Antecedentes Situación económica antes del milagro mexicano. La situación económica mexicana, a lo largo de la historia, se caracteriza por una variación enorme en cuanto ingresos y egresos del estado dado que la estabilidad política de México es muy pobre y en algunas ocasiones nula. Para hablar del milagro mexicano nos témenos que remontar mucho antes en la historia, donde México empezó el proceso de industrialización. De 1876 a 1910 o mejor conocido “El porfiriato”. El porfiriato es una época en la cual se le considera a nuestro país como capitalista, esto se fue dando por varios fenómenos que ocurrieron en este periodo, los cuales permitieron grandes avances y desarrollo en acumulación de capital tanto nacional como extranjero. Los acontecimientos más importantes de esta época fueron; la construcción de ferrocarriles, las inversiones extranjeras en la industria y la política proteccionista del gobierno en turno, gracias a estos tres acontecimientos, facilitaron el acondicionamiento de los puertos, la explotación de las minas, los establecimientos bancarios, transportes y grandes casas de comercio. Durante el porfiriato, la economía mexicana descansó en la explotación de productos agrícolas y en la industria activa; es decir, una economía agroexportadora. Este tipo de economía basada en la producción para el mercado externo también se le puede nombrar “modelo de crecimiento hacia afuera”, ya que privilegia la producción para la exportación descuidando las necesidades del mercado interno. Aunque este modelo suena a crisis y caos dentro del territorio nacional, durante el porfiriato se tuvo un crecimiento económico sostenido y superior al crecimiento de la población, esto se pudo ver entre 1900 y 1910; cuando el producto interno bruto
(PIB) creció 3.3% en promedio anualmente, mientras que la población creció en un 1.1% en el mismo periodo. En este mismo decenio la producción per cápita aumento a un ritmo de 2.2% anuales, la producción minera y petrolera era una actividad muy dinámica ya que en el mismo lapso de tiempo creció 7.2%en promedio anual y la producción manufacturera tuvo un ritmo de expansión de 3.6% anual mientas que la agrícola solo lo hizo en un 2.2%. Todas estas cifras nos muestran que durante el gobierno de Porfirio Días hubo un crecimiento económico capitalista con un desarrollo constante; sin embargo el desarrollo socioeconómico no se logró, ya que los beneficiarios de este crecimiento económico no se repartieron entre todos los de la sociedad mexicana, lo cual provoco una gran cantidad de problemas y conflictos debidos a la inestabilidad interina, tanto económica como política y militar que desemboco en el movimiento armado de 1910. La revolución de 1910-1917 diferenció a México de otros países de Latinoamérica en varios aspectos; entre otros, en su efecto de legitimar un papel estatal activo en la promoción y dirección del desarrollo económico mucho antes del establecimiento de soluciones "estadistas" a la crisis del capitalismo en Europa, los Estados Unidos y otros países latinoamericanos. Los esfuerzos del Estado mexicano posrevolucionario por controlar la dirección de la economía comenzaron en la década de los veinte, y fueron consolidados en los años treinta, cuando fueron reforzados por los efectos de la depresión y el ejemplo de otros países capitalistas avanzados y dependientes. Durante el régimen de Porfirio Díaz el capital extranjero entró a México en escala masiva, y después de la revolución siguió dominando en sectores clave. El gobierno mexicano heredó igualmente una importante deuda externa del porfiriato y la revolución, y en 1918 se formó un comité internacional de banqueros, encabezado por Thomas Lamont del Morgan Guaranty Trust, para renegociar su
pago. El dilema que enfrentaba el nuevo gobierno consistía en cómo restablecer las condiciones para la acumulación de capital lo más rápidamente posible, impidiendo al mismo tiempo que la burguesía porfiriana regresara a su anterior posición de preeminencia. El gobierno intentó, al menos inicialmente, sentar las condiciones para la soberanía mexicana en el contexto de una hegemonía económica extranjera. Durante la década de los veinte se estableció gran parte de la maquinaria institucional para la intervención del gobierno en la economía, aunque su potencial no pudo realizarse durante varias décadas. Se crearon numerosas instituciones para complementar a las firmas privadas existentes, especialmente firmas extranjeras en sectores clave. En 1922 se estableció una comisión nacional de energía, y en 1926 se adoptó un reglamento eléctrico nacional para la reglamentación gubernamental de las tarifas eléctricas y con el objetivo general de aumentar el control federal de las fuentes hidroeléctricas. El gobierno estableció igualmente una comisión nacional de carreteras y empezó a emitir bonos de carreteras, pagados a través de un impuesto a la gasolina, para financiar la construcción de carreteras y autopistas; creó también una comisión de riego para construir obras hidráulicas. Aunque en todos estos años el crecimiento económico fue bajo, permitió el avance socioeconómico del país, lo que manifestó en una mayor generación de energía eléctrica y un incremento de instalaciones telefónicas, así como adelantos técnicos en varias ramas de la producción. Todos estos acontecimientos ayudaron a elevar un poco la calidad de vida de algunas clases sociales de la población, esto provocó que la población rural empezara a mudarse a las ciudades en la década de los 30s. Un punto muy importante para comprender al milagro mexicano como un hecho distintivo fue el cardenismo. Este surge de un proyecto del Partido Nacional Revolucionario, del presidente Lázaro Cárdenas. Sus acciones permitieron sentar las bases del desarrollo capitalista del país.
De acuerdo con el sistema de cuentas nacionales, el promedio anual de crecimiento del producto interno bruto a precios constantes, aunque con ritmos variables. En este periodo del cardenismo el crecimiento promedio anual de la población fue de 1.7% y el crecimiento económico fue de 4.48% en el mismo lapso de tiempo. De acuerdo con las características socioeconómicas del periodo, se considera que hubo avances en el grado de desarrollo de la sociedad mexicana, lo que se tradujo en mejores niveles de vida para más mexicanos.