Revista trimestral • ABRIL-JUNIO • 2014/ AÑO 59 / NÚMERO 2
¿Qué tan sagrados son
los Nombres Sagrados? III Remembranza, amor y entrega: Señales de la Cena del Señor
Vida abundante
Suspiros de eternidad
El creyente Nuestro Fundamento
Punto de fe 7 (comentado)
Una historia del sábado y del domingo (7.ª parte)
Directorio
Editorial
Editor Min. Ismael Becerra Téllez
[email protected] Corrección estilo Isaac Uribe Vega Asistente editorial Ana Guerrero Martínez Diseño gráfico Ricardo Martínez Corte Distribución David Trujillo Mares
Revista tRimestRal • aBRil-JUNiO • 2014/ aÑO 59 / NÚmeRO 2
¿Qué tan sagrados son
los Nombres Sagrados? III Remembranza, amor y entrega: Señales de la Cena del Señor
Vida abundante
Suspiros de eternidad
El creyente Nuestro Fundamento
Punto de fe 7 (comentado)
Una historia del sábado y del domingo (7.ª parte)
Foto de portada: www.123rf.com Allyson Kitts
Abogado de la Biblia Abril • Junio • 2014, es una publicación trimestral editada por la Iglesia de Dios (7º Día) A. R., Av. Universidad No. 205 Col. Buenavista C. P. 62130, Cuernavaca, Mor. Tel. 01(777)102 01 35, fax: 01(777) 311 05 70. Correo electrónico:
[email protected] Página Web: http//www.iglesia7d.org.mx. Editor responsable: Min. Ismael Becerra Téllez. Reservas de Derechos al Uso Ex¬clusivo 04-2013-100812250500-102. ISSN: en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor, Licitud de Título y contenido en trámite, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Permiso SEPOMEX en trámite. Fue impresa por José Daniel Saldaña Olvera. Boulevard del Lago, Manzana 19, Lote 2A Real del Valle, Acolman, México 55885. Se terminó de imprimir el 20 de marzo de 2014, con un tiraje de 3 400 ejemplares. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos de la publicación sin previa autorización de la Iglesia de Dios (7º día) A. R.
Esclavos de Jesucristo Saludos fraternos para todos los lectores. Todos los seres vivos somos creación de Dios, no podríamos atribuirle a la casualidad o las fuerzas del universo una creación tan perfecta en cuanto a su estructura y funcionamiento. El ser humano tiene el privilegio de no sólo disfrutar de una vida física, intelectual o social, aun mas tiene la posibilidad de trascender en su área espiritual: "A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" Juan 1:11-12. Por la fe en Jesucristo, cualquier persona puede recibir esta bendición de sentirse cercano y parte de la familia de Dios. Todo creyente en Jesucristo tiene aún más la posibilidad de crecer en la Gracia que nos ha sido dada y continuar creciendo espiritualmente para ser considerado un discípulo: "Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo" Lucas 14:27. La invitación del Señor sigue vigente para todos los creyentes, es un proceso para la vida diaria, aunque no siempre es fácil, es una bendición aceptar el reto de no conformarnos, de continuar en la carrera de la fe que nos ha sido propuesta y llegar a ser siervos y siervas de Dios. Todos los creyentes en Jesucristo que asistimos a una comunidad de fe, a la Iglesia, o algún grupo familiar, tenemos la firme convicción de servir, de ser útiles para nuestros hermanos en Cristo. La invitación es servir como Jesús sirvió, hacerlo todo para edificación, con amor, sin esperar el reconocimiento humano. El apóstol Pablo utiliza una imagen amplia y precisa de lo que nuestro Señor espera de cada creyente cuando utiliza la palabra siervo del griego doulos o esclavo de Jesucristo: "Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios” Romanos1:1. Hemos sido llamados para dar Buenas Noticias en el nombre de Dios, como siervos o esclavos de Jesucristo, no como superiores o diferentes a los demás seres humanos, sino como Jesús lo hizo. "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” Filipenses 2:5-8. Bendiciones para todos Min. Ismael Becerra Téllez
Contenido
El creyente Nuestro Fundamento
Punto de fe 7 (comentado)
2 Secciones Nuestro Fundamento ¿Cómo recibe la persona la salvación?
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Artículos
Suspiros de eternidad 5 Llegar a ser agradecidos 8 ¿Qué tan sagrados son los Nombres Sagrados? III 12 Una historia del sábado y del domingo (7.ª Parte) 17 Remembranza, amor y entrega: Señales de la Cena del Señor 19 Vida abundante 21
Sección: Nuestro Fundamento
El creyente
Es la persona que al aceptar a Jesucristo por fe, reconoce su condición de pecado, se arrepiente, se vuelve a Dios, y es bautizado como expresión de la decisión de consagrar su vida a Él e integrarse a la Iglesia.
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Abogado de la Biblia
Foto: www.123rf.com Allyson Kitts
Punto de fe 7
Creer es una decisión personal Creyente es toda persona que acepta a Jesucristo por fe. Dios llama al ser humano a la comunión, y cada uno decide vivir con o sin Él. Su Palabra demanda una fe personal, no solo de herencia familiar o comunitaria. Así pues; tener fe en Jesucristo es una respuesta consciente de cada persona1. Marcos 16:16; Juan 14:23; 2 Corintios 5:10; Apocalipsis 3:20
Hechos 2:38; Efesios 4:13, 22-24; Colosenses 3:10; 2 Timoteo 2:25; 2 Pedro 1:4 1
El bautismo El Bautismo es la manifestación pública de la respuesta personal al Evangelio, de quien por fe se arrepiente y se convierte a Dios dispuesto a morir al pecado, para renacer y consagrar su nueva vida a Dios siendo integrante de la Iglesia1.
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Reconoce su condición de pecado Ante Dios, el ser humano se hace consciente de su pecado, reconoce su imperfección y toma distancia por el temor de perecer1. La conciencia de pecado le produce dolor y pena por no alcanzar las expectativas o la calidad de las respuestas exigidas2. 1 2
Job 42:5-6; Isaías 6:5; Lucas 5:8; 18:9-14; Romanos 7:24; 2 Corintios 7:9-11
Se arrepiente y vuelve a Dios El creyente acepta el llamado de retornar a Dios y elige vivir conforme a los propósitos de Él, para ser renovado hacia la plenitud de Cristo convencido de que Él es su identidad esencial y la mejor expresión de su persona1.
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Raúl López Espinoza ¿Cómo recibe la persona la salvación? La salvación comienza con la fe (Romanos 10:9); la fe lleva al arrepentimiento (Hechos 26:20) y a la conversión (Hechos 3:19); y la conversión se expresa en un acto público de fe: el bautismo (Hechos 2:38).
Hechos 2:38; 1 Pedro 1:3; 3:21
El bautismo bíblico es por inmersión. El bautismo es la participación en la muerte y resurrección de Cristo, el creyente se sumerge en el agua simbolizando la sepultura de su pasada manera de vivir y emerge como signo de su resurrección a nueva vida para Dios1. Además de lo anterior, el bautismo simboliza: purificación del pecado2; revestimiento de Cristo3; renovación por el Espíritu4; experiencia de salvación5; salida de la esclavitud6; liberación con miras a una nueva humanidad en la que quedan superadas las barreras entre géneros, razas y situaciones sociales7. Juan 3:5; Romanos 6:3-5,11; Colosenses 2:12; 2Hechos 22:16; 3Gálatas 3:27; 4Tito 3:5; 5 1 Pedro 3:20-21; 61 Corintios 10:1-2; 71 Corintios 12:13; Gálatas 3:27-28. 1
Comentario
La Fe Hay tres niveles de fe: Creer: es simplemente un hecho del intelecto. La deducción lógica de nuestra mente acerca de algo que juzgamos verdadero o falso. Por ejemplo, la existencia de Dios. La Biblia afirma: “Tú crees que Dios es uno; bien haces: también los demonios creen y tiemblan” Santiago 2:19. Indudablemente los demonios creen, pero no por eso podemos afirmar que son salvos. Este tipo de fe no es la que Dios espera para otorgarnos su salvación. Tener confianza: este tipo de fe involucra la sensibilidad, los sentimientos. Mucha gente tiene este tipo de fe. Afirman que Dios existe, se encomiendan a Él. Quizá hasta oran a Él en momentos difíciles, pero no están dispuestos a que Dios y su Palabra gobiernen su vida. A este tipo de personas se refiere la Biblia en Salmo 14:1-3: “… Dijo el necio en su corazón: No hay Dios. Corrompiéronse, hicieron obras abominables; No hay quien haga bien. Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, Por ver si había algún entendido, Que buscara á Dios. Todos declinaron, juntamente se han corrompido: No hay quien haga bien, no hay ni siquiera uno”. Saben que Dios existe, pero no están dispuesAbril - Junio • 2014
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tos a que Él gobierne sus vidas. Este tipo de fe no es la que Dios espera para regalarnos su salvación. Rendirse: este tipo de fe involucra la voluntad. Por ejemplo, cuando ponemos en las manos del médico nuestra vida en una cirugía. Esto no ocurre hasta que no estemos dispuestos a rendirnos. Esta es la fe que Dios espera para salvarnos. Esta fe es la que muestran los judíos reunidos en Jerusalén al final del discurso de Pedro (Hechos 2:37), el Etíope (Hechos 8:35-37), Cornelio (Hechos 10:2535) y el carcelero de Filipos (Hechos 16:19-30). Cuando Pablo habla de la fe como requisito para ser salvos (Efesios 2:8), está hablando del tercer nivel: rendirse totalmente en las manos de Dios, al reconocer que sólo Él puede perdonarnos de todos nuestros pecados y que nadie puede por sí mismo llegar a ser salvo: “No por obras, para que nadie se gloríe” Efesios 2:9. El Arrepentimiento El arrepentimiento tiene también tres niveles: Reconocimiento del pecado: este es el nivel elemental del arrepentimiento. Afecta exclusivamente nuestro intelecto. Es un darse cuenta que se ha pecado. Muchos lo saben y no pasa nada en su vida. De ellos nos habla Pablo en Romanos 1:21: “Porque habiendo conocido á Dios, no le glorificaron como á Dios, ni dieron gracias; antes se desvanecieron en sus discursos, y el necio corazón de ellos fué entenebrecido”. Este nivel de arrepentimiento se 4
Abogado de la Biblia
trata tan solo de un reconocimiento mental de la realidad del pecado. Sentir dolor por el pecado: este es el nivel medio del arrepentimiento. Consiste en sentir o experimentar dolor por el pecado cometido. Este nivel afecta nuestro sentimiento. Es sentirse avergonzado por los pecados cometidos. La renuncia del pecado: este es el nivel más profundo del arrepentimiento. Solo aquí se da un cambio de pensamiento, de sentimiento y de propósito. Este tipo de arrepentimiento afecta nuestra voluntad. Ni el primero, ni el segundo nivel de arrepentimiento espera Dios de nosotros para otorgarnos su salvación. Él espera una renuncia del pecado. Este es el verdadero arrepentimiento. Este tipo de arrepentimiento es el que Juan el Bautista predicó (Lucas 3:7-14); el que Jesús pidió al pueblo judío (Marcos 1:15), y el que los apóstoles pidieron (Hechos 2:38; 3:19; 26:20). La Conversión La fe involucra un giro hacia Cristo. A este giro se le llama «conversión». Sólo convirtiéndonos a Cristo es posible alcanzar la salvación. No podemos volver nuestra voluntad al pecado. Ahora el pecado, los deseos de nuestra carne y Satanás (Efesios 2:13) no son ya nuestros amos. Nuestro Señor, a partir de la conversión, es Jesucristo. No podemos ser salvos del pecado si no nos movemos hacia Cristo, hacia la obediencia: “Porque somos hechura suya, criados en Cris-
to Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó para que anduviésemos en ellas” Efesios 2:10. El Bautismo Siendo un acto público de fe en Jesucristo que se realiza en aquellos que han creído en Él (Fe) y se han arrepentido de sus pecados, se convierte en la expresión de la conversión (Hechos 2:37-38, 41). Dios nos otorga el perdón cuando el creyente se bautiza, otorga el perdón de todos nuestros pecados y el don del Espíritu Santo. El bautismo es la señal externa de la conversión interna que se ha dado ya en el creyente que ha aceptado al Señor Jesús como Salvador. Pero esto no quita “las inmundicias de la carne” (enfermedades físicas, por ejemplo), sino crea en el creyente una buena conciencia delante de Dios (1 Pedro 3:21 y 16). A quien hace el pacto con Dios en el bautismo, se le pide una vida de pureza dentro de la iglesia (1 Corintios 5:6-8), y una ética cristiana en la sociedad (Efesios 5:6-14; 1 Tesalonicenses 4:3-8). Así que, para aquellos a quienes se les ha proclamado el Evangelio y no han decidido aún entregarse al Señor, las palabras de Ananías a Saulo siguen siendo pertinentes: “Ahora pues, ¿por qué te detienes? Levántate, y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” Hechos 22:16. Fuente de consulta (1999) La Santa Biblia Antiguo y Nuevo Testamento, Estados Unidos: Asociación Bíblica Internacional. (Versión Reina-Valera 1909).
Ausencio Arroyo García
Artículo
Suspiros de eternidad
«La vida de nuestro cuerpo es sólo un constante impedir la muerte, una muerte eternamente diferida… cada bocanada de aire que aspiramos impide que llegue esa muerte que constantemente nos acecha; de esta manera luchamos contra ella a cada instante» (Arthur Schopenhauer)(1).
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a muerte ronda cual sombra envolvente que intenta abrazar cuanto puede y alcanza; frente a ella, la vida se afirma momento a momento, no solo la física, más aun la espiritual. Cada aspiración introduce vida, cada exhalación aleja la muerte, por ello, la respiración es un signo vital inequívoco, de la afirmación de un cuerpo y un yo personal que en medio de su fragilidad nos dicen que aún están presentes aquí y ahora. En la Mesa de la Comunión; los participantes, llegados de lejos, fugitivos de «la sombra destructora» y errantes del vasto desierto; se sientan invitados por el gran anfitrión
del universo, el Padre dador de Vida. En la Mesa, ya el alma aquietada, reina el silencio, se sienten los impulsos del cuerpo y del espíritu. El momento sagrado del pan y el vino revelan el profundo misterio de la Vida Eterna. En ese instante; como en ningún otro, se manifiesta el anhelo intenso de un ser que clama permanecer. Movidos por la fe, los creyentes suspiran porque venga la eternidad. La Cena del Señor es un símbolo lleno de significados, hay una enorme riqueza en su contenido doctrinal, pero también en la experiencia. En ella enfocaremos, en razón de que está impregnada por suspiros de eternidad porque allí:
1. Se hace sensible la presencia de Dios. El clima que prevalece es de un temor reverente. El encuentro con lo Santo, lo totalmente distinto a lo fugaz y engañoso de la vida humana nos obliga a inclinarnos con delicadeza y verdadera sumisión. Después de las manifestaciones portentosas de un fuerte viento y el poderoso fuego, Dios se reveló a Elías en un silbo apacible (1 Reyes 18:12). Los hombres y mujeres tememos muchas cosas, entre ellas el silencio. El silencio trae consigo la voz de la conciencia, la verdad que somos: criaturas vulnerables, llenas de errores y dominadas por oscuras intenciones. Una forma de acallar esa voz interior es rodearnos de ruido, basta ver algunos hábitos de la sociedad contemporánea. Pero, al hacerlo perdemos el momento sublime de majestad y gloria de lo que verdaderamente importa. Abril - Junio • 2014
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Los emblemas representan la muerte de Cristo, un hecho aberrante y atroz pero, sin duda un acto de profunda gracia
El Dios invisible se hace manifiesto y cercano en el instante de comer el pan y beber el vino. Cuando suspiras, llenas tu corazón del Espíritu de la nueva vida. Jesús dice: “Yo estoy con vosotros” Mateo 28:20b. 2. Se revalora cada persona. Los emblemas representan la muerte de Cristo, un hecho aberrante y atroz pero, sin duda un acto de profunda gracia. La disposición de Jesucristo de asumir su vocación con todas sus consecuencias nos hablan de cuan sublime amor produjo dicho acto. ¿Por qué fue hasta el final?, ¿por qué el Padre guardó silencio ante el clamor de su Hijo?, ¿no era suficiente un decreto? Dios quiso hacerse grato a los hombres mostrando lo que estaba dispuesto a hacer. Amar duele y a Dios, le dolió amarnos. Fuimos adquiridos por un alto precio, el Señor entregó su vida por nosotros (1 Pedro 1:18-19). Sin duda que los fracasos y pérdidas nos hacen ir hacia abajo y disminuir el aprecio por noso6
Abogado de la Biblia
tros mismos; mas, cuando miramos de nuevo lo que Cristo estuvo dispuesto a realizar en nuestro favor, nos devuelve la sensación de ser más que lo que vemos en nosotros. En el siglo XVII, Muretus, un erudito cristiano de origen francés, emigró a Lombardía para refugiarse de la persecución, viviendo en condición de calle, enfermó gravemente y fue llevado a un hospital. Mientras hacían un recorrido, un médico y un , al acercarse a la cama de Muretus y analizar su condición, se dijeron entre sí, en latín a fin de que el paciente no entendiera: «faciamus experimentum in animan vile» que quiere decir: «hagamos experimento en este ser tan vil». Él contestó, en perfecto latín: «vilem animan apeles pro qua Christus non dedignatus est mori»; o sea: «no llamen despreciable a uno por quien Cristo no rehusó morir». Dios «se gastó todo lo que tenía» para esta Cena. Cristo lo hizo por ti.
3. Se participa de la fuerza de la resurrección. Cuando algunos de los discípulos caminaban de Jerusalén hacia la aldea de Emaús, después de la aprehensión y asesinato de Jesús en la cruz, se encontraron con un caminante misterioso quien comenzó a recriminarles por su espíritu derrotado y su falta de entendimiento acerca de los planes de Dios (Lucas 24:13-35). El testimonio del narrador resalta el instante de cómo al partir el pan, sus ojos fueron abiertos y reconocieron a ese fascinante «compañero del camino» (vv. 30-31). La vida está llena de desilusiones y ambigüedades, de caminos de desesperanza: sueños rotos, pérdidas irreparables, frustraciones, abandonos, sufrimiento. Frente a ellas, el deseo de evitar el dolor nos lleva a retraernos, anestesiarnos o a la búsqueda incesante de placer para no sentir el vacío. En el camino de Emaús llega el resucitado para llevarnos a casa, se sentará a la mesa y nos mostrará que vive. La resurrección de Cristo es el triunfo de la vida sobre la muerte. Al tomar, bendecir y partir el pan, Jesucristo se nos revela como el viviente. La certidumbre de la resurrección vence todos los miedos. 4. Fluye la esperanza. La ceremonia de la Cena es un signo de lo que habrá de venir. Un día, el Señor vendrá en gloria para su encuentro de amor con la iglesia. Las bodas del Cordero son la culminación de una historia marcada por el encuentro y el desencuentro, por el gozo de la presencia y la nostalgia de la ausencia. Los creyentes perseguidos de las iglesias a las que les escribió Juan, pueden mirar el futuro y suspirar esperanza, esta vida no es todo, hay una realidad más allá (Apocalipsis 19:9). La lucha cotidiana contra el mal, adentro y afuera de nosotros, consume mucha energía, desgasta la pobre fe y nos hace perder la alegría de estar en
Cristo. Si no hubiese futuro, el hombre y el universo estaríamos condenados y solo aguardamos la final ejecución. Pero, la fe en Cristo es la descripción de un futuro. Y ese futuro está lleno de alegría, como las bodas. Las bodas son por excelencia la mejor de las fiestas, sazonadas de regocijo y confianza. Sin duda que lo que esperamos es mucho mejor que lo que ya hemos visto aquí. Recuerda que has sido invitado a las bodas de Cristo con la Iglesia. Será el evento que marcará el final de la separación y el comienzo de la unión perfecta. 5. Es la experiencia de gracia al sentir el perdón. Las comidas que ocurren en la historia bíblica, generalmente sellan un pacto o compromiso, también son la expresión de protección a una persona: “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores” Salmo 23:5b. Sin embargo; uno de los contextos que realzan el evento que puede ser tan sencillo en su contenido, es cuando expresan perdón y gracia. Uno de los encuentros del Resucitado con sus discípulos ocurrió junto al lago, donde Jesús les ofreció un almuerzo, entre ellos estaba el atormentado Pedro. Él había pasado horas de aflicción, había sido débil en la hora de prueba, ¿cómo vería a su Maestro a los ojos de nuevo? Esa comida, en la mañana junto al lago, fue la señal de restauración: «sin reproches ni condenas»; «empecemos de nuevo, pero esta vez será mejor». Hay días en que “fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche” Salmo 42:3a. Comemos el pan cotidiano remojado en las culpas que consumen el corazón sensible. El día de la Cena solíamos cantar: ¡Si fui motivo de dolor Oh Cristo, si por mi causa el débil tropezó, si en tus pisadas caminar no quise…Si vana y torpe mi palabra ha sido, si al que sufría en su dolor dejé…perdón, te ruego, mi Señor y Dios! De cuántas cosas nos arrepenti-
mos, sin lugar a dudas. La Cena es tiempo de contrición, pero lo es sobre todo de aceptar la gracia del perdón. El evento no debería cerrar sin cantar la gracia, como este himno compuesto por John Newton:
La vida es posible por cada bocanada que aspiramos, así también comemos de los símbolos de la carne y la sangre de Jesús, a fin de tener vida: “El que come de este pan, vivirá eternamente” (Juan 6:53-58). Dios le dice a Elías: “Levántate y come, porque largo camino te resta” 1 Reyes 19:7, la invitación es también para nosotros. Nos es el temor a la muerte sino el amor a la vida. Referencias bibliográficas (1) Yalom D. Irvin. Un año con Schopenhauer (2008). Editorial Planeta, p. 388 • La Santa Biblia (2000). Corea: Sociedades Bíblicas Unidas (Versión Reina-Valera 1960).
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Artículo
Ezra Viveros Soto
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A propósito de Colosenses 3:12-15
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editando recientemente sobre el texto de Colosenses 3:12-15, he caído a cuenta que, desde mi experiencia en la iglesia, prácticamente todos y todas agradecemos por «algo» que nos ha sido dado o concedido, ya sea salud, vida, trabajo, o bendiciones de toda índole. Sin embargo, es extremadamente raro que escuchemos a alguien agradecer por los cambios que hay en su vida, por lo que somos o por lo que hemos llegado a convertirnos por la misericordia del Señor. Les invito a meditar juntos sobre esta y algunas otras ideas a partir de la Palabra de nuestro Dios. El texto bíblico en cuestión comienza con una exhortación a vestirnos “como escogidos de Dios, santos y amados”, esto implica que hemos 8
Abogado de la Biblia
sido dotados de una cualidad especial, cualidad que nos debe tener cerca de la presencia de Dios. Es por demás interesante notar que la santificación y el amor son iniciativa divina no iniciativa propia, el amor y la santidad son la condición previa dada por Dios para que el creyente evidencie los signos distintivos de su nueva condición en medio de la comunidad de fe. A propósito de la santidad, quisiera enfatizar que la palabra que se utiliza en el texto original en griego (agios) tiene un par de matices de significado que es necesario precisar pues el énfasis en uno u otro definen muy distintas perspectivas de la práctica de la fe en medio de la comunidad. El primer matiz de significado denota agios como consagración o
segregación, que resulta la significación más tradicional o común en nuestras congregaciones, esta forma de comprenderlo se relaciona con el pensamiento sacerdotal del Antiguo Testamento presente, incluso, aún en el Nuevo Testamento, evidenciado primordial, pero no exclusivamente, por la corriente farisaica de los judíos. Desde esta perspectiva la santidad era comprendida primordialmente como orden divino «la gran amenaza a la santidad, que puede poner en peligro la presencia de Yahvé en la comunidad de Israel, consiste en crear un desorden al mezclar cosas de una forma que confundan y provoquen distorsiones. El antídoto para esa confusión es la clasificación y la elaboración de distinciones, de manera que nada se mezcle
erróneamente y perturbe el orden que es propio de la santidad del Creador. Las distinciones que favorecen al orden pueden referirse a cuestiones sumamente ordinarias (Dt 22, 9-11) o a asuntos de peso como el peligro de un cadáver (Ag 2, 11-13). En cualquier caso, es tarea de la instrucción sacerdotal mantener las distinciones relacionadas con el orden»(1). No obstante, las muchas indicaciones preventivas, «inevitablemente, el orden no se conserva y la impureza entra en la vida de la comunidad, por lo que se precisa iniciar una serie de procesos a fin de superar esa amenaza para la comunidad. Los elementos profanados de la comunidad deben ser santificados, convertidos en santos, para que sean coherentes con el Dios santo, pues «seréis santos como Yo soy santo». Esta tradición de mandatos pretende reestablecer la santidad cuando la comunidad está en peligro. Dicha tradición de «santificación» cuando no se ha logrado «ser santo» culmina en la disposición del día de la expiación (yom kippur) en Lv 16»(2). Así, la santificación es un proceso humano que busca estar cerca del Creador, fundamentalmente por el deber de conservar el orden sacro. Una fe así, constantemente se ve superada por las expectativas y condenada a las limitaciones del esfuerzo humano, sin embargo una comprensión del término sin ponerlo en el contexto apropiado en el que se precisa en el Nuevo Testamento, puede llegar a promover una fe aislacionista o elitista, una fe a la que no le gusta mezclarse, que prefiere segregarse o marginar a quien no considera apropiadamente santificado, una fe así corre el riesgo de acartonarse y tener un impacto comunitario muy mediocre puesto que puede fomentar divisiones, etiquetas
Ser santos porque nos ha amado, es la esencia del cumplimiento del antiguo pacto renovado en el nuevo. Somos santos porque somos amados. y clasificaciones y, en ocasiones «grados» de santificación que en nada promueven el crecimiento de la experiencia de fe como gracia. El otro matiz de agios lo denota como la cualidad de las personas o cosas que pueden estar cerca de la presencia santa de lo divino. Este significado nos inserta de lleno en la acción salvífica de Dios, no es una acción del humano que intenta preservar un orden dado, sino que es una acción de Dios que trastoca el orden humano para acercarnos a Él. Pero si ya hemos sido santificados, ¿por qué esforzarnos por seguir siéndolo?, si la acción humana en sí misma está condenada al fracaso, ¿por qué mostrar la santidad con el signo de la nueva vestimenta?, si bien la santificación es un don de Dios y no un esfuerzo humano, es determinante mantener la cualidad en nuestras acciones para seguir cerca de su presencia. La intimidad entre los seres humanos se fomenta con el mutuo conocimiento, con el reconocimiento de que las acciones de ambas partes coinciden en lo esencial, es una relación similar con Dios, el creyente vive y actúa en santidad para poder mantenerse cada vez más cerca de Dios, no es pues un deber que devenga una pesada carga sino el deseo cada vez más intenso de estar más cercano al que es Santo. Así pues, no nos queda sino vestirnos como santos y amados. Ser santos porque nos ha amado, es la esencia del cumplimiento del antiguo pacto renovado en el nuevo. Somos santos porque somos amados.
Pero, ¿cuáles son los rasgos de la nueva vestimenta de amor y santidad?, éstos son fundamentalmente aspectos relacionales, aspectos ligados a la vida entre creyentes y, por extensión, a la relación entre un cristiano y cualquier otro ser humano en cualquier circunstancia de la vida. Por principio de cuentas, la misericordia-gentileza que nace en las entrañas (literalmente en griego splagma: intestino), es decir, misericordia no superficial sino desde lo profundo de nuestro ser. En segundo término, la benignidad o bondad (jrestóteta) cuyo antónimo en griego sería la severidad, es decir, se nos sugiere que el creyente amado y santificado no se la vive señalando severamente lo errores, fallas o carencias de los demás, sino que es bondadoso o benigno puesto que se sabe favorecido él o ella mismos por la gracia del Señor. El tercer rasgo que se nos señala es la humildad (tapeinofrosinen), presentada como cualidad de sumisión voluntaria o como humildad carente de envidia; es la humildad no fingida, la humildad que considera al hermano/a como alguien digno que no merece ser envidiado puesto que, lo que posee en términos de su fe, es acción de Dios, tal como es el caso de cada cual, más allá de cualquier mérito personal. Un cuarto rasgo lo constituye la mansedumbre (prauteta), que debe ser entendida como camaradería, docilidad, o como la capacidad de acomodarse a las debilidades de los demás, esto significa ser considerados; vista así, Abril - Junio • 2014
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El creyente revestido de santidad es aquel que no se mantiene alejado de la dureza de la vida sino que en medio de situaciones difíciles, ante el embate del sufrimiento, mantiene un equilibrio emocional la mansedumbre se convierte en una actitud totalmente activa en lugar de resignación pasiva como suele ser comprendida, es la voluntad propia del creyente la que decide si se acomoda a las debilidades de los demás por consideración, con el afán de que la dulzura de la relación en la comunidad permanezca. El quinto rasgo de la vestimenta del creyente es la paciencia (makrothimian), cuyo significado tiene que ver con un estado de quietud emocional en circunstancias desfavorables o ante el sufrimiento duradero, es decir la paciencia no se trata de esperar en medio del aburrimiento de la demora de lo esperado, sino que se trata de resistir en situaciones adversas; es dicho sea de paso, más una actitud activa que pasiva, el creyente revestido de santidad es aquel que no se mantiene alejado de la dureza de la vida sino que en medio de situaciones difíciles, ante el embate del sufrimiento, mantiene un equilibrio emocional sustentado en la confianza de los medios del Señor; cuando otros gritarían sin sentido por el dolor experimentado en las circunstancias vitales el creyente rememora el Salmo 121:1-2a “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová”, así, en tanto dicho socorro tiene lugar, soporta, resiste, persevera, se mantiene con entereza y firmeza. De ahí la magnificencia del canto que traduce nuestra particular emoción colectiva: «Firmes y adelante, huestes de la fe…». Con relación a este último rasgo de la paciencia, el texto introduce inme10
Abogado de la Biblia
diatamente después la exhortación “soportándoos unos a otros”. En total armonía de ideas con la sección anterior, el término soportar (jaritsómenoi en plural), se puede entender como superar o padecer, pero ¿padecer qué?, ¡padecernos unos a otros!, ¡superar lo que nos hacemos unos a otros!, los textos bíblicos no son ingenuos, reflejan las complicaciones que existieron en las comunidades del primer siglo y por actualización las complicaciones que nosotros mismos tenemos en el presente en nuestras comunidades, así que, no se nos dice que no habrá conflictos, lo que se nos expresa es que un creyente que es misericordioso, benigno, afable, humilde, manso y paciente, será un creyente capaz de padecer a alguno de sus hermanos cuya vestidura aún no está completa o se encuentre en un proceso de aprendizaje y ejercicio de dichas actitudes, un creyente con menor pericia que aquel que puede soportar y, por consecuencia, que es capaz de perdonar. Por eso a continuación se nos exhorta a “perdonándonos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro”. El perdón es el culmen de todas las actitudes o rasgos del vestido divino. El culmen de la santidad y el saberse amados es el perdón. Existe una tendencia común en las iglesias a reducir la santidad a la abstinencia de ciertas prácticas sexuales consideradas inmorales o la abstinencia de ciertas prácticas consideradas paganas o extra bíblicas, sin dejar de apreciar un reducto de certeza en dichas ideas, me parece una tremenda simplificación apreciarla de esta for-
ma, expresada en dichos términos la santidad no es sino una contención, una limitación conductual, un encerrarse en uno mismo y nada más, evitando ciertas cosas bien clasificadas ya se poseería la santidad, entre más represión o abstinencia mayor santificación. Sin embargo, evaluada a partir de la meditación del texto de Colosenses la santidad se amplifica como práctica de actitudes y conductas positivas en medio de la comunidad, es activa no pasiva porque es respuesta al don de Dios, está abierta al otro, es acogida con beneplácito por el que se sabe santo porque ha sido primero amado, y por eso se espera del creyente que replique el acto de amor y de perdón de Cristo en su vida de cara a sus hermanos. La santidad es actuar como Dios mismo actúa en medio de su pueblo en medio de la comunidad, siempre a favor del ser humano. Esa es la vestimenta fundamental de un cristiano. “Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto”. Sobre todas las cosas anteriores, es decir, que el resumen de todo lo que se ha dicho se encuentra delineado en el amor (agape) como vinculo supremo. Es notable que las demás cualidades o actitudes se encuentren a la par entre sí, es necesario dar evidencia de todas para mostrar que tenemos la vestimenta como escogidos, pero en cuanto al amor se refiere éste vasta en sí mismo. Sobre todo vístanse de amor, vínculo que todo lo cubre, que todo lo une, que lo cumple y completa todo, el vínculo perfecto, el lazo perfecto que no se puede romper, me pregunto leyendo estas líneas del texto bíblico, ¿por qué son tan frágiles nuestras relaciones en la Iglesia?, ¿por qué a veces parece que nos amamos mucho y al menor incidente ¡zas!, somos enemigos mor-
tales?, ¿por qué hay divisiones en las comunidades al menor desacuerdo?, ¿por qué preferimos dividir el cuerpo de Cristo a practicar el perdón?, ¿por qué cercenar a Cristo nuevamente con nuestra soberbia y nuestro orgullo?, somos incapaces de perdonar porque somos orgullosos, nos sobrevaloramos y creemos que la ofensa es mayormente ofensiva porque nuestra dignidad es mayor a la de cualquier hermano, en el fondo de cualquier división hay, además de la causa racional que la pudo haber motivado, enormes dosis de orgullo maligno. La paz de Dios regule sus corazones y lleguen a ser agradecidos, (eujaristoi ginesthe), la paz de Dios (eirene) se deriva de «shalom» que, de manera sintética, puede comprenderse como bienestar integral del ser humano, en tanto que el verbo que se utiliza no tiene un parangón preciso en espa-
ñol, significaría llega a ser, es decir, implica un esfuerzo, un imperativo donde hay algo que poner de nuestra parte, no sólo se recibe sino deviene en base a un esfuerzo. Así la parénesis, es decir, la enseñanza práctica de esta porción es progresiva, muestra que el agradecimiento es una acción que se deriva de la experiencia de amor y santidad que se refleja en conductas distintas, es decir, se agradece por lo que somos y cómo somos, no por aquello que tenemos y se nos concede solamente. Llegar a ser agradecidos es la evidencia final de que estamos revestidos de las vestiduras de santidad y amor que nos deben caracterizar como creyentes y que se deben ser reflejadas en la manera como nos relacionamos con nuestros hermanos y hermanas en la fe. Por ello, el creyente agradecido entona, cantos e himnos y salmos es-
pirituales. Puesto que hay experiencia de gratitud hay alabanza y dicha experiencia de gratitud está sustentada en la transformación de la vida, una crítica abierta también a todas esa formas de alabanza que resaltan la gloria de Dios superficialmente sin estar sustentadas en la experiencia profunda de lo que la gracia hace en cada uno. Así que hermano, hermana, ¿está usted agradecido o agradecida por lo que es o lo que ha llegado a ser por la misericordia de Dios?, ¿está usted dispuesto o dispuesta a compartir su santidad, su amor y su vestimenta entre los demás? Referencias bibliográficas (1) Walter Brueggemann, Teología del Antiguo Testamento, Editorial Sigueme, Salamanca, España, 2007, p. 213. (2) Idem, p. 214. • La Santa Biblia (2000). Corea: Sociedades Bíblicas Unidas (Versión Reina-Valera 1960).
¿Por qué son tan frágiles nuestras relaciones en la Iglesia?, ¿por qué hay divisiones en las comunidades al menor desacuerdo?, ¿por qué preferimos dividir el cuerpo de Cristo a practicar el perdón? Abril - Junio • 2014
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Artículo
Fred Walter Trad. Min. Isaac Uribe Vega Bible Advocate, April 1981
http://www.hebreobiblico.com/wp-content/s/2012/05/IMG _ 0263.jpg
¿Qué tan sagrados son
los Nombres Sagrados? III “Por tanto, espere, dice Jehová, hasta aquel día que me levante para juzgaros; porque mi determinación es reunir las naciones, juntar los reinos, para derramar sobre ellos mi enojo, todo el ardor de mi ira; por el fuego de mi celo será consumida toda la tierra. En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan de común consentimiento” Sofonías 3:8-9.
E
n esta presentación, me gustaría que nos dirigiéramos primariamente al asunto de la «pureza» o de lo «sagrado», del idioma Hebreo; pues sentimos que es central en las contenciones que se hacen en cuanto al uso de «los nombres sagrados». Adicionalmente investigaremos más acerca de lo relacionado con el «Tetragrámaton». Es apropiado en nuestra discusión hacer un paréntesis y ofrecer algunos comentarios generales, que creemos, son fundamentales en el asunto que nos ocupa. ¿Hay base para la enseñanza del Nombre Sagrado? Entre los eruditos y estudiantes bíblicos se reconoce que el término «Señor», que aparece en muchas de nuestras Biblias, no es una traducción exacta: En Hebreo, se usa la palabra:
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Abogado de la Biblia
«Y H V H», el Tetragrámaton, al que ya nos hemos referido antes. En el proceso de esta discusión, necesitamos recordad que en los escritos hebreos originales, incluyendo las Escrituras, todos fueron escritos en forma consonantal. Pequeñas marcas llamadas «puntos» indicaron las vocales que se iban a usar. Es interesante notar que «Y H V H» en el hebreo actual, no tiene, puntos vocales. Como usted ya sabe, los hebreos consideraron tan sagrado el nombre de Dios, como para pronunciarlo; por tanto, desde hace muchos siglos los hebreos descontinuaron la indicación de vocales al escribir el nombre de su Dios y eventualmente la pronunciación original se perdió irremediablemente. Por causa de estos hechos, no podríamos tener hoy la certeza de la
pronunciación correcta, ni siquiera de deletrear correctamente el verdadero nombre de Dios, si esto fuera esencial para una adecuada adoración. De hecho, los hebreos, en lugar de intentar pronunciar correctamente el nombre, lo sustituyeron por Adonai, que se traduce en nuestro idioma como Señor. Un resultado de las dificultades que impiden traducir el nombre de Dios es el hecho de que, entre los Yahwistas, persiste un considerable desacuerdo sobre la pronunciación y el correcto deletreo del nombre divino. El desarrollo del idioma Inglés y de la American Revised Versión (Versión Americana Revisada, 1885,1901), reconocen el problema. Esas dos versiones han usado la palabra Jehová al traducir el Tetragrámaton, aunque incorrectamente. Nota: En Español, Reina Valera en sus diversas revisiones ha hecho lo mismo) Los traductores arribaron al uso de Jehová, añadiendo las vocales de Adonai a «Y H V H» (a,o,a) y al pronunciarlo en
Inglés, la primera «a» se convirtió en «e». Francamente no hay ninguna razón bíblica o autoridad inspirada para insertar las vocales como se ha hecho en Jehová y ningún judío lo consideraría adecuado o apropiado. Vale la pena destacar que los «Testigos de Jehová» consideran el nombre Jehová como apropiado y correcto, aceptable como una designación verdadera para el Señor. Un Lenguaje «Puro» Para poder aceptar el punto de vista Yahvista sobre lo esencial y sagrado del nombre de «Dios», debe desarrollarse «cierta» teología bien definida. Nosotros daremos una mirada cercana a esta teología en la siguiente presentación. Sin embargo, en la discusión actual, nos gustaría señalar que un credo básico para acercarnos al Yahwismo requiere un acercamiento literalista a la interpretación bíblica. Ni evangélicos, neoevangélicos ni obviamente la neoortodoxia pueden ser honestos a sus enfoques de inter-
pretación y a la vez aceptar los credos básicos del Yahwismo. Ellos son incompatibles. Por tanto, a causa de la discusión, asumamos el enfoque literalista en la interpretación bíblica. (Nuevamente sentimos la necesidad de ofrecer una nota importante. Un enfoque literalista a la interpretación bíblica no implica una filosofía o una comprensión pobre o impropia. En términos generales, el Fundamentalismo acepta y practica el «literalismo» libremente, aunque no exclusivamente). Al principio de este escrito citamos el texto de Sofonías 3:8-9. Si entendemos estos versos literalmente, debemos concluir que estos dos versos contienen una promesa a «los pueblos» de que les será dado «un lenguaje puro» en un tiempo futuro. Esto será cuando el Señor: "… se levante para juzgaros…para reunir a las naciones…para derramar sobre ellos mi enojo… Esto será cuando por el fuego de su celo será consumida toda la tierra…” cuando «le sirvan de común con-
sentimiento». ¿Qué le parece esto?, ¿cuándo cree que ocurrirá?, ¿se refiere al Día del Señor? ¡Este debe ser el entendimiento correcto! Entonces, ¿si todavía va a ser dado un «lenguaje puro», para que los pueblos… puedan invocar el nombre de Jehová?, ¿no le parece inapropiado para el Señor dar al pueblo algo que ya tienen en posesión? Algunos han sugerido que con la Creación se estableció un «lenguaje puro» que Dios transmitió a través de su pueblo Israel. Entonces este «lenguaje puro sería el «Hebreo». Como ya estudiamos antes, el alfabeto y la lengua hebrea, como se usa actualmente, dependió en sus orígenes de otras naciones para su desarrollo. Esto se documenta no sólo por evidencia no bíblica, sino también en la Escritura. En Génesis 11:6-9 reconocemos la unidad del lenguaje humano antes del Diluvio. Note que ese lenguaje fue confundido, ahora preguntémonos: «¿Si mi lenguaje es confundido, cuánto de este permanece puro y sin confusión? Me inclino a sugerir que poco o nada». Avanzando en nuestro razonamiento, sugerimos que si uno fuera a tomar una lengua y a confundirla, tendríamos diez lenguas, y sería muy difícil decir cuál de ellas permanece pura y sin confusión. Podemos entender que ya que Noé y sus tres hijos con sus respectivas familias fueron las únicas personas que habitaron la tierra después del Diluvio, la investigación acerca de un lenguaje puro podría iniciar en este punto. ¿Estamos de acuerdo? Detengámonos unos momentos para hablar acerca de los descendientes de Noé. En Génesis 9, encontramos la bendición de Dios sobre Noé y su familia. Note el verso 18 “Y los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam, y Jafet; y Cam es el padre de Canaán”. Abril - Junio • 2014
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El capítulo 10, delinea la descendencia de la familia de Noé. Los primeros cinco versos dan la descendencia de Jafet. Los versos 6-20 enlistan la posteridad de Cam. Y en los versos 21-32 miramos los descendientes de Sem. De importancia para nuestro análisis es mencionar que a través de Sem viene la descendencia del pueblo de Israel. Algún lenguaje puro podría haber venido de Sem, ya que Cam y Jafet, representaron exclusivamente a los pueblos gentiles. Génesis 11:20-26 detalla la descendencia de Sem hasta Taré, el padre de Abram, Nacor y Harán. De acuerdo al verso 10, Sem tenía 100 años cuando engendró a Arfaxad, dos años después del Gran Diluvio. Arfaxad vivió 35 años y engendró a Sala, verso 12. Treinta y siete años después del diluvio. Sala engendró a Heber a los 30 años. 67 años después del diluvio. Heber tenía 34 años cuando engendró a Peleg. Tenemos ahora 101 años después del diluvio. 14
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De acuerdo a numerosos historiadores bíblicos, el incidente de la Torre de Babel ocurrió 100 años después del Diluvio. Así que Arfaxad, Peleg y Heber nacieron antes de la confusión de lenguas. Peleg puedo haber sido el primer descendiente de Sem que nació después de la confusión de Babel. Generalmente se entiende que la designación «Hebreo» viene de Heber. Tenga en cuenta que Heber fue el bisnieto de Sem y el último en línea directa antes de la confusión de lenguas en Babel. El consenso de la mayoría de las fuentes modernas dice que el «Hebreo» es una de las tres divisiones del lenguaje Semítico. Esto tiene sentido, pues es probable que Arfaxad y Sala todavía estuvieran vivos al tiempo de Babel. Podemos concluir que también hubo un cambio en su Dialecto. Es concedido que Arfaxad, Sala y Heber representaron las tres divisiones que vinieron desde el principio de la humanidad. La única forma para que se haya desa-
rrollado un dialecto o lenguaje puro es que uno de los tres descendientes de Sem, hubiere preservado esa lengua después del incidente de la Torre de Babel. Concluimos diciendo que un lenguaje, el lenguaje de todos los pueblos de la tierra, llegó a dividirse, y que aun los Semitas (hijos de Sem) se dividieron en su lenguaje. Debemos preguntarnos ¿Cómo podemos determinar cuál de divisiones permaneció pura, en tanto que las otras se contaminaron? En realidad, el Hebreo es una de las tres lenguas semíticas y está relacionado directamente con el Árabe, según el Diccionario Bíblico Harper. Esto es lo que debió haber sucedido al tiempo de Babel: Los tres descendientes directos de Sem, entre todos los otros existentes al tiempo que Dios confundió las lenguas en Babel, estaban hablando en un momento una misma lengua, y en el siguiente momento estaban hablando tres lenguas diferentes. Piense acerca de ello. Si uno de ellos hubiera retenido el lenguaje original, ¿no hubiera sido entendido por los otros, aun cuando su lenguaje hubiera sido cambiado? Los resultados de Babel ¿Por qué Dios cambió el lenguaje dividiéndolo en muchas lenguas? Era para traer confusión y separar a la gente para que no pudieran entenderse más uno al otro y seguir trabajando juntos en la construcción de la Torre de Babel. Este propósito se completó. Ya que los nombres para sus dioses son diferentes hoy, ¿no supone que fueron diferentes al tiempo de la confusión? ¿Supone que Arfaxad y Sala tuvieron diferentes pronunciaciones para Dios de la que usó Heber? Además, ¿Qué no pode-
mos deducir lo que ellos habían es- entonces se originó el Hebreo? ObProto-Sinaitic Palestinian Proto-Canaanite Phoenician Modern viamente, noc. existió, hasta tado contendiendo, queInscriptions, ningún lenc. 1500 B.C. 13-11 th 1000 B.C.al menos, Hebrew Century, B.C. guaje pudo permanecer intacto?; de el tiempo de la confusión en Babel. otra manera, eventualmente, si no es En el artículo anterior, notamos las que inmediatamente, ¿podía la gente similitudes de los alfabetos Hebreo, haber regresado a un lenguaje al edu- Fenicio, Protocananita y Protosicarse ellos a sí mismos? Después de naítico. Lingüistas modernos del todo, ¡ellos habrían deseado tener un Hebreo, reconocen la influencia del lenguaje puro para recuperar la uni- alfabeto fenicio, en el desarrollo de dad que gozaban anteriormente! la escritura hebrea. Y ya hemos señaBasados en la premisa anterior, eslado que el Hebreo y el Árabe están (REF: Encyclopaedia Judaica 2:675-676) tamos tentados a preguntar: ¿Dónde íntimamente relacionados. GROWTH PROTO-CANAANITE SCRIPT THETHE GROWTH OFOFPROTO-CANAANITE SCRIPT (Ref: Encyclopaedia Judaica 2.678) (Ref: Encyclopaedia Judaica 2.678) 600
Proto-Canaanite
400
Proto-Arabic
200
Phoenician
1000
HEBREW
Aramaic
800
Greek
South Arabic
Latin
600 400 200
JEWISH Palmyrene Nabatean
B.C.E. C.E. 200
samaritan
Syriac Parthian, Pahlevi, etc.
400 600
North Arabic (Classical)
800 Cyrillic
Proto-Sinaitic c. 1500 B.C.
Palestinian Proto-Canaanite Inscriptions, 13-11 th Century, B.C.
Phoenician c. 1000 B.C.
(Ref: (REF:Encyclopaedia EncyclopaediaJudaica Judaica 2:675-676) 2:675-676)
Modern Hebrew
Cada uno de los descendientes prebabilónicos de Sem, hablaron un lenguaje diferente de los otros que siguieron a la experiencia de Babel, y cada uno se estableció en áreas diferentes. El territorio colonizado, se llamó con el nombre de quien lo colonizó, así que el área que Heber ocupó, por ejemplo fue designada como Heber. Ahora podemos ver la conexión. El territorio de Heber, llegó a ser conocido como Hebrón, lugar donde se estableció Abraham. Es de Heber que se deriva Hebreo. La palabra hebrea «Eber» significa literalmente «uno que pasa del otro lado y ha llegado a significar «cruzar del otro lado». Este término altamente descriptivo está lleno de significado, y algunos estudiantes de la Biblia entienden que se refiere simbólicamente al hecho de Eber, como figura central en la historia de los descendientes de Sem, «cruzar del otro lado», (es decir, hacer la transición) de un lenguaje mundial, a el desarrollo posterior a la Torre de Babel, de muchos pueblos y muchas lenguas. Aunque es una interesante teoría, representa sólo una especulación injustificada. Necesitamos clarificar algo de lo anterior. Hebreo es considerada una referencia directa al pueblo de Israel. Abram es el primero en ser llamado un Hebreo (Génesis 14:13). Basados en la cronología bíblica, Abram nació 350 años después del Diluvio. Génesis 12:4 dice que Abram tenía 75 años cuando salió de Harán para emigrar a Canaán. Cuatro años después arribó a las planicies de Canaán. Abram se movió y se asentó en la planicie de Mamre (Génesis 13:18). Es allí donde Abram llegó a ser conocido como un «Hebreo». Algunos diccionarios bíblicos (por ejemplo Smith, etcétera) nos informan que el nombre «HeAbril - Junio • 2014
THE GROWTH OF PROTO-CANAANITE SCRIPT (Ref: Encyclopaedia Judaica 2.678)
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Artículo
7.ª Parte
breo» es dado a Abram, porque él había entrado a la tierra de Canaán, de «el otro lado del río», esto es el Eufrates. Esto es razonable, ya que eber lleva el significado de «a través, del otro lado de», como ya se mencionó. Aquí es donde se originó el Hebreo no en la Creación, ni tampoco con el Diluvió que ocurrió 429 años antes que Abram entrara a la planicie de Mamre, ni con el mismo Eber, sino con Abram. ¿Podemos concluir que el hebreo es puro y que es el lenguaje original del hombre? Si Abram tuvo que cruzar el río, habitando en el área de Hebrón, antes de lograr ser identificado como «Hebreo», el no era un Hebreo antes de arribar a ese destino. Nuestro texto inicial en Sofonías 3:8,9, es un texto interesante en esta discusión. En este pasaje, los oidores son amonestados a esperar en Jehová, ¿cuánto tiempo tienen qué esperar? Hasta que el Señor devuelva a los pueblos pureza de labios. Voltée hacia el mundo actual y no encontrará un lenguaje puro, un lenguaje original que no haya sido influenciado, ni infiltrado por otro lenguaje. Sin embargo, el Señor devolverá a su pueblo un lenguaje puro. Si el lenguaje del tiempo en que Sofonías escribió era el Hebreo, y si el Hebreo ya fuera puro (que no lo es), entonces ¿Por qué el Señor devolvería a aquel pueblo un lenguaje puro, si ellos ya lo tenían? Conclusión “Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe…y escribiré sobre él el nombre de mi Dios…y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo” Apocalipsis 2:17; 3:12; 19:12. Si hoy conocemos los nombres puros de Dios y de Cristo Jesús, que podemos concluir acerca del nuevo nombre escrito que ningún hombre conoció? Si tomamos un punto de vista literalista de la Escritura, debemos concluir que no hay un nombre puro hoy. Publicado en Abogado de la Biblia Año 53/Número 3/Trimestre julio-septiembre/2008. 16
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O
bviamente, no hay nada en la cita anterior que infiera aun remotamente que el domingo es el tiempo determinado y la hora cuando las ofrendas iban a ser recibidas. Policarpo a los Filipenses Policarpo (aprox. 70-155 d.C.) fue un discípulo del apóstol Juan y obispo de Esmirna por muchos años, se dice que él escribió su carta a los Filipenses en respuesta a uno de ellos, cerca del año 110 d.C. Él los exhortó a vivir una vida piadosa, a hacer buenas obras y a vivir firmes, pero guardó silencio respecto al domingo. Ignacio de Antioquía a Siria A Ignacio (ca. 20-107 d.C.) se le han acreditado quince epístolas, y la escrita a los Magnesios supuestamente indica al domingo como Día del Señor. Citamos de los capítulos VIII y IX: «No sean engañados con doctrinas extrañas, ni con fábulas antiguas, que no tienen ningún valor. Porque si vivimos todavía de acuerdo a la antigua ley judía, reconocemos que no hemos recibido la gracia». «Si por esta razón, aquellos que fueron enseñados en el antiguo orden de cosas han llegado a poseer una nueva esperanza, no observando más el sábado, sino viviendo en la observancia del Día del Señor, en el que también nuestra vida ha brotado otra vez por Él y por su muerte» (The Ante-Nicene Fathers, Padres Antenicenos, traducción de Wake, Vol.1, p. 62, edición 1953).
Debemos considerar algunos hechos acerca de esta cita: (1) La Epístola de Ignacio ha sido reconocida por varios escritores como espuria. (2) La Epístola a los Magnesios no diría nada acerca del día, si no se hubieran insertado esas palabras fraudulentas. El Doctor Killen habla lo siguiente acerca de esas epístolas: «En el siglo dieciséis, quince cartas fueron sacadas de debajo del manto de una gran antigüedad, y ofrecidas al mundo como producciones del pastor de Antioquía. Los eruditos rechazaron aceptarlas en los términos requeridos, e inmediatamente se itió que ocho de ellas eran falsificaciones. En el
John Kiesz. Traductor: Isaac Uribe Vega
Historia del Sábado a través de las Edades
Una historia
del sábado y del domingo El Anciano John Kiesz (1904-1996), fue Ministro de la Iglesia de Dios (7°día) en los Estados Unidos de América. La obra que nos presenta, es una investigación amplia y resumida del origen y observancia tanto del sábado como del domingo, basada en la Sagrada Escritura, en la historia del pueblo de Israel y de la Iglesia. Esperamos que su lectura nos ayude a ser más diligentes en “Guardar los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” Apocalipsis 12:17. Traductor Min. Isaac Uribe Vega.
siglo diecisiete, las siete cartas restantes salieron otra vez de la oscuridad con ciertas alteraciones, pretendiendo que eran obras de Ignacio. Nuevamente los críticos analizaron y rechazaron reconocer esas pretensiones; pero surgió la curiosidad por esta segunda aparición, y muchos expresaron un serio deseo de obtener luz de las epístolas verdaderas» (Ancient Church, La Iglesia Antigua, sección 2, capítulo 3, pp. 413,414). La Epístola Católica de Bernabé Previamente discutimos los eventos profetizados acerca de la degradación de la iglesia primitiva después de la era apostólica, y también discutimos los escritos de algunos de los Padres de la Iglesia. Continuamos ahora el análisis de algunos más de ellos, prin-
cipiando con la así llamada Epístola de Bernabé. Esta carta o epístola, es llamada frecuentemente PseudoBernabé, porque es evidente que fue escrita mucho después por alguien que no era el Bernabé del Nuevo Testamento, quien fue compañero del apóstol Pablo. Algunos creen que fue escrita alrededor del año 130 d.C. por alguien de Alejandría, Egipto. Quien escribió estaba tratando de persuadir a sus lectores que no debía observarse la ley de Moisés. Él alegorizó constantemente a fin de derivar el significado que quiso comunicar de las Escrituras del Antiguo Testamento, lo que hizo mucho daño a una sólida interpretación de la Biblia. El
pasaje citado a favor de la observancia del domingo se lee de la siguiente manera: «Además, Él dice entonces: ‘No puedo soportar tus lunas nuevas y tus sábados.’ Perciban lo que Él habla: ‘Tus sábados presentes no son aceptables para mí, pero esto es lo que yo he hecho, (esto es) cuando doy descanso a todas las cosas. Yo haré un principio del octavo día, esto es el principio de un nuevo mundo.’ Por ello, nosotros también guardamos el octavo día con gozo, pues también es el día que Jesús resucitó de entre los muertos. Y cuando Él mismo se manifestó, ascendió a los cielos” ( The Ante- Nicene Fathers, Los Padres Antenicenos, capítulo XV, p. 147, edición 1953)».
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Plinio
El historiador Neander habla acerca de esta epístola: «Es imposible reconocer que esta epístola pertenece a Bernabé quien dignamente fue compañero del trabajo del apóstol San Pablo». Y Eusebio quien fue el más antiguo de los historiadores de la Iglesia, pone esta epístola en el catálogo de los escritos espurios. «Entre los espurios deben nombrarse tanto los libros llamados ‘Los Hechos de Pablo’, y el llamado ‘Pastor’, y la ‘Revelación de Pedro.’ Además de los libros llamados: ‘La Epístola de Bernabé’, y las que son llamadas: ‘Las Instituciones de los Apóstoles’ (Ecclesiastical History, Historia Ecclesiástica, Libro III, Capítulo XXV)». La Carta de Plinio a Trajano Plinio el joven, entonces gobernador de Bitinia, escribió al Emperador Trajano a principios del siglo segundo pidiendo orientación sobre cómo enfrentar a los cristianos, y escribió en parte acerca de ellos: «Ellos afirmaron que toda la culpa del error era que se reunían antes del amanecer en cierto día establecido, y se dirigían a Cristo, como Dios, en cierta forma de oración, obedeciendo una promesa, no con el propósito de un designio pecaminoso, sino para nunca cometer algún fraude, robo o adulterio; ni para falsificar su palabra, ni negar su fe cuando fueran llamados a renegar de ella; además que era su costumbre apartarse y entonces reunirse para comer juntos una comida no dañina” (Coleman’s Ancient Christianity, Coleman, Cristianismo Antiguo pp. 35,36)».
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Esta declaración de que ellos se reunían “en cierto día establecido” es la evidencia de que aquellos cristianos guardaron un día, como un tiempo santo, pero no es establecido si era el último o el primer día de la semana. Si los santos o elegidos fueron convertidos por la labor de Pedro, como se percibe de 1ª Pedro 1:1,2, entonces puede asegurarse que “el cierto día establecido” fue el séptimo día de la semana. Justino Mártir Justino Mártir fue el más importante apologista durante el siglo segundo. Nacido de padres paganos cerca de Sichem, fue enseñado en las filosofías paganas. Se dice que fue el primero de los Padres que hizo una lectura sistemática del cristianismo en términos de la cultura y filosofía griegas. Al no encontrar satisfacción espiritual en alguno de esos sistemas, él estudió el sistema cristiano, y profesó haber encontrado la verdadera filosofía, que contenía la esencia de toda verdad. A mitad del segundo siglo, dirigió su primera apología al emperador Antonino Pío y a sus hijos adoptivos en medio de la persecución cristiana. Aparentemente, él buscó suavizar la furia de los perseguidores paganos proclamando la similitud entre paganismo y cristianismo. En él encontramos la primera referencia directa auténtica para la observancia del domingo por los cristianos de ese tiempo. El pasaje referido usualmente dice: “y en el día llamado domingo, todos los que viven en las ciudades o en el campo se reúnen en un lugar, y las memorias de los apóstoles o los
escritos de los profetas son leídos, tanto como lo permita el tiempo, luego que termina la lectura, el presidente instruye verbalmente, y exhorta a imitar esas cosas buenas. «…Pero el domingo es el día en el que sostenemos nuestra asamblea regular, porque es el primer día en que Dios, habiendo hecho un cambio en la oscuridad y en la materia, hizo el mundo, y Jesucristo nuestro Salvador resucitó de los muertos en ese mismo día. Porque fue crucificado en el día anterior de Saturno (Saturday) y en el día después de Saturno, que es el día del Sol, apareció a sus apóstoles y discípulos. Él les enseñó estas cosas, que también sometemos a ustedes para su consideración” (Clark’s Ante- Nicene Library, Biblioteca Antenicena de Clark, Capítulo LXVII, p.185, Edición 1953)». Otros Padres de la Iglesia Otros entre la lista de los primeros escritores son: Ireneo, quien vivió durante el último cuarto del siglo segundo; Tertuliano, quien nació a finales de ese siglo; Clemente de Alejandría, quien murió cerca del principio del tercer siglo; Orígenes, considerado uno de los más distinguidos, nació probablemente en Alejandría, cerca del año 182 d.C.; y Cipriano, obispo de Cartago, quien murió allí como mártir en 258 d.C. Ireneo enseñó que para conmemorar la resurrección, las rodillas no deben estar dobladas en domingo, y no menciona nada más como esencial en su honor. El festival del domingo en tiempos de Tertuliano, era esencialmente el festival alemán del domingo, un día para la adoración y para la recreación. Clemente de Alejandría lo menciona como un octavo día místico, o como el Día del Señor. Sus razones para la observancia del domingo no están basadas en las Escrituras. Orígenes fue un discípulo de Clemente, cuyas ideas se ejercieron por
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Sin duda, ellos esperaron facilitar la conversión de los gentiles, guardando el mismo día que ellos habían observado, y permitiéndoles también continuar con otras prácticas paganas
Min. Joel J. Pachuca Rosales
Remembranza, amor y entrega:
Señales de la Cena del Señor sí mismas en cuanto a la observancia del domingo. Cipriano, evidentemente fue influenciado por las ideas de Justiniano y Tertuliano, ajustándose a la idea de que la circuncisión en el octavo día era un tipo de la circuncisión espiritual en el primer día del Shabath, el Día del Señor. Algunos de los primeros Padres de la Iglesia habían sido filósofos paganos, y desafortunadamente trajeron con ellos muchas de sus antiguas creencias y prácticas. Haber observado un día diferente luego de su conversión, podría haber parecido inconveniente. t. Justino Martir destaca como un prominente representante del antinomianismo en cuanto al sábado.
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ace unas semanas leía una noticia que me conmovió muchísimo en un portal de noticias por internet: «Vanya, una mujer de Sao Paulo, Brasil, fue informada de que padecía cáncer y que durante el tratamiento podría perder el cabello. Cuando informó a su familia, decidieron apoyarla de una reconfortante forma. Sus tres hijos y su esposo se afeitaron el cabello en solidaridad con ella. “Tengo tres hijos y cuando nos enteramos que perdería mi cabello, mi marido y mis hijos se afeitaron. Esto no es un equipo, es una familia completa”, sentenció la mujer»(1) Leer la noticia me hizo recordar que hubo un gran gesto de amor que dividió la historia del mundo y cambió la nuestra. El más grande gesto de solidaridad. Jesús se hizo uno con nosotros: «siendo en forma de Dios, se hizo ser humano» (Filipenses 2:6). Pero no sólo se quedó en gesto solidario. Desde nuestra condición, asumiendo nuestra humanidad, emergió, nos redimió, en Él tenemos nueva vida. La Cena del Señor es la celebración más trascendente y emblemática en nuestra vida cristiana, en ella celebramos ese hecho que dividió la historia universal y cambió la nuestra. Esta gran fiesta representa varias realidades:
Es noche de recuerdos. La tarde en que se celebra la Cena del Señor está llena de recuerdos. Pero no recuerdos como mero acto de traer a la memoria eventos pasados. No, recuerdos en el sentido esencial de las palabras de Jesús cuando dijo: “Haced esto en memoria de mí" Lucas 22:19b. El significado más básico de estas palabras del Maestro (“en memoria”, del griego anámnesis)(2), se refiere a la recordación activa de un evento. Siguiendo el consejo de Jesús, al participar de la Cena del Señor estamos volviendo a vivir lo recordado. Los momentos que traemos a la memoria están vivos en nuestra mente y corazón. “En memoria de mí”, es tener la certeza de que Cristo está presente en la Cena. De que estamos alrededor de la mesa con Él. Que, paradójicamente, volvemos a vivir la «última cena» como los discípulos del ayer, antes de su muerte. Abril - Junio • 2014
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"En memoria de mí", significa que al partir en pan reconocemos la presencia real del Cristo resucitado en nuestros días, en nuestra historia. En nuestros momentos de dolor, en nuestros momentos de victoria, en nuestro «camino a Emaús». Aunque en esas crisis hubiésemos sentido que no estaba, confirmamos que siempre estuvo ahí. “En memoria de mi”, significa que no somos solos, sino que vivimos en comunidad gracias a Jesús. Es la oración cumplida de que somos uno en Él. Que tenemos presente y disfrutamos nuestra pertenencia a un pueblo perdonado, redimido y restaurado. Pueblo que al cenar anuncia el regreso de su Señor. La noche del 14 de Nizán cenemos «en memoria de Jesús». No como la acción de «removerle el polvo a un sarcófago con objetos del pasado», sino como la convicción y vivencia del Cristo presente en nuestra vida y comunidad. Cena del Señor y Lavamiento de los pies, símbolos de amor y entrega. El Pan y el Vino, símbolos centrales de la Cena del Señor, básicamente representan entrega, una entrega por amor, hasta la muerte. Este evento tan importante para la fe cristiana sólo es narrado en los primeros tres Evangelios, pero no en el de Juan. El discípulo amado pone en su obra la narración del lavamiento de los pies. Lo cual refleja la gran importancia que el evangelista dio al acto, ya que éste expresa perfectamente lo que significa la Cena del Señor. «En la vieja sociedad esclavista, [el mensaje de este acto fue revolucionario]. Jesús se identifica con quienes nada contaban. El amor, tal como él
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Abogado de la Biblia
lo entendía y practicaba, incluía la renuncia al poder y al dominio así como la disposición a practicar el servicio más humillante. Lavar los pies pertenecía entonces al trabajo sucio. La negativa de Pedro descubre la resistencia interna de una mente privilegiada contra semejantes insinuaciones. Más si se quiere pertenecer a Jesús hay que estar pronto a un cambio de conciencia tan radical; y eso conlleva que en el fondo sólo el amor opera el auténtico cambio de mente liberador, el fin de toda dominación extraña»(3) «… el criterio establecido por Jesús y expuesto mediante el gesto simbólico del lavatorio de pies [es este]: el amor se demuestra en la propia humillación… en el ser y obrar a favor de los demás. Amar significa ayudar al otro para su propia vida, su libertad, autonomía y capacidad vital; proporcionarle el espacio vital humano que necesita»(3) Que la noche del 14 de Nizán, el lavamiento de los pies sea señal de una vida de servicio y entrega a los demás. No sólo es un gesto de humildad, sintetiza los que la Cena del Señor representa. Es un signo de entrega y amor, de una forma de vida que renuncia al poder y dominio sobre otros y se centra en la ayudar a los demás. Lavemos los pies heridos, sucios, sangrientos, cansados y adoloridos de tantas y tantas personas para quiénes el camino de la vida no ha sido fácil. Hagámoslo todos los días. Fuentes de consulta (1) http://www.sdpnoticias.com/sorprendente/2014/02/14/otro-tipo-de-amor-se-afeitan-el-cabello-en-solidaridad-con-su-madre (2) htt p://w w w.mercaba.org / VocTEO/A / V_ anamnesis.htm (3) (http://www.mercaba.org/FICHAS/BIBLIA/ Jn-Ev/JUAN_13.htm)
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uestra sociedad vive una tensión constante, la cual se agrava por el clima de inseguridad producido por los problemas derivados del narcotráfico (asesinatos, ajustes de cuentas entre bandas, secuestros, narcomenudeo), y la difícil situación de crisis económica que priva en nuestro país y sus efectos, en el desempleo, los aumentos de precio a los servicios y productos de consumo, así como el crecimiento de la delincuencia. Pareciera que esta vida ya no tiene la calidad que todos quisiéramos. Pero, Cristo nos promete una calidad de vida que Él mismo denomina como «Abundante»: “El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir: yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” Juan 10:10. ¿En qué consiste esta vida? Es una vida libre de congoja (Mateo 6:24-31) ¿Qué angustia o acongoja el corazón de las personas? Entre otras muchas cosas, quizá lo que más le preocupa al ser humano es asegurar la satisfacción a sus necesidades más elementales: lo que mantenga su vida, como la comida, la bebida y su cuerpo, a través del vestido. Pero la vida es más que el alimento y el cuerpo más que el vestido. Las aves son nuestro ejemplo: no siembran ni cosechan, pero Dios las alimenta. ¡Y nosotros somos un especial tesoro ante los ojos de Dios! No vale la pena acongojarse, pues no con ello podemos aumentar nuestra estatura.
Otro ejemplo son las flores del campo: no se afanan confeccionándose un vestido y no obstante su apariencia es gloriosa, mucho mayor que los más grandiosos vestidos. Y si Dios hace eso con la hierba del campo, mucho más lo hará por nosotros. ¡No vale la pena acongojarse! ¡Dios está en control! “Al pobre librará de su pobreza, y en la aflicción despertará su oído. Asimismo te apartaría de la boca de la angustia a lugar espacioso, libre de todo apuro; y te asentará mesa llena de grosura” Job 36:15-16. Es una vida confiada en Dios (Mateo 6:31-34) Dios sabe que tenemos necesidad de alimento, bebida y ropa y nos hace una maravillosa promesa: todas esas cosas nos dará como un complemento si nosotros sólo confiamos en Él, si buscamos su Reino y vivimos bajo sus demandas. ¿Quién podrá acongojarse si confía en Dios? Esta promesa no se hace realidad fácilmente en la persona debido a que no logra abandonarse totalmente en Dios y sigue confiando o dependiendo de sus propias fuerzas. Pedro nos señala el camino para recibir esta promesa: “Echando toda vuestra solicitud en él, porque él tiene cuidado de vosotros” 1 Pedro 5:7. De acuerdo a nuestra experiencia, preguntémonos: ¿Él ha tenido cuidado de nosotros? Si nuestra respuesta es afirmativa, entonces podemos confiar en Él, depositando en sus manos todas nuestras necesidades, sabiendo que Él nos cuida.
Es una vida llena de contentamiento (1 Timoteo 6:6-8) Pablo afirma: “Es cierto que con la verdadera religión se obtienen grandes ganancias, pero sólo si uno está satisfecho con lo que tiene” v. 6 (NVI). En este mundo hay una gran insatisfacción porque siempre se está deseando tener más y más. Nada satisface al ser humano, por su afán desmedido de acumular. La vida que el Señor ofrece es una vida llena de satisfacción con lo que se tiene, sabiendo que viene de Dios y, por ello, es suficiente y bendecido. Pablo nos hace reflexionar en el hecho de que al venir a este mundo el ser humano no trae nada y al morir no se llevará tampoco nada. Por lo que, el sustento y el vestido que Dios nos da, debe ser motivo suficiente para estar contentos. Mi abuela sabía esto y por ello cada sábado recordaba las palabras del proverbista: “Dos cosas te he demandado; no me las niegues antes que muera. Vanidad y palabra mentirosa aparte de mí. No me des pobreza ni riquezas; manténme del pan que he menester; no sea que me harte, y te niegue, y diga, ¿quién es Jehová? O no sea que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios” Proverbios 30:7-9. Esta vida llena de contentamiento nos libra del deseo de enriquecernos (1 Timoteo 6:9-10), pues Dios promete hacerse cargo de nuestro sustento (Salmo 37:23-26). En el mundo se respira intranquilidad, angustia, inseguridad e insatisfacción. ¿Cuál es la diferencia con
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Raúl López Espinoza
la vida abundante que el Señor nos ofrece? La respuesta es: tranquilidad, paz, confianza, seguridad, satisfacción y contentamiento. En medio de esta sociedad que vive a medias o que sólo sobrevive, vayamos a los pies del Señor y pidámosle nos conceda una vida abundante, libre de afanes, bendecida, gozosa y plena. ¡Él lo puede y lo quiere hacer! “La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella” Proverbios 10:22. Fuente de consulta: • (1999) La Santa Biblia Antiguo y Nuevo Testamento, Estados Unidos: Asociación Bíblica Internacional. (Versión Reina-Valera 1909).
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