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ISBN: 978-84-1386-965-0
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PRÓLOGO DEL LIBRO
Viendo el sol reflejado en el mar desde la ventana de mi apartamento, observando cómo las banderas se mueven al ritmo del viento de la primavera danesa en un frío pero claro día de abril, aburrida de la monotonía y del vacío que dejan los hijos al irse a su diario vivir en la escuela se me vino la imagen de una joven sentada en la playa con la mirada perdida, con su mente envuelta en un sinfín de pensamientos que prácticamente la obligaban a escoger entre la vida y la muerte. Una joven que se sentía sola e incomprendida, creyendo ser la única en el mundo que se debatía en un mundo de tinieblas las cuales no le permitían ver el mundo con los mismos ojos de las personas que la rodeaban porque la depresión simplemente no se lo permitían. Poco a poco ella encuentra personas en su camino que sufren como ella en silencio con sus demonios producidos por las diferentes circunstancias sucedidas a lo largo de sus vidas, lo que le permite entender que no está sola sino que simplemente los seres humanos se hacen expertos en disfrazar las tristezas con una falsa sonrisa que al final pasa una costosa factura que se paga con la vida y el deterioro de la salud mental. Escribí este libro por las constantes coincidencias que me llevaron a ver en las noticias de la televisión los informes con las estadísticas de personas de todas las edades que se suicidan en el mundo por culpa de la depresión que simplemente parece que los obligara a salir de su cuerpo para encontrar tranquilidad; sin importar la condición social, la nacionalidad, la cultura, género o el credo que se practique las víctimas de la depresión describen tener exactamente los mismos sentimientos y pensamientos antes de tomar la terrible decisión del suicidio. El sentimiento de escribir un libro sobre esta problemática con personajes ficticios se hizo cada día más fuerte en mi mente reforzadas con el inicio de la cuarentena por la pandemia del coronavirus con la cual se aumentaron los casos de personas sufriendo enfermedades mentales, pero por supuesto mi propia experiencia lidiando día a día con los síntomas, entendiendo que soy la dueña de mi destino; que el pasado no determina mi futuro y que tengo todas las herramientas dentro de mí para iluminar mi mundo interno. Aprendiendo y practicando diferentes técnicas que me han ayudado a encontrar estabilidad, sanidad física, mental y espiritual.
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DEDICATORIA Este libro está dedicado a la memoria de mi padre, de quien heredé mis pobladas cejas y del que solo recuerdo su sonrisa. A mi madre, Tina, que me enseñó el amor por la lectura con su biblioteca de más de 300 libros y la importancia de persistir, insistir y resistir. A mi hermana Kelly, por su inmenso amor, humor y protección, sin lugar a dudas, la mejor hermana del mundo. A mi esposo Henrik por su alegría, positivismo y apoyo. A mis hijos, Marcelo y Vanessa, que me besan y me abrazan cuando más lo necesito, los que cada vez que se despiertan, con sus sonrisas, llenan de alegría mi alma.Ustedes son el sol que me da energía y el viento que me impulsa. AGRADECIMIENTOS Un profundo agradecimiento a mis maestros del colegio, que entendieron que lo mío no eran las matemáticas ni la física, sino las letras, las ciencias, la antropología y la filosofía, por lo que, teniéndome paciencia, me guiaron hasta el final del camino.Agradezco a mis maestros de la universidad, que me ayudaron a encontrarme, entenderme y escudriñar mi mente, porque como ellos decían: ¡para ayudar a otros como psicóloga, primero debía examinarme a mí misma! Agradezco a Dios. No al Dios de las iglesias, sino al Dios que está en todas partes y en todos los seres humanos que me rodean. A ese Dios que me ha ayudado a encontrarle sentido a la vida enviándome más maestros de todas las edades, razas, religiones y culturas con los que he aprendido a ver la vida con diferentes colores; los que me han elevado a otro nivel para aclarar con luz las tinieblas en mi mente. PERSONAJES Carol, protagonista Mario, protagonista Caroline, mejor amiga de Carol
Richard, mejor amigo de Mario Charlotte y Charlie, padres de Carol Marcelo y Vanessa, hermanos menores de Carol Tina (africana) y Logan (canadiense), padres de Caroline, Edward, Bruce y Dominik, hermanos de Caroline Anthony, tío de Carol y hermano de Charlie. Elvira y Anthony junior , hijos de Anthony Claudia, novia de Anthony Alexander, amigo de Mario Linda y Alicia, novias de Alexander Vivian, amiga de mario y novia de edward Jhon, hermano menor de vivian Daniel exnovio de Carol Marthin, profesor Bradt, pareja del profesor Marthin Otros La depresión es un trastorno mental frecuente. Se estima que cerca de 50 millones de personas en la región de las Américas viven con depresión, casi un 17% más que en 2005. Ginebra/Washington, 30 de marzo de 2017 (OMS/OPS) — La depresión es la principal causa de problemas de salud y discapacidad en todo el mundo. Según las últimas estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 300 millones de personas viven con depresión, un incremento de más del 18% entre 2005 y 2015. La falta de apoyo a las personas con trastornos mentales,
junto con el miedo al estigma, impiden que muchos accedan al tratamiento que necesitan para vivir vidas saludables y productivas.
La depresión es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial general de morbilidad. La depresión afecta más a la mujer que al hombre. En el peor de los casos, la depresión puede llevar al suicidio. Hay tratamientos eficaces para la depresión.
OMS, Organización Mundial de la Salud 2017.
Mi mente en tinieblas
1
Sentada en la playa, sintiendo el tibio tacto del sol en su piel, tocando con sus dedos lentamente la arena suave y escurridiza, viendo a los niños jugar, escuchando a las personas reír, pero con su mente en otro lugar, Carol no puede entender qué pasa, porque cuando desearía sentirse feliz y disfrutar de este hermoso momento rodeada de su familia, sus pensamientos están en la completa oscuridad de la sombra de la tristeza. Su pecho se comprime, sintiendo que no puede respirar. Entre tantos sentimientos reprimidos, una lágrima trata de salir de su ojo y rodar por su mejilla, pero ella la seca rápidamente con su mano mientras disimula con una sonrisa mirando a su alrededor, asegurándose de que nadie lo haya notado. Ella habla, no puede evitar que sus labios se muevan un poco en una acongojada exclamación, diciendo: «¿Qué me pasa?, ¿por qué estoy tan triste? ¡Yo quiero sentirme feliz y no puedo!, ¿qué pasa?». Mientras está divagando en sus pensamientos negativos y melancólicos en medio de su soledad existencial, escucha como una suave e infantil voz dice su nombre a lo lejos. —¡Carol, Carol! Y de repente se abalanza sobre ella, estampándole un fuerte beso en la mejilla. Abrazándola, le dice: —Vamos a nadar, por favor. Elvira y Vanessa no quieren jugar más conmigo y yo estoy aburrido… Vamos, ¡vamos! «¿Quién se puede resistir a esos grandes y brillantes ojos cafés llenos de alegría y esa pícara sonrisa», piensa Carol. —Está bien, Marcelo —contesta Carol—. Vamos. Y sale corriendo más rápido que su pequeño hermano. Sonríe, juega y salta en el agua con ellos, aparentando una falsa felicidad, pero al mismo tiempo disfrutando de poder ver esa alegría que le ha sido esquiva en la cara de los niños. Antes de salir del mar, se tira una última vez, zambulléndose hasta el fondo, asegurándose que su cabeza sienta el frío del agua del mar para poder
despejar su mente, envuelta en telarañas de depresión. De vuelta en la casa de verano familiar, Carol decide irse a dormir temprano, aunque los otros se sientan afuera, en la terraza, para hablar, tomar café o un poco de vino blanco y escuchar música. Ella no está de humor para esas cosas.— Hasta mañana a todos —dice simplemente, Al despertar del siguiente día, los pájaros cantan suavemente, el sol resplandece, los niños duermen mientras los adultos hablan recordando el día anterior en la playa o haciendo planes para el día presente. Pero para Carol es un día más peleando entre el colchón y las sábanas para que la liberen, permitiéndole disfrutar de un día más junto a su familia, que no sabe ni se imagina que detrás de esa dulce sonrisa y un «Buenos días» se esconde una triste realidad, y es que nada de lo que hagan puede llenar el vacío o el sentimiento de sinsentido que llena a Carol de esos inexplicables pensamientos oscuros, deseando poner fin a tanto sufrimiento innecesario.—Buenos días, mi princesa —dice su madre, entrando en la habitación e interrumpiendo los pensamientos de Carol—. Vamos a desayunar, a disfrutar un poco en el jardín con los niños. Después iremos a la playa, porque el día está hermoso. Tal vez mañana puede llover, con esto del cambio climático, el verano puede durar solo dos horas, nunca se sabe. Luego iremos al nuevo restaurante, que tendrá salsa latina toda la tarde hasta el anochecer. —pregunta la madre con una sonrisa en su cara, mirando fijamente a Carol, obligándola casi con su expresión a decir: —Suena divertido, mami. Me cambiaré de ropa y voy afuera. Carol sale rápidamente de su cama, repitiéndose a sí misma: «Yo tengo derecho a ser feliz. Este será un día feliz. Yo voy a ser feliz. Hoy seré feliz y disfrutaré cada minuto», así como lo aprendió en el libro de automotivación que había leído la semana pasada. Decidida a disfrutar del día, se quita su pijama, toma su traje de baño, sus pantalones cortos preferidos —gastados, pero cómodos—, agarra una camisa blanca que está dentro de su maleta de viaje, empaca su crema bronceadora y se mete un dulce a la boca porque piensa que «un poco de azúcar levanta el ánimo», y ella necesita mucho ánimo para pasar este día. Mientras se mira en el espejo, se agarra su cabello rubio corto con una cinta de color verde, respirando profundo como un soldado que se prepara para la guerra. Camina, abre la puerta para salir corriendo al reencuentro de todas estas personas que la esperan, dibujando en su cara otra de esas sonrisas que disfrazan la amargura, cuando en el fondo de su mente ella ya ha olvidado sonreír.
Todos están sentados en la mesa mostrando un estado de placer, haciendo constantes chistes, riendo a carcajadas, recordando el pasado y planeando el futuro. Los niños corren en el jardín, persiguiendo a las mariposas, pero Carol, inmersa en sus tinieblas y al contrario de todos a su alrededor, que se ven tan felices, medita en su no futuro y se pregunta: «¿Cuándo empezaron estos pensamientos que me ocasionan tanta tristeza cuando más feliz debería estar?», con una expresión en su rostro que todos notan al verla. Su tío Anthony la mira, le sonríe y luego mira al cielo. —Es hora de ir a la playa, antes que el sol se esconda o llueva. Parece que va a llover, el viento está un poco frío. Ahí, justo cuando estás confiado de que hará sol, viene la lluvia —dice sorprendido. Todos se levantan de la mesa, preparados para ir a la playa atendiendo la advertencia del tío Anthony. Cuando llegan Vanessa y Marcelo, cada uno toma una de las manos de Carol, y por detrás la sonriente Elvira, que la abraza por la cintura, peleando por un espacio. —Vamos, arriba —le dice Carol—. Súbete a mi espalda. Elvira, ubicada en los hombros de su prima, mira hacia abajo a Marcelo y Vanessa, haciéndoles un gesto con su lengua en expresión de burla y triunfo. Ellos agarran fuerte las manos de Carol, riendo a carcajadas. Caminando por el pequeño sendero que conduce a la playa y mientras los pequeños cantan una canción de esas alegres que aprendieron en el jardín infantil, Carol recuerda ese día en su habitación, cuando, tratando de terminar con su vida, casi lo logra. Se recuerda con las manos ensangrentadas, pidiendo ayuda con gritos no de dolor físico, sino de dolor interior, un dolor y un llanto inexplicable que venía de lo profundo de su ser, removiendo todos sus sentimientos confundidos, mezclados con una tristeza infinita, mirando a sus padres que, junto a sus pequeños hermanos la miraban fijamente, asustados. Caminando por el pequeño sendero rodeado de flores y árboles verdes con frutos maduros, los ve sonreír y al mismo tiempo recuerda la mirada en sus ojos al llegar a la habitación, viéndola tirada en su cama, y todavía no puede descifrar si era preocupación, lástima o desilusión lo que se expresaba en sus rostros. Con tanto amor, tanta atención, tanta comprensión y cariño, ¿cómo podía tratar de quitarse la vida?. «¿Sería eso lo que pensaban?», se pregunta Carol, mientras
dentro de sí piensa: «Qué bien se sentiría morir y dejar de pensar tanto, sin ese dolor de cabeza, ese dolor de estómago constante, ese sentimiento de flotar, de estar fuera de todo, como lejos de la situación sin una explicación exacta». Pero, aun así, sigue caminando, acompañando a los pequeños en sus cantos o respondiendo a cada comentario que sus acompañantes le hacen. Se sientan en la playa para disfrutar del último día de vacaciones, y tal vez el último día de verano, según las predicciones del tío Anthony. Carol se quita su ropa rápidamente y sale corriendo hacia el mar, gritándoles: —Ustedes no pueden atraparme, yo soy más rápida que todos. Nadie puede atraparme —así que todos —el tío Anthony, los chiquitos Vanessa, Marcelo, y Elvira, su madre Charlotte, su padre Charlie y los amigos que han venido a visitarlo— la siguen corriendo al agua, al mismo tiempo Charlie le contesta. —Oh, sí, pequeña. Sí que podemos. Así, todos entran al agua fresca que tanto le gusta a Carol. Todos juegan, se salpican agua unos a otros sonriendo, concentrados en el presente porque «quién sabe lo que ocurrirá en el futuro», piensa Carol mientras ríe a carcajadas. Después del momento que habían vivido hace unos minutos en el agua, se acomodan todos recostados en la arena, disfrutando de la brisa y del cálido sol que broncea sus pieles. Con los ojos cerrados, Carol no puede evitar sentir la mirada de alguien a su alrededor. Se sienta, mira alrededor rápidamente, tratando de identificar quién es, cuando de repente sus ojos azules se cruzan con otra mirada y ahí están: unos ojos grandes color café la miran fijamente. Sus labios le sonríen con unos dientes blancos como los chicles de menta que tiene en su bolso, y con su mano le hace un gesto de saludo. Un joven alto de piel morena, cabello rizado y rostro tranquilo viene caminando hacia ella. Se sienta a su lado, diciéndole: —Yo la vi —Carol, sorprendida, pero confundida al mismo tiempo, no puede decir nada. A lo que este joven continúa para explicarle—: La lágrima que salía de tu ojo, pero tú le cortaste el paso hacia tu mejilla. Yo la vi —Mientras la mira con un gesto dulce de complicidad—. A mí también, a veces, me pasa. He sabido manejarlo, disimularlo, pero a veces me pasa. Carol siente que su corazón palpita más rápido y que su cuerpo se enfría rápidamente, no solo por esos bonitos ojos cafés de mirada profunda que la
observaban, sino por el hecho de saberse descubierta. Pensaba que se había vuelto una maestra en el arte de esconder su tristeza y esa profunda depresión que se apoderaba cada día más de su mente, pero ahora sabe que otros podían verlo y sentirlo.—La marca en tu antebrazo también la vi —Carol cruza sus brazos rápidamente en un tardío intento de ocultarlas, pero Mario la toma suavemente de su mano y le muestra las suyas—. Yo también tengo algunas, un momento de flaqueza y desesperación lo tiene cualquiera, sobre todo cuando hace frío, estás solo y la señorita D llega a tu mente sorpresivamente.Carol hace un gesto de confusión entre sus cejas. —¿Quién es la señorita D? —pregunta. —¡Depresión! —contesta Mario—. Bueno, eso es lo que mi psicólogo dice que es. Tú sabes, esa irritabilidad frecuente, esos momentos de desesperanza, los constantes dolores de cabeza y de estómago. Este sentimiento de que tus amigos, padres y conocidos no son suficiente ni le dan sentido a tu vida, situaciones que solo te hacen feliz por un momento, pero cuando acaban todos estos pensamientos se empeoran. Sentirte cansado siempre y solo querer dormir, con esa tristeza mezclada con melancolía toda la noche y el día, planeando cómo terminar con todo sin herir a nadie —Mario termina de decir esta frase mirando a su familia a lo lejos y a la familia de Carol para luego clavar su mirada en la arena con un gesto de tristeza, conteniendo su llanto. Carol lo mira, le sonríe y lo abraza como si se conocieran de siempre, como si este complemento a su aflicción llegara desde el cielo, porque saber que alguien más entendía su situación, que alguien más padecía el mismo sufrimiento, le daba un poco de esperanza. La tarde empieza a caer. Carol y Mario hablan como viejos amigos, sabiendo todo lo que deberían saber el uno del otro, tomados de la mano. Deseando que el encuentro no termine, se despiden y acuerdan verse en el restaurante con sus familias para disfrutar de una deliciosa comida al son de la salsa latina que tanto le gusta a Charlotte, su madre, porque tanto hablar les ha alborotado el hambre, pero no las ganas de seguir hablando, por supuesto. Por su espalda y como un toro, llega la pequeña Vanessa, mirando a Mario con su sonrisa de siempre. —¿Quién eres tú y qué quieres con mi hermana? —le pregunta—. Debes saber que somos muy protectores, si haces algo que no me guste, me voy a enojar mucho, así que mucho cuidado, porque yo soy muy fuerte y no quieres sufrir mi furia.
Carol, Mario y todos sueltan una carcajada, mirándola realizando una de sus actuaciones, ya que a la pequeña le gusta realizar pequeñas escenas, cantar y bailar para ambientar las reuniones familiares. —Solo somos amigos, no te preocupes porque nadie te va a hacer enojar —le contesta Carol. Mario se levanta, sonriendo por las divertidas palabras de Vanessa. —Nos vemos más tarde, en el restaurante —Carol asiente con su cabeza como símbolo de aprobación, despidiéndose con una sonrisa. Vanessa, Marcelo y Elvira ya se han saltado sobre ella, diciendo a su vez «Chao». —Vamos caballito, vamos —ordenan a Carol a lo que ella contesta con una sonrisa en sus labios: —Yo no soy su caballito.
2
Es un domingo frío en la mañana, los rayos del sol tratan de calentar un poco, pero las nubes arrastradas por el viento lo tapan un par de veces. Todos, cansados, empiezan a despertarse uno a uno muy tarde. Una de esos es Carol que, tumbada en la cama, sonríe, se soba los ojos para ver mejor a su madre, quien duerme a su lado, pero no puede dejar de sonreír pensando en Mario, ese joven de piel oscura con esa dulce sonrisa, con ese cabello ondulado que oculta un poco sus grandes ojos cuando mira hacia abajo. Esa conversación interminable de la noche anterior, ambientada en la salsa latina y la deliciosa comida, hablando de sus demonios, exorcizándolos y liberándose el uno al otro, dejándose envolver por la felicidad de todos alrededor. Por primera vez en mucho tiempo, pudo concentrar su mente en algo bonito y positivo. Mirando al infinito, inmersa en sus recuerdos, mira a su madre, que todavía duerme, sintiendo mucho amor por ella, pensando qué sería de ella sin su madre, su padre, su tío Anthony y esos pequeños que siempre corren alrededor con una sonrisa inocente en sus labios. De pronto, sus pensamientos se ven interrumpidos por el timbre en su teléfono. Es Mario, que llama para despedirse. Su madre, medio somnolienta, le dice que conteste, a lo que Carol obedece inmediatamente.—Hola —dice Carol.—Hola, ¿cómo estas? —pregunta Mario. —Bien, muy bien —responde Carol. En su mente suena algo como: «Feliz de conocerte. Anoche fue la mejor noche de mi vida, estaba pensando en ti y deseando verte otra vez, hablar otra vez y bailar otra vez, y hasta soñé contigo», pero lo que sale de su boca es un simple—: ¿Y tú?, ¿cómo estas?—Bueno, estaba pensando en ti —contesta él—, en lo bien que lo pasé anoche contigo. Hace mucho que no me sentía así. Carol sonríe, pero no puede responderle con algunas palabras que correspondan a sus sentimientos o que le transmitan a Mario lo que ella realmente está pensando, así que se muerde los labios y le dice: —Qué bien. Espero que vengas algún día a visitarme a casa en la ciudad. Ya sabes mi teléfono, así que podemos estar en o. Espero verte pronto. Mario se queda en silencio antes de responder.
—Sí, claro. Me tengo que ir. —... Chao —dice Carol. Cuando Mario cuelga el teléfono, Carol se recuesta en su cama, hundiendo su cara en la almohada. Su madre la mira y le pregunta: —¿Qué pasa? Carol le contesta:—¡Siempre tengo el mismo problema! No puedo decir lo que pienso, ni mi tristeza ni mi alegría. Pienso, pero las palabras no me salen de la boca. Mario pensará que no me importa, pero fue muy especial anoche para mí, solo que no puedo decírselo, ¡no puedo!Su madre toma el teléfono, lo pone en sus manos y la mira fijamente. —Llámalo —le dice—. Dile que también fue especial para ti. Eso lo hará muy feliz, ¿no crees?Pero Carol toma el teléfono, poniéndolo sobre la cama.—Sí, lo hará muy feliz, ¡pero no puedo! Yo no sé cómo decir esas cosas, mamá. Déjame tranquila.Su madre la mira y acaricia su cabeza. Se le ocurre una pequeña idea y replica:—Pero puedes escribirle, algo corto que le muestre que te sientes igual. Tú siempre has sido buena para escribir, tal vez así es más fácil.Carol agarra el teléfono en sus manos, escribiendo rápidamente lo que hace 10 minutos había pensado, pero no había podido decir. Oprime el botón de enviar y tira el teléfono lejos de ella, esperando con ansias que Mario responda pronto. Pero nada pasa. Después de un minuto de esperar, mira a su madre y le recrimina de manera airosa: —¿Ves lo que pasa cuando dices lo que sientes? A nadie le importa. ¿Por qué me diste esa idea estúpida? A lo que su madre responde: —Tal vez está ocupado, hablando con alguien más o en el baño. Espera, estoy segura de que él va a responder. —No —responde Carol—, él no va a escribirme más. A nadie le importa lo que siento o pienso. Seguro que se asustó y creerá que estoy loca por pensar eso, solo nos hemos visto una vez y ese mensaje lo espantó. ¡Él solo trató de ser educado y yo lo espanté con toda esa palabrería!La madre de Carol respira profundamente, la abraza y le susurra al oído: —Espera, tranquila, no te desesperes, ¡simplemente espera! —La mira
nuevamente a los ojos y le sonríe—. ¿Me lo prometes? —le pregunta. Carol le devuelve la mirada, encogiendo sus hombros. —¡Sí, lo prometo! —responde. Su madre la suelta, se levanta de la cama y sale de la habitación preocupada, rogando que Mario escriba pronto. ella sabe lo que pasa cuando Carol se desespera y el modo en que sus pensamientos pueden pasar rápidamente de la felicidad absoluta a sumirse en las sombras de la depresión, atacándose a sí misma, mental o físicamente. Ahora todas sus esperanzas de que Carol sea feliz nuevamente estaban puestas en este joven de grandes ojos. Se apresura a hablar con su esposo para ponerlo al tanto de todo, no quiere que le vuelva a pasar lo mismo que el año pasado, no quiere perder a su hija. Carol no se está tomando la medicina que le mandó el psiquiatra, y ella lo sabe, por lo que una recaída en su estado de ánimo podría ser fatal. No tomar su medicina la hace más sensible a que por cualquier situación que le ocurra le lleguen esos pensamientos de muerte. Además, ha dejado de hablar con sus amigas de infancia, reduciendo poco a poco el círculo de personas que la podrían escuchar y ayudar si tiene esos episodios, lo que hace que la familia deba estar al cien por ciento pendiente de Carol y de sus comportamientos. Mientras meten las maletas en el carro, Carol sale de la casa feliz y sus ojos azules brillantes como el cielo. El corazón de todos descansa porque es una señal de que ó con Mario y no hay nada más de qué hablar. Charlie conduce la camioneta mientras todos duermen, mira por el espejo retrovisor a los niños junto a su hermosa esposa, que los abraza en la parte de atrás. La novia de su hermano está con la pequeña Elvira justo detrás de ellos y su hermano Anthony ronca en el asiento del pasajero a su lado. No puede evitar reír a carcajadas al ver a su hermano dormir con su boca abierta, tan cansado, y lo hace despertar. —¡Hola! —dice mirándole— ¿Qué tal las moscas, ¿saben bien? —¿Moscas? —pregunta Anthony—. ¿Me comí una mosca? Charlie se ríe, enciende la radio para escuchar un poco de música y mira a su hermano menor, a quien ama con todo su ser. —Gracias —dice acariciándole la cabeza—, si no fuera por ti, nuestra pequeña no estaría con nosotros.
Anthony mueve la cabeza y dice: —¡No hay que agradecer! Yo la amo, todos la amamos —Mientras le sube a la radio, mira las flores en el camino y saluda con la mano a sus amigos, que vienen manejando en el carro detrás y que compartieron el ultimo día con ellos. Ya es de noche cuando llegan a casa. Ha sido un viaje largo y agotador para todos, pero fueron unas vacaciones de verano hermosas, divertidas, donde compartieron unidos en familia. Dejan las maletas en la sala y llevan a los niños a sus habitaciones para luego ir a su habitación a dormir, porque la vida normal va a empezar, así que necesitan relajarse, estar frescos para ir a la escuela, la universidad y el trabajo. El único que se quedará en casa será Charlie, quien empieza a trabajar una semana después, por eso es él quien arreglará y limpiará la casa, poniendo cada cosa en su lugar. Al siguiente día, se despiertan todos, se bañan y desayunan rápidamente. Charlotte en su carro lleva a los tres niños pequeños, y Carol, en su bicicleta fucsia con una canasta adornada de flores veraniegas, se va disfrutando de la fresca brisa de la mañana. Charlotte se despide con un beso. Anthony y su novia Claudia también se van para pintar una casa; eran artistas, pero las constantes entradas a casas de rehabilitación para drogadictos les había dejado sin trabajo, por lo que Charles les buscaba trabajo con sus colegas publicistas. Charlie entra en la casa después de despedirse de todos para limpiar. Cuando arregla el clóset de Carol, un pequeño librito cerrado cae al suelo. Él lo pone nuevamente dentro, pero su curiosidad es más grande que el respeto por la privacidad de su hija. Este es un caso especial, necesita saber qué piensa su hija, siendo así la mejor forma de prevenir cualquier situación como la que ocurrió el año pasado. Saca el librito nuevamente del clóset y mira para todas partes, esperando que su hija no se devuelva por algún libro olvidado a última hora. Camina hacia la cama, se sienta, lo abre en la mitad del libro, cerca de la fecha de su último intento de suicidio, y lee: «Viviendo en esta horrible depresión que está terminando con mis esperanzas de vivir espero que venga ese día cuando ya no tenga esta presión en mi pecho, este dolor en mi estómago, este vacío en mi cabeza. Que pueda descansar en mi sueño eterno
y así poder acabar con esta pesadilla que llaman vida no más aparentar, no más sonreír esa sonrisa fingida No más bailar ese baile del bufón donde todos son felices menos yo terminaré con este sufrir, con este llorar, con este divagar, con esta oscuridad que atormenta mi mente sin cesar. Quédate conmigo, valentía, y pon en mis venas valor. Ven rápido, sin temor, y ayúdame a hundir este cuchillo, porque esto no es un desafío, es un sufrir, vivir por vivir sin la intención de ser feliz. Ven aquí, maldita valentía, no te escondas cuando más te necesito. Ven acá, no tengas temor, que mi vida ya está vencida». Charlie no puede evitar llorar. Ve la fecha en que está escrito este poema: es el día del cumpleaños de Carol, ese día en que toda la familia estaba reunida, con un grupo de músicos de salsa latina que tanto gusta a Charlotte, payasos para los niños, la comida italiana que ama Carol. No entendía por qué era precisamente ella, Carol, la más alegre, la que más saltaba, jugaba con los niños, bailaba con su madre y amigas riendo, esa hermosa risa fuerte que resuena donde quiera que se escuche. Ella corría con su cabello al viento, comiendo de todo. «¿Como puede alguien vivir en esta completa oscuridad y melancolía, pero tener esa mirada que aparenta tanta felicidad?», se pregunta Charlie, llorando y reclamándose cómo no lo pudo ver. «Pobre mi niña», pensaba, «pobre, con tantas personas alrededor, pero sintiéndose completamente sola, abandonada y sin poderlo expresar». Charlie agarra el libro nuevamente y pasa rápidamente a la última hoja en la que su hija escribió, que tiene la fecha de la noche anterior: «Oh, felicidad, hace cuánto no me visitabas, hace cuánto no me buscabas o entrabas en mi mente sin pedir permiso. Ahora por fin he saboreado estos momentos de serenidad. Ya te he esquivado muchas veces, mas esta vez no te dejaré escapar. Te vi llegar, mirándome a través de esos ojos cafés,
hablándome con esa sonrisa fresca como los chicles que guardo en mi pantalón. Quiero sentirme así siempre y que no te apartes de mí. Quiero depender de ti y que no me dejes ir. Déjame flotar en el mar de la esperanza, no me dejes jamás». Charlie se asombra, no se sabe si alegrarse o preocuparse. «Ella está feliz, pero la felicidad que depende de otros al final es una ilusión, es una felicidad pasajera. La felicidad debe venir de adentro y no de afuera», piensa en silencio. Pero si ella está feliz, él también debe sentirse feliz y tratar de que eso se mantenga así. Así que se levanta de la cama, pone el pequeño libro en su lugar y sigue arreglando la casa mientras piensa qué hacer para que Carol siga siendo feliz. Cuando todos vuelven a la casa, saludan a Charlie y entran en la cocina atraídos por el delicioso olor a comida italiana. Elvira entra gritando. —Ummm, espaguetis a la boloñesa, ¡me encanta! Pero a Carol más, ¿cierto, Carol? ¿Podemos comer ya? ¡Tengo hambre!Mientras, Vanessa ya está sentada con el tenedor en la mano, sonriendo a su mamá en señal de estar lista para comer. Charlotte le sonríe y le dice: —Ohh, mi querida princesa, primero a lavarse las manos, yo también tengo hambre. Carol camina hacia su padre con una sonrisa en su cara, lo besa y le dice: «¡Gracias!», con una mirada brillante en sus ojos, deseando decirle mucho más, pero como siempre, las palabras no salen de su boca. Luego se sienta en la mesa y espera a que su mama vuelva con sus hermanitos. Comienzan a hablar de su día como lo sugirió el psicoterapeuta el año pasado. Empieza Charlotte, contando los problemas que tuvo con su jefe que cada día está más insoportable y que a pesar de que ella hace todo el trabajo de manera perfecta no quiere ascenderla en su trabajo como directora de eventos; por el contrario, a la perfecta Sofia, que no hace tanto que empezó a trabajar para ellos, pero que se ve como una modelo profesional, ya la ascendieron a directora de
grupo creativo. —¿Cómo puede ser eso posible? —replica Charlotte, visiblemente ofendía. Siguen con las historias de Marcelo y Vanessa en el colegio, en su clase de música con el nuevo profesor, que es muy divertido, el cual en el primer día ya se hace querer por todos los niños. Elvira tuvo un día normal, batallando con las clases de matemáticas que tanto odia y esperando que llegue su padre para darle un beso, porque lo ama demasiado. —Extraño mucho a mi papi, quiero dormir con él esta noche para que me caliente los pies —Charlie se siente conmovido por esas palabras, sabiendo que a pesar de sus problemas de drogas su hermano es un buen hombre que lucha por salir de ese problema. Carol está muy callada, disfrutando de su comida y sonriendo a todo lo que dicen, así que su padre le pregunta: —¿Y tú, Carol?, ¿cómo fue tu día en la universidad? Ella lo mira y le dice: —Todo bien, pero las chicas no me hablan, solo hablo con Carolina, ella es la única que me escucha, que me comprende, las otras ya no quieren hablar conmigo, creo que están aburridas de escuchar mis historias. Como dije, a nadie le importa la vida de nadie, todos quieren que les sonrían y digan que todo está bien y bailar como payasos sin decir lo que realmente sentimos. Pero Carolina es linda, ella siempre está conmigo, me escucha y yo la escucho a ella. Su madre la mira apoyándola en su comentario. —Los amigos están en la buenas y en las malas, así que al final solo quedan los que realmente lo son. Carolina es tu amiga de verdad. Una llamada en el teléfono de Carol la interrumpe. Ella mira y sus ojos se iluminan nuevamente, pero no contesta. Los mira con un gesto de complicidad, diciendo: —Devolveré la llamada cuando termine de comer. Tranquilos, me comeré hasta el último espagueti.
Terminan de comer, lavan los platos y los niños salen corriendo a ver su programa preferido antes de irse a dormir. Carol les da un beso a sus padres y se despide para rápidamente correr arriba por las escaleras, entrando a su habitación. Media hora después, sale Carol de su habitación radiante. Va hacia sus padres, que están sentados en la mesa de la sala tomando un té, y les dirige una pregunta. —¿Puedo salir este viernes a un concierto? Por favor, Mario me invitó con algunos de sus amigos. Charlotte mira a su esposo, recibiendo aprobación con un gesto que él le regresa. —Está bien, pero con una condición: Mario viene a recogerte y te deja aquí en casa nuevamente a las dos en punto, ¡no más tarde! ¿Está entendido? Carol alza los brazos, bailando en la punta de sus pies como símbolo de alegría. —Gracias, papi. Gracias, mami. Besa a los niños en sus suaves mejillas, despidiéndose definitivamente, yendo a su habitación a dormir, con un sentimiento de felicidad que hace mucho tiempo que no sentía en su pecho. Charlotte y Charlie van a su habitación después de haber leído una historia de buenas noches a los chiquitos, que ya estaban durmiendo. Están cansados, pero tranquilos, deseando que este joven trajera un poco de optimismo a la vida de su amada Carol. No se hacen preguntas de si es un buen muchacho o si será bueno para Carol salir hasta tan tarde en la noche, o las preguntas normales que harían unos padres acostumbrados a que su hija salga cada fin de semana, porque esta es la primera vez en mucho tiempo que Carol se ve tan radiante y es la primera vez en muchos años que desea salir a divertirse con amigos. En sus corazones solo está el anhelo que tienen todos los padres de ver a sus hijos felices disfrutando de su juventud. Charlotte y Charlie se quedan hablando un rato, hacen algunas bromas entre sí, luego se recuestan en la cama; Charlie mira a su esposa y le da un beso en los labios. —Qué hermosa eres —Dándole otro beso largo, sin permitirle contestar. Ella lo mira asombrada, devolviéndole el beso porque ya hace más de once meses que Charlie no la besaba o la tocaba de esa forma. Tanta preocupación, idas y vueltas al hospital, el colegio de los niños, la terapia de familia, los problemas de su
hermano Anthony con su abuso de drogas, la muerte de los padres de Charlotte. Tantas ocupaciones en tan corto tiempo les había hecho olvidar que eran una pareja para convertirse poco a poco en unos amigos con hijos en común que convivían en la misma casa compartiendo obligaciones. Así que Charlotte cierra los ojos para continuar el beso, se acarician y quitan sus ropas, tratando de ser muy silenciosos para que sus hijos no se despierten. Se siente bien no pensar o estar preocupados por algo, solo disfrutando el momento que están viviendo, disfrutar de las caricias, del o íntimo que los conecta otra vez como pareja que se ama, que se desea, con la que se quiere pasar el resto de la vida y hasta más. Por eso se besan apasionadamente, amándose con toda la pasión que habían reprimido en todos los meses pasados. Al siguiente día, todos se levantan, los niños esperan mientras Charlotte prepara el desayuno, Carol se arregla en su habitación y Charles se prepara para la presentación que ofrecerá a la compañía de publicidad en la tarde; aunque se suponía que empezaría la semana siguiente, sus colegas lo llaman para que vaya y así arreglar los últimos detalles de la presentación, saben que es un proyecto grande. Su idea es sagaz, capaz de enganchar y atraer al consumidor beneficiando a sus clientes económicamente, pero su jefe quiere que sea él quien la presente. Esta confiado, así que sabe que todo saldrá bien el día de hoy. Ver a sus hijos y su esposa tranquilos le da toda la motivación que necesita. Cuando finalmente están todos sentados en la mesa, se siente un ambiente diferente, no esa melancolía de hace un tiempo atrás. No, ahora se siente que el sol y nuevos aires entran al hogar. Charles toca la pierna de su esposa y Charlotte le corresponde con una caricia en la espalda, un beso y una sonrisa. Los niños los miran de manera pícara. Carol esta absorta en sus pensamientos, esta vez llenos de luz con planes para el viernes en la noche: «¿Qué ropa me pondré?, ¿me maquillo o tal vez le gusto al natural?, ¿qué tipo de personas serán sus amigos?, ¿cómo debo actuar?». Nunca había tenido una cita y conocer gente nueva es excitante. Al llegar a la universidad, se encuentra con su amiga Caroline en la clase de Comportamiento, la primera del día, con el profesor Marthin, el mejor profesor que tenían, siempre alegre, divertido, creativo y un buen amigo. Siempre ha estado ahí para todos cuando lo necesitan. Si alguno se ve triste o preocupado, el profesor Marthin detiene la clase para hacer una especie de terapia grupal, hacen un poco de ejercicios de respiración, porque dice que eso «oxigena el cerebro y ayuda a pensar mejor». El profesor sabe las historias de todos, ha estado en la
universidad desde el primer día, pero parece que los conociera de toda la vida. Siempre se ve muy fresco y despreocupado con sus tatuajes tribales en los brazos. El profesor estuvo ahí cuando Christian lloraba porque sus padres se divorciaban, estuvo ahí sacando a los chicos del casino donde perdían todo el dinero que sus padres les daban, fue a visitar al padre de Angélica en la cárcel para mostrarle lo buena estudiante que era su hija y hasta le ayudó a encontrar un trabajo para que empezara una nueva vida cuando cumplió su pena por un supuesto fraude que nunca se comprobó, estuvo visitando a Carol en el hospital cuando trató de suicidarse e iba a casa de Caroline para visitarla cuando se ausentaba al sufrir sus ataques de epilepsia. Realizaba algunos juegos en grupo para que los chicos populares y los chicos no populares pasaran un tiempo juntos, y para que entendieran que al final del día todos eran iguales y tenían las mismas situaciones que a los jóvenes les afectan en su diario vivir. Era como si tratase de salvar el mundo poco a poco, empezando por los alumnos de su clase. Lo veían como a un segundo padre que los protegía, que se preocupaba por ellos sin pedir nada a cambio. Él sabía todo de ellos, pero ellos no sabían nada de él. Era un poco reservado con su vida privada. Llegaba cuando lo necesitaban y se iba de manera sigilosa como para que nadie lo viera. Era un hombre alto, fuerte, imponente, con unos ojos color negro un poco achinados, de modo que cuando se reía se cerraban completamente, y siempre estaba sonriendo, así que era divertido de ver. Antes de finalizar la clase, la directora entra al salón con un pastel y todos se levantan para cantarle al profesor Marthin su cumpleaños, luego sacan los regalos que ya desde la semana pasada habían planeado comprarle. Él pone sus manos juntas en señal de agradecimiento y una gran sonrisa se dibuja en su rostro. Agarra el pastel y lo ubica en la mesa para abrazar a la directora, dándole un beso y haciendo que ella se ruborice un poco mientras todos aplauden. Todos vienen hacia él a entregarle los regalos; él corta el pastel para compartirlo con todos, pero tiene afán para una cita con su dentista, por lo que agarra la bolsa de regalos y sale del salón corriendo mientras les grita: —Esto no les subirá la nota, así que a estudiar —provocando risas en cada uno de ellos, dejándolos en un ambiente de alegría para empezar la siguiente clase. Al terminar el día en la universidad, Carol le comenta a Carolina sobre sus planes con Mario. —Iremos el viernes a un concierto en una pequeña discoteca en el centro de la ciudad con sus amigos, ¡estoy tan feliz! Él es tan dulce… Además, es muy divertido, nos entendemos muy bien y me comprende como nadie lo ha hecho antes.
Caroline la mira, reprochándole. —¿Nadie? Carol entiende el comentario y aclara su idea. —Digo, como ningún otro chico lo ha hecho antes. A ninguno le ha importado lo que siento, solo quieren sexo y si no acepto dormir con ellos, se van. Vamos, tú entiendes a lo que me refiero —Después de un corto silencio y de pensarlo, Carol invita a Caroline, a lo que ella responde positivamente con un abrazo. —Pensé que nunca lo preguntarías… Yo también quiero hacer algo nuevo para variar, vivo tan aburrida… Mis hermanos no me dejan hacer nada, esta protección de ellos es la que me está matando. Gracias, amiga —Se abrazan para despedirse, toman sus bicicletas, dirigiéndose juntas por la calle, hasta que llegan al camino que se divide en dos en donde cada una se aleja de la otra.
3
La semana se va lentamente hasta que finalmente llega el viernes. A las ocho en punto de la noche, Mario llega a la casa de Carol, se saludan y toman un jugo con los padres, acordando que traerá a las jóvenes de vuelta a casa a la hora decidida por los padres con anterioridad. Bajo estas circunstancias, Charlie y Charlotte se quedan tranquilos en casa, ya que Mario ha mostrado ser un joven serio y respetuoso. —Qué muchacho tan decente —dice Charlotte mientras respira como liberándose de una carga. Luego mira a su esposo con complicidad—. ¿Qué tal si repetimos lo de la otra noche? Los niños duermen, yo tengo una botella de vino rojo al lado de la cama… Aprovechemos. A lo que Charlie responde como siempre: —Sus palabras son ordenes, señorita —La toma de la mano y corren como dos adolescentes hacia arriba, pero con mucho cuidado de no hacer ruido para no despertar a los niños que duermen profundamente después de un día de circo y muchas actividades en el colegio. Al otro lado de la ciudad se encuentran Carol, Caroline y Mario, quienes esperan a los amigos de él, que están prontos a llegar. Mientras Carol está agarrada de la mano de Mario, hablando y sonriéndose el uno al otro, Caroline mira alrededor disfrutando de ver tantas personas con diferentes estilos; nunca había ido a un concierto ni a una discoteca, así que esa era una gran experiencia para ella. De repente, llegan dos jóvenes altos, rubios, de ojos azules, saltando encima de Mario, abrazándolo y despelucando su cabello marrón ondulado suave que había arreglado con mucho cuidado antes de salir de casa. Junto a ellos está una chica de ojos rasgados y cabello negro largo, zapatos altos, labios rojos carmesí y un vestido negro hasta la rodilla. «Es muy hermosa», piensa Carol. Mario los presenta.—Estas son Carol y Caroline, y estos son mis amigos de toda la vida: Alexander, Richard y Vivian —Se dan la mano de manera espontánea, luego caminan hasta la discoteca, que queda a solo unos minutos de donde se encontraron, aunque Richard no puede quitar su mirada de Caroline, siguiéndola por la parte de atrás.Mientras caminan hasta la discoteca, Carol puede sentir la
mirada feroz de Vivian, que observa enojada cómo caminan con las manos entrecruzadas, expresando su gusto mutuo. Al entrar a la discoteca, Vivian se va rápidamente al baño y los demás van a sentarse a la mesa. Cuando las luces cambian a un rojo profundo porque va a empezar el concierto, Mario se acerca lentamente al oído de Carol para informarle. —Siento no haberte dicho esto antes, pero Vivian es mi exnovia. Es una buena persona, solo que debe estar un poco sorprendida porque tú estás aquí. Pero no hay problema, yo estoy muy feliz de que tú estés conmigo. Gracias por venir — Y la besa en los labios cuando empieza a tocar de la banda que tanto les gusta a Mario y a sus amigos. Caroline la mira, compartiendo su felicidad y disfrutando de la música. A mitad del concierto, la banda para de tocar para tomar una pausa. Richard aprovecha la ocasión para rozar la pierna de Caroline con su mano, preguntándole si quiere tomar algo más. A lo que Caroline responde que no. Él insiste y le pide que vayan a la barra para hablar un poco. Ella mira a Carol, que está en su propio mundo con su enamorado, y a la poco amistosa Vivian con Alexander, hablando cosas de amigos. —Ven a la barra conmigo mientras vuelve la banda y hablamos un poco. Después de tanto insistir con esa mirada persuasiva de Richard, ella acepta y se van a hablar un poco.—Eres muy bonita —le dice Richard a Caroline acercando su silla un poco más a ella—. Me gustan tus ojos café, puedo ver todo lo que piensas desde aquí, y tu piel oscura como el ébano —Caroline se sonroja y agacha la mirada, pero Richard la toma de su barbilla para levantar su rostro hasta ver de nuevo sus hermosos ojos—. No tienes por qué sentir vergüenza, tú eres hermosa y yo solo estoy diciendo la verdad —A lo que Caroline responde con un «gracias». Richard se acerca lentamente, dándole un pequeño beso en la mejilla, y le acaricia el rostro para robarle rápidamente un corto beso en los labios. Acerca su silla un poco más a ella, poniendo sus manos grandes en su cintura, y la besa nuevamente, esta vez más despacio. Cuando el beso termina, junta su nariz a la de ella y los dos sonríen. —¡Eso fue fantástico, gracias! —Y se ríe. Las luces vuelven a cambiar a un rojo profundo como señal de que el concierto empezará nuevamente, así que todos
vuelven a las mesas. Es la una y media de la madrugada, Carol mira su reloj con un gesto de desilusión, mostrándoselo a Mario. —Ya nos tenemos que ir —le dice al oído. Él asiente cortésmente, preguntándole a los demás si se quieren ir, interrumpiendo uno de los tantos besos que Richard le ha dado durante la noche a Caroline. Todos asienten con la cabeza, saliendo lentamente del lugar que está lleno de personas. Caminan un poco hacia donde está el carro estacionado para despedirse. Richard besa nuevamente a Caroline y se va con sus amigos para seguir bailando y tomando como lo hacen cada fin de semana. A las dos en punto Carol abre la puerta de su casa. Ellas entran, mas Mario espera hasta que ellas están dentro para arrancar e irse en el carro a reunirse nuevamente con sus amigos en la discoteca. Las chicas suben a la habitación a hablar de esta noche en la que han reído, besado, disfrutado de esa música completamente nueva para ellas, en la que han conocido este nuevo mundo juvenil, lleno de buena energía y gente que parecía estar todo el tiempo feliz. Caroline estaba extasiada, le habían dado su primer beso, y ese beso se lo había dado el joven más guapo, fuerte y divertido que había visto nunca. Ella nunca había tenido un amigo especial o novio en su vida. Todo había sido perfecto, una noche para recordar siempre. Mientras, sus padres las escuchan hablar desde la otra habitación, tranquilos porque los jóvenes habían llegado a la hora acordada. Las amigas duermen abrazadas, deseando de manera privada en sus mentes que al despertar todo siga siendo real, que esa sensación de flotar en el aire con este sentimiento de felicidad no acabe nunca. Caroline recuerda ese beso una y otra vez, todavía no puede creer que ese joven tan guapo se haya interesado en ella que es una chica tan simple —y no muy atractiva según lo que le habían dicho los jóvenes en el colegio—; ni siquiera ahora, en la universidad, ninguno se mostraba interesado en ella de manera romántica. Por otro lado, Carol siente que Mario en unos pocos días ha hecho que el amor renueve sus energías y comience a pensar en un futuro como nunca lo había hecho antes, por ejemplo, en su próximo cumpleaños, o tal vez el próximo verano hacer un paseo juntos en bicicleta, solo los dos, alrededor de la isla, besándose, bailando, tomando fotos de recuerdo que les mostrarían a sus hijos para que vean lo guapo que era su padre cuando era joven. Así, pensando, deseando y soñando, se quedan dormidas Carol y Caroline, esperando transformar con su mente un futuro que hace unos
días estaba lleno de dudas. A la mañana siguiente, el teléfono despierta a Caroline. Es Richard, que había llamado a Carol para preguntarle el número de teléfono de su amiga, ya que por estar pensando en ella no pudo dormir bien, solo pensando en volver a escuchar su voz, tocar su piel y besarla. Caroline contesta al otro lado. —Hola, Carol. Soy yo, Richard —le dicen. Caroline cuelga la llamada inmediatamente, está sorprendida, ¿cómo es posible que este chico la esté llamando? Ni siquiera en sus más esperanzadores pensamientos había concebido la idea de que la llamara al día siguiente ni tan temprano. Carol, medio dormida, le pregunta quién es. —Es Richard —responde Caroline. —¿Y por qué colgaste la llamada? —le reprocha Carol. —Porque me asusté. Es decir, no sé qué decir, ¿qué hago?, ¿qué le digo? No quiero sonar como que pensé en él toda la noche, no quiero perder esta oportunidad y no quiero sonar tonta. No sé qué decir, yo nunca he tenido esta situación antes, ¿qué hago?.—Primero, respira profundo —le dice Carol—. Y contesta al teléfono, porque va a pensar que no quieres hablar con él, rápido. El teléfono suena incesantemente, así que Caroline contesta aparentando una natural tranquilidad, cuando dentro de su pecho su corazón late rápido como un tren sin frenos. En su cara morena se puede ver un poco como sus mejillas están completamente sonrojadas, sus manos temblorosas toman su teléfono y una voz varonil pero suave contesta. —Hola, ¿por qué no contestabas el teléfono? Pensé que no querías hablar conmigo, ¿está todo bien? —pregunta Richard. Caroline respira profundo para controlar su voz. —Sí, todo está bien, estaba dormida y por eso oprimí el botón de colgar —A lo que Richard responde con una sonrisa. —Quiero verte otra vez, ¿qué tal esta tarde en mi casa? Mis padres no están y sería bueno tener tu compañía.
Caroline no sabe qué decir, pero no quiere dejar pasar esta oportunidad, así que dice que sí. No obstante, sus padres no la dejaran ir si Carol no va con ella, así que la incluye en el trato sin preguntarle, mirándola con ojos de alegría mientras baila sobre la cama. Richard acepta porque Mario duerme en la otra habitación y está seguro de que se alegrará cuando le diga que Carol vendrá para pasar el día juntos.—Estás loca —le dice Carol a su amiga—, no podemos tomar decisiones sin preguntarle primero a nuestros padres, no importa que sean tan guapos o que creamos que nos vamos a morir por no verlos, es igual, tenemos que preguntarles a nuestros padres.Las dos se miran riendo a carcajadas. Toman aire para ir a preguntarle a sus padres si les permitirían pasar el día con los chicos. Los padres, así como la noche anterior, responden con un sí, con la misma condición de siempre. —Pero deben estar aquí a las seis de la tarde máximo, ya ayer salieron y nos imaginamos que deben tener lecciones que hacer para la próxima semana en la universidad. Las jóvenes no se veían tan felices hace mucho tiempo, y estos muchachos les estaban devolviendo la felicidad como a un árbol seco a punto de quebrarse al que se le echa agua durante un verano cruel y poco a poco, con paciencia, comienza a reverdecer. Estas niñas se veían felices, lo que para unos padres preocupados es como un bálsamo al alma. A las once en punto de la mañana, llegan Richard y Mario, entran a la casa y saludan a los padres de Carol, que estaban hablando con los padres de Caroline, los cuales llegaron a recogerla para ir a comer juntos, pero que también piensan que las chicas necesitan estar con otros jóvenes de su misma edad y hacer cosas divertidas, por lo que le permiten partir junto a sus nuevos amigos, a los que se les puede ver que son unos caballeros. Los padres se despiden de los jóvenes, quienes se ven emocionados de compartir el día juntos. Mario, quien va conduciendo el auto, mira a Carol. Él está un poco serio, con una expresión disimulada de sonrisa en sus labios, pero sus ojos grandes y morenos se ven opacos como si hubiera llorado o estuviera preocupado por algo. «Ayer estaba tan alegre y cariñoso… pero hoy es casi como un témpano de hielo», . pensaba Carol en su mente. Ella voltea su mirada hacia la ventana para irar el paisaje que conduce a la casa de Richard como para evitar el confrontamiento evitando preguntas incomodas, porque no cambiaría este momento por nada, estar sentada al lado de este chico la hace sentir tranquila.
Mientras, en el asiento de atrás están Richard y Caroline besándose, riéndose de los pequeños chistes que hacen el uno del otro. Después de unos minutos de manejar, finalmente llegan a la casa de Richard. Los dos jóvenes salen rápidamente del carro para abrirle la puerta a las chicas, algo que las deja sin palabras, solo habían visto un hombre abrirle la puerta a una mujer en las películas antiguas de sus padres. Mirándose, sonríen entre sí con complicidad. Richard toma de la mano a Caroline y salen corriendo para perderse rápidamente en el jardín, donde hay flores de todos los colores alrededor de un árbol gigante frente a la piscina. Richard le tapa los ojos a Caroline, pero la guía caminando lentamente un poco más. —Y este es mi lugar preferido —le susurra en el oído, destapándole los ojos y enseñándole el árbol rodeado de flores. Detrás hay un pequeño camino que conecta con una casita de madera que es el refugio de Richard en sus momentos de soledad—. ¿Quieres sentarte aquí debajo del árbol o prefieres ir a la casita? —pregunta Richard. —Primero sentémonos aquí y disfrutemos de la brisa, del sol, y luego me muestras tu casita especial —responde Caroline guiñando su ojo. Ellos se recuestan a hablar un poco de todo—. ¿Dónde están tus padres? Me gustaría conocerlos si está bien para ti —Richard la mira y frunce un poco el ceño. —Bueno, a mí también me gustaría saber dónde están, siempre viajan por negocios. Yo tengo que quedarme en casa porque mi educación es lo primero, debo terminar la universidad con excelente puntaje para, por supuesto, encargarme de los negocios de mis padres cuando ellos se retiren. Tienen una empresa de decoración y diseño y creo que les va muy bien, porque nos los veo mucho. Mira esta casa, qué más podría perderle a la vida —termina su respuesta Richard con un tono sarcástico y melancólico, mirando fijamente el paisaje—. ¿Qué me dices de ti? ¿Tus padres qué hacen?, ¿quiénes son? Se ven muy simpáticos —pregunta Richard, mirando nuevamente a Caroline fijamente a los ojos. —Bueno, mis padres son guías espirituales. Practican yoga, meditación, y a nuestra casa llegan muchos viajeros, personas que buscan tranquilidad en sus vidas. Mi casa siempre está llena de gente. Mi mamá es africana, de Nigeria exactamente, y mi papá es canadiense; se conocieron en Nueva York cuando él fue como representante de la empresa en que era el vicepresidente a un congreso de empresarios y ella estaba dando un curso de yoga para los asistentes. Se
enamoraron, se casaron, el renunció a su empleo y empezó con su labor humanitaria. Algunas veces hacemos eventos para enviar ropa o comida a algunos países que necesiten de colaboración para los niños necesitados. Ah, y tengo tres hermanos varones mayores. Richard se agarra la cabeza con las dos manos, provocando la risa de Caroline. Luego del divertido momento, él acaricia las dos trenzas que ella se ha había hecho y, acercándose, le da un beso. Sorpresivamente, Richard interrumpe el beso diciendo: «Tal vez tú eres la respuesta a mis pensamientos», pero no la deja hablar para volver a darle un beso, acariciándola mientras están recostados en el césped que cubre las raíces del árbol de la parte de atrás de la casa. Al mismo tiempo, en la parte interna de la casa estaban Mario y Carol en el estudio de grabación del padre de Richard, quien algunas veces llevaba nuevos talentos y trataba de impulsarlos en sus carreras de cantantes, pero al final su empresa consumía todo su tiempo en viajes de negocios, así que prácticamente no lo usaba. A Mario le encanta la música, le gusta tocar la guitarra, así que cada vez que va a la casa de su mejor amigo baja donde queda el estudio, escribe alguna canción, le pone melodía y la graba ahí mismo. Es una terapia para poder expresar todos sus sentimientos cuando se siente melancólico o feliz. Toma de la mano a Carol para ubicarla en una silla frente a él mientras sujeta su guitarra con la otra mano.— Mi estilo es un poco de rock combinado con R&B y reggae — dice Mario a Carol—. Mi estado de ánimo es cambiante y puedo pasar de estar muy alegre a sentirme muy melancólico en unos minutos; es decir, lo mismo que me da alegría, me puede hacer sentir triste, porque vienen a mí recuerdos extraños de mi niñez y me hacen sentir tan mal, así que la única forma de hacerlos esfumarse es escribiendo canciones o cortando mis brazos. Tú me entiendes, ¿verdad? Cuando empecé a escribir canciones, mis ansias de cortarme y las ganas de morir han disminuido mucho. ¿Quieres que te cante una de mis canciones?Carol se encuentra extasiada escuchando su historia, por lo que no puede dejar de mirarlo, sintiendo amor por él. Además, se siente feliz de haber conocido a alguien que entiende lo que se siente al pelear constantemente por tener una sonrisa en los labios mientras tu mente esta fundida en la depresión absoluta. Inmersa en sus pensamientos, pero al mismo tiempo prestando atención a lo que Mario dice, le contesta. —Claro que quiero escuchar tu canción. Mario limpia su garganta y afina su guitarra, pone una música de fondo que ya
había grabado antes con sus amigos de la banda del bar y empieza: No puedo pedirte que comprendas, porque no es tu asunto. no trates de vivir lo que yo estoy viviendo, no trates de entrar en mis pensamientos. Y si te cansas de escuchar mis lamentos, pues toma tu camino y déjame caminando en las sombras. Para ti es solo un espejismo que desaparece con el tiempo, para mí es un hoyo oscuro que me come por dentro, no pretendas que lo entiendes. no trates de vivir lo que yo estoy viviendo, no trates de entrar en mis pensamientos. Yo veo el callejón muy oscuro, con un camino lleno de piedras. Hay serpientes que atacan sin piedad cuando menos te lo esperas, pero no te quedas ahí, como yo, porque ese es mi mundo y mi realidad. Yo no puedo hablar, yo no puedo reír, yo no puedo soñar, la oscuridad está en mi mente, haciéndome caminar en caminos de oscuridad, viendo la luz a través del túnel y sin poder escapar. no trates de vivir lo que yo estoy viviendo, no trates de entrar en mis pensamientos, Cuando termina la canción, mira y ve cómo las lágrimas ruedan por las mejillas
de Carol. —Lo siento, lo siento —dice ella—, pero es como si hubieras visto mi mente y escrito esa canción sobre mí o para mí —Sale corriendo de la habitación hasta que llega a la sala, donde encuentra un sofá en el que se tira a llorar como una pequeña niña. Mario sale corriendo detrás de ella hasta que llega al sofá y se arrodilla al lado de ella. Carol lo mira—. Ya sé que se trata de ti y no quiero ser egoísta, pero todos esos recuerdos de cuando traté de acabar con mi vida vinieron a mí nuevamente. Ahora me siento tan feliz contigo que tengo miedo de que esto no dure para siempre, yo no sé qué haría sin ti. No quiero volver a sentir ni a pensar así otra vez, ni quiero desear no vivir. Mario la mira y le da un beso. —¿Por qué no vamos a la piscina? —le pregunta—. Es mejor no pensar en el futuro o recordar el pasado, solo disfrutar el momento, así se vive mejor. Solo fue una canción que escribí hace unos años, yo también soy feliz contigo. Discúlpame si te hice sentir triste en el carro, pero estaba un poco pensativo porque discutí con mis padres ayer, como siempre, pero ahora tú estás aquí y es lo único que importa.Mario se pone de pie, agarrando a Carol de la cintura para levantarla del sofá. De repente entran por la puerta trasera Richard y Caroline tomados de la mano, muy sonrientes.—Alexander y Vivian vienen con pizza y tequila para empezar la fiesta —le dice Richard a Mario—. ¿Qué tal si vamos fuera para esperarlos en la piscina? Arriba, en la habitación de mis padres, hay trajes de baño para todos. Ustedes, chicas, pueden subir a cambiarse y traer unos shorts para nosotros —sugiere Richard con cariño a sus nuevas amigas. —Sí, claro, mi amor —responde con una sonrisa Caroline.Mientras las dos jóvenes suben por las escaleras, Richard saca una pequeña bolsa con un polvo blanco que pone en la mesa rápidamente, hace cuatro líneas y las aspira por la nariz. Mario lo mira, hace un gesto de desaprobación en su cara y sale hacia la piscina, donde se quita la ropa. Richard lo sigue mientras se limpia la nariz. —No te preocupes, lo estoy dejando poco a poco —le asegura—, lo prometí y lo voy a cumplir, solo que es difícil algunas veces. Por favor, no le digas a nadie — le susurra en el oído mientras lo abraza, besándolo en la mejilla. Las jóvenes llegan por la sala cuando al mismo tiempo Alexander con Vivian entran por el jardín. Vivian sale corriendo hacia Mario para saludarle, Alexander le arrebata los shorts de la mano a Carol y empieza a correr con ellos por todo el jardín, así
que Richard corre detrás de él mientras todos ríen. Vivian pone la pizza junto al tequila en la mesa y se quita su vestido rojo, su color preferido, para lanzarse a la piscina e invita a Carol y a Caroline a que se unan moviendo sus manos con una actitud más amigable que la última vez en la discoteca. Cuando saltan a la piscina, Vivian toma de la mano a Carol para hablar con ella. —¿Sabes que Mario y yo fuimos novios varios años? —Carol se ruboriza, titubeando un poco al contestar. —Sí, sí lo sabía. —Está bien, ya se acabó —dice Vivian tocándole el hombro—, pero fue una sorpresa verlos juntos, pensé que todavía sentía algo por mí, así que me sentí muy frustrada. Pero ya hablamos, todo está aclarado. Es un buen muchacho, y tú pareces una buena persona. Se trata de ser felices —le dice—. Ayúdalo a ser feliz, él lo necesita y se lo merece —A lo que Carol asiente con su cabeza y abraza a Vivian para hundirse juntas en el agua. Lo que era una simple reunión de sábado se convierte en una pequeña fiesta, así que Mario mira el reloj mientras toca algo alegre con la guitarra para que todos bailen por última vez.—Bueno ya es hora de irnos, recuerda que tus padres nos pidieron estar en casa tempano —dice al terminar—. No quiero que crean que soy un irresponsable y no nos dejen salir otra vez. Agarra a Carol de la mano, quien a su vez zafa a su amiga de los abrazos de Richard para llevársela rápidamente. Richard le da un beso a Caroline y la deja ir con una sonrisa. —Nos vemos otro día, bonita —le dice, y se despide con un guiño de ojo como siempre.
4
Cuando van manejando de camino a casa, Caroline empieza a moverse extraño, golpea sus piernas contra la silla delantera del carro, se retuerce, sus ojos se voltean quedando en blanco y comienza a hacer un ruido con su garganta como si se estuviera ahogando. Mario se asusta, detiene el carro paralizado, mirando por el espejo retrovisor. Carol le grita que siga conduciendo rápido hacia la casa, donde están sus padres junto a los padres de Caroline. Carol se suelta el cinturón de seguridad para pasarse hacia la parte de atrás donde sujeta a su amiga, le mete los dedos en la boca para evitar que se muerda o trague su lengua. Mario conduce rápidamente y parquea el carro frente a la casa de Carol, tocando la bocina desesperadamente para que salgan a auxiliarlos. Los padres de las chicas salen rápidamente, preocupados. Abren las puertas del carro viendo la escena y sacan a Caroline rápidamente del carro, llevándola en sus brazos dentro de la casa. Mario está asustado pensando que tal vez es una sobredosis, piensa en llamar a Richard para advertirle, pero prefiere enviarle un mensaje rápido. Después de un largo tiempo, Tina y Logan, los padres de Caroline, bajan las escaleras tranquilamente tras haber estabilizado a su hija en la habitación y agradecen a Carol y a Mario la rapidez con la que actuaron. —Fue una suerte que ustedes estuvieran tan cerca de la casa y que hayan cuidado de Caroline. Estos ataques de epilepsia son cada vez más fuertes, así que es importante que ella esté con personas que la sepan cuidar. Y ustedes fueron esos seres de luz que la acompañaron, muchas gracias —dice Logan acercándose a ellos para darles un fuerte abrazo. El corazón de Mario late de manera normal y su respiración se normaliza. Ahora comprende que no es culpa de Richard o de las drogas que cargaba con él, así que le envía otro mensaje explicándole la situación, aunque no ha recibido respuesta del primer mensaje que le envió y de eso ya habían pasado casi dos horas. Carol acompaña a Mario hasta el carro disculpándose. —Tal vez fue demasiado estrés para ella hoy y por eso tuvo ese ataque, todo ha pasado tan rápido que no hemos tenido tiempo de hablar de su enfermedad — Carol continua diciendole —. No es culpa de nadie, simplemente fue una
coincidencia. Pero ahora que Caroline esta bien debo decirte que, hoy ha sido unos de los días más felices que hemos pasado en mucho tiempo, créeme. Ve a casa y descansa. Dile a Richard que no se preocupe tampoco. Mario no puede decir nada, está impresionado y no puede hacer que salga una palabra de su boca, así que simplemente enciende su carro, se despide con un beso y arranca. Al otro día están todos reunidos en la mesa —Carol, Caroline, sus padres, Elvira, Marcelo y Vanessa—, tratando de sacarle lo positivo a la situación, así como acostumbran a hacerlo. De repente tocan el timbre, Caroline se levanta y corre pensando que es Richard quien ha venido a visitarla, pero cuando abre la puerta es el profesor Marthin quien aparece con su dulce sonrisa, que hace que sus ojos se cierren completamente. Ella se abalanza sobre él para abrazarlo fuerte mientras él sostiene flores y chocolates.—Marthin, gracias por venir. Es una bonita sorpresa, no me lo esperaba, ¿cómo lo supiste?El profesor le entrega los regalos y entra a la casa. —Bueno, yo tengo informantes en todas partes —contesta, sonriéndole a Carol, quien también viene y lo abraza.Tina viene a recibirlo dándole la bienvenida, lo invita a sentarse a la mesa para que tome un café con ellos. Charlie, el padre de Carol, trae una silla para el profesor y la acomoda en medio de la mesa. Los niños miran a Marthin con recelo. —¿Quién eres tú, ¿quién es el? —le pregunta Vanesa sin poder evitarlo mientras hace un gesto con su boca que deja entre ver el espacio de los dientes que han caído. —Yo soy Marthin, amigo y profesor de tu hermana Carol y su amiga Caroline — ella lo mira confundida. —¿Puede ser el profesor amigo de sus alumnos y visitarlos en la casa? — pregunta Marcelo.—Claro que sí —responde Charlotte—, yo también tenía un profesor como Marthin en la universidad, son pocos los que se timan el tiempo de preocuparse por sus alumnos fuera del salón de clases, pero de que los hay, los hay —Esta respuesta parece que les aclara sus dudas, porque inmediatamente salen corriendo para irse a jugar al jardín trasero de la casa.Cuando sus padres están hablando con el profesor Caroline le dice a Carol: —Es extraño, no me ha llamado ni me ha escrito, es como si yo no le importara.
Carol la mira y le dice: —Debe ser que está borracho como siempre, creo que siguieron tomando, tú sabes que sus padres no viven con él. No te preocupes, que estoy segura de que te llamará o vendrá en la tarde —Esto lo dice para tranquilizarla, pero en su corazón sospecha que él no lo hará, recuerda muy bien el rostro asustado de Mario, lo que la lleva a sospechar que no los vuelva a ver, al fin y al cabo se acaban de conocer, por lo que ese episodio no sería una buena motivación para dos hombres jóvenes como ellos que podrían tener a la mujer que quisieran sin tantas complicaciones. El profesor Marthin pasa toda la tarde en la casa de Carol, realizan una meditación de relajación y leen algunas poesías; mientras, Charlie hace la comida italiana que tanto le gusta a Carol, pasando de esta forma una tarde agradable tratando de olvidar toda la situación de la enfermedad de Caroline.—Porque hay razones para celebrar la vida y llamar a la luz —dice Tina mientras baila al son del piano que su esposo toca con una sonrisa blanca en sus labios y tomada de la mano de los pequeños alegres niños que siempre dan un poco de dulzura a la vida de todos. Comienza a anochecer, por lo que el profesor Marthin se despide, ya que debe preparar algunas clases para el profesor sustituto que vendrá en dos semanas. Marthin se irá de viaje unos días con unos amigos para descansar del estrés postraumático debido a su trabajo como soldado profesional, que lo llevó a participar en algunos enfrentamientos de ataques terroristas en el medio oriente, además de sufrir la muerte de su amigo y pareja, quien fue asesinado con una bomba mientras combatían. Este estrés que lo ataca en ocasiones le produce incapacidad para concentrarse en su trabajo, así que de vez en cuando necesita retirarse para descansar su mente enloquecida. Igual, aunque comienza a sentirse cansado, decidió ir a subirle el ánimo a sus alumnas preferidas, porque para él siempre la vida de los demás ha sido más importante que la suya propia. Así se despide de Carol, saliendo junto a Caroline y a sus padres, quienes también se van. Ellos están planeando realizar una fiesta de meditación, yoga, comida y baile para el próximo fin de semana. Tina le pide al profesor Marthin que asista a la fiesta antes de viajar, ya que las jóvenes lo quieren tanto. Además, un poco de yoga, meditación y relajación le pueden ayudar a aprender cómo controlar su estrés. Él promete ir pensando que tal vez estar rodeado de gente con otro estilo de vida le permita superar sus problemas mentales. El lunes en la mañana, Carol y Caroline se encuentran en la universidad, preocupadas porque ni Mario ni Richard han escrito o llamado.
—Es como si se los hubiera comido la tierra. Parece que son solo otros superficiales con mucho dinero que solo se divierten con las mujeres que les gustan por un rato, pero no quieren nada complicado en sus vidas —dice Caroline mientras lloriquea un poco en el hombro de Carol.—Está bien — responde Carol con la mirada perdida en la pared de la cafetería—. Estamos solas, como siempre —Caroline mira los brazos de Carol, con unas marcas nuevas de cortadas, pero más profundas, en todo su antebrazo.—Discúlpame, es mi culpa, si no hubiera tenido este episodio de epilepsia, ellos no se hubieran asustado y estaríamos pasándola bien, así fuera solo una fantasía. Pero no te sientas triste, y no hagas eso. Cortar tus brazos, lastimarte… no es la solución, amiga. El próximo sábado será la fiesta en mi casa, allá conoceremos nuevas personas. Olvidaremos todo y nos sentiremos bien nuevamente. Por favor, no pienses en hacer nada loco —dice Caroline, asustada de perder a su amiga en un nuevo intento de suicidio por la decepción con la conducta de Mario, quien ha desaparecido por varios días. Inmersas en su tristeza y preocupaciones, suben las escaleras hacia su salón, donde ven a un grupo de sus compañeros llorando y otros aterrados hablando con policías. A lo lejos habían escuchado el sonido de las sirenas de ambulancia, pero no les habían prestado atención por estar hablando de sus propias preocupaciones.—¿Qué pasa? —pregunta Carol. —Es Daniel —contesta uno de los profesores que se encontraba consolando a los jóvenes que encontraron al muchacho—, se suicidó en el salón de clase. Esta mañana uno de los estudiantes lo encontró colgado del techo con un letrero en su cuerpo que decía: «No quiero morir, solo quiero matar estos pensamientos dentro de mí, salir de estas tinieblas». ¿Nunca les expreso nada, o les dijo alguna vez que deseaba morir? —pregunta el profesor a Carol, visiblemente compungido. Las jóvenes, que todavía estaban procesando la información de la muerte de su amigo, niegan con la cabeza sin poder hablar—. Su abuela y su hermana están ahora con el cuerpo —informa el profesor a los amigos que están ahí reunidos.Daniel no era para nada el prototipo de joven que se suicidaría, era siempre divertido, relatando anécdotas de su vida, expresando su creencia en Dios e invitándolos a ir a su grupo de jóvenes cristianos, que se reunía todos los domingos para orar, cantar, pasear y ayudarse en sus problemas cotidianos. Daniel no era el tipo de joven que se suicidaría. «Qué tristeza tan grande estaría pasando para cometer algo tan horrible», piensa Caroline en su interior, «¿Por qué no dijo nada?, ¿por qué no busco ayuda?». Al mismo tiempo, mira a su mejor amiga y espera que en este momento en que esta tan sensible no piense en
hacer lo mismo. La directora de la clase decide cancelar las clases, así que todos pueden ir a casa para reponerse de la sobrecarga emocional de la muerte de su compañero. Charlotte llega feliz a su casa porque finalmente su jefe reconoce su trabajo, le ha propuesto que sea la líder del próximo proyecto y, si todo sale bien, la ascenderá a directora de eventos para liderar el nuevo grupo que atenderá el proyecto central de la pasarela en París del próximo año. Cuando están celebrando con todos en la casa, brincando y bailando con los niños y su esposo, llega Carol corriendo, tira los libros al piso y sube corriendo a su habitación cerrando fuertemente la puerta. No permite que nadie entre ni recibe la comida. Ella los ama y aunque se encuentre en estado de depresión siempre la puerta está abierta para ellos, mas en esta ocasión quiere estar sola, llorando desconsolada en su cama porque su única esperanza de ser feliz se había esfumado cuando Mario dejó de comunicarse con ella. Tiene sentimientos encontrados porque aunque ama a su amiga, siente que es la culpable de que Mario se haya alejado, ese ataque de epilepsia lo asustó, dejándola sola como siempre. Además, el suicidio de su compañero todavía la hace sentir confundida. —¿Cómo una persona que cree tanto en Dios, que uno de los valores más importantes de su creencia es respetar su vida y la de los demás, pudo haber actuado de esta forma y ser tan cruel de planear que otros lo encuentren?, ¿qué mensaje quería enviarnos con lo que escribió? «No quiero morir, solo quiero matar estos pensamientos dentro de mí, salir de estas tinieblas» —repite Carol entre sus labios, sin entender cómo un joven que se veía tan feliz hablando de su Dios quería salir de las tinieblas—. ¿Cuáles tinieblas? ¿Acaso será mi culpa?, ¿tanto amor no fue suficiente para mantenerlo con vida? Sus padres tienen la culpa, ellos son los culpables, yo no he hecho nada malo. Mientras estaba pensando, tratando de entender, también recordaba su propio intento de suicidio y tuvo un momento en que se sintió identificada, pensando nuevamente que tal vez esa sería la mejor decisión. Sería duro para la familia y amigos al principio, pero después ellos también descansarían de tanto drama. A pesar de sentir que debería terminar con su vida, trata de mantenerse con vida por el amor que siente por sus hermanitos pequeños. Así, pasa los días de la semana sumergida en su tristeza, encerrada en su casa. Come un poco para que sus padres no se preocupen, pero decide no ir a la universidad para reponerse de todo lo que había sucedido. También decide no hablar con Caroline, quien también se siente un poco culpable y se encierra en su clóset como lo hace desde
pequeña, ahí, en la oscuridad, oliendo el olor de su ropa perfumada, escuchando la música que tanto le gusta, esa que escuchó en el bar por primera vez y que tanto le gusta a Richard, recordando esos pocos, pero maravillosos momentos que vivieron en esas dos ocasiones mágicas en que se encontraron. Tina, la madre de Caroline, entra a la habitación sin querer irrumpir en la privacidad de su hija y le deja una nota encima de la cama, saliendo de manera sigilosa. Ya entrada la noche, Caroline sale del clóset, se acerca a la cama y toma el papel en sus manos, leyendo la nota que dice: «No permitas que nada opaque tu felicidad y que nadie afecte tu relación con los otros. Te ama, mami». Caroline sonríe y asiente con la cabeza, envía el mismo mensaje por el teléfono a Carol, se pone su pijama y duerme plácidamente. Es viernes ya. Llegando a la universidad con un mejor semblante después de unos días de estar alejadas de la universidad para evitar el encuentro con la realidad dolorosa de haber perdido a un amigo, Caroline y Carol se encuentran en la puerta con una pequeña sonrisa con la que logran matar algunas penas, añadiéndole un gran abrazo lleno de amor y perdón. —Perdóname, yo no soy una buena amiga, gracias por el mensaje. Tú eres mi única amiga y nada puede separarnos. Te quiero mucho. ¿Qué tal si después de clases nos vamos a comer un helado? —dice Carol sonrojada. —Me agrada la idea —responde Caroline mientras entran caminando abrazadas, haciendo bromas.Al terminar el día, las amigas salen corriendo para irse en sus bicicletas a comer un helado cerca de casa de Caroline, pero al llegar a la puerta están sus amigos —son Mario y Richard junto a Vivian y Alexander—, quienes estaban esperándolas desde hace un tiempo sentados en la camioneta negra último modelo que sus padres le habían regalado a Richard en su pasado cumpleaños. Mario estaba un poco nervioso, por lo que no se atrevía a mirar a Carol a los ojos. Richard, sentado al volante del carro, se mordía el labio mientras sonreía un poco mirando de reojo a Caroline. Finalmente, Vivian sale del carro, se acerca rápidamente y abraza a Caroline mientras le explica su comportamiento sin dejar de abrazarla. —Lo sentimos mucho. No sabemos cómo actuar ante estas situaciones, todo fue raro, lo siento. Mario pensó que te estabas muriendo y él no quiere vivir otra vez esa experiencia, estuvo muy triste estos días; Richard, por su lado, entró en pánico, estaba muy preocupado, pero no quería escuchar que algo malo pasaba contigo. Por favor, no estén enojadas, las extrañamos. Los chicos las extrañan
mucho. Podemos tomar algo juntos para hablar un poco de esto que pasó. Caroline mira a Carol, subiendo las cejas con una mirada compasiva. —¿Tú qué piensas? — le pregunta. Se miran por un momento mientras deciden qué hacer. —Está bien —le responde Carol—, quiero escuchar sus explicaciones, vamos. Así que caminan despacio hacia la camioneta ante la mirada asombrada de sus compañeros de universidad, que nunca imaginaron que estas chicas a las que evitaban en lo más posible, poco arregladas, simples, tímidas y poco sociales, tuvieran esa clase de amigos. Ellas se suben en la parte trasera de la camioneta y todo se funde en un silencio absoluto. Richard, quien está sentado en el asiento del conductor, prende la radio con música alegre, pero con letras profundas que tanto les gustan. La tarde es hermosa, con un poco de viento fresco mientras el sol brilla dándole un poco de luz al ambiente. Entre las ventanas se pueden ver los colores del cielo; esta lloviznando un poco, así que se forma un arcoíris que atraviesa la mitad del cielo. Es hermoso, por lo que todos observan irados este hermoso fenómeno natural que en otras circunstancias, con alcohol y drogas en el cabeza combinado con la música a alto volumen, ni siquiera hubieran notado. Richard abre la ventana, dejando entrar un poco de la pureza de ese aire y mirando por el espejo retrovisor a Caroline, la dulce, simple y hermosa Caroline. Al mismo tiempo, todos se funden en sus pensamientos, planeando qué decir y cómo decirlo, en cómo disculparse y cómo aceptar esas disculpas, en cómo abrir su corazón y hablar de lo que se trata de ocultar pero que tanto duele. Finalmente llegan a la heladería, que afortunadamente está vacía, para hablar en privacidad, con honestidad, exponiendo sus sentimientos como los verdaderos amigos y amantes lo hacen. Salen todos de la camioneta, entran al lugar saludando al tendero de la heladería, que las conoce desde pequeñas, sorprendido de que las chicas estuvieran acompañadas porque siempre, por donde quiera que las veía, estaban solas, juntas pero solas, así que con gran alegría las saluda, ofreciéndoles unos dulces al tiempo que recibe su orden. Los jóvenes se acomodan en la última mesa del rincón, que es la más grande, al lado de la ventana, donde pueden seguir disfrutando del show que les brinda la naturaleza. Cuando llegan los helados, Carol interviene para cortar el largo silencio que ya empezaba a tornarse un poco raro para su gusto. A pesar de su depresión, Carol se caracterizaba por tener un espíritu alegre y afable, sabía las
consecuencias de la tristeza profunda y prefería en lo más posible tratar de amenizar todos los momentos con una sonrisa y un chiste, así que decide empezar. —Está bien, chicos, no es para tanto. Ya entendemos que entraron en pánico y por eso no se comunicaron con nosotras ni nos visitaron, pero lo importante es que están aquí ofreciendo una disculpa y nosotros la aceptamos —Mario menea la cabeza con expresión de desacuerdo. —No, eso no es justificación —interpela—, los amigos deben estar juntos para acompañarse en todo momento, sobre todo en una situación como esta. Lo que hicimos estuvo mal y no sé cómo disculparme, la verdad es que entramos en pánico y me trajo recuerdos de situaciones del pasado que no quiero repetir —Se tapa la cara con sus manos para ocultar su llanto. Richard trata de calmarlo acariciando su espalda, un poco compungido porque hacía ya diez años que fue la última vez que vio a su amigo llorar y se prometieron que nunca más hablarían de este tema. Vivian y Alexander los miran con sus ojos llenos de lágrimas, mientras que Carol y Caroline no saben qué hacer. Al ver esta situación, Caroline interviene para calmar los ánimos. —Está bien, todo está bien, yo estoy bien, no tenemos que hablar de nada ahora. Yo estoy feliz de que estén aquí, la verdad es que ustedes son los únicos amigos que tenemos y no sabemos por qué —Sonriendo de manera nerviosa continúa—. Todos nos asustamos cuando a alguien que conocemos le ocurre algo extraño, y nosotros solo nos estamos conociendo, tranquilos. La semana pasada perdimos a un amigo. Él se suicidó y nos pasó exactamente lo mismo: no pudimos volver a la universidad desde ese día, el solo hecho de estar ahí nos trae muchos recuerdos. Es un sentimiento horrible saber que alguien puede desaparecer de tu vida en un respiro. Ni siquiera hemos dado nuestro pésame a la familia, así que no somos tan diferentes. Después de este pequeño discurso en el que el principal sujeto es la muerte, Alexander siente que debe intervenir para, como amigos, sincerarse por completo. —Eso es terrible, lo siento mucho por lo que le pasó a su amigo. Debe estar uno muy desesperado para quitarse su propia vida —dice de manera inocente, sin saber que Carol batalla con la misma situación día tras día—. Hace diez años — dice Alexander—, la hermana mayor de Mario murió. Estábamos todos jugando
al fútbol, accidentalmente tiramos la pelota muy lejos y ella, que era la mayor, se fue corriendo a recoger el balón. Después de un tiempo esperando a que volviera, fuimos a ver y estaba tendida en el suelo, todavía su pie se estaba sacudiendo. Nadie habló de eso nunca más, ni nuestros padres nos dieron una explicación, pero parece que fue un episodio de epilepsia. Verla ahí tirada mirándonos nos afectó mucho, no pudimos hacer nada. Yo creo que nunca vamos a olvidar ese momento. Cuando Mario te vio así, entro en pánico y todos esos recuerdos vinieron a su mente. Nosotros también estábamos un poco aturdidos y preferimos no llamar, no queríamos escuchar que algo malo te había ocurrido —Caroline y Carol no saben qué decir, mirándose la una a la otra. Alexander continúa—. Richard vive prácticamente solo, con los empleados que vienen a limpiar la casa, pero sus padres se preocupan más por el crecimiento de la empresa o por hacer amigos adinerados que por hacer a su único hijo feliz. Ellos piensan que es problemático y yo estoy de acuerdo con ellos —Sacándoles una corta sonrisa a todos—. Yo vivo con mi abuela, mi padre y dos de sus hermanos porque mi madre que es una dama con creencias religiosas muy estrictas y no puede entender que su niña ahora sea un hombre al que le gustan las mujeres y que poco a poco, con ayuda de la medicina, será lo que siempre ha querido ser. Por último, está nuestra dulce Vivian, que vive un infierno con una madre alcohólica que sale y entra de rehabilitación, gastando todo el dinero que tiene en licor mientras nuestra amiga cuida de su pequeño hermano, aparentando que no pasa nada porque su madre no quiere que nadie sepa que están en bancarrota desde hace mucho y solo vive de las apariencias con el dinero que el gobierno le da o el que le roba a Vivian. Las dos jóvenes están asombradas, lo que menos se les hubiera ocurrido pensar al verlos era que vivieran estas tristezas en sus vidas. Se veían tan relajados, alegres y finos que parecían no preocuparles nada en la vida más que usar ropa de marca cada día, ir de baile el fin de semana o adónde viajar el próximo verano. «Pero», pensó Carol, «todos los seres humanos escondemos algo en nuestra mente, aparentamos y sonreímos porque al final a nadie le importa lo que realmente sentimos. Al final la gente se cansa de escuchar nuestras quejas, solo a los amigos de verdad o nuestra familia les importamos», así que se sintió muy triste por sus nuevos amigos. Al mismo tiempo sintió que tenía suerte por tener a sus padres, quienes, a pesar de sus ocupaciones, han sacado tiempo para compartir, hablar y escucharla. Dentro de su corazón sintió que debía contarles su secreto, ya que ellos, a pesar de todo, decidieron abrir sus corazones, tragándose el orgullo de la clase social y las apariencias que les han enseñado a guardar para venir a disculparse como solo se hace con las personas que
significaban algo especial. Al final nunca habían tenido amigos que les importaran, en su escuela la mayoría pensaban que eran raras por su descuidado estilo de vestir y para el resto ni siquiera existían. Por eso pensaban cuidar esta amistad disfrutando cada momento que estuvieran juntos con ellos.—Bueno, gracias por contarnos sobre sus vidas, es un privilegio poder escuchar sus historias. Además, esto nos hace mucho más unidos que antes. Ahora es nuestro turno —Respira profundo y continúa hablando—. Caroline sufre de epilepsia y debe controlar los ataques con medicina, aunque cada vez son más fuertes e incontrolables y están afectando un poco a su cerebro. Ella no quería decirles porque ¿quién quiere ser amigo de una enferma? —Caroline mira tímidamente a Richard mientras él se levanta de la mesa, camina un poco para ubicarse al lado de ella y la abraza, dándole un beso en la cabeza. —Para ser honestos, a mí me gustan las enfermas, tienen un toque que a todos les enamora. Yo puedo ser el enfermero sexy, seremos la pareja perfecta —dice Richard entre risas. Carol se ríe con lágrimas en los ojos por la combinación entre lo romántico y divertido de la situación, pero continúa. —Y yo, bueno… Yo sufro de depresión. He tratado de suicidarme tres veces y además me corto los brazos cuando me siento muy estresada o triste. La verdad es que no sé por qué, el médico dice que puede que algún episodio emocional problemático en mi vida que reprimí y mi mente lo canalizó de este modo, así que no sé cómo controlarla. No me gusta tomar la medicina que me dan, así que a veces empeora, pero trato de encontrar métodos que me ayuden a controlarla. Y eso es todo —Carol se limpia las lágrimas de su rostro y les toma las manos —. ¿Pero saben qué, chicos? Ya no hablemos más de cosas tristes, la vida nos puso en el camino, así que ahora estamos juntos. Como ya les dijimos, la semana pasada uno de nuestros compañeros se suicidó. Fue horrible, él era una de las personas más alegres que yo he conocido en mi vida, pero parece que dentro de su mente solo había oscuridad. Lo único que me aterra a mí es que ya lo he intentado, pero trato de luchar contra los demonios que se meten en mí. Todos se quedan en silencio tratando de procesar tanta información en medio de pensamientos existenciales. Carol interrumpe, como siempre, los silencios que le parecen incomodos. —El sábado en la tarde los padres de Caroline harán una reunión con comida y música complementado con una sesión de yoga y meditación. Era para este fin de semana que pasó, pero con la muerte de nuestro amigo ellos decidieron
posponerlo para el próximo fin de semana, ¿les gustaría venir? Y así nos olvidamos de tanto drama. Vivian acepta la invitación a nombre de sus amigos, que todavía están muy emocionales y acota: —Pero debo llevar a mi hermanito, si no es problema —Carol aprueba la petición de Vivian. —Él podrá jugar con mis hermanitos, todo está bajo control. Ya es un poco tarde —expresa Caroline mirando su reloj en su brazo con preocupación—. Mis padres llamarán pronto para preguntar dónde estamos, es mejor que vayamos a nuestras casas a descansar. Nos vemos el sábado. Los jóvenes pagan sus helados, salen de la tienda, suben a la camioneta y empiezan a hablar, cantar canciones alegres, contar chistes, hacer bromas, planear lo que harán en la semana, el próximo mes, las vacaciones y hasta el próximo año. Tienen muchos planes por realizar juntos, lo que los hace sentirse bien, alegres, positivos, esperanzados, juntos lo pueden todo. Aunque nadie sabe lo que el futuro trae, es bueno soñar y que pase lo que tenga que pasar.
5
«La semana ha pasado con un nuevo aire», escribe Carol en su diario, «enviando y recibiendo mensajes, llamando y recibiendo llamadas de esos amigos, amigos del alma, amigos de circunstancias, amigos de coincidencias que la vida, que el universo ha puesto en mi camino. Esos amigos de penas y dolores, con las mismas preocupaciones por el futuro, amigos con las mismas ganas de ser escuchados y de escuchar, de compartir sus pensamientos y sus melancolías, con los mismos miedos de que esos pensamientos los lleven a tomar decisiones equivocadas, como muchas veces los jóvenes solemos hacer, porque el temor y la rabia de no ser comprendido empuja a realizar acciones desesperadas. Pero cuando se tiene con quien hablar y sabes que a ese alguien no le cansa lo que dices porque comprende lo que sientes, entonces la vida se hace más fácil y los sufrimientos son más llevaderos. Hoy me siento feliz nuevamente, amo a mi familia, pero mis amigos me complementan y me dan una compañía diferente que no puedo explicar, pero que me hace falta cuando no los tengo. No sé cuánto tiempo va a durar esta felicidad, pero la voy a disfrutar mientras dure. Por fin he conocido otros como yo. No quiero sentirme tan triste cuando debería ser feliz, quiero hacerlo por mis padres y hermanos y quiero estar ahí para mis amigos, ellos me han aceptado como yo soy y yo quiero vivir, estar ahí para escucharlos cuando ellos me necesiten y dejar de ser esta chiquilla egoísta que solo ha tenido la atención para ella, ahora hay otros que también importan y yo debo estar allí para ellos. Hoy tendremos una fiesta en casa de Caroline, así que espero que la pasemos bien, ya hemos vivido suficiente tristeza, todos tenemos derecho a ser felices, a disfrutar de nuestra juventud. Hoy será un gran día para mí y para todos». Carol cierra su diario, arregla la ropa que utilizará para el día, se baña, baja a desayunar con su familia. Cuando va bajando las escaleras ve a su tío Anthony con su novia Claudia y la pequeña Elvira, que juega con Marcelo y Vanessa. Su corazón palpita rápidamente, acelera su paso para lanzarse a los brazos de su tío, a quien ama con todo su ser, con quien tiene una relación especial, ya que en sus tiempos de depresión profunda, cuando sus padres estaban más ocupados en sus trabajos, era su tío quien estaba con ella, quien la escuchaba, quien le contaba cuentos e historias de aventuras para llevar su mente por caminos de fantasía que
la ayudaban a sacar la depresión de su mente. El tío Anthony tenía su propia historia: mientras su hermano Charlie, padre de Carol, fue el ejemplo a seguir para todos en la casa y el orgullo de sus padres, Anthony fue el rebelde, viajero, actor de teatro, descuidado que no se preocupaba por lo que los otros pensaran, viviendo en desobediencia hasta que su padre decidió sacarlo definitivamente de la casa. Después de tantos años consumiendo marihuana y combinándola con algunas otras drogas, empezó a sufrir episodios de delirios mentales que afectaron su relación con sus amigos, familia y compañeros de trabajo. Le diagnosticaron esquizofrenia, por lo que le medicaron para que pudiera llevar una vida normal. A pesar de sus vicios o de su enfermedad, era un hombre cariñoso, respetuoso, alegre y compresivo, que escuchaba y ayudaba a todos los que podía a su alrededor, más aún, tremendamente amoroso con sus sobrinos y con su hija Elvira, que era su vida. El tío Anthony estaba en casa haciendo muy feliz a Carol en este día especial. Lo toma de la mano, caminando todos a la sala para comer el desayuno sentados en el comedor.—Bueno —dice Carol—, ¿y que hace mi tío preferido de visita en casa?, ¿también iras a la fiesta de Caroline con nosotros? —A lo que su tío niega con la cabeza. —No, la que irá a la fiesta será tu prima Elvira, ella se quedará durmiendo todo el mes aquí, mientras Claudia y yo iremos a Nueva York. Me han llamado para realizar un casting para una obra de teatro en Broadway y no pienso perder por nada esta oportunidad. Todos aplauden por la buena noticia, porque después de tantos años el tío Anthony se lo merecía. Además de ser un buen hombre, era un excelente actor por lo que ya era tiempo de mostrarle a todos su talento, especialmente a sus padres, los cuales viven decepcionados de él por sus constantes recaídas en la droga. La mañana se la pasan como familia, hablando y riendo, pero como todo en la vida se acaba, al final deben despedirse del tío Anthony, quien saldrá hacia el aeropuerto con su novia Claudia para viajar a concretar sus sueños de juventud, sabiendo que es la última oportunidad para probarse a sí mismo y a todos los que nunca han creído en él cómo actor. Así, con sus esperanzas metidas en una maleta y viendo los ojos brillantes de su pequeña Elvira, se despide sin saber qué le depara el destino, pero resuelto a lograr la victoria sobre su enfermedad mental, sus adicciones y sus miedos. Todos salen a casa de Caroline, donde se encontrarán con los demás para
disfrutar de una tarde de alegrías. Es un día de sol que hace presagiar buenos y positivos eventos, así que abrazos, besos y apretones de manos se dan la bienvenida en un solo sentimiento, el de la celebración: celebrar la vida, celebrar los nuevos amigos, celebrar las nuevas oportunidades, celebrar que cada día da la opción de un nuevo empezar, entendiendo que en la vida no se puede cambiar el comienzo, pero con reflexión y ganas se puede cambiar el final. Alrededor de las tres de la tarde van llegando todos los invitados a la casa de Caroline. Llega Carol con sus padres, sus hermanitos y su sobrina. Mario, Richard y Vivian con su pequeño hermano Jhon y Alexander llegan después. El profesor Marthin, quien ha decidido posponer su viaje unos días para ir al funeral de Daniel, llega con su gran sonrisa. Los tres hermanos mayores de Caroline, quienes viven viajando haciendo vídeos de windsurfing, por lo que son expertos y reconocidos en el mundo de los deportes de agua, están ansiosos por conocer al famoso Richard, del que su pequeña hermana habla tanto y que la hace tan feliz. Llegan algunos clientes de Tina y Logan que con el tiempo se han vuelto amigos, quienes vienen de todas partes del mundo, religiones y filosofías de vida, pero que comparten el mismo interés de la espiritualidad a través de la práctica del yoga y la meditación. Algunos de ellos habían encontrado ese estilo de vida debido a situaciones traumáticas acontecidas a lo largo de su vida que los habían llevado a extremos de depresión, estrés, ansiedades, fobias, anorexia, bulimia, paranoias y otras enfermedades mentales que habían aprendido a controlar, pero como es normal en el ser humano buscaban algo más, algo que los complementara ayudándolos a controlar sus emociones. En ese proceso, como sucede muchas veces en la vida, confidencialmente alguien les había recomendado a Tina, que con su personalidad amorosa los había atrapado no solo como pacientes, sino como compañeros de vida. Por esta razón, se reunían en terapias grupales una vez al mes para hablar, compartiendo sus experiencias del cómo batallar día a día con sus problemas para tratar de tener una vida normal. Para comenzar con la sesión, Logan comienza a tocar el piano con una melodía suave y acogedora con la cual todas las personas que están reunidas pueden relajarse, Tina camina entre los asistentes con una sonrisa en completo silencio, transmitiendo la tranquilidad en su expresión corporal para señalarles que deben callar sus conversaciones. Todos se van sentando poco a poco en el suelo, entendiendo el mensaje de que la sesión terapéutica había empezado y se envuelve el ambiente en un profundo silencio. Tina se sienta frente a todos en el extremo de la sala cerrando los ojos, uniendo sus manos en modo de reverencia espiritual y elevándoles hacia el cielo, ella no pronuncia ni una palabra mientras el sonido de las teclas suaves del piano siguen elevando ese sonido relajante que comienza a influenciar la mente de todos en el lugar, incluyendo los pequeños
niños, quienes se miran asombrados entre sí emitiendo unas tímidas risas, realizando graciosos gestos, pero sin emitir sonidos, porque a pesar de su picardía están muy interesados en aprender a relajarse como todos los adultos que lucen tan plácidos. Después de pasados unos minutos Tina empieza a hablar. —Ahora vamos a empezar con unos ejercicios sencillos de yoga que todos podrán realizar sin ningún esfuerzo, incluyendo los niños y los que vienen por primera vez. Recuerden que es importante sentirse en armonía con todo su cuerpo, realizando el ejercicio con todo su ser. Su mente, espíritu y cuerpo deben estar plenamente presentes, compartiendo este momento especial de encuentro con ustedes mismos. Hoy nos concentramos en la respiración. Vamos a empezar la sesión de yoga recostándonos unos minutos de espalda sobre nuestras mantas, respirando profundamente. De esta forma, todos empiezan a entrar en un estado de tranquilidad para una sesión de yoga y meditación que duraría dos horas, en la que Tina les daba instrucciones de cómo respirar, cómo mover su cuerpo, cómo tranquilizar sus mentes, cómo controlar sus pensamientos hasta llegar a un estado de confort. Al terminar, abren sus ojos con un semblante más tranquilo al que traían cuando llegaron unas horas atrás. La música empieza entonces a tornarse más alegre, a lo que Tina responde con una corta y alegre danza alrededor de la sala entre sus amigos e invitados, sonriendo, abrazándolos. Y así, bailando, llega al final de la sala, donde se ubica la puerta trasera de la sala de su casa, que se conecta con el jardín donde les espera una deliciosa comida con frutas, jugos, verduras y mariscos. Ella invita a todos a salir con un gesto. —Vamos afuera, es hora de comer para después bailar un poco. La vida es una fiesta, por eso estamos aquí, para festejarla. Todos salen contagiados de la felicidad, toman sus platos y se sirven de la comida mientras hablan unos con otros. Niños, jóvenes y adultos comparten horas de charla, juegos, música, consejos y bebidas en un ambiente armonioso donde pueden olvidar los problemas de la vida diaria. Sorpresivamente, Richard llega, toma de la mano a Caroline quien, hablaba con uno de los invitados, le sonríe y le susurra al oído: «Te extraño, bonita». Ella se sonroja un poco, le da un beso tímido en la mejilla, indicándole el camino hacia unas silla vacías en la terraza. Los dos caminan juntos, suben los cuatro peldaños de la escalera para sentarse y se miran fijamente, pero antes de poder decir algo,
llegan los tres hermanos de Caroline, con sus ropas descuidadas de colores vivos, sus pieles oscuras bronceadas por el sol, sus cabellos rizados que combinan lo africano con lo caucásico gracias a la genética de sus padres, cabellos que brillan con la luz del sol, dejando ver diferentes tonos gracias a la mezcla con el agua salada de los tantos mares que han surfeado juntos. Se acercan con sus sillas, se ubican alrededor de la pareja de manera amistosa y le dan un fuerte apretón de manos. —No nos vas a presentar a tu novio? —preguntan a Caroline. —Claro —les responde ella—, solo estaba esperando el momento adecuado, hay tanta gente en este lugar que quería que estuviéramos más solos. Estos son mis hermanos, Edward, Bruce y Dominik; este es mi novio, Richard.Ellos con tranquilidad le dan la bienvenida a la familia. —Nos alegra conocerte, hermano. Sigue juicioso con mi hermana y tu nariz seguirá así de bonita —replica entre risas Edward, el hermano mayor.—Ella es una chica dulce y yo la quiero mucho, así que no tienes que advertirme —les responde en un tono tranquilo Richard—. Me gustaría saber de qué son esas tablas que están recostadas en a la pared de allá —Señalando con su dedo atrás de las cabezas de los jóvenes hermanos—. ¡Ahí!—Esas tablas son de windsurfing, nuestro padre lo era en su juventud y nos transmitió el gusto por este deporte. No es solo un deporte para nosotros, es una pasión, esa es nuestra meditación diaria, nuestro trabajo, nuestro estilo de vida. Viajamos alrededor del mundo buscando sol, olas y acción con nuestros amigos; hacemos vídeos y diseñamos ropa, con lo que hemos creado nuestro negocio online. Es muy divertido, ¿quieres intentarlo algún día? Hay una playa muy cerca de acá y sería un placer para nosotros compartir algo con el novio de nuestra hermanita —Los ojos de Richard se iluminan y sonríe.—Sí, súper, me encantaría. Nunca he intentado esto, pero siempre me ha parecido increíble. ¿Cuánto tiempo van a estar en la ciudad? Me gustaría acompañarlos la próxima vez e intentar aprender algo.—Vamos a estar dos semanas —responde Bruce, el hermano del medio—. Si quieres, nos vemos el próximo domingo en la tarde. Nos encontramos aquí, en casa. Vamos a estar un poco ocupados promocionando nuestro tienda online y practicando para la competencia que viene, pero el próximo domingo, antes de nuestro viaje, podemos pasar todo el día juntos —El hermano de Caroline deja de hablar y la mira, la besa en la frente y le dice—: Tú sabes que no puedes ir, si algo pasa no podremos ayudarte o llevarte a algún lugar seguro —Ella los mira y asienta con la cabeza—. Entonces es un trato, nos vemos el próximo domingo. Y
ahora los dejamos solos, disfruten de la fiesta, tortolitos —y se alejan sonriendo como siempre, acercándose a sus padres, a quienes abrazan y besan sentados a su lado. Los niños no se cansan de jugar —corren, sonríen, gritan—, y mientras Vivian mira extasiada el jardín con todas las flores que florecieron en verano, una pequeña lágrima se asoma por su ojo. Alexander la mira y coloca una mano en su cintura. —¿Te encuentras bien? —le pregunta. —Sí, estoy muy bien —le responde Vivian—. Estoy feliz. Esta gente es agradable, pero lo más importante es mi pequeño Jhon, hace mucho tiempo que no lo veía tan feliz. Míralo, cómo sonríe y juega con los otros niños. Tú sabes que es un niño retraído y tímido, con tanto problema con mi madre acosándonos a donde quiera que vamos, nunca ha podido tener una vida tranquila y ser feliz, ya que cada vez que nos cambiamos de casa debe dejar a sus viejos amigos, así que la pasa prácticamente solo en la casa. No sabes lo difícil que es sacarle una sonrisa. Pero hoy es como ver un pez en el agua. ¡No quisiera que este día acabara nunca! —dice mientras con su mirada sigue a su hermanito por donde quiera que corre. Mario termina de comer y toma a Carol de la mano, llevándola hasta la sala donde empieza a sonar una canción de salsa latina, esa que tanto le gusta y que aprendió a disfrutar con su abuelo que traía casetes y CD cada vez que regresaba de sus viajes de trabajo desde Latinoamérica. Comienza a bailar y a dar vueltas, haciendo divertidos movimientos y muecas en su cara, acercándose poco a poco a Carol. —Disculpa mi ritmo, o mi falta de ritmo. No sé bailar, pero me encanta la música y eso es lo importante, ¿o tú que piensas? —Carol no puede dejar de reír mientras apoya su mejilla en la mejilla Mario, susurrándole en el oído. —Tú eres el mejor bailarín del mundo —Luego junta su nariz a la de él y unen sus labios en un mágico beso que les hace olvidar el resto del mundo que se mueve alrededor de ellos. Carol se siente como volando en el cielo, alegre del momento que vive y melancólica recordando ese día en la playa en que se sentía tan triste, con deseos reprimidos de llorar mientras ese dulce y alegre chico con sus enormes ojos cafés la estaba mirando, ese dulce chico que se acercó a ella
para compartir las mismas tristezas que hoy se convertían en alegría al estar juntos. No podía creer que después de sentirse tan sola y triste, ahora todo tuviera otro color en que todo se veía hermoso. De pronto abre sus ojos para terminar ese beso eterno, viendo cómo todos los demás ahora están adentro junto con ellos disfrutando del baile, así que abraza fuertemente a Mario, y le susurra nuevamente—. ¡No quisiera que este día acabara nunca! Al extremo de la sala está Marthin, sentado al lado de Logan, el padre de Caroline, tratando de aprender algunos acordes en el piano así como lo hacía con su pareja hacía algunos años atrás para divertirse, así que su mente se llena de recuerdos en los cuales bailaba con sus compañeros de cuartel mientras su pareja, el sargento Patterson, tocaba el piano y los miraba con una tímida sonrisa. Recordaba cómo siempre animaba los momentos con un comentario chistoso o con una canción de ritmo alegre. No era un hombre de tristezas ni de drama, se caracterizaba más bien por estar siempre positivo a pesar de la muerte, el peligro y la oscuridad que los rodeaba cada día, y aunque los otros soldados se veían desesperados por volver a su hogar, ver a sus seres amados, esposas, esposos, hijos, padres, amigos, él los animaba y les decía: «¡Piensen positivo! Esto va a acabar pronto y estaremos sentados en la playa o debajo de la nieve haciendo locuras, se los prometo». Marthin estaba ahí sentado con la Mirada perdida, añorando el pasado a pesar de lo que Tina les había dicho solo unas horas atrás sobre el concentrarse en el presente, pero el dolor que sentía en su pecho no lo podía controlar, era un dolor de melancolía, de saber que nunca más lo volvería a ver o acariciar o a compartir esos momentos tan divertidos que solo él, su sargento Patterson, le hacía vivir. Le gustaría estar con él nuevamente en algún lugar con sol, tomando agua de coco y riéndose de chistes sin sentido como lo habían planeado algunos años atrás, pero el destino había decidido que ese trágico día, con la explosión de esa bomba, todo cambiara, y desde ese momento su vida nunca sería igual, porque a pesar de que su vida son los jóvenes de la universidad, quienes le alegran la vida diariamente, no puede evitar imaginar cómo seria su presente si su amigo y único amor estuviera a su lado. De repente llega Tina, lo toma del brazo y lo saca a bailar a la pista. —Basta ya de pensar y recordar, es tiempo de vivir, de vivir por los que se fueron y vivir por nosotros. Tú tienes derecho a ser feliz, que no se te olvide —le dice Tina a Marthin mientras bailan.El profesor baila con algunos de los invitados amigos de Tina que asistieron esa noche, así conoce a un joven hombre llamado Bradt, con el que baila y conversa el resto de la noche escuchando sus historias de viajes y trabajo humanitario con niños en pobreza y también todas
las divertidas anécdotas que le habían sucedido con los pobladores de los pueblos y ciudades que ha visitado en tantos años. Se toma algunos sorbos de licor que lo ayudan a sentirse mejor y poco a poco en ese proceso las penas se van y siente que su mente se aclara nuevamente, y piensa que sería divertido ver a este hombre otra vez. En al aire se siente una complicidad especial, así que Bradt le pregunta a Marthin: —¿Cómo te sientes ahora? ¿Estás más feliz? ¿He sido una Buena compañía? —Tú has sido una excelente compañía, ¡gracias! La verdad es que no quisiera que este día acabara nunca.
6
Pero aunque Viviane, Carol y el profesor Marthin no querían que este día se acabara, ya llegaba la hora de apagar la música, recoger las sillas, ayudar a limpiar e irse, despedirse y volver a la realidad que le esperaba a cada uno en sus vidas. Antes de que se fueran Tina les dice: —Escuchen bien, gente: no será fácil, porque la vida no es fácil ni las circunstancias cambian por unos minutos de meditación o yoga, o por rezar u orar. Lo que cambia es la forma de pensar y cómo abordaremos cada situación que se nos presenta en la vida, ya sea mala o buena, triste o alegre, depende de nosotros y de nuestras decisiones darle un giro a nuestro favor o dejar que estas nos arrastren y destruyan. No será fácil, porque la vida se trata de aprender y para aprender hay que sufrir y gozar, tomar lo que nos fortalecerá y desechar lo que nos podría debilitar. Esto no se trata de religión, pero mi madre era muy creyente en Dios e íbamos a la iglesia cada domingo, así que cuando ella me veía triste me leía una de las poesías más hermosas que he escuchado en mi vida, que está escrita en la Biblia y que me enseñó a vivir aquí y ahora. Permítanme compartirla hoy con ustedes, porque sé que hay algunos aquí reunidos sufriendo grandes tristezas. Todo tiene su momento oportuno, hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: «2 un tiempo para nacer, y un tiempo para morir; un tiempo para plantar, y un tiempo para cosechar; ³ un tiempo para matar, y un tiempo para sanar; un tiempo para destruir,
y un tiempo para construir; ⁴ un tiempo para llorar, y un tiempo para reír». »No será fácil, porque nos encontraremos con otras muchas personas día a día que nos ayudarán en nuestro camino a la felicidad y otros que nos probarán, abandonándonos, golpeándonos, maltratándonos, quitándonos lo que amamos, personas o cosas. Y ahí es donde debemos usar lo que aprendimos hoy y ser inteligentes para continuar nuestro camino hasta que la vida se acabe —de ese modo los deja partir hasta el próximo encuentro. Pasan los días y en casa de Carol se respira un nuevo aire. Charlotte prepara sus estrategias de trabajo y planea su proyecto perfectamente para llegar a ser la próxima directora de eventos y así escalar en su carrera profesional como se lo merecía desde hace muchos años atrás en la compañía que trabajaba. Además, esto suponía un aumento en su salario que les ayudaría a terminar de pagar al banco la hipoteca de la casa; también los gastos de los niños, las vacaciones del próximo año y la casa de verano, que necesita algunos arreglos para que no se venga abajo en las épocas de invierno. Charlie está como siempre, tranquilo y feliz, su propuesta de publicidad había ganado la competencia y se publicaría el próximo mes, solo necesitaba tener su mente fresca y la creatividad al cien por cien para seguir creando más comerciales que atrajeran a más clientes y así poder asegurar su tranquilidad y el futuro de sus hijos. Los niños están tranquilos, como siempre, llenando de felicidad el ambiente y a veces de llantos, pintura y juguetes por todos lados, pero la mayoría de las veces de felicidad. Mario recoge a Carol cada tarde en la universidad, van a la tienda de helados, hablan, se abrazan y se besan hasta que el helado se acaba y él le canta algunas de sus canciones nuevas que está grabando en el estudio del padre de Richard, luego vuelven a sus respectivas casas para hacer sus deberes.En la casa de Caroline también hay un ambiente de alegría. Además, Richard va todos los días a visitarla y a hablar con sus tres hermanos sobre windsurfing y a practicar en la tabla en el jardín para no hacer el ridículo el domingo en la playa frente a los amigos de ellos. Tina y Logan lo aceptan en su hogar porque hace feliz a su hija y además saben que en su casa vive solo, saben que sus padres no se preocupan mucho por su bienestar emocional y que solo supervisan mensualmente por medio del director de la universidad que sus calificaciones sean lo suficientemente buenas para así ser el heredero de la compañía y seguir haciendo
muchos millones que lo harán, según ellos, feliz como ellos lo son, porque para los padres de Richard el dinero es la felicidad. Por su lado, el profesor Marthin se encuentra lo más seguido posible con su amigo Bradt, a quien conoció en la fiesta y por quien pospuso su viaje de manera indefinida; este hombre le ha dado un nuevo aire a su vida que ya hace mucho tiempo necesitaba, escucharlo hablar sus historias le hacía recordar su pasado, pero no con nostalgia, sino más bien con alegría porque lo hacía sentir lo mismo que sentía cuando estaba con el sargento Patterson. «Tal vez», pensaba, «este sea un nuevo comenzar en mi vida romántica, y por esa única razón había asistido a esa fiesta, para dar un nuevo comienzo a mi vida y empezar a pensar positivo hacia el futuro como hace mucho tiempo no lo hacía». Así, viviendo nuevas experiencias y compartiendo la vida con personas que hace unos días eran unos completos desconocidos, transcurre la semana. Llega el domingo en la mañana con impaciencia para Richard, quien quiere llegar ya al mar y navegar en la nueva tabla que había comprado online en la tienda de los hermanos de Caroline. Salen todos de la casa a esperar a Vivian, su pequeño hermano Jhon, Alexander, a Mario con Carol y Marthin, el profesor, con su amigo Bradt quienes no se quieren perder por ningún motivo el debut de Richard en las olas. —Felicidades, amigo, por tu decisión. Esto será leyenda para mostrarle a nuestros hijos como la gran hazaña del tío Richard en su juventud, o para reírnos hasta llorar los próximo cien diciembres —dice Alexander, provocando la risa de todos. Caroline se acerca y abraza fuertemente a Richard, dándole un pequeño beso en la mejilla. —No te preocupes, mi amor, tú lo harás excelente, Alexander solo está celoso porque quisiera, aunque fuera, montarse en la tabla, pero su balance de ebrio no se lo permite —le dice, a lo que todos, incluido Alexander, reaccionan con carcajadas. Se suben todos a los carros, despidiéndose de Caroline, que aunque se siente mucho mejor, no se puede arriesgar a sufrir un ataque lejos de la ciudad y del hospital, donde la atenderían rápidamente si algo grave ocurriera. Ella se despide de todos y le da un gran abrazo a Richard, deseándole suerte en su día. —¡Te amo, gracias por llegar a mi vida! ¡Ya no me siento solo! —le responde Richard—. Cuídate y nos vemos en la tarde; apenas realice mi hazaña, vendré de
vuelta para que compartamos el resto de la tarde juntos. En la casa de madera tengo una sorpresa para ti, así que no me extrañes, porque vendré muy pronto. Empiezan el recorrido hacia el mar, que queda alrededor de cuarenta minutos cerca de la ciudad. Así, cantando, riendo, viendo el paisaje que les ofrecía el día, hablando de todo un poco, llegan al lugar de encuentro, donde están esperando alrededor de cincuenta surfistas amigos de Edward, Bruce y Dominik. Todos se sientan en la playa para ver el show de colores y acrobacias de estos jóvenes hombres y mujeres que disfrutaban del mar conectándose con las olas para ser uno solo, con el fondo del cielo azul, amarillo y anaranjado, el fuerte soplar del viento, realizando toda clase de saltos, navegando, disfrutando de su meditación, como la llamaban los tres hermanos. Finalmente, Richard se sube en la tabla un poco nervioso, pero decidido a saltar al agua con su pensamiento centrado en su pequeña morena de cabello crespo loco al viento, mirada dulce, mejillas quemadas y labios gruesos, que lo espera en casa recostada en la silla viendo por su computador el vídeo en directo que le enviaba Vivian para que lo viera paso a paso hacer historia, su propia historia. Tantos años perdidos obedeciendo a sus padres, con miedo de hacer lo que le hacía sentir vivo, le habían hecho perder la luz en su mente con drogas, alcohol y días de resaca después de toda la noche en la discoteca. Poco a poco se adentra en las olas para hacerlas sus amigas, parado en la tabla agarrándose de la vela y dirigiéndola hacia al frente para adentrase en el mar, disfrutando del viento en su rostro, del movimiento del agua bajo sus pies, y rodeado de los otros windsurfistas que lo alientan a que vaya un poco más rápido, porque el viento cada vez es más fuerte y debe sortear las olas con más fuerza y decisión. Richard agarra más fuerte la vela y se decide, comienza a relajarse y se deja llevar por la adrenalina, así que trata de hacer un salto, pero cae al agua. Los otros se bajan y lo ayudan a subir nuevamente, pero él está determinado, así que lo intenta nuevamente. Siente la dirección del viento y el movimiento de las olas bajo la tabla en sus pies y se conecta con ellos; es como si la tabla, la vela y él fueran uno solo, así que comienza a moverse, a impulsarse para despegarse un poco del agua y así poder realizar el salto, y lo logra sin caerse de la tabla para seguir navegando llevado por la fuerza del viento, a lo que todos, sus viejos y nuevos amigos, estallan en júbilo y en la casa Caroline sonríe al verlo. Es la primera vez que se siente libre y conectado con la vida, la naturaleza, la creación; la primera vez que siente su corazón palpitar sin pensar en las consecuencias porque todo está bien y está rodeado de gente con buena energía que hace lo que quiere disfrutándolo con todo su ser. Sentados en la playa todos, vitorean y felicitan a Richard quien ha salido
victorioso, feliz y des0eoso de irse a ver Caroline para darle la sorpresa que le tenía preparada, así que celebra rápidamente, les agradece a todos por el apoyo, se cambia de ropa y se monta en el carro con Carol, Mario, Vivian y el pequeño Jhon, porque los otros —el profesor, su amigo Bradt y Alexander— se quedan con los hermanos de Caroline disfrutando de esta nueva experiencia en el mar. Al llegar a la ciudad, Mario, Carol y Viviane dejan al pequeño Jhon en casa de sus padres jugando con Marcelo, Vanessa y Elvira. Richard los conduce hasta el cine donde verán una película de terror y sigue su camino a casa de Caroline para recogerla y dirigirse luego a su casa para pasar el resto de la tarde y noche finalmente solos. Con sus brillantes ojos azules y la voz muy alta de la emoción, le cuenta a su amor todo lo que vivió y cómo lo vivió, porque lo que ella vio en el vídeo no es lo mismo que él sintió en realidad y cómo toda la energía y el apoyo de los chicos lo impulsó a realizar ese salto. Desde hoy, Richard declaraba que esa sería su única droga, su única diversión, acompañada de las tardes con su preciosa y dulce Caroline. Ella lo mira extasiada y lo escucha atentamente sin interrumpir, él esta tan entusiasmado que no le da tiempo, y tampoco quiere cortar la inspiración que corre por las venas de su novio. Finalmente llegan a la casa y él le ofrece un poco de jugo de naranja. —Espérame aquí, ya vuelvo —le dice—, estaba tan entusiasmado que he olvidado bañarme y cambiarme, y tú te ves tan bonita en tu vestido y hueles tan bien… ¡Discúlpame, no te he dejado ni hablar! —Yo no quiero hablar —le responde Caroline—, yo quiero escucharte hablar y saber todo lo que pasa por tu mente ahora mismo. Me gusta verte feliz y saber que estás feliz, así yo también estoy feliz —Richard la abraza, la besa y sale para bañarse, dejando a Caroline sola tomándose su jugo mientras mira la belleza del paisaje por la ventana trasera.
7
Al otro lado de la ciudad, en el mar, está Alexander hablando con una chica que se llama Linda, de aspecto despreocupado y con una sonrisa grande y limpia. Arropados con una pequeña sábana frente al fuego que les calentaba y alumbraba en una noche clara, tomando chocolate y comiendo masmelos, no puede dejar de verla y pensar cuánto que le gusta y lo que desearía poder besarla ahora mismo y pedirle una cita. Quiere verla otra vez, no una, sino muchas veces, pero no puede hacerlo sin ser sincero con ella y contarle su verdad. De modo que primero y para estar seguros, le pregunta. —No sé si es mi impresión, pero creo que hay una especie de química entre nosotros —ella se acerca un poco. —Sí, eso creo que yo también después de una hora de hablar y olvidarnos de que existen otros en este lugar —le dice, y se aleja nuevamente con una sonrisa en sus labios. Por esto Alexander se llena de coraje y se acerca a ella. —Primero tengo que decirte algo —le dice muy bajo cerca de su oído. Ella frunce su entrecejo y se queda callada, así que Alexander continúa hablando—. Yo soy transexual, en realidad nací como mujer, pero nunca me sentí como tal ni en mi mente ni en mi cuerpo, por eso estoy tomando un tratamiento que poco a poco me está ayudando a convertirme en el hombre que realmente soy. Ella se queda en silencio y su expresión cambia, se levanta y se va, perdiéndose poco a poco entre los otros hasta llegar a un grupo de jóvenes con los que se sienta de espaldas a Alexander y no vuelve a mirar hacia él. Marthin, que está cerca junto a Bradt, no puede evitar ver la escena y la situación que ha vivido Alexander, por lo que se acerca a él para preguntarle qué pasaba.—Bueno, parece que no todos están preparados para escuchar la verdad y para dar oportunidades —en un tono nervioso y con un semblante confundido les dice—: Me quiero ir, no quiero estar aquí. Saca las llaves del carro de Mario, quien se lo prestó para que volviera a casa y, sale caminando rápidamente. Marthin y su amigo Bradt corren detrás de él porque no quieren arriesgarse a que tome una decisión errónea en el estado en
que está. Cuando llegan al carro, lo ayudan a sentarse en el asiento trasero para que se recueste. Alexander cierra sus ojos y no puede evitar llorar, se tapa la cara y empieza a llorar más dramáticamente. —Qué estaba pensando… qué estaba pensando —dice en voz baja—. Soy un estúpido, no vuelvo a tomar tanto y mucho menos a ser sincero con nadie, nadie está preparado para la verdad, nadie. Marthin y Bradt deciden no intervenir, permitiendo que Alexander exprese lo que siente. Después de unos minutos, Alexander cae dormido por el cansancio del día y la tristeza de haber sido rechazado por esa chica con la que en sus pensamientos ya había creado una historia romántica. Ellos lo conducen hacia la casa de Caroline para que descanse, ya que no lo conocen bien, por lo que no saben dónde vive. Al llegar, parquean el carro y se bajan sacándolo con cuidado para que no se golpee. Bradt lo carga en sus brazos mientras Marthin toca el timbre. Tina abre la puerta rápidamente y les da la bienvenida. —Disculpe la molestia —dice avergonzado Marthin—, tuvimos una situación inesperada, así que vinimos rápidamente aquí, donde sabemos que ustedes podrán comprender lo que ha sucedido y ayudarnos. Sus hijos todavía están en la playa con sus amigos, tal vez cuando despierte usted pueda hablar con él y evitar que cometa una locura después —Tina no entiende lo que está sucediendo, pero les señala el camino que conduce a una de las habitaciones de sus hijos. Lo recuestan en la cama, le quitan los zapatos y le arropan con una sábana para que duerma cómodo. Al bajar las escaleras, Tina les ofrece té a los dos hombres y se sientan juntos— Bueno, ¿ahora sí me podrían explicar más claramente que pasó? —Marthin toma la palabra. —La situación aquí es que Alexander se sintió atraído por una chica esta noche. Estuvieron prácticamente toda la tarde juntos hablando, pero al final él tenía que decirle la verdad. Es un buen muchacho, así que creo que quería ser honesto con ella para empezar una relación o algo así, pero ella no estaba preparada para esto y se asustó, salió corriendo dejándolo ahí solo en medio de la playa y no volvió. Eso dejó a Alexander confundido, por eso decidimos conducir el carro hasta aquí. Tal vez al despertar usted podría tener una charla con él. Yo lo comprendo —continúa Marthin explicando—, debe estar devastado, a esa edad un rechazo, y más en su condición, es un gran golpe. Carol me explicó que él está tratando
de empoderarse de quien es ahora, por lo que lo último que necesita es atravesar por esta situación solo. Yo sé que parte de su familia lo acepta y lo ha ayudado en su proceso de cambio de género, pero su madre ha sido muy severa, ella no ha hablado con él por varios años. Tina entiende la problemática, toma las llaves del carro de Mario y se compromete a cuidar de Alexander. Marthin y Bradt salen caminando para alcanzar a llegar a la estación de tren, que está muy cerca. Van sonriendo, disfrutando de la brisa y de la luna que alumbra a las personas medio borrachas que caminan por ahí. Van contándose sus historias de vida desde que aceptaron su sexualidad, cómo lo afrontaron en su juventud, lo difícil que fue compartirlo con sus padres, la presión social de todas esas personas que toman el derecho de decidir sobre la vida de los otros. Al final Bradt dice sonriendo: —Ha sido un camino difícil, pero me siento feliz ahora, por ser lo que soy y porque soy una persona más fuerte, decidida, con respeto y amor para todos. No quiero que nadie sufra el rechazo que sufrí por ser quien soy, ni que sienta la soledad que yo sentí en mi niñez y parte de mi juventud. Fue horrible. Espero que este chico, Alexander, pueda soportarlo, salir adelante; al final, esta será solo una entre todas las experiencias que vivirá en su vida —Con esa frase le pone fin al tema, tomando de la mano a Marthin preguntándole con una mirada pícara—: ¿Tu casa o la mía?—Ninguna de las dos —le responde Marthin con la misma expresión—. La verdad es que me gustas mucho, estoy muy interesado en ti, no solo por una noche. Me gustaría que vinieras conmigo la próxima semana, tengo un viaje a las amazonas de Colombia para tomar las fotos del próximo libro de un naturista escritor amigo mío y me gustaría que tú me acompañaras —le dice mirándolo fijamente, acercándose a él para darle un pequeño beso en los labios —, ¿qué dices? —Marthin le devuelve otro beso, abrazándolo fuertemente. —Digo que sí. —El director de la universidad se enojará mucho, ya había pedido vacaciones adelantadas por estrés y las aplacé por la muerte de mi alumno, pero la vida es una sola y quiero disfrutarla por ahora contigo, ¿y por qué no planear después más cosas para el futuro como tú lo quieres? —dice sonriendo un poco nervioso, pero feliz, tratando de controlarse. Después de la pequeña conversación, se dirigen hacia la estación del tren donde cada uno toma caminos diferentes para
descansar. En la casita de madera ubicada en la parte de atrás de la casa están Caroline y Richard retozando, hablando y disfrutando de la música con la luz baja, disfrutando una comida de mar que Richard había dejado en el refrigerador desde la noche anterior. Saca de su bolsillo un anillo de oro con unos pequeños diamantes alrededor, con una inscripción en la parte de adentro que reza: «Siempre tuyo, Richard». Ella lo mira con inmenso amor, acaricia su cara y su cabello, luego lo abraza fuerte. —Yo también soy y seré siempre tuya, te amo. Al terminar de comer, brindan, ella con una copa con agua y él con una copa de champaña de la colección de su padre, la cual le había prohibido tocar porque la guardaba para ocasiones especiales, pero Richard decide que esta es una ocasión muy especial. Brindan rápidamente porque él está ansioso por besarla otra vez, así que le quita el vaso de las manos, se acerca a ella y empieza a besarla, a acariciarla, a quitarle la ropa poco a poco con el fondo musical suave que habla de amor. Ella está tiritando por la ansiedad de lo que sucede, trata de decirle que pare, pero él la besa nuevamente en la boca, luego en el cuello, y la boca otra vez. Él le acaricia el cabello y luego su espalda mientras con su otro brazo la aprieta fuertemente para unirla a su cuerpo caliente y un poco sudoroso. Hay tanto amor, cariño, dulzura y pasión en el ambiente que simplemente se dejan llevar, culminando lo que habían estado deseado desde que se conocieron, pero que las circunstancias no les había permitido realizar. A la mañana siguiente, el sonido de las ramas de los árboles movidas por el viento despierta poco a poco a los enamorados. Se miran sonriéndose el uno al otro, hasta que de repente Caroline se sienta, recordando que no le dijo nada a sus padres ni a sus hermanos, por lo que tendrá problemas cuando llegue a la casa. Miran el reloj rápidamente, pero se recuestan nuevamente, riendo al ver que solo son las tres de la mañana, así que eso les da tiempo de cambiarse e ir a casa rápidamente antes de que su familia despierte. Al llegar a la casa, entran despacio por la parte de atrás, que los lleva al jardín trasero. Suben muy lento las escaleras y se acomodan abrazados en las hamacas que cuelgan de las bases de la terraza. —Gracias por hacer que mi primera vez fuera tan especial —le expresa Caroline a Richard. —Tú eres lo más importante en mi vida y solo puedo pensar en mi futuro
contigo, así que hare todo especial para ti —le responde él. Luego se quedan dormidos nuevamente, escondiendo su secreto de la noche fantástica, llena de amor que habían vivido juntos. Entrada la mañana, Alexander se despierta al escuchar el sonido de las voces, los platos, la máquina del café, la exprimidora de jugos, los árboles que se menean al paso del viento, y poco a poco su mente se ubica en el lugar donde está. Desafortunadamente, también recuerda lo que pasó ayer con esa chica con la que se había ilusionado tanto. La tristeza y la confusión vuelven a apoderarse de su mente, sintiendo cómo su respiración se acorta. La frustración se apodera de él y no entiende el proceder de las personas en el mundo, la hipocresía de la sociedad; no entiende por qué es más fácil para las personas vivir engañando, escondiendo secretos, viviendo en una aparente felicidad cuando en realidad lo que hacen es construir una cárcel con barreras que con cada mentira se vuelven más altas e impenetrables. Alexander se siente decepcionado; no obstante, tiene amigos que le aman y respetan sin importar nada, aunque de vez en cuando les ha tocado vivir la realidad que viven las personas con orientación sexual diferente, enfrentándose a la agresividad de algunos intolerantes que han intentado golpear a Alexander o lo insultan al darse cuenta que es un hombre transexual, pero a pesar de eso lo han defendido siempre, estando a su lado sinceramente. También tiene a su familia, que ha sido comprensiva con su decisión, pero aun así puede ver algunas veces la desilusión en sus ojos cuando se sienta en la mesa, o tal vez será la melancolía de aquellos tiempos en los que todos disfrutaban como una familia normal, porque su madre abandonó el hogar por su decisión de cambiar de género, lo que ha provocado que su padre viva añorando el pasado en su soledad por lo que siempre se sentirá culpable. «¿Por qué es tan difícil ser quien uno decide ser y hacer lo que a uno lo hace feliz sin afectar a las personas que te aman?», se pregunta Alexander recostado en la cama. De pronto, mientras está sumergido en sus cavilaciones, se abre la puerta. Es Dominik, el hermano menor de Caroline, quien entra a buscar ropa limpia para cambiarse. —Hola, ¿cómo estas, hombre? ¿Has dormido bien? —le pregunta de manera amable. —Bien, gracias, he dormido fenomenal. Tu cama es muy cómoda, gracias por
prestármela —responde Alexander un poco avergonzado. Dominik sonríe. —No es nada, amigo. La chica con la que hablaste ayer toda la tarde en la playa está aquí abajo, en la sala. No sé qué le diste, pero preguntaba por ti a todos hasta que la tuvimos que traer a casa, espero no sea un problema. Si necesitas, hay ropa limpia en el clóset. El rostro de Alexander se ilumina, salta de la cama, se quita la ropa sucia del día anterior, entra al baño para darse una ducha rápida, se seca, toma alguna ropa prestada y baja rápidamente. Saluda a todos, mirando para todos lados, buscándola como un radar, y ahí esta ella, con su cabello recogido sentada al lado de Edward. Cuando ella lo ve, se levanta de la silla dirigiéndose hacia él con su rostro sonrojado y lo abraza tímidamente, dándole un beso en la mejilla. —¿Podemos hablar? —pregunta ella. —Sí, claro —responde Alexander. —Fuera hace un poco de frío, pero podemos usar unas sábanas —dice Linda agarrándolo de la mano para salir juntos al jardín. Se dirigen rápidamente hacia fuera por el medio de la sala mientras todos miran disimuladamente—. Me alegra haber venido, escuché que estabas un poco triste. —Triste no, solo un poco confundido por tu reacción —responde Alexander tratando de disimular—. Habíamos pasado una tarde muy agradable juntos, pero te fuiste sin explicaciones —Ella se ruboriza nuevamente. —Porque no sabía qué decir —contesta de manera tímida—. Tú no eres un hombre, eres una mujer, eso cambia las cosas. Yo no quiero ofenderte o ser dura contigo, pero a mí me gustan los hombres, en todo el sentido. Tú eres divertido, lo acepto, y yo sentí una conexión muy fuerte cuando hablamos. Eres todo lo que estaba buscando en un chico desde hace mucho tiempo, pero ahora me siento confundida. Te pido que no estés triste, dame tiempo para procesar toda esta información. —Sí, claro, te comprendo —contesta Alexander un poco confundido, pero feliz —. Yo lo siento mucho por no haberte dicho de mi situación desde el principio, pero quería que me conocieras primero sin prejuicios y luego decidieras.Linda se queda callada, pensativa, como peleando consigo misma en su interior. Alexander la mira sin interrumpirla comprendiendo la situación en que ambos se encuentran. Finalmente, ella sale de su letargo para hablar nuevamente.
—A mí me gusta tu personalidad mucho, pero no sé qué hacer ahora. ¿Puedes darme hasta el miércoles y hablamos nuevamente? Tengo que irme ya a casa antes que mis padres comiencen a extrañarme, no he vuelto desde anoche, me van a matar —comenta sonriendo, con esa sonrisa que vuelve loco a Alexander desde el primer momento en que la vio.—Sí, nos vemos el miércoles en la playa y hablamos —responde Alexander.
8
El miércoles por la tarde llega lentamente para Alexander, quien decide no ir a la universidad ese día para estar tranquilo, relajándose con un poco de ejercicios en el gimnasio y meditación, como se lo había enseñado Tina unas semanas atrás, deseaba tener bajo control sus emociones así como saber qué decir para no sabotear esta relación con Linda, porque en este punto de su vida aceptará lo que ella le quiera dar, amistad o noviazgo, cualquiera de las dos clases de relación está bien para él, lo único que necesita es tiempo y oportunidades para demostrarle quien es, tiempo para que mostrarse como persona, tiempo para atraerla nuevamente, para enseñarle a amar con el corazón y no con los ojos. Así pues, elige su mejor ropa, llama a Vivian para que lo acompañe a comprar un regalo para Linda y sale de su casa rápidamente. Afuera del centro comercial se encuentra con su amiga, su amiga del alma, su amiga de siempre, con la que ha compartido tantos momentos de tristeza y alegría; su amiga, con la que quiere enfrentar este día, que para él es uno de los más importantes en su vida. Al finalizar la compra, salen agarrados de la mano.—¿Cómo te sientes? — pregunta Vivian. —Nervioso, siento un vacío en el estómago. Espero que ella me dé una oportunidad. —Ella es una chica inteligente, estoy segura de que te dará esa oportunidad — responde Vivian—. Tú me dijiste que ese día en la playa los dos estaban conectados y que había química, así que no te preocupes —Alexander se muerde el labio por lo nervioso que está y mira a Vivian con duda. —Si ella me rechaza, no sé lo que haré —Alexander se soba las manos en el pantalón para secar el sudor.—Deja ya de pensar y vamos. Yo voy a manejar, porque tú estás muy nervioso. Pondré un poco de música, tu cierra los ojos para que te relajes —le responde Vivian para calmarlo. En el trayecto hacia la playa saca una pequeña botella de alcohol de la que cada día se toma un sorbo para controlar su ansiedad. Desde que su madre los abandonó, empezó a sentir ansiedad, con episodios en los que sentía fuertes
palpitaciones, opresión en el pecho, falta de aire, temblores y sudoración que lo agobiaban en las noches o cuando se sentía solo. El abandono de su madre le provocó una baja autoestima, por eso es que la semana pasada no pudo confrontar ni exponerle sus sentimientos de una manera más clara a Linda. Cada vez que se siente rechazado piensa de manera recurrente en el suicidio, pero al mismo tiempo desea compartir con alguien el futuro, porque realmente no quiere morir sin cumplir sus sueños. Piensa que un día sus amigos se marcharán, sus hermanos encontrarán sus propios caminos, su padre tampoco podrá estar ahí todo el tiempo para cuidarlo, y él no quiere depender de ellos. Él necesita alguien especial a quien darle amor, compartiendo otros momentos que ni su padre o amigos le pueden brindar.—Llegamos, guapo. Vamos, por favor, deja ya de pensar —le dice Vivian. —Sí, estoy bien. Déjame tomar un poco más de mi licor mágico y salimos — responde Alexander. —Tú no necesitas eso, Alexander. Muéstrale quién eres desde el corazón, sin presionarla, pero seguro —le dice Vivian. Linda está parada al lado de sus amigos, dentro de los que se encontraban Edward, Bruce y Dominik.—Hola, ¿cómo estas? —pregunta Linda.—Bien, gracias. Estás muy bonita. Vamos a hablar —ella asiente, indicando con su dedo un lugar donde sentarse. —Allá he organizado una pequeña carpa para los dos, así podremos estar tranquilos, sin interrupciones. Alexander y Linda se van caminando, así que Vivian se queda sola con los otros que están ahí reunidos. Edward la mira sonriendo y ella le devuelve la mirada, sintiendo que por unos segundos todo se paró a su alrededor. Los hermanos de Edward y los amigos pueden sentir el interés que se muestran estos dos, así que comienzan a retirarse poco a poco para empezar a practicar en el mar sus técnicas, con las cuales competirán el próximo mes en contra de los mejores de todo el mundo. —¿Tienes que irte tú también a practicar con tus amigos? —pregunta Vivian. —No, creo que hoy descansaré un poco junto a ti, si así lo quieres —contesta Edward.
—Oh, ¿estás seguro? No quiero interrumpirte o que tus amigos se enojen. Además, me gusta verte, mejor dicho, verlos a todos haciendo esas maromas en el mar. Sonriendo, Edward la corrige. —Saltos, los llamamos saltos.Sonrojada, Vivian se corrige. —Oh, lo siento mucho, no quería ofenderte —Edward la interrumpe. —Sí, está bien, te entiendo. Tú no sabes nada de este deporte. Pero si quieres un día puedo ensenarte. Es la mejor sensación del mundo, es libertad pura —A lo que Vivian responde con una sonrisa en los labios. —Suena fascinante, pero yo no sé nadar. Solo me meto a la piscina, pero soy alta, así que no hay riesgo de que me ahogue —contesta Vivian mientras se tapa la cara con su mano.—Súper, entonces seré tu profesor de natación y de windsurf, eso me garantiza estar cerca de ti más tiempo y tal vez me podrías acompañar a una de mis competencias. Vivian lo mira sorprendida sin saber que decir. Es la primera vez que se siente tan insegura y un poco nerviosa frente a un hombre, así que para mostrarse relajada, le responde: —Sería un placer, siempre es bueno encontrar un buen profesor sin tener que pagar, porque yo no soy una chica rica como el novio de tu hermanita. Esas clases serán gratis, ¿verdad?Edward sonríe, pero cuando va a responder, Dominik lo llama para que se meta al agua a practicar. Aunque es el hermano menor, es el más serio, al que le gusta la perfección para ganar cada vez que pueden, así que Edward que lo respeta y para evitarse regaños se va con él, no sin antes indicarle a Vivian el lugar donde puede sentarse a esperarlo. Así, sale corriendo para alcanzar a sus amigos en el mar. Dentro de la carpa, ya Alexander y Linda han hablado, ella le ha explicado sobre sus miedos, su situación privada en casa. Le explica cómo son sus padres y en general toda su familia, los cuales son un grupo de personas muy conservadores que jamás le permitirían tener un novio transexual, y si se dieran cuenta, la enviarían a una escuela de monjas o a otro país sin compasión. —Entonces, a pesar de esto, ¿te gustaría estar conmigo? —le pregunta Linda—
Sí, claro —contesta Alexander—. Tú eres dulce. Yo nunca he tenido una novia. No te puedo mentir, he tenido algunos encuentros casuales en discotecas, pero nunca una relación real. Realmente, siento que podemos hacerlo, podemos intentar que funcione. Linda se queda pensando un poco y frunce su ceño. Está insegura, le asusta la reacción que puedan tener sus padres si se llegan enterar de esto. Además, ella todavía es menor de edad, va al último año de un colegio con personas adineradas que solo piensan en el qué dirán los demás y no quiere que sus amistades se den cuenta, eso afectaría los negocios de su padres. —Sí, yo también creo que podemos hacer que funcione. La verdad es que extrañé un poco hablar contigo, reírnos de tus chistes malos. La forma en que me miras. Eres la persona que estaba buscando desde que Edward y yo terminamos —Alexander no sabía que ellos habían tenido una relación, así que el comentario le llega de sorpresa, pero, como siempre, no quiere hacer de eso un gran lío, quedándose callado mientras roza la mano de Linda.—Yo voy a hacer todo para que te sientas feliz conmigo, voy a hacer todo para que me extrañes cada noche que no esté a tu lado. Al terminar la frase, Linda le sujeta la cara con sus dos manos, dándole un beso en los labios, y luego lo abraza. Alexander le devuelve el abrazo y la besa en la mejilla, sorprendido, porque finalmente podrá experimentar eso de lo que sus amigos hablan tanto, de lo que él solo había sido un espectador. —Qué tal si vamos a tu casa, me gustaría conocer a tu familia y que ellos me conozcan a mí. Sería una gran sorpresa para ellos verte conmigo —expresa Linda totalmente motivada.—¿Ahora? Es una locura, pero si tú quieres, yo también quiero —responde Alexander.—Yo quiero mostrarle a tu familia que estoy de tu lado, que entiendo la situación y que pueden confiar en mí —explica Linda—. Además, tu casa será nuestro refugio, porque afuera hay mucha gente que conoce a mis padres, estoy segura de que les contarían de inmediato que me vieron besándome con otra mujer y eso sería terrible —dice Linda.—Yo no soy una mujer, soy un hombre —replica Alexander en un tono seco—. Y ya entendí tu punto, no tienes que repetirlo. Eso me hiere un poco. Linda se queda callada unos segundos para luego disculparse. —Lo siento mucho, solo quiero que entiendas que si aceptas que estaremos en
una relación juntos, no podremos besarnos o tocarnos en público, o alguien les dirá a mis padres y no quiero perderte si apenas estamos empezando a conocernos. No creo que sea ningún problema para ti, tu familia ya sabe quién eres —Alexander se calma, saca su pequeña botella de licor y toma un poco, ofreciéndole a Linda, quien acepta. Linda y Alexander salen de la carpa. Caminan lentamente, acercándose a Vivian, que está sentada con los muchachos, que ya habían terminado de practicar y estaban comiendo para empezar a empacar sus implementos, subirlos a sus carros y marcharse a casa.—Nosotros nos iremos juntos a casa de Edward, quiero ver algunos de sus vídeos. Y después debo ir a recoger a Jhon, que está en casa de una amiga. ¿Está bien para ti? —pregunta Vivian.—No hay problema, yo iré con Linda a casa. Vivian lo mira asombrada, porque dentro de su corazón siente que todo va muy rápido con esta joven. Sería mejor que se conocieran para después presentarla a su familia, pero solo han pasado unos días. Piensa que Alexander es un chico manipulable, así que si Linda no le corresponde con respeto va a ser terrible para él, por eso trata de hacerlo recapacitar con una simple pregunta.—¿Estás seguro? A lo que interviene Linda rápidamente. —Sí, está seguro. Es una visita de amigos. Nosotros somos amigos y me gustaría conocer a su familia. Alexander la apoya. —Sí, así es. Mi familia sabe quién soy por eso creo que será una sorpresa agradable llevar a Linda si ella así lo quiere —agrega. Edward intercede para calmar la tensión. —Muy bien, entonces hasta la vista. Ya está haciendo mucho frío y tengo hambre. Mi mamá nos está esperando, ¿vamos Vivian? Vivian y Alexander se despiden con abrazos para conducir en diferentes caminos, pero con el mismo fin: encontrar la tranquilidad de la mano de otro ser humano que comprenda sus necesidades y les ayude a superar sus miedos. Alexander estaciona el carro en el garaje de su casa, acompañado de Linda.
Bajan y se toman de la mano, caminando rápidamente tratando de evadir las gotas de lluvia que caen repentinamente. Saca las llaves de su pantalón para abrir la puerta. Su familia se encuentra reunida en la sala viendo la televisión y esperándolo para comer, por eso su padre al escuchar el sonido de la puerta grita: —¿Alexander, eres tú? Estamos hambrientos y, la verdad, ya estábamos decidiendo comer sin ti. Ven a la sala directo para ayudar a poner la mesa porque… —Su discurso se ve interrumpido cuando llega su hijo tomado de la mano de esta chica que no había visto antes—. Oh, disculpa, hijo, no sabía que estabas acompañado. ¿Por qué no me llamaste o alguno de tus hermanos para vestirnos correctamente? Linda, como siempre, habla antes de que Alexander pueda decir algo. —Está bien, señor, nosotros tampoco estamos vestidos de gala. Solo fue un impulso mío, y Alexander me siguió en la locura. Discúlpeme si fue inoportuno —No, no fue inoportuno, claro que no —le responde el padre de Alexander, amable como siempre—. Los amigos de Alexander siempre son bienvenidos a este hogar. Con una sonrisa en sus labios, el padre les da la bienvenida y los invita a seguir al comedor para servirles la comida. Sus hermanos se miran sorprendidos y lo miran con esa picardía que solo los hermanos entienden. Pasan de uno en uno los tres a presentarse con Linda, tratando de disimular la sorpresa, pero compartiendo dentro de sus corazones la alegría que su hermano refleja en el rostro. Alexander no se atreve a hablar, siempre fue una joven tímida y desde su cambio de género, sufriendo el acoso de sus compañeros de clase, el rechazo de su madre y conviviendo con los prejuicios de sus vecinos, se ha hecho más introvertido, pero esta noche es especial porque puede compartir un momento de libertad en su hogar. Uno de los hermanos de Alexander corta el silencio. —¿Cómo se conocieron?, ¿de donde son amigos? —pregunta. Linda responde rápidamente. —No somos solo amigos, somos pareja. Nos conocimos hace unos días en la playa, en un encuentro de windsurf. Hablamos toda la tarde y, bueno, ustedes ven que ya estamos aquí.
—¿Pero son solo amigos o algo más? —pregunta el padre de manera discreta en un tono bajo. —Somos algo más —responde Linda también en tono bajo. —Pero tú sabes de su condición, ¿cómo te sientes?, ¿o cómo lo van a manejar? ¿Tu familia qué dice? —agrega el hermano mayor de Alexander sin poder reprimirse. Alexander lo mira muy serio, pero Linda se lo toma con tranquilidad, entendiendo que es una pregunta obligada. —Como ya les dije, es sobre conexión de almas y pensamientos. Al principio fue un poco chocante porque pensé que era un hombre, pero ya no podía sacarlo de mis pensamientos y hemos tenido la oportunidad de conocernos mejor. Primero vamos a esperar a ver qué pasa y luego podremos hablar con mi familia si es necesario. Todos miran disimuladamente a Alexander, pero él continúa comiendo sonriente, con la mirada fija en el plato. Después de un minuto, toma un sorbo de agua y acota: —Parece que ya encontré la solución a mi problema de timidez: Linda es una gran interlocutora, ya no tengo que preocuparme por responder o hablar, porque ya tengo a mi novia que responde por mí para salvarme. Se me olvidaba decir que ella quiere ser periodista, así como tú, papá. Tal vez tú puedes darle algunos tipos —Linda se ríe. —Bueno sí, a mí me gusta hablar y tú no dices nada, somos la pareja perfecta — dice en su defensa—. De eso se trata la vida, de complementarse y aceptar las diferencias de los demás, es la única forma de ser feliz. Y sobre los tipos, serían de gran ayuda. Además, si puede ayudarme a conocer personas del medio para ir a conocer las estaciones de radio o de televisión, sería genial. El próximo año nos graduamos del colegio y quiero tomarme unos meses para viajar y ver algunas competencias de windsurfing, pero cuando vuelva estoy preparada para ir a la universidad y realizar mis sueños —comenta Linda de manera muy emotiva. —Sería un placer —contesta el padre de Alexander—. Ahora dime, ¿qué opinarán tus padres sobre estar con joven mayor que tú? Tú todavía estás en el colegio y Alexander ya va a la universidad. Eres menor de edad, ¿verdad? — Alexander comienza a mostrarse incómodo, así que la hermana mayor
interrumpe la intervención de su padre. —Papá, ¿podríamos parar ya con las preguntas? Esta no es una entrevista que haces en tu trabajo, es una comida y es la primera vez que Linda viene a casa, ¿podemos relajarnos un poco? Hablemos de otras cosas —Alexander sigue con la mirada fija en su comida. Linda lo abraza, le da un beso en la mejilla y sonríe mientras da una mirada a su alrededor con su copa de jugo en la mano.—Salud. Por la felicidad y la libertad. —Salud —contestan todos, un poco escépticos y preocupados porque lo último que desean es que la primera experiencia amorosa de Alexander sea un fiasco.Así pasan la noche entre chistes e historias, disfrutando el presente, pero con sus pensamientos puestos en un futuro lleno de esperanzas. Mientras tanto, Vivian y Edward en casa veían los vídeos de él junto a sus hermanos en los diferentes viajes que habían realizado para competir. Había aprendido a surfear desde que era casi un bebé en la tabla de su padre, pero cuando cumplió los 14 años había empezado a viajar para aprender de los otros profesionales en Hawái, Brasil, Francia, Aruba, Australia y otros tantos países, luego llevaron a Bruce y por último se les unió Dominik, por eso habían creado ya su propia marca de ropa y rios, además de haber ganado ya varios torneos, por eso eran ya reconocidos en el mundo del windsurf. Vivian estaba impresionada, ya se imaginaba viajar alguna vez con él y compartir de esas experiencias tan excitantes. Cuando Vivian piensa sobre su vida, solo vienen a su mente recuerdos cuidando a su hermano, defendiéndolo de su madre alcohólica, abusadora y violenta, viviendo en la casa de sus amigos para no ser víctima del abuso de los amigos pervertidos de su madre, trabajando de día para en la noche tomar mucho alcohol, bailando en diferentes discotecas, amaneciendo en un charco de alcohol o vómito junto a sus amigos, que estaban igual de desorientados, desesperanzados y confundidos que ella. Ella piensa que si Carol no hubiera llegado a sus vidas, las cosas serían diferentes.—¿En qué piensas? — pregunta Edward.—En nada, solo estaba concentrada viendo el vídeo —dice confundida Vivian. Edward sonríe. —Bien, el vídeo hace unos minutos que terminó, yo estoy hablando como un loco, pero te veo con esa mirada perdida, así que dime, ¿en qué piensas? — contesta. Vivian piensa un poco. —¿Puedo ser sincera? —pregunta. Edward se acerca a ella un poco más para
contestarle. —Claro que sí —Vivian siente que puede abrir sus sentimientos ante él, así que comienza a hablar. —Es difícil de explicar, pero me gusta estar aquí tranquila, simplemente disfrutar el hecho de no estar preocupada por nadie. Todo gracias a Carol, que llegó a nuestras vidas en el momento perfecto. Créeme que mis amigos y yo estábamos estancados, confundidos, o más bien desesperanzados de la vida. Ese día de la fiesta, en esa sesión de meditación sentí mucha paz, finalmente pude entender muchas cosas en mi vida. Edward no entiende muy bien lo que ella dice porque no ha hablado con su hermana acerca de sus nuevos amigos, así que de manera simple le dice: —No entiendo mucho lo que dices porque no sé qué ha pasado en tu vida, pero me alegra que disfrutes este momento aquí conmigo. El hecho de que sientas que mi madre te haya ayudado a ver la vida con otros ojos es importante también. Además, me gusta estar contigo. En un mes iremos a Francia a una de las competencias, ¿te gustaría venir conmigo? Y eso incluye al pequeño Jhon, por supuesto. Y no te preocupes por dinero, tenemos muchas millas acumuladas y mis patrocinadores pagan todo por mí, hemos viajado tanto que ya no pagamos. ¿Qué dices? Pregúntales a tus padres y me contestas después. Vivian abre sus ojos sorprendida de la propuesta que le acaba de realizar Edward, su corazón se quiere salir de su pecho. Le da un abrazo suave. —Sí, me encantaría, me voy contigo. Yo no vivo con mis padres, solo tengo a Jhon; si el viene conmigo, no tengo que preocuparme de nada. Realmente me alegras la vida. Tú no sabes. —Sí, yo sé —responde Edward—. Es decir, lo puedo ver, necesitas descansar, tienes mucho peso en tus hombros y tus ojos se ven un poco tristes. No soy un experto como mi mamá, pero algo he aprendido, y algún día me dirás todos esos pensamientos que se cruzan en esa cabecita. Además, creo que un viaje no le hace mal a nadie. Vivian no entiende cómo este joven ha podido leer lo que siente y lo que piensa. Pero lo único que sabe es que no va a desaprovechar esta oportunidad, realmente necesita descansar, y volver a ver a Jhon así de feliz como estuvo en la fiesta de
Tina no tiene precio. —La comida está servida hace un rato jovencitos —dice Tina tocando la puerta del cuarto de su hijo—. Bajen, porque no la voy a recalentar y ya es muy tarde, me imagino que la señorita debe ir a casa temprano. —Sí, muchas gracias —contesta Vivian abriendo la puerta junto a Edward, bajando juntos rápidamente las escaleras donde se encuentran con Richard, quien prácticamente ya vive en la casa.—Hey, ¿cómo estás? —dice Vivian saludando a Richard—. Hace tiempo que no te veía, no estabas hoy en la playa. —Hoy estuve en casa terminando algunos proyectos de la universidad, después me vine directo a visitar a Caroline —le contesta Richard, quien se ve con un semblante más saludable y tranquilo—. Tú sabes que nadie me espera en casa, así que esta es mi nueva casa. Bueno eso dijeron mis suegros, y yo me he tomado la palabra al pie de la letra —contesta Richard con una carcajada.Así pasan la tarde entre charlas, comiendo felices los deliciosos alimentos que Tina les ha preparado con tanto amor. Al igual que Carol en casa de Mario, aprendiendo a tocar la guitarra, escuchando nuevas canciones inspiradas en el amor, la amistad, los sueños, las tristezas y las alegrías. Al igual que Alexander y Linda, compartiendo el respeto que se demuestra con amor sin juzgamientos ni prejuicios con la familia. Al igual que Marthin y Bradt, creando nuevas experiencias, tratando de olvidar el pasado, honrando con su propia felicidad a los que ya se fueron. Al igual que Anthony y Claudia, cumpliendo sueños que se creían perdidos intentando que su mente se llene de luz. Al igual que cada ser humano en este mundo que lucha con sus monstruos internos tratando de mostrar su mejor cara, aunque se haya pasado por momentos de adversidad y aparentemente no haya por qué sonreír; aunque se sienta que es mejor abandonar la lucha saltando al vacío, pero esperando que en algún momento llegue ese otro ser que escuche, que comprenda, que acompañe y con paciencia ayude a encontrar la luz al final del túnel.
9
«Ya ha pasado más de un mes desde que Mario llegó a mi vida trayendo con él tantas nuevas experiencias. He sido muy feliz, no lo puedo negar, pero hoy especialmente me siento terriblemente mal. Normalmente, cuando la ansiedad me domina hace trizas mi organismo; ahora, además de eso, estoy muy triste, no tengo deseos de nada y eso no es normal de mí. He disfrutado de días preciosos, pero ahora soy un fantasma ambulante... Sé muy bien la causa, pero no sé cómo sacarme eso del pensamiento. Tengo problemas de estómago, me está doliendo muchísimo, ayer al amanecer vomité como nunca y aún me duelen las costillas. Las ganas de llorar no se me van, tengo como añoranza, recuerdos y como si me faltara algo. Es raro, no sé cómo explicar. Debería sentirme feliz, tengo amigos, tengo un novio que me ama, ¿qué me pasa? Pensé que podía ser capaz de controlar mis propias emociones, pero siento que me quiebro. Quiero ser voluntaria en alguna fundación para mantener la cabeza ocupada en otros asuntos, tal vez ayudando a otros me saque todas estas ideas suicidas que a pesar de todo han empezado a rondar mi mente nuevamente. Hoy me siento melancólica, espero que al final del día todo sea simplemente un episodio de ansiedad o estrés por los exámenes. No quiero decirle nada a Mario porque está muy entusiasmado creando su disco. Lo veo muy feliz y tranquilo, por eso no quiero contagiarlo con mi negativismo o lo que sea que me esté atacando en este momento. Además, extraño al profesor Marthin y a mi tío Anthony, que siempre están ahí para escucharme sin juzgar. ¿Dónde estarán?, ¿qué estarán haciendo?, ¿se habrán olvidado de nosotros? Bueno, espero volver a verlos algún día. Si sobrevivo a este día». Sentada en el piso en el rincón de su habitación, al terminar de escribir cierra su diario y fija su mirada en un punto perdido en el espacio en donde están también sus pensamientos, un poco asustada haciéndose preguntas existenciales, esperando que esa sensación en su pecho sea solo la consecuencia de la confusión de su mente que tal vez no logra asimilar que finalmente ha encontrado la luz después de haber vivido tanto tiempo en la oscuridad. Con la habitación en penumbra, permitiendo que entre el viento frío del otoño, dirigiendo lentamente su mirada hasta el lugar donde está la foto que rememora ese momento en la playa donde todos estaban disfrutando el último día de
verano sonriendo, cuando deseaba en su corazón que esos demonios del pasado dejaran de atormentarla, pensaba Carol en la privacidad de su soledad. Estando en sus meditaciones, suena el teléfono, que está en la cama. Ella salta, esperando que sea Mario, pero al otro lado se escucha una suave voz. —Hola, Carol, ¿eres tú?—Sí, soy Carol —responde ella. —Hola, amiguita, ¿cómo estás? Te extrañaba mucho, desde ayer en la tarde en la universidad no sabía nada de ti, no te vuelvas desaparecer de esa forma —dice en un tono jocoso a Caroline—. Bueno, pensaba que si no estás cansada, podría ir hasta tu casa y salir al parque un rato a caminar. Necesito respirar un poco de aire fresco, mi madre está en una de sus terapias grupales, mi papá salió con sus amigos, Richard está con Mario preparándose para los exámenes y mis hermanos acaban de irse de viaje con Vivian y su hermanito Jhon a una de sus competencias —Carol sabe que también necesita salir de esa habitación oscura antes de que la soledad la lleve a tomar alguna estúpida decisión, por lo que se levanta determinada sin darle espacio al desánimo para que la doblegue. —Está bien, amiga, pero creo que es mejor que yo vaya a tu casa, porque no quiero que te pase algo en el camino. Yo voy rápido en la bicicleta. Besos. Caroline le devuelve un beso fuerte y cuelgan el teléfono, poniéndose sus zapatos y chaqueta para protegerse del viento frío y una bufanda jamaiquina de colores que sus hermanos le habían traído de uno de sus viajes al país. Caroline baja las escaleras, le hace una señal de despedida a su madre, que se encuentra con un grupo de personas en la sala como lo ha hecho cada día durante los últimos 19 años. Al llegar a la puerta ve a Carol un poco agitada, tratando de subir con su último aliento los dos escalones que la conducirían a la puerta de su mejor amiga.—Noooo… Caroline, eso no es justo, solo me quedaban unos segundos para lograrlo, ¿por qué eres tan cruel? Y yo que te quiero tanto — Caroline se ríe a carcajadas. —Bueno vas a tener que ser un poco más rápida la próxima vez querida, si realmente quieres ganar la apuesta —dice—. Para que yo te pague todos los helados por un mes, tienes que ser un poco más rápida, querida. Carol que todavía se repone de la maratón que realizo para llegar rápido a casa de su amiga, solo puede decir en tono divertido: —Ay, te odio. Dame aunque sea un vaso de agua, porque me desmayo
—Aquí está —responde Caroline, que ya estaba preparada—, he traído dos botellas de agua y unas galletitas para el camino. Vamos —dice sonriendo como siempre Caroline mientras baja los escalones. En otra parte del mundo ya estaban acomodándose en las habitaciones del hotel Edward, Bruce y Dominik con sus compañeros y Vivian acompañada de su pequeño hermano Jhon. Los hermanos la llevan a su habitación recordándole que se encontrarán en la playa en dos horas para comer algo e ir a dormir, porque al día siguiente temprano deben salir a prepararse practicando para la competencia. Vivian está maravillada, nunca había sentido tanta buena energía en su vida, su ambiente normal eran las discotecas, pero estos jóvenes están llenos de adrenalina, ansiosos de disfrutar la vida cada minuto y eso le gusta, se siente conectada con ellos, desea aprovechar esta oportunidad que le ha dado el destino para poder compartirla con su pequeño hermanito. Así que camina rápidamente hacia la ventana mirando pasmada el panorama. El mar y el cielo conectados y los diferentes tonos que da la mezcla de los rayos del sol ocultándose entre ambos hacen que su mente explote, ya que aunque vive cerca del mar nunca lo había visto como ahora. En este momento está llena de felicidad, así que la forma en que mira la vida es diferente, es con otro cristal lleno de luz y belleza. Edward la mira fijamente, comprende que hablar sería perder el tiempo. Ella se ve más bonita que siempre, con su cabello negro y esa sonrisa que se dibuja en sus labios pintados de color rojo profundo. Él se aleja despidiéndose del pequeño Jhon, quien está recostado en la cama un poco cansado del viaje. Los deja ahí solos, contemplando la belleza de la vida y de la sensación de tranquilidad que reflejan en sus rostros. Dos horas más tarde bajan todos al restaurante del hotel. Vivian se acerca a la mesa con un vestido largo hasta los tobillos con diferentes tonos de azul que dejan ver bellamente su figura y unas sandalias bajas blancas, sus labios rojos como siempre y de la mano de su ya agotado hermano, que preferiría mil veces estar en la cama de la habitación del hotel, aunque su estómago suena por el hambre que tiene. Jhon se sienta en las piernas de Vivian y dos minutos después está profundamente dormido, los jóvenes no pueden evitar sentir ternura por él. —¿Y cómo te has sentido? —pregunta Bruce mirando fijamente a Vivian.— Feliz, muy feliz. Gracias, a tu hermano por la invitación y a ustedes por aceptar que mi hermano viniera también, espero que podamos disfrutar un tiempo juntos. Es decir, no quiero interrumpir su entrenamiento ni distraer a tu hermano —Mira a Edward con gratitud. Vivian está decidida a abrir su corazón. Después de terminar su relación con Mario, no había encontrado un hombre que la
entendiera y que pudiera ver su alma a través de sus ojos, y eso le hacía sentir un nudo en la garganta; es algo en su interior que le pide que suelte su verdad, y ese algo le hace sentir confiada este joven. Por esta, razón debe ser honesta, pero decide esperar hasta el siguiente día, cuando todos estén descansados, así que después de una noche de risas, Vivian, su pequeño hermano y Edward se van a sus habitaciones para descansar, esperando con ansias el empezar de un nuevo día. En el Amazonas Colombiano se encuentran Bradt y Marthin. Bradt, apasionado por la naturaleza, las culturas del mundo, el altruismo y la fotografía, estaba enfocado en su trabajo, tomando las fotos para el nuevo libro que su amigo escritor le había encomendado. Marthin, por el contrario, aunque disfrutaba de la compañía de Bradt, se siente un poco apesadumbrado, ya que precisamente en este día se cumplen cuatro años de la muerte de su expareja, el sargento Patterson, lo que le hace difícil concentrarse en el presente o disfrutar del nuevo empezar de la vida que Bradt le estaba ofreciendo. Marthin nunca pensó que el duelo le iba a llevar tanto, mucho menos ahora que había conocido a este gran ser humano que realmente se estaba dedicando a hacerlo feliz para olvidar su pasado. Se sentía decepcionado de sí mismo. Además, se sentía la persona más ingrata del mundo, inmerso en sus pensamientos oscuros. Llega Bradt, quien ha terminado su jornada de trabajo y lo abraza, besándolo en el cuello. —No te preocupes, todos tenemos fantasmas que nos atormentan, pero poco a poco se esfuman. Recuerda que yo estoy aquí y no voy a soltar tu mano hasta que tú lo quieras —Marthin se recuesta en su hombro, llorando de manera desconsolada. No puede contener su sentimiento, los recuerdos de esa horrible noche en la que cinco de sus compañeros murieron, compañeros con los que había compartido tantos momentos de alegría, de los cuales conocía sus planes y sueños; compañeros que ya no estaban, que habían dejado un vacío en su alma y un trauma en su mente por las imágenes que no podía borrar, imágenes que lo atormentaban en sus sueños, llegando a él en los momentos en los que más feliz se encontraba. De repente, Marthin levanta su cabeza, se toca el pecho, comienza a sentir palpitaciones, dificultad para respirar y el sudor corre por todo su cuerpo. Todas las imágenes se mezclan en su mente, las voces se vuelven cada vez más reales y los gritos de sus compañeros pidiendo ayuda se oyen más fuerte. Está confundido y en este momento no sabe ni entiende si esto es real o es imaginario. Así, confundido, empuja a Bradt, quien trata sin éxito de ayudarlo a calmarse. Sale corriendo, perdiéndose entre las ramas de los árboles, las flores y los pequeños animales que les rodean. Bradt llama a algunos nativos que viven
en la zona para que le ayuden a buscarlo, así que salen corriendo por diferentes puntos. Después de varias horas de búsqueda en la selva, logran encontrar a Marthin tirado sobre la tierra cerca del río, semidesnudo, visiblemente cansado, hablando solo y ´comiéndose las uñas de sus manos, por lo que sus dedos ya estaban sangrando. Se acercan a él lentamente y entre todos lo acuestan en una camilla, llevándoselo nuevamente hasta la cabaña en la que se quedan entre la selva y el pueblo. Uno de los hombres que ayudó en la búsqueda de Marthin se acerca a Bradt, sugiriéndole ir donde un conocido chamán de la zona que tal vez le pueda ayudar con su problema. —Tal vez él pueda ayudarlo a sacar esas imágenes que se mezclan con las tinieblas de su cabeza —le asegura el joven mirándolo fijamente con una seriedad y tranquilidad en su rostro que convencería a cualquiera.—Sí, le preguntaré cuando despierte y si él acepta lo llevaré mañana mismo, espero que el chamán tenga tiempo. Muchas gracias. Al siguiente día en la mañana, Marthin se despierta adolorido. No entiende lo que pasó y solo recuerda estar sentado al lado de Bradt. Mira a su alrededor hasta que llega a ese rostro amable que lo mira de vuelta con una sonrisa.—Hola, bello durmiente. Estaba a punto de despertarte con un beso, pero pensé que después del show de ayer mejor te dejaba durmiendo otros cien años —Los dos ríen mientras Bradt se acerca a él—. No puedes vivir más así, es triste verte. Yo deseo lo mejor para ti, así que vamos a ir donde un chamán de la zona. Tal vez él pueda ayudarte a aprender a vivir en paz con tus fantasmas, o aún mejor, tal vez los pueda sacar y llenar de luz nuevamente esa mente tuya —Marthin lo mira confundido porque todavía se siente cansado, así que toma la cobija nuevamente, recostándose en la cama y cerrando los ojos. —Cuando me despierte, iremos. Quiero ver qué clase de magia es esa y en qué historia de princesas me has metido —E inmediatamente se queda dormido. Bradt vuelve a su trabajo de escoger las fotos que piensa pueden imprimir en el libro y espera que su amigo las apruebe para ya poder disfrutar de un tiempo libre con Marthin. Caroline y Carol van caminando por el parque recordando a sus amigos. Aunque ya es tarde en la noche, disfrutan del viento fresco y de la mutua compañía haciendo bromas la una de la otra, planeando el cumpleaños número veintitrés de Caroline, que planean que sea muy especial. Finalmente, es la primera vez que tendrá amigos invitados; siempre habían sido solo ellas dos, sus padres y
algunas veces sus tres hermanos mayores se les unían cuando no estaban de viaje, pero piensa que con sus amigos todo será diferente y por supuesto más divertido. Hablando de todo un poco, viene a la mente de Carol su novio: «Extraño a Mario. Quisiera llamarlo y escuchar su voz, pero sé que tienen que estudiar mucho; si pierde un solo curso, sus padres lo matarían. A veces pienso que soy afortunada de no tener el peso de un gran apellido en mis hombros. Me alegra ser quien soy, poder ser algún día lo que yo quiera ser y no lo que otros quieren de mi». Caroline se ve un poco pálida, no se siente muy bien, pero no quiere asustar a su amiga, quien se ve tan contenta, por lo que toma aliento para decirle: —Bueno, yo creo que lo que haces por amor está bien. Ellos, a pesar de todo, aman a sus padres, buscan su aprobación y quieren hacerlos sentir orgullosos. Cuando Richard termine la universidad, nos iremos a Francia; ahí el podrá istrar los negocios de su padre, seguir practicando su nueva pasión en su tabla de windsurfing y tendremos un restaurante para hacer lo que nos apasiona. No sabes cómo queda la cocina después de nuestros experimentos culinarios, pero nos divertimos tanto. Repentinamente, al terminar de hablar, los ojos de Caroline quedan en blanco, su cabeza se tuerce hacia atrás, perdiendo el equilibrio y cayendo violentamente al piso. Se golpea contra el asfalto y comienza a sangrar por la nariz mientras las convulsiones sacuden su cuerpo. Carol la agarra fuertemente y le mete sus dedos en la boca para controlar su lengua mientras grita desesperadamente para que alguien venga a ayudarla. Afortunadamente, van pasando dos corredores que se acercan trepidantemente, llaman a emergencias y a los padres de Caroline. Después de unos minutos de haber controlado la situación, puede escuchar el sonido de la sirena de la ambulancia que se acerca al lugar. Carol abraza fuertemente a Caroline y los otros dos hombres que las acompañan le ayudan a sostenerla. Desesperada y llorando ve a su mejor amiga en esa situación y se llena de completa tristeza. «¿Por qué la vida es así?, ¿por qué tan injusta?», se pregunta en lo íntimo de sus pensamientos mientras los enfermeros la levantan y la suben a la ambulancia para conducirla al hospital donde sus padres la esperan. Después de tres horas de espera, finalmente sale la doctora, quien les informa de que el daño en su cerebro es mayor que la última vez, sumado a que el golpe que recibió en la parte frontal de su cabeza al caer al piso le provocó una conmoción, por lo que le han inducido a un coma profundo para que su cerebro y su cuerpo se recuperen poco a poco.—Yo les prometo que su hija va a estar bien, nosotros
haremos todo lo posible para que ella se mejore y pueda llevar una vida normal como lo ha hecho hasta ahora. He estado investigando, encontrando nuevos medicamentos que le pueden hacer ayudar disminuir los ataques. Además, sé que pronto es su cumpleaños, así que vamos a hacer todo lo posible para que se cumpla. Ella es una joven fuerte, vamos a pensar positivo y a esperar. Ya pueden entrar a verla unos pocos minutos. El teléfono de Carol suena; son sus padres, que están al pendiente de la situación y lamentan no poder ir a acompañar a Tina y a Logan, pero tienen que cuidar de sus hijos y su sobrina. Los saludan y les desean lo mejor, prometiéndoles que al siguiente día con seguridad irán a cuidar de Caroline para que ellos puedan ir a casa a descansar. Envían un taxi al hospital para que recoja a Carol y la lleve a casa, aunque ella preferiría quedarse ahí acompañando a su amiga hasta que despierte. Antes de salir, Tina habla con Carol. —¿Podrías avisarle a Richard? Ella estaría feliz de escuchar su voz. Y por favor, no le digan lo que ha ocurrido a Vivian, no quiero que mis hijos se preocupen. Ellos están tan lejos que igual no pueden hacer nada, lo único que ocasionará será desconcentrarlos, y para Caroline el mayor regalo seria que sus hermanos trajeran ese trofeo a casa. Espero que cuando vuelvan ella se encuentre mejor. Carol abraza a Tina y a Logan, luego se despide de su amiga, quien yace dormida e inconsciente, con un beso en la mejilla. Al llegar a casa Carol se lanza a los brazos de su padre llorando. —¿Por qué, por qué, por qué? —le pregunta en tono desesperado—. Ella es tan buena. ¿Por qué esto no le pasa a alguno de los que se burlaban de nosotras en la escuela? ¿Por qué todo lo malo le pasa a la gente buena? ¿Por qué, papá? — Charlie no tiene una respuesta, lo único que puede hacer es consolar a su hija abrazándola, acariciando su cabello, esperando a que se quede dormida como cuando era una pequeña niña en su pecho. Luego la sube en sus brazos hasta su habitación para dejarla en su cama durmiendo. Al siguiente día, Carol se levanta muy temprano, llama a todos para que se reúnan en el hospital y se va para encontrarse con ellos. Efectivamente llega Alexander con Linda, Mario y un desesperado Richard, que corre a los brazos de Carol con un semblante triste, no puede entender que ocurra esto cuando más felices están, y de una manera tan inesperada. Él quisiera tener la cura para esta
enfermedad para poder ver a Caroline sana sin tener que pensar nunca más que en cualquier momento esa enfermedad la atacará nuevamente como un enemigo traicionero por la espalda. Charlie y Charlotte cuidan de Caroline para que sus padres puedan descansar, como lo habían acordado el día anterior. Todos pasan toda la mañana esperando alguna reacción, pero Caroline no muestra ningún cambio, tampoco da ninguna respuesta corporal. Richard se niega a apartarse de su lado hasta que se queda dormido sosteniendo su mano, la mano de su morena de ojos dulces y cabello alborotado que lo ha ayudado a estar más tranquilo, a sentirse feliz, satisfecho de lo que es y a ver la vida con otros ojos. En Nueva York, frente a una de las ventanas del teatro está sentado Anthony, ahí, en el teatro donde ensañan la obra en que se presentará muy pronto para lograr hacer realidad el sueño que ha tenido desde que tuvo a su pequeña Elvira en los brazos, cuando se prometió que nunca volvería a usar drogas para empezar una nueva vida por ella y para ella. Anthony sonríe pensando en cómo la vida cambia de un momento a otro. «Es difícil entender cómo la vida te llena de situaciones sorpresivas y te va llevando por diferentes caminos, caminos que nunca te habías imaginado o que nunca habías planeado», piensa mirando los edificios de la ciudad. Recuerda cómo unas semanas atrás estaba pensando en que era un fracasado, escogiendo la forma en que sería su muerte, planeado a quien dejar al cuidado a su pequeña e inocente hija. Recuerda cómo se sentía, con un deseo inmenso de morir, cómo su mente se debatía entre la fantasía de la psicosis que le atacaba cada vez que se encontraba consumiendo drogas, pero por el otro lado sentía un deseo inmenso de vivir para seguir luchando, demostrándose a sí mismo y a todos que era un hombre talentoso que podía lograr el éxito en cualquier camino que se propusiera seguir, pero especialmente el camino de la actuación, que era su verdadera pasión. Esta vez está dispuesto, totalmente preparado para entregarlo todo, para darle un futuro estable a su hija y para que tal vez un día su novia Claudia lo mire con respeto y no con lástima. Su relación con Claudia está llena de altibajos. Ella no tiene familia, lo que en ocasiones la hace encerrarse en su propio mundo. Él no sabe qué le sucedió en el pasado, porque cada vez que lo quiere averiguar ella se enfurece, yéndose de la casa para evitar la conversación. Anthony conoció a Claudia en el centro de rehabilitación, donde se convirtió en su mayor apoyo para sanarse. Ella es muy amorosa con su hija y con él, así que Anthony siente que debe cuidarla con paciencia, tal vez algún día ella encuentre su propio camino a la felicidad. Estando inmerso en su pensamiento, escucha sorpresivamente una voz de hombre fuerte.
—Estamos listos para ensayar. Te hemos estado buscando hace un buen rato y el director está un poco impaciente. Vamos, Anthony. ¿Te encuentras bien?—Sí, perfectamente, solo necesitaba un minuto a solas, disculpa—contesta reaccionando rápidamente. La mujer lo previene, aconsejándole con discreción. —Bueno, te recomiendo que esos minutos a solas los tomes en tu casa, porque el director es temperamental. Aunque lo veas sonreír y parezca muy simpático, con un pequeño error te sacará de la obra sin compasión —Con esa advertencia, ambos salen hacia el corredor que se dirige al escenario, donde están ya todos reunidos esperando al director, quien, afortunadamente para Anthony, estaba retrasado hablando en el teléfono sobre la decoración que se debía instalar en el teatro. Esto le permite sentarse, relajarse hablando con sus compañeros, con los que ya ha creado una buena relación, compañeros que lo aprecian y pueden sentir la buena energía que Anthony desprende. Todos piensan que es un buen hombre, muy amable, además de un excelente actor. En las hermosas playas de Francia, los hermanos de Caroline se preparan para la competencia del día, desconociendo en lo absoluto que su pequeña hermana está en un hospital. En este lado del mundo la vida transcurre tranquila y feliz, todos disfrutan comiendo arroz de mariscos y disfrutando el presente, nada podría ser más perfecto. Vivian junto a Edward se siente plena. Todo el día han estado tomados de la mano, de vez en cuando se dan un beso frente a Jhon, que disfruta los momentos que ha vivido desde que la familia de Caroline llegó a sus vidas. Siente que por fin han podido olvidar su vida real, llena de violencia y abusos, con el constante sentimiento de tener que protegerse de su madre. Aunque siempre estarán agradecidos con Mario, que cuando era novio de Vivian les ayudó, protegiéndolos con mucho amor y cuidado. Al terminar de comer, Jhon sale a jugar con uno de los niños, llamado Jean. Aunque no hablan el mismo idioma, juegan fútbol juntos desde que se conocieron. Vivian y Edward dejan a Jhon jugando con su amiguito acompañado de sus hermanos para ir a la habitación del hotel. Cuando entran en la habitación, Edward no puede evitar el impulso de besarla. La toma por la cintura fuertemente, la besa con todas sus fuerzas, se quita la camisa y luego la recuesta suavemente en la cama, tocando sus muslos. Besando su cuello, siente cómo ella también lo desea. Respirando cada vez más rápido, sus corazones se unen en un solo latir, pero Vivian toma la cara de Edward con su mano y con la otra mano lo aleja de su cuerpo, llorando temblorosa.
—Yo no tengo nada especial que ofrecerte, estoy sucia. Tú no te mereces esto. Discúlpame —Edward la mira sorprendido y trata de abrazarla, pero ella se aleja, se baja de la cama y se sienta en el mueble que está ubicado al lado. Él se acerca despacio, arrodillándose frente a ella.—Me puedes decir qué pasa, confía en mí, yo te quiero —Con ese simple comentario, logra soltar una tímida sonrisa de los labios de la tímida Vivian.—Ella me vendió. Mi madre —expresa Vivian, interrumpiendo el ambiente romántico que trataba de crear Edward—. A los 10 años me vendió a uno de sus amigos pedófilos por dinero para comprar alcohol y pagar la renta de la casa en que vivíamos. Y no solo fue una vez ni a un solo hombre, yo tenía que pagar por vivir ahí; según ella, esa era la forma en que yo debía hacerlo, siendo una buena niña. Nadie sabía lo que yo sufría. Yo quería escaparme, pero ella quedó embarazada y yo no quería que ese bebé pasara por lo que yo pasé, así que decidí quedarme aguantando toda esa pesadilla.»Cuando nació Jhon, mi situación mejoró porque su padre era un buen hombre, cariñoso y respetuoso conmigo, por lo que ella se enloqueció de celos. Decía que yo era una prostituta, que él estaba enamorado de mí, así que lo echó de la casa con la policía, amenazándolo con decir que me había violado, así que el pobre hombre nunca más volvió. »Finalmente llegó Mario y me ayudó, su padre tiene mucho poder y pudo alejarla con amenazas. Gracias a su dinero, nos enteramos de que el padre de Jhon murió unos meses antes de que pudiéramos localizarlo. Con el dinero que le dejó a mi hermanito en su testamento hemos podido tener una mejor vida. Yo me dediqué a trabajar y a salir con mis amigos cada fin de semana. Nunca tuve relaciones sexuales con Mario, solo necesitábamos que sus padres me ayudaran; fuimos novios especiales, fue más una relación de protección. Es un hombre muy dulce, igual que tú lo eres. Edward se levanta del piso después de haberla escuchado atentamente, completamente conmocionado con lo que acaba de escuchar. Se imagina todo lo que tuvo que aguantar esa pobre niña sola sin nadie que la defendiera. Él la toma de las manos, dándole un fuerte abrazo, y la besa en la mejilla, expresándole todo su amor. —Nada de lo que pasó es tu culpa, tú no estás marcada. Eres un ser humano y mereces ser amada en cuerpo y alma, pero primero vamos a empezar por el alma y cuando te sientas preparada seguimos con el cuerpo —Ella no puede evitar reír ante la dulzura y la picardía de Edward. Se siente protegida, pero sobre todo amada—. Le diré a mi madre para que platiquen cuando volvamos. Ella es una
gran terapeuta espiritual, ha ayudado a muchas mujeres como tu —Vivian se asusta. —No, a tu mamá no. No quiero que piense que soy una mala mujer y que no me acepte para ti —Edward la mira fijamente. —Créeme que ella te entenderá, te ayudará y lo mejor de todo, no te juzgará. Nadie puede juzgarte ni culparte por algo que hizo otro. Yo creo que es mejor que bajes a traer al pequeño Jhon para que descansen los dos, vean una película o duerman, y cuando yo vuelva podemos dar un recorrido en moto por la isla, que es muy bonita, ¿qué te parece? —Vivian lo mira con inmenso amor, sintiéndose muy afortunada porque este joven la acepte. Siente un alivio inmenso. También se siente libre, porque no podría empezar una relación con mentiras y mucho menos con él, porque desea de manera inmensa que esto dure para siempre, ya no puede imaginar su vida sin él.—Me parece una excelente idea —contesta—. Bajaré contigo para buscar a Jhon. Tú tienes razón, este niño necesita descansar un rato, vamos —Así que se toman de la mano, sonriendo el uno al otro sin saber ni importarles lo que el futuro traiga porque allí está todo lo que los hace felices: solo se necesitan el uno al otro y nada en el mundo puede arrebatarles eso.
10
En el hospital, rodeada de sus padres y amigos, se encuentra Caroline. Richard la toma de la mano, logrando sentir que ella mueve un poco sus dedos mientras una lágrima sale de su ojo. Todos pueden notarlo, así que se acercan a ella tranquilamente según las indicaciones del doctor, que les permitió estar a todos en la habitación con la condición de mantenerse tranquilos ante cualquier situación. Mientras su padre, Logan, sale de la habitación para llamar a la enfermera, su madre, Tina, pone su mano suavemente en la cabeza y le acaricia. —¿Cómo estás, mi pequeña? —Caroline mueve los ojos y Carol le pasa rápidamente un vaso con agua a Tina, quien moja un algodón y lo pone en los labios de su hija para humedecerlos. Las enfermeras llegan, sacando a todos de la habitación para controlar los signos vitales de Caroline, y la doctora le realiza algunos exámenes extra para ver su evolución cerebral.Al final del día, todos cansados se van a su casa, quedando sus padres al cuidado de la joven, a la que ya le han retirado los fármacos que la mantienen dormida, esperando que su cerebro muestre señales de actividad y pueda despertar. Después de dos días, el teléfono de Richard suena para avisarle de que su novia había despertado y preguntaba por él. Sus padres en el hospital están sorprendidos de la recuperación de su hija. —Tengo hambre —dice Caroline. Ellos se miran entre sí, felices. —Esa es mi pequeña —dice Tina—. No importan las circunstancias, la comida nunca puede faltar. Richard, Carol y Mario llegan corriendo, acercándose a ella para abrazarla de manera suave, porque no quieren lastimarla, con un sentimiento de sosiego por verla viva y sana. Una de las enfermeras llega con una bandeja llena de frutas, comida y agua. Al ver esto, Caroline suelta rápidamente la mano de Richard para sentarse. Después de una hora de hablar, Caroline se siente cansada, despidiéndose de ellos para poder dormir. Los padres de ella les piden a los jóvenes que vayan a sus casas a comer, a descansar o a hacer sus labores universitarias, prometiéndoles que les estarán informando de cualquier cosa que
pase.—No se preocupen, ese debe ser el efecto de los medicamentos que pusieron en su cuerpo para controlar la inflamación en su cerebro, estamos seguros de que en unos días ella será la misma de siempre. ¿Por qué no esperan a que nosotros les llamemos? Estos serán días con un poco de estrés para ella, así que lo mejor es que ustedes se concentren en sus exámenes del colegio y ya el viernes pueden ir a la casa, así ella estará tranquila. El sábado vuelven sus hermanos de la competencia, y si Caroline se siente mejor, preferimos que nadie hable de esto. La verdad, no queremos que se enteren. Si saben que algo malo ocurre con su hermana, cancelarán todo y eso no será bueno para sus carreras deportivas. ¿Entienden? —los tres jóvenes están todavía alterados por todo lo que ha sucedido, así que solo atinan a contestar de manera afirmativa con sus cabezas y a despedirse. El más triste es Richard, quien está devastado desde que se enteró del ataque de epilepsia. Cree que le costará esperar hasta que los padres de Caroline le llamen, pero debe respetar los consejos de los doctores. Cuando van saliendo del hospital, se encuentran con Alexander y Linda que llegan con un ramo de flores. —Hola, chicos. Traemos un regalo para Caroline, ¿cómo esta ella?—Mucho mejor, ya despertó, está comiendo en compañía de sus padres —contesta Richard con semblante decaído—. Ellos nos pidieron que esperemos hasta que vuelvan a casa para visitarla y por favor no le digamos nada a sus hermanos ni a Vivian para no preocuparlos por ahora. Pueden ir a llevarle las flores mientras nosotros los esperaremos aquí. Cuando ellos vuelven, hablan un poco de otros temas para suavizar el ambiente. Luego caminan hacia sus carros ubicados en el estacionamiento se abrazan y se despiden. Al final del día, cada uno en el secreto de su mente trata de descansar de todo lo que está sucediendo en sus vidas: Alexander, en su habitación, descansa del mundo con sus etiquetas que le indican cómo vestir, cómo actuar, qué decir, qué sentir y a quién amar; Linda descansa de la presión social que le quiere domesticar los sentimientos; Carol descansa de los señalamientos que la culpan por no ser ni sentirse feliz con todos los privilegios que tiene, desea descansar de esas tinieblas que abarcan su mente; Mario descansa de la presión de ser el líder en su grupo de amigos, de ser la roca en la que todos se apoyan cuando necesitan ayuda, de aparentar estar tranquilo cuando su alma se parte en pedazos, con la melancolía de su hermana muerta, a la que extraña cada vez que entra a casa y
ve a sus padres, que están presentes en cuerpo, pero ahogados en trabajo, olvidando que su hijo también necesita una roca donde apoyarse, a alguien con quien hablar de lo que siente; Richard descansa de las cadenas sociales que no le permiten sentirse realmente libre, descansa de la prisión en la que sus padres lo han encerrado y de la que no sabe cómo escapar, descansa de pensar que en cualquier momento podría perder a su novia, con la cual ha encontrado la paz que hace tiempo necesitaba; Caroline descansa de batallar con su cuerpo, que no le permite vivir la vida como todos los demás jóvenes, esperanzada en que los milagros de los que tanto ha escuchado hablar los domingos en la iglesia se manifiesten en ella con sanidad para poder vivir el futuro que tantas veces ha dibujado en su mente. Mientras en un lado del mundo es de madrugada, permitiendo a los seres enjaulados encontrar la libertad en sus sueños, al otro lado es de día. Es un día con lluvia, y Marthin puede escuchar las gotas caer en los vidrios de las ventanas de la habitación. Abre sus ojos, alcanzando a observar a Bradt, que trabaja en sus fotos sentado frente a él.—Bueno, ¿ahora sí estás listo para salir o piensas aplazar una semana más tu encuentro con la realidad? Entiendo que esta semana has tratado de descansar, tienes toda la razón, pero ya es suficiente. Yo he estado ocupado eligiendo las fotos del libro y hablando con mi amigo, así que ya has tenido tiempo suficiente para pensar qué es lo mejor para ti. Hemos paseado, disfrutado el tiempo aquí, pero no podemos volver a una vida normal sin haber intentado sanarte, hoy tenemos una cita con el chamán. Vamos a hablar con él, a tomar el yagé, que según he escuchado te mostrará la luz al final túnel, y lo más importante, a sacar esos demonios que se te han metido adentro. Rápido, a bañarse, vestirse y nos vamos. Marthin se levanta rápido, más enamorado que nunca por el interés que Bradt le muestra. Hace mucho tiempo que no se sentía tan amado. Los estudiantes lo aman con un amor de hijos, pero no es mucho lo que ellos pueden hacer por él. Ellos no saben nada de las tristezas que vive Marthin en su vida diaria, solo ven esa sonrisa eterna cada día en el salón de clases, pero no saben las batallas internas con las que tiene que pelear para sobrevivir el día a día, levantarse de la cama pensando positivo, salir a la calle, hacer deporte, sonreír y reír las bromas de los demás, tratando de seguir todos los consejos que las personas comunes dan a aquellos que sufren de estrés postraumático sin entender o ni siquiera comprender las peleas internas diarias con las que se tiene que luchar para no parecer una víctima. Finalmente, Marthin ha encontrado alguien que lo escucha, ayudándolo a llevar su carga. No todas las personas que sufren tienen esa suerte,
la mayoría son juzgados, apartándose de sus familias o de su círculo de amigos. Por eso reflexiona sobre lo afortunado que se hace sin discutir todo lo que Bradt le pide. Después de atravesar un puente rústico rodeado de árboles, se encuentra una cabaña. Es una casa hecha con troncos de árboles, techo de hojas de los árboles, unas escaleras talladas con los espíritus protectores y un hermoso extenso balcón que rodea toda la casa desde donde se puede observar la belleza de la naturaleza pura que ofrece su energía. Suben los escalones, viendo a un hombre que los espera en la puerta. Es el mismo hombre que le había ofrecido los servicios del chamán una semana atrás. Al entrar a la casa, observan todos los objetos que simbolizan el mundo espiritual con el que se trabaja, también las yerbas con las que se preparará la bebida que ingerirá en algunas horas. El chamán entra a la sala, los saluda con un amable estrechón de manos, invitándolos a sentarse en uno de los cojines que está en el piso contra una de las paredes. El hombre que los invitó les servirá de traductor, ya que el chamán habla una de las lenguas indígenas que los nativos usan.—Primero quiero escuchar quién eres tú, qué te ha traído hasta aquí o quién te ha traído hasta aquí y qué es lo que quieres lograr por medio de este retiro espiritual —le dice el chamán en un tono suave. Al escuchar la traducción que el hombre les hace, Marthin y Bradt se miran sorprendidos e inmediatamente Marthin responde. —Yo no he venido a un retiro espiritual, he venido a tomar una bebida que su amigo dijo me ayudaría a «sacar los demonios de mi cabeza», pero me imagino que eso tomará una o dos horas —Cuando el hombre traduce, el chamán lo mira fijamente a los ojos. —Contésteme sinceramente, ¿usted cree que después de haber alimentado a estos «demonios», como usted los llama, por tan largo tiempo, en dos hora logrará sacarlos de su cuerpo, su alma y su mente? Lo siento mucho, joven, pero para liberarse de esto, para continuar una vida en la que usted tome el control de sus emociones, necesitará más que unos minutos. Contésteme, ¿está usted dispuesto a dedicar los próximos tres días al encuentro con usted mismo? Si no, es mejor que se vaya por donde vino y suponga que este encuentro nunca sucedió —Marthin se queda callado por unos minutos, mirando a Bradt como buscando sus aprobaciones.—Tú sabes que yo quiero lo mejor para ti, y si nos tenemos que quedar aquí una eternidad, pues así será. No es justo que cuando más feliz deberías estar es cuando más tus ojos se ven llenos de tristeza. Yo estaré contigo, no te preocupes —contesta Bradt con palabras a la pregunta que
Marthin le había hecho con el corazón, así que las lágrimas ruedan por las mejillas de los dos, se toman de la mano y convienen con el chamán en que se quedaran los tres días que él lo solicitó. —Este ritual es gratuito —dice el hombre, traduciendo lo que el chamán le decía —, así que todo depende de usted. Si quiere sanarse, concéntrese en lo que desea, en lo que quiere para su futuro, sus proyectos. Por favor, vaya a la habitación trasera a acomodarse, a reflexionar, ya mañana en la madrugada yo iré a despertarlo. Le explicaré de manera muy corta lo que haremos: empezaremos con un saludo a la naturaleza, invocaremos nuestros ancestros y espíritus guías para que nos protejan, tomaremos el yagé, veremos qué nos muestra su alma y qué puede ver con los ojos de la mente para así descubrir qué es lo que realmente lo mantiene atado al mundo de los muertos. No se preocupe por sus objetos personales, todo lo que necesita está en usted, dentro de usted. Su amigo puede ir a casa, descansar, enviarle buena energía y volver en la tarde del tercer día. Obedeciendo la orden del chamán Bradt se despide yéndose tranquilo porque sabe que de esta experiencia Marthin saldrá bien librado y libre. Muy temprano en la mañana, en Europa, se despiertan los jóvenes, esperanzados de vivir. Caroline estaba alegre, la semana pasada todo había pasado muy rápido, toda la situación fue estresante después del episodio de epilepsia, el coma inducido. Los hermanos mayores de Caroline, que ya habían regresado de la competencia, no entendían por qué todos estaban tan contentos; no entendían el porqué de la comida, el pastel, los amigos, tantos invitados. Entre todos habían acordado no decirles nada, y mucho menos después de que llegaron con el trofeo en sus manos para entregárselo a su hermanita que aman tanto. Estaban celebrando la vida, el amor, la amistad, el apoyo y todas las cosas buenas que habían pasado desde que sus caminos se entrecruzaron. Sentándose todos a la mesa, Carol levanta su vaso con jugo, haciendo un brindis. —Salud por mi amiga, que es como mi hermana, por su salud y por muchos años más compartiendo juntos. —¿Por qué estás brindando por eso? —pregunta Bruce frunciendo el ceño— ¿Ha pasado algo mientras no estábamos en casa? ¿Está todo bien? Ustedes están actuando un poco raro. Desde que llegamos ayer en la tarde, todos se ven muy felices, más de lo normal —A lo que Tina interviene, salvando la situación.
—Mi amor, ¿no te parece que celebremos que ustedes llegaron con el trofeo para dárselo a su hermanita y que ella cada día está mejor? Estamos celebrando la vida y estar en compañía de los seres que amamos. Vamos a comer, a beber y todo lo bonito que se nos ocurra.De esta forma, con el espíritu exaltado de felicidad, los jóvenes y sus padres se entrelazan en conversaciones, bromas, canciones, besos y abrazos. Anthony en New york se siente ansioso, nervioso extrañando a su hija. Es como un sentimiento de melancolía que no logra comprender, un sentimiento que se adueña de su estado de ánimo cada día más fuertemente. Aunque sabe que su hermano, junto a su familia, cuida de Elvira con mucho amor, no puede evitar sentirse culpable por abandonarla por tan largo tiempo. El haber tomado tantas malas decisiones en su vida le había pasado la cuenta de cobro y la única afectada era ella, su niña, que a pesar de todo lo cuidaba, lo amaba y nunca le reclamaba nada, solo lo miraba con ojos de amor, tratando de hacerlo feliz con sus bromas y actuaciones cómicas que lo hacían reír tanto. Reprimiendo su llanto, suspira fuertemente para tratar de sacar toda esa presión de su cuerpo terminando de tomar su vino, mirando a Claudia, que duerme plácidamente con una sonrisa. La próxima semana en la noche será el estreno de la obra de teatro, se siente plácido por ese logro en su vida profesional. En medio de todos estos pensamientos, decide ir a caminar para despejar su mente y dejar descansar a su novia. Cierra la puerta, camina unos pocos pasos y se encuentra con uno de sus amigos de fiesta, quien sorprendido lo saluda. —Hola, hermano, ¿qué haces aquí?, ¿en Nueva York? Hace mucho tiempo que no te veía. Traté de arte y tu hermano, quien contestaba tu teléfono, no me permitió ir a visitarte nunca más —Anthony está confundido, preferiría salir corriendo, pero por respeto no lo hace. Su amigo Peter fue una de sus malas compañías, uno de los que lo envolvió en muchos problemas con sus padres en su juventud, quien le compraba la droga, llevándolo a todas las discotecas de la ciudad, y por quien la madre de Elvira los abandono. —Estoy bien, hermano, gracias. Ya estoy limpio, empezando una nueva vida, ensayando para una obra de teatro en la que soy el coprotagonista, por eso estoy acá, con Claudia, mi nueva novia —De una manera impulsiva, Anthony abraza a su amigo porque, a pesar de todo, necesita alguien que lo conozca con quien hablar. —Felicitaciones, me alegra mucho escuchar tantas buenas noticias. Tú sabes que
a pesar de todo lo que pasó yo te quiero, eres mi mejor amigo. Realmente me dolió cuando tu hermano no me permitió hablarte otra vez, me hizo sentir como si yo fuera el culpable de todo ese problema, pero tú sabes que los dos fuimos víctimas de la situación; dinero, juventud, soledad y malas compañías no son una buena mezcla. Nuestros padres hicieron tremendo escándalo, pero ¿dónde estaban cuando los necesitábamos?A pesar de tantos días ensayando con sus compañeros de trabajo, Anthony no ha podido hacer amigos, parece que cada uno está metido en su personaje o en los afanes de su vida, así que nadie tiene tiempo para hacer vida social. Por eso, su amigo llega como la perfecta compañía. Caminan juntos hasta un bar-restaurante donde comen y comparten unos tragos de licor, hablando y riendo de las locuras de la juventud. Anthony siente que este momento es un respiro que disfruta plenamente. Después de unas horas se despiden, acordando que se volverán a reunir al siguiente día con los amigos de Peter, incluyendo a Claudia en el plan para que se distraiga y conozca a otras personas. Después de todo, ella lo ha acompañado en todo momento siendo una novia excepcional. Han pasado unos días después de que tantos acontecimientos pasaran en la vida de cada uno, así que era hora de tomar decisiones, afrontar responsabilidades, hacer cambios y actuar, «porque la vida es un soplido», piensa Caroline mientras mira por la ventana la lluvia que cae. Nunca se sabe qué va a pasar, o lo peor, nunca se sabe cuándo va a terminar, estás riendo o hablando con alguien y de repente tu cuerpo te dice: ya no más. Después del suicido de su compañero de clase y su ataque de epilepsia, estos pensamientos existencialistas han estado rondando en su cabeza, porque a diferencia de su amiga, Caroline siempre ha querido vivir, por eso pelea día a día contra su enfermedad siendo positiva, tomando su medicina, compartiendo momentos de diversión con su familia, pero especialmente enfocada en su gran amor por Richard: crear una familia junto a él, abrir un restaurante, vivir muchos años siendo felices. Por eso planeaba que, así como el profesor Marthin, ella también necesitaba viajar para esclarecer su mente, conocer nuevas culturas, saborear otras comidas y así. A Caroline le preocupaba que todas las personas que son importantes para ella estaban envueltas en sus propios proyectos, planeando sus propias vidas: Carol estudiando y acompañando a Mario a escribir y musicalizar su nuevo CD; sus hermanos viajando con sus novias a sus competencias de Windsurfing o trabajando promocionando sus tiendas de ropa deportiva; sus padres, Tina y Logan, con sus terapias grupales o en su labor social, así cada uno viviendo el día a día. Caroline estaba decidida a cambiar su vida aburrida. No sabía cuándo sería su último día de vida, porque los ataques eran cada vez más violentos, pero
lo que le quedaba quería aprovecharlo haciendo lo que ella quería. En la parte de arriba de la casa se encuentran sentados Edward, Tina y Vivian, quien ya estaba decidida a destapar su verdad frente a su suegra. Con tantas actividades, reuniones, el trabajo y las ocupaciones con su hermanito no había tenido tiempo de hablar con su suegra como lo quería su novio. —Y… ¿qué es lo que quieren decirme? —pregunta Tina tranquilamente. —No es sobre mí, es Vivian, que necesita que la ayudes a resolver un problema, así que las dejo solas —Edward suelta la mano de su novia, le da un beso en la mejilla y besa a su madre también, abandonando la habitación para sentarse en el piso al lado de la puerta y escuchar lo que hablan. Vivian respira profundamente para tratar de aguantar su llanto, que quiere explotar desde adentro de su pecho. Comienza a hablar un poco insegura, con muchos pensamientos cruzando por su mente, especialmente aquellos que le insisten en que toda familia de Edward la odiará por contar su verdad. Le provoca miedo el solo imaginar que podría perder a su novio y todo el amor que él le ha brindado en tan poco tiempo.— Deja de pensar tanto —le dice Tina, quien la observa muy seriamente, pero amable al mismo tiempo—. Desde que llegaste a esta casa la primera vez, he podido ver que no tienes ni un minuto de paz en tu mente, todo el tiempo estás con esta expresión, así que te pido que por favor hables, dime todo. Yo te prometo que no estoy aquí para juzgarte, al contrario, estoy aquí para ayudarte a encontrar tu paz y a fundamentar una relación estable y feliz con mi hijo, que quiere lo mejor para ti —Tina sigue hablando mientras Vivian es un mar de llanto que se aferra a sus manos como un náufrago se aferra a un salvavidas—. Solo quiero que entiendas que vamos a trabajar en esto juntas. Yo quiero para ti lo que yo tengo con mi amado Logan: nosotros hemos estado 28 años juntos, sin importar el color de la piel, nuestras diferencias culturales, sociales, religiosas y nuestro pasado. Siempre hemos sido un libro abierto el uno para el otro porque nos amamos y eso es todo lo que importa. No hay ninguna situación en nuestro pasado o nuestro presente que pueda separarnos, por el contrario, cada situación nos fortalece y acrecienta nuestro amor —Vivian siente que todo el llanto que había encarcelado desde su niñez sale libremente con todo su dolor, su rabia, su impotencia, su frustración y su melancolía al recordar a esa pequeña niña abusada en todos los niveles que nunca pudo defenderse o hablar.—Yo también quiero estar completamente limpia de tanto dolor, quiero un futuro con Edward, realmente nunca había sentido tanto amor por alguien como con su hijo. Mis amigos han sido una bendición desde que llegaron a mi vida, pero el amor que
siento por Edward es diferente. Siento que debo cambiar o voy a perderlo, no importa qué tanto él se esfuerce en tratarme con suavidad, mi temperamento es muy fuerte. Siempre he debido ser una mujer fuerte por mí y por mi hermanito, defendernos de cualquiera que quiera hacernos daño, pero esto se ha vuelto una regla en mí y simplemente no sé cómo ser amable, no puedo relajarme y disfrutar del momento.Tina asiente con su cabeza en silencio, escuchando todo lo que Vivian le dice, tratando de comprender su situación con empatía. Sosteniendo su mano con cariño, escucha los macabros relatos de cómo a sus tres años la madre de Vivian permitía entrar hombres a la casa que la tocaban y besaban cuando la acostaba a dormir, disfrazando su perversión de amor maternal; escucha cómo a sus diez años perdió su virginidad con un hombre que olía a licor mientras su madre le subía el volumen a la música para que nadie pudiera escuchar su llanto; escucha cómo todos los días su madre usaba palabras y frases hirientes que fueron destruyendo poco a poco su autoestima, pero también la convirtieron en esa joven mujer a la defensiva de apariencia fuerte; escucha cómo fue forzada a abortar dos veces en su propia casa para que los vecinos no se dieran cuenta de la situación y los amigos de su madre pudieran seguir usándola para su placer; escucha la tristeza mezclada con rabia que Vivian sintió al crecer comprendiendo que la persona que debió amarla con amor puro y protegerla fue la primera que la abusó e instó a otros para que abusaran de ella a cambio de dinero, sin importar el daño que le causó para el resto de su vida, por lo que no ha podido tener relaciones sexuales ni emocionales con nadie.Después de escuchar todo este relato de dolor, Tina solo puede abrazarla para consolarla, permitiéndole despojarse por medio de su llanto de toda la amargura que se ha apoderado de ella al pasar los años. Al otro lado de la puerta estaba Edward, escuchando toda la verdad, ya que Vivian no le había contado todos los detalles, así que se siente completamente apesadumbrado por ella y confundido al mismo tiempo, por lo que sale corriendo de la casa sin despedirse de sus hermanos, buscando aire fresco que le limpie la mente, que le ayude a encontrar la respuesta a lo que debe hacer o cómo ayudar a Vivian en esta horrible situación. Pero él tampoco quiere salir lastimado. En el poco tiempo que ha estado con Vivian, siente que está muy enamorado, pero ha experimentado su cambiante estado de ánimo y lo impredecible y agresiva que puede ser algunas veces. Edward maneja hasta la playa, donde las olas del mar, los pequeños botes y los pájaros volando le ayudan a relajarse para tomar la decisión que cambiará su vida. Siente que es una responsabilidad muy grande entablar una relación seria con Vivian y todos esos traumas que viven dentro de ella, pero tampoco quiere lastimarla abandonándola en este momento en que está empezando a abrir su corazón. Tiene muchos pensamientos que se entremezclan en su cabeza y en este
momento no sabe qué hacer. En el mismo momento en que Vivian está hablando con Tina, llega a casa el profesor Marthin, que se ve radiante, tranquilo y realmente feliz, como si fuera otra persona. Caroline lo abraza fuertemente. Detrás de él llegan Carol, Alexander, Linda, Mario y Richard, que están ansiosos por escuchar lo que el profesor tiene para decir. Todos entran de manera sigilosa a la sala de terapia de Tina sentándose en círculo. El primero en intervenir es Mario, como siempre. —Profesor, díganos todos los detalles de su viaje, ¿cómo fue su experiencia? Y sobre todo, ¿por qué se tomó ese yagé? No sabíamos que tenía esa faceta de experimentar con drogas o lo hubiéramos invitado a una de nuestras fiestas — termina riéndose de manera jocosa. El profesor Marthin también está deseoso de compartir su vivencia. —Para que comprendan lo que pasó en Colombia debo explicarles un poco de mi pasado. Después de unos minutos de contarles su historia, cuándo empezó a saber quién era, aceptando su sexualidad, los problemas que tuvo en su hogar con sus padres, que no quisieron aceptarlo; luego al enlistarse en el ejército, conociendo a Patterson, del que fue pareja por tres años, su posterior muerte y toda la depresión, el duelo, el estrés postraumático que vivió hasta que fue aceptado en la universidad para ser profesor, y cómo gracias a ellos, sus alumnos, pudo superar algunos de sus problemas mentales. Los jóvenes estaban completamente sorprendidos porque nunca, ni en un millón de años, hubieran podido imaginar que su profesor hubiera pasado por tantas experiencias tristes similares a las de ellos.—Esto es increíble, yo nunca sospeché que usted sufriera de depresión o estrés. Usted nunca nos mostró ni un mínimo de ese dolor, siempre estaba ayudándonos, pero nosotros nunca nos tomamos un minuto en preguntarle a usted qué estaba viviendo. Discúlpenos —dice Carol con lágrimas en sus ojos. El profesor Marthin agarra su mano consolándola como siempre.—No somos adivinos. Además, tú sabes muy bien que nosotros los seres humanos sabemos camuflar muy bien nuestros sentimientos. Esta es la realidad social, es algo que ya se ha vuelto una costumbre: la costumbre de silenciar e ignorar lo que duele. Poco a poco, estos recursos de supervivencia dejan de funcionar para generar bloqueos y, con ellos, afectar nuestra propia salud o nuestro crecimiento personal —Todos en la sala se quedan pensativos. Es como si el profesor los hubiera visto por dentro, aunque estaba hablando de sí mismo—. El viaje al amazonas fue la
revelación completa de quién soy y dónde voy. Los jóvenes están completamente extasiados e inmersos en la conversación con el profesor, así que han perdido la noción del tiempo e incluso de lo que está a su alrededor. Cada uno está recordando momentos de su vida en los cuales se sintieron exactamente como él lo estaba describiendo. —Mi experiencia en la selva fue espectacular. Colombia es un país hermoso, pero la Amazonia es un lugar mágico, limpio, sanador. Allá, después de un ataque de estrés y ansiedad, me llevaron donde este hombre al que le dicen taita, un hombre indígena de piel morena, muy viejo, muy sabio, muy tranquilo y conectado con los espíritus —En medio de su relato, se abre la puerta de manera lenta y asoma la cabeza con una sonrisa Tina. —¿Podemos entrar y escuchar este relato del que veo todos están tan interesados? —pregunta. De manera respetuosa, entran Tina, Vivian y Edward, quien había vuelto de la playa más sereno.—Como ya les decía, conocí a este taita con el que realicé un viaje espiritual y una limpieza mental por tres días. Tomé una bebida que le dicen yagé, o más respetosamente, la ayahuasca, una combinación de plantas que te llevan a un estado de nirvana. El ritual con yagé explica que el efecto que produzca dependerá de lo que busque cada quién. Por ejemplo, para mí lo más importante es conseguir un buen estado de salud mental y ver el camino de la luz. Dentro de los pensamientos de Carol se comienza a cruzar la idea de realizar el mismo viaje, y tal vez de esa forma pueda explorarse para encontrarse a sí misma. Siempre había considerado la idea de tomarse un receso de la universidad por unos meses para vivir tranquila, sin el estrés de las obligaciones de cumplir con los exámenes o la preparación de tantos proyectos. Tal vez esta sea una señal de Dios o del universo, que le muestra que debe dedicar tiempo para su sanidad y luego continuar con sus obligaciones académicas. A Carol le encanta aprender, desea graduarse, ser profesional y trabajar, pero solo ahora que su depresión se ha tornado más oscura empieza a considerar la idea de buscar ayuda en donde sea que pueda encontrarla. El profesor continuó con su relato. —Una vez en el lugar, el taita o chamán me advierte que el yagé es un regalo de Dios y de la madre naturaleza, pero sin supervisión podría ser peligroso, por eso
solo se puede realizar con la fe en Dios y con una persona que conozca las propiedades de esta planta. De otra manera, se puede causar la muerte del consultante. Antes que todo, se quema sahumerio para espantar los malos espíritus. El taita recorre todos los rincones de la casa y posteriormente se sienta frente a su altar sagrado con una bata blanca acompañada de collares multicolores, y en su pecho cuelga una gran cruz. En su cabeza tenía puesta una corona de plumas que le dan el reconocimiento como el padre de la comunidad. Taita significa papá: una persona que ha vivido muchos años y tiene el conocimiento para dar consejos a los demás. Después de orar, el taita trae la bebida. En un tono reverente, me llama por mi nombre, haciéndole un conjuro a la bebida con el nombre de quien la va a tomar, recitando oraciones y cánticos en lengua indígena mientras la azota con otras hojas de las que no recuerdo el nombre. El yagé sabe a naturaleza —La cara de Marthin se ve radiante mientras habla, refleja una tranquilidad que no tenía unos meses atrás. Así, apasionadamente, sigue describiendo todo a los oyentes que lo escuchan como niños en total silencio—. En ese instante en que puse el vaso en mis labios, tomé un poco y sentí cómo bajaba por mi garganta, me sentí afortunado de estar en ese lugar, recibiendo de la mano de ese anciano indígena toda su sabiduría. Después regresé a la habitación, me recosté en la colchoneta que me habían preparado y luego de unos minutos de reprimir mis ganas de vomitar, se manifestó el mundo divino espiritual. Por supuesto, tuve que ir al baño varias veces sin atinar en el lugar exacto, así que se imaginaran el desastre —El comentario los saca del hechizo en que se encontraban imaginándose el escenario, con risas cortas pero mirándolo fijamente, porque en este momento todos están más interesados en los hechos, la experiencia y los resultados que tuvo el profesor en su viaje que en los chistes que pudiera contarles. En este momento, el objetivo de todos no era reír, sino encontrar respuestas—. Empecé a sentir cansancio, mientras que en mi estómago sentía algo que me quemaba. Poco a poco, el yagé se había apoderado de mi alma, mente y espíritu. Sentí que salí de mi cuerpo para entrar en otra dimensión. Sentía que podía traspasar mi propia carne con mis manos. Era mi alma fuera de mi cuerpo, viéndome a mí mismo, como cuando la gente dice que ha muerto viéndose a su cuerpo. Bueno, yo morí ese día y maté a mis demonios de una vez —dice de manera contundente con una pequeña lágrima rodando por su mejilla, no una lágrima de tristeza, sino más bien una lágrima de liberación—. Antes de beber el yagé, el taita me advirtió que uno mismo podía pedirle al yagé lo que quería. Sin dudarlo, le pedí que me permitiera encontrarme con Dios y con mis muertos y sucedió. Tuve una conversación muy profunda con ambos que prefiero mantener en privado, pero que, como pueden ver, me liberó, me sanó, me limpió, dejándome como nuevo. Por supuesto, como me advirtió el
taita, debo seguir cuidando de mi mente con meditación, de mi cuerpo con ejercicio y de mi espíritu con oración. Él me explicó que la oración es hablar con Dios y que la meditación es permitir que Dios te hable a ti. Y, por supuesto el ejercicio; nada peor que quedarte en la casa todo el día permitiendo que la tristeza te carcoma el alma enfermando tu cuerpo. El relato del profesor se mezcla con las preguntas de todos, que están curiosos de cada detalle que puedan revelar, incluida Tina que de todas sus experiencias, nunca había experimentado ella misma la toma de la ayahuasca, aunque lo había escuchado de algunos de sus amigos que habían visitado Latinoamérica. Al terminar las preguntas y dar las respectivas respuestas, se dan cuenta de que ya es tarde, por lo que salen a la cocina para que Tina prepare una pizza Hawaiana, que tanto le gusta. Entre pizza, risas y un poco de música, la tarde se va corriendo y cada uno vuelve a sus casas, pero esta vez, y más fuerte que nunca, con un sentimiento de que la felicidad real se puede lograr con conciencia y determinación.
11
Al despertar del siguiente día, una llamada muy temprano en la mañana despierta a Charlie. Puede reconocer la voz, aunque todavía está un poco somnoliento. Es Claudia, a la que igualmente no le puede entender lo que dice entre el llanto. Charlie se queda pasmado y destruido al escuchar las palabras del Claudia. —No sé cómo decir esto, pero estoy acá sola y te necesito. Dios mío, Anthony está muerto. Lo siento, lo siento mucho, no pude hacer nada. Ese desgraciado lo mató, ese desgraciado. Dios mío, qué voy a hacer, qué vamos a hacer. Charlie tira el teléfono al suelo, siente un vacío en su estómago y como si toda la sangre se le bajara hasta los pies. No puede sostenerse ni siquiera al borde de la cama, desmayándose sobre el suelo con un llanto lleno de dolor, de rabia y desconsuelo.—No, no, no. Mi hermanito no. Dios mío, no —grita desconsolado mientras a su mente vienen los recuerdos de su niñez, cuando siempre corría detrás de su niño, lo cuidaba de todo y de todos; jugaba con él, le daba de comer, le enseñaba cómo ponerse la ropa, cómo jugar fútbol, dándole todo el amor que un hermano mayor puede dar. Vienen también los recuerdos de su juventud, sacándolo de bares, de las casas de drogadictos; las peleas ayudándolo en su rehabilitación, durmiendo al lado de su cama, bañándolo de la suciedad cuando lo encontraba en la calle después de días de estar fuera de la casa y, como siempre, cuidándolo, caminando a su lado. Pero sobre todos estos recuerdos, el que más le hace doler el alma es ese del primer día que lo tuvo en sus brazos. Él era tan pequeño, tan indefenso, tan tierno. Cuando su padre puso a Anthony entre sus brazos, lo acarició, lo besó y le prometió que no permitiría que nadie lo lastimara. Por eso ese día, cuando lo despidió en su rumbo a New York, sintió el miedo más profundo dentro de corazón, como un presentimiento que lo incitaba a no dejarlo ir, pero tampoco quería troncar sus sueños de demostrar que sí podía lograr realizar lo que se proponía. Charlotte y los niños se despiertan confundidos, muy ajustados al escuchar el llanto de Charlie. Charlotte ve el teléfono en el piso y se imagina lo peor. —¿Qué pasa? ¿Qué pasa, mi amor? Dime, por favor. Respira tranquilo, por
favor, y dime qué ha pasado —le dice Charlotte recostada junto a él en el suelo, acariciando su cara mientras Carol abraza a sus dos hermanitos y a su sobrina, que lo miran con terror. El teléfono suena nuevamente. Es la voz de Claudia al otro lado, sollozando desconsolada. Charlotte siente que su corazón se quiere salir de su pecho cuando escucha la voz, porque con los antecedentes de Anthony solo puede esperar las peores noticias.—Claudia, dime qué pasa. Respira y habla, porque no entiendo, así no podemos ayudarlos —Claudia respira profundo unas cuantas veces y logra calmar su llanto. —Anthony está muerto —dice—. Llevaba dos días buscándolo por todas partes, nadie en el teatro sabía de su paradero, todos sus compañeros y jefes llamaron a la policía porque desde que salió esa noche a ver a su amigo Peter no habíamos escuchado noticias de él, pero hoy un policía llegó a nuestro apartamento a decirme que lo habían encontrado debajo de un puente, todo golpeado y con marcas de jeringas en sus brazos. Pobrecito mi amor, pobrecito —Charlotte mira a sus hijos, a su esposo tirado en el suelo, pero especialmente concentra su atención en Elvira, esa pobre niña que ahora se había quedado sin padre y de una manera tan trágica.—Está bien, Claudia, estaremos allá tan pronto sea posible. Dile a la policía todo lo que sepas y espera por nosotros —Al colgar el teléfono, se agacha para acariciar a su esposo, lo levanta, le ayuda a sentarse en la cama, dándole un sorbo de agua, y le habla con un tono suave y tranquilo—. Tenemos que comprar los tiquetes de avión para ir a por tu hermano, así que por favor te lo pido, yo sé que es muy difícil, porque yo también amo a tu hermano, pero debemos reponernos por los niños y por tus padres, que todavía no saben nada —Le da un beso con todo el amor, saliendo apurada de la habitación en busca de Carol, que se ha llevado los niños a su habitación para leerles una historia.Charlotte llega y ve a Carol arropando a los niños, que se han quedado dormidos nuevamente, desconociendo lo que pasa. Entra rápidamente y abraza a su hija, quien ya no puede controlar el llanto, y la acomoda en su pecho mientras le acaricia el cabello. —Lo siento mucho, él ya no está, se ha ido, lo siento. Voy a llamar a los padres de Caroline, estoy segura de que se podrán quedar ahí unos días mientras nosotros volvemos con el cuerpo de tu tío y Claudia. Tus abuelos no podrán hacerse cargo de ustedes después de que les demos la noticia, estoy segura de que eso va a ser muy doloroso para ellos, para todos.
La mirada de Carol está perdida, así como sus pensamientos. Su tío Anthony había sido su roca en los últimos años, casi todos los días la pasaban juntos haciendo largas caminatas, yendo a museos, el teatro, a cines, conciertos. Él hacia todo para que sus sobrinos e hija fueran felices, siempre tenía una palabra afectuosa y un gesto cariñoso. Era un hombre fuerte, pero dulce e indefenso al mismo tiempo. ¿Qué sería de todos sin el tío Anthony? ¿Qué sería de ella sin el tío Anthony?. Esto era como un baldado de agua fría. Estaba batallando con su depresión en secreto, estaba tratando de pensar positivo y ser consciente de sus pensamientos día tras día para no agobiar a nadie con sus quejas, pero el suicidio de Daniel más la muerte de su tío le hacen pensar en el suicidio de una manera obsesiva. «¿De qué tiene sentido tratar de sobrevivir cuando la gente que te importa se está muriendo?», piensa Carol mirando a la nada . De manera rápida, Charlie junto a su esposa viaja a Nueva York sin parar de llorar en todo el camino. Al encontrarse con Claudia en el aeropuerto, se funden en un fuerte abrazo y se dirigen al apartamento en que se alojaban, donde todavía reposan encima del escritorio la copia del manuscrito con todas las líneas que tenía que estudiar para su obra de teatro, rodeado de flores que sus compañeros actores le habían enviado.—¿Podrías decirme qué paso con mi hermano?, él estaba limpio, hacia cinco años ya que no tocaba el alcohol ni las drogas, ¿qué paso? —pregunta Charlie confundido, con lágrimas en sus ojos. —Fue su amigo Peter, se encontraron una noche y desde ahí no se separaban. Nunca había escuchado hablar de él, así que no sabía si era bueno o malo que estuvieran tanto tiempo juntos. Todo fue muy rápido. Desde que se reencontraron, ya no volvió a ser el mismo: tuvo un ataque de psicosis, escuchaba voces, salió corriendo y no volví a verlo. Charles se agarra la cabeza con las manos, completamente enojado con ese hombre que volvió para arrebatarle todos los sueños a su hermano, ese del cual lo había protegido tanto tiempo, bloqueando todo o que tuvieran, y justo aquí, donde se supone que empezaría una nueva vida, fue donde lo encontró para que destruirlo. Saber que no pudo estar ahí para protegerlo, para alejarlo de esa situación, le destroza el alma, llenándolo de furia al mismo tiempo. Ahora, en vez de ir a ver actuar a su hermano en la obra de teatro, debe recoger su cuerpo sin vida. Eso le destroza y le hace sentir pesar por su hermano, que había luchado tanto por recobrarse de sus adicciones. Cuando va caminando lentamente desde el carro, abre las puertas del edificio,
sube en el ascensor hasta el corredor de la morgue, hacia la sala donde está su hermano. Ahí, en ese edificio frío, Charlie recuerda el día en que su padre, tomándolo entre sus brazos y sacándolo del asiento de niños del carro, lo llevó por todo el hospital con un ramo de flores para su madre y unos globos de colores para su bebé. Cuando finalmente llega hasta la puerta de la morgue, viene un flashback de su hermanito con los ojos cerrados, haciendo algunos sonidos con su boquita rosada para que al final su padre lo acercara a él a darle ese beso que sellaría el principio de un amor que nunca acabaría, ni con la muerte. Al ver a su hermano ahí, en esa tabla de metal fría, completamente desnudo, indefenso, solo, golpeado, empieza a llorar porque no puede sacarse de la cabeza las preguntas de cómo habrá pasado sus últimos minutos por ahí solo, debajo de un puente, tal vez pidiendo ayuda, tal vez deseando que su hermano mayor o sus padres vinieran a recogerlo.—Sí, es mi hermano, ¿cuándo podemos llevarlo a casa? —pregunta con lamento. —Debe llenar algunos documentos, nosotros le daremos todo lo que necesita para que lo presente en el aeropuerto, y debe llamar a la embajada de su país para la repatriación del cuerpo. Eso tomará algunos días, así que espero que tenga un lugar donde quedarse mientras todos estos trámites legales terminan — le contesta el médico forense, quien a pesar de vivir entre la muerte día a día les muestra empatía, explicándoles todo con mucha delicadeza y humanidad. Charlie se queda pensando, o más bien recordando que su hermano menor amaba los árboles. Cada vez que la casa quedaba en silencio de sus gritos y risas, salían a buscarlo para encontrarlo en la copa de un árbol, llorando porque no podía bajar nuevamente. Siempre decía que en su próxima vida desearía ser un árbol junto al río o una palma frente al mar para ver a la gente feliz, dándoles sombra a aquellos que buscaban reposo, así que decidió que la mejor forma de honrar a su hermano y permitir que su vida continuara sería incinerar su cuerpo, mezclar las cenizas con tierra y sembrar un árbol de manzanas detrás de la casa de verano, cerca del mar. Así sus deseos serian concedidos y su familia, que tanto lo amaba, lo tendría cerca todo el tiempo. Después de unos largos días de espera, llegan Charlie, Charlotte y Claudia con las cenizas de Anthony. Van directos a casa de sus padres, donde se realiza la ceremonia con la ayuda del párroco del barrio, el mismo que lo bautizó, le dio la confirmación, ofició su matrimonio con la madre de Elvira y que lo ayudaba a buscar con toda la comunidad de la iglesia cada vez que se encerraba con sus amigos drogadictos en alguna casa abandonada. Ahí todos reunidos, amigos y familiares, honran su memoria con discursos, compartiendo comida y risas,
recordando las locuras que realizaba o los chistes que les contaba para sacarles una sonrisa. Al culminar el servicio, Carol se despide de sus amigos y de su novio Mario. —Les agradezco que me hayan acompañado en este momento, de verdad los necesitaba aquí a mi lado. Yo les prometo que los llamaré cuando me sienta bien, pero por favor, no me busquen ni me llamen, de verdad quiero estar sola, muy sola —dice sollozando—. Te prometo que te llamo, mi amor. Te quiero mucho —dice mientras le da un beso en la mejilla a Mario y abraza a todos sus amigos. La familia más cercana emprende el camino en sus carros hasta la casa de verano, donde está listo el espacio en donde el árbol con las cenizas será plantado. Luego se van todos al mar y se sientan a tomar té y café caliente para menguar el frío del otoño que se mescla con el frío del invierno recordando al ser amado que se fue, la voz y la risa escandalosa que nunca más se escuchará, el cuerpo caliente que nunca más se podrá abrazar, las manos frías que no se podrán calentar.—Recuerda que siempre estaremos aquí para lo que necesites. No te abandonaremos, querida Claudia, tú eres parte de esta familia. Tu amor, tu silencio y tu cuidado hacia mi hijo nos dieron la tranquilidad para poder vivir nuestras vidas nuevamente —dice el padre de Anthony en un tono bajo, sin muchas fuerzas después de tanto llanto y tristeza.—Pues igual no se podrían desprender de mí, porque estoy embarazada. Estoy esperando un bebé— en ese momento todos se detienen de hacer lo que están haciendo al escuchar el grito del futuro abuelo. —Está embaraza, vamos a tener un bebé —dice entre lágrimas. Elvira es la primera que se lanza a darle un abrazo llorando de felicidad, abrazo al que se unen todos los demás, siendo así como una noche que se supondría estaría llena de melancolía por la muerte, se convierte ahora en una noche de alegría y celebración por la nueva vida que viene, la nueva vida que viene a acompañar a Elvira, la nueva vida que permitirá que Anthony continúe existiendo en sus hijos. Al otro día, Mario se levanta del sofá muy temprano. A su lado se encuentran Richard, Caroline, Vivian, Edward, Alexander y Linda, quienes habían decidido ir a casa de Richard para hablar y no sentirse tan tristes. Toda esta situación del funeral les había dejado destruidos emocionalmente, especialmente a Mario, que había perdido a su hermana algunos años atrás. Su hermana, quien también había muerto sola esperando que alguien la ayudara. Se dirige a la cocina, donde se sirve un café instantáneo con leche y miel que tanto le gusta y luego baja hasta el
estudio de música del padre de Richard, toma su guitarra y empieza a cantar la última canción que escribió cuando se enteró de la muerte del tío de Carol: «No dejes que la muerte nos mate y se lleve todo lo que hemos construido. No me digas que la oscuridad cobija tu alma y que solo sientes un vacío. No me digas que tu mente está confundida, poseída por demonios escondidos, porque entonces qué hago yo conmigo, porque entonces qué hago yo conmigo. No me digas que el polvo de la melancolía hace que nuestra felicidad viva escondía. No permitas que muera solo, solo entre el desespero y el olvido. No me digas que todo lo que hemos vivido va a quedar en el vacío, va a quedar en el vacío, va a quedar en el olvido; Porque entonces qué hago yo conmigo, porque entonces qué hago yo conmigo. Qué hago yo conmigo, qué hago yo conmigo, qué hago yo conmigo. Debería ayudar a mi cabeza a que repose, debería colgarla del techo hasta que ya no pueda respirar para que al fin pueda descansar, o debería explotarle dentro una piñata de fuegos de colores para que vuele por todas partes y nadie pueda encontrarla, o debería tirarla como alfonsina al mar, como alfonsina al mar. No me digas que todo lo que hemos vivido va a quedar en el vacío, va a quedar en el vacío, va a quedar en el olvido, Porque entonces qué hago yo conmigo, porque entonces qué hago yo conmigo». Al terminar de cantar, su llanto se confunde con su voz y sus amigos, que estaban ahí parados en las escaleras ocultándose, vienen hacia él sintiendo su dolor, compartiendo su confusión, confusión que solo las mentes de las personas fundidas en la oscuridad de la depresión pueden entender. Tina, que sabe muy bien a lo que la tristeza puede arrastrar, se le ocurre llamar a
sus hijos y a todos los amigos, invitándolos a casa para compartir con ellos una terapia grupal que había organizado especialmente para las personas que han vivenciado la experiencia de la muerte de un ser querido. Cuando llegan a la casa, se encuentra con muchas personas, porque lo que pretendía Tina era que todos los que estaban ahí reunidos entendieran que no eran los únicos en el mundo que habían vivido el dolor de la muerte de un familiar o amigo. Cuando el silencio se apodera del recinto, Tina comienza su explicación. —Muchos seres humanos en el mundo entero son víctimas de enfermedades mentales. Lo peor es que pretendemos ocultarlas, reprimirlas, y eso, mis queridos, no es la mejor solución; por el contrario, lo que hace es empeorarla. Tratar de disimular una enfermedad mental la intensiva más y puede llevar al suicidio, tanto voluntario como involuntario. Aquí estamos hoy para hablar de nuestras experiencias, de los síntomas y cómo nos podemos ayudar los unos a los otros, porque lo importante es aprender a expresar lo que vivimos para buscarle una solución. El suicidio no es una forma solo de acabar con la vida, es un medio de acabar con el sufrimiento, con el cansancio de la lucha constante dentro de nuestras cabezas —dice Tina mientras todos la miran sintiendo que se está refiriendo a cada uno de ellos—. Cuando era muy pequeña, tuve que salir huyendo de la violencia en mi país. Mis padres fueron asesinados y mis hermanos, todos hombres, fueron reclutados como soldados; a mí me violaron durante días hasta que uno de mis hermanos me encontró, ayudándome a escapar, pero tuvo que quedarse para darme tiempo de correr y buscar ayuda. Todos ellos sacrificaron su vida por mí, y yo perdí a todos mis seres amados. Sufrí muchos años de depresión y paranoia. Cuando llegué como refugiada a Canadá, pude superarlo; entendí que debía hablar para que alguien me ayudara, así que comencé a asistir a un grupo de víctimas de violencia. También busqué ayuda psicológica y todo esto, poco a poco, me ayudó a salir de la oscuridad en que vivía y a convertirme en la mujer que soy ahora. Por supuesto, no puedo olvidar el apoyo y el amor de mi adorado esposo, que tuvo que padecer mi locura y algunas veces hasta llegué a atacarlo físicamente; si no fuera por su fuerza mental, su luz y todo su amor, yo no estaría donde estoy tampoco. Lo que quiero que entiendan es que la vida está rodeada por la muerte, así como de experiencias que nos ubican frente a frente con la tragedia, que nos obligan a probar nuestra fuerza mental, lo que en un futuro nos dará experiencia para ayudar a otros —Después de este discurso de vida, Tina abrió el micrófono para que otros hablaran, expusieran su situación e hicieran algunas preguntas. Los jóvenes escucharon, aunque no se atrevieron hablar o a compartir sus experiencias de vida, pero lo que habían escuchado en esas horas les había
servido lo suficiente para comprender que a vida es una ruleta en la que hay que se debe estar preparado para reír o llorar. Al terminar la terapia grupal, cuando todos los invitados se fueron, Mario junto a sus amigos ayudaron a organizar la casa, limpiar y cerrar las puertas. Con gran sorpresa, Vivian mira a un nervioso y ansioso, pero feliz Edward, quien había hablado con Mario y Jhon para pedirle la mano de su hermana, ya que a pesar de su edad, él era el único familiar que ella tenía, por lo que su aprobación era lo más importante para Edward. Al verla, se acerca rápidamente a ella, se arrodilla y saca un cofre con un anillo de su bolsillo. —Te amé desde el primer momento en que te vi. Pude ver detrás de esa seriedad una gran dulzura, y este corto pero maravilloso tiempo que hemos estado juntos me has demostrado que tú me amas también: me tratas con respeto, has mantenido tu promesa de cambiar tu carácter, cada día somos mejores amigos y amantes, y por eso quiero que seas mi esposa, ¿quieres casarte conmigo? — Vivian, con lágrimas en sus ojos, toma el anillo, abraza a Edward y acepta encantada con el corazón henchido de emoción porque ni en sus más remotos pensamientos habría pensado que podría ser tan feliz. Después de tantos años de sufrir en silencio abusos y desesperanza, protegiendo a su hermano a toda costa para que no le pasara lo mismo que a ella, tantos años desconfiando hasta de su sombra, por fin encuentra una razón más para vivir con luz en su vida. Después de compartir abrazos con todos sus amigos y su nueva familia, toma a Edward de la mano y le lleva a la terraza junto con su pequeño hermano. —Gracias por amarme, gracias por tanto respeto, porque aunque no lo merezco, tú te has portado como un caballero y has sido tan dulce —dice con lágrimas que no podía contener. Edward interrumpe el monólogo de Vivian. —¿No lo mereces? —le pregunta— ¿Qué quieres decir con eso? —Vivian dirige su mirada hacia el piso mientras Jhon la abraza fuertemente por la pierna. —Tú sabes, todo lo que yo he vivido. Mi cuerpo… —Edward la calla con un beso y los abraza. Luego se los lleva hasta la silla. —La responsabilidad y toda la culpa es de tu madre, ¿me entienden? —les dice —. Ellos no solo buscaban placer, sino también tener control y poder sobre tú, que fuiste la víctima; a estos predadores no les importa sino sentirse satisfechos. Así que no me digas que no te mereces que alguien se enamore de ti y te ame por
quien eres. Ustedes dos fueron los que trajeron luz a mi vida; ya el cansancio me estaba haciendo reconsiderar seguir compitiendo con mis humanos, pero llegaron ustedes a motivarme nuevamente, ahora viajar y competir es nuevamente divertido —Jhon sigue aferrado abrazado a su hermana mientras mira con una sonrisa inocente a Edward. El pequeño Jhon aprendió en su corta vida a no hablar mucho, así que la única forma de expresar lo que sentía era sonriendo o llorando. Y por supuesto fueron muchas las veces que lloró, sufriendo en silencio junto con su hermana; aunque Mario fue como un hermano mayor que siempre trató de protegerlos a ambos, también hubo muchos momentos de soledad y tristeza en los que no había ninguna razón para reír.— Pero yo no he sido la mejor novia del mundo. Tú sabes, mi temperamento es fuerte, a veces simplemente no sé cómo controlarlo, aunque te amo. Aprender a comportarme como una persona normal es tan difícil, siento tanta rabia… No contra ti, pero si contra todo. —Bueno ya escuchaste la historia de mi madre —responde Edward—, hay muchas mujeres y hombres en el mundo que han sufrido lo que tu sufriste y ellos han podido ser felices otra vez. Es un largo proceso, pero lo lograras. De esta forma, su lazo de amor se selló con un beso del que era testigo Jhon, un lazo de compromiso donde cada uno se comprometía a sacar lo mejor del otro. Para Vivian era un compromiso de cambiar su comportamiento bajo la lupa de la familia de Edward, que le estaba abriendo las puertas de su hogar esperando recibir a cambio respeto hacia el hermano mayor que estaba poniendo sus manos en el fuego por ella.
12
Fueron pasando los días hasta llegar diciembre, el mes de las luces y celebración. Cada uno estaba envuelto en su vida, tratando de controlar sus propios demonios en un tiempo donde se supone que debe prevalecer la felicidad y el espíritu de esperanza, encontrando razones para sobrevivir en la carrera de la vida, pero unidos en un solo propósito, que era preparar un día especial para Vivian, quien nunca pudo celebrar la Navidad o el Año Nuevo porque su madre creía que ese era una celebración capitalista, por esto deseaba celebrar su boda en la noche del Año Nuevo para empezar un nuevo año y una nueva vida. «Darle soporte a un ser amado es la mejor forma de olvidar los propios dolores», piensa Carol sentada escuchando música. Tenía que controlar su depresión y mantenerla oculta ante todos, porque después de la muerte del tío Anthony su padre había caído en una total tristeza, por lo cual había pedido un receso del trabajo, dándole todos sus proyectos a su compañero. A pesar de que había trabajado tanto para este nuevo paso en su vida laboral, ahora se le veía desconectado de la realidad, ni siquiera los besos, las caricias, los constantes esfuerzos de sus hijos y esposa por despertarlo del letargo en que se había asumido por la muerte de su hermano consentido lograban tener efecto positivo en él. Por otro lado, Mario estaba muy ocupado grabando su nuevo disco junto con la ayuda de unos amigos que había conocido hace un tiempo atrás en el bar de los artistas. Vivian y Alexander estaban felizmente ocupados organizando todos los preparativos para su boda. También estaba la nostalgia por la despedida del profesor Marthin, quien asistiría a la boda para después irse durante seis meses con su pareja Bradt a viajar por lugares exóticos del mundo para tomar fotos de la belleza de la vida silvestre, de la vida salvaje. Con todo esto, Carol no se podía dar el lujo de jugar a la víctima, no se iba a permitir empeorar la situación de su padre, preocupar a su madre o dañar la felicidad de sus amigos. Se sentía bien pensar en la felicidad de los otros, eso mantiene la mente alejada de pensamientos oscuros. Mientras estaba inmersa en sus meditaciones, la sorprende el sonido del teléfono. Al mirarlo puede leer el nombre de una amiga a la cual no veía ya tan frecuentemente como antes. —Hola, mi amiguita, ¿cómo estás? Te he extrañado mucho —En la otra línea se escucha la sonrisa dulce de Caroline.
—Sí, yo también te he extrañado, pero tú sabes que le he estado ayudando a mi hermano y a Vivian con todos los arreglos de la boda. Te llamaba precisamente para eso, debía decirte que he cancelado la universidad y no se cuando vuelva. Es más, no sé si vuelva —Eso le cae como un baldado de agua a fría a Carol; aunque ya tenía otras amistades con las que hacer los trabajos que dejaban los profesores, nada sería lo mismo sin su amiga del alma.—Bueno, si eso es lo que necesitas para sentirte mejor, yo te apoyo. Pero quiero verte. Dime, ¿qué tengo que hacer para ayudarles con la boda? —Caroline piensa que ya es suficiente para su amiga con la situación que vive en su hogar, así que le responde de manera cuidadosa. —Tú debes preocuparte por cuidar de tus hermanitos y de tu sobrina mientras tu madre cuida de tu padre. Más bien trata de convencerlos para que vengan a la boda, será estilo hippie. Por favor, busca un vestido muy bonito, unas flores para tu cabeza y ven con toda tu familia, pero por ahora relájate y acompaña a tu familia, que te necesita mucho en este momento. Nos vemos, amiga, te quiero mucho. «Es cierto», piensa Carol, «esta semana me dedicaré a mi familia, eso también me ayudará a mí a salir de este sentimiento de abandono. Quiero ir a la casa de verano, tal vez llevar a mi padre sea una buena idea para que se reencuentre con el árbol de mi tío y así pueda seguir su vida como antes». Sale a la sala donde están reunidos sus padres con los niños y Claudia. —Tengo una idea: ¿qué tal si nos vamos a la casa de verano esta semana y volvemos el viernes? Porque el sábado es la boda de Vivian y quiero que todos vayamos. Todos debemos aprender a tomar decisiones, pero sobre todo debemos aprender a escoger quien nos acompañara en el camino de la vida, y desafortunadamente mi tío no sabía elegir sus amistades, siempre puso su felicidad en las manos de otros y por eso ocurrió esta tragedia. Tienes que dejar de culparte por esto, así que vamos ahora mismo a empacar la ropa. Imagínate allá, viendo la nieve caer, contar historias frente a la chimenea, patinando en el mar congelado. Vámonos, papá, es una orden. Charlie mira sorprendido a su hija, porque por primera en muchos años siente que realmente su hija se preocupa por él y no al contrario, así que se levanta de la silla y le da un fuerte abrazo a su hija. —Sus palabras son ordenes señorita —dice
Durante el viaje en la camioneta familiar, no pueden evitar recordar el verano pasado, en el que disfrutaron de tantas risas gracias a las divertidas acotaciones de Anthony. Así se la pasan escuchando la música que a él le gustaba, repitiendo los chistes que él decía, recordando las travesuras que realizaba cuando era un niño y afirmando lo mucho que Elvira se parecía a su padre, especialmente cuando sonreía. Cuando por fin llegan a la casa, al bajarse del carro salen los niños corriendo para sentarse en las sillas que se habían ubicado debajo del árbol de Anthony, a lo que le siguen de manera tranquila Claudia, Charlie, Carol y Charlotte tomados de la mano. Parados ahí mirando de manera melancólica el árbol, por unos minutos sienten el sonido de otro carro que se estaciona al lado de su camioneta; es la terapeuta de la universidad, a la cual Carol le pidió que viniera para ayudar a la familia a manejar este duelo, pero sobre todo a su padre y a Claudia, quienes necesitaban superar ese sentimiento de culpabilidad que les atormentaba y por el cual no podían dormir ni trabajar desde el trágico suceso. La doctora se acerca a ellos y saluda a Carol con un fuerte abrazo para luego presentarse ante los demás. Después entran a la casa, se sientan en la sala y la terapeuta les explica el porqué de su visita. —Es muy importante para mí respetar la resiliencia natural de cada uno de ustedes en su duelo, pero los niños y él bebé que está en camino necesitan que ustedes los adultos tomen control de sus emociones, convirtiéndolos en un motor de empuje para superar esta situación. Ustedes ya tienen lo más importante: un grupo de apoyo. Ustedes están unidos con el mismo dolor, pero al mismo tiempo desean superar esta situación como familia. Es importante construir un nuevo significado para lo que han vivido. Este el principal objetivo terapéutico en la fase de transformación. Deben trabajar en mecanismos de reinvertir en sus propias vidas y hacerlo en honor de su ser querido. Con todo lo que he dicho anteriormente, les pregunto: ¿están dispuestos a que estos días trabajemos juntos para aprender a superar este duelo y honrar la memoria de Anthony con amor? —ellos aceptan la propuesta de la doctora mirando a Carol sin entender cómo había planeado esto sin ellos haberlo sospechado. En su casa, Mario ya tiene el repertorio para cantar en la boda de su amiga, Richard ha organizado y decorado todo con la ayuda de Caroline para celebrar la boda en su casa y Alexander ha estado al lado de Vivian en todo momento, eligiendo el vestido de boda. Cuando están sentados todos tomándose un refresco al lado del jacuzzi en la casa de Richard, suena el teléfono de Alexander, que está en su bolsillo dentro del pantalón. Se aleja un poco de sus amigos para hablar con ella, pero al contestar se escucha la voz muy baja,
entrecortada en medio de sollozos de Linda. —Se enteraron mis padres. Se enteraron, mi amor —Alexander entiende muy bien lo que eso significa, así que siente un nudo en la garganta. Tratando de pasar saliva, le salen unas cuantas palabras de la boca. —Podemos vernos e irnos. Toma tus cosas, lo que puedas, y vámonos lejos. Tú sabes que mi padre y nuestros amigos nos ayudaran en todo —No ha terminado la frase cuando la llamada se corta. Guarda el teléfono en su pantalón nuevamente, secándose las lágrimas de sus ojos. No permitirá ni por un segundo que la boda de su amiga Vivian se vea empañada por esta situación, así que respira profundamente, hace una mueca de sonrisa y se dirige nuevamente a la donde su amiga está sentada junto a todos los demás. Luego de algunos minutos de contener sus emociones y su preocupación, toma las llaves del carro, dirigiéndose desesperadamente a la casa de Linda para afrontar la situación, para apoyarla y sacarla demostrándole su amor. Al parar el carro, se da cuenta que todas las luces de la casa están apagadas. Sale rápidamente del carro para acercase más, mirando por las ventanas para ver si hay algún movimiento, pero decepcionado ve que no hay nadie, ni siquiera los perros. Eso solo podía significar una cosa: que los padres de Linda habían cumplido la promesa de llevársela lejos si algún día ella osaba desafiar su autoridad realizando algo en lo que ellos no estuvieran de acuerdo. De manera sorpresiva, una joven se acerca a Alexander. —Hola, soy Alicia, una de las amigas de Linda; ellos están el aeropuerto ahora, van rumbo a Estados Unidos —Alexander no puede pensar claramente, pero pregunta: —¿Cómo se enteraron?, ¿qué paso? —Alicia le responde amablemente. —Linda tuvo una pelea con su mejor amiga y ella muy enfurecida le contó a sus padres sobre la relación que ustedes dos tienen. Ella me dejó este papel con el teléfono de su tía, con la que te puedes poner en o en algunos días. No tuvo tiempo de escribir una carta o una nota de despedida, pero me dijo que te dijera que te ama mucho, que nadie ni nada logrará separarlos. Ella desea que disfrutes de la boda de Vivian, también les envía muchos besos. Por favor, recuerda que debes dejar pasar unos días para llamarla a casa de su tía, que es una buena mujer que los ayudará en todo lo que necesiten —Alexander la mira
sintiéndose aliviado. —Gracias por tu ayuda, ¿cuál es tu nombre? —pregunta Alexander con una sonrisa.—Mi nombre es Alicia, solo soy una vecina de Linda. Mis padres pertenecen a la comunidad LGTB y una de ellas está en su proceso de transición a hombre, por lo que algunos de los vecinos no nos hablan, pero Linda y yo nos acercamos cuando tú llegaste a su vida. Ella estaba muy curiosa de todo, así que mis madres y yo la ayudamos a comprender la situación, por lo que se tranquilizó y volvió a tus brazos —los dos se abrazan como si se conocieran de toda la vida, intercambian números de teléfono y acuerdan volverse a ver unos días después de Año Nuevo para hablar. Afortunadamente para los prisioneros de la oscuridad, llega un motivo para festejar: llega el sábado en la tarde, el día de la alegría, el día del olvido, el día de la esperanza, el día de finalizar ciclos para iniciar el camino hacia el renacimiento del alma, el día del olvido embriagado en alegría; llega el día de la boda de Vivian, esa joven mujer que aprendió a tragarse la rabia con alcohol, alcohol que arrastraba hacia dentro de sus entrañas las ganas de llorar, las ganas de gritar, las ganas de matar; alcohol que penetraba en su cabeza para quemar sus neuronas junto con los dolorosos recuerdos de su horrible niñez. Ahora camina hacia el altar renovada, orgullosa, altiva y feliz, pensando en el futuro junto a su futuro esposo, quien la espera vestido de blanco, color que resalta encima de su piel oscura y brillante, con su cabello dorado por el sol y el mar que le tapa un poco los ojos, pero no la sonrisa con la que la espera. —Estás hermosa, te amo —susurra suave y amorosamente, a lo que Vivian responde con una sonrisa nerviosa. Jhon, que se encuentra de pie junto a Edward, le entrega unas flores a su amada hermana, abrazándola fuertemente con lágrimas que bañan su pequeña cara llegando hasta su boca, que dibuja una gran sonrisa llena de dicha y contento. Después de pronunciar el discurso, el pastor que dirige la ceremonia le da paso a los novios para que expresen sus sentimientos por medio de los votos, así que Edward, con una voz temblorosa pero confiado en su corazón, empieza a hablar. «Mi amor, aparta tu dolor y déjame amarte. Sé qué es lo que necesitas y tú sabes qué es lo que yo necesito. Una mano amable y un abrazo fuerte. Un beso suave, un oído que te escucha sin
juzgar, solo escuchando con el inmenso amor que tengo dentro de mí para darte día tras día. Abre tu corazón, tu mente y tu alma, porque yo también te necesito. Necesito tu luz. Deseo tu compañía en cuerpo y alma, en mente y espíritu, en blanco y negro; en las buenas y en las malas, pero sobre todo en las malas; en la escasez, en la enfermedad, en la tristeza, en la oscuridad donde solo la luz de aquel que ama puede iluminar, llenando de luz, dar fuerzas a nuestras flaquezas para salir adelante untos, salir triunfantes juntos, disfrutar de la riqueza juntos, gozar de la salud juntos, ser felices juntos. Amor mío, aparta tu dolor y déjame amarte, que cada quien recibe lo que se merece con el tiempo y ha llegado el tiempo de los dos». Cuando Edward termina de decir sus votos mirando fijamente a su amada, Bruce, su hermano, que está parado a su lado, no puede apartar la mirada de una mujer que está de pie en la parte de atrás, una mujer con un semblante extraño en el que se puede ver su furia. Al contrario de los otros invitados, su mirada muestra rabia y amargura, se puede ver el odio que desprende en la expresión de su rostro. Por esta razón, dirige su mirada a Mario, quien está sentado en la primera fila. Mario logra entender lo que Bruce quiere decirle con sus expresiones, así que mira disimuladamente hacia atrás para quedar estupefacto, pero disimuladamente se levanta de la silla suavemente mientras Vivian pronuncia sus votos, absolutamente absorta y perdida en los ojos marrones de Edward. Mario, sin saber cómo reaccionar todavía, pero determinado a que nada ni nadie perturbe el día más especial de la vida de su amiga, camina lentamente, sonriendo a todos los invitados que lo miran de reojo mientras sale del jardín para acercarse poco a poco a la madre de Vivian, que con ojos diabólicos miraba a su hija, celosa como siempre de verla feliz. Mario la toma fuertemente del brazo, acorralándola ayudado por su padre, que ha observado toda la situación y
antes de que Vivian se pueda dar cuenta de algo la sacan rápidamente del lugar tapando su boca.—¿Qué hace aquí? —le interpela seriamente el padre de Mario a la mujer—. Le dije que si la veíamos nuevamente rondando a sus hijos la haría meter a la cárcel por abuso de menores. La única razón por la que usted está libre es porque su hija tiene buen corazón, de lo contrario, no me temblaría la mano para hacer que mis amigos la encierren por muchos años en la cárcel —La madre de Vivian, que está alcoholizada como siempre, se ríe con gran alborozo, tratando nuevamente de salir de la casa hacia el jardín donde se celebra la boda, pero los hombres de seguridad de la boda se lo impiden. —Esa zorra no merece nada. Pobre hombre, yo solo vengo a advertirle de que se va a casar con una sucia a la que le gustan todos los hombres, sobre todo los mayores. Ella trató de seducir a mi esposo, con esa carita de mosca muerta. La odio. La odio... Quiero ver a mi hijo. ¡Déjenme ver a mi hijo! —mientras vocifera de manera descabellada propinando patadas y bofetadas a los hombres que la sujetan, entra Tina, quien se da cuenta de la situación. Al mismo tiempo, la policía entra por la parte delantera de la casa. —Quién es esta mujer —pregunta Tina asombrada. —Es la madre de Vivan, quien quiere impedir la boda, pero ya la policía se hará cargo de ella —responde el padre de Mario. Tina se acerca de manera sigilosa mientras los agentes la esposan y le habla de manera calmada. —Es tiempo de perdonar, el odio no conduce a nada. Es tiempo de perdonarse a sí misma y sacar toda esa rabia que tiene adentro o nunca va a poder vivir en paz. No sé cuáles son las causas de su comportamiento, y me imagino que usted también vivió una infancia o una juventud difícil, pero debería buscar ayuda. El corazón de un hijo siempre está abierto para recibir a una madre arrepentida, no importa lo horrible que hayan sido, lo mal que lo hayan tratado, los abusos que hayan cometido. Usted gozaba humillando y destruyendo la autoestima de su hija, manipulando su mente para hacerla sentir culpable de esa horrible situación; usted y todos esos hombres a los que vendió a su hija la veían como a una presa, y así ella se comportaba: sufriendo por su culpa y sintiendo miedo por usted en silencio. Ese miedo de esa pobre niña alimentaba su ego, pero ahora que ella es feliz y ha logrado superarlo, usted se siente impotente de poder ejercer el control que ejercía sobre ella antes. Siento mucha tristeza por usted, señora. Usted debería estar ahí fuera celebrando con su hija. Si hubiera tomado el bando de los buenos, si hubiera escogido el amor en vez del odio, si hubiera vivido en
el presente disfrutando de la vida… Pero usted escogió vivir en la oscuridad con sus demonios, con los que vivirá el resto de su vida. Espero realmente, y se lo repito nuevamente, espero que usted se arrepienta de lo que hizo y pida perdón para que el día de su muerte se pueda ir en paz de este mundo. Al terminar de decir su discurso, Tina sale nuevamente hacia afuera de la casa junto con Mario para acompañar a los otros invitados en la celebración que ya había empezado. Mario toma su guitarra y junto a su banda empiezan a ambientar con música el lugar. Cierra la puerta a sus espaldas dejando a una mujer destruida, amargada, llena de odio; una mujer que no pudo ni siquiera responder a la contundente verdad que le habían dicho, recordando dentro de su mente todas las veces en que su propio padre la había abusado y las constantes veces en que le había repetido lo fea, estúpida e inútil que era. Todo eso lo reprimió en su interior hasta que tuvo a su hija, cuando empezó a sentir el mismo odio que había sentido por su padre toda la vida, haciendo que su hija sufriera lo mismo que ella había sufrido. Y lo peor era que lo disfrutaba. En su interior, muy en el fondo, sentía alegría de que su hija Vivian sí hubiera encontrado el camino correcto en su vida, decidiendo ser feliz protegiendo a su hermanito, rompiendo con la maldición familiar de abuso. Con todos estos recuerdos mezclados entre lo que ella sufrió y lo que le hizo a su hija, comienza a llorar amargamente escuchando la voz de Tina en su cabeza una y otra vez como una terrible profecía que le mostraba un futuro de oscuridad y soledad. Los agentes de policía suben a la madre de Vivian al carro acompañados por el padre de Mario, que no puede evitar sentir pena por ella, así como la gente buena lo hace ante un ser malvado que ha tocado fondo después de hacer mucho daño. Al entrar nuevamente al jardín, abraza a su hijo como hace mucho tiempo no lo hacía, sintiendo un profundo remordimiento por no haber estado con él esos años desde la muerte de hija mayor, orgulloso de ver cómo ese joven tan susceptible era al mismo tiempo tan fuerte, el soporte de la familia y de todos sus amigos, a los que ayudaba o aconsejaba en todo momento que lo necesitaran cuando en el fondo el que más necesitaba apoyo y consejo era él. Sentados todos en las mesas, comiendo, hablando, disfrutando bajo el calor que les dan las lámparas rojas ubicadas en cada esquina de la inmensa carpa blanca en la que celebraban el hermoso momento de la unión de dos seres que se aman. Olvidándose de las preocupaciones por el dinero, olvidándose del futuro, olvidándose del qué dirán, olvidándose de las calificaciones de la universidad, olvidándose de la intolerancia, se embriagan y comparten. Mario se levanta de la
mesa junto a sus compañeros de la banda. —Esta canción está dedicada a Vivian y Edward, para el profesor Marthin y su compañero Bradt, así como a todas las personas que han pasado por nuestras vidas para llenarlos de luz, pero que ahora deben emprender sus propios caminos para encontrarse a ellos mismos. Les pido que se levanten a bailar la última canción de la noche, este reggae que escribí para ustedes, antes de que se vayan a su viaje de luna de miel —dice tomando el micrófono. Con sonido de una mezcla entre funk, reggae y rock comienzan a cantar: «Dentro de este mundo de valles, cada persona es un mundo. Dentro de este mundo de valles, cada uno vive en su burbuja, hasta que llega el viajero perdido que necesita de tu brújula, hasta que llega el viajero perdido que desea tu compañía. Dentro de este mundo de valles, cada persona es un mundo. Dentro de este mundo de valles, cada uno vive en su burbuja, hasta que llega el viajero perdido que te toma de la mano, y con su lámpara alumbra tu camino, y con su risa alegra tu alma y con sus palabras llena tus vacíos. Eso noooo... NooooLlevas una carga a cuestas y el viajero te ayuda a cargarla; llevas un demonio adentro que oscurece tu mente y el viajero con su paz logra derrotarlo; llevas un vacío en el pecho y el viajero lo llena con su presencia.
Dentro de este mundo de valle, cada persona es un mundo. Dentro de este mundo de valles, cada uno vive en su burbuja. El viajero te toma la mano y lo puedes llamar amigo. El viajero toma tu mano y lo puedes llamar hermano. El viajero toma tu mano y emprenden un viaje juntos». Escuchando la canción, bailándola y disfrutando, todos los noctámbulos se sienten identificados, porque qué sería de la vida sin la compañía de ese viajero que emprende el viaje contigo en todo momento y en toda situación; ese padre, esa madre, ese profesor al que también se le puede llamar amigo, esa persona con la que coincides en un punto, en algún lugar, por algún motivo, y que desde ese momento se vuelve una roca en la que descansar. Escuchando la canción, recuerdan esos momentos en que el mundo giraba sin ellos darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor porque estaban juntos; aunque la situación fuera difícil, aunque la madre estuviera borracha en casa, aunque los padres estuvieran viajando para trabajar, aunque los vecinos criticaran sus decisiones de vida, aunque la enfermedad amenazara con quitar la vida, aunque la vida de los seres amados se esfumara en segundos y la depresión acechara sin compasión en los momentos de soledad, ellos se tenían el uno al otro para caminar juntos. Al acabar de sonar la canción, Edward y Vivian deciden irse a dormir para levantarse temprano en la mañana e irse tres semanas a Hawái. Vivian le da un beso complementado con un abrazo fuerte a su hermano porque esa sería la primera vez desde que Jhon nació que se separaban por un tiempo; Jhon se quedará en la casa de Tina bajo el cuidado de su nueva familia y cerca de sus nuevos amigos Marcelo, Vanessa y Elvira, con los que juega. Jhon, aunque es un niño, entiende que su hermana no solo necesita descansar su cuerpo, sino también su mente, y esta es la mejor oportunidad para darle este espacio. Después de tanto tiempo, finalmente los dos podían descansar y ser felices.— Vete ya, hermanita, yo voy a estar bien, esta es nuestra familia ahora. Tráeme
muchos regalos —Vivian sonríe, sabiendo que puede confiar en ellos. Así, confiados, parten tomados de la mano mientras sus amigos y familiares siguen de fiesta hasta que amanece. Al otro día, la feliz pareja se despierta tomada de la mano, recostados uno al lado del otro. Vivian, quien se despierta primero, mira al que ahora es su esposo agradecida de ser tan afortunada, cuando su madre le había repetido tantas veces que nadie la amaría porque no se lo merecía. Pero el destino se había encargado de callarle la boca para verla disfrutando de ser una mujer libre. La noche anterior, cuando su querido esposo estaba leyendo los votos, pudo reconocer a lo lejos la voz de su madre, enojada y resentida como siempre, tratando de sabotear cada momento de felicidad que pudiera, pero en su corazón sabía que sus amigos no le permitirían hacerlo una vez más, así que decidió ignorarla y dejarla revolcarse en su amargura, como debió hacerlo hace tanto tiempo. Edward abre los ojos, sonriendo. —Buenos días, mi amor. Mi esposa hermosa, ¿en qué piensas? —Vivian se acomoda para sentarse. —En mi madre —contesta. Edward se sienta al lado de ella, tomando su mano. —¿Por qué? Por favor te pido, no quiero que te entristezcas en nuestra luna de miel, es muy importante para mí que disfrutemos de este tiempo juntos. —No estoy triste mi amor, ahora todo lo que siento es pesar por ella. No sé si lo viste, pero ella ayer estuvo a punto de dañar nuestra boda. Pude escuchar su voz, pero Mario salió para controlar la situación —responde Vivian. Edward la abraza mientras Vivian continúa hablando—. Espero que donde esté ella ahora pueda encontrar la paz que necesita. Si soy sincera, siento un poco de odio a veces, pero desde que te conocí mis pensamientos solo son para ti —A lo que Edward responde sonriendo nuevamente cambiando de tema. —Recuerda que tenemos que viajar, así que vamos a tomar un baño para estar a tiempo en el aeropuerto, deja de pensar en tu madre y concentra tu mente en nosotros, en la nueva vida que emprenderemos. Al otro lado de la ciudad, Mario y Carol hablan por teléfono, cada uno recostado en sus respectivas camas. —Tengo una sorpresa para ti esta noche —dice Mario—. Tú sabes que mis
padres están aquí, y me gustaría que compartiéramos una cena juntos para que se puedan conocer mejor. Mi padre está muy diferente desde ayer que me ayudó a controlar a la madre de Vivian. Pudimos hablar mucho esta madrugada, hasta me pidió perdón por todo este tiempo de ausencia y me confesó que la muerte de mi hermana lo había resentido conmigo y Richard. Fue una larga conversación entre lágrimas y unos tragos de más, incluso mi mamá se sentó con nosotros. ¿Me estás escuchando? Lo siento por no dejarte hablar. Al otro lado, sonriendo recostada en su cama, Carol contesta. —Estoy escuchándote, me encanta sentir tu optimismo. El dolor de perder a un hijo debe ser horrible, y mucho peor debe ser pensar que tu otro hijo estuvo ahí y no quiso hacer nada, pero ustedes eran solo niños. Espero que este sea un tiempo para reconectarte con tu familia, y claro que me gustaría hacer parte de esto. ¿A qué hora debo estar en tu casa? —A las cinco y media, así podemos hablar antes de la comida. Tus padres y hermanitos también están invitados, por supuesto —responde Mario. Entre risas, recuerdos, ideas de canciones y otros temas más de enamorados, Carol y Mario siguen su conversación por horas hasta que se quedan dormidos otra vez, rendidos por el cansancio de la celebración de la noche anterior. En la parte baja de la casa se encuentran Charlie y Charlotte, acompañados de Tina y Logan junto con los niños. Los adultos están hablando de temas espirituales, temas de los cuales Charlie se ha hecho adepto desde la muerte de su hermano. Después de unos días de la muerte de su hermano, empezó a soñar con él. Al contrario de lo que ha visto y leído, su hermano no se veía feliz vestido de blanco, disfrutando de su vida celestial, al contrario, su hermano se ve triste y meditabundo. A veces lo ve como un niño aferrado a su pierna que sonríe con dulzura, pero asustado por alguien o por algo, y en otras ocasiones lo ve como un adulto vestido con la ropa con la que lo encontraron debajo del puente, llorando y pidiéndole perdón por haber decepcionado a toda su familia. Charlie no puede dormir ni descansar pensando en que su hermano tal vez no ha encontrado la paz al haber dejado tantos proyectos inconclusos, así que desea por todos los medios posibles encontrar respuestas y, si es posible, ayudarlo a irse del mundo material tranquilamente. Tina lo escucha sin interrumpirlo porque entiende lo que se siente al perder a un ser amado en esas circunstancias, entiende que no debe tocar susceptibilidades porque hay una cascada de emociones dentro de cada familiar que le acompañarán en todo el proceso de
duelo, donde es decil el aceptar y dejar ir.—Es que no es justo. Ayer en el matrimonio de Vivian traté de disfrutar, pero en mi cabeza no dejan de circular estos pensamientos de mi hermano. La última vez que hablamos, estaba muy feliz, ilusionado, deseando interpretar su personaje perfectamente. Nunca lo sentí drogado o alcoholizado, lo escuchaba claro y seguro de lo que deseaba. Además, nunca me mencionó a ese maldito amigo que se le atravesó en el camino otra vez; si pudiera encontrarlo, lo mataría. Seguro que lo mataría con mis propias manos —No puede ni siquiera finalizar sus palabras cuando se tumba en el piso a llorar nuevamente, así como cada vez que se acuerda de su hermanito con ese sentimiento de culpa que no le permite ser feliz, porque piensa que debió haber estado ahí para ayudarlo a seguir enfocado en su carrera y espantar a esos amigos drogadictos a los que odiaba con todas sus fuerzas. Charlotte y Logan salen al jardín trasero para asegurarse de que los niños y especialmente Elvira no vean la penosa escena. Tina, por el contrario, se queda junto a él, se sienta en el piso y le acaricia su cabeza suavemente. —Entiendo tu odio, tu sentimiento de impotencia y ese deseo de hacer que el tiempo vaya hacia atrás para cambiar los hechos, y todos los estados por los que estas pasando. Yo también creo en que somos seres tridimensionales: cuerpo, mente (alma) y espíritu. El cuerpo es solo el templo o el instrumento que nos permite tener experiencias en este mundo material, y si a partir de la muerte de tu hermano ha despertado tu curiosidad, pues yo te voy a ayudar —Charlie se encuentra recostado en la falda de Tina mientras llora cada vez más suave, encontrando tranquilidad en las palabras de Tina. —¿Y cómo me podrías ayudar? ¿Conoces a alguien que pueda hablar con los muertos?, ¿alguien que pueda ayudarme a comunicarme con mi hermano? — pregunta Charlie emocionado, levantándose lentamente. Tina mueve su cabeza afirmativamente. —Tengo una amiga que «habla con los muertos», como tú lo dices. Me duele verte sufriendo, así que te voy a pedir que estés tranquilo mental, física y espiritualmente. Te prometo que vas a poder hablar con ella cuando vuelva de su viaje, ¿qué te parece? —Charlie abraza a Tina y se incorpora lentamente para sentarse nuevamente en la silla. —Me parece muy bien, muy bien. Prometo que me voy a tranquilizar, tengo una cita con la psicóloga el martes y espero soñar con él esta semana para poder explicarle todo claramente a tu amiga —Tina lo interrumpe de manera cortés.
—Por favor, calma tu ansiedad, no pienses en esto, deja que la vida fluya y preocúpate por los que están aquí contigo: tus hijos, tu esposa, tu sobrina, que te necesita mucho más, y Claudia, que estoy segura de que debe estar pasándola mal sola y embarazada. A Anthony le encantaría que tú, como hombre, la acompañes así como lo prometiste —Charlie asiente y toma su teléfono inmediatamente para llamarla. Tina se levanta y sale hacia el jardín, donde Logan y Charlotte hablan mientras cuidan de los niños que juegan con la nieve. Después de unos minutos, sale Charlie confirmando que a Claudia le encantaría venir para que la amiga médium de Tina les ayude a contestar tantas preguntas que tienen en su cabeza desde el día de su muerte. Luego de una larga conversación acompañada de una deliciosa cena, Tina y Logan junto con Jhon se van a casa, porque después de la fiesta no han dormido lo suficiente. La lluviosa noche del sábado pasa melancólica para unos, mientras otros la pasan hablando para conocerse más, disfrutando de la comida y el vino, tratando de recobrar el tiempo perdido; otros viendo a través de la ventana el caer de las gotas de lluvia mientras planean viajes que traerán nuevas aventuras, otros simplemente durmiendo arrullados por el sonido del agua bajo el calor de las cobijas, abrazándose, dándose fuerzas para vivir un día más; y los más afortunados, Vivian y Edward, que están inmersos en su propio mundo de amor y miel.
13
Las semanas pasan con un viento fresco gracias a la lluvia que ha derretido la nieve. Mirando al profesor de Economía pero con su mente en otra parte, Richard planea pensando una y otra vez cómo escapar de esta vida que no lo satisface. Durante todos estos años, nunca ha encontrado la valentía de expresarle a sus padres que no quiere ser él quien tome el control de la empresa cuando ellos decidan retirarse; siempre se ha sentido atraído por la comida, es uno de sus placeres favoritos, sobre todo cuando es él quien la prepara para sí mismo. También se imagina abriendo su propio restaurante, creando su propia escuela de cocina para jóvenes pobres. En su corazón y su cabeza, nunca ha sido un objetivo principal hacer dinero, pero solo ahora entiende que su principal objetivo es ser feliz y ayudar a otros. Además, compartir con Bruce y Dominik los fines de semana de windsurfing lo ha alejado poco a poco de las drogas y el alcohol que ya lo estaban matando. Piensa en la suerte que tuvo de haber acompañado esa noche a Mario, en ese bar donde conoció a la mujer que con cariño le ha cambiado la vida, esa mujer de piel oscura, cabello alborotado, quien con su enfermedad le ha enseñado a disfrutar la vida día a día, quien constantemente le recuerda lo importante que es pelear por tus ideales a pesar que el mundo se ponga en contra. Así que de manera decidida, se levanta de su asiento, se disculpa con su profesor para poder despedirse de sus compañeros de clase y sale de la universidad sin mirar atrás, determinado a que con o sin el apoyo económico de sus padres empezará desde ese día a hacer lo que le dicta su corazón con tanto ímpetu. Richard se sube a su carro tomando el teléfono para llamar a Caroline. —Hola, mi amor. He abandonado la universidad, ya hablé con el director, que estoy seguro de que ya debe estarse comunicando con mis padres, quienes me van a matar o se van a morir de un infarto, pero la verdad no me importa. ¿Qué dices, mi bonita? ¿Estoy loco? —A lo que Caroline responde con una carcajada. —Claro que no estás loco, nadie que siga sus sueños para realizar su verdadero llamado en la vida se le puede llamar loco. Yo sé que vas a ser más exitoso si haces lo que realmente te gusta, no por el dinero, sino porque serás feliz, y eso es el verdadero éxito profesional: hacer lo que a uno le gusta, donde la intuición nos lleve.
Richard descansa al escuchar las palabras de su novia. Hablan un poco más sobre los planes para la noche y cuelga el teléfono, dirigiéndose hacia su casa, donde quiere recoger sus pertenencias para irse a la casa de Caroline, si los padres de ella se lo permiten. De todas maneras, tiene un poco de dinero ahorrado del que le dejó su abuelo al morir, que desde ahora usará para empezar su nueva vida porque ya no desea ser víctima de las circunstancias ni quiere ser el títere de los deseos de su familia. Gracias a las sesiones de meditación de Tina se había hecho consciente de que todos esos sentimientos de inutilidad, odio a sí mismo y culpa que sintió durante tantos años refugiándose en las drogas eran producto de reprimir sus sentimientos frente a sus padres, de hacer lo que otros querían para así poder integrarse en un grupo social del que nunca se sintió parte. Ahora, desde que conoció a Caroline, todo se siente más liviano, por fin se siente realmente feliz y no piensa permitir que nada ni nadie le arrebate la valentía y determinación. Alexander va a la casa de Alicia después de haber asistido a sus clases de locución, ya que habían pactado con Linda que cuando ella se gradúe del colegio también entrará a estudiar periodismo. Alicia se sorprende, pero su idea principal al llegar de sorpresa no era hablar con su novia, a quien extraña demasiado, sino que quiere hablar con las madres de Alicia, le quedó la curiosidad de que una de ellas está en su proceso de transición para que el cambio de sexo, así que desea mucho hablar de este tema con ellas. Al entrar a casa, se encuentra con Fabiana, o Fabian, como será su nuevo nombre legalmente. Se dan un apretón de manos y pasan a la sala. Alexander está demasiado nervioso, pero con una sonrisa rompe el hielo. —Me imagino que Alicia te ha contado un poco de mi situación. Me gustaría que me hablaras más de tu vida como transgénero, sobre todo cómo han hecho para manejar su relación enfrente de otros, en su vida laboral, porque yo la verdad toda mi vida me he sentido hombre y fui muy sincero con mi familia sobre lo que quería —Fabian lo mira devolviendo su sonrisa. —Bueno, creo que siempre lo más importante es estar seguro de ti mismo. Sobre todo, ser consciente de qué es lo que realmente quieres. Aunque tú te sientas seguro en este momento, la sociedad tratará de hacerte encajar en lo que para ellos es correcto y «normal», y si no lo logran, te rechazaran. Por eso, es importante que tu pareja te apoye y que te rodees de una red social, amigos, familia… alguien que te acompañe en este proceso —Alexander se frota las
manos sudorosas, como autoconsolándose. Pensándolo bien, nunca creyó que fuera tan difícil, porque al contrario de otras personas, él afortunadamente tenía amigos y familia alrededor que lo apoyaban. Aunque ahora que lo pensaba bien, sus compañeros de la universidad no saben que en realidad era una mujer, cuando se graduó del colegio, se cortó el cabello, compró ropa de hombre y se realizó la operación de extirpación de senos, así no tendría que dar explicación a sus nuevos amigos. Ahora que lo pensaba bien, se da cuenta de que se ha refugiado en el mundo que conoce para estar a salvo, lo único que ha logrado estresarlo hasta ahora es empezar esta relación con Linda. Pensar que tiene que viajar a otro país, enfrentar algún día a sus padres, salir de su zona de confort, lo pone ansioso; por primera vez desde que cambió de género físicamente, ha empezado a tener sentimientos ambiguos de «no encajar» con otras personas de su sexo asignado al nacer. Ha comenzado a experimentar una lucha contra sentimientos de vergüenza y confusión. Fabian entiende con empatía todo lo que sale del pecho de Alexander, ya que él y muchos de sus amigos transgéneros han pasado por lo mismo. Lo peor es que a algunos les ha tocado afrontar toda esta situación solos, sin nadie que los apoye afectivamente. —Yo tuve la suerte de encontrar a la que ahora es mi esposa. Ya hemos estado juntas diez años, y aunque ha sido una experticia con un proceso difícil de aceptación, hemos luchado con valentía. Al contrario que tú, nuestras familias no nos hablan, no han querido ni siquiera conocer a Alicia. Yo, al contrario que tú, nunca estuve seguro de lo que era ni de lo que quería en la vida; sin embargo, siempre tuve esa inconformidad con el cuerpo que veía en el espejo día a día y cómo yo me veía o me sentía por dentro. Cuando conocí a mi esposa, me enamoré como un loco hasta que no pude resistirlo. El amor fue el que me dio las fuerzas y el coraje de enfrentarme a todos para salir de mi zona de confort. Por otro lado, abrimos una casa de apoyo social y psicológico para todas las personas de la comunidad LGTB, así que nuestras vidas se mantienen ocupadas dándole servicio a otras personas que como tú tienen dudas, preguntas o necesitan compañía y amigos con los que compartir su día a día. ¿Te gustaría ir? Ahora mismo mi esposa esta allá y eres totalmente bienvenido —Alexander está asombrado con todo lo que Fabian le ha compartido, esta apasionado con la idea de poder conocer a otras personas con las que pueda compartir su experiencia. —Por supuesto que me gustaría. Si es ahora mismo, mucho mejor, estoy preparando mi viaje a Estados Unidos, es la primera vez que saldré del país y la
verdad es que estoy muy nervioso —Los tres se levantan, se ponen sus chaquetas y salen de la casa para emprender el camino hacia la fundación donde Alexander espera poder encontrar la tranquilidad que su mente y su alma necesitan. En otro lugar de la ciudad, al lado de su cama, con toda la ropa ya metida en su maleta, el profesor Marthin no puede evitar sentirse nostálgico, porque a pesar de que estaba muy feliz con Bradt, añoraba las clases; enseñar a sus estudiantes e involucrarse en sus vidas era todo lo que conocía desde que perdió a su pareja, el sargento Patterson. Comienza a recordar tantos momentos que ha compartido con estos jóvenes y piensa en cómo los va a extrañar, pero también piensa en que todos en algún momento debemos cambiar de dirección para experimentar viviendo nuestras propias vidas. Muchas veces antes de dormir recuerda a Daniel, ese joven alegre, siempre con palabras positivas para todos, que al final decidió suicidarse. Siente remordimiento porque nunca se acercó a él para preguntarle cómo se sentía o cómo estaba, pero es que nunca demostraba estar triste o preocupado por algo. Además, iba a todas las fiestas, era un joven cristiano que siempre hablaba de su fe en Dios. Así que inmerso en sus pensamientos, Marthin, aunque tiene que viajar en la noche, decide que tiene que hablar con los padres de Daniel antes de emprender su viaje.—Mi amor, tengo que salir, pero te prometo que vuelvo pronto para irnos al aeropuerto a tiempo — le dice a Bradt, quien está dándose un baño después de los ejercicios de la mañana que desde hace un tiempo practican juntos según lo recomendó el chamán en Perú para ayudar a disminuir los síntomas del estrés postraumático y la depresión de Marthin. —Está bien, mi amor, nos vemos más tarde. Me cuentas qué vas a hacer cuando vuelvas. Marthin se viste y sale rápidamente. Después de manejar unos cuarenta minutos, finalmente llega a la zapatería de la cual es el padre de su exestudiante, camina hasta la caja registradora donde están los tres vendedores hablando y pregunta por el señor Gustavo, quien está en su oficina haciendo cuentas como siempre, pero permite que el profesor entre un rato. —Buenos días, señor Gustavo, ¿cómo está usted? —pregunta Marthin de manera tímida. —Yo estoy bien, gracias a Dios. ¿Qué lo trae por acá? —le pregunta al profesor con una sonrisa que refleja una tranquilidad increíble.—Yo necesito ser honesto
con usted: desde la muerte de su hijo, no he podido dejar de pensar en él. Tengo sentimientos encontrados: curiosidad de por qué se suicidó, culpa por no haberme sentado nunca con él como lo hice con mis otros alumnos y confusión porque siempre estaba alegre apoyando a los otros jóvenes de la universidad. Es más, él estaba tomando la iniciativa para organizar un grupo de jóvenes cristianos, así que no puedo entender qué lo llevó a tomar esa decisión tan triste —El señor Gustavo lo escucha atentamente mientras mira la foto familiar que está encima de su escritorio. —Querido profesor Marthin, usted no tiene por qué sentirse ni culpable ni confundido, la razón de mi hijo para suicidarse solo la saben Dios y él. Yo estoy orando mucho para que su alma pueda descansar en paz, para que encuentre respuesta a las preguntas que no pudo contestar en este mundo. Lo único que nos enseña esto es que además de preocuparnos por servir a otros, también y aún más importante es ayudarnos a nosotros mismos. Mi hijo siempre estuvo rodeado de muchas personas, familia, amigos, los pastores de la iglesia… Y créame que todos estuvimos para cuando él nos necesitó —el profesor Marthin está confundido igual, así que no puede evitar preguntar. —¿Pero qué fue lo que pasó entonces? Porque yo nunca voy a descansar hasta que usted me aclare esta situación, se lo pido por favor. Yo alguna vez estuve a punto de quitarme la vida al vivir algo muy horrible que me afectó mentalmente, y a pesar de eso pude poco a poco superarlo, ¿qué pudo ser tan fuerte que ni siquiera Dios pudiera evitar este desenlace? —Esta frase hizo que el señor Gustavo borrara su sonrisa de los labios, mirando de manera seria a Marthin directamente a los ojos. El profesor pudo entender inmediatamente que se había metido en un terreno delicado, así que trató de corregirse, a lo que el señor Gustavo le interrumpió. —No hay nada, profesor, que esté fuera de la mirada de Dios, y el inmenso amor de Jesucristo siempre está ahí para consolarnos, pero también hay algo que se llama libre albedrío. Dios nos ha dado el paraíso, nos ha enseñado qué está bien, qué está mal, las leyes que debemos cumplir, los pecados que debemos evitar. Nos entrega el mundo en bandeja de plata, permitiéndonos elegir nuestros propios caminos, y eso incluye el camino de la vida o el de la muerte. 1 de Corintios, capítulo 10, versículo 23: «Todo nos es lícito, pero no todo nos conviene. Todo nos es lícito, pero no todo edifica». Dios es el padre perfecto que forma a su hijo y luego le da la libertad, al contrario del enemigo maligno, que viene a «perturbar, a robar y a matar». Si dejas que esos demonios se apoderen
de tu cabeza, que te quiten la paz, entonces el resultado va a ser la muerte. Mi hijo sufría de ansiedad con ataques de pánico; con la terapia psicológica, la iglesia, la universidad y su trabajo de servicio a la ciudadanía logró conocer a muchas personas y entretenerse para no darle espacio en su mente a nada negativo. Infortunadamente, en la universidad conoció a esta joven, Carol. Esta relación destrozó a mi hijo y fue minando su alegría y ganas de vivir poco a poco. Yo no tengo muy claro si tuvieron una relación seria, pero cuando ella anunció su noviazgo con otro joven, pude ver en sus ojos mucha tristeza. La depresión es algo serio porque se mete en la mente hasta que sienten que la única forma de sacársela de la cabeza es saliendo ellos mismos de su cuerpo. Creo que las iglesias del mundo deberían estar más atentas a ese demonio que está acabando con todos nuestros jóvenes a su paso —decía mientras fijaba su mirada nuevamente en la foto familiar en la que su hijo, como siempre, sonreía—. Dios no tiene nada que ver en esto, así como yo no pude hacer nada. Aunque amo con todo mi corazón a mis hijos y a mi esposa, no puedo controlar sus actos, y mucho menos sus decisiones. Me duele mucho, pero lo único que puedo hacer es orar por él. Aunque entendía el argumento del señor Gustavo, su mente racional no le permitía aceptar de manera absoluta esa respuesta, además del sentimiento de que pudo haber hecho algo. Después de un suspiro, secándose las lágrimas de los ojos los dos hombres se despiden con un apretón de manos y un corto pero tibio abrazo de comprensión. Marthin se sube a su carro para manejar hacia su apartamento a reencontrarse con Bradt. Aunque nunca ha sido un creyente, y mucho menos Bradt, aunque nunca se ha sentado a leer la Biblia, las palabras del señor Gustavo le tocaron en el sentido de entender que debe tomar las riendas de su vida, decidir ser feliz siendo más consciente de sus sentimientos, pero más importante, de sus pensamientos. Porque aunque ahora está lleno de esperanzas, en algunas ocasiones su energía esta baja. Por esta razón, han decidido hacer este viaje ahora por todo el Amazonas de Perú, Brasil, y Colombia para que Bradt haga su propio álbum de fotos, el cual ha sido su sueño desde joven, y Marthin seguirá explorando la cultura indígena, así como probar nuevamente el yagé, pero esta vez con un retiro espiritual más prolongado que le ayude a sanarse de manera total para vivir feliz y lograr sacar de su cabeza esos demonios que lo atormentan, oscureciendo su mente. —¿Dónde estabas?, ¿a dónde fuiste? —pregunta Bradt muy interesado. —Estaba visitando y hablando con el padre de uno de mis estudiantes que se
suicidó el año pasado, me he sentido culpable desde ese día y necesitaba hablar con sus padres —Bradt sonríe mientras abraza fuertemente a Marthin sin decir nada, luego lo libera de sus brazos y le da un beso. —No puedes salvar el mundo, pero es muy bonito de tu parte que trates —dice —, una palabra oportuna en el momento oportuno puede salvar una o muchas vidas. Yo espero que hayas encontrado la respuesta que buscabas. Por ahora, vamos a seguir con nuestras vidas, mi amor, nos tenemos que ir pronto — Marthin obedece amorosamente a su novio, ha decidido que no le dirá a Carol las razones de Daniel para suicidarse, piensa que eso sería aún más devastador para ella. No sería justo hacerle pensar que ella es la culpable de su muerte. Edward junto a Vivian llegan al aeropuerto y ven de lejos al profesor Marthin con Bradt. —Marthin, Marthin —grita Vivian con todas sus fuerzas, por lo que el profesor voltea a mirar de dónde vienen los gritos. Cuando logra identificar la cara de los jóvenes, sonríe y se acerca rápidamente entre la multitud. Se van juntos a tomar un café mientras platican. Después de una hora, se despiden emprendiendo diferentes caminos que los llevarán por únicas experiencias con las cuales esperan crecer como personas. Mario planea una cena romántica para Carol; piensa que después de todo las situaciones familiares que ha pasado, ella necesita un momento de alegría. Además, quiere compartirle sus proyectos, por los que espera que ella se sienta feliz. Ella entra a la casa vestida con un traje negro, sin maquillaje, solo adorna su cara con una tímida sonrisa que muestra para no preocupar a Mario. —Hola, mi amor. Me alegra que estés aquí, te tengo muchas sorpresas. ¿Cómo estás? —pregunta Mario. —No muy bien, pero gracias por esto, se ve muy lindo todo —responde con un desánimo evidente en su lenguaje corporal. —Está bien, te entiendo. Yo sé quién eres tú y tú sabes quién soy yo, así que no tienes que disimular estar feliz conmigo. Y no sonrías si no lo quieres, por eso organice esto para los dos esta noche —Carol lo mira pensando en que debe controlarse, pensar positivo y no permitir que el tsunami de sentimientos afloren en su rostro con un mar de lágrimas dañando todo el momento que Mario ha preparado, así que respira profundo y pasa la amargura de su garganta con un
trago de cerveza fría que la estaba esperando en la mesa. —Por supuesto que no, mi vida. Yo no voy a arruinar esta oportunidad de disfrutar de esta noche, así que dime, ¿cuál es el plan? —Mario respira tranquilo porque en el fondo no quería que esta noche fuera depresiva, él ya había tenido bastante de eso y se sentía feliz pensando positivamente hacia el futuro. Por eso, en su mente guardaba la esperanza de que Carol compartiera esa alegría con él. —Bueno, tengo una maratón de películas de comedia, unas cervezas bien frías, tequila con sal y limón, como deber ser, pizza hecha por Richard, que estuvo aquí toda la tarde hablando conmigo, compartiendo nuestros proyectos y…Mario no termina de hablar cuando Carol se lanza sobre él dándole un beso, le quita la camisa y lo acaricia de una manera desesperada, empujándolo hacia el sofá grande, suave y tibio que queda en la sala. Con música de salsa cubana instrumental de fondo, se quita la ropa, tomando un trago de tequila que riega sobre el abdomen desnudo de Mario, quien no sale de su asombro, pero que con una sonrisa en sus labios se relaja, disfrutando del ataque de locura de su novia. Ella, a su vez, completamente desnuda se sienta encima de él quitándole el pantalón, toma el control del sistema de sonido, subiéndole el volumen a la música y mirando los grandes ojos café de Mario que siempre le han transmitido tanta paz, pero que en este momento le provocan una pasión desbordada que no puede controlar. Después de terminar de hacer el amor, Carol se baja del cuerpo sudoroso de Mario, se acuesta a su lado y le da un beso en la mejilla. —¿Estás bien? —le pregunta Mario con un tono pensativo en su rostro, mirando las puertas de vidrio de la sala, que le permiten ver el paisaje afuera, cómo los árboles se mueven al pasar del viento. —Sí, estoy muy bien, feliz, ¿es que no me ves? —contesta Carol. —Bueno, si yo fuera la mujer, te echaría de mi casa y te acusaría de violación; eso fue muy raro, ni siquiera esperaste a que terminara de hablar o preguntaste si yo quería ahora sexo contigo. Pensándolo bien, mi plan era comer, ver las películas, cantar algunas canciones tomando unos tragos de alcohol y cerrar la noche haciendo el amor, pero tú te abalanzaste sobre mí sin más. No te voy a mentir diciendo que no me gusto el sexo, fue apasionado, pero no me siento bien, me siento usado y no me gusta —Carol se ríe con una fuerte carcajada golpeándolo en el brazo, escéptica e incrédula de la situación. Trata de abrazarlo, pero Mario se levanta desnudo del sofá, se dirige a las escaleras sin mirar atrás y
sube a su habitación para bañarse. Carol queda sentada en el sofá, confundida, así que no sabe si seguirlo o quedarse ahí esperando a que él vuelva. Piensa qué pudo haber hecho mal, pero no logra dar con la repuesta. Finalmente, después de unos minutos, Mario baja nuevamente a la sala, donde Carol sigue sentada en el sofá envuelta en las sábanas con los ojos rojos de haber llorado un poco. —No sé qué hice mal, pero discúlpame, por favor. Tú eres todo lo que me da alegría en este momento, por favor —Mario se sienta a su lado y la abraza, sintiendo profundo pesar por ella. —No me sentí bien, fue muy violento Carol. Era como si estuvieras pensando en otra situación que te produjera mucha rabia y entonces te desquitaste conmigo. Eso fue todo. Pero también puede ser que soy muy sensible, no importa, olvídalo —Carol yace sollozando en el pecho de Mario, escuchando lo que él dice, descubriendo que es cierto, que ha estado muy enojada desde el suicidio de Daniel porque se siente culpable de no haber ido a su funeral; está enojada por la muerte de su tío, que le dejó un vacío, ya que era el único que realmente se conectaba con ella emocionalmente; enojada con la enfermedad de su mejor amiga, que en cualquier momento también podría morir como todos los demás; enojada con la tristeza de su padre, quien ahora se ha obsesionado por encontrar respuestas en el más allá del mundo esotérico; enojada viendo a Mario y a todos sus amigos tan felices con sus proyectos mientras ella seguía tratando de encontrarle sentido a su vida. —Sí, estoy muy enojada, Mario. Estoy muy triste y siento que estoy perdiendo a todos. Siento que te estoy perdiendo a ti, que te ves tan feliz, y yo tengo que sonreír cuando en mi corazón quiero gritar, salir corriendo y saltar de un puente. Que mi cabeza se estrelle contra el cemento, eso es lo que quiero. No pensar más, no sentir más. Estoy enojada y cansada, Mario —Mario puede sentir la poca energía que está dentro de Carol, puede sentir su fragilidad, puede sentir el desencanto con la vida, así que la suelta poco a poco, le limpia las lágrimas y la mira fijamente. —Yo te amo. Ayer me llamó un agente de música de una disquera muy importante ofreciéndome un contrato y una gira por cincuenta países. Yo no puedo dejarte así, pero esta es una oportunidad muy grande, ¿qué te parece si paras la universidad y te vienes conmigo? Son un par de meses y estoy seguro de que tus padres estarán de acuerdo. Para ellos también será un alivio saber que te estás divirtiendo un poco —Carol se siente aliviada dentro de su corazón al saber
que Mario quiere compartir esta alegría con ella, sintiendo que es una buena idea. Carol desea dar un paso, así como el profesor Marthin lo hizo con Bradt, arriesgarse, vivir nuevas experiencias, olvidarse un poco de tanta muerte. —Está bien, me encanta la idea. Les diremos a mis padres la próxima semana, este fin de semana iremos a ver a una médium que según Tina nos podrá ar con mi tío, tal vez así todos encontremos la paz que necesitamos. No sabes cómo me alegras la vida, mi amor, te amo mucho. Yo dependo de ti, Mario, recuerda eso siempre. Yo dependo de ti para ser feliz —Mario siente alivio, pero no le gustan las palabras que Carol acaba de decir, toda su vida ha tomado la responsabilidad de todos a su alrededor y lo último que desea es que su novia con pensamientos suicidas le diga que «depende de él para ser feliz», pero aun así asiente sonriendo. —¿Por qué no subes a bañarte mientras yo caliento la piza y prendo el TV para vernos las películas? Ya dejemos tanto drama, vamos a divertirnos un poco, preciosa. Ve, yo te espero aquí —le dice guiñándole el ojo viéndola alejarse con una sonrisa en los labios. Pasan los días llenos de experiencias de vida, aprendizaje, nuevas aspiraciones y expectativas. El profesor Marthin aprende cada vez más del simple estilo de vida de los indígenas de las amazonas, de la medicina y la filosofía de sus ancianos. De vez en cuando se retira con un chamán para seguir su proceso de sanación integral.Alexander sigue aprendiendo de personas en su misma condición de vida, animado por su nuevo amigo Fabian. Sigue comunicándose con Linda en Estados Unidos, cosechando en su corazón el sentimiento de amor por ella, pero a la vez con una dicotomía de vida, ya que una semana atrás toda su vida estaba planeada con sus pensamientos puestos en su novia, pero ahora se sentía tan conectado con este grupo de personas que no estaba seguro de querer abandonarlos por irse a vivir con Linda. Se sentía aceptado, pero sobre todo valorado. Ya se sentía muy involucrado en la fundación; por primera vez, se sentía proactivo, por lo que estaba reconsiderando su decisión de irse a vivir a Estados Unidos. Se encontraba en una situación incómoda, pero pensaba que debía quedarse donde lo necesitaban, igualmente cree que debe decirle esto a linda para organizar el futuro que les espera. Richard ahora vive a tiempo completo en casa de Caroline con la aceptación de sus suegros, quienes sienten que es un buen joven con sueños que deben ser apoyados ya que su propia familia no se ha comunicado con él a pesar de haber
sido avisados de su deserción de la universidad. El sentirse ignorado por las personas que se supone que deberían acompañarlo en este proceso lo ha hundido en un gran aburrimiento que pretende camuflar con su sentido del humor, positivismo y concentrándose en escoger la locación de su restaurante y la casa que sueña compartir con Caroline. Vivian en su luna de miel sigue batallando con su conducta maníaco-depresiva, de la cual su esposo Edward muestra estar cansado a pesar de que han pasado unos días hermosos juntos paseando, haciendo el amor y hablando de su deseo de tener hijos con los cuales viajar por todo el mundo enseñándoles la pasión de su padre. Los constantes cambios de humor que la llevan en ocasiones a atacarlo físicamente están ocasionando el alejamiento de Edward, quien le repite constantemente que la ama, pero se ve sobrecargado con tantas peleas. Por esta razón, acuerdan entre los dos que él se iría dos días a otras de las playas con unos amigos surfistas para darle espacio a Vivian para reflexionar sobre su comportamiento; tal vez así puedan disfrutar felices de los últimos días que les quedaban para compartir como esposos la luna de miel. El domingo llega lentamente, la vida que con sus idas y venidas los lleva por diferentes situaciones, probando su fortaleza mental. La vida, que cada vez que da, también quita. La vida, que por cada sonrisa que te da, te saca una lágrima, y que por cada abrazo te devuelve una cacheta. Tal vez para que te mantengas atento o tal vez para que no pierdas el foco de tu realidad, porque no ser consciente de lo que estás haciendo conlleva que en un solo parpadear de ojos la vida te sorprenda removiendo los cimientos que creías haber plantado fuertemente. La familia de Carol llega puntualmente a la casa de la médium Astrea, una mujer alta, cabello blanco, ojos grandes, brillantes y penetrantes como una flecha; a pesar de eso, tiene un semblante amable y sus manos son muy suaves y tibias. Los invita a seguir a la sala donde Tina los esperaba, se sientan junto a ella en un ambiente lleno de olores a velas, flores, inciensos, figuras de ángeles y música relajante que los llena de gran paz, una paz que venían buscando desde hace ya un largo tiempo.—Bienvenidos todos —dice con una voz fuerte, pero suave al mismo tiempo—. Mi nombre es Astrea. Bueno, mi verdadero nombre, el que me dieron mis padres, murió hace quince años, cuando sufrí un accidente por el cual quedé en coma por tres años, tiempo en el que tuve una experiencia celestial. Tiempo en el que tuve o con el creador y en el que pude ver la realidad de los mundos en que vivimos. Tiempo en el que mi cuerpo físico estaba dormido, pero mi cuerpo espiritual estuvo despierto, absolutamente consciente de lo que pasaba en todos mis planos. No sé por qué
fui elegida para vivir esta situación, pero cuando desperté tres años después, seguí estando en o con los desencarnados que infortunadamente no pudieron volver y que desean cerrar ciclos en este mundo para encontrar la luz allá donde seguirán viviendo otra clase de aprendizaje para su proceso de transición —Todos están ansiosos, así que no saben qué decir o qué preguntar. Por esta razón, Tina toma la palabra. —No se preocupen, por favor, pregunten lo que deseen. Nuestro objetivo hoy aquí es que ustedes puedan continuar con sus vidas, como debe ser —En este punto, Charlie empieza la conversación, rodeado de toda su familia. —Yo necesito hablar con mi hermano, porque ya no puedo más con este dolor, siento que me ahogo. Siento que quisiera morir a pesar de tener razones por las que vivir. Mi corazón ha perdido una parte con la muerte de mi hermano. Además, deseo respuestas de cómo murió —Astrea lo mira. Acercándose, alza su silla para ubicarse frente a él, lo agarra de las manos, respirando profundamente, tomando una actitud de completa concentración interior, y cerrando sus ojos, que comienzan a moverse rápidamente. Sus manos, que hace un minuto estaban tibias, ahora se tornan frías y temblorosas. Comienza a sollozar, recostándose lentamente en el pecho de Charlie. —Lo siento mucho, hermanito. Lo siento mucho —dice Astrea con una voz más profunda que se escucha un poco más masculina que antes—. Lo siento, pero no pude controlar mi estado de ánimo. A pesar de toda la alegría que sentía, en el fondo de mi alma sentía también un vacío y en mi cabeza escuchaba muchas voces. Estaba oscuro, ¡todo se veía oscuro! —dice la voz que ya todos empezaban a identificar, a pesar del miedo que sentían al ser testigos de la manifestación de algo que solo habían visto en películas o leído en libros—. Nada de esto es tu culpa, hermano, nada, y tampoco de mis amigos. Fueron las voces en mi cabeza, que me llevaron hasta ese puente. Cuando todo pasó, me sentí muy bien; las voces, la oscuridad, el desespero, la ansiedad, la tristeza… todo se esfumó. En el fondo creo que era lo que estaba buscando desde hace mucho tiempo. Estoy bien, hermano, aunque los extraño y me arrepiento de haberles provocado tanto dolor.Charlie pierde la noción de la realidad y abraza fuertemente a Astrea porque al escuchar su voz entiende que dentro de su cuerpo por unos minutos está habitando su hermano. Comprende que eso es todo lo que tendrá, unos minutos, para después perderlo para siempre. —Todo esto fue mi culpa —continúa diciendo la voz de Anthony—. Yo tomé
mis propias decisiones, que no fueron las mejores. Toda mi vida fui un irresponsable, creyendo que ustedes debían estar detrás de mí, salvándome, hasta que la vida misma me mostró que me he comportado como un niño caprichoso, incapaz de tomar decisiones. La oportunidad más grande en mi vida y la desperdicié, eso no me ha dejado descansar —Todos en la sala escuchan atentos, sintiendo en su interior que tenía toda la razón en lo que decía. —Querido hijo —interviene su padre acongojado—, nosotros te sobreprotegimos, en el fondo es nuestra culpa. Siempre diciéndote qué hacer, qué comer, dónde ir, los amigos que debías tener… No te dejamos ser libre para cometer errores —Astrea se voltea hacia el padre con sus ojos cerrados y realiza un gesto de negación. —No, papá, ya es tiempo de dejar de echarle la culpa a otros. Mis amigos «drogadictos», como tú los llamas, eran buenos muchachos, así como yo lo era, con sus propios demonios con los cuales luchaban día a día, así como yo lo hice hasta el final; no eran malas personas, ni me incitaron a hacer nada que yo no quisiera —Al terminar de decir estas palabras, todos se funden en un profundo silencio, aceptando lo acertado de lo que esa voz expresa—. A pesar de toda la tristeza que sentimos, porque yo también estoy muy triste de dejarlos, deben entender que este momento es para decirnos adiós para siempre. Yo quiero irme en paz y que ustedes continúen su vida. Acuérdense de que mis hijos los necesitan fuertes y felices, sobre todo a ti, Claudia —Ella se sobresalta, ya que había estado ahí sentada, callada para no interrumpir su tiempo en familia, pero con tantas preguntas dentro de cabeza que no la dejaban ni siquiera respirar tranquila. Ella también se sentía sola, pero muy enojada al mismo tiempo—. Yo sé que no pensé en ti, pero por favor entiende que mi cabeza no estaba clara. Ahora todo lo puedo ver mejor, pero ya no podemos regresar el tiempo atrás, lo que deben hacer es cuidar a los niños. Yo te amo y te agradezco por siempre estar ahí. Empieza una nueva vida, yo sé que llegará un hombre que te acompañé a ser feliz como yo no pude hacerlo —Claudia, como siempre reservada y tímida, lo mira y pone su mano sobre sus labios para enviarle un beso. —Es para ti, mi amor. Ojalá nos volvamos a encontrar en otras circunstancias. Sabes que te amé y siempre lo haré por medio de nuestro hijo. Así, de manera armónica, aceptando que lo sucedido no se puede cambiar, sintiendo calma en sus corazones, lloran por última vez, se abrazan y se despiden para así tratar de continuar con sus vidas; vidas que se habían detenido desde
aquel trágico día. Mientras caminaba hacia la salida, Carol siente en su hombro el cálido roce de la mano de Astrea, quien viene hacia ella con la intención de transmitirle un mensaje. —Querida Carol, ¿cómo estas? —le pregunta con serenidad. —Mucho mejor, gracias. Y gracias por ayudarnos a hablar con mi tío, fue muy reanimador —Astrea se acerca un poco para susurrarle al oído. —Deja de llevar el mundo en tus hombros, cada quien toma sus propias decisiones. Daniel quiere que te olvides de lo que pasó —Al oír estas palabras, Carol siente un frío recorrer todo su cuerpo como un relámpago—. Esa última conversación no determina toda la relación que ustedes tuvieron, los dos tenían sus propios miedos: él no podía llevar una mujer no cristiana a su iglesia, mucho menos a presentarla a sus padres, y tú atravesabas un momento de confusión. Además, los dos eran muy jóvenes. Daniel te amó hasta el final y ahora está buscando su camino hacia la paz. Escuchando estas palabras, las lágrimas se mezclan con una sonrisa, recordando dentro de su mente los hermosos momento que en secreto de sus padres vivió con Daniel, el que fuera su novio durante tres años en secreto hasta que tuviera que decidir entre ella o su iglesia. También recuerda como trató de persuadirla muchas veces para que asistiera a uno de los servicios para mostrarle a su familia, pero ella siempre se negó por temor a que su familia no lo aceptaría. —Los dos nos encontrábamos entre la espada y la pared, su familia jamás me aceptaría; yo creo en Dios, pero no me interesa ser parte de una comunidad cristiana o lo que sea —Astrea la interrumpe. —No tienes que explicarte o disculparte, yo no te estoy juzgando. Además, él no está aquí —responde Astrea—. Pero cuando Anthony tomó mi cuerpo, Daniel también vino hacia mí porque deseaba despedirse de ti. Cuando una persona se suicida, debe encontrar las respuestas que no encontró en esta vida en el plano astral-espiritual, así que él ya siguió su camino. Estoy segura de que los seres y maestros de luz le ayudarán a encontrarse con el padre cuando haya resuelto sus dudas existenciales. Por otro lado, dile a Mario que ella está bien, que lo ama con todo su corazón, que lo espera allá pero, no ahora. Él debe brillar como las estrellas aquí en la tierra y darle de esa luz a tantas personas que necesitan de su
música para seguir adelante —Carol entiende que habla de la hermana de Mario, sabe que escuchar eso le va a alegrar a él y a sus padres. Mirándola fijamente, acariciando su cabello sedoso, añade—: Espero que tu padre, tú y Mario pudieran entender hoy que no somos responsables de las decisiones que toman los demás; podemos acompañarnos, darnos consejos, escucharnos los unos a los otros, pero la última decisión la tomamos en la privacidad de nuestros corazones, hablándonos a nosotros mismos en la privacidad de nuestros pensamientos, que pueden convertirse en nuestros demonios o ángeles, pueden salvarnos o destruirnos, darnos vida o conducirnos a la muerte, y eso es solo nuestra responsabilidad. A no ser que alguien nos induzca a cometerlo, pero eso ya es otro asunto que no nos compete en este momento. Vete en paz y saca esa oscuridad de tu mente. Se abrazan por última vez y con una mirada de preocupación Astrea ve alejarse a Carol hacia el carro donde su familia y amigos la esperan. Charlotte conduce el carro y mira a su familia por el esposo retrovisor. Carol va recostada en el hombro de su padre, quien duerme finalmente tranquilo después de tantos días de llanto e insomnio. Carol va recordando a Daniel, su amor secreto, con el que supo lo que era el amor en todos sus niveles. Especialmente recuerda ese día hermoso cuando él, contradiciendo las reglas de su iglesia, organizó el día más romántico para tener su primera relación sexual en casa de Carol, cuando los padres de ella estaban trabajando, las salidas a escondidas del colegio y luego en la universidad. Carol sonreía mientras recordaba al dulce, respetuoso, romántico y caballeroso Daniel, con el que tenía planes de casarse hasta que una de sus compañeras de la iglesia los descubrió y lo amenazó con contarle a todos los pastores del grupo juvenil del cual él era parte en la comunidad cristiana a la que pertenecía. Esta situación, la negativa de Carol de volverse cristiana, además de verla después de unos meses con Mario, sumieron a Daniel en una profunda depresión de la cual no pudo salir.
14
A lo largo del siguiente mes, los sobrevivientes de la vida han aprendido a superar sus pérdidas con positivismo, han aprendido a aceptar y respetar el conocimiento de otros, a prepararse para cumplir los sueños pospuestos; han aprendido que la mejor manera de superar sus propios miedos es ayudando a otros; a dejar un pasado atrás para concentrarse en el presente, que está creciendo en su interior lleno de felicidad, y otros simplemente siguen realizando con pasión la misión que la vida les ha encomendado, algo que a su vez les trae satisfacción personal. Con las maletas preparadas en su habitación, Richard y Caroline están listos para emprender el nuevo camino que ellos han decidido seguir. Aunque para los padres y hermanos de ella la idea resulta preocupante, no pueden evitar el hecho de que ya es una mujer que puede tomar sus propias decisiones. Además, confían en que Richard la cuidará. Por esta razón y como siempre, Tina ha organizado una fiesta de despedida en la que, por supuesto, están incluidos sus amigos y familiares. A Tina, así como a su esposo Logan, les encanta tener la casa llena de personas, por lo que la felicidad que siente no la puede reprimir. Carol y Mario también están acompañando a sus amigos junto a sus familias, porque la semana que sigue comenzarán los ensayos de su primera gira para promover su primer disco, de modo que el festejo se torna por unos momentos melancólico, ya que es la primera vez en toda su vida que se van a separar por tan largo tiempo. Richard y Mario, así como Carol y Caroline, han sido amigos desde niños, superando todas las situaciones que se les han presentado juntos, pero ahora el destino los está llevando por diferentes caminos, algo que necesitan para crecer como personas. En medio de la celebración, Mario se acerca a Richard, quien está sentado en una de las sillas ubicadas en la terraza, llamando como siempre de manera infructuosa a sus padres, quienes de manera fría lo han ignorado desde que decidió abandonar la universidad. Con su corazón triste, esboza una sonrisa hacia su amigo, se levanta de la silla y se encuentran, dándose un largo abrazo en el que sienten que se las va la vida. Sin poder contener las lágrimas, los dos lloran como niños, trayendo a su memoria tantos momentos en los que solo se tenían el uno al otro para mantenerse firmes ante los golpes de la vida que todo
el dinero, los lujos, los viajes, las fiestas y los privilegios no pudieron sanar o evitar y que dejaron una gran marca en sus mentes.—No lo puedo creer, hermano, esto parece un sueño —dice Mario con la voz entrecortada. —Sí, pero un buen sueño. No puedo esperar más a irme para empezar mi nueva vida, no quiero estar más aquí. ¿Puedes creer que mis padres no me han contestado las llamadas? ¡Ni un mensaje ni nada! Nada, hermano, nada. Mis padres, ¡mis propios padres! Si no fuera por ustedes, estaría completamente solo en la vida —dice mientras mira al cielo un poco desconsolado.—No te preocupes porque dicen algunos que «los amigos somos la familia que la vida nos da», y si miras a tu alrededor tienes una familia inmensa que te ama y apoyará siempre, así de loco como eres —Con ese comentario logra sacarle una sonrisa, pasando a temas más agradables. —No sé por qué no puedo sacarme de la cabeza qué hubiera pasado si no hubiéramos conocido a estas chicas. En cada ocasión que veo los ojos de Caroline y siento la paz que me transmite, recuerdo cómo estábamos más locos que una cabra, con tanto dinero en nuestras manos pero sin control. Dentro de la casa, observándolos de vez en cuando pero inmersas en su conversación estaban Caroline y Carol, tomadas de la mano, riendo y recordando viejos tiempos, planeando las visitas que se realizarían cuando abran el restaurante en Francia. —Más que acompañarlo a él, lo hago por mí misma, sé muy bien que estar lejos comenzaría a hacer mella en mis emociones. Con la muerte de Daniel, mi tío Anthony y tu partida, no me imagino qué será de mi vida en mi casa a cargo de mis hermanos, porque mis padres están inmersos en este nuevo proyecto para ayudar a personas con enfermedades mentales —Caroline la abraza para decirle algo, pero el sonido del tintinar de las copas en la sala dentro de la casa las interrumpe. Cuando voltean a mirar, la madre de Mario las llama con un gesto que realiza con su mano.—¡Oh, Dios mío! Nunca pensé que este día llegaría, pero los hijos son un regalo, o más bien debo compararlos con pájaros que están ansiosos de volar, conocer otros lugares, respirar otros aires, aprender por sí solos a defenderse. Yo sé que no he sido la mejor madre del mundo —dice la madre de Mario mientras mira a su hijo de manera tímida. Mario, por su parte, observa a su padre con los labios fruncidos y luego dirige su mirada al piso tratando de reprimir sus deseos de expresar lo que realmente siente. Desea poder decirles que sí, que lo dejaron solo cuando más los necesitaba, que lo hicieron
sentir culpable por hechos que nunca estuvieron bajo su control, que tuvo que aprender a ser agradable con el mundo entero solo para recibir un poco de atención cuando en realidad estaba enojado y triste con la pérdida de su hermana, pero como siempre, prefiere callar. Eleva su mirada hacia su madre, que continúa hablando, y le sonríe. Camina hacia ellos y les abraza para consolarlos; al fin y al cabo, ya son personas maduras que no necesitan que nadie les recuerde los errores del pasado, porque la misma vida se encarga cada día de mostrárselos en la cara—. Durante años, pensé que la mejor forma de mantener el pasado en el olvido era no tener o constante con mi hijo, por eso me encargaba de sus necesidades básicas pensando que sería suficiente, sin saber que estaba dañándonos. Pero aun así, mi hijo se fortaleció. Ese corazón amoroso y dadivoso nada ni nadie ha podido dañarlo u oscurecerlo. Tú, mi hijo, siempre has vivido tratando de hacernos sentir bien, alegres, unidos, tranquilos. Tú mereces este triunfo, pero más que cualquier cosa, mereces disfrutarlo y ser feliz, así que por favor ve y sigue tus sueños junto a tu hermosa novia. De todas maneras, desde ahora te prometemos que estaremos ahí cuando nos necesites; de ahora en adelante, nuestra única misión es ser tus padres. Los que estaban ahí reunidos se vieron conmovidos con la sinceridad de esta madre arrepentida por la que sintieron empatía. Eso era algo que Mario a su corta edad había entendido de manera prematura: que cada cabeza era un mundo. Que cada ser humano, con sus propias experiencias, tenía su forma de reaccionar para autoprotegerse del dolor. Tantas canciones escuchadas en las que los autores describen sus experiencias, sus sentimientos, pensamientos, emociones y reacciones ante la vida le habían ayudado a comprender la complejidad del ser humano, porque prefería no juzgar a nadie; por el contrario, el ayudar le hacía sentirse pleno y feliz. Richard, abrazado a Caroline, miraba a todos sin poder evitar sentir un poco de celos al ver cómo su amigo estaba rodeado de su familia, mientras que aunque él tiene a la familia de su novia, se siente como siempre, absolutamente solo. De igual manera piensa: «No es lo mismo, me gustaría tanto que mis padres estuvieran aquí conmigo, que se sintieran orgullosos de mi». Tina, quien después de todo este tiempo ya conocía sus expresiones y lo que estas significaban, añadió: —Aquí estamos reunidos también para celebrar a Richard, quien ha llegado a nuestro hogar a traer tanta alegría. Tú, mi querido, eres un rayo de luz. Desde que llegaste a la vida de nuestra hija, hemos podido sentirnos más tranquilos
porque sabemos que tú la cuidas con todo tu amor. Estamos muy felices de tu nuevo proyecto y sabemos que va a ser un éxito total. Porque para los que no lo saben, Richard es un gran cocinero, hemos subido unos cuantos kilos por causa de sus deliciosas creaciones culinarias, y estoy segura de que tendrá el mismo efecto en los comensales de tu restaurante. Eres un triunfador y algún día todos se darán cuenta de esto. Todos —enfatiza Tina en esta última palabra con una sonrisa y noble mirada hacia Richard, lo que logra levantar su buen humor, concentrándose el resto del día en disfrutar con las personas que lo hacían sentir amado. Arriba en su habitación, recostado en su silla frente al televisor se encontraba Edward, viendo los viejos vídeos de los concursos de windsurfing en los que estaba feliz con su familia. Desde su regreso de la luna de miel se sentía aburrido. Ese tiempo que él pensó que sería el más feliz de su vida, se convirtió en una pesadilla por cuenta de las peleas de Vivian. Aunque sentía que su amor por ella estaba disminuyendo, no podía abandonarla, ya que estaba embarazada. Aunque estaba muy feliz por ser padre, sentía que cargaba todo el mundo sobre sus hombros. Edward se sentía entre la espada y la pared, pensando: «Si hubiera sabido que estaba tan loca, no habría dado el primer paso ese día en que se veía tan angelical sentada en la playa». Cuando termina de pronunciar esta frase en su mente, no puede evitar reírse recordando lo dulce y agresiva que puede llegar a ser esa mujer de la que se había enamorado, por lo que decide incorporarse de su silla para bajar a acompañarla, ya que al final del día él tenía a su familia, que lo apoyaría en cualquier circunstancia que él tomara, pero ella, con la partida de sus amigos, sin padres y sin hogar, solo lo tenía a él y a su pequeño hermano Jhon, por el cual todos sentían tanto cariño. «No voy a dejarlos solos, debe haber algún modo de salvar esta relación. Yo puedo lograr lo que mis padres tienen después de tantos años», piensa abriendo la puerta de su habitación para dirigirse a las escaleras, bajando a la sala donde puede ver a todos reunidos, y sentada en la esquina abrazada de su pequeño hermano, a Vivian, quien al verlo sonríe con esos bellos dientes rodeados de esa boca roja que lo vuelve loco cuando la ve. Cruza todo el espacio hasta llegar a ella, quien lo espera con una mano extendida que lo aprieta como si estuviera a punto de caer del abismo de una montaña y esa mano sosteniéndola fuera lo único que podría rescatarla de una caída segura. Mientras Edward y Vivian se miran a los ojos abrazándose, el pequeño Jhon se recuesta en el pecho de Edward, sintiéndose aliviado de verlos enamorados. Después de unas horas de estar reunidos, suena el timbre de la puerta, a lo que Logan atiende, abriendo. Abre la puerta y ve a Alexander, quien llega tarde,
acompañado de una joven que no había visto antes. Les da la bienvenida, pidiéndoles que sigan para unirse a los demás en la mesa. Alexander se disculpa por su tardanza, explicando que había un accidente en el camino desde la casa de Alicia, con la que llego acompañado. Caminando hacia la sala, sigue describiéndole la situación a Logan con una visible expresión de vergüenza en su rostro. —Bueno, deja ya de disculparte y ven rápido a saludar. Te habíamos extrañado, pero igual nos comeremos tu parte si no te apuras —dice Richard con su conocido sentido del humor, cortando el incómodo momento para su amigo. Se levanta de la silla, saliendo a su encuentro, recibiéndolo con un abrazo al que se unen Mario y Vivian, quienes revuelven su cabellera con sus manos como en los viejos tiempos, cuando llegaba preocupado.—Les presento a Alicia, es amiga de Linda —Ella saluda con su mano y sonríe. —Mucho gusto, disculpen haber venido sin ser invitada, pero Alexander insistió tanto que no pude negarme. La tarde se va entre risas, compartiendo la comida, escuchando la música, bailando hasta el amanecer. Eso le llenaba el alma a Tina con una felicidad melancólica de tener que ver partir a estos seres que humanamente, con sus defectos, trataban de dar lo mejor de cada uno. Mario, al ver que ya se va acercando la hora de despedirse, conecta su micrófono al piano ubicado el extremo de la mesa. —Bueno, como ustedes saben, la única forma que tengo de compartir mis sentimientos es con canciones, por eso les quiero compartir ya para irnos una de las canciones que será parte de mi repertorio en mi gira, que por supuesto está inspirada en ustedes. Mi compañero que me acompaña en el coro para rapear no está, pero espero que lo disfruten igual. El título de la canción es «Gracias». Al contrario de lo que puedan pensar, se trata sobre la felicidad: «Gracias por tus besos, tus sonrisas y tus abrazos. Gracias por tu cabeza apoyada en mi hombro. Un día, en la soledad de tus pensamientos, hallarás algo de mi en ti: en el frío me extrañarás, en el calor me recordarás
y sonreirás por los momentos de alegría que vivimos mientras compartimos esta época de nuestras vidas. En las noches de vacío, ya no podre correr hacia a ti; en los días de llanto, tus dedos no limpiaran mi dolor. Caminando por la playa, no escucharás sobre mis sueños. Manejando por la carreta, no cambiarás la canción para que cantemos mientras vemos el paisaje cambiar de estación. Gracias por tus besos, tus sonrisas y tus abrazos. Gracias por tu cabeza apoyada en mi hombro. Un día, en la soledad de tus pensamientos, hallarás algo de mi en ti: en el frío me extrañarás, en el calor me recordarás. Otros han muerto antes que nosotros en la aurora de sus vidas, sin una mano que los sostuviera, sin el calor de la compañía, con sus sueños a la mitad de la senda y totalmente confundidos. Por eso hoy que emprendemos otros caminos, lo haremos por ellos, por sus besos, sus sonrisas y sus abrazos, que al final del día llenaron nuestros espacios. Vamos a vivir, bailando, soñando, amando, porque un día seré polvo que se va, polvo que volará, polvo que susurrará las alegrías que compartió en tu compañía. Gracias por tus besos, tus sonrisas y tus abrazos. Gracias por tu cabeza apoyada en mi hombro. Un día, en la soledad de tus pensamientos, hallarás algo de mi en ti:
en el frío me extrañaras, en el calor me recordaras». De esta forma, cantando, Mario cerraba un ciclo en su vida y la de cada uno de los que le oían esa noche para emprender uno nuevo sin miedos, ya que, como lo había dicho en su canción, los vivos debían honrar la vida de los que ya habían muerto, y la mejor forma de hacerlo es continuar con lo que ellos habían dejado troncado. —Es solo un hasta pronto —grita Mario subiendo al carro acompañado de Carol. —Así es —responde Richard subiéndole la música a la radio del carro mientras canta apretando la bocina del carro como en los viejos tiempos, cuando era el copiloto de su amigo escogiendo la música que escuchaban en todo el camino, lo que inunda a todos de un sentimiento de nostalgia mezclado con alegría. Carol no puede dejar de reír viendo a Richard sentado en las piernas de su novio, cantando a pulmón abierto como si la vida se le fuera por la garganta. En la parte trasera del carro, Caroline, Vivian y Alexander lo siguen en el coro. Tina lleva a Jhon a su habitación para que pueda dormir y lo ve cerrar sus pequeños ojos con una sonrisa dibujada en los labios. Siente alivio de verlo feliz, pensando cómo ayudar a Vivian a resolver sus problemas emocionales para que así pueda disfrutar de sus vidas, pero especialmente desea ayudar a su hijo, a quien ya se le puede notar el desamor que expresa en su rostro cuando de vez en cuando mira a su esposa de reojo creyendo que nadie lo está mirando, sin saber que las buenas madres todo lo ven. Cuando termina sus pensamientos, Tina le da un beso al niño en su suave mejilla y sale de la habitación, encontrándose con sus hijos menores. —Ya la fiesta se acabó allá afuera, todos se fueron. Fue muy divertido verlos, están bien locos —le comenta Dominik a su madre, abrazado de su hermano Bruce mientras se soba los ojos al mismo tiempo que bosteza—. Recuerda que mañana viajamos para el entrenamiento del próximo concurso de windsurfing. Te amo, mamá —A lo que Tina devuelve un abrazo grupal, dando un beso a cada uno.
15
De pie mirando con lágrimas en sus ojos esta Caroline, quien después de despedirse ve como Bruce y Dominik suben al carro. Ella tiene una gran discusión dentro de su mente ,ya que abandonar a su familia, a la que ama con todas sus fuerzas, va a ser un gran paso en su vida, pero también sabe que Richard la necesita y ella lo necesita mucho más a él. Ese amor que sienten el uno por el otro es tan fuerte que ni siquiera su enfermedad logrará detenerla. Piensa que siempre han sido sus padres, hermanos y amigos los que han estado ahí para cuidarla. «Pero no puedo condenarlos a ser mis enfermeros por el resto de sus vidas. No me quedaré aquí observando cómo los demás viven su vida mientras yo la veo pasar», piensa Caroline mientras ve partir a sus hermanos con su representante, el hermano menor de su padre, Logan, quien los ha venido a recoger. Hace varios años ya que les permitía que viajaran bajo el cuidado de un adulto que manejara los asuntos de las competencias y los contratos por los que recibían muchos beneficios económicos que eran supervisados siempre por un adulto de la familia. Por eso, cuando Logan no podía, era su hermano quien los acompañaba. Caroline también viajaba con Richard esa semana, así que los padres debían estar allí con ellos para ayudarlos en todo. Después de la despedida, llama a Mario para decir adiós. Él ya estaba en el aeropuerto con Carol para emprender el viaje que por tantos años Mario había planeado y soñado. —Ha sido un día muy ajetreado: primero mis hijos se fueron esta mañana, ahora tu hija y en unos días Caroline. Quién lo iba a pensar, nos estamos quedando solos, mi querida Charlotte —dice Tina por el teléfono a su amiga Charlotte, quien la escucha por el altavoz. Carol asiente con la cabeza, sintiéndose un poco abrumada con el hecho de dejar a sus hermanitos pequeños con los que siempre ha compartido. Por otro lado, Mario al lado de su representante se ve feliz, tranquilo, realizado, excitado por lo nuevo que le está sucediendo, deseoso de por fin concentrarse en su propia vida.—Muchas gracias por haber llamado, ya nos tenemos que ir al avión. Gracias por la comida de despedida, fue bueno compartir. Feliz día para ustedes y buena suerte en su viaje, nos vemos cuando la gira acabe en el restaurante para contarnos todo lo que pase en esta aventura — dice con una sonrisa en los labios.
—Así será, adiós —contesta Richard. Mario le entrega el teléfono a Charlotte, abrazándoles, y sale caminando apresurado tomando de la mano a Carol. Al mismo tiempo que sus amigos emprenden viaje, Alexander decide quedarse y cimentar sus bases con los nuevos amigos que han llegado a su vida, porque aunque ama a su novia, no es capaz de abandonar la estabilidad que le dan estas personas. Por eso ha decidido que lo mejor es terminar su relación con Linda. Él cree que primero necesita sanar su mente y sus emociones para así transmitirle esa confianza el día que finalmente se reencuentre con ella. Estando en medio de su cavilación, recibe una llamada de Linda. Con el teléfono en la mano, siente nervios al tener que explicarle que no viajará. —Aló, mi amor —responde ella. —Hola, mi Linda, ¿cómo estas hoy?, ¿tienes muchas tareas de la escuela? — pregunta tratando de controlar su respiración para no sonar ansioso. —Sí, este es el último año, imagínate. Tenemos proyectos grandes, preparando la despedía. me siento muy cansada, pero sé que tendremos unos días de tranquilidad juntos cuando vengas en las vacaciones de verano —dice feliz. —De eso precisamente quería hablarte, mi Linda, porque he decidido que no voy a ir. En este momento de mi vida no puedo —Un silencio profundo se apodera de la situación, se puede sentir la tensión de ella a pesar de la distancia. —Bueno, si a ti no te importa más nuestra relación, hazlo. A mí tampoco me importa —Alexander trata de responder para explicarle el porqué de su decisión, pero es interrumpido—. ¿Después de todo lo que yo he arriesgado por ti?, ¿de todas las mentiras que dije para que estemos juntos? No lo puedo creer, ya había planeado todo para estar juntos —replica entre sollozos. —Escucha, Linda, en este lugar he aprendido mucho, y lo más importante es que ahora sé que soy un ser humano como cualquiera, que merezco respeto. Por eso, no tengo por qué esconderme de nadie, y si alguien quiere estar conmigo, debe ser de cara al mundo, sin miedos ni mentiras. Yo entiendo que eres una niña de colegio más joven que yo, pero cuando crezcas un poco más, tengas independencia y puedas afrontar la situación sin miedo, todo será mucho mejor. Por ahora, siento que lo mejor es que tú vivas tu vida y yo la mía, y si debemos estar juntos, nos reencontraremos algún día para amarnos, pero no en la sombra.
Linda se encuentra sorprendida, nunca pensó que el inseguro joven que había conocido unos meses atrás pudiera pronunciar esas palabras. Ese joven que no podía contradecirla en nada, que la llenaba de regalos y al que podía controlar para que hiciera lo que ella deseaba todo el tiempo ya había cambiado. Podía sentirlo y no le agradaba. —Mira, si las cosas son así, entonces es mejor que no volvamos a hablar. Tú no me amas, y yo no voy a arriesgar mi reputación por alguien que no sabe lo que quiere —Alexander llora mientras la escucha, pero toma fuerzas para responder. —Yo sé lo que deseo más ahora que nunca. Te amo, eso no lo dudes jamás, pero con estas personas soy libre, mientras que contigo me siento encerrado, ocultando lo que soy, y ya entendí que eso no está bien —Linda no le permite terminar la frase y cuelga el teléfono. Alexander trata de llamar nuevamente, pero no contesta nadie. Queda destrozado, como siempre que Linda lo rechaza o lo hace sentir culpable por algo, pero poco a poco se siente tranquilo pensando en Alicia, su nueva amiga, por la que siente un cariño inmenso porque le ha ayudado a emprender una nueva vida. Todavía sintiéndose triste, Alexander recibe la llamada de Vivian, quien planea la llegada de su bebé, por lo que necesita de un amigo con quien hablar y organizar todo. —Hoy, mi amigo, te fuiste de la fiesta sin despedirte —le reclama inmediatamente. —¿Vivian? Hola, estás bien loca. Sabes que también tenía que estar pendiente de que Alicia no se sintiera sola, lo siento amiga. Dime qué necesitas —Vivian contesta —Quieres ayudarme esta semana a comprar cositas para él bebe, para la habitación y todo, tú sabes. Esta es la mejor coincidencia que le había podido suceder en la vida de Alexander, acompañar a su amiga en este proceso le servirá para olvidar el trago amargo de la molesta reacción de Linda. Habían sido solo unas horas desde la fiesta, pero cuando se encuentran, se les va el alma en un abrazo largo con sonrisas. Era ya tarde, pero el par de amigos encontraba excusas para seguir juntos, tomados del brazo, hablando, comiendo, riendo, compartiendo la ilusión de Vivian de ser madre, así como pedirle consejo a su amigo sobre cómo resolver los problemas que vivía en su relación con Edward, quien está cada vez
más distante. Acepta que su comportamiento está más descontrolado que nunca y trata de justificarlo con las hormonas «que se alborotan durante el embarazo», explica sonriendo. Omite por supuesto los constantes ataques verbales a los cuales ha sometido a su esposo, pero es que cada uno tiene su versión de la historia. Cuando paran el carro delante de la casa, se despiden acordando verse nuevamente para terminar las compras que quedaron pendientes. Vivian toma los paquetes, le da un beso y camina hacia su casa, esa que desde su llegada de la luna de miel es su nuevo hogar junto a la familia de su esposo. Alexander la ve partir. «Esto no va a ser nada fácil para Edward, mi amiguita está bien loca y ella lo sabe», piensa riendo fuertemente mientras la ve timbrar a la puerta. Recostada en la cama, Caroline observa a Richard empacar las ultimas prendas que le caben en su maleta. —Deja de meter tantas cosas —le dice ella—, ya compraremos algo cuando lleguemos. Déjaselas a mis padres, que se la darán a jóvenes pobres cuando viajen el próximo mes —Richard alza las cejas, mostrándole a su novia la desaprobación a su comentario. —No se trata de simple ropa. Esta ropa la compré en los viajes que hice con mis amigos, son prendas de ropa especiales para mí, amorcito —Ella se levanta de la cama, lo rodea al caminar, le acaricia la espalda desnuda llena de pecas y lo abraza. —No sabes cuánto te amo —dice colocando su nariz en su cuello. Él agarra los brazos de ella, que aprietan su estómago. —Y yo a ti, mi trigueña hermosa. Eres lo mejor que le pasó a mi vida —Caroline lo mira como insegura de algo. —No sé cuánto tiempo voy a estar en este mundo, pero —dice. Richard tapa la boca de Caroline con su mano, con un semblante de miedo. —Tú no te vas a morir. Deja de decir eso, por favor. Vamos a buscar un buen tratamiento cuando lleguemos a Francia para que te mejores. Vamos a encontrar una casa para formar una familia con todos los hijos que tú quieras, y con nuestro restaurante vamos a ayudar a muchas personas. Vas a vivir mucho para decirme qué hacer y cómo hacerlo. Yo no puedo vivir sin ti, mi niña. Por favor, no repitas eso, te lo pido.
Caroline asiente con la cabeza y se inclina para besarlo nuevamente, luego camina de vuelta hacia la cama porque desde hace un tiempo se siente más cansada que de costumbre. No le ha dicho a nadie porque no los quiere preocupar, no quiere ser ella quien interrumpa tanta felicidad de todos. «Cuando lleguemos a Francia, lo primero que haré será buscar un centro médico para buscar otras opciones. ¡Debe haber otras opciones para sanarme de esta maldita enfermedad!». Pensando desesperada sobre su situación, recuesta su cabeza en la almohada, quedándose dormida. Esboza una pequeña sonrisa hacia Richard y él le devuelve una con un beso. Él la mira con miedo de que algo le pase a ella, no quiere quedarse solo. Se promete a sí mismo crear una familia con muchos niños y estar ahí siempre para ellos; no importa lo que hagan, nunca abandonaría a sus hijos por no cumplir con lo que él pida. Una lágrima rueda por su mejilla y la seca rápidamente porque no quiere que nadie lo vea llorar, especialmente Caroline. Mirando la luz que entra por la ventana, sigue empacando para el viaje que emprenderán y prende el computador para amenizar la situación con un poco de música a bajo volumen para no molestar a nadie en casa. Edward se encuentra en la habitación de al lado con un amigo diseñador creando un vídeo sobre su vida como windsurfista en el que pretende rendirle un homenaje a su padre, quien renunció a su carrera para cuidarlos y luego entregarles la continuación de su legado. Edward ha decidido no viajar esta vez con sus hermanos menores para estar junto a Vivian durante todo el embarazo y, por supuesto, despedir a su hermanita. Estando en el proceso de creación, entra Vivian a la habitación para pedirle que vaya a mirar lo que escogió para la habitación del bebé. —No puedo ahora, mi amor, estoy en medio de la realización de este vídeo. Pensé que ya habías hecho eso con Alexander —Vivian, quien se encuentra ansiosa, comienza a respirar más rápido y fuerte, lo que Edward identifica como uno de sus ataques de furia, los cuales se manifiestan cada vez que no le sigue la corriente en sus requerimientos. —Solo fui a comprar ropa para el bebé y algo para mí, pero ahora quiero que tú, que eres el padre de este niño, me acompañes a escoger los colores que usaremos para pintar la habitación. No creo que sea tan difícil, estoy segura de que tu amigo puede terminar de hacer eso solo —Edward no está dispuesto a ceder esta vez por miedo, sabe que si lo hace, ella nunca va a parar su comportamiento, así que se levanta de su silla y se acerca a ella de manera retadora, con una expresión muy seria en su rostro.
—No, él no puede hacerlo solo porque estamos en la primera fase del proceso y soy yo quien debe escoger las imágenes y vídeos que se insertarán durante la producción —le dice—. Si quieres, mañana, pero ahora no puedo —Vivian toma esta respuesta como un insulto a ella como esposa, así que empieza a gritar. —¿Así que esto es más importante que nosotros? No termina de decir la frase cuando ella los empuja a él y a su amigo y agarra los computadores, tirándolos contra el suelo. También toma algunas de las fotos y las comienza a romper frente a la mirada de impotencia de los dos hombres, que miran atónitos la locura de ella. Edward llama a su mamá, pero igual con el escándalo todos vienen a ver. Richard entra en la habitación, tomándola del brazo, y luego la agarra, tratando de inmovilizar sus brazos. Vivian trata de liberarse, por lo que le lanza unos puños, golpeándolo en la cara. Al ver esto, Logan y Tina intervienen, sosteniendo sus manos y piernas, tratando de no hacerle daño a ella o al bebé y llevándola a la sala, donde la recuestan en el sofá, dándole un vaso de agua. Richard se queda con ella y continúa sosteniéndola, acariciando su cabeza, hablándole suavemente para calmarla, mientras Edward llama al número de emergencias. Todos pueden ver que Vivian se comporta cada día más como una persona mentalmente inestable, por lo que hablan para pedir ayuda médica. Finalmente, después de unos minutos llega la ambulancia. Al pasar al lado de todos recostada en la camilla, puede ver la decepción en los ojos de sus suegros, esposo y amigos. A pesar de que día tras día reconoce sus errores tratando de controlar sus ataques de furia, no lo ha podido hacer. Puede comprender que si sigue así va a perder a todos, incluido su pequeño hermano, ya que el sistema de protección a menores lo vigila constantemente para garantizar sus derechos y que esté recibiendo los cuidados necesarios. Es la última noche que Richard estará en el país y le preocupa la situación de su amiga, quien no tiene familia. Por eso, se comunica con Alexander para contarle los acontecimientos y pedirle que esté al pendiente de ella, ya que aunque la ama con todo su corazón como amiga, no piensa ni por un momento en cancelar su viaje. Él ya no quiere estar más cerca de nada que le recuerde a sus padres, necesita salir un tiempo de estos lugares que le hacen sentir tan triste para respirar nuevos aires, así que le entrega la responsabilidad a su amigo de cuidarla y mantearlo al tanto de todo lo que pase con ella. Logan visita a Vivian en el hospital porque Tina ha deseado quedarse en casa con su hijo para consolarlo y también para cuidar de Jhon, que no se ha enterado
de lo sucedido, convencido de que su hermana está haciendo compras para él y el bebé en otra ciudad. Vivian está recostada en la cama y lo mira con un semblante de vergüenza sin pronunciar ni una palabra, volteándose hacia el otro lado. —Está bien, no vine aquí a juzgarte, solo vengo a apoyarte como la única familia que tienes. Entiende que no te vamos a dejar sola o a abandonar ahora que más nos necesitas. Debes aprender a ser amada, a dar amor, y eso toma tiempo. Tu experiencia de vida ha sido difícil, por eso hemos encontrado un psicoterapeuta que te ayudará. Tina tiene sus sentimientos envueltos en esta situación, por lo que no es bueno que ella sea quien te trate psicológicamente, pero estamos seguros que todo estará mejor —la arropa un poco más con la sábana que cubre sus piernas y acaricia su cabello, dejando sobre la mesita que está ubicada al lado de la cama una carta que le ha enviado Edward. Ella espera paciente hasta que su suegro sale de la habitación y voltea a mirar. Estira la mano para alcanzar la hoja y al acercarla a su rostro puede identificar el olor del perfume que cada mañana usa su esposo. Perfume que ella le regaló en la noche de bodas y que él fielmente guarda en su mesa de noche, utilizándolo cada mañana para ver si ella entiende cuánto le importa hacerla sentir querida. Vivian abre la carta para leerla: «Mi amada esposa y madre de mi hijo: Desde el primer día que te vi, sabía que iba a tener el privilegio de conquistar a una mujer fuerte, determinada, deseosa de comerse el mundo… pero al estar más cerca de ti y observar tus ojos, camuflados debajo del maquillaje, pude ver el dolor que se esconde dentro de tu mente, toda esa oscuridad que nubla tus pensamientos y emociones, esa oscuridad que no permite ver lo bonito de la vida, y a la vez lo agradecida que debes estar por todas las oportunidades que has tenido en la vida. No quiero menospreciar tu sufrimiento con el hecho de que esos hombres y tu madre te hayan maltratado de una forma tan horrible cuando tú, como una niña, no podías defenderte ni física ni verbalmente, pero otros niños víctimas de abuso y tortura no han contado con la misma suerte. Muchos han desaparecido o han sido asesinados para de esta forma estos pervertidos ocultar sus crímenes, pero tú estás viva, rodeada de amigos y una nueva familia que te ama, especialmente tu hermanito y ese bebé que viene en camino, que necesitan una mujer que los ame, una mujer que les brinde alegría, protección, cuidados. Tú sabes muy bien que la relación con nuestros padres nos marca para toda la vida, por eso te pido por favor que aceptes nuestro apoyo y la ayuda
psicológica que te brindamos. Nosotros no somos tu madre, así que no te dejaremos hasta verte sana y feliz. Yo te amo, pero si tú no tratas de cambiar, esta relación no va a sobrevivir, y no es nada que yo pueda hacer si tú no lo haces por ti misma. Te amo, labios rojos». Termina de leer la carta con profundo pesar hacia su esposo. También llegan a su mente todas esas imágenes horribles de su niñez, por lo que inmediatamente decide en su interior de manera resuelta aceptar la ayuda que su familia le estaba brindando. No quiere ni por un minuto que su comportamiento vaya a afectar a la vida de su hijo ni la de su hermanito; con todas las fuerzas de su corazón, quiere un hogar normal en el cual refugiarse, en el cual poder vivenciar el privilegio de los seres que nacen en el lado luminoso de la vida. Así que habla con el psiquiatra de la casa de reposo en la que se encuentra recluida, con el cual acuerda quedarse recluida durante un mes para encontrar el tratamiento eficaz para erradicar sus problemas de agresividad. Después de tomar la decisión, informan a Edward sobre cuál será el procedimiento y el tipo de terapia que se tratará, lo que por ningún motivo afectará el desarrollo perfecto del bebé. Esto trae un aire de tranquilidad a su hogar, donde se terminan de realizar los preparativos para la partida de Caroline y Richard. Ya habían celebrado, así que la última noche deciden reunirse a meditar en la sala principal de la casa y tomarse un té. Después hablan un poco y se van a dormir temprano para que Caroline pueda relajarse. A pesar de que no dice nada, sus padres pueden ver que su hija está baja de energía, causándoles un poco de preocupación, pero entienden que la felicidad de su hija es más importante.
16
Viendo a través de la ventana del aeropuerto está toda la familia reunida en el pasillo, viendo a la pareja alejarse para emprender su nueva vida. Ellos se suben al avión y se sientan en sus respectivas sillas para finalmente agarrar sus manos y mirarse a los ojos sonriendo nerviosamente. —No lo puedo creer, esto es súper emocionante. Me alegra que me hayas incluido en esta experiencia. Me encanta —dice Caroline mirando fijamente a los ojos a Richard. —Me alegra, mi niña. Siempre me sentí un poco culpable de verte quedándote en la casa mientras nosotros disfrutábamos en la playa. Creo realmente que te mereces vivir la vida, y la única forma es haciendo que algo pase, así que te tengo una sorpresa —dice Richard dándole un pequeño beso en los labios a Caroline—. Tú serás la encargada de decorar el restaurante, todo estará a tu cargo, y los trabajadores estarán bajo tu mando. Quiero que me des la sorpresa al final, cuando todo esté terminado. Tú me conoces perfectamente, así que mientras yo recluto a los cocineros, elijo y ordeno el menú, tú estarás ocupada también, porque no quiero que te quedes en la casa esperándome aburrida, ya has hecho un sacrifico bastante grande dejando a tu familia y todo lo que conoces atrás. Te amo. Caroline siente su cabeza dar vueltas, con deseos de vomitar, pero no le dice nada a su novio, solo puede responder: —Yo te amo también —Para inmediatamente recostarse en la silla respirando profundo. —¿Estás bien, mi amor? —pregunta Richard preocupado. —Sí, nunca he viajado en un avión, así que prefiero que no hablemos. Quiero más bien dormir todo el vuelo, si no es molesto para ti. Mira allá los audífonos para que escuches música o veas unas películas hasta que lleguemos. Realmente quiero estar quieta y tranquila, mi amor. Lo siento mucho—. Richard coloca una pequeña almohada detrás de la espalda de su novia y otra detrás de su cabeza,
besándola en los labios. —Por supuesto, duerme, mi niña. Yo te despierto cuando lleguemos. El camino a casa para la familia de Caroline transcurre en un tranquilo silencio, finalmente tienen un espacio para descansar después de tantas situaciones tensas durante la pasada semana. Al llegar a casa, Tina baja del carro con el pequeño Jhon dejando a su esposo al volante y a su hijo Edward durmiendo en la parte trasera. Juntos le han preparado una sorpresa en la playa, así que no lo despiertan para que así Logan lo conduzca hasta el lugar donde lo esperan sus amigos de la infancia, que hace un buen tiempo no veía por sus constantes viajes. Logan mira a su hijo dormir y no puede evitar sentirse conmovido ante su situación; al fin y al cabo, a los ojos de un padre sus hijos siempre se verán indefensos, aunque ya sean adultos. Le gustaría poder darle la felicidad de la cual disfrutada antes de conocer a Vivian. Mirándolo piensa: «Espero que todo mejore entre ellos, por el bien de todos. Me duele ver a mi pobre hijo tan triste y preocupado, pero también me duele ver a esta pobre mujer tan herida, pobre niña». Al llegar al punto de encuentro, despierta a su hijo para mostrarle lo que le espera. Feliz, Edward sale del carro para unirse en un gran abrazo con todos sus amigos.— Esto era lo que necesitaba —le dice a su padre. —Ya lo sabía, mi niño. Disfruta todo lo que puedas —responde Logan guiñándole un ojo al prender el carro nuevamente, emprendiendo rumbo nuevamente hacia su casa, donde se reúne con Tina y Jhon para comer. Acostados en la cama del hotel frente al televisor se encuentran Mario y Carol, quienes ya llegaron a su primer destino, donde empezaran los ensayos. Están totalmente felices hablando de la especial experiencia que van a pasar. Ya Mario se imagina como será su primer concierto en el teatro principal de la ciudad con lleno total. Mario ya puede sentir en su cuerpo la adrenalina de ver tantas personas cantando sus canciones, queriendo tocarlo y vitoreando su nombre. Carol lo mira sonriente, escuchándolo hablar, sintiéndose feliz de verlo lograr su sueño cuando inesperadamente una llamada interrumpe el momento. —Hola, Sara, ¿cómo estás? —dice Mario al contestar el teléfono. Carol no identifica lo que dice la voz al otro lado de la línea, pero sabe que la llamada significa que su novio tiene que irse para trabajar en sus asuntos, lo que confirma al Mario colgar la llamada—. Me tengo que ir, mi amor. Tengo varias entrevistas en la radio, así que no sé a qué hora volveré. Por favor, sal y disfruta de conocer,
el día está muy bonito. Ponte una chaqueta y bufanda, porque está frío —le aconseja mientras la abraza de la cintura para darle un fuerte beso y salir corriendo a reunirse con Sara, su asistente personal designada por la discografía, quien, aparte de su mánager, acompaña a Mario en todo momento.La compañía de esta hermosa mujer produce inseguridad en Carol, pero contiene sus deseos de reclamar porque no quiere que Mario le pida devolverse a su casa con sus padres, ya que eso fue lo primero de lo que hablaron al llegar al hotel. Mario fue muy claro con el hecho de que nada ni nadie sabotearía este momento de su vida y que, aunque la amaba, no quería que su comportamiento se tornara problemático por no poder prestarle toda la atención a la que ella estaba acostumbrada por parte de él. «Debes pensar muy bien si quieres estar aquí conmigo, porque este es mi tiempo. Te amo pero no quiero que tu estado de ánimo se afecte, así que si en algún momento te sientes sola o triste, yo te ayudaré a volver a casa con tu familia», recuerda Carol poniéndose su ropa para salir como Mario se lo había recomendado, refrescando su mente, porque ya estaba empezando a sentir la pesadez en su cuerpo con un fuerte dolor de cabeza que sentía cada vez que un episodio de depresión se acercaba. Después de caminar por largo tiempo tomando fotos de los parques, se sienta al lado de un lago donde puede escuchar los pájaros cantar, las personas hablar y los niños jugar, lo que le lleva a traer a su memoria el día en que conoció a Mario sentada en la playa acompañada de su tío Anthony. Desde que él murió, se ha tenido que guardar sus sentimientos para que sus amigos no piensen que quiere llamar la atención o que no tiene empatía hacia ellos, ya que cada uno de ellos trata de vivir su vida sin molestar a los demás. Fundida en lo profundo de sus cavilaciones, recibe una llamada. Agarra rápido el teléfono porque cree que es Mario, pero al ver en la pantalla no reconoce el número. De todos modos lo contesta, sintiendo como un baño de agua fresca a su alma cuando escucha la voz que la saluda con la misma alegría de siempre. —Hola, profesor Marthin, no sabe la alegría que me da escucharlo. No sabe cómo lo necesitaba —dice al mismo tiempo que se derraman unas cuantas lágrimas. —Sí, no sé por qué empecé a sentir en mi pecho que quería hablar con ustedes, los extraño mucho, pero eres la única que ha contestado. Cuéntame, ¿cómo están todos? —Carol le actualiza sobre la situación de cada uno de sus amigos y familia, por lo que el profesor Marthin se muestra alegre sabiendo que cada uno está emprendiendo nuevos proyectos y resolviendo sus problemas como los jóvenes adultos que son ahora—. Bueno, pero cuéntame sobre ti, ¿cómo estás?,
¿qué estás haciendo, Carol? —ella respira profundo para tratar de ahogar el llanto que aflora cada vez que habla de su propia vida. —Es horrible, Marthin, no me siento bien. No me siento nada bien. Es que mi vida solo tiene sentido alrededor de Mario. Solo al lado de él me siento segura, feliz, tranquila; cuando no está junto a mí, siento mucha tristeza y ansiedad al pensar en que encuentre otra mujer que le de lo que yo no le doy —El profesor Marthin la escucha pacientemente hasta que ella termina de hablar. —Carol, créeme que no hay nada que otra persona pueda hacer para separar a una pareja. Si la relación se termina, es porque no hay amor suficiente para aguantar, pero si él te ama, no hay nada ni nadie que lo pueda alejar de ti. El hecho de que ahora quiera su espacio, compartir con otras personas y tener éxito en su música, por la que tanto ha luchado, no quiere decir que no te ama. Simplemente dale su espacio y déjalo que viva su vida, escúchalo y alégrate con su alegría. No lo vas a perder como pasó con tu tío, Mario es un joven bien centrado, muy serio y sabe lo que quiere de la vida —Carol asiente con su cabeza, mirando a lo lejos. —Pero eso es lo que precisamente me causa ansiedad, que se encuentre con otras personas y ya no me necesite más. Yo con mis problemas de depresión le daño cada momento de felicidad que tiene, y eso algún día lo va a apartar de mí, estoy segura —Marthin no puede evitar reír escuchando hablar a su exalumna. —Disculpa que me ría. No me estoy riendo de ti, sino de lo simple que crees que es la vida. Cuando amas a alguien, no te cansas así no más, y creo que tú eres suficientemente inteligente para ver que Mario podría haberte dejado hace mucho tiempo, atrás pero no es así, él va a estar ahí hasta siempre. Yo te recomiendo que busques ayuda para fortalecer todas esas debilidades e inseguridades. Además, debes prestarle mucha atención a tu depresión —Carol piensa en toda la razón que tiene el profesor. —Tienes razón, Marthin. Gracias. Discúlpame, me puse a hablar como una lora sobre mí y no te he preguntado por ti, ¿cómo estás? ¿En qué país estas ahora? La comunicación se ha cortado, así que la conversación se ve interrumpida y aunque el profesor trata de llamar varias veces, no puede reconectar la llamada, por eso le envía un mensaje: «Te llamaré mañana nuevamente para contarte un poco de mí. Por favor, saluda a Mario por mí. Un gran abrazo». Carol mira a su alrededor, observando que ya está un poco oscuro, y aunque no ha recibido una
llamada de Mario, decide volver al hotel para bañarse y darle una sorpresa a su novio esa noche para disfrutar del tiempo que estarán juntos. Alexander se encuentra trabajando en la casa de apoyo a la comunidad LGTB, labor en la que siente totalmente realizado. En la mañana al llegar, Fabian lo cita en su oficina para comunicarle que empezaría a salir a la calle a visitar en sus casas a los de la comunidad que atendían. De esta forma, podría conocer a las familias, la situación económica y social de estas personas, viendo la realidad que viven diariamente. Esta nueva etapa de su vida le ha servido para redefinir sus prioridades, sintiendo emociones por otra mujer, lo que le llenaba de alegría al saberse libre del enamoramiento hacia Linda, que lo había mantenido apesadumbrado. Aunque se había ocupado mucho trabajando en la fundación, no podía apartar sus pensamientos de ella; al fin y al cabo, había sido su primera novia, la única persona que lo había amado como él era. Por esta razón, en el fondo se siente agradecido, sin poder culparla, porque entiende que es una joven de colegio aún que algún día entenderá las circunstancias, y espera que un día puedan comunicarse nuevamente para cerrar el círculo que dejaron abierto. Alexander escucha una voz acercándose que interrumpe sus pensamientos. —¿En qué estás pensando, guapo? —Alexander se sonroja, levantándose para saludar a Alicia con un beso en la mejilla. —Pensando, pensando —responde. —¿Y qué estás pensando? Vamos, cuéntamelo todo —Alexander resuelve que es mejor dejar el pasado en el pasado. Decide hacerle saber de sus sentimientos. Ha vivido durante mucho tiempo siendo un joven sumiso, miedoso de expresar lo que siente, por eso lo hace inmediatamente. —La verdad, estaba pensando en ti. Se me ocurre que cuando terminemos la jornada de trabajo podríamos ir al cine o a comer algo. Me gustas y quiero que nos conozcamos un poco más. Si tú estás interesada, por supuesto —Alicia se acerca a él de manera coqueta y le da un beso en la mejilla, cerca del labio. —Me alegra que me preguntes. Siempre he sentido atracción hacia ti, pero por respeto a Linda, que también es mi amiga, no había dicho nada —contesta con una tímida sonrisa. —Excelente, entonces es una cita. Nos vemos luego —dice Alexander,
volviendo nuevamente a su labor, pero mirando de reojo cómo Alicia se aleja caminando, sintiendo nuevamente el deseo de verla, porque cada vez que está junto a ella, se queda fascinado viendo lo hermosa, dulce y compasiva hacia otros que es esa mujer de la que se está empezando a enamorar. En la casa de reposo, Vivian mira a través de la ventana el bonito paisaje que le ofrece la naturaleza. Disfrutando de su tiempo sola, reflexiona sobre el privilegio que la vida le ha dado. A su mente llega el recuerdo de Eva, una niña que conoció cuando tenía doce años que le confesó que también era víctima de abuso sexual por parte de su abuelo desde que era muy pequeña. Ella huyó de su casa a los 15 años, después de haberles contado a sus padres el horror que vivía cada vez que visitaban a sus abuelos, pero ellos decidieron hacer oídos sordos para no comprometer la imagen de la familia con un escándalo. Su amiga Eva luchó por vivir dignamente por sí sola, pero el abandono de su familia sumado a las drogas y el abuso de los hombres con los que se relacionaba la sumió en una tristeza profunda que la llevó al suicidio. Vivian, que también sufría en su propio infierno, solo podía escucharla sin poder ayudarla realmente como hubiera querido. Mario, que se convirtió en su salvador, llegó dos meses después de la muerte de Eva, de lo contrario, piensa «ella estaría aquí conmigo, viva y feliz, empezando una nueva vida como todos lo merecemos. Perdóname, amiga. Perdóname. No pude hacer nada para salvarte, pero puedo salvarme, y lo más importante salvar a mi bebé y a mi hermanito. Ellos no vivirán las vidas que nosotras vivimos ni sufrirán nuestros sufrimientos. Ellos serán felices». Vivian toma el teléfono en su mano para llamar a Edward y decirle que lo ama con toda su alma. Decirle que hará todo para sanarse, creando un hogar donde el diálogo, la comprensión y el amor sean la base. Lo llama para abrir su corazón como la psicóloga le había sugerido. Le habla de toda su pena y su dolor como no lo había hecho antes. Le describe todas las aberraciones que vivió por parte de sus abusadores y que no puede sacar de sus sueños cada noche al tratar de dormir, lo que le produce una rabia incontrolable, rabia que debe descargar con alguien. Le cuenta sobre su amiga Eva y cómo ese evento la ha afectado durante los últimos años, pero que entiende que no puede acarrear con tanto peso en sus espaldas. Le pide que disfrute de estos días que estará solo y que no se preocupe por ella, y le pide también que no la visite y que cuide del pequeño Jhon. Después de varias horas al teléfono, se despiden prometiéndose que la próxima vez que se vean será para empezar nuevamente su relación como esposos. En el hotel, Mario abre la puerta de la habitación muy despacio para no hacer
ruido, entrando sin zapatos porque ya es muy tarde en la madrugada y no quiere despertar a Carol, pero se sorprende cuando ve la escena frente a sus ojos: una habitación totalmente decorada con una mesa llena de deliciosa comida, chocolates y una botella de vino. En la cama, Carol está recostada cubierta un poco con las cobijas, pero puede ver que tiene puesto un traje rosado muy sensual. Esto lo hace sentir mal porque se imagina que tal vez estuvo esperándolo toda la noche mientras él, sus amigos del grupo y el personal de la compañía estuvieron de fiesta. De igual, manera no quiere empezar una discusión con ella, así que se quita la ropa para acostarse en la cama sin tropezarla. Carol sigue con los ojos cerrados, actuando como si durmiera, reprimiendo las ganas de llorar o levantarse a reclamarle porque ni siquiera la había llamado para decirle que llegaría tarde, así no hubiera perdido su tiempo y dinero preparando una sorpresa que a él ni siquiera le importó. Sollozando, piensa: «Será que Mario tiene un amorío con su asistente, ella es muy bonita. Esa maldita… Pero no se lo voy a dejar fácil, no voy a perderlo, así que debo guardar la compostura y actuar tranquila. Tampoco quiero volver a casa, mis padres están tan concentrados en mis hermanitos y su fundación que ya me han olvidado otra vez, como en los viejos tiempos. Ay, Dios mío, dame fuerzas, porque me siento hundida y muy triste otra vez. ¿Qué hago?, ¿qué hago?». Desesperada pensando en su situación, se queda dormida al lado de un Mario agotado, profundo en su sueño, que no se da ni por enterado del sufrimiento de su novia resignada. El siguiente es un día cálido, así que Mario, aunque cansando, se levanta temprano para darle de vuelta la atención que Carol había preparado la noche anterior. Al levantarse, Carol se ve rodeada de flores con una nota al lado de su almohada con un simple, pero contunde mensaje: «¡Te amo! Tú siempre estás en mis pensamientos». —Qué lindo —dice Carol, lo que Mario toma como una señal para entrar con una bandeja con frutas y jugos que le encantan a ella.—Perdóname, no lo vuelvo a hacer. La próxima vez, te llamo. O mejor aún, te llevo conmigo. Pensé que necesitabas un tiempo sola y se me fue el tiempo a mí con mis amigos —Carol lo mira sintiendo amor por él, que la mira con esos ojos grandes marrones que siempre la derriten de amor. —Yo te amo a ti también. Yo entiendo, pero quiero que me incluyas en tus alegrías. Yo estoy aquí para apoyarte, quiero compartir este nuevo momento en tu vida —al terminar la frase, se besan.Carol se come su desayuno. Luego toman
una ducha juntos, haciendo el amor como hace muchos días no lo hacían. Luego van a caminar por los sitios turísticos de la ciudad, donde no pudo evitar ser reconocido por algunos de los fanáticos que lo seguían. Eso hacía sentir a Carol orgullosa. Entendía que ya Mario había elegido un camino en el que estaba logrando el éxito que había deseado, pero en el que ella no iba a poder seguirlo por siempre, debía algún día volver a casa y continuar con su propia vida para seguir con una relación a distancia. Por eso, decide seguir en o con el profesor Marthin, lo que le sirve para mantenerse centrada, evitando los pensamientos suicidas. Pasan ya casi dos meses desde que los amigos emprendieron nuevos caminos, escribiendo cada uno un nuevo capítulo en sus vidas, cada uno con sus miedos, pero llenos de esperanza. Es un lunes hermoso de sol y viento en el que la primavera empieza a dejar ver los colores de la naturaleza que revive. mientras Richard y Caroline están terminando los últimos toques en el restaurante. En este día, están reunidos todos, incluidos los trabajadores y la familia de Caroline, qué viajo para ayudarles. Richard toma la palabra para expresar lo que siente en ese momento. —Desde que era un niño, soñaba con cocinar mis propias recetas, pero por supuesto mis padres no me lo permitían. Igual, había tantos empleados en la casa, cocinando, limpiando, ordenando todo, que yo simplemente tenía que quedarme ahí viendo esa cocina gigante llamándome. Mis padres les prohibieron a las empleadas de la casa dejarme entrar a la cocina; aunque ellos se iban por días y a veces hasta meses, tenían todo controlado para que su hijo, el futuro heredero de su imperio empresarial, no se ensuciara las manos preparando su propia comida. Viví con esa frustración hasta que conocí a esta preciosa mujer que está aquí a mi lado, la cual me permitió explorar mi creatividad en la cocina, y mejor aún, se comió cada uno de esos platos con una sonrisa en los labios, siempre motivándome para hacer realidad mis sueños en vez de quedarme ahí, lamentándome de mi situación. Les doy gracias a todos por ayudarnos. Y a ustedes, nuestros empleados, les doy la bienvenida. Espero que este sea el primero de muchos años trabajando juntos. Al terminar de hablar, levanta su copa de champaña para brindar. Después abraza a Caroline, la llena de besos y prosigue abrazando a los demás. Richard está rebosando de alegría, así que ha planeado una inauguración por todo lo alto que incluye la presencia de todos sus amigos, además de una corta presentación de su amigo Mario, que vendrá a la ciudad tres días como parte de su gira de
conciertos. Logan renta una camioneta para recoger al resto de la familia. Caroline, que a pesar de haberse hecho varios exámenes médicos y probado diferentes tratamientos seguía sintiéndose enferma, ya había perdido el conocimiento varias veces estando sola en la casa. Además, sufría de espasmos musculares en los brazos y las piernas, aunque había estado en el hospital en secreto para no preocuparlos o desconcentrarlos de lo verdaderamente importante, que en este momento era que los sueños de su novio se harían realidad en algunas horas, rodeado de amigos.—¿Podemos irnos a casa? Quisiera que descansáramos bien para estar con energía mañana, estoy tan ansiosa que estoy segura de que no podré dormir —dice Caroline abrazando a su hermano Bruce, en el que recuesta su cabeza. Él, que conoce bien a su hermana, sabe que algo está mal, así que la abraza fuerte. —¿Te sientes bien, hermanita? —le pregunta en voz baja. —Ya he estado en el hospital y he probado, todo pero nada me ayuda, cada vez me siento peor. No sé qué está pasando —contesta Caroline, sollozando en el pecho de su hermano y ocultándose de la mirada de todos. —Está bien, vamos a casa rápido para que duermas, hermanita. ¿Sabes cuánto te quiero? —le dice besándola en la frente, sintiendo un gran vacío en su estómago. —¿En qué piensas? —le pregunta Caroline con tranquilidad—. Vamos, porque parece que Richard y Dominik no se quieren ir de aquí nunca. Quiero estar en casa cuando llegue mamá y tocarle su barriguita a Vivian. Debe estar muy bonita ahora, después de salir de la casa de reposo. Los hermanos salen abrazados, despidiéndose de todos. Richard se acerca rápidamente. —¿Por qué te vas, mi amor? Yo estoy conociendo un poco más a los empleados, sabes que me gusta conocer a la gente, sobre todo si van a trabajar para mí. No estas enojada, ¿verdad? —Caroline lo mira ya sin fuerzas en su cuerpo, por lo que ni siquiera hace el esfuerzo de parecer feliz. —No estoy enojada, estoy muy cansada y quiero estar en casa cuando el resto de la familia llegue. Nos vemos allá cuando termines de hablar con tus empleados, no te preocupes y disfrútalo, que este es tu momento —se dan un beso para despedirse y cada uno continúa su camino.
Poco a poco, todos los invitados empiezan a llegar al país, acomodándose en sus respectivos hoteles. Alexander llega acompañado de Alicia, y Mario lo hace con todos los de su banda y con su asistente, con la que ha creado una buena amistad, algo por lo que Carol no está contenta, pero acepta, jugando el rol de la novia sumisa que necesita mostrar para poder estar al lado de Mario, que cada día se estaba convirtiendo en un hombre más independiente y libre de cualquier manipulación que cualquiera tratara de hacer con él. Charlie y Charlotte llegan con los niños, felices, más unidos que siempre, deseando ver, abrazar y hablar con Carol, a la que solo ven por medio de las videollamadas que realizan ocasionalmente. Tina llega con Edward, Vivian y el pequeño Jhon, los cuales están ansiosos por ver los resultados de tanto esfuerzo. Y el querido profesor Marthin, quien desea ver la evolución de los que pasaron de ser sus estudiantes a ser sus amigos, llega acompañado de su pareja, Bradt, del que no se ha separado desde el día en que lo conoció en la fiesta en la casa de Tina, quien se ha convertido en su razón de vivir. Después de un día ajetreado entre aeropuerto, carros y aviones, llega la noche, cada uno en su espacio esperando la hora del reencuentro, la hora de tocar, estrechar, acariciar, sentir los cuerpos de los amigos, padres y hermanos que se extrañan con el alma. En casa, por el contrario, como Caroline lo había predicho, no habían dormido mucho, hablando de todo un poco. Al pasar la media noche, todos buscaban algo que comer, especialmente los niños, que por tanto jugar no habían comido correctamente la cena, así que Richard se ofreció a cocinar. —Ya puedo escuchar nuestros vientres hambrientos, voy a hacer unos deliciosos perros calientes para que estos niños duerman con el estómago lleno —todos aplauden al unísono cuando Richard termina su pequeño discurso, con sonrisas en los labios. Caroline no se había separado de Vivian en toda la noche, tocando su barriga, hablando sobre su experiencia en la casa de reposo. Quería mostrarle que era importante y por un momento apartarse de sus propias preocupaciones a causa de su enfermedad.
17
Amanece. Es una mañana fría, pero según las predicciones de los meteorólogos del noticiero, a la mitad del día saldrá el sol. Con el pasar de las horas, calentará el ambiente, convirtiendo la tarde en una perfecta combinación para que los enamorados salgan a caminar, las familias puedan disfrutar de los parques, los amigos disfruten tiempo en las playas o lagos y luego, sentados en algún lugar, desempaquen la comida hecha en casa con amor o simplemente se dirijan a los restaurantes de la ciudad para comer deliciosos menús amenizados con música de todas las diferentes culturas que confluyen en la ciudad. Por supuesto, en uno de esos restaurantes estará Richard, atendiéndolos con un corazón hinchado de alegría, pero antes de que esto ocurra, deben prepararse tanto física como emocionalmente para aguantar con motivación el largo día que les espera. A las nueve de la mañana, Richard, acompañado de la familia, llega al restaurante y abre la puerta para permitir la entrada de los empleados, que puntualmente lo esperaban afuera, y ubican las mesas perfectamente decoradas con flores frescas silvestres, las preferidas de Caroline. En la cocina ya se empiezan a preparar los condimentos, postres y bebidas, además de todo lo que se requiere para que todo sea perfecto.—¿Está todo bien? —susurra Richard al oído de Caroline, que está de pie en el balcón, observando la vista del paisaje lleno de naturaleza combinada con la hermosa arquitectura de casas. La mirada de Caroline se regocijaba observando los verdes oscuros y claros, amarillos, naranjas, rojos, rosados que se movían al rozar del viento que las tocaba suavemente.—Todo está bien, mi amor. Estoy un poco ansiosa, pero cuando todos lleguen y empecemos a disfrutar, esto se va a desaparecer. Por favor, ya deja de concentrar tu atención en mí, hoy debes estar absolutamente conectado con tus trabajadores para que realicen bien su trabajo. Recuerda que la primera impresión es la más importante; los invitados volverán si sienten que tú, como jefe, puedes dirigir todo en armonía, haciendo realidad todos sus caprichos gastronómicos —Richard, como siempre, confirma todo lo que ella dice. —Tienes toda la razón, como siempre, mi amor —Al terminar de elogiarla con sus palabras, suspira y la mira fijamente a los ojos, expresándole todo su amor —. Tú no sabes cuánto te amo. Es que no me cansaré de decir que sin ti mi vida sería una completa catástrofe —le dice mirándola fijamente a los ojos, esos ojos
que lo cautivaron desde el primer momento en que los vio. Perdido en esa mirada, no puede evitar besarla con un beso en el que se les va la vida, un beso apasionado con el que se les olvida que hay tantas personas cerca que los pueden sorprender en este acto de intimidad. Pensando en eso, Richard levanta a Caroline en sus brazos para llevarla a un lugar escondido, un pequeño espacio entre las paredes donde pueden esconderse, demostrando el amor y el deseo que sienten el uno por el otro. Durante unos minutos, las paredes del restaurante son testigos de la muestra de cariño de estos dos seres enamorados. Al terminar, con prisa, Caroline acomoda su vestido, poniéndose de vuelta su ropa interior, y saca de su cartera un poco de maquillaje para aplicarlo y verse nuevamente fresca mientras Richard sube su pantalón y organiza su camisa. Ella sonríe y sujeta el brazo de su enamorado para salir caminando juntos, bajando las escaleras y encontrándose con la gran sorpresa de ver a todos sus amigos reunidos. Ahí están Carol, Mario, Alexander, el profesor Marthin junto a Bradt, Vivian, sus padres y sus hermanos. Era la escena perfecta. Bajan corriendo las escaleras para unirse en abrazos. Hablan por una hora antes de abrir las puertas oficialmente del restaurante. Vivian, Mario y Marthin son el centro de todas las preguntas por parte de amigos y conocidos. Todos están interesados en saber cómo Vivian ha vivido la experiencia de reencontrarse con sus propios traumas de niñez, cómo una persona se sobrepone al abuso físico, sexual y psicológico para traer una nueva vida al mundo, para formar una familia. Todos están interesados en saber qué siente Mario ahora que es un cantante reconocido, viajando por tantos lugares, recibiendo tanta atención de personas que se sienten identificados con las letras de unas canciones llenas de dolor, amor, alegrías y experiencias de vida que inspiran por medio de notas musicales, tocando el alma de cada uno de los que las escuchan. Todos están interesados en el viaje de conocimiento espiritual del profesor Marthin, que solo se puede atravesar abandonando las posesiones materiales, respetando el conocimiento que da la experiencia de estar conectado con la naturaleza, abrazándose a lo desconocido con el deseo ardiente de encontrar la paz. Ha sido largo el tiempo desde que se separaron, por lo que sienten que las horas que les quedan para compartir son muy pocas, así que como un moribundo al que le quedan meses de vida, estos seres de las tinieblas aprovechan cada minuto en ese restaurante que el universo ha escogido como lugar de celebración. Con tantas emociones juntas, Richard abre las puertas de su restaurante viendo a los invitados listos en las afueras del lugar, ansiosos de disfrutar de los manjares que se van a preparar para ellos. Después de varias horas de extremo trabajo, empujando los límites de la velocidad humana para preparar comida de manera perfecta, llega el momento
de la música, que como siempre estará amenizada por Mario. Los comensales tienen tiempo de disfrutar de sus bebidas, que van por cuenta de la casa, así también Richard le da un tiempo de descanso a sus trabajadores, que han trabajado de manera continua para mantener a todos felices, especialmente a su jefe, que ha puesto su alma en cada detalle del menú preparado esa noche.— Muchas gracias por su trabajo, hasta ahora todo está lleno como lo planeamos— dice Richard con emoción a sus cocineros en la cocina—. Limpien la cocina y tomen un descanso de una hora mientras Mario toca algunas canciones, después de la pausa trabajaremos dos horas más la última tanda de comida y cerramos el restaurante para abrir el bar y cada uno de ustedes puede irse a casa a descansar o pueden, por supuesto, acompañarnos. Ustedes deciden —termina con una sonrisa en los labios en la que refleja toda la satisfacción de la misión cumplida, una misión de vida que puede compartir con aquellos que ama.Al salir hacia el salón, puede ver en el escenario ya a Mario, quien está preparado con su banda para cantar una canción nueva como cada vez que se reunían para celebrar o para llorar. A Mario le gustaba que el momento fuera especial, y la única forma en que podía expresarlo era escribir una canción que contara a los oyentes lo que ocurría en su mente. —Bueno, bueno… Esta es una tarde, noche ya, muy especial para uno de mis mejores amigos, más bien mi hermano. Mi alma gemela, para expresarlo mejor. Por eso ayer en el avión la inspiración vino a mí para ayudarme a escribir una canción para ti y para todas las personas que se encuentran aquí y se sientan identificadas. El nombre es «La magia». Empieza con unos acordes de guitarra que suenan melancólicos, pero que poco a poco con el acompañamiento de los otros instrumentos comienza a tornarse un poco más alegre. A pesar de su depresión y de sus ataques de ansiedad, al crear su música siempre le añade unos toques de alegría para contagiar de positivismo a aquellos que escuchan sus canciones. Con una mezcla de bossa nova y jazz latino con guitarras eléctricas interpreta, su canción. «La Magia» «Y de pronto te das cuenta de que la magia está en ti, que dando el primer paso es como se debe empezar; que los miedos se deben dejar atrás, aunque en vez de un camino, todo lo que
veas es un vacío. Recuerda que la magia está en ti. Tú haces los caminos que te llevaran al lugar, a ese lugar donde siempre quisiste estar. Tus miedos te atarán, tu mente se llenará de oscuridad, pero la magia está en ti, pero la magia está en ti. Tus pies se tropezarán, perdiendo la fuerza para arriesgar, pero la magia está en ti, pero la magia está en ti. Tu mente se llenará de oscuridad con los recuerdos de la soledad, y querrá recordarte que naciste para seguir, seguir los pasos de otros a los que no les importa tu sufrir, pero la magia está en ti, la magia está en ti. La magia de abrir tus ojos, ver lo que te rodea con pasión, no dejar que nadie te influya en tu vivir, no dejar que los falsos dioses te obliguen para llevarte a dormir, los dioses de la muerte, los dioses del dolor, los dioses de la mentira. Recuerda que ellos no pueden cambiar la verdad de que la magia está en ti. La magia está en ti. La magia está en ti. En un nuevo comenzar, con un nuevo pensar, un amor que te ayuda a volar; una mano que te sostiene hasta el final, un amigo que te escucha sin cesar, pero al final del día te das cuenta de que la magia está en ti, la magia está en ti. Oh, la magia está en ti. Sí, mi amigo, la magia está en ti.
Recuérdalo bien, la magia está en ti». Los aplausos inundan el lugar, algunos con lágrimas en sus ojos, otros con una sonrisa, pero al final todos reconocen el talento de Mario al recordarles su debilidad humana, que al mismo tiempo debe verse fortalecida por la pasión interior. Por eso, la siguiente hora continúa como Richard lo había planeado, compartiendo unas copas amenizadas con la música de su amigo de fondo, que convierte la comida en una excusa para disfrutar las alegrías del presente. Al bajar del escenario, los integrantes de la banda se dirigen a la mesa que se había reservado para ellos, mientras que Mario se sienta junto a sus amigos. —¿Qué les pareció? —pregunta acomodándose en la silla. —Espectacular. Tú, como siempre, perfecto en todo lo que haces, amiguito — contesta Vivian con la sonrisa que la ha acompañado desde que salió de la casa de reposo. —Ya estaba extrañando lo bien que se siente estar reunidos —replica Alexander tomando la mano de Alicia, confirmando así su relación—. La estoy pasando muy bien con mi trabajo en la fundación, pero de verdad los extraño mucho. Esos fines de semana de locura en casa de Richard no los voy a olvidar, por eso estoy muy ansioso de volver cuando Mario termine su gira y tengamos tiempo de reunirnos para compartir un tiempo juntos como debe ser, bien borrachos, cantando en la piscina hasta el amanecer —dice Alexander visiblemente emocionado mientras todos ríen porque saben que eso no volverá a suceder. Carol está sentada como siempre, aparentando estar feliz cuando por dentro está llena de furia y tristeza; furia al ver como Sara, la asistente de Mario, le quita cada día más espacio para compartir con él con esa estúpida sonrisa, aparentando ser dulce cuando en realidad es un lobo que quiere acabar con todo. «La odio tanto… y lo odio a él por aparentar que no sabe nada. ¿Qué hago, Dios mío?, ¿qué hago?». Su amiga Caroline, que la conoce muy bien, puede percibir por la expresión en la sonrisa de Carol que algo anda mal, por eso se acerca a ella por la espalda, abrazándola para susurrarle al oído. —Ven, amiga, vamos a la terraza un rato antes que se salten los ojos de la cara —Carol la abraza de vuelta con lágrimas sostenidas en sus ojos que contienen la tristeza que la invade, situación de la que Mario no se entera porque está concentrado en su conversación con Richard, Vivian y Alexander—. ¿Qué te
pasa? —pregunta Caroline. —¿No lo ves? Mario actúa como si mis sentimientos no le importaran. Ahora que está feliz, cumpliendo sus sueños y rodeado de gente que lo alaba como a un Dios, ha cambiado mucho —Caroline la abraza nuevamente, acariciando su cabello. —¿Pero qué creías que iba a pasar? Las personas cambian, amiga, es normal y está bien. Lo malo sería que nos quedáramos igual el resto de la vida, sin aprender de lo que hemos vivido, repitiendo los mismos errores o quejándonos de lo que no se puede cambiar —Carol mira a su amiga con decepción. —¿Estás diciendo que yo me vivo quejando y que vivo en el pasado? No lo puedo creer, Caroline, ¿de verdad? Yo pensé que eras mi amiga —Caroline la toma fuertemente de los brazos, mirándola frente a frente a los ojos. —Aquí donde me ves, he estado muy enferma desde antes de llegar aquí, a París. He ido a médicos, tratado nuevas medicinas, y es como que mi cuerpo no da más. Me siento cansada todo el tiempo, no solo por mi enfermedad, sino por el hecho de luchar para verme bien, pero parece que la vida se burla de mí. A pesar de eso, no voy a dañarle a Richard su momento de felicidad ni a pedirle que posponga sus sueños para cuidar de mí. Nada de lo que él haga puede cambiar lo que tenga que pasar, así que, si tengo que decidir, prefiero disfrutar de este momento con él, compartir sus sueños y ayudarlo, así me esté muriendo. Lo siento, amiga, y voy a ser muy sincera porque somos amigas. Escúchame bien: las personas se cansan de escuchar a otros quejarse, tratando de causar pena o llamar la atención. Tú sabes que Mario también sufre de depresión. Tú sabes que su hermana murió a unos metros de él y que sigue sintiéndose culpable por eso. Tú sabes que lucha por ser feliz y ha tratado de hacerte feliz, entonces, ¿por qué estás tan obsesionada por hacerlo sentir culpable por tu infelicidad y forzarlo a vivir en la misma oscuridad en que tú vives? Recuerda lo que tu tío Anthony te decía cuando estaba vivo y lo que esa médium reafirmó al arlo: «Deja de concentrarte en lo negativo, deja de culpar a otros». Y yo te digo que busques ayuda. En vez de andar detrás de Mario en este tour, devuélvete a casa con tus padres, sigue tus estudios, busca ayuda psicológica, toma tu medicina y haz tu propia historia. Ya van a tener tiempo de disfrutar juntos, el amor no se desvanece por unos días de estar separados —Carol quisiera decir muchas cosas, pero en vez de eso se queda callada porque no le encuentra sentido a seguir discutiendo o hablando de sus problemas cuando su amiga lo está pasando tan
mal. Asiente con la cabeza como siempre, abrazando por tercera vez a su amiga pensando que se moriría si algo le llegara a suceder por culpa de esa enfermedad. Así, sin rencor en sus corazones, bajan juntas caminando hacia la mesa como solo los amigos de verdad pueden hacerlo después de decir lo que piensan a la cara, sin miedos, porque saben que al final solo esos que te aman dicen la verdad para verte cada día mejor. —¿Todo está bien con Carol? —le pregunta Richard a Mario. —La verdad, no sé. Algunas veces todo está perfecto, se ve alegre, tranquila, me ayuda en todo para preparar los conciertos, pero otras veces me encuentro con un muro. No sé si es la depresión, que a veces la ataca, o es que ya no me quiere. No sé, hermano, estoy confundido —contesta Mario acomodándose el cabello de una manera nerviosa. —No te preocupes. Mira, ahí vienen con Caroline. Me imagino que ya habrán hablado, así que de pronto ella cambie después —Mario la conoce, así que al ver la expresión que muestra al venir caminando hacia ellos, sabe que algo ha pasado. Efectivamente, Carol se acerca hacia él. —¿Podemos hablar? —le pregunta. —Claro que sí, mi amor —responde Mario. Se toman de la mano, pero mira a su amigo de reojo, haciéndole una señal de que va hacia el matadero, lo que provoca la burla de Richard. —Tenemos que hablar muy seriamente, no sé si quieres que esperemos a volver al hotel o lo podemos hacer ya —Mario se limpia las manos sudorosas. —Dime lo que quieras ahora. Tal vez es mejor ahora que estamos con nuestros amigos —dice Mario en un tono amable. —Me voy con mis padres de vuelta a casa —dice Carol de manera segura—. Ya no puedo seguir siendo la novia que deja todo por seguirte para no recibir ni un gracias de vuelta, para solo recibir frialdad de tu parte —Mario no estaba preparado para esto, así que su respuesta es torpe. —Yo no sabía que habías dejado todo por mí. Además, no fue mi idea, no fui yo quien te lo pidió —Carol llora, pero responde, aunque con dificultad para hablar.
—Tú aceptaste que viniera contigo y me prometiste que íbamos a pasar un buen tiempo juntos, que nuestra relación iba a mejorar estando juntos, que tú ibas a compartir tu alegría conmigo para yo poder superar la muerte de mi tío. ¿Cómo me puedes contestar eso? ¿Cómo puedes ser tan frío, Mario? Esa asistente te ha vuelto un idiota. Un idiota frío y calculador al que solo le importa su propia conveniencia —Mario siente como una bofetada todo lo que Carol le dice. —Mira, no quiero que discutamos aquí de esa manera. Mi asistente es eso y nada más. Ella trabaja para mí, no me ha convertido en nada más. Tú sabes muy bien que desde antes del viaje te dije que no quería drama. Y sí, te prometí que compartiríamos un tiempo juntos, pero tú nunca trataste —Carol se voltea, dándole la espalda, secándose las lágrimas con un pañuelo—. Mírame, Carol. Tú sabes que he hecho todo para hacerte feliz, pero eso ya no depende de mí. Yo también estoy tratando de sobrevivir diariamente pero ya me cansé de estar tratando de ayudar a todos mientras yo me hundo. Tú me haces feliz. Yo te amo desde el primer momento en que te vi en la playa. Si quieres volver con tus padres, hazlo. Si eso te va a hacer feliz, pues hazlo, yo te apoyo —Ahora Carol se ríe a carcajadas, pero con rabia y vociferando. —¿Qué clase de apoyo es ese? Siempre me dices lo mismo: «Si quieres hacerlo, hazlo», «si eso te hace feliz, vete». Nadie me entiende, nadie. El único que me entendía era mi tío. ¡Cómo quisiera estar con él ahora! ¡Cómo lo extraño! — Mario empieza a sentirse culpable. Más bien, preocupado, ya que sabe muy bien de las fuertes tendencias de Carol a hacerse daño junto al pensamiento de suicidarse, por eso prefiere cambiar su discurso por ese que ella quiere escuchar. —Perdóname, Carol. Yo te amo. De verdad, te amo. Y si te fueras, no sería feliz. No podría continuar con mi gira sin tu apoyo y sin tu presencia. De verdad, quédate. Yo te prometo que voy a hacer que todo sea mejor, voy a dedicarme más a ti. Carol voltea y lo mira, se acerca a él, lo abraza y lo besa. Luego se limpia las lágrimas y se va rápidamente hacia dentro del restaurante. Mario queda desconcertado con el rápido cambio de humor de su novia, algo que al mismo tiempo le preocupa, pero igual se queda ahí parado. Necesita aire fresco, respirar para pensar en lo que debe hacer sin hacerle daño a nadie, especialmente a sí mismo. Desde que Sara, su asistente, llegó a su vida, le ha ayudado a poner en práctica todo lo que Tina les había enseñado. Sara le estaba enseñando que ahora debía concentrarse en su vida, en ser feliz, en sentirse feliz, en hacer lo que su
corazón le dictaba, y Carol se estaba convirtiendo en una piedra en el zapato para lograrlo. Era como que esta mujer que amaba tanto, que irradiaba tanta luz, estaba al mismo tiempo llena de oscuridad y amargura por dentro, oscuridad que la estaba arrastrando poco a poco a vivir en soledad, culpando a cada uno de los que trataba de acercarse a ella para ayudarla. No se sentía culpable de querer vivir feliz, compartir su música con otros, planear un futuro donde podía verse llegando a su vejez acompañado de su esposa, rodeado de hijos y nietos con la satisfacción de haber logrado vencer el fantasma de la muerte, que lo perseguía constantemente. Por eso, odia que sea ahora la mujer que ama quien lo ponga en esta horrible situación. Mientras está dando vueltas en su cabeza, puede escuchar los pasos de alguien que se acerca. De pronto siente unos brazos que lo aprietan fuerte. —¿Qué te pasa, guapo? —le dice con voz sexy Alexander, quien no ha podido evitar ver toda la noche la situación. —¿Qué haces aquí? Felicitaciones por tu novia Alicia, está bien bonita. Se ve que es una mujer de buen corazón —Alexander se sienta en el muro que da hacia el jardín del restaurante, a lo que el instinto protectivo de Mario reacciona agarrándolo fuertemente—. Ten cuidado, hermano, no te vayas a caer — Alexander se ríe al responderle. —Tú siempre cuidándonos, pero ya es hora de que te cuides a ti mismo. Allá adentro estuve hablando con Sara y me gusta mucho como piensa. Desde que Alicia llegó a mi vida, también me ha ayudado mucho con mi autoestima; después de terminar la relación con Linda quede destrozado. Tener personas a quienes amar y que te amen alrededor es importante, pero si esas personas quieren hundirte, es mejor dejarlas ir, tal vez también sea mejor para ellos — Mario lo mira confundido, porque, aunque entiende bien el mensaje, no deja de imaginarse que si Carol toma una mala decisión, eso lo destruiría para toda su vida.—Yo no sé qué hacer, hermano, no sé. Mejor vamos adentro, me siento cansado, quiero irme al hotel para dormir. Carol se quiere ir con su familia — Alexander, desilusionado, no sabe que decir. «Al final», piensa, «es mejor que cada uno decida qué hacer con su vida, así al final nadie será culpable de los resultados o de las malas decisiones». Mario le pide al DJ que pare la música y sube al escenario con un semblante muy apesadumbrado.
—Pensé que había terminado mi show por hoy, pero, así como la vida cambia, también cambian las situaciones. Yo solo quiero cantar una última canción en esta noche con mi guitarra, así que mis compañeros de la banda se pueden quedar ahí sentados donde están disfrutando de su comida y bebidas. Esta canción se llama «Y tu». «En medio de la multitud, estas ahí, callada mirándome. En medio de la noche, estas ahí, callada mirándome. En medio de los amigos que hablan sin cesar, estas ahí, callada mirándome. En mi mente pienso que afortunado soy, porque toda mi vida fue oscuridad y cuando llegaste ese día con la luz del sol reflejando en tu piel, esa misma luz alumbró mi vida. Con tu sonrisa triste, con tus manos rozando mis manos sin razón, en el momento adecuado, me haces sentir importante, amado, escuchado y feliz. Porque, en el medio de la multitud, estas ahí, callada mirándome. En medio de la noche, estas ahí, callada mirándome En medio de los amigos que hablan sin cesar, estas ahí, callada mirándome. Tu llanto es mi llanto, es mi llanto. Tu tristeza es mi tristeza. Tu soledad me envuelve y me da miedo algunas veces que esos demonios se aferren a ti y perderte. A pesar de todo, tú me sigues en el camino, me acompañas en mis sueños, me respaldas con tus besos, y al final eres todo lo que importa, por quien vivo. Nada podría separarme de ti, aunque me vea distante, ocupado, impaciente, nadie podría separarme de ti. Porque, en el medio de la multitud, estas ahí, callada mirándome
En medio de la noche, estas ahí, callada mirándome En medio de los amigos que hablan sin cesar, estas ahí, callada mirándome. Al terminar de cantar, todos entienden el mensaje que Mario le ha enviado a su amada. Carol lo mira tranquilamente con una expresión de perdón en su semblante. Como siempre, Mario tenía razón: lo que las palabras solas no pueden decir, se expresa mejor con una canción. Después de la ansiedad, el drama, el estrés, las discusiones y las conversaciones se pasa la noche, en la cual se empiezan a ir los invitados, cada uno hacia sus casas y hoteles para encontrarse con esas camas. Camas en las que descansarán en el mundo de los sueños. Acostada en una de esas camas se encuentra Carol al lado de Mario, quien se encuentra en un profundo sueño; ella, por el contrario sin poder dormir, está sumida en la confusión de sus conversaciones internas. Entre sus dedos sostiene un lápiz y su cuaderno, en el cual puede escribir todo lo que piensa sin reproches de vuelta. «Querido diario,me siento sola. A pesar de que esta noche estuve rodeada de mis padres, mis hermanos y mis amigos, a los que extrañaba tanto, me siento muy triste. La verdad es que quisiera morirme, sigo sin encontrarle sentido a mi vida. Le doy vueltas a mi situación y de verdad siento que lo mejor que podría pasar para todos es que yo desapareciera de este mundo. Soy una miserable persona con esta maldita enfermedad que me consume. Si lo pienso bien, un día más o un día menos qué más da, si al final sé que voy a tomar la decisión. Ni la medicina, ni los viajes, ni las terapias, ni la meditación o la oración han logrado destruir de raíz este sentimiento que ataca mi mente. La única razón por la que sigo es por el miedo a lo desconocido, ¿qué habrá en el otro lado de esta vida? Y si me suicido, ¿será que me quedaré en el limbo llorando y gritando para que alguien me libere de mi eterno sufrimiento? Según esa médium, mi tío está bien, pero yo aún no termino de creerle, tal vez lo único que vio fue una familia sufriendo y nos quiso dar consuelo. No creo que mi tío pueda estar en paz después de todo lo que vivió en este mundo, con esa muerte tan triste, en soledad. Ahora pienso que yo también voy a morir así, tal vez lanzándome al mar para que nadie me encuentre o ahorcándome en un bosque lejos de todo el mundo. Qué horrible que me siento, no sé qué hacer. Quisiera pedir ayuda, pero ya todos están hartos de mí, al final tienen razón en lo que me dicen: cada uno de los seres en este mundo vivimos con nuestros propios problemas, tratando de resolverlos, tratando de encontrar la forma de superarlo, así que lo único que yo puedo hacer es tratar de
sobrevivir o buscar la forma de morir sin lastimar a nadie. Ya son las tres de la mañana, la hora de la magia. Voy a dormir, a ver si puedo descansar. Siento la cabeza caliente de tanto pensar, tengo el pecho apretado de tanto pensar, no puedo respirar de tanto pensar. Nos vemos otro día, querido diario, o tal vez sea la última vez esta vez».
18
Después de una noche de sueño larga que dura hasta el mediodía, comienzan a despertar del descanso. Bradt mira a Marthin acariciando su cabello, despertándolo suavemente para servirle una copa de té como lo ha hecho cada mañana desde su primer viaje al Amazonas. Alexander junto Alicia, ya despiertos, disfrutan de la piscina en el hotel, hablando y jugando como dos pequeños disfrutando del tiempo que comparten juntos y planeando los proyectos que tienen para ayudar de manera más activa a la comunidad LGTB que llega a ellos cada día. Mario y Carol, a pesar de la discusión del día anterior, retozan un rato en la cama abrazados, sin hablar mucho, porque al final ya se ha dicho todo y lo único que pueden hacer es disfrutar las últimas horas que les quedan por compartir. Vivian sigue durmiendo, mientras Edward con su familia y la familia de Carol comen el desayuno juntos. Richard, desconociendo el decaimiento físico de su novia, le lleva el desayuno a la cama decorado con flores y un pequeño regalo para demostrarle su amor. Lo coloca al lado, abre la ventana porque sabe lo mucho que le gusta a ella despertarse con el sonido de la naturaleza y luego se va al baño para darse una ducha pensando que Caroline está cansada. La deja ahí, esperando que cuando él regrese ella ya habrá disfrutado de la sorpresa para luego compartir un día con sus invitados. El timbre de la puerta toca, por lo que Richard, después de bañarse y ya con su ropa puesta, baja rápidamente a abrir. Es el profesor Marthin junto a Bradt, que han sido los primeros en llegar. —Bienvenidos, gracias por venir. Por favor, tomen asiento y bebidas, yo ya vuelvo —así que luego de los abrazos los ubica en la terraza para correr volviendo con Caroline, quien extrañamente sigue dormida en la cama sin haber tocado el desayuno o abierto el regalo.—Hola, mi amor. Dormilona, ¿estás ahí? —pregunta nervioso, presintiendo lo peor, pero para su tranquilidad ella abre los ojos. Está un poco más lenta de lo acostumbrado, pero despierta con una sonrisa. Cuando ya está un poco más fresca, mira todo lo que Richard ha preparado para ella. —Oh, mi amor, gracias. Gracias por cuidarme tanto —Richard la besa. Ella se sienta para acomodarse mejor y luego agarra la cajita, abriéndola. Sus ojos brillan cuando ve una hermosa y fina cadenita hecha por los africanos que se
acercaban a los turistas para vender sus productos hechos a mano con materiales naturales, los que Caroline prefería sobre el oro y la plata que le gustaban a Richard. Por esa precisa razón la adoraba, por su sencillez, acompañado de ese carácter suave que había aprendido a modelar con el pasar de los años—. Es hermoso, me encanta, Gracias por tus detalles. Disculpa, pero estaba tan cansada… Voy a arreglarme rápido para recibir a todos contigo. Según lo planeado pasan cuatro horas compartiendo momentos, viendo a los niños correr felices, sacándose sonrisas con uno que otro chiste. Al final del día, se despiden y cada uno emprende un viaje. Carol, como ya lo había decidido, vuelve con su familia a casa, donde pretende encontrar sanidad mental, empezando nuevamente tratamiento psicológico. Se despide de Mario con un beso apasionado. —Espero que este beso te inspire a escribirme más canciones y para recordarme hasta que nos volvamos a ver —Mario la mira con sus ojos aguados por la tristeza que siente al separarse de ella, pero con tranquilidad al saber que ella estará con las personas que la pueden rodear. —Tú eres mi inspiración y mi fuerza, mi amor. Recuérdalo cuando sientas que ya no puedes más —En un ambiente de melancolía mezclado con alegría, se van poco a poco. La casa queda otra vez medio vacía, ya las risas son solo un recuerdo que se guarda para darle fuerza a las ganas de vivir de Caroline y las ganas de Richard para continuar sus sueños. Suben a la habitación, donde se recuestan en la cama. Aunque no es noche todavía, se sienten cansados, la noche anterior los dejó exhaustos, sumado a la algarabía del día presente, por lo que a pesar de la mucha energía que siempre los ha caracterizado, prefieren disfrutar de ver unas películas abrazados, esperando la noche serena que los mece con una fuerte lluvia perfecta para relajarse. Después de unos días, Caroline se da cuenta de que está embarazada. Eso los tranquiliza a todos, ya que entendían por qué el cuerpo de ella reaccionaba de esa forma; no era la enfermedad, era un ser humano que venía en camino a complementarlos como familia. Esto llenaba de alegría a los futuros padres, que ya dejaron de pensar en la enfermedad para planear la llegada de su bebé. Como siempre en la vida después de luchar por lo que se desea, después de lograrlo viene la rutina, esa rutina que trae tranquilidad y sosiego, acompañado de un sentimiento de seguridad. Para Vivian, esta rutina en su rol de ama de casa
acompañada de la familia de su esposo junto a su pequeño hermano la hacía sentir completa, deseando que nada interrumpiera esa paz que le daba hacer lo mismo cada día, sintiéndose protegida y a su vez cuidando de sus seres amados, esperando a ese bebe que estaba por nacer, esperando a Edward que llegara a casa después de sus ocupaciones en el negocio de la familia. Vivian se sentía plena, respetada, valorada, deseando diariamente que todo continuara como seguía. Caroline junto a Richard se levantaban cada día a abrir el restaurante, trabajando todo el día hasta el cansancio para luego volver a casa a descansar. Lo más importante ahora era hacer conocer el lugar manteniendo el nivel alto para que sus clientes estuvieran satisfechos y atraer más; por eso, gracias al trabajo duro, ya estaban siendo considerados uno de los mejores restaurantes del país. Alexander junto a Alicia habían tomado el liderazgo del hogar de protección, recolectando más dinero para mantenerlo abierto ayudando con terapias, cursos, alimentos todas las personas posibles. Alexander no quería que otras personas como él se sintieran abandonados, menospreciados, maltratados sin tener quien los ayudara a defenderse, ahora su rutina constaba de trabajar día y noche con personas como él, con la compañía de Alicia, lo que le aportaba sentido a su existencia. Alexander ya no pensaba en su madre con melancolía, ya pensaba en ella con compasión; habiendo sanado su relación con ella, espera que cualquier día entrará por esa puerta para abrazarlo. El profesor Marthin y Bradt se habían involucrado en el trabajo con la comunidad indígena del área. Se conectaron con una organización extranjera que les ayudaba con implementos para el hospital, y además estaban organizando un proyecto para crear una escuela para los niños. Marthin no podía dejar de lado su vocación de profesor enseñando ni su vocación de soldado protegiendo a la comunidad que le había abierto los brazos para empezar una nueva vida; gracias a esos niños inocentes y a esos adultos sabios, sus episodios de estrés habían disminuido hasta la nulidad. Por eso, seguía apoyando a Carol, a quien llamaba casi todos los días, ya que parecía no encontrar la luz para salir del túnel de oscuridad en el que estaba inmersa. Carol se sentía morir con el pasar de los días, viendo cómo los demás aparentemente disfrutaban de sus vidas. Eso incluía a sus padres, que se despertaban cada mañana optimistas, listos para trabajar todo el día. Algunas veces se quedaban hasta altas horas de la noche, siendo Carol quien después de
volver de la universidad recogía a sus hermanitos del colegio, les preparaba la comida y los ayudaba para ir a la cama. Los padres de Carol piensan que ella ya está recuperada; después de viajar con Mario en su gira musical, ella aparentaba estar feliz. Carol llevaba la depresión adentro, se había vuelto su amiga y compañera, por eso podía identificar a los que sufrían en silencio. No podía entender por qué una sociedad que ha avanzado en tantas áreas todavía veía como un tabú expresar los sentimientos. No podía entender cómo tantas personas como su tío y como ella tenían que sufrir en silencio porque sus amigos y familiares no querían escuchar más de lo necesario, o lo peor, no estaban dispuestos a acompañar en todo el proceso de sanidad. No entendía que la gente no entendiera que las heridas del alma, las enfermedades mentales, también necesitan de un tiempo para sanarse que podía durar meses y hasta años. Pero ya ese día en el restaurante Caroline fue muy clara con ella, explicándole que era ella la única responsable de encontrar su sanidad mental. Ya ellos estaban inmersos en otros caminos que deseaban caminar con su propio peso, sin añadir una carga más. Después de meditar en su vida, Carol siente una presión muy fuerte en su pecho. Otra vez quiere llorar, pero esta vez no es por un episodio de depresión, es más bien un presentimiento de que algo está por pasar. Es el mismo que sintió cuando su tío Anthony murió. Para disiparse un poco, saca su diario, donde empieza a escribir. «Querido diario, me siento extraña. Es como si una parte de mi cuerpo se desprendiera de mí. Mi cabeza me da vueltas, pero no es otro ataque de ansiedad. Quiero vomitar, pero solo he comido un sándwich. Bueno, eso ya pasará, creo que es la tensión de estar sola. No me siento protegida, pero tengo que cuidar de mis hermanitos y mostrar la mejor cara que pueda. Estoy planeando viajar a visitar al profesor Marthin, todo lo que hace en la selva del Amazonas con los pobladores me inspira y me gustaría poder ayudar. La universidad me aburre, no es lo mismo sin mis amigos alrededor, no siento la misma pasión por realizar mis deberes estudiantiles, y además todo el lugar me recuerda a Daniel, haciéndome sentir culpable de que no esté aquí. Haciéndome sentir que yo tampoco debería estar aquí. No sé cómo decirles a mis padres que me quiero ir otra vez, no quiero romperles el corazón ni a ellos ni a mis pequeñines. ¿Qué hago?, ¿qué hago? Me voy a dormir, tal vez en uno de mis sueños reciba una señal del universo».
Durante un año, la vida de cada uno de los protagonistas de esta historia prosigue según lo habían planeado. Vivian y Caroline les habían dado la bienvenida a dos nuevos en la familia. Vivian y Edward llamaron a su hijo Rafael en homenaje al arcángel que sana, porque en el tiempo que estuvo en la casa de reposo psiquiátrico pudo compartir con algunas monjas que le ayudaron a encontrar paz espiritual mientras los psiquiatras la ayudaban a encontrar sanidad mental. Le enseñaron que el arcángel Rafael es el responsable de las curaciones, así que en ese momento de desesperación acudió a la oración, sintiendo cada vez más tranquilidad. Sintiendo cómo sanaba al mismo tiempo que su bebé crecía en su vientre. Por otro lado, Caroline y Richard llamaron a su hija Nina, que significa «la bondadosa» o «la que realiza el bien y que hace lo correcto». Eso era en lo único que pensaba su padre cada vez que la tomaba en sus brazos, en que fuera una mujer justa con todos los que la rodearan en su vida, sin importar la raza, la nacionalidad o religión, así como él y su madre lo eran con todas la personas que habían conocido en su vida. Por otro lado, era el nombre de una de las cantantes preferidas de Tina, Nina Simone, a quien Logan tocaba en el piano cada vez que estaban en una reunión. Así mismo, Carol estaba encantada con su sobrino Anthony, quien tenía el nombre y los ojos de su padre. La madre había caído en una profunda tristeza, así que eran ellos como familia quienes se hacían cargo del bebé y de ella, algunas veces los abuelos y otras veces Carol o Charlie, que estaba encantados de ver otra vez esa expresión en los ojos de ese pequeño que les traía tantos hermosos recuerdos de su hermano. Los bebés se robaban la atención de todos, su nacimiento había sido la excusa perfecta para que los amigos se reunieran nuevamente a disfrutar de unos días juntos, ya que cada uno se había envuelto en sus actividades cotidianas, además de la distancia que los separaba, así que lo único que tenían era una llamada corta para saludarse, decirse lo mucho que se extrañaban y desearse buena suerte en todos los proyectos laborales que ya habían logrado crear. Para Caroline fue la excusa perfecta de quedarse en casa durante tres meses cuidada por sus padres mientras Richard había vuelto a Francia para vigilar que todo funcionara perfecto en el restaurante. Casi todos los días, Carol venía a casa de su amiga para salir a caminar juntas, incluyendo a Vivian, para hablar de la vida de pareja, la vida de madre, la vida en general que cada día traía nuevos cambios. Alexander hablaba con sus amigos diariamente, lo que lo hacía feliz, pero recientemente estaba consternado con el hecho de que una de las mujeres que asistía al grupo de asesoría había sido atacada a golpes cuando caminaba con su pareja. Ella expresaba abiertamente ser lesbiana y de una manera muy activa
defendía los derechos de su comunidad. Ya había ido a visitarla al hospital junto con otros del grupo de apoyo. Estaban planeando una manifestación en contra de la violencia contra todo género de personas, porque después de todo lo que experimentaban diariamente, lo último que querían era demostrar miedo. Precisamente esas fueron las palabras que ella le expresó en la cama del hospital. —No nos vamos a dejar asustar de nadie. No estamos cometiendo ningún delito, Alexander —decía con dificultad, tomando aire forzosamente para poder respirar, pero más que todo para poder hablar. Con lágrimas en sus ojos, Alexander la miraba a ella, su heroína, que demostraba su valentía luchando por su vida, pero más importante, luchando por sus derechos—. Lo único por lo que los seres humanos a través de la historia pueden justificar el perder la vida, es por pelear por sus derechos —le dice suavemente después de recobrar el aliento —. Porque aunque produzca miedo, pelear por justicia y el respeto de los derechos de los otros es la única forma de vivir y la mejor forma de morir. Vayan a las calles a defender lo que nos merecemos, sin miedo. El miedo es un fantasma que se evapora cuando tomamos la decisión de enfrentarlo con valentía —no pudo terminar de decir lo que quería porque sus fuerzas físicas no le alcanzaban, pero la fuerza de su carácter se podía sentir sin palabras. Ella cae dormida, dándole las fuerzas a él para enfrentar la vida. Sale de la habitación y al cerrar la puerta recibe una llamada. Es Mario al otro lado del teléfono. —Hola, hermano, ¿cómo estás? Te extrañamos por acá, ¿sabes que nos reuniremos en casa de Caroline el viernes? —Alexander, en vez de sentir alegría, siente enojo con su amigo. —Ahora no tengo tiempo para esas banalidades, Mario, déjame en paz —Y cuelga la llamada. Sale caminando hacia la sala de espera, donde, como siempre, está Alicia, esperándolo junto a los otros—. Vamos a hacer esta marcha lo más pronto posible. Nos podrán amenazar, pero no nos detendrán. Tenemos derecho a ser felices y a expresar libremente nuestro amor, no podemos seguir sufriendo estos crímenes de odio en silencio cuando esos miserables se burlan en la oscuridad —El teléfono sigue repicando en su bolsillo, pero él lo ignora para seguir hablando de la organización de la marcha. Mario está decepcionado porque conoce a Alexander y siempre ha sido un joven amoroso, especialmente con él, ya que se conocen desde que Alexander fuera una de las niñas más lindas de la escuela, siempre sonriente, amable, dispuesta a ayudar a todos. No entendía
lo que pasaba, pero lo iba a averiguar. Mario se viste y toma las llaves de su carro para dirigirse a la casa de apoyo. Al entrar, puede ver a Alexander imprimiendo unos papeles, y se acerca a él de manera cautelosa para no asustarlo. —Hola, hermano, ¿qué pasa? —Alexander voltea para contestarle. —Hola —Mario se sorprende porque no entiende qué ha hecho mal. —¿Así no más? ¿Qué pasa? Dime qué te pasa, porque somos amigos y no me iré de aquí por tu mala cara nada más —Alexander, con gran furia en sus ojos, lo agarra de la camisa, a lo que Mario solo puede responder con un leve empujón para alejarlo. Mario es un hombre tranquilo al que no le gusta las peleas ni físicas ni verbales; generalmente, siempre les da la razón a todos por el simple hecho de que no le interesan las confrontaciones. —Lo que pasa es que estoy cansado. Cansado de mi madre, que es una maldita egoísta a la que no le importan mis sentimientos hacia ella; estoy cansado de esta maldita hipócrita sociedad que mata por razón a sus estúpidas creencias. Estoy cansado de todo Mario, de todo —dice sin poder aguantar el llanto, recostándose en el pecho de su amigo—. Anoche golpearon casi hasta matarla a una amiga solo porque es lesbiana, Mario, ¿puedes creerlo? Es una de las personas más amorosas que conozco, pero su forma de amar la tiene condenada a muerte. Estos fanáticos de cualquier cosa están locos. Mario comprende ahora el enojo de su amigo y sin titubear le pregunta: —¿En qué te podemos ayudar? Parece que aquí están todos preparando algo, dime lo que sea que necesites para llamar a mi representante o a la radio, tú sabes que nosotros estamos aquí para lo que necesites —Alexander lo mira nuevamente, esta vez con ternura y agradecimiento. —Yo sé que así es. Discúlpame, sabes que te quiero un montón. Mi padre ya está organizando todo con sus amigos periodistas. ¿Haremos una manifestación el viernes antes de que la atención se disperse con otras noticias, pero ustedes pueden venir después de su reunión en casa de Caroline —Mario niega con la cabeza. —¿Cómo se te ocurre? —le responde— Ahora mismo voy a llamar a todos para que decirles el lugar de la manifestación, ese será el mejor motivo de reunión.
Al terminar la conversación, Mario se va rápidamente a casa. Desde allí, llama a todos para explicarles la situación. Inclusive el profesor Marthin decide venir junto a Bradt para unirse a una causa que también lo ha afectado emocionalmente; como soldado, tuvo que escuchar muchas veces a sus compañeros hablar de manera déspota de los homosexuales. Se burlaban con chistes crueles que lo herían en el alma, pero nunca se atrevió a reclamar nada, ya que en ese tiempo no se sentía tan valiente como se siente ahora. Los años, las experiencias, la pérdida de su primer amor en la guerra, la sabiduría de los habitantes de la selva amazónica y el amor de Bradt lo han llevado a actuar con libertad, dejándose llevar por lo que siente sin permitir que la sociedad represora le impida vivir feliz. El profesor Marthin junto con Bradt emprenden el viaje que los llevara al reencuentro con la realidad del mundo y sus vicios. El viernes llega con sol, ambientados por el cantar de los pájaros que ya llegaron, como les corresponde en esta época del año. Los jardines están llenos de flores y el viento es fresco; es simplemente perfecto. Al levantarse, Alexander mira por la ventana y su lado romántico le hace sentir que es un presagio de que el día que les espera será positivo. Así pues, llegan todos los de la fundación. Mario junto a todos llegan al centro de la ciudad principal, extienden sus carteles, levantan los póster, alzan sus voces de manera alta y clara para que todas las personas que miran alrededor, así como las que escuchan en la radio, recuerden que cada persona decide de manera personal su forma de amar, de vestir, de actuar sin tener que ser víctima de ataques. De esta manera transcurre el día, con música precedida de discursos llenos de esperanza, motivando a la lucha que solo se puede hacer en la unión. Uniéndose es la única forma de vencer a los atacantes.—«La unión hace la fuerza» —dice Fabian parado en la tarima—. Es una frase que hemos escuchado desde muchas décadas atrás, pero no hay nada más cierto que esto: la colaboración como una red de apoyo es la que nos permite lograr los objetivos que nos planteamos como individuos, como grupos, como familia. El conocimiento de nuestros derechos como seres humanos también es importante, porque nos salva a nosotros mismos de la ignorancia y a su vez nos salva de los ignorantes, que creen que tienen la verdad en las manos o el respaldo de Dios para matar a quien no consideran igual a ellos. Ahora le voy a dar la palabra a nuestro amigo Marthin, que viene desde muy lejos para llenarnos más de valentía y paz para atravesar estos de lucha — Aquellos que están ahí reunidos se sienten contagiados del ánimo positivo que transmiten las palabras de Fabian. Con una esperanza infinita en sus corazones, ven cómo Marthin, este hombre de sonrisa amplia, sube a la tarima. Él agarra el micrófono con sus manos fuertes, ubicándolo cerca de sus labios temblorosos.
—Durante los primeros años de mi vida, en mi juventud, cuando empecé a sentirme atraído física y emocionalmente por otros hombres, no podía evitar sentirme sucio, malo, pervertido y todos esos términos que la sociedad nos ha colgado en el pecho como una letra escarlata para hacernos recordar que lo que somos y lo que sentimos está mal, que somos un error de la creación o que simplemente estamos confundidos, en una etapa de nuestras vidas que algún día, con rezos o terapias, va a terminar. Y tal vez sea así para algunos, pero para nosotros no hay vuelta atrás. Nosotros, los que realmente hemos comprobado con el pasar de la vida que sentimos amor hacia personas del mismo sexo, que lo disfrutamos, que somos felices siguiendo nuestro corazón. Nosotros, los que nos sentimos atrapados en el cuerpo de un género que nos fue asignado al nacer, que nos sentimos completos usando la ropa y el maquillaje que nos embellece. Para nosotros no hay tratamiento, ni curas, ni vacunas que nos puedan cambiar, porque no hay nada malo, ni nada feo, ni somos una equivocación de la creación, ni estamos equivocados y mucho menos confundidos. Nosotros seguiremos luchando hasta que la sociedad del mundo entienda el respeto por los demás; es la única forma de seguir evolucionando como seres humanos y la única forma de vivir en paz. Dios está dentro de nuestros corazones y nos ama a todos, así que no se dejen derrumbar por los prejuicios. En este momento de mi vida me siento completo con mi otra mitad, que está ahí parado, apoyándome como siempre. Te amo —le dice a Bradt mirándolo fijamente en medio de la multitud. Los asistentes, sus exalumnos y amigos aplauden el hermoso discurso que acaba de dar Marthin, felicitándolo al bajar para abrazar a su novio, el hombre con el que disfruta del presente, con el que puede ver un futuro lleno de alegría, con el que puede destapar sus miedos, con el que puede discutir. Quien lo aconseja con amor y lo sigue con paciencia. Quien, con su mirada, le habla del inmenso amor que hay en su corazón. Amor que es simplemente el sentimiento más puro que hay en el mundo. Los amigos no hubieran podido organizar una mejor forma de reunirse, estaban todos regocijantes de alegría. Las preocupaciones de la vida adulta les estaban haciendo olvidar lo importante que era no solo celebrar los logros como lo habían hecho con Mario y Richard, sino que también era importante acompañar a los amigos en las luchas. Casi ya entrada la media noche, todos se comienzan a retirar, volviendo a su vida de jefes, madres, padres, cantantes, y líderes. Caroline se despide, acompañada de sus hermanos; quiere volver a casa, porque aunque sus padres cuidan bien de su bebé, ella ya la extraña mucho. Al irse, le da un fuerte abrazo a Carol
sintiendo que en el abrazo se les va el alma. Algunas lágrimas salen de sus ojos. —¿Pero por qué lloras, pendeja? —le reclama Caroline a Carol llorando mientras sonríe. —No sé, amiguita. Uno de esos crespos de tu cabello se me metió en el ojo, por eso —De esta forma, como siempre tomando todo en broma, se despiden prometiéndose encontrarse al siguiente día como lo habían hecho habitualmente los últimos dos meses desde su regreso a casa. Entre abrazos, cortas promesas de verse nuevamente, agradecimientos, besos y demás, se van a sus casas para descansar.Al llegar a casa, a Caroline le espera una sorpresa. Es Richard, quien sentía el deseo inmenso de verla a ella y a su hija. Saluda a Vivian, a Edward, Dominik y Bruce, quienes suben inmediatamente a sus respectivas habitaciones. Están absolutamente cansados y saben que los bebés se despertarán pronto a buscar alimento.—Hola, mi amor —dice Caroline quitándose los zapatos para correr sin hacer ruido hacia él, que la espera en la sala. Salta a sus brazos, estampándole un beso que había guardado por tres largos meses en los que se habían extrañado cada instante. —Te extrañaba mucho, y a mi bebé, por eso vine de sorpresa. ¿Estás feliz? — Caroline lo besa nuevamente, porque las palabras sobran cuando las acciones hablan por sí solas—. Bueno, señorita, déjeme respirar un poco. ¿Qué tal estuvo la marcha de hoy? Me hubiera gustado estar ahí para apoyar a Alexander — Caroline lo besa nuevamente, abrazándolo fuertemente. —De la marcha te cuento mañana. Te contamos, porque todos vienen acá por invitación de mis padres, que como siempre, sabes que les gusta tener la casa llena de personas. Pero por ahora vamos a aprovechar que la bebé duerme para darnos un baño, para luego meternos en la cama juntos y hacer cositas ricas. Te he extrañado mucho, mucho —le dice Caroline al oído a Richard, quien se deja llevar, sonrojado por la picardía con la que ella le habla. —Bueno, señorita, sus palabras son órdenes. Alístate, porque no te voy a dejar dormir —le contesta quitándose la camisa mientras cierra la puerta de la habitación.
19
Según lo acordado, el sábado al mediodía van llegando a casa de Tina los invitados. El encuentro entre almas que nacieron para estar juntas en el caminar de la vida siempre produce una alegría indescriptible. En esta ocasión, la presencia de los tres bebés llama la atención, que son cargados, mimados y besados por los amigos y familiares de sus padres. Estos pequeños seres humanos le añaden al ambiente ternura, acompañada de un montón de risas por sus inocentes comportamientos. Es un día hermoso, por eso Carol se atreve a hacer una propuesta. Golpea el tenedor con delicadeza en la copa donde bebe su cóctel para lograr la atención de todos. —Ya que estamos aquí reunidos en este día tan especial, que estoy segura no se va a repetir hasta dentro de un largo tiempo, propongo que nos vayamos a la casa de verano de mis padres ya mismo. Sería súper divertido nadar en el mar frío, dejar que los niños corran por ahí, que los bebés disfruten por primera vez la playa, dormir afuera viendo el anochecer… No sé, ¿qué les parece la idea? — Mario se levanta de su silla para secundarla. —A mí me parece una buena idea. Cuando terminemos de comer, nos vamos. En los carros cabemos todos, vamos —termina diciendo con entusiasmo. Los invitados, aunque sorprendidos, aceptan. Al final solo será una noche, ya que el lunes, con sol o sin sol, cada uno de ellos debe emprender el viaje a sus vidas cotidianas. Después de comer suben a los carros, emprendiendo un recorrido que trae muchos recuerdos. Incluso Claudia, quien compartió tantos momentos junto a Anthony y su familia, se siente llena de sentimientos encontrados al ver a su pequeño durmiendo en sus brazos de camino a la casa de verano donde fueron tan felices. Viendo por la ventana la belleza del paisaje, conversan casi hasta que llegan a su destino final. Bajando del carro, Charlie sonríe. Ya ha superado la tristeza por la perdía de Anthony, se siente agradecido por los años que pudo disfrutar de su hermano, aprendiendo de las experiencias vividas junto a él, y ha podido superar su duelo ayudando a otras familias que como él han perdido a sus seres queridos. Por eso, mirando la casa en la que crecieron solo puede sonreír, viendo en cada esquina la presencia de él, que aunque sufría en silencio, siempre
tuvo una sonrisa o un comentario jocoso para alegrar a los demás. Mario baja del carro tomado de la mano de Carol, trayendo a la memoria la primera vez que la vio allá sentada en la playa, fundida en sus pensamientos de muerte sin saber que desde ese momento estarían unidos para siempre por medio de sus heridas. En el medio del jardín, Charlie hace una fogata junto a Logan, con el que ha logrado entablar una muy fuerte amistad desde el último intento de suicidio de Carol. A pesar de que ya se conocían por la amistad de sus hijas, que entraron al jardín infantil convirtiéndose en las mejores amigas, lo que por supuesto les obligaba a verse una que otra vez en reuniones escolares o cumpleaños, solo hasta ahora, con todas las tragedias que habían sucedido, habían empezado a unirse más, hablar constantemente, llamarse y visitarse. Sin ellos saberlo, la vida los estaba preparando para que como padres se pudieran apoyar en los retos que la vida les traía. Richard, Edward, Mario, Alexander, Bruce, Marthin, Bradt y Dominik se llevan a los niños a pasear para que Vivian, junto a Caroline y Claudia, puedan dormir para descansar un poco de las obligaciones de la vida de madres. Carol, junto a Tina y su madre, Charlotte, en la cocina hablan felices mientras preparan la comida de la noche, que han acordado será un grill. De esta forma, al anochecer se reúnen con una luna encantadora que los ilumina y el calor del fuego acompañado de unas copas de vino en la mano, viendo pasar las horas hasta el amanecer. Incluso los niños no quieren dormir, les encanta el ambiente que se vive; bailan alrededor, se ríen y juegan deseando que el tiempo se detenga para disfrutar del privilegio de dormir tarde en la madrugada, ya que solo en pocas ocasiones tienen la oportunidad de vivir cuando los adultos se lo permiten.— Vamos a bailar alrededor del fuego, Marcelo —dice en voz alta Jhon. —Yo también quiero —reclama Vanessa al verlos correr. Al llegar al punto, los niños se mueven, imitando el movimiento de las tribus como lo habían visto en las películas, sin saber en su inocencia que estaban representando el baile que conectaba al mundo sagrado, mágico y espiritual con el terrenal, baile que en algunas tribus de otras culturas se hace para finalizar estados de la vida. La madrugada llega con la luz del cielo azulado ocasionando que uno a uno comiencen a levantarse de sus asientos para dirigirse a sus habitaciones, en las que ya las cansadas madres unas horas atrás se habían acomodado con sus bebés,
porque, aunque las ganas no les faltaban, el cuerpo ya simplemente no les permitía dar una carcajada más o acompañar a sus amigos a entonar una última canción. Al dormir, como es normal, llegan muchos sueños que se mezclan con recuerdos. Carol sueña recordando cómo ella y Caroline se escapaban tantas veces del colegio para irse a darle comida a los patos en el lago que queda justo en el centro del parque del barrio donde crecieron. Era divertido verlos llegar en bandada antes de que ellas pudieran parquear sus bicicletas, porque estaban tan hambrientos los pobres que al verlas venir salían corriendo o volando hacia ellas. Carol sonríe cuando de un momento a otro el sueño se convierte en pesadilla. Cuando les están dando de comer a los patos al lado del lago, Caroline cae al agua, de donde trataba desesperadamente de salir, pero no puede. Carol quiere ayudarla, pero los animales la pican y golpean con las alas. Dentro del sueño, Caroline la mira ya resignada, tirándole una muñeca de trapo que siempre llevaba consigo cuando era niña. —Cuida de mi muñeca, amiga. Cuídala. Y a él también —acompañando la frase, señala con su brazo hacia el lado izquierdo, donde puede ver a Richard sentado en la base de un tronco, llorando al verla ahogándose sin poder hacer nada porque las ramas lo tienen atado de pies y manos.El sueño convertido en pesadilla se siente tan real que tiene que despertarse para escribir lo que vio en su sueño para no olvidarse después, pero antes prefiere ir a dar un vistazo en la casa para constatar que todo está bien. Al llegar a la sala, puede escuchar la voz de Mario recostado en las piernas de su eterno amigo Richard, hablando en voz baja con unos vasos llenos de cerveza. —¿Qué hacen ustedes aquí todavía? Es muy tarde, vayan a dormir. Vamos, Mario, tuve un sueño muy feo y no quiero estar sola —Mario se levanta para abrazar a Carol, que se ve perturbada. —Está bien, vamos —Carol lo abraza tan fuerte que Mario siente que le empieza a faltar el aire—. Está bien, suéltame, por favor. Vamos a dormir, tranquila — Ella lo suelta, mirando a Richard. —¿Por qué no vas a tu habitación a cuidar de tu hija y mi amiga? Sabes que ella necesita de ti ahora, con el bebé debe estar muy cansada —Richard se levanta también, contestándole. —Sí, mamá, ahí voy. No te preocupes, que ella ha estado muy bien los últimos meses —Sale caminando hacia su habitación visiblemente cansado y un poco
borracho.—Eso no era necesario, mi amor, fue agresivo. Solo nos estábamos reencontrando. Sabes que hace ya muchos meses que no nos vemos, solo hablamos por teléfono —Carol le da un beso en la mejilla, se recuesta en su pecho y se disculpa. —Perdóname, mi amor. Tuve un sueño muy feo, muy feo. Soñé que Caroline se ahogaba en el lago donde íbamos a darle comida a los patos. También que Richard estaba amarrado con las ramas del árbol, así que no podía hacer nada para ayudarme a sacarla del agua. Por último, ella me dio su muñeca diciéndome que la cuidara para luego hundirse. Solo podía ver su cabellera debajo del agua —Mario se horroriza, notando al mismo tiempo cómo un frío recorría todo su cuerpo.—No pienses más en eso —le ordena a Carol—, fue solo un sueño, «y los sueños, sueños son» —haciendo referencia a la famosa obra del célebre autor Calderón de la Barca en su libro La vida es un sueño, el cual se había leído ya una decena de veces, porque Mario, además de amar la música, adoraba cualquier representación de arte. Por eso, leer libros en sus tiempos de soledad era su mayor habito, le hacía sentirse acompañado por los espíritus de esos soñadores sentimentales que muchos años o siglos atrás expresaban sus emociones por medio de majestuosas obras de arte.—¿No es ese un libro que habla de la muerte? Es decir, ¿que la vida es un sueño? —pregunta Carol, asustada ante la coincidencia. —Sí, pero yo no me refería a eso —trata de rectificar Mario viendo que la situación se vuelve un poco tensa por la relación de la frase con el horrible sueño que acababa de tener Carol—. Vamos a dormir, que mañana será un nuevo día. Quiero decir, hoy en la tarde, cuando nos despertemos, será un nuevo día. Ya casi son las tres de la tarde cuando los primeros noctámbulos comienzan a levantarse y comparten un café para despertarse acompañando a las madres, Caroline, Vivian y Claudia, quienes habían sido las primeras en levantarse, dando un paseo por el vecindario para que los bebés durmieran al medio día. Después aprovecharon para dormir por segunda vez al regresar a casa. Ellos comparten una ambientada charla con las maletas ya puestas en los carros, porque ya era hora de despedirse. Con muestras de cariño, sin querer, pero obligados, se despiden llevando dentro de sí todos los buenos momentos que compartieron en los días anteriores. La única que no muestra alegría en absoluto es Carol, quien con un fuerte abrazo despide a su amiga. La abraza sin ganas de soltarla, con miedo de contarle la pesadilla que había tenido la noche anterior; no quería ni por un minuto asustarla, y mucho menos con su hija en los brazos, así
que lo único que puede hacer es desear que nada malo le suceda a Caroline. Subida en el carro con su bebé, la ve partir y no puede evitar el impulso de correr detrás del carro agitando su mano, enviando muchos besos, a lo que Caroline responde sacando su cabeza por la ventana, devolviéndole los miles de besos y diciendo adiós con la mano, acompañado con un llanto que las une cuando el carro que conduce Logan se aleja para perderse en el polvo de la calle.—¿Qué te pasa?, ¿por qué lloras? —pregunta Logan a su hija. —No sé, esa boba siempre me hace llorar. Cada vez que nos despedimos, actúa como si el mundo se fuera a acabar o como si no nos fuéramos a volver a ver jamás —Logan mira a su esposa Tina, sentada en la parte de atrás cuidando el sueño de su nieta, sonríe y prende el radio, en el que suena una de las canciones de Mario, esa que habla de los amigos, que cuenta cómo se cruzan en el camino para darnos la mano, acompañándonos a vivir muchas experiencias, pero que aunque algún día la distancia los separa, siempre estarán conectados por el amor mutuo que se tienen. Caroline la escucha sonriendo, porque es verdad. Piensa: «Nada puede borrar todo lo vivido entre amigos que se aman». Richard se despide de Carol, siendo el último de los amigos en abandonar la propiedad. —Ella va a estar bien, no seas tan dramática. Nos volveremos a ver pronto, ustedes son bienvenidos cuando quieran —dice mirando a Mario. Le da un fuerte beso en la mejilla y lo abraza—. Te amo, hermano —Luego se sube en la camioneta familiar acompañado por los hermanos de Vivian con su bebé. Mario se queda unos días más acompañando a Carol en casa, ayudándole a cuidar a los niños antes de irse a realizar los ensayos de su próxima gira de conciertos. Se siente satisfecho porque su novia ha cambiado el comportamiento que la caracterizaba unos meses antes, cuando siempre estaba irritable, enojada o triste como producto de su depresión; parecía que la terapia psicológica, la medicina y mantener la mente ocupada con sus tareas diarias de la universidad la estaban ayudando. Después de una semana juntos, Mario se va con los integrantes de la banda. Él no sabe el vacío que siente Carol en su corazón, la desesperanza que la acompaña al verse obligada a aparentar una alegría que no siente. Él no sabe del miedo que la acompaña desde el sueño que tuvo la semana pasada en la casa de verano; pensar que pueda perder a alguien más la llena de angustia, sobre todo a alguien que se preocupa por ella. Mario no sabe de los sentimientos de su novia, pero le gusta lo que ve y lo que ella le hace sentir
cuando están juntos. Desde que había empezado a viajar con la compañía de Sara, se sentía realmente feliz. Ella se encargaba de que su tiempo entre conciertos fuera especial, lo ayudaba a descubrir la belleza en cada actividad que realizaban y compartía la pasión por la lectura como él, por lo que pasaban horas hablando del significado de lo que leían junto al cálido fuego de una chimenea, o sentados en lo alto de una montaña, o frente al mar, viendo las olas del mar. Ella era especial. Era la única que no quería que él hiciera algo por ella. Más bien, era la única que en mucho tiempo se preocupaba por él. Si no amara tanto a Carol, sería una opción considerable para ser una novia perfecta, pero a Carol la lleva en el corazón, en sus pensamientos, en sus canciones. No la puede sacar de su mente. «Tal vez sea la tristeza que nos une, o sus bonitos ojos azules que veo en el mar y en el cielo cuando estoy lejos de ella, o esos abrazos que me ahogan como si quisiera meterme dentro de ella para no dejarme ir», piensa despidiéndose de ella con uno de esos largos besos que ella le da, con los que siente que se le va la vida.—Si quieres, sabes que eres bienvenida a venir conmigo un día de estos —Carol sabe que no será capaz de ver a Sara junto a Mario sin empezar una discusión, además que mantenerse ocupada le evita esos pensamientos suicidas que llegan y se van.—No, mi amor, no quiero. Tú sabes que es mejor así —dice sonriendo. —Sí, tienes razón. Entonces, más bien dame una despedida de verdad, todavía tenemos una hora antes de que pasen por mi —Carol entiende perfectamente a lo que se refiere, así que se quita la camisa, subiendo las escaleras. Luego le lanza el sujetador, haciendo que los grandes ojos marrones de Mario se abran aún más, saliendo a correr detrás de ella para alcanzarla rumbo a la habitación, donde la agarra por la cintura, acariciándola suavemente para lentamente hacerla suya, con el poco tiempo que tienen demostrándose todo el amor que se tienen el uno al otro. Después de retozar un rato en la cama hablando de todo un poco, escuchan el carro que pita para avisar a Mario de que ya es hora de partir. Él se levanta rápidamente de la cama, viendo cómo Carol se ríe de él—. Mira en los problemas que me metes, mujer. No te rías, que cuando me vaya vas a llorar — Carol cambia su semblante, que se vuelve un poco más serio. Mario se da cuenta, por lo que la besa rápidamente, tratando de remediar su pequeño error—. Lo siento. Deja de tomarte las cosas tan enserio, es solo una frase estúpida. Yo te voy a llamar cada día, y tienes la compañía de tu familia. Puedo irme tranquilo porque tú vas a estar bien, ¿cierto? —Carol mueve su cabeza como siempre. —Sí, voy a estar bien. Vete ya —Recostándose nuevamente en la cama, viendo a Mario alejarse rápidamente, escuchando los pasos bajando las escaleras hasta
que por último el motor del carro se enciende, con lo que no puede evitar sentirse afligida para empezar a llorar. No tiene ni siquiera ganas de escribir en su diario, el cual ha abandonado ya por un tiempo. No puede llamar a Marthin porque es casi de madrugada en Colombia, por lo que decide dormir un poco, ya que tiene la casa para ella sola por las constantes salidas de sus padres a sus eventos, con la fundación a donde ocasionalmente llevan a los niños. Tal vez cuando despierte se sienta mejor, piensa esperanzada.
20
En su hermosa villa tranquila en la zona rural de París, disfrutan el tiempo Caroline y Richard, aunque todas las ocupaciones que conlleva la vida de jefe de su propio restaurante no permiten que pueda pasar mucho tiempo con su familia, lo que le preocupa mucho, porque aunque Caroline se muestre fuerte, sabe que con su enfermedad necesita descanso. Descanso que con el bebé más las ocupaciones del restaurante no ha podido tener. Al llegar a casa, va presuroso al jardín trasero, donde están sus dos amores jugueteando un poco. —Hola, ¿cómo están las reinas de mi vida? —Caroline se levanta, dejando a la bebé recostada en la sábana para recibir a Richard con cariño, que demuestra en un beso. —Ay, mi amor, yo sé que planeamos salir cuando llegaras a casa, pero ¿podrías hacerte cargo de la bebé?, ¿dar un paseo con ella? Yo la verdad estoy muy cansada, necesito dormir —Richard levanta a su bebé en los brazos, contestándole. —Claro que sí, mi amor. Vete a dormir todo lo que quieras, mi niña y yo nos vamos para dejar a mami descansar. Así preparan juntos una maletita con todo lo que Nina necesita. Caroline los acompaña hasta el carro para repetirle a Richard todos los cuidados que debe tener, y aunque él ya se los sabe de memoria, le sigue la corriente para complacerla. Después de tres horas de haber paseado por los parques de la ciudad y supervisar que todo estuviera en orden en su restaurante, Richard decide volver a casa, considerando que ha sido tiempo suficiente para que Caroline descansara. Vuelve a casa junto a uno de los cocineros que trabaja en el restaurante, llamado Óscar, con quien ha logrado entablar una buena relación. Al llegar, saca a la bebé, que está durmiendo profundamente, llevándola a su habitación para ubicarla en su cuna. Luego va a buscar a Caroline, llamándola desde la sala, pero ella no responde. Él entra a la habitación y se acerca a ella asustado, moviéndola para tratar de despertarla, pero ella no se mueve. El corazón de Richard
comienza a latir más rápido cuando siente la temperatura fría que irradia el cuerpo de Caroline. Sus labios están pálidos, con algunas marcas en su rostro y brazos. No puede sentir los pulsos de su corazón, así que él siente que su cabeza comienza a dar vueltas. La voz no le sale cuando trata de llamar a Óscar para que lo ayude, así que corre desesperado hacia donde está él. Perturbado, llega hasta donde el joven y solo puede balbucear entre sus labios: «Ayuda, ayuda, por favor. Caroline, Caroline…». Sin poder decir más, explota en llanto, por lo que Óscar supone que ha pasado lo peor. El joven, quien fue enfermero en su país de origen, va rápidamente a la habitación para mantenerla con vida mientras la ayuda médica llega. Richard saca su teléfono para llamar la ambulancia. Al estar ayudando a Caroline, Óscar no puede evitar recordar cómo años atrás un grupo de criminales llego a su pueblo, asesinando a todos los pobladores para quitarles sus tierras, por lo que tuvo que emigrar a Europa como refugiado con su pequeño hermano para que no los mataran también a ellos. Por eso puede sentir el dolor que Richard está sintiendo es ese momento. Sin embargo, se mantiene fuerte con sus maniobras médicas, rogando por dentro que Caroline se recobre. Afuera se escuchan los sonidos de la ambulancia que viene acercándose. A los minutos, entran los paramédicos en la habitación donde Óscar sigue haciendo maniobras para reanimar a Caroline. Agradeciéndole, lo sacan de la habitación y él sale para consolar a Richard, ayudándole a mantenerse positivo ante la situación, pensando en la pequeña Nina, que está en su cuna durmiendo, completamente inocente de lo que sucede con sus padres. Óscar, quien está como caído del cielo, toma las riendas de la situación y se apropia del teléfono de Richard para llamar al restaurante, poniéndolos al tanto para que tomen las riendas del negocio. Llama también a la familia de Caroline, avisándoles de la situación. Ellos, en su desespero, pero de manera rápida, comienzan a buscar vuelos de avión para viajar a cuidar de su hija. —Tenemos que traerla rápidamente de vuelta cuando esté recuperada. Esta ha sido una mala idea desde el principio, el único lugar en el que ella estuvo y estará bien es aquí, junto a nosotros, que sí la podemos cuidar bien —dice Logan. Tina no puede refutar lo que su esposo dice, su sentimiento de madre es más fuerte que toda la teoría humanista que ha aprendido en todos los años. Dentro de sus corazones, lo único que tienen es deseo de tener a su hija en sus brazos, sana junto a su nieta. En el hospital, después de unas horas que parecieron una eternidad, sale el médico con un semblante apesadumbrado, pálido y visiblemente triste, ya que los conoce desde hacía unos meses, en los cuales ha sido comensal del
restaurante, entablando largas conversaciones con ellos. No encuentra la forma de darle la nefasta noticia a Richard, pero lo hace porque es su obligación. —Lo siento mucho. Hicimos todo lo que pudimos para salvarla, pero no lo logramos, sufrió un ataque que nos hizo difícil resucitarla. Después de la autopsia podremos saber realmente lo que sucedió, lo siento mucho —con esto, le da un abrazo a Richard, yéndose para llenar todo el informe de la muerte de la dulce Caroline. Richard cae desplomado en el suelo de la sala de espera del hospital, completamente solo, porque el buen Óscar se quedó en casa cuidando a la bebé y llamando a todos los os del teléfono de su jefe. Allí solo con la ayuda de una de las enfermeras, Richard empieza a reponerse físicamente del shock que le causa la horrible noticia, pero su mente sigue trabajando lentamente entre los recuerdos y la rabia de la vida con sus giros crueles e inesperados. Solo puede mantener su vista fija en la nada, sin poder derramar una lágrima más. Óscar llama al hospital para ar a Richard, pero las enfermeras le confirman la muerte de Caroline y le informan del estado de Richard, lo han sedado para que duerma mientras llega alguien de la familia o sus amigos para acompañarlo en esta esta situación. Aunque recibe llamadas de todos, Óscar decide no contestar porque piensa que es mejor que reciban la noticia en el hospital, mientras él se hace cargo de Nina, quien ya había despertado hace unos minutos. La familia llega después de unas angustiantes horas de viaje sin saber nada. Estratégicamente se dividen, así que mientras Logan se va al hospital con los hermanos, Tina va a casa para cuidar de su nieta. Vivian se ha quedado en casa cuidando a los niños, llamando a todos los amigos y esperando noticias. Los amigos, como siempre, llegan después de unos minutos, excepto Mario que al leer el mensaje había decidido viajar solo directamente a París porque sabe que su amigo no tiene familia. Siendo prácticamente hermanos, solo puede pensar en lo triste que debe estar Richard, solo en esa situación con la familia de Caroline, que, por supuesto, están allá para apoyarlo, pero sobre todo para cuidar de su hija y la bebé. Al llegar al hospital, Logan con los tres hermanos mayores de Caroline suben corriendo a la sala de emergencias, donde Óscar les había confirmado de que estaba su hija Caroline. Llegan preguntando por el doctor, que sale aunque estaba ocupado con otro paciente, pero comprendiendo la situación, lo deja en manos de uno de sus colegas para encontrarse con la familia. Se dirige a la sala,
presentándose primero y tratando de suavizar la noticia. —Mucho gusto, yo soy el doctor que atendió a Caroline. ¿Ya han hablado o visto a Richard? —Edward, siendo el mayor, interviene rápidamente. —No, no lo hemos visto, lo buscaremos después. Podría, por favor, decirnos dónde está mi hermana. Queremos verla —El doctor se ve obligado a repetir las mismas palabras que le había dicho a Richard unas horas atrás. Después de escuchar lo que parecía una pesadilla, Logan toca su pecho por el dolor inmenso que lo invade. Al ver la situación, las enfermeras llegan rápidamente con una camilla para llevarlo adentro, donde lo mantienen estable después de confirmar un preinfarto por causa del estrés de todo el viaje preocupado por su hija, combinado con el inesperado anuncio que le acaba de dar el doctor. Los hermanos, afligidos, ven cómo se llevan a su padre sin aceptar todavía el hecho de que su hermana menor ha muerto. Por otro lado, piensan cómo darle la noticia a su madre. Edward decide llamar a Vivian antes que a su madre porque no encuentra la forma de decirle lo que ha pasado. —Hola, mi amor, ¿cómo estás? Estoy aquí con Carol y Alexander, Mario va en camino para acompañar a Richard. Dime, ¿cómo están todos? ¿Ya hablaste con Caroline?, ¿está mejor? —Al otro lado del teléfono no se escucha nada, solo un lejano lamento de Edward, quien se quiebra al no poder reprimir más sus emociones—. Dime qué pasa, mi amor, tranquilo —dice Vivian tratando de alejarse de los amigos, pero no lo logra ya que la siguen muy pegados a ella, visiblemente preocupados por el llanto de Edward, quien no podía decir ni una palabra, pero que al mismo tiempo lo dijo todo. Carol, quien ya empieza a imaginar lo que había sucedido, no necesitaba que le digan nada porque ya unas semanas atrás lo había soñado y en su pecho lo había presentido cada día desde que su amiga del alma se había despedido en aquel camino polvoriento que fue testigo del ultimo abrazo, del último beso, de la última sonrisa, del último adiós entre dos amigas que se amaban desde vidas pasadas y lo seguirían haciendo en las otras vidas que les esperaban, como lo decían acostadas una al lado de la otra en sus momento de charlas interminables endulzadas con helados de colores. Carol no sabe cómo llegó a la calle, pero ya se encontraba corriendo sin destino alguno por uno de los caminos del barrio. Sin estar consciente, llegó hasta el lago donde de pequeñas iban a darle comida a los patos cuando se escapaban del colegio, el mismo lago que le avisó en sueños de que su amiga se moriría. Siente
el impulso de saltar para ahogarse allí mismo, pero las palabras que ella le dijo en el sueño la mantienen en tierra: «Cuida mi muñeca, por favor. Cuídala. Y a él». Reflexionando, sabe que se trata de Nina. Ahora más que nunca, Richard va a necesitar ayuda de todos, por eso camina sobre sus pasos, devolviéndose a la casa donde están sus padres también junto a todos los amigos de la familia, que poco a poco han ido llegado para acompañarlos, aunque no estén ahí. En París, finalmente los hermanos se encuentran con Richard que se levanta caminando totalmente destruido, pero sabiendo que tiene una hija en casa que lo espera. Logan tampoco quiere quedarse ahí postrado, tienen que ir todos a casa a comunicarle a Tina la muerte de su hija. Sienten como si un tracto mula los hubiera golpeado, girando una y otra vez sobre sus cuerpos destruidos para acabar con las trizas que queda de ellos. Llegando en el carro, ven a Mario sentado en la entrada principal de la villa, esperando a su amigo con una sonrisa sin saber nada. Cuando el carro se acerca, ve a su amigo, que le devuelve la mirada con unos ojos rojos que se llenan de lágrimas cuando lo ven. Richard abre la puerta del carro aún en marcha, tirándose para correr desenfrenado a los brazos de su amigo. —Se me fue, hermano, se me fue. Es mi culpa, que la dejé sola. Que me la traje acá, lejos de su familia. Hermano, es mi culpa —Logan llega por la espalda para abrazarlo. —Esto no es tu culpa, mi hijo, por favor. Tú le disté los mejores momentos. Gracias a ti fue muy feliz. Gracias por haber sido parte de su vida —le dice acariciando su espalda. Al mirar a la casa, ven a Tina asomada en la ventana con la niña en sus brazos. Ella ha estado ahí observando la situación desde que escuchó el sonido de la puerta del carro cerrarse acompañado de las voces de los hombres y su llanto. Las miradas de todos se cruzan con la de ella, que así como Carol, no necesita confirmación de algo que es más que obvio. Los hombres corren rápidamente hacia la casa para consolarla, pero ella ya le había dado la bebé a Óscar, que como un fiel empleado se había quedado ahí todo el día. Al buscarla por otras partes, la encuentran en una de las habitaciones que había cerrado con llave para llorar. Llorar sola, llorar sin testigos, llorar golpeando el pavimento. Llorar recordando el dolor que sintió al parirla y la alegría que sintió al escuchar su llanto por primera vez. Llorar recordando su sonrisa, su silencio, sus travesuras, su compañía. Llorar maldiciendo a la vida cruel que le quita los hijos a los padres sin importarle el dolor tan grande que causa, como si de un
juego cruel se tratara. Ella se queda ahí encerrada porque sabe que cada uno debe vivir la pérdida a su manera y no quiere intervenir, no le interesa provocar pesar, lo único que desea es estar sola con su dolor, como lo hizo tantos años atrás al perder a su familia en África. Mario junto con Óscar ayudan a empacar las maletas de Richard y la pequeña Nina. Logan con sus tres hijos dejan la muda de ropa que se pondrán al día siguiente y permiten que sea Richard quien escoja la vestimenta que usará Caroline para trasladarla nuevamente a casa cuando la oficina conceda la orden para la repatriación del cuerpo. Absolutamente devastado, Richard no ha podido ni siquiera sostener a su hija en los brazos, no porque no la quiera, más bien porque las fuerzas no son suficientes. Con su corazón romántico, busca el vestido con el que vio por primera vez a Caroline, ese azul oscuro con flores rojas de mangas largas medio transparente que le llegaba a la rodilla, dejándole ver un poco esas piernas que lo volvían loco. Al encontrarlo, lo toma entre sus manos, lo lleva a su cara para oler la esencia de la mujer que ya no está y llora como un bebé encima de la ropa hasta que se queda dormido para soñar que están juntos, comiendo, hablando, riéndose, caminando… justo como hace unas horas atrás cuando ella estaba viva. Mario entra a la habitación con mucho cuidado para ver si su amigo necesitaba algo, pero lo ve a ahí dormido en la cama con la ropa y algunas fotos de Caroline en la mano. Se va lentamente sin hacer ruido porque sabe que Richard necesita descansar para despertarse por lo menos descansado físicamente y realizar todos los procesos legales necesarios con los cuales podrán irse de vuelta a su país a realizar el funeral. Mario camina solo por la casa recordando la muerte de su hermana, recapacitando sorprendido en que nunca había llorado por ella. El impacto de su muerte, el sentirse culpable, hacerse cargo de los problemas de todos sus amigos lo llevaron a posponer el dolor, a posponer el llanto, a posponer el duelo. Lo único que había ayudado a Mario todos estos años era escribir canciones, o cortarse los brazos cuando el dolor emocional lo invadía por completo; tal vez el abrir un poco de su piel con un cuchillo permitía que el dolor saliera convertido en sangre, dándole espacio para respirar y reponerse. Recordando a su hermana, recordando a Anthony, recordando a Caroline, se quiebra sin poder controlar el llanto, llanto que había reprimido ya por tantos años. Sale corriendo entre los árboles que rodean la villa para no despertar a los cansados hombres que yacen apesadumbrados dentro de la casa ni a la bebé, quien todavía no sabe que ha perdido a su madre, a la que no recordará, de la que tan solo escuchará historias, por la que sentirá melancolía y extrañará cuando
vea a las otras niñas caminar junto a sus madres. Mario siente pesar de la niña y siente pesar por él mismo, porque después de todos estos años, no puede ni quiere entender la muerte, aunque tantas veces quiso morir. En casa, Carol, junto a sus padres, Vivian, los niños y Alexander hacen una improvisada vigilia con los amigos de Tina, Logan y los tres hermanos que seguían llegando con flores y comida llenando la casa de amor y compañía. Ahí se quedarían hasta que la familia llegue, porque así como ellos siempre habían abierto las puertas para socorrerlos en toda situación, así mismo ellos les devolverían con la mejor forma de mostrar agradecimiento, que es estar justo ahí cuando se le necesita. Charlie desea llamar a Logan, amigo con el que había compartido tanta alegría, pero sabe por experiencia propia que a pesar de la soledad que se siente al perder a un ser querido, las primeras horas o días son para arreglar todo el papeleo en el hospital y las oficinas del gobierno. Sabe que no hay tiempo para contestar llamadas, a no ser que sean importantes, y sabe que cada «lo siento mucho por tu pérdida» es un puñal que se clava en el corazón. Sabe que a veces las buenas intenciones de la gente lo que hacen es provocar más dolor en vez de consolar, por lo que decide dejarlos en paz hasta que vuelvan. Marthin se siente acongojado, además de frustrado porque el dinero que tienen no les alcanza para viajar nuevamente, pero le dice al chamán de la zona sobre su pérdida para hacer un ritual de despedía en la noche con los habitantes de la comunidad para que su espíritu se vaya en paz. Les expresa lo mucho que amaba a Caroline, les cuenta la historia de cómo la conoció en la universidad, lo fuerte que era, que aunque lidiaba con su enfermedad nunca se quejó ni permitió que nadie la tratara de manera especial o diferente, y como siempre estuvo conectada con la naturaleza, cómo mostraba respeto por todos los seres vivos, cómo era de dulce. Marthin deseaba despedirla en la distancia, que con este ritual Caroline sintiera su amor. El amor que nunca muere, más bien se convierte en un sentimiento que no permite que nuestros seres amados mueran jamás. Unos días después, obtienen el cuerpo de Caroline, viajando inmediatamente a su país, a su ciudad, a su casa. Casa en donde les esperaba una calle de honor llena de todas las personas de todas las nacionalidades, de todas las razas, de todas las religiones, de todas las orientaciones sexuales que habían tenido el placer de conocer a lo largo de los años desde que Caroline era una bebé. Esa muestra de cariño los llena por fin de alegría, logrando sacar unas sonrisas en sus rostros. Ya las lágrimas que tenían las derramaron; ahora, de acuerdo a la
filosofía de vida de Tina, era tiempo de celebrar la vida de su hija, el tiempo que pasó con ellos, el aprendizaje que les regaló su presencia en este mundo, cada uno de los momentos que vivieron junto a ella.—Gracias por estar aquí acompañándonos en este momento en que la muerte de nuestra hija nos ha dejado un gran vacío. Fue muy triste no estar cerca de ella en sus últimos momentos, pero entendemos que así tenía que ser. Las cosas de la vida suceden como deben ser, es un honor que ustedes dejen sus deberes diarios para venir hasta aquí. Ahora les voy a pedir que vayan a sus casas, porque estamos un poco cansados, pero los esperamos para el funeral que se celebrará mañana en la Iglesia de aquí del barrio a las tres de la tarde —al terminar de hablar, Logan conduce hacia el garaje. Ahí salen todos para entrar a la casa donde ya solo están los más íntimos amigos, con los que se funden en un interminable abrazo. Ellos están preocupados especialmente por Richard, quien antes de conocer a Caroline estaba hundiéndose en la droga. Esperan que esta situación no lo devuelva a ese punto, porque lo aman. Vivian lo toma de la mano para llevarlo a la parte trasera de la casa, donde se vuelve a quebrar en llanto, recostándose en los brazos de su amiga. —No sé qué voy a hacer sin ella, me siento culpable de esta situación —Vivian lo calla poniendo sus manos sobre sus labios. —No digas eso, Caroline me dijo que estaba aburrida de la sobreprotección de sus padres y hermanos. Aunque los amaba, se sentía encerrada en una jaula de oro, hasta que llegaste a su vida y pudo hacer todas esas cosas locas que tú le proponías. La última vez que hablé con ella, me dijo cuánto te amaba, lo feliz que era cuando estaba contigo. Además, que le encantaba andar sola por la ciudad, ir al mar sin que nadie estuviera ahí controlándola —Richard no da crédito a lo que Vivian habla, refutando sus comentarios. —Estaba cansada de ellos, pero los necesitaba. Ella necesitaba a alguien a su lado cuidándola como lo hacía su familia. Yo los defraudé también a ellos, deben odiarme, aunque no lo digan. Aunque no lo digan, deben odiarme —Vivian comprende que en este momento es imposible tratar de entablar una conversación con él, así que decide entrar a la casa. Sabe que no tratará de hacer nada loco porque tiene a su hija y siempre fue su sueño ser padre, él no le haría a su hija lo que sus padres le hicieron a él. Mario, desde que llegó, esta recostado en las piernas de Carol porque se siente cansado. No es su cuerpo, es su mente, que no puede esta vez encontrar la forma
de ayudarlo a evadir el sufrimiento que tiene en este momento. Siempre había encontrado el modo de ser fuerte, de no dejarse derrumbar frente a ninguna situación. Siempre se había encargado de ser el que le resolviera la vida a los demás, pero esta vez pareciera que sus recursos de evasión se le agotaron. Pareciera que su mente le está pidiendo que llore, que viva el dolor, que resuelva sus conflictos, que confronte sus demonios, porque será la única forma en que lo dejarán libre. Mario piensa que de este modo no le será de ninguna ayuda a su amigo, por lo que ha llamado a sus padres para que lo recojan e irse a casa a escribir algunas canciones que tiene en su mente desde que venían en el avión. Busca a Richard con la mirada levantándose de las piernas de Carol, a quien le da un beso. —Voy a hablar afuera, mi amor —Carol lo acaricia con amor, sin mediar ni una palabra. En este momento, se había comprometido consigo misma a que por una vez en tanto tiempo sería ella quien les diera apoyo a sus seres queridos. Esta vez no se trataba de ella. Esta vez debía mostrar su fortaleza ayudando a los que ya por tantos años la habían apoyado a ella; solo su almohada y las paredes de su cuarto saben lo mucho que está sufriendo, pero fuera de ahí nadie sabrá nada. Afuera encuentra a Richard, sentado meditabundo mirando al cielo, tratando de definir su vida de ahora en adelante. —Hola, hermano, vengo a despedirme —Richard lo mira confundido. —¿Por qué?, ¿para dónde vas? —Mario se acerca para sentarse al lado de él. —Necesito estar en casa con mis padres, escribir canciones, tranquilizarme. Esto me está hundiendo. Yo sé que no se trata de mí y que me necesitas, pero en este estado no te sirvo de nada —Richard lo abraza, acariciándole el cabello. Luego, como siempre, le da un beso en la mejilla. —Yo también necesito estar solo, me voy a mi habitación. Estoy muy confundido, muy confundido. No tengo ganas de vivir hermano —dice quebrándose nuevamente, recostado en su pecho. Mario y Richard se abrazan, apoyándose el uno en el otro y caminando hasta la salida, donde se despiden. Mario sigue su camino acompañado de sus padres mientras Richard se escabulle entre la gente, subiendo rápidamente las escaleras hasta llegar a la habitación donde realmente se siente a salvo, acompañado con la memoria de Caroline en cada pared de ese lugar. Se siente afortunado de contar con un grupo de personas
que cuidan con amor a su pequeña Nina.
21
Reunidos en la iglesia para el funeral, Richard recuerda cómo un año antes habían compartido tanta alegría en la inauguración del restaurante sin saber que el destino estaba preparando darles una estocada fatal. Sentados todos en la iglesia, se preparan para rendirle honores, hablar de ella, reconocer su papel positivo como ser humano en cada de ellos. Dominik toma la palabra por toda su familia, leyendo un discurso que habían escrito entre todos, pero que ni siquiera Tina era capaz de pronunciar en sus labios. Ellos lo miran con orgullo, entendiendo que precisamente en los momentos de crisis es cuando los verdaderos valientes se levantan a encarar la tormenta; aquellos que se han mantenido en la pasividad, observando todo por un tiempo, toman el bastón para darles un poco de descanso a aquellos que se han mostrado fuertes durante la batalla. El menor de los hermanos se pone de pie frente a todos y empieza. —Víctor Frank dijo: «Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento». Tenemos que ser conscientes de que no podemos cambiar el pasado, pero sí el presente y el futuro. Eso fue lo que hizo nuestra hermana, aceptó su destino con determinación y tomó las riendas de su presente para vivirlo como ella lo había decidido. Toda mi vida vi a mis padres y a mis hermanos mayores tratando de protegerla contra todo, hasta que llegó Richard a nuestras vidas. Sí, tú, Richard, le pusiste alas y la ayudaste a volar. Por fin ese pajarito que había vivido enjaulado en su propio cuerpo sentía libertad, aun sabiendo que el futuro era tal vez estrellarse contra las rocas. Pero de eso se trata la vida de todos los seres en este mundo, en este universo: aprender de cada situación, permitir que el pasado, con sus lecciones, nos de la base para empoderarnos de nuestro presente, construyendo un futuro sin miedos, afrontando lo que venga con determinación, siendo felices con lo poco o con lo mucho. Así sea negativo, nuestras vivencias siempre vienen acompañadas por una enseñanza. Mi hermana siempre supo Reflexionar con sabiduría sobre la enseñanza que su enfermedad le estaba proporcionando, por eso decidió que el tiempo que le quedaba aquí en la tierra lo viviría con amor para darnos a todos los que estábamos a su alrededor. No había nada que pudiera desestabilizar o realmente enojar a Caroline, porque al contrario de nosotros, ella entendía que
un minuto de odio, de rabia, de pelea era desperdicio de su tiempo. Ella podía perdonar y olvidar ofensas en minutos, decía: «No tengo tiempo para eso, mi vida es muy preciosa para gastar mi energía pensando todo el día en alguien. La basura se la entrego a mis enemigos, yo me quedo con las flores». Hoy no sabemos cómo seguiremos adelante sin ti, pero te prometemos que trataremos de honrar tu memoria. Además, por el regalo más lindo que nos dejaste, nuestra pequeña Nina; ella es la continuación de tu existencia. Te amo por siempre, te amamos —termina su discurso con lágrimas en los ojos, con la incredulidad de no aceptar que esto sea solo un sueño. Después de Dominik, llega el turno de Richard quien ha tomado fuerzas de donde no tiene para hablar. Estaba determinado a no hacerlo, pero su amigos lo convencieron. —Es mejor que lo hagas. Di lo que sientes, así te duela; de lo contrario, te arrepentirás el resto de tu vida. Yo ya lo viví y sigo lamentándome —le recomienda Carol, quien continúa deseando volver al pasado para haber estado con Daniel, su primero amor, al que no pudo expresarle todo el amor que le tenía en su funeral, al que decidió no asistir por miedo o lo que ella consideraba ahora cobardía. Motivado por las palabras, se ubica al lado del féretro sin poder mirarlo, pero con el recuerdo de Caroline viva, como lo haría hasta el día de su propia muerte. Su garganta se aprieta por la tensión de contener las lágrimas que quieren salir a borbotones, pero respira profundamente, logrando que le salgan las palabras. —Nunca pensé que tendría que vivir este día, realmente no. Pensaba que el amor todo lo podía, pero me equivoqué —Richard necesita parar para reponerse. Sus amigos lo entienden, así que Mario se levanta de su silla para ubicarse a su lado y lo abraza, haciéndole un gesto para que continúe, uno de esos gestos que solo los amigos que se conocen por mucho tiempo pueden entender sin necesidad de palabras—. Esta no es una despedida, porque estarás viviendo en mi corazón por siempre. Además, puedo verte cada día en el rostro de nuestra Nina, que cada día se parece más a ti. Llegaste a cambiarme la vida, llegaste a hacerme depender de ti, y ahora me dejas solo sin saber qué hacer, pero trajiste contigo una familia que me ha abierto las puertas de su hogar y de sus corazones. Te extraño, más voy a ser fuerte como sé que tú quieres que sea. Te amo —Había muchas palabras escritas en el papel que sostenía entre sus manos, pero decide que las dejará para despedirse en privado. Bajando las escaleras acompañado de Mario se sienta con la cabeza baja. Siente que su cuerpo ha perdido la fuerza, no ha
podido ni siquiera tomar a su hija en brazos por miedo a ver la realidad a los ojos. Por miedo a pensar en el futuro que aún en este momento trata de evitar. Carol se levanta y, después de confortar a Richard con un fuerte abrazo que le da al llegar a las sillas, camina hasta el púlpito, donde lee lo que había escrito la noche anterior en su diario personal. Tomando aire, se prepara para expresar lo que le ha salido del corazón y abre su diario, donde encuentra la hoja que ya había separado con antelación en casa y empieza. —Mi hermana de otros padres, mi sangre, mis huesos, parte de mi alma. No puedo olvidar el primer día en que te conocí: llegaste hasta mí como un huracán, con tus crespos al aire, una sonrisa inmensa y corazón abierto. Teníamos cinco años y estábamos en el jardín infantil. Yo era nueva ahí, así que me sentía asustada e insegura, pero tú lo notaste inmediatamente. Además, tú también estabas sola, así que nos complementamos inmediatamente. Te volviste mi hermana de otros padres, mi sangre, mis huesos, parte de mi alma. Cada día que compartimos, cada minuto, fue como un remanso de paz, un golpe de alegría, una lluvia de locuras. Nos volvimos inseparables. «Ni para ir al baño se despegan», decía mi madre, o «Acabas de llegar del colegio, donde han estado todo el día juntas, y ya estás en el teléfono, ¿de qué más pueden a hablar?», decía mi padre —este comentario logró sacar unas sonrisas en los rostros de los ahí reunidos—. Hablábamos por horas de todo y de nada, nosotras siempre juntas, siempre solas, las raras del colegio, las que no tenían estilo ni para vestir ni para peinar. Nosotras, a las que no nos importaba el qué dijeran ni las burlas que nos hacían siempre y cuando estuviéramos juntas. Hasta que llegó la juventud y tú, mi hermana de otros padres, mi sangre, mis huesos, parte de mi alma empezaste a pensar en el amor, en el amor de un príncipe azul que se fijara más en tu mente que en tu ropa, que se fijara más en tus palabras que en tus labios, que se fijara más en tus sentimientos que tus pechos, por lo que tuve que verte llorar noches y días creyendo que ese día nunca llegaría, hasta que sorpresivamente la vida te dio un regalo: ese príncipe llego y fuiste la mujer más feliz en la tierra —Al escuchar esas palabras, Richard finalmente levanta su mirada, porque sabe muy bien que ese príncipe al que Carol se refiere es él, sonriendo con esa sonrisa que a Caroline volvía loca, sintiendo que al final no fue tan malo haberla conocido—. Te agradezco por haberme escogido como tu amiga, como tu hermana con otros padres. Estaremos conectadas hasta que un día, allá donde estás me muestres el camino, con tu luz recibiéndome con esos mismos brazos abiertos que me ofreciste cuando éramos solo unas niñas. Mi hermana de otros padres, mi sangre, mis huesos, parte de mi alma, gracias y
adiós. Después de los discursos, el cura de la iglesia recita unas oraciones por unos minutos para luego dar por terminada la ceremonia pidiéndoles que, en paz, le den sepultura a la hija, amiga, madre y esposa que ya solo es una foto que besar en los momentos de soledad. Como es tradición, después del funeral se reúnen para compartir alrededor de un delicioso bufet de mariscos; era la comida preferida de Caroline, esa que disfrutaba de hacer ella misma no solo en ocasiones especiales, sino cada vez que su paladar sentía el deseo de comer algún manjar. Richard se siente frustrado al observar el panorama de tantas personas riendo, con un semblante de aceptación ante la situación que ya infortunadamente no pueden cambiar, por lo que sale de casa para caminar a respirar aire fresco del final de la primavera que se confunde con el tibio viento que trae el verano. Se siente desconectado de todas esas personas ahí adentro. Una y otra vez, se pregunta: «¿De qué sirve vivir?, ¿para qué vivir?», deseando morir también. Alejándose nuevamente, escucha unos pasos que se acercan a él presurosamente y voltea a mirar, viendo venir a Edward, Bruce y Dominik, quienes lo vieron salir de la casa decidiendo seguirlo para que no cometiera ningún acto desesperado producto de la tristeza en la que se le veía inmerso. Él sonríe, permitiéndoles acompañarlo, entablando una conversación sobre sus sentimientos, de lo confundido que se siente en este momento, de cómo la extraña y todo lo que daría para que ella viviera otra vez. De cómo ya no le ve sentido a la vida ni siquiera viendo el pequeño rostro de su bebé, que sabe que lo necesita ahora más que nunca, algo que lo hace sentir metido en una calle sin salida. La tarde se va volando. Ya cansados, los invitados se van para descansar. En la casa, las luces se apagan en cada una de las habitaciones, fundiéndose en el mundo de los sueños donde la realidad se confunde con la fantasía. Sabiendo que ya no había nadie en casa, después de unas horas caminando, hablando y llorando, vuelven a casa los hermanos junto a Richard y se despiden para irse a descansar como los demás. Richard sube a buscar a su hija, la saca de la cuna con mucho cuidado y la recuesta en su pecho, abrazándola. Sabe que necesita reconectarse con ella; desde el día en que Caroline murió, no le ha dado ni siquiera una pequeña caricia, algo que toda la familia ha notado y que los hermanos le recordaron en la tarde en medio de lágrimas. «—Recuerda que ella es un poco de mi hermana aquí en la tierra, no tiene la
culpa de lo que ha pasado. Tú serás papá y mamá para ella, así que ármate de valor para volver a casa dispuesto a mostrarle a la vida que mereces lo que tienes. Tú y nuestra sobrina nos unen a su vida, nosotros somos tu familia y vamos a estar para ti siempre». Ahí con su bebé en el pecho, recordando las palabras de Edward, se queda dormido, profundamente dormido, esperanzado que al despertar un milagro lo ayude a ver la vida con otros ojos. En casa de Mario está Carol tratando de dormir en el sofá porque desde la pérdida de su amiga no ha podido descansar. Mario se encuentra en su habitación, tratando de encontrarle música a las canciones que ha escrito. Al mismo tiempo, mantiene su atención puesta en Carol, quien se está mostrando más tranquila de lo normal. Este comportamiento tiene preocupados a sus padres, quienes en la tarde hablaron de manera discreta con él y con el resto de los amigos. Temen que esté pensando en cometer suicidio tan pronto el duelo por la muerte de Caroline termine. Como buenos padres, estaban en lo correcto, Carol estaba planeando su muerte, porque al contrario de Richard, ella no encontraba una razón por la cual vivir: sus padres tenían más hijos que los confortarían, hijos que les ayudarían a llenar el espacio que su muerte produciría; Mario tenía su música, amigos, fama y ahora a su familia, que lo acompañarían para no dejarlo derrumbar; por último, sus hermanitos estaban muy pequeños todavía, así que el recuerdo que tendrían de ella se iría borrando poco a poco a medida que crecieran, la extrañarían, pero no sentirían su pérdida de manera dolorosa. Entre pensamientos de desilusión se le pasa la noche, hasta que por fin el agotamiento físico la vence, quedándose dormida. Mario llega ya cansado con una manta, acostándose al lado de ella. La arropa mirándola bastante preocupado, reflexionando en las últimas conversaciones que han tenido y llegando a la conclusión de que ha sido un poco rudo con ella. La abraza con cariño, agradeciendo tenerla viva, sana, amorosa y comprensiva, prometiéndose escucharla cada vez que sea necesario. Charlie, que sabe que en Latinoamérica todavía es de día, llama a el profesor Marthin para explicarle la situación que están viviendo, lo preocupado que está por su hija, pero sobre todo para proponerle un trato. Estaba pensando que a Carol le vendría bien un viaje lejos, un viaje que la mantenga ocupada para ayudarla a limpiar su mente de todos esos pensamientos que la están atormentando, hundiéndola en la oscuridad nuevamente. —¿Hola? ¿Quién está ahí? —pregunta el profesor.
—Soy el padre de Carol, discúlpeme que lo llame —Marthin, que ya se imagina de qué van a hablar, se muestra como siempre amable. —No se preocupe, yo entiendo cómo se debe estar sintiendo usted en este momento, con todo lo que ha pasado —aliviado, Charlie continúa. —Sí, estoy viviendo un infierno pensando en mi hija, no quiero que un día suene el teléfono y sea porque ella ha cometido una locura. Por eso he pensado en pedirle un favor, me pregunto si es posible para usted recibir a Carol allá donde usted está. Veo que usted ha podido encontrar la paz y tal vez también mi hija pueda hacer lo mismo, ella lo escucha y le tiene mucha iración. Yo podría comprar el tiquete de avión ahora mismo, para mí es más importante la salud mental de mi hija que cualquier título universitario —El profesor se siente aliviado, ya en varias ocasiones Carol le había expresado su deseo de abandonar la universidad definitivamente para hacer algo diferente con su vida, pero tenía miedo de que sus padres se enojaran con ella. —Creo que esa será la mejor noticia que ella pueda escuchar, y yo aquí la esperaré cuando ustedes me lo digan. Acá hay mucho que hacer con la comunidad, estoy seguro de que eso le mantendrá la cabeza ocupada. Usted también podría venir con ella, estoy seguro de que el ritual de yagé le servirá para encontrarles respuestas a tantas preguntas, y a ustedes a fortalecer su relación —A Charlie le parece una buena idea. No sabe cómo reaccionará Charlotte al tener que quedarse sola con los niños, pero la propuesta del profesor no le parece del todo loca. —Bueno, entonces, por favor, ayúdame a conseguir una casa cerca de donde ustedes viven. Yo creo que estaremos allá la próxima semana. Debo hablar con mi esposa, pero yo sé que ella entenderá —Se despiden colgando el teléfono. Marthin se pone en la tarea de buscar un lugar cómodo para ellos y Charlie se va a dormir, ansioso planeando como le compartirá la decisión a la familia. El timbre resuena en la casa de Tina. «¿Quién puede ser a esta hora?», piensa ella al tratar de levantarse de la cama. Solo pudo conciliar el sueño muy tarde en la madrugada, deseando dormir hasta el mediodía y renegando palabras entre dientes para los visitantes desconocidos. —Parece que a alguien se le olvidó una de las reglas más importantes para visitar: llamar antes. No puede ser tan difícil —Tina entra al baño, se lava los
dientes y se pone un poco de maquillaje, pero el timbre vuelve a sonar, lo que la hace correr para que el sonido no vaya a despertar al resto de la familia, que aún duerme. Mientras va caminando, trata de arreglar un poco su cabello, quejándose de los visitantes inesperados una vez más—. Llamar antes de visitar una casa no es tan difícil. Qué cansada estoy —Tina abre la puerta. Las caras que ve ahí frente a ella solo las había visto una vez en unas fotos que Caroline había tomado sin permiso del álbum familiar de Richard para mostrársela a sus padres. Esas personas eran los padres de Richard, quienes fueron ados por los padres de Mario, quienes de manera persuasiva les insistieron en venir a visitar a su hijo, que los necesita ahora más que nunca. Visiblemente avergonzados, saludan a Tina. —Buenos días, señora. Somos los padres de Richard. Mucho gusto. Sabemos que es muy temprano y que debido a las circunstancias ustedes querrían estar tranquilos en este momento, pero quisiéramos ver a nuestro hijo, ¿es posible? — Tina siente una fuerte alegría en su pecho, haciéndolos seguir hasta la sala. Sabe que no hay nada más sanador para el cuerpo y para el alma que la compañía de los seres amados. —Voy a buscarlo a su habitación, estén seguros de que él va a estar muy feliz de verlos —Los padres de Richard muestran escepticismo con la expresión de sus rostros, pero esperanzados de verlo y hablar con él. Tina va presurosa a la habitación donde Richard, ya despierto, está dándole leche a su niña. Está con una sonrisa en sus labios observando cómo Nina come presurosa cuando ve entrar a Tina con una expresión de felicidad que no comprende. —¿Qué pasa, Tina? ¿Estás bien? —Ella se acerca a él acariciando su cabeza como lo hace con sus hijos para tranquilizarlos. —Richard, abajo en la sala te están esperando tus padres —Él no puede creerlo, mas se alegra, porque había esperado por ese día mucho tiempo, incluso lo había hablado con Caroline muchas veces. Ella siempre le aconsejaba que simplemente los aceptara y recobraran todo el tiempo que habían desperdiciado en peleas de orgullo sin sentido. Richard le entrega la bebé a Tina, saliendo emocionado al encuentro con ellos. Eran ya tres años desde que había perdido el o definitivamente con ellos, aunque en realidad la relación nunca fue cercana. A pesar de eso, nunca les guardó rencor, lo único que siempre deseó fue
tener a sus padres cerca para compartir sus sueños. Estaban sentados en el sofá de la sala, irando el estilo hippie de la decoración de la casa. Era un lugar hermoso, por lo que les era imposible quitar su atención de los detalles que delicadamente adornaban el hogar. De pronto, Richard se asoma tímidamente, pero ansioso. Ellos se levantan inseguros de qué hacer, porque no saben cuál sería la reacción de su hijo, pero el impulso de consolarlo es más fuerte que cualquier miedo, así que, como imanes, sus cuerpos se acercan rápidamente para fundirse en un abrazo. —Lo sentimos, perdón. Perdón, por favor. Perdón —Luego de ese maravilloso momento, Richard les ofrece salir al balcón del jardín trasero, donde hablan de todo lo que ha ocurrido en la vida de su hijo desde que lo abandonaron por su trabajo y los viajes. Infortunadamente, la vida encontró una forma de unirlos, donde les enseñaba que la existencia no se desperdicia en juego de poderes o egocentrismo. Los padres de Richard aprendieron a las malas que la lejanía con la que se propusieron castigar a Richard nunca se va a recuperar, que las heridas emocionales que le causaron siempre van a estar ahí. Siempre se lamentarán por no haber conocido a la mujer que lo convirtió en un hombre responsable, que lo sacó de los vicios, que le salvó la vida, que lo convirtió en padre y a ellos en abuelos. Richard sabe que ellos vivirán con esa culpa el resto de sus días cada vez que lo miren a los ojos, así que deja que sea la misma vida la que les recuerde en cada instante el error que cometieron—. Ya estamos aquí reunidos, y esta vez estaremos contigo siempre. Sabemos del restaurante en Francia, ¿qué tal si viajamos cuando te sientas listo? Para conocer el lugar —Richard no está claro de lo que desea hacer de ahora en adelante, ni convencido de querer volver a Francia, donde había planeado una vida en familia con Caroline y todos los hijos que venían, por eso responde: —Yo quiero volver para vender la villa en la que vivíamos, y la verdad, no sé qué hacer con el restaurante. Necesito tiempo. El resto de la familia está en la cocina preparando el desayuno, se les puede escuchar hablar, por eso Richard se levanta, abriendo la puerta e invitando a sus padres a que entren nuevamente para presentarlos a todos y compartir la comida juntos. Richard se siente aliviado viendo cómo sus padres comparten sonrisas con el resto de la familia enterándose de todas las historias, sorprendidos al saber que
su hijo ha aprendido a surfear y deseosos de verlo un día en la playa mostrándoles sus habilidades. Viéndolos enamorados de su nieta como nunca lo creyó posible e imaginándose lo feliz que estaría Caroline en este momento, porque fue algo que ella siempre le predijo cuando lo veía pensativo o triste. Ella lo abrazaba por la espalda, le daba un beso y afirmaba: «Un día, tus padres van a venir a buscarte, te pedirán perdón orgullosos de lo que has hecho con tu vida y tú, mi amor, les vas a permitir tratar de enmendar su error. Tú lo necesitas, ellos lo necesitan, todos necesitamos una segunda oportunidad. No estés triste, ese día llegará». Al recordarla, Richard siente sus besos en sus labios, sus brazos alrededor de su pecho, puede oler su perfume de flores. Esto sumado a la emoción de ver a sus padres prometiéndole lealtad, lo abrumó tanto que tuvo que llorar como un bebé, lo que llama la atención de todos, causando un silencio profundo. La madre de Richard le da la bebé a su esposo y corre a consolar a su hijo como nunca lo había hecho, ni siquiera cuando era un niño, porque según ella, esa era de las responsabilidades de las niñeras. Se abrazan, sellando el primer día en el que empieza un nuevo capítulo en sus vidas. Vivian, en el extremo de la mesa, observa extasiada con su hijo en brazos. Conoce a Richard desde que eran casi niños, así que no siente envidia para nada, ni celos, y mucho menos desearía que su madre llegara un día a pedir perdón para rehacer sus vidas. Es consciente de que son dos casos diferentes: Richard tuvo padres ausentes, ella tuvo una madre abusiva que hasta en el momento más feliz de su vida, en su boda, llegó con todo su odio para destruirla. «Son dos casos diferentes», piensa sonriendo, observando una escena que Caroline estaría disfrutando desde el cielo.
22
Pasan así los días y poco a poco el sentimiento de alegría va reemplazando al sentimiento de tristeza que los agobiaba, mirando el presente con positivismo, planeando el futuro con motivación y esperanza. En el último mes, los amigos se han reunido más a menudo para acompañarse. Aprendieron que aunque ahora son adultos y tienen responsabilidades que los han llevado a emprender diferentes caminos, no pueden dejar de cuidarse los unos a los otros, que la muerte es una realidad latente que ataca por la espalda cuando menos lo esperas, que la vida no tiene explicación lógica. El reciente encuentro es para despedir a Carol y a Mario, que junto a Charlie van emprender un viaje al Amazonas, por lo que ella estaba particularmente emocionada y agradecida con Mario, que se ha dedicado a ella el último mes con todo su amor. Gracias a que los padres de Richard llegaron, no se ha tenido que preocupar por él. Ninguno podrá ir al aeropuerto porque saldrán muy temprano en la madrugada, así que se despiden ahí mismo. No hay lágrimas que llorar, porque ya todas las han derramado, ahora su única intención es disfrutar el momento. Ellos van a vivir por los que han muerto; era claro que la intención del tío Anthony, Daniel y Caroline no era acabar con sus vidas tan jóvenes, por eso ellos van a vivir tratando de ser felices, ayudando a la mayor cantidad de personas que puedan como sus amigos no lo pudieron hacer. Llegada la madrugada del día siguiente, salen sigilosamente de la casa sin hacer mucho ruido para no despertar a los pequeños niños. Ya la noche anterior se habían despedido de ellos, prometiéndoles entre llantos que volverían antes del año nuevo para celebrarlo juntos. Carol los lleva en su mente y en su cartera con las fotos que besa cada vez que necesita fuerzas. En el camino al aeropuerto, los tres —Mario, Charlie y Carol— piensan en lo desconocido que les trae este viaje. Un viaje para reencontrarse consigo mismo. Un viaje para redireccionar la brújula de la vida. Un viaje para volver a encontrar las ganas de vivir. De esta forma, con la muerte de Caroline se cerraba un ciclo en cada una de las vidas de sus familiares, amigos y conocidos. La muerte inesperada de alguien siempre trae consigo un gran dolor y necesita de reestablecer las bases emocionales de los que vivenciaron la pérdida. En este proceso de cerrar ciclos, Tina decide que a las primeras personas a las que debe ayudar son su propia
familia. Además, es la mejor forma de ayudarse a ella misma, así que decide cerrar por un tiempo las terapias para irse de viaje a Grecia con toda la familia, a la primera competencia de windsurf a la que los hermanos asistirán en homenaje. —Siempre tuvimos miedo de que sufriera un ataque en el mar sin que nadie pudiera ayudarla —lamenta Logan, arrepentido de que su deseo de mantenerla a salvo le quitó la oportunidad de disfrutar tantas cosas en su vida—. A veces pienso que fue nuestra culpa —concluye recostándose en el pecho de su esposa. —No fuimos los culpables de su muerte, mi amor. Cometimos errores, pero solo queríamos protegerla —contesta acariciando la cabeza de su esposo. mirando a sus hijos practicando en el mar mientras Vivian, debajo de un parasol, abraza a su hijo, observando jugar a Jhon con unos niños que acaba de conocer en la playa. Richard se va de vuelta a Francia con su hija en compañía de sus padre. Sabe que Caroline sería feliz sabiendo que el restaurante sigue funcionando, que él sigue ayudando a los trabajadores, que en su mayoría son inmigrantes, para enviar dinero a sus familias en otros países. Sus padres cuidaban de la niña en la villa mientras él trabajaba medio tiempo, ya que desde que le había dado el trabajo de supervisor a Óscar podía compartir más tiempo con su pequeña familia. Él extraña a la familia de Caroline, pero comprende que en estas situaciones cada uno debe encontrar su propio modo de sanar las heridas emocionales. Gracias a la tecnología, se mantienen en o con videollamadas en las que las dos familias hablan por horas, compartiendo momentos agradables. Alexander logra conseguir más apoyo económico para abrir más oficinas de atención psicológica para los de su comunidad, incluyendo a aquellos que todavía viven en el clóset temerosos de decir su verdad en público. Junto con su novia, con la que ha vivido los momentos más felices de su vida, logra convertirse en un hombre seguro de sí mismo, fuerte en cuerpo y en mente, por eso sabe que la única forma de honrar la vida de su amiga Caroline y la de tantos que han sido asesinados por su condición sexual es vivir. Vivir con dignidad. Vivir esforzándose por ser feliz. El profesor Marthin con Bradt viven un día a día simple. Saben que algún día tendrán que volver a Europa, donde viven sus familias, que afortunadamente los aman de manera incondicional; sin embargo, su obligación moral de ayudar los
mantiene anclados a este lugar, más ahora que Carol viene. Infortunadamente, no pudo salvar la vida de Daniel, pero no permitirá que Carol pierda la batalla contra la depresión, está dispuesto a acompañarla a sacar la oscuridad de su mente como él lo había logrado. En Francia, en Grecia, en Colombia viven personas peleando la batalla que los lleva como buenos soldados a ponerle el pecho a las balas siguiendo hacia adelante. Carol, Mario, Richard, Alexander, Marthin, Vivian, Charlie, Tina y Logan siguen hacia delante esperando que el futuro les recompense con sorpresas que traigan felicidad y que el universo los vuelva a reunir para celebrar, reír y disfrutar juntos. Carol baja de la pequeña avioneta que parecía que se iba a partir en mil pedazos cuando volaban en medio del cielo. Ahí de pie viendo el hermoso panorama lleno de casitas de madera, arboles exóticos y animales silvestres, respira profundamente el aire puro de la selva, abre los brazos, dándole la bienvenida a nuevos aprendizajes que desconoce, y camina de la mano de sus dos amores, su padre y Mario, dispuesta a entrar en lo desconocido para tratar de destruir las tinieblas en su mente. Continuará…