MITOLOGÍA SALVADOREÑA. La mitología es un conjunto de mitos o historias que están relacionados entre sí, este forma parte de una pieza muy importante para la cultura, creencias e identificación de un país. Mientras que los mitos son relatos populares fabulosos, que intenta explicar el origen del mundo, representando las fuerzas de la naturaleza bajo la forma de seres vivientes. La mitología salvadoreña es el resultado de la fusión de culturas prehispánicas de el salvador y la cultura impuesta en la conquista por los españoles, ya que estos destruyeron gran parte del legado de las culturas al imponer sus costumbres, tradiciones, creencias , y así como también la forma de vivir y de pensar de los pueblos nativos de América. Aunque a pesar de esto aún se conservan algunos relatos antiguos y otros más modernos, gracias a la tradición oral, mediante la cual han ido evolucionando estas historias; dando como resultado una mitología rica en diversas historias proveniente de la fusión de diversas culturas, como lo es la mitología de el salvador. Algunos mitos y leyendas de el salvador son procedentes de antiguas creencias de los pueblos originarios de el salvador, quienes tenían una profunda imaginación. Hablemos un poco sobre sus mitologías: PIPILES: El dios primordial de los pipiles era Teotl, el creador y padre de la vida; Teopantli, que regulaba el cielo y la tierra; Tónal, esposo de Metzi (el sol y la luna); muerte; Lulin, del infierno; Centeotl, diosa del maíz, y Cuetzpálin, diosa de la riqueza.Y también se encontraba Quetzalcoát. Los pipiles fueron creadores de mitos como: Los Arbolarios y Los Bacabes; y leyendas como; La Leyenda del Maguey. Además de esto los pipiles crearon su propia cosmogonía. MAYAS: Los mayas, y otros pueblos descendientes de ellos, habitaron parte del territorio salvadoreño. Chac era el dios maya de la lluvia, quien según la mitología maya en la leyenda Los Colores del Maíz, fue quien les ayudó a obtener el maíz, motivo por el cual era muy respetado. Eran politeístas, esto se ve reflejado en su libro sagrado Popol Vuh; el cual era como una biblia para ellos; en donde se dan a conocer diferentes relatos maya, entre ellos la creación del mundo. OTROS PUEBLOS: Entre otros pueblos que vivieron en el salvador, se encuentran: Los lencas, los chortíes, los pocomames, los totecas, entre otros. Estos pueblos también dejaron relatos que más adelante veremos. Del resultado de la fusión de estas culturas, tenemos algunas leyendas y mitos populares salvadoreños. Veamos algunos ejemplos: EL CADEJO: Es muy posible que el origen del cadejo como ser mitológico se encuentre en la mitología maya-quiché. Las leyendas de los cadejos espectrales centroamericanos parecen estar emparentadas, en cuanto a su origen, con lo nahuales. En la mitología mesoamericana, un nahual es un animal que se considera espíritu protector de cada persona, al momento de nacer, tiene ya el espíritu de un animal, que se encarga de protegerlo y guiarlo.
Pero otras personas creen que el origen de este mito está relacionado, con la figura del dios mexica Huehuecóyotl como tramposo dios de la música, la canción y el baile; quien tenía poderes para transformarse. Debido a que este se asociaba con el dios Xólotl, con forma de perro y con poderes de transformación. A este dios se le atribuye el xoloitzcuintle, raza de perro originaria de México y Centroamérica, en la mitología azteca, con la muerte, dado que se creía que los xoloitzcuintles acompañaban a las almas de los difuntos cuando viajaban al Mictlán, el inframundo. Para el escritor nicaragüense Enrique Zepeda-Henríquez, en su artículo El Cadejo: mito nicaragüense, sugiere que el cadejo, es un espíritu merodeador que sale a asustar a los trasnochadores callejeros y concluye que la presencia de este ente sobrenatural es una forma de escarmiento ejemplar para la gente de mala vida que implica el pecado original o un remordimiento de conciencia histórica. A la llegada de los europeos a América, existió un claro sincretismo entre las creencias precolombinas de un espíritu protector animal, y los mitos y leyendas de perros infernales que abundan en el folclor de toda Europa. Finalmente, cadejos, como palabra perfectamente española, parece estar más relacionada con el enigmático significado del personaje mismo más que con el origen o forma de este ser sobrenatural. Cadejos, en el castellano, significa parte del cabello muy enredada, y según Zepeda, el Cadejo es, en efecto, un misterio, una maraña que asusta sin dejarse ver. MICO BRUJO: La leyenda del Mico Brujo surge del sincretismo entre los mitos de los nahuales mesoamericanos y las brujas medievales europeas. El mito de las brujas que se transforman en monas está relacionado con la tradición mexicana de los nahuales, especie de chamanes de las culturas mesoamericanas que tenían, entre otras facultades, la capacidad de metamorfosearse en animales, algunas veces con fines malévolos. Con la llegada de los conquistadores españoles a América, la tradición de las brujas europeas medievales se mezcló con la de los nahuales mesoamericanos, dando origen a muchas leyendas sobre personas que podían asumir formas animales, leyendas que sobreviven hasta los tiempos actuales, como las del Mico Brujo, y el Cadejo. El Mico Brujo como leyenda tiene su origen en el pueblo chorotega. Los chorotegas, de origen mesoamericano, conservaron muchas de las costumbres, mitos y tradiciones de las culturas azteca y maya, entre ellas, la creencia en los poderes de los nahuales. Durante la colonia, hubo una variante de la leyenda de la mona en las llamadas «voladoras», mujeres que podían asumir la forma de grandes pájaros que surcaban los aires. EL PADRE SIN CABEZA: La leyenda del Sacerdote sin cabeza es común a muchos países de Latinoamérica, encontrándose versiones de la misma en México, Centroamérica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Uruguay y Argentina. Sus orígenes parecen remontarse a la época de la evangelización colonial donde la Iglesia era la ejecutora de castigos. Como revancha a la opresión, el
relato popular se lo toma con el sacerdote, castigado eternamente por algún horroroso pecado. Leyendas de fantasmas sin cabeza que deambulan por las noches pueden encontrarse en todas las culturas: Francia, narra la leyenda de la Abadía de San Diosinisio, santo de la Iglesia Católica que fue martirizado hacia el año 240 después de Cristo. En la ciudad de Praga, en la República Checa, ciudad famosa por sus historias de fantasmas, existe una acerca de varios fantasmas sin cabeza que se aparecen en el Puente de Carlos por las noches. De Praga también viene la leyenda de un monje templario sin cabeza, decapitado por enamorarse de una mujer noble, que se aparece los viernes a medianoche. Popularmente conocida es la leyenda inglesa acerca del fantasma decapitado de Ana Bolena que recorre los pasillos de la Torre de Londres. Los avistamientos de jinetes sin cabeza empiezan a hacerse frecuentes tras la llegada de los europeos a América, reportándose leyendas acerca de estos espectros en lugares tan disímiles como Nueva York, Texas, Luisiana, México, Panamá, Cuba, Venezuela, Ecuador y Chile. En América Latina, los orígenes de la leyenda del padre sin cabeza parecen estar relacionados con las ejecuciones de los misioneros católicos durante la época en que comenzaba la difusión del Cristianismo en América, donde estos sacerdotes y monjes eran vistos, especialmente por los hacendados y caciques de la época que querían mantener el poder, como una amenaza, o bien, por no comulgar con el sentir de la propia Iglesia Católica de ese entonces, lo que llevaba a la ejecución de estos sacerdotes, muchas veces contra la voluntad del mismo pueblo, en el marco de la Inquisición Española. LA SIHUANABA. Se cree que el mito pudo haber sido introducido en el Nuevo Mundo por los españoles durante el período colonial, quienes lo habrían usado para ejercer control sobre las poblaciones indígena y mestiza de la región. Origen del mito la llorona La presencia de seres fantasmales que lloran en los ríos por motivos diversos es una característica recurrente de la mitología aborigen de los pueblos prehispánicos. Es así como pueden encontrarse rasgos de estos espectros en varias de las culturas precolombinas, que eventualmente, con la llegada de los conquistadores españoles, fueron asumiendo rasgos comunes gracias a la expansión del dominio hispánico sobre el continente. La leyenda es una historia que posee referentes míticos en el universo prehispánico, pero que instaura su drama y su cortejo imaginario y angustiante en el orden colonial.1 En México, varios investigadores estiman que la Llorona, como personaje de la mitología y de las leyendas mexicanas, tiene su origen en algunos seres o deidades prehispánicas como Auicanime, entre los purépechas; Xonaxi Queculla, entre los zapotecos; la Cihuacóatl, entre los nahuas; y la Xtabay, entre los mayas lacandones. Siempre se la identifica con el inframundo, el hambre, la muerte, el pecado y la lujuria.
A la presencia de estos antecedentes mitológicos entre los pueblos precolombinos de Mesoamérica se suma la contribución española para establecer el mito como tal. Es durante la colonia española en América cuando el mito de la Llorona toma forma.1 A la vez diosa y demonio, en la psique del mundo colonial, nadie puede resistir su aparición ni su llanto de ultratumba, ni siquiera los conquistadores afincados en el valle de México, quienes a causa del espanto incluso instituyeron un toque de queda. Su visión garantiza la muerte o la locura (en similar forma a la de las deidades prehispánicas antes descritas) para aquellos que intentan averiguar el origen de aquel lastimero gemido. La Llorona es también uno de los primeros signos del mestizaje, pues es durante este período cuando se identifica en México a este fantasmagórico personaje con doña Marina, la Malinche, que vuelve arrepentida a llorar su desgracia, su traición a su pueblo indígena y su relación con Hernán Cortés, como parte de la leyenda negra' 'de estos personajes. De aquí parecen venir muchas de las versiones que señalan a la Llorona como la protagonista de una trágica historia de amor y traición entre la mujer indígena (o mestiza o criolla) y su amante español, lo que finalmente la lleva al infanticidio como una manifestación del deseo de castigar al hombre en la forma del amante. Pero la creación e influencia del mito de la Llorona entre los pueblos hispanoamericanos tiene también elementos de otras fuentes mitológicas propias de las culturas aborígenes precolombinas diferentes de las civilizaciones mesoamericanas. En Centroamérica, entre los bribris, pueblo indígena que ocupa la región de Talamanca, en la frontera entre Costa Rica y Panamá (zona de influencia del área intermedia entre Mesoamérica y las culturas sudamericanas), existen historias de ancestrales espíritus llamados «itsö», especie de genios con aspecto de mujer y cuerpo de gallina que habitan en las grutas y en los cauces de los ríos y que lanzan lastimeros gritos cuando un niño está a punto de morir, o bien que pierden a los niños en los bosques cuando estos se alejan de sus padres. En el idioma bribri, la palabra 'itsö' significa tanto 'llorona' como 'tulevieja'. De ahí que haya similitudes entre las leyendas que se cuentan en Costa Rica y Panamá para estos dos fantasmas (básicamente una mujer que mata a su hijo fruto de un embarazo no deseado y que por ello queda condenada a vagar como un fantasma).6 7 Al ser una zona de transición entre Mesoamérica y Sudamérica, en las versiones de la leyenda de la Llorona en esta parte de Centroamérica se empiezan a observar algunos rasgos característicos que la diferencian de la versión mexicana. La Llorona en Mesoamérica es, primeramente, una deidad primigenia vinculada al parto y a la vida sexual que, por la influencia española, adquiere la forma de un espectro castigador, en gran manera asociado a la ciudad, pero en el Suwoh (la cosmogonía indígena transmitida por tradición oral entre los bribri) es más bien un ser que se asocia a los montes oscuros y enmarañados, los abismos de las montañas, las lluvias, los vientos fuertes y las cataratas de los ríos, es decir, tiene una fuerte vinculación con las fuerzas de la naturaleza y la vida rural, por lo que el fantasma solamente puede ser visto (muchas veces únicamente oído su lamento) cerca de masas de agua como ríos, lagos y cataratas, generalmente en pueblos poco poblados, por lo que es un fantasma más asociado al campo. leyendas de los duendes en Costa Rica y en algunas versiones de la leyenda de la Llorona en Colombia. En Sudamérica, finalmente, existen algunas leyendas precolombinas que fueron asociadas con la de la Llorona mexicana una vez establecido el dominio
hispano sobre el continente, pero que no tienen un origen común con esta, a pesar de que existan aspectos muy similares.