Casa Poli Arquitectos Mauricio Pezo, Sofía von Ellrichshausen – PvE arquitectos Ubicación Calle Rapa Nui 1, Península de Coliumo, Tomé, Chile Cliente Centro Cultural Casa Poli Superficie terreno 10.000 m2 Superficie construida 180 m2 Año proyecto 2002 - 2003 Año construcción 2003 - 2005 Intervenir un paisaje idílico. Perturbarlo. Esta es una condición que parecía inevitable. Siempre recordamos las sanciones de Loos (Loos, 1910). Las llevamos a cuestas. Por eso estoy de acuerdo con Pezo cuando dice que “esta nueva construcción no podría ser menos que una severa figura a medio trabar entre la tierra y el mar. Una suerte de refutación de los contemporáneos discursos que diluyen la distinción entre natural y artificial”. Una serie de relaciones de continuidad dejan percibir una relativa temporalidad, una presencia simultánea, entre los diferentes espacios interiores. Casi como en un cuadro cubista, tal como dijera Rowe, las piezas se transparentan fenomenológicamente. El interior fluye continuamente hasta sus limitantes perimetrales, transversal, sagital y verticalmente. Es una masa vaciada. La percepción de la totalidad del espacio interior, más que recinto, se presenta como un campo continuo, un paisaje interior. Este paisaje interior se alterna y complementa con la presencia del paisaje natural exterior. La luz natural distorsiona, segrega, invierte, el contrapunto visual que hay entre un paisaje y otro. A pesar de la robustez de sus estructuras, la sensación de levedad e ingravidez del espacio percibido es ostensible. Sin duda la obra obliga a un movimiento ritualizado. La disposición de circulaciones dentro del espesor habitable establece, imperativamente, la ocupación del perímetro, de los límites de este confinamiento. Con ello estamos forzados insistentemente a mirar hacia afuera, a dejar de ver la propia obra, a evadirnos del interior, a deshabitar la arquitectura. Aquí la obra desaparece, se niega a sí misma, se desborda su medida antropométrica en la extensión de los acantilados. Como en todo ritual, se establece una relación forzada, repetitiva, tensa, controlada. En esta correspondencia repetitiva es en donde deberíamos encontrar el verdadero programa arquitectónico de la obra. Eduardo Meissner, Centro Cultural Casa Poli Era difícil resistir la tentación de alcanzar el borde, de sentir la caída, estando frente a un acantilado. Teníamos una sensación de vértigo un poco morbosa. Retirada del borde, según advertencia estructural, confinamos la operación en una pieza compacta que ocupa el único sitio menos escarpado. Aquello nos obligaba a elevar el suelo hasta recuperar al menos dos cosas: una era la sensación de un podio natural rodeado de nada y la otra era esa lectura morbosa y en primer plano al pie del acantilado. Si en vez de techo decidimos dejar una terraza que ocuparía toda su superficie, el interior debía moldearse de acuerdo a condiciones puntuales: su base es una plataforma quebrada en tres niveles que bajan con la topografía; el vacío de triple altura que ocupa la plataforma más baja (orientado al noroeste) pretende contener la dimensión vertical del acantilado, acusando la experiencia aérea del mar; las dos habitaciones del segundo piso se desplazan (en sentido este oeste) para conseguir condiciones visuales equivalentes. Dado que el programa debía alternar un centro cultural con una casa de vacaciones, nos enfrentamos ante una vocación contradictoria: mediar entre una dimensión muy pública y otra más íntima e informal. O sea, a hacer algo medio monumental y medio doméstico, sin que una calidad le pesara a la otra. Por ello, decidimos no nombrar los recintos por sus funciones y más bien dejarlos sin nombre y sin función, como meras salas más o menos interconectadas, para luego llevar todo el programa de servicio hacia el perímetro, hacia un muro exageradamente grueso, un espesor habitable, que actuaría como fuelle. Dentro de este perímetro vaciado quedan la cocina, las circulaciones verticales, los baños,
armarios y una serie de balcones interiores. Eventualmente, todos los muebles y objetos domésticos pueden guardarse dentro de este perímetro, liberando el espacio para múltiples actividades. Mauricio Pezo, arquitecto 2014
Sofía Martínez von Ellrichshausen es una joven arquitecta chilena, fundadora y socia del estudio Pezo-Von Ellrichshausen, oficina que a pesar de su breve trayectoria ha recibido múltiples galardones internacionales y ha sido profusamente publicada, debido al carácter y calidad de su arquitectura doméstica e instalaciones artísticas temporarias, como pabellones para Bienales y diferentes intervenciones urbanas.
Nace en Bariloche, Argentina, en 1976. Desde temprana edad sintió especial atracción hacia las artes, y al ser su padre científico, creyó desde joven que la arquitectura sería la forma más adecuada de congeniar su interés con su principal influencia.
Se recibe de arquitecta con diploma de honor en el año 2001 en la FADU – Universidad de Buenos Aires. Ese mismo año, junto a Mauricio Pezo, su marido forma el estudio Pezo-Von Ellrichshausen, especializado en arte y arquitectura con sede Concepción, Chile. Entre sus obras más relevantes o premiadas podríamos nombrar sus casas, generalmente insertas en entornos naturales, como las viviendas Rivo, Poli, Wolf, Parr y Cien. Su arquitectura doméstica se ha caracterizado por constituirse como volúmenes cúbicos macizos y únicos dotados de una expresión contundente, debido a su color y materialidad únicos, y a la cuidada ubicación de sus vanos, que se leen desde el exterior como sencillas y profundas aberturas en las cuales las carpinterías prácticamente resultan imperceptibles. Von Ellrichshausen explica el concepto de los proyectos así:
Hoy en día se tiende al escepticismo sobre el coste de los edificios, como si el valor de la arquitectura pudiera depender de los materiales empleados para realizar las obras. Nosotros estamos firmemente convencidos de que el valor de la arquitectura no reside en sus costes. Un edificio pobre puede ser mejor que uno caro, pero también puede tratarse de basura camuflada en la excusa moralista de la falta de recursos. De la misma forma, un edificio caro puede representar una enorme contribución para la sociedad. Interiormente, estos volúmenes, en los cuales predomina la verticalidad, contienen una diversidad de espacios que parecieran horadados sobre el macizo que se organizan mediante balconeos y vistas. La agrupación de los espacios interiores dotados de diversas alturas de acuerdo a sus distintas jerarquías remite lejanamente al Raumplan que utilizara Adolf Loos.
El estudio ha realizado a su vez consideramos el edificio como un mecanismo complejo, un dispositivo sensible mediante el cual se pueden valorizar ciertos aspectos de un lugar. En ocasiones las habitaciones actúan como lupas que permiten entender los pequeños detalles. En cambio otras veces deben ser como cámaras oscuras para consentir una experiencia más despegada o íntima. La elección de medios de exploración de la forma y el espacio son relevantes en el proceso de diseño del estudio. Dice Von Ellrichshausen:
En general estudiamos las proporciones y la profundidad del espacio en maquetas a escala. Trabajamos con una serie de grandes maquetas de fragmentos o con una serie de locales. De esta forma podemos comprobar mejor algunas características espaciales. Sin embargo, alternamos siempre estos estudios parciales con una representación del sistema espacial entero mediante dibujos planos, sin perspectiva. Realizamos dibujos tridimensionales con ángulos y técnicas distintas, pero sin punto de fuga. Con estos dibujos procuramos llegar a sugerir un punto de vista imposible, más distante, mediante el cual se pueda comprender con más objetividad el edificio en su conjunto. El trabajo del estudio ha sido distinguido con el Premio MCHAP Emerge del IIT (Chicago, 2014), el Premio de la Rice Design Alliance (Houston, 2012), el Premio de la V Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (Montevideo, 2006) y el Premio de la XV Bienal de Arquitectura de Chile (Santiago, 2006). Su producción ha sido publicada en ediciones monográficas de A+U (Tokio, 2013), 2G (Barcelona, 2012) y ARQ (Santiago, 2007), presentada en la Exposición Internacional de Arquitectura de
la Biennale di Venezia (Venecia, 2010), en la Royal Academy of Arts (Londres, 2014) y forma parte de la Colección Permanente del Museo de Arte Moderno (MoMA, Nueva York, 2014). Además de esta arquitectura doméstica, desde sus inicios Pezo y Von Ellrichshausen han desarrollado intervenciones artísticas urbanas. En 2006, organizaron a 100 personas vestidas con impermeables amarillos para que se desplazaran coordinadamente por la ciudad de Concepción “construyendo” diferentes figuras en el espacio. También son conocidos sus pabellones temporales destinados a Bienales artísticas y eventos, como el Pabellón de las 120 puertas o el Pabellón Field. Han sido los curadores del Pabellón Chileno de la Bienal de Venecia 2008. Ambos enseñan regularmente en Chile y han sido Profesores visitantes en la Universidad de Texas (Austin, 2011-2014) y en Cornell University (Nueva York, 2009).
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