“Borges y el contexto del texto”
Escuela de Ciencias de la Información, Universidad Nacional de Córdoba
Ensayo realizado para el Seminario de Posgrado: “Borges y los Mundos Posibles” dictado por la Profesora Ana Tissera. Noviembre de 2011
Alumna: Luciana Seculini, mat: 2002371456
Sobre Borges, acerca del escritor, hay mucho por descubrir pero también hay mucho por revisar, releer, recobrar porque sus palabras, las que quedaron escritas, dibujan hoy su inmortalidad. Como sabemos, era un aficionado a la lectura, él mismo se definió como un gran lector que a veces escribía. Y en ese movimiento dialectico realizó poesías, prosas y cuentos que interrelacionan todo su conocimiento con imaginación poderosa y capacidad insoslayable para el relato. Con un estilo inimitable, Borges tendió a sus personajes trampas reales y dilemas filosóficos que hacen que hoy volvamos a él como si fuera la primera vez porque, sabemos, aun faltan cosas por descubrir en esas hojas, porque como el libro de arena, Borges es infinito. Siguiendo las lecturas de la profesora Ana Tissera, descubrimos un escritor que se desarrolla entre etapas literarias que de alguna manera coinciden con el ambiente político y social de cada época: mientras en los veinte –cuando comienza su escriturademuestra entusiasmo vibrante por Irigoyen y compone versos poéticos, durante el peronismo utiliza al cuento como recurso literario y con sus alusiones e hipérboles denosta a la incipiente fuerza política. Por esta época Borges había sido nombrado inspector de aves luego de ser “reubicado” por el peronismo que lo saco de su cargo de director de la Biblioteca Nacional. Es menester comentar el profundo pesar que el peronismo le provoco al escritor entre otros colegas y artistas diversos que buscaron el exilio voluntario como escape del régimen. Así lo hizo el propio Borges cuando Perón recobra el poder en 1973. En esta época y hasta la actualidad, sus cuentos y poemas no son valorados aquí de la misma manera que en el resto del mundo. Algo de esa definición que lo demoniza ha quedado en los argentinos, porque al nombrar a Borges, enseguida se lo relaciona a un escritor “antiargentino”, a la par de este adjetivo es probable que se indique para él su condición de antidemocrático y de “promilitar”, este último con gran ahínco y denotación. Quizás muchos de nosotros hayamos comenzado sus cuentos y escritos con esta pesada carga ideológica. Él mismo dijo más de una vez: “preferiría que se me juzgue más por lo que escribo que por lo que digo”. Cierto, es la obra del más grande artista, subestimado por no haberse adherido al peronismo. De manera más que humilde, Borges nos enseñó sus universos y de ellos comenzó diciendo que habían sido creados por obra del azar. Suponía que era fortuito que ciertas ideas se le presentaran a él y no a otra persona. Como si fuera un medio entre el mundo físico y el mundo literario que pintaba (en cada relato).
Para fomentar el ejercicio de la crítica en sus lectores, Borges intento borrar la primera persona, no quería parecer y aparecer como un escritor catártico sino como un beneficiado por el azar y la casualidad: “Si en las siguientes pagina hay algún verso logrado, perdóneme el lector el atrevimiento de haberlo compuesto yo antes que él. Todos somos unos; poco difieren nuestras naderías, y tanto influyen en las almas las circunstancias, que es casi una casualidad esto de ser tú el leyente y yo el escribidor – el desconfiado y fervoroso escribidor- de mis versos”, escribió en el prólogo de su primer libro de poemas, “Fervor de Buenos Aires” lo que indica la temprana inclinación idealista que delinea su poética. El dialogo existencia- idea- mente- pensamiento- acción entre otras tantas, fueron constantes en su hacer. Borges utilizaba como recurso el distanciamiento de su obra para que ésta pudiera aportar a la construcción de la crítica por parte del lector. Según lo estudiado por la profesora Tissera, lo último que quería Borges para su obra era la catarsis: “Quiero abatir la excepcional preeminencia que hoy suele adjudicarse al yo: empeño a cuya realización me espolea una certidumbre firmísima, y no el capricho de ejecutar una zalagarda ideológica o atolondrada travesura del intelecto… Quiero aplicar por ende a la literatura las consecuencias dimanantes de esas premisas y levantar una estética hostil al psicologismo…” Intentaba despertar el espíritu crítico a través del distanciamiento, el arte debe presentar cierto desdibujo para llegar de una manera indirecta al lector y no como una moraleja. Desdeñaba el puro psicologismo y la sobresaturación del yo en el relato; según él la personalidad no existe porque todo lo adquirido es social y genético. A lo largo de su extensa obra toco diversos temas utilizando herramientas literarias y ficcionales que la profesora Tissera separó en tres grandes temas: el enigma, la verdad oculta que mueve el relato y lo hace dialogar con la otra voz, la del enemigo y a la vez con el saber universalizado encarnado en los otros textos que Borges incorpora con destreza y a los cuales alude continuamente no como obra del azar sino con maestría de aquel que sabe que cada expresión y cada línea acude a significados y lugares que se interrelacionan. Uno, cuando lee a Borges no puede evitar sentir que algo se está perdiendo al no conocer por entero quien es cada referencia borgeana en el relato. En su obra todo encaja como pieza de ajedrez pero existen también esos movimientos internos del autor que van hacia lo profundo del pensamiento humano: Borges se plantea grandes preguntas y les da a sus personajes el inmenso trabajo de encontrarse en los múltiples laberintos personales que levanta para ellos y a la vez para todos nosotros, quienes ansiamos llegar a percibir con cada lectura y de a poco todo el dialogo que desarrolla.
Desde distintas posiciones nos ha hablado y nos sigue hablando de la historia o de la política o de la filosofía o del lenguaje o de todos estos temas a la vez. Es capaz de combinar el mayor enigma acerca del bien o del mal con la era precolombina y la llegada del hombre blanco a América, así como también puede jugar con el tiempo como si fueran círculos que se repiten y vuelven a presentarse, Borges gusta de mezclar el tiempo y el espacio dentro de un continuo sin fin. Es frecuente ver que sus textos aluden implícita y explícitamente a las hechos que son todos contenidos en uno. El Aleph por ejemplo representa a un punto que contiene a todos los puntos del planeta. En su obra, Borges funde el espacio y el tiempo en la circularidad, un tema al que el escritor vuelve bajo diversas circunstancias. En “Emma Zunz” por ejemplo, un mismo hecho se desarrolla en dos tiempos distintos y -en contextos diferentes- en un mismo espacio. El tiempo borgeano no es lineal sino circular. Lo mismo ocurre en “Guayaquil” cuando contrapone la situación entre San Martín y Bolívar a la de los historiadores. Y la situación que sucede en ese contexto es precisamente lo que indica la repetición a partir de un marco histórico que posibilita la acción que él describe. En su intertextualidad, Borges realiza el camino inverso al hipervínculo: narra incluyendo infinidad de nombres propios que avanzan hacia la unidad de la historia. Cada nombre propio tiene una razón de ser en el relato que a su momento significa. La asociación contextual es innegable y como él mismo decía, el hecho es inseparable de su lugar en el mundo. La convergencia de términos utilizados en su narración acude a definiciones globales que dialogan con los tiempos del relato y de la realidad intrínseca que pretende desarrollar. Otros temas a los que Borges presto mayor atención fueron la inmigración, las problemáticas de la América Hispana, las problemáticas de índole universal como las Guerras Mundiales y principalmente el encanto de Buenos Aires, el arrabal, el tango, los conventillos, en definitiva lo vernáculo de una cultura nacional en proceso de formación. Se maravilló con este tema en sus primeros escritos de los años veinte donde dejo claro: “el idioma argentino es mi sujeto”, y a partir de ese criollismo plasmado en su primera década como escritor, Borges colaboro a definir el „tipo argentino‟. Cuando el tiempo político y social variaba, la estructura del relato variaba para Borges: mientras en el periodo criollista escribió poesía, durante la década peronista eligió el cuento y la narración. Como crítico de los acontecimientos que se desarrollan en el país, metaforizó sobre el régimen realizando hondos razonamientos que incluyen su
curiosidad y encanto por el costado salvaje del ser humano, como sucede en su cuento “Historia del Guerrero y la Cautiva” donde ficcionaliza acerca de una dama raptada por un cacique que al ser rescatada se niega a volver a la sociedad alegando un amor profundo por el raptor. Aquí Borges describe la situación desde un costado primitivo que a él le resulta entrañable en ciertos cuentos y en otros decanta en la violencia también intrínseca al ser humano. Luego vuelve a escribir poesía con el entusiasmo que le desata la revolución del 55 (primavera del 55, apunta Borges en su lirica) que derroca a Perón. Actualmente es un escritor muy cuestionado y se lo desdeña achacándole un supuesto antinacionalismo como epilogo de su insistente negación al peronismo. Quizás nuestros preconceptos estén teñidos de la historia que el peronismo eligió contar. Los universos borgeanos exploran la mente humana pero, como el autor ha expresado en múltiples ocasiones, todo lo que escribió fue en pos del entretenimiento. O sea que a partir de un objetivo amplio en un sentido pero quizás vano en otro, nos sumerge en tiempos y espacios conocidos y en sus relatos existen momentos fantásticos que desencadenan sucesos y movilizan al lector desde una visión particular que es su sello personal respecto de la religión, o la búsqueda de Dios, la justicia, la ética y la moral. Uno puede acordar o no con el relato pero seguro no podremos evadir ese fin último que Borges planeo pero casi sin proponérselo enriqueció inmensamente: su literatura no sólo nos entretiene sino también nos invita a ejercitar el pensamiento y la reflexión. Cuando leemos a Borges, difícilmente salgamos del libro tal y como habíamos entrado. En cuanto a sus mentadas expresiones respecto del peronismo, Borges es analizado en un cierto anacronismo invariablemente necesario para el contexto: a raíz de su apoyo a los regímenes de facto en el país y en países vecinos de los que hablo muy bien, el escritor quedo atado a su supuesto afán derechoso y antidemocrático. Mi opinión intenta aclarar lo entreverado de discutir una época en otra época diferente, es obvio que cuando polemizamos sobre sus dichos, nos resulta alarmante su visión sobre la política argentina pero elegimos, evidentemente, circunscribir la critica a palabras que Borges expreso en los comienzos de la dictadura y, según lo apuntado en diferentes libros de historia argentina, es consabido el apoyo que el pueblo argentino brindo en una primera instancia a lo que después se convirtió en la dictadura más sangrienta de nuestra historia. Hoy, resulta más fácil emprender contra esos dichos del escritor que detestaba al peronismo y al que condenaba a partir de su populismo y funcionamiento. El apoyo a la dictadura es consecuente con su odio
visceral al proceder del peronismo pero lo que menos se conoce es su retractación luego de reunirse con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en 1980, época en la que aun, el apoyo interno seguía siendo alto. No olvidemos además el círculo social de Borges y la complicidad que por esa época mantenían los medios de comunicación con los represores. Quizás debió estar al tanto de la situación pero no pudo o no quiso: siempre estuvo más a gusto dentro de sus libros que en la realidad política y social de su época. Sin embargo, la revisión historiográfica es concurrente en su obra de la última década, allí aparecen ensayos y cuentos pero la poesía está presente en la primera etapa, cuando comienza la dictadura que, una vez más, derroca a un gobierno peronista. El rechazo que sufre Borges se define entonces en términos más bien políticos y coloquiales: “no le entiendo” suele ser un argumento cotidiano. A diferencia de Borges, esta especie de catarsis que intento realizar me surge como necesidad de “entender” qué nos sugiere y ahí me encuentro con los hechos, personas y lugares entrelazados, encadenados que responden a una secuencia premeditada o acaso libre que dialoga en los textos y con el contexto procurando que ambos espacios se enriquezcan y enriquezcan siempre al lector aunque pidan un esfuerzo del pensamiento, la devolución es infinitamente superior. Este ensayo pretende informar mínimamente de los descubrimientos de una lectora muy inexperta que está aprendiendo a conocer e interpretar un poco el universo borgeano.
Bibliografía consultada: Borges y Los Mundos Posibles, 1975-1985. Ana Tissera, Universitas, Facultad de Filosofía y Humanidades, UNC, 2005. Compendio de entrevistas a Jorge Luis Borges realizadas por Ramón Chao entre 1975 y 1985. Le Monde Diplomatique, septiembre de 2001. El Aleph. Biblioteca Borges, Alianza Editorial. El Informe de Brodie. Biblioteca Esencial, La Nación.