HERMINIO PEDRAZA RIVERO (Un pintor por excelencia) Hogiers Pareja Añez No podía dejar de referirme a la vida y obras de un artista de la talla de Herminio; sin lugar a dudas uno de los pintores cruceños más prolíficos, conocido tanto en nuestro medio, en el país y también en el extranjero. Sin temor a equivocarme puedo afirmar que no existe institución cruceña que no tenga uno o varios cuadros de Pedraza; y muchos son los hogares que lucen sus pinturas, porque él con su mágico pincel supo interpretar a cabalidad lo tradicional, lo costumbrista de su pueblo, creando y llevando al lienzo con maestría sus obras. Vivió para pintar durante toda su vida, con dedicación plena, a tiempo completo; consecuentemente ha dejado centenares de cuadros como un legado para la posteridad. Pintaba aún a costa de su salud, pues padeció asma bronquial, y las sustancias que componen las pinturas tienen en su contenido elementos que fueron dañando día tras días su menguada salud hasta el final. Me referiré a algunas vivencias anecdóticas. Corría el año de 1974; un día lo encontré cerca de la Plaza 24 de Septiembre, me dijo: “Hogiers vos querés tener un cuadro mío” “-Claro que sí, pero ahora no puedo, le contesté”. Hagamos lo siguiente: sacáme una buena grabadora de la tienda de tu tío, el dueño de la casa Cracovia, que la necesito y la pagás a plazos, y me das unos pesos en efectivo, pues estoy yendo al Paraguay a exponer mis pinturas”. “Te escogés un cuadro antes de embalarlos para el viaje; ¡Listo el pollo!, le dije; así adquirí un “Pedraza”. Y un día en un apuro lo tuve que vender. Mientras fue mío el cuadro, me lo solicitaron varias veces para exponerlo; inclusive un día me llegó una nota de la Embajada de la República Argentina pidiéndomelo en préstamo para llevarlo a La Paz para una exposición. Ese cuadro, “La Desgranadora de Maíz”, lo he visto en la Mutual Guapay. A Herminio le gustaba mucho pintar en las provincias cruceñas, sobre temas campestres, los quehaceres de la vida cotidiana y las faenas; no sólo de hombres, especialmente de mujeres, armaba su taller en La Guardia, Buenavista; un día nos topamos en el puente cerca de Ascensión de Guarayos, sin duda allí encontraba mayor sosiego para poder concentrarse e inspirarse, además el ambiente era más propicio para sobrellevar su enfermedad, el asma que padeció durante toda su vida, lejos del tráfago de la ciudad grande, donde el estrés hace sus víctimas. De vez en cuando lo encotrábamos en eventos culturales, faltaba cuando estaba delicado, inclusive cuando se exponían sus cuadros. En una tienda, la casa Katti, liquidaban toda su existencia por cierre, compré varias corbatas de seda natural, lo encontré a Herminio y le dije: “tengo una corbata para regalarte, es igualita a tus cuadros, llena de colorido, dejásela a mi hija en la Casa de la Cultura, allí trabaja, así lo hice. Al publicar mi primer libro ”Santa Cruz Costumbrista (2001)” puse en la tapa un cuadro de Pedraza “Tiempo de Aguas”. Herminio permanecerá vivo en sus cuadros por siempre. Santa Cruz ha perdido uno de sus valiosos ciudadanos, un artista plástico excepcional.
Santa Cruz, 07 de agosto de 2006