Semiótica de la argumentación ¿Podemos argumentar con imágenes? Miguel M. Reyes Almarza Semiótica de la argumentación ¿Podemos argumentar con imágenes? Miguel M. Reyes Almarza Esta obra ha sido publicada por su autor, a través del servicio de autopublicación de EDITORIAL PLANETA, S.A.U. para su distribución y puesta a disposición del público bajo la marca editorial Universo de Letras, por lo que el autor asume toda la responsabilidad por los contenidos incluidos en la misma. No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del autor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal). © del texto, 2020: Miguel M. Reyes Almarza Diseño de la cubierta: Romina Riveros Riquelme. Edición lingüística: Noelia Escalona Gálvez. www.universodeletras.com Primera edición: 2020 ISBN: 9788418385919
ISBN eBook: 978841836671 A mi pequeña gran familia, Compañía inmejorable en tiempos de pandemia
Prefacio Como parte de una sociedad que le rinde culto en demasía a la imagen y mira de soslayo el poder del texto, siempre consideré necesario contribuir con urgencia a la construcción de un corpus teórico que diera cuenta de tal situación en tanto relación con los procesos argumentativos, sobre todo cuando las imágenes ostentan esa fuerza mágica, transformada en aforismo, de decir ‘más que mil palabras’.
La duda que surge es a todas luces esencial, si la imagen dice más que mil palabras, ¿somos capaces de comprender tal lenguaje? Es más, ¿sabemos qué dicen esas ‘más que mil palabras’? Y no me refiero solamente a la expresión estética o iconográfica, sino también y con mayor atención, a la expresión semántica -mejor dicho, semiótica- que condiciona al lector. Porque las imágenes también son ‘leídas’ y en su rápida aceptación se asume una posición respecto de alguna idea o punto de vista.
En el fondo las imágenes -y es la hipótesis central de este trabajo- son argumentos encapsulados que de ser mal entendidos u obviados pueden generar adhesión sobre ideas falaces o del todo mal argumentadas. Tales razonamientos encuentran en una fotografía o una ilustración terreno virgen para poder manipular el sentido de quienes, por pereza o falta de información, las aceptan y comparten cual ‘Caballo de Troya’ sin entender que son en su mayoría depositarias de puntos de vistas muchas veces violentos e incluso contrarios a la voluntad de quienes las manipulan con pasmosa inocencia.
Llama poderosamente la atención lo exploratorio de este nicho de conocimiento que ofrece muy pocas referencias en profundidad , muchas de ellas poco exhaustivas a la hora de integrar todo lo que en este ámbito puede llegar a ser de utilidad. Sobre argumentación se han escrito ya numerosos textos y tratados, incluido nuestro pequeño aporte¹, así como también sobre teoría de la imagen, semiótica para ser más exactos. Pero ¿qué pasa cuando las imágenes dejan de ser
meramente referenciales y pasan a determinar el razonamiento central del emisor? ¿Tenemos la capacidad de leerlas y comprender cuál es el razonamiento que las construye? Al parecer eso de las ‘mil palabras’ se cumple en tanto dificultad para un entendimiento absoluto.
1 Reyes, Miguel & Escalona, Noelia. (2020) Argumentación para todos: Manual teórico-práctico para educadores, estudiantes y curiosos sobre la argumentación. Universo de Letras: España.
Este libro – Semiótica de la argumentación- tiene por objeto aportar de forma transversal al estudio de las imágenes como estructuras de razonamiento en las cuales subyacen procesos argumentativos complejos que producen efectos significativos en las audiencias. Volviendo a la hipótesis que funda este trabajo, ¿podemos argumentar con imágenes? La respuesta será un gran sí ¿Tenemos control sobre esos procesos?, no siempre. El presente trabajo se encargará, en la medida de lo razonable, de resolver tal presunción.
¡Emoción y razón!
Miguel M. Reyes Almarza
Santiago de Chile, 2020
Introducción El origen de las ideas
1. Conceptos básicos de argumentación, 1.1. Argumentar, 1.2. Esquemas argumentales, 1.3. Criterios de validez, 1.4. Lo implícito, 1.5. El Entimema; 2. Justificación de la hipótesis del trabajo.
No basta con afirmar algo para condicionar la lectura de un trabajo académico, sobre todo en lo que respecta a la argumentación, debemos ser claros en el soporte que le damos a nuestras pretensiones teóricas. Con el objeto de facilitar la lectura de aquellos que comienzan recién a interiorizarse en el mundo de las ideas fundamentadas, la primera parte de esta introducción cuenta con un pequeño resumen de la obra que antecede -al menos en tiempo de publicacióneste libro² y que refresca los conceptos básicos de argumentación necesarios para poder comprender a cabalidad este trabajo. A continuación, conceptualización mediante, presentaremos un caso que ilustra adecuadamente la discusión que anticipa nuestra hipótesis –argumentar con imágenes- y desde allí tomaremos parte para avanzar en nuestra mirada respecto de los fenómenos.
2 Reyes, Miguel & Escalona, Noelia. (2020) Argumentación para todos: Manual teórico-práctico para educadores, estudiantes y curiosos sobre la argumentación. Universo de Letras: España.
“El que conoce los nombres, conoce también las cosas”
Platón - Diálogos – 360 a.C.
1. Conceptos básicos de argumentación
Pertinente será, para el desempeño con este libro, manejar de forma consistente los criterios argumentales básicos, a saber, el concepto de argumento, su forma y la validez de los procesos argumentativos. En vista de esta necesidad revisaremos, antes de comenzar, algunas líneas conceptuales de utilidad para el provecho de esta obra. En el caso de que el lector maneje conceptos de argumentación de mediana complejidad puede avanzar directamente al punto 2 de esta introducción: Justificación de la hipótesis del trabajo.
1.1. Argumentar
La acción de argumentar puede ser definida como una actividad racional que utiliza en su formulación un punto de vista o idea (PV) que intentamos probar y al menos una razón (R) que apoye tal proposición. Es a esta fórmula (PV+R) a lo que llamamos argumento³.
3 Ibíd., Capítulo dos.
Ejemplo1: Voy a leer el libro anterior, ya que es muy útil para entender este.
La razón –en el ejemplo- para leer el libro anterior será que este material se entiende mejor manejado los conceptos logrados en esa obra. Si alguien duda acerca de la afirmación, deberé adjuntar información que permita hacer legítima esa relación y este será un elemento diferencial en el trabajo argumentativo conocido como evidencia (E) y que es el respaldo constatable de la razón presentada en el argumento.
Ejemplo 2: Voy a leer el libro anterior, ya que es muy útil para entender este según el autor.
Como podemos observar, en el ejemplo 2, el autor del libro es en este caso la evidencia sobre su dificultad y contenido (evidencia de autoridad), por tanto, se acepta la razón referida a que contiene elementos previos a conocer y, evidentemente, eso reafirma el punto de vista, es decir, su lectura.
1.2. Esquemas argumentales
Respecto a la forma en que ciertos argumentos se relacionan entre sí será útil, para esta obra en particular, entender algunas estructuras esenciales de lo que se conoce como esquemas argumentativos, sobre todo aquellos definidos desde el enfoque pragma-dialéctico. Hablamos de los esquemas sintomático, instrumental y analógico.
Un esquema argumental será de síntoma (o sintomático) si “existe una relación de cercanía o concomitancia entre las razones y lo que se afirma en el punto de vista o conclusión” (Reyes & Escalona, 2020, p.92) Es decir, aceptamos en contextos definidos argumentos que no están lógicamente conectados, no obstante, algunas razones suelen ir siempre acompañadas de ciertas ideas.
Ejemplo 1: Juan no entiende porque es joven.
Por mucho que asociemos la juventud con cierta inexperiencia emitir un argumento de este tipo no es suficiente para considerarlo legítimo, ya que el entendimiento puede tener múltiples factores más allá de la edad, a sabiendas de que lo primero que la gente pensará por ser parte de los idearios colectivos será que la juventud es una especie de situación de invalidez para ciertas cosas. Pero, como esto es imposible de probar, desde lo lógico y para todos los casos, es un simple síntoma.
Si queremos asegurar perfectamente este argumento, deberemos considerar una instancia lógica, pragmática y de probatoria consistente para su evaluación, es lo que condicionaría el esquema instrumental o de nexo causal.
La relación entre razones y conclusión tiene una fuerte condición de necesidad donde precisamente radica su fuerza argumentativa. La argumentación se basará, por ende, en relaciones causales del tipo acciones y sus efectos, así como también, medios para alcanzar ciertos fines. (Reyes & Escalona, 2020, p.95-96)
Acá la pretensión de razonabilidad es la más alta desde el punto de vista argumental y las inferencias deben resistir todo análisis riguroso en base a la evidencia.
Ejemplo 2: Juan no entiende porque su profesor tiene mala articulación vocal.
No es maldad lo de Juan, acá la razón es factible de comprobar y es que una mala articulación impide que los sonidos sean ininteligibles. De seguro un buen argumento instrumental se blinda de manera eficiente con alguna evidencia que pueda ser solidara a la razón, en este caso, el hecho de que muchos otros estudiantes se hayan percatado de la misma situación sería una buena evidencia por autoridad de muchos, o si existen registros de problemas en el habla del docente, alguna certificación médica, por ejemplo, también actuaría como una evidencia de calidad para sostener el argumento.
1.3. Criterios de validez
Avanzando en esta compacta, pero significativa introducción a la argumentación, es bueno entender los procesos de validez. Aquellos que permiten discernir entre argumentos que de una u otra forma cumplen su función, no obstante, necesitamos evaluar cuál de todos es más sólido en el escenario pertinente. Esta es la exhaustiva tríada que Johnson y Blair (citado por Reyes & Escalona, 2020) reconocen como relevancia, aceptabilidad y suficiencia.
Un argumento cumplirá con el criterio de relevancia si las razones son pertinentes con el punto de vista, es decir, ‘tienen que ver’.
Ejemplo 1: Lloverá porque me duelen los juanetes.
Sin especular acerca de otras formas de comprender la realidad, en estricto rigor argumental, el dolor en una protuberancia en el pie no es indicativo relevante para anticipar un pronóstico de lluvia.⁴
4 Acá debemos detenernos un poco. En este ejemplo en particular el error está supeditado por la correcta razón que genera el fenómeno, a saber, es posible que debido al cambio de presión atmosférica la sangre irrigue en mayor volumen la zona del ‘juanete’, pero,no llueve por causa del juanete inflamado, sino por la variación en la presión atmosférica, esa es la real causa que produce el efecto lluvia y el efecto dolor.
Se cumplirá con el criterio de aceptabilidad, si la relación entre punto de vista y razón es lógica. Esta se dará dentro de un contexto legitimado desde lo formal y
con base en axiomas reconocibles.
Ejemplo 2: Lloverá, ya que así lo indica el barómetro.
Ahora bien, no necesariamente debe ser un instrumento, sin embargo, debe ser una forma legitimada para aceptar tal razonamiento. En la disciplina meteorológica, lo que indica el barómetro es un dato aceptado. También podría ser, ya que así lo indica el ‘presentador del tiempo’ en televisión. En nuestra cultura occidental esa persona goza –incluso luego de innumerables pronósticos fallidos- de la legitimidad para poder anticipar el clima.
Como criterio final, y muchas veces el más complejo de lograr, aparece la suficiencia. ¿Cuántos argumentos necesitamos para establecer un punto de vista? ¿Cuántas razones para consolidar un argumento? Acá no existe una fórmula perfecta debido a que cada situación debe analizarse por separado, ya que en algunos casos solo necesitamos una razón para probar nuestro punto y en otros casos una muy buena cantidad de estas.
Ejemplo 3a: Murió, su cabeza está a 100 metros de su cuerpo.
Y claro, si obviamos algún poder sobre natural, si alguien luego de algún tipo de trauma pierde su cabeza, es altamente probable que haya fallecido en el momento que intentemos explicar el hecho. Difícilmente alguien le intentará tomar el pulso al decapitado para corroborar su diagnóstico, estaría de más. Este argumento es suficiente.
Ejemplo 3b: Los chilenos son personas muy aburridas, mi compañero de habitación es chileno y no asiste nunca a las fiestas de la facultad.
Puede ser que exista cierta condición propia de los sureños e incluso de los habitantes de países australes y fríos, no obstante, el vicio argumental acá es que solo tiene como razón una muestra altamente reducida. Desde el punto de vista clásico, esta es una inducción muy pobre, ya que un solo caso no puede determinar una ley tan drástica. Para mejorar dicha reflexión, necesitaremos más casos iguales u otro tipo de dato que permita sostener el punto más allá de las dudas razonables que puedan recaer sobre tal opinión. En suma, tenemos un argumento bastante insuficiente.
1.4. Lo implícito
Avanzando en la teoría de los actos de habla proporcionada por John Austin en 1962 es atingente a nuestra investigación detenerse en la relación entre sus dimensiones, a saber, la vinculación entre el nivel locutivo, ilocutivo y perlocutivo, donde el primero apela al soporte del acto de habla, el segundo a la intención comunicativa y el tercero a la pretensión respecto de su ejecución⁵. Si ante una emergencia digo “¡socorro!”, la dimensión locutiva será –si usted lee- el texto escrito y todas las normas que lo componen. Si fuera algo que usted escucha, sería el sonido, la expresión oral de un vocablo. La dimensión ilocutiva sería la intención del hablante que es la solicitud de ayuda y su correspondiente perlocutiva, que alguien le ayude. Estas tres dimensiones se comportan de distinta forma si nuestro acto de habla es directo, indirecto y/o implícito. En un acto de habla directo la dimensión locutiva es correspondiente a la perlocutiva. Volviendo al ejemplo, digo “socorro” porque necesito ayuda y cuando uno está en problemas dice “socorro” para que le ayuden.
5 Desarrollado en extenso en Reyes, Miguel & Escalona, Noelia. (2020) Argumentación para todos: Manual teórico-práctico para educadores, estudiantes y curiosos sobre la argumentación. Universo de Letras: España. Capítulo 3.
Ahora bien, muchas veces hablamos con la intención de que nuestro interlocutor interprete de otra forma nuestro mensaje -la ironía es la expresión máxima de este modo- ya sea por una cuestión de estilo, como la poesía, por desconocimiento del idioma o simplemente por jugar con el lenguaje –y con el interlocutor-. Si entramos a una habitación muy calurosa donde hay una ventada cerrada con posibilidad de ser abierta y le decimos a alguien cercano a la ventana “¡aquí es imposible respirar!”, la dimensión ilocutiva no buscará que nuestro interlocutor afirme o niegue el gesto con un “¡sí!, no se puede respirar” o “¿sí?, yo respiro perfectamente”, sino la idea es que ambas dimensiones no sean coincidentes y la persona que escucha haga otra cosa, no lo que literalmente sería afirmar o negar, ya que en este caso buscamos que abra la ventana.
Por consiguiente, y atendidos los actos de habla directos e indirectos, es bueno para el análisis recurrente en los argumentos visuales, entender la dinámica de un tipo de argumento constituído por un acto de habla que se expresa sin ser verbalizado y se conoce específicamente como implícito.
Acto de habla implícito (es) aquel que incluye en su formulación ideas que no necesariamente se expresan de manera explícita o directa. En otras palabras, siempre que decimos algo podemos, sin darnos cuenta, decir más de lo que creemos, situación que no apela a la interpretación del otro como en el caso del acto de habla indirecto, sino más bien, las competencias lógicas que tenga nuestro interlocutor para hacer inferencias razonables de nuestras ideas.
También llamadas implicaturas desde el punto de vista pragmático, los actos de habla implícitos ofrecen mayor información que la propiamente explícita y requiere. Para eso nuestro interlocutor deberá utilizar toda la información disponible acerca del emisor, su intención, el contexto y cualquier otro significado compartido. (Reyes, M. & Escalona, N, 2020, p.21)
6 Ver la obra de Sperber, D. y D. Wilson “La relevancia” publicada en 1994 que desarrolla a profundidad los conceptos de implicatura e informaciones implícitas.
Analicemos la siguiente formulación:
Ejemplo 1: Deberían matar a todos los perros callejeros.
Esta devastadora afirmación carga con ciertos implícitos de los cuales el interlocutor debe hacerse responsable, ya que son implicaturas propias de lo que sugiere. Primero, al decir ‘deberían’ implícitamente condiciona a que la acción la realice otro, no es él quién ejecutará su propia afirmación; segundo, quien así se expresa demuestra al menos su escasa capacidad empática con los animales en condición de abandono y tercero, es alguien que considera que la muerte de estos animales es una solución. Si nos damos cuenta, nada de lo que podemos rescatar implícitamente del ejemplo está en el mismo enunciado, pero son afirmaciones que se desprenden sin ningún tipo de hermenéutica del punto de vista analizado.
En el análisis de los argumentos visuales las implicaturas serán fundamentales para poder coordinar las ideas de los interlocutores, según su contexto y desarrollo y el sentido que se le intenta dar a ciertas ideas. También es importante detallar que gracias a estas es posible adecuar el lenguaje en vías de una argumentación responsable, evitando los lugares comunes o las frases hechas y poco reflexivas, ya que tales despropósitos podrían decir mucho más de lo que intentamos en realidad y empujarnos a la defensa de tópicos difíciles de sostener.
1.5. Entimema
Tan útil como lo revisado hasta acá, con el objeto de aportar al análisis las imágenes en contexto argumental, es bueno entender también el concepto de entimema o silogismo truncado. Esta estructura lógica puede prescindir de alguna de sus premisas e incluso de la mismísima conclusión sin perder su fuerza argumentativa, situación que incluso lo acerca más al desarrollo del lenguaje que comúnmente se usa en las interacciones cotidianas.
No solemos hablar de forma silogística. El lenguaje natural, la forma en que hablamos en lo cotidiano, no es tan estructurado y delimitado. Por una cuestión de tiempo solemos obviar ciertas estructuras dialógicas, ya sea porque son evidentes y van implícitas o porque simplemente no se nos solicita ser más específicos en nuestro razonamiento (Reyes & Escalona, 2020, p.86)
Es por esto que un argumento cualquiera podrá sobrevivir a tal definición en ausencia de razones o del mismo punto de vista. Vamos por algunos casos.
Cuando una campaña publicitaria de cereales destaca en el envase de su producto el texto “sin azúcar”, se entiende que lo que hace la empresa es dar una razón para elegir ese cereal, basados en un contexto que determina la mejor calidad de un cereal en la ausencia de azúcar y que tal elección será la conclusión que se articule desde las razones. La conclusión y la premisa mayor están implícitas en ese argumento.
Ejemplo 1:
P1. Los cereales sin azúcar son más sanos (premisa mayor implícita).
P2. Este cereal no tiene azúcar (premisa media explícita).
C. Llevo este cereal. (Conclusión implícita).
Si nuestro médico nos llama para decirnos que debemos ser operados a la brevedad, entendemos que detrás de esa afirmación categórica hay también un soporte que se sustenta nuevamente en el contexto donde se da la conversación, a saber, un procedimiento hospitalario. La situación se entiende de forma lógica a pesar de la ausencia de las premisas del silogismo.
Ejemplo 2:
P1. Las enfermedades complicadas que requieren un procedimiento quirúrgico de urgencia (premisa mayor implícita).
P2. Mi enfermedad es complicada (premisa media implícita).
C. Tenemos que operarte ya (Conclusión explícita).
En ambos ejemplos podemos atender a un proceso argumentativo aún en la ausencia de sus elementos constitutivos, por un lado, la ausencia de la afirmación misma y por otro la ausencia de los soportes para tal afirmación. En el entendido que los procesos formales e informales no pueden operar fuera de
un contexto porque están basados en lenguaje y este por extensión es arbitrario y requiere de ciertos acuerdos para funcionar, no se sustenta la distinción entre un tipo de lenguaje -escrito u oral- por sobre otros.
Durante el desarrollo de este trabajo de seguro podrán aparecer otras estructuras argumentales necesarias para un análisis exhaustivo de los casos, no obstante, se explicarán en cada apartado de modo que permitan entender los conceptos relacionados. Entonces, volvamos al inicio ¿Una imagen vale más que mil palabras? Quizás. Lo que es claro es que contiene siempre una estructura argumental que las sostiene y de la cual deriva su razonabilidad.
2. Justificación de la hipótesis
En el prefacio hemos avanzado acerca de la factibilidad de argumentar con imágenes, aun así, esa orientación teórica es parte de una discusión que no está del todo resuelta. Para ilustrar esta posición atenderemos a una de las mejores disputas académicas al respecto. En la primavera de 2016 la revista Argumentation & Advocacy publicó un interesante artículo acerca de este tema en el cual el filósofo y teórico de la argumentación Leo Groarke, junto a unos colegas, buscaba responder a un artículo de 1996 donde el Doctor en Retórica David Fleming aseguraba tajantemente que una imagen no podía ser, bajo ningún tipo de consideración, un argumento. La posición de Groarke, Palczewski & Godden (2016) es un enfático sí considerando que Fleming (1996) había errado en la definición acerca de lo que es un argumento y, por tanto, delimitado la capacidad de este para resolver tal afirmación.
La situación era muy clara para Fleming (1996) “If what we mean by “argument” is the act of advancing reasonable positions in contexts of doubt and difference, then a picture cannot, independent of language, be an argument” (p.18). Una foto, en específico, no estaría en posibilidad de sostener una posición razonable en una disputa o más concluyente aún, en ausencia del lenguaje escrito u oral no existiría posibilidad alguna de argumentar. Desde allí podemos inferir que su definición de imagen considera una especie de ente estático sin relación con el contexto y eso abre una posibilidad para refutar interesante, ya que en la argumentación que conocemos –incluso la lógica formal- hay elementos que no necesariamente se verbalizan, volveremos a esto después de esta disputa.
Groarke et. al. (2016) reclaman a la perspectiva de Fleming lo acotado del concepto de imagen utilizado, en primer lugar, porque al hablar de fotografías – pictures- deja fuera cualquier otro tipo de lenguaje icónico como signos, diagramas, la realidad virtual y hasta el mismo cuerpo humano, de allí que sostienen que es mejor hablar de ‘argumentos visuales’ y no de fotografías como argumentos. Para Groarke et. al. (2016) los argumentos visuales, aunque
podrían, no necesitan estar supeditados al texto escrito, cuestión que no afecta en lo absoluto su capacidad argumentativa.
Entonces, ¿cuál es la ‘forma’ de tales argumentos visuales? ¿Por qué un autor insiste en que no pueden ser argumentos las imágenes? Para Fleming (1996) no existe posibilidad de que una imagen pueda contener un punto de vista y un soporte adecuado que sea debatible debido que estos deben estar explícitamente diferenciados, al menos en lo que respecta a la afirmación del hablante –su punto de vista- y el soporte –razones- para tal posición. Más allá de su censura que implica solo lo lingüístico avanza en los elementos mínimos que debe tener un argumento para considerarse como tal y que en una imagen es, al menos para él, imposible de identificar y, por tanto, diferenciar.
Para refutar tal afirmación Groarke et. al. (2016) abren la discusión acerca de los entimemas considerando que, si una imagen no es formalmente exhaustiva, eso no quita que pueda tener la forma de un argumento que deja implícita parte de su fundamentación, en el fondo, los argumentos incluso lingüísticos pueden entenderse debido a su contexto en ausencia visual de alguno de sus elementos sin que esto impida su realización. “In these and many other situations, it is not internal verbal markers, but context that tells an audience that something is an act of arguing” (Groarke et. al., 2016, p.220).
La hipótesis de este trabajo, acerca de si es posible argumentar con imágenes, acepta y amplía la visión de Groarke y sus colegas considerando las imágenes como elementos provistos de sentido y estructura, aun en ausencia o de forma implícita, para un análisis argumental y, por tanto, afectas, tal como el lenguaje verbal, a los elementos que componen y validan un argumento.
Este trabajo avanzará, además, a instancias específicas de la teoría de imagen para ser aún más exhaustivo en el análisis y evitar, lo más posible, la subjetividad que espanta a muchos autores y que explica en parte la aprensión de algunos investigadores a considerar siquiera la existencia de argumentos
visuales.
CAPÍTULO UNO
Semiótica para la argumentación
1. De los argumentos visuales, 1.1. Argumentos visuales puros u homogéneos, 1.2. Argumentos visuales mixtos o heterogéneos; 2. Una ciencia no tan nueva; 3. Algunos fundamentos lingüísticos y semiológicos, 3.1. Lo motivado y lo arbitrario, 3.2. Sintagma y paradigma; 4. Órdenes de significación, 4.1. La significación de primer orden, 4.2. Significación de segundo orden.
Para quienes vivimos en grandes ciudades –aunque las menores no se escapan de su influencia- el flujo de imágenes, ya sea en el espacio público mediante la señalética y la publicidad o en el dominio de lo privado es cada vez mayor, incluso en detrimento –según algunos psicopedagogos fundamentalistas- del correcto uso del lenguaje –escrito y oral-, ya que dejar de leer textos podría derivar en ciertos trastornos de lenguaje en etapas de desarrollo temprano. De cualquier modo, están allí, todo el día siendo parte de casi toda la información que consumimos, en los medios de comunicación, en los avisos comerciales, en libros y revistas, en el paisaje urbano y en los muros de nuestros hogares. Y desde allí nos hablan, nos sugieren cosas, nos persuaden a otras; delimitan los textos y los acompañan para incentivar cierto tipo de lectura. Nunca nos dejan solos.
Entonces, es necesario proceder a su correcta significación para no sucumbir ante la belleza distractora del recurso icónico y así tomar el control de lo que estas intentan significar. Por suerte hay un saber que nos puede ayudar a este proceso hermenéutico.
“En el fondo la fotografía es subversiva, y no cuando asusta, trastorna o incluso estigmatiza, sino cuando es pensativa”
Roland Barthes – La cámara lúcida – 1980.
1. De los argumentos visuales
Antes de entrar de lleno en la semiótica y sus procesos solidarios con el análisis argumental es bueno definir lo que entenderemos por argumentos visuales para delimitar nuestro objeto de estudio con el fin de ser más eficientes en su estudio.
Debido al carácter simbólico de las palabras estas se articulan perfectamente con las imágenes logrando complementarse tan bien como una especie de gramática mixta. Es por eso que podemos evidenciar argumentos que compatibilizan ambas expresiones en un solo texto con sentido.
Una excelente taxonomía que aplica a este apartado es aquella que separa los argumentos visuales en aquellos donde existe algún tipo de texto verbal de complemento y aquellos que solo presentan imágenes.
Como parte de su tesis para refutar la existencia de los argumentos visuales Ralph Johnson (2003) propone un pequeño ejercicio de cotejo para discernir acerca de la naturaleza de un texto con texto e imágenes.
If you can take away the text and what remains can be seen to constitute an argument, then the argument is visual. If, when you take away the text, it becomes unclear either that there is an argument or what that argument is, then the message is not a visual argument. (Johnson, 2003, p.3-4)
En el fondo Johnson nuevamente ataca con la eliminación del contexto, a saber, intenta separar el texto de una imagen para ver si esta se sostiene por sí misma y así validarla como argumento, no obstante, esto es una acción deliberada sobre
un argumento que se pensó como la relación entre texto verbal y no verbal, en el caso específico de una tira cómica o de prensa donde la eliminación de los textos en los balloons, al igual que en la figura 1, deja las viñetas totalmente descontextualizadas. Esto nos lleva a una importante clasificación. Existen argumentos visuales que incluyen y necesitan texto complementario, como el ejemplo anterior y otros que no lo necesitan. Ninguno es mejor que el otro, empero, podríamos inferir que en situaciones donde la imagen tenga un carácter simbólico universal las palabras no serían necesarias debido a que el signo se representa a sí mismo de forma eficiente, sin embargo, en una fotografía, el contexto necesite estar supeditado a un breve texto.
Figura 1.
El famoso test de Johnson será útil para considerar si estamos frente a un argumento eminentemente visual o una especie de híbrido. Para el caso de la figura 1 y en atención a la necesidad que tienen los cómics de relacionar imágenes y textos, así como la mayoría de los contenidos audiovisuales que utilizan los medios de comunicación y las campañas de propaganda o publicidad, no es posible separar lo verbal de lo no verbal.
Este tipo de razonamiento formalmente mixto es el que el filósofo mexicano y profesor de la UNAM⁷ Axel Barceló (2012) identifica como argumento heterogéneo.
7 Universidad Nacional Autónoma de México
Arguments that are not conveyed through a single medium, but instead make use of both verbal and visual resources. Then, I will argue that the contribution images make in them is substantial and direct. They help convey fully propositional arguments, without the need of verbalization or verbal reinforcement. (Barceló, 2012, p.356)
Cada vez que una imagen sea necesaria para la obtención de un razonamiento lógico en relación a un texto cualquiera, el concepto completo será considerado un argumento heterogéneo, por tanto, de carácter Multimedial. De vuelta a la polémica, Hubert Marraud (2013) investigador de la Universidad Autónoma de Madrid, propone su propio test para descubrir los argumentos heterogéneos.
Si se pueden eliminar los elementos visuales y lo que queda sigue siendo un argumento, entonces el argumento no es visual. Si, cuando se eliminan los elementos visuales, ya no se sabe si es un argumento o qué argumento es,
entonces es un argumento visual. (Marraud, 2013, p.2)
En resumen, tendremos dos tipos de argumentos visuales, los puros u homogéneos y los mixtos o heterogéneos, en el primero no hay ningún tipo de texto verbal y en el segundo –el más común- el texto es complemento del argumento y este no se puede entender en ausencia de las imágenes. Anticipemos un par de casos que luego ampliaremos en el análisis de medios.
1.1. Argumentos visuales puros u homogéneos
La triste imagen de Aylan Kurdi el niño sirio encontrado muerto, boca abajo, frente a las costas de Turquía y que rápidamente alcanzó la categoría de impacto mundial fue utilizada como argumento con el objeto de que la opinión pública presionara para que los países europeos permitieran el ingreso de refugiados debido a la crisis humanitaria desatada por la guerra en Siria. Sin textos mediante, solo el cuerpo inerte de un niño al borde de la playa que opera como evidencia. Ahora bien, como todo en lenguaje, el contexto aporta a su entendimiento y hace de esa imagen un argumento con un punto de vista explícito y una razón implícita. La causa de la muerte de Aylan es la resistencia de los países europeos a recibir migrantes de la zona, situación que lleva a estos a intentar la travesía de forma clandestina por el mar preferentemente para alcanzar territorio europeo.
En clave argumental esto podría expresarse de la siguiente forma:
PV: Aylan -niño sirio que arrancaba de la guerra- muere ahogado tratando de entrar de forma ilegal a Europa (Explícito).
R: Las políticas migratorias impiden el paso legal y seguro de refugiados en medio de crisis humanitarias (Implícito).
La infame fotografía -dispuesta en la figura 2- se convirtió también en un símbolo a la indolencia frente a las crisis humanitarias. La sola imagen de Aylan junto a un adulto -policía- que, en una mirada denotativa solo contemplaba la situación, favorecía la lectura preferente que ponía en inflexión el problema de la empatía social a gran escala y dentro de esa reflexión, nos hacía tan responsables
de su muerte como el conflicto mismo.
Figura 2.
Casos similares reconocimos durante la historia con la imagen de la niña que corría desnuda quemada por napalm -Phan Thị Kim Phúc- en la guerra de Vietnam o el niño que cargaba su hermano muerto en la espalda luego de los bombardeos en Hiroshima y Nagasaki, la vergüenza que como adultos debería darnos el hecho de atentar por intereses superiores a la vida misma. Es cierto que alguien podrá ver en este ejercicio hermenéutico una lógica discutible, aun así, a nivel de lenguaje, este siempre estará supeditado a la dimensión sustantiva y contextual del pensamiento, es decir, los acuerdos a que una sociedad ha llegado para interpretar la realidad con base en la cultura y al diario vivir de lo que los rodea. Podemos pensar que esta imagen tendría una lectura completamente distinta en ausencia de contexto, por ejemplo, si la vemos en 50 años más, de cualquier modo, eso no resta el poder argumentativo que posee en el momento de su exposición, en plena contingencia del caso. Argumentando por analogía, eso mismo le sucede al lenguaje escrito cuando el habla va modificando las bases normativas, una persona de 70 años significa al mundo de forma muy distinta que una de 20, sus ‘hablas’ son distintas y es necesario el contexto para entenderlo, así como también la emergencia de nuevos acuerdos, palabras o normas en el lenguaje. Las ‘hablas’ regionales son un excelente ejemplo de este razonamiento, ya que solo cruzando la frontera, en la mayoría de los casos, el lenguaje requiere de nuevos contextos para que la comunicación sea efectiva. En Argentina comen facturas a la hora del mate, en Chile –apenas cruzando la cordillera- las facturas son documentos tributarios del pago de servicios. Obviamente la lectura sugerida de una imagen sin texto tiene que ver con eso, con los acuerdos del lenguaje (llamar factura a una masa dulce o a un trozo de papel), el momento en que se habla (hoy) y el contexto donde aquello cobra sentido (lugar). En esta línea de reflexión el Doctor en filosofía y Decano de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad de Valencia, Jesús Alcolea (2011) afirma que:
Al interpretar adscribimos significados implícitos a la imagen (…) que intentamos articular en el lenguaje. La adscripción tiene lugar en un marco institucional de referencia (el contexto) que define, en general de forma tácita, cómo debe proceder quien hace la adscripción. El objetivo asignado a quien interpreta es el de producir una interpretación convincente e innovadora, en un proceso que es al mismo tiempo psicológico, social y discursivo, y en el que
entran en juego todas las actitudes cognitivas de la interpretación: la construcción de analogías, la creación de hipótesis (…) etc. (pp.131-132)
Este juego de significados puede aplicarse efectivamente al lenguaje visual sin perder ningún tipo de profundidad de análisis, simplemente lo que ha cambiado es el tipo de signo que se analiza. Es por esta razón que los argumentos visuales no se pueden reducir necesariamente a proposiciones, como el silogismo o el entimema, ya que están sujetos a la interpretación, no obstante, eso no significa que no puedan existir ciertas proposiciones isibles para tales razonamientos, simplemente la complejidad en la lectura de las imágenes requiere de un análisis superior que la lectura de un texto y esto se debe fundamentalmente a la condición de simultaneidad de sentido que señalaba la Filósofa Susanne Langer (1954) en relación a los atributos de las imágenes.
Visual forms —lines, colors, proportions, etc. — are just as capable of articulation, i.e. of complex combination, as words. But the laws that govern this sort of articulation are altogether different from the laws of syntax that govern language. The most radical difference is that visual forms are not discursive. They do not present their constituents successively, but simultaneously, so the relations determining a visual structure are grasped in one act of vision. Their complexity, consequently, is not limited, as the complexity of discourse is limited, by what the mind can retain from the beginning of an apperceptive act to the end of it. (p.75).
Mientras el lenguaje verbal ofrece una sintaxis lineal y de estructura sucesiva, las imágenes operarían con base en lo simultáneo, por tanto, en un nivel de complejidad superior respecto a los componentes que deben atenderse a la hora de considerar su significado, todo esto sumado a la experiencia perceptiva del observador, a lo que sea capaz de memorizar y reconocer. En el fondo es quizás esta condición la que hace prevalecer la idea de que una imagen ‘vale más que mil palabras’, ya que cuantitativamente hablando hay mucha más información, y en distintos planos, en una imagen respecto de un texto.
En suma, para ‘leer’ una imagen sin texto, un argumento visual puro, los recursos informativos a considerar son numerosos e incluyen desde los componentes icónicos de esta, formas reconocibles, pasando además y no de forma excluyente por el color, la perspectiva, el encuadre y las relaciones entre estos. En el Capítulo 2 analizaremos casos en específico respecto de la utilización de imágenes en los medios de comunicación masiva, sin embargo, y en beneficio de la comprensión, podemos anticipar un ejemplo básico de lo acá visto.
La figura 3 -extraída de unas clases de liderazgo cuyo contexto es útil a la hora de razonar- sin texto mediante. Esta ofrece un argumento simple más allá de que algunos elementos, como ya adelantamos, puedan estar solo implícitos. Sin temor a dispersarnos podemos decir que en esta metáfora el león es líder y el resto de las ‘aves’ lo secundan. Esto viene dado por la posición que ocupa en el centro del cuadro y el tamaño relativamente superior al resto. De alguna forma, esta idea permea desde el conocimiento regular que le adjudica ciertas características al león, entre ellas, como el rey de la selva y una figura de posicionamiento con base en el respeto que se le tiene y también la violencia que podría quedar de manifiesto en caso de impugnar tal sentido.
Figura 3.
El argumento –implícito- podría construirse de la siguiente forma:
PV: Los líderes son como leones,
R: ya que evocan control y respeto.
E: Según la zoología el león es uno de los animales que ejerce mayor control sobre su entorno debido a la escasez de depredadores que lo provoquen.
Difícilmente podremos considerar que el león en la gráfica es un subordinado, todos están detrás de él en una perspectiva de mayor a menor, además la relación con cierto tipo de vestimenta –formal- oficia como contexto que puede interpretarse como ‘trabajo’, ya que usualmente se representa de esa forma a las personas cuando hablamos de espacios laborales. Encontramos aquí una metáfora que traslada las cualidades del león al escenario laboral (figura que explicaremos más adelante).
En un escenario más común podemos analizar la forma en que se comportan algunas señaléticas urbanas que esbozan ideas de fácil y rápido entendimiento – más nos vale- y que traen implícito el punto de vista, conocidas como señales de precaución o peligro. A saber, una señal de pavimento resbaladizo como la de la figura 4 nos conmina a bajar la velocidad y poner más atención en las condiciones del camino, de cualquier modo, eso no sería suficiente –y no lo essi detrás del reconocimiento de la señal no está el conocimiento tácito de que la no ejecución de tal acción pone en riesgo nuestra seguridad, la de otros y nos expone a algún tipo de castigo.
Figura 4.
Es cierto que en este último caso se impone el famoso “panóptico” de Foucault⁸, aun así, detrás de cada medida censora hay, ya sea buena o mala, una razón para sostenerla.
8 Se entiende por panóptico en la teoría del filósofo francés Michel Foucault al control omnisciente e invisible que ejercen las instituciones políticas para vigilar y gestionar a los individuos en sociedad.
Complementando lo anterior, estas señales de tránsito suelen alertarnos respecto de ciertas situaciones de riesgo, es decir, tienen por objetivo entregar información necesaria para una circulación segura. De allí que podríamos considerar que todas buscan los mismo –prevenir- si bien, las razones sean de muy variada índole.
En clave argumental esto se vería expresado de la siguiente forma:
PV: Ponga cuidado en la conducción.
R: El pavimento está resbaladizo.
E: Dirección de tránsito.
Para el caso que acabamos de revisar, así como también para todo tipo de señalética similar, la evidencia será la dirección de tránsito del lugar amparada por la Ley de Tránsito que coacciona cualquier tipo de interpretación antojadiza
que el conductor quisiera darle a la imagen. Obviamente el criterio que lleva a respaldar la señal anterior va estar supeditado a la experticia de quienes trabajan en tales dependencias y son capaces –y están facultados para eso- de evaluar las condiciones del entorno para indicar el posible riesgo.
1.2. Argumentos visuales mixtos o heterogéneos
Para finalizar con esta taxonomía, hablaremos de los argumentos visuales heterogéneos definidos como aquellos que están compuestos, además de la imagen, por algún tipo de texto escrito. En este punto es importante recalcar que la publicidad, por una cuestión de lenguaje propio, suele argumentar con base en esta complementación, del mismo modo, los medios de comunicación masivos y otras expresiones propagandísticas también utilizan el recurso que permite dirigir de forma más específica la lectura sugerida de la imagen, haciéndola aún más masiva y evitando dispersión en el sentido.
Si volvemos a la figura 1, nos daremos cuenta que necesariamente debe considerar un texto específico que se complemente con la imagen de lo contrario las interpretaciones podrían alejarse peligrosamente de la realidad. Coincidentemente con la forma de una tira cómica, los textos son esenciales para entender la interacción gráfica que allí se presenta. A continuación, se exhiben dos variaciones de la figura 1 que desarrollan un sentido totalmente distinto solo cambiando el texto inscrito en el speech balloon.
Figura 1a. Figura 1b.
Es obvio que cada una de las variaciones de la figura 1 (1a. y 1b.) se resuelven en el lector de forma radicalmente opuesta. Lo interesante es que la imagen no ha variado un ápice y a pesar de tratarse de la misma ilustración, el texto es capaz de reconfigurar el sentido dramáticamente. Para quienes solo vean la figura 1a. la sensación de impotencia, respecto del abuso policial, no dejaría espacio siquiera para la emoción de la figura 1b. y viceversa.
En clave argumental, los razonamientos que acabamos de analizar se expresarían de la siguiente forma:
Para la figura 1a.
PV: La policía abusa de los estudiantes.
R: Los estudiantes ruegan no ser lastimados.
E: Algún medio que busque poner el acento en un mal actuar de la policía.
Para la figura 1b.
PV: La policía es confiable en caso de problemas.
R: Los estudiantes recurren a ellos por ayuda.
E: Algún medio que necesariamente busque acrecentar el respeto por la autoridad.
¿Es posible entender cada imagen en ausencia de texto? Si el objetivo es que
todos entiendan lo mismo, la respuesta es un no rotundo. Desde otro ángulo, imaginemos que desaparecen ambas figuras y solo queda el texto ¿podríamos hablar con propiedad de abuso de autoridad o confianza en ella solo atendiendo a los actos de habla allí expresados?, difícilmente. En ambos casos podemos asegurar que nos encontramos con un argumento visual heterogéneo.
Revisemos otro caso, esta vez desde la propaganda política. Corría mayo de ١٩٦٨ y un grupo de estudiantes universitarios se rebelaba tenazmente contra el sistema y el autoritarismo del General De Gaulle, presidente de la época. Como forma de resistencia, estudiantes y artistas de la Ecole des Beaux-Arts de París fundaron el “Atelier Populaire”, su misión fabricar carteles para exhibir en las calles en apoyo al movimiento de protesta. Todos los afiches presentaban un refinado equilibrio entre imagen y texto situación que permitió llevar sus ideas y razonamientos a las calles configurando así el relato público del conflicto.
En cierto momento de mayor incertidumbre los sindicatos de trabajadores, otrora parte del movimiento, comenzaron a ser tentados por el gobierno con base en pequeñas reformas laborales más cercanas a sus intereses, con un solo y preciso objetivo, desmovilizar la frágil alianza entre trabajadores y estudiantes.
La figura 5 es uno de los afiches que aparecieron por todo París tras la jugada de De Gaulle, en estos se veía una persona de perfil y un brazo que desde atrás tapaba su boca y su nariz con un paño. Dos líneas de texto enmarcaban la imagen, arriba con la palabra “Reformas” y abajo “De Cloroformo”
Figura 5.
En clave argumental, este argumento mixto o heterogéneo podía estructurarse de la siguiente forma:
PV: Las reformas solo buscan ‘debilitar’ la voluntad de los trabajadores.
R: Así como el cloroformo adormece a las personas, hace que pierdan el sentido.
E: La discusión mediática acerca de la inteligente jugada de desmovilización ejecutada por De Gaulle dividiendo el movimiento al negociar de forma parcial.
Si analizamos únicamente la imagen, es difícil asociarla al movimiento –o a cualquier otro-, ya que sin el texto podría incluso leerse como una especie de gesto violento de asfixia, sin embargo, texto mediante, las ideas se ven más claras. El brazo es la representación del gobierno, el paño con cloroformo son las reformas –que buscan debilitar la voluntad de los trabajadores- y la persona, de la cual apenas vemos una silueta y un ojo, es el movimiento obrero. Podríamos seguir analizando la semiosis que acá se comparte con elementos que refuerzan aún más la intención de la República, a saber, la mano viene de atrás, es decir, no es una jugada llana, frontal, sino tiende a la sorpresa, al engaño, al embuste.
En rigor estamos frente a un argumento por analogía donde la relación entre Punto de Vista y Razón es en tanto la similitud de una política pública y un procedimiento anestésico, la creatividad del panfleto debe anticipar la lectura preferente de su audiencia para poder asegurar una reacción óptima que movilice la opinión pública.
Ninguna de estas observaciones sería posible si no existiera complementariedad
entre imagen y texto, de allí que se desarrolla el maridaje perfecto para un argumento visual heterogéneo.
2. Una ciencia no tan nueva
Para hablar de semiótica –así como de casi todas las cosas que conocemos en el mundo occidental- debemos adentrarnos nuevamente en la Antigua Grecia específicamente en el año 360 a.C. En los Diálogos, Platón (1993) interviene en una interesante discusión titulada Crátilo o del lenguaje, llamado por Hermógenes a arbitrar en una disputa acerca del significado de las palabras. Crátilo sostiene que las palabras contienen ciertos sonidos que contienen la esencia de lo nombrado, por lo tanto, su relación con lo que designan es absolutamente natural. Hermógenes por su parte adhiere a la teoría de la arbitrariedad, como más tarde lo haría el suizo Ferdinand de Saussure (1986) argumentando que solo las convenciones sociales sostienen tal relación entre el signo y lo designado. Tiempo después, el discípulo más aventajado de Platón, Aristóteles (1988) en su obra Tratados de Lógica (Órganon) se inclina también a la idea de lo convencional en lo que a las palabras se refiere. Ambos caminos, lo natural y lo arbitrario- han sido explorados durante centurias teniendo mayor aceptación académica la teoría de lo arbitrario. El lenguaje es un acuerdo entre las partes que componen una sociedad para designar lo que no está presente.
¿Y las imágenes? Claro que no las habíamos olvidado. Es bueno saber que las palabras y las letras que las componen son signos también y, por tanto, a modo general imágenes con un significado reglamentado. Las mismas atribuciones que podemos analizar en los signos lingüísticos están presentes, de una u otra forma, en aquellos más complejos, como una fotografía. Complejos porque podemos encontrar gran variedad de significación en solo una pieza gráfica, haciendo alusión al aforismo que abre este libro, “una imagen vale más que mil palabras quizás” porque contiene gran cantidad de signos, muchos de ellos hablando en distintos planos. Consideraremos a la semiótica como la ciencia que estudia los diferentes sistemas de signos que permiten la comunicación entre las personas, es decir, todo aquello que simboliza algo –partiendo por el lenguaje mismo- y que es posible de analizar e interpretar como cualquier otro tipo de saber.
La semiótica es una ciencia de igual importancia que las restantes, que estudia cosas o las propiedades de cosas en tanto en cuanto su función es servir como signos, también es el instrumento de la totalidad de las ciencias, puesto que cada ciencia utiliza y expresa sus resultados por medio de signos. (Morris, 1985, p.25)
Ya hemos anticipado su dimensión lingüística, lugar donde descansa la argumentación verbal, las palabras, no obstante, para este trabajo nos detendremos en la dimensión icónica que se ocupa de todas las imágenes, signos o símbolos que acompañan –o no- un texto escrito y que le entregan un valor argumental complementario o muchas veces distinto. Entenderemos por semiosis el proceso de creación de significado que, para este libro, desarrollan las imágenes y trabajaremos sobre los distintos órdenes de significación que podemos reconocer en cada una de ellas.
3. Algunos fundamentos lingüísticos y semiológicos
Los recorridos teóricos con relación a la semiótica son amplios y variados, con todo, para las pretensiones de este texto, se analizarán conceptos específicos del campo de la lingüística y la semiología, entre los cuales destacaremos el aporte basal del suizo Ferdinand de Saussure y su Curso de lingüística general para luego avanzar con los órdenes de significación desarrollados por el gran filósofo y semiólogo francés Roland Barthes. Para evitar la barrera del lenguaje disciplinar, cada concepto será explicado dentro del texto con el fin de no entorpecer la lectura y favorecer el análisis inmediato.
Más allá de la obvia restricción inicial que observan los estudios lingüísticos referidos al lenguaje humano y las lenguas que lo regulan, su teoría se hace perfectamente aplicable a esos otros tipos de ‘texto’ más parecidos a la realidad como una pintura, una fotografía e incluso un símbolo donde el significado va a tener mayor relación con el observador que con una norma propiamente tal. Para explicar esto, abrimos la siguiente dicotomía: lo motivado versus lo arbitrario.
3.1. Lo motivado y lo arbitrario
Una imagen –en tanto signo- se considerará motivada aplicando la conceptualización de Saussure (1986) cuando lo que designa tiene amplias posibilidades de significación, es decir, no está normalizado de forma absoluta y posee cierto grado de similitud con lo que designa. Si vemos la fotografía de una manifestación, podemos entender que lo que aparece allí se ve ‘casi’ tan real como lo es de forma presencial y, por tanto, pretendemos darle un nivel de legitimidad superior como recurso informativo. Si fuera un dibujo, dudaríamos un poco. Si fuera un texto que diga “aquí hubo una manifestación” , definitivamente pediríamos evidencia de aquello. Esto quiere decir que el lenguaje escrito, por estar tan lejos de lo que designa debido a lo arbitrario de su formulación, pierde valor frente a una imagen. Mientras las fotografías son altamente motivadas como medio de representación de la realidad, ya que tienen la forma de esta, el lenguaje escrito se hace absolutamente arbitrario, dado que obedece necesariamente a una convención. Podemos imaginar una escala sucesiva donde en las antípodas se encuentra la escritura, 100% convencional, y por el otro lado las imágenes, altamente motivadas.
Es bueno entender que existen honrosas excepciones a estas descripciones en el ámbito de la escritura, a saber, los pictogramas que componen los ideogramas chinos, antes de ser unificados en todo el territorio solían representar de manera muy directa la realidad designada, por ejemplo, pictograma que designa al ave niǎo - prácticamente evolucionó del mismo animal como se aprecia en la figura 6.
Figura 6.
Acá podemos apreciar –de izquierda a derecha- como el ave se ha movilizado en cerca de 3000 años, desde una figura muy motivada de la escritura oracular, cercana a lo real, a algo mucho más abstracto en la escritura actual simplificada. Aun así, la abstracción todavía deja ver ‘algo’ de esa ave original, pico, ojo, alas y patas que van diluyéndose con el tiempo.
¿Podemos hacer lo mismo con nuestro alfabeto?, definitivamente no. Entre una palabra que designa un objeto o idea y su referente (o significante) no existe relación alguna. Si seguimos en el mismo ejemplo, ¿es posible ver un ave en la palabra AVE? Requeriría al menos muy buena voluntad y una imaginación superlativa. Por eso, a este mecanismo de significación se le conoce como arbitrario, ya que está muy lejos de designar de forma directa al objeto que lo precede.
Desde el punto de vista argumentativo, una imagen motivada suele ser incluso evidencia en ciertos escenarios jurídicos y sociales y eso los paparazzi lo saben muy bien. Más allá de las eventuales ediciones –bien o mal intencionadas- que pueda tener una fotografía, esta tiene una garantía de legitimidad superior, ya que es difícil dudar acerca de lo que representa, sin embargo, un dibujo del mismo objeto pierde solidez como demostración. Si las personas ‘ven’ las cosas, son más condescendientes con su valor como elemento representador de la realidad. Un texto, por lo tanto, sería un elemento arbitrario que requerirá al menos una evidencia de autoridad para no sucumbir al desprecio en una disputa. El gran auge en la industria de medios y sobre todo publicitaria que ha tenido el Photoshop¹ es un indicativo poderoso del lugar que las imágenes bien tratadas ocupan sobre la palabra escrita. Si algo se ve bien, está bien y gozará de la aceptabilidad de la audiencia mayoritaria, si se ve mal, deberá editarse para que se vea bien y cumpla con el significado deseado.
9 Reportero gráfico que obtiene imágenes comprometedoras de personalidades públicas, generalmente sin permiso, con el fin de obtener ingresos con base en la polémica que estas susciten en la opinión pública.
10 Software para la edición de imágenes.
Más adelante en el capítulo 2 nuestro análisis de medios se abocará específicamente a la distorsión que puede operar sobre la lectura de signos tan motivados como una fotografía, así también cómo esta puede ser conducida y delimitada por un texto arbitrario o pie de foto. Sigamos en nuestra línea conceptual necesaria para los análisis profundos.
3.2. Sintagma y paradigma
La forma en que se relacionan los elementos que componen un texto¹¹, cualquiera que este sea, también está sujeta a cierto criterio dicotómico, Saussure (1971) consideró, para tales efectos, la existencia de relaciones de carácter sintagmáticas y paradigmáticas.
11 En comunicación y en específico en semiótica el término texto opera no solo a la expresión escrita, sino a cualquier tipo de signo o conjunto de signos que permitan una lectura significante, por ejemplo, una fotografía o una pintura.
Cuando hablamos de relaciones sintagmáticas, hablamos de aquello que permite vincular elementos dentro de un mismo grupo. La forma en que las palabras del alfabeto español se asisten unas con otras para poder dar sentido a una oración es sintagmática, ya que cada una por separado no tiene la capacidad de proporcionar la idea de la fila completa, cada una cumple un rol en relación a la que le antecede y a la que le sucede y es en esa relación donde se da tal particularidad.
Ejemplo 1: Este libro habla claramente de argumentación con imágenes.
Cada palabra del ejemplo anterior tiene sentido en relación al conjunto de vocablos que forman la oración. Si tomamos la palabra ‘este’ fuera de contexto podría indicar, así como el pronombre demostrativo que ostenta en el ejemplo, también un punto cardinal. Sin referencias es imposible determinar su valor y, por tanto, no aporta al significado esperado. Si hacemos algo similar con la palabra ‘habla’ dejándola desprovista de relación, podríamos inferir que se trata de la realización de una lengua en particular y muy difícilmente anticipar que
indica el contenido de un texto. Las relaciones sintagmáticas dentro de un texto otorgan claridad y precisión en relación al sentido, los artículos anteceden generalmente al nombre y al lado del verbo puede existir un adverbio que lo condiciona. La gramática, entonces, será la encargada de normalizar las relaciones de carácter sintagmático en el lenguaje escrito.
Por otra parte, existe un nivel superior que contiene todos los elementos que se relacionan sintagmáticamente, a ese continente lo llamaremos paradigma. El paradigma será el conjunto de donde elegiremos los signos a utilizar. En el ejemplo anterior, todas son palabras del idioma español, por tanto, el paradigma será la Lengua española y desde allí tomaremos los elementos –palabras escritas en este caso- necesarios para que sintagmáticamente signifiquen algo. “Así todos los mensajes incluyen selección (tomada de un paradigma) y combinación (en un sintagma)” (Fiske, 1984, p.49).¹²
12 Las cursivas son del autor.
En una primera instancia, hablaremos de selección cuando estemos ante la decisión de optar por uno u otro conjunto o paradigma, en el ejemplo 1 nuestra elección fue usar palabras del lenguaje escrito para comunicar la idea por razones obvias, no obstante, hay otros paradigmas que tienen signos que permiten comunicarse, por ejemplo la lengua de señas o el alfabeto Morse, sin embargo, la primera opción necesita de imágenes de manos para lograr su cometido y del conocimiento de nuestro interlocutor respecto de dicho paradigma. La segunda, requiere secuencias específicas de puntos y rayas que no suelen ser de conocimiento general. Hemos optado, entonces, por el paradigma más adecuado para la edición de un libro: el lenguaje escrito.
Ahora bien, al elegir el paradigma del lenguaje escrito (derivado de la Lengua española) tenemos que combinar sus elementos para poder lograr que nuestras ideas tengan sentido y ‘signifiquen’ algo para alguien. Es así que basados en la norma que condiciona el paradigma combinamos artículos, nombres, verbos,
adjetivos, etc. según la gramática para obtener el resultado esperado.
Si hablamos de argumentación e imágenes, podemos anticipar lo siguiente. La elección paradigmática va a tener directa relación con el contexto en el cual intentamos persuadir o convencer a alguien. Si hablamos de cifras, por ejemplo, será más útil usar gráficos que proyecten dichas cifras en una imagen comprensible para poder explotar toda su fuerza argumentativa, si hablamos de accidentes automovilísticos, la fotografía de alguno de los sucesos será más conmovedora que un gráfico de barras ponderando el aumento de los casos.
Sigamos con los accidentes de tránsito. Si nos inclinamos por una imagen en movimiento (paradigma audiovisual) para generar conciencia de la responsabilidad al volante, avanzamos del paradigma a las combinaciones sintagmáticas dentro del mismo. La mayor parte del fracaso de los programas de concientización de los gobiernos peca de poco persuasivo respecto a la combinación de sus elementos, ya que por razones de protección al menor evitan mostrar violencia en exceso, sangre o cadáveres, elementos que combinados son altamente persuasivos, usando imágenes muy cuidadas, distantes, sin presencia de personas y cambiando el color por el blanco y negro, el sonido de una frenada brusca y un impacto era lo más impactante del video.
En España, por cierto, las campañas de mayor éxito de la década de los 90’s eran las que combinan elementos más naturales, eso incluía sangre a todo color, cuerpos que impactaban dentro de los vehículos y una que otra imagen de personas reales accidentadas. La relación sintagmática en este último caso es más efectiva, ya que no deja libre la interpretación del resultado de dichas conductas imprudentes y eso facilita la adhesión –mediante el temor- de los telespectadores.
Ahondaremos más en estos dos tipos de relación cuando trabajemos en el capítulo 2.
4. Órdenes de significación
Un gran irador de la obra de Saussure, fue el filósofo y semiólogo francés Roland Barthes. Gran parte de su trabajo tiene referencias positivas a la conceptualización del suizo adentrándose aún más en las implicancias que esto tiene en el mundo de las imágenes. Para Barthes (1971:1990:1999) existen al menos 2 órdenes distintos de significación que difieren en la relación entre significante y significado dentro del signo.
El signo es un objeto físico (…) consiste de un significante y un significado. El significante es la imagen del signo tal como la percibimos, las marcas en el papel o los sonidos en el aire; el significado es el concepto mental al cual se refiere. Este concepto mental es por lo general común a todos los de la misma cultura que comparten el mismo lenguaje (Fiske, 1984, p.37)
Lo anterior puede ejemplificarse de la siguiente forma para poder avanzar en la conceptualización de fondo. Si vemos escrita la palabra GATO, el significante será la secuencia de fonemas que la compone, el soporte, aquello que podemos constatar y ‘leer’, las líneas negras sobre el fondo blanco. El significado será lo que entendemos por ‘gato’, el concepto que se nos viene a la mente cuando leemos ‘gato’. Como es cultural no todos pensaremos el mismo gato, incluso alguien podría pensar en el dispositivo para cambiar las ruedas del auto, un hashtag (#) e incluso una especie de juego donde deben alinearse equis y círculos y no estaría equivocado, obviamente eso obedecerá al contexto.
Volviendo al concepto de mamífero -que creemos el más universal de todos por razones semánticas- en un lugar donde los gatos viven de lo que cazan muy probablemente no se visualizará a un felino como Garfield¹³, sin embargo, en un contexto urbano, donde estos animales suelen tener menos demanda física del entorno, es probable que nos inclinemos por imaginar un gato con sobrepeso.
13 Personaje de historieta creado por el dibujante norteamericano Jim Davis (1978) y que gusta únicamente de comer y dormir.
Si vemos un corazón tallado en un árbol con las iniciales M y N, el significante es el tallado mismo, el corazón, la flecha y las dos letras hendidas en la corteza del árbol, en cambio, el significado será, eventualmente, una promesa de amor entre dos personas y quién sabe cuánto más. Estos ejemplos nos posicionan precisamente donde necesitamos estar para entender los órdenes de significación.
4.1. Significación de primer orden
La denotación
Es aquella donde la relación entre significado y significante es directa y no permite hermenéutica alguna, así como también, la relación con la realidad a que se refiere. Se trata, entonces, de lo evidente, de aquello que, amparado por el uso conciente y no patológico de los sentidos, nos relaciona con otros en similar lectura y representación de lo observado.
Figura 7.
Si tuviéramos que hacer una lectura denotativa de la figura 7 en tanto significación de primer orden, esto sería la imagen de una mano de bebé que se aferra al dedo de un adulto. Es lo que vemos sin hacer ningún tipo de interpretación, es lo obvio. Para un grupo amplio de personas, esta lectura será siempre la misma, difícilmente alguien podrá describir algo más que lo ya dicho, quizás alguien podrá aventurarse a mencionar que el bebé viste de blanco y podríamos conceder tal apreciación, en cambio, el sexo del adulto y del bebé y la filiación entre ambos, por ejemplo, no puede obtenerse de la lectura denotativa, en resumen, es la mano de un bebé vestido de blanco aferrándose al dedo de un adulto.
Más allá de la obviedad, la denotación es esencial en los procesos de ‘lectura’ de una imagen, ya que regula al menos la primera capa de información sobre la cual se harán más tarde interpretaciones y modificaciones. Si tuviéramos problemas en denotar una fotografía, a saber, en la figura 7, si yo viera un dinosaurio partiendo un árbol con sus fauces, es muy probable que cualquier avance al
diálogo desde esa apreciación sería confuso. Tal como lo mencionaba Watzlawick (1993) en su Teoría de la comunicación humana, ante la imposibilidad de comunicar y sin ninguna patología explícita que sustente el problema, solo queda la voluntad expresa de no querer hacerlo lo que a su vez es un tipo de comunicación. El que ve un dinosaurio o no quiere comunicarse o padece de algún tipo de patología cognitiva que podría incluso llegar a la esquizofrenia. A escala denotativa, no importando las diferencias que puedan tener ciertos grupos humanos, todos debiéramos estar de acuerdo en los elementos que componen la fotografía.
En argumentación, una confusión –voluntaria o accidental- respecto de los elementos que componen un discurso incide necesariamente en las combinaciones lógicas que de ciertos elementos se puedan obtener. Si estamos argumentando y usamos como evidencia una fotografía, una mala lectura denotativa podría entorpecer el correcto flujo de razones que justifiquen el punto de vista. El famoso Yeti, mejor conocido como el hombre de las nieves, ha sido avistado hasta el cansancio en Norteamérica según sus fanáticos, si bien, las fotografías que prueban el suceso, por desenfoque o mala calidad, no son claras a la hora de establecer si es una criatura real o un hombre disfrazado. Algo similar pasa con el fenómeno Ovni. Llega a ser inquietante el hecho de que quienes sostienen su existencia no sean capaces, con la tecnología existente, presentar una imagen de calidad que no sea confundida con una lámpara o una ensaladera. Evidentemente, la denotación requiere, además de la capacidad de visualizar de forma correcta las imágenes, la voluntad y la responsabilidad para itir, de común acuerdo, si estas están en condiciones de sustentar una tesis o no.
Denotar es un primer paso, del todo fundamental.
4.2. Significación de segundo orden
Sin embargo, el ser humano, luego de consolidado el lenguaje, se vuelve un hermeneuta de oficio libre. En parte y hasta donde sabemos, eso es lo que nos diferencia de otras especies, la posibilidad de abstraer, de interpretar la realidad, de avanzar más allá de la primera lectura, de la denotación y adentrarnos en el hermoso y complejo campo de la connotación.
La connotación
En el proceso de connotación se realiza el mágico encuentro entre el signo –que puede ser para nuestras pretensiones una imagen o fotografía- y las emociones del lector, sus sentimientos, su biografía personal y por ende su cultura. Implica que el lenguaje (cualquiera que este sea) va más allá de su sentido literal y supera aquello atribuible únicamente a los sentidos, a la experiencia sensible avanzando hacia lo que se construye en nuestra mente ligado a toda la experiencia previa del sujeto. Se le considera del tipo subjetiva, ya que cada persona construirá su propio significado, respecto de la objetividad que ofrece la denotación.
Si volvemos a la figura 7, y recordamos su dimensión denotativa, la mano de un bebé vestido de blanco aferrándose al dedo de un adulto, podemos ampliar el ejercicio a la lectura connotativa, a saber, todo aquello que se desprende emotivamente de la imagen y que obedece a cánones culturales y tradicionales, por ejemplo, la ternura, que suele asociarse a los niños; la fragilidad y la fuerza; la confianza; el amor etc. Las lecturas connotativas reúnen la significación que se obtiene del tándem razón/emoción en un contexto determinado. Ordenando la idea, si la denotación es una descripción, la connotación es una interpretación personal/cultural/social de lo descrito.
A pesar de lo personalizado del proceso, las connotaciones, al igual que las denotaciones, pueden alcanzar un estatus social transversal en tanto una comunidad que ha estado a expuesta a similares condiciones y puede ‘leer’ en conjunto tales circunstancias. Si como sociedad compartimos ciertos elementos culturales sedimentados por el tiempo y las costumbres, la lectura sobre aquellos será muy similar, ya que de eso dependerá el éxito de nuestra comunicación. Un ejemplo simple para explicar esta situación, al menos para quienes compartimos una cultura común, es el gesto de colocar el pabellón patrio a media asta cuando fallece un personaje importante. Si no hemos sido notificados del deceso y vemos las banderas de la casa de gobierno en esa posición, significará una señal de consideración a la memoria de algún fallecido notable. Denotativamente es una bandera que no está al tope, connotativamente es respeto a alguien valioso. Y a propósito de banderas y trapos parecidos, otro caso. En las carreteras interurbanas de Chile suelen flamear al costado de la vía paños rectangulares blancos y rojos en lugares indistintos del camino. Si alguien no pertenece a tal cultura, podrá extrañarse debido a lo extraño de la situación, sin embargo, un connacional entenderá que las banderas blancas indican que en el lugar hay pan amasado recién horneado – o algún tipo de repostería- y, en el caso de las banderas rojas, carne de un animal recién sacrificado para la venta al detalle.
El análisis precedente se enriquece, aún más, si podemos incluir en él algo de interpretación cromática, ya que precisamente el ‘valor’ que ostentan ciertos colores en una cultura en particular condiciona connotativamente las imágenes de las cuales se desprende. En la figura 7, el blanco, color que está en la ropa del bebé de la fotografía, es usado en nuestro caso para indicar pureza y así quienes coinciden en los significados llegarán a entender que ese color aplica perfectamente a un bebé que es un ser no contaminado –en el amplio espectro del vocablo- y, por tanto, puro. El blanco simboliza pureza o limpieza debido a su estabilidad en la fabricación, dado que “resulta relativamente más fácil hacer algo uniforme, homogéneo y puro con lo blanco que con los demás colores” (Pastoureau, 2006, p.53) a pesar de que en el aspecto social esta pureza se realza luego del S.XVIII cuando el blanco puede dejar en evidencia las relaciones prematrimoniales y “se intima a las muchachas a que hagan alarde de su virginidad, probablemente porque no era ya algo obvio. Tuvieron que llevar vestidos blancos” (Pastoureau, 2006, p.54). El blanco será indicativo de pureza,
ya sea por su fabricación, como por lo que implica en una doncella en edad de matrimonio. Vamos con el ejemplo de las banderas. Recordemos que cuando estas eran blancas era señal de que había pan a la venta ¿Por qué blancas? Porque ese mismo símbolo de pureza se aplica con mayor razón a los productos alimenticios que están sujetos a la manipulación y, por lo tanto, la higiene es fundamental en los procesos. Una tela blanca equivale a lo limpio y puro debido también a circunstancias prácticas donde las telas blancas podían soportar el proceso de limpieza sin arruinarse, ya que “cuando se hervían, las telas, sobre todo las de cáñamo, lino y algodón, solían perder el tinte. El blanco era, en cambio, el color más estable y más sólido” (Pastoureau, 2006, pp.54-55). Nuestra sociedad acepta, entonces, el blanco como puro, limpio, higiénico y virgen a la vez. Ahora bien, el rojo, en las banderas que simbolizan la carne fresca en venta, estará relacionado íntimamente según Pastoureau (2006) con el fuego que simboliza al dios Marte de los romanos vestido de rojo –así como conocemos al planeta- y la sangre como elemento persistente desde el cristianismo primitivo hasta nuestros días. No es ir muy lejos relacionar que los sacrificios bíblicos y los derramamientos de sangre conectan necesariamente el rojo con aquello que está ‘vivo’ –o estuvo en el caso de la carne- y, por tanto, casi como una mímesis, se identifica con todo lo vivo, lo que sangra, lo que es producto de algún tipo de sacrificio.
Resumiendo, el análisis connotativo se nutre aun más en concordancia con la significación que hagamos de los colores y cómo estos aportan para amplificar o evidenciar algún tipo de información. En argumentación, el control sobre aquello que la gente puede significar culturalmente es fundamental a la hora de hacer de nuestros razonamientos algo relevante y aceptable, ya que aceptadas tales condiciones nos encontraríamos en el medio de un proceso argumental activo y con oportunidad de hacer prevalecer nuestro punto de vista. Recordemos que para Reyes & Escalona (2020) cuando hablamos de relevancia buscamos que nuestra línea argumental provea elementos que sean pertinentes a la discusión y la aceptabilidad condiciona que tal relevancia además pueda conectarse de manera lógica.
Si analizamos una propaganda gubernamental para la protección de la infancia, es muy relevante utilizar la imagen de un niño, ya que a ellos está dirigida la
campaña. Que este además sea un bebé es aceptable en la medida que los datos y las estadísticas sobre abusos y/o abandono consideren tal grupo etario como urgente de intervenir. La suficiencia, en el mismo ejemplo, transitará por la cantidad de señales gráficas y/o textuales que sean necesarias para confirmar dicho razonamiento. Por lo tanto, cuando en nuestro análisis argumentativo connotamos imágenes podemos ‘solicitarles’, como a cualquier argumento, que sean relevantes, aceptables y suficientes.
Dentro de los procesos de significación de segundo orden, y solidario a nuestra hipótesis de trabajo, Barthes (1963; 1971; 1986; 1999) extiende su conceptualización en diversos trabajos a otros niveles de sentido tales como el símbolo, la metáfora y la metonimia (sinécdoque). Todos con un potencial enorme a la hora de analizar las imágenes como argumentos visuales.
El símbolo
En palabras simples, el símbolo es una imagen que gracias a los convencionalismos y el uso habitual que opera sobre ella -y que son compartidos por una comunidad- tiene un significado que le permite representar algo distinto de sí. Una cruz roja identifica hoy no solo a la institución que lleva su nombre, sino también, a cualquier actividad que se relacione con la salud y los servicios médicos, por tanto, una cruz roja en un vehículo simboliza que es una ambulancia; en un edificio, que es un hospital; en el atuendo de una persona, que es un médico o profesional de la salud. La cruz se eligió, ya que fue el suizo Henry Dunant en el siglo XIX quien promovió la creación de un cuerpo de voluntarios médicos en tiempos de guerra –no por motivos religiosos-, por lo tanto, los colores invertidos de la bandera suiza serían los distintivos para la organización. Obviamente todo eso es parte de la historia y lo que prevalece es la convención sobre el significado de una cruz roja a nivel universal.
Un lazo simple como el de la figura 8, es símbolo de alguna campaña masiva, si a este le agregamos color, por ejemplo, el negro, hablamos de luto y muerte. Si
es rojo, es la campaña de VIH SIDA; si es rosa, es una campaña para la prevención del cáncer de mamas y si es celeste, –en un gesto muy heteronormado- dará cuenta del cáncer a la próstata. Resumiendo, a la hora de ver uno de estos lazos en la solapa de alguien o en algún texto podemos anticipar inmediatamente que busca ser una campaña masiva de prevención o estima respecto de algo que afecta la condición humana.
Figura 8.
La metáfora
Esta figura retórica, de amplia divulgación y uso en la literatura, opera como un significado de segundo orden basado también en una lectura connotativa. Se trata de una representación –imagen o texto- que reubica cualidades de un plano de la realidad a otro. La idea fundamental es expresar aquello que no es familiar en términos de lo que sí lo es. No obstante, la complejidad conceptual que la describe son figuras de lectura altamente coincidente en la sociedad, quizás en parte por su presencia ineludible en la literatura y la poesía como también, y particularmente, en la publicidad. Debido a esto, solemos significar metáforas con cierta facilidad aún en escenarios complejos.
La imagen de unos bomberos mojando con su manguera la superficie de una lengua en una conocida publicidad de antiácidos es un perfecto ejemplo de metáfora en el ámbito publicitario. Sabemos cuál es el aporte de los caballeros del fuego y, por tanto, trasladamos ese aporte a un ‘fuego’ distinto, en otro plano, y es la sensación de malestar estomacal. Los bomberos significan aquello que apaga, enfría y a su vez trae calma a ese otro plano que es la sensación de ardor y reflujo estomacal. Una niña durmiendo sobre una rebanada de pan –en otro spot publicitario- da cuenta de la suavidad y lo esponjoso del producto alimenticio. En un nivel de realidad tenemos las características del pan y en otro, aquellas que dicen relación con una buena almohada, la niña ve su pan sobre la mesa y este es tan suave y esponjoso que solo atina a apoyar su mejilla sobre él y se duerme a la hora del desayuno.
Sigamos con una metáfora algo más literaria:
Cuando hablamos acerca de las palabras, tendemos a pensar que estas luego de ser pronunciadas toman vida propia, es decir, que aún cuando se les dé un rumbo específico, como las aves, estas pueden volar en distintas direcciones. La figura
9 representa metafóricamente esta condición, en ella podemos analizar la imagen de una persona con un ave en la lengua. Las realidades que acá se reúnen son, por un lado, la boca –y la lengua como soporte- lugar desde donde se emiten las palabras y un ave que representa la libertad y el vuelo. Ambas ideas, difícilmente parte de un contexto regular –a no ser que sea parte de un show de ilusionismo donde el mago saque un ave de su boca- se unen para determinar un sentido único que tiene que ver con la facilidad en que las palabras pueden llegar a conectarnos con otros y la vida propia que tienen luego que salen de nuestra boca. En el proceso de denotación, podemos agregar una serie de significaciones posibles, a saber, lo responsables que tenemos que ser a la hora de emitir un juicio, ya que el desconocimiento de algún vocablo o una eventual intepretación no planificada, podría cambiar el resultado de nuestra interacción.
Para refuerzo, una de las redes sociales más famosas del momento tiene como isotipo un pequeño pájaro azul, y llama ‘trino’ a cada mensaje que ejecutan sus s.
De alguna forma, y basados en este y otros ejemplos comunes, podemos afirmar que la reunión entre los mensajes y las aves son la estructura de una metáfora altamente reconocida en nuestra sociedad y, por tanto, muy útil a la hora de poner en común su significado.
Figura 9.
Es obvio que hay ciertos atributos que son complejos de expresar si no se hacen estos traslapos de realidades, además esta figura retórica particular rompe con la lectura denotativa obvia y se hace cómplice con el lector que participa, obviamente persuadido, significando el proceso. La conexión, en clave argumental, es muy similar a los esquemas analógicos, ya que se usa la igualdad como elemento de inferencia: las palabras se mueven con la libertad de las aves.
PV: Las palabras se mueven libres más allá de la voluntad del orador.
R: Así como las aves vuelan en libertad dejando atrás el nido.
No conectar ambos niveles de realidad –en circunstancias cognitivas normalespodría implicar al menos dos cosas: que no hay voluntad de comunicación o que no se comparte una historia común, siendo esto último un indicativo de que probablemente se encuentran dos comunidades de significado distintas.
La metonimia
Muy usada en los medios de comunicación, sobre todo en los noticiarios y la prensa escrita, es según la rae (2014) “Tropo que consiste en designar algo con el nombre de otra cosa tomando el efecto por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa significada”. Particularmente se refuerza el punto de designar algo mediante otra cosa. Cuando se utiliza la expresión “respetar las canas” implica que el efecto –las canas- son indicativo de la causa que es la vejez, por lo tanto, las canas serán signo de vejez y, por tanto, y en base a un lugar común, motivo de respeto. Decimos un Rembrandt cuando nos referimos a una pintura del autor holandés, sabiendo que no es el autor, sino una pieza re,sultante de su trabajo. En situaciones propias de la cultura militar los soldados
juran lealtad a la bandera, con este gesto se entiende que su lealtad es con todo el país y no con el estandarte físico. Lo que simboliza el signo es el motivo de la lealtad, no el signo mismo.
Dentro de la figura anterior se incluye la sinécdoque, que es una forma especial de metonimia que designa el todo por la parte. Un niño de piel oscura en condiciones vulnerables, como el de la figura 10, se ha convertido en la imagen viva de la pobreza en el continente africano, mientras la estatua de la libertad es la representación estandarizada de Nueva York en cualquier gráfica turística.
Figura 10.
En un afiche de viajes por Europa, como el de la figura 11, es muy probable que solo veamos ‘partes’ que nos indican el ‘todo’ del país que representan, a saber, la silueta de un molino será la sinécdoque de Holanda, una torre inclinada –la famosa Torre de Pisa- es la invitación a Italia, los bulbos cupulares de la Catedral de San Basilio son el indicativo ineludible de Rusia y el gran portal neoclásico de la Puerta de Brandeburgo es Alemania en una sola imagen. Sin embargo, la estatua de la libertad que vemos en una gráfica puede ser del parque de diversiones de Walt Disney y el niño africano, un niño afrodescendiente en alguna ciudad pobre del sur de los EE.UU. y, por tanto, nada representativo del continente negro. Ambos ejemplos puestos en un noticiario o un soporte de alto impacto pueden condicionar inmediatamente la opinión pública sin siquiera esforzarse en una justificación.
Figura 11.
La sinécdoque, como la metonimia, son de uso común a la hora de significar situaciones de manera eficiente y a veces engañosa, motivo por el cual son muy apetecidas a la hora de manipular la realidad y el saber social, ya que gozan de una fuerza argumentativa sin igual, incluso ante la evidencia imposible de su razonamiento.
Recapitulando. Las fotografías o los dibujos de corte realista son muy eficientes a la hora de exhibirse como una metáfora de conceptos abstractos que podrían presentar dificultades en su apreciación libre. No será solo decoración, al menos cuando se usa con cierto criterio, sino el traslado de una idea para su posible aceptación, que persuade desde su simplicidad, su redundancia y su eventual simpleza. Por lo mismo, cada imagen utilizada con estos fines lleva implícita una emoción a ser desarrollada en el interlocutor, por ejemplo, la tristeza detrás del sufrimiento de un niño, la ira que convoca la expresión gráfica de cualquier abuso de poder o la felicidad en el reconocimiento de momentos de júbilo, como las vacaciones o el éxito laboral.
También, no lo olvidemos, las imágenes son esenciales como evidencia en casos judiciales, de ahí que los peritos fotografían cuanto elemento sospechoso encuentran en la escena criminal reconstruyendo el suceso para ser presentado en la corte. Así, ante el juez, la explicación gráfica de un delito, determinado desde un informe balístico por ejemplo, tiende a suministrar esa realidad que en las fojas del caso parece extraviada.
En el siguiente capítulo revisaremos casos similares en las estrategias discursivas de los medios de comunicación masivos.
CAPÍTULO DOS
Imágenes y medios de comunicación
1. Un par de teorías relevantes, 1.1. Agenda Setting, 1.2. Framing; 2. Medios de comunicación de masas más allá de la verdad, 2.1. Posverdad, 2.2. Redes sociales, un cóctel de emociones, 2.3. Pensamiento crítico amenazado.
Cuando hablamos de los medios de comunicación masivos –MCM- debemos atender principalmente a su capacidad para crear la realidad, sin caer en la majadería de que su obrar subyace en la mentira, ya que, salvando algunos problemas éticos que transitan en la mala voluntad de algunos y el delito, lo que hacen estas grandes empresas de significación es simplemente dirigir al lector/telespectador/ a un punto específico donde esperan que centre su atención para que, luego de un mínimo esfuerzo, no le quede mucho espacio para ampliar su visión. El gesto está más cerca de lo que justifica la editorial de los medios, es decir, su punto de vista -que rara vez se fomenta como ‘el único’mas, al no ponderarlo con otros puntos de vista, deja al lector en una falsa bifurcación cognitiva, a saber, impugnarlo o concederlo. Para lo primero, la persona debe estar informada y tener voluntad de conocer y reflexionar, para lo segundo, basta con quedarnos sentados y asentir. Es claro que en las sociedades contemporáneas donde no todos tienen a educación de calidad y la extensa duración de las extenuantes jornadas de trabajo dejan poco o nulo espacio para el tiempo libre creativo/reflexivo, ante una disyuntiva de ese tipo, la sociedad de masas en su conjunto suela inclinarse por lo simple, lo conocido, lo obvio, aquello que se funde con su zona de confort.
Entender cómo los MCM condicionan la realidad desde lo visual es un paso importante para considerar la información que proveen y desde allí recién poder atinar a articular opinión, por lento y complejo que esto pueda ser.
“Y si se le obliga a mirar la misma luz, ¿no se le dañarían los ojos? ¿No
apartará su mirada de ella para dirigirla a esas sombras que mira sin esfuerzo? ¿No creerá que estas sombras son realmente más visibles que los objetos que le enseñan?”
Platón - República – 381 a.C.
1. Un par de teorías relevantes
En un segundo aire teórico respecto del estudio de la comunicación de masas, a mediados de los años 30’s del siglo XX, existe un momento en que se genera una útil bifurcación de análisis entre las teorías positivistas/funcionalistas –aquellas que consideraban la comunicación como un fenómeno de control y poder asimétrico- y el paradigma crítico/cultural¹⁴ -que se encargaba de revisar los efectos de la influencia de los medios y especular acerca de las posibilidades de resguardarse de estos- podemos encontrar dos hipótesis de trabajo muy útiles para darle contexto al análisis semiótico de medios: la teoría de agenda y el encuadre.
14 Existe un acuerdo tácito acerca de esta división respecto de los paradigmas de la comunicación, no obstante, se encuentren teorías que con justicia intentan revisarlo por ser demasiado reduccionista. Para efectos de este libro, particularmente, utilizaremos esta nomenclatura que es más solidaria para el análisis en cuestión.
1.1. Agenda Setting
El establecimiento de agenda postula en palabras simples que los MCM tienen el poder de determinar al menos dos ámbitos de lo noticioso. Por un lado, qué asuntos son interesantes de conocer y por otro en qué profundidad o extensión, esto último para determinar su importancia en el discurso público. Tal propósito ofrece como resultado que ciertos espacios de la realidad, sí de la realidad real, quedan inevitablemente fuera de la cobertura informativa y, por lo tanto, fuera del entendimiento de las audiencias. Según el reconocido investigador, Doctor en Filosofía y Máster en Comunicación, Eugene F. Shaw (1979) los medios no procuran convencer a las audiencias de todo lo que dicen, sino más específicamente, persuadirlas acerca del lugar hacia donde deben dirigir su atención dentro de la oferta de información.
The agenda-setting theory says that because of newspapers, television, and other news media, people are aware or not aware, pay attention to or neglect, play up or downgrade specific features of the public scene. People tend to include or exclude from their cognitions what the media include or exclude from their content. People also tend to assign an importance to what they include that closely resembles the emphasis given to events, issues, and persons by the mass media. (Shaw, 1979, p.96).
En resumen, podemos entender que se influye sobre el ‘qué saber’ desde el ‘dónde buscarlo’, ya que el establecimiento de agenda busca separar lo importante de lo que no lo es con base en criterios no necesariamente estadísticos, sino más bien de adhesión editorial. Cada MCM y las cadenas de medios decidirán cuáles son los hechos que vale la pena conocer y en qué profundidad desplazando al olvido algunas problemáticas ya sea por interés político o comercial. En Chile, por ejemplo, rara vez se habla en los MCM de los mapuches –pueblo originario del sur del país- y si se hace, la noticia tiene que ver con un caso policial -cuasi terrorista- donde se desarrolla una eventual violencia hacia la propiedad privada en tanto quema de fundos y cortes de
carretera, mas nunca respecto a sus reivindicaciones comunitarias. De cualquier modo, están allí resistiendo a una persecución por parte del Estado que busca usufructuar de sus tierras y hacerlos desaparecer. Hay muchos intereses comerciales ligados al éxito que puedan tener los gobiernos en invisibilizar a este grupo étnico, situación que lleva a las grandes empresas de medios a obviarlos en su relato para así, ante las audiencias masivas, poner en duda su existencia y de paso la legitimidad de sus demandas. La agenda puede ser visualizada como un mapa de la realidad que ofrece exquisitas gráficas de los continentes conocidos y otras que podríamos llamar –como los antiguos navegantes- simplemente terra incognita, vastos territorios que no existen ante los ojos del poder central y por extensión para ninguno de nosotros a excepción de aquellos que tienen el tiempo y los medios para ser aventureros buscando información más allá de lo obvio.
Distintos son los escenarios en los que se formula un establecimiento de agenda, desde aquello evidente que me permite como ciudadano poder participar del discurso público hasta los indiscutibles intereses de grandes conglomerados mediales para construir realidad a su antojo. Por ejemplo, en un país que está ad portas de un proceso eleccionario es seguro que la gran cantidad de noticias que sean despachadas por los medios tengan relación con temas alusivos al sufragio, si caben otro tipo de noticias, estas ocuparán un espacio reducido, ya que es más ‘relevante’ saber de aquello que incide directamente en la ciudadanía, sin embrago, en el peor de los casos, no siempre se busca la relevancia, sino más bien la construcción deliberada de una realidad específica. CNN y BBC acordarán mostrar imágenes de narcotraficantes, prostitutas y delincuentes latinos en suelo de Estados Unidos, para justificar la construcción de un gran muro en la frontera con México. Como no tenemos la posibilidad de explorar por nuestros propios medios esa ‘verdad’ dependeremos del ‘mapa’ que ofrezcan las grandes agencias y si estas están ideológicamente conectadas con el poder del Estado, es muy probable que información más amplia del conflicto interno del país del norte nos sea invisible y, por tanto, difícilmente podamos reflexionar en consecuencia respecto de la situación y terminemos avalando, por ejemplo, un apartheid posmoderno sin saberlo.
Las agendas gubernamentales suelen ser incluso más drásticas a la hora de
determinar lo importante para el resto de la población, por ejemplo, es muy probable que en la propaganda de gobierno, cualquiera que esta sea, solo asistamos a una colección de buenas obras sin ningún tipo de contraste, a saber, en los 70´s las propagandas de los gobiernos intervenidos por dictaduras militares solo mostraban riqueza y prosperidad, en Chile, sea el caso, las “cadenas” nacionales -espacio televisivo que ocupaba la autoridad- mostraban enormes camiones trasladando mineral para luego ser fundido como preciosas estructuras de cobre, gente cosechando campos fértiles y abundantes con una sonrisa en sus caras, niños atendiendo con entusiasmo a las palabras de su profesor luego de tomar la leche y enormes -y modernas- construcciones que se elevaban por sobre la horizontalidad del pasado. En esos países, mediante ‘esa’ agenda, no existía la pobreza, la violencia ni el miedo, solo se podía pensar en un mundo ideal. Si las audiencias estaban ocupadas irando el progreso, la vida de gente famosa y aplaudiendo alguna que otra emocionante gesta deportiva popular, difícilmente podían llegar a pensar que existía un mundo aparte, fuera de la agenda, tanto o más crudo que sus propias vidas.
Si no está en la agenda, no existe.
1.2. Framing
Muy conectada con la anterior y como procedimiento convenientemente posterior al establecimiento de agenda, el encuadre en comunicación es un proceso, para nuestro caso visual, que permite influir en la percepción de las audiencias con el fin de promover ciertas interpretaciones de la realidad en desmedro de otras. Ya establecida la situación, ahora el viaje, es aún más específico, a saber, en cada cuadro o pieza gráfica existe una composición específica que permite modificar los atributos de esa realidad en beneficio de una idea en particular. Erving Goffman (2006) eminente sociólogo y padre de la microsociología fue quien amplió la divulgación del fenómeno en su obra Frame analysis: los marcos de la experiencia, allí desde distintas perspectivas de estudio, incluida la comunicación, estimó la específica condición de ‘marco’ o frame que modificaba la percepción de los sujetos ante una realidad dada.
Doy por supuesto que las definiciones de una situación se elaboran de acuerdo con los principios de organización que gobiernan los acontecimientos —al menos los sociales— y nuestra participación subjetiva en ellos; marco es la palabra que uso para referirme a esos elementos básicos que soy capaz de identificar. Esta es mi definición de marco. Mi expresión análisis del marco es un eslogan para referirme, en esos términos, al examen de la organización de la experiencia. (Goffman, 2006, p.11).
Una forma de encuadrar la situación tiene que ver primero con el sentido, es decir, dentro de la realidad agendada -según la teoría anterior- es decir, recluida en un marco finito de acontecimientos donde el ‘puede’ escoger, se le conmina a dirigir su mirada a un punto específico del suceso seleccionado de tal forma que lo que entienda por tal sea aquello que la editorial del medio que lo interpela ‘enmarque’ para tales efectos.
Para muestra, el año 2019 va a ser recordado por la efervescencia social en Latinoamérica, por la intensidad de lo sucedido, las grandes manifestaciones no pudieron quedar fuera de agenda, no obstante, y para controlar lo que el entiende de tales movimientos, es que los medios de comunicación masivos conducen una lectura ‘sugerida’ enfocada principalmente en los disturbios, si el objetivo es satanizarlos, o en las actividades artísticas y pacíficas, si por el contrario la idea es atender a lo legítimo de los movimientos. Es importante recalcar que no se trata de mentir -hay mucho espacio para fake news en los medios y eso es una discusión distinta-, sino más bien de ofrecer como real una porción minúscula del todo¹⁵ para que el lector/telespectador/ la integre como la única mirada posible.
15 Ver subcapítulo 4.2. Significación de segundo orden: la sinécdoque.
Los ejemplos suman y siguen, gracias al encuadre de variados medios internacionales, si se menciona a los árabes, se habla de terrorismo, no hay otro foco para ellos, por otra parte, si se hace alusión al modelo de mercado, el progreso y el crecimiento económico serán su definición. Debido a estos marcos de sentido difícilmente sabremos, por ejemplo, de los aportes del pueblo árabe a las ciencias o de la marginalidad y la exclusión producto del progreso.
En una siguiente etapa, desde el punto de vista visual, el encuadre se organiza según la disposición de los elementos que componen la imagen en particular. Los MCM, mediante el framing, detentan un gran poder en vista de producir y transformar ciertos marcos de interpretación, intermediando así en la creación de un discurso social común para sus audiencias. En específico, el framing en el ejercicio periodístico y de medios es la selección voluntaria de aspectos concretos de una realidad –visual, por ejemplo- para atribuirles mayor relevancia y de paso dejar fuera otros que no son solidarios con el sentido informativo. La cada vez más disminuída capacidad de atención de las audiencias no buscará más allá de los límites que proponga el ‘enmarcado’ de turno. Revisemos el siguiente caso:
La figura 12 muestra un clásico enfrentamiento entre policía uniformada y manifestantes. En este enfoque particular la porción de policías a la izquierda del lector es semejante a la porción de manifestantes a la derecha. Sin embargo, basta con un leve encuadre para cambiar el sentido de la situación.
Figura 12.
Figura 12a.
Figura 12b.
Para quien mire el encuadre de la figura 12a. la sensación será de un evidente abuso de autoridad, ya que dentro del foco tenemos muchos policías para un solo manifestante, por el contrario, para el receptor de la figura 12b. el sentido se ubicará con la misericordia puesta en los escasos policías que deben repeler tamaña turba ¿Alguna de estas gráficas es ajena a la realidad? Por supuesto que no, el caso es que no dejan espacio para poder razonar críticamente sobre los hechos y nos constriñen a una sola teoría o lectura sugerida.
La lectura preferente
Es muy importante para tener en cuenta el concepto de lectura preferente y su implicancia en el framing, ya que los encuadres necesariamente deben contar con cierto respaldo cultural y/o ideológico que evite la desviación del foco. Este respaldo se obtiene mediante la periódica exposición de ideas y modelos del todo evidentes que configuran en la mente de las personas aquello indiscutible, casi axiomático. Una sociedad conservadora de seguro ha construido un discurso con base en las tradiciones como guía moral a la hora de considerar algo como legítimo, verdadero e incluso real. A saber, está fuera de la lectura preferente de la figura 12b. la no equivalencia entre armas y una patada, cuando lo que se trata es de reestablecer el orden, todo es válido y, en este caso en particular, la víctima será la policía, ya que las turbas serán siempre un enemigo a vencer que busca modificar la moral imperante y de paso usurpar todos los privilegios de clase. Los encuadres deben ser muy precisos para no dejar dudas acerca del significado que le queremos dar a un hecho teniendo siempre en consideración que tan internalizadas están ciertas ideas en la sociedad. El teórico cultural y sociólogo jamaiquino Stuart Hall (citado por Fiske, 1984) llama a esta lectura ‘sistema o código dominante’, ya que porta los valores específicos de una sociedad y que decantan desde las clases dominantes hacia la base, permitiendo así anticipar ciertas conductas -lo que los publicistas llaman insights- forjando a fuego un saber colectivo difícil de horadar. Obviamente, lo anterior refiere a los públicos masivos, ya que cierta parte de las audiencias, aquellas que se consideran en fuga sistémica, pueden interpretar de mejor forma realidad y no caer en tales trucos de significado. Para la figura 12, y no mediando encuadre alguno, una sociedad tradicionalista como la nuestra siempre verá del lado de la policía el
orden y del lado de los manifestantes la violencia, todo esto dado que los medios de comunicación masivos han sometido periódicamente a la población a ese tipo de significados y esta última, con escasas herramientas de análisis, no tiene muchas oportunidades para dejar de repetir el discurso.
En clave argumental, la creación de una agenda -Agenda Setting- proporcionará los elementos propios del respaldo de un argumento, es decir, el espacio que cubre la agenda será la evidencia de realidad a la cual invocar el criterio pragmático y lógico de las razones -especificadas en el frame- que buscan justificar un punto de vista. En un mundo donde el orden extremo es imperativo cualquier atisbo de libertad será criticado y subyugado para mantener el statu quo, y es en ese escenario donde la agenda proporcionará convenientemente información que permita evidenciar lo lógico de ciertas ideas como, por ejemplo, que la pobreza es la cuna de la delincuencia o que las libertades individuales deben ser debidamente restringidas por un bien superior. Basémonos en la figura 12, 12a y 12b y veámoslo como un argumento.
PV: La policía debe atacar con toda su fuerza las manifestaciones.
R: Debido a los destrozos a la propiedad pública y privada (Encuadre).
E: Casos debidamente documentados de violencia en los MCM (Parte de la agenda).
Sabemos por extensión que esos casos debidamente documentados -la Evidencia-son puestos como prioridad en una agenda de medios y, por tanto, primero, es imposible no saber de ellos si se accede a los MCM y, segundo, más improbable será tener una lectura que no sea del todo perversa si el enfoque está dado por la lectura preferente. Es evidente que hay más información acerca de los cambios positivos derivados de las manifestaciones, incluso algunos que
dicen relación directamente con la creación de leyes, sin embargo, con el foco en la violencia difícil es mirar por el rabillo del ojo.
Resumiendo, mientras la agenda nos proporciona el repositorio donde buscar la evidencia de nuestro argumento y de esta forma quedamos acotados a un sentido y realidad muy específica, el encuadre nos entrega los datos específicos de esa evidencia que aportan solidez al argumento.
2. Medios de comunicación de masas más allá de la verdad
Sin un afán del todo reduccionista, podemos entender los atributos simbólicos de los MCM como un relato periódico que descansa fundamentalmente en metonimias editoriales, es decir, como lo vimos en el primer capítulo¹ en aquellos espacios de representación que intentan inferir desde una parte de la realidad, la realidad completa. Es así como los medios de comunicación y las grandes organizaciones que tienen el poder de construir la realidad pueden alinear su ideología con fragmentos de la vida cotidiana y desde allí fortalecer sus discursos como totalizantes. En este escenario, obviamente, la ‘verdad’ es la pretensión que se cumple a medias y se convierte en una suerte de ilusión que supera todo atisbo de realidad.
16 Ver subcapítulo 4.2. Significación de segundo orden: la metonimia.
Las gráficas, como método de encuadre, pondrán en evidencia la intención del dependiendo de cuan necesaria sea la amplitud de la misma para desarrollar una idea. Cuando medios oficialistas, para ilustrar con un ejemplo, deben cubrir una marcha multitudinaria que puede poner en duda la capacidad de gobernar de los organismos del estado y su intención es, al menos, minimizar el impacto en la opinión pública, suelen utilizar esta técnica para tomar aquella porción de la realidad que menos le haga daño a su línea editorial. Entendámoslo en clave argumental como:
PV: Movimiento ilegítimo.
R: Escasa convocatoria.
E: Podrá ser una imagen, muy bien encuadrada de una pequeña porción de la marcha, generalmente primeros planos para evitar la dispersión del ojo al fondo y, por tanto, se quede en el encuadre de unas cuantas personas. Incluso se eligen personas que no sean legítimas, a saber, encapuchados que tiren piedras a la policía o adolescentes que, según el discurso conservador oficial, nunca saben lo que hacen.
De esta forma, el argumento se respalda con una serie de imágenes que funcionan como evidencia pragmática de los hechos, sin embargo, y para nosotros, dudosamente insuficiente. La fórmula sería la siguiente PV+R+ (imágenes que legitiman la idea anterior). Pasará, entonces, si lo miramos desde el lado contrario, que si el objetivo es darle realce a la marcha, se utilizarán encuadres amplios donde la audiencia pueda apreciar lo multitudinario del gesto y, por tanto, se evitarán los primeros planos ofreciendo perspectivas extensas y en lo posible desde las alturas para respaldar el punto.
Podemos decir con absoluta convicción, que los medios no mienten cuando hacen su metonimia, no obstante, por una omisión voluntaria, dejan fuera gran cantidad de elementos que permitirían a la audiencia entender el tema de fondo. Desde el punto de vista ético esto es conocido como ‘línea editorial’, es decir, la forma en que un medio en particular filtra y encuadra la realidad en beneficio de su paradigma político, social, religioso y/o económico.
Es tan eficiente esta técnica que incluso los fotógrafos free lance suelen vender una de sus tomas a dos medios distintos y, sin embargo, cubrir las líneas editoriales de ambos.
Volviendo al encuadre, también podemos usar las imágenes para oficiar como razones y así apoyar una idea o punto de vista. Las aglomeraciones fuera de un concierto necesitan solo de un grupo de imágenes que den cuenta de un gran
número de personas esperando acceder al evento para que la gente que ve esas imágenes considere razonable pensar que hay un problema de . Imágenes de playas con escaso público en pleno verano son suficientes para pensar que los turistas eligieron otros destinos, una imagen de fanáticos de un equipo de fútbol lamentándose puede ser razón necesaria para pensar que han perdido el partido o han sido eliminados de algún campeonato. La fórmula sería PV+ (imágenes que apoyen el punto de vista) + E, donde la evidencia será el anuncio de alguna autoridad respecto de las imágenes mostradas, en el caso del partido de fútbol el comentario de un periodista acreditado y en el caso de las playas una investigación de la oficina de turismo que acredite tal situación.
2.1. Posverdad
Ante la emergencia de la discusión sobre uno de los conceptos de moda en las Ciencias Sociales, y en especial de las Teorías de la Comunicación, es que se hace necesaria una reflexión multidimensional del fenómeno que pone de manifiesto una especie de distorsión de la verdad en tanto manifestación pragmática y aquello que las personas, en tanto audiencias masivas, están dispuestas a creer. Es lo que se conoce como posverdad, una suerte de ‘encantamiento’ a nivel racional que nos obliga a creer en aquello que toca nuestra emotividad y coincide con lo sedimentado en nuestras creencias.
Como neologismo traducido de la palabra inglesa post-truth, la posverdad no tuvo que esperar mucho para aparecer en el Diccionario de la Lengua Española a fines del año 2017 y luego de una muy, pero muy breve espera. Y es que este concepto se ha convertido en central a la hora de analizar las relaciones entre los medios de comunicación y las grandes audiencias, sobre todo porque lo que designa tiende a ser dominio de sospecha y en la mayoría de los casos de manipulación.
La RAE (2014) define la posverdad como la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales” y remata con un ejemplo que no es gratuito en tanto el sentido que quiere otorgarle: “Los demagogos son maestros de la posverdad”. En un sentido más comunicacional, la posverdad es una forma de diálogo en el cual se intenta persuadir mediante la constante apelación a la emoción considerando que esta última supone un estado de atención menos crítico a la hora de adherir a ciertas ideas y, sin embargo, de un nivel de compromiso superior.
Desde el punto de vista de las bases biológicas del conocimiento, podríamos
inferir que las emociones son fundamentales para la generación de opinión, no existe razón sin base emocional –y viceversa- y es allí donde la posverdad encuentra un aliado, ya que tiende a superponer lo emotivo por sobre lo racional.
Finalmente, no es la razón lo que nos lleva a la acción sino la emoción. Cada vez que escuchamos a alguien que dice que él o ella es racional y no emocional, podemos escuchar el trasfondo de emoción que está debajo de esa afirmación en términos de un deseo de ser o de obtener. Cada vez que afirmamos tener una dificultad en el hacer, de hecho, tenemos una dificultad en el querer que queda oculta por la argumentación sobre el hacer. Hablamos como si fuese obvio que ciertas cosas debieran ocurrir en nuestra convivencia con otros, pero no las queremos, por eso no ocurren. O decimos que queremos una cosa, pero no la queremos y queremos otra, y hacemos, por supuesto, lo que queremos, diciendo que lo otro no se puede. Hay cierta sabiduría consuetudinaria tradicional cuando se dice “por sus actos los conoceréis”. Pero, ¿qué es lo que conoceremos mirando las acciones del otro? Conoceremos sus emociones como fundamentos que constituyen sus acciones; no conoceremos lo que podríamos llamar sus sentimientos, sino el espacio de existencia efectiva en que ese ser humano se mueve. (Maturana, 1997, pp.23-24)
Profundizando en el trabajo del biólogo Humberto Maturana, podemos entender que en completo estado de tranquilidad las emociones regulan mejores sinapsis que permiten un trabajo cognitivo con mayores probabilidades de ser razonable, no obstante, en situaciones de alteración como por ejemplo la ira, el miedo o el placer que provoca el fanatismo extremo, estas tienden a propician una menor defensa crítica y, por lo tanto, generan una adhesión casi automática.
La posverdad operaría en aquellas personas que, habiendo sido movilizadas previamente desde lo emotivo en tanto pertenencia o reconocimiento, pueden aceptar como razonables conductas incluso reñidas con el sentido común y la lógica. Considerará verdadero aquello que lo toca en lo más íntimo o aquello que representa fielmente su modo de pensar, lo demás será mentira incluso con los hechos como evidencia.
Si los medios de comunicación insisten en colocar las noticias violentas al inicio de sus entregas diarias, la percepción masiva respecto de la violencia será superior a los hechos cuantificados como tal. Es tanto el nivel de emotividad respecto de ciertos temas que afectan la seguridad de la ciudadanía que basta con que la gente esté de acuerdo, sin argumento alguno, acerca de lo ‘malos’ que están los tiempos para que cada vez aparezca una idea en esa línea la atesore como una verdad. Primero porque al escuchar sobre violencia su cuerpo entrará en el dominio de la ira o el miedo y, por tanto, las posibilidades de que su reflexión sea mesurada, son mínimas.
La manipulación de carácter político estaría oculta detrás de grandes ideas puestas en movimiento por los medios de comunicación y que con base en la repetición y la redundancia logran generar presencia y familiaridad en aquellos que se sienten vinculados emocionalmente a tales temas.
Los medios de comunicación están llenos de programas sobre pobreza, marginalidad y delincuencia, situación que a la larga configura un razonable estado de las cosas basado en casos todavía insuficientes. Aquello que está sujeto a la rutina y la redundancia pasa a sedimentarse en la conciencia de las grandes audiencias para luego ser reconocido como una verdad infalible. Lo mismo aplica para los palestinos y el terrorismo, ¿cuándo fue la última vez que vimos un palestino notable?, ¿cuándo fue la última vez que CNN y BBC nos hizo temblar de emoción bajo la vida ejemplar de un ciudadano palestino?, ¿o será mejor preguntar al revés?, ¿cuántas veces hemos visto terroristas palestinos en las parrillas programáticas de los medios? Incluso en aspectos lúdicos, que no por ser menos serios son menos influyentes, en internet –la cuna de la posverdad- circulan múltiples audiovisuales con la imagen de un palestino o musulmán, que ante la ignorancia popular ‘es lo mismo’ abandonando un bolso en una plaza pública para ver cómo los asistentes se dispersan totalmente asustados. Palestino, musulmán, árabe es símbolo de terrorismo siendo consecutivamente, un gentilicio de los habitantes de palestina, una religión (de no todos los palestinos) y el nombre de un pueblo no necesariamente musulmán y menos palestino. Hemos construido dos causalidades falsas que apelan a lo
emotivo y desde allí distorsionan la capacidad crítica.
Un caso muy particular y que ayuda a explicar este fenómeno es aquel que tuvo lugar en Chile y que quedó ratificado en la ENUSC 2015 (Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana) que desarrolla la oficina ministerial de la subsecretaría de Prevención del Delito dependiente del Ministerio del Interior y Seguridad Pública que, luego de la recolección de datos, llevaron a concluir una peligrosa distorsión de la realidad en cuanto a la diferencia de la percepción de inseguridad y los delitos realmente cometidos. En específico, el 86,8% de las personas percibían que la delincuencia había aumentado y de ellas un 41,3% aseguraban que serían víctimas de un delito en un plazo máximo de 12 meses a la fecha de la encuesta. Por otra parte, la cantidad real de hogares victimizados era de un 26,4%, muy lejos de la percepción que se elevaba cerca del 90%. A lo anterior se puede desagregar de la misma investigación el foco de información primario de los encuestados en relación a la percepción de hechos violentos y acá la explicación salta a la vista, ya que son los medios de comunicación en un 69,7% quienes entregan tales datos mientras la experiencia personal y los comentarios de vecinos alcanzaban apenas un 30% a nivel país.
En resumen, la sensación de inseguridad, como expresión emotiva, no se relaciona necesariamente con la lógica de los hechos, sino más bien se adquiere por la forma en que los noticieros distribuyen y potencian el morbo -por sobre la sobriedad de las cifras reales- generalmente con afanes eminentemente comerciales y basados en el rating. Es la forma más frecuente que tienen estos grandes conglomerados de sentido para construir realidad.
La sociología lo llama proceso de sedimentación, y es que cuando “la conciencia retiene solo una parte de la totalidad de las experiencias humanas, parte que una vez retenida se sedimenta, vale decir que esas experiencias quedan estereotipadas en el recuerdo como entidades reconocibles y memorables” (Berger & Luckmann, 2008, p.89). Lo memorable es aquello que nos resulta familiar y cercano y, por tanto, digno de confianza y propio. De allí que la convicción acerca de los lugares comunes ‘sedimentados’ en nuestra biografía
personal y social sean tan difíciles de modificar, por ejemplo, cambiar o al menos revisar nuestras ideologías o pasiones.
2.2. Redes sociales, un cóctel de emociones
De forma simple, si los medios tradicionales nos dejan expuestos a la posverdad, internet amplifica esta simpleza sin precedentes. Desde las noticias falsas que circulan siendo compartidas hasta el cansancio, hasta los argumentos más inverosímiles que descansan sobre memes o piezas gráficas de dudosa procedencia, las redes sociales son el caldo de cultivo ideal para la posverdad. La escasa profundidad lectora sumada a la necesidad imperiosa de pertenecer y de vernos reflejados en la opinión pública hacen de este lugar el sitio más adecuado para difundir posverdades que se orientan con fines fundamentalmente políticos y de consumo.
Necesitamos pertenecer a algo y las redes sociales nos entregan esa sensación de comunión necesaria para poder desenvolvernos ‘visibles’ en sociedad, de lo contrario seríamos seres errantes con razonabilidades específicas difíciles de negociar y que requerirían de un esfuerzo superior para ser aceptadas. Es lo que la reconocida politóloga y periodista germana Elisabeth Nöelle-Neumann (1995) definió en su investigación más importante como ‘la espiral del silencio’, a saber, un temor social al aislamiento que nos hace sucumbir a la opinión pública de turno, al lugar común o lo políticamente correcto. Y es que como decía la autora, el conocimiento público legitima y, por tanto, la cercanía de nuestras opiniones –no necesariamente argumentadas- con aquellas de carácter masivo nos hace parte de lo social.
La polarización política, común en todo el orbe, obedece, más allá de los propios postulados partidistas, a aquello que podemos dar por sentado desde siempre, sin cambios ni transformaciones y, por lo tanto, con el mínimo esfuerzo cognitivo. Aquello que queda grabado a nivel familiar y luego social, identificándonos primero y luego haciéndonos partícipes de una realidad superior. Todo acaba por suerte –el silencio- cuando se termina la controversia o un grupo subyuga al otro considerándolo tabú.
De ahí que los contenidos se debilitan cada vez más en redes sociales y es que de alguna forma quienes producen información cuentan con ciertas bases pre definidas del perfil al cual intentan persuadir y cuando esas emotividades entran en o se solidifican como una verdad. Si alguien emplaza a nuestro candidato en vísperas eleccionarias, ejecutamos una defensa basada en la emotividad profunda de la convicción que, no obstante, el desconocimiento absoluto de su plan y proyectos específicos, se configura como una afrenta personal. El valor de lo que negociamos descansará fundamentalmente en la percepción de lo que sucede y cómo esta se relaciona con las percepciones sedimentadas en el sujeto mas no precisamente en la información, los datos o la lógica.
De ninguna manera intento afirmar que la emotividad es un problema o que es de menor cuantía cognitiva que la racionalidad, ya que ambos modos componen un todo armonioso en la construcción de sentido. El caso es que cuando la primera se apodera de nuestra biología provoca estímulos que a larga terminan debilitando nuestra capacidad crítica. Seguimos pensando, obviamente, sin embargo, con una mayor predisposición a lo simple, a lo conocido y a lo que socialmente es más aceptable.
Recuperando esta línea de pensamiento podemos afirmar que el lenguaje construye realidad, los medios y las redes sociales la amplifican y las emociones –efectivamente trabajadas- la fijan en la memoria.
Muchos vértigos recorren al ciudadano contemporáneo, uno de ellos como vimos es la soledad en el espacio público que lo lleva a conectarse desde el lugar común. A esta idea quiero endosar una segunda intención que tiene relación con el tiempo. Lo inmediato como una forma de relevancia dentro de lo público. De todos es sabido que las cosas han cambiado mucho desde que Colón llegó a América en relación al tiempo que demoran las noticias en recorrer el mundo. El primer viaje de regreso del navegante Genovés, aquel que llevó la buena nueva a los reyes de España demoró cerca de dos meses y siete el acumulado de su
primera travesía. Hoy, y gracias a las tecnologías de la información y la comunicación online, esa distancia se cubre en menos de un segundo. Si trasladamos ese cambio temporal al ciudadano de hoy, es probable que nos encontremos con un personaje ávido de inmediatez y claro, si la primicia tiene un lugar importante en los medios de comunicación, ser parte de esta nos coloca en el grupo de privilegio. De allí el gran auge del reporteo ciudadano, millones de s tratando de filmar con sus móviles algo que los haga dignos de atención. Nuestra atención estará supeditada a lo que creemos y, por tanto, cada pieza de la realidad que, enmarcada, sea concordante con nuestras emociones y expectativas, será digna de retratar y de compartir con el mundo.
Al espacio de flujos se suman también una infinidad de comunicaciones en tiempo real que tienden a adherir al statu quo, al mainstream o la opinión pública de moda o, de lo contrario, anularse en el olvido de unos pocos entes no representativos. La escasa capacidad crítica y de análisis de la información deja al contemporáneo al arbitrio de lo socialmente isible, de la tendencia que separa lo correcto de lo incorrecto y desde allí potenciado por sus emociones binarias, que rechazan o aceptan, condiciona su participación en el mundo social (ya sea virtual o físico).
Como último punto de este apartado quisiera referirme a un fenómeno cada vez más significativo en el ámbito de las comunicaciones y los estudios de recepción y a lo que Guillermo Orozco, (2001) académico mexicano y Doctor en Educación, define como audiencias de segundo orden. Aunque su trabajo descansa fundamentalmente en la televisión como objeto material de estudio, sus reflexiones son aplicables al amplio espectro de los MCM.
Si se comprende el proceso de televidencia como un proceso complejo, que antecede y prosigue al mismo acto de estar frente al televisor y que está compuesto por varios «miniprocesos» y actos televisivos, se entenderá también que la televidencia transcurre por diversos «escenarios», en donde los televidentes, manteniendo un o con el referente televisivo, se reapropian, reproducen, negocian, resisten o aceptan los sentidos propuestos por la televisión
y construyen y reconstruyen los suyos propios. Lo que en última instancia define, acota y sostiene la televidencia es precisamente el variado o de los televidentes con el referente televisivo. Este o puede ser directo o indirecto, audiovisual o simbólico, cognoscitivo o sensorial, explícito o tácito. Puede ser efímero o perdurable, débil o fuerte; puede rescatarse, retraerse o borrarse. Pero mientras exista algún tipo de o, tiene lugar la televidencia. (Orozco, 2001, p.80)
Si entendemos por televidencia la audiencia televisiva, podemos inferir que la exposición directa a los medios no es la única forma de participación en la opinión pública. Los programas, informativos o fenómenos masivos presentados por los medios se siguen desarrollando más allá de su emisión y es allí donde se reconstruyen y mutan hacia una especie de sentido común de actividad o el silencio absoluto. En publicidad suele llamársele engagement y se evidencia en la cantidad de referencias que se hacen en el mundo virtual de las ideas que se presentan en todas las plataformas, el más conocido es el famoso trending topic sobre un tema, situación que lo hace digno de ser discutido. Cualquier idea que en redes sociales sea antecedida por el símbolo # puede convertirse en el tema del momento si es capaz de mantenerse vigente en redes sociales. Volviendo al hilo, es muy posible que muchos s sean parte de una discusión que comenzó en televisión o en la prensa y que sin asistir a ese momento en particular puedan reconstruirla desde el comentario en sus familias, lugares de trabajo o cualquier otra instancia de carácter público. Como televidencia de segundo orden tomamos posición, incluso radical, sobre cosas que no vimos ni escuchamos directamente desde su fuente y, sin embargo, condicionan nuestra percepción sobre la realidad de manera aún más radical. Por ejemplo, si me lo cuenta un amigo o un líder de opinión, validaré sin más la información para poder participar de la opinión de manera más expedita.
La posverdad es un juego perverso en el cual confluyen diversas variables de sentido. Por un lado, una dimensión binaria de las cosas, izquierda-derecha, sagrado-profano, permitido-no permitido y así hasta el infinito. Lo binario nos entrega control, ya que requiere de menos información para hacerse un juicio. Sumemos a eso que la alta emotividad permite adherencia inmediata a lo conocido y aceptado con anterioridad, por tanto, el espacio para la sospecha
crítica queda disminuido a su mínima expresión. Las ideas sedimentadas en nuestro ser quedan supeditadas a la aceptación general y de esa forma nos hacen partícipes de un entorno legítimo o desaparecen en el olvido de lo incómodo. Y no hay forma de restarse de estas tendencias, ya que incluso fuera de la influencia directa de los medios las personas actúan como amplificadores de sentido en todos los ámbitos de la vida social, en otras palabras, si no lo viste, te lo cuentan. Y cuando depositamos la confianza en un televidente de primer orden –el que lo vio o escuchó- solemos ser mucho menos críticos que con el periodista mismo que cubrió la historia. La televidencia de segundo orden goza de la credibilidad de aquel amigo que escogemos para que mastique las ideas de otro y nos las haga cercanas y fáciles. Dudar de él no tiene sentido, ya que es nuestra elección sobre la imposición mediática.
2.3. Pensamiento crítico amenazado
En la última parte de este apartado es menester revisar la vinculación del fenómeno de la posverdad con los elementos de pensamiento crítico que debiera proporcionar un proceso pedagógico de calidad y de paso determinar cómo este puede nutrir de herramientas para evitar caer en paradigmas que, en el mejor de los casos, no están bien fundamentados y, en el peor, son un mero gesto de persuasión y manipulación de masas. Será necesario, entonces, considerar algunos elementos de argumentación y pensamiento crítico que podrían traer luz a la discusión sobre aquello que va más allá de la verdad y con eso contribuir a la discusión informada acerca de su influencia y alcances.
Posverdad y prejuicio: el signo¹⁷
17 Ver introducción, 1.2. Esquemas argumentales.
Una de las fuerzas argumentativas de la posverdad radica en su dimensión de significado basada en juicios anticipados respecto de una idea. Esas ideas que se despliegan en nuestro cerebro incluso antes de que las sometamos a una reflexión acabada. Siempre tenemos ciertas perspectivas de sentido acerca de la realidad, sobre todo en aquello que colinda con lo emotivo, es decir, fundamentalmente, ideologías y religiosidades, situaciones que separan lo aceptable de lo no aceptable y que difícilmente están sujetas a un escrutinio razonable. En palabras simples, adherimos a esas ideas que más se parecen a lo que somos, a nuestra biografía personal y que nos hacen indolentes a todo lo que no transita por esas rutas conocidas.
Al vernos disminuidos críticamente, los signos, aquello que representan
comúnmente las cosas, pasan a ser las evidencias legítimas para procesos altamente discutibles. Si nuestra intención es ser una persona informada, –sin hacer gran esfuerzo-, aquellas ideas que los medios ponen sistemáticamente a disposición de las audiencias serán nuestro horizonte informativo sagrado. Tomaremos esos datos y seremos depositarios del ‘significado’ que acredita que estamos informados. En estricto rigor, un personaje informado lee prensa y ve noticiarios, no obstante, desconoce todo lo que estos no informan, o peor aún, desconoce que hay más realidad fuera de lo que simboliza estar informado o de las líneas editoriales de los MCM. Para ejemplo, un caso relevante: los derechos de la mujer históricamente fueron negados y, por sobre la oposición a este comportamiento, hubo que luchar y esperar muchos años, ya que no era parte de lo que los medios consideraban ‘necesario’ de informar.
Bajo estos predicamentos, el que lee -o ve, o escucha- noticias, sería una persona informada y el que no es un paria, un inadaptado digno del menosprecio social. A pesar de lo anterior, puede que nuestro asiduo lector lea periódicos solo de un grupo específico de poder, que no represente el escenario amplio de la ciudadanía y nuestro inadaptado, considere que el desarrollo social no pasa solo por ser parte del mecanismo productivo y se dedique a labores de crecimiento espiritual en una etapa de su vida donde -según el modelo- debiera estar trabajando activamente.
La posverdad actuaría de la misma forma, en base a signos socialmente aceptados, pero que, sin embargo, no soportarían el escrutinio de la razón. Ser tolerante se considera bueno para nuestra sociedad, empero, la tolerancia no resuelve los problemas que suscribe. Tolerar es postergar, es hacer a un lado los conflictos, pero no aceptar ni respetar, sin embargo, insistimos en el gesto porque significa, por cercanía, por uso, por redundancia social, lo que debemos hacer para con aquellos que no consideramos iguales. Soportamos una idea en tanto parece que tiende irremediablemente a algo socialmente aceptado.
Este tipo de argumentación está basado en un esquema argumentativo en que la aceptabilidad de las premisas se transfiere a la conclusión haciendo comprender
que existe una relación de concomitancia entre lo que se afirma en el argumento y lo que se afirma en el punto de vista. La argumentación es presentada como si fuera una expresión, un fenómeno, un signo o algún otro tipo de síntoma de lo que se afirma en el punto de vista. (Van Eemeren & Grootendorst, 2002, p.116)
Dentro de la taxonomía pragmadialéctica, respecto a los esquemas argumentativos, este tipo de argumentación nos quiere situar en las relaciones de cercanía, mas no en aquellas donde hay causalidad directa y comprobable, y es allí donde surgen los prejuicios que nos llevan a odiar al extranjero porque los medios han acercado tal idea a la noción de aquel que viene a ‘quitar el trabajo al connacional’ o despreciamos al pobre porque tal o cual canal de televisión siempre lo ubica cerca de los casos de delincuencia. Ahora bien, si eso coincide con nuestra ‘animosidad’, odio al extranjero o al pobre, entonces, tenemos una sólida posverdad.
Una ciudadanía responsable debiera impugnar de forma inmediata aquellas argumentaciones que descansan en lo típico, lo natural, lo propio de algún fenómeno sin explicar razonablemente tales relaciones. No porque algo se haya hecho siempre de la misma forma es algo que debe aceptarse per se.
Lógica factual: los hechos
Otra sospecha que deberíamos garantizar, desde un buen proceso de aprendizaje en argumentación y pensamiento crítico, es la capacidad de entender que muchas inferencias que nos llevan a concluir ideas como razonables se basan fundamentalmente en lugares comunes simples que hacen fácil la lectura y el salto lógico de las razones a los puntos de vista. Es lo que se conoce como garantía. La garantía será la condición implícita que nos hace aceptar unas razones por sobre otras para establecer un argumento razonable.
Nuevamente, esta distinción laxa puede permitir que argumentos reñidos con la realidad puedan ser razonables en tanto aquello implícito que subyace en sus actos de habla goce de cierta razonabilidad compartida. El concepto de garantía es muchas veces complejo, acuñado por el profesor e historiador de la filosofía, Stephen Toulmin (2007) apela a un paso lógico invisible en el proceso argumentativo que dispone la legitimidad de los datos en relación a la tesis presentada. Un razonamiento más simple sitúa la garantía como:
Una especie de principio general o norma tácita que nos permite asegurar el paso pragmático de la evidencia a la conclusión. Generalmente se ve modificada por el contexto de la argumentación, ya que exhibe una especie de saber social lógicamente aceptable respecto del argumento. Responde, preferentemente, al por qué de la inferencia. En otras palabras, representa la premisa mayor del silogismo aristotélico. (Reyes & Escalona, 2020, pp.113-114)
En suma, lo implícito sería este ‘saber social’ que valida las razones para una idea en particular. Sin embargo, ¿qué pasa cuando las sociedades tienen supeditada su opinión pública a la influencia de los medios?, ya sea porque son monopólicos o definitivamente porque no hay muchas opciones donde escoger, los medios terminan, para bien o para mal, determinando este saber último, esta condición que aseguraría todos los razonamientos previstos. Volviendo a los casos antes explicados, si la idea de un político es modificar las leyes de inmigración para impedir que los recién llegados colapsen el mercado laboral, este contará con una fuerte garantía social, ya que, debido a la constante satanización mediática del fenómeno de la inmigración, a la gente no le costará relacionar ambas cosas y considerar esa inferencia como justa. Y también juega para el otro lado. Considerar la idea de que la inmigración es beneficiosa para el desarrollo de la cultura, por mucho que pueda ser documentada y respaldada sin problemas, será ampliamente resistida, debido a que la garantía social ‘dice’ todo lo contrario. Podemos inferir, entonces, que la garantía de la que hablamos permite que un argumento tenga el suficiente apoyo para ser utilizado en lo público, no obstante, en una sociedad contaminada de información de dudosa procedencia -y con poca voluntad de por medio- de seguro se podrá garantizar incluso aquello reñido con la razón.
En los procesos de enseñanza aprendizaje, derivados de los estudios de la argumentación y el pensamiento crítico, podemos encontrar verdaderos escudos protectores ante los lugares comunes que circulan en sociedad patrocinados por los medios de comunicación. Es por eso que entender tales dinámicas permite anticipar la forma en que los MCM construyen la realidad y condicionan la opinión pública en detrimento de los propios desarrollos reflexivos de los ciudadanos. Entonces, para evitar cualquier tipo de maniobra parcial, una solución podría ser participar activamente como ciudadano con el fin de comenzar a equilibrar la influencia del relato de los medios fiscalizando activamente la actividad pública. Considerar que todo mensaje tiene un propósito, no importando que sea un texto o una imagen, será principal en nuestro desarrollo como ciudadanos conscientes, ya que siempre habrá un punto de vista detrás de cada idea. Es un sueño de largo plazo, lo sabemos, sin embargo, mientras antes comencemos a hacer circular estas ideas en circuitos ajenos a la academia, más pronto lograremos una civilidad empoderada y comprometida con su entorno.
CAPÍTULO TRES
Imágenes v/s datos: usos y abusos
1. Una cuestión de perspectiva, 1.1. Formas gráficas de utilidad; 2. Imágenes y falacias, un cóctel peligroso, 2.1. Imágenes que transgreden lo aceptable, 2.2. Imágenes que afectan la relevancia, 2.3. La trampa del gráfico; 3. ¿Facilitar o manipular? Iconósfera pop , 3.1. El meme, “la vieja confiable”, 3.2. Argumentando con memes, 3.3. Instantes virales.
Articulando todo lo visto hasta ahora, podemos anticipar que primero, las imágenes construyen juicios previos con mayor rapidez que un texto escrito, y por lo mismo, en segundo lugar, su poder reside en la inmediatez y la ‘supuesta’ facilidad y universalidad de su análisis. Muchas veces, ya sea por una real complejidad o por falta de voluntad, tendemos a ser más persuadidos por la correcta ilustración de un fenómeno que por los datos específicos que lo convocan. Un buen gráfico se hace mucho más eficiente que una lista interminable de datos y es que como ya sabemos, la perspectiva que nos entrega visualizar las cosas -en nuestra mente, en un bosquejo- es mucho más eficiente que la lectura lineal. Sin embargo, la tentación de exponer todo en imágenes puede también facilitar ciertos direccionamientos para que el interlocutor no tenga mucho espacio reflexivo. Si las imágenes son tan claras, ¿quiénes somos nosotros para cuestionarlas?
Imágenes para democratizar la información y hacerla más cercana al lector o imágenes para condicionar la reflexión de nuestro interlocutor, la línea ética es muy delgada, por tanto, reconocer tal posibilidad nos pone a resguardo de cualquier eventual mala intención que pueda estar implícita en una hermosa y colorida gráfica. Este capítulo se enfocará en los casos más representativos de este tipo de conversión de datos y los riesgos y beneficios asociados a su uso como sustancia argumentativa.
“Atibórralos de datos no combustibles, lánzales encima tantos “hechos” que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces, tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque los hechos de esta naturaleza no cambian”
Ray Bradbury – Fahrenheit 451 - 1953
1. Una cuestión de perspectiva
Debido al progreso desarrollado por las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) se ha hecho imperativo en el mundo contemporáneo el manejo de gran cantidad de datos para poder analizar y tomar resoluciones respecto de cada cosa que ocurre. Como nunca tenemos la capacidad de anticipar o predecir escenarios complejos haciendo buen uso de la información disponible, es lo que hoy llamamos Big Data¹⁸. Ahora bien, cuando son las imágenes las que proporcionan mayor claridad el caso es distinto, ya que no se trata del cruzamiento efectivo de datos, sino más bien de cómo su representación presta mayor auxilio a la hora de entender un problema. Analicemos un caso que no por clásico deja de ser ilustrativo para nuestros afanes.
18 Procedimiento de carácter necesariamente informático que hace referencia al manejo y uso de un conjunto de datos de gran tamaño y complejidad con el fin de analizar y predecir comportamientos, a través de los patrones observados.
Corría 1854 y Londres sufría el peor brote de cólera de todos los tiempos. El saber común dentro de la medicina o la “ciencia normal” como solía llamarle Thomas Kuhn (2004) a la “investigación basada firmemente en una o más realizaciones científicas pasadas, realizaciones que alguna comunidad científica particular reconoce, durante cierto tiempo, como fundamento para su práctica posterior” (p.33), sellaba en un acuerdo tácito que la causa de tal epidemia eran las ‘miasmas’ o emanaciones pestilentes que subían del agua o la tierra y al ser acarreadas por el viento eran respiradas por la población quienes luego padecían la enfermedad. La cantidad de muertes solo ayudaba a sostener la idea de la propagación fácil que tenía como antecedente la muerte de 500 personas en apenas 10 días. Sin embargo, John Snow, eminente médico y precursor de la epidemiología, pudo demostrar mediante su trabajo de campo que la fuente del problema no estaba en el aire, sino en las aguas contaminadas que estaban a disposición del consumo humano, específicamente una bomba de agua ubicada en Broad Street.
Luego de revisar una y otra vez la enorme y minuciosa cantidad de datos de los fallecidos sin mucho éxito, Snow pensó en una proyección bidimensional de tal información para poder ubicar la causa del problema desde un punto de vista totalmente distinto. Esta técnica conocida como método geográfico permite ‘mapear’ zonas con el propósito de buscar patrones de causa-efecto sobre la propagación de enfermedades. Fue en ese momento -mapa mediante- que John Snow pudo determinar con precisión quirúrgica el origen del mal que afectaba la zona.
Cuando se intenta anticipar la forma en que una enfermedad se desarrolla y avanza sobre un núcleo urbano, la mirada profesional que recorre columnas llenas de datos y numeros jamás será tan efectiva como aquella que une puntos en un plano y es capaz de determinar cierto nivel de incidencia de un fenómeno ponderándolo en relación a su entorno, tal como se aprecia en la figura 13.
Figura 13.
La figura 13 representa el área de Londres afectada por la epidemia, en especial Snow marcó una línea negra en cada lugar donde se produjo un fallecimiento a causa del cólera y solo así pudo determinar la directa relación que tenían las muertes y un surtidor específico de agua que se encontraba en la esquina de Broad Street con Cambridge Street (en la figura indicado por una flecha). La evidencia visual proporcionaba el respaldo necesario para comprobar su hipótesis, la mayoría de los decesos rodeaban la bomba en cuestión, bastó con que Snow solicitará cerrar tal surtidor para que las muertes cesaran. Lo que no pudo hacer de cabeza en los datos explotó ante sus ojos cuando pudo ver proyectados los datos en un mapa. El saber médico y las ordenanzas locales no pudieron negar lo que la interpretación gráfica de la información indicó de forma lapidaria. Para corroborar, aún más su posición, indicó que a dos cuadras de allí, en la cervecería (indicada por una estrella) no se indicó muerte alguna, y claro, si la gente prefería tomar cerveza en vez de agua y, como resultante, producto de la cocción del mosto por sobre los 100 grados Celsius y durante varias horas, la bacteria que produce la enfermedad muere indefectiblemente.
¿Qué ilustra el caso de John Snow? Particularmente algo que soporta la tesis del trabajo en cuestión, la importancia de las imágenes en entornos argumentativos. Ciertos espacios resolutivos requieren otra perspectiva a la hora de dilucidar ciertas afirmaciones. Una montaña de datos jamás será tan solidaria con el otro quién tiene el poder para tomar decisiones- como lo es una ilustración en detalle que integre aquella información como fragmentos visibles.
Y si de perspectiva se trata, la distancia del fenómeno aporta necesariamente un punto de vista eventualmente esclarecedor. Al día de hoy, todavía ciertas naciones altamente industrializadas -algunos ciudadanos incluidos- se oponen tenazmente a detener o mejorar parte de sus procesos productivos con el fin de aliviar al planeta respecto del efecto invernadero y el brutal cambio climático que amenaza con la desertificación, la sequía y la escasez de recursos. Por un lado, la sospecha de estos grupos es que los cálculos han arrojado interpretaciones apocalípticas que nada tienen que ver con la realidad y que las alzas de temperatura afectan solo a algunas zonas geográficas y, por tanto, no requiere de drásticas políticas a nivel planetario.
En junio de 2010 la Nasa¹ compartió una particular imagen del planeta, obtenida desde el espacio por uno de los satélites GOES² encargado de enviar información detallada de la atmósfera terrestre con relación a la temperatura. Para tal lectura, la agencia acompañó la fotografía con una escala cromática que permitía comparar los puntos de mayor calor y los más fríos (Ver figura 14). Aquello, que difícilmente se podía explicar desde la evidencia cuantificable, apareció ante los ojos del mundo como una revelación acerca de lo urgente que es presionar a los líderes del mundo para que se ocupen en la reducción de emisiones contaminantes y así mantener una temperatura global que permita un mejor uso de los recursos naturales. La imagen en cuestión, gracias a la escala comparativa suministrada, permitía entender la escasa posibilidad del planeta de poder respirar libremente, ya que aquellos puntos de frío sobre la superficie de la tierra cada vez son menores y, por el contrario, aquellas zonas que se acercan al calor extremo son indudablemente superiores.
19 La istración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio, EE.UU.
20 Satélites geoestacionarios que se mantienen siempre en la misma posición para poder describir los cambios atmosféricos en una zona específica del planeta.
Figura 14.
El impacto persuasivo de una gráfica se impone ante la asepsia de los datos obtenidos por computadoras, nuestro planeta se ‘hornea’ literalmente y es tiempo de hacer algo al respecto.
1.1. Formas gráficas de utilidad
A propósito del ejemplo anterior y el caso de John Snow y la probatoria gráfica respecto del cólera y sus causas, podemos sentir el arrojo de considerar que siempre una buena gráfica hablará mejor que un detallado análisis. Sin embargo, va a depender de la naturaleza de la discusión lo relevante que pueda ser una imagen para sostener un argumento. En el caso del evento planetario, la dificultad para visualizar el objeto material se ve beneficiada con la óptica de un aparato que orbita a 35800 kilómetros sobre la superficie terrestre, perspectiva imposible de tener desde una computadora; en el caso del facultativo inglés la historia es tan compleja que el gesto de ‘atraparla’ en un mapa clarifica enormemente la situación.
Podemos inferir de lo anterior que ciertas narraciones, por su extensión, deben ser capturadas en algún elemento menos dinámico y así facilitar el entendimiento inicial para luego profundizar en otros antecedentes. Lo que se busca es poder observar la estructura básica del análisis para luego, mediante ese primer acercamiento a la idea, avanzar en los detalles específicos en que se sustenta.
El mapa -así como la fotografía satelital- obrará como una especie de conclusión respecto de un argumento perfectamente razonado, una especie de peroratio aristotélica -fase final del árbol retórico- (1990) que busque sintetizar la idea completa, pero además, producto de la facilidad de lectura de la imagen, alcanzar la voluntad y anuencia del interlocutor respecto de la idea que subyace a lo eminentemente visual.
Los datos convertidos en imagen son útiles en muchos aspectos de la comunicación, sobre todo cuando el número de antecedentes es tan alto o la información en sí tiende a ser confusa o ambigua para un receptor no
especialista. Mucho nos cuesta entender, por ejemplo, el origen de nuestra lengua, en especial sabiendo que desciende de un origen común junto con otras que apenas reconocemos como similares, una especie de tronco común con otras formas de expresión. Y si hablamos de tronco, ¿no será mejor expresarlo como un árbol? La figura 15 ayuda a ilustrar con base en lo conocido -el árbol- y así agiliza el proceso de recepción de la información.
Figura 15.
Entendemos con facilidad la relación directa que tenemos con otros idiomas como el portugués, el catalán, el francés, el italiano y el rumano, todos agrupados en el ‘follaje’ de lo que se denomina las lenguas romances y que son la extensión de la ‘rama’ latina que junto con el grupo de los idiomas sabélicos aparecen como vástagos del mismo ‘tronco’ itálico, todos emergiendo de la llamada ‘raíz’ proto-indo-europea ¿se entiende?, ¿sigue siendo confuso? Miremos con detención la figura ١5 y allí la orgánica natural del árbol como expresión formal de un conjunto de ideas pone las cosas más fáciles.
Sin embargo, la ilustración, que acerca, que democratiza y trae luz, no es necesariamente inocente, ya que también opera dentro de un tipo de agenda²¹ que incluye y excluye, a saber, todo el mundo idiomático de pueblos originarios que no son parte de la gráfica y que de alguna forma se desarrollan con anterioridad a las lenguas indoeuropeas. Es posible que el lector piense que para eso basta plantar otro ‘árbol’, no obstante, ese desafío no es del todo correcto, ya que el ‘árbol’ es uno solo y lo que restaría por hacer es editar la figura 15 para que, en lugar de considerarla un ‘árbol’ completo, se entienda que esa es una ‘rama’ simplemente. La metáfora en cuestión, por generosa que parezca, observa un tipo de realidad específico y es por esa razón que debemos estar atentos a la información más allá de lo sencillo de la lectura de la gráfica.
21 Ver Capítulo 2: Imágenes y medios de comunicación; 1.1. Agenda Setting.
Comenzando el siglo XIX el ingeniero escocés William Playfair, quien consideraba que las tablas de datos eran abrumadoras y no ayudaban a la comprensión, publica en Londres una de sus obras más importantes: el Breviario Estadístico. En ella incluye por primera vez en la historia un gráfico circular también llamado gráfico de torta- para dimensionar la expansión del imperio turco en tres continentes para 1789 -ver figura 16- cuando el ascenso de Selim III traía consigo un proceso de reforma importante que interesaba de sobremanera al mundo europeo.
Figura 16.
Dimensionando la ocupación turca en un círculo perfecto a subdividir según las millas de territorio convertidas en sectores -dentro de los 360° disponibles en una circunferencia- esta original gráfica, revisada en la figura 16, dejaba muy en claro las proporciones de soberanía territorial donde, por ejemplo y a simple vista, se podía entender que un cuarto del imperio estaba en Europa y más de la mitad en Asia, siendo África el lugar con menor presencia. Sin embargo, este tipo de expresión gráfica es útil cuando las proporciones son ampliamente distintas, de lo contrario no ayudarían a la comprensión, a saber, si la ocupación turca fuese de un 33% en África, un 34% en Asia y un 32% en Europa, ya que expresado de tal forma se verían tres tercios casi idénticos, o en el caso de que los elementos a considerar no fueran solo 3, sino tantos que subdividieran el pastel en tantos espacios difícilmente comprensibles.
Recordemos que la gráfica, en clave de argumentación, puede ser tanto el punto de vista, es decir, se demuestra que el imperio turco tiene mayor presencia en Europa que en África, o también el respaldo del razonamiento basado en datos de que tal situación es así, es decir, en un argumento verbal usaríamos esta gráfica obtenida de un libro con autoridad suficiente para evidenciar la soberanía turca en territorio europeo. Desde otra perspectiva, lo que tenemos en estas gráficas es un entimema²² que mantiene implícitas sus otras premisas.
22 Ver Prefacio, 1.5. Entimema.
Sobre el mismo punto, expondremos a continuación y brevemente algunos ejemplos de gráficos que por su desempeño son muy útiles a la hora de evidenciar otros tipos de relaciones y así, como hemos dicho en repetidas veces, facilitar el proceso de comprensión.
La mayoría de las crisis económicas, por ejemplo, a la hora de ser presentadas en alguna reunión de grandes ejecutivos tienen de fondo dramático un simple gráfico lineal. Dos variables -x e y- que generalmente son tiempo y dinero
componen el escenario perfecto para entrar en pánico o, en el mejor de los casos y cuando los segmentos lineales tienden al alza de manera constante -como indica la figura 17- mantener la esperanza en las inversiones.
Como sugerencia, los gráficos lineales serán más efectivos siempre y cuando hablemos de una relación entre dos magnitudes continuas, ya que la cantidad de datos que lo componen quedan subordinados al efecto visual de la figura que tiende al alza o a la baja. Situación que a fin de cuentas es la que altera la motivación de los inversionistas.
Figura 17.
De la misma forma, un gráfico de barras será más eficiente a la hora de comparar valores específicos difíciles de anticipar en uno del tipo circular o lineal.
A modo de recomendación
Sin embargo, insisto, no hay que abusar del gran poder que ofrecen las imágenes como premisas en un discurso argumentativo, ya sea en forma de afirmaciones, razones o evidencias. Las imágenes tienen un espacio importante en el mundo de las ideas y, por tanto, deben ser utilizadas con gran criterio, no para ‘zafar’ de un proceso argumental que está fuera de control, sino más bien para reforzar un argumento y darle la solidez que no exhibe únicamente en lo textual.
Si intentamos argumentar acerca de ideas abstractas, una imagen indeterminada podrá traer más confusión que luz. ¿Existirá un dibujo o fotografía que sea más eficiente que la histórica formulación E = mc²? En la misma senda, difícilmente una representación gráfica será mejor que un SÍ o un NO para expresar la afirmación o la negación rotunda. Y si de cifras se trata, pocos gestos visuales serán eficientes que el número cero “0” a la hora de expresar el aporte calórico de un producto, así también, la expresión de plenitud -en todo ámbito- ve su mejor representación en un numero de tres cifras junto a un signo: 100%.
Muchos actos de habla quedan mejor en palabras, es más, suelen reforzar -al revés de lo que hemos tratado hasta ahora- indicaciones de tipo visual. La señalética de tránsito²³, por ejemplo, suele ser blindada muchas veces adjuntando su significado ¿No es el principio de las señaléticas ser directas y claras y no estar sujetas a interpretación? Al parecer sí, en el papel, empero, la cifra de accidentes o conflictos viales ha hecho que se reconsideren ciertos mensajes. Un letrero de ‘No estacionar’ al parecer no es tan claro y persuasivo como el mismo más la frase “No estacionar”, más aún, “No estacionar ni detenerse”. La letra “E” dentro de un círculo rojo y cruzada por dos bandas en forma de cruz no es más informativa que la imagen y el texto juntos, lo que conocemos como
argumento mixto o heterogéneo²⁴. Esta situación es la que explica por qué la fuerza persuasiva de un disco PARE radica fundamentalmente en la palabra, mas no en el color rojo del peligro y menos en su forma octogonal.
23 Más referencias sobre argumentación en señalética ver Capítulo Uno, 1.1. Argumentos visuales puros u homogéneos.
24 Ver Capítulo Uno, 1.2. Argumentos visuales mixtos o heterogéneos.
Caso aparte es lo que sucede con las palabras que convocan directamente a la emotividad. Cuando la expresión verbal sintetiza la base ideológica de cualquier gesto religioso esta difícilmente puede ser sustituida por una imagen. Y claro, es cierto que las religiones en su mayoría ofrecen un espacio significativo de sus rituales al culto de la imagen -cualquiera que esta sea-, sin embargo, es la palabra, la oración, el mantra etc. el vehículo principal de conectividad ritual. Muchas iglesias, como por ejemplo la de los Santos de los Últimos Días (o iglesia mormona), carece de imágenes en sus lugares de culto, no obstante, la palabra es la llave de la devoción y el entendimiento mutuo.
No es menor la discusión acerca de la relación entre el lenguaje y la subjetividad -que obviamente sobra con creces el objetivo de este libro- donde las palabras transitan por una especie de ambivalencia, desde su gran poder para representar el mundo hasta la imposibilidad de significar cierta condición emotiva. Las palabras nos llevan a lugares imposibles, pero también nos limitan el accionar a la hora de crear realidad en espacios de subjetividad alta ¿Cuántas veces no pudimos poner en palabras algún tipo de acto de habla afectivo? Muy común es encontrarnos en la situación de no saber qué decir porque nos quedamos “sin palabras”. Otras veces un “te amo” significa el mundo para quienes lo comparten con sinceridad no dejando espacio si quiera para la especulación. Por tal razón, podemos inferir que la primera gran dificultad, desde el punto de vista de la comunicación efectiva, será la decisión que implica elegir entre el uso del lenguaje verbal, el iconográfico o una mezcla de ambos.
2. Imágenes y falacias, un cóctel peligroso
Ningún avance sustantivo acerca de la argumentación y el pensamiento crítico, incluida la línea teórica que desarrolla este trabajo, puede estar completa sin un análisis acerca de los procesos que desafían la lógica y la razonabilidad, ya sea por acción voluntaria u omisión. Así también como en la comunicación verbal, cuando hablamos de argumentos visuales, debemos estar atentos a procesos falaciosos que atentan -o favorecen según la intención- contra la lectura preferente de ciertas imágenes utilizadas en el discurso público, incluyendo de sobremanera a la publicidad y la propaganda.
Para comenzar, entenderemos por falacia, así como en los argumentos textuales, “una construcción de lógica dudosa que afecta indistintamente lo relevante, suficiente o aceptable del razonamiento. Las falacias serán aquellos argumentos que desafían los criterios de validez argumental” (Reyes & Escalona, 2020, p.163). No estamos hablando, en este caso, de mentiras deliberadas -lo cual puede llegar a configurar un delito-, sino de un error formal.
Es bueno entender que el análisis sobre el error de validez que ostentan este tipo de argumentos debe darse -a mi entender- necesariamente cuando el gesto es voluntario, es decir, cuando en el propósito de quien emite el mensaje está considerada la falacia como una herramienta de persuasión. En otras palabras, nuestro lenguaje es tan complejo, elástico, precioso y figurado que tendemos a ocuparlo sin poner atención en todas las ideas implícitas o indirectas que de él pueden desprenderse, vamos por la vida ‘lenguajeando’ sin saber que para muchos hay más realidad detrás de un mensaje -o una muy distinta- de la que creemos emitir. Por tanto, ir apuntando, con afán inquisidor, falacias por doquier es un ejercicio vistoso, pero fútil, la cantidad de imprecisiones de lenguaje verbal y/o no verbal- en su mayoría gratuitas no requiere nuestra evaluación y menos nuestro análisis, más bien, hablan de nuestra cultura y la forma de expresarnos que de un problema lógico.
No obstante, en escenarios ‘oficiales’, en situaciones de cuidado y respeto, donde lo que se expresa es importante para entender la realidad, poder advertir las construcciones falaciosas nos ayuda a tomar decisiones con mayor claridad, nos permite desafectarnos de ideas peligrosas y a la larga entender la intención existente en el otro. Revisemos un caso.
Para el 8 de marzo de 2019, Chile vivió uno de los episodios más importantes de su historia republicana, ese día la marcha convocada por las agrupaciones feministas llegó a congregar cerca de 2 millones de personas solo en la capital del país. Entre muchas otras excepciones a los efectos colaterales de una marcha de tal magnitud el movimiento estaba muy lejos de ser violento. Sin embargo, no tardaron en aparecer en televisión -un canal de corte oficialista- imágenes de posible violencia en la Plaza Sotomayor, centro neurálgico de la ciudad de Valparaíso (ver imagen 18). Allí, manifestantes convertían el lugar en una zona de guerra para con la autoridad. Las imágenes eran elocuentes, la policía estaba desplegada en el lugar esperando la orden para el inminente enfrentamiento.
Figura 18.
El repudio inmediatamente se hizo sentir en gran parte de la prensa oficialista y las redes sociales ad hoc. Aquella marcha que se decía tan legítima y pacifista no era más que otra justificación para convertir los espacios públicos en escenarios de terrorismo. La policía armada al costado de la plaza, a punto de intervenir, era la evidencia irrefutable del acto.
No obstante lo anterior, ¿estamos seguros que esa imagen es real? O mejor dicho, ¿es obvio que corresponde al hecho en cuestión? Y claro, los MCM (Medios de Comunicación Masiva) no mienten, además ¿Quiénes somos nosotros -simples mortales- para enjuiciarlos? Por el lado del sentido y en una sociedad altamente conservadora es usual relacionar manifestaciones con destrozos debido a los frecuentes prejuicios que atienden nuestra cultura y la influencia de los medios de comunicación en la creación de la realidad. Es así como un vulgar esquema de signo -que asume causas necesarias como suficientes- nos calza como anillo al dedo a la hora de generar un vínculo instrumental entre manifestaciones y violencia. Sigamos con la historia. Gracias a las nuevas tecnologías de la información a disposición de casi todo el mundo, no tardaron en aparecer, en las mismas redes sociales y enviadas a la editorial del mismo medio, mensajes de repudio de gente que estaba en el lugar y -fotografía o video mediante- evidenciaban la total tranquilidad en el sector donde, además, para colmo de contradicción, se realizaba una especie de feria turística en absoluta calma. Las imágenes que presentaba el informativo no eran de ese día, es más obedecían a otro evento para nada relacionado con las demandas del feminismo. Atónitos revisamos la fotografía una y otra vez, ya que lo que se ve allí es una esquina de la plaza, no hay dudas, y la policía lista para actuar, el problema es el ‘cuando’. La figura 18 es una de tantas imágenes de protestas en Valparaíso, en particular de una que sucedió en diciembre de 2018, un año antes del hecho que se narra con anterioridad, el medio, como se suele hacer, registra y graba los incidentes. La dirección del programa que emitió las polémicas imágenes apeló a un problema ‘técnico’ por el apuro en actualizar los incidentes de dicha jornada, atribuyendo el ‘error’ a los gajes del oficio de la ‘televisión en vivo’. Sin embargo, hay una gran diferencia entre un despacho en vivo y un apoyo de ‘archivo’ de un año atrás, específicamente el área técnica en todo momento sabe si lo que se muestra al televidente está sucediendo en tiempo real o es parte de un documento guardado en alguna biblioteca audiovisual, todo esto, sumado a lo renuentes que se mostraban las editoriales del canal para darle
espacio y cobertura al feminismo, hacía lógico pensar que el medio había distorsionado la realidad influyendo negativamente en la opinión pública.
El poder persuasivo de una imagen, sobre todo cuando existe cierta periodicidad en su aparición, juega con nuestras ansias de saber, de estar informados y apenas encontramos un rastro de realidad articulamos toda una tesis fundamentada en lo evidente, lo típico, lo característico, aquello que reconozco previo al ejercicio reflexivo y de paso me permite consolidar mis propias opiniones. Para muestra, la figura 18 que se presenta en este texto ni siquiera es de las fechas en cuestión y acá a modo de ilustración usé una imagen del mismo lugar, pero de 2011 y, sin embargo, -sin aclaración mediante- de seguro completaba el cuadro sin problemas. La polémica, como era de esperar, escaló hasta el Consejo Nacional de Televisión, entidad reguladora que acabó por multar a la estación televisiva desestimando sus descargos y castigándola por “abuso en la libertad de informar”.
¿Qué lleva a un medio a abusar de la libertad de informar? Muchas razones. Lo más evidente es la voluntad eficiente de crear realidad mediante metonimias editoriales²⁵que permiten tomar una porción de la realidad, solidaria con su forma de ver el mundo, para que sea la representación del todo. No obstante, eso tiene ciertos límites y uno es la mentira concluyente. No podemos hablar de una falacia propiamente tal, ya que no se trata de un problema lógico, se trata de intención dolosa sin más.
25 Ver Capítulo 2, subcapítulo 2: Medios de comunicación de masas más allá de la verdad.
Las mentiras y las falacias son, desde el punto de vista de la argumentación, dos cosas totalmente distintas, sin embargo, su periodicidad es igual de regular en todo tipo de discurso. A continuación, ahondaremos en aquellas que por su frecuencia deben ser atendidas con precaución.
2.1. Imágenes que transgreden lo aceptable
Como ya lo hemos visto en apartados anteriores, los medios de comunicación y otros organismos de poder construyen la realidad utilizando retazos de lo sensible y también otros cuantos de aquello que está fuera de nuestra percepción e incluso la fantasía. Del todo una costumbre propia del ser humano propiciada por la incapacidad para atrapar el todo. Los puntos de vista dicen más de quién mira que de lo que se ve y esa condición, muchas veces, pasa de ser una limitante a una herramienta para propiciar nuestra propia cosmovisión. Sin embargo, ese matiz de lo imperfecto no es pretexto para querer torcer la lógica de los acontecimientos y así condicionar la toma de decisiones del otro. Volviendo al tema, utilizar imágenes específicas para potenciar ideas generales constituye un proceso de no validez lógica y de paso una expresión falaz en desarrollo.
Falacia de composición.
¿Es posible usar imágenes que no correspondan a la realidad de forma directa? La respuesta es del todo clara: sí. Mientras el objetivo sea intensificar una respuesta emotiva o acelerar la adhesión a una idea donde las evidencias son algo tenues o dispersas, no existiría una falta a la verdad. Fotografías de animales moribundos para despertar la solidaridad en las personas respecto de las especies en extinción no necesitan de una relación temporal exacta. Sabemos que es una realidad y, más allá de si son de hoy o de ayer, atendemos al fin último que es cuidar a aquellas que están en peligro. Imágenes de calles vacías debido a la pandemia del Covid-19 no tienen por qué ser de un lugar en particular, la comprensión de la enfermedad requiere de un reconocimiento global, por tanto, sean del lugar que sean, no trastocan la realidad y ayudan a concentrar la atención en lo importante y urgente de la situación. Ahora bien, si las calles vacías corresponden a un espacio geográfico difícilmente reconocible, de seguro podríamos estar enfrentando una falacia conocida como de ‘composición’. Esta se entiende como “aquella que considera las características
de una parte en específico como pertinentes al todo, en otras palabras, un error en el tipo de inferencia inductiva” (Reyes & Escalona, 2020, p.187). Si las calles que se muestran nunca las hemos visto llenas de gente o refieren a una zona geográfica demasiado particular, podemos sospechar que la muestra no es necesariamente representativa.
Cuando el todo por la parte se convierte en un caso falaz, podemos atribuir tal situación a una acción deliberada que busca fabricar una muestra no representativa para crear una realidad del todo distinta. En lo que a argumentación respecta, la conocida falacia de composición no hace más que poner en evidencia una inducción forzada² .
26 Para mayor análisis, ver Capítulo dos: 2. Medios de comunicación de masas más allá de la verdad.
El problema de una mala inferencia aparecerá cuando elaboramos una realidad alterna para explicar la compartida por todos, creando situaciones o discusiones que de otra forma jamás se hubieran dado espontáneamente y esto no obedece, como en el caso de la publicidad, a una mera licencia creativa. Para hacer más complejo este escenario, entre la realidad y la estructuración de la realidad, los programas de edición gráfica desafían nuestra frágil capacidad para percibir lo natural de lo fabricado y en ese diálogo la intensidad emotiva de la imagen se impone ante el debilitado criterio de su visualizador.
Podemos utilizar imágenes no correspondientes en lo denotativo con lo que designan, si el interés connotativo es claro²⁷, como por ejemplo, movilizar a la población a empatizar con distintas causas sociales donde la imagen sea solo un recordatorio de cada una de ellas, la pobreza reflejada en los ojos de un niño, la desigualdad expresada en la imagen de una escuela rural o incluso la violencia detrás de un puño cerrado. La libertad de componer argumentos con imágenes, en el mejor de los casos, buscará mejorar los procesos de entendimiento y no engañar, aunque en la práctica eso sea bastante común.
27 Ver Capítulo 1, subcapítulos 4.1 y 4.2 Significación de primer y segundo orden.
2.2. Imágenes que afectan la relevancia
Hasta ahora, hemos desarrollado ejemplos falaces que atentan contra la aceptabilidad de un argumento, no obstante, mucho más comunes, son aquellas falacias que infringen directamente la relevancia de una idea -ya no su lógica- y no por el hecho de ser más evidentes que las anteriores dejan de ser menos efectivas y peligrosas. Una cosa es usar metonimias en beneficio del lector, sin faltar a la realidad, pero modificando su representación gráfica y otra muy distinta es ‘crear’ imágenes que nos sirvan de razones o evidencias para defender un punto de vista. Lamentablemente, los medios de comunicación de masas y otros productores de contenido no están ajenos a ello. Desde hace mucho tiempo, por ejemplo, los corresponsales de guerra pagan a familias para filmar su dolor y así “ayudar a la causa”, las imágenes de niños llorando suelen ser increíblemente movilizadoras de la opinión pública, tanto así que no necesitan de una sola palabra para generar odio y animadversión contra el supuesto causante de ese dolor y de paso apoyar una invasión a gran escala para su exterminio. Como ejemplo ampliamente reconocido, una foto donde un niño dormía entre las tumbas de sus padres muertos por los atentados químicos en Siria y que recibió el apoyo de la comunidad internacional culpando directamente al presidente Bashar al Assad de tal acción, imagen que más tarde se evidenció fue un montaje para atraer la atención mediática sobre supuestos casos similares y así justificar la intromisión de EE.UU. en la zona; o la clásica imagen de archivo de un animal marino envuelto en plástico o bañado en petróleo para evidenciar el daño al medioambiente que provocan estos desechos humanos en el mar, no importando que la imagen no fue tomada en el lugar desde donde se hace la denuncia y menos en el mismo tiempo en que esto sucede.
No se trata de negar todo lo que puede ser explicado en imágenes, las fotos aeroespaciales del retroceso de los hielos árticos debido al efecto invernadero son bastante ilustrativas, sin embargo, es bueno mantener una actitud de cautela ante su alta emotividad, ya que de eso dependerá la capacidad crítica que necesitaremos para su análisis y ponderación con lo real o al menos con lo razonable. La persuasión trabaja mucho mejor con la mímesis de lo real y, por tanto, un dato duro difícilmente podrá lograr un nivel de compromiso o
implicación más alto que una imagen. Desde el impacto que logra un niño llorando, una mujer anciana a la cual le han despojado de sus enseres o víctimas de algún conflicto armado, nuestra capacidad empática siempre es superior al análisis crítico.
Acá se articulan una serie de falacias que atentan contra el criterio de relevancia (Reyes & Escalona, 2020) siendo las más comunes en los casos antes vistos la falacia de apelar a la misericordia –Ad Misericordiam-, ya que quien mira imágenes de dolor tiende a ser empático con el discurso que busca acabar o al menos atenuar el sufrimiento del otro -o de sí mismo- y la falacia de apelación al temor –Ad Baculum- donde las imágenes nos llevan a tomar partido por alguna idea, ya que de lo contrario podríamos tener problemas serios.
Sumada a estas falacias, podemos también considerar la falacia de apelación a las masas –Ad Populum-, ya que las ideas que son políticamente correctas tienden a ser aquellas que la opinión pública prefiere y, por tanto, condicionan la opinión personal. Conceptos como tolerar, libertades individuales, propiedad privada entre otros suelen ser demasiado complejos como para adherir de forma razonable e inmediata a lo masivo.
Falacia Ad Misericordiam.
No podemos esquivar el gesto, somos seres empáticos por naturaleza, aunque a veces no se note. El dolor nos perturba y si no es posible pasarlo por alto, mediante una donación a distancia o un comentario bien intencionado, es probable que tomemos acciones al respecto. Conocida la debilidad, los medios apelan a la misericordia para debilitar nuestra coraza crítica ante ciertas situaciones que probablemente, números mediante, no serían del todo persuasivas.
Quizás, uno de los ejemplos más polémicos de este tipo son los que ofrece la cruzada Teletón²⁸ debido al abuso que hace de la imagen de niños en situación de discapacidad para incentivar las donaciones y así llegar a la meta que se propone cada año ¿Qué hay de malo en eso si se consiguen los fondos para mantener los centros de rehabilitación?, mucho.
28 Teletón Chile, es un programa de televisión que se realiza una vez al año durante 27 horas ininterrumpidas reuniendo a todas las cadenas televisivas del país. Su objetivo es recaudar fondos para niños en situación de discapacidad motriz.
Definitivamente, no basta con los balances anuales que hace la institución, información más que suficiente que evidencia los logros de la organización en cifras, a saber, más de ١٠٠ mil niños en situación de discapacidad motora rehabilitados desde ١٩٧٨ a la fecha, atención a más de 30 mil pacientes a la fecha y la construcción de 14 centros de rehabilitación a lo largo del país gracias a los aportes privados (personas y empresas)² . Sin embargo, las cifras no son del todo persuasivas para la gran mayoría, la cuenta bancaria que recibe las donaciones del Instituto Teletón prácticamente no recibe un solo peso pasados los días que rodean el espectáculo en la pantalla chica, la arquitectura de la ciudad se mantiene esquiva a quienes se desplazan en sillas de ruedas y la inclusión sigue siendo materia pendiente a nivel educativo. Quizás, producto de lo anterior, el desarrollo del evento televisivo transita peligrosamente en la sobreexposición y el morbo. Cuando pasadas las horas no se está cerca de la cifra necesaria para mantener los centros operando comienza un bochornoso desfile de imágenes de niños vulnerables -física y psicológicamente para apresurar la misericordia del televidente. De seguro, imágenes como la de la figura 19 son mucho más persuasivas que las cifras exhibidas texto arriba y eso la producción del programa lo sabe bien.
29 Sitio www.teleton.cl [Recuperado en mayo 2020]
Figura 19.
Todo lo anterior le ha valido gran cantidad de críticas y ha recibido numerosas recomendaciones del Comité Sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU por situar a las personas en situación de discapacidad como objetos de caridad y no sujetos de derecho. A esto se suma que exime al Estado de un deber jurídico consagrado por Ley, además de permitir a las empresas recibir beneficios tributarios y comerciales poniendo en duda lo virtuoso de su aporte. Un acercamiento argumental a la falacia Ad Misericordiam sería:
PV: Apoyo la Teletón.
R: (ya que) siento lástima por aquel niño que no puede caminar y quiere jugar fútbol.
E: imágenes explícitas de niños en condición de vulnerabilidad, por ejemplo, un niño en silla de ruedas, triste y con un balón de fútbol bajo el brazo.
La evidencia, en este caso, es tan fuerte que nuestra emotividad se impone a la razón y es de esa forma que la ‘misericordia’ se apodera de nuestro razonamiento y define nuestra disposición para la ayuda que pasa por alto todos los aspectos negativos del espectáculo televisivo. No apoyamos por la necesidad de inclusión del otro, por el compromiso social, sino por lástima.
Ejemplos así, lamentablemente, hay por miles, la manipulación que se hizo con la imagen del pequeño sirio Aylan Kurdi³ o las campañas contra la pobreza infantil en África que abusan hasta el cansancio de afiches llenos de niños desnutridos -e incluso agonizantes- para motivar la acción social. Acá es donde fallan los planes gubernamentales -si existen- respecto de la inclusión y como resultado de esa deficiencia la ‘telecaridad’ ejecuta su peor rostro. Algo que
debiera tornarse a favor de otros termina siendo un problema personal, porque nos duele a nosotros, nos sentimos mal al ver esa realidad y para apaciguar nuestro dolor o malestar -no precisamente el de ellos- actuamos.
30 Ver Capítulo 1, 1.1. Argumentos visuales puros u homogéneos
Falacia Ad Baculum.
Si podemos motivar emociones fuertes mediante el uso de las imágenes en el discurso para, en caso de manipulación, volver a las personas más sumisas con base en la misericordia, podemos elegir también un camino más directo, no solo para atenuar, sino más bien para impedir de plano que algo suceda o se piense siquiera. La falacia Ad Baculum se constituye cuando “el objetivo (…) es limitar la capacidad del oponente para tomar una decisión mediante presiones que apelen al miedo, y en último caso, constituyan una amenaza evidente a su persona” (Reyes & Escalona, 2020, p.169).
Una ilustración histórica del poder que delega el miedo se podía leer en el exterior de los cañones de la artillería de Luis XIV, Rey de Francia, donde aparecía grabada la frase “ultima ratio regum”³¹ como una sutil amenaza para quienes osaban enfrentar a su ejército. Si no se daba la voluntad del Rey, este hablaba desde una boca de cañón. La frase, utilizada más tarde por Federico de Prusia, alude al miedo antes que al diálogo. Es el Soberano que amenaza con hablar desde la pólvora y ante eso la capacidad de razonar quedaba ampliamente disminuida.
31 Del latín, “último argumento de los Reyes”
Quizás sea la mixtura peligrosa entre la escasa voluntad humana y las precarias políticas educativas aquello que se confabula en la mente de muchos a la hora de analizar o fabricar sus propios argumentos Ad Baculum. Ciertamente, cuando el miedo aparece la crítica abandona la habitación del saber.
Desde la amenaza explícita, pasando por una serie de sutiles intimidaciones, en el dominio de la emoción del miedo de seguro restringimos, sino anulamos, cualquier respuesta que confronte incluso a la mentira misma. Tememos y nos retraemos intelectualmente, tememos y evitamos el conflicto.
Sin embargo, amenazar no es tan simple como parece cuando de argumentar se trata, hay intimidaciones que pueden no ser bien entendidas debido al contexto (garantía social) o el target al cual se dirigen. Para muestra un caso.
Corría el año 2006 y el Gobierno de Chile buscó replantear su estrategia contra el tabaquismo juvenil, sobre todo en lo que respecta a quienes se iniciaban en el hábito. Ese año además de la advertencia que se encontraba en los laterales de las cajetillas que rezaba “EL TABACO PUEDE PRODUCIR CÁNCER” se agregaron una serie de imágenes para concientizar acerca del daño que provoca el cigarrillo en las personas. Como suele ser costumbre, ninguna de esas campañas fue un éxito, ¿dónde estuvo el error? Al parecer, cuando la razón no es suficiente, el camino más directo al entendimiento es el miedo y en tal escenario mostrar imágenes grotescas acerca del daño sin censura que causa el tabaquismo parecía una buena estrategia, sin embargo, un cambio actitudinal de tal magnitud requiere de convencimiento, no necesariamente la persuasión que motiva aquello que rechazamos.
Sobre los empaques de cigarrillos desfilaron fotografías explícitas de pacientes con la laringe perforada, bocas destrozadas por el cáncer, neonatos con bajo peso e incluso un gesto alusivo al bajo desempeño sexual. Todas y cada una se convirtieron en falacias Ad Baculum, ya que planteaban el temor como razonamiento para dejar el cigarrillo o no entrar en el vicio en lugar de una razón
más adecuada para la generación interpelada.
En clave de argumentación sería de la siguuente forma:
PV: Deja de fumar/ No fumes.
R: Perderás la laringe, tus dientes se pondrán amarillos y tendrás mal aliento, además, tendrás un bajo desempeño sexual.
E: Fotos de casos reales y/o calaveras.
No es privativo de este tipo de campañas, es cierto, pero acá se abusa del miedo como elemento persuasivo no suficiente para constituir un argumento de calidad. Es más simple asustar que explicar y esta es la razón por la cual este tipo de argumentos visuales sea tan usado en situaciones donde se desconfía de la capacidad cognitiva del otro.
Quizás sea por tal razón que se apele a situaciones insoportablemente grotescas y, en el mejor de los casos, a un desfile de calaveras -ver figura 20- que no hacen más que resignificar el miedo a la muerte, muchas veces, hasta el punto de hacerlo vulgar e insensible.
Figura 20.
Desde los afiches que impiden ingresar a un lugar electrificado, hasta el logo que acompaña todas las sustancias venenosas, la calavera ha simbolizado desde siempre a la muerte en su estado puro, ya no es la parca con su guadaña la que nos persigue en los sueños, es una sinécdoque de sí misma, es su rostro, un cráneo desprovisto de toda vida, que intimida con el fin de nuestra existencia. Y no va muy lejos de su eventual origen en las tribus germánicas de la Edad Media donde su significado consideraba enfrentar cara a cara a la muerte, razonamiento que se mantiene en los casos antes mencionados. No obstante, lo anterior, lo habitual del gesto termina minando su poder de persuasión.
En consecuencia, la mayoría de las campañas que buscan corregir un problema social, luego de ocurrido, caen rápidamente en la seducción de la amenaza. Recordados son los spots de la Dirección General de Tráfico de España (DGT)³² para prevenir la conducción bajo la influencia del alcohol. Su estrategia audiovisual, amparada en el aumento significativo de este tipo de accidentes, optó por eliminar cualquier eufemismo y poner en pantalla imágenes de cuerpos estrellándose contra el parabrisas de sus vehículos, heridos graves y cadáveres, narrando de la forma más cruda posible las consecuencias de tales conductas que incluían -para el infractor- desde una recuperación dolorosa, el rechazo social, un eventual desequilibrio mental hasta obviamente la cárcel. Cuando no hay posibilidad de anticipar, cuando no tenemos ni la voluntad ni la capacidad para entender las consecuencias de nuestros actos, un ultimátum se impone ante le explicación razonable.
32 Campañas preventivas de la DGT: http://www.dgt.es/es/la-dgt/campanas/ [recuperado en mayo de 2020]
La educación en su conjunto, sobre todo en los primeros años, deambula de forma magistral entre las amenazas. Los chicos -en su mayoría- van al colegio porque de lo contrario no recibirán mesada, no tendrán su regalo de navidad o, algo más crecidos, no se les autorizará a usar el auto para ir a una fiesta. ¿Por qué hacen lo que hacen?, muchas veces, por miedo a perder todos esos privilegios y no porque entiendan que estudiar es bueno para forjar su propia
independencia. Volviendo al punto, una primera infancia plagada de imágenes e íconos hace de los niños receptores innatos de este lenguaje y, por tanto, susceptibles luego de ser persuadidos desde allí.
2.3. La trampa del gráfico
Pocas cosas son tan efectivas para representar la realidad que los gráficos³³. Tanto así, que son recurso obligado en muchas disciplinas científicas y un adendum clásico de los programas para procesar datos y texto. Su fuerza enunciativa es tal que basta con que reconozcamos su forma para otorgarle un cierto nivel de credibilidad sin mayor resistencia. Ya sea circular, de barras o lineal, el aporte de los gráficos es innegable para poder ampliar la comprensión de las tablas numéricas. Como mencionamos, anteriormente, una fila de datos nunca será tan representativa como un gráfico bien diseñado.
33 Anteriormente revisados como aporte positivo en el capítulo 3 subcapítulo 1.1. Formas gráficas de utilidad.
A pesar de lo anterior, es la misma persuasión que evocan líneas y curvas coordinadas en un plano la que permite, mediante una astuta modificación de la relación forma/contenido, que estas se conviertan en un arma falaz a la hora de sostener un argumento. Avancemos en un caso del todo revelador.
Para el año 2017, en la previa a las elecciones presidenciales en Chile, se preparó como de costumbre un debate televisado donde llegaron 8 de los candidatos con mayor posibilidad de acceder a la silla presidencial. Durante el debate fue muy llamativo un cartel que usaba el candidato por la coalición de derecha “Chile Vamos”, Sebastián Piñera -actual presidente en ejercicio- para respaldar su discurso anti delincuencia, tal como lo señala la figura 21.
Figura 21.
Tres barras en una gráfica referidos al porcentaje de victimización de la población, una roja a la izquierda que mostraba la forma en que se le entregó el país en el 2010 cuando fue presidente de la República por primera vez, luego una azul -al centro- donde exhibía el control que había hecho su gobierno en contra de la delincuencia y finalmente una tercera barra, roja como la primera, que mostraba el escenario que en ese entonces enfrentaba en caso de llegar a ganar las elecciones. A primera vista en la gráfica pasan muchas cosas que componen un compendio de “errores no forzados” respecto a la forma de construir la referencia. Primero -seguimos en la figura 21- no existen cifras en el eje vertical, solo los años en el eje horizontal, situación que inmediatamente se presta para confusiones. Más allá de lo real o manipuladas que hubieren estado las cifras³⁴, no había correspondencia en los tamaños de las barras. La barra central, que consideraba un 22,3% de victimización, a favor del candidato, en la imagen se veía casi como un tercio de la barra de la izquierda que observaba un 30,7%. Sin las referencias del eje vertical donde debieron estar los porcentajes, difícilmente -en medio de una acalorada discusión donde la figura se exhibía solo por escasos segundos- era posible que los ciudadanos desde sus casas pudieran notar el motivo de tal distorsión.
34 El caso fue motivo de gran polémica por lo que el otrora candidato tuvo que explicar la “peculiar” forma en que fueron graficados los datos de su comando.
Tenemos por un lado una expresión gráfica que no concuerda con la magnitud que sugiere configurando un escenario fatalista para un momento -2013- que es estadísticamente parecido. A lo anterior, podemos sumarle la fuerza interpretativa de los colores. En la figura original, las barras de los costados gobierno opositor a su mandato- aparecen en rojo, un color del todo problemático y peligroso, según Pastoureau (2006) tan “descaradamente insolente (…) a los reformistas protestantes el rojo les parecía inmoral. Se refieren a un pasaje del Apocalipsis en el que San Juan cuenta como la gran prostituta de Babilonia cabalgaba, vestida de rojo, encima de una bestia llegada del mar” (p.40), mientras la barra central -su gobierno- se muestra en un perfecto azul, color que le aporta al candidato mayor estabilidad, pues “significa que
quiere que se le ubique entre las personas sensatas, conservadoras (…) tan omnipresente y consensuado, el azul vuelve a ser un color discreto, ¡El más razonable de todos los colores!” (Pastoureau, 2006, p.29). Grandes barras rojas serán entendidas como un peligro enorme mientras una equilibrada barra azul emulará el espacio donde podemos sentirnos tranquilos y protegidos.
Si aplicamos la correcta formulación del gráfico de barras, el resultado sería el que apreciamos en la figura 21a donde, salvando el color, las barras observan cambios menos acentuados, estadísticamente menos relevantes y, por tanto, para nada solidarios al escenario de violencia propuesto por el candidato. El movimiento en los tamaños de las barras no es mágico, primeramente, se ha comenzado desde cero. Sí, porque no es correcto que comience desde otro punto, los gráficos de barra deben comenzar en cero y terminar en la expresión más alta que cotejan. El gráfico utilizado en el debate comenzaba arbitrariamente en el 20% -figura 21-, por tanto, las distancias entre las barras ya estaban totalmente fuera de lugar.
Figura 21a.
En clave argumental la manipulación de la gráfica descansaba en el poder del tamaño y el color de la barra que de la cifra que intentaba representar.
PV: Los gobiernos de oposición (al candidato) perdieron la batalla contra la delincuencia.
R: La violencia creció dramáticamente.
E: El gráfico que exhibe el candidato (figura 21).
Dentro del mismo ámbito de las barras, en plena pandemia Covid-19³⁵, un canal de televisión abierta mostró una particular gráfica en pleno noticiario informando acerca de la tasa de mortalidad causada por el virus en el país. El caso es que en el eje horizontal los días, en vez de ir en ascenso, de izquierda a derecha, como debiera ser cuando es el paso del tiempo lo que se representa, iban de forma descendiente, por lo tanto, al no reparar específicamente en los datos para los telespectadores la impresión visual era que se había logrado una baja sistemática de la enfermedad ¿Error o estrategia? Eso es lo que cada analista deberá apreciar con base en la información y el contexto específico en que se dan estos casos.
35 Mayo de 2020, canal de televisión Chilevisión, en su programa Chilevisión Noticias.
Figura 22.
Nuevamente, debemos detenernos para separar un dolo eventual que busque simplemente engañar a los telespectadores de la posibilidad de un error al trasladar la información a las coordenadas visuales. Sin embargo, a sabiendas de la gran cantidad de gente que hay detrás de la producción de este tipo de información, es muy poco probable que durante el proceso de construcción del material gráfico nadie se haya percatado de aquellas visibles imprecisiones.
Veamos un último caso, esta vez en un gráfico lineal. Cuando en Chile el Ministerio de Desarrollo Social entregó los datos de la encuesta Casen 2017³ respecto a la distribución del ingreso en el país, la prensa no demoró mucho en evidenciar un particular error en uno de tantos gráficos que acompañaban la presentación de los resultados. En un pequeño recuadro aparecía una recta que representaba un alza dramática en el coeficiente de Gini³⁷ entre los años 2015 y 2017, es decir, durante el segundo mandato de Michelle Bachelet, previo a la actual istración. La figura 23 habla por sí misma.
36 Encuesta de caracterización socioeconómica nacional, Chile.
37 Unidad de medida internacional que mide la desigualdad en los ingresos.
Figura 23.
¿Impactante no? Al parecer la creciente desigualdad en la distribución de los ingresos en Chile es algo de lo cual la istración de Bachelet debería estar totalmente avergonzada. No hay discusión alguna detrás de esa línea que trepa por el gráfico en perfectos y condenables 35°. Sin embargo, miremos con calma la gráfica. Lo primero que podemos observar es que hay un año completo perdido en la línea del tiempo, situación que podría aliviar de sobremanera el angulado ascenso, además, el vector vertical no comienza en cero y está dividido en porciones increíblemente pequeñas, pero separadas en segmentos anchos. El alza en dos años es de apenas 8 milésimas de punto, es decir, el país no se mueve del mismo lugar según la apreciación de la escala indicada, ya que para eso necesita al menos una variación de 2 centésimas, o sea más del doble de lo que muestra el gráfico. El problema es que al juntar las palabras desigualdad y la imagen de la figura 23, la conclusión mental se elabora casi instantáneamente. En clave argumental sería algo parecido a esto.
PV: Chile creció en desigualdad entre 2015 y 2017
R: Un gráfico que muestra una línea que asciende en 35°
E: Ministerio de Desarrollo Social, Chile.
Respecto a todo lo que hemos podido revisar acerca de los gráficos es probable que nos sea complejo evaluar el tipo de falacias que incorporan en su “discurso”, sin embargo, podemos asegurar que se trata de problemas de aceptabilidad, es decir, lógicos, ya sea en los procedimientos o en las formas científicas de representación de datos. Una causa falsa aparece como falacia implícita cuando las líneas o las barras “dicen” lo contrario. En la figura 22 los datos están puestos de manera inadecuada y aunque sean correctos el orden destruye su capacidad informativa. Se rompe acá la lógica secuencial y, por tanto, el nexo causal no aplica. También hay un sesgo de suficiencia, ya que construimos una conclusión
con base en datos que no alcanzan, por ejemplo, la figura 21a adolece de datos esenciales respecto de la escala de porcentajes, sin embargo, los colores y los tamaños nos conducen a una conclusión esperada. A todo lo anterior, sumémosle un poco de Ad Verecundiam, ya que la información emana de un ministerio o del mismísimo presidente de la República y, por tanto, ¿quiénes somos nosotros para contradecirlos?
La fuerza enunciativa de las imágenes, la facilidad de su lectura y el condicionamiento que nos autoimponemos para tener un criterio inmediato sobre las cosas confabula a favor de estas estratagemas y nos aleja sistemáticamente del pensamiento crítico.
3. Iconósfera³⁸ pop
38 Término acuñado por Gilbert Cohen-Séat, periodista y cineasta francés de mediados del Siglo XX, con el que engloba el «conjunto de informaciones visuales que circulan en el universo de los medios de comunicación de masas»
Queremos dejar un espacio de reflexión para uno de los gestos comunicacionales más extendidos de nuestra sociedad, sobre todo aquellos que se concretan en el espacio virtual, nos referimos principalmente a los memes y las imágenes virales. Muy jóvenes para ser analizados de forma científica exhaustiva y muy populares para ser considerados dignos de reflexión, estas señas virtuales cuentan hoy con un poder expresivo que ha anulado incluso el imperio de la palabra, a tal nivel de hacerla casi desaparecer detrás de un simple enunciado o imagen.
Es bueno entender que más allá de lo menospreciada que suele estar la información multiplicada por las redes sociales, debido a la abismante cantidad de fake news y la difícil tarea de encontrar información de calidad dentro de tanta expresión de placer, los medios de comunicación de masas y otros organismos de poder han encontrado en ellas un aliado poderoso a la hora de propagar información en alta velocidad y escaso tiempo. De allí que, ayudados muchas veces de imágenes y texto escaso, s de la “red de redes” se transforman en gestores informativos creando y compartiendo todo tipo de iconografías que cargan sobre sí un sentido unificado y consolidado en el poder de la repetición. Como una expresión de comunicación básica, la redundancia termina por instalarse en la memoria colectiva y de allí a lo axiomático y lo verdadero queda apenas un paso.
Las imágenes encontraron en el mundo virtual un nicho para reproducirse hasta el infinito y más allá del eventual aporte que puedan promover en el ámbito de la
comunicación y la información, producto de su uso constante y de su popularidad, terminan por acuñarse en el saber social superando incluso una pobre resolución estética o un texto gramaticalmente incorrecto.
3.1. El meme, “la vieja confiable”
El “meme”, en el espacio virtual -internet, red de redes o como quieran llamarlees una adaptación algo libre del concepto tratado en la obra de Richard Dawkins (1993) El gen egoísta, donde afirma que, así como los rasgos genéticos se transmiten por replicación de genes, los de carácter cultural lo hacen por la replicación de ciertas unidades de información cultural llamadas memes. Estas unidades de información suelen agruparse según dimensiones culturales formadas por los mismos individuos, resultando la cultura como un conjunto de datos, ideas o información que configuran el comportamiento y no la simple replicación de un conjunto de conductas. Desde esta perspectiva, las hoy famosas imágenes divulgadas por internet se convierten en “memes” cuando son capaces de propagar información siendo de fácil comprensión, abundantes en la iconósfera -sobre todo en la virtual- y perdurables en el tiempo. Las tres variables que deben confluir en el fenómeno serán, no necesariamente en este mismo orden, sentido, cantidad y tiempo.
En palabras simples y comunes, y en orden al análisis que propone este trabajo, un meme formalmente es una imagen -de representación rectangular y preferentemente vertical- que contiene un dibujo o fotografía simple y en algunos casos un texto, ya sea único o doble (es decir, como una especie de cabeza y pie de página) que se utiliza como vehículo expresivo y cuyo grupo etario, primeramente juvenil, ha ido creciendo hacia el resto de las generaciones y consolidándose como parte de su iconósfera.
Para Dawkins (1993) un meme es un replicador que construye su nombre derivado de la palabra griega mímēma, que significa la “cosa que se imita”. Para nuestro objetivo, esa imitación es acorde a una idea argumentada que busca en su repetición asegurar un razonamiento más allá de los contextos o realidades pertinentes. En el fondo, un meme intenta instalarse como un razonamiento sin fisuras que explica la realidad de forma radical y lúdica a la vez.
N.K. Humphrey (Citado por Dawkins, 1993) entiende los memes como un elemento vivo.
No metafórica sino técnicamente. Cuando plantas un meme fértil en mi mente, literalmente parásitas mi cerebro, convirtiéndolo en un vehículo de propagación del meme, de la misma forma que un virus puede parasitar el mecanismo genético de una célula anfitriona. Y ésta no es sólo una forma de expresarlo: el meme, para —digamos— “creer en la vida después de la muerte”, se ha realizado en verdad físicamente, millones de veces, como una estructura del sistema nervioso de los hombres individuales a través del mundo. (pp.218-219)
Estos “parásitos” son hoy los que poco a poco se han tomado la red neuronal del sistema de información virtual planetario. Internet es su territorio y desde allí su influencia a la hora de modificar los pensamientos y las conductas de, no cientos, sino millones de s. Y no es necesario siquiera esperar la posta que viene de una generación anterior, ya que la transmisión de los memes puede efectuarse dentro del mismo espacio temporal debido a su prodigiosa reproducción.
(Esta transmisión) también puede hacerse horizontalmente, como los virus de una epidemia. Cuando estudiamos el alcance de ciertos vocablos en el entorno Internet, como pueden ser «memético/a», «docudrama» o «studmuffin» estamos en efecto investigando un terreno muy parecido al de la actividad horizontal epidémica. Las modas entre escolares son un buen ejemplo de ello” (Blackmore, 2000, p.14)
Por tanto, en una fracción de tiempo, semanas e incluso días, podríamos asistir al nacimiento y propagación pandémica de un meme junto a todo el sentido que este acarrea, no importando el objetivo primario del emisor, a saber, el meme aceptado en sociedad, deja de pertenecerle al individuo y pasa a ser parte de la
cultura de un grupo mayor que, en el mejor de los casos, puede llegar a ser incluso planetario.
Como lo explicamos antes, existen argumentos visuales mixtos y heterogéneos³ , es decir, que descansan solo sobre una imagen y aquellos que vinculan imagen y texto. El meme, para efectos de este trabajo, será un argumento visual que se caracteriza por la fusión entre texto y/o imágenes y que tiene como propósito difundir y viralizar⁴ ideas, sentimientos o emociones. Debido a la estructura formal de este tipo de argumento es que algunas premisas puedan ir implícitas, a veces la misma conclusión, así podemos encontrar en un meme lo que entendemos como entimema⁴¹.
39 Ver Capítulo uno, 1.2. Argumentos visuales mixtos o heterogéneos.
40 Masificar una idea en las redes sociales al punto de ser considerada como relevante en el espacio virtual y en el espacio público.
41 Ver Prefacio, 1.5. Entimema.
Los memes, para bien o mal, intentan configurar un argumento donde se consolida -en la relación entre su imagen y el eventual texto presente- al menos una de tantas variantes entre Punto de Vista, Razón y/o Evidencia, ya sea de forma explícita o implícita. Una de sus cualidades principales, por lejos, es la fuerza que tienen a la hora de vincularse con la empatía de los cibernautas que prácticamente ven en ellos una suerte de silogismo, es decir, una verdad obtenida de premisas incuestionables. No obstante, la mayoría de las veces esa misma fuerza argumentativa no es más que la resultante de la repetición y la persistencia temporal, que de la calidad de los datos o las evidencias que provee.
Para muestra, revisemos algunos casos ampliamente difundidos. Existe un meme en particular que utiliza la imagen de un joven adolescente -conocido en redes sociales como Bad luck Brian⁴²- de aspecto inocente y una sonrisa que roza la torpeza para que, acompañado de cualquier frase que remita cierto nivel de mala suerte, funcione como la burla necesaria. “Lo invitan a un concierto por primera vez, se cancela por lluvia”. El argumento se desarrollaría de la siguiente forma:
42 Trad. Brian el desafortunado.
PV: X tiene tanta mala suerte, ya que
R: al primer concierto que lo invitan se suspende por lluvia.
E: La actitud de perdedor de Bad luck Brian (el meme).
Es probable que el lector piense que ese argumento funciona exactamente igual sin la imagen del chico inocente, sin embargo, la fuerza enunciativa recae justamente en reconocer la emoción que no expresa el texto detrás de la imagen de este joven poco agraciado. Con el uso será la imagen la que hable y el texto secundará en lo específico. Podríamos hablar, incluso, de una sinécdoque, a saber, un Bad luck Brian será la representación de todos los perdedores y el texto solo contribuirá con el tipo de pérdida específica. O aquel que utiliza la imagen de Willy Wonka⁴³ quien, basado en su particular sentido del humor, se burla del optimismo de ciertas personas, es más, utiliza la ironía como arma persuasiva: “¿Así que eres ateo? Dime, ¿qué se siente hablar de Dios todo el tiempo?”. Conociendo la intención del personaje, este meme puede articularse desde el siguiente argumento:
43 Personaje del cuento de 1964 Charlie y la fábrica de chocolates de Roald Dahl. En el meme es la imagen del actor cómico Gene Wilder quien encarnó al personaje en la película homónima de 1971.
PV: Tu postura -de ateo- es contradictoria, ya que
R: no parece muy ateo que Dios ocupe todas tus discusiones.
E: La actitud irónica que reconocemos en el personaje (el meme).
Así como estos casos hay cientos de miles circulando por las redes sociales y que sostienen una línea argumentativa detrás de lo que a primera vista es una broma. La masividad los hace tan representativos que de pronto ya son parte del estilo argumentativo de muchas personas utilizándolos como reemplazo de un proceso de reflexión crítica, sobre todo cuando remiten a problemas sociales.
Existen variadas categorías de memes en función de la imagen que presentan, ya sea una gráfica sencilla, cuasi infantil, una fotografía o alguna composición visual. Como vehículos de sentido se prestan incluso para la promoción de productos y servicios en aquellas marcas que tienen como target específico a los jóvenes y proliferan no solo en Internet, sino también, en gigantografías y afiches de marcas pequeñas y medianas. Sin embargo, más allá de su obvia capacidad para “promocionar” cosas, lo que nos importa de sobremanera es la fuerza enunciativa que poseen cuando lo que se traslada no es una simple compra-venta, también es la adhesión ciega a una idea, a una forma de ver las cosas o a un tipo de discurso pre concebido.
3.2. Argumentando con memes
Y claro, todo esto nos lleva a lo que anticipamos desde el comienzo del capítulo. Si las imágenes tienen ese poder expresivo que hace que las personas adhieran al sentido que proponen antes de evaluar si son al menos razonables, el meme, en su posición de privilegio dentro de Internet, es hoy una de las formas expresivas de mayor repercusión y que, por el contrario, no ocupa un espacio relevante dentro de la investigación sobre pensamiento crítico.
¿Y por qué debiera ser tomado en cuenta? Simple. Su aceptación rara vez alcanza ribetes racionales y, sin embargo, determina puntos de vista masivos respecto a ciertas ideas. Los memes obedecen a un efecto de imitación casi gestáltico que poco a poco nos hace partícipes de una forma de ver la realidad orquestada sutilmente detrás de una muy familiar imagen. El sentido detrás de simbolizar al perdedor podemos encontrarlo en un modelo de sociedad que premia la competencia, cada vez que usamos a Bad luck Brian, hemos legitimado la competencia, así como también cuando utilizamos la ironía legitimamos un discurso indirecto que tiene como fin primario la burla y luego el entendimiento. No es solo que se utilicen porque son unidades de sentido disponibles, sino también porque operan desde lo razonable o no para una forma de ver el mundo. Los memes son el lenguaje de una cosmovisión específica que no siempre entendemos, pero que validamos cada vez que los usamos.
Desde el punto de vista técnico, no siempre fueron tan elaborados como los conocemos hoy. Los primeros memes que definieron las bases de este tipo de lenguaje en redes sociales eran simples trazos a mano que capturaban emociones y actitudes propias de nuestra sociedad, obviamente realzando aquello que para nuestra sociedad es útil de realzar. Creados en sitios de internet para el entretenimiento y utilizando recursos gráficos muy simples -como programas de edición gratuitos- este catálogo de gestos apareció por primera vez iniciando el segundo milenio. La expresión más primigenia del fenómeno se puede acuñar en los llamados rage faces⁴⁴, imágenes de rostros deformes que expresan
particularmente desagrado u otra emoción básica. Es aquí donde presenciamos un rasgo distintivo de los s de memes que disfrutan socializando sus estados de ánimo, sobre todo cuando estos expresan una carga importante de violencia o sarcasmo, una especie de placer que gratifica específicamente al emisor a expensas de quien sufre el mensaje. La posibilidad de interactuar con otros, en el ámbito de los memes, queda supeditada a un número finito de alternativas gráficas dentro de la emotividad más recurrente en el espacio virtual, lo que es un indicador importante respecto de la sensibilidad de los s contemporáneos quienes se inclinan generalmente hacia la ira, la burla o la soledad.
44 Del inglés, rostros iracundos.
Rage guy, uno de los más antiguos memes de Internet -ver figura 24- representa un rostro totalmente desfigurado por la ira, en contexto, suele ser la respuesta a la escasa tolerancia a la frustración que hace del personaje -y del por extensión- expresar su rabia intentando detener un improperio dejándolo a la mitad. El texto “FFFFFUUUU” es una contracción voluntaria de la palabra inglesa fuck que se entiende como una exclamación de cólera ya bastante universal y que de paso es una grosería. Utilizar este meme en un diálogo implicaría precisamente que el pasa por este estado emocional, siendo la ira el resultado de la idea en curso. Por otro lado, también podemos expresar burla tal como vemos en la figura 25 con el famoso Trollface⁴⁵. Este dibujo es una de las expresiones más radicales del espacio virtual, ya que tiene que ver con lo que comúnmente se conoce como “trolear” lo que en lenguaje de redes sociales implica mofarse de alguien o algo.
45 Trad. Cara de Troll o Cara de burla.
Este par de memes, los más antiguos de que se tiene conocimiento, definen una actitud escasamente respetuosa que, por el contrario, busca enardecer los ánimos del espacio dialógico y de paso definir un tipo de sociedad donde no hay lugar
para el error y la reparación, pero sí para el fracaso y la rabia. Maldecir nuestra mala suerte y burlarnos de la de otros será una actividad relevante en el ambiente virtual.
Figura 24. Figura 25.
No es el objetivo central de este trabajo tratar de explicar tales conductas, apenas se busca establecer algún criterio sociológico -o psicológico- que declare esta tendencia a la violencia y a la burla que sugieren la mayoría de los memes que hemos podido revisar, no obstante, hay una clara diferencia entre una burla común y aquella que se expresa detrás de estas cápsulas gráficas. Ambos rostros no poseen ambivalencia alguna en lo que expresan y, por tanto, terminan siendo una suerte de sinécdoque respecto de las emociones que representan y que ya no se reconocerán más por sus nombres clásicos -ira, miedo, tristeza, felicidad-, sino por el concepto relacionado a su expresión gráfica.
Forever alone⁴ -la figura 26- es uno de los memes más usados en el espacio virtual, en él se expresa una actitud recurrente respecto a aquellas personas que no son consideradas en una relación, personal o grupal, y que como resultado terminan solos y despreciados por el resto. Sin duda en nuestro mundo posmoderno es una de las expresiones más usadas, la dificultad de calzar y de coincidir con otros para el contemporáneo lo dejan en situación virtual de extrañamiento.
46 Trad. Por siempre solo.
Figura 26.
Dos líneas que, bajando desde los ojos, indican un curso de lágrimas más una sonrisa impostada que intenta ocultar el dolor, constituyen la expresión gráfica de la soledad virtual (y muchas veces física). No importa la razón, este personaje es la representación de aquel que no es considerado como un igual y, por tanto, humillado continuamente.
Desde la mirada argumental, todos estos memes pueden ser usados tanto como puntos de vistas o razones dependiendo del caso. Lo importante es que la idea misma de frustración, burla o soledad no se transa, es decir, no hay matices en las emociones que obedezcan al individuo, sino única y exclusivamente al pensamiento colectivo. Si no nos ponen atención, seremos un eterno Forever alone, no importando si esa soledad nos favorece o nos complica, simplemente estamos fuera. Si algo no sale como lo planeamos, evocaremos a Rage guy y si la culpa es nuestra o es algo que escapa a nuestra voluntad, es intrascendente. Si por otra parte nos reímos de otros, Trollface no discriminará, por ejemplo, entre un chiste o una burla y menos entre una ironía o un sarcasmo. Por un lado, se simplifica la emotividad y con eso se asegura el entendimiento, pero por otro se desvanece la individualidad y con ello la posibilidad específica de resolución del problema o situación. Nuevamente atendemos a un sentido propio de un tipo de sociedad donde la idea será invisibilizar y denostar a quién falla. Revisemos la siguiente formulación:
PV: Rage Guy (el meme)
R: no pude terminar a tiempo el libro.
E: Seguramente, este texto en mi computadora sin finalizar aún.
Si revisamos la formulación anterior, difícilmente podremos, por ejemplo,
establecer la responsabilidad de la falta que aparece en la razón, ya que la ira del meme es compatible con cualquier situación de rabia, producto de la propia falta o ajena. Más allá de la razón, estoy enojado. Por tanto, y gracias a ese consenso planetario, las razones pasan a un segundo plano y lo importante es la situación presente del individuo que emite tal juicio. La emotividad sobre el aspecto racional domina en la comunicación con base en memes. Ahora bien, si el meme es la razón, las cosas no cambian mucho.
PV: X dura muy poco en sus relaciones sentimentales.
R: Forever alone (el meme)
E: la situación personal del personaje en cuestión.
En este caso, la causa de esa mala suerte podría ser, entre muchas, que ese alguien está acostumbrado a estar solo, que la relación no era lo que esperaba o que simplemente no quiere estar con nadie. Para las comunicaciones virtuales, rápidas y escuetas, simplemente es alguien digno de compasión por su soledad, otro rasgo representativo de nuestras sociedades contemporáneas.
Es ahora, luego de este análisis, cuando podríamos definir la principal afectación a la argumentación y al pensamiento crítico que provocan los memes. La posibilidad de entendimiento es preferible la precisión del mensaje, la caricatura de la emoción es más persuasiva que el modo concreto de esta y las razones que puedan evocarla. En otras palabras, pasamos del razonamiento a la etiqueta. El lenguaje se reduce y de manera inmediata se comprime también la capacidad de crear realidad desde allí. Si había algo que nos perturbaba de sobremanera a la hora de comunicarnos con imágenes, era la dificultad de trasladar a los lectores a la lectura sugerida, bajo el empleo de los memes, ya sea como punto de vista o razonamiento, la dificultad es inversa, ya que no hay espacio para otra lectura
que aquella consensuada por lo social y, aunque de eso se trata la teoría de los signos, en este caso particular no es una letra ni menos una palabra la que se ajusta a un dominio único, esta vez son emociones y cosmovisiones complejas que quedan reducidas a un “estoy frustrado” “eres un imbécil” o el tan contemporáneo “nadie me quiere”.
Debido a la gran aceptación de estos memes “prehistóricos” fueron apareciendo sistemáticamente otros que tienen como imagen base ya no una ilustración, sino una fotografía, generalmente obtenida de redes sociales y que de ninguna forma contempla los permisos de autoría en su etapa de aparición y difusión pública. Como aquellos que se anticipaban el capítulo anterior⁴⁷, Bad luck Brian o Willy Wonka, aparecieron por miles los gestos que decantaron en la consolidación de algunos que podemos llamar “universales”. En el primer caso, Kyle Craven el joven de la fotografía de Bad luck Brian, ha logrado reunir en solo 2 años más de 20 mil dólares en derechos de autor⁴⁸. Su imagen, que no es más que la clásica foto de un anuario de la secundaria donde luce frenillos y un chaleco sin mangas, muy a la usanza de los niños tímidos con escasas habilidades sociales, se ha convertido en la sinécdoque del fracasado que todavía tiene espacio para sonreír ante la adversidad. Su imagen, acompañada de texto alusivo, siempre evidenciará aquello que nos hace víctima del escarnio público. Lo más interesante, es que todo comenzó como una broma de un compañero de escuela, para exponerlo en redes sociales y hoy se ha convertido en el muy afamado concepto inequívoco del “perdedor”.
47 Ver capítulo 3.1.
48 Cifra calculada para el año 2014 según el Washington Post.
Por otra parte, Willy Wonka -y el meme en cuestión- sugiere la agudeza mental del personaje que en el cuento dominaba hábilmente la ironía e incluso el sarcasmo. Lo más probable, dado el año en que se estrenó la película (1964), es que los s del meme apenas reconozcan al actor y al personaje, sin
embargo, no hay dudas de que, cualquiera sea el texto, lo que hay ahí es una burla sutil, pero incisiva, que apela a una cierta capacidad intelectual superior de quién la emite. Dos formas son las que definen este meme en las redes sociales, una, la más difundida tiene como pie forzado la frase “dime que se siente”, desde allí, la distancia entre la dimensión ilocutiva y la perlocutiva⁴ , aquellas que en un acto de habla directo deberían coordinarse de forma adecuada, sugiere en este caso una disociación entre lo que se dice y lo que se espera que suceda. Por ejemplo, uno de los tantos memes basados en la imagen de Willy Wonka dice lo siguiente: “¿Así que tienes un smartphone? Dime, ¿qué se siente que sea más inteligente que tú?”. En clave argumental esto se vería así:
49 Ver Introducción, capítulo 1.4. Lo implícito.
PV: No eres lo suficientemente inteligente.
R: Tu teléfono tiene más memoria y más velocidad de respuesta que tú.
E: Lo dice Willy Wonka (el meme)
En este caso no se trata de que la imagen se posicione como una premisa en el argumento, la situación se resuelve entendiendo que esa imagen en particular remite a cierta malicia detrás del gesto, es sinónimo de ironía y/o sarcasmo. No son, entonces, preguntas diseñadas para ser respondidas de forma directa, ya que de ser así no se cumpliría la intención comunicativa, lo que se busca es humillar a otro de forma indirecta por su escasa capacidad cognitiva.
Otra arista de este meme se expresa bajo una frase única sobre la imagen del personaje en cuestión que no permite modificaciones y busca nuevamente
mofarse de su interlocutor, pero ahora desde un falso interés por sus ideas: “¡Qué interesante, cuéntame más!”. El gesto de hipocresía sería el segundo significado del mensaje. Desde el análisis argumental, ese efusivo interés es, dentro del relato, una muestra total de apatía respecto de las ideas del otro.
PV: Nada de lo que dices me interesa
R: No te valoro lo suficiente, no valoro suficientemente tus ideas.
E: Lo dice Willy Wonka (el meme)
Acá el argumento tiene una carga implícita⁵ , es decir, se sobreentiende de la actitud y el texto del meme, obviamente consensuados los sentidos del meme en cuestión que sería hipocresía, falso interés y burla. A propósito de la imagen, es la carga semántica de esta la que se debe conocer para poder negociarla como una buena y ocurrente respuesta, en este caso, una apreciación respecto del otro, es decir, un punto de vista.
50 Ibíd.
Otro meme de alto impacto en el espacio de flujos es el famoso “Hide the pain Harold”⁵¹, una representación gráfica se puede observar en la figura 27 -, ya que el original es una fotografía celosamente protegida por derechos de autor- mejor conocido como “el hombre de la sonrisa incómoda”, su nombre real es András Antóy, saltó a la fama tras viralizarse un grupo de fotografías que realizó para un trabajo de modelo en el año 2010. Su expresión, de confusa resolución emotiva, era percibida como una sonrisa impuesta ante la adversidad conquistando una atención basada en la lástima.
51 Trad. Oculta el dolor Harold.
El uso más regular de esta imagen tiene que ver con expresar el fracaso desde cierto estoicismo asumido al menos en lo público, es decir, sonreír mientras todo se desmorona por dentro. La expresión, inmutable no importando el problema y el caso, hacen de este meme un mensaje regular en redes sociales, nuevamente, para expresar algo cercano al fracaso, tema que es recurrente en redes sociales y los grupos etarios que en ella se convocan. Nuevamente, se oculta el dolor detrás de una mueca que permita, lúdicamente, salir airoso en lo social.
Figura 27.
La figura en particular no se acompaña de texto, por lo tanto, sería un argumento visual completo que se puede desglosar de la siguiente forma:
PV: (El meme) Ok fracasé, pero quiero que me vean bien, ya que
R: socialmente expresar dolor es algo que no se valora tanto como la capacidad de reírse de la adversidad.
E: El fracaso real que motiva tal respuesta.
“Oculta el dolor, Harold” es un llamado a mantener cierto control en tiempos de crisis, pero no valorado desde lo oportuno que esto pueda ser para quien lo sufre, sino de la forma en que esto es evaluado por los otros, la sonrisa es para el público que no es tan empático con el sufrimiento como lo es con lo gracioso. Debido a lo anterior, se articula lo que se conoce como falacia Ad Misericordiam, es decir, utilizar este meme para expresar cierto control emocional termina por legitimarse como un pedido de auxilio, donde el interlocutor se hace parte mediante la lástima que le provoca la situación, y es que dentro del análisis semiótico hay elementos que ponen el acento en la pena, a saber, un señor mayor, de pelo cano, que sonríe forzadamente mientras su mirada transmite dolor. Dentro de los grupos más importantes de falacias que atentan contra la relevancia de una idea, la conmiseración que nos provoca la gente mayor ayudaría, en el caso que así se busque, a facilitar el entendimiento o adhesión de una idea tras visualizar la imagen en cuestión. Y claro, la condición humana suele ser solidaria con quién sufre y, por tanto, expresiones de mala fortuna y tristeza suelen movilizar a las personas ajenas a las causas reales de tal situación. Argumentativamente sería algo así:
PV: Aceptaré cualquier idea o proposición de mi interlocutor, ya que
R: es triste ver un anciano pasándola mal (el meme)
En este caso no hablamos del meme en sí y su explicación, sino de su utilización en consideración de un diálogo que podría eventualmente propender a un acuerdo o resolución con base en la misericordia. Desde este punto de vista utilizamos el meme para que otro se conmueva y acepte mi proposición más allá de su razonabilidad.
También, el análisis podría ser visto desde la presunción, es decir, desde adelantar una conclusión o punto de vista desde la expresión misma:
PV: Algo muy triste le pasó esa persona, ya que
R: se esconde detrás de una sonrisa forzada (el meme)
En este caso, lo que presenciamos es una falacia de conclusión precipitada quizás, ya que es una inducción basada solo en la interpretación del gesto, faltando en lo suficiente para poder abordar el punto de vista con solidez.
Debido a su versatilidad y lo fácil de su multiplicación -se crean alrededor de 60 a 70 memes por hora- estos pequeños caballos de Troya argumentativos inundan las redes sociales y los medios de comunicación, con un impacto que supera la simpleza que antecede su comicidad. Muchos de ellos, como los que ya hemos revisado, presentan de manera implícita formas pre configuradas de entender la
realidad y las relaciones sociales. De estos, uno que hoy -mientras se escriben estas líneas- ha ganado la popularidad máxima es aquel que enfrenta en una viñeta sencilla a un perro sentado con mirada de sumisión y otro de pie, sí de pie, exhibiendo unos enormes abdominales. Son los ahora famosos Swole Doge & Cheems -ver figura 28- conocidos en español como “Perro grande y perro chico”.
Figura 28.
Publicado por primera vez un 5 de febrero de 2020, este meme fue compartido más de 10 mil veces en un solo día lo que catapultó su fama de manera explosiva. A mayo del mismo año, era número 1 indiscutido en las preferencias de los cibernautas⁵². Su origen es una composición de dos fotografías de perros de raza Shiba Inu alejadas en tiempo y espacio (una es de 2013 y otra del 2017) y que juntas, en una edición del todo básica, generan una especie de versus, un tipo de situación comparativa entre un ente que humilla y obviamente, un humillado.
52 Datos obtenidos del sitio web especializado en memes: knowyourmeme.com (junio 2020)
Se puede observar a Swole Doge, un perro enorme y musculoso que aparenta control de la situación con una mirada directa a la cámara (que en honor a la verdad es una perra llamada Kabosu) y Cheems, un perro normal en actitud dócil y evitando el o visual. Ambos perros representan todo tipo de situaciones análogas, ya sean falsas o no, donde el más grande responde con total eficiencia y el más pequeño expone su inutilidad en un espacio cultural compartido. La comparativa podrá responder a un tipo de persona que es mejor que otra, una actitud más adecuada que otra e incluso una época que se anhela como superior. El tema en sí no es lo relevante, sino más bien la relación de dominio y superioridad entre los pares. Otra característica muy propia de los habitantes de hoy. Vamos al análisis.
El primer meme de este tipo tenía un texto muy simple sobre cada perro. Encima del más grande se podía leer “mi jefe a los 16 años” y sobre el perro chico “yo de 23”. El que divulgó el viral ponía en evidencia su propia fragilidad, asumiendo que la generación anterior a él, donde se encuentra su jefatura, se exhibía más fuerte y empoderada, incluso siendo siete años menor.
En forma de argumento, podríamos representarlo así:
PV: Las generaciones anteriores eran más autosuficientes que las de hoy (más maduras)
R: Se asocia esa superioridad del pasado a un perro exageradamente musculoso respecto de un perro pequeño y sumiso que interpreta el presente. (el meme).
Es interesante caer en la cuenta que nuevamente la frustración, la capacidad de no ser suficientes, es un tema para el contemporáneo, ya que se encuentran muchísimos memes con esta comparación donde el pasado reluce como empoderado y certero mientras el presente es frágil y ambiguo. La imagen sería el razonamiento que justifica. Así como en este caso hay varios que enfrentan situaciones culturales e históricas y que buscan reconocer lo superior de los “viejos tiempos”, no obstante, quienes reaccionan positivamente a este meme sean parte de la misma generación “criticada”. ¿Es esto una demostración de madurez? ¿Algún tipo de burla generacional? Quizás algo de ambas cosas, ya que se exponen situaciones del todo reconocidas por los s donde se acepta tácitamente la superioridad de lo anterior. Sin embargo, solo para la reflexión, esa supremacía al parecer es algo que no les complica la existencia, sino más bien los identifica como personas con derecho a la fragilidad, y eso en parte es una reivindicación de las libertades individuales oprimidas en el pasado.
Esa debilidad, de la que tanto hemos hablado, también puede expresarse en las cosas y no solo en las personas. El meme “perro grande y perro chico” ha reservado en la galería de la fama un sitio especial para la comparativa entre la tecnología pasada y presente, sin olvidar el toque de humor y hasta de sarcasmo. Dentro de los más compartidos en redes sociales se encuentra aquel que ridiculiza la fragilidad de los nuevos “teléfonos inteligentes”. En el meme, justo por encima de Swole Doge se puede leer “Teléfonos en los 90’s” y complementando la idea bajo la imagen del perro musculoso “¡Estoy hecho del material más fuerte que conoce el hombre y el poder de mi batería es ilimitado!”,
mientras la imagen de Cheems tiene como cabecera “Teléfonos en el 2020” y al pie se puede leer “¡Por favor, no me toquen que me rompo, ya van tres horas y no me han cargado voy a morir!”. Todo lo anterior se puede expresar de la siguiente forma argumentativa:
PV: Los teléfonos de antes eran mejores que los de hoy.
R: Eran de un material más resistente y su batería duraba más.
E: El meme “perro grande y perro chico” respectivamente.
Obviamente el razonamiento es falaz. La conclusión precipitada se basa en dos razones que no son suficientes para explicar el fenómeno. Primero, un material más resistente es evidentemente más pesado, es decir, cambiamos resistencia por portabilidad cosa que no se pondera en el argumento. Una batería eventualmente podía durar más antes que ahora, y es que los requerimientos visuales y la cantidad de aplicaciones utilitarias de los smartphones actuales consumen mucha más energía que hace 30 años atrás donde solo era necesario poder enviar y recibir mensajes de texto o hacer llamadas de voz. En suma, se da una falsa analogía, ya que las prestaciones no son equivalentes.
Otro análisis sobre este meme tiene que ver con su construcción gráfica. El “perro grande” o Swole Doge -que en realidad es una perra, no lo olvidemos- se muestra con una musculatura que se asocia vulgarmente a lo masculino en tanto tamaño y forma de los músculos pectorales y abdominales. Es cierto que las mujeres también pueden desarrollar su tejido muscular a ese nivel, sin embargo, la lectura socializante asume el tamaño y la postura como varonil. De allí que se mantiene esa situación de prevalencia de lo masculino por sobre lo femenino. Y no es cosa de interpretación gratuita, la mayor cantidad de memes de este tipo transitan peligrosamente entre las lecturas machistas o aquellas que se burlan de
otros tipos de identidad de género siendo subyugados por el macho. Cheems, el “perro chico” es sensible, muchas veces se le representa con lágrimas, expresando fragilidad, impotencia o inclinándose por gustos tradicionalmente asociados al concepto patriarcal de lo femenino. En resumen, la imagen puede ser interpretada sin mucha dificultad como lo masculino y fuerte por sobre lo femenino y débil. Nuevamente advertimos una condición de sentido que, al usar el meme, legitimamos sin más.
Un ejemplo de lo anterior se expresa en una de las viñetas más replicadas del meme en cuestión, en esta se lee sobre la imagen del “perro grande” la frase “Mi padre a los 17 años” y debajo de la misma “¡Querida, llegué a casa, ¿cómo están los niños?!” mientras, a su lado, sobre el “perro chico” dice “Yo a los 17 años” y debajo “¡Cómo quisiera ser una linda niña de animé⁵³!”.
53 Se entiende por animé a una forma de animación tradicional o por computadoras proveniente del Japón.
El desglose es sencillo, el padre del a su misma edad tenía hijos y responsabilidades del todo heteronormadas, ya que es el simulacro perfecto de un padre de familia llegando a casa después del trabajo y preguntándole a su esposa -quien espera- el estado de sus hijos. Obviamente esta es una imagen muy del siglo pasado. Por otra parte, su símil de hoy -el propio hijo- a los 17 años tiene como preocupación primordial transformarse en un personaje femenino de animación japonesa, situación que dista de aquello que un padre boomer⁵⁴, heteronormado y de dominio patriarcal, pudiera tolerar. Dos formas en clave argumental:
54 Término usado para describir a las personas nacidas durante el baby boom, que sucedió en algunos países anglosajones, en el período contemporáneo y posterior a la Segunda Guerra Mundial, entre los años ١٩٤٦ y ١٩٦٥.
Forma 1
PV: La juventud de ayer asumía mayores responsabilidades y riesgos.
R: A temprana edad ya eran padres.
Forma 2
PV: La juventud de hoy no entiende lo que es importante en la vida.
R: Identificarse con un género distinto al propio es algo irrelevante.
Trabajando directamente en la forma 1 podemos advertir variadas imprecisiones argumentales, desde irrelevancias hasta insuficiencias. Ser padre es una gran responsabilidad, no obstante, a tan temprana edad, puede ser producto precisamente de una actitud irresponsable y, por tanto, para nada glorificante. Es cierto, hay casos y casos, pero sin especificar la situación es factible de entender que la noción de responsabilidad va mucho más lejos que el mero hecho de ser padres. La falacia acá presente es una conclusión precipitada en el mejor de los casos.
Sin embargo, la forma 2 es algo más provocadora en su sentido. Y en ella se esconde una agresión directa contra la identidad de género que desafíe el statu quo. En estricto rigor -basados en el argumento que precede- se puede inferir que cualquier preocupación por un género distinto al asignado al nacer sería una pérdida de tiempo respecto a las cosas importantes de la vida, dando espacio a la
sentencia de que eso es algo innecesario, es más, burlándose de tal situación en la asignación de la gráfica que lo identifica, que para este caso sería la del “perro chico” con actitud culpable y sumisa.
Es importante aclarar que más allá de esta precisión de género es posible establecer que el uso regular de este meme tiene que ver más con la idea de “debilidad” que con “femineidad”, no obstante, la lectura cultural no reflexiva pueda sugerir lo contrario.
En una especie de síntesis conceptual el meme “Swole Doge & Cheems” enfrenta los siguientes escenarios comparativos:
1. Tiempo pasado v/s tiempo presente. Donde obviamente las situaciones de antes se perciben como mejores.
2. Personas en otras épocas v/s personas ahora. Donde antes había carácter hoy solo se expresa fragilidad.
3. Costumbres pasadas v/s costumbres presentes. Los roles sociales de generaciones anteriores comprendían mayores responsabilidades y riesgos que hoy.
4. Objetos pasados v/s objetos tecnológicos presentes. Las cosas de antes gozan de una resistencia y durabilidad superior.
Desde la teoría de la argumentación, cada uno de los escenarios precedentes
facilita un reconocimiento falacioso de la realidad, que ya bien puede ceñirse a lo que entendemos como falacia de autoridad, expresada desde la tradición, es decir, aquello que es bueno porque se mantiene en el tiempo. Así también, las situaciones expresadas en el meme, apelan a la autoridad de una persona que ofrece como único razonamiento su mayoría de edad y por arte de magia, el mérito del saber. Separando el argumento de la falacia, lo único que podemos asegurar acerca de la vejez será el evidente deterioro del cuerpo, mientras lo relevante en la persona solo podrá atribuirse a los hechos y las virtudes, nunca al mero paso del tiempo.
A estos acercamientos podemos sumar también la falacia de autoevidencia, es decir, argumentar con base en experiencias personales que no cumplen con la dimensión de suficiencia para ser consideradas como premisas útiles. Su expresión básica descansa en un tajante “yo lo viví” “a mí me pasó” “yo estuve allí” esgrimiendo la propia vivencia como una muestra significativa para inferir una buena conclusión.
Como resultado de estos intercambios se yergue una generación educada desde un conservadurismo pasmoso, la tradición y los lugares comunes del relato testimonial en primera persona, y es desde allí donde reconocen este tipo de atributos, validándolos -muchas veces sin siquiera darse cuenta- y transformándolos en parte de su propio lenguaje.
Los memes, en su mayoría, representan una forma de pensamiento condensado donde la validez en tanto aceptabilidad -lógica interna de los razonamientos- y suficiencia no se ajusta a lo razonable. Más allá de la gran capacidad de persuasión que exhiben estas imágenes en los distintos escenarios de la opinión pública, se esconde un discurso del todo falaz que se sostiene muchas veces en lo irrelevante y desde allí condiciona la realidad de los hablantes.
Desde el punto de vista de la publicidad y la propaganda, los memes son verdaderos insight de situaciones culturales pre configuradas en una comunidad
particular, en rigor, estos argumentos heterogéneos le hablan a un target específico -grupo socio-económico o etario- usando un lenguaje ad hoc y remitiendo razones y evidencias previamente reconocidas. Como lenguaje informal altamente masificado se hace difícil contener su crecimiento, no obstante, debemos al menos defendernos de su tramposo atractivo para así, analizarlos como una expresión social legítima, mas no suficiente, a la hora de sostener un argumento o una idea compleja.
Sintetizando la reflexión acerca de la urgencia en la investigación del fenómeno que desarrollamos en este apartado y considerando las palabras del neuropsicólogo N. K. Humprhey que abrían esta discusión, podemos entender que el meme, tal como se ha definido, se convierte en un fenómeno de análisis inaplazable debido principalmente a la facilidad de su propagación y condensación axiomática en la conciencia -e inconciencia- de su organismo huésped.
Como buen “parásito”, nuestro meme se multiplica a una velocidad brutal y tras de sí solo va dejando despojos de argumentos de dudosa razonabilidad que, en el espacio público, lugar de gran vociferación y escasa crítica, encuentra un caldo de cultivo perfecto para sostener ideas del todo cuestionables y muchas veces, como ya hemos revisado, contrarias a su propia forma de ver el mundo.
3.3. Instantes virales
Sin embargo, no son solo los memes los que suprimen procesos argumentales complejos. Las simples imágenes que circulan por internet y que en su mayoría son de origen desconocido -o claramente dudoso- muchas veces terminan por configurar las razones por las cuales la opinión pública toma partido de ciertas ideologías.
Un personaje con afinidad política de izquierda fotografiado en un centro comercial con un smartphone de última generación o un auto del año es suficiente material gráfico para despertar el odio de las huestes virtuales de derecha sin siquiera verificar su procedencia, considerando de que ser “de izquierda” implica necesariamente un voto de pobreza. Por su parte, un reconocido político de derecha, fotografiado con gente de barrios marginales, sugiere que necesariamente anda en busca de votos y muy poco le importa la vida de los demás, sin embargo, su apoyo pueda ser del todo real y consciente.
Las imágenes hablan tan alto y directo que se conectan con lo políticamente correcto y los lugares comunes que sedimentan en una sociedad, en este caso, un comunista que está por poner al Estado al centro de la actividad y, por lo tanto, equilibrar las condiciones del pueblo no puede usufructuar de las maravillas del capitalismo. Sin explicación alguna, la emotividad se impone sobre una pequeña reflexión. Por otra parte, la imagen de un político de derecha saludando a personas de escasos recursos funciona como una burla, ya que, según lo que se estila pensar, ellos no tienen conciencia social y lo que buscan es votos para consolidar sus negocios.
Veamos ambos casos en clave argumental, una falacia representando cada lado del compás político que, como ya sabemos, en las audiencias masivas, no ite grises ni puntos intermedios. Todo es un perfecto blanco y negro:
Forma 1.
PV: X no es un verdadero comunista.
R: Usa aparatos tecnológicos que son productos resultantes de la economía de mercado, la cual combate.
E: la foto respectiva.
Forma 2.
PV: Los políticos de derecha no tiene compromiso social .
R: solo les interesa acumular bienes aprovechando la economía de mercado.
E. la foto respectiva.
Ambos argumentos carentes de toda validez gozan, la mayoría de las veces, de mejor salud incluso que muchas de las ideas de Stephen Hawking o Humberto Maturana, debido a su gran capacidad de multiplicarse en los entornos virtuales, la facilidad que ofrecen para ser interpretados por la gente – a propósito de lo impactante de la fotografía- y su permanencia en el tiempo.
Gran cantidad de fake news se apoyan principalmente en composiciones gráficas azarosas, montajes deliberados o metonimias forzadas que, basadas en la adecuada relación de sus elementos, generan un sentido particular y propicio para la adhesión o confirmación de una idea. En Chile, la imagen de la diputada comunista Camila Vallejos, junto a una mujer que empujaba el coche de su bebé mientras participaba de una marcha, despertó duras críticas por el eventual gesto de esclavitud a la que estaba sometida la improvisada nodriza. No obstante, pasado el escándalo se supo -jamás con la repercusión de la acusación viral- que la mujer que aparecía en las fotos junto a su bebé no era una niñera esclavizada, sino una amiga militante y encargada territorial que en ese preciso momento llevaba el carrito. La idea cuasi lógica detrás del detonante de la polémica en clave argumental sería algo así:
PV: La diputada es comunista cuando le conviene, ya que
R: Esclaviza a otra mujer para que cargue a su bebé y los comunistas deberían luchar contra las diferencias sociales dadas por el lugar que las personas ocupan en el sistema productivo.
E: Una foto (menos de una fracción de segundo).
Primero, es interesante señalar que la evidencia fotográfica difícilmente avanza más allá de una fracción de segundo. Es ese pequeño lapso de tiempo en el espacio que se yergue como evidencia suficiente para que la audiencia masiva adhiera a una idea pre configurada sin exigir nada más que un texto solidario a lo evidente o a sus propias convicciones. Una especie de falacia de conclusión precipitada que funciona basada en una metonimia que encuadra un “fragmento” de la realidad y lo utiliza como evidencia. Es muy probable que esta y muchas otras fotografías sean momentos específicos recuperados de un número inimaginable de tomas -gracias a la fotografía digital este número puede ser muy
grande- de las cuales se elige aquella que es más solidaria con el discurso que se intenta movilizar. Un medio conservador usará esta y no otra fotografía para luego sugerir el eventual problema ético por el cual transita la diputada.
En la otra vereda, el político de derecha y ex candidato a presidente, José Antonio Kast, debe hacerse cargo de una fotografía viral que recupera un pequeño instante sucedido en una de sus reuniones de campaña en el impreciso momento que dedica a fotografiarse con sus adherentes. Hasta ahí todo bien, sin embargo, y antes de que el ex candidato pudiera revertir la situación, se viralizó en redes sociales y en la prensa una fotografía donde aparecía junto a un joven que lucía una polera con una frase que caricaturizaba las violaciones a los derechos humanos en dictadura. Desde ese momento el huracán fue implacable, ya que para gran parte de la izquierda chilena las ideologías de derecha y los derechos humanos son conceptos incompatibles y mediante tal autoevidencia juzgan lo que les parece una burla cruel y gratuita. No obstante, y a pesar de los descargos del ex candidato por todos los medios a su alcance sumado al inexistente dolo en el caso -considerando que se tomó decenas de fotografías con distintas personas, en un espacio de tiempo muy corto, sin asesores que lo ayudaran y con total disposición a satisfacer a cada uno de los solicitantes- la idea que se consolidó detrás del ‘acierto’ fotográfico fue la que sigue:
PV: Los políticos de derecha no respetan los derechos humanos.
R: un ex candidato de esa facción posa con un adherente que porta una polera con una frase que se burla del atropello a los derechos humanos.
E: La foto (una fracción de segundo).
Otra vez, la imagen “perfecta” en las manos “correctas” puede hacer estallar un hervidero de mala intención basándose en un hecho que estaba totalmente fuera
del alcance de la persona en cuestión, una especie de falacia de culpable por asociación -dime con quién andas y te diré quién eres- donde la eventual asociación no es más que un accidente.
Es muy importante recalcar que una fotografía no es más que uno de al menos 24 cuadros que componen un segundo de realidad y que por tal razón su poder probatorio es tan suficiente como el tiempo de exposición, empero, la capacidad persuasiva es superior a cualquier texto que la contradiga. Y esto abre un segundo estadio de reflexión, la consolidación de nuestras creencias es más importante que cualquier argumento. Si la foto coincide con nuestra posición política, no hay nada más que decir y se acepta como un argumento inexpugnable, es lo que en sicología se conoce como sesgo de confirmación y nos hace prisioneros de aquello en lo cual creemos por sobre una evidencia que demuestre lo contrario. En el peor de los casos, si no es particularmente nuestra visión de la realidad, pero es la más aceptada por el cuerpo social, también estaremos en condiciones de adherir, en una suerte de espiral silenciosa⁵⁵ que impide contradecir la opinión popular, sin someter la imagen a ningún juicio crítico.
55 Capítulo 2, 2.2. Redes sociales, un cóctel de emociones. La espiral del silencio.
En comunidades altamente polarizadas, donde el discurso político se maneja exclusivamente en la falsa bifurcación de izquierda versus derecha, la posibilidad de manipular la realidad desde imágenes que transiten monocromáticas dentro de la gama de grises de la vida es muy amplia. Para ese gesto la ciudadanía mal informada es el peor ente fiscalizador, ya que son ellos los que por desidia o falta de a información -y educación- de calidad, perfilan comunistas y fascistas, buenos y malos, justos e injustos por doquier y no consideran la posibilidad de otros puntos de vista posibles, como por ejemplo una pragmática tercera vía. Y no es solo una falacia en el imaginario político, también en la cultura, lo nuevo versus lo viejo, lo exclusivo versus lo popular, lo bello versus lo feo, todas bifurcaciones útiles a la polarización y, por tanto, al
manejo inescrupuloso de algunos que ostentan el poder -en todo ámbito- a costa de la espuria capacidad reflexiva de las audiencias masivas.
Una imagen viral que movilice la emotividad y busque provocar una respuesta antes de someterla al escrutinio racional, deberá estar sujeta a la mayor de las sospechas, ya que, no existiendo un afán pedagógico mediante, la facilidad de entendimiento suele ir acomodada a una perspectiva prefabricada y de razonabilidad falaz.
CONCLUSIÓN
En un área de estudio todavía exploratoria, esta investigación necesariamente transitó por el camino de lo experimental. El trabajo en cuestión tuvo único como gran desafío ser un referente para quienes buscan consolidar la exploración semiótica junto a las teorías de argumentación y, por tanto, abrir espacios de reflexión, por sobre consolidar una mirada teórica absoluta.
Insisto que no se trata de satanizar las imágenes en el discurso público, tampoco de poner el lenguaje verbal por sobre el icónico, no obstante, la fuerza persuasiva de este último debe ser tratada con cautela. La imagen ahorra tiempo y espacio, habla apenas nuestros ojos se posan en ella y no solo afirma cosas, sino que también puede razonar sobre tales ideas y es allí donde, fuera de control, se torna peligrosa. La capacidad que tenemos de interpretar o connotar los signos que nos rodean nos ponen en una posición complicada, ya sea porque debemos contar con cierta garantía social para asegurar que el sentido es el adecuado como también de la suficiente voluntad para ir detrás del origen de estos y no llevarnos la sorpresa, habiendo tomado ya una posición al respecto, de que fuimos manipulados por las delicadas lágrimas de un niño o el semblante triste de un abuelo en situación de pobreza.
Las imágenes son muy útiles si se les ocupa con atención y mucha precaución. Una idea abstracta, como el amor o una teoría de la física cuántica –como la de cuerdas-, se resuelve mejor respectivamente desde la imagen de un corazón rojo o un entramado de hilos que detrás de un flujo enorme de texto o ecuaciones. La imagen de Aristóteles, por ejemplo, puede ahorrarnos toda la perorata que anticipa una idea que deviene de la antigua Grecia. El asunto es que antes de caer en los brazos emotivos de lo visual debemos considerar aquellos elementos de probatoria que permiten utilizarlos como recurso argumental, poniendo particular atención en aquello que legitima cualquier discurso argumentativo, la evidencia o respaldo que asegure que lo que vemos es lo que objetivamente sucedió o significó sin ánimo de condicionar la realidad.
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Todas las figuras previamente listadas son del tipo CC 0, es decir son parte del dominio público y están libres de derechos, tanto para su reutilización como para su modificación.
A pesar de lo anterior y para mayor precisión se incluyen las referencias en la enumeración superior.
Las figuras 21, 21a, 22 y 23 son propiedad del autor de este texto.
Semiótica de la argumentación
Semiótica de la argumentación: ¿Podemos argumentar con imágenes? es un esfuerzo académico docente por unificar diferentes orientaciones de la teoría de la argumentación junto a los análisis semióticos de las imágenes que inundan la iconósfera. Su diseño involucra un avance conceptual desde los elementos básicos del análisis argumental para luego dialogar y justificar la pertinencia en la observación de las imágenes que dominan los espacios de intercambio dialógico, tanto en redes virtuales como también en los soportes físicos de comunicación social.
Cada sección busca -a veces de forma exploratoria otras sobre trabajos medianamente consolidados- identificar los modelos argumentativos que subyacen a la comunicación mediante imágenes para así poder anticipar eventuales contenidos falaces e ideas pre configuradas ocultas detrás de la emotividad desarrollada en la interacción social.
Más allá del rigor conceptual propio de una obra de esta envergadura, este libro está diseñado como un repositorio de análisis y ejemplos sobre la materia, siendo de consulta fácil para todo lector ávido de indagar en la fuerza persuasiva de las imágenes, pero esta vez, desde un punto de vista argumentativo. Porque detrás de cada gesto icónico que se presenta como mensaje en los espacios públicos existe siempre un propósito que debe ser identificado antes de asumir una postura al respecto.
¿Las imágenes argumentan? La respuesta es un rotundo sí y esta obra es la justificación de tal afirmación.
Acerca del autor:
Miguel M. Reyes Almarza es Periodista, Licenciado en Comunicación Social y Magíster en Ciencias Sociales con mención en Participación Democrática. Desde el 2002 trabaja como profesor, coordinador e investigador en el área de pensamiento crítico, argumentación y debate en el ámbito académico. Realiza además asesorías de comunicación y argumentación para instituciones educativas y organizaciones no gubernamentales en Chile y otros países.
Es coautor del libro Argumentación para todos: Manual teórico-práctico para educadores, estudiantes y curiosos de la argumentación. (1ª ed. 2015- 2ª ed. 2020) Editorial: Universo de Letras.
Índice
Prefacio 7 Introducción 9 1. Conceptos básicos de argumentación 10
1.1. Argumentar 10
1.2. Esquemas argumentales 11
1.3. Criterios de validez 12
1.4. Lo implícito 14
1.5. Entimema 17
2. Justificación de la hipótesis 19
CAPÍTULO UNO 23
Semiótica para la argumentación 23
1. De los argumentos visuales 24
1.1. Argumentos visuales puros u homogéneos 27
1.2. Argumentos visuales mixtos o heterogéneos 33
2. Una ciencia no tan nueva 38
3. Algunos fundamentos lingüísticos y semiológicos 39
3.1. Lo motivado y lo arbitrario 40
3.2. Sintagma y paradigma 42
4. Órdenes de significación 45
4.1. Significación de primer orden 47
47
4.2. Significación de segundo orden 49
CAPÍTULO DOS 61
Imágenes y medios de comunicación 61
1. Un par de teorías relevantes 62
1.1. Agenda Setting 63
1.2. Framing 65
2. Medios de comunicación de masas más allá de la verdad 71
2.1. Posverdad 73
2.2. Redes sociales, un cóctel de emociones 78
2.3. Pensamiento crítico amenazado 82
CAPÍTULO TRES 89
Imágenes v/s datos: usos y abusos 89
1. Una cuestión de perspectiva 90
1.1. Formas gráficas de utilidad 95
2. Imágenes y falacias, un cóctel peligroso 102
2.1. Imágenes que transgreden lo aceptable 107
2.2. Imágenes que afectan la relevancia 109
2.3. La trampa del gráfico 118
3. Iconósfera pop 125
3.1. El meme, “la vieja confiable” 126
3.2. Argumentando con memes 130
3.3. Instantes virales 149
CONCLUSIÓN 155
Referencias Bibliográficas 157
Lista de figuras 161
Semiótica de la argumentación 163