NOVENA AL SEÑOR CAUTIVO
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ACTO DE CONTRICIÓN: Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quien sois, Bondad infinita y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido. También me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno, ayudado de Vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén. ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS: Señor, conoces mi corazón, todos mis pensamientos, deseos e intenciones, buenos y malos, y sé que puedo contar con tu amor, aunque no soy digno de él. Gracias por tu paciencia y misericordia, por las innumerables gracias que hoy quieres concederme en esta oración, por eso te pido que me ilumines para dedique estos preciosos momentos a contemplar la grandeza de tu amor. LA PALABRA DE DIOS Del santo Evangelio según san Lucas 11, 29-32 En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús y Él se puso a decirles: Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás. REFLEXIÓN: Realmente hace un milagro, porque en este caso él [Jonás] ha dejado de lado su terquedad y ha obedecido a la voluntad de Dios, y ha hecho lo que el Señor le había mandado. Nínive se convierte y ante esta conversión, Jonás, que es el hombre que no es dócil al Espíritu de Dios, se
enfada: Jonás sintió una gran tristeza y se desdeñó. E, incluso, reprende al Señor. La historia de Jonás y Nínive se articula en tres capítulos: el primero es la resistencia a la misión que el Señor le confía; el segundo es la obediencia, y cuando se obedece se hacen milagros. La obediencia a la voluntad de Dios y Nínive se convierte. En el tercer capítulo, hay una resistencia a la misericordia de Dios. Esas palabras: ‘Señor, ¿no era esto quizás lo que yo decía cuando estaba en mi pueblo? Porque Tú eres un Dios misericordioso y clemente’, y yo he hecho todo el trabajo de predicar, he hecho mi trabajo bien hecho, ¿y Tú les perdonas? Y el corazón con esa dureza que no deja entrar la misericordia de Dios. Es más importante mi sermón, son más importantes mis pensamientos, es más importante toda esa lista de mandamientos que debo observar, todo, todo, todo que la misericordia de Dios. Y este drama también Jesús lo ha vivido con los doctores de la Ley, que no entendía por qué Él no dejó que lapidaran a aquella mujer adúltera, cuando Él iba a cenar con los publicanos y pecadores: no lo entendían. No entendían la misericordia. Hay que esperar en el Señor, porque en el Señor hay misericordia, y en Él hay abundante redención. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 6 de octubre de 2015, en Santa Marta). Deseamos una seguridad, una certeza. Queremos tener ante nuestros ojos una prueba, un milagro. Cada día es una buena ocasión para buscarla, o, más bien para encontrarla, para contemplarla, porque ya la tenemos. Cristo, clavado en la cruz, es la gran señal que anhelamos. La prueba de un amor incondicional y desinteresado; un amor que se entrega hasta el extremo de dar la vida por el amigo. El crucificado nos hace ver un milagro más extraordinario que cualquier otro: el del amor, que se demuestra en el dolor. Basta que le contemplemos detenidamente para que obtengamos una plena seguridad sobre la cual construir nuestra vida: la de sabernos y sentirnos profundamente amados. Esta señal constituye también una invitación. Cristo nos invita a convertirnos en “señales” para nuestro prójimo. Que cuando nos vean actuar, sepan y crean que existe el amor. Que, por nuestro modo de vivir, tengan la seguridad de que vale la pena ser seguidor del hombre que aparentemente fue derrotado en la cruz. Para ser “señales”, pruebas vivas, hay que aprender como Cristo, a subir a la cruz. Ahí está la señal del amor. PROPÓSITO:
Acercarme a un crucifico y pedirle a Jesús que me enseñe a ser señal de amor para mi familia, trabajo, amigos.
ORACIÓN COMUNITARIA: Meditamos en el corazón, como María bajo la advocación de Nuestra Señora del Pilar. Con ella vamos a Jesús para entregamos al Padre.A medida que decimos las oraciones vocales, vamos pensando en los principales misterios de nuestra Redención. 1. Primer misterio Gozoso: La Anunciación Pidamos en este misterio Por los líderes de las naciones, para que respeten y promuevan los derechos humanos y trabajen incansablemente por la justicia, el bienestar y la libertad de sus pueblos, Roguemos al Señor. Padrenuestro, 10 Avemaría y Gloria 2. Segundo misterio Gozoso: La Visitación Pidamos en este misterio Por los oprimidos y explotados, para que no tomen su vida marginal como voluntad de Dios, sino que tomen conciencia de que ellos también están llamados a ser libres, roguemos al Señor. Roguemos al Señor. Padrenuestro, 10 Avemaría y Gloria 3. Tercero misterio Gozoso: El Nacimiento de Jesús Pidamos en este misterio Por esta nuestra comunidad cristiana, para que no nos encerremos a nosotros mismos en pequeños calabozos de intereses personales, sino que seamos verdaderamente uno y libres en Cristo como una comunidad de servicio. Roguemos al Señor.
Padrenuestro, 10 Avemaría y Gloria 4. Cuarto misterio Gozoso: La Presentación Pidamos en este misterio Para que el Señor, no permita nunca que dudemos de ti, que nos ayude a crecer cada día en la fe, en la esperanza y a mostrar estas virtudes con obras en bienestar de nuestro prójimo y nuestra comunidad. Roguemos al Señor. Padrenuestro, 10 Avemaría y Gloria 5. Quinto misterio Gozoso: El Niño Perdido y Hallado en el Templo Pidamos en este misterio Para que Jesús nos conceda la gracia que le pedimos en esta novena, si es de su divino agrado (Se pide un momento de silencio para que cada uno haga su petición). Roguemos al Señor. Padrenuestro, 10 Avemaría y Gloria Rezamos la salve: Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve. A Tí clamamos los desterrados hijos de Eva, a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén ORACIÓN FINAL: Señor, todo está bajo tu dominio menos mi libertad, porque Tú respetas mi decisión de cumplir o no tu voluntad. Me has dado tu Palabra en el Evangelio, te me ofreces en la Eucaristía, para que tu presencia viva
transforme todo mi ser: inteligencia, voluntad, afectos, imaginación y sentimientos. Haz, Jesús, que sepa apreciar estos dones y que aproveche todas las oportunidades, circunstancias y situaciones de mi vida para amarte más. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.