Foros de Consulta Nacional para la revisión del Modelo Educativo Educación Media Superior
Tipo educativo: Educación Media Superior Eje Temático: Estrategias de Enseñanza-Aprendizaje Región 3: Aguascalientes Título de la propuesta: Empoderamiento en el Aula Nombre del autor: María del Consuelo García Rodríguez Correo electrónico de o:
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Empoderamiento en el Aula “La escuela debe de dotar de sabiduría ética y no sólo de conocimientos” (De Casas, 2014)
Cuando se habla de procesos educativos óptimos desde una perspectiva de enseñanza-aprendizaje comúnmente los relacionamos con establecer aquellas estrategias que permiten mejorar el rendimiento académico de nuestros estudiantes, o de identificar el nivel de capacidad que tiene el docente para generar nuevos conocimientos, así mismo reconocer el nivel de excelencia o calidad que posee la institución en donde ambos actores forman parte, sin embargo con ello nos enfocamos en un solo objetivo educativo: identificar en forma cuantitativa que institución es mejor que otra. Lo anterior nos permite identificar que estos tres aspectos previamente nombrados son acciones que olvidan la esencia de la educación: educar seres humanos para convivir en sociedad, siendo éstos uno mismo, es decir llevar a la realidad lo mejor de él o ella. No basta con nombrar que nuestra educación está basada en un perfil de competencias, entendiendo competencia como aquella capacidad del ser humano para poder resolver problemas en su entorno social de una forma que le permita reconocer en sí mismo habilidades, conocimientos y valores en su propia persona. Podrán estar en desacuerdo algunos actores educativos a la aseveración que he planteado, sin embargo yo les preguntaría: ¿en realidad se reconocen y se atienden las verdaderas necesidades de las y los estudiantes, conocen sus sueños, son escuchados, se plantean alternativas para formar círculos de escucha activa y de acompañamiento más que de círculos de estudio?
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La propuesta que planteo es aplicar en las aulas una estrategia humanista que permita al propio docente identificar que la profesión que desarrolla es la más rica para aprender cada día, no basta con saber demasiado sobre el tema de la educación o de su asignatura, o tener un grado elevado de estudios, sino se tiene en cuenta que cada uno de nuestros y nuestras estudiantes son un medio de enseñanza que nos permite aprender nuevas formas de apreciar la vida y de amar nuestra profesión. Dicha propuesta la he denominado Empoderamiento en el Aula, entendiéndose el concepto de empoderamiento como la capacidad de recuperar el poder, es decir capacidad de cambiar esquemas mentales en la medida que estos cambios sean necesarios, siendo éste una evolución de los comportamientos y creencias que trascienden las relaciones de los actores involucrados. Cuando se habla de recuperar el poder, no nos referimos a que se permitirá que los estudiantes en este proceso tomen las armas y generen una revolución física dentro del aula, sino en el despertar de una concientización de que todos somos responsables de nuestras propias tomas de decisión. El empoderamiento de las y los estudiantes puede ser una herramienta útil para desarrollar en ellos la capacidad de autonomía, el resolver problemas de forma creativa, el poseer la facultad de tener el control sobre diversas situaciones generando en él y ella un bienestar físico, emocional y social que les permita tener el control de sus vidas dentro y fuera del aula. Cuando se establece la pregunta ¿cuáles son las estrategias de enseñanza y de aprendizaje más adecuadas para devolver, en su caso, el propósito, el interés y el entusiasmo a las y los jóvenes para asistir a la escuela? La respuesta podría inclinarse a que el docente debe aplicar estrategias suficientemente atractivas al interés del estudiantado, en donde se involucra la exposición de temas con el apoyo de la más alta tecnología, o que el material educativo que se les presenta deberá ser pertinente y útil a las necesidades de quienes los usarán por ejemplo una antología muy bien estructurada, una
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calculadora con las funciones suficientes para saber responder al procedimiento de las ecuaciones vistas en la asignatura de matemáticas, etc. Pero ¿en verdad serán estos los materiales adecuados para su propio aprendizaje o son en realidad un medio para facilitar la enseñanza del profesor? No basta con ir un paso más adelante a nuestros jóvenes en el tema de la tecnología, sino es ir en acompañamiento con él o ella misma, ésta última acción no sólo destinarla a ese docente denominado asesor o tutor, al cual se le asigna de manera indirecta: ser el único responsable del comportamiento del grupo llamado tutorados. El espacio físico y real en donde las y los estudiantes se sienten parte de un grupo social es el denominado aula, ese espacio es necesario interpretarlo más allá de una estructura física formada por cuatro muros unidos, una puerta, ventanas, persianas, butacas de madera, etc. Es necesario ver este lugar desde la percepción de empoderamiento en el aula como: el espacio de convivencia entre varias personas, en donde se producen os interpersonales entre pares (iguales) e impares (docente) mediante roces, como: la empatía, disgustos, problemas, resolución de conflictos, etc. (Vaello, 2011). Al tener definidos los dos conceptos claves que forman el título de esta propuesta me permito nombrar los elementos que desde mi perspectiva pueden ser la base para que el docente dé inicio al proceso de empoderamiento en el aula, cabe señalar que no son definitivos, ya que éstos pueden adaptarse o modificarse a las necesidades y cualidades del conjunto de jóvenes que forman el grupo. Uno.- Conoce el aula, es decir quiénes conforman el grupo, qué necesidades tienen, cómo es la relación tienen entre sí, qué tienen en común los integrantes del mismo. Dos.- Desarrolla la capacidad de escucha activa con sus estudiantes, sin generar juicios e interpretaciones que puedan afectar la relación de empatía.
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Tres.- Forma grupos seguros, con el planteamiento de dinámicas grupales que permitan identificar a los integrantes del mismo, las coincidencias y diferencias que los hacen personas únicas y seres sociales. Cuatro.- Establece una visión compartida como parte del grupo, dando a conocer a los estudiantes las expectativas que tiene sobre ellos, fomentando la capacidad de seguridad, confianza y autonomía en sí mismos. Cinco.- Fomenta una convivencia sana entre los estudiantes y mantiene un clima de respeto. Seis.- Genera en ellos la capacidad de duda y reflexión, es decir establecer preguntas inteligentes que despierten el interés del estudiantado sobre reconocer en sí mismo la capacidad para resolver diferentes problemas a partir de un contexto previamente diseñado. Siete.- Motiva a los estudiantes a generar nuevas alternativas de solución a las problemáticas que se presenten en diferentes contextos de su vida. Ocho.- Darle poder al estudiante, es decir permitirle avanzar a su propio ritmo, sin olvidar que nuestros estudiantes viven y experimentan diferentes procesos de aprendizaje. Nueve.- Genera ambientes de motivación y trabajo en equipo, es decir implicándolos como motivantes para que otros compañeros y compañeras puedan alcanzar sus metas. Diez.- Reforzar las relaciones interpersonales que surjan dentro del grupo. Cuando se implica a todos los estudiantes en el proceso de enseñanza- aprendizaje los niveles académicos pueden aumentar de forma favorable, ya que el estudiante está preparado para demostrar sus potencialidades pues se siente seguro, escuchado, aceptado y valorado como persona y no como una simple estadística. Para finalizar los invito a humanizar a nuestras y nuestros estudiantes, ya que sabemos no son estadísticas numéricas: recordemos que más que habilidades
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lectoras o matemáticas son seres creativos, que poseen habilidades, y desarrollan múltiples inteligencias que los hacen únicos, es necesario darnos la oportunidad de conocer también aquellos chicos que son aptos para la música, la pintura, el deporte o amantes del cuidado del medio ambiente. No basta sólo apoyarlos cuando ponen en alto el nombre de la escuela, o al asignarles un número para que puedan recibir una beca económica o alimentaria, sino también cuando necesitan de un espacio para ser escuchados y valorados como lo que son: “Jóvenes dispuestos a comerse el mundo”, no cortemos sus alas, no borremos su sonrisa, démosles espacios de seguridad y confianza. ¡¡EMPODERÉMOSLOS!!
Elaborado por: María del Consuelo García Rodríguez
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