EL MODELO PEDAGÓGICO CRÍTICO SOCIAL DE PAULO FREIRE
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EL MODELO PEDAGÓGICO CRÍTICO SOCIAL DE PAULO FREIRE
Fabián Andrés Barrios A, Mónica María Bohórquez Z, Ángela María Galvis B, Carlos Alberto Londoño Z y Olga Regina Vásquez V Universidad Católica de Pereira
Nota de los autores Maestría en Pedagogía y Desarrollo Humano Cohorte III. Facultad de Ciencias Humanas Sociales y de la Educación, Universidad Católica De Pereira. El presente documento es la síntesis del trabajo de exposición sobre el modelo pedagógico crítico-social presentado en el marco del seminario de Epistemología de la Pedagogía y Modelos Pedagógicos, orientado por el docente Jorge Luis Muñoz. Los derechos patrimoniales de este producto corresponden a la Maestría en Pedagogía y Desarrollo Humano de la Universidad Católica de Pereira, los derechos morales a sus autores Fabián Andrés Barrios A:
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El modelo pedagógico crítico social de Paulo Freire
Para referenciar el modelo crítico social se hace necesario esbozar los antecedentes históricos de tipo teórico en que ha de sustentarse dicho modelo a la luz de su máximo representante, Paulo Freire.
La pedagogía liberadora pensada por este gran autor, obedece a una ideología tanto religiosa como política. Cristianismo y Marxismo se conjugan para dar como resultado una ideología fuertemente crítica respecto al sistema opresivo instaurado desde las diferentes instituciones que buscan perpetuar un orden excluyente con los más “débiles”, obedeciendo esta debilidad a las condiciones de pobreza e ignorancia vividas en América Latina en el siglo XX. Para Freire, el oprimido y el opresor son reconocidos en el contexto histórico de las sociedades latinoamericanas.
La alfabetización como ejercicio pedagógico, surge en respuesta a las necesidades no sólo educativas sino también políticas que se estaban dando en el Brasil. En La década de los 60, se requirió de personas alfabetizadas para engrosar las listas del censo electoral y así movilizar al pueblo en los procesos de participación ciudadana. Es en este contexto donde Freire comienza a promover con mayor fuerza el modelo de alfabetización de adultos. En cuanto a pedagogía como tal, Maestre (2009) refiere que “el origen de la pedagogía crítica está en las teorías clásicas de educación, en la Alemania de los siglos XVIII y XIX. En los sesenta se origina la corriente educativa denominada pedagogía crítica” (p.1) donde un grupo de pedagogos la asumen bajo los principios de emancipación, autonomía y de teorías humanistas que proponen una educación integral del ser humano basadas también en enfoques psicológicos como los de Carl Rogers y Abraham Maslow, en aras de centrar su preocupación en la condición humana y en las necesidades de autorrealización del mismo, que difieren en muchos sentidos de las corrientes conductuales y psicoanalíticas.
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Con elementos como estos, comienza a perfilarse una educación que exige romper con paradigmas tradicionales y adherirse a propuestas que influyan no solo en las personas como seres individuales, sino también como agentes sociales capaces de transformar su entorno. Bajo estos preceptos se crea la pedagogía critico-social1 también conocida como educación liberadora, pedagogía de la esperanza, pedagogía emancipatoria, educación transformadora e incluso educación popular, cuyo origen se enmarca en el contexto históricocultural de Brasil en el siglo XX, y cuyo mentor es el pedagogo brasileño Paulo Freire, quien tras la crisis por la que atravesaba su país en ese momento, y en general la crisis económica mundial generada por la gran depresión de 1929, empieza a vislumbrar un nuevo modelo de educación. Más adelante, implementa un método de alfabetización para adultos con el fin de enseñar a leer y a escribir a las poblaciones más pobres y oprimidas.
Así fue como en el último tercio del mismo siglo, Freire promovió con mayor fuerza una educación con enfoque humanista, donde los hombres y las mujeres pudiesen no solo situarse en una realidad sociocultural, sino también ayudar a transformarla y a liberarse como individuos a través del desarrollo de su conciencia crítica, dejando de lado los procesos de opresión y de dominación utilizados por el sistema. Esta práctica ha de ser una filosofía pedagógica y cada uno de sus procesos pretende: (…) invitar a los estudiantes y a los profesores a analizar la relación entre sus propias experiencias cotidianas, sus prácticas pedagógicas de aula, los conocimientos que producen, y las disposiciones sociales, culturales y económicas del orden social en general (...). La pedagogía crítica se ocupa de ayudar a los estudiantes a cuestionar la formación de sus subjetividades en el contexto de las avanzadas formaciones capitalistas con la intención de generar prácticas pedagógicas que sean no racistas, no sexistas, no homofóbicas y que estén dirigidas hacia la transformación del orden social general en interés de una mayor justicia racial, de género y económica (McLaren, 1997, p. 270) 1 Cabe resaltar que una de las bases fundamentales para desarrollar el pensamiento de la pedagogía crítico social, está sustentada desde la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt donde se destacan inicialmente las ideas de Marx, Hegel y Freud y pensadores adscritos a esta corriente como Marcuse, Neumann y Habermas
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Así para Freire, la pedagogía crítico social es una práctica de la libertad y de la transformación social, donde la educación es un motor fundamental que propicia el diálogo, la indisolubilidad entre la teoría y la práctica, la construcción de seres humanos más participativos, democráticos, con sentido de colaboración y conciencia histórica y dispuestos a una reflexión – acción permanente. Sus aportes más significativos se resumen en lo que se ha denominado como las máximas de Paulo Freire planteadas a través de sus obras:
1. Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho. Mi visión de la alfabetización va más allá del ba, be, bi, bo, bu porque implica una comprensión crítica de la realidad social, política y económica en la que se encuentra el alfabetizado. 2. Enseñar exige respeto a los saberes de los educandos. 3. Enseñar exige la corporización de las palabras con el ejemplo. 4. Enseñar exige respeto a la autonomía del ser del educando. 5. Enseñar exige seguridad, capacidad profesional y generosidad. 6. Enseñar exige saber escuchar. 7. Nadie es, si se prohíbe que otros sean. 8. La Pedagogía del oprimido, deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación. 9. No hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y reflexión. 10. Decir la palabra verdadera es transformar al mundo. 11. Decir que los hombres son personas y como personas son libres y no hacer nada para lograr concretamente que esta afirmación sea objetiva, es una farsa. 12. El hombre es hombre, y el mundo es mundo. En la medida en que ambos se encuentran en una relación permanente, el hombre transformando al mundo sufre los efectos de su propia transformación. 13. El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas
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14. olo educadores autoritarios niegan la solidaridad entre el acto de educar y el acto de ser educados por los educandos. 15. Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre 16. La cultura no es atributo exclusivo de la burguesía. Los llamados «ignorantes» son hombres y mujeres cultos a los que se les ha negado el derecho de expresarse y por ello son sometidos a vivir en una «cultura del silencio». 17. Alfabetizarse no es aprender a repetir palabras, sino a decir su palabra. 18. Defendemos el proceso revolucionario como una acción cultural dialogada conjuntamente con el al poder en el esfuerzo serio y profundo de concienciación. 19. La ciencia y la tecnología, en la sociedad revolucionaria, deben estar al servicio de la liberación permanente de la HUMANIZACIÓN del hombre. 20. La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo. En términos generales, la pedagogía Freiriana pretende “Contribuir a la transformación del mundo a través de una verdadera práctica de reflexión – acción de los hombres y las mujeres” como una práctica de la libertad, teniendo en cuenta que la comunicación es uno de los pilares más importantes, ya que entre otras cosas, las personas están hechas para comunicarse con los otros; en palabras de Freire: “seres históricos que se hacen y se rehacen socialmente. Es la experiencia social la que en última instancia nos hace, la que nos constituye como estamos siendo” (Freire, 2003, p.19).
Por lo tanto, la concepción de los seres humanos no es de seres terminados y estáticos, sino más bien de seres inacabados e inconclusos que se mueven también en un mundo en constante devenir. A diferencia de otros seres vivos, los seres humanos sí somos conscientes de nuestro inacabamiento, idea afirmada por Freire (2003): “conseguimos hacer de nuestra existencia algo más que meramente vivir. En cierto sentido, los hombres y las mujeres
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inventa mos lo que llamamos la existencia humana” (p.20). De allí que el sabernos inacabados nos ha permitido crear la educabilidad del ser (Freire, 2003, p.21)
A partir de este planteamiento, Freire acota diferentes aspectos que han de tenerse en cuenta en la pedagogía crítico social tales como:
1. La conciencia del mundo es el resultado de la propia conciencia. 2. La curiosidad como principal motivadora en la lectura del mundo, como motor del conocimiento y como experiencia vital. 3. La búsqueda y la esperanza como condiciones de la naturaleza humana, se relacionan de manera recíproca. 4. La comprensión que tienen los hombres y las mujeres del mundo como una posibilidad para la transmisión de los conocimientos. 5. La práctica cotidiana de la ética como tarea fundamental.
El Rol del maestro (docente) y del estudiante (discente)
Rol del docente
El docente bajo el modelo pedagógico crítico-social rompe con muchos paradigmas enraizados en la manera de ver la educación. Debe comprender que es un facilitador y estimulador de experiencias vitales que contribuyen al desarrollo del pensar y del reflexionar en los estudiantes. No se trata sólo de un consumir o conocer las ideas, sino de crearlas y recrearlas constantemente.
El maestro facilita las técnicas y las estrategias para que el estudiante se aproxime de manera autónoma al conocimiento a través de la curiosidad, y estimula en él un pensamiento crítico; pero al mismo tiempo, el maestro también tiene la posibilidad de aprender de lo que enseña descubriendo aciertos, desaciertos y dudas que lo conducen a repensar lo ya pensado (Freire, 1994b, p.28)
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Rol del estudiante o discente
El estudiante debe aplicar las herramientas y estrategias que le son dadas por el docente, asimilarlas de manera comprensiva para solucionar problemas y contribuir a la transformación de su propio entorno. Los estudiantes deben participar de actividades que promuevan el trabajo colaborativo, la democracia, la lectura del mundo y el pensamiento crítico. Ser formados para pensar no solamente en su desarrollo individual, sino también aprender a pensar en los “otros”, tomar conciencia de que son seres históricos y sociales en proceso permanente de estar siendo.
No obstante, la relación entre el docente y el discente es bidireccional, ya que en palabras de Freire “el enseñar no existe sin el aprender” (1994b). En esta mutua relación aparece un elemento fundamental y transformador: el diálogo. El diálogo como el puente que une dos mundos, dos horizontes: el del maestro y el del estudiante. Sólo en este encuentro es posible la investigación crítica, la cual requiere de la retroalimentación con el “otro” como parte del entorno.
El modelo de Freire no sólo propone una pedagogía dialógica sino también liberadora. Aparece entonces la liberación como una posibilidad, como una esperanza que le da norte a la existencia. Dicha liberación necesita indefectiblemente de una pedagogía renovadora capaz de abolir paradigmas, prejuicios y tradiciones. En el acto de enseñar y de aprender, los individuos remueven viejas estructuras para implementar otras nuevas capaces de satisfacer las necesidades humanas de acuerdo al contexto social e histórico.
Para concluir, podemos decir que la pedagogía crítico social abre nuevos caminos a la investigación en el campo pedagógico como estrategia de aprendizaje y como proceso continuo de reconocimiento social en el marco de dispositivos históricos, etnográficos, participativos, culturales y axiológicos de los diferentes contextos donde es necesaria una verdadera transformación educativa
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Bibliografía
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Freire, P. (1994a). Pedagogía del oprimido. España: Siglo Veintiuno Editores España.
Freire, P. (1994b). Cartas a quien pretende enseñar. Enseñar – aprender. Lectura del mundo – lectura de la palabra. México, D.F.: Siglo Veintiuno Editores. 28 - 42
Freire, P. (2003). El grito manso. Argentina: Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A. 1 – 49
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