Desde niños eran seleccionados para luego trabajar como chasquis. Debían poseer cualidades especiales más allá de la habilidad de correr muy rápido, tenían que tener un físico muy atlético y los pulmones particularmente buenos para convertirse en miembro de los equipos de relevo de mensajería, del cual la comunicación del Imperio Inca dependía de ellos.
Los chasquis llevaban mensajes anudados sobre los quipus, los cuales contenían los registros oficiales y otra información. Atravesaban la Cordillera de los Andes, corriendo a toda velocidad. Corrían alrededor de 2,4 kilómetros por hora en un tramo comprendido entre un tampu (estación de destino) y tampu. Al llegar al nuevo tampu, el chasqui entregaba su mensaje a otro chasqui, el cual corría al siguiente tampu.