero sé que si lo hago, solo querré comprar cosas que no debería comer. Mi papá está en la computadora, trabajando, evitándonos para proveer para nosotras. Pienso en enviarle un correo a Nathan de la noche anterior, pero ese pensamiento pasa. Dudo que alguna vez vuelva a verlo. Lo que sea que tuvimos se fue porque estaba destinado a irse desde el momento en que comenzó. Distracción. Enciendo la televisión. Programas de amas de casa y de naturaleza. Un episodio de Friends que he visto unas 100 veces. Nada que quiera ver seguido por nada que quiera ver seguido por nada que quiera ver. Imagino hacer esto por siempre. Un infinito de nada que quiera ver. Es un día de esos.
Llamo a Justin. No puedo evitarlo. Quiero tanto hablar con él. Sé que no lo convenceré de dejar de tener resaca. No lo convenceré de salir de la cama y hacer algo conmigo… o incluso de quedarse en la cama y hacer algo conmigo. Estaría feliz de acostarme a su lado. —He decidido que el whiskey no es mi amigo —farfulla. —¿Sigues mal? —pregunto. —Mejor. Pero sigo mal. El día se nos ha arruinado por completo. —Está bien. Me he puesto al día con mis programas de televisión. —Maldición, desearía estar allí contigo. Estar enfermo es un puto aburrimiento. —También desearía que estuvieras aquí. Podría ir para allá si quisieras. —Nah. Dejaré que se pase solo. No sería justo pedir que te quedaras aquí cuando yo mismo estoy cansado de estar conmigo. —Estoy dispuesta. —Lo sé. Y lo aprecio. Pero no va a pasar. El hecho de que suene decepcionado hace que sea un poco más fácil vivir con mi decepción. Incluso si sigo quedándome sola lo que resta del día. Sola. Lo único que evita que me sienta completamente sola es saber que tengo a alguien que, si realmente lo necesitara, estaría allí. —Tengo que irme —suelta. No le menciono que en realidad no va a ir a ningún lado. Ninguno de los dos irá a ningún lado. —Nos vemos mañana —me despido, porque sé que no volveremos a hablar esta noche.
Página
50
—Sí, nos vemos. Mi madre llega a casa y la ayudo a guardar las compras. Hacemos la cena. No hablamos de nada. Ella habla, claro. Habla, habla y habla. Pero nosotras no hablamos en absoluto. Cuando vuelvo a mi habitación, reviso mi correo en mi teléfono. Me sorprende encontrar un mensaje de Nathan. Hola Rhiannon, Solo quería decir que fue un placer conocerte y bailar contigo anoche. Lamento que la policía llegara y nos separara. Aunque no eres mi tipo en cuanto a género, pero ciertamente eres mi tipo de persona. Por favor, mantengámonos en o.
N Sonrío. Es tan… agradable. Me pregunto si está soltero, aunque la verdad no puedo imaginar a Preston yendo por él. A Preston le gustan los chicos un poco más a la moda. O al menos que no vayan con corbata a una fiesta. También me pregunto por su tipo de persona. ¿Qué se supone que significa? ¿Dónde nos deja eso? Cállate, me digo a mí misma. Un buen chico trata de ser amigable conmigo y de inmediato pienso, ¿por qué molestarse? Hay algo muy mal conmigo. La razón para molestarse es que es un buen chico. Aprieto responder, pero no sé qué escribir. Siento que necesito una excusa por no haberle escrito primero; estoy segura de que el pedazo de papel con su dirección de correo aún está en mi bolsillo. También quiero sonar como alguien que recibe esta clase de correos todo el tiempo. Es raro porque la Rhiannon que se muestra en lo que escribí no suena en nada como yo. Suena como si realmente estuviera pasándola bien. ¡Nathan! Estoy muy feliz de que escribieras porque perdí el papel en el que escribí tu correo. Fue maravilloso hablar y bailar contigo. ¡Cómo se atreve la policía a separarnos! Tú también eres mi tipo de persona. Incluso si no crees en relaciones que duren más de un año. (No digo que estés equivocado, por cierto. Eso aún está por verse). Nunca pensé que diría esto, pero espero que Steve haga otra fiesta pronto. Aunque sea solo para que presencies su maldad.
Página
51
Besos, Rhiannon No sé por qué escribo "besos" de esa manera. Es que es lo que siempre escribo. Cualquier otra cosa parece fría. Pero ahora me preocupa haber sonado demasiado ansiosa. No ansiosa de la misma manera en que lo soy con Justin. Ansiosa por… lo que vaya a pasar. Al momento de apretar enviar, el vacío regresa. Vuelvo al día que estaba teniendo. Quizás esto es lo que la soledad realmente significa: descubrir lo pequeño que es tu mundo y no saber cómo ir a ningún otro lugar. Me meto a Facebook. Leo Gawker. Escucho una cuantas canciones en Youtube, incluyendo la canción de Fun del día con Justin, la que Nathan me cantó. Me siento estúpida haciendo eso. Sé que Nathan no lo encontraría estúpido.
De alguna forma lo sé. Y sé que Justin sí lo encontraría estúpido. Una vez le pregunté si pensaba que teníamos una canción. Digo, la mayoría de las parejas tienen una canción. Pero dijo que no tenía idea y que, de todas formas, no entendía por qué querríamos una. Me dije a mí misma que él tenía razón. No necesitábamos una. Todas las canciones podían ser nuestra canción. Pero ahora quiero una. No es suficiente que toda canción me haga pensar en él.
Página
52
Quiero una, solo una, que lo haga pensar en mí.
Capitulo 6 Traducido por dehawny Corregido por PrisAlvS
La resaca se extiende hasta el lunes. Es como si su personalidad se hubiera echado a perder por falta de uso. Está en la escuela, pero aún piensa que está en la cama. No puedo tomarme a mal que no esté feliz de verme porque no está feliz de ver a ninguno de nosotros. No dice más de dos palabras por oración y, tras unos cuantos minutos, decido dejarlo en paz. Muchos de nuestros lunes son así. Nuestro lunes en la playa parece haber pasado hace mucho más que solo una semana. ¿Qué está mal conmigo? *** —¿Cómo estuvo tu fin de semana? —pregunta Rebecca cuando llego a mi tercera clase. —¿Cómo no estuvo mi fin de semana? —replico. —¿A qué te refieres? —No lo sé. Es solo que no pasó mucho. —¿Cómo estuvo la fiesta? —Estuvo bien. Baile con el primo gay de Steve. Justin se embriagó. Vino la policía. —¿Steve tiene un primo gay? No sabía eso.
Página
53
—No creo que sean cercanos. —Bueno, si aún está por aquí, Ben y yo íbamos a salir con Steve y Stephanie durante la asamblea a la tarde. A tomar un café o algo. ¿Quieres venir? Noto que no ha invitado a Justin. Será una cita triple, solo que no me están pidiendo traer a mi cita. —¿Puedo responderte después? —pregunto. Rebecca no es estúpida. Sabe por qué no me estoy comprometiendo. —Cuando sea —me dice—. Estaremos allí de todas formas. Aunque sería genial pasar tiempo contigo. Siento que no nos hemos visto en años.
Ahora está claro que Justin está siendo excluido deliberadamente. Porque Rebecca me ve todo el tiempo. Es solo que, cuando lo hace, él siempre está a mi lado. *** Lo encuentro justo antes del almuerzo. —¿Qué estás haciendo? —pregunto. —¿Qué parece que estoy haciendo? —me pregunta de vuelta. Parece que está intercambiando los libros en su casillero. Parece que está a punto de ir a almorzar. —¿Qué quieres estar haciendo? —pregunto. Cierra de golpe la puerta del casillero. —Quiero jugar videojuegos —responde—. ¿Te sirve eso? —¿Quieres salir de aquí y hacer algo? Está esa asamblea a la séptima y octava hora. Nadie se dará cuenta de que no estamos. Estoy buscando esa chispa. Si es que se ha ido, estoy intentando encenderla de nuevo. Porque yo también tengo una chispa en mi interior. Y ahora mismo quiere brillar. —¿Qué mierda te pasa? —pregunta—. Si pudiéramos irnos, ¿no crees que ya lo hubiera hecho? Dios. Ya sé que se está bastante mal aquí. ¿Por qué tienes que seguir recordándomelo? —Esa no era mi intención —alego—. Tan solo pensé que podría ser como la semana pasada. —¿La semana pasada? No tengo idea de qué estás hablando.
Página
54
—¿La playa? ¿El océano? Sacude la cabeza como si yo estuviera inventando cosas. —Es suficiente, ¿de acuerdo? Alto. Así que me detengo. Me trago la chispa y siento cómo raspa mientras baja. Comemos con nuestros amigos. Preston pregunta por la fiesta, y Justin le dice que fue un asco. En su versión, las zorras no dejaban de amontonarse en la cocina, Stephanie le gritó por poner sus pies sobre una mesa; luego apareció la policía, porque la policía claramente no tiene nada mejor que hacer. Preston también pregunta cómo fue mi noche. Le digo que
mi noche también fue un asco. No le cuento sobre el sótano o el baile. No, mi versión se transforma en la versión de Justin. Él ni siquiera se da cuenta, pero igual lo hago. Estoy desapareciendo. Ese es el pensamiento que me pasa por la cabeza: Estoy desapareciendo. Como si nada de lo que diga o haga importara. Mi vida se ha vuelto tan mínima que es imposible de ver. La única forma que se me ocurre para pelear contra ello es mandarle un mensaje a Rebecca y decirle que estoy libre para salir después de la escuela. *** No le importa. Le digo que tengo planes durante la asamblea, y sinceramente no le importa. No pide ser invitado. Ni siquiera me pregunta cuáles son los planes. Irá a casa y jugará videojuegos. No me hablará a menos que yo le hable primero. Sé todo eso, pero ¿por qué me siento sorprendida, cómo si no fuera así que se supone que sean las cosas? *** Rebecca decide que está de ánimos para un helado y convence al resto de nosotros de que también estamos de ánimos, a pesar de que no es verano y el local de helado más cercano está a unos veinte minutos de aquí. Es, como esperábamos, sorprendentemente fácil salirnos de la asamblea; imaginamos que el autor de visita no nos extrañará demasiado, puesto que ninguno de nosotros había escuchado antes de él. Rebecca, Ben y yo nos amontonamos en su auto, y Stephanie y Steve se reúnen con nosotros allí. A Steve se le notan los efectos del fin de semana mucho más que a Stephanie; ella luce como si hubiera pasado los últimos dos días en el gimnasio.
Página
55
Recibimos nuestros conos de helado y buscamos una mesa. Cuando comenzamos a hablar no es sobre la fiesta, sino todo lo que pasó después. Toda la limpieza que se tuvo que hacer, todo el lío con la policía, quienes al final no arrestaron a nadie. Solo querían acabar con la fiesta y cumplieron su propósito. Stephanie ite que estaba un poco aliviada. —Hay ciertas personas —comenta—, quienes nunca se irán de una fiesta a menos que llegue la policía. —Por el tono de su voz, sé que se supone que sepa de quién está hablando. No tengo idea. —Me cayó muy bien tu primo —le digo a Steve—. Él me salvó la noche. Steve luce confundido. —¿Mi primo? ¿Cuándo conociste a mi primo?
—En la fiesta. Nathan. —Casi agrego tu primo gay, pero luego me doy cuenta de que no tengo idea de si Steve lo sabe. Ahora Steve se ríe. —¿En mi fiesta? No lo creo. Todos mis primos tienen como ocho años. Y ninguno de ellos se llama Nathan. No entiendo lo que está diciendo. —Pero lo conocí —mascullo débilmente. —Oh, querida —se suma Rebecca, dándome palmaditas en la mano—. Suena como que conociste a alguien que dijo ser el primo de Steve. —¿Pero por qué diría eso? Stephanie se encoje de hombros. —¿Quién sabe? Los chicos son raros. Lo que me molesta es lo honesto que parecía. Lo real. Ahora es como si lo hubiera inventado. —Tenía puesta una corbata —agrego—. Creo que era el único chico usando una corbata. —¡Ese tipo! —Steve se ríe—. Sí que lo vi. No es mi primo, pero definitivamente estaba allí. Me pregunto si Nathan es realmente su nombre. Me pregunto si de verdad es gay. Me pregunto por qué el universo me está haciendo esto. —No puedo creer que mintiera —me lamento.
Página
56
—Repito —murmura Stephanie—. Los chicos son raros. —Ya debes estar acostumbrada a unas cuentas mentiras, ¿cierto? —añade Rebecca—. Probablemente le gustabas y no sabía qué hacer al respecto. Eso pasa. No es el peor tipo de mentira. Creo que está intentando hacerme sentir mejor, pero quedo pegada en la primera parte: “Ya debes estar acostumbrada a unas cuentas mentiras”. —Justin nunca me miente —aclaro. Rebecca se hace la tonta. —No dije nada sobre Justin.
—Sé a qué te referías. Y te digo, Justin puede ignorarme y decir cosas inapropiadas y ponerse de mal humor, pero nunca, nunca me miente. Sé que no creen que tengamos mucho, pero tenemos eso. Rebecca y Stephanie se miran, claramente no me creen. Ben está mirando su teléfono. Parece que a Steve aún le divierte que un chico se colara a su fiesta fingiendo ser su primo. Odio este sentimiento. Mis "amigos" piensan que saben más de mi vida que yo. Y lo odio aún más porque esta vez pensé que tendría lo opuesto con Nathan. Estúpido, ciertamente, tras solo una conversación y un correo. Pero aun así, haya sido real o una ilusión, dejó una marca cuando se fue. Steve comienza a discutir con Stephanie sobre quien fue el invitado más ebrio de la fiesta, y mis preguntas sobre Nathan parecen haber sido rápidamente olvidadas. Terminamos nuestro helado y no sabemos qué hacer. Solo hemos estado afuera por unos quince minutos, pero la razón por la que estamos aquí ya no existe. Stephanie propone que vayamos a una tienda de segunda mano al final de la calle y, aunque Ben y Steve protestan, a nadie se le ocurre nada mejor que hacer. Estoy desapareciendo de nuevo, esta vez en silencio. Mientras Stephanie y Rebecca se prueban cosas y Steve revisa viejos CDs, Ben y yo rondamos por los costados. Él no deja de mirar su teléfono, pero entonces, mientras Stephanie y Rebecca debaten sobre quién luce mejor en un vestido de los cincuenta, me dice: —Sé que probablemente no importa, pero apostaría una buena cantidad a que el chico que dijo que era el primo de Steve tenía una razón para hacerlo. Los chicos actúan raro, cierto. Pero usualmente es por una razón. Y raramente es con mala intención. Es mucho más probable que le gustaras. —Luego vuelve a su teléfono y escribe otro mensaje. Tomo mi propio teléfono, deseando que haya un correo de Nathan explicándolo todo. Pero no hay nada. Así que le escribo uno.
Página
57
Nathan, Aparentemente, Steve no tiene un primo llamado Nathan y ninguno de sus primos fue a la fiesta. ¿Te importaría darme una explicación? Rhiannon Casi de inmediato, recibo una respuesta. Rhiannon, Puedo, de hecho, explicarlo. ¿Podemos juntarnos? Es la clase de explicación que necesita ser dicha en persona.
Besos, Nathan. Ese "besos" me llega. Sé que podría ser una burla o una broma. Y también sé que no es ni una burla ni una broma. Rebecca me está llamando para decidir quién se queda con el vestido. Ben se está alejando aún más, no queriendo ser involucrado. Steve sostiene un CD de Led Zeppelin y le pregunta a Stephanie si ya lo tiene. No respondo el correo. Aún no. Necesito pensar. *** Rebecca se lleva el vestido. Steve se lleva el CD. Stephanie encuentra otro vestido que dice que le gusta más que el que tiene Rebecca. Ben ve un diccionario y comienza a hablar sobre si es que los diccionarios, diccionarios en físico, existirán en veinte años. Cuando todos han terminado de comprar, hablan un poco sobre salir más y eventualmente ir a cenar.
Página
58
Les digo que tengo que ir a casa.
Capitulo 7 Traducido por PrisAlvS Corregido por Pily
No le debo nada a Nathan. Él me mintió. Debería dejarlo ir por esto. Pero aunque no le debo nada, siento que me debo a mí misma una explicación. Quiero saber. Me quedo despierta por media noche, intentando descifrarlo. Luego me levanto y le respondo. Nathan, Será mejor que sea una muy buena explicación. Te veré en la cafetería de la librería Clover a las 5. Rhiannon La librería parece un buen lugar para verlo. Es en público, pero también es un lugar al que Justin nunca iría. Ya sé que no le voy a decir sobre esto.
Página
59
*** Justin parece haber dormido bastante a pesar de que pasé la mayor parte de la noche despierta por mis pensamientos. Casi es una buena mañana para él. Cuando lo veo, no parece querer huir. Me pregunta cómo me fue con Rebecca y los demás; estoy impresionada porque no esperaba que recordara lo que hice. Incluso escucha mi respuesta como por un minuto. Luego se aburre, pero no lo culpo porque es bastante aburrido. No es lo que realmente está en mi cabeza. No es en lo que estoy pensando realmente. Esperando. No puedo soportar la espera sabiendo que estoy pegada en las partes aburridas. Reviso mi correo electrónico en el almuerzo y veo un mensaje de Nathan. Rhiannon, Ahí estaré. Aunque no como esperarías. Quédate y escucha lo que tengo que decir. A
Mi reacción inmediata es que no es gay. Y que su nombre debe empezar con una A. estaba coqueteando conmigo, y cuando lo atrapé inventó que era gay. Eso explicaría la conexión que sentí. Ambos imanes estaban funcionando. Sé que debería estar ofendida, pero a una parte de mí no le importa, especialmente porque era demasiado dulce como para coquetear del todo. Sigue siendo una mentira y sigo enfadada por eso, pero al menos es una mentira con la que me siento halagada. Sé que a Rebecca le encantaría que hablara con ella sobre esto. Sé que está perpetuamente lista para esa clase de conversaciones, cree que las amistades se construyen con estas conversaciones. Me siento frente a ella en el almuerzo y puedo ver los signos de pregunta salir de sus ojos, ¿acaso cree que algo está sucediendo o solo lo espera? Justin está a mi lado, por lo que no puedo decir nada. Pero aunque solo fuéramos Rebecca y yo, a salvo en su auto, no estoy segura de que le diría. Me gusta que es mío, solo mío. *** Llego a la librería temprano y me siento a una mesa por la ventana. Estoy nerviosa, como si fuera una primera cita. Sé que no debería sentirme así, solo vine aquí por respuestas, no para conseguir un novio. Ya tengo un novio. La cantidad de personas que entran a la cafetería es increíble cuando esperas por alguien. Al menos ya sé cómo se ve. Me pregunto si todavía usara una corbata. Tal vez esa cosa sea lo suyo. Tal vez es así de cerebrito. Podría ser amiga de alguien que se comporta así. Intento distraerme con un volumen de US Weekly, pero mi mente no quiere ni ver las imágenes. Una chica entra y no la noto hasta que está justo frente a mí, junto a mi mesa, sentándose. Descortés. —Lo lamento —digo—. Está ocupado.
Página
60
Espero que se disculpe y se vaya. Pero en su lugar dice: —Está bien. Nathan me envió. Raro. La miro bien, usa una camiseta de Anthropologia y pantalones de Banana Republic; asumo que no es mala. Pero su presencia me confunde. —¿Él te envió? —pregunto—. ¿Dónde está? —¿Estaba tan asustado de que me enojara que trajo refuerzos? Movimiento completamente de cerebrito. Lo busco para ver si no está vigilando, si está esperando hasta que sea seguro mostrar su rostro. Pero no está a la vista.
—Rhiannon —murmura la chica. Regreso la mirada a ella, quien me está mirando fijamente. Desconcertante. Hay algo importante que no me está diciendo. Está demasiado emocionada y aterrada como para decirme. Todo está en sus ojos. No aparto la mirada. No estoy lista para esto, sea lo que sea. —¿Sí? —susurro. —Necesito decirte algo —replica con voz tranquila—. Sonará muy, muy extraño. Lo que necesito es que escuches toda la historia. Probablemente querrás irte. Puede que quieras reír. Pero necesito que te lo tomes con seriedad. Sé que sonará increíble, pero es la verdad. ¿Entiendes? ¿En qué me metí? ¿Qué está pasando? Ni siquiera se me ocurre irme. No, esta es mi vida ahora. Lo que sea que me diga será mi vida. Todo está en sus ojos. Nos quedamos en silencio por un momento. Luego suelta todas las palabras. —Cada mañana despierto en un cuerpo diferente. Sucede desde que nací. Esta mañana desperté como Megan Powell, a quien ves frente a ti. Hace tres días, el sábado pasado, fue Nathan Daldry. Dos días antes fue Amy Tran, quien visitó tu escuela y pasó el día contigo. Y el lunes pasado fue Justin, tu novio. Creíste que fuiste al océano con él, pero realmente era yo. Esa fue la primera vez que nos conocimos, no he podido olvidarte desde entonces. No. Eso fue todo lo que mi mente pudo crear. No. Esto no es verdad. Esto no es lo que quiero. Vine a descubrir algo real. Y me están dando un montón de basura. Es el final del chiste. Soy la basura del chiste.
Página
61
—Es una broma, ¿cierto? —Estoy muy enfadada, demasiado molesta—. Tiene que ser una broma. Esta chica es buena. No se ríe. No baja la guardia. No. Continúa con mayor urgencia, como si necesitara que le creyera, como si necesitara que fuera peor: —Cuando estábamos en la playa, me contaste sobre el concurso de madres e hijas en el que estuvieron tú y tu madre, y que fue la última vez que la viste usar maquillaje. Cuando Amy te preguntó que le dijeras algo que no le hayas dicho a nadie, le contaste que te perforaste tu oreja a los diez, y ella te contó cuando leyó Forever de Judy Blum. Nathan se acercó a ti mientras revisabas discos y cantó la misma canción que tú y Justin cantaron durante el viaje al océano. Te dijo que era el primo de Steve, pero realmente fue solo para verte. Habló sobre estar en una relación por más de un año, y le contaste que le importas
mucho a Justin en el fondo; dijo que en el fondo no es suficiente. Lo que digo es… todas estas personas eran yo. Por un día. Y ahora soy Megan Powell y quiero decirte la verdad antes de que cambie de nuevo porque creo que eres increíble, porque no quiero seguir conociéndote como personas diferentes. Quiero conocerte como yo. Me siento acosada. Me siento engañada. Siento como si todo lo bueno que ha pasado en los últimos ocho días hubiese sido arruinado. La playa. El baile. Incluso guiar a esa chica por la escuela. Es solo la broma de alguien. Y solo hay una persona que pudo haber hecho esto. Solo una persona que lo pudo haber sabido. —¿Justin te puso a hacer esto? —No puedo creerlo, de verdad que no puedo—. ¿Crees que es gracioso? —No, no lo es —afirma, y la forma en que lo dice es como si de verdad no hubiese nada gracioso—. Es verdad. No espero que lo entiendas de inmediato. Sé lo loco que suena. Pero es la verdad. Lo juro. Es verdad. Realmente quiere que le crea. Creo que eso lo haría incluso más gracioso. Qué extraño es que no parece ser maldita. No parece alguien que ande torturándome. ¿Pero no es lo que está haciendo? —No entiendo por qué haces esto —le digo, mi voz tiembla—. ¡Ni siquiera te conozco! Nota que me perdió, lo cual la desespera más.
Página
62
—Escúchame —ruega, su voz se calma—. Por favor. Sabes que ese no era Justin contigo en la playa. Lo sabes en tu corazón. Él no actuó como Justin. No hizo las cosas que hace Justin. Es porque era yo. No pretendía hacerlo. No pretendía enamorarme de ti. Pero pasó. Y no puedo borrarlo. No lo puedo ignorar. He vivido toda mi vida así, y tú eres quien me ha hecho desear que pudiera detenerlo. Quiero dejar de escuchar. Quiero evitar haber venido, haber querido saber lo que pasaba. Debí haberlo dejado como un misterio. Porque aún sigue siendo un misterio, pero es uno mucho peor. Y la peor parte es que tiene razón. Justin no actuó como Justin. Lo sé. Pero eso no significa que no fuera Justin. Solo significa que fue un día mejor de lo usual. Tengo que creerlo porque esta historia no puede ser verdad. Es decir, ¿por qué no decir que los extraterrestres se lo llevaron? ¿Que lo mordió un vampiro? Y, espera, entonces está la parte más increíble de todas. De acuerdo a su historia, yo soy La Chica. Valgo todo eso. —¿Pero por qué yo? —pregunto, como si acabase de descubrir el fallo, que está equivocada—. Esto no tiene sentido. Pero no cede, ataca con todo de nuevo:
—Porque eres maravillosa. Porque fuiste amable con una chica cualquiera que apareció en la escuela; porque también quieres estar al otro lado de la ventana, viviendo en lugar de imaginándolo; porque eres hermosa; porque cuando estaba bailando contigo en el sótano de Steve el sábado sentí fuegos artificiales. Y cuando estábamos acostados en la playa sentí una calma perfecta. Sé que crees que Justin te ama en el fondo, pero yo te amo por completo. —¡Suficiente! —Oh, Dios, ahora le estoy gritando a la chica, ya lo estoy perdiendo—. Es solo… suficiente, ¿sí? Creo que entiendo lo que me estás diciendo, aunque ¡no tiene nada de sentido! —Sabes que no era él ese día, ¿no? Quiero que se detenga. No quiero saber nada de esto. No quiero pensar en esto. No quiero pensar en todas las formas en las que Justin ha logrado evitar hablar sobre lo que pasó ese día. En cómo mi amor por él tenía tanto sentido entonces, pero no desde entonces. En cómo no he vuelto a encontrar nada de la persona que fue ese día. No quiero pensar en cómo me sentí mientras bailaba con Nathan. En cómo se sintió cuando cantó. En la verdadera razón por la que vine aquí hoy. En lo que realmente quería. —¡No sé nada! —insisto. De nuevo es muy fuerte. Las personas están observando. Sea cual sea la historia que están creando en sus mentes, no será esta. Bajo mi voz, no quiero que escuchen más. No quiero hacer esto. —No lo sé —digo—. Realmente no lo sé. ¿Por qué? ¿Por qué me está pasando esto? ¿Por qué no puedo levantarme e irme? ¿Por qué pienso, aunque sea mínimo, que puede no ser una mentira? Ella. Esta chica. La miro. Su corazón está roto.
Página
63
Me mira y su corazón se rompe. No lo entiendo. No entiendo por qué. Su mano se acerca a la mía. Toma mi mano. Intenta que supere esto. Intenta hacerme superarlo. —Sé que es mucho. —Su voz suena dolida. Su voz es comodidad—. Créeme, lo sé. Apenas puedo hacer que las palabras salgan: —No es posible. —Lo es —replica—. Soy la prueba. Prueba. Una prueba es un hecho. Nada de esto es un hecho. Es una sensación. Todo es una sensación. No. Son miles de sensaciones. Muchas sí. Muchas no.
Ella quiere que crea… ¿qué? Que fue Justin. Que fue Nathan. Esa chica en la escuela. Otras personas. ¿Cómo puedo creer eso? ¿Quién creería eso? No puede ser un hecho. Pero aun así es una sensación. El sí. Está ahí. ¿Cómo puedo dejarme sentir eso? ¿Cómo? —Mira —empieza—, ¿qué tal si nos vemos aquí mañana a la misma hora? No estaré en el mismo cuerpo, pero seré la misma persona. ¿Eso haría que fuera más fácil de entender? Como si fuera tan sencillo. Como si no pudiera ser un truco. —¿Acaso no podrías decirle a alguien que venga? —indico. Si puedo ser engañada por una persona, ¿por qué no otra? —Sí, pero ¿por qué lo haría? Esta no es una broma. No es un juego. Es mi vida. La forma en que lo dice: Es mi vida. No una sensación. Hecho. —Estás loca —suelto. Si realmente cree lo que está diciendo, ¿cómo puede no estarlo? Pero no parece loca cuando dice: —Solo lo dices, pero sabes que no lo estoy. Puedes sentir eso. La miro de nuevo. Busco la mentira en sus ojos. El error. Y cuando no lo veo, decido; bien, es hora de hacer preguntas. Empiezo preguntando su nombre. —Hoy es Megan Powell.
Página
64
—No —corrijo—. Tu verdadero nombre. —Porque si realmente salta de cuerpo en cuerpo, tiene que haber un nombre para la persona ahí dentro. La dejo desconcertada. No esperaba esa pregunta. Espero a que se retracte, espero a que ría y diga que me engañó. Pero no ríe. Duda, pero no ríe. —A —ite finalmente. Al inicio no lo capto. Luego lo noto… me está diciendo su verdadero nombre. —¿Solo A? —inquiero. —Solo A. Lo escogí cuando era joven. Es una forma de mantenerme siempre, aunque vaya de cuerpo en cuerpo, de vida en vida. Necesitaba algo puro. Por lo que escogí la letra A.
No quiero creerlo. —¿Qué piensas de mi nombre? —desafío. —Te lo dije la otra noche. Pienso que es hermoso aunque lo considerabas difícil de deletrear. Verdad. Eso es verdad. Pero no puedo. No puedo. Estoy segura de que hay más preguntas, pero no se me ocurre ninguna. Estoy segura de que puede haber mucho más tiempo, pero ya se me agotó. No puedo hacer esto. No puedo permitir que esto sea real. No puedo empezar a creerle porque eso me haría parecer más tonta. Me levanto. Ella también. Aún hay personas mirándonos, imaginan que esta es una pelea o que somos una pareja o que es una primera cita que salió mal. Hecho: no es nada de lo anterior. Sensación: es todo eso. —Rhiannon —dice. Está ahí, en la forma en que dice mi nombre. Justin dice mi nombre así de vez en cuando. Como si fuera lo más precioso del mundo. Mejor olvido la risa de los demás, ahora soy yo quien quiere reír. Esto no puede ser verdad. No es posible.
Página
65
Va a decirme más. Va a presionar más. Va a decir mi nombre así de nuevo, y escucharé música que no debería escuchar. Levanto mi mano. —No más —pido—. No por ahora. Y entonces ahí está, la respuesta que no quiero, el beneficio en contra de la duda. —Mañana. Te daré el día de mañana porque esa es una forma de saber, ¿no? Si lo que dices es la verdad… quiero decir, necesito más de un día. Espero que se niegue. Espero a que discuta un poco más. O tal vez en este punto las cámaras saldrán y descubriré con humillación que todo era una cruel broma para la televisión.
Pero no. Nada de esto sucede. Solo me da las gracias. Verdaderamente agradecida. Agradecidamente agradecida. —No me des las gracias hasta que aparezca —le advierto—. Esto es realmente confuso. —Lo sé —acepta. Es mi vida. Tengo que irme. Pero entonces me giro una última vez para verla, encuentro que está en el borde entre la esperanza y la devastación. Es notable para mí. Aunque las alarmas son fuertes y claras en mi cabeza, siento que no la puedo dejar así. Quiero acercarla más a la esperanza y apartarla de la devastación. —La cosa es —explico—, realmente no sentí que fuera él ese día. No del todo. Y desde entonces es como si no hubiese estado ahí. No lo recuerda. Hay un millón de explicaciones, pero eso es. —Eso es —repite. No hay alarde en su voz, ningún truco. No puede ser real, pero lo es para ella. Hecho. Sensación. Sacudo la cabeza. —Mañana —menciona. Ahora es mi turno de repetirla.
Página
66
—Mañana —concuerdo, comprometiéndome con algo que siento se volvió un compromiso mucho tiempo atrás. Mañana. Una palabra que he usado desde que descubrí lo que significaba. Pero ahora… ahora se siente como algo diferente. Ahora se siente como algo levemente nuevo. *** No le envío un mensaje a Justin. No lo llamo. No, voy directo a su casa y llamo a la puerta. Sus padres siguen en el trabajo. Sé que está solo en casa. Tarda un par de minutos, pero abre la puerta. Está sorprendido de verme. —No habíamos planeado hacer algo, ¿cierto? —pregunta.
—No —contesto—. Solo necesito hablar contigo por un segundo. —Uhm, bien. ¿Quieres entrar? —Claro. Me lleva al estudio donde tiene su juego en pausa. Tengo que mover el control para sentarme junto a él. —¿Qué pasa? —inquiere. —Es sobre la semana pasada. Necesito hablar de eso. Parece confundido. O tal vez solo impaciente. —¿Qué hay de la semana pasada? —Cuando fuimos a la playa. ¿Lo recuerdas? —Claro que lo recuerdo. —¿Qué canciones escuchamos mientras conducíamos? Me mira como si hubiese hecho una pregunta sobre ciencia espacial. —¿Cómo demonios se supone que recuerde las canciones que sonaron? —¿Hacía calor o frío? —Tú estuviste ahí. ¿Acaso no lo sabes? —Me contaste una historia de cuando escalaste un árbol a los once. ¿Lo recuerdas? Bufa.
Página
67
—Apenas podía subir una escalera a los once, no creo que haya podido escalar un árbol. ¿Por qué me lo preguntas? —Pero recuerdas haber ido, ¿cierto? —Claro. Había arena. Había agua. Era una playa. No lo entiendo. Él recuerda algo. Pero no todo. Decido intentar mentir. —Fuiste tan bueno conmigo cuando esa medusa me picó. Dios, eso dolió. Pero me gustó cómo me cargaste hasta el auto. —¡No iba a dejarte ahí! —alega—. Eres fácil de cargar.
Él no estuvo ahí. Estaba ahí, pero no estaba ahí. Estoy tan confundida. Su mano está sobre mi rodilla, sube por mi pierna. —Podría cargarte justo ahora, si quieres. Se acerca para besarme, sus labios contra los míos. Su cuerpo empieza a presionarse contra el mío. Esto no es lo que quiero, y él no lo sabe. Y no quiero explicarlo, por lo que lo beso. Aceleración. Su mano se mete bajo mi camiseta. Su lengua en mi boca. El sabor de cigarrillo en él. El sudor y el polvo pegados en su mano por sostener el control. Sé que es malo apartarse, que lo heriré si lo hago, pero me alejo. No mucho, pero lo suficiente. Reacciona de la misma manera. —¿Qué? Supuse que ya que viniste hasta aquí… —No puedo —lo corto—. Tengo demasiado en mi cabeza. No estoy de humor. Acaricia mi seno con el pulgar. —Creo que conozco formas para ponerte de humor. Usualmente mi cuerpo reacciona a su toque. —Alto —pido. No es un idiota. Cuando le digo que se detenga, lo hace. Pero no parece feliz.
Página
68
—¿Estás cansada de mí? —pregunta. Intenta que suene como una broma. Quiero indicar que si se hubiese mantenido sobrio el sábado, podríamos haber hecho algo, ¿pero es la verdad? Después de bailar con Nathan, ¿realmente habría tenido sexo con Justin? Sé lo que debo decir, y eso hago: —No, nunca podría cansarme de ti. —Lo vuelvo a besar, pero claramente es una despedida—. Estoy cansada, sí, pero no de ti. Me levanto, pero no me acompaña hasta la puerta. En su lugar, toma el control y quita la pausa. Le he hecho daño, no era mi intención, pero lo hice.
—Te veo mañana —me despido.
Página
69
Mañana. La versión que él ofrece no es la misma que la que la chica —A— ofreció. Supongo que no sé a cuál mañana entraré hasta que llegue ahí.
Capitulo 8 Traducido por PrisAlvS Corregido por Pily
Me duermo después de la cena y me despierto justo antes de medianoche. En ese momento pienso, Quiero volver ahí. Quiero volver al día en el que todo era perfecto y Justin era todo lo que quería que fuera. Incluso si no era Justin. No puedo creer que me esté permitiendo pensar en eso. No puedo creer que esté abriendo mi correo electrónico. No puedo creer que esté escribiendo. A, Quiero creerte, pero no sé cómo. Rhiannon No puedo creer que esté presionando enviar. Pero lo hago. Y supongo que esto significa que hay una parte de mí que lo cree. *** Vuelvo a revisar mi correo durante el almuerzo. Rhiannon,
Página
70
No necesitas saber cómo. Debes decidirlo y sucede. Justo ahora estoy en Laurel, a más de una hora. Estoy en el cuerpo de un jugador de futbol americano. Sé cuán raro suena eso. Pero, como todo lo que te he dicho, es la verdad. Con amor, A Un jugador llamado James. O esta es la broma más elaborada jamás hecha a una chica estúpida o es real. Esas son las únicas dos opciones. Truco o verdad. Intento pensar en otra explicación, pero no hay nada en el medio.
La única forma de saberlo es seguir la corriente. A, ¿Tienes un auto? Si no es así, puedo ir a ti. Hay un Starbucks en Laurel. Me han dicho que nada malo pasa jamás en Starbucks. Hazme saber si quieres vernos ahí. Rhiannon Unos minutos después llega una respuesta: Rhiannon, Apreciaría que vinieras. Gracias. A Tengo que excusarme para ir al baño porque puedo ver que Rebecca se está preguntando con quién hablo en medio almuerzo. La respuesta es tan ridícula que no puedo ni pensar en una buena respuesta para cubrirla. A salvo en el cubículo, escribo: A, Llegaré a las 5. No puedo esperar para ver cómo te ves hoy. (Aún no lo creo). Rhiannon
Página
71
Y luego me quedo ahí, la chica en el baño con el teléfono, observo la pantalla que no presenta el mensaje que escribí porque ya lo envió a las manos de alguien que realmente no conozco. No hay nada que te hace sentir más tonta que querer que algo bueno sea verdad. Esa es la parte horrible: que quiero que sea verdad. Quiero que él (¿ella?, ¿él?) exista. Me prometí que no pensaría en eso hasta las cinco en punto; rompí esa promesa unas mil veces. Incluso Justin nota que estoy distraída. Justo cuando menos ocupo que preste atención él me busca preocupado luego de clases. —Te extrañé hoy —declara. Sus manos se mueven a mi espalda y empieza a liberar la tensión de mis músculos. Se siente bien. Lo hace en medio pasillo, cerca de nuestros casilleros, lo cual no es algo que haga a menudo. —También te extrañé —ito, aunque no se siente como si fuera verdad del todo.
—Vamos a buscar una Niña Exploradora para comprar galletas —propone. Río, luego noto que lo dice en serio. —¿Y dónde encontraríamos a una Exploradora? —pregunto. —A tres casas de mí, lo juro, tiene una bóveda llena de galletas de menta. A veces hay fila en su entrada. Es como una distribuidora. Tengo algo de tiempo. Aún no son ni las tres. Si me voy a las cuatro debería llegar a Laurel cerca de las cinco. —¿También tiene Samoas? —¿Esas son las que tienen coco o mantequilla de maní? —Coco. —Estoy seguro de que tiene la colección completa. En serio. Tiene un cartel. Noto que está emocionado. A menudo encuentro quejas en sus palabras o gestos, pero justo ahora no hay nada a la vista. Está feliz, y parte de la razón es porque está feliz de verme. —Vamos —exclamo. *** Estacionamos en su camino de entrada y luego caminamos. No toma mi mano o algo así, pero se siente que estamos juntos. La chica que atiendie la puerta no puede tener más de once años, es tan pequeña que me sorprende que su mamá la deje atender la puerta.
Página
72
—¿Ordenaron por anticipado? —pregunta y saca una iPad. Eso hace que Justin ría. —No. Es más bien que decidimos pasar. —Entonces no puedo prometer que haya —declara la chica—. Por eso insistimos en ordenar por adelantado. Estira una mano hacia una mesa a un lado y nos entrega una lista de galletas, al igual que una tarjeta con una dirección de una página en internet. —Pero ya que están aquí con gusto veré lo que puedo hacer. Solo sepan que las de menta refrigeradas solo se venden con orden previa.
Justin ni mira la lista. —Nos gustaría una caja de Samosas —pide—. Las de coco. —Creo que te refieres a las Samoas —corrige la chica—. Tendré que cerrar la puerta mientras reviso el inventario. ¿Seguros de que solo quieren una caja? Muchos dicen que solo quieren una y luego regresan al día siguiente por más. —Mia, sabes que vivo cerca. Solo tráenos una caja. Mia claramente está considerando una venta más grande, luego lo piensa mejor. —Un momento —indica, luego cierra la puerta en nuestra cara. —Sus padres una vez estaban tan desesperados que me pidieron que la cuidara — menciona Justin—. Y yo estaba tan desesperado por el dinero que acepté. Me ofreció galletas, luego dejó una nota para su madre diciéndole que redujera el costo de las galletas de mi pago. Quemé la nota y la tiré por el fregadero. Creo que no lo apreció. No puedo imaginar pedirle a Justin que haga de niñera. Y también puedo imaginar que sería lo más gracioso, si no intentas cobrarle. Mia regresa con una caja de Samoas. Justin toma la caja y empieza a alejarse sin pagar, lo cual hace que Mia se enfade. Luego Justin dice: —Es una broma. —Regresa y le paga con billetes de un dólar. —La próxima vez ordenen por adelantado —replica antes de cerrar la puerta de golpe. —No es la chica más dulce —comenta Justin mientras volvemos a su casa—. Pero ofrece buenas galletas.
Página
73
En lugar de volver adentro, Justin me guía al patio trasero. Su mamá tiene un pequeño jardín con una banca. Ahí es donde me lleva. —Una Samoa por tus pensamientos —ofrece mientras abre la caja y el plástico. —Mi único pensamiento es: “Quiero una Samoa” —respondo. —Toma —indica y pone una entre sus dientes. Me acerco y la agarro. —Rico —balbuceo con mi boca llena. Mete una en su boca. —Sí, rica —acepta, algo de coco cae en el aire entre nosotros. Luego de que traga, dice—: Imagino que tenemos el mismo sabor en este momento.
Sonrío. —Imagino que sabemos a coco. Y chocolate. Y caramelo. —Solo hay una forma de saberlo. Se acerca a besarme y lo dejo. Me digo que esto es lo que quiero. Justo como el océano. Justo como una pareja. Se aparta. —Rico. —Más. Presiona en busca de otro beso. Yo lo aparto y digo: —Me refería a otra galleta. —Ríe. Aprecio la risa. En lugar de insistir por otro beso, me pasa la caja. Agarro dos. Son realmente buenas, mucho mejor de lo que recordaba. Dulces y duras. —No te obsesiones —advierte Justin—. Así es cómo Mia te domina. Antes de que lo sepas estarás ordenando decenas por adelantado. Y entonces, lo peor, insistirás en que sean refrigeradas. —Hablas como si lo supieras. Apuesto a que tienes el refrigerador lleno de las de menta. —Oh, no. Es peor que eso. Ahora solo como las de menta que son gruesas. ¿Por qué estás de tan buen humor? deseo preguntar. Y luego me pregunto, ¿Por qué tienes que cuestionar esto?
Página
74
—¿Quieres ver mi colección? —pregunta. —Ya la he visto. —¿Y qué crees? —Es enorme. Estamos actuando como tontos, pero eso es agradable. Aunque hemos estado juntos por un tiempo, aún es lindo coquetear y sentir la ligereza del coqueteo. No quiero decirle que no puedo quedarme mucho tiempo. Sé que eso lo hará menos emocionante que un minuto atrás. Por lo que no digo nada. Pero tampoco me muevo para ir adentro. Lo beso aquí, en la banca. Lo beso aquí y me siento horrible porque una de las
razones por las que lo estoy besando es porque sé que será más fácil irme si ya estamos afuera. No lo siente, me está devolviendo el beso. Está feliz. Se asegura de mover la caja de galletas mientras nos pegamos. Empiezo a convencerme de que esto es lo que quiero, aquí es donde debo estar. Solo iré a ver a A para conseguir la explicación. Pero esa no es mi vida. Esta es mi vida. Justin es mi vida. *** Llego tarde. Tuve una hora para organizar mi mente, para calmarme, para aparentar ser una chica que no pasó una hora besándose con su novio. También he pensado qué preguntar, cómo saber si A dice la verdad. Es decir, no puede ser verdad. Pero busco cómo probar eso. Cuando llego a Starbucks, espero que la chica de ayer esté ahí. O Nathan. Alguien que me diga “ja-ja, fue una broma”. Pero ninguno de ellos está ahí. En su lugar, hay un chico… un gran jugador. Para nada mi tipo. Casi tan grande como para asustar. Pero se ve amable cuando me saluda. De nuevo, mi perspectiva cambia al verlo a los ojos. Todas las suposiciones se desvanecen. Respiro hondo. Sé que ocupo arreglar esto. Intento recordar mi plan.
Página
75
—Bien —empiezo en cuanto me siento a la mesa—. Antes de decir algo más, quiero ver tu teléfono. Quiero ver cada llamada realizada y recibida en la última semana. Si esta no es una broma, entonces no tienes nada que esconder. No puedo imaginar que Justin hizo esto, no después de que fue tan dulce conmigo. Pero quiero asegurarme de que su número no está en el teléfono. Quiero ver si hay mensajes o llamadas desde ayer. Busco, reviso los os. No encuentro ninguna llamada de ayer. Los dos mensajes son de sus amigos. No hay nada sobre mí en ninguna parte. Así que eso es todo. Le devuelvo el teléfono y le digo que es hora de interrogarlo. Empiezo preguntando lo que usé el día de la playa. La preocupación aparece en sus ojos. —No lo sé —ite luego de un minuto—. ¿Recuerdas lo que Justin usaba? Intento recordarlo, pero en su lugar recuerdo las emociones, la maravilla de todo, no la ropa. —Buen punto —confieso—. ¿Nos besamos?
Él sacude la cabeza. —Usamos la manta de los besos, pero solo nos dimos pequeños besos, nada grande. Eso fue suficiente. Noto cómo nombra la manta de los besos. Y el hecho de que no resulta importante para él. —¿Y qué te dije antes de salir del auto? —pregunto. —“Esa es la buena nota”. —Correcto. Rápido, ¿cuál es el nombre de la novia de Steve? —Stephanie. —¿A qué hora terminó la fiesta? —Once y quince. —Y cuando estuviste en el cuerpo de esa chica que guié por la escuela, ¿qué decía la nota que me pasaste? —Algo como “Las clases aquí son tan aburridas como en la escuela a la que voy”. —¿Y qué eran los broches en tu mochila? —Gatos anime. Intento pensar una forma en que él pudiera saber todo esto de distintas personas. Aparte de que me pueda leer la mente, no tengo nada.
Página
76
—Bueno —digo—. O eres un excelente mentiroso o cambias de cuerpo cada día. No sé cuál de las dos es la verdad. —Es la segunda —me asegura. Luego parece preocupado—. Vamos afuera —susurra—. Creo que estamos recibiendo atención no deseada. No puedo ver la persona a la que se refiere, pero puedo ver a los demás que fácilmente podrían estarnos escuchando. Aun así, su propuesta parece ser muy peligrosa para mi gusto. —Tal vez si fueras una pequeña porrista —replico—, pero, no sé si lo has notado, eres un gran tipo amenazante. La voz de mi mamá es fuerte y clara en mi cabeza: “Nada de esquinas oscuras”. Señala hacia la ventana a una banca junto a la calle. —Completamente pública, solo que sin personas espiando.
—Bien —acepto. Intento pensar en más preguntas mientras salimos. Ni siquiera compré un café, pero no parece el momento apropiado para buscar un latte. Parece nervioso. Y si soy honesta, sé que no es el nerviosismo de un asesino en serie. Parece que lo único que puede morir aquí son sus esperanzas. Nunca he visto a un chico esperar tan notablemente. Me pregunto si se da cuenta de lo que hace. Distancia, lo dejo sentarse primero para poder dejar un poco de distancia. Así puedo verlo a los ojos sin caer. Así puedo seguir siendo crítica. Quiero saber más, por lo que necesito preguntar más. Si va a convencerme, tendrá que decirme mucho más. —Entonces —continúo—, ¿dices que eres así desde que naciste? Duda por un momento. Asumo que él no habla de esto muy a menudo. Bueno, yo tampoco. —Sí —responde suavemente—, no puedo recordar algo diferente. —¿Cómo funcionaba eso? ¿No estabas confundido? De nuevo, lo piensa por un momento para contestar.
Página
77
—Supongo que me acostumbré. Estoy seguro de que, al inicio, creía que todos eran así. Es decir, cuando eres un bebé, realmente no te importa mucho quién te está cuidando, siempre y cuando alguien lo haga. Y de niño, creía que era un tipo de juego y mi mente aprendió a acceder naturalmente, a saber y a ver los recuerdos del cuerpo. Por lo que siempre sabía cuál era mi nombre y dónde estaba. No fue sino como hasta los seis o siete cuando descubrí que era diferente; y no fue sino hasta los nueve o diez que quise que se detuviera. —¿De verdad? —inquiero. La idea de dejar el cuerpo parece casi graciosa para mí. Un alivio. —Por supuesto —declara—. Imagina sentir nostalgia, pero sin tener un hogar. Así es como era. Quería amigos, una mamá, un papá, un perro… pero no podía aferrarme a ellos más que un solo día. Era brutal. Hay noches en las que recuerdo gritar y llorar, rogarles a mis padres que no me obligaran a ir a dormir. Nunca pudieron descubrir por qué tenía tanto miedo. Creían que era un monstruo bajo mi cama o un truco para conseguir que me leyeran otro cuento. Nunca podía explicarlo, no como para que me entendieran. Les decía que no me quería despedir y me aseguraban que no era una despedida. Solo un “buenas noches”. Les decía que era lo mismo, pero creían que estaba siendo tonto.
Ahora no suena nada gracioso. Suena solitario. Continúa: —Eventualmente hice las paces. Tenía que. Descubrí que esta era mi vida y no había nada que pudiera hacer. No podía pelear contra la corriente, por lo que decidí seguirla. No puedo entenderlo del todo. Ningún amigo. Nadie en tu vida por más que un día. Tan solitario. —¿Cuántas veces has contado esta historia? —le pregunto. —Ninguna, lo juro. Eres la primera. Solamente tú. ¿Por qué pienso en Justin justo ahora? ¿Por qué pienso en esa vez luego de beber vino cuando estaba en el asiento del copiloto de mi auto y me dijo eso? No estaba enfada, no me importaba conducir. En lugar de agradecérmelo, solo dijo eso. Y sonaba tan agradecido cuando lo dijo. Tan malditamente agradecido. Pero no puedo pensar en eso ahora. En su lugar, regreso a la historia de A. —Tienes que tener padres, ¿no? —inquiero—. Es decir, todos tenemos padres. Se encoge de hombros. —No tengo idea. Eso creería, pero no es como si pudiera preguntarle a alguien. Nunca he conocido a alguien como yo. No que lo fuera a saber. No siempre me llevo bien con mis padres, pero aún agradezco que estén ahí. Creo que me va a contar más sobre no tener padres, no tener raíces. Pero me sorprende. —He notado cosas —ite. Espero que diga más, que me diga qué significa, qué ha visto. Pero tengo que recordar que es nuevo en esto, aún tiene muchas dudas.
Página
78
—Adelante —mascullo. Permiso. Sonríe, feliz. Quiero abrazarlo, aunque solo por esa sonrisa. —Es solo… sé que suena como una horrible forma de vivir tu vida, pero he visto tantas cosas. Es tan difícil descubrir lo que la vida es realmente cuando estás en un solo cuerpo, estás tan concentrado en quién eres. Pero, cuando cambias todos los días, tocas el más universal. Incluso los detalles más mundanos. Descubres cómo el sabor de las cerezas cambia para las personas, el azul se ve diferente; ves los extraños rituales que tienen los chicos para mostrar afecto sin itirlo. Aprendes que si un padre lee para ti al final del día es una buena señal de que es un buen padre porque has visto muchos otros padres que no se toman el tiempo. Aprendes el verdadero valor de un día porque todos son muy diferentes.
Si le preguntas a la mayoría de las personas la diferencia entre un lunes y un martes, podrían decirte lo que cenaron cada noche. Yo no. Al ver el mundo desde tantos ángulos, percibo su dimensionalidad. —Pero no logras ver las cosas a través del tiempo, ¿no? —pregunto—. No pretendo cancelar lo que acabas de decir. Creo que lo entiendo. Pero nunca has tenido un amigo que hayas visto cada día por diez años. Nunca has visto a una mascota envejecer. Nunca has visto cómo cambia el amor de un padre luego de un tiempo. Y nunca has estado en una relación por más de un día, mucho menos más de un año. —Pero he visto cosas —ataca—. He observado. Sé cómo funciona. —¿Desde el exterior? —Realmente intento entender esto, pero es difícil. El azul se ve diferente—. Creo que no lo puedes saber desde el exterior. —Creo que subestimas lo predecible que las cosas pueden ser en una relación. Debí haber sabido que llegaríamos a eso. Sabía que esto saldría a relucir. Me conocía mientras era Justin, después de todo. Él lo sabe. O cree saberlo. Necesito aclararlo. —Lo amo —ito—. Sé que no lo entiendo, pero es así. —No deberías. He visto su interior, lo sé. —Por un día —señalo—. Lo viste por un día. —Y por un día viste quién podía ser él. Te enamoraste más de él cuando era yo. Esto era difícil de escuchar. No sé si es verdad o no. Si me hubiese preguntado ayer, habría dicho que sí. Si me preguntas ahora, después de las galletas de las Exploradoras, tal vez no.
Página
79
Se acerca a tomar mi mano, pero no puedo hacerlo. Es comprometerse demasiado. —No —exclamo—. No lo hagas. No lo hace. —Tengo un novio —agrego—. Sé que no te agrada, y estoy segura de que hay momentos en los que a mí tampoco me gusta, pero esa es la realidad. Ahora, lo itiré, me haces pensar que de hecho eres la misma persona que ya he conocido en cinco cuerpos. Lo que esto significa es que estoy tan loca como tú. Sé que dices que me amas, pero realmente no me conoces. Me has conocido por una semana, y necesito un poco más que eso.
—¿Pero no lo sentiste ese día? ¿En la playa? ¿No pareció todo bien? Sí. Todo dentro de mí da saltos con esa palabra: sí. Parecía bien. Pero esa era una sensación. Solo una sensación. Aún no puedo asegurar ningún hecho. Pero no puedo controlar mi respuesta, por lo que le digo: —Sí. Pero no sé por quién estaba sintiendo eso. Incluso aunque crea que eras tú, tienes que entender que mi historia con Justin se combina con esta. No me habría sentido así con un extraño. No habría sido tan perfecto. —¿Cómo lo sabes? —Ese es mi punto. No lo sé. No debí haber dejado a Justin. No debí haber inventado una excusa para irme. Esto es muy peligroso porque nada puede ser un hecho. Miro mi teléfono. No llevo mucho tiempo aquí, pero ya es casi demasiado. —Tengo que volver para la cena —menciono. Técnicamente es la verdad. Si quiero llegar a tiempo, debería irme ya. Creo que se negará, Justin lo haría. Él aclararía que quería que me quedara. Pero A me deja ir. —Gracias por venir hasta aquí —masculla. ¿Debería decirle que es un placer? ¿Qué significa eso siquiera? ¿Un placer por qué? —¿Te volveré a ver? —pregunta. No tengo el corazón para decirle que no porque hay una parte de mi corazón que se quiere quedar y que se quedará con él hasta que vuelva a buscarla.
Página
80
Asiento. —Te lo probaré —me dice—. Te probaré lo que significa realmente. —¿Qué? —El amor. No. Tengo miedo de eso. Tengo miedo de todo esto. Pero no le digo eso. En lugar de eso, me despido… el tipo de despedida que nunca es definitiva.
Capitulo 9 Traducido por Girls-&-Peace Corregido por PrisAlvS
Recuerdo la forma en que todos reaccionaron cuando me emparejé con Justin, cuando nos convertimos en algo. Ellos pensaron que no estaba prestando atención, pero sí. Rebecca me dijo que podía hacerlo mejor. Me dijo que Justin nunca podría preocuparse verdaderamente por nadie más porque, de hecho, él no se preocupaba ni por sí mismo. Dijo que yo merecía estar con alguien que tuviera su mierda en orden. Yo le dije que no conocía a nadie que tuviera su mierda en orden, incluyéndola. Ella me dijo que iba a fingir que yo no había dicho eso. Me dijo que yo era más inteligente de lo que creía, pero siempre me gustaba probarme que era estúpida al tomar malas decisiones. Yo le dije que lo amaba de todas formas y mi uso de la palabra amor nos sorprendió a ambas. Yo ataqué; ella retrocedió. Preston dijo que estaba feliz por mí y, cuando le pregunté por qué, me dijo que era porque había encontrado algo importante. Él no pensaba que Justin no fuera merecedor de mi amor porque creía que todos eran merecedores de amor. —Él te necesita y eso no es algo malo —aclaró—. Todos necesitamos un lugar en donde poner nuestro amor. —Recuerdo que me gustaba este pensamiento, que yo tenía una cierta cantidad de amor que necesitaba almacenar en algún lado y había decidido guardar algo de él en Justin. Steve dijo que Justin era decente.
Página
81
Stephanie dijo que no estaba segura. No creo que alguno de ellos, incluso Preston, esperara que durara más de un mes. Cualquier amor que hubiera almacenado en Justin finalmente sería regalado, perdido en un incendio, dejado a un lado de la carretera. Y si estas eran sus reacciones hacia Justin, no podía imaginar lo que dirían si les hubiera dicho sobre A. *** El pensamiento no dejará mi cabeza: Si esto es posible, ¿qué más es posible?
*** Llego a la escuela y camino hacia mi casillero; es solo cuando estoy en mi casillero que me percato de que no me he detenido para buscar a Justin. Y entonces, incluso más extraño, no lo voy a buscar. Espero para ver cuánto le tomará llegar buscándome. *** Nada entre el primer y segundo períodos. *** Nada antes del almuerzo. *** Incluso en el almuerzo, me siento entre Preston y Rebecca y, en vez de tomar el asiento frente a mí, se sienta más lejos. No es hasta el final del almuerzo que me dice algo. Y lo que dice es: —Estoy tan cansado. Sé que no soy quien va a despertarlo. ***
Página
82
Me encuentro preguntándome quién es A hoy. Dónde está A. Y, al mismo tiempo, me pregunto si todos los A que he conocido están en un cuarto juntos, riéndose de mí. Sin poder creer cómo una chica puede ser tan estúpida, viendo el video de mi cara una y otra vez, retándose entre ellos a presionarme más. Eso no es así, me digo. ¿Pero qué más es posible? *** Reviso mi correo después del almuerzo y encuentro unas palabras de él (¿ella?). Rhiannon,
Tú de hecho ya me has conocido en el cuerpo de hoy. Desperté como el gemelo de James, pensé que esto podría ayudarme a descifrar las cosas, pero, hasta ahora, no hay suerte. Quiero verte otra vez. A No sé qué decir ante esto. ¿Truco o verdad? Sí, quiero ver a A nuevamente. Sí, estoy asustada. No, no tiene sentido. ¿Pero qué lo tiene? Me pregunto esto toda la tarde. ¿Tiene sentido que Preston sea visto como El Gay cuando ninguno del resto de nosotros son vistos como Los Heteros? ¿Tiene sentido que el padre de Stephanie enloqueciera cuando ella (brevemente) salió con Aaron porque él es negro? ¿Tiene sentido que Justin y yo podamos volvernos tan cercanos como pueden serlo dos personas y, aun así, no poder descubrir algo para decirnos cuando estamos separados y caminando por los pasillos del colegio? ¿Tiene sentido que esté sentada aquí aprendiendo sobre el ciclo de gestación de una rana cuando no hay forma de que este conocimiento vaya a importarme tan pronto como el examen se termine? ¿Tiene sentido que el Sr. Myers esté pasando su vida enseñando el ciclo de gestación de una rana a niños a los que mayoritariamente no les interesa? ¿Tiene sentido que algunas personas consigan todo lo que quieren porque son atractivos? ¿Nos haría a todos más amables, o al menos un poco más humildes, si tuviéramos que cambiar de cuerpo todos los días?
Página
83
—¿En qué estás pensando? Justin me atrapa en mi casillero, aturdida. —No es nada —contesto—. Solo sueño despierta. Él lo deja ir. —Mira —continúa—. ¿Qué harás ahora? Es el final del día. No tengo idea de lo que haré. Podría haber conducido de regreso al Starbucks y reunirme con el gemelo del tipo de ayer. ¿Aunque cómo habría sabido si
realmente era un gemelo? ¿Qué si era el mismo tipo otra vez? No es como si realmente pudiera identificarlo. Repentinamente estoy recelosa. Realmente recelosa. Me pregunto si mañana me dirá que es un trillizo. O que se está quedando en el mismo cuerpo después de todo. Alarma. Estoy empezando a enfadarme. Irracionalmente enfadada. O quizá racionalmente enfadada. —¿Siquiera me estás escuchando? No lo estoy escuchando. Necesito escucharlo. Porque él es mi novio y no tiene idea de los que está pasando en mi cabeza. —Ningún plan —comento. Ambos sabemos lo que sigue. Pero él no va a decirlo. Quiere que yo lo diga. Así que lo hago. —¿Quieres salir? —Sí. Seguro. Como sea. *** Vamos a su casa. Él quiere ver un viejo episodio de Juego de Tronos.
Página
84
—¿Este es en el que alguien muere? —pregunto cuando comienza. Estoy bromeando. Todos son en los que alguien muere. —Sabionda —masculla. Reviso mi correo. Nada nuevo de A. No es como si mi silencio pudiera presionarlo a confesar. —Guarda eso —pide Justin—. Me distrae. Lo guardo. Me siento ahí. La cabeza de alguien es destrozada. No nos acostamos. ***
Solo es cuando tres episodios han terminado y me estoy alistando para irme que él me dice algo que está en su cabeza. —Jodidamente odio a los doctores —exclama. Estoy un poco confundida. No ha habido un doctor a la vista en Juego de Tronos, habría sido mucho mejor si hubieran estado. —¿Hay alguna razón en particular por la que odies a los doctores en este momento? — pregunto. —Sí, porque van a dejar morir a mi abue. La van a llevar a través del infierno y a hacernos a todos pagar por ello para que, al final, ella muera de todas formas. Eso es lo que siempre hacen. Los hospitales no harían dinero sin la gente enferma, ¿cierto? Ellos simplemente aman esta mierda. —¿Tu abuela está enferma? —pregunto. —Sí. Abuelo nos llamó anoche. Dice que es un cáncer serio. —¿Estás bien? —¿A qué te refieres con que si estoy bien? Yo no soy el del cáncer. Quiero preguntar, ¿Quieres hablar de ello? Pero la respuesta es bastante obvia. Él no quiere mi simpatía. No quiere decirme que está triste. Solo quiere que yo esté allí mientras él da rienda suelta a su rabia. Así que hago eso. Lo dejo gritar sobre los doctores y sobre cómo su abuelo es el único que fuma, pero mira cuál de ellos terminó con cáncer. Lo dejo criticar la reacción de sus padres. Está enfadado con ellos por no dejar todo de lado para ir a verla, cuando lo que realmente quiere decir es que él quiere dejar todo de lado para ir a verla. Pero no lo dirá. No a mí. No a sí mismo.
Página
85
Me quedo hasta que se agota. Me quedo hasta que cambia el tema. Me quedo hasta que él decide mirar un cuarto episodio. Estaré allí cuando él decida lidiar con ello. Él sabe eso y, justo ahora, eso es lo mejor que puedo hacer. *** Cuando llego a casa, mamá está sentada en su lugar habitual, viendo las noticias en su canal habitual. Si la historia es realmente triste (una chica que desapareció, un chico atrapado en un pozo), ella le habla a la pantalla, pequeños murmullos de simpatía, Oh, eso es muy malo o ¡Cielos!, que horrible. Me imagino al locutor principal mirando este cuarto, viendo a mi madre sentada en esa silla diciendo las mismas cosas. Porque ¿no se ha caído ella en su propia clase de pozo?
¿No ha encontrado su propia forma de estar perdida? Liza solía presionarla, diciéndole que necesitaba salir más, incluso diciéndole una vez que necesitaba conseguirse algunos amigos. Pero ahora que es mi turno, descubro que me he rendido. Probablemente es la única forma en que puedo hacerla feliz, dejarla sola. Eso es lo que mi padre ha estado haciendo todos estos años y parece haber funcionado bien para él. Pienso en llamar a Liza, en contarle lo que está pasando. Estás tan loca como ella. Eso es probablemente lo que ella diría. Pero mamá no está loca. Simplemente ya no le interesa. Ella disfruta sus programas, creo. *** Quiero verte otra vez. No creo que Justin alguna vez me haya dicho eso. Pero él realmente no ha necesitado hacerlo, ¿no? Nunca hay duda de que me verá otra vez. Nunca cualquier necesidad de quererlo. *** Comienzo otro correo electrónico: A, Solo quiero verte otra vez si esto es real. Rhiannon
Página
86
Pero no lo envío.
Capitulo 10 Traducido por belisrose Corregido por PrisAlvS
Me levanto y escribo otro correo. A, Así que, ¿quién eres hoy? Qué pregunta más extraña para preguntar. Pero supongo que tiene sentido. Si algo de esto tiene sentido. Ayer fue un día difícil. La abuela de Justin está enferma, pero en lugar de itir que está molesto por eso, él solo arremete más contra el mundo. Estoy tratando de ayudarlo, pero es difícil. No sé si quieres oír esto o no. Sé cómo te sientes acerca de Justin. Si quieres que mantenga esta parte de mi vida oculta de ti, puedo. Pero no creo que sea eso lo que quieres. Dime cómo está yendo tu día. Rhiannon Este lo envío. Trato de actuar como si fuera un correo electrónico normal que le enviaría a un amigo normal. Entonces trato de tener un día normal, en parte para averiguar lo que un día normal es en realidad. Al principio funciona. Voy a la escuela. Voy a clases. Voy a almorzar y me siento junto a Justin. Él no se comprometerá a cualquier emoción.
Página
87
Cuando el almuerzo termina, reviso mi correo. Rhiannon, Hoy también es un día difícil para mí. La chica en cuyo cuerpo estoy hoy está en un mal lugar. Odia el mundo. Se odia a sí misma. Está en contra de mucho, sobre todo del interior. Eso es muy difícil. Cuando se trata de ti y Justin, o algo, quiero que seas honesta conmigo. Incluso si duele. Aunque yo preferiría no lastimar. Con amor, A
Trato de volver a la normalidad. Trato de no imaginar dónde está A, cómo se ve ese cuerpo. Justin tiene trabajo, así que estoy por mi cuenta después de la escuela. Reviso mi correo electrónico de nuevo y encuentro un grito de auxilio. Realmente necesito hablar contigo ahora mismo. La chica en cuyo cuerpo estoy quiere suicidarse. Esto no es una broma. Hay un número de teléfono. Lo llamo de inmediato. Sé que no es una broma. Estoy segura de que hay gente que podría bromear sobre algo como esto, pero sé que A no es uno de ellos. Solo lo sé. La voz que responde es de una chica. —¿Hola? —Ella suena un poco como yo. —¿Eres tú? —pregunto. —Sí. Soy yo. —Recibí tu correo. Vaya. —Sí, vaya. —¿Cómo lo sabes? —Todo está en su diario, todas estas formas de matarse. Es realmente… gráfico. Y metódico. No puedo incluso entrar en ello, solo hay tantas maneras de morir y es como que ella ha investigado todas y cada una. Y se ha fijado una fecha límite. En seis días. Trago con fuerza. Me siento como la chica que una vez estaba llegando a eso. Trato de concentrarme en el presente.
Página
88
—Esa pobre chica —le digo a A—. ¿Qué vas a hacer? —No tengo ni idea. Suena tan perdida. Tan abrumada. —¿No tienes alguien a quien decirle? —sugiero. —No hubo entrenamiento para esto, Rhiannon. Realmente no lo sé. He estado allí, quiero decirle. Pero tengo demasiado miedo. —¿Dónde estás? —pregunto.
A me dice dónde está, y no es tan lejos. Le digo que puedo estar allí en un momento. —¿Estás sola? —pregunto. —Sí. Su padre no llega a casa hasta las siete. —Dame la dirección —pido. Después que lo hace, digo—: Estaré allí. *** No conozco a esta chica. A no me ha dicho mucho. Pero tal vez por eso sea más fácil llenar los espacios en blanco conmigo. No debería creerlo, pero lo creo de cualquier manera: Esta es la chica que hubiera sido si no hubiera conocido a Justin. Estaba así de mal. O tal vez eso es lo que parecía. No sé ahora. No puedo ver la diferencia. Todo lo que sé es que estaba convencida de que a nadie le importaría si me moría. Tenía fantasías elaboradas sobre mi muy simple funeral, nadie más que mis parientes allí. Ningún chico llorando en la primera fila. Nadie que pudiera levantarse y hablar de mí como si realmente me conociera. Sabía que no iba a hacerlo. Pero también sabía que podía. Atesoraba ese pensamiento. Que podía. La mayoría de las veces cuando pensamos que estamos buscando la muerte, estamos realmente en busca de amor. Ese fue sin duda mi caso. Porque Justin entró y me dio el significado que estaba buscando. Justin se convirtió en el doliente que yo quería, y eso llevó a otros amigos, otros dolientes. Pobló mi funeral hasta que no quería a nadie más.
Página
89
Pero me doy cuenta de que ese no es siempre el caso. Me doy cuenta de que hay chicas que no tienen eso. Me doy cuenta de que estoy conduciendo hacia una de ellas en este momento. No por lo que A me dijo, sino por el sonido de su voz. El miedo. Reconozco eso. *** Es un corto trayecto, pero trato de llegar con un plan. No estoy pensando en A en absoluto. No estoy preguntando por qué A, quien ha vivido en tantos cuerpos, no sabe qué hacer. No estoy sorprendida de que yo sepa más que A.
Solo estoy conduciendo y pensando tan rápido como puedo. *** Encuentro la casa. Es una casa normal. Toco el timbre. Suena como un timbre normal. Ella responde y, desde el momento en que la veo, sé que es otra chica que desaparece, que ella está desesperadamente tratando de desaparecer. Los signos de eso están tatuados en su cuerpo, el uso y desgaste. Es difícil para las personas poco saludables disfrazarse como personas saludables, especialmente una vez que han dejado de evitar que otras personas lo noten. La única diferencia son sus ojos. Sus ojos todavía están vivos. Sé que no es ella. Sé con certeza ahora que esto está sucediendo realmente. No es un truco. Solo la verdad. Un montón de sentimiento, pero en el centro de eso, los hechos. —Gracias por venir —saluda A. Me lleva a la habitación de la chica. Es un hoyo, como ella arremetió contra eso y se sacó a sí misma los restos para vivir. Sus ropas están por todo el lugar y no hay forma de saber la diferencia entre lo limpio y lo sucio. Ha roto el espejo. Cada cosa en las paredes está en camino de ser derribado. Ella bien podría cortar su muñeca y pintar “VÁYANSE A LA MIERDA” en las paredes. No es un desastre. Es ira. Hay una portátil en la cama. La abro. Sé lo que voy a encontrar, pero aun así me golpea en el intestino. Cómo apuñalarte a ti mismo
Página
90
Cómo sangrar Cómo ahogarte Cómo caer Cómo quemarte Cómo envenenarte Cómo morir
Estos no son hipotéticos. Esto no es su ser dramático. Este es su historial de búsqueda de hechos acordes a los sentimientos. Para terminar los sentimientos. Esté todo tan mal. Quiero sacudirla. Quiero decirle que se aleje de la funeraria. Y ahí está la fecha límite. Prácticamente mañana. A ha estado en calma mientras yo he estado leyendo. Ahora miro hacia ella. —Esto es serio —murmullo—. He tenido… pensamientos. Pero nada como esto. He estado de pie todo este tiempo, la portátil en mi mano. Ahora la bajo. Y entonces también me empujo a mí misma hacia abajo. Necesito sentarme. Me siento en el borde de la cama. A se sienta a mi lado. —Hay que detenerla —afirmo. Yo, quien estoy segura de tan pocas cosas, estoy segura de esto. —Pero, ¿cómo puedo hacerlo? —pregunta A—. ¿Y eso es en realidad mi derecho? ¿No debería ella decidir por sí misma? Esto no es lo que estoy esperando que diga A. Es tan ridículo. Ofensivo. —Entonces, ¿qué? —digo sin molestarme en mantener el enojo fuera de mi voz—. ¿Solo dejas que muera? ¿Debido a que no quieres involucrarte? Me toma mi mano. Trata de calmarme. —No sabemos a ciencia cierta que la fecha límite sea real. Esto solo podría ser su manera de deshacerse de los pensamientos. Ponerlos sobre un papel para no hacerlos. No. Esa es una excusa. No es momento para las excusas. Me lanzo: —Pero no crees eso, ¿cierto? No me habrías llamado si creyeras eso.
Página
91
Responde con silencio, así que sé que tengo razón. Miro hacia abajo y veo su mano en la mía. Me dejo sentirlo, dejo que signifique más que solo apoyo. —Esto es extraño —comento. —¿Qué? Aprieto una vez, luego tiro de mi mano. —Esto.
No lo entiende. —¿Qué quieres decir? Aunque es una situación diferente, a pesar de que estamos en una situación de emergencia en este momento, aún me está mirando de esa manera. Puedo sentir sus sentimientos por mí. Estoy recibiendo eso. Trato de explicar: —No es como el otro día. Quiero decir, es una mano diferente. Eres diferente. —Pero no lo soy. Me gustaría poder creer que es verdad. —No puedes decir eso —mascullo—. Sí, tú eres la misma persona por dentro. Pero también está el factor externo. —Te ves igual, no importa con que ojos te estoy viendo a través. Siento lo mismo. Si esto es posible, ¿qué más es posible? No puedo imaginar lo que debe ser vivir así. A me está pidiendo imaginarlo. Yo sé lo que ella (¿él?) es. Pero es difícil. Vuelvo a su argumento sobre esta chica, sobre no interferir. —¿Nunca te has involucrado en la vida de las personas? —inquiero—. De los que has habitado. Niega con la cabeza.
Página
92
Pero hay una contradicción aquí, ¿no? —Tratas de salir de las vidas de la manera en que las encontraste —declaro. —Sí. —¿Pero, qué pasa con Justin? ¿Qué lo hizo tan diferente? —Tú. No puedo usar esa respuesta. No es posible que sirva. —Eso no tiene sentido —replico.
Luego, como para responder a mis pensamientos, se inclina y me besa. No me lo esperaba. No estoy esperando la sensación de sus labios, la rugosidad agrietada. No estoy esperando sus dedos contra mi cuello. No estoy segura de a quién estoy besando. Realmente no estoy segura. Porque si es A, la persona que me dio un beso en la playa, es una cosa. Pero si se trata de esta chica, es otra. Esta chica no quiere ser besada por mí. Esta chica no es un personaje de cuento de hadas que puede ser curada con un beso. Esta chica necesita mucha más ayuda que esa. Lo sé. Después de un minuto de dejar que esto suceda, me tiro hacia atrás, aún más confundida que antes. —Esto es definitivamente raro —afirmo. —¿Por qué? Creo que debería ser obvio. —¿Porque eres una chica? ¿Porque yo todavía tengo un novio? ¿Porque estamos hablando del suicidio de otra persona? —En tu corazón, ¿algo de eso importa? Sé la respuesta que quiere. Pero no es la verdad. —Sí —respondo—. Lo hace.
Página
93
—¿Cuál parte? —Todo. Cuando te beso, no estoy realmente besándote, ya sabes. Estás allí dentro, en alguna parte. Pero estoy besando la parte exterior. Y ahora mismo, aunque puedo sentirte por debajo, lo único que estoy recibiendo es la tristeza. La estoy besando, y quiero llorar. —Eso no es lo que quiero. —Lo sé. Pero eso es lo que hay. No puedo quedarme en la cama. No puedo quedarme en esta conversación. No he venido aquí para hablar de nosotros. Vine aquí porque tenemos que salvar la vida de esta chica. Me levanto y trato de empujarnos de nuevo en el curso.
—Si ella estuviera sangrando en la calle, ¿qué harías? —pregunto. A parece decepcionado. No puedo decir si es porque he cambiado la conversación o porque sabe que tiene que tomar una decisión. —Esa no es la misma situación —musita. No lo suficientemente bueno. —¿Si ella va a matar a alguien más? —reto. —Debería entregarla. Ajá. —Entonces, ¿cómo es esto diferente? —Es su propia vida. No la de alguien más. —Pero sigue siendo matar. —Si ella realmente quiere hacerlo, no hay nada que pueda hacer para detenerla. Si A estuviera en el cuerpo de otra persona, podría intentar hacerle entrar en razón con una bofetada, esta lógica está tan dañada. No puedes pedir ayuda y luego afirmar ser un luchador. —Está bien —dice antes de que yo pueda seguir adelante—, poner obstáculos pueden ayudar. Conseguir que otras personas se involucren puede ayudar. Conseguirle los médicos adecuados puede ayudar. —Como si ella tuviera cáncer o estuviera sangrando en la calle.
Página
94
Veo que todo se hunde. Es todavía increíble para mí que A nunca antes haya tenido que lidiar con esto. —Así que, ¿a quién le digo? —pregunta. —Un consejero, ¿tal vez? —ofrezco. Ella mira el reloj. —La escuela está cerrada. Y solo tiene hasta la medianoche, recuerda. —¿Quién es su mejor amiga o amigo? —pregunto. Pero ese es el problema, ¿no? Es lo que A confirma, no hay nadie.
—¿Novio? ¿Novia? —trato. —No. —¿Una línea de suicidio? —Si llamamos a uno, solo me darían consejos, no a ella. No tenemos forma de saber si ella va a recordarlo mañana o si tendrá algún efecto. Créeme, he pensado en estas opciones. —Así que tiene que ser su padre, ¿cierto? —Creo que algo los ha separado. Siempre me he sentido como la experta en padres controladores. Lo que es interesante es que ahora descubro otra verdad: Incluso si parecen que se han ido, están rara vez completamente fuera. Si ya se han ido, eso es todo. —Bueno —digo—, necesitas conseguir que él eche un ojo de nuevo. Porque tiene que ser posible. Tal vez no fácil. Pero posible. —¿Qué digo? —A pregunta. —Dices: “Papá, quiero suicidarme". Solo ve y dilo. Eso despertaría a mis padres. Sé que lo haría. —¿Y si me pregunta por qué? —Le dices que no sabes por qué. No comprometas cualquier cosa. Ella tendrá que trabajar en eso a partir de mañana. —Has pensado en esto, ¿no es así?
Página
95
—Le he dado muchas vueltas mientras venía de camino —ito, aunque la verdad es que la mayor parte de eso solo está apareciéndome ahora. —¿Y si a él no le importa? ¿Y si no le cree? —Entonces agarra sus llaves y conduce al hospital más cercano. Lleva el diario contigo. Sé que es mucho pedir. Pero también sé que va a hacerlo. Todavía está allí en la cama. Con mirada perdida. Con mirada de preocupación.
—Ven aquí —pido, volviendo a sentarme a su lado. Le doy el abrazo más grande que puedo. Mirándola, podrías pensar que su cuerpo puede a romperse en el abrazo. Pero es más fuerte de lo que parece. —No sé si puedo hacer esto —susurra. —Puedes —declaro—. Claro que puedes. *** Lo repasamos una vez más. Entonces ambos sabemos que es hora de que me vaya. Si su padre llega a casa mientras estoy allí, solo hará las cosas más confusas. Es difícil salir. Es difícil ser parte de la historia de esta chica y luego alejarse de ello. Me doy cuenta de que estoy yéndome sin siquiera saber su nombre. Así que le pregunto a A. —Kelsea —me dice. —Bueno, Kelsea —murmuro, imaginando que ella me puede oír—, fue bueno conocerte. Y realmente, realmente espero que vayas a estar bien.
Página
96
Pero no hay manera de saberlo con seguridad, ¿no?
Capitulo 11 Traducido SOS por PrisAlvS Corregido por Florpincha
Cuando llego a casa necesito distraerme. Me siento frente a la computadora y entro a estúpidos sitios que me gustan cuando mi cerebro no puede tolerar nada más. No espero encontrar nada relacionado a mí, por lo que me sorprendo al verlo. Solo una ventana nueva. Un cliqueo. Y ahí está Nathan, el primo falso de Steve, observándome. ¡EL DEMONIO ENTRE NOSOTROS! Al inicio creo que es una broma. ¿Pero cómo? Este no es un sitio de una escuela secundaria, es el periódico de Baltimore. Pero aun así, no es una buena idea. Definitivamente es Nathan. Si no lo sabía con certeza por la foto, lo comprobé con su nombre: Nathan Daldry, 16. Él declara que el demonio lo poseyó seis noches atrás. Se despertó luego de la medianoche a un lado de la calle sin saber qué le había pasado. Pero yo sí, esa es la noche que bailé con él. Leo el artículo en modo automático. Él no es la única persona que afirma haber sido “tomado”. Otras personas dicen que el demonio entró a sus cuerpos y que los hizo hacer cosas malas. Solo que Nathan no especifica qué cosas malvadas hizo, asume que lo que no recuerda es malo.
Página
97
El demonio. Dicen que A es el demonio. Pero el demonio no habría ayudado a Kelsea. El demonio no habría estado tan asustado. No sé qué es A, pero A no es el demonio. Pienso en Nathan usando su corbata, incómodo en la fiesta. Me pregunto cuánto de eso era A y cuánto Nathan. Me pregunto qué lo haría pensar que lo poseyeron. Suena como que las personas están haciendo un gran alboroto por eso, incluso hay un reverendo como su portavoz. ¿Nathan lo hace por la atención o de verdad no lo sabe? Luego de la cena busco algo más. La historia de Nathan se ha esparcido. Si A dejó su cuerpo justo antes de medianoche, él debe haber despertado sin recuerdos de mí o de la
fiesta. ¿O recordaba la fiesta y tenía que inventar una excusa para el oficial de policía que lo encontró dormido a un lado de la calle? Deseo saber el apellido de Kelsea para poder buscarla. No es que crea que ella vaya a actualizar su estado esta noche a algo como “¡Todo está bien!”. No puedo imaginar lo que A está pasando. Lo que A tiene que hacer. Pero estoy segura de que A lo está haciendo. Porque A no es el demonio. A tampoco es un ángel. A es solo una persona. Supongo que sé eso. A es solo una persona. *** Justin me envía un mensaje de texto cuando sale del trabajo. ¿Quieres pasar el rato? No quiero, por lo que le digo que estoy cansada. Él no responde. *** Pienso en Kelsea toda la noche, me pregunto qué pasa luego de que A se vaya. En la mañana no lo puedo soportar más. Noto que aún tengo el número de teléfono de su casa. Puedo llamar y asegurarme de que está bien. Puedo fingir tener un número equivocado. Solo quiero escuchar la voz de alguien. Quiero saber por la voz de ella o la de su padre. Son las nueve de la mañana. Nadie contesta.
Página
98
Vuelvo a llamar. No pueden estar durmiendo, esto los habría despertado. Entonces no están. Le mando un correo electrónico a A: A, Espero que todo fuera bien ayer. Acabo de llamar a la casa de Kelsea y no había nadie, ¿crees que fueron a buscar ayuda? Intento tomarlo como una buena señal. Mientras tanto, aquí hay un enlace que necesito que veas. Está fuera de control.
¿Dónde estás hoy? R Creo que necesita saber lo que Nathan dice, además del hecho de que las personas lo están escuchando. Me pregunto si ha lidiado con algo como esto antes. Me detengo para recapacitar lo raro que es que haya aceptado todo esto. Es decir, aún quiero más pruebas, que es de donde viene la idea de lo que voy a hacer luego. Vuelvo a buscar en internet. *** Cerca de una hora después me llega un mensaje de A: Rhiannon, Creo que es una buena señal. El padre de Kelsea ya sabe lo que sucede y, antes de irme, estaba intentando descifrar qué hacer. Así que, si no están en casa, probablemente están consiguiendo ayuda. Gracias por haber estado ahí, habría hecho algo mal sin ti.
Página
99
Sé que sabes esto, pero lo diré de todas formas: no soy el demonio. Nathan tuvo una muy mala reacción luego de que lo dejé; no eran las mejores condiciones y me siento algo mal por eso, pero ha saltado (o lo han guiado) a una conclusión errónea. Hoy soy un chico llamado Hugo. Voy a ir a un desfile en Annapolis con algunos amigos. ¿Puedes ir? Estoy seguro de que podré escapar un rato y por supuesto que me encantaría verte. Hazme saber si puedes. Si no puedes arme, no creo poder comprobarlo, busca a un chico brasileño con una camiseta “vintage” de Avril Lavigne. Es, como puedes imaginar, la camiseta menos probable que alguien más pueda usar. Con la esperanza de verte. Con amor, A *** Annapolis está lejos. No tan lejos, pero bastante. Especialmente si no hay forma de saber si lo veré.
No tengo energía para perseguir a alguien más. Y hay algo más que quiero hacer. *** Justin me envía un mensaje como a las once. Supongo que se acaba de despertar. Temo que no haya sido así, porque entonces me habría visto cerca de su casa. ¿Qué haces?, me pregunta. Algunas cosas. ¿Nos vemos más tarde?, respondo. Él me deja sin respuesta por unos buenos diez minutos hasta que contesta: Claro. Genial, replico. Tengo que tener cuidado. *** Annapolis, sigo pensando mientras conduzco. Pero doy un giro diferente. *** Es cuando estoy subiendo los escalones que noto lo ridícula que me debo ver. Parecía una buena idea cuando solo era una idea. Como algo de verdad, está del lado más loco de la cordura. No hay equipos de cámara y no hay reporteros o algo así afuera. Nadie nota a la chica con la bolsa sobre su hombro mientras camina hacia la puerta delantera.
Página
100
Solo necesito saber. Solo me tomará un minuto. Estoy segura. Él tiene que ser quien atienda la puerta. Es sábado, por lo que cualquiera puede estar en casa. Toco el timbre y respiro hondo. Sigo ensayando en mi cabeza. Entonces la puerta se abre y es él. Mismo cuerpo incómodo; mismo cabello negro y revuelto. Sin corbata. Ningún reconocimiento en sus ojos. —¿Puedo ayudarla? —pregunta.
Le doy un segundo para que me vea de verdad. Realmente me mira. Soy la chica con la que bailaste. Soy la chica que estuvo contigo esa noche. Cantaste para mí. Pero él no hizo nada de esto, ¿no? Me mira como si nunca antes me hubiese visto… porque nunca antes lo ha hecho. —Estoy ayudando a mi hermana a vender galletas de las Exploradoras —explico, asintiendo hacia la bolsa en mi hombro—. ¿Les interesa alguna? —¿Quién es? —llama una voz detrás de Nathan. Su madre, tiene que ser su madre, aparece en el marco, sospechoso. —Galletas de las Exploradoras —anuncio—. Tengo de Thin Mints, Samoas y Tagalongs. —¿No estás muy grande como para ser exploradora? —pregunta la Sra. Daldry. —Es para su hermana —murmura Nathan. ¿No me conoces?, quiero preguntar. Pero cuando diga que no, entonces ¿qué diré luego? ¿Cómo puedo empezar a explicarlo? La mamá de Nathan se calma un poco. —¿Quieres una caja? —le pregunta a su hijo—. No hemos comido ninguna desde que Hayes se mudó.
Página
101
—¿Tal vez las de mantequilla de maní? —comenta. Su mamá asiente y dice: —Voy por mi cartera. Espero que Nathan me pregunte algo: de dónde soy, dónde está mi hermana, algo. Pero solo parece avergonzado por quedarse conmigo. No porque recuerde nuestro tiempo juntos, sino porque soy una chica en su casa. Empiezo a tararear Carry On para mí. Busco una última vez algo de reconocimiento. Nada.
La diferencia también está en sus ojos. No es nada físico, es cómo los usa, lo que me dicen. No hay emoción, anhelo. No hay conexión. Su mamá regresa y me paga. Le entrego la caja y eso es todo, hemos acabado. Ella me agradece. Yo le agradezco. Nathan regresa a su vida. Imagino que ya ha olvidado que estuve ahí. *** Vuelvo a mi carro. ¿Pizza?, envía Justin. ¿Annapolis?, pregunta mi mente. Reviso mi correo antes de encender el auto. No hay nada de A. No voy a recorrer una ciudad buscando una camiseta de Avril Lavigne. Le digo a Justin que voy a pasar por él. *** —¿Por qué tardaste tanto? —me pregunta en cuanto llego. Noto que no le dije qué tan lejos estaba.
Página
102
—Estaba haciendo unos mandados por mamá —replico. Si hubiese dicho con mamá, no me hubiese creído; por mamá, probablemente sí. Se ve como si no hubiese dormido mucho, pero, supongo, tal vez siempre se ve así. Intento recordar la última vez que lo vi completamente despierto. Luego pienso: Duh, fue en el océano. Claro que lo fue. —¿Hola? —dice. Mierda, me perdí algo. —Lo siento —mascullo—. Solo estoy cansada, algo distraída. —He escuchado eso antes —gruñe. Y noto que, sí, más o menos le dije eso anoche—. ¿Por qué tan cansada? —La vida —contesto.
Él me lanza una mirada: no me cree. *** Vamos a comer pizza. En cuanto come algo, empieza a hablar. —Me importa una mierda lo que hagas —escupe—, pero al menos ten la decencia de hacerme saber cuánto vas a tardar. Es descortés. Me disculpo. —Sí, sí. Sé que lo lamentas, pero ¿qué significa eso realmente? Al final de todo, ¿no es solo una pequeña excusa? Es como mi papá, él puede ser el Rey Idiota con mi mamá y decirle que ella y yo somos un desperdicio de tiempo; luego vuelve y se disculpa: “Lo siento, no lo decía en serio”, como si todo estuviera bien, borrado. Y ella lo acepta. Ella se disculpa. Entonces somos esta familia que se disculpa y yo sufro porque me niego a seguirles la corriente. Me pasa con ellos y ahora tú también. No nos conviertas en Steve y Stephanie porque sabes que somos mejores. Nosotros no jugamos ni cubrimos las cosas con un “lo siento”. Si no quieres decirme lo que haces, bien. Pero si dices que vas a pasar, pasa de una jodida vez. No me hagas esperar como si supieras que no tengo nada que hacer. Estaba ahí sentado como un idiota esperándote. Casi me vuelvo a disculpar. Casi. —En caso de que te importe, mi papá finalmente se decidió a ir a ver a mi abuela. Le dije que quería ir y él me dijo que no era el momento apropiado. Y yo solté “¿Entonces cuándo estará bien, cuando muera?” Eso lo enojó. Y quería decir “¿Cómo es papá, ser un fracaso como hijo y como padre? ¿Cómo lo enfrentas?” Pero tenía una expresión que pedía un solo motivo para golpearme. Nunca lo hace, pero, hombre, lo quiere. —¿Se está poniendo mejor? —pregunto por su abuela.
Página
103
—No. No se “está poniendo mejor”. Jesús. Es justo, necesito concentrarme. Y cuando me concentro veo el dolor que siente. Su abuela es la única persona en su familia a quien realmente ama. La única sangre que quiere en sus venas. Lo sé. Me lo ha dicho. Tengo que dejar de tratarlo como si no tuviera motivo para estar molesto. —Deberías llamarla —comento—. No pueden evitar que la llames. ¿Tu papá ya está ahí? Él sacude la cabeza. —Probablemente aún esté en el avión.
Estiro la mano sobre la mesa y tomo su teléfono. —Entonces gánale. Muchas veces el amor se siente como algo que haya que descifrar, lo que la otra persona quiere y dárselo. A veces es imposible, pero otras es bastante simple. Como ahora, él no tiene palabras para agradecerme, pero cuando le entrego el teléfono, él me sostiene la mano un momento, me deja saber que entendí bien. Justo después de marcar, le digo que me puedo ir para darle algo de privacidad. —No —replica—. Quiero que estés aquí. —Luego—: Te necesito aquí. Entonces me quedo y lo veo hablar con su abuela como si todo fuera a estar bien, sin acercarse a la despedida, aunque es lo que domina su mente. Y termina, deja el teléfono en la mesa y dice: —Vaya, eso fue difícil. Deseo estar sentada a su lado, no frente a él. Presiono mis rodillas contra las de él. —Está bien —murmura. Luego toma una rebanada de pizza y sigue comiendo. Estoy por preguntarle qué dijo su abuela, pero el teléfono suena con una llamada de Steve para contarle sobre una fiesta en la casa de Yonni Pfister. —Ahí estaremos —declara Justin. Luego, después de colgar, me dice a dónde vamos. Annapolis, no puedo evitar pensar. Pero no vamos a ningún lugar cerca de Annapolis. Si dices el nombre de una ciudad suficientes veces empieza a sonar como un lugar inventado.
Página
104
*** Rebecca está en la fiesta. Me busca. —Creo que nuestros novios se están drogado —anuncia. —Suerte para nosotras —observo. Ella me mira con sorpresa y ríe. —¿Acabas de decir eso? ¡Bien por ti! No le digas a Justin, quiero decir. Pero sé que no lo hará. Podría decirle a Ben, pero él tampoco le dirá a Justin. ¿Soy la única a la que le agrada Justin?
—¿Qué ha pasado? —me pregunta Rebecca. —Solo estoy cansada —respondo. —Sí, pero ¿cansada de qué? Está genuinamente interesada, de verdad le importa. Es mi amiga. No le digo nada. *** Me salgo de la fiesta antes de que sea muy tarde para llamar a la casa de Kelsea. Ésta vez alguien contesta. —¿Hola? —Su voz sale ronca. Cansado. —Hola, ¿está Kelsea? —pregunto. Solo quiero escucharla, saber que está bien. —¿Quién es? Intento pensar en un nombre que no sea el mío. —Soy Mia. ¿Una amiga de ella? —Bueno, Kelsea no está justo ahora y no usará su teléfono por unos días. Si le dejas un mensaje, sin embargo, estoy seguro de que te responderá. Solo dale tiempo. Me arriesgo y pregunto: —¿Está bien? Solo estoy un poco… preocupada.
Página
105
—Está en un lugar consiguiendo ayuda —informa—. Va a estar bien. —Hace una pausa, esto es algo nuevo para él—. Sé que significará mucho para ella escuchar de sus amigos. Es bueno que hayas llamado. No va a decirme más, y eso está bien. Ya sé lo suficiente. —Gracias —replico. Quiero decirle que hizo lo correcto. Pero no quiero dejar una gran impresión. Ya soy la amiga que no está ahí realmente. *** Llego tarde a casa. Tengo que acompañar a Justin a su puerta porque está demasiado ido. Me pregunto si su mamá está despierta.
—Gracias —susurra—. Mi abuela es una mujer increíble y tú no estás mal. —No le des a tu mamá un mal rato —ordeno. Levanta sus dedos en un saludo. —Sí, señora. —Luego se inclina y me da un beso de buenas noches. Estoy sorprendida, él lo nota. —Buenas noches, señora —se despide. Luego desaparece en el interior. *** Le envío un correo a A cuando vuelvo a mi casa. A, Perdón por no haber llegado a Annapolis… había algunas cosas que tenía que hacer. ¿Tal vez mañana?
Página
106
R
Capitulo 12 Traducido por dehawny Corregido por PrisAlvS
Es domingo. Aún falta para que Justin despierte. No hemos hecho planes. Mis padres no saldrán de la casa. Soy libre. Le digo a mamá que tengo cosas que hacer. Después le envío un correo a A preguntándole si quiere ser uno de mis quehaceres. Sí, escribe de vuelta. Un millón de veces sí. *** Voy a hacerlo, me digo a mí misma mientras hago todos los arreglos, mientras se me ocurren planes. No voy a pensar en ello. No voy a pensar en qué significa. Nada más voy a hacerlo, voy a estar con A y veré qué significa mientras pasa. *** A me ha dicho que hoy él (¿ella?) es una chica llamada Ashley. Tengo la dirección de su casa. Sé que estará esperándome cuando estacione. Supongo que estaba imaginando a la chica que fue A cuando primero la (¿lo?) conocí. Bonita, pero no demasiado. Alguien de quien yo podría ser amiga. Alguien quien yo podría ser.
Página
107
Pero Dios Santo, no esta chica. Sale de la casa y pienso: ¿En qué clase de video musical estoy metida?, porque esta chica es guapísima. Luce como si viajara con un grupo de coristas. Y fotógrafos. Y tres estilistas. Y un perro pequeño. Y Jay-Z. Es la clase de chica que nunca ves en la vida real. Uno casi puede fingir que chicas así no existen. Las revistas las generan por computadora para hacerte sentir mal. Pero esta chica es real. Y sé que no debería importarme, no es una competencia. Pero, ¿la verdad? Ya me siento gorda y ella ni siquiera se ha subido al auto.
Lo único que no tiene es un caminado. Una chica como esta debería tener un caminado. Pero supongo que es A quien está adentro. Pisoteando cuando debería pavonearse. Cuando se sube y la veo de cerca, no me queda más que reír. Incluso su piel es perfecta. Todo lo que pido es un maldito grano. —Es una broma, ¿no? —comento. Hace que abrocharse el cinturón se vea sexy. Dios. Me ve riendo y pregunta: —¿Qué? No lo entiende. —¿Qué? —repito. Es como si A no se diera cuenta de lo increíble que se ve hoy. Levanta sus manos, defendiendo su reacción. —Entiéndelo, eres la primera persona que me conoce en más de un cuerpo. No es común. No sé cómo vas a reaccionar. Está bien. Puede que haya olvidado eso. Pero aun así. —Lo siento —murmuro—, es solo que hoy eres una bellísima morenaza. Lo que hace muy difícil tener una imagen mental de ti. Tengo que cambiarla constantemente. —Imagíname como quieras hacerlo. Es probable que eso sea más acertado que cualquiera de los cuerpos en los que me hayas visto. Lo hace sonar tan fácil. No es fácil. En especial con una chica así de bonita. —Creo que mi imaginación necesita algo más de tiempo para acostumbrarse, ¿de acuerdo? Asiente. Hace que hasta inclinar la cabeza se vea deslumbrante. No es justo.
Página
108
—Está bien. Ahora, ¿a dónde? Lo he pensado bastante. Y no voy a cambiar mis planes solo por el cuerpo sentado en mi auto. —Como ya hemos ido a la playa —respondo—, pensé que hoy podríamos ir al bosque. *** Y pensar que dije que no pensaría mucho al respecto. Mientras manejo, todo lo que puedo hacer es pensar en ello. En ella. En A dentro de su cuerpo. Hablamos. Le cuento sobre la llamada al padre de Kelsea y la fiesta de ayer y ella me cuenta sobre la marcha a la que fue ayer en el cuerpo de un chico gay con un novio.
Pero incluso mientras hablamos, por mi mente pasan toda clase de pensamientos. Y lo más patético es que sé que si hoy A luciera como Nathan, no estaría pensado en todo esto. Se sentiría normal porque estaría saliendo con un chico normal. Pero es tan diferente. Demasiado diferente. Aunque cuando ella me mira puedo sentir que A está adentro, no es fácil separarlos. Y no es fácil darse cuenta de que esto es parte de la lotería. Algunos días A va a verse así. Y no veo cómo podría yo encajar en una vida como esa. No quiero besarla. No podría besarla. Está ese problema. *** Pero puedo hablar con ella y no preocuparme de si estoy hablando mucho o muy poco o de si estoy diciendo algo inapropiado. Es como si mi vida normalmente estuviera cubierta por un velo de críticas y solo A logrará apartar el velo, y ver a la verdadera yo. Me digo a mí misma que note eso. Que lo recuerde. Que no me pierda en lo atractiva que es, olvidando todo lo demás. *** Nos llevo a este parque nacional que sé que tiene mesas de picnic. He planeado un picnic para dos, incluso si Ashley luce como si comiera medio plato al día. Espero que A encuentre una forma de comer como el resto de nosotros. Hay unas cuantas personas en el parque, pero intento evitarlas. Se supone que este día sea nuestro. Mi teléfono está apagado. Estoy aquí, ahora. —Me encanta el lugar —me dice A. —¿Nunca has venido aquí antes? —pregunto.
Página
109
Niega con la cabeza. —No que yo recuerde. Aunque es posible. En un cierto punto todo se mezcla. Hay muchos días en los que no he prestado tanta atención. Sé que está prestando atención ahora. Me sonríe mientras apago el auto. Me mira mientras me dirijo al maletero. Luce encantada cuando saco el cesto del picnic. El cesto viene con una manta y la pongo sobre la mesa como si fuera un mantel porque, a decir verdad, no me gusta sentarme en el suelo si una mesa es una opción. Saco toda la comida que compré; no mucho, solo un montón de cosas pequeñas como papas fritas, salsa, queso, pan, hummus y aceitunas. —¿Eres vegetariana? —pregunta A. Asiento.
—¿Por qué? Estoy tan cansada de esa pregunta. ¿No deberían preguntarles eso a los carnívoros? Y siempre es como si estuvieran esperando una respuesta fuera de lo común. Así que decido dar la respuesta más loca que se me ocurre. Con cara seria digo: —Porque tengo la teoría de que, cuando morimos, cada uno de los animales que nos hemos comido tiene la oportunidad de devorarnos. Así que, si eres carnívoro y sumas todos los animales que te has comido… ¡a mí me parece demasiado tiempo en el purgatorio mientras me mastica una vaca! Es gracioso ver cómo las facciones perfectas de Ashley se transforman en una mueca. —¿Lo dices en serio? —pregunta. Me rio. —No. Pero es que estoy cansada de que me hagan esa pregunta. A ver, soy vegetariana porque creo que no está bien comerse otros seres vivos. Y, además, es malo para el ambiente. —Comprensible —masculla. No creo que le haya convencido. Quizás en un futuro pueda, pienso. Y luego pienso, ¿Qué? No debería estar pensando en el futuro. No es más que un día más otro día más otro día. Quizá.
Página
110
Cuando las cosas se complican con Justin, lo que suelo preguntarme es: ¿Qué sentido tiene? ¿Por qué obligarnos a pasar por todo esto? ¿Por qué intentar forzar a dos personas a ser un nosotros? ¿Lo que ganas realmente compensa lo que pierdes? Ahora me estoy preguntando las mismas cosas acerca de A. Estamos hablando de nuestras comidas favoritas y los mejores platos que hemos probado y la comida que más odiamos. Cuando ella me hace todas esas preguntas, disfruto responderle y, cuando le pregunto de vuelta, disfruto las respuestas que me da. Si esta fuera una cita, estaría yendo bastante bien. Pero hay una parte de mí que se aparta, que mira cómo ocurre todo, y esa parte pregunta: ¿Qué es esto? ¿Qué sentido tiene? Cuando terminamos de comer, guardamos las sobras en la canasta y la dejamos en el auto. Entonces, sin hablar sobre qué haremos a continuación, caminamos hacia los árboles. La senda no es obvia, pero hallamos nuestro camino al avanzar entre los árboles, buscando las distancias más amplias, los suelos más despejados.
Cuando estamos solas, cuando estamos caminando de esta manera, la conversación que ha estado ocurriendo por fuera pasa al centro de nuestras mentes. ¿Qué es esto? Sé que no puedo responderlo sola. —Necesito saber qué es lo que quieres —murmuro. No se sorprende por la petición. Si estuviera con Justin, sé que recibiría un: ¿Qué se te ha metido? A responde sin siquiera parpadear. —Quiero que estemos juntos —contesta. Lo dice como si fuera fácil. Pero no hay manera en que mi mente pueda verlo como algo fácil. No cuando está en un cuerpo distinto cada día. Puedo tener una conversación con todos ellos, de eso estoy segura. Pero en cuanto a la química, en cuanto a encender esa parte de mí… sé que algunos días va a funcionar y otros no. Como ahora. Tiene que darse cuenta de eso. —Pero eso no es posible —replico. Me sorprende lo tranquila que sueno—. Te das cuenta, ¿verdad? —No —responde—. No me doy cuenta. Es frustrante. Es como hablarle a un niño que aún cree que por decir algo en voz alta se volverá realidad. Desearía poder creer de esa manera. Dejo de caminar y pongo mi mano en su hombro. Duele decir la verdad, en especial por lo poco lista que luce para oírlo. —Tienes que darte cuenta —espeto—. Puedes gustarme. Puedo gustarte. Pero no podemos estar juntos. —¿Por qué?
Página
111
—¿Por qué? —Es exasperante tener que explicarlo con manzanitas—. Porque una mañana podrías despertar en la otra punta del país. Porque cada vez que nos vemos me siento como si tuviera que conocer a una persona nueva. Porque no puedes estar ahí cuando te necesite. Porque no creo que puedas gustarme pase lo que pase. Así no, al menos. —¿Por qué así no? —Es demasiado. ¡Eres perfecta! No puedo imaginar estar con alguien… como tú. —Pues no la mires a ella, mírame a mí. La veo. La veo a ella. —No puedo, ¿de acuerdo? —siseo—. Y también está Justin. También tengo que pensar en Justin. —No, no tienes por qué pensar en él.
Eso me molesta. Lo que sea que Justin y yo tengamos no puede ser desechado con una sola frase. —No lo entiendes. ¿Cuántas horas pasaste despierto en su cuerpo? ¿14? ¿15? ¿De verdad lo supiste todo de él mientras estabas en su interior? ¿Y de mí? —Te gusta porque es una bala perdida. Créeme, ya lo he visto en otras ocasiones. Pero ¿sabes qué les pasa a las chicas que se enamoran de las balas perdidas? Que se pierden. Nunca falla. No quiero escuchar esto. —No me conoces. —¡Pero sé cómo va esto! —Su voz es fuerte, firme—. ¡Sé de qué va! No le importas ni una décima parte de lo que te importa él a ti. No le importas ni una décima parte de lo que me importas a mí. No puedo escucharlo. ¿Qué de bueno tiene escuchar esto? —Para. ¡Para! Pero no lo hace. —¿Qué crees que pasaría si me conociera con este cuerpo? ¿Y si quedamos los tres? ¿Cuánta atención crees que te prestará? Porque le da igual quién seas. ¿Sabes?, a mí me pareces mucho más guapa que Ashley, pero ¿crees que él podría pasar sin hacerlo con ella si tuviese la oportunidad? —Él no es así —alego. Porque no lo es. —¿Estás segura? ¿Completamente segura? —Espera —replico—. Déjame llamarlo.
Página
112
No sé por qué estoy haciendo esto, pero no puedo parar. Saco mi teléfono. Lo enciendo. Lo llamo. —Hola —responde. —¡Hola! —Sueno demasiado alegre. Intento tranquilizarme—. No sé si tienes planes para hoy, pero tengo una amiga que acaba de llegar a la ciudad y me encantaría que la conocieras. Me preguntaba si podríamos salir a cenar. —¿A cenar? ¿Qué hora es? —Son recién las 2. ¿Quizás a las 6? ¿En el casino Clam? Yo invito. —Está bien. Suena bien. —¡Genial! ¡Nos vemos!
Corto antes de que pueda preguntar quién es mi amiga. Tendré que inventar una historia. —¿Estás feliz? —le pregunto a A. —No lo sé —responde. —Ni yo. —Porque ahora que me detengo a pensarlo, me pregunto qué he hecho. —¿A qué hora hemos quedado? —A las seis. —Bien —masculla—. Mientras tanto, quiero contarte todo acerca de mí y, a cambio… quiero que tú me cuentes todo acerca de ti. *** Todo. Empiezo con cuando nací. Mi padre estaba en un viaje de negocios y mi madre estaba sola en el hospital. Ella sabía que iba a ser una niña. Una noche, mi padre, después de un par de cervezas, me contó la historia de cómo mamá comenzó a decir mi nombre mientras nacía. Como si yo hubiera podido oír sus llamados. Como si él hubiese estado allí en la habitación para saber qué fue lo que dijo.
Página
113
Nos mudábamos mucho cuando era pequeña, aunque no tengo muchos recuerdos de ello. Lo cierto es que mi primer recuerdo es de Liza escondiéndose conmigo bajo la cama de nuestros padres. La recuerdo diciéndome que estuviera quieta. Recuerdo ver los pies de nuestros padres, escuchar sus voces mientras nos buscaban. No recuerdo haber sido encontrada. Le doy a A todos esos pequeños detalles, como piezas de Lego que no tengo idea de qué construyen. Pero puedo ver a A armar algo, una historia, a medida que los cuento. Puedo ver a A construyendo algo y queriendo hacerlo. Le pregunto cuándo fue la primera vez que fue consciente de lo que sucedía. Me dice que hasta los 4 o 5 años asumía que era normal, asumía que todas las personas despertaban cada día con padres nuevos en una casa nueva con un cuerpo nuevo. Cuando eres pequeño, la gente está dispuesta a presentarte el mundo de nuevo todos los días. Si te equivocas, te corrigen. Si hay un espacio en blanco, lo llenan por ti. No esperan que sepas mucho sobre tu propia vida. —Nunca me sentía mal —agrega—. No pensaba en mí como chico o como chica. Nunca lo he hecho. Si no que me consideraba el chico o la chica que fuera ese día. Era como cambiarse de ropa. »Si me di cuenta es porque adquirí conciencia del concepto “mañana”. Porque, al cabo de un tiempo, empecé a darme cuenta de que la gente hablaba de las cosas que iba a hacer mañana, al día siguiente. Juntos. Y si yo les decía que no era posible, me miraban mal.
Todo el mundo consideraba normal que hubiera un mañana juntos. Yo no, claro. Yo les decía: Pero si no van a estar aquí, a lo que ellos me respondían que claro que iban a estar allí. Pero yo despertaba y ellos no estaban. Y mis nuevos padres no tenían ni idea de por qué estaba tan molesto. Intento imaginar tener que pasar por eso, pero lo cierto es que no puedo. No creo ser capaz de poder acostumbrarme a eso. A continúa: —Existían tan solo dos opciones: todos estaban equivocados o yo estaba equivocado. Ellos se engañaban a sí mismos pensando que había un mañana juntos o yo era la única persona que se iba. —¿No intentabas quedarte? —pregunto. —Claro que sí. Pero ya no lo recuerdo. Recuerdo llorar y protestar… ya te lo he contado. Pero, ¿el resto? No estoy seguro. Digo, ¿tienes muchos recuerdos de cuando tenías 5? Veo su punto. —La verdad es que no. Recuerdo a mi mamá llevándonos a mí y a mi hermana a una tienda de zapatos para conseguir un par nuevo antes de que empezara el kínder. Recuerdo aprender que la luz verde significa avance; y la luz roja, pare. Recuerdo colorear una ilustración y que mi profesora no supiera explicar qué hacer en caso de que la luz fuera de color amarillo. Creo que nos dijo que la tratáramos igual que al rojo. —Aprendí las letras muy rápido. Recuerdo a los profesores sorprendidos porque las supiera. Imagino que se sintieron igual de sorprendidos al día siguiente, cuando ya no las recordaba.
Página
114
—Es probable que alguien con cinco años no note que se está tomando un día libre. —Es probable. No lo sé. No puedo evitar sentir curiosidad por las personas cuyos cuerpos A toma por un día. Me pregunto qué sienten al día siguiente. Pienso en Nathan mirándome sin reconocerme, pero, más que nada, pienso en Justin. —¿Sabes? No dejo de preguntarle a Justin por ese día —comento—. El día en que estuviste dentro de él. Es asombroso lo claros que son sus recuerdos para ser falsos. No niega que hayamos ido a la playa, pero no recuerda nada de lo que pasó ahí.
—A James, el gemelo, le pasaba eso también. No le parecía que hubiera pasado nada raro. Y cuando le pregunté acerca del Starbucks, no se acordaba para nada de ti… su mente tuvo en cuenta el tiempo que pasó, pero no lo que realmente sucedió. —Quizá recuerdan lo que tú quieres que recuerden. —Se me ha pasado por la cabeza. Me gustaría tener la certeza. Caminamos en silencio por un minuto, para luego detenernos frente a un árbol con una escalera de cuerda. No puedo evitar tocar uno de los nudos. A toca uno también, moviendo su mano hasta tocar la mía. Pero yo sigo moviéndome. Doy vueltas. —¿Y el amor? —pregunto—. ¿Te has enamorado alguna vez? Lo que es mi forma de preguntar: ¿Es posible? ¿Es algo de esto posible? —No sabría si llamarlo amor —responde A—. Me han gustado personas, claro. Y ha habido veces en que he lamentado mucho irme. Ha habido una o dos personas que he intentado encontrar, pero no lo conseguí. Lo más cercano fue un chico llamado Brennan. A se detiene y mira el árbol, los nudos, una vez más. —Háblame de él —pido. —Fue hace más o menos un año. Estaba trabajando en un cine y él estaba de viaje, visitando a sus primos. Cuando fue a comprar palomitas coqueteamos un poco y saltó como… una chispa. El cine era muy pequeño, una sola sala, y una vez que empezaba la película me quedaba sin nada que hacer. Creo que se perdió la segunda mitad porque salió y se quedó conversando conmigo. Al final, le conté cómo acababa la película para que pudiera decir que había estado dentro. Antes de irse, me pidió mi dirección de correo electrónico y se la di.
Página
115
—Como hiciste conmigo —menciono. Así que Nathan sabía un poco más lo que estaba haciendo de lo que pensé. —Exactamente como hice contigo. Me envió un mensaje esa misma noche y, al día siguiente, se marchó a Maine, a su casa. Aquello era ideal porque, así, nuestra relación tendría que ser en línea. Como llevaba una chapita con mi nombre cuando me conoció, mantuve el nombre, pero inventé un apellido. Luego usé unas fotos que había en el perfil del chico en cuyo cuerpo estaba; Ian, creo que se llamaba. Eso me sorprende, que A haya sido un chico enamorado de otro chico. Quizás es porque la voz de una chica es la que está contándome esto. O quizá porque asumo chica cuando escucho novio, lo cual sé que no está bien, pero no puedo evitar.
Tras expresar mi sorpresa, me pregunta si acaso importa. Le digo que no. Y me cuenta el resto de la historia: intentó mantener la relación en línea, pero él quería que se juntarán, lo cual no podía pasar, por lo que terminó con él; intento convencerme a mí misma de que de verdad no importa. Imagino que no importa, no para ella (él). Pero a mí sí me importa. Al menos un poco. Al terminar de contar la historia de Brennan, A dice: —Después de aquello, me juré que no volvería a mantener ninguna relación en línea… por fáciles que parezcan. Además, ¿para qué querría tener algo en línea si nunca iba a ser real? Nunca podría darle nada real a nadie. Solo podría engañarles. —¿Como cuando te apoderas del cuerpo de los novios? —No puedo evitar decirlo. —Sí. Pero tienes que entenderlo: tú has sido la excepción a la regla. Y nunca he querido que lo nuestro se base en el engaño. Por eso eres la primera persona a la que se lo cuento. Sé que lo dice como el mayor cumplido que podría darme, pero quiero saber qué hice para merecerlo. Quiero saber cómo es que A sabe que soy la persona adecuada para contarle. Quiero saber qué significa eso. Le digo: —Lo raro es que lo cuentas como si fuera inusual que lo hubieras hecho una sola vez; pero me apuesto lo que quieras a que hay muchísima gente en el mundo que se pasa la vida sin decir una sola verdad… y que, aun así, despierta en el mismo cuerpo cada día. Ahora tiene curiosidad.
Página
116
—¿Por qué? ¿Qué no estás contándome? Te he conocido por menos de dos semanas, pienso. Desearía poder bajar mis defensas de esa manera en tan poco tiempo. Pero incluso si A cree que me lo he ganado, no estoy ni cerca de creer que ella se lo ha ganado. No por ser quién o qué es. Si no porque es demasiado pronto. Entiendo que su vida tiene reglas especiales, pero la mía también tiene las suyas propias. La miro a los ojos. No estoy molesta, quiero asegurarme de que sabe que no estoy molesta. Pero que lo digo en serio. —Si no te estoy contando algo, es por una razón. Que tú hayas confiado en mí, no quiere decir que tenga que confiar en ti sin más. La confianza no funciona así. —Es justo —replica. Aunque puedo ver que se decepciona un poco.
—Sé que sí —afirmo—. Bueno, no sigamos con eso. Háblame de… no sé… del tercer período. No tiene sentido seguir hablando de nosotros. Tenemos que hablar sobre nosotros, por separado, un poco más. No es del todo separado, por supuesto. Ambos le hemos tenido miedo a algún profesor, ambos nos hemos perdido en parques de diversión, ambos hemos tenido peleas a golpes con hermanos. Siendo de la misma edad, crecimos con los mismos programas de televisión. La diferencia está en que mientras ambos soñábamos con despertar en el cuerpo de Hannah Montana y vivir su vida, A de verdad creía que su sueño podría volverse realidad. Pregunto por todas esas vidas, todos esos días y todo lo que A puede recordar. El resultado es como una serie de instantáneas, una presentación de pedazos y piezas con rostros cambiando constantemente. Todas las primeras veces: primera nevada, primera película de Pixar, primera mascota malvada, primer bravucón. Y otras cosas que ni siquiera me había dado cuenta de que contaban: el tamaño de la habitación, las extrañas dietas que los padres imponen a sus hijos, la necesidad de cantar en la iglesia a pesar de no conocer ninguna de las melodías o letras. Descubrir alergias, enfermedades, problemas de aprendizaje, tartamudeo. Y vivir el día con ello. Siempre viviendo un día nuevo. Trato de no quedarme atrás. Intento ofrecer algunas de mis primeras veces, algunas de mis sorpresas. Estas, sin embargo, no parecen ni muy nuevas ni muy sorprendentes. Hablamos sobre la familia. Me pregunta si odio a mi madre. —No —contesto—. No es eso. La amo, es solo que quiero que sea mejor. Quiero que deje de rendirse.
Página
117
—No puedo siquiera imaginar cómo debe ser eso; tener los mismos padres todos los días. —No hay nadie que pueda enfadarte más, pero tampoco hay nadie a quien puedas amar más. Sé que no tiene mucho sentido, pero es cierto. Me decepciona cada vez que la veo quedarse allí, sin hacer nada; pero sé que haría lo que fuera por mí si tuviese que hacerlo. Es extraño decirlo en voz alta. No es algo que le diría a mi madre o que pensaría en su presencia, aunque quizá debería. No lo sé. A pesar de tenerle miedo a la respuesta, le pregunto a A si siempre ha estado por aquí o si ha saltado a cuerpos mucho más lejos. En otras palabras, quiero saber si algún día estará demasiado lejos como para verle, si es que podría despertar al otro lado del mundo. —No funciona así —aclara—. Honestamente no sé por qué funciona como lo hace, pero sé que nunca despierto muy lejos de donde estaba el día anterior. Es como si tuviera una
especie de método, aunque no podría decir cuál. Una vez intenté trazar la distancia entre los cuerpos. Intenté comprobar si es que seguía alguna lógica matemática, pero no eran más que sin sentidos matemáticos. Al azar, pero en un rango limitado. —¿Así que no te irás? —pregunto. —No al despertar. Pero si el cuerpo en que estoy va hacia otro lugar, voy con él. Ese se vuelve mi nuevo punto de partida. Así es como llegue aquí, a Maryland. Esta chica viajaba al DC y el grupo con el que estaba no tenía mucho dinero, por lo que se quedaron en las afueras de la ciudad. A la mañana siguiente no desperté de vuelta en Minnesota. Aún estaba en Bethesda. —Bueno, por lo pronto, no te vayas de viaje, ¿de acuerdo? —Hago que suene como una broma, pero lo digo en serio. —No más viajes —asegura. Después me pregunta por mis propios viajes y le cuento que en realidad no he salido mucho desde que nos mudamos a Maryland. Incluso el DC sería demasiado. A mis padres les gusta quedarse donde están. Me pregunta a dónde me gustaría ir. Le digo que a París. Lo cual siento que es una respuesta bastante ridícula, pues es la respuesta que cualquier chica daría. —Yo también siempre he querido ir allí —comenta A—. Y a Londres. —¡Y a Grecia! —Y a Ámsterdam.
Página
118
—Sí, Ámsterdam. Caminamos y caminamos por el bosque, planeando viajar por el mundo. Caminamos entre árboles y más árboles y todos los años que hemos vivido parecen estar allí a nuestro alcance. Volvemos al auto y nos llevamos las papas y aceitunas. Entonces caminamos un poco más lejos, hablamos otro poco. No puedo creer la cantidad de historias que tenemos para contar… siguen apareciendo porque es como si estuvieran hablando entre ellas; las mías llevan a las de A, las de A llevan a las mías. Nunca hablo así, pienso. Y luego me doy cuenta de que esto se parece mucho a lo que A decía antes: Eres la primera persona a la que le he contado. Sí, A es la primera persona a la que le he contado estas historias, porque A es la primera persona que ha escuchado y querido saber. Lo cual puede no ser justo con Justin, porque ¿qué tanto he intentado contarle estas cosas a Justin?
Solo lo hice en la playa, ese día. Pensar en Justin me hace pensar en los estúpidos planes que hice. Miro mi teléfono y descubro que han pasado horas. Son las 5:15. Ni siquiera hay tiempo para cancelarlos. —Deberíamos irnos —le digo a A—. Justin estará esperándonos. Ahora no queremos hacer esto. Queremos quedarnos aquí, conservar esto. Siento que he cometido un error.
Página
119
Siento que lo que vamos a hacer será un gran error.
Capitulo 13 Traducido SOS por PrisAlvS Corregido por Florpincha
Intenta hablarme en viaje de regreso y yo intento hablarle, pero creo que estamos perdidas en lo que vamos a hacer. Es horrible que lo vayamos a engañar así. Es incluso peor que muero por saber qué hará. Ya me acostumbré a cómo se ve Ashley, por lo que la reacción cuando llegamos al Clam Casino me desconcierta. Chrissy B nos recibe, fui a la secundaria con este chico. Él se graduó el año pasado, quería hacer teatro musical; lo más cercano que ha logrado hacer hasta ahora es cuando alguien pide el especial de Feliz Almeja para Ti, entonces él y los demás empleados tienen que cantar la canción de “Feliz Almeja”, mientras alguien apaga una candela en una media almeja. Es un lugar que da miedo, pero la comida es buena. Chrissy B mira a Ashley y es como si proyectara toda su vibra sobre ella. Nunca antes lo había visto ponerse en acción tan rápido o entregar los menús tan tímidamente. Es como si yo no estuviese ahí, no hasta que lo saludo y le pregunto si Justin ya ha llegado. Chrissy B parece molesto por tener que contestarme, pero me dice que no y yo le digo que esperaremos. A Justin no le gusta que me siente antes que él, creo que es porque entonces adquirimos el compromiso de quedarnos y él a veces cambia de idea. Puedo ver a todos observando a Ashley mientras esperamos. Si A lo nota no lo demuestra. No me gusta. Algunos la están mirando tan abierta y ansiosamente… ¿qué derecho tienen de hacer eso? Algunas de las mujeres la iran y otras la resienten. Sean cuales sean sus emociones, tienen una reacción. Me sentiría como un insecto encerrado en un jarrón si fuese Ashley.
Página
120
Justin llega unos diez minutos después, lo cual es solo cinco minutos tarde. Él me ve primero, y se acerca. Luego mira a Ashley, y se detiene por un segundo. No se pone como un depredador de inmediato como los demás chicos. Está inmóvil por completo. —Hola —saludo. Es incómodo porque usualmente le daría un beso. Pero no quiero hacer eso frente a A—. Ashley, él es Justin. Justin, Ashley. Ashley estira una mano, es un gesto para nada como Ashley, casi me hace reír por el nerviosismo. Justin la toma mientras mira todo su cuerpo. —¡Déjenme conseguirles una mesa! —exclama Chrissy B, como si finalmente hubiese recibido un papel en una producción.
Más personas nos observan mientras caminamos. Es como si pensaran que aquí hay una pareja: Ashley y Justin. Yo soy la tercera en discordia. No sé qué decir o hacer, no tengo ni idea de cómo explicarles a Ashley y Justin. Y ahora que estamos aquí, no quiero que se lleven bien. No quiero que a él le guste ella. No quiero que él la vea como nunca me miró a mí. No quiero ser humillada así. —Entonces —empieza Justin en cuanto Chrissy B saca los menús y nos deja elegir—. ¿Cómo se conocieron? No puedo pensar en nada más que la verdad, la cual no es lo suficientemente buena. Pero A no duda: —Oh, ¡es una historia graciosa! —replica, es como si su voz ya creyera que es algo gracioso y está segura de que estaremos de acuerdo en unos diez segundos—. Nuestras mamás solían ser mejores amigas en la secundaria. Luego nos mudamos cuando yo tenía ocho. Mamá no soportaba el frío, por lo que nos fuimos a LA. Papá consiguió un nuevo trabajo en una película; y mamá, en la biblioteca del pueblo. No creí que me metería en la cosa de LA, pero sí lo hice. Cuando cumplí diez le dije a mi mamá que quería salir en comerciales, no que quería ser una actriz, ¡sino que quería hacer comerciales! Y desde entonces he tenido algunos papeles y he audicionado para algunos programas de televisión. Aún no he conseguido nada, pero he estado cerca. Cada pocos años, mamá y yo venimos para visitar algunos familiares y amigos. Rhiannon y yo nos vemos cada tanto, pero ha pasado un tiempo, ¿no? ¿Cómo tres o cuatro años? —Sí —concuerdo porque siento que se supone que debo decir algo—. Creo que son tres. A de verdad se está dejando llevar, lo cual también hace que Justin lo haga. Puedo verla frotando su pierna contra la de Justin. Él no la aleja, pero tampoco se acerca.
Página
121
Esto no está pasando, me digo. Sabía que no podía competir contra Ashley, entonces ¿qué hice? Me metí en una competencia. No puedo culpar a nadie más que a mí. —¿Has estado en algún programa que haya visto? —pregunta Justin. Ella empieza a contarle sobre ser un cadáver en un programa de investigación forense y sobre ser parte de una fiesta en un reality show. Y lo estúpido es que me lo estoy creyendo. De hecho la estoy imaginando en esa mesa de doctor o bromeando con una celebridad. —Pero LA es un lugar tan falso —confiesa Ashley cuando termina de dar su carta de vida—. Por eso soy feliz de tener verdaderos amigos como Rhiannon. Ella aprieta mi mano un poco. Eso me da confianza.
Nuestra cena llega, Ashley empieza a hablar de chicos, incluso esa vez en la que tuvo un momento con Jake Gyllenhaal2 en un château3. Mientras habla de este encuentro continúa tocando la mano de Justin. Eso no me da confianza. Por suerte Justin se aparta para volver a su rollo de langosta. Le pregunto a Ashley cómo están sus padres. Ella responde sin problemas. A Justin no le importan tanto sus padres, lo cual es bueno. Pero entonces la comida se acaba y las manos de Justin están libres, con lo que Ashley vuelve a atacar. Estiro mi mano a la defensiva para tomar la de Justin. Se siente como un rollo de langosta: él no me aparta, pero claramente tampoco entiende por qué la tomé. Intento acercar mi pierna a la suya, pero estoy en un ángulo equivocado. Parece que intento tomar una servilleta de debajo de la mesa. —¿Cómo va todo? —Chrissy B se acerca a preguntar, sus ojos fijos en Ashley. —¡Geeeenial! —ronronea ella. ¿Quién eres?, pienso. Chrissy B se aleja dando saltos felices. Quiero pedir la cuenta, no quiero continuar con esto. Justin no me mira, no me ve, no recibe la señal de urgencia que le envío. Necesito calmarme. Si empiezo a actuar de forma necesitada o emocional, solo hará que Ashley sea más atractiva.
Página
122
—Voy a ir al servicio —anuncio. Toco el brazo de Justin. Él me dirige una mirada que dice “No necesitas mi permiso para ir al baño, Rhiannon”. No necesito orinar. Necesito observarme en el espejo y preguntarme qué quiero de verdad. Necesito mojar mi rostro y despertarme… pero temo que alguien entre y me vea, entonces me conformo con observarme. Veo una chica que no es realmente fea, pero que nunca jamás será Ashley. Veo la chica a la que Justin se ha acostumbrado, la chica que no es nada emocionante y que retó a su novio a conseguir a alguien mejor. Soy tan estúpida, muy estúpida. Y soy mucho más estúpida por dejarlos solos.
2
Jake Gyllenhaal: actor estadounidense conocido por sus papeles en Donny Darko, El Secreto de la montaña, El príncipe de Persia: Las arenas del tiempo, entre otras. 3 Château: “castillo” en francés.
Me lavo las manos aunque no he tocado nada. Luego me empujo hacia la mesa. Puedo ver que su conversación se ha puesto intensa. Algo está pasando. Los interrumpo. Ni siquiera espero hasta sentarme. Me quedo de pie y le hablo a A: —No quiero esto. Alto. —No estoy haciendo nada —grita Justin, pero se ve culpable—. Tu amiga está algo fuera de control. —No quiero esto —repito, esta vez para ambos. —Está bien —replica Ashley—. Lo siento. —¡Así debería ser! —exclama Justin—. Dios, no sé qué cosas hacen en California, pero aquí no se actúa así. Él está de pie ahora. Quiero preguntarle qué pasó. No quiero saber qué pasó. —Me voy, —él informa. Luego, salido de la nada, me besa. Quiero creer que es por mí, pero es por ella. Sé que es por ella. No lo quiero. —Gracia, bebé —menciona—. Nos vemos mañana. Eso es todo. Él no va a volver. Lo veo incluso luego de que se va. Yo hice esto, fue mi culpa. Poner la trampa, luego atraparlo. Veo a Ashley mientras me siento, ella parece haber presenciado un accidente automovilístico. O tal vez ella era quien conducía.
Página
123
—Lo lamento —me vuelve a decir. —No —replico—, es mi culpa. Debí haberlo sabido. Te dije que no nos entiendes, no puedes entendernos. La mesera regresa, nos pregunta si queremos postre. Digo que no, solo la cuenta. Ella ya la tiene. —Yo me encargo —anuncia A. —No es tu dinero —indico—. Yo pago. Le envío una disculpa a Justin, le digo que lo llamaré en cuanto llegue a casa. Es horrible, pero deseo que Ashley hubiese venido en su auto, deseo poder terminar la noche
aquí. Agradezco que A vaya a despertarse en otro cuerpo mañana. Estoy agradecida de no tener que volver a ver a Ashley nunca más. Solo separándolos puedo aferrarme a A y todo lo que sucedió antes de venir a este restaurante. Pero aun así… hemos hecho un daño. A no me hirió… pero me permitió que me hiciera daño a mí misma. Lo cual es casi lo mismo. Cuando volvemos a mi auto, ella se disculpa de nuevo. Entiendo por qué Justin se enfada cuando lo digo mucho. Luego de un rato se rinde, nota que necesito que se quede en silencio. Llegamos a su casa al fin. —La pasé muy bien —confiesa—. Hasta eso. —Sí —concuerdo—. Hasta eso. —Él estará bien. Seguro solo cree que soy una loca chica de California. No te preocupes por eso. No tiene sentido. Qué cosa tan sin sentido. —Hablamos luego —comenta. Si hubiésemos venido directamente desde el bosque, me habría preguntado qué sucede ahora. La besaría a pesar de que es Ashley, nos sentiríamos invencibles. —Hablamos luego —repito. Aunque no tengo idea de qué diremos, no puedo preocuparme por A ahora.
Página
124
Tengo que recuperar a Justin.
Capitulo 14 Traducido SOS por dehawny Corregido por PrisAlvS
No espero hasta llegar a casa. Me alejo de la casa de Ashley, doy la vuelta a unas cuantas esquinas, estaciono a un lado de la carretera y lo llamo. No ha respondido mis mensajes y me preocupa que no conteste. Pero sí lo hace. —¿Qué pasa? —pregunta. Puedo escuchar la televisión de fondo. —Siento mucho lo que pasó —respondo. —No es tu culpa. No tengo idea de dónde sacaste a esa perra negra, pero déjame decirte, ella no es tu amiga. En absoluto. —Lo sé. Fue estúpido de mi parte pedirte que vinieras. Debí haber lidiado con ella por mi cuenta. —Estaba fuera de control. Completamente fuera de control. —Supongo que verse así te hace eso. —No es una excusa. En serio. Qué perra. No era la verdadera ella, quiero decir. No la conociste en absoluto. —Te veo mañana —murmura Justin. Esa es su forma de decir que ya no quiere seguir hablando del tema.
Página
125
—Nos vemos mañana —replico—. Y, de nuevo, lo siento. —Para. Está bien. No, no lo está. *** Me pregunto si no fue solo la vida de Ashley la que fue robada. Quizá la mía también. Quizá necesito concentrarme en cosas reales, no en fantasías. Incluso si A es real, A nunca será constante. Justin es mi constante.
Me preocupa que Justin esté molesto conmigo por lo que pasó, pero en su mayoría está molesto con Ashley. Cuando nos encontramos con nuestros amigos en el pasillo, justo antes de nuestra primera clase, no puede esperar por contarles lo sucedido. —Rhiannon tiene una amiga fácil de California quien intentó meterse conmigo ayer. ¡Y Rhiannon estaba ahí! Fue salvaje. Estaba buena y no podía sacarme las manos de encima. Al final dije: "¿Qué crees que estás haciendo?" y Rhiannon llegó y le dijo que se largara. Se los juro, estaba fuera de control. —¡Hermano! —masculla Steve. —Sí. Eso es lo que estoy diciendo. Sé que así es como hablan los chicos. Sé que el punto de la historia es que me eligió; pero aun así se siente como si estuviera alardeando. Se siente como si el punto fuera que esta chica guapa y fácil quiso acostarse con él. No voy a decir nada, nada más dejaré que termine con su historia. Pero Rebecca la retoma y no la deja pasar. —¿Qué exactamente la convierte en una chica fácil? —pregunta—. ¿Y si tan solo era coqueta? —Oh, deja el tema, Rebecca —gruñe Justin—. No estuviste ahí. No viste a esa perra negra en acción. Fue increíble. —¿Ahora es una “perra negra”? ¿En serio, Justin? —A pesar de que no quiero que me mire, voltea en mi dirección. —¿Puedes decirnos qué fue lo que realmente pasó? —Tiene razón —afirmo—. Ella estaba fuera de control.
Página
126
Ahora Rebecca no solo está enojada con Justin, también está decepcionada de mí. —Qué linda, Rhiannon. Lindísima. Justin intenta igualarla con la mirada. —Rebecca, ni siquiera estuviste ahí. Y puedo llamar a alguien “perra negra” si es negra y actúa como una perra. No es más que un hecho. —¡Eso es pura mierda! Que sea negra no tiene nada que ver con tu historia, imbécil. Y apuesto a que si ella estuviera contando su versión de la historia, tampoco sería una perra. —¿Así que ahora está bien llamarme un imbécil?
—Uno, llevo años llamándote imbécil. Y dos, por favor toma en cuenta que no te llamo un imbécil blanco porque, a pesar de que tu color de piel agrega a tu sentimiento de superioridad, estoy dispuesta a dejarlo pasar para que podamos concentrarnos en el hecho de que estás siendo un imbécil en este momento. —Bien —interrumpo—. Has dicho lo que querías decir. Es suficiente. —Sí, amigo —le dice Justin a Ben—. Tranquiliza a tu novia, ¿ya? Sé que lo dice para irritar a Rebecca aún más. —Ella tiene razón —comenta Ben—. Estás siendo un imbécil. Me siento mal porque ahora Justin se siente atacado y, aunque su elección de palabras no fue la mejor, la historia que está contando no es mentira. Ashley sí intento meterse con él. Y puede que lo haya hecho con mi permiso, pero él no sabe eso. Él piensa que una de mis amigas intentó robarme el novio… y eso es ser una perra. Una perra universal. —Si no cambian el tema ahora mismo, voy a desatar el pedo más grande que esta escuela haya presenciado —amenaza Steve—. Están advertidos. Rebecca se retira y hace ver como si estuviera dejando el tema. Pero, por la forma en que me mira, sé que lo está guardando para después. *** En cuanto comienza la clase de arte se lanza en mi dirección. —¿Por qué dejaste que hablará de esa manera? ¿Cómo puedes dejarlo hablar mierda de todo el mundo y no hacer nada?
Página
127
—Rebecca, tienes que entender… —No. No lo defiendas. No sé quién sea esta amiga tuya de California, pero quizás ella es a quien deberías estar defendiendo. Porque si piensas que ella es una perra negra y una chica fácil, entonces no eres la mejor amiga que una podría tener. Espera, ¿qué? ¿Sobre qué estamos peleando? —Rebecca, ¿por qué estás enojada? No entiendo por qué estás enojada. —Estoy enojada porque mi mejor amiga está saliendo con un imbécil y no importa cuántas veces se lo diga, ella me mira como si estuviera diciendo que la tierra es redonda mientras responde: No, no, no… Es plana. —No fue su culpa —insisto—. Ella estaba intentado acorralarlo para que hiciera algo. Tiene derecho a estar molesto.
—Debe haber sido tan difícil para él que una chica guapa le coqueteara. No sé cómo pudo soportarlo. Pobre víctima. —No fue así. No hay forma en que pueda explicarlo. —Bueno, en su versión, sí lo fue. Ya sabes, ¿la versión racista y sexista que nos dio en el pasillo? O quizá ya ni te das cuenta de esas partes. —Lo hago, es solo que… ese no es él. Solo es él cuando está enojado. —Oh, ¿así que no cuenta si estás molesto? Ojala hubiera una categoría olímpica en que pudieras mostrar todas las contorciones que haces con tal de justificar tu relación con él. Odio cuando usa su inteligencia para malinterpretarme, para hacerme sentir tonta. —¿Por qué te molesta tanto lo mío con Justin? —espeto—. ¿Por qué? No es como si me pegara. No es como si abusara de mí. No es como si me engañara. ¿Por qué no puedes aceptar que veo cosas en él que quizá tú no ves? Y que quizá no las veas porque eres una perra con él todo el tiempo. —¿Así que ahora yo soy la perra? Bien. Entonces, tú, mi amiga, eres la chica que asusta. No me pega. No abusa de mí. No me engaña. ¿Acaso te escuchas a ti misma? Si esos son los estándares que tienes: ¡No me ha golpeado así que todo debe estar bien!; me asustas. Me haces pensar que en algún momento has usado esas justificaciones. Oh, todo está yendo mal y él es horrible… pero al menos no me golpea. Tente un poco más de respeto, ¿de acuerdo? Estamos en medio de la clase de arte. Se supone que dibujemos a una tortuga dormida que ha traído el señor K. Es probable que otras personas puedan oírnos.
Página
128
—¿Podemos no tener esta conversación aquí, por favor? —le pido. Cuando sale de mi boca suena como un ruego. Rebecca suspira. —No sé por qué me molesto. —Entonces sacude la cabeza, corrigiéndose—. No, sí lo sé. Es porque eres mi amiga, Rhiannon. Y porque me mata ver cómo te retuerces para estar con él. Sé que no estás escuchándome, no de verdad, pero un día estas palabras te serán útiles. Puede que ayuden. Por eso las digo, para que estén allí cuando las necesites y sepas que allí estaré cuando me necesites. Lo que dice es perfecto, demasiado perfecto. Quiero decirle que ya tengo un consejero escolar y no necesito otro. Quiero decirle que me doy cuenta de cómo disfruta verme sufrir,
porque si soy la paciente, a ella le toca ser la enfermera, la doctora, el ángel guardián. Parte de mí lo aprecia, pero en su mayoría lo resiento. Ella vuelve a su dibujo y yo al mío. La tortuga despierta y trata de escapar. El señor K la atrapa cada vez que intenta escapar. La primera vez que ocurrió fue divertido. La cuarta vez no es más que un inconveniente. *** Cuando salgo con Justin después de la escuela, no menciona ni a Ashley ni a Rebecca. Vamos a su casa y jugamos videojuegos; pierdo en una de las primeras rondas y tengo que verlo jugar hasta que termina. Entonces pone sus manos sobre mí y comenzamos a besarnos y, sin que tengamos que decirlo, sé que llegaremos hasta el final esta tarde. Intento concentrarme, pero no puedo dejar de preguntarme si le gustaría más si tuviera otro cuerpo… si tuviera el cuerpo de Ashley. Mientras nos desnudamos y aumenta la intensidad, pienso en estar en su cuerpo y tener sexo con Ashley. ¿Me gustaría? ¿Quiero algo así? No lo estoy sintiendo… y luego comienzo a pensar en lo opuesto: ¿y si A estuviera en el cuerpo de Justin ahora mismo? ¿Y si fuera A quien está dentro de mí, cubierto en sudor, besándome? Sé que sería diferente. Sé que estaría mirándome más. Sintiéndome más. Estaría más presente. Me siento horrible por pensar esas cosas. Por imaginar a A aquí, conmigo. Estoy engañando a Justin en mi cabeza, aún si estoy haciéndolo con su propio cuerpo.
Página
129
Todo termina antes de que yo haya llegado a algún lado. Justin me pregunta si quiero continuar, pero le digo que no, que estoy bien. Muy bien. Excelente.
Capitulo 15 Traducido SOS por PrisAlvS Corregido por PrisAlvS
Reviso mi correo electrónico antes de irme a dormir. No tengo mensajes de Justin ni de Rebecca, solo algo de A. Espero volverte a ver. A Me pregunto en cuál cuerpo está A. Me pregunto si habría querido acostarme con este. Me pregunto qué demonios estoy haciendo. No contesto. Quiero ver a A, claro que sí. Pero aún no le veo el sentido. *** Justin está de mal humor cuando lo alcanzo en la mañana. Otra discusión a la distancia con su papá, otra prueba para la que no está listo, otro día en el que no quiere estar aquí. Intento estar firme a su lado. Me quejo sobre mi futuro examen de historia, le digo que salir con él ayer fue mucho más divertido que estudiar, de todos modos. No ito que estudié cuando llegué a casa.
Página
130
—Odio este maldito lugar —me dice. Tengo que recordarme que no soy parte de este lugar. Él no se refiere a mí. Es difícil apoyarlo cuando no tienes idea de qué apoyas. Es difícil estar ahí para alguien cuando él no te deja saber dónde está. Le digo que lo veré en el almuerzo. Él no reacciona; ¿por qué debería?, solo estoy diciendo lo obvio, solo digo cómo pasará nuestro día. Camino a mis clases, hablo con las personas con las que siempre hablo. Apenas le presto atención a mi vida. Voy a clases de español y escucho a las personas hablar sobre las maravillas de Madrid. Voy a arte y apenas puedo levantar un pincel. Luego entro a matemáticas y algo dentro de mí se despierta, se pone alerta. En lugar de entrar al aula, miro por el pasillo y veo a alguien mirándome. En un instante sé que A ha vuelto. A está aquí. Está en sus ojos. Este chico con el cabello enredado y su camiseta estilo polo y pantalones podría ser cualquier chico, pero esos ojos, la forma en la que me ve, solo pueden ser de A.
Me alejo del salón de clases, del día que se supone que debo tener. Todos alrededor de mí se apresuran a sus lecciones con la segunda campana, pero él no. Y yo no. Nosotros no. Nosotros. No debería pensar en nosotros como nosotros, pero se siente como nosotros. Aquí en este pasillo, antes de hablar, somos nosotros. No sé si quiero que sea verdad, pero no parece importar lo que yo quiera. Esto existe sobre mí. Las clases empiezan, dejándonos solos. Pienso en dónde está Justin en este momento, y sé que no está cerca. Estamos a salvo. De qué, no sé. —Hola —mascullo. —Hola —replica. —Creí que podrías venir. —¿Estás molesta? —No, no lo estoy —contesto—. Aunque Dios sabe que no eres bueno para mi registro de asistencia. Él sonríe. —No ayudo con la asistencia de nadie. —¿Cuál es tu nombre hoy? —A. Para ti siempre es A. —Bien —murmuro.
Página
131
Y funciona. No saber el nombre de este chico me permite pensar en él como A. *** No pregunto si huiremos hoy; tengo el examen de historia y las cosas con Justin están muy tensas como para poder desaparecer y tener que mentir por eso. Puedo faltar a matemáticas, pero eso es todo. Es tan extraño recorrer estos pasillos con él, me preocupa encontrar a alguien. Supongo que tendré que fingir que es un nuevo estudiante. Que le estoy mostrando el lugar. —¿Justin está en clases? —pregunta cuando llegamos al ala de lengua. —Sí, si es que decidió ir.
No quiero quedarme en el pasillo, por lo que lo guío a un aula de inglés y nos sentamos en la parte de atrás para que nadie nos pueda ver desde la puerta. Es extraño estar a una mesa, es difícil mirarnos, pero nos giramos y encontramos cómo hacerlo. —¿Cómo supiste que era yo? —pregunta. —La forma en que me viste, no pudo haber sido nadie más. Tomada. No sé que mi mano esperaba ser tomada hasta que él lo hace, la sostiene. Sus manos son tan diferentes a las de Ashley, a las de Nathan. Diferentes incluso de las de Justin, aunque él es de un tamaño similar al de Justin. Nuestras manos se ajustan de forma diferente. —Perdón por la otra noche —masculla. No quiero hacer esto, pero le digo: —Merezco parte de la culpa, nunca debí llamarlo. —¿Qué dijo? ¿Después? Honestidad. Siento que debo ser honesta. —Él te llamó “esa perra negra” varias veces. Veo a A hacer una mueca. —Encantador. De nuevo siento la necesidad de defender a Justin. —Creo que sintió que era una trampa. No sé, solo sabía que algo no estaba bien.
Página
132
—Probablemente por lo que pasó la prueba. Él no se rinde. La forma en que quiere que Justin sea el chico malo… me recuerda a Justin. Aparto mi mano. —Eso no es justo. —Lo siento. Siento. Lo siente. Yo lo siento. Todos lo sentimos. —¿Qué quieres hacer? —me pregunta. Esa expresión de nuevo. Esos ojos. Ningún arrepentimiento, solo anhelo. No me aparto. Intento ser un hecho, no una sensación.
—¿Qué quieres que haga? —pregunto. —Quiero que hagas lo que sea mejor para ti. Demasiado perfecto, demasiado ficcioso, demasiado lejos de ese anhelo. —Esa es la respuesta incorrecta —confieso. —¿Por qué es la incorrecta? Él no lo entiende. —Porque es una mentira. Parpadea. —Volvamos a mi pregunta original. ¿Qué quieres hacer? Cómo le puedo decir que lo que quiero no es lo importante. Nunca lo es. Quiero un millón de dólares, nunca volver a la escuela y, aun así, conseguir un buen empleo. Quiero ser más linda, ir a Hawái. Querer no cuesta nada, a menos que intentes gastarlo. “¿Qué quieres hacer?” no es lo que debería preguntar. Debería preguntarme lo que puedo hacer. ¿Cómo puedo hacerlo ver eso? —No quiero arruinar todo por algo poco seguro —confieso. —¿Qué hay de inseguro conmigo? Una broma, tiene que ser una broma. —¿En serio? —inquiero—. ¿Tengo que explicártelo?
Página
133
Él le resta importancia con la mano. —Además de eso. Sabes que eres la persona más importante que he tenido en mi vida. De eso no hay duda. —En solo dos semanas —señaló—. Eso es poco seguro. —Sabes más de mí que cualquier otra persona. —Pero no puedo decir lo mismo. Aún no. —No puedes negar que hay algo entre nosotros. No lo puedo negar, es verdad. Pero puedo negar que eso significa lo que él cree.
—No —replico—. Lo hay. Cuando te vi hoy… no sabía que había estado esperándote hasta que te vi ahí. Entonces toda esa espera me llega en un segundo. Eso es algo… pero no sé si es seguridad. El cuarto período aún no acaba, pero planeaba estudiar historia durante matemáticas. Tengo que recordarme que aquí es donde está mi vida, no puedo permitirme arruinarlo. —Tengo que prepararme para mi prueba —anuncio—. Y tú tienes otra vida a la cual volver. El dolor cruza su rostro y ojos. —¿No quieres verme? —pregunta. Ansia. Todo sobre él es ansia. —Sí —ito—. Y no. Creerías que lo haría todo más fácil, pero de hecho lo hace más difícil. —¿Entonces no debería solo aparecer aquí? ¿Esto ayuda? No, no ayuda. Esta es la ruptura porque hace que las cosas parezcan menos. Por instinto sé que no puedo aparecer en la escuela todas las mañanas preguntándome si él estará aquí. No puedo ver a todos los extraños en los ojos esperando que sea él. Por lo que le digo: —Quedémonos con los correos electrónicos por ahora. ¿Bien?
Página
134
Siento el ansia pulsando debajo de su piel. Puedo ver cuánto intenta mantenerse calmado. La puerta del salón de clases se abre y una profesora que no conozco entra. Ella nos mira y dice: —No pueden estar aquí. ¿No debería estar en clases? Murmuro algo sobre un período libre. Tomo mi bolso. A no tiene uno; espero que la profesora no lo note. Nos despedimos en el pasillo. Sé que no lo volveré a ver así de nuevo. Lo veré como alguien más. Pero no así. No tan esperanzado como lo vi cuando me vio esta mañana. Aún siento la conexión entre nosotros, incluso mientras me alejo. *** Voy al casillero de Justin al terminar las clases, pero él ya se fue.
Página
135
Paso el resto del día y la noche sola. Mis padres no cuentan.
Capitulo 16 Traducido por belisrose Corregido por Pily
Algo pasa al día siguiente. Justin apenas me habla. Rebecca me mira con curiosidad. Incluso mis profesores parecen estar más consciente de que estoy en el salón, y no paran de llamarme. Tengo un informe de Lengua, tengo que terminarlo durante el almuerzo, así que me paso el día en la biblioteca. Después del sexto período, Preston pregunta si quiero hacer algo después de la escuela. Siento que no he hablado con él desde hace tiempo y estoy agradecida de que alguien está tratando de hacer planes conmigo. Decidimos conducir hasta el centro comercial, Preston tiene un primo en Burberry que le hace saber que el abrigo que ha estado desesperado por conseguir está en rebaja. Todavía no se lo puede permitir, pero al menos se lo puede probar una vez más antes de que sea vendido. Creo que el abrigo será la principal prioridad en nuestra conversación, pero luego Preston salta en mi auto, conecta su iPod para destruir algunos Robyn y dice: —¡Así que… caíste! —¿En qué se supone que caí? —pregunto mientras salgo del estacionamiento.
Página
136
Preston suspira teatralmente. —¿Debo ser preciso? Tengo de fuentes muy confiables que estabas caminando por los pasillos ayer con un caballero bastante atractivo que nadie ha visto antes. Puede que incluso te hayas secuestrado a ti misma en un salón vacío con él, aunque, cuando saliste, no hubo evidencia de un comportamiento desfavorable. Al parecer, su cabello era muy swoopy4, lo que ha llevado al menos al cincuenta y ocho por ciento de mis fuentes confiables a creer que él podría jugar para mi equipo. Sería la noticia más emocionante para mi mundo en casi una década. Cada noche rezo para que un encantador gay con cabello swoopy venga a nuestra escuela, de la misma manera que Margaret reza por tetas y mi abuelo reza por mi salvación eterna. Me recuerdo que necesito seguir conduciendo. Necesito enfocarme o sé que voy a desviarme.
4
Swoopy: tipo de corte de cabello que tiene muchas ondas.
Cautela. Mi primer instinto es decir, no tengo ni idea de lo que estás hablando. Pero está claro que alguien me vio. Muchas personas me vieron. Mi segundo instinto es pensar, Justin escuchó. Justin sabe. Mi tercer instinto es gritar. Mi cuarto instinto es llorar. Mi quinto instinto es negar todos estos otros instintos y decir, ligeramente: —Lo siento, Preston, no tengo ni idea de si él se lanzara en tu camino. No era más que un posible estudiante al que le mostraba los alrededores, como Tiffany hace. Vive en California, ni siquiera está seguro de que su padre consiga el trabajo aquí. E incluso si lo hiciera… toda la cuestión de si es o no gay no estaba en discusión. —Oh. —El pobre Preston se ve tan decepcionado. —Lo siento. —Está bien. Un chico puede soñar, ¿no? Quiero decirle que tal vez es mejor así. Tal vez la vida real nunca está a la altura de su sueño de amor. —Así que, ¿quién me vio? —pregunto con delicadeza—. Quiero decir a nosotros. —Kara Wallace y su grupo. Lindsay Craig pensó que estabas haciéndolo con él, pero luego te vieron salir y dijeron que todo estaba en el lugar correcto, si sabes lo que quiero decir. Kara estaba emocionada porque su gaydar5 realmente funcionó. —¿De verdad crees en esas cosas de gaydar?
Página
137
Preston asiente. —Puedes decirlo. Hay una energía que viaja entre los dos. No puedo decir si se trata de un lenguaje corporal o si hay una reacción química real. Pero puedes sentirlo. Él lo pone ahí fuera, tú lo pones ahí fuera, y puedes sentirlo. Pienso en A. En la manera en que sabía que era él. Luego aparto ese pensamiento. —¿Y seguirán difundiéndolo? Quiero decir, ¿debo preocuparme acerca de que Justin escuche el chisme? 5
Gaydar: “radar-gay”, habilidad de ciertas personas, en especial no heterosexuales, para notar si otra persona no es heterosexual.
—¿Justin chismorrea? No me parece que él sea ese tipo. No, pero puedo imaginarme a Lindsay yendo hacia él y compartiendo sus teorías, solo pensé que deberías saber, ella diría, la pequeña ayudante de chismes. Podría explicar su incomunicación hoy. Pero miles de otras cosas también podrían explicarlo. Y llamarlo y hacer una gran cosa de algún rumor podría ser seriamente contraproducente si no ha oído nada. —En serio —dice Preston—, no te preocupes por eso. La única razón que me llevó hasta arriba fue… bueno, por razones egoístas. Soy malo. Estoy mal. Es solo un tipo de bromear, y solo el tipo de convencer. —¿Estás bien? —le pregunto. Sonríe con tristeza. —Estoy bien. Aunque estaría mucho mejor si le hubieras dado al chico de cabelloswoopy mi número. —¿Qué pasó con Alec? —No tiene cabello swoopy. —¿Y ese tipo en Massachusetts con el que estabas charlando? —No tiene cabello swoopy. Y no es local. —¿Así que el cabello swoopy es la cosa? ¿No puedes estar con un hombre al menos que su cabello sea swoopy?
Página
138
—Si hay una excepción, no lo he encontrado aún. —Lo digo en serio. ¿Realmente crees que eso es mucho en un "tipo"? ¿Realmente hay solo un tipo de persona para ti? ¿No podrías estar abierto a alguien fuera de tu tipo si él o ella fuera lo suficientemente importante? —¿O ella? —Solo estoy diciendo, si amas a alguien lo suficiente, ¿podría eso realmente importar? —Sé que quieres que diga que no, pero seamos realistas aquí. Todos estamos conectados a que nos gusten ciertas cosas y odiar ciertas cosas. Muchas de estas cosas son negociables, pero algunas de ellas son fundamentales. No me preguntes por qué, necesitaría un doctorado y un muy poderoso microscopio para comenzar a decirte por qué. ¿Podría amar a
un tipo sin cabello swoopy? Sí, seguro. ¿Podría amar a un tipo con un salmonete6? Mucho más difícil. ¿Podría amar a una chica con un salmonete? Como amigo, seguro. Pero, ¿cómo pongo esto? ¿Podría querer tener relaciones con ella? No. No estoy interesado. En absoluto. Nuh-uh. —Pero, ¿no te gustaría que fuera posible? Quiero decir, ¿no te gustaría que cualquier cosa fuera posible? —¿Me gustaría eso? Seguro. Quiero decir, ¿por qué no? Pero ¿sí creo que es verdad? Nope. Lo siento. Ni por asomo. Tengo dos años de estar enamorado de nuestro amigo en común para demostrar eso. No todo es posible. Enamorarse de un chico hetero es por lo tanto inisible. No me desvío a un lado de la carretera en la ruptura de esta noticia, pero enciendo la radio para centrarme más en eso. —Espera, ¿estás enamorado de Ben? —Estaba enamorado de Ben. El tipo de sala de tortura del amor. Oh, Señor, lo que yo habría hecho por, para o con ese chico. Eso fue antes de que él empezara a salir con Rebecca. Bueno, el inicio de eso fue antes de que él empezara a salir con Rebecca. Me imagino a Ben hace dos años. Su cabello swoopy.
Página
139
—Pero sabías que él no era gay, ¿no? —pregunto—. Quiero decir, él no lo era, ¿cierto? ¿No me he perdido eso también? —No, no te lo perdiste. —Preston mira por la ventana—. Fue algo de lo que traté de convencerme a mí mismo que podría suceder. Era más fácil para mí venir si pensaba que había alguien enamorado. Un destino para mi trayectoria. Sé que es una tontería y sé que él no hizo nada para merecerlo, pero tuve que imaginarme algún tipo de futuro y, mientras estaba en ello, decidí cortarlo fuera de la realidad y pegarlo dentro de mi fantasía. Sentí un montón de cosas en ese momento y tenía que sentir cada uno de ellas. Luego tuve que decirme a mí mismo que se había acabado. Él no iba de pronto a sentirse atraído por los chicos, como a mí no iban de pronto a gustarme las chicas. Sé que Preston no va a entender la pregunta que viene; sin embargo, tengo que preguntar. —¿Pero que si él pudiera haber cambiado? Quiero decir, ¿y si Ben pudiera haber cambiado a una chica y pudieras haber estado con él de esa manera?
6
Salmonete: corte de cabello que consiste en recortar la parte de arriba y dejar la parte de abajo larga; popular en décadas pasadas.
—Rhiannon, si hubiera querido enamorarme de una chica, habría un montón de chicas impresionantes alrededor para enamorarme. Así no es cómo funciona. Estúpida. Me siento estúpida. —Lo sé, lo sé —le digo—. Lo siento. —Está bien. —Luego me echa un vistazo—. ¿Qué tienes en mente? No puedo decirle la verdadera razón, pero me pregunto si puedo tratar de mantenerlo despistado y aun así tener una conversación. —Me pregunto por qué las personas permanecen juntas —le digo—. Por qué se conectan en primer lugar y que mantiene esa conexión fuerte. Quiero que sean todas las cosas del interior: quién eres, en qué crees. Pero ¿qué pasa si las cosas del exterior son igual de importantes? Cuando era pequeña, siempre me preocupaba de enamorarme de alguien feo. Como Shrek. Entonces me di cuenta de que el amor haría a cualquiera hermoso para mí, si los amara lo suficiente. Quiero creer en eso. Quiero creer que puedes amar a alguien tanto que nada de eso importa. Pero ¿qué si lo hace? Estamos en el centro comercial ahora. Me estaciono en un lugar. Ninguno de los dos hace un movimiento para dejar el auto. Preston está mirándome realmente preocupado. —¿Se trata de Justin? —pregunta—. ¿Ya no te siente atraída por él? —¡No! —¿Es acerca de… alguien más? —¡NO!
Página
140
Preston sostiene sus manos. —¡Está bien, está bien! Solo comprobando. —Era algo que estaba pensando. Eso es todo. Estoy dejándolo. Estoy dejándome. Porque estoy cerrando esta conversación. Estoy dejando claro que hemos terminado. Salimos del auto y nos dirigimos a la salida de Burberry. Preston se prueba el abrigo y le digo que se ve increíble. Hablamos de ropa y clases y nuestros amigos. Pero no hablamos de lo que esté realmente en mi mente. Preston lo sabe. Yo lo sé.
Sigo esperando por un mensaje de texto de Justin. Cualquiera, si ha oído los rumores y va a querer saber quién era el chico, o no lo ha hecho y va a probarme para ver lo que estoy haciendo. Una de las dos. O, al final, ninguna. *** Pienso en escribirle a A, pero me convenzo de no hacerlo. No quiero animarlo demasiado. No puedo tenerlo apareciendo de nuevo. Tengo que entender las cosas. Pero ¿cómo puedes entender algo que no tiene una forma? Son las cosas sin forma, como el amor, como la atracción, las que son las más difíciles de entender. *** Le envío un mensaje de texto a Justin mientras la medianoche se acerca. Estoy con sueño y vulnerable. La noche no me deja sentar cabeza hasta que me deshago de al menos una cosa que me está perturbando. Decido que sea sencillo. Te extrañé hoy. Él no me escribe de vuelta hasta la mañana siguiente.
Página
141
¿Lo hiciste?
Capitulo 17 Traducido SOS por dehawny Corregido por Florpincha
Recibo el mensaje mientras lo espero junto a su casillero. La ola de emociones en mí crece demasiado rápido. Un minuto después, cuando él aparece, choca contra todos los muros que he levantado. Levanto el teléfono. —¿Qué quieres decir con "¿Lo hiciste?"? No luce histérico. Luce molesto. Ahora mismo, no soy más que una chica estorbándole. —Si me extrañaste tanto, ¿por qué me evitaste todo el día? —pregunta—. Siento que si realmente me hubieras extrañado, hubieras hecho algún esfuerzo. —¡Estaba con Preston!¡Fuimos al centro comercial! ¿Estás diciendo que querías ir de compras conmigo y Preston? ¿En serio? No sé porque estoy gritándole, por qué suena como si estuviera peleando cuando no quiero pelear. —No me refiero a que hayas ido de compras. —Dice ido de compras de la misma manera en que dice gay—. Me refiero a todo. No estás aquí.
Página
142
¿Todavía está enojado conmigo por lo de Ashley? ¿O es que ha escuchado acerca del chico misterioso y la sala de clase vacía? —He estado cerca —le digo—. He estado aquí —Entonces decido abordar el tema de otra manera—. He estado ocupada, sí. Las pruebas y dar recorridos a alumnos nuevos y todo eso. Pero yo he estado aquí y si hubieras querido verme todo lo que tenías que hacer era llamar. Abre la puerta de su casillero con tanta fuerza que golpea el casillero de al lado. Me sobresalto, aunque más por el movimiento que por el ruido. —¿Siquiera te escuchas a ti misma? ¿Todo lo que tenía que hacer era llamar? ¿Debería comenzar a pedir hora para estar contigo? Dios. Hay gente mirándonos ahora. Somos esa pareja peleando en el pasillo. —Lo siento —digo. No estoy segura de por qué. Solo sé que lo siento.
—¿Si quiera te importa que haya tenido un día de mierda? ¿Si quiera se te ocurrió preguntar? —rebate. —¿Cuál es el problema? —pregunto ahora. —Esta conversación —dice, esta vez azotando el casillero al cerrarlo—. Ese es el problema. No es solo esta conversación. He cometido cientos de errores. Me he convertido en la clase de persona que se preocupa por no ser atrapada, no por lo que ha hecho. No quiero ser ese tipo de persona. —¿Podemos hablar de esto? —pregunto suavemente. —Nos vemos después. —Es la respuesta de Justin. Lo que es algo, pero no mucho. Suena la campana y la gente comienza a moverse. Unos cuantos me miran por un momento, para ver si voy a darles un colapso del que valga la pena hablar. Los decepciono de la misma manera en que decepciono a todos los demás. *** El almuerzo es tenso.
Página
143
No veo a Justin entre la primera y la segunda clase. No sé si fue a propósito por su parte o si solo no coincidimos. Cuando veo a Preston entre la tercera y cuarta hora le pregunto si logró detener los rumores. Hago que suene como una broma, pero él ve más allá de eso. Me asegura que el chisme ya ha cambiado, como el chisme tiende a hacer. Sé que eso es verdad, pero no sería más que mi suerte si fuera la excepción. Quiero guardar el asiento a mi lado para Justin, pero no sé cómo pedirle a Rebecca que se mueva sin que suene mal cuando trae su bandeja y se sienta allí. Cuando Justin llega puedo ver cómo mira ese asiento ocupado como si fuera evidencia. Se sienta unos cuantos asientos más allá. Por los menos quiero que me salude. Nuestros amigos se dan cuenta, pero no dicen ni una palabra al respecto. Debería estar pensando en alguna forma de salvar lo que tenemos, de hacerlo sentir mejor acerca de mí. Pero en cambio tengo el estúpido e inútil pensamiento: A nunca me haría esto. Incluso si no estuviéramos de acuerdo, incluso si peleáramos. A nunca me ignoraría. A nunca me haría sentir como si ya no existiera. Sin importar en qué cuerpo estuviera, A siempre encontraría la forma de verme.
No tengo cómo saberlo como un hecho, pero estoy segura de ello como un sentimiento. —¿Rhiannon? Es la voz de Rebecca. Me preguntó algo. Abandono mis pensamientos por un segundo y regreso a nuestra mesa. Miro a Justin y veo que ahora me está prestando atención. Me vio distraerme. Hace un tiempo hubiera asumido que estaba pensado en él. Ahora no veo nada de eso en su rostro. Baja la mirada y vuelve a su almuerzo. —Lo siento —mascullo, pero esta vez a Rebecca por no escuchar lo que sea que tiene que decir. *** Tienes que arreglar esto. Eso es lo que me digo a mí misma a lo largo de todo el día. A va a dejarme. A nunca será mío. A nunca podrá ser una parte normal de mi vida. Justin está aquí. Justin me ama. Justin es una parte de mí. No puedo ignorar eso. Está enojado, pero está enojado porque está confundido, porque lo estoy abatiendo. Sabe que algo está mal. Me conoce lo suficiente como para saber eso. No está inventando cosas. De verdad le estoy haciendo esto. Que es por lo cual debo parar. Que es por lo cual debo arreglarlo. ***
Página
144
No luce sorprendido de verme junto a su casillero al finalizar el día. —Sé que no he estado muy presente —digo antes de que pueda alejarse—. Sé que no he estado prestando atención en un cien por ciento. Eso no tiene nada que ver contigo, lo juro. Y agradezco que me lo hayas dicho, porque a veces estoy tan ida que ni siquiera me doy cuenta, ¿sabes? Pero estoy de vuelta. Estoy aquí ahora. Quiero saber qué te está pasando. Quiero ser parte de ello. Quiero que nos tomemos todo el tiempo que sea necesario para que volvamos a estar bien. —Está bien —dice.
Observo cómo pone los libros en su casillero. Su nuca se burla de mí. Sus hombros me captan. —¿Quieres hacer algo? —pregunto. Cierra el casillero. Se da la vuelta. —Claro —acepta. Y en sus ojos, en su voz, lo siento. Alivio. *** Le pregunto a dónde quiere ir. Dice que a su casa. *** Sé que se supone que el “sexo de reconciliación” signifique reconciliarse con el otro después de una pelea, pero ahora mismo siento que significa reconciliar la verdad con la imagen de mí misma que quiero presentar. Me he transformado en una novia tan comprometida que hasta yo puedo creer que la imitación es real. Sé que las acciones valen más que las palabras para Justin y él me lo está demostrando. Estoy agradecida por esta comunicación, por la forma en que esta intensidad me hace sentir, pero mi mente está en otro lugar. En medio del calor, de la adrenalina, él se siente lo suficientemente seguro como para decir: —No me dejes. Y prometo que no lo haré. Reconozco lo vulnerable que está y lo juro.
Página
145
*** Después le pregunto por su día de mierda y él apenas recuerda por qué era tan malo. Solo las razones usuales, y el peso de ellas es igual al usual. No menciona que yo haya estado con otro chico y tampoco lo encuentro bajo sus palabras. Creo que estoy a salvo. Me pide que me quede a cenar. Llamo a mi madre, quien parece irritada pero no dice que no. La madre de Justin también parece irritada cuando llega a casa y le dice que voy a quedarme; pero su irritación está dirigida a él, no a mí. Le digo que no tengo que quedarme, que sé que es de último minuto, pero ella dice que está feliz de tenerme aquí y que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que me vio. Cuando Justin y yo comenzamos a salir ella me trataba como si fuera un perrito que él hubiese recogido de la calle. Ahora que
hemos estado saliendo por un tiempo he subido de nivel, al estatus de mascota; parte de la familia, pero no un miembro de ella, no en realidad. Le agrado más al padre de Justin o, al menos, él hace más para agradarme a mí. Logra llegar a casa exactamente cinco minutos antes de que la cena esté lista y luego actúa como si fuera la cabecera de la mesa, a pesar de que la mesa es cuadrada. Justin y yo estamos sentados perpendicularmente y respondemos a las preguntas de su padre como si fuera una entrevista doble. Nuestras insípidas respuestas sobre la escuela y la tarea no son cuestionadas por sus insípidas reacciones. Me arriesgo preguntando por la abuela de Justin y me dicen que está tan bien como puede estarlo. Todos se tensan por lo que cambio el tema y elogio la comida. La mamá de Justin me dice que siente que no haya suficiente como para repetir pues no había planeado cocinar para cuatro. En un comienzo, quería que la casa de Justin se convirtiera en mi segunda casa. Que la familia de él se convirtiera en mi segunda familia. Pero solo lo logré a medias. Tiene sentido, porque Justin apenas quiere a su familia para sí mismo. Parte de mí estaba decepcionada de que mi segunda oportunidad para tener una mamá decente no hubiera funcionado, pero más que nada decidí reclamar esa ausencia en la vida de él. Puedo recordar pensar que si él sentía que no tenía una familia, yo sería su familia. Si no sentía que tenía un hogar, yo haría nuestro espacio juntos un hogar. Creía que el amor podría hacerlo. Creía que para eso era el amor. Ahora no estoy segura de qué es lo que tenemos. ¿Qué clase de familia somos? Solía imaginarnos en un futuro: casándonos, teniendo hijos; y luego retrocedía hasta alcanzar el presente. Hace un tiempo que no lo hago.
Página
146
Justin está incomodo durante toda la cena. Y sé que yo soy la parte cómoda. Sé que soy la persona en esta mesa que lo hace más feliz, a quien se siente más cercano. Cuando termina la cena y he ayudado a su madre a lavar los platos, lo encuentro en su cuarto jugando un videojuego. Lo pausa cuando entro y luego da palmaditas al espacio a su lado, haciendo señas para que me acerque. —Lamento hacer que pasaras por eso —dice besándome. —La cena estuvo bien —lo tranquilizo, a pesar de que no lo estuvo en realidad. Sé que no iremos más allá de besos con sus padres en la casa. Es como si todo lo que hacemos fuera se amplificara directo a sus oídos. Me pasa un control y jugamos por un rato. Si fuéramos otras personas, haríamos nuestra tarea juntos. En cambio, evitamos la tarea juntos. Me doy cuenta de lo irresponsable que eso es. No creo que a Justin se le haya ocurrido en absoluto.
Me alegra que hayamos vuelto a la normalidad. No sé si he extrañado esto, pero se siente bien por ahora. Es como si A nunca hubiera existido. A es una historia que me conté a mí misma. Justin es mejor en este juego que yo, lo cual es cierto para la mayoría de los juegos que jugamos. Continúo muriendo y él sigue pasándome nuevas vidas. A las nueve finalmente me excuso y le digo que tengo que terminar mi trabajo de biología si no quiero reprobar. Lo menciono en parte porque es cierto y en parte porque quiero que se acuerde de su propio trabajo. Él está mucho más cerca de reprobar que yo. —Está bien… nos vemos mañana —se despide. Sus ojos no dejan la pantalla. Me aseguro de despedirme de sus padres mientras salgo. Su mamá vuelve a decirme que fue bueno verme. Su padre me acompaña hasta la puerta. Cuando salgo no siento que haya perdido algo al irme. Cuando salgo de mi propia casa siempre hay una parte de mí que se queda atrás, esperando a que vuelva. Eso es lo que la hace mi hogar, el sentimiento de que parte de mí siempre estará allí esperándome. Mientras camino hacia mi auto no me doy la vuelta para ver si es que está en la ventana, viendo cómo me voy. Sé que no lo está. La parte de él que espera por mí no es tan fuerte. No cuando sabe que me tiene. Cuando vuelvo a mi habitación ya no estoy preocupada por nuestra pelea. Esta mañana parece ser historia antigua. Por quien estoy preocupada es A. Es A quien creo que está esperándome. No he enviado una palabra en todo el día y comienza a sentirse, ahora que reparo en ello, como abandono. Lo cual está mal; es A quien me abandona saltando de lugar a lugar, de cuerpo a cuerpo.
Página
147
Pero sé que también soy culpable. Reviso mi correo y estoy casi aliviada de que no haya nada nuevo. Eso excusa parte de mi silencio, que A también esté en silencio. Aunque si A está en silencio es bastante probable que sea porque le dije que parara. Me preparo para acostarme y luego duermo ocho horas. Cuando despierto la primera obligación que siento es terminar ese silencio. Así que escribo: A, Perdona que no te escribiera ayer. Quería hacerlo, pero me pasaron muchas cosas (ninguna de ellas verdaderamente importante, pero eran de esas que
llevan tiempo). Aunque me resultó duro verte, fue bueno hacerlo. En serio. Pero que nos tomemos un descanso y pensemos un poco las cosas tiene sentido. ¿Qué tal tu día? ¿Qué hiciste? R Sé que esto viene de dos lugares distintos… Quería escribirte, pero sigamos sin vernos. Pero es un buen reflejo de en dónde estoy. O en dónde creo que estoy. A pesar de que sé que es imposible, y que sé que no ayudará, aún quiero saber dónde está A. ¿Eso significa que estoy esperando por A? No lo sé.
Página
148
A lo mejor estoy esperando a ver qué ocurrirá a continuación.
Capitulo 18 Traducido SOS por dehawny Corregido por Florpincha
Recibo un correo de A mientras conduzco a la escuela. Lo leo en mi auto antes de entrar. A me dice que ayer él (¿ella?) pasó el día en el cuerpo de una chica inmigrante quien limpiaba baños para ganarse la vida y que el día anterior no se sintió muy bien, por lo que se quedó en la casa de esta otra chica y vio televisión. Hoy A es otra chica quien tiene una importante competencia de atletismo, así que tiene que quedarse donde está. A pesar de que le dije que no viniera, estoy decepcionada. Quiero contradecirme. Quiero ganarle a mis dudas. Quiero que A esté aquí. Pero no puedo sacar a esa chica de su competencia de atletismo. Y cuando me imagino a A como una corredora, me detengo. ¿Y si es otra Ashley? O incluso si tiene una apariencia normal, ¿qué haríamos entonces? Pienso en responderle a A, pero si no voy a pedirle que deje todo y venga a verme, no hay mucho más que pueda decir. No voy a contarle acerca de Justin; sobre la pelea, sobre la reconciliación. ¿Y qué más hay en mi vida que valga la pena contar? Apago mi teléfono y entro a la escuela. ***
Página
149
Sigo los pasos. Intento no hablar en clase, pero lo hago cuando tengo que hacerlo. Saludo a mis amigos, pero no más que eso. Le doy a Justin lo que quiere: suficiente distancia para que sea él mismo y suficiente cercanía para que sepa que no estoy lejos. Como mi almuerzo sin saborearlo. Me encuentro pensando en Kelsea, en su cuaderno con todas esas formas de morir. No porque quiera suicidarme. No estoy para nada cerca de querer suicidarme; pero puedo entender cómo es sentirte desconectada de tu propia vida. Sentir que tu conexión con los demás es tan frágil que todo lo que tomaría para estar completamente separada sería un pequeño y decisivo corte. Si no me aferro, me voy a la deriva. Siento que nadie me sostiene. En mi vida, yo soy la única que se agarra. Excepto por A. Pero A no está aquí. Rebecca y Preston intentan alcanzarme. Ellos ven ese delgado hilo y le atan mensajes, haciéndolos llegar hasta mí. Preston me invita a otra ronda de compras sin comprar. Rebecca trata de sobornarme para que la acompañe a un café después de la escuela. Ambos
me recuerdan que Daren Johnston tiene una fiesta mañana en la noche. Estoy segura de que terminaré yendo. Planes. Me doy cuenta de que no estoy haciendo planes porque quiero ver dónde vivirá A mañana, si es que estará libre. Es fin de semana, puedo manejar lejos si tengo que hacerlo. No. Veo a Justin y pienso, Alto. Me pregunta si quiero ir a ver una película. Incluso me deja escoger. Hace un tiempo eso me habría hecho feliz. *** No me molesto en decirle a mi madre que no llegaré antes de la cena. Serían dos días seguidos ya y me lo va a reprochar. Por lo que concluyo que más vale hacer lo que voy a hacer y recibir el regaño después, que recibir el regaño antes y no poder ir. Paseamos en el auto por un rato, compramos en Taco Bell y entramos temprano a ver la película. Mientras esperamos a que empiece, miro a todas las otras personas en la sala. La mayoría son de mi edad y no puedo evitar preguntarme si alguna de ellas podría ser A. Su competencia ya debería haber terminado. Quizá decidió ir a ver una película con sus amigas después. No es imposible. Unas cuantas chicas me atrapan mirándolas. La mayoría se dan vuelta. Unas pocas me confrontan, mirándome de vuelta para hacerme sentir incómoda.
Página
150
Justin está inquieto, quizás ha notado que mi atención no está fija. Me acerco a él y tomo su mano. Mueve las palomitas de lugar para que pueda hacerlo. Pero, cuando comienza la película, se aleja. No creo que la película sea lo que él esperaba que fuera. El poster prometía una película de horror en el espacio. Pronto queda claro que la cosa más horrible contra la que el astronauta tiene que luchar es el sinfín de su aburrimiento y el sinsentido de su vida. Los párpados de Justin comienzan a cerrarse. Quiero usar su hombro como una almohada, pero una vez me dijo que, si hago eso por mucho tiempo, corto su circulación. Vuelvo a mirar a la audiencia lo más que puedo, escogiendo a la persona a la que estaría más atraída si A estuviera dentro de su cuerpo. Sé que la respuesta debería ser todos ellos. Pero no es todos ellos. No es tan simple como decir que todos los chicos son un sí y todas las chicas son un no. Es más complicado que eso. Aunque a los que más considero son los chicos.
La respuesta, el A que en verdad quiero, está sentado a mi lado. *** Cuando llego a casa es mi padre quien me espera en la cocina, decepcionado. Me dice que mamá ya se ha ido a acostar y que fue desconsiderado de mi parte no avisar que no llegaría a cenar. Miento y digo que le dije a mamá hace mucho que esta noche iba a salir con Justin. La llamo una “noche de cita” para que mi papá imagine que fuimos a comer helado y nos miramos amorosamente a los ojos todo el rato. Se lo cree por completo. *** Reviso mi correo por algún mensaje nuevo de A, pero no encuentro nada. Y no le escribo de vuelta porque aún no tengo nada interesante que decir. *** La mañana siguiente mi madre dice que no me va a hablar. Sé que se supone que me sienta mal, pero más que nada estoy feliz de no tener que lidiar con ella. Me preocupa que no me dejen ir a la fiesta de hoy en la noche, por lo que hago toda una producción de mí haciendo mi tarea y algunas cosas de la casa. Es fácil ganarme a mi padre de esa manera. Antes de salir de casa, considero enviarle un correo a A para hacerle saber en dónde voy a estar. Luego recuerdo lo que le pasó al pobre Nathan la última vez que esto pasó y decido guardar silencio. Aun así, me pregunto en dónde está. También me pregunto por qué no he sabido nada de él (¿ella?).
Página
151
Recojo a Justin porque sé que planea embriagarse. Le pregunto qué hizo todo el día y él apenas lo recuerda. Creo que su vida es quizá tan poco memorable como la mía y es por esos que estamos juntos. Para ser la parte memorable del otro. O quizá por eso vamos a fiestas, para encontrar algo memorable allí. O algo de alcohol. O ambas cosas. Preston también maneja por lo que él y yo bebemos Coca Cola mientras le cuento la película, de la cual es más divertido burlarse que mirar. Mientras hablo, Preston tiene los ojos fijos en la puerta, esperando a que su radar se encienda. Se mantiene en silencio hasta que este chico, imitación de James Dean, entra. Preston se fija en él como un perro de caza que ha visto al pato más bello que alguna vez hubiera caído del cielo. —¿En serio? —digo—. ¿Él? Preston asiente. Dos veces.
—¿Quieres qué averigüe quién es? —pregunto. Preston niega con la cabeza. Dos veces. Un minuto después, Dirk Nelson entra con las llaves de su auto aún en la mano. Mira alrededor y, cuando ve a James Dean, se acerca y lo saluda con un beso. —Mierda —farfulla Preston. —Lo siento —le digo. —Bueno, fue lindo durante los cinco segundos que duró. James Dean se voltea a vernos… a verme. Por un momento siento una conexión, pero cuando miro con más cuidado lo sé: No es A. No es nada. Hablo un poco más con Preston y luego Rebecca y Ben se nos unen. Les estoy contando sobre la película cuando Stephanie sale de la cocina, luciendo furiosa. Steve la sigue por unos cuantos metros hasta detenerse y gritar, ¿¡QUÉ MIERDA?!, por lo menos tres veces a su espalda. —¿Quién quiere encargarse de eso? —pregunta Rebecca. Cuando nadie más se mueve, suspira y sigue a Stephanie. Ben y Preston van por Steve. Camino un poco y encuentro a Justin bebiendo con Kara Wallace y Lindsay Craig, la chica que estaba segura de que yo estaba haciendo algo poco inocente con el chico al que le estaba mostrando la escuela. Me armo de valor y me acerco. —¿Qué les pasó a Steve y Stephanie? —pregunto.
Página
152
Claramente le estoy preguntando a Justin, pero Lindsay responde: —Ella lo vio comer pepperoni y dijo que era muy irrespetuoso de su parte porque ella lleva siendo vegetariana, como, los últimos tres minutos. Kara lo encuentra divertido. Justin se encoge de hombros, pues hace años que dejó de intentar entender a Stephanie y Steve. Por como Lindsay me observa, me pregunto si es que estoy vistiendo la prenda equivocada, si es que dije algo malo o si es que simplemente soy la persona equivocada. Decido no preguntar. Justin parece estar bien, por lo que vuelvo a salir de la cocina. Una vez más, me encuentro a mí misma dando vueltas entre conversaciones, evitando a todos mis amigos. Yo soy este cuerpo, pienso. Cuando mis amigos ven este cuerpo asumen que saben mucho
sobre la persona dentro de él. Y cuando gente que no conozco lo ve, también hacen suposiciones. Nadie nunca cuestiona esas suposiciones, no en verdad. Son una capa de cómo vivimos nuestras vidas. Y no soy diferente a ellos. Cuando vi entrar a James Dean, sentí que sabía sobre él lo mismo que él pensaba que sabía sobre mí cuando me vio. Es como una forma instantánea de interpretación, la forma en que nos definimos unos a otros. La casa no es tan grande. No hay una pista de baile en el sótano… ni siquiera estoy segura de que haya un sótano. Hay una fila para el baño en la sala de estar, así que subo, esperando encontrar un baño allí. Y también porque está más tranquilo arriba. Todas las puertas del pasillo están cerradas. Abro la primera y veo que es una habitación. Estoy a punto de cerrarla cuando una voz dice: —¿Hola? ¿Puedo ayudarte? Asomo mi cabeza, y veo a Daren Johnston sentado con las piernas cruzadas en su cama leyendo The Outsiders. —Oh, hola, Rhiannon —saluda—. El baño es la segunda puerta a la derecha. La deje abierta, pero supongo que alguien la cerró. O sea, puede que haya alguien adentro, por lo que probablemente deberías tocar. —Gracias —mascullo. Pero no me voy—. ¿Qué haces aquí arriba leyendo? Digo, es tu fiesta. Daren sonríe un poco. —Supongo que me agrada más pensar en hacer una fiesta que de verdad tener gente en mi casa. Lección aprendida. —¿Por qué no les dices que se vayan?
Página
153
—Porque están pasándola bien, creo. No tienen por qué sufrir solo porque me siento antisocial. Tenía que irme, así que me permití irme. Señalo el libro con la cabeza. —¿Primera vez? —Nah. Está más cerca de ser la doceava. Recuerdo cuando lo leí. Justin y yo estábamos en la misma clase de lengua el año pasado y lo leímos juntos un domingo en la tarde, acostados en su cama. Era una carrera para ver quién terminaría primero, pero me hice ir lento porque amaba la sensación de dar pasar la página al mismo tiempo, de estar en la misma parte de la historia. Cuando acabamos, dijo
que estaba impresionado por la línea “Nada dorado puede quedarse”; sentía que de verdad era cierto. Entonces me sonrió y me dijo: —Supongo que tendremos que ser plata entonces. —Pasó varios días llamándome “Plata”. —¿Crees que algo dorado pueda quedarse? —le pregunto ahora a Daren. Su sonrisa es distinta a la de Justin; es un poco más conocedora, un poco menos ansiosa. —No creo que nada pueda quedarse —me dice—. Bueno o malo. Por lo que creo que lo importante es no quedarse atascado preocupándose por si algo va a quedarse o no y, en cambio, disfrutarlo mientras esté aquí. Una puerta se abre en el pasillo y un chico dice: —¡Daren! ¿Dónde te estás escondiendo? —Suena como un jefe de construcción después de almuerzo diciéndole a sus obreros que vuelvan a trabajar. Daren no se mueve. —Solo para que sepas —me dice—, no me estoy escondiendo. —¡DAREEEEEN! —chilla la voz. Y entonces la puerta de la habitación se abre por completo y James Dean entra. Había imaginado que su voz sería… más sexy. —¡Ahí estás! —Aquí estoy —ite Daren. —¡Ven a la fiesta! —Lo haré cuando termine el libro. Solo me quedan unas cien páginas.
Página
154
James se acerca a mover él mismo a Daren, cuando otra voz llama: —¡Charles! ¿Dónde estás, Charles? —Era mucho más agradable cuando la gente usaba telégrafos —farfulla Daren. —Parece que Dirk me necesita —comenta Charles/James—. Nos vemos cuando termines tu libro. —Entonces voltea hacia la puerta y grita—: ¡VOY! Daren no ha bajado el libro. —Como ves, Rhiannon —continúa después de que Charles se haya ido—, nada estúpido puede quedarse.
*** Después de usar el baño (que Charles había dejado sorprendentemente limpio, incluso bajó el asiento y la tapa), regreso a la cocina. Cuando entro, veo que Kara ha desaparecido y ahora Justin está solo con Lindsay. Él luce ebrio y ella luce determinada. Como si pudiera sentirme venir, levanta su mano y la pone en su hombro, para luego bajarla hasta su pecho. Su reacción es tan rápida que casi podrías llamarla instinto: en un solo movimiento, remueve su mano y la empuja lejos. Por lo total que es el rechazo, no hay forma en que ella pueda evitar el bochorno. Y la mejor parte es que sé que aún no me ha visto. No lo hizo porque yo estuviera viendo. Lo hizo porque me es fiel. Dejo que pase un minuto y que Lindsay se escabulla. Luego hago notar mi presencia. Justin no se alegra de verme, no precisamente, pero tampoco le disgusta. Le cuento que encontré a Daren leyendo The Outsiders arriba. —¡Me encanta ese libro! —exclama Justin. —¿Te acuerdas de cuando lo leímos? —pregunto. Probablemente ha bebido demasiado como para saber de qué estoy hablando. O al menos eso supongo. Entonces dice: —¡Heigh-ho, Plata! No tan romántico como su origen, pero estoy feliz de que lo recuerde. Se aleja de la mesa de la cocina.
Página
155
—Vayamos a ver qué está pasando —dice. Lo sigo. Encontramos a nuestros amigos, conversamos de lo que sea y dejo de sentirme como la chica escondida en el cuerpo visible. Ahora soy la versión de Justin de mí: esa es quien soy y a quien la gente ve. Y está bien. Me ayuda a abrirme camino en la fiesta. Me ayuda a saber qué hacer. Me ayuda a decidir quién ser. Dejo de buscar a A. Regreso a estas personas porque ellos son mi vida.
Capitulo 19 Traducido SOS por PrisAlvS Corregido por Pily
El domingo me rindo y le escribo a A. Me preocupa no haber escuchado nada de él. A, Otro fin de semana más. Fui a una fiesta, hablé con algunas personas, pero ninguna era tú. Me metí en problemas con mamá, pero sobreviví. Hice algo de tarea, dormí mucho esta mañana, luego vi una película con Rebecca mejor que la que vi el viernes en la noche. (ADVERTENCIA: VAST es aburrida). ¿Dónde/en quién/cómo has estado? R Presiono enviar aunque no suena bien porque no puedo imaginar cómo podría sonar mejor. No quiere saber los detalles sobre Justin y no quiero contárselos. Por lo que simplifiqué mi fin de semana antes de enviarlo. No le he dado ningún motivo para su falta de interés. Lo cual es lo mejor.
Página
156
*** A la mañana siguiente, me despierto sintiéndome rara. Al inicio creo que es porque dormí con mi ropa. Eso no pasa a menudo, por lo que es raro ver mi camiseta y pantalones. Pero eso no es lo único, es como si me hubiera despertado en una cama desconocida, aunque esta es mi cama, mi habitación. Espero ver mi reloj y descubrir que son las cuatro de la madrugada, eso explicaría mi desorientación. Pero es una hora normal para levantarse; mi alarma está sonando. Debe ser porque es lunes, pienso. Pero entonces me corrijo. No, es martes. Cuando apago la alarma, encuentro un trozo de papel doblado. Antes de abrirlo tengo una vaga sensación de que es una carta que yo escribí, pero no recuerdo qué dice. Querida Rhiannon,
Antes de decir o explicar nada, quiero que dejes de leer e intentes recordar todo lo que hiciste ayer. Es mi letra, pero de inmediato sé que no escribí esto. Lo sé de inmediato. A. Aquí. A. Yo. Empiezo a temblar sin control. Quiero gritar, pero temo que mis padres me escuchen. No puedo creer esto. Pero puedo creer esto. Sé que solo tendré una oportunidad para recordar qué pasó antes de que lo que está escrito en este papel coloree mis recuerdos o llene los espacios en blanco. Por lo que dejo la carta y me siento en la cama. Ayer, me digo. ¿Qué pasó ayer? Recuerdo escalar. Salí por cuenta propia y escalé una montaña. Vi por encima de todos los árboles.
Página
157
Era pacífico. No falté a clases, antes de eso fui a la escuela. Almorcé con Justin, él me volvió a llamar Plata. Comió pizza y se quejó de Stephanie y Steve. Recuerdo que Stephanie y Steve tuvieron una pelea, pero eso fue el sábado en la noche, en la fiesta, no ayer. Creo que ayer no vi a Stephanie ni a Steve. No lo puedo recordar. Tampoco puedo recordar qué le dije a Justin. Lo recuerdo hablándome, pero nada de lo que dije. Tal vez no dije nada. Recuerdo dejar la cena temprano, subir. Recuerdo escribir la carta. Pero no fui quien la escribió. Recuerdo el lapicero en mi mano y el papel por debajo, pero no puedo recordar decidir qué escribir.
No recuerdo pensar, pero tampoco recuerdo que alguien más pensara por mí. Vuelvo a tomar la carta. Nunca habría elegido hacer esto. Espero que lo sepas. No tenía idea de que pasaría hasta que desperté y abrí tus ojos. Intenté respetar tu día tanto como pude. Pude haberme quedado en cama, en casa, pero eso me habría vuelto loco, estar solo contigo de esa forma. Tenía que salir como si fuera cualquier otro día. Espero que no haya cambiado nada para ti. Espero no haber alterado tu vida de alguna forma. Si lo hice, por favor cree que no fue mi intención. Hice lo mejor que pude. Intenté no alterar tus recuerdos. He intentado no aprender nada que no querrías que yo supiera. Espero que esto no te asuste, eso es lo último que quiero. Debo repetir que esta no fue mi elección. Si así hubiese sido, sería imperdonable. ¿Qué recuerdas? Te contaré lo que pasó. Esta es tu última oportunidad para tener recuerdos sin alterar.
Página
158
Me sorprendí al despertar. En todos mis años nunca antes he despertado en el cuerpo de alguien que me importa tanto. Quería respetar tu privacidad todo lo posible, por lo que estás usando la ropa interior de ayer y en los momentos cuando se revelaba algo que no había visto antes mantuve mis ojos cerrados. Conocí a tus padres durante el desayuno, luego conduje a la escuela. Ya que había estado ahí antes, no me fue difícil guiarme. Creo que nadie notó que había algo raro. Fui a clases y mantuve mi cabeza baja. Intenté tomar buenos apuntes para ti. Si quieres detalles sobre las clases los puedes encontrar en tus cuadernos. Intenté evitar a Justin. Sé que habrías querido que lo evitara. Tuve éxito hasta el almuerzo, cuando sugirió que fuéramos por pizza. No pude encontrar una excusa. No pasó nada, solo hablamos. Está molesto con Stephanie y Steve por pelear. No lo volví a ver luego de clases, él quería hacer algo, pero le dije que tenía que pasar por tu mamá al doctor. En caso de que lo mencione.
(Sé que es raro que siga refiriéndome a mí, pero “yo” significa “tú”. Tienes que entender que mientras hacía estas cosas no se sentía como que tú las hicieras. Sentí como si yo las hiciera. Me pregunto si te sientes igual). Como ya habíamos ido a un océano y a un bosque antes, decidí que sería mejor ir a una montaña. También quería que estuviéramos solos… y lo estuvimos mientras escalábamos. (Si quieres saber a dónde fuimos, la búsqueda debería seguir en tu teléfono. No borré nada). Se sintió bien estar solos, sentir el cansancio físico. Quería que recordaras eso y que me recordaras ahí contigo. No sé si esto es posible, pero (ya sé que suena extraño) sentí que lo estaba sintiendo por los dos. No quería que te metieras en problemas, por lo que volví a una cena cordial con tus padres. Luego me fui a tu habitación, intenté hacer tanta tarea como fuera posible y decidí escribir esta nota. No tengo forma de saber cómo reaccionarás, tampoco asumiría que hay una forma buena o mala de reaccionar. Aunque no causara daño, sé que esto podría ser insuperable. Entenderé si nunca quieres verme o hablar conmigo de nuevo. Pero también espero con desesperación que quieras que permanezca en tu vida. Te dejo eso a ti. Sé que no es ni mi culpa ni mi elección, pero aun así lo lamento. Sé que debe ser tan difícil leer esto como me fue escribirlo. A tu disposición,
Página
159
A Mi mamá toca mi puerta para asegurarse de que estoy despierta. ¿Recuerdo decirle a Justin que la iba a llevar al doctor? Sí, lo hago. Recuerdo decirle eso y, si me esfuerzo, incluso recuerdo decirle que era una cita con un doctor para su sueño. Él bromeó con que le robara unas pastillas. ¿Cómo puedo saber esto si no estaba ahí? Solo puedo saberlo porque A me lo dejó. No importa cuál de nosotros controlaba mi cuerpo, el recuerdo igual fue creado y almacenado. Quiero enfadarme, quiero asustarme; quiero poder reírme, encontrarlo ridículo. Estas serían respuestas racionales, pero en su lugar me siento… triste. Triste porque A tiene que pasar por esto; triste porque no hay forma de evitarlo; triste porque complica más las cosas. Sé con todo mi corazón que A no me está mintiendo, mi cuerpo y mi vida estuvieron a salvo cuando él tenía el control. Sé que A no haría nada para hacerme daño.
También sé, de una forma que no pude antes, con cuánta facilidad A podría haber destruido todo. Pudo haber hecho cualquier cosa: terminar con Justin, tomarme fotografías desnuda y mandárselas a su correo electrónico, huir. Pero nada de eso pasó. Sé que nada de eso pasó. Aun así, no puedo volver a la normalidad. No, esto me ha sucedido, no puedo solo restarle importancia como con los demás cuerpos que A invade. Ellos no saben cómo perdieron un día. Pero yo sí, no puedo evitar saberlo. Imagino que A está esperando para saber si me pondré en o de nuevo, si esto es suficiente como para que huya. Le escribo: A, Creo que recuerdo todo. ¿Dónde estás hoy? En lugar de escribir un mensaje largo, quiero hablar. R Casi de inmediato recibo una respuesta. R Estoy tan aliviado de escuchar de ti. Estoy como a dos horas en un chico llamado Dylan. Pero iré a donde quieras que vaya. A No quiero esperar, pero sé que tengo que ir a la escuela para ver si A hizo algún daño sin darse cuenta. Por lo que le digo que nos veamos en la librería después de clases. Ambos tendremos que esperar hasta entonces.
Página
160
Su respuesta es un simple: Gracias. No le respondo nada, no necesito hacerlo, todo lo que tengo que hacer es estar ahí más tarde… y prepararme para ver lo que pasó con todo durante el ayer que me perdí. Espero entrar a un campo minado, tener que dar cuentas por algo que dije o no dije, por un lugar al que fui o no fui. Estoy lista para que las personas en mi vida estén enfadadas o molestas o confundidas. Lo que pasa en su lugar es peor: nadie parece notar que no estuve. O que no era yo misma. Empieza con mi madre, sentada en su silla de siempre. Le pregunto si parecía rara ayer.
—No, fuiste perfectamente placentera —contesta—. Tuvimos una linda cena. No indico que una “linda cena” debió haber sido rara. Sospechoso. Pero ella vive en su mundo, por lo que no me sorprende que no lo notara. Mis amigos, sin embargo… Creo que habrían notado algo. Tal vez no todo, pero al menos algo. Pero no siento que me traten diferente. No siento un agujero de un día en mi amistad con ellos. Por lo que les pregunto: —¿Ayer estaba rara? ¿Diferente? Rebecca me dice que estuve bien. Preston dice que no me vio. Ben finge no haber escuchado la pregunta. Stephanie dice: —¿Quieres saber quién es diferente? Steve es diferente. Y Justin… Justin contesta: —Sí, estabas rara, pero eso no es exactamente diferente. Es una broma, sé que es una broma, y sé por esa broma que hoy es un buen día, que la pasamos bien, que no le importa que llevara a mamá al doctor en lugar de ir a su casa con él. A no empeoró las cosas entre nosotros; al contrario, las mejoró un poco. Estoy aliviada por haber evitado ser atrapada y estoy molesta porque nadie notó la diferencia. ***
Página
161
Dejo la escuela temprano, antes de que alguien pueda detenerme y preguntarme a dónde voy. Mientras conduzco a la biblioteca, busco más sobre ayer. Principalmente veo los árboles por debajo. Siento cómo se sentía estar de pie en esa montaña. Respiro mientras me recuerdo respirar. Me siento mejor. *** A no me ha dicho nada de Dylan, el chico cuyo cuerpo estoy por conocer. Pero cuando entro a la cafetería de la librería no hay duda de a quién estoy buscando porque es claro que él me está buscando. Nuestras miradas se encuentran y nuestros ojos ya se han encontrado. Me acerco.
—Hola —saludo. —Hola —repite. Eligió la misma mesa que la vez pasada. Y esto, de todas las cosas, me sobrecoge. Todo lo que ha sucedido desde la última vez, es como si lo sintiera todo a la vez. —Necesito café —anuncio, necesito organizar mis pensamientos y de verdad ocupo café. A A parece no importarle. —Sí, claro —responde. Hoy es realmente tecnológico, con una voz tecnológica. Como algo de The Big Bang Theory. Su camiseta no tiene nada que ver, solo es una camiseta azul. Me pregunto cuánto le costó a A encontrar una sin una broma. Luego me regaño por saltar a tantas conclusiones solo porque el chico se ve de una forma. —¿Quieres algo? —le ofrezco. —Claro. No viene conmigo, estoy feliz por tener que esperar dos minutos y ordenar y esperar. Miro mis manos y pienso en él observando mis manos ayer. ¿Se veían como las mismas manos? ¿O la familiaridad de alguna forma las altera? La chica detrás del mostrador llama mi orden y me la entrega. Llevo las bebidas a la mesa y, por unos segundo, solo unos pocos segundos, nos quedamos sentados incómodos. Espera que diga algo. Espero que diga algo. No decimos nada. Rompo el silencio: —Se siente como la mañana después.
Página
162
Me mira con amabilidad y nervios. —Lo sé. La mañana después. No puedo creer que dije eso porque ¿qué sabe él de la mañana después? ¿No está siempre en otro lugar? Me observa, a toda mí. Mis manos. Mi rostro. Mis ojos. Aunque yo lo hago todos los días, me pregunto cómo fue estar dentro de mí, ver el mundo así cuando no estás acostumbrado. Calma. Lo que siento ahora es una extraña calma. A y yo hicimos algo que es posible que nadie más haya hecho antes. Estoy en frente de alguien que ha visto a través de mis
ojos. Y A está sentado frente a alguien que puede decirle cómo es haberse desvanecido por un día. —Desperté y supe que algo era diferente —informo—. Incluso antes de ver tu carta. No era la desorientación normal, pero no sentía como si hubiese perdido un día. Fue como si despertara y algo hubiese sido… agregado. Luego vi la carta y empecé a leerla, y de inmediato supe que era verdad. En serio había pasado. Me detuve cuando me dijiste e intenté recordar todo sobre ayer. Todo estaba ahí. No las cosas que normalmente olvidaría, como despertar o lavarme los dientes; pero subir la montaña, almorzar con Justin, cenar con mis padres… incluso escribir la carta; podía recordar todo eso. No debería tener sentido, ¿por qué me escribiría una carta para el próximo día? Pero en mi mente lo tiene. Pregunta con gentileza: —¿Me sientes ahí? En tus recuerdos. Niego con la cabeza. —No como pensarías. No siento que controlaras las cosas o mi cuerpo o nada, siento como si estuvieras conmigo. Como… podía sentir tu presencia, pero afuera de mí. Escúchenme; si encendiera la televisión a la una de la madrugada y escuchara a una chica decir lo mismo que yo, habría pensado que estaba loca. —Es loco que tengamos esta conversación —señalo. Pero claro así no es como A va a ver esto o como lo va a sentir. Esto es normal para él, me recuerdo. —Querías que recordaras todo —confiesa—. Y parece que tu mente lo hizo. O tal vez esta también quería que recordaras todo. —No lo sé. Solo estoy feliz por hacerlo.
Página
163
—¿Recuerdas los sentimientos? ¿O solo ves la escena? —¿A qué te refieres? —Si te preguntara qué pasaba por tu cabeza cuando almorzaste con Justin, ¿podrías decirme? Cierro mis ojos e intento volver. Lo veo comiendo pizza. No recuerdo lo que dijo, solo que habló mucho. Pero no recuerdo estar feliz o molesta o enfadada o algo, solo que estaba ahí. —Nada —anuncio, mis ojos todavía cerrados—. ¿Sabes lo que es estar molesto con alguien y, luego de unos días, recuerdas que estabas enfadado pero no por qué? Bueno, esto es lo opuesto.
Abro los ojos para verlo asimilar lo que le dije. Creo que estoy confirmando algo que sospechaba. —Realmente no sabes cómo nos afecta a nosotros, ¿no? —pregunto. —No —contesta en voz baja—. No lo sé. Me pregunta un par de cosas más sobre ayer (hablar con Rebecca, escalar, la conversación durante la cena con mis padres). Le digo que lo único de verdad vívido es haber escalado. Sí siento algo cuando pienso en eso, la sensación de respirar, la libertad. ¿Esto es sentimiento o sensación física? No podemos decidirlo. —Es interesante —ito—. De verdad retorcido y raro y loco, pero interesante. —Eres asombrosa por entenderlo y por estar dispuesta a estar conmigo incluso después de que… estuviera donde estuve. —No fue tu culpa, lo sé. —Gracias. Es difícil creer que pensé que podía estar lejos de él. Es difícil creer que pensé que podía huir de esto. Porque se siente tan bien justo ahora. —Gracias por no arruinar mi vida —suelto—. Y por mantener mi ropa puesta. A menos, claro, que no quieras que recuerde que echaste un vistazo. —No eché ningún vistazo. —Te creo. Aunque sea sorprendente, te creo todo.
Página
164
Y porque le creo, también quiero que me diga más sobre cómo es para él, qué vio cuando era yo. Pero también siento que preguntar sería muy egocéntrico. ¿Qué clase de chica pide una segunda opinión sobre su vida? A siente que me contengo. Por supuesto. —¿Qué? —pregunta. Decido darle una oportunidad. —Es solo que… ¿crees que me conoces más ahora? Porque lo raro es que siento que te conozco más. Por lo que hiciste y lo que no. ¿No es extraño? Habría creído que habrías aprendido más de mí, pero no sé si es verdad. —Conocí a tus padres —anuncia.
Oh, rayos. —¿Y qué pensaste? —Creo que les importas a ambos, a su propia manera. Rio. —Bien dicho. —Bueno, fue lindo conocerlos. —Me aseguraré de que recuerdes eso cuando los conozcas de verdad. “Mamá y papá, este es A. Creen que lo están conociendo por primera vez, pero la verdad es que lo han conocido antes, cuando estuvo en mi cuerpo”. —Estoy seguro de que eso saldrá bien. Y lo estúpido es que estoy segura de que lo amarían si tan solo pudiera congelarlo tal y como es para llevarlo con mis padres, estarían encantados. Pero no puedo decirle eso. Sería injusto de mi parte. Por lo que le pregunto algo más, solo para asegurarme: —No puede volver a suceder, ¿cierto? Nunca eres la misma persona dos veces. Asiente. —Correcto. No volverá a suceder. —Sin ofender, pero es un alivio no tener que ir a dormir y preguntarme si voy a despertar contigo al control. Supongo que puedo lidiar con esto una vez, pero es mejor no hacerlo un hábito.
Página
165
—Lo prometo. Quiero que estar contigo sea un hábito, pero no de esa forma. —Lo dice tan casualmente que no es nada importante. Como si no lo pudiera escuchar. Pero lo hago. —Has visto mi vida —continúo—. Dime cómo crees que esto puede funcionar. —Encontraremos una forma. —Esa no es una respuesta —indico—. Es un sueño. —La esperanza nos ha traído hasta aquí. No las respuestas. —Buen punto. —Tomo de mi café—. Sé que es raro, pero… me lo sigo preguntando. ¿Eres un chico o una chica? Es decir, cuando estuviste en mi cuerpo, ¿te sentías más… en casa que en el cuerpo de un chico?
—Solo soy yo, —él (¿ella?) contesta—. Siempre me siento en casa y nunca me siento en casa. Así es como es. No sé por qué esto no es suficiente para mí, pero así es. —¿Y cuando besas a alguien? —presiono. —Lo mismo. —¿Y durante el sexo? —¿Dylan se está sonrojando? Justo ahora, ¿está sonrojado? De un rojo brillante. —Sí. —Bien, porque sé que estoy sonrojado. No sé por qué la palabra sexo lo haría sonrojarse tanto, pero entonces noto por qué y barboteo: —¿Nunca has…? —No sería justo de mi parte… —balbucea. —¡Nunca! Está tan rojo como una fresa. —Me alegra que lo encuentres gracioso —masculla. —Lo siento.
Página
166
—Hubo una chica. Ajá. —¿En serio? —Sí. Ayer. Cuando estaba en tu cuerpo. ¿No lo recuerdas? Creo que pudo haber quedado embarazada. —¡Eso no es gracioso! —Solo tengo ojos para ti —confiesa. La forma en que lo dice no es para nada graciosa. O bromista. O despreocupada. Es sincera, creo que esa es la palabra porque no significa nada más que lo que es. No estoy acostumbrada a eso.
—A… —empiezo. Tengo que decirle. Tengo que mantenernos en el mundo de la realidad. Y en el mundo de la realidad no podemos estar juntos. —No ahora —interrumpe—. Quedémonos con esa buena nota. La buena nota. Eso toca su propia nota en mí. Y esa nota es, por un momento, más fuerte que la realidad. —Bien —acepto—. Puedo hacer eso. Así que en lugar de hablar sobre mañana, hablamos más sobre ayer. Le pregunto qué más notó y menciona estas cosas que yo nunca, nunca habría notado. Los detalles físicos como una mancha roja en la base de mí pulgar y mis recuerdos como cuando Rebecca tuvo chicle en su cabello. También está comprometido con convencerme que mis padres se preocupan por mí. Le digo que debió haberlos visto en un buen día. No discute, pero también veo que no sabe a qué me refiero del todo porque nunca ha estado con nadie durante los buenos y malos días. No conoce la vida de esa forma. Lo que otra vez me recuerda cómo no estaba equipado para lidiar con alguien tan bueno-malo como yo. A mira la hora en su teléfono y noto que también debo controlar el tiempo. Debo llegar a casa a cenar, a dormir, a mi vida. —Ya es tarde —exclamo. —Lo sé. —Probablemente deberíamos…
Página
167
—Pero solo si me prometes que nos volveremos a ver. Pronto. Como mañana, si se puede. Y si no es mañana, entonces el día después. Dos-pués. Llamémoslo mañana dospués. Está empezando de nuevo, no hay nada que pueda hacer para detenerlo porque no quiero que se detenga, porque, siempre y cuando se quede así, dos personas hablando y tomando café, entonces no hay que tomar decisiones. —¿Cómo puedo negarme? —inquiero—. Muero por saber quién serás después. La sinceridad regresa cuando me dice: —Siempre seré A. Me levanto y le doy un beso en la frente. —Lo sé —murmuro—. Por eso quiero verte.
Página
168
Imagino a las personas mirándonos mientras nos levantamos de las sillas, mientras botamos nuestras tazas de café y nos despedimos. Eso salió bien, pensarán. Solo dos jóvenes en una cita. No una primera cita, no, están muy cómodos para que sea así. Y tampoco una última cita porque salió bien, porque el chico tecnológico y la chica callada se gustan entre sí. No hay que estar en nuestros cuerpos para saber eso.
Capitulo 20 Traducido SOS por belisrose Corregido por PrisAlvS
Al día siguiente, A esta cuatro horas lejos de mí, en el cuerpo de una chica. Podría también ser cuarenta horas o cuarenta días. Le digo a A que siempre hay un mañana. Y mientras lo tecleo, quiero creerlo. Pero no lo creo. Con todo un día ante mí, decido hacer un experimento. Voy a fingir que soy una extraña en mi propio cuerpo. Miro en el espejo, justo después de mi ducha. ¿Cuántas veces he hecho esto antes? Me miro a mí misma cuando el vapor se despeja. Trato y fallo de hacer que parezca mejor. Incontables veces. ¿Pero cuántas de estas veces me he visto realmente a mí misma? Voy a mirar lo que está mal. Voy a fijarme en los defectos, el pelo malo, la pelusa, la forma irregular que soy, de lo cansada que me veo, lo gorda que me estoy poniendo, como pérdida. Pero no tomo una visión global. No vuelvo atrás y miro todo y pienso: Esta soy yo. Y ciertamente no vuelvo atrás y miro todo y pregunto, ¿esta soy yo realmente? Estoy haciendo eso ahora. ¿Cuánto de mi cuerpo es realmente yo? Mi cara es mía, seguro. Cualquiera que mirara mi cara sabría que soy yo. Incluso con el cabello húmedo y descorrido, soy yo. Pero ¿además de eso? ¿Si me mostraran una foto de mí misma desde los hombros hacia abajo, estaría segura de que soy yo? ¿Podría identificarme a mí misma de ese modo?
Página
169
Cierro los ojos y me pregunto cómo se ven mis pies. Solo para saber. Lo mismo con mis manos. No tengo ni idea de cómo se ve mi espalda. Dejo que me defina, pero yo ni siquiera puedo definirlo. Si yo fuera una extraña en mi cuerpo, ¿qué pensaría de eso? Abro mis ojos y no estoy segura. Un extraño no sabría cualquiera de las historias detrás de cualquiera de las pequeñas cicatrices, la caída de un triciclo, la bombilla rota. A un extraño podría no importarle si mis senos no son idénticos o si el lunar en mi brazo tiene más pelo que el resto de mi brazo. ¿Por qué molestarse en juzgar si eres un extraño en un cuerpo? Es casi como conducir un auto. Sí, no quieres que el auto sea un montón de mierda, pero prácticamente un auto es un auto. No importa cómo se ve, siempre y cuando vayas a donde necesitas ir.
Sé que no soy un auto. Pero mientras camino por la escuela, me imagino a una pequeña Rhiannon conduciendo mi cuerpo. Ella es mi verdadero yo. El cuerpo es solo un auto. Y medito sobre eso. Cuando Preston me habla, se siente como que está hablando con el conductor. Pero cuando un chico que no conozco me mira, está mirando el auto. Cuando mi maestro mira a la clase mientras está en su monotonía de la historia, no está viendo a los conductores, está viendo los autos aparcados. Y cuando Justin me besa, no sé. A veces se siente como si estuviera tratando de besar al conductor. Otras veces, solo besando el auto. Trato de imaginarme en otros cuerpos, dirigiéndolos, experimentando cómo se ven. Llego a la conclusión: No me gusta mucho mi cuerpo, pero no estoy segura de que me gustaría el cuerpo de alguien más. Todos son extraños cuando los miras por mucho tiempo. *** Sé que A no está aquí, pero quiero ver a A dentro de uno de los cuerpos que estoy mirando fijamente. Quiero que una cabeza se gire y ver a A en el interior. Debido a que solo A puede entender todos los lugares locos a donde va mi mente. Debido a que A ha tomado mi mente allí. A me ha dado ganas de llegar más allá de todos los autos, para llegar a todos los conductores. *** —¿Estás bien? —pregunta Preston en el almuerzo—. Estás realmente fuera hoy. —No —le digo—. Estoy muy, muy dentro. Él ríe. Creo que la risa es como el conductor tocando la bocina, el placer de la publicidad. Creo que si A estuviera en el cuerpo de Preston, yo lo besaría duro.
Página
170
Sé que esto es un pensamiento ridículo. Lo tengo de cualquier manera. Preston, por supuesto, no tiene idea de lo que estoy pensando. Él me ve, sí, pero no de una manera que pueda alcanzar mis pensamientos. El auto puede sonreír todo lo que quiera, pero eso no significa que puedas ver la expresión del conductor. *** Recibo correos de A. Él me dice:
La chica que soy actualmente no es agradable. Puedo hacerla agradable por un día, pero ¿qué hago? Él dice: Quiero que estemos caminando en el bosque de nuevo. Él pregunta: ¿Qué estás haciendo? Y yo no sé qué decir. *** Realmente no hablo con Justin hasta después de la escuela. Él quiere que vaya a su casa y no puedo. No tengo ninguna excusa; solo sé que no puedo. He amado su cuerpo por tanto tiempo. Lo he amado con devoción, con intensidad. Si cierro mis ojos, puedo verlo mejor que al mío, porque lo he estudiado, rastreado, detallado con tanta más atención de la que he tenido para mí misma. Todavía me atrae. Todavía me siento apegada. Pero también es solo un cuerpo. Solo un cuerpo. Si lo beso ahora, estaré pensando en eso. Si tenemos sexo ahora, estaré pensando en eso. Así que no puedo. Por supuesto que él me pregunta por qué. Por supuesto que me pregunta qué más tengo que hacer. —Solo tengo que ir a casa —le digo.
Página
171
No es suficiente. Él está enojado. Es una cosa decir que voy de compras con Preston o que he hecho planes con Rebecca. Incluso podría ser soportable si dijera que tenía tarea o quería ir a casa y estar con mi mamá. Pero le digo que prefiero nada, y eso hace que sienta como menos que nada. Entiendo eso y me siento mal. Pero no puedo. Simplemente no puedo. *** Al día siguiente, A esta solo a cuarenta y cinco minutos de mí. En el cuerpo de un chico. Tengo una prueba de matemáticas en la mañana, así que no puedo cortar hasta el almuerzo. Ni siquiera es que me preocupe mucho por matemáticas. Pero me doy cuenta de
que esto podría ser en lo que mi vida se está convirtiendo: tratar de ir a la escuela tan poco como sea posible para llegar a donde está A. Y si esto va a ser mi vida, voy a tener que tener cuidado con eso. No estoy a punto de reprobar a causa de un flechazo o lo que sea. Pero tampoco voy a mantenerme alejada por más tiempo del necesario. Puesto que A está siendo educado en casa hoy, tiene que llegar a un plan para escapar. Espero su mensaje; lo consigo alrededor del mediodía: él ha hecho un guión para la biblioteca pública y yo debería llegar tan pronto como pueda. No pierdo tiempo. Mientras conduzco más, me lo imagino allí, lo cual es extraño, porque no sé qué aspecto tiene hoy. Sobre todo, me estoy imaginando al Nathan de la fiesta. Ni siquiera sé por qué. La biblioteca está muy, muy tranquila cuando llego. Cuando entro, la bibliotecaria pregunta: —¿Puedo ayudarle? Le respondo que estoy buscando a alguien. Antes de que ella me pueda preguntar por qué no estoy en la escuela, me alejo rápidamente del escritorio y comienzo a revisar los pasillos en busca de A. Hay un hombre de noventa años saliendo de la sección de psicología y una mujer que muy bien podría ser su esposa tomando una siesta en una cómoda silla con un viejo catálogo de tarjetas. En la sección de los niños, hay una madre enfermera.
Página
172
Estoy a punto de darme por vencida cuando veo una fila de mesas por la ventana. Hay un chico pelirrojo sentado a una de ellas, leyendo un libro. Está completamente perdido, no me nota hasta que estoy a su lado. Me doy cuenta de que él es lindo en una manera adorable y al mismo tiempo me enojo por darme cuenta de eso. No debería importar. Tengo que pensar en A y no preocuparme por el cuerpo que ocupa. —Ejem —digo, trayéndolo de regreso del mundo del libro que está leyendo—. Supongo que eres el único chico en el edificio, por lo que tiene que ser tú. Estoy esperando una sonrisa. Un destello. Un alivio de que por fin estoy aquí. Pero en su lugar el chico dice: —¿Perdón? —Él parece soberanamente molesto de que haya interrumpido su lectura. Tiene que ser él. Miro por todo el lugar. —Eres tú, ¿no? —pregunto. No está sonando alguna campana en este chico.
—¿Te conozco? —pregunta de regreso. Bien. Tal vez no. Tal vez A está en el baño de hombres. Puede ser que estoy en la biblioteca equivocada. Tal vez tengo que dejar de caminar hacia los extraños y asumir que no son extraños. —Oh, lo siento —me disculpo—. Yo solo, eh, quedé en encontrarme con alguien. —¿Qué aspecto tiene? Ahora voy a parecer una idiota. Debido a que debo saber la respuesta a esa pregunta, pero no lo hago. —No, uhm, sabes —tartamudeo—. Es, como, algo online. —¿No deberías estar en la escuela? No hay forma de que este chico sea mayor de edad, así que disparo de regreso: —¿No deberías estar en la escuela? —No puedo —replica—. Hay una chica realmente increíble que se supone debo conocer. Ya me he dicho a mí misma que debo empezar a alejarme, por lo que me toma un segundo entender lo que quiere decir. He caído. Con la única persona que no creía que jugaría conmigo. —Idiota —mascullo. —Lo siento, solo estaba…
Página
173
No, no voy a dejar que se disculpe. —Eres un idiota… idiota. Empiezo a caminar. Me iré. Nunca hemos tenido reglas, pero él ha roto una de alguna manera. A está de pie ahora. —Rhiannon, lo siento. Se está acercando, pero no quiero. —No puedes hacer eso —escupo—. No es justo.
Él siempre sabrá cómo me veo. Yo nunca sabré cómo se ve. —Nunca lo volveré a hacer. Lo prometo. No es suficiente. —No puedo creer que hayas hecho eso —exclamó—. Mírame a los ojos y dímelo de nuevo. Eso que prometes. Él me mira a los ojos. Nos quedamos así por un segundo. Ahora puedo verlo. No literalmente. No es que haya una personita agitándose dentro de sus ojos. Solo sé que está ahí. —Lo prometo —declara. Él lo dice en serio. Sé que lo dice en serio. Él está a salvo, pero no estoy a punto de hacerle sentir como si lo estuviera. —Te creo —le digo—. Pero sigues siendo un idiota hasta que demuestres lo contrario. *** Ninguno de nosotros ha almorzado todavía, así que decidimos ir a comer. A me dice que la madre del chico va a regresar en dos horas para recogerlo. No tenemos mucho tiempo. Vamos al primer restaurante que encontramos, un restaurante chino que huele a que acaba de ser limpiado.
Página
174
—Entonces, ¿cómo fue tu mañana? —pregunta A. —Fue una mañana —le digo—. Tenía un examen de matemáticas. No vale la pena hablar de eso. Steve y Stephanie se metieron en otra pelea en su camino a la escuela, aparentemente, Stephanie quería parar en Starbucks y Steve no lo hizo, y por eso ella lo llamó completamente centrado en sí mismo y él la llamó perra adicta a la cafeína. Así que, sí. Y, por supuesto, Steve luego se saltó el primer período para conseguirle un macchiatoavellana-venti. Fue dulce de él conseguirle su café, pero pasivo-agresivo porque a ella realmente le gustan los macchiatos-caramelo mucho más que los de avellana. Al menos ella no lo señaló cuando le agradeció, así que todo volvió a su inestable normalidad para el momento en que el segundo período comenzó. Esa es la gran noticia. No le digo que cuando vi a Justin, me dio una mierda por abandonarlo ayer (a pesar de que no es como si tuviéramos planes). Él seguía diciendo que esperaba que yo hubiera tenido una noche increíble. Yo le dije que tuve un momento realmente increíble estudiando matemáticas. Él actuó como si no me creyera, como si hubiese ido a alguna parte sin él.
En lugar de hablar de Justin, le pregunto a A más sobre la chica en la que estaba ayer. Siento que merezco crédito porque pegunto esto como si fuera la pregunta más natural del mundo. ¿Qué más hiciste cuando eras una chica ayer? —Era como ser una granada —responde A—. Todo el mundo estaba esperando que ella saliera e hiciera algunos daños graves. Ella tenía el poder, pero era producto del miedo. Pienso en Lindsay Craig y en sus secuaces. —Conozco a muchas chicas como esas. Las más peligrosas son las que realmente son buenas en eso. —Sospecho que ella es muy buena en eso. Imagino a A como Lindsay o alguna otra chica mala. —Bueno, me alegro de que no tuve que conocerla. —¿Porque cuál sería el punto? Si A es así, no hay manera en que podríamos estar así, en la forma en que estamos ahora. Esto podría ser un restaurante chino barato con manchas de grasa en los menús y gatos de cerámica custodiando la salsa de soya en las mesas, pero aun así es un escape, sigue siendo emocionante. Nos tomamos de las manos y nos miramos uno al otro y no hay necesidad de decir mucho. He encontrado a alguien que se preocupa por mí y ahora puedo aceptar eso. —Lo siento por llamarte idiota —comento—. Solo… esto es lo suficientemente duro así. Y yo estaba tan segura de que tenía razón. —Yo fui un idiota. Estoy tomando por sentado lo normal que todo esto se siente. —Justin a veces hace eso. Finge que no le dije algo que le dije. O hace de esto toda esta historia, luego se ríe cuando me enamoro de ello. Odio eso.
Página
175
—Lo siento… —No, está bien. Quiero decir, no es que él fuera el primero. Supongo que hay algo en mí a lo que la gente le encanta engañar. Y probablemente hago de eso una tonta persona, si es que alguna vez se me ocurrió. No quiero sonar como una quejosa. No quiero sonar como esta chica débil que no puede cuidar de sí misma. Pero también quiero que sepa que no puedo soportar a la gente siendo mala. La gente jugando juegos. Quiero protegerme a mí misma contra eso, pero hago una barrera de mierda para mi propio corazón. Prefiero perder el juego que jugar. Prefiero que me duela que ser mala. Porque puedo vivir conmigo misma si estoy herida. No creo que podría vivir conmigo misma si fuera mala.
Estoy preocupada de que A vaya a tratar de decir algo para mejorarlo todo. Que va a decirme que todo está en mi mente. O, peor aún, como Justin, él va a decirme que tengo que aprender a tomar una broma. Como si mi falta de humor fuera la ofensa real. Pero A no dice nada de eso. En cambio, está moldeando el soporte del palillo. —¿Qué estás haciendo? —pregunto. La mujer detrás de la caja registradora nos está dando una mirada extraña, y no la culpo. A no contesta. En su lugar, trabaja los palillos en forma de un corazón, cubriendo la mesa. Luego toma todos los paquetes de Sweet'N Low 7 de nuestra mesa y otras dos con el fin de volver el corazón de un papel rosa pálido. Es demasiado. Y es increíble, al mismo tiempo. Cuando termina, señala con orgullo al corazón. Se ve como un niño de preescolar que acaba de terminar un fuerte. —Esto —asegura—, es solo alrededor de una millonésima parte de lo que siento por ti. Me rio. Creo que se ha olvidado de que su corazón está lleno de Sweet'N Low. —Voy a tratar de no tomarlo como algo personal —replico. Él parece un poco ofendido. —¿Tomarlo personalmente? Deberías tomarlo como algo muy personal. —¿El hecho de que utilizaste edulcorante artificial? Sacarina. Cada cosa falsa. Pero también real. Él toma un paquete de color rosa del corazón y me lo tira.
Página
176
—¡No todo es un símbolo! —grita. No voy a dejarme sentir indefensa. Tomo un palillo del corazón y lo uso como una espada. Él acepta mi desafío y pone otro palillo de la misma manera. Él se lanza. Yo esquivo. Somos tontos felices. El camarero se acerca con algunos platos. A gira la cabeza y yo atravieso su pecho. —¡Muero! —clama A. —¿Quién pidió el pollo mu shu? —pregunta el camarero.
7
Sweet'N Low: marca de edulcorante artificial hecha principalmente de sacarina.
—Eso es suyo —respondo—. Y la respuesta es sí, siempre somos así. Después de que el camarero se fue, A me pregunta: —¿Es eso cierto? ¿Siempre somos así? —Bueno, es un poco demasiado temprano para siempre —le respondo. Para no arruinar el momento. Solo para asegurarme de que no estamos llevándolo a eso. —Pero es una buena señal —observa. —Siempre —aseguro. *** Me olvido del resto de mi vida. Ni siquiera tengo que alejarla, he olvidado eso. Ya no existe. Solo existe el ahora, solo A y yo y lo que estamos compartiendo. No se siente como la amnesia, si no como una repentina ausencia de ruido. *** Al final de la comida, abrimos nuestras galletas de la fortuna. La mía dice: TIENES UNA BONITA SONRISA. —Esto no es una fortuna —le digo, mostrándoselo a A. —No. Tendrás una bonita sonrisa, esa sería una fortuna —me dice. Exactamente. Una fortuna tiene que decir lo que va a suceder, no lo que ya es. Y, de verdad, ¿quién no tiene una bonita sonrisa? —Voy a regresarla —digo.
Página
177
A parece entretenido. —¿A menudo regresas las galletas de la suerte? —No. Esta es la primera vez. Quiero decir, este es un restaurante chino. —Negligencia. —Exactamente. Muevo la mano hacia el camarero, que viene inmediatamente. —Mi fortuna no es realmente una fortuna, es solo una declaración —indico—. Y es una declaración bastante superficial de paso.
El camarero hace una mueca y regresa con un puñado de galletas, cada una envuelta individualmente. —Solo necesito una —le digo. Más de una sería hacer trampa—. Espera un segundo. Abro una segunda galleta, y me siento aliviada por lo que encuentro adentro. LA AVENTURA ESTÁ A LA VUELTA DE LA ESQUINA. —Bien hecho, señor, —A le dice al camarero una vez que se la muestro a ambos. —Tu turno —le digo. A abre cuidadosamente su galleta, y prácticamente sonríe cuando lee lo que dice la fortuna. —¿Qué? —pregunto. La sostiene hacia mí. LA AVENTURA ESTÁ A LA VUELTA DE LA ESQUINA. No soy una persona supersticiosa. Pero estoy emocionada de llegar a esa esquina. Dondequiera que esté. *** Sé que no tenemos mucho tiempo. Sé que A y yo pedimos prestado el tiempo de otra persona, que no es nuestro del todo. Pero quiero pedir prestado durante el tiempo que pueda. Quiero que siga hablándome. Quiero seguir escuchándolo. De vuelta en la biblioteca, le pido que me recomiende más libros para leer. Porque sé que la respuesta a esta pregunta será conseguir que lo conozca aún más.
Página
178
Me muestra el libro que estaba leyendo antes. Se llama Feed. —Se trata de la diferencia entre la conexión tecnológica y la conexión humana. Se trata de cómo podemos tener tanta información que nos olvidamos de lo que somos, o al menos que se supone que debemos ser. —Él me lleva más abajo en los estantes, hasta el final de la sección juvenil y sostiene La ladrona de libros—. ¿Has leído este? —Niego con la cabeza, y él continúa—: Es una novela del holocausto; está narrada por la misma muerte. La muerte es independiente de todas las cosas, pero no puede dejar de sentir como si fuera una parte del todo. Y cuando comienza a ver la historia de esta niña con una vida muy dura, no puede mirar hacia otro lado. Tiene que saber lo que va a suceder. —Me empuja de regreso a un estante anterior—. Y en una nota más ligera, está este libro, Destroy All Cars. Se trata de que cuidar de algo profundamente también puede hacer que odies el mundo, porque el mundo puede ser muy, muy decepcionante. Pero no te preocupes, también es divertido.
Porque así es como se superan todas las decepciones, ¿no? Tienes que encontrar todo divertido. Estoy de acuerdo. Y me gustaría hablar más sobre eso, pero no quiere parar. Le he hecho la pregunta correcta, y quiere responder plenamente. Me muestra un libro llamado First Day on Earth. —Sé que esto suena raro, pero es sobre un chico en un grupo de apoyo para personas que sienten que fueron secuestradas por extraterrestres. Y conoce a este otro tipo que cree que el alcalde puede ser un extraterrestre. Pero es realmente acerca de lo que significa ser humano. Y lo leo mucho, cada vez que me encuentro en una biblioteca. En parte porque encuentro cosas nuevas cada vez que lo leo, pero también porque estos libros siempre están ahí para mí. Todos ellos están ahí para mí. Mi vida cambia todo el tiempo, pero los libros no cambian. Mi lectura cambia, puedo aportarles cosas nuevas cada vez. Pero las palabras son palabras familiares. El mundo es un lugar donde has estado antes y te da la bienvenida de vuelta. Él sacude su cabeza. —Nunca le he dicho a nadie, sabes. Nunca me lo he dicho a mí mismo. Pero ahí está. La verdad. Quiero tomar todos los libros, quiero empezar a compartir esos mundos con él. Entonces recuerdo: no se trata de mi biblioteca. Esta no es mi ciudad.
Página
179
—¿Y tú? —pregunta A—. ¿Qué crees que debería leer a continuación? Sé que le debo mostrar algo realmente inteligente y sofisticado, pero sé que me está haciendo la pregunta de la misma manera en que le pregunté: para verme en las respuestas, para saber más acerca de mí después de las respuestas que dio antes. Así que en lugar de fingir que Jane Eyre es la historia de mi vida o que Johnny Tremain me cambió por completo cuando lo leí, lo llevo a la sección infantil. Estoy buscando a Harold y el lápiz morado porque, cuando era una niña, me atrajo tanto el poder de dibujar tu propio mundo y dibujarlo en púrpura. Lo veo en la exhibición en el frente de la sección y voy a buscarlo. Cuando me inclino a recogerlo, A me sorprende diciendo en voz alta: —¡No! ¡Ése no! —¿Qué podrías tener contra Harold y el lápiz morado? —pregunto. En lo que a mí respecta, esto es un motivo de ruptura. A se ve aliviado. —Lo siento —murmura—. Pensé que te dirigías a The Giving Tree.
¿Quién cree que soy? —Absolutamente ODIO The Giving Tree —declaro. —Gracias a Dios. Eso hubiera sido el final de nosotros, temía que ese fuera tu libro favorito. Yo diría lo mismo si lo hubiera elegido él. El árbol en ese libro necesita ponerse de pie por sí mismo. Y el niño necesita ser abofeteado. —¡Aquí, toma mis brazos! ¡Toma mis piernas! —imito. —¡Toma mi cabeza! ¡Toma mis hombros! —¡Porque eso es lo que el amor es! —En realidad, no puedo creer que los padres lean el libro para los niños. Es un mensaje terrible para enviar. —Ese chico es, como, el idiota del siglo —asegura A. —El mayor idiota en la historia de toda la literatura. —Es agradable estar de acuerdo en este punto. Dejo a Harold y me acerco más. No voy a necesitar un crayón púrpura para lo que vendrá después. —El amor significa nunca tener que perder tus extremidades —murmura A, inclinándose. —Exactamente —concuerdo, besándolo. Sin sacrificio. Sin dolor. Sin peticiones. Amor. Simplemente amor.
Página
180
Estoy perdida. Amenamente perdida. Hasta que alguien grita: —¿Qué crees que estás haciendo? Por una fracción de segundo, asumo que hemos sido atrapados por la bibliotecaria y vamos a ser multados. Pero la mujer que está gritándome no es la bibliotecaria o cualquier otra persona que haya visto antes. Ella es una enojada mujer de mediana edad escupiendo palabras. Lanzándolas todas a mi cara, ella grita: —No sé quiénes son tus padres, pero no crié a mi hijo para pasar el rato con putas. Estoy sorprendida. No he hecho nada para merecer eso. —¡Mamá! —grita A—. Déjala en paz.
Mamá. Por un segundo pienso, esta es la madre de A. Entonces me doy cuenta, no, no es la madre de A. A no tiene una madre, no en el mismo sentido en que yo tengo una madre. No, esta debe ser la madre del chico cuyo cuerpo él está ocupando. Quien lo educó. Quien lo dejó salir para ir a la biblioteca y ha encontrado esto. —Entra al auto, George —ordena—. Ahora mismo. Estoy esperando que A ceda. No voy a culparlo por ceder, a pesar de que me siento muy atacada. Pero en lugar de ceder, A mira a la madre de George a los ojos y dice: —Solo cálmate. Ahora es la madre de George quien está atónita. Este inocente chico pelirrojo probablemente nunca antes le ha hablado a su mamá así, aunque imagino que ha habido un montón de veces en las que ella lo merecía. Mientras la madre de George queda atónita por un momento, A me dice que vamos a encontrar una manera y hablará conmigo más tarde. —¡Ciertamente no lo harás! —proclama la madre de George. Lo beso de nuevo. Un beso que es hola y adiós y buena suerte y he tenido un gran momento a la vez. Sé que estas cosas están ahí porque yo las puse allí. Por lo general, también hay preguntas en un beso. ¿Me amas? ¿Esto funciona? Pero este beso es indiscutible. —No te preocupes —le susurro cuando el beso termina—. Vamos a encontrar una manera de estar juntos. El fin de semana se acerca.
Página
181
No puedo decir nada más que eso porque la madre de George ha agarrado su oreja y ha comenzado a tirar. Ella me mira de nuevo, tratando de cortarme con su juicio, puta puta puta, pero no me rindo en cualquier terreno. A ríe de cuán tonto es ser arrastrado por la oreja. Esto solo hace que su tirón sea más fuerte. Cuando llegan fuera, me muevo. Él no puede verme moverme, pero él mueve la espalda de todos modos. *** Ni siquiera son las tres. Reviso mi teléfono y encuentro un mensaje de texto de Justin preguntándome dónde estoy y luego otro diciendo que él ha buscado en todas partes. Le respondo para decirle que no me sentía bien y dejé la escuela temprano. Sé que él no va a ofrecerse a traerme una sopa o comprobarme, a menos que quiera ver si estoy mintiendo. Así que apago mi teléfono. Lo desconecto.
Si alguien pregunta, le diré que estaba durmiendo.
Página
182
Y esperaré a A para despertarme de nuevo.
Capitulo 21 Traducido SOS por belisrose Corregido por PrisAlvS
Me paso la mañana del viernes pensando en el fin de semana. Esto no es inusual, la mayoría de la gente pasa el viernes pensando en el fin de semana. Pero la mayoría no está tratando de encontrar un lugar para verse con alguien como A. Creo un plan. Mi tío tiene una cabaña de caza que nunca usa y ahora está en California por el trabajo. Mis padres tienen una llave de repuesto que nunca en un millón de años desaparecería. Todo lo que necesito es una coartada. O algunas coartadas. Recibo un correo de A diciendo que hoy es una chica llamada Surita y que no está tan lejos. Estoy lista para dejar la escuela por completo, es viernes, después de todo, pero A insiste en un encuentro después de la escuela. Lo entiendo, no hay ninguna razón real para fastidiar a Surita. Pero tal vez A es un poco mejor con eso de lo que yo sería. Justin sigue molesto conmigo. —Te sientes mejor, veo —comenta cuando nos reunimos en su casillero antes de clase. —Sí. Debe haber sido una cosa de un día. Él se burla y me pongo a la defensiva. —Lo siento por no haberte enviado una foto de mi vómito —replico. —No he dicho nada —responde, cerrando su casillero.
Página
183
No estoy siendo justa. Lo estoy enojando cuando yo soy la mentirosa. Luego agrego otra mentira: —Me alegro de estar mejor ya que vamos a ver a mi abuela este fin de semana. Y no me gustaría enfermarla. Tan pronto como lo digo, recuerdo que la abuela de Justin está, de verdad, enferma. —¿Cuándo te vas? —pregunta. —Mañana —contesto. Entonces me doy cuenta de lo que he hecho, y añado—: Pero le prometí a Rebecca que iría a su casa esta noche. —Lo que sea —murmura Justin. Luego se aleja sin decir adiós, lo cual merezco.
La razón por la que he mencionado a Rebecca es porque eso es lo que voy a decirles a mis padres, que me voy a pasar el fin de semana con ella. A ellos les agrada Rebecca, por lo que no les importará. Pero me doy cuenta de que voy a tener que pasar por lo menos esta noche con ella, ya que le he dicho a Justin que es lo que estaría haciendo. Cuando la veo en la clase de arte le pregunto si tiene planes. Rezo para que no los tenga. —Nope —responde—. ¿Alguna idea? —¿Qué tal una fiesta de pijamas? —sugiero. Rebecca se ve tan emocionada. —¡Claro que sí! Ha pasado un tiempo desde que tuvimos una doble película Mean Girls / Heathers. —O Breakfast Club y Pretty in Pink. Estos eran nuestro “ir al cine” cuando estábamos en la edad de pijamadas. Me hace feliz que Rebecca lo recuerde, ya que ha pasado mucho tiempo. O al menos se siente como un largo tiempo. Esa es mi vida pre-Justin. Hace otra vida. —Tengo que hacer algunas cosas después de la escuela —comento—. Con mi mamá. Pero ¿qué tal si llego como a las seis? —¿Llevarás la mezcla de galletas? —pregunta. —Siempre y cuando tú tengas el helado. Se siente tan bien estar hablando así que casi me olvido de todas las mentiras que lo rodean. Casi me olvido de todas las cosas que no le estoy diciendo.
Página
184
*** Me encuentro con A de vuelta en la librería. Hoy está en una chica india un tanto regordeta. Me siento muy mal por pensar eso, por notarlo primero. Es A. Estoy pasando tiempo con A. Concéntrate en el conductor, no en el auto. Decidimos ir a dar un paseo por el parque; miro fijamente a Surita y la imagino como un chico. No es tan difícil. Si miras fijamente el rostro de cualquiera el tiempo suficiente, es bastante fácil imaginarlo como el otro género. Entonces me detengo y me pregunto por qué estoy haciendo esto. No es como mirarla e imaginar que es blanca. Eso estaría mal. Pero todavía quiero verla como un chico, pensar en A como un chico por dentro.
Parte del problema son las palabras. El hecho de que no son palabras separadas por él y ella, de él y ella. Nunca he pensado en ello antes, esta división. Como tal vez, si solo hubiera un pronombre para todos nosotros, no estaríamos atrapados en esa diferencia. Una parte de mí quiere preguntarle a A sobre esto, preguntarle, ¿Eres un él o una ella? Pero sé que la respuesta de A es que es ambos y ninguno, y no es culpa de A que nuestro idioma no pueda lidiar con eso. Estoy segura de que A lo nota. El hecho de que no estoy sosteniendo la mano de Surita. El hecho de que no está la misma carga en el aire que hay cuando A está en el cuerpo de un chico. Quiero deshacer esto. Entiendo que es una forma de sentirse equivocada. Pero no se siente como un nudo que puedo deshacer. A explica que Surita vive con su abuela y que su abuela en realidad no le presta atención, por lo que ella puede estar afuera tan tarde como quiera. Lo que significa que yo soy la que tiene el tiempo limitado hoy. Le digo esto, pero luego también le digo a A que tengo un plan para el fin de semana y que conozco un lugar a donde podemos ir. No le digo qué es o dónde está. Quiero que sea una sorpresa. Llegamos al gimnasio de la selva 8 y, puesto que no hay niños alrededor, nos permitimos convertirnos en niños, escalando y meciéndonos y riendo. A me pregunta con quién me juntaba en tercer grado, así que le cuento historias sobre Rebecca y yo, sobre mi flechazo por este chico Peter, sobre la Sra. Shedlowe, sobre el supervisor del almuerzo que escuchaba pacientemente cualquier problema que yo quisiera compartir. Sé que no puedo preguntarle lo mismo a A, así que le pregunto en su lugar por las cosas que A recuerda de cuando era más joven. Y A me dice sobre el día de San Valentín en que su (la de ella) madre lo llevó (a ella) al zoológico, una fiesta de cumpleaños en la que él (ella) salvó el día al encontrar un perro que había desaparecido y un juego de Pequeñas Ligas en el que él (ella) bateó un jonrón, porque de algún modo el cuerpo sabía cuándo moverse, incluso si A no lo hacía.
185
—Pero igual las hiciste—murmuro—. Esa es la gran victoria.
Página
—Pequeñas victorias —bromea A.
—Y esta —indica A, acercándome—, debe ser la recompensa. Sé que debería tocar el brazo de esta chica. Sé que debería acercarlo (a ella) y encontrar una forma de anidarnos dentro del parque de juegos. Pero en su lugar, digo: —Mira… ¡el tobogán! —Y salto, haciéndole señas a A para que me siga.
8
Jungle Gym: parque para niños hecho de barras donde ellos pueden escalar, colgarse, columpiarse, entre otros.
Si A lo notó, no dice nada. E incluso si no terminamos físicamente anidados en el espacio que es totalmente nuestro, todavía se siente cómodo. Todavía se siente como si el tiempo fuera cómodo. Estoy bien. Excepto por un momento cuando imagino a Justin en casa, jugando videojuegos. Sintiéndose algo mal. Enojado. Pero sin tener idea real de cuán lejos me he desviado. Entonces pienso en lo que estaría haciendo A si no estuviera aquí conmigo. Perdido en la vida de alguien más. Borrándose a sí mismo con el fin de ser ella. Después de que nos deslizamos sugiero que nos columpiemos. En lugar de dividirnos en un empuje y una subida, nos sentamos en los columpios que están lado a lado e impulsamos nuestras piernas para moverse en el aire. En un momento estamos exactamente iguales. A estira su mano, y yo la tomo. Nos mecemos así, perfectamente, durante unos veinte segundos. Entonces empezamos a separarnos, la diferencia en nuestro peso o en nuestra fuerza o en el ángulo de nuestros cuerpos, evitando que continuemos así para siempre. *** De vuelta en la librería, hago que A me guíe de vuelta a Feed, a La Ladrona de Libros, a Destroy All Cars y First Day on Earth. Los compro todos. —Eres tan afortunada —masculla A. —¿Porque los libros son buenos? —pregunto. —No. Porque una vez que los tienes, siempre estarán allí. No tienes que seguir buscándolos.
Página
186
Estoy a punto de ofrecer prestárselos, pero por supuesto que no puedo. —¡Pero basta de eso! —ordena A—. ¿Quién necesita posesiones mundanas cuando puedes tener el mundo en su lugar? La voz que A está utilizando es alegre. Tal vez realmente lo cree. Tal vez yo me equivoque al querer cosas. O tal vez A solo me dio un vistazo de algo que él (ella) no quería que viera. No hay tiempo suficiente para explorar esto. Tengo que llegar a la casa de Rebecca. Pero A y yo tendremos el día de mañana. Me recuerdo a mí misma que tendremos el día de mañana.
Es un adiós esperanzado. Es solo cuando estoy de vuelta en mi auto que me doy cuenta de que podría haberla besado cuando nos despedimos. Ni siquiera se me ocurrió. *** Esa noche, Rebecca nota que estoy pensando en algo distinto que Lindsay Lohan y Tina Fey. Ella detiene la película. —¿Está pasando algo contigo y Justin? —pregunta—. ¿Es ahí donde tu mente está en este momento? De inmediato estoy a la defensiva, demasiado a la defensiva. —¿Por qué crees que hay algo mal entre Justin y yo? No pasa conmigo y Justin. Con esta última frase, me doy cuenta de que le he dicho accidentalmente la verdad. Pero ella no lo capta. —Solo quiero decir… es bueno tenerte de vuelta aquí. Esta es la primera vez que hacemos esto desde, bueno, que ustedes dos se juntaron. No estaba segura de que alguna vez haríamos esto otra vez. Claramente la he lastimado. Ni siquiera noté que la he lastimado durante estos últimos meses. Ella no va a decirme eso, pero está ahí. Lo veo ahora. —Lo siento —murmuro, a pesar de que ella no me ha pedido eso, o tal vez es porque no me lo ha pedido—. Las cosas con él están bien. De verdad. Pero también quiero tener más que Justin, ¿sabes? Como mis mejores amigas.
Página
187
Mejores amigas. Es como un regalo que me han dado y que no merezco. Pero aquí estoy, señalando que todavía lo tengo, que no he regresado para otra cosa. —¿Quieres más helado? —pregunta Rebecca, recogiendo su plato—. Porque yo quiero más helado. —Claro —exclamo. No porque quiera algo, sino porque sé que ella quiere más y no quiere comerlo sola. Mientras estoy sentada allí en la sala de juegos que he conocido la mayor parte de mi vida, veo las fotos de Rebecca y su familia en todas las diferentes edades, y me doy cuenta de que esto es una cosa de nosotras: Rebecca tiene que verme como algo más que solo un cuerpo, porque el cuerpo que ella conoce ha cambiado mucho en los últimos años. Eso debe ayudar a una persona a ver el interior.
Ella regresa y quita la pausa a la película. Nuestra doble película nos lleva mucho más allá de la media noche por todos los descansos que tomamos para la comida y las cosas al azar como ver qué pasó con el chico que golpeó a Aaron y si aún es lindo. (Lo es). El único momento incómodo llega cuando Rebecca me pregunta lo que haré el fin de semana. Sé que aquí es cuando debería reclutarla para ser mi coartada, cuando debería advertirle que mis padres podrían llamar. Pero uso la excusa de la abuela de nuevo. Ella me dice que la salude, yo le prometo que lo haré.
Página
188
Me voy a dormir preguntándome lo que estoy haciendo y despierto preguntándome lo que estoy haciendo, sabiendo con seguridad que sea lo que sea, voy a hacerlo de todos modos.
Capitulo 22 Traducido SOS por PrisAlvS Corregido por Pily
El viaje a la cabaña del tío Artie es de dos horas, por lo que tengo tiempo suficiente para pensar. Tengo la llave en mi bolsillo, también llevo la maleta que empaqué para pasar el fin de semana donde Rebecca. O mi fin de semana en casa de mi abuela, dependiendo de quién pregunte. Estoy emocionada por pasar algo de tiempo a solas con A. Sé que solo durara hasta medianoche… espero que A también pueda venir mañana, pero no es algo seguro. Es gracioso que en todo el tiempo durante el que salí con Justin, nunca se me ocurrió traerlo aquí. Tal vez era porque teníamos su casa o porque nunca se sintió como si necesitáramos esta clase de escapada. Escapada. Luego de pensar lo suficiente, sé que lo que técnicamente estoy haciendo es engañar. Supongo que siempre lo supe, pero esta es la primera vez que de verdad uso esa palabra en mi cabeza. No parece bien explicar lo que estoy haciendo, pero tampoco se siente del todo malo. Siento que estoy en un complicado terreno medio en lo que se refiere a intentar descifrarlo. Sé lo que Justin diría al respecto y cómo lo vería. Estoy segura de que le estoy haciendo algo que nunca me ha hecho. También estoy enfadada con él por no notarlo. Lo cual es, noto, del todo injusto. Podría enviarle un mensaje de texto cuando llegue, podría terminar con él así. Pero se merece mucho más que eso. Y, sobre todo, se merece una explicación. Solo que no hay cómo explicar esto.
189
***
Página
Me estoy enamorando de alguien que conocí cuando estuvo en tu cuerpo por un día.
Me aseguro de llegar un poco antes para acomodar las cosas. Amo al tío Artie, pero hay un motivo por el que sus novias siempre lo dejan. La cabaña básicamente tiene solo una habitación con muchas cosas apiladas, incluida su colección de “trofeos” de cacería. El par de veces que vine con mis padres cuando era una niña, los animales con ojos de cristal que me observaban desde las paredes me asustaron. Y aún lo hacen, pero he aprendido a no verlos realmente. Hay uno o dos que están empezando a gastarse, por lo que los cubro con unas sábanas. Los demás continúan observando.
El problema con llegar temprano es que hay un momento, luego de guardar las compras y limpiar el suelo, en el que no tengo nada que hacer. Traje First Day on Earth conmigo, pero estoy demasiado distraída como para prestarle atención, lo cual no parece justo para el libro. Enciendo algunas candelas para que el aire huela más a vainilla que al tío Artie. Pero la esencia empieza a darle a todo una sensación de ensueño… o tal vez solo estoy cansada. Despierto cuando escucho un auto acercarse. Cobro vida cuando la puerta del carro se abre. Nadie más sabe sobre este lugar, por lo que tiene que ser A. Miro por la ventana y veo a un chico atractivo. De mi edad. Él. Abro la puerta, espero y observo. Hermosa piel. Hermoso cabello. Como si el Universo de alguna forma supiera para qué era este día. —Hoy eres bastante lindo —indico cuando cierra la puerta y se acerca. Espero que tenga una maleta, pero por supuesto no tiene nada. Estará aquí solo por hoy. —Papá franco-canadiense, mamá criolla —explica—. Aunque no hablo una sola palabra en francés. —Tu mamá no se va a aparecer en cualquier momento, ¿cierto? —bromeo. Sonríe. —No.
Página
190
—Bien. —Me acerco—. Entonces puedo hacer esto sin que me maten. Pongo todo lo que tengo en el beso. Toda la espera, todo el deseo. Todo lo del hoy que tenemos y los mañanas que podríamos no tener. Lo beso para decirle que estoy aquí. Lo beso para decirle que está aquí. Lo beso para conectarnos, para combinarnos, para impulsarnos. Y me devuelve el beso con todo esto y algo más que no puedo identificar. Sus brazos me rodean, mis brazos lo rodean, y ambos tiramos, ambos presionamos. Sus manos me recorren, me dan forma. No hay espacio entre nosotros. No hay espacio. Luego retrocedo un poco para quitarle su abrigo y tirar mis zapatos. Él también se quita los suyos; lo guio de espaldas, mi boca apenas deja la suya. Lo empujo a la cama. Lo presiono, nos encontramos en el medio… seguimos con toda la ropa, pero no nos sentimos vestidos. Beso su cuello, su oreja. Él sube sus manos por mis costados, vuelve a besar mis labios. No hay una sola parte en mí que no quiera esto. Siento como si me hubiera contenido toda mi vida y ahora me estoy dejando ir. Siento bajo su camiseta, siento cómo es su piel. Él está gimiendo sin notarlo. No sé su nombre ni necesito saberlo porque él es A, él es A, él es A y está conmigo ahora. Estamos compartiendo esto. Un dedo por mis pechos, un dedo por mi espalda. Besos leves, besos profundos. Camisetas fuera, piel contra piel. El único sentido que me queda es el tacto. Labios contra hombro. Mano por debajo de los pantalones. Brazo sobre brazo. Pierna contra pierna. Rápido y luego lento. Rápido. Luego lento. —Hola —susurra.
—Hola —replico. Me acuesto de espaldas y él se cierne sobre mí. Un dedo recorre un lado de mi rostro. El dorso de su mano contra mi clavícula. Respondo, recorro sus hombros, estiró mis manos sobre el valle de su espalda. Vuelvo a besar su cuello. Su oreja. El espacio detrás de su oreja. No hay nada como esto. En todo el mundo, no hay nada como esto. —¿Dónde estamos? —pregunta. —Es una cabaña de cacería que usa mi tío —explico. Incluso cuando le di la dirección, no le dije a dónde iba—. Él está en California, por lo que supuse que era seguro entrar sin permiso. —¿Entraste sin permiso? —Mira alrededor. —Bueno, con la llave extra. Se acuesta. Siento el centro de su pecho. El centro exacto. Luego muevo mi mano a la derecha, al territorio del corazón. —Esa es toda una bienvenida —murmura, sus manos incapaces de dejar mi cuerpo. —Aún no acaba —aseguro, girando hacia él cuando gira hacia mí de inmediato. Cercanía. Eso es esto. El sexo debería tener cercanía.
Página
191
Ahora hay cercanía. No solo entre nuestros cuerpos, sino entre nuestros seres. A es cuidadoso, pero yo no. No quiero nada entre nosotros, por lo que le quito su ropa y luego me quito la mía. Quiero todo de él y quiero que él tenga todo de mí. Quiero nuestros ojos abiertos. Quiero que esto sea lo que se supone que deba ser. Desnudos y besándonos. Desnudos y necesitando. Desnudos y presentes. Dirigiéndonos hacia la dirección inevitable. A veces rápido, pero otras más lento y tomándonos nuestro tiempo. Disfrutándolo. Es peligroso porque haré cualquier cosa. Pero solo haré cualquier cosa porque sé que no es peligroso. —¿Quieres? —susurro. Lo siento contra mí. El calor, la respiración. Siento el momento. Siento lo correcto que es esto. —No —responde—. Aún no. No ahora.
De repente siento el frío aire alrededor. De repente siento el mundo alrededor. Siento todas las partes que no son nosotros. Me digo que está teniendo consideración. Lo miro y digo: —¿Seguro? Yo quiero. Si estás preocupado por mí, no lo estés. Lo quiero. Yo… me preparé. Pero él se está apartando. Una mano todavía está en mi costado, pero la otra se acomoda en el pequeño espacio entre nosotros. —No creo que debamos —continúa. —Bien. —Lo digo aunque no lo creo porque no lo entiendo. —No eres tú —agrega—. Y no es que no quiera. Sueño fuera, pesadilla dentro. —¿Entonces qué es? —pregunto. —Se siente mal. Dice que no soy yo, ¿pero quién más podría ser? He presionado demasiado. Debe pensar algo malo de mí. —Deja que me preocupe por Justin —alego—. Esto es entre tú y yo. Es diferente. —Pero no somos solo tú y yo. También está Xavier. —¿Xavier? Señala su cuerpo.
Página
192
—Xavier. —Oh. —Nunca antes lo ha hecho. Y se siente mal… que lo haga por primera vez y no lo sepa. Siento como si le quitara algo si lo hiciera. No parece lo correcto. Esto parece más similar a lo que el universo me ha dado toda mi vida. Envía al chico con el cuerpo perfecto, pero haz que sea un virgen cuya primera vez tomaré sin que él lo sepa. No hay palabras en mi cabeza para lidiar con esto. Cercanía. Me concentré tanto en el sexo que olvidé lo que realmente buscaba, lo que quería. Incluso si no vamos a tener sexo, no quiero renunciar a nada más. Eso es lo que me digo.
Luego del hechizo solo en mi cabeza, vuelvo a mi cuerpo y lo presiono contra él. Girando por lo que estamos rodillas contra rodillas, brazos alrededor de espaldas, rostro contra rostro. —¿Crees que esto le importaría? —pregunto. Su cuerpo contesta por él, puedo sentir la tensión ceder. Puedo sentir mi bienvenida. —Puse una alarma —anuncio—. Por lo que podemos dormir. Ruedo y presiono su pecho contra mi espalda, siento sus piernas detrás de las mías. Me aferro al momento y me niego a dejarlo ir. Nuestros cuerpos se enfrían juntos. Nuestras respiraciones se calman juntas. No nos sentimos solos así. Nuestros cuerpos se ajustan de tantas formas diferentes. *** La corriente de sueño nos lleva con diferentes oleadas. A veces despierto y está dormido. A veces él debe ser quien despierta. Y otras veces coincidimos y tenemos breves conversaciones mientras nos seguimos abrazando. *** —¿Eres hombre o mujer? —pregunto. —Sí —replica. *** —Sé que no lo hablamos —empieza muchos minutos, muchas horas, después—. Pero, ¿por qué sales con él?
Página
193
—No sé —ito—. Solía pensar que lo sabía. Pero ya no lo hago. *** —¿Esto es amor? —pregunto, pero está dormido. *** Él masculla algo. Suena como “¿Tu tío Artie es alto?”. *** Cuando ambos estamos más conscientes, pero sin el deseo de salir de la cama, lo enfrento y pregunto:
—¿Quién fue tu favorito? Pone su mano sobre la mía. —¿Mi favorito? —Tu cuerpo favorito. Tu vida favorita. —Una vez estuve en el cuerpo de una chica ciega. Cuando tenía once, tal vez doce. No sé si fue mi favorita, pero aprendí más al ser ella por un día que lo que aprendí en la mayoría de personas en un año. Me mostró cuán arbitraria e individual es la forma en que experimentamos el mundo. No era solo porque sus otros sentidos fueran más agudos, sino porque descubrimos cómo navegar en este mundo como se nos presenta. Para mí fue un gran desafío. Pero para ella era solo la vida. —Cierra los ojos —susurro. Confío en que lo hace. Siento los cuerpos de ambos como si estuviéramos en la oscuridad. *** Horas después, o tal vez minutos, la alarma suena. *** El día pasa, y lo dejamos. La luz se desvanece y no decimos nada. Esto es todo lo que queremos. Dos cuerpos en una cama. Cercanía. *** —Sé que tienes que irte —digo. Mis ojos están cerrados. Lo siento asentir.
Página
194
—Medianoche —indica—. Tengo que volver para la medianoche. —¿Pero por qué? ¿Por qué medianoche? Ahora lo siento negar con la cabeza. —No lo sé con seguridad, pero depende de mi cuerpo y el cuerpo lo sabe. —Me quedaré aquí —ito. —Mañana volveré —promete. Más tiempo. Más tiempo juntos.
—Lo terminaría —confiesa—. Cambiaría todo el cambio si pudiera. Solo para quedarme aquí contigo. —Pero no puedes acabarlo. Lo sé. No sueno enfada o decepcionada. No estoy enfadada ni decepcionada. Es lo que es. *** Empezamos a ver el reloj. A saber. Es hora. *** —Te esperaré —confieso mientras se viste, mientras se alista para irse. —Ambos estaremos esperando —agrega—. Esperando volver a esto. *** No tengo idea de qué hago, pero estoy bien con eso. *** Me da un beso de despedida como si fuera a la escuela. O al trabajo. Como si fuera el futuro. Como si estuviéramos acostumbrados a esto. *** No sé qué hacer luego de que se va. No hay una computadora aquí para enviar correos electrónicos, no hay señal de teléfono.
Página
195
Tomo First Day on Earth. Estas no son sus palabras, pero son palabras a las que él me ha guiado. Por ahora eso es suficiente. Pasé gran parte del día durmiendo. Leo por un rato y luego paso el resto de la noche soñando.
Capitulo 23 Traducido por Btaalejandra Corregido por PrisAlvS
Me despierto con mucho frío, luego enciendo la chimenea y sufro cuando se pone muy caluroso. Supongo que estas son mis opciones. Sé que A no volverá enseguida, pero también sé que aún si despierta a cinco horas de distancia, él encontrará una manera de estar aquí. Simplemente tengo que mantenerme ocupada hasta entonces. Termino de leer First Day on Earth y deseo haber traído un libro más largo o al menos mi tarea. Artie no tiene libros que yo pueda encontrar. Tan solo revistas atrasadas de Field & Stream9. Hay un viejo periódico en el que el crucigrama no está hecho. Pruebo eso, pero no soy muy buena. Juego algunos juegos en mi teléfono, incluso camino un poco afuera con la esperanza de conseguir algo de señal. Estoy aburrida. Muy aburrida. Y, aún peor, puedo oír a Justin riéndose de mí, diciéndome: —¿Qué creías que iba a suceder? —Va a venir —aseguro. —Sí, claro. No. No puedo tener esta conversación en mi cabeza.
196
Miro el reloj. Son más de la una. Debería estar aquí.
Página
No va a venir. Pero lo prometió. Me siento estúpida y más estúpida a medida que pasa el día. Estoy dando vueltas con una camiseta y bóxers, hace mucho calor. Al fin escucho un auto. Llegando. Deteniéndose. Todas las dudas que he estado negando se transforman en alivio. 9
Field & Stream: revista estadounidense de pesca, caza y otras actividades al aire libre.
Corro hacia la puerta y la abro. Estoy a punto de saltar a los brazos de A… cuando me doy cuenta de que el hombre en frente de mí es muy viejo y tiene un ciervo muerto sobre sus hombros. Grito. Él también grita, tambaleándose. Vuelvo a gritar y retrocedo hacia la cabaña. —¿Quién diablos eres tú? —grita el hombre. Quiero cerrar la puerta de golpe, pero no puedo. Él aún está gritando. —¡Estás violando la propiedad! Jesús, casi me das un ataque. ¿Estás sola? Me está mirando a mí ahora. Está viendo a una chica. Está viendo mis piernas. —Soy la sobrina de Artie —afirmo—. Artie es mi tío. Esta es su cabaña. No estoy infringiendo nada. Se ve escéptico y realmente desearía que bajara el ciervo. Me está provocando náuseas. —No se supone que estés aquí —comenta el hombre—. Si es que eres la sobrina de Artie. —Un segundo —mascullo. Busco mi billetera y encuentro mi licencia. Cuando regreso, él ha puesto al ciervo de nuevo en la camioneta, gracias a Dios—. Vea —suelto, mostrándole la licencia—. Tenemos el mismo nombre. —De acuerdo. Eso no significa que puedas estar aquí.
Página
197
—Puede llamarlo —lo desafío, sabiendo que no hay manera y esperando que Artie me cubra si es que la hay—. Debe haber mezclado las cosas. —Bueno, estás a punto de tener mucha más compañía. Hemos estado cazando toda la mañana y Artie nos dijo que podíamos limpiar las pieles aquí y hacer lo nuestro. La vegetariana en mí está horrorizada. Pero estoy atrapada. —Un segundo —repito. Cierro la puerta y me pongo todas las prendas de ropa que pueda. También empaco mis cosas. Pero no me puedo ir porque ¿qué si A viene? Estoy tan enojada con él por abandonarme, pero no puedo arriesgarme a abandonarlo. Así que me quedo. Mientras más hombres llegan. Mientras me miran divertidos. Mientras me miran fijamente. Traen más cadáveres y preparan un área afuera para quitarles
la piel a los animales. Vuelvo a leer el único libro que tengo. Voy al auto. Intento evitar a todos, pero eventualmente tengo que usar el baño y no hay espacio para moverse. Aguanto por otras dos horas más. Luego me rindo. Es demasiado tarde. A no va a venir. Necesito ir a casa. Todo el camino de regreso estoy furiosa. *** Reviso mi teléfono en cuanto tengo recepción. Espero un email o una explicación. Nada. A no me ha enviado nada. Pudo haberse despertado paralizado. Podría estar en algún lugar sin computadora. Tal vez no tenga un auto. Me aferro a excusas. Pero me siento desesperada haciéndolo. La peor respuesta es que A obtuvo lo que quiso y ahora se terminó. Como cualquier otro hombre. Y yo soy como cualquier otra mujer quien ha sido lo suficientemente estúpida como para pensar que su hombre iba a ser diferente. A no es un hombre, me recuerdo a mí misma. Pero realmente no importa. Aún me siento plantada.
Página
198
Aún me siento sola.
Capitulo 24 Traducido SOS por Girls-&-Peace Corregido por PrisAlvS
Me despierto temprano, asumiendo que A también se despertara temprano, muriéndose por explicarme lo que pasó. Aprenderé que estaba mal con el cuerpo de ayer, por qué no pudo lograrlo. Peor no hay nada en mi bandeja de entrada. Sin palabras. El miedo más pequeño se da por vencido. Los peores miedos se están acercando. *** Trato de evitar a Justin. No porque haya hecho algo malo (lo cual he hecho), sino porque temo que él lo olerá en mí. Rebecca me pregunta cómo está mi abuela. Le digo que mi abuela está bien. Sigo revisando mi correo electrónico. Sigo encontrándolo vacío. *** Pienso en saltarme el almuerzo, pero luego me percato de que ha habido tantas preguntas sobre mi comportamiento últimamente que es probablemente mejor continuar con mi día como normalmente es.
Página
199
Por suerte, Lindsay Craig dio una fiesta el sábado por la noche, lo cual es de lo que todos en nuestra mesa pueden hablar. Stephanie piensa que vio a Steve besar a una chica de otra secundaria, pero Steve jura que todo estaba en la cabeza ebria de Stephanie. —No lo sé, Steve —dice Justin—. Esa chica era bastante fumadora. No puedo decir si él está tratando de liquidar a Steve, liquidar a Stephanie u obtener una reacción de mí. —¿Tú fuiste a la fiesta? —pregunto estúpidamente. —¿Eso está bien contigo? —se burla Justin. —Por supuesto —respondo tímidamente. Rebecca lo nota. Puedo sentirla percatándose de ello. También sé que si me pregunta si algo está mal, comenzaré a gritar. Así que me aseguro de dejar la mesa temprano.
*** Estoy perdida en mi propio enfado. Estoy enfadada con A. Y estoy enfadada conmigo por terminar en una posición en la que A puede significar lo suficiente para mí como para hacerme enfadar así. Voy a todas mis clases. Estamos haciendo softbol en el gimnasio. Me cambio a mi uniforme de gimnasia y no protesto cuando soy asignada a tercera base. Trato de enfocarme en el juego, trato de evitar avergonzarme. No noto al principio que hay alguien moviendo sus manos. Pero luego me percato de que las está moviendo hacia mí. No lo reconozco y es cómo lo sé. Él me ve mirándolo quedamente y asiente una vez. Espero hasta que la partida termina, entonces le digo a la profesora que tengo que usar el servicio, porque no me estoy sintiendo bien. Ella no discute y pone a alguien más en tercera base. Este chico no se ve para nada como el Xavier de la cabina. Tiene puesta su camiseta de Metálica y sus brazos son tan velludos que son casi tan negros como la camiseta. Cuando me ve llegar, camina de regreso adentro, al gimnasio. Fuera de vista del campo de juego. Lo sigo. Sé que debería darle una oportunidad de explicarse. Sé que si él está aquí, quiere decir que no se ha dado por vencido conmigo. Pero aun así, cuando me saluda es como si nada estuviera pasando, me lanzó directamente hacia él. —¿Dónde demonios estabas? —grito. Ni siquiera sueno como yo misma. Sueno mucho más enfadada que yo. —Estaba encerrada en mi cuarto —responde—. Fue horrible. Ni siquiera había una computadora.
Página
200
Sé que esto tiene sentido. Sé que esto es de hecho posible. Sé que no está mintiendo. Pero la furia sigue ahí. —Te esperé —escupo—. Me levanté. Hice la cama. Tenía algo de desayuno. Y luego esperé. La recepción en mi teléfono llegó y se fue, así que supuse que eso tenía que ser. Comencé a leer viejas ediciones de Field & Stream porque es el único material de lectura allí arriba. Luego escuché pisadas. Estaba tan emocionada. Cuando escuché a alguien en la puerta, corrí. Le digo como fue. Le digo lo que pasó. Le dejo imaginarme allí sola con todos esos hombres. Esperándolo. —Yo quería estar allí —asegura—. Lo juro, quería está ahí. Pero estaba atrapada. Esta chica, simplemente había tanto dolor. Ella hizo esta cosa horrible y ellos no la dejarían sola. Ni por un minuto. Tenían miedo de lo que haría. Ella estaba negándolo. Pero yo no. Lo
descubrí. Y fue doloroso, Rhiannon. Tienes que creerme, fue muy doloroso. E incluso entonces, lo habría dejado. Al menos habría intentado. Pero no había forma. No estaba en estado para irse. —¿Y esta mañana? —pregunto, gesticulando hacia Sr. Metálica—. ¿Por qué él no pudo mandarme algún mensaje? —Porque su familia se estaba yendo a Hawái y si me hubiera ido con ellos, nunca habría logrado regresar. Así que corrí. Tomé tres buses diferentes para llegar aquí, luego tuve que caminar desde la estación. Estoy sudando y exhausto; y cuando regrese a la casa de este tipo, va a estar vacía o va a ser un infierno. Pero tenía que llegar a ti. Todo lo que me preocupaba era llegar a ti. La furia se va, pero no es felicidad lo que toma su lugar, es desesperación. Como si finalmente reconociera, de verdad, cuán absurdo es esto. —¿Cómo se supone que hagamos esto? —le pregunto—. ¿Cómo? Quiero que haya una respuesta. Realmente quiero tener una respuesta. Pero sospecho que no la hay. —Ven aquí —me dice, abriendo sus brazos. No es respuesta y es una respuesta. Me rindo. Camino derecho hacia esos brazos. Él está sudado y velludo y en ese momento no me importa. Esto no es sobre atracción. Es sobre el interior. Él me abraza, me sostiene por una vida amada. Cierro los ojos, me digo que podemos hacer esto. Puedo perdonarlo. Podemos adaptarnos. La puerta del gimnasio se abre, los dos la escuchamos. Nos separamos al mismo tiempo, sin querer ser vistos. Pero hemos sido vistos. Miro hacia la puerta y allí está Justin. Me sobresalto. Justin. Es como si mi mente no pudiera aceptarlo. Justin. Aquí.
Página
201
—¿Qué demonios? —grita—. ¿Qué. Demonios? Diré que es mi primo, pienso. Diré que algún tío murió y él vino para decirme. —Justin… —comienzo. Pero él no va a dejarme terminar. —Lindsay me mandó un mensaje para decirme que no te estabas sintiendo bien. Así que iba a ver si estabas bien. Bueno, creo que realmente estás bien. No dejes que te interrumpa. —Detente —pido. —¿Detente qué, perra? —dispara él de regreso, acercándose. Como si lo oliera en mí.
Observo mientras A trata de bloquearlo. —Justin —empieza. Justin lo mira como si fuera escoria. —Tú ni siquiera tienes permitido hablar, hermano. Estoy por explicarlo. Pero antes de que pueda hacer algo, Justin está golpeando con toda su fuerza a A, un puño directo en el rostro, noqueándolo. Yo grito y me precipito a ayudar a A. Justin trata de detenerme, tirando de mi brazo hacia atrás. —Siempre supe que eras una puta —escupe. Trato de escabullirme de su agarre, gritando. —¡Detente! Me deja ir, pero comienza a patear a A mientras está en el suelo. Grito un poco más. No me importa quién escuche si hace que Justin se detenga. —¿Este es tu nuevo novio? —grita Justin—. ¿Lo amas? —¡No lo amo! —grito de regreso—. Pero tampoco te amo. Ahí. Justin va a patear a A nuevamente, pero esta vez A atrapa su pierna y lo tira hacia abajo. Trato de alcanzar a A y conseguirle apoyo, pero no soy lo suficientemente rápida, y Justin aterriza una patada justo contra su barbilla.
Página
202
La puerta al exterior se abre y las chicas de softbol comienzan a entrar en el gimnasio. Me ven a un lado de A. Ven la sangre en el suelo. A y Justin están sangrando. Inmediatamente, hay impacto y chismes. Stephanie corre hacia nosotros y me pregunta si estoy bien. Justin se pone de pie y trata de noquear a A nuevamente. Pero falla y A se levanta. —¿Qué está pasando? —está preguntando Stephanie—. ¿Quién es él? A trastabilla hacia mí; Stephanie trata de bloquearlo. Me percato de que esto tiene sentido. Justin es mi novio. A es un forastero. Puedo mentir ahora. Puedo fingir que estoy de lado de Justin. Solo Justin sabría la verdad y su orgullo lo haría continuar con la mentira. Pero no puedo. No puedo.
—Tengo que irme —me está diciendo A—. Encuéntrame en el Starbucks donde nos conocimos por primera vez. Cuando puedas. —¡A! —chillo, ya que Justin está justo detrás de él con su mano estirada hacia su hombro. La mano aterriza, pero en vez de ser arrastrado en círculo, A se libera y huye. Hay lágrimas en mis ojos. No sé cómo encuentro la fuerza para permanecer de pie. Nuestra profesora de gimnasia está llegando. Stephanie está estabilizándome. —¡Tu maldita perra! —grita Justin. Todo el mundo lo oye—. Terminamos. ¿Me entiendes? Totalmente terminado. Así que puedes irte a follar a cualquier tipo que quieras. Ni siquiera tendrás que hacerlo a mis espaldas. Crees que eres tan genial, pero no lo eres. No lo eres. Estoy llorando fuertemente ahora. —Justin, retrocede —ordena Stephanie. —¡No trates de defenderla! —le grita él—. ¡Ella es la que hizo esto! La profesora está con nosotros ahora, viendo mis lágrimas, viendo la sangre. Tiene preguntas. Stephanie tiene preguntas. Lindsay, al otro lado, se regodea. Un profesor entra y trata de llevar a Justin con la enfermera. Justin le dice al profesor que se joda y sale precipitadamente del gimnasio. Todos los ojos se giran hacia mí. —No fue nada —es todo lo que puedo arreglármelas para decir.
Página
203
Nadie me cree. Y eso tiene sentido, porque nadie debería.
Capitulo 25 Traducido por dehawny Corregido por PrisAlvS
Hay decisiones que tengo que tomar, y rápido. Tengo que decidir cuál es mi versión de la historia para que exista la posibilidad de que los demás se pongan de mi lado. Aunque no estoy herida, no físicamente al menos, me llevan donde la enfermera. Ella ve el estado en que estoy y hace que me recueste. Stephanie pide permiso para quedarse conmigo, pero la enfermera le dice que vaya a clase. Cuando llega el próximo recreo, regresa con Rebecca y Preston. Me siento en la cama para verlos. —Rhiannon —empieza Rebecca—, dinos que está pasando. —Lo eché todo a perder —le digo a ella, a todos—. Se acabó lo mío con Justin. Conocí a alguien más. Rebecca intenta contener su sorpresa para que no la vea. Preston, por otra parte, deja salir un “¡Hoooooo-eeeeee!”. Rebecca le pega en el hombro, pero ya está hecho. —¿Quién es? —pregunta Preston—. Dinos, dinos, dinos. Rebecca y Stephanie actúan como si él se estuviera pasando por preguntar de forma tan directa, pero ellas también esperan ansiosas mi respuesta. —No puedo decirles —respondo—. Es complicado.
Página
204
—¿Está casado? —pregunta Preston. —¡No! Es solo que es… nuevo. —¿Lo suficientemente nuevo como para que se meta a la escuela a verte? —pregunta Rebecca. —¿Es eso lo que están diciendo? —Quiero saber y no quiero saber. —Están diciendo toda clase de cosas —reporta Stephanie—, Justin les está diciendo a todos que te atrapó chupándosela al tipo. Yo les he estado diciendo que estuviste dentro por quizá dos minutos antes de que llegáramos y que no había evidencia de que él tuviera, um… el cierre abajo.
—Nos abrazamos. Eso es todo. —Bueno, eso es suficiente —indica Stephanie—. Para los rumores, quiero decir. Para Justin eres la puta más grande que alguna vez haya pisado esta escuela, pero él no es precisamente un testigo imparcial. Ahora que los golpes y las patadas han terminado, realmente comienzo a comprender cuánto lo he herido. Lo que le hice. Lo que nos hice. Todo ese tiempo. Todos esos recuerdos. Lo he arrasado todo con fuego. Rebecca se inclina y me abraza con fuerza. —Todo estará bien —asegura—, saldremos adelante. Preston y Stephanie hacen eco de eso. Puede que ellos sean todo lo que me queda. *** La enfermera deja que me quede hasta el final del día. Cuando suena la campana, me muevo intentando salir de la cama, pero con un gesto ella me dice que espere. —Espera a que se vacíen los pasillos —aclara—, permítete eso. Es tan amable que quiero contarle todo. Pero no puedo imaginar qué pensaría de mí si lo hiciera. ***
Página
205
Espero una hora extra. Cuando llego a mi casillero encuentro fotos de nosotros que él tenía en su casillero y otras que yo tenía en el mío. Las ha roto todas, hasta el punto en que, si no supiera lo que habían sido, nunca habría sido capaz de adivinar. Ese es el único daño que le ha hecho a mi casillero. Pero es suficiente. *** Rebecca quiere que vaya a su casa. Preston y Stephanie no dejan de llamar. Incluso Ben me envía un mensaje diciendo que espera que esté bien. Hay una parte de mí que quiere reconocer el desastre que he causado y que quiere refugiarse en mis amigos. Pero A está esperando. Sé que está esperando.
*** Regreso a ese Starbucks. Se ha limpiado un poco, pero aún luce como un chico que ha perdido una pelea. Lo veo. Lo veo verme. Voy a conseguirnos algo de café para darme a mí misma un minuto más para pensar. —Realmente necesito esto —le digo mientras me siento. —Gracias por venir —me dice. Como si no hubiese estado seguro de que lo haría. Como si estuviera haciéndole un favor. —Pensé en no venir —ito—, pero no lo consideré en serio —De cerca se ve aún peor—. ¿Estás bien? —Estoy bien —asegura. No suena bien. —Recuérdame… ¿Cuál es tu nombre hoy? —Michael. Lo vuelvo a mirar. Recuerdo que se supone que este chico esté en Hawái en estos momentos. —Pobre Michael —murmuro. —Imagino que él no esperaba que su día fuera así. —Ya somos dos. Esta mañana parece haber sido hace un millón de años. Estaba tan enojada con él. Ahora solo estoy triste.
Página
206
—¿Se ha acabado entonces? —pregunta—. ¿Lo de ustedes? ¿Cómo podría no haber acabado?, quiero preguntarle. ¿En qué universo podría Justin entender lo que he hecho? —Sí —respondo. Luego añado, injustamente—: Supongo que conseguiste lo que querías. No aprecia ese comentario. —Esa es una horrible forma de decirlo. ¿No era también lo que tú querías? —Sí. Pero no así… No delante de todo el mundo.
Levanta el brazo para tocar mi rostro, pero no parece ser lo correcto. Me resisto. Baja su mano. Eso me entristece aún más. Lo que le estoy haciendo. —Ya eres libre —observa. Me encantaría que fuera así de fácil. No es así de fácil. —Se me olvida lo poco que sabes de estas cosas —indico—, olvido la poca experiencia que tienes. No soy libre, A. Que termines con alguien no te libera de esa persona. Todavía estoy unida a Justin en cientos de maneras distintas. Es solo que ya no estamos saliendo. Me tomará años liberarme de él. No sé por qué estoy diciéndole esto. Por qué quiero que suframos. Quizás es que me siento menos culpable cuando siento más dolor. —¿Debería haber ido a Hawái? —me pregunta. Casi lo pierdo. Tengo que darme cuenta de que casi lo pierdo. Lo que más temía ayer casi pasa hoy. Él hizo todo lo que pudo por quedarse y ahora le estoy castigando por eso. Tengo que parar. —No —declaro—, no debiste haber ido. Quiero que estés aquí. Sus ojos se iluminan con la oportunidad que le estoy dando, con la posibilidad de que, a pesar de que todo ha salido mal, al final todo estará bien. —¿Contigo? —pregunta. Asiento.
Página
207
—Conmigo. Cuando puedas. Es lo mejor que podemos hacer. Él lo sabe. Y también podríamos conformarnos con menos. Podríamos rendirnos. Me pregunta sobre lo que pasó después de que se fue, y yo le cuento. Quiere que entienda por qué tuvo que huir; no podía meter a Michael en más problemas, y le digo que lo entiendo. Necesitamos saber que no hay manera en que puedan llevarse a Michael a Hawái, por lo que reviso en mi teléfono que todos los vuelos ya hayan partido. En vez de dejar que Michael se vaya a casa en bus, ofrezco ir a dejarlo. No es como que estuviera en un apuro por llegar a casa. Voy a tener que decirles a mis padres que he terminado con Justin, antes de que se enteren por alguien más.
Mientras conduzco, le pido a A que me cuente más sobre las personas que ha sido. La chica dañada de ayer y las otras personas antes de eso. Él deja que las historias sean de todo tipo, algunas tristes, aunque la mayoría son felices. Mientras las cuenta, me doy cuenta de que por cada evento tiene que recordar dos cosas, mientras que el resto de nosotros solo tenemos que recordar una. No solo con quién estaba, sino también quién era. Como con su primer beso. Yo recuerdo mi primer beso con Bobby Madigan. Fue un reto de cuando estaba en cuarto año que, en secreto, los dos queríamos que nos tocara. Cuando la Sra. Shedlowe no estaba mirando nos escabullíamos entre los árboles durante el recreo. Recuerdo lo suaves que eran sus labios. Recuerdo que sus ojos estaban cerrados. A mí no se me había ocurrido cerrar los ojos; si esto iba a pasar, quería verlo. A me dice que su primer beso fue en quinto año. Él estaba en un sótano y estaban jugando a girar la botella. Nunca antes había jugado a girar la botella, pero los otros niños parecían saber qué hacer. Le dio vuelta y la botella terminó apuntando a una niña rubia. Recuerda que su nombre era Sarah y que, antes de que se besaran, ella dijo: ¡Mantén la boca cerrada! Le pregunto quién era en ese momento. Sacude la cabeza. —No estoy seguro —indica—. Todo lo que recuerdo es a ella. Puedo decirte que ella tenía puesto un vestido… un vestido como de domingo, por lo que quizás estábamos en una fiesta de algo. Pero no puedo recordar quién fui. —¿Ni siquiera si es que eras un chico o una chica? —Un chico, me imagino… pero, honestamente, no estaba prestando mucha atención. Es extraño de pensar: todo este tiempo que estamos pasando juntos, todos estos días. Yo estoy intentando recordar quién fue él cada día, ¿pero A?
208
***
Página
A solo me recordará a mí.
Finalmente, el mapa en mi teléfono nos indica que nos estamos acercando a la casa de Michael. —Quiero verte mañana —pide A. —También quiero verte, pero creo que ambos sabemos que no es cuestión de querer. —Espero verte mañana entonces. Me gusta eso.
—Yo también lo espero —aseguro. *** Me quedo con eso, flotando, por un rato mientras conduzco de vuelta a casa. Luego recuerdo todo lo demás que pasó y me comienzo a hundir. Cuando llego a casa no puedo soportar la idea de contarles a mis padres lo de Justin, así que los evito. Mi mamá grita algo sobre haberme perdido la cena, pero no puede siquiera comenzar a importarme. Llamo a Rebecca por una actualización. Me dice, de nuevo, que todo estará bien. Que pasará al olvido. Después de cortar, observo mi teléfono. Presiono la carpeta de fotos y es como si toda mi historia con Justin estuviese allí. Él no puede acabar con eso. Sé que lo que le dije a A es cierto: No hemos terminado.
Página
209
Justin y yo estamos en la parte mala ahora.
Capitulo 26 Traducido por dehawny Corregido por Bibliotecaria70
La escuela es brutal al día siguiente. Todos esos susurros. Todas esas miradas. Todos esos chismes. Algunos de ellos son ridículos; otros, verdaderos. Todos en este edificio han pasado años sin interesarse por mí. Ahora que he hecho algo mal, de repente les importo. Es repugnante. No tengo ningún correo de A cuando despierto, y no reviso de nuevo. Siento la necesidad de pasar por esto sola. A no puede ayudarme aquí. Necesito amigos como Rebecca y Preston para que me ayuden. Me parece increíble la cantidad de personas a las que no les molesta llamarme puta al rostro. Las chicas lo dicen en voz baja y los chicos lo gritan. Justin les ha dejado claro a mis amigos que tienen que escoger, y que es a él a quien le han hecho daño. A Rebecca y a Preston no les importa, lo que es más fácil para ellos. Stephanie, sin embargo, dice que va a tener que mantener la distancia cuando Justin esté cerca. Steve también. Ella dice que espera que lo entienda. Le digo que lo hago. ―Eres demasiado buena ―acusa Rebecca al escucharnos. ―No ―replico―, no creo que ser buena sea uno de mis problemas. Es como si no fuera completamente real para mí. Hay una parte de mí que todavía llama a Justin, que piensa que aún estamos juntos, destinados a estar juntos.
Página
210
Puedo arreglar esto, cree esa parte. Cuando, en verdad, es la parte que está rota. También pregunta: ¿Por qué, exactamente, dejaste ir a Justin? No sé cómo responder eso. *** Reviso mi correo rápidamente antes de la tercera hora. Hay un mensaje de A, diciendo que viene en camino. Le escribo de vuelta: No creo que hoy sea un buen día.
Pero no estoy segura de que el mensaje le vaya a llegar a tiempo. Es probable que A ya haya secuestrado el cuerpo de quien sea en quien está hoy. No puedo detenerlo. *** Le digo a Rebecca que voy a saltarme el almuerzo. Sé que se ofrecerá a acompañarme, pero le digo que preferiría estar sola para intentar procesar todo. Más que nada quiero esconderme y es más fácil esconderte cuando solo eres una persona. ―¿Estás segura? ―pregunta Rebecca. Le digo que estoy segura. ―Recuerda, esta es la peor parte ―asegura―, el primer día siempre es el peor. Eso es un poco menos que creíble viniendo de una chica que sin duda irá a buscar a su novio y se sentará con él a almorzar. Pero resisto decirle que no tiene permitido hablarme hasta que engañe a Ben, y él rompa con ella. No sé a dónde voy a ir después de que Rebecca se vaya. Algún rincón oscuro de la biblioteca debería ser seguro. Nunca he visto a una bibliotecaria rechazar a una chica porque toda la escuela la está llamando puta. Estoy a punto de ir hacia allá cuando una voz detrás de mí dice: ―Hola. No estoy de humor para que alguien más me dé su opinión acerca de mi comportamiento. Me doy la vuelta y miro a la persona que me detuvo. Es un chico, creo. Quizá de primer año. También puede que sea una chica. Estoy confundida. Entonces veo sus ojos y ya no estoy confundida.
Página
211
―Hola ―saludo―. Estás aquí. ¿Por qué no me sorprende? Sé que debería estar más emocionada porque A haya venido. Pero, ¿la verdad? Esto no es más que un peso extra en un día que ya es difícil. ―¿Almorzamos? ―pregunta A. Supongo que bien podría hacerlo. No es realmente la escapada que había planeado, pero no sé cómo explicar eso. ―Claro ―acepto―, pero necesito volver después. ―Está bien.
Caminamos por el pasillo. Uno pensaría que quizás algunas personas estarían observando al desconocido a mi lado, una persona que nunca antes han visto. Quizá no es el mismo chico con quien, según los rumores, tuve sexo en el gimnasio (no hay forma de confundirlos), pero aun así… es alguien diferente. Pero no. Sigo siendo la atracción principal. A también se está dando cuenta de eso. Los ve observándome. Los ve girándose. ―Por lo visto, ahora soy una puta metalera ―explico. Honestamente no me importa si me escuchan―. Según algunas fuentes, incluso me he acostado con de Metallica. Por una parte, me hace gracia; por otra, no mucha. ―Dejo de hablar por un momento y miro a A―. Tú, sin embargo, eres alguien completamente diferente. Ni siquiera sé con quién estoy tratando hoy. ―Mi nombre es Vic. Biológicamente soy una chica, pero tengo género masculino. A lo dice como si fuera obvio. Suspiro y le digo: ―Ni siquiera sé qué significa eso. ―Bueno, significa que al nacer su cuerpo era de una manera, pero que su mente… Eso no es algo que quiero que los demás escuchen. Le interrumpo: ―Espera a que hayamos salido de la escuela, ¿de acuerdo? ¿Por qué mejor no caminas detrás de mí por un rato? Creo que me facilitará las cosas. Me siento como una imbécil por pedirle eso. Pero también necesito espacio. Solo un poco de espacio.
Página
212
*** Le llevo al Philip Diner, que es como una casa vieja que sirve comida. Nadie de la escuela viene a comer aquí, excepto gente estrictamente hipster. Imagino que puedo arriesgarme con los hipsters. Tienen suficientes problemas propios como para que les importen los míos. La camarera nos trata como si fuéramos espías a punto de robarle su seguro social. No podemos hablar hasta que se ha ido. ―¿Y cómo está todo? ―pregunta A. ―No puedo decir que Justin luzca muy triste ―respondo―, y no faltan chicas que quieran consolarlo. ―Gracias, Lindsay―. Es patético. Rebecca ha estado genial. Lo juro,
debería existir un oficio llamado RRPP de la Amistad. Rebecca sería la mejor. Ya ha esparcido mi versión de la historia. ―¿Y esa es? ―Que Justin es un imbécil. Y que el metalero y yo solo estábamos hablando. ―Siento mucho que haya tenido que ser así. ―Pudo haber sido peor. Tenemos que dejar de disculparnos el uno con el otro. No podemos empezar cada frase con un “lo siento”. Debería sentirme mal por responderle así. Es solo que no tengo energía. En especial con alguien tan complicado sentado frente a mí. ―¿Así que eres una chica que es un chico? ―pregunto. ―Algo así. Oh, genial. Ahora A también me responde mal. ―¿Qué tan lejos estás? ―A tres horas. ―¿Y qué te estás perdiendo? ―Un par de exámenes. Una cita con mi novia. No puedo evitarlo. Pregunto: ―¿Crees que eso es justo?
Página
213
―¿A qué te refieres? ―pregunta A. ―Mira ―le digo―, estoy feliz de que vinieras de tan lejos. De verdad que lo estoy. Pero no dormí muy bien anoche y estoy de muy mal humor, y esta mañana, cuando recibí tu correo, pensé: ¿Es todo esto justo? No conmigo o contigo. Sino que con estas… personas cuyas vidas estás secuestrando. ―Rhiannon, siempre tengo cuidado de… ―Sé que sí. Y sé que es solo por un día. Pero ¿qué pasa si se suponía que algo completamente inesperado pasara hoy? ¿Y si su novia está planeando hacerle una enorme fiesta sorpresa? ¿Y si su compañero de laboratorio reprueba la clase si ella no está allí para ayudarle? ¿Qué pasa si…? No sé. ¿Qué pasa si hay un terrible accidente y se suponía que ella estuviera cerca para salvar a un bebé?
―Lo sé. Pero ¿y si es a mí a quien se supone que le pase algo? ¿Qué pasa si se supone que esté aquí y, si no lo estoy, el mundo se pondrá a girar en la dirección equivocada? En alguna forma ínfima, pero importante. ―¿Pero no debería su vida venir antes que la tuya? ―¿Por qué? ―Porque tú solo eres el huésped. Suena más agresivo de lo que pretendía que sonara. Continúo: ―No estoy diciendo que seas menos importante. Sabes que no. Ahora mismo, eres la persona que más quiero en todo el mundo. ―¿En serio? ―A suena escéptico. ―¿A qué te refieres con en serio? ―Ayer dijiste que no me querías. ―Estaba hablando del metalero. No de ti. La camarera nos trae nuestros sándwiches y nuestras papas fritas. ―También te quiero, ¿sabes? ―dice A una vez se ha ido. ―Lo sé. ―Superaremos esto. Toda relación tiene partes difíciles al comienzo. Esta es nuestra parte difícil. No es como la pieza de un rompecabezas que va a encajar de inmediato. En el caso de las relaciones tienes que moldear cada extremo de la pieza para que pueda encajar a la perfección.
Página
214
*** Relación. Quiero saber si eso es en verdad lo que tenemos. Pero A no es la persona adecuada para preguntar. En cambio, señalo que la pieza de A cambia de forma todos los días. ―Solo físicamente ―replica. ―Lo sé. ―Como una de las papas. Estoy cansada de hablar, pero no sé cómo salir de aquí sin hacer sentir mal a A―. En serio, lo sé. Supongo que tengo que trabajar más en mi pieza. Hay demasiadas cosas pasando al mismo tiempo. Y que estés aquí… eso se añade al demasiado.
―Me iré ―me dice―. Después del almuerzo. ―No es que quiera que te vayas ―intento asegurarle―. Es solo que creo que necesito que lo hagas. ―Lo entiendo. ―Bien. ―Me obligo a mí misma a sonreír. Necesito cambiar el tono―. Ahora háblame de la cita a las que vas a ir esta noche. Si no voy a poder estar contigo, quiero saber quién sí. Luego me siento y escucho mientras me cuenta sobre esta chica llamada Dawn quien este chico-nacido-chica, Vic, ama como si fuera oxígeno y que necesita más que nada en el mundo. Es una historia de amor, pura y simple, y me encuentro a mí misma feliz de que alguien en este universo tenga una. A pesar de que solo conoceré a Vic esta vez y que nunca he posado los ojos sobre Dawn, pienso en ellos después de que A se va. Imagino toda la mierda por la que tienen que pasar para estar juntos. Es la primera cosa hoy que pareciera encajar. Lo estoy pasando mal, seguro. Pero la gente puede soportar mucho con tal de llegar al lugar en que necesitan estar. Necesito recordar eso. *** Después de la escuela, Rebecca, Ben y Preston me llevan a comprar helado. Quieren saber más acerca de mi Hombre Misterioso; así es como lo llaman y no sé si están tan lejos de la verdad.
Página
215
No les digo mucho. Lo respetan. Pero también es claro que su curiosidad va a continuar y que voy a tener que o inventar más mentiras o rápidamente terminar con el Hombre Misterioso. Me aseguro de llegar a casa a tiempo para cenar. Entre pollo y papas les cuento a mis padres que Justin y yo hemos terminado. Para mi extrema humillación, comienzo a llorar. A pesar de que sé que es lo correcto y que sé que es mi culpa, decirlo en la mesa lo vuelve más real que nunca antes. No les cuento a mis padres acerca del Hombre Misterioso. Así que la historia completa es que Justin y yo ya no estamos juntos. Sé que nunca les agradó. Sé que no van a decirme que debo esforzarme más, que debo hacer que funcione. Estoy agradecida por eso. Mi padre intenta reconfortarme. Mi madre dice que está segura de que es para mejor. Después solo se quedan allí sentados y me ven llorar. Esperan a que me tranquilice. Cambian el tema y me preguntan cómo le ha estado yendo a Rebecca.
Me calmo mientras les cuento sobre un fin de semana inventado. Básicamente, tomo la noche que pasé con Rebecca y la alargo por dos días más. Muchas películas. Muchas conversaciones. Muchos recuerdos. No se vuelve a mencionar a Justin. *** Sé que le debo a A algún tipo de mensaje. Más tarde esa noche, le envío un correo. A, Hoy fue un día raro, pero creo que se debe a que esta temporada ha sido muy rara. No se trata de ti, y no se trata del amor. Se debe a que se me están juntando muchas cosas al mismo tiempo. Creo que sabes a qué me refiero. Intentémoslo de nuevo. Pero no creo que pueda ser en la escuela. Creo que eso es demasiado para mí. Juntémonos después. En algún lugar en que no haya rastros del resto de mi vida. Solo nosotros. Me cuesta imaginar cómo, pero quiero que estas piezas encajen. Besos, R
Página
216
Tras contar tantas mentiras a tanta gente, se siente bien ser honesta con alguien… y saber que será apreciado. Si A va a ser lo único verdadero en mi vida, tengo que ser honesta… incluso mientras me pregunto si es que puedo volverlo algo real.
Capitulo 27 Traducido por belisrose Corregido por Bibliotecaria70
Estoy lista para reunirme con él donde y cuando tenga que hacerlo. Pero entonces recibo un correo de A la mañana siguiente, diciéndome que despertó en el cuerpo de un chico cuyo abuelo ha muerto. Tiene que ir al funeral hoy. No habrá ninguna manera de reunirnos. Quiero escribir de vuelta que lo siento por su pérdida. Pero no es su pérdida, por supuesto. En realidad, me siento mal por el chico en cuyo cuerpo se encuentra, porque no va a llegar a asistir al funeral de su propio abuelo. No es culpa de A. Pero aun así no es justo. No sé por qué el hecho de que no voy a ver a A me envía en una espiral, pero lo hace. Debería estar acostumbrada. Debería saber que esto siempre va a ser parte del plan, o de la pieza que descarrila los planes. Pero con todo lo demás tal mal, confié en ello de todos modos. Y ahora me siento estúpida por confiar en ello.
Página
217
Ir a la escuela no significa que sea mejor. Me siento distante de todo. Tal vez eso es auto-defensa, todavía puedo escuchar a las personas hablando de mí, todavía puedo verlas mirándome como si yo fuera horrible. Pero también sé que aquí nadie puede entender lo que estoy pasando. Nadie aquí está enamorado de alguien que puede o no aparecer en un día determinado. Nadie aquí sabe qué forma tomará su amor. Y en lugar de sentirme superior a ellos, en lugar de sentirme engreída porque tengo lo que ellos no tienen, me encuentro envidiándolos. Quiero la misma estabilidad que Stephanie y Steve tienen. O Rebecca y Ben. Lo cual no es estabilidad, todavía hay luchas, desacuerdos, días malos y días buenos, pero por lo menos es más estable que la gran desconocida que soy sin-citaabsolutamente. Tengo dieciséis años, me encuentro pensando. Esto es demasiado. La única cosa que no estoy haciendo es desear que fuera hace unas semanas, cuando todavía estaba del todo con Justin. Pero incluso eso es sacudible. Porque cuando lo veo por primera vez desde el gimnasio, me envía en una espiral. Él está saliendo de la clase de matemáticas, y yo soy solo otro cuerpo en el pasillo. Lo que veo no es bonito. Está mucho más triste que enojado. Él siempre ha odiado estar aquí, y ahora lo odia mucho más. Estoy segura de que, si me viera, el odio se dispararía en mi dirección. Pero como no me ve, no hay a dónde ir. En su lugar, da un giro sobre sí mismo, mordiendo su propia cola.
Hace una semana, correría a consolarlo. Estaría tratando de quitar esa ira, ese odio, darle un respiro. Eso fue lo que hice. Eso era lo que necesitaba y por lo que siempre se resintió. Me alejo y me muevo en la dirección en la que sé que él no irá, a pesar de que no es la dirección en la que tengo que ir. Ya es bastante malo. No quiero que sea aún peor. *** Al día siguiente, A dice que puede verme. Pero viene con una advertencia. No estoy seguro de que este chico sea tu tipo. Es bastante enorme. Solo quiero prepararte, porque la última vez que me viste no era como esto. Escribo. De repente A está preocupado por mi tipo. No quiero que esté pensando de esa manera. Solo hará que sea más difícil para los dos. Y ya que sigo pensando en A como un "él" ahora, casi quería decirle que al menos él tiene la mitad de mi tipo correcto, si es un chico. Pero, ¿qué significa eso? ¿Qué tan mala soy por pensar así? Ama a la persona por su interior, me recuerdo a mí misma. Esto solo funcionará si amas a la persona por su interior. *** El problema es, y pienso en esto durante la escuela, que tengo una imagen mental de la persona interior. Cuando me imagino a A, me lo imagino como un chico atractivo, brillante como un espíritu o un fantasma, saltando de un cuerpo a otro. Esa es la persona de la que estoy enamorada. Y en mi mente él es un chico y en mi mente él es blanco y en mi mente él tiene el cabello oscuro y en mi mente él es genial. No es musculoso. No es una superestrella hermosa. Solo un ordinario atractivo. Incluso puedo verlo sonreír.
218
***
Página
Esta imagen mental debería hacerlo más fácil para mí, debería hacer a A más real para mí. Pero solo lo hace más difícil, porque sé que la imagen mental es lo que quiero, no lo que A es.
Él me está esperando fuera de la Librería Trébol después de la escuela. Está vestido con una camisa de botones y una corbata, algo que aprecio. Pero no hay manera de evitarlo, es grande. Realmente grande. Y eso es difícil de tratar para mí. No porque es feo. En realidad, hay algo dulce en él, en esa corbata. Pero es mucho más grande que yo. Estoy intimidada. Y, sí, es muy difícil para mí adaptarme viendo a A en Vic-la-chica-quien-está-en el cuerpode-un-chico y en ese cuerpo la próxima vez lo veo. ―Hola ―saluda cuando me acerco. Supongo que es nuestra palabra clave ahora. Nuestro saludo. Pero todavía suena raro viniendo de esta voz, tan grave.
―Sí, hola ―respondo. Es aún peor cuando estoy al lado de él. Me siento minúscula. ―¿Qué pasa? ―pregunta, como si este cuerpo no fuera diferente de cualquier otro. ―Solo aceptándote completamente, supongo ―replico. Es como una prueba. Hagamos a A tan diferente como sea posible de la última vez y veamos cómo lidias con eso. No estoy de humor para ser probada. He hecho la prueba lo suficiente. ―No mires el paquete ―pide A―. Mira lo que hay dentro. Lo entiendo. Lo hago. Pero aun así, no me gusta la suposición de que esto es natural. ―Eso es fácil para ti decirlo ―mascullo―. Nunca puedo cambiar, ¿verdad? Dios, no quiero estar peleando. Pienso esto incluso cuando soy yo la que está siendo caprichosa. Y luego tomo la idea un paso más allá, y pienso: Esto es como era con Justin. No, no lo es. Con Justin peleaba porque me acorralaba en las esquinas. A no está haciendo eso. Como ahora. A podría decir fácilmente, Sí, seguro que cambiaste, la chica que conocí era muy agradable y la chica hablándome en este momento está actuando como una perra. Pero la cosa es: A no diría eso. Es por eso que estoy aquí. En lugar de confrontarme, A dice: ―Vamos. ―Caminando hacia adelante en lugar de quedarse ahí.
Página
219
―¿A dónde? ―pregunto. Esto consigue una sonrisa. ―Bueno, hemos estado en el océano y en la montaña y en el bosque. Así que pensé que esta vez nos gustaría probar… cena y una película. Ah. No era lo que esperaba. Pero mucho mejor que tratar de encontrar un desierto. ―Eso suena sospechosamente como una cita ―indico, sonriendo para mí misma. ―Incluso te compraré flores si quieres. Me gusta el sonido de eso.
―Adelante ―le incito―. Cómprame flores. Estoy bromeando y no bromeando. Y él va en serio, porque en lugar de ir a la librería, encuentra una florería y me compra una docena de rosas. Es un poco loco, pero todo esto es un poco loco, así que acepto. Me da opciones para la película en el cine en el camino y digo que, si esto es una cita, entonces tenemos que ir a ver una de esas películas de superhéroes que parecen diseñadas para las citas, suficiente acción para los chicos y suficientes bromas para las chicas. Sin embargo, tan pronto como digo esto, me doy cuenta de que esta ecuación no toma en cuenta a las personas que son ni chicos ni chicas, y también hace algunas bastante grandes suposiciones acerca de lo que los chicos quieren y las chicas quieren. A no lo recalca, sin embargo. En su lugar, me dice algo de lo que quiere ver, sin decirme por qué. Cuando llegamos al cine, está prácticamente vacío. Las únicas otras personas aquí en un jueves por la noche son una pandilla de adolescentes que claramente no se preocupan por la tarea o la escuela mañana. Puedo verlos mirándonos y haciendo comentarios grotescos, tal vez por el tamaño de A, tal vez porque soy una chica yendo al cine con un ramo de rosas, como el Día de San Valentín o algo.
Página
220
Es gracioso, porque A está teniendo claramente un poco de problemas para adaptarse al cuerpo de este chico. Tiene sentido, no está acostumbrado a ser tan grande, y tiene que ajustarse. Apenas se puede sentar en el asiento junto al mío; incluso cuando lo hace, está claro que no voy a poder mover alguna parte de mi brazo. Él trata de mover su brazo alrededor de mí, y es incómodo, estoy básicamente atrapada en su axila muy activa. ¿Pero honestamente? Creo que le molesta más a A que a mí. Al final de los avances, se da por vencido y se mueve a otro asiento para que podamos tener un poco de espacio para respirar. Pero eso no es exactamente lo que deberías hacer en una cita. Para mejorar las cosas mejor, mueve su mano al asiento entre nosotros. Sé lo que esto significa. También muevo mi mano ahí y, mientras la película comienza y el mundo está en peligro de destrucción, sostenemos nuestras manos. Es agradable, pero no tanto como antes. En parte porque su mano es mucho más grande que la mía. En parte debido al ángulo. En parte porque es sudoroso y porque sigue deslizándose en su asiento. Con el tiempo, me doy por vencida y él no trata de recuperarla. Estaría bien apoyada contra él, su cuerpo sería realmente bueno para apoyarse. Pero se ha movido demasiado lejos. Así que nos sentamos allí en nuestros espacios separados por el resto de la película. No me importa, pero no se siente como una cita. ***
Después de la película, nos dirigimos a un lugar italiano. Todavía no sé qué hacer con las flores y desearía no haberlas pedido nunca. Al final, las pongo debajo de mi silla. Me vuelve a preguntar cómo va la escuela y le doy la actualización. También le digo que mis padres lo saben y sobre Rebecca llamándolo el Hombre Misterioso. ―Espero que eso no sea lo que piensas de mí ―observa. ―Bueno, tienes que itir que tienes más misterio que el chico normal. Quiero decir, persona. ―¿Como qué? ―¿Como por qué eres de la manera que eres? ¿Como de dónde vienes? ¿Como por qué haces las cosas que haces? ―Sí ―ite―, ¿pero no todos tenemos los mismos misterios? Tal vez no de dónde vienes, ¿pero sabes realmente por qué eres de la manera que eres? ¿O por qué haces las cosas que haces? No sé por qué nací de esta manera, pero tú tampoco sabes por qué naciste de esta manera. Todos estamos en la oscuridad. Es solo que mi oscuridad es un poco más inusual que las de todos. Por lo que sabemos. ―Pero hay más sobre mí que es explicable. Tienes que itirlo. ―Puedes enloquecerte buscando explicaciones para cada cosa. Yo no puedo hacer eso. Estoy feliz de dejar que las cosas simplemente sean lo que son. No necesito saber por qué. ―¡Pero tienes que ser curioso! Yo soy curiosa. ―Bueno, yo no lo soy. Y si esto va a funcionar, necesito que lo tomes por su valor aparente.
Página
221
―¿Valor aparente? ¿En serio? ―Bien. Mala elección de palabras. Valor interior. Valor del alma. El valor de uno mismo. Como quieras llamarlo. ―¿Así lo llamas tú? ¿Qué te crees que eres? ―Soy una persona, Rhiannon. Soy una persona que se la pasa entrando a otras personas por un día. Pero sigo siendo una persona ―regaña. Siento que lo he decepcionado. He caído en la misma trampa que todos los demás. No lo he entendido. Dejamos de hablar para comer. Pero no puedo evitar mirarlo. Buscando. ―¿Qué pasa? ―pregunta A, cuando me atrapa mirándolo.
―Es solo que… no puedo verte interiormente. Usualmente puedo. Algún destello de ti en los ojos. Pero no esta noche. No estoy segura de si esto es culpa suya o mía. La conexión debe estar enchufada en ambos extremos y tal vez está suelta en mí esta noche. ―Prometo que estoy aquí ―asegura. ―Lo sé. Pero no puedo evitarlo. Simplemente no siento nada. Cuando te veo así, no lo hago. No puedo. ―Está bien. La razón por la que no me estás viendo es porque él es tan diferente a mí. No lo sientes porque yo no soy así. Así que, en cierto modo, es consistente. ―Supongo ―mascullo. Pero no es lo que quiero oír. Nunca le he oído renegar sobre uno de los cuerpos antes. Nunca le he oído decir “este no soy yo”. ¿Es porque se siente de esa manera o es porque estoy volviéndolo autoconsciente? Sabe que estoy incómoda y eso lo hace sentirse incómodo. Él, que puede adaptarse a todo y que ha estado haciéndolo durante todo el tiempo que ha estado vivo, se está viendo a sí mismo a través de mis ojos y, por eso, se pone apático. Necesito parar. Pero, ¿qué se supone que debo hacer? ¿Tratar de no verlo como este gran chico? ¿Cómo puedo ignorar eso? ¿Cómo puedo no sentirme diferente con respecto a eso? Todos estos pensamientos y no puedo decir alguno de ellos en voz alta. Debido a que eso solo lo empeorará. Así que, en su lugar, hablamos sobre la película. La comida. El clima.
Página
222
Esto es preocupante. Preocupante porque no estamos hablando de nosotros. Y también preocupante porque me doy cuenta de que, cuando tienes dieciséis y estás enamorada, no hay mucho de qué hablar además de nosotros. *** Esto no es sobre el cuerpo en el que estás, quiero decirle a A. Es sobre dónde estamos. No lo recalca hasta que estamos caminando hacia nuestros autos. ―¿Qué está pasando? ―me pregunta. ―Solo una noche libre, supongo. ―Trato de oler las rosas, pero el olor está desgastado―. Tenemos permitido tener noches libres, ¿verdad? Especialmente considerando… ―Sí. Especialmente considerando.
No es la única cosa, es todo. Si él estuviera en el cuerpo de la cabaña, estaría besándolo toda la noche. Si fuera la chica-chico del otro día, no lo estaría. O si fuera Ashley. O si fuera el Nathan del sótano. Yo no lo estaría. Y si fuera la imagen en mi mente, esta noche habría sido diferente. Este momento sería diferente. No es como debería ser. Pero es lo que pasa conmigo. Al menos hasta que pueda conseguir acostumbrarme más. Si logro conseguir acostumbrarme más. Ni siquiera podría darle un beso de despedida si quisiera. No a la ligera. No sin él agachándose a mi nivel. Así que, en lugar de intentarlo, levanto las rosas. Dejo que las inhale en lugar de un beso. Trato de hacer que sea un buen adiós de esa manera. ―Gracias por las flores ―murmuro. ―De nada ―replica A. ―Mañana ―ruego. Él asiente. ―Mañana. Dejamos las cosas así. *** Pero, ¿eso es suficiente?
Página
223
Seguimos diciendo mañana. Seguimos prometiéndolo, a pesar de que no hay manera de que la promesa sea segura. Mis padres ya están dormidos cuando llego a casa, pero la casa tranquila me da demasiado espacio para pensar. Cena y una película. Los elementos más básicos de una relación, de citas. Pero fallamos en eso, ¿verdad? *** Creo que tal vez me sentiré diferente por la mañana. No lo hago. Me acuesto en la cama, preguntándome dónde está A y cómo se ve. Imagino tener que pensar en esto todas las mañanas. Quizá no por el resto de mi vida. Pero incluso por el resto de la escuela secundaria.
Se siente como demasiado. *** Le escribo a A. Realmente quiero verte hoy.
Página
224
Necesitamos hablar.
Capitulo 28 Traducido por PrisAlvS Corregido por Bibliotecaria70
A responde el correo para decir que hoy es una chica llamada Lisa y que me verá en cuanto yo quiera. Le digo que después de la escuela en el parque cerca de mi secundaria. Paso todo el día preguntándome qué hacer. Quiero a A en mi vida, sé que es una buena persona y que le importo como a pocas personas. Lo que tenemos es amor. Estoy segura de que es amor. Pero ¿eso significa que pueda ser una relación? ¿Significa que estamos destinados a estar juntos? ¿Puedes amar a alguien sin estar juntos? *** Después de clases encuentro a A en el parque, está exactamente donde le pedí. La chica que es hoy parece alguien de quien podría ser amiga: estilo similar, cabello similar. Aún tengo que ajustarme, pero no es difícil porque es más familiar. Ella lee un libro y no me nota hasta que me siento a su lado. Luego levanta la mirada y sonríe. ―Hola ―saluda. ―Hola ―replico.
Página
225
―¿Cómo fue tu día? ―Bien. ―No quiero soltar todo lo que he estado pensando. Por lo que en su lugar le cuento a A sobre las clases y el juego de bienvenida por el que todos están emocionados y cómo Rebecca insiste en que vaya, aunque no quiero. A me pregunta por qué, y tengo que itir que es en parte porque no quiero ver a Justin y en parte porque… bueno, es un juego de fútbol americano. ―Se supone que habrá buen clima, por lo menos ―indica A antes de lanzarse al reporte del clima para el fin de semana. Tengo que interrumpir. Si hablamos sobre si va a llover o no el sábado puede que me ponga a gritar. ―A ―corto―. Hay cosas que tengo que decirte. A se detiene. No es como ayer, cuando se sentía tan distante dentro del cuerpo. Ahora está flotando en la superficie de esta chica. Con nervios, con miedo.
Me gustaría poder decirle que todo estará bien, poder invitarle al juego. Me gustaría poder presentarle a mis amigos. Me gustaría poder decir que quiero besar a esta chica tanto como quiero besar a cualquier otra persona. Me gustaría poder decir lo que él quiere que diga. Pero me niego a mentir. Eso es lo que tenemos: honestidad entre nosotros. Todo lo demás, sea lo que sea, se puede construir desde ahí. ―No creo que pueda hacer esto ―confieso. Sabe a lo que me refiero. No dice “¿qué?”. No se ve confundido. En su lugar, pregunta: ―¿No crees que puedas hacerlo o no quieres hacerlo? ―Sí quiero. De verdad, sí. Pero ¿cómo, A? No veo cómo sea posible. ―¿A qué te refieres? ―inquiere. Lo explico. Duele demasiado porque sé que no es algo que alguien pueda controlar. Pero tiene que ver que tampoco puedo controlarme. ―Es decir, eres una persona diferente todos los días. Y no puedo amar a todas las personas que eres de la misma forma. Sé que por debajo estás tú. Sé que solo es el exterior. Pero no puedo, A. Lo he intentado. Y no puedo. Quiero, quiero ser la persona que puede hacer eso, pero no puedo. Y no es solo eso. Acabo de terminar con Justin… necesito tiempo para procesarlo, para superarlo. Y hay tantas cosas que ni tú ni yo podemos hacer. Nunca saldremos con amigos. Ni siquiera les puedo contar a mis amigos sobre ti, lo cual me está volviendo loca. Nunca conocerás a mis padres. Nunca podré dormir contigo por la noche y despertar a tu lado por la mañana. Nunca. He intentado buscar argumentos para hacerme creer que estas cosas no importan, A. En serio, lo hice. Pero perdí la discusión. Y no puedo seguir teniéndola cuando conozco la verdadera respuesta.
Página
226
Esto es todo. Es lo más honesto que pude ser, pero no cede cuando lo obligo a mirarme. ―No es imposible ―indica―. ¿Crees que no he estado pensando lo mismo, los mismos pensamientos? He intentado imaginar cómo podemos tener un futuro juntos. ¿Entonces qué hay de esto? Creo que una forma de que no me aleje demasiado es si vivimos en una ciudad. Es decir, habría más cuerpos de la edad apropiada cerca y, aunque no sepa cómo salto de un cuerpo a otro, sí sé que la distancia que viajo se relaciona con cuántas posibilidades hay. Así que, si estuviéramos en Nueva York, probablemente nunca me iría. Ahí hay tantas personas a escoger que podríamos vernos todo el tiempo. Pero entre nosotros. Sé que es loco. Sé que no te puedes ir de casa sin pensarlo, pero podríamos hacerlo en algún momento. Esa podría ser nuestra vida eventualmente. Puede que nunca
pueda despertar a tu lado, pero puedo estar contigo todo el tiempo. No será una vida normal, lo sé, pero será una vida. Una vida juntos. Quiero ser la chica que crea eso. Quiero ser la chica que puede huir de su vida y hacer esto. Por una persona. Por la persona apropiada. Pero justo ahora no creo que sea esa chica. Intento imaginarlo. Puedo verme en Nueva York, tener un apartamento, vivir ahí. El problema es que cuando la puerta se abre y A llega a casa, es mi imagen de A. Es ese chico. El chico que nunca será. No puedo imaginar a una persona diferente cada día. Eso no se siente como una vida, se siente como un hotel. Sé que lo quiere. Y me duele no poder dárselo. ―Eso nunca pasará ―señalo, intentando hacer que mi voz sea lo más reconfortante posible―. Deseo poder creerlo, pero no puedo. ―Pero, Rhiannon… Estoy llorando. Es demasiado. ―Quiero que sepas que si fueras un chico que conocí, si fueras la misma persona cada día, si el interior fuera el exterior, habría una buena posibilidad de que te amase por siempre. Esto no es sobre tu corazón… espero que sepas eso. Pero lo demás es demasiado difícil. Puede que haya chicas que podrían lidiar con esto. Espero que las haya, pero no soy una de esas. Solo no puedo hacerlo. A también está llorando. Es decir, la chica sentada conmigo en la banca también está llorando. ―Entonces… ¿qué? ―pregunta―. ¿Esto es todo? ¿Nos detenemos?
Página
227
Niego con la cabeza. ―Quiero que estemos en la vida del otro, pero tu vida no puede seguir chocando con la mía. Necesito estar con mis amigos, A. Necesito ir a la escuela y al baile de graduación y hacer todas las cosas que se supone que haga. Estoy agradecida, de verdad, de ya no estar con Justin. Pero no puedo olvidar las otras cosas. ―¿No puedes hacer eso por mí como yo lo hago por ti? ―No puedo. Lo siento, pero no puedo. Y tampoco quiero que lo haga por mí. No lo hago. No lo valemos.
―Rhiannon… ―empieza A. Pero se detiene ahí, como si finalmente notara la verdad y lo que eso significaba para nosotros. Podríamos discutir por horas, por días. Podríamos seguir viniendo a esta banca, A en un cuerpo diferente cada vez. No importaría, lo sé, y creo que A empieza a saberlo. Me inclino y lo (la) beso en la mejilla. ―Debería irme ―agrego―. No por siempre. Pero por ahora. Hablemos en unos días. Si realmente lo crees, llegarás a la misma conclusión. Y entonces no será tan malo. Entonces podremos solucionarlo y descubrir qué hacer luego. Quiero que haya algo después. Simplemente no puede ser… ―¿Amor? No. ―Una relación. Salir. Lo que tú quieres. Me levanto, tengo que irme ahora. No porque voy a cambiar de idea si me quedo. Sé que no voy a cambiar de idea, pero también sé que le dolerá más a A seguir intentando y fallar. ―Hablaremos ―prometo. ―Hablaremos ―repite. Es una declaración, no una promesa. Me quedo por un momento, no quiero irme así. ―Rhiannon, te amo ―confiesa, su voz se quiebra. ―Y yo te amo ―replico.
Página
228
Sé que es algo. No es suficiente, pero es algo. Me despido con la mano, luego camino a mi auto. No miro hacia atrás. Mantengo el control. No es sino hasta llegar a mi auto, hasta que me pongo el cinturón, que todo sale. Mi cuerpo necesita liberar esto, por lo que lo dejo. Me dejo ser el desastre que es mi vida. Y cuando termino, limpio mi nariz y mis ojos, giro la llave en la ignición y encuentro mi camino a mi hogar.
Capitulo 29 Traducido SOS por Celesmg Corregido por Bibliotecaria70
Tan pronto como llego a mi habitación, quiero enviarle un correo a A, para regresarlo. Pero tengo que ser más fuerte que eso. Porque sé que sería una mentira y necesito vivir con la verdad. *** No tengo intenciones de ir al juego de bienvenida, Rebecca y Preston no tienen intenciones de dejarme escapar de eso. Debo ser capaz de resistirme a unos de ellos, pero su combinación es demasiado para mí. Me llaman desde el altavoz de la casa de Rebecca. ―Tienes que venir ―insiste Preston. ―No me importa si el hombre misterioso está planeando llevarte de tour a Europa este fin de semana ―agrega Rebecca. ―Esto está primero. ―Porque te queremos allí. ―Te necesitamos allí. ―¡Pero Justin estará allí! ―señalo.
Página
229
―¿Y eso qué? ―alega Preston―. Podemos derribar ese trasero flaco y llorón si tenemos que hacerlo. Rebecca suspira. ―Lo que Preston quiere decir es que no puedes evitar a Justin por siempre. Nuestra escuela no es tan grande. Entonces entre más rápido lo superes, mejor. Y estaremos contigo todo el tiempo. ―Además ―añade Preston―, te volverás loca si te quedas en casa el fin de semana. Cierto. Todo es cierto. También los extraño.
―Está bien ―acepto―. Pero me hablarán todo el tiempo. No esperen que solo mire el partido de fútbol del instituto durante dos horas. ―Tienes un trato ―exclama Rebecca y Preston vitorea. *** Me preocupo por lo que voy a vestir. Lo cual nunca fue un problema cuando iba a ver a A, supongo que imaginaba que, si iba a mostrarse en el cuerpo que fuera, yo podía ponerme cualquier cosa. O quizá no me sentía como si estuviera audicionando para él todo el tiempo, como lo hacía con Justin. Rebecca, Preston y Ben me recogen y nos dirigimos al instituto. Se siente como si toda la ciudad estuviera aquí, incluso aunque nuestro equipo de fútbol apesta, la bienvenida es una especie de gran cosa. Stephanie y Steve están con Justin y algunos amigos más, y Stephanie había prometido enviar textos acerca de su localización. Le digo a Rebecca que eso no es necesario, no necesito ser tratada como si hubiera una orden de restricción involucrada. No me preocupa que Justin vaya a atacarme. Solo me preocupa cuán triste se sienta verlo. Por suerte, las gradas están llenas y el grupo de Justin no está cerca de nosotros. Como fue prometido, hablamos durante el juego, mayormente es Preston haciendo comentarios sobre las elecciones de moda de varias personas en las gradas, incluso Ben lanza comentarios de vez en cuando. En un punto, Preston dice que va a buscar un pretzel y Rebecca se le une voluntariamente, dejándome sola con Ben por primera vez en un tiempo. Al principio, pienso que solo veremos el partido hasta que Preston y Rebecca regresen. Pero entonces Ben dice: ―Me alegra que lo hicieras. ―Ni siquiera me mira, está mirando el campo mientras lo dice. Pero sé de lo que está hablando.
Página
230
―Gracias ―digo. Ahora me mira. ―No es necesario que me lo agradezcas. Solo es bueno verte fuera de su sombra. Porque las cosas no crecen en la sombra, ¿sabes? Por lo que era frustrante verte parada allí… y realmente es genial ver que saliste. No conozco a este nuevo chico, pero, cuando estés con él, asegúrate de no estar parada en su sombra. Párate donde todos puedan verte. La multitud comienza a vitorear, y Ben regresa al juego justo a tiempo para ver a uno de nuestros jugadores dirigiéndose a la zona final. ―¡Vamos! ―grita con el resto de la multitud. El tipo es derribado pocos metros antes―. ¡Oh, hombre! ―Ben suspira―. ¿Puedes creerlo?
―Tan cerca ―mascullo. ―Sí ―dice Ben con un asentimiento―, tan cerca. *** Debí haber sabido que habría una fiesta después del partido. ―Será divertido ―promete Rebecca, tomando mi brazo y dirigiéndome a su auto―. No te haremos a un lado. La verdad es que no necesito mucho convencimiento. Me estoy divirtiendo. Sin complicaciones, un buen momento con mis amigos. Por un largo tiempo no pude tener esto, siempre había sido el contrapeso de Justin, la obligación de ser una pareja en lugar de pasar el rato con un par de amigos. Esto es parte de la libertad, no preocuparse por nada, no perderse nada, solo felicidad con amigos que están aquí. ―Seguro ―le digo a Rebecca―, vamos. No es tan tarde y apenas oscurece. Hay una fiesta oficial después del partido en algún restaurante propiedad de un antiguo quarterback del instituto, pero, al menos, la multitud de fútbol está reuniéndose en la casa de Will Tyler, el cual está muy bien situado en una calle frente a un área de abastecimiento de agua que jamás es vigilada.
Página
231
Will Tyler es ese tipo de grado superior que vendió una novela de fantasía a un gran editor cuando tenía catorce años. Tiene un cartel sobre su puerta que dice EL FÚTBOL ES PARA GALLINAS; EL QUIDDITCH ES PARA DIOSES. Preston chilló cuando lo vio por primera vez. Si lo nerd del cartel no fuera suficiente para asustar a Justin, estoy segura que la completa falta de alcohol lo será. En lugar de cerveza y vodka, Will y sus padres tienen cada tipo de soda que jamás haya sido creada, o al menos así parece. Las botellas están alineadas en pares idénticos en la cocina, como si este fuera algún tipo de carbonatada arca de Noé. Algunas personas están quejándose o abren frascos para agregarle a su Fanta. Pero yo no. Ha pasado mucho tiempo desde que tuve una Coca de cereza. A adoraría esto. No tengo duda de que A lo adoraría. Desearía que estuviera aquí, no para estar juntos, pero así podría probar cualquiera de las sodas que jamás tuvo mientras rebotaba en su infancia. ―Will Tyler no es un tonto ―observa Preston, vitoreándome con un vaso rojo de soda púrpura―. Esta es una fiesta que todos recordaremos. ―Gracias por eso ―dice un chico detrás de él. Su voz tiene un leve rastro sureño―. Me alegra que puedas estar aquí, Preston.
Preston se gira hacia el chico y espeta: ―¿Sabes mi nombre? Will ríe. ―¡Por supuesto que sé tu nombre! Es un nombre muy lindo. Preston sonríe. Will sonríe. Y yo como, Vaya. Sí. Vamos. ―Necesito encontrar a Rebecca ―indico, incluso aunque Rebecca está a tres metros de mí, sirviéndose una Barq’s10. ―No mires ahora ―le susurro cuando llego a ella―, pero creo que Preston encontró a alguien de su equipo. Por supuesto que Rebecca mira. Cuando se vuelve hacia mí, sus ojos están enormes. ―¿Por qué no pensamos en eso antes? ―me pregunta. ―Todo a su debido tiempo ―le digo. ―¡Y yo digo que este tiempo es el debido! Ben se acerca arrastrando los pies. ―¿Tienen alguna idea de qué es Vernors11? Lo he probado y no está mal. Pero no estoy seguro de qué se supone que sea.
Página
232
―Fuera ―dice Rebecca―. Fuera, fuera, fuera. Arrastramos los pies lejos de Preston y Will, a la sala de estar, donde “Lights” de Ellie Goulding está sonando alto y las luces están bajas. Mirando alrededor, veo que sobre todo estamos rodeados de chicos listos, Rebecca y Ben en la multitud. Pero no me siento inoportuna. Creo que esta también sería la multitud de A. Es decir, puede estar convertido en cualquiera, un idiota, un drogadicto, un esnob, un sociópata. Pero después de todo él es básicamente un chico listo.
10 11
Barq’s: cerveza con cafeína hecho por Coca-Cola Company. Vernors: cerveza de jengibre sin alcohol, similar a la Ginger Ale de Canada Dry.
Exploro a la multitud, buscando reconocerlo a pesar de no haberle preguntado si estaría aquí. Si está aquí, tendrá que ser una coincidencia. Destino. Algunos sugieren jugar charadas. La música es apagada, las luces son encendidas, Preston y Will salen de la cocina. Ellos están en el mismo equipo de charadas, por supuesto. Y cuando ninguno de los dos está dando pistas, están mirando al otro. Más gente aparece, más chicos listos que pasaron a cenas antes de venir. No es hasta las nueve que la fiesta oficial de después del partido empieza, y una ola completamente diferente llega. Algunos están borrachos y algunos quieren estar borrachos. Rebecca comprueba su teléfono y hay un mensaje de texto de Stephanie, diciendo que estarán aquí pronto. ―¿Quieres irte? ―me pregunta Rebecca. Y digo que no. Estoy feliz aquí. No quiero irme. Pero, aun así, es incómodo cuando Stephanie entra a la sala de estar y sé que eso significa que Justin está en algún lugar en la casa. Es incómodo cuando lo oigo gritar en la cocina, preguntándole a alguien dónde están escondidos los tragos. ―Steve va a mantenerlo allí ―me promete Stephanie. Pero Steve no puede mantenerlo allí, no cuando no hay ningún trago. Justin entra saltando a la sala de estar y ahí está: él y yo en la misma habitación. La mirada en su rostro cuando me ve es horrible. Como si hubiera sido engañado. Como que soy la trampa. ―¿Qué demonios está haciendo ella aquí? ―escupe. Debe de haberse tomado unas tres o cuatro cervezas. Puedo decirlo. Se vuelve hacia Stephanie―. Sabías que estaría aquí, ¿no? ¿Por qué mierda no me advertiste?
Página
233
Ahora Steve entra en escena, diciéndole a Justin que se calme. ―¡Mierda! ―suelta Justin, tirando el vaso más cercano al suelo. Esto no tiene el efecto que él quiere. Es de plástico. Y está lleno de Sprite. Estoy parada allí y es como si me hubiera alejado de mí misma por un segundo. Estoy mirando esto desde la distancia. Calmadamente, estoy preguntándome qué es lo que va a hacer ahora. ¿Gritarme? ¿Escupirme? ¿Lanzar otro vaso? ¿Explotar en lágrimas? En su lugar, mira a Steve y dice, con más sentimiento del que él quisiera que yo oyera: ―Esto apesta. ―Entonces sale corriendo de la habitación, por la puerta principal…
Steve se mueve para seguirlo, pero sorprendo a todos en la habitación, incluyéndome a mí misma, por decir: ―No. Yo me ocupo. Steve me mira con curiosidad. ―¿Estás segura? Tengo sus llaves. ―Volveré ―aseguro. Entonces, viendo la mirada en el rostro de Rebecca, le digo a ella también―: En serio. Volveré. *** No es difícil encontrarlo. Puedo realmente ver el brillo de su cigarrillo al otro lado de la calle en el área del surtidor de agua. Su silueta cae directamente en el cartel de NO PASAR. Lo dejo tomar un par de caladas antes de alcanzarlo. ―Voy a entrar ―advierto. Entonces rodeo un árbol y termino justo frente a él. No puedo evitarlo. Lo primero que sale de mi boca es: ―Luces como una mierda. Lo cual significa que lo primero que sale de su boca es: ―Bueno, me hiciste sentir como una mierda, así que tiene algo de sentido. ―Lo siento. ―Vete a la mierda. ―Realmente lo siento.
234
―Adelante. Sácalo de tu sistema.
Página
―Vete a la mierda.
―¿Por qué, Rhiannon? ¿Por qué? Esto es peor que el “Vete a la mierda”. Mucho peor. Porque ahora su cuerpo es transparente. Veo su interior, justo quien él es. Y está tan triste. Tan equivocado. Tan sorprendido. Todo el tiempo he querido ver cuánto le importaba. Y ahora consigo verlo. Ahora, cuando terminó.
―¿Por cuánto tiempo, Rhiannon? ¿Cuánto tiempo has estado jodiendo con otro tipo? ¿Cuánto tiempo has estado mintiéndome? ―Nunca lo jodí. ―Oh, eso me hace sentir muchísimo mejor. ¡El mejor tipo de zorra es la que sale a la luz! Lo he humillado. He estado tan ocupada siendo humillada que no me di cuenta de cuán gravemente lo humillé. ―Lo lamento, lo lamento tanto ―repito. Debo estar llorando. Pero lo que siento es diferente de la pena. Es horror. ―Está bien si me odias ―agrego. Él ríe. ―No necesito tu autorización para odiarte. ¡Jesús! ¡Escúchate! Deseo poder culpar a A. Deseo poder decir que es culpa de A. Pero todo lo que A hizo fue mostrarme lo que Justin no era. Y en lugar de lidiar con eso, huí. Fingí. Y entonces quedé atrapada.
Página
235
―No simplemente te odio, Rhiannon ―continúa Justin―. Te odio más de lo que pensé que era posible odiar a alguien. ¿Sabes qué es peor que ser destruido? Es ser destruido por alguien que nunca lo valió. Si quieres que te deje libre de la culpa, si quieres que te diga que estoy bien con todo, bueno, todo lo que digo a eso es que espero que te quedes en esa culpa por el resto de tu maldita vida. Espero que lo sientas cada vez que beses a ese tipo. Espero que lo sientas cada vez que pienses en besar a cualquiera. Espero que te quedes despierta por la noche. Espero que jamás duermas de nuevo. Te odio así de mucho. Así que vuelve a esa fiesta de aburridos, bebe soda y sal de mi vista. ―No ―contradigo entrecortadamente―. No, necesitamos hablar. Necesito decirte… ―Bien. Nuevo plan. Voy a volver allí, a buscar a Steve y mis llaves, y a conducir lejos como el infierno. Puedes quedarte aquí. Te estoy dando custodia de esta mierda de reservación. No me sigas y, por favor, jamás me hables de nuevo. Tira su cigarrillo al suelo y se aleja. Salto adelante, no siguiéndolo, pero asegurándome que su cigarrillo no está prendiéndome fuego. ¿Qué he hecho, qué he hecho, qué he hecho?
Incluso mientras pienso eso repetidamente, también pienso que es un poco tarde para responder a esa pregunta. Quiero despertar mañana en otro cuerpo, otra vida. Pero realmente no quiero eso. Me di cuenta de eso por todo el tiempo que pasé con A, por todo el tiempo en que pensé sobre A y la vida de A, me perdí la parte más importante: No hagas daño. De algún modo A pudo arreglar eso en el curso del día, pero yo no puedo arreglar eso en el curso real de la vida cotidiana. No puedo volver a la casa, pero tampoco puedo quedarme parada aquí, esperando ver a Justin y Steve irse. Por lo que camino profundo en el bosque, transgrediendo más definitivamente. Una vez que salgo del alcance de la farola y el resplandor del barrio, está completamente oscuro. Mientras camino entre los árboles, me doy cuenta de que esto es lo más cerca a estar sin cuerpo que voy a conseguir. Solo una mente caminando a través de la noche. Desapercibida. Imperceptible. Irreal. Justin fue descuidado conmigo. Eso es innegable. Pero no es excusa para ser tan descuidada con él. Eso explica esto, pero no lo disculpa. Pierdo todo el sentido del tiempo hasta que oigo mi nombre. Más frenético con cada repetición. Es la voz de Rebecca. De Preston. De Ben. De Stephanie. De Will.
Página
236
―¡Aquí estoy! ―grito, entonces sigo gritando hasta que me encuentran.
Capitulo 30 Traducido por PrisAlvS Corregido por PrisAlvS
Llamo a mis padres. Les digo que me quedaré a dormir en casa de Rebecca. Luego duermo donde Rebecca. *** A la mañana siguiente, Will nos invita a su casa para un picnic. —¿Estás segura de que no invitó solamente a Preston? —pregunto. Son las once de la mañana y aún no me he levantado de la cama. —No —responde Rebecca. Estoy segura de que lleva al menos una hora despierta—. Todos nosotros. Ben y yo. Steve y Stephanie. Will y Preston. Y… tú. ¿Quieres invitar a tu Chico Misterioso? —No puedo —replico. —Vamos. ¿No es hora de conocerlo? —Solo no puedo.
Página
237
—¿Qué? ¿Estás avergonzada de nosotros? —Ella está bromeando, pero puedo ver que le preocupa que pueda ser verdad. —No —aseguro, porque la verdad es que estoy segura de que A estaría encantado de ir a un picnic con mis amigos y yo. Se ajustaría perfectamente. Me duele saber esto. —¿Entonces por qué no? —Porque no creo que vaya a funcionar —confieso—. Entre él y yo. Solo no creo… No puedo terminar la oración porque se siente muy extraño decirlo en voz alta. Rebecca se sienta en la cama junto a mí y me da un abrazo. —Oh, Rhiannon —me calma—. Está bien.
No sé por qué me trata de esta forma, pero supongo que estoy llorando o algo. Quiero decirle que son lágrimas de confusión, no de tristeza. ¿Todo esto fue por nada? Pienso en el Justin de anoche. Pienso en A en algún lugar. Y pienso, no, esto no fue por nada. Incluso si no voy a estar con A, necesitaba hacer que Justin dejara de dictar mi vida, necesitaba encontrar mi propia vida. A, de una forma, me llevó ahí. Y no fue por nada. A y yo aún tenemos algo, aunque no sea del tipo en el que pueda venir a un picnic con mis amigos. Me tranquilizo. —Lo siento —le susurro a Rebecca. —No hay necesidad de lamentarlo —me asegura. —Lo sé. —¿Quieres hablar? Sí, quiero hablar de esto. No, no puedo hablar de esto. —Es solo una cosa a larga distancia. Es difícil —indico. Rebecca asiente con simpatía. Sé que quiere preguntar más. —Preparémonos para ir al picnic —exclamo. ***
Página
238
Llegamos al patio trasero de Will y fingimos que es Central Park. Nadie menciona a Justin. Nadie menciona al Chico Misterioso. Excepto por mis pensamientos, estos mencionan a Justin y a A todo el tiempo. Me alegra que Justin no esté aquí. Si lo estuviera, no sería así: Rebecca y Ben alegando por si es pretencioso pronunciar croissant con acento francés mientras se habla en inglés; Will y Preston buscando cualquier oportunidad para tocarse en el brazo, la pierna, la mejilla; Steve y Stephanie relajándose, Stephanie pidiéndole a Steve que le pele una uva y Steve haciéndolo, ambos riendo por el desastroso proceso. Si Justin estuviera aquí, estaría aburrido. Y me haría saber cuán aburrido estaría. Yo no sería capaz de disfrutar estar con mis amigos porque estaría concentrada en cómo se sentía Justin. Pero si A estuviera aquí. Primero es el A de mi mente, pero entonces es cualquier A. Aun así, aunque A fuera una linda chica o un enorme chico o la pobre Kelsea luego de volver de donde fuera que su papá la envió, aún habría un lugar para A porque A apreciaría esto. A entendería cuánto importa esto: pasar un día con tus amigos haciendo nada, contar
bromas internas y sentirse como parte de esto. A nunca ha tenido eso. Pero podría darle a A un poco de mi parte. Podría enviarle un mensaje y decirle que viniera, pero me preocupa que no entienda por qué se lo pedí. Él pensaría que le estoy diciendo que podemos estar juntos. Una pareja. Además, no sería justo para la persona en la que está. También tengo que recordar eso. *** Pienso en arlo unas cien veces. Durante todo el día, durante los momentos alegres con mis amigos o en los momentos tranquilos en casa. De regreso en la escuela, cuando veo las cosas que sería entretenido decirle o cuando los minutos parecen horas y las clases nunca terminan. Quiero contarle sobre Justin y cómo ahora, cuando nos vemos en los pasillos, nos ignoramos como si fuéramos extraños, aunque la forma en que nos ignoramos no es del todo como extraños. Quiero contarle a A que tenía razón sobre Justin, pero que también estaba equivocado sobre él. Sí, no era bueno para mí. Pero no, no es que no le importara, eso es obvio ahora. Finalmente, la noche del lunes me rindo. En lugar de contarle todo a A, escribo algo simple para asegurarme de que está bien mantenernos en o. ¿Cómo estás? R Recibo una respuesta una hora después. Han sido un par de días difíciles. Al parecer, puede que no sea la única persona así aquí. Lo cual es difícil de analizar. A
Página
239
Y solo así, me siento ser atraída. Empiezo a escribir una respuesta, una larga, pero luego de unos párrafos pienso, no, alto. Creía que habría distancia, pero no hay nada. Sé que si me involucro de nuevo justo ahora, será igual que antes. Y no puede ser. Me contengo. Llamo a Rebecca y hablamos de otras cosas. Necesito construir una vida sin A antes de dejarlo entrar otra vez.
Capitulo 31 Traducido SOS por dehawny & Girls-&-Peace Corregido por PrisAlvS
Mis amigos me rodean. En la escuela. Después de la escuela. De noche en el teléfono. Will se une fácilmente a nuestro círculo. Él y Preston se ven felices juntos. Y estoy feliz por ellos. Lo estoy. Pero también estoy molesta por lo fácil que es para Will unírsenos, mientras que A nunca podría hacerlo. Ya nadie menciona a mi Hombre Misterio. Rebecca debe haberles dicho que no lo hicieran. Parte de mí todavía espera que aparezca. Espera que el universo lo envíe a la clase de al lado. O al cuerpo de Rebecca. O al de Steve. Solo para decir hola. Solo para estar cerca. Pero no puedo pensar de esa manera. Sé que no puedo. Me encuentro a mí misma mirando a la gente a los ojos mucho más que antes. Y me doy cuenta de que es allí donde dejamos de ser cierto género o cierto color. Solo hay que mirar justo en el centro del ojo. Sé que no le he respondido. Me pesa. Sé que no estoy siendo justa. No tiene sentido pasar todo este tiempo pensado en A sin contestarle. Tengo que ser honesta y clara acerca de a dónde puede ir lo nuestro. Eso es todo. Eso es lo que es.
Página
240
A primera hora el jueves en la mañana, escribo: Quiero verte, pero no estoy segura de si deberíamos. Quiero saber cómo te va, pero tengo miedo de que eso haga que todo comience de nuevo. Te quiero, lo hago, pero tengo miedo de hacer ese amor demasiado importante. Porque tú siempre vas a dejarme, A. No podemos negarlo. Siempre vas a irte. R *** A lo largo de todo el día, no hay respuesta. Y pienso, bien, merezco eso. Pero, aun así, es decepcionante. ***
Entonces, el viernes en el almuerzo, llega una respuesta. Lo entiendo. ¿Podemos juntarnos en la librería esta tarde después de la escuela, por favor? A A lo que digo: Por supuesto. R *** Estoy nerviosa mientras conduzco. Todo ha cambiado y nada ha cambiado. Esto va a ser difícil, pero se siente tan fácil. Sobre todo, quiero verle. Hablarle. Tenerle en mi vida. Todos los otros obstáculos se han ido. Estoy incluso comenzando a creer, en lo profundo de mi corazón, que si les dijera a mis amigos la verdad, si conocieran a A como yo conocí a A, en varios días, ellos también lo creerían. El único obstáculo, la verdad, es su vida. Lo cual sé que es un obstáculo demasiado grande. Pero en el apuro por verlo no parece tan grande como quizá debería. Llego allí primero. Le echo un vistazo al café y sé que ninguna de estas personas podría ser él. Si él estuviese aquí, me estaría buscando. Él me vería llegar.
Página
241
Así que me siento. Espero. Y en el minuto en que cruza la puerta, lo sé. Como si hubiera un temblor de relámpagos entre nosotros. Hoy es un chico asiático delgado vistiendo una camiseta azul del Monstruo Come Galletas. Cuando A me ve, su sonrisa es más grande que la del Monstruo. —Hola —saluda. Y esta vez le respondo alegremente: —Hola. Así que aquí estamos. Estoy intentando recordar que no debo caer en lo mismo de antes, no debo empezar a pensar que es posible. Pero con él aquí mismo, es difícil. —Tengo una idea —anuncia. —¿Cuál?
Sonríe de nuevo. —Finjamos que esta es la primera vez que nos vemos. Finjamos que viniste aquí a buscar un libro y que me crucé contigo por accidente. Comenzamos a conversar. Me gustas. Te gusto. Ahora nos sentamos a pedir un café. Se siente bien. Tú no sabes que cambio de cuerpo todos los días. Yo no sé acerca de tu ex ni nada de eso. No somos más que dos personas encontrándose por primera vez. La mentira que queremos creer. Eso se siente peligroso. —Pero, ¿por qué? —Para que no tengamos que hablar de otras cosas. Para que podamos estar juntos. Disfrútalo. Tengo que decirle: —No entiendo que… —Ni pasado, ni futuro, solo presente. Dale una oportunidad. Quiero hacerlo. Sé que quiero hacerlo. Así que lo haré. Sé que no es así de fácil, pero al menos puede empezar siendo así de fácil. —Es un placer conocerte —comento. Me siento como una mala actriz en una mala película. Pero a él le gusta. —El placer es mío—replica—. ¿A dónde deberíamos ir? —Tú decide—le digo—. ¿Cuál es tu lugar favorito?
Página
242
Lo piensa por un segundo. No sé si es que está dentro de sus propios recuerdos o los de este chico. Su sonrisa se agranda. —Conozco el lugar perfecto —anuncia—, pero primero necesitaremos comprar provisiones. —Bueno, afortunadamente hay un supermercado bajando por la calle. —¡Oh! ¡Qué suerte la nuestra! Me rio. —¿Qué?—pregunta. —‘¡Oh! ¡Que suerte la nuestra!’ Eres tan ridículo.
—Y estoy feliz de ser tu ridiculez. —Suenas como Preston. —¿Quién es Preston? En serio no lo sabe. Y ¿cómo podría? Nunca se lo he dicho. Mientras caminamos hacia la tienda, le presento a todos mis amigos. Conoce a Rebecca y recuerda vagamente a Steve y Stephanie, pero le cuento más sobre ellos y sobre Preston y Ben e incluso también sobre Will. Es raro porque sé que no puedo preguntarle por lo mismo. Pero no parece molestarle. Una vez llegamos al supermercado, A dice que pasemos por todos los pasillos. —Nunca sabes qué podrías perderte—indica. —¿Y por qué estamos comprando?—pregunto. —La cena —asegura—, definitivamente la cena. Mientras tanto, continúa contándome historias.
Página
243
Me pregunta por mis mascotas y la cuento más acerca de Swizzle, el conejo malvado que escapaba de su jaula y dormía sobre nuestras caras. Era aterrador. Le pregunto si tuvo una mascota favorita y me dice que un día tuvo un hurón de mascota que parecía entender que había un huésped en la casa, por lo que hizo su vida lo más difícil posible; pero también le dio algo que hacer, pues nadie más estuvo en casa en todo el día. Cuando llegamos al pasillo de frutas y verduras, me cuenta sobre la vez en que estuvo en un campamento y fue golpeado en el ojo por una sandía aceitada voladora. Le digo que no recuerdo haber sido atacada por una fruta, aunque hubo un buen par de años en que hice que mi mamá cortara las manzanas antes de comerlas porque alguien en la escuela me había contado sobre psicópatas que ponían cuchillos adentro. Llegamos al pasillo de los cereales, lo que no va a ayudarnos con la cena. Pero A se detiene de todas formas y me pregunta por mi vida contada en cereales. —Bien—acepto, entendiendo a qué se refiere. Comienzo sosteniendo un cilindro de avena Quaker—, todo comenzó con esto. Mi madre apenas desayuna, pero mi papá siempre come avena. Por lo que decidí que a mí también me gustaba la avena. En especial con banana. No fue hasta que tuve siete u ocho que me di cuenta de lo asqueroso que era. — Tomo una caja de Zucaritas—. Aquí es donde comenzó la batalla. La mamá de Rebecca nos dejaba comer Zucaritas, como todos los demás, había visto los comerciales cientos de veces. Le rogué a mi mamá que me dejara comerlos. Ella dijo que no. Así que hice lo que cualquier chica respetuosa de las leyes haría: robé una caja de la casa de Rebecca y la escondí en mi habitación. El único problema era que tenía miedo de que mi mamá me
atrapara poniendo los tazones en el lavavajillas. Así que los dejaba en mi habitación. Y comenzaron a oler. Se enojó muchísimo, pero mi papá estaba allí y dijo que no veía qué tenía de malo que quisiera comer Zucaritas. Lo chistoso fue que, por supuesto, una vez las conseguí, me decepcionaron. Se ablandaban tan rápido. Así que mi mamá y yo llegamos a un acuerdo. —Lo llevo hasta los Cheerios Azucarados—. No estoy segura de porque los Cheerios Azucarados son mejores que las Zucaritas, pero mi mamá parecía pensar eso. Lo que nos lleva a nuestro gran final. —Hago toda una producción de escoger entre los noventa tipos de granola antes de acabar en mi tipo favorito de canela y pasas—. La verdad es que esto probablemente tiene tanta azúcar como cualquier otro cereal azucarado, pero al menos tengo la ilusión de ser saludable. Y las pasas son sustanciosas. Y no se ablanda enseguida. —Solía amar la forma en que las Zucaritas volvían la leche azul —comenta A. —¡Sí! ¿Cuándo dejo eso de ser genial y empezó a ser asqueroso? —Probablemente al mismo tiempo en que me di cuenta de que no había, de hecho, fruta alguna en los Froot Loops. —O miel en los Honeycomb. —O chocolate en los Count Chocula. —Al menos las Zucaritas tenían hojuelas. —Y azúcar. —Sí. Y azúcar. Al hablar así, se me olvida que este no es A. Se me olvida que no estamos en una cita normal.
244
Nos llevamos una cantidad ridícula de comida. Mientras nos acercamos a la caja me doy cuenta de que no hay forma en que llegue a casa a la hora en que mis padres me esperan.
Página
—Avanzando… —mascullo, llevándonos al siguiente pasillo y al siguiente.
—Debería llamar a mi mamá y decirle que voy a cenar en casa de Rebecca —le indico a A. —Dile que te vas a quedar a dormir —agrega. El teléfono está en mi mano, pero no sé qué hacer con él. —¿En serio? —En serio.
Quedarme a dormir. Pienso en la cabaña. En lo que pasó. Digo, lo que no pasó. Y cómo se sintió. —No estoy segura de que esa sea una buena idea —señalo. —Confía en mí. Sé lo que estoy haciendo. Quiero confiar en él. Pero él tampoco sabe cómo fue. Y puede que tenga una idea equivocada de a qué conduzca una noche. —Ya sabes cómo me siento —aclaro. —Lo sé. Pero, aun así, quiero que confíes en mí. No voy a hacerte daño. Nunca te haría daño. Está bien. Lo miro a los ojos y siento que él lo sabe. Hay una plan… definitivamente hay un plan. Pero no va a ser una repetición de la cabaña. Él sabe lo que está haciendo y yo confío en él. Llamo a mi madre y le digo que estoy donde Rebecca y que me quedaré allí. Está molesta, pero puedo lidiar con eso. Lo más difícil es llamar a Rebecca. —Necesito que me cubras —ruego—. Si por alguna razón mi mamá llama, dile que estoy contigo. —¿Dónde estás? —pregunta—. ¿Estás bien? —Lo estoy. Te prometo que te contaré después… no puede ser ahora mismo. Pero estoy bien. Puede que ni siquiera esté afuera toda la noche. Solo quiero asegurarme de que estoy cubierta.
Página
245
—¿Estás segura? —Sí. De verdad. Es algo bueno. —Está bien. Pero espero una buena explicación esta vez. No tu evasión habitual. —Lo prometo. Te contaré todo. Me dice que lo pase bien. Pienso que es increíble que confíe en mí. Pero lo hace. —Dile que conociste a un chico —indica A una vez he cortado. —¿Que conocí a un chico? —Sí, que conociste a un chico.
Es extraño pensar en esa conversación. Ya no es un Hombre Misterio. Es solo un chico. Si tan solo fuese tan fácil. *** Lo sigo en mi auto. Este es el momento en que podría decidir no ir. Todo lo que tengo que hacer es girar el volante. Todo lo que tengo que hacer es volver a la carretera. Pero sigo avanzando. *** Su nombre es Alexander Lin y sus padres no estarán en casa este fin de semana. A me dice ambas cosas a la vez. —Alexander —repito—. Eso es bastante fácil de recordar. —¿Por qué? —pregunta. Pensé que era obvio. —Por que comienza con una A. Se ríe, sorprendido. Supongo que no era tan obvio desde adentro. *** La casa es un lugar muy lindo. La cocina es cerca del doble de la nuestra, y el refrigerador, cuando lo abrimos, ya está bastante lleno. Los padres de Alexander no lo dejaron para que muriera de hambre.
Página
246
—¿Por qué nos molestamos? —pregunto. Apenas puedo encontrar espacio para colocar lo que compramos. —Porque no me di cuenta de lo que estaba aquí esta mañana. Y quería asegurarme de que tuviéramos exactamente lo que deseábamos. —¿Sabes cómo cocinar? —No realmente. ¿Tú? Esto va a ser interesante. —No realmente. —Supongo que lo resolveremos. Pero, primero, hay algo que quiero mostrarte.
—Ok. Él estira su mano buscando la mía, y yo lo dejo tomarla. Caminamos de esta forma a través de la casa, por las escaleras, hacia lo que claramente es el cuarto de Alexander. Es impresionante. Primero que todo, hay notas adhesivas por todas partes, cuadrados amarillos, rosados, verdes. Y en cada uno de ellos, hay una cita. “No creo en los cuentos de hadas, pero creo en ti”. Y “Deja que todos los soñadores despierten a la nación”. Y “Ámame menos, pero ámame por un largo tiempo”. Puedo pasar horas leyendo su cuarto. “En un campo, soy la falta del prado. —Mark Strand”. La mayoría de las citas están en una sola caligrafía, pero hay otras también. Sus amigos. Esto es algo que él comparte con sus amigos. También hay fotos de esos amigos y la forma en que se organizan se parece a la forma en que mis amigos se ordenarían. No Justin. Nunca Justin, a quien no le gustaba sacarse fotos. Sino Rebecca y Preston y los otros. A ellos les gustaría aquí. Hay un sillón verde lima para pasar el tiempo y guitarras para tocar y lo que parece la colección completa de Calvin y Hobbes12. Miro los discos que tiene inclinados contra el reproductor de discos. Bandas que no conozco sino solo por su sonido. Dios Ayuda a la Chica. Nos Prometieron Mochilas Propulsoras. Reyes de la Conveniencia. Leo más de las notas adhesivas. “Todos estamos en el canal, pero algunos de nosotros están viendo las estrellas”. Reviso los libros en su estantería. La mayoría de ellos tienen notas adhesivas despegándose, páginas que ser coleccionadas, palabras que ser recordadas después de que hubieran sido olvidadas. Me gusta. Me gusta todo.
Página
247
Me volteo en dirección de A y sé que a él también le gusta. Si él pudiera tener un cuarto, sería este. Cuán genial que lo hubiera encontrado. Y qué deprimente que tenga que dejarlo en unas pocas horas. Pero no voy a pensar en ello. Voy a pensar en el ahora. Veo un block de notas adhesivas casi terminado en el escritorio de Alexander y lo coloco en mi bolsillo junto con un lapicero. —Hora de la cena —anuncia A. Él toma mi mano nuevamente. Nos dirigimos de regreso al mundo, pero no muy lejos en él, no muy lejos del suyo. 12
Calvin y Hobbes: tira cómica escrita y dibujada por Bill Watterson que relata, humorísticamente, las peripecias de Calvin, un imaginativo niño de 6 años, y Hobbes, su enérgico y sarcástico tigre de peluche, el cual Calvin cree que es real.
*** Encuentro algunos libros de cocina. Escogemos, en términos generales, ignorarlos. —Improvisa —indica A. Yo creo que, sí, eso es lo que estamos haciendo. Improvisando. Viviendo por instinto. Es una gran cocina, pero la hacemos sentir como un lugar pequeño. La llenamos con la música del iPod de Alexander y el vapor de las ollas hirviendo y los aromas tan diferentes como albahaca recogida del tallo y ajo salteado contra una llama. No hay un plan aquí, solo ingredientes. Estoy sudando y cantando en conjunto y no estoy estresada, porque incluso si ninguno termina siendo comestible, lo valdría solo por mezclarlo todo. Pienso en mis padres y cómo han perdido esta sensación de trabajar en conjunto o poner tus manos en la espalda de la persona mientras está de pie en la estufa o tener a una persona comenzar la salsa pero la otra persona se hace cargo sin una palabra. Somos un equipo de dos. Y ya que no es una competencia, ya ganamos. Al final tenemos una ensalada de col, pan de ajo, una inmensa pasta primavera, una ensalada de quinua y albaricoque y un pan de cuadraditos de limón. —Nada mal —observa A. Y lo que quiero decirle es que ahora entiendo por qué las personas quieren compartir su vida con alguien más. Veo de qué se trata todo el escándalo. No es sobre sexo o estar en pareja cuando sales con otras parejas. No es por gratificación del ego o miedo a la soledad. Es sobre esto, lo que sea que es. Y lo único malo con ello ahora es que lo estoy compartiendo con alguien que está obligado a irse. No digo nada de esto. Porque la última parte hace que todo el resto sea más difícil de decir. —¿Debería poner la mesa? —pregunto en cambio. Los Lin tienen un muy bonito comedor y un banquete parece encajar en un muy bonito comedor. A sacude su cabeza.
Página
248
—No. Te llevaré a mi lugar favorito, ¿recuerdas? Él busca entre los armarios hasta que encuentra dos bandejas. La comida que hicimos apenas se las arregla para encajar en ellas. Luego A encuentra un puñado de candelas y también las toma. —Aquí —indica, ofreciéndome una de las bandejas. Luego me conduce fuera por la puerta trasera. —¿A dónde vamos? —pregunto. Ni siquiera tengo mi chaqueta. Espero que no vayamos lejos. —Mira arriba —señala él.
Al principio, todo lo que veo es un árbol. Luego miro más cerca y veo la casa del árbol. —Linda —comento, encontrando la escalera. —Hay un sistema de polea para las bandejas. Subiré y la dejaré bajar. Estos padres han pensado en todo. Mientras balanceo las bandejas, A levanta la escalera y envía una plataforma abajo. No estoy segura de qué tan seguras van a estar, pero coloco una de las bandejas y A se las arregla para subirla sin que nada se caiga. Repetimos esto con la segunda bandeja y luego es mi turno de subir por la escalera. Es como algo que he leído en un libro. Nunca se me ocurrió que los niños podían tener casas en los árboles en sus patios traseros. Hay una puerta abierta en la cima y escalo justo a través de ella. A ha encendido alguna de las candelas, así que el aire parpadea mientras entro. Miro alrededor y veo lo que básicamente es una cabaña de madera estancada en el aire. No hay muchos muebles, pero sí una guitarra y algunos cuadernos, un pequeño librero con una vieja enciclopedia en él. A dejó las bandejas en medio del suelo, ya que no hay alguna mesa y ninguna silla. —Bastante genial, ¿no? —exclama A. —Sí. —Todo es de él. Sus padres no suben aquí.
Página
249
—Lo amo. Tomo los platos, servilletas y cubiertos de una de las bandejas e instalo la mesa que no es una mesa. Cuando termino, A sirve, un poco de todo para cada uno. Mientras nos sentamos frente al otro, comentamos de la comida, todo resulta mejor de lo que tiene razón de ser. La salsa en la pasta primavera sabe cómo una especia que no puedo definir, le pregunto a A lo que es y él no lo recuerda. Piensa que quizá yo podría haberlo puesto. Yo no recuerdo tampoco. Fue todo solo parte de la improvisación. Hay una jarra de agua en una de las bandejas y es todo lo que necesitamos. Podríamos tomar vino. Podríamos tomar vodka. Podríamos tomar Coca de Frutilla. Todo sería lo mismo. Estamos embriagados en la luz de las velas, intoxicados por el aire. La comida es nuestra música. Las paredes son nuestro abrigo. Mientras las primeras candelas se reducen, A enciende más. No hay luz, pero sí un resplandor. Solo he tomado mi primera mordida de un cubo de limón, es ácido en mi legua.
Atrapo a A mirándome y asumo que tengo algo de azúcar en polvo en mi rostro. Me muevo para limpiarla. Él sonríe, aún mirando. —¿Qué? —pregunto. Él se inclina y me besa. —Eso —replica. —Oh —digo—. Eso. —Sí, eso. Nos quedamos allí, esperando a que el beso deje el cuarto, que flote lejos en la noche. No tengo idea de lo que quiero. No. No es cierto. Sé exactamente lo que quiero. Simplemente no estoy segura de si debiera quererlo. —El postre —suelto—. Tienes que probar un cubo de limón. Él sonríe. Está bien dejar que el beso se vaya del cuarto. Ya siento a otros tocar la puerta. *** Miro sus labios. El azúcar en polvo en sus labios. Me recuerdo que no son realmente sus labios. No estoy segura de que me importe.
Página
250
*** Cuando terminamos, junto los platos. Pongo todo en las bandejas, y luego las empujo a un lado. Hemos estado sentados muy lejos del otro. Nos quiero mucho más cerca. Me muevo justo a su lado. Él pone su brazo alrededor de mí y saco el block de notas adhesivas junto con el lapicero de mi bolsillo. Sin decir una palabra, dibujo un corazón al principio de la nota, luego la coloco en el corazón de Alexander. —Ahí —le digo a A. Él baja la mirada para observarla. Luego de regreso a mí. —Tengo que decirte algo —empieza.
Por un momento, creo que este será él te amo que es incluso más genial que los demás. Si él lo dice, yo responderé. Pero en cambio dice: —Tengo que decirte lo que ha estado pasando. En vez de inclinarme en él, me muevo para poder ver sus ojos. —¿Qué? —pregunto. Me pregunto con irritación si ha conocido a alguien más. —¿Te acuerda de Nathan Daldry? ¿El chico que era en la fiesta de Steve? —Por supuesto. —Lo dejé a un lado de la carretera esa noche. Y cuando despertó, él sabía que algo andaba mal. Sospechaba que algo no estaba bien. Así que le dijo a un montón de gente. Y una de las personas que se enteró, se llamó a sí mismo Reverendo Poole. Pero no es el Reverendo Poole. Es alguien en el cuerpo del Reverendo Poole. —Esto es de lo que estabas hablando cuando mandaste el correo y dijiste que creías no ser el único. A asiente. —Sí. Pero eso no es todo. Quien sea que está dentro del Reverendo Poole es como yo, pero no completamente. Él dice que puede controlarlo. Dice que hay una forma de permanecer en el cuerpo de una persona. Trato de envolver mi mente en lo que está diciendo.
Página
251
—¿Quién te lo dijo? ¿Le mandaste un correo? ¿Cómo sabes que es real? —Lo vi. Me reuní con él. Usó a Nathan para tender una trampa, y casi me atrapa. Él dice que somos iguales, pero no lo somos. No sé cómo explicarlo, no creo que él use las mismas reglas que yo. No creo que se preocupe por las personas que habita. No creo que respete lo que somos. —¿Pero tú le crees? ¿Cuándo dice puedes quedarte? —Eso creo. Y también creo que podría haber otros. Creo que he encontrado otros en línea. O al menos, otras personas que fueron habitadas, como Nathan o tú. Tú al menos sabes lo que pasó. Y Nathan lo sabe ahora. Pero la mayoría de ellos nunca se entera. Y si Poole tiene razón, podría haber otros que han sido tomados permanentemente. Alguien como yo puede interiorizarse en ellos, y luego no irse.
—¿Así que puedes quedarte? —pregunto, sin creer que esto sea lo que me está diciendo. Repentinamente todo es posible. Nosotros somos posibles—. ¿Estás diciendo que puedes quedarte? —Sí —responde—. Y no. No puede ser ambos. No quiero escuchar que es ambos. —¿Cuál? ¿A qué te refieres? —Podrían haber una manera de quedarse —asegura—. Pero no puedo. Nunca seré capaz de quedarme. —¿Por qué no? —Porque estaría matándolos, Rhiannon. Cuando te apoderas de la vida de alguien, ellos se van para siempre. No. Él no puede estar diciendo esto. No puede estar diciendo que es posible e imposible al mismo tiempo. No puedo lidiar con eso. No puedo. Tengo que ponerme de pie. No puedo estar sentada en el piso en medio de una casa de árbol teniendo esta conversación con él. Una vez que estoy de pie, comienza a botarlo todo: —¡No puedes hacer esto! —acuso—. No puedes arremeter, traerme aquí, darme todo esto… y luego decir que no puede funcionar. Eso es cruel, A. Cruel. —Lo sé —ite—. Por eso es que esto es una primera cita. Es el porqué es la primera vez que nos conocimos. No es justo. Esto no es fingir. Esto es la vida.
Página
252
—¿Cómo puedes decir eso? —pregunto—. ¿Cómo puedes borrar todo lo demás? Él se pone de pie y se acerca a mí. Aunque estoy enfadada, aunque no entiendo lo que está haciendo, él me envuelve con sus brazos. No es lo que quiero, y trato de decirle que no quiero. Pero luego siento el abrigo de su cercanía y lo quiero, y dejo de tratar de alejarlo. —Él es un gran tipo —susurra A en mi oído—. Incluso podría ser un tipo mejor. Y hoy es el primer día que lo conoces. Hoy es su primera cita. Él va a recordar estar en la librería. Va a recordar la primera vez que te vio y cómo fue absorbido por ti, no solo porque eres hermosa, sino porque puede ver tu fuerza. Puede ver cuánto quieres ser parte del mundo. Recordará hablar contigo, cuán fácil fue, cuán atractivo. Recordará no querer que termine y preguntarte si quieres hacer algo más. Te recordará preguntándole sobre su lugar favorito y
recordará haber pensando en este lugar y querido mostrártelo. El supermercado, las historias en los pasillos, la primera vez que viste su cuarto, todo estará ahí y yo no tendré que cambiar nada. Su pulso es mi latido. El pulso es el mismo. Yo sé que él te entenderá. Tiene el mismo tipo de corazón. No. Esto no es lo que quiero. ¿No puede ver él lo que quiero? —¿Pero qué hay de ti? —pregunto, mi voz manchada por mi tristeza. No puedo mantenerme lejos de él. —Encontrarás las cosas que encontraste en mí en él —responde—. Sin las complicaciones. Lo dice como si fuera fácil. No es fácil. —No puedo simplemente cambiar de parecer así —alego. Sus brazos me acercan más. —Lo sé. Él tendrá que probártelo. Cada día, tendrá que probar que es merecedor de ti. Y si no lo es, eso es todo. Pero creo que lo será. A se está rindiendo. Lo quiera o no, se está rindiendo. —¿Por qué estás haciendo esto? —pregunto. —Porque tengo que irme, Rhiannon. Esta vez de verdad. Tengo que irme muy lejos. Hay cosas que necesito averiguar. No puedo seguir interrumpiendo en tu vida. Necesitas algo más que eso.
Página
253
Sé que esto tiene sentido. Pero no quiero que lo tenga. No quiero que cualquier cosa tenga sentido. —¿Así que este es el adiós? —le pregunto. —Es el adiós a algunas cosas —ite—. Y hola a otras. *** Aquí es donde cambio. Aquí es donde dejo de ser sostenida y decido sostener. Aquí es donde me libero de sus brazos, pero solo para doblar mis brazos y darle la bienvenida allí.
No estoy diciendo que sí, pero estoy acordando que no hay punto en mí diciendo no. Lo sostengo con todo lo que tengo. Lo sostengo con tanto que él tendrá que recordarlo. Tendrá que recordarme, donde sea que esté. —Te amo —confiesa—. Como nunca antes amé a alguien. —Siempre dices eso. ¿Pero no te percatas que es lo mismo para mí? Tampoco amé nunca a alguien así. —Pero lo harás. Lo harás nuevamente. *** Aquí es donde se detiene. Aquí es donde comienza. Cada momento. Cada día. Aquí es donde se detiene. Aquí es donde comienza. *** Ni siquiera he estado mirando el reloj, pero ahora lo miro. Es casi medianoche. Cuando se detiene. Cuando comienza. —Quiero dormirme junto a ti —me susurra. *** Este es mi último deseo.
Página
254
Asiento. Temo abrir mi boca. Temo que no seré capaz de decir lo que él quiere que diga. Dejamos las bandejas en la casa del árbol. No importa si esto es lo que él va a recordar de todas formas. Bajar la escalera. Correr de regreso a la casa. Dirigirse a su cuarto. Recordaremos esto juntos. Los tres. Quiero detener el tiempo. Sé que no puedo detener el tiempo. Tomarnos de las manos. Luego, dentro del cuarto, detenernos para quitarnos nuestros zapatos. Nada más, solo los zapatos. Subo a la cama. Él apaga las luces. Solo el brillo del reloj. Él se mete a la cama junto a mí, se queda sobre su espalda. Me enrosco en él. Toco su mejilla. Voltea su cabeza.
Lo beso y lo beso y lo beso. —Quiero que recuerdes eso mañana —ruego cuando nos separamos por aire. —Recordaré todo —me asegura. —Yo también —prometo. Un beso más. Un último beso. Luego cierro mis ojos. Mantengo la respiración. Espero. Si pudiera aferrarme a él, lo haría. Señor, si pudiera aferrarme a él, lo haría. *** No duermo. Deseo poder dormir. Pero no puedo. En cambio, yazco ahí, ojos cerrados, a salvo en la oscuridad. *** Lo siento acercar su mano y tocar mi corazón. Lo escucho decir adiós. Lo siento cerrar sus ojos. Lo siento caer. *** Abro mis ojos. Me giro. Busco el momento. Quiero ver el cambio.
Página
255
Pero en cambio encuentro a alguien hermoso, bellamente dormido. Dejado atrás por otro alguien hermoso, ahora también dormido en alguna otra casa, en alguna otra cama. Quiero despertarlo. Quiero preguntarle si aún sigue allí. Pero no lo despierto, porque no quiero que Alexander me pregunte por qué estoy llorando. *** No es hasta que me volteo hacia la pared, hasta que me he disuadido de dormir, que siento la nota adhesiva en mi camiseta. El corazón que le di.
Página
256
Está tomándolo y devolviéndomelo.
Capitulo 32 Traducido por PrisAlvS Corregido por Pily
Abro los ojos. Hay luz. —Buenos días —saluda Alexander. En algún punto durante la noche debí haberme girado hacia él porque está justo frente a mí, también despertando. —Buenos días —replico. No parece confundido. No parece sorprendido. Entiende por qué estamos en su cama con la ropa puesta. Recuerda la casa del árbol. Recuerda conocerme en la librería. Es inusual, claro, no es la clase de cosas que pasan todos los días. Pero es posible. En un día con mucha suerte, es posible. Se ve tan feliz. Y no está asustado de demostrarlo. —¿Por qué no nos hago algo para desayunar? —ofrece—. Creo recordar que mis padres nos dejaron varias opciones de desayuno. —Desayuno suena bien —acepto, me siento y me estiro. —Bien —murmura. Pero no se mueve para ir, solo me observa.
Página
257
—¿Qué? —pregunto. —Nada —contesta tímidamente. Luego se corrige—. No, no es nada. Es lo opuesto de nada. Realmente me alegra que estés aquí. Ansío otro día contigo, si me concedes ese placer. —Primero algo de desayuno —indico—. Luego lo averiguaremos. —Suena bien —acepta y rebota fuera de la cama—. Busca algo de ropa, toallas, champú, libros, papelitos adhesivos… lo que sea que necesites. —Eso haré. Se queda en la habitación un momento más. Se ve tan dulce. —Me encanta esto, sea lo que sea —confiesa.
No puedo evitar sonreírle. —Sí —musito—. Sea lo que sea. —Nada de avena, ¿cierto? —Sí, nada de avena. Silba mientras baja las escaleras. Lo escucho hasta que está muy lejos como para escuchar. Su computadora está en su escritorio, llamándome. Sé lo que debo hacer. Sé lo que A quiere que haga. Solo que ahora soy obstinada. Me gusta Alexander. Pero quiero a A. Quiero encontrar a A.
Página
258
FIN
Sobre el autor David Levithan
Página
259
David Levithan, nacido en 1972, es un editor estadounidense de libros infantiles y un autor ganador de premios. Publicó su primer libro para jóvenes adultos, Boy Meets Boy, en 2003. Levithan también es el editor y fundador de PUSH, una imprenta para los jóvenes adultos de la Prensa Escolástica.
Staffs Moderadora de Traducción PrisAlvS
Traducción PrisAlvS
Dehawny
Btaalejandra
Belisrose
Girls-&-Peace
Celesmg
Recopilación y Revisión PrisAlvS
Página
260
Corrección Celesmg
PrisAlvS
Pily
Florpincha
Diseno
Página
261
PrisAlvS
Página
262
Traducido, corregido y disenado en: