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Madrid, 10 de Abril de 2008 Lentamente, las cuerdas iban descendiendo el ataúd caoba en la fosa, entre sollozos la gente despedía aquella mujer que había luchado hasta la extenuación por vivir. Que había luchado contra todo aquello que le había ido sucediendo, que había superado miedos y dolor. En fin, despedían a quien según las palabras del sacerdote había definido como una gran mujer y una gran luchadora Esther podía escuchar el golpeo de los puñados de tierra que los de su familia iban echando, aquel sonido seco, duro, cruel para sus oídos y que, de aquella manera le hacía darse cuenta que estaba allí a los pies de la fosa y que estaba allí para despedirse de quien había sido la mujer de su vida El dolor en ese momento era tan persistente que la doblegó, teniendo que apoyarse en el hombro de otra mujer quien le había dado la oportunidad de luchar contra lo que tanto miedo provocaba en ella, hacer frente al amor, y fue el hombro de Teresa quien le sirvió de alivio en aquella desesperación, las lágrimas cubrieron su rostro mientras un desgarrador llanto se adueñaba de ella al sonido de las palas una y otra vez buscando en la madre tierra la cantidad justa para ir una tras otra separándola de quien más había amado Teresa la abrazó, sabía lo que estaba sufriendo y sin palabras trató de aliviar en algo aquel intenso dolor, y fue entonces cuando escuchó como con un hilo de voz quebrada salía de su dolorido pecho un susurro repleto de rabia mientras la llamaba como si así pudiera encontrar su voz como tantas otras veces

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E: Maca... Maca... E: ¡Maca! (exclamó sentada en la cama sudorosa, con la respiración agitada y el miedo clavado en los ojos) Tranquila Esther... ha sido una pesadilla... ha sido una pesadilla (se repetía sin cesar mientras trataba de recuperar el ritmo tranquilo de su respiración, se pasó la mano por la frente y se preguntó con un gesto de pánico) ¿O no? Valencia 10 Abril 2005 -: ¡Qué te den!... Tras aquellas palabras se vio a una chica correr por el pasillo terminando de abrocharse la camisa a paso ligero y sin mirar atrás mientras mascullaba con tono herido casi a punto de llorar: -: La última vez... ¡la última! Hija de puta El portazo fue tal que uno de los cuadros que estaban junto al marco de la puerta se tambaleó, y el sonido retumbó hasta el cuarto donde otra chica que nada tenía que ver con ella, dormía y a la que el grito y el golpe despertó -: Otra vez... ¡joder!... ¡qué pesadilla de tía! (dijo con rabia) ¡Joder! Dio dos vueltas en la cama para trata de coger el sueño pero entonces escuchó a su compañera de piso gritar el nombre de la que había huido por el pasillo momentos antes mientras también se iba vistiendo, pero por más que llamara a voz en grito a la que primero pasó, no se oyó más nuevamente un portazo -: ¡Joder!... (volvió a protestar tapándose la cara con la almohada) Al rato se levantó de mala gana, miró el reloj las siete de la mañana de un domingo, único día que podía descansar, resopló con total cólera, ¡nuevamente su querida compañera la despertaba con uno de sus habituales números con alguna de sus novias! -: ¡Ay que joderse! (protestó echando el almohadón con rabia sobre la cama) Madrid 10 de Abril de 2005 A unos trescientos kilómetros de aquella casa, en una cama se deshacía del brazo de su marido otra mujer, trataba de no despertarlo lo último que quería era eso, agradecía que su sueño era profundo para poder soltarse de las garras que para ella significaban sus brazos, sus manos. Se estiró en silencio, sus huesos protestaban a pesar de sus treinta y un años, demasiado ruido para tan poca edad Con paso cansado se dirigió hasta la cocina y una vez allí se preparó un café bien cargado como le gustaba, sus ojos tristes se dejaron llevar a través de la ventana, la

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primavera dejaba ver una combinación de luces en el cielo de Madrid que le inspiraban algo de calma y nuevas tramas para su novela. Apoyando su frente sobre el cristal murmuró mentalmente: -: Si no fuera por esta pesada tristeza... sería un amanecer perfecto Valencia 10 de Abril de 2005 A la vuelta de su inútil persecución hacia la chica que se había marchado entre insultos y lágrimas, cuando abrió la puerta se encontró con su compañera de piso sentada en la silla de la cocina esperándola, su cara era de pocos amigos y lo entendía la acababa de despertar, era comprensible nuevamente otro número con una de sus ex, porque a esas alturas a ésta entendía que ya podía considerarla su ex. Le murmuró un culpable y lastimero “lo siento” con una mueca en su rostro de niña buena que le dio pie a Sandra para acribillarla sin miramiento Sandra: ¿Lo sientes?, ¡estoy harta de los números que montas!, cuando decidí vivir contigo te avisé que tu vida sexual en casa debía disminuir pero no me has hecho ni caso. ¡Ni uno más!, lo siento pero ni un escándalo más, si te las quieres tirar ve a su casa nada de traerlas aquí, estoy harta de ver chicas pasear desnudas por MI casa porque te recuerdo que esta también es MI casa (decía casi fuera de si) -: Tienes razón Sandra: ¡Claro que tengo razón!, así que ahórrate tus entupidas palabras, o al menos, si vas a liarte con varias, trata de no equivocarte al nombrarlas en la cama. ¿Fue eso? (su amiga asintió) ¡Pedazo de burra! Dio un golpe en la mesa y se fue -: Joder... Madrid 10 de Abril de 2005 Tras tenerse lástima de sí misma, tras asumir su vida desgraciada como hacía todos los días desde que se levantaba y dejaba los deseos y vivencias tras de sí en las sábanas, en los sueños prohibidos que se permitía vivir, volvía a trabajar con la taza de café en la mano, con las gafas en la cabeza y la sensación de entrar al único lugar del mundo que le pertenecía realmente. Se sentaba en su sillón azul y conectaba el ordenador, después encendía una vela con aroma que le recordaba la brisa del mar y cogía su piedra azul turquesa de la creatividad, mientras cerraba los ojos buscando la concentración y la inspiración para poder comenzar esa novela que llevaba con cierto retraso y que significaba su quinto trabajo, dejando a tras ya casi olvidado su primera novela con un éxito abrumador Sin embargo, llevaba cierto tiempo en que nada se le ocurría, en que la concentración se diluía y la inspiración se escondía, el resultado eran esos nervios que le hacían dormir

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poco y mal, y perder totalmente su, en contadas ocasiones, el sentido del humor. La desesperación en aquel momento le hizo lanzar contra la pared la piedra, cerrar los ojos tras el sonido del impacto y apoyar sus codos sobre la mesa poniendo las manos en la frente arrastrando el pelo hacia detrás con un sentimiento de perdida de sí misma que le hizo murmurar abatida con lágrimas en los ojos -: ¡No sé que voy a hacer! ¡No puedo concentrarme! Valencia 10 de Abril de 2005 El sonido de la cafetera dio el paso a que las dos compañeras de piso volvieran a verse las caras, sin apenas hablar, se sentaron una frente a la otra, un café bien cargado para las dos, y unas tostadas que avisaron con un golpe seco que ya habían llegado a su punto de combustión justo -: De verdad lo siento mucho... te prometo que es la última vez Sandra: ¡Esther eso ya me lo has dicho muchas veces! E: De verdad se acabó, no puede ser, no puedo seguir así (parecía afectada por lo sucedido) Sandra: Esto no es manera de vivir, al menos trata de sentar la cabeza eres una cabra loca y ya tienes treinta años E: No lo puedo evitar (sonrió tímidamente) Me gustan mucho las mujeres Sandra: Ya, pero joder, una cosa es que te gusten y otra es que como sigas así el conflicto mundial está muy próximo gracias a ti con tanta nacionalidad pasando por tu cama E: Se acabó... con Ángela acabó ya Sandra: Con Ángela se acabó hace mucho tiempo E: Sí, me he dado cuenta que no tiene sentido seguir así. Y con las demás también, necesito centrarme en el trabajo Sandra: En el trabajo estás centrada ahí eres una máquina, donde necesitas centrarte con esa novela E: ¡Vamos Sandra no tengo ningún futuro! Sandra: ¡No me digas!, ¿quién lo ha dicho? E: Yo

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Sandra: ¡Ya hablo la sabionda!, permíteme que te diga que yo soy una lectora muy agresiva, y digo que tú tienes futuro en esto, y si yo lo digo... E: Hablo la sabionda dos (la interrumpió con una sonrisa mientras cogía una tostada y la mantequilla) Sandra: Eres una hija de puta, tu madre una santa, pero tú, una hija de puta. Si es que con esa sonrisa a ver quien se te resiste E: Por eso te quiero tanto porque sabes valorarme Sandra: Pues menos mal que me quieres... sino, me despertabas de madrugada, domingo por la mañana día para descansar y a ti no se te ocurre otra cosa que montar el numerito E: Yo también trabajo mañana, así que... (elevó los hombros sonriente) Sandra: Pero que morro tienes tía. Por lo menos espero que me cuentes la batallita E: Nada estábamos ahí en pleno auge y se me escapó otro nombre Sandra: No puede ser E: Mi debilidad Sandra: Lo tuyo es de manicomio... pero no me extraña tienes toda la habitación llena de sus fotos (se reía de ella) E: Es que la tía está pa mojar pan (decía con gesto totalmente canalla) Sandra: Y tú estás como una cabra. Podías quitar las fotos cuando vengan tus amantes, al menos tener la decencia de no llevar a cabo tus fantasías sexuales en voz alta con ellas E: Si es que no lo puedo remediar... me pone muchísimo... Sandra: Lo que yo diga, estás loca. ¿Nos vamos a la playa?, así damos un paseo hace buen día para ello (le dijo dejando la taza en el fregadero) E: ¿Estás loca?, me voy a dormir (le dijo mirándola como si hubiera dicho una auténtica barbaridad) Sandra: Hija de puta... (susurró al verla marcharse hacia la habitación) Madrid 10 de Abril de 2005 El teléfono de su despacho sonó, era línea directa por lo tanto sabía quien estaba al otro lado, su inseparable secretaría y mano derecha Teresa

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T: Hola cariño... no sabía seguro si ya estarías despierta. ¿Cómo estás Maca? M: Bien, estoy bien T: He pensado que igual te apetecía dar un paseo con otra madrugadora compulsiva M: Está bien... total no me llega la inspiración T: Maca no te fustigues ¿vale? (su tono reflejaba preocupación por ella) M: Sí, venga paso a recogerte T: De acuerdo Llevaba trabajando tres años con ella y sin su compañía no habría podido soportar todo lo que había soportado. Era más que su secretaria, su amiga, siempre estaba en los peores momentos, siempre a su lado apoyándola sin desfallecer, en los viajes largos, en los cortos, en las firmas, en las fiestas que tanto odiaba. Pero en todo momento ajena a cual era el motivo real de su tristeza y sufrimiento Se duchó en el otro cuarto de baño, con rapidez se vistió y salió sin hacer ruido de casa dejando una escueta nota sobre la mesa de la cocina “Estoy con Teresa paseando”. Después salió con el llavero entre sus manos jugueteando con él hasta llegar a la esquina donde vivía Teresa T: ¡Tiempo récord! (le dijo sonriéndole) M: Ya ves... últimamente todo lo hago demasiado rápido (le guiñó un ojo) T: ¿Churros? M: De acuerdo, primero churros después paseo T: Claro que sí Llegaron a la churrería y tras firmar un autógrafo para una amiga se sentaron en la mesa que solían tener preparada para ellas los domingos, intimidad y mucha tranquilidad. Una vez les sirvieron Teresa la miró con pena T: ¿Qué te pasa? M: No puedo Teresa, no puedo escribir (decía sin poder esconder su desesperación) T: Te estás obsesionando con eso, necesitas hacer algo... no sé... una locura, un cambio de aires M: Teresa (la miró sonriendo)

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T: Mira, podemos decirle a Luís que nos vamos a la casita de la playa a ver si así te recuperas un poco M: No cuela Teresa (sonreía al ver la expresividad de la mujer) T: ¡Ay hija!... deberíamos poder hacer algo independientes de él M: Bueno, lo que debo hacer es escribir y eso es lo que debo hacer (parecía que trataba de convencerse) T: Escribir es placer, tú misma lo dices en tus clases, no imposición Maca, y ahora mismo lo que haces es imponerte la escritura (sus ojos la miraban seriamente como tratando de hacerle reaccionar) M: Lo sé (cerró los ojos y suspiró) T: ¿Entonces? M: No sé Teresa... estoy muy, muy perdida nunca había estado así T: Bueno es cuestión de relax, puedo pedir unas sesiones para el balneario (le dijo no muy convencida a que eso era lo que necesitaba) M: Eso está bien (sonrió) T: Bueno... al menos has sonreído Madrid 11 de Abril de 2005 Aquel lunes iba a ser especial para Maca sin ella saberlo, estaba en su despacho tratando de dar forma a sus pensamientos cuando Luis entró para hablar con ella, el hombre se sentó frente a su ordenador y le pidió que le escuchara M: Dime Luis: Mañana partimos a Valencia M: ¿A Valencia? (lo miró por primera vez con una mueca de máxima extrañeza) Luis: Sí, vas a dar un curso allí M: ¿Cómo qué un curso?, tengo trabajo (lo miraba seria) Luis: Lo sé, pero pagan muy bien Maca, excesivamente bien, nos han pagado el cincuenta por cien de los gastos de un hotel de lujo, el único problema es que yo tengo que preparar las cosas para la feria que tenemos contratada en Zaragoza donde tienes que ir a firmar ejemplares, así que iré y vendré

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M: ¿Vendrá Teresa, no? Luis: Sí, no te preocupes M: De acuerdo (trató de no reflejar en su rostro la alegría que sentía de estar sola) Luis: Bien, prepara el temario y la maleta A los diez minutos, Teresa estaba haciendo su maleta mientras Maca miraba a través de la ventana con su habitual tristeza T: Vaqueros ¿eh? M: Sí por favor. ¿Teresa tú crees en los milagros? T: Depende (Maca la miró decaída) Por ejemplo un tipo de milagro sería que tú fueras feliz y, creo en él, ahora otro tipo sería que me toque la lotería y ya creo menos M: No creo en la felicidad T: Debes creer Maca, algún día me dirás soy feliz (le acarició suavemente la cara) Y ese día olvidarás todo lo demás M: Ojalá... Y volvió su mirada a depositarla tras el cristal, el mundo se movía, las personas vivían, pero ella hacía mucho tiempo que había dejado de vivir de alguna manera, unas malditas fotos le habían servido para convertirse en lo que era, la amargura personificada Al día siguiente se sentaba en el asiento del avión que la llevaría a su nuevo trabajo, a sumergirse en lo que le gustaba en ese mundo de la fantasía donde poder dar la visión de un mundo en el que a pesar de todo se insistía en seguir creyendo, en ese mundo del amor verdadero que ella nunca había podido disfrutar, la cobardía, el respeto y un miedo atroz, le impedían luchar por lo que a pesar de todo pensaba existía en realidad, amor El hotel donde se iban a alojar era el Hotel Balneario Las Arenas, era un hotel de lujo con todas las comodidades de las que disfrutar sin embargo, a ella lo que más le gustaba era que se encontraba cerca del mar, con un paseo impresionante por el cual poder caminar y llenarse de la brisa marina, estar allí le reconfortaba y le hacía estar algo más tranquila. La voz de Teresa le sacaba de sus pensamientos

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Hotel Balneario Las Arenas. Situado en la Playa de la Malvarrosa

Suit-habitación T: Maca ¡qué balneario!, en cuanto el “cansino” se marche lo que vamos a disfrutar, por cierto dice Luis que tenemos que ir al centro donde vas a impartir las clases, he estado averiguando en Internet, y sí, es en el corazón de la ciudad M: Estupendo (le ofreció una amplia sonrisa) T: Bien, además han tenido el exquisito gusto de acomodarnos aquí en la playita... paseo... chicos guapos... brisita... en fin... no nos vamos a quejar ¿verdad? M: No seré yo desde luego (sonrió al ver su suspiro) Venga vamos... a ver si de esta encuentras un novio valenciano, y te enseña a hacer paellas T: Oye pues no estaría mal, pero mis paellas tienen su puntito ¿eh? M: Sí, sí no digo que no pero no está nada mal mejorar. Venga no se enfade Luis T: ¿Y cuándo no se enfada Luis?, hija podías divorciarte de él, ¡eso sería estupendo! M: Ya Teresa... venga... vamos

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Al bajar lo vieron hablando como siempre por el teléfono móvil, su cara era de profundo regaño, Maca la conocía de sobra porque casi siempre tenía el mismo gesto marcado en aquel adusto rostro. Un hombre de cuarenta años de más de un metro ochenta, con buena espalda, con pelo negro siempre engominado, en su mano derecha su inseparable rolex, traje chaqueta y maletín de piel, el típico ejecutivo, con rostro serio y prisas, con algo de dureza marcada en sus ojos ávidos de negocios redondos, y varios móviles para poder tenerlo todo bien atado, el conjunto perfecto que muchas mujeres podían desear y que sacaba de quicio a Maca, que con el tiempo, se había acostumbrado a vivir así, como ella decía “a todo se acostumbra una, hasta a perder” El taxi les esperaba en la puerta, las llevó cruzando la nueva Avenida de Francia donde pudieron contemplar la modernidad en la que aquella ciudad había convertido su viejo cauce del río Turia. Los ojos de Maca contemplaban la belleza de la zona y como poco a poco iba cambiando de esa modernidad pasando al clasicismo de la Avenida del Antic Regne de Valencia para llegar a la Gran Vía Marques del Turia, donde los árboles antiguos con sus grandes raíces le daban la sensación de que en su vida no había ni siquiera raíces pequeñas, y cuando la pena iba a volverla a invadir, las callejuelas señoriales del Centro de la ciudad volvieron a captar su atención, y es que aquellas calles eran algo que siempre le había llamado la atención de aquella ciudad, tan pronto estabas en la época moderna con edificios casi irreales, como se encontraba con un combinado de época antigua, sus fachadas, su barrio más gótico. Y Maca disfrutaba de todo aquello fotografiando cada cosa que le llamaba la atención en su mente, quizá podía ambientar la novela en aquella ciudad M: ¿Cuánto tiempo vamos a estar Luis? (le preguntó distraída pensando aquella posibilidad) Luis: Una semana El taxi paró sin darse cuenta Luis del gesto de victoria de Teresa hacia Maca, quien le sonrió disimuladamente, una semana para poder perderse por la ciudad, hacer compras innecesarias, ir al cine, comer pipas y chucherías. Teresa estaba contenta de aquella circunstancia, sobre todo por esos días de libertad de Maca, ella sabía perfectamente que aquel matrimonio a Maca le hacía infeliz, y cuando había tratado de averiguar porque seguía junto a un hombre que para nada necesitaba a su lado, la escritora siempre cambiaba de tema, era un misterio aquel lado de su vida y Teresa notaba que algo había ocurrido, pero nunca ni en los peores momentos bajos de Maca había conseguido averiguar que era lo que realmente le sucedía Valencia 11 de Abril de 2005 En el hospital Clínico de Valencia, una enfermera entraba como siempre corriendo por la puerta de Urgencias, la recepcionista la miraba algo enfadada E: Lo siento Consuelo se me ha hecho tarde (se disculpó) Consuelo: Eres un desastre... venga va... si no fuera que te quiero tanto, toma que seguro ni has desayunado (le ofreció unas magdalenas)

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E: Eres un sol no sé que haría sin ti Se marchó a cambiar para empezar su jornada. Cuando llegó su hora de descanso se encontró con su amiga Sandra esperándola en cafetería, Consuelo le había dado el aviso para que se reuniera con ella, le había dejado el recado de que algo importante tenía que decirle. Al verla sonrió llevaba exactamente dos días sin tener problema alguno con una mujer, había desechado las llamadas telefónicas, había conseguido anular su cuenta de Hotmail en el ordenador de tercera mano que con esfuerzo y alguna guardia había podido reunir el dinero y se había propuesto en serio dejar un poco de lado su vida frívola y centrarse en el trabajo E: Hola guapa Sandra: Hola tesoro (le sonrió cerrando el periódico mirándola con los ojitos brillantes) E: ¿Qué haces aquí, ha pasado algo? Sandra: Pues sí E: ¿Malo o bueno? (la miró preocupada) Sandra: Creo que demasiado bueno E: Te ha pedido relaciones formales el soso de Pascual, “el taronger” (naranjero) (sonreía porque su valenciano era pobre pero gracioso) Sandra: ¡Mira que eres tonta!, si es que no sé porque me preocupo de ti si lo único que sabes hacer es burlarte de mí E: Pero si sabes que eres mi ojito derecho y si tú quisieras más, serías todo mi cuerpo (le hablaba con tono divertidamente provocativo mientras trataba de acariciarle la mano) Sandra: ¡Burra! (le reñía con el ceño fruncido) A mí con esas bromas no E: Pues bien que te gusta saber ¿eh? Sandra: Eso es otra cosa (sonrió divertida) E: ¡Venga va que no tengo todo el tiempo del mundo! Sandra: Mira esto (le entregó un papel) E: A ver (conforme lo iba leyendo su rostro iba transformándose poco a poco) ¡Hostia! ¡hostia!... pero si es... Sandra: La mujer de tus sueños, aunque sea hetero

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E: Tengo que apuntarme a este curso, nada más salir tengo que ir a apuntarme... tengo que apuntarme... ¡es ella! (decía como loca) Sandra: ¡Dios mío! (susurró al ver su exagerada y alterada reacción) E: ¡Sí... es ella... es ella! Sandra: Por favor que vergüenza a tu edad ponerte así como una locaza jovencita (se burlaba de ella) E: Es... es ella... es la mujer de mis sueños (la miró con cara de corderito degollado mientras se ponía la mano en el pecho) Sandra: Eres una payasa sin remedio. Esta noche toca fiesta espero que por una vez te la montes sola E: Oye (le dio un manotazo) Llevo dos días sin... Sandra: Todo un récord, sí. Me voy antes de que me avergüences más El tiempo transcurrió lentamente hasta que por fin llegó la hora de terminar, se duchó con rapidez, se cambió y recogió el pelo en una coleta, no tenía tiempo de peinarse, en el papel ponía plazas limitadas, tan solo diez, casi sin despedirse de Consuelo salió por la puerta, se subió a su bicicleta y salió a toda prisa hacía la dirección que allí indicaba. Llegó tras insultar a varios viandantes que se cruzaron por su carril bici, casi con la lengua fuera, aparcó y notó como sus manos le temblaban al poner el candado, sonrió por fin iba a poder ver cumplido su mayor sueño de conocer a la gran Macarena Wilson, su escritora preferida. Entró hasta secretaría y se cruzó con una chica, al asomar su cabeza, la secretaría le hizo una señal de espera porque estaba hablando por teléfono, pasaron tan solo dos minutos pero le bastaron para terminar de comerse la uña de su dedo pulgar, cuando por fin le hizo la señal de pasar, entró a toda velocidad E: Hola (le entregó una de sus sonrisas especiales que ella sabía rozaban la cautivación. La señora le devolvió la sonrisa) Verá es que vengo para apuntarme al curso intensivo de la gran Macarena Wilson Señora: Vaya que lástima, porque la chica que acaba de salir, ha sido la última en cubrir la plaza Valencia 11 de Abril de 2005 En la cocina de su casa, Sandra la veía a punto de llorar con un gesto tan compungido, tan destrozada como le explicaba lo ocurrido, que hasta ella sentía pena por su amiga, quien con Macarena Wilson era increíble su mala suerte Sandra: ¿Y qué te ha dicho? E: Que si hay una vacante la primera seré yo, pero claro ¡quién va a dejar pasar una oportunidad así!

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Sandra: Pues hija, tú a mí me dices Isabel Allende y te comprendo, me dices Macarena Wilson y... ¡qué quieres que te diga! E: Es que está buenísima, es un bombón, tú no has visto un lunar que tiene en... (señaló el pecho y mirando hacia el techo dicho con voz extasiada) Dios me pierde ese lunar Sandra: ¡Eres una salida!, no te gusta como escritora te gusta como mujer E: Pues claro, me leo sus libros sí, pero reconozco que es un poco empalagosa, tanto amor, tanto amor Sandra: Al menos sabes donde puedes localizarla E: Soy capaz de pasarme allí las horas hasta que la vea y pedirle de rodillas si hace falta que me deje entrar a sus clases Sandra: Como te deje entrar, deberías avisarle que puede dejar de ser hetero para los restos E: Si me lo propongo, cae (le sonrió graciosamente) Sandra: Eres de esas engreídas que da asquito, total porque ninguna se te ha resistido E: Ya ves... por algo será (le guiñó un ojo) Sandra: Recapitulando, no hay vacantes pero eres la primera de la lista de espera, con un poco de suerte alguien se rompe una pierna E: Ojalá (dijo apoyando sus codos sobre la mesa y poniendo sus palmas abiertas sobre la cara) Sandra: Lo que yo diga, como una cabra (se cruzó de brazos mirándola fijamente) E: Esa mujer me vuelve loca, tiene una boca, y unos ojazos. ¡Además es la segunda vez que me pierdo poder verla! Sandra: ¡Es cierto no recordaba la firma de libros! E: Sí, que el cerdo aquel no me dejo pasar Sandra: Marido, el cerdo era el marido y tú perdiste los papeles E: Marido y cerdo todo a la vez, además no me creo que sea su marido, ¡no puede tener tan mal gusto! Sandra: Me encanta la sensibilidad que tienes para hablar de la gente E: Es cierto, no le pega para nada

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Sandra: Venga vamos a cenar E: No tengo apetito estoy disgustada... no sé que voy a hacer para poder entrar. Tengo que crear un plan Sandra: Tendrías que ser realista, y pensar que podría irte muy bien para tu novela, no que podría irte muy bien para tu entrepierna. A lo mejor así el Señor hacia un milagro E: ¿Tú crees? (la miró con el ceño fruncido) Sandra: Lo que creo es que eres capaz de ir a la Iglesia a poner una velita como si lo viera (sonreía divertida) E: Como disfrutas burlándote de mí, pero de alguna manera lograré su autógrafo. De alguna manera (entonces susurró pensativa) Y quien sabe si algo más Para Maca estar al tanto del lugar de trabajo y las inquietudes que tenían en él siempre era importante, le gustaba conocer a la gente y poder intercambiar opiniones sobre temática, tipo de lectura y demás. En el centro que iba a impartir estas clases era un centro privado donde la gente trataba de sacar máximo provecho a sus destrezas con las letras. Y a ella esa parte le encantaba, poder compartir su misma pasión era algo que le hacía sentirse totalmente identificada, totalmente complacida. Les ofrecieron un almuerzo muy ameno, y se dio cuenta que la Directora era una mujer apasionante de mediana edad que estaba dispuesta a ayudar a quienes realmente quisieran llenar de arte y letras espacios en blanco. Se le había ocurrido la magnífica idea de que sus alumnos pudieran escribir un relato corto junto a Macarena, y que la gran escritora eligiera un par de ellos para poderlos dejar repartidos por la ciudad, una práctica que estaba muy en uso para los principiantes en ese difícil mundo de la escritura, aquella idea fascinó a Maca quien rápidamente conectó con Mercedes la Directora Mercedes: Estoy encantada de tu presencia Maca, de verdad te iro mucho como escritora M: Gracias Mercedes Mercedes: Puedes llamarme, Merche M: Está bien Merche (le sonrió agradecida por el trato) Luis: Maca el taxi (le dijo Luis entrando con el móvil en la mano) M: Voy. Un placer Merche, espero que en esta semana consigamos llevar a cabo esa estupenda idea para repartir literatura por la ciudad Mercedes: De tu mano estoy segura que sí (le sonrió de manera cómplice) M: Pues hasta mañana entonces

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Luis: ¿Ya? (las miró alternativamente) M: Sí Mercedes: Espera Luis, quería comentarte algo, me ha dicho la secretaría que tenemos una persona en lista de espera, que no llegó dentro del plazo de inscripción (Maca la miró algo aturdida esas cosas siempre la sorprendían tanto como le asustaban) ¿Qué te parece Maca si le damos la oportunidad de entrar a formar parte del grupo? M: Pues... (miró a Luis temiendo su respuesta) Luis: No, dijimos ese número y es inamovible, en todos los cursos pasa no podemos ampliarlo, si hay alguna baja pues entonces podrá ocupar la plaza ella M: Pero... Luis: Venga Maca... que el taxi espera M: Gracias Merche Mercedes: A ti guapa Al salir del centro, Luis la miró fijamente sin hablar, pero esa mirada hablaba tanto que Maca desvió sus ojos nuevamente a través del cristal, fuera del taxi la gente vivía, dentro del taxi, su corazón apenas latía Mientras tanto en el hospital una Esther cabizbaja hablaba con Consuelo de su mala suerte, la mujer la contemplaba como si aquella mala suerte fuera tan tonta que hasta contestarle le parecía una perdida de tiempo Consuelo: Venga déjate de tonterías y ve a trabajar anda, que no puedo perder el tiempo aquí con esas cosas tan ridículas E: ¿Ridículas? Pero... pero... ¡Qué dura eres Consuelo!, no sé para que tienes ese nombre, no es verdad... Consuelo: No me toques las narices con el nombre ¡eh! te lo advierto (le dijo enfadada) E: Si es que... vamos ni un mimo (le decía poniendo morritos) Ni un tranquila que todo irá bien, ni siquiera un besito... Consuelo: ¡Pero tú estás fatal!, ¡qué quieres que todo el hospital piense que he caído a tus encantos como la mitad de ellas! (le decía puesta en jarras mirándola con el ceño fruncido) E: Perdona, medio hospital no ¿eh?, tres cuartos de las mujeres de este hospital han probado el sabor salado que mana mi cuerpo... (le decía entre medio ofendida y medio orgullosa, pero sobre todo muy divertida)

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Consuelo: ¡El sa...! (se detuvo abriendo sus ojos y con las manos puestas en la cabeza le dijo) Dios cuanta paciencia soportarte... más que Consuelo debería llamarme Angustias E: ¿Y eso? (la miró manteniendo una sonrisa mientras enarcaba su ceja derecha) Consuelo: Porque me las provocas con esas cosas... ¡alé a trabajar! E: Pero si en el fondo estás loca por mí, reconócelo (le sonrió marchándose) Consuelo: Espero que alguien te haga sentar la cabeza esa de loca que tienes... Al girarse vio entrar a una mujer apoyada en un hombre, más trabajo y esa mañana estaba siendo de lo más movidita, tras recogerle los datos, le hicieron pasar al box donde el médico la revisara Consuelo: ¡Esther! E: Dime guapa Consuelo: Anda cambia la cara que parece que estés con cólico nefrítico E: Muy graciosa Angustias (le sacó la lengua) Consuelo: Yo también sé bromear (sonrió satisfecha) Ve al box tres tienes que hacer una cura E: Voy. ¡Ah se me olvidaba!, a todo el que entre, le preguntas si está inscrito en el curso de la gran Macarena Wilson, si alguno te dice que si, me lo dejas a mí. ¡Importante Consuelo!, ¿vas a ir algún tipo de curso?, digamos... uno de literatura, si te dicen sí, tú rapidito as con la enfermera García que al instante se encarga del paciente (lo decía con gesto malévolo y voz muy melodramática) Consuelo: Lo tuyo es enfermizo, me estás asustando (la miraba con los ojos abiertos de par en par) E: Y lo tuyo también. Pero me encanta Era una parte de su relación esa manera de hablarse, de discutir, de retarse una y otra, pero en el fondo Esther sabía que Consuelo era una de las pocas personas que la quería a pesar de sus locuras, y sus aventuras, era la única que cuando la veía mal la apoyaba sin reproches, se encargaba de ella y hacía un poco el papel de esa madre que no tuvo. Y Consuelo sabía que si necesitaba algo, siempre estaba Esther que por muy mujeriega que fuera, por muy desastre como ella la llamaba siempre estaba a su lado cuando la necesitaba sacando lo mejor de ella. Y esa relación estaba muy por encima de prejuicios, porque era una relación de amistad sincera

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Al llegar al box entró con su gesto algo melancólico, saludó a la paciente y se dispuso a trabajar Doctor: ¿Qué le pasa a tu maravillosa sonrisa? E: Nada ¿por? (lo miró seria mientras preparaba el hilo y aguja para coser) Doctor: Vamos... que sé el motivo... ya se sabe por todos los pasillos E: ¡Cuánto chismoso hay! (la mujer en la camilla los miraba interesantemente) Seguro que ha sido Consuelo, le encanta burlarse de mis cosas Doctor: Se dice el pecado pero no el pecador E: En este caso será se dice el chivatazo pero no la chivata (remarcó con fuerza el artículo) Doctor: Bueno señora a ver que parece que estamos en un mercado en lugar de un box en el hospital (Esther sonrió negando con la cabeza mientras preparaba sus cosas para la cura)... no es grave pero me gustaría que se quedara unas horas más señora, ¿la curas tú? (le preguntó a Esther) E: Sí Doctor: ¡Oye a lo mejor se hace un milagro y puedes conocer a la gran Macarena Wilson! (le dijo burlonamente) No sé algún ligue tuyo... o... yo mismo a cambio de una cena E: Tonto. Bueno a ver señora, usted ni caso no estamos tan locos como parecemos, tranquila que no le voy a hacer daño ¿eh? son tres puntitos de nada. ¿Se encuentra bien? En el hotel, mientras Maca se encontraba enfrascada en sus cosas en la terraza, su marido leía la prensa sobre la economía mientras fumaba, el silencio lo rompió su teléfono sonando insistentemente. De mala gana estiró su brazo para cogerlo ya que era el personal, su gesto al ver el número fue de un profundo malestar Luis: ¿Sí? Ya... está bien, gracias. ¡Maca! (la llamó pues estaba enfrascada en sus apuntes, cuando lo miró le dijo con total despego) Teresa está en el hospital M: ¿Teresa, qué le ha pasado? (se incorporó rápidamente) Luis: Nada, un corte, deberías ponerte así si el que estuviera allí fuera yo (le cogió de la cintura pero Maca lo rechazó, entonces él la apretó más fuerte contra su cuerpo) ¿Te ha gustado Merche, eh? M: Déjame Luis: He visto como la mirabas

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M: Por favor Luis, llévame con Teresa (trataba de soltarse de sus garras) Luis: No pases ni un milímetro la línea Maca (le dijo entre dientes mientras le miraba los labios) M: Te puedes ahorrar perfectamente tu comentario. ¿Me llevas?, ¿o voy yo? Luis: Me gustas cuando sacas tu lado chulo, me gustas mucho... sí... (se pasó la lengua por los labios mientras Maca entre cerraba los ojos sintiendo como siempre un profundo asco por él) M: ¿Me llevas, por favor? (insistió con gesto de malestar ante su actitud) En el box, Teresa veía como la chica cosía su herida y como lo hacía con el ceño fruncido como si estuviera o muy lejos de allí o muy concentrada en su trabajo, al levantar la vista Esther le sonrió T: Tiene razón el doctor ¿eh? E: ¿Este doctor razón? (la miró graciosamente haciendo sonreír a Teresa) T: Tienes una sonrisa muy bonita E: Gracias T: Oye ¿y que te ha pasado con la escritora ésa? (quiso saber) E: Todos se burlan de mí porque me gusta T: ¿Ah sí? (la miraba divertida aunque sin saber realmente hasta que punto le gustaba) E: Sí (sonrió ampliamente) Lo que pasa es que ya van dos veces que me quedo sin poder conocerla T: ¿Y eso? E: Una porque el estúpido que tiene por marido no me dejó pasar T: ¿Su marido estúpido? (le preguntó arqueando las cejas) E: Más que eso, asqueroso T: Yo pienso igual (sonrió graciosamente y le preguntó de manera más amigable) ¿Y la otra? E: Me he quedado sin plaza para el curso T: Vaya... (murmuró apenada)

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E: ¿A usted le gusta? T: Sí, mucho E: Si es que levanta pasiones T: ¡Ni te lo imaginas! (sonrió divertida y orgullosa) Doctor: Esther te reclaman en quirófano E: Vale, ya voy. Bueno un gusto conocerla y cuídese T: Es muy amable, y tiene una sonrisa preciosa (le dijo al doctor que entraba y al cruzarse con Esther le sonrió guiñándole un ojo) Doctor: Sí... y una gran enfermera con una vitalidad única. Bueno pues voy a esperar a las pruebas que le he hecho y en seguida le doy el alta T: Pero si no ha sido nada, un mal paso y el pobre taxista casi se muere de la impresión por la sangre, pero nada más Doctor: Ya hemos avisado a su familia T: ¿A mi familia? (le preguntó alertada) Doctor: Sí, claro, me gustaría descartar cualquier otra cosa que un mal tropiezo, me dijo que se mareó T: Porque no había desayunado bien y yo sin desayunar soy muy torpe (le decía fastidiada) Doctor: Bueno no se preocupe en una hora se podrá marchar T: Ya (ponía gesto serio no le había gustado que avisaran estaba segura que a Luís. Cuando vio que se marchaba lo llamó) Espere... A la hora tal y como le había dicho el médico se levantaba de la camilla para marcharse, al salir vio que la esperaba Luís con el ceño fruncido al ver su vendaje en la mano izquierda Luis: Vaya menos mal que ha sido la izquierda T: Estoy bien, muchas gracias (le entregó una falsa sonrisa) Luis: Venga vamos que tienes a Maca desesperada En el hotel esperaba Maca ansiosa a que Teresa llegara, había salido a la terraza que daba a un mar maravillosamente tranquilo allí con el ceño fruncido y los labios

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apretados miraba tratando de no pensar, hacía mucho tiempo que había llegado a la conclusión de que era mejor olvidar, borrar y no recordar. Pero aquel mar le devolvió lo que fue con tanta violencia, que se dejó llevar por esos recuerdos Llegaba a toda prisa a su casa, se cambiaba y se marchaba para estudiar con su amiga del alma Adela, se conocían desde pequeñas y desde entonces siempre tenían el mismo sueño, llegar a ser alguien importante en la vida, les gustaba la posibilidad de ser actrices aunque sabían que sus adineradas familias no les iban a dejar tan fácilmente serlo, sus respectivas familias pensaban que el futuro de sus hijos debía desarrollarse en los negocios familiares, que eran las grandes bodegas que tenían en Jerez, así que cuando se reunían las dos amigas, dejaban sus mentes volar echadas en el fresco verde del jardín, mirando las nubes y creando historias imposibles. Sin embargo en aquella casa había algo más que a Maca la atraía tan irremediablemente como en secreto, era una idea que la trastornaba y no era capaz de racionalizarla, cuando estaba allí le encantaba coincidir con la hermana mayor de Adela, se llamaba Lidia, era una joven de veinte seis años morena, con ojos negros típicamente andaluza, sus pechos bien formados provocaban en Maca que su garganta se secara cuando se cruzaban, con apenas diecisiete años no sabía explicar bien lo que le pasaba, tan solo le encantaba sentir lo que sentía cada vez que pensaba en ella o la veía. El día que se marchó a terminar su carrera a Madrid, para Maca fue un día horrible, su amor platónico se esfumaba y seguro que en Madrid encontraba algún novio, aquella posibilidad le provocaba dolor de estómago y noches enteras en vela El día antes de que se fuera a Madrid Lidia, Adela la invitó a una merienda que daban para despedirla, durante la misma, Maca la miraba a hurtadillas estaba tan guapa con los rizos recogidos en un moño, con un cuello que podía imaginar su sabor al recorrerlo con sus labios. Notaba su excitación, sus pulsaciones y también su tristeza por su marcha y como un buen amor platónico que era, sabía que no era nadie para ella, tan solo la amiga de su hermana Lidia: Que sola estás guapa (le dijo Lidia sorprendiéndola en la parte trasera de la casa) M: Sí... es que... yo... bueno que... (no podía evitar sus nervios) Lidia: Maca hija que siempre que hablas conmigo tartamudeas (le reñía con salero y una sonrisa que a la joven le hacía sudar mientras se acercaba a ella) Volveré a veros chiquilla no te pongas así M: Ya... claro... Lidia: Y eso a ti... ¿te alegra? (le preguntó con voz muy seductora mientras se acercaba un poco más logrando así que Maca se pusiera tensa) Dime M: Sí, claro (respondió más nerviosa todavía, aquellos ojos negros se estaban clavando en su alma...) Lidia: Lo sé... por tu forma de mirarme lo sé (pasó su dedo delicadamente por la comisura de sus labios y Maca cerró los ojos) ¿Y sabes una cosa? (y en un susurró ronco que hizo añicos su estabilidad le dijo) Me gusta mi niña, me gusta que me mires... A Maca se le heló la sangre, sus palabras salieron de esa boca de algodón lentamente, mientras sus pupilas casi dilatadas por el deseo se fijaban en los labios de la joven Maca, quien tembló de pies a cabeza por aquel tantas veces soñado diminuto roce en sus labios

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Luis: Ya estamos aquí La voz fuerte de su marido la sacó de aquellos recuerdos, haciendo que todos volvieran a su lugar, guardados bajo llave M: ¡Teresa! (se apresuró hasta ella abrazándola y en aquel abrazo no solo iba implícito la verdadera preocupación hacia Teresa, sino también, el miedo a sus recuerdos) T: No pasa nada Maca, son unos exagerados... ni vieras como me han tratado (le decía acariciando su mejilla, notando el temblor en su piel algo que hizo que Teresa la mirara de manera extraña) M: ¿Mal? T: No, estupendamente, si ha sido una tontería, me ha dado un mareo y al apoyarme el taxista llevaba no sé que cosa y me he cortado Luis: Si quieres denunciamos al taxista (agregó mientras se sentaba y quitaba la corbata de mala gana) T: ¿Y para qué quiero yo denunciar al taxista? ¡Anda qué!, con lo que el hombre se ha preocupado por mí Luis: Tú sabrás (elevó los hombros en señal de pasotismo) T: Claro que lo sé (le respondió con firmeza) M: Teresa por favor (le dijo en voz baja mediando para que callara) Luis: ¿Podéis iros a su habitación Maca? quiero descansar un rato M: Claro (al salir le dijo) Joder Teresa podías ser un poco más fina T: Uy... ¿más fina? (la miró como si no entendiera sus palabras) M: Ya sabes a lo que me refiero (abrió la puerta con la tarjeta que le dio Teresa) ¿Te duele mucho? T: No... la chica que me ha atendido era un ángel hija, ¡un ángel!, unas manos que ni me he enterado M: Mejor. Ven siéntate voy a sacarte ropa limpia que la llevas manchada de sangre T: Sí hija, ya sabes como es la sangre de escandalosa. Bueno cuéntame que tal la reunión, esa mujer ¿cómo se llama? M: Merche (sonrió dejándole una camisa sobre la cama mostrándosela y ante su aceptación le dijo) Se le ve muy inquieta por el mundo de la literatura, me gusta su forma de trabajar

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T: Es cierto, a mí me lo ha parecido M: La lástima es que solo es una semana T: Ya, sí, es una lástima porque me encanta poder mirar el mar (le dijo porque era lo que realmente estaba haciendo en ese momento) M: Ah si es por eso si quieres nos quedamos a vivir aquí (le dijo seria con una falda en la mano) T: ¡Eso quisieras tú, guapa! M: Estoy pensando en quedarme T: ¿Lo dices en serio? (su voz reflejó total sorpresa) M: Sí, se me ha ocurrido una novela y... me encantaría ambientarla aquí en los años de la guerra, sería cuestión de rebuscar historia para eso mucho mejor estar aquí ¿no crees? T: Ya, pues... ¡crudito lo tienes! (le dijo ladeando la boca) M: Hablaré con él T: Tú habla, habla... que... M: Teresa (le advirtió) En el sofá de su casa una desanimada Esther comía sin parar galletas de chocolate el Príncipe, mientras se enteraba de todos los cotilleos de la televisión, estaba allí tranquila con gesto triste cuando sonó el timbre de su casa. De mala gana apartó el almohadón que tenía sobre sus piernas y fue a abrir. Al mirar por la mirilla dudó en hacerlo, su ex estaba allí, pero tras un suspiro finalmente abrió E: Hola Ángela (le sonrió a pesar de las maneras con las que terminaron la última vez que estuvieron juntas) Ángela: ¿Puedo pasar? E: Claro... tú dirás (le dijo mirándola con una mirada lasciva que encendía a aquella mujer que no podía resistirse a Esther) ¿Sucede algo? Ángela: Te echo de menos (susurró sabiendo que perdía los papeles ante aquella mirada de Esther) E: Ah (contestó sorprendida por su actitud, tratando de mantenerse firme. Había decidido cambiar)

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Una hora más tarde, Sandra llegaba a casa con las bolsas de la compra, cansada y enfadada porque el ascensor se había vuelto a estropear Sandra: ¡Esta escalera es una auténtica panda de ineptos! Se estropea algo y... (un sonido en forma de aullido le llegó nítidamente) ¿Otra vez?, la madre que la parió Eran las nueve de la noche y Sandra estaba cenando sola en la cocina, los aullidos habían continuado por un par de horas, hasta que escucho risas tontas y la puerta cerrarse, al minuto estaba Esther frente a ella con una bata de seda E: Buenas noches Sandra: Deben serlo, sí. Sobre todo para ti E: Sí... (sonrió abriendo la nevera) Sandra: ¿Y? E: ¿Y qué? Sandra: Pues eso... (enarcó una ceja) E: No ha estado mal. Me voy a duchar Sandra: Es la hostia... Maca estuvo gran parte de la tarde noche junto a Teresa, hasta que Luis la llamó para cenar en el restaurante del hotel donde había quedado con la Relaciones Publicas de Canal Nou, el ente autonómico para preparar una entrevista con la escritora. Se vistió de una manera informal, unos pantalones vaqueros y una camiseta con un collar largo y vistoso negro y blanco, los pendientes a juego pero pequeños, y un fular que rodeaba su garganta. Odiaba el aire acondicionado. Cuando salió para encontrarse con Luis éste siguiendo con su costumbre, se metió contra ella: Luis: Vaya... siempre que sabes que te vas a encontrar con una mujer te pones excesivamente guapa (sonrió pero Maca ya había aprendido a digerir sus puñales) Espero no hagas tonterías M: ¿Nos vamos? La cena transcurrió con total normalidad, quedaron para el día siguiente hacerle una pequeña entrevista para uno de los espacios culturales de la cadena. Estas entrevistas eran de aquellas cosas que odiaba y disfrutaba por igual, odiaba porque se sentía incomoda ante los medios de comunicación, como ella decía le encantaba la soledad ante su ordenador, o la soledad ante la creación de una historia, pero esa parte más publicitaria que tanto le gustaba a Luis, ella la odiaba. Tras la cena, subió a ver como

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estaba Teresa, quien dormía tranquila sin enterarse si quiera de su presencia, sus ronquidos, le hicieron sonreír Luis: Has tardado mucho (le dijo al verla entrar desde la cama) M: Estaba tranquila Luis: ¿Y qué hacías? M: He arreglado un poco sus cosas se ha dormido trabajando Luis: Es buena, si no fuera porque es una metomentodo sería mucho mejor Como siempre Maca pasó de sus palabras, se metió en el cuarto de baño y se cambió, antes de salir exhaló un profundo suspiro como hacía todas las noches antes de ir a la cama, dejó las zapatillas, se quito la bata y cerró la luz de su mesilla de noche, él seguía enfrascado en sus cosas Luis: Cariño la bodega nos está dando beneficios impresionantes, debo reconocer que tu hermano no es tan estúpido como creí (nuevo silencio por parte de Maca quien frunció los labios cabreada ante el continuo desprecio con el que hablaba de su familia) Aunque tendrás que reconocer ya a estas alturas que unirse a mí ha sido la salvación de los tuyos (omisión por parte de Maca, él dejó los papeles a un lado y comenzó a besarle el hombro) Sí... formamos un buen equipo, tenemos tantas cosas, casas, coches, dinero, poder, fama... Conforme iba diciendo las cosas que había logrado desde que se casaran, la iba besando, sus grandes manos iban invadiendo la piel de Maca que cerraba los ojos hastiada, su aliento le abrasaba y sus labios en lugar de besos que recorrían su hombro y su cuello parecían clavarle un cuchillo allí por donde pasaban dejándole una herida abierta por la cual la sangre bullía. Como siempre se dio la vuelta para terminar lo antes posible, como siempre cerró los ojos y como siempre al acabar, un sentimiento de vacío y dolor ocupaba su alma mientras él roncaba 12 Abril 2005 Al día siguiente era la cita con la televisión, Teresa que se había levantado pronto para arreglar algunos papeles, la vio asomada en su terraza, vio el reloj... las agujas marcaban las seis y media T: ¿Por qué no me dirá la verdad?, ¿qué hay tras esa mirada pérdida?, ¿tras ese dolor?, ¿y sobre todo... que hay tras ese silencio? Eran las preguntas que más se repetía desde que conocía a Maca, en esos tres años que trabajaban juntas, la relación profesional del principio fue dejando paso a una relación más estrecha. Le costó porque Maca era una mujer muy hermética a la que era difícil acceder, la primera vez que la profesionalidad de Teresa quedó a un lado y apareció la persona fue un ataque de nervios de Maca, había perdido los papeles en un hotel, Luis

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parecía enfurecido y Teresa no entendía el comportamiento de aquel hombre. No debía esforzarse mucho para recordar la escena que había vivido con horror Uno de los primeros días en los que Teresa comenzó a trabajar, estaban en un hotel en Cádiz, era la feria del libro y Macarena Wilson era una de las escritoras más solicitadas del momento, todo parecía estar en orden, se le veía sonreír y hacerse fotos con sus mayoritariamente seguidoras. Al finalizar la sesión de firmas, había estado en un apartado con una de las directoras de la Feria hablando. Cuando llegó Luis se la llevó con rapidez agarrándola con fuerza del brazo hasta el hotel, ella les acompañó unos pasos atrás consternada por lo que sus ojos estaban viendo, Luis parecía realmente enfadado, Maca parecía realmente indignada pero también asustada. Teresa se quedó en su habitación y la pareja se fue a la suya. Pasaron unos cinco minutos y se oyó un golpe, Teresa agudizó su ya agudo oído y pudo escuchar como Luis le gritaba sin miramiento, como le reprochaba y como Maca lloraba sin cesar, más golpes, y finalmente el silencio, notaba como su corazón iba desbocado lo que estaba sucediendo era algo muy grave y no sabía muy bien que hacer. Esperó que Luis se marchara para llamar a la puerta, insistió con temor no podía dejarla no sabía si los golpes los habría podido recibir ella T: Maca soy yo... ¿puedes abrir? (Maca abrió con los ojos hinchados de llorar, el pelo revuelto, y una mirada totalmente perdida) ¿Puedo ayudarte? (Maca negó con la cabeza, Teresa asintió para marcharse, no quería insistir) M: Espera (le dijo agarrándola del brazo) ¿Puedes pasar? T: Claro (al pasar vio la habitación algo revuelta y como Maca comenzaba a arreglarla ante su mirada algo atónita lo que supuestamente había sido las consecuencias de la furia de Luis) Espera te ayudo M: Gracias (dijo débilmente) T: ¿Necesitas algo?, ¿quieres qué pida una tila? M: No, solo quiero que me abraces Y Teresa la abrazó, no fue el único abrazo, después llegaron muchos más, llegaron abrazos desesperados en momentos agónicos, llegaron noches sin dormir a su lado en silencio contemplando las estrellas, hablando de miedos, de sueños, de deseos, de imposibles M: ¿Crees en el amor? (le preguntó una noche después de haber llorado durante toda la tarde encerrada en su habitación, y finalmente tras la insistencia de Teresa la dejó pasar. Allí en silencio su fiel amiga la observaba con pena, hasta que Maca habló sorprendiéndola) ¿En el amor de verdad? T: Claro que sí (la miró algo contrariada y le preguntó con gesto serio) ¿Cómo tú, no? M: No, yo no creo en el amor T: Pero es imposible, escribes historias de amor M: Pero no creo en él (le dijo seria frunciendo sus labios) T: Eso es imposible, tus historias están cargadas de ternura, de pasión, de amor M: Ya (bajó la mirada hasta la taza de café que tenía entre sus manos) T: Maca... sé que ocurre algo que no me has contado, es evidente, no pretendo que me lo cuentes pero... ¿merece la pena vivir así? (los ojos tristes de Maca la miraron para responderle, Teresa asintió) Ahora entiendo porque escribes esos amores, porque son justo lo que tú no tienes

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Entonces Maca comenzó a llorar, desde que se había casado con Luis era lo que más había estado haciendo, llorar, y desde que Teresa estaba con ella, lo que más recibía eran esos abrazos especialmente cariñosos repletos de ternura que lograban calmarla A la hora que habían acordado Teresa salió de su habitación y se encontró que Maca salía de la suya, iba con unos vaqueros, una camisa y el mismo fular envolviendo su cuello. Teresa le sonrió como dando el visto bueno de que estaba muy guapa T: Es que no me extraña que las y los fans caigan rendiditos a tus pies, no he visto una mujer con tu belleza M: Por favor Teresa... (decía algo cortada) T: En fin... yo los entiendo ¿eh? M: No tienes remedio (sonrió de lado) T: Maca de separarte ¿nada? (le dijo de pronto a bocajarro) ¿Te lo has planteado? M: Muchas veces Teresa, muchas veces (le dijo con una mueca de seriedad que le macaba su dulce rostro en uno adusto) Pero... nada T: Al menos... lo has pensado... vamos... M: Ah, tengo que comentarte algo... Y así se fueron por el pasillo del hotel hablando sobre lo que debía decirle La hora de comer en casa de Esther se acercaba tras la ajetreada tarde que había llevado con su ex, ésta y en compensación por no haberle contado nada a su compañera y amiga, le preparó un arroz con pollo que tanto le gustaba Sandra: Eres una pelota (le dijo al entrar y oler la comida) E: ¡Aún te quejaras! (se acercó a ella y la abrazó) Sandra: ¡Quita zalamera! Eso déjalo para tus ligues E: Mira hemos quedado en lo que hemos quedado Sandra: ¡Ah eso está muy bien! (le dijo burlonamente mientras se servía un vaso de zumo de pomelo) E: ¿Bueno y tú que?, ¿el soso ése se anima o no? Sandra: A mí soso me lo dejas tranquilito, ¿eh?

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E: ¿Más? A este paso me va a tocar regalarte un consolador, el vibrador ya no te va a servir Sandra: ¡Burra eres por Dios! E: Me voy a duchar y comemos, ¡no empieces sin mí! Sandra: Si no fuera porque en el fondo eres maja, ¡te iba a esperar tu tía! E: Ya lo sé, si es que... mis encantos ya se saben (reía abiertamente) Sandra: Venga date prisa y te cuento E: Sí, guapa Esther se metió en la ducha repasando los momentos vividos con Ángela, le había dejado muy claro que no iba a ser otra cosa que sexo, no estaban preparadas para nada más, nada de historias raras, nada de malos rollos y mucho menos histerias. También habían dejado claro que cada una podía hacer con su vida lo que quisiera, era una pareja explosiva en la cama, pero un desastre fuera de ella. Estaba satisfecha, sí. Se estaba secando el pelo cuando oyó gritar a Sandra como loca desde la cocina su nombre. Salió corriendo y se detuvo mirando la televisión Sandra: Te lo estoy grabando, las dos mujeres que tanto te ponen juntas, Empar Recatalá y Macarena Wilson, ¿llevas bragas? E: Calla Su atención estaba completamente prestada a la televisión, allí una Macarena Wilson sencillamente hermosa hablaba con esa voz que tantas veces Esther había imaginado susurrarle al oído, no había voz como aquella pensaba Esther, ¿cómo sería escucharla extasiada? ¿Cómo sería escuchar sus gemidos? En sus mejores fantasías Maca siempre le pedía más y en ese momento en que la veía hablar sobre su último trabajo notó como se humedecía, y terminó suspirando sin poder evitar esa sensación extraña que sentía hacia aquella mujer Sandra: La verdad que es mona pero tampoco para tanto... E: ¿Quién? Sandra: La Macarena, supongo que tiene tanto éxito por el dinero de sus padres y su marido E: Tiene éxito porque es una persona que escribe sobre lo que cree, el amor Sandra: Ya... E: Y además es muy guapa

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Sandra: Yo no sé que le ves, tiene la nariz grande, una papada ya algo pronunciada para la edad que tiene, unas orejas algo llamativas, un tipo raro, parece patizamba, luego no tiene pecho, no sé... no sé... E: Todas esas imperfecciones son la que la hacen espectacular cariño... todas y cada una de ellas la hacen apasionante... además con lo que escribe ha de ser de un caliente (se reía pícara) Sandra: ¡Pero tú te crees todo lo que cuenta! E: La que escribe así, lo tiene que vivir ¿no crees? Sandra: No necesariamente. ¡Qué hambre por favor! (se sentaba ante su plato de arroz) E: Explícate Sandra: Por algo es escritora ¿no? E: Ya... pero experta en el tema Sandra: Tu historia refleja el mundo interior que tú vives, porque es autobiográfica, pero... no necesariamente tiene que reflejar con sus palabras lo que es, puede reflejar lo que no es y quisiera ser E: Mira cuando te pones tan trascendental no te entiendo. Creo sinceramente que la tía es única en lo suyo, cinco libros, cinco éxitos, por algo es Sandra: Porque su padre tiene mucha pela y si no vende libros los comprará él, luego vas a la bodega del Sr. Wilson y deben estar allí apilados (decía burlonamente) Si compra tres lotes de vino le regalamos el libro de la Wilson E: Eres... (la miró entrecerrando los ojos ofendida por su ocurrencia) Sandra: Vamos cariño que es una broma. De todos modos si a mí me gustaran las mujeres, me quedaba con la Empar E: Dame tiempo, cuando termine con una empezaré con la otra (ante el gesto de su amiga rompió en una carcajada y la servilleta de Sandra terminó en su cara) Ya lo sabes, soy irresistible ¡y mis feromonas trabajan a toda vela! (se marchaba saltando y dando carcajadas) Sandra: Como una cabra... pero mal ¿eh? Esther llegaba a trabajar en el turno de noche, lo hacía con ese gesto resignado que no podía evitar, aparcaba la bicicleta y entraba hasta donde Consuelo le esperaba con cara de circunstancias E: Buenas noches Consuelo, espero esta noche sea tranquila

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Consuelo: Tú estás mal de la cabeza, tantos pajaritos ahí dentro no te hacen ser realista (la miraba seria y Esther al terminar de firmar se apoyaba sobre el mostrador mirándola con esa sonrisa que desmontaba a muchas mujeres) Hoy es noche y sábado... ¿qué te parece?, drogas, alcohol, accidentes... ¿te recuerda a algo? E: Sí... pero te ha faltado algo más... sexo (le dijo bajito) Consuelo: Mira hay un actor que lo están desintoxicando de eso... y a ti, no te iría nada mal ¿eh?, aunque como le digo a mi hijo, dime de que presumes y te diré de que careces E: Guapa si no fuera por lo que es, te plantaba un morreo que te ibas a enterar si eso es presumir y carecer Consuelo: ¡Ay! (decía en modo de rabieta) E: Que desconsuelo mare... que desconsuelo... Y divertida se marchaba a trabajar, era cierto un sábado por la noche daba poco tiempo a descansar, pero siempre el trabajo comenzaba a partir de las doce de la noche ahí era un descontrol tal, que a veces ella misma perdía la noción del tiempo. Pero hasta que se hizo la hora, dejó aviso que estaba en el cuarto de enfermeras, allí había sacado un folio y trazaba líneas sin cesar con el gesto bien concentrado, tanto que ni siquiera oyó como se abría la puerta, y ante ella en menos de un minuto se detenía una mujer que bata blanca. Al levantar la vista, sonrió mordiéndose el labio inferior en señal de deseo y la mujer comenzó a desabrocharse la bata Lorena: Tengo escasos veinte minutos E: Lorena... en veinte minutos te hago diabluras Eran las ocho de la mañana cuando finalizó el turno, estaba cansada dos operaciones y una noche de lucha contra la muerte le habían dejado realmente extenuada. Al llegar a firmar sus ojeras denotaban el cansancio Consuelo: Venga vamos a desayunar con un chocolate caliente E: ¿Qué te hace pensar que quiero desayunar contigo teniendo tanta chica guapa a mi alrededor que me dan bola? Consuelo: ¡Bola!... sabes lo que deseo, ¡qué te enamores! (se giraba para quitarse la bata) E: ¡Tan mal me quieres! Consuelo: Será la única manera que dejes tanta tontería, yo tenía un primo que...

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Y así se marchaban juntas entre risas hasta la cafetería donde siempre que compartían turno de noche desayunaban un chocolate caliente con churros, y allí habían hablado de novias, sueños, hijos, marido, tan cercanas que se sentían parte la una de la otra siendo conscientes de que siempre estarían allí Consuelo: Me tengo que marchar ya, seguro que mi marido querrá ir a pasear E: ¿Y tú qué quieres? Consuelo: Descansar (dijo a modo de calvario) E: Pues descansa Consuelo: Como se nota que tú no has convivido, a veces hay que ceder ante los deseos del otro E: Pero a mí me parece que si los deseos del otro no te cuidan, eso es someterse Consuelo: ¡Uy ya me salió la feminista! E: No en serio Consuelo, en serio. No aguantaría yo que me dijeran lo que tendría o no que hacer, el día que yo tenga pareja, eso lo tengo muy claro Consuelo: ¡Ah pero piensas tener pareja! (le miraba divertida) E: No... sabes que soy un desastre para eso... pero en el hipotético caso que se diera, a mí no me mandaría Consuelo: ¡Lo que te queda a ti por sufrir guapa! ya me gustaría a mí verte por un agujerito cuando tengas pareja y te haga pasar por el aro (sonrió) Anda vamos que quiero acabar pronto con el paseo para irme a dormir E: ¡Hombres! (se quejó) Se despidieron en la puerta con dos besos, esa manía de Consuelo de besar a todo el mundo a Esther le hacía gracia, cuando estaba desencadenando su bicicleta la oyó que la llamaba desde lejos, se giró pensando que le diría alguna de sus tonterías, sin embargo allí estaba haciéndole señales con el brazo E: Joder... no sí ahora tendré que ir (efectivamente Consuelo la reclamaba en la parada del autobús) ¿Qué te pasa ahora? Consuelo: Pues que justo cuando nos íbamos ha llegado un sobre para ti y me lo he guardado en el bolso para dártelo pero se me olvidaba E: ¿Una carta de triste enamorada que no puede vivir sin mí? (elevaba las cejas provocando a la mujer)

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Consuelo: Ah pues no lo sé porque no lo he abierto (la miraba expectante para que abriera el sobre) Lleva nada más que tu nombre E: Sí, lo veo. Bueno pues nada... hasta mañana Consuelo: ¿Y no me vas a decir quien es? E: No... porque esto fijo que es de una iradora (le guiñó un ojo y se fue) Teresa no perdía detalle de todo lo que hacía, vio como cruzaba la calle y allí abría el sobre, y de repente la vio como comenzó a gritar y saltar como loca, como miraba al cielo, como se abrazaba así misma y como finalmente le hacía un gesto de alegría desbordada Consuelo: ¿Le habrá llegado el testamento de un tío rico? (murmuró mientras subía al autobús En casa, Sandra estaba preparándose para ir a comer a casa de sus suegros, su relación era algo así anticuada, donde el muchacho había estudiado empresariales pero lo que más le gustaba era trabajar en el campo, era un hombre serio pero cuidadoso con ella, la respetaba y trataba contrariamente a los tiempos que corrían como una reina. Ella se sentía feliz a su lado a pesar de que Esther siempre se metía con ella por su poca vida sexual. En esos pensamientos la descubrió un grito de Esther. Se asustó pensando que algo le había sucedido y se acercó hasta ella con rapidez, estaba llorando Sandra: ¿Qué te ha pasado Esther?, ¡no me asustes por Dios! (la cogió por los hombros con gesto preocupado) E: ¡Un milagro!, ¡la vela funcionó!, ¡tu Virgen se ha portado de puta madre! (le decía emocionada con los ojos acuosos y un pequeño jadeo al hablar) Sandra: ¿Esther qué has comido, tienes fiebre? (le puso su mano en la frente) E: La Virgen me ha dado su Bendición, es una fuera de serie la Tía (decía como si realmente estuviera en trance) Sandra: ¿Angustias, vómitos? (la acompañaba hasta la cocina) E: Y a partir de hoy, creo en Ella (decía con contundencia dramática) No hay Dios, sino Diosa Sandra: ¿Diarrea, alucinaciones? (le iba preguntando mientras la sentaba en la silla de la cocina) E: Me siento... en una nube Sandra: ¿Has vuelto a los porros? (le preguntó fuera de sí)

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E: Ella... ella... Sandra: ¡Esther! (le llamó la atención con gesto de pánico al verla en ese estado) E: Mira esto... no tengo palabras (decía emocionada dándole un papel) Sandra: Querida Esther García, le mando esta carta para comunicarle que a partir de mañana podrá usted incorporarse al curso intensivo de la escritora Macarena Wilson (abría los ojos como platos y conforme iba leyendo su tono era más y más sorpresivo) E: Sí (dijo extasiada abriendo los brazos poniéndose en pie y abrazándose a ella) Sandra: Pero... (la separó porque era tanto el impulso que llevaba Esther que por poco la ahoga, al separarla, la miraba sin entender) E: La vela, bueno el velón que le puse que me costó un euro (decía abriendo los ojos muchísimo como si hubiera hecho un esfuerzo con aquella ofrenda) Sandra: Pero esto... (volvía a mirar el papel y con el mismo gesto de extrañeza la miraba a ella) E: La divina providencia... ¿no es fantástico? Sandra: Pues voy a empezar a creer en los cirios... (decía boquiabierta) E: ¡La voy a conocer Sandra! ¿te das cuenta? (decía fuera de sí entusiasmada) Sandra: Me alegro... creo que si te aplicas, puedes aprender de verdad puede ser interesante para ti E: ¡Diosa! (le dijo abrazándose sonriente) Sandra: ¡Diosa! (reían alegremente mientras se abrazaban con fuerza) E: ¡Joder y hoy Domingo no puedo comprarme ropa! Sandra: Ten cuidado no vaya a ser que como avergüences a la Diosa te vaya a castigar (le dijo burlándose de ella) E: ¡Mierda me tengo que depilar! (exclamó marchándose a su cuarto) Sandra: Ya ves tú, en lugar de pensar en libros y letras, piensa en que se tiene que depilar... ¡nunca tendrá arreglo esta xiqueta! En uno de los Restaurantes de la playa se encontraba Maca junto a su marido comiendo una sabrosa paella de marisco, frente a ellos el mar. Los ojos de la escritora volaban por todos los sitios excepto a la figura de su marido. Éste bebía vino blanco y comía sin parar de hablar y contarle cosas que para Maca no tenían ninguna importancia, porque

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era cuestión de negocios, además, aquel tema le provocaba un agudo dolor de estómago porque le recordaba lo que tanto quería olvidar Luis: ¿Vas a tomar postre? M: No, me ha llenado mucho (le dijo limpiándose la boca) Señor: Hola, disculpe que le moleste pero... ¿verdad que es usted Macarena Wilson, la escritora? M: Pues sí (respondió amablemente mientras Luis sonreía orgulloso) Señora: ¿Podría por favor firmarme un autógrafo?, llevo aquí su libro M: Claro como no (la señora le entregó el libro y el bolígrafo, Maca firmó sonriente) Gracias Señora: No por favor, las gracias se las doy yo Luis: Bueno... hoy ya hemos logrado cautivar a otra más M: ¿Tú quieres postre? (lo miró con la mirada vacía y voz inexpresiva omitiendo el comentario) Luis: No, un café M: Vale. Quería comentarte algo Luis Luis: Tú dirás Camarero: ¿Van a tomar algo más los señores? Luis: Un café por favor M: Y la cuenta (agregó con voz tranquila y cierta sonrisa amable) Camarero: De acuerdo Luis: ¿Tienes mucha prisa, no te parece? M: Mañana tengo que empezar un curso ¿lo recuerdas? (lo miró seria enarcando una ceja) Luis: Claro que lo recuerdo cariño M: Quiero preparar algunas cosas. ¿Cuándo te vas? Luis: El martes por la mañana. Te acompañaré y después me iré a Zaragoza para tener todos los cabos bien atados

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M: Vale Luis: Y ahora... gracias (le dijo al camarero) ¿Qué querías comentarme? M: He cambiado de opinión sobre la novela Luis: ¿Pero cómo vas a cambiar?, te han dicho que... M: A ver (sus manos fueron un movimiento conjunto y contundente para cortarle) Manteniendo el tema, pero ambientado en otra época, y en otro lugar Luis: Ya... (la miraba con el ceño fruncido no era muy de ella esos cambios, aquello le había sorprendido) ¿Y? M: Quiero ambientarla aquí, en lugar de quedarme una semana me quedaré dos, necesito recapitular información sobre la guerra Luis: ¿Y qué coño vas a hacer aquí? (preguntó molesto) M: Ya te lo he dicho... documentarme Luis: ¿Una semana más? M: Iré a Zaragoza a firmar pero volveré aquí Luis: El sábado tenemos una fiesta M: ¿Este sábado? Luis: Sí. Debemos acudir creo que te va a ir muy bien para tu imagen, va de recaudar fondos para niños enfermos M: Vale, ¿es en Madrid? Luis: Sí M: De acuerdo, ¿arreglas tú lo de quedarnos una semana más aquí? Luis: Yo no voy a poder... te había avisado ya que esta semana que viene tengo que ir a Jerez es la reunión de bodegueros y no me fío de tu padre M: Pues reserva para Teresa también, necesitaré su ayuda Luis: ¿Y a qué te va a ayudar Teresa? (preguntó sonriendo de lado) M: No sé si aún no lo sabes pero para hacer la novela que hice histórica fue gracias a ella quien me sacó todas las fechas y datos que necesité

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Luis: Tendré que decirle que te vigile... porque digo yo... (dio un sorbo a su copa) ¿Esto no tendrá nada que ver con otras cosas, no? M: ¿Por qué no te quedas y lo compruebas tú mismo? (le recriminó mirándole con un marcado odio en sus ojos) Luis: Vale... pero si puede ser en tres días mejor, este hotel es muy caro. Joder y este Restaurante... menuda clavada nos han pegado por una paella Se dirigieron al hotel, él se acostó y Maca salió a la terraza, allí mirando el mar encontraba algo que hasta ese momento no había sentido. Desconcierto, ansia, el alma hambrienta y el corazón sediento -: Para ya... para ya (se susurró con el rostro atormentado) En cuanto pudo se bajó a la cafetería junto a Teresa, allí hablaban sobre lo espectacular que había sido el amanecer aquel día, las luces, los colores de aquella playa a ambas las tenían cautivadas. Sin embargo había algo más que tenía cautivada a Maca, era una mujer que había tras Teresa, sobre unos cuarenta años, estaba leyendo su periódico pero de vez en cuando, la miraba. Y aquella mujer que se estaba tomando un té, parecía insistir con su mirada tanto que cuando coincidían Maca la apartaba con rapidez T: ¿Estás bien, Maca? M: Sí, claro (le contestó moviéndose en su silla) T: Te noto nerviosa, como inquieta M: No pasa nada ya sabes que cuando voy a dar un curso me da un poco de taquicardia T: Ya, es normal. Bueno así que la chica ha debido recoger ya la invitación para el curso M: Imagino que sí (dio un sorbo a su taza sin poder evitar unos ojos negros clavándose en ella) T: Te puso mucho impedimento Luís M: No (“tan solo sexo” pensó para sí mientras sentía como su sangre se removía dentro de ella a punto de estallar) T: No, ¿o sí? (la miró con intensidad) M: Ya sabes (dijo de manera desapegada) T: No, no lo sé, pero lo puedo imaginar (la miró fijamente y Maca desvió su mirada) M: ¿Cómo tienes la mano? (trató de no mirar a la mujer que detrás de Teresa la estaba observando

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T: Me duele un poquito... pero solo un poquito (le sonrió) Entonces llegó una mujer que le hizo una señal hacia donde estaba Teresa, que se percató que llamaba a alguien, se giró instintivamente por si era a ella y vio como la mujer de atrás suyo se ponía en pie, y se acercaban hasta dejarse un beso en la boca y juntas marcharse, los ojos de Teresa se abrieron como platos ante el gesto y Maca al ver su expresión sonrió M: ¿Qué te pasa? T: Lo que acabo de ver (le dijo escandalizada) M: ¿Qué has visto? (sonreía porque sus gestos exagerados era algo que le hacía mucha gracia de Teresa) T: Espera (se sentó a su lado a modo de confesión y Maca seguía sonriendo) Dos mujeres, se acaban de besar... pero en la boca ¿eh? ¡qué vergüenza! (decía escandalizada) M: ¿Por qué? (la miró fijamente con su sonrisa totalmente borrada) T: ¿Cómo qué por qué? (esta vez quien la miró asombrada fue ella) Mujer... es evidente... ¿no? M: ¿Tú también eres de las que piensa que eso es una ofensa que dos mujeres se quieran? T: Pues... no sé... yo creo que no es lógico ni normal... alguna enfermedad deben tener eso no es lo normal en todo el mundo, vamos (volvían sus ojos a abrirse mucho y gesticular exageradamente) M: ¿De verdad piensas eso? (la miraba con una mueca profundamente triste) T: Pues... ¡ay Maca no sé! (hizo un ademán echándose para atrás) Durante un rato guardaron silencio, después Teresa le propuso ir a dar un paseo por la playa, era primavera y apetecía caminar, contemplar el azul del mar, del cielo, los niños, la gente T: ¿Maca y no has pensado tener hijos? Serías una madre estupenda (le dijo sonriendo al ver como al acercarse un niño jugaba con él) M: Alguna vez, sí (sonreía mientras la madre del niño le daba las gracias) T: Nunca es tarde cariño (le sonrió) M: Ya... hace cuatro años tuve un aborto

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T: No lo sabía M: Ya. Hay muchas cosas que no sabes Teresa (su voz fue un susurro pero apagada como si tras aquella frase hubiera algo horrible que pesaba sobre su alma) T: Eso sí que lo sé M: Venga vamos a tomarnos un helado (le sonrió) Estaba entrando la noche cuando Esther salió de su cuarto preparada para trabajar, Sandra que se estaba comiendo un bocadillo la miró con algo de perplejidad porque iba cargada con dos bolsas Sandra: ¿Y eso? E: La ropa de mañana Sandra: ¿Oye y cómo lo vas a hacer?, ¿puedes asistir a las clases? E: Mañana me darán los horarios, pero bueno si no puedo cambio el turno no pasa nada además ahora tengo cuatro días libres por las noches que he tenido guardia Sandra: Menos mal E: Pues ya está... ¡no me lo puedo creer Sandra! (volvía a ella la histeria del momento) Sandra: Ni yo, la verdad (reía abiertamente al ver a su amiga tan feliz) E: ¿Te imaginas?, voy a verla... voy a escucharla... voy a... Sandra: Para, y sé inteligente por una vez E: ¿Me estás llamando burra? Sandra: Sabes que sí. No trates de conquistarla, no trates de mirarla como a una mujer, cuando estés allí recuerda todo lo que has pasado para poder publicar tu novela. Por una vez en la vida, saca provecho de la situación, no sé... hazte amiga no amante de ella, como amiga quizá te pueda ayudar E: Como amante me ayudaría más (le guiñó un ojo) Sandra: Esther por favor... tienes talento, tan solo necesitas un empujón así que por favor no hagas tonterías, está casada lo demás son películas que tú te has montado insisto, no hagas tonterías y saca provecho de la situación. Recuerda que es una oportunidad de la Diosa, y deberías aprovecharla E: Vale mami... te haré caso Sandra: A pesar de tu lado frívolo, eres buena gente y me gustaría que las cosas salieran bien

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E: Lo sé... gracias (la abrazó) Te quiero mucho Sandra: Suerte mañana E: Ya te contaré Sandra: Me la imagino, seguro se lleva la camiseta con mayor escote que tenga, y se pondrá en la primera fila haciéndole caídas de ojos y demás... ¡le pueden las feromonas! Cuando Esther cruzó la puerta de urgencias la esperaba Consuelo con gesto de total intriga. Al verla, la enfermera sonrió divertida sabiendo lo que esperaba E: Buenas noches Consuelo: Buenas noches (la miraba expectante) E: ¿Todo bien Consuelo? Consuelo: Sí E: Me alegro (le dedicó una sonrisa totalmente cautivadora) Bueno voy para dentro Consuelo: ¡Eh oye... oye...! (Esther se marchaba muerta de risa) Será posible Estaba cambiándose cuando le sorprendió que Consuelo entrara en su vestuario, al verla se puso seria E: ¿Qué haces aquí? Consuelo: Mira no me vengas con milongas ni gaitas... ¿qué era lo de ayer que te pusiste a saltar como loca? E: ¡Ah eso! (sonrió mientras cogía su fonendo y se lo colgaba al cuello con total parsimonia disfrutando del momento) Consuelo: ¡Esther! E: Nada importante para ti, claro, para mí sí Consuelo: Vale... ya veo que disfrutas omitiendo su contenido, y yo preocupada por ti, ¡si es que no debería ni siquiera molestarme en sufrir por ti! E: Vale... vale (la cogía del brazo viendo que había conseguido su propósito de hacerla rabiar) No sé porque me llegó una nota diciéndome que me habían aceptado para el curso de la gran Macarena Wilson (lo decía con voz repleta de emoción y gesto elocuente)

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Consuelo: ¡Pero...! E: ¿Quién te dio el sobre? (le preguntó sonriente) Consuelo: Vino por mensajero. ¿Y no sabes quién te lo ha mandado? E: Ni idea. Recuerdo que en la secretaría del centro les di todas las direcciones, pero, no sé como me lo mandaron aquí Consuelo: Que misterio ¿no? E: Pues ahora que lo dices no me había parado a pensar en eso (decía con el ceño fruncido) Consuelo: Bueno cariño... sea como sea vas a ver cumplido parte de tu sueño, y espero tengas la cordura suficiente como para aprovechar las circunstancias y no echarlas a perder con tus dotes de conquista E: ¡De verdad, eh! (le golpeó graciosamente el brazo) Consuelo: Quiero verte convertida en toda una señora escritora, con letras mayúsculas, y el primer paso es ese curso, así asalta todo lo que quieras menos el cuello de la escritora E: ¡Otra! ¡Cómo eres de verdad!, venga voy a invitarte a un café Consuelo: ¿Cuándo seas famosa te acordarás de mí? (la miraba con gesto de preocupación) Ya te veo entre entrevistas... focos... premios... Y así se marcharon cogidas del hombro sonrientes soñando con todo aquello que un día Esther le comentó que quería ser. Por largo rato pudieron seguir soñando despiertas en cafetería compartiendo un café En la cama Luis esperaba que su mujer entrara de la terraza, la veía como estaba metida en sus papeles, ella era así, en cuanto comenzaba un proyecto sucumbía ante él, y parecía que aquella ciudad le había motivado lo suficiente como para comenzar a trabajar. Sin embargo, aquel cambio para quedarse una semana más, le había dejado algo pensativo. Pero allí estaba tan metida en su trabajo que finalmente se fue quedando dormido Mientras Maca había comenzado a trazar cosas que pudieran ser una historia de amor pero justo cuando estaba poniendo los nombres a los personajes, se detuvo y su mente le jugó una mala pasada volviendo años atrás en el tiempo Estaba llegando a casa de su amiga Adela, allí se habían puesto a estudiar sin descanso hasta que decidieron bajar a la cocina a tomar algo. Estaba en ello cuando Adela la dejó un momento sola para ir al lavabo entonces se le acercó la cocinera y sacó de su bolsillo algo que le entregó sigilosamente

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Cocinera: Guárdalo y lo lees cuando estés sola, es para ti, solo para ti Y recordó como deseaba que el tiempo pasara para quedarse sola, pero a la vez, como le quemaba aquella carta en las manos, aquella sensación de pánico desmesurado con una mezcla de ansía enfermiza, era un sentimiento que no había vuelto a sentir jamás. Aguantó hasta la soledad de su cuarto, abrió la carta como si tuviera en sus manos un tesoro, algo prohibido, reconoció sus nervios en el instante en que sus dedos temblorosos recorrían lentamente uno de los bordes para abrirla, tragó saliva, no imaginaba que podía haber dentro de aquel sobre, pero sin duda le bastaba tener noticias de Lidia para sentirse maravillosamente alterada, le dolía el estómago, y tras una exhalación profunda y definitiva leyó “Hola guapa... no sé si me echas de menos, yo aún tengo el sabor de tus labios en mi boca, dentro de un mes iré, me encantaría verte a solas, tú y yo Hasta pronto Macarena” Y Macarena sonrió, abrazó la carta y sonrió esperando que aquel mes pasara lo más rápido posible, aunque no sabía muy bien que pasaría, solo cerraba los ojos y dejaba que su imaginación dibujara el encuentro, repleto de cosas bellas, de caricias y besos y así, recordó como aquella noche se entregó en silencio y soledad a esas imaginaciones por primera vez en su vida Sacudió la cabeza de un golpe seco, como si al levantar la cabeza la brisa pudiera llevarse todos sus recuerdos, entonces miró hacia dentro y vio dormir a Luis, suspiró poniéndose en pie mientras apoyaba sus antebrazos sobre la barandilla de hierro cerrando los ojos y dejándose llevar por la brisa y el sonido del mar cómo si fuera la manera de encontrar salida a todos sus problemas, como si fuera el instante de olvidarse de todo y de todos, y entregarse cual sirena nocturna al mediterráneo, y dejándose mecer por las olas llegar a aquella isla solitaria en la que un amor la estaba esperando para llenarla de vida, de esa vida que no tenía en aquel balcón, en aquella habitación 13 Abril 2005 Los rayos del amanecer sobre el mar siempre tienen un color diferente, siempre llenan todo de vida con mayor ilusión, al menos así pensaba Maca mientras veía como poco a poco la ciudad iba despertando, como la gente iba apareciendo en la playa para caminar, correr o paseando a sus mascotas, un escalofrío le hizo abrazarse a sí misma mientras una débil sonrisa se marcaba en su rostro al ver como un cachorrillo jugaba con una pelota que aparentemente era más grande que él Luis: ¿Qué haces ahí? (le preguntó con tono grave) M: Disfrutar del mar Luis: Venga arréglate que hay que bajar a desayunar Maca no le contestó, tan solo suspiró y se dio la vuelta para entrar y arreglarse sin más conversación

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En el cuarto de enfermeras una nerviosa Esther no atinaba con el agua, primero demasiado fría, después demasiado caliente, mientras su cabeza iba confabulando situaciones que podían darse, y todas ellas acababan con la gran Macarena sumida a sus encantos, reía sin parar, silbaba, cantaba, realmente estaba feliz Consuelo: ¡Hacía mucho tiempo que no te veía así! E: Estoy feliz Consuelito Consuelo: ¡Ay... espero que me hagas caso en todo! E: Tranquila, no me echaré al cuello de la gran escritora, ni le meteré mano en sus pechos cuando menos lo espere, ni pasearé mi lengua por mis labios en total gesto seductor Consuelo: ¿Eso también lo haces? (la miró abriendo los ojos) E: Es infalible Consuelito... si es que... si dejaras que te diera clases te iría mucho mejor Consuelo: Oye que a mí me va estupendamente ¿eh? E: Te iría mejor (le sonrió) Consuelo: ¡Vas a pintarte Esther! E: Claro... yo cuando voy a estudiar me aplico en todo Consuelo: Bien... así me gusta (Esther sonrió traviesa) ¡Deberían dejarme estar a mí en esa clase! Por cierto... todo el mundo se ha enterado de los suspiros de Lorena E: ¿Y? Consuelo: Debería darte vergüenza... sólo eso E: Vamos Teresa, ella vino aquí y este es mi territorio eso lo sabe todo el mundo, si una es buena y provoca esos gemidos... ¿qué quieres qué haga yo? Consuelo: ¡Esther! E: ¡Consuelo! (la imitó en el tono de riña) Consuelo: Está casada E: Eso díselo a ella, no a mí Consuelo: No Esther, a ti también te lo digo, a ti también ¿te sientes orgullosa de eso?, ¿eh? (Esther la miró seria) Dime la verdad

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E: No Consuelo, no, le dije que se había acabado Consuelo: Claro se lo dirías después de... Pero nunca acaba. ¿No crees que deberías parar y pensar? E: Ya lo he dicho Consuelo, quiero cambiar pero no voy a hacerlo de la noche a la mañana (elevaba los hombros con gesto serio) Consuelo: ¡Qué cruz tengo contigo!, eres como las almorranas E: Pero más mona, ¿no? (le sonrió vacilante) Maca llegó una hora antes del comienzo de sus clases, lo hacía con su pequeño portátil appel, su cartera y su bolso bandolera, con vaqueros, camiseta y una cazadora a juego con los zapatos de pequeño tacón. El pelo suelto y lacio, pintada suavemente y con la mirada repleta de brillo por la ilusión que le hacía poder entregar a sus alumnos lo que para ella era tan importante, el arte de escribir. A su lado su inseparable marido a su vez inseparable igualmente del teléfono móvil. Y un paso atrás Teresa con su maletín y sus cosas, traje chaqueta de falda, y blusa fresca con sus inseparables pendientes a juego con el collar Mientras Luis hablaba sobre negocios de la bodega, Maca entraba a su clase para dejar algunas cosas y Merche comentaba algo con Teresa Mercedes: Se nota que le gusta lo que hace T: Sí, sí... totalmente... (la miraba orgullosa) Mercedes: Además te digo una cosa Teresa ¿puedo tutearte? T: Por supuesto Mercedes: He tenido la suerte de contar con diversos autores, y déjame decirte que la sencillez de esta mujer no la he encontrado en otros T: Es que Maca es una persona muy sensible, muy especial Mercedes: Y tan apasionada ¿o me equivoco? T: Eso no te lo puedo decir (sonreía) Pero en todo le pone su mayor ilusión y mucha tenacidad es una mujer muy comprometida con todo lo que hace. Oye y gracias por dejar que la chica que me curó tan bien pudiera cumplir su sueño Mercedes: Bueno realmente esta mañana han llamado para darse de baja un chico por temas laborales, así que de todos modos no va a suponer problema para Luis que sé no le gustaba la idea

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T: Ya hija, ya (asentía con mala gana) M: Bueno ya lo tengo todo, ¿nos tomamos un café? (aparecía Maca con el rostro brillante y los ojos repletos de luz) Mercedes: Por mí encantada T: Yo tengo que ir a la Biblioteca para el temario pero os acompaño Mercedes: ¿Temario? (la miró asombrada) Luis: ¿Dónde vais? M: A tomar un café, ¿vienes? Luis: Sí Mercedes: Ah Luis... quería comentarte algo T: ¿Cómo estás? (le preguntó bajito agarrándose a su brazo mientras Merche hablaba delante con Luís) M: Bien (sonrió) T: Que ganitas de que se vaya (dijo con gesto de angustia mirando hacia Luis) M: Como eres (sonrió divertida) La hora de la cita en el Centro había llegado y los alumnos iban llegando, una de las primeras en hacerlo fue Esther, estaba atando la bicicleta a uno de los hierros cuando oyó una voz hablar fuerte tras ella, se giró y vio a un hombre engominado, que reconoció enseguida E: (“Joder... el tipo este no la deja a sol ni a sombra, claro, con lo buena que está debe temer que se la roben... yo tampoco la dejaría”) Antes de entrar se arregló, no sabía como vestirse así que trato de ser ella, la más auténtica Esther, vaqueros camiseta dejando ver la mayor piel posible, bien ajustada a su busto, botas y chupa de cuero. Sus ojos se abrían expectantes, se moría de ganas de poder verla, de poder disfrutarla a su manera. Estaba en ello cuando una voz que sonó tras ella la reconoció porque además la llamaba por su nombre, al girarse sonrió E: ¡Teresa! T: ¡Vaya te acuerdas de mi nombre! E: Claro como no acordarme del nombre de una mujer tan atractiva como tú, sería un pecado (sonrisa amable y repleta de complicidad) T: Uy calla, calla que aún me pondré colorada (sonreía tapándose un poco la boca)

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E: ¿Cómo va la herida? T: Bien, ¿me curaras tú verdad? E: No Teresa, tendrás que ir a consultas externas a curas, allí te... T: Pero yo quiero que lo hagas tú (le decía con el ceño fruncido) E: Vale... el día que te toque ir me lo dices toma (cogió un papel que había pinchado con una chincheta en un tablón y por detrás le apuntó su número y se lo entregó con una sonrisa divertida y amable) Mi móvil así quedamos. ¿Y qué haces aquí?, vaya sorpresa T: Sí ¿verdad?, aunque me temo que la sorpresa mayor te llegó ayer ¿no? E: ¡Fuiste tú! (exclamó con los ojos tan abiertos como Teresa quien asintió) Joder gracias Teresa, gracias (la abrazó con fuerza) T: De nada guapa, gracias a ti porque con el miedo que tenía lograste que ni me enterara ¡venga que ya van a entrar!, ¡suerte! E: Gracias Teresa de verdad... gracias Y salió corriendo hacia el aula, al llegar vio que habían dos tiras de sillas para cinco ocupantes cada fila, sin pensarlo se lanzó a por la primera fila pero justo en el momento en que llegaba, otra chica le quitó el sitio, la mirada asesina de Esther, no la amedrantó y terminó por sentarse con una sonrisa algo burlona que a punto estuvo de provocar que Esther le estirara del pelo y la sacara de allí. Se sentó disgustada en la segunda fila pero justo delante de la mesa donde suspiraba porque allí estaría el amor platónico de su corazón y el deseo callado de su pasión Cuando la puerta se abrió, su corazón se disparó en latidos sus ansías por verla sobrepasaban la cordura, pero su segunda decepción fue en ese momento que no entró la mujer de sus sueños, sino, una mujer de mediana edad con Teresa detrás, sin duda, había tenido suerte de que Teresa trabajara en aquel lugar, sí, había tenido mucha suerte Mercedes: Buenos días chicos y chicas... mi nombre es Mercedes soy la directora de esta maravillosa aventura que vamos a comenzar... E: (“¡Qué pesada la tía!, ¿pero dónde demonios esta mi chica?... Dios que me pongo solo de pensarlo... respira Esther... respira... que vas a sudar y se te va a ir todo el maquillaje, eso es... eso eso... Calma... y la petarda esta que me ha quitado el sitio la madre que la parió, ahora mañana de una patada en el culo la sacó de ahí ¡no te jode!, me va a tapar porque cuando se ponga de pie... uf... uf... vamos las cataratas del Niágara con lo que corre por ahí bajo no tiene comparación. Uf Macarena si es que tienes bonito hasta el nombre”)

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Mercedes: Y sin más ya os presento a la gran Macarena Wilson que nos va a llevar por ese maravilloso mundo de las letras y del que estoy segura va a ser uno de los viajes más importantes de vuestras vidas La puerta se abrió, tras ella llegaba una chica joven que acompañaba a Maca, una Maca que estaba guapa a rabiar, con su estilo bien marcado, con su melena y ese gesto mezcla de timidez e ilusión, todavía le daba un aura de belleza mayor E: ¡Mi madre! (musitó para sí al verla parada frente a ella) Tras las presentaciones, por fin la pesada de Merche se marchó dejando a Maca allí delante de sus alumnos que la miraban con iración. Tras su presentación con tono calmado y una sonrisa encantadora, fue el turno de ir presentándose uno a uno y comentar que era lo que esperaban de aquel curso y si habían tenido oportunidad de publicar algo mientras lo hacían, Maca les prestaba total atención y en más de una ocasión les entregaba una sonrisa minúscula pero tan significativa para ellos al escuchar sus sueños que hacía que todos se mostraran por un instante importantes Conforme se acercaba el turno de Esther, ésta más la miraba intensamente, Maca lo notaba, notaba aquella mirada que tantas veces en lugares diferentes de su vida había sentido y de la que tantas veces había huido E: Hola, yo me llamo Esther García M: (“Vale tú eres la de la sonrisa maravillosa que me dijo Teresa... (se dijo a sí misma al verla, tenía curiosidad por saber quien era aquella mágica mujer de la que le había hablado su fiel amiga) Pues va a ser verdad, ¡menuda sonrisa!”) E: Trabajo en el hospital, soy enfermera pero mis ratos libres los dedico a dos cosas en especial, a escribir y al amor M: ¡Vaya! (no pudo evitar el comentario, logró sorprenderla a ella especialmente pero también al resto de la clase) E: Soy una enamorada de su literatura, y una enamorada de su arte porque al fin y al cabo, soy una enamorada del amor (su voz bien modulada y sus ojos clavados en los de Maca, hicieron del momento especial como si tan solo estuvieran las dos, sin darse cuenta Maca quedó atrapada por aquella intensa mirada) Y no tengo nada publicado pero no porque no lo haya intentado ¿eh?, que mis pies con ampollas pueden decir lo mucho que anduve por las editoriales de Madrid buscando una oportunidad. Así que espero de este curso, aprender lo suficiente como para poder seguir intentándolo, y estoy segura que siendo usted quien nos enseñe, será una experiencia maravillosa Le sonrió, Maca le devolvió la sonrisa de lado con una leve inclinación de cabeza, no sabía muy bien de todo lo que le había contado que le había impresionado más o si, había sido el conjunto de aquella joven que seguía mirándola de aquella manera tan intensa, tan abrumadora y sobre todo, tan incitante Se esforzó por escuchar los otros tres alumnos que faltaban por explicar sus experiencias, pero aquella mujer le había dejado tocada

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M: Bueno... ahora ya nos conocemos un poco más, prometo tratar de recordar vuestros nombres pero es que... os confieso que soy muy despistada (dijo mientras se pasaba la mano por la melena de forma natural provocando en Esther un suspiro inaudible para el resto) Pero bueno... creo que como bien ha dicho ¿Esther? E: Sí (sonrió ampliamente, bien de su nombre no se había olvidado) M: No es fácil tratar de publicar, a mí también me costó lo mío pero sin duda, para mí, poder ayudaros modestamente en lo que yo pueda, es algo muy importante, y os animo a escribir, a escribir aunque no sea para publicar a grandes masas, ahora tenemos el maravilloso mundo de Internet donde podemos encontrar rincones para todos, lugares donde escribir para la gente que nos quiera leer puedan hacerlo. Escribir es el arte más maravilloso que existe, tener una página en blanco y llenarla de palabras y con ellas crear historias, es para mí y espero que para vosotros también, un placer E: (“Joder como habla... y que voz... si es que me tiene entregada...”) M: Empezaremos con algo sencillo, cada uno de vosotros que desarrolle una pequeña narración sobre el Mar, escribir lo que os provoque, realmente escribir es eso, abrir nuestra alma y entregar lo que sentimos E: (“Yo te abría otra cosa, guapa” pensó mirándola con un brillo especial en los ojos) M: Esto... (carraspeó ante la mirada de aquella alumna)... cada uno que escriba lo que sienta cuando se detiene en la arena y disfruta de la visión tan maravillosa como es la inmensidad del mar E: (“Pues yo siento lo mismito viendo el mar que mirándote a ti, excitación a tope”) M: Y a partir de ahí comenzaremos a trabajar ¿os parece bien? (les preguntó asintiendo con un gesto que trataba de encontrar la aceptación del resto, que sonrientes dieron por buena aquella idea) Eso sí, mis clases no son para que yo hable nada más ¿eh? E: (“Pues que pena porque hija... tienes una voz que susurrando en la cama debes poner a una fácilmente a punto de caramelo, joder”) M: Me gusta que intercambiemos opiniones, porque yo no lo sé todo, apuesto que muchos de vosotros sabéis más que yo, pero no se os ha dado la oportunidad. Así que ya sabéis, esto es una clase para compartir y aprender juntos. Cuando queráis podéis empezar Maca no era nada ególatra, más bien todo lo contrario, era algo que a Luis le daba mucha rabia pero no había podido cambiar en ella, era lo único que no había podido cambiar en una mujer sencilla que disfrutaba de su trabajo pero no alardeaba de él ni de sus grandes éxitos, y quizá por esa razón la gente quedaba boquiabierta cuando la entrevistaban, o cuando como en esa ocasión daba un curso a gente que esperaba aprender, y que en las primeras de cambio, todos, se percataron que ella no iba a perder el tiempo hablando de si misma, que estaba allí para enseñarles para compartir la pasión por algo que llevaba en sus venas, la novela

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Se había sentado para ella misma escribir sobre el mar, estaba haciendo lo mismo que los demás y eso, a todos les llamó la atención, su naturalidad había embargado toda el aula, su aura de calma había logrado crear un ambiente muy ameno para todos, excepto para una alumna que no podía evitar mirarla, se sentía tan eclipsada por ella que no era capaz ni siquiera de escribir, allí la tenía y si hacía un mínimo esfuerzo podía imaginar que en aquel lugar no había nada más, que la gran Macarena estaba allí para ella sola. Suspiró con ese sentimiento de iración profunda mirándola insistentemente, hasta que por un segundo Maca levantó la mirada quizá algo extrañada de sentirse observada y los ojos de ambas se quedaron atrapados por segundos, hasta que Esther le dedicó una medio sonrisa tan maravillosa que a la escritora el corazón le dio un pequeño pero intenso latido Esther agachó la mirada para escribir porque en su interior se estaba librando una batalla gracias a Consuelo y Sandra, sus palabras no la dejaban disfrutar como a ella le gustaba hacer de una mujer, precisamente una mujer que siempre le había hecho sentir millones de emociones y que en esos momentos la tenía delante M: Bueno... ¿ya lo tenéis? (la mayoría contestó que si) Estupendo pues ahora me ponéis vuestros nombres, y los recojo ¿vale? Los alumnos obedientes y orgullosos de poder compartir con ella su pequeño trabajo, ofrecieron con sonrisas sus escritos de un folio conforme Maca pasaba por sus mesas y les recogía el papel, al llegar el turno de Esther, vio que había escrito tan solo tres líneas pero le ofrecía el papel firmado y con una sonrisa tan maravillosa como la anterior, Maca le devolvió el gesto E: (“¡Ay mare que se me va a notar... ay que me pongo directamente, eh! ¡venga Esther nada de números, relájate ya tendrás oportunidad de ponerte en otro momento mejor y con ella entregadita a ti!” resopló sin poderlo evitar) Cuando Maca terminó de recoger todos los folios, se acercó con ese caminar suyo tan especial, Esther se había ladeado un poco en la silla para poder observarla bien, sonriendo al recordar que Sandra le había dicho que era un poco patizamba, y sí, tenía razón, pero era una maravillosa patizamba. Al girarse Maca, la sorprendió y Esther tuvo que colocarse con rapidez como si hubiera buscado algo en el suelo, el gesto hizo que Maca la miraba con el ceño algo fruncido. Tras unos segundos se sentó nuevamente en la mesa, con un porte muy relajado y natural, entonces tomó aire y empezó nuevamente a hablarles M: Sé que todos estamos aquí porque amamos la literatura, y cada uno de nosotros somos escritores a nuestra manera, habrá a quien le guste la novela romántica, como a mí (sonrió) Habrá a quien le guste la novela negra, o la histórica, o habrá gente que tan solo le guste escribir relatos cortos, costumbristas, o incluso artículos, pero para cualquiera de estas maneras solo hay una manera de llegar a los demás, y es escribir con el corazón, con lo que eres con lo que hay en ti, pero siempre entregando en cada relato o historia el alma. Habrá veces que nos salga mejor, otras peor, pero cuando escribimos de esa manera habrá algo que será mucho más interesante que el éxito, que el dinero que puedes o no ganar, y eso no es otra cosa que el transmitir lo que uno siente y si lo

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logras, es como si en un segundo efímero pudieras rozar con la yema de los dedos la felicidad Aquella introducción en un solemne silencio, con un tono pausado y casi susurrante llegó a emocionar a Esther, los gestos, los labios, las manos gesticulando, era casi la perfecta imperfección. Y todo cuanto decía y que ella misma había logrado experimentar, le unía de manera inquebrantable a la escritora que seguía hablando y que con aquella voz tan seductora y sensual, parecía envolver a todos y cada uno de los presentes como si lograra hipnotizarlos con sus palabras M: Cada uno tenemos un gusto por algo, a veces por experiencia propia os digo, es mejor no dedicaros tan solo a un tema, y en eso vamos a trabajar. Podemos escribir casi de cualquier cosa, y ese casi que parece imposible no lo es, el escritor trabaja tanto con la mente como con el corazón, pero también con la investigación, y si uno investiga, aprende y es capaz de desarrollar el tema que ha elegido a pesar de la dificultad de no ser un tema con el que nos podamos sentir cómodos, la satisfacción es mucho mayor, por eso, siempre digo lo mismo, cada autor debe defender sus ideales hasta que alguien nos demuestre que verdaderamente estamos equivocados, y solo entonces, podemos pedir que se nos deje demostrar que lo estamos, no hay un imposible para un escritor cuando lo que escribe es lo que desea y lo que le pide el corazón, porque no solo escriben con el corazón aquellos que hablan de amor, también los que hablan de cualquier sentimiento, de cualquier trama, si no sentís lo que escribís, no sois sinceros con vosotros mismos y por lo tanto no lo seremos con nuestros lectores Se daba cuenta de que todo el mundo la miraba expectante, no tenía nada anotado porque sus clases partían de su corazón, de su pasión por lo que hacía, ya llegaría el apartado de los apuntes, de las cosas más técnicas, pero por lo pronto se mostraba tal y como le gustaba, aquella era la verdadera Maca, la pasional, la sensata, la sincera, la tranquila, aquella era la Maca que un día decidió matar, y que nunca le dio oportunidad de salir, y que cada vez que los recuerdos llegaban con el temblor de su cuerpo tan solo los observaba desde fuera de la escena, y trataba de no sentir, de no verse reflejada en el corazón. Sin embargo, a veces le era tan complicado que justo los recuerdos salían cuando bajaba la guardia, y en ese momento en que hablaba tan de corazón, notaba que su piel se estremecía ante su falta de tantas cosas que cuando sus ojos fueron a dar con los de Esther, aquel estremecimiento, fue mucho mayor y por segundos siguió hablando mientras la miraba fijamente M: A veces escribimos lo que somos, y no por eso hay que avergonzarse, cada personaje es un hijo nuestro, cada libro lo es, pienso aunque está claro que puedo estar equivocada (su sonrisa y su mano en el pecho formaron un gesto tan tierno que Esther suspiró apoyando sus codos en la mesa y sus manos en el mentón) Pienso que cada autor puede volcar en un papel desde sus vivencias, hasta sus sueños, y en ese punto creo que todos escribimos algo de lo que somos o soñamos. ¿Estáis de acuerdo? Juan: ¿Tú crees que eso no nos deja un poco en ridículo?, que alguien pueda llegar a ti por medio de tus personajes M: ¿Juan verdad? (le preguntó sonriendo)

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Juan: Sí, Juan (le devolvió la sonrisa) M: Yo creo que no, además, un escritor no puede escribir pensando en que la gente puede pensar de él, por ahí se pierde la autenticidad de uno mismo, la esencia Paloma: Soy Paloma M: Gracias (sonrió como aceptando que no se acordaba de su nombre) Paloma: Yo creo que cuando escribo algo es porque lo siento, y a veces es cierto que si alguien cercano a mí lo lee, me dice, eres tú y en parte me gusta porque entrego lo que soy M: Exacto E: Es algo así como desnudarnos nos guste o no, ¿verdad? (la miró nuevamente con tanta intensidad que Maca dudó un segundo en la respuesta, había juntado sus labios de manera que Esther pensó “Joder que morritos, señor, ¡deberían estar prohibidos!”) M: Sí, es como desnudar el alma E: ¿Y sirve para cerrar heridas?, ¿o para revivir amores o dolor? (seguía mirándola con fijación) M: Algo así, es como dar carpetazo a un pasado o dar oportunidad a un futuro cuando escribes algo. ¿Tú lo has experimentado, Esther? E: Digamos que sí, en parte es un alivio poder sacar de ti las cosas que no puedes contar a nadie en voz de otros personajes, es como esa válvula de escape que no todo el mundo puede utilizar, a veces he querido decir algo a alguien determinado y un personaje lo ha hecho por mí M: Eso si que es saber utilizar la escritura (sonrió el resto de la clase le acompañó) E: ¿Puedo tutearte? (le preguntó ante la sorpresa de Maca) M: Claro por favor, tú y todos, o me siento vieja E: Creo que cuando he tratado de publicar y nadie me ha ayudado, cuando me he venido abajo lo mejor que he tenido para superar la decepción ha sido otro libro, o como tú decías otro relato, es lo mismo que cuando he amado y he dejado de amar, lo mejor que he sabido hacer es escribirlo, despedirme por carta. Es utilizar un papel como medio de comunicación cuando la comunicación no sale, cuando no tengo palabras para hablar ¿entiendes? M: Sí, claro que te entiendo (su voz sonó grave, y su pecho con un movimiento débil demostró una exhalación de aire pesado quizá, aire que como Esther le estaba diciendo, necesitaba salir y comunicarse, gritar, pero no sabía como) A veces, escribir nos ayuda a ser mejores

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Y así hubo un silencio que pareció llenar las mentes de cada uno de los presentes en el aula. Mientras dos mujeres se miraban intensamente La clase llegó a su fin, a todos incluida Maca se le había pasado el tiempo demasiado rápido, efímero, como cuando las cosas están siendo tan agradables que se hace todo demasiado corto. Al decir que podían recoger, Esther se levantó con la idea de ir hacia ella, pero en ese instante la puerta se abrió y entró Luis Luis: ¿Cómo ha ido? (preguntó seco y distante) M: Muy bien (su respuesta igualó su tono) Luis: Me alegro. Vamos que tenemos una reunión M: ¿Y Teresa? Luis: En la Biblioteca M: Hasta mañana chicos (les saludó con una sonrisa) Todos: Hasta mañana (respondieron al unísono) Y la vieron marcharse mientras entre ellos intercambiaban las impresiones que les había causado aquel primer o, todos excepto Esther que seguía mirando hacia la puerta con gesto de enfado, entrecerrando los ojos como si con eso pudiera fulminar la figura de aquel hombre que llevaba cogida de la cintura a quien para ella era en ese momento un imposible Salió esperando encontrarse a Teresa, pero no estaba se marchó hasta su bicicleta pensando que la mujer debía haber terminado su trabajo, se subió y tras asegurar su mochila empezó a pedalear repasando cada momento que había vivido en aquel aula mágica En el taxi una más que tensa Maca escuchaba las indicaciones de su marido, se alegraba que al día siguiente tuviera que marcharse para perderlo así de vista, entonces sus ojos se elevaron dejando de mirar sus manos entrelazadas en actitud defensiva como siempre cuando estaba a su lado, pero en ese instante en que elevó un poco su cabeza y a pesar de que un mechón de su cabello caía sobre la parte izquierda de su rostro, vio mientras el taxi se detenía en un semáforo, como pasaba una chica en una bicicleta, una chica que reconoció y que llamó mentalmente M: Esther... Comieron junto a Teresa, y por fin Luis desapareció a dormir mientras ella se quedaba con su amiga en esa cafetería que tanto le gustaba porque a través de las cristaleras podía contemplar el mar de una manera apoteósica, casi insultante T: ¿Y qué tal Esther?

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M: ¿Esther? (le preguntó como si no supiera de quien le hablaba) T: Sí, la chica que me curó. ¡Mira que eres despistada, eh! M: Ah... pues interesante, tiene una manera de ver la escritura muy interesante T: Parece muy sensible M: Sí. ¿Podrá venir a las clases?, con esos horarios tan raros que tienen en los hospitales (la miraba mientras bebía un sorbo de su té) T: Pues... no lo sé... la verdad que no lo sé, pero bueno tengo el teléfono por si se lo quieres preguntar M: ¿Te ha dado el teléfono? (le preguntó con demasiado entusiasmo, tanto que ni ella misma supo entender porque) T: Sí, hemos quedado que iré a quitarme los puntos cuando ella esté M: Te voy a acompañar ¿eh? (le apuntó con el dedo de manera autoritaria) T: ¡Pero si no es nada! M: No te perdono que no me llamaras, tantas veces he ido yo al hospital y tú siempre has estado allí T: No era lo mismo (le dijo con cierta tristeza) M: Es cierto (copió su tristeza) T: Tengo mucha información cariño (le sonrió tratando de quitar de su rostro ese gesto apenado que tan bien conocía) M: ¡Es cierto! (sonrió) Bien tengo que repasar algunos ejercicios que me he traído T: ¡Ya les has puesto deberes! Seguro que todos han tratado de impresionarte, si lo sabré yo (sonreía divertida) M: Bueno... ya sabes... a veces rebuscan tanto lo que escribir para lucirse que no les entiendo (reía divertida) ¿Recuerdas aquel chico que escribió en prosa el ejercicio del Mar? T: Dios sí, sí que lo recuerdo... (se reía) M: Lo sencillo es siempre lo que más llega, lo rebuscado lo que más cansa T: Que bien hablas hija... ¿y cuántos van a salir enamorados de este curso?, he contado a cinco chicos

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M: Mira que eres mala ¿eh? (reía sin parar) T: Aún me acuerdo el tipo aquel que Luis casi lo mata M: Pobre... T: Pues sí... Era mono (rió) M: Bueno vamos a trabajar ¿no te parece? T: Sí M: ¿Cuánto vas a dormir? T: Una horita M: Está bien, dentro de una hora estoy aquí ¿vale? T: De acuerdo. Nos vemos en este maravilloso rincón Teresa se marchó dejándola sola, tras firmar el gasto que habían consumido, se puso las gafas de sol y salió a pasear por la playa, se quitó los zapatos y comenzó sin dudar a meterse en la arena, el o fino en sus pies le hizo sonreír como si sintiera un millón de cosquillas, tras la sonrisa dirigió su mirada hacia el mar, allí ante lucía majestuoso. No lo dudó, se sentó sobre la arena más próxima al agua y la espuma, y cerró los ojos dejándose llevar por el sonido y la brisa que su rostro y sus sentidos iba recibiendo Su cuerpo eran unas castañuelas, Lidia le había mandado una nota citándola para verse a solas sin la pesada de su hermana, y es que hacía tres días que estaba en Jerez y todos los momentos en los que Maca había ido, le había sido imposible hacer nada más que no fuera un intercambio de miradas, de sonrisas y por parte de Maca de sonrojos. Sin embargo, en ese momento estaban allí, a escasos minutos de encontrarse en una taberna a las afueras de la ciudad, a la zona donde ninguno de sus parientes podrían encontrarlas, la zona hippie. Cuando Maca llegó conduciendo su moto, dejó a un lado su cazadora, el casco lo anudó a la rueda, y al levantarse se apartó el pelo de la cara con un gesto muy coqueto, se cruzó la bandolera con la chaqueta en la mano y empujó la puerta del local. Agradeció que fuera algo oscuro y tenebroso, así nadie podría reconocerla, se fijó en la zona que Lidia le había explicado que estaría y efectivamente allí la vio, era un apartado bastante retirado debajo de un cuadro donde un caballo pisoteaba a su jinete con gesto sádico, el cuadro hizo que Maca sintiera un escalofrío que fue mucho mayor cuando vio a una chica sentada demasiado cerca de su amor platónico M: Hola (las saludó con dudas) Lidia: ¡Maca cariño! (se levantó con total espontaneidad abrazándola fuerte mientras le hablaba con alegría) ¡Qué ganas tenía de verte!, ya dudaba de si te habías rajado. Anda ven siéntate

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M: Gracias se me hizo un poco tarde, lo siento (no supo que decir porque Lidia estaba tan bella, tan hermosa que no podía evitar mirarla) Lidia: Te presento a Mónica una amiga que ya se iba Mónica: Adiós Maca... bueno cielo... lo dicho Lidia: Tranquila (le sonrió cómplice mientras la chica le dejaba un suave beso en los labios que sorprendió a Maca) Bueno ¿qué quieres beber? M: Una cerveza Lidia: Oye eres menor, ¿no? M: ¿Y? (le preguntó enarcando la ceja como si realmente estuviera controlando la situación) Lidia: Ese gesto despierta en mí una oleada de pasión bestial, nena (le susurró y el roce del cálido aliento de Lidia, provocó en Maca un fuerte rubor) Te he traído una cosa M: ¿A mí? (pregunto ruborizada) Lidia: Claro tonta, sé que pasado mañana es tu cumpleaños, y sé que... cumplirás tu mayoría de edad M: Sí (sonrió mirando aquellos ojos negros azabache que tanto fuego lanzaban transformándose en dos luces rojas que llegaban a abrasarle su entrepierna) No pensé que te acordaras Lidia: Lo sé todo de ti, nena (le acarició con una injusta lentitud su flequillo) Toma, ábrelo M: Gra... gracias (dijo tartamudeando por la cercanía de su otra mano en su muslo. Al abrir la caja, vio un conjunto de ropa interior negra con encajes, Maca la miró totalmente petrificada mientras sonreía) Yo... esto... joder... Lidia: Quiero que lo lleves para mí (y sin más volvió a dejar un beso en sus labios) Para la próxima cita. ¿Te parece bien? (le guiñó un ojo y Maca asintió) Pero el tiempo les mantuvo separadas durante dos años y medio, primero Lidia que tras unas notas repletas de fracasos, sus padres la enviaron a un internado de París donde logró sacarse la carrera, no solo la de empresariales sino también, la de rompecorazones. Por su parte Maca tuvo que marcharse a estudiar a Londres, sus padres le dieron los mejores estudios, siempre y cuando se olvidara de las tonterías y pájaros que llenaban su cabeza A los dos años y medio, coincidieron en la boda del mayor de los Wilson. Maca se había puesto el modelo negro de encaje mientras cerraba los ojos e imaginaba como se lo quitaría Lidia, nerviosa, con ansias locas de verla se reunió con toda su familia en la ostentosa Iglesia donde se celebraba el enlace, sus ojos abarcaban todo el espacio posible, pero la figura de Lidia no aparecía, sí lo hacía la de su hermana Adela quien la saludó sonriente Durante la ceremonia en su cabeza no había otra cosa que no fuera el pensamiento con aquella mujer que seguía siendo su amor platónico. Apunto de cumplir los veinte, aún no sabía que era un beso enamorado, porque los únicos que había recibido eran en sueños Al llegar al gran restaurante donde se celebraba el convite, la vio, entre una marea de personas pero la vio, allí sus ojos se cruzaron y sonrieron, a Maca se le disparó el corazón, sin poderlo evitar

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Pedro: Maca hija permíteme por favor que te presente a este muchacho que nos va a sacar los mayores beneficios de la empresa, Luís, te presento a mi hija Macarena Luis: Encantado (le sonrió aquel joven con el pelo engominado mientras le besaba la mano) M: Igualmente (dijo sin prestarle casi atención) Pedro: Vas a poder verlo muy asiduamente porque va a quedarse en nuestras bodegas M: Ah (pero ella no quería ver a nadie que no fuera Lidia) Luis: ¿Buscas a alguien?, ¿puedo ayudarte? (le preguntó al quedarse a solas, ya que Pedro fue requerido por alguien y se disculpó educadamente para dejarlos solos tal y como era su intención...) M: No, no... nos vemos ¿eh? Y se marchó en busca de Lidia, justo cuando estaba a unos metros la detuvieron las amigas de su madre, la habían visto con aquel apuesto joven unos años mayor que ella pero perfecto para formalizar un noviazgo;, horrorizada las miraba porque odiaba aquellas mujeres tan cotillas, y con estilo y su bordería clásica les dijo M: Es asunto mío, no creo que a ninguna os importe si debo o no formalizar nada con nadie. Hasta luego Y como siempre que hablaban con ella, todas terminaban criticándola no sabían muy bien a quien se parecía, siempre con un porte borde y distante parecía no pertenecer a una gran familia. Y ajena a todo cuanto decían, Maca salió hasta la terraza porque le pareció ver salir a Lidia Lidia: ¿Me buscabas? (le preguntó justo colocándose tras ella) M: Hola (la miró y sonrió ampliamente tras un ligero temblor por esa mezcla de sobresalto y excitación...) Lidia: Como has cambiado, los años te sientan estupendamente (la miró descaradamente de arriba a bajo) M: ¿Qué tal estás? (se moría por abrazarla) Lidia: No me puedo quejar, o si, me quejo porque me han tenido apartada de ti, y eso es una condena M: Lo sé (cerró los ojos sintiendo ansias por lanzarse a su cuello) Lidia: He pensado muchísimo en ti, cariño (le acarició mínimamente la mano) M: Y yo... (se pasó la lengua por los labios que se habían secado fruto de la excitación que sintió) Lidia: No hagas eso M: ¿El qué? Lidia: Lo que acabas de hacer o... no tendré piedad y te besaré aquí mismo M: Me gustaría que lo hicieras (le dijo sin pensarlo mezclando su dedo índice con el suyo) Antoine: Bonjour, bonjour (apareció un muchacho tras ellas y pasó la mano por la cintura de Lidia dejándole un beso en la mejilla demasiado cariñoso, haciendo de ese modo que los ojos de Maca se abrieran como platos) Lidia: Antoine... Antoine: Eres mala, no me presentas a esta preciosidad

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Lidia: Macarena Wilson, la mujer más bella que hizo Dios en la Tierra y la puso ante mí (decía con la mirada encendida por el deseo) Antoine: Mademoiselle (le besó la mano mientras apretaba a Lidia contra él) M: Perdonar tengo que volver a la fiesta Una lágrima recorría su mejilla, hacia diez años de aquella fiesta, diez años y podía sentir lo que su corazón en aquel momento sintió, decepción y dolor, el mar la acunó con su murmullo y la brisa se encargó de hacer desaparecer su lágrima. En la arena escribió su nombre, Lidia, y el mar se encargó de borrarlo, guardando la esperanza de al igual que el mar, borrar aquel nombre un día de su corazón En la cafetería había retornado de su siesta Teresa, su gesto era preocupado y miraba insistentemente hacia fuera del ventanal, tanto que pensó que iba a terminar con el cuello como si fuera una jirafa alargado y los ojos fuera de sus órbitas, Maca llevaba un retraso de diez minutos a su cita, y lo que era peor, alguien más la estaba esperando Cuando la vio llegar suspiró, se puso en pie haciéndole una señal aquel gesto de Maca le dio a entender que la melancolía se había vuelto a instalar en ella, y la tristeza que sentía cada vez que la veía en ese estado, le llegaba como siempre al alma. Sin embargo, cuando Maca se encontró con sus ojos sonrió volviendo a engullirse ella misma en su propio caperuzón, y como siempre hacía Teresa ya que el tiempo le había enseñado a eso, como siempre omitió su melancolía T: Hija... hija... (hacía aspavientos exagerados como era costumbre en ella) M: ¿Qué te pasa? (le preguntó sonriendo) T: Te está llamando desesperado Luis (sus ojos se abrieron como platos) M: ¿A mí?, que raro no me ha sonado el... ¡joder lo llevo desconectado!, se me habrá terminado la batería T: Eres un trasto, un desastre cuando dejas de ser la que no eres y sale tu verdadero yo (se abanicaba con la servilleta exageradamente) M: Si sé lo que has dicho que me maten T: Pronto morirías, lo que pasa es que no quieres saber... ¡bueno a ver!, tranquilicémonos M: Eso tú que yo estoy muy tranquila (seguía sonriendo, aquella mujer era fantástica) T: ¡Cuántas veces te he dicho que los teléfonos comen igual que tú y yo! M: ¿Comen? (le preguntó asintiendo con la ceja enarcada) Ya T: Tú comes alimento para funcionar ¿no, guapa? (Maca asintió) Pues él tiene que comer electricidad para funcionar, ¿y cómo come un móvil?

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M: Espera no me lo digas (apoyó su pulgar e índice sobre el ceño fruncido, para después de modo divertido decirle) ¿Enchufado a la pared? T: No me vaciles ¿eh? (la miró seria) M: ¡Venga Teresa! (dio una carcajada) T: Desde luego no sé ni porque me preocupo de ti, ¿sabes dónde tienes el cargador? M: En la habitación T: Esto ya es porque se va el cansino y te estás liberando, ni te cuento cuando no esté y tengas libertad no vas a encontrar ni la cabeza M: ¡Teresa no me hagas enfadar! T: Pero si tú eres incapaz de enfadarte (le dijo con cierta sorna) M: No me conoces tan bien como crees (la miró fijamente y el gesto de Teresa le dio a entender que había visto algo en su mirada oscuro, sombrío, quizá por primera vez desde que se conocían. Y como siempre huyó) ¡Vamos a trabajar! A mitad tarde Sandra llegó a su casa con el maletín del ordenador y una bolsa de ropa, al entrar esperaba encontrarse con Esther durmiendo por el cansancio de la noche y la mañana, pero lejos de eso, la encontró en la cocina con un libro sobre la mesa y la mirada perdida en un plato que había delante de suya vacío. Miró de lado el libro y sonrió Sandra: Estás mal ¿eh? al final vas a lograr asustarme ¿no serás una psicópata? E: Vete a la mierda capulla Sandra: No voy a preguntarte que tal te ha ido... se nota en tu mirada... que estás muy enamorada (le cantaba de forma graciosa hasta que Esther le lanzó la servilleta en la cara haciendo que se detuviera su risa) Eh... ¡malasombra! E: No te burles... yo no estoy enamorada Sandra: Es cierto... solo calentada (dio otra carcajada mientras Esther la miraba entre cerrando sus ojos) No me mires así, es la verdad E: Tiene una voz... ¡joder Sandra!, es que esa tía me susurra al oído así y me corro sola Sandra: ¡Qué animal eres! (la miró poniendo gesto serio) E: No sé es... es... Sandra: Mira Esther voy a decirte una cosa fuera de bromas

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E: No me vengas con... Sandra: Si te vengo con... yo sé que no eres como te muestras, te conozco tus manías, tus virtudes y defectos, eres una tía estupenda que tiene unas feromonas trabajando a todo tren y que provoca verdaderas pasiones en las mujeres. No has querido a ninguna mujer de verdad, dices eso de que no crees en el amor para convencerte, te he visto tonta por muchas tías, pero nada comparado con esto, sé que me hablas de sexo para que no me dé cuenta que esa mujer roba tus sueños, pero no los húmedos, sino, mucho más allá E: Desde luego a veces me pregunto ¿por qué no te haces escritora? te montas unas historias alucinantes Sandra: Pon los pies en la tierra Esther, esa mujer es de la que menos te tienes que enamorar E: ¿Enamorarme?, ¡anda ya! (sonrió como si Sandra le hubiera dicho una burrada) Solo es... un capricho... un deseo... Sandra: Tienes miedo a enamorarte, por eso usas el sexo como manera de vida, porque tienes miedo a sufrir como viste sufrir a tu madre (le habló de manera contundente mientras la miraba sin apartar sus ojos de los suyos, sabiendo que ponía el dedo en la yaga) E: No me hables de ella (le dijo cerrando los ojos) Tengo que irme Sandra: Esther, afronta esa verdad o siempre tendrás ese miedo en tu corazón y estoy completamente segura que la escritora no será la mujer de tu vida, pero, quizá llegue esa mujer y no seas capaz de dejarla entrar en tu corazón. La historia de tu madre no tiene porque repetirse contigo, tu madre tenía muchos problemas E: ¡Vale ya! (le dijo levantándose de la silla) Sandra: Poca gente se suicida por amor... tu madre se suicido por miedo a no saber afrontar la vida, y ese miedo es el mismo que tienes tú al amor E: ¡Mira Sandra ejerce tu profesión con otra pero a mí no me toques las narices! (le dijo marchándose enfadada) Sandra suspiró sabía que Esther tenía una visión equivocada de lo que podía llegar a ser el amor, entendía que enamorarse era sufrir de igual manera que su madre lo hizo, la vio marchitarse poco a poco porque se había quedado sin el hombre de su vida, él la había engañado, y no lo había superado, un día de los que Esther regresaba del Instituto la encontró con las venas cortadas sobre un charco de sangre. Sandra que ya estaba a su lado, la oyó jurar que nunca le pasaría a ella nada igual porque nunca le daría a nadie la oportunidad de hacerle daño por amor, del mismo modo que su padre había destrozado la vida de su madre y la suya

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La voz acerada de Luis hizo que Maca se sobresaltara al salir del ascensor, como siempre que lo veía su cuerpo se tensaba de tal forma que parecía que los músculos iban a rompérsele, se preparaba para la confrontación y sus ojos se enturbiaban como si un velo descendiera en ellos volviéndolos oscuros Luis: Te he estado llamando M: ¿Qué quieres? (le preguntó con ese tono frío y casi duro con el que le hablaba cuando estaban solos) Luis: He quedado mañana para comer con un productor de aquí, está interesado en hacer una película para la televisión sobre tu novela “Odio en la sangre” M: Ya sabes que no me interesan esos proyectos Luis: Mira, pagan muy bien y es lo que debe interesarte M: Luis, estoy harta de escucharte esa cantinela (le dijo enfadada mientras Teresa agachaba la cabeza y pasaba de largo al pequeño salón de la suite) Luis: Vas a ir a esa reunión y te vas a mostrar encantada de ese proyecto (remarcó las palabras con furia en sus ojos) M: No Luis, no Luis: Maca no te pongas chula ¿vale?, vas a ir y punto, ¿de acuerdo, nena? Los ojos de Maca echaron fuego, su cuerpo sintió el golpe de aquella palabra que tanto le gustaba utilizar a Luis sabiendo que provocaba en ella, el mismo efecto que si la lava de un volcán la bañara, apretó los labios, las mandíbulas se tensaron, se marcharon los pómulos y sus puños se cerraron notando como se clavaba sus uñas a pesar de llevarlas cortas. Tragó saliva dio media vuelta y salió de la habitación Teresa oyó el portazo, y le recordó a otra discusión en otro hotel en otro tiempo, pero con el mismo resultado. Maca llorando saliendo del cuarto ante la sonrisa de Luís Estaban repasando lo que tenía escrito hasta el momento, Teresa se encargaba de corregir fallos, licenciada en Filosofía y literatura, para ella haber conocido a Macarena Wilson había sido un placer, trabajar con ella era sumamente fácil aunque lo que más le llamaba la atención era su enigmática personalidad. Ambas se encontraban enfrascadas en la lectura cuando la puerta se abrió y entró Luis Luis: Teresa tenemos que hablar, déjanos solos (le dijo como siempre autoritario en sus modos) T: Me llevo esto Maca, creo que con un par de comas lo tenemos resulto (le dijo con cierto gesto de temor por la presencia de aquel hombre) M: Gracias Teresa T: Hasta ahora

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Teresa salió con los papeles en la carpeta, siempre tan cuidadosa, con un chal sobre sus hombros, y cuando fue a marcharse algo le hizo detenerse, sabía que aquella actitud de Luis traería problemas para Maca, quien a pesar de no contar nada de su historia, despertaba en ella un sentimiento total de maternidad hacia ella. Se oían susurros por parte de Luis, oyó a Maca contestar algo, y Luis seguir hablando, Maca elevar la voz y entonces la voz estruendosa de él llenar la habitación, fue tal la impresión que Teresa dio un salto hacia detrás, como si aquella voz pudiera golpearle. Después escuchó nítidamente como le llamaba “nena” y ese nombre lo dijo con tanto odio, tanta rabia que oyó el sollozo de Maca y como le decía: M: ¡Cállate!, no lo vuelvas a decir Luis: ¿No te pone? M: ¡Hijo de puta! (le espetó con el gesto de Teresa de pánico nunca la había escuchado insultar a nadie) Luis: Aquí la única hija de puta que hay eres tú, ¡te lo dije una vez te encerraré si vuelves a intentarlo si quiera!, ¡te quedarás sin ver el sol ni sentir la brisita! ¿me oyes? (le reprochaba con los ojos encendidos en cólera, tras una pequeña pausa le espeto entre dientes) Nena M: Te odio... ¡me das asco! (le gritó sin poder evitar que las lágrimas corrieran por su rostro) Luis: Más asco me das tú a mí cada vez que lo recuerdo M: ¡Pues si te doy asco déjame!, vete de mi lado no sé que haces aquí Luis: Haz lo que te digo y no me provoques, nena Teresa oyó sus pasos acercarse a la puerta, miró a un lado miró a otro y salió corriendo hacia el pasillo, le vino justo para esconderse y ver pasar a una llorosa Maca que bajaba las escaleras precipitadamente. Aquella imagen tardó mucho en borrársele, porque la que salió de allí, la mujer destrozada y humillada que salió del cuarto, era un despojo y ella, allí en medio del pasillo sin saber que era lo que sucedía, se quedó con una mueca de profunda tristeza y dolor por no poder ayudarla Cuando salió Esther preparada para marcharse a trabajar, llamó a la puerta de la habitación de Sandra, ésta la hizo pasar, la vio sentada sobre la cama con el ordenador sobre sus piernas, las gafas puestas y un bolígrafo entre los dientes E: Me he pasado, lo siento Sandra: No quiero que lo sientas quiero que lo entiendas E: Sé que lo dices por mi bien Sandra, pero te juro que... no necesito que me lo digas Sandra: Si cambias, no te lo diré pero no puedo dejar que siempre vivas entre sueños E: La vida es sueño, lo dijo Calderón Sandra: La vida es vida, vívela, lo dijo la Madre Teresa de Calcuta (la miró intensamente por encima de las gafas)

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E: Ya la vivo Sandra Sandra: No, no la vives, lo que haces es sobrevivir, pasar de puntillas E: Bueno me voy, te veo mañana Sandra: ¿Ya la has invitado a café? E: No, el asqueroso del marido la sigue a todos lados (decía con el labio superior algo elevado) Sandra: Puede ser interesante, podría decirte y encaminarte por los lugares adecuados para ser escritora, enfócalo por ahí por favor E: De acuerdo. Te haré caso, al menos lo intentaré (le sonrió con tristeza) Hasta mañana Sandra: Que te sea leve el turno Tras pasear, tras tratar de encontrar la calma para llevarse la furia con la que normalmente Luis acertaba a hostigarle, volvió con el rostro serio, las mejillas pálidas y los ojos rasgados, sin duda había llorado. Al entrar en la habitación, suspiró aliviada porque estaba vacía, se dirigió directamente hasta su cartera y salió al balcón para leer lo que sus alumnos habían escrito sobre el mar. Fue a la ducha y se duchó cerrando los ojos tratando de dejar su mente en blanco, puso la radio, escuchar las noticias del mundo le iba bien, era un ejercicio para mantenerla conectada al mundo presente y desconectada del pasado. Una vez con la ropa más cómoda puesta, se sentó mirando al mar mientras leía los folios que entre unas manos aún temblorosas sujetaban. Conforme iba leyendo a veces no podía dejar de sonreír y recordar las palabras de Teresa, “quieren impresionarte” Y hubo alguien que lo logró, que la dejó sin palabras, que la dejó tan aturdida que al finalizar la lectura, miró el mar y una lágrima resbaló por su mejilla “Para mí ver el mar significa lo mismo que mirarte a ti, tanta belleza me eclipsa, tanta magia me abruma y tantos secretos guardados, provocan en mí anhelos por ser hallados” Aquellas palabras no las podía sacar de su cabeza, eran tres líneas y en esas tres líneas había conseguido impactarle lo suficiente como para que no escuchara a Teresa durante la cena, y ésta quiso asegurarse bien antes de hacer lo que tenía pensado hacer T: ¿Te vas a divorciar, verdad? M: Sí T: ¿Y toda la pasta me la vas a dar a mí? M: Sí (decía mirando lo que tenía en el plato apenas levantando la cabeza)

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T: ¿Y a qué estos pendientes tan horribles que les tienes manía me sientan de muerte? M: Sí Teresa (entonces notó como una miga de pan le golpeaba la frente, alzó la mirada y miró con la boca algo abierta a Teresa) ¿Qué haces? T: Despertarte M: Te estaba escuchando T: Pues entonces te has tomado algo porque me has asegurado que te divorcias, me vas a dar a mí todo el dinero que ganes y estos pendientes que odias me sientan de lujo, bonita (la miraba con una mano en la cadera y su voz algo irritada pero bajo control) M: Lo siento Teresa T: Casi... casi... ¡cómo para no sentirlo! M: Estaba pensando en otra cosa, lo siento T: Mira cariño, sabes que no me meto en tus cosas (Maca enarcó una ceja con el clásico gesto de incredulidad ante algo que era falso) Vale pero es porque tú no sueltas prenda y sé que no eres feliz, estoy a tu lado Maca, me encantaría que confiaras en mí (la miraba fijamente hablándole con un tono cariñoso y lleno de calor) Pero bueno... tú sabrás no digo nada... M: He leído el ejercicio que les puse a mis alumnos (le dijo cambiando el tema con rapidez) T: ¡Imagino! M: La verdad es que hay muy buen nivel. Y me han sorprendido T: ¿Muchas tonterías y revueltas? M: No, al contrario, demasiado directa T: Oye... y ahora sí por puro cotilleo... ¿qué tal mi enfermera? M: Bueno... tu enfermera es una de las directas (dijo asintiendo mientras al nombrarla se formaba en su mente su sonrisa) T: Me alegro M: ¿Te apetece dar un paseo? T: ¿A quién puede no apetecerle tal cosa? (dejaba la servilleta sobre la mesa después de dejar todo el carmín en ella) Luis: Buenas noches. ¿Subes a dormir?

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M: No, voy a dar un paseo con Teresa (le contestó sin mirarle) Luis: ¿Un paseo a estas horas?... me voy a la cama T: Mira... ya sé a quien M: Teresa (le sonrió de lado) T: Si es que yo ahora veo pasar un perro verde por delante mía, y lo veo más normal que a éste. Vamos Hablaron mucho durante el camino, a Maca le gustaba dialogar con Teresa porque sabía que le entendía, pero aún así, era incapaz de contar cosas de su vida, era incapaz de contarle las cosas que realmente la hacían infeliz. Al subir a su habitación, Luis dormía, y ella lo agradeció. Se metió en el cuarto de baño para cambiarse, al salir cogió el folio de aquella alumna y volvió a leer mentalmente en silencio sus palabras a pesar de que en la terraza primaba la oscuridad 14 Abril 2005 Llegaba el final del turno en el hospital, una noche muy movida con muchos clientes, como les gustaba llamarlos Consuelo, y una agotada Esther frente al espejo trataba de esconder sus ojeras, pintarse y mostrar su mejor cara Consuelo: Está casada (le dijo y ante la mirada seria de Esther a través del espejo, Consuelo sonrió victoriosa) Me encanta fastidiarte un poquito... E: Lo sé y te aseguro que si no te quisiera tanto, ni te hablaría Consuelo: ¿Me lo vas a contar? E: ¿Qué cosa? Consuelo: Se rumorea que esta noche le has dado un corte a “la médico” (acentuó mientras elevaba sus finas y depiladas cejas) ten cuidado no vaya a crearte problemas E: Quiero cambiar Consuelo... ¿tú crees que podré? (la miraba seria) Consuelo: ¡Alabado sea el Señor! E: ¡Alabada sea la Señora! (le rectificó ante la mirada de Consuelo agregó divertida) Para mí es Diosa, me ha ayudado y me quiero centrar en la conquista de mi Macarena... ya sabes “dale alegría a tu cuerpo Macarena... que tu cuerpo es pa darle alegría y...” (canturreaba con su sonrisa más traviesa marcada en su rostro) Consuelo: ¡Esther! (le riñó con gesto muy serio)

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E: Me encanta fastidiarte un poquito... pero es que... está buenísima y ahora no puedo perder el tiempo con mujeres que ya me sé hasta su último lunar Consuelo: ¡Ay Dios! E: ¡Diosa!, y en este momento me voy a por la mía, a ver si hoy puedo meterle mano Y muerta de risa se marchaba de allí subiendo a su bicicleta mientras silbaba y comenzaba a pedalear, con alegría y felicidad, con ansias de llegar y volver a sumergirse en la voz que era como el mar cuando estaba en calma, se moría por saber como sería cuando se tornara bravío E: (“En el fondo Sandra tiene razón, pero es lo que hay, hasta hoy me ha ido bien así no sé porque tengo que cambiar... ¡Ay Macarena Wilson! Si me dieras una oportunidad lo que te iba a enseñar”) Cuando llegó a la clase vio que la chica que se sentaba delante suya estaba sentada ya, su mueca fue de fastidio, ella que pensaba quitarle el sitio se tuvo que volver a sentar en la segunda fila. Nuevamente los nervios... nuevamente las ansias por verla entrar con su andar, con sus vaqueros... se moría de ganas de tenerla delante. Y en cuanto la puerta se abrió sus ojos se dirigieron directamente a su figura, entraba sonriendo, nuevamente la melena al viento, su rostro poco maquillado parecía cansado, y eso llamó su atención. Si algo tenía Esther era un sexto sentido para percibir las cosas que los demás en otras personas no veían M: Buenos días Todos: Buenos días (le contestaron todos con educación) M: ¡Qué magnifico día hace fuera!... sois afortunados con los rayos del sol, y la luz del mar el cielo es puro arte (la gente sonrió) E: (“Como se nota que es artista, ve una maravilla en lo que la mayoría de gente ni advierte... ¡ay!” suspiró sin esforzarse para que no se oyera su suspiro) M: Ayer estuve leyendo vuestros sentimientos sobre el mar (pasó de largo su vista sin fijarla en Esther) Creo que tengo una clase muy aventajada, la verdad me dio mucho gusto darme cuenta que tengo ante mí a gente que puede aprender y sobre todo, puede disfrutar (sonrió mostrándose encantada ante tal hecho y volvió a mirar a todos sin detenerse en Esther) Así que creo que voy a saltarme algunas cosillas que son un tostón, y voy a ir directamente a explicaros así de forma rápida lo que para mí es primordial a la hora de la metodología de escribir. Silencio, soledad y calma. La manera de enfocar la historia, personajes y como desarrollarlos, ¿de acuerdo? Todos la escuchaban atentamente mientras daba un pequeño monólogo de cómo se podría afrontar la manera de empezar una novela, de cómo hacer un planteamiento, investigaciones y retos. Hablaba sin mirar casi a Esther, y Esther lo había notado, ella sin embargo la miraba de manera descarada, y con una sonrisa en sus labios que hacían que Maca cada vez que no quería mirarla, acabara haciéndolo

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M: Bueno faltan veinte minutos, me gustaría que me explicarais un poco como trabajáis Raúl: Soy Raúl, bueno yo me dedico a escribir relatos cortos de terror M: Interesante (sonrió) El chico comenzó a exponer su manera de trabajar, todos lo escuchaban atentamente excepto Esther, que notaba como Maca se ponía nerviosa al mirarla, y cuando terminaron después de intercambiar opiniones sobre lo que Raúl contaba, todos fueron recogiendo las cosas sobre el pupitre, a Esther el corazón le iba a toda máquina, para su suerte no había entrado su marido, así que decidida se lanzó hasta su profesora idolatrada Por su parte, Maca la vio acercarse mientras la observaba con una mirada disimulada que le hizo al ver su proximidad ponerse en actitud defensiva, le sonrió sin demasiada gana, más por compromiso que porque realmente le interesara intercambiar una conversación con ella. Toda ella se había puesto en guardia E: Hola (le sonrió de esa manera suya tan cautivadora y sensual) M: Hola (le contestó con cierta frialdad adquirida por los años) E: Soy Esther M: Lo sé, me acuerdo de ti E: Me alegro (la miraba pero Maca recogiendo los papeles le rehusaba aquellos ojos encendidos, pasó su lengua por el labio inferior mientras le decía algo descaradamente) Verás... me debes algo y he venido a pedírtelo M: ¿Perdona? (le preguntó descolocada mientras dejaba caer los folios en su carpeta y la miraba fijamente E: Pues... eso... hace dos años estuve a punto de conocerte (Maca la miró con el ceño fruncido) Llegué tarde a la firma de libros, bueno, faltaba un minuto para cerrar, cuando iba a pasar tu querido marido, me negó la entrada, así que me pille un cabreo del quince, como ves, me debes una firma y un café para compensar el agravio sufrido (sonrió divertida...) M: Ah... vale (estaba descolocada no solo por la historia sino, por la forma que tenía de mirarla) Bueno pues la firma está hecho, el café lo siento pero tendrá que esperar E: ¿Tienes algo que hacer? M: Sí (se dispuso a caminar) E: Bien, pues me lo debes (le guiñó el ojo interponiéndose en su camino) Por cierto... ¿qué tal mi descripción del mar?

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M: Francamente, creo que era el mar lo que debías describir E: Eso hice ¿no te gustó? (su pregunta iba cargada de sensualidad nuevamente y nuevamente captó el cierto nerviosismo en la escritora) ¿No? M: No me gustó el contexto... la forma es buena, pero... aquí estamos para aprender cosas y no perder el tiempo ¿no? (la miró con dureza marcada en sus ojos) E: Según para quien no es una pérdida de tiempo, al menos no para mí M: Pero para mí sí, pero tú veras eres tú la que lo vas a desaprovechar yendo por ese camino. Lo siento tengo que irme (le dijo sin moverse pero con actitud cortante) E: Vale... me sigues debiendo el café (y salió de allí con la sonrisa puesta en los labios dejando a Maca algo aturdida, boquiabierta) Al ir a salir por la puerta del Centro, se cruzó con Luis quien en su ímpetu le golpeó el hombro, haciendo que la enfermera se acordará no muy agradablemente de la madre de aquel hombre. Furiosa por su presencia salió para quitar la cadena de la bicicleta, estaba en ello cuando los vio salir, los ojos de Maca no pudieron evitar buscar la figura de Esther que en ese momento subía a la bicicleta y al encontrarla le sonrió, rápidamente Maca apartó la vista de ella subiéndose a un coche que se la llevó de allí con rapidez Sandra esperaba en al cocina su llegada, tenía preparados unos macarrones con atún, los preferidos de Esther, la esperaba mientras escuchaba las noticias en la televisión Sandra: Cada vez este mundo está más loco... no sé donde vamos a ir a parar (entonces escuchó la puerta cerrarse) Estoy en la cocina Esther E: Hola... ya estoy aquí (dejó la mochila y cogió un trozo de tomate de la ensalada que estaba preparando su amiga) Sandra: ¡Vaya manía, eh!, no puedes esperar (le riñó como hacía siempre) E: Me muero de hambre estoy desde las siete y media sin comer nada Sandra: Venga va... que ya está todo. ¿Qué tal la noche? E: Movida Sandra: ¿La clase? E: Increíble Sandra: ¿Y la gran Macarena Wilson? (la miraba expectante) E: Extraordinaria

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Sandra: ¿Ya le has invitado a un café? E: Sí Sandra: ¡Joder... tú no te cortes! ¡qué barbaridad! E: Voy a lavarme las manos (se giró y antes de salir la volvió a mirar para decirle con rotundidad) ¡Ah!, es lesbiana La reunión no había ido del todo mal, pero ella deseaba que terminara cuanto antes porque eso significaba que perdía de vista a Luís. Al llegar al hotel, se sentó en la terraza pensativa mientras él preparaba la maleta e iba hablando con su móvil, Teresa estaba sentada a su lado en silencio, sabía respetar aquellos momentos donde Maca desconectaba del mundo y se sumergía en uno personal y lejano, que prácticamente nadie conocía ni tenía a él Luis: Me voy. Te llamaré para saber como van las cosas M: Vale (le dijo con distancia) Luis: Acompáñame a la puerta T: Bueno yo me voy a la habitación ya. Que tengas buen viaje Luis: Vigílala, no me gustaría que le pasará nada en mi ausencia (le dijo al pasar por su lado) T: Buen viaje (mientras pensaba “desgraciado que no le ocurra nada en tu ausencia, si todo le ocurre con tu presencia”) Luis: Espero que no tenga que enterarme de nada extraño (le dijo mirándola duramente) M: ¿Te vas? (le preguntó suspirando de mala gana) Luis: ¿Tantas ganas tienes de que me vaya? M: Sí Luis: ¿Con quién has quedado? (Maca lo miró con desgana mientras fruncía los labios) Aunque no esté aquí, te estaré vigilando, ¿lo sabes? Se marchó y Maca cerró los ojos suspirando con gesto liberado, giró sobre sus talones con rapidez y se dirigió hasta el teléfono, marcó un número y esperó contestación M: Hola, si, soy Macarena Wilson estoy en la habitación quinientos veinte, ¿podrían cambiarme las sábanas por favor?, gracias

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Resopló mientras cerraba nuevamente los ojos y sentía la libertad, la saboreaba, la disfrutaba Durante la cena Sandra había tratado de sacarle información a una Esther que reía sin parar con los interrogatorios de su amiga que seguía mirándola sin creerse del todo lo que le había dicho. A la altura del café sentadas en el sofá, Sandra ya no volvió a preguntar, pero para finalizar le dijo Sandra: Creo que me has tomado el pelo E: ¿Sobre? (le dijo tras dar un bocado a una galleta de chocolate) Sandra: No hables con la boca llena, así no vas a conquistar a toda una escritora (decía de manera exagerada) E: Es lesbiana, bueno puede que sea bi. Pero entiende (dijo tajante) Sandra: ¡Ah!, me asombras... tú sobre sexo y gustos sexuales lo sabes todo E: Se nota Sandra (la miró fijamente convencida de sus palabras) Sandra: Pues yo debo ser muy pardilla (ante la mirada interrogante de Esther agregó levantando su mano izquierda) Deja ni contestes. Esa mujer está casada ¿qué te hace pensar que le gustan las mujeres?, ¿te lo ha dicho? E: No hace falta que me lo diga de palabra, con ciertos gestos me lo ha confirmado Sandra: Acabáramos (dijo nuevamente exagerando su voz) E: Le escribí algo que era muy tentador Sandra: ¡Ay Dios! E: Nos preguntó que sentíamos al ver el mar (le dedicó una medio sonrisa muy pero que muy provocadora) Sandra: La pobre no sabe que manejas la palabra como quieres, que las dejas a todas tontitas E: Le dije que sentía lo mismo que mirándola a ella Sandra: ¡Pero tú estás fatal! (le recriminó un tanto enfadada al saberlo) E: Y no me mira Sandra: Normal E: A ver yo te digo eso y tú lo lees ¿vale?

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Sandra: Sí (asintió dando un bocado ella a un pastel de manzana) Que bueno por favor... es que mi suegra cocina de muerte, me voy a poner como una vaca si se viene a vivir con nosotros E: Ni se te ocurra, meter a la suegra en casa. ¡Joder si es que el taronjer es más tradicional que la hostia! Sandra: No te metas con mi taronjer y sigue E: Pues eso. Lo has leído, ¿me mirarías? Sandra: Depende. Si lo que has hecho con tu manejo de la palabra ha sido provocarla, yo te miraría con ganas de asesinarte E: Claro pero de una u otra manera me mirarías, ella no, ella rehuye mi mirada Sandra: A saber como la miras, pobre, compasión le tengo E: Entiende Sandra: ¿Y? E: Pues eso... que tengo una oportunidad Sandra: ¡Pero vamos a ver Esther! (le decía ya quejosa mientras subía sus piernas al sofá cruzándolas) Tú lo que tienes que mirar no es si entiende o no, tienes que mirar que es una oportu... E: Lo sé, lo sé, no empieces (la miró seria) Ahora no tengo dudas, por lo tanto puedo actuar Sandra: Mira me encantaría que te parara los pies E: Ya veremos Sandra: Está casada E: ¿Y eso desde cuándo es impedimento? Sandra: Se le ve una mujer sensata, que lleva mucho tiempo casada con ese hombre E: Ocho largos años, pero no es feliz Sandra: ¿Eso también lo ves tú? (la miraba atónita) E: Sí. Tiene unos ojos impresionantes pero siempre están triste y apagados, si fuera feliz con su marido se le notaría, porque cuando habla de su trabajo, cuando nos explica sobre él sus ojos brillan, se le nota feliz

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Sandra: Yo alucino contigo de verdad, alucino, a veces me recuerdas a Mercedes Milá E: ¿Y eso? Sandra: Ni idea... pero vamos... clavadita con esos arranques de explicaciones sobre lo que tú crees, vamos como si lo que dijeras fuera a misa. Claro... como la Milá E: No es feliz quizá porque no es lo que quiere, yo me presto si quiere probar Sandra: No sé cuando me das más miedo, cuando hablas en serio o cuando hablas en broma. Me voy a dormir, mañana tengo un día duro E: Yo tengo fiesta cuatro días, me viene de lujo Sandra: ¿De lujo, para qué? E: Para conquistarla, seducirla, volverla loca no sé... algo de eso... Sandra: Buenas noches... contigo es imposible, yo me rindo E: Buenas noches guapa. Pues yo no me rindo... no señor Se levantó y buscó su novela, aquella que tanto le gustaba a Sandra, era un drama sobre amor, su protagonista una joven que vivía en el mundo de la droga, la bebida y el desamor, un alma abandonada que sentía que la vida no era nada, cajera de un supermercado, que los fines de semana no salía de la discoteca a no ser que fuera para llevarse a la cama a alguna chica. Una novela desgarradoramente cruel, pero tan intensa que ella misma cuando la leía recordaba lo dura que había sido su vida, y recordaba que la había escrito para no ahogarse con todos sus recuerdos y su mísera persona, hasta que un día Sandra se detuvo en una calle y se la llevó, la protagonista era ella y su oscuro pasado. Tras exhalar un profundo suspiro, buscó en un lugar recóndito de su alma fuerza para leerlo y enfrentarse a lo que había vivido, quería retocarla para captar la atención de Macarena En la puerta Maca, agradecía a la muchacha de servicio que le hubiera cambiado las sábanas, una vez se quedó sola con una sonrisa de satisfacción encendió la televisión poniendo el canal de música algo casi imposible cuando estaba Luis, tenía encendida la luz nada más la de la mesita bajando su intensidad y dejando un ambiente tenue. Tras una larga y tranquila ducha donde se permitió seguir el ritmo de alguna canción se puso un camisón que apenas llevaba cuando dormía con el cansino, sonrió la decirlo en voz alta, colonia, se miró al espejo y sonrió de lado M: ¡Aprovecha! (se dijo a si misma sonriendo. Estaba con esa sonrisa de vencedora cuando sonó el teléfono de la habitación sabía quien era y contesta echándose por encima de la cama contestó) ¡Hola Teresa!

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T: ¡Sabía que me ibas a gritar! (exclamaba contenta) Mañana había pensado comer después de tus clases y marcharnos por ahí a gastarnos dinero y comer pipas M: ¡Me encanta la idea!, me ha dicho la chica del servicio que han abierto algo muy interesante una especie de zoo T: ¿Un Zoo? M: Sí, me apetece mucho Teresa (le decía sonriendo y modulando su voz) T: ¡Está bien! Iremos... ¿ya te has cambiado las sábanas? M: ¡Que manía tienes en saberlo todo! T: ¡Hija qué quieres!, llevo algún tiempo contigo ¿no?, bueno que descanses y seas feliz M: Espera... espera... T: Dime M: Estoy preocupada por tu corte, deberías llamar a Esther y decirle si mañana te lo puede mirar, recuerda que mañana tengo menos horas y así te lo cura T: ¿Esther?, ¡ah la enfermera! (dijo cayendo en la cuenta mientras se miraba la mano) Pero si no es nada M: Teresa me quedaré mucho más tranquila T: Está bien... M: ¿La vas a llamar? (insistió) T: ¿Ahora? M: Claro mujer... así mañana te puede ver y yo me quedo tranquila T: ¡Ay hija cuando se te mete algo en esa cabezota! M: Llámala, buenas noches Teresa T: Buenas noches que hoy vas a dormir a pierna suelta (sonreía divertida) M: Eres mala (entonces sonó su móvil y la sonrisa se difuminó) Te dejo T: Ya lo he oído, ¡el cansino, Dios! M: Hasta mañana (a Maca aquel comentario que hacia referencia a Luis siempre le causaba una sonrisa, carraspeó y con tono frío contestó la llamada) Dime

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Luis: ¿Por qué has tardado tanto? M: Estaba en el lavabo Luis: He llegado M: Me alegro Luis: Mañana te llamo Al colgar, suspiró miró hacia el cielo y se acostó en la cama, buscó la manera de colocarse en aquella enorme cama que olía a limpio, se enroscó con la almohada y se dejó llevar como hacía siempre. Cuando estaba sola revivía los momentos pasados, y cuando llegaba al final volvía a empezar, era una obsesión casi enfermiza, pero que estaba allí escondida agazapada para asaltarle en cualquier instante sintiéndose vulnerable ante su fuerza para derribarla una y otra vez En su casa Esther llevaba los cascos puestos, con el lápiz entre los dientes mientras leía atentamente sin percibir nada de lo que a su alrededor sucedía. Por eso cuando Sandra le tocó el hombro se dio un susto tremendo dando un salto en la silla Sandra: Lleva un ratito sonando guapa. Número desconocido igual es la gran Macarena que quiere proponerte que vayas a su cama (le dijo irónica) E: Podría ser (sonrió) ¿Diga? T: ¿Esther?, no te habré despertado, ¿verdad? E: No, ¿quién es? T: Soy Teresa E: ¡Teresa guapa! Sandra: Si es que la tía sabe camelarlas (mascullaba mientras se retiraba a dormir) T: Que he pensado si mañana podrías mirarme la herida E: ¿Mañana? (“joder mañana justamente... claro ahora no me puedo negar”) Bien, yo mañana no trabajo sería quedar a una hora y te veo allí mismo en urgencias T: Gracias... ¿a qué hora te viene bien? E: (“A ver mañana invito a comer a Macarena... pues... a ver...porque con un poco de suerte, lo logro”). Mañana la clase empieza a las doce, si quieres te espero en urgencias a las once T: Perfecto, me viene estupendo

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E: ¿Sabes dónde es, verdad? T: Sí, sí. Pues hasta mañana y gracias E: De nada, adiós guapa. ¡Joder ni me acordaba yo de esta mujer!... veamos... ¿por dónde iba? Rebuscó en sus papeles y una vez puesto el mp4 en marcha, cogió el lápiz y se puso a repasar En la cama Maca, bañada por la luz que entraba del reflejo de la luna en el mar, con la terraza abierta arropada por el sonido suave de la brisa mezclándose con las olas rompiendo en la orilla, arrastrando a su paso multitud de minúsculos brumos de arena, y ella allí sobre su cama imaginando que una de esas olas llegaba hasta allí y la arrastraba mar a dentro, suavemente mientras la mecía y la brisa cantaba un arrullo que perfectamente podía ser el canto de una sirena. Con el cuerpo inerte sobre la cama con los brazos en cruz sobre la almohada, las manos abiertas, los ojos cerrados y un pequeño camisón que a penas cubría su sexo libre de cualquier candado, de cualquier prisión para no ser molestado en alguna noche donde se le pedía mostrarse abierto a un mundo equivocado, a la persona equivocada Se dejó llevar nuevamente por esa marea que su interior arrastraba como si fuera un lastre, como si fuera un ancla bien amarrada en su corazón para no dejar el dolor a un lado y poder vivir en un mar repleto de calma, sin esas agitadas y gigantes olas que una y otra vez la sacudían sin remedio. Se veía como el náufrago en la isla esperando que alguien o algo pudiera liberarle de aquella prisión que era vivir en un mundo equivocado. Y sintió como con el arrullo de las olas y la brisa se iba dejando llevar y volvía a ser ella, la Maca que un día fue pero que le prohibieron seguir siendo Tras dejar a la pareja en el balcón, Maca volvió a la fiesta para sentarse en un lado, ellos volvieron a la pista mientras bailaban se magreaban todo lo que podían sin evitar nada. Junto a Maca se había sentado, Adela quien iba explicándole cosas de aquel muchacho que había presentado su hermana como su novio formal, por fin parecía que había sentado la cabeza, y fue primero un güisqui, después una margarita y finalmente un ron bien cargado lo que le fue calmando los celos desmesurados que iba sintiendo al verlos bailar, sus ojos no se apartaban de las manos de aquel hombre que acariciaba el cuerpo que ella nunca había podido acariciar y que sin embargo sabía de memoria de tantas veces como lo había dibujado en la oscuridad. Cuando la vio separarse de él, y perderse por el pasillo dio el último trago a su copa y se puso en pie, echó la culpa a los tacones por el ligero traspiés, y fue directa tras ella, la vio meterse en uno de los muchos lavabos que habían en aquel salón, y entró, acababa de cerrar la puerta, se apoyó sobre la pila porque se sentía algo mareada, apartó el pelo de su cara y se giró mínimamente para verse reflejada en el espejo, lo que vio, era una joven encendida por los celos, demasiado joven y demasiado celosa. Apartó la mirada con rapidez, ¿aquella mujer merecía la pena? Lidia: Hola nena (le sorprendió en sus pensamientos al abrir la puerta y verla allí, pasó por su lado y con lentitud abrió el grifo dejando que el agua cayera entre sus

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manos notando como los ojos de Maca no se separaban ni un segundo de ella) ¿No vas a decirme nada? M: ¿Estás enamorada de él? (su voz tembló preguntando insegura con la voz quebrada como si con la pregunta fuera acompañada con un ruego de que fuera mentira, los ojos de Lidia la miraron de manera que le hicieron agachar los suyos) Lidia: Eres muy joven e inocente Maca, en la vida no hay historias de amor, ¿crees que yo estoy enamorada de él? (le puso la mano suavemente en la barbilla obligando a que una Maca avergonzada la mirara) No, pero lo necesito para mi libertad, para que todos sepan que soy una mujer honrada que no me voy tirando a las mujeres, y ellos no saben que Antoine me deja mirarlas y tocarlas (le musitó con voz dulce y muy empalagosa mientras su dedo recorría suavemente el labio inferior de una Maca que cerró los ojos y suspiró) Pero yo a quien quiero tocar es a ti Maca... M: Lidia... me han dicho cosas horribles de ti (susurró a modo de amarre para no dejarse llevar ante sus caricias que le estaban haciendo perder el control) Lidia: ¿Por eso te has puesto el conjunto que te regalé? (su mano envolvió la cintura de una Maca que suspiró deseosa de más) M: No... yo... Las palabras sobraron en ese instante y la locura se apoderó de los labios, frenéticos de ambas, chocaron echando chispas, las manos se golpearon por el ansia de tocar el otro cuerpo, Maca notó como la lengua caliente de Lidia entraba en su boca sin reparos, sin dudas, arrolladoramente cálida luchando contra la suya, las respiraciones jadeaban, pronto la mano más experta de Lidia tocó su pecho por encima del vestido y el sujetador de encaje negro, apretó con fuerza el pecho mientras Maca apretaba las nalgas de la otra, dieron una vuelta entre movimientos de labios fieros, entre chasquidos de labios enrojecidos por la presión, entonces Lidia puso contra la pared a Maca, la respiración se había elevado tanto que parecía se iban a ahogar, justo en el momento en que desde fuera les llegaron una risas escandalosas y les dio el tiempo justo para separarse, Maca necesitaba huir, la mezcla del alcohol con los besos de Lidia le habían provocado un mareo que estuvo a punto de derribarla, y allí Lidia la miraba ávidamente hasta que la joven muchacha se metió en el lavabo y comenzó a vomitar. Entre arcadas Maca lloraba, sin saber porque pero lloraba se sentía atrapada en una araña de la que le era imposible escapar y Lidia era la araña que con arte y habilidad terminaría comiéndosela Al día siguiente se despertó cerca de la hora de la comida, la jaqueca era de las fuertes, nuevamente ganas de vomitar, nuevamente el mareo ella que no estaba acostumbrada a beber se había pasado tanto que creía en breves instantes se iba a morir. Cuando reunió las fuerzas suficientes se dio una ducha, las dos menos cuarto de la tarde y ella sin aparecer, supuso que su madre le reñiría, aunque tenía cierta permisibilidad por ser el día después de la boda de su hermano. Al bajar, escuchó una voz que llegaba desde el comedor, no estaba segura pero supuso que alguien había allí y seguro que estaba allí para comer, al asomarse lo vio, se acordaba de él por el pelo engominado Pedro: Hija cariño... acompáñanos ¿recuerdas a Luis? M: Sí (dijo con desgana) Rosario: Vamos a comer, así que siéntate aquí con nosotros

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M: Yo... (ante la mirada de su madre dijo) Está bien Pedro: Vamos muchacho (le dio un golpe en la ancha espalda) Rosario: Hija por favor... este chico puede sacarnos de los apuros en los que nos encontramos... por favor... M: ¿Y qué quieres que haga yo? (le preguntó mirándola fijamente de mala manera) Rosario: Simplemente que seas amable, ¿no es mucho pedir, no? (le dijo seca y cortante) A los dos días Maca cogía un avión y se marchaba hacia Londres con una angustia tremenda por no haber podido hablar con Lidia después de aquel corto desfogue loco en el lavabo Durante el vuelo sus pensamientos fueron miles, no cesaba de darle vueltas a aquellos besos, a aquellas caricias, suspiraba una y otra vez porque pensaba que iba a ahogarse por sus dudas y miedos. Una vez en Londres al llegar a su casa, recibió de la portera un telegrama que amablemente recogió con algo de desgana, se quitó la cazadora de cuero, se sacó las botas y se apretó un poco los pies, le dolían aún estaban castigados por el esfuerzo de los zapatos de la boda y aquel tacón de aguja. Tras echarse en la cama, miró el telegrama y lo leyó en voz alta: “Me muero por besar tus labios. Tu boca me ha dejado un sabor divino. Espero que no tardes en volver. Ansío tocarte, nena” Le bastó aquel telegrama para sonreír y que sus ojos brillaran de una ilusión incontrolable, aquella mujer con tan solo un beso y unas palabras conseguía que todo su cuerpo se enardeciera, que toda ella sintiera las ganas de correr hacia su encuentro Sin embargo tuvieron que pasar seis largos meses hasta que por fin, Maca volvió con aquel titulo que sus padres querían y además, con otro que ellos no sabían, se había propuesto ser escritora, y estaba decidida a ello había luchado mucho por conseguir su meta, aquello que no era una ilusión perdida, sino, una realidad En el aeropuerto le estaba esperando el mismo chico engominado, al verlo, frunció su ceño, era habitual que fuera a recogerla Pepe, el chofer de la familia, así que aquella visión no le hizo gracia alguna Luis: Hola M: Hola (saludó con distancia) Luis: Vengo a por ti M: ¿Y Pepe? Luis: Ya no trabaja con nosotros M: ¿Nosotros? Luis: Sí. Vamos No hubo más palabras, tan solo un silencio pesaroso en el coche, Pepe no estaba con ellos, no conseguía entender que había pasado en seis meses, y sobre todo, no conseguía entender que hacía en el coche con aquel tipo al que no sabía muy bien porque, no podía soportar

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Al llegar a casa, su madre un tanto desmejorada salió a recibirla, las cosas parecían que no tenían nada que ver como el día que ella se marchó y dejó aquella casa, tras dejar la maleta y saludar a su padre que parecía estar bastante serio y preocupado subió hasta su cuarto pensativa tratando de que Guillermina le contara algo que no fue posible... Maca no entendía nada hasta que tras estar más de una hora en casa tuvo la oportunidad de hablar con su padre Pedro: No pasa nada M: ¡Papá qué no soy una cría! (le dijo enfadada) Pedro: Estamos a punto de la quiebra (notó el temblor en su voz) M: ¿Cómo? (abrió sus ojos como platos, bien era cierto que a ella no le importaba mucho los millones de su padre, pero de ahí a saber que estaba a punto de arruinar su negocio y su vida) Pero... no lo entiendo Pedro: Una mala época y una mala negociación, tu hermano no ha acertado en el mercado, y eso se paga. Estamos a un paso de la quiebra M: ¿Pero... va a pasar algo... no sé... no entiendo nada? (reía desconcertada) Pedro: Luis se dio cuenta que algo había mal M: Ese tipo no me gusta nada Pedro: Maca es quien nos está ayudando, él tiene viñedos y sabe de esto M: Ya... pero me cae como patada en el hígado Pedro: Es el único que nos puede salvar de la quiebra y de la ruina de esta familia Maca (entonces un dolor fuerte en el pecho le hizo doblegarse) M: ¡Papá! (se apresuró a ir hacia él) Pedro: Bolsillo... bolsillo (repetía nervioso) M: Sí... ¡mamá! (llamó a voz en grito al meter la mano encontró unas pastillas y su padre le hizo un gesto para que le diera una) Aquí están abre la boca Rosario: ¡Dios mío Pedro! Así se enteró que le había dado un infarto y a punto había estado de morir, que las cosas estaban a punto de estallar, que las inversiones se habían ido a pique, y que tan solo podían salir de aquel agujero si Luis conseguía ayudarles. Pero a Maca, aquel tipo le caía mal y a pesar de que sus padres le dijeron que debía respetarlo porque dependían de él para salir de aquel embrollo, ella no podía soportarlo las veces que se cruzaba con él Llevaba allí un par de horas con todo el ajetreo, los nervios y el dolor de averiguar que todo lo que sus padres habían levantado, estaba a punto de caer irremediablemente. Estaba enfrascada entre sus pensamientos y miedos cuando el sonido del teléfono la sobresaltó, agradeció ver que era Adela. Quedaron en verse después de comer, y para cuando se vieron, Maca ya había tenido un cruce de palabras con el tal Luis que parecía el amo de su casa, de sus tierras y de la vida de los Wilson. Al ver a su amiga un abrazo sincero acompañado de un grito mutuo feliz M: Vamos... tenemos tanto de que hablar Y fue cierto, hablaron por largo rato de ellas, una vez puestas al día sobre sus vidas, Maca preguntó como lo más normal del mundo

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M: ¿Y tu hermana?, ¿aún está fuera? Adela: No, está aquí, la verdad que ha tenido mucha suerte, es directora del banco de Jerez, ¡la tía no veas lo que está ganando! M: ¡Vaya me alegro mucho! (sonrió) ¿Y sigue con aquel tipo, el francés? Adela: ¡Qué va!, después de ese ha tenido como tres más, es una cabeza loca... no sé es rara, mi madre dice que está enferma que no es normal lo que hace M: Bueno... (no supo muy bien que decir, debía asimilar lo que le acababa de contar, recordando la voz de Lidia mientras le hablaba del francés) Adela: Oye... hablando un poco de todo, el tipo ese que lleva las cuentas de tus padres ¡has visto lo bueno que está! M: ¡Por favor Adela! (la miró con gesto de hastío) Adela: Oye... pues está muy bien El rumor que la Wilson había llegado a su mansión se hizo pronto eco en el pueblo, y llegó como agua fresca a los oídos de Lidia. Maca recibió un sms en su móvil SMS: Hola nena, me encantaría verte... ¿y a ti?, ¿te gustaría verme? Maca no pudo más que sonreír ampliamente a pesar de todo lo que Adela le había contado, ella había dicho que los utilizaba a los hombres para poder vivir como le gustaba, ¿cuántas mujeres tendría?, a lo mejor pensaba, ella podía cambiarla y que fuera nada más suya, podría hacerle entender que juntas podrían tener una bonita historia de amor. Con la sonrisa en los labios le contestó: SMS: Hola, me muero por verte, esta tarde voy a estar sola en casa ¿quieres venir? Maca suspiró en la distancia del tiempo, una mano se aferró a la sábana, cerrando los ojos y dejándose llevar por las sensaciones que recorrían su piel, sus terminaciones nerviosas, su sexo palpitaba cada vez que los recuerdos la inundaban, y era su manera de dejarse llevar por aquellas olas, el placer solitario, el placer único para ella, mientras siguió recordando al tiempo que las caricias de su mano derecha seguían siendo cada vez un poco más rítmicas Cuando terminó Esther de corregir una parte de su novela, se levantó con cuidado de no despertar a Sandra, dio un tragó de agua bien fresca y pensativa se marchó a su habitación, al cerrar se quedó mirando aquel tablón de corcho donde tenía un collage de imágenes de Maca, de toda clase, Maca sonriendo, Maca escuchando, Maca hablando ante un micrófono, pasó lentamente la yema de su dedo índice sobre aquel variado de fotos, y al hacerlo una sonrisa en sus labios dibujaba la felicidad de poder decir que la había conocido, y entonces como si sus ojos al verla lanzaran por todo su cuerpo millones de diminutas descargas que se concentraron en su sexo, sintió el deseo nuevamente por ella, cerró los ojos y la imaginó, tragó saliva por pura sobre vivencia, podía escuchar su voz explicando cosas que la transportaban a un mundo único de las palabras, y allí entre ellas podía imaginar como Maca se acercaba a ella sonriéndole de lado, podía saborear en sus labios aquellos que veía moverse en las clases, perfectos, carnosos, y suspiró echando un poco la cabeza hacia detrás, notó como su pecho se movía lentamente y como toda ella sentía la necesidad de que aquella mujer que su dedo índice seguía acariciando saliera de la fotografía y la hiciera suya

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E: Macarena... Macarena... te necesito... 15 Abril 2005 Los rayos del sol entraban por la ventana que Maca había dejado abierta de la terraza, dormía abrazada a la almohada con la sábana medio echada sobre su cuerpo de forma desigual. Dormía placenteramente, a pesar de que el final de su orgasmo había terminado como tantas otras veces, con lágrimas y sabor a sal en sus labios, una sal diferente, y un dolor rutinario Las costumbres cambiaban nada más se marchaba Luis, Teresa se hacía cargo de aquella mujer que parecía otra, así era ella, la encargada de ir a su habitación y llamarla, entonces era cuando se volvía un poco madre, le consentía por todo lo que sabía que Luis le prohibía T: Maca... Maca cariño despierta que tenemos muchas cosas que hacer M: Mmmmm (protestaba) T: ¡Venga nada de protestas!, he pedido el desayuno aquí para tomarlo en la terraza (iba quitando ropa de aquí, de allá) Eres un desastre cuando te quedas sola, no sé pareces dos personas en una, y eso que no eres Géminis. Vamos... levanta... M: Un poco más Teresa... T: Mira a mí me daría igual, pero... si quieres que recorramos esa Calle Colón llena de tiendas y los aledaños, tenemos que darnos prisa (decía mirando el techo e imaginándose mientras compraba con una sonrisa en los labios. Miró a Maca pero no se había movido de la cama. Entonces insistió) Hemos quedado con Esther ¿recuerdas?, me tiene que curar M: Es verdad (se retiró la sábana y le dejó un beso en la sien a Teresa que le sorprendió tanto como su manera de levantarse) ¿Ya traen el desayuno?, tengo un hambre... me comería un león T: Lo que yo diga, si es que es irse el cansino, y ser otra... (Maca comenzó a canturrear bajo la ducha) ¡Lo que yo diga! M: ¡Teresa! (la llamó elevando la voz) T: ¿Qué? (contestó mientras sacaba del sofá el sujetador) M: ¡Qué tengo hambre!, meteles prisa T: ¡Jesús!... hay que ver lo que cambia cuando es libre... ¡Jesús! Desayunaron en la terraza con los comentarios sobre lo bello que era el mar, el día, las ganas de vivir que daba levantarse y tener aquella inmensa maravilla frente a ellas,

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Teresa la miraba mientras se repartía la mermelada en su tostada, entonces veía a la Maca que desconocía, los ojos le brillaban, el tono de voz era sosegado y más alegre, los músculos de la cara se mostraban serenos, toda ella parecía estar en paz M: Me encanta este lugar T: Es caro ¿eh? M: Como todo lo bueno. Venga vámonos, doy la clase y nos venimos al balneario nos metemos ahí en la piscina de burbujas y que nos den un masaje de esos que te dejan más muerta que viva T: ¡Para o no voy a tener bastante con una servilleta para la baba! (decía con los ojos cerrados como si estuviera en éxtasis) M: Primero iremos a comprar, luego al hospital y después de la clase comemos y nos venimos al balneario T: Te recuerdo que comemos con Merche M: ¡Es verdad!, ¡qué pedazo de mujer, eh! Lo reúne todo, guapa, inteligente, con carácter (silbó ante la mirada atenta y la ceja enarcada de Teresa, al darse cuenta de su mirada Maca abrió sus ojos y le preguntó) ¿Qué pasa? T: ¿Te parece guapa? (la miraba atónita) M: Pues sí, igual que tú T: ¡Anda! Que debo estar del guapo subido yo ¿eh?, en mi juventud lo era, sí pero entre ayer y hoy... M: ¿Qué pasó ayer?, no me has contado nada (le habló con la boca llena algo que sorprendió a Teresa ante su mirada Maca sonriendo le dijo) Tengo hambre T: ¡Jesús! Pues ayer mi enfermera particular me dijo que estaba muy guapa, vamos... que era muy guapa M: ¿Esther? T: Sí M: Ah T: Por cierto... llegamos tarde El taxi las dejó en pleno centro, aquel centro que era algo especial con tantas tiendas en todas las calles, calles señoriales unidas con las calles más antiguas de la ciudad. Recorrieron la calle Colón de arriba a bajo, primero entraron a Zara, pasaron por Mango, y Teresa se reía porque Maca solo podía comprarse ese tipo de ropa cuando iba

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sola, divertidas y cogidas del brazo pasearon deteniéndose en una casa de deporte, cuyo nombre Teresa por mucho que se lo repitió Maca, fue capaz de repetir en condiciones M: Venga Teresa cómprate estas Nike, son de tu estilo puro colorines T: ¿Me estás tomando el pelo, verdad? (le decía al ver unas zapatillas rojas y blancas demasiado escandalosas) M: Para nada hacen juego con tus collares T: A mis collares los dejas en paz ¿eh?, ¡además!, ¿para qué quiero yo unas zapatillas? M: ¡Yo que sé! (exclamó muerta de risa) O si mira, tendremos que pasear y lo haremos vestidas con un chándal y las zapatillas todas pijas ¿te parece? T: ¡Por el amor de Dios Maca! (decía todo escandalizada) M: Venga... venga... y repite conmigo Foot Locker... vamos Teresa (le decía muerta de risa) Tras la tienda de deportes decidieron parar en una tienda de dulces, llenaron dos bolsas hasta arriba, todas las golosinas variadas que quisieron, todos los colores, los sabores y como dos niñas que se escapan por primera vez a una tienda, disfrutaron el momento entre risas y comentarios hacia Luis T: ¡Mira hablando de papa de Roma!, ¡por el móvil asoma! (ella misma se reía sin parar por su propia gracia) M: Dime. Estoy con Teresa ¿de compras?, no estamos trabajando en la nueva novela... ah... estupendo. Adiós T: Sí, sí la nueva novela M: ¿Has visto lo que tenemos enfrente? (le preguntó sin hacer caso de su comentario mientras Teresa esforzaba su vista para captar lo que Maca le enseñaba) Ágatha... la tienda de tus collares, ¡vamos voy a regalarte uno a juego con el chándal y las zapatillas! (le decía repleta de felicidad) T: ¡Maca qué tenemos que ir al hospital y a dar clase! M: Iremos... iremos... ¿te hace un jamoncito? Una hora más tarde hacían su entrada en la Recepción de Urgencias del Hospital, se tuvieron que apartar porque era tal la masificación de gente que no sabían muy bien donde ponerse M: Nunca he soportado esto (le dijo en voz baja) T: Ni yo... pero me dijo que aquí

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M: Ya, ya, si no digo nada (decía tras arreglarse un poco el pelo) T: Voy a avisar que estoy aquí M: Yo te espero T: Sí. Hola señora. Verá estoy esperando a la enfermera Esther García he quedado con ella y... Consuelo: Esther tiene el día libre (le dijo Consuelo mirándola por encima de las gafas) T: Pues sí pero... hemos quedado que me miraría los puntos y... Consuelo: ¿Está usted segura? T: ¡Como no voy a estarlo si hablé con ella anoche! Consuelo: Pues es que no ha llegado pero vamos que... ni me extraña ¿eh? Que siempre llega tarde a todos los sitios T: Vaya pues yo tengo prisa Consuelo: Pues usted misma. ¡Mire al final va a tener suerte! (le indicó hacia la puerta) Una casi desbordada y fuera de sí Esther entraba por la puerta, pero eso sí, con su amplia sonrisa al ver a Teresa, la mujer al verla sonrió sintiendo un profundo descanso E: Hola Teresa (saludó mientras pensaba “joder viene sola”) T: Hola Consuelo: No me habías dicho nada (le dijo mirándola seria) E: No, se me olvidó (estaba firmado una hoja cuando levantó la mirada y vio como Consuelo miraba con la boca abierta algo tras ella, el gesto de Esther fue de sorpresa por la mujer) ¿Pasa algo? M: Hola Esther Bastó la voz de Maca para que todo lo demás se borrara, dejó de ver a Consuelo y su gesto de “No me lo puedo creer, es ella”, dejó de escuchar el resto de sonidos, impresoras, voces de pacientes malhumorados, de familiares quejosos, del guardia de seguridad tratando de imponer orden, porque la voz de la mujer de sus sueños había anulado todo lo horrible del entorno y le había dejado aquella sensación de frescor al escucharla. Se giró despacio aún con la sorpresa reflejada en el rostro E: Ho... ho... hola Macarena (dijo un tanto nerviosa pero con su sonrisa plena)

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Consuelo: Aparta (le dijo Consuelo dando un suave golpe a Esther en el hombro para que se hiciera a un lado ya que al girarse se había puesto delante de la recepcionista. Entonces le preguntó con voz sobresaltada) ¿Es usted Macarena Wilson? M: Sí (sonrió de manera que hechizó a Esther) Consuelo: ¡Amparo quédate aquí! (elevó la voz como loca saliendo del mostrador mientras Esther continuaba mirándola con gesto bobalicón, y Maca mantenía su sonrisa, ante una Teresa pérdida por lo que estaba ocurriendo) ¡Menudas ganas tenía de conocerla!, ¡no sabe lo que aguanto yo a ésta con usted!, ¡no lo sabe! (gesticulaba exageradamente) E: Consuelo por favor (le dijo bajito al ver que perdía la compostura ante la gran Macarena Wilson) Consuelo: ¿Me podrá firmar un autógrafo? M: Claro que sí (sonreía mirando a la mujer que se giró con rapidez cogiendo un papel y con destreza arrebataba el bolígrafo de la mano de Esther) Gracias Consuelo: ¿Tiene tiempo para un cafecito? (le preguntó mientras observaba como firmaba el autógrafo) M: Pues... E: ¡Consuelo! (la riñó) Tenemos que curar a Teresa Consuelo: Bien, pero por favor... me daría la oportunidad de un café a modo de confesionario (Maca miró de soslayo a una Esther a quien los colores se le habían instalado en sus mejillas) El próximo día que venga a curar a la señora M: Claro, ¿por qué no? E: Bueno ya está bien Consuelo. ¿Nos vamos? (le preguntó a Teresa que mantenía una sonrisa en sus labios orgullosa de que Maca fuera así de cercana para todos) T: Sí, sí Consuelo: Muchas gracias ¿eh?, es que no sabe usted lo que yo tengo que soportar con... E: ¡Consuelo quieres ponerte a trabajar! (la miró taladrándole con aquellos ojos que si pudieran la asesinarían) T: La verdad que tenemos un poco de prisa E: Claro, claro... lo ves

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Consuelo: Ya... ya... pasen... pasen (le sonrió divertida a una Maca que parecía encantada con aquella mujer) E: Por aquí Las dos la seguían mientras unos y otros la iban saludando, Maca no perdía detalle de nada pero guardaba un silencio y una compostura que volvía a parecer la Maca oscura. Esther abrió la puerta para que pasaran y justo cuando entró Teresa y lo iba a hacer Maca, se miraron un segundo fijamente pero el instante entre ellas lo rompió una enfermera que se detuvo diciéndole Clara: Esther cariño... ¿recuerdas la cena que tenemos pendiente? E: Por supuesto Clara (le dijo con cierto tono seductor) Clara: No la olvides, que el postre me gustó mucho E: Repetiremos sin duda (le guiñó el ojo y al cerrar la puerta dijo tras exhalar un profundo suspiro para tratar de acompasar su descontrolado corazón) ¡Bien empecemos! Maca había escuchado aquel corto diálogo, tragó saliva y apretó los puños, necesitaba control, no podía perder ni un momento ese control que llevaba ejerciendo sobre si misma algo más de siete años. Al final, lo había conseguido y era algo así como una experta en situaciones complicadas se había acostumbrado a su propio mundo E: Lo siento es que Consuelo es un poco pesada M: Pues no me lo ha parecido, ¿verdad Teresa? T: No, no para nada (agregaba con cara de susto al ver la herida) E: Esto está estupendamente Teresa (le dijo sin separar los ojos de la piel de Teresa, notaba como su cuerpo se tensaba tan solo de pensar que delante suya estaba la mujer de sus sueños y entonces le preguntó) ¿A ti qué te parece? M: Pues... no sé... no entiendo mucho T: Yo sí la veo bien, sí (dijo ella algo más tranquila) E: Y no te va a quedar herida, ¿eh? T: Mujer... ya me dijo el doctor que me atendía la mejor enfermera (Esther mostró una sonrisa amplia y maravillosa, haciendo que Maca por un momento tuviera que parpadear con fuerza) E: Te voy a poner un apósito y ya, mueve la muñeca a ver (Maca se había cruzado de brazos sin darse cuenta de manera defensiva observando atentamente todo cuanto pasaba delante suya) Muy bien no hay problema, pues nada Tere ¿puedo llamarte Tere?

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T: Ay mujer... sí... sí (decía abrumada por aquellos ojos mirándola con intensidad, de manera instintiva Teresa se puso la mano en el pecho mientras Maca entre cerraba los ojos) E: Pues Tere voy a dejarte el apósito y en un par de días vienes y te quito los puntos. ¿Te parece bien? T: Sí, ¿dolerá? (le preguntó angustiada) E: Para nada te lo digo yo (le guiñó el ojo y se giró para buscar el apósito, Teresa miró a Maca quien miraba fijamente los movimientos de Esther) Ya lo tengo. Oye no es por nada pero me encantan los pendientes que llevas T: Gracias... ¡ves bonita no todas piensan cómo tú! (Maca sonrió de lado mínimamente) E: ¿No te gustan sus pendientes? (la observaba detenidamente a punto de caer fulminada ya no solo por la risa sino, porque en el ligero movimiento que hizo al cambiar de apoyo con su pie se percató, de aquel lunar que le iluminaba las noches de pasión pensando en ella y sintió como su cuerpo se erizaba) M: Eso dice ella (dijo secamente) E: Ya está Teresa (la miró sonriendo) T: Gracias hija, estaba un poco harta de la venda E: Pues ya está... fuera venda... M: Nos vamos... hasta luego (le dijo haciendo que Teresa saliera antes) E: Espera (la detuvo sin tocarla, Maca la miró de lado mientras Teresa hablaba con Consuelo que esperaba fuera) ¿No hay café?, ¿o mejor una comidita juntas? Después de lo que acabo de hacer (le preguntaba con tono seguro y seductor, con mirada descarada y evaluadora) M: No, no hay E: Venga... podemos irnos juntas y ya vamos a clase M: Pobre Consuelo (dijo con una medio jocosa sonrisa) E: ¿Y eso? M: Por lo que veo no aceptas un no por respuesta... eso debe ser bastante pesado de soportar (le decía con distancia, pero su rostro sereno) E: Esto es por mi descripción del mar M: ¿Qué mar? (le preguntó irónica)

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E: Anda ven (le dijo para que se acercara pero Maca no lo hizo, así que fue ella quien con dos pasos se puso a su altura mientras Maca la miraba especulativamente) Deberías estar contenta de que te comparen con el mar M: ¿Tú crees? (la miró desafiante) E: Sí (trató de aguantar el envite de Maca, pero su aparente frialdad le hizo dudar y al ver que le estaba ganando claramente sonrió y le dijo en tono desenfadado) Tranquila, no pasa nada, total... tampoco es para tanto ¿no?, comer contigo o tomar un café no sé hasta que punto puede ser divertido. Nos vemos luego, profe T: ¿Ya Maca? M: Ya Teresa (dijo tras un suspiro que tuvo que maquillar para no demostrar que le había herido la contestación de Esther) Durante la comida, Teresa notó que a Maca algo le había pasado que se mostraba pensativa y distante. Cuando Merche se marchó, ellas se quedaron un rato más pero con un pesado silencio, un silencio que Teresa trató con cuidado porque con ella siempre tenía que ir con pies de plomo de romper mientras se llevaban los platos T: Pensé que ibas a invitar a Esther a comer con nosotras M: ¿Y eso? T: Mujer... me ha curado en su día de descanso y fue cosa tuya ¿eh? M: Bueno... (frunció los labios algo molesta) T: No pasa nada, otro día M: Sí, otro día (bebió de su cerveza) T: ¿Puedo decirte algo?, si quieres me contestas sino, no lo hagas pero ya no puedo más. ¿Por qué estás con él? Es una pregunta que no ceso de repetirme, no lo amas, no eres feliz, te vuelves sumisa y te anula, eres diferente, te muestras triste, taciturna, lejana, te anula como persona. ¡Qué diablos haces con un tipo que no te merece! M: Se nos hace tarde Teresa, voy al lavabo T: De acuerdo (aceptó con resignación y un chasquido de su lengua su negativa a hablar) Cuando entró al lavabo cerró el pestillo haciendo un ruido seco, el mismo ruido seco que le hizo su corazón, tenía que tener cuidado mucho cuidado, no podía dar un paso en falso, las consecuencias podrían ser terribles. Quizá la brisa del mar le había envuelto y le había dejado demasiado expuesta a todo, hasta a las preguntas de Teresa, algún día tendría que decirle la verdad, era la única persona que le había mostrado interés en ayudarla y sin embargo le era tan difícil decirle la verdad. Debía sacar ese carácter que

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un día tuvo, ¿dónde había perdido las garras?, ¡dónde estaba su fuerza!, entonces apoyó la cabeza contra la madera de la puerta y lo recordó M: “En una habitación” Al llegar Esther a clase, lo hizo con el firme propósito de no volver a pedir nada a Maca, su plan de acercarse a ella le estaba alejando, quizá se había confiado en dar aquel paso al hablarle tan abiertamente en tres líneas, quizá no era como ella pensaba y se estaba equivocado. Sin embargo juraría que la había mirado con intensidad y eso tan solo era debido a que Maca podía ser... Raúl: Hola ¿Esther? (le preguntó Raúl sacándola de sus pensamientos) E: Sí, sí Raúl: Perdona quería decirte que el otro día me encantó tu exposición E: Vaya, pues muchas gracias (sonrió agradecida) Raúl: Sí E: A mí también la tuya y esas novelas de investigación (ante el gesto de Raúl muy pero que muy sorprendido elevando sus cejas y sonriendo, preguntó) ¿No? Raúl: Yo escribo historias de terror E: Ah, vale... me has pillado (amplia sonrisa de ups) Paloma: Hola (apareció Paloma sonriendo) E: Hola (se daba cuenta que estaba tan metida en observar a Maca que no sabía nada de nadie) Raúl: Tienes razón Paloma (seguían hablando él y la chica) E: Oye se me acaba de ocurrir algo (les dijo sin hacerles caso a lo que ellos hablaban) Podíamos invitar a Macarena a cenar, no sé... ¿qué os parece? Raúl: Pues... Paloma: Sí, me parece estupendo yo creo que no va a negarse, es una tía encantadora E: Sí lo es, sí (Esther entre cerró los ojos mirando a aquella Paloma seriamente con ganas de hacerle tragar el chicle que llevaba) Raúl: Perfecto, conozco un sitio en el Barrio del Carmen que nos puede hacer descuento y tener intimidad, para que ella no se sienta mal E: Perfecto (sonrió)

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Raúl: Claro (le devolvió la sonrisa) ¿Se lo dices tú? E: ¿Yo? Raúl: Parece que conectas muy bien con ella (sonrió mirándola intensamente) E: Mejor decírselo vosotros (le devolvió la sonrisa y una leve inclinación de cabeza En ese momento Maca entraba por la puerta, sus ojos captaron aquella imagen, Raúl sonriendo a Esther. Al verla entrar todos la saludaron y se sentaron ávidos de sus palabras. Esther lo hizo mirándola fijamente, Maca sacó un folio, se sentó tal y como le gustaba sobre la mesa, y Esther captó que llevaba botas altas, le gustó nunca la había visto así en las fotografías, siempre traje chaqueta, incluso en las firmas que había estado, nunca la había visto de aquella manera tan juvenil vestir, y le encantó M: Bueno... hoy vais a trabajar algo muy importante vamos a empezar a escribir historias, pero para ello voy a contaros algo que creo os puede servir. Como sabéis hay miles de escritores cada uno diferente a los demás, algunos parecidos, otros únicos, y eso se debe al estilo que cada escritor usamos (sonrió, Esther la devoraba con la mirada, Maca la esquivó) Yo siempre digo que nuestro estilo es como la huella dactilar que dejamos en un texto, expresa la forma de ver el mundo y cada uno tiene uno propio que para los ojos de los demás son reconocibles y únicos cuando nos leen. Proust, Marcel Proust decía algo que a mí siempre me ha encantado, el decía “el estilo no es un adorno, como creen algunos; tampoco es cuestión de técnica; es como (como el color del pintor) una cualidad de la visión, la revelación particular del universo que cada uno ve, y que no ven los demás. El placer que nos da el artista es revelar un universo más” E: (“Joder como habla... joder como dice las cosas...” pensó para si Esther que sentía ante aquella voz un éxtasis embriagador) M:... el estilo es la forma que tenemos para contar una historia (proseguía Maca ante la atenta mirada de todos) El instrumento para desarrollarlo es el lenguaje. Y mi consejo es que cuando estamos escribiendo y tratando de imprimir nuestro propio estilo no busquemos escribir bonito sino, que sea lo suficientemente invisible al lector porque entonces el lector se ha metido dentro de la historia, simplemente hay que buscar la forma de transmitir lo que sentimos E: (“Si ahora mismo tuviera que escribir lo que siento, pa una porno guapa” exhaló disimuladamente un suspiro) M: Vosotros que empezáis aunque por lo que he visto ya vais teniendo estilos propios como es lógico, lo normal es que empecemos copiando a los que nos gustan, es inevitable hasta que poco a poco vamos soltándonos. De tal manera os digo que hay que tener claros cuales son las tres características esenciales a la hora de escribir, claridad, ritmo y unidad E: (“Uf veo con claridad que te daba un chupeton en ese cuello, madre mía, el ritmo lo iba incrementando y acabábamos unidas te lo digo yo... (se removió un poco en su silla)

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Venga Esther joder... que estás aquí para lo que estás... no pierdas tiempo imaginando cosas... además tienes que aplicarte porque la redacción del mar no le ha gustado, hay que reconquistarla de otra manera y ya han pasado dos días, así que céntrate”) M:... lo mejor es relajarnos y disfrutar de lo que hacemos, yo siempre digo lo mismo, La escritura es un placer, en el momento en que pasa a ser una obligación, ya no se disfruta, recordarlo, escribimos por placer E: (“Placer... que bonito suena en su voz” carraspeó) M: Ahora voy a exponeros un esquema (se levantó de un ligero salto y cogió el rotulador encaminándose hacia la pizarra, comenzó a escribir mientras hablaba) E: (“No sé como está mejor, si por delante o por detrás... a ver... a ver... palabras vamos copia, copia” mordía la tapa del bolígrafo en su boca) M: Las palabras nos llevan a la claridad, las frases al ritmo, y los párrafos a la unidad, fluidez. Todo ello es lo que necesitamos para nuestra narración E: (“Que letra más bonita... eso es fluidez... bien ya lo tengo” la miraba sonriendo) M: Un consejo antes de empezar a trabajar hoy, os recomiendo que siempre que escribáis hagáis lo que llamamos “vocerío” (guardó silencio y sonrió al ver las caras de todos) No, no estoy loca, es eso que necesitamos todos para encontrar detalles que se nos escapan al escribir (los miró y sonrió sin poder evitar poner un gesto coqueto que hizo silbar a los adentros de Esther) Me explico, una vez terminado el texto leerlo en voz alta las veces que haga falta, en mi caso tengo un despacho donde me encierro y tengo mi particular “vocerío”, pero tengo compañeros que dicen que donde mejor vocean es en “el cuarto de baño” Todos rieron, y comenzaron a preguntarle sobre esta técnica, Maca hablaba y sonreía, pero la presencia de Esther con esas miradas tan intensas le hacían sentirse algo inquieta, si bien a los ojos de los demás no se notaba nada, ella sabía que estaba en guardia porque las palabras de Esther habían sido demasiado directas M: ¿Hasta aquí os ha quedado clara la explicación? Raúl: ¿Es malo copiar estilos? M: No, pero recuerda que los escritores dependemos de un público, y a veces si tu estilo es demasiado parecido al de otro escritor, pueden pensar que no estás a la altura Lola: Hola soy Lola M: Gracias (sonrió a carcajadas porque también había olvidado su nombre) Lola: ¿Qué estilo suele triunfar? (preguntó ante la mirada de reojo de Esther) M: No hay un estilo propiamente dicho que podamos utilizar como ejemplo a seguir, yo creo que triunfan los estilos que transmiten lo que sientes, lo que os decía el otro día, si

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tú sientes algo y al escribirlo consigues que quede perfectamente entendible y sabes que eso va a transmitir al lector sensaciones, entonces tu estilo es válido. Os confesaré algo, yo tengo mi propio estilo, pero sé que si mi próxima novela no es algo dramática, no es de amor y no es con final más o menos feliz, quizá no guste a mi público que me sigue fiel justamente a eso E: ¿Y siempre transmites lo que sientes? (le preguntó sin poderlo evitar, sin duda la pregunta llevaba trampa. Maca lo captó y sus ojos se clavaron en los de Esther) Porque si es así, yo creo que si escribes sobre una chica que ha ido a la luna y lo sientes, dará igual que no sea una historia como las anteriores tuyas ¿no? M: Puede (irguió la espalda a modo de defensa) E: También hay que arriesgarse a cambiar, en la vida nos arriesgamos continuamente en otras cosas, ¿es tan complicado arriesgarse en esto? (su voz transmitió calma pero para Maca sus palabras era puñales lanzados a quemarropa) M: Si dependiera solo de ti sería bueno arriesgar, pero si eres escritora dependes de otros y entonces todo es más complicado. Pero bueno... eso ya es otra cuestión que abordaremos otro día (carraspeó dándose la vuelta y dirigiéndose nuevamente a la pizarra continuó sin mirarles) Os doy tres palabras, el motor de un texto puede ser un sentimiento concentrado en una palabra, os doy estas tres palabras “dolor-angustiapena” cada uno tiene matices que los diferencian, ¿estáis de acuerdo, verdad?, escribir es también estar atento a los matices. Por ello os doy treinta segundos donde vais a imaginar una situación donde aparezcan estas tres palabras, cuando yo os diga escribiremos lo que hemos imaginado... ¡empezamos! Al finalizar la clase, lo hicieron todos con muy buen sabor de boca, aquella clase les había dado mucho juego, y habían aprendido aspectos fundamentales de la escritura. Pero mientras todos se marchaban, Maca esperaba tensa la aproximación de Esther para insistir en el tema del café, se sorprendió cuando la miró a hurtadillas y vio como recogía sus cosas y se marchaba. Soltó un suspiro de alivio mientras se mordía el labio inferior Eran las siete de la tarde cuando Esther llegó algo desanimada a su casa, algo enfuruñada consigo misma, al entrar, Sandra la esperaba y al ver su cara le hizo una mueca que bien podía ser una pregunta E: No me pasa nada... solo estoy un poco cabreada, voy a cambiarme Entró a su habitación y dejó la mochila sobre la cama, sus ojos abatidos, oscuros se quedaron fijos en las fotografías que habían colgadas en su corcho, Maca sonriente en muchas de ellas, con gestos relajados, en algunos momentos de las clases había reconocido aquellos rasgos de las fotografías, pero, sin embargo pensaba que iba a ser mucho más fácil llegar a ella y la realidad había resultado muy alejada de sus sueños. Exhaló un profundo suspiro, trató de relajar sus nervios, habían pasado tres días y no había conseguido nada y sin embargo, había notado la mirada de Maca cuando curaba a Teresa, una mirada que le hizo sentir ese latido especial del corazón al notarse vigilada

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Sandra: ¿Qué te pasa, Esther? (le preguntó desde el marco de la puerta al verla parada frente a las fotos) E: Sandra... tú que crees en el amor ¿cómo te gustaría que te conquistaran? Sandra: Esther (su tono sonó a advertencia seria) E: Por favor, es para mi nuevo trabajo. Tengo deberes (se giró mirándola mientras sonreía alzando graciosamente sus cejas) Sandra: Pues me gustaría que hicieran como hace mi chico, con palabras bonitas, dándome mi lugar, respetándome, compartiendo una noche estrellada en silencio paseando por la ciudad, hablando de cualquier cosa, demostrándome amor. Siendo como es, natural, sencillo, apasionado E: ¿El taronger apasionado? (preguntó mirándola absorta) Sandra: No todos vemos el sexo como si fuera algo salvaje que tuviéramos que morir en el intento, ¿tú has probado a hacer el amor? E: No, ya sabes que yo fo... Sandra: ¡Vale! (alzó una mano cortándole en seco) No sabes lo que te pierdes, pero estoy segura que el día que decidas olvidarte de todo y mostrarte como eres sin más que encandilar a la otra persona por un rato, lograrás que se enamoren de ti. Porque por lo que se ve, sexualmente hablando eres una máquina (sonrió) E: Así que naturalidad, respeto y... (la miró entrecerrando los ojos a modo de duda) Sandra: Amor... ternura... sensibilidad E: Voy a ducharme y cenamos Sandra: ¿Muy dura la clase de hoy? E: Bastante Sandra: Y luego los deberes E: Sí, luego. Amor... ternura y sensibilidad (se repitió delante del espejo mientras se miraba con cierta dureza) En la piscina de hidromasaje una exaltada Teresa gritaba de gustito ante la fuerza de los chorros mientras Maca la miraba feliz y sonriente, tras estar un ratito tumbadas mirando el techo, relajadamente cada una pensando en sus cosas, se pasaron por el circuito de chorros fríos, calientes, directos, circulares, todos y cada uno de ellos eran recibidos por un gritito gracioso de Teresa que hacía sonreír una y otra vez a Maca. Al finalizar el

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circuito pasaron hasta una sala donde les esperaban para darles el masaje que habían elegido entre risas y comentarios más o menos picantes En la camilla Maca se dejaba llevar por las manos de aquella masajista que había puesto música suave, el sonido del mar justo lo que necesitaba para suavizar su tensión, a pesar de que al hacerlo sabía que volvía a su infierno particular, allí donde quería huir y que irremediablemente caía una y otra vez sin poder hacer otra cosa que no fuera dejarse llevar como si fuera la hoja que arrastra el viento y como tal, guiada por las manos expertas que le iban aflojando demasiado sus músculos comenzó a pensar, que un día ella no fue así M: (“No... no lo hagas... aún no. Necesitas encontrar las fuerzas... recuperar el carácter no puedes seguir así, es imposible no eres una marioneta debes luchar Maca... no eres tú, llevas siete años escondida, muerta de miedo dejando pasar los días, las noches... ¡qué puedo hacer!, ¿dónde me puedo encontrar?”) Quizá llevada por el masaje y las mil sensaciones que sentía un recuerdo volvió a su mente dejándole el sufrimiento a flor de piel Pedro: ¡Te he dicho que no! (le dijo enérgico) M: Y yo te digo que sí, papá (le hablaba con fuerza y seguridad. Se pudiera decir que era su misma energía, como mirarse en un espejo) Pedro: Eso no es porvenir para una Wilson M: Me da lo mismo... no quiero tu dinero, no quiero vuestra ayuda... soy lo suficientemente mayor para luchar en la vida (se mostraba tan segura de si misma con tanto coraje que ni siquiera le temblaba la voz) Pedro: ¡No tienes ni idea de lo que es la vida! Rosario: ¡Ya está bien por favor! (medió entre ellos como tantas otras veces) M: Lo siento, tengo la carrera que tú querías, y la que quería yo. Y no voy a dejarme pisotear por vosotros, lo siento pero no Rosario: Maca por favor... M: ¿Qué? (la miró seria) Es mi vida mamá... y la quiero vivir como yo quiera, descubrirla como es, por eso no voy a dejar que nadie ni siquiera vosotros maneje mi vida Y en aquella camilla se percató que aquella Maca no tenía nada que ver con la del momento, que su coraje se había diluido, su fuerza se había ido perdiendo por el camino, y una mujer con tan solo una mirada, le había hecho darse cuenta que quien guiaba su vida era la palabra, miedo. Sin poderlo evitar rompió a llorar asustando por la fuerza del llanto a la masajista Una vez habían cenado se subieron a la terraza del cuarto de Maca, ya que Teresa tenía una habitación diferente, una de las más modestas dentro del lujo del hotel, allí en silencio escuchaban el sonido del mar. Hasta que Maca rompió el silencio M: Hoy una alumna me ha dicho algo que me tiene reflexionando sin cesar (decía arrastrando las palabras con los pies apoyados en el asiento de la silla y su barbilla sobre las rodillas, mientras sus brazos abrazaban sus piernas)

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T: Me he dado cuenta, ¿qué te ha dicho? M: Me preguntaba porque mantenía el mismo tipo de estilo en mis novelas, y me decía que porque no arriesgar a cambiarlo T: Eso perdona bonita, te lo he dicho yo muchas veces M: Lo sé (sonrió mirándola de lado) Pero todo ha empezado porque les comentaba que hay que escribir lo que sientes T: Ya... y tú sientes tristeza y escribes cosas tristes. Es simple Maca M: Puede... pero esto me hace pensar que quizás alguna vez debería arriesgar T: ¿Sabes qué haría yo si estuviera en tu lugar? (Maca apoyó la cabeza en el respaldo y la miró con un gesto que le advertía que sabía lo que iba a decirle) Me divorciaría del cansino y lucharía por vivir la vida como me diera la gana sin imposiciones ni miedos M: No es tan sencillo Teresa, si lo fuera, te aseguro que ya lo habría hecho T: Recuerdo una vez que tu abuela Guillermina me dijo algo que me impactó M: ¡Cómo la echo de menos! (suspiró abrazándose más y más a sus piernas) T: Pues es fácil, ya sabes... ve a Santiago y le haces una visita M: Sí, lo haré, lo tengo pendiente desde este verano T: ¿No quieres saber lo que me dijo? M: Mi abuela Guillermina, sin ser mi sangre, tan solo siendo mi tata y ya vieja, sabía mucho de mí, creo que es la única que lo sabía todo de mí (decía mirando como la luz de la luna se reflejaba en un espacio pequeño de mar, dándole una belleza a la noche especial) La única T: Me dijo que habías perdido la esencia de tu ser, y nunca serías la misma hasta que volvieras a encontrarla (Maca sonrió) ¿Y yo me pregunto, por qué no la buscas? M: Porque no puedo... aunque debería T: ¿Puedo ayudarte? (la miró con total entrega de amistad, porque era para ella realmente importante ver que saliera de aquel pozo en el que estaba metida) M: No, nadie puede ayudarme. Pero estando a mi lado, consigues darme tranquilidad Teresa, la verdad que no sé que haría sin ti T: ¡Vaya!... eso si es una sorpresa

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M: Venga Teresa... ¡te gusta tanto que te regale los oídos! T: No... simplemente que no exteriorizas nada de lo que sientes, no sé... nunca sé lo que piensas solo sé como vas a actuar por tus gestos, tus miradas, pero jamás sé lo que piensas M: Soy hermética, ¿no? T: Contigo sí, todo lo que hace referencia a ti sí. ¿Y por casualidad esa alumna sabe que te ha tocado la fibra? M: La verdad que la alumna es un poco toca narices, la mosca cojonera ya sabes... T: ¿Pero con una sonrisa encantadora? (le dijo enarcando su ceja izquierda mientras dibujaba una sonrisa) M: Demasiado encantadora T: Me voy a dormir. La chica es lista M: Y escribe de fábula, es una pena que no se centre en eso, y sí lo haga en otras cosas T: ¿Ah, sí?, ¿cuáles? M: Pues... creo que le gusta demasiado... ligar (le dijo a modo de confesión) T: ¡Vaya!, ¿y tú como lo sabes? M: Teresa es obvio, porque lo he visto (le dijo a la defensiva) T: Vale... vale... Bueno te voy a dejar corregir que tengo sueño, estoy cansada M: Mañana a las siete arriba iremos a pasear T: ¿Y tengo qué ponerme esas zapatillas? (preguntó con horror) M: Pues claro Teresa, debemos estar a la altura (hizo un juego gracioso de cejas) T: Mira... yo lo único que sé es que ese masaje que me han dado me ha dejado inservible M: Menos mal que no tienes que funcionar (dio una carcajada) T: Menos mal hija... menos mal (abría como platos los ojos) Al quedarse sola, se apresuró a ir a por las notas que le habían dado, se obligó a tener cordura, y corregirlos uno a uno, por orden, sin ningún tipo de ansia pero al abrir la carpeta no pudo más que lanzarse en busca de un nombre

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M: Esther García... veamos... Esther García con que me sorprendes hoy Sus manos se aferraron a la fina hoja de papel, sus ojos cristalinos y limpios se empeñaron en captar atentamente cada enrevesada letra, su cabeza olvidaba todo cuanto había pensado con anterioridad y se dejaba guiar por el sentido auditivo, un aire inesperado había hecho que el mar calmado se volviera algo fiero, las olas rompían con fuerza contra la arena y las rocas, ¿lo harían aquellas palabras contra su corazón? “Me senté en un banco observando el mar, una angustia se había instalado en mi corazón sabía bien el por qué, pero era tal el dolor que en mí el abandono de tu amor me impregnó, que no sabía que debía hacer con él, con mi vida, hasta que despacio mis pies traspasaron la frontera del cemento y la arena, caminaron sintiendo como ésta se mezclaba entre mi piel, y después sentí la dureza de aquella parte mojada, mis huellas se quedaron allí observándome, casi burlándose, hasta que el mar llegó llevándose lo que yo momentos antes había sido, una huella en esta vida que vuela sin cesar, entonces alcé mis cansados ojos y lo vi, el mar, mezclándose con el sol, y el astro rey que parecía hundirse en el horizonte y allí con mis pies bañados, hundidos, sentí la mayor pena que en toda mi vida había sentido, recorría mis venas, alcanzaba mi corazón, mi cabeza y finalmente penetraba mi alma. Y de igual manera como el sol se hundió en el mar desapareciendo de mi vista, así hiciste tú, hundiéndote en mi dolor desapareciendo de mi vida, dejando la huella más honda que nadie dejó, la de la profunda pena de perderte como la huella que borró el mar” Levantó la vista y sus ojos se esforzaron por no llorar, se había emocionado con sus palabras, le habían llegado al alma como hacía mucho tiempo que no hacía nadie, pero más se había sorprendido, sin duda Esther García quizá había captado su indirecta, no le había vuelto a molestar tras la clase, si bien para ella en cierto modo con aquella pregunta sobre el cambio de estilo, y arriesgarse en la vida, le estaba invitando a algo. O quizá simplemente eran imaginaciones suyas, sabía que hablaba a la gente de ella, Consuelo se lo dijo, era una iradora más, pero con tal frescura que había intentado llamar completamente su atención. Suspiró, sin duda el trozo era intenso y aquel sentimiento de pena ella también lo había sentido, sabía de lo que hablaba. ¿Lo estaría haciendo a propósito? El sonido del teléfono le volvió a sobresaltar M: Dime (contestó con tan pocas ganas como siempre) Luis: ¿Cómo va todo? M: Bien Luis: He conseguido un buen contrato y una entrevista M: Vale Luis: ¿Has empezado ya con la nueva novela? M: Estaba en ello ahora Luis: Pues más vale que empieces, te vas a presentar al premio Planeta

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M: ¿Qué? (le preguntó aterrada) Luis: He movido hilos son cien millones, y una publicación extensa, llegaríamos a América Latina también, así que te quiero trabajando a toda vela M: Pero... (no salía de su asombro) Luis: Tienes exactamente nueve meses, cariño... ya que no has querido darme hijos, imagina que éste es nuestro hijo que nos dará muchas alegrías, me lo debes (Maca cerró los ojos se mordió el labio inferior pero guardó silencio) Que pases buena noche, ya sé que estás sola, así me gusta M: Cabrón (susurró al colgar. Echó el teléfono sobre la colcha y resopló con rabia) En casa de Esther el ambiente no era mucho mejor, allí la enfermera se había aferrado a una caja de magdalenas y una tras otra iban cayendo en su estómago, así como algún pellizco de la tabla de chocolate. Sandra la observaba, y guardaba silencio, cuando se enfadaba era mejor dejarla a su aire porque si le decía algo acabarían discutiendo y era lo que menos le apetecía, Esther era cabezota y caprichosa cuando se lo proponía y esos defectos a su amiga le hacían perder los nervios Sandra: Me voy a dormir. ¿Mañana tienes curso por la mañana? E: Sí (dijo sin mucho énfasis) Sandra: Bien, pues nada... nos vemos a la hora de comer E: Vale Sandra: Hasta mañana E: Buenas noches Cuando se quedo sola, miro la caja de magdalenas y la cantidad de envoltorios que habían desparramados por el sofá, resopló con cierta rabia, no podía dejar de pensar en como Maca le había hablado en la consulta del hospital, pensaba que con aquel gesto hacia Teresa le daría una oportunidad, pero no, fue al contrario. Aquella circunstancia aún cegó más el orgullo de Esther, que veía como un reto conseguir que Maca se mostrara tal como era, estaba segura no le cabía ni la más mínima duda E: Con acostarme contigo una vez, me sentiré satisfecha (murmuró mientras volvía a ver el vídeo de la entrevista de Maca) Solo una Macarena, y seguro ese instante seré feliz La noche ya era cerrada, las estrellas no aparecían en el cielo pero la luna era tan majestuosa que no le hacía falta su compañía. Maca dejó abiertas las cortinas para poder contemplar la noche, cogió el mando de la televisión para cambiar y poder ver algo que

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fuera interesante buscando algo de relax. Al cambiar, se topó con una película porno, en la pantalla dos rubias exuberantes disfrutaban de un sexo salvaje, ella las miraba con los ojos bien abiertos, con los labios algo fruncidos y de repente su cabeza voló entre las nubes que formaban sus recuerdos, haciendo que sintiera un calor abrasar su bajo vientre, cambió el canal. Nada era atractivo, así que finalmente desconectó el televisor y con un solo movimiento ágil se acostó, lo hizo de forma que podía ver a través de la puerta de la terraza la luna y escuchar el mar, quería así dormirse pero comenzó por dar una vuelta, después otra y finalmente se levantó, abrió su neceser y sacó el bote de pastillas que le ayudaban a dormir, se tomó una y con la sensación de desespero que se había instalado en ella trató de dormirse. Pero lejos de lograrlo, su cabeza comenzó a funcionar Se había cambiado tres veces, estaba sola en casa y no cesaba de ir de un lado a otro, había puesto en su cama sábanas nuevas, sus preferidas, perfume en los sitios más estratégicos y notaba como su corazón latía frenéticamente. Miraba el reloj sin cesar y esperaba en el jardín donde había preparado una mesa decorada especialmente para la ocasión, el rugir del motor del Audi llegó a ella nítidamente, suspiró por fin iba a poder hacer lo que llevaba años esperando. Salió a su encuentro con su maravillosa sonrisa, la melena al viento y sus inseparables vaqueros con una camiseta escotada, dejando su lunar a la vista de su interlocutora. Lidia bajó espectacular una falda ceñida con un top que remarcaba sus pechos de una manera más que sugerente, el pelo recogido en un moño tal y como le gustaba verla a Maca, y un ramo de rosas rojas en la mano. Ambas sonrientes pero sobre todo Maca nerviosa. Al llegar hasta ella Lidia no se cortó lo más mínimo y le dio un beso en los labios Lidia: Hola princesa, estás muy guapa M: Hola (amplia sonrisa envenenada en un amplio deseo que recorría ya su piel ante el fino roce) Tú también. Gracias por las rosas Lidia: A una mujer guapa siempre se le llevan rosas M: Pues lo siento... yo no tengo rosas y tú las mereces Lidia: Tenía muchas ganas de verte (pasó su mano por su cintura y con una mirada ardiente apuntilló) Estas tan hermosa M: Tú también... ¿vamos? Lidia: Donde tú quieras, nena Pasaron dentro de la cocina para que Maca pudiera poner las flores en un jarrón, tras su espalda una Lidia que la miraba embelesada, en esos años la chica que le había gustado se había convertido en una mujer atractiva, una mujer como a ella le gustaban, no quiso perder tiempo y pegó su cuerpo al de la joven Macarena, pasó sus manos por la cintura de ésta apoyando su barbilla en su hombro, pues Lidia era más alta que ella y los tacones se lo habían puesto fácil Lidia: Nena como te echaba de menos (le dijo con la voz ahogada por el deseo mientras sus manos se abrían como las alas de la mariposa, abarcando más espacio del cuerpo que tanto deseaba) M: Y yo... no podía dejar de pensar en ti (respondió a duras penas pues el deseo se había detenido en su garganta) Lidia: Ven... necesito besarte... tocarte... hacerte mía

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M: Lidia (se giró apoyando su trasero en el fregadero mientras veía el fuego encendido en aquellos ojos negros, y puso sus manos en la cintura de una Lidia que la apretó contra si con un gesto duro haciendo que Maca entre abriera más su boca provocando en sus labios un gesto repleto de carga sexual) ¡Ah! La lengua de Lidia entró en su boca de manera arrolladora, la calidez que había sentido en otra ocasión Maca volvió a invadirla en ese instante, notaba como su lengua buscaba todos los rincones de su boca, como los labios prácticamente la succionaban, y sus manos recorrían su espalda como si fueran dos bolas de fuego abrasando su piel, Maca notaba como sus pechos se habían endurecido y al o de la lengua de Lidia recorriendo su cuello elevó un suspiro que inundó todos los rincones de la casa M: Espera Lidia... espera (decía jadeando) Lidia: No puedo... me correría solo de tocarte (le decía apretando los dientes) Quiero hacerte mía, y quiero hacerlo ya M: Si... pero vamos a mi cuarto por favor (rogó mientras tocaba la mejilla de Lidia con total amor) Lidia: Vale... vale... lo que tú quieres nena... pero ya... Le apremiaba la urgencia de tenerla, de recorrer su cuerpo y cuando la mano de Maca la estiró hacia la habitación, Lidia sintió que su cuerpo florecía entre miles de rosas, irguiéndose la más bella Entraron al cuarto tanta era la prisa que durante el camino Lidia tiró de ella en dos ocasiones para apoyarla sobre la barandilla de la escalera y besarla, tocarla, Maca se sentía tan feliz como desconcertada, sentía cierto desasosiego pensando si estaría a la altura de aquella mujer con tanta experiencia, pero en cuanto Lidia la abrasaba con la lengua o las manos, su respuesta era inmediata, fiera, a pesar de tratar que fuera calmada y tierna, notaba como su pulso se había centrado bajo su vientre, y como los músculos se tensaban cada vez más ante el paso de los besos. Se detuvieron en la cama allí Lidia se separó de ella mirándola con lujuria, el pecho de Maca subía y bajaba a toda vela como si el carbón en la maquinaria se estuviera quemando a toda velocidad, Lidia echó para atrás su cabeza y con un tono de voz controlado pero al mismo tiempo grueso por el deseo le dijo Lidia: Desnúdate poco a poco... Maca obedeció con una tímida pero provocativa sonrisa en sus labios, Lidia se mordió el labio inferior, mientras tragaba saliva y sus ojos ávidos de encontrar la desnudez de la mujer que tenía delante seguía el movimiento lento de aquellos finos dedos quitándose la ropa Lidia: Muy bien... sigue nena... sigue así (su respiración comenzó a agitarse) M: ¿Y tú? (le preguntó acercándose con el vaquero y el sujetador, Maca actuó decidida a ser ella también quien pidiera) Me muero de ganas por verte Lidia: Todo a su tiempo (sonrió de lado como si estuviera venciendo la batalla) M: Lidia (susurró mientras sentía un éxtasis embriagador al desnudarse para ella) Lidia: Eres preciosa (pasó sus dedos por la clavícula de Maca quien sonrió) M: ¿Quieres más? (le preguntó retirándose mientras Lidia se sorprendía por su gesto)

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Lidia: No juegues conmigo nena... aquí mando yo M: Eso... lo veremos Se lanzó a sus labios perdiendo toda preocupación de no saber actuar, sorprendiendo a una Lidia que apretó el cuerpo de Maca contra el suyo mientras se dejaba besar con toda su pasión, y fue entonces cuando sus manos buscaron el pantalón de Maca, lo desabrochó y la separó Lidia: Quiero verte desnuda M: Quítate la camisa... me muero de ganas Lidia Lidia: Eso es lo que quiero... que te mueras de ganas y placer (le susurraba con la mirada ardiente mientras desesperada por la lentitud de Maca se desabrochó la blusa mostrándole sus grandes y potentes pechos) M: Ah (gimió al verlos y la mano de Lidia tiró de ella hasta poner su boca en sus pezones) Lidia: Eso es nena... eso es... todos tuyos lámelos... así muy bien... así (decía mientras metía sus dedos por la melena de Maca) M: Lidia... (se había quitado el pantalón y estaba con las bragas y sus pechos duros y sus pezones erectos mostrándose a su amante) Lidia: Nena... que bonitos... sí... para devorarlos... M: ¡Oh!, Lidia... (exhaló un profundo suspiro y ante la caricia de la cálida lengua de Lidia, su respiración comenzó a agitarse por momentos) Lidia: ¿Te gusta? M: Sí... sí... (decía con la boca seca la melena cayendo sobre la espalda pues su cabeza había caído hacia tras levemente por el deseo) Lidia: ¿Estás caliente, nena? M: Compruébalo tú... (le dijo con la voz entrecortada mientras notaba como la mano de Lidia separaba la braga y rozaba el vello de su sexo provocando en ella un gemido callado pero intenso) Mmmm Y entonces Maca se removió en la cama, a un lado, a otro, podía notar como su piel se estremecía, como sus músculos se tensaban podía notar a pesar del tiempo sus manos acariciándola y era el punto final, donde sus recuerdos le hacían estallar en un llanto, cada vez, cada noche, cada día, cada instante que llegaban a ella los recuerdos le azotaban como si un látigo golpeara una y otra vez su espalda obligándola a caer de rodillas. Era tanto así, que en aquella cama del hotel comenzó a tiritar y llorar, comenzó a sufrir hasta límites insospechados, era la tortura más maravillosa que se podía imponer como castigo, pero aquella vez algo interfirió en su mente en los recuerdos justo cuando lloraba amargamente, algo que hasta ese momento no había sucedido su propia voz recitando “alcé mis cansados ojos y lo vi, el mar, mezclándose con el sol, y el astro rey que parecía hundirse en el horizonte y allí con mis pies bañados, hundidos, sentí la mayor pena que en toda mi vida había sentido, recorría mis venas, alcanzaba mi corazón, mi cabeza y finalmente penetraba mi alma” M: No... no... otra vez no... ¡ya está bien! (decía sentándose en la cama atormentada tapándose los oídos como si así pudiera acallar la voz) Resurge Maca, deja de ser humillada... ¡resurge por favor! Por favor que ocurra algo... necesito salir de esto... Rompió a llorar entregándose al dolor máximo, sintiendo como a cada latido de su corazón, se le iba clavando más y más el pasado, más y más los recuerdos

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16 Abril 2005 El jueves había llegado con fuerza, se había levantado un viento que sorprendió a las dos mujeres en su paseo, ambas con las manos metidas en sus bolsillos en silencio iban caminando, el mar estaba revuelto y era un maravilloso espectáculo verlo bravío. Desayunaron con rapidez, se fueron juntas con el taxi y Teresa dejaba primero a Maca en el aula mientras ella se marchaba a recabar más datos para la novela que tenían en mente ponerse a trabajar Al llegar lo primero que hicieron sus ojos fue buscar la parte derecha de la entrada, allí se colocaban las bicicletas, efectivamente estaba la suya, suspiró sin saber muy bien porque. Entró como siempre con su sonrisa pero en lugar de acceder a la clase, se marchó directamente al despacho de la directora Mercedes: Pasa guapa, pasa... M: ¿Tienes cinco minutos? (le preguntó amablemente con su cartera en la mano) Mercedes: Sí, claro. ¿Sucede algo? M: Quería hacerte una propuesta Mercedes: No sé lo que será, pero espero me guste (le devolvió la amplia sonrisa que Maca le había entregado) ¿Café? M: Sí por favor, dos cucharadas de azúcar Mercedes: Tú dirás Mientras en la clase ya se encontraban todos hablando sobre sus proyectos y conociéndose algo más, Raúl insistía con la cena y al final todos pensaron que era mejor decirlo en clase y que mejor que el viernes donde la mayoría descansaban al día siguiente. Para cuando Maca entró, vio a Raúl sentado junto a Esther hablándole mientras ella sonreía abiertamente M: Buenos días a todos Todos: ¡Buenos días Maca! M: Que cambio de tiempo ¡eh! (les dijo mientras sacaba la silla, se quitaba la chaqueta de punto que llevaba y dejaba el maletín sobre la mesa) Pero aún así la verdad que el cielo tiene una luz especial Raúl: Maca queríamos decirte algo M: Claro yo también tengo que comentaros algo. Pero tú primero (se sentó en la mesa como le gustaba y volvió a sentir la mirada furtiva de Esther sobre ella)

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Raúl: Nos gustaría poderte invitar a una cena. Nos gustaría mucho poder compartir contigo un rato fuera de aquí M: ¿Una cena?, a ver... ¿cuándo sería? Paloma: El viernes (apuntó Paloma sonriente) E: (“Que diga que sí” pensó para sí Esther) M: Vale no hay problema (todos sonrieron la primera Esther que asintió cuando le miró) Bueno ahora yo, acabo de hablar con Merche, y le he dicho si habría algún tipo de problema por extender una semana más el curso (el grito de sorpresa de todos fue unánime, Esther sintió cosquillas en su estómago, las cosas habían cambiado de repente) Creo que hay muy buen material y podríamos trabajar juntos para conseguir nuevas metas, sabéis que hay una opción que es que el Centro os iba a publicar una novela corta (todos asintieron y la escuchaban atentamente) E: (“Que tía... tiene una incontinencia verbal que asusta, ni una duda, toda seguridad, ¡madre mía Esthercita, madre mía que mujer tienes pa disfrutar!, ¡ay... qué calor!”) M: He hablado con Merche, y le ha parecido buena mi idea, hacer tan solo un libro de relatos cortos de cada uno de vosotros, para eso, hay que trabajar duro para que los relatos tengan calidad y además os sirva como escaparate hacia el exterior. Mi consejo es que una mínima oportunidad que tengáis, la aprovechéis no se sabe nunca por donde nos va a venir la suerte, hay que trabajarla. Y por eso estoy dispuesta a quedarme una semana más, siempre y cuando os parezca bien (sonrió de lado con cierta modestia) E: (“Más que bien... tengo una semana más de tiempo... ves, tú toda preocupada porque ya es jueves y mañana la dejabas de ver... y ahora la tienes una semana más, contando también la cena”) M: De acuerdo pues hoy vamos a trabajar sobre los personajes (se levantó y sacó un folio) A última hora de la clase hablaremos de vuestros escritos Durante la clase, a penas miraba Maca a Esther, es más, conforme pasaban los minutos Esther iba diluyéndose más y más en su asiento, había preguntado en varias ocasiones cosas a los alumnos, y cuando Esther levantaba su mano, Maca siempre daba el turno a algún otro, trataba de relajarse y no demostrar sus pensamientos pero si Esther tenía un fallo es que en sus ojos se leía el mundo interior, y su rostro no sabía enmascarar sus sentimientos M: Uf se nos ha ido el tiempo, mañana hablamos de vuestros escritos y haremos dos grupos en clase para trabajar los personajes y sus creaciones ¿de acuerdo?... hasta mañana, que descanséis Paloma: Maca ¿puedo hablar un momento contigo? M: Sí, claro

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Su sonrisa se clavó como un puñal en las entrañas de Esther, ¿le había regalado alguna sonrisa así a ella?, había escrito lo que sentía y sin embargo no le había servido para que Maca dejara de mirarla mal, o peor aún, de omitirla. Llegó a casa enfuruñada, Sandra no estaba así que cogió el teléfono para llamar en el mismo instante en que Sandra entraba y la escuchaba E: ¿Ángela?, hola guapa me preguntaba si tienes algo que hacer esta noche... ah... no me apetecía ir al Femme Fatale... vale pues nada en otra ocasión, nos vemos, chao (apoyó su móvil en la barbilla con gesto decaído) Sandra: ¿Te ha plantado? E: Oye Sandra esta noche nos vamos tú y yo de fiesta (dijo de manera resolutiva) Sandra: De eso nada monada, conmigo no cuentes (se iba hasta su habitación) E: ¿Y por qué no? (la perseguía hasta sentarse en la cama mientras ella iba quitándose los zapatos) Sandra: ¿Te recuerdo la última vez? E: Pero si haces siglos que no vienes, ¿y qué pasa porque te toquen el culo o te piropeen, eh? Sandra: No me vengas con esas Esther, que tú tengas necesidad de que te suban el ánimo no es asunto mío. ¿La escritora es dura de roer, no? E: No es eso (ante su mirada insistente mientras enarcaba una ceja le dijo) Bueno... un poco... Sandra: Debió asustarse con lo del mar. Y eso que aún no te conoce... E: Es idiota Sandra: ¡Oye que es tu idolatrada Macarena Wilson! E: Si vieras, cuando le hablo yo gesto serio, va una lameculos como la Paloma ésa, y una sonrisa pa derretir un glaciar ¡coño! Sandra: Mira cuando empiezas con tus tacos me asustas E: Venga Sandrita va... (le decía con voz ñoña) Sandra: No, no lo vas a conseguir... (se estaba quitando los pantalones) E: Venga... va... solo un ratito Sandra: Me conozco tus ratitos, la última vez tardaste cinco minutos en abandonarme

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E: Tenía que ir al excusado Sandra: Bonita... al excusado no se tarda hora y media E: Había cola (reía con mirada divertida y gesto totalmente endiablado) Sandra: ¡Eres de lo peor!, así que paso... no voy E: Sandrita ¿no te doy penita? (Sandra la miró seria y Esther volvió a ponerle morritos tratando de causarle pena) ¿Ni un poquito? De lado a lado de la habitación caminaba Teresa como si le hubiera dado un ataque repentino de nervios, con una mano en los riñones, y la otra en la frente negando cada dos pasos con la cabeza. Maca la miraba divertida mientras conectaba su portátil T: ¡Nos mata! (exclamó de repente) no quiero ni contestar como me llame, ¡definitivamente te has vuelto loca!, no era eso lo que yo te vengo diciendo, no es que lo provoques es que lo dejes M: Teresa no seas exagerada (ladeó su cabeza con una mínima sonrisa marcada en sus labios) T: Es una de las pocas veces que veo desobedeces al cansino, y encima lo haces cuando no está con lo cual querida, ¡nanis babis! M: ¿Cómo? (la miró riéndose como loca) T: Lo dice Federica mi sobrina M: ¡Ah... tu sobrina! (le decía con un leve movimiento de barbilla) T: Creo que quiere decir nada de nada M: Vale, entendido T: ¡No se te podía ocurrir otra cosa! (entonces sonó el móvil de Teresa parecía que el vibrador del teléfono se había vuelto loco, lo miró aterrada) Míralo, mira como salta el pobrecito, ¡un león me voy a encontrar! M: Anda deja ya contesto yo. ¡Dime! (contestó tajante la respuesta de Luis fue tal que se separó el teléfono de la oreja y le dijo con tranquilidad) No me grites Luis, te dije que me quedaba una semana más ¿no?, pues ya está. Sí... no he negociado nada de eso te encargas tú ¿no? pues ya está... negocias, pero ni se te ocurra pasarte de lo que yo he propuesto. Que no Luis, que no... pues eso... ya hablaremos T: ¿Muy mal? (le preguntó con sus ojazos abiertos de par en par y la sensación de temor por lo que pudiera acontecer) M: Como siempre, tranquila

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T: Ya eso lo dices porque está lejos, y cuando no lo tienes al lado estás mejor... pero... deja... deja que vuelva M: Bueno me voy a duchar, me apetece salir un rato T: Vale... yo no sé nada M: Gracias Teresa (le dijo sonriendo) T: Tú vas a estar en la cama desde ya, ¡vamos como que te he puesto yo el pijama y todo! M: Anda no exageres (reía divertida) T: Buenas noches M: Buenas noches T: Y recuerda, que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda (le guiñó un ojo y se fue) M: Ay Teresa, Teresa... a ver... vamos a ver (miró la pantalla y tecleó en google) Buscar lugares de ambiente... Le dio a intro y se fue a la ducha con la sonrisa marcada en su rostro Eran las diez y media de la noche cuando la puerta del pub se abrió, tras ella una Esther vestida con vaqueros y camiseta y una bandolera hippie cruzando su pecho entraba al lugar con su sonrisa amplia y generosa, tras ella una Sandra cabizbaja y resignada cerraba la puerta E: ¡Ey mira hay marcha ya! (gritaba como loca) Sandra: Un ratito ¿eh? E: Que sí, que sí. ¡Vamos la noche es nuestra! (la cogió de la mano y tiró de ella. Al llegar a la barra ya había besado a cuatro mujeres en los labios ante el gesto de Sandra que cada vez que lo hacía cerraba los ojos) Guapa nos pones dos pelotazos Camarera: Claro que sí preciosa Sandra: Esther... E: ¡Has visto hay movida y eso que es prontísimo! (decía alterada mirando alrededor) Sandra: ¿Es necesario que te vayas besando así? E: Vamos no seas estrecha, deja los prejuicios a un lado... (decía emocionada)

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Sandra: No es por eso, bien lo sabes... E: Bueno brindemos por nosotras Sandra: Me has prometido que no ibas a beber E: Solo uno... venga brindemos por... ¡un buen polvo! (alzó la copa muerta de risa) Que tu taronger trabaje bien tu zona baja Sandra: ¡Qué burra eres! E: ¡Vamos a bailar!, yujuuuuu (gritó como loca tirando de la mano de Sandra haciendo que se derramara un poco de la bebida) Sandra: Esther... Esther... perdón (se excusó ante una chica a la que había empujado) Chica: No pasa nada guapa... tranquila Sandra: ¡Ay señor! (murmuró) E: Venga a mover el esqueleto Sandra, que te me vas a quedar encartonada muy joven (decía mientras bailaba y cantaba) Sandra: Esther... E: ¡Qué! (elevó la voz) Sandra: No me dejes ¿eh? E: ¿Tienes miedo? (sonreía divertida mientras movía sus hombros y pecho de manera tan graciosa como provocativa) Sandra: La chica con la que he tropezado... no para de mirarme E: ¡Has ligado!, si es que tienes un encanto amiga mía... deberías dejarlo salir más. Muevo la cabeza. Muevo el pie... muevo la tibia y el peroné, toma, toma, dale al culo Sandrita que eso pone mucho al personal Sandra: Bailando... me paso el día bailando (cantaba animada también Sandra que siempre que salía con Esther terminaba dejándose llevar y volviéndose un poco loca como su amiga) E: ¡Guapa! (le piropeó al ver como movía graciosamente su trasero mientras ambas reían, cantaban y bailaban como locas) En una de esas estaban cuando la puerta del pub se abrió, Esther y Sandra en ese momento habían detenido su baile, extenuadas de tanto saltar y cantar, habían decidido darse un respiro. Sandra miraba como dos chicas se estaban besando mientras bailaban una canción lenta y cuando fue a chivarse a Esther, su rostro le llamó la atención, sus ojos abiertos, su boca con la expresión de máxima sorpresa parecía que había visto un

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fantasma, así que Sandra se movió un poco hacia la derecha donde se encontraba Esther mirando la puerta, y al ver de quien se trataba se quedó tan impactada como su amiga E: ¿Estás viendo lo mismo qué yo? Sandra: Sí, hija sí E: Pero... Sandra: ¿Qué hace aquí? (preguntó alertada) E: Ni idea... la verdad no esperaba verla Sandra: Bueno, relájate... E: Joder Sandra... Sandra: ¡Te ha visto! E: ¿Sí? (preguntó dándose la vuelta) Sandra: Sí... viene hacia aquí... (decía nerviosa) La música en el lugar había empezado a sonar delicadamente de nuevo, un buen tema para bailar agarradas, Esther había cerrado los ojos tratando de controlar la situación, y a Sandra no se le ocurrió nada mejor que cogerla y ponerse a bailar E: ¿Qué haces? Sandra: Calla y baila (pasó sus manos por la cintura de Esther que seguía alterada) E: ¿Viene? Sandra: Sí -: Hola preciosidad (apareció una voz tras ellas) E: ¡Vaya cuánto tiempo sin verte! (le dijo con indiferencia) -: Hola Sandra Sandra: Hola -: ¿Qué tal Esther? E: Muy bien... -: ¿No me vas a preguntar cómo estoy yo? E: Francamente, no me importa

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-: Oh... que lástima... Sandra: ¡Te importa dejarnos Lidia! Lidia: ¿Molesto? (preguntó risueña) E: Sí, bastante Lidia: No lo creo nena Sandra: Escúchame (dejó a Esther y se encaró con ella) E: Sandra por favor... déjala no merece la pena Sandra: Ni te acerques a mi chica (los ojos de Esther se abrieron de par en par aunque trató de disimularlo) ¿Te ha quedado claro? Lidia: ¿Tu chica? (dio una carcajada) Sandra: Sí (y sin dudarlo la cogió por la cintura acercándola a ella, y cuando Esther la miró sonriendo mínimamente Sandra le plantó un beso en los labios que dejó a su amiga totalmente atónita) Y ahora si no te importa, vamos a seguir bailando Lidia: Muy bien... veo que ya te sirve cualquier cosa Esthercita E: Vete a la mierda capulla Lidia: Vaya... nena... vaya humos querida (le dijo entre dientes de una manera que chirriaba tanto que a las dos amigas les produjo el mismo escalofrío) Tú te lo pierdes, voy a estar dos días aquí... si te arrepientes que lo harás, me llamas Sandra: Largo de aquí Lidia: Ridícula (le dijo entre dientes) Sandra: Será imbécil la tía (al ver como Esther la miraba mientras se iba le dijo) Esther... es Lidia ¿recuerdas? E: Sí, claro Sandra: Pues nunca te olvides del tiempo que tardaron en cicatrizar tus heridas E: Calla por favor (le dijo cerrando los ojos con dolor) Sandra: Vale... pues recuérdalo (su tono era firme y de profunda advertencia E: Oye... ¿desde cuándo besas así?... me ha gustado ¿podemos repetir? Sandra: Vete a la mierda... voy a por algo fresco, me ha dado calor (decía sofocada)

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E: Claro... es que... mi boca... (movía graciosamente la cabeza) Sandra: Tú no, la angustia de verla aquí. Vamos no te separes de mí E: Ya tiene presa... así que tranquila (dijo siguiéndola) En el cuarto del hotel, Maca sujetaba en sus piernas el ordenador, había estado mirando aquellos lugares donde podía pasear, pero nuevamente el miedo pudo con ella, terminó por desconectarlo después de borrar el historial para no dejar rastro en su portátil, sabía que Luis lo controlaba todo, incluido su ordenador y sin más empezó a trabajar con los apuntes que Teresa le había llevado, aquella noche no daría tregua a sus recuerdos. Aquella noche, no. Tras repasarlo todo, y tomar unas notas de lo que para ella ya era el inicio de su nueva novela, recogió el móvil, la tarjeta y salió de la habitación Las chicas en el pub, habían vuelto a sentirse tranquilas tras el sobresalto del reencuentro de la mujer que más daño había hecho a Esther. Bailaban divertidas con un grupo de chicas, amigas de la enfermera. Tranquila porque la había visto marcharse, Sandra se había relajado hablando y bailando con aquellas chicas, cuando se dio cuenta Esther no estaba Sandra: Oye Cris... ¿y Esther? Cris: ¿Tú qué crees? Sandra: ¿Qué? (abrió sus ojos como platos) Cris: Una morena la estaba mirando todo el rato, y mira... ya no está ni la morena ni Esther Sandra: ¡Mira qué le dije que...! Cris: Venga tranquila que sabe cuidarse Sandra: Sí... ese es el problema que sabe cuidarse y cuando le hacen perder el control y se vuelve vulnerable, me la matan Cris: Vamos... ya se ha ido. Hacía mucho tiempo que no venía por aquí Sandra: Ya... Cris: ¡Venga te invito a una copa y te llevo a casa! Sandra: Gracias Cris Pero la presencia de Lidia le había dejado a Esther un mal sabor de boca, iba en el coche de la chica morena y sus recuerdos la iban llenando de amargura

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Aquella mujer le había sorprendido un día en la discoteca, la veía tan segura, con ese acento andaluz, con esos ojos azabache, con una sonrisa que siempre pensaba debería estar prohibida y que la cautivó en apenas minutos, por aquel entonces, Esther manejaba a la perfección ese lado suyo de dominar las situaciones, de sentirse tranquila ante las mujeres, siempre se le daban bastante bien, y ante la mirada insistente de Lidia con algún gesto provocativo y sensual, la llevaron a marcharse con ella hasta su hotel. Durante el camino le había desatado en un deseo febril sin apenas rozarla. En el ascensor se dio cuenta que iba a ser una experiencia diferente, Lidia se había acercado hasta su boca y se había detenido a un milímetro de ella, sin rozarla, tan solo provocándola Lidia: Salvada por la campana, nena (le dijo ante la señal del ascensor) E: Lo mismo digo (respondió con su mismo tono encendido) Sin embargo una vez entraron en el cuarto todo fue diferente, Lidia se sirvió una copa de champán y con calma se sentó en el diván, Esther se había quedado de pie en medio de la amplia habitación sin saber muy bien que hacer, hasta que la voz fría de Lidia le ordenó que se desnudara, lo hizo Lidia: ¡No tan deprisa... me gusta ver como te desnudas... hazlo despacio, me excita! (le ordenó) Esther la miró con dudas y por un segundo pensó en darse media vuelta y marcharse, pero su juventud y sus ganas de probar diferentes cosas, unido a su peligroso mundo interior, la empujaron a ir poco a poco quitándose la ropa mientras veía como Lidia metía un dedo en la fría bebida y lo pasaba por sus labios, Esther notaba como sus muslos se tensaban y su boca se secaba Lidia: Eso es... lo estás haciendo muy bien (le dijo mientras abría sus piernas haciéndole entender de su excitación) Esther quedó completamente desnuda ante ella, Lidia sonrió de lado dejando la copa sobre la bandeja, y se desabrochó la camisa lentamente sin dejar de mirar a Esther mostrándole a ésta, su ropa interior, un sujetador negro de encaje mientras su dedo se deslizaba por su vientre duro, y sus caderas se movían tan insignificantemente que Esther tuvo que exhalar un suspiro reconociendo que aquel juego la estaba poniendo frenética Lidia: Ven aquí y ponte de rodillas (volvió a mandar) Y Esther hechizada por sus propios latidos en su sexo humedecido, llegó y obedeció, Lidia se había quitado el pantalón y con sus manos en la cabeza de la joven la obligó a poner su boca sobre las bragas Lidia: No dejes nada, nena... nada... Esther sacudió la cabeza volviendo al presente, la chica morena que todo había que decirlo era muy guapa, le estaba hablando. Sacudió un poco la cabeza y tragó saliva para olvidar aquella primero humillación que sintió y le dijo

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E: ¿Decías? Alba: Que me da miedo el lugar E: Vamos los muertos no hacen nada, la que te va a hacer soy yo y estoy muy viva. Alba Alba: Oh... Esther... no sabes las veces que he ido a ese lugar esperando verte (confesó entregándose totalmente a ella con ese comentario) E: Suele pasar (sonrió mientras con el coche en marcha dirigiéndose al cementerio y deshaciéndose del cinturón, introducía su mano derecha en los voluminoso pechos de la chica quien gimió) ¿Te gusta? Alba: Sí... sí... (se aferró al volante mientras se mordía el labio inferior) E: No pierdas el control del coche... te va a gustar mucho, ya lo verás (desabrochó su cinturón así como el botón del pantalón que afortunadamente no era de vaquero y podía meter con facilidad su mano. Al o la morena gimió más fuerte) Vaya... si que me necesitabas Alba: ¡Oh Esther!... E: ¿Qué? (la miraba sonriente) Alba: No pares E: No iba a parar Alba: Joder podría ser automático el coche E: No tiene gracia hacerlo en un automático (imprimió más ritmo a su dedo) Alba: ¡Ah, ah! (gritó al notar como la frotaba mientras se aferraba más aún al volante y su pierna izquierda pisaba fuerte contra el suelo a la vez que su espalda se clavaba contra el asiento E: Eso es... así... me gustas (se lanzó sin miramiento a su cuello mientras lo lamía) Alba: Esther... Esther... Cuando llegó a su casa, una enfadada Sandra la esperaba en el sofá, tan solo hacía cinco minutos que la esperaba. Al escuchar las llaves se sentó y suspiró E: Hola... ¿qué haces despierta?

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Sandra: Pues mira... porque una hija de puta que dice ser mi amiga, me ha abandonado en medio de un pub de lesbianas E: ¿Y quién te ha rescatado?, ¿Cris?... se lo he dicho... así que no me vengas con reproches que te he dejado niñera (le dijo como si nada pero con el brillo de sus ojos apagado mientras iba a la nevera y sacaba un refresco) Mañana trabajo ya... ¡qué mierda! Sandra: ¿Estás bien? (reconocía en su mirada un pequeño advertimiento de que no preguntara más allá de esa pregunta circunstancial) E: No... pero pasará Sandra: Olvídala ¿vale?, solo fue una mala experiencia (le acarició con cariño el pelo mientras Esther se dejaba caer sobre su hombro) E: Sí... solo fue eso (trató de convencerse) Sandra: Lo has hecho bien xiqueta... E: Si no llega a ser por ti Sandra: ¿Y para qué están las amigas? E: ¿Para besar? Sandra: Idiota... deja el temita que te conozco (le dijo estrechándola fuertemente contra ella mientras sonreía con pena, sabía que la aparición de aquella maldita mujer, le había afectado) E: Mañana voy de cena con Macarena (su voz sonó algo inexpresiva) Sandra: Bien... ¿y? E: Hoy cuando estaba tirándome a Alba, pensaba que era ella y no te cuento como me he puesto... creo que su forma de tratarme me alienta Sandra: Mira Esther, no voy a dejar que te des otro tortazo, esa mujer está casada seguramente no quiere nada con ninguna mujer a pesar de lo que tú digas y quizá tú tienes una oportunidad de que alguien vea tu talento, insisto, no lo desaproveches E: No lo voy a desaprovechar, pero... tampoco voy a dejar de intentarlo... Sandra: Estás obsesionada con ella... y de ahí no saldrá nada bueno, ¿te recuerdo cómo te salió tu obsesión por Lidia? E: Vale ya con ésa hija de perra (le dijo gritando y separándose de ella bruscamente) Sandra: Está bien Esther... yo lo único que quiero es que no sufras, ¿vale? E: Lo siento (le dijo haciendo una mueca de disculpa y su rostro reflejó tristeza)

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Daba vueltas en la cama, verla nuevamente le había desconcertado de manera que no podía conciliar el sueño, los recuerdos llegaban a ella de forma descontrolada, se levantó a beber un vaso de leche y decidió quedarse en el comedor sentada cerca de la ventana observando la cerrada noche, apoyó su brazo en el respaldo y sobre él la barbilla, sus ojos soñadores observaban el cielo como esperando alguna señal de algo, algo que pudiera darle el valor de enfrentar a sus fantasmas, algo que le diera el valor de vivir la vida de otra manera, de olvidar lo que habían sido unos años perdidos, unos años que le habían marcado a fuego la más grande humillación en sus entrañas Miraba el cielo y pensaba en la oportunidad que tanto le había dicho Sandra, sonrió al pensar en ella siempre pendiente y a su lado, la había sacado de un oscuro pozo en el que la vida se había empeñado en empujarla, y quizá sabiendo lo que allí había en aquella oscuridad vivía de ese modo, a pesar de reconocer que quería cambiar no sabía cómo hacerlo, sabía que debía luchar y dejar de pasar por la vida de puntillas, y quizá la oportunidad la tenía realmente en ese curso, en aprender al máximo pero en ese curso también estaba la mujer que tantas veces había soñado que temblaba entre sus brazos, mujer de quien seguía pensando que le había provocado algo con aquella descripción del mar y que por ello, estaba enfurruñada con ella, por eso la omitía y aquel pensamiento le sirvió para tranquilizarse, para coger fuerzas y marcharse a la cama, necesitaba estar tranquila, necesitaba olvidar aquella visión que había tenido de aquella maldita mujer E: Vale Esther... ya está bien de pensar... tú no le das vueltas a las cosas, eres práctica ¿vale?, pues ale bonita, a dormir que mañana tienes que estar explosiva para la gran Macarena Wilson, para que muerda el polvo Con una sonrisa tras un profundo suspiro se fue a la cama, no sin antes de acostarse acariciar una de las fotografías donde Maca sonreía y miraba la cámara con una de sus miradas seductoras E: ¡Ay Macarena... Macarena! 17 Abril 2005 Un rayo de sol jugueteaba en el rostro de Maca, la melena revuelta sobre el rostro que tapaba un gesto de enorme serenidad. Aquel rayo insistente que parecía se había empeñado en navegar por su bello rostro, finalmente le molestó y se removió de manera que al girarse tras un pequeño gruñido de malestar abrió sus ojos, un olor extraño le llegaba hasta su olfato, con el ceño fruncido y con incertidumbre abrió sus ojos. Al verla se sobresaltó El olor a café despertó dulcemente a una cansada Esther, tenía un día duro por delante, el curso, trabajar y por la noche irse de fiesta, en esa fiesta a pesar de que no quería pensar en ello, tenía muchas esperanzas puestas

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Sandra: Buenos días E: Buenos días Sandra, ¡mira qué te sale bien el café! Sandra: Pelota (sonrió) ¿Has descansado? E: Sí, sí... ¿y tú? Sandra: Bastante, sí (sonrió marcando la dulzura su rostro) E: Sin pesadillas de mujeres que iban persiguiéndote (le dijo de carrerilla aguantándose una sonrisa) Sandra: ¡Desde luego no sé porque te tuve que contar aquella pesadilla! (exclamó molesta mientras Esther reía de buena gana) Además era normal ¿no? La primera vez siempre impone E: Sí guapa, sí Sandra: ¿Puedes sacar las tostadas?... digo si no te vas a herniar Ambas se miraron rompiendo en una carcajada, las amigas estaban más unidas que nunca y esa mañana ambas se dieron cuenta que ante la adversidad lo mejor era la unión, lo habían vivido en el pasado, y lo seguían viviendo en el presente Cuando el sonido del despertador sonó Teresa ronroneó contra él pero tan finamente que Maca no pudo más que reír como loca. La secretaría al escuchar su voz, se levantó el antifaz de un ojo y miró fijamente a la escritora que reía sin parar M: Eres fina hasta para protestar T: ¡Anda! (dijo quejosa con un ojo muy abierto y el otro tapado) M: Buenos días pirata Teresa T: Si te vas a burlar es la última vez que te dejo dormir conmigo ¿eh? (la amenazó seria) M: Si es que estás muy graciosa T: Pues mira tú... (entonces sonó el teléfono de Maca y Teresa con un movimiento ligero se apartó el antifaz protestando de mala gana mientras iba al lavabo) ¡Qué cansino! Son las ocho y media ¡demonios! Maca sonrió ante su comentario ¡cuánta razón tenía Teresa!, era como un pulpo estuviera donde estuviera tenía que tenerlo controlado, tenía que tocar todo con sus repelentes tentáculos. Tomó aire para contestar lo más segura posible, su voz le seguía provocando la misma ansiedad

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M: Dime. Sí estamos desayunando... vale... ¿y eso?... de acuerdo T: ¿Qué ordenes tenemos? (salía Teresa del lavabo secándose las manos) M: El sábado por la mañana tengo que volar a Madrid... bueno... tenemos hay una fiesta y tenemos que acudir T: ¿Yo también? (la miró sorprendida) M: No (sonrió con tristeza y sin poder evitar el tono apenado agregó) Desgraciadamente no. ¿Nos vamos a pasear? T: Sí M: Ah... esta noche vienes a la cena ¿eh? (se puso las zapatillas levantándose ella de la cama) T: ¿Yo?, ¿y qué hago yo allí? (preguntó asombrada mientras abría los ojos y ponía gesto descolocado) M: Pues lo mismo que yo, divertirnos. Ah nada de traje chaqueta ¿eh? te quiero muy mona y predispuesta a todo Maca se marchó divertida mientras Teresa la miraba sentada en la cama negando con la cabeza, Valencia parecía sentarle bien, sin duda estaba mucho más tranquila o... estar sola sin la presencia negativa y aniquiladora de su marido le hacía sin duda bien. Teresa sonrió de lado T: Lastima que nos deje libres tan poco tiempo Bajaron a pasear por la orilla de la playa mientras Maca le iba contando cómo sería el desarrollo de su novela, los personajes y como siempre hablaba repleta de ilusión y entrega a su próxima obra. Después desayunaron y subieron a la habitación, para prepararse y acudir a la clase, antes de salir, Maca volvió a leer atentamente la carta de Esther, sin duda era un desafío terrible para si misma, y tan solo rogaba que la cena fuera tranquila y que se sentara lo más lejana a ella, no quería problemas necesitaba seguir con esa vida por encima de muchas cosas incluso de ella misma Al llegar al Centro, Maca no pudo evitar el mismo gesto que había estado haciendo durante los últimos tres días sin darse cuenta, sus ojos buscaban la bicicleta que le hacía suspirar y exhalar profundamente aire como si buscara fuerza en sus entrañas para seguir en pie sin flaquear, sin dar muestras de debilidad M: Buenos días (les saludó de manera cariñosa con una sonrisa amplia en sus labios) Todos contestaron a la escritora tras su entrada exuberantemente sencilla, Esther tuvo que suspirar como hacía siempre que la veía era cómo si al ar sus ojos con aquella figura, todo su interior se revolucionara sin poder hacer otra cosa que no fuera dejarse lleva y sentir todo lo que provocaba en ella

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M: ¿Qué tal estamos?, bonito día ha salido hoy. Vamos a ver, antes de empezar la clase con los ejercicios que he preparado para vosotros, voy a repasar los ejercicios que me habéis entregado (miró a todos notando como especialmente los ojos de Esther la miraban de manera lasciva sin tapujo alguno. Entonces se giró abriendo su carpeta y sacando de ella los ejercicios, exhaló un suspiro mínimo que paso desapercibido para todos, excepto para Esther que percibió el ligero movimiento de su espalda. Maca finalmente se giró diciendo) Bueno... bueno... Empezó entregando los ejercicios a los alumnos, lo hacía con una sonrisa parecía que ya se había aprendido todos los nombres, no se equivocó, hasta que llegó el turno de Esther y se lo dio sin apenas mirarla M: De acuerdo, cada uno me ha descrito lo que sentimentalmente sentía al leer esas palabras que os di, reconozco que me han llamado la atención positivamente casi todos vuestros escritos. Ahora bien, Esther, quería preguntarte algo (Esther sonrió levemente seducida por aquella voz preparada para cualquier halago) ¿Tú crees que estas tres palabras necesariamente tienen que ir encadenadas a un drama? E: Pues... (dudó si contestar no le gustaba como la miraba) M: Creo que tu ejercicio podía ser mucho más interesante de lo que es, y te lo digo porque es un caso típico de quien utiliza las palabras para llamar la atención de una manera tan intensa que llega a cansar, es una redundancia bastante cansina, agota, es el caso típico de querer simplemente llamar la atención, insisto, no de narrar. ¿No te parece? E: Bueno... era lo que me inspiraron aquellas palabras M: Pero es lo sencillo, tres palabras unidas a un tremendista texto, es mucho más impactante el texto de muchos de tus compañeros, así que tendrás que trabajar más ¿eh? Bueno vamos con las tareas de hoy Dicho esto, se giró mientras Esther sentía que algo en ella se iba desvaneciendo parecía como si la silla se hubiera ido engullendo a su persona, escuchaba la voz de fondo de Maca mientras su pensamiento bullía como si dentro hubiera una hoguera a toda marcha, como si las palabras de aquella mujer le hubieran provocado una ausencia a su razón y no pudiera pensar. No le habían hundido sus palabras, le habían hundido sus gestos, su actitud, su mirada A Maca no le pasó desapercibido el gesto de Esther, una parte de ella respiraba aliviada mientras la otra se preguntaba hasta cuando esa defensa. Pero no podía decaer y de aquella manera calculada había tratado de conseguir que la cena de la noche no fuera para ella ninguna oportunidad a nada, quería distancia y en aquel momento la había conseguido Cuando Esther salió de la clase apenas cruzó unas palabras con Raúl, cogió su bicicleta y a toda velocidad jugándose el físico suyo y de algún viandante, prácticamente volaba sobre el asfalto su gesto serio, sus cejas fruncidas al igual que sus labios

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En el mostrador del Hospital, Consuelo estaba ordenando unas historias cuando la vio entrar, su gesto le llamó la atención, Esther era un libro abierto no sabía disimular cuando algo iba mal, eso unido a que la Recepcionista la conocía perfectamente le hizo acodarse sobre el mostrador retirándose las gafas E: Hola Consuelo: Hola. Traes cara de funeral, ¿quién se ha muerto? (le preguntó mientras Esther firmaba) E: Macarena Wilson Consuelo: Macarena (musitó viendo como se marchaba) Oye... oye... ¿pero cuándo?... pobrecita con lo joven que era... ¿Silvia te has enterado que se ha muerto Macarena Wilson? Silvia: ¿Quién es ésa? (le preguntó desinteresadamente la enfermera) Consuelo: Una escritora Silvia: Ni idea... pero que nos lleve muchos años por delante Consuelo: ¿Y como habrá sido?, ¡Juan déjame el periódico! (el hombre se lo dio con un gesto de asombro que no pudo evitar) A ver... a ver... sucesos... nada, igual ha sido esta mañana... ¡ay señor!... anda Aniceto búscame que tú con eso de los deditos eres un as, noticias sobre el fallecimiento de Macarena Wilson, en la internete Aniceto: ¿La escritora?, ¡con lo joven que era! (murmuró el celador afectado) Consuelo: No somos nadie, Aniceto... no somos nadie... la muerte ya se sabe no entiende de edades Aniceto: Pues no (le dijo tras mirar la pantalla) Consuelo: Ya te lo digo yo que no Aniceto: Y yo a lo que te digo que no es que no aparece nada, lo último que aparece es que está dando un curso en Valencia, y una entrevista Consuelo: ¿Estás seguro? (le preguntó con el gesto muy pero que muy preocupado) Aniceto: Míralo tú misma Consuelo: Deja, deja que yo esos chismes me marean. ¿Entonces? (se preguntó intrigada mirando hacia el interior pensando en Esther) ¿Qué ha pasado?

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El teléfono sonaba insistente en una pequeña casa situada muy cerca de Santiago de Compostela, una mujer mayor apuraba sus lentos pasos para llegar, sabía bien quien era, la única persona que podría llamarla era ella. Y con una sonrisa contestó tras sentarse en una mecedora Guillermina: Hola Maca M: Hola tata (sonrió ampliamente como si aquella voz le insuflara los pulmones de aire fresco de aquella montaña tan verde que al cerrar los ojos podía imaginar) ¿Qué tal estás? Guillermina: Bien mi niña, bien... más vieja que ayer... ¿y tú? M: Estoy en Valencia tata, dando un curso y... la verdad que muy bien (decía contenta Guillermina: Noto cierto temblor en tu voz... ¿pasa algo? M: Tata... tengo que hablar contigo no puedo más (murmuró apoyando su frente contra la pared con gesto compungido con aquella pregunta le había derrotado) Guillermina: Claro, para eso estoy aquí ya lo sabes cariño... M: Quiero ir a verte, muy pronto tata Guillermina: Sí, sé que lo necesitas por el requiebro de tu voz M: No hay nadie que me conozca mejor que tú (sonrió mientras tristemente se formaba un puchero en su barbilla) Guillermina: Lo sabes bien (sonrió) Venga cuéntale a tu tata vieja que le ocurre a mi niña preciosa M: Verás... es algo que... no sé muy bien como explicar (se mordía el labio inferior) Guillermina: Su nombre M: No tata, no (se apresuró a negar con una sonrisa) Guillermina: ¿Hasta cuándo mintiéndote? M: Tata yo... (suspiró con dolor en su alma) Guillermina: Hasta que no dejes volar en libertad ese gorrión que tienes dentro de ti, la vida será ese infierno en el que vives, tienes fuerza y coraje, ¡demonios Maca!... que cada quien se enfrente a su vida con sus propios errores... M: Yo también los cometí Guillermina: Enamorarse jamás es un error, mi niña

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M: ... Guillermina: Créete de una vez quien eres... no sigas castigándote vive y disfruta la vida cariño, solo se vive una vez y cada minuto perdido vuela tan rápido que no lo vuelves a recuperar (hizo una pausa donde sus cargados pulmones se escuchaban a través del teléfono) Maca solamente tú puedes salir de ahí donde te encuentras, yo puedo aconsejarte como buscas con cada llamada pero la única que puede salir de donde estás eres tú, no cierres los ojos, derriba la muralla de una vez por todas Maca o un día te arrepentirás de haber sido cobarde M: No es tan fácil Tata (musitó con el ceño fruncido) Guillermina: Claro que lo es cariño... tan solo tienes que dejar que tu corazón te guíe, que tu corazón hable y te indique lo que quiere y hacerle caso mi vida M: A veces tengo la sensación de que debería hacerlo sin tener un motivo Guillermina: ¿Ese motivo que ha aparecido sin más en ese curso, en esa ciudad? M: No lo sé tata, despierta curiosidad y odio al mismo tiempo Guillermina: Pues olvida el segundo y averigua que tipo de curiosidad despierta en ti porque eso ya es mucho M: Bueno tata... me tengo que ir a la cena Guillermina: Aprovéchala, no dejes pasar ni una sola oportunidad, piensa en ti, primero en ti y después en ti, en lo que sientes y de una vez por todas mi niña, eleva el vuelo y deja a ese malaje en el infierno M: No sé que haría sin ti (sonrió) Tengo suerte, tú y Teresa sois para mí muy importantes Guillermina: Pero ninguna somos tan importantes como para darte lo que necesitas, al menos yo (decía con una gran carcajada y sus pesados pulmones hicieron acto de presencia) M: ¿No estarás fumando, eh? (le preguntó sonriente aunque trató de ser una riña) Guillermina: ¿Y si fumo, qué?, de algo me tendré que morir M: No tienes remedio. Iré a verte muy pronto tata Guillermina: De acuerdo aquí estaré M: Te quiero, ¿lo sabes, verdad? Guillermina: Sí, lo sé (sonrió asintiendo con enorme cariño el que sentía por aquella niña que se hizo mujer) Y yo también te quiero mucho. ¡Venga a la fiesta!

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M: Sí que voy a llegar tarde Guillermina: No busques ser otra cosa que tú misma, ¿vale? M: Sí tata. Gracias Al colgar, sintió nuevamente ese sentimiento de orfandad, ese sentimiento que le cubría el alma cuando dejaba de hablar con ella, había sido en su vida mucho más importante que sus padres, que sus hermanos, que incluso sus abuelos. Era una mujer sencilla de la que aprendió muchas cosas, con la que habló muchas noches hasta altas horas de la madrugada. Sacudió su cabeza y se fue a la ducha, puso música, subió el volumen y se dejó sucumbir por el chorro de agua Su tata, como ella le llamaba de pequeña porque no sabía decir su nombre, se había encargado de criarla, de hacerle entender lo que estaba bien y mal, la que le demostró a donde llevaba ser caprichosa como su madre, la que le guió por la vida y la que un día la encontró sin fuerzas en medio de las tierras Llovía a cántaros y Guillermina estaba preocupada por su niña, tenía veinte y tres años, y aún seguía pensando que era una niña, aquel día ella había ido al pueblo para pasar el día con su prima, y al volver había encontrado la habitación revuelta de una manera que le asustó. Estaba sola porque los padres de Maca habían ido de viaje a Argentina, sus hermanos cada uno viviendo su vida y no podía avisar a nadie de su preocupación, dándose cuenta que nadie se preocupaba por aquella joven que llevaba unos días muy extraña, muy silenciosa, muy taciturna. Cogió el paraguas tras tres horas de larga espera y fue a buscarla, sus botas de agua le sirvieron para adentrarse por el barrizal que se volvía la parte de atrás de las caballerizas, sabía que era el sitio donde Maca acudía cuando algo le preocupaba, cuando algo le hacía daño. La había visto muchas veces allí, siempre enfadada, y cuando ella llegaba Maca explotaba era con la única que se atrevía a quejarse del trato de sus padres, de sus problemas, a la única que le gritaba su furia. Y su tata estaba allí en silencio para una vez finalizaba la explosión abrazarla y darle calor. Sin embargo aquel día algo le decía que las cosas no iban bien, y no se equivocó cuando llegó y la vio sentada bajo un árbol, con las piernas abrazadas a su cuerpo, con el pelo pegado a la cara, totalmente empapada, con la barbilla temblando y un gesto que alertó tanto a la mujer que dejó a un lado su paraguas y se agachó hasta ella Guillermina: Mi niña... ¿qué te pasa?, no me asustes por la Virgen del Carmen... (pero Maca no le contestó estaba como ida, entonces le cogió la barbilla y le obligó con suavidad a mirarla) ¿Te han hecho algo? (Maca negaba con la cabeza pero se derrumbaba en el pecho de aquella mujer que la abrazó sintiendo su dolor en sus propias entrañas) Vamos mi niña... llevas unos días mal, con ojeras, no duermes lo sé... ¿qué te preocupa?, ¿quién te tiene así? M: Mi vida se ha terminado (musitó entre lágrimas) Guillermina: ¿Pero qué dices cariño? (preguntó tan asustada como desconcertada) Si apenas estás viviendo tienes toda la vida por delante para lograr esos sueños tan maravillosos que tienes en mente. Cariño... M: Voy a casarme con Luis

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Guillermina: ¿Qué? (preguntó atónita sin entender nada, Maca asintió con la cabeza rompiendo a llorar de manera tan fiera que a Guillermina se le clavó en su pecho el dolor”) Años después podía seguir notando el mismo dolor y angustia que en aquel momento Guillermina: Maldito Luis... sólo espero que Dios te dé el castigo que te mereces... y lo veré y entonces podré morirme tranquila (susurró con toda la rabia que seguía sintiendo por él) En el hospital Esther trabajaba con seriedad excepto cuando tenía que atender algún paciente, su especialidad eran los niños y siempre quedaban encantados con ella. Había sido una de esas tardes complicadas donde todo sale mal, así que cuando tuvo un descanso se sentó en la cafetería removiendo un café solo Consuelo: A ver si vas a hacer un agujero y aún tenemos un percance, deja de mover la cucharita guapa (le dijo mientras se sentaba y sacaba de su bolsa un pastel de manzana, lo partía y le daba un trozo a Esther como siempre, pero ésta lo negó) ¿Qué te pasa? E: Nada no tengo hambre Consuelo: ¿De qué a muerto la Wilson para ti, de desamor, de desencanto? (le preguntó dando un bocado al pastel) E: No estoy para coñas (le dijo mirándola fijamente mientras enarcaba una ceja) Consuelo: Ya... así que te ha dado calabazas E: Es una imbécil y punto (dijo tajante) Consuelo: Si es que ya lo digo yo, del amor al odio hay un paso E: Me ha puesto en ridículo delante de toda la clase Consuelo: ¡Uy! ¿a ti, y eso? E: Porque desde lo del mar me tiene entre ceja y ceja Consuelo: Claro y a ti te gustaría estar entre pierna y pierna (nuevamente los ojos de Esther se clavaron en los suyos de forma fiera) Esther... ¿qué esperabas? Yo estoy encantada que alguien te plante cara E: Ya veo lo que me quieres Consuelo: Precisamente por eso Esther... tienes que cambiar y ya va siendo hora E: Macarena Wilson no sabe que ha hecho

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Consuelo: La que no sabe lo que has hecho eres tú. ¿La cena es hoy? E: Sí, pero no voy Consuelo: Sería una buena ocasión para hablar con ella tranquilamente y pedir disculpas por tu osadía ¿no te parece? Cuando Maca salió de la ducha, vio que Luis le había llamado, resopló con cansancio ver tan solo su número en el teléfono le producía una angustia terrible. Se había vestido de una manera bastante informal, vaqueros, fina camisa de seda negra de manga larga y unas botas que se permitió la osadía de llevar aquella noche. El tiempo era agradable por esas fechas y ella lo aprovechó, una vez vestida y ligeramente maquillada con el pelo suelto, se miró en el espejo sonriendo, no sabía que quería buscar ni siquiera había querido hacer caso a una voz que le decía cosas que no deseaba escuchar Tras exhalar un profundo suspiro, llamó a Luis M: Dime Luis: ¿Dónde estabas? M: En la ducha Luis: Mañana tienes que ir al aeropuerto a las doce M: De acuerdo Luis: Procura no perderlo M: Lo intentaré, haré un esfuerzo enorme para no perderlo ¿vale? Luis: Maca (le advirtió) M: ¿Qué? (le preguntó cansada con ansias de colgar) Luis: No pierdas ese avión M: Gilipollas (murmuró cuando él le colgó como era costumbre. Entonces llamaron a la puerta y Maca sonrió quitándose aquella pesada rabia de su interior) ¡Teresa! T: Anda Maca... ¿botas altas? (la miraba atónita) M: La noche es joven Teresa (le decía sonriendo ampliamente) T: Estás muy guapa M: Tú también, esos pantalones te sientas de escándalo ¡ves no es tan difícil! T: Son los únicos que tengo. ¿Y mis pendientes y collar?, ¿me he pasado?

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M: Sí, Teresa, el collar lo dejas aquí T: ¿Tú crees?, es tan mono M: Demasiado verde Teresa y no quiero que te confundan con un prado (le decía cerrando la puerta tras coger el bolso) T: Eres tonta... ¿eh? M: Vamos anda T: ¿El cansino sabe esto? M: Esta noche prohibido nombrarlo T: Lagarto... lagarto Y con una carcajada ambas se fueron. Recorrieron gran parte de la ciudad de noche, y era un lujo para ellas hacerlo, aquella ciudad tenía tanta iluminación, los monumentos le daban una belleza casi mística, y ambas disfrutaban del recorrido hasta llegar al Barrio del Carmen donde tenía lugar la cena T: He traído el mapa M: Estás en todo T: Sí porque tú guapa... M: Soy un desastre tienes razón (se quejó sonriendo) T: A ver... esta calle y después la tercera a la derecha M: Vale... pues vamos allá T: ¡Cuánta gente!, que animado está esto (decía mientras la gente paseaba por la calle yendo y viniendo de manera libre) M: Sí... está muy animado (sin saber porque unos nervios se apoderaron de su estómago) T: Uy por aquí... M: Mira allí están (los señaló sonriendo) Mira Merche ya está T: Sí... ¡ay si estoy nerviosa y todo, seré tonta!

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M: Tranquila Teresa, relájate y disfruta. Hola (saludó uno por uno a sus alumnos mientras Teresa hacía lo mismo. Sin embargo los ojos de Maca buscaban a alguien que no hallaba) Bueno... que lugar más espectacular ¿no? Paloma: Sí Maca... te aseguro que es uno de estos sitios donde es un placer cenar M: Pues muy bien (miraba pero no quería preguntar) T: ¡Uy!... Maca (le estiró del brazo) M: Dime T: No está Esther M: No. No está (dijo mirando como si la buscara por primera vez) T: Oye chicos... ¿y Esther? Raúl: Trabajando M: (“No va a venir (se dijo mientras su expresión se turbió algo) Vale Maca tranquila, así mejor... mucho mejor”) Raúl: Si os parece vamos entrando T: Que lástima, no viene Esther (le dijo a Maca) M: Pues sí... una lástima (murmuró para sí) Se sentaron en la mesa que les habían adjudicado entre risas y comentarios sobre el lugar, un bar pequeño pero decorado con gusto exquisito, repletos de cuadros donde los protagonistas eran los árboles en diferentes maneras, amplios mares y sencillas flores, a Maca le llamó la atención aquellos cuadros simples, sencillos pero hermosos, sonreía observando y leyendo las señas de cada uno de ellos, al igual que el precio había uno que le había captado por encima de los demás estaba allí mirándolo cuando oyó una voz que le decía E: Es mi favorito... tiene lo que más me gusta... todo y nada... fuerza y debilidad... en fin... maravilloso, buenas noches (le sonrió y se dirigió a la mesa) M: Pero... (se dio cuenta que su sorpresa al verla fue tal que le salió la duda en voz alta) T: Maca cariño... M: Si, voy T: Esther pensaba que no venías (le dijo mientras se sentaba) E: Sí, he podido arreglar la guardia

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T: ¿Muchos enfermos? (Maca se sentaba en ese momento junto a Teresa) E: Como siempre, sí (le guiñó un ojo) Estás muy guapa Teresa T: ¡Ay! (le dijo con algo de rubor mientras Maca miraba a Esther enarcando una ceja) Que cosas tienes Esther se sentó en frente tres sitios más a la izquierda de donde lo hacía Maca, y a su lado se sentó Raúl. La cena constaba de varios platos de sabrosas picaditas, el ambiente era de complicidad entre todos, hablaban sin parar, reían, Teresa que estaba secundada por Merche y Maca, se divertía como la que más y tras el vaso de vino, se animó a contar anécdotas que ni la propia Maca sabía. Durante el rato que estuvieron cenando, Esther no miró ni una sola vez a Maca, y eso lo pudo comprobar la escritora, que sí lo había hecho en alguna ocasión a pesar de su prohibición constante, aquella inquietud sobre la enfermera le causaba a su vez, una pequeña incomodidad pero entonces la voz de su tata le llegaba tan nítida como si el viento se la susurrara, descubre que hay en ti que parte es mayor, el odio o la curiosidad, y sin duda lo segundo estaba en aquella cena apareciendo de manera insistente. La veía sonreír con Raúl, hasta porque no reconocía cierto tonteo, y cuando durante la noche se levantó para hablar por teléfono a Maca le picó mucho más la curiosidad, no sabía apenas nada de ella, tan solo intuía por miradas, por frases, por el manejo de las palabras en ese mensaje subliminal que le había entregado en cada escrito y quizás era eso lo que le hacía tener esa especie de misterio hacia ella M: ¿Qué... te lo estás pasando bien, eh? (le preguntó sonriente) T: Sí, sí, uy la de cotilleos que me estoy enterando... (reía) M: Me alegro T: ¿Y tú qué tal?, ¿tenemos algún santo varón interesante? M: No... no he visto ninguno T: Oye pues el Raúl está muy bien ¿no? M: ¿Te gusta? (dio un sorbo a su café) T: ¿A mí? (le entró una risa floja) M: Vamos Teresa... para hacerle un favorcillo (le decía mirándola seria pero con brillo en sus ojos) T: Perdona, el favorcillo me lo haría él a mí (rompió a reír como Maca ambas contentas y sobre todo sintiendo libertad) E: (“Joder cuándo sonríe es para echarse a babear... uf... aguanta Esther ni un solo paso en falso guapa... la noche tiene que ir como la has planeado... respira”)

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Paloma: ¡Bueno venga que aquí ya van a cerrar ahora nos vamos a mover el esqueleto un rato, no! (dijo en voz alta) T: Uy yo no ¿eh Maca? (le dijo bajito) M: ¿Por qué no? (la miró fijamente) T: Porque nunca me han gustado esos sitios, me siento incomoda M: Pero si viene Raúl T: ¡Anda ya! Mercedes: Teresa yo tampoco voy que mañana trabajo. Así que nos podemos ir juntas si quieres T: Muy bien... porque a mí me dejas aquí y puedo aparecer en Madrid directamente (decía alegre) M: ¡Uy el vino... uy el vino Teresa! (le decía sonriendo) Paloma: ¿Maca, tú vienes, verdad? (le preguntó mientras sacaban el dinero para pagar) M: Sí, claro (sacó su billetera) Paloma: No creas que te vamos a dejar pagar ¿eh?, eres nuestra invitada M: Eso no es justo Raúl: ¡Claro que lo es! (dijo sonriente) Venga vamos, vamos Esther E: Sí (sonrió ampliamente ante la mirada de Maca que vio como se iba riendo de algo que Raúl decía) T: Maca M: ¿Qué? T: ¿Te levantas? Y es que la visión de Esther sonriendo anulaba su condición de odiarla, de omitirla tan solo la atraía de manera irremediable y eso creaba en ella una fuerte contradicción, tal era así que como en ese momento que Teresa la llamó, se había quedado atrapada en ella Una vez todos salieron a la calle, Teresa y Merche se despidieron de ellos con besos y risas, como no cuando Teresa besó a Raúl sin poderlo evitar la mujer se enganchó al cuello del muchacho con la risa de todos. Después besó efusivamente a Esther T: Guapa

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E: Guapa tú. Oye... ¡te gusta, eh! (Maca no dejaba de mirar la escena, sin poderlo evitar que alguien pudiera sentirse tan cerca de Teresa le molestaba y precisamente si era Esther, entonces mucho más) Dime T: ¿Se ha notado mucho? (le preguntó poniendo su mano en la boca de manera divertida) E: No mucho, vamos, de hecho solo lo he notado yo (le guiñó el ojo) T: Menos mal (la volvió a abrazar sonriente, Maca no pudo más y se acercó a ellas mientras le decía) ¿Cuándo me quitas los puntos? E: Pues... M: Teresa, Merche te está esperando (le dijo de golpe con seriedad) T: ¡Ay es verdad! E: ¿Oye Teresa por qué no te vienes?, será divertido M: No, ella se va al hotel que no está muy bien T: ¡Ay Esther, Maca tiene razón a mi edad ya no hay que ir por ahí en estas condiciones! E: Eso son tonterías (ante la sonrisa de Teresa y el enfado de Maca agregó) Bueno... mañana puedes venir por la tarde a la hora que quieras y te arreglo la herida T: Estupendo... me lo anotaré E: No te preocupes si quieres te llamo, y si no tienes nada que hacer nos tomamos un café (hablaba con la sonrisa en los labios omitiendo la presencia y el gesto duro de Maca) T: ¡Sí! (exclamó feliz) M: Venga Teresa, Merche te espera T: Adiós Esther E: Adiós guapa T: Está chica es un sol, ¡qué manera de subirte el ego! (le dijo a Maca muerta de risa) M: Sí, un sol (murmuró con cierto malestar) Una vez Merche le aseguró que llevaría a Teresa hasta el hotel y se encargaría de subirla a la habitación, Maca se marchó más tranquila con los demás, al regresar, vio a un lado a Esther mandando un mensaje, no le había gustado nada su actitud con Teresa, y esperaba de algún modo que no se acercara a ella tras la humillación de la mañana.

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Aunque sin duda durante la cena le había mareado un poco su actitud, alejada a ella, sonriente con los demás sobre todo con ese Raúl, y sin embargo su saludo había sido amable y casi cariñoso. Sin duda su comportamiento con Teresa le había molestado mucho y sin saber muy bien porque imaginó, que lo había hecho a propósito M: (“Maca... deja de imaginar... disfruta de la noche”) E: (“No le ha gustado nada que Teresa se acercara a mí... pero juraría que le gusta mirarme”) M: (“Bueno... tú sigue pasando de ella... a disfrutar, recuerda, control”) E: (“Vale, espero que mi jugada salga bien, no hay quien me gane en esto Macarena Wilson, no sabes lo que has hecho”) Entraron a un local del Barrio del Carmen, estaba prácticamente lleno la música sonaba con fuerza, los focos iluminaban a un lado y a otro con formas circulares, de vez en cuando se deslizaban entre la gente que aparecían bañados por la luz, todos juntos se marcharon hacia un lado de la pista donde había un pequeño rincón libre Raúl: ¿Quién me acompaña a por bebidas, Esther? E: No, yo espero (le sonrió y ante aquella sonrisa Raúl tan solo hizo una caída de ojos que le pareció estúpida a Maca) Paloma: Venga vamos... Se marcharon unos cuantos mientras los demás se quedaban junto a Maca que trataba de no mirar a una Esther que sí la miraba insistentemente aprovechando la oscuridad. Le seguían incomodando aquellos ojos que sabía se fijaban en ella, y agradeció que regresaran los demás para poder sentarse. Brindaron entre risas y con una gran alegría, para después salir a bailar todos juntos, Esther procuró ponerse justo en el lado contrario de Maca, y ésta lo agradeció, consiguiendo no mirarla ni una sola vez durante el rato que estuvieron bailando. Después cuando apareció una balada para los románticos, todos se retiraron a las mesas para descansar un rato, y seguir contando entre risas anécdotas a gritos. Estaban en ello cuando una mujer se acercó a la mesa con una sonrisa ciertamente provocadora, cuando los ojos de Maca la contemplaron sin poderlo evitar se quedó mirándola, era realmente hermosa, llevaba una melena castaña bien cuidada, un ajustado pantalón que remarcaba una silueta casi perfecta, unos pechos redondos y bien ajustada una camiseta para remarcarlos, su rostro maquillado y unos ojos que sin duda parecían dos trozos del cielo. La chica se podía decir que era de esas esculturales que no dejaba indiferente a nadie, se notaba que le gustaba ser la atracción de donde estuviera. Maca bebió de su copa pero se detuvo cuando vio como Esther se levantaba y atónita veía como se besaban en los labios, era un pico, pero reconocía perfectamente la forma de besarse, las sonrisas y mucho más cuando se fueron juntas a bailar. Estaba tan abrumada por la manera de bailar de Esther, y por lo que entendía perfectamente eran miradas apasionadas que le transportaron en el tiempo, que no escuchaba los comentarios de todos referentes a ellas dos, Maca no cesaba de mirar aquellos dos cuerpos moviéndose sonrientes, de vez en cuando una caricia, de vez en

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cuando un beso, sintió un mareo que no se detuvo a analizar, no debía analizar nada ni siquiera como tuvo que cruzar sus piernas ante una pequeña llamarada que incendio su parte más íntima, con firmeza se impuso apartar la mirada de allí, y mirar el reloj M: Bueno chicos... yo me retiro mañana tengo que coger un avión y necesito estar despejada (decía a modo de disculpa con una bonita sonrisa en su boca) Cuando los ojos de Esther volvieron hacia la mesa, su sonrisa se borró y se detuvo del baile. Buscó la figura y la vio perfectamente saliendo del local E: Ángela me voy Ángela: ¡Pero Esther! E: Quedamos otro día ¿vale? (le decía apresuradamente mientras dejaba un beso en sus labios y se marchaba a la mesa donde les dijo) Me voy No le hicieron mucho caso, aunque tampoco les dio tiempo a decirle nada, salió corriendo miró a un lado, miró a otro con el ceño fruncido pero no la vio, dos personas que pasaban junto a ella le golpearon al darse la vuelta de golpe E: Perdón, perdón (se disculpó) Joder Maca... No lo dudó y se subió a una de las bolas que a modo de prohibición para que los coches aparcaran estaba en la calle, así pudo alcanzar su figura, andando con las manos en los bolsillos de su chaqueta, su andar denotaba poca gana y eso le hizo correr hasta ella sin pensarlo con la chaqueta en la mano. Cuando estaba a punto de llegar a ella la llamó para que se detuviera E: Macarena... Macarena... espera (la escritora al escuchar su nombre se detuvo, se giró y la vio llegar a las carreras con la camiseta caía de su hombro izquierdo y el tirante del sujetador al aire) ¡Uf!, casi no te pillo, ¿cómo te han dejado salir esa pandilla de estúpidos sola?, bueno perdona, perdona (se recomponía) Mi nombre es Esther, Esther García, soy enfermera y me he apuntado a tus clases porque la pasión de mi vida es escribir Maca la miraba atónita, tenía delante suya la mano extendida de Esther que no dejaba de sonreír, ella acurrucó un poco sus ojos, negando suavemente con la cabeza y girándose para marcharse E: Vale lo reconozco (la detuvo) Empecé mal contigo, y quiero intentarlo otra vez. ¿Puedo? (la miró sonriendo con un gesto que aunque trato de suavizar le salió su lado más provocador, ante el silencio de Maca agregó) No voy a dejar que vayas sola M: Puedo hacerlo perfectamente soy mayorcita (respondió seria con tono altamente crispado) E: Ya sé que puedes hacerlo, pero ir sola por esta parte de la ciudad no es lo mejor, y menos si eres una chica. Y sobre todo si eres una chica tan guapa (dijo modulando el

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tono para no herir su fragilidad, cuando la miró Maca le ofreció una embaucadora sonrisa) ¿Te acompaño hasta un taxi, puedo? M: Sé apañarme sola, gracias E: Vale Maca comenzó a caminar y a su lado en silencio lo hizo Esther, Maca la miraba de reojo con gesto molesto M: ¿No entiendes cuándo se te dicen las cosas? E: Sí, claro que entiendo pero... me quedo más tranquila M: Eres una cabezota, ¿puedes dejarme? (la miraba con un enfado considerable) E: Sí, te dejo, pero te dejo en el hotel. Teresa me ha dicho que te cuide y no voy a dejar que vayas sola, no sea que te pase algo y luego me la cargue yo, además vas por la dirección contraria, por aquí tienes un buen pateo, ahora si vamos justo al revés, llegamos en un momento M: ¡Uf! (resopló con cierto malestar dando la vuelta) Comenzaron a caminar en silencio, Maca con sus manos en los bolsillos siguiendo los pasos de Esther que por dentro se iba convenciendo de tener un poco de paciencia, aunque sentía el deseo recorrer por sus venas ante la proximidad de una Maca que a pesar de querer aparentar tranquilidad, no podía evitar sentir unos nervios y las imágenes del baile en su cabeza E: Ya estamos, es este (le dijo señalando un Ford Ka gris plateado, ante la mirada de Maca sonrió) Es pequeñito y mono como yo A Maca aquel comentario le hizo gracia, y a pesar de no querer sonreír, sus labios le jugaron una mala pasada y dibujaron esa sonrisa que a Esther le supo a gloria. Abrió la puerta dejando el bolso y la chaqueta en la parte de detrás, se ladeó un poco a la derecha en el mismo momento en que Maca entraba en el coche golpeándola en la cabeza M: Lo siento (dijo tratando de acomodar sus largas piernas allí dentro) E: Jo podías avisarme de que te ibas a tomar la venganza (decía con un ojo cerrado frotándose la cabeza, al ver sus problemas para sentarse comenzó a reírse a carcajadas) Disculpa es que... claro el asiento está para mi altura... ja ja ja... perdona voy a echarlo para atrás M: No le veo la gracia (decía seria encartonada allí entre el asiento y la guantera, justo en el momento en que Esther se apoyó delicadamente en su asiento y pasó su cuerpo por delante de Maca rozando suavemente con su brazo apoyado la pierna de Maca y con su otro brazo el pecho izquierdo. Provocando que ésta se sintiera totalmente incómoda) Puedes decirme donde está la palanca sería más sencillo

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E: Ahora haz fuerza hacia detrás con los pies (al hacerlo Esther se dejó caer sobre sus piernas) Lo siento, au... lo siento... M: ¿Lo haces todo siempre tan difícil? (la miraba algo enfadada) E: Normalmente no, incluso creo que casi nunca... pero... (elevó los hombros divertida) Dime donde vamos M: Al hotel de Las Arenas (Esther silbó ladeando la cabeza mientras salía del aparcamiento) ¿Qué? E: Nada... nada... bueno el hotel ¿eh? M: Sí (se puso el cinturón) ¿Y tu cinturón? E: ¡Es verdad siempre se me olvida! (se giró para cogerlo) M: ¡No sueltes el volante loca! (le gritó algo asustada al verse en plena avenida rodeada de coches) E: Tranquila está controlado M: Ya... (volvió a resoplar) E: Tranquila ¿vale? Te voy a dejar sana y salva en casa M: Eso espero E: Yo también. Ah por cierto antes me he presentado y tú no (Maca la miró con un gesto de “¡venga ya!”) Vale... de acuerdo no importa yo lo sé todo de ti. Ah... (ante su silencio agregó) Antes se me ha olvidado decirte algo M: ¿El qué?, ¿qué estás como una cabra? (la miró enarcando su ceja derecha y con ese gesto provocando en Esther un suspiro) No hace falta eso ya lo sé yo E: No, que soy lesbiana M: Ah (nuevamente sintió como sus venas se alteraban) ¿Crees que a mí me importa? E: No lo sé pero así ya lo sabes todo de mí M: Si, también sé que no sabes atajar una crítica (le dijo sin mirarla) E: ¿Perdona? (le preguntó entrecerrando los ojos) Si lo dices por lo de esta mañana, no creo que haya sido una crítica, sino, una humillación sin fundamentos M: Para ser escritora debes soportar lo bueno y lo malo Esther, con o sin fundamentos y tú más bien parecías una niña con pataleta

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E: Y tú me has recordado a la Señorita Rotermeller M: Ja (no lo pudo evitar dando una molesta carcajada) Vaya simpleza la tuya E: ¿Me estás llamando simple? M: Sí, totalmente E: Vaya... Hubo silencio, Esther miraba fijamente las avenidas que iban pasando pero no veía nada, sin embargo Maca lo iraba todo por un momento olvidándose de la persona que tenía junto a ella M: Es preciosa la ciudad de noche (Esther no contestó) Me encanta E: Sí M: ¿Otra pataleta infantil para no hablarme? (la miró divertida, sin saber muy bien porque se estaba recreando con la situación) E: No guapa, pensaba que a veces cuando no conoces a una persona pero sabes tanto de ella, te haces una idea aproximada de cómo puede ser (cambió de marcha a duras penas ante la mirada de Maca hacia su mano que luchaba por meter tercera) Y después cuando la conoces, ese castillo de arena que has creado es como si una ola, llegara y se lo llevara por el desengaño. ¿Te ha pasado alguna vez? (le preguntó con frescura) M: Alguna, sí (contestó tras un prolongado silencio) E: Es una lástima (hizo una acertada y dolorosa pausa) Pues sí, la ciudad de noche es un encanto pero apuesto lo que quieras a que no la has disfrutado. ¡Ya hemos llegado a tu lujoso hotel! (le dijo contenta con su voz cantarina y la mejor sonrisa) M: Vale (se quitó el cinturón y le dio al seguro para abrir la puerta) E: Espero te lo hayas pasado bien porque de eso se trataba. Y sobre todo espero que me des la oportunidad de rectificar mi actitud que sé no ha sido la mejor, pero, que en esta semana que me queda trataré de demostrarte que no soy como piensas, y que sí se aceptar una crítica cuando se me hace constructivamente (guardó silencio mientras Maca la miraba fijamente a los ojos) Hemos llegado Macarena Tardó unos segundos en reaccionar pero finalmente le dio al seguro y abrió la puerta saliendo del coche, cerró encaminándose hacia el hotel, mientras Esther en el interior la veía con su andar que tanta gracia le hacia, pero que no marcaba ninguna sonrisa al contrario su gesto era serio. Esperaba una oportunidad, y su cambio de actitud tampoco le acercó a ella, agachó un segundo la cabeza negando levemente, mientras su mente la llamaba sin cesar, cuando la levantó vio como Maca se detenía en seco y tras unos

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segundos de dudas giraba sobre si misma y volvía hacia ella. Esther sonrió y tras dos golpes en la ventanilla por parte de Maca, accionó el mando a distancia para bajarla M: Gracias por traerme E: De nada (le ofreció su mejor sonrisa) M: Hasta el lunes (sonrió mínimamente) Esther subió la ventanilla y entonces si la vio como con paso ligero llegaba hasta la entrada del hotel donde el señor que había allí con gorro negro alto, la saludaba y le abría la puerta para dejarla pasar. Cuando la perdió de vista gritó como loca E: ¡Sí, sí, sí, sí! En el ascensor se miró en el espejo, su rostro era serio, se miró fijamente como si siguiera sin reconocerse, como si la imagen que le devolvía aquel maldito no fuera ella, no había nada que le hiciera reconocerse. Agradeció que la puerta se abriera y pudiera salir de allí como pies con polvorosa, necesitaba respirar su propia visión le creaba angustia una angustia que le secaba el alma. Sus nervios, sus miedos, sus esperanzas parecía que todo se hubiera puesto de acuerdo para salir de aquel rincón donde ella las tenía tan educadamente guardadas. Sintió como el desasosiego se apoderaba de ella, y tuvo la necesidad de ir hasta el cuarto de Teresa, abrió para rogarle que le dejara meterse junto a ella en su cama, como cuando le llegaban esos brotes de incontinencia sentimental y no sabía como huir de ellos, pero en aquella ocasión, Teresa debido a la bebida yacía en la cama roncando como un rinoceronte y cruzada de tal modo que no pudo meterse a su lado. Salió de allí entrando en su habitación, miró el reloj eran cerca de las cuatro de la mañana y debía al día siguiente coger un avión, al recordar que debía volver junto a su marido, esos sentimientos de angustia se tornaron en la pesadilla que seguía viviendo día tras día. Y sus recuerdos volvieron a azotarle las entrañas En la habitación de su mansión, tras una noche donde lo único que había podido hacer era llorar, la estaban vistiendo para la boda glamorosa y repleta de falsedad que iban a celebrar. Ante ella con el gesto apagado su madre, y con los ojos repletos de ira su tata. La modista no cesaba de hablar de lo maravillosa que iba a ser la boda a pesar del gesto pétreo de Maca. Hasta que al final, la tata no pudo más y sacó del brazo a Rosario Guillermina: ¡Detén esto por el bien de tu hija! Rosario: No puedo Guillermina (le decía angustiada) Guillermina: Sabes que va a ser su ruina como persona Rosario: No puedo hacer nada (su angustia crecía reflejada en su rostro) Guillermina: Va a vivir un infierno Rosario ¡por el amor de Dios! Habla con Pedro Rosario: Yo la ayudaré Guillermina: ¿Tú la ayudarás cuando se meta esta noche en la cama con ese hijo de puta? (le recriminó en voz baja con las venas de la garganta marcadas por la ira) Rosario: Por favor Guillermina (entonces se oyó un golpe dentro de la habitación y al entrar vieron a Maca en el suelo) ¡Hija!

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M: Me he mareado (dijo débilmente) Rosario: Guillermina por favor trae una tila doble Guillermina: Eso no lo va a quitar una tila doble (seguía con el ceño fruncido y la cólera marcada en sus ojos) M: Estoy bien mamá... tranquila (le dijo frotándose la frente) Rosario: Hija (murmuró con la mirada repleta de dolor) Y aquel nuevo golpe le provocó un nuevo llanto desgarrador mientras llamaba a Guillermina mientras se aferraba a la almohada con las lágrimas rodando por sus mejillas, trató de calmarse poco a poco, trató de recobrar la tranquilidad que su nervioso pecho demostraba pero no lo lograba, trató pero sin éxito alguno pudo atajar las lágrimas E: ... pensaba que a veces cuando no conoces a una persona pero sabes tanto de ella, te haces una idea aproximada de cómo puede ser... Y después cuando la conoces, ese castillo de arena que has creado es como si una ola, llegara y se lo llevara por el desengaño, claro. ¿Te ha pasado alguna vez? Y aquella voz clara y cristalina de Esther le llegó otra como si pudiera advertirle Guillermina: Muéstrate a la gente como eres, no como quiere Luis que seas M: Vamos tata... Guillermina: No te das cuenta pero tu amargura y defensa hacen que te muestres a la gente como no eres M: Eso no me importa tata Guillermina: Debería... ¿acaso no vives de la gente? M: Sí pero... Guillermina: Busca la libertad Maca, solo con ella lograrás demostrar lo que eres, cuando te quites todas las privaciones y prohibiciones que te ha metido en tu interior Luis, te has vuelto vulnerable a él y sus artimañas te han convertido en lo que no eres, en lo que nunca fuiste Su tortura parecía no tener fin, los pucheros en su barbilla se continuaban, al igual que las lágrimas, no podía detener el llanto y envidió a Esther, la envidió con todas sus fuerzas, la envidió hasta dolerle el alma y aquel sentimiento nuevo en ella le hizo llorar más amargamente 18 Abril 2005 El sol la descubrió sentada en la cama acurrucada, no había podido dormir, se levantó y metió en la ducha esperando que el agua le despejara la tortuosa noche, se vistió y pasó a la habitación de Teresa que seguía como la noche anterior, sonrió y dejó un sobre con una nota en la mesilla. Tras un suspiro dio media vuelta y salió de la habitación, antes de irse, echó una ojeada por última vez

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Para ser un sábado, Esther se había levantado pronto, sabía que estaba sola porque su amiga se había ido a casa de su novio a dormir, había preparado un café pensativa, había ido de un lado a otro de la casa con una camisola y sus calcetines de Piolin, había escrito algo en un folio en blanco y finalmente tras quemársele las tostadas se sentó a tomar café Sandra: Eres un desastre te dejo sola un día y mira lo que desayunas E: Que tonta eres, ¿has dejado de ser virgen? Sandra: No, mi himen sigue intacto E: Se va a caer de puro aburrimiento Sandra: ¡Qué sabrás tú! (le dijo medio enfadada medio sonriente) Bueno... voy a cambiarme que tengo comida familiar E: Que horror Sandra: No es tan malo, reunirse de vez en cuando no es tan malo (le dijo sonriente) E: Sigue siendo un horror Sandra: Ya, pero es que a mí el horror me lo parece estar sola un sábado, o un domingo, guapa E: Tengamos la fiesta en paz (le dijo mientras se ponía dos trozos de pan nuevamente en la tostadora) Sandra: Hablando de fiestas, ¿cómo te fue? E: Creo que mejor de lo esperado Sandra: ¿Ya? E: ¿Ya, qué? (la miró con el ceño fruncido) Sandra: Ya ha caído, digo E: Está a punto, la he dejado a puntito Sandra: Pero no ha caído aún y eso me gusta, se resiste (dijo sonriendo) E: Pero vamos... dale un suspiro Sandra: ¿Qué pasó para ese cambio de quererla matar a tenerla a un paso? E: Estrategia, mi cabecita que ya sabes

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Sandra: ¿Y tu corazón, cuándo le vas a dar oportunidad? E: No vengas con eso. Reconozco que no es como las demás Sandra: Es que yo sigo pensando que no es lesbiana y te vas a dar un morrón E: Bueno ya veremos. ¿Sabes a quién vi? Sandra: Di, ¡las tostadas Esther! (se levantó para sacarlas de la tostadora) E: Pareces tonta con esos saltitos (reía sin parar) Sandra: Eso encima cachondeito porque la señora está en Estherlandia E: Pues vi a Ángela, estaba de muerte Sandra: ¿Tengo que creer que llego por casualidad?, mira que a mí con tus estrategias no ¿eh? E: Le mande un mensaje y vino. Los celos es la mejor manera de hacer reaccionar a quien quieres hacer reaccionar (decía moviendo las cejas) Sandra: ¿Celos con Macarena?, lo que yo diga bienvenida a Estherlandia E: No me creas... ya me darás la razón no importa En el hospital Esther había tenido que entrar a una operación urgente, le había llevado casi dos horas y cuando salió aprovechó para tener su descanso Andrés: Esther... Consuelo te busca, dice que vayas que tienes a alguien esperando E: Gracias Andrés... será Teresa... (sonrió) Al llegar a la cafetería tal y como le dijo Consuelo, la vio allí tomándose un café su cara denotaba su exceso de la noche anterior E: Hola guapa (la saludó sonriendo mientras le dejaba un beso) T: Hola Esther (dijo con voz baja) E: Teresa voy a tener que hacer algo no puede ser que una noche te deje así T: Me acabo de levantar, ¿sabes que es eso para mí? (decía horrorizada) E: Yo tengo el remedio T: ¿Ah, sí? (la miraba expectante con su sonrisa repleta de cariño) E: Sí, salir más, esta noche te vienes conmigo y...

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T: No, no, no (decía moviendo sus manos graciosamente) Calla E: Era broma (le decía sonriendo ante su gesto) T: Uf ni me he enterado cuando se ha marchado Maca E: ¿Se ha marchado? (le preguntó asombrada pues no había dicho nada) T: Sí hija (su gesto fue de pena) E: Ya (se moría por saber pero pudo imaginar que se había marchado con su marido. Tras suspirar le dijo a Teresa con voz alegre tratando de animarla) Bueno vamos a quitarte esos puntos T: ¡Ay que miedo!; mira, para lo único que me ha servido emborracharme ha sido para no recordarlo E: ¡Venga vamos! (se levantó con una sonrisa quitando importancia a la cura) T: Tienes una sonrisa... E: Forma parte de mi encanto personal, ¿no te lo ha dicho Macarena? T: No, Maca no me ha dicho nada... ella es... distinta E: ¿Tú crees? (le preguntó poniéndose en marcha) T: Sí Entraron a uno de los cuartos de cura donde se preparó las cosas, la cara de Teresa era todo un poema, y Esther no podía más que sonreír E: No te vas a enterar, ya lo verás T: En mi vida me habían tenido que dar puntos E: Eso ya es raro ¿eh?, ves esto (señaló su barbilla y luego su ceja) Son puntos T: Madre mía E: Sí era un demonio de pequeñita según dice mi madre T: Pues no tienes pinta ¿eh? (le decía seria) E: Gracias, ahora de mayor soy un ángel (ambas sonrieron. Pero entonces Esther se puso seria y le dijo frunciendo el ceño) Oye Teresa voy a preguntarte algo si quieres me contestas sino... T: Vale

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E: ¿Por qué está casada Macarena con ese tipo? (la pregunta hizo que Teresa pusiera gesto de sorpresa) A ver no es por nada en especial pero parece mentira que una mujer como ella esté casada con un tipo como él T: Yo también me lo pregunto, tú no sabes como es E: Tiene pinta de cabrón T: Tú lo has dicho (asintió con rotundidad) E: Además yo la veo como si no fuera feliz T: Las escritoras debéis tener un sexto sentido E: Bueno con mirarle a los ojos ya basta T: No es feliz, yo llevo con ella casi cuatro años y te puedo asegurar que no la he visto feliz nunca, nada más cuando tiene un proyecto como el vuestro E: Se nota que le apasiona (sonrió al recordar su porte dando clase) T: Sí, pero la vida no puede ser sólo trabajo E: Desde luego T: No sé que le ata a él porque desde luego jamás los he visto darse un beso, o mostrarse cariñosos... (se mostraba triste y pensativa) Me encantaría saber cual es el secreto que guarda E: Sí (la miraba fijamente con total atención) T: Bueno... pero eso es algo suyo y ni tú ni yo vamos a poder hacer nada (dijo al ver la atención en los ojos de Esther) E: Tienes razón, ¡pues ya está! T: ¿Cómo qué ya está? (le preguntó sorprendida) E: Claro, ¿no sabes que el mejor remedio para las curas es una charla tranquila? T: Cuando me llame Maca le voy a decir que eres un ángel y no solo con tu sonrisa E: ¿Eso dice ella? (sonrió) T: No, eso digo yo, ella ya sabes... no es muy dada a contar cosas E: Lo debe dejar todo para las novelas (recogía las cosas)

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T: Sí E: ¿Oye Teresa Macarena va a volver? T: No, mañana por la noche (sin duda su voz le demostraba su queja) E: Si me das dos horas termino mi turno y cenas conmigo, así no estás sola, ¿te parece bien? T: ¡Por supuesto!, ¡más que bien! (se mostraba encantada con la propuesta) E: Estupendo T: Oye espera E: ¿Qué pasa? (la miró preocupada) T: ¿No querrás ganar mi simpatía para que Maca te ayude a publicar, no? E: ¡Cómo puedes pensar eso Teresa! (le dijo puesta en jarras con el gesto muy serio) T: ¡Deja es que algunos lo han intentado! (reía mirándose la mano) E: Pues yo no, te lo aseguro (decía realmente segura) Tras decirle Teresa que se iba de compras y que la esperaba en la salida, Esther siguió con su trabajo, aunque eso sí, mostrándose sin poderlo evitar muy pensativa. Ella siempre se había hecho la misma pregunta ¿qué podía unir a Maca con ese hombre?, Sandra cuando lo comentaban hablaba que muchas parejas se unían por interés, pero sin duda, si eso fuera cierto, Maca se mostraría feliz o tendría aventuras, y se había dado cuenta que Teresa no le mentía al decirle que Maca no era de ese tipo de mujeres, así que algo había que sin duda la tenía unida a aquel hombre que ella odiaba con todas sus fuerzas. Fue a farmacia a hacer el pedido y cosa extraña en ella no pudo dejar de pensar en Maca, ni siquiera le había dicho a Teresa nada sobre ella, y estaba segura que algo le provocaba. Suspiró intrigada más todavía por aquella mujer, o era muy reservada o es que realmente su vida se resumía en la escritura E: ¿Qué escondes Maca? Porque yo sé que debajo de esa fachada fría, hay una mujer por descubrir... ¡todo un reto para mí! (sonrió de lado mientras ladeando la cabeza decía) ¡Sí señora! A Maca ir con un vestido largo negro, escotado lo suficiente y con el pelo recogido, maquillada y con unos zapatos a juego y de tacón, no le emocionaba lo más mínimo, y mucho menos si a su lado iba un engominado con traje de frac que le provocaba tanta tirria que le daban ganas de quitarse los tacones y volver a Valencia andando. Pero era lo que tenía su profesión, debía entrar en ese juego para poder optar a otras cosas. Como siempre le sacó de sus pensamientos la voz dura y prepotente de su marido

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Luis: Recuerda decir que el próximo trabajo va a llevar una parte de tus ingresos para la Asociación del Cáncer (Maca no contestó) ¿Me has escuchado? M: Perfectamente Luis: Mira, no sé que es lo que te pasa ni que te crees pero últimamente estás comportándote de una manera que sabes no me gusta. No me hagas cambiar de opinión y anular el cursillo M: ¿Qué quieres que diga que mis ingresos van a ir a la Asociación?, muy bien pues lo diré, ¿algo más tengo que repetir? Luis: Maca... M: Luis por favor déjame ¿vale?... déjame Él resopló aflojándose la pajarita mientras Maca en su interior imaginaba una muerte por asfixia. Cuando llegaron le abrieron la puerta del coche y una lluvia de flashes golpeó su rostro. Pasaron por la alfombra roja hasta que una de las encargadas les hizo colocarse bajo unos carteles para hacer la foto. Luis pasó su mano por la cintura de su mujer, ésta tuvo que sonreír forzadamente mientras él se mostraba orgulloso y feliz con ese mundo que tanto le gustaba -: Ya pueden pasar (les dijo la mujer) Luis: Perdona es que quieren hacer unas preguntas a mi mujer -: Pero si hemos dicho que nada de publicidad Luis: Lo sé, lo sé... no va a hacer publicidad M: Luis Luis: Vamos (le ordenó) Pedro: ¿Macarena qué tal se encuentra?, hacia mucho que no la veíamos M: Bien, bien me encuentro bien, gracias Pedro: ¿Ya tiene preparada su próxima novela? M: Estoy en ello, estoy trabajando en el que va a ser mi próximo trabajo Pedro: ¿Otra historia de amor, verdad? M: Sí, claro (entonces la mano de Luis apretó el brazo de Maca) Y los fondos que recaude irán a parar a esta Asociación que hacen un trabajo muy importante. Y ahora si me disculpáis (al salir de aquella nube de periodistas le dijo en voz baja pero repleta de enfado) No hacía falta, no soy tu muñeco parlanchín sé perfectamente cuando debo hablar

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Luis: Nos están esperando Entraron donde todo el mundo se aglomeraba en el hall, allí saludaron a un sin fin de personas relacionadas con el mundo del espectáculo, de las letras, del deporte, de la política, lugar donde Luis se sentía cómodo hablando con unos y otros, averiguando cosas para sus negocios personales mientras Maca hablaba con sus colegas o algunas amigas que se habían dado cita allí, necesitaba relacionarse con alguien mantener la cabeza ocupada sacar los fantasmas que le habían visitado a lo largo de la noche Ajenas a lo que ocurría en Madrid, Esther y Teresa comían en un Restaurante vegetariano, Teresa se sentía muy cómoda con la enfermera, que se dejó interrogar duramente por ella al llegar los postres T: ¿Entonces no te gusta Raúl? E: No, Teresa (sonrió pensando “a mí me gusta tu Macarena”) T: Pues es una lástima ¿eh?, Maca me comentó el otro día que hablabas mucho con él E: ¿Ah, sí? (se acodó en la mesa mientras devoraba su helado de chocolate) T: Sí, vamos, yo pensaba que te gustaba porque la otra noche estaba a tu lado E: Ya, pero no me gusta Teresa T: ¿Seguro? E: Segurísimo T: ¿Tienes novio? (le preguntó interesada con los ojos abiertos como platos) E: No, Teresa T: Haces bien. Yo tampoco (dijo graciosamente) E: ¿A ti te gusta Raúl?, porque si es así te preparo una cita (le decía sonriendo moviendo la cuchara) T: ¡Pero qué dices! (exclamó haciéndose la escandalizada) E: Pues no veo porque no T: Esther hija que soy muy mayor E: ¿Y eso qué tiene que ver?, esos son prejuicios estúpidos impuestos por los hombres para que las mujeres nos sintamos humilladas por ir con chicos jóvenes y potentes, así ellos se pasan por la piedra a las jovencitas sin ningún pudor, y eso está bien (Teresa la miraba fijamente algo asombrada) Lo siento es que cuando me sale mi vena feminista

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T: Creo que tienes toda la razón, pero yo pues la verdad no soy tan moderna para algo así E: ¿Por qué? T: Porque soy mayor y no sé... me sentiría ridícula E: Ellos son ridículos ¿y? T: No sí... realmente tienes razón (asentía aunque no muy convencida) E: ¡Pues ya está! (dijo de forma definitiva) T: ¡Ya está nada, eh! (le advirtió muy seria) E: ¡Ay tonta!... bueno a ver... ¿mañana vuelve Macarena? T: Pues no lo sé, si su marido quiere sí E: ¿Cómo puede estar supeditada a él?, no lo entiendo parece una mujer fuerte e independiente... T: Ya... E: La veo tan... sumisa... (tanteó el terreno) T: Sí (decía con tristeza) E: ¿Ha probado a echarse un amante? T: ¿Maca?, ¿Maca un amante? (la miraba escandalizada) E: Eso he dicho, sí (su respuesta era natural aunque le llamó la atención la reacción de la mujer que la miraba como si hubiera dicho una locura) Un amante Teresa... otra persona que le dé lo que él no le da T: Ni loca, no lo tuvo y no creo que lo tenga, Maca no es de ese tipo de personas E: ¿Tú crees que se acuesta con su marido? T: Sí, eso te lo puedo asegurar, he aprendido a detectar cuando (al decirlo se arrepintió al ver el gesto de Esther) Bueno... ya es tarde y debo irme al hotel E: Vale, te acompaño. ¿Quedamos mañana para comer? T: ¿No trabajas? E: Sí pero de mañana

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T: ¡Ay que lío de horarios tienes! (pidió la cuenta) E: Deja que esta la invito yo (le guiñó el ojo) Si es un lío total, espero cambiar de vida y trabajo pronto T: ¿Ah, si?, ¿tienes algo mejor? E: Bueno tengo esperanzas en una novela T: ¿Y de qué va? (preguntó mostrándose expectante ante la noticia) E: La historia es dura y bastante fuerte T: Anda... ¿me la dejarás leer? (le preguntó divertida) E: ¿Quieres?, ¿pensé que ibas a decirme que te había invitado a cenar para que leyeras mi novela? T: Da igual, me caes bien así que haremos un trato, yo leo tu novela te doy mi opinión y según vea posibilidades le comento a Maca E: No, no, no quiero que Macarena la lea T: ¿Y eso? E: Porque no quiero que me ayude T: Vaya... eres la primera alumna que dice algo así E: No en serio, llevo mucho tiempo preparándome, y quiero conseguirlo sola T: Hay mucho salvajismo en el mundo editorial Esther, no es fácil, tienes que escribir una novela que sea un auténtico bombazo si quieres llegar lejos, y no siempre se llega a la primera o liarte con alguien que te ayude, o... bueno... tener suerte en esto muchas veces no importa si eres o no bueno E: No tengo prisa (sonrió) T: De acuerdo, de acuerdo... ¿cuándo la podré leer? E: La estoy retocando, cuando la tenga terminada serás la primera en leerla T: Bien. Entonces quedamos para comer mañana E: Estupendo En Madrid la cena había transcurrido entre un mar de voces, Maca comenzó a acusar el agotamiento de la noche anterior, las voces la mareaban, el poco vino que había bebido

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había causado en ella un efecto como de estar flotando subida a una noria, y tan solo tenía ganas de marcharse, se sentía incomoda, vigilada y enrarecida M: Luis (lo llamó cuando estaban entregando los premios) Luis: ¿Qué? M: ¿Podemos irnos ya? Luis: ¿Irnos? M: Sí, me encuentro mal (decía con voz apagada) Luis: ¿Mal de qué?, la fiesta aún no ha terminado M: Tengo ganas de vomitar Luis Luis: ¡Joder Maca siempre igual! M: Si quieres quédate tú, pero yo me voy a casa Luis: Ni se te ocurra levantarte ahora, espera que terminen los premios y nos vamos (dijo con fastidio) Pero a Maca todo le daba vueltas, no sabía que era lo que realmente le estaba pasando quizás no haber comido a penas durante todo el día unido al cansancio le estaban provocando un malestar que se sentía a punto de estallar. Se le hizo eterna la entrega de premios y tan solo cuando comenzaron a desfilar algunas personas, Luis accedió a marcharse, poniendo como excusa que su mujer estaba indispuesta Llegaron a casa con el tiritar de Maca en el coche, con ganas de vomitar y el corazón palpitando a tope, tuvo que ayudarla Luis a subir y al llegar a la habitación se dirigió hasta el lavabo y se puso a vomitar, de mala gana, Luis cogió sus cosas y se fue a otra habitación dejándola sola, algo que agradeció cuando como pudo se metió en la cama y comenzó a temblar. Asustada, nerviosa y cansada se aferró a la sábana cerrando fuertemente los ojos obligando al sueño que llegara a ella En otra cama, Esther dormía con angustia, su rostro marcaba que algo no iba bien en aquel cuarto, sudaba y sus puños se habían apretado contra las sábanas arañando casi con sus uñas su propia piel Una pesadilla la envolvía, estaba allí bajo los golpes continuados, al principio divertidos, después placenteros pero finalmente violentos, quería que aquel látigo de nueve colas se detuviera en su camino por su espalda, pero la mano que lo empuñaba no tenía suficiente, sus manos atadas, sus pies atados, sus piernas separadas, su cuerpo desnudo y el látigo cayendo una y otra vez sobre ella, su voz ahogada no salía de su garganta, el sudor se mezclaba entre finos hilos de sangre que se deslizaban por la piel de la espalda, sentía el dolor, sentía el sonido sordo del golpeo, y como las fuerzas le

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iban fallando, como iba perdiendo la conciencia, y como caía en un abismo sin poder hacer nada, sin poder oponer resistencia, nada más que dejándose caer mientras una voz le decía: Lidia: Nadie te levantará... nadie que no sea yo E: NOOOO (gritó con la garganta seca) Esther... solo es una pesadilla... una pesadilla Se repetía con los ojos cerrados, con el sudor recorriendo su cuerpo, con un ligero temblor en todo él, con la garganta seca hasta que finalmente se dejó caer en el colchón cerrando los ojos y aferrándose a la nada. Tratando de no recordar lo que había borrado con facilidad E: No pienso darte ese gusto, Lidia En la habitación del hotel Teresa se había enfrascado en preparar los documentos que Maca le había pedido, y lo hacía porque esperaba como siempre que le llamara para decirle que todo había ido bien. Sin embargo cuando se percató de la hora su gesto fue de preocupación, eran las dos menos cuarto de la noche y no había llamado, suspiró pensativa no sabía muy bien que hacer T: ¿Y yo qué hago?, ¡claro un mensaje! así si está con el cansino no se molestará porque le llame, ¡anda que...! ¡lo que una tiene que aguantar! Cansino por Dios... veamos (se puso las gafas para ver mejor las teclas, con los labios juntos y algo hacia fuera) Maca... nunca me acuerdo donde demonios está el interrogante, a ver... dime si estás bien... o mañana me dices algo. Besos. Tu Tere. Darle a... (buscaba con el dedo moviéndose por las teclas) Enviar. Perfecto mientras me arreglo a ver si contesta Pero cuando salió el móvil no había recibido respuesta ninguna, dio un chasquido con la boca, abrió la cama y se acostó con su redecilla puesta pensando en que no pasaba nada y que tal vez debía estar cumpliendo a su marido 19 Abril 2005 El agotamiento había provocado en Maca un sueño profundo, se despertó a las siete de la mañana con el estómago algo revuelto y unas enormes ganas de ir al lavabo. Una vez echó de la cadena, se miró al espejo, su rostro era todo un poema, ¿estaría así su alma?, se lavó la cara y salió con los pies cómo si fueran de plomo hasta la cama, suspiró profundamente mientras ponía una mano sobre sus ojos, llevaba tantos días sin acostarse en su cama, pero entonces siempre le llegaba a ella la sensación de que no tenía nada suyo, resopló más fuerte y vio el móvil en la mesita de noche junto a la foto que tenía allí de Guillermina y un perro, sonrió M: Teresa seguro que me ha llamado (murmuró pensativa. Abrió el mensaje cuando le dio la señal y leyó con una sonrisa en los labios. Era demasiado pronto para llamarla y se dio la vuelta para volverse a meter entre las sábanas) ¿Qué voy a hacer?, algo tengo que hacer...

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Eran cerca de las diez de la mañana cuando en la cafetería Consuelo y Esther desayunaban muertas de risa E: Entonces eso, la lleve a su casa y la dejé en el hotelazo, ni te cuento espero poder probarlo Consuelo: Y yo espero que no E: Es más mona (le sonrió graciosamente) Consuelo: Tú eres lo más raro que me he echado a la cara, y mira que estando en Recepción me he echado a la cara gente rara E: ¿Por qué soy rara?, no te entiendo venga sorpréndeme ¡guapa! (le guiñó divertida un ojo) Consuelo: Igual la matas que igual le llamas mona con esperanzas de probar su cama, y te aseguro Esther que esa chica está casada, y la prueba de que no es nada como tú imaginas, es que está con su marido en su hogar E: Bueno eso dices tú Consuelo: Antes la he visto en la televisión, estaba guapísima y muy acaramelada con su marido E: Pues me alegro, si yo solo la quiero para pasarme ratos buenos... debe ser una fiera en la cama Consuelo: ¡Qué pesada! Sandra: Buenos días E: Ay la Virgen (dijo jocosa ante la mirada de Sandra rectificó la sonrisa) Hola Sandra Consuelo: Siéntate cariño, a ésta ni caso. Cada día está peor Sandra: ¿De qué hablabais? Consuelo: ¿Tú que crees? Sandra: ¿Macarena Wilson? Consuelo: Sí, hija sí, ¡qué cruz! Sandra: Pero es que yo ya creo que es una obsesión Consuelo: Totalmente, nada sano además

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Sandra: Y es que no le va a hacer ni caso Consuelo: No se merece otra cosa E: Bueno ya veo que al menos os sirvo como tema de conversación. Y ahora os dejo con vuestras cábalas, eso sí, el día que me la tire ni os vais a enterar (se levantó y se fue después de sacarles la lengua) Consuelo: Deberíamos hacer algo (le dijo preocupada) Sandra: Y lo peor no sé si te lo ha dicho es que volvió a ver a ya sabes (Consuelo abrió los ojos como platos) Menos mal que estaba yo delante, la verdad que a Esther le cambió la cara nada más verla Consuelo: ¿Y qué hacía aquí?, ¿no vivía en Jerez? Sandra: Pues sí, era directora de un banco de Jerez, si me hubiera dejado en su momento Esther, todo el mundo se hubiera enterado de la clase de mujer que es Consuelo: Ya, pero por aquel entonces lo que necesitábamos no era eso, era sacar a Esther de donde estaba (decía con pena al recordarlo) Sandra: Cuando la vi, sentí como me hirvió la sangre Consuelo: Me encantaría que de verdad encontrara a alguien que le hiciera entender que la vida no puede ser vivida así (decía mirando a Sandra) Sandra: Esther nunca cambiará Consuelo, porque tiene miedo a cambiar y estar en un mundo donde ella no controla la situación, y estar enamorada de otra persona para ella significa eso... sufrir Consuelo: Más que sufrió con ésa desgraciada Sandra: Sí, pero... ella no lo ve así. ¿Y sabes lo qué me da más miedo? (Consuelo la miró fijamente) Que con esta escritora se está obsesionando mucho, y lo normal es que la mujer que está casada le dé de lado, y Esther se nos venga abajo otra vez Consuelo: Si es que... ¿cómo se llama eso? feomonas... Sandra: Feromonas Consuelo: Debe tener sobrecarga de ellas... Ambas se miraron y aunque sonrieron, aquella actitud de Esther con Maca les había llamado la atención a ambas, con ninguna mujer la habían visto en ese estado, incluso por separado llegaron a pensar que si realmente podía estar algo más que obsesionada por ella, ¿enamorada?, les preocupaba la enfermera y allí se quedaron un rato más hablando sobre la situación y como podrían ayudarla

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Mientras tanto, Teresa había desayunado y había decidido dar un paseo por la orilla de la playa, pensativa caminaba observando como la gente paseaba al igual que ella, como los perros entraban y salían del agua felices, como algunos niños jugaban al fútbol y sus gritos le hacían ver que por esos instantes el mundo dejaba para ellos de existir. Sin embargo una preocupación le hacía no sentirse bien, le extrañaba que Maca no le hubiera mandado un mensaje ni la hubiera llamado, aquella mujer le preocupaba seriamente. Pero justo cuando miró la pantalla del teléfono pudo ver como le llamaba. Sonrió y descolgó con prisas T: ¡Maca hija! M: Hola Teresa, buenos días siento si no te he llamado pero me he dormido T: Tranquila... lo he imaginado... M: ¿Qué tal fue la cura? T: Muy bien esa chica es mano de santo. Cené con ella M: ¡Ah... vaya.! (no pudo evitar reflejar su desencanto) T: Uy pareciera que no te ha sentado bien M: No, no... ¿estás en la playa? T: Sí M: Que envidia (se mordió el labio inferior) T: ¿Cómo estás, te noto bajita? M: Anoche me sentí mal Teresa por eso no te dije nada, tuvimos que volver antes de la fiesta T: ¿Qué te pasó? M: No sé... la verdad T: ¿Cuándo vienes Maca? M: Tengo el avión a las tres de la tarde T: Que lástima M: ¿Por qué? (sonrió) T: Voy a comer con Esther... podrías habernos acompañado M: ¿Otra vez con ella? (preguntó ya sin ocultar su malestar)

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T: Pues sí... ¿hay algún problema, Maca? M: No, solo que... bueno no me gusta mucho ten cuidado con lo que te dice T: ¿Y eso? (se mostró realmente sorprendida) M: No sé... solo es un presentimiento T: Pero si es un encanto Maca... ¡mira qué eres quisquillosa con las personas! (le recriminó) Oye ¿por qué no adelantas el vuelo y te vienes? M: Voy con Luis T: ¡Pero no tenía lo de los viñedos! M: Sí, pero sale mañana por la tarde desde Valencia T: ¡Pero qué cansino es! (protestó con rabia) M: A la noche te veo Teresa... porque supongo que llegarás tarde ¿no? T: Pues no creo porque es una comida y nada más M: A la noche hablamos Teresa Al colgar le quedó una sensación extraña, ¿y si Esther le decía lo que intuía?, Teresa había sido reacia a las dos mujeres que se habían besado delante suya, ¿qué pasaría si ella le confesaba que era lesbiana?, ¡la abandonaría! Un miedo atroz empezó a correr por sus venas, no podía perder a Teresa también, ¿y si Esther aprovechaba para utilizar a Teresa y sacar información sobre ella? M: Joder... ¡vale ya! No eres una niña, nada va a pasar deja a un lado el miedo a que te descubran (decía enfurecida contra ella misma) Luis: ¿Hablando sola? (le preguntó entrando vestido cómodamente) M: Sí... sola Luis: Voy a jugar al golf, vengo para recogerte a la una Y sin más se marchó, y sin más Maca se sintió nuevamente perdedora y sin saber muy bien porque, la imagen de Esther llegó a ella de manera intensa. Cerró los ojos apretando los puños tratando de serenarse porque nuevamente un ligero mareo logró hacerle titubear a su cuerpo

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La jornada en el hospital había terminado sin grandes complicaciones, Consuelo estaba preparando la hoja de firmas para los que tenían que entrar en el turno de noche cuando vio como entraba Teresa, se apartó las gafas y ciñó su frente Consuelo: Hola Teresa (la saludó sonriente) T: ¿Qué tal Consuelo? Consuelo: Bien... acabando hija que un domingo trabajar es un poco más agobiante que los días normales T: Sí, lo imagino, los demás en la playa y tú a trabajar, un horror vamos (le dijo con sonrisa amable) Consuelo: ¿Te sucede algo? T: No, no, había quedado con Esther para irnos de comida Consuelo: Ah estupendo... pues no debe de tardar T: No importa tengo todo el tiempo libre del mundo, mi jefa no está Consuelo: La he visto en la tele, ¡mira qué es guapa, eh! T: Sí Consuelo: Y su marido es un hombre muy atractivo y elegante también, ¿eh? (decía sabiendo muy bien lo que estaba preguntando) T: Pues... sí (contestó con desgana) Consuelo: Hacen muy buena pareja T: Pues... (ya no contestó) Consuelo: ¿Y niños?, porque es lo único que les falta T: Ni idea (dijo totalmente convencida de que por lo que sabía no iban a llegar) Consuelo: Que lástima... aunque es joven E: Hola ya estoy aquí (apareció con una amplia sonrisa Esther) ¿Qué tal Teresa? T: Aquí hablando con Consuelo y con un poquito de hambre E: Ah bueno... pues eso hay que remediarlo... Consuelito cariño... guapa... tesoro... Consuelo: No (dijo escuetamente) E: Anda

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Consuelo: Que no E: Que dura eres... ¿nos vamos Teresa? T: Sí, claro. Hasta otro rato Consuelo Consuelo: Si puede ser mejor fuera ¿eh? Y hablamos con calma T: Sí, sí E: Adiós Consuelo: Adiós... (cuando se quedó sola pensó “¿Qué estás tratando de hacer Esther?, ganarte a esta mujer para llegar a la escritora... ¡ah no! y aún me dice estoy convencida que quería saber si saqué información... pero no, la información que he sacado no me gusta, no me gusta porque creo que tienes razón Esther... Macarena y ese tipo ná de ná”) La comida entre Teresa y Esther pasó de una manera muy amena, divertida y las locuras de la enfermera le hacían reír a una Teresa que se sentía muy cómoda con ella. A su vez Esther, sentía que la mujer que tenía enfrente era muy parecida a Consuelo, y le hacía mucha gracia la manera de hablar que tenía, y sobre todo, la manera con la que protegía a Maca T: Gracias por acompañarme Esther E: Esto es un lujo, llegar hasta aquí y pasear por la playa T: Sí que lo es, sí E: Bueno pues si te apetece otro día lo repetimos T: Ahora ya con Maca aquí, lo tengo más complicado hay que trabajar E: Imagino, ¿os vais a marchar una vez finalice el curso? T: Sí, nos queda una semana aquí y tenemos que tener material preparado para la novela de Maca E: Claro, que apasionante ¿no? (le dijo con la emoción reflejada en los ojos) T: ¿Sabes una cosa Esther?, te pareces a Maca, ambas compartís esa pasión por lo que tanto os gusta, te pareces mucho a la Maca que cuando quiere deja salir su verdad hacia fuera, cuando nos deja compartir su pasión (hablaba con esa ternura infinita por ella) Bueno... me voy que ya habrá llegado E: Está bien, bueno Teresa un placer ¿eh?... y lo repetiremos (sonrió)

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Al entrar al hall del hotel, vio a Luis sentado hablando relajadamente por el teléfono, hizo una mueca de malestar al verlo y darse cuenta que no podía evitar pasar por delante suya, dudó un instante y en esa duda, él se levantó y salió hacia una de las puertas, suspiró tranquila y a toda prisa subió hasta el cuarto de Maca. Llamó con la alegría reflejada en su rostro al verla, pero su sonrisa marcó en su rostro una mueca de duda al ver su rostro serio T: Hola M: Vaya... ya era hora que aparecieras (le soltó de golpe retirándose de la puerta para que Teresa pasara) ¿Hasta ahora has estado con ella? T: Pues sí Maca... ¿pasa algo? (la miró ladeando un poco la cabeza al ver su reacción) M: Pasa que no me gusta esa mujer. ¿De qué habéis hablado si puede saberse? (la miraba fijamente con la seriedad en el rostro) T: De cosas Maca... no sé... (elevaba los hombros mirando totalmente atónita a una Maca desconocida) M: ¿De mí? T: No... de ti no, ¿debería? M: ¡Oh Teresa! ¡no quiero que hables con ella de mí, no quiero que se acerque a mí por mediación tuya!, ¡no quiero que te juntes con ella! ¿está claro? T: Muy claro... sí, al final tanto juntarte con tu marido te va a volver como él, ¡ya te queda menos, bonita! Y con el paso ligero se marchó de la habitación, con el ceño fruncido, con una sensación de no entender nada de lo que a Maca le estaba pasando y sobre todo no entender porque había reaccionado de aquella manera, entró a su habitación con la sensación de haber chocado contra un muro. Dejó su bolso y se quedó pensativa en medio del cuarto puesta en jarras golpeando el suelo con la punta de su pie nervioso T: ¿Pero qué le pasa? (se preguntó en voz alta. Dos golpes en la puerta le hicieron girarse con gesto disgustado. Abrió y allí estaba Maca) M: ¿Puedo pasar? T: Pasa (le dijo seria haciéndose a un lado mientras la escritora pasaba y se detenía agachando la cabeza) M: Lo siento (su voz mostró realmente arrepentimiento) T: Ya me explicarás si puedes claro, a que viene esta actitud Maca (la miraba sin entenderla, preocupada por su reacción)

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M: Soy una estúpida lo siento T: No lo eres, no pretendas darme esa excusa, si algo tienes es tu inteligencia, y si reaccionas así es por algo, ¿me lo vas a contar? M: No me gusta esa Esther, lo siento T: Vale, estás en tu derecho de que no te guste, ni te caiga bien pero no creo que debas hablarme así Maca (entonces endulzó el tono y le tocó la barbilla que había agachado) Mírame cariño... ¿qué te pasa? M: No lo sé (negó con la cabeza mientras un puchero se formaba en su barbilla y terminaba abrazándose a Teresa) T: ¡Ay Maca... qué vamos a hacer! Era bien entrada la noche cuando llegó Esther a su casa, Sandra estaba viendo la televisión cuando oyó como entraba silbando. Aquello era síntoma claro que algo había estado haciendo que la había dejado muy satisfecha E: Hola (sonrisa amplia y generosa) ¿Por qué me miras así? Sandra: Porque según mis fuentes estabas con Teresa la secretaría personal de Macarena Wilson, y ahora te veo entrar de este modo y me pregunto, ¿te has acostado con Teresa? E: Mira que eres idiota, y a Consuelo ya le vale, le digo que averigüe y nada de nada ahora para pasarte el parte de mi vida si está lista Sandra: Contéstame Esther E: Mi vida privada es mía Sandra: ¿No ha sido Teresa? E: ¡Tan mal gusto crees que tengo! Sandra: No, me asusta otra cosa E: Habla listilla Sandra: Tus planes tienen algo que ver con esta mujer E: Podría, sí Sandra: ¿Crees que eso es legal?

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E: Vale, confieso, la otra noche deje a Ángela sin su trocito de cielo, hoy se lo he dado, ¿contenta?. Me voy a duchar Sandra: Solo te voy a decir una cosa Esther (le dijo en voz alta haciendo que la enfermera se detuviera en pleno pasillo) Una vez te costó mucho salir del infierno en que te metiste, no vayas a tropezar con la misma piedra Esther, ten cuidado con lo que haces Desde el sillón escuchó el respingo de su amiga, no le gustaba el cariz que estaba tomando la situación, lo que en un principio le había parecido anecdótico, con el paso de los días la actitud de Esther le estaba preocupando precisamente a ella que era quien mejor sabía de los descontroles de su amiga. Sin poderlo evitar una angustia se apoderó de ella haciéndole recordar Una noche tras una de las juergas en las que siempre andaba metida Esther, la encontró en el sofá echada, como siempre borracha Sandra: Esther... Esther... son las dos de la tarde... despierta E: Uf (se notaba su resaca a miles de kilómetros) Sandra: Menuda has pillado... ¿a ti te parece normal? E: Deja de hacerte la madre conmigo Sandra: No si encima eres imbécil tú y más yo por preocuparme de ti E: He conocido a la mujer de mi vida (dijo poniéndose la mano en el pecho) Sandra: ¿Qué? E: Sí, jerezana, morena, guapa, con un tipo hasta allá y con un arte en la cama que por poco me mata (decía cerrando los ojos recordando el momento en que la cama del hotel quedo pequeña para ambas) Es la mujer de mi vida, me he enamorado Sandra: A ver... nadie se enamora en una noche porque la otra sea una fiera en la cama E: Yo sí. Es maravillosa, si vieras como habla... uf... Sandra: Esther... (le advirtió) E: Si oyeras mi nombre en su boca... Sandra: ¿Y te has emborrachado así con ella? E: Sí, ha sido superior... (entonces su móvil sonó y sonrió) Es ella Aquella cita siguiente fue una de tantas, un día Esther no fue a trabajar y tampoco había dejado aviso Sandra: No Consuelo, no sé dónde está Consuelo: ¿No estará con su novia? Sandra: No creo... no creo que pueda venir de Jerez cuando le dé la gana... recuerda que según Esther está haciendo prácticas en un banco Consuelo: Ya. Pues Esther no ha venido y cuando se fue de aquí anoche se despidió hasta hoy Sandra: Joder... donde estará Consuelo: El móvil desconectado Sandra: Madre mía. Voy a casa... ahora hablo con mi jefa a ver si puedo irme Consuelo: Nada más sepas algo me lo dices

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Pero Esther no estaba en casa, y por más que llamaba al teléfono no había respuesta. A las tres horas apareció demacrada, con gesto ausente y con ganas de ir a dormir, ni siquiera recordaba que debía ir a trabajar. El día siguiente no contó nada, Sandra no pudo sacarle nada de lo que había sucedido ni el porque se había ausentado así del trabajo. Esther parecía más alejada que nunca de su mundo. Sandra y Consuelo comenzaron a sospechar cuando cada dos fines de semana, Esther desaparecía, cambiaba las guardias, se marchaba de casa y volvía el lunes en el mismo estado. Sandra la escuchaba vomitar a veces, pero el lunes volvía a trabajar y como si nada pasaba las dos semanas tranquila aunque colgada del teléfono E: Me voy Sandra Sandra: Esther (trató de advertirle) E: Hasta el lunes Sandra: Esther si pasa algo no tengo modo de localizarte E: No va a pasar nada Sandra: ¿Qué es lo que está pasando con esa mujer, Esther? E: Nada... es mi pareja Sandra Sandra: Ya pero una pareja que te deja afectada y mal E: Eso son tonterías Sandra: Esther... me tienes preocupada E: ¡No seas exagerada! (le reprochaba como últimamente lo hacía, su carácter dulce había cambiado mucho) Y se iba, pero aquel fin de semana, fue diferente a los fines de semana que durante seis meses había estado llevando. El domingo por la tarde alguien llamó a la puerta de casa de Esther Sandra: Voy... ¿quién? (preguntó sin ver a nadie por la mirilla. Entonces insistió) ¿Quién es? (la misma respuesta, pero algo llamó su atención en el suelo y abrió precipitadamente la puerta encontrándose a Esther tirada en el suelo) ¡Esther, Dios mío Esther! E: Ayúdame (salió un hilo de voz) Sandra: ¿Qué te ha pasado?... ¿qué es esto?, sangre (dijo al mirarse la mano que tenía apoyada en la espalda de Esther) E: Ayúdame (volvió a rogarle temblando aferrándose a su cuello) Sandra: Vamos... vamos... ¿pero quién te ha hecho esto?... ¡quién! E: Lidia Aquel recuerdo de su amiga repleta de sangre le erizó la piel, aquella Esther en el suelo convertida en un trapo era una visión que le había quedado muy patente, y no quería volver a tener que curar heridas no en su piel, pero sí quizás, en su alma 20 Abril 2005 Una nueva semana empezaba para todas en sus casas y en el hotel. El día parecía que iba a llenar todo de color, la luz del sol atestaba las calles de la ciudad y se reflejaba con rabia en el mar, provocando unos destellos de luz que enardecían las emociones de una Maca que llevaba sin dormir otra noche más

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Cuando bajó a reunirse con Teresa, ésta le estiró disimuladamente del brazo mientras Luis hablaba con el conserje T: ¿Pero éste no se iba? M: Sí, ahora a media mañana T: ¿Y cuándo vuelve? M: No lo sé T: ¿Y no se lo vas a preguntar? (la miraba incitantemente) M: No lo sé Teresa, no lo sé T: Vale... vale... (se disculpo al verla tan nerviosa) Luis: Vamos Cuando llegaron al Centro, Maca se dejó llevar por sus ojos que buscaron una vez más y encontraron la bicicleta de Esther. Al entrar a clase lo hizo con una amplia sonrisa que iluminó la estancia, tras dejar su cartera en el respaldo de la silla, saludó de manera más cercana a los alumnos, hablaron un poco del tiempo, del sol y después pasaron a centrarse en la clase. Como le gustaba hacer Maca se apoyó sobre el borde de la mesa con lo que provocó en Esther que su lengua pasara lentamente por sus labios M: Bueno, ya estamos en la recta final del curso, y vamos a afrontarlo pensando ya en esa oportunidad que se os va a dar. La semana pasada trabajamos lo que era plantear una novela, sus personajes, narrador y como desarrollarla, creo que con los ejercicios que me habéis estado haciendo, me habéis demostrado que podemos hacer algo de calidad, porque la base la tenéis. Yo voy a estar aquí y os voy a ayudar a todos a dar el enfoque que penséis mejor a cada historia, cada uno haréis el relato que os apetezca, no más de veinte folios es la condición. El tema puede ser cualquiera cada uno puede elegir libremente, personajes, trama, puede ser un monólogo, puede ser un relato, lo que más os guste. Eso sí, ahora comenzaremos conjuntamente a dibujar el proyecto. Os voy a dar un tiempo, no sé si durante el fin de semana habéis podido trabajarlo, imagino que unos sí, otro no (miró a Esther fijamente, Esther le sonrió. Maca carraspeó) Pues vamos a empezar con algo sencillo, quiero que cada uno me desarrolle el tema que va elegir en dos líneas, de momento la trama, después iremos desarrollando personajes, entorno y demás. Yo mientras voy preparando el prólogo Paloma: ¿Vamos a tener un prólogo tuyo? (le preguntó ilusionada) E: (“Esta tía es tonta” pensó mientras ponía gesto de hartazgo de ella) M: Sí, para mí va a ser un orgullo hacerlo, así que venga... a trabajar

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Cada uno se puso a trabajar en lo que Maca había pedido, ella tenía un bolígrafo y un papel, Esther no le perdía detalle pues ella la trama ya al traía de casa hecha, le gustaban sus manos, su estilo era fino y sus trazados sobre el papel le dejaban ver la destreza de pensamiento, la facilidad de creación con la rapidez que trabajaba. Su gesto concentrado, sus labios unidos casi apretados, sus ojos sin separarse del folio toda ella era la clásica modelo para crear una obra maestra en pintura. Esther apoyó el codo sobre el pupitre y la miraba fijamente, sin cortarse un pelo, mientras su mente trabajaba en otros fines E: ¿Cómo sabrá su piel?, ¿cómo será desnudarla poco a poco?... mmm me lo puedo imaginar, debe ser suave, tierna, ¿y sus labios?, ¿cómo besaran? No puedo esperar mucho tiempo... imagina (entonces cerró los ojos e imaginó) Maca acercándose a ella con una sonrisa suave marcada en sus labios, poniendo su boca en la oreja de Esther susurrándole algo, Esther asintiendo hechizada por aquella voz de terciopelo, sintiendo como su sangre se removía expectante a que todos se fueran, y entonces Maca cerraba la puerta, se deshacía la coleta que llevaba hecha, se desabrochaba la blusa despacio, muy despacio mientras Esther se levantaba de la silla, y se acercaba a ella, Maca la miraba de una manera tan provocativa que Esther notaba como se encendía toda ella de golpe y entonces... M: Esther... ¡Esther! E: ¡Ah perdona!, ¡perdona estaba pensando en la trama! (le dijo alterada) M: Ya... es que es justo lo que te he preguntado E: Oh perdón (sonrió) Mi historia va a tratar de una mujer buscando su destino, tratando de encontrar lo que un día fue y por razones de la vida, perdió M: Vale (su corazón latió fuertemente) ¿Tienes pensando como la vas a desarrollar? E: Sí, sí, contada por ella misma M: De acuerdo Mercedes: Maca por favor... ¿puedes salir un momento?, disculpad chicos M: Sí, claro, ahora vuelvo (puso gesto irremediablemente de “salvada por la campana”) Todos comenzaron a hablar de sus historias mientras Esther pensaba en su reacción, por lo que notaba y por lo poco que había podido sacar a Teresa, era algo así lo que podía haberle pasado M: Disculpad, bueno... sigamos... ¿Raquel?, ¿nos comentas tú, por favor? El final de la clase llegó y todos tenían ya los primeros proyectos sobre lo que iban a escribir, se marchaban contentos y muy activos hablando de esa ilusión de poder publicar su primera historia. Una de las últimas en marcharse fue Esther, recogió sus

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cosas lentamente, mirando de vez en cuando a Maca que hacía lo mismo recoger sus cosas mirar de vez en cuando a Esther, una de las veces sus miradas se golpearon, para rápidamente desviarse Con un sentimiento extraño, Esther comenzaba a desencadenar su bicicleta, por un lado, había podido notar el temblor en Maca cuando la nombró, por otro, había visto su manera dura de mirarla. Aquella historia estaba empezando a superarla, quizá Sandra tenía razón y debía olvidarse de la escritora, quizás era demasiada mujer para ella, o tan solo, era una mujer que no merecía la pena. Y sin embargo cada vez que ese pensamiento trataba de imponerse en su mente lo rechazaba de inmediato, Macarena era una mujer interesante, a la que estaba segura sí merecía la pena descubrir. Metió su cadena en la mochila justo cuando oyó su nombre T: Esther E: ¿Qué pasa? (le preguntó con gesto serio al verla asustada) T: Maca se ha desmayado, por favor ven... E: Vamos Salió tras ella corriendo hasta el cuarto donde le había dado el desmayo, cuando Esther llegó todavía permanecía medio caída en el sofá con los ojos cerrados E: ¿Le ha pasado esto alguna vez, Teresa? (el preguntó mientras le tomaba el pulso) T: No... así no... E: A ver Merche súbele las piernas Mercedes: Sí E: ¿Tiene alguna enfermedad? T: No, no es muy sana (decía con la mano en el pecho) E: ¡Maca... Maca! (le golpeaba la cara) T: ¡Ay señor! E: Tranquila Teresa. ¿Tienes un aparato de la tensión Merche? (seguía golpeando suavemente sus mejillas) Mercedes: Sí, sí, el mío que llevo encima E: Vale... Maca despierta... venga... T: Y si te doy agua fría

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E: ¿Para qué? (la miró mientras Merche le daba el aparato) T: No sé... estoy nerviosa E: Tranquila... a ver (le puso el aparato mientras Maca se movía lentamente) Está reaccionando T: Gracias a Dios... M: ¿Qué pasa? (preguntó al ver a todas allí) Que mareo E: No te muevas y no hables M: Pe... E: Por favor... vale esto es una bajada de tensión. ¿Has comido, bien? M: No he desayunado E: ¿Estás sin comer nada? (la miró enarcando una ceja) M: No es nada... estoy bien... E: No, no lo estás. No te muevas (le dijo cuando se iba a levantar) T: Cariño... por favor... estate tranquila ¿vale? M: No es nada solo es... (entonces Esther le tocó su muñeca para tomarle las pulsaciones, Maca sintió que su piel se estremecía ante su o) Por favor... E: Eres una cabezota ¿eh? (entonces sonó su móvil y Esther miró hacia el lugar donde provenía el sonido) Un móvil T: Ese es Luis Maca (dijo apurada) E: Pues dile que no se puede poner T: Pero... M: Dame el teléfono E: No vas a hablar, dile que esta en clase y no se puede poner. Y lo mejor es que os salgáis y me dejéis sola con ella Mercedes: Creo que es lo mejor E: Merche por favor puedes traer un café bien cargado con azúcar Mercedes: Claro

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T: Hola Luis... sí... no (se oía su voz perderse tras la puerta) Y allí se quedaron solas... Maca tumbada en el sofá, y Esther a su lado sentada en una silla que le habían puesto para que estuviera más cómoda. Maca cerró los ojos queriendo omitir la presencia de aquella mujer y Esther la miró preocupada E: Creo que sería bueno que te acercaras al hospital para que te hicieran un estudio (le dijo con amabilidad) M: No hace falta solo es hambre E: Bueno... por hambre una no se desmaya te lo aseguro, o yo iría por ahí cayéndome diariamente al suelo (le dijo con una sonrisa) M: No hace falta (insistió con su tono un poco más conciliador) E: ¿Te ha pasado esto alguna vez? (la miró con detenimiento) M: Alguna E: ¿Te han visto los médicos? M: No. No me gustan E: A mí tampoco y créeme lo que te digo, trabajo con ellos (le sonrió) Mercedes: Aquí traigo el café M: Gracias Merche E: Espera levántate con cuidado (la ayudó cogiéndola de las manos) Eso es... ¿qué tal?, ¿mareo verdad? M: Uf (resopló) Un poco E: Es normal tienes la tensión por los suelos T: ¡Maca hija...! M: Tranquila Teresa estoy bien (le dijo con suavidad) T: No, no lo estás, anoche tenías muy mala cara M: Estoy bien, de verdad me tomo esto y nos vamos a comer E: Yo no es por ser mosca cojonera pero creo que debería ir al médico Mercedes: Maca por favor, déjame que te lleve al médico de nuestra mutua, por favor, me voy a quedar mucho más tranquila

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M: De verdad no hace falta. El sábado me encontré mal, no estoy bien desde entonces no comí mucho, y por la noche estuve vomitando. Eso es todo E: No me extraña que te desmayes. Si has tenido vómitos el potasio debes tenerlo por los suelos T: Maca por favor vamos y yo también me quedo más tranquila Mercedes: Venga, sí (insistió con cara de preocupación) M: Está bien T: Ay... gracias Esther de verdad, ¿nos acompañas? M: No hace falta, tendrá cosas que hacer ¿no? (la miró inquieta) E: Bueno si vais a la mutua, allí hay gente especializada Teresa, os acompaño hasta el taxi y me voy M: No hace falta de verdad, con ellas dos me apaño E: Vale pues... entonces me voy pero que explique todo lo que le ha pasado Tere, ¿vale? T: Te acompaño M: ¡Esta tía es gilipollas!, se cree que soy una niña y tiene que decírselo a mi madre, ¡no te jode! (explotó enfurecida) Merche elevó los hombros algo desconcertada por su forma de hablar, nunca le había escuchado levantar la voz, ni siquiera decir un taco y en aquel momento su tono fue crispado y repleto de rabia, Merche la miraba sin saber muy bien que decirle mientras llamaba a un taxi Fuera, Teresa acompañaba a Esther quien volvía a sentir esa dualidad hacia Maca T: Te lo agradezco Esther E: No es nada Tere, pero tiene el pulso débil, y debería verla un médico seriamente ¿eh? (le decía detonando su gesto cierta preocupación) T: Sí, sí... es que... cada vez que va con Luis a algún sitio sola, siempre le pasa algo E: ¿Es su marido, no? T: Ay Esther... si tú supieras... en fin... me voy con ella E: De acuerdo, luego te llamo. Y por favor Teresa, tranquila ¿vale? T: No sé que haría sin ti Esther, gracias eres un encanto

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E: Hasta luego (le sonrió amablemente encaminándose hacia su bicicleta pensativa, era evidente, y cada vez lo tenía más claro, algo no funcionaba en su vida. Al llegar a la bicicleta exclamó) ¡Hostia mi bici!, ¡me la han mangao! En casa le explicaba a una divertida Sandra el asunto de su bicicleta, una Sandra que rió mucho más cuando sacó la cadena y el candado Sandra: Mira cuando te compres otra, no vas a necesitarlo, al menos mira el lado positivo E: No me toques las narices (la miraba seria pero ante la risa de su amiga acabo riendo de buena gana ella también) Bueno voy a llamar a Tere a ver que le han dicho Sandra: Oye pero... lo del marido ¿entonces qué? E: Ni idea (elevó los hombros) Pero lo tengo clarísimo, ese matrimonio no es normal. Y ella no es feliz Sandra: Pobre... se le ve buena gente E: Porque no la conoces, tiene una mala baba que para que (decía seria) Con lo tierna que parece... ¡menudo genio! Sandra: Pues a mí me cae muy bien ¿qué quieres? E: Antes no decías eso, te cae mejor Empar ¿recuerdas? (le decía desafiándola con la mirada) Sandra: Ya pero es que antes pensaba que iba a caer en tus redes con rapidez, y no solo no ha sido así, sino, que te mete caña, es mi ídola E: Que fuerte (murmuró herida por el comentario) Sandra: Así te centraras en lo que debes, saca lo mejor de ti cariño... tienes mucho para dar E: Voy a llamar a Teresa (marcó el número y esperó) ¡Tere!, hola soy Esther... Sandra: Bueno... al menos parece que no se ha vuelto tan loca como creía por la escritora, menos mal (suspiró aliviada) En el cuarto del hotel, Maca veía como Teresa hablaba con mucha soltura con Esther, hasta se reía T: ¡No me digas! (exclamó de pronto poniendo su mano en la boca algo que hizo que Maca la mirara con atención) Madre mía Esther... cuanto lo siento de verdad... ¿y ahora qué?... uy... uy... claro evidente

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M: (“Mucho está conectando con Esther... a que mala hora la acepté en el curso... si lo llego a saber me quedo calladita, joder”) T: Pobrecilla (le dijo sacándola de sus pensamientos. Como vio que no le preguntaba le dijo) Le han robado la bicicleta, es que cuando le dije que estabas mal, había quitado el candado y se la han robado M: Tan lista que se cree, parece tonta T: Bueno... no sé que te ha hecho pero desde luego no he visto en ti antes, esta tirria por nadie M: Pues mira Teresa, ya lo has visto alguna vez tenía que ser la primera T: Voy a pedir la cena, me ha dicho que lo que te han dado es muy bueno ¿te lo puedo decir? M: Tengo hambre T: Tampoco conocía ese lado infantil tuyo... voy a por la cena En casa de Esther E: Pues nada, tiene anemia y un poco de taquicardia, si es que con tanta mala leche no sé como no le revienta el hígado Sandra: Ay... Esthercita... baja de tu nube E: Es verdad, ¿crees que me dio las gracias por interesarme por ella? Sandra: ¡Pero qué mal educada! E: ¿Te burlas? (le preguntó enarcando una ceja muy seriamente) Sandra: Para nada... pero no sé que quieres, después de lo que hiciste E: Mira Sandra, la lleve al hotel la otra noche, me volví a presentar porque pensé que todo lo había hecho mal, le he dado otra oportunidad pero sigue con las mismas... ¿y sabes por qué?, porque ella entiende, pero no está encerrada en el armario ¡no!, está metida en un baúl dentro del fondo del armario (decía cada vez subiendo el tono de voz con más rabia y marcándosele las venas en su garganta) Sandra: Pues si la chica está ahí, la dejas, tú no eres nadie para rescatarla, aunque hayas sacado ya a más de una del armario, que pareces la Robin Hood de los Armarios E: Estás como una cabra (le decía divertida) Bueno... ¿y tú? Ya está bien de hablar de mí

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Sandra: Yo muy bien gracias, mi vida no es tan interesante como la tuya, señora escritora E: Dame tiempo... y verás (le guiñó el ojo divertida) Habré saboreado las mieles del triunfo tanto, como la piel de Macarena Wilson Cuando Teresa se marchó a dormir en la cama con su redecilla en la cabeza, le daba vueltas a las reacciones que últimamente había tenido Maca sobre todo provocadas por Esther. No lograba entender que pasaba, porque sin duda, ese lado tan aniquilante de su jefa no lo conocía, las preguntas se sucedían en su mente. Y el camino hacia donde le llevaban no le cabía muy bien en su cabeza, siempre Luis prohibiendo que ninguna mujer estuviera cerca suyo si no estaba él, siempre preguntando a Teresa en las firmas cuando él no estaba, siempre diciéndole que la vigilara, no entendía porque, aunque aquel pensamiento había creado en ella mil dudas, mil preguntas que no podría hacer y que estaba segura no iba a obtener respuestas, pues como ella bien había dicho Maca seguía siendo un enigma de que algunas pistas le iban haciendo pensar, pero que seguía tan intrigada como alejada de la verdad, eso era lo único de lo que estaba segura 21 Abril 2005 Al día siguiente, cuando Maca volvió lo hizo con mejor cara gracias a una pastilla que le habían dado había podido dormir toda la noche, eso sí, en compañía de Teresa, se percató que efectivamente no estaba la bicicleta de Esther, sonrió de lado negando con la cabeza. Cuando llegó Merche la acompañó hasta dentro preocupándose por ella M: De verdad Merche, estoy bien. Te lo agradezco solo fue cansancio Mercedes: Maca quiero que a cualquier cosa que necesites me lo digas M: De acuerdo, pero tranquila Mercedes: Vale M: Voy a mi clase, oye es un lujazo trabajar con este grupo ¿eh? Mercedes: Me alegro mucho, de verdad M: Hasta ahora. Buenos días (al entrar vio que la silla de Esther estaba vacía, era la única que no había llegado y eso le creó cierta zozobra) ¿Qué tal? Paloma: Nos hemos enterado de lo de ayer Macarena, ¿qué tal estás? (le preguntó Paloma muy melosita) M: No fue nada una bajada de tensión, estoy bien gracias os... E: Hola, siento llegar tarde

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M: Bueno... al menos podías llamar antes de interrumpirnos E: Oh, es cierto, ¿no he llamado? (le preguntó graciosamente haciendo que la gente sonriera) Lo siento Maca, lo siento chicos... M: Vale siéntate (“¿Maca?, ¡y a ti quién te ha dado permiso para llamarme Maca”) Raúl: ¿Todo bien? (le preguntó bajito) E: Sí, guapo, todo bien (le respondió de igual modo) Paloma: ¿Puedes callarte? (se giró con los ojos repletos de ira Paloma mientras Maca se daba la vuelta E: ¿Por qué no te callas tú?, ¿eh? (le respondió con esas ganas que tenía de cogerle del pelo) Paloma: Porque tú eres la que has entrado tarde, pero bueno, que puedo esperar de ti (le dijo con menosprecio girándose) E: ¿Cómo? Paloma: ¡Au! (gritó porque Esther le había estirado del pelo) M: ¿Qué pasa? (les preguntó observando el gesto duro de Esther reflejado en su cara) E: Pues eso digo yo... ¿qué te pasa guapa? (le dijo con el mismo tono) Paloma: Nada, no me pasa nada M: Vale pues... seguimos Al acabar la clase, Maca recogió algunos borradores que le habían entregado ya entre ellos el de Esther quien había salido con prisas porque se iba a trabajar, pero antes de abandonar su pupitre, Maca pudo ver como le decía a Paloma con cara de muy pocos amigos E: Tú y yo ya hablaremos Paloma: No tenemos nada de que hablar E: ¿Por qué preciosa?, quizá porque soy lesbiana Paloma: Por eso precisamente E: Vaya... que lástima la señora prejuiciosa le repelen las lesbianas... Paloma: Déjame en paz

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E: Claro que te dejo en paz, lo último que necesito es perder el tiempo con gente como tú Testigo del diálogo había sido una nerviosa Maca, tragó saliva ante la seguridad y defensa de Esther, y miró con ojos recriminatorios a una Paloma que parecía sofocada y con la que Raúl y algún otro mediaban para que procurara disculparse por lo acontecido Durante la comida para Maca aquella imagen segura y fuerte de Esther, le hizo estar ausente de todo cuanto Teresa le contaba sobre la información que había recaudado para la novela En el hospital, Esther terminaba su turno, Consuelo ese día no había ido a trabajar y se había escapado de la buena bronca que le quería dar por no sacar información sobre Maca tal y como le había pedido Esther. La tarde había sido muy movida y sentía que le dolían los huesos desde la cabeza hasta los pies, soñaba con llegar a casa y tumbarse en el sofá mientras Sandra hacía la cena. Iba pensando en eso cuando oyó como alguien la llamaba -: ¡Esther!, ¡Esther! E: Pero... (no supo como contestar ante lo que vio nada más pudo entregar una amplia sonrisa de incredulidad) Sus ojos captaron a Maca con una bicicleta nueva y una sonrisa que nunca había visto desde que se habían conocido, ni siquiera en alguna foto, sonreía de verdad, le brillaban los ojos y Esther sin saber porque sintió un leve temblor de emoción ante aquella belleza que tenía delante pero sobre todo, ante lo que había descubierto E: ¿Y esto?, ¿ahora vas en bicicleta? M: Ya me gustaría, hace años que no monto, pero me dijo Teresa que te habían robado la tuya y... me sentí culpable E: Para nada fue una coincidencia, nada más (le decía algo nerviosa tratando de quitar importancia) M: Bueno pero fue por ayudarme a mí (sonrió asintiendo con los labios prietos y una bonita sonrisa dibujada en su rostro) Macarena Wilson, soy escritora, puedes llamarme Maca, y estoy casada E: Ja ja (dio una carcajada ante la espontaneidad que acababa de tener Maca con ella y que ni por asomo esperaba) M: ¿Era así, no? E: Sí (sonreía) Bueno el final podría ser otro pero... no se puede tener todo (elevó sus hombros en señal de resignación) M: Pues sí (sonrió como si algo se hubiera liberado de ella)

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E: Oye en serio no puedo aceptarla, tú no tienes la culpa M: Bueno no es exactamente un regalo, verás... no soporto que la gente llegue tarde a mis clases, es por eso (le dijo con cierta ironía) E: Vaya (enarcó las cejas ladeando la cabeza y sonriendo) M: ¿Qué? (sonrió de igual manera) E: Eres irónica... que gracia... eso se merece una cerveza con unos tacos de jamón y un buen queso, que tienes que alimentarte bien ¿te hace? M: La verdad que no tengo mucho tiempo, tengo que empezar con la novela y... (ante su gesto agregó) Pero si tengo tiempo para una cerveza y esos tacos de jamón no quiero parecer grosera Los nervios de Maca se pusieron a flor de piel, porque no darse una oportunidad, no iba a violarla, no iba a obligarle a nada, sí era lesbiana, pero no quería decir que fuera a arrasar con todo lo que ella había construido. Podía bajar su autodefensa. Lo había meditado bien, había algo que le atraía de aquella mujer y porque no averiguar que era tal y como su abuela le había dicho tantas veces. Aunque dar ese paso le había costado varias horas de aceptación, de luchas contra miedos, allí estaba junto a la bicicleta que había quedado entre medio de ellas y parecía ser el escudo protector de la escritora Llegaron a una tasca que había en la Avenida Blasco Ibáñez, una avenida que eclipsaba a Maca por su majestuosidad en cuanto se refería a árboles, grandes y fuertes, al final el parque de los viveros seguían entregando al ser humano momentos de paz y reflexión ante tanta locura de asfalto, de hombres y mujeres con prisas E: Apuesto a que no has ido al parque (le dijo al ver como lo miraba) M: No, la verdad que no he ido a muchos sitios E: Pues es una lástima, es un sitio para pasear y pensar, inspira mucho M: Tendré que conocerlo (dijo con apariencia tranquila pero por dentro los nervios seguían a flor de piel) Yo quería disculparme porque creo que... E: Oye, nos acabamos de conocer ¿no? (le preguntó sonriendo destellando su hechizo) M: Sí es cierto (trató de resistirse a él) E: ¿Cómo vas de tu desmayo? (cogió un pincho de jamón) M: Nos acabamos de conocer ¿recuerdas? E: Vale me has pillado (sonrió y por primera vez Maca lo hizo también divertida)

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M: Quería comentarte algo de esta mañana E: ¿Lo de Paloma? (Maca asintió) Lo siento es que le tengo muchas ganas a esa tía, sé que no debí ponerme así (Maca echó su melena para atrás y al hacerlo la blusa que llevaba se movió dejando al aire su lunar y los ojos de Esther fueron directamente a posarse en el canalillo que se mostraba) M: ¿Y por qué le tienes ganas? (al ver sus ojos mirarle se sintió tan incomoda como halagada) E: Eh... esto... (carraspeó apartando los ojos rápidamente) Cosas nuestras M: Ah, vale. Bueno que sepas que no me parece bien lo que ha dicho E: Tranquila, me sé de memoria esos ataques de pureza (gesticuló con las manos en plan exagerado) M: Ya (no supo que más podía decirle tan solo la miraba mostrando sin poderlo evitar, su iración) De pronto se hizo el silencio entre las dos, Esther bebió de su cerveza observando cada gesto, cada mueca, cada suspiro disimulado de Maca, y ésta notaba como era observada al milímetro, y el miedo en su interior se hizo mayor M: Bueno ya se me está haciendo un poco tarde, creo que me voy a marchar E: Sí, mañana tenemos que madrugar (sonrió) M: Es cierto (la miró esperando que le comentara algo de su escrito) E: Bueno... pues... nos vamos M: Sí (sonrió nerviosa) Espera me gustaría invitarte E: Ah no... estás en mi territorio, prefiero que me invites en el tuyo M: ¿En el mío? E: Sí mujer, en el tuyo... en ese pedazo hotel que siempre que paso me dan ganas de pedir una habitación (sonreía alegre) M: Ah vale (sonrió también) Finalmente pagó Esther, al salir Maca metió sus manos en los bolsillos mirando alrededor, mientras Esther sacaba la portentosa cadena que llevaba la bicicleta incluido en el regalo de Maca E: Joder con esta cadena no me la van a robar ¿eh? M: Eso espero, ya sabes que odio que lleguen tarde (le volvió a decir)

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E: Ya sé, ya (la miraba fijamente a los ojos) De todos modos me parece demasiado M: Venga no lo vuelvas a decir. Voy a ver si consigo un taxi, por aquí he visto que pasan muchos ¿verdad? E: Sí, sí, además al final de esta avenida vas a salir a tu hotel, en nada estás allí M: Bien, gracias E: Oh no gracias a ti guapa (lo dijo tan contundentemente que notó como Maca apretaba sus manos dentro de los bolsillos por el movimiento de la tela. Tras esperar el tiempo suficiente como para que Maca asimilara ese guapa, agregó) Oye se me está ocurriendo algo M: A ver (no podía evitar una sonrisa porque los gestos de Esther eran de tan granuja que lo que antes le parecía irritante, en ese momento le pareció divertido) E: Mañana tengo libre la tarde ¿qué te parece si te consigo una bicicleta y nos vamos por ahí a ver la ciudad? M: ¿En bicicleta? (preguntó alertada enarcando su ceja derecha formando un gesto tan canalla como el que anteriormente había hecho Esther) E: Claro... has dicho que hace mucho tiempo que no vas en bicicleta, y te gustaría ¿no? pues nada aquí está Esther para acompañarte en bicicleta (reía divertida “Joder que peligro tiene haciéndome ese gesto, me lanzaría a su boca ahora mismo”. Tras borrar su pensamiento agregó con tono amigable) Siempre y cuando te apetezca, claro M: La verdad que sí... mucho E: Pues cuando tú quieras M: Bueno seguramente el domingo ya me marcho... y tú tendrás que trabajar... E: Bueno pero será un ratito, digo yo que podrás ¿no? (le guiñó el ojo) M: Vale (sonrió) Bueno... me voy... E: Bien... mi bici y yo te acompañamos, bueno tendré que ponerle nombre, todas mis bicis han tenido un nombre... a ver... a esta con tu permiso le voy a llamar Maca, ¿puedo? M: Es tuya (le dijo algo sorprendida elevando los hombros) E: De acuerdo pues nada, quedas bautizada como Maca. Aunque cuando diga me voy a subir a Maca me van a mirar mal Tras la carcajada que a Maca le pareció fantástica, consiguieron en seguida un taxi, le saludó al verla marchar y en voz alta se repitió

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E: Amor, ternura y sensibilidad. Si... Sandrita tiene razón Mientras iba pedaleando por la ciudad, con el viento golpeando su cara, algo iba naciendo en su interior, algo que no quería poner nombre algo que le iba cambiando su gesto según avanzaba su camino hacia casa, su ceño se había mostrado meditabundo, su boca tensa, y su frente arrugada por el gesto de la meditación. Entonces tras un suspiro hondo, dio media vuelta y se desvió de su camino. Cuando llegó al destino tocó un timbre y una voz de mujer contestó, parecía estar comiendo E: Hola Ángela hay algo para comer para esta pobre hambrienta Ángela: ¡Esther! (mostró su alegría) Todo lo que tú quieras Esther sonrió ampliamente y empujó la puerta, no sin antes dar una última mirada de reojo a Maca, su bicicleta En el cuarto de su hotel, Maca leía atentamente un borrador, estaba en ello cuando llamaron a la puerta, sabía quien era M: Pasa Teresa (dijo alzando la voz, la mujer hizo uso de su tarjeta para abrir la puerta y al entrar le sonrió) Hola guapa, ¿estás bien? T: Sí, pero me voy a dormir y quería saber si necesitabas algo M: No, nada tranquila, duerme T: ¿Qué tal los borradores? M: Uf (ladeó la cabeza) Más que bien, sobre todo uno T: Vale... ¿alguien con posibilidades? M: Léelo tú misma y mañana me dices, es corto, pero conciso creo que no he tenido una alumna que me haya entendido tan bien mis clases T: ¿Esther García? (la miró con sus ojos un poco dubitativos por su reacción) M: Sí, Esther García... ya me dices mañana T: ¿Te cae mejor? (le preguntó mirándola con interés) M: No es cuestión de eso, es cuestión de que es muy buena, en serio. Una cosa no quita la otra T: Vale... pues voy a leer, si necesitas algo ya sabes...

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M: Tranquila estoy bien, me he tomado las pastillas, he tomado ese pedazo de carne que me han puesto y después toda la verdura, ¿Contenta? T: Mucho... pero a mí no me preocupa tu alimentación M: ¿Ah no? (la miró con una pequeña sonrisa) T: No, me preocupa la vuelta de Luis, porque para eso no tenemos remedio M: Tranquila no te preocupes que todo está bien (trató de sonreírle) Al quedarse sola, se frotó la nuca, movió su cuello y parpadeó pues la vista se notaba algo cansada. Sin embargo estaba tan bien que necesitó comenzar a dar forma a lo que llevaba en su mente, estaba ya todo en su cabeza, no necesitaba más que el ordenador y una chuleta con los nombres de los personajes, se había leído la documentación que una aplicada y efectiva Teresa le había pasado, se había tomado sus apuntes, había esquematizado los momentos exactos en los que quería situar la novela pero la historia principal la tenía ya en mente. Sus dedos comenzaron de manera ágil a teclear, volvía a ella la inspiración, no era necesario parar, todo salía de una manera fluida y para su gusto perfecta, con la música de fondo ésa que tanto le relajaba, hasta que su móvil sonó y vio de quien se trataba M: Joder (protestó si poderlo evitar) ¿Dime? Luis: ¿Cómo van las cosas?, ¿Estás trabajando? M: Sí Luis: De acuerdo... ponte las pilas Maca tienes nueve meses para crear una obra magistral M: Estaba en eso cuando me has molestado, ¿qué quieres? Luis: Saber que estás trabajando en lo que debes, nena M: Pues ya lo sabes (su voz se tornó agria nuevamente y su estómago se encogió) Luis: Hasta pasado mañana M: Hijo de puta tengo que encontrar la manera de perderte de vista... ¡cómo sea! ¡y ya estoy tardando demasiado! La rabia se había apoderado de la inspiración y tanto fue así que se levantó para ducharse, ponerse el camisón y meterse en la cama, volvió a dejar abierta la puerta de la terraza, un escalofrío rasgó su piel la brisa de la mar entraba con fuerza. Apoyó su cabeza en la almohada, buscó acoplar su cuerpo en el colchón, se puso la sábana alrededor del pecho poniéndose en posición fetal, suspiró, y el recuerdo de la sonrisa maravillosa de Esther llegó a ella, notaba como su respiración iba en aumento, como sus piernas se tensaban porque por su bajo vientre cayó una pequeña descarga, cerró los ojos mientras suspiraba nuevamente, su mano se apretó firmemente sobre su muslo

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trataba de dejarla ahí, quieta, pero aquel calor que emanaba su cuerpo iba a más, provocando en ella casi un estado febril, suspiró entre abriendo un poco la boca, y dio libertad a su mano, entonces notó la excitación apretó más los párpados, suspiró, se mordió un labio, su respiración comenzaba a elevarse mientras iba descubriendo su propia humedad, una humedad huérfana, solitaria, que buscaba ser compartida pero que no había encontrando aún su compañera, mientras llegaba esa compañía deseada sería otra vez más una experiencia anacoreta. Pero lo necesitaba hervía su sangre, hervía su piel pero su mente le gastaba malas pasadas, estaba Esther, estaba una Lidia excitante, un Luis enfuruñado, una Lidia descontrolada y una Esther avasalladora, y fue llegando entre imágenes a un orgasmo doloroso, no válido, tan huérfano tan frío como todos los que había tenido, ¿algún día sentiría lo que realmente debía sentir? La noche iba cayendo como un telón al finalizar una obra de teatro, pero en casa de Ángela, la escena estaba por empezar. Esther entre besos desbocados, caricias ardientes y palabras sugerentes, la había llevado hasta el sofá, allí Ángela se dejaba hacer tumbada hacia arriba mientras Esther se subía sobre ella Ángela: Esther... E: Tócame, estoy a punto cariño (le susurró con voz urgente por la imperiosa necesidad que sentía) Ángela: ¿Sí?, ¿ya? (sonreía provocadoramente mientras le metía con rapidez la mano apartando la braga, pensó que con poco le había llevado al Olimpo sin querer imaginar que como ocurría otras veces, Esther se entregaba a otro ser) E: Eso es... eso es (musitaba cerrando los ojos, moviendo rítmicamente sus caderas, hacia delante y hacia tras mientras una de sus manos apretaba de manera enérgica el almohadón del respaldo del sofá) Sí... así... así... Ángela: Me gusta verte así, me encanta Esther E: Sigue... sigue (cerraba los ojos entre abría la boca, se pasaba la lengua por los labios, sentía que necesitaba llegar al punto donde podía morir, y en eso Ángela era toda una experta) Sí... ah... ah... Ángela: Dámelo cariño... dámelo (apretaba fuertemente su mano libre contra el muslo de Esther mientras su otra mano seguía frotando rítmicamente su sexo) E: Ya... ya... ah (gimió como si su corazón fuera a estallar en mil pedazos) Ángela: Esther... cariño... Siguieron durante un rato más, como el sofá se les hizo incómodo se echaron en el suelo, devoraron sus pieles, sus labios recorrieron cada centímetro del otro cuerpo, hasta que el cansancio les venció, entonces entre susurros ya en la cama abrazadas Ángela le dijo a Esther:

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Ángela: Sé que no quieres que volvamos Esther, sé que lo nuestro como pareja es imposible, pero... te echo de menos... no tenerte es... E: Ángela esto lo hemos hablado ya muchas veces... no quiero más que esto y lo sabes no estropees el momento (le dijo seria con el ceño fruncido) Ángela: Está bien... olvídalo Esther en cuanto notó que Ángela dormía se dio la vuelta, el cansancio de un día largo e intensivo finalmente venció sus miles de pensamientos, pero en ella, esos pensamientos cobraban vida en los sueños Se vio así misma siete años atrás, pero en lugar de ser ella quien revivía la experiencia, lo hacía Maca La vio llegar a su cita con Lidia, aquel fin de semana le había prometido emociones fuertes, y Maca llegaba de igual manera que llegó ella, con unas ganas terribles de besarla M: Lidia... te besaría aquí mismo sin fin Lidia: Nena... espera un momento ¿eh?, ¿te has puesto algo de cuero? M: Sí, tenía estos pantalones (sonreía divertida mientras la veía a ella enfundada en cuero entonces le preguntó con los ojos turbios por la excitación) ¿Vas a volverme atar?, me encanta cuando me lo haces así atadas las manos E: ¡No Maca... no!, huye no entres en su juego... huye (se veía tras ella sin embargo no le hacía caso, la veía con sus ojos preocupados porque Maca tal y como ella en su momento, estaba hechizada por el encanto de aquella mujer) Lidia: Nena... esta noche vamos a vivir algo mucho mejor (sonrió) M: ¿Sí? (preguntó sugerente) Lidia: Sí, vas a ser muy pero que muy feliz a mi lado... te lo prometo (le acarició la cara con una mueca mezclada entre fiereza y pasión) M: Me muero de ganas E: ¡No... no!... no te dejes embaucar... huye Maca... no es lo que parece... es el demonio (gritaba desesperada Esther mientras se movía en la cama) Lidia: ¿Preparada? M: A tú lado, siempre Y las veía marcharse en un taxi, sabía perfectamente el lugar donde la llevaba, la angustia crecía en ella, el sudor recorría su frente, era el principio del infierno E: Maca por favor no vayas, no entres en su juego o te destruirá, ven conmigo Maca... ven (le decía pero la figura de Maca en su sueño parecía no verla) M: ¿Qué es esto? (preguntó al ver que se detenían en un local que parecía demasiado secreto) Lidia: El paraíso E: ¡No Maca... es el infierno!; no entres... no entres (repetía Esther sabiendo lo que había detrás de aquella pequeña puerta de madera con un picaporte bañado en oro) No por favor no... M: Pues lo tenemos todo, tú, yo y el paraíso

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Lidia: Así es nena (le dijo atrayéndola hasta ella y besándola con pasión) Me enloqueces M: Y tú a mí La puerta se abrió, la oscuridad y el humo se mezclaron con sus cuerpos, Maca miraba alrededor todo eran mujeres, mujeres desnudas o vestidas pero que llevaban en su cuerpo piezas de cuero, la mano de Lidia paseaba por su espalda, llegaba hasta su trasero y lo acariciaba lentamente. Maca veía a mujeres en dúos o tríos, besándose, tocándose, otras tan solo mirando lo que hacían las demás no podía pensar con claridad, todo lo que veía le sobrepasaba su racionalidad Lidia: Toma nena, ahora empieza lo bueno, vamos a un sofá (le dio una bebida) M: Lidia... ¿qué es esto? (le preguntaba algo nerviosa mirando a su alrededor) Lidia: Cariño si te gusta lo que hacemos solas tú y yo, más te va a gustar lo que vamos a ver, un espectáculo maravilloso, donde una dómina va a demostrar como se debe tratar a una mujer débil (la miró intensamente) Como nuestros juegos, ¿recuerdas? M: Sí pero... Lidia: Nena... relájate y disfruta (metió su mano sin ningún titubeó por debajo de la camisa) Venga toma un buen sorbo E: No Maca... por favor no le hagas caso, vete de ahí... no... no (decía a punto de llorar) M: Lidia... (la miraba sin entender muy bien) Lidia: Estás conmigo (entonces la obligó a sentarse sobre ella a horcajadas mientras tan solo la miraba con avidez provocando en Maca un repentino deseo) Eso es... Chica: Hola... (apareció una chica a su lado) Lidia: Hola Chica: Me gusta tu chica... Lidia: A mí también Chica: Mucho (entonces comenzó a tocarla ante la pasividad de Lidia mientras Maca la miraba sin entender pidiéndole explicaciones) Lidia: Haz que esté a punto para mí (le dijo sonriendo de lado a la chica mientras le tocaba la cara) M: Pe... Lidia: Tranquila nena... te va a gustar E: No... por favor... no lo hagas o estarás perdida (su pecho se movía desesperadamente las imágenes de su sueño eran tan reales como ella las vivió) Lidia: Déjate llevar, toma bebe (le dio de su copa un sorbo mientras la chica le desabrochaba la camisa, y le tocaba) Muy bien... lo estás haciendo muy bien mi vida... tienes que aprender E: No Maca no te dejes engañar te va a destruir, ven conmigo... ven conmigo... (le decía tratando de darle la mano pero no había manera de llamar su atención) ¡Escúchame por favor! Te está drogando Maca... M: Ah (gimió al notar la lengua de aquella desconocida lamiendo sus pezones) Lidia: Sigue así, despacio (le ordenaba Lidia mientras la miraba fijamente) M: Lidia Lidia: Cariño... muy bien... eso es... te quiero a punto para mí. Hazlo más despacio... no quiero que se corra tan rápido

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Entonces un sonido asustó a Maca, pero era tal el calor que sentía en su cuerpo, la mirada de Lidia, la boca de aquella desconocida, la bebida que había tomado, se sentía mareada, giró la cabeza hacia el lugar donde provenía el sonido y vio a una mujer vestida de negro con una melena rubia y un látigo en la mano, oía lejana la voz de Lidia, notaba las caricias cada vez más profundas de aquella otra mujer, y mientras sus ojos se contraían viendo como aquella rubia tenía a una mujer atada y desnuda, con un escueto tanga de cuero jugando con el látigo en su cuerpo, metiendo y sacando el mango de su sexo, Maca sentía irremediablemente arder su cuerpo, sin saber porque sintió deseos de que todo aquello siguiera E: No, no te dejes engañar Maca... ¡por favor! M: Ah (soltó un gemido grave) Lidia: Para... (le indicó a la otra apartándola con brusquedad del cuerpo de Maca y con los ojos rojos de deseo le susurró) Ahora eres mía nena... ahora me vas a dar todo a mí ¿verdad? (le había estirado del pelo la cabeza hacia detrás, de tal modo que los pechos duros y los pezones erectos de Maca quedaban justo a la altura de su boca, mordió los pezones, mientras Maca aullaba de dolor, pero entonces noto su mano con algo duro que había sacado de dentro de su pantalón y como con firmeza se lo introducía en ella y la respiración jadeante de Lidia sobre su pecho, le soltó el pelo para arañarle la espalda, y entonces Maca pudo ver a la chica que le había estado tocando como estaba gimiendo mientras ella misma enfriaba su ardiente sexo, no quería gemir, pero no podía soportar tanto placer en su garganta, tanto éxtasis) Grita quiero oírte... ¡grita! E: No lo hagas o estarás perdida... es lo que quiere dominarte... no lo hagas Maca... no (decía fuera de sí) Lidia: Vamos nena... vamos... M: Mmmmmmmmmmm (explotó finalmente en un grito que salía de sus entrañas con convulsiones y resoplos) Lidia: Eso es... para mí... para tu dueña... (decía jadeante mientras soplaba y sus ojos volvían a ver el espectáculo) E: Estás perdida... perdida Maca... como lo estuve yo (murmuró abatida con los ojos llenos de lágrimas sabiendo el infierno que le quedaba por pasar) Lidia: Muy bien nena... muy bien... ¿ves el látigo?, ves como azota su precioso cuerpo M: Sí... necesito beber un poco (le decía jadeante sin percatarse si quiera que tenía los pechos al descubierto Lidia: Claro que sí... bebe... con ese látigo vamos a jugar tú y yo... y nos lo vamos a pasar en grande... nena E: NO... NO (se sentó en la cama con la respiración agitada, la peor vivencia de su vida volvía a ella en el rostro y cuerpo de Maca, su respiración se volvió jadeante, sudaba y sus ojos se llenaron de lágrimas) Ángela: ¿Qué pasa, Esther? (le preguntó asustada al verla) E: Nada duerme, ha sido una pesadilla. Maldita mujer... maldita seas Lidia pero acabaré olvidándote 22 Abril 2005

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La clase esperaba la llegada de Maca que lo hizo de una manera espectacular, llevaba la melena recogida en una coleta, en su rostro se percibía un poco de maquillaje que le daba cierto aire de artista de cine, con un foular rodeando su cuello y una camiseta de las que no acostumbraba a llevar, con botas y un aire muy desenfadado. Al ver a Esther se dispararon sus latidos recordando inevitablemente lo sucedido en su cama la noche anterior. Tras los saludos correspondientes e intercambios de opinión llegó el momento de impartir la clase M: Bueno, hasta hoy hemos visto de una manera muy comprimida todo lo que rodea al arte de escribir, reconozco que en estos cursos lo importante es más lo que vosotros podéis utilizar para mejorar vuestra técnica que lo que yo os pueda ayudar, os guío en el camino para que mejoréis, pero la verdad es que los borradores que leí anoche me gustaron bastante sois una clase muy aventajada (hizo una pausa donde suspiró mirándoles con gesto que rozaba la ternura) Pero la literatura, la escritura son más cosas que estás clases sobre los verbos, frases, palabras, cuando ya tenéis ese cuadro en la mente y sabéis manejar los diferentes colores para crear algo hermoso, os recuerdo lo que decía Proust, también debéis educaros para otras cosas, es lo más complicado, defender vuestras ideas, no debéis dejar que nunca nadie manipule vuestras historias, nadie tiene el poder de querer cambiar lo que a vosotros os ha nacido, es como un hijo, lo pares y lo educas, pero también le das libertad, lo respetas eso es lo que tenéis que buscar, los libros son como esos hijos, los gestas, los alimentas de calor, les das toda la ternura que hay en ti, te enfadas, riñes contigo misma, sonríes o lloras, te dan disgustos pero es tuyo y lo defiendes hasta la extenuación (Esther sintió como al escucharla los ojos se llenaron de lágrimas en el silencio más sepulcral que jamás había escuchado, roto en millones de partículas al aparecer la voz susurrante y apasionada de Maca) Pero también debes ser consciente de que tu obra no puede gustar a todo el mundo, debes mostrarte flexible con las críticas, aceptarlas pero eso no significa mostrarte sumisa a ellas, por cada idea de un libro que has escrito hay que luchar y defenderla, para cuando lo ves en una librería sientas ese sentimiento materno o paterno que te permita suspirar y emocionarte. Y eso pasará con cualquier libro, el primero, el segundo, o con cualquier relato que querías hacer, para millones de personas o para cientos, da igual, lo que plasmáis en un papel es vuestra alma y eso, es la mayor satisfacción que un escritor puede sentir Si en ese momento alguien se hubiera avanzado a dar un aplauso, seguramente los diez alumnos se hubieran puesto en pie para aplaudir, lo había dicho de una manera simple, pero con tanta pasión que a cada uno de ellos les había penetrado por los poros de su piel haciéndoles sentir participes de esa ilusión que era crear una propia historia M: Bien, teniendo esto en cuenta, vamos a volver a trabajar sobre los borradores, los que me habéis entregado están muy bien y voy a ir uno a uno trabajando con vosotros, dando mi punto de vista siempre sobre la semántica, la creación, pero nunca sobre la historia es vuestra historia ¿de acuerdo?, mientras estoy con uno de vosotros los demás os ponéis a trabajar, no nos queda mucho tiempo, cualquier duda me lo decís Cuando llegó a Esther se sentó como había hecho con todos, Esther le sonrió amablemente, mirándola con ternura y respeto, sin dejar que sus ojos viajaran hacia sus pechos, se obligó a mirarla a los ojos

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M: Leí tu historia y me parece muy buena (Esther sonrió y al moverse, Maca se percató de un bocado en su cuello, por un momento luchó contra su turbación que sin saber porque le había entrado al verlo) Creo que es muy interesante el desarrollo, está bien ambientada, los personajes están bien estructurados, y sobre todo, tienes un uso de lenguaje muy sencillo, manejable y fluido E: ¿Esto es por lo otro? (le preguntó bajito sonriendo. Ante el gesto de Maca agregó) Por la bronca injustificada, digo M: Bueno, reconozco mi culpa, no debí pero me molestó mucho tu escrito, me pareció una falta de respeto a tu profesora (le dijo seria pero con el rostro relajado) Así que te pido disculpas por ello E: ¿Una cena? M: ¡No pierdes el tiempo, eh! (le soltó de pronto sin medir sus palabras, entonces carraspeó y le dijo) No, no puedo E: Mañana M: No, ya vamos esta tarde al paseo ¿no? E: De acuerdo... pero sólo quería compartir contigo más cosas, me encanta como hablas, la pasión que tienes por la escritura, antes me has emocionado (le decía con total sinceridad) M: Bueno que... aquí estoy para ayudarte no para que me agasajes (le decía algo cortada pero con sus ojos brillantes porque en aquella confesión de Esther había visto algo que la enfermera no le había permitido ver hasta ese momento, ternura) Pues... eso... (ante la sonrisa de Esther le dijo) Sigue asió... lo haces muy bien E: Gracias (le volvió a sonreír ampliamente mientras pensaba “Dios eso me lo dices en la cama y creo que me desmayo. Lástima... poder llevármela a cenar y luego al Mos de Eva y... ¡mambo toda mía!”) Cada una al salir se fue hacia su lugar correspondiente, habían quedado en verse a las cinco de la tarde porque Esther se había cambiado el turno con una compañera que le debía horas. Maca había insistido en ir ella hasta donde Esther quisiera, pero la enfermera había insistido a su vez en decirle que esperara en el hotel que ella llevaría en el coche las bicis, algo que hizo sonreír divertida a Maca al recordar lo pequeño del coche Comió de buena gana ante la mirada divertida de Teresa, en lugar de descansar sentía tantas ganas de escribir que mientras ella hacía la siesta Maca estaba sentada a su lado escribiendo, al despertarse le leyó lo que llevaba ya de historia y al finalizar Teresa le dijo T: Comienzo bárbaro, habría que retocar alguna cosilla pero... impresionante

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M: Estoy sembrada Teresa ¡sembrada! (decía feliz) T: Pues yo que me alegro hija... M: Bueno te dejo a ti con el repaso voy a cambiarme T: De acuerdo... ¿a qué hora te vas? M: A las cinco (sonrió feliz) T: Bien. Me quedo yo trabajando con tu novela M: Gracias eres un tesoro (le dejó un beso ante su gesto de sorpresa) T: (“¿Qué le ha cambiado así con Esther?... bueno me alegro que se lleven bien, son de la misma edad más o menos y bueno, se entenderán porque tienen que entenderse les mueven las mismas sensaciones con la escritura” pensó mientras la vio marcharse un tanto sorprendida por su reacción dado que Maca era muy poco expresiva) Maca se estaba poniendo el chándal, se miró al espejo y se lo quitó, se puso unos pantalones de lino y una camiseta con un suéter por encima, la gorra, se hizo una coleta y las gafas de sol M: Maca... ¡cuánto tiempo sin vestirte así! Bienvenida otra vez a la vida (sonreía divertida mirándose en el espejo. Justo entonces se abrió la puerta y era Teresa, al ver su gesto le preguntó alertada) ¿Qué pasa? T: Lo siento Maca pero no vas a poder salir M: ¡Cómo que no! (Teresa negó con la cabeza y el gesto triste) ¿Pero... por qué? T: Luis te ha mandado unos fotógrafos de Zaragoza de una revista, van a hacerte una entrevista para publicar un reportaje M: ¡Qué! (la miró incrédula) T: Así es (ante su gesto y su rabia que no pudo evitar Teresa le dijo) Mira, tienes dos opciones, la primera, llamas a tu marido y lo mandas literalmente a la mierda y acabas con esto, la segunda, haces el reportaje Teresa la miraba expectante viendo como Maca se quedaba un poco pensativa, aquellos segundos fueron para la mujer de nervios porque decidiera lo que decidiera iba a crear problemas. La vio desviar la mirada hacia un lado, morderse el labio inferior y finalmente cerrando los ojos le dijo M: Por favor llama a Esther T: Sí (asintió con tristeza)

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En el coche con gesto serio Esther se despedía de una Teresa preocupada, miraba por el retrovisor las bicicletas que le habían costado tanto subir al coche y sintió que todo estaba en su contra, sintió algo confusa que Maca una y otra vez tuviera que hacer las cosas según su marido, recordó las palabras de Teresa, y murmuró con rabia E: Hijo de puta. Siempre jodiéndome la oportunidad La sesión fotográfica fue dura, a Maca no había manera de sacarle un gesto dulce, ni una sonrisa, tanto el periodista, maquillador como el fotógrafo, se mostraban algo inquietos por su actitud seria y algo distante. Tuvo que ser Teresa quien separándola de ellos en uno de sus cambios de ropa le dijera: T: Cariño piensa que ellos no tienen culpa M: Lo sé... pero no puedo más Teresa T: Vale, luego si quieres hablamos, pero ahora pon tu mejor cara piensa que es para tus fans Maca sonrió al pensar en sus fans pero recordó a Esther instintivamente cuando le dijo aquello, ella lo iba a ver, pero entonces, recordó aquel bocado que llevaba en el cuello y el que le había molestado, sin duda había pasado un rato de pasión, nunca ella había recibido algo así, y sintió deseos e imaginó sin poderlo evitar a Esther mordiendo su cuello dulcemente, tuvo que recomponerse, sintió que sus piernas temblaban y tuvo que esforzarse por borrar todo aquello deseando con fuerzas que el domingo llegará lo antes posible. Desgraciadamente necesitaba huir La tarde para Esther pasó lenta y aburrida, sobre las diez se marchó a trabajar y tras despedirse de Sandra que justo entraba en casa, llegó hasta el hospital. Allí Consuelo estaba acabando la jornada Consuelo: Hola guapa ¿qué tal ha ido? E: No ha ido Consuelo: ¿Cómo que no? E: Tenía un reportaje (respondió amargamente) Consuelo: ¿Un reportaje?, pero no había quedado esta mañana contigo (la miraba con dudas) E: Sí, pero por lo que me dijo Teresa, fue algo del marido Consuelo: ¡Jesús!, pero si se le ve una mujer muy independiente y segura de si misma E: Pues ya ves, no todo es lo que parece

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Consuelo: Bueno pues nada, mañana vas E: Mañana no podía Consuelo: Pues nada, a ti lo que te interesa es... E: Me voy a trabajar Consuelo, encima tengo que hacer seis horas... ¡manda huevos! Consuelo: Ay señor... oye... oye... (la llamó cuando se iba) E: ¿Qué? Consuelo: ¡El cuello Esther... El cuello! (le dijo escandalizada al ver la marca) E: Jeje (sonrió divertida mientras se marchaba por el pasillo pensó “¿no se habrá puesto celosa?, ¡Esther... celosa de qué!... ya paso de ella... un mito más que cae... desde luego cuando sea una escritora famosa no seré así”) Eran las once y media cuando se marchó al cuarto de enfermeras una vez finalizada la ronda y comprobar que todo estaba bien, iba siendo una noche tranquila y quiso dar los últimos toques a su historia. Estaba en ello cuando su teléfono móvil sonó, vio en la pantalla reflejado el número de Teresa, sonrió E: Teresa dime guapa M: Soy yo... Maca (respondió con cierta duda) E: Ah... perdona... no sabía que... perdona M: Tranquila (sonrió nerviosa poniendo sus dedos índice y pulgar sobre el puente de su nariz) Siento lo de esta tarde E: Tranquila no pasa nada M: No sabía que tenía ese reportaje E: Ya (le dijo no muy convencida) M: Lo siento de verdad (insistió) E: No pasa nada (guardó silencio pero por el tono de voz de Maca pudo percibir que estaba algo nerviosa) M: Verás... había pensado que... podría compensarte ¿qué te parece? E: De verdad que no me tienes que compensar (le contestó segura y un poco harta de ese ahora si luego no)

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M: Bueno... (se quedó algo decepcionada, volvió a morderse el labio creando un silencio entre ellas algo incómodo) Vale pues no te molesto más... E: No me molestas (le dijo melosa) M: ¿Estás trabajando? E: Sí pero ahora mismo estaba tranquila M: Ah (deseaba no dejar de hablar con ella, notó como su corazón se aceleró de repente desbocado, nervioso) E: ¿Y tú que haces qué no duermes?, debe ser tarde para ti ¿no? M: Bueno... no soy una vieja para acostarme tan pronto ¿eh? (le dijo sonriendo de lado) E: Anda se me había olvidado tu sentido del humor (sonrió también) M: Muy graciosa (“no me cuelgues por favor” se dijo a sí misma cerrando los ojos) E: ¿Quieres algo más? M: No, bueno, yo... de verdad que no me gusta faltar a mi palabra E: Oye (le dijo sonriendo le estaba gustando como a lo largo de la conversación había ido cambiando su tono) M: ¿Qué? E: ¿Ya no vas a insistir más? M: ¿Perdona? (si Esther hubiera visto su rostro en ese momento hubiera sonreído de felicidad) E: ¿Ya no vas a volver a insistir para que coma contigo? M: Pues... no sé... E: Hija que poca gracia tienes (le soltó con total frescura) ¿A qué hora quedamos? M: ¿Al salir del Centro? (su voz mostró entusiasmo, un entusiasmo que tan solo había escuchado Esther en sus clases) E: Vale (sonrió victoriosa) M: Pues... bueno te dejo trabajar E: Por mí no te preocupes estoy encantada, al menos estoy acompañada (sonreía mientras hablaba)

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M: Claro a mí consta (soltó con sorna) E: Pues sí (sonrió entusiasmada) Mira... me llaman, todo lo bueno siempre acaba demasiado pronto M: Te dejo (sonrió) E: Vale, hasta mañana guapa M: Hasta mañana Se acurrucó en la cama, aquella mujer provocaba en ella un escalofrío que tan solo otra había despertado, se aferró a las sábanas pensando en que era lo que realmente quería de aquella comida, y se obligó a si misma a pensar que divertirse un rato, conocer a gente y olvidarse de su vida melancólica y rutinaria. En esas estaba cuando pasó Teresa T: ¿Qué tal cariño? M: Bien Teresa T: Me alegro. ¿Ya puedo llevarme el móvil? M: Sí, gracias (ante la mirada de Teresa, Maca sonrió) Vale, te entiendo... hemos quedado para comer mañana T: Bien, no sabes lo que me alegro, creo que te iría bien haceros amigas, Maca M: Bueno solo es una comida de cortesía T: Como sea, Esther es muy maja y creo que con su sonrisa te puede ayudar mucho M: ¿Ayudarme? (la miró con los ojos nuevamente nublados) T: Eso he dicho, Maca yo no soy nadie para decirte esto pero... M: Teresa (la miró como quien advierte un “sabes que eso no es así”) T: Hacía mucho tiempo que no te veía sonreír, que no veía esa parte de ti que tanto escondes bajo la amargura, yo me plantearía seriamente la vida, eres joven y pareces que vives sumida a lo que tu marido dice, cuando él no está a tu lado eres mejor en todos los aspectos, sé que tendrás motivos para no volar en libertad y sola, pero, sean cuales sean tus motivos, yo me los plantearía muy en serio, eres fuerte Maca más de lo que piensas porque si no lo fueras, no hubieras aguantado esto M: Ya Teresa, pero la vida no siempre es fácil y son demasiadas cosas en mi contra T: De acuerdo, de momento ya me alegro de que mañana salgas con Esther

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M: Gracias... solo es una comida T: Pero ya es algo, ¿además qué más debería ser? (le preguntó sonriendo le dejó un beso y se marchó) Buenas noches M: Buenas noches... (cuando se quedó sola cerró los ojos pensativa, el secreto que durante tanto tiempo había guardado, le quemaba en la garganta necesitaba su ayuda y a pesar de saber que no lo iba a entender por su reacción, murmuró poniendo su mano debajo de la cabeza) Debería contárselo... quizá mañana Cerró sus ojos algo derrotada, el día había sido intenso y esas sesiones fotográficas las odiaba tanto que acababan con sus nervios. Se abrazó a la almohada tratando de no pensar en nada, pero se daba cuenta que su cuerpo estaba demasiado alborotado, hacia mucho tiempo que no sentía los deseos de los últimos días, hacía mucho tiempo que no sentía ese calor que se había instalado de manera sutil recorriendo su tenso vientre. Sonrió, cerró los ojos y voló en solitario En el vestuario, Esther miraba el teléfono con una sonrisa tonta, hasta que se dio cuenta y cerró los ojos negando con la cabeza, sin duda, estaba soñando despierta, pero diría que había notado un requiebro en la voz de Maca que se había convertido en seductora, le gustó. Y entonces sonó nuevamente el teléfono, su sonrisa fue mucho mayor al ver reflejado el número de Teresa. Carraspeó antes de hablar y con voz totalmente tierna le dijo para tratar de envolverla E: Dime guapa, soy toda oídos para ti T: ¿Esther? (preguntó alzando la voz un tanto impactada por como le hablaba) E: Te... Teresa guapa... (carraspeó un tanto cortada) T: ¡Ay no me habías parecido tú! E: Jeje (sonrió graciosa sin saber muy bien que decir) Ya ves... ¿qué te pasa? T: Maca me ha dicho que va a ir a comer contigo E: Pues sí... T: Hija de verdad... mira sé que si se entera me mata por eso cuento con tu silencio E: Claro, ¿qué sucede? (se removió un tanto en el banco donde estaba sentada) T: Verás... te llamo por Maca es sobre Maca E: Imagino (ponía su ceño fruncido) T: Mira Esther, no te conozco mucho pero lo poco que nos conocemos me has dado muestras de persona sensata, y bueno... yo estoy preocupada por ella, hace mucho

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tiempo que está mal, desde que se casó, ella no es feliz (“¿Cómo va a ser feliz?, creo que la clave Teresa es que entiende pero tiene que estar casada con ese cerdo” se decía para sí mientras escuchaba con el tono preocupado de voz a Teresa) Nunca ha tenido amistades que no sean las de Luis, nunca ha hecho vida propia, ayer lo de ayer (se sentaba mientras ponía su mano sobre la barbilla) es solo un ejemplo de lo que es su vida... y yo quiero que sea feliz, ¿me entiendes? E: Sí Teresa, se nota que la quieres mucho, pero... ¿qué pinto yo?, porque si me lo estás diciendo a mí es porque quieres algo de mí T: Maca necesita una amiga como tú (“No, Maca lo que necesita es un buen polvo conmigo que la vuelva loca” pensaba Esther) No sé... hablar... poder confesar lo que lleva dentro, a mí no me lo cuenta y sé que es algo grave, ¿crees que te lo podría contar a ti? E: Pues no sé Teresa... yo no tengo confianza con ella, yo no le contaría mis cosas T: Ya pero... Esther, necesita ayuda y tú eres muy simpática y agradable E: Y guapa (añadió divertida pero al notar su silencio agregó con rapidez) ¿O no? T: Sí E: A ver Teresa que solo es una manera de hablar te noto muy tensa T: Es que me gustaría tanto que dejara al maldito tipejo ese E: ¿Cuándo vuelve? T: Pasado mañana E: Bueno... yo no creo que pueda hacer milagros ¿eh? T: ¿Pero lo intentaras? E: ¡Porqué eres tú, eh! (le decía con énfasis) T: Gracias Esther... seguro que con tu ayuda igual logramos algo E: Espero lograrlo Teresa, espero lograrlo (le decía sonriendo para si) Bueno te voy a dejar... T: Ay perdona que estás trabajando E: Sí, venga duerme tranquila y mañana te veo, ¿vale? T: Ay Esther... es que... me duele verla así

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E: Tranquila. Buenas noches (al colgar se quedó pensativa parecía que todas las piezas del puzzle en su mente iban acoplando, con su llamada para la comida, quizá se dio cuenta que tenía la carta ganadora en su mano) No eres feliz con ese tipo, un tipo que no te pega para nada, Teresa me pide ayuda pero no sabe que yo soy lesbiana, ni siquiera lo imagina de ti, he notado su corte con mi belleza... creo que sí, que tengo razón, ¡lo eres! Y la vida te ha puesto ante mí para por una vez cumplir un sueño, tenerte para mí Sin embargo al decir esa frase a su mente llegó otra voz diciendo las mismas palabras, y sintió como su interior se removía, sintió como su piel sufría un escalofrío de pies a cabeza y como su estómago se contraía una y otra vez. Pasó su mano por la frente levantándose para aclarar su cara, ella no era así, ni Maca era una pieza a la que cazar, ni que vender era una persona que no sabía mucho del mundo en el que Esther se movía, en el que se había movido, y en el que le habían causado tanto daño, podía verse reflejada en ella, una novata para un mundo de fieras E: No podría hacerte daño, a ti no, eres diferente a las demás, diferente en todo olvida lo que dijiste Esther, ella no es lo que tú fuiste, una pieza de museo para una coleccionista La hora de la cita se acercaba y Esther se vestía con diligencia, quería sorprenderla, era una mujer única, su primera vez con ella había sido tan diferente al resto que le había obnubilado. Volvía a visitar la ciudad tras una semana de separación donde Esther había recibido un gran ramo de rosas amarillas, y una nota diciendo tan solo “Exclusividad”, se moría de ganas por encontrarla y que le desvelara aquel misterio que había sido para ella la primera noche, la tarjeta y un escueto mensaje donde le avisaba que iba a estar en su ciudad y quería verla Lidia no se escondía ante nadie, y cuando la vio le dio un beso en los labios que causó un revuelo en la sangre de Sandra, aquella mujer no le gustó, tenía algo en su mirada que no le había gustado, pero entendía perfectamente que Esther estuviera cegada por su esplendorosa luz, una luz que manaba en su rostro fresco, su mirada segura, su cuerpo casi perfecto, su melena negra azabache y sobre todo la seguridad que tenía en cada uno de los movimientos que hacía. Se montaron en un mercedes descapotable, y se perdieron por la ciudad, durante la cena, Esther le contó como estaba preparándose para sacarse el titulo de enfermera, iba a empezar a estudiar tras unos años de dudas donde había perdido mucho tiempo, Lidia la escuchaba captando todas y cada una de las palabras que aquella joven muchacha que se había vestido para ella, le estaba diciendo Lidia: Vamos al hotel, ¿o prefieres ir a bailar? E: No, lo que tú prefieras Lidia: ¡Por favor me trae la cuenta! E: Déjame que esta vez te invite yo (le dijo mirándola con una amplia sonrisa) Lidia: No, nena... tú me vas a regalar una noche de locura ¿verdad? Su mirada ardiente, sus labios carnosos y humedecidos por el paso lento de su lengua, hicieron que Esther sintiera sin remedio la excitación en todo su cuerpo Llegaron al hotel y el ascensor fue un camino repleto de besos, de caricias, una vez en la habitación tras el ritual que a Esther tanto le gustaba de desnudarse lentamente para

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Lidia, pasaron a tocarse, a besarse hasta que la mujer se acostó sobre Esther cogiéndole de las manos y apretando sus muñecas Lidia: Eres mía, sólo mía E: Sí (decía extasiada) Lidia: Si me entero de otra cosa me enfadare mucho... (pasó su lengua por los labios de Esther quien sonrió) Pero mucho... E: No, soy tuya (con un movimiento suave acercó sus caderas a las de una Lidia que la rechazó) Sólo tuya Lidia: Vamos a jugar, será divertido, ¿quieres? E: ¿A qué? Lidia: ¿Tú confías en mí? (le preguntó sonriendo mientras la besaba en el cuello) E: Sí Lidia: Pues juguemos Se levantó yendo hacia el armario de donde sacó una bolsa, introdujo la mano derecha en ella sacando unas esposas, los ojos de Esther se abrieron como platos mientras elevaba las cejas en señal de desconcierto. Lidia volvió a sacar otras esposas con una sonrisa Lidia: Lo vamos a pasar muy bien nena Y allí en aquella cama del hotel, Lidia comenzó a jugar con Esther, la ató de muñecas y tobillos, le hizo el amor de una manera que a la joven a punto estuvo de volverla loca, disfrutaba de su maestría, de sus formas de amarla una y otra vez, de sus caricias E: ¡Para Lidia, por favor! (gritó la última vez con el pecho a punto de estallar, con la respiración agitada, el pulso casi a punto de desbordarse) Lidia: Eso es... eso es... (la besaba con delicadeza haciendo que el cuerpo de Esther temblara mientras le quitaba las esposas de las muñecas) Muy bien niña... eres la que más ha soportado... sí... he elegido bien... E: Lidia (musitó casi sin fuerzas) Volvió a echarse agua sobre la frente, trató de relajarse y al mirarse al espejo se percató de sus ojos, tristes, apagados y fue entonces cuando recordó a Maca E: Jamás haría algo así contigo Maca... no sé realmente que me inspiras pero... jamás te haría algo así 23 Abril 2005 Cuando Esther llegó a su casa, vio que Sandra todavía estaba en ella. Sonrió al verla enfrascada en alguno de sus casos de ese día, siempre solía trabajar antes de acudir al trabajo E: Buenos días... Sandra: Buenos días guapa, ¿qué tal la noche?

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E: No ha estado demasiado mal, dos navajazos, un cólico de riñón y varios amagos de infarto Sandra: Bueno mira... algo es algo... no ha muerto nadie E: No (dejó una bolsa sobre la mesa) Sandra: ¿Y eso? E: He comprado el desayuno, churros, sabía que no te habrías ido y como no voy a venir a comer pues... (la miró sonriente mientras sacaba los churros) Sandra: Ahora viene cuando me toca preguntar ¿no? E: Sí (sonrió ampliamente con gesto de felicidad) Sandra: ¿Con quién vas a comer? E: Alguien que ni te imaginas Sandra: Vaya... ¿la radióloga nueva? E: No Sandra: ¿La Pediatra? (la miraba fijamente) Ésa que decías en dos semanas cae y han pasado cuatro E: Reconozco que ahí fallé, no estuve acertada con mis cálculos. Pero no, aunque está a punto ¿eh? Sandra: La enfermera nueva no puede ser es muy jovencita y tan jóvenes no te van E: No... Sandra: Me rindo (dijo echándose para atrás en la silla mientras resoplaba) E: Macarena Wilson Fernández (dijo con total solemnidad) Sandra: ¿Qué? (volvió a incorporarse en la silla) E: Como lo oyes, ella misma me ha dicho de quedar a comer Sandra: ¡Pero si ha anulado la salida con las bicicletas! (le decía incrédula) E: Pues sí, pero ha sido por su marido... en fin... la vida a una de vez en cuando le da lo que se merece, y yo, yo, bonita, me la merezco por adorarla tanto (decía con la mano en el pecho con total dedicación dramática)

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Sandra: ¡Pero qué fuerte! (murmuró) E: Voy a ducharme y me voy al curso, que hoy empezábamos más tarde Sandra: Oye... pero habéis quedado para comer y... E: Y lo que surja que ya sabes que es... ¿no? (le guiñó el ojo divertida) Me voy Sandra: No me lo puedo creer, no si al final verás... En la clase, Maca estaba hablando con Merche, ante ellas algunos alumnos que ya habían llegado y se iban sentando, los ojos de la escritora no pudieron evitar que se desviaran de Merche para llegar hasta una Esther que entraba sonriente y hasta se atrevió a guiñarle un ojo, acto que hizo que Maca separara rápidamente sus ojos de ella Mercedes: Bueno chicos, ya que estáis aquí todos, quería deciros que pasado mañana es el fin del curso intensivo, hemos preparado una pequeña recepción para todos a las ocho de la tarde, creo que de esta manera nos despedimos como debe ser de nuestra querida Macarena, y así le podremos agradecer su apoyo a este proyecto que nació con mucha ilusión y que el paso de los días ha dado sus frutos. Solo espero que no tengáis problemas para acudir, si fuera así, trataríamos de buscar otro horario. Y ahora Macarena te dejo con tus alumnos M: Gracias (le sonrió amablemente mientras Merche se despedía de ellos. Al quedarse sola, elevó las cejas con gesto divertido) Y eso que no sabe la calidad que hay ¿eh?, creo que va a alucinar pepinillos cuando lo sepa Lo dijo a modo de romper un poco la solemnidad de las palabras de Merche y logró sorprender a todos que dieron una carcajada ante su comentario, nadie podía imaginar que Maca pudiera utilizar esas expresiones tan cotidianas. Pero sin duda, la que más sorprendida estaba era Esther, la miraba sabiendo que en pocas horas iba a poder compartir con ella una comida, siempre y cuando su marido no jorobara la cita. La miraba fijamente, sonriente tratando de controlar un nerviosismo que había aflorado en ella y del cual no podía permitir que ocupara espacio en su interior M: Hoy vamos a trabajar todos en conjunto, creo que es bueno y nos vamos a encargar de defender nuestro proyecto y lo que tenemos en mente y escrito, así que sin hacer mucho ruido porque os aseguro que no lo soporto E: (“Si es que es fina hasta para eso... ¡ay cuánta tontería te quitaba yo de una sola vez, guapa!”) M: Venga manos a la obra Todos se dispusieron a hacer un círculo tal y como ella lo había indicado, sin ruido y con algún que otro comentario gracioso que hizo sonreír a Maca. Así todos juntos se pusieron a trabajar, uno explicaba su trama, su proyecto y cuando lo tenía bien explicado, leía el trozo que había desarrollado. Maca sonreía porque los veía que

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aprovechaban bien el tiempo, tomaban notas, subrayaban, borraban, pero todos se mostraban contentos de sus trozos, si alguno no llegaba a lo esperado, Maca anotaba su nombre y a su lado un AYUDA. Hasta que llegó el turno de Esther, explicó perfectamente su trama ante la expectativa de todos que pensaban iba a desarrollar una historia morbosa, algo que Maca pudo entender por algún comentario que atajó ella misma con rapidez, ante la mirada agradecida de Esther, cuando comenzó a leer su pequeño relato, Maca quedó absolutamente atraída por sus palabras, por su tono de voz el que parecía diferente al que utilizaba, sin duda era otro factor a favor de Esther, los diferentes registros de voz. Maca se mostraba encantada con el relato, parecía que la enfermera había sido capaz de captar el interés de todos, incluida Paloma que tanta aversión sentía hacia ella La clase finalizó con un ambiente muy relajado, Maca parecía muy diferente a como se había mostrado otros días, algo triste y con una sonrisa forzada, en ese instante en que se levantaba con sus anotaciones, lo hacía con una amplia y sincera sonrisa, con su rostro tranquilo, aquello hizo que Esther sonriera antes de salir dejándole un guiño simpático Fuera, se despedía de los demás alumnos, no había visto a Teresa y en el fondo pensó que sería agradable poder comer con ella, pero estaba segura que no lo haría, que dejaría a Maca disfrutar sola de la comida. Y así lo entendió cuando Maca se despidió de una de las trabajadoras del Centro y se quedó parada delante suya con una pequeña sonrisa M: ¿Nos vamos? E: Claro que sí (sonrió amablemente) M: ¿Dónde tienes la bici? E: En casa, donde quiero llevarte se va en coche M: ¿Con tu coche? E: ¿Tienes algún problema? (la miró seria pero en el fondo divertida) M: Aparte de por su pequeño tamaño, nada más E: Que mala eres... venga vamos... M: Vale E: ¿No preguntas dónde? (le llamó la atención su silencio mientras Maca se ponía la bandolera) M: No... me dejo llevar por ti... a ver si eres tan sorprendente como decías E: ¿Me retas? M: Digamos que (la miró mordiéndose el labio inferior) Sí

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E: De acuerdo (le entregó una sonrisa enorme que trataba de eclipsarla) ¿Nos vamos? M: Por mí... Ambas sonrieron y se marcharon hasta la calle de detrás para subir al pequeño Ford Ka, cuando Maca se sentó se dio cuenta que el asiento volvía a estar en otra altura y rápidamente pensó en el bocado que Esther llevaba en su cuello, sin darle opción fue ella misma la que tiró de la palanca para correr el asiento hasta su comodidad E: Vaya... veo que aprendes rápido (le decía sonriendo) M: Sí E: Bien... veamos. ¿Has estado en la albufera?, ¿la conoces? M: Pues la he escuchado nombrar pero no, no he ido E: ¿Qué comidas te gustan a parte de la pasta, el pescado y las verduras? M: Veo que sabes mucho de mí E: Sí (sonrió nuevamente mientras se detenían en un semáforo y la observaba) M: Me gusta todo. Soy buena para la gastronomía E: Pues entonces te vas a comer algo que creo no has disfrutado en tu vida, arroz con carranc M: ¿Y eso qué es? E: Cangrejo, arroz caldoso con cangrejo, está de muerte (decía como si realmente saboreara en ese instante la comida) M: Bueno me gusta el arroz y me gusta el cangrejo E: Ya, pero seguro no lo has comido en un lugar como el que te voy a llevar M: Pues no lo sé, tendré que... (en ese momento sonó el móvil de Esther) E: Anda... mira en mi bolso por favor tengo el móvil allí M: ¿Pero vas a contestar? (le preguntó atónita) E: Pues claro... nunca se puede dejar pasar por alto una llamada, puede ser interesante M: Pero vas conduciendo (le decía asombrada) E: No importa, lo domino. Gracias guapa (le dijo con una sonrisa marcada en sus labios al recibir el teléfono) ¡Sandra guapa!

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M: (“Vaya... todas somos guapas para ella” se dijo para si mientras miraba al frente) E: No, voy camino de la albufera. ¡No me lo puedo creer!, oye... ya sabes lo que tenemos que hacer ¿no?, celebración por todo lo alto, noche loca M: (“Parece que todo lo arregla con noches locas como con la que bailaba el otro día, ¿será la misma?, no... aquella era una tal Ángela” se notó algo incomoda sobre todo por recordar su nombre) E: Vale guapa, sí, yo siempre me porto bien (le decía sonriente) Adiós. Toma, gracias ¿eh? M: De nada pero esto es multa segura (le dijo mirándola fijamente) E: Ya... pero tengo una amiga en la poli que me quita las multas M: ¿Amiga o amante? (le preguntó sin controlar su espontaneidad) E: ¿Qué te hace pensar eso? (le preguntó encantada) M: Bueno... vosotras sois así ¿no? E: ¿Nosotras?, te refieres a... ¿nosotras las lesbianas? (esta vez su pregunta iba con doble intención) M: Sí (Maca la captó pero no quiso caer en ella, se había metido en terreno complicado) E: No todas, es como algunos heterosexuales ¿vosotros sois todos tan maravillosos como tu marido y tú? (le mandó un dardo algo envenenado) M: Pues no sé los demás (contestó molesta) E: No sé Macarena, bueno... ¿te puedo llamar Maca, verdad? (trató de mostrarse conciliadora pues notaba su incomodidad) M: Sí E: Yo creo que en general los seres humanos vivimos como podemos, unos mejor que otros, claro M: En eso te doy la razón E: ¿Tú crees en el amor eterno? M: Me gustaría sí, pero creo que es una utopía E: ¡Mira ya somos dos! (le dijo contenta como tratando de relajar un poco más el ambiente)

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M: Pues mira tú que bien (entonces sonó su móvil, sin poderlo evitar sonrió siendo su sonrisa captada por Esther) Hola Teresa, sí aquí estamos... ah vale... se lo diré, claro. Vamos a la albufera... ya... tranquila ahora llamo E: Un beso enorme Teresa, guapa (le gritó sorprendiendo a Maca) M: Ya la has oído, de acuerdo tranquila E: Una gran mujer Teresa M: Espero que lo tengas en cuenta, ¿no querrás ligar con ella, no? E: No está nada mal, ¿eh? (sonrió) Es más le animé a salir a divertirse pero no quiso, te confieso que me parece una gran mujer M: Ya (asintió guardando el móvil) E: ¿Tú opinas como yo, no? (la miró de reojo ante el silencio de Maca agregó) De Teresa, hablo de Teresa, es una tía encantadora M: Sí, lo es En el hotel una nerviosa Teresa trataba de ordenar un poco los papeles, había recibido la llamada de un Luis algo cabreado por lo que se había enterado había sido una sesión fotográfica algo irreverente por parte de Maca, no sabía muy bien que hacer ya le había avisado a ella y solo deseaba que Esther pudiera animarle T: Si a mí no me quiere contar nada, espero que con Esther sí lo haga, pero claro... es todo tan extraño, me extraña el comportamiento que ha ido teniendo Maca con ella con el pasar de los días, al principio parecía que le molestaba algo de ella, luego parecía caerle mejor, después fatal y ahora se va a comer con ella por haberle atendido en el curso. Francamente estos cambios no son muy dados por parte de Maca, pero bueno, bienvenidos sean si consigue distraerse un poco que la pobre... bien merece pasar un rato de risas y eso con Esther lo tiene asegurado. Ay que ver... ¡quién me iba a decir a mí que! (entonces sonó su teléfono móvil nuevamente y se alertó) ¡Otra vez el cansino, seguro!, ¡anda Rosario! ¿Sí Rosario? Rosario: ¿Qué tal Teresa? T: Muy bien, aquí saboreando las ideas de tu hija para la próxima novela Rosario: He tratado de hablar con ella pero no he podido T: ¿No?, bueno yo acabo de hablar hace un rato... igual no tiene cobertura... no sé Rosario: ¿No está contigo? (le preguntó seria) T: No, ha ido a comer con una alumna

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Rosario: ¿Luis lo sabe? (preguntó rápidamente) T: Pues... ¿debería? (le preguntó con cierto malestar) Rosario: No, claro T: Es algo intranscendente, tu hija necesita distraerse Rosario: Ya... pero hay distracciones que no debería llevar a cabo y pensé que se le había pasado T: ¿Pasado?, ¿el qué? Rosario: Nada, cuando la veas le dices que me llame por favor T: Claro (cuando colgó miró hacia el horizonte) ¿Qué guardan?, ¿qué pasará con Maca para que siempre esté tan pendiente de lo que hace y si lo sabe Luis?... cada día pienso más claramente que algo sucio hizo el cansino para ganarse a Maca, y que Maca algo guarda, ¿tendrá relación con? (abrió los ojos como platos) ¿Con las mujeres? ¡Bah! ¡menuda tontería!, anda que... Teresa... Teresa... ¡menudas cosas tienes! Durante el resto de la corta distancia que separaba la Albufera de Valencia, el silencio se hizo reinante, los extensos campos de arroz atrajeron lo suficiente a Maca como para recrear cada milímetro de paisaje en su cabeza, tan sumida estaba en ello que Esther mientras cedía el paso en una de las rotondas la miraba con detenimiento E: Imaginando paisajes para tu nueva novela, me ha comentado Teresa que la vas a ambientar aquí M: Sí, la verdad que hay mucha historia en esta ciudad, y lo que no es la ciudad, esta parte es impresionante E: Ahora vamos a pasar por el Saler, te va a gustar si disfrutas de la naturaleza M: Muy bien No supo realmente que otra cosa contestar, los nervios del principio del viaje se habían ido relajando, no habían vuelto a tocar el tema delicado que podía ser para Maca si le hacía alguna referencia personal, que como siempre hacía, negaría cualquier posibilidad de aceptar lo que durante tantos años había guardado como su máximo secreto. Pero sin duda, entendió que Esther podría ayudarle mucho a ambientar la novela y prefirió llevar la conversación por ahí, alejando posibles fantasmas M: Oye Esther... ya que veo Teresa se ha ido de la lengua... E: No te enfades ¿eh? (le interrumpió elevando un dedo graciosamente) Teresa es muy maja, ah bueno y antes de nada quería comentarte una cosa, si me permites

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M: Tú dirás E: No quiero que lo malinterpretes (agradeció que hubiera un poco de retención para poder mirarla y decirle) Le pregunté si podría darme su opinión acerca de mi novela M: ¿Y? (asintió mirándola fijamente a los ojos) E: No trato de buscar un favor si es lo que piensas M: No he pensado eso (seguía mirándola fijamente) E: No quiero ayuda, tan solo me gustaría que una mujer como ella me diera su opinión, creo que es sensata, sincera y muy inteligente M: Vaya sí que te han dado las cenas y comidas con ella E: ¿Celosa? (sonrió poniendo en marcha nuevamente el coche) M: No. Creo que eres sincera E: Gracias (sonrió realmente sorprendida) M: ¿Y yo no voy a poder leerlo? E: No es de tu estilo M: ¿Y por eso no puedo leer la novela? (la miró seria con la boca medio abierta y el ceño fruncido y divertida añadió) ¡Pero tú qué te crees que leo yo! E: Ja ja ¿novelas de Corin Tellado? (le preguntó sonriente ante la sonrisa también de una Maca que se mostraba más relajada) No, no quiero ayuda, solo opinión. Tú ya me has dado bastantes opiniones. ¡Mira hemos llegado! (le dijo aparcando) Bajaron del coche y Maca vio sorprendida la enorme extensión de agua que había ante ella, las barcas, las aves, las cañas, y una típica Barraca. El sol en el horizonte reflejándose sobre aquel agua de color diferente, era una estampa única y maravillosa E: Este fue el feudo de Vicente Blasco Ibáñez, ¿lo has leído? M: Sí, me gusta mucho E: Mi preferida es Cañas y Barro M: La mía también (sonrió divertida) ¿Esto es una Barraca? E: Sí, es típica, venga luego cuando acabemos el paseo nos invitaran a una horchata M: ¡Una horchata!, ¡me encanta la horchata! Oye y nos darán esas cosas para mojar (le

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decía graciosamente) E: Fartons, se llaman fartons (le decía sonriente al ver en su rostro reflejada su ilusión) Bajaron hasta el embarcadero donde de encontraban las barcas que esperaban para pasear a los turistas por aquella zona de agua que tanta historia guardaba, que tantos secretos tenían con el paso del tiempo, Maca seguía a Esther, la miraba entre divertida y algo nerviosa, nuevamente se había mostrado muy diferente a como lo hacía cuando trataba de impresionarla. Era curioso, le atraía de igual manera que le asustaba, y le asustaba de igual manera que le provocaba. La vio hablar con un hombre que llevaba unas zapatillas peculiares, un sombrero de paja y se notaba que iba vestido con ropa que se usaba en la huerta, lo que más le llamó la atención fue una sonrisa al ver como Esther le decía algo y los ojos del hombre mirándola y asintiendo E: Venga vamos M: ¿Pero no vamos a comer? (le preguntó intrigada) E: Claro, en la barca... (le dijo divertida) Venga va... M: ¿En la barca? (la miraba boquiabierta) E: Sí (sonrisa amplia y maravillosa) ¿No tendrás miedo? M: Claro que no Por un momento Maca la miró con dudas para después tras un suspiro encaminarse hasta la barca y ayudada por aquel hombre tan simpático, subirse. Al entrar vio aturdida como en medio había una pequeña mesa con un mantel a cuadros rojos y una cazuela de barro tapada con una especie de tapadera del mismo material, dos copas y una botella de vino, Esther la miraba encantada, sabía que la había sorprendido E: ¡Cuándo quieras Antonio! (le dijo al hombre satisfecha) Antonio: ¡Vamos allá!, que tengáis una buena comida, chicas (les dijo con un acento valenciano que denotaba no hablaba demasiado castellano poniéndose en un extremo de la barca E: ¿Qué te parece? M: Impresionante de verdad, imagino que esto debes hacerlo mucho ¿no? E: Jaja (rió de buena gana mientras se sentaba sobre un cojín. Y la miraba con curiosidad) Lo hacía sí, era el lugar idóneo para sorprender a una chica M: Ya me lo parecía a mí (le dijo con cierta sonrisa irónica mientras se sentaba igual que ella)

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E: Pero hace mucho tiempo que he desistido (abría la tapa) Y ahora cuando vengo, lo hago para disfrutar del paseo, del entorno M: ¿Y eso?, ¿por qué has desistido? (la miraba con curiosidad) E: Bueno ahora tengo otras técnicas además, no hay quien se resista a este encanto de mujer (le decía sonriéndole con la tapa en su mano) M: Ah eso es un punto muy importante, sí E: ¿Te burlas? (volvió a sonreírle de lado volviendo a ella su lado más cautivador) M: Para nada E: De todos modos tranquila ¿eh?, que a ti no te he traído aquí para conquistarte M: Uf no sabes el peso que me quitas de encima... no sabía si irme nadando con los patitos E: ¡Pero bueno! (dio una carcajada acompañada por una Maca que resultó simplemente encantadora) Venga trae el plato y te confieso algo M: Que pinta tiene más buena E: Sí, lo hace un restaurante que está muy cerca de aquí, Antonio me lo trae, también podía haber elegido all i pebre, que es una comida muy típica de aquí. Pero he preferido este arroz. El all i pebre lo dejaremos para una cenita M: ¡Cómo huele! (susurró mirando el plato) E: Anda pruébalo veras que delicia M: Mmmmmm está de muerte E: Es casi orgásmico (le dijo guiñándole un ojo) M: Sí tienes razón, tengo que traer a Teresa para que lo pruebe E: ¿Os lleváis muy bien, eh? (se ponía ella arroz dejando el cangrejo para después) M: Sí, la verdad que me ayuda mucho E: Imagino (sonrió y al ver que Maca volvía a formar una arruga en la frente cambió de tercio) Pues podríamos venir las tres, sería divertido M: Sí, la verdad que sí (sonrió) Oye y el pan de muerte también ¿eh? E: Anda no te cortes y moja en el caldito

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M: No si no me corto (sonreía mojando el pan) ¿Qué me ibas a contar? E: Ah sí (se limpió los labios con un movimiento muy seductor que Maca apreció) Un día traje a una chica que bueno tenía dudas (guardó silencio Maca no le dijo nada ante su mirada) He dicho dudas M: Sí ya he escuchado, dudas E: Vale (carraspeó) Tenía dudas sobre si quería o no acostarse con una mujer digamos que yo la estaba iniciando M: Das esa impresión, sí E: ¿Ah sí? M: Pues sí, ¿oye me puedes poner un poco más? Como eres la anfitriona (sonrió nuevamente y a Esther se le iluminó el cielo, y se le agudizó un pinchazo en su bajo vientre. Maca notó su gesto) ¿Te pasa algo? E: No, nada, nada que me parece que eres tú una tía muy cachonda y no lo aparentas M: Ya sabes... esto es como todo, las personas no siempre somos lo que aparentamos E: ¿Lo dices por ti o por mí? (le preguntó alzando una ceja sin cortarse mucho dedicándole una mirada lasciva) M: Por las dos (cerró los ojos de manera deliciosa) Esto del caldo ya es... más que orgásmico. Pero bueno me cuentas o no E: Esto... sí, claro (“Joder me está dejando fuera de juego, ¿está tonteando conmigo o son solo mis ganas? ¿me está vacilando?” se preguntaba un tanto asombrada por la actitud de Maca que disfrutaba la comida) M: Oye el vino buenísimo E: Ya con lo que tú entiendes de vino, pensé que debía escoger el mejor, claro M: ¡Uy que va!, yo no sé nada de vinos, siempre fui bastante torpe para eso E: ¡Me dejas contarte mi historia! (la miró con una sonrisa divertida) M: Perdón, ¿me pasas las tenazas? (“Joder... que gustazo hacia siglos que no comía tan bien... eh Maca... reconócelo, va... no solo por la comida vale también la compañía, ya, pero vale olvídalo inmediatamente” carraspeó sin darse cuenta de que su pensamiento había reflejado algo en su rostro como momentos antes le había ocurrido a Esther) E: ¿Te pasa algo? M: ¿Por?

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E: No sé, has cambiado el gesto M: Las tenazas no han sido mi fuerte nunca (ponía gesto de fuerza) E: Pobre cangrejo, menos mal que está muerto porque eso es peor que una tortura china M: Ja ja (dio también una carcajada) E: Pues a lo que iba M: Eso la chica que dudaba E: Así es, pues la traje aquí con Antonio, todo iba muy bien, que si un poquito de arroz, que si toma pan con tomate, que si esto, ya sabes (“Más quisiera saber” se dijo Maca para si) Y en esas estábamos cuando le metí mano, justo en el momento en que se tragaba un trozo de cangrejo, casi se me muere aquí, Antonio y yo no podíamos con ella, hasta que al final con la maniobra logré que se desencajara el trozo de su garganta, cuando bajamos por fin le dije, menudo susto me has dado, y me soltó que era una asesina en potencia ¿qué como se me ocurría meterle mano y darle un trozo de cangrejo a la vez? (le explicaba muerta de risa con la compañía de la risa de Maca) No te rías lo pase fatal, yo creí que se moría aquí M: Que fuerte (reía de buena gana) E: Total que creo que cada vez que vea un trozo de cangrejo debe odiarme (sonreía divertida) M: No me extraña, yo también te odiaría. E imagino que las dudas se le irían rápido Entonces hubo un nuevo silencio, el sol salvó aquel momento porque ambas miraron su majestuosidad reflejándose sobre el agua, un momento donde dos mujeres sintieron que algo sucedía entre ellas, que algo cruzaba el aire, el mar o todo a la vez y se instalaba entre las dos, les ayudó que una de las patas del cangrejo que trataba de partir Maca salió volando con dirección a la cara de Esther que lo esquivó de milagro E: Ey... no me agredas o pensare que eres una asesina en potencia (reía) M: Lo siento... (se tapaba la boca con el reverso de la mano) E: Bueno volviendo a lo interesante, no quiero pecar de nada malo, pero puedo decirte algo que si no lo hago reviento M: Mal sitio para reventar (la miró con cierto descaro dando un sorbo a la copa de vino) E: ¿Qué hace una mujer cómo tú, casada con un tipo como ese? (se lo preguntó de carrerilla antes de beber de su copa de vino) M: Pues vivir (le contestó con algo de seriedad)

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E: Ya... no te pega para nada, que lo sepas, siempre lo he pensado M: Ah, y para ti ¿quién crees que me pega? (le preguntó) E: Cualquier persona que te haga feliz M: No siempre la vida es como uno quiere, a veces la vives como puedes (respondió con seriedad) E: Si fueras un personaje de una de tus novelas, estoy segura que lucharías por dejarlo M: Bueno... no siempre escribo lo que soy o lo que me gustaría ser, hay veces que el sentido común como dice Teresa hay que aplicarlo a las novelas E: ¿Soñaste un día tener todo lo que tienes? (la miró con dulzura apoyando sus codos sobre la mesa de madera) M: No, ni de lejos yo lo único que quería era escribir lo demás no va conmigo E: Se notaba en la fiesta, ahora, déjame decirte que estabas guapísima M: Gracias (le sonrió ampliamente mientras se alertaba ella misma “Macarena... Macarena”) E: De nada (le devolvió la sonrisa mientras trataba de relajarse “Uf Esther... uf Esther”) Salieron de la Albufera disfrutando del paisaje, escuchando las anécdotas y leyendas que sobre ella Antonio les contó. Al llegar nuevamente al embarcadero, Esther la llevó hasta la Barraca donde una señora que también la conocía, por el abrazo y el saludo a Maca, les sirvió Horchata y Fartons para la delicia de Maca quien, se fijaba en todos y cada uno de los rincones de aquel lugar que tantas y tantas historias guardaba. Entre risas, recordando cosas de los momentos vividos fueron hasta el coche y con él, pasaron hasta la playa del Saler, donde una extensa pinada con sus dunas y arena fina, daban para los ojos de Maca un encanto a aquel lugar. Pasearon un rato hasta entrar en un restaurante para ir al lavabo y tomar café. Hablaron de lo que habían visto sin percatarse que eran cerca de las seis de la tarde. Al salir seguían sonrientes, sin duda, había sido un descubrimiento para ambas aquel día E: ¿Y ahora dónde quieres ir? M: Me dijiste que me ibas a llevar al parque aquel de donde tú trabajas E: ¡Los Viveros! (asintió contenta al mismo tiempo que sonaba un pitido que le avisaba de un mensaje) Perdona M: Sí, claro (Maca se giró y mantuvo las manos en los bolsillos mientras disfrutaba del mar)

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E: “Recuerda, amor, ternura y sensibilidad. Y a poder ser, sentido común. Un beso”. Sandra (suspiró mirando a Maca, su perfil era hegemónico, toda ella parecía una bella foto para retratar en un cuadro y irarla todos y cada uno de los días) ¿Nos vamos? M: Sí. ¿A todo esto que hora es? E: Pues a ver... uy si son seis y media M: Vaya... si que ha pasado pronto el día E: Eso es buena señal (le dijo con algo de prepotencia) M: Tengo que hacer una llamada E: Claro te espero en el coche. (“Seguro que está llamando a su marido, joder, juraría que durante todo el rato ha estado tonteando conmigo... y esta clarísimo que le gustan las mujeres, no hay más que ver como me miraba. Vamos Esther que ya estás cerca... vamos”) M: Ya (entró en el coche metiendo el teléfono en el bolso) E: Oye se me ocurre algo, ¿mañana por la tarde tienes algo que hacer? M: Tengo una reunión con Merche para finalizar los textos E: ¿A qué hora acabarás? (arrancó el coche y al meter primera se le caló, ante la mirada de Maca elevado sus cejas de manera graciosa le dijo) Cosas que pasan M: Sí, sí (mantenía una sonrisa en los labios de cierta burla) Pues no sé... no te lo puedo asegurar, comeremos con ella y luego hablaremos de los textos E: ¿Mañana está tu marido aquí? M: No, viene pasado E: Me encantaría poder llevarte a que veas algo mágico pero tiene que ser por la noche y según las noticias, hará calor justo lo que necesito M: ¿Necesitas que haga calor? (le preguntó mirándola con cierta intranquilidad) E: Sí, pero no para lo que piensas (le sonrió divertida) Es para otra cosa M: Nos llevaremos a Teresa, así que salga y se distraiga (“Estoy utilizándola de escudo... ¿no, o sí? Pensó algo nerviosa) E: Perfecto (le sonrió mientras pensaba “Hostia ya la he cagao”)

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Volvió a existir un momento donde el silencio fue protagonista, quizá porque ambas estaban saboreando la sensación de haber compartido un momento muy amigable, si bien era cierto, que algunas veces habían utilizado la doble intención en algunas de sus palabras, la mayoría de tiempo, había sido plácido y divertido E: ¿Me puedes decir algo que me has dejado caer antes y no has terminado? M: Tú dirás E: ¿Cuándo has dicho que no somos lo que aparentamos, y me has dicho las dos, a qué te refieres conmigo? (se incorporó a la carretera tras poner el intermitente de la izquierda y poco a poco fue incrementando la velocidad) M: Pues me refiero que pareces una devora mujeres, demasiado prepotente en algunas ocasiones, te gusta figurar de ahí el rebote que se pilló Paloma (hablaba mirando la carretera) Y cuando por ejemplo te comportas como creo eres, puedes llegar a ser muy soportable E: ¿Ah sí?, ¿y cuándo he sido yo soportable para ti? M: El día que me desmayé, creo que fuiste profesional conmigo, pero también cercana E: ¿Crees que soy mejor cuando sale mi vena de enfermera? M: Creo que escondes algo de ti, de igual modo que yo también escondo algo de mí, creo que llevas un disfraz E: Vaya... eres la primera persona que me dice eso (la miró de lado) M: Mira la carretera (le dijo con una tímida sonrisa) E: ¿Tú también escondes cosas, verdad?

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M: Sí, claro E: ¿Y sabes que Teresa está preocupada por eso que escondes? M: ¿Te lo ha dicho ella?, ¿te ha pedido ayuda para desvelar mis secretos? (le preguntó tratando de mostrar ironía en su tono) E: Sí (sonrió) Pero no le riñas ¿eh? M: Nunca reñiría a Teresa, sé que le debo muchas explicaciones pero... no siempre es fácil E: Somos dos farsas a los ojos de los demás (susurró despacio) Pero Maca ya no contestó, ni ella volvió a hablar, a Esther aquellas palabras de Maca le habían dejado casi tan muda como a Maca las primeras que le dedicó, cuando esperaba ser ella la que le derrumbara sus enigmas le había dado donde más le dolía poniendo justo el dedo en su propia llaga Llegaron a los Jardines de los Viveros, Maca se mostraba encantada y aunque Esther trataba de mostrarse como siempre, no podía dejar de pensar en que Maca la había desarbolado M: ¡Qué cantidad de historia en estos árboles!... es un jardín impresionante E: Sí, mi madre me traía cuando era pequeña M: A mí nunca me llevaban a jardines así, por eso creo que conforme los voy descubriendo... espera... oye puedes hacerme un favor (se detuvo de repente mientras caminaban) E: Claro, tú dirás (la miró algo sorprendida al ver su cambio) M: Se me ha ocurrido algo y necesito escribirlo (abrió su bolso y sacó un papel con un lápiz) ¿Me puedes hacer de mesa? E: ¡Qué morro! Pero será un placer participar en tu historia con mi joroba (decía riendo y haciendo a la vez una pequeña reverencia) M: Lo pondré en agradecimientos (contestó jocosa) E: ¡Qué tía!... eres un poco borde (pero Maca no le contestó notaba como desplazaba el lápiz, notaba su brazo apoyado en la espalda, y podía imaginar ese gesto que tanto le gustaba formado en su cara) Debo callarme, estás concentrada. Lalalalala (comenzó a silbar y cantar ante la risa de Maca) M: No puedo escribir si sigues cantando y además tan desafinada (decía divertida y en ese movimiento se le cayó el lápiz fue a agacharse en el mismo instante que Esther,

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acabando las dos por darse con ambas cabezas, Esther finalmente cayó de culo muerta de risa mientras Maca se disculpaba frotándose la frente) Lo siento E: Au... Dios que golpe (decía sin parar de reír) M: Eres de lo que no hay (se frotaba la frente) E: Me he hecho doble daño que tú, todo por querer ser amable M: Sí, es cierto si no me hicieras reír. Venga levanta (la miraba desde lo alto) E: Ayúdame ¿no?, estoy doblemente golpeada M: Que geta tienes, venga va (le entregó la mano y tiro con fuerza, Esther aprovechó rauda y veloz para dejarse llevar prácticamente hasta sus brazos. Se quedaron mirando por un segundo, justo el tiempo que una duda inundó la sangre de Maca, porque al segundo siguiente se separaba de ella) E: Gracias (le sonrió mientras se espolsaba la arena de su culo) M: De nada (notó un agudo calor en todo su cuerpo, localizado mayormente en su bajo vientre) E: Se me está ocurriendo algo. Deberíamos llamar a Teresa, la pobre está sola en el hotel M: ¡Muy buena idea! E: Yo entro a trabajar a las diez, hasta esa hora más o menos podría estar con vosotras M: Ah, yo te iba a decir que nos llevaras a ese sitio... pero bueno... mañana E: Sí, mejor mañana. ¿La llamas? Teresa aceptó encantada la petición de Maca, avisó a un taxi y en un cuarto de hora se presentó en la puerta donde había sido citada, llegaba arreglada como era su costumbre, con un collar grande y pendientes a juego totalmente escandalosos. Al verlas les ofreció su mejor sonrisa y se mostró encantada de pasear por aquella zona de la ciudad E: Si os apetece pasamos al museo... creo que es uno de los más coquetos que tenemos M: ¿Te apetece Teresa? T: Claro, si os apetece a vosotras (dijo mirándolas a una y otra) E: Y luego os invito que hay una heladería por aquí detrás que te pone unas copas de helado que están de muerte M: Esa idea me gusta más

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Mientras les iba explicando cosas de la ciudad, aquel hermoso río seco que se convertía en un pulmón para los ciudadanos, un lugar donde poder disfrutar de un paseo relajado, rodeado de monumentos, y edificios significativos para todos, donde Maca escuchaba atentamente y Teresa pensaba: T: (“Vaya cambio, si hasta hace bromas, sonríe y se muestra complacida... ojalá pudiera ser una amiga para ella, ojalá pudiera ayudarla, porque la verdad oye, se llevan fenomenal”) La noche ya era protagonista cuando una callada Maca y una pensativa Teresa, llegaron al hotel, habían dejado a Esther en la puerta del hospital y habían decidido cenar juntas en el restaurante M: Oye Teresa, podíamos hacer otra cosa T: Tú dirás M: Cenamos y nos vamos al spa, hay espectáculo de luces a estas horas y me hace ilusión que lo veas T: ¿Después de cenar?, ¿no nos cortará la digestión? (le preguntó con el ceño fruncido realmente preocupada) M: ¡Qué antigua eres! (sonreía divertida) T: ¿Antigua? Ay hija... que eso es muy malo (entonces sonó el móvil de Maca) Es igual de malo que ése que te llama Mientras en la puerta de casa de Esther, Sandra se despedía de su novio, como siempre varios besos y esperarse a ver como se subía a la moto y se alejaba. Al subir se encontró con una Esther sentada en el sofá abocada a una caja de galletas de chocolate y coco. Sabía que aquel no era un buen síntoma y desde luego lo tenía claro, no contaba con verla allí. Así que como en esos momentos sabía, fue cautelosa Sandra: Buenas noches E: Hola... ¿así que pedida de mano? (le preguntó seria) Sandra: Sí, espero que vengas E: ¿Cuándo es? Sandra: El sábado. Mis padres van a venir pero quiero que estés tú (le dijo con gesto tranquilo mientras se sentaba junto a ella) ¿Puedo? E: Claro (le sonrió)

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Mientras masticaba la galleta emitió un ruido que denotaba su exquisitez, Esther por su parte seguía guardando silencio Sandra: Me voy a la cama Esther, estoy molida y quiero ir mañana a comprarme un vestido E: Buenas noches Sandra: Buenas noches Sandra la conocía perfectamente y sabía que era mejor dejarla, cuando sus planes se giraban era mejor que cuando ella quisiera se los contara, pero había algo extraño en ella que le llamó la atención pero no fue capaz de adivinar. Ni siquiera imaginar. Y mucho menos, quiso recordar Había llegado un día tras una jornada bastante dura de exámenes, la encontró sentada en el sofá con una caja de pañuelos y unas galletas, sabía perfectamente porque estaba así, y allí aprendió a entenderla mejor Sandra: Buenas noches E: Hola Sandra: ¿Puedo? E: Claro Sandra: Así no puedes seguir Esther, esa mujer va a volverte loca E: Déjame Sandra Sandra: No si dejarte, te dejo, pero creo que te estás equivocando... estás enganchada a ella E: Me he enamorado, ¿vale? Sandra: Vale E: Pues ya. Me he enamorado hasta las trancas y voy a luchar por esa mujer Sandra: Una tía con la que te ves los fines de semana o solo cuando a ella le apetece, que además juega a esposarte, a golpearte, a emborracharte a... E: ¡Ya está bien!; ¿yo opino sobre cuándo y como follas? (le dijo alterada) Sandra: No, tienes razón, puede que el amor sea ciego de verdad E: ¡Déjame en paz por favor!, me he enamorado y voy a luchar por ella ¿vale? Su mirada era furiosa, y su gesto tan triste que le dolió en el alma, aquella maldita Lidia no sabía que Esther era una mujer única, que se había enamorado y le estaba dando su vida, tras negar con la cabeza, se marchó dejando a Esther en el sofá comiendo galletas de chocolate y coco En una de las piscinas mientras el agua golpeaba a una divertida Teresa y a una más que relajada Maca, ésta se mostraba pensativa. No habló mucho, tan solo reía con las locuras de Teresa T: Has visto el socorrista, sería capaz de ahogarme porque me salvara (le decía bajito y con tono juguetón)

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M: Joder Teresa me moriría de la risa y debería salvarnos a las dos T: Puede ¿eh?... ¿has visto que bíceps? Puede con las dos... M: Sí, puede T: ¡Ay qué bien hija mía... qué bien! (cerraba los ojos haciendo gesto de placer) M: Hay que aprovechar Teresa que se nos acaba T: Me encantaría poder quedarme un poco más M: Difícil lo tenemos T: Oh... que lástima... M: Tengo que llevarte a comer donde hemos comido hoy T: Perfecto M: Ah y mañana por la noche te vienes ¿eh? T: ¡Pero Maca qué pinto yo! M: No me vengas otra vez con esas, mira que la noche de la fiesta lo pasaste de lo mejor T: Pero son cosas vuestras... además creo que yo no sigo vuestras indirectas M: ¿Qué indirectas? (la miró sorprendida por el comentario) T: No sé Maca, se nota que os compenetráis muy bien ¡qué quién lo iba a decir!, ¡vamos yo no hubiera dado ni un céntimo, eh!... no Maca... es mejor que vayas con ella sola y te diviertas, que vayáis a bailar y todo eso... me alegro de verte tan bien con ella, de verdad. ¡Uy mira que chorrito sale del techo más gracioso! En la cama, Maca daba vueltas hasta que definitivamente se dijo: M: Mañana se lo tengo que contar... ella me comprenderá... de mañana no pasa 26 Abril 2005 Un olor a café penetrante despertó los sentidos de Sandra que dormía abrazada a la almohada mientras poco a poco se desperezaba. Se levantó tras un profundo bostezo, se dirigió al lavabo y después salió hasta la cocina donde una pensativa Esther observaba como salía el humo de su taza

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Sandra: Buenos días E: Buenos días guapa Sandra: ¿Tenemos algo para acompañar este café? E: No tenía apetito pero si quieres hago unas tostadas (su tono era abatido y su frente mostraba una arruga, la arruga de la preocupación la llamaba Sandra) Sandra: No tranquila, ya las hago yo E: Anoche no me acosté con Maca (Sandra la miró asintiendo con algo de tristeza) Es una tía peligrosa Sandra: ¿Cómo? E: Sí, muy peligrosa Sandra: Dios Esther... no me digas que a ésta también le gusta el sado porque vamos te prohíbo salir de casa (dijo mientras ponía sus codos en la mesa y las manos sobre la frente) E: No, ¡qué va! (rió de buena gana) Sandra: Joder que susto E: Es absolutamente encantadora cuando quiere, lesbiana, y encantadora, pero el marido que es lo más cabrón que he conocido y no porque ella le ponga cuernos, porque no lo hace, sino porque algo hay oculto entre ellos, la tiene convertida en un pelele. Deberías verla cuando actúa como ella es, y me muero de ganas por verla actuar como ella siente Sandra: ¿Te lo ha dicho ella?, quiero decir todo esto lo has hilvanado tú en tu mente ¿no? E: Está clarísimo Sandra: ¿Y por qué es peligrosa? E: Porque es observadora como buena escritora y ayer me sentí como el cazador cazado Sandra: Ya... ¿ha perdido interés para ti? E: No, solo que ahora sé que ella también sabe jugar. Y eso lo hace más excitante, pero a la vez, arriesgado Sandra: ¿Y qué piensas hacer? E: Anoche le mentí, me dejó muy tocada y pensé que si me iba con ella, me ganaría la batalla

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Sandra: No te entiendo E: Vino Teresa, y con Teresa es diferente, temí que yo no pudiera serlo, yo no tengo porque esconder nada, sin embargo ella parece que domina mucho esa técnica, asombrosa cuando está sola, complicada cuando no lo está. Así que le dije que trabajaba cuando me di cuenta que podía jugar a excitarme, a comprometerme tan solo con mirarme Sandra: A ver Esther cariño... cuando rebuscas tanto... me puedes E: Pues eso Sandra que es un enigma que me encantaría descubrir pero que al mismo tiempo, debo tener cuidado en las formas, creo que su secreto es que nadie sabe que le gustan las mujeres, por lo tanto si yo lo descubría de alguna manera, me iba a quedar sin probar su piel, ¿entiendes ahora? Sandra: Que manía Esther... E: Además, sé que le importa mucho Teresa, es una persona importante para ella, y te aseguro que la entiendo es una gran mujer Sandra: ¿Teresa?, ¿su secretaría personal? E: Sí, va a leer mi novela Sandra: Vale... pues entonces ¿te puedo aconsejar? (Esther asintió mientras bebía) Sabes que es un secreto que es lesbiana o bisexual porque si se acuesta con su marido, sabes que delante de Teresa es diferente, sabes que quizá no quiera tener nada con ninguna mujer a pesar de ser lesbiana... y a ti Teresa te puede ayudar, ¿por qué en lugar de buscar su piel, tan solo buscas su amistad? E: ¿Crees que Macarena Wilson querría ser mi amiga? Sandra: Ha ido a comer contigo, anoche estuvisteis juntas (decía como algo evidente) E: Mañana vamos a cenar Sandra: ¿Qué mas esperas?... si dices que no quiere que se sepa cual es su secreto... E: Igual quiere que yo sí lo sepa (decía mirándola fijamente) Sandra: Ella debe saber que tú lo sabes E: Sí de eso estoy segura Sandra: Pues deja a un lado la obsesión de querer acostarte con ella, y mira de mantener una amistad, ¿te lo has pasado bien con ella? E: Sí, la verdad que muy bien

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Sandra: ¿Has hablado de sexo? E: ¿Cómo crees que iba a hacer algo así?, además ella piensa que soy una devora mujeres Sandra: Razón no le falta E: No sé... nunca me he comido mucho el tarro con las mujeres Sandra: Y con ella no paras... reconócelo E: Así es... bueno me ducho y me voy que hoy es el último día de clase con esa maravillosa y peligrosa mujer, ¿no es excitante la mezcla? Sandra: Mira, tú por lo que más quieras ten preparado un vestido o traje o como quieras para el sábado porque quiero que estés en mi pedida de mano E: Tranquila lo estaré Sandra: Gracias (le sonrió) E: Eres mi amiga ¿no?, aunque te siento como mi hermana (le besó la frente saliendo de la cocina, aunque volvió a entrar para decirle) Mi hermana tonta porque a tu edad tener el himen intacto con novio cuatro años... ¡no te pega para ser mi hermana! Sandra: Idiota eres (le tiró divertida la servilleta) La voz de Teresa tratando de despertarla, le llegó como si fuera parte de su sueño, la oía renegar sobre la ropa echada sobre el sofá, sobre ese cepillo de dientes y la pasta abierta, Maca sonreía T: Es que esto debería verlo tu maridito, estos cambios porque claro cuando él está nada de esto, pero claro, si encima se lo decimos aún será más cabrón de lo que es, palabras de Esther muy acertadas, por cierto Al escuchar el nombre de Esther aquella media sonrisa se borró, tenía un problema, debía hablar con Teresa sobre su secreto, pero entonces le daba una especie de corriente por la espalda que le hacía temblar por la reacción que pudiera tener la mujer. Pero al mismo tiempo llegó a ella la sonrisa amplia y fresca de la enfermera y todo el miedo se disipó M: Buenos días Teresa T: Buenos días tesoro. He dormido como loca M: Yo también (se desperezó) ¿Desayunamos en la terraza?

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T: No, hoy no guapa (la vio meterse en el lavabo y alzó la voz) Nos han invitado a un mirador que hay en la parte superior... M: ¿Quién? (gritó desde dentro mientras ponía gesto de descanso al orinar) Ufffff T: Eso es cosa mía (decía divertida mientras iba quitando papeles) Jesús... vaya manera de dejarlo todo por el medio... esto es un acto de rebeldía para estudiar, muy aseada con el... M: ¿Ya me estás poniendo a caldo? (se había apoyado en el marco de la puerta cruzada de brazos mientras la miraba sonriente) T: Sí. Venga vamos M: ¿Así... sin saber quién? T: Sí, así, sin saber quien M: Déjame adivinar... alguien cuyos músculos son muy pero que muy prominentes (le decía tratando de aguantarse la risa, algo que no pudo por mucho tiempo, al ver la cara de susto de Teresa) ¡Te vi hablando con él cuando salimos de la piscina! T: ¡Un momento! (levantó el dedo) Solo le estaba preguntando para mi dolor de cervicales M: Ya... ya... Teresa... si no hace falta que me des explicaciones, de verdad T: Pero... (la vio pasar a la ducha notando como se ponía colorada) M: ¡Por cierto!, ¿qué tal tienes hoy las cervicales? Dicho esto otra nueva carcajada sonó en el lavabo ante una negación de cabeza de Teresa En la clase todos esperaban la entrada de Maca, era la despedida y sin duda a todos les había dejado una huella en su alma. Al verla entrar para Esther se le hizo más de día todavía, aquella mujer de rostro relajado, era muy distinta a la mujer que entró la primera vez en aquella aula, lo mismo le estaba pasando a Esther, Maca lo vio, la mirada lasciva del primer día, no aparecía en ese momento en que sus ojos se cruzaban y algo en su interior le dio tanta paz que mostró una de sus mejores sonrisas M: Bueno, hoy es uno de esos días que más odio, pero como todo en la vida llega E: (“Y nuestro momento también llegará” pensó sonriendo) M: He estado valorando vuestros borradores y yo creo que todos y cada uno de vosotros tenéis la posibilidad de ser lo que sentís, escritores, no importa la cantidad de gente que nos lea, siempre lo he dicho, yo por ejemplo tengo tras de mí empresas que me dan

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publicidad, llegó a muchos sitios gracias a esa publicidad, pero cuando no la tenía y cuando empecé a escribir, me sentía más orgullosa todavía de lo que hacía, mis amigas más cercanas me leían, y algún editor al que buscaba y me decía que no valía pero que siguiera intentándolo, os lo repito uno se siente escritor y escribe no importa demasiado si a mucha gente o poca, pero debéis sentirlo en vuestra alma, y sobre todo debéis de escribir por placer, nunca por obligación porque en ese momento vuestra alma ya no se sentirá libre, no os sentiréis escritores E: (“Joder Esther... que vas a llorar”) M: Por eso hoy que acabamos solo quiero que os sintáis escritores espero que este curso os haya servido para ello, para crecer aunque francamente sois muy buenos. Ahora, vamos a retocar algunas cosas, después haremos una clase más de intercambiar proyectos que como os dije siempre es bueno tener en mente E: (“Uf no puedo contarte mi proyecto más inmediato o te me desmayas... si es que mi coñete me hace la ola ante esa voz” decía moviéndose un poco en el asiento) M: Bien... ya sabéis no me hagáis ruido pero pongámonos todos juntos (sonrió) Finalizó la clase con todos alrededor de Maca quedando para la fiesta, dándole las gracias por las clases, y a pesar que esperaba la despedida de Esther, ésta le guiñó el ojo y salió de las primeras Mercedes: Esther... déjame decirte algo E: Sí Mercedes: He leído tu relato, impactante de verdad E: Muchas gracias Mercedes: Me gustaría pedirle a Maca a ver si pudiera ayudarte en... E: Merche se lo agradezco pero... no... no es una prioridad publicar (le decía con gesto agradecido) Mercedes: Pues es una verdadera lástima E: Ya... pero es una afición, nada más, de todos modos gracias Mercedes: Si lo piensas y algún día quieres probar suerte, ponte en o conmigo ¿vale? E: Claro, claro, gracias Paloma: Mírala Raúl, debe estar tratando de que le publiquen algo... estoy segura Raúl: Paloma eres bastante pesada con este tema, déjalo ya

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Mercedes: Muchachos gracias, gracias por venir a mi curso... Allí se quedó agradeciendo uno por uno a todos su presencia y citándolos para el día siguiente, hasta que llegó Maca y fue hacia ella orgullosa y muy agradecida por su presencia M: Vamos Merche no tienes porque agradecerme algo que me hace feliz Mercedes: Ay... pero todos han hablado tan bien del curso... podríamos negociar otro ¿qué te parece? M: Me parece muy bien Mercedes: ¿Mañana estará Luis en la fiesta? M: Sí Mercedes: Pues entonces lo negociamos... No oyó mucho de lo que vino después de aquella contestación, porque por un momento se percató que su pesadilla estaba a punto de llegar al día siguiente, que su libertad estaba a punto de quebrarse y tan solo la presencia de una feliz Teresa, le apartó ese pensamiento para empujarle a otro, debía hablar con ella En el hospital, Consuelo estaba escuchando a Esther quien le contaba como había comido con Maca, la mujer la miraba atónita sin creer mucho sus palabras pero finalmente diciéndole: Consuelo: Si no es porque sé que llevas allí a tus ligues, no me creía la historia E: ¡Y eso!, vamos Consuelo tan poco confías en mí Consuelo: No es eso... que yo ya sé el poder de convicción que tienes (dio un chasquido a modo de fastidio y arrancó una sonrisa por parte de Esther) Pero tenía esperanzas de que Macarena no cayera E: Pero si solo comimos (ante su mirada agregó) Comida Consuelo, arroz Consuelo: ¡Esther! (la riñó) E: Me encanta ver como te sonrojas... ganas mucho (entonces sonó su móvil y le dijo) Ponte las gafas y lee Consuelo: A ver (el teléfono seguía sonando) ¡Anda!... Maca

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E: La misma. ¡Hola guapa! Estoy aquí con Consuelo... sí... ah estupendo yo acabo en dos horas... vale, hasta luego guapa (ante la mirada de Consuelo tan solo pudo sonreír de buena gana) ¡Anda cierra la boca! A Maca le dio tiempo para ir al hotel, rebuscó en su armario sabía perfectamente lo que quería y lo encontró, se duchó y se vistió con rapidez, sin dejar de sonreír, sin dejar de sentir cosquillas en su vientre y mariposas en su estómago. Se maquilló suavemente pero dando un énfasis en su rostro que hasta ella al mirarse pensó que estaba mejor que nunca una sonrisa vencedora se marcó en su rostro y entonces dio una última revisión a toda ella, se puso delante del espejo dando el visto bueno ante su reflejo, vaqueros, botas altas, una camiseta que justamente dejaba ver lo que sabía atraía a Esther, y un cinturón ancho, el pelo suelto y a pesar de toda aquella seguridad que aparentaba el espejo, un interior de mantequilla. Se despidió de Teresa por teléfono, no quiso verla, no quiso que la viera con esas ansias por llegar al Hospital. Sabía que le había asombrado a Esther con su idea de ir a por ella sin el coche, pero quería por una vez llevarla a su terreno, saber si podía o no dar un paso hacia delante. Tuvo que exhalar un profundo suspiro para dominar todo aquello que la desestabilizaba, hasta que una sonrisa tras morderse el labio inferior, le dio el valor suficiente como para ir en busca de su primera experiencia M: Cierra los ojos de la razón, y déjate llevar por las emociones... Para Esther la tarde se hizo muy larga, muy lenta, muy pesada, no podía evitar una sonrisa de vez en cuando al pensar que había sido Maca quien había montado por esa vez la salida. Llegó hasta el mostrador con las carpetas en la mano E: Toma... solo tienes que archivarlas Consuelo: ¡Eh, eh, eh! (la llamaba agitando la mano) E: ¿Qué quieres Consuelo no tengo tiempo? Consuelo: Quiero que me prometas que me lo contaras mañana E: Vale (sonrió echando a correr hacia el vestuario al mirar el reloj masculló) Joder... aún me tengo que duchar y todo... Mientras Consuelo cogía las carpetas y se daba la vuelta para ordenarlas sobre la mesa interior, entraba por la puerta Maca, al ver la figura de la mujer sonrió, la sentía cercana sin saber muy bien porque M: Hola (Consuelo se giró y al verla se quitó las gafas manteniendo un gesto con la boca abierta) ¿Qué tal Consuelo? Consuelo: ¡Maca cariño! (exclamó con alegría saliendo del mostrador y plantándole dos sonoros besos) ¿Qué tal estás?, ¿cómo te ha ido por la ciudad?... estás monísima

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¿dónde vais?... bueno... bueno... ¡me callo! (dijo divertida al ser consciente de su batería de preguntas) M: Tranquila estoy acostumbrada a ellas (le ofreció una sonrisa amable) Estoy muy bien, y la ciudad me encanta tiene algo que me atrae, lo de monísima bueno, se hace lo que se puede, y vamos a un lugar que creo a Esther le gustará Consuelo: ¡Hija que memoria! (sonrió asombrada) M: ¿Has visto? (sonrió graciosa y entonces miró hacia un lado, hacia otro y se acercó un poco más a la mujer para preguntarle) ¿Recuerdas qué me debes esa charla de Esther? Consuelo: Sí (sonrió ampliamente sintiéndose cómplice de ella) Es cierto... ¿tenemos tiempo? M: No sé cuanto tarde Esther Consuelo: Si es por eso... tenemos tiempo. Aunque seguro que me mata M: Será nuestro secreto (le entregó otra sonrisa cómplice) Llevaban media hora sentadas en la cafetería cuando Esther las encontró, al ver como se reía Maca todo el enfado por estar junto a Consuelo se le difuminó, terminando por acercarse con una sonrisa maravillosa en sus labios E: ¡Vaya!... ¡qué, cotilleando, no! M: ¡Cómo lo sabes! E: ¿Entonces qué hacemos, nos vamos o seguimos? M: Te estaba esperando (le sonrió poniéndose de pie ante su movimiento, Esther vio como mostraba un escote generoso donde su lunar sobresalía de manera provocativa) Por mí nos vamos Consuelo: Oye Maca ¿me mandaras el libro, verdad? M: Por supuesto Consuelo: Firmado M: Dalo por hecho E: ¿Ya o me siento? (le preguntó mirándola con las cejas enarcadas) M: Ya, impaciente Consuelo: ¡Qué os divirtáis!

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Salieron sonrientes del Hospital cruzándose con una ambulancia que entraba en ese momento, la cara de Maca le dejó bien a las claras a Esther que aquellas situaciones no eran de su agrado, y es que, la enfermera pensó que alguien tan sensible debía sufrir por cualquier acontecimiento aunque no tuviera nada que ver con él E: Bueno... pues tú dirás M: Sí, vamos a coger un taxi (le dijo segura) E: Ah. Vale No dijeron nada más, Esther se dejó llevar por una Maca que se sentía plenamente encantada, recordando haciendo un gran esfuerzo cuando había sido la última vez que había tenido aquella sensación, pero el recuerdo estuvo a punto de amargarle la noche, porque fue en el mismo momento que perdió la libertad para siempre M: ¿Qué tal ha ido la tarde? (le preguntó dentro del taxi) E: Movida, dos operaciones largas y complicadas M: Debes tener mucha vocación, yo creo que no podría me implicaría demasiado E: Eso es lo malo, si lo haces estás perdida (la miraba sonriente) M: ¿Qué? (le preguntó sonriendo ella también) E: Me hace gracia, que seas tú quien quiera sorprenderme M: Yo doy muy buenas sorpresas también ¿eh? E: Ya... lo imagino (la miró sin esconder una mirada lasciva entonces Maca apartó la suya hacia la ventana y Esther rectificó) Vamos a ir a una de las calles con mayor encanto para mí M: Pues me alegro que así sea (entonces como siempre sonó su móvil) Dime. Sí, de acuerdo, vale E: Vaya diálogo (le susurró ante el gesto de Maca agregó) Menos mal que conmigo no eres así M: La verdad que sería un aburrimiento de cena si lo fuera ¿no crees? E: ¿Toque de atención? (le preguntó sonriente) M: Tú misma El taxi les llevó hasta la calle Conde Altea, una de las más importantes de la zona céntrica de la ciudad, y allí donde todo cuanto sucedía era del más elevado nivel. Se

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detuvieron delante de un Restaurante muy selecto, los ojos de Esther se abrieron como platos E: ¿Aquí? M: Sí (la adelantó presentándose al camarero) Camarero: Por aquí señora Wilson M: Gracias Camarero: Es un orgullo para nosotros contar con su presencia M: Muchas gracias Camarero: Señora (le dijo a Esther) E: Hola Otro camarero apartó la silla de Esther y se sentaron, ambas se miraron sonrientes E: A ti te ha quitado la silla el jefe... a mí el pringao M: ¡Pero qué bruta eres! (le dijo muerta de risa) E: Las cosas cómo son guapa M: Bueno mira la carta E: Vaya (soltó tras un silbido pronunciado) En mi vida he comido en un sitio así M: Ves como soy buena dando sorpresas (la miró fijamente con intensidad) E: Espero poder igualarte yo El camarero hizo aparición tras colocarles unas rosas sobre la mesa les preguntó que iban a pedir M: Pues a ver yo... es que tiene que estar todo riquísimo Camarero: Gracias, es lo que tratamos M: Pues yo... de primero, Gazpacho de pimiento rojo y sardina marinada Camarero: De acuerdo. ¿La señora? E: Veamos que esto suena muy bien, Sofrito de pan con setas de cardo silvestre, acelgas y conejo (Maca la miró sorprendida y le dijo en voz baja) Me encanta el conejo Camarero: De segundo señora Wilson

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M: Arroz verde con berberechos, almejas y puntillas (ante la mirada de Esther agregó en voz baja) Me encanta el arroz E: Pues yo lo mismo, me encantan las almejas Camarero: De acuerdo. ¿Alguna cosa más? M: ¿Algo más? (la miró como desafiándola divertida) E: Sí, una ración de Ciruelas, Stilton, romero y nueces Camarero: El vino si me permiten se lo ofrecemos y regalamos nosotros señora Wilson M: Gracias pero... Camarero: Por favor (le hizo una pequeña reverencia) E: Vaya... que mono... (sonrió divertida) M: ¿Te gusta el sitio? E: Me encanta, vamos que... diría yo que hasta podría ser una cena romántica ¿no? M: Podría... El silencio de ambas y la mirada perdida de Maca, fue traducida a cada una por sus pensamientos M: (“Maca detente no te lances... por favor... poco a poco... ¿por qué no vas a poder disfrutar de una velada así?”) E: (“Bien Esther... respira hondo porque viene dispuesta a todo, esta noche mojas”) M: (“Pero no se lo pongas nada fácil Maca, que le brillan los ojitos, dios otra sonrisa más y me da algo aquí mismo”) E: (“Uf Esther, que te va a dar un yuyu de los gordos mujer, es que encima la tía se pone una camiseta... no mires el lunar... no lo mires...”) M: (“Le pierde el lunar (sonrió para si) Calma Maca... calma”) E: (“Venga Esther, calma, que la tienes a tus pies”) Mientras en el hotel a Teresa le sonaba el móvil T: Oh no... Luis... ¡ay señor!... ¡ay señor! (decía nerviosa)

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En el restaurante la tensión sexual entre ambas se podía cortar con un cuchillo, ya no por la picarona de Esther, sino, por las miradas, los movimientos corporales de ambas, y aunque hablaban de literatura todo podía resumirse en dos frases M: (“Me lanzaría a sus labios, ¡qué ganas de besarla!”) E: (“Espero que comas rápido para llevarte al lavabo y ponerte al día”) Cuando el camarero les llevó el primer plato de la cena, corrió unas cortinas de gasa para dejarles más intimidad, los ojos de ambas se quedaron atrapados, y lo único que supieron hacer fue dar una carcajada que les sirvió para relajarse E: Este sitio es impresionante M: Me encanta E: ¿Lo conocías? (se llevó a la boca lentamente la cuchara mirando a Maca) M: Esto... no, no... me lo han recomendado en el hotel E: Pues han acertado (“eso sí, me da a mí me voy a dejar el sueldo”) Oye esto está de muerte M: Sí, la verdad que sí En el hotel Teresa estaba con el teléfono en la mano, carraspeó delicadamente para tranquilizar la voz, fue corriendo a cerrar la puerta de la terraza para que no pudiera escuchar el mar no quería darle pistas que ni ella misma sabía cuales podían ser T: ¿Luis, dime? Luis: A ver necesito para mañana unos papeles T: Muy bien, ¿cuáles? Luis: Todos los cursos que ha dado Maca este año T: De acuerdo Luis: Mañana por la mañana nos vemos. Los quiero para entonces. Adiós T: Adiós (dijo finalmente suspirando aliviada ante la petición) Bueno... debe creer que está en la cama durmiendo... espero que no haga locuras que la puedan delatar, una canita al aire no hace daño siempre y cuando no se sepa, confío plenamente en Esther La velada para ambas había sido mucho más interesante de lo que pensaban, habían hablado de muchas cosas no solo de literatura, también de música dándose cuenta que

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no tenían nada que ver en gustos musicales, ni en actores, ni actrices, sin embargo las diferentes formas de ver la vida, no impedían que en esencia fueran muy parecidas E: Oye pues no eres tan rottermeller como pensaba (le dijo mientras se tomaba un café) M: Ja ja (dio una carcajada divertida mostrándose natural) E: En serio (insistió sintiendo bajo su vientre como la sangre se iba alterando) M: Bueno, reconozco que no eres tan avasalladora como pensaba (bebió el café enarcando su ceja derecha) Eso sí, eres muy pero que muy picante E: ¿Y eso es malo? M: No, si sabes utilizarlo correctamente E: Bueno eso no depende de mí, hay gente que se siente aludida y no es ni por asomo mi intención, lo que pasa que entre tú y yo (se apoyó en la mesa alzándose un poco de la silla, y con gesto totalmente canalla le dijo bajando la voz) Que hay mujeres que sienten necesidad de ver más allá de mis palabras, pero no son capaces de reconocerlo (le guiñó el ojo) Voy al lavabo M: Vale (al levantarse Esther y quedarse sola, la sonrisa que tenía en los labios se borró “Vale Maca eso va por ti... cazada la indirecta... ¿haremos algo, no?” se preguntaba nerviosa moviendo la pierna) Maca pagó y cuando Esther salió vio que la esperaba en el hall del Restaurante, llegó con gesto de enfado algo que arrancó una carcajada a Maca que le dijo desenfadadamente M: Cuando seas escritora y famosa, ya me invitarás tú E: Eso está hecho. ¿Nos vamos? M: Claro Llamaron a un taxi y Esther dio una dirección conocida para Maca, sonrió, pero no dijeron nada, iban sumidas en sus pensamientos, una dándole vueltas sin parar a lo que podía pasar después y sintiendo como su corazón se aceleraba de manera frenética; la otra pensaba que lo que tanto la excitaba en solitario estaba a punto de suceder y con un poco de suerte, esa misma noche podría hacer realidad su sueño. En un momento dado ambas se miraron y sonrieron como si pudieran imaginar los pensamientos de la otra. Aquel preciso instante lo rompió el sonido del móvil de Esther, Maca la miró de reojo y vio como sacaba el teléfono y lo desconectaba. Alguna mujer la estaba llamando, estaba segura y le vino a la mente con frescura, la mujer con la que bailaba en la pista, como se rozaban los dos cuerpos y como se miraban. Tuvo que exhalar un profundo suspiro porque no iba a negarse que se moría de ganas de vivirlo ella en su propia piel E: ¿Estás bien?

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M: Sí, ¿por qué? (la miró segura de si misma) E: Te he visto suspirar M: Me da pena marcharme de este lugar. Si me preguntas, no sabría decirte si me gusta más de día con la luz natural, o de noche tan espectacular E: Vaya que pena... pensé que ibas a decir por la compañía M: Uy... he sido desconsiderada... disculpa E: Me lo pensaré (sonrió divertida) Oye... ¿sabes a mí lo que me da pena? M: ¿Qué? E: Que justo ahora que te vas, he descubierto otra Maca diferente a la encorsetada. Y me gusta mucho. Gustar en el sentido de gustar no de... M: Ya, ya te he entendido (“podrías dejarla que te lo dijera ¿o qué?, te vas a desmayar”) E: Pues eso... una lástima M: Tú lo dijiste una vez, en la vida todo no se puede tener E: Pero se puede intentar tener (agregó mirándola penetrantemente) Al menos ese es mi lema, vivir al día y luchar por lo que quieres Taxista: Hemos llegado E: Gracias... de ninguna manera baja o te echo del taxi (se mostró enfadada al ver que iba a pagar) M: Vale... vale (sonreía y ante lo que vio se quedo maravillada) E: Es impresionante, pareces un granito de arena entre millones de una playa M: Sí E: Pues esto no es nada, vamos Antes ellas la inmensidad de la Ciudad de las Artes y las Ciencias con su majestuosidad, con su sencillez y provocación de búsqueda de la belleza imposible. Iluminada y con la tranquilidad de la noche, era todavía mucho más atrayente que lo era de día, la gente paseaba con sus perros o sin ellos, era un lugar de reunión. Gente de diferentes culturas, gente de diferentes edades que allí paseaban y disfrutaban de la belleza del lugar y la frescura de la hierba, la gente joven echada hablando, bebiendo o simplemente dejándose llevar por la pasión, la gente más mayor sentadas en bancos, como ojos escudriñadores observando lo que los demás hacían, alguno con la morriña suficiente de no haberlo hecho en su vida, otros con las ganas de volver a ser joven. Y ellas dos,

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paseando lentamente en silencio, dejándose embriagar por lo que en ese instante veían sus ojos M: ¿Vienes mucho aquí? E: Bastante, sobre todo en verano, hacen conciertos de blues, también cada dos por tres hacen algún castillo, mira faltan diez minutos para las doce igual ante tu presencia deciden echar un castillo (elevó los hombros con gesto simpático sabedora ante lo que había visto momentos antes) M: ¿Castillos son? (preguntó curiosa) E: Fuegos artificiales M: Ah vale, me encantan (sonrisa sincera acompañada por una leve elevación de sus hombros mientras sus manos se aferraban a los bolsillos de los pantalones) E: ¿No te dan miedo? M: No, me gusta ese arte de las luces confundiéndose con la noche E: Vaya yo que pensé que me dejarías abrazarte para combatir el miedo (la miró sonriendo ante su gesto) Es broma, me encanta los gestos que pones cuando te digo algo así, de verdad M: Y a ti nadie te ha dicho que te va a pasar como el cuento del lobo... E: ¿Qué me coma la loba? (le preguntó dando una patadita a una piedra) M: Sí, algo así E: Por mí encantada. Mira es allí M: Que fresca eres (le dijo muerta de risa) Entraron por uno de los pasillos que llevaba al Museo Príncipe Felipe, lo bordearon llegando al final del mismo, ante ellas toda una panorámica hermosa, la noche, la luna y la luz, unido a la inmensa piscina que rodeaba el museo, el agua clara y con la ligera brisa que llegaba a aquella parte de la ciudad producía el efecto de que unas diminutas olas, se formaban en ella E: Ven, sentémonos aquí, quítate las botas M: ¿Las botas? (la miró realmente alucinada mientras veía como se sentaba al borde de la piscina E: Sí, ¿o piensas entrar en ella con las botas puestas? M: ¿Entrar?, Esther... (miró alrededor) No creo que se pueda entrar ahí

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E: Claro que no, pero para que están las normas, para saltarlas ¿no crees?, además solo vamos a meter los pies M: Ni eso creo que esté permitido E: ¿Tú no haces nada fuera de lo permitido? (Maca dobló un poco la cabeza mirándola con gesto dubitativo) ¡Vaya rollo! M: ¿Está fría? (preguntó dejándose llevar por el ímpetu de Esther, dejándose arrastrar porque aquella noche se sentía por primera vez en libertad) E: Está maravillosamente bien. Venga... lenta... M: Oye no te metas conmigo (le respondió seria pero sonriente por el leve manotazo de Esther en su brazo) E: Oys usted perdone M: Está fresquita (decía sonriendo) E: Y ahora, mira (le señaló graciosamente con las cejas hacia el Palau de les Arts. Tras él una hermosa luna se asomaba) ¿Es o no mágico? M: Es absolutamente maravilloso (decía boquiabierta mirando hacia el frente) E: Sí, un momento único (susurró mirándola, el perfil de aquella mujer era dentro de lo imperfecto casi irrealmente perfecto, tanto que las maravillas que tenía alrededor parecían minucias ante el perfil de Maca, le encantó quedarse atrapada en ella, y cuando se percató que volvía a mirarla le sonrió) Pero aún hay más. ¿Has gritado alguna vez al exterior? M: ¿Gritar? E: Quiero decir, dentro de nada van a disparar un gran castillo, el final, cuando parece que te van a explotar los oídos, hay algo que te provoca gritar todo lo malo que llevas dentro, no sé, algo así como si sacaras lo que duele M: Lo he hecho en la montaña, pero nunca en plena ciudad y menos en un lugar como este (miraba alrededor) E: Y que más da el lugar, lo que importa eres tú (movía graciosamente los pies en el agua) M: Yo soy muy cortada para esas cosas E: Y yo también M: ¿Pretendes qué me lo crea? (la miró enarcando su ceja derecha)

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E: (“Dios como no deje de poner ese gesto... voy a diluirme... y ni salvaslip llevo” elevó los hombros mientras le decía) Tú misma M: ¡Ay! (gritó al verse sorprendida porque no esperaba aquella explosión) E: Ja ja (reía divertida) Primer aviso M: Joder que susto E: ¡Vaya si sabes decir tacos! (le salpicaba con el agua) M: No te pases, ¿eh? (le echó ella también agua) E: Vale, vale (reía abiertamente) Va el segundo M: Sí, ahora lo veo (siguió el rastro de la salida que surcaba el espacio para finalmente explotar en el cielo oscuro iluminándolo con un gran resplandor) Es impresionante E: Sí. Ya te lo he dicho M: La mezcla de color, de luz E: Y el olor, a mí me pone (Maca la miró) Si... es una de las propiedades de la pólvora M: (“Joder pues si es verdad... solo me falta eso”) Ah, no lo sabía (dijo mirando la explosión de colores rojo, azul y verde en el cielo sobre el fondo del Palau de les Arts) E: Cuando yo te diga, coge aire y grita M: Vale (aceptó divertida mientras observaba que la gente se paraba a mirar los fuegos y parecían omitir la presencia de ambas) La explosión de luz y color, de sonido empezó a coger ritmo, Maca miraba todo embobada, el frescor que sentía en sus pies, el calor y humedad de su propio cuerpo contrastaba fuertemente en su interior, las luces reflejándose en los cristales de la enorme mole que había ante ellas, reflejándose de una manera casi mágica en los miles de azulejos que forman el mosaico de cada edificio. Esther la observaba divertida, sabía que estaba consiguiendo gracias a aquel castillo improvisado el efecto deseado E: Ahora (le gritó) Y a la vez como dos locas en plena noche de Valencia, sacaron con un grito prolongado mientras el terremoto aéreo formaba una musicalidad continuada y explosiva un grito que salía de sus entrañas. Unieron como si fuera pólvora propia, cada una lo que en ese momento les oprimía el alma, y así al terminar ambas se miraron con la respiración jadeante pero un brillo especial en los ojos E: ¿Bien?

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M: Muy bien E: Vale confieso (le dijo divertida mientras Maca suspiraba sintiéndose más libre todavía) El pirotécnico es amigo mío, le he dicho que venía contigo y lo ha echado en tu honor M: ¿Pretendes qué me crea eso? (volvió a preguntar enarcando la ceja) E: ¿Sería bonito, no? (“joder con la ceja”) M: Sería, pero has tenido mucha suerte (dio una carcajada) E: ¡En el fondo me gusta tu puntito de maldad! M: Y a mí (se miraron sonrientes, mientras, Maca se pasaba la lengua por los labios atrapando los ojos encendidos de Esther) Bonita noche E: Inolvidable M: Siempre puede ser mejor (dijo mirando la luna)

Palau de les Arts-Hemisferic

Museo Príncipe Felipe

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Palau de les Arts visto por Maca y Esther Esther la miró con cierto gesto de suspicacia, suspiró mirando la luna, de igual modo que lo hacía ella pensativa, sin poderlo evitar en su mente se dibujaron mil imágenes diferentes, trató de encontrar algún momento en el que hubiera estado de aquella manera tan especial con una mujer, no lo pudo evitar, tembló M: ¿Tienes frío? E: No, ha sido un escalofrío de emoción M: Oye... tienes suerte de tener un lugar así E: La verdad que sí, en verano cuando hace mucho calor es un lugar idóneo para refrescarse y charlar o pensar M: Que suerte (insistió) El silencio volvió a llenar el espacio que compartían, los pensamientos volaban trataban de controlar la mayor parte de ellos, aferrarlos en sus manos, no dejar que fueran más allá de la puerta de su corazón, no podían dejar que ellos se mezclaran por su sangre, recorrieran las venas llegando más allá de la razón, no podían jugar con algo que a ambas les había hecho perder. Era momento para hacer algo M y E: Que... M: ¡Vaya! (exclamó sonriente al coincidir ambas a la vez) E: Perdona M: No, no di E: No, di tú, lo mío era una tontería

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M: Ah, vale (hizo una mueca graciosa que embelesó demasiado a Esther) Te iba a decir que si te apetece venir al hotel E: ¿Al hotel? (abrió los ojos como platos y sin darse cuenta como un acto reflejo, su pierna dio una leve patada al agua y los ojos de ambas llegaron hasta sus pies) M: Bueno me dijiste que querías conocerlo (casi parecía disculparse por ser tan osada) E: No, no y lo quiero conocer, tú no sabes lo que es pasar todos los días por ahí en verano, y no poder ni asomarte M: Vale, pues venga... no hablemos más E: De acuerdo (dijo contenta sacando inmediatamente los pies de la inmensa piscina) M: Pero para venir, tengo que pedirte algo (su gesto se entristeció de repente) E: ¿Qué? (la miró frunciendo el ceño mientras con un pañuelo de papel se secaba los pies) M: Verás... tenemos que trazar un plan para que tú puedas entrar (aunque trató de que no sucediera, su voz tembló por el miedo, por el sentido del ridículo que estaba haciendo) E: ¿Un plan? M: Sí, mi marido es un poco pesado y... E: Vale (la detuvo viendo su incomodidad “a ver si ahora después de todo, se me va a echar para atrás por culpa del cabrón ese”. Con tono alegre y distendido como si no ocurriera nada le dijo) ¿Y eso es un problema para nosotras? (Maca la miró sonriendo de lado entendiendo su pregunta) Somos dos escritoras repletas de arte, así que... de aquí al hotel tenemos tiempo para trazar un plan, toma M: Gracias Cogió un pañuelo que le ofrecía y sonreía agradecida por la comprensión de Esther que parecía encantada de trazar un plan, así buscando situaciones divertidas, algunas irreales pero que hicieron reír de buena gana a Maca sobre todo por la idea de Esther de colarse metida en el carro de las sabanas sucias, o la misma Maca que le dijo de echarle una sábana desde su balcón, así, viendo a ver quien inventaba el plan más osado, llegaron hasta el hotel, pasearon un rato y finalmente cogieron un taxi que les dejó a Maca metros antes de la puerta, a Esther en la misma puerta El portero abrió la puerta, fue a por la maleta pero una amplia sonrisa de Esther le dejó helado, no había maleta, el muchacho de Recepción, con toda su simpatía le preguntó algo turbado de su presencia

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E: Hola buenas noches, quería una habitación Recepcionista: ¿Individual? (miraba disimuladamente hacia fuera) E: Sí, vengo sola no hace falta que busque, vengo sola y me han mandado la maleta a la conchinchina, vamos que estoy de un humor de perros, solo tengo ganas de acostarme, así que le agradecería mucho que fuera ágil (le guiñó un ojo) Recepcionista: Necesito su carné señora E: Por supuesto... ah y voy a pagar por adelantado, ah y me gustaría que me avisaran mañana por la mañana que tengo que ir a la estación de trenes En ese instante entraba Maca por la puerta con la reverencia del portero ante su sonrisa, ésta se acercó lentamente hasta el mostrador donde veía perfectamente la figura de Esther, y sentía una atracción que cada vez era más incontrolable, sabía que si entraba en la habitación con ella, no saldría de allí. El plan de ir a otra habitación le daba la tranquilidad suficiente como para dejarse sentir aquel deseo urgente en su entre pierna Recepcionista: Buenas noches señora Wilson M: Buenas noches Recepcionista: ¿Me permite que le entregue la llave a la señora? (le preguntó a Esther) E: Hombre pues... dele ande, dele... que total por un poco más de retraso. Es que me han perdido la maleta (le dijo a Maca que tuvo que aguantar una sonrisa) M: Cuanto lo siento E: Fíjese que horas de llegar y mañana me voy en tren, sin maleta, sin mi pijama de ositos... no si... ¡mataría a los de Iberia! Recepcionista: Tenga señora (le entregó la llave algo apurado por las explicaciones de Esther) M: Gracias, bueno espero que se solucione pronto E: Gracias yo también. ¿Ya, guapo? Recepcionista: Me firma aquí, por favor (le dijo señalándole el papel mientras Maca se iba hacia el ascensor) E: Uf... gracias... estoy muerta... Recepcionista: Que pase buena noche E: Por favor me avisarán a las diez (insistió)

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Recepcionista: Claro E: Buenas noches Recepcionista: Buenas noches señora, que tenga una estancia agradable E: Eso espero (“coño me dejo medio sueldo por un polvo... pero un lujazo de polvo, espero”) Llegó hasta el ascensor donde Maca esperaba pues había ido a coger unos folletos observando de reojo lo que Esther tardaba para coincidir en él. Se pusieron una junto a la otra mirando como bajaba la flecha, hasta que las puertas se abrieron, entraron marcando Maca su piso, Esther pasó y se apoyó en un lateral. Cuando se cerraron las puertas, Maca miró a Esther, Esther miró a Maca y bastó para estallar en una risa descontrolada y divertida E: Que cara de espanto tenía el pobre M: Eres mala, le has puesto en un compromiso E: Lo sé... pero es que soy divina... M: Y una gran mentirosa, me he dado cuenta ¿eh? E: En el fondo, todos somos mentirosos... ¿no crees? Y allí estaban los ojos brillando, diciendo tantas cosas, sintiendo los latidos de los corazones a toda vela, el plan era enseñarle la suite y Maca había pensado pedirle ver la otra habitación que ella quiso pagar pero Esther no la dejó, sería la excusa perfecta para dejarse ir. Allí dentro del ascensor el calor las invadía por momentos, Esther se moría de ganas de lanzarse a su cuello, Maca de tocar su piel, cerraba los ojos imaginando su calidez, podrían haber gemido cada una por separado, el deseo era tal que les latía fuertemente en el centro de su ser. Cuando por fin las puertas se abrieron llegaron al final del principio del clímax, tal fue así que Esther cuando salió primero Maca rebufó sintiendo como hervía su sangre. Maca por su parte agradeció salir de allí dentro, sentía que su interior la iba asfixiando por momentos. Al pasar por una de las puertas del pasillo se giró y le hizo una señal hacia un lado susurrándole M: Es la habitación de Teresa E: Ah (“joder encima me susurra, nada si es que como me roce ya me corro y a ver guapa como se lo explicas (se decía a si misma con la respiración algo alterada) “Vas a quedar fatal... fatal”) Al llegar a la habitación, Maca pasó la tarjeta y abrió, puso la tarjeta en el cajetín y las luces se encendieron, el gesto de Esther fue de verdadero impacto, y eso le ayudó a calmar su ardiente deseo, a Maca por el contrario, al verla así, todavía se encendió mucho más, su boca abierta, sus ojos mirándolo todo le daban ganas de engancharla allí mismo, pero... necesitaba racionalidad, no podía aventurarse a nada, paso a paso, tranquilidad. Y así se fue tensando todavía más a pesar de querer encontrar lo contrario

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M: ¿Te gusta? E: Dios esto es una pasada (decía tras un tenue silbido dándose una vuelta) Y solo es el salón M: Sí, bueno lo mejor es la terraza, anda ven (entraron por la puerta que separaba una estancia de otra y Esther quedó boquiabierta al ver la cama) Debo reconocer que no está nada mal E: ¿Nada mal? ¡joder Maca!... ¿no te pierdes ahí? M: Sí... la verdad que es enorme, lo agradezco (se le escapó y al darse cuenta de la mirada de Esther sonrió volviéndose hacia la terraza) Esto es el mejor tesoro que tiene este hotel E: ¡Vaya vista!... fíjate la luna sobre el mar (le decía apasionadamente) M: Sí (la miraba sin separar los ojos de ella sintiendo sus latidos repartidos por todo su cuerpo, hasta notó la dureza de sus pechos, no tenía remedio) E: Es flipante (sonrió al mirarla vio en sus ojos el brillo del deseo, su mirada se había vuelto ardiente y sus ojos estaban henchidos de un fuerte deseo. Varió su tono y se aproximó a ella apoyándose en la barandilla) Esto es un lujo... ya no el hotel, sino esta vista, sentirte libre, diminuta pero libre ante tanto poder M: El poder del mar (susurró apartando los ojos de Esther, le escocían) E: ¿Has hecho el amor en el mar desnuda y de noche? M: No (le dijo con tristeza adivinando que ella sí, y se sintió ridícula nuevamente) E: Te lo recomiendo, es una sensación única y maravillosa M: Debe serlo, sí E: Sí Volvió el silencio porque había tantas cosas que callar, tantas cosas que no pedir, tantas palabras prohibidas volando en sus mentes, que se podía sopesar entre ellas, pero del mismo modo ese silencio se podía volver en cualquier momento un grito de esperanza para una, y de victoria para otra. Sin embargo lejos de aquello, Esther se giró lentamente sabiéndose vencedora irremediablemente, los ojos de Maca habían explicado lo que ella no se había atrevido E: Tienes unos ojos maravillosos, a la luz de la luna se podría decir que hablan demasiado, ¿pero sabes que no me gusta? (Maca no la miró tan solo agachó la cabeza sintiendo que la luna le había hechizado y no podía relevarse contra lo que sentía, estaba cansada de luchas, de miedos, de raciocinios, se estaba dejando embriagar por sus

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palabras, por su tono que parecía el de un hipnotizador. Esther se aproximó un poco más quedándose de lado a tan solo un paso de ella) No me gusta ver tristeza en ellos, ni me gusta cuando me demuestran que no eres feliz, odio ver que se apagan, odio ver en ellos ese estado de querer y no poder, sin embargo, te juro que me vuelven loca cuando se muestran sensibles y sinceros, cuando realmente eres tú, una mujer apasionante por descubrir... La mano de Esther rozó suavemente su barbilla, Maca no se resistió en girarse para mirarla, y esos ojos que encontró Esther eran los que tanto le gustaban, sin más, sin dejar que pensara, sin dejar que dudara, sin dejar que la razón pudiera al deseo se fue acercando lentamente con una ligera sonrisa en los labios mientras con tono abrasador para Maca le dijo: E: Cuando me miran así me hacen perder la razón Y allí acabó el mundo en que Maca había vivido durante 7 años, allí en aquel balcón con el ruido del mar de fondo, con las olas golpeando la arena, formando una sinfonía perfecta en la oscuridad de la noche, con el reflejo de la luna en el mar, con la brisa salada golpeando a la pareja que primero de manera débil rozaron sus labios, los labios temblorosos de Maca unidos a los labios expertos de Esther, las manos cobraron vida, y en un momento de lucidez, Maca sacó del balcón a su amante, era un escenario único para explotar en el deseo que sentían, pero, complicado para una famosa escritora 27 Abril 2005 El sol comenzó a jugar con dos cuerpos desnudos sobre la cama, tapados de manera anárquica por la sábana blanca, como si fuera su capricho inundó la pierna de Maca que se cruzaba con la de Esther, una Esther que dormía placidamente boca arriba mientras Maca lo hacía de lado con su mano sobre el vientre de la enfermera. Exhaustas habían llegado al amanecer donde Maca antes de dormir le había susurrado a Esther M: Esther... deberías irte... E: Ya me voy... por cierto... para ser tu primera vez... me has matao Había contestado segundos antes de quedarse profundamente dormida por el cansancio y el placer, mala combinación para unas amantes cuando deben esconder la noche de pasión Sin aviso, a traición, como suele suceder la puerta de la habitación se abrió con solvencia, un maletín quedó en el sofá y unos pasos decididos entraron hasta quedarse parados en seco ante la cama, y una voz repleta de furia apareció -: ¡MACA! La voz despertó de golpe a las dos mujeres que se incorporaron en la cama algo desorientadas por el grito

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-: ¡ESTHER! Los ojos echaban chispas, la cara de Maca era de terror, un bostezo en Esther que se dejó caer nuevamente sobre el colchón, su cuerpo poco podía responderle y su cabeza a esas horas y sin un café menos aún M: ¡Teresa! ... espera... Teresa espera (decía tapándose mientras la mujer se marchaba a toda prisa de la habitación con un gesto repleto de furia, y rojo como un tomate) ¡Joder, no!... ¡joder!... Se vistió a toda máquina, jadeando por el miedo que le ahogaba, dentro de lo malo podía haber sido mucho peor, con el pelo revuelto al que inútilmente trató de arreglar, con los ojos hinchados, y los dientes apretándose unos contra otros para controlar el pánico terminó de arreglarse con lo primero que estaba a su alcance M: Esther... Esther... vamos márchate mi marido está a punto de llegar... por favor... E: Que... M: Esther (la movió fuertemente) E: ¿Qué? (respondió aún con los ojos cerrados) M: Debes marcharte, vete por favor (decía apurada y con el miedo reflejado en su rostro) E: Ya... ya voy (decía rascándose la cabeza mientras la veía marcharse a toda prisa) Joder... no puedo con mi cuerpo... menuda fiera Dicho esto, volvió a dejarse caer en la cama, en una cama ajena a ella pero que le había convertido sus sueños en realidad, y con ellos, se había sentido la mujer más feliz del mundo Maca corrió por el pasillo los pocos metros que la separaban de la habitación de Teresa, no sabía que decirle, no sabía como hablarle ¿la dejaría?, ¿la abandonaría? ¿le daría de lado? ¿le odiaría? Todas sus preguntas se agolpaban una tras otra en su mente y su estómago comenzó a sentir los golpes continuados de aquellas preguntas y posibles reacciones de Teresa como si fueran los puños de un adiestrado boxeador que la estaban dejando sin aire Llamó a la puerta varias veces y tras su insistencia la mujer abrió, lo hizo con el ceño fruncido, con un gesto de no compartir lo que acababa de ver, con la sensación de desconocer a aquella nueva Maca que se presentaba ante ella con una mueca de miedo reflejada en su rostro. Teresa se dio la vuelta y Maca entró M: Teresa por favor... Teresa (insistía) T: No me tienes que dar explicaciones, nunca me las has dado, lo siento no debí entrar (le decía con cierta distancia)

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M: No me hables así por favor... iba a hablar contigo, te lo iba a contar T: Pues no es necesario (se daba la vuelta todavía alterada por lo que había visto) M: Para mí, sí lo es (le dijo poniéndose frente a ella con gesto de necesidad) T: No voy a decir nada, no te preocupes M: ¡Al diablo con eso Teresa! (alzó la voz, Teresa la miró sobresaltada) Lo siento, no quería gritar T: Ya... bueno... no sé Maca... no sé (se notaba su zozobra mientras se rascaba su frente) M: ¿Puedes sentarte y escucharme, por favor? (le rogó) T: Te he dicho que... M: Teresa eres la persona más importante que tengo, la que siempre está a mi lado, te juro que te lo iba a contar porque no podía soportar más vivir así como lo hago, pero tu reacción del otro día me hizo echarme hacia atrás (Teresa frunció su frente) Cuando viste a las dos mujeres besándose T: Ah (susurró abatida recordó el momento, y suspiró) M: Teresa... soy lesbiana, y... por eso mi vida es un infierno... T: No lo entiendo... quiero decir... entiendo ahora muchas cosas pero... no entiendo que haces casada entonces (la miraba fijamente hablándole con temor y mostrándole sin tapujos su desconcierto) M: Es una larga historia, me enamoré de una mujer, me enamoré hasta límites insospechados, era muy joven y ella me llevaba unos cuantos años y mucha experiencia de ventaja. Era hermana de mi mejor amiga, cuando iba a su casa para mí era una locura porque aunque no quisiera siempre acababa atrapada en ella, se dio cuenta que la miraba, que me gustaba y fue haciéndome creer que era importante en su vida, yo que desconocía todo aquel mundo y que además sabía que mis padres eran contrarios a esta situación, por un amiga de la familia a quien rehusaron, vivía un calvario (tragó saliva, cerró los ojos y la libertad que había sentido horas antes volvía a perderse en ella) Me mandaron a estudiar fuera, hice todo cuanto ellos querían con la sola idea de una vez llegar a España, instalarme en Madrid y buscarme la vida como escritora, pero... estaba ella y... me tenía atrapada (Teresa la miraba con gesto de pena) Ella era todo lo que a mí me hubiese gustado ser, al menos eso pensaba, también es cierto que tenía fama de ser una cabra loca, yo lo sabía pero no lo veía tenía el pensamiento de que si estábamos juntas cambiaría. Un día que me quedé sola en casa la llamé, quedamos, tenía una necesidad de estar con ella Teresa, lo había soñado tanto, lo deseaba tanto (alternaba mirarla a ella y mirar al suelo, sus manos removían un pañuelo de papel y su nariz se encontraba taponada por el llanto. Tragó saliva y agregó) Por supuesto, vino, nos besamos traté de poner conocimiento, traté de hacer las cosas bien pero me llevó a la

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habitación porque ambas deseábamos lo mismo (se detuvo y sus ojos se llenaron de lágrimas, Teresa se tensó) T: Maca (le susurró pensando que iba a conocer aquel secreto que llevaba siempre encima) M: Bueno... nunca he contado esto a nadie, salvo Guillermina, claro T: Mira no tienes que contármelo, de verdad Maca tú... (no sabía muy bien como hablarle, que decirle) M: Por favor Teresa, necesito contártelo lo iba a hacer (le decía angustiada mirándola y mostrándole todo aquel dolor que sentía) T: Vale pero... no me gusta verte así (le dijo con pena) M: Tuve la mala suerte de que, cuando ella y yo estábamos desnudas envueltas en la pasión, Luis apareció (Teresa contuvo la respiración, abrió los ojos y su cabeza rápidamente empezó a trabajar “¡ahora lo entiendo!”) Le dijo que se fuera a ella, y a mí me desafió, le dije que no era nadie para meterse en mi vida y me dijo que iba a ser todo, que me iba a casar con él, yo me reí y le ataqué, pero al día siguiente llegó a mi casa con un sobre, me hizo entrar en el despacho y me enseñó unas fotografías que nos había sacado sin yo darme cuenta (agachó la cabeza) T: Dios mío, que mezquino (murmuró poniendo una mano en su boca) M: Yo traté de evitarlo, pero me amenazó que si no me casaba con él, mi padre que en ese momento estaba en sus manos para poder mantener las bodegas, pagaría mi decisión, todo el mundo sabría que me había liado con ella y lo que eso conllevaba porque todo el mundo sabía que clase de persona era ella. Mostraría las fotos donde ambas estábamos desnudas y me asusté, la única solución que vi fue pedirle ayuda precisamente a ella. Cuando fui a hablar me dijo que yo tan solo era un pasatiempo, una jovencita más a quien desflorar, un capricho, uno de tantos (su voz estaba cargada de resentimiento, apagada y brusca, Teresa nunca la había visto así y sintió una profunda pena) Me dio de lado, no quiso saber nada de mí y aquello me sumió en la desesperación, no fui capaz de luchar, no sabía ni siquiera por donde empezar T: Pero Maca... no puedes vivir así es inhumano M: No puedo hacer otra cosa Teresa, he intentado dejarlo pero no puedo... no tengo dinero, no tengo donde ir, no tengo nada todo figura a su nombre, las cuentas, el piso, el coche, me ha quitado todo, hasta la identidad (dijo finalmente arrastrando las palabras con máximo dolor) T: Pero... (no sabía que decirle sabía que él era capaz de eso, su corazón latió rápido por los nervios) ¿Lo que ganas de los libros?, ¿las entrevistas? M: Nada Teresa... se aprovechó que cuando me casé con él sólo quería morirme, no me importó nunca lo que hacía, ni me importó la manera que tuvo de que yo publicara la

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primera vez, él puso el dinero, él compró el agente y de esa manera hizo que yo fuera lo que él quería T: Cabrón es poco (murmuró atónita) M: Si me separo de él, lo pierdo todo si fuera eso no me importaría, pero él es el dueño de las bodegas de mi padre, el socio mayoritario y sé que lo arruinaría T: Estás arruinando tu vida Maca M: Lo sé... (dos lágrimas cayeron de sus ojos al cerrarlos con dolor) T: Maca... M: Mira... llevo siete años negándome a mí misma la oportunidad de vivir, y siempre mirando a otro lado T: Por eso los enfados de Luis M: Está obsesionado en no dejarme sola, esto que ha hecho no es lo habitual, siempre piensa que le voy a engañar T: Pues mira... por esta vez ha tenido razón (le dijo sin poder evitar poner gesto de cierto fastidio) M: Teresa, he intentado evitarlo, te lo juro no sabes lo que es vivir así, por eso no quería que te acercaras a Esther, porque ella el primer día me mostró su interés sin tapujos y como podía iba resistiendo, tengo desde hace siete años amurallado el corazón y el deseo, pero ella lo ha hecho añicos T: Ahora entiendo muchas cosas M: Lo siento Teresa, debí hablar contigo antes y decirte la verdad, no quería engañarte T: Maca yo... mira no sé, no me pidas que lo entienda, no me pidas que lo acepte, lo siento no soy capaz de entender esto, lo que eres (le decía con temor) M: Lo sé T: No sé ahora mismo estoy desubicada, ahora mismo estoy atónita ante tanta información, ante lo que he visto M: Lo siento (cerró los ojos sintiéndose mal) T: ¿Se ha ido Esther? (le preguntó tras unos minutos de pausa donde no se miraron) M: Imagino que sí T: ¡Imaginas! Maca... Luis está a punto de llegar... M: Es cierto... voy a asegurarme que se ha ido y... (se levantaron las dos como si fueran

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dos extrañas, Maca necesitaba un abrazo pero Teresa se sentía paralizada) Me voy T: Dios mío... ¡qué dramón! (exclamó poniéndose la mano en la frente) ¿Qué hago? A Maca la posibilidad de que Luis llegara y Esther aún estuviera allí le hizo sentir un torbellino de miedo, abrió la puerta y efectivamente allí la vio, en la cama dormida. Como si se hubiera vuelto loca se apresuró a recoger toda su ropa, y a despertarla sin ningún miramiento M: Esther... Esther... (la movía con fuerza) E: ¿Qué pasa? (se sentó aturdida y asustada) M: Tienes que marcharte, mi marido está a punto de llegar... por favor... vete E: Ya... ¿ya?... M: Sí, date prisa (dicho esto se dio media vuelta y se metió en el cuarto de baño) E: Joder... joder... joder... Justo en ese momento un taxi dejaba a Luis en la puerta, al entrar preguntó por las novedades y el Recepcionista le dijo que todo correcto, no había habido ninguna novedad, su esposa no había llegado acompañada por nadie en ninguna ocasión, ante la información, le entregó un sobre mientras recogía la tarjeta que el recepcionista aceptó con una sonrisa de satisfacción Mientras, Esther se vestía a toda prisa a saltos muerta de miedo, lo que menos quería era encontrarse con el tipo aquel, mascullaba sin parar dándose algún que otro golpe y cuando por fin estaba vestida, se detuvo delante de la puerta del lavabo y escuchó nítidamente como Maca lloraba, le hubiera gustado al menos marcharse de otra manera pero no tenía tiempo que perder, abrió la puerta y justo cuando salía se abrieron las puertas del ascensor En su habitación, Teresa se había sentado al borde de la cama, trataba de procesar toda la información que Maca había soltado sin pensarla, había tenido una novia, o como se pudiera llamar aquella mujer, que lo único que había hecho era burlarse de ella y encima, había sido descubierta por Luis y obligada a casarse, entonces entendía las palabras de Guillermina cuando le decía “mi niña es un pájaro herido, le gustaba volar, pero le han cortado las alas”. Se levantó algo desesperada y muy angustiada, porque Maca se había quedado embarazada T: Claro... por eso sé cuando tiene que cumplirle, por eso lo sé, porque la pobre debe vivir un infierno uf (cerró los ojos tratando de no imaginarlo) ¡Dios mío!...

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Maca cuando escuchó cerrarse la puerta de la habitación, se apresuró a llamar a las camareras para que hicieran la cama, para que arreglaran la habitación, abrió de par en par la puerta de la terraza, las cortinas y dejó que la fresca brisa de la mañana entrara. Repasó todo para asegurarse que Esther no se había dejado nada, con el susto del momento había olvidado por completo todo lo vivido la noche anterior, en ese instante solo le preocupaba borrar huellas, borrar cualquier síntoma de que algo podía haber pasado en aquella habitación, algo, que sin duda podía llevarle a mayores problemas Al cerrar la puerta Esther, y ver como se abría las puertas del ascensor a la vez, sintió un pánico desmesurado, con rapidez corrió pasillo hacia la derecha y lo único que se le ocurrió fue llamar desesperada a la puerta que recordaba era de Teresa, la mujer abrió sobresaltada, allí estaba Esther, su mirada le mostró una incomodidad al verla E: Déjame pasar (le dijo entrando de golpe) T: ¿Qué haces aún aquí? E: Mira Teresa déjame respirar un momento y te lo cuento (puso su mano sobre el pecho tratando de controlar el ajetreo de su respiración) T: Pensar que confiaba en ti, que he confiado la amistad de Maca en ti para que la ayudaras (le reprochó con gesto muy serio) E: ¿Tendrás queja? (decía con la mano en el pecho sintiendo un peligro tan fiero como emocionante) La he ayudado T: ¿De qué manera Esther? E: La que ella me pidió T: No lo puedo creer, no lo puedo creer... Maca... es... (se calló) E: Lesbiana, sí dilo no te vas a morir, ni te va a dar una reacción alérgica T: Ya veo que te lo tomas a pitorreo (le recriminó ofendida) E: No, pero me jode mucho la gente que ni siquiera puede nombrarlo. Maca es la misma de siempre, yo soy la misma que cuando me has conocido Teresa, ¿te importa con quién se acueste? T: Mujer... (la miró seria) E: Pues me decepcionaría mucho que te importara que se acueste con quien ella quiere y que, no lo hiciera que esté con ese cretino, pero tú misma Teresa... no pensaba que fueras así (le decía convencida, seria y muy convincente)

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Cuando Luis por fin dejó al director del hotel con quien había coincidido y se habían ido a tomar un café, subió a encontrarse con Maca, al entrar dejó el maletín sobre el sofá y se aflojó la corbata al mismo tiempo que entraba. Allí la vio enfrascada en unos papeles con el gesto serio y la habitación arreglada Luis: Vaya... esperaba encontrarte acostada M: Hola (su tono le decía con que ánimos llegaba, y eso le provocó que su estómago se contrajera haciendo que a su boca llegara un sabor amargo) Luis: No vas a levantarte M: Estoy trabajando (le dijo sin mirarlo) Luis: Vengo todo el camino pensando en ti, y después de unos días de ausencia, deberías ser considerada conmigo ¿no crees? (la mirada de Maca le respondió con un tajante “¡vete a la mierda!” que le enfadó lo suficiente como para cogerla del brazo sin apretar pero con la suficiente fuerza para levantarla y ponerla frente a él) Te he echado de menos, nena Y allí empezó un torrente en el interior de Maca, comenzó a sentir como toda ella se volvía una piedra, al notar la lengua de su marido invadir su boca, sintió profundas ganas de vomitar, pero entonces como si fuera una película, en su cabeza fueron llegándole imágenes distintas, cuando su marido le tocó con fuerza un pecho, no era su mano quien la tocaba, era la mano sedosa de Esther rodeando su piel, era la caricia más tierna que nadie le había dedicado, ni siquiera cuando su marido arremetió contra ella con fuerza apoyándola contra la pared, en su imagen llegaba la suavidad de Esther envolviéndola en la más frenética de las locuras, y cuando su marido besó su cuello, notó como su piel no respondía como lo había hecho horas antes, ante los labios ardientes y delicados de Esther, tan solo la sacó de su ensimismamiento cuando él la obligo a meter la mano en su calzoncillo, cuando la obligó a atrapar su sexo, entonces todas las miserias de Maca pudieron con el éxtasis que había vivido horas antes, otra humillación más mientras lo escuchaba jadear su mano le aprisionaba la obligaba a frotarlo cómo una fiera salvaje, cómo pudo logró separar su cabeza de la suya, le molestaba aquel perfume, odiaba el olor a hombre que llegaba hasta ella. Entonces se miraron, y Luis se encontró con una mirada inexpresiva, no había odio, ni rencor, ni asco, como otras veces, aquel gesto le descolocó, y cuando llegó a su propio orgasmo, sus ojos se entrecerraron observando a su mujer, algo en ella había diferente Cuando Esther se iba a marchar de la habitación de Teresa, ésta la detuvo en la puerta T: Espera Esther por favor E: Dime T: No es fácil para mí, lo siento, he sido educada en unos términos que... E: Me sé esos términos Teresa (le dijo decaída)

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T: Ayuda a Maca E: Ya lo he hecho. Nos hemos pasado una noche maravillosa T: ¿Una noche?, ¿y ya? (la miraba atónita con una sonrisa algo socarrona) ¿No significa nada más? E: A ver Teresa, ven siéntate (le dijo con calma) Te aprecio mucho, creo que Maca tiene mucha suerte de tener alguien como tú de verdad, pero ¿no pretenderás qué me case con ella por haberle hecho el amor? (la miraba atónita) T: Claro es que vosotras... E: A ver cariño... repite conmigo. Lesbiana T: ¡Esther no te burles de mí! E: No me burlo de ti, sí de tus argumentos. Maca tiene una vida que vivir y otra que descubrir, yo le he ayudado, mi función acaba ahí T: ¿No significa nada para ti? E: ¡Ay Teresa! Eres una romántica... ¿qué piensas que me he acostado con ella porque la amo profundamente?, ¿por qué ella me ama a mí?, no, tan solo hemos pasado una noche estupenda porque nos apetecía follar T: No creo que para Maca lo sea (le contestó ofendida por aquella palabra) E: Bueno no soy tan mala en la cama, y te aseguro que... T: ¡Calla por favor! (le dijo cerrando los ojos ya no podía soportar más aquellos vocablos) E: Maca te necesita Teresa, más de lo que ella misma puede pensar, hasta ahora no tenía un motivo para dudar, solo indicios, pero cuando una mujer prueba las delicias de hacer el amor con otra mujer, es incapaz de dudar porque todo se aclara T: Ese maldito hijo de puta (arrastró las palabras con tanto odio que Esther la miró con pena) E: Por eso Teresa, porque es un hijo de puta T: No lo puede dejar... la tiene bien cogida E: No me cuentes nada Teresa... bueno... me voy tengo que ir a trabajar (sentía la necesidad de huir no quería implicarse en nada más) T: ¿Te vas así? E: ¿Qué quieres Teresa? (la miraba fijamente)

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T: ¿No la vas a ayudar? E: Yo no puedo ayudarla T: Pero si empujarla a un infierno mayor, ¿no?, ¿era lo qué buscabas conmigo? Acercarte a mí para ganarte su confianza, ¿sólo querías acostarte con ella?, ¿era eso?, ¿solo ha sido para ti lograr su cuerpo? (las preguntas iban tomando un cariz envenenado, su tono crispado no dejaba ninguna duda de la ira que sentía hacia Esther en ese momento) E: Me voy Teresa T: No puedes negarlo ¿verdad? E: No, no puedo negarlo (lo dijo con tristeza, con pena y despacio se marchó, pero cuando fue a salir, se detuvo se giró mirando a Teresa a los ojos, pero entonces tan solo pudo agachar la mirada) Adiós Teresa sintió rabia ante aquella explicación de Esther, la odió de una manera irracional, la odió por acercarse a ella, por ser tan torpe de no ver lo que buscaba pidiéndole ayuda, sintió que su interior se revelaba contra ella En su calvario particular, Maca seguía aprisionada entre la pared y el cuerpo de su marido, la miraba fijamente mientras su mano atrapaba el rostro de la escritora, la acariciaba sin sentir otra cosa que dominio sobre ella, sus ojos así lo mostraban M: Déjame, ¿ya has acabado, no? (le dijo con tranquilidad) Luis: Sabes que no M: Pues lo siento, pero sí (con agilidad se apartó de su cuerpo y entró en el lavabo) Luis: Eso ya lo veremos Maca entró y lo primero que hizo fue abrir el grifo y lavarse las manos, no se miraba pero cuando levantó la vista aquel gesto de asco le llegó al alma, le llegó en forma de dolor que la doblegó por un momento, había pasado del cielo al infierno, ahora ya sabía lo que era, y su mente se obligaba a no pensar más allá de lo que acababa de suceder, entonces las lágrimas se sucedieron, una sensación de ahogo llegó a ella justo en el momento en que Luis entró, al verla se asustó, nunca la había visto así Luis: ¿Qué te pasa Maca?, ¡respira!... joder La puerta de Teresa sonó con fuerza, al abrir vio ante sí a un desencajado Luis y se asustó Luis: Corre a Maca le pasa algo

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T: Dios mío En el despacho Sandra esperaba alguna noticia de Esther, sabía que por fin habría salido con su idea de tener a la mujer que tanto deseaba, pero algo le había llamado la atención de sus continuas charlas, ya no parecía un objeto para ella, nunca había dado vueltas a sus relaciones esporádicas, aquello que le hacía sentir Maca sin duda, era diferente a lo que hacía y como se comportaba con las demás, la Esther astuta y ligona, hubiera desistido de cambiar su actitud por una mujer, sin embargo, por Maca lo había hecho y aquello le provocaba un sin fin de preguntas y dudas Cuando su puerta sonó sacudió sus pensamientos sobre su amiga Sandra: Adelante E: Hola Sandra: ¡Esther!... ¿qué pasa?... tienes mala cara E: No, no pasa nada... bueno si pasa pero no es conmigo Sandra: ¿Quieres tomar algo? E: No, si me voy a trabajar en nada Sandra: ¿Qué ha pasado?, estás rarita E: Me he acostado con Maca Sandra: Imaginaba que cuando llegara el momento me lo dirías con dos pompones, feliz de haber logrado tu propósito. ¿Qué ha pasado para que no sea así? E: Hasta esta mañana todo iba muy bien, hemos pasado una noche salvaje, es una mujer apasionada tal y como yo imaginaba, era la primera vez que se acostaba con una mujer, pero vamos... aprendió rápido, no hablamos mucho, prácticamente nada, nunca había hecho el amor con una mujer así, en silencio, a lo sumo algún gemido, algún quejido. Ha sido una experiencia intensa, los ojos decían las cosas, su mirada era... desesperada... como si su interior estuviera sufriendo, no sé... Sandra: Está casada E: No tenía nada que ver con eso, creo Sandra: ¿Entonces? E: No sé, creo que es una mujer atormentada, en la cama se sabe, y ella me ha dado la impresión que estaba descubriendo el sexo por primera vez. Esta mañana, nos ha descubierto Teresa

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Sandra: Joder... por un momento pensé que ibas a decir el marido (le dijo con gesto asustado) E: Casi Sandra: ¡Joder Esther! (se tapó la cara) ¿Pero qué necesidad tienes tú de meterte en estos líos? E: Lo peor ha sido que Teresa no sabía nada y es un poco, o un bastante homófoba Sandra: ¡Ale... éramos pocos y parió la abuela! E: Me ha recriminado que lo único que buscaba era tirarme a Maca (su amiga asintió elevando las cejas) No he podido defenderme Sandra: Evidente E: Y aún así me ha pedido ayudar a Maca... Sandra: ¿A qué?... el problema es que ella no sabía que tú eres una Robin Hood de los armarios... y la mujer se piensa que la vas a rescatar cual princesa en la Selva de las garras de su marido que es el malo E: Me siento mal Sandra Sandra: Ya lo veo E: Bueno ya me pasará Sandra: Aprecias a Teresa y te ha fastidiado que te dijera la verdad E: Es que, nunca he dado explicaciones a nadie... y cuando ella me las ha pedido, todo lo bueno de esta noche se ha diluido, me ha coaccionado mi libertad Sandra: Tu libertinaje Esther E: Vale, mi libertinaje (decía algo enfurecida) Sandra: ¿Sólo ha sido eso? (Esther agachó la mirada, Sandra insistió) Tú solo estarías así si te hubieran herido en tu orgullo, y eso tan solo pasó una vez E: ¡Odio que me conozcas tan bien, joder! (protestó con rabia girando la cara hacia la izquierda posando sus ojos en un cuadro donde un mar le recordó la comida en la Albufera) Sandra: Es lo que tiene. Ya veremos cuando no me tengas a tu lado E: ¿Piensas dejarme? (le preguntó volviendo a mirarla con gesto serio) Sandra: Me van a pedir matrimonio ¿recuerdas?

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E: ¡Odio al taronger! (volvió a quejarse) Sandra: Estás tocada y casi hundida Esther. ¿Qué ha pasado? E: Esta mañana, Maca me ha omitido, me ha tratado como si no hubiera existido, ¡y eso me ha jodido! (elevó la voz) Sandra: Esther... no tienes arreglo. Teresa te dice la verdad en tu cara pero aún así te pide ayuda, Maca te omite, ¿no te das cuenta que estás tomando tu propia medicina?, ¿cuántas veces has omitido tú a Ángela, y a alguna más sin pestañear? E: Pero no es igual Sandra: ¿Por qué? E: Joder porque no... porque Maca estuvo todo el tiempo buscándome, porque estuvo tonteando conmigo, porque era lo que ella quería acostarse conmigo no es para que me lo pague así Sandra: Y tú con ella. Estáis en paz, habéis empatado E: ¡Me voy! (se levantó enfadada) Sandra: Yo que tú buscaría realmente que te ha puesto de tan mal humor. Cuando has saboreado la victoria y no la puedes disfrutar Esther se marchó, se obligó a no pensar caminaba con el ceño fruncido, necesitaba borra ese mal sabor de boca. Llegó al trabajo y agradeció que Consuelo estuviera hablando por teléfono, pasó de largo, aún le quedaba media hora para cambiarse, dejó sus cosas en taquilla, se cambió, se puso una de sus camisetas escotadas y fue camino de uno de los despachos. Al abrir la puerta, su mejor sonrisa, su porte más seductor y una mirada ardiente E: ¿Cómo estás Lorena? (cerró la puerta tras de sí pasando el pestillo) Lorena: Vaya sorpresa (sonrió agradablemente al verla recostándose sobre su sillón) E: Ya ves... pasaba por aquí y me preguntaba... (se pasó lentamente la lengua por los labios sabiendo que aquel gesto enloquecía a la mujer) Si te apetecería algo La sonrisa de la médico, le dio luz verde para actuar dejando escapar de su interior una pasión desmedida que volvió loca a la mujer Cuando el médico salió de la habitación les habló a Teresa y Luis que esperaban allí, Luis con gesto serio, Teresa con miedo y nervios

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Doctor: Bueno ha sido un ataque de ansiedad, ahora está tranquila, le he dado un relajante Luis: Hoy tiene un compromiso que no puede eludir Doctor: ¿Cuándo? (le preguntó mientras se ponía la chaqueta) Luis: A las ocho Doctor: No hay problema... Luis: Gracias doctor, le acompaño T: ¿Puedo pasar con ella? Doctor: Sí, claro T: ¿Luis? Luis: Sí, sí (le dijo con el ceño fruncido) Al entrar la vio acostada tapada con el cubre con la mirada perdida hacia el mar, Teresa al verla sintió una pena profunda, ¿pensaría como ella, qué Esther nada más había aprovechado la ocasión para acostarse con la escritora?, un escalofrío recorrió su espalda T: Maca... ¿estás durmiendo? M: No T: Estoy aquí (se sentó a su lado acariciando su cabeza) Ya ha pasado... ya está M: Nada ha pasado... todo está igual (murmuró con dolor) T: Descansa, trata de descansar estoy contigo M: No me dejes sola con él, por favor T: Tranquila. Descansa A Teresa se le abrieron las nubes oscuras y pesadas que se habían puesto sobre ella desde el momento en que había visto dos cuerpos desnudos de mujer abrazados, quizá no era contra Esther contra quien debió sentir la rabia, sino, sobre Luis, ese maldito hombre que después de saber a pinceladas lo que había ocurrido, de haber chantajeado, humillado y maltratado toda la vida que llevaba junto a Maca, era más culpable de su dolor, más cretino por su tratamiento hacia ella y mucho más cruel que lo había sido Esther T: Maca... ¿duermes?

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M: No Teresa T: Quiero decirte una cosa antes que venga Luis, quiero que la pienses (susurraba pero su voz trataba de mostrarse firme) M: ¿Qué? (se dio la vuelta y la miró con los ojos vacíos, y el ceño fruncido) T: No necesitas dinero, no necesitas casa, no necesitas nada para dejar a ese pedazo de manipulador M: ¿Cómo que no Teresa? (sonrió incrédula con sus ojos tristes) T: Maca, yo tengo dinero, tengo una casa, te ofrezco todo lo que tengo con el corazón en la mano a cambio de nada, bueno sí, a cambio de verte feliz como te he visto estos dos últimos días ¿qué dices?, ¿eh? Ante su silencio mientras fruncía los labios, Teresa agregó T: Maca... es tu oportunidad... dejarlo, huir de él y sus manipulaciones... ser feliz cariño M: Gracias (le dijo emocionada con los ojos repletos de lágrimas) T: No quiero que me lo agradezcas, quiero que lo hagas (insistió con fuerza y coraje) M: ¿Y mis padres?, mi madre es la única que sabe la verdad porque Guillermina se lo contó, y en lugar de ayudarme, me presionó para que me casara T: ¡Anda que tu madre también! (le dijo molesta) M: No puedo hacerlo... hasta que no tenga la seguridad de que puedo lograr una manera de que mis padres no pierdan sus bodegas por mi culpa T: No sé toda la verdad pero, no creo que tú tengas la culpa de eso, si las pierden será por ellos mismos y porque Luisito no es trigo limpio M: Debo hacer las cosas bien... yo también tuve la culpa por darle un motivo para utilizarme T: ¡Maca piénsalo! M: No puedo implicarte a ti... de momento no puedo (dijo desanimada) T: ¿Y Esther?... ¿para ti también ha sido una noche? La puerta se abrió y ambas se callaron, Maca cerró los ojos y Luis se sentó en la mesa del salón dispuesto a trabajar. Una de las veces que entró la vio dormida y le dijo a Teresa Luis: Puedes irte Teresa

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T: No me voy a mover de aquí hasta que Maca no despierte Luis dio media vuelta y siguió trabajando, Teresa pensando T: (“No voy a dejarte las cosas fáciles, antes que tus maniobras repulsivas está Maca, vale es eso... Esther tenía razón, lo puedo decir lesbiana, sí, vale, ¿y qué?, ahora más que nunca me necesita no es hora de prejuicios ¡pero qué pedazo de desgraciado es!, aprovecharse de esa manera, claro, así está de amargadita mi pobre Maca (la miraba con gesto serio, y su mano algo temblorosa alcanzó para acariciar su frente y poner bien su mechón de cabello) Dios mío debe ser un infierno estar con una persona así de repugnante a tu lado... ¿cómo la puedo ayudar?... quizá si hablo con Guillermina, sí, ella puede guiarme, estoy segura... ¡claro por eso tiene tanto odio a Luis!, por eso la quitó del medio, ¡desgraciado! Mira me sube acidez del estómago cada vez que lo pienso. Y encima Rosario, claro tan estirada ella, seguro que por no perder su posición es capaz de anteponer la felicidad de su hija... ella me dio la advertencia... uf... y encima Esther... no pensaba yo que fuera de esa manera ha utilizado a Maca para una noche de juerga... ¿pero y Maca?... les vi buena conexión... ¿se habrá enamorado Maca o... será cómo Esther? (resopló con actitud algo nerviosa y el ceño fruncido) ¡Ay que lío con lo tranquila que estaba yo con mis correcciones y ahora pasar esto! Pero sobre todas las cosas el desgraciado ese no debe enterarse de nada, y tú Teresa, a ayudar y opinar poco sobre eso... vale sí... sobre que es lesbiana”) En el hospital Esther había evitado a Consuelo a base de entrar a quirófanos, hacer pedidos, curas, todo lo que tuviera su mente bien ocupada no quería recordar, no quería pensar tan solo quería justamente no sentir Consuelo: Vaya... vaya... así que huyéndome (le dijo asomándose al cuarto de Farmacia) E: Estoy ocupada Consuelo Consuelo: Ya... y... digo yo ¿eso tiene algo que ver con Macarena? E: Está bien, tú ganas, no pasó nada Consuelo: ¿Nada? E: Nada, absolutamente nada (le contaba sin mirarla) Consuelo: Ahora entiendo tu cara... pero Esther... no es para que te lo tomes así E: ¡Me lo tomo como me da la gana! (le dijo enfadada) Consuelo: ¡Oye a mi no me contestes así que te meto una colleja, eh! E: Estoy ocupada ¿no lo ves?

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Consuelo: Veo que te pasa algo, veo que hacía tiempo que no tenías esa cara de cordero degollao, eso es lo que veo (le decía preocupada ante la mirada de Esther agregó) Y veo que me ocultas algo E: Vale, me he tirado a Lorena en su despacho Consuelo: ¡Esther! (la ofensa fue mayor de lo esperado para Consuelo quien la miró entrecerrando los ojos y le dijo) ¿Otra vez vuelves a las andadas? E: No haber insistido... Consuelo: Eres... eres... (dio media vuelta saliendo de allí) E: Soy gilipollas, eso soy (musitó con rabia) Se acercaba la hora de marcharse del trabajo, tenía que ir a casa a cambiarse para acudir a la fiesta de despedida del curso, había estado barajando la posibilidad de no ir, pero ella no era de las que evitaba enfrentamientos, se sentía herida por la reacción de Maca, y algo desconcertada por su propia reacción, pero sin duda, no iba a dejar pasar la oportunidad de verla nuevamente cara a cara, y por que no, tratar de desafiarla, no iba a permitir a nadie volver a jugar con ella Fuera en rotonda una Sandra preocupada por Esther acudió al hospital para ver que tal estaba y tratar de animarla un rato. Al llegar vio cómo Consuelo estaba recogiendo sus cosas para marcharse también, sonrió, aquella mujer la cotilla del Hospital, era sin embargo una de las personas que más y mejor la habían ayudado con Esther. La apreciaba y sin duda, sabía que no estaba muy lejos el momento de volverla a ayudar Sandra: Hola Consue Consuelo: ¡Sandra cariño!, espera guapa que ya salgo (le dijo despidiéndose de su compañera que había llegado para revelarla) Sandra: ¿Cómo va todo? Consuelo: Tu presencia aquí me dice que tenemos problemas con la cabeza hueca de Esther Sandra: Sí (hizo una mueca de tristeza) Consuelo: Ya me ha dicho que nada de nada. Si es que no sé porque tiene que acostarse con todas las mujeres que quiere... bueno si lo sé, pero claro no está acostumbrada a una negativa y por eso hoy lo de Lorena (como era su costumbre, no se mordía la lengua) Sandra: ¿Una negativa?, ¿Lorena? No entiendo Consuelo: Me dijo que Macarena no había caído Sandra: ¿Eso te dijo? (le preguntó algo contrariada)

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Consuelo: Sí Sandra: Pero si ha pasado toda la noche con ella, ¿y esta mañana ha estado con Lorena? Consuelo: Pues eso me ha dicho... (contestaba sin entender nada) Sandra: Creo que Esther está cometiendo una locura más. ¿Sabes lo que creo Consuelo? Consuelo: No Sandra: Que Esther siente algo más que deseo por la escritora, está así porque esta mañana cuando las descubrió su secretaría, Maca se enfadó o se sintió mal y la echó a cajas destempladas, no sé que esperaba de ella lo que sí sé es que está tocada Consuelo: No puedo creer que se haya enamorado... ya sabes... Sandra: Bueno no le llames enamoramiento, mejor ilusión o gusto, sí creo que esa mujer le gusta más allá de su lunar y más allá de todo cuanto ha soñado con ella, ¿tiene relación qué hoy vuelva con Lorena?, ninguna, Esther elimina sus sentimientos a base de sexo desinteresado, de eso nunca se va a poder curar es una costumbre, una forma de evadir sus sentimientos, no hay más que verla (le hizo una señal con las cejas hacia detrás allí estaba Esther con una cara totalmente apagada) Mal vamos Consue, mal vamos La mujer la miró con gesto de pena, ¿sería verdad que se había enamorado?, Esther hacía mucho tiempo que no sentía nada hacia ninguna mujer, nada más que disfrutar de un buen rato, ¿por eso había buscado a Lorena? Su mente se hacía mil preguntas porque sin duda Esther no era la misma de siempre, y eso conociéndola era un mal síntoma E: ¿Qué haces aquí Sandra? Sandra: Pasaba y me he preguntado si ya tienes el conjunto para mi pedida. Por cierto Consuelo mañana es mi pedida Consuelo: ¡No me digas... no me habías dicho nada! (exclamó feliz) E: Claro, si dejarais de hablar de mí (dijo con tono agrio ante la mirada de las dos suspiró diciendo) No, no lo tengo, pero ahora me voy a casa tengo que ir a la despedida del curso Sandra: ¿Y mi despedida? (la miró con cara de pocos amigos) E: Mañana por la mañana me voy a Zara y me compro algo, tranquila Sandra: Bueno... no va a ser una gran fiesta pero... me hace ilusión ir mona

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Consuelo: Si hija a los suegros hay que entrarles bien desde el primer momento E: Bueno yo me voy Sandra: ¿No me esperas? (le preguntó sorprendida ante su reacción) E: Sí, va, vamos tengo que arreglarme aún y todo Lorena: Hasta mañana Esther (le ofreció una sonrisa amplia que invitaba a “mañana repetimos”) E: Hasta mañana Lorena Consuelo: ¡Pelandusca! (susurró Consuelo y ante la mirada cansada de Esther le dijo) Sí, y tú tonta. Hasta mañana Sandra: Venga vamos... ¿tienes la bicicleta? E: No Sandra: Mejor demos un paseo Durante unos minutos no dijeron nada tan solo compartían el silencio en el paseo E: ¿Estás nerviosa? (trató de desviar cualquier pregunta que pudiera recabar sobre ella) Sandra: Sí, y sé que es una tontería E: No lo es, vas a cometer la mayor locura de tu vida, es para estarlo (se puso la bandolera cruzada y la chaqueta sobre su brazo derecho) Sandra: Amar a alguien no es una locura, y el compromiso tampoco E: Sabes perfectamente que podríamos discutir sobre eso horas Sandra: Lo hemos hecho sí, pero sigo sin convencerte (sonrió con tristeza) E: Y no lo harás Sandra: Yo no, la vida quizá sí No hablaron más, no hubo nada más que decir, a veces cuando a Esther le entraba la melancolía, paseaban por la ciudad sin hablarse, tan solo acompañándose sabiendo que a pesar de todo la una o la otra, siempre estaba ahí. Y muchas veces lo había dicho Esther y era un sentimiento real, eran como hermanas. Por eso en un momento dado dejó salir algo de su corazón E: Voy a echarte de menos Sandra: Y yo

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Siguieron el camino, en silencio... En la habitación, Teresa seguía inamovible del lado de Maca, no hacía otra cosa que mirarla y pensar, miraba el mar y la miraba a ella, dormía tranquilamente con un gesto relajado, sabía que Luis no sospecharía nada, simplemente era otro ataque más, pero ahora ella sabía porque, al escucharlo entrar sintió una acidez en su estómago que le provocó mirarlo duramente Luis: Habrá que despertarla Teresa T: Aún es pronto Luis: No ha comido, tendrá que comer (se acercó a ella y si Teresa hubiera podido le hubiera gritado que no la tocara pero se mordió la lengua) Está muy pálida T: Sí Luis: Márchate a cambiarte yo me quedo con ella (le ordenó) T: Está bien... si pasa algo me llamas Luis: Claro Teresa se fue maldiciéndolo en su interior, y él se sentó junto a Maca mirándola con los ojos tristes, tras un suspiro acarició con lentitud su cara sin perder detalle, ante la caricia Maca se movió Luis: ¿Maca cómo estás? M: Mejor No le dijo nada más se levantó de la cama y siguió con su trabajo, mientras Maca sentía como le dolía el cuerpo, al moverse, sonrió por un segundo volvió a sentir la felicidad, miró su teléfono Esther no había llamado y respiró, había sido un falló tener el teléfono encendido y lo peor, que Luis estuviera allí M: ¿Y ahora qué? (se preguntó tapándose la cara con las manos) A los diez minutos de hacerse la pregunta, Teresa apareció en el cuarto, la miró con algo de temblor en sus ojos, Maca sintió algo de miedo Teresa no podía cambiar, no podía evitarla por lo que realmente eran sus sentimientos Luis: Teresa voy a tomar algo, mandaré que suban la comida a Maca, ¿tú quieres algo? T: No Luis: De acuerdo

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Al salir Maca se levantó, Teresa vio su palidez seguía algo mareada y se acercó a sujetarla pues se había tenido que sentar al borde de la cama T: ¿Estás mejor? M: Sí, un poco mareada T: Maca... ¿ya lo has pensado? (la miró fijamente colocándose delante suya) M: ¿El qué? (no sabía muy bien de lo que estaba hablándole se sentía cansada y derrotada) T: De lo que te dije, de venirte a mi casa, de que podemos salir adelante con mi dinero, no necesitas a Luis Maca, lo que necesitas es vivir y yo quiero ayudarte, tus padres saldrán adelante tienen dinero y por perder unas bodegas no van a morirse, en cambio tú, si sigues así perdiendo tu vida acabaras muriéndote de pena, cariño (Maca se conmovió de tal modo que no pudo más que abrazarse con fuerza a Teresa llorando agradecida, llorando con el sentimiento de que no le iba a abandonar y aquello para ella era una de las cosas más importantes) Yo estaré a tu lado Maca... eres inteligente, escribes de una manera que a la gente atraes, puedes seguir escribiendo y volviendo a manejar tu vida libremente sin opresiones (trataba de convencerla) M: Teresa... lo dejaría todo, dejaría lo que más amo en la vida que es escribir si con eso, pudiera perderlo a él T: No tienes que dejar nada que no sea él (la miraba a los ojos con pena) Tienes que ser la misma, la misma no, la auténtica Maca, la que sonreía ayer, la que ha salido a divertirse (se lo decía sin poder evitar emocionarse) No sé lo que haya sido Esther, si ha sido una noche yo no soy muy de esos pensamientos, ella me dejó claro que... M: ¿Qué te dijo? (le preguntó con unas ansias marcadas en sus ojos, en su mirada algo desconcertada) T: Hablamos, bueno me convenció tengo que decirte la verdad, se sentó enfrente mía y me habló muy claro, vamos, demasiado claro M: ¿Pero qué te dijo? (la miraba algo aturdida justo cuando la puerta se abría, y sus ojos le pedían respuesta rápida) Luis: Hola... he pensado que mejor como aquí contigo M: Voy... voy a ducharme... T: Voy a prepararle la ropa Maca estaba bajo el chorro potente de agua, golpeaba su cara sin piedad, una piedad que ella no suplicaba había aprendido a vivir sin ilusiones, a vivir día a día con lo que tenía, pero había cometido una gran equivocación la noche anterior que le había dejado con el alma al descubierto, ahora sabía que era lo que no tenía, de lo que carecía su vida y no estaba segura de poder seguir sin ello. Trató de no llorar pero le fue imposible, ¿qué

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habría dicho Esther que había sido?, una aventura más lo tenía claro, ella era una más de su larga lista, y sin embargo Esther había sido su primera mujer, su primera experiencia maravillosa, sus primeros besos apasionados, sus primeras caricias dulces dadas y recibidas, Esther había sido demasiadas cosas para ella en esa, su única noche Al salir comió algo junto a Luis, Teresa le había preparado la ropa y había vuelto a su habitación, él parecía más decidido que nunca a no dejarla sola y eso todavía molestaba más a la escritora que se había quedado con las ganas de saber que había dicho Esther, a pesar de imaginarlo, quería escucharlo para sepultar nuevamente la pequeña llama que había nacido en su corazón Esther ajena a todo cuanto estaba pasando, se había duchado y maquillado, no dudó ni un segundo en la ropa que iba a llevar, se arregló el pelo en una coleta, mostrando alegremente su cuello, y cuando salió hasta el comedor para coger su bolso, Sandra silbó murmurando Sandra: Pobrecilla las va a pasar canutas en cuanto te vea... quieres jugar ¿eh? E: Quiero ganar, como he ganado siempre (la miró a los ojos con una sombra que cubría sus pupilas) Sandra: Recuerda... hay que saber perder para ganar E: Sólo espero que no haya tenido problemas con su marido (dijo sin pararse mucho a pensar) Sandra: Vaya... ¿de esa manera quieres ganar? Preocupándote por ella E: ¡De verdad a veces te odio con toda mi alma! ¡me voy! Sandra: Ya me contaras... te espero despierta ¿eh? (le grito hasta escuchar el portazo) Pobre Macarena, espero sea fuerte Durante el camino en el taxi, Maca no había quitado su mirada de la ventanilla, en aquel vehículo se podía cortar el aire con un cuchillo, la tensión era tal que Teresa había ido durante todo el rato, sacándose y metiéndose el anillo de su dedo, le daba vueltas, y trataba de respirar para tranquilizarse. Cuando llegaron y Luis pagó la carrera al bajarse tuvieron escasos diez segundos para ellas y Maca lo aprovechó M: Por favor Teresa, que no se me acerque Esther Luis: ¿Bajas? M: Bajo (contestó) T: ¡Ay Jesús... ay Jesús! (repetía sin cesar para sí)

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Maca llevaba un traje chaqueta, volvía a ser la esposa escritora de un gran caballero engominado, y con traje chaqueta a jugo con la corbata y la camisa. Zapatos de tacón que le acercaban a Luis algo más, cogida de su brazo y a pesar de todo con gesto que aparentaba tranquilidad para cualquiera que no la conociera profundamente. Al entrar, una gran arreglada Merche fue hasta ella, el salón donde se celebraban las entrevistas, y ruedas de prensa, a pesar de ser pequeño, estaba acondicionado dando la sensación de estar en un lugar muy cuidadoso y que les ofrecía un alto festín Mercedes: Maca... que ganas de que llegaras, hay mucha gente y quiero presentarte a todos M: De acuerdo (sonrió) Luis: Vamos T: (“Vamos dice... eso digo yo... vamos a liarla ¡Jesús!”) Tanto los ojos de Maca como los de Teresa lo primero que hicieron al entrar fue buscar la figura de Esther, había gente era cierto, pero estaban repartidos de manera que era sencillo ubicar a los alumnos, los rostros de la gente y ambas se habían percatado que no estaba. Maca sintió un pinchazo en el corazón, Teresa un gran alivio, pero su alivio duró lo que duró su suspiro, porque por la puerta entraba una elegante Esther, a pesar de ir con vaqueros, botas elegantes de tacón negras, un cinturón ancho y una camiseta que dejaba bastante piel al descubierto, con un recogido espectacular que le daba un toque muy seductor, unido a su gran sonrisa cautivó a más de un caballero de los invitados la entrar Raúl: ¡Esther estamos aquí! (la llamó Raúl) E: Hola (sonrisa amplia y muy divertida) Oye cuanta gente ¿no? Raúl: Sí, Merche ha invitado a gente importante de las editoriales (le hacía señales con las cejas mientras le entregaba también una gran sonrisa) De aquí podemos sacar tajada E: Eso espero, sacar tajada (le dijo divertida ante la mirada de Paloma, a quién le guiñó el ojo graciosamente) A Teresa los ojos no se le cayeron al suelo, porque estaban bien seguros dentro de sus órbitas pero conociendo un poco a Esther, podía entender perfectamente que había llegado con cierto aire de provocación, con disimulo miró a Maca que justamente estaba de espaldas a ella y no la había visto aún, aquello provocó que la boca se le secara y tuviera que arrebatarle al camarero una copa de jerez, bebiéndola de un solo trago, necesitaba calmar no solo su sed, sino también, sus nervios. Esther sonreía sabía que su sonrisa mareaba a cualquiera y aunque veía que Maca estaba de espaldas, esperaba el momento en que se girara sin perder detalle T: ¿Podemos hablar un momento Esther?, os la robo ¿eh, chicos? (les dijo al grupo tratando de mostrar una sonrisa lo más convincente posible mientras cogía del brazo a Esther y se la llevaba de allí)

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E: Vaya... pensé que no querías hablarme nunca más (le dijo bebiendo de su copa) T: Por favor Esther... voy a pedirte algo E: Mira a ver que me pides, que luego te arrepientes T: Muy irónica (le demostró estar enfadada con ella) E: ¿Ah, qué no?, me pediste que ayudara a Maca y lo he hecho ¿no? T: Mira Esther, por favor por lo que más quieras no vayas a poner en un compromiso a Maca estando aquí el marido... no sabes lo que... E: Te dije que no quiero saber, no es mi problema, fue una noche Teresa... aunque por mí repetiría sin duda (sonrió de lado mientras miraba a Maca) T: Por favor no te acerques a ella, por favor E: ¿Te lo ha pedido? T: Sí, por favor (le rogaba con los ojos) E: Yo no me voy a acercar, será ella Teresa quien lo haga, ella... ya lo verás (le guiñó un ojo mirándola de arriba a bajo y diciéndole con total frescura) Estás muy guapa esta noche Teresa, muy guapa, si T: ¡Bueno! (se quejó ante el comentario) Esther volvió hacia su grupo y volvió a ponerse de manera que controlaba a Maca, justo cuando ésta se volvió sus ojos se encontraron, Teresa dio otro trago a la copa mientras llamaba al más alto responsable de la Humanidad en busca de ayuda Divina. La enfermera inclinó levemente la cabeza hacia delante, la escritora suspiró Mercedes: Esther... mira ven quiero presentarte a alguien E: Claro... ¿tú dirás? Mercedes: Es un editor está buscando una escritora de calidad que sea novel, y le he hablado de ti (le decía entre susurros) E: Ah, estupendo A Maca le tocó el turno de hablar con los encargados de repartir los libros, les hablaban tanto a ella como a Luis de los experimentos que habían estado haciendo, pero los ojos de la escritora, no fueron capaces de no mirar hacia donde Esther hablaba muy divertida con un chico joven y muy desenfadado, suspiró y de repente un flash llegó a su cabeza

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“Esther desnudándola, sus manos acariciando sus pechos sobre el sujetador, sus bocas unidas, sus lenguas reconociéndose, sus manos tratando de tocar la mayor parte de piel posible. Maca suspirando al notar la lengua de Esther recorrer su cuello, ella misma tratando de encontrar y acertar con el maldito botón del pantalón que se resistía. Y allí estaba la escritora reaccionando a las manipulaciones que Esther le dedicaba dejando de repente de estar tensa, aflojando sus músculos y sintiendo como se iba soliviantando el deseo, y fue entonces cuando sintió una necesidad moribunda de beber de sus labios para saciar esa sensación de calor que la invadía por momentos, y que Esther, con sabiduría la estaba llevando a la locura” Maca cerró los ojos, mal momento para recordar el mejor momento de su vida, bebió de su copa pero aquella risa que llegó a sus oídos de Esther la emborrachó nuevamente haciendo que su corazón latiera rápido y su sangre transportara ese sentimiento de agitación ante ella. Y tuvo que mirarla de nuevo, allí reía divertida con aquel joven Luis: ¿Te encuentras bien? (le preguntó algo nervioso) M: Sí Luis: Estás un poco pálida M: Estoy bien (bebió de nuevo zanjando la conversación) Esther dejó aquel hombre cuando vio como Maca se quedaba sola cogiendo un canapé, con habilidad y sin aparentar ninguna necesidad aunque las tuviera todas, se puso a su lado E: Hola M: Hola (contestó sobresaltada mirándola de soslayo) E: Me gustas más cuando vas con vaqueros aunque, francamente, así no estás nada mal Cogió un canapé y dejó la compañía de Maca quien se había quedado petrificada, mucho más lo había hecho Teresa que había enrollado su dedo en el lazo que rodeaba el cuello de su camisa con gesto de espanto Para Esther volver con el resto de la clase fue un alivio, había notado como sus pulsaciones se habían alterado a galope al acercarse a Maca, y mientras sonreía tratando de no mirar como su marido la cogía por la cintura su mente la sacó de allí “Una vez tumbadas en la cama, ambas desnudas su gozo fue mayor cuando sus labios ocuparon primero un pezón y después el otro, cuando con su lengua los acarició sensualmente sin perder de vista a la mujer de sus mejores fantasías, allí estaba abierta de piernas rodeando con sus talones los muslos de Esther, dejándose cubrir por ella como un suave manto de pétalos de rosa. Y conforme incrementaba el ritmo de su lengua en sus pechos, también incrementaban los movimientos de las caderas de Maca, y sus manos jugando por su pelo, entonces los labios de Esther buscaron con ansía su piel, llenándola de besos, succiones, lamidos, pequeños mordiscos notando cómo las

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impacientes manos de Maca querían tocarla con premura, recordó el calor como la inundaba, y como sabía que estaba sucediéndole lo mismo a la escritora” Esther tuvo que beber de su copa sentía ese fuego interior nuevamente quemándole la piel Mientras en un descuido de Luis, Teresa se acercó a Maca con actitud nerviosa, le pasó la mano por el antebrazo tratando de darle calor, pues notaba que era lo que le faltaba en aquel momento T: ¿Todo bien? M: Sí, todo bien. Teresa relájate que te va a dar algo T: Por un momento casi me pongo a gritar M: Tranquila, Esther no haría nada indebido T: ¿Y por qué me has dicho que no se acerque? (la miró sin comprender) M: Es más por mí que por ella T: Vaya... Mercedes: Maca guapa, vamos a dar un pequeño discurso, ¿te apetece decir algo? M: Sí, claro, será un placer T: No entiendo nada (musitó para sí dando otro trago a la copa) Merche se acercó a un micrófono que había en uno de los laterales de la sala, todos se pusieron en frente para poder captar sus palabras, justo a su lado estaba Maca, con un gesto relajado y una pequeña sonrisa, pero en un segundo, su marido se puso a su altura E: (“Hijo de puta (pensó para sí) No sabes lo que tienes y no mereces cabrón”) Merche comenzó a hablar, pero a Esther la figura de Maca la atraía sin remedio y volvió a ver las imagines nítidas en su cerebro “Daban vueltas en la cama, sabía que era la primera vez de Maca, no había dudas pero también había notado que estaba dispuesta a aprender rápido, sin mucho preámbulo dejó deslizar su dedo hacía el vientre de Maca, ésta lo alzó dejándole claro su ansía, Esther sonrió sin dejar de mirarla a los ojos, pero la escritora justo en ese momento los tuvo que cerrar, era la primera vez que alguien la rozaba deseándolo, no pudo evitar un suspiro, un gemido medio ahogado que a Esther le supo a gloria. Y allí estaba observándola mientras tocaba su humedad, los músculos de su propio estómago se retorcieron al verla, la excitación que estaba sintiendo era única, y su sexo latía dolorosamente en lo más hondo al ver cómo Maca se excitaba, como las venas de la garganta se hinchaban, como echaba para atrás su cabeza, como sus pechos se alzaban,

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como sus pezones erectos despejaban cualquier duda, y ella allí acariciando lentamente su clítoris sintiendo que se moría de placer, tan solo recordaba haber tenido esa sensación una vez en su vida, y la borró con rapidez. No había palabras, no había susurros, tan solo había una necesidad de placer arrolladora. Y ella quería conocer el tacto de aquel cuerpo que tanto había soñado, quería conocer al milímetro el tacto de aquella piel suave y caliente que estaba devorando. Y siguió llevándola al paraíso hasta que vio como su cuerpo se crispaba ante la inminente llegada de un orgasmo avasallador. Y cómo Maca tembló y apartó su experta mano de su sexo aún tembloroso estrechándola fuertemente contra ella (como un movimiento reflejo, Esther movió su mano como si pudiera notar su caricia, sin separar los ojos de Maca que seguía imperturbable mirando a Merche con una sonrisa que agradecía sus palabras, Esther suspiró) Maca la llenó de caricias y besos, indagó sobre la piel de una mujer el camino del placer, sus manos viajaron a través de su piel, Esther cerraba los ojos al sentir aquel maravilloso tacto que le estaba haciendo perder el control de la situación, durante algún tiempo había sido a base de golpes capaz de soportar el camino largo y lento hasta llegar al placer, pero en ese instante en que Maca le besaba en el cuello y dejaba rodar sus dedos entre sus pechos, sintió como una necesidad urgente demandaba su sexo y terminó por acompañar la mano de la escritora hasta aquel lugar donde por primera vez Maca llegaba y se dejaba impregnar, mientras sus ojos se movían nerviosos mirando penetrantemente aquellos otros ojos que le gritaban lo mucho que estaba disfrutando” Raúl: Al final me voy a creer que somos buenos y todo (le dijo Raúl sacándola de su ensimismamiento) Los aplausos dieron paso a la escritora, Merche la miraba realmente emocionada por su ayuda mientras los ojos jueces de tantas miradas de Luis la vigilaban, Teresa lo captó por primera vez, ahora que sabía la verdad entendía muchas cosas, muchas miradas, ese miedo de Luis reflejado en sus pupilas, miedo a saber que de alguna manera Maca podría dar el paso que él temía. Y suspiró E: ¿A qué te gusta más cuándo está conmigo? (le preguntó Esther sacándola a su vez de sus pensamientos, ante su mirada dura Esther le sonrió de manera conciliadora) Anda relájate que estás acabando con tu pobre lazo (le señalaba el dedo que una y otra vez daba vueltas sobre la tela M: Bueno ya os lo he dicho muchas veces, pero os lo vuelvo a repetir, para mí ha sido un placer compartir el tiempo con vosotros, creo que ahora que están aquí la gente que os puede echar una mano, deberían saber que habéis sido un grupo de los mejores que he tenido en mis años de cursos, y os aseguro que he tenido unos cuantos T: Demasiados (se quejó Teresa a Esther) E: Sí, hay que ganar dinero ¿no? (Teresa la miró con un gesto de “si tú supieras”) Me lo imagino T: No, no te lo imaginas

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M: La verdad que me siento muy orgullosa de vuestro trabajo, y también de haber podido aprender cosas a vuestro lado, ¡y no me enrollo más!, tan solo os repito lo que os he ido diciendo, escribir es un placer, disfrutadlo Los aplausos volvieron a invadir la sala, y a Maca la sonrisa se le volvió sincera, mucho más cuando vio como la miraba Esther y la aplaudía, se sintió bien, y una exhalación profunda le ayudó a digerir muchas cosas. Tuvo que aguantar los saludos de la gente sus palabras, mientras su mente volvía a fallar y le transportaba a donde tanto había disfrutado: “Esther se había quedado dormida, era casi perfecta, la miraba sin cansarse le acariciaba sin tocarla, la miraba y la deseaba, había conseguido lo que tantas noches y tantos días se había ido preguntando, ¿alguna mujer le haría sentir?, pues allí estaba la persona que lo había logrado, en su cama, llevándola a la locura más apasionante que jamás había vivido, le gustaba cuando reía, le gustaba cuando la miraba, pero le encantaba mirarla dormir, era tan frágil entonces, era como un ángel a quien ella quería adorar, y cuidar. Finalmente antes de dormirse le dejó un suave beso en los labios, y pasó su mano por la cintura desnuda y aún caliente del esfuerzo y la pasión, estrechándola fuertemente contra ella como si de ese modo, no pudiera perderla jamás” T: Has estado muy bien (entonces Maca le dijo algo en voz baja al oído, que a Teresa le dejó boquiabierta) ¿Estás segura Maca? M: En mi vida lo he estado tanto Teresa pensaba exaltada que aquello era una locura, caminaba despacio entre la gente que se había unido al evento, no sabía de donde salía tanta, o realmente lo que no sabía era si había estado siempre allí pero sus ojos tan solo habían captado los movimientos entre Maca y Esther T: (“Y ahora quiere verla... encima Esther tiene razón y ha sido ella... ¡esto me llevará al infarto!... ¿y ahora dónde se ha metido Esther?”) En el grupo donde Maca estaba y donde Luis reía orgulloso de las palabras de uno de los mayores editores del negocio, aprovechando la coyuntura que existía, ella le tocó suavemente el brazo y le dijo en el oído: M: Voy al lavabo Luis: De acuerdo Y se fue por una puerta, justo cuando Teresa encontraba a Esther en la otra punta de la sala, al verla llegar hacia ella, Esther sintió como su corazón dio un latido esperanzador, no quiso buscar a Maca con sus ojos, tan solo sonrió a Teresa Maca estaba en el lavabo se miraba en el espejo y sentía su corazón latir a toda mecha, sentir tantas cosas le hacían pensar que estaba andando sobre un hilo demasiado fino como un fonambulista y que, en cualquier momento tras un paso en falso era tan

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probable la caída que sentía esa emoción a enfrentarse a sus propios miedos, emoción, que jamás antes había aparecido en ella. Resopló tratando de esa manera de estar lo más tranquila posible. Cuando la puerta del lavabo se abrió, giró lentamente la cabeza hasta que sus ojos se encontraron con la figura de Esther, una Esther que dio un paso el justo para pasar y desplazarse hasta la izquierda quedándose apoyada sobre los ladrillos de un rosa suave, tras apoyarse, cerró la puerta, Maca se había quedado quieta frente a la grifería observándola, la enfermera que en eso de las artes de provocación se las sabía todas se percató de inmediato que se había desabrochado un botón de la camisa, un botón que momentos antes estaba bien abrochado. Así que ella también decidió jugar sus bazas, levantó el cuello, y lentamente humedeció sus labios. La tensión sexual del momento hablaba a gritos en el silencio, los cuerpos tensos y esperando cualquier mínima señal para ejecutar lo que movía su corazón y pensamiento, el deseo, un deseo aplastante ante la lógica y la racionalidad. Maca imitó el gesto de Esther, no iba a quedarse atrás, no les separaban más de cinco pasos. La espera de quien rompía el silencio era pesada, Esther se dejaba llevar como había hecho la noche anterior por Maca, por lo que ella quería aunque sus ojos hinchados de deseo estaban provocando en la escritora que su respiración fuera en aumento, que sus pechos se movieran con un ritmo algo mayor de lo normal, el espejo chivato y enemigo de ambas, les hizo ver que más que una batalla, era un tratado de paz M: Hola (le dijo con voz segura y gruesa) E: Hola (sonrisa de medio lado, agachando la cabeza levemente para mirarla con una ceja enarcada, como esperando acontecimientos para actuar de una u otra manera) M: Quería disculparme por lo de esta mañana (su voz fue menos gruesa e incluso ligeramente temblorosa, su actitud reflejaba su tensión, tenía la mano apoyada en el frío mármol necesitaba sujeción para no caer, pero ella no notaba el frío y tuvo que despegar la mano de él porque le abrasaba) E: No me acuerdo, ¿de qué? (ladeó un poco la cabeza separando un poco sus labios jugando con la expresión más seductora que ella sabía tenía y manejaba a la perfección) M: Creo que no ha sido la mejor manera de despedirnos (dio un paso mientras se mordía el labio inferior) E: Bueno... cosas que pasan (le restó importancia mientras sus ojos se adueñaban de aquella boca) M: Pero a mí no me gusta quedar mal con la gente (trataba de mediar sus palabras, mientras deseaba tocar aquella piel que veía, aquel cuello que la llamaba) E: ¿Y?, ¿qué piensas hacer?, porque no has quedado mal, has quedado fatal (despegó su cuerpo de la pared, sus manos pedían tocar, acariciar, su respiración sin poderlo evitar se alteró) M: Lo estoy haciendo, disculparme

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E: ¿Algo más? (nuevamente la lengua viajó por sus labios, y Maca siguió ese viaje con su boca entre abierta, sus cejas elevándose un milímetro por el deseo agudo que su entrepierna sentía) M: Por mi parte nada más, ¿por la tuya? (esta vez quien la desafío fue ella, con una mirada intensa, ardiente) E: No... no tengo nada que decir (el espejo dejó fuera a Esther, pero ella veía como Maca apretaba una de sus manos, sobre su pantalón) M: Pues... E: Adiós (lo dijo de manera como si diera el veredicto final sin derecho a réplica) Fuera Teresa iba de una parte a otra con el corazón latiendo a todo motor, parecía el coche de carreras de fórmula uno, pero con un motor a punto de romperse, miraba por la ventana y controlaba los pasos de Luis, parecía estar enfrascado con Merche en una discusión, sabía que aquello le ayudaba pero no podía estar mucho tiempo, el reloj contaba cinco minutos ya, y a lo sumo, las sospechas llegarían pronto si Maca no salía. Además veía como Paloma buscaba insistentemente, y al ver que miraba hacia donde ella estaba, se temió lo peor Tras acabar con el adiós, Maca dio dos pasos para marcharse, Esther se quedó inamovible, la mano de la escritora alcanzó algo temblorosa el pomo de la puerta, Esther seguía mirándola penetrantemente, mientras la deseaba con todas sus fuerzas y luchaba por no detenerla, sabía que debía dejarla actuar, debía entender lo que había pasado y ser valiente, la noche anterior lo fue, ¿lo seguiría siendo? Cuando la mano de Maca giró el pomo hacia la derecha, algo en su interior la obligó a detenerse, giró lentamente su cabeza hacia la izquierda mirando con el ceño fruncido a Esther quien la miraba fijamente sin titubear, mostrándole lo que realmente sentía, un deseo enfermizo. Maca volvió a agachar la mirada para salir, para marcharse de aquel lugar perdiendo una vez más, Esther se daba cuenta de su lucha, se daba cuenta lo que estaba sufriendo por sus ojos, y cuando fue a mover su mano para detenerla, no le hizo falta, Maca se abalanzó sobre sus labios, dejando que la espalda de Esther se golpeara contra la pared, los besó casi hasta desgarrarlos, lamió su lengua, mientras sus manos puestas en la cara la rozaban con toda la suavidad del mundo mientras Esther no se quedaba atrás convirtiendo aquellos segundos, en un beso apasionado y deseado Fuera Teresa vio como se dirigía hacia ella Paloma, había llamado con los nudillos pero no le habían hecho caso, así que abrió la puerta y al hacerlo las encontró allí besándose con locura, dio un grito ahogado mientras abría los ojos como platos y al segundo los cerraba no queriendo ver lo que estaba viendo. Y a bocajarro con voz histérica les gritaba: T: ¡Viene una alumna!

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Fue suficiente para que Maca se separara, mirara un segundo a los ojos de Esther y saliera de allí seguida por una Teresa que miró duramente a la enfermera Paloma: Hola Macarena (pero Maca pasó de largo al igual que Teresa) Vaya... que raro... Paloma entró al lavabo mirando por si había alguien, había una puerta cerrada y otra abierta, supuso que en la cerrada había alguien, y cuando se arrodilló a mirar sospechando quien podía ser, la puerta se volvió a abrir T: ¡Qué te pasa!, ¿te has caído?, ¿te has mareado? (le preguntaba levantándola ante la sonrisa de Esther que se había subido al lavabo “Muy buena Teresita... muy buena... ¡que tía!” Pensaba Esther) Paloma: No, no, es que me estaba arreglando el pantalón (contestó algo avergonzada) T: Ah... vaya ¿vas a entrar? (elevó un poco la voz) Paloma: No, voy a este T: Ah... uf no puedo más Teresa empujó la puerta del lavabo y entró, allí una Esther que trataba de taparse la boca para que no se escuchara su risa, y una Teresa que la miraba con gesto de espanto y querer asesinarla, mientras se abanicaba con la mano sin saber que hacer. Entonces Esther bajó de la taza del water, se bajó los pantalones y se puso a orinar mientras una Teresa avergonzada se daba la vuelta para no mirarla mientras pensaba T: (“¡Pero con quién te has juntado Maca!... ¡será ordinaria y tendrá poca vergüenza!... ¡Jesús, María y José!”) Una vez Maca se había limpiado los labios, y vuelto a pintar mirándose en el reflejo de uno de los cuadros que habían antes de entrar al salón, llegó hasta donde estaba su marido, éste le dijo que se marchaban que era tarde, comenzó a despedirse de la gente, con el gesto compungido sobre todo con Merche, justo estaba por irse cuando Paloma llegó algo aturdida por lo sucedido en el lavabo, tras ella llegaba Teresa arreglándose la blusa. Se despidió de Paloma y finalmente salió acompañada de su marido y Teresa Mercedes: Chicos... de verdad... gracias... habéis conseguido que Macarena Wilson marque a todos nuestras vidas. Gracias no tengo palabras El camino de vuelta al hotel se hizo del mismo modo que la ida, aunque Teresa llevaba sus mejillas tan coloradas que estaban a punto de explotar, y el lazo algo rasgado de tanto enroscarlo en su dedo, algo abrumada miraba a Maca de reojo y ésta ausente del lugar donde estaba tan solo pensaba en la calidez de la boca de Esther En uno de los bares de ambiente de la ciudad, la enfermera bailaba con una copa en la mano, mientras se dejaba acariciar por una rubia, bebía y sonreía a la chica del

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momento, a la que había ido a buscar para ahogar pensamientos, para borrar sensaciones, no importaba quien era, no importaba su nombre, en un momento dado Esther la miró con gesto inquisitivo y la rubia por fin actuó, se mezclaron en un oscuro rincón de aquel lugar, estaba haciendo el amor mientras una rabia se apoderaba de ella, y su mirada se volvía oscura como la de un lobo en la noche Chica: Esther... para... E: No... Chica: ¡Esther coño! (le dijo apartándola de un empujón) E: Lo... lo siento (decía jadeante y asustada) Salió de allí con la boca seca, con el corazón agitado, caminaba como alma que lleva el diablo, había perdido el control convirtiéndose en una Lidia cualquiera, aquello le aterraba de igual modo que lo que había sentido en el cuarto de baño junto a Maca. Al llegar a casa a las tres de la mañana, agradeció que Sandra no estuviera esperándola. Fue directa al lavabo y vomitó, al finalizar se apoyó contra la puerta con la respiración jadeante, cerró los ojos tragando el mal sabor de su boca, se lavó los dientes con fuerza y al salir se tumbó en la cama sin siquiera destaparla E: ¿Qué estarás haciendo? En su hotel, de lado dando la espalda a su marido con los ojos abiertos de par en par, y el brazo pesado de éste como una losa sobre ella, trataba de calmar su agitado corazón, las palpitaciones eran fuertes, y rotundas, cerraba los ojos tratando de calmarse pero... no era posible ante tantas emociones, sensaciones y sentimientos. Puso el dorso de su mano bajo su oreja y pensó M: (“¿Estará sola?”) Cuatro horas antes de que ambas quedaran preguntándose la una por la otra, Teresa con el agobio de la noche, con los nervios, había llegado a la habitación y se había sentado sobre la cama resoplando como si fuera una locomotora vieja, con la vista fija en el suelo mientras en su cabeza se repetía una y otra vez la misma imagen aquel beso apasionado que pudo ver lo que su vergüenza le permitió, dos segundos T: Tengo que hablar con Guillermina... Y así lo hizo, se quitó los zapatos se quitó la camisa con su lazo enrollado de tanto subir y bajar por su dedo, se puso cómoda y después tras un suspiro prolongado marcó su número de teléfono. Espero Guillermina: ¿Sí? (apareció la voz ronca de la mujer) T: Guillermina soy Teresa (le dijo amablemente)

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Guillermina: ¿Qué le ha pasado a mi niña? (preguntó alterándose al segundo) T: Nada, nada Guillermina (se apresuró a aclararle ante el respiro que oyó perfectamente de la mujer) Tranquila es que quería hablar contigo Guillermina: Espera que me enciendo un cigarro T: Guillermina (le dijo con todo de riña) Guillermina: ¿Tú también me vas a reñir? (decía mientras sacaba su ducados y lo encendía entre toses) T: Ay Jesús... Guillermina: No he estornudado T: Tú siempre tan graciosa (reía) Guillermina: A ver... es lo único que me queda, este jodido dolor de huesos y la gracia T: No digas eso Guillermina: Diré lo otro (respondió haciendo una mueca de fastidio) T: Ay... ¡qué mujer! Guillermina: ¿Me has llamado para esta conversación de besugos? T: No, tienes razón (suspiró cogiendo fuerza) Te llamó porque sé la verdad sobre Maca (Guillermina se puso en tensión, abrió los ojos y esperó un segundo) ¿Estás ahí? Guillermina: ¿Lo sabes?, ¿ha pasado algo con Luis? T: No, verás... en el curso hay una chica que bueno... es... Guillermina: No lo digas como si hablaras de un secreto, es algo tan digno como lo demás T: Lo sé pero es que... Guillermina: ¿No irás a abandonar a mi niña porqué sea lesbiana? (su pregunta sonó totalmente ofendida) T: No, claro que no Guillermina: Ella te necesita T: Ya... (contestó algo sorprendida)

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Guillermina: Teresa eres la única persona que tiene directo a ella (le habló nuevamente con esa necesidad que a pesar de su voz cargada por los pulmones llenos de humo, le salió suplicante y sedosa) T: Lo sé... solo que no esperaba algo así (decía sin poder ocultar todavía su aturdimiento) Guillermina: Le noté que algo le pasaba, pero no pensé que fuera capaz de hacer nada, que otra vez se quedaría en una oportunidad perdida (decía seria) T: No, la verdad que no ha perdido la oportunidad al menos de pasar una noche Guillermina: ¿De verdad? (le preguntó cambiando de nuevo su actitud y hablando alegre) T: Sí, con una chica del curso Guillermina: ¡Alabado sea Dios, ha escuchado mis plegarias! T: ¿Le rezas a Dios para eso? (preguntó sorprendida) Guillermina: Pues claro, y Dios me ha dado mi segunda plegaria la primera aún no pero dale tiempo T: ¿Puedo saber cuál es? Guillermina: Que el hijo del demonio de Luis desaparezca de la faz de la tierra (dijo con rotundidad la vieja mujer que por su tono se podía percibir su odio) T: Por eso llamo Guillermina, por eso Guillermina: Imagino. ¿Qué quieres saber? T: Maca me contó pero... (se calló cómo pidiendo un poco más de ayuda por su parte) Guillermina: Fue una desgracia para mi niña, aunque si yo hubiera sabido que la mujer que la tenía así era la diabla de Lidia, no la hubiera dejado ni a sol ni a sombra, no sé cual de los dos es más hijo del demonio. Pero ella se enamoró, hubiera sufrido una decepción con ella, y hubiera podido seguir volando en libertad, pero con él, lo único que está haciendo es sufrir, cada vez más y ella se deja llevar sé que lo único que puede hacerle reaccionar es que aparezca alguien en su vida que le haga sentir nuevamente las ganas de vivir, de sentir, de amar (Teresa escuchaba con atención a la mujer que se notaba el inmenso cariño que sentía por ella) Es un desgraciado, me separó de ella porque sabía que yo era quien le animaba a dejarlo, quien le decía que debía olvidarse de sus padres, de las bodegas y debía irse (entonces con pena susurró) Sabía que viviría un infierno si no lo hacía T: Lo está viviendo siete años ¿verdad?

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Guillermina: Sí, aún recuerdo cuando tuvo que intimar con él, la pobrecita mía no cesaba de llorar, ella se resistió pero él, el cabrón le hizo entender que debía cumplir todo en el matrimonio, después estuvo tiempo sin tocarla, era como una vez obligada y humillada hacerle cada noche que sintiera un temblor en su piel por lo que podía volver a pasar, un castigo por ser como es T: Dios (cerró los ojos entendiéndolo perfectamente) Guillermina: Y fue así, no la dejaba tener amigas, la separó de todas y cada una de ellas, siempre trataba él con la gente a ella le tenía para escribir, escribía porque era la manera de vivir, pero hasta que eso llegó estuvo algo más de cuatro meses sumida en una depresión Teresa, que yo pensé que se me moría T: Pobrecita (musitó con lágrimas en los ojos) Guillermina: Todo se removió en ella, todo, se volvió apagada, la sonrisa se esfumó, su lado borde ése que todo el mundo temía, despareció, la fuerza se extinguió, yo la miraba y la veía consumirse, por eso decidí que durante una temporada me la llevaba a mi tierra T: ¿Te dejo? Guillermina: Sí, aunque venía cuando menos lo esperábamos, se presentaba allí, lo miraba todo con ojos malignos, olía su ropa, vigilaba quien entraba o salía cuando estaba allí, estuvimos tres meses donde Maca se recuperó, yo le ayudé y cuando volvió le dijo que se iba a divorciar, que no podía vivir así, había engordado, estaba fuerte, valiente (se detuvo porque el recuerdo de ver la escena en su cabeza le hacía añicos el corazón) T: ¿Y? Guillermina: Me echó de casa, rompió toda la posibilidad de que Maca y yo pudiéramos hablarnos, vernos, me sacó de su vida y creí que me moría sin mi niña, era mi ojito derecho. No supe de ella en un mes y para cuando supe, me confirmó que estaba embarazada, yo sabía lo que aquello significaba, por un lado una mujer como Maca que le encantan los niños, estaba feliz, pero por otro lado, sabía lo que habría pasado y sentía hervir las venas. A los dos meses me llamó para decirme que había abortado y que la vida no tenía sentido para ella se abandonó definitivamente (cogió aire para relatar la parte más dura que ella había vivido) Al darse cuenta la clase de vida que le esperaba a su lado, no lo dudó, trató de suicidarse, para nuestra suerte entraba en ese momento una de las criadas y al ver que se estaba tomando las pastillas logró pedir socorro, llegó Luis, le arrebató las pastillas, la llevó al médico, y amenazó a la sirvienta que si decía algo la despedía. Y el acoso por su parte aún fue mayor, no la dejaba sola ni un segundo, la tenía siempre vigilada pero era un muerto en vida, su alma estaba vacía. Yo la llamaba, hasta que un día se presentó aquí con él, la vi mejor, pero sin ser ella T: ¿Y él te dijo algo? Guillermina: No, solo me dijo que quería que trabajara Maca en su novela en una casa que tengo en el castro de Rei

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T: Típico suyo... es un cretino Guillermina: Mucho peor que eso T: La tiene dominada, yo he escuchado sus discusiones Guillermina, y sufro mucho Guillermina: ¿Le sigue llamando nena? (preguntó con la voz quebrada y una mueca terrible en su rostro que reflejaba un dolor intenso) T: Sí, nunca he sabido porque, pero esa palabra a Maca la trastorna Guillermina: Esa palabra le decía Lidia, nena, y él la usa para clavarla en el corazón, cuando él se enteró que había ido Maca ha pedirle ayuda a la maldita mujer para no casarse, fue como el castigo que podía infligirle a Maca recordarle quien es verdaderamente, y lo que él ha anulado convirtiéndola en una marioneta. Por eso Teresa... por eso... mi niña solo volverá a ser ella si encuentra una mujer que le ayude a salir de ahí T: Ya, el problema es que la mujer que ha encontrado solo quería lo que quería Guillermina: Pero lo ha logrado Teresa, y para eso ha debido mover muchas cosas en Maca T: Son siete años, claro (decía un poco más convencida) Guillermina: Siete años negándose cualquier oportunidad, y las ha tenido Teresa, ¿sabes por qué echó Luis a la anterior secretaría? T: Me dijo que porque era muy vaga Guillermina: Se le metió en la cabeza que quería acostarse con Maca, que se había enamorado de ella T: ¿Y era cierto? Guillermina: Sí, lo era, el desgraciado tiene un olfato. Por eso te contrató a ti, porque tú no supones un riesgo para él T: No entiendo Guillermina: Tú eres mayor, permite que lo diga así, tú no representas ningún peligro... eres religiosa, eres antigua una mujer que no va a ver natural lo que pasa, y es lo que él quiere. Y hasta le habrá amenazado a Maca si ve que te llevas bien con ella a contarle su verdad para que tú te escandalices (su tono era duro y afligido) T: Desgraciado (dijo elevando la voz algo ofendida) Guillermina: ¿Pero es o no?

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T: Sí, mayor soy, religiosa también Guillermina: Y piensas que no es normal lo que le pasa a Maca, por eso me llamas a mí T: ¡Mecachis! (renegó finamente) Guillermina: Pues por eso estás a su lado, y por eso necesito que sigas estando a su lado. Ahora háblame de esa chica T: Es una fresca, me ha estado utilizando a mí para llegar a Maca (se mostraba ofendida) Guillermina: Inteligente, bien (encendió otro cigarro) T: Tiene una sonrisa que embruja Guillermina: Estupendo. ¿Qué opina de Luis? T: Le llama cabrón Guillermina: Ja ja ja (explotó en una carcajada y comenzó a toser como loca) T: Guillermina... ¡no fumes! Guillermina: ¿Cómo se llama? T: Esther Guillermina: ¡Me gusta ésa Esther! T: ¡Pero si solo ha sido una noche!... ¡solo eso! (exclamaba casi fuera de si) Ahora... esta tarde casi me da un patatús Guillermina: ¿Y eso? T: Pues las he encontrado besándose en el lavabo, pero nada de un beso y ya ¿eh?, ¡Dios mío pedazo beso! (decía escandalizada ante las toses de Guillermina que reía divertida) Imagino que me acostumbraré pero no me hace ninguna gracia Esther para Maca Guillermina: Ay que me muero (decía riéndose) A ver ¿fue anoche? T: Sí Guillermina: Dame detalles, ¿ese beso dónde se lo dieron? T: En el lavabo, después de que Maca primero me dijera que no se acercara Esther a ella y después me pidió con los ojos turbios de deseo que le dijera que se acercara Guillermina: ¡De puta madre!

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T: ¡Guillermina! (la riñó seria por la palabrota) Guillermina: Me gusta... Teresa, ayúdala yo no puedo, pero tú sí, Maca te necesita no puede seguir así T: Le he ofrecido todo Guillermina para que deje a ese degenerado... pero no quiere Guillermina: No es fácil para ella, porque sigue pensando que es su culpa lo que pasó, su padre está enfermo, y aunque no se llevan digamos que demasiado bien, no quiere ser la causante de un disgusto tan grave para ellos T: Pero no entiendo como su madre no la ha ayudado, al revés, si vieras el otro día lo que me dijo Guillermina: Rosario está muerta de miedo, su posición la vuelve egoísta en lugar de apoyar a su hija, de echar a ese cretino de su vida, le pide que vaya con cuidado, que le dé un hijo, que sea buena con él porque él a pesar de que sabe lo que es ella, está a su lado y eso no todos los hombres lo harían. Ella no quiere perder esa maldita posición T: No entiendo como una madre puede ser así Guillermina: Ni yo T: Aunque Guillermina, me consta que Maca te tiene a ti como madre (le dijo con emoción y gesto dramático) Guillermina: Lo sé. Fuimos todo, y ahora desde que se casó tengo que conformarme con migajas, pero yo sigo rezando porque el desgraciado se muera, no se merece nada mejor. Y tengo que verlo estirar la pata antes que yo T: Bueno es tarde... y... te estaré robando horas del sueño Guillermina: Teresa tengo ochenta y dos años, y lo único que me estás jodiendo es la película porno, pero vamos... no hay problema cómo son repetitivas (dio otra carcajada) T: ¿Hablas en serio? (preguntó con los ojos como platos) Guillermina: ¡Pues claro! Va a resultar que eres una mojigata de verdad ¿eh? (le dijo en tono burlón) Por favor Teresa, te lo ruego, ayuda a Maca, si fue ella quien buscó a Esther en ese lavabo, eso quiere decir mucho T: Pero Esther nada más busca lo que busca Guillermina: Da igual, lo que busca también lo necesita Maca... ayúdala por favor T: No sé yo si Esther le conviene Guillermina: Le conviene, desde el momento que ve a Luis con nuestros propios ojos. Buenas noches

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T: Buenas noches Guillermina... gracias por ayudarme a entender mejor la situación Guillermina: Mi niña ha sufrido mucho... necesita ayuda T: De acuerdo. Buenas noches Al colgar, suspiró pensativa, más información que istrar pero sin duda toda la llevaba a una sola idea mientras se abanicaba exageradamente T: Pobre Maca... pero Esther... no sé... ¡menudo morreo se estaban pegando! ¡Jesús! 28 Abril 2005 La luz del día sorprendió a Esther con los ojos abiertos, escuchó como Sandra se duchaba, y trató de cerrarlos para no tener que contar nada a su mejor amiga E: (“¡Que beso mi madre!” se dijo aún sintiendo alteración en su cuerpo) Mientras tanto, Maca estaba despierta pensativa, se levantó despacio cogiendo el ordenador y marchándose a la terraza a escribir, Luis la observaba como siempre que habían discutido, o Maca había pasado una crisis él dejaba pasar las horas, los días sin infligirle más castigo, la trataba como si nada hubiera pasado y sabía perfectamente que aquello todavía trastornaba más a Maca Luis: Vamos a desayunar M: No tengo hambre Luis: Sin hambre, dúchate y te vas a pasar el día por ahí de compras, yo tengo asuntos que arreglar M: Está bien Se levantó desconectando el ordenador, aquellas palabras de Luis le alegraron suficientemente el corazón como para quedarse y que él lo notara. Luis, sin esperar a nada, conectó el ordenador, esperó mientras Maca se duchaba y revisó todo cuanto había en él, el historial de Internet, sus archivos, fotos y música, una vez todo rastreado y quedándose tranquilo, desconectó y mirando el mar sonrió Luis: (“Si... la tengo doblegada... sólo serás mía”) E: ¡Vaya beso... joder!

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La puerta de la habitación de Esther se abrió, Sandra entró algo nerviosa y al encontrarla en la cama dudó si decirle o no, pero quería marcharse tranquila de que recordaba la cita que tenía con ella Sandra: Esther... ¿estás despierta? E: ¿Qué? Sandra: Me tengo que ir ya, pero recuerda por favor... a las tres hemos quedado ¿eh? E: Sí Sandra: ¿No vas siquiera a decirme que tal estoy? (le preguntó sonriente mientras se ponía junto a la cama) E: Demasiado buena... no debería dejarte “el taronger” salir así Sandra: Tonta... (le sacó graciosamente la lengua) E: Tengo sueño Sandra Sandra: ¿No vas a contarme qué tal? E: Es muy largo y tú tienes que ir a ver a tus suegros. A la noche cuando volvamos entre cotilleos de la familia de “el taronger” hablamos Sandra: Esther por favor... no vayas a pasarte ¿eh? (le decía con el dedo amenazante al aire) E: Tranquila guapa, dame un beso (Sandra le dio un beso en la mejilla) Hoy no voy a tener otro como el del otro día ¿eh? (le guiñaba el ojo graciosa) Sandra: No. No te duermas que te conozco E: Te prometo que voy, tranquila. ¡Sandra! (la llamó cuando salía de su cuarto, ésta se giró y la miró con gesto sereno) Te quiero Al quedarse sola, sus ojos no pudieron evitar mirar hacia la derecha de su cama, allí estaba, entrecerró sus ojos sintiendo un miedo desbocado en su alma, había algo que le estaba haciendo fallar, y un suspiro profundo la ayudó a recomponer su interior E: Ya te vas... será mejor... ya te he tenido y ha sido fantástico... Se levantó y poco a poco fue quitando una a una las fotografías de Maca, las guardó en una carpeta azul de cartón y en la tapa con un rotulador negro remarcó “FIN, MACARENA WILSON”

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El desayuno entre Luis y Maca fue tenso, ninguno habló, ni siquiera se miraron como era habitual en ellos, al finalizar Luis acompañó a su mujer hasta la habitación, recogió unos papeles y los metió en su maletín, después sin decir palabra se acercó hasta ella que se había sentado frente al ordenador y le dejó un beso sobre el pelo, sin cruzar palabra alguna se fue. Maca lo miró y suspiró con una alegría incontenible, se levantó corriendo y cogió su chaqueta, fue hasta la puerta para abrirla primero escuchó para ver si se había marchado y cuando fue a abrir la puerta, escuchó claramente la voz de Teresa, sabía que estaba hablando con ella, y cerró los ojos con fuerza. La espera se le estaba haciendo eterna. Decidida cogió el teléfono y marcó un número Teresa cerraba la puerta en el mismo instante en que sonaba su móvil, fue algo contrariada ante las ordenes de Luis, al ver que era Maca abrió los ojos como platos T: ¿Maca, qué pasa?, si ya se ha ido... ¿cómo?... ¿y cómo voy a saber yo eso?... Maca por favor... ¡está bien! (le dijo algo alterada) ¡Se ha vuelto loca definitivamente! Se había terminado de bañar, Esther se llenó la bañera de agua caliente y dejó unas frutas en el interior, olía a limón, le encantaba esa mezcla sobre su piel del ácido y agua caliente, se puso una toalla sobre los ojos y una sinfonía cualquiera de Mozart tocaba para ella. Tan solo quería descansar, olvidar y prepararse para ir con Sandra, pero su mente era un puzzle que una y otra vez le hacia malas pasadas Lidia: Esther... quiero que sientas lo que es estar a un paso de la muerte y sentir placer E: Lidia, por favor no más... quiero amarte... Lidia: El amor no existe... solo existe el placer (entonces dejaba caer sobre ella la fuerza de su mano que se aferraba a un pequeño látigo) Ahora háztelo que te vea nena... háztelo sintiendo la muerte en tus espaldas, el placer en tu sexo... (susurraba con voz chirriante al oído de una Esther envuelta en sudor mientras introducía su lengua en la oreja de la enfermera) E: Lidia... (sus ojos se mostraban bañados en lágrimas) Te quiero Lidia: No necesito que me quieras, necesito ver como te follas y que me pongas como sabes... vamos... nena... vamos Se quitó la toalla arrojándola a un lado. Suspirando mientras volvía a cerrar los ojos E: Podría mirarte sin cansarme Maca... eres preciosa... no debería existir tal perfección eres un peligro y he aprendido a no amar... no quiero sufrir (su mano acariciaba su rostro, la escritora descansaba sobre su pecho) Eres demasiado peligrosa y fácil de caer en tu tela de araña, aunque tú no sepas que existe Abrió los ojos M: Esther... Esther... (la movía con fuerza) E: ¿Qué pasa? (se sentó aturdida y asustada) M: Tienes que marcharte, mi marido está a punto de llegar... por favor... vete E: Ya... ¿ya?... M: Sí, date prisa (dicho esto se dio media vuelta y se metió en el cuarto de baño) E: Joder...

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E: ¡MIER-DA! (se quejó ante sus recuerdos) Definitivamente no había sido una buena idea el baño. Salió con el albornoz, se fue hasta la cocina y se tomó un vaso de zumo fresco, después no con demasiadas ganas se vistió, un pantalón negro de tela, con una camisa verde botella, maquillada lo justo y el pelo recogido en una desenfadada coleta, se miró por última vez y murmuró: E: Vamos allá... que no se diga Abrió la puerta para salir y justo delante suya tenía a Maca a punto de llamar a la puerta M: Hola (le dio algo nerviosa) E: ¿Maca?... ¿qué haces aquí? (le preguntó con una mezcla de sorpresa y gusto) M: Pues... venía a despedirme E: ¿No nos despedimos ayer? (le preguntó enarcando una ceja mostrándose indiferente) M: Ya pero... ¿te vas? (no supo que decirle se veía allí parada frente a ella con unas ganas enormes de besarla pero cortada por la reacción fría de Esther) E: Pues sí, me iba, pero bueno, tengo un cuarto de hora... para poder despedirte en condiciones... que parece ayer te quedaste corta. Anda pasa Maca captó en seguida lo que Esther trataba de transmitirle, vio como dejaba sobre la mesa su chaqueta y su bolso, no era la misma Esther de la noche que para ella había sido mágica y le llamó la atención su modo de actuar, quizás ella también debería cambiar E: ¿Y bien? (le preguntó manteniendo su actitud fría mientras se cruzaba de brazos) M: Quizá debería irme (le dijo con tono contundente) E: ¿Y eso? (la miró sin entender muy bien) M: Bueno... puede que no te hayas enterado pero... yo no soy mujer de un cuarto de hora (le contestó ladeando un poco la cabeza y la boca, mientras mantenía una sonrisa muy típica en ella de chulería) E: ¿Ah no? M: Sabes que no... así que me despido de ti ahora, hasta la próxima ocasión que nos veamos, Esther (cuando fue a abrir al puerta con resolución, Esther puso su mano obligando a cerrar, Maca ladeó la cabeza la miró enarcando una ceja y preguntando ésta vez, sí, con su misma frialdad) ¿Qué sucede?

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Mientras por la calle paseaba arriba y abajo Teresa, en un momento dado, le dio la impresión de que Luis estaba por allí, no sabría muy bien que decir, o porque, pero le pareció verlo en una esquina T: (“Dios mío... ¿será capaz de perseguirnos?, ¿de poner a prueba a Maca?, ¡ay Teresa que hacemos!... juraría que es él, quizá debería subir... ¿o no?... no mejor no ¿qué voy a hacer yo mientras ellas están dale que te pego?... no... ¿y si me acerco?, sí, ¿y si es él y me ve a mí pero no a Maca?... ¡con lo tranquila que yo vivía!” se dijo para si) Debo hacer algo... debo hacer algo... Decidida se fue por la calle que había justo enfrente, mientras caminaba con paso firme, rezó para que hubiera otra calle que le permitiera salir hasta donde había visto a Luis, al ver que había aquella ansiada calle apremió su paso y con sofocación mientras pensaba en que no la viera fue hasta donde quería, allí estaba el hombre, se fue acercando con cuidado, sí, era él, estaba segura que era él. No sabía que hacer, quiso avisar a Maca pero quizás eso le traería mayores problemas podía decirle cualquiera excusa pero no sabía muy bien cual, se la jugó, terminó por acercarse a él y justo cuando estaba a su altura se giró propiciándole un buen susto T: Lo siento disculpe... lo siento (decía con sus mejillas rojas a punto de explotar) Hombre: Tranquila señora no pasa nada T: ¡Qué estúpida... lo siento! Hombre: Venga le perdono si me compra un cupón T: ¿Uno?, deme cinco... (decía sofocada) Hombre: De acuerdo aquí tiene, suerte para esta noche señora T: Muchas gracias (le dijo al vendedor de la ONCE) Al alejarse de él suspiró con rotundidad, no lo podía creer había confundido a un pobre hombre vendedor de cupones de la ONCE con Luis y lo peor era el susto que le había dado al hombre. Aquello le hizo entender que estaba obsesionada y que mejor que ir a la cafetería y esperar sentada lo más tranquila posible a que Maca bajara Pero Maca no podía bajar porque la mano de Esther le impedía abrir la puerta, no se decían nada pero parecían desafiarse con la mirada, con las actitudes que cada una había tomado, con los movimientos de sus cuerpos una deseando lanzarse a la otra, y la otra, deseando que se marchara, una tratando de controlar su corazón y la otra dejándose llevar por él, una y otra, ambas cara a cara desafiándose, o simplemente estudiándose. Maca miraba los labios de Esther con descaro, no iba a perder, no sabía que iba a ganar con aquello pero de momento ya había conseguido vencer muchas cosas para poder llegar hasta su casa y no estaba dispuesta a perderlas. Mientras tanto, Esther se defendía de aquella mirada ardiente, tratando de demostrar que poco le importaba, a pesar de que

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su corazón cada segundo iba aumentando su intensidad, ¿qué iba a perder?, solo sería un encuentro más E: Sígueme (sonó su voz categórica y todo lo gélida que pudo) Le dijo sin más girando sobre sus talones y avanzando por el pasillo, y Maca la siguió, no sabía si al infierno o al cielo, pero la siguió, y cada paso firme de Esther hacía que su decisión fuera tomando mayor fuerza en su interior, sí, la quería volver a tener no había duda, pero sabiendo muy bien donde estaba el límite, ella pondría la barrera necesaria para no caer en la temida red que el encanto de Maca llevaba consigo Al entrar en la habitación volvió el desafío, la tensión entre ellas podía medirse, podía tocarse en el ambiente, la mirada era ardiente en cada una de ellas, se miraban a los ojos, a los labios, nunca antes a Esther le habían retado de aquella manera y mucho menos Maca había sentido aquella locura a la que la estaba llevando la enfermera. Sin tocarse tan solo con una mirada la respiración iba aumentando, poco a poco, la caja torácica de cada una de ellas iba moviéndose con mayor frecuencia, eran segundos, a lo sumo un minuto pero aquel terrible reto era maravillosamente tortuoso. Esther se acercó un paso a Maca mirándola con avidez sin tapar nada, y Maca hizo lo mismo M: Esther... E: Me muero de ganas por besarte (le musitó sin rozarla pero mirando fijamente los labios entre abiertos de Maca) M: Hazlo ya por favor... (rogó con la voz cargada de deseo) E: Maca... (se mordió el labio y dio un pequeño paso hacia ella, parecía que iban a bailar un vals, parecía que iban a unirse para bailar un delicado vals vienés, pero la energía que manaban ambos cuerpos era tanta y tan feroz que Esther demostró que no iba a ser tan delicado y le dijo con la respiración entre cortada por el ardiente calor que sentía) Te deseo... te deseo con locura M: Y yo... (arrastró las palabras mientras la miraba insistentemente notando como su sexo presionaba contra su ropa interior, notando como sus pezones se habían clavado en el sujetador entonces cerró los ojos y tan solo dejó salir un pequeño murmullo pero con una gran dosis de pasión) Date prisa por favor Ya lo habían dicho todo entre susurros repletos de pasión, de fuego, de deseo abrasador. Sus labios por fin se abrieron para encontrarse, y el encuentro fue feroz, sediento y buscaron la manera de calmar la sed, por varios segundos sus bocas, lenguas y manos llenaron todo el espacio posible, todo el espacio que existía para tentar a la locura, sus ojos cerrados, y el sonido de los chasquidos de sus labios una y otra vez, repetitivos de sus bocas, de sus lenguas, de sus gemidos ahogados en la boca ajena. Hasta que Esther se separó, sentía como se humedecía sin remedio, como su cuerpo pedía más y vio lo que buscaba, encontró lo que anhelaba, en los ojos de Maca reflejado mucho más que lujuria E: Maca...

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M: Esther... Las manos siguieron hablando, fuera la camisa de Esther, echada por encima de la cabeza de Maca, cayendo graciosamente mientras se columpiaba sobre la lámpara de la mesa. Fuera la camisa de Maca al suelo directamente suicidándose por la velocidad de la angustia de tocar y tocar la piel deseada, así sucesivamente las piezas volaron por uno y otro lado, por último mientras Esther desabrochaba el sujetador de una más que excitada Maca, ésta se quitaba los zapatos y viceversa. El vals duró los pocos segundos que tenían de distancia hasta la cama entre besos apasionados y manos que apretaban pechos, y entonces las dos orquestas que conformaban sus interiores comenzaron a interpretar la banda sonora del placer más brutal al unísono Esther una vez en la cama dejó que su mirada resbalara por aquel cuerpo algo tostado por el sol, por aquellos pechos que aunque pequeños eran suficientes para enloquecerla, miraba aquel pubis, finamente depilado, y Maca ante aquella mirada sentía como iba su deseo enardeciendo más y más, sus manos tocando los muslos de la mujer que le había vuelto loca, la que le había hecho echarse sin paracaídas del avión, la que con una pasión desmesurada comenzaba a lamerle el vientre, algo que hizo que de su boca saliera un profundo gemido, sus dedos jugaban con sus pezones que se mostraban encantados, mientras las caderas de Maca trataban de seguir el compás de la banda sonora, y allí estaba Esther como directora dispuesta a entregarle lo que había venido a buscar a su casa, a su cama, y allí estaba Maca como si fuera una partitura la cual interpretar dispuesta a recoger todo lo que ella quisiera, sin pensar en otra cosa que no fuera desearla, sentirla, sentirse complacida en lo que antes habían sido sueños, en lo que antes habían sido imposibles y que la enfermera de la noche a la mañana lo había vuelto realidad M: Esther... te necesito... no puedo más... E: Eres preciosa, tan apetecible, me gusta tomarte sin prisas M: ¡Ah! (gimió sin remedio) Y así fue, Esther paseó su lengua por los muslos internos de una Maca que con sus manos apretaba las sábanas, la enfermera no perdía detalle de sus movimientos, sabía que estaba produciendo en ella un alud de sentimientos y emociones, le encantaba aquella visión de la mujer que poseía entregada a ella, pero disfrutaba mucho más con Maca que con ninguna otra E: Voy a llevarte al cielo, princesa M: ¡Ah! Otro gemido salió de su garganta a pesar de tratar de amortiguarlo, su respiración se había vuelto agitada y se sentía embriagada de placer, una mano se entremezcló en el pelo de Esther que con besos suaves se hizo dueña de su sexo, lo besó tan despacio, con tanta suavidad que a Maca la iba trastornando ya definitivamente sin remedio

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M: Sí, sí... sí Esther... Aquellas palabras entrecortadas por la pasión desmesurada que estaba provocando en ella, le provocaba a Esther un placer que notaba como el calor la invadía por momentos a ella misma. Y con esa calor la tomó, su lengua viajaba de norte a sur y de este a oeste, lo hacía con esmero y a la vez decisión y firmeza, una y otra vez regalando millones de pequeñas descargas que provocaban en Maca una sensación de maravillosa vivencia, Esther la vio con la cabeza echada hacia atrás y los tendones del cuello destacados como cables tirantes, los dientes apretados y notó como buscaba su mano, una mano que estaba en el muslo de la escritora apretando lo justo para provocar nuevas sensaciones en ella, entrelazó sus dedos y aquel roce súbito hizo que Esther por esa vez sintiera como su vientre se retorcía con súbita lujuria, y vio despertar un fiero deseo que seguía ardiendo en su interior, tan solo por el roce de sus dedos M: Esther... Maca susurró su nombre con tanta suavidad, con tanta ternura mientras respiraba dificultosamente con los dientes apretados, retorcida sobre la cama con las piernas rígidas y abiertas de par en par, dándose a ella, recibiendo algo tan hermoso que sentía ganas de llorar de felicidad, sintiendo conforme las caricias de Esther iban incrementando el ritmo cómo iba subiendo el fuego por toda su espina dorsal E: Grita... quiero escucharte (le musitó sobre su sexo) Y aquello fue como si abrieran en ella la barrera de la libertad, y seguía escuchando la maravillosa banda sonora de caricias, gemidos, aullidos, murmullos, sonidos de besos mientras atrapaba su sexo, una música celestial para sus oídos y los de Esther quien apretó más sus manos en los muslos de Maca haciendo que arqueara su espalda, sintiendo como era incapaz de contener el placer que sentía, haciendo que sus gemidos cada vez mayores se mezclaran en el aire con los de Esther que iba sintiendo su propio deseo ante la visión de una Maca a punto de enloquecer. Y cuando notó como llegaba al orgasmo, la observó mientras Maca gritaba sin poder controlar su voz empujada a ello por los desgarradores espasmos que la traspasaban una y otra vez E: No puedo esperar (le susurró) M: Ven (su voz sonó totalmente extasiada y su mirada estaba envuelta en una sombra de felicidad) Pero Esther era cierto que no podía esperar, acopló su sexo humedecido en el vello del pubis de Maca, sus movimientos fueron demasiado rápidos estaba demasiado cerca del orgasmo, y ante ella su diosa contemplándola mientras sus manos apretaban y ayudaban con sus movimientos, encantada de sentir aquella calor sobre ella, entonces deslizó una mano hasta uno de los pechos de Esther atrapándolo con fiereza, jugando con su dedo pulgar y el pezón, mientras las manos de Esther apoyadas sobre la cama se agarraban con fuerza al colchón a las sábanas mientras gemía sin parar, Maca seguía imprimiendo fuerza sobre el pezón y a la enfermera le pareció que las puertas del cielo se abrían ante ella, notando como la flecha del orgasmo le llegaba a lo más hondo de su ser soltando un grito que cómo ella misma se dio cuenta, no era habitual

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Tuvo que dejarse caer al lado de Maca, jadeando como una pesada locomotora, mientras la escritora trataba una y otra vez de recuperar el ritmo de su respiración, si su experiencia había sido brutal, el sentir como Esther llegaba hasta el final sobre ella, le había desatado nuevamente la respiración M: ¿Estás bien? (le preguntó al ver que se ponía una mano en la frente) E: Sí (respondió sin mirarla. Entonces Maca comenzó a recorrerla con sus labios, Esther sonrió, sintió como se acoplaba sobre ella, como sus manos le acariciaban y le dijo sin parar de sonreír) ¿Quieres matarme, es eso, verdad? M: No (sonrió ella también y por primera vez, se miraban con calma a los ojos) Quiero no salir de esta habitación, quiero sentirte una y mil veces, quiero que el mundo siga pero tú y yo nos bajemos de él (le musitaba con una voz tan maravillosa y envenenada para Esther que lo único que puedo hacer fue tragar saliva y acariciar su cara con el reverso de la mano) Quiero que me hagas sentir y hacerte sentir a ti E: Que bien hablas... pero ¿sabes? queremos lo mismo (sonrió de lado arrastrando las palabras y mirando aquellos bellos ojos) M: Pero no en un cuarto de hora, no me subestimes (le dijo recordándole su frase mientras Maca enarcaba una ceja y dejaba que su mano con libertad, se colara entre los muslos de Esther) E: Tienes razón... no en un cuarto de hora En la cafetería una desatada Teresa no sabía ya que hacer, se había tomado un café, había pedido una valenciana que le volvían loca mojándola como luna poseída en el tazón de café haciendo malabarismos para que entrara, y se había puesto a observar a la gente de aquella atestada cafetería. Así se había distraído por un buen rato, hasta que miró el reloj, se le había ido el tiempo, pero Maca llevaba más de una hora con Esther T: (“¡Claro para ponerse al día tras siete años!... ¡ay Teresa que tú no estás preparada para esas cosas! (se repetía mirando el reloj) ¿Estarán todo el tiempo haciéndolo?, ¿y cómo lo harán?, ¿y qué harán?”) ¡Camarero! (alzó la voz nerviosa ante sus preguntas) Camarero: Usted dirá señora T: Un café con un chorrito muy pequeño de ron por favor, no espere Camarero: Claro lo que usted quiera (le sonrió haciéndole una pequeña reverencia) T: Que el chorrito sea grande, ¿eh? (le dijo bajando la voz) Camarero: Marchando para la hermosura de la cafetería (le guiñó un ojo)

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T: Ay (suspiró halagada “¿No tienes bastante ya, Maca? si al final verás tú... Luis nos va a descubrir a ella no sé que le hará pero a mí me mata”) Camarero: Aquí tiene su café tocado (le dijo bajito) T: Muy amable (suspiró removiendo el café justo cuando sonó su móvil) Mientras todo esto pasaba, en un restaurante había una silla vacía, el gesto de Sandra era de consternación, no quería amargar su fiesta, pero Esther le había fallado justamente en lo único que le había pedido, en estar presente el día más feliz de su vida, el gesto en su cara reflejaba la tristeza y su novio, que la conocía perfectamente le había dejado un beso en la mejilla a modo de recompensa Sandra: Empecemos (le dijo al ver que pasaba la hora y no había llegado) En la cafetería los ojos de Teresa se abrían como platos T: Pero Maca... por el amor de Dios... nos va a pillar tu marido... por favor ¿cómo voy a estar tranquila?, no te rías a mí no me hace gracia. ¡Y qué quieres que haga yo en cuatro horas! (le dijo exaltada) ¡Ay Jesús Maca... ay Jesús! En la cama, Maca cortó la comunicación muerta de risa E: ¿Está atacada aún? M: Sí, pobre (susurró riendo mientras Esther la echaba en la cama y subía sobre ella) Me encanta E: ¿Qué esté atacada? (le besó la punta de la nariz) M: No, que estés así (le acarició el pelo) E: A mí también me encanta M: Pero hay algo qué me gusta más (le dijo entrecerrando los ojos) E: ¿Qué? M: Esto (entonces le dio la vuelta y subió sobre ella ante la carcajada de Esther que veía como Maca se sentaba sobre su vientre observándola) Esto me gusta mucho más Los ojos hablaron de un código entre ellas, Esther sonreía, le gustaba dejarse dominar por Maca, era toda ternura y pasión, una mezcla que provocaba en ella un sin fin de sensaciones M: Y hay algo... que me gusta más aún (musitó con su voz aterciopelada) E: Sea lo que sea, hazlo

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La sonrisa de Maca le dio a entender lo que iba a pasar, Esther suspiró decidida a recibir todo cuanto quisiera, al ver que Maca apoyaba sus manos en la cama y separaba su cuerpo del suyo, abrió sus piernas entregándose a ella con total dedicación, la escritora sonrió entusiasta de ver que provocaba en ella la misma sensación que ella vivía cada vez que Esther la tomaba. Despacio posó sus labios sobre la piel erizada de la enfermera que al o suave y cálido cerró los ojos, no habían ataduras, ni látigos, ni sensación de perder, tan solo había una inmensa sensación de paz, de calmar y deseo E: Maca (susurró su nombre mientras cerraba los ojos transmitiéndole a ella lo que sentía, esa calma y deseo al mismo tiempo que la escritora le encantó sentir) Maca... hazme tuya... Y fue una orden suave, tierna, no rozaba la súplica que tantas otras veces su garganta sacó, fue un murmullo entregado pero con una entrega tan dulce, tan deliciosa que sintió como si toda ella se fundiese en el cuerpo de Maca, sus labios avanzaron como una pluma suavemente sobre su piel, notó como su lengua rozaba tan sutilmente su vientre que no pudo evitar un gemido aún con los dientes apretados, los labios fruncidos, allí estaba Maca transportándola hacia un valle verde y fresco, donde la sensación de sentirse libre le hacía entregarse a ella sin aquellas barreras que había tratado de poner, era la dulzura personificada, era la sensibilidad, la ternura. Suspiraba sin recelos, dejaba sacar de sus pulmones todo el aire y daba libertad a su voz. Cuando por fin los besos fueron acercándose a su pubis, Esther encorvó su espalda para entregar lo más rápido posible su sexo palpitante y hambriento de caricias. Y Maca lo notó, notó como su piel se erizaba como sus caderas la buscaban sin descanso, sonrió, exhaló un profundo suspiro, sin pensar en otra cosa que no fuera llenarla de placer, sus labios hicieron por primera vez el recorrido que antes había experimentado ella, sabía cada paso lo que iba a sentir, y disfrutaba de ello, le acarició suavemente con su lengua provocando otro gemido ahogado pero de mayor intensidad, sonrió y ella misma sintió el placer y el deseo mezclado palpitando en el centro de su ser. Fue paulatinamente variando el recorrido, consciente de que cada vez Esther se dejaba llevar por ella un poco más, sus exigencias las notó cuando posó sus manos en su cabeza empujándola contra su sexo, lo atrapó con los dientes suavemente, provocando que Esther quitara las manos de su cabeza y se acodara sobre el colchón, quería disfrutar de verla allí haciéndole el amor de una manera tan exquisita E: No pares Maca... joder... me estás poniendo muchísimo... ¡qué bien lo haces Maca! Y Maca sonrió, ese poder que le daba verla, ese poder que le daba sentir sus espasmos, sentirla abierta como una rosa para ella, le daba un poder que no había sentido jamás, sentirse dueña de alguien, dueña de sus emociones, dueña de sus sensaciones, amarla y hacerle sentir el placer que ella misma había experimentado, le hacían sentirse libre y feliz E: No puedo más... Maca... Maca... Y así Maca cogiéndole la mano la llevó a la locura más maravillosa que había vivido E: Uf...

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M: Oh Esther... (respondió dejándose caer sobre ella) Ya había pasado dos horas y Teresa no sabía muy bien que hacer, había paseado, había entrado a tiendas, hasta que un hambre portentosa apareció en su estómago decidida a parar aquella sensación de apetito feroz, se pidió dos platos del menú más una ensalada, allí sola miraba por la ventana, el día había salido terriblemente bello y lo había podido disfrutar, si bien lo había hecho en soledad, entonces su mente volvió a recrearle dos cuerpos de mujer desnudos y resopló, en el mismo instante en que su móvil sonó, ante lo que vio en la pantalla no pudo evitar un gritito que hubiera sido gracioso si no fuera porque también la acompañó una queja profunda: T: ¡La madre qué me parió!... ¡ay mamá perdóname!, ya no sé ni lo que digo (se decía nerviosa mirando la pantalla del teléfono mientras se mordía una uña) ¡Y ahora qué le digo yo a este elemento! (tras un suspiro contestó tratando de aparentar la mayor calma posible) Hola Luis dime Luis: ¿Dónde está Maca?, la estoy llamando al móvil y lo tiene desconectado (su voz apareció furiosa, desconfiada hablando a gritos con un tono altamente crispado que como siempre anunciaba problemas y represalias) T: ¿Desconectado? (“piensa... piensa Teresita, piensa”) Luis: Eso he dicho T: A ver Luis, Maca está en el lavabo (trató de aparentar tranquilidad) Y el lavabo está en el sótano, lo más probable es que no haya cobertura, no te preocupes que nada más suba, le digo que te llame Luis: ¿Dónde estáis? T: (“¡Ay Dios mío que esté se planta aquí!... ¿qué hago... qué hago?” decía apurada pensando una respuesta coherente) Pues no lo sé Luis, estamos por el centro ya sabes, hemos ido de tiendas Luis: De acuerdo, que me llame inmediatamente T: Sí. Descuida (colgó y se puso la mano en la frente desesperada sin saber muy bien que hacer) ¿Qué hago Dios mío? En casa de Esther, Maca seguía recibiendo besos y caricias de igual modo que ella las entregaba, la enfermera estaba sobre ella y la escritora la tenía fuertemente abrazada contra su cuerpo M: Que delicia (le susurró mientras Esther jugueteaba con su nariz por el cuello de Maca quien cerraba los ojos de tanto placer) E: Sí... eres como un dulce de chocolate para mí M: ¿De verdad? (sonrió) Nadie había hecho una comparación como esa

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E: Estás para rechuparte (se acodó sobre la almohada mirándola divertida. Pero por un momento la mirada de Maca le borró su sonrisa) ¿En qué piensas? M: Nada (pero su tono no fue lo suficientemente convincente para Esther quien le hizo una mueca de no creerse su respuesta) ¡Ay Esther! E: ¡Anda mi teléfono espera! (Maca no pudo evitar sentir un pinchazo en su estómago, movió algo su boca hacia la izquierda como tratando de controlar ese sentimiento que se había apoderado de ella, Esther ni siquiera la vio) ¿Dígame? T: ¡Esther! (gritó como loca) E: Joder Teresa me has dejado sorda (Maca la miró sorprendida) T: Que se ponga Maca... rápido... que se ponga Maca (decía alterada) E: Toma (le dio el teléfono una sonrisa y un beso para decirle) Sigue alterada M: ¿Qué pasa Teresa? (se sentó en la cama mientras Esther le besaba el hombro desnudo) T: Luis... Luis... M: ¿Luis qué? (al escuchar el nombre Esther separó sus labios de la piel que tanto le gustaba besar) Dime T: Te ha llamado, está hecho una furia... dice que tienes el teléfono desconectado ¡pero cómo se te ocurre! M: Yo no lo he desconectado Teresa... tranquilízate por favor (decía apurada) T: Pues ya puedes llamarle o nos hace picadillo, estaba muy cabreado le he dicho que estabas en el lavabo del sótano y por eso no tenías cobertura M: Joder Teresa que inventiva tienes (le dio sorprendida pero a la vez algo angustiada, Esther se había separado de ella y la observaba) T: ¡Maca... tengo miedo por ti! M: No pasa nada tranquila... ahora le llamo, de verdad tranquila T: Pero aquí hay mucho follón y lo ha escuchado y... M: Teresa tranquila (insistió) T: Maca por favor ten cuidado

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Al colgar se quedó pensativa unos segundos, Esther seguía observándola, se estiró para alcanzar el teléfono que estaba en la mesita, efectivamente el móvil estaba desconectado. Le pareció extraño, trató de conectarlo pero no funcionaba M: Mierda me he quedado sin batería (dijo agobiada) E: ¿Qué pasa? M: Mi marido ha llamado a Teresa porque no me ha localizado y se supone que estoy con ella (su voz sonaba algo temblorosa) E: Vaya... para mentir hay que saber hacerlo (sonrió de lado) M: Es la primera vez que lo hago (la miró con algo de malestar “sin duda tú debes ser maestra en mentir” se dijo) E: Saca la tarjeta del móvil, llama con el mío (le dijo abriendo la tapa trasera de su teléfono) M: Gracias E: Ven a la cama, no te vayas a constipar (le dijo mientras Maca le daba la tarjeta y le dejaba un beso en la sien) Toma... voy al lavabo Esther salió de la habitación pensando que Maca no estaba preparada para lo que sucedía entre ellas, al llegar frente al espejo con la bata puesta, suspiró, menos mal que se iba, menos mal que se separaban que al día siguiente se alejaba de ella y no seguiría viéndola E: Joder... (susurró con rabia) En la cama sentada y tapada con la sábana, Maca marcó el número de su marido M: Dime Luis: ¿Dónde estabas? Te he estado llamando M: Pues estaba en el lavabo y bajo no debe haber cobertura Luis: ¿Y Teresa? M: Comiendo Luis: ¿Dónde estáis? M: ¿A qué viene este interrogatorio? ¿qué pasa, qué ahora te ha dado por interrogarme? Luis: No te pases Maca, sólo quería saber como estás

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M: Bien Luis: ¿Por qué no oigo nada? M: Porque todo el mundo se ha callado al saber que voy a hablar con mi marido, es un acto de buena voluntad (le dijo con voz acerada) Luis: Maca... (se mordió los labios, no quería discutir pero... estaba desconcertado por la forma de hablar de su mujer) Quiero que en media hora estéis en el hotel M: Pues no va a poder ser, vamos a comer tranquilamente y cuando terminemos, iremos. Quiero pasear Luis: Maca tenemos una cena y mañana a primera hora volamos a Madrid M: ¿Una cena? Luis: Eso he dicho, tienes que arreglarte es una cena de negocios, no de placer (le dijo de modo dañino) Solo habrá hombres M: ¿Algo más? Luis: Sí... no te pases Maca... no te pases Al colgar su gesto era de un profundo hastío, se mordió el labio y volvió a llamar a Teresa para que se tranquilizara. Después, sacó su tarjeta y la puso en su móvil moribundo E: ¿Cómo sigue Teresa? M: Uf... atacada... E: Dale tiempo (le dijo sentándose sobre ella, haciendo que Maca abriera sus piernas y retirara la sábana, Esther se acopló entre ellas) Estás fría M: Sí (la miraba con los ojos envueltos en una sombra que no pudo evitar) E: Será cuestión de calentarte, ¿no crees? (su mirada lasciva llamó la atención de Maca, hacía mucho que no la miraba así) M: Mañana me voy Esther (le dijo con gesto triste. Esther trató de mostrarse lo más impasible posible) Yo... De pronto se abrió la puerta con fiereza, tal que a ambas les asustó dando un pequeño grito, Maca escondió su cara en el cuello de Esther pero le alcanzó a ver la figura de una mujer mirándola desde la puerta con gesto muy duro E: Sandra espera (se separó con rapidez de una contrariada Maca que no entendía nada y se levantó para salir tras ella mientras se ponía una camisa larga) ¡Mierda no!... Sandra...

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Maca se levantó enfadada, ¿quién era esa mujer y por qué tanto malestar reflejado en su mirada? No quiso responder a su pregunta y se vistió con rapidez, no quiso sentir la rabia que le encendía interiormente pero la estaba sintiendo de una manera que le provocaba que su rostro se enrojeciera de modo irremediable. Justo cuando estaba por salir notó como Esther llegaba E: Espera Maca Teresa había recibido la llamada de Maca y aunque trató de tranquilizarse no lo consiguió hasta que un rato después la veía llegar donde le había dicho que la esperara. Su cara era todo un poema, y Teresa se asustó precipitándose hasta ella M: No pasa nada Teresa, tranquila T: ¿Qué no pasa nada?, ¿no te has visto la cara, verdad? M: Necesito caminar (le dijo con el ceño fruncido) T: Vamos... tenemos que volver al hotel, nos está esperando Luis M: Vamos caminando, por favor Se marcharon con paso ligero, Maca con el ceño fruncido, Teresa con el ay en el corazón al verla, pero expectante a que ella le dijera algo y así fue M: Joder Teresa... no me lo puedo creer T: ¿Esther? M: Sí, estábamos juntas y ha aparecido una mujer en la habitación T: ¿Una mujer? M: Sí, ella se ha ido detrás suya llamándola nerviosa, yo me he vestido porque sentía que sobraba, y cuando me marchaba me ha detenido para decirme que era una amiga, que comparte piso con ella (no la miraba pero su tono de voz era preocupado) T: Ya... ¿y la crees? M: ¿Sabes cuál es mi preocupación? (se detuvo mirándola) T: No M: Más que si es o no su amiga, que me marcho mañana y no la voy a ver T: ¿Tú quieres seguir viéndola?

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M: Uf Teresa... (se detuvo con la frente fruncida y mirando alrededor) T: Esther... me dio la impresión que disculpa que te diga esto Maca, pero... que es un poco ligera M: Un poco bastante (sonrió de lado) T: ¿Aún así quieres seguir viéndola? M: Sí, aún así... sé que es una locura pero... no sé que voy a hacer, ella no me ha dicho nada, ha dicho “bueno... así son las cosas” T: ¿Y ya está? M: Sí, ya está (le dijo apenada) T: Mira cariño (se enganchó a su brazo y aquel tacto a Maca le supo a gloria) Tenemos que ser realistas, tienes un marido que es mejor darle de comer a parte y ver como nos deshacemos de él (Maca sonrió) No te vayas a liar ahora con una mujer que no te conviene para nada M: Es maravillosa (murmuró) Solo haría falta sacarle el escudo que lleva... ha debido de pasarlo muy mal para ser así, porque tiene una mirada cristalina por mucho que quiera ensombrecerla T: Pues a mí me ha dolido mucho que me haya utilizado (dijo quejosa) M: No te ha utilizado (sonrió) T: ¡Pero si tú misma me advertiste! No, para mí es una fresca, lo siento M: Vale, pero es una fresca maravillosa y con una sonrisa que ni te cuento... (le dijo sonriendo ampliamente) T: Eso, no me cuentes. Cuéntame del otro... del fiera... Y así le fue explicando como había hablado con Luis, entre risas descontroladas de las dos al decirle como había tenido que cambiar el teléfono de Esther para poder llamarlo, a lo que como siempre, Teresa le decía que el teléfono también comía Mientras, en casa de Esther la tensión entre ambas amigas era palpable a distancia. Una vez se había vestido se dirigió hasta la cocina donde estaba Sandra cambiada con el pijama preparándose una tila. Se pasó la lengua por los labios tratando de encontrar la disculpa correcta. Tras unos segundos en silencio ambas, finalmente Esther habló E: Lo siento Sandra... de verdad Sandra: Tranquila... no importa (le dijo sin mirarla)

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E: Si que importa, me importa (se acercó hasta ella con gesto apenado) Sandra: No Esther, si te importara, habrías venido, pero veo que no. Sabías que era un momento muy importante para mí, pero no, tú has preferido ocupar ese momento en otra cosa (Esther cerró los ojos ante la mirada dura de su amiga) No me pongas esa cara, no importa ya te lo he dicho (se salió hasta el comedor) E: Joder (susurró tapándose la cara entendiendo su enfado. Salió y se sentó a su lado) Lo siento Sandra: Déjalo ya E: Vino Maca y... no sé... no sé que me pasó Sandra: ¿Qué te va a pasar?, lo de siempre, una mujer se te abre de piernas y olvidas el mundo. Ya está E: No me hables así, vale comprendo que estés enfadada pero ya vale (gesticuló un poco con sus manos) Sandra: No Esther... no lo comprendes (la miró con la mirada apagada) ¿Y sabes por qué no lo comprendes?, porque no eres Esther García E: Sandra... Sandra: No, Sandra no... al menos déjame que me queda a gusto, eres la Esther frívola, la Esther fría, la Esther que busca tirarse a las mujeres como si fueran juguetes, juegas con ellas y cuando te has hartado los dejas a un lado y te olvidas, eres la Esther jodidamente hija de puta que he conocido (Esther la miró enfadada) Sí, Esther, eres una persona que no mide la consecuencia de sus actos, que no quiere implicarse en nada, ni con nadie, pero que no duda en pisotear a las mujeres, ¡si fueras un hombre te diría que eres un chulo! E: ¡Ya está bien! ¿vale? Sandra: No Esther, no está bien... yo quiero a mi amiga de siempre... yo quiero a la Esther que se preocupaba por todo, que me llamaba y me preguntaba como si fuera mi madre, yo quiero tener a la Esther que ayudaba a la gente, a esa Esther que acogió a un perro porque le habían atropellado aún en mi contra, y lo tuvimos aquí, a la que luego trajo a un gato porque estaba ciego, quiero a mi amiga, a la que antes de cruzarse con una hija de puta que le desgració la vida existía. Aquella Esther hubiera venido a la comida porque era amiga, aquella Esther es a la que quiero, y no por una comida (se levantó enfurecida) No, sino, porque aquella Esther era una tía de puta madre a la que quería con toda mi alma E: Vale ¿ya está?, ¡ya te has quedado bien! (le dijo con gesto duro) Sandra: ¿Qué pretendes hacer con la escritora?, ¿hundirla? (omitió su postura y sus palabras)

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E: Me voy a la cama Sandra: No, no te vas a la cama porque aún no he terminado, me encantaría que esa mujer te destruyera, me encantaría que llegara a tu corazón a tu alma, y que vieras lo que eres, me encantaría que Macarena Wilson, rescatara lo bueno que hay en ti, porque así no vales nada Esther, y sin embargo puedes valer mucho. Sabías que cuando se estaba despidiendo te estaba pidiendo a gritos que le dijeras de veros otra vez E: Mira Sandra... por hoy ya te he aguantado bastante, no tengo porque seguir haciéndolo, siento haberme olvidado de la comida, siento que se me haya ido el tiempo, ya has descargado tu furia, muy bien, ¡pero ya no me toques los cojones! Sandra: Te los tocas tu misma (le dijo sin dejar de mirarla) Quizá deberías decirle que eres cobarde, que no crees en el amor, y que nunca serás Esther García, sino, la piltrafa que dejo Lidia echada en el suelo y la hija de puta en la que la convirtió para no sufrir tú, te importa un rábano si sufren las demás. La tienes delante y no lo ves, ¿o cómo siempre, no lo vas a reconocer?, no claro, ahora te pondrás tus mejores galas y te iras en busca de cualquier tía a la que tirarte y borrar cualquier cosa que llegué a ser un peligro en tu corazón Se dio media vuelta y la dejó sola en el comedor, Esther cerró los ojos con rabia, tragó saliva con fuerza, resopló mirando al techo y después se pasó la mano por la cara. Y entonces recordó: E: Espera Maca M: Me tengo que ir E: Vale pero... que... quiero que sepas que es mi amiga Sandra, vivimos juntas M: No me tienes que dar explicaciones (le decía nerviosa sin mirarla) E: No te las doy, simplemente aclaro la situación M: Un poco comprometida, sí (entonces hubo silencio entre las dos, Maca la miraba mordiéndose el labio inferior, en actitud indecisa) Verás Esther... me marcho mañana... (se le quedó mirando) E: Sí lo sé M: Y... bueno... no te voy a ver (elevó los hombros con tristeza) E: Bueno... así son las cosas (lo dijo de una manera despreocupada) M: Si (sus ojos se entristecieron de repente, Esther seguía guardando silencio) Me voy... E: Cuídate La última mirada de Maca estaba repleta de tristeza, lo recordaba perfectamente, pero era mejor así. En ese momento, las palabras de Sandra se unieron a la mirada de Maca, trató de olvidarlo, y decidió marcharse, pero entonces vinieron a ella las palabras de Sandra como un castigo, si era cierto, era lo que iba a hacer, ir a la discoteca y cualquiera de las que allí habían le quitaran cualquier sensación que pudiera despertarse en ella, ¿y qué?, nada, no pasaba nada, Maca no era distinta a las demás, Maca era una más con la que había disfrutado, con la que había sentido diferente, sí, pero nada más. Se vistió y dispuesta a todo se marchó sin despedirse si quiera de Sandra Sandra: Uf Esther (musitó tras un suspiro al escuchar la puerta)

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La tarde estaba llegando al ocaso cuando Maca y Teresa entraban por la puerta del hotel, el recepcionista les sonrió y al segundo descolgaba el teléfono para avisar a alguien M: ¿Has visto?, el recepcionista lo está avisando T: ¡Ay Maca! si es que... no sé cómo lo soportas M: Bueno... todas estas cosas inservibles que hemos comprado, ¿las guardas tú? (le preguntaba mirando las bolsas que llevaban pues antes de llegar al hotel se habían percatado que no llevaban nada en sus manos para demostrar las compras) Espera está no que es la que llevo cosas de papelería T: Vale. Maca alegra la cara por favor M: Gracias Teresa T: Maca M: ¿Qué? T: ¿De verdad te interesa Esther? (Maca no le contestó tan sólo sonrió) Ya hemos llegado. Suerte M: Gracias Se despidieron con una sonrisa mientras Maca abría la puerta para entrar, desde la puerta podía captar la energía negativa que existía dentro del cuarto, sabía que Luis la esperaba con su mal gesto quizá leyendo un periódico, quizá con el ordenador. Exhaló un silencioso suspiro y entró con el corazón latiendo a todo tren, quería pensar en Esther, para tranquilizarse, pero fue peor, la sensación de que había perdido se hizo más patente M: Hola Luis: ¿Crees que está son horas de llegar? (le preguntó mirándola por encima del periódico, aunque había apartado un poco para contemplarla mejor) M: Falta una hora para la reunión. Me da tiempo de sobra (dejo sobre la mesita una bolsa) Luis: Llevo dos horas esperándote M: Te he avisado Luis: Y yo te he advertido que vinieras antes (se levantó del sofá, aquel gesto como si fuera un león utilizando como táctica la fuerza para cazar a su presa, no impresionó a Maca que sacó las cosas de la bolsa) Te estoy hablando no me des la espalda

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M: Luis... déjame en paz, he venido para la reunión ¿no?, pues déjame en paz (le dijo con gesto de asco) Luis: ¿Qué te pasa, eh? (le cogió del brazo hablándole entre dientes con los ojos transformados como si fueran los del lobo macho hambriento) Últimamente estás muy revoltosa M: Suéltame (lo miró con odio) Luis: Sabes que me vuelves loco cuando me miras así (se pasó la lengua por los labios) Lo sabes M: No sé si soy yo, o es que realmente estás loco (se zafó de su brazo y se metió en el lavabo) Luis: No juegues con fuego Maca, porque luego te quemas y te desmayas M: Sólo quiero que me dejes en paz Luis: Y yo quiero otra cosa (se puso tras ella desabrochándose los pantalones) M: Lo siento pero llegamos tarde a la reunión (trató de aparentar calma, una calma que perdía al escuchar el sonido nítido de la cremallera deslizándose) Luis: Si es por eso... no me importa (la cogió de la cintura atrayéndola hasta él Maca cerró los ojos y suspiró) ¿A qué hueles? (Maca no contestó sintiendo que el corazón le daba un vuelco él insistió dándole la vuelta) ¿A qué hueles te he preguntado? M: A colonia barata Luis: Mírame (le tomó por la barbilla mirándola a los ojos) M: ¿Empiezas o acabas? Luis: Quítate la blusa (Maca le hizo caso se la quitó con desgana, Luis comenzó a tocarle el pecho con su mano que al tacto le parecía áspera mientras él la observaba con atención) ¿Qué es esto? A Esther caminar le hizo bien, se le fue pasando la rabia contenida y consiguió apartar de su cabeza a Maca a base de pensar con quien podría pasar la noche. Había llegado a una tasca donde solía acudir un grupo de amigas con las que había compartido momentos tórridos, no había más que esperar, entró con la sonrisa de oreja a oreja al ver que allí estaba Ángela, ésta a su vez, le sonrió con picardía E: Buenas noches... ¡pero Ángela qué guapa estás! Ángela: Tú también

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E: ¿Puedo sentarme a tu lado? Ángela: Claro... no hace falta que preguntes Durante la cena rieron con las locuras que contaban unas y otras, también con los cotilleos y algunas parejas que se habían roto, pero también, durante la cena, Esther había tocado sin apuro alguno a Ángela, haciendo que ésta estuviera encantada y sabedora de cómo acabarían se mostraba risueña y feliz Ángela: No sé si voy a llegar a casa, ya notó la humedad del deseo en mí (le susurró con voz ardiente) E: Claro que llegarás (le sonrió divertida) Ángela: ¿Vamos directamente? E: Me apetece mucho ir a bailar Ángela: Uf pues deja el pie en tierra o no respondo (le decía bebiendo mientras sonreía) E: Lo dejaré solo si... estás completamente segura de ello (entonces sonó su móvil) Vaya... perdona... (al ver la pantalla su gesto fue de total perplejidad) En el lavabo, Luis había encontrado en Maca un pequeño morado, ésta le había recordado su furia y como no solo le había hecho ese morado, sino otros, Luis sonrió de lado y unió su boca a la de una Maca que no respondió, ni a su boca, ni a sus manos, ni siquiera cuando le hizo arrodillarse ante él, ni siquiera cuando le mandó que le hiciera una felación como a él tanto le gustaba y ella tanto odiaba, hacía tiempo que Maca había logrado evitarlo, al arrodillarse, un temblor recorrió su cuerpo como si una bala atravesara su corazón haciéndolo añicos Luis: Venga nena... que no se diga... vamos... (le puso su mano en la cabeza para atraerla cuando sonó su móvil) Joder... Salió con prisas mientras Maca resoplaba pensando que le habían salvado por poco, se había puesto sus manos sobre los muslos y aunque trató no podía dejar de temblar, se levantó con el gesto de horror marcado en su cara mientras en su corazón se había marcado un dolor intenso, otra nueva humillación, entonces se miró con rabia, se miró odiándose a ella misma, y terminó por girarse para no verse En la Marina Real Juan Carlos I, en un local muy bien ambientado, con sofás blancos junto al mar donde tomar unas copas, se habían encontrado dos mujeres, mirándose a los ojos, estudiándose T: Hola (saludó con corte regia Teresa) E: Hola Tere (respondió tratando de no reírse)

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T: Necesito hablar contigo E: Bien... ¿nos sentamos o aquí de pie? T: No, mejor sentarnos E: Que noche más bella (al ver que Teresa no estaba para esas cosas le dijo justo en el momento en que venía un camarero muy bien vestido con un pelo engominado y una barba perfecta ) Tú dirás guapa Camarero: Hola señoras, ¿qué van a tomar? T: Yo, un whisky doble (Esther la miró sorprendida) ¿Qué? E: Nada, nada... yo lo mismo Camarero: De acuerdo T: Tantas emociones no puedo sobre llevarlas yo sola (le dijo a modo de disculpa) Bueno, no sé porque te digo eso, no debe importante un pimiento E: Tere T: Me llamo Teresa, Tere es demasiado amigable E: Vale, entiendo, Teresa (“bueno otra que me viene encima, pero no la voy a soportar que con Sandra ya he tenido bastante... ¿dónde estará Maca?... bueno... que más da”) T: He venido para hablarte de Maca E: Me lo temía T: ¿Ya te has cansado de ella? (la miró duramente) E: Mira Tere, o mejor dicho Teresa (el camarero llegó y Esther guardó silencio mientras dejaba las bebidas sobre la bajita mesa, al retirarse siguió) No tengo porque darte explicaciones de nada, no lo he hecho en mi vida, y no lo voy a hacer ahora contigo T: No vengo para que me des explicaciones, vengo para pedirte ayuda E: Ya te ayudé y no te gustó T: Pero sí a Maca y eso es lo que importa (dijo sin ocultar su fastidio, Esther no dijo nada) Sé que no soy nadie para recriminarte ni a ti ni a ella, sé que no quieres saber nada de lo que le ocurre, de lo que el desgraciado hijo de puta de su marido le hace E: Vaya la bebida te suelta la lengua (le soltó de golpe con gesto de sorpresa mientras enarcaba una ceja)

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T: La bebida no Esther, la verdad de Maca que yo desconocía E: Te dije una vez que no quería saber nada, ella y yo nos lo hemos pasado bien, punto T: ¿Y si yo te digo qué quiero que sigas haciendo que ella se lo pase bien? (se había acodado a modo de confesión ante el gesto de Esther agregó) Me repatea pedírtelo a ti, pero no tengo a nadie mejor E: Perdona... ¿con quién crees que estás hablando?, ¿con una puta? Que quieres contratarme para que Maca tenga orgasmos lésbicos a falta de los otros T: Los otros también los tiene, por imposición (le soltó rápidamente para que Esther se enterara) Solo te pido que no la abandones E: Lo siento pero no sé que pinto yo, lo siento pero no me voy a prestar a esa bajeza me queda poca dignidad pero aún es algo T: Si la ayudas, si vas con ella, si consigues que sea feliz aunque sean unos ratos, prometo que te publicaran la novela E: Eso es chantaje T: No me dejas otra opción, no quieres hablar de Maca ni saber nada, sé que ella te interesa, más de lo que tú me quieres hacer ver E: Eso lo dices tú T: Eso lo dicen tus ojos, por mucho que quieras disimular, Maca te gusta y cuando la ves con él se nota tu rabia, si supieras... E: Vale... ¿y qué tengo que hacer? (la volvió a cortar sin querer saber) T: Ni idea. Tú eres la promiscua. Lo único que te voy a pedir es no hacerle daño E: Ya te vale Teresa... ya te vale... T: ¿Quieres respeto?, hazte respetar. Que precioso lugar... sí... precioso Estuvieron un rato más allí sentadas en silencio, Esther sentía que había una fuerza que la empujaba para saber que había en ese matrimonio, no le hacía falta saber mucho, pero algo sin duda fuerte para que una mujer como Maca no hiciera nada al respecto. Otra vez había una disyuntiva ¿qué tenía que perder?, nada, estar con Maca no era para nada malo, y además poder publicar la novela sin duda no había nada que perder y mucho que ganar. Sin embargo había una sombra en ella que la perseguía al caminar, no era su imagen proyectada en el suelo, cuando se detuvo para buscar un taxi, se giró mirándola, se parecía demasiado a una mujer. Una mujer que podría ponerle en apuros. Apartó la mirada y al ver la luz verde, elevó la mano y entró en el taxi sintiéndose protegida, hasta que el taxista dio la vuelta y pasó por delante del hotel, no pudo evitar que sus ojos buscaran hacia arriba como si pudiera ver lo que buscaba, ¿para qué la buscaba realmente?

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En la cama Maca repasaba la cena con aquellos hombres, recordaba como desconectó de ellos, los tantos por cien, las editoriales, nuevos contratos, nuevas entrevistas, los contenidos, el premio Planeta, todo era un sin fin de nombres y números que a ella como escritora no le interesaban lo más mínimo, desconectó para viajar por una piel, por una suavidad, por una sonrisa, una carcajada, por aquella mujer que le había hecho perder los estribos, que le había provocado un alud de emociones en su interior, ¿cómo podría seguir?, sin duda veía la dificultad a la que iba a enfrentarse, en Madrid le iba a ser muy complicado escaparse sola. Entonces volvió a ella el momento vivido en el cuarto de baño con Luis, la sensación de repugnancia, debía detener aquello, no podía seguir así, su máxima prioridad era poder deshacerse con tacto pero firmeza de quien a su lado dormía roncando sobre su oreja y abrazando su cuerpo También en su cama Teresa estaba sin poder dormir, no estaba segura de haber hecho lo correcto, daba vueltas pensativa con las palabras que Guillermina le había dicho, quizá se había dejado influenciar por ella, quizá Esther no era lo mejor para Maca. Sin embargo, durante la conversación, había captado algo en Esther que le había dado cierta tranquilidad de igual modo que el día de la fiesta había visto su malestar cuando estaba Maca con Luis, y a eso se quería aferrar, aunque no tuviera nada claro que no iba a sufrir Maca junto a ella T: Duerme que mañana viajas Metió la llave en la cerradura, entró sin hacer ruido rezando en parte para que Sandra estuviera dormida, pero en parte necesitaba contarle las cosas que le habían pasado, así que al ver que estaba la luz apagada, decidió ir hasta su habitación. Sandra estaba en su cama de 1.35, sin dormir pero guardando silencio, Esther se asomó, pero se volvió a marchar. Sandra suspiró, mirando el reloj las dos de la mañana. Entonces se volvió a abrir la puerta y vio como se acercó hasta la cama, acostándose a su lado en silencio 29 Abril 2005 La mañana del domingo llegó algo nublada y con una suave brisa que había levantado algunas olas en el tranquilo mar, aquella fue la última visión que los tristes ojos de Maca se llevaron de su estancia, del lugar donde le habían hecho feliz Luis: Nos vamos Cerca de las doce se levantó Esther, lo hizo con gesto serio, porque Sandra no estaba en la cama, ni tampoco parecía en la casa, le preocupó, miró el armario y vio que su ropa seguía allí, ¿por cuánto tiempo?, aquella pregunta y darse cuenta que la iba a perder le hizo sentir miedo, siempre había estado a su lado, siempre le había sacado de cualquier apuro, y saber que no iba a estar le hacía sentir un vacío intenso en el corazón.

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¿Egoísta?, sí, claro, en eso también la había convertido el tiempo, en egoísta. Se duchó y comió algo ligero, no tenía apetito E: ¿Qué voy a hacer?... Maca puede significar para mí lo mismo que Lidia, ambas son igual de peligrosas, y al fin y al cabo, me da igual la novela, no tengo porque hacerlo, pero por otro lado, acostarme con ella es una delicia, y no es un compromiso, por lo que se ve no va a dejar a su marido, algo grave ha ocurrido pero eso no me incumbe, solo me interesa ella, no está mal ir a Madrid de vez en cuando, estar con ella, tener un buen polvo y después venir. ¿Por qué no lo voy a hacer?, mira eso que me llevo, estoy a salvo por ese lado, puede estar muy bien... ahora... tengo que tener mucho cuidado... mucho... ¡joder Sandra dónde coño estarás!... uf... tiene tanta razón, pero ¿de qué me sirvió ser Esther García?, ¿de qué me sirvió ser buena persona?, no quiero volver a mirar a ninguna mujer con el corazón, a ninguna (entonces se levantó a por el teléfono y marcó un número) ¡Sandra! Sandra: Dime Esther E: ¿Dónde estás? Sandra: En casa de Miguel... ¿por? E: Estaba preocupada Sandra: Tranquila voy a estar aquí (le hablaba con voz cortante) E: Vale yo me voy a trabajar Sandra: De acuerdo E: ¡Sandra! Sandra: Dime E: Te quiero (le dijo cerrando los ojos con necesidad) Sandra: Que tengas buena tarde Al colgar sintió unas enormes ganas de llorar, y entonces su mente le dibujó un avión rumbo a Madrid, Macarena Wilson se alejaba de ella, a esas horas, ya debía estar llegando y ella, allí, sola justo lo que más le aterraba la soledad, era lo que tenía. ¿Nuevamente egoísta? E: Lo soy, soy una egoísta de mierda... Al llegar a su amplia casa de la Moraleja, Maca sintió nuevamente las cadenas que allí le ataban, no solamente perdía la compañía de Teresa, sino, que perdía la cierta libertad que había estado viviendo. La sirvienta, le recibió explicándole lo que había estado haciendo, y tras escucharla decidió darse una ducha y ponerse a trabajar. Ella en un

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despacho, él en otro, y así sería hasta la hora de comer, allí encerrada como decía la copla, “En una cárcel de oro” 4 Mayo 2005 Habían pasado cinco días donde no había tenido noticia alguna de Maca, tampoco de Teresa. Tanto Consuelo como Sandra habían notado en ella cierta zozobra, cierto aire despreocupado que sabían podía tratarse de algo relacionado con la ausencia de Maca. Lo habían hablado entre ellas porque en el hospital le habían llamado la atención por algunos fallos que había tenido, fallos sin importancia pero que daban muestras de que su cabeza no estaba en el trabajo. Y aquello solamente le había sucedido una vez, una vez de nefasto recuerdo para las tres. Sus cinco días habían pasado entre descuidos, pero también con el teléfono siempre encima, con poco apetito y ojos soñadores que le habían impedido ir a ninguna fiesta, ni siquiera buscar a Lorena. También había ocurrido algo nuevo para ellas, sus ganas de escribir habían vuelto a ella de una manera feroz, era como sumergirse en el mundo que ella creaba para no recordar el que ella tenía Estaba trabajando con ganas de terminar y marcharse a su casa, para continuar con la nueva novela, novela que para Consuelo era una cura de sexo E: Me voy a casa a trabajar Consuelo: Muy bien. ¿Ya tienes el traje para la boda? E: ¡No me lo recuerdes!, me quedan dos meses para perderla Consuelo: ¿Ya está menos cabreada contigo? E: Joder Consuelo, sé que fue una putada, ya no sé como disculparme, ayer hasta le hice lentejas (decía abriendo sus ojos como si fuera un hecho épico) Consuelo: ¡Madre mía, tú lentejas! E: Sí, me salieron de muerte Consuelo: Pues es que tiene razón Esther, no puede ser que... E: Para Consu, que te veo venir. Bueno me voy con Maca Consuelo: ¡Anda que ponerle Maca a la bici! (le decía negando con la cabeza) E: Pues a ella le encantó... bueno eso... y otras cositas, claro (le guiñó el ojo marchándose con una sonrisa brillante) Consuelo: No sé... no sé... ¿será verdad qué ha despertado algo en ti?

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En Madrid, Luis estaba en su despacho trabajando, sabía que Maca estaba en el suyo con Teresa, pero lo que no esperaba era verla entrar con un chándal y zapatillas de deporte Luis: ¿Qué haces vestida así? M: Voy a andar con Teresa Luis: ¿Así? (sonrió de lado) M: Sí, bueno no vengo para que me digas como tengo que salir vestida, cosa que sé perfectamente vengo a decirte que tenemos que ir a Valencia Luis: ¿A Valencia?, ¿a qué? (le preguntó mirándola desconfiado) M: Necesito más información Luis: ¡Vamos Maca!... ¡ya tuviste suficiente tiempo!... (se quejó) M: ¿Ya no recuerdas el tiempo que me tuviste encerrada en aquella horrible casa tuya de campo, para ambientar la novela? (le preguntó con la cara repleta de furia) Luis: Siempre me lo tienes que echar en cara M: Sí, necesito información, fotos y algunas cosas más. No te pido que reserves el mismo hotel, con uno mucho más sencillo nos vale Luis: ¿Cuándo piensas ir? (le preguntó burlonamente) M: Mañana Luis: Está bien... mañana irás M: Nos tenemos que llevar a Teresa, necesito su ayuda Luis: Por supuesto, vendrá Teresa M: De acuerdo Salió y fuera la esperaba una atacada Teresa, la miró con gesto de interrogación pero sin mencionar palabra, Maca le hizo un movimiento suave con al cabeza para que la siguiera, una vez fuera de su casa le dijo: M: Ha dicho que sí T: ¡Jesús, María y José! M: Me muero de ganas de verla (decía con la ilusión reflejada en su rostro y en sus ojos)

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Al llegar Esther a su casa, se encontró con Sandra preparando la mesa, la saludó y se fue corriendo al lavabo, la relación entre ellas era bastante fría por más que Esther quisiera acortar las distancias E: Ya estoy aquí. Sandra... ¿mañana vas a la prueba del vestido? Sandra: Sí, es mañana (la miró extrañada de que se acordara) E: Me he pedido el día como asuntos propios, ¿podré acompañarte? (dio un buen pinchazo a la ensalada llevándose un trozo enorme de lechuga, y sonrió) Sandra: Vaya... pensé que no te acordabas E: ¿Para qué estamos las amigas? (se puso la lechuga en la boca y le dijo con dificultad) A parte de para a veces fallar Sandra: No hables con la boca llena (le riñó con una sonrisa) Lo siento Esther, creo que me pasé E: No te pasaste, me dijiste la verdad (volvió a pinchar más lechuga) Mmmmm Sandra: A veces la verdad no es tan necesaria de decir... hay cosas que no se deben decir E: A mí sí, porque tú me haces pensar. Y sé que si hubiera sido al revés, me habría jodido mucho que no vinieras Sandra: Hay algo que te dije y de lo que sí me encantaría que hicieras. Que volvieras a ser tú E: Ya... esta pimienta es un poco fuerte ¿no? (tosió mientras apuraba el vaso de agua) Sandra: Vale captado, no quieres que vaya por ahí E: Sandra... ¡me jode que me conozcas tan bien!, pero a veces, me encanta Comieron entre risas, porque Sandra le contó como había sido la comida y las veces que tuvo que morderse la lengua porque todos hablaron mal de ella, a su madre nunca le gustó que viviera con una liviana tan frágil de bragas, y esos comentarios, eran para ellas dos en ese momento el bálsamo para como sólo puede conseguir el sentimiento de amistad, olvidar todo y volver a confiar la una en la otra Cuando Esther sacó las pastas para el café, se sentó a un lado del sofá cerca de Sandra que tenía una hora para volver al trabajo. La miró varias veces pero no le dijo nada, hasta que Sandra le soltó Sandra: Va di, ¿qué pasa? E: Nada (sonrió)

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Sandra: Sí, claro... nada... E: Vale te lo cuento pero no quiero que saques conclusiones equivocadas, este tema me tiene algo desconcertada Sandra: Este tema o ¿Maca? E: Maca, sí Sandra: Se te nota E: ¡Anda ya! (le dijo sonriendo pero sus ojos mostraron cierto temor a lo que realmente se pudiera notar) Sandra: Uf Esther... que estás pero no estás, que eres peor de lo habitual, que el otro día me encontré tus bragas sobre la encimera (decía con gesto de asco) E: ¡Pero qué dices! Sandra: No, claro, y ¿has encontrado tu zapatilla esa horrorosa de tantos colores? E: No (la miró sorprendida) Sandra: Claro está en el balcón, detrás de los geranios, debió caérsete y allí está la pobre haciendo plegaria E: Tú encantada, claro Sandra: A ver... esa era la anterior Esther E: Sandra deja de separarme, sólo hay una Sandra: Una sin esencia, pero bueno, no vamos a discutir por esto ahora. ¿Qué pasa? E: Verás... antes de marcharse Teresa me hizo una propuesta Sandra: Sí E: Yo seguía acostándome con Maca, y ella me ayudaba a publicar mi novela Sandra: ¿Dirías qué no, verdad? (le preguntó pero Esther se mordió el labio) ¡Pero Esther!, ni dignidad tienes ya ¡joder!... ¿cómo vas a hacer eso? E: No es tan malo Sandra: No, claro. Te vendes nada más

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E: Nada de risitas ¿vale? (Sandra asintió) Creo que Teresa recapacitó de lo que me había pedido, ella me dijo que Maca se pondría en o conmigo, me diría de ir a verla a Madrid, y yo le diría que sí Sandra: Pero esa llamada no ha existido E: Eso es Sandra: Y tú estás un tanto desesperada E: A ver no por lo que tú crees, a mí me gusta Maca como mujer, me lo paso de muerte con ella en la cama, pero también es una oportunidad para mí, ella está casada no va a dejar a su marido, yo puedo ser su amante, y no me importa ya sabes que no soy celosa Sandra: Eso habría que verlo E: Lo estás viendo, pero claro, tampoco quiero ser una hija de puta, había pensado llamar a Teresa y decirle que no quiero ese trato, que yo me acuesto con Maca pero sin trato, que no me importa, vaya... Sandra: Ah... muy bien... ¡qué haces una obra de caridad, eh! (se había cruzado los brazos sobre el pecho) E: No hago daño a nadie Sandra: Si no te enamoras, no, claro, pero si te enamoras habrá un día que no te valga con ser su amante. Y déjame decirte, que puede que no te des cuenta, que por eso cuando ella se despidió de ti no tuviste el valor de decirle que querías verla, porque te aterra que sucediera eso, pero... Maca no te ha dejado indiferente E: Es cierto, me parece una mujer interesante, guapa, elegante, con un tipo que me vuelve loca ese desconcierto que tiene al andar, esas formas inexactas, pero sus ojos y su boca, son una delicia. Y que decirte cuando actúa en la cama... pura pasión, era su primera vez Sandra: ¿Su primera vez? (la miró extrañada) E: Con una mujer sí, no había estado con otra mujer... Sandra: Pobre... que horror, tener que estar casada ¿sabes si le cumple al marido? E: Joder Sandra... yo que sé... bueno Teresa dijo que había aprendido a ver en su rostro cuando sí Sandra: No entiendo... ¿y no sabes nada más? E: No (se puso una galleta en la boca)

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Sandra: ¿No quieres saber, verdad? (Esther negó con la cabeza) Claro porque quieres ser amante pero ciega y sorda, sin inmiscuirte demasiado en ella E: No quiero marrones en mi vida Sandra Sandra: Eso es imposible y lo sabes E: Imagino que lo debe pasar fatal, pero prefiero pensar de otro modo, que yo, puedo hacer que se lo pase de miedo, ¡tendrías que haber visto como me pedía más! Creo que nunca me habían abatido como ella, ¡joder! Sandra: Era lo que decías, escribe apasionadamente, es apasionada E: Ni te cuento (dio una carcajada) En fin... no me ha llamado así que igual, ella ha tomado la decisión de no verme más y Teresa solo perdió los papeles Sandra: ¿Y por qué no le llamas? E: ¿Yo?, ¡eso nunca!, si quiere algo será ella quien me llame (entonces sonó su móvil y de un salto fue a por él) Sandra: ¡Joder! (susurró al verla salir corriendo) E: Mierda que no llego (pero al ver la pantalla un suspiro de decepción la inundó) Hola Ángela... ¿hoy? No mañana tengo que ir con Sandra al traje de boda (salió hacia donde estaba su amiga) Pasado mañana, sí, me hará bien salir. Hasta mañana guapa Sandra: ¡Menuda carita de decepción!, ahora... yo no he dicho nada ¿eh? E: Borde eres... te dije que nada de burlas Sandra: Me encantaría que Maca pudiera responderte cariño... que no fuera una más E: Bueno... a mí con que me deje probar su néctar de vez en cuando me vale Sandra: Ya E: ¿Ya qué? Sandra: Pues eso... que ya... E: Me voy a la ducha Sandra: Falta te debe hacer... ¡terremoto a la vista! (se dijo a si misma al verla marchar) Mientras en el despacho de Luis, aparecía un ciclón de verdad, nuevos problemas en la bodega, le hacían no poder acompañar a Maca, se mostraba enfadado, crispado con su cuñado, y como un búfalo que en la nieve respira, de igual modo le salía a él la ira por las fosas nasales

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Ansioso esperaba la llegada de la pareja, y a ambas les sorprendió cuando la sirvienta le dijo a Teresa que debía ir al despacho, Maca fue a encaminarse hacia allí pero la mujer detuvo diciéndole que eran asuntos de negocios y quería hablar nada más con ella. Ambas se cruzaron una mirada de preocupación Al llegar al despacho, el corazón a Teresa le iba a golpes, ¿se habría enterado de algo? ¿la requería por algo que había sabido y le iba a reprochar a ella? ¿la echaría del trabajo? Eso no lo soportaría, que volviera a hacerle a ella lo mismo que a Guillermina, así pues, ante la puerta se santiguó, miró al cielo imaginario que había por encima del techo de la casa, y tras una fuerte exhalación llamó Luis: ¡Adelante! T: Madre de Dios (musitó al escuchar su tono, al notar que estaba cabreado, volvió a exhalar aire, pensando únicamente en Maca) ¿Me has llamado? Luis: Siéntate (siguió hablando por teléfono) Me da lo mismo, ¡tienes que hacerlo cómo yo te digo y punto! T: (“Uy... mal vamos... por favor que no haya notado nada en Maca”) Luis: Eres un inepto y te voy a sacar de ahí, ¡ni tu hermana ni hostias!, podías parecerte a ella, tú no tienes ni puta idea de trabajar (le gritó alterado) Y si estás ahí es por ella, tenlo claro T: (“¿También tendrá que acostarse con él por eso?... ¡pobre Maca!”) Luis: Inepto (dijo colgando el teléfono, tras pasar sus manos por la cara miró a Teresa) Lo siento T: ¿Puedo ayudarte? Luis: ¿Puedes hacer que el hermano de Maca sea menos inútil? ¡vaya tipo! (se quejó poniendo sus manos en las sienes. Ante el silencio de Teresa le dijo echándose hacia detrás) Tengo que hacerte una pregunta, ¿tú qué piensas de los homosexuales? Aquella pregunta a bocajarro provocó en Teresa la misma sensación que si hubiera metido los dedos en un enchufe, la descarga que sintió cruzar su espina dorsal le hizo tensarse sobre la silla, y se imaginó a si misma como aquellos dibujos animados donde a los protagonistas les resbalan gotas de sudor tan perceptibles por su lentitud, así se sintió ella, trató de controlar todas aquellas sensaciones apretando una mano contra la otra, era la única manera que podía controlar sin que Luis pudiera notar su rigidez Luis: Disculpa Teresa, sé que esta pregunta te ha debido sorprender, pero... para mí es de vital importancia sobre algo que me han propuesto hacer y tengo dudas T: Pues... la verdad (transformó su gesto de seriedad en tedio, ladeó su labio formando esa mueca que ella sabía retransmitía lo que Luis quería ver) Yo no los entiendo, ni los acepto... ¡vamos qué! Para mí unos frescos que quieren vivir del cuento... promiscuos...

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una enfermedad que no les interesa curar, ah pero... ¡ellas peor, eh! (se santiguó “me habré pasado al santiguarme, ay que este sinvergüenza sabe algo de Maca... ay que ya tenemos el lío armao”) Luis: Bien... T: ¿No pretenderán que Maca escriba algo sobre “eso”? (preguntó acertadamente aterrada con su mano en el pecho, muy pero que muy ofendida Luis: No, no... era algo relacionado con eso pero... yo no quería ser muy injusto y quería saber tu opinión T: Pues ya la sabes... indecoroso, injustificable e inaceptable (“ya no hay más con la “i”... ay Teresa no te pases, lo que vas a tener que tragarte como un día éste se entere” Luis: Verás... sé que tú también me miras mal (Teresa pensó “pues hay otras que rezan por tu muerte, guapo”) Hubo un tiempo donde traté que Maca me amara, fui considerado con ella, le regalaba diamantes, rosas, los mejores lugares para comer, cenar, quería que se sintiera una princesa pero ella nunca me lo puso fácil. Yo la amo desesperadamente, y sólo quiero su bien, a veces sé que soy duro pero tengo mis motivos para serlo (“Cabrón... ¿qué motivos?... ay si es que desde que sé la verdad... me estoy volviendo una deslenguada”) Pero que no te quepa duda de que la amo y no habrá nadie que la ame como yo. Sé que no te importa T: Son cosas vuestras y yo nunca me he metido (le dijo con seriedad, frialdad y cierto distanciamiento) Luis: Lo sé... pero tú quizá nada más sepas una parte de la historia T: Yo no me inmiscuyo entre vosotros, mi relación con Maca es profesional y cuando sale de ese terreno es para comprar ropa o complementos (le dijo con gesto serio) Luis: Pero no quiero que me veas cómo el malo T: ¿Tanto te importa cómo yo te vea Luis? Lo único que veo, es que Maca está deprimida y que estos días en la playa le han sentado muy bien Luis: Ella es así, su carácter es depresivo (“Ja, lo que tengo que oír, no te mando a la mierda porque encima aún perdería yo y por supuesto Maca” pensó Teresa mientras ponía gesto compungido que Luis captó) Yo ya he hecho todo lo que tenía en mi mano Teresa, yo quiero que sea feliz, pero... me hizo mucho daño como hombre, y no todos lo hubieran perdonado. En fin para lo que te he llamado no era para justificarme, sino porque no voy a poder ir a Valencia (“Yupi... ole... ole y ole... ¡toma ya!” y aunque parecía Alonso celebrando la victoria de una carrera, ella mantuvo un gesto imperturbable) Pero quiero que vigiles a Maca, ella no debe saber que te pido esto, y créeme Teresa es por su bien, nunca antes te lo había pedido, pero no quiero que salga sola a ningún lado, y con tu permiso voy a coger una habitación para las dos T: A mí eso no me molesta

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Luis: Vale... Teresa... confío en ti (le dijo con un tono que a Teresa si no fuera por lo que lo odiaba, le hubiera llegado al alma) T: ¿Algo más? Luis: No, yo os llamaré T: De acuerdo. Si viera algo raro te aviso... imagino por donde van los tiros Luis: Gracias Teresa... siempre me has parecido una mujer inteligente T: ¿Algo más? Luis: No T: Adiós Al quedarse solo en el despacho resopló pasándose la mano por la cara, a veces aquella actitud de Maca le desesperaba, pero sabía que quien más tenía que perder era él, por eso no trataba de castigarla demasiado, pero la amaba tanto la deseaba tanto que no podía evitar tocarla, besarla, desearla y justamente aquello era lo que más le dolía, que siempre recibía como respuesta la indiferencia de Maca. Sus ojos duros se volvieron como gelatina cuando buscaron hacia la izquierda de su mesa un retrato donde se encontraba una Maca sonriente, una sonrisa que jamás le dedicó a él En el comedor la esperaba Maca, pero Teresa tras un gesto con sus cejas le dio a entender que no iba a hablar T: Bueno Maca... me voy a casa, Luis te dirá M: De acuerdo Justamente cuando iba a dirigirse hasta el despacho sonó el teléfono de casa, como pasaba por su lado, contestó ella M: ¿Sí? Rosario: ¡Hija! (apareció la voz desesperada de Rosario) M: ¿Qué pasa? (le preguntó alertada, no lo podía evitar, siempre que llamaba así pensaba que a su padre le había ocurrido algo) Rosario: Tu marido... acaba de despedir a tu hermano... por favor (llanto desconsolado) Haz algo, habla con él M: ¿Qué ha hecho esta vez? (preguntó cerrando los ojos pues ella sabía perfectamente que era un desastre para los negocios)

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Rosario: Nada... tu marido que es muy duro M: ¡Vaya! (sonrió de lado su tono fue tan irónico que su madre captó la indirecta) Cuando hace algo con mi hermano es duro... bueno mamá pues mira, yo no puedo hacer nada, es más, ya he hecho bastante, cada uno que aguante su vela ¿no se dice así? Rosario: Es tu hermano M: Lo sé mamá... lo sé... ¿quieres algo más? Rosario: ¿No vas a hacer nada? M: No Rosario: ¡No te entiendo! (y colgó) M: ¿Cuándo lo has hecho? (le preguntó al teléfono como si pudiera escucharla aún su madre Cerró los ojos nerviosa, nueva discusión se avecinaba, seguro que Luis le pediría algo a cambio de incorporar a su hermano a la dirección de las bodegas, aquello le hizo sentir un malestar en la boca del estómago. Pasó la lengua por sus labios y se dirigió hasta el despacho. Abrió la puerta sin llamar y lo vio mirando por la ventana con las manos detrás en la espalda, al escucharla se giró lentamente M: ¿Para qué querías hablar con Teresa? (le preguntó en la distancia con gesto adusto al igual que su tono de voz) Luis: Cosas de negocios M: Ya (asintió contrayendo duramente la barbilla) Luis: He conseguido un hotel para dos noches M: ¿Cuándo nos vamos? (lo vio acercarse y sin poderlo evitar como siempre le pasaba, sus tendones, músculos, nervios y piel, se ponían en alerta) Luis: Yo no puedo acompañaros (se detuvo mirándole los ojos penetrantemente, Maca le aguantó la mirada) Mañana tenéis un vuelo a las tres de la tarde M: De acuerdo. ¿Algo más? (le preguntó mientras él pasaba sus dedos con suavidad por los labios de Maca, ésta aguantó sin pestañear) Luis: No sé si voy a soportar tantos días sin verte (susurró con una calidez inusual en él) M: Voy a prepararme las cosas Luis: ¿No vas a preguntarme por tu hermano?, sé que acaba de llamar tu madre (le dijo al ver que ella pasaba por su lado)

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M: No Luis, si lo has echado será por algo (le dijo convencida) Luis: ¿No vas a pedirme qué lo meta otra vez en las bodegas? M: ¿Francamente? (lo miró contrayendo la barbilla en un gesto muy suyo) Me da igual Luis se sintió pequeño, aquella reacción de Maca no la esperaba, otras veces había sucumbido a lo que él le pedía para reorganizar las bodegas, en ese momento le aterró la frialdad de Maca. Se quedó pensativo con el ceño fruncido y sintió por primera vez en siete años que Maca no era Maca, que algo había en ella tanto en su mirada como en su actitud que le hizo sentirse aterrado En su casa, frente al viejo ordenador y el lápiz sujetándose en la oreja, se encontraba una Esther enfrascada en la novela, tomaba apuntes, escribía, miraba por la ventana, volvía a escribir, y aunque no lo quería reconocer pensaba en Maca E: (“¿Por qué no me llamara?”) ¡joder Esther ya vale con el temita, ya vale! (se riñó así misma Sandra: ¡Esther! E: Dime Sandra: Me acaba de llamar Consuelo que nos invita a cenar E: ¿Consue?, ¿mi Consue? Sandra: Sí, la misma E: ¡Uy terror! Si todo lo hace salado... me quedo Sandra: Gallina E: No estoy para soportar un tercer grado, no (movía graciosamente el dedo) Sandra: Quiere invitarme por la boda E: Sí, sí, y luego aprovecháis y me bombardeáis, que no que no (asentía convencidísima mientras sonreía) Sandra: No tienes arreglo ¿eh? E: Me conozco yo a al Consue, vamos como que te podría yo hacer un libro de instrucciones suyo Sandra: Está bien, pues nada... me voy (respondió resignada aunque con una sonrisa de oreja a oreja)

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E: Si me chillan las orejas sabré porque Sandra: Serán los oídos E: No, las orejas, que vosotras sois tan bestias que con los oídos no hay suficiente Sandra: De acuerdo... como quieras... luego no me preguntes E: Tranquila... no lo haré Sandra: Veremos lo que tardas guapa. No he escuchado el móvil, ¿nada de la princesa que hay que rescatar? E: No sé porque te he dicho nada... ahora no vas a parar ya con la coña... Sandra: Si te llama por favor, me pones al corriente E: Vale, para cotillear a gusto Sandra: Eso mismo, o no, mira algo mejor, vienes y nos lo cuentas (le sacó la lengua y se fue) E: Que fuerte (musitó pero entonces miró el teléfono) Si le llamo va a pensar que estoy deseándola como loca, así que mejor... esperar... seguro que te llama Esther... que la dejaste muy pero que muy satisfecha. Y yo ni te cuento... joder... pedazo corridas me pegue... si es que la tía... uf solo de pensarlo ya me pongo... uf... respira Esther... que estás escribiendo y no puedes perder tiempo... pero es que oye... para ser la primera vez la tía me dio que no veas, imagínate si le enseñas un poco más, ¡me mata! No sí... ya te digo bien caliente me estoy poniendo solo de pensarlo, oye mira, pues eso que me llevo Cerró los ojos abandonándose a las imágenes que llegaban de Maca a su mente mientras dejaba que su mano indagara lo que con tanto mimo había descubierto la escritora -: Maca... sigue... mmmmmm Cuando Teresa llegó a casa, pensó en llamar a Esther, Maca no había mencionado nada sobre ella, pero la había visto lo suficientemente pensativa y melancólica como para saber que pensaba en la enfermera. Le había quedado muy claro, porque quería volver, quería estar a su lado otra vez y por una vez, su hermano le había hecho un gran favor sin él saberlo. Allí pensativa mientras preparaba la maleta, recordaba las palabras de Luis, para él su forma de amar era para Teresa la de un psicópata, no entendía después de todo lo que Guillermina y Maca le habían contado, que se comportara así, no podía justificar con su amor el maltrato que le daba a su mujer, quizá cuando explotaba era por celos, sí estaba segura, pero sin ningún derecho, en el amor se siente a partes iguales, y sin ninguna duda Maca no sentía más que asco por él. El sonido del teléfono le sobresaltó. Allí estaba Maca

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T: No, no me ha dicho hotel, sí... tranquila Maca, lo tengo todo pensado... sí... es cierto (dio una carcajada) Me estoy volviendo una especialista en montajes, tú tranquila que yo se lo digo, ¿qué no?, está bien como tú quieras En el momento en que desconectaba la llamada cerró los ojos suspirando, la sonrisa de Esther llegó a su mente, mientras que a su habitación que era su realidad, lo hacía Luis Horas antes en casa de Consuelo con una pierna de cordero al horno, patatas y un buen vino, las dos mujeres y el marido de la recepcionista hablaban sin parar de la crisis que parecía azotar el mundo entero, excepto España Marido: Ya llegará, ya (dijo el marido sabiondo) Pero bueno, yo me voy a la cama y os dejo con vuestras cosas. Hasta mañana) Sandra: Buenas noches Consuelo: Buenas noches. Deja que cuando vea a Esther me va a escuchar ¡no querer venir! Sandra: Está centrada en la novela Consuelo: ¿La novela?, ¡vamos! Eso lo hace para no pensar, estos cinco días en el hospital ha sido una tumba, Esther vamos a almorzar, no tengo hambre, Esther vamos a tomar café, no tengo tiempo, y tú sabes que si algo no tiene Esther es inapetencia. Y lleva así toda la semana (decía abriendo mucho los ojos) Sandra: Pero ella no lo va a reconocer Consuelo: Es una cobarde Sandra: Mira Consuelo, yo te digo la verdad, me parece bien que ponga tierra de por medio, Macarena está casada, parece ser que hay algo ahí con el marido que no lo puede dejar, por lo tanto si Esther se mete en medio, la que va a salir fatal es ella Consuelo: Visto así (elevó los hombros ladeando la cabeza) Sandra: Me encantaría poder hablar con Maca, solo la he visto desnuda Consuelo: ¡Y qué tal tiene el cuerpo! (le preguntó acodándose en la mesa) Sandra: Para fijarme estaba yo, vamos Consuelo que no es agradable abrir una puerta y encontrarte a dos mujeres en pre calentamiento (decía con gesto de apuro) Consuelo: No es la primera vez que las ves, Sandra Sandra: Joder Consuelo, que yo a la escritora le tenía cierto respeto, como para mirar (decía escandalizada)

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Consuelo: No sé en que va a terminar todo esto, pero lo que sí sé es que Esther hacía mucho tiempo que no estaba así Sandra: No, en eso tienes razón, en casa trata de disimular y que yo no me de cuenta, pero... mira el teléfono, se enfada si no hay mensaje o llamada, no sé... ella me ha querido vender que lo que quiere es ser su amante no quiere nada más que disfrutar de momentos y ya Consuelo: Oye Sandra que tú y yo conocemos a Esther y... quizá nuestras ganas de que la vida le sonría nos lleven a especulaciones inciertas Sandra: ¡Joder Consuelo que nivel! Consuelo: Es que trabajar de Recepcionista da para mucho (decía orgullosa) Sandra: Ya veo ya... pero mira... puede que tengas razón no sé porque yo me hago ilusiones, mientras Esther no cambie su interior y sus ideas, no habrá mujer que le haga feliz Consuelo: Así es... el problema es Esther... (dijo con pena) Sandra: Maldita hija de puta que le destrozó la vida, cuando la vi, te juro que por poco me da un ataque Consuelo: Vamos la veo yo y me da Sandra: Me da miedo que vuelva. Por eso quizá también me agarro a la escritora Consuelo: No creo que Lidia vuelva, ya la destrozó, ya le demostró que podía dominarla, que podía con su auto control, la destrozó ¿para qué iba a volver? Sandra: Porque la vio bien, la vio risueña y bien, y ese tipo de personas que disfrutan así, deben de disfrutar mucho más si consiguen volver a castigar y destruir a quien ya lo hizo Consuelo: Yo espero que eso no ocurra, que Esther sepa que tiene que cambiar por su bien y que quizás a pesar de todo Maca tenga la llave Sandra: No sé... ojalá tuviéramos razón. Pero con Esther nunca se sabe que pasa por su cabeza, y mucho menos por su corazón La noche en Valencia era agradable, la ligera brisa que corría por las calles era lo suficiente como para no sentir agobio y pasear, pero en la terraza, Esther no pensaba en pasear, en la terraza Esther miraba el cielo estrellado con una copa de ginebra en la mano. Miraba las estrellas, sus formas, sus movimientos, si veía una pasar le pedía divertida un deseo que sabía sería imposible de cumplir. Miraba la ciudad tranquila, miles de luces, vidas en las fincas que a su alrededor se levantaban, gente que vivía o gente que sobrevivía, gente que estaba, o gente que se había marchado. Dio un trago a su copa justo cuando notó como la ausencia de su madre se clavaba en el pecho, lo que más echaba de menos era poder refugiarse en ella, de niña no tenía suficientes brazos

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para abrazar a su hija, y aquel abrazo lo necesitaba en el momento en que miraba y veía una estrella parpadear E: ¿Por qué nunca me abrazaste después, mamá? ¿por qué decidiste que el amor por tu marido era más importante que el amor por tu hija? Nunca lo entenderé, nunca me alcanzará la vida para entender porque (decía con los ojos repletos de lágrimas) ¿De qué te sirvió amar? Yo también soy tan egoísta como tú, tú te quitaste la vida sin pensar en mí, ni en lo que podría pasarme, te importé una mierda, de igual modo que a mí me han importado una mierda las mujeres que he ido dejando en el camino (una lágrima cayó en ese momento resbalando por su mejilla) Estoy sola, sin tu abrazo mamá, ni tu calor, con mi dolor, y mi soledad... (dio un respingo en forma de sonrisa quejosa) ¡Y a ti qué coño te importa!, ¿verdad mamá? Bebió su último trago y bajó hasta su casa, se cambió y acostó mirando el móvil una vez más, para después con desgana desconectarlo y abrazarse a la almohada dejándose llevar por sueños todavía por cumplir, entregándose a la historia de su novela, a sus personajes, creando y creando novela, buscando y irando palabras, y entre palabras y personajes, se colaba una imagen de mujer 5 Mayo 2005 El avión era un medio de transporte que no gustaba mucho a Maca, ni tampoco a Teresa, pero en ese momento en que surcaba los cielos azulados de Madrid, olvidó todo lo que tenía que olvidar, centrándose nada más que en lo que iba a vivir. En Valencia le esperaba la pasión, la ternura, al recordar algún momento de sus orgasmos, pudo verse perfectamente agitada con los ojos cerrados con el pelo revuelto y los soplidos que trataba de controlar una muerte casi segura, se removió un poco en el asiento. Su sexo parecía últimamente demasiado fácil para excitarse, no recordaba nada igual desde Lidia, ¿qué habría sido de ella?, poco sabía más que trabajaba en un banco, y seguía soltera. Pero después de su traición con Luis, se juró a si misma que nunca más la buscaría, pero entonces, su mueca en el rostro se transformó, desde que había estado con Esther, no había vuelto a tener esas pesadillas horribles, ni siquiera se había castigado con sus recuerdos a su lado, no había vuelto al principio de su película, no había rebobinado en su cerebro ni un solo momento. Sonrió. No sabía muy bien que podría ser Esther en su vida, pero de momento ya había logrado tantas cosas que se lo debía, entonces su sonrisa llegó a su cabeza M: (“Uf... vaya sonrisa”) Y así hasta llegar a suelo de la ciudad bañada por el Túria, cruzaron entre un atasco importante que según el taxista les aseguró las entradas a la ciudad a esas horas eran tercer mundistas, cruzaron el centro de la ciudad, esta vez el Hotel estaba apartado de las grandes avenidas, casi como castigo lo eligió lejos del mar, justo en la otra parte de la ciudad, donde el taxista les aseguró que por la noche no era muy saludable salir por aquella Avenida de las Cortes, donde una Dama de Elche de hojalata azul les vigilaba mientras el hombre les indicaba que mucho lujo, mucha tontería pero los drogatas iban y venían sin miramiento robando a todios, según fueron sus palabras. Ellas se cruzaron la mirada varias veces, en todas ellas, la imagen de Luis marcaba los hechos

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Al llegar al hotel, un recepcionista muy amable les entregó la llave y les dio la bienvenida, el hotel era bueno, pero sin lujos, Maca lo agradeció y sonrió cuando al entrar vio dos camas juntas M: Que hijo de puta (murmuró) T: Lo ha tratado todo muy bien para su ausencia M: Eso parece T: Deberías llamarle para avisar que hemos llegado M: Luego T: Maca... por favor... no le hagas rabiar porque son dos días que no va a estar aquí y mejor tenerlo a buenas M: Pues se va a joder, porque no vamos a volver cuando le dije Teresa la miró con gesto de desconcierto, no sabía si reír o llorar, no sabía si aquello era una buena noticia o acabaría siendo el fin de todo. Aunque con tranquilidad se pusieron a deshacer las maletas y arreglar la ropa en el armario La mañana para las amigas Sandra y Esther había sido de lo más divertida, probarse el traje de novia, el suyo, todo habían sido risas, los zapatos de tacón, Esther haciendo la payasa y caminando como si fuera un pato, Sandra muerta de risa y la dependienta que las miraba sonriente porque no le quedaba otra, no porque aquellas dos locas le hicieran gracia alguna E: No me noto los pies Sandra: Ni yo (se dejaron caer en el sofá) Menos mal que me he elegido un traje sencillo E: Joder... yo te digo una cosa hija, con ese precio del vestido yo ya no me caso (entonces frunciendo el ceño le dijo muy seria ante la sonrisa de Sandra) ¿Tú no te das cuenta que esto todo es un montaje?, seguro que la Iglesia está tras cada venta de vestido de novia con un tanto por cien Sandra: Estás loca E: Sí, sí (se quitaba los zapatos y miraba el reloj) Bueno me da tiempo a descansar un rato, ducharme y prepararme Sandra: ¿Otra vez con Ángela? E: ¿Pasa algo? (respondió a la defensiva)

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Sandra: Últimamente sales mucho con ella ¿no? E: Es que últimamente está muy buena Sandra: Ya (asintió poniendo gesto de dudas) E: ¿Qué? Sandra: Llámame pesada pero... ¿no estarás apagando otro fuego con su llamita? (le hizo un divertido juego de cejas) E: No sé a que te refieres, pero no, salgo con Ángela porque me encanta tirármela (le dijo con ese gesto suyo tan de viciosa que sabía a su amiga la ponía enferma y ante su reacción dio una carcajada) Sandra: ¡Qué basta por Dios!... no sé que ha visto en ti la escritora, tan fina ella (Esther la miró entre cerrando los ojos) No me mires así E: Bueno... voy a tomarme un zumo, ¿quieres tú? Sandra: Sí por favor. ¿Huyes? E: No, tengo sed, recordar a Ángela y la noche que me voy a pasar, me ha dado sed, uf ¡vaya par de tetas que tiene! Sandra: ¡Esther! Le lanzó un almohadón del sofá mientras la enfermera se marchaba dando saltitos y riendo sin parar. Sandra renegó durante un buen rato hasta que volvió con el zumo y le dio un beso. Aquello fue suficiente para cambiar de tema y seguir charlando durante un rato Mientras en el hotel, Teresa había logrado lo que Maca había insistido, una vez le confirmó como estaban las cosas salieron de la habitación. Maca lo hizo con la sonrisa en los labios, sus vaqueros, una camisa y una chupa de cuero negra, que adoraba y que tenía escondida, unas botas y una bandolera, su melena bien peinada, un poco de maquillaje y muchas ilusiones puestas. A su lado, Teresa, bien vestida con sus clásicos trajes chaqueta de falda, y fue ella quien se acercó sonriente al recepcionista y le pidió educadamente un taxi T: Muchas gracias hijo Salieron, subieron y dio una dirección Teresa T: Pero no baje la bandera... luego sigue

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En su casa Esther, tras beberse el zumo y seguir burlándose de las extravagancias de la boda de su amiga, se duchó, llevaba puesto el albornoz cuando el timbre de la puerta sonó. Miró hacia dentro pero no vio a Sandra E: ¿Estás ahí Sandra? Sandra: No... abre, que estoy a punto de bañarme (le gritó desde el fondo de la casa) E: Joder... que morro tienes siempre me toca abrir a mí... (fue mascullando hasta llegar y abrir la puerta y ante lo que vio, solo pudo exclamar un sonoro e impactante) ¡Joder! Consuelo: ¡Vaya manera de recibirme! E: No lo digo por ti Consue, lo digo por ese pedazo jamón Consuelo: Bueno bonita que pesa E: ¿Y eso? Consuelo: Regalo para la novia (dijo pasando hacia la cocina) E: Y la compañera de piso (agregó sonriente tras ella) Consuelo: No E: ¿Cómo qué no? Consuelo: Lo que yo te diga... esto es para la novia y el novio E: El taronger déjalo que pedazo huevón, menuda mujer se lleva, con eso ya tiene suficiente Consuelo: Petarda eres E: Sí Consuelo: Además de cobarde, claro (dejó el jamón sobre la mesa de la cocina) E: Me voy a cambiar, Sandra se está duchando así que acomódate pero con la boca callada Consuelo: Huye cobarde... E: Mira que te gusta tocarme la moral Consuelo: Es mi hobby sí, muy placentero, por cierto E: ¡Qué fuerte!... ¿sabes qué llevo muy adelantada mi novela? Consuelo: ¿La puedo leer?... venga... Esther (le miraba con carita de suplica)

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E: No, aún no, dentro de poco te la daré ya sabes que me gusta que la leas tú antes que nadie Consuelo: ¿Va de tu ligue? E: ¿Cuál de ellos? (le preguntó con su característica pose chulesca) Consuelo: ¿Ligue?, solo uno, la escritora E: No, ésa no es un ligue, es un divertimiento (se agachó hasta su altura y le dijo susurrando) Ni te cuento lo caliente que es Consuelo: ¡Esther! E: Ya vuelvo (le dijo feliz sonriendo pues le encantaba tanto a Consuelo como a Sandra hacerles rabiar con el tema) Sandra fuera esta Consue Sandra: Vale... ya salgo E: Y nos ha traído un jamón, tiene una pinta (le decía desde la puerta) Sandra: Ya salgo E: ¿Puedo entrar? (sonreía) Sandra: No... que luego te aceleras... E: Sois muy crueles conmigo... con lo buena que estás... no sabe el taronger ese lo que se lleva... ¡no lo sabe! Sandra: Claro que lo sabe tonta (le dijo saliendo liada con una toalla) Por eso me ha pedido E: No lo soporto. Hacerte llegar virgen al matrimonio. ¡Qué horterada!, ¡qué os den un premio macho! Sandra: Anda calla que no sabes lo que dices E: Voy a vestirme para Ángela... me muero de ganas... de tocarla... de tener frente a mí ese par de... mmmm, mejor me callo Sandra: Eso... mejor calla Cuando Sandra y Consuelo se reunieron en la cocina, hablaron del jamón y de la loca de Esther Consuelo: ¿Sin noticias? Sandra: Sin noticias

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Consuelo: ¿Y eso es bueno o malo? Sandra: Ella se va con Ángela (la miró enarcando las cejas) Consuelo: Malo Sandra: Malísimo E: ¿Ya estáis rajen, rajen de mí? (dejó el bolso sobre la mesa) Consuelo: Sí, ¿pasa algo? E: Nada... bueno que yo me voy. No me esperes despierta mami (dijo sonriendo feliz) Sandra: No lo haré... hija... Consuelo: ¿Por qué no te quedas con nosotras?, anda Esther... E: No, la noche es joven y yo también, ¡hay que vivirla! Hasta mañana Sandra: Hasta mañana E: Consue... cuídamela Esther se marchó y al cerrar la puerta suspiró, volvió a exhalar un profundo suspiro y finalmente miró el teléfono, sin noticias E: Tú misma guapa... tú te lo pierdes Salió del edificio con el ansia de pasear, caminar le hacia bien le bajaba las ansias enloquecidas de cometer una locura Tenía la noche por delante, Ángela cómo siempre predispuesta, y ella con más ganas que nunca de olvidar su lucha interior entre música, humo y mujeres En la cocina, pasaron un rato más hablando Consuelo y Sandra, cuando por fin Consuelo decidió marcharse porque tenía que trabajar, Sandra pensó que era mejor cenar y ver alguna peli de las de antes. Había estado rebuscando en el estante que Esther tenía muy bien ordenadito por actrices, directores y temática. Si algo tenía era que a parte de la literatura, le apasionaba el cine en blanco y negro, como no, la Garbo y su colección entera estaba allí en el primer lugar, pero ella buscó algo más relajado, le apetecía reírse un poco y a la vez no pensar mucho Sandra: Aquí está... “Un hombre tranquilo”... sí... Marueen O’hara y John Wayne... la mezcla perfecta Estaba preparándose la ensalada cuando sonó el timbre de la puerta, se secó las manos con el trapo y se arregló un poco el chándal pensando que podía ser Consuelo. Sin

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embargo al mirar por la mirilla vio una mujer que parecía algo nerviosa, con las manos en los bolsillos de sus vaqueros y mordiéndose en actitud algo inquietante el labio inferior. Con el asombro de verla allí, abrió la puerta Sandra: Hola M: Hola (respondió algo cortada al recordar como les había descubierto a Esther y a ella) Sandra: Lo siento pero Esther no está (le dijo con cierto temblor en su voz) M: ¿Va a volver? (preguntó con tono parecido) Sandra: No (fue un susurro que no quiso lastimar a Maca porque vio su gesto) No volverá pronto quiero decir M: Ya, vale... pues... nada... solo pasaba para saludarla (dijo a modo de disculpa sintiéndose estúpida) Sandra: Bien... pues... se lo diré (no quedó mucho mejor) M: Adiós Sandra: Adiós Cerró la puerta con cierta mueca de consternación al ver la reacción de la escritora, cuando reaccionó y abrió, ya no estaba Sandra: Creo que... he perdido una buena oportunidad de saber que busca en Esther, porque lo que tengo claro, es que está haciendo que Esther se enfrente a si misma sin saberlo. ¿Y ahora qué hago? El ruido de la calle, los coches pitando en un atasco, los ladridos de los perros, el camión de la basura provocando el atasco, los gritos de los basureros a quienes tocaban el claxon, todo aquel barullo insistente no era recibido por el cerebro ni los oídos de Maca, en ella tan solo existía un sonido, unas palabras “No está... no vendrá” De pronto el miedo se apoderó de ella, había puesto toda su alma en las manos de una mujer que no sabía hasta que cierto punto no iba a cerrarlas y aprisionarla ahogándola de nuevo, empujándola nuevamente a la locura. Había sido un capricho lo sabía, pero no sabía que tan pronto la olvidaría, había sentido la lona porque las palabras de Sandra, habían actuado como el gancho del más experimentado boxeador sobre su rostro. Cuando se dio cuenta, llevaba un buen rato caminando y no tenía ni idea de donde estaba, no sabía hacia donde ir, era el fiel reflejo de lo que su interior en ese instante que se detuvo sentía, ¿hacía donde caminar? ¿qué dirección tomar? Suspiró con rabia, todo

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para nada. Y llamó a un taxi con los ojos vidriosos, con el alma rota en mil pedazos, ¿por qué no lo iba a reconocer? Mientras, Teresa salía de la Basílica, había quedado en un punto con Maca para volver juntas las dos y Esther. Aún le faltaban dos horas, lo que sabía Maca había calculado iba a durar su primer encuentro y su explosión, pensar justamente en ello mientras salía de rezar, le hizo sentir vergüenza, no lo podía evitar, y eso, que reconocía le había pedido ayuda a aquella imagen de la Virgen de los Desamparados, que pensaba le iba al dedillo el nombre a Maca, porque más desamparada que ella, no conocía a nadie por quien rezar. Así que trató de relajarse entrando a una tienda que había de camino al Miguelete, donde la variedad de cruces, imágenes de la Virgen, de Jesús, rosarios y demás, la tuvo alejada de los pensamientos sobre Maca. Se compró un rosario pequeño con la imagen de la patrona de la ciudad, esperaba que les diera suerte. Al salir vio como la gente iba y venía a pesar de la hora, observó la Catedral desde el centro de la Plaza de la Reina, le pareció un entorno coqueto y muy bien cuidado, se maravillaba de las herencias que habían dejado en el pasado y que ella miles de años después podía disfrutar con la vista. Hizo un gesto un tanto apenado porque a pesar de estar distraída, sabía que había un tema difícil de superar y era que Maca había escrito poco y le preocupaba, le preocupaban las malas maneras de Luis si no tenía material, la presionaba sin descanso agotándola tal y como estaba antes del viaje a Valencia. Pero claro, ahora tenía doble preocupación, porque Luis la agotaba mentalmente y Esther la iba a agotar físicamente T: No si... esto lo que quiere decir es... problemas... y más problemas... y me lo veo venir, ¡una tragedia!, lo que yo diga... con el carácter que tiene Luis, con la postura que ahora tiene Maca... ¡tragedia al canto!... y yo en medio, de aquí a la tumba Ajena a todo cuanto pasaba, Esther cenaba divertida con Ángela y el mismo grupo de amigas que salían juntas, durante la cena en una pequeña tasca de ambiente, en el Carmen, se habían estado besando sin pudor, tocándose y mirándose con un deseo que por poco derrite los hielos de la Sangría E: ¡Vamos de fiesta chicas!... que no se diga que somos ya unas carrozas Rosario: Yo tengo que madrugar mañana así que no os acompaño E: Bueno primera rajada (le sacó la lengua a su amiga Rosario) ¿Y tú Ángela también tienes que madrugar? Ángela: No cariño... yo voy donde tú vayas E: Eso está bien (le entregó una amplia sonrisa repleta de brillo y sensualidad) ¡Venga vamos! Ángela: Esperarme fuera voy al lavabo

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Al salir, Esther notó como su teléfono vibraba, se extrañó y al principio lo omitió pero después, le vino a la cabeza Sandra pensando que podía haberle pasado algo. Al ver la pantalla se temió lo peor, allí estaba efectivamente Sandra E: ¿Qué pasa? (le preguntó asustada) Sandra: Esther joder ya era hora llevo más de hora y media llamándote E: He visto las perdidas, sí. ¿Qué pasa? (insistió asustada) Sandra: Ha estado aquí Maca E: ¿Cómo?, ¿cuándo? (preguntó sin poder evitar que su estómago se contrajera) Sandra: Nada más irte tú E: No puede ser (sonrió incrédula) Sandra: Y tanto que puede ser, ella misma en persona me ha dicho que te quería saludar E: Ah... y... ¿te ha dicho dónde está?... Sandra: No, la verdad me quede tan parada que no. ¿Pero la puedes llamar, no? E: ¿Llamar, para qué? Sandra: ¡Cómo que para qué! Esther que ha venido a casa a buscarte (le decía casi fuera de sí) E: Pues que hubiera avisado Sandra, yo no tenía ni idea y tengo mi noche para disfrutarla Sandra: Tú misma Esther... yo sólo quería que lo supieras E: Vale pues ya lo sé, ahora si quiere algo que me llame ella Sandra: ¡Ay Esther! Ángela: ¡Ya estoy aquí mi amor! (le dio un grito Ángela) Sandra: Alé... ya la tienes ahí, que disfrutes (colgó con rabia negando una y otra vez) No te enteras Esther... no te enteras Ángela: ¿Ha pasado algo? (Esther no le contestó) Esther E: Vamos... Por fin Teresa vio llegar a Maca y sola, ya no sólo sus pasos le denotaron que no estaba muy bien, sino, al verla sola entendió que algo había pasado. Su mueca reflejó unas

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facciones preocupadas que al verlas Maca le sonrió de lado, elevando levemente un hombro M: Debí llamarle T: ¿Ha salido? M: Sí, ¿vamos? T: Claro No le dijo nada más, la mirada triste de Maca en el taxi le dio a entender que no estaba para hablar mucho, que era mejor apoyarla y esperar a que saliera de su mutismo, y es que Maca era así, orgullosa, reservada de sus cosas, a veces con carácter agrio y tan solo se le podía ayudar dejándola sola Al llegar al hotel el recepcionista las miró y sonrió. Teresa entendió que pronto pasaría nota, “han llegado las dos”. Y le repateó el hígado T: ¿No vas a cenar? M: No T: Oye Maca... he conseguido algo y... no sé quizá te apetezca dormir sola (Maca la miró seria sin entender) Los años al lado de tu marido me han enseñado como se ha de actuar, toma M: ¿Y esto? T: La tarjeta de la habitación que reservé para Esther M: Nos van a pillar Teresa (le dijo no muy convencida aunque encantada con una sonrisa cómplice) T: Mira... tú entra y descansa, imagino que querrás estar tranquila esta noche y pensar, el resto me lo dejas a mí, eso sí... solo te voy a pedir una cosa M: Tú dirás T: ¿Crees que Esther merece la pena? M: No lo sé Teresa, sólo sé que mi corazón me pide verla, pero no lo sé T: Ya... pues nada... a dormir M: Voy a coger mi cepillo de dientes T: Procura que nadie te vea

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M: ¿Cómo has hecho estas cosas? (se reía) T: Leer novelas de suspense ayuda, dar esquinazo a Luis, es un placer y me quedan pocos placeres a mi edad (le dijo orgullosa de lo que había conseguido) M: Te quiero (la abrazó feliz cerrando los ojos mientras la estrechaba entre sus brazos) T: Yo también (le sonrió emocionada) Primero salió Teresa, miró a un lado y luego al otro con gesto de detective, no había moros en la costa, así que le hizo la señal a Maca para que pasara a la habitación donde pudiera estar relajada, aunque quiso que se llevara el ordenador eso le ayudaría a no pensar y ponerse a escribir, a Maca no le parecía capaz de hacerlo, pero no quiso desobedecerla después de todo lo que había hecho por ella. Entró en la habitación, cerró la puerta tras de si y suspiró. Otra vez sola cuando pensaba que aquella noche podría compartirla Con el gesto serio, las manos en la cadera y la punta de su pie golpeando el suelo de manera seguida y rítmica, se encontraba Teresa. Decidida sacó su móvil y marcó un teléfono T: ¡Guillermina! Guillermina: ¿Sí?... espera que no te oigo T: ¡Pero Guillermina y esos gritos!... pero... pero... (decía con los ojos abiertos de par en par) Guillermina: Ya... es que estos chinos venden películas porno pero están muy mal de sonido... ya está... habla T: ¡Jesús Guillermina... Jesús! Las mujeres hablaron ajenas a que Maca también había recibido una llamada, descolgó tumbada en la cama mirando el techo M: Dime Luis: ¿Qué habéis hecho? M: ¿No lo sabes ya? (le preguntó molesta) Luis: Maca... M: ¿Qué quieres?, tengo sueño y estoy cansada Luis: Aprovecha el tiempo Maca porque no creas que vas a estar más de lo que hemos hablado

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M: ¿Algo más? Luis: Espero que te portes bien, nena... Maca colgó con rabia, cerró los ojos apoyando sus manos sobre la frente, y entonces sintió pena por si misma y rabia por Esther, ella haciendo su vida y su vida era estar con alguna mujer, mientras sus estúpidos anhelos la habían empujado hasta los brazos de una mujer que no valoraba nada, se sentía vacía tremendamente vacía y dio un golpe con su cabeza en la almohada... M: De todos modos era una locura... Habían pasado cuarenta minutos desde la llamada de su marido, lo sabía porque había puesto en marcha el ordenador y sus ojos lo único que habían hecho había sido seguir los pasos de los números, la caída uno tras otro de los minutos, el peso de la soledad en aquel cuarto M: Mierda Pero entonces dos golpes en la puerta de la habitación le sacaron de su ensimismamiento, claro como no, Teresa no le había dado las buenas noches y no tenía tarjeta para entrar, se levantó y cuando se estaba acercando a la puerta, ésta se abrió. Maca se quedó paralizada al ver a Esther allí con su sonrisa más provocadora y su pose más sensual incitando en ella cierto malestar E: Hola guapa... La vida a veces hay que vivirla a golpes, al día, con lo que se tiene como se pueda, a veces como nos gustaría y a veces como odiamos. Pero hay que vivirla y ser valiente. Dar un paso, otro, sin miedo a equivocarse, porque si te equivocas pero lo has intentado nunca tendrás una duda de ti misma, si no lo haces siempre te verás como una perdedora. Si tú crees en lo que haces, en lo que sientes, hazlo... después... el tiempo dirá si te has equivocado o acertado, pero hazlo Ese era el consejo que le dio Guillermina hacia muchos años a Maca, y fueron las palabras que le dijo a Teresa T: ¿Quieres decir que... debo llamarla? Guillermina: Quizá debería haberlo hecho Maca antes de ir T: Pero es que Guillermina... esa mujer no es trigo limpio y creo que puede hacer mucho daño a Maca Guillermina: Pero Maca ahora mismo está mal por ella, porque quería estar a su lado... eso es lo que importa, Teresa... vive el ahora, mañana puede que haya un pirado que te meta una bala en el cuerpo, o puede que se te caiga una maceta en la cabeza, o te pueden pasar miles de cosas que no puedes manejar, Maca hoy quiere estar con ella,

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déjala porque no creo que Esther sea peor que Luis, o peor de lo fue Lidia. Es una chica díscola, bien, quizá hasta le venga bien a Maca T: No estoy segura (mostraba sus dudas) Guillermina: Ni yo... ni Maca... pero es lo que siente. ¿Sabes? Me siento muy orgullosa de ti Teresa, yo que te hacía poco menos que una beata... ¡hay que ver lo que has cambiado! (sonreía divertida con su pecho bien cargado) T: No me hables Guillermina que yo no estoy preparada para esto y en una de ellas, me da un ataquito... ya verás... Guillermina: Nada de ataques, hay que darle donde más le duele a ese cabrón... T: Y si se entera... ese es mi miedo... si se entera y le hace algo a Maca, estamos vigiladas Guillermina: Pero tú eres más inteligente que él, me lo has demostrado... así que tranquilidad y buenos alimentos T: ¡Bueno... pues la llamo! Y así fue, Esther estaba justo en ese momento diciéndole a Ángela E: Lo siento Ángela tengo que ir a casa, Sandra necesita que vaya (sonó su teléfono) Ángela: Pero... ¿ahora? (la miraba decepcionada) E: Sí, ahora. ¿Teresa?, ¿qué pasa? (Ángela se giró indignada mientras Esther la veía alejarse con gesto de pena) ¿Ahora? T: Por favor Esther... ha ido a buscarte a casa y... (su voz sonaba dura no era un ruego se mostraba distante quizá demostrándole a pesar de todo, que no estaba para nada de acuerdo con lo que estaba haciendo, pero tenía que hacerlo) E: Vale, dime donde estáis y que tengo que hacer Y allí estaba frente a Maca con su sonrisa encantadora tratando de desmontar la aparente frialdad de la mujer que tenía delante E: ¿Cómo estás? M: Bien... ¿qué haces aquí? (le preguntó tratando de controlar sus ansias locas que provocaba en ella) E: Pues... un pajarito me ha dicho que andabas por aquí (se le fue acercando conforme hablaba)

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M: Ah (le entraron unas ganas terribles de reprocharle pero por un segundo su cordura le recordó que no tenía ningún derecho a ello. Entonces cambió su actitud enarcando su ceja derecha y con gesto canalla mientras con la punta de la lengua se lamía la parte inferior del labio le preguntó) ¿Y? E: Pues... nada... (le encantaba cuando se mostraba juguetona y dejó de esperar a que Maca actuara, aquella noche necesitaba actuar ella, sin dudarlo su dedo índice se paseó por su escote rozando suavemente la piel de una Maca que no pudo evitar que se erizase) Me preguntaba si... me habías buscado para algo importante... Esther sonrió de lado sintiéndose nuevamente vencedora, Maca había cerrado los ojos se había dejado llevar por aquel dedo que ahora rozaba su pezón erecto aún por encima de la ropa y el sujetador, suspiró, sintió el deseo, el calor inundar su cuerpo, entonces abrió sus ojos ante ella, la enfermera la estaba empezando a llevar por el maravilloso prado verde, allí donde encontraba la paz E: ¿Era importante? M: Debe serlo para ti, cuando has venido... E: Es que... (se acercó a ella sus labios estaban a punto de rozarse, Maca los miraba con su mirada lasciva por el deseo, Esther hacía lo mismo) Soy así... blandita y quien necesita de mis mimos y... (se mordió el labio en actitud más seductora todavía haciendo que el pecho de Maca tras una exhalación profunda ascendiera y descendiera como ella quería)... pues eso... aquí estoy... princesa para llevarte al reino de los cielos No hicieron falta ni más palabras, ni más miradas, de repente en un segundo la calma, la paz, se tornó pasión, besos rápidos, besos profundos, chasquidos de labios fieros, lengua buscando lengua con ansía, con brío, manos vacías buscando llenarse de caricias rápidas, veloces, profundas, fuertes, ropa que sobraba perdiéndose por el camino a toda prisa quedando desperdigada, piel buscando la otra piel, gemidos, suspiros, aullidos, arañar la espalda, apretar con fuerza un cuerpo contra otro, más gemidos, más suspiros, súplicas, orgasmos, besos dulces, caricias lentas, respiraciones encontradas, besos finos, y más finos, y más suaves, ojos cerrados, manos quietas, brazos rodeando cuerpos... y por fin... la calma A mitad noche, Maca se despertó, aún dormida sabía que la mano que rodeaba su pecho derecho, no era la de Luis, él nunca le acariciaría así, tan suavemente, aún su cuerpo estaba recuperándose de la pasión, pero sus ojos al despegarse sabían que se iban a encontrar con ella. Así fue, dormía con su mano agarrando suavemente su pecho, con la otra metida bajo la almohada y su cara pegada a su hombro, así, con la respiración lenta y tranquila, parecía un ángel, le daban ganas de protegerla sin saber muy bien porque, le daban ganas de abrazarla fuerte y no dejarla escapar. La miraba y no se cansaba de hacerlo, la tenía allí finalmente había ido, aquello para ella había significado un cambio total, al principio al verla, no pudo evitar la sensación de malestar al pensar en que estaría haciendo, pero al segundo con aquella sonrisa traviesa que le mostraba todo se difuminó. Y allí estaba mirándola con una sonrisa tranquila, no quería dejar de mirarla, no quería apartar sus ojos de ella, su piel con algo de color por el sol, su respirar

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tranquilo, toda ella le parecía hermosa, sus manos algo gruesas, pero que acariciaban con tanta sabiduría que parecían hechas para ello, su piel fina, su cabello revuelto que momentos antes había acariciado con ternura, todo el conjunto le gustaba, le eclipsaba su sonrisa, lo reconocía le bajaba la guardia y olvidaba todo lo que debía olvidar, esos labios que había devorado ¿cuántas lo habrían hecho con anterioridad? Le pareció psicópata pero sintió unos celos abrasadores en su alma, en su corazón, una rabia por no haberla encontrado en el momento adecuado, era fácil enamorarse de una mujer como ella, y era tan fácil como peligroso, lo sabía, lo reconocía, pero... no quería evitar sentir ese maremagnum de emociones que sentía en su interior. Y allí estaba mirándola, sintiéndose grande y fuerte, sintiendo como si pudiera volar alto y libre, como si las cadenas que la amarraban a la tierra por arte de magia, de la magia de Esther hubieran desaparecido M: No puedo exigirle nada... a ella no... pero a mí... a mí ya va siendo hora de hacerlo Finalmente el sueño le venció, aferró su cuerpo al de Esther sintiéndola, y por primera en vez en mucho tiempo, durmiendo tranquila, notaba su corazón como iba entregándose a la calma, hacía mucho tiempo que eso no sucedía, recordaba mientras se dejaba llevar por el sueño, sus principios con Luis, la primera vez que tuvo que aguantar que la tocara, fue un calvario que él se encargó de infringir lento y largo, después cada noche el corazón se desbocaba pensando que él la volvería a tocar, lograba hacer que temblara tan solo al escucharlo entrar a la habitación, tuvo que pasar mucho tiempo para poder controlar todo aquel miedo y asco que le provocaba, había aprendido a dejarse avasallar por su sexo, sin sentir, sin abrir la boca, había conseguido que él se cansara de intentarlo, siempre pensaba que debía tener otra, porque de lo contrario no era posible soportar tantas veces su rechazo. Y así se fue durmiendo con el ceño fruncido volviendo a sentir que las cadenas de Luis volvían a engancharla a la tierra 6 Mayo 2005 Fue un sonido el que hizo que ambas se movieran, estaban estrechándose la una a la otra, pero ninguna se separó, aquel pitido seguía insistiendo hasta que por fin Maca salió de su estupor y entendió que era su móvil M: Mierda... E: Mmmm (protestó ante el movimiento de Maca que la despertó de golpe) M: ¿Dime mamá? Rosario: ¡Por qué has tardado tanto en contestar! M: Estaba durmiendo... ¿qué quieres? (bostezó y Esther sonrió, le gustaba ver a la famosa escritora haciendo algo tan cotidiano, al verla Maca le sacó la lengua) Rosario: Tu marido... ¡tienes que hacer algo! (a la enfermera le llegó la voz de aquella madre histérica)

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M: No voy a hacer nada Rosario: Ha venido como si pudiera manejarlo todo... está haciéndonos la vida imposible... M: Mamá, no es mi problema Rosario: ¡Cómo que no!, ¡es un monstruo! M: Bueno... bienvenida a la realidad (tocó con suavidad y lentitud la cara de Esther que sonrió) Rosario: Tu hermano... ha echado a tu hermano M: Mamá... me he pasado toda la noche escribiendo (le guiñó un ojo a Esther mientras ésta sonreía traviesa y se obligaba a tener las manos bajo de su cabeza para no tocarla), estoy cansada, sé de sobra como es mi marido... quizá los que no lo sepáis seáis vosotros Rosario: No puedes hacernos esto M: Yo no he hecho nada... Rosario: ¡Te parece poco lo de esa mujerzuela! M: Eso... eso mamá... bueno para que te voy a explicar nada... estás histérica porque han tocado a tu hijo... así que cuando estés tranquila si quieres te explico mis siete años a su lado. Hasta luego E: Vaya... M: Buenos días (sonrió) E: Buenos días mentirosa M: Sí (sonrió de lado) Lo siento es que... bueno Luis está... E: Shhhhh (le puso el dedo índice sobre los labios y sus ojos le dijeron lo que su voz no se atrevió “no quiero saber nada”, entonces de golpe se subió sobre ella) ¿Qué vas a hacer hoy? M: Pues... (le acarició la frente) E: Podríamos quedaros aquí (la besó mientras le decía suave) Haciendo el amor M: Lo siento pero no puedo... tengo que salir sino Luis... E: Ah vale... no se hable más (comenzó a mover sus caderas y Maca con una sonrisa altamente provocadora abrió sus piernas para que se acoplara sobre ella) Ya veo que me entiendes

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M: ¿Qué vas a hacer tú? (le contestó pero ante el roce de sus sexos y sintiendo la humedad de Esther gimió levemente) E: De momento, seguir en lo que estoy M: Bien... sigue... porque me parece muy bien (sus manos se posaron en el trasero de la enfermera apretándolo con fuerza) E: Maca... me pones muchísimo... (Maca la besó con pasión estirando suavemente entre sus dientes el labio inferior de Esther que le preguntó con afán) ¿Te gusta? M: Sí, claro (la miraba lascivamente) E: ¿Alguien te ha hecho el amor así como yo?, ¿eh? (jugueteaba con su oreja, lamiendo su mejilla) M: No Esther... (se mordió el labio mientras tragaba saliva) E: ¿Te gusta?, dímelo, venga... quiero oírte (apretaba más y más su sexo mientras iba imprimiendo un mayor ritmo notando como ambas se excitaban al máximo) M: Me gusta Esther... me encanta que me hagas el amor E: Eso es... así... bien mojada... me gusta cuando te mojas M: Y a mí sentirte así (musitaba sintiendo que su pecho iba a estallar apretando con fuerza sus glúteos) E: Así Maca... así... siéntelo, siéntelo Entonces sintió como si se transformara, como si años atrás se viera de la misma manera en la que se mostraba Maca, indefensa, en sus manos, y sintió como podía dominarla, como podía hacer de ella cualquier cosa, ese poder que nunca había tenido sobre nadie, había tenido mujeres a su merced, muchas, pero ninguna tan sumisa cómo Maca, aquello le hacían encenderse mucho más, sentía ganas de morderla, ganas de atarla, al ver su rostro enrojecer, sentía como sus músculos le pedían más y más, quería poseerla de una manera absoluta, quería escucharla suplicar, y tenía que luchar contra si misma para no hacerlo, pero era tal sus ansias, tal su poder en ese momento de dominio que cesó sus movimientos mientras con la voz grave y jadeando le susurró a una Maca algo desconcertada y a punto de llegar al clímax E: ¿Quiere qué siga? M: Esther... por favor... no me hagas esto... (sentía como su sexo palpitaba dolorosamente) E: Pídemelo (entonces su lengua paseó por los labios sedientos de Maca mirándola fijamente con el rostro contraído)

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M: Esther... por favor... házmelo... E: Así no... M: Esther... E: Sí cariño (la miró y entonces se horrorizó de sí misma ante la mirada de Maca son sus ojos algo nublados por la incomprensión de lo que le ocurría del cambio que había en Esther, aquella mirada bajo al subsuelo el poder que había sentido momentos antes) M: Esther... quiero que... E: No digas nada (la besó mientras dejaba caer su cuerpo, mientras su interior se peleaba contra si misma mientras su mente le recriminaba, mientras llegaban juntas a un orgasmo que ella no disfrutó, mientras se veía con la cara de Lidia, mientras al acabar, se separaba de Maca diciéndole) Lo siento... ahora vuelvo En el lavabo, al mirarse en el espejo sintió pánico de sí misma, sintió como un remolino de emociones todas ellas vengativas se apoderaban de su alma, como si fueran un asesino que se apodera de su victima sin darle otra opción que morir. Volvió a mirarse y por primera vez en mucho tiempo pudo sentir un odio que había guardado y que no había superado. Cerró los ojos y al volverlos a abrir y ver su reflejo en el espejo sintió cómo las venas aprisionaban su corazón de forma insoportable, por primera vez en su vida, se odiaba a ella misma por lo que acababa de sentir mientras hacía el amor a Maca En la cama con cierto desconcierto y la respiración completamente descontrolada yacía Maca aún sudorosa por el esfuerzo, mezclando el sudor con aquella humedad que Esther provocaba en ella, se levantó porque le había parecido escuchar que lloraba, no entendía muy bien que le había pasado pero, sin duda había sufrido un cambio de actitud mientras hacían el amor que no lograba entender Se acercó sigilosamente hasta la puerta del lavabo, puso atención con el ceño fruncido, no se oía nada y sin embargo podría jurar que había escuchado un sollozo. Preocupada puso la mano sobre la puerta y le preguntó con temor: M: ¿Estás bien, Esther? E: Sí, ya salgo (dijo con aparente normalidad) M: Venga... que necesito entrar (le dijo sonriendo al notar que nada pasaba) E: ¡Si está abierto! (le dijo mientras abría la ducha y volvía a esconderse de si misma ante Maca) M: ¿Qué haces? E: Ducharme... venga mea y entra conmigo

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M: Esa idea me parece buenísima E: Tendré que irme (le dijo tocando el agua caliente) Que buena M: ¿Te vas a ir? (ante su mirada desconcertada agregó mientras se sentaba en el water) Ya, claro sé lo que te dije pero... había pensado algo E: ¿El qué? M: ¿Te acuerdas que dijimos de llevar a Teresa a la Albufera? (al terminar, se limpió, echó de la cadena mientras bajaba la tapa) E: ¡Es cierto! (sonrió, el agua se había llevado afortunadamente sus lágrimas) M: Pues... ¿tú trabajas? E: No, tengo libre M: ¿Qué te parece? Mmmm tienes razón (le decía mientras pasaba sus manos por la cintura de Esther y bebía de las gotas que habían en su cuerpo) E: ¿En qué tengo razón? M: Que está buenísima (sonrió) Como tú E: Pues... depende de lo que nos cueste ducharnos (se apoyaba sobre su hombro moviendo de un lado a otro sus caderas haciendo que Maca se rozara con ella) M: No tenemos prisa (introdujo su lengua en la oreja provocando un gemido en Esther mientras cerraba los ojos) Ninguna prisa, mi amor Desde que se había levantado, Teresa no sabía muy bien que hacer, bajar a desayunar sola podía levantar sospechas, pero claro, perfectamente Maca podía estar durmiendo y ella desayunar. Primero pensó en llamar para saber si bajaba o no, después claramente declinó aquel pensamiento, si ella no había pasado a su habitación era porque no habían terminado. Resoplando como una yegua vieja de paseo, se metió en el cuarto de baño para arreglarse un poco y bajar definitivamente a desayunar. Estaba pintándose los labios cuando un gemido de la otra parte del lavabo hizo que del movimiento se llevara el lápiz de labios rojo por fuera haciéndose una raya en su mejilla derecha T: ¡Pero bueno! (dijo tras un chasquido) Resopló tras limpiarse y cuando comenzaba nuevamente a dibujar sus labios otro grito más nítido aún le llegó haciendo que se detuviera esta vez sí a tiempo de volver a salirse de su camino

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T: Dios mío se van a enterar todos (decía escandalizada y fue mucho peor cuando reconoció la voz perfectamente de Maca) ¡Por la Virgen del Perpetuo Socorro!... ¡Socorro!, eso voy a tener que pedir... Salió a toda prisa del lavabo, con la respiración agitada, nunca antes había escuchado a Maca aún habiendo compartido habitaciones continuas, tan solo la había escuchado llorar, gritar o silencio absoluto cuando estaba con Luis, sin embargo, en aquel instante conoció algo más de ella. Se abanicó un poco con el libro de bienvenida del hotel y salió zumbando hasta el ascensor Al subir la encontró sentada al borde de la cama, la miró con atención porque por su gesto parecía que algo no funcionaba. ¿Se habría marchado Esther dejándola de nuevo?... temió preguntar y entonces la mirada de Maca le hizo entender que sí, pasaba algo T: Hola M: Hola Teresa, ¿puedes sentarte un momento? T: Claro (seguía con el mismo gesto) M: Quiero decirte algo Cuando el taxi dejó a Esther en su casa, pasó por el horno para comprar un panquemao que sabía le volvía loca a Sandra. Subió las escaleras sin dejar de sonreír y al llegar a casa la encontró hablando por teléfono E: Hola guapa (le susurró mientras le dejaba un beso y le enseñaba lo que le había comprado) Sandra: Vale cariño... muy bien... no sé ya te digo luego cuando vengas. Adiós mi vida. Yo también E: ¡Cuánta tontería!, mi vida... mi amor... yo también te quiero (se burlaba haciendo caras) Sandra: ¿Vas a desayunar? (le preguntó omitiendo sus burlas y viendo como se preparaba un café con leche) E: No he desayunado... bueno sí, pero lo que he comido no me ha dado para nada (le guiñó un ojo sonriendo) Sandra: Lo tuyo con Ángela va a explotar, te lo advierto E: ¿Quién ha dicho Ángela? (le preguntó divertida)

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Sandra: ¡Maca! (se sentó de prisa esperando la contestación que se hacía de rogar porque Esther se acababa de meter en la boca un trozo de panquemao mojado en el café con leche) ¡Habla! E: Espera (le dijo con la boca llena) ¡Coño qué me atraganto! Sandra: No espero... ¡Dios me he pasado toda la noche pensando que la traté fatal!... me quedé tan cortada al verla... lo que menos esperaba era verla aquí E: Ya ves... tú que dudabas de mis encantos... y no puede resistirse Sandra: Claro y tú encantada E: Pues sí, si es que Esther García es mucha Esther (le dijo moviendo alegremente las cejas) Hemos follado toda la noche, la he dejado muertecita, pero es insaciable esta noche quiere más, y yo como buena samaritana, le daré lo que quiera Sandra: No tienes remedio E: Mira... ni lo quiero tener, ella quiere sexo, yo también ¿qué diferencia hay entre ella y yo?, bueno ella está casada pero ése es su problema no el mío, yo estoy libre y si se pone a tiro, no voy a dejar pasar la ocasión ¿no crees? Sandra: No, claro E: Pues ya está, ahora me voy a duchar y me arreglo que me voy con ella a pasar el día por ahí Sandra: ¡Vaya! Pensé que nada más quería follar igual que tú, eso sí me extraña, que te vayas a pasar el día con ella no me lo esperaba Esther, no, no me lo esperaba (le decía mirándola fijamente) E: No le des la vuelta Sandra Sandra: ¿Yo?... por favor Esther... ¿por qué iba a darle la vuelta?... algo extraño hay, pero ya vendrás a mí, lo dicen tus ojos E: ¡Me voy! (salió seria hacia su habitación, suspiró, y de pronto recordó lo que había pasado, se sintió sucia sin dudar volvió hacia Sandra, se sentó nuevamente y le dijo) Hoy me he comportado como Lidia lo hacía conmigo, he estado a punto de convertirme en ella disfrutando de ver a Maca en mi mano, dispuesta a hacer todo cuanto yo le dijera, me he sentido tan bien en ese momento, la tenía a mi merced, me he sentido dueña y me han entrado ganas de golpearla, de morderla, de atarla y disfrutar de ella (Sandra la miraba entre una mezcla de horror y pena, horror porque sabía lo que aquello significaba, y pena, porque estaba segura que aquella acción le habría hecho mucho daño a la propia Esther) Me he sentido tan sucia que... necesito ir con ella, limpiar en algo ese sentimiento Sandra... Sandra: Puedes engañarte todo lo que quieras, puedes cerrar los ojos de tu corazón, pero Maca está moviendo muchas cosas en ti

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E: He perdido el control Sandra ¿sabes lo qué significa eso? Sandra: Que no has olvidado, que no has superado el castigo sufrido E: Es algo peor (la miró con un gesto tan triste, tan repleto de tristeza que Sandra instintivamente le cogió la mano) He estado a punto de hacerle a Maca, lo que tanto daño me hizo a mí Sandra: Pero no lo has hecho Esther, no lo has hecho (la miró con pena mientras apretaba su mano) E: Nunca me había pasado esto Sandra, te lo juro Sandra: Porque nunca nadie te había removido tu interior, nadie había causado en ti lo que causa Maca, es así de sencillo E: Yo no quiero hacerle daño físico. No lo soportaría ella es débil Sandra: ¿Has hecho alguna vez daño físico a alguna mujer? E: No (dijo bajando la cabeza) A parte de a mí misma no Sandra: Pues ya está E: Pero lo de hoy (insistió con el ceño fruncido) Sandra: Quizás un toque de atención de tu mente, puede que sientas algo por Maca (la miró con detenimiento sabiendo que aquello no era un buen camino para hablar con Esther) E: No, me gusta mucho, me lo paso muy bien con ella, me encanta hacer el amor con ella... no sé... más no Sandra: Ahora mismo acabas de bajar la guardia (le dijo sonriendo) E: ¿Por? (la miró con dudas) Sandra: No has dicho me gusta follármela, has dicho, me encanta hacer el amor con ella (le sonrió E: Bueno... me voy o llegaré tarde Sandra: No tengas miedo Esther E: No quiero convertirme en lo que tanto odie (su cara mostraba un pánico casi enfermizo) Sandra: Jamás podrás serlo (le dijo de manera contundente)

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E: La verdad... no sé que voy a hacer sin ti Sandra... y me siento fatal por haberte fallado Sandra: Eso ya está olvidado Esther, yo solo quiero recuperar a mi amiga E: Gracias por serlo Sandra: Venga... vístete y trata de abrir un poco tu corazón, ¡no solo tus piernas! (le dijo cómo la madre que riñe a su hija tras una fechoría) E: ¡Eres la hostia! (la abrazó y aquel gesto tan espontáneo aún le dejó más claro a Sandra la lucha que debía batirse en su interior) Que lástima que te vayas con el taronger, podías venirte con nosotras Sandra: En otra ocasión, porque imagino que volverá, claro E: Claro (le dijo con gesto y tono convincente) Mientras Esther trataba de sacar fuera algo de su interior, Maca seguía sentada al borde de la cama, Teresa cogió la silla y la puso en frente suya, no podía dejar de recordar el gemido que le oyó, parecía otra, aquel lado que ella desconocía y que le había causado sin poder evitarlo estupor. Allí sentadas parecía que todo se había detenido, tan solo se escuchaba el sonido de una gota que caía lentamente del grifo, era como el invitado a aquel momento de conversación T: Bueno... pues tú dirás hija M: Teresa he tomado una decisión, quiero que únicamente tú la sepas (le decía mirándola fijamente con gesto serio y decidido) T: Muy bien M: Voy a escribir la novela, una vez la termine y supuestamente gane el premio, me separaré de Luis Los ojos de Teresa no daban más de sí para abrirlos y mostrarle la mezcla entre sorpresa, miedo y felicidad, imposible demostrar todo lo que sentía, se sentó al borde de la silla por el impacto de la noticia, por el impacto de ver a Maca tan decidida T: ¿Lo has pensado bien? M: Mucho, esta noche me he dado cuenta que no puedo seguir así, negándome el derecho a ser feliz, el derecho de vivir la vida como quiera y no cómo me la imponga nadie T: ¡Muy bien! M: Tengo que trabajar muy duro para terminar cuanto antes la novela

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T: Bien, la verdad que no me esperaba esto... M: Yo tampoco, pero Esther me ha hecho darme cuenta que no soy una marioneta, que tengo sentimientos, que no puedo dejarme arrastrar de este modo por la vida (decía tranquilamente pero con rotundidad) T: Me alegro. ¿Has pensado en las consecuencias? M: Teresa no las he pensado día tras día cuando me he estado dejando humillar y manipular T: ¿Lo haces por ti sin involucrar a Esther? (la mirada apagada de Maca le hizo agregar con un suspiro) Sé que no me importa porque lo hagas, lo importa es que lo puedes hacer, pero... me preocupas con ella M: Ya te lo he dicho Teresa, me siento bien a su lado, quizás esto sea una locura no sé, pero es la locura que en este momento me está haciendo sentir que estoy viva. Y no por el sexo, que también lógicamente, sino, por muchas más cosas, cosas que habían en mí y no sabía, sentimientos que había olvidado existían Teresa, mi propia fuerza, llevo un buen rato pensando porque cojones me dejé vencer (Teresa la miraba con una sonrisa pero sus ojos acuosos demostraban que entendía perfectamente sus palabras) ¿Sabes?, Esther le ha dado color a mi vida, si tuviera que definirla sería... he vivido en tonos grises, y ahora ella, me ha mostrado toda la gama de colores T: Ojalá todo salga bien (le cogió sus manos con sentimiento) Pero pase lo que pase quiero que sepas que siempre estaré a tu lado M: Gracias Teresa, lo sé T: Esto no es vida Maca M: Ahora lo sé, pero necesitaba verlo (le dijo con su sonrisa de lado) T: Pues entonces, tenemos que trabajar (ladeó su cabeza) M: Si pero eso será mañana, hoy nos vamos a disfrutar En el portal de su casa una desconcertada Consuelo esperaba la llegada del Ford Ka de Esther, al verla la enfermera tocó el claxon con una gran sonrisa E: ¿Preparada? Consuelo: Vamos a ver... ¿qué quiere decir esto? E: ¿Qué cosa? (puso el intermitente para incorporarse al carril) Consuelo: Que me llames a las prisas para acompañarte E: Si es que no sé como hacer las cosas, si te invito mal sino, peor

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Consuelo: A ver Esther que nos conocemos mucho tiempo ya ¿eh? E: ¿Qué hay de malo que vengas a comer con nosotras? Consuelo: Pues no es que sea malo, solo que es sorprendente, cuidado coche que sale de la derecha E: Vas a comer con la gran Macarena Wilson Consuelo: Eso es lo que me extraña, semáforo en rojo E: ¿Por qué? Consuelo: Pues porque tú nunca me has llamado para ir con tus ligues. Verde E: Pues siempre hay una primera vez Consuelo: ¿Dónde está el gato?, cuidado el de la moto E: Pues que su marido la vigila, y no puede ir conmigo sola, así que hemos preparado una excursión, tú y Teresa, y nosotras dos Consuelo: ¿Una excursión?, cuidado la bicicleta E: ¡Quieres dejar de hacer de Luis Moya! Consuelo: ¿Cómo me has llamado? E: No recuerdas aquello de ¡arranca por Dios!, ¡arranca! (decía muerta de risa) Consuelo: Tú no estás bien, no E: Después de una noche de sexo salvaje dame una tregua ¿eh? Consuelo: ¡Dios mío! (musitó tapándose con una mano los ojos) En fin... no me va a costar nada de mi bolsillo ¿no? mira que andamos mal E: No te preocupes. Ya estamos Habían quedado en una calle cercana al hotel, todo al milímetro preparado, todo para lograr que nadie pudiera informar si Maca salía o no con alguien. En el coche una divertida Esther les esperaba junto a Consuelo que no entendía muy bien su función pero estaba encantada de ir E: Sólo te pido una cosa Consuelo: Dime

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E: Si Teresa te pregunta cosas de mí, tú, no abras la boca Consuelo: Me lo temía Ante la mirada divertida de Esther Consuelo negó con la cabeza mirando al cielo, tras los saludos, llegó el momento de poner el coche en marcha, eso sí, Maca primero echó el asiento para tras ante la sonrisa de una Esther que al recibir dos besos en las mejillas había aprovechado para decirle lo guapa que estaba La complicidad entre las cuatro funcionó en seguida, Maca sonreía mirando de soslayo a Esther veía como Consuelo se habían incorporado al grupo con total normalidad sin hacer preguntas, ¿haría siempre lo mismo con las novias de Esther?, bueno ella no podía ni considerarse siquiera su novia, pero le daba igual en aquel pequeño coche, era feliz Comieron en el Restaurante de la playa “La Pepica”, una de las camareras conocía a Esther y les había reservado una mesa con vistas al mar, el comentario de Maca a Esther sobre la chica, le había arrancado una sonrisa muy canalla, tanto que Maca no pudo ni siquiera enfadarse. La comida transcurrió entre anécdotas que contaba Consuelo y Esther del hospital, pocas que podía contar Maca, pero sobre todo, la que se destapó fue Teresa que les sorprendió a todas con su propia historia T: Sí, sí (decía sonriendo) Yo quería ser chica de revista, me colaba en las pruebas porque me enteraba de todas, me cosía yo los vestidos, porque robaba la tela a una tía mía que tenía una casa de modista, y cosía a las ricas de la ciudad, y allí me veías a mí cosiéndome la ropa metida en la cama con una linterna en la boca. Un día llegué a una prueba para Celia Gamez, yo estaba tan nerviosa, me hicieron bailar, claro, lo hice de maravilla y me dijeron que bailara con el grupo, ¡qué excitación! (todas la miraban entre risas y boquiabiertas) Entonces, como también robaba los zapatos, estaba yo bailando cuando de repente uno de ellos salió por el aire porque no habían de mi número y le golpeó al coreógrafo que nos hacía la prueba en la cabeza E: ¿Y? (se mostraba encantada con la anécdota y con los gestos de Teresa para contarla) T: Pues nada, el hombre muy cabreado preguntó de quien era el zapato M: Joder no sé dio cuenta a quien le faltaba T: No, y ahí me ves salir a mí desde la última fila toda colorada diciendo, mío. ¡Y me echo! Consuelo: ¡Oh, qué mala suerte! T: Pues sí... pero yo seguí con mis trece. Y un día me dieron trabajo en un conjunto de una Vedette de tercera. ¡Qué feliz fui!... solo actué una vez pero fui tan feliz... E: ¿Y eso?, ¿otro zapato? M: ¡Pero qué mala eres! (le golpeó suavemente el codo mientras Esther le sonreía divertida)

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T: No hija, de pronto escuché de la primera fila ¡Manolo esa es nuestra hija!... Consuelo: ¿Tus padres? T: Los mismos... y me quede sin conjunto pero con el habito de monja M: ¡Pero qué me estás contando! (le dijo casi escandalizada Maca sin poderse creer lo que estaba escuchando) T: Sí, hija, me metieron monja E: No lo puedes negar Teresa T: ¿Y por qué si se puede saber bonita? (la miraba seria ante la sonrisa de Maca) E: Teresa... (le dijo moviendo la cabeza y las manos como si fuera tan evidente que no fuera necesario seguir) Camarera: Hola chicas... os traigo un detallito de la casa para las guapas... E: Gracias Sol, tu nombre va que ni pintado para ti (Maca la miró poniendo un gesto de circunstancias) Sol: Ya lo sabes guapa... (le guiñó un ojo) M: Pues nada... vayamos a por el detallito que nos ha traído ¿Sol? (le preguntó a Esther) E: Sí, Sol (contestó sonriente) Y después de aquello se marcharon con el pequeño pero confortable Ford Ka hasta la Albufera, lugar donde Teresa se quedó prendada por pisar territorio privilegiado de Blasco Ibáñez, y donde Maca comenzó a hacer fotografías de una máquina que se había comprado en el Corte Inglés exclusivamente para poder tener material. Sacó fotos en color pero tan bien en blanco y negro, Esther le hizo algunas a ella, algunas a las demás y como no, Teresa les sacó a la pareja unas cuantas. Al finalizar el paseo donde disfrutaron de un apasionante atardecer, entraron en la Barraca para tomarse una buena horchata con fartones M: Espera quiero sacar bien la forma de la Barraca E: Dame yo te la hago M: Bien (entonces vio que Esther le había sacado una foto de su trasero) ¿Qué haces? E: De está quiero una bien grande (le dijo sonriendo ante la carcajada de Maca) Te hago la foto y entramos rapidito M: ¿Tenemos prisa?

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E: Yo sí, tú no sé (le decía mientras hacia fotos) M: ¿A qué tienes prisa? (respetaba la distancia porque no quería hacer nada mal hecho, pero se moría por tocarla) E: De besarte M: ¿Y crees que me vas a besar? E: ¿Tienes dudas? Maca sonrió como dando por sentado que se las apañaría para que ocurriera así, y así fue nada más entrar le dijo a la dueña de la Barraca que iba a mostrarle a Maca la cocina y se fueron bajo la atenta mirada de Teresa Consuelo: Ay... Teresa tengo tanta Fe en que Maca ayude a Esther T: ¿Cómo? (ellas ya se habían puesto a la faena, Esther había apoyado a Maca sobre la mesa y la besaba con ansias las mismas que Maca tenía por besarla) Perdona no te he entendido Consuelo: Esther ha sufrido mucho... muchísimo, era una chica estupenda, y ahora también pero... tuvo muy mala suerte (Esther metía mano a Maca con suavidad y Maca se puso a reír como loca mientras se apoyaban las frentes) Su madre se suicidó cuando era una cría, ella la encontró muerta, después de aquello vivió como si no le importa demasiado la clase de vida que llevaba, lo ha probado todo... pero en especial hubo una mujer que le destrozó la vida T: Pues no lo parece (le dijo sin poder evitar ese resquemor que seguía sintiendo por ella) Consuelo: Todo cuanto hace es por defenderse (Maca abrió sus piernas y atrajo a Esther con una mirada felina que hizo que la enfermera se dejara llevar por sus labios) Necesita que una mujer le demuestre que puede creer en el amor T: No creo que ella busque eso... Consuelo: Claro que lo busca, Esther podría ser aquel recuerdo que nos has contado, cuando querías ser chica de conjunto y hiciste de todo para conseguirlo pero no te dejaron, Esther es igual a ella tampoco la dejaron creer en el amor (la puerta se abrió y las vieron salir muertas de risa) Yo la prefiero granizada en verano, para el calor... ya sabes... T: ¿Qué? (preguntó sin entender muy bien a qué venía aquello) M: Es una preciosidad...

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T: Se nota, se nota (le hizo un gesto para que se limpiara los labios, Maca sonrió) Oye yo quiero llevarme esta horchata, en Madrid hay horchaterías pero ninguna tiene esta maravilla E: ¿Y qué me dices de los fartones? T: Que voy a reventar E: Venga Maca... M: No, la verdad que no quiero tomar nada más, la paella me ha llenado mucho y tengo un poco de malestar Consuelo: ¿Quieres una pastilla? E: ¡Ya estamos Consue!, cuantas veces debo decirte que no puedes ir por ahí repartiendo medicamentos como si fueran caramelos Consuelo: ¡Qué exagerada eres! E: ¿Ah, claro, ahora soy exagerada? (hablaban entre ellas) T: ¿Estás bien Maca? M: Sí, no es nada, solo un poco de malestar Para volver, hicieron los mismos pasos, Esther dejó a Maca y Teresa cerca del hotel, mientras iba a dejar a Consuelo hasta su casa, al llegar, la mujer no bajaba, Esther se temía que iba a darle el discurso que tanto se sabía de memoria. La miró, después miró el reloj y le dijo: E: Venga suéltalo que he quedado a cenar con ella Consuelo: Me gusta Maca para ti E: Ya, y a mí también Consuelo: Pero yo digo más allá del rol que estás haciendo ahora E: ¿Rol? (la miró impactada por aquella frase) Consuelo: De amante E: ¡Por favor Consuelo!... a veces me pregunto porque escribo y no lo haces tú Consuelo: Bueno... porque tú eres muy buena y lo mío es otra cosa, es ver realidades... en fin... me voy... pero lo hago muy contenta E: Y yo que me alegro

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Consuelo: Creo que por fin... has encontrado la horma de tu zapato E: La horma de mi zapato (murmuró) ¿Y qué hacemos con el maridito?... en fin... lo importante es que esta noche la tengo para mí... ¡me encanta como mujer!... uf... venga relájate que no te puedes poner solo de pensarlo Cuando llegó se dirigió hasta Recepción y pidió su llave, el recepcionista le sonrió y ella le guiñó el ojo, subió en el ascensor jugueteando con la tarjeta entre sus dedos, mientras a su mente llegó la conversación con Consuelo, se miró en el espejo y aquel gesto que vio reflejado no le gustó demasiado. Exhaló un fuerte suspiro y negó con la cabeza, para cuando se abrieron las puertas salió decidida para encontrarse con su amante. Abrió la puerta y allí estaba sentada en la cama escribiendo en su ordenador E: Bueno... cuantas veces he pensado cómo escribirías... me encanta verte así (le dijo apoyándose sobre el armario) M: ¿Y piensas quedarte ahí? (la miró sonriente) E: No sé... ¿si me acerco... obtendré algo? M: Prueba (grabó lo que había escrito y cerró el ordenador haciéndolo a un lado) E: Sabes que le has caído estupendamente a Consuelo (le dijo acercándose hasta la cama) M: Y a mí ella (la miraba sonriendo) E: ¿Te encuentras bien? (le preguntó mirándola fijamente) M: ¿Por? E: No sé es defecto profesional (se detuvo a los pies de la cama) Te noto algo pálida M: Bueno tengo un ligero dolor, pero nada que no se pueda superar. Además... quien mejor que una enfermera para reconocerme (se empezó a desabrochar su camisa) E: Mmmm (dejó a un lado el bolso y decidió subirse a la cama) M: ¿No? E: Creo que tienes mucha razón. A ver... esto me sobra también aunque es monísimo, me encanta la ropa interior negra ¿lo sabías? M: Sí, lo sabía E: No (dijo de repente) M: ¿Qué?

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E: Consuelo (entonces la carcajada de Maca le hizo precipitarse hasta ella) ¡Me las vas a pagar! M: Au (se quejó ante las cosquillas) E: ¿Qué te pasa? M: No, nada, un dolor aquí (dijo frunciendo el ceño) E: A ver... M: No es nada he comido mucho y estoy un poco empachada (la miraba intensamente) E: Pues en ese caso debo reconocerte, en profundidad (le dijo acercándose hasta su boca y besándola con pasión) ¿Dónde te duele más? M: Aquí (cogió la mano de Esther llevándola sobre su braga) Y cada vez que te acercas, me duele mucho más E: Tengo remedio para eso (musitó de igual manera que Maca había hecho con ella con total éxtasis embriagador) Pasaron su rato de pasión nuevamente Esther se comportó como siempre, no volvió a convertirse en lo que odiaba, aunque, había algo en Maca que le hacía perder la cordura, pero por esta vez, había sido capaz de controlarse. Estaba dormida cuando escuchó a Maca vomitar, agudizó el oído y sí, se levantó pero el lavabo estaba cerrado E: Maca déjame pasar M: No E: Vamos que soy enfermera... a ver... (cuando Maca abrió la miró y le dijo preocupada) Debes tener fiebre M: Me encuentro fatal... me duele mucho Esther... mucho... E: ¡Voy a llamar a una ambulancia! Ven... ven Hasta la habitación llegó Teresa, que había sido llamada por Esther al ver a Maca retorciéndose de dolor, se asustó, mientras Esther hablaba por teléfono con alguien y Maca volvía a vomitar E: De acuerdo, voy para allá. Teresa tiene toda la pinta de una apendicitis, he llamado a la ambulancia de mi hospital y a una doctora para que la opere yo voy para allá (le decía mientras Maca se recuperaba del esfuerzo y Esther echaba la bolsa) T: ¡No puede quedarse aquí! (decía exaltada)

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E: ¿Por qué? T: ¡Esther está no es su habitación! E: Joder... es verdad... T: ¿No habrás dicho que vengan a esta habitación? (le preguntó asustada) E: ¡Coño sí! Me cago en la puta (volvió a llamar) Vamos mientras la llevamos... Juan escucha que me he equivocado de número de habitación, pregunta bajo) Venga Maca M: Oh que daño (se quejaba doblegándose de dolor) E: Vamos anda despacio M: No puedo T: Espera (cerró la puerta en las narices de Esther) E: ¿Y ahora qué? (la miró desesperada) T: Está el de Recepción ahí M: Ohhh (volvió a quejarse) E: Está bien... vamos a ver ¿puedes ir con Teresa? M: Creo que sí (decía frunciendo el ceño de dolor) E: Yo me lo llevo, vosotras pasáis y os veo en el Hospital M: No me dejes sola Esther E: Lo siento pero es mejor que yo me vaya para allí, así voy pidiendo quirófano T: ¿Seguro que es apendicitis? E: Sí Teresa, tiene fiebre, vómitos y dolor abdominal... vamos... que de 100 números le han tocado 101 M: Ohh... me da miedo... T: Vamos Maca... tranquila cariño E: Os espero allí Esther salió y vio como el recepcionista golpeaba la puerta de la habitación donde supuestamente estaba Maca, después de hablar con él, consiguió a base de mentiras casi obligarlo a bajar a Recepción pues le estaba diciendo que iba a poner una queja, y no

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estaba nada de acuerdo con las cosas que habían en su cuarto, Teresa aprovechó para llevarse a Maca hasta la cama, después pasó nuevamente y se llevó la ropa que quedaba y el ordenador, con el miedo en su cuerpo, jadeando y con perlas de sudor sobre su frente por el esfuerzo T: ¡Ay Jesús qué de esta nos pillan! Cuando la ambulancia llegó al hospital, Maca vio aliviada a Esther ya enfundada en el pijama de quirófano, se la llevaron a toda prisa hasta el box donde se presentó una doctora Paula: Hola señora Wilson M: Llámeme Maca por favor (le decía jadeante) Paula: Vale Maca soy la doctora Paula Martínez (le decía mientras la reconocía) E: Tranquila que no te voy a hacer daño (le dijo Esther con una sonrisa amplia y tranquila mientras le ponía una vía) Paula: Esto está muy claro Esther E: Ya te lo había dicho Paula: De acuerdo, pues nada, vamos a quirófano M: No me dejes (le dijo con ojos suplicantes a Esther) E: Tranquila voy a estar a tu lado todo el tiempo, Paula es una de las mejores médicos del hospital, por no decir la mejor, así que estás en muy buenas manos, las suyas y las mías (le dijo mientras salían por el pasillo) T: ¡Esther! ¿qué le pasa? (llegó hasta ella nerviosa Teresa) E: Nada nos la llevamos a operar, vente conmigo y puedes esperar en la puerta del quirófano T: ¿Pero estará bien, verdad? (le preguntó con temor) E: Teresa, es una apendicitis M: Teresa... dame la mano T: Sí cariño E: ¡Eh y yo! (le riñó sonriendo. Maca entró a quirófano tras el beso de Teresa en la frente le dijo) Yo que tú llamaba al marido T: Claro, ¡qué remedio!

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La doctora y la enfermera se quedaron en la zona séptica Paula: Así que ahora estás liada con la escritora (la miraba sin prejuicio alguno a través del espejo) E: Bueno... algo hay Paula: Está casada. Siempre has tenido predisposición por las casadas (se secó y cuando iba a entrar le dijo) Es lo fácil ¿verdad? Esther la miró y no supo muy bien que contestar, más que un suspiro que le salió del alma En la camilla Maca esperaba con unos ojos que demostraban que estaba asustada, al ver acercarse a Esther notó como se tranquilizaba, su sonrisa antes de ponerse la mascarilla le llenó de paz E: Muy bien, ahora tranquila empieza a contar de cien para atrás y cuando te despiertes tendrás a tu lado a quien tú desees (le dijo bajito) M: Estás muy guapa con ese uniforme E: Ya sabes... que todo me sienta bien (le decía sonriendo) Venga cuenta Mientras fuera, Teresa iba de un lado a otro del pasillo, sabía que debía contarle a Luis las cosas pero no le apetecía nada escuchar sus gritos por el altavoz del teléfono T: ¿Luis?, soy Teresa Luis: ¡Estoy en una reunión Teresa! T: Lo siento pero es que... Maca está en el hospital Luis: ¿En el hospital? (su voz sonó quebrada) T: Sí, le ha dado un ataque de apendicitis y la están operando Luis: ¡Me cago en la puta!... (Teresa lo oyó resoplar) No puedo ir, no puedo dejar esto... T: Tranquilo que los médicos me han dicho que no es nada, esta noche yo me quedo con ella aquí Luis: Nada más salga dímelo T: Claro, claro... te llamo (al colgar apoyó el teléfono en la barbilla pensativa) Le ha afectado sin duda, a lo mejor es como uno de esos psicópatas que se creen que por tener así a las mujeres las aman más que nadie... ¡pues si es así, guapo! ¡poquito te queda de estar a su lado!

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Una vez finalizada la operación, la doctora y Esther salieron del quirófano sonrientes, allí Teresa se mostraba muy preocupada Paula: Hola Teresa, bueno ya me ha contado Esther (Teresa la miró seria) Todo ha salido muy bien y ahora la llevan a reanimación, una vez esté reanimada la vamos a poner en una habitación de las que hay reservadas T: Muchas gracias doctora Paula: Oh no, a mí no, a Esther que se ha encargado de todo E: Gracias Paula, ¿nos vemos mañana? Paula: Sí cariño. Hasta mañana Teresa E: ¿Por qué me miras así? (le preguntó mientras se soltaba la coleta) T: Por nada... ¿puedo verla, ya? E: No, está en reanimación T: ¿Y tardara mucho en reanimarse? E: Un poco. ¿Has hablado con el marido? T: Sí E: ¿Y? T: No puede venir asuntos de negocios E: Bien, pues mira... vamos a hacer una cosa, vete al hotel, descansas y yo me quedo con ella esta noche, mañana por la mañana trabajo y estoy acostumbrada a esto T: No pienso moverme de su lado, ella me necesita E: Ya lo sé, pero esta noche va a estar muy atontada y con goteros T: ¿Y qué? E: ¡Ay se me había olvidado que eres una cabezota, chica de cuple! T: Mira... mira (le advertía con las cejas bien levantadas) E: Miro Tere, miro. Vamos a tomar algo venga

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En la cafetería, Teresa veía lo popular que era Esther, y si bien era cierto que las anteriores veces que había estado con ella en el hospital, no había reparado en cuanto la saludaban, aquella vez sus ojos y orejas no daban abasto para alcanzar a averiguar todo cuanto ocurría a su alrededor con las mujeres que se le acercaban a Esther T: Eres muy famosa E: Si, es que soy muy buena gente Teresa T: No lo dudo (se le quedó mirando con ganas de decirle lo que Maca le había confirmado pero, acertadamente se calló temiendo que si lo sabía huyera) Mañana vendrá su marido E: ¿Y? T: ¿No te importa? E: Es su marido (le dijo elevando los hombros mientras daba un bocado a una ensaimada) Está de muerte... ¿quieres? T: No podría probar bocado E: Una apendicitis no es grave Teresa T: Lo sé, pero aún así si le pasara algo a Maca... E: No le va a pasar nada T: No estoy tan segura (le dijo intencionadamente) E: Bueno... entonces que... ¿te vas? T: Cuando la vea E: Está bien, venga termino esto y me voy a ver como está En su cama, Maca escuchaba varios sonidos que no podía muy bien calificar, escuchaba pitidos, y una especie de bombona de aire, pero era incapaz de poner nombre a lo que sus oídos captaban. Sin embargo fue capaz de todo cuando oyó que alguien le llamaba E: Maca... todo ha ido bien M: (“Esther”... “está aquí”) E: Fuera está una desesperada Teresa, se va a comer todas las bolas del collar M: (“Mi pobre Teresa” quería hablar pero no podía)

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E: Tranquila ¿eh?... todo está bien, todo ha salido muy bien y ya le he dicho a Paula que te deje una cicatriz bonita... me encanta como la ha hecho, he dado el visto bueno M: (“Esther”...) Había pasado un rato cuando sus pesados párpados comenzaron a moverse, allí a su vera estaba Esther, todavía con aquel conjunto verde sonriéndole E: Hola M: Ha sido verdad E: ¿El qué? M: Que tendría a mi lado a quien yo deseaba tener (la miró con los ojos nublados por la anestesia) E: Me alegro (le sonrió) Voy a decirle a Teresa que pase. ¿Vale? M: Gracias Cuando salió del cuarto, Esther se quedó pensativa por un momento había sentido un bienestar que no quiso darle importancia, pero aquel sentimiento seguía pesado en su pecho T: Maca... Maca... M: Hola (sus labios se mostraron algo secos) T: ¿Qué tal cariño? M: Bien... al menos ya no tengo ese dolor tan fuerte T: Te ha operado una gran médica (le dijo sonriendo) E: Y una gran enfermera (agregó sonriente) M: Es verdad (le sonrió aunque al suspirar hizo un gesto de dolor) E: Vamos a llevarte a una habitación especial, las que tenemos para los ricos y gente famosa... ya sabes... esos pedantes T: Oye... a ver ¿eh? E: Tere... me encanta lo poquito que me quieres ahora Los celadores llegaron y se llevaron a Maca que iba secundada con una Teresa nerviosa porque se le había olvidado llamar a Luis, y con una Esther que seguía saludando a diestro y siniestro. Una vez en el ascensor los celadores comenzaron a habar con Esther,

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que reía los cotilleos que le iban contando. Por el pasillo hasta llegar a la habitación, Maca iba entre adormilada pero aún así, le encantaba escuchar la voz de fondo de Esther E: Ya estamos... M: ¡Qué maravilla! (dijo al ver el ramo) E: ¿Te gusta?, sé que eran tus flores favoritas porque lo leí en una revista (le dijo mientras las arreglaba) T: Vaya... bueno os dejo un momento que tengo que llamar a Luis M: Que no venga por favor T: No puede, hoy por lo menos M: Mejor (dijo tranquila entonces miró a Esther y le elevó un poco la mano para que la cogiera, al notar el tacto sonrió diciéndole) Gracias por las flores E: De nada Se quedaron mirando ambas con una sonrisa tierna en los labios, Esther se sentó en el taburete que había junto a la cama y Maca se fue dejando llevar por la pesadez en sus párpados, cuando entró Teresa le gustó ver aquella imagen, la frívola Esther convertida en una cuidadora con mirada tierna, gesto sereno y caricia lenta, la escritora más entregada que nunca a pesar del dolor, con gesto rebosante de paz, vamos que a punto estuvo de echar una lagrimilla si no fuera porque acababa de hablar con Luis Al verla Esther le hizo un gesto de silencio mientras Teresa se daba cuenta como apartaba rápidamente la mano de Maca. Los ojos la interrogaron y Teresa contestó en voz baja T: Ha arreglado las cosas, mañana coge el primer avión E: ¿Quieres cenar? (preguntó como si no le importara demasiado) T: No tengo mucho apetito E: Vamos... ahora se ha quedado dormida y no se va a despertar T: ¿Dejarla sola?, no, sube un bocadillo aquí E: De acuerdo Salió de la habitación con una sensación pesada, extraña, suspiró negando con la cabeza y fue a la cocina del hospital donde una ex amante, seguro tenía para bien prepararle un par de bandejas para Teresa y ella

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Cenaron como dos reinas, en silencio para no molestar más de lo normal a una Maca que con los efectos de la anestesia dormía con tranquilidad. Al terminar de cenar Teresa se marchó jurando que a las ocho llegaría por si Luis llegaba demasiado temprano para que no viera a Esther allí Al quedarse sola, apagó la luz y dejó tan solo una para poder vigilar el gotero, suspiró y se acomodó en el incomodo sofá todo lo que pudo, observaba a Maca y se preguntaba como una mujer como ella, con una educación exquisita, con tanta inteligencia, con una fuerza absoluta para negar lo que realmente era, podía vivir al lado de un hombre con el que vivía. Se lo había preguntado sin conocerla, eran una pareja de guapos, que todo el mundo hablaba de ellos, eran elegantes y siempre que salían juntos en algún acto, levantaba expectación, pero a Esther siempre le había parecido que no era el hombre adecuado para ella. Al conocerla, se percató que algo debía esconder y que Teresa le había tratado de contar, para vivir a su lado. Entonces cerrando los ojos recordó como hacían el amor la noche anterior, como Maca se aferraba a ella, sin soltarla, como la besaba, la acariciaba, de pronto abrió los ojos porque la vio besándose con su marido, la miró fijamente ¿qué podría sentir al dejarse tocar por él?, ¿sería verdad que podía disfrutar de los orgasmos con su marido? Estaba segura que no, que hasta llegar ella Maca no había disfrutado del sexo más bien lo habría sufrido. En un acto de ternura le tocó la mejilla no quería pensar en su vida pero sintió lástima por lo que podía imaginar. Maca abrió los ojos E: Hola M: Me estoy meando (dijo y Esther dio una carcajada) Esther mucho E: Vale... vale... tranquila (reía divertida) Eso es la anestesia M: No me aguanto E: Ya está, ya puedes (le dijo mientras le ponía el plato) M: Me estoy meando fuera E: No, es la sensación pero mea tranquila (le había tapado para que tuviera su intimidad pero Maca había vuelto a cerrar los ojos) Maca... Maca... M: ¿Qué? E: ¿Ya? M: Sí, ya E: Toma límpiate (Esther se le quitó el plato y espero a que se limpiara para llevarse también el papel) Buena chica... ahora a dormir M: No te vayas Esther E: De ninguna manera... tranquila duerme

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Cuando salió del cuarto de baño Maca volvía a dormir con tranquilidad, el gotero estaba bien, ella misma podía dar una buena cabezada, no quería pensar, así que cogió una manta y se sentó a su lado para pasar la noche vigilando a quien tantas veces le había quitado el sueño, y a la que, por mucho que quiso dormir, no puedo dejar de mirar 7 Mayo 2005 La mañana había llegado con un sol radiante y un cielo que parecía una alfombra de terciopelo azul, ni una nube, tan solo una luz impresionante que entraba por la ventana que a pesar de estar medio bajada se colaba en la habitación de Maca M: Esther... T: No cariño soy Teresa M: Ah (dijo con el ceño fruncido) T: Se acaba de ir porque empieza turno M: Ha estado aquí toda la noche (dijo tratando de moverse con gesto de dolor) T: Sí. No me dejo a mí. ¿Cómo estás? M: Me duele un poco pero se puede soportar T: Hemos tenido mala suerte, ¡caray! (le dijo frunciendo los labios) M: Pues sí (sonrió de lado)... pero... Entonces la puerta se abrió, ella que esperaba la visita de Esther, al ver que se trataba de Luis cerró los ojos como si durmiera para ocultar su desilusión Luis: ¿Cómo sigue? (la miraba preocupado dejando su maletín sobre el sillón) T: Mejor... aún está medio dormida por los efectos de la anestesia (le dijo Teresa poniéndose en pie) Luis: ¿Cómo ha pasado la noche? (se acercó hasta ella dejando un beso en su frente) T: Tranquila Luis: He hablado con el doctor Fernández me ha dicho que podemos estar tranquilos que aquí hay buenos médicos E: Buenos días (entraba sonriente Esther que al ver allí a Luis se quedó de una pieza borrando su sonrisa captando tal gesto Teresa) Hola

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T: Luis... ésta es... (le dijo con temor mientras Maca al escuchar la voz de Esther abrió los ojos) Luis: A ti te conozco (le soltó mirándola con los ojos entrecerrados sin hacer caso a Teresa) E: Es probable, y ahora... por favor se salen los dos que voy a curar la herida Luis: ¿Cuándo nos la podemos llevar? E: Pues eso es la doctora que la lleva quien se lo dirá Luis: ¿Tú no estabas en el cursillo de Maca? E: Sí (sonrisa amplia y feliz) Luis: No se me olvida una cara E: Que casualidad, a mí tampoco y ahora por favor... (su voz no titubeó ni un segundo acercó el carrito hasta la cama y miró a Maca sonriendo mientras la saludaba en voz casi inaudible) Hola preciosa... ¿qué tal vas? M: Bien... vaya momento tenso (dijo tratando de acariciar la mano de Esther a pesar de que llevaba un guante puesto) E: ¿Por qué? ¿crees que iba a decirle algo? (la miró algo confundida) M: No, claro que no, pero él es tan... E: ¿Estúpido? ¿gilipollas? ¿grosero? (Maca sonrió de lado) Sé manejar a los tipos como él M: No quiero irme Esther (la miró con miedo) E: Tranquila... no vas a irte, te lo digo yo (le guiñó un ojo mientras miraba el gotero y entonces se agachaba para decirle con voz melosa) Estás guapa hasta recién operada... ¡eres la hostia!; ¿lo sabías? Y con una sonrisa salió fuera al pasillo, saludó a la pareja con cierto distanciamiento y se marchó, Teresa sentía que las piernas le iban a fallar, Luis había reconocido a Esther, pero ésta no se había amedrentado con él, al contrario, pero sin duda sus miedos estaban latentes como si en cualquier momento la bomba que había en sus manos con todo lo que sabía fuera a explotar Luis: ¿Cómo estás? (le dejó un nuevo beso en la frente) M: Regular

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Luis: Teresa voy a quedarme si quieres irte después de pasar aquí la noche mejor descansar T: Prefiero quedarme si no te importa Luis: ¿Has desayunado? T: No (le contestó algo asombrada por su actitud) Luis: Pues ve, yo me quedo con mi mujer Y así fue, Teresa salió por el pasillo justo cuando vio que Esther y la doctora llegaban hasta la habitación, le hubiera gustado enterarse de lo que allí pasaba porque estaba segura Luis no iba a poner las cosas fáciles Al entrar la doctora y nuevamente la enfermera, Luis se levantó y se presentó Paula: Encantada, bueno ¿qué tal estás Maca? M: Me tira mucho la herida y con molestias Paula: Sí, es normal (miró las anotaciones) No has tenido fiebre y eso es muy buen síntoma Luis: ¿Me la puedo llevar ya?, en Madrid tenemos muy buenos médicos y ellos se encargaran de todo (a Maca en aquel momento si Esther hubiera tenido que hacerle el análisis no le habría sacado ni gota de sangre) ¿Cuándo doctora? Paula: Si usted me firma un papel como que se responsabiliza de que si le pasa algo en el trayecto es usted el máximo responsable se la puede llevar ya. Sin embargo, creo que sería mejor que estuviera aquí mínimo dos días más. Imposible meterla en un coche u avión, mejor descanso Luis: ¿Dos días? Paula: Sí, hay que hacerle pruebas y quiero ver que tal pasa las veinticuatro primeras horas. No puede hacer movimientos bruscos, ni siquiera levantarse al lavabo ¿entendido Maca? M: Sí, lo que sea necesario doctora (entonces miró de soslayo a Esther) Paula: Pues nada Esther pon nuevamente un calmante en su gotero y una vez termine se lo retiramos E: De acuerdo Paula: Encantada Luis Luis: Gracias

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E: Pues esto ya está (le dijo a Maca) Dentro de un rato entraré para quitarte el gotero, si necesitas algo llamas al timbre Luis: Ya estoy yo aquí, si necesita algo ya me ocuparé yo E: De acuerdo. Hasta luego (y se marchó como quien no le va la cosa con ella, Maca por dentro se encontraba feliz. Al salir Paula la esperaba) Te debo una, gracias Paula: Sabes que no puedo retenerla más de dos días E: Lo sé, gracias Entonces salió en busca de una Teresa que estaba en la cafetería con gesto de preocupación E: ¿Puedo sentarme? T: Claro (se removió un poco en el asiento para ponerse cómoda) ¿Qué, nos vamos ya? E: No (ante la mirada de Teresa le dijo sonriendo) Tengo mis os Teresa, Maca me había dicho que no se quería ir y de momento no se va T: Claro... la doctora es tu amante (dijo resolutiva) E: Ojalá... pero no, se resiste esta felizmente casada con el fisioterapeuta del Hospital T: Ya (movía su café) E: Teresa tenemos que hablar T: Es cierto. ¿Y la novela? (preguntó con algo de desgana) E: No te la voy a dar T: ¿Cómo qué no? (la miró realmente extrañada) E: Olvida lo que dijimos, no quiero nada a cambio de estar con Maca T: Un momento... ¿te has enamorado de ella? (le preguntó con animo, desconcierto, desilusión, en fin... sin saber exactamente que debía sentir) E: Claro que no (le dijo como si la pregunta de Teresa fuera una solemne tontería) Solo que no quiero estar con ella porque tú me vas a ayudar, tengo dignidad ¿sabes? T: Bueno (se apoyó con el codo en la mesa y la mano en la barbilla) ¿Y si no quieres qué te ayude, por qué vas a estar a su lado?, ¡un momento! (la miró horrorizada de repente con sus grandes ojos bien abiertos) ¿O la vas a dejar?

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E: Me gusta estar con ella, ven (Teresa se acercó con gesto de misterio, ante la mueca de confidencialidad de Esther) Nunca... en mi vida he tenido los orgasmos que tengo con ella T: ¡Ave María Purísima! (susurró) E: No voy a estar con ella por nada a cambio. ¿Vale? T: Pero... no lo entiendo... ¿cómo puedes estar con ella si no sientes nada? E: Teresa plantéate la pregunta de otro modo, ¿cómo puede estar ella conmigo si no siente nada?, ¡ale guapa, ya tienes deberes! Y allí la dejó con un gesto que no podía evitar que su cara transmitiera cierta zozobra, cuando finalmente reaccionó, se levantó y fue hasta la habitación, allí Luis hablaba por teléfono con algún agente mientras Maca con los ojos cerrados estaba ajena a todo cuanto él decía Luis: Teresa tenemos trabajo (le dijo al colgar) Y tenemos que marcharnos de aquí cuanto antes M: No me voy a marchar, ya te lo he dicho Luis: Tienes que escribir M: Voy a escribir aquí Luis: De ningún modo (la miraba fijamente) E: Hola... bueno... esto ya se ha terminado (le sonrió mientras desconectaba el gotero) Ahora a descansar, a ser posible la dejan tranquilita, porque el calmante le hará efecto, y lo más seguro es que se duerma Luis: Maca... lo siento pero en cuanto estés bien nos vamos. Teresa acompáñame al hotel T: Sí Luis: Dentro de dos horas vendremos, tenemos que hacer papeles. Descansa cariño... estamos a punto de rozar la gloria y no quiero que este contratiempo nos estropee nada. Tú ahora descansa (le dejó un beso en los labios que Maca no pudo evitar) T: Adiós cariño (puso gesto de circunstancias) Descansa mucho Salieron del hospital justo en el momento en que Consuelo llamaba a Esther para avisarle que Maca estaba sola en la habitación

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Una vez en el hotel, Luis entró echo una furia, Teresa lo hacía detrás suyo sin saber muy bien que se iba a encontrar, ni que le iba a decir, temblaba como las castañuelas de Estrellita Castro sin remedio, pero mucho peor fue cuando Luis le dijo: Luis: ¿Qué es esto? ¿una cámara? T: (“Dios Teresa no te desmayes... no te desmayes aún” el sudor le sacó el caracolillo y solo le falto cantar “Mi jaca”) Luis: ¿Te he hecho una pregunta Teresa? T: Es una cámara que compramos para retratar las cosas que Maca quiere utilizar en su novela (“que no la abra... Dios mío que están las fotos con Esther”) Pero vamos... creo que no hay mucho que ver Luis: Ves sacando el ordenador T: ¿El de Maca? (le preguntó con horror al ver como abría la cámara de fotos) Luis: Quiero ver lo que ha escrito (por fin puso en marcha la cámara) Mientras en el hospital, Maca había recibido la visita de Consuelo, durante un rato estuvo distraída, pero al quedarse sola su pensamiento iba más de prisa de lo normal, Luis había visto a Esther, le había reconocido, no tenía porque relacionarlas pero hubiese preferido que no la conociera, porque cuando le dijera que iba a dejarlo, quería que no tuviera oportunidad de pensar que habían terceras personas E: ¿Se puede enfermita? M: Te he echado de menos E: Estaba operando, pero vamos... sé todo cuanto haces, te lo advierto (sonrió y le dejó un beso en la frente) M: Ahí no es el lugar E: Uy... es cierto (entonces le besó en los labios suavemente) ¿Ahí? M: Sí E: Estupendo M: Gracias por lo de antes (le entrego una sonrisa dulce) E: Paula es una gran mentirosa. Es mi pareja cuando jugamos al mus M: ¿Ah sí?

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E: Todos los años hacemos una partida en el hospital y llevamos dos años seguidos ganando nosotras M: Vaya... eres una caja de sorpresas E: No sabes nada de mí. Solo mi parte mala... que imagino Teresa acrecentará con sus comentarios tipo bruja (reía divertida) M: No, ella no dice nada (le devolvió la sonrisa mirándola fijamente) E: Ah pues a mí no para ¿eh? M: Gracias por ayudarme Esther (le dijo con tono tierno) E: La verdad que para mí es... (en ese momento sonó su busca) Vaya... lo siento me voy M: ¿Nunca me vas a decir nada bonito? (le preguntó poniendo morritos) E: Me lo pensaré... (le guiñó un ojo y salió sonriente) En ese momento llegó Sandra con un ramo de flores E: ¿Qué haces aquí? Sandra: Me he enterado lo de Macarena, y Consuelo me ha dicho que aproveche ahora que no está el marido E: Esta Consuelo... (sonreía) Sandra: ¿Puedo verla? E: Según para qué Sandra: Disculparme y por ser tan grosera la última vez (le decía besándose los dedos a modos de promesa) E: Vale... nada de Celestina (la miró fijamente enarcando una ceja) Sandra: Dios me libre E: Te doy permiso, mira que luego me entero de todo ¿eh? Sandra: Tranquila Dos toques en la puerta, le dieron a entender a Maca que tenía visita y no imaginaba quien podía ser, por eso se subió algo la sábana y dejó que pasaran. Al ver a Sandra se sorprendió Sandra: Hola... ¿puedo pasar?

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M: Sí, claro Sandra: Verás es que... el otro día me comporté un poco mal cuando viniste M: No te preocupes... Sandra: No en serio, verás, no sabía muy bien como tomarme tu visita. Bueno... antes que nada mejor dejo esto ¿no? (le dijo sonriendo mientras la mostraba el ramo asumiendo así que había sido torpe por los nervios) M: No tenías que haberte molestado Sandra: No es molestia. ¿Aquí está bien? M: Sí, gracias, es precioso (sonrió) Sandra: ¿Estás mejor? M: Sí, gracias (sonrió pero algo con tensión por su parte también) Sandra: Maca yo soy compañera de piso de Esther, y su mejor amiga, solo eso M: Me lo dijo Sandra: Vale. Como amiga suya que soy quería hacerte una pregunta que sé si ella lo sabe me mata M: Dime Sandra: Si no me quieres contestar, no lo hagas M: Di Sandra: ¿Sabes cómo es Esther? M: ¿De mujeriega? (Sandra asintió con temor) Sí, perfectamente me he dado cuenta Sandra: No le hagas daño, si quieres tener con ella una relación como la tienen las demás... me parece bien, no os juzgo nunca la he juzgado aunque me encantaría que sentara cabeza, y como sé que tú no eres cómo las demás, solo quiero decirte que... Esther no es cómo aparenta, si buscas en su interior encontrarás una mujer maravillosa, pero, si no te interesa buscar y encontrar, por favor, no le hagas daño M: Lo sé... sé como es aunque lo niegue Sandra: Por otro lado, tampoco me gustaría que te hiciera daño a ti, no esperes mucho de ella, si no cambia, no habrá nada que le haga acercarse a ti de otra manera que no sea la que es (agachó un poco la mirada por lo delicado del tema) No debería hablar de esto,

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no debería, pero a ella la quiero con locura, a ti, he aprendido a apreciarte por ella. Y Esther ha sufrido muchísimo, demasiado ella no era así pero... Celador: Hola... lo siento pero me tengo que llevar a la paciente a rayos Sandra: Claro... Maca... quizá sois dos personas que os habéis encontrado para bien, pero quizá lo habéis hecho para mal. Tú tienes una vida, un marido, piénsalo M: Gracias (asintió cerrando los ojos) En el hotel, entres sus grandes manos la cámara de fotografiar comenzaba a abrirse ante el terror de una Teresa que se puso la mano en el pecho. Todo había llegado a su fin Luis: Pero... si no hay nada T: ¿Cómo qué no? (dijo sin poder evitar la sorpresa) Luis: ¡Maca para estas cosas que inútil es!, ¿dónde diablos está la tarjeta?, seguro ha estado disparando fotos sin tarjeta T: Pues no sé... yo la verdad que me la dieron y le dije que ya estaba Luis: ¡No sé que voy a hacer con vosotras! T: Un fallo lo tiene que cualquiera (“¡dónde puñetas está la tarjeta!, ¡ay que se me para el corazón! ¡joder!”) Luis: ¿Ya está abierto el ordenador? T: Sí (“y ahora a revisar... si es que... tengo tantas ganas que acabe con la novela que no sé yo si hacerla y darle yo misma la patada en el culo... ¡ay Maca!”) Luis: ¿Tú cómo lo ves? T: Muy bien, la veo muy buena la verdad con su calidad de siempre pero creo que con esta novela se va a superar Luis: Déjame ver Comenzó a leer mientras Teresa se preguntaba que demonios había pasado con la tarjeta, porque ella estaba segura que había tarjeta, pues en el coche Maca le había enseñado algunas de las fotografías espectaculares del atardecer. Trataba de tranquilizarse inútilmente después del susto, temblaba de pies a cabeza hasta que por fin él la miró serio, muy serio Luis: Tienes razón T: ¿Puedo decirte una cosa Luis?

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Luis: Di T: Mira... vamos a tener que estar aquí unos días con lo de la operación, después me imagino que el traslado no lo podremos hacer en seguida. ¿A ti no te parece qué estar aquí le va muy bien? Luis: ¿Qué quieres decir? (la miró confundido) T: Un hotel resulta muy caro, pero... y si por ejemplo alquilas una casa pequeña, para vosotros hasta que se recupere, puede ir recabando toda la información que necesita, incluso porque no, puede ir in situ a los lugares que quiere recrear en el ambiente de la guerra Luis: Tendría que hablarlo con Marcela T: Es solo una opinión (“por tu madre alquila un piso o estas dos no llegan ni al portal”) Luis: ¿Ha salido con alguien mientras habéis estado aquí? (la miró tratando de intimidarla) T: No, solo ha escrito o cuando se le iba la inspiración, me pedía que la acompañara a la playa (no movió ni un ápice su mirada de la suya) Luis: Le noto cierto cambio T: Pues yo no (“y más que va a cambiar huevón, ¡ay Teresa que vas a tener que ir a confesarte!”) Luis: En cualquier caso la doctora ha hablado de unos días, veré si nos compensa. De momento quédate tú aquí y me voy a pedir yo una habitación T: De acuerdo Luis: En esa novela tengo muchas expectativas Teresa, el mercado de Argentina, empieza a preguntarnos, incluso Francia, quiero que esta novela llegue allí y arrase T: Eso está muy bien (“¿Y tú le has preguntado a ella si es lo que quiere?, ¡egoísta!”) Luis: De acuerdo, comemos y nos vamos con ella La tarde, mientras Luis estuvo allí la pasó adormilada, Esther ya no estaba y la enfermera que entró a cambiarle el gotero, a penas les saludó. La cena se la dio Teresa, y una vez finalizó Luis dijo Luis: Nos vamos T: Yo quería quedarme

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Luis: No hace falta, ¿estás mejor, no? M: Sí, tranquilos... descansar T: Mañana hablamos (le dijo en la oreja bajito al besarla) M: Que descanses Luis: Hasta mañana (le dejó un beso en la frente) Llegó la hora del resopón, ella misma oyó como el carro paseaba por el pasillo, estaba tranquila, las molestias eran menores pero la sola idea de tener que abandonar el hospital le creaba ansiedad, justo a ella, que odiaba los hospitales E: Uy que pensativa está esta preciosidad M:¿Qué haces aquí? ¿trabajas? E: He venido a hacerte compañía, me han chivado que estabas sola M: Tienes espías por todos lados (sonrió divertida) E: Pues sí (le besó en la frente, ¡qué diferente era aquel bendito beso!, ella cerró los ojos al revivirlo encantada y luego dejó otro sobre sus labios) ¿Cómo sigue mi enfermita? M: Mejor, al menos no me duele tanto, solo me estira la herida E: Eso es normal Enfermera: Hola Esther guapa, aquí le traigo el resopón ¿malta, leche o zumo? E: No seas bruta, déjame leche Enfermera: Porque me llamas bruta (la miró la enfermera ya mayor con cara de chiste porque entre ambas enfermeras las bromas eran continuas) E: Porque lo eres. Está recién operada Enfermera: Y tú encantadora E: Eso sí. Oye... ¿estás esta noche? (le preguntó bajito mientras le ponía leche) Enfermera: Sí E: Que no nos moleste nadie ¿vale? Enfermera: ¿Estás liada con ella? (volvió a abrir los ojos dándole un codazo que casi le derrama la leche)

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E: No si cuando yo digo que eres burra, para una vez que no estoy liada con una mujer... es que ya sabes que yo escribo y voy a leerle mi novela Enfermera: ¡Pues mucha suerte! A ver si te veo pronto en la televisión que tú te lo mereces (le decía su compañera con total entrega y ánimo) E: Gracias Cuando por fin se deshizo de la enfermera, entró en la habitación con su amplia sonrisa y el vaso de leche en la mano M: No tengo ganas E: Da igual, sin ganas M: ¿Mañana trabajas? E: Sí M: No deberías estar aquí (le dijo con cariño) E: Bueno... estoy acostumbrada Maca, no estoy haciendo nada extraordinario, de verdad (le sonrió) M: Para mí sí, la verdad (la miró fijamente) E: ¿Quieres que te baje la cama un poco? M: No, quiero verte, eso sí, podrías dejar la luz más baja esa me molesta a los ojos E: Perfecto (le hizo caso y apagó las luces) Así es mucho más íntimo M: ¿Estás liada con Paula? (trató de no preguntar, pero le fue prácticamente imposible no hacerlo) E: ¿Paula?, ¡qué va! (sonrió mientras puso los pies en el hierro de la cama y se sentaba en el taburete) Paula fue mi adjunta cuando entré, me dio mucha caña, pero mucha ¿eh?, había veces que me iba a casa llorando. Pero aprendí muchísimo con ella, luego... hubo una mala época en mi vida, y de no haber sido ella mi adjunta, te aseguro que no estaría trabajando aquí M: ¿Te gusta tu trabajo, verdad? (la miraba con total iración) E: Me encanta, he vivido momentos muy duros, pero también los mejores de mi vida M: ¿Y con cuántas mujeres estás liada? E: Uf... sumando médicas, enfermeras, celadoras, y auxiliares... déjame pensar (ponía gesto pensativo ante la sonrisa de Maca)

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M: Eres una promiscua presuntuosa (le decía mirándola con los ojos entrecerrados) E: De eso nada... una que vale... ¿o no? (se le acercó un poco mientras le dejaba un beso en los labios) M: ¿Y no te cansa ese ir y venir?, ¿no crees en el amor? (Maca se había puesto de lado mirándola con total ternura) E: ¿Cansarme?, no para nada, es una delicia vivir así (sonreía) Y no, no creo en el amor, ni en eso de enamorarse M: ¿Y si un día llega una mujer que te enamore? E: No pasará (lo dijo con una rotundidad que se dio miedo a sí misma) M: En esta vida no puedes decir de ese agua no beberé (la miró como si no pudiera creer aquellas palabras) E: Mira Maca, no te voy a engañar, yo no me niego a ser tu amante, me da igual que tengas un marido, a mí me basta con los momentos que me des, pero no quiero engañarte, no me pidas fidelidad porque no sé que es eso, me gustan mucho las mujeres, demasiado puede ser, pero ninguna llegará a mi corazón. Tú quieres que nos veamos, por mí perfecto, pero no creas que vas a cambiarme, o voy a dejar de ser como soy M: Pero eso es muy fácil, ¿no crees? E: No sé si es o no fácil, pero soy así yo siempre lo digo está de la otra parte que lo acepte o no M: Hay algo que no me cuadra, y creo que te engañas E: A ver (sonrió mientras Maca le cogía la mano y entrelazaba sus dedos con los suyos) Venga dime M: Tienes una sensibilidad impresionante, cuando escribes lo haces con el corazón y llegarás muy lejos, por eso alguien que tiene tu sensibilidad es imposible que no crea en el amor E: Tú escribes historias de amor, y no las vives M: Pero creo en el amor, ciegamente (volvió a entregarle una mirada repleta de intensidad) Y estoy segura que lo encontraré E: Yo no. Y quiero que eso lo tengas muy claro Maca, no quiero hacerte daño, soy así, y si quieres que nos veamos... por mí perfecto pero no esperes más de mí de lo que hasta ahora te he dado M: ¿Aguantarías ser mi amante? Sabiendo que tengo a mi marido en casa

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E: Sí, por eso no creo en el amor, es la única forma de estar con una mujer sin sentir más que lo que haces en ese momento, y eso es lo que yo quiero... y si quieres que esté a tu lado, deberías aceptar eso M: Está bien, lo acepto... pero... sigo pensando que te mientes a ti misma... el amor es lo más maravilloso Esther, y si encuentras la persona adecuada. Mucho más Se quedaron mirando a los ojos sin titubear, un buen rato, hasta que fue Esther quien primero los desvió M: ¿Puedes acostarte hasta que me duerma a mi lado? E: Claro que sí... despacio con los puntos Y así se quedaron hasta que Maca con la mano de Esther entre las suyas se quedó dormida

8 Mayo 2005 Cuando volvió a abrir los ojos, Maca estaba sola en la cama y su mano no estaba aferrada a la de Esther, sino que sus pesados párpados al abrirse le dejaron ver la figura de su marido allí, a su vera, con su rolex, con su traje chaqueta, con su corbata y gemelos de oro. Todo aquel conjunto que tanto odiaba, había borrado la imagen maravillosa de Esther quien horas antes le había hecho sentirse tan bien, como mal, se había dormido pensando en las palabras de Esther, en lo que ella sentía, y quizá todo era demasiado complicado. Allí su pesadilla estaba bien viva, su sueño se había marchado con las palabras de su enfermera, porque realmente llegado a ese punto debía pensar ¿qué era para ella Esther? Luis: Hola. ¿Cómo sigues? M: Creo que mejor Luis: He decidido alquilar un piso Maca, vas a tener que estar una semana como mínimo aquí (a Maca se le abrió el cielo y le dibujó un arco iris) Después ya volveremos a Madrid. He tenido que suspender algunas firmas que tenías pero déjame decirte algo, he leído tu trabajo y creo que no hay duda, eres la mejor cariño M: ¿Puedes darme agua por favor? Luis: Claro (le llenó el vaso de agua y se lo dio) Tenemos muchas posibilidades de ganar, no tengo duda y además he abierto nuevos mercados, Argentina, Francia, la próxima semana van a hacerte una entrevista de una revista sa, así que tienes que ponerte bien y lo más rápido posible M: Luis estoy cansada, no me apetece escuchar nada de eso

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Luis: Lo sé, pero tienes que pensar que debes trabajar duro, si mañana ya puedes incorporarte te traeré el ordenador y... E: Buenos días Luis: Hola (le dijo serio) E: ¿Puede salir por favor?, voy a curar la herida Luis: Me parece una estupidez que me tenga que salir, es mi mujer E: No se preocupe es que en este hospital cometemos muchas estupideces, ¿pero puede salir? (al hacerlo le guiñó un ojo divertida a Maca) Has descansado bien ¿eh? M: Mucho (sonrió hablando bajito) Sobre todo que me tuvieras cogida de la mano, me ha dado seguridad E: Me alegro... esto tiene muy buena pinta, pero (alargó la palabra mientras la miraba divertida) Será nuestro secreto M: Esther... voy a quedarme aquí en Valencia E: Eso es estupendo (sonrió realmente complacida) M: Pero Luis se quedará conmigo (le dijo en voz baja) Luis: ¿Ya puedo pasar? (preguntó enfurruñado) E: Sí, ya he terminado. Ahora vendrá la doctora ¿eh? Luis: Gracias. No me gusta nada esta enfermera M: (“Pues a mí me encanta” pensó mientras suspiraba y se tapaba con la sábana) Al poco rato entró Teresa, y tras ella la doctora nuevamente con Esther, lo que provocó un considerable gesto de mal rollo en Luis Paula: Buenos días, ¿qué tal? M: Parece que algo mejor doctora Paula: Creo que si hoy todo está bien mañana te daré el alta, eso sí, nada de viajes (miró a Luis) Luis: Nos vamos a quedar aquí en la ciudad Paula: Estupendo. Como vas a necesitar curas, si quieres y te parece bien, puedo mandarte día sí día no a Esther, así no hace falta que te desplaces hasta aquí

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M: Bueno... si no es molestia no quiero molestar (dijo encantada) E: No es molestia (sonrió regulando el gotero para retirárselo) T: Pero no sabemos aún donde estaremos, ¿verdad Luis? (preguntó sin saber como atajar aquello que había surgido entre ambas nuevamente) Luis: Esta tarde me darán la dirección, mañana le diré doctora Paula: Pues muy bien, la verdad Maca, que creo que en una semanita ya puedes hacer vida normal M: Gracias por todo doctora Paula: Eso sí, en los análisis he visto que hay algo de anemia así que mañana te hago una analítica y te vas ya sabiendo los resultados, ¿os parece bien? (miró a Luis) Luis: Claro que sí, disculpe (sonó su móvil) Paula: Nosotras nos vamos a seguir con nuestra ronda (le guiñó un ojo a Maca y ésta la sonrió) E: Hasta luego T: ¡Me va a dar algo! ¡yo no lo soporto Maca! (le reñía en voz baja y con las venas enrojecidas de sus ojos) M: ¿Pero qué pasa?, ¿y por qué ahora quiere alquilar un piso? (le preguntó desconcertada al máximo) T: Se lo dije yo M: Te quiero (sonrió ampliamente) T: Calla que casi me da un para tras, cuando ha visto la cámara de fotos (Maca la miró pensativa) Y yo pensando, ya, ya, ya está, nos ha pillado, pero claro... ¿dónde está la tarjeta? M: Se la llevó Esther para sacar antes las fotos T: ¡Alabado sea Dios! (exclamó juntando sus manos mirando al cielo) M: ¿Te das cuenta Teresa...? voy a estar con Esther unos días más (omitía sus plegarias y tan solo podía mostrar una sonrisa de felicidad) T: Me doy cuenta... me doy cuenta (resoplaba angustiada dándose aire con la mano) La hora de la comida llegó y a pesar de que no era muy de su gustó, trató de tomarla sin rechistar, Luis andaba de un lado a otro sin parar hablando por teléfono, en cuanto pudo mandó a Teresa a comer y se sentó cerca de Maca, cogiéndole una mano que ella retiró

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Luis: Maca... M: Luis déjame tranquila por favor (le dijo mirándole insistentemente) Luis: Estás así por lo de tu hermano (le habló con cierto temor) M: Ya te dije que lo que hicieras no era asunto mío Luis: Ha cometido demasiados errores y... M: Te dije que no quería saber nada de las bodegas Luis: He hablado con tu padre, le he dicho que no les va a faltar nada... pero voy a poner a un hombre de mi confianza (Maca no contestó) Pero... voy a tener que estar allí un par de días M: De acuerdo (pensó en gritar de alegría pero no era lo más adecuado) Luis: Estoy preocupado por ti (le dijo con seriedad volviendo a cogerle la mano y obteniendo la misma respuesta) M: No hace falta que lo estés, tengo a Teresa Luis: Pero lo estoy... sabes que si te pasara algo... (ante la mirada de Maca enarcando una ceja carraspeó y volvió a sacar su voz fuerte y autoritaria) Si mañana estás mejor ponte a escribir Volvió la noche, y quien le entró el resopón volvió a ser Esther, con la misma sonrisa canalla, el mismo gesto divertido y sus ojos repletos de brillo E: Buenas noches M: Buenas noches guapa, te estaba esperando (sonreía) E: ¿Y quién te ha dicho que iba a venir? M: Mi corazón E: Ah (hizo un gesto de isión sincera) Toma te he traído leche calentita y unas magdalenas M: No tengo mucho apetito E: Debes alimentarte M: ¿Has descansado?

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E: Sí, hoy he tenido un par de operaciones y necesitaba descansar M: ¿Mañana de que trabajas? (el sorbo de leche le supo a gloria) E: De tarde M: Que lío E: No mujer, todo está en acostumbrarse M: Sí, como todo en la vida (dijo con un tono repleto de tristeza) E: Pues sí (se sentó a su lado pero se mostró nuevamente alejada de ella, no quería inmiscuirse) M: Anoche fuiste sincera conmigo... sobre quien eres tú, hoy me gustaría serlo a mí sobre quien soy yo E: Eso me parece muy bien (sonrió) M: Yo no sé que busco Esther, sólo sé que me encanta estar contigo, puedes llamarle una escapada a mi vida horrible y cotidiana, pero me siento bien. Dices que no te importa ser mi amante, si eso es cierto, si no te importa me encantaría que lo fueras E: Ves como hablando se entiende la gente M: No voy a pedirte exclusividad, ni siquiera puedo coaccionar tu libertad, nunca he sido celosa pero... E: ¿Pero? (la miró con gesto vacilón) M: Me encantaría que mientras estuviéramos juntas... al menos... no sé... no enterarme si vas o vienes E: De acuerdo. Eso es un gran paso de verdad, no hay muchas mujeres que den esa libertad M: Bien E: Bien (sonrió) M: ¿Amantes? E: Amantes Y con una sonrisa, Esther se acercó hasta los labios de Maca dejándole un beso furtivo, rápido y una mirada en los ojos que ambas pudieron descifrar como si todo cuanto se hubieran dicho fuera una gran mentira, y lo que allí habían visto, hiciera que el miedo se instalara en las dos

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9 Mayo 2005 Para cuando entró Teresa, ya había amanecido, y se encontró con una Maca que se mostraba tranquila, relajada mirando hacia el lado derecho de la habitación donde se encontraba la ventana T: Buenos días me he podido deshacer del cansino (le decía sonriendo) M: Me alegro mucho (le devolvió el beso) T: ¿Qué tal la noche?, me ha dicho Consuelo que no has estado sola (sonrisa mezclada entre cómplice y traviesa) M: No (sonrió) T: Al final... me va a caer bien y todo ¿eh? (le decía sentándose en la silla mientras la miraba interrogantemente) M: ¿Qué? T: ¿No hay nada que contar? (enarcó sus cejas esperando que hablara) M: Hemos hablado, y hemos quedado en ser amantes de momento T: ¿Amantes? (asintió como si el mundo se viniera abajo y Maca le hubiera dado en lugar de la noticia a bocajarro un puñetazo en pleno estómago) M: Sí, mira... yo lo tengo claro es lo mejor que me ha pasado en mi vida, sé que tiene su lado canalla, sé que es un poco ligera, y lo acepto, pero sé que es una gran mujer y eso me gusta más T: ¿Aguantarás si sabes qué va con otras? M: No lo sé, supongo que será un modo de averiguarlo, el vivirlo, pero ella también debe aguantar que esté con Luis y lo ha aceptado T: Maca... M: Venga dime... me equivoco, ¿verdad? T: Tú ves fácil dejar a Luis, yo tengo mis dudas pero sabes que voy a estar a tu lado cien por cien. Suponiendo que lo dejes, lo vuestro es... es... me refiero a que (carraspeó sin poder evitar cierta incomodidad) M: ¿Sexo? T: Sí (itió cerrando los ojos)

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M: Vale, digamos que hemos empezado al revés, primero por la pasión ¿quién te dice que no llegamos al amor? T: Porque Esther no quiere llegar al amor. Porque a Esther le da igual que estés con Luis, porque Esther lo único que quiere es pasarlo bien con cualquier mujer, ¿qué te hace pensar que contigo va a ser diferente? M: He hablado con Sandra, es quien mejor la conoce y yo a pesar de todo, creo que puedo ver en sus ojos y lo que veo me gusta Teresa Luis: Buenos días, en este hospital, nadie sabe nada, preguntó por tu médica y nadie sabe donde está. ¿Cómo has pasado la noche? (le pregunto bajando el tono) M: Bien, con ganas de levantarme ya Luis: Te he traído el ordenador (Teresa lo miró con fiereza sin poderlo evitar a lo que su respuesta fue) Tiene tiempo de sobra para trabajar T: Pues yo creo que debería descansar Paula: Buenos días (entró acompañada por una Esther que por sus ojeras demostraba lo poco que había descansado) E: Buenos días Paula: ¿Qué tal la noche Maca? M: Bien, muy bien, la verdad que las enfermeras se portan de maravilla cuando necesito algo E: Gracias por la parte que me toca (sonrió divertida) Paula: No te eches flores guapa (medió su compañera) Bien, veamos, hoy vamos a sentarte ¿vale?, creo que si no te mareas te vas después de comer a casa T: ¿No es muy precipitado? (preguntó con preocupación) Paula: Si no hace sobre esfuerzos, no T: ¿Las curas? Paula: Quedamos que iría Esther T: ¡Ah es cierto no me acordaba! Luis: Aquí tienes los datos de casa, antes de ir quiero que llames E: ¿Qué llame? (la pregunta no le hizo ponerse en alerta a Maca pero sí su gesto) Luis: Eso he dicho

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E: Ah vale... pero no puedes salir a pasear ¿eh Maca? (le contestó con una sonrisa bastante burlona) Paula: Pues en eso quedamos. Esther os dará el alta. También os voy a dar un tratamiento para tu anemia, creo que deberías tomar vitaminas, eso te dará un poco más de fuerza M: De acuerdo Paula: Todo os lo dará Esther cuando os vayáis Luis: ¿Tendremos una ambulancia? Paula: Podemos ponerla, sí, pero no haría falta Luis: No tenemos coche Paula: De acuerdo, pues nada... entonces no hay problema Esther, prepara el papel E: Hecho, ambulancia para Macarena M: Gracias por todo doctora E: ¿Y a mí qué? (sonrió haciendo que a Teresa se le subieran las bolas que llevaba de collar a modo de corona sobre su cabeza) Venga que en nada ya estás bien y tienes que escribir esa novelaza ¿verdad? M: Eso espero E: Hasta luego Cuando se marchó, Teresa no supo muy bien como hacer las cosas, dio dos pasos hacia delante, dos hacia detrás, envolvió el collar sobre su dedo, se mordió el labio inferior y cuando vio como Luis se aproximaba hacia Maca exclamó diciendo: T: ¡Qué suerte hemos tenido con la médica y la enfermera!, en general con todos... sí... ¿verdad Luis? Luis: Sí, pues mejor si te dan hoy el alta M: Subidme un poco la cama que tengo ganas de incorporarme me duele la espalda T: Claro cariño Luis: Pues yo me voy a casa... te espero allí ¿te quedas Teresa? T: Sí, sí, tranquilo Luis: Tengo asuntos que atender

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M: Dame el ordenador... me apetece releer Luis: Eso está muy bien (le dejó como solía hacer un beso en la frente y se fue) T: ¡Dios casi me da un para atrás! (exclamó con la mano en el pecho mientras Maca sonreía divertida haciendo que le riñera) ¡No te rías! Mientras en el despacho de Paula, Esther entraba con los papeles para que los firmara, lo hacía con su habitual sonrisa al verla trabajar tan concienzudamente, cuando la médica levantó la cabeza y la vio sonrió divertida E: Hola... tienes un poder de seducción cuando trabajas que no sé si te das cuenta Paula: ¡Ay que conquistadora eres! E: Para lo que me ha servido contigo Paula: Bueno no te quejarás, con otras sí ¿eh? (le dijo mientras firmaba el alta de Maca) E: No me puedo quejar, no (sonreía orgullosa) Paula: Se os nota E: ¿El qué? Paula: Qué estáis liadas E: ¿Tú crees? Paula: Plenamente, ahora, el marido es lo más gilipollas que me he tirado a la cara y mira que en esta profesión me he encontrado con tipejos E: Pues sí, pero es su marido (elevó los hombros como si no le importara nada) Paula: Y a ti te jode, que no soy tonta Esther, no me subas los hombros y agaches la mirada... E: Bueno... en cierto modo... para mí es un alivio que esté casada, nunca me pedirá nada, es más, hemos hecho un trato Paula: Explícame eso (la miraba con el ceño fruncido mientras mordía la tapadera de su bolígrafo) E: Seremos amantes Paula: ¡Ah! E: Y eso para mí es sensacional

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Paula: ¿Vas a dejar a las demás por ella? E: Pues... no sé... igual sí... pero nunca se puede decir de ese agua no beberé Paula: Bien... te invito a un café E: ¿Y eso? (la miró sin entender muy bien) Paula: Hasta ahora, no había habido mujer que lo consiguiera, por lo tanto algo hay... algo hay... La cogió del hombro y se la llevó hasta la cafetería donde hablaron de Macarena Wilson como escritora. Hasta que llegó un punto donde Paula se quedó sorprendida de las palabras de la enfermera E: A veces me doy miedo con ella, no sé... es cómo si no pudiera controlar aquello que hay dentro de mí, aquello que me destrozó, es cómo si cuando la poseo, pudiera dominarla, me encantaría poder dominarla y verla sumisa ante mí, pedirme y rogarme, y me horrorizo de mi misma Paula, Maca me da miedo porque saca lo peor de mí Paula: Quizá si le dejarás también sacaría lo mejor de ti (le dijo convencida de sus palabras mirando aquellos ojos que se mostraban atormentados) E: No me quedó nada bueno, nada. Por eso no hay compromiso, por eso no hay convivencia con nadie, porque no sabría estar a la altura, porque no hay más que egoísmo en mí. No dejó nada, Sandra tiene razón, mató a Esther García (sus ojos se nublaron pero cómo tantas otras veces, aunque jamás lo había hecho en publico, entonces desvió la mirada negándose a seguir) Bueno... te estoy dando lata... ¿nos vamos? Paula: Esther, necesitas ayuda... y cuánto antes mejor E: Gracias pero ya he pasado por ello... nadie ha podido ayudarme, y me viene muy bien esta relación de Maca, recuerda, ella misma me lo pidió. Amantes (dijo con una amplia sonrisa elevando graciosamente las cejas y con un guiño le dijo) No hay compromiso, y dejar satisfecha a una mujer, se me da de miedo Cuando la ambulancia dejó a Maca en su nueva finca, se dio cuenta que Luis no había elegido una zona demasiado rica, estaban en una transversal de la Avenida del Puerto, pero la casa era muy modesta, le llamó la atención aquella decisión pues él no quería nada que no mereciera la pena, estaba acostumbrado a pagar cantidades importantes para pasar un par de noches, no entendió muy bien aquella elección de una casa de setenta metros cuadrados, con dos habitaciones, una cocina, un comedor y una terraza pequeña. Realmente le importaba poco, pero le llamaba poderosamente la atención T: ¿A ti no te parece muy normalita? (le preguntó en voz baja mientras Luis abría a puerta de la habitación de matrimonio y el camillero empujaba la silla de ruedas)

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M: Sí Luis: Aquí... ya la ayudó yo, gracias (le dijo al hombre que se separó un poco para dejarlo maniobrar a él) Sujétate en mi hombro M: Puedo sola Luis: Con cuidado (la ayudó a meterse en la cama y el solo o de sus manos en su espalda le produjo un rechazo extremo) Muy bien ahora tranquila, Teresa prepara un café con leche caliente para que entre en reacción M: Luis no lo necesito, hace calor Luis: Pero te hará bien (le habló con calma y comprensión) M: De acuerdo La herida le molestaba pero podía moverse mejor, y cuando Teresa le dio el café con leche y la dejaron descansar, cerró los ojos pensando en Esther, se cruzaban en su mente, las palabras de Sandra y Teresa, sus propias palabras diciéndole la verdad, pocas mujeres podrían ser tan claras como lo había sido ella y aquello era sin duda de agradecer profundamente, no la engañaba, no sabía ser fiel, ahora bien, ¿sería capaz de soportar la situación?, debía comenzar cuanto antes a darle forma a la novela, cuanto antes la acabara, antes dejaría a Luis Se incorporó con cuidado con esas ansias por escribir y no descansar más, necesitaba más que nunca encadenar palabras. Tras llamar a Teresa y desperdigar sobre la cama los papeles que tenían sobre la historia, Luis se sintió tranquilo y seguro, su mujer estaba tranquila, su mujer seguía estando cómo siempre, y allí estaba, su mujer siendo más suya que nunca para él La hora de dormir llegó y cuando Luis fue a acostarse se encontró con algo inesperado para él, que le hizo temblar de pies a cabeza M: Luis mejor no duermas conmigo que me molesta cualquier movimiento Luis: Pues antes estaba Teresa y no he visto que le hayas dicho nada M: Teresa no me ha molestado, no se movía, y tú te mueves mucho Luis: Pero Maca... ¿dónde voy a dormir? (la miró como un niño asustado) M: En el sofá Luis: No me voy a mover M: Luis, que no, que me molesta (la miró como si con aquella frase diera por terminada

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la discusión. Entonces le preguntó seria) ¿Y no te ibas? Luis: No, hasta que tú no estés bien no me muevo de tu lado (le dijo con gesto serio) M: Apaga la luz Maca se acostó despacio, y le dio la espalda, Luis salió de malos modos, echó una manta sobre el sofá y trató inútilmente de buscar una posición en aquel incomodo lugar, el almohadón que había cogido, se caía, la manta le venía corta y los pies se quedaban al aire libre, y maldiciendo todas las apendicitis del mundo finalmente bien entrada la madrugada pudo dormirse En su cama Esther trataba de analizarse a sí misma, había ido a terapias que no le habían dado resultado, y aunque sabía que Paula quería ayudarla era inútil ir a otra. Quería ser fría y pensar pero como tantas otras veces, se daba por vencida, proponerse cambiar no servía de mucho, Maca seguramente sería una mujer más que un día le daría de lado, por otra, por otro o simplemente porque no congeniaban, el amor era mentira, no existía, lo único que existía era la pasión, la pasión del momento de disfrutar, pero no el amor, eso eran pamplinas que se habían inventado, pamplinas en las que su madre creyó y quiso morir por él, como una Julieta cualquiera, ella no, ella no sería así, itía que Maca había profundizado en ella más que ninguna otra mujer, que había conseguido que dejara todo a un lado en una noche loca para irse con ella, que no solo había tenido sexo, también había disfrutado con una comida, con un paseo, quizá tenían muchas cosas en común y porque no, podría ser una buena compañía, pero teniendo en cuenta siempre que eran amantes, la tranquilidad se la daba saber que tenía a su marido al lado, y estaba claro, que no lo iba a dejar por irse a su lado, y eso, era lo que ella debía entender, nunca dejar pasar ese límite de amor, tan solo pasión. Suspiró fuertemente y poniendo una mano bajo su cabeza finalmente se durmió 10 Mayo 2005 El olor a café despertaba a un muerto, al menos eso era lo que pensaba siempre Esther cuando abría los ojos y sabía que Sandra estaba en la cocina. Al verla, hacía como siempre su ritual, desperezarse de su manera tan especial con un gran bostezo, con un gran estiramiento de su cuerpo y una sonrisa repleta de vida dedicada a su amiga E: Buenos días Sandra: Muy buenos días, por fin duermes en casa E: Sí, estos días no he dormido mucho, la verdad (se restregaba los ojos) Sandra: Pero ha sido por una buena causa E: Claro que sí (sonrió ampliamente mientras se sentaba) Sandra: ¡Qué morro tienes! Al menos podías sacar la mantequilla de la nevera

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E: Ah no, y perderme el estilazo de tus gemelos alzándose para alcanzarla, no, no (chasqueó con la lengua graciosamente) Sandra: Desde luego... (la miró con ganas de reñirla pero lo único que pudo hacer fue reírse divertida) E: Venga y no tardes que tengo que llamar a Don Luis para decirle si está e ir a curar a su mujer Sandra: ¿No me digas?, ¿sospecha algo? E: Ni idea (elevó los hombros con indiferencia) Sandra: Ten cuidado E: Lo tengo tranquila... oye mira que el café te sale bien, voy a tener que hablar con el taronger para que sepa que todos los días pienso ir a vuestra casa a desayunar Y allí riendo se quedaron las dos amigas, hablando un poco de todo, de la boda, del trabajo, de Maca, hasta que terminaron distendidamente el desayuno y Esther llamó E: Hola T: Hola Esther soy Teresa E: Llamo para saber si puedo ir T: Sí, claro E: ¿Qué, el almorrana no está? (le preguntó sonriendo) T: ¿Cómo? (pero de repente cuando se percató de lo que había dicho le dio un ataque de risa que estuvo a punto de morirse allí mismo teniéndose que sentar en el sofá) E: Es que es igualito a una almorrana, lo ves y te da los mismos síntomas molesto, escozor, picor a más no poder, incómodo, feo, asqueroso... jodiente T: Para por Dios, ten piedad (reía sin parar) E: Vamos ni la cremita Hemoal para meterle por el culo haría efecto con él T: ¡Esther! (la riñó ya definitivamente con un ataque de risa bestial) E: Cuando acabes de reírte me puedes decir si está o no (le decía aparentando seriedad pero encantada de escucharla reír de aquella manera...) T: Ay... ay... ay... coff... coff... (tosía) No está, no... ya puedes venir... ay Dios mío (repetía mientras colgaba)

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M: ¿Pero qué te pasa, Teresa?... te va a dar algo (la miraba atónita al verla entrar por la puerta, nunca antes había visto a Teresa reírse de aquella manera, y mucho menos, seguir haciéndolo como lo hacía) ¿Puedes parar? T: Es Esther (trataba de calmarse) M: ¿Y? (sonreía solo de pensar en ella) T: Pues nada que me ha preguntado si estaba Luis M: ¿Y por eso tanta risa? T: Es que... (reía bajito) que mala soy, me encanta... le ha llamado almorrana M: ¿Qué le ha llamado? (decía riéndose) T: Almorrana M: Es pa comérsela (comenzó a reírse a más no poder) T: ¿La almorrana? (la miró horrorizada) M: No tonta, a Esther (volvieron las risas como nunca en todos los años que llevaban juntas habían habido entre ellas) Cuando Teresa abrió la puerta al verla, rió de buena gana, y Esther que para esas cosas se mostraba payasa total, le guiñó un ojo diciéndole mientras la miraba detenidamente de abajo arriba E: Mira que estás buena Teresa, yo no sé... T: Calla, calla (notaba como se ponía colorada ante la mirada penetrante de aquella mujer) E: ¿Almorrana a la vista? (le preguntó bajito) T: Calla, calla (reía abiertamente mientras le hacía pasar) E: Entonces si callo no me entero Tere, ¿puedo llamarte ya Tere? T: Sí, pero siempre y cuando respetes a Maca E: Voy a respetar su herida de momento T: Nada de besos, ni nada ¿eh? Que éste llega en cualquier momento (caminaba delante suya) E: ¿Y para qué estás tú aquí, guapa?, ¡para centinela!, así que va... que me muero por comerme esos morros

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T: ¡Jesús! (miró al cielo juntando sus manos recordando sin poderlo evitar aquella vez, aquella primera vez que vio a dos mujeres besarse) E: No he estornudado Tere, y no te molestes, déjame a mí que los morros se los como yo, no tú T: ¡Dios, Dios, Dios! (repetía asustada yéndose rápidamente hacia la puerta por si oía que llegaba Luis) Abrió la puerta de la habitación y la vio que estaba escribiendo en el ordenador, sonrió y estuvo durante unos segundos observándola cómo estaba ensimismada con la cama repleta de papeles y el lápiz atravesado en la boca Maca tuvo conciencia de ella cuando por fin oyó la puerta cerrarse, se quitó con rapidez el lápiz como si aquello fuera un terrible descubrimiento en una actitud poco elegante para ella, algo que provocó en Esther un comentario jocoso E: A mí me gustas igual con o sin lápiz, buenos días preciosa M: Que manera tienes de burlarte de mí (le sonrió) E: Me encanta ya lo sabes, soy mala M: Pues sí E: ¿Qué tal va? (dejó el botiquín sobre la mesilla de noche) M: Pues eso tendrás que decirlo tú cuando lo veas, que por cierto, para ir a visitar a una enferma me da a mí que vas en pocas condiciones (la miraba de arriba a bajo tal y como momentos antes lo había hecho Esther con Teresa, mordiéndose el labio y sintiendo unas ganas terribles de tocarla y besarla) E: Y tú para recibirla (volvía el tonteo extremo, las miradas lascivas, los gestos provocadores) Hay una canción que el título dice lo que deseo M: De música no soy muy moderna te aviso E: Ya... tú eres de Mozart, la Caballé, cual era aquella que dijiste... y que yo no sabía ni que existía... pero está de muerte la tía, morenaza con unas tetas que ni te cuento M: Fabiana Bravo, una soprano argentina (sonrió negando con la cabeza) Anda que en cosas te fijas E: La tuve que buscar en Internet ¿eh? (dijo contenta) No me negaras lo de las tetas, ¡vamos!... M: Venga que me estás diciendo de la canción (le dijo sonriendo como dándose por vencida)

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E: El título es “Me muero por besarte” (se acercó un poco a ella mirándola insistentemente a los ojos) La tía que la canta está para mojar pan M: ¿Y qué sigue? (preguntó dejándose llevar por aquellos ojos algo tigreses mientras omitía el comentario final) E: Lo tendrás que averiguar. Pero de momento, me muero por besarte Juntaron sus labios mínimamente cuando oyeron un ataque exagerado de tos de Teresa Luis: ¿Qué te pasa? T: Un trozo de cacao (tosía dándose golpecitos en el pecho) Luis: ¿Ha llegado la enfermera? T: Sí (lo dijo con los ojos abiertos de par en par) Voy a por agua Luis: Bueno si te ahogas tenemos quien te recupere T: Gracias (le dijo por lo bajo “no te ahogaras tú, no, no caerá esa breva. Espero que me hayan escuchado... no sí San Judas Tadeo... ayúdanos o de esta no la contamos, jodío lo veo ¡ay perdón por el taco!”) Cuando Luis abrió la puerta, lo hizo de modo que quedaba claro que esperaba encontrar algo, lo único que encontró fue a Maca con el pijama levemente levantado y la sábana levemente retirada, a Esther poniéndose los guantes dándole la espalda y cogiendo algo entre sus manos Luis: Hola (saludo escueto, beso en la frente) M: Hola Luis: ¿Qué tal va? (le preguntó a Esther que le miró de manera fría e indiferente) E: Tiene muy buena pinta (cogió unas pinzas y limpio la zona con betadine) Luis: De aquí no me puede echar ¿espero, no? E: ¿Lo he intentado? (lo miró con una sonrisa irónica que a Maca le hizo acelerar el corazón) Luis: Faltaría más E: ¿Puede juntar un momento sus manos? (le preguntó mientras seguía curando) Justo aquí cerca de la herida, gracias. ¿Escuece? M: Un poco (frunció el ceño Maca)

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E: Es lo normal, muy bien (entonces cuando Luis juntó sus manos Esther dejó la gasa repleta de betadine y algún resto de costra de la herida, volvió a hacer el mismo método, y la cara de Luis iba enrojeciendo por momentos y entonces le preguntó) ¿Ve esto? Luis: Sí (miraba con gesto de asco la herida enrojecida) E: ¿Ve el hilo verde?, es la firma de la médica, eso son los puntos (dijo orgullosa y divertida) ¡Qué le parece, eh! ¿somos o no somos buenos? Luis: ¿Pero...? (la miraba incrédulo) E: No se preocupe va a poder llevar bikini sin a penas notársele nada. Pues con esto, ya está muchas gracias es que no sabía donde echarlo, pero como es de su mujer Luis: Ya vuelvo (si hubiera sido un búfalo, hubiera echado aire por sus fosas nasales y con sus pezuñas hubiera escarbado la tierra) M: Esther (la miró tratando de darle una pequeña advertencia sobre él) E: Guapa. Pasado mañana vengo y vemos que tal (le guiñó el ojo sonriente como si realmente nada de lo que pudiera suceder le importara lo más mínimo) M: Vale. ¿Podré llamarte? (no dejaba de mirarla) E: Claro, tengo turno de noche M: Bien T: ¿Cómo está?, ¿cómo está? (le preguntaba nerviosa alzando como loca las cejas, por la cara de Luis que justo entraba en ese momento) E: Francamente mejor de lo que me esperaba (sonrió mientras cerraba el maletín) Puedes levantarte ya y caminar un poco, pero poco, de aquí al sofá y del sofá aquí Luis: ¿Eso no debería decírselo la doctora? E: Pues se lo dice la enfermera que está capacitada para ello, pero, de todos modos, tiene el teléfono de la doctora si no está usted seguro de mi consejo, pues le llama. Eso sí Maca, relajada, tranquila, ni un solo mal gesto, los puntos están bien pero aún algo blanditos. Dieta ligera, la paella la dejas para la semana que viene... M: Gracias (sonrió) T: Yo te acompaño Esther E: Hasta pasado mañana Luis: Adiós (la miró con gesto serio y rápidamente miró a Maca que se estaba tapando disimulando todo lo que podía para no mirarle el culo) ¿Te gusta la enfermera?

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M: Es muy agradable Luis: Y... ¿te gusta algo más de ella, te gustaría tirartela, nena? (acercó su cara hasta la de Maca mientras le sujetaba de la mandíbula y al hacerle la pregunta no evito que su saliva repleta de rabia golpeara mínimamente el rostro de Maca) La bicicleta siempre era para ella un modo de relax, observaba el resto de personas olvidándose de ella misma, pero en aquella ocasión, algo había en ella que le oprimía el corazón con una fuerza dominante. Al llegar a casa suspiró como si dentro de aquellas paredes se sintiera resguardada E: ¿Hay alguien en casa? (no obtuvo respuesta alguna, dejó con fastidio su mochila sobre el sofá y se fue a la cocina, en la nevera una nota que leyó en voz alta) “Lo siento Esther, no puedo comer contigo... cuando salga de trabajar me paso por el hospital... un beso de tu Sandra”. ¡Mierda!, bueno mejor, sino, empieza con sus preguntitas y me jode. ¿Habrá algo para comer? (miró la nevera mientras silbaba) Perfecto, nada congelado, pues un sándwich, sí (puso la radio y como a ella le gustaba mientras se lo preparaba canturreaba a pleno pulmón mientras bailaba divertida, sí así era ella, desenfadada, alegre, sonriente, superficial, llegó esa palabra y se detuvo en seco) ¡Qué coño dices!... ¡bah! Será mejor que coma y me acueste a descansar y me olvide de gilipolleces Así lo hizo, comió mientras veía un programa sobre cirugía, más bien, comió entre una operación a corazón abierto como si disfrutara de un reportaje de cine, y después de soltar un eructo y una sonrisa traviesa, cómo si ella sola supiera que estaba mal pero le encantaba ser mala, se lavó los dientes, se desnudó y se metió en la cama. Dio una vuelta, dio dos pero a la tercera cayó fulminada Sin embargo, Esther, solía tener un problema que durante mucho tiempo le llevó a consumir pastillas para poder descasar, y era que todo lo que llevaba grabado ya no en su piel ni en su corazón, sino, en su mente salía, tomaba vida propia y se repetía a modo de película, pero lo sentía tan real, que llegaba a sufrir verdaderos calvarios. Tras ser golpeada por Lidia sin piedad por un ataque de celos de ésta, salvaron sus heridas de la piel sus amigas, pero jamás nadie había salvado las heridas de su corazón ni mucho menos de su alma. Y era ella, el alma, la traicionera, aunque cuando se despertaba le daba las gracias por recordar, agradecía aquellos momentos de tortura para saber que nunca más, mujer alguna entraría en ella, que el alma estaba cerrada con llave, y la llave había desaparecido en el fondo del mar. Así, nunca más nadie lograría abrirla y destruirla Se había dormido de lado en posición fetal, una mano sobre la almohada su mano derecha, la izquierda sobre su muslo, la boca algo entreabierta, donde dejaba salir un pequeño ruido a modo de pelota de ping pong, como si en su habitación habitaran duendes, su cama se transportaba, su mano tranquila y relajada se había tensado sobre su propio muslo, varió la postura y la cara relajada se había convertido en el entrecejo fruncido al igual que los labios. Boca arriba sin casi darse cuenta y como si dos duendes le guiaran, sus manos se pusieron cada una al lado de su cabeza. Mientras... soñaba... su propia pesadilla...

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Sandra: Esther esa mujer no me gusta nada para ti, te lo repito (se lo decía mientras Esther iba de un lado a otro de la habitación) E: A ver Sandra no seas pesada, nos divertimos lo pasamos muy bien, y me encanta Sandra: Ya pero tontea con algo complicado como son los juegos sexuales donde tú, tú, debes estar de acuerdo (le decía preocupada blandiendo su dedo índice al aire) E: Y lo estoy, no es nada más allá de tres o cuatro tonterías (le restaba importancia con una sonrisa...) Sandra: Vale, las borracheras también E: Siempre bebo ya sabes (llegaron hasta la cocina y se puso el café, se sentó y mientras removía el azúcar el silencio pesado se rompió con una pregunta de su amiga que capto toda su atención y dejó el movimiento...) Sandra: ¿Te drogas con ella? E: ¡Pero qué tonterías dices! (le respondió enfadada) Sandra: Tonterías ninguna, no me gusta esa mujer y punto, ha cambiado toda tu actitud, tú no eras así E: Bueno, pues a mí me gusta mucho y se acabo la discusión, soy mayorcita ya para saber lo que hago. Esta noche no vendré a dormir Sandra: ¿Te vas con ella? (le preguntó enfadada) E: Sí, joder pareces mi madre hostia, y te recuerdo que está bajo tierra algún tiempo ya Sandra: Y debe estar removiéndose de verte como estás E: No me hagas reír por favor (le dijo entrecerrando los ojos con gesto duro) Cuando salió, la vio que lo hacía con unos pantalones de cuero Sandra: ¿Otra vez el cuero? E: ¡Qué me dejes ya, joder!... nos vemos En el hotel, ya no había manera de echar marcha atrás por mucho que a veces sintiera miedo, Lidia era una droga que la atraía irremediablemente, era consciente que a veces sus juegos habían llegado demasiado lejos, pero la amaba y pensaba que Lidia a su manera también Lidia: Venga que nos vamos (le dijo tras un polvo rápido en la misma puerta de la habitación) E: Uf... no sé si pueda andar Lidia: Venga nena... que no se diga... por algo estás conmigo ¿no?, porque eres la mejor Esther sonrió ampliamente sintiéndose complacida y besó a una Lidia que negaba con la cabeza divertida, mientras al pasar la joven por delante suya le golpeaba el culo. Llegaron a un lugar donde Esther aún no había estado y allí entraron, no había mucha gente. Era un lugar muy selecto. Todas mujeres, todas con alguna prenda identificativa de cuero, algunas se besaban, otras se magreaban y en la barra Lidia pedía dos bebidas, le daba una a Esther mientras le metía la lengua en la oreja murmurándole Lidia: Hoy te va a encantar

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Se bebió la copa de un trago, la llevó a uno de los laterales de aquel lugar y con maestría le ató las manos en la espalda con las esposas, desabrochó uno a uno los botones de la camiseta despacio, dilatando el momento siendo consciente que Esther comenzaba a encenderse, lo veía en sus ojos y aquello era una victoria irremediable para ella. Comenzó a recorrer lentamente con su dedo índice la piel erizada de su presa que se mordía el labio inferior, le hacían daño las esposas pero sabía que debía soportar aquel dolor, era parte del momento que Lidia escogía nada más que para ella, y a su manera le hacía feliz. Su deseo fue mucho más febril cuando Lidia desabrochó el botón del vaquero y bajó despacio la cremallera, sus ojos eran como los de un general que está dando una orden de ejecución, firmes, seguros, y esperando un grito de ruego, pero sabía que Esther era dura, y le encantaba, pero aquella noche se había propuesto que iba a ser la domina más cruel y lo sabía, de igual manera sabía que a pesar de todo, nuevamente la tendría a sus pies como a ella tanto le gustaba, lamiéndolos Lidia: Vamos... E: Lidia estoy a punto Lidia: ¿Ya? E: Sí... sigue por favor Sin embargo ocurrió algo totalmente imprevisto para Esther, Lidia dejó de tocarla con una sonrisa maquiavélica dando un paso hacia detrás, abriendo sus piernas, en ese instante Esther vio como una rubia se ponía detrás de ella mientras la miraba desafiante dejando sus manos recorrer el cuerpo de Lidia apretaba sus pechos pasaba su lengua por el lóbulo de la andaluza, hasta que sus manos bajaban por su vientre mientras Lidia cerraba los ojos de placer, Esther no podía moverse, sus ojos se habían encendido de cólera, de rabia, mientras la rubia seguía besando el cuello que le pertenecía, estaba acostumbrada a que fuera a ella la que otras le tocaran, pero siempre acababa siendo Lidia quien le hacía estallar, sin embargo allí estaba, la rubia haciendo que Lidia se moviera como una loca, frenéticamente, podía notar sus venas a pesar de la oscuridad tensas en su garganta, sus mandíbulas fuertes, mientras miraba a Esther con ansias de verla destruida, engañada tal y como en ese momento se mostró, volvía a ganarle. Lidia gritó su orgasmo, mientras Esther no podía hacer otra cosa que cerrar sus ojos y agachar la cabeza. Un golpe seco de Lidia en su mandíbula le obligó a mirarla Lidia: Vamos... sigamos jugando Le quitó las esposas, Esther trató de zafarse de su mano en su brazo pero no lo logró, Lidia era mucho más alta que ella y más fuerte, además la arrastraba como si fuera su muñeca de trapo, no sabía bien donde iba, pero la rubia las seguía con una sonrisa en sus labios. Entraron en un cuarto donde sobre una pared había unas cuerdas y un sillón cercano a ellas, Lidia ordenó a la rubia desnudarse y a Esther que la atara, Esther se sentía paralizada por lo que había vivido, siempre Lidia había sido suya, pero lo que había vivido momentos antes había roto en mil pedazos su corazón porque incomprensiblemente para ella la amaba Lidia: Muy bien nena... vamos a divertirnos de verdad (Lidia preparó algo sobre un espejo y le dijo) Toma E: No quiero... quiero salir de aquí (la bofetada le hizo tambalearse)

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Lidia: Tú no vas a ningún lugar, vamos, esnífala toda, te vas a sentir la reina... sabes rubia, es la mejor puta sumisa que he tenido... pero la tonta se ha enamorado, ¿verdad? (se reía de ella mientras Esther la miraba con los ojos rasgados de lágrimas) Venga... que tengo prisa... me quema todo el cuerpo Esther esnifó la cocaína, no era la primera vez que lo hacía, pero en aquella ocasión, se había dado cuenta que había más cantidad que nunca Lidia: Y ahora... que empiece la fiesta (gritó encolerizada de alegría) Lidia se sentó desnudándose sobre el sofá, abrió sus piernas ofreciendo a Esther todo su sexo abierto y aún humedecido, sin embargo, la orden fue otra, cuando estaba arrodillada ante ella, entonces a la joven Esther le dejó claro que tenía que seguir sus instrucciones que no eran otras que lamer la piel de la rubia, morder sus pezones, acariciar sus muslos, mientras Lidia iba tocándose poco a poco excitándose, pero mucho más cuando le pidió a Esther que irrumpiera en aquel sexo tan humedecido cómo desconocido mientras ella sacaba un pequeño pero fino látigo, sin miramiento alguno, golpeó la espalda de una Esther que aguantó el primer golpe mientras le ordenaba lo que debía hacer con su lengua, y si no obedecía otra descarga caía sobre su desnuda espalda, cuando la rubia gritó cercana para llegar al máximo, Lidia cogió del pelo a Esther separándola de la otra mujer a la que utilizó el látigo para darle el último placer, Esther veía como se convulsionaba, como gritaba, como suplicaba que parara como estiraba de las muñequeras donde estaba atada tensándose sus músculos. Entonces sus ojos vieron a Maca con horror atada aquellas cuerdas, sin embargo, Lidia cogía su cabeza nuevamente y le obligaba a girar sobre sus rodillas mientras mirándola cómo si se hubiera trastornado le decía escupiendo sus palabras en su rostro: Lidia: Ahora a mí, nena, que no vales nada más que para follar, nunca serás capaz de ser domina, porque eres estúpida (Esther mareada, asqueada de si misma, con alucinaciones lamía su sexo mientras Lidia estiraba su pelo, jadeaba al igual que la rubia al ver la escena ante ella), nunca hay que creer en el amor nena, sigue, eres tan estúpida como mi niña que cree tenerme, que cree que un día será mi dueña... lame... más... más... (el látigo volvió a caer sobre la espalda de Esther duramente) Puta... sigue... así... como una buena puta que eres... sigue... y cómo lo será ella para mí... mi niña de Jerez La rubia gemía como loca al ver la escena mientras, Lidia aullaba, y las mejillas de Esther se habían cubierto de lagrimas Desesperada, sentada en la cama con perlas de sudor resbalando por su frente se despertó Esther, podía volver a sentirse aquello que a pesar de la droga y la bebida sintió, la piltrafa mayor del mundo. Su respiración era tan jadeante que parecía iba a estallar en mil pedazos Poco a poco fue recuperándose mientras se dijo: E: El amor no existe Esther... recuérdalo

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Se lo dijo mientras se lavaba la cara y se miraba en el espejo, se lo dijo mientras sus ojos estaban cubiertos de ira, de rabia, de dolor, de asco contra si misma, se lo dijo mientras por su mente pasaba como una fotografía la sonrisa de Maca 11 Mayo 2005 Esther estaba en el portal de la nueva residencia de Maca, sin dudarlo llamó a una Teresa que estaba sentada en el incómodo sofá leyendo algunas de las páginas que Maca le había entregado ya con la historia. Luis estaba justo en el otro sofá con su Blackberry trabajando supuestamente aunque lo que en realidad hacía era jugar a matar malos T: ¿Sí?... hola Esther... pues sí... muy bien... oye te vendría bien traerme un poco de Hemoal (dijo bajando la voz) E: ¿No te escucho Tere? (le dijo aguantándose la risa imaginando quien debía estar delante) T: Hemoal... que si me puedes traer Hemoal E: ¡Ah!, acabáramos el pedazo almorrana está ahí... vale... T: Gracias hija, te lo agradezco mucho (al colgar le dijo a Luis que la observaba atentamente por encima de la Blackberry en la que se había detenido de jugar al escuchar la conversación) Es Esther, la enfermera Teresa se levantó algo avergonzada de haber tenido que decir la palabrita delante de Luis, entonces éste al saber que venía Esther se levantó para entrar en la habitación junto a su mujer, pero antes de hacerlo miró a Teresa y le preguntó: Luis: No sabía que sufrías de... bueno... no sabía que tenías almorranas... es molesto ¿verdad? T: Pues sí... no te lo puedes ni imaginar lo molesto que es, vamos... que dan ganas de arrojarlo por la ventana Luis: ¿A quién? T: Las almorranas Luis: Como lo has dicho en masculino (sonrió de lado maquiavélicamente) T: No tendré la suerte que Guillermina acierte... no... yo no lo puedo pedir... pero sí Guillermina... sí sigue hija... sigue... a ver si nos lo cargamos (dijo pegando un puñetazo con su puño a la palma de su mano y entonces se quejó frunciendo el ceño) Au Luis entró y se sentó junto a Maca, ésta lo omitió desde la noche anterior donde había vuelto a utilizar la maldita palabra en su contra no habían cruzado otra

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Luis: Acaba de llamar tu enfermera (le dijo con ritintín) Ya la tienes aquí M: Que bien (contestó con su habitual lado borde que le salió sin esperarlo) Luis: ¿Sí verdad? (él lo notó hacía mucho tiempo que no respondía así y la miró fijamente con mucha dureza en sus ojos gélidos) E: Hola buenos días, disculpar que venga tan pronto pero he quedado con mi novio y ya sabes como son los hombres... ¡bueno perdón! (le dijo mirando a Luis) Pero es que no tenéis espera. Hola Maca M: Hola Esther (tuvo que morderse el labio inferior no sabía como pero había ayudado su comentario a relajar la mirada fiera de Luis) E: Teresa te iro, no estar casada es lo mejor que hay... T: ¿Pero te vas a casar? E: ¡Qué remedio!, es el hombre de mi vida, hombre pero al fin y al cabo... el de mi vida (sonrió divertida mientras destapaba la herida y le decía con una sonrisa maravillosa) Oye Maca... esto está genial... bien... estupendo Luis: ¿Podremos irnos pronto? E: Yo creo que sí, pero, no soy nadie para decidirlo para eso está la medica (le sonrió falsamente amable devolviéndole la jugada) Podría pedirte un favor ¿Luis, verdad? (lo miró entrecerrando los ojos, Teresa apretó el culín, Maca la miró dubitativa) Luis: Sí, Luis E: Nada de ordenador, ¿eh?, yo que sé que es usted un buen marido, sé que podrá ponerle una mesita o algo sobre el vientre para que no roce el ordenador en su piel Luis: Tiene la sábana E: Da igual... no es bueno... lo traspasa y cuidado porque dicen que deja estéril a los hombres... yo ya se lo he dicho a mi Pascualet nada de ordenador sobre la piel. Bueno... ¡menuda cicatriz te ha dejado Paula! vas a poder lucir bikini tranquila (carraspeó y miró a Luis) Yo creo que mi trabajo ya ha terminado, la visita ya está al caer y creo que una vez te quite los puntos podrás hacer vida normal, bueno... siempre y cuando se empiece poco a poco (sonrió guiñándole un ojo) M: Gracias por todo Esther E: Nada, al contrario, las gracias te las doy yo por esas clases maravillosas que nos diste, espero impaciente tu obra, y ahora como se dice por aquí ¡au! Me voy T: Sí con Pascualet...

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E: Se me enfada chica... adiós, ¿eh?, nos vemos en el hospital Luis: Adiós E: Tú así Tere, sin hombres más que para un par de horas y punto... (se iban perdiendo sus voces a través del pasillo) La mirada de Luis hacia Maca fue de duda, pero ésta mientras volvía a taparse volvió a hacer lo mismo, omitir su presencia. Cuando Teresa volvió lo miró con dudas T: Pues ¿qué hacemos Luis? Luis: Voy a comprar una mesa, en un rato vuelvo T: Vale Luis: ¿Quieres algo más? M: No T: Bueno... ya se fue un poquito de tranquilidad no vendrá mal... no sabía yo nada del Pascualet (entonces la mirada de Maca terrorífica le hizo ver que ella por un segundo no había pensando que podía ser real) ¡Vaya... vaya! M: ¿Qué? (la miró seria) T: ¿Quién te dice que no hemos empezado al revés, primero la pasión y luego el amor?, ¡ja, un jamón con chorreras!, tú estás colada por Esther M: Teresa (le advirtió moviendo levemente hacia la izquierda su cabeza) T: Esto va a ser para ti un infierno, te lo advierto, nada comparado con lo que vives con la almorrana... digo con Luis... y ahora espera Se fue, Maca apoyó la cabeza sobre la almohada tratando de controlar sus latidos, era cierto, no había caído en aquello y sin duda le molestaba, no lo iba a negar, pero entonces se abrió la puerta y entró una sonriente Esther que ante la mirada de Maca le dijo: E: ¿Crees que me iba a ir sin mi beso? (se acercaba lentamente a la cama) M: Te están esperando (sonrió de lado) E: Tere me ha chivado algo y se me ha ocurrido eso... ¿puedo? (le hizo una señal al lado de su cama M: Sí, claro... E: ¿Me has echado de menos, guapa? (apoyó la rodilla sobre la cama y se fue agachando hasta ella)

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M: ¿Y tú a mí? (le miraba los labios sintiendo el deseo) E: Tramposa... yo pregunté primero (entonces juntaron sus labios débilmente) M: Gracias por ayudarme (le dijo mientras le cogía con sus manos la cara y la miraba fijamente con aquellos ojos repletos de sincera gratitud) E: Te libras por los puntos, pero mañana ya hablamos (recalcó), más tranquilamente (comenzaron a besarse) T: Esther... ¡ay mi madre! (se giró de golpe al verlas besarse ante la explosión de risa de ambas por su reacción) Llegó la noche y con él ella, el turno de Esther, que coincidía una vez más con Consuelo, que había aprovechado el momento de descanso de una noche algo ajetreada para tomar un café con ella y hablarme las mil maravillas de Maca Consuelo: Creo que es la mujer ideal para ti, guapa, elegante, sencilla al mismo tiempo, inteligente, simpática... ¿me oyes? (porque vio que Esther sonreía) E: ¡Qué sí! Estás hablando de la mujer del Universo Consuelo: ¿Y tú qué haces? (se giró y entonces se encontró con los ojos de la radióloga que miraban a una Esther que sonreía con picardía) ¡Un momento! E: Eso digo yo, un momento que ya vuelvo Consuelo: Pero... pero... (vio asombrada como Esther se sentaba junto a aquella mujer que tanto se le había resistido, como reían por lo bajo y como la enfermera le guiñaba un ojo y salían por la puerta) ¡Esto lo tiene que saber Sandra!... ¿pero para qué?... es imposible nadie borrara su dolor... nadie le devolverá su verdadero corazón La hora de dormir se acercaba y Luis entró en la habitación, Maca lo miró seria apartando sus notas, él la omitió y se metió en la cama M: ¿Qué haces? Luis: No pienso dormir ni una noche más en ese sofá M: Pues a mí me molestas Luis: Tu enfermerita ha dicho que estás estupenda M: No es mi enfermerita, y haz el favor de no tocarme (le dijo molesta pero sin moverse de su posición en la cama)

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Luis: Solo quiero dormir me va a reventar la cabeza de dolor por culpa de ese maldito sofá M: Es que no entiendo como has alquilado esta casa Luis: Porque nada más vamos a estar aquí hasta que te quiten los puntos, así que, cállate y duerme, apaga la luz que me duele la cabeza Cerró los ojos sintiendo una rabia interior que parecía iba a provocarle un estallido, pero quiso evitar cualquier enfrentamiento directo con él, la decisión estaba tomada y no pensaba darle ni una sola oportunidad para poder hacer algo en contra Apagó la luz, se metió despacio en la cama, se quejó al girarse, pero se aferró a la almohada pensando en Esther, en su sonrisa, en como le había acariciado la mano, en como había cuidado de ella a pesar de no demostrar lo que sentía, pero entonces se preguntó después de todo lo que habían dicho de ella Teresa, Consuelo, Sandra, eran sus voces como una coctelera en su mente, si realmente apostar por ella era apostar a perder. Cerró los ojos, sintió el dolor en su corazón y quiso mentalizarse que por mucho que después sufriera si llegaba ese momento, quería disfrutar de Esther cada segundo que pudiera compartir. Y con aquel animo se durmió para soñar con ella, para soñar que eran dos almas libres que volaban surcando cielos repletos de estrellas, y en cada una de ellas, se detenían para amarse El movimiento en el hospital, había sido intenso, Esther llegaba con varias carpetas en la mano y las dejó sobre el mostrador diciéndole a Consuelo sin mirarla: E: El alta del box 1, el señor del marcapasos ya está en reanimación, y estas dos cortinas, la cuatro y la seis se quedan en observación Consuelo: ¿Dónde vas? (la detuvo en seco agarrándola del brazo) E: ¿Y eso? (preguntó mirando su mano y después a ella con gesto incrédulo ante su reacción) Consuelo: Tú eres de Maca E: ¡A ver... a ver... a ver...! ¿qué parte no te has entendido Consuelo?, yo no soy de nadie para empezar Consuelo: Maca es la mujer que puede... E: Lo primero Maca es una mujer más, ¿entendido? (la miraba fijamente muy convencida de sus palabras) Y lo segundo me voy que me están esperando Consuelo: ¡Hala, y se marcha tan fresca! Con andar seguro Esther se marchó por el pasillo guardándose el fonendo en su bolsillo derecho, cuando vio la cabina de rayos con la luz verde, sonrió para sí, por fin... lograba

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algo que había esperado demasiado tiempo. Al entrar se encontró allí con una mujer que apretaba un botón y cerraba la puerta, la luz roja hacía entender a cualquiera que en aquella sala se estaba trabajando, lo que nadie sabía era la manera en la que dentro dos mujeres se devoraban con desespero E: He esperado tanto este momento... Los ojos de la otra mujer, le sonrieron, y con una mirada repleta de ardor se agachó desabrochando el pantalón de Esther 13 Mayo 2005 El día de la revisión había llegado, Luis llevaba a Maca como siempre cogida del brazo, y un oportuno periodista pudo lograr hacer las fotos que tenían pactadas para la revista Luis y la agencia de periodistas. Aquellas maneras de darle publicidad a Luis enfurecían de manera brutal a Maca Pero su enfado pronto se disipó al entrar al hospital, allí sus ojos disimuladamente buscaron la figura que tanto había deseado ver en los dos días que para no levantar sospechas Teresa había prohibido que se encontraran Luis: Me han dicho que es por allí (Maca no le contestó) Te estoy hablando Maca M: ¿Qué? Luis: La consulta está allí Se dirigieron a ella y por los pasillos aquellos ojazos de Maca buscaban pero no encontraban a Esther, imaginó que como sabía que iba a quitarse los puntos estaría dentro de la consulta, y tal cómo habían quedado se verían dentro estaba segura que encontraría la manera de quedarse a solas, así que se relajó allí, ante la mirada de algún curioso, que se acercó a solicitarle un autógrafo y ella con su exquisita educación le ofreció Luis: ¡Cómo puede ser que no te llamen y te hagan esperar! (dijo de malhumor) M: Porque soy una más Luis: Esto en Madrid no hubiera sucedido M: Mira haz el favor de no montar un numerito que te conozco Luis, ya me llamaran no tenemos prisa Luis: Tú puede que no, pero yo sí M: Pues haber dejado venir a Teresa Luis: Soy tu marido y punto. No hay más que hablar, es mi deber acompañarte

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Maca guardó silencio, y se concentró en observar todos los uniformes blancos de enfermera que pasaban y traspasaban por la sala pero ninguno era el esperado, además desde su asiento no podía ver quien estaba dentro junto a Paula, sus ganas, sus ansias a veces le traicionaban y por más que quisiera disimular era casi imposible evitarlo, aunque sabía que Luis estaba más pendiente de sus mensajes que llegaban al móvil y a su Blackberry que de lo que ella hacía. Cuando la llamaron al cabo de tres cuartos de hora Luis resopló de mala gana Luis: ¡Por fin! Pasaron y los ojos de Maca buscaron por la sala pero allí no había enfermera, se sentó tal y como le dijo Paula estuvo contándole como se encontraba Paula: Muy bien túmbate en la camilla voy a reconocerte y ahora viene la enfermera y te quita los puntos Mientras en el teléfono: T: Eso es muy arriesgado Guillermina, además, Luis me ha confirmado que nos vamos hoy Guillermina: Ese Luis... tenían que cogerle cagadas murcianas T: ¿Cómo? Guillermina: Sí mujer, esas que cuando más corres más te cagas T: ¡Ay señor! (decía con gesto de asco) Guillermina: Le podía haber perforado a él la apendicitis T: Yo no puedo pedir esas cosas (decía casi con tono de disculpa) Guillermina: De eso me encargo yo, tú con que te encargues de dejarles tu casa T: ¡Pero Guillermina! Como voy a tenerlas yo en mi casa ahí dale que te pego y yo allí (decía con los ojos abiertos como platos) Guillermina: Pues te vas a pasear T: ¿De noche? Guillermina: ¡Te pones tapones leches!, si es que nunca debí aceptar que Maca vendiera su apartamento, ahora le vendría de perlas T: ¿Vender un apartamento?, eso no lo sabía yo Guillermina: Esa es una larga historia... ahora vamos a lo que vamos T: Es que esto es una locura, ¡amantes!, ni más ni menos

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Guillermina: Hasta que nos deshagamos de “la almorrana” (decía muerta de risa mientras tosía) T: Vosotras lo veis fácil, yo no. ¿Guillermina?, ¿Guillermina? Guillermina: ¡Ay otia! que me había atragantado es que yo a esa Esther la adoro ya, mira que ponerle almorrana T: Bueno... ¿entonces qué? (estaba tan nerviosa que no tenía ganas ni de bromas) Guillermina: ¿Ahora se iban a despedir? T: Sí, pero claro, con plena almorrana allí Guillermina: Digo yo que si la médica está allí, le pondrá hielo pa desinflamarlo y con un poco de suerte le congela hasta los cojones y no da más por culo (volvió a escucharse su pesada tos y su risa) T: ¡Guillermina! (la riñó mientras la otra volvía a reír) No sé como puedes estar tan tranquila, buenos sí lo sé, tú no ves el peligro como lo veo yo, son fuego... fuego... cuando están juntas... las va a descubrir Guillermina: Para eso estás tú para que no las descubra, yo para deshacerme de “la almorrana” y ellas para abrasarse en las llamas del deseo y la pasión T: ¡Jesús, María y José! Guillermina: Amén Salieron de la Clínica sin detenerse, dieron las gracias a la médica y la enfermera, cogieron el primer taxi que había en la puerta y llegaron hasta casa, por el gesto de Luis, Teresa se temió lo peor, por el gesto de Maca, Teresa se temió lo peor Luis: En media hora nos vamos, bajo, pago y nos vamos T: ¿Te han hecho daño?, ¿Qué te han dicho? (le preguntaba mientras él se marchaba) M: Todo bien T: ¿Seguro? (se marchaba hasta la puerta mientras Maca se sentaba algo seria) Ya se ha ido, me asustas con tu cara, ¿qué te ha dicho Esther?, ¿habéis podido hablar? (Maca no contestaba) ¡Dime algo hija! M: No estaba T: Vaya... ¿y ahora? (la miró sin saber muy bien que iba a pasar)

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M: Pues no sé (elevó los hombros con su mirada fija en el suelo y gesto muy adusto) T: ¿Quieres que la llame? M: No... no la vayas a despertar (su voz se quebró como un chirrido de una puerta oxidada, mientras se marchaba a la habitación) T: ¿Dónde me he perdido? (se fue tras ella) Maca... ¿Luis lo ha descubierto? M: No T: ¿Me puedes decir qué pasa? (le demostró verdadera preocupación) M: Nada, voy a preparar las cosas (le dolía tanto recordarlo que era incapaz ni siquiera de decirle a Teresa) T: Vale... yo... yo... (le hablaba pero veía que no le hacía mucho caso, así que salió de allí y por su cuenta y riesgo llamó a Esther, pero el teléfono no obtuvo respuesta, algo desanimada decidió dejarle un mensaje) A ver si me aclaro yo con las teclas, “Esther... nos va... ¿dónde está la m? M: ¿Qué haces? T: Estoy mandado un mensaje a Esther M: ¿Por qué? (le preguntó seria mientras se acercaba a ella y le quitaba el móvil con gesto serio) Luis: ¿Qué pasa? (les interrumpió Luis mirando a una y a otra sin entender muy bien que estaba pasando) He hecho una pregunta M: ¿Qué va a pasar? (Teresa no sabía muy bien que decir) Que Teresa no se aclara muy bien con los mensajes del móvil y le estaba ayudando Luis: Pues una y otra dejad de perder tiempo que hay que marcharse a casa Recogieron todo, lo metieron en el maletero de un taxi que les iba a llevar hasta el aeropuerto, mientras Luis dejaba el equipaje y las observaba sentadas serias y calladas, cuando Maca pudo le preguntó en voz baja y con una sonrisa como si nada pasara M: ¿Le has mandado un mensaje? T: Sí (sonreía con ella) M: ¿Por qué? T: Es que no entiendo, ella tenía turno de noche y tu cara... pues eso hija y entonces le dije que no, que yo me negaba M: Pues fuiste tonta (Luis se sentó a su lado)

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T: Ya... cosas de la vida M: Debiste aclararlo y preguntarlo antes T: Pero si yo no sabía nada... solo suponía y todo iba bien... Luis: ¿Sí?, ¡hombre Faustino! (atendió su teléfono haciendo que ambas mujeres acabaran su conversación) Sí... sí... vamos para allá, mucho mejor, gracias, tenemos ya el mimbre, sí tranquilo. Hasta mañana, gracias se lo digo la tengo a mi lado, sí como siempre. Adiós M: ¿No pretenderás qué mañana vaya a algún lado? (lo miró seria) Luis: Tú no, Teresa y yo Durante el vuelo, la cabeza de Teresa iba más deprisa que el avión: T: (“Algo ha pasado... no ha visto a Esther... pero bueno... igual estaba operando, pero algo serio es cuando lleva esa cara, si, además si me hubiera podido arrancar el teléfono, lo hace... ¿pero qué habrá pasado?”) Y los negocios bullían en la de Luis Luis: (“Tengo que conseguir que sea lo suficientemente buena para llevarme esos sesenta millones de premio, más las ventas, más el mercado internacional, sí... hay que conseguirlo como sea, y las bodegas, es tan inepto su hermano (la miró que iba con los ojos cerrados) Mírala es una Diosa, estoy seguro que algún día sabrás reconocer todo cuanto hago por ti, mi amor”) Y las dudas y preguntas en la de Maca M: (“Creo que me estoy equivocando, no lo voy a soportar, ¿y si trato de tranquilizarme? me estoy clavando las uñas y lo van a notar. ¿Ya lo sabías, no?, ahora no puedes reprochar nada... ella es así... tengo que conseguir que no me duela, si a ella no le duele, a mí tampoco... pero seguro que me estoy equivocando. ¡Vaya mierda de vida!”) El avión tomó tierra entre los rezos de Teresa que no podía olvidar su terror al momento de bajar y de subir. Hicieron efecto, todos llegaron sanos y salvos a tierra, descendieron las escalinatas, Maca del brazo de su marido que ponía todo el cuidado para que los movimientos no fueran demasiado bruscos y pudiera llegar sin problemas hasta el coche que les esperaba Luis: Teresa, te he preparado un taxi T: Ah pero... ¿no voy a vuestra casa? Luis: No, no hace falta

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T: Pero... Luis: Estoy yo Teresa, quiero que estés a punto mañana a las ocho y media de la mañana con todo lo que tienes de Maca, tenemos una reunión muy importante T: De acuerdo Luis: Te llevo la bolsa T: Gracias. ¡Me puedes decir que he hecho mal con Esther! (le dijo seguido casi sin poder respirar mientras la besaba) M: Está con otra, no creo que le importe mucho si me he ido o no Los ojos de Teresa se cerraron de golpe, para cuando se abrieron, fueron testigos únicos y silenciosos del dolor que aparecía en aquellos otros ojos que trataba de esconder lo que era inevitable T: Si te quedas sola en algún momento, llámame Luis: Ya está Teresa T: Mañana iré a verte (Maca asintió en silencio) En Valencia un brazo desnudo separaba una sábana, la boca seca, el pelo arremolinado por la cara, y una mano sobre su pecho, levantó un poco la cabeza y vio allí a la radióloga, cerró los ojos y suspiró, lo que menos quería era despertarla, no le apetecía en absoluto, se levantó despacio algo mareada, se vistió deprisa en el comedor, buscó su bolso que finalmente encontró echado en el suelo, salió de aquella casa como si hubiera cometido un delito, negó con la cabeza. Llamó al ascensor, mientras miraba su teléfono porque su maldita costumbre de no llevar reloj le hacía sentirse desubicada del mundo, sus ojos mientras bostezaba se encontraron con una llamada pérdida de Teresa, y más tarde un pitido de un mensaje, lo leyó “Esther nos vamos a Madrid” E: Madrid (susurró mientras sus torpes dedos tecleaban al mismo tiempo que unos golpes persistían en sus sienes) Una enfadada, enrabietada pero sobre todo preocupada Teresa, llegaba a su casa, por fin, suspiró allí encontraría la paz que no había tenido en los días pasados, desde que fue a Valencia, ciudad que le había traído verdaderos quebraderos de cabeza. Estaba pensando en aquello justo cuando sonaron los tres insistentes sonidos agudos del mensaje, sacó el teléfono pensando que era Maca y vio el nombre de Esther, un bufido y leyó “Vale”

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T: ¿Vale?... ¿vale? ... ¡Dios mío Maca con quién te has ido a topetar! En su casa, Luis saludaba a la criada que les daba de nuevo la bienvenida, orgullosa de mantener la casa impecable, algo que a Maca siempre le pasaba desapercibido pero no así a Luis Luis: Bueno... pues nada voy a... M: Luis, a partir de hoy, no voy a dormir contigo... dormiré en el cuarto de invitados Su voz fue fuerte y segura. La mirada de Luis sin embargo, se transformó en ira explotando con las venas de su garganta marcadas, con las venas de sus ojos a punto de estallar, con gesto de loco que no inmutó a Maca Luis: ¡Pero qué estás diciendo! (fue hacia ella) M: Ni se te ocurra tocarme, lo has escuchado perfectamente, he aguantado todo tipo de humillaciones por tu parte, pero se acabó, ni una más, ¿quieres qué escriba la mejor novela que hasta ahora he escrito, no?, pues para eso necesito tranquilidad (suspiró enérgica y con determinación continuó) De puertas para fuera seré tu mujer, pero de puertas para dentro no quiero ni que me toques Luis: ¿Crees que voy a permitirlo? (la miraba incrédulo) M: Claro que sí Luis, llevo ocho años permitiéndote a ti anularme (le reprochó con todo el odio del mundo) Luis: Es por tu culpa, si tú quisi... M: Pero yo no quiero, y no querré jamás (le escupió con la misma firmeza con la que había mantenido desde un principio de hablar, como jamás antes le había hablado) Luis: ¿Quién te ha hecho cambiar? ¿con quién te ves? ¿con que zorra te ves? (fue a cogerle del brazo pero ella lo separó bruscamente mirándole con odio. El gesto de Luis por un segundo fue de pánico y le gritó) ¡Dímelo! M: Siempre igual, siempre dudando de mí, me has puesto un perro de presa, te has encargado bien de elegir la persona que tiene que vigilarme, siempre rezando sus padres nuestros, siempre con el pecado y las culpas (dijo con voz chirriante) siempre a mi lado, sin dejarme sola ni a sol ni asombra... porque no eres capaz de itir la verdad, y yo lo único que quiero es soledad y que me dejes tranquila para escribir Luis: Las bodegas... M: Sabes que me importa un pimiento las bodegas, nunca me importaron (le recriminó) Luis: ¿Ahora tampoco te importan tus padres?

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M: Tú lo has dicho, ahora tampoco me importan. Por su culpa estoy aquí a tu lado, y tras todo lo que he vivido francamente Luis, me importa una mierda lo que hagas con las bodegas, lo que hagan mis padres o el inepto de mi hermano Luis: ¿Qué tienes en mente? M: Mi novela (le dijo sin dudar) Mi novela y vivir tranquila. No cerraré mi cuarto, para que puedas entrar a registrar cuando yo no esté como haces con todo lo mío, pero te aseguro que no encontrarás nada, nada más que una y otra humillación contra ti mismo (lo miró entre cerrando los ojos y le dijo) ¿No te das pena? Maca dio media vuelta y con una seguridad que no había demostrado desde el día que le dijo que ni loca pensaba casarse con él, hasta que le llegaron las fotografías, se marchó a su nuevo cuarto con la maleta, escuchaba sus pasos desde su despacho donde trataba de arreglarse un mechón de su engominado cabello que por el disgusto y sus movimientos bruscos había caído a un lado de su frente, en su mano una copa de coñac, y como si los pasos de una habitación a otra de Maca, fueran golpes, los iba recibiendo en su cabeza, en su estómago una y otra vez De un sorbo se bebió su copa de coñac, se levantó furioso del sillón y se puso a caminar como un lobo enjaulado, sus ojos se volvieron oscuros, y un miedo desconocido se apoderó de él Luis: (“¿De dónde ha sacado la seguridad? Todo esto es desde que fue a Valencia... ¿qué mujeres ha podido conocer más a fondo?, Merche, no... la enfermera... no sé porque me cayó fatal pero... no Teresa ha cumplido bien su trabajo, ¿entonces qué le pasa?... no puede dejarme (se pasaba las manos por el pelo con actitud desesperada), no tiene nada, no tiene donde ir, sin mí no es nadie... esto es solo una pataleta por algo, debe estar con la puta regla, seguro tiene las hormonas revueltas. Un momento, en el hospital he visto su cara de decepción, ¿será le enfermera?, pero no... no ha tenido tiempo de estar a solas con ella... no me puede dejar... tengo que estar seguro... Esther... sí Esther”) Mientras Esther entraba por la puerta, era la hora de comer y Sandra estaba recogiendo sus cosas para marcharse, su gesto serio le hizo detenerse, dejando todo nuevamente en el sofá Sandra: Vaya traes la cara de las malas noches... E: No tengo muchas ganas de hablar (contestó sin mirarla) Sandra: Ya... entiendo... noche de farra, borrachera y sexo E: Te he dicho que no me apetece hablar Sandra: ¿Sabes qué Esther?, de tanto dominar el dolor eres incapaz de mostrarlo a pesar de sentirlo

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E: No me apetece escuchar discursos Sandra: Lo sé, por eso me voy... pero sería bueno que dejaras que el dolor te afectara, estaría bien Esther, estaría bien, deja que te afecte y se manifieste, entonces podrás sacar fuera todo E: No me duele más que la cabeza, y con un ibuprufeno se me pasa Sandra: Te equivocas... te aniquilaron el dolor, te enseñaron a dominarlo eso y el amor, y así no se puede vivir, al menos, no se puede vivir mucho tiempo y tú llevas demasiado viviendo de esa manera Le dejó una tierna caricia en su cara y se marchó pensativa y apenada Al quedarse sola sintió un vacío en su alma como nunca antes lo había sentido, se puso un café y se dirigió hasta el sofá, se arremolinó sobre sí misma y con la taza entre sus manos se quedó mirando como fuera el mundo seguía, y se preguntaba cómo le habría sentado a Maca no verla, pero no quería despedirse de ella, no después de aquella mirada de gratitud, de ¿amor?, eso le había parecido, por eso una nueva huida porque quería nada más que su relación fuera física, y a veces, los ojos de Maca mostraban una ilusión y un entusiasmo que le asustaban y le daban ganas de echar a correr. Sin embargo, tras mucho pensar cogió el teléfono y marcó el número de Teresa En Madrid, en su modesta casa, en su sencilla cocina con su delantal puesto se preparaba una jugosa crema de calabacín, de vez en cuando el olor le hacía saborearla como si realmente estuviera ya comiendo. Se preparó la mesa, se puso un documental de historia en la televisión y se sentó mientras murmuraba T: Bien... ahora tranquilita a comer, luego llamaré a Maca y si puedo descansar un ratito mejor (tras la primera cucharada hizo una exclamación gutural mientras miraba el cielo) Divino... divino... ni Arguiñano Teresa, ni Adriá ni nadie... olé tú Sin embargo, cuando estaba por tomarse la segunda cucharada su teléfono móvil sonó, pensó en Maca, las vueltas a casa después de las giras de firmas, siempre eran duras, podía imaginar que tras lo sucedido con Esther, la vuelta habría sido la peor de todas, y sobre todo, sabía que no había asimilado nada bien que la enfermera hubiera estado con otra cuando había quedado en verse para quitarle los puntos. En todo eso pensaba la buena de Teresa mientras sus pensamientos le llevaban a poner muecas diferentes, de disgusto, de miedo, de preocupación T: ¡Vaya! (se dijo en voz alta al ver el nombre de Esther reflejado en la pantalla. No pudo evitar contestarle de modo seco) Dime E: Teresa quiero hablar con Maca T: Pues no va a ser posible, además, ¿para qué quieres hablar con ella? (Esther no esperaba aquella reacción de Teresa) ¿No te fuiste con otra?, pues nada... ahora creo que poco tienes que hablar con...

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E: Mira Teresa, las cosas son como son y lo último que voy a soportar es que tú me vengas con esas, si quiere algo que me llame. Adiós Colgó con rabia, Maca sabía que se había ido con otra, ¿pero cómo?, sin duda alguien se había ido de la lengua. Cerró los ojos y apoyó su cabeza contra el respaldo del sofá, todo en ella era como un laberinto y en el centro del laberinto se encontraba su corazón, lo podía ver perfectamente, dañado, sangrando, y por muchas vueltas que diera, nunca llegaba a tiempo de curarlo Volvió a sonar su móvil, la radióloga estaba allí, miró con desdén el aparato y lo cerró En Madrid, Teresa se había quedado mirando su teléfono con cara de circunstancias, se olvidó de su sopa, de lo calentita y buena que estaba, se olvidó de que Maca ya estaba en su casa y la llamó T: ¿Maca cariño estás sola? M: Sí, dime T: Me ha llamado Esther (silencio por parte de Maca) ¿Estás ahí? M: Sí T: Dice que si quieres algo que la llames... quería hablar contigo... me da que la he dejado sorprendida cuando le he dicho que sabíamos lo que sabíamos, ahora, te pregunto: ¿quieres llamarla? ¿merece la pena llamarla? Hubo un momento de dudas, de silencio intenso y pesado hasta que finalmente la voz de Maca le llegó casi como la de un moribundo para decirle: M: No, no la llames La tarde había pasado lenta y pesada para Esther, había tratado de no mirar el teléfono, se había centrado en la novela, pero para cuando llegó Sandra, la vio delante del ordenador sin teclear con la vista fija en la pantalla Sandra: ¿Te han abandonado las musas o es que escribes ahora con la mente? (Esther la miró y sonrió de lado) Vaya... omitiré comentarios. ¿Has preparado la cena? E: Lo siento no sé ni la hora que es Sandra: Venga pues nos vamos a cenar E: No me apetece Sandra: Ni a mí, pero si mi querida compañera de piso no me prepara la cena, pues no me queda más remedio

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E: Anda, ve tú sola Sandra: De eso nada monada, que apuesto que no has comido nada con la resaca E: ¡Joder! Sandra: Ja, ja, ja ¡cuánto te jode que te conozca tan bien! (se reía) Venga va que invito yo En Madrid, frente a su ordenador con unas gafas puestas, Maca repasaba todo cuanto había escrito, pero llegó un momento en que se dio cuenta que no leía, no escribía, no corregía, tan solo tenía una imagen y esa imagen era Esther haciendo lo mismo que le había hecho a ella, lo mismo que le había hecho sentirse mujer y realizada a cualquier otra. Cerró los ojos con gesto de amargura, puso su dedo pulgar e índice sobre el puente de la nariz, se estaba metiendo en terreno peligroso porque la vida le volvía a poner delante suya a otra mujer como Lidia, ¿eran todas así?, se preguntó mientras resoplaba, quizá lo mejor era poner tierra de por medio huir como había aprendido durante ocho años a huir de cualquier tentación Se levantó y giró un poco su cuello, estaba francamente cansada, así que decidió dejar de trabajar por ese día, darse un buen baño con música de fondo y evitar pensar, tan solo quería evitar pensar, no podía ser que se había enamorado perdidamente de Lidia y ésta le había devuelto el amor con una bofetada abandonándola sin ningún miramiento, yendo y viniendo con mujeres mientras ella aguantaba a que un día le diera la oportunidad de demostrarle amor, nunca pudo hacerlo por aquel maldito descubrimiento de Luis, no pudo más que saborear sus labios, su piel, pero después cuando le pidió ayuda porque la amaba más que a nada en el mundo, ésta la abandono sin casi pestañear. Y ahora, en ese instante, tenía en mente a otra mujer que era parecida a Lidia, iba y venía con unas y otras, sin embargo sus ojos eran diferentes, su mirada ocultaba muchas cosas pero pensaba que no podía hacerle el mismo daño que le hizo la otra, sin embargo, allí metida en la bañera sentía como los mismos celos que había sentido por Lidia, bullían en su interior por Esther. ¿Valía la pena tentar a la suerte? ¿sería el destino tan cruel con ella como para volverle a unir a una mujer que le destrozara el alma? Cerró los ojos poniéndose una toalla sobre ellos, se había cerrado la puerta no quería que nadie le molestara, y mucho menos Luis. Al recordarlo y recordar todo lo que había pasado, se dio cuenta de algo, ni Lidia, ni Luis, ni Esther podían destruirla más de lo que ella misma se había destruido abandonándose de la manera que lo había hecho... pero... ¿valía la pena Esther? En un Restaurante muy cercano a su casa donde acostumbraban a ir de vez en cuando las dos amigas, estaban disfrutando de su solomillo en salsa aunque Esther aún tuviera la mitad mientras Sandra que había hablado toda la cena de su consulta y sus pacientes, se había terminado el filete. Sobre la mesa el móvil de Esther en silencio pero al cual sus ojos de vez en cuando se desviaban como si trataran que al mirarlo se encendiera la luz de la pantalla Sandra: El camarero se está mordiendo las uñas, no sabe si venir a por tu plato o no

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E: No quiero más Sandra: De acuerdo. ¿Nos trae dos cafés por favor? Pagaron la cuenta y subieron a casa en silencio, aquel mutismo de Esther era bien conocido por su amiga que lo respetaba como siempre, al llegar al piso, ambas dejaron sus cosas y se fueron al comedor, Esther se sentó como era habitual en ella, los pies sobre el sofá y los cruzaba en forma de aspa. Mientras Sandra había ido a por un paquete de gallegas de coco que sabía su amiga necesitaba. Se sentó junto a ella y esperó mientras miraban la televisión. Justo en ese momento la pantalla del móvil de Esther se iluminó y a ella el rostro al verlo, se precipitó sobre él pero al ver quien era colgó E: He metido la pata Sandra: Ya... es evidente, a ti lo único que te quita el hambre son tus meteduras de patas E: ¿Si te lo cuento no lo vas a sacar de contexto? (la miró con una mueca de intranquilidad) Sandra: ¿Cuándo he sacado yo las cosas de contexto? (ante su mirada mientras mordía una galleta de coco le dijo) Vale, prometo no pasarme, es sobre Maca, claro E: Vino a quitarse los puntos Sandra: Con su marido, claro E: Ni idea Sandra: ¿Cómo qué ni idea? (la miró sorprendida mientras mordía una galleta) E: Cuando fui a su casa a curarla, estuve un rato con ella a solas (Sandra asintió mirándola fijamente, aquella mirada era la única que ponía a Esther nerviosa, no había persona que lo consiguiera tan bien como Sandra) Teresa consiguió que pudiéramos estar solas, me miró y... Sandra: ¿Y? (la miró enarcando las cejas con la galleta paralizada a mitad del camino y sus ojos abiertos como platos porque Esther de repente se había callado) E: Pues que su mirada era demasiado complicada para mí Sandra: A ver... lo siento... me he perdido E: Pues eso, que era demasiado tierna, demasiado débil... demasiado dependiente... demasiado... (se detuvo suspirando mientras notaba como la tensión se apoderaba de su espalda)

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Sandra: Entiendo, demasiado miedo al ver algo bello que es lo único que te dejó la hija de perra aquella (no podía evitar que su voz sonara con ira cada vez que la nombraba) A ver Esther... ha llegado el momento de que superes todo lo que pasó E: Es fácil decirlo, pero sigo teniendo pesadillas... y no me digas que vaya a terapia porque no voy a ir Sandra: Esther has ido a terapia y no te funciona porque no dejas que nadie te ayude. ¿Qué temes de Maca, enamorarte? E: No, temo hacerle daño, porque me veo reflejada en ella, es como un espejo de lo que fui, temo que un día pierda los papeles y le haga daño, temo que sufra como yo sufrí y temo no poder manejar ese maldito sentimiento que llevo en mí. Maca es maravillosa, tierna, dulce, demasiado necesitada de cariño... y yo solo sé dar sexo Sandra: Eso es lo que tú crees, porque es lo que la hija de puta de Lidia te hizo creer, deberías probar a dar cariño. Tú no eres una puta, eres una persona maravillosa que podría hacer feliz a cualquier mujer (insistía con tono de voz enérgico) E: ¿Te acuerdas de la radióloga? Sandra: La que se te resiste E: Se me resistía Sandra: ¿No? (se tapó la cara) E: Sí Sandra: A ver... que voy entendiendo mejor (se puso frente a ella mirándola con algo de pena y estupor por lo que sabía se libraba en su interior pero tono de voz mucho más relajado) Tú quedaste que le quitarías los puntos a Maca E: Sí, así podríamos despedirnos Sandra: Pero tú no querías despedirte porque odias las despedidas E: No Sandra: ¿No, que? E: No quería despedirme porque me dio miedo su mirada Sandra: Vale, te dio miedo su mirada y por eso te fuiste con la radióloga, te la tiraste, te emborrachaste para olvidar y dijiste, ya E: Algo así, sí

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Sandra: Bien, ahora ¿qué hizo Esther García la supuesta puta?, prefirió hacer lo que cree solo sabe hacer, dar sexo en lugar de cariño por una mirada E: No seas tan dura conmigo Sandra: Perdona, la que es dura consigo misma eres tú. Tú has elegido ser amante de una mujer, de la cual no te puedes despedir porque te miró con ternura, de una mujer que tal y cómo tú quieres está casada no dejará a su marido y siempre serás la amante para no complicarte ¡vamos Esther esto lo hemos hablado miles de veces!, eres tremenda cabezota, si yo fuera tú no dejaría que una hija de puta como Lidia me jodiera la vida, echaría todo la mierda que llevas dentro fuera, la sacaría y trataría de mejorar, de vivir la vida no sobrevivir a base de ir con unas y otras que es lo que haces tú desde entonces, dejar tus miedos sobre Maca y ese supuesto daño que le vas a hacer, porque te recuerdo que tú consentiste ese daño ¿o no? E: Por amor (fue como si una condenada a muerte tuviera que defenderse a punto de derrumbarse por la condena) Sandra: Por lo que fuera... pero lo consentiste E: Pero Maca no lo consentiría y yo, creo que... Sandra: ¡Pues ya está deja de joderte la vida! (le dijo convencida) E: ¿Y si yo lo provoco? ¡joder Sandra que me pone muchísimo, no puedo controlar lo que provoca en mí! Me hace perder el control Sandra: Eso es lo que debes hacer, ser tú verdaderamente. ¿De qué te sirvió controlar? controlabas el dolor, le dejabas en sus manos tu propia vida mientras estabas inmovilizada, controlabas los orgasmos, ¡Dios mío Esther que le pedías permiso a Lidia para correrte! (sus venas de la garganta parecían tan tensas como las cuerdas de un violín) E: Si no me controlo es cuando la joderé (le dijo arrastrando las palabras cómo si fuera el resultado de su condena) Sandra: ¿Estás segura? E: Sí Sandra: Vale, pues como llevas toda la tarde esperando que Maca te llame y no lo hace, la llamas tú, y le dices, Maca lo siento pero no puedo ser tu amante (Esther la miró frunciendo su frente) Así de sencillo E: Creo que es lo mejor (susurró repleta de dudas) Sandra: Pues eso, pero le dices, no puedo ser tu amante porque tengo que seguir jodiéndome la vida, porque tengo que dejar que una mal nacida se metiera en mí y me arrancara el alma. Y si no se lo dices tú, se lo digo yo

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En ese momento sonó el teléfono de Esther En Madrid, Teresa se estaba preparando una tortillita de jamón York, lo hacía con la cabeza más puesta en Maca que en la tortilla, no sabía muy bien como tomarse aquellas palabras caso contrario de las de Esther que le habían sentado como una verdadera patada en el hígado T: Bueno esto tiene una pinta... ahora nueces, lechuguita fresca... tomatito... ¡ay qué bueno por Dios! (lo sacó a la mesa y cuando puso su trasero en el asiento sonó el teléfono) ¡No! Será posible... ahora como sea ella se va a enterar... ¡vamos! Le voy a decir más que a un puerco. ¿Dígame? Guillermina: ¡Teresa soy yo! (al otro lado una alegre Guillermina) ¿Cómo van las cosas?, ¡cuándo es la cita! T: ¿Qué cita ni qué ocho cuartos?, no hay cita Guillermina: ¿Y dónde se van a ver? ¿en un hotel? T: En ningún lado Guillermina, en ningún lado Guillermina: No entiendo nada. Explícate mujer que soy vieja, ¡carallo! T: Vieja para lo que te interesa (frunció los labios de lado) Maca se ha enterado que Esther se había liado con otra Guillermina: ¿Qué? T: ¡Qué Maca... Guillermina: Te he escuchado perfectamente... pero me puedes explicar y eso que importa T: ¿Cómo?... pero Guillermina por favor... (decía totalmente fuera de sí) Guillermina: ¿No me irás a decir que Esther le ha puesto los cuernos a Maca? (le decía jocosa) ¡Ay que joderse! T: Es que esa chica no le interesa Guillermina... Guillermina: Déjame a mí anda... que tú no sirves para estas cosas T: Le va a hacer daño Guillermina: ¿Más que la cabrona de Lidia?, ¿más que el hijo de puta de Luis? T: Guillermina por favor modera el lenguaje (le decía algo asustada)

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Guillermina: Mi niña ahora tiene que follar, y que me la follen bien T: Ave María Purísima Guillermina: Sin pecado concebido. Pero esta vida ha sido muy perra con Maca, y Maca tiene que aprender... aprender de lo vivido para no sufrir y tan solo vivir T: Yo creo que disculpa, discrepo contigo, Maca se debe de separar de Luis Guillermina: Hasta ahí de acuerdo T: Y entonces buscar una mujer que merezca la pena, que la respete, que la quiera Guillermina: De acuerdo T: Y yo si hace falta le ayudaré... pero... Guillermina: Pero ella ha elegido a Esther, y si le ha molestado saber que se ha ido con otra, todavía me gusta más T: ¡Porque no la conoces! Guillermina: Mañana hablamos... ahora tengo algo que hacer En su habitación después de haberse tomado tan solo un vaso de leche porque su estómago no le dejaba que nada más pasara por él, y dispuesta a retomar la novela se sentó en la cama, pero entonces sonó su teléfono móvil y suspiró, sabía que Luis estaba en el despacho M: Dime (dijo con voz muy baja y temblorosa) La noche había caído en ambas ciudades como si de un manto fuera, se había oscurecido tanto como cada uno de los corazones que sentían de nuestros protagonistas. No había ni una sola estrella, era como si de aquella manera el cielo rindiera homenaje a aquellos apagados corazones que no tenían ni un mínimo rayo de luz de esperanza En su despacho Luis bebía de su copa de coñac, había estado dando vueltas en su despacho, lo único que temía de la vida, era perder a Maca, pero claro era tan complicado hacérselo entender a ella, que había sentido como si le hubiera apuñalado aquel destierro de habitación que no estaba dispuesto a soportar, Maca era suya, siempre lo había sido nunca una mujer había puesto su asquerosa mano sobre ella, tan solo era suya, él le arrebato la virginidad, entre lágrimas notando como el asco se apoderaba de ella, como mordía su labio para no gemir algo que no sentía, y como él la disfrutó, aunque siempre sentía esa rabia de saber que jamás sería correspondido, que para lo que él al principio creyó eran castigos, para ella era un rato de calvario pero después seguía omitiéndolo, seguía a su lado por miedo, por temor, y justo era eso lo que de la noche a la mañana le había demostrado que no tenía tomando esa decisión sin miedo alguno, algo había en ella y se levantó desesperado mientras murmuraba

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Luis: No me puedes dejar... Tras comerse fría la tortilla y con mucha desgana, se fue directamente a su habitación, se desmaquilló pensando en la reunión del día siguiente, pensando en las palabras de Guillermina, con las que discrepaba totalmente, pensaba en como estaría Maca pero sin duda, lo que más temor le daba era, ¿qué diría Luis? ¿insistiría nuevamente sobre Maca y la enfermera? Se daba cuenta que eso era lo que realmente le tenía más nerviosa Se metió en la cama después de ponerse dos graciosos rulos finos en la parte frontal, para que al día siguiente pudiera darle forma a su flequillo. Trató de leer un poco para despejar su aturullada mente pero fue imposible, dejó el libro sobre la mesita de noche, apagó la luz y se dispuso a rezar como todas las noches hacía en esas estaba cuando el sonido del teléfono le hizo sentarse de un salto en la cama, sin atinar muy bien a darle al maldito botón de la luz para encontrar el teléfono Una nerviosa Maca mantenía el teléfono en su mano, su gesto a pesar de mostrar alivio, también mostraba cierta tensión M: ¿Cómo estás? Guillermina: Jodida pero viviendo... ya sabes, me tengo que morir después del cabrón de tu marido M: Guillermina no seas mala (sonrió) Guillermina: Llamo para hablar contigo, sé que no puedes hablar M: Bueno ahora no duermo con él pero aún así Guillermina: ¿Pero qué me estás contando? Flipo en colores M: ¿Pero de dónde sacas todas esas frases? (le decía divertida riéndose con ganas y dejando por un momento sus dudas a un lado) Guillermina: De la tele hija, de la tele, a mi edad no me queda otra que aguantar la caja tonta que me hace compañía. Bueno a lo que iba. Pero antes de ir a lo que iba, déjame decirte que has tardado mucho tiempo en tomar esa acertadísima decisión M: Sí, la verdad que sí (dijo abatida) Guillermina: Pero nunca es tarde si la dicha es buena, y tu dicha ahora mismo es la soledad de la cama que debe ser buenísima... ahora... a ver... tú me vas a escuchar ¿vale?... si entra el cabrón me nombras y verás como sale corriendo el hijo de Satanás

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M: Vale (no podía aguantar la risa en su rostro. Adoraba a aquella vieja con moño y pelo blanco, que tanto amor le había dado y que le gustaba mostrarse mal hablada, a pesar de que era un cielo de persona) Guillermina: He hablado con santa Teresa, esta mujer cuando se muera hay que beatificarla, ¡otia que manera de joder! (nueva risas de Maca que jamás podía aguantarse) Me ha contado lo que ha pasado, mi niña, escucha bien a esta vieja loca que sabes que te adora y solo quiere en esta vida verte feliz. Tuviste la mala suerte de toparte con una mal nacida como Lidia, en el fondo siempre te dije que debías dar gracias por no tenerla cerca, tú no sabes las cosas que se decían, vamos su madre se murió de pena, de un ataque al corazón fulminante, con eso queda dicho todo M: No seas así Guillermina: Es la pura verdad, no sé porque sigues amargándote pensando en que habría sido de tu vida junto a ella, no sé si un infierno tan abrasador como el que vives, pero nada bueno, seguro. Después te has tenido que tragar ocho años al cerdo que tienes al lado, has sacrificado todo por todos, hasta el piso que ahora te vendría de muerte por mí M: Guillermina, ese piso no lo sacrifiqué, ese piso lo invertí en ti que es quien se merece todo lo que yo pueda tener Guillermina: Que es nada, nada porque dispones de nada que no sea que pase antes por sus asquerosas manos. Pero ahora es diferente, ahora dispones de una mujer para ti, no necesitas enamorarte, no necesitas amor, eso puede esperar, y eso llegará, porque eres una mujer fuerte y maravillosa y estoy segura que serás correspondida como mereces en el amor. La vida se vive una vez hija mía y ahora necesitas desfogar todo lo que has aguantado, que no es moco de pavo, ¿qué es con esa Esther? ¿qué es una frescachona? Mientras no te haga daño no pasa nada, no es pecado follar con quien te de la gana las veces que te de la gana, tienes que disfrutar Maca, disfrutar la vida y esa chica te puede ayudar a hacerlo. ¿Te has enamorado de ella, así de rápido? M: No (contestó escuetamente mientras cerraba los ojos) Guillermina: Entonces disfruta Maca, si a ella no le importa que estés con tu marido y solo le importa disfrutar contigo, disfruta hija. ¿Recuerdas a Juanín? M: El que venía a traernos los huevos Guillermina: Sí. Pues a parte de traer los huevos de la granja por la noche me traía a mí los suyos (risa exagerada de Guillermina y exclamación jocosa de Maca que miró hacia la puerta por si Luis entraba) En esa época era lo que nos apetecía a los dos, sexo salvaje, y hubo un día en que el nos dejó de apetecer, él tiro para un lado yo seguí en tu casa, pero en aquel momento lo disfruté y no me arrepiento hija, a veces es muy bonito tener el concepto del amor y la persona amada, pero hay veces que la vida se encarga de jodernos a esa persona y también de jodernos el disfrutar de algo tan natural como es el sexo por sexo y satisfacción. ¿Entiendes la moraleja?

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M: Perfectamente... pero... ya me enamoré una vez de la persona equivocada Guillermina: ¿Y?, puede que ahora te enamores de Esther y también sea la persona equivocada, cariño... el amor es así... los que tienen la suerte de disfrutarlo eterno desde que se conocieron hasta la muerte, son pocos y encima no me los creo, fíjate en mi primo Andrés, toda la vida con su mujer, se muere de un infarto, su mujer apenada destrozaita con las carnes abiertas de dolor, y va, y se entera que tenía otra hija con otra mujer, ¿qué hizo después de tanto amor?, quitó todas sus fotos, ¡vamos hasta fue al cementerio y le dijo ahí te quedas cabrón! Y le quitó las flores (reía exageradamente acompañada por Maca) Pues eso hija mía, eso es lo que tienes que hacer Maca, pensar ya de una puta vez en ti, eres tú, primero tú... después tú, de momento lo que toca es disfrutar, deja a un lado esa vena romántica tuya. Y ahora cuéntale a esta vieja, ¿lo hace bien? M: Más que bien (con ella le era fácil hablar de sexo, Guillermina era así, fresca como el aire que corría en aquellos momentos por las calles de Santiago de Compostela donde vivía) Increíble, es apasionada... es... bueno... increíble lo dice todo ¿no? Guillermina: ¿Te gusta estar a su lado? M: Me lo paso muy bien, sí Guillermina: Perfecto, es buena amante y buena compañía para pasarlo bien, pues céntrate en eso cariño, hay gente que se toma un año sabático para crear, tú deberías tomarte un año sabático para sentir M: Gracias, te quiero mucho (la puerta se abrió de golpe, pero Maca ni se inmutó) En fin Guillermina un beso Guillermina: Ya ha llegado el jodido... mándalo a la mierda de mi parte M: Lo haré (sonrió) Guillermina: Y piensa en ti cariño, ni Esther, ni él ni la mala zorra aquella, solo piensa en ti. Borra el disco duro ese y empieza de nuevo M: De acuerdo. Adiós. Me ha dado recuerdos (le dijo sin mirarlo y volviendo a coger sus apuntes) Me ha dicho que te vayas a la mierda Luis: Ésa vieja loca (sonrió incrédulo mientras cogía el teléfono y miraba la pantalla) En el sofá, Esther estaba terminando una conversación ante la mirada apenada de Sandra E: Lo siento pero es así, ¿vale?... venga guapa... nos vemos... Sandra: ¿Qué? ¿la radióloga?

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E: Joder por una noche que la paso con ella y la tía ya me pide otra cita Sandra: Es lo que tiene dejarlas tan satisfechas. Bueno... ¿vas a llamarla o que? E: Ah sí... Sandra: ¿Le vas a decir que lo dejas estar? E: Depende Sandra: ¿De qué? (la miraba seria nunca antes había visto a Esther con tanta incertidumbre ante una mujer) E: De lo que ella me diga... Sandra: Definitivamente Esther, no te entiendo E: Bueno... yo tampoco me entiendo... pero... tampoco creo que por teléfono sea lo mejor decirle, mira Maca lo dejamos, a lo mejor la llamo y cómo se ha enterado porque algún bocazas se ha debido largar en el hospital, pues me manda a la mierda. Porque ella me pidió no saberlo, yo llevé cuidado es imposible que me viera, ahora... alguien lo diría o ¡yo que puñetas sé como se ha enterado! Sandra: Vale... ¿puedo estar presente? E: Sí. Claro Sandra: Llama Esther comenzó a buscar en su agenda la lista de os, hasta que localizó a Maca Mientras Luis seguía con el teléfono de Maca en la mano mirándola fijamente Luis: ¿Hasta cuándo va a durar esta tontería? M: Luis ya te lo he dicho, no pienso seguir como estaba... (le contestó cerrando los ojos) Luis: ¿Estás segura que te da igual lo que le pase a tus padres? (la miraba con ese gesto suyo clásico de chantaje) M: Espero que sepas comportarte como estos años, pero están en tus manos, ellos mismos lo buscaron, no yo Luis: Entonces sí... (el teléfono de Maca sonó, Luis miró la pantalla) M: ¿Puedes darme el teléfono? Luis: Estás muy solicitada, últimamente

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M: ¿Has mirado quién me ha llamado, no?, pues dámelo Luis: No te pases de lista Maca, nunca te funcionará conmigo, y no me fío de los números privados, nena (fue a contestar él) M: Ni se te ocurra Luis, ¡ya está bien de controlar mi vida! (le arrebató el teléfono con rabia mientras él le cogía del brazo) ¡Y suéltame! Luis: No trates de jugar conmigo porque es como jugar con el fuego, y puedes acabar quemándote, sabes que lo sé todo, sé todo lo que haces... o lo que estés dispuesta a hacer, no juegues conmigo, cariño Cuando la dejó sola, suspiró cerrando los ojos, a pesar de mostrarse valiente, a pesar de ir poco a poco recuperando como quería su estado de calma habían momentos como aquellos donde no podía evitar temblar de pies a cabeza y aún con ese temblor contestó sin mirar la pantalla M: ¿Sí? Si hubiese podido gritar como loco lo hubiera hecho, si hubiese podido golpear a alguien lo hubiera hecho, si en algún momento de sentir esa ira hubiera tenido el valor de azotar a Maca, lo hubiera hecho. Pero en lugar de hacer cualquiera de aquellas cosas que se le iban ocurriendo lo único que fue capaz fue de servirse una copa de coñac, pasar su mano por el enredado pelo, y respirar con profundidad. Miles de ideas se pasaban por su mente, una de ellas la que le obsesionaba era que hasta entonces el chantaje hacia sus padres, le había ayudado a retenerla, sin embargo aquello parecía que ya no servía, que ya no le importaba, la respiración se iba haciendo cada vez más pesarosa, la angustia de pensar tan solo en perderla le hacía sentir un pánico desbordado, su cabeza debía buscar algo en lo que pudiera hacer que Maca volviera a sentirse aterrorizada para que volviera a ser la misma de siempre, de momento, Teresa era una buena presencia para ella, y de eso, se iba a aprovechar Maca habló con Teresa, le hizo que se tranquilizara que todo estaba bien, la mujer estaba tan fuera de sí que Maca tuvo que utilizar todas sus fuerzas para que se calmara Mientras en Valencia... Sandra: ¿Qué? E: Sigue comunicando Sandra: Joder... E: Lo malo es que igual no estoy haciendo bien, que a estas horas esté el marido delante Sandra: ¿Eso te preocupa?

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E: Sí, claro (contestó con total sinceridad) No quiero que tenga problemas por mi culpa Sandra: ¿Sabes una cosa Esther?, voy a decirte lo que yo haría si estuviera en tu lugar, una vez te lo diga, lo meditas y una vez lo medites eliges E: Dime (le sonrió sabía que el consejo llegaba porque estaba desesperada) Sandra: Me daría una oportunidad en la vida, me diría, voy a intentarlo merece la pena intentarlo, nunca has dejado que ninguna mujer se acerque a tu corazón, nunca has dejado pasar esa barrera que has levantado y que parece imposible derribar, eres una tía cojonuda con un problema interior, pero estoy segura, a poco te muestres tal y como eres, Maca caerá rendida a tus pies, por eso te da miedo su mirada, más que por lo que ella pueda transmitir, por lo que puede significar para ti por lo que te puede hacer sentir a ti, más allá de lo que signifique para ella. Y te diré más, en el amor se sufre, pero también se disfruta, y cuando toca disfrutarlo es maravilloso, cuando toca sufrirlo es jodidamente insufrible, pero te aseguro Esther que merece la pena. Habla con Maca, sé sincera, ella quizá sea la solución a tus problemas E: O un problema mayor Sandra: ¿Crees que puedes llegar a estar peor de lo que eres ahora?, yo te lo diré, no, porque ahora eres una marioneta que alguien invisible sigue manejando sin que tú te des cuenta (hizo una pausa y tras una sonrisa triste le dijo) Te quiero, ¿lo sabes? E: Yo también (sonrió y terminaron por abrazarse fuertemente) Sandra: Haz lo que creas oportuno, piénsalo, yo creo que merece la pena Allí en el sofá mirando las galletas de coco Esther sabía que en cierta manera Sandra tenía razón, su autoestima era tan baja, Lidia la había humillado tanto, le había destrozado tanto no solo como persona, sino como mujer, que por aquella razón se aferraba a una vida frívola a lo sencillo, y eso era justamente lo que más miedo le daba de Maca, se conocía perfectamente y sabía que si un día llegaba a sentir algo más por ella que una atracción, saldría corriendo a buscar a cualquier mujer para borrar ese sentimiento, y saldría a buscarlo como había hecho alguna vez, buscando y encontrando que otra mujer con el rostro tapado por una máscara de cuero, le golpeara la espalda desnuda y las piernas, y ese secreto que ni siquiera Sandra sabía, le aterrorizaba, su debilidad a creer en alguna mujer, la llevaba a autocastigarse y era como estar en aquel laberinto del que no conseguía huir, siempre acababa con el rostro de Lidia ante ella sonriendo y menospreciándola. Suspiró y marcó nuevamente su teléfono Con algo más de tranquilidad, Teresa se había sentado en la cama para acostarse, necesitaba estar bien despierta para la reunión, saber que Maca estaba durmiendo en otro cuarto, le daba la suficiente intranquilidad para saberse sometida al día siguiente a un intensivo interrogatorio nuevamente por Luis, pero por otro lado, saber que no había llamado a Esther le daba cierto alivio, quizá con un poco de suerte se olvidaba de ella y salía inmune de aquel encuentro

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Con sus dos rulos en la cabeza para al día siguiente dominar su pelo, se metió en la cama, apagó la luz y se dispuso a rezar como hacía todas las noches, estaba en el Ave María cuando sonó su teléfono móvil, de inmediato se sentó en la cama uno de los rulos salió ante el movimiento brusco por el aire, trataba de darle al botón de la luz pero no había manera hasta que al final logró encenderla y ver como el móvil bailaba sobre la mesita T: ¡Ay Dios mío que le ha hecho algo Luis! (contestó sin mirar) ¿Dime Maca cariño? E: Soy Esther T: ¿Esther? E: Antes de que me cuelgues por favor escúchame (le dijo deprisa al notar en su voz el profundo malestar que representaba escucharla) T: ¿Qué quieres? (volvía el tono frío hacia ella) E: Pedirte disculpas, he tenido un mal día y lo has pagado tú T: ¿Algo más? E: He llamado a Maca T: ¡Pero estás loca! (le gritó como poseída) ¿Tú no sabes que Luis le mira el móvil?, ¡ay madre mía cómo vea tu llamada! E: ¿Cómo que le mira el móvil? (le preguntó algo intrigada) T: El móvil, el ordenador, todo... le registra todo... voy a tener que avisarla E: Lo tiene apagado, lo he intentado y... T: Esther nunca más vuelvas a llamarla a ella, ¿me oyes? (le decía fuera de sí) E: Bueno soy su enfermera ¿no? Puedo llamar para ver que tal va T: Ni eso, Esther por favor, si no quieres que la furia de Luis caiga sobre ella, por Dios te lo pido no la llames E: Vale... pero... no lo sabía... T: Si me hubieras dejado hablarte. Espero que mañana vea Maca el teléfono antes y pueda borrar tu llamada, sino, le diré que has llamado para saber como estaba... ¡me va a dar algo!, a mí, me da algo E: Le he dejado un mensaje en el contestador

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T: ¡Un mensaje en el contestador! (gritó lo suficiente como para que Esther se tuviera que apartar el teléfono de su oído y de manera tajante le dijo) ¡De esta nos matan! Esther ya se lo dije y me dijo que no te iba a llamar E: Ya... pero... aún así podrías decirle que me llame T: No sé si pueda verla mañana, está en casa y ahí ya no lo tengo tan fácil E: Vale... pues... dime algo por favor T: ¿Y me puedes decir para qué quieres hablar con ella? E: Lo que tenga que decirle, se lo diré a ella Teresa T: Muy bien. Entendido. Buenas noches, entonces E: Buenas noches y perdona T: Ahórrate conmigo tus disculpas Esther resopló, negó con la cabeza varias veces, Maca no quería llamarla, se mordió el labio inferior, decidida se levantó a mirar su planilla para después hacer una nueva llamada a pesar de las horas que eran En su cama dando vueltas Maca, no sabía porque tenía una angustia interior que no podía manejar, o sí lo sabía, pero no lo quería ver, así que se levantó dispuesta a averiguar algo que le daba vueltas en su cabeza, algo que le había dicho Esther. Se fue al despacho puso el portátil en marcha y le digo a Google. En ella escribió una frase y esperó el resultado, después al leerlo sus ojos volvieron a llenarse de ilusión ME MUERO POR BESARTE Pido por tus besos Por tu ingrata sonrisa Por tus bellas caricias Ere tú mi alegría Pido que no me falles Que nunca te me vayas Y que nunca te olvides Que soy yo quien te ama Que soy yo quien te espera Que soy yo quien te llora Que soy yo quien te anhela Los minutos y horas Me muero por besarte Dormirme en tu boca

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Me muero por decirte Que el mundo se equivoca Me muero por besarte Dormirme en tu boca Me muero por decirte Que el mundo se equivoca, que se equivoca Pido por tu ausencia Que me hace extrañarte Que me hace soñarte cuando más me haces falta Pido por la mañana Que a mi lado despiertes Enredado en la cama ¡Ay como me haces falta! Que soy yo quien te espera Que soy quien te llora Que soy yo quien te anhela los minutos y horas Maca se abrazó a si misma, se envolvió como si pudiera sentir el abrazo de Esther en aquellas palabras que una chica le susurraba al oído con una voz potente, ¿sería eso lo que Esther deseaba pero no quería demostrar?, suspiró con fuerza y sin poderlo evitar sonrió 14 Mayo 2005 El despertador de la mesilla de noche sonó, al segundo timbrazo la gran mano de Luis lo detuvo, esa misma mano se deslizó por el lado vacío de su cama, cerró los ojos y se levantó ya enfadado, se metió en la ducha, se arregló y decidido a hablar nuevamente con Maca se dirigió hasta su habitación, allí no estaba, nada más que su teléfono móvil, miró alrededor entendiendo así que estaría trabajando, se dirigió hasta él y lo tomó en sus manos, estaba desconectado Delante del ordenador, una concentrada Maca trabajaba a toda vela, sus dedos parecían volar como si el timón que manejaba sus pensamientos estuviera tan bien fijado en el horizonte que no había el mínimo mal giro, él la miró desde la puerta y sin decirle nada se marchó Al bajar avisó a la criada que le subiera el desayuno como solía hacer cuando trabajaba pero que se lo dejara sobre la mesa sin decir nada, la muchacha asintió como siempre, aquel hombre le daba tanto respeto como miedo

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El taxi cuando lo dejó en la puerta de la editorial, caía una inesperada lluvia fina que le molestó lo suficiente para manchar su carísimo traje chaqueta y su maletín de piel. Al llegar al portal allí vio a Teresa, su gesto detonaba cierta intranquilidad Luis: Hola T: Hola... pensé que pasaba algo Luis: ¿Por? (se sacudía las gotas de su traje) T: Cómo te has retrasado Luis: El tráfico Teresa. Vamos Llegaron al agente y allí se sentaron en la sala de reuniones, varios hombres por la parte de la editorial, en el otro lado Teresa y Luis quien era el que manejaba la palabra. En otras reuniones a Teresa le hubiera prestado atención, una atención como acostumbraba, pero en ese momento lo que pensaba era como manejaba la palabra, lo gran malabarista y embaucador que era, sabía como moverse sobre un hilo de alambre sin perturbar su gesto impecablemente adusto, hasta que no supo la verdad sobre Maca, siempre le había parecido un tipo listo que sabía manejar bien los negocios, en esos momentos pensaba que era un tipo listo que sabía manejar bien los negocios y desgraciadamente había maniatado a su mujer de una manera humillante. Pero allí estaba ella, dispuesta a todo por Maca, y casi tuvo que dar un respingo cuando vio como Luis se levantaba y decía: Luis: Muy bien señores, no hay más que hablar, en este momento rompemos por la cláusula que firmamos nuestra vinculación con ustedes, y Macarena Wilson, aceptará la oferta de la editorial que nos ofrece lo que solicitamos, ¿Teresa? Y Teresa se levantó, sabía que era lo que iba a pasar, era su estrategia en el ascensor ni se inmutó, después le hizo pararse en una cafetería de lujo que había junto al edificio lujoso de la editorial, miró el reloj y le dijo Luis: Te da tiempo a tomarte un café Así fue, tras el café y la cuenta sonó el móvil y su sonrisa malévola y satisfactoria salía a relucir de una manera tan elocuente que a Teresa se le revolvieron las tripas de manera que casi tuvo que ir al baño a vomitar Firmaron el acuerdo que sin duda suponía para él una suma muy importante de beneficios, ya que Teresa sabía de sobra ya que nada de aquello sería para Maca, después le hizo acompañarla hasta su despacho en una de las calles más elegantes de Madrid La mujer no las tenía todas consigo, también le extrañaba que Maca no hubiera llamado cómo solía hacer para preguntarle a ella que tal habían ido las cosas, más le extrañó que él no la llamara a ella. De esa manera entró en el moderno despacho desde donde su secretaría y su mano derecha uno de sus mejores amigos, manejaban los vinos y la inmensa fortuna que le daban las bodegas

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Luis: Por favor Sonia, que no nos moleste nadie. Siéntate Teresa, eso sí, con cuidado (sonrió de lado mientras se ponía una copa) ¿Quieres algo? T: Agua... no puedo beber otra cosa Luis: Es cierto... (sonrió nuevamente entregándole el agua) He hecho un negocio redondo ¿verdad? T: Sí, te iro (sonrisa más falsa que un pimiento plantado en la luna) Luis: Gracias, nací para esto como Maca nació para escribir T: La verdad que la novela es muy buena Luis: No hace falta que sea muy buena, tenemos el premio ganado (sonrió) T: ¿Cómo? Luis: No le vayas a decir a Maca, esto es como un secreto de confesionario querida Teresa hay que saber mover los hilos, y Maca debería entender que es afortunada de estar a mi lado... T: Claro (“Ja y un jamón, cerdo, ¡ay Señor perdona pero es que me va a salir de verdad una almorrana de escuchar tanta tontería!”) Luis: En el jurado de los premios Planetarium de la Cultura, digamos que tenemos los votos suficientes como para ganarlo T: Ah (“y Maca trabajando sin parar por esa maldita novela, ya la podría escribir yo y ella que se dedique a otra cosa, como a dejarte, cerdo”) Luis: Pero no te he traído para esto hasta aquí. Quiero hablar contigo de otra cosa (entonces se incorporó sobre la mesa, su rostro se transformó haciendo que a Teresa el cuerpo le temblara ante aquel gélido gesto y aquellos ojos repletos de ira) ¿Has dejado sola a Maca en algún momento? T: ¿Sola? (lo miró como si fuera la gran Greta Garbo en el papel protagonista de la película “Miente Por Una Buena Causa, Maca”) Luis: Antes de que te avisara... ya sabes... T: No, porque estabas tú, cuando tú te fuiste no fue a ningún sitio sin mí, incluido a (se calló oportunamente “¡no la cena no Teresa no lo puedes decir!” se gritó como loca poseída) Incluido cuando fue de compras, ya sabes o hasta los paseos iba conmigo. No, que va (chasqueó de lado la boca “¡ay Teresa una novena vas a tener que hacer para exculpar tanta mentira!”) Luis: ¿Y Esther?

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T: ¿Esther? (“¡ay Dios que ya lo sabe!”) Luis: Sí, la enfermera... ¿Ha salido con ella? T: No. Solo cuando le dio aquel desmayo en el curso que ella le atendió, y después cuando la operaron Luis: ¿Por qué fuisteis a aquel hospital?, justo donde estaba ella... (dio una calada a un puro y la miró con cierto aire de desconfianza) T: Pues... porque a mí me habían atendido estupendamente, y conocía a Esther, pensé que nos atenderían mejor (“¡trágatela o te crees el único inteligente, capullo, ya que voy a hacer la novena al menos que me quede a gustito”) Luis: Veo a Maca muy cambiada T: Yo no, la veo como siempre, bueno, la veo mejor ya sabes que cuando está cerca del mar mejora Luis: Si... T: ¿Algo más? Luis: No, ya... ¿estás segura que no ha salido sola? (insistió penetrándole con la mirada) T: Segurísima, vamos, te lo juro por lo más sagrado (“dos novenas Señor, lo prometo” se puso la mano en el pecho gesto que él asintió como si fuera la palabra de una Santa) Luis: De esto ni una palabra a ella ¿eh? T: Ni una... Luis: Bien, ya te puedes ir T: Yo estaba dándole vueltas a algo Luis, sabes que no soy quien para decirte nada pero, con todo esto del premio, quizá sería bueno que antes de llegar Maca donará algo a alguna asociación Luis: ¿Para qué? T: Para evitar cualquier sospecha de que pudiera pasar lo que va a pasar con lo de los jueces. Mira, podríamos dar seis mil euros a la Iglesia de la Caridad donde yo pertenezco, pero sin decir nada a nadie, y luego no sé... como modo de agradecimiento a cómo la han tratado en Valencia se podría dar a alguna asociación benéfica... ¿qué te parece? Luis: Pues que eso debería habérseme ocurrido a mí, ¡eres genial! (exclamó como si con eso obtuviera mayor beneficio para él)

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T: Por favor Luis (le dijo sonrojada) Luis: Toma... ahora mismo te hago un cheque por seis mil euros (sacaba una talonera de piel y extendía el cheque) T: Te haremos un recibo Luis: No Teresa, no hace falta... me fío de ti además, por una vez que hagamos algo extra, esto nos va a dar mucho más T: Pues ya está... y ahora si me permites por favor Luis, te dejo que no me encuentro muy bien Luis: Claro, claro, me hago cargo... mucho hielo T: Gracias (sonrió de lado) Luis: Y si... te enteras de algo que yo no sepa... T: Claro que sí, no dudes que de inmediato me comunico contigo Luis: Es por su propio bien T: Sin duda que sí. Sabes que yo no soportaría estar trabajando junto a alguien así (su tono fue tan resolutivo que pensó “Pedazo Goya me acabo de ganar”) Luis: ¿Vendrás a casa luego? T: No sé, la verdad que estoy un poco molesta... los asientos eran muy duros Luis: Es cierto, pues descansa tómate la tarde libre T: Gracias. Hasta mañana Teresa salió y en el ascensor murmuró: T: Bien seis mil euros para Maca, algo es algo, un milloncito puede ser bueno para cuando se separe de ti ¡tarugo!... eso sí señor, dos novenas te debo, prometido (se santiguó mientras bajaba con el ascensor) Una vez salió a la calle sonó su móvil y el miedo se apoderó de ella nuevamente T: ¿Sí? M: ¿Teresa dónde estás? T: Saliendo del despacho de tu marido

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M: Vete a casa, rápido por favor... voy para allá, ¡ah y dile que estás mala! T: ¡Taxi! (gritó como loca pues la voz casi histérica de Maca le había hecho a ella ponerse igual) ¿Pero qué pasa? M: Tienes que decirle que voy a cuidarte esta tarde T: No entiendo nada por ¡Dios!... ¿puedes decirme qué pasa? M: Esther está aquí (dijo emocionada sin poderlo evitar) A Teresa la cara le palideció, mientras sin ella saberlo Maca corría como podía de un lado a otro de la habitación aún sintiendo algún pinchazo en la herida pero no tenía tiempo que perder. En el taxi no supo que decir así que tan solo se dispuso a escuchar Al llegar a casa subió pensando en que la locura ya se estaba pasando de castaño oscuro, primero que no la llames y luego termina llamándola, no entendía nada la buena de Teresa, pero se afanó a preparar la habitación de invitados porque estaba dispuesta a todo pero no a dejar su cama, mucho menos a dos mujeres revolcarse bajo el crucifijo y los santos que tenía en la cómoda Lejos de allí y tras tomar tierra el avión, Esther con su pequeña maleta salió del enorme aeropuerto con mil sensaciones mezcladas, pero una sonrisa que no podía borrar de sus labios. Espero la considerable cola que se le hizo eterna y cuando por fin le llegó el turno, subió dándole el nombre de la calle y el número exacto. Se removió un poco en el asiento y recordó como a las cuatro de la mañana despertaba a una dormida Sandra Sandra: ¿Qué te pasa? (le preguntó asustada) E: Que me voy al aeropuerto Sandra: Espera (encendió la luz de la mesilla recibiendo en sus ojos como un golpe que tuvo que cerrarlos) No entiendo nada, ¿qué ha pasado? E: Que tienes razón, que tengo que hablar con Maca y que me voy a Madrid Sandra: ¿Pero has hablado ya con ella? E: No, no me contesta, le he dejado un recado en el contestador y después he hecho la reserva para el avión Sandra: Esther... son las cuatro de la mañana E: Ya, tengo que ir al hospital, y a las ocho al aeropuerto, arreglo unas cosillas allí y me voy a Madrid Sandra: ¿Vas a ver a la radióloga? (le preguntó sentada en la cama con la cara descompuestecita) E: Para nada... voy a arreglar un favorcito para poder estar tres días en Madrid Sandra: Vale. ¿Estás segura? E: Nunca lo había estado tanto Sandra: ¿Y dónde vas? E: A un hotel, reservaré alguno cuando me diga ella donde Sandra: No sé si sea buena idea... ella es famosa y... E: Bueno... ya veré Sandra pero tengo que ir

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Sandra: Estupendo... me alegro es un paso hacia delante y ahora una vez estés con ella, recuerda, paso para atrás ni para coger impulso ¿vale? E: Vale (le entregó una sonrisa amplia y divertida) Sandra: Se tú... pero tú de verdad E: Vale mami, vale... me voy... Sandra: Estás loca, pero espero merezca la pena (la abrazó) E: Ale sigue durmiendo (le tapó y apagó la luz) Sandra: ¿Me harás una llamadita? E: Por supuesto, duerme Sandra: ¿Cómo voy a dormir sabiendo que te vas?, me has dejado de un excitante que pa que E: En mi armario esta el vibrador lila, está limpito... digo... por si lo necesitas (dio una carcajada y se marchó) Sandra: ¡Pero qué pedazo guarra eres!... modales Esther... modales con Maca (le decía mientras la escuchaba reírse En el taxi sonrió al recordarlo, y marcó su número de teléfono E: ¡Hola! Sandra: ¿Ya estás? E: Sí, quiero que estés tranquila no voy a ningún hotel, voy a casa de Teresa Sandra: ¿Y eso es mejor? E: Parece que sí Sandra: Vale me pillas en una reunión ahora mismo... pero mándame noticias E: Descuida. Adiós mami Sandra: ¡Suerte cariño! Mientras en su casa, Maca iba y venía de un lado a otro, se había probado una serie de camisas, camisetas, pantalones, nada le convencía, resoplaba con cansancio hasta que finalmente se decidió por unos vaqueros y una cómoda combinación de una camiseta de tirantes blanca y otra gris encima M: Bien... ahora... seriedad (marcó un número de teléfono y esperó, le daba comunicando, marcó otro) ¿Sonia? Sonia: Sí Maca M: Estoy tratando de ar con Luis pero me da que comunica Sonia: Está hablando, sí

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M: Vale, puedes pasarle una nota Sonia: Sí, claro M: Espera te dejo que me entra una llamada y debe ser él Sonia: De acuerdo. Me alegro de escucharte tan bien M: Gracias (“Joder tendré que frenar un poco o hasta él me lo va a notar”. Carraspeó) ¿Sí? Luis: ¿Me has llamado? M: Sí para decirte que me voy a casa de Teresa, he hablado con ella y me ha dicho que estaba mal Luis: Sí, no tenía muy buen color de cara M: Estaré allí Luis: Yo tengo una comida, así que hasta la tarde. Iré a por ti M: No hará falta, en cuanto la vea mejor, me vengo Luis: He dicho que iré a por ti M: Está bien. Adiós. ¡Joder, joder y joder! Tendré que tener cuidado (dijo en voz alta) Pidió un taxi y le dio la dirección de Teresa, mientras recordaba como había pasado todo Estaba escribiendo cuando fue a llamar a Teresa para hacerle una pregunta, entonces se dio cuenta que no tenía allí su teléfono y rápidamente se levantó con el temor de que Luis lo hubiera cogido, afortunadamente para ella, seguía allí en la mesilla de noche. Lo había puesto en marcha y mientras esperaba le dio un pitido que le decía que había un mensaje. Justo en el momento en que iba a escucharlo, notó como le entraba otra llamada y colgó M: ¿Sí? E: ¿Maca eres tú? (se oyó la voz de la enfermera muy distinta a como solía escucharse algo temblorosa) M: Sí, soy yo (en su voz celos, ¡no, qué va! Se preguntó que estaría haciendo para estar con tanto ajetreo) E: Verás es que lo siento si te he llamado pero tengo que decirte algo, espera... ¿qué?... ahora no puedo... vale pero no me lo corte... espera ¿eh? M: Sí E: Ya... Guardia civil: Las botas también... (Maca no entendía muy bien que estaba pasando) E: ¿Las botas? (lo miró incrédula...) Guardia civil: Sí

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E: Vale pero no me corte el teléfono que es una conversación de vida o muerte. Ni se le ocurra apretar el rojo ¿eh? Guardia civil: No se preocupe, póngase esto en los pies E: No, da igual (pasó el scanner) ¿Ya? Guardia civil: Gracias E: Joder (resoplaba sin parar) ¿Maca? M: ¿Ya te has puesto las botas? (le salió una risa socarrona) E: ¿Te estás burlando? (le preguntó seria pero sonriendo) Mira es que no tengo tiempo, voy a coger un avión para Madrid, ¿dónde quieres que me quede, en que hotel? M: ¿Vienes a Madrid? (le preguntó como si de repente toda la habitación se iluminara de flores y colores) E: Eso he dicho M: ¿Pero vienes por algo especial? E: Mujer... voy por ti, pero vamos... si no te apetece verme me lo dices y ya ¿eh?, me iré al teatro (le decía volviendo a ser ella misma) M: No, no (carraspeó para tratar de atajar los latidos de su corazón) Mira, no te quedes en ningún hotel por favor, anota la dirección y ves a casa de Teresa, a un hotel no puedo ir En el taxi no podía dejar de sonreír Entre tanto, en su casa Teresa como loca estaba arreglando la habitación de invitados, porque se negaba a dejarles su cama, ¡vamos debajo del crucifijo nada de nada!, ni junto al Sagrado Corazón. Y aún encima tenía que quedarse con Esther allí T: Si es que esto solo te pasa a ti Teresita... pero vamos... ¿a ver que hago yo? Porque no van a hablar de eso estoy segura, lo que harán será dale que te pego... ¡Virgen Santísima! (entonces escuchó el timbre. Fue con el gesto doblado) Una de ellas ya está aquí. ¡Ay Señor!. ¿Sí? E: Tere soy Esther (abrió la puerta sin decir más) Espera dime que piso es que no lo... T: Décimo (contestó cortante) E: Vale... uf... debe estar como loca contra mí (sonreía. En el ascensor se miraba en el espejo, realmente había elegido bien, se encontraba realmente guapa para verse con Maca. Se abrió el ascensor y al salir, vio a Teresa muy seria tras una puerta) ¡Hola Teresa! T: Hola (le contestó escuetamente) Pasa E: ¿No me vas a dar ni un beso? T: No E: Vale... a ver si tras esto no me lo das (le dijo desafiante mientras abría su bolso y le entregaba algo envuelto)

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T: ¿Y esto? E: Es para ti, por las molestias que te causo, y por mi mala educación contigo T: No necesito regalos (le dijo tratando de ser todo lo digna que podía aunque se moría de ganas de abrir el regalo) E: Venga va... Teresa... no seas así tonta... ábrelo que me ha hecho mucha ilusión T: Mira... porque... no abrirlo es un gesto muy feo E: Por eso, por eso (reía divertida) T: ¡Vaya! (murmuró algo atónita) E: ¿La tienes?, porque esto es como los cromos (ante la mirada de Teresa carraspeó y agregó) Es la patrona de Valencia... T: Sí, la conozco no hace falta que me lo expliques E: ¿Es mona, eh?, es pura cerámica, muy de Valencia T: Pues... muchas gracias... es todo un detalle E: ¿El beso? T: Tú lo que eres es una zalamera de mucho cuidado, anda pasa la maleta a tu habitación E: ¡Qué bien suena eso Tere! (exclamó feliz) Entonces rodó la llave y se abrió la puerta, Teresa y Esther estaban en la habitación, riéndose de algo que contaba Esther sobre la Guardia Civil que le había cacheado, la miraba apoyada en el marco de la puerta, suspiró recordando las palabras de Guillermina Guillermina: Primero tú, y después tú M: Bueno veo que estáis muy divertidas y no sé si molestar o irme Ambas giraron sus cabezas y la encontraron apoyada en el marco de la puerta cruzada de brazos sobre su pecho, y esa sonrisa canalla que cuando la descubrió había excitado tanto a Esther Los ojos de una y otra se quedaron como si de un imán se tratasen atraídos sin apartar ni un segundo la intensidad, la excitación y las ganas, Teresa sin embargo, se dio cuenta del cambio de Esther, y sabía que ya empezaba a sobrar de aquella habitación

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T: Maca cariño... no te hemos oído entrar M: Me he dado cuenta (sonrió mirando por primera vez a Teresa) T: Pues... nada... me voy a preparar la comida y... bueno... eso... que... me voy E: Tere... ¿la comida tardará más de dos horas verdad? (Teresa abrió sus ojos como platos) T: ¿Dos horas? (ambas asintieron al mismo tiempo) Jesús Salió de la habitación mascullando para sus adentros, “me siento una celestina y esto me pasa por lo que me pasa, ahora que... ¿qué hago yo?, quedarme aquí y escuchar... Ave Mª Purísima... ¿cómo voy a hacer eso?... no... lo voy a consultar” Entró a la cocina y cerró la puerta, abrió la tapa de su móvil e hizo una llamada, al recibir contestación habló en voz baja: T: ¿Guillermina? Guillermina: ¿Dígame? T: Guillermina soy yo, Teresa (seguía con su tono bajo) Guillermina: ¿Endesa?, ¡ya está bien de darme el coñazo señora... yo no tengo ni necesito nada, que le den que me tienen hasta el coño con tanta palabrería! T: ¡Pero si me ha colgado! (dijo mirando absorta el teléfono. Volvió a marcar y esta vez alzó un poco más la voz) ¡Guillermina! Guillermina: Me llamó mi madre al parirme porque no había otro nombre más horroroso ¡otia! T: Soy Teresa Guillermina: ¿Pero desde dónde hablas? ¿estás metida en un armario? ¿bajo del suelo?, ¿qué coño pasa? Chilla mujer que estoy sorda como una tapia T: No puedo alzar más la voz (decía con sus venas a punto de explotar) Guillermina: ¿Y eso? T: Porque las tengo aquí. ¡En mi casa! Dale que te pego... no sé si han empezado ya porque no oigo nada (miraba a hurtadillas hacia la puerta) Guillermina: Tú eres una inconsciente otia, me va a dar un infarto ¡no juegues con mi pobre salud!, espera que me encienda un caliqueño... leñe esta mujer me mata

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T: ¡Le va a dar un infarto y se pone a fumar! Dios mío no he visto mujer igual (decía en voz baja) Guillermina: Pues ya estoy aquí y ya me ves. Veamos... tenemos a las amantes furtivas, ¡qué bien suena eso sabiendo que está ahí mi Maca! (decía feliz soltando una bocanada de humo de su boca) T: Sí, las tengo aquí y me ha dicho Esther que tarde dos horas en hacer la comida... ¡dos horas! Guillermina: ¿Pero tú estás en casa? (preguntó absorta) T: Sí (dijo exaltadamente nerviosa) Guillermina: ¿Dónde? (se alzó un poco de su vieja y cómoda mecedora de madera) T: En la cocina encerrada Guillermina: ¡Pero que coño haces ahí!, ¡vete para la puerta y ponme el teléfono para que yo escuche y compruebe! (le reñía) T: ¿Comprobar, escuchar?, ¡pero qué dices! Si estoy temblando de pies a cabeza, Guillermina que yo no estoy preparada para esto... ¡en mi propia casa Jesús! Guillermina: Ay otia, ¡con la Iglesia hemos ido a topar una atea, y dos lesbianas!, manda huevos T: Pero tú no le pides a Dios porque le pasa algo a Luis Guillermina: Que sea atea no quiere decir que sea tonta. A lo que vamos... T: ¿Qué hago Guillermina, que hago? Estoy apuradísima Guillermina: Veamos... te haré caso recurres a mí pues tendré que ayudarte, ¿tú no tienes un mt6? T: ¿Un qué? Guillermina: Sí mujer un mt6 eso que se enchufa en las orejas y oyes música T: ¡Ah un mp3! Guillermina: Jajajajaja (se oía su sonrisa cargada de tos) He doblado la opción pero tú dales tiempo a los chinos y verás como lo crean (seguía riendo) T: Jajajajaja (por primera vez se relajó y comenzó a reírse sin poder parar) Guillermina: Pues eso te pones el bicho ese en las orejas, cantas y te olvidas, y ellas ya sabes a...

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T: Guillermina (le riñó) Guillermina: A darse alegría al cuerpo, mujer... no iba a decir a follar (dijo bajando el tono de voz con una risilla pícara al final) T: ¡No tienes arreglo! (le dijo enfadada pero con esa sonrisa bajo el bigotillo que se escapaba muy a su pesar) Claro el siguiente problema era que estaba el mp3 en su cuarto y para llegar a su cuarto tenía que pasar por el de las chicas, no quería escuchar nada así que se puso los dos dedos tapándose los oídos justo en el momento en que Maca salía y se encontraron en el pasillo, el grito de Teresa fue espectacularmente gracioso, y desde fuera escucharon las carcajadas de Esther T: Iba a mi habitación (decía apurada cómo si la hubiera pillado in fraganti) M: Esto... Teresa que yo había pensando que te ibas a marchar, no sé... a comer o... (Esther se asomó a la puerta con un gesto muy típico en ella entre mezclado de chulería y diversión) T: Mira lo que le haces (le acusó al verla) Perder la cabeza E: ¿Yo? ¿y qué quieres soy irresistible? (respondió elevando los hombros con gesto de niña buena mientras sonreía, Maca la miró sonriendo de igual manera) T: Sí claro Maca, me voy por ahí y la almorrana, digo... (cerró los ojos al darse cuenta de su error y añadió rápidamente)... el pesado de tu marido viene a verme y encuentra a su mujer con otra y a la supuesta enferma en la calle comprando ¿resultado? ¡nos hace picadillo a las tres! ¡inconsciente! (le alzó la voz) M: Tienes razón Teresa... (se mordió el labio algo contrariada) E: Menos mal que te tenemos a ti porque el sexo anula nuestros pensamientos más sensatos T: Esther... eres un demonio (le dijo entrecerrando sus ojos mientras daba vueltas a su gran collar de bolas negras y blancas) E: Perdona, demonia, a todo caso demonia y a mucha honra (le sacó la lengua) T: Encima pitorreo M: Vale Teresa... (trató de mediar Maca aunque conocía lo suficiente a Teresa como para entender que aquella situación en el fondo con Esther le gusta) Estamos aquí, ¿vale? T: Y yo allí (señaló la cocina)

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E: Muy bien pues ya una vez repartidas (cogió a Maca de la mano tirando suavemente de ella ante el gesto de Teresa de reprobación) Tú te vienes conmigo T: No si... ¡esperar que coja el mp3! (les dijo casi a voz en grito como si tuviera que dar explicaciones) Teresa cogió su mp3, cerró la puerta del pasillo, cerró la puerta de la cocina, y puso en marcha aquel bicho que había dicho Guillermina, se puso un delantal y comenzó a pelar patatas, mientras le daba al play y canturreaba: T: “Maria de la O/que desgrasiaita tu eres teniéndolo to/te quieres reí/pero hasta los ojitos los tienes moraos de tanto sufri/”. Uy el teléfono (se quitó un auricular y contestó) Dime Guillermina Guillermina: ¿Ya han empezado? T: Sí, hija Guillermina: Vale... espero que me la deje bien satisfecha y feliz T: ¿Tú crees que se puede se feliz sin amor? Guillermina: En este momento sí T: Pues déjame que te diga que te equivocas, con todos mis respectos, mira, cuando estábamos hablando Esther y yo, tenía un gesto calmado, brillaban sus ojos, pero ha sido ver a Maca y sus ojos de repente han cambiado de tono, y ha sido como si un aura la iluminara pero un aura repleta de negatividad Guillermina: ¡Otia! T: Guillermina... Esther va a hacer daño a Maca Guillermina: Ella dice no estar enamorada por lo tanto si no hay amor, no hay dolor. ¿Un aura?, tú ves... ¿tú ves el aura? quiero decir (le preguntó boquiabierta) T: Sí, y la de Esther es negativa (confirmó) Guillermina: Joder me recuerdas a Pitita la Ridruejo ésa... Pero si mi Maca no está enamorada... no puede hacerle daño T: Pero Esther se las sabe todas, es una ligona empedernida, sabe como hacer que las mujeres caigan a sus pies. Las usa y luego las abandona Guillermina: ¡Coño me estás acojonando! T: Disculpa, pero así es cómo yo lo veo

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Guillermina: Tendré que conocer a Esther... a ver si me he equivocado aconsejando a Maca, pero lo que no puede pretender después de todo lo que ha sufrido es dejar que nadie la haga daño, ella debe pensar en si misma, y si ahora necesita esto, esto. Pero sin involucrar el corazón T: Guillermina... no es fácil... te lo digo yo Guillermina: Tendremos que hacer algo ¿no crees? T: ¿Qué propones? Cuando Teresa había abandonado por primera vez la habitación, había ocurrido algo que a Esther no le había sucedido en mucho tiempo, sintió deseos tan solo de dejarse llevar, y esperó, Maca se fue acercando con una medio sonrisa lo suficientemente provocativa como para que Esther abriera sus brazos y la recibiera, besos finos, cortos, labios que se rozan, manos que acarician lentamente, ni un solo movimiento rápido, ni un solo intento de quitar la ropa, de tocar piel, tan solo besos, besos finos, besos liados, besos ardientemente débiles, besos y más besos, era como si alguien hubiera puesto una música para bailar y ellas en lugar de mover sus cuerpos, movieron sus labios, al ritmo de un lento vals, se devoraron con cuidado, se lamieron con esmero como si las lenguas pudieran romperse si una u otra apretaba más de lo debido; las manos subían y bajaban por la espalda siempre por encima de las camisetas, tan solo se erizaba la piel cuando los finos dedos de ambas se rozaban con esa carne hambrienta y deseosa pero también necesitada de esos momentos de calma, de entrega suave, de la fiereza ya tendrían tiempo de disfrutar. Y como si de repente la música dejara de sonar, ambas separaron sus bocas, apoyaron sus frentes y con una sonrisa divertida y feliz marcada en ambas bocas se hablaron: M: Hola guapa E: Hola preciosa M: Dame un segundo que quiero ver si Teresa ha cerrado la puerta E: Pero un segundo ¿eh? Que tengo un fuego interior que me quema por momentos (le susurraba de manera que enloquecía a Maca) M: Un segundo (dijo como si con ello le entregara la vida con las manos llenas. Mientras pensaba “cuidado Maca, cuidado”) En medio de la habitación Esther suspiró profundamente cerró los ojos fuertemente mientras pasaba la yema de su dedo índice por los carnosos labios aún calientes E: Cuidado Esther... contrólate Tal y como había prometido, Maca no tardó en volver al ver que había cerrado la puerta del pasillo, se volvieron a quedar mirando y como si Esther estuviera mostrándose, cómo otras tantas veces le habían hecho a ella, giró entorno de aquella mujer que tan solo de tenerla tan cerca se le disparaba el pulso, se detuvo justo tras ella pasando las

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manos por la cintura de Maca que cerró los ojos, tan solo una caricia y ya estaba extasiada, ya el corazón volaba, ya era cuestión de dejarse llevar por aquellas manos, por aquella suave piel que le iba a ir regalando caricias. Ladeó su cabeza apoyándose en Esther, con los ojos cerrados poniendo sus manos sobre las de la enfermera que iban subiendo por su vientre, por sus pechos, lentamente por su cuello, hasta llegar a sus labios, la sonrisa traviesa pero al mismo tiempo repleta de satisfacción marcaba el rostro de Esther Mientras en la cocina, una Teresa con las puertas cerradas y su mp3 en marcha cortaba patatas al ritmo de: T: Como las Alas al viento yo le elevo a Dios mi corazón/a ese Dios que me llena de su amor/ Ayúdameeeeeeee Señor a caminar/Ayúdame (“me viene de perlas esta canción... Ayúdame Señor a mantener la suficiente calma como para que no nos pase nada malo con Luis”) Ayúdame Señor a caminar... En el cuarto ambas seguían besándose por primera vez Esther se acostaba sobre una mujer vestida, los labios eran miel, se lamían y se besaban con una tranquilidad, una calma que les provocaba a las dos un bienestar casi inimaginable, pero como todo, poco a poco, la intensidad del deseo fue subiendo la temperatura, los besos se hicieron más intensos, y entre risas se iban quitando la ropa, risas, besos, comentarios “que buena estás” era lo que más decía Esther... “no puedo más” (era lo que más decía Maca. Y así hasta que quedaron piel contra piel, mujer contra mujer, mirándose a los ojos sin querer ver, uniendo los labios cuando asomaba algo que no debía, cerrando y aparcando en un lado aquello que podía molestar, dejando al corazón tan solo sentir, sentir y sentir. Y sintieron, las manos, las bocas, las piernas, todo era uno, era una batalla maravillosa de pasión, sin nada más que pasión E: Quiero que lleguemos a la vez (le susurró Esther mientras su mano resbalaba por aquella maravillosa humedad) M: Sí, yo también (jadeaba mientras sentía como el sexo humedecido de Esther le abría paso) Unidas con total dedicación la una por la otra se dejaron llevar hasta llegar juntas a un orgasmo brutal, ambas gritaron sin poderlo evitar, luego se dieron cuenta del grito se miraron y sonrieron uniendo sus frentes mientras pensaban en la pobre Teresa y el escándalo que habría significado para ella aquel grito que demostraba un placer máximo, un éxtasis en estado puro, y así quietas sin moverse pero muertas de risa se quedaron por unos segundos En la cocina, Teresa movía las patatas cuando oyó ambos gritos, se santiguó mientras movía y elevaba la voz: T: ¡Ay pena penita pena... Pena/pena de mi corazón/que me corre por las venas/peeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeenaaaaaaaaaaaa (el gritó fue total casi más intenso que el de las chicas) Entonces sonó su móvil y tembló:

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T: Guillermina eres tú menos mal (exhaló un profundo suspiro) Guillermina: ¿Cómo van? T: Brutal Guillermina, brutal (decía espantada) Guillermina: ¿No puedes poner el teléfono? T: ¡Guillermina! Guillermina: Otia es que me has dejado tocada con la tal Esther... ¿se va a quedar en tu casa? T: Que remedio (dijo con fastidio) Guillermina: Estupendo. Bueno... ¿y cuántos llevan ya? T: ¡Guillermina! Esther se había refugiado entre la mandíbula y la clavícula de Maca, allí en ese cuello que era una perdición, con los ojos cerrados mientras notaba como la mano de Maca acariciaba lentamente su cadera sentía multitud de cosas, Maca le dejó un beso en la sien y una exhalación tan profunda que movió todo el cuerpo de la enfermera E: ¿Estás bien? (le preguntó sonriente) M: En mi vida he estado mejor (respondió con los ojos cerrados y una sonrisa en sus labios Esther la observaba) ¿Qué? E: Nada... bueno sí... quería disculparme porque te enteraras de... M: ¡Esther! E: Hicimos un trato y a la primera de cambió metí la pata M: Prefiero olvidar eso, ¿vale? E: No quise despedirme de ti M: ¿Por qué? E: Sabía que venías con tu marido y no íbamos a poder decirnos nada M: Tú dijiste que algo se te ocurriría E: Lo siento... pero no fue así, lo siento Maca Se instaló entre ellas un silencio que demostró que cada una pensaba algo que no estaba dispuesta a desvelar, seguían las caricias lentas en la cadera de Esther, seguía la respiración y el aromaterapia de la enfermera sobre el cuello de Maca, no se podía decir

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el tiempo que estuvieron así pero hubo un momento en que dos golpes en la puerta les hizo sentarse al mismo tiempo en la cama E: Joder T: ¿Pensáis salir a comer? La mesa está puesta, os quiero limpias, perfumadas, lavadas y vestidas para... M: Joder Teresa (suspiró cogiendo la sábana y envolviéndose en ella) E: Ehh no me dejes con esta colcha tipo palacio de “sisi emperatriz”, tanta flor me oprime el alma (decía mientras se tapaba con la colcha el cuerpo desnudo) M: Jaja (no podía evitar reírse de buena gana) T: ¿Me estás oyendo? M: Sí Teresa (abrió un poco la puerta envuelta en la sábana, al verla la mujer se tapó los ojos) Ahora nos bañamos y salimos T: ¡Espera! (le dijo abriendo dos de sus dedos y algo nerviosa dijo) Voy a por toallas no vayáis a compartirlas E: ¡Teresa qué compartimos todo! (se oyó la voz desde dentro de Esther) T: ¡Voy a por las toallas! (insistió girando sobre sus talones y poniéndose a caminar por el pasillo) M: Mira que eres mala, pobre (decía muerta de risa) E: ¿Mala yo? con todo este floreado no sé ni como he podido dar la talla porque... digo que (se levantó enrollándose en la colcha mientras se mordía el labio inferior provocando un abrasamiento en el cuerpo de Maca)... la he dado ¿no? (se aupó para besarla) M: ¿Tú qué crees? Lo que pasa es que te gusta que te lo digan ¿eh? (la cogió de la cintura y se besaron) En el mismo instante que se besaban con pasión, Teresa entraba con las toallas en la mano, al verlas se tapó la boca cayéndosele al suelo y haciendo que al agacharse Esther se le cayera a su vez la colcha floreada enseñándole el culo a una Teresa que estaba a punto de explotar con sus mejillas rojas T: ¡Esther por el amor de Dios! (gritó como loca) E: Joder que sustos me das (le dijo dejándose caer toda la colcha al suelo) T: ¡Por el amor de Dios, por el amor de Dios! (cerró la puerta de golpe y les dijo) Os doy un cuarto de hora, y me pongo a comer

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Maca miraba a Esther con la mano en la frente y muerta de risa, y ésta la miraba riéndose sin parar mientras desnuda recogía las toallas E: Vamos a la ducha (cogió de la mano a Maca) M: ¿Juntas? E: Sí, yo te ducho a ti, tú a mí. Es fácil M: No, solo tenemos un cuarto de hora y si nos metemos juntas, no salimos a comer E: ¿Y si nos saltamos la comida? (le guiñó graciosamente un ojo) M: Vamos que Teresa nos la ha hecho con todo su amor E: ¡Ay... cuánto sentimentalismo tenéis vosotras dos! Salieron cogidas de la mano sonrientes y divertidas, ante el carraspeó de Teresa Maca soltó la mano de Esther E: ¿Por qué me sueltas? (le preguntó algo sorprendida) T: Mientras estéis en mi casa, os pido respeto (les dijo solemnemente mirándolas a una y a otra) E: ¡Pero Tere!... te hemos respetado... porque lo que realmente da morbo es hacerlo en tu cama bajo el crucifijo, eso es... T: ¡No me hacen gracia tus gracias! (le interrumpió enérgicamente) E: Venga no te enfades después que te traigo un regalito (se iba a darle un abrazo) T: No me vas a comprar (Maca las miraba divertida, por un momento le pareció un buen toque de humor para su novela aquella situación entre las dos) ¡Y las manos quietas! E: Vale... vale (decía levantando sus manos apartándose de Maca) M: Son sus reglas (elevó los hombros divertida ladeando un poco la cabeza) E: Ya... pero no me digas que no te daría morbo hacerlo ahí en su cama ¿eh? (se le acercó rozando sus pechos) Bajo el crucifijo... en la cama de Tere... M: Eres muy pero que muy mala (la miraba sin poderlo evitar de manera divertida) E: Pero te encanta M: Me encanta (sonrió pero al escuchar los tacones de Teresa le dijo como si fuera una niña) Cuidado que viene

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E: Teresa no me mires así se le había metido algo en esos pedazos de ojos que tiene mi princesa T: ¡A comer y callar por favor! (exclamó nerviosa) Se sentaron una frente a la otra, y Teresa presidiendo la mesa, era ciertamente curiosa la situación, hasta que por fin Esther como siempre rompió aquel pesado silencio E: Pero esto está... está... riquísimo (decía haciendo sonidos guturales que complacieron a Teresa) M: Es verdad, tiene una mano para la cocina que ya la quisiera yo E: Tú mientras tengas la mano que tienes para mí... T: Ejem ejem (le penetró con la mirada) E: A mí, ya me vale (le guiñó el ojo graciosamente) Por lo que quedó de comida, las risas fueron cada vez a más, las locuras de Esther a Maca le encantaban porque le parecían tan naturales, ella nunca había podido subirse a un árbol y por lo tanto tener la oportunidad de caerse, ella nunca había podido ir en bicicleta por el medio de una avenida con tan solo ocho años, ella no había podido jugar al fútbol con los chicos, y todas aquellas aventuras de Esther le dejaban todavía más prendida de ella T: ¿Queréis café? M: Sí Teresa, pero ahora te ayudamos con esto E: Claro mujer... T: No hace falta Cuando se fue hasta la cocina, Esther le tocó el culo a Maca con ansias ésta se quejó en voz baja y la enfermera sonrió desafiante mordiéndose el labio inferior. Una vez habían recogido la mesa, Esther preparaba el café, Maca lavaba los platos y Teresa con su delantal ponía todo en el lavavajillas E: ¡Anda Teresa si te he traído otra cosa! Porque yo en el fondo sabía que eras una gran cocinera T: Vaya... M: ¡Oye no te quejarás! (le dijo a modo de burla) A mí no me ha regalado nada T: Perdona bonita... (la miró poniendo una mano sobre su cadera)

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M: Vale... pero (entonces miró a Esther que entraba con una sonrisa por detrás de Teresa que le daba la espalda, al verla, Maca comenzó a reírse mientras se doblaba sobre si misma) Que fuerte T: Pero que pasa (al girarse vio a Esther con un delantal donde dos pechos abultaban de manera sorprendente con unos pezones muy erectos y sobre uno de ellos un percing) ¡Madre del Amor Hermoso... estupefacta me has dejao! E: ¿No te gusta?... mira esto va muy bien (se acercó con aquellos pechos prominentes) Anda toca las tetas T: ¡Quita, quita! (se apartaba con cara horrorizada) M: Joder que me meo (salió corriendo de la cocina) E: Mira Tere, esto cuando tú tienes que probar un caldo y por accidente se te cae, las tetas paran la mancha T: ¿Y qué lleva ahí? (preguntaba con las manos en las mejillas horrorizada de ver aquel delantal) E: Esposas, es masoquista... ¿a qué me queda bien? (al darse la vuelta le enseño el culo, no llevaba nada bajo el delantal) T: ¡Esther! ¡desvergonzada! ¡fuera de mi cocina y llévate eso!... ¡por el amor de Dios! (se apoyó dramáticamente sobre el mármol de la cocina) Me va a matar de un disgusto M: Lo siento Teresa, le diré que no se pase... T: Está loca (le decía con cara de miedo) M: Es graciosa (sonrió disculpándola) T: Pues a mí no me hace ninguna pero ninguna gracia M: Venga solo era una broma... pero joder... un poco más y casi me meo. ¿Te lo has probado? (le preguntó muy seria mirándola fijamente) T: ¿Yoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo? Y las risas volvieron a inundar la cocina, cuando se tomaron el café, se fueron nuevamente a la habitación, Teresa se puso los cascos para escuchar la televisión encerrada en el comedor centrando toda su atención a aquel aparato En la habitación, las respiraciones eran cada vez más intensas, la pasión se desbordaba por momentos E: Abre las piernas

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M: Esther... (susurró necesitándola) E: Eso es (se acopló bien a ella) ¿Te gusta? (le preguntaba mientras se movía sobre su sexo M: Me vuelves loca... E: Eso es lo que quiero (entonces volvió a sentir aquel torrente en su interior, lo quería dominar, quería dormirlo pero le acompañó a aquel deseo los jadeos y palabras calientes de Maca en su oído haciendo que la cogiera por las muñecas, elevándole los brazos por encima de la cabeza de Maca apretándoselas fuerte) Así... así... así Maca... mucho mejor... Para Maca por un segundo aquella mezcla de dolor y placer le pareció el fin de su vida, no sabía que le pasaba pero estaba envuelta en un halo de turbulencias, por un lado le gustaba, por otro le aterrorizaba, mucho más cuando Esther cuando más se movía sobre ella y más se humedecían, más le apretaba las muñecas sin dejarla moverse M: Esther... E: ¿Qué? (lamía como loca su cuello, su mejilla, mordía ligeramente su labio inferior) M: Me estás haciendo daño (susurró débilmente) E: ¿Qué? (la miró un momento desconcertada) M: Las manos... me haces daño... Esther soltó con rapidez las muñecas de Maca escondió su cara en el cuello de la escritora que la estrechó fuertemente contra su pecho mientras llegaba al orgasmo algo que no llegó Esther. Que se había detenido al notar las sacudidas de Maca y había escondido su cabeza en su cuello nuevamente, suspiró, sin querer su interior le había ganado... le había hecho daño y se sentía tan sucia que no podía mirarla a la cara De repente la puerta se abrió de golpe ambas se levantaron quedando desnudas, Teresa se dio la vuelta y lo único que hizo fue gritar cómo loca poseída T: ¡LUIIIIIIIIIIIIIIIS ESTAAAAAAAAAAAAAA AQUIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIÍ! T: ¡Luis está aquí! ¡ay! (se volvió de espaldas a ella insistiendo como loca) M: ¿Cómo qué está aquí? (preguntó casi con desespero) T: Sí, lo he visto por el automático, pero no le he abierto M: Ya voy yo T: ¡Maca vas desnuda! (le gritó yendo tras ella con algo de ropa)

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E: ¡Hostia y ahora que hago yo! M: ¿Sí? Luis: Abre (dijo con rotundidad mientras Maca abría) T: ¡Ay Virgen del Perpetuo Socorro!, socórrenos o nos come vivas (decía mientras le daba la camiseta a Maca) M: ¡Esther! (dijo de golpe como si se diera cuenta realmente de la situación) T: ¡Mis almorranas!... ¡ay señor! (dijo dándose cuenta que así corriendo de un lado a otro no podía fingir su malestar) M: Esther... tienes que marcharte E: Vale (se había vestido a toda prisa) T: ¿Cómo va a irse? (la miró interrogante deteniéndose en sus locas carreras) E: Por la escalera T: Eso no puede ser está subiendo Luis M: Pero él sube por el ascensor Teresa T: Anda ayúdame a hacer la cama y tú péinate (le dijo a una y a otra) E: No puedo hacer la cama, tengo que bajar por las escaleras o subir y esperar arriba hasta que se vaya (decía algo divertida) T: No hay tiempo... M: ¡Ya está aquí! (dijo al escuchar el timbre) T: ¡Al balcón! (le gritó a una Esther que la miró boquiabierta) Al balcón y a callar E: Es un décimo piso (decía horrorizada mientras Teresa la empujaba y Maca salía despavorida hacia fuera) T: ¿No eres tan gallita?... pues alé... al balcón (la empujó y le cerró la puerta corriendo las cortinas) M: Vamos ven (le decía en voz baja señalándole el sillón mientras ponía el video y echándole una manta sobre las piernas) La loba T: Vale

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M: Voy... Luis voy (decía ante la insistencia del timbre mientras suspiraba para tratar de aparentar la mayor tranquilidad posible) Entre tanto, fuera en el balcón una destrozada Esther aguantaba la respiración, si algo le daba pavor eran las alturas, y cuando miró hacia abajo sintió como toda ella temblaba E: No mires Esther... vamos que tú puedes... no mires... ¡joder cómo era el Padre Nuestro!, Padre Nuestro que estás en el cielo... no... no... ¡mierda! tendré que pedirle una chuleta a Teresa... vamos venga... canta... que eso el miedo espanta, un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña, dos elefantes se balanceaban sobre la tela de una araaaañaaa, me cago en la puta que frío hace... de está congelación total... ¿Cuántos elefantes llevaba?... ah sí... seis elefantes... La puerta la abrió con gesto serio, Luis entró como un búfalo cuando sale de su encierro, miró a Teresa que estaba sentada en su sillón tapada con una manta y mirando la televisión Luis: Hola Teresa T: Hola Luis (le contestó con gesto compungido) Luis: ¿Cómo estás? T: Fatal hijo... fatal... (puso un gesto de dolor indómito) Luis: ¿Por qué has tardado tanto en abrir? M: Volvíamos del lavabo (“ay señor... hago otra novena si salimos de está” pensaba Teresa mientras hacía cómo la que miraba la televisión) No podía dejarla sola Luis: ¿Y por qué no me contestas al teléfono? M: ¿Has llamado? (lo miró tan convencida de su pregunta que hasta pareció real que se sorprendiera) Luis: Más de siete veces... (le dijo algo molesto) M: ¿Pasa algo? Luis: Eso te pregunto a ti M: Yo tengo el teléfono... ¿dónde Teresa? (Luis hizo un gesto de desesperación) ¿Dónde lo he dejado? T: ¡Qué desastre eres con el teléfono! (le fingió reñirla) M: Espera voy a ver... Luis: Yo no sé para que lleva teléfono

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T: ¿Por qué no me has llamado a mí? Luis: Te he llamado (le dijo frunciendo la frente) T: (“¡Ay que la he cagao!, uy perdón”) ¿A mí? Pero si no ha sonado el... M: Me he quedado sin batería se ve (dijo Maca entrando al comedor mientras movía un desconectado móvil) Luis: Bueno... pues nada vámonos M: No me voy Luis: ¿Cómo qué no te vas? (la miró con los ojos repletos de furia) Entre tanto... E: No la cuento... la hostia sería tremenda... cien elefantes se balanceaban... joder quien me mandará a mí meterme en estos fregaos, con lo divertido que es ser amante y lo jodido que es serlo del cretino este, pero me encanta ponerle los cuernos, por ese cuello, por ese cuerpo, esa boca ese... ¡para o te mareas y caes!... ¡será cabrón el tío que no se va!, ni elefantes ni hipopótamos, no mires pa bajo Esther que la cagas... vaya frío... ¡Dios que alto! ¡pero para qué miras gilipollas!... lo que hay que hacer por un polvo en condiciones... mil elefeeeefantes se lalalalalaa Fuera en el comedor de repente sonó el teléfono de Teresa, algo que desconcertó a Luis, Maca la miró pero trató de mantener la calma mientras se sentaba en el sofá mirando la película M: Siéntate estábamos viendo la peli La Loba T: ¿Sí?... hola... ¿Qué tal María? (respondió con cierto sudor sobre su frente de nerviosismo) Guillermina: ¿María? ¿qué te has fumao? ¡un porrete a estas alturas! (venga a la risa) T: Pues aquí hija... ya sabes tengo las hemorroides un poco pesaditas Guillermina: ¡Coño el almorrana! (se le borró la risa) T: ¡Eso, eso, eso! (decía con casi gritos) Guillermina: ¿Las ha descubierto? T: No María, esto es como un milagro Guillermina: Mecagoenlaputa

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T: ¡María! Por favor... no mujer... Maca me está cuidando... bueno y ahora está Luis también, ya ves, soy afortunada, un velón le pondremos a la Virgen en cuanto me recupere Guillermina: ¡Un velón!, ¡un hostión habrá que darle a ese cabrón! Mira ya me sale la vena rimosa de Rosalía... si es que... T: Bueno María pues nada, gracias por preocuparte por mí (necesitaba cortar aquella conversación o moría ahogada por su risa interior) Guillermina: ¿Y Esther? T: Sí hace fresquito, sí Guillermina: ¡No! (gritó como desesperada incorporándose sobre la vieja mecedora) ¿En el balcón? T: Ahí, ahí (decía asintiendo mientras Luis miraba la televisión y Maca pensaba en Esther) Guillermina: ¿Desnuda? T: No, no hace falta. Bueno María te dejo, gracias. Oye Luis (se puso las gafas de cerca que estaban debajo de la manta) ¿Seguro qué me has llamado? Luis: Sí (dijo algo nervioso) T: Pues no tengo perdidas tuyas M: ¿Te vas a quedar? Luis: La que se viene eres tú (le dijo bajito y con mal genio) M: No puedo irme, tengo que darle la cena y las pastillas T: Maca cariño... si te quieres ir... M: No Tere, ¿cuántas veces me has cuidado a mí?, tengo que hacerte el caldo y las pastillas, así que si quieres, quédate Luis Luis: Tengo trabajo, y tú también M: Mañana me traeré el ordenador y mientras Tere descansa yo trabajo Luis: Hoy llevas un día de retraso M: Ya te lo he dicho (lo miró con sus ojos echando chispas) Luis: Te espero en casa, media hora

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M: No, iré cuando termine (le dijo valiente ante el susto de Teresa que no podía creer la frialdad de Maca ante él, nunca la había visto así, y sin poderlo evitar... se aferraba al sillón nerviosa) Luis: Te estaré esperando M: Pues espérame Luis: Adiós Teresa T: Adiós Luis (contestó algo nerviosa) Maca acompañó hasta la puerta a Luis y cerró sin darle ni una oportunidad para que le dijera algo, se apoyó mientras dejaba salir de su interior un sopló de nerviosismo total. Cuando llegó hasta donde Teresa la encontró casi al borde del colapso T: Maca... esto no puede seguir así M: Vamos Teresa es imposible que sospeche nada (decía casi fuera de sí pasándose la mano por la frente mientras los golpes de su corazón la mareaban) T: Deberías hacer las cosas con la cabeza M: Ya está bien Teresa, ahora no necesito eso T: Claro... pero lo que necesitas puede llevarte a un final peor del que estás Ambas se miraron con gesto de pavor y gritaron a la vez T y M: ¡Esther! T: ¡Dios mío que desde bajo la va a ver! Salieron corriendo hacia la habitación mientras Luis en el ascensor se pasaba las manos por la cabeza, con nerviosismo, con cierta incertidumbre ante la tranquilidad de Maca ante él. Estaba completamente fuera de lugar y no entendía nada. Al salir del portal, se dirigió hasta el coche y con gesto de rabia sin saber muy bien porque, se detuvo y miró hacia el balcón De un tirón Maca entró a Esther, porque ni siquiera la escuchaba como la llamaba para que entrara, de tanto decirle al de “Arriba que iba a portarse bien si no caía del balcón”, tiritaba de frío con la bata de Teresa que le había dado tiempo a ponerse, pero el miedo le hacía seguir casi como ida M: Cariño estás bien E: ¡En tu vida, en tu vida, mala pécora vuelvas a sacarme a un balcón! (le dijo de pronto a una Teresa que se asustó por el grito y su reacción)

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M: Tranquila Esther (la miró un tanto desconcertada por su palidez) E: ¡Ni tranquila ni pollas en vinagre! ¡coño! M: Vale ya está... ya está (trató de abrazarla) E: Le tengo pánico a las alturas y por eso me ha sacado fuera (le apuntaba con el dedo acusador a Teresa) ¡De un décimo piso! Hostia. Que ya no sé ni la de elefantes que he matao T: Yo no lo sabía y no se me ocurrió otra cosa E: ¿Y la cama? ¿y el armario? (Maca cambió su gesto y ya la miraba divertida, estaba perdiendo los papeles pero le parecía encantadora) No te rías Maca, no te rías, ¡y menos mal que estaba la vecina un momento! le he dicho que no se preocupe si oye gemir, aullar o gritar, que te estás poniendo al día Tere T: ¡Pero!... ¡insensata!... ¡pero tú no estás bien de la cabeza! (se le abalanzó) M: Pero Esther (la miraba atónita) T: ¡Qué van a pensar de mí! (decía andando cómo loca) E: Pues eso, que te estás poniendo al día, es que aquí Maca no sabe no aullar, porque una es muy buena (le dijo temblando aún) Joder de un décimo... M: Eso es cierto... nos habrá escuchado (sintió como se ponía sus mejillas coloradas) T: ¡Pero qué estás diciendo mala mujer! si aquí al lado no vive nadie, ¡ay Jesús que casi se me sale el corazón por la garganta! (decía santiguándose mientras Maca la miraba con el ceño fruncido a Esther) E: ¿Qué quieres?, de alguna manera me tenía que vengar ¿no te parece? (le preguntó) ¿Y a qué esperas para hacerme entrar en calor? T: No tienes perdón Esther... me vas a matar no eres una buena influencia en mi casa (salió hecha una furia de la habitación) E: Irá a por agua bendita como si lo viera, para echarla por todos los lugares que piso (le dijo con gesto simpático y en voz baja mientras le golpeaba suavemente con el codo) M: Te has pasado Esther... no le gastes esas bromas que Teresa es una mujer muy sensible (le decía con tono muy sensual y aterciopelado) E: Pero si le encanta M: Anda ven... que tú si me encantas a mí E: ¿Me vas a quitar el frío?

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M: Rapidito que me tengo que marchar E: Ah no, a mí rapidito no me vale, así que... ¿o te vas ya? (se dejó caer la bata quedándose desnuda y con mirada lasciva le dijo apasionadamente) O lo haces cómo... ¡cómo Dios manda! De un lado a otro Teresa trataba de tranquilizarse mientras en la televisión Bette Davis hacía su estelar papel de la Loba, aquella situación iba a desestabilizarla por completo, pensaba que debían estar despidiéndose porque la cara de Luis demostraba que Maca iba a tener problemas al llegar a casa, sin duda, algo sospechaba o ya eran sus propias neuras las que le hacían ver cosas que en realidad no pasaban. Fue entonces cuando oyó como Esther pedía más y más, y se fue corriendo a la cocina en busca de su mp3: T: Mi jacaaaaaaaaaaa... Galooooooooooooooopa y cortaaaaaaaaaaa el viento cami-ni... to de jeeeeeeeeeeeeeeeeeeeereeeeeeeeeeeeeez Cuando por fin lograron parar, Maca se duchó se quitó cualquier huella que Esther pudiera haberle dejado, se miró al espejo y por primera vez en su vida vio en sus ojos un brillo especial, ese brillo que solo da el sentirse satisfecha consigo misma. Al salir vio a Esther durmiendo sonrió era inevitable, se quedó allí observándola con un suspiro repleto de ansias por quedarse, repleto de miedo pero un miedo diferente, miedo a perder aquello que no era nada más que una mujer que estaba dispuesta a darle placer, pero que de repente había irrumpido en su vida como un huracán moviendo desde las raíces su alma. Le dejó un suave beso en la frente aunque antes se recogiera la melena con una mano, para no despertarla por el roce de éste, le encantaba verla dormir, no podía dejar de sonreír. Volvió a suspirar Le costó salir de la habitación sentía como si pesadas cadenas le atrajeran irremediablemente hacia Esther, al final con un nuevo suspiro decidió marcharse. Abrió la puerta de la cocina y vio a Teresa preparando un pastel al grito de: T: Nomellames Doloreeeeeeeeeeeeees llamameeeeeeeeeeeeeeee Lolaaaaaaaaaaaaaa... que... ese nombreeeeeee en tus labiooooooooooooooooos sabe a Amapola sabeeeeee aaaaaaaaaa ¡ay que susto! (le dijo gritando mientras se ponía la mano en el pecho) M: No grites que Esther está durmiendo (le dijo en voz baja quitándole los auriculares) T: Mira Maca... voy a hablar contigo muy seriamente M: Lo sé Teresa, lo sé (le dijo cortándola y dándole un abrazo tan fuerte que sintió que en ese momento lo que necesitaba era eso, justo eso, y Teresa la abrazó) Hasta mañana, en cuanto pueda estoy aquí T: De acuerdo (le sonrió con tristeza) M: Déjala dormir un rato... está cansada

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En cuanto Maca se marchó, Teresa se retiró los cascos, se mordió el labio inferior, con la mano derecha apoyada en la cadera, su gesto era pensativo, dio un buen chasquido con la lengua y se fue hasta la habitación de Esther T: Estheeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer E: ¿Qué pasa? ¿qué pasa? (decía jadeante) T: Es la hora de cenar, arriba E: Joder Teresa (se puso la mano en el pecho con gesto aún de medio loca) T: En diez minutos te quiero lavada, perfumada y en la mesa (cerró la puerta y se fue) E: Joder... esto es peor que un reformatorio Sacudió la cabeza mientras miraba hacia su lado izquierdo, allí ya no estaba Maca pero podía cerrar los ojos y sentirla, su perfume penetraba en ella como una ola golpea el cuerpo al entrar al mar, y ese perfume que llegaba hasta el cerebro le obligó a abrir los ojos, en ellos nuevamente una sombra, un dolor, una pregunta, miles de contradicciones, un sentimiento tan horrible al recordar su fuerza contra aquellas débiles y maravillosas muñecas, que tuvo que levantarse y meterse en la ducha, el grifo de agua fría era un buen castigo para recuperarse, así no volvería a pensar, se congelarían sus pensamientos, se congelarían sus sentimientos, y nada habría ocurrido Al salir allí estaba Teresa con cara de pocos amigos, le había servido la cena algo que le recordó a Sandra y que le hizo sonreír T: ¿Estás burlándote de algo? E: Para nada, al revés, me recuerdas a mi amiga Sandra T: Claro que tú no sabrás cocinar... digo no te dará tiempo E: Pues casi no, pero vamos preparo unos bocatas de atún que te mueres Teresita... mmmm por Dios que bueno (decía mojando el pan ante la mirada sorpresa de Teresa) T: Ya lo imagino, ya E: ¡A ver! ¿con todo lo que te he traído no te he ganado ni un poquito? T: No (dijo muy digna ella) E: ¿Ni un poquito? (insistió con su vena de payasa) T: No, ni un poquito E: ¿Por tirarme a Maca?

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T: ¡En mi casa no hables así!, porque encima que me estoy jugando mi puesto de trabajo, encima que sé que le vas a hacer daño a Maca, encima que voy contra mis propias convicciones, ¡encima tengo que dejaros mi casa! E: Lo siento tienes razón T: Mira Esther, te lo digo en serio, me gusta ver a Maca sonreír, me gusta ver a Maca así, pero esto no durará y luego será peor E: Ella está casada T: Sí, y tú te niegas a saber que hay en ese matrimonio E: Interés, no hace falta que me lo digas T: No tienes ni idea Esther, al menos no juegues con Maca, ha tenido que aguantar muchas humillaciones por parte de ese desgraciado, tú no sabes nada de ella E: Ni ella de mí T: Es cierto... o quizá sabe lo más importante (le dijo mirándola fijamente) E: O quizá no (le contestó aguantándole la mirada desafiante) Aquel pulso lo rompió el sonido del teléfono móvil, Teresa se levantó, mientras Esther cerraba los ojos y se mordía el labio inferior T: Sí, Guillermina, si ya se ha ido... sí esta aquí, vale. Toma es Guillermina (le entregó el teléfono) E: ¿Y quién es Guillermina? (le preguntó con los ojos abiertos como platos mientras tapaba el auricular) T: Ella te lo dirá E: Eh... hola (saludó algo desconcertada) Guillermina: ¡Esther! (sonó su voz firme y fuerte) E: Sí, soy yo (dijo algo cortada mirando con un poco de temor a Teresa) Guillermina: Soy Guillermina soy la tata de Maca E: Ah (dijo todavía más aturdida) Guillermina: Te llamo para decirte algo E: Sí Guillermina: Si le haces daño a Maca, yo, personalmente Guillermina, te arrancaré los

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ojos sin miramiento alguno, ¿lo has entendido? E: ¿Y por qué no le arranca los cojones a quien está con ella, sin miramiento alguno? Para Maca estar delante de su casa era lo peor que había sentido en mucho tiempo, se daba cuenta que ya nada le hacía estar ahí, nada, que tenía la fuerza y el valor de huir, y sin duda estaba dispuesta a hacerlo Entró y al pasar por el comedor vio que la luz estaba a oscuras, pero una voz le sobresaltó frenándola en seco Luis: Tres horas y media (le dijo mientras removía su coñac) M: Me voy a dormir estoy cansada Luis: No te muevas de ahí (le dijo sin levantarse del sofá) M: Te he dicho que... De pronto, la copa de coñac que tenía en su mano Luis, fue a parar justo contra la pared al lado de Maca quien cerró los ojos ante el estruendo, el líquido resbalaba lentamente por la pared sin embargo, cuando se retiró el brazo para cubrirse en un acto reflejo vio como un enfurecido Luis iba hacia ella En el cuarto de Sisi emperatriz, Esther hablaba de un lado a otro con su móvil con su amiga del alma Sandra, casi lo hacía al borde del infarto, alterada, nerviosa Sandra: ¿Esto te dijo?, ¿y tú le dices lo de los cojones? ¡por favor Esther! ¿y qué pasó? E: Pues nada que me dijo ¡olé tus ovarios! Y entonces me soltó lo de que podía llamarla tata (decía sorprendida) Sandra: ¡Qué fuerte! E: Pues sí. La verdad que me descolocó un poco porque me dijo, pero me la follas bien Sandra: ¿Y cuántos años tiene? E: Ni idea pero muchos... me pareció una mujer muy divertida Sandra: ¿Y sólo te dijo eso? E: Me acojonó con lo de los ojos, pero creo que si pudiera le arrancaría los huevos a Luis Sandra: ¿Tú crees? (le preguntaba algo dubitativa)

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E: Sí Sandra: ¿Y el reencuentro, qué? E: Bien, muy bien Sandra: Ni tiempo para hablar ¿no? E: No Sandra: Lo del balcón vamos... creo que no te ha pasado nada igual en la vida, y mira que te han pasado cosas locas (le decía mientras Esther sonreía pero con cierta tristeza) E: No me lo recuerdes que aún me tiemblan las piernas. En un décimo piso rodeada de geranios rojos... (dijo horrorizada aún) Sandra: Ten cuidado Esther, no me gustaría que te metieras en problemas E: No, tranqui Sandra: ¿Hay algo más que me quieres contar? E: No (cerró un ojo como sabiendo que le iba a decir otra cosa) Sandra: Ya... pues nada si no me quieres decir nada más... E: Está bien no utilices tu tono de “sé que me ocultas algo” Sandra: Estoy sentada, empieza E: Me ha vuelto a pasar (cerró los ojos con rabia) Sandra: ¿Y? E: Le apreté las muñecas y me estaba volviendo loca, en mi interior sabía que le estaba haciendo daño y me estaba sintiendo increíblemente bien Sandra: Esther (fue un leve susurro porque intuía como se habría sentido) ¿Y qué te ha dicho? E: Que le hacía daño y la solté Sandra: ¿Nada más? E: No, nada más Sandra: ¿No te lo ha reprochado? E: Fue cuando vino el marido y todo se precipitó

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Sandra: Ya E: Me sentí tan mal que fui incapaz de llegar Sandra: ¿Y no lo notó? E: No lo sé Sandra: Esther tienes que hablar con ella E: Lo sé... pero si somos amantes tampoco veo porque deba contarle mi vida Sandra: Pues yo creo que por eso mismo porque compartís algo que a ti te transforma desgraciadamente y no estás controlando tan bien como crees si hoy le has hecho eso, quien te dice que mañana, no hagas algo peor E: ¡Porque no puedo ser como ella! (dijo entre dientes sintiendo una rabia interior que no podía controlar) Sandra: Por eso mismo tienes una lucha interna, y deberías decirle para que te ayude E: No sé... Sandra: Esther antes de hacerle daño, pregúntale, imagínate yo que sé, que a ella también le gusta E: A mí no me gusta, ya lo sabes, no lo puedo soportar Sandra: ¿Y si a ella le gustara?, ¿lo has pensando? E: Sí, pero no, no quiero ni imaginarlo Sandra: Esther por favor... habla con ella sé sincera, dile que tienes un pasado que te marcó, y que puede afectarle a ella que está en tu presente E: No lo he hecho desde hace tiempo a nadie Sandra: Pero lo hiciste... y es algo que llevas en ti y no has podido borrar y con Maca está aflorando de nuevo E: Pero no quiero (se resistía como podía mientras se mordía el puño) Sandra: Pues habla con ella, es lo más sensato Esther... E: Lo sé (cerró los ojos y se puso los dedos sobre el puente de la nariz) Sandra: Vale... ¿y mañana qué planes tienes?

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E: No lo sé... cuando se ha marchado estaba durmiendo, me deja para el arrastre, y es que claro, tanto tiempo sin catar que cuando me ha catao ya no me suelta (reía con una carcajada algo falsa) Sandra: Por más que quieras hacerme ver que te ríes y estás bien, no cuela cariño, no cuela. Así que... si quieres hablamos en serio, y si no vas a hablarme en serio colgamos En su habitación, Teresa evaluaba todo lo que había ocurrido ese día, ¿serían así a partir de aquel momento sus días? ¿Maca iba a estar mucho tiempo llevando aquella doble vida? ¿cómo iba a soportarlo? Y lo peor de todo, ¿Esther parecía inmune a todo cuanto le contó de Luis? T: ¡Ay Dios mío! En menudo lío nos hemos metido, y ahora Esther se ha metido en el bolsillo a Guillermina con sus dos palabritas, no sé que va a pasar con Maca... no lo sé Al colgar Esther sintió que un nudo se hacía en su alma, que necesitaba respirar, otra vez había vuelto a removerse de una manera brutal su interior, ¿cómo podría superarlo? ¿cómo olvidar el daño recibido y sobre todo, cómo borrar las ansias de dominar a Maca? se mostraba tan débil, se mostraba tan entregada, podía ser una perfecta marioneta en sus manos tal y cómo lo había sido en las de Luis, las palabras de Teresa le habían horrorizado, y por un momento había sentido ganas de levantarse de la mesa, ir a casa de Maca y rescatarla de aquel hombre, que tan poco hombre era. Abrió el balcón tratando de no pensar más, respiró aire, la noche en Madrid era terriblemente oscura, echó de menos la brisa del mar, y la luna, si alguna vez tenía que marcharse de Valencia tendría que tener una razón muy poderosa para hacerlo, pensaba. Y así se volvió a meter en la cama, tenía agujetas, pero al mismo tiempo, tenía tanto que enseñarle a Maca que sonrió, cerró los ojos se abrazó a la almohada y trató de borrar las palabras que le había dicho a Sandra Entre tanto, el coñac seguía descendiendo lentamente por la pared, pero ante Maca se encontraba un descolocado Luis, su pelo perfecto estaba enmarañado, y cuando lo miró vio en sus ojos algo que hacía mucho tiempo que no veía. Era la misma mirada de repulsión que cuando la encontró besándose, tocándose con Lidia, por un momento se asustó aquella mirada la hizo tiritar de pies a cabeza, titubear, entrecerrar los ojos, aquel hombre parecía el mismo que había comenzado a destruirle la vida, un poco más envejecido, un poco más gordo, pero con la misma mirada repleta de odio Luis: Te he estado esperando M: Te dije que debía darle las pastillas a Teresa Luis: No me mientas (la cogió de los brazos de igual manera) M: ¡Suéltame! (le exigió con tanta fuerza que él la obedeció) Luis: No me mientas Maca o todo el mundo sabrá quien es la verdadera Macarena Wilson Fernández (le fue arrastrando con los dientes apretados cada palabra de su nombre. Ella se giró como si no hubiera escuchado nada y él trató de detenerla

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volviendo a encontrar el mismo gesto en ella, su rechazo) Esta noche quiero que te acuestes conmigo, quiero abrazarte (le dijo con aquellos ojos negros oscuros como si fueran un túnel que no dejara transmitir más allá de aquella frase, pero que sin embargo lo que estaban haciendo era como si fuera un telón, tapar un miedo que no quería demostrar) M: Te dije que se acabó Maca subió las escaleras con el pulso acelerado, temblando de pies a cabeza, con miedo, pánico, la boca seca, el corazón a punto de salirle de su pecho, al llegar a su habitación cerró la puerta, pasó el pestillo, apretó sus manos y se apoyó en ella escuchando los pasos de Luis, cerró los ojos y ante ella apareció la sonrisa de Esther Sin saber porque, Esther se despertó, sintió miedo, pánico algo que no entendía y que no sabía porque estaba sintiendo aquellos sentimientos, notaba su pecho cargado, sus manos apretadas, y una sensación horrible que sin saber porque desencadenó unas lágrimas que no pudo evitar De repente, una gran tormenta y un fuerte viento cayó sobre Madrid, como si el mismísimo diablo se presentara ante todos aquellos quienes formaban tres partes de vida diferentes unidos sin saberlo por un mismo sentimiento, el miedo 15 Mayo 2005 A la mañana siguiente, Maca se despertó vestida, sobre la cama encogida, había pensado que Luis entraría hecho una furia, suspiró al ver que estaba sola y que seguía en cierta manera en aquella habitación sintiéndose refugiada. Sin embargo, algo en ella se había quebrado el día anterior, sabía que Luis le había vuelto a desafiar, ¿otra vez las fotos? ¿acusarla de lesbiana públicamente? Sabía que tan solo eran amenazas sería incapaz de hacer algo así, ¿en qué lugar podría quedar él? Se levantó y se duchó pensando que iba a escribir un buen rato para tranquilizarse y después de desayunar iría a casa de Teresa para volver a aquellos brazos que le alejaban de todo mal y la devolvían a un mundo que deseaba. Sin embargo, al recordar la última vez que había hecho el amor con Esther, recordó como había apretado las muñecas, cómo le había hecho daño, pero borró rápidamente aquella escena de su mente, sin duda el deseo le había hecho perderse, ella misma se había visto clavando sus uñas en la piel erizada de la mujer que le había vuelto loca, de la mujer que había conseguido quitarle una coraza y lanzarse a sentir realmente lo que su cuerpo y su alma le pedía. Sonrió, al recordarla con el delantal, sonrió al recordarla entrando del balcón, era una loca deliciosa, una loca maravillosa que algo ocultaba, pero que no estaba dispuesta a averiguar, si lo hacía, rompería la barrera del deseo, de la pasión, y empezarían a mezclarse otra clase de sentimientos que sin duda debía evitar por su bien Eran las seis de la mañana pero se sentó frente al ordenador, tocando sus piedras, tratando de separar su cabeza con sus propios pensamientos de aquellos que debían surgir para la novela

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Desde la puerta, con gesto serio, casi rozando a un gesto compungido se encontraba Luis, la observaba en silencio, había salido descalzo con el pijama, allí estaba seguía estando allí, y sin embargo a él no se le podía borrar de su mente que algo estaba pasando algo que no acertaba a alcanzar. No había suplicado cuando le amenazó, era lo que él esperaba, sin embargo había callado, tan solo le había aguantado la mirada. Veía su melena caer maravillosa sobre su espalda, veía su pierna subida sobre la silla de manera exquisita con aquel cuerpo imperfecto que la hacía perfectamente impresionante, maravillosa y única para él. Veía como trataba de concentrarse, nuevamente problemas no podía, lo sabía por su manera de tocar las piedras, por su manera de estirar la espalda, algo estaba pasando ¿pero qué? ¿qué se le escapaba? Nuevamente el olor del café la hubiera despertado en el caso de que durmiera, pero no lo había podido hacer, miles de imágenes iban y venían, palabras de Teresa, y tan solo esperaba que llegara Maca para volcar en ella todo lo que deseaba, hacerla suya, dejarla satisfecha, escucharla gemir, y que susurrara su nombre una y otra vez, extasiada de pasión, de locura, quería necesitaba no pensar y para ella su mejor manera era dar alimento a su interior, saciarlo hasta que volviera a dormir y a no recordar. Se levantó pesada, con el presentimiento de que algo iba mal, recordaba otras noches en las que un látigo caía sobre ella y despertaba, pero aquella noche no había sido eso lo que le había hecho abrir sus ojos transpirando, aquella noche un miedo que no entendía se había apoderado de toda ella sin piedad. Se arrastró hasta la ducha para que el agua se llevara los malos presentimientos En la cocina, Teresa preparaba el desayuno, con una sensación extraña en el estómago, sabía que su mundo había cambiado, y sabía que tenía que ir a Misa y debía confesarse, ¿pero cómo contarle al cura lo que había hecho? ¿cómo decir que estaba apoyando el pecado de dos mujeres? Entonces se detuvo y sus ojos se llenaron sin saber porque de lágrimas, una de ellas era Maca, a la que quería con toda su alma, a la que había ayudado a superar momentos horribles con su marido, una de las mujeres era la que un día le dio apoyo a ella, cuando lo necesitó. Sentía que algo pasaba en su interior, sin poder acertar muy bien a que se debía. Encendió un cirio que tenía junto a un Sagrado Corazón viejo de su madre y rezó para que todo fuera solucionándose poco a poco. La voz de Esther la sobresaltó E: Lo siento no era mi intención (se disculpó) T: No te preocupes, estoy poco acostumbrada a estar en compañía E: ¿Te habías olvidado de mí? (la miró con una seriedad que no era típica suya) T: No... imposible E: ¿Para bien o para mal?, déjame ayudarte T: Pues no lo sé Esther, no lo sé

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Cuando Maca se rindió ante la falta de inspiración, bajó a desayunar, eran exactamente las diez. Había pensado marcharse sobre las doce a casa de Teresa, al menos podría estar unas horas con ellas, sobre todo con ella. Al entrar a la cocina vio nuevamente impecable a su marido, con el periódico como acostumbraba, con su rolex, y sintió un vacío en su estómago M: Buenos días Luis: Buenos días No intercambiaron palabra alguna, mientras él seguía leyendo, Maca se tomó su vaso de café Luis: No deberías abusar del café, ya lo sabes (le dijo ladeando el periódico y observándola) M: Me apetece (respondió con voz gélida) Siguieron sin palabras, la tensión se podía palpar, cuando Maca se levantó oyó como el periódico se doblaba y sabía que algo iba a decir, se detuvo al girarse una vez había fregado su taza Luis: Dentro de media hora viene tu peluquera y tu asistenta para arreglarte M: ¿Cómo? (tuvo que modelar su voz para que no se notara su enfado terrible y abrasador) Luis: Tienes una entrevista en la radio M: ¿Por qué no me has dicho nada? Luis: Sé que esas cosas te ponen nerviosa, quería evitarlo M: ¿A qué hora terminará? (Luis la miraba fijamente tan intensa era la mirada como nuevamente oscura) Luis: Cuando termine tenemos una comida con ellos, y después tienes una reunión muy importante nos han invitado a cenar M: Pero Teresa... Luis: ¡Teresa qué ponga el culo en el congelador, coño! (exclamó elevando la voz, una voz estridente) M: Tengo que escribir (contestó) Luis: Ayer poco te importó (volvió a modular su voz tranquila y pausada se levantó y se acercó a ella con ese gesto que sabía a ella le provocaba hastío, no la tocó tan solo le dijo) No juegues conmigo nena... no juegues, no vayas a perder

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Maca se mordió la lengua, apretó los labios y cuando se quedó sola cerró los ojos mirando al cielo, si era verdad que ese Dios del que tanto hablaba Teresa existía la ayudaría a salir de aquel laberinto M: Esther... (musitó cerrando los ojos) En la cocina, Esther ayudaba en un extraño silencio a Teresa E: ¿Cuándo va a venir Maca? T: No lo sé. No me dijo hora E: Ah... T: ¿No te lo dijo a ti? E: No, estaba rendida no podía mantener los párpados abiertos, y eso que me gusta verla desnuda... No la detuvo la mirada escandalizada de Teresa, la detuvo el sonido de un móvil. Siguió atentamente todos los movimientos de la mujer, que contestó y por sus gestos pudo entender que se trataba de Maca. Al colgar, Teresa se pinzó el labio en señal de preocupación, seria pero serena le dijo: T: No va a venir E: Ah T: ¿No me vas a preguntar por qué? E: Su marido imagino... pues nada... ¿qué hacemos? T: ¿Cómo qué, que hacemos? (la miraba sin entender) E: Claro, no pienso quedarme todo el día aquí si no viene, habrá que salir ¿no?, me encanta el Retiro, me inspira T: ¿Y? (la miró cabreada cruzándose de brazos) E: Pues que quiero ir al Retiro, ¿nos vamos? T: No lo entiendo E: ¿No entiendes el Retiro? (la miraba incrédula con una sonrisa divertida) T: Mira Esther a mí no me vengas con tus tonterías, ni con tus sonrisitas eso, lo dejas para Maca, está con su marido, ¿me has escuchado?

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E: Perfectamente (le dijo seria) T: ¿Y no piensas hacer nada? E: Ya te lo he dicho, ir al Retiro (le decía con aparente tranquilidad) T: Vale Esther... vale... quizá sea antigua, beata, o mojigata pero esto que está pasando solo lleva un camino, el dolor, y no es lo que quiero para Maca E: No estoy para sermones Teresa, ¿vienes o no? T: No E: De puta madre T: ¿Vendrás a comer? E: No, tengo aquí algunas amigas, iré a visitarlas La vio marcharse, apoyó las manos sobre sus caderas, sin duda le había parecido por un momento que le había tocado un poco el que Maca no fuera, pero si lo había hecho, desde luego sabía disimularlo perfectamente. Dejó el trapo, y mascullando se marchó para prepararse, tenía que comprar el pan Todo lo que le fue pasando a Maca era como si realmente no se lo estuvieran haciendo a ella, parecía como si estuviera fuera de su cuerpo y pensara nada más en Esther. Llegó a la radio y le hicieron la entrevista, como siempre la profesionalidad que tenía y el amor profundo por la escritura le hacían quedar a una altura considerable, los locutores siempre alababan su sencillez, su familiaridad, y su buen hacer. Tras el cristal Maca podía ver la sonrisa que parecía amable de Luis, pero ella la reconocía, era tan maquiavélica que tenía que retirar sus ojos para no gritar por los micrófonos de la radio a todo el mundo lo que en ese momento sentía M: (“Esther”) La hora de la comida llegó, Teresa lo hizo sola en su casa, mirando de reojo el reloj, no habían noticias de nadie, ni de una ni de otra, y allí estaba ella ante un plato de acelgas hervidas y un bistec, lo miraba como si aquellos dos platos fueran un manjar imposible de dar por finalizado En un restaurante de la zona de Chueca, Esther compartía una divertida y a veces provocadora comida con una de sus “amigas”, había comido sin mucho apetito, pero era lo que había y no podía dejar de vivir porque el mundo de Maca para ella se detuviera

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En otro Restaurante de los mejores de la zona de Madrid, se celebraba una comida, una comida donde eran ocho comensales hablando al mismo tiempo, discutiendo sobre mercados, riendo algún chiste, pero de aquellos ocho comensales había una que no podía centrarse en nada de lo que allí había, las voces se mezclaban, y solo un profundo sentimiento de lejanía se había apoderado de ella. Se excusó para ir al lavabo, donde se aseguró que no había ni entraba nadie y llamó, sonaron varios tonos y conforme iban sonando sus nervios se aceleraban M: ¿Esther? (le preguntó bajito) E: Sí, dime M: Lo siento no puedo ir E: Tranquila me lo ha dicho Teresa M: ¿Cuándo te vas? (le preguntaba angustiada) E: Mañana por la tarde M: ¿Ya? E: Tengo que trabajar M: Sí, sí claro (oía de fondo mucho barullo) ¿Dónde estáis? E: Estoy en un restaurante comiendo M: ¿Y Teresa? E: Pues supongo que en casa, no me ha querido acompañar M: Vale... Esther... (su voz sonó tan ansiosa que ella misma se asustó) E: Dime M: Nada... nos vemos mañana E: Muy bien Al colgar se miró en el espejo, resopló, no tenía que sentir, no había que sentir, pero marcó nuevamente M: ¿Teresa por qué no has ido con Esther? (no quiso reprocharle pero le fue imposible contenerse) T: ¿Maca? (le preguntó sorprendida por su tono de voz) M: No tengo mucho tiempo... ¿dónde está?

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T: Ni idea ha ido al retiro... M: Vale... vale... (trataba de tranquilizarse ante la voz fría de Teresa) T: ¿Cómo estás? M: Harta T: Paciencia y resignación ya queda menos aunque realmente no entiendo porque tienes que seguir a su lado M: Anoche me amenazó T: ¿Qué? M: Bueno me dijo que diría que soy lesbiana pero es algo que no hará, sería incapaz de atentar contra si mismo, sólo ha querido asustarme (decía pasándose la mano por la cara) T: Cariño ten cuidado ¡por Dios! M: Lo tengo Teresa, es imposible que sospeche nada... T: Luis es como un perro sabueso tiene demasiado olfato M: Te dejo Teresa... tengo que irme T: Bien cariño Teresa negaba con la cabeza, no le gustaba nada Al volver a la mesa, Luis la miró fijamente y ella le sonrió Esther no entendió aquella llamada, y mucho menos el tono de Maca, ante ella, su amiga le sonrió E: ¿Nos vamos? La hora de Misa se acercaba y Teresa preocupada porque Maca no le había llamado, se marchó con gesto serio, Esther no había vuelto y podía imaginar lo bien que se lo estaba pasando con sus amigas en el Retiro, o mejor, en alguna cama retirada. Se quitó rápidamente aquella visión de la cabeza y salió de casa caminando hacia su Parroquia, la Novena debía empezar En el coche en silencio iba el matrimonio, Maca llevaba el móvil en silencio, pero podía ver la luz verde encendida, aquello quería decir que no había mensaje ni llamada, habían

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pasado seis horas desde que había hablado con una casi indiferente Esther y nada sabía de ella, bien era cierto que no la iba a llamar, pero le extrañaba que Teresa no lo hubiera hecho, era una señal de que Esther no estaba con ella Al llegar a casa con algo de desanimo salió del coche, cuando entraba en casa, Luis la cogió del brazo, pero ante su mirada penetrante y repleta de seguridad, la soltó. Ella se marchó a escribir, a anularse del mundo, a evadirse de si misma, a quitar de su cabeza todos los problemas, a dejar su alma abierta para que de allí salieran las palabras. Él se fue a su despacho, tomó una copa de coñac y entrecerró los ojos pensativo, recordando algo que había ocurrido en el pasado No solía dejarla junto a Guillermina, la mujer era fuerte, se notaba su bravura del Norte por sus venas, tenía un cuerpo voluminoso, unos brazos fuertes, unos ojos negros que cuando miraban podían hacer que él agachara la mirada no por temor, sino, porque era la única persona que lograba al principio hacerle sentir un miserable. Por aquella época, Maca había sido suya varias veces, había pensado que así como en algún libro leyó, se olvidaría de las mujeres y el placer que el tanto trataba de darle, con mimo a veces, un poco más violento cuando ella oponía algo de resistencia, cuando retiraba su boca, cuando trataba de cerrar sus piernas, algún día lograría que fuera recíproco. Y no fue hasta que un día sin ellas saberlo escuchó una conversación en el cuarto de Guillermina mientras Maca lloraba desconsoladamente Guillermina: Ese hijo de puta, ¿sabes lo qué me provoca?, cargármelo, me dejaría llevar a la cárcel por tu libertad mi niña, porque tú tienes que volar libre, buscar la mujer que te haga feliz M: Tata... eso jamás ocurrirá (sus mejillas envueltas en lágrimas) Guillermina: Eso no lo digas, el día llegará, claro que sí porque tú lo mereces, y ese día todos tus miedos volaran, plantarás cara al hijo de perra ese, y tendrás las fuerzas suficientes para echarlo de tu lado M: No puedo más (se abrazaba a ella cómo otras tantas veces, dependiente, temblorosa, débil) Guillermina: ¿Sabes lo qué tienes que hacer?, dejarlo hacer... tu abres tus piernas, él que meta y saque pero tú... a pensar que haces calceta, sin sentir ni siquiera asco porque ni eso se merece y de eso se alimenta ¡carallo! M: Quiero morirme si mi vida va a ser así Guillermina: ¿Me dejas que lo mate? M: No, eres la única que me da fuerzas tata, sin ti... no podría resistirlo... Guillermina: Mírame mi niña, mira a esta vieja que te dice. Tu princesa llegará y ella te abrirá los ojos... y verás un mundo lleno de alegría, y olvidarás todo lo que ahora sufres... ese día mirarás a los ojos de ese cabrón y el miedo desaparecerá Luis: ¿Y si Teresa está compinchada con ella? (se levantó mientras su ceño se fruncía) ¿Y si eso es lo que le pasa? Que me está engañando... ¿o será la otra? ¡esa maldita vieja! Debí acabar con ella... pero aquella noche Maca fue tan complaciente que no pude resistirme Entonces miró hacia arriba y notó como su cuerpo se endurecía, perderla, jamás... y si había encontrado una princesita, él se encargaría de averiguarlo, y quitarle a quien era suya, a quien para él era, única y exclusivamente su Reina

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La misa terminó y como todos los días que se reunían, tras ella un piscolabis para hablar, aquel día le vino especialmente bien a Teresa, debía quitarse de la cabeza el problema que se había creado a su alrededor. Hablaron, rieron, y como buenas beatas criticaron a unas y otras sin contemplaciones. Al salir, ya eran las nueve y media de la noche, sin noticias de Maca, no quiso molestar, tampoco debía ser ella quien llamara por lo que pudiera pensar Luis, así que con el paso tranquilo se marchó hacia su casa, se subió un poco el cuello de la chaqueta para evitar el frío, y caminando llegó hasta la esquina de su calle, fue entonces cuando vio a Esther que salía del portal, en un principio tuvo que hacer un esfuerzo para reconocerla. Botas de cuero, pantalón vaquero, y una chaqueta negra de cuero bastante gastada, una coleta y una bandolera cruzada sobre su pecho T: ¿Dónde irá? (se preguntó en voz alta. Entonces sonó su móvil) ¿Dígame? Guillermina: Teresa... no sé nada de nada hoy, me la va a dejar flaquita ¿eh? ¡cómo debe tener la golosina mi niña! T: ¿Qué golosina? (preguntó con total inocencia) Guillermina: El coño Teresa, el coño, que las mujeres de antes lo llamábamos así (decía nuevamente con la carcajada cargada) T: Calla, calla que hoy no se han visto (decidió entrar al portal) Además ahora Esther se va Guillermina: ¿Y dónde? T: Yo que sé Guillermina: ¡Cómo que tú que sabes!, ya estás cagando leches tras ella T: ¡Pero Guillermina que no he cenado! (le decía sorprendida sin perder de vista a Esther) Y no está el horno para bollos Guillermina: No has dicho en tu vida una verdad como esa. Necesito saber donde va, y tú eres mis piernas y mis ojos... ¡Y llámame tú que yo soy pensionista joder! Teresa miró el teléfono y murmurando algo que ni ella misma sabía muy bien que era, llamó a aquella mujer que la estaba poniendo frenética Guillermina: ¿Dónde va? T: Ni idea, por lo que veo lleva una pinta que no es la habitual... ha estado todo el día con sus amigas, imagino muy bien haciendo qué (dijo con tono muy quejoso) Guillermina: ¿Y qué haces que no vas detrás suya? T: ¡Pero qué dices! (abrió sus ojos como platos)

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Guillermina: ¡Otia es que todo lo tengo que pensar yo!, que mejor que saber realmente lo que es que ahora T: ¡Qué va a ser Guillermina!, una fresca, eso es Guillermina: ¡Anda tira detrás! T: Pero... (no sabía que hacer, Esther seguía en el semáforo con las manos metidas en los bolsillos y con unos auriculares que aún en la distancia logró distinguir. Entonces con tono muy digno le dijo) Guillermina no me parece ético Guillermina: Me paso yo la ética por donde te diga... ¡tira detrás!, coño si me pillara a mí con diez años menos. ¿La estás siguiendo? T: ¡Ay Jesús! A mí me da algo... te lo aseguro Guillermina: ¡Y a mí pero me va a dar algo ante tu mojigatería! ¡dale coño! Teresa se separó un poco el teléfono de la oreja, cuando conoció a Guillermina, envidió su fuerza, envidió su carácter luchador y sobre todo, se dio cuenta de cuanto amaba a Maca, era como si de su propia hija se tratase, iró como había luchado contra Luis y hasta que Maca no le contó toda la historia, no se dio cuenta de lo mucho que la quería y de lo valiente que había sido por ella, y comprendió mucho mejor el infierno al que se había visto sometida Maca durante tanto tiempo Sin colgar siguió a aquella mujer que había interrumpido su infierno, pero lo que Teresa dudaba e insistía en su duda era si, era un paréntesis temporal donde poder revivir o sería una destrucción Guillermina: ¿Por dónde va? T: Va tranquila paseando... menos mal que paga Luis (dijo tras un largo rato tras ella) Guillermina: Que le den por culo T: Espera ahora va... hacia... ¡ay Dios qué ésta se mete en el barrio de Chueca, Guillermina! Guillermina: ¿Y? T: ¿Cómo que y?, ¡qué yo no me meto ahí por el Amor de Dios! (abría sus ojos como platos) Guillermina: Joder... joder... joder... ¡tira! ¡tira! No me hagas decir lo que estoy pensando T: Que no Guillermina que ese barrio...

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Guillermina: Mira... a ver si con un poco de suerte alguien te da algo que catar... y dejas tanta tontería T: ¡Guillermina! (la riñó furiosa) Caminaba casi con rotundidad, sin titubear un solo instante, era necesario, abrió la puerta de un bar donde había estado otras veces acompañada, donde en otras ocasiones había marchado en busca de alguna chica para que Lidia creara una escena en el hotel o en algún otro lugar que les permitía utilizar sus métodos con total tranquilidad, realmente ella, no sabía que iba a buscar, sabía que allí podría encontrar su pesadilla en forma de cualquier mujer, o podría superar su fobia sin hacer daño a Maca. Llegó hasta la barra y se apoyó esperando que la camarera la viera T: ¡Voy a entrar! (le dijo en voz baja) Guillermina: Eso, tú como la matahari aquella, espía con dos cohones T: Ay Guillermina cuanto humo coff, coff, coff (tosía mientras con la mano blandía el aire tratando de encontrarlo para respirar Guillermina: Eso es hasta que te acostumbres mujer, mira ahora que lo dices, mientras espías voy a por mi habano T: No veo nada Guillermina: Tranquila Teresa ahora mismo se te acostumbrara la vista (le decía mientras con paso pesado llegaba al mueble para abrir la caja) T: ¡Guillermina! (alzó la voz enloquecida) Guillermina: ¿Qué? (gritó la otra asustada por lo que pudiera suceder cerrándosele la caja y golpeándole un dedo) ¡Ay joder! T: ¡Esto está lleno de mujeres! (decía mirando con el ceño fruncido con su bolso colgado en el brazo) Guillermina: ¡Ay la qué me ha caído encima con esta mujer! ¡Cómo no va a estarlo Teresa, si es un lugar de lesbianas! (miraba al techo mientras cogía el mechero y daba fuego a su inmenso puro) ¡Bueno la ves! T: ¡Qué música esto es inaguantable! (gritaba a voz en grito) ¡Guillermina! (volvió a gritar) Guillermina: ¿Qué, coño, qué? T: Una mujer me ha mirado... me ha sacado la lengua y ha hecho algo extraño con ella Guillermina: ¡Otia! (empezó a toser) ¿Llevas candado en las bragas? T: ¿Qué dices de gafas? (le decía muy finamente mirando al suelo)

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Guillermina: ¡Mi madre vaya mujer! A ver. ¿Pero la ves o no la ves? T: Ahora, sí (trataba de pasar desapercibida metiéndose entre la gente mirando a unas y otras tratando de que nadie la viera a ella, algo prácticamente imposible, pues casi todo el mundo paró sus ojos en aquella mujer de pendientes y collar largo que parecía recién salida de la Iglesia) He llegado Guillermina: ¿Dónde está Esther? (dio una calada logrando tranquilizarse algo) T: No, he llegado a la barra Guillermina: ¿Y dónde está Esther? T: Vaya... (murmuró) Guillermina: ¿En la playa? (preguntó fuerte como notando que Teresa le estaba tomando el pelo y suspiró poniendo su mano sobre la frente mientras negaba) T: ¿Qué raya? Guillermina: ¡Orden o parecemos besugas, carallo! (protestó alzando la voz) T: Espera voy a darle más voz a mi auricular o no te oigo Guillermina: Lo que yo diga, cuando la vea dos yoyas, bien pegas T: ¿Me oyes? Guillermina: Sí, perfectamente y el ambiente, vamos que si mi rodilla me dejara y tuviera la cadera bien, me dejaba llevar por el ambientazo chati T: ¡Estás loca! Camarera: Hola guapa ¿qué vas a tomar? (Teresa abrió mucho los ojos) Guillermina: ¡Pídele un ron con hielo! T: ¿Yo? Camarera: Sí guapa, no hay nadie más, este lugar es el menos adecuado para ligar, te lo advierto Guillermina: Ahí, ahí dile a esa camarera que eres una cobarde, ¡coño pídele un ron con hielo! T: Una botella de agua por favor, y si puede ser natural Guillermina: ¿Agua? ¿en una discoteca agua?, del grifo te la dan seguro... ¡Teresa!

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T: Dios mío Guillermina, quiero irme a mi casa (decía con un nudo en la garganta a punto de llorar) Guillermina: Vamos a ver, estoy contigo ¿no? T: Es que tú no recibes estas miradas que recibo yo Guillermina: Joder más quisiera... bueno a lo que vamos... Camarera: Aquí tiene su agua T: Gracias Guillermina: No si el ataque al corazón me da fijo. ¿Dónde puñetas está Esther? T: Pues a ver... está en la barra tomando una copa Guillermina: ¿Sola? T: Hay una mujer a su lado pero no sé si decirte que está con ella... Milena: Hola guapa... me llamo Milena... ¿te apetece bailar? (se le acercó una mujer tipo armario, más de uno ochenta, camisa de franela, y sonrisa adorablemente conquistadora) T: ¿Qué? (preguntó con la garganta seca) Guillermina: Te está pidiendo bailar, dile que no, que estás hablando con tu mujer y es muy celosa (Teresa mientras daba un trago de agua mientras asentía) Milena: ¿Qué... eso es un sí? (le preguntó algo divertida ante los nervios de aquella mujer se notaba era primeriza) T: Lo siento... es que... es que... Guillermina: ¡Pásame el móvil coño! (le dijo desquiciada ya) ¿Milena? Milena: Sí (dijo con gesto de guasa mientras miraba a su grupo de amigas y Teresa se mordía una uña) Guillermina: Esa piba que tienes delante es mía, su golosina nada más la pruebo yo ¿de acuerdo?... ¿te quedo claro, chata? Milena: Pues no deberías dejar un bombón así suelta y solita (respondió sonriendo mientras miraba de arriba a bajo a una colorada Teresa que volvía a darse un trato de agua) T: ¡Camarera! (gritó) Un ron con hielo por favor

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Milena: Joder... menuda mujer tienes... toma... que me ha dicho que me va a arrancar uno a uno los pelos del chichi... toma... toma... (le hacia señales para que cogiera el móvil) T: Gracias (sonrió) Guillermina me va a dar algo Guillermina: ¿A ti?, ¡a mí es a la que me va a dar!, ¡qué cojones hace Esther! (estaba a punto de gritar, no sabía muy bien porque, desde que había hablado con ella algo no le había terminado de gustar) T: Espera... espera... (cogió el vaso de ron y le dio un sorbito moviendo escandalosamente la cabeza ante el sabor) Mira... definitivamente sí, la chica rubia que estaba a su lado, se la ha llevado a bailar ¡de la mano! Y ella encantada Guillermina ¡menuda sonrisa lleva de provocadora! (gritaba ofendida) Guillermina: Joder... T: Espera que no veo Guillermina: Acércate anda... acércate... ¿qué hacen? T: Perdón, disculpe, ¡ay! (se quejó con algo de gravedad en su voz) Guillermina: Se me ha matao... la espía se me ha matao... ¿Teresa? T: Me acaban de dar una palmada en el culo jijijijiji (volvía a beber) Guillermina: Uffffffffffffffffffffffff (resoplido de hartazgo del quince) T: ¡Las veo! (gritó) Guillermina: Bien. Coño no se ha debido enterar nadie... pedazo grito T: Están bailando Guillermina: ¿Separadas? T: Sí (volvió a beber) Uf que calor hace aquí Guillermina: ¡Sigue bailando! T: Sí (volvió a beber mientras movía la punta de su pie, pero en esas sus ojos se abrieron como platos) ¡Se han juntado!, ¡Dios mío se han enredado! Guillermina: ¿Enredado? (volvió a incorporarse sobre su mecedora) T: Sí, la pierna de Esther... joder Guillermina... que la tiene ahí

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Guillermina: ¿Adónde? T: ¡En el chichi de la otra! ¡será... será...! Guillermina: Vale, la chica es ligera... está claro (volvía a resoplar pensando en Maca) T: ¡Guillermina! (volvía a gritar) Guillermina: ¿Qué? T: Se están besando... no, eso no es besarse eso es... vayaaaaaaaaa Ave María Purísima disculpa lo que estoy haciendo... (decía mirando el techo chocando sus ojos con las luces de la discoteca) Guillermina: Salimos de Guatemala para irnos a guatepeor. Se va a liar con ella ¿eh Teresa? T: Guillermina está palpando su trasero... sí... ¡y de que manera! (dio un trago más) Guillermina: Tiene suerte que está en tu casa y no en la mía (decía furiosa) T: Oye... que no pasa nada sólo es la amante de Maca ¿recuerdas? Guillermina: Sí, por eso mismo porque ésa que se está pegando el lote con otra es la que tiene que ayudar a la mía, ayudarla, no destruirla T: ¡Qué va a destruir! (soltó de pronto) Si ellas solo van a lo que van, se dan un polvo, gritos, aullidos y alé a otra cosa mariposa, Maca no quiere otra cosa Guillermina: ¿Teresa estás bien? ¡esta no es Teresa! (decía contrariada con los ojos muy abiertos y el habano entre sus dientes T: Sí... espera... ¡qué se le acerca otra Guillermina!... que se le ha pegao a la espalda y le está poniendo su chichi en su culo... ¡esto es vicio y yo no puedo mirar! Mientras Teresa tenía aquella surrealista conversación con Guillermina, Esther se había entregado tras una copa a olvidarse del mundo exterior en aquel interior, no sabía que saldría de aquello, de momento la chica se le estaba ofreciendo, y ella sentía esas enormes ganas de dominarla, cerraba los ojos pensando en Maca, a ella si podría hacerle lo que a Maca no quería. Estaba disfrutando al notar como la respiración de la chica iba en aumento según profundizaba su muslo, podía notar la tensión de su cuerpo y eso la excitaba, sabía que la chica iba enloquecida, notaba a través de su camisa como sus pezones se habían endurecido, y ante el gemido de la desconocida, le susurró: E: No quiero que te corras aún. ¿Vale? Sólo estamos bailando Se sentía tan fuerte, se sentía tan poderosa, era ella quien estaba sacando lo que nunca antes había sacado, y es que Maca le provocaba la peor parte que había en ella, y allí con aquellos suspiros que indicaban su dominio total se entregaba en la mayor locura. Hasta que notó un cuerpo que se pegaba al suyo y una voz que le heló la sangre

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Voz: Has aprendido mucho, nena Maca estaba en su cama suspirando, se había llevado el portátil allí, tenía un cúmulo de sensaciones que no sabía muy bien que eran, por eso sintió que necesitaba la ayuda de su tata. Marcó el número pero ésta comunicaba. No le extrañó, seguro estaba hablando con alguna de sus amigas y eso iba para rato Allí en un folio comenzó a escribir palabras que sentía, siempre salía de sus mundos interiores de la misma manera, después lo eliminaría pero al menos la pantalla reflejaba lo que no se atrevía a decir en voz alta, ni siquiera, a pensar. Al terminar se asustó, no podía ser, era demasiado... no estaba dispuesta a ser una marioneta en manos de Luis, se lo había planteado y lo iba sorteando, pero mucho menos, iba a ser una marioneta en manos de Esther. Lo volvió a leer y le dio a la tecla suprimir miedo... libertad... deseo... sonrisas... desconcierto... celos... ansias... empatía... ausencia... dependencia... celos... celos... debilidad... emoción... ternura... cariño... En la discoteca ante un suave movimiento ladeado de la desconocida que había pegado su cuerpo al de su compañera, la chica las abandonó ante una mirada feroz. Esther sintió temblar todo su cuerpo de repente, la dominación que estaba sintiendo se esfumó como si fuera el humo de un cigarro maldito, ya no estaba, se había fundido con los demás y ella por mucho que buscara no encontraba su propio humo de domina Lidia: No lo has hecho nada mal... la chica estaba a punto (seguía apretando su cuerpo contra el de Esther) Mientras... las dos mujeres seguían con sus ataques de histeria mutuos y compartidos por teléfono T: Ahora la está llevando hacia la pared Guillermina Guillermina: ¿Y ella qué hace? T: Nada... es cómo si estuviera paralizada... Guillermina: ¿No se ha girado? T: No, para mí que la conoce... hola ¿qué tal?... pues aquí estamos viendo un poco el ambiente... ¡uy bailar! Guillermina: Vaya espía... ¡pero qué estás haciendo Teresa! T: Es que aquí hay una chica muy simpática que me está preguntando cosas y yo, amablemente le contesto Guillermina: ¡Tú no estás ahí para contestar! Deja el ron que creo se te está subiendo a la cabeza y vigila

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Era cierto, Lidia había empujado a Esther hasta un lateral, al verse atrapada entre ella y la pared, Esther se giró. Por primera vez se miraron a los ojos, Lidia demostrando su poder en la mirada, Esther titubeando Lidia: Aunque hayas aprendido no quiere decir que conmigo te valga... ¿verdad, nena? E: ¿Y por qué no? (que más da, no iba a buscar allí algo... pues lo había encontrado, devolverle todo el daño adquirido podía ser su cura, porque no intentarlo se dijo así misma, porque no limpiar su interior para poder ser mejor) Lidia: Nena, nena (pasó su mano por el escote de Esther y ésta sintió deseos de abofetearla) Tú eres sumisa, eres mi esclava E: Estás muy segura de ello, y quizá ni sumisa ni esclava (le detuvo la mano apretando fuertemente) Lidia: Vaya (enarcó una ceja algo desconcertada ante su actitud) E: No eres la única con poder sobre las demás, nena (casi escupió la palabra y al hacerlo, sintió como si un volcán surgiera en ella unas ganas de poder se adueñaron de ella, quitando el miedo) Teresa miraba atentamente había apartado a dos o tres mujeres más que se habían acercado a aquella extraña mujer, que casi se parecía más a una de las chicas de “con faldas y a lo loco” que otra cosa Guillermina: ¿Esther se ha marchado? T: ¡Qué va!, ¡lo qué yo te diga, es una fresca! Está ahí encantada Guillermina: Maca (susurró afectada) T: ¡Vayaaaaaaaaaaaaaa! (volvió a gritar) Guillermina: ¿Qué? T: La otra chica le ha pasado la lengua por la mejilla ¡qué asco! (dijo poniendo un gesto de aprensión total) Sabía que jugaba con fuego, y se podía quemar, aquel gesto de Lidia le estaba poniendo en una tesitura complicada, se mezclaban en su interior tantas cosas que comenzó a temblar, comenzó a no saber muy bien como responder a aquel desafío que sabía le estaba mandando Lidia, ávida, lista y decidida a todo Lidia: Sigues siendo mía... E: Lo único que quiero de ti es una escena

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Lidia: ¿Aquí? (volvió a desafiarla mientras su muslo golpeaba suavemente una y otra vez la entrepierna de Esther) E: Dónde quieras... ¿no eres tan fuerte? Lidia: Nena... nena... ¿crees qué puedes ganarme? E: Siempre me desafiaste, he aprendido con los años (su voz tembló sin poderlo evitar, aquel golpeteo repetitivo le estaba descolocando pero sabía que no podía perder la batalla, en ese instante, estaba en medio de un fuego cruzado sin protección pero poco le importaba) No me importa si es aquí, pero te aseguro que no podrás dominarme Lidia: Yo siempre podré dominarte, me divierte demasiado como para dejar de hacerlo... yo soy tu disciplina, y tú eres mi sumisa. Estás marcada (deslizó suavemente sus dedos por donde sabía estaba la cicatriz que en su día le dejó) E: Hija de puta (susurró sintiendo de repente que se perdía) En su lateral Teresa seguía observando la escena y retransmitiéndola a una desconcertada Guillermina, quizás aquel latido que le había fallado al hablar con ella estaba siendo cierto y era una mala influencia para Maca, quizá no era lo mejor que le podía pasar, tener sexo con una mujer estaba bien si había límite, pero por lo que Teresa decía, con aquélla mujer podía no existir límite alguno T: Guillermina, se ha lanzado a besarla la tiene contra la pared (le decía casi fuera de sí) Guillermina: ¿Y ella? T: Está tratando de sacársela de encima (le decía mientras se cogía una de las bolas de su collar con tensión por lo que veía) Guillermina: Ve... ve Teresa quizá nos estamos equivocando... ve... T: ¡Está pálida! Guillermina: ¿Cómo puedes decirme que está pálida en un lugar así? T: Porque lo está (decía desquiciada) Guillermina: Llévatela T: Tú no sabes como es ésa mujer, la tiene acorralada, es alta, morena, ¡qué ojos!... vamos que está muy buena... Guillermina: ¡Joder y eso qué me importa a mí!, ve y saca a Esther T: ¿Qué le digo que soy su mamá?

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Esther había inútilmente tratado de frenar aquel ímpetu de Lidia, volvía a ganarle la batalla, era inútil, notó como las manos volaban por su cuerpo, sintió rabia pero el fracaso que estaba sintiendo le hizo flaquear lo suficiente como para que se quedara paralizada Lidia: Lo ves (decía jadeante) Nunca podrás conmigo T: Perdón, señora una pregunta (le dijo a Lidia que la miró totalmente sorprendida, y aquello hizo que su fuerza con la sujeción sobre Esther se debilitara lo suficiente como para que ésta huyera) Lidia: ¡Esther! T: Dios que se va (dijo nerviosa) Guillermina: ¡Ve tras ella! (le gritó como loca) Lidia: Oiga usted... pare (la cogió del brazo y Teresa le dio un bolsazo) Hostia Guillermina: ¿Qué pasa, qué pasa? (decía nerviosa porque oiga jadeos) Teresa T: ¡Le he pegado... le he pegado!, Dios mío perdóname no estoy en mis cabales... ¡otra novena! (gritaba como loca poseída) Guillermina: ¡Coño! ¡Y Esther! T: Esther corre mucho y yo estoy mayor, mareada y con tacones... Guillermina: ¿Y la otra? T: Uy que ha salido que viene detrás de mí... ¡socorro! (decía apartando a la gente) Guillermina: No pierdas a Esther T: No la pierdo la veo Guillermina: Llámala para que se detenga T: ¡Esther! ... (gritó mientras se giraba) La otra no viene Guillermina: Me importa un carajo la otra... T: ¡Esther! ¡ay! Guillermina: Vamos... vamos... T: No me hace caso Guillermina... cuidado Esther... ¡está en rojo! ¡Dios! (susurró con horror)

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Guillermina: ¿Qué pasa? ¿qué pasa? T: Dios... (volvió a susurrar) Guillermina: ¿Qué coño pasa? (gritó cayéndosele su habano de los labios sobre la falda) Teresa no contestó pero Guillermina escuchaba de fondo mucho murmullo, parecía que el teléfono había sido colocado en su bolsillo porque lo escuchaba todo como algo tapado, pero aún así lo suficiente como para escuchar T: Déjenme pasar, Esther... ¿cariño estás bien? (se agachó hasta ella) E: Sí (decía quejándose de su rodilla) T: Llevas sangre Ciclista: Lo siento se me ha echado encima (le decía disculpándose y atemorizado por la situación) T: No se preocupe (decía al ciclista) E: Ha sido culpa mía... T: Vamos a casa antes que venga la zorra esa Ciclista: ¿De verdad está bien? E: Sí, sí (la ayudó a levantarse resoplando) T: Vamos que este señor taxista muy amablemente se ha ofrecido a llevarnos E: Gracias Teresa... Guillermina: ¡Qué susto joder... qué susto! (decía cerrando los ojos y apartando la ceniza de su delantal cuando oyó algo que le conmovió) E: Gracias, gracias Teresa (le dijo mirándola a los ojos con lo suyos repletos de lágrimas) T: Esther... (no supo que hacer, solo sintió como Esther buscaba refugio entre sus brazos, y la abrazó) Venga Esther... Lejos de cualquier imaginación suya sobre lo que se vivía al otro lado de la ciudad, Luis, pasaba la mano por el hueco ausente de Maca, su gran mano acariciaba lentamente el vacío, su gesto apesadumbrado, y una pesada tristeza marcaba aquella reacción de Maca que por mucho que trataba de racionalizar, no podía. ¿Estaría imaginando más de lo que había?, al día siguiente lo sabría

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Ajena a todo, pero con la sensación de que algo le oprimía el corazón, Maca miraba a través de la ventana la luna, el cielo y las estrellas, recordaba como de pequeña acostumbraba a hacerlo cuando tenía miedo, creía que los tres le daban el poder que Guillermina le decía, “tú puedes con todo mi niña, eres fuerte”. Suspiró mirando aquel triángulo esperando que las palabras de su tata fueran ciertas y que su vida no se complicara más de lo que ya estaba Durante el camino hasta casa en el taxi, no hablaron ni una sola palabra más, Teresa tenía la cabeza que le daba vueltas sin parar, Esther sentía nauseas y un terror que no podía controlar, ni siquiera el dolor del cuerpo por el golpe recibido, le podía aplacar el dolor que sentía en su interior. Había estado a punto de ceder, seguía siendo débil, y aquello le daba tanta rabia como miedo. Sin saber porque ni a cual de los dos sentimientos hacer más caso apareció en su mente Maca, cerró los ojos y apoyó completamente la cabeza en el respaldo su gesto estaba tan repleto de tristeza, que Teresa sintió enormes ganas de volver a abrazarla Mientras, el teléfono seguía conectado, Guillermina en su mecedora que iba meciendo poco a poco, repasaba mentalmente todo lo que había escuchado, sin duda, había captado la voz de Esther, era de auténtico pánico, y aquella voz le recordó otra mucho tiempo atrás de idéntico tono: M: Tata ayúdame... Guillermina: Hija vayámonos, nadie puede obligarte a ello M: Yo quiero a Lidia Guillermina: ¡Maca, Lidia es una mala mujer! (aquella tata la miraba con desesperación en sus ojos) M: No... ella me ayudará Guillermina: No te ayudará... jamás lo hará M: La quiero Guillermina: Pero ella no, ella no sabe lo que significa esa palabra... si supieras todo lo que se dice de... M: ¡Me da igual! Antes que Luís prefiero irme con ella (le dijo con coraje) Guillermina: Maca no lo hagas o te destruirá (le dijo con el corazón en un puño) Y Maca salió sin escucharla, y cuando volvió Guillermina no la reconoció tan solo su tono de voz, una voz titubeante, y un corazón destruido, parecía que no era una mujer... tan solo un trapo asustado, un despojo humano que tan sólo ante su abrazo, dijo: M: Gracias Guillermina, gracias Una vez subieron a casa, Teresa sacó el agua oxigenada, algodón y betadine, lo hacía con un poco de dificultad porque entre los nervios, y el ron, sentía cierto mareo, le había ordenado a Esther que se quitara la ropa que iba a ver que más rasguños habían dejado aquel golpe con la bicicleta pero seguían sin cruzar una sola palabra más, entre otras

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cosas porque Esther parecía ausente y por ese motivo, sin duda, lo que más ansiaba saber eran los rasguños interiores que había dejado aquella mujer Esther no se quejó a pesar de llevar una buena raspadura en su pierna izquierda y en su brazo derecho, Teresa la curó en silencio, mientras Guillermina seguía fumando su puro esperando escucharlas hablar T: No sé como vas a dormir, ambos lados están golpeados E: No creo que pueda dormir (dijo escuetamente) T: ¿Quieres hablar? (le preguntó con cierto temor alzando las cejas) E: Te agradezco que estuvieras allí has evitado que me destruyan por completo T: No me siento feliz por ello, porque no me gusta que mientras Maca esté implicada contigo lleves esta vida... pero... me alegro si he podido evitar algo así E: Gracias Teresa, y ahora si me dejas por favor... T: Claro, si necesitas algo... E: Gracias (respondió sin mirarla con tan solo un murmullo) Teresa abandonó la habitación, Esther se sentó a los pies de la cama, pasó sus manos por la cara, cerró los ojos y la vio como si estuviera delante suya en aquel cuarto, allí estaban sus ojos, sus labios con el mismo sabor amargo del cinismo, allí estaban sus manos que parecían garfios arrancándole la piel, se levantó desesperada nuevamente había perdido, nuevamente Lidia había ganado. ¿Hasta cuándo? En su cuarto Teresa se estaba desnudando, pensaba en la diferencia que había entre la Esther frívola de sonrisa angelical y mirada lasciva a aquella otra que había dejado destrozada en su cuarto. En el momento en que se quitaba la chaqueta y se daba cuenta que el teléfono seguía allí, miró la pantalla y asombrada veía como corrían los segundos, Luis la mataba T: ¿Sigues ahí Guillermina? (le preguntó) Guillermina: ¡Coño que susto! (le recriminó la mujer saltando en su mecedora) T: Para sustos los míos, y para noche la mía (apoyó la palma de su mano contra su frente en actitud dramática) Guillermina: Bueno... yo he sacado varias conclusiones no sé tú T: Estoy demasiado cansada y algo piripi cómo para ello (decía quitándose los zapatos y dejándose caer en la cama) Ayyyyyyyy...

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Guillermina: Está bien, descansa y mañana hablamos T: No sé si quiera recordar lo que he vivido hoy Guillermina: Tranquila no te recordaré tus ligues T: ¡Guillermina! Por fin pudo dejar su cansado cuerpo sobre la cama, apoyó la cabeza en la almohada y aún parecía estar dentro de aquel local, todo le daba vueltas, veía caras diferentes, podía escuchar el sonido de la música dentro de su cabeza, ver la imagen de Esther acorralada, verla con la mirada perdida, quizás era así por algo con esa mujer, pero estaba realmente cansada y el sueño le iba venciendo poco a poco entre pensamientos, entre ideas que iban y venían como si de pájaros se tratasen revoloteando por su cabeza, hasta que oyó como la puerta de su habitación se abría, se puso tensa, seguidamente escuchó una voz tan débil que no podía reconocer que era Esther diciéndole: E: Teresa... ¿puedo acostarme a tu lado? Sin saber muy bien porque, Maca despertó sobresaltada, miró la hora del reloj en la mesilla de noche, marcaba las cuatro y diez, se sentó sin entender que le pasaba, estaba soñando con Esther lo recordaba pero no podía recordar porque aquel sobresalto. Respiró profundamente, Esther había despertado tantas cosas en ella, se levantó y fue hasta la cocina, vio la puerta de la habitación de Luis abierta, pasó sin hacer mucho ruido pero él era como el búho en la noche, siempre vigilante, veía y escuchaba todo cuanto le rodeaba y se trataba de ella mucho más, escuchó como bajaba hasta la cocina, aquello era habitual en ella cuando no podía escribir, no era para alarmarse total, al día siguiente tendría la respuesta a sus preguntas En la cocina se preparó un vaso de leche caliente que le recordó a los que Guillermina le hacía, entonces sintió unas enormes ganas de ir a verla, de abrazarla y que la tuviera retenida en su pecho con ese olor mezclado a limón y puro, era más que una madre para ella, quizá debería olvidarse de todo e irse junto a ella para escribir tranquilamente y una vez entregada la novela a la editorial, marcharse de su cárcel para siempre. Suspiró profundamente, ya quedaba un día menos para ser libre, totalmente libre Una tensión extraña se vivía en casa de Teresa, allí en la cama la buena mujer movía sus ojos de lado a lado apresuradamente temiendo que Esther pudiera hacer algo... pudiendo sentir una caricia... estaba tan loca... sin querer se daba cuenta de cómo apretaba sus muslos, de cómo una y otra vez su oído trataba de escuchar algún movimiento a su espalda. Y allí dándole la espalda Esther movía sus ojos de un lado a otro encontrándose con un santo aquí, una santa allí, ni siquiera sabía quienes eran, pero parecía que todos estaban mirándole con ojos acusadores, al menos, eso es lo que ella pensaba de la Iglesia, sólo sabían castigar y meter miedo a la gente, poco daban a los pobres realmente, pero allí una Virgen la miraba con un pequeño entre sus manos, y Esther prefirió cerrar los ojos y ver la mirada lasciva de Lidia

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En el silencio se escuchaba intensamente el tic-tac de las agujas del reloj, aquella música parecía celestial para Teresa, y un infierno para Esther, jamás lo había podido soportar, pero se sentía tan mal, que prefería el infierno del reloj, que su propio infierno interior Teresa suspiró, señal inequívoca que no dormía E: ¿Por qué Maca se deja manipular de esa manera tan esclava por ese cerdo? (preguntó sin una pausa como si fuera una pregunta repetida mil veces en un desconcertado interior) La pregunta provocó en Teresa una reacción mayor que si Esther hubiera osado meterle mano. Se giró un poco por si acaso había sido su inconsciente, pero ése era el momento, por primera vez Esther mostraba algo que hasta ese instante había estado rehuyendo, pensar en Maca T: No es fácil explicarlo E: Él no sabe que es lesbiana... (dijo como dando por hecho que era la excusa) T: Sí, lo sabe (dijo despacio) E: ¿Y se acuesta con él? (le preguntó totalmente descolocada por la respuesta, esperaba cualquier cosa menos ésa) T: Yo no lo diría así, más bien podría decir que él la obliga o chantajea para obtenerla, como cuando le pidió que tú entraras en el curso (Esther de pronto sintió un escalofrío que le provocó un temblor en todo su cuerpo) O como cuando echó a Guillermina de su casa para que después pudiera ir a verla, siempre por algo que él quiere conseguir y sabe que le afecta de una u otra manera a ella E: ¿Y ella siempre le obedece? (no podía imaginar algo así pensaba que entre ellos habría algún lazo de unión o simplemente un acuerdo) T: La chantajea con algo que le imposibilita dejarlo (ante su silencio agregó) Maca nunca ha sido feliz (entonces guardó un lento silencio para finalmente preguntarle con algo de tristeza en su voz) ¿Cómo tú? E: No, yo sí fui feliz T: ¿Con esa mujer que hoy ha provocado en ti tanto pánico? E: ¿Pánico? (la miró de reojo) T: Sí, ¿me lo vas a negar? E: No, no puedo negarlo

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T: Casi, casi guapa, después de la carrera que me he dado con los tacones como para que me lo niegues. ¡Menudo dolor de pies tengo! E: ¿Te doy un masaje? T: Deja... deja... (volvieron ambas a moverse) E: ¿Por qué me seguiste? (le preguntó sonriendo débilmente) T: Porque tanto Guillermina como yo no estamos de acuerdo con esto que está haciendo Maca, al menos, no contigo E: ¿Por qué no conmigo? Porque soy... ¿cómo dijiste una vez? ¿ligera? T: Sí, ligera, sí E: ¿Por eso me seguiste, para saber si lo era poco o mucho? T: Te seguí porque la loca de Guillermina me lo dijo, ¡Dios mío quién iba a pensar que tendría que hacer algo así! (se puso hacia arriba mirando el techo, Esther la imitó sonriendo) E: ¿Ligaste? (le sonrió) T: No lo sé... estoy borracha (elevó los hombros) E: Buena respuesta (entonces Teresa vio que Esther tenía un gesto tan diferente al de siempre que algo en su interior se removió) T: No sé Esther, Maca ha sufrido mucho ya como para que ahora lo haga contigo también. Por eso no quiero que le hagas daño, porque él ya le ha hecho suficiente E: Parece que maneja bien los acuerdos T: ¿Acuerdos?, ¿lo qué te dijo a ti? ¡bah! Eso de ser amantes es una tontería, ella no quiere tenerte de amante y compartirte con las demás E: ¡Ah! ¿y yo si puedo tenerla de amante y compartirla con ese baboso! T: Mujer... tú no eres ella (la disculpó) E: No desde luego, yo no soy ella T: No te estoy juzgando a ti, por mí puedes hacer la vida que quieras, pero está implicada una persona que estimo y ahí, si tengo cabida para opinar a pesar de que no me escuche

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Hubo otro lento silencio donde se escuchaba nuevamente el tic-tac del reloj. Hasta que la voz de Esther lo cubrió todo, anegando cuando espacio que pudiera quedar libre en la habitación como si de pronto sus emociones se desbordaran, cual río lo hace de su cauce E: ¿Nunca has tenido miedo Teresa? T: Todos los días, el miedo es un sentimiento tan común como el amor, el odio, o el hambre E: ¿El hambre? (preguntó con media sonrisa) T: Es que tengo hambre (dijo rotunda) y he tenido mucho miedo en ese local E: Y me odias T: Te odiaba, ahora no E: ¿Y eso? T: Porque he visto que tú también tienes un grave problema como Maca, y me has parecido por un momento ella Después de aquello, el silencio se hizo más extenso hasta que se dijeron sin más: E: Buenas noches... T: Buenas noches... Ninguna de las tres mujeres lograron conciliar el sueño, tan solo Teresa por puro cansancio y la mezcla que llevaba consiguió cerrar los ojos sobre las seis de la mañana. Esther repasaba mentalmente las palabras de Teresa, Maca repasaba mentalmente las palabras que le podrían dar la libertad 16 Mayo 2005 El día había llegado, la luz del sol no entraba por la ventana de la habitación de Maca, porque había bajado del todo las persianas. No dormía pero estaba haciendo tiempo aún en la cama cuando dos golpes en la puerta antes de abrirse le hicieron girar la cabeza sobre la almohada Luis: Buenos días (Maca no contestó) Vengo porque creo que tengo algo importante que te puede interesar M: ¿Qué quieres? No he descansado bien (le dijo con voz seca) Luis: ¿Y eso? M: La novela me he perdido (cerró los ojos cuanto menos tiempo lo viera mejor)

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Luis: Puede que sea buena idea al fin y al cabo (Maca lo miró sin entender muy bien por donde iba) Me voy a Valencia, había pensado que igual te apetecía venir, las cosas han funcionado muy bien y vamos a recoger algunos frutos Maca sintió como toda ella se alteraba, ir a Valencia, poder estar cerca de Esther, volver a su lado por lo poco que había podido disfrutar juntas. Era una buena oportunidad de reencontrarse porque era lo que más deseaba en ese momento, sabía que no iba a poder ir a despedirse de ella, Luis había tardado mucho en levantarse, y no iba a poder salir hasta casa de Teresa, otra vez se quedaba sin poderse despedir de ella, pero tenía una oportunidad mucho mejor Luis: ¿Qué dices? (hizo una pausa observando su reacción) El avión sale en unas horas Un olor intenso a café despertó a Teresa, le dolía la cabeza horrores, tenía ojeras y su cuerpo se quejaba a cada movimiento que hacía. Después de varios “ays” que le costó sentarse en la taza del lavabo, finalmente se levantó y llevó su cansado cuerpo y su dolorida cabeza hasta la cocina, como si el olor a café tuviera el mismo poder que el flautista de Hamelin E: Buenos días Teresa T: Shhhhhhhhhh no grites (decía bajito) E: ¿Es tu primera borrachera? T: Es más que eso... me duele todo E: He cargado bien el café, me voy en nada T: ¿Pero no te ibas por la tarde? E: Y me voy por la tarde, ¿qué hora crees que es? (ante su mirada agregó sonriendo) Son las dos menos cuarto T: Ave María Purísima E: Sin pecado concebido ¿se dice así, no?... joder dormir rodeada de santos me ha convertido Teresa, ¿habrán dejado de gustarme las mujeres? (le preguntó con gesto de preocupación) T: ¡Menos broma bonita! ¡ay! (se quejó poniendo sus dedos sobre las sienes) E: Anda tomate el café y esto que te he preparado T: ¿Qué es? E: Tú bébelo de un solo trago y no preguntes, ¡y sin protestar! (cuando se lo bebió Esther no pudo parar de reír al ver que se ponía bizca) ¡Serás exagerada!

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T: ¡Dios qué puñetas es esto! E: Para la resaca de bares de ambiente, que no son las mismas que los bares políticamente correctos T: No creas que no sé que me estás tomando el pelo, pero es que no tengo fuerzas para debatirte. ¿Cómo estás del golpe? E: Fatal, pero bueno ya me he tomado una bomba y en nada se me pasa T: Ay que susto me diste E: Eso es bueno, eso quiere decir que me quieres un poquito... sólo un poquito ¡va! (le decía con gesto de niña buena) T: Eres una zalamera de mucho cuidado E: Me encanta. Voy a hacerte una pregunta un tanto complicada T: ¡Uy no estoy yo para eso ahora, deja! (pasaba suavemente sus dedos por las sienes) E: No puedo, necesito saberlo y saberlo ya... (la miró de modo insistente) T: Dime E: ¿Maca no tiene independencia para nada? T: ¿Independencia? ¡ja! (elevó la voz pero rápidamente volvió a bajarla poniendo su mano sobre la frente) E: ¿Nunca hace nada fuera del consentimiento del almorrana? T: Nunca (negó con la cabeza mientras hacia un puchero con su barbilla) ¿Por? E: Nada... por nada... ¿puedes prestarme tu teléfono es que el mío se ha quedado sin saldo? T: ¡Pero qué morro! E: ¡Pero qué guapa eres mare! (le apretó con cariño los carrillos) T: Uf... no sé como pueden aguantar estas cosas... estoy para morirme Madrid parecía no tener demasiada vida, la lluvia se había apoderado de la ciudad y todo parecía más gris, el agua parecía llevarse algunas cosas a su paso, y entre ellas se llevó algo de Maca que a pesar de estar refugiada en su cocina sintió como se llevaba de ella una parte de sí

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Luis: ¿Qué dices? Te da tiempo a arreglarte, el avión sale en unas horas M: No, tengo que escribir, no sé que me pasa que no puedo con la historia Luis: Lástima hubiera sido precioso pasear por la playa de noche (la miró sorprendido) M: Había pensado irme con Guillermina, al faro Luis: ¿Sin mí? M: Yo me voy, si tú quieres venir no te voy a decir que no (le contestó con tranquilidad) Luis: Esa vieja sigue entre los dos M: Sabes que si vienes, ella no va a decir nada. Luis: ¿Qué no va a decirme nada? (se puso detrás de la silla donde estaba sentada Maca y apoyó cada brazo en uno de la silla acercándose hasta su oído haciendo que Maca sintiera un latigazo en su espalda) Te gusta ir por las maldiciones que me echa M: Eres inmune a ellas de lo contrario estarías bajo tierra hace muchos años Luis: Cariño... (bajó la voz) Yo jamás pienso dejarte sola, te cuido, te hago famosa, consigo lo mejor para ti (fue subiendo sus manos por los brazos de Maca quien cerró los ojos con hastío) Te doy todos los caprichos que quieres, y te amo más que nadie pueda amarte jamás, mucho más que aquélla con la que trataste de revolcarte y esa vieja que tanto me odia (entonces su labios atraparon su cuello besándolo pero Maca lo apartó con un golpe de hombro) Me marcho, mañana estaré aquí. No te muevas de casa, no quiero que te constipes está lloviendo (y cuando fue a salir se giró y le dijo) Hasta mañana, nena Cuando abandonó la cocina, Maca supo lo que había arrastrado la lluvia, la valentía, ir a Valencia y poder de alguna manera encontrarse con Esther, había dado dos pasos atrás, de pronto había perdido toda la fuerza, debía hablar con su tata, necesitaba su aliento. Se levantó y subió hasta su cuarto Raquel: Maca ¿le preparo más café? (le preguntó la sirvienta al cruzarse con ella) M: No gracias Raquel, voy a estar arriba Raquel: Muy bien señora. El señor me ha dicho que me quede esta tarde con usted M: No hace falta Raquel: Pero... M: No hace falta (dijo con autoridad mirándola fijamente) Raquel: De acuerdo

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M: Gracias Raquel Subió las escaleras con calma, no había prisa, miró el reloj, Esther estaría a punto de coger el avión y había perdido la oportunidad de estar más tiempo con ella, aquella idea le hizo morderse la uña del dedo pulgar mientras pensaba como hablar con Guillermina y decirle que necesitaba ir a su faro, necesitaba ser acunada por ella y aconsejada. De pronto el teléfono sonó, al mirar la pantalla puso gesto de fastidio Luis llegó al aeropuerto con mal sabor de boca, ir al faro no era lo que más le apetecía, ir allí significaba estar todo el día en un lugar alejado de la humanidad, rodeado por un bravío mar que no le dejaba dormir de noche sin tapones y con una humedad que le destrozaba las rodillas, sin contar que solo tenía cobertura en un ladrillo de todo aquel maldito lugar. Adelantó su espera en el aeropuerto porque había quedado con alguien para durante un rato estar ausente de su sufrimiento. Así que pospuso la idea hasta llegar al fondo de la cuestión que le llevaba a Valencia, sin duda, allí estaba seguro encontrar la respuesta que iba buscando y que si era la que esperaba, iba a obligarle a cambiar muchas cosas Mientras Maca se sentó en su sillón de la habitación mientras contestaba con algo de desgana M: Dime Teresa E: No soy Teresa, pero vamos si me vas a hablar con esa desgana te cuelgo M: ¡Esther! (sonrió ampliamente) E: Eso me gusta más (le dijo con tono muy seductor) M: Pensé que te habías marchado ya E: Debería M: ¿Te quedas? (le preguntó con alegría innata en su voz, hasta ella misma se asustó de su entusiasmo) Mientras en su casa, recién levantada y agradeciendo al Señor Miñan que le llevará la compra, Guillermina se sentaba en su mecedora, la noche le había dejado pensar, ya dormía poco lo necesario para su edad, escuchaba la radio para dormirse, se dormía y cuando se despertaba seguía escuchando la radio. Pero aquella noche había dormido poco y se había dedicado a pensar en Maca, en Esther. Demasiado drama entre las dos cómo para que saliera bien, eran dos mujeres vencidas, y jamás dos mujeres vencidas son capaces de salir con buen pie sin tener consecuencias. Temía como decirle a Maca las cosas, pero era necesario, una vez no la escuchó y se había destruido, y tras todo lo

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que había escuchado la noche anterior, estaba casi segura que Esther podría ser otra Lidia o quizá, mucho peor que ella Resopló tras acabar con su café, miró el reloj ya era hora de que Maca estuviera despierta si se había pasado toda la noche escribiendo, así que decidida marcó su número Guillermina: Bueno al menos sé que está despierta, voy a llamar a Teresa y que me diga que tal... debe tener una resaca del demonio (sonreía graciosamente. El teléfono le dio comunicando) ¡Vaya este par de dos están hablando! Pues ya me puedo sentar porque con lo que hablan... ¡ay Maca! ¿qué va a pasar contigo hija mía? (se preguntó mirando la verde montaña que tenía frente a ella) El corazón de Maca había latido a toda velocidad y ella lo había notado, apretó el teléfono entre sus manos y se mordió el labio inferior ante el silencio de Esther, volvió a insistir M: ¿Te quedas Esther? E: No puedo tengo que trabajar pero... bueno... ¿qué te parecería hacer una locura? M: ¿Una locura? (sonrió de lado sintiéndose atrapada por aquella voz) E: Sí, ¿sueles hacer alguna? M: Creo que hace muchos años de mi última locura E: Te propongo una (“¿serás capaz de hacerla? Si lo eres... ¿seré capaz yo de continuar?" se preguntó con cierta inquietud y un ligero revoloteo en el estómago) Cuando Esther colgó el teléfono, lo hizo con una sonrisa de oreja a oreja, en ese instante había comprendido muchas cosas que merecían la pena, y otras, que eran preciso desecharlas T: ¿Ya lo tienes todo? (le preguntó Teresa entrando a la habitación y sorprendiéndola) E: Sí, ya está T: Venga que tienes el taxi bajo E: Gracias por todo Teresa... sobre todo... gracias por no odiarme T: Venga... venga... o aún perderás el avión Se abrazaron con cariño, sin llegar a ser un abrazo mayor, justo cuando cerraba la puerta Teresa, sonaba su móvil, suspiró mirando hacia donde estaba:

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T: ¡Ay señor! (dijo yendo hacia él) ¿Guillermina? Guillermina: La misma... ¿qué tal va tu resaca? (sonrió agriamente) T: No seas mala conmigo Guillermina: No si no lo soy, si lo fuera te diría, ¡deberías volver, menudo exitazo tía! (Teresa hacia caras una y otra vez) La próxima vez me llevarás a conocer ese lugar T: ¡Por la Virgen Santísima que no piso yo otra vez un sitio cómo ese! Guillermina: ¡Pero si tuviste un exitazo que pa que! Guapiña, buena moza, buenorra... (la jaleaba muerta de risa) T: ¡Guillermina! (le riñó ante las risas alocadas de la vieja Guillermina) Esto es más complicado de lo que parece, Esther ha dormido conmigo Guillermina: ¿Le has puesto los cuernos a mi Maca? (exageró el tono) T: ¡Mira Guillermina voy a decirte una cosa, eh! ¡no quiero bromas sobre el asunto! Esto está que arde Guillermina: Vale pero no me grites que no estoy sorda y tampoco soy bombera T: Esther no es lo que parece, yo creo que ésa mujer la tenía a punto de destruirla, debiste ver su cara (su tono de voz era alterado) Guillermina: Tiene alguien en su pasado que le ha dejado huella (murmuró pensativa) Sácame de dudas, anda T: Eso mismo. Tiene miedo Guillermina: Por eso no quiere más que ser amante de Maca T: Y Maca no sabe nada de lo de anoche, claro Guillermina: Y no hace falta que lo sepa T: Habrá que ponerla en alerta Guillermina: ¿Para qué? T: Mujer... Guillermina: Ni mujer ni hombre... tú ¡chitón! T: Estoy muy asustada Guillermina Guillermina: Tendremos que planear algo Teresa

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T: Ahhhhhhhhhhhhh (gritó inundando el auricular y de paso sobresaltando a Guillermina) Guillermina: ¡Coño qué pasa! T: La loca de Esther me ha dejado el delantal ese con los pechos y... Lo decía con cara de asco mientras de fondo volvía a escuchar las risas de Guillermina En una mesa Luis hablaba con una mujer, llevaba una camisa bastante escotada, un collar de dos vueltas de blancas perlas y una falda negra, su melena recordaba a la de Maca, y su estilo de perfil también. Allí en una mesa con dos agendas abiertas y sus blackberry funcionando esperaban la llamada de su vuelo Al mismo instante un taxi dejaba en la puerta del aeropuerto a Esther, bajaba con una sonrisa tras el piropo del taxista, llevaba el teléfono en la mano no muy segura de conseguir lo que se había propuesto, se hizo paso entre la gente para subir al piso superior donde las terrazas de las cafeterías estaban llenas de gente. Pasó de largo hasta llegar al cuarto de baño, esperó unos minutos y entonces se puso delante del lavabo de la tira de lavabos, sacó su móvil, marcó un número y como si de una contraseña secreta fuera, vio como se abría una puerta y al ver el reflejo del cristal del espejo, sonrió. Esther dejó la maleta fuera, no llevaba nada de importancia que se pudieran llevar, cerró la puerta y sonrió de lado lascivamente Mientras no muy lejos de allí Luis departía con la mujer, hasta que una vez terminado el trabajo ésta le dijo mientras se tomaba su café Olga: No sé como puedes seguir así Luís Luis: Olga no empieces por favor, no quiero hablar de eso (hizo un gesto resolutivo cerrando los ojos mientras su pecho se movía intensamente) Olga: Sabes que te quiero, sabes que a mí lado... Luis: No Olga, no sería feliz al lado de ninguna mujer que no sea ella Olga: Pero ella no te quiere Luis: Pero terminará queriéndome, lo sé... ahora cuando ganemos el premio todo será diferente, estaremos de giras, viajando a América, a mi lado siempre Olga: ¿Y qué cambia? Luis: Que estará a mi lado y verá que todo cuanto hago por ella es porque la amo, verá que nadie absolutamente nadie le ha dado lo que yo

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Olga: Me das tanta pena Luís, sabiendo lo que sabes... no creo que hayan muchos hombres que aguantaran lo que tú Luis: Ella no ha vuelto con ninguna mujer (se defendió de aquella mirada repleta de reproche y lástima) Y sabe que yo soy lo único que tiene en la vida, sus padres le han dado la espalda, Guillermina no creo que aguante mucho, y Teresa, con ella no tengo problemas es tan de Dios, que no habría podido conseguir una mejor guardiana (dijo de modo jocoso) Olga: ¿Y sigues creyendo que vivir así vale la pena? Luis: Olga por favor... Olga: Está bien... está bien... hay quien elige vivir de una manera y hay quien elige mal vivir de otra... (él la miró fijamente) Aunque no te entienda Luis: La quiero Olga: Lo tuyo no es amor, es obsesión. Voy al lavabo Apoyada en la puerta Esther seguía sonriendo, se oía el barullo fuera de entrar y salir de mujeres, hablar en otros idiomas, pero las dos mujeres se miraba sin más, ninguna hacía nada tan solo mantenían la sonrisa en los labios M: ¿No me creías capaz? (le dijo bajito acercándose a ella entre sonidos de cisternas, grifos y voces) E: ¿La verdad? (Maca puso sus manos en la cintura de una Esther que notó pura electricidad en su espalda) No M: Pues aquí me tienes (la obligó a juntar su cuerpo contra el suyo mirándose fijamente, Maca humedeció sus labios sedientos de beber de aquella otra boca entre abierta que parecía esperarle, los ojos de Esther parecían abrasarle los labios) Dispuesta a hacer lo que quieras E: Eso me gusta mucho No hubo más palabras en aquel lugar que las rodeaba a un ritmo de un entrar y salir frenético algunas veces, otras con calma mientras algunas mujeres se daban sus últimos toques de maquillaje, el ruido del secado de manos, todo en sus oídos se perdía, tan solo aparecían los latidos de sus corazones, de sus sienes, mientras se besaban con una pasión desmedida, las manos sacaron la ropa de una manera brusca y es que el deseo las quemaba por dentro de manera brutal, las lenguas jugaban en la boca ajena mientras los cuerpos trataban de rozarse a su justa medida, en su máximo esplendor, Maca terminó por apoyar a Esther contra una de las paredes, ésta se dejó hacer, era algo distinto, había tenido muchos polvos en los lavabos, rápidos y sin más, donde ella ponía el ritmo, donde ella ponía las reglas, sin embargo, en aquel lavabo entre sonidos y llamadas de vuelos, dejó que aquella mujer que había sido dominada, hiciera lo que creyera oportuno con ella, porque aquello no iba a ser un polvo cualquiera, estaba siendo un

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momento que si hubiese querido le habría parecido maravilloso pero tan solo pensó que era diferente. Maca abrió el pantalón de Esther mientras sus ojos se devoraban con ansias, Esther apretó el trasero de Maca contra su cuerpo y la mano de ésta que había entrado a visitar el rincón que le hacía perderse en las noches desveladas, en aquella esencia que desde que descubrió, no podía dejar de pensar en su maravilloso roce, en la calidez que encontraba, en las sensaciones tan intensas que nacían en ella, comenzó al mismo tiempo que devoraba su cuello y provocaba que Esther se mordiera el labio inferior, que sus manos se agarraran mucho más a ella, aquellas caricias que le estaba entregando eran caricias diferentes, o era ella la que las sentía diferentes, su cuerpo se agitaba mientras sus bocas se encontraban y los labios ansiosos se unían sin casi dejar que el aire saliera de sus bocas, a punto de estallar Esther a punto de gozar Maca, al verla, se separó bruscamente de aquella boca que se resistía a demostrar el placer que estaba sintiendo, pero que al abrir los ojos y ver la mirada dulce y tierna de Maca, no pudo más que dejarse llevar, liberarse de sí misma, sentir que era el placer. Agitada por ver que había conseguido en Esther una explosión como jamás antes lo había hecho, Maca sonrió con la respiración aún agitada apoyando su frente contra la otra, sonriendo, hasta que Esther quiso desligarse de tantas sensaciones internas que se golpeaban como si fueran protones y antiprotones, que parecía iban a conseguir un gran bing-bang en su interior. Sin contemplaciones la empujó sobre la pared, desabrochó con arte los botones de la blusa, el pantalón, mientras besaba y mordía su piel, Maca comenzaba a sentir que su cuerpo se agitaba y necesitaba más de aquella mujer que la volvía loca, agradeció cuando de un tirón bajó su pantalón, y mucho más cuando notó como la boca de Esther se adueñaba de su interior M: Mmmmm (se le escapó un sonido gutural que trató de evitar y no pudo) Aquel sonido salió por encima de la puerta, y llegó a los oídos de dos mujeres que se estaban lavando las manos y que se miraron de reojo. Una de ellas, Olga, puso atención mientras la señora se marchaba, se había quedado sola en ese instante y se acercó con sigilo hasta la puerta de donde había llegado aquella especie de gemido, apoyó su oreja en la puerta justo cuando entraron de golpe varias mujeres hablando, sin más, salió de allí dirigiéndose hacia Luis quien se había levantado Luis: Acaban de llamarme para mi vuelo Olga: ¿Estás seguro de lo que vas a hacer? Luis: Sí Olga: Me da pena decírtelo pero... te estás degradando totalmente como persona, ¿si tú mujer en estos momentos estuviera con una mujer, se lo perdonarías? ¿la volverías a mirar, a tocar? (lo miraba seria) Luis: Maca lo es todo para mí (se dio la vuelta para marcharse y a pasos rápidos como si pudiera así olvidar aquellas palabras y preguntas se marchó) Olga: Y tú lo eras todo para mí, nada es imprescindible y espero llegue el día que te des cuenta que esa mujer no te merece

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Las manos de Maca apretaban los hombros de Esther que notaba como clavaba sus cortas uñas pero le bastaba ese dolor para saber que estaba a punto. Maca apoyó contra la pared su cabeza, cerró fuertemente los ojos mientras trataba de no separar los labios, su vientre se movía de manera rítmica a toda velocidad, sus pechos se erguían como si necesitaran de que alguien tuviera piedad para que no explotaran de tanto placer, entre suspiros, cogió una de las manos de Esther que se apoyaban en su muslo y la transportó hasta su pecho derecho, Esther la mejor adivina de orgasmos, imprimió más ritmo, más fuerza contra su pecho y Maca con el ceño fruncido, con sus uñas clavándose en el hombro de Esther tuvo que soportar un grito de placer con las venas marcadas, con los ojos cerrados hasta que llegó y sintió necesidad de separar a Esther, y poco a poco fue cayendo arrodillada hasta que Esther mirándola lascivamente le sonrió E: Menos mal que has elegido un lavabo limpio M: Lo acababan de limpiar (decía entre jadeos mientras se sentaba pasando su lengua por los labios secos) E: ¿Te ha gustado? (hablaban bajito, mientras su dedo jugueteaba sobre el pecho todavía endurecido de Maca. Fuera el jaleo volvía a ser intenso) M: Me enloquece (le cogió el dedo y lo besó susurrando levemente entre una respiración aún enloquecida) E: Lo sé... (se lanzó a sus labios abrasivamente) M: Esther (suspiró mientras le acariciaba el pelo) E: ¿Qué? (Maca la miró fijamente a los ojos, aquellos ojos parecían habían sufrido una explosión tal, que cegaban a la enfermera) M: No te vayas (no sonó a ruego, pero no quedó muy lejano a ello) E: Dentro de media hora sale mi avión, no puedo quedarme M: Me encantaría tenerte entre mis brazos esta noche (la seguía mirando tan cegadamente que Esther quería huir de allí) E: Maca... (la miró y la escritora cerró los ojos asintiendo como entendiendo lo que quería decir) Aún nos da tiempo para otro En el avión, el cansancio por las posturas incorrectas en el lavabo con su magullado cuerpo, la tensión vivida con Lidia y sobre todo aquella mirada de Maca, hacían que en ella las sensaciones se mezclaran como si se hubiera emborrachado y se sintiera mareada. Por más que no quería pensar, era inevitable no hacerlo Solo detuvo su cabeza al entrar en casa y ver allí a Consuelo y Sandra esperándola

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Sandra: ¿Y tu maleta? E: Me la robaron (le dio dos besos) Sandra: ¿Dónde? E: En el cuarto de baño Consuelo: ¿Pero cómo se te ocurre dejarte la maleta fuera? (le recriminaba mientras la besaba también) Vamos como si lo viera es que a atolondrada no te gana nadie ¿eh? E: Porque dentro no cabía Consue. ¿Qué tal todo? (preguntó con su rostro sereno) Consuelo: Aquí esperándote para cenar (le dijo mirándola sin entender aquella calma) E: ¿Solo cenar? Consuelo: Vamos... vamos... que nos queremos enterar de todo Sandra: ¿Habrás denunciado el hurto? (le preguntó Sandra mientras Esther se iba hacia su habitación) E: No, la culpa ha sido mía (gritó) ¿Pero qué quieres? Prefería tirarme a Maca que tener la maleta Sandra y Consuelo se miraron alzando las cejas algo inquietas, ávidas por saber pero siendo conscientes que la presión no surgiría efecto, que Esther contaría sus encuentros sexuales y su número de actos, donde el número mayor de veces habían sido veinticinco en dos días sin parar, y como siempre acatarían aquello, con mala gana pero si querían conservar la amistad, debían entender que era la vía elegida por Esther, y que, ellas ya no podían cambiarla E: ¿Cenamos? Y así lo hicieron, primero cómo siempre, ponerse al día del hospital nuevos cotilleos, nuevos problemas, después Sandra le contó sobre cosas que iban a mejorar para su boda, el banquete los menús. Llegado el café se sentaron en el sofá para charlar más cómodamente E: Antes que reventéis tendré que contaros algunas cosillas, os advierto atención porqué no lo voy a repetir Consuelo: Preparada (dijo Consuelo aferrándose al sofá desatando la sonrisa de las dos) Sandra: Venga... yo también... E: He estado poco con Maca, bueno lo que ya sabéis, subió el marido yo en el balcón pero salvamos el momento. Al día siguiente ella no pudo venir porque tenía cosas que hacer con su marido, yo me fui con Estrella ¿os acordáis aquella enfermera que trabajo

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un tiempo aquí?, pues eso, quedamos, estuvimos comiendo, paseamos y después me fui a casa Consuelo: ¡Un momento! (alzó su mano algo perturbada y preguntó) ¿Nada más? E: Nada más Consuelo: ¡Estrella te volvía loca! (le decía sin creerla) E: Si yo digo que nada más, es, nada más (dio dos golpes de voz como si con ello estuviera todo finiquitado) Sandra: Sigue (por sus ojos podía entender que algo grave pasaba y trataba de expresarlo de alguna manera, eso era lo que le preocupaba) E: Me fui de marcha ya que Maca no iba a prestarme atención Sandra: Lo malo de ser amante (le dijo de forma contundente Sandra) E: Es verdad Consuelo: Ya me extrañaba a mí que fueras tan buena chica E: ¡A ver que dices que no lo cuento, eh! (le apuntaba con el dedo) Sandra: Venga sigue (dio un sorbo a su taza) E: Me fui a chueca, reconozco que no sé muy bien porque me fui a uno de los garitos que frecuentaba con Lidia Consuelo: ¿Y qué fuiste hacer allí? (se incorporó sobre la mesa acodándose sobre ella con los ojos abiertos de par en par) Sandra: Ya lo ha dicho Consuelo, no lo sabe (agregó aferrándose sin darse cuenta al mango de la taza, había captado a Lidia en la retina de Esther) E: La cuestión es que estaba allí bailando con una chica... con la que estaba empezando a calentarme... Consuelo: Esther que una tiene una edad y no puede escuchar según qué (le dijo molesta con sus palabras, como siempre que hablaba así) E: Pues nada, estábamos bailando con los sexos bien preparados (dijo mirando intensivamente a Consuelo que cerró los ojos y negó con la cabeza) Vamos sin negarlo, me estaba imaginando montar una escena con ella Sandra: ¿Con ella? ¿o con Maca? (preguntó lentamente)

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E: Irremediablemente pensaba en Maca, pero de repente, alguien me llamó y (ambas la miraron fijamente sus caras le demostraron un cierto miedo) Pues sí, era Lidia Consuelo: ¡Dios! Sandra: Joder (se tapó la cara con las manos) E: Y volvió a ganarme la batalla (masculló) Si no llega a ser que Teresa estaba allí... Consuelo: ¡Y tú para qué vas a ese sitio! La culpa es tuya Sandra: Consuelo por favor (le dijo lentamente) E: Lo sé... no imaginé que volvería a verla Sandra: ¿Te hizo algo? (le preguntó con miedo) E: Me besó, y sentí tanta repugnancia que pensé me moría Sandra: ¿Y qué hiciste? E: Aprovechando que Teresa apareció me escapé, en la huida me atropelló una bicicleta, y con la ayuda de Teresa llegué hasta su casa y ahí me dio un buen bajón Sandra: ¿Y hoy? E: Hoy le he hecho una propuesta a Maca, hacer una locura, sabía que no lo iba a hacer, el marido la tiene chantajeada y amaniatada Consuelo: Pues para tenerla así bien que ha ido (hizo una mueca de asombro) E: Me ha sorprendido, sí (Sandra y Consuelo intercambiaron su mirada) En fin... mañana a trabajar y poco a poco se pasará toda la intensidad que he vivido en un fin de semana Sandra: ¿Cómo habéis quedado? E: Realmente cómo no depende de ella poco sé Consuelo: Pues estamos bien... bueno yo os dejo que ya es tarde, ya sabiendo lo que hay, me voy a mi casa más inquieta si cabe... ¿no volverá Lidia, verdad? E: No creo... pero es una batalla que tengo perdida Sandra: Quizá pierdas una batalla, pero ganes la guerra en tu vida y sabes a lo que me refiero E: Maca es imposible, un imposible demasiado grande

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Consuelo: ¡Un momento! ¿y si dejara a su marido? (se mostró alegre ante su repentina idea) E: Eso es todavía más imposible... por Teresa he sabido cosas y... creo que está en una situación muy complicada Consuelo: Bueno... pues lo dicho me voy Sandra: ¿Quieres que te acerque a casa? Consuelo: No hace falta, gracias. Mañana nos vemos Esther, y sobre todo, mucho cuidado con el marido E: Que sí, que sí (le decía en tono cansino mientras le dejaba un beso en la frente) Cuando Sandra volvió, se sentó a su lado en silencio entonces, Esther apoyó su cabeza sobre su hombro y le dijo: E: Me gustaría ganar la batalla, pero no estoy segura de saber cómo hacerlo, ni siquiera sé, si estoy preparada para intentarlo, pero me encantaría volver a ver la mirada que he visto hoy en Maca, me encantaría que el resto de mi vida me mirara así Sandra: Lo sé pequeña... lo sé... Eran cerca de las once de la noche cuando Luis llamó a Maca, ésta le contestó en seguida, le confirmó que estaba en casa de Teresa, algo que le dejó tranquilo, porque pudo escuchar la voz de la mujer que hablaba de fondo. Al colgar, se quedó mirando el teléfono y suspiró, cogió el de Teresa y comenzó a escribir algo, al verla la mujer resopló T: Acuérdate de borrarlo M: Sí T: Anda toma el té que nos vamos a dormir, tienes mala cara M: Le he propuesto a Luis irnos al faro T: ¿Y? (la miró enarcando ambas cejas sabiendo que a Luis no le gustaba nada) M: Me ha dicho que sí. La semana que viene nos iremos T: ¿Tú y yo? (la miró temiendo que Luis también) M: Y Esther En el sofá Esther descubrió el mensaje que le acababa de llegar, Sandra sonrió

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Sandra: Hacía mucho tiempo que no te veía esa cara E: Es de Maca Sandra: Lo supongo E: Es una lástima Sandra: ¿Por qué no luchas? E: Porque sería como Don Quijote con los Molinos, un imposible Sandra: Recuerda que aquello fue un sueño, una visión, y quizás esa visión te anula la posibilidad de luchar por algo que pueda ser real. No le eres indiferente por lo que me cuentas E: Jamás me habían mirado así, y eso me da miedo Sandra: ¿Y de qué sirve el miedo? No creo que Maca te haga más daño del que te hizo Lidia. Por cierto, ¿te comentó algo de lo que pasó cuando la agarraste fuerte? E: No, nada, no tuvimos tiempo Sandra: Primordial que hables con ella de ese tema (trató que Esther entendiera que era muy importante no ocultarle esa parte suya porque sabía que quien le podía ayudar era Maca) E: Gracias por escucharme Sandra, me voy a dormir... le contesto y me acuesto Sandra: A veces hay que echarse a la piscina aunque no sepamos si hay o no agua. Buenas noches Maca había decidido acostarse pronto, sabía que Teresa quería decirle algo pero ella no estaba cómo para escuchar nada, con el teléfono entre sus manos esperando la contestación de Esther, miraba el techo, en otro momento, la humillación de Lidia hubiera aparecido en su cabeza, en ese instante todo lo ocupaba Esther Pip...pip...pip... Sonrió ampliamente, abrió con nervios el móvil y leyó “A mí también me gustaría pasar más tiempo a tu lado, descansa y que sueñes conmigo, guapa” M: Esther...

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Murmuró mientras abrazaba el teléfono, y exhalaba un profundo suspiro pensando que por una vez la vida, podría ayudarle aliándose con su felicidad Desde el teléfono móvil del trabajo, Teresa hablaba con Guillermina que sin duda estaba preocupada por todo cuanto había sucedido Guillermina: Ese mal nacido ha ido a Valencia porque se huele algo (dijo entre dientes) T: ¿Qué se va a oler Guillermina? No seas exagerada Guillermina: Lo que yo te diga, es malo y va a por Esther, deberías avisarla T: No pienso hacerlo, te lo advierto, en mi vida he hecho tantas tonterías juntas en tan poco tiempo Guillermina: Si descubre que Esther está con Maca ¿sabes lo qué va a pasar? T: ¿Y qué quieres qué le diga a Esther?, cuidado que Luis está allí... ¡vamos Guillermina va por asuntos de negocios! Guillermina: No me fío Teresa, no me fío T: Además, Maca está empeñada en llevarse a Esther al faro, ¿tú sabes lo que significa eso? Guillermina: Sí, algo maravilloso T: Significa estrés, porque él puede llegar en cualquier momento sin avisar y como no echemos al agua a Esther... ¡ya me dirás dónde la escondemos! Guillermina: Deja de verlo todo negro, ¡sabes de sobra que en el faro no es fácil sorprenderos! T: No sé Guillermina... no sé... y más si hablamos de Luis parece que para él todo sea posible Guillermina: Bueno, Esther todavía no lo sabe, así que respira y no te agobies ni me estreses a mí que estoy mayor. ¿Qué cara traía Maca? T: Pues feliz... y por otro lado muy nostálgica, no estar con ella el sábado... Guillermina: ¿No le habrás dicho nada? T: ¿A qué santo voy a decir yo? Guillermina: Bien... déjame que hable con Esther y vea por donde van los tiros

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T: Guillermina creo que mejor estarnos quietecitas tú y yo, no podemos hacer de celestinas, tan solo observar y estar atentas, yo nunca había visto tan taciturna a Maca como hoy, quiero decir, hasta sonreía de vez en cuando Guillermina: Claro debía recordar lo que han estado haciendo T: ¡Jesús! Guillermina: Bueno... tendremos que plantear un plan para el faro T: ¡Ya estamos! Es que me vais a matar entre tú, Esther y Maca Guillermina: Tranquila morirás intacta y te haremos una Misa célebre y si esto sale bien y me apuras, pediré que te beatifiquen De pronto sus carcajadas quejosas atacaron rabiosamente la oreja de Teresa 17 Mayo 2005 Cuando le sonó el despertador a Esther le costó un mundo levantarse, tuvo que ser Sandra quien insistiera desde la puerta para que se despertara si no quería llegar tarde a su trabajo, mientras una preparaba el café, la otra se duchaba, y así juntas de pie desayunaron con prisas Sandra: Me queda tan poco tiempo de disfrutar estos desayunos E: Ni me lo recuerdes (le dijo con la boca llena) Sandra: Lo siento, es verdad... (sonrió) E: He tomado una decisión Sandra Sandra: ¿Sí? E: Creo que ver a Lidia de nuevo me ha valido de mucho Sandra: ¡Uf! E: Voy a ir a por todas con Maca, no pienso distraerme, me voy a centrar en escribir mi novela y en ser su amante, única y exclusivamente suya, darle de mí lo mejor, creo que de ese modo se apartarán de mí esas ganas de dominarla Sandra: ¿Estás segura? E: Completamente, en mi vida he estado tan segura de algo, cada vez que recuerdo a Lidia acercándose a mí, o yo misma, pidiéndole una escena a esa chica, me doy asco, ya es hora de olvidarse de las mujeres y disfrutar de tan solo una, el tiempo que la tenga lo viviré intensamente hasta que llegue el final

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Sandra: No tiene porque llegar un final (la miró con algo de recelo) E: El marido es un cabrón Sandra: Y tú cuando quieres eres un cielo, creo que Maca no dudará con quien ir (en ese instante le entregó una sonrisa de amiga) E: Yo no quiero que deje al marido, porque eso sería una relación seria y tú sabes que yo no soy así Sandra: Pero... (la miró sin entender) E: Seré su amante hasta que nos cansemos, después, a otra cosa mariposa Sandra: ¿Y si te enamoras? Ayer pusiste cara de boba cuando recibiste el mensaje E: No me voy a enamorar, tranquila Sandra: Está bien, si estás segura, pero habla con ella y aclara tu pasado, que sepa quien eres realmente, no la engañes E: No la engaño, hablar de mi pasado no creo que sirva de nada, ella también lo tiene Sandra: Sigo pensando que te equivocas al respecto, pero bueno si haces algo indebido ella te hará hablar E: ¡Me voy! Joder ya llego tarde. Hasta la tarde Sandra: Hasta la noche E: Vale hasta la noche (le sonrió marchándose a toda prisa) Subió a su bicicleta cuando sonó el teléfono móvil, no podía cogerlo así que omitió el sonido y pedaleó más fuerte hasta llegar al hospital como siempre corriendo. Ante el gesto de Consuelo le dijo con cara de pena E: Lo siento... Consuelo: Lo siento... lo siento... luego cuando miras la nómina no entiendes porque te descuentan dinero... E: Me voy Salió corriendo por el pasillo, se cambió y al salir miró el teléfono, le había llamado Maca, pero tenía que acudir a un box donde requerían E: Luego la llamaré

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Mientras en Madrid Teresa recién levantada pasaba por el comedor y asombrada veía como ya de buena mañana Maca estaba trabajando en el ordenador, al verla tan concentrada decidió preparar el desayuno eso sí, sin poder evitar cierto gesto de preocupación. Ella no estaba tan segura cómo Guillermina de que en el faro estuvieran seguras, y mucho menos pensaba que Luis pudiera sospechar algo sobre Esther, eso era imposible. Tras un bostezo, abrió la nevera y sacó la mantequilla, entonces cayó en la cuenta de la cantidad de novenas que debía T: No sé si voy a poder con todas... ¡ay Señor! Que no sea verdad, ayúdanos y que Luis no sospeche nada En el mostrador de Urgencias, un hombre esperaba acodado sobre el mostrador ante una relativa tranquilidad. Pronto se le acercó una de las chicas y le preguntó -: ¿Qué le ocurre? -: Vengo buscando a la enfermera Esther García, ¿está? -: Sí trabaja hoy Luis: ¿Usted sabe si por casualidad ha estado de viaje, o suele ir a Madrid? Consuelo: Deja Aurora ya me encargo yo. Buenos días... me suena su cara (le dijo Consuelo para ganar algo de tiempo y preparar alguna salida) Luis: Vengo buscando a la enfermera Esther García Consuelo: Ahora mismo está en una operación Luis: ¿Sabe si va a tardar mucho? Consuelo: Es complicada, quizás un par de horas Luis: Por casualidad usted podría decirme si últimamente ha viajado a Madrid Consuelo: ¿Madrid? Para nada... vamos... además ¿pasa algo? Luis: No, nada Consuelo: ¡Usted es el marido de la escritora si... como era... ¡Wilson! Luis: Sí (sonrió forzadamente) Consuelo: ¡Que buena es! ¡y que buena pareja hacen! Yo estaba aquí dándole vueltas pero no sabía muy bien a quien me recordaba. No había manera de ubicarlo Luis: Podría decirle a la enfermera García que la espero en la cafetería de ahí al lado

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Consuelo: Claro, claro... dígame... ¿la va a ayudar? Es muy buena escritora... hizo el curso con su mujer y... Luis: ¿Y está casada o tiene novio? Consuelo: Pues tiene... (sonó el teléfono haciéndole una señal para que aguardara un poco Luis miraba alrededor) No esa historia la lleva el doctor Marín En ese instante Esther se acercaba con una historia en su mano, se fijaba en lo que había escrito, Consuelo que la había visto llegar, trataba de hacerle una señal como que estaba allí Luis pero ella, lejos de mirarla se acercó sin apartar la vista del papel E: Consuelo que... ah estás hablando (le dijo al verla) Luis: Hola Aquella voz la reconoció al instante, lo miró incrédula al principio pero la patada de Consuelo le hizo reaccionar E: ¡Hola! ¿se encuentra mal? (le preguntó con su frialdad habitual cuando hablaba con él) Luis: No, quería hablar contigo E: ¿Le pasa algo a su mujer? Luis: Eso tendrás que decírmelo tú (Consuelo se dio la vuelta y cerró los ojos) ¿Tienes tiempo? E: No, acabo de salir de una operación y tengo que rellenar los papeles Luis: Te espero E: Vale, dentro de media hora en la cafetería Luis: Preferiría en un lugar menos concurrido, he visto una en esta calle al final E: ¡Ah vale! Luis: Hasta ahora Consuelo: ¡Ay señor Esther que si no llego a venir la bruta de Aurora le suelta algo! E: Vale... tranquila... (le decía algo nerviosa) Consuelo: Este sospecha algo. ¿Estaba haciendo preguntas? ¡sospecha hija mía, sospecha! E: No creo... será casualidad... no te preocupes (Esther le acarició con ternura el brazo)

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Consuelo: Esther... no te metas en líos por una mujer, por otra mujer no E: No lo haré Consuelo: Prométeme que si ves que sospecha de ti, dejarás de verte con ella (la miraba con preocupación a los ojos) Ella no va a dejar a su marido por ti, tú misma lo has dicho, no quiero que tengas problemas Esther, por favor, prométemelo E: Te lo prometo, ¿vale? Consuelo: Sí, ten cuidado, seguro te tiende una trampa E: Tranquila joder que te va a dar algo y me vas a provocar en mí un ataque de ansiedad Consuelo: Sí, me va a dar, sí (decía abanicándose con un historial y entonces recordó a Sandra, llamándola rápidamente) Tenemos problemas Sandra, el marido de Maca quiere hablar con Esther. Sí, está en una cafetería esperándola, bueno ya sabes que tiene cara de estreñimiento, pero me da que lo sabe... ¡mare de Déu! Ajenas a todo aquello en Madrid, con un día radiante mientras almorzaban al sol en la pequeña terraza de Teresa, hablaron de la novela, Maca se había planteado un cambio que a Teresa no le parecía apropiado y como siempre, lo hablaban y lo trataban de analizar desde sus dos posiciones M: En fin... tan solo es una variante T: Está bien si luego le das vida, quiero decir, si lo desarrollas tal como es el final de la historia M: Sería un revés en mis historias T: Pues sí, no hay nada como vivir una propia determinadas vivencias ¿verdad? M: Sí, la verdad que sí (sonrisa amplia y feliz) T: Creo que los lectores van a sorprenderse de este nuevo estilo M: No quiero encasillarme, en el curso me decían precisamente eso, y Esther me dio la llave para abrir esa puerta nueva, quiero decir, esa opción de cambiar mi estilo, mi forma de tratar las tramas T: Esther... (susurró) M: Ayer cometí una locura Teresa T: No lo quiero saber (le dijo subiendo las manos)

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M: Vale, ahora me arrepiento de no haberme ido con Luis a Valencia T: ¿Y realmente para qué iba? M: Por algo del curso, creo que algo relacionado con los libros que editamos T: ¡Ah! (dijo bebiendo de la taza) M: Podría haberme visto con ella T: Maca... sé que no me vas a hacer ni caso M: Es una ilusión Teresa, una ilusión nueva y no la pienso dejar pasar T: ¿Te has parado a pensar si Luis ha ido a Valencia para hablar con ella? M: ¿Qué? (la miró totalmente desconcertada) T: Sí, imagina por un momento que... sabe o intuye algo M: Eso es imposible Teresa, no ha visto nada para tal cosa (respondió con gesto nervioso) T: ¿Te parece poco tu cambio desde que volviste de Valencia? M: No tiene nada que ver T: Maca... Luis será todo lo canalla, antipático y asqueroso que quieras, pero lo que no es, es tonto. Justo te pasas a dormir sola cuando vuelves de Valencia, justo cuando él no ha estado, además, a mí me insistió y me preguntó sobre la enfermera M: Pero tú le dijiste que no, y que yo me haya marchado a otra habitación es algo que debí hacer hace mucho tiempo (la miró enfadada) T: Pero lo has hecho ahora... M: Teresa... no puede ser... (le dijo sin poder evitar sus nervios) T: Maca... tienes que tener muy claro lo que haces y como lo haces, por tu bien más que nada. ¿Dónde vas? M: A llamar a Esther La puerta de la cafetería se abría despacio y con el uniforme y sobre él una rebeca de fina lana azul entraba Esther, lo vio en una esquina con su peinado impecable, su reloj de oro, su estilo imperturbable aunque fuera para hablar con una desconocida en un lugar repleto de humo. Exhaló un profundo suspiro y entró decidida a saber que quería

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E: Bueno, ya estoy aquí (le dijo sentándose) Luis: ¿Quieres tomar algo? E: Un café con leche no tengo mucho tiempo Luis: Un café con leche por favor (le dijo al camarero en el preciso momento en que el móvil de Esther sonaba, él no le perdía detalle, vio como miraba la pantalla y como colgaba) Por mí puedes contestar, no tengo prisa E: Pero yo sí, estoy trabajando Mientras en Madrid M: Joder Esther no me cuelgues ahora... no puede sospechar nada... simplemente es un ataque de dudas de Teresa, tranquilízate Maca En la cafetería Luis: ¿Qué tal te van las cosas? E: ¿A mí? (le preguntó absorta) Luis: Sí, a ti, mi mujer me ha dicho que eres muy buena escritora, con proyección de futuro (la miraba fijamente) E: ¡Vaya! (sonrió como si fuera la primera vez que se lo dijeran) Luis: ¿Qué te parece mi mujer? (sus ojos se volvieron cien por cien escrutadores) E: Impresionante, creo que es auténtica, además no sólo para la lectura de las mujeres, a mí chico le encantan sus novelas (entonces volvió a sonar su móvil) Disculpe. ¿Dime Pascualet? M: ¿Estás con él? (preguntó aterrorizada) E: Sí, pero no te preocupes, cuando termine te aviso, si puedes bien sino, ya hablamos en casa. Un beso... ¿por dónde íbamos? (carraspeó) En Madrid M: No puede ser... no puede ser (decía con un pánico desmedido y la mano sobre su frente) Caminaba nerviosa pensativa, jamás creyó que pudiera sospechar de Esther, no habían hecho ninguna clase de manifestación ante él que pudiera llamar su atención, pero había algo claro, su cambio se debía a la presencia de aquella mujer en su vida, estaba muerta

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de miedo, se había dejado llevar por el impulso de encontrar una mujer con la que compartir momentos de intimidad, y aquello le había hecho perder las perspectivas con su marido. Entonces se percató que si era así, Luis podía descargar su furia contra Esther, y se planteó llamarlo, aunque con rapidez desestimó la idea M: ¡Joder! (protestó en voz alta) En la cafetería Luis: Sobre mi mujer E: Ah, sí, impresionante Luis: ¿Qué buscas en ella? (la miró penetrantemente con unos ojos repletos de furia e inquisidores) E: ¿Cómo? (le preguntó lo más ofendida posible) Luis: Me has escuchado perfectamente E: Me está ofendiendo con esa pregunta (le dijo con gesto serio, agachando un poco la cabeza y mirándole con las cejas enarcadas fijamente) ¿Cree que trato de beneficiarme de conocerla para publicar? Hubo un silencio acertado por parte de Esther, Luis la desafió con la mirada E: Lo siento, pero creo que no tenemos nada más que hablar... espero que por tu pésimo comportamiento hacia mí tengas la amabilidad de pagar el café con leche. Porque a mí me sobran arrestos para publicar sin la ayuda de nadie (entonces apoyó con seguridad sus manos sobre la mesa y le dijo mirándolo fijamente a los ojos) ¿Te ha quedado claro? Luis no contestó E: Espero que sí Dio media vuelta y se marchó, a Luis le había desconcertado aquella actitud, quizás estaba sacando las cosas de quicio, se pasó la mano por la cara, quizá Maca había cambiado no porque alguien le hubiera incitado a hacerlo, entonces recordó el episodio del lavabo donde la obligó a arrodillarse, en ese instante se arrepintió, quizá aquel era el detonante y no otro de su distanciamiento. Además Teresa había hablado con él, era su aliada y no había sospechado nada entre ellas, y también estaba ese novio suyo ¿cómo lo había llamado?, bueno que más daba, el miedo a perderla le estaba haciendo cometer errores que jamás antes había cometido, el episodio del lavabo fue el detonante para ella, estaba seguro, con un gesto de rabia llamó al camarero Una vez en la calle Esther anduvo como si nada hubiera pasado, aunque su gesto era realmente serio, realmente preocupado. Al verla Consuelo se dirigió hasta ella corriendo Consuelo: ¿Qué? ¿qué?

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E: Nada, ese tipo es un desgraciado (murmuró entre dientes con total rabia) Consuelo: ¿Os ha descubierto? (le preguntó con la mano sobre el pecho) E: No, creo que no (dijo preocupada) Consuelo: Esther... (Esther la miró fijamente haciendo una mueca de disgusto) ¿Vale la pena? Mírame, has sufrido mucho ¿vale la pena ser amante de Maca? En Madrid Maca no podía evitar demostrar como estaba por dentro, se mordía la uña, se pasaba la mano por el pelo mostrándose aterrada con el teléfono en la mano T: Bueno, la primera parte está para un diez, ahora la variante que quieres introducir, cómo es algo nuevo en tu forma de escribir no puedo saber como hará girar la obra pero (entonces la miró, al ver el teléfono en su mano pensó, que nuevamente Luis había infringido en ella algún castigo verbal) ¿Qué pasa estás pálida Maca? ¡cariño, no me asustes! M: Luis está con Esther T: ¿Qué está con...? ¿en qué sentido? (le preguntó con los ojos muy abiertos) M: ¡En qué sentido va a ser! (respondió con fastidio) No entiendo que hace con ella, ¿cómo puede sospechar? T: Te lo dije tu cambio (su tono fue acerado) M: Y Esther que no llama T: No me gustaría estar en su pellejo en este momento, no (chasqueó la lengua) M: ¡Joder! Mientras Esther miraba a Consuelo con gesto confuso, elevó sus hombros sin saber muy bien que decir y abandonó la recepción para buscar un lugar donde poder hablar con Maca. Respiró profundamente para tranquilizarse, lo reconocía, aquel acto de Luis le había pillado totalmente de sorpresa, le había desencajado E: ¿Maca? M: ¡Esther! E: Tranquila (le dijo aparentemente tranquila, ante su exclamación con alto nivel de nerviosismo) M: ¿Qué ha pasado?

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E: ¿Tú estás segura que él no sabe nada? M: No lo sé (dijo con cierto miedo que no pudo evitar) ¿Te ha dicho algo? E: Le he toreado, quiero decir, su pregunta que iba directa a nosotras le ha salido mal, me he hecho la ofendida totalmente diciéndole que cómo podía imaginar que yo quería aprovecharme de ti para ser famosa, que tú me ayudaras a... T: ¿Qué dice, qué dice? (le preguntaba nerviosa ante el gesto boquiabierto de Maca, ésta le hizo una señal para que se callara) E: Total que me levanté y me fui M: Esther... lo siento... E: No debes preocuparte por mí, suelo mentir bastante bien M: Vale (aquello no sabía de que modo tomarlo) E: Ahora... que sepas que el tío es un zorro M: Bueno, la verdad que está sorprendido porque desde que llegué de Valencia no he dormido con él (Esther puso gesto de sorpresa, aquella afirmación no la esperaba) Imagino que piensa que algo me ha cambiado, pero estoy segura que bueno... no sé no sé ya que pensar... pero él es así, cualquier mujer que se acerque ya es sospechosa E: Pues mira, sí M: Esther (se pellizco el labio inferior y cerrando los ojos para tratar de controlar su nerviosismo le preguntó) ¿Tú estás bien? E: Claro, en peores plazas he toreado, no te preocupes. Ahora te tengo que dejar que estoy trabajando M: Claro... claro... (decía algo aturdida) E: Luego te llamo M: Vale Cerró el móvil algo desconcertada, Teresa la miraba asustada con la mano sobre el pecho M: Ha ido a preguntarle a Esther si tenía algo que ver conmigo T: Jesús Santísimo (se apretó ambas manos a la altura del pecho) M: Ha conseguido mentirle

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T: Eso quiere decir que Esther no es tan mala... podía haber confesado la verdad (parecía querer convencerse a si misma de ello) M: No lo haría, estoy segura T: Mira... yo me voy a misa que ya no sé la de novenas que debo, y lo peor, es que no sé las que voy a tener que pedir para que no ocurra ninguna desgracia. Piensa por favor Maca, piensa si Esther merece la pena, si estar con ella así merece la pena Al quedarse sola, anduvo un buen rato por la casa no podía estarse quieta, bebió agua, se sentó en el sofá se puso las manos en las sienes, le dolía el estómago se reconocía que estaba totalmente atacada. Durante bastante rato estuvo pensativa ni siquiera se había percatado del transcurso del tiempo, sólo la sacó de aquel ensimismamiento su sonido del móvil, sonrió, allí estaba su Guillermina Guillermina: ¡Por fin te oigo! M: Hola tata, ¿qué tal estás? Guillermina: Jodida, pero no me quejo M: Menos mal (sonrió de lado) Guillermina: ¿Y tú? Por lo que sé, jodida pero en el otro sentido M: ¡Tata! (la riñó con un énfasis gracioso) Guillermina: ¿Pero bien o mal? M: Bien... bien... (sonrisa vergonzosa pero inmensamente feliz) Guillermina: Así me gusta. Por fin puedes decir que tienes un orgasmo hija M: Bueno tampoco te pases tata (decía con su tono de voz borde) Guillermina: Las manipulaciones propias no cuentan. Bueno, al grano M: ¿Qué quieres saber? (sonrió no lo podía evitar, Guillermina era fantástica) Guillermina: Todo M: Acabo de hablar con Esther Guillermina: ¿Y? M: Ha recibido la visita de mi marido Guillermina: ¡Lo sabía! (golpeó con rabia la mesa de madera) Es un viejo zorro, ese canalla ¡Satanás lo debería requerir y que dejara de dar por culo a la humanidad!

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M: Guillermina Guillermina: ¿Qué quieres? ¡nunca me gustó que me dieran por ahí! M: ¡Pero serás! (dio una carcajada) Guillermina: Soy sincera. ¡Qué ha ido a hacer ese desgraciado a Esther! ¿ha visto algo? ¡os ha escuchado hablar! ¡mira que es cómo tener un golondrino en el sobaco, eh! (decía enfadada) M: Pero no ha visto nada, no he demostrado nada. Tan solo me he cambiado de habitación (decía con rabia y apuro) Guillermina: Lo huele hija, lo huele. Huele tus hormonas... tus hormonas que deben estar dando saltos sin parar. Tanto tiempo sin salir, que las debes tener todas revoloteando a tu alrededor M: ¡Qué exagerada eres! (le decía sin parar de reír) Guillermina: Es un lobo. ¿Por qué cojones tienes que esperar a dejarlo? M: Porque quiero hacer las cosas bien tata, no tengo dinero, ¿recuerdas?, todo está a su nombre, quiero darle la novela, y si gano, todos los millones que reciba sean para él, ese será mi precio de libertad, si lo hago antes nada más tendré que problemas y jamás me dejara irme de su lado sabiendo que estoy con alguien, es cuestión de esperar Guillermina: ¿Y tú crees que vas a aguantar? M: Tengo pensado algo tata, pero necesito tu ayuda Guillermina: La tienes M: Lo sé Guillermina: Antes de decirme en que tengo que ayudarte contéstame una cosa. ¿Estás enamorada de Esther o sólo es un desfogue cojonudo? Cuando volvió Teresa, la encontró sentada frente al ordenador, se quito la mantilla corta que llevaba y se dispuso a preparar algo de comida, en el mismo instante en que sonaba el teléfono de Maca M: Toma dile que estoy en la ducha T: Pero... ¡ay Jesús!... ¿Luis? Luis: Hola Teresa, ¿dónde está Maca?

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T: En la ducha, ha estado la pobrecita mía toda la mañana escribiendo Luis: Necesito hablar con ella urgentemente T: Yo le digo. ¿Ocurre algo? Luis: Es personal Teresa T: Vale, vale. ¡Qué tiene que hablar contigo de algo personal urgentemente! (le dijo con cierto tono de terror) M: Joder (musitó con rabia) No me apetece nada hablar con él T: Mira... no puedes evitarlo así que le llamas y sales de dudas lo antes posible M: ¿De qué dudas? T: Maca ha hablado con Esther ¿lo recuerdas? M: Perfectamente pero eso no quiere decir nada T: Mira que es un demonio y los demonios saben más que nadie M: Trae el teléfono (le dijo de malos modos) T: ¡Uy hija! M: Lo siento, perdona (se disculpó de inmediato) T: Relájate antes de hablar con él M: Gracias Teresa. Dime Luis Luis: ¿Ya has terminado? M: Estoy hablando contigo ¿no? Será que he terminado Luis: ¿No te ha llamado nadie? M: Sí, la tata ¿por? Luis: He llamado y estabas comunicando M: Pues era ella Luis: ¿Sabes el dinero que perdemos con esas llamadas? M: ¿Luis qué quieres? (su pregunta apareció con tono cansino)

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Luis: ¿Sabes a quién he encontrado? M: Supongo que a Merche (se mordía el labio mientras cerraba los ojos) Luis: No cariño, a tu enfermera Esther M: Ah (lo dijo con toda la imparcialidad que pudo) ¿Y? Luis: Hemos estado hablando M: Y para eso me llamas (le dijo de manera indiferente) Luis: ¿No quieres saber qué me ha dicho? (le preguntó con sonrisa cínica tanteándola) M: La verdad que no me importa mucho, me gustaría saber más de Merche y como ha funcionado todo Luis: Ha funcionado bien (suspiró como si se quitara una losa de encima) Tu enfermera ha sido tan mal educada que ni recuerdos me ha dado para ti M: Bueno ¿y? Luis: Nada... nada (insistía tratando de encontrar un requiebro en su voz) M: Luis me estoy helando eso era lo urgente que me tenías que decir Luis: No, tengo que decirte que a pesar de mi incredulidad cariño, esta locura que han hecho aquí ha funcionado a las mil maravillas, me han llamado de Santander para que hagas un curso de tres días (Maca cerró los ojos con rabia) De ahí había pensado que podíais iros tú y Teresa al faro M: Luis estoy escribiendo, me está costando horrores Luis: Maca mi amor, en el faro todo será maravilloso y podrás escribir esa maravillosa novela que te va a catapultar a todo el mundo como la mejor escritora del momento. Esta tarde llego, y quiero tener una copia del manuscrito hasta lo que hayas escrito hoy, mañana me voy a Santander y en el trayecto analizaré tu trabajo, cuando tenga todo preparado allí, te reúnes conmigo y das el curso, es publicidad Maca... cuanta mayor publicidad mejor (hablaba tranquilo algo que a su vez tranquilizaba a Maca) Estás tan cerca de conseguir tu sueño cariño, a mi lado, te lo dije M: Tengo que escribir, háblalo con Teresa no puedo pensar en eso ahora Cuando colgó se puso nuevamente el teléfono sobre la barbilla pensativa, Teresa la miraba con algo de miedo M: Déjame tu teléfono Teresa

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Esther llegó a su casa agotada, había sido una mañana realmente dura unido a su poco descanso en Madrid, los nervios y el miedo, le habían dejado prácticamente fuera de combate. Ni siquiera comió, se dirigió hasta su cama y allí se dejó caer, se desnudó sobre la cama haciendo alguna postura que le recordaba el atropello y también la movida del lavabo, necesitaba descansar, pero en ella se había creado una preocupación que nunca antes había padecido. Cerró los ojos y casi el cansancio le venció, más que los pensamientos que iban y venían, estaba a punto de conciliar el sueño, en ese instante donde parece que la mente por fin descansa, donde los latidos del corazón y el resto del cuerpo ceden al relax el lugar que antes había ocupado el estrés y la preocupación, justo en ese instante final antes de dormir, apareció su rostro Se despertó cuando ya era oscuro, y la despertó el hambre de no haber sido así hubiera pasado toda la noche durmiendo. Tras un bostezo fuerte y sacudir la cabeza, se fue directamente al lavabo, orinó, se duchó y fue a prepararse algo de comer mientras se encendía el ordenador Un sándwich con tomate de tetrabrick bien repartido sobre un trozo de queso, sin duda a Sandra la iba a echar de menos por muchas cosas, una de ellas, la comida. Se sentó llevando en su mano el sándwich y en la otra una cerveza y la servilleta delante del ordenador, repasó lo que había escrito, nunca había hecho una historia de amor, sin embargo por ello se había decantado. Conforme leía volvía a retener en su cristalino su imagen. Y ella volvía a resoplar, miraba el techo como buscando ayuda, y al final, cerraba los ojos fuertemente para atraparla y no dejarla escapar, a pesar, de aquel miedo incontrolado y terrible que le daba Maca Sandra: Buenas noches (apareció Sandra) E: ¿Qué tal? Sandra: Cansada como una burra. ¿Sándwich? E: Es que me he dormido, estaba agotada Sandra: Vaya arañazo que llevas (le dijo al verle la pierna) E: Sí, pero me lo he curado no hay problema solo molesta un poco en la cama Sandra: Me he enterado de tu visita E: Joder Consuelo no se calla una ¿eh? Sandra: Ya sabes como es. ¿Bien? E: Hubo un momento que me recordó a alguien Sandra: ¿A quién? E: A Lidia (la miró fijamente) Pero en tío, claro. Igual de hijo puta

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Sandra: Pues estamos bien (protestó y ante su silencio le preguntó mientras se marchaba a su habitación y descalza asomaba la cabeza) ¿Mañana que haces? E: Trabajo de mañana, y por la tarde tengo dentista Sandra: ¿Luego saldrás? E: No creo Sandra: Vamos Esther que te estás volviendo muy buena chica (sonrió cuando sonó su teléfono) E: ¿Me lo alcanzas por favor? Sandra: ¡Pero qué morrazo tienes tía! (en la pantalla alcanzó a ver el nombre de Ángela) E: Gracias Sandra: Voy a cambiarme Sandra suspiró, no las tenía todas con ella, pero ya lo hecho, hecho estaba. Se cambió prestando atención a la conversación y no le era muy complicado porque Esther había alzado la voz. Al salir la vio nuevamente mirando la pantalla Sandra: ¿No lo ha entendido, no? E: No, es cabezota Sandra: La tienes mal acostumbrada. Siempre has sido una egoísta y ahora ella, no sabe que has dejado de pensar únicamente en ti y tu placer Esther alzó los ojos y la miró detenidamente Cuando Luis llegó a su casa, vio que Maca estaba encerrada en su despacho, señal de que estaba escribiendo, no la molestó, se cambió de ropa y se preparó una pequeña maleta, eligió los mejores trajes, las camisas más espectaculares y las corbatas más modernas. Era tan metódico en todo, todo estaba arreglado, no había ni una sola pieza mal doblada. Era otra de las cosas que habían hecho trizas su, aunque él no lo quisiera reconocer, falso matrimonio, Maca era un desastre, él se ponía frenético y así le llegó a su mente lo que en una ocasión ocurrió Luis: Te he dicho mil veces que no quiero ver tu ropa por el medio M: Déjame en paz, es mi ropa y hago lo que me da la gana (le dijo con los bríos que todavía no había domado en Maca) Luis: Recógelo todo ahora mismo (le dijo con las venas de los ojos rojos y la voz chirriante, ella lo miró omitiéndolo pasó de largo, pero su mano la detuvo en seco) Ahora

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M: Te he dicho que me dejes en paz (lo retó con odio) Luis: O lo recoges ahora, o lo vas a coger con los dientes (le apretaba furioso del brazo empujándola hasta que cayó arrodillada) ¡Ahora! Cerró los ojos, pero es que ella no ponía nada de su parte, debía ser así para que aprendiera, y en ese momento sabía que a su lado había crecido ya no solo como escritora sino también, como mujer, había aprendido a guardar el orden en su casa, había aprendido a respetarlo, a pesar de que sus modos no le gustaban, pero ella nunca le dio opción de mostrarse de otra manera, porque cuando lo hizo con cariño, lo despreció y humilló. Entonces la voz de Olga volvió a él, cerró los ojos asustado, miró hacia el despacho y saber que estaba ahí, le daba la tranquilidad necesaria En la cocina se encontraron, él se marchaba cuando ella bajaba. Ella no lo miró, él la devoró con la mirada. Ella no le habló, él le dijo: Luis: Estás muy guapa esta noche cariño (Maca no contestó y él se acercó hasta ella) M: No te acerques Luis, te lo advierto (le dijo ladeando su cabeza hacia donde estaba él) Luis: Maca... solo quiero darte amor, mi amor (pasó sus manos fuertes por la cintura de Maca) M: No necesito tu amor (le susurró herida) Luis: Mi vida... mi vida... eres mi pasión (susurraba encendido mientras notaba como se iba excitando sin más, sin escucharla, sintiendo única y exclusivamente su deseo por ella) M: Suéltame Luis Luis: Cariño... amor mío (sus manos abarcaron sus pechos, los ojos de Maca se cerraron su gesto se transformó en hastío) Eres mi locura Maca... mi locura M: ¡Te he dicho que me sueltes! Lo empujó como pudo, le asqueaba tanto su forma de tocarla que sacaba fuerzas de donde no las tenía, pero en esos momentos era cuando Luis perdía la noción, no podía entender su rechazo cuando él le entregaba todo su amor, la ternura que sentía y su iración, y era entonces ante su reacción cuando se cegaba, y era cuando se transformaba en lo que después se reprochaba pero todo era culpa de Maca, lo obligaba a demostrarle su amor de aquella manera que después tanto le asqueaba. La cogió del pelo y la empujó contra la mesa, levantó el camisón con rapidez mientras Maca se quejaba por el daño que le había hecho en su melena, los pantalones del pijama bajaron en un segundo, y en mucho menos Maca gritó, notó como su pene penetraba por su ano una y otra vez, lo escuchaba gemir como un toro, la aprisionaba contra la mesa, había perdido el control, lo había perdido y no podía detenerse, la estaba dominando cómo en el fondo a él le gustaba, Maca trató de quitarle la mano que le sujetaba el pelo mientras

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él le llamaba mi amor, mi reina, mi cielo, mientras su pene la penetraba insistentemente una y otra vez, Maca solo tenía ganas de llorar, ni siquiera se quejaba tan solo quería como siempre que acabara cuanto antes. En uno de los movimientos que hizo para librarse de su mano en el pelo alcanzó a ver un cuchillo, de repente, alargó su mano y consiguió rozarlo, justo en el momento en que notó como Luis se corría entre gemidos y convulsiones diciéndole: Luis: Eres divina nena... y siempre lo serás para mí (le dijo entre jadeos) Y ahora vamos a la cama... Cuando Maca se giró llevaba los ojos repletos de lágrimas y el cuchillo en la mano, su mirada fue tan abrasiva que en ese momento Luis como si reconociera nuevamente su comportamiento cerró los ojos, Maca echó el cuchillo contra la pared mientras le decía: M: Te juro por lo que más quiero, que si me vuelves a tocar, no lo dudaré Luis: Maca espera... Maca... Maca... Pero Maca había subido escaleras hacia arriba sintiéndose horriblemente mal, sucia, se duchó, lloró, gritó, le hubiese gustado arrancarse la piel si no hubiera llegado Esther como el agua que le rozaba la piel a su cabeza Mientras bajo, Luis seguía jadeando como caballo viejo, no estaba dispuesto a perder su derecho como hombre, como marido, a pesar de todo, ella seguía siendo suya y a pesar de todo, él seguía queriéndola igual 18 Mayo 2005 Con las primeras luces del alba, Maca oyó como Luis se marchaba, suspiró había sido una noche dura para ella, tras ducharse y restregar su cuerpo frenéticamente con la esponja para borrar toda huella de aquel monstruo, se dejó caer sobre la cama, ni siquiera se tapó, se agazapó allí como era su costumbre cuando pasaba algo tan grave como lo sucedido. Pasó la noche repleta de pesadillas donde había vuelto a aparecer Lidia, donde había vuelto a ver cómo la besaba, como la tocaba, y cómo la abandonaba, había vuelto a revivir la primera vez que Luis la hizo suya, sus susurros, sus ganas de morir, la noche se le había pasado entre sentimientos negativos, miedos y rabia pero cuando por fin oyó la puerta cerrarse, giró su cuerpo y vio entre las rendijas de la persiana como entraba el sol, como la luz volvía a su vida llevándose la oscuridad, se levantó, abrió de par en par las cortinas y dejó que aquella luz le golpeara cruelmente la cara, poco a poco fue abriendo los ojos, y entonces olvidó de golpe todo lo ocurrido la noche anterior, volvió a ducharse a despejarse las ideas, se metió en su despacho y comenzó a teclear como si le hubieran poseído, las palabras llegaban a su mente de una manera incontrolada, estaba completamente fuera de si escribiendo, tecleando, las imágenes se sucedían, la bella valenciana que se había enamorado del bello arrocero valenciano, rudo y con una barba que al acariciarla le hacía erizarse, y sin embargo se tenía que casar con el niño bien que la utilizaba, narró la escena tal y como la sintió la sacó hacia fuera, el matrimonio se había consumado de una manera brutal para la pobre muchacha enamorada cuando el niño bien se percató que no era virgen, la penetración

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anal le causó un dolor insoportable, mientras su amado arrocero le acariciaba como si fuera un suave algodón, aquel señorito la acariciaba como su dueño, y así la bella valenciana burguesa se había hundido en la miseria. Hasta que una guerra llamó a las puertas sin que nadie lo quisiese, y el niño bien se salvó de ir a ella porque huyeron mientras su amado se quedaba en el frente El sonido del teléfono la sacó de su historia M: ¡Hola! (sonrió) E: Lo siento sé que no te tengo que llamar pero... me moría de ganas de escucharte M: Yo también (su cara se transformó en calma, sus arrugas tensas se fueron relajando hasta mostrar una mueca tierna) E: ¿Qué haces? M: Escribía, ¿y tú? E: Operaba (sonrió) M: Prefiero lo mío E: Claro y yo (dio una carcajada) Pero bueno es lo que hay. Tenía cinco minutos y quería saber si todo iba bien M: Sí, si lo dices por Luis, tranquila no ha mencionado más de lo normal E: Me alegro. Bueno he de dejarte que tengo que volver a trabajar M: Claro, claro E: Adiós (se pinzó el labio era adecuado decirle “estaba un poco preocupada” negó con la cabeza y resopló) Consuelo: ¿Qué? ¿ya sabes cuándo quedáis? (le preguntó Consuelo que estaba detrás suya dándole un gran susto) E: ¡Joder Consuelo!, tú y tu manía de escuchar (le respondió sobresaltada) Consuelo: Hija... si no sueltas prenda E: Pues no... no sé cuando quedamos esto es así... (entonces pasó una de las enfermeras por su lado que le apoyaron la mano en el hombro y le mostró unos papeles que leyó y mirándola a los ojos le dijo) No gracias, tengo cosas que hacer. Me voy Consue... Consuelo: No lo puedo creer ¡le ha dicho que no! ¡esto lo tiene que saber Sandra! (corrió hasta su taquilla, sacó el teléfono y le habló) No me lo puedo creer Sandra...

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Esther está cambiando... ¿pero qué dices? ¡en serio! (abrió la boca poniendo su mano sobre ella para tapar el gesto de estupor) No me lo puedo creer... Mientras caminaba por el pasillo se daba cuenta de algo, había llamado realmente porque temía lo que pudiera hacerle Luis, suspiró, rechazó el pensamiento más allá de un temor normal porque ella estaba implicada en aquella relación, para bien o para mal Dr: ¿Preparada para operar? E: Sí, justo lo que necesito Dr: Oye tienes un poco de ojeras... ¡dejaras alguna mujer enterita! E: Muy gracioso Maca recibió como era de esperar la llamada de Teresa confirmándole a que hora debía estar en el aeropuerto para coger el avión hacia Santander M: Vale T: ¿Maca estás bien? (le preguntó preocupada por su tono de voz) M: Sí, sí, estoy bien T: He notado a Luis muy serio ¿ha pasado algo? (preguntó con temor y ante el silencio de Maca intuyó que sí. Sin dudar agregó rápidamente) Bueno... deja... ya tendremos tiempo de hablar M: Gracias Teresa T: Paso a recogerte M: No, nos vemos en el aeropuerto directamente no hace falta que vengas hasta aquí, que sé llegar (le dijo sonriendo) T: Vale... vale... ¡ay hija mía! La visita al dentista solía ponerla más nerviosa de lo normal, era algo que le aterraba desde pequeña, no podía evitarlo, pero aquellos nervios en la boca del estómago no sabía muy bien si eran realmente por miedo o era por algún otro sentimiento. Leyó revistas y se quedó atrapada en una de las fotos, miró la portada, no fallaba, los dentistas siempre tienen revistas de meses atrás, pensó, éste era el tercero que iba, y en todos les ocurría lo mismo. Allí se descubrió observando una fotografía de Maca agarrada a la cintura de su marido, su cara no demostraba absolutamente nada de lo que le habían dicho que ocurría con él, ¿y si era una mentirosa profesional? Quien escribe puede tener tanta fantasía para su vida propia que quizá Maca se había montado toda aquella parafernalia de un marido maltratador, no le cabía en la cabeza, por su carácter era

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impensable que aguantara algo así. Recordó entonces la noche que miraban el castillo de fuegos artificiales juntas en la Ciudad de las Ciencias, aquella mujer serena, maravillosa, que ella vio, parecía la misma que la fotografía le mostraba Enfermera: Esther García... Esther García E: Voy... voy La sacó de su ensimismamiento, para dejar a un lado la revista y seguirla para que la llevara al matadero como ella le solía decir Volvía a casa con una necesidad urgente, y es que con esas ganas locas de huir de la consulta del dentista siempre se le olvidaba ir al baño, subía en el ascensor con las piernas cruzadas y la mano allí mismo mientras mentalmente repetía “no me meo” “no me meo” “joder que me meo”. Abrió la puerta con prisas mientras se desabotonaba el pantalón, dejó de cualquier manera sobre la mesa del comedor las bolsas que llevaba, sonó el móvil pero no lo contestó y se fue corriendo hasta su cuarto al abrir la cama se quedó boquiabierta y a un paso de hacerse pipi encima E: ¿Qué haces tú aquí? Deja, ahora me lo dices ¡qué me meo! (en la taza del lavabo respiraba aliviada cerrando los ojos aunque algo descolocada por la mujer que había en su cama, entonces volvió a sonar el teléfono) Sí, no Carla no me apetece, no gracias otro día... de verdad no... mañana trabajo de mañana, otro día tengo que dejarte, adiós Echó de la cadena mientras la mujer desde la cama la miraba fijamente a los ojos de una manera tan lasciva que Esther sintió como su cuerpo enardecía en deseo tan rápidamente que se asustó -: Lo siento, no sabía que tenías plan, si quieres me voy (le dijo haciendo como si realmente se fuera a marchar) E: Ni te muevas, dame un minuto que me de una ducha y voy -: Que sea rápida E: Un minuto (se metió en la ducha enloquecida, le dio al grifo mientras al mismo tiempo sonaba su móvil) ¡Joder! Salió para cerrarlo y que nadie le molestara cuando vio reflejado en la pantalla que era Maca E: Joder... (susurró mirando el teléfono sin saber muy bien que hacer, aunque finalmente colgó. Se enrolló con la toalla y se asomó a la puerta de su lavabo) ¿Qué quieres que me mate? M: No... sólo quería que supieras que te estoy esperando desde hace mucho tiempo (le dijo con una sonrisa vacilona) Ven

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E: ¿Cómo has entrado a mi casa? (la miraba con sus ojos repletos de fuego tal y como en ese instante se mostraba la mirada de Maca) M: Secreto (sonrió apartándose la sábana y dejando su cuerpo desnudo a la vista de Esther que la miró quedándose muda) Me moría de ganas de estar contigo E: Me alegro (sonrió acariciándole el pelo cuando se puso arrodillada sobre la cama delante suya) Me alegra saberlo M: ¿No crees que sobra esto? Le quitó la toalla dejando su cuerpo desnudo, Esther suspiró al notar el suave roce del algodón deslizándose por su piel erizada, cerró los ojos, y Maca la miró con detenimiento. El cuerpo de sus desvelos, sus mejores lujurias imaginadas sobre aquella suave piel, su vientre se tensó mientras notaba como los pezones de Esther comenzaba a demandar algo, sonrió al notar su deseo y decidió pasear su lengua sobre aquella humedad bebiendo las gotas que aún quedaban de agua impregnadas en su piel, aquel paseo que estaba dando delicadamente por el cuello, estaba provocando que Esther tiritara, el solo o de la lengua sobre su piel le hacía sentirse tan bien que se dejó hacer. Maca se sentó en la cama paseando su lengua y sus manos que esta vez si acariciaban sobre su cuerpo, viendo como se había erizado y notaba los latidos de su propio sexo. Esther dio un paso hacia detrás entendiendo lo que iba a hacer Maca, quien se arrodilló jugando en sus muslos con caricias lentas y suaves, mientras su lengua recorría lentamente sus ingles El cuarto de repente se volvió oscuridad para Esther, mientras se dejaba llevar por la locura que Maca le estaba provocando, sus manos enredadas en la melena de su devoradora, su cabeza echada hacia detrás notando como las gotas resbalan desde su pelo por la espalda llegando hasta su trasero donde eran acariciadas por las manos sedientas de Maca quien las recibía soltando leves gemidos. Estaba entregada a ese mundo del placer cuando notó como si de repente ese mundo cayera a su alrededor difuminándose en la nada, en su mente escuchó un latigazo, y como si pudiera verlo dirigiéndose hasta ella le castigaba, se dio cuenta que estaba perdiendo lentamente su coraza, se había dejado llevar totalmente por Maca, había dejado el control a un lado y se sentía desprotegida, para ella esa desprotección se adueñaba de ella en forma de dolor, de látigo, de castigo, había dejado de ser la dominante, otra vez volvía a ser la dominada, y aquel pensamiento fue suficiente para que no disfrutara de un orgasmo brutal que llegó a ella, sino, todo lo contrario, le provocó coger del pelo a Maca quien se vio algo sorprendida por esa reacción y que rápidamente se subió a la cama y se rastreó hacia detrás acodada hasta llegar a la almohada mientras Esther jadeaba y comenzaba a besarle los pies, a lamerle las espinillas a morderle suavemente los muslos, el jadeo de Maca era constante pero en su fuero interno no entendía muy bien aquellos cambios tan abruptos en Esther, quien seguía reptando sobre ella, se detuvo en el ombligo para deleite propio mientras los pensamientos a Maca se le nublaban, no le importaba como reaccionaba, solo podía sentir el torrente de pasión y emociones que le provocaban aquellos labios, aquellas manos que apretaban sin piedad sus pechos, aquella lengua y dientes que mordían o lamían sin clemencia. Cuando llegó a su boca se besaron con locura las manos de Maca recorrieron la espalda de Esther mientras ésta la obligaba a abrir más las piernas, mientras sus manos sujetaban sus muslos y los apretaban haciendo

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que su sexo humedecido quedara totalmente abierto como si fuera la rosa que espera ser regada por los rayos del sol, y así lo hizo, Esther sin piedad atacó cual abeja desquiciada el néctar de aquel lugar, Maca sentía que su cuerpo estaba a punto de estallar, aquello era tan fiero que la volvía loca, sus caderas se movían exageradamente, su vientre, las venas de su garganta, se apoyaba con los codos, echaba la cabeza para atrás, gemía y se mordía los labios a la vez, era como si entrara a una espiral de locura de la que no quería salir, y el orgasmo llegó pero no culminó la saciedad de Esther, Maca suplicó que esperara pero no lo hizo, jadeando y notando su propia humedad volviéndose loca de deseo, introdujo sus dedos en Maca quien gimió y a pesar de lo que pensaba que no podría soportar agradeció M: Esther... Esther... (murmuraba agotada) E: Suplícame que pare... venga (le dijo con una voz en su oído extraña que hizo que Maca frunciera el ceño) M: Esther por favor... E: Así... M: Ah (gritó notando como se contraían sus caderas, como los talones hacían fuerza sobre el colchón y como los oídos parecía que iban a estallarle) Esther por favor... para... no puedo... ah... ah... ah... De repente, como si volviera la luz al cuarto, así lo hizo a la mente de Esther, la súplica de Maca, había sido como un foco de luz que penetrara por sus poros y llegara de forma fulminante a su mente. No fue capaz de mirarla a la cara, tan solo esconder su rostro en aquel suave cuello que le ofrecía cobijo, notaba el pecho de Maca alterado por su respiración, y un leve quejido le dieron a entender que otra vez había vuelto a fallarse a si misma. Y pensó que el reproche por su fiereza estaría a punto de llegar por su boca, pero nada más lejos de la realidad, Maca la dejó caer dulcemente sobre la cama y comenzó a besarla, a pesar de su cansancio, a pesar de su éxtasis, buscó la manera de hacer en Esther lo mismo, aquella sensación de estar al borde de la locura, entre la vida y la muerte, entremezclado y allí estaba Esther en mil pensamientos, mil contradicciones, notando los labios de Maca sobre su pezón, sintiendo la humedad como se deslizaba sobre su muslo, el jadeo de una y otra, no quería dejarse llevar, acababa de hacerle bajar a los infiernos sin embargo Maca parecía no haberle afectado, de repente fueron las manos de la escritora quien se entrelazaron con las suyas, levantando las manos por detrás de la cabeza, le puso su rodilla sobre un sexo que parecía estar llamándola a gritos desesperados, las caderas se movían rítmicamente, Maca miraba fijamente a los ojos de Esther, unos ojos que se cerraban que rechazaban aquella mirada tierna, sin fiereza, se inclinó levemente y su melena cayó sobre la piel de Esther le besó lentamente haciendo que Esther frotara con más fuerza su sexo, gimiendo en sus labios, volvía a dejarse llevar y entonces sonó nuevamente en su cabeza el sonido de un látigo y una voz: -: “No sientas... no sientas... ni se te ocurra correrte hasta que yo no te diga (nuevamente el látigo).. no me beses, no me mires”

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Y Esther apartó su boca de aquellos labios tiernos, de aquellas manos que notaba cómo dos yemas de sus dedos acariciaban su piel lentamente, y apartó sus manos, aferrando con fuerza sus uñas alrededor de las caderas de Maca y la apretó una y otra vez contra su muslo. Maca tenía cerrados los ojos, tuvo que echar la cabeza hacia detrás, sentía como si un rayo quebrara su espalda, cabalgaba sobre el placer a toda velocidad entre jadeos y gemidos, entre dudas y sensaciones repletas de emociones, ambas en silencio hasta que Esther le dijo: E: Maca... sigue... pero no te corras M: Esther (contestó algo turbada) E: Haz lo que yo te diga... (su voz sonaba entrecortada pero sus ojos la miraban nuevamente con fiereza) M: No puedo más... ¡ah! E: Hazlo... deja que salga M: ¿Qué? (le preguntó totalmente desorientada sin poder parar aferrándose con las manos a la pierna que tras ella seguía endurecida de Esther) E: Quiero que lo hagas sobre mí... que me llenes de ti... vamos quiero que mees sobre mí M: ¿Qué...? (consiguió decir más desorientada pero excitada cómo loca) E: Hazlo quiero sentir tu calor sobre mí... vamos... (susurraba como si fuera una encantadora, hipnotizadora que estaba logrando penetrar en el control de Maca) M: No puedo... E: Claro que puedes... hazlo... quiero que me llenes de ti, venga... venga... (las venas de su garganta se marcaban, sus dientes apretados deseando que aquello ocurriera, deseando desestabilizar a Maca) M: Esther... (no pudo controlar su parte racional, era algo inaudito para ella su gesto demostraba que no sabía... que se sentía totalmente en las manos de Esther que seguía animándola hasta que finalmente sin más lo hizo entre gemidos, convulsiones y una sensación indescriptible) Ahhhhh E: Toda... toda... mmmmmmmmmmmmmm Apretó sus uñas en la piel de una Maca que gritaba tan desesperadamente cómo desconcertada junto a ella Entre las nubes, Maca trataba de no pensar, de no recordar, se avergonzaba de lo que había ocurrido que realmente no sabía como había llegado hasta aquel punto. Miró las

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nubes, sus ojos se reflejaron en la ventana, recordó como una vez había hecho cuanto Esther le pidió, la tumbó sobre la cama y siguieron haciendo el amor, ¿era lo qué tanto había anhelado? Una relación así sin más, evidentemente no, además a ello se unía que Esther a veces cambiaba sin entenderla, esas variantes sin duda era experta pero a veces llegaba a asustarla, los cambios de voz, la presión de sus manos, sus uñas, las cosas que le decía y como le decía, cerraba los ojos y sentía que era una mezcla de lo que ocurría con Luis y lo que en su día le decía Lidia, tragó saliva, se sentía extraña ni siquiera podía reconocerse en aquella cama, en aquella locura En el cuarto de Farmacia Esther trataba de centrarse para hacer el pedido, estaba contando una y otra vez las mismas gasas, saliéndole cada vez un número diferente. Entonces decidió parar y dejar libertad a su mente para recordar lo que quisiera Lorena: Hola... justo a ti te andaba yo buscando (le interrumpió Lorena, Esther la miró de reojo, se había apoyado en la puerta cerrada, Esther le dio la espalda y siguió con su trabajo mientras Lorena se pegaba a su espalda y le susurraba) Mi marido se ha marchado a un congreso, tenemos la casa para nosotras, he comprado un látigo nuevo, creo que te gustara... ¿te parece bien esta noche? E: Esta noche no puedo (contestó tratando de borrar de su interior lo que su mente le había hecho recordar con Maca) ¿A la salida? Lorena: Estupendo, estaré esperándote en casa Teresa esperaba con su barbilla contraída la llegada de Maca, iba de un lado a otro de la puerta de entrada pero nada, no aparecía, había estado tratando de localizarla pero el teléfono estaba desconectado y sus nervios iban en aumento T: (“Me estoy implicando mucho en esta historia, pero la verdad, creo que Maca se merece ser feliz, y a lo mejor si ayudamos a Esther, no sea mala para ella, total... es una mujer que... ¡uf Teresa quién te ha visto y quién te ve! Antes no hablabas de ese tema, y ahora estás metida hasta el cuello... ¡solo espero tener las fuerzas suficientes cómo para no defraudar a Maca!”) De repente su voz interior se detuvo, no había escuchado que vuelo habían anunciado pero sus ojos abiertos como platos se fijaron en como Maca salía de una sala, miró de reojo y atónita leyó, Valencia T: Dios mío (murmuró como si entendiera todo de golpe) Se apresuró a ir hacia Maca que parecía caminar por otro lado, parecía no estar allí, la retuvo del brazo y la miró M: Hola... ¿queda tiempo para tomarnos algo? T: Sí, claro... un cuarto de hora

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M: Pues vamos No dijo nada más, Maca empezó a andar y Teresa fue tras ella. El camarero les preguntó M: ¿Tú qué quieres Teresa? T: Una tila M: Una tila y un güisqui doble por favor Los ojos de Teresa no daban de si... T: Maca (susurró) M: Ahora no Teresa, ahora no Se bebió su copa de un solo trago, sacudió su cabeza, respiró profundamente y pagó, le dejó la propina que ni sabía lo que era y salieron en ese mutismo hacia la que iba a ser su puerta de embarque. Teresa no sabía que decirle, le había asombrado como jamás antes, ella no solía beber y sabía que aquello que acababa de hacer era algo ilógico por lo tanto lo que había provocado aquella reacción en cadena debía ser algo muy desagradable o tremendo, no le cabía duda, Esther Guardia Civil: Señora debe quitarse las botas (le dijo el guardia civil) M: ¿Por qué? (lo miró seria) Guardia Civil: No puede pasar por aquí con las botas (le señaló el radar) M: ¡Anda ya! T: Maca por favor (le llamó la atención ante su comportamiento extraño) M: ¡Me va a venir a decir a mí este picoleto que me quite mis botas! (le dijo molesta) T: Maca por el amor de Dios (le estiró del brazo ante la mirada del hombre) Quítate las botas M: ¿Usted no sabe quién soy yo, verdad? Guardia Civil: Señora aunque fuera la reina, le haría quitar las botas (le dijo entre dientes mirándola fijamente) T: Maca por el amor de Dios que estamos en el aeropuerto (le decía en voz baja confundida conocía muy bien a Maca y jamás había recurrido a esa pregunta porque era algo que odiaba)

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Guardia Civil: Apártense y dejen pasar al resto de pasajeros, si no se quita las botas, no pasa T: Maca... M: ¡Está bien! ¡me repatea que me manden! (al decir eso se tambaleó un poco) T: Agárrate por favor (decía toda apurada) M: ¿Y ahora que coño hago con las botas señor agente? (Teresa cerró los ojos) Guardia Civil: Las deposita en la bandeja, señora M: Puta bandeja (susurró enfadada porque se le cayó al suelo provocando un gran estruendo) Guardia Civil: Ahora (le hizo una señal con su brazo derecho de que tenía que pasar) T: Ya... ya lo dejo yo (dijo Teresa tratando de quitar importancia al altercado) Guardia Civil: Por aquí por favor (le indicó a Maca) Ve, no ha sido tan complicado T: Gracias señor agente Teresa se apresuró a contestar pues temía lo que pudiera replicarle una asombrosa y desconcertante Macarena Wilson Entraron en el avión, Teresa no entendía su actitud pero sin más le echó la culpa a Esther T: (“Esto es el fin, ya lo decía yo ya... Esther nos va a traer problemas, ¡ay Señor! Mira que cara, se ha ido sola a Valencia... y yo haciéndola en casa no, ¡se está volviendo loca! y encima borracha, no quiero imaginarme cuando bajemos y la vea Luis, tengo que hacer algo” levantó su mano y la azafata fue hasta ella) Hola Azafata: Hola. ¿Usted dirá señora? T: ¿Podría ser tan amable de traerme un café solo bien cargado? Azafata: Por supuesto (le sonrió) Y discúlpeme a mí pero hay una señora que le gustaría que, le firmara un ejemplar que lleva leyendo de la Sra. Wilson T: Claro, claro (le dijo al ver que Maca ni se inmutaba tan solo miraba el horizonte por la ventanilla) Maca... ¿qué te pasa? M: Ahora no Teresa

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T: ¿Y cuándo? ¿quieres que Luis te vea así? (le decía en voz baja pero la voz crispada, Maca agachó la mirada) No quieres hablar no hables, pero piensa En el hall del hotel un despeinado y nervioso Luis movía su pierna cruzada, estaba sentado esperando ver entrar a las dos mujeres, sus ojos algo irritados, su mandíbula tensa, su porte muy serio demostraban que estaba de muy mal humor. Cuando las vio entrar suspiró, la mirada que cruzó con Teresa le sobró a la mujer para saber que habría problemas No se dijeron nada subieron los tres en el ascensor en silencio, Maca seguía taciturna, Teresa nerviosa orando y Luis con cara de perro viejo. Entraron a la suite y allí los rezos comenzaron a elevarse en plegarias Luis: Teresa por favor vete a tu cuarto, está al otro lado del pasillo M: Teresa no se va a ningún lado La mujer cerró los ojos, Luis la miró desafiante y Maca se sentó tranquilamente en el sofá mirando por la ventana En Valencia, la hora de finalizar turno había llegado, Consuelo esperaba a Esther cuando Lorena pasó mirándola con una sonrisa que no le gustó un pelo Consuelo: Menuda es... E: ¿Consuelo me estás esperando? (le dijo con su habitual sonrisa) Consuelo: Sí (la miró con la frente arrugada) E: ¿Por qué me miras así? Consuelo: ¿No nos vamos juntas? E: No Consuelo: Pero si esta mañana me has dicho que... E: Esta mañana era esta mañana Consue Consuelo: ¿Te vas con esa... con esa... con esa...? (se iba poniendo colorada) E: Anda déjalo, nos vemos Consuelo: ¡Esther! (la llamó pero no se giró) ¡Qué manera de vivir hija mía, qué manera de mal vivir! ¡Sandra tiene que saberlo!

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Esther ese día no se había llevado la bicicleta, debía volver a casa y en un principio no había querido perder tiempo, sin embargo, allí estaba en un taxi dirigiéndose a un lugar donde sabía no quería ir pero en su complicado interior en el fondo sabía que quería descargar lo que en él nacía, cerró los ojos y apretó las mandíbulas ¿qué derecho tenía de hacerle daño? ¿qué derecho tenía ella misma de seguir haciéndose daño?, abatida dejó caer la cabeza en el respaldo, recordó a Teresa, a Guillermina, ellas no la conocían y sin embargo sabían lo que podría llegar a destruir a Maca, pero ella en el fondo no quería y por eso iba hasta allí En el hotel, las perlas del collar de Teresa se habían visto al borde del estrangulamiento de tanto tirar de ellas, Maca seguía allí inamovible en el sofá mirando por la ventana desde allí al fondo podía ver el mar Luis: Por favor Teresa... T: Sí (fue a girarse cuando volvió a sonar la voz de Maca) M: Te he dicho que no se va, y no se va (dijo firmemente) Luis: ¿Qué te has tomado? (la estiró del brazo levantándola mientras Teresa se tapaba la mano con una boca y con sus ojos buscaba algo por si tenía que usar la fuerza contra Luis. Este le insistió entre dientes a Maca) ¡Qué te has tomado! ¿sabes lo qué me cuesta tu numerito del aeropuerto? ¡no tienes ni idea! ¡estás borracha! ¿qué te has tomado? M: A veces eres tan simple que no entiendo como puedes estar donde estás, o si lo entiendo T: (“Jesús, María y José... ¿con la lámpara tendré bastante?, porque Maca está fuera de si misma y éste la atiza, ahora que antes que le atice le doy yo, ¡vamos! Como que soy quien soy. Señor es por una buena causa, tú me perdonas ¿verdad?”) M: Porque lo compras todo con dinero, porque eres mezquino y simple Luis: Maca no te permito que... M: ¿Quieres saber por qué? ¿quieres qué te lo diga? ¿te lo detallo? (le decía despacio cada palabra, mientras su mirada echaba fuego y su voz se tornaba enrabietada) ¿De verdad hace falta? Luis la soltó de golpe, Teresa respiró aliviada y Maca siguió desafiándole con la mirada Luis: A las ocho y media baja a cenar Pasó hecho una furia junto a Teresa sin mirarla, pareció que el demonio se lo llevaba, la mujer se relajó y apartó la mano de la lámpara, miró a Maca que seguía imperturbable mirando por la ventana

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Durante la cena, volvió a ocurrir lo de tantas veces, parecía que Luis era un actor consagrado en el tema. Entendió lo que Maca iba a decirle, lo que había ocurrido y no quiso escucharlo, le daba miedo escuchar los pensamientos de Maca, porque le daba miedo que por un momento en ellos reflejara cualquier abismo de dejarlo. Así que como siempre, él y Teresa hablaron de los proyectos y el buen trabajo que estaba realizando Maca con su nueva novela. Hasta que en el postre, Maca se disculpó y se levantó Luis: Teresa te ruego perdones lo que ocurrió antes, pero un periodista me contó lo que había pasado y he tenido que comprarle las fotos. Te agradezco que intercedieras y que todo quedara ahí T: Estaba muy rara Luis (metió el dedo en la llaga sabiendo ya claramente que él tenía la culpa) Luis: Lo sé... últimamente tenemos algún que otro problema. ¿Sabes si ha hablado con alguien a espaldas mías? T: No, que yo sepa no, solo ha estado trabajando Luis: Teresa voy a pedirte un favor (de repente Luis notó como los ojos de la mujer se abrían con temor) No te asustes, no es nada importante T: Ya (no le salió la voz y tuvo que carraspear) Tú dirás Luis: ¿Te encuentras bien? T: Sí, ¿puedes ponerme por favor un poco de agua? (decía asustada por lo que veía) Gracias. ¿Qué decías? Luis: Quiero que vigiles el teléfono móvil de Maca, si ves algún número que no sabes de quien es, por favor, quiero que me lo hagas saber T: ¿Su móvil? (le preguntó inquieta) Luis: Eso he dicho T: Luis eso no está bien Luis: Lo sé... pero hay algo en ella que no está bien tampoco y quiero saberlo. Me volvería loco si le pasa algo. Bueno... me voy a la cama T: ¡Espera! (le gritó ante el susto del hombre y las miradas de los demás) Uy lo siento... he gritado mucho ¿no? Luis: ¿Estás bien Teresa?, te noto nerviosa (la miraba fijamente) T: Es que yo no sirvo para estas cosas Luis, no sirvo. No me gusta veros mal, eso es todo

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Luis: Siento si has tenido que estar presente. Pero ya ves... es ella, ella que sigue sin entenderme, sin darme una puta oportunidad a darle todo mi amor (dijo entre dientes) En fin... me voy T: De acuerdo. Si veo algo te lo hago saber (Luis le sonrió y se fue entonces Teresa murmuró) Virgen Santísima Se levantó corriendo, en cuanto vio como él se iba hacia el ascensor, lo cogió a su lado con la excusa que ella también quería marcharse a la cama y subió a la habitación. Se despidieron él con cara de circunstancias, ella con gesto de pánico. Cuando entró le temblaban las manos, las piernas T: ¿Maca?... ¿Maca? Pero Maca no contestó y Teresa se puso la mano en la frente Mientras ella subía en el ascensor, en una habitación: M: Por fin llegas... E: Había cola de taxis... ¿me has echado de menos? Teresa miraba a su alrededor entendiendo que Maca estaba con Esther, ¿pero dónde? ¿y si Luis las encontraba? ¿dónde se había ido aquella insensata?, como loca llamó al teléfono, y se puso mucho peor al ver que no había contestación T: Loca... se ha vuelto loca... no piensa ni en las consecuencias que puede provocar esto... ¡Jesús! Mientras en Valencia Consuelo relataba todos los pormenores a una Sandra que negaba con la cabeza y se tocaba el puente de la nariz apretando con fuerza Sandra: Consuelo déjala... no podemos hacer más que estar aquí, es nuestra amiga y si nos necesita estaremos como siempre... nunca había hecho tantas locuras juntas lo sé, pero es que yo creo que los últimos acontecimientos la están haciendo temblar de pies a cabeza... seguro pasó algo con Maca, cuando le di las llaves la vi muy tierna hablándome de Esther... no... no sé si es bueno o malo... eso el tiempo lo dirá. Buenas noches y gracias por cuidarla. ¡Ay Esther... solo espero que esta vez sobrevivas! No habían cruzado más palabras, Maca en cuanto la tuvo cerca se echó a por aquellos labios, Esther la recibió con ansias y entre un sabor mezclado de su chicle de menta que había echado en la papelera y el de alcohol de Maca se entregaron a la locura, sonidos una y otra vez de chasquidos de labios, la ropa fue arrebatada con rapidez, caricias abrasivas, deseos desenfrenados, la cama aguantó el envite, una y otra vez, la boca fiera de Esther besando aquella piel que tiritaba, aquella piel que se había erizado y le

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entregaba a golpes de jadeos su deseo profundo, se revolvieron entre las sabanas tantas veces como quisieron, se mordieron cuando hizo falta, se miraron poco, pero llegaron al climax tantas veces como se lo propusieron. Maca llevaba dos señales en sus antebrazos, las manos de Esther amarrándola le provocaron aquellas rojeces nuevamente, ella no dijo nada, se dejo hacer, se dejo dominar por aquella amante experta que le llevó al cielo entre algunos nubarrones Cuando por fin la calma les alcanzó a las dos, Maca deslizó su mano por entre los pechos de Esther, depositándola en su pubis, cruzó su pierna izquierda sobre las de Esther que la tenía medio abrazada, posó su cabello en el hombro de la enfermera y con la voz extasiada le susurró: M: ¿Por qué no me haces el amor con ternura...? Aquella pregunta fue la última que hizo porque rápidamente se quedó dormida, fue casi como que su pensamiento la desbordó y le entregó lo que callaba, algo que a Esther le hizo tiritar de igual manera horas antes lo había hecho su lengua indagando sobre su sexo. Cerró los ojos y se dio asco, la respiración tranquila golpeando su clavícula de Maca le hizo girar su cabeza hacia la ventana, y en ese resquicio de luz que entraba de forma furtiva, recreó la imagen que había tratado de borrar durante el trayecto de avión Al llegar a casa de Lorena, ésta le abrió con una bata de raso y un body de cuero, a Esther le arrancó una media sonrisa lasciva. Pasó sin hablar, Lorena la llevó en silencio hasta su habitación donde una cama de hierro de matrimonio las esperaba. Lorena se detuvo ante ella, estiró su brazo y le entregó un látigo, los ojos de Esther se contrajeron, mientras su mano lo tomaba y se aferraba a la empuñadura, se acercó lentamente hasta ella que le entregaba con una sonrisa las esposas, y con un movimiento hábil, Esther ató a su compañera de juegos en el dosel de la cama sin siquiera rozarla con los labios, tan solo la bañaba con la mirada, después pasó la empuñadura de aquel látigo por la poca piel que dejaba aquel body de cuero descubierta, y por último, cuando llegó a su pubis lo metió entre el cuero y la piel colocándolo de manera que rozara insistentemente el sexo de una excitada Lorena. La mirada de Esther se había nublado, no parecía ella, lentamente pasó su lengua por el cuello de aquella mujer que gemía excitada, porque cada movimiento lento que Esther le obligaba a hacer la otra notaba como se adentraba más aquel artilugio entre la humedad de su ser, y así con lentitud mientras Lorena gemía y pedía más, Esther se sentía la dueña, la dominaba. Sin pensar en más sacó la empuñadura, se separó de ella, le quitó las esposas y la ató al contrario, dejándola de espaldas a ella, entonces sacó la bata y el body sin mencionar otra palabra que: E: La palabra clave es... Lorena: Cuero E: De acuerdo princesa... Se alejó unos pasos y agarró con fuerza el látigo, sin más dilaciones golpeó el trasero de una Lorena que no se quejó, tan solo sintió un placer inhumano, mientras Esther volvía a golpear un poco más fuerte aquel lugar, sabía justo lo que estaba sintiendo, y suspiró ante el gemido de Lorena, volvió a cargar su brazo y sintió que golpeaba más fuerte, la otra aulló pidiéndole más, cuando fue a golpearle nuevamente en su frente se habían instalado gotas de sudor como perlas, sus ojos se habían ensombrecido tanto como la noche y de repente su cabeza le dibujó en aquel cuerpo, la cara de Maca,

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entonces su brazo descargó con más fuerza un movimiento que ella sabía era tan placentero cómo doloroso, era justo ahí donde había golpeado, donde una oleada de sensaciones se mezclaban y llegaban hasta el interior del organismo, era justo ahí donde la súplica comenzaba a llegar y era ahí donde realmente sabía una domina, si lo que tenía ante ella valía o no la pena. Y era ahí donde ella se había dejado la vida, por complacer a su domina. Y era allí donde la cara de Maca se le presentó llorando y fue allí donde su mano tembló hasta que dejó caer aquel artilugio que la volvía fiera, porque eso era lo que no quería hacer a Maca, lo que en ese momento descargaba con Lorena, para marcharse libre de la sensación de castigar a alguien que no merecía ser castigada El recuerdo terminó al mismo tiempo que una lágrima recorría su mejilla, cerró los ojos para no ver esa luz, y aferró un poco más su mano en el cuerpo desnudo de Maca quien se acomodó sobre ella tras un respingo profundo. Esther la miró, hasta durmiendo era bella, hasta durmiendo era dulce E: Maca... 19 Mayo 2005 Le despertó el vacío del otro cuerpo, lo último que vio fue como cerraba la puerta, se dio la vuelta aferrándose a la almohada que momentos antes habían compartido. Su papel de amante acababa ahí Eran las seis de la mañana cuando Maca entraba a la habitación, al hacerlo se quedó parada, incrédula ante lo que veía. Y una mueca de resignación se formó en su rostro T: Buenos días M: Buenos días (su voz fue bastante quebrada) T: He estado pensando que voy a dejar de trabajar para ti Maca M: Teresa (la miró con angustia en sus ojos) T: No estoy preparada para esto (se levantó y entonces Maca vio como había preparado sus cosas) Lo siento, pero no. No estoy preparada para ver a la persona que me ha hecho quererla destruirse. Así que, mejor me voy M: Teresa por favor... T: Mira Maca, te aprecio mucho, y aunque Esther sea una cabeza loca, he visto que también está marcada por lo mismo que tú, y de ahí lo único que va a salir es mayor dolor porque entre medio está Luis, y tú parece que no lo ves. Ayer mientras cenábamos si en lugar de haber visto yo a Esther y entretenerlo como hice, la ve él ¿qué hubiera pasado?, ¿y si descubre qué no te emborrachaste por él, que fue por ella? (Maca agachó la cabeza) Maca creo que ambas sois dos desgraciadas y yo no puedo empujarte a que te

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destruyas, ¿sabes qué me ha pedido Luis? Que te vigile el móvil... ¿vale la pena vivir así? Párate y piensa, igual deberías empezar por la base la casa, y lo primero sería separarte de él, y después ver que haces con tu vida, lo que no puedes hacer es arruinar todo lo que has conseguido con tanto trabajo, Maca (le hablaba con ternura mientras su mano acariciaba lentamente su mejilla) M: ¿Por qué dices eso de Esther? (parecía que nada más que su referencia le había llegado a su cerebro) T: Porque lo sé, porque una noche yo (entonces tocaron a la puerta) Debe ser Luis. Métete en el baño le diré que estás terminado de arreglarte M: Teresa por favor... no me dejes... no sé si me voy a destruir más o menos, pero en mi vida siempre he tenido dudas, excepto ahora Teresa la miró con pena mientras contraía su barbilla, para después asentir con los ojos cerrados y marcharse a abrir la puerta La amante despertó con agujetas en su cuerpo y un dolor y pesadez en su alma que no atinaba a mitigar. Una y otra vez la pregunta de Maca la perseguía, no había valido de nada ir a casa de Lorena, no había valido de nada intentar controlar todo cuanto en su interior bullía cuando tenía entre sus brazos a aquella mujer, y lo peor no era el daño que parecía le había hecho a ella, lo peor, era esa pesadez que se llamaba angustia en si misma. Se levantó con ganas de difuminarse entre las partículas de polvo que veía como revoloteaban a través de la luz intensa que entraba por aquel resquicio de ventana. Exhaló un profundo suspiro mientras descorría las cortinas, miró fuera, no vio nada porque la luz del sol la cegó, le pareció que en ese momento la vida se burlaba nuevamente de ella, la cegó la luz de igual manera que ella estaba ciega en sus emociones y sentimientos. Se metió en la ducha se dejó llevar por el agua fría, nuevo castigo a su cuerpo, salió y miró el reloj a esas horas Maca ya no debería estar, cogió un taxi y le pidió que la llevará algún lugar perdido en Santander, el hombre la miró por el retrovisor e hizo una mueca, aquella joven no tenía buena cara E: Gracias, muy amable Le dijo una vez bajó del taxi, ante ella el Palacio de la Magdalena, un inmenso verde que lo rodeaba y lo mejor estaba por llegar, en la parte trasera un acantilado impresionante, unas rocas oscuras y el mar. No lo pensó dos veces, no era su Mediterráneo pero siempre le había dado paz escuchar el sonido del mar, bajó hasta una de esas rocas tan cercanas al agua, se sentó allí observando los faros y el horizonte, preguntándose como salir de aquel laberinto que la vida le había entregado. Justo estaba allí cuando sonó su móvil, miró la pantalla y vio el nombre que aparecía, no contestó, pero aquella mujer volvió a insistir E: Dime Ángela Ángela: Cariño... ¿dónde estás? E: En la playa

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Ángela: ¿En la playa y no me has avisado? E: Pues no, no te he avisado (dejaba que sus palabras salieran a pesar de estar tan lejos de aquella conversación) Ángela: Bueno pues dime donde estás voy, te recojo y nos vamos a casa ¿te parece buena idea? E: No creo que sea buena idea Ángela: ¿Por qué? (en su voz sonaron los celos) E: Porque estoy en Santander Ángela: ¿Y qué haces ahí? (notó que su voz temblaba de celos) E: ¿Tú crees en los ángeles? Ángela: ¡De qué hablas! E: Se me cruzó un ángel en la vida, y no he sabido verla hasta ahora, no he sabido lo que tenía, porque no he querido ver con los ojos del corazón, ya sabes... ese corazón que tengo repleto de chapa (una lágrima cayó por su mejilla lentamente) Tú mejor que nadie lo sabe... Ángela: Esther... E: Es un ángel que quizá ha venido a salvarme a mí para salvarse ella pero ella no sabe que yo soy como el demonio y voy a llevarla a los infiernos Ángela: ¿Estás con una tía? (le preguntó a voces) E: Al infierno que es mi vida, y que nada tiene que ver con lo que ha vivido ella, yo soy peor que él, que ella lo fue para mí, y sin embargo ella es un ángel... Ángela: Vete a la mierda Esther, tú y tu ángel Le colgó sin miramientos, mientras Esther lloraba desconsoladamente apoyada a la inmensa roca marrón, mientras la espuma la golpeaba a su izquierda y un pescador al verla en ese estado se acercó preocupado. Esther le dijo que estaba bien, que estaba mejor que nunca, había descubierto a su ángel particular y hacía mucho tiempo que no lloraba de felicidad En el curso, Maca hablaba pero no había llevado ninguno de sus apuntes, Teresa le había preparado todo lo que solía utilizar, sin embargo ella no necesitaba nada y sobre la cama del hotel se había quedado el mismo temario que usó en su curso de Valencia. Nunca un curso sería igual a aquel que le abrió los ojos. Se quedó en clase mientras

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Teresa había vuelto al hotel y Luis se había quedado cerrando una comida con un gran número de personalidades, tanto del mundo del vino como del mundo de las letras en un almuerzo que corrió de su cuenta y donde no faltó ni la buena comida, ni la buena bebida, ni la presencia de algunas mujeres guapas Ajena a todo cuanto pasaba a su alrededor, Esther seguía en su mundo particular, había terminado de llorar, pero sentía que un nudo se había apoderado de su estómago, no sabía cuanto tiempo llevaba en aquel lugar, pero sin duda, bastante porque su trasero y espalda se estaban enfriando. Y allí viendo cómo el agua iba y venía, la sorprendió una voz llamándola -: ¡Esther! En su clase, Maca hablaba a aquellas personas que la observaban, aquellos ojos que trataban de hacerse notar, su voz modulada como era habitual en ella bañaba toda el aula y sus palabras podían atrapar a todos y cada uno de los que allí estaban, no necesitaba temario, no necesitaba citar a Marcel Proust tan solo tenía que dejar que su alma le dictara las pautas de sentirse escritora, aunque de igual modo que todo era bañado por su voz sedosa, todos notaron cómo sus ojos estaban bañados por la tristeza Una más que sorprendida Esther miró hacia arriba, se sorprendió de verla allí, no entendía que hacía en aquel lugar, ¿cómo la había encontrado?, sin duda la había tenido que seguir, era imposible que el azahar la hubiera llevado hasta encontrarla. Se levantó sacudiendo sus manos sobre el humedecido pantalón vaquero sin quitar la vista de la mujer que la observaba sentada en un banco cercano al viejo faro, subió con algún que otro golpe al resbalarse, pero por fin llegó hasta la cima y se sentó a su lado, la miró con el ceño fruncido, aún con señas en su rostro del llanto, suspiró y le preguntó: E: ¿Qué haces aquí? ¿me has vuelto a seguir? T: Sí (no la miró tan solo contestó seriamente) E: ¿Y eso? (su voz era tan apagada como su mirada) T: He hablado con Maca para dejar de trabajar con ella, y antes de irme quería hablar contigo E: ¿La vas a dejar? (la miró fijamente como si no entendiera nada, una suave brisa le provocó un ligero movimiento de su melena alisada) T: Sí. Yo no puedo seguir así E: Ella te necesita (le respondió como si entendiera a lo que se refería, con cierto tono angustiado)

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T: Por como te he visto actuar con Consuelo sé que entiendes lo que significa querer a una persona, una persona que es parte de ti E: Sí, lo sé (volvió a mirar al mar huyendo de su mirada escrutadora) T: Y cuando quieres a ese alguien y ves que eres incapaz de evitarle un daño por mucho que lo intentes, quizá la mejor solución sea huir ¿no? E: No creo que esa solución sea la idónea contigo T: Esa es tu solución ¿verdad? La solución que un día llegará también con Maca E: No lo sé... (contestó francamente) Ambas guardaron silencio, compartieron su mirada observando aquel viejo faro, las rocas con su musgo verde, siendo golpeadas una y otra vez por el mar, unas más oscuras que otras, todas diferentes entre sí, pero tan iguales que parecía todas, la misma roca. El sonido del mar les atrapó a ambas, la fuerza de aquellas olas, la inmensidad ante ellas, rodeadas de un verde armonioso que parecía suavizar la furia del mar, la furia que ambas llevaban en su interior. Y como aquel verde, la voz de Teresa sonó conciliadora y tierna T: A ti también te he cogido afecto, y sé que has pasado por algo duro, te he analizado detenidamente, como cuando corrijo una novela, lo he hecho tantas veces a lo largo de mi vida que todo lo analizo de igual manera, técnicamente (agachó la mirada y entrecruzó sus dedos) Creo que lo mejor que os podía pasar a ambas era encontraros por el camino de la vida, pero, no creo que lo hayáis hecho en el momento adecuado E: La vida es así, sino, no sería vida. Las cosas suceden cuando menos deberían (parecía que cierto derrotismo aparecía de pronto en su voz) T: La vida es hermosa y hay que superar momentos, hay que saber vivir E: Pero a veces otros no nos dejan aprender a vivir sino que nos infunden un castigo tal, que nunca volvemos a hacerlo de una manera normal T: ¿Fue aquella mujer? (le preguntó mirándola con un profundo gesto de pena) E: Sí, la que viste. Me enamoré de ella era especial (sonrió con gesto cansado de seguir sintiendo aquello) Al principio atenta, mimosa, muy apasionada, un día me dijo que quería esposarme a la cama, me pareció una experiencia maravillosa (la mirada de Teresa estaba repleta de dudas, las arrugas de su frente mostraron un gesto contrariado y sorprendente) Era como estar al límite de tu propio dominio, le entregaba mi vida en sus manos podía hacerme lo que quisiera (“Jesús” pensó Teresa) Estaba cegada por tantas cosas, ya la viste es guapa, sabe manejar las palabras mejor que Maca y yo juntas, me hizo caer rendida a sus pies, cuando se aseguró de tener ganada mi confianza, salió su otra cara, un día me trajo un conjunto de cuero y me dijo que la acompañara, me introdujo en el mundo sadomasoquista

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T: (“¡Virgen Santísima! Se dijo así misma con una voz casi rozando la histeria) E: Cada vez iba perdiéndome más, me tenía como hechizada, Sandra y Consuelo querían sacarme de ahí pero yo la amaba y estaba estúpidamente dispuesta a todo por ella. Estaba completamente entregada me daba igual que me hiciera rebajarme, humillarme, yo sólo quería que me abrazara cuando terminaba T: Espera (le dijo alzando la mano agachando un poco la mirada mientras Esther seguía mirando al mar) ¿Sadomasoquismo es, sadomasoquismo?... quiero decir es... E: Sí, el sadomasoquismo es una práctica que bajo control, puede ser hasta excitante si es compartido Teresa, sin embargo ella me anuló, me golpeaba para sentir placer y demostrar que era fuerte, me dominaba esa era su especialidad y su manera de disfrutar el sexo, si esa es la pregunta que quieres hacer, me golpeaba con un látigo mientras me tenía esposada, me hacía perder el control de mi misma, yo era sumisa totalmente a ella e incluso me retaba con otras mujeres, ahí perdí la sensatez y mis celos me traicionaron, ella decidió que era bueno drogarme, beber para poder hacer tríos u orgías de más mujeres, estuve a punto de perder mi puesto de trabajo, mi vida, pero yo la amaba, equivocadamente, pero la amaba T: Dios mío (cuando Esther la miró con los ojos vidriosos, rectificó su tono) Esther... no sé que decirte E: No hace falta que me digas nada, me juré a mi misma que nunca más daría mi corazón a ninguna mujer T: Pero no puedes vivir así E: ¿Y crees que Maca puede vivir cómo vive? T: Tampoco (aquella pregunta la dejó algo confusa) Pero Maca está esperando el amor, a pesar de todo E: ¿El amor?, el amor y los príncipes azules o princesas, no existe Teresa T: Pues yo creo Esther que deberías darle una oportunidad a tu corazón. Ya sería mala pata que encontraras otra mujer así. Fue una mala experiencia, hay mujeres que... E: No, no puedo Teresa, soy horrible, no puedo evitar esa parte de mí que quedó desde que apareció ella, no la puedo controlar, no consigo hacer el amor con una mujer y sentir, con todas debo sacar algo de aquello a pesar de que intento no hacerlo, no puedo es el peor castigo que puedo imponerme a mi misma T: ¿Quieres decir que con Maca...? (guardó silencio sintiendo de repente como si fuera una de esas rocas golpeada con la furia del agua) Dime E: Ella no me lo pide por lo tanto no debería aceptarlo, pero yo... ya ha habido alguna vez que le... bueno que le he pedido cosas o la he empujado a hacer cosas que sé le han sorprendido, sé que le he hecho daño pero las ha hecho como en su día las hice yo

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(entonces la miró, Teresa vio sus ojos sombríos y pudo percibir el sentimiento de angustia en ella. Exhaló un profundo suspiro para terminar diciéndole arrastrando en voz baja las palabras) Te juro que sin querer Teresa pero... es un momento que pierdo la cordura Nuevo silencio, Teresa trataba de asumir lo que le estaba contando, y allí en aquel banco mirando el mar y el verde del césped, Teresa descubrió que los ojos de Esther comenzaban a dejar caer algunas lágrimas E: Antes de venir a verla, fui a estar con una de mis amantes, siempre es más sencillo así, sin ataduras de ninguna forma. Cuando hablamos y me pidió que viniera, cuando me dio todas las directrices, antes de tenerla enfrente quise descargar mi lado dominante con el cual he ido sobreviviendo a la vida, así que traté de montar una escena ¿sabes lo que es? (la miró de reojo) T: No, y prefiero no saberlo (su voz chirriaba como si por dentro estuviera sintiendo una fuerte contradicción) E: Si no lo sabes Teresa no me vas a entender T: No sé si estoy preparada para algo así Esther, llevo demasiadas cosas que son contrarias a mi creencia, demasiadas tratando de asimilarlas y esto no creo que pueda, te lo aseguro (la miró pero al ver los ojos de Esther, comprendió que quizá no era ella quien necesitaba entender, sino, era la misma Esther que necesitaba sacar de dentro todo lo que llevaba, ¿le estaría pidiendo ayuda?) Está bien Esther... dime E: Una escena es algo así como una representación de fuerza de poder, puedes hacerlo en la intimidad y siendo una fantasía compartida como sucedía al principio, pero cuando me tenía bien enganchada a ella siempre buscaba una tercera persona, o incluso delante de varias. Se trata de que la mujer que te domina pueda mostrar ese poder sobre ti, anularte y dejarte en sus manos, demostrar que tú no tienes capacidad para decidir si puedes o quieres correrte, otra en su lugar actúa bajo sus ordenes siempre que tú estés inmovilizada. Eres sumisa a ella, y yo lo fui hasta extremos inimaginables T: (“Dios me está entrando angustia”) E: Hay miles de formas distintas de hacerlo pero en mi experiencia siempre utilizaba el látigo, aunque algo que ella dominaba a la perfección y que yo también repito es actuar con lentitud, hacer cosas que pongan a mil a la otra para que te suplique, dominar poderosamente las palabras juegan un factor muy importante Teresa, las palabras pueden hacer más daño que el látigo, enloqueces hasta sentir un dolor insoportable en tu sexo ¿entiendes? T: Me hago una idea (“Ay señor... lo que estoy escuchando a mi edad” pensaba apurada mientras trataba de no darse aire con la mano para no sentirse ridícula) E: Vale, pues antes de venir aquí, fui a aquella cita para apaciguar ese deseo de dominar para que no me pasara con Maca, pero ella es tan débil, tan cariñosa, que desata mi peor parte. Ni siquiera la vez que lo hicimos en los lavabos que fue tierna y repleta por su

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parte de cariño, me llegó al corazón. No quiero hacerle daño, nadie nunca me había hecho sentir lo que anoche me hizo sentir T: No quiero saberlo... no quiero saber lo que se dejo hacer (estaba a un punto de explotar indignada) E: Me dijo que porque no le hacia el amor con ternura... ¿qué le digo Teresa?... ¿por qué no sé?... porque me han arruinado la vida y no sé... no me permito sentir... ¿le digo eso? (la miraba llorando) T: Esther (la miró contrayendo la barbilla apenada, no sabía que decirle después de todo aquello que había escuchado, de tal manera que le ofreció un abrazo que Esther agradeció) No sé que decirte, sólo puedo pedirte que lo hables con ella si quieres seguir a su lado, ella te comprenderá y ayudará estoy segura E: No, no quiero que piense que está al lado de una descerebrada que se dejó joder la vida (se retiraba las lágrimas mientras subía sus mocos protestando) ¡Joder no sé porque tengo que llorar! T: Esther... (le puso su mano en la barbilla) Ella está al lado de un descerebrado y le deja, creo firmemente que vuestro encuentro, conoceros es por algo, quizá debáis ayudaros mutuamente a salir de donde estáis, y por eso os ha juntado en el camino E: Me siento tan mal... (se mostraba decaída) T: Se te nota y cómo soy una melodramática no quiero pensar que es porque Maca te importa más de lo que piensas (Esther la miró bajando lentamente la vista, entonces le preguntó muy seria) ¿En el lavabo? E: Sí (dio una carcajada por su gesto mientras seguía llorando) T: Dios mío E: Estaba limpio Teresa, y no sabes el morbo que da (parecía que Teresa había conseguido frenar su llanto) T: Me estoy ruborizando ¿verdad? (le preguntó algo asustada) E: Mucho Teresa, mucho Se miraron rompiendo a reír ambas, mientras las lágrimas de Esther se mezclaban con esas sonrisas y caían al césped fundidas en calma E: Gracias por escucharme T: No creo que debas darme las gracias por eso, creo que deberías darte una oportunidad para limpiar tu interior. Me gustaría que no sufrierais E: ¿De verdad quieres que Maca no sufra? (la miró fijamente)

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T: Por supuesto, no te quepa duda E: Pues no te vayas... no la dejes... por favor... T: ¿Sabes? Creo que tienes razón, va a seguir necesitando una celestina que le prepare las citas y le busque lavabos limpios porque mi Maca no puede ir a ningún lavabo cutre (dio una carcajada) E: Es verdad (sonrió) T: Haremos una cosa, yo me quedo con ella, si tú le hablas para que te ayude, sino, nunca vas a poder “hacerlo” con ternura (apuntó divertida) E: Eres increíble T: Pues espera que conozcas a Guillermina E: ¿La voy a conocer? (Teresa no le contestó pensando que Maca no le había dicho nada de llevarla al faro) ¿La voy a conocer? T: Imagino que sí, es la persona más importante en la vida de Maca E: De eso no hay duda, a mí me dio un buen parón por teléfono T: Pues si te cuento a mí (dijo sonriendo) Oye ¿no crees que hace un poco de humedad? E: Bastante, pero es un lugar tan maravilloso que... (miró alrededor quedándose en silencio) T: Desde luego es un lugar idóneo para tener una charla como la nuestra. Esther... déjate ayudar por Maca y ayúdala tú, por favor E: ¡Ay Teresa!, venga vamos (le dio la mano para levantarla) Me encantaría lograrlo T: Por cierto cuando me vas a dar la novela E: ¿La novela?... anda si te cuento lo que me dijo Luis, venga vamos y te voy contando... ¡hijo puta! T: ¡Uy! Bienvenida al mundo particular del almorrana Al decir esto ambas se miraron y rompieron en una carcajada alocada. El mar pareció despedirlas con una belleza exultante, ambas miraron como una ola rompía salpicando todo a su alrededor cómo si pudiera de aquella manera confortarlas tras aquella charla dándoles la confianza suficiente cómo para intentar seguir vivas

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Estaban cenando en el restaurante del hotel cuando Maca sin mirar a Luis se despidió de ellos Luis: No te muevas... tengo que comentarte algo (Maca no lo miró, Teresa se irguió, tensa por lo que pudiera ocurrir) Mañana por la mañana, a las ocho y media antes de ir al curso tendrás una entrevista, te quiero bien fresca porque harán un par de fotos M: Tengo que trabajar, para esas chorradas está Teresa ¿no? (le dijo mirándolo con los ojos con una furia que lo traspasaba) Luis: Teresa (Maca se marchó) T: Tranquilo Luis... yo me encargo que descanse Luis: No la entiendo Teresa... ¿no sé que hago mal? ¡todo cuánto hago es por ella! T: Tranquilo hijo (“¡Te has pasado Teresa, que Guillermina tiene razón, que éste es un zorro! ¡lo de hijo sobraba!”) Luis: Gracias Teresa T: Y ahora me voy... (puso gesto de circunstancias “de aquí al infierno o le quito el puesto a Pe y Almodóvar me contrata”) Avivó el paso para alcanzar a un Maca que parecía en su mundo, estaba mirando fijamente los números que sobre el ascensor iban pasando, al menos la última vez que tuvo conciencia de ello T: ¿Qué?, ¿subimos o esperamos a que nos iluminen del cielo? (Maca la miró y sonrió) Venga... pasa... Lo que desconocía Teresa eran los pensamientos que se habían adueñado de ella, y es que en ese escaso tiempo mientras miraba como cada línea formaba el número que anunciaba su paso por cada planta, ella pensaba en las diferentes maneras en las que Esther la había tratado mientras hacía el amor, era algo que no había querido pararse a pensar, pero, había hecho con ella en poco tiempo, todo aquello que no había imaginado llegaría a ser capaz de hacer, sentir y recrear. Sin embargo había algo en el trato que no le gustaba, que le daba miedo y no era capaz de explicarse porque los ojos de Esther cambiaban enturbiándose de aquella manera. Se asustó de si misma al recordar como había decidido emborracharse para olvidar lo ocurrido en Valencia. ¿Se habría equivocado con Esther? ¿sería siempre así? Sin duda tenía tanta experiencia que podía manejarla en la cama como si fuera una marioneta, pero había cosas que no entendía, habían cosas que no era capaz de racionalizar. Y esas cosas le daba miedo preguntarlas, porque le aterrorizaba la respuesta Al llegar a la habitación, Teresa pasó primero, después lo hizo Maca, se había pellizcado disimuladamente el labio inferior como señal de cierto nerviosismo, sabía que tenía que hablar y aclarar cosas, sin duda había llegado el momento M: Teresa... necesito hablar contigo

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T: Imagino que te vas a marchar M: Sí, pero antes de hacerlo quiero que sepas que... bueno... sé que no soy nadie para pedirte esto pero por favor no te vayas, con Guillermina eres lo único que tengo T: Y a Esther... ¿lo has olvidado? M: No sé si tengo a Esther, Teresa T: ¿Cómo qué no? M: Nos estamos conociendo y... T: ¿Te arrepientes? M: No, no, solo que... estoy demasiado confusa, me gusta, pero no puedo decir si tan solo me gusta como amante. O si su libertad me ha atrapado sin remedio y... es tanto mi anhelo de ella que no veo lo que hay más allá de sus ojos. Creo que aún nos queda camino por recorrer, quiero estar segura de algunas cosas, antes de decidir que hacer con mi vida T: ¿Y qué quieres pedirme a mí? (la miró algo confundida, justo ahora que había hablado con Esther, parecía que Maca no estaba en condiciones de continuar con ella) M: Que no me dejes, que sé que voy en contra de todas tus convicciones, que sé que te he metido en líos, que quizá me estoy equivocando con todo esto de Esther, pero... no me dejes Teresa (le decía mirándola con total necesidad) T: No te iba a dejar, solo fue un arranque del momento, aún me quedan novenas y sobre todo quiero estar a tu lado para cuando te divorcies del almorrana, ¡ay por Dios! Esther me hace decir unas cosas (reía) M: Sí (sonrió también cómo si pudiera ver esa sonrisa angelical de Esther) T: Pues eso, quiero estar ese día para brindar con el mejor champán por tu libertad, y por tu renacer como persona y mujer M: Gracias Teresa, ya me queda menos T: Sí... ahora... tendré que tomar clases de Guillermina para saber manejar esto mejor M: ¡Ja ja! (exclamó fuerte) No sé que haría sin vosotras la verdad T: Bueno... ¿te vas? M: Sí me estará esperando, mañana hablamos con tranquilidad T: Espera (Teresa abrió la puerta, estaba muy cerca del pasillo que comunicaba con el ascensor, fue como si pisara cristales apoyada en la pared, con el corazón en un puño y

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las perlas casi ahogándole en el cuello. Miró a un lado, miró a otro y bajito le dijo) ¡Ahora! M: Gracias Sonrió ampliamente por la locura que acababa de hacer Teresa por ella y se metió con rapidez en la habitación. Allí la estaba esperando Esther sentada en el sillón mirando por la ventana con una coleta y un gesto de concentración máxima A Teresa aquella noche se le iba a hacer un poco eterna, saber que en cualquier momento podía llegar Luis, la desconcertaba, no sabía como arreglaría aquella desaparición de Maca, estaba trabajando con lo nuevo que Maca había escrito cuando sonaron dos golpes en la puerta, cerró los ojos, ¿por qué estaría pensando en aquello?, ¡había traído la mala suerte con sus pensamientos!, miró el techo, se santiguó y fue abrir T: ¿Quién es? Luis: Soy yo, Teresa, Luis T: Voy Luis (le dijo mientras trataba de respirar tranquila, abrió el grifo del cuarto de baño, cerró la puerta y fue corriendo nuevamente hasta la puerta) Hola. ¿Pasa algo? Luis: Quería hablar con Maca T: Se está duchando Luis: Vale pues nada... ya mañana hablamos T: De acuerdo (trató de no saltar de alegría tras conseguir engañarle) Luis: ¿Estás bien? Llevas unos días rara T: Estoy bien Luis, es la tensión que se me ha disparado un poco pero estoy bien Luis: Si quieres mañana te acerco al médico T: No, no tranquilo (vio como miraba por encima de su hombro) Bueno... Luis: Me voy... una cosa Teresa... (la miró con una mirada extraña, muy extraña) ¡Déjalo!, nada ya hablo mañana con Maca. Buenas noches T: Buenas noches Luis... (al cerrar suspiró apoyando la frente contra la puerta) Estoy segura que nuevamente ha pasado algo grave entre ellos, y él cree que todo es por su culpa, el comportamiento de Maca hacia él, casi, casi, si lo que no entiendo es como puede ni mirarlo... ha llegado el momento de que muerda un poco más el polvo, tendré que decirle a Maca que le haga sentirse más culpable (sonó su teléfono) ¡Guillermina!

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Guillermina: Ya que la desagradable de mi hija ha desconectado el bicho este te llamo a... (se oyó un sonido de fondo) Uy perdón, es que ya no retengo ni los pedos T: Guillermina (le dijo atónita porque aquel ruido era imposible que fuera de una mujer de más de ochenta y cinco años) Guillermina: ¡Qué quieres es la vejez, todo es feo! En fin... ¿ya está dándole que te pego? T: Sí (dijo seria) Guillermina: Déjala que disfrute T: Claro si yo dejarla la dejo, además, mira, acabo de tener aquí a Luis le he mentido como cosaco, le he dicho que estaba en la ducha Guillermina: ¿Y se lo ha creído? (le preguntó perpleja) T: Sí, tengo el grifo abierto Guillermina: ¡Coño Teresa qué estamos en sequía! T: ¡Ay es verdad! (se levantó corriendo hacia el lavabo y cerró el grifo cuando volvió a sonar un ruido sospechoso como el anterior) Guillermina: Si es que no debería comer fabada... ufffffffffff... que alivio... T: ¡Ay señor! Guillermina: ¡Oye puritana tú no te pedeas o que! T: Pero no delante de la gente Guillermina: Ni yo, que estoy sola T: ¿Y yo qué? Guillermina: ¡Qué culpa tengo yo de que tengas un oído tan fino!, toda tú eres fina T: Jesús... que cruz tengo... Guillermina: Bueno cuenta... ¿Luis qué? T: Raro... creo que ha pasado algo entre ellos Guillermina: ¿Quieres decir lo que quieres decir? T: Creo que sí (dijo apenada)

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Guillermina: Mira... yo no entiendo a Maca y que me perdone, no sé porque carallo tiene que esperar a nada, es un hijo de satanás y si me entero que le ha hecho algo ¡le corto los huevos! T: Guillermina tranquilízate por favor, ahora le ha dado permiso para ir al faro, Maca va a pasar allí una temporada tiene idea de un par de meses Guillermina: Lo sé, ya he mandado limpiar T: Y quiere que Esther la acompañe, creo que en un par de meses ya habrá acabado la novela Guillermina: Si no va a parar de follar T: ¡Guillermina! (la riñó) Guillermina: La verdad... T: He hablado con Esther Guillermina: ¿Y? T: Lo que me temía, esta chica está marcada también, ha sido muy desgraciada Guillermina: Pues mira igual hasta les va bien juntas. A mí ellas como que me dan igual, a estas alturas todavía es pronto para sentir alguna otra cosa que pasión, creo que lo que tenga que pasar, pasará sin más, follaran, se conocerán, y después llegado algún momento si les va bien siguen juntas, sino, cada una por su lado. No me preocupa demasiado T: No sé que decirte... (contestó con dudas) Guillermina: A mí quien me preocupa es Luis. No entiendo que se haya creído la mentira de Esther, sospecha, y si sospecha es por algo. No entiendo que si sospecha deje a Maca irse al faro, no sé Teresa, le he dado muchas vueltas, no me fío de ese hijo de puta T: Yo ya no sé que pensar con él, deberías haberlo visto ahora, parecía que se sentía culpable por algo, parecía un corderito asustado Guillermina: ¡Tenemos que separarlo de Maca! T: Pero si Maca quiere hacer las cosas bien Guillermina: ¡Ni cosas bien ni mal!, no la entiendo... a ella tampoco la entiendo, no necesita ni dinero, ni casa, ni hostias T: Mujer...

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Guillermina: Tiene el faro para vivir, tiene su inteligencia para seguir trabajando y a ti para ayudarla, tiene mi pensión, la leche de las vacas y toda esta aldea a su disposición, ¿me puedes decir a qué coño espera? T: Eso solo lo sabe ella Guillermina. Aunque yo creo que... Dios me perdone, no lo hace por Luis, creo que se ha ilusionado con Esther, y ahora mismo Luis no le preocupa Guillermina: Pues debería T: Nos tiene a nosotras Guillermina: Pero tú no estás cuando se quedan solos T: No sé Guillermina, me duele la cabeza de tanto pensar Guillermina: Está bien, voy a dejarte descansar o se te quemarán los rulos (empezó a reírse como loca y con tanta risa los sonidos flatulentos se escuchaban sin parar y más risa le daba) ¡Ay que me pedorreo toda! T: ¡Haberse visto! (renegó falsamente Teresa pues estaba muriéndose de la risa literalmente) Guillermina: Toma pa Luis... (decía sin parar de reírse) T: Guillermina que me va a dar algo Guillermina: Otro pa ese hijo de puta... (se volvía a escuchar nítidamente el sonido) T: ¡Ay! (lloraba sin poderse aguantar) Guillermina: Y ahora... a por el plan contra ese hijo de puta En la habitación, estaba esperando Esther sentada en el sillón mirando por la ventana con una coleta y un gesto de concentración máxima M: Que bella fotografía, una lástima no tener cámara (Esther se giró y sonrió con calma) Siento el retraso E: Ah... me lo tendrás que recompensar... lo siento (respondió con una voz tremendamente dulce, algo que hasta a ella misma le sorprendió) M: Eso está hecho Las dudas y preguntas que Maca se hacía antes de verla antes de mirarla a los ojos, se disiparon en cuanto rozó sus labios, Esther se dejó llevar por ella, se lo había propuesto, no volvería a dominarla, no volvería a pedirle nada que ella no quisiera, y aquella ocasión era su prueba definitiva que podía ser una amante, una buena amante sin necesidad de hacer daño para vengarse a si misma por su debilidad

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M: Esther... Esther Su nombre murmurado por aquella voz le recorría las venas provocando que su corazón latiera con fuerza, tanta, que le parecía iba a saltar de su pecho, nunca había sentido aquella sensación que empezó a gustarle, las manos de la escritora recorrían su cuerpo sobre la ropa mientras la besaba, mientras su lengua se fundía con la otra, Esther volaba entre nubes, Maca la trataba con extrema dulzura, iba alternando esos besos pasionales con besos suaves y finos repartiéndolos por su rostro, por las mejillas, los párpados, en la punta de la nariz, los labios, el cuello, mientras sus manos seguían acariciando por encima de la ropa a una Esther que a esas alturas no había podido reprimir un gemido de gusto. Aquello le dio confianza a Maca, nunca había sentido que Esther era del todo suya, nunca se habían tratado de esa manera, al percibir el cambio de actitud de su amante, sintió al mismo tiempo que toda ella se llenaba de un sentimiento voraz, con cuidado de no romper el momento, le cogió de los brazos, se sentó en el sillón y Esther son una sonrisa se sentó a horcajadas sobre ella. Maca fue desabrochando la camisa lentamente, Esther cerraba los ojos mientras se desataba la coleta y dejaba que su pelo bañara sus hombros, cuando notó las manos de Maca deslizar la camisa, extendió los brazos para que cayera al suelo, al segundo notó una caricia mucho más suave de lo que para ella era lo natural, la boca de Maca besaba sus pechos sobre el encaje del sujetador negro, ella no era de esa clase de telas, pero pensó aquella tarde que a Maca debían gustarle porque eran los que llevaba siempre. Mientras, sus manos recorrían lentamente su espina dorsal provocando en ella una humedad que al notarla gimió de placer, pasó sus brazos alrededor del cuello de Maca y ésta la acercó más a ella, comenzaron a besarse los labios se buscaban se abrían dejando paso a una exploración más intensa por las lenguas, tras esos besos lentos, llegaron otros más apasionados para terminar separándose lentamente, Esther movía sus caderas demostrando que necesitaba algo más, pidiendo que quería más, Maca sonrió y aquella sonrisa eclipsó todo, Esther suspiró dándose cuenta de que estaba tratando de luchar contra las ganas locas de lanzarse, pero quería que fuera ella, necesitaba dejarle, y agradeció cuando lentamente Maca le desabrochó el sujetador, Esther volvió a gemir, y Maca volvió a estrecharla con toda su fuerza contra ella, metió su cabeza entre ambos pechos, pequeños, redondos pero para Maca eran tan adorables y apetitosos que se volvía loca devorándolos ante la pasión que sentía nacer en ella, algo diferente estaba viviendo aquel dejarse hacer de Esther, la estaba llevando al éxtasis entre gemidos y jadeos, que se entremezclaban con los de su amante E: Maca... Maca... te necesito ya... M: Esther... (musito mientras apretaba su pezón) E: Oh... M: Ya... ya... (le musitaba extasiada mirándola mientras volvía a atrapar sus labios entre su boca) Me gusta verte así... me encanta Esther E: Maca... por favor... Y Maca metió su mano entre el pantalón y el sexo de Esther, pero lo realmente importante no fue lo que vino maravillosamente después, sino, el sentimiento de Esther

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de volver a pedir sin sentirse sumisa, sin sentirse obligada a nada, necesitaba sentir aquella sensación para darse cuenta de lo maravilloso que era notar como se tensaban sus músculos del vientre, como parecía que su corazón desbocado terminaría por explotar, como su cabeza se dejaba llevar sin permitir que nada la distrajera, notaba las caricias lentas y fieras, los besos húmedos, el reguero de saliva que la lengua de Maca iba dejando por sus pechos, por su esternón, se descubrió irguiendo la espalda tras tres convulsiones que parecía la atravesaban sin fin, notando como su sexo palpitaba, como su respiración se volvía loca, cerrando los ojos, dejándose abrazar por Maca que sentía una felicidad que ni ella misma podía entender M: Esther E: Ufff (fue lo único que acertó a decir en ese instante mientras se abrazaban) Vamos a la cama, me estoy clavando algo en la rodilla M: Y yo en la espalda... E: Estas cosas solo salen bien en las pelis (murmuró mientras se reía) Se miraron fijamente y dieron una carcajada al unísono En la cama Maca sentía que Esther la estaba amando de una manera totalmente diferente, se besaban mirándose a los ojos, se acariciaban con esa palabra que a la enfermera le daba tanto miedo, ternura. Y así, Maca sintió como la acariciaba y como iba poco a poco repartiendo besos en su piel erizada, como la punta de la lengua abrasiva de su amante la recorría sin esa rabia o esa fiereza que otras veces le había demostrado y poco a poco se fue dejando llevar por las caricias y aquellos labios que le iban dejando besos húmedos y profundos. Su cuerpo como si fuera la primera vez que tenía relaciones con Esther, reaccionaba a las caricias y dejó de estar tensa aflojando sus músculos, y al mirarse podían ver como la energía entre ellas de pronto explicaba millones de cosas que parecían guardadas en secreto tan solo en sus miradas. Y así sus lenguas se enlazaron en un frenético duelo, las manos no daban abasto para cubrir toda la piel que ambas necesitaban rozar, sus gemidos se mezclaron en aquella habitación, en la que ambas parecían descubrir que había más allá del sexo, Maca amasó los músculos de sus nalgas y muslos, Esther arqueó la espalda incapaz de contener el placer que la inundaba, y del que quería llenar a una Maca, que sentía como la mano de Esther había bajado lentamente hasta su sexo, acariciando con tanta delicadeza que tuvo que buscar la manera de apartar su cara de la de Esther para con la frente fruncida y los ojos cerrados soltar un aullido de placer, sus caderas se dispararon pidiendo más acción y sus gemidos comenzaron a elevarse en la noche cerrada y silenciosa, Esther sudaba, la sentía agitarse, sentía su pecho elevarse cada vez con mayor frecuencia, y sobre todo sentía aquel abrazo de su cuerpo para unirla más y más a ella, Esther besaba y se refugiaba en su sensual cuello, allí lamía con necesidad la piel, mientras su dedo se movía más frenéticamente en el clítoris de Maca quien gritó mientras los desgarradores espasmos la traspasaban, mientras Esther se dejaba caer sobre ella totalmente derrotada, y Maca la estrechaba entre sus brazos con el jadeo constante grabado en su garganta mientras lentamente deslizaba una mano por su cuerpo hasta llegar al cuello donde la depositó de manera suave y delicada. A Esther se le llenaron los ojos de lágrimas, tuvo que morderse los labios para no soltar un sollozo de liberación

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M: ¡Oh Esther... nunca he sentido esto...! (arrastró pesadamente las palabras por el jadeo constante que no podía controlar) 20 Mayo 2005 Se durmieron abrazadas, y aquella mañana ni siquiera se enteró Esther cuando Maca se marchó, la debilidad de su cuerpo era patente, otras veces había hecho el amor en mayor número de veces, pero aquella noche, había sido cómo si con una sola vez, le hubieran vaciado toda su energía, entre sueños, itió que lo que le había pasado, tan solo podía conseguirlo una persona tan dulce, tan tierna, tan maravillosa como Maca, una persona, a la que valía la pena darle una oportunidad, y a la que no quería hacer daño, merecía ser feliz y ella podía conseguirlo si la dejaba, sin duda, aquella noche ambas, se habían demostrado que podían llegar más allá de varios orgasmos, se demostraron que podían caminar juntas si se lo planteaban, ¿les dejaría la vida?, fue la pregunta que se hizo entre sueños Esther Teresa estaba como un flan, no podía evitarlo, sabía que a Maca aquellas cosas de Luis no le gustaban lo más mínimo, aunque como todo en su relación, lo asumía y se callaba esperando que llegaría su día donde con valor abandonaría aquella vida para vivir tal y como ella quería. Allí escuchaba las palabras del periodista, algo que agradeció que no fuera una mujer, para no tener que sentirse vigilada por su marido Él estaba en un lado de la sala que el hotel les había cedido amablemente observando como transcurría todo, justo hubo un momento que el editor de la revista llegó hasta su altura, se saludaron y con voz baja empezaron una charla, que no pasó desapercibida para Teresa, que leía los labios perfectamente, pues su hermano había nacido sordo y ella fue quien le enseñó a defenderse Luis: Gracias por venir Roberto, te agradezco que nos eches un cable Roberto: Es un placer para nosotros contar con la presencia de tu mujer en la revista, sabes que es una de las escritoras más queridas por el público Luis: Sí Roberto: Es impresionante las pasiones que desata, es hermosa Luis: Mucho Roberto: Y no sabe la suerte que tiene, estando a tu lado (le dijo sonriendo de lado) Vamos que nos montes una fiesta como la de ayer con prostitutas de lujo, y tú no cuentes con sus servicios por tu mujer... no sé cuantos hombres son capaces de declinar los servicios de aquellas preciosidades Luis: Bueno... yo amo a mi mujer por encima de muchas cosas, sería incapaz de engañarla. Es mía cómo yo soy únicamente suyo

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Roberto: Creo que tiene muchas posibilidades de ganar, y salir en nuestra revista ya sabes (le guiñó el ojo) Luis: Venga que lo mío me ha costado Roberto: Luis, para lo que vais a ganar... ¡qué es esto!, una migaja Siguieron hablando mientras Teresa se decía así misma T: (“¿Adónde vamos a ir a parar? Está obsesionado con ella, está enfermo y no sé porque Maca aguanta, no va a poder dejarlo... no sé como haremos... no sé que es peor, si este momento o una vez Maca lo deje quizá no lo ha hecho antes por esa razón. Pero es que mírala, Guillermina estaría encantada con esto, con ese brillo de ojos, con esa sonrisa fresca, está diferente de todos modos... ¿habrá pasado algo entre ellas? ¡bueno a parte de... ejem! ¿le habrá dicho la verdad Esther? ¡uf no suelta prenda!, y eso me exaspera”) El día pasó como el anterior, Maca dio sus clases, comió con algunos de los representantes de la escuela, y después por la tarde a última hora volvieron al hotel, cenaron juntos nuevamente los tres, nuevamente en silencio y cuando Maca se levantó, Teresa hizo lo propio acompañándola hasta el ascensor. Mientras subían Maca le contaba cosas del cursillo, podía escuchar una voz completamente diferente a la de días atrás, eso en parte la dejaba tranquila, pero la otra parte le hacía dudar de aquella calma, por ello, una vez entraron en la habitación Teresa le preguntó T: Mira Maca, sé que es tu vida pero si no te lo pregunto reviento M: Dime Teresa (le sonrió con amabilidad) T: ¿Qué ha pasado? estás radiante hasta miedo me da por lo que él pueda pensar M: ¡Ay Teresa! (suspiró profundamente) Anda siéntate, necesito sacar esto de mi pecho T: De acuerdo, me confieso, me encantan los cotilleos M: Lo sé, por eso te lo cuento (dio una carcajada divertida) Y por eso me he callado... para ver cuanto tardabas en preguntar (dio otra carcajada) T: Será posible (dijo abriendo sus ojos pero sonriendo al ver la felicidad de Maca) ¿Todo bien? M: Mejor que bien, ¿sabes lo qué es sentir que la vida te da aquello que quisiste tener? T: Sí, a veces lo he sentido, es una sensación fresca M: Exacto Teresa, tú lo has dicho. Esther y yo hemos cruzado la barrera que nos separaba, francamente no sé decirte como se llama esa barrera, pero había algo que nos distanciaba. Estaba pensando que me había equivocado, ayer iba con el firme propósito

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de dejarla después de lo que había pasado en Valencia y aquí mismo, no podía permitir que siguiera haciéndome sentir igual que Luis o que ella en su momento me hizo sentir. Pero hoy, al entrar en la habitación me he dado cuenta que no me había equivocado, que Esther es esa persona especial que creí ver tras un velo para cubrir ese lado maravilloso que tiene. Y me siento feliz, me siento con fuerzas, me siento viva Teresa, ella me hace sentir viva T: Imagino (dijo enarcando las cejas) M: Hasta ahora era solo sexo, y esa parte me gustaba porque lo necesitaba, necesitaba que alguien me enseñara que mi cuerpo es capaz de sentir, es capaz de dejar que me posean sin tener que mirar a otro lado, sin tener que cerrar los ojos pensando que era una desgraciada... necesitaba esa pasión descontrolada, ese escapar de todo y cometer locura tras locura T: Creo que empiezo a entender algunas cosas M: Nunca había sentido esa sensación que he escrito tantas veces en mis novelas, como Guillermina dice, por mis manipulaciones propias podía entender algunas (sonrió mirando con calidez a Teresa que sonreía ya parecía no escandalizarse por nada) Pero jamás me podía imaginar que hacer el amor con alguien que realmente te atrajera y despertara en ti tantas cosas como ella despierta en mí, fuera tan especial. Anoche comencé a encontrar sentido a la vida Teresa T: Me alegro (le acarició la mano) M: Ahora tengo fuerzas para levantarme, fuerzas para seguir luchando, quiero estar a su lado, quiero despertarme como hoy, con su mano en mi pecho, con su respiración tranquila sobre mi hombro, ha sido el más bello despertar de toda mi vida T: ¿Y ella? (preguntó ladeando un poco la cabeza, ansiosa por saber) M: Esther era una fuente de pasión, un torrente que arrasaba todo lo que pudiera entender, cuando hacíamos el amor, me tenía un poco desconcertada e incluso atemorizada, sin embargo, anoche fue lo que yo esperaba que fuera, lo que yo soñaba que fuera (su mirada se había bañado por unas lágrimas de emoción) Parezco tonta T: No Maca, no pareces tonta, simplemente has llegado donde querías llegar. Y yo me alegro mucho, y no quiero ser quien fastidie tu felicidad del momento, pero... ¿y ahora? M: Ahora ya tengo un motivo para ver la vida de otra manera, antes no había llegado nada a mí que me hiciera ver que podía ser yo misma T: Pero no puedes ser tu misma por otra persona, debes serlo por ti M: No es fácil Teresa, llevo muchos años anulada, me había conformado a vivir así porque no hallaba nada mejor, no hallaba nadie quien pudiera provocar en mí dar el paso más complicado que voy a dar en la vida

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T: Ahora lo has hallado, claro M: Y ahora no tengo porque esperar... quiero decir, no quiero tener una amante, quiero tener una compañera, me encantaría que fuera Esther T: ¿Y ella quiere que tú seas su compañera? M: La verdad Teresa, es que no hemos hablado de nada... solo... solo... T: Entiendo (cerró los ojos) M: Pero ya va siendo hora de hablar, de conocernos más, creo que ella también siente eso, anoche me lo demostró T: Mujer... yo creo que sí M: Quiero pedirle que se venga conmigo al faro, se lo voy a decir ahora, quiero que pase todo el tiempo conmigo, que ambas descubramos si podemos o no intentarlo, y una vez finalice la novela, me separaré de Luis T: ¿Estés o no con Esther? M: Exacto, ahora tengo fuerzas para enfrentarme a él, y no va a lograr de ninguna de las maneras que cambie de opinión, antes me tenía chantajeada, ahora no tiene con que hacerlo, una vez presente el libro puede disponer de él para lo que quiera, te lo dije, será mi precio de libertad T: ¿Sabes algo de tus padres? M: No, parece que han decidido omitirme, así no tienen que reconocer que me casé con un hijo de puta T: Bueno... no te pongas triste, no quiero que se borre esa sonrisa maravillosa, ¿te vas? M: Sí Teresa (sonrió ampliamente) ¿Me cubres? T: Por supuesto (le devolvió la sonrisa) No si al final... voy a cogerle gusto y todo a esto M: Gracias Teresa, y... bueno disculpa lo del otro día, estoy tan acostumbrada a tragarme lo que me duele, que lo pagué contigo justo la persona que no lo merece T: Bueno... yo lo que quiero es verte feliz como ahora M: Pues para eso, haz como yo, no pienses más allá de cinco minutos T: De acuerdo, venga voy a ver Teresa salió de la habitación, con cuidado, Maca la esperaba en la puerta para que a su señal pasara a la habitación de Esther que era la última del pasillo, la vio andar con

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sigilo mientras ella sonreía, aquella mujer del primer día que llegó con su seriedad, con su fuerte deber ético con su trabajo, había cambiado mucho en tan solo unas semanas. Aquel pensamiento le hizo sonreír más ampliamente. Al ver que llegaba a la esquina, Maca salió dispuesta a marcharse justo en el momento en que los ojos de Teresa vieron como Luis salía del ascensor, aquellos ojos se abrieron como platos, con rapidez se giró sobre si misma y echo a correr hacia la habitación. Cerró la puerta nerviosa con la respiración agitada en el mismo instante en que dos golpes sonaron en la madera, cerró los ojos, respiró profundamente mientras se apretaba las manos, espero unos segundos y preguntó: T: ¿Quién? Luis: Soy yo Teresa T: Dios mío (musito y tras exhalar un profundo suspiro, abrió la puerta) En su habitación mientras Maca hablaba con Teresa, al mismo tiempo que mantenían su conversación, Esther mantenía otra no menos interesante E: ¡Sandra! (le dijo alegre sentándose en la cama) Sandra: Vaya... hacía mucho tiempo que no te escuchaba tan bien E: Sí (sonrisa amplia) Sandra: ¿Pregunto? E: Sandra esto es genial Sandra: ¿El hotel?, ¿la ciudad? E: No tonta (sonreía divertida) Todo, absolutamente todo Consuelo: ¿Qué dice... que dice? Sandra: Espera Esther voy a poner el altavoz o Consuelo me arranca el brazo y la oreja E: Vale (enrolló un mechón de su cabello con el dedo índice) Consuelo: ¡Exagerada eres! (se quejó Consuelo) ¿Ya puedo saludarle? Sandra: Sí, ya Consuelo: ¡Esther empieza ya a contar! E: Consue cariño (volvía la sonrisa boba a ella) Consuelo: ¡Uy me ha llamado cariño!

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Sandra: Anda calla que no sé cual de las dos es más payasa, desde luego, creo que soy la única que tiene cerebro aquí E: Hablo la lista Consuelo: ¡Pero quieres contar! E: Bueno pues... la verdad que no sé muy bien que me está pasando, pero creo que hoy por primera vez en mucho tiempo he podido hacer el amor Sandra: ¿En serio Esther? E: Sí (sonrió algo emocionada al notar el tono de voz de su amiga) Sandra, Consuelo, creo que voy a intentarlo, lo voy a intentar, sí... Maca merece intentarlo Sandra: Esther... habla con ella muéstrale la verdad que hay en ti Consuelo: Sí hija, será lo mejor E: No puedo... me da vergüenza, miedo Sandra: Esther lo que tienes no se cura por una vez que hagas el amor, ella tiene que saberlo para ayudarte E: ¿Y si lo sabe, y me deja? Sandra: Pues... a otra cosa mariposa, total tú no crees en el amor que más da (le guiñó un ojo a Consuelo mientras ésta sonreía y levantaba su dedo pulgar) E: Sí... tienes razón, total es lo que he estado haciendo todo este tiempo ¿no? Consuelo: Por eso, tienes experiencia (le decía metiendo más el dedo en la llaga) E: Sí Sandra: A no ser que... E: ¿Qué? (su voz de repente se volvió totalmente apagada) Sandra: A no ser que por primera vez quieras intentar no sentirte sola E: La verdad que... reconozco que por primera vez no me importaría arriesgar Consuelo y Sandra se miraron con la misma emoción que mostraban las palabras de Esther, no podían creer que estuviera sucediendo aquello que ellas pensaba imposible, Esther estaba tan destrozada en su interior que habían perdido toda esperanza de que una mujer le hiciera tan siquiera plantearse la posibilidad de sentir. Estaba enferma y quizá la escritora iba a ser su médica particular, ambas cenaron hablando de ella y de lo mal que lo había pasado, y deseando que el momento de ser feliz le hubiera llegado, a

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pesar de que había un escollo que no sabían si era salvable o simplemente Esther iba a acomodarse y aceptar los restos. Luis En la puerta de la habitación de Maca, Luis miraba por encima del hombro de Teresa, allí vio los pies de su mujer metida en la cama T: Tú dirás Luis (le dijo amablemente en voz baja) Luis: ¿Está bien? T: ¿Quién? Luis: Maca T: Claro, está dormida Luis: ¿Ya? T: Pues sí, está cansada Luis, hoy ha madrugado mucho y no ha parado en todo el día Luis: Es cierto, mañana será mejor dejarla descansar, haré que suban el desayuno aquí, y que no salga, tenemos que hablar T: Yo se lo diré Maca estaba acostada vestida, casi rezando para que no entrara, agradecía en ese instante a todos los santos de Teresa que ella estuviera allí entreteniéndolo, convenciéndolo para que no pasara, sin duda, en esa gran locura que se había convertido su vida de repente, debía agradecer tenerla a su lado ayudándola. Exhaló un profundo suspiro, necesitaba abrazar a Esther, y sentirse abrazada por ella, pero tampoco se iba a engañar, no sabía muy bien con que Esther se encontraría esta vez, sabía que debían hablar que el tiempo se terminaba y no quería separarse de ella. Al escuchar la puerta como se cerraba se destapó mirando a una Teresa que suspiraba profundamente T: Necesito una copa M: Yo te la pongo Entonces se miraron y rompieron a reír a carcajadas, después, Maca la abrazó necesitando agradecerle de aquella manera su ayuda M: Gracias Teresa T: Ten cuidado y hablad Volvieron a repetir la jugada, volvió Teresa a salir con cuidado, volvió Maca a esperar en la puerta, y ante su gesto, esta vez sí, salió corriendo con la tarjeta en la mano hasta la habitación de Esther

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T: Espero que todo vaya bien... de lo contrario... tendremos que utilizar la fuerza porque él no lo va a dudar. Me da pánico esta situación... pánico Maca Y Maca en un segundo se vio allí dentro de la habitación ante Esther, se quedaron mirando, en la distancia se notaba la tensión sexual que había entre ellas, ¿quién daría y cómo el primer paso?, Maca suspiró M: Lo siento he tenido que... E: Shhhh (se le acercó hasta quedarse a un solo paso suyo, los ojos de amabas no cesaron ni un solo segundo de mirarse fijamente con una sonrisa boba marcada en sus labios) No digas nada M: Esther... Y los suspiros de ambas se fundieron en el ambiente de la habitación, no dijeron más palabras, tan solo caricias, besos y susurros de gemidos, se envolvieron en la cama, rozando el éxtasis con ternura, no dudaron en repetir tantas veces creyeron necesario, había abrazos, caricias lentas, besos suaves, miradas repletas de calma y luz, la sombra de aquellos ojos de Esther dejaron paso al brillo en su mirada, y aquel brillo al igual que las sombras hicieron mella en una Maca, que respiró aliviada Esther reposó su cabeza sobre el cuello de la mujer que le había llenado momentos antes, la respiración de ambas era relajada, las yemas del dedo índice de Maca repasaban milímetro a milímetro lentamente la piel del brazo de Esther que sentía una lucha interior una batalla entre el placer tranquilo y las ganas de detener aquella mano y devorarla de pasión M: ¿Duermes? E: No (musitó sin abrir los ojos) M: Quiero decirte una cosa (se separó un poco de su cuerpo para poder besarle la frente) E: Tú dirás (su mano dejó de reposar sobre la cadera de Maca e inconscientemente apretó sus yemas contra la piel) M: Quiero que te vengas conmigo a un lugar mágico (le dijo notando aquel cambio de tensión en el cuerpo de Esther) E: ¿Existen? (sonrió) M: Por supuesto y quiero que me acompañes. Guillermina como sabes vive en una aldea cerca de Santiago de Compostela E: Me muero por conocer esa ciudad

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M: Pues allí a unos 40 kilómetros de esa ciudad que dices, tiene un faro que era de su padre, la habitación principal está mirando al mar (decía con voz sedosa, arrastrando las palabras de una manera seductora y tierna) E: Empiezo a creer que sí puede ser mágico M: Nos iríamos mañana, tú y yo, bueno Teresa también pero estaríamos solas (murmuró mientras con la nariz acariciaba la sien de la enfermera) ¿Qué dices? E: No puedo Maca, lo siento Maca levantó ligeramente la cabeza separándola de su cuerpo, su gesto y su mirada eran sin duda de decepción E: Maca tengo un trabajo, no es que no quiera ir, me iría ya (le sonrió acariciándole la cara suavemente) M: ¿No puedes pedir vacaciones? E: A ver... (miró al techo y después la miró a ella) Me deben doce días y podría pedirme una semana M: ¿Solo? (la miró frunciendo la frente) E: ¡Pero Maca tengo que trabajar! (le sonreía realmente asombrada de ver su reacción) M: Tú no puedes trabajar en ese hospital, eres una escritora prodigiosa (Esther soltó una carcajada para después darle un beso que arrancó la sonrisa de Maca) No sé porque te ríes. Eres muy buena y debes dedicarte a la escritura E: Claro... ¿y de qué como guapa? M: No necesitas dinero (la miró acariciando su mejilla lentamente) E: ¿Cómo qué no? ¿y de qué vivo? M: Quiero que vengas conmigo, quiero que estés a mi lado (le ayudó a subirse sobre ella mientras le apartaba el cabello que caía sobre los lados de la cara, y la devoraba de ternura con la mirada) Quiero que estemos juntas, no vas a necesitar dinero E: Maca... odio preguntar esto pero... ¿y tu marido? M: No te preocupes, él no va a venir, odia el faro E: Aún así, no quiero que las cosas sean de ese modo, a mí no me gusta que nadie me mantenga (le dijo con tranquilidad sentándose sobre la cama) M: No te voy a mantener. Escucha, creo que (se sentó como ella mirándola dulcemente mientras le acariciaba la mano).. creo que desconoces tu valía como escritora, de verdad

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deberías dejar que te ayude, no voy a hacer que te publiquen nada (agregó con rapidez al ver su gesto) Mira Esther sé lo que cuesta llegar a publicar, y sé lo que arrastras si publicas bajo una ayuda, yo lo hice, mi primer libro prácticamente Luis lo vendió con su dinero E: Algo me comentaste, sí (la miró con tristeza entendía que aquello que había pasado no le había permitido saborear su éxito) M: Yo no llegué por mi talento, llegué por su ayuda, venía del mundo del vino y conocía a mucha gente, hizo tratos y se benefició de ello para que yo publicara E: Bueno pero tú eres una maestra, eres impresionante como escritora (le acarició ella la mano y sonrieron ambas al sentir miles de sensaciones nerviosas despertar) M: Pero no llegué como yo quise llegar, con mi esfuerzo E: A veces es desesperante Maca, y tú eres buena antes o después lo hubieras logrado M: Mira, yo podría hacer que alguien leyera tu novela ¿mm? (se acercó a ella necesitando besar aquellos labios) Estoy segura que te publicarían encantados y yo no lo pediría tan solo te daría un camino para empezar a andar hacia tu propia fama (la besó) Me pierden estos labios E: Jeje (sonrió sin poder evitar sentirse tremendamente contenta, entonces le acarició la cara con cuidado, sus ojos se movían de un lado a otro) ¿Por eso estás con él? M: Eso lo hablamos en otro momento, eres una tentación demasiado grande para mí (la miró de arriba a bajo, acariciando sus pechos con lentitud mientras Esther cerraba los ojos) Tenemos dos meses en el faro para estar juntas y descubrirnos E: Maca... M: ¿No hay excedencias en tu hospital? (le besó el cuello) E: Bueno... estaba a punto de pedirme una (le dijo sonriendo) M: Pues ya esta... la pides princesa... y te vienes conmigo a un lugar mágico donde te prometo seremos felices (le decía con una sonrisa amplia y radiante) E: No conozco eso (le dijo echándose hacia detrás dejando por completo al descubierto sus pechos para que ella la besara como lo hizo) Mmmmm M: Yo te lo enseñaré (la miró ardientemente) E: Digo, que no conozco la felicidad (sus ojos se habían vuelto nuevamente tristes M: Yo tampoco Esther, será maravilloso descubrirlas juntas ¿no te parece? E: Sí (sonrió borrando nuevamente ese pequeño apagón del brillo en su mirada)

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Hicieron el amor y al finalizar después de besarse suavemente se fueron quedando dormidas mientras se miraban a los ojos, aún en la oscuridad, por la luz que les entraba por la ventana pudieron observarse. En medio de la noche, Esther se despertó una vez, allí estaba Maca relajada con su mano sobre sus caderas, con la respiración tranquila después de haberla visto tiritar de placer le parecía imposible todo cuanto le había pasado en aquel lugar, había podido reprimir sus ganas de pasar a la acción, cuando Maca le hacía perder la cordura era en ese momento cuando debía contenerse, aquel cuello que ahora veía respirar tranquilamente la volvía loca, lo devoraba con su lengua, y si no fuera por la contención, la mordería de pasión. Sonrió suspirando fuertemente Maca la podría ayudar y eso era lo que quería conseguir, para que seguir engañándose, ella necesitaba que la curaran, necesitaba dejar de vivir como lo hacía, de aquella manera tan vacía, estaba harta de sexo y después soledad, de juergas y después soledad, ella quería cambiar y no podía engañarse a si misma más tiempo, no quería continuar con la vida que llevaba, no quería M: Esther... E: Dime... M: Vente al faro... quiero que vengas... (susurró mientras escondía su cara entre el cuello y pelo de Esther) Esther la miró dulcemente, sonrió y murmuró: E: Iré... no sé como, pero iré M: Gracias (levantó la cabeza mirándola y la beso suavemente en los labios) E: Gracias a ti... M: Ya verás... será fantástico, podremos conocernos mejor... buenas noches E: Duerme... Esther tragó saliva, conocerse mejor, ¿podría decirle a aquella mujer lo que había vivido sin temer su reacción? E: Dulces sueños... princesa 21 Mayo 2005 Maca se despertó, eran las nueve de la mañana, se detuvo a mirar a Esther, ese día debían separarse y aunque no quería despertarla porque la veía dormir a gusto, no pudo resistirse a besarla, no iba a tenerla no sabía los días que estarían separadas, por esa razón, la besó con necesidad de llevarse su sabor, y sonrió al ver como se desperezaba M: Buenos días dormilona

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E: Mmmmmmmmmm (fue su respuesta) M: Tengo que irme E: Vaya... pensé que... bueno (le acarició la cara al ver su gesto) M: Esta noche te llamaré una vez esté en casa de Guillermina, te llamo y hablamos E: Vale, pero hasta mañana no iré al hospital, no podré decirte M: Por favor Esther, no tardes mucho... E: Lo intentaré (le contestó encantada por aquella frase) M: Y tráete la novela, el ordenador y todo ¿eh?, allí vamos a trabajar para que puedas entregar tu manuscrito (le decía ilusionada mientras la miraba) E: Eres cabezota M: Mucho E: Otra cosa que compartimos M: ¿Sabes qué? Me encanta ir descubriéndote E: A mí también M: Esther... (suspiró mordiéndose el labio inferior) No me iría E: Pero tienes que irte (la besó) M: No me lo pongas más difícil (sonreía mientras suspiraba tocando la cara de Esther con suavidad) E: Nunca me habían tocado así Maca... te lo aseguro (le cogió la mano y la besó) Ambas se miraron, suspiraron y unieron sus frentes mientras sus ojos se miraban los labios, sin pensarlo se besaron con pasión... para después separarse nuevamente y sonreír M: Me tengo que marchar E: Espero tu llamada Mientras Maca se vestía, Esther la miraba fijamente, se levantó cubriéndose con la sábana para despedirla en la puerta, allí nuevo beso, nuevas caricias lentas en las mejillas para terminar con un beso repleto de pasión

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M: Hasta pronto E: Hasta pronto Maca llevaba la chaqueta en la mano y se apresuró a toda velocidad hasta su habitación, al abrir se encontró con Teresa asustada, y Luis de espaldas a la puerta, su cuerpo tembló de pies a cabeza. Luis, se giró mirándola fijamente Al mismo tiempo que Maca se estaba vistiendo, Teresa se había terminado de arreglar, sobre la mesa unos cuantos folios y sus gafas de cerca, le sobresaltó que llamaran a la puerta, Maca tenía la tarjeta y se temió lo peor, estuvo a punto de no abrir, pero si no lo hacía Luis haría lo imposible para que le abrieran la puerta. Así que trato de tranquilizarse y abrió T: Hola Luis Luis: Buenos días (pasó por su lado hasta dentro buscando con la mirada a Maca) T: ¿Pasa algo?, me asusta tu cara... ¿estás bien? (lo rodeó poniéndose delante de él, mientras controlaba la puerta) Luis: Sí, no he dormido mucho... dile a Maca que salga T: ¿Qué salga? (lo miró con una tranquilidad que le asombró a ella misma) Luis: ¿Dónde está? (la miró tornándose su gesto mucho más serio) T: Pues ha salido a dar una vuelta Luis: ¿Sola? T: Sí, sola, no podía concentrarse y le he dicho que saliera... ¿sabes una cosa Luis?, creo que ir al faro le va a ir muy bien, no sé que le pasa últimamente está muy triste y nerviosa (“toma ya... a ver si la coges al vuelo, desgraciado”) Luis: Lo sé... (agachó la cabeza mientras un puño golpeaba levemente pero con rabia su otra palma de la mano) Soy un desagraciado... Entonces se abrió la puerta, Teresa tragó saliva y cuando Luis se giró abrió los ojos como platos mirando a Maca, levantó una mano elevando la palma, y con sus dos dedos índice y corazón, empezó a hacer un movimiento como si caminara M: ¿Qué haces aquí? (su voz sonó seca y crispada) Luis: ¿De dónde vienes? T: (“Di que vienes de pasear, por tu madre, no por tu madre no, por Guillermina”)

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M: De pasear, ¿qué quieres? (entró y dejó la chaqueta sobre la cama ante la mirada de Luis reprobatoria y una silenciosa pero profunda exhalación de Teresa) Estoy en mi cuarto, hago lo que me da la gana, me voy a duchar, así que dime que quieres Luis: Teresa prepara las cosas nos vamos en media hora al faro T: ¿Al faro? Luis: Sí, nos lleva un colega en su avión privado M: Bien, voy a ducharme (dijo con total tranquilidad) Luis: Teresa... por favor date prisa T: Sí Lo acompañó hasta la puerta, después se puso las manos en la cara y murmurando como loca, mientras gesticulaba fue hacia la ducha T: ¡Se viene!... ¡se viene! ¿lo has escuchado? ¡sabe algo... sabe algo! Estoy descompuestecita (decía mirándose al espejo) M: “Líame a la pata de la cama, no te quedes con las ganas de saber... cuanto amor... Lía con tus besos...” T: ¡Maca! (le gritó al escucharla cantar) M: ¿Qué? (sacó la cabeza mientras le hacia una pedorreta graciosa para apartarse el agua que le caía) T: ¿No lo has escuchado? M: Sí (siguió cantando) “Lia... liaaaa entre mis brazos... un mundo de dos...” T: ¿Y te quedas tan fresca? (decía fuera de si) M: Teresa (salió de la ducha y se enrolló el cuerpo con una toalla para después hacerlo con otra en el pelo) T: Maca... me está subiendo la tensión M: Jaja (dio una carcajada) ¿Quiere venir?... que venga... T: Claro muy bien, y llevamos en el tren de aterrizaje a Esther, ¡perfecto! (le dijo golpeándose las caderas) M: Esther no va a venir T: ¿No?... Maca (le dijo con tristeza)

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M: Tiene que ir a Valencia a pedir una excedencia, más adelante se reunirá conmigo T: ¿Una excedencia? (siguió a Maca que había ido a buscar su ropa) M: Sí (su voz sonó cantarina) T: ¿Y tú lo sabías? M: No, hablamos anoche y le pedí que se viniera conmigo, casualmente tiene unos días de vacaciones, mientras le harán la excedencia, así que tú y yo nos vamos con Luis, va a ser todo un acontecimiento estar con él en el faro (dio una carcajada) Las pasa putas T: Maca... allí no podrás poner excusa para que no duerma contigo M: Claro que sí, no va a dormir más conmigo, no va a volverme a tocar, no se lo voy a permitir T: Maca... está enfermo... obsesionado contigo M: Pues tendrá que desobsesionarse, así de claro T: Tengo miedo M: Yo también Teresa, yo también tengo miedo porque sé de lo que es capaz, pero no voy a dejar que ese miedo me paralice en estos momentos, no, no lo voy a permitir tenga que hacer lo que tenga que hacer con él T: Voy a preparar las maletas (susurró con cierta zozobra) Entre tanto, en la ducha Esther se mostraba más tierna que nunca, había dejado que de su corazón saliera todo cuanto llevaba tanto tiempo encerrado, y se encontró a si misma con las manos apoyadas en la pared y el grifo de la ducha golpeando su cuerpo, se puso de espaldas dejando que el chorro de agua cayera sobre su cuello mientras ella canturreaba E: “Si tú no estás aquí... me falta el aire... si tú no estás la genteeeeee... se hace nadie... si tú no estás aquí... no sé... que diablos hago yoooo...” (metió la cara debajo del grifo) ¡Ay Esther... y eso que no ibas a caer de nuevo ante los encantos y ternura de una mujer! Se vistió y a toda prisa, salió de su habitación, faltaban dos horas para su vuelo pero quería llegar con tiempo suficiente para poder ir preparando cosas, cerró la puerta y se fue hasta el ascensor Mientras en Recepción Luis pagaba la estancia que le correspondía, había estado observando la lista que el recepcionista había sacado, tamborileaba con sus dedos sobre el mostrador de madera fijándose en los clientes, hasta que el Recepcionista llegó y al verlo, retiró con disimulo la hoja

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Luis: Muchas gracias por todo. Mi mujer ha estado muy a gusto hágaselo saber al director Con una sonrisa que aunque falsa podía ser encantadora, salió hacia el ascensor para subir y recoger a las mujeres, no había visto ningún gesto de sorpresa en Maca, aquello le había gustado. El siguiente paso era alejarse un poco de ella, sabía que cuando había pasado algo entre ellos como la última vez, debía dejar pasar un poco el tiempo, alejarse de ella, preocuparse por ella, pero desde la lejanía y allí podría estar Teresa para contarle si estaba mejor, y sabía perfectamente que la mujer le contaría que el bueno de su marido la llamaba solo por ella. Sus pensamientos se detuvieron al abrirse la puerta del ascensor, entró y pulsó el botón, en el instante en que sus puertas se cerraban, las puertas del ascensor de la derecha se abrían y salía Esther con su pequeña maleta y su sonrisa. Directamente pasó al mostrador E: Hola... bueno pues nada... ya me voy... vengo a pagar Recepcionista: Claro señora. ¿Ha sido de su agrado la estancia? E: Mucho, gracias La puerta de la habitación de Maca se abría cuando Luis entraba por el pasillo, allí un mozo del hotel, les llevaba en un carrito las dos maletas que Teresa había preparado T: Habrá que ir a por más ropa (dijo) Luis: No te preocupes Teresa, no va a hacer falta (contestó viendo como Maca lo omitía y pasaba de largo de su presencia. Se metieron en el ascensor) Esther con una sonrisa amable salía hacia la calle para esperar su turno en el taxi, delante de ella dos personas más El ascensor se abría y de él salían los tres, cada uno con un gesto y una expresión, Luis aparentemente tranquilo, Teresa aparentemente y realmente atacada, Maca en su mundo particular repasando la mirada y la sonrisa final de Esther. Ella iba primero y mientras Teresa abría su bolso para sacar un pañuelo para su garganta, salía hacia la calle. Sus ojos se abrieron, su corazón comenzó a latir fuertemente. Allí estaba Esther. Cuando Maca la vio que estaba esperando al taxi, volvió a entrar y entonces sí con la cara desencajada dándole un susto de muerte a Luis que la seguía y vio el giro brusco de su mujer M: ¡Me he dejado el ordenador! T: Maca... (al ver su palidez, entendió lo que había visto) Luis: ¿Teresa?

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T: ¿Dónde te lo has dejado? Yo juraría que lo había puesto en la maleta... será mejor que suba a ver Luis Luis: Deja ya subo yo (miró a Maca negando con la cabeza) No se puede ser tan despistada Maca M: Vete a la mierda Luis (le musitó entre dientes con una sonrisa de oreja a oreja que le dolió al hombre más que si le hubiera pegado una bofetada) T: ¡No Maca, el ordenador te lo he guardado yo sin avisar!, lo siento, ha sido culpa mía M: Joder... Teresa... ¡qué susto! Luis: ¡Vámonos! (dijo de malos modos) T: Por poco (susurró cuando él salió) La he visto irse M: Gracias T: Una úlcera es poco... M: Uf... En el taxi, Luis iba delante junto al conductor mientras pensaba y repasaba las palabras de Maca, nunca antes le había hablado así, le hacía sentirse culpable cada vez que le trataba de aquel modo, y ella, seguía sin entender que la amaba Cuando Esther llegó a casa, vio que Sandra no estaba, faltaban cinco días para su boda y debía estar ya con los últimos preparativos, sonrió al entrar, se fue directa hasta su cuarto y suspiró, otra vez volvían a ella las ganas de ser ella, de mostrarse tal cómo era. Cogió un papel y un bolígrafo no tenía tiempo que perder, le dejó algo apuntado a Sandra y salió con su bicicleta hasta el Hospital. Al llegar, Consuelo no la había visto y ella la sorprendió E: Señora me muero... me muero... ahhhhh (Consuelo se giró rápidamente y al ver que era ella haciendo la payasa resopló con malestar. Esther bordeó el mostrador y se fue hasta ella abrazándola fuertemente y moviéndola de izquierda a derecha) Ayyyy mi Consue... Consuelo: Quita zalamera... menudo susto me has dado (le decía sin soltarla) E: Estás muy guapa Consuelo, ese color de ojos francamente realza tu infinita belleza Consuelo: ¡Me estoy poniendo colorada! E: Esos colores...

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Consuelo: Ya... ya... E: Oye... te estas poniendo colorada o... ¿te estás poniendo? Consuelo: ¡Eres una salvaje! (le dijo enfadada mientras buscaba las historias y Esther se moría de la risa) Lorena: Consuelo quiero que... vaya... hola Esther E: Hola Lorena (le sonrió) Lorena: ¿Tienes un momento para un café? E: No, lo siento Lorena: ¿Mas tarde? E: No. Lorena ven... (le dijo apartándola mientras la neuróloga sonreía) Quiero que sepas que no voy a seguir haciendo más escenas contigo, que no esperes nada de mí. ¿Entiendes? Lorena: Pero... E: Lo siento, he sentado cabeza (le dijo elevando los hombros de forma graciosa) Lorena: ¿Cuánto... un día? E: No lo sé... sólo sé que... se acabaron nuestros encuentros Lorena: Date tiempo... siempre vuelves E: En fin... tengo prisa solo era para que te quedara claro y no me insistieras más. Suerte (le guiñó un ojo y fue nuevamente hasta Consuelo) ¿Está nuestro direc? Consuelo: Sí, está. ¿Qué le has dicho a la leona? E: Voy a hablar con él, avísale por favor (omitió responder) Consuelo: ¿Para qué? E: He citado a Sandra aquí cuando termines turno, comemos y te lo cuento Consuelo: ¿Tengo qué empezar a temblar? E: No. Ahora vuelvo Consuelo: Oye que no me has dicho nada de... vaya...

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Cuando volvió, Consuelo estaba muy atareada y no pudieron hablar hasta que Sandra llegó y se reunió con ellas en la pequeña Taberna donde siempre se habían reunido para contarse los problemas, y buscar soluciones, aquel trío de amigas que a fuerza de golpes se habían hecho inseparables. Y que también habían tenido sus cenas bárbaras, sus risas, sus aventuras, y que nuevamente estaban allí para escucharse y como siempre apoyarse. En definitiva habían consumido vida las tres juntas La primera que se confesó fue Sandra, la boda inminente era algo que la tenía de los nervios, además con la ausencia de su amiga Esther, todavía se sentía más atacada, entre risas les contó las pruebas de los trajes de las madrinas, las tejas y mantillas que se iban a poner. Después fue el turno de Consuelo, que se sentía preocupada porque su deseo sexual había desaparecido, sólo se atrevía a hablar del tema con ellas, y rápidamente Esther le recomendó unas algas marinas para subir la libido, más una buena película porno, más que su marido se depilara integro, con lo que Consuelo al imaginar a su bello oso sin pelo, se le iluminaron los ojos E: Se le está subiendo la libido ya ¿eh? (le decía muerta de risa a Sandra que reía como ella) Sandra: Sí... mira... mira... Consuelo: ¡Bueno... vale ya, eh! (les protestó seria) Sandra: Ja ja... que risa... menos mal que mi Pascualet no tiene bello Consuelo: Mira para eso y la barriga dale tiempo E: Yo no tengo ese problema, ¡chicas os lo he dicho miles de veces haceros lesbianas! Consuelo: No creas que a veces lo he pensado ¿eh? Sandra: ¿Tú? (le dijo divertida Sandra) Consuelo: Yo... ¿qué pasa? Sandra: Nada, nada E: Oye Consue, que yo llevo años tirándote los tejos y nada, a ver si me avisas ¿eh? yo te enseño Consuelo: Tú no me tires de la lengua y cuenta... que estoy mosqueada con tu visita al director Sandra: ¿Qué has hecho? E: Bueno... ya sabéis que llevo ahorrando un buen tiempo, que con mis visitas a casa para pinchar como practicante he conseguido tener un apartado importante, quiero dedicarme en serio a escribir

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Consuelo: Hace tiempo deberías haber dejado de tontear con toda mujer que tuviera dos tetas, ¡es decir todas! Y haberte dedicado a ello E: Nunca es tarde Consuelo (sonrió realmente tranquila) Sandra: ¿Maca? E: Sí, Maca, me ha pedido que me vaya con ella a una casa que tiene en Galicia, cerca del mar Consuelo: ¿Se va a separar? ¡Uy ya os veo en las revistas primera pareja lesbiana! E: No digas eso (le medio riñó pero no le desagradó del todo la idea) Sandra: ¿Y entonces? E: La verdad que me siento muy bien con ella, hemos hablado Consuelo: ¿Le has contado lo tuyo? E: No Consuelo: ¿Y a qué esperas? E: Llevo un par de días dominando ese lado Consuelo, he podido hacerlo con ella con tranquilidad, sin necesidad de hacerle daño Sandra: Eso es bueno Esther E: Sabes que sí (le sonrió ampliamente) Quiero darme esta oportunidad, quiero saber si realmente puedo dedicarme al mundo de las palabras Consuelo: Las manejas como nadie (le rozó con cariño la mano) E: Bueno... tengo que estudiar y mejorar mucho, así que he decidido pedir una excedencia en el hospital Consuelo: ¿Qué... qué... que has hecho? (la miraba perpleja) Sandra: Pedir una excedencia Consuelo Consuelo: ¿Me vas a dejar? E: En principio sí, pero... seguiremos en o Sandra: ¿Te vas a ir a Madrid?

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E: Me gustaría (asintió con un nudo en la garganta, durante el trayecto del avión, se había imaginado la situación, y no pensó que le costara tanto decirlo) Maca dice que tengo futuro, lo quiero intentar Consuelo: Vaya... (murmuró abatida Consuelo, pero al ver los ojos brillantes de Esther se recompuso y agregó) Es una excelente noticia, corazón Sandra: ¿Te va a ayudar? ¡no me puedo creer que hayas cedido a tu orgullo! E: No, no me va a ayudar, tan solo me va a aconsejar estoy escribiendo algo que me gusta mucho, que me siento muy bien, tengo tantas ideas, en este viaje he descubierto tantas cosas que me veo con total fuerza para seguir adelante, seguir y tratar de hacer una novela importante Consuelo: ¡Vamos un best-seller! (decía emocionada) E: No sé si tal cosa pero... estoy muy ilusionada (sonreía feliz) Sandra: Es un gran paso Esther... ¿te das cuenta en tan poco tiempo todo lo que has crecido? (le miraba orgullosa) E: Aún no he conseguido nada Sandra, pero sí, es un buen paso Consuelo: ¿Y qué pasa con Maca? E: ¿Qué pasa de qué? Consuelo: ¿Estás enamorada de ella? E: Pues... no (dijo mientras sus ojos se iban perdiendo de un lado a otro como si no pudiera dejar la vista fija) Me siento bien a su lado, eso no lo voy a negar Sandra: ¿Y ella? (la miró intensamente) Consuelo: Pues si la idea ha sido de ella de irse juntas a ese lugar, será que también, ¿no Esther? E: Supongo que sí, claro (sonrió con cierto temblor) Sandra: Bien... Consuelo: Solo falta que deje a su marido E: Bueno... tampoco hace falta (dijo de pronto asustada) Sandra: ¿No? E: No sé... quizá sí, y aunque no sea por mí, creo que sí, es un hijo de puta que le hace la vida imposible, sí, sería muy bueno que lo deje

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Sandra: ¿Por ti por qué no? E: Todavía es muy pronto para eso... estos días imagino que nos conoceremos... no creo que alguien se pueda enamorar de un día para otro así de repente, lo nuestro no es amor, estamos bien... imaginaros estos días verá mi mal carácter cuando despierto ¡qué horror! Consuelo: Mira un consejo, sé tú, no quieras mostrarte ideal, sé tú con tu mal genio, con tus tacos, con tus locuras, porque si te muestras tal como eres, Maca no tendrá motivo para no enamorarse de ti. Si puedes evitar, que parece que lo estás empezando a hacer, ese lado tuyo digamos negativo, vas a descubrirte tú misma, y vas a descubrir que la vida es maravillosa y merece la pena vivirla porque tras un momento malo, siempre llega uno bueno Esther la miró como si aquellas palabras fueran entrando poco a poco en su mente, sonrió y sin mediar palabra la abrazó dejándole un beso E: Soy afortunada de teneros... y creo que mi propia autodestrucción no me ha dejado darme cuenta que estáis aquí, sé que si me sale mal, os encontraré a mi lado Sandra: Como siempre (le dijo emocionada Sandra) Consuelo: Debes ir poco a poco y sobre todo, fundamental, hablar con ella Durante el vuelo, Maca no separó a penas sus ojos de los folios que Teresa le había dado, repasaba cosas de la novela, escribía otras, Luis la observaba tranquilo, la veía con ese ceño fruncido que demostraba concentración absoluta. Teresa mientras tanto desconfiaba de la presencia de Luis, allí iba a ser un problema sobre todo si se negaba a que ella acompañara a Maca hasta el faro. Así que trazó mentalmente un plan que esperó saliera como ella quería Bajaron por la escalinata y cuando Teresa vio como Maca entraba en el coche, detuvo a Luis Luis: Dime Teresa T: Le he revisado el móvil (le dijo con voz tenue) Luis: ¿Y? T: Nada Luis, no hay llamadas ni mensajes, míralo si quieres (le enseñó el móvil dando la espalda a Maca) Se lo he cogido Luis: Confío en ti. Gracias Teresa, compréndelo es por su bien (sonrió de lado) T: Lo sé, por eso estoy contigo Luis. Pero Maca está muy centrada en la novela, no sé a que temes

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Luis: Gracias (le dijo cerrando los ojos y asintiendo levemente) T: No te preocupes si viera algo, ten por seguro te lo diría (su voz sonó tan contundente que Luis volvió a suspirar satisfecho) M: ¿Qué pasa? T: Luego te cuento El coche salió del aeródromo y se dirigió hacia la aldea donde Guillermina esperaba ansiosa a Maca, el día antes, le habían limpiado la casa a fondo, había llenado la nevera de comida y tenía preparada una tarta de Santiago hecha por ella que era la locura de Maca cuando era niña. Su andar no era liviano, pero siempre que recibía su visita parecía rejuvenecer. Su pelo bien estirado hacia detrás con el moño, sus cejas pintadas, su bata negra con el delantal blanco y negro, su cuerpo que a pesar de los años seguía conservándose voluminoso, con sus grandes pechos donde tantas veces había dormido a la pequeña Macarena. Durante un rato se había sentado con una silla a la puerta de su casa, tenía ganas de descubrir a esa Esther, ganas de mirarla a los ojos, ganas de averiguar aquellas dudas que Teresa le había comentado, y al mismo tiempo, descubrir a una mujer que había tenido unas vivencias durísimas Guillermina: ¡Cuánto tarda esta niña!, no sé porque tengo este mal latido Se metió en la casa, y al hacerlo no pudo ver como el taxi doblaba la calle y de él salían los tres. Maca lo hacía con una sonrisa tierna y unas ganas locas de abrazar ese cuerpo, Teresa seguía con dudas y Luis con gesto de refunfuño Al llamar, Guillermina abrió con dificultad pero ansias Guillermina: ¡Mi Macarena! (la abrazó con fuerza e infinito cariño repartiendo besos por doquier por sus mejillas ante la sonrisa de Teresa) Mi pequeña... mi niña... M: Ya... ya... (reía abiertamente feliz por el recibimiento) Guillermina: Que ganas tenía de verte. Pasa Teresa (entonces al apartase la mujer, fue cuando vio a Luis) Luis: Buenas tardes vieja Guillermina Guillermina: ¿Qué haces tú aquí? (le retó con la vista mientras Maca pasaba dentro de la casa) Luis: Acompaño a mi esposa Guillermina: Podrás acompañarla, pero tú a mi casa no entras. Vete a paseo (y entonces musitó con gesto de hastío)... nunca mejor dicho Y así le plantó la puerta en las narices de un desconcertado Luis

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En Valencia, Esther había llegado a casa con una ilusión nueva, había entrado a su cuarto, sacado el ordenador y los papeles, los lápices y ante un bote de Aquarius comenzó a leer lo que tenía escrito. Su gesto mostraba una total concentración. A su lado un folio en blanco donde con esmero fue escribiendo los nombres de los personajes, uno a uno con mimo fue describiéndolos, no quería que ningún detalle se le pasara por alto, quería tenerlo todo bien atado como decía su compañera argentina “atado con hilo de alambre” al recordarla se le escapó una sonrisa, era la mejor persona que había conocido jamás, tenía que llamarla. Una vez desglosó los personajes, pensó cuales serían los mejores entornos para ambientar una novela que había empezado pero que ahora con las palabras de Maca le había creado una inusitada ilusión por escribirla. ¿Sería capaz de sorprenderla?, se preguntaba Trabajaba concediendo ese mimo especial que se le da a una historia en el momento de parirla. Y fue entonces cuando las palabras de Maca en el curso cobraron vida, se dejó invadir por ellas, si cerraba los ojos podía volver al momento en que en aquella pequeña aula su figura era inmensa, sin poderlo evitar sonrió. De lo que sintió aquellos días a lo que había llegado a sentir por ella iba un mundo en el que no pensó nunca que pudiera vivir. Y sin embargo allí estaba en la ciudad del encantamiento, no podía decir del amor, quizá algún camino que pasara cercano podría llevarla hasta la próxima ciudad del enamoramiento, pero de momento residía allí y vivía feliz Guillermina entró en la casa, Teresa la miraba asustada no podía entender como había cerrado la puerta en las narices de Luis. Nunca antes había coincidido con ellos, la había visto en dos ocasiones nada más, y ambas, habían sido acompañando a Maca tras una firma de libros, pero nunca había ido con él y desde luego, su forma de tratarlo le creó algo de desconcierto Guillermina: El almorrana hijo del demonio... ¿qué hace aquí? (le preguntó seria con el ceño fruncido a Maca) M: Lo de siempre (elevó los hombros con total indiferencia) Guillermina: Incordiar. ¿Necesitas un remedio? M: No Guillermina que la última vez que se lo diste, aún tuve que soportarlo de diarrea T: ¿Cómo? (preguntó alertada Teresa mientras Guillermina se sentaba junto a Maca) Guillermina: Le di una purga, estuvo cagando días y días pero el jodido hace verdad el refrán de mala hierba nunca muere (dio una carcajada con su pecho cargado) T: Madre mía, Virgen Santísima Guillermina: Amén M: No tengo mucho rato Guillermina, seguro vuelve pronto

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Guillermina: Que se joda, tú vas a comer aquí conmigo, y él que se vaya a tomar viento fresco, que sé no le gusta. Teresa cariño, en la nevera tienes provisiones, la señora Ribeira te ha traído percebes M: ¡Por Dios! (murmuró cerrando los ojos) Luego le diré a Luis que se los pague Guillermina, no puedo permitir esto Guillermina: Sabes que la gente te quiere M: Me quieren por ti (le besó colgándose a su cuello) Has vuelto a fumar Guillermina: Sí, ¿y? (la miró seria) M: Tus pulmones Guillermina (le susurró con tono meloso sin llegar a ser una riña) Guillermina: ¡Pero vamos a ver tú crees que voy a ser inmortal!, un día u otro me tengo que morir, prefiero morirme saciada, ya que no cato el sexo T: Ay (se golpeó con la punta de la mesa) Guillermina: ¡Uy me ha pillado la beatona!, me va a hacer rezar (decía muerta de risa al igual que Maca) T: Deja que no debes tener arreglo Guillermina (sonreía también) Guillermina: Uy que cambiada está T: A la fuerza (elevó las cejas) M: Deberías verla cómo me cubre en mis escapadas (decía orgullosa mientras comenzaba a picar y emitía sonidos de satisfacción guturales) T: Eso guapa, tú ve alentando sus burlas (se puso con los brazos en jarras) Siguieron con las bromas, mientras Guillermina ponía al día a Maca sobre las nuevas noticias de la aldea. Sus habitantes, apreciaban a Maca porque desde que había vuelvo su vieja tata, y como había podido, siempre había ayudado para las fiestas, para los arreglos de la pequeña ermita, Luis siempre protestaba, pero terminaba sacando la cartera aunque a veces a Maca le costara alguna noche de tormento para ella y pasión única para él Guillermina: Bien... ya hemos hablado de todo un poco, y ahora quiero que me digas ¿qué vamos a hacer con Esther? M: Supongo que Luis aguantara tres o cuatro días como mucho Guillermina: No te preocupes, puede venir aquí, tú me visitas sabes que él no entra, folláis, yo no voy a escandalizarme porque así tendré un porno vivo y no esos bodrios que ponen en la tele

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T: ¡Guillermina! (la riñó mientras Maca no cesaba de reír y besarla) Guillermina: Es cierto, las películas que me trae Juanjo el hijo de la vaquera, son de mala calidad, y las que ponen en la tele las hacen muy tarde y no aguanto son un pedo de malas y fatal dobladas T: Maca... por Dios (decía escandalizada mirándola) Que no está en edad M: ¿Qué le voy a hacer Teresa? Siempre fue un poco... ¿cómo lo digo tata? Guillermina: ¿Un poco fresca? ¿liberal? ¿independiente? Casi llegando al putón verbenero que siempre iré de mi madre, ¡debiste ver los hombres que pasaron por el cuerpo de mi madre! M: Tú no tanto (al ver el gesto de Guillermina agregó con rapidez) Quiero decir, que no tan puton pero vamos... ibas por buen camino para serlo T: ¡Jesús! Volvieron a reír un buen rato con las salidas de aquella mujer que era clara como el agua cristalina, y que a pesar de la edad en sus ojos, seguía viviendo la llama de la alegría cuando estaba con Maca. Y Guillermina dándose cuenta de las risas de su niña, hurgó más en la llaga Guillermina: ¿Qué vas a hacer tú Teresa cuando venga Esther y se queden solas?, supongo que vendrás aquí. Veremos juntas las películas y ya me dirás si tengo o no razón T: Jesús, María y José M: Bueno... voy a llamar a Esther mientras discutís el título de la próxima peli para compartir Maca se fue hasta el cuarto de Guillermina, allí un retrato de la Virgen Macarena porque a pesar de ser atea, era la Virgen a quien le pedía cosas para su niña Guillermina: La veo bien T: Hemos pasado dos momentos críticos Guillermina: El muy cerdo, que desgraciado es. Ahora... estoy segura que las va a pagar todas juntas T: Está obsesionado Guillermina, para él todo lo que hace es por amor, todo es por ella, no sé a mí me da el perfil del maltratador, el típico hombre que se piensa que su mujer es propiedad suya, y eso me da mucho miedo Guillermina: No es valiente Teresa, no le hará nada a Maca, te lo aseguro

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T: Yo no estaría tan segura Guillermina: Su amor es enfermizo, no percibe la realidad pero no creo que le haga nada, antes lo mato yo T: Guillermina (bajó la voz) A mí me da terror el momento en que Maca le diga que lo va a dejar, me ha pedido que le vigile las llamadas, que la tenga controlada, ni siquiera sé que vamos a hacer en el faro, imagina si viene ¿dónde escondemos a Esther? Guillermina: Es que ahora voy a hablar seriamente con Maca, quiero que lo deje, en este mismo instante, que se quede conmigo, que hable con él y le pida la separación, que acabe la novela, que le dé los derechos que se los pase por los huevos, y que a mi niña la deje tranquila T: Yo lo veo imposible. Él no quiere la novela, la quiere a ella Guillermina: Pues tendremos que volverlo posible T: No sé como Guillermina: Tendremos que ver la manera, para mí, la mejor es esa, estando ella aquí conmigo, te aseguro que no se atreverá a hacerle nada T: Pues habrá que hablarlo con ella y dejarlo claro (dijo finalmente mientras mordía un trozo de tarta de Santiago) Mmmmm deliciosa Guillermina: Siempre dije que me podría morir tranquila cuando la dejara lejos de ese maligno T: No creo que nunca pueda dejarlo lejos Guillermina La mujer la miró con los ojos tristes y sombríos, en el fondo sabía que Luis tenía mucho poder, ya no solo para hundir a los Wilson, sino, también, para hundirla a ella. Mostrar las fotografías que tenía con Lidia, hacer pública su homosexualidad, y tal como la había elevado a los cielos de la literatura, podía hundirla a los infiernos tan solo con una acción suya. ¿Estaría Maca preparada para soportar algo así? Esther seguía afanosamente con sus esquemas, había comenzado a narrar cual quería que fuera el final de la novela, se reía al ver que con mil vueltas de la historia triunfaba el amor entre dos mujeres. Estaba tan metida en la lectura que el sonido de la sinfonía de Bach del teléfono le sobresaltó, al ver el número una amplia sonrisa y una luz en su corazón, cogió el teléfono y se fue hasta el sofá, allí subió sus piernas y contestó E: Hola... M: Hola (devolvió el saludo con voz sedosa y susurrante)

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E: No me hables así que me descontrolas M: Pero si no he dicho nada (sonreía mientras se mordía el labio inferior) E: Que mala eres (una sonrisa dibujó su rostro) M: ¿Qué haces? E: Estaba ahora mismo con los ojos cerrados recordando las palabras de cierta escritora que me llegaron al alma (Maca sonrió satisfecha) Iba a escribir pero esta escritora me ha hechizado, debo reconocerlo M: ¿Y yo la conozco? (no podía dejar de sonreír) E: Creo que puede sonarte (dio una carcajada con gesto simpático) Esto tiene un nombre M: ¿Cuál? (pasó su dedo lentamente por la colcha de la cama de Guillermina donde estaba retumbada) E: Tonteo M: ¿Ah, sí? (sonrió de lado, sentía en su piel un escalofrío, llamado bienestar) Pues que sepas que me encanta el tonteo E: Y a mí (dio una carcajada) ¿Has llegado bien al faro? M: No, aún no he ido, estoy con Guillermina E: Ah M: El lugar mágico te espera E: Tendré que ver yo que sea tan mágico como dices M: ¿Entonces, vienes? E: Mira, he decidido pedir la excedencia M: ¡De verdad! (no pudo evitar sentir aquella alegría irracional que le salió reflejada en su voz) E: Sí... (sonrió también de igual manera mientras se abrazaba a las rodillas) M: ¿Cuándo vienes? E: Tengo la boda de Sandra, es este fin de semana, firmar los papeles y en cuanto lo tenga todo te llamo

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M: No, no me llames lo haré yo, Luis ha venido E: Ah (su tono fue de decepción profunda) M: No aguantara más de dos o tres días E: Ya M: Esther... E: No, no tranquila, cuando tú me digas M: No espera (le dijo apresuradamente al notar esa decepción y ese pellizco en su alma) Yo no sabía que iba a venir, pero te aseguro que no me importa lo más mínimo, tan solo tengo ganas de que pasen los días y pueda abrazarte (Esther no contestó, Maca ante el silencio agregó) ¿Estás ahí? E: Sí Maca. Tú me llamas aunque... bueno... cuando puedas no hay problema (trató de reflejar esa tranquilidad que siempre ofrecía y que en ese momento le era casi imposible mostrar) M: Esther... ¿recuerdas aquella canción que me enseñaste? E: ¿Cuál? M: Aquella que dice me muero por besarte... morirme en tu boca E: Sí, como olvidarla (le susurró volviendo a ella la tranquilidad) M: Ahora mismo, si tuviera que firmar una muerte, sería esa E: Maca... pensé que nunca diría esto pero... te echo de menos (suspiró inquieta por sus propias palabras) M: Ya queda menos cariño T: ¡Maca, Luis! (gritó como loca Teresa) M: Debo dejarte, luego trato de comunicarme contigo E: Vale T: Borra el número, borra el número (decía fuera de sí) M: Ya... ya... ¡joder! Cuando Esther colgó apoyó la cabeza en la parte trasera del sofá, lo hizo mientras pensaba y un miedo atroz comenzaba a recorrer sus venas a gran velocidad. Notaba su cambio, notaba como por un instante había sufrido una decepción con Maca, él estaría a

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su lado mientras ella estaría demasiado lejos. Aquello volvió a hacerle sentir dependiente como cuando lo fue con Lidia, y el recuerdo volvió tras muchos días a ella matando su paz Estaba fuera de si, había llamado más de quince veces por teléfono, iba de lado a lado de la casa desesperada, parecía que su cordura le había abandonado y se había entregado a la desesperación. Al llegar Sandra la encontró en aquel estado Sandra: ¿Qué te pasa Esther? E: Nada (le contestó de malas maneras) Sandra: ¿Quieres qué vayamos a cenar? E: No, Lidia no me llama, debería llamarme... a saber con quien está... me está engañando Sandra: Esther por favor (trató de calmarla) E: ¿Qué me está haciendo?, no puedo vivir así Sandra: Esther cariño estás teniendo un ataque... puedes calmarte por favor E: No me puede engañar, la amo... no puede (decía fuera de sí llorando) Sandra: ¡Esther! (le cogió de los brazos zarandeándola) Mírame, te está destruyendo, te va a destruir E: No, no es verdad... ella me quiere Sandra: Ella solo se quiere a si misma Esther, ahora lo más probable es que esté con otras E: ¡Cállate! (le gritó mientras lloraba sin cesar) Sandra: Esther por favor... E: Voy a buscarla... voy a buscarla (decía quitándose la bata para vestirse mientras Sandra salía tras ella) No me puede engañar... no puede... dejarme la amo, le he dado mi corazón Sandra: Esther no voy a dejarte que vayas a ningún sitio a rebajarte E: Déjame en paz... no me va a engañar Sandra: Ni siquiera creo que esté aquí E: ¡Ella me dijo que vendría! (gritó enfurecida) ¿No te das cuenta?, no puedo vivir sin ella Y se desplomó, y cayó en el más absoluto abismo, lloró y lloró, aguantó junto a Sandra hasta que en un descuido de ésta, marchó en busca de Lidia, para seguir humillándose delante de las demás, porque había cometido un grave error, se había enamorado E: Maca... ¿podré confiar en ti? (musitó cerrando los ojos) La conversación entre Maca y Guillermina tuvo que esperar porque la presencia de Luis en la casa, les hizo marcharse ante los males que la vieja tata le iba lanzando a aquel maldito hombre Llegaron al faro, aquel lugar maravilloso estaba cercado por un muro de piedra, para llegar a su interior había que subir una pequeña montaña que era la culpable de que Guillermina no fuera más seguido a su rincón, el coche había que dejarlo a unos cuantos metros y llegar a él caminando, el verde césped rodeaba aquel edificio blanco redondo y viejo, en la parte trasera daba a la entrada que saludaba a los visitantes con

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hortensias azules a ambos lados de la puerta de madera vieja. La parte delantera daba al inmenso mar. Tenía tres plantas, la planta baja donde estaba la cocina, el comedor, un lavabo y la terraza con más hortensias de color rosado donde la vista te hechizaba, más a la derecha en la terraza había una escalinata hecha de madera que bajaba por la roca hasta la playa Allí estaba Maca respirando la brisa que le regalaba el mar, y con la brisa llegaba a ella su relax. Al lado derecho del faro, el espectáculo apasionante de las olas batiendo sobre las rocas, la espuma resbalando por ellas, el sonido maravilloso e único que parecía le hablaba entre susurros, que parecía susurrar el nombre de Esther. Estaba allí mirando el horizonte cuando oyó la voz demasiado dulce de Luis tras ella y con aquella voz se rompió todo el encanto del lugar cómo si el mar se hubiera silenciado, como si el brillo del verde se hubiera apagado Luis: ¿Puedes entrar Maca por favor?, necesito hablar contigo M: ¿De qué? (le contestó sin mirarlo y con voz acerada sin moverse) Luis: ¿Hasta cuándo Maca? M: ¿Hasta cuándo qué? (mantenía su postura) Luis: No voy a tolerar que me hables así M: Pues no te dirijas a mí y así no tendrás que soportarlo Luis: Maca no me hagas enfadar, ¡no tienes derecho a comportarte así! M: Tú y tus derechos no son los mismos que yo y los míos (le dijo tranquilamente sin mirarlo) Luis: ¡Maca! M: Si tienes que hablar algo de trabajo, háblalo con Teresa, de lo demás tú y yo no tenemos nada de que hablar (se dirigió hacia los tres escalones que habían para bajar y mezclarse con el jardín que allí había mantenido Guillermina y que en su ausencia, un amigo jardinero le cuidaba. Sin embargo cuando su pie se disponía a bajar la mano de su marido la detuvo. Ella se giró mirándolo muy seria) Luis: Nena... nena... (movió la cabeza negativamente) M: Que te jodan Luis (se soltó y lo dejó con la boca abierta observando como bajaba las escaleras hacia la playa) T: Luis (apareció Teresa que había estado siguiendo la conversación, se acercó a él y le dijo) Luis le ha llegado un mensaje a Maca Luis: ¡Qué coño le pasa! (susurró con los dientes apretados sin dejar de observarla) Dame el teléfono

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T: Espero que no le digas que yo... (lo miró con dudas) Luis: Tranquila, no sé que le pasa y esta es la manera de averiguarlo, es por su bien T: Quizá si la dejas un poco a su aire... está creando y sabes que siempre le supone un esfuerzo Luis: Nada, es publicidad... bien... Teresa voy a marcharme dentro de dos días (“¡Uy dos días! Protestó para su adentro”) Tengo que ir a Paris para una conferencia de vinos, sabes que no soporto este lugar, así que de ahí iré directamente a Madrid. Después me han llamado de Buenos Aires, no sé si me iré directamente son casi diez días, y no sé... T: Creo que te hará bien, a ti y a ella Luis: Quiero que me mantengas informado de todo, y no la dejes sola T: Tranquilo Luis Luis: Necesito hablar con ella pero... cuando se pone en este plan T: Dale tiempo, ¿puedo decirte algo? Luis: Sí, pero vamos dentro que odio este ruido insistente del mar T: Claro Luis: Tú dirás (la miró fijamente con el ceño fruncido) T: ¿Por qué no dejas que Maca esté aquí un tiempo?, creo que lleva mucho stress con la novela, los cursos, esto puede irle bien Luis: Lo sé... pero no puedo vivir sin ella T: Luis está saturada... creo que hasta de mí, es comprensible (hablaba con toda su compasión) Luis: No puedo dejarla sola (le dijo aterrado) T: ¿Por qué? Luis: Tú no sabes Teresa T: Voy a meterme donde nadie me llama pero... nunca os he visto felices, ¿merece la pena Luis? Luis: Sí, merece la pena, ella es todo gracias a mí, y si fuera agradecida vería que la amo y que a mi lado ha crecido (“ya puro interés guapo” pensó Teresa) No puedo dejarla sola...

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T: ¿A qué tienes miedo? Luis: Ella no me quiere... si la dejo sola... (pensó durante un momento agregando con gesto muy serio) No... T: Luis... te tengo aprecio, a Maca también, pero veo que siempre piensas en el éxito de Maca, siempre piensas en las cosas para Maca, ¿cuándo piensas por ti? (lo miró con terrible pena “Uy solo me falta llorar”) Luis: Maca es todo en mi vida Teresa (se acercó a la ventana y la vio su pelo movido por la suave brisa, sus brazos cruzados observando el mar, y su voz fue un susurro sin apartar los ojos de su mujer) Sin ella no soy nada, no soy nadie, ella es todo cuanto quiero, no me importaría perder las bodegas, perder el dinero, perderlo todo, todo excepto ella... jamás Teresa, jamás La mujer sintió un nudo en el estómago, cuando él se giró vio su gesto apesadumbrado y como se marchaba al cuarto casi arrastrando los pies como si de pronto hubiera envejecido T: Luis... hazme caso... dale espacio y cuando termine su obra estoy segura que todo volverá a ser como antes o mejor No le contestó tan solo afirmó con la cabeza mientras pasaba la mano por su mechón de pelo que se había movido de su lugar, parecía que la reacción de Maca, había causado en su persona un efecto en cadena, parecía un niño asustado, y no sabía Teresa que era peor, si envalentonado o hundido tal y como estaba. Exhaló un profundo suspiro y ocupó el lugar donde momentos antes había estado él. Allí estaba parada observando el horizonte, Teresa sabía que pensando en Esther, la melena se movía libremente, sus brazos cruzados sobre el pecho, la mirada perdida, soñando o tal vez pensando como sería su vida sin él. Teresa suspiró, aquel triángulo que se había formado debería romperse por algún lado, y era consciente de que fuera por donde fuera, habrían muchas astillas que se clavarían en algún corazón. Aquella visión de Maca le produjo tanta tranquilidad como zozobra, ¿la inmensidad del mar ante ella, la libertad más salvaje entre aquellas agua, las rocas y las plantas, se volvería para siempre su libertad o la llevaría a una cárcel definitiva? La cena entre las dos amigas había terminado, cómo siempre se sentaron en el sofá, con las galletas de chocolate con música de fondo porque había mucho de que hablar E: Ya queda menos para perder esta costumbre (dijo con cierta nostalgia) Sandra: Sí (sonrió con tristeza) E: ¿Pero sabes?, estoy encantada de que te vayas con Pascualet, es un buen tío, un poco antiguo, pero buen tío Sandra: Sí... me siento afortunada

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E: Y yo de que tu vida... (le acarició la mano con una sonrisa amplia y sincera) de que tu vida vaya a ser lo que soñabas Sandra: Ojalá Esther (la miró con cierta pena) Me sabe fatal perder estas charlas, todo lo que hemos vivido nos ha unido tanto, te siento como mi hermana (Esther sonrió agradeciendo las palabras) Y me alegro mucho de tu cambio, poco a poco, no pretendas que ahora todo sea ideal, que puedas dominarte, imagino que Maca cuando sepa lo que pasó con Lidia, te ayudará, y estoy convencida que lo vuestro tiene futuro E: No quiero pensar en eso, quiero ir paso a paso, ahora estos días en el faro quien te dice que no son como estas horas sueltas que hemos pasado, no es lo mismo convivir Sandra: Olvida lo de la convivencia E: Sabes que me aterra Sandra: Si la compartes con la persona que quieres, no debe aterrarte, te lo digo yo E: Aun no la has compartido (se burló de ella sonriendo ampliamente) Sandra: Algo sí E: ¿Te das cuenta que vas a llegar virgen al matrimonio? Sandra: ¿Hay algo de malo? E: Nada, nada pero... ¿tú no has tenido manipulaciones solitarias? Sandra: Claro... como todo el mundo E: ¿Y él? (se sentó de lado mirándola con gesto divertido) Sandra: ¡Yo qué sé! Supongo E: Es que me imagino la escena, métela por aquí... no no por aquí no es Pascualet (le decía muerta de risa al igual que Sandra. Cuando cesaron de reír se miraron fijamente) Te quiero, eres muy especial para mí Sandra, yo también te siento como una hermana Sandra: Gracias guapa (se abrazaron con fuerza y cariño) ¿Dormirás esta noche conmigo? E: Sí Sandra: ¿Te va a llamar? E: No, está el marido así que si quieres... nos acostamos Sandra: Vale

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En el faro, Maca no había cenado con Luis, se había encerrado en la buhardilla con el ordenador y los papeles, desde allí veía el faro nuevo dar luz a los navegantes, así hizo el símil entre ella y Esther, parecía que la enfermera había llegado a su vida para con su luz guiarla. Se abrazó a si misma con el chal que Guillermina le había tejido, tenía abierta la pequeña terraza para escuchar nítidamente el sonido del mar. Cerró los ojos y se dejó abrazar por la brisa y la musicalidad de aquellas olas batiendo contra las rocas, contra la arena, sin pensarlo sonrió y tecleó un mensaje Dos pisos más abajo, Luis anotaba cosas en una agenda, había cerrado con mala gana la ventana, el insistente sonido del mar lo volvía loco, había puesto la televisión para ver si podía aplacar el murmullo de las olas que parecían castigarle, pero no había resultado. Estaba nervioso aquel lugar le ponía mal, y seguía pensativo, no entendía la actitud de Maca en todos los años que llevaban juntos jamás se había mostrado así. ¿Estaría pasando algo que a él se le escapaba de las manos? Luis: Imposible... Teresa es muy buena en lo suyo Entre medio de la pareja, Teresa se había puesto sus rulos para dormir, estaba leyendo pero no podía concentrarse, no cesaba de darle vueltas a la situación, se había implicado sin duda, saber la verdad que le habían ocultado Maca y Luis, le había afectado. Al empezar a trabajar con ellos, veía que Luis se comportaba de un modo muy autoritario con Maca, y ésta siempre accedía a sus ordenes, casi sin voz ni voto, el cambio había sido tan brutal que no entendía como Luis no pensaba que podía ir más allá de lo que había sucedido entre ellos, a no ser, que lo sucedido fuera tan fuerte que hasta él mismo se sintiera seguro de la reacción de Maca. Tan solo esperaba que sus palabras hicieran efecto en él, y la dejara libre En la cama con Sandra, Esther trataba de conciliar el sueño sin éxito, no cesaba de suspirar ante las sonrisas y burlas de su amiga hasta que la luz del móvil reflejada en el techo le hizo ver que algo había llegado hasta él. Deslizó la tapa y vio que era un mensaje, una sonrisa marcó sus labios “Te echo de menos princesa. Me calma pensar que queda menos para estar juntas. Un beso mi amor” E: (“Ay que me deshago, ay que me da un ataquito de risa de los nervios, uy si he empezado a sudar, ay Esther... que creo por primera vez en la vida has encontrado una mujer que merece la pena ¡fuera miedos!”) Y con el móvil entre sus manos, finalmente se durmió para soñar con Maca 22 Mayo 2005 El amanecer en aquel lugar era realmente mágico, no había engañado a Esther sobre lo que aquel maravilloso faro podía entregarles, pensaba mientras se apoyaba en la

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barandilla de piedra cuantas cosas podría hacer allí con ella. Sin embargo el sonido del teléfono la sacó de aquellos pensamientos entregados M: ¡Guillermina! Son las seis y media Guillermina: Y estás mirando el amanecer M: Sí (sonrió ampliamente) Guillermina: Bien, necesito hablar contigo M: Vale Guillermina: El hijo de puta aún sigue ahí ¿no? M: Sí, aún Guillermina: Bien... pon atención a lo que te voy a decir Desde las cinco y media de la mañana, Esther estaba enfrascada en el ordenador, no podía dormir, las ideas iban y venían y no quería despertar a Sandra, finalmente se levantó y comenzó a trabajar muy seriamente. De vez en cuando se trababa en la historia, parecía que ella le estaba ganando la partida, y entonces estiraba la espalda, hacía unos cuantos estiramientos con la espalda hacia la derecha, hacia la izquierda, movía el cuello y lo rotaba tratando de encontrar alivio en ello, se levantaba, se asomaba por la ventana, observaba como el sol iba ganando partida a las nubes. Exhalaba suspiros una y otra vez, caminaba con un dedo en la boca mordisqueando la uña con la otra mano sobre la cadera, pensativa, esperando que aquellas ideas que navegaban como un barco sin deriva, encontraran el rumbo adecuado. Se detuvo, sus ojos se desviaron hacia la derecha no observaba nada en concreto, tan solo dejaba que las ideas fueran tomando forma, y llegó el segundo perfecto, ése que le dio la idea por la que tenía que girar la obra, fue hasta su habitación y entre una multitud de papeles que tenía desordenados en un cajón encontró lo que buscaba, al cerrarlo miró aquel habitáculo de madera donde escondía todos sus pensamientos de cuando creía en el amor Una vez llegó a la mesa, cogió su libreta donde anotaba frases importantes para llevar a los personajes y escribió lentamente mientras repetía una y otra vez aquella frase que un día leyó y le dejó impactada: “Sella conmigo tu corazón... pues fuerte como la muerte es el amor” (Cantar de los cantares, 8,6) E: Amor y muerte... unidos por el corazón... amor y muerte Repetía mientras comenzaba nuevamente a teclear sin cesar con la mirada perdida en aquella hoja en blanco que iba rellenando, que iba completando con letras y letras formando palabras y palabras

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A las nueve de la mañana Luis se acercó hasta la cocina, por su rostro se dio cuenta Teresa que había dormido más bien poco Luis: ¡Maldito mar! (se frotó el cuello llevaba un pantalón vaquero y una camisa, no solía vestir así y a Teresa le llamó la atención aquel hombre lo fuerte que estaba, los músculos que guardaba bajo esos trajes chaquetas que llevaba) Buenos días Teresa T: Buenos días Luis Luis: ¿Mi mujer? (preguntaba escuetamente) T: En su buhardilla Luis: ¿El teléfono? (se puso café y dio un trago) T: Lo tiene ella (sintió unas ganas enormes de pedirle a Guillermina la purga, otra vez volvía a él la seguridad, se había perdido la mirada dubitativa y había aparecido la confianza en si mismo) Luis: Quiero que vayas al pueblo, ve a dar una vuelta T: Pero... hemos quedado en trabajar (no pudo evitar que se le revolviera el estómago) Luis: Luego trabajaréis (se levantó y comenzó a caminar hacia la escalera) T: ¡Oh dios mío! (fue directa a coger el móvil y comenzó a decir casi al borde de la histeria con los ojos abiertos como platos) Problemas... problemas... tenemos problemas... En el cuarto, Maca miraba la pantalla y de vez en cuando su mirada se perdía con alguna gaviota, con su vuelo y su inmensa libertad La puerta se movió, ella se había encerrado y supo que Luis estaba al otro lado, ni siquiera le pidió que abriera, de una patada echó el desgastado pestillo abajo Luis: No me gusta que te cierres la puerta Otra vez estaba allí el hombre trastornado, los ojos inyectados en algo que parecía iba y venía, la rabia. Eso que él llamaba amor Maca no contestó, oyeron como se cerraba la puerta y supo de ante mano lo que iba a ocurrir. Tampoco separó los ojos de la pantalla ni dejo de teclear. Podía escuchar nítidamente la respiración agitada de su marido, a pesar de todo, había llegado a los cuarenta y dos años bastante fuerte, pero no estaba acostumbrado a hacer esfuerzos, su vida siempre había sido fácil, su maldad, su dinero y su excelente inteligencia, le habían hecho trabajar físicamente poco. Maca oyó sus pasos como se acercaban hasta su mesa, notó como apoyó sus manos en la mesa donde ella escribía, podía perfectamente sentir su mirada penetrante, podía notar lo que sus ojos querían decirle, pero ella no miró, no alzó la cabeza ni un instante

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Luis: Mírame M: Estoy trabajando (le dijo con una tranquilidad fingida que no solía poder transmitir) Luis: Te he dicho que me mires, nena Algo pasaba estaba seguro, aquel nena no había efectuado en ella la más mínima reacción, no hubo temblor de su cuerpo, ni mirada asesina, ni su boca se contrajo formando un pliegue de rabia. Entonces sin más empujó la tapa del ordenador dándole tiempo más que justo para retirar sus manos, en aquel momento si lo miró y lo hizo con tanto odio, tanta rabia cómo quizás antes nunca se había atrevido a hacerlo, él tragó saliva Luis: ¿La has vuelto a ver? (rodeó la mesa, Maca no se movió) ¿Has estado con esa zorra?, ¿te has revolcado con ella? (parecía que la saliva se almacenaba en la comisura de sus labios, parecía que le había dado un ataque de rabia, Maca sonrió de lado) ¡Dime! M: Estás enfermo... Luis: No juegues conmigo (le reprochó, entonces ella se levantó y él tratando de controlar su respiración uniendo sus cuidadas manos sobre su boca le dijo tratando de controlarse) No me hagas enfadar Maca M: Tú te enfadas por nada (le soltó tan fresca saliendo a la terraza, la brisa movió su pelo echándolo sobre su cara) Luis: ¿Crees qué no me doy cuenta? ¿crees que soy estúpido? Tú no tienes fuerza, tú no tienes valor por ti misma, ¿qué está pasando? Será mejor que me lo cuentes antes de que yo lo descubra y... M: ¿Y qué? (su mirada era desafiante, fuerte, segura) Luis: Maca (la miró serio su castillo de naipes de repente comenzó a tambalearse) M: ¿Y si hubiera estado con Lidia, qué? (él guardó silencio apretó sus puños) ¿Sabes una cosa Luis?, llevo demasiado tiempo aguantándote, demasiado Luis: ¡Ven aquí! (la cogió de los brazos) M: ¡No me toques Luis! (se zafó de sus manos con un movimiento seco) Luis: No juegues conmigo sabes perfectamente de lo que soy capaz M: De violarme, sí, lo sé (le confirmó mirándolo a los ojos) ¿Y te sientes bien? Eres igual que ella, no te separa nada de lo que es ella Luis: No seas estúpida... ella jamás te amo M: Y tú tampoco

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Luis: Maca... Maca... M: Quiero el divorcio Luis, voy a pedir el divorcio (le dijo tajante sin apartar sus ojos de los suyos) Tras aquellas palabras que había dicho totalmente segura mirándolo a los ojos fijamente sin titubear Luis se acercó a ella entre cerrando los ojos mirándola con dureza Luis: ¿El divorcio? (le preguntó con una sonrisa sarcástica) M: Eso he dicho (seguía mirándolo fijamente) Luis: No eres nadie sin mí Maca M: Te equivocas, a tu lado no soy nadie Luis: Yo te he dado todo lo que tienes M: No quiero nada de todo eso Luis: ¿Quieres hacerme creer que no quieres seguir escribiendo? M: Lo haré, a mi manera Luis: ¿A tu manera? (dio una carcajada repleta de ironía), sin mí nadie te dará una oportunidad M: No estoy tan segura de eso Luis: ¿De verdad crees que publicas por que eres buena? M: No vas a amedrentarme con tus estúpidas y desfasadas ideas Luis: No Maca, me cuestas mucho dinero para que te den una oportunidad, sin mí, nadie lo haría Hasta ese instante, las preguntas y respuestas habían sido rápidas cómo si ambos estuvieran dispuestos a defender lo suyo sin titubeos, Maca lo miraba desafiante, él la miraba con una duda en sus ojos Tras unos segundos donde Maca trató de evaluar lo que esos ojos le están gritando le dijo de manera tajante M: Claro que me la darán, quien escribe soy yo Luis: ¿Con quién estas liada? ¡dímelo! (le gritó fuera de sí)

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M: ¿Crees que tengo que estar liada con alguien para dejarte?, a veces pienso que con lo inteligente que eres para los negocios, eres terriblemente torpe para las cosas más cotidianas (le decía entre dientes sin apartar su mirada de la irritada que mantenía Luis) Luis: No me menosprecies Maca M: Te menosprecias tú solo estando a mi lado, continuamente lo haces cada vez que me tocas lo haces Luis: Sabes que si quiero te destruyo M: ¿Diciendo que soy lesbiana? ¡no seas estúpido Luis! Eso tan solo es una ofensa en tu mente, y en las de unos pocos, ¡qué le importa a la gente lo que soy! Luis: Vaya... ¡por lo que veo vas muy sobrada! (dio un paso hacia detrás, su ojo derecho se entrecerró un poco) Tú eres mía... y... lo serás siempre M: No te equivoques Luis, no soy tuya, no lo he sido nunca ni lo seré. No hablo en broma, quiero el divorcio Luis: Nunca (le espeto con dureza) M: Escribiré la novela, y la presentas... o haces con ella lo que te dé la gana, pero empieza a mover los papeles del divorcio Luis: ¿Quieres que tus padres tengan que abandonar sus bodegas? (le preguntó sonriente seguro de si mismo, mientras jugueteaba con una bola de cristal que dentro tenía nieve) M: Mis padres no son mi problema Luis la miró, no entendía su actitud, estaba seguro que se le escapaba algo, jamás pensó que le pediría el divorcio. Apretaba las mandíbulas de igual modo que apretaba los dedos contra la bola de cristal M: Siempre me has tenido asustada, coartada con eso, he sido una infeliz por tu culpa y la de ellos Luis: ¿Crees que ella hubiera sido mejor?, yo siempre te he respetado y amado, ella solo quería tirarse a cuantas más mejor, tú solo fuiste el divertimiento de unos días, yo te salve de ella M: ¿Me salvaste de ella? (sonrió cínicamente) Me salvaste de ella para destruirme a tu lado ¿y me respetas? ¡por favor tengo que recordarte cuántas veces me has humillado!, no me di cuenta porque me había abandonado a mi desgraciada suerte, pero ahora por mi misma me doy cuenta de lo que hiciste, me has anulado como mujer y persona, y si piensas que como me tratas es amar estás muy equivocado, amor es cosa de dos y yo jamás he sentido por ti otra cosa que no sea odio

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Luis: Sea como sea, eres mía y no voy a permitir que te alejes de mí M: Está bien... no pensaba hacerlo pero... si no lo pides tú, lo pediré yo, porque bien pensado quien tiene más que perder eres tú, yo soy una respetada escritora Su seguridad lo había desarbolado en un momento, sus pensamientos se sucedían uno tras otro, sin más levantó la mano y estampó contra una pared la bola de cristal, acercándose a ella precipitadamente Guillermina: Si la tocas te mato hijo de puta (apareció Guillermina con su cara de odio, con su mano blanca por la fuerza que estaba ejerciendo sobre el bastón M: Márchate Luis, no quiero que estés aquí Guillermina: Ya la has oído Luis: Vieja estúpida, ¿crees que te tengo miedo? Guillermina: Deberías tenerlo porque quien no tiene nada que perder soy yo (lo miró fijamente) Luis: Esto no se queda aquí, nena La miró con gesto de profunda rabia y salió de la habitación, escucharon los pasos en la escalera, y finalmente el portazo Guillermina: Bien mi niña... ya hemos dado el primer aviso M: Has llegado que ni pintada tata (le dijo exhalando un profundo suspiro de miedo) Guillermina: Teresa me avisó y Faustino me trajo a toda leche M: Espero que se vaya Guillermina: Ahora lo importante es que te tranquilices (la abrazó y Maca apoyó su cabeza en el hombro de la mujer con gesto preocupado) El paso, ya está dado Cuando volvió Teresa lo hizo con el estómago por montera, al menos eso le aseguró a Guillermina en voz baja porque Luis estaba en su cuarto Guillermina: Está hecho un toro, pero sabe que Maca no está sola Oyeron como la puerta de la habitación se abrió y como a voz en grito llamó a Teresa T: ¡Ay madre! Guillermina: Ya sabes Tere... ya sabes

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La mujer subió con un miedo atroz, exhaló un profundo suspiro, miró de reojo hacia abajo pensando en Maca y llamó a la puerta. Al entrar lo vio delante de la pantalla de su Blackberry, hablando al mismo tiempo por teléfono, por un momento pensó que Maca había conseguido algo Luis: Siéntate (Teresa le hizo caso) ¿Has visto a Maca? T: ¿Ahora? (el asintió) No, he visto a Guillermina Luis: La vieja esa... (se levantó enfadado) Ella es la culpable de todo... T: Luis... Luis: Voy a marcharme y te voy a dejar encargada de que vigiles a Maca aquí dentro T: Luis... ella sabe que yo soy contraria totalmente a su condición, no se atrevería a hacer nada aquí, te lo aseguro, además... la veo muy implicada en la novela, muy centrada... (“necesito saber todas las cartas para poder jugar la partida... Teresita quien te ha visto y quien te ve”) Luis: No me fío Teresa, de todos modos estoy tranquilo contigo aquí, fuera pienso ponerle un detective, por eso... me gustaría que si te dice de salir la dejes sola, ¿entendido? (la miró penetrantemente) T: Sí (“¡la madre que lo parió! ¡la madre que lo parió!” Se repetía una y otra vez) Luis: Mañana me voy, quiero que si vieras que se pone en o con algún abogado, me lo hagas saber T: ¿Abogado? (le preguntó tratando de sacar cuanta más información mejor) Luis: Sí, ya he llamado a todos los amigos que tenemos, ella no es demasiado inteligente para esto, así que seguro si llama a alguno de ellos lo sabré T: No entiendo Luis Luis: Quiere el divorcio T: ¿El divorcio? (lo preguntó tan intensamente que al hombre le llegó al alma su reacción) Pero... Luis: Se cree que sin mí será diferente, y lo único diferente que será es una desgraciada (dijo entre dientes) T: Ves... deberías hacerme caso Luis (él la miró) Creo que Maca está muy agotada, muy presionada... por eso te decía que la dejaras un tiempo sola, creo que simplemente necesita un poco de soledad

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Luis: No me fío Teresa, la vieja ésa es la que le da fuerzas, estoy seguro que con lo que me odia, ella la ayudará T: ¿Quieres que la vigile?, nunca me gustó esa mujer... Luis: Ya somos dos T: No creo que Maca llegue a ese punto, sería una locura ¿qué pretende mostrarse como es? (elevó el labio en señal de malestar) Se autodestruirá la sociedad no quiere escritoras lesbianas Luis Luis: Eres inteligente, ella no (se quedó pensativo) T: (“No sé si soy inteligente... lo que sé es que me estoy volviendo una mentirosa empedernida... vamos... miento cómo una bellaca. El divorcio... madre de Jesús”) Luis: Quizá tengas razón, quizá si me voy... (anduvo por la habitación) T: Claro Luis: Maldita sea, al mismo tiempo no puedo hacerlo, no puedo irme y dejarla... T: Estoy yo... ¿no le vas a poner un detective? (“me estás poniendo de los nervios y me han entrado ganas de hacer pipi”) Luis: Sí. Teresa... ¿qué le pasa a Maca?, nunca se había comportado así me tiene totalmente desconcertado T: Pero tú crees que realmente se va a divorciar Luis: No lo sé... es la primera vez que me desconcierta así T: (“Me encantaría poder decirte que la dejes en paz, cabrón ¡perdona Señor!”) Luis: No voy a dejar que se destruya la vida Teresa... T: Perdona que te diga esto, así te estás destruyendo tú. ¿No crees siendo sensato qué quizás el divorcio os puede ir bien a los dos? (lo miraba con una pena fingida de “Oscar”) Luis: No la voy a dejar, ella no es consciente... T: Luis... ¿y si de verdad está con una mujer, qué piensas hacer? Luis la miró serio, muy serio, las venas de los ojos se marcaron más de lo normal, las de la garganta parecían latir y los labios los había fruncido en un gesto de ira que por mucho trato de controlar, no pudo

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La noche se volvió rápidamente oscura, Guillermina volvió a su casa con el susto en el corazón, Teresa una vez finalizó de hablar con Luis, se dedicó a corregir al menos eso le dijo a él, porque lo que realmente estaba haciendo desde su habitación era intercambiarse mensajes con una Maca que seguía en la buhardilla escribiendo sin cesar, quería terminar para cuando llegara su chica tener todo el tiempo del mundo para dedicarse a algo que hacía mucho tiempo no se dedicaba, a ella misma y al amor Esther por su parte, seguía escribiendo sin cesar porque no podía dejar de hacerlo, la ilusión de que Maca pudiera leer su manuscrito le hacía volar su imaginación Cerca de las dos de la mañana, la puerta de Maca sonó, dejó de escribir y vio como se abría y tras ella Luis. Volvió a agachar la cabeza, y seguir escribiendo, él pasó y se sentó frente a ella con sus largas piernas cruzadas, sus codos apoyados en el reposabrazos de la silla y las manos como era su costumbre cruzadas, la observaba en silencio, Maca trataba de no levantar la vista, seguir tecleando y esperar que él le dijera algo. Pasaron quizá los más lentos cinco minutos de su vida, cuando por fin habló Luis: Me voy a marchar tengo negocios que atender, a mi vuelta vendré y llegaremos a un acuerdo. Mi propuesta es la siguiente y creo deberías aceptarla es interesante para ti, creo que la mejor que puedes elegir (hizo una pausa para proseguir mirándola muy serio mientras hablaba con el tono acerado) Seguiremos viviendo juntos, bajo el mismo techo, seguirás siendo a ojos de todos mi mujer y yo tu marido, pero te doy la libertad de que no volveré a tocarte aunque me muera de ganas, no volveré a intentar nada aunque te desee, no volveré a lo que para ti es humillarte aunque te ame, no volveré en definitiva a actuar para que me odies, te dejaré libertad a cambio de que sigas guardándome respeto ya que según tú no tienes a nadie esperando detrás de la puerta Maca lo miró detenidamente, estaba pensado se notaba que lo estaba haciendo, y él la dejó pensar unos minutos, la dejó sopesar todo lo que le había dicho Luis: No hace falta que me contestes ahora, voy a estar dos semanas fuera, cuando vuelva, hablaremos (se levantó para abandonar la habitación, pero antes de salir, se giró mirándola y diciéndole) La novela, es lo mejor que has escrito hasta ahora, sigue así Y tras mirarla con los ojos apagados se marchó, Maca exhaló un profundo suspiro, echó el aire por la boca de un soplido y pensó que tenía dos semanas para compartir con Esther, y tenía a Teresa que sabría cuando él volvería para poder sacar del faro a la enfermera. No lo pudo evitar sintió un cosquilleo en su estómago, y una ilusión desorbitada. La luz del móvil le hizo perder ese saboreo de su pequeña libertad T: “¿Todo bien Maca?” Le contestó con una amplia sonrisa M: “Todo bien, Teresa” Mientras en Valencia...

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Sandra: Esther cariño, son las tres de la mañana, te vas a dejar los ojos E: ¿Qué haces levantada? Sandra: No puedo dormir E: ¿Nerviosa? Sandra: Sí E: Necesitas un apapacho grande, ven aquí (le dijo sonriente) Sandra: Vale pero no me toques las tetas E: Oh, no seas mala que sabes que las tuyas son mi perdición (la abrazaba con fuerza) Sandra: ¿Y Maca qué tal va? (se sentó a su lado) No vi que tuviera muchas ¿eh? E: Las justas, tamaño manzanita golden (le guiñó el ojo divertida) Sandra: Que loca estás, manzanita golden dice (se reía divertida) E: Ya ves... no tienes mejor pregunta que hacerme a las tres de la mañana Sandra: Tienes razón, pero tengo una mejor. ¿Es multiorgasmica? E: Uf es multiorgásmica total, me encanta Sandra: ¿Y tú? E: Ni te cuento, a veces me sorprendo al recordar... creo que con toda mi experiencia no había tenido ese tipo de orgasmos... tan... tan... ¿salvajes?, sí, salvajes Sandra: ¡Uf!, espero encontrarlos yo (volvió a reír) E: Ya veo por donde va este tema sexual... ¿quieres que te explique como se hace?, mami Esther te lo explica... ven... (se puso a mirar en la pantalla del ordenador con gesto concentrado) Sandra: ¿Qué haces? E: Tengo por aquí un video didáctico que te iba a regalar para tu noche de bodas Sandra: ¡Eres una fiera! (sonrió) E: Pero para algo me has buscado ¿no? Ambas se miraron y sintieron esas ganas locas de reír y compartir, ese abrazo emocionado que Sandra no quiso evitar, esas lágrimas tontas que salieron sin permiso y

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ese beso en los labios con Esther, siempre le reprochaba cuando se lo daba con toda amiga viviente, menos con ella E: Todo va a ir muy bien pequeña... ya lo verás Sandra: ¿Encontraremos la felicidad? E: Al menos apostamos por ella (entonces sonó su móvil) Vaya... Sandra: Ay (se quejó subiéndose los mocos y quitándose alguna lagrimilla viva que justo caía de su ojo derecho) Apareció Maca E: Sí, mira que mona es... me desea que sueñe con ella y la noche se convierta en especial (sonrisa boba sin cesar) Sandra: Que romántica E: ¿Sabes Sandra?, estoy convencida de que hemos tenido fortuna por una vez en la vida al mismo tiempo (sonrió) Sandra: La mereces cariño... la mereces 23 Mayo 2005 A la mañana siguiente Maca se había dormido y se había perdido el amanecer, se hacía la remolona en la cama abrazada a la almohada pensando en Esther cuando la puerta se abrió y escuchó la voz cantarina de Teresa T: ¡Arriba, arriba que los pájaros cantan, el sol está hermoso, el agua cristalina y nosotras libres por fin! M: Teresa (sonrió divertida) ¿Ya se fue? T: Sí hija, he estado tentada de ponerle el purgante que me dejo ayer Guillermina para el viaje M: ¡Estáis locas! Pero os adoro (se levantó abrazando a Teresa) T: Tienes el café preparado, estoy desinfectando la habitación, imagino que querrás usar esa ¿verdad? M: Sí, tiene una vista impresionante sé que voy a sorprender y embriagar con su encanto a Esther (se desperezó en la terraza) T: Guillermina viene de camino M: Estupendo. Voy a llamar a Esther

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T: Desde mi teléfono y aún así borra toda llamada que hagas, deja solo las que hagas a números que a él puedan colarle en el tuyo M: ¡Que lista eres! T: Me voy a poner colorada (decía sin cesar de sonreír) Por cierto tengo que ir a misa, no sé ya las novenas que debo M: Y las que deberás Teresita, las que deberás (dio una carcajada y como si la vida le hubiera quitado amarres, bajó las escaleras cantando y saltando) T: Que gusto da, verla así Maca bajaba las escaleras feliz, pensando que en horas tendría junto a ella a Esther, se dirigió hasta la cocina y al llegar oyó como el motor de un coche paraba. Apartó la cortina de la ventana y sonrió. Salió hasta la puerta y allí se encontró con Guillermina acompañada por Jesús su vecino amigo que siempre le ayudaba en el faro M: ¡Y esto! (preguntó al ver unas bolsas que sacaba el hombre) Jesús: Ni idea... tu tata se volvió loca comprando (sonreía amablemente) Guillermina: Te he escuchado Santi M: Ven aquí hermosura (la abrazó emitiendo sonidos guturales) Guillermina: Mírala ya la tengo como un gato ronroneando en mi oído. ¡Qué ganas tengo de que te dejen satisfecha todas las mañanas, tardes y noche y mi pobre oreja no tenga que soportarte, ¡carallo! (protestaba sin parar) M: ¡Qué mala eres! (sonreía divertida) Vamos para dentro En el interior, Teresa estaba bajando las escaleras cuando vio entrar al buen mozo que era Jesús, el hombre le inclinó la cabeza de forma educada y se fue directamente a la cocina, tras él aparecieron Maca y Guillermina cogidas del brazo T: Hola Guillermina, veo que eres rápida (sonrió) Guillermina: Y yo veo que formamos un gran equipo (le devolvió la sonrisa) M: Vamos Teresa que Guillermina nos ha traído cosas Jesús: Voy a ver el jardín M: Gracias (le sonrió amablemente) Guillermina: Oye guapa que una tiene sus años y necesita sentarse (protestó) T: ¡Ay qué ver esta mujer tiene años según para qué! (le dijo doblando la boca y

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dándole un codazo) Guillermina: Te he escuchado. También hay para ti una sorpresita Maca rio mientras se ponía el café en la taza de cerámica, se sentó en la silla con un pie bajo de su trasero y miró la bolsa enorme que Guillermina había llevado M: ¿Y todo esto? Guillermina: Tenemos que tomar precauciones T: ¿De qué? (la miró preocupada) M: ¿Una peluca rubia? Guillermina: Sí, es perfecta T: ¿Para qué? (su mirada pasó a ser absorta) M: Está parece el pelo de Teresa (decía mirando la peluca y a la mujer) Guillermina: Ese es mi plan (ambas la miraron sin entender) El capullo nos ha puesto un vigilante para saber si sales o entras, bien, Esther entrará camuflada en mi coche conmigo y cuando tenga que salir, saldrá de igual modo, tú saldrás en el coche con la peluca de Teresa como si fueras ella y, una vez en el pueblo, utilizaras la rubia con gafas de sol M: Como se nota que no duermes. Ves Teresa, no te mentía cuando te dije que quien despertó en mí el lado escritora fue Guillermina con sus historias (dio un sorbo al café) T: Ya veo ya... pero... no sé... Guillermina: Oye paso porque seas beata pero no pesimista. Es un plan perfecto, aquí dentro te tiene a ti, sabe que si entra cualquier persona lo llamarás, por lo tanto, vamos a traer a alguien, yo había pensado Maca que llamaras a tu prima, sabes que vendrá encantada M: Bien Guillermina: Teresa no la conoce, por lo tanto toda escandalizada lo llamas y le dices, está aquí una tal Patricia, una chica muy mona, con una voz sensual, y unas tetas como las de una vaca, de ese modo él sabrá que tú no le vas a fallar y aprovechamos ese talón de Aquiles para que mi niña sea feliz aquí con Esther Ambas guardaron silencio, se miraron fijamente y Maca sonrió M: A mí me parece bien, no sé me había ocurrido Guillermina: Claro es que tú solo piensas con la entre pierna en estos momentos

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M: Tienes razón (soltó de pronto con una enorme carcajada) T: No sé... no acabo de verlo... Guillermina: Mira... a ti te he traído unos tapones que me regaló un comandante que era piloto, vamos ya pueden aullar que no te vas a enterar M: Gracias Guillermina (le dijo sacando los tapones con unos limones y tomates que llevaba en la bolsa, entonces vio algo que le hizo fruncir su ceño mirando divertida a Teresa) Bueno, voy a llamar a mi princesa porque, creo que vais a tener que debatir... (volvió a mirar la tapa de la película murmurando) “Secretaría viciosa”... me temo que sí. Toma Teresa T: Jesús, María y José... Guillermina rompió a reír al ver su gesto de pavor mirando la carátula de la película, en la portada una mujer desnuda con unos pechos inmensos sacaba provocativamente la lengua Mientras, Esther seguía afanada a su ordenador, en él escribía y escribía sin cesar, nunca se había sentido tan capacitada para hacerlo, miraba la pantalla con ansiedad, repasaba apuntes, notas, sonreía a veces cuando leía, otras se enfadaba porque no le gustaba lo escrito. De fondo escuchaba a Sandra, pero no le contestaba Sandra: No puede ser... yo lo deje aquí, juraría que lo deje aquí... ¡Esther! Me estoy volviendo loca me falta el pantalón beige... ¡Oh Dios voy a llegar tarde! Pero Esther estaba tan metida en lo suyo que ni le contestó, Sandra salió hasta el comedor en bragas y sujetador, Esther seguía a lo suyo Sandra: Esther por favor no encuentro mi pantalón E: ¿Qué pantalón? Sandra: El del traje chaqueta (rebuscaba nerviosa por el sofá) E: Está aquí (le dijo con algo de impaciencia en la voz) Desde luego... no sé como sigas así a tu boda no llegas entera Sandra: Uf Esther... no sé... no sé... (decía poniéndose el pantalón) E: Si es lo que yo te decía, casarse es una verdadera putada Sandra: Necesito tranquilizarme (trataba de respirar) E: Oye... ahora que lo pienso... faltan tres días y no hemos hecho fiesta de despedida Sandra: Calla, calla (decía nerviosa yendo hacia la habitación)

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E: Eso no puede ser... ¡qué fallo! Sandra: Claro si es que sólo tiene cabida en tu vida Maca, y claro, ni siquiera te acuerdas de mi fiesta (protestaba falsamente ofendida) E: Tienes razón tengo el arpa últimamente que me toca todas las melodías al pensar en ella y se me olvida el resto. Pues hay que hacer algo... se me está ocurriendo... (entonces sonó su móvil) ¡Será Maca! (salió corriendo hacia el mueble donde estaba cargándolo) Sandra: Agárrate las bragas o las pierdes (le decía riéndose mientras la veía correr hacia su habitación) Me voy... E: ¡Suerte! (sonrió mientras contestaba con voz súper sugerente) Hola... M: Hola... pensaba que ya no querías hablar conmigo E: Si me muero por hacerlo M: ¿Hacerlo? ¿en la distancia? (preguntó con picardía) E: No es lo mismo pero si quieres... no te diré que no M: Vaya... así que... ¿lo has probado, eh? (sintió un pequeño pellizco de celos) E: ¿Qué haces? (cambió de tema al notar ese requiebro en su voz) M: Estoy sola (sonrió olvidando por un momento ese sentimiento) E: ¿Sola, sola? M: Sí, ¿cuándo vienes? E: Pues... tengo que hablar esta tarde con mi director, en teoría quiere que trabaje esta noche y mañana para cubrir un turno de una compañera M: ¿Pero por qué? (le preguntó más molesta si cabe que aquellos celos que sintió) E: Maca yo no puedo dejar de trabajar así como así, hay unas normas cariño Aquel cariño, fue como un bálsamo en ambas, en Esther porque nunca le había salido de aquella manera tan espontánea y tan de su interior, se quedó muda al terminar de que sus labios murmurasen aquella palabra tan inesperada en su voz, tan ajena a ella. Mientras para Maca, tan sorda de esa clase de palabras durante toda su vida, le hizo flaquear el corazón, le hizo temblar toda ella y darse cuenta que todo cuanto había pasado lo daba por bueno, aquella voz que le acababa de susurrar ese cariño, valía la pena, sentirse atraída y enamorada, valía la pena E: ¿Estás ahí?

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M: Sí, sí... vale... lo siento es que me apetece muchísimo que vengas E: Y a mí ir, pero oye Maca... había pensado otra cosa... M: ¿Ah sí? E: Sí, pero siéntate y te lo explico es un poco largo Cuando Maca se reunió con las dos mujeres que seguían con su discusión no pudo más que sonreír T: ¡Qué no! Guillermina: Venga... va... no te hagas de rogar... está muy pero que muy bien... T: ¡Te he dicho que no! Guillermina: Venga si tus santos no se van a enterar T: ¡Guillermina! Guillermina: Nos lo vamos a pasar pipa con los gemiditos y demás posturitas (le decía modulando de una manera divertida la voz) T: ¡Dios! (su tono fue cansino) M: Guillermina déjala, va. No le hagas rabiar que para eso eres una experta Guillermina: ¿Qué ha dicho tu princesita? M: Nos vamos a Madrid T: ¿Quién? (preguntó alertada) M: Nosotras, no hay nadie más Teresa T: ¡Pero... pero! Guillermina: Empieza por el principio que a esta mujer le va a dar un ataque M: Vamos a la despedida de soltera de Sandra, os va a gustar (se levantó dando un último sorbo a la taza) Es en un restaurante de Drags Queens T: Drag... ¿qué? (elevó el labio superior totalmente fuera de lugar) Guillermina: Cuins (le dijo pronunciando fatal y entonces mientras Maca se marchaba ella a voz en grito le dijo) ¡Maca vas a tener que depilarme el bigote!

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T: Mírala... y se queda tan fresca... ¡a mí me da! ¡que me da, me da! Guillermina la miró tratando de aguantarse las ganas locas de reír, y solo al ver que se levantaba nerviosa a por ella, comenzó a toser y reír sin parar Del despacho de su director, salía una contenta Esther, había logrado que le aceptaran la excedencia, sonreía mientras caminaba pensativa, en su mente y en su corazón sin poder evitarlo la ilusión de ir junto a quien había derribado en ella tantos miedos de un solo golpe. Tan solo le quedaba una duda que a veces le causaba tantas vacilaciones como incertidumbre, ¿qué pasaría si al decirle lo ocurrido en su vida, Maca le recriminaba algo, y le daba de lado?, ¿podría ella manejar sus impulsos o la vez que lo hizo no se volvería a repetir? Consuelo: ¡Esther crees que es normal que me digas a un día vista, la despedida! (apareció como loca Consuelo sobresaltándola) E: Vamos Consue, si tú estás monísima con lo que te pongas cariño (le decía mientras caminaban por el pasillo) Consuelo: No me vengas con tus zalamerías, me las sé de memoria, perdona pero ¡eso no se hace! (cruzó los brazos sobre el pecho enfadada) E: Eso no se dice, eso no se hace... hola (saludó a una de las médicas con una sonrisa) Consuelo: ¿Pero qué haces? (le preguntó alterada) E: ¿Qué hago de qué? (entró en farmacia) Consuelo: Habías dejado de tontear E: ¿Cuándo he tonteado yo? (la miró enfadada) Consuelo: Ahora mismo, con la doctora Rinaldi E: Solo la he saludado Consue, por favor, no me levantes falsos, que mi chica viene y no quiero marrones por tus malas interpretaciones de afecto Consuelo: Alto (le dijo poniéndose a su lado mientras Esther paraba de recontar cajas) ¿Viene Macarena Fernández Wilson? E: Muy bien Consue, veo que te sabes entero su nombre, te ha faltado el María Consuelo: ¿Se llama María? (Esther la miró sonriendo) ¿Viene? E: Sí Consuelo: ¡Ay Dios mío y yo con estos pelos!

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E: Pero Consue (reía divertida) Consuelo: Es la gran Macarena... ¿cómo me voy a sentar a su lado? E: Perdona, es que a su lado me voy a sentar yo (le decía mirándola fijamente mientras enarcaba las cejas) Consuelo: ¿Y donde vamos a ir? E: Vamos al restaurante de Josué Consuelo: ¡A los Drags! (gritó) E: Sí, eso es, van a hacernos un número especial Consuelo: ¡Con Macarena! E: Sí, con ella, Teresa y Guillermina Mientras en el faro, Teresa caminaba como si estuviera a punto de darle el ataque del siglo, Guillermina la observaba divertida sin dejar de marcar en sus labios una sonrisa, Maca la escuchaba atentamente T: ¡A un Restaurante de Dragas Cuins!, y lo dices cómo si nada... lo sueltas y te quedas tan fresca, ahí rodeada de gente, todos viéndote y me imagino que alguno con su móvil puede hacerte una fotografía y decir: “aquí está la escritora en plena juerga” (Maca y Guillermina se intercambiaron una mirada divertida ante su estado pero guardaron silencio) Y claro, me imagino a Luis matándome a mí por traicionarle y a ti... a ti no sé que te haría pero nada bueno... me está dando un poco de taquicardia (se puso la mano en la muñeca para controlar el pulso) Guillermina: ¿Oye Maca, sabes donde tiene el botón de desconexión esta mujer? (le preguntó con total seriedad) M: A ver Teresa cálmate (trató de no reír la gracia de Guillermina pero le resultó imposible) T: ¿Cómo me voy a calmar?, ¿eres consciente de que hay un detective ahí fuera que nos vigila?, Maca por el amor de Dios (le suplicó) Ya es bastante el cabreo que lleva por el divorcio como para provocarle más Guillermina: Tere... anda ven... siéntate a mi lado y esta vieja tata te explica lo que vamos a hacer, cariño (hablaba como si de una niña pequeña se tratara incapaz de entender la situación) T: Morirme eso es lo que voy a hacer

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Guillermina: Eres un poco dramática ¿no? ¿No estarás leyendo a la escritora esa llamada ldana que es más mala que un dolor?, ¡no le perdono ni le perdonaré en la vida aquel corte que nos pegó a todas en Misión Imposible!, queda terminantemente prohibido para ti leerla que su influencia es malísima para el corazón (Teresa suspiró como aceptando aquella regañina) Eso está mejor, mañana por la mañana saldrás con Maca a comprar algo, juntas, que el detective le dé la taza de caldo que busca el otro, y pasado vendré a visitar a mi niña por la mañana acompañada del hijo de la Paca, él tiene unos aparatitos que pone en las luces y se desconectan, haremos eso, desconectaremos la luz a las doce de tu cuarto y a las dos y media del de mi niña (hablaba con calma y casi como si le diera mimos mientras le contaba su plan) Pero ni tú ni ella estaréis aquí, vendré con Jesús que tiene una furgoneta para llevar cosas detrás, llevaremos algo más, vosotras que iréis detrás en la furgoneta acostaditas, cuando nos aseguremos que no nos persigue, iremos a cambiarnos a casa, Maca se pondrá la peluca rubia y tú te pondrás una peluca como Encarnita Polo T: ¡Cómo! (casi fue un grito ahogado) M: Guillermina es un poco arriesgado (le advirtió Maca) Guillermina: No me toques lo que no suena Maca o sonará (la miró fijamente como sólo ella era capaz de mirar) Tan solo me tenéis que recordar que no coma fabada ese día por lo que pueda pasar dentro de la furgoneta T: ¿Y de tu casa a Madrid? (le dijo como si fuera tan fácil) M: Conduciré yo, no me acuerdo el tiempo que no puedo hacerlo Guillermina: Ella gozara a ritmo orgásmico, tú y yo dormiremos tranquilas T: Es una locura. ¿Y en el Restaurante? Guillermina: Mi niña de rubia, con una trenza, nadie la conocerá. Está pa matarla de rubia M: Esther me ha dicho que no nos preocupemos porque nos pondrá en un lugar privilegiado (sonreía bobamente) T: Esther... cuando la vea M: ¡Pero Teresa! (no podía evitar la sonrisa) T: Es que lo veo ¿eh?... sólo a ella se le ocurre y solo a ti aceptar Guillermina: Solo tengo una duda M: Di (la miró con un gesto amable) Guillermina: ¿Dónde vamos a dormir en Madrid?, tengo claro que tú con Esther pero... ¿Teresa y yo?

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M: Había pensado en casa de Teresa pero... mejor no, quizás en un hotel T: ¿Un hotel? M: Sí, lo registramos a nombre de Guillermina Guillermina: ¡El cerdo ese no va a mirar tanto por favor! (le dijo a Teresa nerviosa) Total... ¡ya le has pedido el divorcio! M: ¡Guillermina! (volvió a advertirle) T: Por eso por eso (insistía nerviosa Teresa) M: A ver... he estado ocho años recluida por él, he sido anulada como mujer, como persona, Teresa, no pienso seguir así, que me voy a divorciar me divorcio. Y por eso no voy a dejar de ir a una cena de una amiga T: Maca... Luis esta desconcertado, y muy encabronado (Guillermina la miró absorta, Maca incrédula) Lo mejor creo yo que es seguir así, tú aquí sin moverte, sin darle la posibilidad de enfurecerse más Guillermina: ¿Tú crees que le va a dar el divorcio?, vamos a tener que luchar, así que si Maca quiere juerga, la va a tener T: Vale sois dos contra una, pero que conste que me parece muy arriesgado Guillermina: Mas arriesgado era llevar a Eurovisión al Chikilicuatre aquel y fue, ¿se acabo el mundo?, no, pues ya está M: Me encantan tus comparativas. ¡Vamos a disfrutar chicas!, y cuando volvamos iremos a la abogada (cuando ambas iban a hablar elevó el dedo diciendo) Quiero divertirme, a mi vuelta hablaremos de eso, pero ahora ¡quiero mi libertad! Maca estaba realmente feliz, no era fácil, ella sabía que separarse de Luis iba a resultar difícil, pero no por eso iba a arrojar la toalla, se asomó a la ventana para contemplar el atardecer, esperando la llamada de su chica, aquello sonaba tan bien, su chica, sonrió y se abrazó así misma de manera tierna y entregada 26 Mayo 2005 Llegó el día del plan, tal y como habían quedado Guillermina llegó con la furgoneta de Jesús, detrás preparados dos sacos de dormir para que pudieran tumbarse pasando así desapercibidas. La mujer bajó de la furgoneta y Jesús puso las puertas traseras encaradas a la puerta de salida y entrada, y así comenzó a bajar macetas iba y venía vigilando que el ángulo del detective era el peor para poder fotografiar otra cosa que no fueran las macetas. Una vez terminó cerró las puertas de la furgoneta, y entró al faro

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Las mujeres dentro departían con nerviosismo, Teresa no había podido dormir pensando que pasaría si las descubrieran, no temía por ella, pero sin duda pensar en Maca y sus consecuencias le hacía dar vueltas desesperantes en la cama. Por eso, aprovechó que la escritora estaba hablando desde el teléfono que Guillermina le había comprado en el pueblo con Esther, para hablar con su tata, desde la cocina la escuchan reír alegremente Guillermina: Eso es lo que importa Teresa T: Guillermina, lo sé, sé que en todo el tiempo que he estado a su lado nunca la había visto tan radiante, tan ilusionada, pero esto tiene sus contras, y no me fío de Luis, más ahora con tanta violencia de género Guillermina: A ver... ni se lo digas a Maca ese pensamiento (la miró intensamente) T: ¡Cómo se lo voy a decir! (protestó) Guillermina: Yo también lo he pensado y por eso no la dejamos sola T: Está durmiendo literalmente con el enemigo en casa Guillermina: Teresa no me pongas nerviosa que mi vejiga ya no aguanta y me meo T: ¡Guillermina! (la riñó sobresaltada) Guillermina: No lo veo capaz de matarla, la veo capaz de humillarla y manejarla, pero no matarla. Es cobarde Teresa y para él está enamorado y no ve más allá de ese amor ciego por su parte T: La mezcla idónea, cobarde y obsesivamente enamorado, a eso súmale rechazo por la mujer de su vida Guillermina: No Teresa, yo lo conozco desde el principio, desde el maldito día que cruzó la puerta de los Wilson y le dije a la señora que era hijo del diablo, no me gustó jamás, y menos como miraba a mi niña (hablaba con un dolor profundo en su alma, algo que a Teresa le sobrecogió, nunca la había visto así) Es un gran manipulador pero no un asesino, y mi miedo es que haga algo peor que intentar matarla T: ¿Algo peor? Guillermina: Sí, algo peor que no sé ponerle nombre, pero que estoy segura tratará de hacer T: Estas cosas me ponen muy nerviosa, parece que nunca te puede tocar a ti, parece que lo ves en la televisión, lo lees en la prensa pero... Guillermina: Teresa, no la va a matar entre otras cosas porque me lo cargo yo antes T: Pero no vamos a estar a su lado siempre, ¿cuánto tiempo puede estar fuera?, ¿un mes?

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Guillermina: Tendrás que convencerlo que esté más T: ¿Cuánto va a estar aquí Esther? Guillermina: Todo el que sea necesario, es más, en el momento en que Luis te diga que viene aquí, Maca y tú, junto a Esther os vendréis a mi casa T: Esto es una locura M: ¿El qué es una locura? T: Esto... Guillermina: Esta mujer ve a un hombre vestido de mujer y ya le parece una locura, ¡ay que joderse! (exclamó sonriendo) M: Vamos Teresa, va a ser divertido T: ¿Tú has ido alguna vez? M: No T: Anda que yo también vaya pregunta más tonta... ¿ir con el cerdo ese? El silencio que se creó en la cocina, lo sustituyó rápidamente la carcajada de las tres mujeres ante el comentario de Teresa, que conforme pasaba el tiempo, y conforme iba adentrándose más en la situación de Maca, había cambiado de ser una mujer austera y recta, a una mujer divertida y cordial para sus locuras de amor Jesús: Ya es la hora Guillermina (le dijo el hombre mirando a Teresa) Guillermina: Está bien Jesús: Todo lo tengo bajo control, ahora voy a ir sacando unos sacos, la luz es la idónea para que no pueda actuar T: Caray (murmuró impresionada) Guillermina: No es la primera vez que lo hacemos... así que... cierra la boca que te has impresionado en demasía M: Guillermina (le llamó la atención, adivinando cuales eran sus intenciones) De acuerdo Jesús Guillermina: Lleva las cosas en uno de los sacos (le dijo a Maca) M: De acuerdo. Voy a lavarme los dientes

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Guillermina: Oye Teresa... sé que no tenemos mucha amistad y esas cosas pero... ¿sigues siendo virgen? (la mirada asesina de Teresa y su huida apresurada le hizo decir) Vamos... ¡no lo ha catao en su vida!... ¡Jesús! El primer saco lo metió subiéndose a la furgoneta, aquello le permitía ver donde se encontraba el hombre, sin duda, no había levantado sospechas, el segundo saco se aseguró de que seguía en el mismo lugar, la tarde estaba cayendo y la luz de los faros de la furgoneta era suficiente para deslumbrarle, tras el tercer saco entró Maca tumbándose en silencio, no se movió en absoluto hasta que con el siguiente saco Teresa, esperaba apoyada en la puerta para entrar siguiendo las instrucciones de Jesús, al subir, se tumbó de igual manera que Maca guardando silencio, otro saco más y cerrar las puertas, el hombre se subió a la furgoneta y esperó durante unos minutos con el coche en marcha, hasta que para Guillermina fue tiempo suficiente como para despedirse, las luces se habían encendido, las del salón, cuando la mujer salió antes de cerrar la puerta movió su mano en señal de despedida. Jesús la ayudó a subir y lentamente se marcharon, en el mismo momento en que se encendía la luz de la habitación de Maca T: Alabado sea el Señor M: Amén, Teresa, amén (le guiñó el ojo divertida) El teléfono del vigilante sonó, vio en la pantalla que era Luis, la misma hora de llamada Detective: Acaba de marcharse la mujer ésa, si ella está en su habitación, la veo sí. Desde esta mañana no ha vuelto a salir. Gracias... bueno... pues ahora a descansar En Valencia Esther había recibido los papeles para firmar, ese día había sido su último día como enfermera en el hospital, prefirió marcharse sin despedirse más que de los compañeros más cercanos Por la carretera llegando a Madrid, Maca conducía el coche del hijo de la Paca, con la música de Mónica Naranjo cantando como loca, ella y Guillermina... M y Guillermina: Sobrevirieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee buscaré un hogar para los recuerdos de mi soledaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaad... La pobre Teresa no daba de si para tapar los oídos, una y otra vez ambas cantaban, reían y ella tan solo rezaba. Las horas se hicieron muy amenas porque tras los cantes, vinieron las anécdotas de Guillermina en su juventud, y con ellas, la buena de Teresa comenzó a sacar de su cabeza todos los posibles problemas, se relajó y supo lo que era llorar de risa hasta llegar a encanarse con las locuras de aquella vieja maravillosa Según las indicaciones que les había dado la tía Paca, estaban ya muy cerca de Saelices. Maca llevaba un GPS que le había dejado Jesús asegurándole que era mucho más práctico para viajar que el mapa de toda la vida, los tiempos habían cambiado Guillermina: Esta cosa es una reverenda mierda

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T: A ver, según el GPS estamos en una carretera que no existe (decía alzando las cejas) Guillermina: ¡No jodas que nos han abducido los enanos verdes y estamos en el limbo! T: ¡Guillermina son las once y media de la noche, estamos perdidas! Guillermina: Eso pasa por llevar ese bicho M: Bueno, no discutáis (decía sonriendo, entonces sonó el móvil falso de Maca donde tan solo podía llamarle una persona) ¡Es Esther! T: La que faltaba M: ¡Hola cariño! Espera es que nos hemos perdido y aquí dentro hay un poco de histeria Guillermina: ¡La madre que la parió! Nos ha llamado histéricas. ¡Tengo hambre, coño! T: A ver... si tenemos wifi podré ver donde estamos Guillermina: Mira entre el geps y el guifs me va a dar un bajón de azúcar T: ¿Eres diabética? Guillermina: ¡Qué leche voy a ser diabética! Lo que estoy es hambrienta T: Pues aquí no cojo nada Guillermina: ¡Maca! Leñe ¡deja el chocho pa después! T: Ay señor... (cerró los ojos negando con la cabeza por las palabras de Guillermina) Guillermina: Tú no te hagas tanto la beatona que bien que lo usaste la noche que fuiste a por Esther T: No me lo recuerdes M: Bueno, ya está... Esther me ha indicado Guillermina: ¡Hostia! ¿También es guardia de tráfico? M: Jajajajajajajajajajaja (no pudo contener la risa mientras ponía el coche en marcha) T: Que burra eres Guiller (decía riéndose de buena gana también) Guillermina: ¿Es maga? M: No tata, lo ha mirado en internet

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G: Acabáramos ¿en el guifs ese? Pues venga tira que tengo unas hambres(decía mordiéndose el labio inferior graciosamente) Cuando Sandra se acercó a Esther para darle las buenas noches, la vio con una sonrisa en los labios. Ella sonrió burlonamente y Esther le respondió sacándole la lengua Sandra: Tienes cara de hablar con Maca E: ¿Y cómo es esa cara? (le sonrió) Sandra: De boba ¿Qué te ha dicho? E: Se habían perdido por la carretera y les he ayudado un poco Sandra: ¿Dónde están? E: Se van a quedar en una casina que tiene una amiga de Guillermina, es increíble, me ha contado Maca como han salido del faro, todo lo que han hecho, esa mujer es MacGicver (Sandra sonrió) En serio, es fantástica, me da un yuyu conocerla Sandra: Venga no te acuestes muy tarde que mañana debes cumplirle a tu chica E: Es verdad... que ganas de tenerla (elevó las cejas mientras cerraba los ojos y mirando al cielo) Sandra: Vamos a dormir Maca no podía conciliar el sueño, tras la suculenta cena que le habían preparado exclusivamente para ellas y que la tenían en la casa esperándoles, se tumbó, dejó abierta la ventana para ver la luna grande y alta, el cansancio por todas las emociones vividas en las últimas horas, no le dejaban dormir, tan solo pensaba en Esther, y con ese pensamiento ya encontraba las fuerzas suficientes para afrontar el reto que tenía y que sabía que no iba a ser fácil, dejar a Luis por fin 27 Mayo 2005 La hora del encuentro se acercaba, en el coche el trío continuaba con las risas, aunque algún silencio se hacía latente conforme se acercaban a Valencia, algún suspiro se escapaba desde el interior de Maca, mientras Teresa continuaba preocupada por todo cuanto iba a ocurrir Mientras en Valencia Sandra, que la cercanía de la boda le había desbaratado los nervios, trataba de no pensar y divertirse. Pero claro, poco ayudaba el estado de Esther, venga a probarse ropa, se había comprado cuatro piezas y trataba de mezclarlas pero

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ninguna la convencía, de aquella manera se había creado una lucha de nervios entre ambas amigas E: ¿Este Sandra? Sandra: ¡Esther llevas martilleándome con la ropa joder!, te pongas lo que te pongas no te va a durar nada E: Sandra joder la quiero impresionar Sandra: Déjate de tonterías, ponte algo cómodo y ya E: Y un poco escotado, eso siempre funciona Sandra: Vale funciona el escote, sí (se metió en el cuarto de baño a maquillarse) E: Me puedes hacer la raya en el ojo, por favor Sandra: ¿Yo? E: Me tiemblan las manos Sandra (le dijo fastidiada) Sandra: Vaya... Pero si tú lo dominas todo, ¿qué te pasa? (le decía riéndose) E: Estoy muerta de nervios Sandra: No me digas E: Sandra, que no sé si he cometido el error más grande de mi vida (le decía cerrando los ojos para que le pintara la raya) Sandra: No te muevas E: No me muevo, no Sandra: ¿Qué error?, ¿la excedencia? E: Todo Sandra, todo ahora tengo un acojone Sandra: En cuanto veas a Maca se te pasa E: ¿Y si a la semana se harta de mí?, ¡qué digo a la semana!, ¡a los dos días! Sandra: Que manera de histeriquear ¡por favor!, a ver que me he pasado un poco... E: Seguro que empieza a verme defectos, ¿ronco? Sandra: Te he dicho mil veces que no (decía ya cansada)

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E: ¿Y si no le gusta cómo me huele el aliento? Sandra: Mira cariño (decía hartándose de paciencia) Lo que debería preocuparte es que no salga tu vena masoca, es lo único que tienes que tener cuidado, el resto, no le va a importar E: A eso también tengo miedo Sandra: ¿Hablarás con ella? E: Sí, lo estoy deseando Sandra: Mira quién te dice que a ella también le gusta E: No creo, y no me gustaría que me pidiera esas cosas Sandra: Está bien... ya estás mírate yo creo que se corre nada más verte E: ¡Sandra! ¿eres tú?, ¿quién está ahí dentro? (había separado la blusa asomándose y gritando) Sandra: ¿Pero qué haces boba? (la separaba riéndose) E: Quiero que me devuelvas a mi Sandra, ella no dice esas guarradas Sandra: ¡Anda ya! (entonces sonó el timbre del móvil) E: ¡Seguro que es Maca! Sandra: Desde Luego, parece una chiquilla de quince años... solo espero que le salga bien Tras un largo rato de hablar con ella, Esther entró a su cuarto y le dijo E: ¿Puedes pintarme otra vez? (Sandra la miró atónita al ver el rimel corrido, y la pintura desaparecida) Casi me muero de la risa Sandra: ¡Tú estás realmente fatal! E: Es que... (le daba la risa) Maca viene de rubia para que nadie la conozca Sandra: ¿De rubia? (sonrió) E: Y lo que no va a tener precio es Teresa con la peluca de Encarnita Polo (dio una carcajada que tuvo que cruzar las piernas) ¡Coño que me meo! Sandra: ¿Y todo eso? (preguntó apartándose mientras Esther se sentaba en el lavabo) E: Uffffffffffffffff que gusto... pues para que no las reconozcan

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Sandra: ¿Oye tú has avisado a...? E: Sí, no hay problema, me muero de la risa y de las ganas de verlas, no vamos a decirle nada a Consue, seguro le da un para tras que dice ella Y allí las dos amigas, muertas de risa trataron de serenarse para poder terminar de pintarse y estar listas Así hasta que llegaron al lugar de encuentro, Maca aparcó en el garaje tal y como le había indicado Esther por teléfono conforme llegaron. Estaba ansiosa por verla, se moría de ganas así como de conocer a Guillermina Sandra: Esther por favor... ¡para! E: Me estoy meando otra vez Sandra: No me extraña E: A ver Sandra, es que Guillermina es muy importante para ella, y sé que también es muy directa... muy... muy... Sandra: ¿Cómo tú? E: No sé... espero caerle bien Sandra: Sé tu misma, Esther... E: Voy a mear Sandra: Pero también sé más fina... ¡ay no te tengo enseñado! Mientras en el garaje Guillermina salía del coche con la ayuda de Maca que no podía evitar unos nervios mortales, mientras Teresa sacudía un poco la cabeza tras el viaje que ambas le habían dado, venga a cantar y a cantar, se notaba la felicidad de Maca y con ella se notaba la alegría de Guillermina M: Ahora vuelvo Guillermina: ¿No irás a dejarnos aquí? ¡descerebrada! (le gritó) M: Necesito ver a Esther. Ahora haré una perdida y Sandra bajara para acompañaros hasta el coche. Qué bien te sienta esa peluca Teresa T: Anda... anda... anda (le dijo enfadada) M: Y cuando te enfadas, estás muy guapa

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Guillermina: Pedazo zalamera andaluza eres (le dijo seria) M: Voy a hacer la perdida Guillermina: ¡Perdida por ese chochín estás tú! Unos pisos más arriba, sonó un móvil E: ¡Ya están aquí! (gritó como loca) Sandra: ¡Ay qué me dejas sorda! E: ¡Ya está aquí, ya está aquí! (gritaba emocionada) Dios mío parezco tonta Sandra: Menos mal que lo reconoces. Bajo a por las dos señoras, os esperamos en el coche, pero no tardes ¿eh? E: No, venga baja... baja... Unos pisos más abajo, los nervios se desataban M: ¿Voy bien? Guillermina: Respuesta mil doscientos cuarenta y seis. ¡Sí! (su voz reflejaba cansancio fingido) M: Como pica la peluca T: ¿No me digas? (preguntaba con gesto de fastidio) Guillermina: Que poco sufridas sois ¡coño! M: Ahora me la quito ¿eh?, no voy a subir con ella... Guillermina: Si tardáis más subiré, estás avisada T: ¡En cinco minutos no tienen ni para empezar Guillermina! Guillermina: ¿Y tú cómo lo sabes? (le preguntó ante la sonrisa de Maca) T: Ya te contaré M: Cuenta... cuenta (le decía ansiosa) Unos pisos más arriba, la ansiedad llegaba a Esther

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E: (“Espero que todo salga bien... ¡qué cojones me pasa!, es una cena más, un ratito más, pero joder... que ganas tengo de verla... de tocarla... uf... caray ya me he mojado”) Serenidad Esther... por Diosa... serenidad Unos pisos más abajo, la ansiedad de acomodarse el pelo tras quitarse la peluca M: ¿Estoy bien? Guillermina y T: ¡SÍ! (contestaron a la vez fuera de si) Cuando se abrió la puerta del ascensor Maca se giró rápidamente, allí apareció Sandra Sandra: Hola... (les saludó con una sonrisa) M: Hola Sandra ¿qué tal? Sandra: Sube que Esther te está esperando. ¿Guillermina verdad? Guillermina: La misma, tú eres la amiga de Esther M: Bueno... esto... que... voy subiendo Guillermina: ¡Cinco minutos! (alzó la voz haciendo sonreír a Sandra) T: Hola Sandra disculpa a Guillermina Sandra: No si tiene razón, porque Esther está... Guillermina: ¿Mas caliente que el pico de una plancha? Sandra: Sí (dio una carcajada) Bueno venga, nosotras vamos al coche El ascensor subía demasiado lentamente para el gusto de Maca, no podía evitar dar dos pasos en el ascensor, los nervios se apoderaban de su boca de estómago de una manera irracional. Cuando por fin llegaba exhaló un profundo respiro y salió tratando de controlarse. No recordaba haberse sentido así nunca en su vida Tras la puerta Esther se mordía una uña, se daba aire con la palma de la mano y sonreía sin cesar como si alguien le estuviera contando cosas divertidas, pero estaba sola y lo único que le pasaba era que los nervios estaban pudiendo con ella Al escuchar el sonido del ascensor dejó la puerta entre abierta para que Maca pudiera pasar, y así lo hizo, sus caras al verse se transformaron en sonrisas, sin más Maca cerró la puerta y se acercó hasta ella. No se dijeron nada, tan solo sonreían mientras se iban acercando, los ojos brillantes de emoción hablaron, y finalmente sellaron el encuentro con un beso apasionado

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Bajo, en el coche Guillermina y Teresa que no cesaba de rascarse la cabeza, aguardaban en silencio junto a Sandra que se moría de ganas de saber porque tanto disfraz Sandra: Mire... si no se lo pregunto exploto Guillermina: Pues pregunta hija no me gustaría morir de un sesazo Sandra: ¿Por qué van así?, imaginaba que Maca por ser famosa pero Teresa también (se giró un poco para hablar con ellas) T: Sí hija, también, bueno ya sabes que el marido de Maca es muy posesivo, además añádele que le ha pedido el divorcio Sandra: ¿El divorcio? (les preguntó abriendo los ojos y pensando rápidamente en Esther) T: Sí Guillermina: Te ha sorprendido mucho... (la miraba fijamente como si pudiera leer en sus gestos sus pensamientos) Sandra: La verdad no lo esperaba Guillermina: ¿Y qué espera Esther? Sandra: Bueno... ella no ha tenido una vida muy afortunada en el amor y en sus parejas, tiene una visión algo distorsionada por sus vivencias, sé que quería ser su amante Guillermina: Entiendo. ¿Esto le va a venir grande? Sandra: No lo sé Guillermina, Esther no es fácil, Teresa lo sabe T: Sí Sandra: Ya están ahí Guillermina: Puntuales, sí señora Sandra ayudó a salir del coche a Guillermina tal como habían quedado. La pareja llegaba separada sin tocarse, pero con el gesto de tranquilidad que da el encuentro de las enamoradas Guillermina: ¿Vas a dormir con ellas? (Sandra le sonrió) Porque van a aullar como fieras M: Hola Guillermina, te presento a Esther Guillermina: ¡Por fin te conozco! (no le dijo nada más tan solo la miró intensamente)

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E: Es un gusto, Maca me ha hablado mucho de usted Guillermina: Si no quieres perder las amistades nada más conocerme de tú E: De acuerdo Sandra: Venga pues arriba o Josué ya sabes como nos va a recibir E: Es cierto. Vamos Maca. ¿Lo he hecho bien?, ¿he pasado el examen? M: Sí, tú siempre lo pasas (la miró con los ojos encendidos de deseo) T: Hola Esther E: Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh Las risas ante su grito y sus carcajadas al ver a la mujer con aquella peluca, fueron generalizadas, excepto la de Teresa que se mostraba con gesto de fastidio Sandra: Pues nada... vamos allá a mi despedida Guillermina: ¿Estás segura de lo que vas a hacer? E: Yo también se lo digo Guillermina, casarse es una reverenda putada (miraba a Maca guiñándole un ojo mostrándole una sonrisa maravillosa) Guillermina: Tiene razón. Me caes bien... ¡sí! (le dijo sonriente) E: (“Que alivio” pensó para si) Sandra: ¡Vamos allá! E: Maca... no pareces tú, que rara estás Guillermina: Mira ya tenéis un motivo para vuestras fantasías, Maca de morena y Maca de rubia T: ¡Ay señor! E y Guillermina: ¡Amén! Lo dijeron a la vez con total seriedad, y aquello provocó las risas de todas, incluida la de Teresa, que se sentía cómoda y algo más tranquila. En cuanto a la pareja, aprovechaban que estaban sentadas juntas, Esther en el medio en la parte trasera entre Maca y Teresa, para acariciarse delicadamente las manos que se habían entrelazado. Todo iba bien hasta que de repente sonó un móvil Sandra: ¿Es el mío? (preguntó por la música)

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T: ¡Dios mío no, es el mío!, ¡es Luis! De repente el silencio se hizo en el coche Los nervios en Teresa se dispararon, la peluca se le dobló quedando un aspecto de lo más divertido, ella mirando la pantalla sin saber que hacer Guillermina: Para el coche Sandra por favor, que hable, ¡coño Teresa contéstale! (le decía nerviosa porque el teléfono no cesaba de sonar) T: Necesito respirar Guillermina: Respira, respira, pero contesta M: Dame (Maca alargó el brazo por encima de Esther y cogió el teléfono una vez Sandra se había apartado en la calzada) Dime Luis: ¿Maca, eres tú? M: Sí Luis: ¿Dónde está Teresa? M: En la ducha (su voz era seca, distante y eso provocaba en Esther un alud de sensaciones complicadas de contener) Luis: Necesito hablar con ella M: Se lo diré cuando salga Luis: De acuerdo. ¿Estás bien? Maca no le contestó y simplemente le colgó M: Ya está. Vamos Sandra E: La peluca Tere... se te ha doblado un poco T: ¡Cómo para no doblárseme! (resopló) Guillermina: Ahora cuando lleguemos lo llamas (Sandra no pudo evitar mirar a través del espejo retrovisor la cara de Esther, gesto de circunstancias) Esther... ¿nos vas a llevar al barrio ese de los vuestros? E: ¿Cómo el de Chueca de Madrid? (Esther miró divertida a Maca que sonrió negando con la cabeza) T: ¡Por Dios no!, con una vez tuve suficiente

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M: ¿Has estado en Chueca, Teresa? T: Esto... Sandra: Estamos llegando ya (añadió Sandra al ver el gesto de Esther) T: Me equivoqué y me metí en el barrio ese (pero Maca se había percatado al igual que Sandra de la cara de Esther) Guillermina: ¡Pero vamos a ir o no! E: Aquí en Valencia no hay un barrio así Guillermina, además creo que no tendremos mucho tiempo (sonreía mirando a Maca) Guillermina: Urgencias, sí, lo entiendo M: ¿Es aquí?, ¡vaya tenemos garaje y todo! Sandra: Es que Esther tiene muy bueno os E: No es lo que te imaginas (le dijo a Maca que la miraba con la ceja enarcada y un gesto serio) El dueño Josué, tuvo un accidente de coche, y estuvo mucho tiempo en el hospital, era una risa porque venían todos sus amigos a verlo y me lo pasaba muy bien Sandra: El primer día que inauguró este local. La reina fue ella Guillermina: Eso está muy bien, estos os artísticos son la hostia T: ¡Guillermina! Guillermina: Es la voz de mi conciencia Sandra. Oye... ¿estás segura que te quieres casar? M: Anda vamos para abajo o te cambia de idea Sandra T: Yo me quedo aquí Teresa respiró profundamente y se quitó la peluca, no se sentía ella con aquella pinta. Marcó el número de Luis, miró el reloj, las diez de la noche, se habían pasado todo el día de camino, estaba cansada pero lo peor aún no había llegado. Quien le mandaba a ella meterse en aquellos berenjenales T: Luis, soy Teresa. ¿Me has llamado? Luis: Sí, ¿cómo van las cosas? T: Bien, la verdad que muy bien, ayer fuimos al pueblo quería caminar. Y hoy ha venido Guillermina

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Luis: ¿Sabes de qué han hablado? T: Sí, vino un hombre con ella y van a cambiar las flores, a Maca le apetece mucho tener un jardín que cuidar ella Luis: ¿Las dejaste solas? T: No, Guillermina estuvo conmigo hablando. No debes preocuparte Luis (“no que va, ahora mismo le está metiendo mano Esther en el culo, pero vamos... para que te vas a preocupar... ¡qué manera de tocarla!”) Luis: Gracias Teresa, la verdad que te agradezco mucho lo que estás haciendo T: Solo hago lo que creo es mejor, y para mí Luis, lo mejor ahora sería que os dierais un tiempo, ella está enfrascada con la novela y muy relajada Luis: Eso es lo que quiero, pero no quiero dejarla, eso no Hubo un silencio entre ambos Luis: Bueno te dejo descansar Teresa T: Gracias, estoy agotada he estado en el jardín y... agota (sonrió de lado) Luis: Buenas noches T: Ahora subo al desván me despido de ella y a dormir Luis: ¿El teléfono? T: Tranquilo, confía en mí plenamente, de momento no ha habido ninguna llamada Luis: Gracias T: Adiós. ¡No quiero dejarla!, ¡no sé que va a pasar! (fue a salir cuando se detuvo) La peluca... Al llegar a la altura de ellas, Esther y Sandra, esperaban que dijera algo sobre la conversación pero no fue así. Llegaron a la puerta y allí, una escultural mujer les esperaba con unas pestañas postizas, pintura extrema en los ojos, una boca perfecta y un vestido plateado que realzaba un busto impresionantemente generoso. Al ver a Esther su sonrisa marcó demasiada juventud, mientras Teresa seguía boquiabierta la escena Guillermina: La peluca Tere, que no tienes ningún glamour, mira el chico T: ¿Qué chico? (le preguntó bajito) Guillermina: ¿Cómo que qué chico? (la miró asombrada mientras Sandra y Maca sonreían) El que habla con Esther

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T: Pero... si es una mujer... Guillermina: ¡Ay qué pedazo mojigata hemos traído!, menos mal que en un achuchón que te dé, notaras el bulto Sandra: Jajajaja (dio una carcajada al escucharla pero más al ver la cara de Teresa) M: Guillermina (la riñó con una sonrisa) Siempre están así (le dijo a Sandra sin apartar su mirada de Esther) Sandra: No te aburrirás ¿no? M: Para nada Sandra: Mira Josué El hombre se acercó a Esther abrazándola con total cariño, Guillermina sonreía y Teresa continuaba observando a la mujer despampanante que las observaba, y que con un gesto sugestivo le guiñó el ojo a una apurada Teresa E: Quiero presentarte Josué, bueno a Sandra la conoces Josué: ¡Guapa, guapa la futura esposa! (sonrió) E: Guillermina Josué: Hola hermosura Guillermina: Hijo... ve al oculista (le decía sonriendo pero con cariño) Josué: Te veo estupendísima Guillermina: ¡Qué majo es! (le dio dos besos sonoros) E: Ella es Teresa T: Soy prima de Guillermina Josué: ¿Prima de prima? T: ¿Cómo? E: Déjalo Teresa (sonrieron todas) Y ella es Maca Josué: Hola... que ganas tenía de conocer a la afortunada que se va a llevar este bombón T: Ejem... ejem... (carraspeó)

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Drag Queen: ¿Un poco de agua encanto? (le dijo la drag quin) T: No, no... no... estoy bien gracias Guillermina: ¡Vaya par más bien puestas! Drag Queen: Gracias Guillermina: ¿Las puedes mover? T: ¡Ay señor! (susurró Teresa azorada) Drag Queen: Luego os las dejo tocar Consuelo: ¡Esther... Esther...! (apareció Consuelo apartando a Maca de un empujón, ante tal gesto Sandra sonrió) Aparte, gracias. Creí que no llegaba E: Tranquila estamos con las presentaciones Josué: Bueno os he preparado una mesa en el rincón, es la mejor perspectiva de todo el local Guillermina: Pero yo quiero jaleo ¿eh? Josué: ¡Qué marchosa!, te aseguro que jaleo vas a tener Guillermina: ¡A ver esto no se ve todos los días! Consuelo: ¿Quién es?, ¿dónde está Maca? Sandra: Es Guillermina, Consuelo M: Y estoy aquí Consuelo: ¡Ahhhhhhhh! ¡Dios mío! Guillermina: ¡Alaaaa entre beatas andan los cuins! Aquella exclamación provocó a todos una risa divertida mientras seguían a la mujer vestida de plata Tuvieron que subir unas escaleras para llegar a la parte superior del restaurante, era muy coqueto, mientras caminaban entre más mesas que estaban repletas, Maca se fijaba en el gusto de la decoración del local, unas lámparas de lágrimas de cristal eran las protagonistas, después, cuadros grandes con las fotos de los chicos vestidos como mujeres, y cuadros de ellos sin maquillar, entre los cuadros, lámparas pequeñas de cristal. Al subir las escaleras en la parte superior, la iluminación la daban unas lámparas estrambóticas de todos los colores de pie, y del centro, otra de igual forma que las anteriores. En el medio, una gran bola de espejos plateada giraba tipo discoteca años

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setenta, otros focos que aparecían apagados pero que estaba segura cuando el espectáculo comenzara llenaría el ambiente de luces diferentes E: ¿Te gusta? M: Me encanta, la decoración es increíble E: Sí, el marido de Josué es decorador M: El lugar es perfecto, y la compañía mucho más (la miró con los ojos ardiendo en deseo) E: Lo mismo digo, aunque debo reconocer que de morena me pones mucho más M: Lo tendré en cuenta E: ¿Has visto a Teresa? (la miraba divertida) M: Sí Guillermina: Esther tengo que darte las gracias por traernos a este lugar (le dijo feliz y divertida) E: Me alegro, es idóneo para pasar desapercibidas T: De eso ya hablaremos tú y yo E: Tere (la miró con el ceño fruncido pero divertida) Guillermina: Ni caso, bueno ahora dime... ¿Qué intenciones llevas con mi niña?, ¿sólo meterle mano o algo más? E: Pues... (miró a Maca quien se había tapado la cara) Lo que ella me deje Guillermina: Buena respuesta E: Je, je, gracias Guillermina: Me gustas E: A mí también, me gustas Guillermina Guillermina: Ya pero si me hubieras conocido en otros tiempos, ahora ya tengo las tetas caídas, debo llevar pañal porque tengo la vejiga caída y me meo, voy estreñida, total... me quedo en esta vida sin probar hembra E: ¿Y Teresa?

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T: ¡Lo que me faltaba, menuda pareja se han juntado!, ¡esto es inaudito, insufrible! (decía con las carcajadas tanto de Guillermina y Esther) M: Ya te vale Esther La aparición del camarero, sofocó un poco las risas de todas que ante la carta y su exquisitez, comenzaron a elegir sus platos, el vino y por supuesto las risas entre ellas. La elección de los platos, dejó paso a una charla entretenida y amena, Maca y Esther que se habían sentado juntas, no paraban de acariciarse, Josué acertadamente había cerrado la luz que iluminaba justo el trozo en que ellas estaban sentadas, si alguien quisiera hacer una fotografía sería prácticamente imposible. Consuelo encontró su compañera de fatigas en Teresa, y Guillermina se mostraba encantada con Sandra y de ver a las dos tortolitas acariciándose y mirándose con los ojos repletos de pasión Guillermina: Como sigáis así voy a tener que sacar mi pañal para frenar vuestras humedades, vamos como si se hubiera roto la cañería Sandra: Es cierto (reía divertida ante la mirada de Esther) T: Guillermina por favor que vas a pervertir a la mujer que se va a casar Guillermina: Lo que voy es a abrirle los ojos Consuelo: Es inútil su taronger es mucho taronger (decía Consuelo que se sentía realmente cómoda con aquel grupo de mujeres) T: ¿Qué es eso? Guillermina: Pues digo yo que será su novio E: Es que su novio se dedica a las naranjas Sandra: Sí, y aquí mi querida amiga Esther, le puso taronger Consuelo: Pero en tono despectivo ¿eh?, nada de cariñoso (la miraba entrecerrando los ojos con una sonrisa maligna) M: ¿Y eso? (le preguntó divertida) E: Porque me roba a mi mejor amiga Guillermina: ¡Anda es que la chica tiene razón! T: Lo que yo te diga, se han juntado el hambre con las ganas de comer Guillermina: Ahora que lo dices, yo solo me he pedido dos platos, y creo que son de esos que nada más ves el color de plato ante la ausencia de condimento Consuelo: Algo así, sí

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E: No te preocupes Guillermina, que a ti te van a poner condimento Guillermina: ¡Sí señor!, Maca te doy permiso para que hagas de ella toda una mujer de tu casa Nuevamente las risas y con la llegada del primer plato, las conversaciones giraron entorno a la comida, Teresa de todas formas, tenía el teléfono a su lado, porque aunque le había dicho a Luis que se iba a la cama en breve, sabía que con lo pesado que era, volvería a llamar si se le antojaba Guillermina: Está delicioso, no sé como se llama pero... mmmmmm T: Guillermina su nombre era, delicia de ternera al oporto, con puré de patata al curry y ataditos de verduras Guillermina: Cariño, tienes memoria fotográfica pero glamour poco, la peluca, Tere, la peluca (insistía ante las sonrisas de Esther y Maca) T: Menuda cara más roja tienes Guillermina (le contestaba riéndose mientras luchaba con su peluca) Guillermina: El vino mujer, ¡venga dale! Que esta noche estamos aquí para disfrutar E: Bien dicho Guillermina, Teresa relájate... si no va a pasar nada M: Solo vas a ver mujeres cantar Guillermina: ¿Y no se pueden tocar? (preguntó muy seria) E: No Guillermina, aquí no tocas Guillermina: Pues la guapa me ha dicho que luego me va a dejar tocar M: Guillermina, que tú con una copa ya estás un poco piripi, así que haz el favor de moderarte T: Eso Guillermina: Pues no, yo como Consuelo Consuelo: ¿Mande?, ¿no hace calor aquí? Sandra: Es el vino Consuelo Consuelo: Uffff... E: ¿Te gusta la comida? (le preguntó sonriente mirándola con devoción y un suspiro eterno)

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M: Sí, está muy rica, muy sabrosa, la verdad que es la primera vez que vengo a un sitio así y estoy gratamente sorprendida E: Y yo también de poder disfrutar esto contigo M: ¿Tardaremos mucho en irnos? E: Lo justo, ¿podrás aguantar? (ambas sonrientes de una manera boba y algo) Guillermina: ¡Míralas... no sí lo que yo diga, van a provocar el calentamiento global! Nuevamente risas, y es que Guillermina era divertida hasta para Teresa que ya a esas alturas de la noche se había desinhibido un poco gracias a la bebida que una y otra vez le iba poniendo Sandra El postre llegó con las caras algo coloradas de todas, un beso entre Maca y Esther, que hizo que Guillermina tirara del codo de la enfermera y le hiciera acercarse E: Dime Guillermina: Llévala al baño, estoy mayor para ver tanto tonteo. Lo que os hace falta es una buena follada E: ¿Tú crees? (se moría de la risa) Guillermina: ¿Ah, tú no? E: Me disculpáis voy al lavabo T: Voy contigo Guillermina: Tú no te mueves de aquí a menos que no quieras que te meta mi lengua hasta el gráznate, ¡guapa!, ¡tía buena!, ¡ole esas tetas bien puestas!... si tuviera veinte años menos no te me escapabas Teresa se iba poniendo cada vez más y más roja hasta que finalmente explotó como nunca antes lo había hecho con unas carcajadas incontroladas y unos golpes en la mesa a la par que lloraban sus ojos de igual manera que Consuelo que la había abrazado y reía abiertamente como ella El momento de las risas lo aprovechó Maca para salir detrás de Esther. Se había metido en el lavabo pero había dejado la puerta junta, agradeció que no tardara en llegar, Maca cerró la puerta y Esther sonrió Tardaron un poco en salir del lavabo para cuando lo hicieron ya había cola, y las miradas de todas fueron duras, algo que logró que ellas al subir las escaleras lo hicieran riendo contentas por su travesura. Justo en el momento en que se sentaban, las luces se apagaron, la música sonó, el humo llenó el local

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T: ¡Fuego! (gritó como loca Teresa) Sandra: No mujer, es parte del show (le dijo riendo Sandra) Guillermina: Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh (gritó como loca Guillermina) Y ante la música de “Lady Marmalade”, tres focos alumbraron a dos mujeres delgadas con vestidos plateados ajustados a sus monumentales cuerpos y una tercera que aparecía con una peluca de melena cobriza ajustándose su vestido también pero ante una voluptuosidad mucho mayor que las otras dos. Con el playback las tres cantaban y se movían graciosamente, las dos más delgadas, aún hacían movimientos más exagerados y provocativos para dejar más en ridículo a la que se hacía pasar por más mayor E: Guapaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssss (gritaba graciosamente Esther) Guillermina: ¡Mi madre vaya culos más bien puestos! Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh (gritaba como loca mientras aplaudía Guillermina) T: ¡Y que piernas... y que piernas! M: Dios mío se me están destapando estas tres (le dijo a Sandra que reía sin parar) Consuelo: Tetas, tetas... tetaaaaaaaaaaaaaaaas (aplaudía con una sonrisa de oreja a oreja) Sandra: Las cuatro Maca, las cuatro (reían divertidas) La mesa de las mujeres era un clamor ante los movimientos, los gestos y las caras de esas tres bellezas. Cuando la música se detuvo, aplaudieron, silbaron y gritaron como las que más Drag Queen 1: Bueno... que mesa de histéricas tenemos ahí arriba (dijo la Drag ante tanto jaleo) Guillermina: Guaaaaaaaaaapaaaaaaaaaaa Drag Queen 1: ¡Uy la vieja se le ha desatado la lengua! Guillermina: JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAA T: Te ha llamado vieja Guillermina: Coño lo que soy Drag Queen 1: Buenas noches maris (la Drag movía la boca tan cursimente que a veces juntaba los labios y los mostraba poniendo gestos altamente presumidos) Bueno... me

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presento mi nombre es DanielaRaboInquieto (lo dijo rápidamente y miró alrededor guardando silencio, mientras Guillermina rompía a reír) ¿Qué pasa que aquí la única lista es la vieja? T: Guillermina te vas a ahogar Guillermina: Es que se llama rabo inquieto Teresa (volvía a reír) T: ¿Cómo? Consuelo: ¡Rabo de rabo! (gritaba riendo sin parar) T: No me lo puedo creer, ¿y le dejan ese nombre en el DNI? Drag Queen 1: A ver el gallinero turuletero, ¿puede callarse un momento? T: Usted perdone señora Rabo... digo señora... Guillermina: Me meoooooooooooooooooooooooooooo M: Dios que vergüenza (se tapaba la cara con las dos manos) E: Déjalas mira como se ríe Juan, se llama Juan y es peluquero, ya verás el juego que les va a dar estas tres M: Estás muy guapa con esta luz E: Tú también mi vida Drag Queen 1: Ejem... ejem... las bolleras pueden guardar silencio (Esther sonrió, Maca se sonrojó) Sigo, esto es un coito interruptus continuado, esa mesa es peligrosa. Bueno pues eso, que ¿ya habéis pillado mi nombre? (solo la mesa de las chicas contestaron alegres) ¡Os ganan por goleada!, os aviso (les dijo a los demás del local que rieron al ver como Guillermina aplaudía) Bueno, pues nada aquí yo con unos kilos de más, porque encima las desgraciadas esas salen y me dan por culo, que aunque me guste, estas coñitos me hacen sentirme vieja y fea Guillermina: De eso nada, eres guapa, ¡donde estén las mollas que se quiten los huesos! Drag Queen 1: Adoro a esa vieja... Julito ponle algo de mi parte a ese putón verbenero que le va la marcha más que a mi rabo un buen culito Las risas continuaron con el show, una a una se iba metiendo con la gente que se reunían en las mesas, iba una a una. Mientras las nuestras, Guillermina se mostraba feliz y risueña, mientras Esther y Maca se acariciaban, reían y se besaban, Sandra se sentía a morir con las continuas salidas de Guillermina, y Consuelo se mostraba encantada con el show, la que tuvo que hacer un sobreesfuerzo y se bebió de un solo golpe una copa de licor fue Teresa, una vez alegre por dentro ocurrió lo inesperado

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La drag después de meterse con todas las mesas, empezó a subir las escaleras hacia las chicas Drag Queen 1: Voy a ver esta mesa de histéricas a ver que les pasa, igual están ovulando aunque veo tres que ya de eso no se deben ni acordar. Hola Guillermina: Hola T: Hola señora Rabo Drag Queen 1: Mírala que educada ella. Me han dicho que esto es una despedida descoloque total de soltera. ¡Y ahora no me digáis que se casa la abuela porque cuelgo los tacones y me suicido! T: Jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa... Guillermina: No hija ¡yo no hago ya esas gilipolleces! Drag Queen 1: ¡Pero qué lista la abuela!, yo de mayor quiero ser como ella. Y la otra mari que... ¡chica que te vas a mear! (le decía a Teresa) M: Creo que ha bebido demasiado, no está acostumbrada (les dijo bajito a Esther y Sandra) E: Déjala se lo está pasando en grande, mañana jaqueca y ya Drag Queen 1: Tengo algo para vosotras maris... a ver... Julito guapo haz que todos babeen y a mí me estire el esparadrapo que llevo recogido el rabo, ven hasta aquí T: ¿Lleva un esparadrapo? (le preguntó a Consuelo) Consuelo: Eso dice T: Se lo voy a consultar (le dijo con la peluca de lado) Señora rabo Drag Queen 1: ¿Pero de dónde me habéis sacado esta cosita tan modosita? Guillermina: Hijo es una cruz que llevo a cuestas Drag Queen 1: Dime chochito mío (le acarició el hombro) T: Una duda... ¿no es un poco molesto llevar eso con esparadrapo? Drag Queen 1: Apagar la luz que lo va a comprobar ella misma Apagaron las luces y se escuchó una música estridente mientras la drag gritaba y Teresa gritaba y las de la mesa se morían de la risa y Guillermina tosía sin parar

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Drag Queen 1: ¡Luces... luces... coño que me deja sin rabo y voy a tenerme que llamar Daniela sin rabo inquieto! T: ¡Jesús lo que he tocao! (se limpiaba la frente de sudor) E: Tere... Tere... ¡la peluca! ¡la peluca! (no podía parar de reír como el resto) Drag Queen 1: Bueno, creo que Julian ¡y no el de la Pantoja, eh! Tendrás que contratar a este trío, ¡son buenísimas!, y ahora el regalo para la desgraciada que se va a casar. Te va a durar tres polvos, porque al principio hasta aciertan metiéndola, pero después, ni eso. Sino, mira la cara de aquella pareja, se nota que él ya la metió doblada Guillermina: JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA M: ¡Se me va a morir mira que colorada está Esther! E: Guillerrrrrrrrrrrrrrrrrr que te vas a mear Guillermina: Mearme ya me he meao (reía sin parar mientras pasaba el brazo por el hombro de Esther acercándola a sus grandes pechos) Gracias por traerme a este lugar E: Guiller... me ahogas... Guillermina: ¡Carallo perdona! Drag Queen 1: Vamos... vamos... vamos... poneros todas vuestros penes T: AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH (gritó escandalizada) Drag Queen 1: Anda que la fina se me escandaliza, ¡pero mari si me has tocado el miembro!, ¡después de eso ya no debería escandalizarte nada chochete mío! (le decía con cariño) Drag Queen 2: Oye... tú... el coñete viejo Drag Queen 1: No he escuchado nada, aunque ya me gustaría a mí tener uno de verdad aunque fuera viejo Drag Queen 2: Tiene complejo Drag Queen 1: Te he escuchado, es que lo nuestro cariño, es tremendo llevar todo el rato el manubrio ahí bien cogido que parecemos tener entre las piernas un paraguas ahora lo estiro, ahora lo encojo Risas generalizadas mientras Teresa hacia esfuerzos por colocarse la peluca y la diadema con la lengua fuera apoyada en el labio superior Drag Queen 2: ¿Puedes retirarte que es mi turno?

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Drag Queen 1: Es una celosa de la hostia, todo porque sus tetas no son cómo las mías, que aquí hay mucha molla que tocar (cogió la mano de Guillermina y la llevo al pecho) ¿O no? Guillermina: ¿Y aquí? (le cogió la mano a la drag y se la puso en su pecho) Drag Queen 1: ¡Por mi coño fantasioso, pero tú que llevas ahí! Cuando se marchó les dio un beso al aire y dejó a su compañera actuar con la explosiva Gloria Gaynor y su “I will survive”, en ese punto Esther y Maca, reían sin poder aguantarse al ver como Teresa llevaba puesta la diadema con aquellos dos prominentes penes. Todas gritaban ante el desfile de aquella belleza que parecía mentira no pudiera ser una mujer, Teresa echó mano a su culo, y fue Consuelo quien la detuvo mientras ambas aplaudían y reían por los movimientos, hasta que llegó a Sandra y se le puso encima, moviéndose sin parar ante los gritos de las demás sobre todo de Esther Sandra: ¡Te mato! (le dijo una vez se fue) E: Canta cariño, aprovecha que aún puedes, luego el taronger te atara a un naranjo y no podrás vivir. I will surviveeeeeeeeeeeeeeeee... La actuación de la segunda Drag fue muy aplaudida por todas, mientras Sandra y Esther con los dedos en la boca silbaban enloquecidas y Maca aplaudía gritando como loca Estaban en esos gritos cuando de repente el teléfono de Teresa comenzó a sonar, pero estaba tan metida en la actuación que ni se dio cuenta Drag Queen 2: Que noche más fantástica tenemos... que grupito de chochos viejos pero adorables, míralas, ¡aprended! (les gritó a todos) Aquí hay otra despedida de soltera... no me lo puedo creer ¡cuánta gilipollez reunida hoy! Drag Queen 1: Mari... me duele el juanete abrevia que la puta plataforma me está haciendo malvivir Drag Queen 2: Te has dado cuenta que esta noche no tenemos rubias Drag Queen: ¿Ah, no?, ¿y tú que eres mona? Drag Queen 2: Rubia de mentiras, es que... todas las noches nos toca alguna rubia, ¿ustedes vieron alguna rubia inteligente? Drag Queen 1: ¿La Obregón?, ¿la Cerezuela? Drag Queen 2: He dicho inteligente no gilipollas, que esas ya lo sabemos Drag Queen 3: Dejáis ya de hablar y me dejáis salir Drag Queen 1: Anda la otra... ¿y mi juanete?

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Drag Queen 3: ¡Con la Obregón! T: ¡Que plataformas llevan... mira... mira... como andan sin titubeos! Consuelo: No sé como lo hacen... yo con un poquito y parezco pato mareado T: Mareada estás (le dijo sonriendo) Consuelo: Pero no llego a pato, en todo caso pata La actuación de la tercera Drag Queen, fue emulando cabaret, nuevamente una mujer de bandera, consiguiendo los gritos y los aplausos de todas las mujeres y hombres que había en la sala. Cuando subió las escaleras, fue hasta Teresa, mientras cantaba subiendo y bajando el sombrero, en una de esas, le guiñó el ojo y le hizo poner sus manos primero en las tetas T: Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh Guillermina: ¡Tomaaaaaaaaaa! E: Hostia... esto no lo habían hecho nunca Después, las manos las puso en su trasero T: Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh Sandra: Me muero... me muero M: Jajajajajajajajajajaja Maca no podía parar de reír, Guillermina nuevamente de toser, la cara de Teresa no tenía desperdicio Consuelo: ¿Lo tiene duro? T: Durísimo (le dijo alzando las cejas) El espectáculo siguió un buen rato más, las risas no cesaban, las cámaras de fotos disparaban sin cesar, Maca no se había quitado la peluca y Juan le había asegurado a Esther que ahí en ese punto era imposible que pudieran hacerle una foto. Cuando por fin terminó, la mesa de las chicas se pusieron en pie aplaudiendo como locas, aunque Teresa y Consuelo, tuvieran problemas para poder levantarse, finalmente lo hicieron T: Guapaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas Guillermina: Otra, otra, otra, otra Sandra: Tías buenasssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

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Consuelo: Yujuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu Maca y Esther aprovecharon para besarse Justo en el mismo momento en que el silencio comenzaba a hacerse el rey del local, el teléfono de Teresa volvió a sonar T: LUIIIIIIIIIIIIIISSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS Guillermina: Dame el puto teléfono que le voy a decir del mal que se tiene que morir (le arrebató el teléfono sin darle opción) T: Guilleeeeeeeeeeerrrrrrrrrrrrrrrrr déjame a mí que me muero de ganas E: Maca (la miró preocupada y Maca las miró aterrada) M: Gui... no... Gui (decía asustada al ver su decisión) Guillermina: Hijo de putaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, mierdaaaaaaaaaaaa, ¿cómo?, ¿qué?, ah... Teresa... es un tal Jorge

cabrón

de

T: ¡Hostia tú, el párroco de mi parroquia! (dijo poniéndose la mano en la boca) E, M, Sandra y Consuelo: JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA Hablaban con las Drags que en grupo se habían acercado hasta aquella mesa que tanto juego les había dado. Durante un buen rato, Guillermina rió divertida de las diferentes ocurrencias de aquellas mujeres, y de igual modo, Guillermina las hizo reír hasta que finalmente les pidieron que volvieran al menos una vez al mes E: Cariño ¿puedes esperar que me despida de Josué? M: Claro Fuera, con unas plumas que le habían regalado se encontraba Teresa apoyada en la pared, Guillermina hablaba animadamente con una Sandra que pasó a adorarla rápidamente M: ¿Cómo estás Teresa? T: Bien, hip M: No te puedes ni sujetar (sonreía mientras la mujer se ponía la peluca medianamente recta) Oye... y ahora que estamos solas me vas a confesar eso de que fuiste a chueca T: Nada del otro mundo, tías morreándose, tocándose, ¡bah!, tanta fiesta para nada

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M: ¿Y fuiste sola? (quería saber realmente que había pasado en el coche para que el comentario de Teresa provocara un cruce de miradas entre las amigas) T: ¿Adónde?, ¡hip! M: ¿A chueca? T: ¡Qué va!, fui persiguiendo a tu Esthercita... queríamos saber de que pie cojeaba... M: ¿Y qué hacía allí? (su gesto demostró seriedad ante aquella confesión) T: ¿Qué va a hacer?, ligar, debiste verla cuando apareció ella M: ¿Quién? (miró hacia dentro viendo que Esther se estaba despidiendo) Venga dime T: La mujer con la que estaba liada, uf, pedazo de mujer Maquita, alta, guapa, morena, un tipazo hasta allá... ¡mareeeeeeeeee!, ¡hip!, ¿crees que me repondré de esto? M: ¿Cuándo fue Teresa?, dime, ¿cuándo fue eso? T: Ahora ya se ha vuelto buena... no te preocupes ¡qué trancazo llevo! Guillermina: Que perjudicada estás Teresa T: ¡No puedo tocarme ni la nariz! (intentaba hacerlo con su mano derecha) Sandra: Yujuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu voy a hacer caso a Guillermina, a mi taronger que le den, ¡esto es pa morirse de la risa! M: Sandra tú también estás un poco perjudicada Guillermina: Ni te cuento la otra, mira a Consuelo, hablando con un árbol como si hablara conmigo. ¿Estás bien? (le preguntó al ver su rostro) M: Sí. Ya viene Esther E: ¡Vaya panorama! (dijo sonriendo) Como pudieron se metieron en un taxi Sandra, Esther y Maca, una vez habían metido a las otras tres mujeres, fueron juntas hasta casa de Consuelo y allí Guillermina se hizo cargo de las otras dos y la peluca de Teresa que había acabado sin saber como en la cabeza del taxista Después, el taxi con las otras tres marchó hasta casa de Sandra. Durante el camino, Esther acariciaba la mano de una Maca un tanto centrada en si misma, tan solo la charla de Sandra hacía que el ambiente no fuera tan cargado E: Joder Sandra... menuda has pillado... Maca por favor ¿puedes sacar las llaves de mi bolso?

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M: Sí, espera y te ayudo Sacó las llaves del bolso, abrió la puerta y ayudó a Sandra a colgarse de su cuello, con alguna que otra dificultad en el ascensor Esther miró a Maca con una sonrisa pícara y Maca la miró sonriente pero con una sombra en sus ojos que a Esther le confundió E: Vamos Sandra... ya hemos llegado Sandra: No, quiero ir con Guillermina... voy a decirle que no me caso... E: Venga... venga... M: Espera te ayudo a llevarla a la cama E: Vale Sandra: ¡Maca!, ¡cuánto tiempo sin verte! M: Lo mismo digo (le cogió de la cintura con una sonrisa) Sandra: Tienes que poner en vereda a Esther, yo no lo he conseguido pero tú... E: Anda calla Sandra, deja Maca ya lo hago yo M: De acuerdo (la dejó sobre la cama) Sandra: ¡No me quiero casar!, ¡no me quiero casar! E: Menos mal que esto mañana se te pasa M: ¿Quieres qué le prepare café o algo? E: No gracias, creo que mejor dejar que se duerma M: Te espero E: Maca (dejó a Sandra que cayó hacia detrás en la cama) Sandra: Halaaaaa, halaaaaa, halaaaaa, ve las tetas de Maca y a su amiga que le den... ¡Guillermina! E: Calla Sandra vas a despertar a todos (le riñó con gesto serio) Sandra: ¡Están acostumbrados a tus gemidos cariño! M: Bueno... te espero fuera E: Espera (le cogió de la mano sonriendo) Dame un beso, anda

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M: Se va a caer E: Uno rápido (Maca accedió) En nada voy... ve abriendo la cama M: Vale E: A ver qué hago contigo (cerró la puerta y entonces murmuró) ¿Qué le pasa? Sandra: ¿A quién? E: A Maca, está muy seria de repente Sandra: No sé, le habrá bajado la regla y os ha jodido el plan E: Uf Sandra... ¡cómo estás! Sandra: ¿Buena? E: Y bocazas Sandra: Sé buena con esa chica, no le hinques el diente, secuéstrala, róbala para ti, a veces merece la pena perder todo por alguien, y se le nota enamorada, se le ve... Esther es tu oportunidad E: Venga que ya te dije que sí, que voy a darme una oportunidad (le quitaba la ropa) Venga Sandra cariño... menuda has pillado Sandra: Adoro a Guillermina, voy a hacerle un club de fans E: Sí, solo espero haberle caído bien Sandra: Claro que sí, ¿lo dudas?, quítate los complejos Esther, eres una tía de puta madre y ¡ole! E: Uf... un rato más con Guillermina y no te casas ¿eh?, y el taronger me mata Sandra: El rey de mi vida Esther... quiero ser feliz E: Estoy segura que lo serás... descansa Salió de allí tras apagar la luz y cerrar la puerta, suspiró mirándola, le quedaba tan poco de poder compartir con Sandra su vida. Sin embargo al levantar la cabeza, una sonrisa iluminó su rostro, allí estaba la otra mujer que esperaba fuera la que estuviera de alguna manera a su lado, los restos de su vida Abrió la puerta y vio a Maca caminando a los pies de la cama, de un lado a otro con gesto concentrado, al verla se detuvo y la miró fijamente, Esther tembló sin saber muy bien porque, Esther se acercó y oyó como la voz sedosa de la escritora le murmuraba:

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M: Espera, tenemos que hablar Había costado meter en la cama a Teresa, pero al final lo habían logrado, y había costado porque las otras dos no estaban muy enteras tampoco. Compartía cama con Guillermina que al ir a apagar la luz tuvo un pequeño accidente T: ¿Ha sido un pum? Guillermina: ¡Y un pam, no te jode! T: Jolines Guillermina como huele (trataba de taparse la nariz graciosamente) Guillermina: ¿Qué quieres?, tengo mi cuerpo podrido ya T: Guillermina... el padre Jorge me va a matar Guillermina: No puede, es cura T: Pero me va a excomulgar después de todo lo que le has dicho y notar mi borrachera Guillermina: Que le den al padre Jorge Teresa, eres una mujer viva, tienes necesidades como cualquier otra mujer. ¡No me toques los cojones con la Iglesia! (alzó una mano como para detener cualquier posible contestación) T: Guiller... Guillermina: Alto, Guiller solo me lo llama Esther T: Esa Esther, es una embaucadora, aduladora tiene a todo el mundo enamorado de ella, pero no me fío, no. ¡Hip! Guillermina: Ay, ¿y eso? (dijo tras un suspiro) T: No lo sé, no me fío ¡hip!, ay perdón Guillermina: Yo te absuelvo hija por tus hipos T: Jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa (soltó de pronto) Guillermina: Oye... estás muy pedo, a ver si me vas a violar ¿eh? T: ¡Qué cosas tienes, mujer! Guillermina: Casos peores se han visto, y yo de tetas voy bien servida T: Oye Guiller... digo Guillermina (corrigió tosiendo)

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Guillermina: Dime (trató de acomodar un poco la sábana) T: ¿Lo qué me dijiste... eso qué me dijiste... quiero decir que si es lo que piensas que estoy buena? Guillermina: Claro que lo estás, lo que pasa es que sigues las doctrinas de la Iglesia y te reprimes. ¿Eres virgen? T: Sí, nunca se acercó a mí un hombre. Yo quería ser chica de revista Guillermina: ¡Nos ha jodio! T: Pero mi padre me sacó de allí y casi me mete monja. Y se me fue pasando el arroz. ¡Hip! Guillermina: Claro hasta que se hizo blando T: Muy blando Guillermina: Pues nunca es tarde Teresa T: Para según que cosas sí Guillermina, el amor no fue hecho para mí (suspiró) ¡Hip! Guillermina: Ahora entiendo porque te gusta tanto Macarena, porque eres una melodramática como ella T: ¡Hip!, sí Guillermina: Espero que le llegue la hora Teresa, mi niña tampoco ha sido feliz, ojalá Esther sea esa persona que tanto espera, porque ella cree en el amor, cree profundamente en el amor y ese es el miedo que ahora le llena T: Y yo casi la cago Guillermina: Sí, bueno... no pasa nada... no creo que relacione nada, es más, Esther tendrá que ser sincera con ella Consuelo: ¿Puedo pasar? (asomó su cabeza Consuelo) ¡Hip! Guillermina: Otra con el hip, hip, ¡hurra! T y Consuelo: Jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa Consuelo: Os estoy escuchando que para algo soy recepcionista Guillermina: Ah no, yo en el medio no, Teresa ponte tú T: Sí (obediente se arrimó hasta ella y dejó sitio para Consuelo) Hola

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Consuelo: Hola Guillermina: Pues como ya están hechas las presentaciones, ahora... ¿qué pasa Consuelo? Consuelo: Esther ha sido muy desgraciada, creo que les viene bien conocerse, se pueden ayudar Guillermina: Eso decíamos Consuelo: Esther llegó al fondo del pozo, y estuvo mucho tiempo allí, sin poder salir, ¡hip! es más, solo la he visto bien desde que conoce a Maca T: Es que Maca, es mucha Maca. ¡Hip! Guillermina: Tienen que hablar, tienen que hablar (insistía) T: Hoy no creo, estaban muy calientes Consuelo: Sí (dieron una carcajada canalla las dos) T: Mucho, mucho, pero mucho Consuelo: Como que yo creo que lo que tardaron en el lavabo fue para... T: Sí... sí... (reía divertida) Así que de hablar nada monada. ¡Hiiiiip! Guillermina: Pues tienen que hablar. Maca necesita seguridad en Esther, si no la tiene, sufrirá Consuelo: Y Esther necesita seguridad en Maca, pero cuando le diga que se va a divorciar, no sé... no sé... T: Pues mejor toda para ella Consuelo: Será para ella una responsabilidad, tiene que madurar... esa maldita mujer le destrozó la vida Guillermina: A ambas ha habido mujeres que le han destrozado la vida, porque la de mi Maca, ¡tremenda desgraciada! Consuelo: Pues la de Esther... ni os cuento T: Pero menuda mujer la de Esther ¿eh? Consuelo: Mucha mujer para ser tan tremendamente hija de puta Guillermina: La de Maca igual, un bellezon pero... una desgraciada

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T: ¿Cómo se llamaba Guillermina? Guillermina: Déjalo, no quiero ni nombrarla, me da mal fario T: ¿Y la de Esther? Consuelo: Hago como Guillermina, ni la nombro ¡lagarta, lagarta! T: Bueno da igual... ¡pa qué!, si son dos desgraciadas mejor ni nombrarlas. Uy que calentita se está entre vosotras Guillermina: ¡Teresa!, que esa es mi teta T: Anda déjame esta noche que me agarre a algo... Guillermina: Una no puede tener tantos encantos, se le meten mujeres a su alrededor por doquier En la habitación de Esther, Maca la miraba con gesto serio, no quería mostrarse celosa pero realmente lo estaba. Esther la miraba algo desconcertada, pensaba que algo le había pasado pero no entendía que M: Tenemos que hablar E: ¿Maca ahora?, mañana te vas... M: Esther... E: Mañana hablamos (le metió las manos por debajo de la camiseta rozando su piel) Por favor... M: ¿Con qué mujer te vio Teresa?, estabas ya conmigo E: Maca por favor... (la miró con una mirada repleta de ruego)... ahora no M: Esther quiero saberlo E: Mira... en el faro te juro que hablamos de todo cuanto quieras, pero ahora no... te deseo muchísimo M: Sé que no tengo derecho pero... (se libró de sus manos volviéndose de espaldas) Pero... E: Maca... te prometo que hablamos de todo de verdad (le rodeó con sus brazos la cintura mientras sus manos acariciaban lentamente su vientre) Por favor... te deseo... me muero de ganas Maca... te necesito

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Maca se giró mirándola con los ojos algo entrecerrados. Suspiró profundamente tratando de esconder en su alma las dudas que le había creado Teresa, y una vez lo consiguió, dejó que Esther siguiera aquel recorrido que tanto le gustaba E: Me encantas... me vuelves loca La escritora elevó la cabeza dejando su cuello totalmente sin defensa, que fue atacado con la punta de la lengua de Esther que lo recorrió lentamente dispuesta a conquistarlo, después su mano bajó el tirante de la camiseta y el sujetador, dejando libre el hombro que al igual que el cuello había sido momentos antes atacado, el hombro fue invadido por aquella conquistadora que suspiraba luchando por controlar las ganas voraces de hacerla suya M: Esther... E: Dime (la miró fijamente observando como en sus ojos se dibujaba el brillo del deseo) M: Nunca he sentido este deseo por nadie (sus manos se habían detenido en la cintura de la enfermera a la que estrechó con feroces ansias mientras la besaba susurrándole justo antes de besarse con voz ronca por el deseo) Nadie E: Quiero que sientas hasta morir... (susurró en sus labios mientras le mordía el inferior suavemente) M: Siempre lo consigues E: Hoy más... me vuelves loca Sus bocas se abrieron besándose con frenesí, las lenguas querían ser protagonistas y lo consiguieron, se rozaban suavemente ambas se exploraban mientras fueron dejando paso a otras protagonistas que fueron sus manos, las caricias fueron intensas y con rapidez buscaron la piel sin dar tregua a las respiraciones, juntando las frentes comenzaron a desnudarse, cuando se volvieron a mirar ambas estaban desnudas, un gemido salió de los más profundo de sus almas, y Esther apoyó a Maca contra la pared, le ayudó a subir su pierna izquierda apoyándola sobre su cadera, y con delicadeza mirando fijamente a la escritora deslizó sus dedos por el sexo donde se encontró con su resbaladiza humedad, esta vez quien soltó el gemido fue Maca, mientras cerraba los ojos y apoyaba sus manos en los pequeños pechos de Esther E: Quiero que sientas lo que es la felicidad M: A tu lado siempre (soltó un pecho mirándola con devoción y dejando que su mano fuera hasta la mejilla de la enfermera) E: Maca... ¡cómo me pones! Dicho esto, devoró sus labios mientras sin piedad frotaba la palma de su mano contra todo el sexo humedecido de Maca, ambas gemían, mientras las lenguas volvían a encontrarse, Maca tuvo que sujetarse entre los brazos de Esther, se estremecía de tal

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manera que pensaba que estaba a punto de convulsionarse, retorciéndose con lujuria antes las caricias de Esther M: Entra mi amor... quiero sentirte dentro E: Claro mi niña Y así lo hizo, entró en ella con decisión pero cuidado, con deseo pero ternura, y la fue llevando hasta que un grito cruzó la habitación, y las envolvió, poco a poco fueron volviendo a la normalidad, pero para entonces el deseo por ella de Maca se había vuelto casi enfermizo, le hizo sentarse al borde de la cama elevó con rapidez sus piernas y Esther tuvo que tumbarse, abandonándose a ella, dejando que aquella boca envolviera con dulzura todo su sexo, lo abarcó despacio, con suaves besos, con la punta de su lengua haciendo círculos, le gustaba tenerla allí, sabía que en ese momento era ella la protagonista de su placer, le encantaba ver como se iba poniendo roja, como apretaba los puños, y como le sujetaba la cabeza con una mano, le encantaba cuando sus caderas le marcaban el ritmo, cuando gemía y gritaba M: Eso es... E: Maca... Maca cariño... sigue... hazme tuya... sigue Y era la orden de Esther suave pero apremiante cumplida por Maca que no dudaba en imprimir mayor ritmo como le iba demandando Esther, ambas abandonadas del mundo del amor, ambas abandonadas del mundo real, sumidas en su propio mundo del placer, abanderadas del orgasmo, protagonistas de la conquista de la otra, no habían murallas que se resistieran, no había manera de no entregarse la una a la otra, venciendo ambas la batalla del placer E: Ya... ya... ya... (gritó como loca) M: Mi amor Subió hasta su boca, la besó, se besaron, se miraron, se acariciaron, susurraron sus nombres, se olvidaron de todo, ya no existía aquella morenaza que había ligado con Esther en Chueca, ya no había marido que la tenía retenida, ya no había nadie, tan solo ellas, volvieron a amarse tantas veces fue necesario, el fresco que entraba por la ventana, les ayudaba a recuperarse, y volver a demostrarse amor, de vez en cuando, besos suaves y sonrisas divertidas y nerviosas, de vez en cuando pasión desmesurada, de vez en cuando abrazos y caricias lentas, así una y otra vez, hasta que el cansancio les venció y antes de dormirse entregadas la una a la otra Maca murmuró algo en el oído de Esther M: Pasión existe... 28 Mayo 2005

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Un sonido extraño comenzó a surgir de algún lugar, las tres mujeres roncaban como posesas, hasta que al final, Guillermina abrió un ojo moviéndolo de izquierda a derecha y viceversa. Localizó el sonido y después blasfemó Guillermina: A ver que cabrón es, el cura o la almorrana... Teresa... Teresa... T: No mami... Guillermina: ¡Quieres soltarme la teta que la tengo aplastada y el pezón me va a salir por la espalda, coño! T: ¿Qué? (abría los ojos a duras penas) Guillermina: Tu móvil suena T: ¡Oh... oh... oh...! Consuelo: Cariño ahora no... no me apetece... Guillermina: ¡Que par! (se levantó para ir al lavabo y a mitad camino un sonido estruendoso y largo se ocupó de despertar a Consuelo) Uf... que bien me he quedado Consuelo: ¿Qué ha sido eso? (preguntó sentándose en la cama de la impresión) T: Uno de los pedos de Guillermina... Consuelo: ¡Uf qué olor! (salió apresuradamente de la habitación no sin dificultad) T: Estás podrida Guiller. ¡Ahhhhhh! (soltó un gritito) Es Luis Guillermina: ¿Y ahora qué quiere? T: No lo sé... pero... ¿y si me dice de hablar con Maca?, ¿y si me dice que se la pase?, ¿y si insiste? Guillermina: ¿Y si mi abuela tuviera dos cojones? T: ¿Qué? (le preguntó algo aturdida) Guillermina: Pues que sería mi abuelo (comenzó a toser mientras reía divertida) Voy a ver si tenemos café, nos espera un largo viaje T: ¡Ay por todos los santos! Guillermina: Eso... así ahorras nombres T: ¡Otra vez! Guillermina: Mándalo a la mierda de mi parte

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T: Hola Luis... ¿qué tal?... lo siento estaba en el lavabo... si... no ahora está durmiendo... ¿qué son las doce y media?... ¡madre mía! Pues supongo que debió quedarse mucho rato escribiendo... claro... ahora se lo diré. ¿Cómo?... ¿Argentina?... vale... se lo digo que te llame en seguida. Hasta luego. ¡Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! Guillermina (salió corriendo hasta la cocina que como no sabía donde estaba le costó ubicarse) Guillermina: Estoy aquí Teresa, justo al lado contrario, que mujer más torpe T: Que quiere hablar con Maca Guillermina: Pues llámala T: Y no sabes la noticia que le va a dar Guillermina: Que le firma el divorcio (dijo con sorna) T: Que se va a Buenos Aires, algo así como dos semanas. Y después le ha salido algo en México Guillermina: Es decir algo así como un mes T: Si mis cálculos no fallan será alrededor de mes y medio, no creo que le permita tanto tiempo sola a Maca Guillermina: No me fío T: Yo tampoco. Voy a avisarla Guillermina: ¿Qué estará maquinando? (se preguntó entrecerrando los ojos) En la cama desnudas, abrazadas Maca durmiendo boca abajo y Esther de lado con una pierna sobre la de la escritora. El sonido lejano del móvil fue suficiente para despertar a Maca. Se levantó con una pesadez en todo su cuerpo que le hacía entender que nunca antes había sentido tales agujetas, sonrió al ver que Esther no se había enterado de nada M: Hola Teresa (le dijo bajito) T: Tienes que llamar a Luis, ¡y has visto la hora que es!, vamos a llegar tardísimo M: Vale, no te preocupes, arreglaros y veniros T: De acuerdo. ¿Estás bien? M: Sí (le contestó mirando nuevamente la desnudez de Esther) Al colgar se acercó hasta ella y le dejó varios besos por la espalda, Esther se hizo la remolona y continuó durmiendo. Salió después de ponerse una bata hasta el comedor y allí se dispuso a hablar con Luis. Mientras, Sandra se removía en la cama con malestar

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M: ¿Qué quieres? Luis: ¿Cómo estás? (el silencio pesado por parte de Maca le hizo ver que no pensaba hablarle demasiado, no estaba por la labor) ¿Sigues empeñada en quererme dejar? M: Sí, espero que a la vuelta lo aceptes Luis: Sabes que nunca lo voy a aceptar M: Luis no es mi problema, lo que quiero es que no te reúnas conmigo en el faro Luis: Nena... nena... no juegues conmigo que sabes que a las buenas todo lo que quieras pero a las malas... M: No me asustan tus amenazas En ese momento Sandra apareció en el comedor, no vio a Maca y comenzó a desperezarse suavemente, estirando los brazos con dificultad hasta que abrió la boca para bostezar Mientras en la cocina las mujeres habían desayunado recordando a las Dragas Queen, habían disfrutado y sin duda, había sido una velada para ellas inolvidable T: Bueno Guillermina la charla está muy bien pero nos tenemos que vestir Consuelo: Te invito a una aspirina Teresa T: Gracias, muy amable (le sonrió) Guillermina: ¡Ay que ver qué poco aguantáis! T: Guillermina... no me recuerdes todas las tonterías que hice ¿vale? Guillermina: Tranquila... no lo haré... todavía Consuelo: Creo que vas a tener que soportar mucha risa Teresa (le decía riéndose) T: ¡Jesús, Jesús! Guillermina: Bueno pues será mejor que nos arreglemos y que empecemos a retirarnos, nos queda mucho camino por delante T: ¿Qué le habrá dicho Luis a Maca? Guillermina: Tratará de asustarla, de meterle miedo... ya sabes... T: Chantaje

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Consuelo: Pobre Maca... Guillermina: ¡Qué le vamos a hacer!... cuando lleguemos al faro, hablaré con la Tía Raimunda, su hija una chica encantadora, con la mala leche suficiente que necesitamos contra él, seria, y que tiene un despacho de abogados en Santiago, será la encargada de todo para el divorcio T: A mí me da pánico Consuelo: Imagino que a quien más pánico le va a dar es a Esther Guillermina y Teresa la miraron con gesto interrogativo, Consuelo negó con su cabeza haciendo un gesto con la barbilla a modo de duda Entre tanto en casa de Esther, Sandra estaba a punto de bostezar a todo pulmón, Maca no se había percatado de su presencia y continuaba hablando con gesto enfadado, justo en el momento en que Sandra fue a sacar un gritito de placer, llegó Esther que con su mano le tapó la boca, pero con tan mala fortuna que ambas cayeron de bruces en el suelo Luis: ¿Qué ha sido eso? M: Se ha caído algo. Mira... lo siento pero no tenemos mucho más de que hablar Luis: Maca... nena... no puedes escapar de mí M: Ya lo veremos Le colgó con rabia y se giró, allí en el suelo, una estampa única, Esther sobre Sandra con la mano dentro de la boca de la amiga quien al caer le había mordido, al ver que Maca desconectaba el teléfono, Esther aulló E: Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu Sandra: Espero te hayas lavado la mano, ¡puaj! (escupió mientras se limpiaba) E: Serás hija de puta... encima del mordisco que me acabas de dar... Sandra: ¡Estás loca cómo me haces eso! E: Joder... Maca está aquí sin que lo sepa su marido, está hablando con él y tus bostezos me los sé Sandra: ¡Ohhhh mi cabeza no me grites! (puso la mano sobre su pelo) Lo siento Maca... E: Joder... joder...

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M: Bueno (decía muerta de risa) ¿Habéis terminado de pelear? E: Auuuu cariñooooooo M: Venga ven, voy a curarte E: Siiiiiiiiiii (decía mimosa) M: Un poco de mimitos y... Sandra: ¡Y yo qué! E: Tu maridito te los dará, venga levanta que mira me has hecho sangre y todo (le decía con gesto compungido) Sandra: Ayyyyy que mareo... M: No me extraña, anoche estabas muy perjudicada E: Si solo fuera perjudicada (sonrió sacándole la lengua) Sandra: Deja que me acuerde, porque algo hiciste en esa fiesta seguro E: Ja, ja, ja. Pupaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa (dijo de golpe) M: ¡Pero qué payasa eres!, anda ven E: Sip (le puso un puchero en su barbilla) M: Sandra ven que vamos a desayunar Sandra: No sé si llegue M: Venga agárrate a mí E: Pero sin tocar mucho ¿eh? Para las chicas el rato que compartieron fue ameno, al igual que las otras tres mujeres, charlaron sobre la fiesta, sobre el futuro de aquel matrimonio y Maca comprendió la camaradería que existía entre aquellas dos amigas M: Bueno, voy a ducharme y me preparo que el camino es largo E: Voy contigo (entonces sonó el timbre) ¡Mierda! M: Venga que si vienes conmigo no me voy E: Date prisa por favor

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Sandra: ¿Abres o las dejamos en la calle? E: ¡Ya voy... ya voy! El reencuentro fue corto ya que Maca no tardó en ducharse, en vestirse y aparecer junto a las mujeres. Se despidieron de una manera un tanto extraña, quedaron que después del día de la boda de Sandra, Esther cogería un avión hasta Santiago de Compostela, que iría para no levantar sospechas a recogerla un vecino del pueblo de total confianza y después por fin, se reuniría con Maca Tras unos besos cortos y sonrisas, Maca se marchó y Esther suspiró, volvió a suspirar y terminó suspirando Sandra: ¡Estás pillada amiga!, muy pillada No contestó tan solo sonrió y se tumbó en la cama para poder impregnarse del olor de Maca Llevaban un buen rato de camino las tres mujeres, a diferencia del viaje de ida, no habían puesto la música, Teresa dormía con algún ronquido que otro y el silencio entre la conductora y la copilota, era total. Total hasta que por fin, Guillermina le dijo sin mirarla Guillermina: Si vas a pasarte las ocho horas conduciendo con esa arruga en tu frente, no va a haber crema antiarrugas que la rebaje. ¿Qué te pasa? M: Nada Guillermina: Vamos Maca... te conozco desde que llevabas pañales y sé que algo pasa M: Pasa que me he enamorado, eso pasa Guillermina: ¿Y desde cuándo eso es un problema? M: Desde el momento en que no puedo controlar los celos, desde ese momento Guillermina: Cariño... en la vida... hay un montón de sentimientos, y no quiere decir que porque sean negativos sean malos, el miedo, los celos, las dudas, deben existir porque de esa forma, existirán los sentimientos contrarios y maravillosos. Lo que pasa es que tú no has vivido nada de eso... y sientes miedo, te aterra pensar si las cosas van mal que pasará. Te voy a contar algo T: Bla... bla... bla... mmmmm... chaschaschas (hacía sonidos mientras cambiaba la postura) Guillermina: Menuda resaca lleva (sonrió) M: Sí, pobre, me siento culpable (dijo mirándola por el retrovisor)

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Guillermina: Mira... me pasé la vida pensando que ocurriría el día de mañana cuando fuera vieja y no tuviera hijos, ¿cómo viviría?, ¿qué sería de mí?, pasé noches de insomnio, verdaderos vía crucis, vamos... no podía ni darle al jardinero vidilla... (Maca la miró y sonrió) Me amargué la existencia durante años, días y días de mal genio pensando, en que pasaría si... ¿y sabes qué cambiaría de mi vida?, tan solo esos ratos de perdida de tiempo, no hay que vivir pensando en el futuro porque pierdes el presente Maca, tienes que vivir a tope el presente para saborear la vida, si luego sale mal, ya sufrirás y saldrás, te aseguro que de todo se sale, se sale de la muerte de un hijo que es lo peor que la vida puede darte, se sale de accidentes, de despidos de trabajos, y por supuesto de mal de amores. Pero si piensas Esther me ha engañado, creo que estás amargándote tu presente, tu historia con Esther aún está por escribirse cariño, hasta ahora os habéis dedicado a follar T: Guillerminaaaaaaaaaaaa (le riñó) Guillermina: ¡Joder hasta dormida oye follar y se vuelve loca! M: Es que tú también Guillermina: ¡Pero es o no! M: Sí, por eso, ayer le pedí explicaciones y nada Guillermina: Llegarán a su debido tiempo, como todo en la vida, todo llega cuando debe llegar, ni antes, ni después. Anoche tocaba follar T: ¡Y dale! Mmmmmmmm Guillermina: ¡Calla petarda! (le dijo con el ceño fruncido ante la sonrisa de Maca) Estos días cuando estéis solas es cuando tenéis que hablar, igual a la semana de convivir con ella te das cuenta que no es lo que tú esperabas, en este momento os basáis en una atracción bestial, pero no habéis tenido ese día a día que es lo que marca las relaciones, ahora te vuelve loca y te pones celosa de lo que puede hacer lejos de ti, ¿quién te dice que en una semana no te arrepientes de esto y deseas que se aparte de tu vida?, ¿y entonces que te quedará?, yo te lo diré, te quedará para los restos esa arruga en la frente M: Tata... no sé que haría sin ti Guillermina: Pues lo mismo que conmigo. Sólo te digo una cosa, habéis empezado la casa por el tejado, y las relaciones así no duran, las relaciones que duran son las que se empiezan con una base sólida, ésas, son las duraderas, las otras, se pierden en el camino M: Te quiero Guillermina: Lo sé, yo también T: Yo también os quiero (murmuró y roncó)

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En el muro que había anterior al faro, justo en uno de los montículos que había, el detective miraba seriamente hacia la casa. Algo había que no le cuadraba, no había visto más movimiento que el jardinero llegar y marcharse, como todos los días había dejado el capazo con hortalizas y se había marchado en apenas cinco minutos, pero desde ese momento, la casa parecía estar deshabitada no salía humo por la chimenea de la cocina, no había visto descorrerse cortinas, ni siquiera había visto llegar a la mujer mayor, Guillermina, que solía llegar todos los días. Miró el reloj era algo más de las ocho de la noche, la luz seguía encendida desde la noche anterior, le parecía realmente extraño, Luis no lo había llamado pero sabía que algo dentro del faro no funcionaba como debía. Sacó una linterna y sus utensilios para abrir la puerta sin necesidad de forzarla, sabía que había dos puertas, ésa y una en el interior, tan solo tenía que abrir la puerta y observar, lo poco que sabía era que desde la entrada hasta la puerta del faro, a penas había nada para esconderse, mucha hierba, mucha flor, y la construcción en forma redonda, pero escondite nada Salió del coche con cautela, miró a un lado, miró a otro, un poco más abajo los típicos turistas que iban a ver la inmensidad del mar batiendo en las espectaculares rocas y acantilados de aquel lugar maravilloso. Cuando estuvo seguro que nadie miraba hacia la parte de arriba, cuando se dio cuenta que no había nadie quien pudiera molestarle, se dirigió hasta la puerta de madera de un grosor considerable al igual que el muro, imposible de saltar. Sacó del bolsillo trasero el pequeño destornillador, lo encaró hacia la cerradura y murmuró: Detective: Vamos a ver que se cuece ahí dentro -: ¿Puedo ayudarle en algo, amigo? Detective: Eh... no, no... estaba irando la calidad de la madera (se defendió inmediatamente al girarse y ver que un Guardia Civil estaba justo detrás suyo mientras con disimulo escondía lo que llevaba en su mano) Guardia Civil: Así es, puro roble (lo miró con dudas prácticamente sin pestañear) Detective: Hacía mucho tiempo que no veía nada igual Ante la mirada fija y dura del Guardia Civil, carraspeó brevemente y le dijo Detective: Bueno... pues me retiro El Guardia Civil lo siguió con la mirada, que si bien era demasiado mayor para pertenecer todavía al cuerpo, no llamó la atención del detective que al verse descubierto se puso tan nervioso que tan solo quería salir de allí. Subió al coche y al pasar por delante suyo, le saludó con la mano. El Guardia Civil sacó un teléfono y dio un aviso Guardia Civil: Camino despejado Guillermina Y así fue, llegaron a su casa y una vez allí después de lavarse la cara Maca, y sacudir el estupor en el que andaba metida Teresa, se subieron a la furgoneta donde Santiago les devolvió hasta el faro, nuevamente el mismo proceder, nuevamente la misma marcha,

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con una diferencia, la presencia del amigo Guardia Civil retirado de Guillermina, les había despejado el camino En su casa, Esther preparaba la cena mientras Sandra hablaba con su suegra, una vez finalizó entró y la vio mirando fijamente la ensalada Sandra: ¿Qué tal?, ¿habla mucho? E: ¿Quién? (la miró sin entender) Sandra: La lechuga, te veo tan taciturna escuchándola E: Serás imbécil (le refiló una servilleta) Sandra: A ver que desde que se ha marchado tu niña estás montada en tu nube particular E: Tengo un poco de miedo Sandra Sandra: ¡Vaya novedad! (se sentó mientras daba un bocado a un trozo de pan) E: En serio, anoche Maca me pidió explicaciones sobre lo que dijo Teresa en el coche Sandra: Lo imagino, creo que disimulamos muy mal todas E: Y luego tú con la borrachera tampoco me dejaste muy bien ¿eh? Sandra: Lo siento (puso gesto compungido) E: No, no, no pasa nada (elevó distraídamente los hombros) Tarde o temprano tengo que enfrentarme a mi verdad Sandra: Maca te quiere... solo necesitas aclarar conceptos E: Es la primera mujer a la que sí me importa lo que pueda pensar de mí Sandra: Eso es buena señal. Y estos días puedes mejorar tu interior, y al mismo tiempo, aclarar la situación E: Así es Sandra: ¿Cuánto tiempo vas a estar? E: Pues no lo sé, porque como depende del marido Sandra: ¿Y ella, no te ha dicho nada? E: ¿Decirme?

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Sandra: Sí, no te ha dicho que se quiere separar (la miró intensamente después de haberle dicho la frase despacio para que pudiera entenderla) E: ¿Qué? Sandra: Sí, le ha pedido el divorcio a su marido E: ¡No jodas! (musitó totalmente perpleja) Sandra: Sí. ¿No te alegra saberlo? E: Por ella sí, claro, ya es hora que lo deje, no se merece un tipo así de asqueroso Sandra: ¿Y por ti? E: No se divorcia por mí, es imposible Sandra: Busca libertad (la miraba insistentemente) E: A ver... (se mordió el labio juntando las palmas de sus manos a la altura de su pecho) Es imposible que se divorcie por mí, que en la cama nos compenetremos tan bien, no quiere decir nada Sandra: Supongamos que estos días, en el faro, descubres que es la mujer de tu vida (Esther sonrió negando con la cabeza) No te rías hablo en serio. Imagínalo, es la mujer de tu vida y está libre ¿qué harías? E: Ir despacio Sandra: Vale. Algo es algo, en otro tiempo me hubieras dicho, salir corriendo E: Cabrona Al llegar al faro, Maca se fue rendida a su habitación que ya estaba preparada para disfrutarla ella sola, tenía un intenso olor a brisa marina, sacó las velas que tanto le gustaban y encendió un par junto al incienso que Luis siempre le prohibía encender, se dejó caer sobre la fina colcha quedándose mirando al techo, su respiración era tranquila al compás de las olas, abiertos o cerrados, sus pupilas le revelaban el cuerpo desnudo de Esther mostrándose para ella, las manos de Esther tocándola, los labios de Esther robándole miles de besos, sin embargo, ella quería otra cosa, el corazón de Esther, su fidelidad, su amor T: ¿Puedo pasar Maca? M: Claro, no tienes que pedirme permiso T: Hemos tenido un fallo (dijo poniendo de lado la boca)

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M: ¿Qué ha pasado? T: La luz de tu cuarto de arriba, se ha quedado encendida. ¿Habrá sospechado el detective? M: Igual por eso trató de entrar, menos mal que Segismundo ha estado al quite T: Luis no nos lo va a poner fácil (se sentó a su lado en la cama y al ver el gesto contrariado de Maca, le apretó la rodilla diciéndole) Pero nosotras a él tampoco M: Gracias Teresa (le sonrió) T: De nada M: Oye Teresa (le llamó cuando iba a salir) ¿Y dices que la mujer que estaba con Esther era hermosa? T: Nada comparándola a ti M: Pelota T: Tranquila Maca eso fue hace mucho tiempo, porque sin duda, desde que estáis juntas han pasado tantas y tantas cosas que parece haya pasado un mundo M: Sí (sonrió boba) T: ¡Me voy antes que te caiga la baba!, voy a preparar algo de cenar, ligero ¿eh? M: Gracias Tras la ligera cena, salió al jardín, en la oscuridad le encantaba quedarse quieta en medio del césped con sus pies descalzos, y cerrar los ojos escuchando el sonido del mar. Pensaba en su vida y en que con aquella novela quería enterrar a la Macarena Wilson que Luis había ido modelando a su estilo, quería escribir cosas que a ella le provocaran cambios, quería salir de ese único estilo, aún recordaba las palabras de Esther sobre como no encasillarse y estaba dispuesta a ello, estaba dispuesta a dar un giro a su carrera y convertirse en Maca Fernández, otra nueva escritora, otra nueva vida, sonrió al pensarlo y allí tranquilamente respirando y escuchando el mar, comenzó a pensar en como podría ser su nueva vida M: (“Me encantaría comprarme una casita pequeña, y un perro, no, dos, y estar cerca del mar, tener a mi lado a Esther, escribir lo que me dé la gana, y por las noches salir a la terraza que tendrá la casa para escuchar a su lado el mar, ¡hasta podría bañarme!, no, eso ya es demasiado, me aterra meterme en el agua sin luz, bueno, pero estaría bien estar sentada con ella escuchando el mar, escuchando música y tan solo compartiendo el respirar tranquilo de ambas. ¡Ya sé que voy a hacer!, voy a escribir nuestra historia, ¡claro porque no!, debería ser valiente y mi nueva publicación sería nuestra propia historia de amor, “Y llegaste tú” podría ser el título, bueno si acaso ya pensaré uno

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mejor, escribir nuestra bonita historia de amor que estoy segura vamos a escribir aquí, en este mágico lugar. Si, por primera vez en mi vida, tendré mi propia historia”) En su casa encima de la cama con la mirada fija en el techo y el ceño fruncido se encontraba Esther, algo pesaba en su pecho de manera intensa algo que le hacía cada vez más alterar su respiración E: (“¿Querrá separarse por mí?, no podemos precipitarnos, tan solo estamos conociéndonos, a ver Esther, no te hagas la cabeza, ¿qué es lo qué más te gustaría?, intentarlo con ella, está claro aunque en este momento me aterre la idea de pensar que quiere estar conmigo, separarse significa que estará libre, bueno que ya me veo casándome y todo... ¡a la velocidad de la luz! Respira, respira que ya estás yéndote por los cerros de Úbeda. Lo mejor sin duda es disfrutar día a día con ella, conocernos, hablar, tengo que ser valiente y decirle la verdad, anoche fui capaz de hacer el amor, aunque debo reconocer que tengo que esforzarme para no hacerle algo que no deba, Esther... Esther... ¡vaya canguelo tía, vaya canguelo!, pero que ilusión poder irme con ella”) Se abrazó a la almohada con una amplia sonrisa y se fue dejando ir, hasta que el sueño la alcanzó En un cuarto de un hotel, Luis, bebía de su copa de coñac, miraba fijamente por la ventana mientras escuchaba música clásica en el hilo musical. Su cabeza era una maraña de pensamientos, su gesto adusto y preocupado se mostraba con una gran arruga vertical en su frente, sin duda, lo que sus pensamientos le estaban mostrando no le gustaban para nada Luis: (“No puede dejarme... ¿qué hará ella sin mí?, y lo peor, ¿qué haré yo sin ella? (dio un trago a su copa) La amo, la adoro, ¿por qué nunca me dio oportunidad?, no puede dejarme, abandonarme. Quizá debería cerrar los ojos y no ver lo que pueda hacer, pero tenerla a mi lado, sin embargo eso sería mostrarle mi debilidad, una debilidad que me llenó el día que la conocí, que hermosura de mujer, que maravilla de mujer, ¡qué leona!, para terminar siendo una gata asustada (volvió a beber) ¿Por qué no supe ganármela?, ¿dónde fallé?, ¿cómo la puedo recuperar?... Maca... Maca... no puedo vivir sin ti”) Volver a sus costumbres, había sido para Guillermina un auténtico placer, el puro, la película porno, acostarse con su radio, y poder expulsar sus atrofiados aires, que daba gracias a quien fuera porque hiciera ya mucho tiempo que su pituitaria se había marchado a mejor vida. No podía dormir, demasiadas cosas en su cabeza como para quedarse tranquila Guillermina: (“Hay que hacer algo, mañana mismo voy a hablar con la Tía Raimunda sobre su hija abogada, creo que es necesario que nos represente una mujer, y con el carácter que tiene, mucho mejor. ¡Ay Luis! A que mala hora llegaste a la vida de mi niña, pero te aseguro que a todo cerdo le llega su San Martín”)

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29 Mayo 2005 El día de la boda de Sandra, los sentimientos encontrados de Esther, hicieron mella en su persona. Desde el segundo banco de la Iglesia observaba como su mejor amiga, hermana, daba el sí quiero a un hombre que para ella reunía lo mejor que podía tener su pareja para ella. Y quizá con esa mezcla de lo que sentía que su vida se había convertido, más lo que sentía por su amiga, algunas lágrimas hicieron aparición en sus mejillas, Consuelo que se encontraba a su lado, la miró con una sonrisa comprensiva y le tomó la mano E: Gracias Consuelo: Vive Esther... no es malo vivir En el faro, Maca contaba los minutos se imaginaba el momento en que cada hora marcaba el reloj, habrá llegado a la Iglesia, se estará dando el sí quiero, habrán hecho el recorrido para el reportaje fotográfico. Todo hasta que sonó el móvil y se puso a hablar con su amor. Teresa la observaba con una sonrisa tierna mientras esperaba que el timbre del portero sonara de una vez. Al hacerlo, dejó pasar a una mujer alta, con el pelo castaño y ojos demasiado verdes, el estilo sin duda de vestir era como sabía que le gustaba a Maca. La acompañó hasta el jardín y sacó el móvil T: Guillermina, ya está, vale, de acuerdo (marcó otro número y esperó) Aquel sonido lo sacó de un estupor que pesaba demasiado en él, se había duchado y preparado para marcharse a Buenos Aires, sin embargo no tenía ni ganas ni fuerzas para ello Luis: Dime Teresa (aunque trató de no aparentarlo, su voz sonó hueca) T: Hola Luis. Perdona que te moleste pero es que acaba de venir una mujer a ver a Maca Luis: ¿Una mujer? (se incorporó en el sillón notando como el sudor recorría su frente) T: Sí, yo no la conozco (fingía hablar realmente desconcertada) Las veo por la ventana están en el jardín Luis: ¿Cómo es?, ¿Cómo se llama? (Teresa le respondió y el cerró los ojos resoplando como si se quitara un peso de encima) Es su prima, Teresa T: Vaya... lo siento... Luis: No, al contrario, gracias por el aviso. ¿Alguna novedad más? T: No, todo igual

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Luis: Voy a coger el avión hacia Buenos Aires, cuando llegué os llamaré T: Vale (“uy con el cambio de hora me va a despertar, ya veras”) Luis: Espero lograr un mercado extenso donde Maca sea la reina T: Eso sería estupendo (sonrió con tristeza) Luis: Gracias Teresa, a cualquier novedad ya sabes... T: Sí. Buen viaje (colgó y volvió a marcar) Guillermina aquí Águila Roja, todo perfecto. ¿Águila rosa? ¡pero Guillermina que poco espía me has salido! ¡cambio y corto! A Luis la llamada de Teresa lo dejó tranquilo, máxime cuando llamó a su detective para saber y le confirmó lo que la mujer le había dicho, se pasó la mano por su imperfecto pelo engominado, y al hacerlo se percató que su estado de ánimo no era el mejor. Se miró al espejo y susurró: Luis: Tengo que reconquistarla Horas después, mientras Guillermina y Teresa hablaban sobre la llegada de Esther que a esas horas ya iba volando hacia Santiago, sonó el timbre del muro T: ¿Quién será? Guillermina: Abre y lo sabremos T: Un ramo para Maca Guillermina: ¿Será Esther? T: No la veo yo de ramos Guillermina (puso gesto repleto de duda mientras miraba el hermoso ramo) Guillermina: No es verdad... es más de caricias y besos (dio un trago a su café) T: Voy a ver Guillermina: Sí (miró por la ventana y vio como ambas primas se despedían) T: Madre mía, a mí me regalan esto y me desmayo del gusto Guillermina: Es un poco exagerado ¿no? (la miró absorta por la cantidad de flores que habían) Un poco cargado esto es de Luis T: ¿Tú crees?

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Guillermina: Es como él, pesado, feo, cargante, y huele a flor de muertos M: ¡Vaya no se iba nunca...joder!, ¿y eso? ¿quién te ha regalado ese ramo? T: Es para ti M: Oh no, ya volvemos a las andadas (cogió el ramo y leyó la nota con cara de circunstancias) “Te quiero... tu felicidad soy yo, cómo tú eres la mía” Guillermina: Pobre infeliz, en el fondo es un pobre desgraciado que no sabe vivir sin ti M: Pues tendrá que aprender (salió de la cocina con el ceño fruncido) T: Me da terror ese sentimiento de dependencia Guillermina la observó con una mirada repleta de pena y preocupación, Teresa suspiró y Maca mirando por la ventana elevó sus ojos al cielo como si pudiera ver llegar a Esther para llenar de paz su inquieto y veloz corazón Y ese avión que buscaban desesperadamente los ojos de Maca, llegaba al aeropuerto de Santiago con una pasajera repleta de ilusión. Le había sido duro separarse de Sandra, pero como ella le había dicho, ambas comenzaba el camino en busca de la felicidad Tal como le dijo Guillermina, el hombre con cara de bonachón, mofletes encarnados, pelo blanco, delgado pero con músculos fuertes, estaba esperándola en el parking. La sonrisa de Esther hizo que el hombre sonriera también Jesús: ¿Ha tenido buen viaje? E: Sí, gracias. ¡Cómo llueve!, en Valencia hacía un sol radiante y calor. ¡Vaya cambio! Jesús: Es una de las cosas que va a tener que aprender, aquí es habitual esto, no el calor E: Sí, eso me ha comentado Maca Jesús: Vamos Esther iba con los ojos bien abiertos, veía una ciudad que sabía era mágica y que siempre quiso devorar rincón a rincón, leyenda a leyenda, le llamaba la atención la cantidad de peregrinos que se cruzaban con ellos conforme la furgoneta iba alejándose del bullicio, todos llevaban una especie de chubasquero de colores, demasiado fino para su gusto, sonrió al imaginarse de la mano de Maca paseando por aquella ciudad, sus Iglesias le robaban la mirada se quedaba eclipsada con ellas, de igual manera que el verde que comenzó a llegar a su alrededor como iba adentrándose en la carretera, por fin el cartel allí anunciaba la presencia de un faro con restringido Jesús: Pase detrás, y cuando yo le diga bajara conmigo E: De acuerdo, ah, ¿podemos tutearnos? (le sonrió)

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Jesús: Claro (le devolvió la sonrisa) La misma maniobra que cuando fue a por las muchachas para sacarlas de allí, solo que esa vez no divisó el coche, se le hizo extraño que el detective no estuviera allí, mientras giraba la furgoneta, sus ojos buscaban la figura del hombre, o el coche mal estacionado, no había señal, aquello le mosqueó lo suficiente como para demorar un poco la salida de Esther. Primero bajó un par de sacos de abono, y después le hizo una señal a ella para que bajara Teresa había abierto la puerta como siempre, y esperaba la entrada de la enfermera, lo hacia con nervios, la ausencia del detective no gustó a las mujeres, ¿qué nuevo plan tendría Luis? T: Esther pasa, pasa E: ¡Hola Teresa! (le saludó efusivamente) T: Anda pasa que Maca te espera en el salón E: ¿Dónde está? (dejó su ordenador portátil) T: Ahí a la izquierda Esther marchó sonriente, tenía tantas ganas de verla, cuando cruzó el umbral allí estaba con un pantalón verde militar de lino y una camiseta negra de tirantes, y una amplia y maravillosa sonrisa en sus labios que eclipsó a Esther. No hubo palabras tan solo un fuerte abrazo, la sensación de atrapar la felicidad entre sus brazos, de tocar el cielo al estrechar el otro cuerpo, los ojos cerrados, los labios apretados las yemas de las manos rozando la piel ajena tan conocida y deseada. Después se apartaron unos milímetros, juntaron las frentes y sonrieron M: Bienvenida E: Gracias Por fin unieron sus bocas, se besaron con total delicadeza, juguetearon con sus labios atrapándolos con los dientes, las lenguas se saludaron y al final, separaron sus bocas para exhalar un profundo suspiro M: ¿Te gusta? E: Mucho, besas muy bien M: Digo el faro (sonrió divertida) E: Es como tú decías, mágico M: Pues aún no has visto nada

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E: ¿Y a qué esperas a enseñármelo, eh? (le mostró una sonrisa repleta de felicidad mientras dejaba un suave golpe sobre su culo) M: Primero vamos a ver a Guillermina o se enfadará E: ¡Está Guillermina! (su expresión mostró alegría) M: Claro... te está esperando. Vamos cariño Al llegar al jardín allí estaban ante una taza de té, Guillermina y Teresa, al verla se levantaron Guillermina con algo de dificultad para poder saludarla T: ¿Qué tal el viaje? E: Un poco lento para mi gusto (le guiñó un ojo a Maca) Guillermina: Teresa ves preparando la peluca que tú no resistes el volcán que va a estallar aquí T: Creo que sí, voy a ello M: Exagerada E: ¿Qué tal, Guillermina? Guillermina: No tan radiante como tú, pero bien E: Esto es precioso (dijo mirando alrededor) Guillermina: Anda Maca, cierra la boca y trae un té para la chica, luego nos vamos y ya podéis sacar la vena más salvaje M: Vuelvo en nada (le dio un simpático piquito en los labios) E: Te esperaré Guillermina: ¿Qué tal la boda de Sandra? E: Ha sido muy bonita, Sandra estaba guapísima le he hecho fotos en el móvil para que las veáis Guillermina: ¿Estás de coña? (la miraba fijamente) E: No (respondió sin entender) Guillermina: Mis ojos sólo ven pantallas panorámicas ¡nos ha jodio! E: Ja, ja, ja, ja

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Guillermina: Ríete, ya llegarás a mi edad. Bueno Maca está aquí en nada. Quiero que me digas que intenciones tienes con ella, no te digo que le pidas matrimonio, tan solo te digo que Maca ha sufrido mucho y no quiero que sufra más E: No es mi intención Guillermina, pero, tampoco te voy a mentir, no sé las intenciones porque creo que todo ha ido muy deprisa, creo que este lugar maravilloso nos va a ayudar, debemos saber como somos, que queremos, a estas alturas la deseo muchísimo, pero también me apetece dormir abrazada a ella, y eso, hacía muchos años que no me ocurría Guillermina: Eso me vale mucho Esther M: ¡Ya estoy aquí!, no te creas ni la mitad de lo que te ha dicho T: Ya he llegado... uf... la peluca da un calor Guillermina: ¡Pero espera a salir por la puerta! (le reñía muy seria) E: Estás ideal Teresa, ideal Guillermina: Venga... cuenta, Sandrita la más guapa ¿verdad? E: No T: ¿No? E: No, la más guapa era yo Maca sonrió mientras Teresa y Guillermina se metían en su contra, después con gracia estuvo relatándole como lloró no solo la novia, sino también el novio que era tipo armario con unas manazas capaces de romper un muro de un puñetazo. Como lloró el padrino y la madrina, el dramón que Teresa estaba encantada de escuchar y del que Guillermina sacó punta burlándose de ella Guillermina: Bueno pues con la traca es el final de la boda, que manía tenéis los valencianos de meter ruido E: Sí, somos muy escandalosos eso es cierto Guillermina: Espero que en la vuestra no haya traca o me da un patatús, me mearé encima y fastidiaré mi mantilla y teja. Os aviso M: Tranquila Guillermina, te visaríamos en caso de traca ¿eh? Jesús: Guillermina, ¿nos vamos? Guillermina: Sí hijo, ya está bien de tanta cháchara que estas muchachas tienes que ponerse al día

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T: Maca a partir de las ocho de la mañana que es la hora en la que llega a Buenos Aires si me llama le diré que estás durmiendo, que tienes una jaqueca y te he dejado dormir para que no os moleste M: Muy bien Guillermina: Que pedazo de mentirosas (reía divertida) T: Vámonos que ya no me hace caso Maca Guillermina: Portaros todo lo mal posible, y podéis gritar todo lo que queráis, esta noche hay tormenta E: Bueno, no ha parado de llover desde que he llegado (miraba hacia fuera de aquella terraza en el jardín) M: Has venido un día lluvioso cariño E: Sí, húmedo M: Sí (sonrió de lado) Guillermina: Y tan húmedo, vamos Teresa tienes razón ya se miran guarramente T: ¡Guillermina! Guillermina: Venga que te tengo preparada una película “La enfermera sin tanga” T: No ¿eh?... a mí esas cosas no ¿eh Guillermina? Y así las escucharon marcharse, hasta que el mundo se quedó reducido a ellas dos y el sonido del mar, se miraban con ganas de devorarse, pero en lugar de eso, entrelazaron sus manos, y sonrieron M: No te molesta la lluvia ¿verdad? E: No, luego nos podemos dar un baño calentito M: Buena idea. Vamos Se levantaron cogidas de la mano, y salieron bajo la fina lluvia hasta el acantilado que asomaba tras un rabioso césped verde que desprendía un olor tan penetrante que ambas suspiraron llenándose de él, ante ellas el inmenso mar, con olas impresionantes, con espuma blanca y al final el horizonte que mostraba un gris rabiosamente bello E: Menuda vista M: Sí (estrechó su cuerpo contra el suyo)

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E: Ver aquí el amanecer debe ser estremecedor M: No sabes cuanto, siempre he deseado verlo con alguien que fuera especial E: ¿Yo te valgo? M: Claro que sí, eres absolutamente especial para mí E: Me gusta que me digas eso (se giró y la miró detenidamente, el agua salpicaba suavemente su rostro) Para mí también lo eres M: Está lloviendo con más fuerza E: Sí, es cierto (sonrió abiertamente) M: Vamos dentro y te enseño todo el faro E: Oye... pero si hay una cala (decía absolutamente asombrada) M: Sí, es un lugar único, la verdad que los antepasados de Guillermina supieron guardar este terreno de una manera virgen, eran pescadores y su abuelo se quedó con el faro, está viejo pero... E: Le falta una mano de pintura y quedaría como nuevo M: Sí (miró la torre y Esther la miraba a ella fijamente) ¿Qué? E: Estás pensando en llamar a pintores, ¿verdad? (le preguntó con cierto tono irónico) M: Claro (sonrió de lado) E: ¡Pero qué pija eres! (soltó de pronto sonriendo y lanzándose a sus brazos) ¡Lo pintaremos nosotras! M: ¿Cómo qué nosotras? (le preguntó con cara incrédula) E: Pues claro (la besó y caminó unos pasos hacia la construcción) Será divertido, es algo muy gratificador Maca, este lugar es un tesoro, podría ser algo más que un tesoro, ¿qué color te gusta? M: Mmmmm... violeta E: Bien, lo podríamos pintar violeta M: Ahora que lo dices... E: Claro ten en cuenta que los antepasados de Guillermina lo mimaron, ¿vas a dejar tú que se quede así?, ¿solo bien arreglado por dentro? (la miraba expectante)

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M: Tienes razón, sé que eso le gustará a mi tata E: ¡Bien! (se acercó a ella que llevaba ya el pelo mojado por la lluvia y le acarició la cara) No sabes luego el gustito de quitarse la pinturita M: ¡Por eso quieres matarme de agujetas! (decía riéndose) E: Yo te quitaré la pintura, y las agujetas mi princesa bella (le hizo una leve inclinación) M: ¡Cómo me vacilas!, pero oye... además de todo eso, vamos a trabajar sobre tu novela E: Vale (sonrió) M: Quiero ayudarte a que seas la mejor (la miraba con iración) E: No voy a poder, la mejor eres tú (le dijo con sinceridad) M: Eso ya lo veremos E: ¿Seguimos? M: Sí Era la primera vez que podían hablar tanto rato sin necesidad de acabar como locas en la cama, de repente habían aparecido caricias, besos, abrazos, tanto era así, que ambas habían notado el sabor insaciable de la insinuación, se miraban con los ojos repletos de cariño, de ternura y también de pasión, pero en esas horas primeras, habían logrado algo insólito, estar hablando como pareja, sentir que tenían cosas que compartir, ilusiones que cumplir, sueños que vivir Cuando Teresa y Guillermina llegaron a casa, la mujer se quedó algo impactada por el olor a pulcritud, por el orden, y las flores frescas que daban a aquel humilde lugar, la sensación de bienestar. Le llamó la atención una televisión de plasma de gran tamaño, un sofá para masajes y varias fotografías de Maca, siempre sola, Maca de jovencita con una sonrisa hermosa, Maca de niña estrechando a su tata ambas con una sonrisa feliz, Maca vestida de faralaes con gesto ceñudo, Maca vestida de jinete con la mirada repleta de ilusión, Maca y Maca y Maca por todos lados Guillermina: Como ves, después de casada no tengo muchas fotos, la de su primer premio que estaba radiante por lo conseguido, la de la primera publicación que a pesar de todo, sentía que podía seguir en la élite a pesar que Luis se encargara de todo. Después no hay fotos porque sus ojos estaban apagados T: Ahora podrías hacerle miles de ellas dos y poner una casi casi en un altar (seguía mirando a la Maca joven que ella había desconocido y que le llamaba la atención, ¡cuánta diferencia!)

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Guillermina: Debería echar algún tabique al suelo, sería una fotografía panorámica como la televisión T: Ya veo (sonrió por sus ocurrencias mirando la televisión) Guillermina: No la uso mucho, me gusta más mi cuarto para la labor, allí tengo una televisión antigua, y ese cacharro de darte masajes, Maca que nunca me falta de nada con ella ¡bah! (hizo un ademán gracioso) De todos modos para esa clase de masajes mi vagina ya no está T: ¡Pero Guillermina! Guillermina: ¿Qué quieres?, la verdad. Venga a darte sacudidas pa aquí pa allá, a mi edad lo único que necesito es tranquilidad para llegar al final del camino. Y para eso, tan solo me valdría un milagro, que a Luis alguna mafia lo raptara y lo eliminara T: Espero que no haga falta eso, la verdad. Me mosquea lo del detective Guillermina: A saber donde lo ha mandado, éste es capaz de hacerle poner un buzo y aparecer en medio del mar. Sanguijuela T: Esperemos que recapacite y entienda que lo mejor para Maca es dejarla libre Guillermina: Lo malo de eso, es que sería lo peor para él Ambas se miraron con gesto de preocupación mientras Teresa asentía juntando los labios. Y tras, unos segundos, Guillermina le hizo acompañarla hasta la cocina, una vez allí se sentó y le fue ordenando todo lo que tenía que hacer, Teresa disfrutaba viendo la cantidad de comida que tenía preparada y mientras iba preparando los platos, Guillermina iba contándole cosas de la vida de la infancia de Maca En el faro, Maca llevaba cogida de la mano a una Esther que se mostraba encantada con todo lo que veía, con todo cuanto iraba E: Está escalera es una pasada (decía mientras subían) M: La verdad que sí, a Guillermina ya le cuesta mucho subirla y se acuerda de su padre, se le antojo hacerla de caracol, ella dice que para verle las bragas a su madre cada vez que subía E: No creas, no es mala idea (sonrió con picardía y Maca se le echó a los labios) M: Mala es mi niña (la besaba apretándola contra la pared) E: Puedo ser mucho peor (la miraba con los ojos repletos de pasión) ¿Seguimos? M: Sí. Esto que viene ahora es mi cuarto, lo dejaremos para el final

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E: ¡Vale! M: Aquí hay un cuarto de baño pequeño, nosotras tenemos uno, este es para la habitación que tenemos para los invitados (abrió la puerta) E: Joder mirando al mar (decía boquiabierta) M: Todas las habitaciones miran al mar. Aquí duerme Teresa aunque me ha dicho que bajará a la habitación que hay en la planta baja E: Nos teme M: Sí E: Que maravilla de habitación, y dos camas enormes M: Sí, es algo que siempre me ha gustado los invitados que vengan, duerman bien a gusto. Lo malo es que no viene nadie E: ¿Y eso? M: Luis no le gusta que haya invitados en su casa (su gesto fue de pena pero rápidamente cambió) ¡Vamos arriba! Aquella habitación de invitados, era amplia como todas las habitaciones de la casa, cuando Maca era pequeña, Guillermina se la llevaba todo el verano a aquel lugar, con todas las medidas de seguridad posibles, una vez, la pequeña Maca se fue a explorar los mundos, y la buena de Guillermina al borde del colapso movilizó a todo el pueblo, hasta que la encontraron sentada bajo un enorme chopo leyendo un libro que había cogido prestado de la biblioteca de su tata. Fue una estampa tan espectacular, que cuando se acercó a ella y vi sus ojos humedecidos, emocionados por lo que leía, le resultó imposible reñirla. Y si algo tenía Maca a esas alturas de la vida, era la devoción por todo cuanto su tata había hecho por ella, y seguía a su manera y estilo, todo cuanto la mujer había hecho en aquel faro. Sus mejores recuerdos, los tenía de aquel lugar, y cuando había pasado sus peores momentos en la vida, también era aquel lugar quien la había acogido entre arrumacos de olas, y cantares de la brisa. Adoraba aquel faro, que por primera vez desde que había estado en él, tenía un motivo tan fuerte para no querer salir de allí que al llegar a la inmensa terraza de la parte superior, suspiró fuertemente para no ahogarse E: ¡Dios que pasada!, ¡es una auténtica pasada!... nunca había estado en un lugar así (decía exaltada) M: Sí, es un privilegio (la miraba feliz al verla tan entusiasmada) E: Hemos llegado tarde al atardecer M: Tendremos cientos para ver (se acercó a ella y le rodeó la cintura con sus brazos)

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E: ¿Tenemos cien días? (le preguntó mientras se dejaba mecer) M: Espero tener el resto de días para ti Hubo un silencio algo pesado, había que hablar con calma y ambas lo sabían M: ¿Quieres que cenemos? E: Vale. ¿Qué me has preparado para engatusar mi estómago? (le dejó un beso divertido en la comisura de los labios) M: ¿Yo?, nada soy un desastre en la cocina E: ¿No me digas que tenemos que comer restos? M: Sí, pero son restos importantes ¿eh? (la cogió por la cintura y la llevó escaleras hacia abajo hasta llegar a la cocina) E: Yo pensaba que me habrías preparado un manjar M: El manjar más tarde (le dio una suave palmada en el culo sonriendo) E: Puede que me compense, sí M: ¿Has traído la novela?, anda ponte ahí y así vas llevando las cosas hasta la mesa, cenaremos en el jardín E: Encima me haces trabajar, ¡ya te vale! (le sacó la lengua y Maca dio una carcajada sintiéndose como una quinceañera) Sí, la he traído, la tengo muy avanzada M: Estupendo. Aunque con lo que me has demostrado, no creo que deba ayudarte mucho, tienes un don a la hora de plasmar en un papel sentimientos E: Sí, todo el que no tengo para demostrarlos, en un papel me salen de puta madre M: Yo no estoy de acuerdo con eso, eres apasionada, demuestras muchas cosas quizá hay que saberlas entender, desenmarañar un poco E: Pues debes ser la única que me entiende (entonces la miró fijamente) ¿Somos iguales? M: Supongo que algo de eso hay. Toma la ensalada E: Oye pero si está todo hecho M: Claro tonta, Teresa me ha ayudado E: ¿No será al revés? (le dio un beso)

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M: ¡Eres un demonio! (la cogió de la cintura atrayéndola hasta ella mirándola con pasión mientras se pellizcaba el labio inferior) E: Por eso le caigo mal a Teresa M: No creo (dio una carcajada) E: Disculpa que interrumpa este momento tan romántico pero... tengo hambre M: ¡Es verdad!, es que te tengo delante y se me olvida todo E: ¡Qué casualidad! A mí me pasa igual, sino fuera por el hambre, claro Ambas rieron divertidas mientras llevaban cosas hasta la terraza. La noche era rabiosamente hermosa, la luna resaltaba en la oscuridad de la noche en un cielo despejado donde el halo del rayo blanco, parecía atraer las estrellas que a su alrededor coquetas se mostraban. Una ligera brisa recorría el jardín, a pesar que la lluvia había parado, el olor a tierra húmeda hacía que el entorno a aquella cena, fuera casi místico, cómo si todos los elementos se hubieran dispuesto para que la noche fuera para ellas, la noche esperada, especial, única E: Uf que bueno estaba todo M: Sí, estoy llena E: Y yo. Así que vamos a bajar la cena M: ¿Qué pretendes? (la miró divertida mientras daba el último sorbo a su copa de vino) E: Vamos a bañarnos M: ¡Ah no! (respondió con rapidez) E: ¿Cómo que no?, ¿ante esta maravilla y no te quieres bañar? (la miraba incrédula) M: Me da miedo, no me gusta meterme en el agua de noche sin ver lo que piso E: ¿Y qué vas a pisar? Arena (le dijo riéndose) M: No te burles de mí E: Venga... vamos (la cogió de la mano) M: No Esther... de verdad... es una locura E: De eso se trata, ¿nunca te has bañado desnuda en el mar? (le preguntó en voz baja pero repleta de deseo) M: No, y no pienso hacerlo (le dijo blandiendo el dedo índice delante de su rostro)

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E: Claro que lo vas a hacer, porque lo vas a hacer conmigo (respondió muy segura) M: Esther... E: Maca... (la miró intensamente) M: Desde que te conozco no he parado de hacer locuras E: Eso es bueno, ¡y las que nos quedan! Tiró de ella dando una sonora carcajada mientras Maca al vuelo llegaba a coger unas toallas que habían tendidas, bajaron las escaleras hasta la pequeña playa que era posesión suya, entre risas y burlas de Esther se desnudó, Maca lo hacía despacio como si así pudiera librarse, pero llegó el momento en que tuvo que quedarse completamente desnuda E: ¡Vamos!, ya verás... ¡es impresionante! M: ¡Joder... joder... qué fría! E: Te voy a quitar el frío... venga... M: ¡NO ME ECHES AGUA! (le gritó como posesa) E: Vale... vale... (levantó las manos) Muy bien eso es... M: ¡Joder que fría! E: Que cuerpazo se te ve a la luz de la luna M: No me distraigas E: ¿Y en que te tienes que centrar tanto? (se había dejado caer al agua haciendo una pedorreta al notar el frío) M: Con lo que piso (le decía mientras con los brazos trataba de equilibrarse poniendo un gesto de frío en su rostro) ¡Ay que frío! E: Si te echaras de golpe se te pasaría M: Joder... joder... E: Eso quiero... joder (se acercó a ella abrazándola) Yo te quitare el frío M: Esther... No le dio tiempo a más, el agua les llegaba hasta el pecho, Esther acopló el cuerpo de Maca sobre su cintura, lo demás fue llegando solo, entre besos, lamidos, gemidos y

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susurros, se les olvidó el mar, el agua fría, se le olvidó a Maca lo que llegaba a pisar o rozar, tan solo eran capaces de sentir a la otra, de llenarla de besos, de caricias y pasión. Mientras, eran observadas Al salir del agua, el frío se hizo mucho más notorio, Esther castañeaba los dientes al igual que Maca, quien se burlaba de ella a pesar del frío que sentía E: Joder... M: Te lo he dicho E: ¿No te ha gustado?, ¿eh? (metió la mano por la toalla) M: No he dicho eso E: Ah, creía (sonrió divertida) M: Ha sido maravilloso E: Más que eso M: Quiero abrazarte desnuda entre mis brazos (la miró fijamente) E: Vale M: Vamos a la cama E: Estupenda idea... M: Para hablar tenemos el resto de vida E: Sí (sonrió aunque al recordar que le debía una explicación creó en ella cierta zozobra) M: Vamos El frío no les dejaba hablar en condiciones, lo hacían con frases cortas y rápidas mientras castañeaban sin parar, y aunque el frío era notorio, para ambas había sido una experiencia maravillosa Entraron en casa cogidas de las manos, Esther pensativa en que había llegado el momento de pedirle ayuda, en decirle que tenía que curarse y la necesitaba para conseguirlo. Deseaba tanto hablar, como miedo a hacerlo M: ¿Nos duchamos? E: Sí

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Se ducharon entre mimos, ternura y besos, salieron hasta la cama entre risas aunque la cabeza de Esther seguía pensando en lo mismo, le llegaban imágenes, nuevamente la inquietud de hablar con ella le habían devuelto a esos mundos de los quería y necesitaba huir. Estaban besándose, la pasión iba en aumento, los cuerpos cada vez más entregados, las respiraciones más intensas, Esther había subido sobre Maca que quiso acariciar su trasero, trató de separarla para besarla, pero en ese instante, Esther, apartó sus manos obligándola a pasarlas por encima de su cabeza, Maca se quejó ante el movimiento brusco, Esther notó como toda su sangre hervía, como toda ella le pedía más M: Esther cariño... me haces daño en la muñeca Y de repente todo se le hizo tremendamente oscuro a Esther, no podía hacerle daño, la miró a los ojos y se sintió nuevamente sucia, nuevamente Maca pudo ver en sus ojos ese halo de culpabilidad, y con un movimiento brusco se apartó de su cuerpo, cogió la ropa y salió de la habitación Entre tanto, Luis había aterrizado en el Aeropuerto de Ezeiza, recogió su maleta, y al salir le estaba esperando un encargado de la editorial donde iban a negociar la venta del libro de Maca, una vez allí conectó su móvil, tenía muchas llamadas, pero sólo una le intereso. El detective Maca se había cubierto el cuerpo con una bata, desconcertada porque ya eran varias veces las que Esther le había hecho daño, se reunió con ella. Al salir a la terraza, la vio sentada acurrucada sobre si misma con la cabeza entre las manos. Al verla como si de una niña asustada se tratase, dio unos pasos hasta ella hasta sentarse a su lado E: Lo siento Maca... de verdad... M: ¿Qué te pasa Esther? (le preguntó desconcertada) E: Necesito que me ayudes (la miró con los ojos bañados en lágrimas, Maca se mordió el labio y cerró durante unos segundos los ojos, notó la mano temblorosa de Esther sobre la suya) Necesito que me liberes de mí misma M: Esther (le acarició las manos que le había sujetado con las suyas, era su manera de buscar tranquilizarla) Sé que te ocurre algo, tus ojos me lo dicen, yo te quiero ayudar, confía en mí. Porque parece que tu vida es un enigma, que cada vez que me acerco a descifrarlo, me lo arrebatas E: Hace algunos años conocí a una mujer, me enamoré de ella y cuando me tuvo entregada totalmente me introdujo en el mundo del sadomasoquismo, al principio lo odié, pero veía que si quería estar con ella debía estar a su altura, me destruyó, me hizo un ser totalmente salvaje, me drogaba, emborrachaba, golpeaba a mujeres, me dejaba golpear, todo lo que hiciera falta para estar con ella, pero cometí un grave error y es que en ese mundo todo está de paso, no puedes enamorarte o acabas perdida (Maca la miraba con gesto serio sintiendo una profunda pena por ella) Me enamoré perdidamente

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de ella y a cambio me destruyó y me convirtió en un ser despreciable, mi dolor por dejarme arrastrar me llevó a desgraciadamente seguir su ejemplo para destruirme, disfrutaba de toda mujer que se acercaba a mí, hasta hace poco, aún estando contigo, seguía yendo a una compañera de trabajo con la que podía montar escenas. No es fácil superar algo así, y también es verdad que yo nunca lo quise superar porque no lo necesitaba. Era una mujer vacía en sentimientos, una mujer de la cual yo misma huiría M: Esther cariño (le dijo al ver que se callaba y mordía su labio en señal de temor por seguir) E: Cuando supe que ibas a ir a Valencia, me propuse conquistarte y acostarme contigo, Sandra se enfadaba porque ella quería que viera una oportunidad en aquel curso para mejorar como escritora, yo solo veía una oportunidad para tirarme a la mujer que tanto me excitaba. Sin embargo, tú has sido mi peor pesadilla, siempre he logrado mantener mi espíritu de masoquismo, disfrutar sin más, sin pensar en otra cosa, contigo me era imposible, al principio todo iba bien para mí, después se me fue complicando porque necesitaba más de ti, hasta llegar al punto de para no hacerte daño, antes de ir a Santander, descargué toda mi furia contra mi compañera, no quería hacerte daño de ninguna de las maneras. Sin embargo, a veces, cuando me excito, cuando me entrego a ti y estamos al borde de la pasión más frenética, sale ese lado indomable mío que durante tantos años he manejado, y me odio, me odio porque yo no quiero ser así, porque aquella maldita mujer me marcó la vida y a pesar de que lo he intentado superar desde que te conozco a ti, hay veces que no puedo, y me da miedo M: Esther... no sé que decirte (dijo después de unos segundos de silencio mientras la miraba con dudas) E: Lo sé... debí contarte esto mucho antes para que pudieras escapar de mí M: No quiero escapar de ti, no digas eso (le acarició lentamente la cara) Yo también viví una experiencia horrible con una mujer, pero nada comparado con lo tuyo E: No quiero hacerte daño Maca... te lo juro (le decía con mirada cansada y triste) M: Ya lo sé Esther (sonrió de lado) Pero no sé que decirte, supongo que es algo que no he vivido jamás, no sé esa dependencia no sé... E: Maca, yo hace mucho tiempo que dejé de creer en el amor, mucho M: Sabes que yo también. Aquella mujer fue el amor de mi vida, sin embargo ella tan solo jugó conmigo, un día Luis nos encontró juntas y sacó unas fotografías E: Cabrón (murmuró con rabia, odiaba a aquel tipo) M: Cuando fui a pedirle ayuda a ella yo estaba segura que me ayudaría, se negó y a partir de aquel momento, fui un trapo sin ganas de vivir, sin ganas de seguir hacia delante. Entiendo esa parte de ti, entiendo lo que es dejarse arrastrar por el dolor del desprecio, no puedo juzgarte por ello Esther, no soy nadie para eso y sé que no quieres hacerme daño lo veo en tus ojos. Yo también sufrí y entiendo de lo que me hablas. Sin

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embargo, tú me has devuelto todas esas ganas, y me has hecho creer que puedo tener una oportunidad en el amor E: Me aterra decirlo, pero a mí me pasa lo mismo M: Sería bueno ayudarnos la una a la otra, salir de las trabas que nos ha puesto la vida, si tú quieres E: Necesito y quiero que me ayudes, no quiero ser lo que he sido hasta ahora, me da pánico decirlo pero me he enamorado de ti, sólo pienso en ti y en estar contigo M: Vale (le acarició la cara con suavidad sonriendo de lado) Entonces queremos lo mismo E: Sí (le cogió una mano y la besó) M: Pues cariño, si queremos lo mismo no hay más que empezar con una buena base, intentarlo juntas, vivir la vida juntas. Voy a pedir el divorcio y... quiero que mi vida sea diferente desde ya, desde el instante en que has cruzado la puerta, desde que te he mirado y te he visto entrar con esa maravillosa sonrisa E: Despacio y tenme paciencia Maca... llevo mucho tiempo siendo una bestia M: No digas eso (sus ojos se acurrucaron un poco, no le gustaba escuchar eso) No te permito que digas eso E: Es la verdad, y quiero cambiar, quiero como Consuelo dice, vivir la vida sin hacer daño a nadie M: Entonces no nos queda otra salida (la abrazó fuertemente, la separó y le dijo) ¡Viviremos la vida! E: ¿Me ayudaras a borrar de mí...? (no pudo terminar la pregunta porque Maca le puso su dedo índice sobre los labios) M: Empezamos desde cero, y superaremos todo juntas E: Hola, soy Esther García M: Macarena Fernández, puedes llamarme Maca En Buenos aires, Luis una vez llegó al hotel cansado por tantas horas de vuelo, se tumbó sobre la cama, le esperaba un día duro pero el desajuste horario no le permitía dormir. Miró el reloj sabiendo que en España sería de madrugada pero no le importó. Marcó el número del detective Luis: Hola soy yo, ¿ya estás en Madrid?

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Detective: Sí, llegué después de comer Luis: Mañana te ingresaran en tu cuenta la cantidad de dinero que me dijiste Detective: Bien Luis: ¿Alguna novedad de última hora? Detective: No, nada, todo seguía igual Luis: Gracias por los servicios como siempre Detective: Ya sabe que estoy a su disposición Luis: De momento no hace falta, gracias Suspiró, confiaba plenamente en Teresa le había demostrado fidelidad, y es que lo mejor que había hecho era contratar a una mujer tan religiosa, era perfecta para lograr que vigilara por su bien a Maca. Abrió la nevera y sacó una botella de agua, la garganta se le secaba cada vez que pensaba en la posibilidad de perder a su mujer. Bebió sintiendo ganas de volver a su lado y acurrucarse para no dejarla nunca más La luna que había estado observando a la pareja mientras hacían el amor en el mar, les estaba regalando unos rayos de su mágica luz acariciándolas envolviéndolas en un halo de ilusión y esperanza Desnudas y pensativas en la cama estaban con los cuerpos pegados al milímetro acoplados en la figura de la otra formando uno solo. Maca abrazaba por la cintura a una Esther que sentía que aquel abrazo era lo mejor que le había pasado en la vida durante muchos años, se sentía protegida, fuerte, sentía las ganas de no separarse nunca de aquella mujer que lentamente acariciaba con su pulgar su piel. Con los ojos cerrados se aferraba a la idea de poder tener esa oportunidad de entender lo que su madre tanto le había dicho, el amor era el sentimiento más hermoso que había en la vida, había que disfrutarlo y vivirlo a tope. Pero no podía ser que su alma se hubiera sanado con tan solo una charla, ni con esas caricias, seguía existiendo en ese pozo oscuro que todavía era su alma una duda que le mantenía esa tensión, y es que el amor también era el sentimiento que cuando se transformaba en desamor era capaz de destrozar al ser humano. Sin embargo, allí, abrazada por Maca rozada por la luz de la luna, quería pensar que su madre era quien realmente tenía razón, olvidando el resto de la historia De igual manera, Maca sentía tantas cosas que necesitaba el o de Esther, ella que había vivido sufriendo el rechazo y humillación por parte de Lidia, que ante su vida vacía de ilusiones, y marcada por la presencia de un hombre al que odiaba, se había dejado envolver por el más cruel de los sentimientos como era el desamor, pensaba que si día a día sufría por aquel desamor era una manera de alimentarse del castigo para seguir mal viviendo, y en ese momento en que entre sus brazos tenía a la persona que le había ido borrando su pasado poco a poco, como si cada beso o caricia fuera una goma con la que aniquilar las palabras y visiones que habían marcadas en su corazón,

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dejándole el espacio libre para que escribiera con su tinta todo el amor que quisiera entregarle, porque en ese instante estaba segura que Esther, sí sería la mujer de su vida, sí sería la persona ideal para convivir, esa persona que había esperado encontrar en Lidia, de la que sí merecía la pena dejarse llevar de la mano a la felicidad M: ¿Duermes Esther? E: No (musitó abriendo los ojos mientras seguía acariciando la mano de su compañera) M: Nunca había sentido lo que siento hoy (le hablaba con voz de seda susurrándole al oído) Me siento capaz de luchar contra todo y de vivir la vida hasta las últimas consecuencias E: Maca... me alegro porque yo estaba pensando lo mismo (se dio la vuelta poco a poco hasta quedar frente a ella mirándola con una sonrisa dulce) Quiero estar contigo M: Estaremos juntas, mi vida Se besaron con delicadeza, los labios se rozaban poco a poco, la punta de la nariz recibió algún beso suave, las manos se entrelazaron apretándose fuertemente sin dejarse de mirar a los ojos y así poco a poco viendo el amor en sus pupilas fueron durmiéndose 30 Mayo 2005 El amanecer en Galicia es un amanecer diferente a cualquier otro lugar, al menos eso pensaba Teresa que descubrió que desde casa de Guillermina, tenía una visión privilegiada desde la cocina, era capaz de mirar el horizonte sin pensar, tan solo disfrutando el momento Guillermina: ¿Hermoso, verdad? (cuando Teresa se giró le dijo) Buenos días T: Sí, Guillermina, muy hermoso. Buenos días Guillermina: ¿Qué haces tan pronto levantada? T: Es una manía, trabajo a primera hora del día que estoy fresca, así es como corrijo lo que Maca escribe Guillermina: Pues hoy como no corrijas la lista de la compra que he hecho T: ¡Eres incorregible! (le dijo mientras Guillermina reía sin parar) ¿Cuándo podremos volver? Guillermina: Cuándo dejen de follar T: ¡Podrías ser un poco más recatada a la hora de hablar, por favor! (le contestó en plan escandalizada mientras se ponía en jarras)

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Guillermina: En mi vida lo he sido, no lo esperes ahora. ¡Hoxtia! Parecemos una pareja de recién casadas T: ¡Mira yo lo único que sé es que Maca debe escribir!, ¡está a mitad novela! Guillermina: Pues ya escribirá T: Pero es que no es tan fácil Guillermina: Está encoñada ¿o no lo ves?, por cierto quiero que me diga si Esther tiene el coño depilado (los ojos de Teresa se abrieron como platos) ¿Qué, una no puede tener curiosidad? T: ¡Jesús, María y José! (se quejó mirando al cielo) Guillermina: Ahora que dices eso, ¿por qué un cura te llama a horas tan intempestivas como ese que te llamo el otro día? (la miraba con los ojos entrecerrados con mirada de justiciera) T: No me lo recuerdes... ¡qué vergüenza por Dios! Guillermina: Se fue bien servido (se reía mientras encendía un puro) T: ¡Pero qué haces mujer! Guillermina: Coño que susto me has dado (ponía la mano en el pecho) Ten en cuenta que soy mayor T: Eres mayor para lo que quieres, no me vengas con historias coff, coff, coff (tosía ante la bocanada de humo que soltaba Guillermina mientras blandía su mano al aire para evitar tragar humo...) Guillermina: Venga escupe Guadalupe (ante la mirada incrédula de Teresa agregó) Hoxtia Tere, que me cuentes lo del cura T: Estaba preocupado por mí, no suelo faltar a las reuniones que hacemos pero se me olvidó totalmente avisarles Guillermina: ¿Y un cura a esas horas está despierto?, ¡todos son iguales! T: No sé que explicación voy a darle Guillermina (se mostraba preocupada) Guillermina: No tienes porque dar explicaciones a nadie, ¿nos va a decir él qué hacía despierto a esas horas?, no, pues tú tampoco T: ¡Tú todo lo ves tan fácil! Guillermina: Es la edad Teresa he vivido tanto que no quiero complicarme la vida, ya bastante difícil veía los problemas cuando fui joven. Ahora respecto a este asunto

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déjame decirte que los curas son la leche, meten miedo a los pobres desgraciados que les creen a pies juntillas, y ellos se pegan la vida padre. A ti no te he visto colgar de tu cuello una cruz de oro T: No podría permitírmelo Guillermina: Pero ellos sí, esa es la diferencia, puñetera, que eres una puñetera deja de vivir bajo sus normas y vive bajo las tuyas, vamos a mí me da igual pero creo que eres demasiado puritana, aunque nos venga bien T: ¿Lo dices por Luis? Guillermina: Claro T: Me extraña no tener noticias Guillermina: Pon la tele a ver si se ha caído el avión y vamos a ser libres T: No digas esas cosas Guillermina, pobre gente Guillermina: No mujer, pero que sólo se haya muerto él (dijo con gesto bondadoso) Desayunaron mientras Guillermina le contaba cosas de Maca, a Teresa le gustaba saber que hubo un tiempo en el que fue feliz, en el que sonreía y no solo sufría, en el que tuvo una vida libre y no delimitada al milímetro y segundo Guillermina: Y cuando Rosario se enteró fue cuando... (sonó el teléfono mientras Teresa se ponía las gafas Guillermina dijo) Seguro que es él T: Sí (le hizo una señal a Guillermina y contestó) Hola Luis, ¿qué tal el viaje? Luis: Bien Teresa, gracias T: ¿Muy cansado? Luis: Lo normal. ¿Y Maca? T: Descansando, se ha despertado con dolor de cabeza, esta noche se le ha resistido el capítulo, le dije que lo dejara pero ya sabes como es, tan enfrascada ella, tan perfeccionista Luis: Teresa... he pedido al detective que se vaya, no quiero seguir espiándola T: Me parece bien... si por una de aquellas casualidades se entera será un problema más para ti (puso gesto incrédulo y se acercó a Guillermina para que escuchara la conversación mientras pensaba “no está el detective... Dios Santo”) Guillermina: (“Ha quitado el detective, mecagoenlaputa, éste está jodido de verdad”)

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Luis: Confío en ti plenamente (y añadió en tono derrotado, haciendo que Teresa percibiera la pesadez en sus palabras y tono de voz) Sigue con la idea, no sé que voy a hacer T: Quizá sea lo mejor Luis: No, estoy seguro que no. ¿No ha ido nadie a casa? T: No, solo la vieja de Guillermina Luis: ¡Esa mujer... maldita sea no debí dejarla que se acercara a ella y sus ideas! T: Viene a casa pero Maca está con la novela buscando información, dándole vueltas y no le hace mucho caso, me da a mi la lata (Guillermina abrió sus ojos como si realmente estuviera enfadada, Teresa sonrió) Luis: Teresa no he pedido nunca ayuda a nadie, es la primera vez en mi vida que me siento perdido, que no sé ni siquiera que hago aquí, me gustaría dejar los negocios, la bodega, todo... he pensado que la bodega de mi suegro la voy a poner nuevamente a su nombre (dijo tumbado en la cama con actitud totalmente abatida hablando con una lentitud casi agónica) No tengo ganas de nada que no sea ir a su lado, llenarme de ella, hacer lo que ella quiera, lo que ella diga... es la primera vez que me veo derrotado en la vida Teresa y por eso, por favor quiero pedirte tu ayuda T: ¿En que te puedo ayudar Luis? (Teresa miraba algo asustada a Guillermina quien escuchaba atentamente la conversación) Luis: Habla con ella, haz que desista de su idea no voy a darle el divorcio puedo darle libertad, que haga lo que quiera pero... la quiero a mi lado, soy capaz de cerrar los ojos y no ver si está con otra persona... pero no quiero que me deje solo T: Creo que necesitas descansar, necesitas estar tranquilo y relajado Luis: Lo que estoy es agotado mentalmente no paro de darle vueltas a esto, estoy aterrado Teresa... aterrado Guillermina suspiró mirando a Teresa con gesto de máxima preocupación, Teresa miró de igual manera a Guillermina que de repente tras una calada de su puro comenzó a ponerse colorada necesitando toser T: No sé que decirte Luis, yo trataré de hablar con ella, le diré... quizá lo único que necesite sea esta libertad que tiene ahora (se apuró a contestar viendo las dificultades respiratorias de la mujer) Luis: Por favor Teresa... por favor... T: De acuerdo Luis: Gracias (lo dijo con la voz rota parecía mentira no era él quien hablaba, no era ese hombre fuerte, seguro de si mismo, vigoroso e irritado) Te llamaré

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Colgó el teléfono dejándolo a un lado suspirando y cerrando los ojos abatido, sentía que la vida se le estaba escapando por algún agujero, y debía taparlo de alguna manera, pero era consciente que la única manera era estando con Maca, ella era su vida, su locura, hasta podría ser su muerte y allí en soledad como un niño asustado rompió a llorar Una vez colgó Teresa, Guillermina pudo por fin comenzar a toser como si se le fuera la vida, de igual modo que sin poder controlar comenzaba a echarse pedos ante la mirada atónita de Teresa que al ver como cada vez se ponía más colorada le llenó un vaso de agua Guillermina: Coff... coff... coff... ¡BRrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrOOOOOMMMMMMM...! ¡BRrrrrrrrOOOMMMMMMM!... coff... coff... coff T: ¡Guillermina por Dios!, ¡bebe, bebe! (le decía nerviosa) Guillermina: No... coff... coff... BRrrrrrrrrrrrOOOOMMMMM... puedo... coff... coño coff coff me ahogo BRRooooooooooooooooooommmmmmmmm T: ¡Que olor, leñe! Guillermina: Jaaaaaaaaaaaaaaaaa coff... coff... BRrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrOMM T: Las ventanas... las ventanas (se levantó corriendo para abrirlas pues el olor de los aires de Guillermina era imposible de respirar) Guillermina: Muero... coff... coff... coff... Brrrrrr... brrrrrommm... ¡ay que me he meao! T: ¡Lo que faltaba!, ¡se acabo fumar! (le echó el puro a la basura) Guillermina: Noooooooooooooooooooo BRRrrrrrrrrrrrrrrrrrrrOOOOOOOOOOMMM T: Uf... que calor (dijo sentándose una vez abierta la ventana) Guillermina: Mi puro T: Querida Guiller, mientras yo esté aquí pienso cuidar que no fumes, ni veas esas guarradas que pretendes yo vea, ni comas más de lo que es debido, ¿está claro? Guillermina: BRRRRRRRRROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOMMMMM T: ¡Dios cómo puedes hacer ese ruido! Y ambas comenzaron a reírse a carcajadas. Cuando sofocaron las risas, que les costó lo suyo, como si se hubieran dado cuenta que había un problema más allá de lo que había sucedido, se miraron serias T: ¿Piensas lo mismo que yo?

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Guillermina: ¿Si será verdad?, sí, no lo dudo que lo intente T: ¿Y si Maca le deja estar así, a su lado? Guillermina: A veces creo que eres muy inocente cariño. Imagina, mi Faro, año 2005, Esther y Maca fornicando en la habitación de matrimonio entre, ahhhhhh, uyyyyyyyyy, así, así, así, lame, muerde, chupa, mete y Luis bajo en el comedor ¿lo crees capaz? T: No Guillermina: Pues ya está. Maca tiene que aprovechar el momento para hablar con la abogada y solicitar el divorcio T: Cuando la prensa se entere irán como buitres Guillermina: ¿Y qué más da? T: ¿Has pensado otra cosa? (Guillermina la miró esperando la respuesta) Luis, puede sacar a la luz que es lesbiana Guillermina: Eso no me preocupa. Maca está segura de lo que está haciendo en este momento, no creo que para ella eso suponga un trauma, y creo, que por eso él está aterrado porque por primera vez en su vida la ve dispuesta y fuerte, está cagado porque esta Maca se parece mucho a la que él destruyó a base de mentiras, amenazas y fuerza, y sabe que ahora mismo esas armas no le valen. La duda es, ¿cuáles querrá utilizar? T: Ojalá que entienda que en la vida también se pierde Guillermina: Él es un ganador nato, y los ganadores tienen un perder de la hostia, voy a lavarme que me he meao T: Ay... y estas chicas que no llaman Guillermina: Deben tener agujetas por todo el cuerpo mujer... ¡cómo se nota... cómo se nota que no lo has catao! Teresa negó con la cabeza con cierto disgusto, más pensando en lo que llevaba perdido en su vida, que en otra cosa. Se quedó mirando por la ventana aquel reflejo plateado que daba el mar con todo su esplendor, Guillermina tenía parte de razón, la soledad le había llevado a refugiarse en la Iglesia siguiendo los pasos de su madre, sin embargo la vida junto a Maca le había llevado por otro camino, las cosas que había creído siempre como pecado, en esos momentos lo veía con total normalidad, Maca estaba con una mujer eso significaba ir contra sus principios de moralidad, sin embargo cuando la veía con su marido, iba contra los principios de su corazón al verla sufrir. Y alguien una vez le había comentado en una de sus muchos debates de moralidad, ¿qué importa la persona que ama a otra, si lo realmente importante y Dios dijo, fue amaros los unos a los otros? Suspiró, pensando que quizá todas sus teorías habían sido demasiado estrictas en las normas y se había alejado muchísimo de la realidad. Para eso estaba Guillermina, al

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pensarlo sonrió y al recordar la saga de aires que había repartido, se le escapó una carcajada La mano delicada de Maca en el pecho izquierdo de Esther, no fue suficiente para despertarla, ni siquiera un beso en la punta de la nariz, siguió a eso una caricia lenta que por fin pareció despertarla E: Mmmmmmm M: ¡Qué dormilona! E: Estoy fundida... (sonrió acurrucándose más y más en sus pechos) M: No sé de que (le dijo abrazándola fuertemente) E: Hay luz... ¿es hora de ver amanecer? (dejó un beso en su pecho izquierdo mientras buscaba el despertador) Mmmm que cosita más bonita... M: Joder (susurró impactada) E: ¿Qué pasa? (dejó de succionarle el pezón) M: Es hora de comer Esther, son las cuatro menos veinte E: ¿En serio? (miró hacia la ventana) M: Sí (sonrió) E: Pues habrá que hacer algo M: Claro, comer E: Me he perdido el amanecer con lo que a mí me gusta M: Cariño... vamos a ver tantos como tú quieras (le acarició la cara) E: Eso es verdad (sonrió besando la palma de la mano) M: Propongo una ducha, desayunar algo ligero y bajamos a la playa, hay un rincón donde podemos estar sin sol, tranquilas E: Me parece muy buena idea, todo menos eso de desayunar algo ligero. Tengo hambre... estoy hambrienta (la besaba) M: Ja, ja (sonreía divertida) E: ¿De qué te ríes guapa?

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M: De ti, de tus hambres. ¡Venga vamos no vaya a ser que acabes comiéndome a mí! E: Has pasado a ser mi plato favorito (la miraba lascivamente) M: Venga vamos o no vamos a... (ambas se quedaron mirando) O... E: ¿O qué? (le ofreció su mejor sonrisa conquistadora) M: No sé... la verdad... no lo sé me abrumas y no sé que tengo que decir Se giró besándola, mientras las manos recorrían lentamente su espalda, en ese instante notó como la sangre se iba alterando como sus respiraciones buscaban la manera de calmar el deseo, pero no fue lo que las detuvo, sino el sonido del teléfono M: Joder... E: Responde venga (exhaló profundamente un suspiro para tratar de no ahogarse) M: Es mi madre E: Habla tranquila voy a preparar algo para desayunar M: Vale E: Mmmmm ¡qué culito! (le dijo apretando y dejándola para hablar con tranquilidad) M: Voy en seguida Se levantó de la cama con gesto serio, hacía muchos días que no sabía nada de su madre desde la última discusión que tuvieron, suspiró tratando de calma su corazón M: ¿Sí? Rosario: Hija... gracias M: ¿De qué? (preguntó totalmente atónita) Rosario: Luis nos acaba de hacer llegar la documentación donde devuelve la hacienda y los viñedos, la cooperativa a tu padre, ¡deberías ver cómo se ha puesto de contento!, yo sabía que al final Luis que es un hombre cabal lo arreglaría, no tenía sentido que él llevara las cosas que tu padre... M: Mamá lo siento pero estoy muy liada ahora y no puedo atenderte Rosario: Pero... M: Adiós

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Maca se puso el teléfono apoyado en la barbilla, con el ceño fruncido trataba de razonar aquella explicación inexplicable para ella, Luis jamás haría algo así, ¿por qué lo había hecho?, se giró sobre si misma y marcó un número de teléfono M: ¡Teresa! T: Hola Maca cariño... M: ¿Estás con Guillermina? T: No, estoy sola se está terminando de arreglar M: Por favor, ve con ella y dale al altavoz T: Sí, sí (se apresuró hasta la habitación de la mujer) ¿Puedo pasar? Guillermina: ¡Coño qué no has visto una mujer desnuda en tu vida!, culo, tetas, coñete, bueno el mío no se ve entre esa marea salvaje de follaje y... T: ¡Guillermina es Maca! (le dijo alterada mientras Maca sonreía) Guillermina: ¿Ya ha dejado de follar? T: No tienes arreglo... no tienes arreglo... voy a poner el altavoz... Guillermina: ¿Quién va a cantar? Maca las escuchaba discutir entre ellas, se sentía afortunada de tenerlas, era una suerte para ella poder contar con su presencia y ayuda, sonrió sintiendo como su vida había dado un giro total, Esther silbaba en la cocina feliz, Guillermina y Teresa juntas parecía entenderse bien, Luis lejos de su vida, era el único eslabón que le faltaba para poder terminar la cadena con su corazón libre rodeado a su cuello Guillermina: ¡Pero si no habla!, a ésta tanto follar le ha dejado sin lengua, claro por otro lado... T: ¡GUI-LLER-MI-NA! Guillermina: ME-LLA-MAN M: ¿Ya habéis terminado? (les preguntó sonriente) Guillermina: ¡Está viva!, gracias a todos los santos (decía abriendo los brazos mientras miraba al techo) M: Que mala eres tata, tengo algo que deciros Guillermina: ¿Y Esther?

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M: Preparando el desayuno T: ¿Será la comida? (preguntó) Guillermina: Que inocente eres, después de toda la noche chicha-chacha-chum ¿a qué hora van a despertarse? ¡esta Teresa es un alma cándida Maca! T: Veamos, lo importante es que nos has llamado y será para algo ¿no? M: Luis ha devuelto todos los poderes a mi padre. Algo que era inimaginable Guillermina: Pues mira eso quiere decir que está acojonado vivo, que le ha visto las orejas al lobo y que tú tienes que moverte e ir a la abogada para pedir el divorcio antes de que vuelva T: Maca no solo eso, también ha quitado al detective de la puerta M: ¿Cómo? (preguntó con gesto totalmente descolocada) Guillermina: Por eso no lo veíamos T: Exacto, he hablado con él y me ha pedido ayuda para que no lo dejes, quiere que te convenza Guillermina: Pero nosotras mañana tenemos hora con la abogada y tú vas a solicitar el divorcio y una orden de alejamiento (le decía convencida) ¿Está claro?, ¿Maca? M: Guillermina no voy a ir aún, si está haciendo todo esto me va a ser mucho más fácil pedirle el divorcio Guillermina: No estoy segura de eso M: Luis no es como aparenta, es pura fachada Guillermina: ¡Guapa pues bien qué te ha vendido a ti esa fachada!, ¡no has sido tú en todos estos años! M: No he sido yo porque no tenía nada para ser yo, no tenía nada por lo que salir de ahí Guillermina: ¡Mentira!, te tenías tú, tú misma para salir (decía hablando con la barbilla casi pegada al teléfono y doblada hacia él) M: Tata por lo que sea Guillermina: Por lo que sea no, ¡mañana vas a solicitar el divorcio! T: A ver un momento, ¿puedo? M: Sí, claro (resoplaba cansada)

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T: Guillermina no hace falta que te eches encima del teléfono, te oye igual Guillermina: Estos cacharros... (protestó) T: No te enfades Guiller Guillermina: ¡Así solo me llama Esther! (Maca sonrió de nuevo) T: Vale, vale... ¡jo!, esta Esther se las lleva todas. Bueno, a ver, mi opinión es que no pierdes nada por ir y consultar cariño, vamos hablamos con esa chica tan maja y simpática Guillermina: Simpática dice con la mala leche que tiene (reía divertida) T: Bueno, pues con ella, vas Maca lo hablas y ella que te dé opinión de lo que es mejor M: Estoy con Esther Guillermina: ¿Y qué?, ¿no puedes separar tu lengua de su coño unas horas? T: Guillerminaaaaaaaaaaaaaaaaaaa ¿qué te cuesta hablar bien? Guillermina: Toda una vida, porque siempre he hablado así M: A ver... un poco de calma, dejarme estar unos días con Esther solas, él no va a volver hasta dentro de un mes ¿no? Guillermina: Yo no estaría tan segura T: Ni yo M: ¿Y eso? (sonrió de lado) Guillermina: Nunca lo he visto tan desesperado, nunca hija T: Guillermina tiene razón Guillermina: Maca... no conocemos a Luis tal y como está ahora, no sabemos lo que pueda hacer, no me fío de él y punto. Tienes que ir a solicitar el divorcio y la orden de alejamiento, no sabemos que pasa por su mente en tal estado, debiste escucharlo, hundido, acongojado, jamás en todo este tiempo lo había escuchado así, ha dado un paso firme al devolver a tus padres todo, Maca escúchame, desconocemos que puede pasar por su mente y que puede hacer, es mejor que te cubras las espaldas, es mejor actuar cuanto antes M: Tata, hay algo que no entendéis, da igual cuando pida el divorcio, él no me lo va a dar, no va a ceder, voy a tener que pelear mucho para lograrlo, dejarme disfrutar de esta semana con Esther, dejarme que descubra la felicidad, que disfrute de su compañía, de su amor, necesito esto ahora. Os prometo que después de una semana pediré el divorcio,

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pero mientras no volváis a hablarme del tema por favor no quiero agobiar a Esther, sólo quiero disfrutar después, ya se verá lo que venga Al otro lado de la línea hubo un sepulcral silencio, tan solo se escuchaban las respiraciones, Guillermina miró a Teresa, y ésta miró a Guillermina, sin duda, Maca tenía razón Cuando Maca llegó a la puerta de la cocina, su gesto fue de auténtica sorpresa, allí, tenía preparado un manjar, Esther silbaba mientras luchaba con la tostadora para que la tostada no se quemara, cuando consiguió sacarla la tostada voló por el aire ante su gritito desesperado y finalmente tras un salto cayó en sus manos, al cogerla comenzó a quejarse y darle golpecitos hasta que finalmente la tostada cayó en el plato M: ¡Bravo!, jamás me habían preparado un desayuno haciendo juegos malabares (reía divertida) E: Pues ya ves (soplaba las manos desesperada) M: A ver esas manos que no se me pueden estropear ¿eh? (las cogió entre las suyas y comenzó a besarlas) ¿Mejor? E: Mucho mejor, pero aún escuece (la miraba con la boca abierta con un gesto de éxtasis que a Maca le encantaba) M: Yo creo que casi están bien ya E: No, no, necesitan un poquito de humedad, unos besitos (le decía pasándose la lengua por los labios y suspirando) M: Puede que tengas razón, ven (se apoyó en una esquina de la mesa que era lo único que quedaba libre y comenzó a besarla pasando delicadamente la lengua, consiguiendo escuchar los suspiros y pequeños gemidos de Esther) ¿Mejor? E: Un poco... M: ¡Eres una gamberra! (le dijo atrayéndola hasta ella mientras Esther rompía a reír) Tramposa, mentirosa E: ¡Eh, eh! Que me dolían ¿eh? M: Ya, ya Comenzaron una pequeña lucha de besarse, acariciarse, suspirar y mirarse divertidas M: Parecemos dos quinceañeras E: ¿Y qué hay de malo? (pasó sus brazos por el cuello de Maca) M: Nada... pero ya estamos cerca de los cuarenta

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E: El alma siempre es joven, no lo olvides (le besó la punta de la nariz) Y ahora cariño a desayunar Tiró de ella y la sentó en la silla, durante el desayuno no pararon de reír, Maca le contaba anécdotas que Esther había leído en algún periódico y provocaban las carcajadas de la enfermera que no podía imaginar a una Maca tan graciosa M: ¿Crees que soy seria? E: No, creo que es tu manera de escudarte ante la gente M: Bueno cada quien somos de una manera E: Me parece perfecto (le cogió de la mano llevaban puesto el bikini y la toalla colgada al hombro, en otra mano la bolsa con las cremas, Maca llevaba dos botellas frescas de zumo) Conozco a muchas personas, pero nadie me ha impactado como tú, cuando hablas de lo que te gusta eres increíble M: Yo creo que cuando la gente en general habla de lo que le apasiona se muestra mucho más relajada. Es como tú, en tu trabajo eres seria, eficiente, actúas de un modo que después es imposible verte E: ¿Ah sí? (la miró seria) M: Sí, eres tajante, no dudas, no preguntas vas a lo tuyo, aún recuerdo cuando me desmaye me trataste de un modo que nunca más he visto en ti E: ¿Más sensata y menos loca? M: Algo así (sonrió) Pero no tanto por lo de loca, sino, más por lo de segura de ti misma dando tranquilidad E: Esa es mi careta, yo soy al contrario que tú, la uso para mi trabajo (echó la toalla) ¿Aquí te parece bien? M: Sí, esta sombra nos hará bien (dejó la bolsa que llevaba y abrió su toalla para con delicadeza ponerse sobre ella) Que bien se está E: Sí, es un paraíso inimaginable, ¡un lujazo vamos! Esther se acostó y se puso como ella boca arriba, mirando entre las hojas del árbol que les hacía sombra el cielo. Guardaron silencio durante un rato se pusieron las gafas de sol y entrelazaron sus manos M: Volviendo a lo de antes, supongo que ese pasado del que hablamos nos ha marcado a ambas y tratamos de defendernos en lo que más débiles nos sentimos E: Sí, la verdad que te puedo asegurar que yo no buscaba nada de esto, quiero decir, no buscaba ir más allá del sexo, ni contigo ni con nadie, claro. Mi vida era diferente, la

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vivía sin preocupaciones, sin agobios, sin tener que dar explicaciones, ni pedirlas, no hay nada más humillante que pedir explicaciones a alguien que se burla de ti M: Sí que lo hay, pedirle ayuda a alguien que se burla de ti cuando tú estás desesperada E: Joder... ¡vaya par! M: ¿Y si todo esto fuera el destino que quiere que seamos felices? E: Y comamos perdices, ¿verdad? (sonrió apartándose las gafas de los ojos) Yo lo de la felicidad Maca, no lo creo, creo en estar bien, en compartir cosas, y tampoco te creas que mucho, contigo es diferente, aunque también te digo que debo aprender M: Fui tu maestra una vez, tú la mía (le guiñó un ojo) E: Hemos sido buenas alumnas, porque perdona, pero tú has aprendido a pasos agigantados, ¡qué manera de correrme contigo! M: Yo te digo una cosa, no había tenido en mi vida un orgasmo cómo el primero contigo, ¡uf estuvo genial! E: El mejor orgasmo siempre está por venir (se puso de lado rozándole el brazo) M: Esther... de día mejor no hacer nada indebido, quiero hacer las cosas bien E: Ya perdona (se retiró) La verdad que no estoy acostumbrada a esto M: Esther solo un tiempo ¿vale?, hasta que tenga todo claro. Una vez todo pase no pienso esconderme, te lo aseguro E: Vale, pero... soy muy espontánea Maca, a ver si vamos a tener algún desliz M: Cuando salgamos iré con peluca por los periodistas aunque no suelen venir hasta aquí, saben que no me pueden localizar, pero como está lo del premio E: ¿Ya has acabo de la novela? M: No, estoy en ello, quise terminarla antes de que llegaras tú pero... no podía concentrarme E: ¿Y eso?, ¿problemas de inspiración? M: Sí, un problema llamado Esther... ella es la culpable pero no se lo digas E: De acuerdo, será nuestro secreto (le sonrió graciosamente) Joder ahora mismo me lanzaba a tu cuello M: Mejor que nos relajemos un poco E: Sí, hay que ir a por la pintura

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M: Estás loca (sonrió negando con la cabeza) E: Sí, lo siento es muy tarde para que ahora me digas que no te habías dado cuenta M: Me encanta como eres... E: Gracias, voy a bañarme, ¿vienes? M: No, está muy fría E: Gallina (Esther salió corriendo ante la mirada de Maca que se había acodado sobre la toalla, y al llegar al agua entró gritando) Ahhhhhhhhhhh M: JAJAJAJAJA (reía sin parar) E: ¡Hostia qué fría! M: Te he avisado (le gritó desde la toalla) E: Anda ven M: Ni loca... aquí se está muy bien E: Gallinaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa Después del baño, se tumbó nuevamente en la toalla, en silencio ambas boca abajo se miraban sonrientes, el dedo índice de Maca buscó el de Esther, allí se acariciaban sin decirse nada tan solo sentir que una estaba junto a la otra, la brisa del mar, el sonido del mar, era tan relajante que poco a poco sus ojos se fueron cerrando Cuando los abrieron el sol había descendido, el sonido del oleaje era más fuerte, mientras el de sus corazones iba tan lento que parecía habían entrado en un dilatado éxtasis, se miraron con cariño y se fueron acercando hasta terminar por darse un suave beso, Esther puso su brazo derecho bajo su cabeza, mientras su mano izquierda se entrelazaba con la mano derecha de Maca, se miraron a los ojos viendo ambas unas ganas enormes de triunfar en aquella aventura que ambas habían empezado M: Me encantaría que el tiempo se detuviera y quedáramos tú y yo, sin nadie más, me encantaría que no existiese otra cosa que este faro, el mar, tú y yo, que mañana no tuviera que levantarme pensando en una novela que no deseo escribir, en un premio que tan solo me importa el dinero, y en la manera de encontrar libertad. Me encantaría que tan solo existiéramos tú y yo E: Existimos Maca, tan solo es cuestión de vivir cada momento intensamente, no puedes darle la vuelta a las cosas, porque entonces estás imaginando una vida hermosa, feliz, y la realidad es completamente diferente. Vivimos, tenemos retos, afrontémoslos. ¡Dios parezco una vieja! (dio una carcajada)

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M: Una vieja maravillosa E: ¿Sabes que deberíamos hacer en este momento? M: Sorpréndeme E: Irnos dentro, y hacer el amor hasta no poder más M: Suena maravilloso E: ¿Tienes aspirinas? M: ¿Te duele la cabeza? E: No Maca, hay que tomar una antes y otra al acabar, así no hay agujetas Se miraron y se abrazaron sonriendo divertidas, entregadas y esperando que las cosas funcionaran para poder disfrutar la una de la otra 6 Junio 2005 Durante la semana que pidió Maca, Guillermina y Teresa no volvieron a sacar el tema del divorcio, la pareja les había dejado cuatro días solas, durante esos días, Luis llamaba a Teresa pero no quería hablar con Maca, algo que la mujer agradecía soberanamente para sus nervios porque no sabía muy bien que inventarse. En el faro, el sexo diario era tan necesario como el comer o el beber, pero, también había dejado paso a siestas largas y tranquilas, abrazadas, paseos por la cala durante la noche, pero también trabajo, Esther escribía y Maca leía con total pasión sus historias, encandilada la escritora, la apoyaba, le ayudaba a mejorar ciertas cosas pero siempre asegurándole que iba a llegar muy lejos. También había tiempo para las comidas hechas entre las dos compartiendo risas, las noches de pasión habían sido vigiladas bajo la luz de la luna, y el éxtasis lo encontraron cuando una noche apareció una lluvia fina en la que Maca descubrió que era maravilloso hacer el amor en el mar bajo el manto de lluvia fina Maca había descubierto tantas cosas junto a Esther, la pasión que desbordaba su cuerpo, la calma al sentirse abrazada por ella, la lujuria sin freno, las horas en el atardecer echadas sobre una toalla en la arena con las manos entrelazadas, los largos baños en la bañera abrazadas, pero sobre todo, se estaba descubriendo a sí misma, estaba repleta de fuerza, en su mente había ido abriéndose nuevas ideas para la novela, así como nuevas emociones haciendo que su corazón latiera apresuradamente. Sentía por primera vez en su vida las palabras que le había dicho a su tata, estaba dispuesta a dejarlo todo por Esther, por aquella mujer que en aquellos instantes dormitaba entre sus brazos, por la mujer que con un respirar tranquilo le llenaba de paz. Nada iba a impedirle hacerlo, nada ni nadie, Luis había devuelto las tierras a su padre, pero sabía que aquello nada más era un acto, que las tierras nunca le habían importado, que al principio sirvió para amenazarla a ella, pero con el paso de los años, lo que había conseguido era vaciar su esencia y llenarla de miedo, de apatía, de asco. Todo había llegado a su fin, ahora, tenía la fuerza suficiente para dejarlo

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Estaban en la cala abrazadas, acariciándose lentamente cuando Maca le dijo a Esther M: Cariño... mañana voy a llevarte a conocer la más maravillosa ciudad del mundo, Santiago de Compostela E: ¿Pero cómo vamos a salir si...? M: Yo aún conservo la peluca además, no te preocupes que lo he hecho muchas veces, sé pasar desapercibida (dio una carcajada) E: ¡Cuántas veces te habrás escapado tú y a saber con qué intenciones! M: ¡Pero qué mala eres! Se puso sobre ella haciéndole cosquillas mientras empezaba una lucha entre ambas, nunca, habían sido tan felices como lo estaban siendo en aquel momento Con las primeras luces de la mañana, la pareja se levantó, desayunaron mientras esperaban que Jesús llegara como todos los días hacía para irse con él. Maca no quiso esconderse, si bien, iba con una peluca y una gorra, con grandes gafas de sol ya no por moque pudiera decir Luis, sino, porque quería pasear tranquila con Esther, quería mostrarle los rincones más maravillosos de la ciudad, comer en su restaurante favorito una increíble mariscada, con el mejor vino, quería compartir la experiencia única de ir conociendo la que para ella era la ciudad del encanto con su pareja. En ese momento en que dijo la palabra quizá prohibida se detuvo al ponerse la gorra, se miró en el espejo, había dicho pareja, ¿era Esther su pareja? Quería que lo fuera sin duda alguna, pero ¿sería demasiada carea para ella aceptarlo? Debía ir poco a poco pero con Esther todo había sido como una corriente en las profundidades del mar, la arrastraba con una fuerza que el poco tiempo que llevaban juntas, había sido tan intenso que le parecía como si estuviera años a su lado. La voz cantarina de Esther le hizo salir de sus pensamientos E: ¡Jesús ha llegado! M: Venga vamos E: No le gustas de rubia M: A la tata tampoco (dio una carcajada feliz) E: Esa vieja me ha ganado, es la persona más interesante que he visto en mi vida, ¡voy a crear un personaje la próxima novela que la refleje! M: Estará encantada (recibió el abrazo de Esther y se quedaron mirando a través del espejo) Me hace mucha ilusión compartir la ciudad contigo E: Y a mí que lo podamos hacer. Tengo que comprar una cámara de fotos ¿eh?

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Se dieron un beso rápido y salieron hasta la furgoneta. La seriedad acostumbrada en Jesús las recibió con una ligera inclinación de cabeza M: ¿Cómo están las dos mujeres, Jesús? Jesús: Discutiendo E: ¡Eso es bueno! Jesús: No sé si es bueno o no, pero nunca había visto a Guillermina tan encantada de tener a alguien a su lado No dijo más, subieron a la furgoneta y marcharon hasta la ciudad Esther observaba con los ojos bien abiertos la cantidad de peregrinos que iban cruzándose en su camino, los pies algunos los llevaban sangrando, otros llevaban capas, bastones con conchas típicas del camino, algunos con bicicleta, todos con las mismas ganas de llegar a completar el camino. Cuando Jesús detuvo la furgoneta, bajaron con la sonrisa en los labios marcada M: Lo primero que vamos a ver y disfrutar ahora que estamos frescas, es la Catedral de Santiago, en la Plaza del Obradoiro. Es majestuosa Antes de llegar, Esther se compró una cámara fotográfica que dejó impresionada a Maca, se descubrió como toda una aficionada a la fotografía, y comenzó a manejarla sacándole fotos a ella E: Bueno, ya le he pillado el truco, y ahora tengo a mi impresionante Macarena Wilson de rubia ¡es tan increíble! (se mostraba exultante y feliz) Llegaron a la Plata con las explicaciones de Maca, le iba contando cada uno de los edificios lo que significaba, lo hacía con su voz sedosa, a veces mientras Esther disparaba la cámara, se acercaba a ella y le susurraba en el oído M: Ahí tienes 74 metros de altura en la Catedral, la mejor foto la puedes sacar acostándote como hacen algunos, también tienes el Hostal dos Reis Católicos, Parador Nacional, actualmente es el hotel más antiguo del mundo, aunque se construyó como Hospital de Peregrinos por orden de los Reyes Católicos hace más de 500 años, y ahí (la tomó de la cintura girándola con suavidad al ver que había terminado de hacer fotos al Parador) el Pazo de San Xerome la sede del Rectorado de la Universidad, ya sabes que Compostela es una ciudad de peregrinos y universitarios E: Maca, si sigues hablándole en la oreja de ese modo, me voy a correr y se me han olvidado los salva tangas M: Vale... me separo (le dijo sonriendo encantada de aquella respuesta) Y ahí está el ayuntamiento de la ciudad, llamado el Pazo de Raxoi E: Que bien pronuncias el gallego para ser andaluza

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M: Todo lo hago bien, cariño Y el mundo podía haberse terminado en Santiago de Compostela en aquel preciso instante, aquel cariño, de nuevo, sacudió toda la espina dorsal de Esther quien se aferró a su nueva cámara de fotos para no caerse, Maca tenía la cualidad de hacerle flaquear de pies a cabeza M: Sigo. En lo que hoy es el Parador Nacional, antes como te dije, era el hospital de peregrinos, en él, se separaban a los que necesitaban ayuda por sexo y clase social, también había una sala donde dormían los peregrinos, y un ala donde se recogían a los niños abandonados. Siempre que vengo, me imagino aquella parte de la historia E: Deberías escribir una novela inspirada en aquella época y en este lugar, si hay alguien capaz de plasmar todo aquello, eres tú (la miró fijamente a los ojos) M: Cuando estemos juntas, lo haré, escribiré por fin lo que yo quiera escribir con la temática que me dé la gana y la época que quiera. Y sí... me apetece mucho poder escribir sobre esta mágica ciudad. ¿Entramos a la Catedral? Una vez dentro de la Catedral, Maca miraba la cara de Esther, reflejaba su iración por lo que veía, y ella se sentía feliz de poder provocar ese gesto tranquilo, ese gesto irable, se sentía feliz de compartir ese instante y más cuando de repente Esther le tomó la mano y la apretó con fuerza entregándole una de sus maravillosas sonrisas que fue recogida por un gesto emocionado de Maca. Por primera vez en su vida, alguien le provocaba sentir la felicidad de modo completo, ya no sólo la hacían sentir mujer, sino, que le hacían sentir persona Dedicaron todo el tiempo que les pareció se merecía la Catedral en visitarla, en recorrer la plaza de Obradoiro, de descubrir cada piedra, la cadena que rodeaba al Parador, las vistas desde la esquina de la Plata, fotos y más fotos fueron saliendo de la cámara de Esther M: Ahora comentaremos a caminar por las callejuelas y vas a ir viendo. Esto tan maravilloso que ves, es la fachada de la Acibechería en la Praza da Inmaculada y el monasterio que ves allí es el de San Mariño Pinario, esta parte de la fachada de la Catedral, se le llama de la Azabachería porque antiguamente estaban aquí los talleres que tallaban el azabache, aquí se asentaba el gremio de los artesanos del azabache. Hoy en día sigue trabajándose y vendiéndose en estas tiendas. Luego si quieres le damos un vistazo a las tiendas E: Es increíble Maca, siento una emoción tremenda, yo no creo en Dios, y sin embargo siento estar en un lugar mezclado por la historia y la fe M: Suele suceder, no necesitas ser creyente para sentir cuando paseas por aquí todas esas leyendas que hablan de la ciudad. Este Monasterio por ejemplo empezó a construirse en el siglo XII. Y es el más grande de todo el estado E: La de cosas que habrán visto estos muros

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M: Ya te digo. ¿Seguimos? Se dirigieron hasta la Plaza de Praterías, al llegar Esther lanzó un soberano silbido, le llamaron la atención las escaleras, la inmensidad de la torre M: Venga ponte allí que te hago fotos (le dijo divertida) E: Vale (obedeció sonriente y feliz Sacaron unas cuantas fotos, en la fuente de los Caballos, sentada en las escalinatas, en la fachada de la Casa del Dean. El único problema pero que les servían de continuadas risas era que había tanta gente y tanto peregrino paseando que hacer una foto era complicado E: Es que eres muy lenta M: Claro, ¡la culpa la tengo yo de qué haya tanta gente! (decía jocosa) Joder como pica la peluca E: Me recuerdas a Teresa el día de la despedida M: No le lo recuerdes que aún tengo agujetas de aquel día E: Pero te gustó ¿no? M: Mucho E: Venga... cuéntame cosas de esta plaza tan hermosa. Por ejemplo... ¿por qué se llama así? (le guiñó un ojo graciosamente) M: Pues se llama así porque en la Edad Media en los bajos asoportalados del claustro estaban los talleres de orfebres. Puedes ver que hoy en día siguen las tiendas de los plateros E: ¿Y la torre? M: Se llama Torre del Reloj o Berenguela, cómo se llama la gran campana que marca las horas y se oye en todo el casco histórico (se miraban fijamente a los ojos sin mirar nada más, tan solo dejándose llevar por lo que ellos gritaban en medio de la Plaza) En frente de la fachada de la catedral está la Casa do Cabildo, fíjate sólo tiene 3 metros de fondo, se construyó sólo para embellecer aún más la Praza. Por allí está la Rúa do Vilar y la Casa del Deán, es una casa-palacio si no recuerdo mal del siglo XVIII era el lugar donde los obispos se hospedaban cuando venían a ver la ciudad. Ahora es la Oficina del Peregrino E: ¿Y ahí recogen el título que dicen que te dan al terminar el camino? (seguía mirándola fijamente, nunca, había aguantando tanto tiempo la mirada de una mujer)

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M: Sí, ahí se expide la Compostela, el certificado que acredita a los peregrinos que han terminado el camino y que para los Cristianos tiene mucho valor, para los no creyentes tiene el valor de haber terminado un largo recorrido E: Pues a mí vas a tener que darme una Compostela porque he llegado hasta ti M: La tendrás, te lo aseguro Se hubieran besado de no ser por un turista que les pidió que le hicieran una fotografía a él y toda su familia, tras unos momentos de risas ante la gran familia que trataba de colocarse para las fotos, siguieron el camino M: Aquí estamos en la otra plaza importante de Santiago. La Praza da Quintana. Y justo bajo tus pies, estuvo enterrada bastante gente, fue un cementerio. Por eso se le llama la Quintana de Mortos. Y esa parte de la plata de arriba se le llama la Quintana de vivos E: ¿Y el muro? Madre mía que grande M: Sí, es el muro del Mosteiro de San Paio de Antealtares. Se hizo en el siglo IX entonces habían descubierto el sepulcro del Apóstol y de esta manera lo custodiaban. Es curioso porque antes estaban los monjes si no me equivoco benedictinos y tiempo después fueron sustituidos por las benedictinas de clausura. A las siete y media se pueden escuchar el servicio de vísperas cantado por las religiosas. Además también es una residencia universitaria, eso sí, solo para chicas E: Esto le encantará a Teresa M: Eso me dijo, que cuando vino por primera vez a Santiago se fue con una paz interior enorme E: Para ella debe ser toda una experiencia religiosa (dio una carcajada) Una cosa cicerone, ¿te importa que paremos y comamos algo? M: Para nada, eso sí, algo ligero que voy a llevarte a comer bien Se sentaron en una de las cafeterías que hay en la Plata, tomaron una cerveza acompañando a un sabroso plato de pulpo a la gallega. Hablaron sobre literatura, compartieron libros de lectura, sus críticas, que hubieran hecho en ellas con la historia. Fue un momento de una intimidad diferente pero que compartieron y les gustó Siguieron su camino, separadas pero cercanas. Entraron a tiendas, compraron unas brujitas de la suerte, rieron con las grandes brujas que iban en escobas y daban alaridos, o se les encendían los ojos, o reían con carcajadas diabólicas, pensaron en lo mal que le parecería a Teresa ese regalo, por eso precisamente, Esther reservó una bruja vestida de negro que al dar una palmada al aire se le encendían los ojos y reía de manera maquiavélica. Recorrieron las calles más importantes, hicieron tantas fotos que llenaron la tarjeta de memoria, Maca compró otra de mayor capacidad, era una de las pocas veces que había podido comprar algo sin ser espiada. Hasta que por fin llegaron a la Rúa do Franco donde entraron en una Marisquería para degustar una sabrosa Mariscada

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Tras reposar la comida, se dirigieron hasta el Parque de la Alameda M: He aquí uno de los parques preferidos de Macarena Wilson Fernández, aquí me traía la tata cuando era niña y mis padres le dejaban que me llevara con ella al faro. Aquí disfrutaba jugando con otros niños que no eran pijos y podían mancharse la ropa, caerse y hacerse una herida en la rodilla como algo lógico y normal sin una escandalera por parte de la ladre como decía Guillermina. Es mi rincón favorito. Aquí era libre y cada vez que vengo, me siento libre E: Se respira esa libertad M: Digamos que hay tres parques en uno, el Paseo de la Alameda, la Carballeira de Santa Susana y el Paseo de la Herradura E: ¡Anda le habían parecido de verdad desde ledos! (decía muerta de risa al ver dos mujeres con colores vivos y muy maquilladas) M: Es una escultura dedicada a unas hermanas que eran costureras, que todos los días Hacían el mismo paseo siendo piropeadas por los estudiantes, luciendo los vestidos más variopintos que había en todo Santiago, además de unos maquillajes elaborados polvos de arroz con sombra de ojos y pintalabios llamativos (decía sonriendo al ver de la manera que Esther miraba las dos figuras) Venga dame la cámara que mereces una fotografía junto a ellas E: ¡Oye y eso! (la miró dando una carcajada) ¿Quieres decir a caso que me parezco a ellas? M: Un poco en lo payasa. Ahora ponte al otro lado E: ¿Ya? ¡Cómo tardas para echar una fotografía! Me van a salir arrugas de tanto mantener la sonrisa. Espera... oiga ¿podría hacernos una fotografía, por favor? Ven a mi lado, así seremos cuatro payasas Agradecieron al hombre que le hiciera las fotografías y volvieron a caminar M: ¿Ese edificio? Es el Colegio de San Clemente antes era el Colegio de Pasantes y está construido en el siglo XVII. Tras su fachada está el Instituto Rosalía de Castro E: Me gustaría ir a conocer su casa M: Por supuesto que iremos (le sonrió) Ahora pasaremos al Paseo de los Leones creo que te va a gustar, hay una figura de bronce del gran Ramón del Valle Inclán en el banco en el que solía sentarse E: Me encanta Valle Inclán, ¿ya ti? M: Es imprescindible su lectura (se miraron sonrientes) Ahora vamos a descubrir otra joya. El eucalipto de los enamorados y ahora sí prepara la cámara para hacer las mejores fotos, la visión del conjunto histórico entre carballos y olmos

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E: ¡Joder qué vista! Oye los carballos, ¿son los robles? M: ¡Pero qué lista es mi niña! (sonrieron divertidas) Y allí estuvieron haciendo fotos y fotos sin parar. De todos los ángulos posibles, de todos los rincones de la ciudad. Después se sentaron en uno de los bancos sin decir nada, tan solo observando todo el entorno, pensativas con aquel maravilloso día que habían compartido. Lentamente sus dedos fueron deslizándose sobre el banco, hasta rozarse mínimamente, no se miraban tan solo se rozaban y aquel roce para ambas significaba más que todas y cada una de las caricias que habían compartido, estaban tan ensimismadas en la tierna caricia que el sonido del teléfono les sobresaltó M: ¡Jesús! ¡Nos está esperando, Esther! E: Joder si mira ya la hora que es (decía mirando a su alrededor y dándose cuenta en ese momento de que había anochecido El hombre en su línea habitual, no dijo nada al verlas llegar corriendo con dos bolsas grandes, entraron al coche y lo primero que hizo Maca fue quitarse la peluca entre risas, después le dijo al hombre que la llevara a casa de Guillermina que debían llevarles unas cosas. Esther sacó una caja de una tarta de Santiago, se la entregó al hombre cuando bajó del coche dejándole un beso en la mejilla que no esperaba y que recibió con una leve sonrisa Guillermina: ¡Joer si están vivas! (exclamó riéndose al verlas entrar y recibir los besos de ambas) Hueles a hormonas que apestas M: Tata tenemos poco tiempo Guillermina: ¿Se os hace tarde para hacerla cena, no? (su pregunta irónica desató las sonrisas de Esther) E: ¡Como lo sabes tata! Tengo tantas ganas de hincar el diente T: Si es que estáis hechas la una para la otra (les dijo Teresa mientras Esther se sentaba al lado de la tata dándole un pequeño codazo) E: Te hemos traído un regalito Tere M: Ha sido idea suya (dijo con rapidez mientras cortaba la tarta de Santiago que les habían comprado) Guillermina: Oye guapa, ¿la torta no es para nosotras? ¡Pues deja de cortar y comer, coño! T: Ahhhhhhhhhhhhhhhh

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Bruja: Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh (y tras el grito de la bruja una risa maquiavélica comenzó a sonar en la cara de Teresa) Guillermina: ¡Otia que me meo! (decía tosiendo muerta de risa) T: Esto solo se te puede ocurrir a ti descerebrada (decía dejando la muñeca sobre la mesa) Así compartieron un buen rato hasta que por fin se fueron hasta el faro, cenaron, pasearon por la orilla de la cala mojándose los pies hasta que en un momento de ese paseo en silencio Esther se detuvo y tras un suspiro profundo mirando la arena, levantó la cabeza mirando a Maca y tras sonreír levemente le dijo E: Gracias por hacerme la vida tan maravillosa, Maca M: Esther... (sonrió feliz) E: Me siento feliz a tu lado M: Yo también, cariño, yo también Y tras ese cruce de sentimientos y emociones, terminaron besándose con pasión y ternura 14 Junio 2005 Pasó otra semana donde habían decidido dejar un poco la pasión desmedida y hacer otras cosas, Teresa ya estaba junto a ellas, así como Guillermina a quien la ración de puros se le había terminado con la marimandona de Teresa. Durante aquella nueva semana, un día lo dedicaron con las pelucas puestas a ir a comprar la pintura y entre risas, cansancio y diversión, Esther y Maca habían pintado el faro, había sido una experiencia única para la escritora, nunca antes había hecho algo así, además de tener que soportar las burlas constantes de su tata, también supo lo que era irar a alguien por ser tan terriblemente libre como Esther Sin embargo Esther estaba sintiendo temblar sus cimientos, desde que le había confesado a Maca toda su historia, estaba sintiendo una especie de metamorfosis, durante sus encuentros largamente sexuales, había aprendido a dejarse hacer, a no ser brusca, a que Maca disfrutara de su cuerpo todo cuanto quisiera, y aquello era una novedad a la que le costaba acostumbrarse, tenía momentos de soledad donde sentía como si su vida pendiera de un hilo, a veces sentía que se estaba equivocando de un modo abrumador. Cuando tenía estos sentimientos, huía a un rincón para hablar con Sandra o Consuelo, ambas en Valencia, se habían reunido tras el corto viaje de luna de miel su buena amiga, estaban esperanzadas en que la Esther de siempre, la Esther anterior al demonio de Lidia, volviera a florecer. Cuando les confesaba con voz trémula lo que estaba sintiendo, sus amigas le aconsejaban que lo dejara fluir, que disfrutara, y sobre todo, se habían alegrado de que se confesara a Maca, sin duda, los miedos eran razonables pero precisamente aquellos miedos les daban tranquilidad

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18 Junio 2005 Era sábado por la tarde, llevaban veinte días sin Luís, aquella tarde habían terminado de pintar el faro, aunque había habido cierta trampa, Jesús le había estado ayudando y disfrutando con aquellas dos locas de mucha risa, y unos refrescos de lujo preparados por Teresa. Tras terminar de cenar, Guillermina se fue a su habitación, lo mismo hizo Teresa quien cuando se estaba poniendo los rulos escuchó dos golpes en la puerta T: Adelante (se giró y vio como entraba Esther con una sonrisa traviesa. Sonrió para preguntarle) ¿Qué sucede? E: Querida Teresa, para que veas que no soy tan mala como decís, he venido a traerte esto (le enseñó una cajita blanca) T: ¿Qué es? (la cogió algo sorprendida mientras pensaba en unos pendientes) E: Ábrelo (le decía con su sonrisa eterna) T: ¡Tapones! (exclamó aturdida ante el regalo) E: Esta noche te hará bien ponerlos, voy a enseñarle a Maca algo que la va a hacer aullar como una loba enloquecida (le guiñó el ojo) Buenas noches Teresa la veía marcharse con el ceño fruncido, entonces sin dudarlo y con rapidez se puso los tapones, daba golpes por las puertas del armario para asegurarse que no escuchaba nada, se metió en la cama y apagó la luz, no sin antes susurrar T: ¡Jesús! Por su parte Guillermina había dejado su pesado y viejo cuerpo sobre el colchón, trataba de ponerse unas almohadas en su espalda para darle al mando de la televisión cuando sin avisar se abrió la puerta E: Guillermina te traigo dos cosas que te van a poner a tono. Una, un puro Guillermina: ¡Coño has pasado a la Gestapo! ¿Cómo lo has hecho? (la miraba sonriendo mientras extendía su mano para coger su ansiado puro) E: No se me resiste mujer alguna, Guillermina (le guiñó un ojo mientras le acercaba el ordenador) Guillermina: No pienses que voy a corregir o leer tu novela... eso es para la estrecha de Teresa E: No te metas tanto con mi Tere (le decía mientras manipulaba el ordenador con la mirada fija en la pantalla y la lengua acomodada en la comisura del labio inferior). La segunda es algo que sé estás esperando, una peli porno lésbica, es de las mejores

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Guiller, además con auriculares para escuchar bien todo. Y cuando termine dejas el ordenador que él solo se apague Guillermina: ¡Esther... eres la hoxtia! Muchas gracias hija mía, ¿esto que es?, ¿para que me confunda y no escuche los vuestros? E: ¡Pero qué lista es mi Guiller! La última escena es la que voy a practicar con ella Guillermina: ¡Saca todo lo que hay en ella Esther... lo necesita! (le dijo mirándola a los ojos, Esther entendió que a pesar de parecerlo, no le estaba hablando de sexo) E: Mañana me cuentas Guillermina: ¡Alto! (Esther se detuvo). ¿Y qué le has dado a Teresa? E: ¡Unos tapones para los oídos! Esther corría por el pasillo pero aún alejándose de la habitación de Guillermina escuchaba perfectamente, las toses mezcladas con los aires que salían a propulsión de su cuerpo. Cuando abrió la puerta de la habitación de Maca, la vio con un salto de cama negro que le hizo detenerse en seco mirándola con cara embobada M: ¿Qué le has hecho a la pobre Guillermina que se me va a ahogar? E: Joder... estás de muerte, ¡pero de muerte, tía! M: Pues lo siento... pero me siento muy viva y pienso demostrártelo 19 Junio 2005 El sol estaba naciendo, la brisa del mar llegaba a todas y cada una de las habitaciones. Guillermina, dormía con el ordenador abrazado a su cuerpo, Teresa con los tapones y su redecilla mientras que la pareja, Maca dormía exhausta, sin embargo, Esther con los ojos vidriosos la miraba fijamente, con gesto preocupado, intranquilo, y una mueca en su barbilla que de haberla visto Maca habría sentido una profunda pena No muy lejos del faro, concretamente en el aeropuerto de Santiago un avión tomaba pista con un aterrizaje perfecto, tras los saludos del comandante las puertas se abrieron, los pasajeros descendieron por la escalinata dirigiéndose hasta la cinta transportadora para recoger los equipajes. El sol ya llevaba un buen rato en el cielo, sin embargo de pronto, sin previo aviso, llegaron unos nubarrones negros cubriendo el brillo del mar, al mismo tiempo que esos nubarrones, sonaba el móvil de Teresa, lo hizo varias veces sin embargo, los tapones eran tan buenos que la mujer no escuchaba el sonido, tan solo roncaba durmiendo a pierna suelta No muy lejos, un Jesús casi desquiciado, insistía en el teléfono, cuando vio que nadie respondía, decidió actuar saliendo al paso de Luís que estaba guardando su lugar en la cola para subir a un taxi. Justamente cuando le faltaba una persona, el hombre pensó

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que era el momento adecuado para actuar, se acercó hasta él y como si de verdad se sorprendiera y alegrara de verlo se acercó Jesús: ¿Luís? Luís: ¡Hombre Jesús! Me vienes que ni pintado, había contratado un coche de alquiler pero son tan ineptos que me han tomado mal los datos (decía con su habitual mal gesto) Jesús: Si quiere yo le acerco, no me cuesta nada Como era también habitual en él, la palabra gracias no existía. Jesús con un ardor en su estómago, se dirigió hasta su coche, le dio a la llave y las puertas se abrieron, Luís entró Jesús: Le hacía en Argentina Luís: ¿Has estado en el faro? Jesús: No (quiso evitar problemas con más que posibles preguntas, lo conocía sobradamente) Luís: Bien. Vaya tormenta... (protestó) Jesús: Es típica de la época en la que estamos Luís: Es típica de este lugar de mierda El resto del camino lo hicieron en silencio, Luís ansioso por llegar, Jesús nervioso ante lo que sabía que iba a encontrar, por esa razón, el hombre y su vieja furgoneta fueron haciendo el recorrido lentamente Luís: ¡No puedes darle más velocidad! ¡Nos va a adelantar hasta el más lento de los caracoles! Jesús: Lo siento señor, pero esta furgoneta está como yo, mayor Luís no contestó, estaba lo suficiente fastidiado por tener que acudir al lugar donde más odiaba, saber que iba a encontrarse con Guillermina y por encima de todo, una Maca decidida a pedirle el divorcio El coche seguía avanzando mientras la lluvia se iba haciendo más intensa cuando de repente se paró en seco Luís: ¿Qué ha pasado? Jesús: No lo sé (le dio al arranque del viejo coche pero no respondía) Luís: Pues menos mal que se ha parado aquí (protestaba mirando hacia el faro) No me tendría que mojar demasiado

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Jesús: No se mueva, voy a intentar arreglarlo y no se moja Luís: Mejor será, odio mojarme (cuando salió Jesús bajo la intensa lluvia, murmuró). Odio este faro y odio a Guillermina, solo pensar verla se me revuelven las tripas, coño Jesús abrió el capó y cuando estuvo seguro que Luís no lo veía, miró hacia al faro, había dejado el coche justo en un sitio en el que esperaba que pudieran verlo, sacó su móvil e hizo una llamada, obtuvo la misma respuesta. Preocupado por la situación que podía crearse cerró el capó metiéndose en el coche, el hombre estaba empapado Jesús: Arreglado señor Luís: Venga no pierdas tiempo que me muero de ganas por ver a mi mujer Jesús tras acelerar el coche dos veces con fuerza, se acercó hasta la puerta del faro. Cuando fue a abrir la puerta para bajar, Luís con tono duro le dijo Luís: No entres el coche, puedes irte Jesús: ¿Está seguro? Se va a mojar Luís: Te he dicho que no hace falta que entres (lo miró con dureza) Jesús: Claro, como quiera señor (le dijo ayudándole a sacar la maleta) Luís: Tengo reservado billete para este mediodía marcharnos, a la una quiero que estés aquí Jesús: Claro (cuando lo vio entrar, Jesús puso un gesto de repulsión sacó de la guantera un pañuelo y trató de secarse la cara) Si pudiera... te ponía en tu lugar, pero si lo hago, aún saldría yo perdiendo) La llave rodó en la cerradura, entró con sigilo eran las ocho de la mañana y estaba seguro que si Teresa le había mentido las iba a pillar in fraganti. Dejó la maleta a un lado, con sus ojos de halcón observó todo alrededor, nada extraño encontró, sin hacer ruido, subió las escaleras hacia la habitación de Maca, abrió la puerta lentamente Y allí se encontró en la cama a su mujer durmiendo tranquilamente Mientras Luís había llegado a Santiago en el faro había sucedido: Aún dormía Teresa pero en un momento dado se atragantó, se incorporó en la cama carraspeando mientras buscaba el vaso de agua de su mesilla de noche para beber, al lado estaba el teléfono con una luz encendida. Tal y como hacía presagiar el cielo, la tormenta por fin reventó, un intenso aire entraba por la ventana de la pareja, las cortinas se movían intensamente, a pesar de eso, ellas estaban abrazadas durmiendo, ni siquiera cuando se abrió la puerta de par en par fueron conscientes de nada, porque hasta en sus sueños se estaban amando

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T:LUUUUUUUUUUUUUUUUUUUIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIISSSSSSSSSSSSSS La voz desesperada, la cara descompuesta, los rulos perdidos por la escalera, la redecilla a saber, su respiración agitada, sus nervios desbaratados T: DIOS DE MI VIDA, LUIS VIENE HACIA AQUÍ Nuevo grito esta vez acompañado por un ademán casi rozando la histeria Guillermina: ¿Pero qué coño pasa? (apareció Guillermina mientras las dos mujeres desnudas se levantaban sin saber muy bien que hacer). ¡Ya te has vuelto loca definitivamente! T: Luís está aquí, Luís viene hacia aquí, Jesús lo está trayendo... ¡nos va a matar! M: ¡Joder no! (exclamó asustada) T: Rápido las sábanas, Esther recoge todas tus cosas, llévalas a la habitación de Guillermina, haz la maleta y vete cagando leches Guillermina: ¿Pero dónde coño está? ¡Por qué no se ha quedado allí! ¡Y lo que es mejor! ¿Por qué coño no sé ha caído el avión? T: Tanto desearlo, y mira, nos sale al revés M: Voy a ducharme E: ¿Y yo que hago? (las miraba con la ropa en la mano nerviosa) Guillermina: Huir por las escaleras traseras, vete a la playa escóndete y... M: ¡Es el coche de Jesús! (exclamó atacada de los nervios) T: ¡Ya lo sabía yo! ¡Ya lo sabía yo! El sonido del motor se paró, pero allí dentro la actividad era frenética, todas las mujeres estaban ocupadas haciendo algo, Guillermina era la más activa porque además de llevarse las sábanas hasta el lavadero, iba mascullando todos y cada uno de los tacos que conocía en su contra. Maca se había duchado lo más rápido posible con cuidado de no mojarse el pelo, Esther había recogido toda la ropa de esa habitación y se la había llevado a la de Guillermina, Teresa estaba haciendo la cama con las sábanas nuevas y se había revolcado en ellas para que la sábana bajera pareciera que había sido usada tan solo en el lado de Maca, estaba en ello cuando sonó su móvil T: Está AQUIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII (exclamó como poseída) Guillermina: Coño, coño que una no está pa estas corridas...

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E: Ni pa otras Guiller... (le gritó Esther) T: Ester no estamos para bromas... Guillermina con ella. Maca a la cama Guillermina: A su orden, comandanta Cuando la puerta de la habitación de Maca se abrió, su corazón aún latía desesperado, no quería crearle problemas a Esther, ni tenerlos ella, quería hacer las cosas bien pero aquella visita no entraba dentro de los planes de nadie. Oyó sus pasos y como se acercaba, podía notar su presencia a un lado de la cama, estaba mirándola sentía su mirada fija sobre su cuerpo, escuchó nítidamente como se quitó la chaqueta, aquel sonido le produjo un dolor agudo de estómago. Mucho peor cuando notó como se sentaba a su lado, el movimiento del colchón le hizo temer lo peor, y entonces allí estaba su mano recorriendo su pierna lentamente sobre la sábana, iba ascendiendo hasta rozar levemente su mano que estaba posada sobre su cadera por fuera de la sábana. T: Maca el... ¡Luís! (se giró como si realmente se sorprendiera de verlo allí) Luís: Hola Teresa (se levantó como un resorte de la cama) M: ¿Luís? (igualó en actriz a Teresa) T: Lo siento... no sabía que... Luís: Tranquila, quería darle una sorpresa a mi mujer T: Pues... tranquilo... cuando queráis bajar a desayunar, voy a... (“que se quede por Dios y sacamos a Esther”) Luís: No Teresa (a Teresa casi se le detiene el corazón). Me bajo contigo, quiero que te levantes Maca, nos volvemos a Madrid pero antes quiero ver cómo va la novela M: No quiero volver a Madrid (le dijo levantándose de la cama mientras Teresa apretaba su mano contra la bata que llevaba puesta y sentía los nervios en su estómago). Quiero quedarme aquí, necesito esta paz para escribir Luís: Maca (la miró fijamente, sus ojos no eran fieros, parecían sinceros). Nos volvemos a Madrid, allí tendrás paz para continuar tu trabajo. Vamos Teresa A Maca se le cerró la boca del estómago, volver con él, era alejarse de Esther, sus pensamientos volaban casi a la velocidad de la luz, estaba convencida de que por esta vez no se iba a resignar, buscó fuerza con un gran suspiro que le llegó al alma y salió hacia la habitación de Guillermina Dentro, Guillermina había estado diciéndole a Esther lo que debía hacer, si la veía allí perderían el bastión de la seguridad que él tenía con Teresa y la necesitaban hasta que Maca pudiera quedar libre. Esther la oía hablar pero no la escuchaba, sentada en la cama con los nervios desbaratados y con unas ganas locas de reír por la situación, pensaba en algo que durante la noche le había ocurrido con Maca, y precisamente mientras pensaba

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en aquello se abrió la puerta, ambas se asustaron pero todo se calmó cuando vieron tras la puerta a una Maca alterada M: Esther (la llamó con necesidad) Guillermina: Ya sabes lo que debes hacer, voy a distraer yo a Luís (se notaba su fastidio tanto en su gesto como en su voz) E: Gracias Guiller (la miró por largo rato y su mirada triste alertó a la mujer) M: Esther... voy a volver a Madrid. Pero te espero en casa de Teresa mañana, voy a dejar a Luís... ya no aguanto más, te quiero, te amo, te necesito en mi vida cariño (lo dijo con los ojos bañados en lágrimas, con sus manos sujetando con dulzura sus mejillas, con una necesidad reflejada no solo en su gesto entregado sino, en su piel, parecía que toda ella a través de sus poros le estaban gritando ese te quiero). Mañana seré libre para ti, mi amor Se abrazaron con fuerza, se miraron a los ojos y mientras Maca salía por la puerta, Esther sentía como algo en su interior acababa de morir Cuando Guillermina llegó a la cocina, vio sentado a Luís ante untaza de café, notó los nervios de Teresa por el movimiento rápido de sus pupilas, se acercó y cuando él la vio su sonrisa sarcástica le provocó unas terribles ganas de degollarlo como se degollan los cerdos Luís: Si está aquí la vieja Guillermina... Guillermina: Ya veo que el milagro no se realiza (soltó ante la mirada asustada de su amiga Teresa) Luís: Pienso lo mismo. ¿Cuándo piensas morirte? Guillermina: Cuando lo hagas tú Luís: No me extrañaría nada que tengas un trato con el diablo, eres tan bruja (Teresa contemplaba la escena con cierto dolor por las palabras que le dedicaba a la mujer. Pero advertida por ella, debía seguir jugando su baza de amiguita de Luís) Guillermina: Lo que pasa es que mala hierba nunca muere por mucho trato que haya Luís: Lo dices por ti, claro Guillermina: Claro, Luís, lo digo por mí, porque estoy segura que a ti, como los cerdos, te llegará el San Martín Luís: Vieja asquerosa (le espetó) Guillermina: Me encanta como te jode que te digan la verdad. Tere ¡un café que hoy lo voy a saborear!

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Luís dejó el periódico que había comprado en el aeropuerto, y se levantó, en el mismo instante que Maca entraba a la cocina, ambas mujeres respiraron tranquilas, Esther se había marchado Luís: No tardes, tenemos que trabajar (dicho esto se fue hasta el salón) En la cocina la tensión era patente, las tres mujeres respiraron aliviadas por lo cerca que había estado de descubrirlas. Maca se sentó frotando sus manos, Teresa derramó el café sobre el mármol de la pila y fue entonces cuando Guillermina habló Guillermina: Ni un día más Maca, no quiero verte en el telediario como una cifra más de la violencia de género, está demasiado cambiado M: Dile a Patricia que empiece con los papeles del divorcio T: Maca... M: Se acabó Teresa, no puedo vivir sin Esther, ni puedo ni quiero Entre tanto, en el comedor los ojos escrutadores de Luís miraban alrededor, sin embargo algo del exterior le llamó la atención, algo que se movía hacia las escaleras, se apresuró a subir hasta el cuarto de Maca, entró como si fuera un huracán y allí la vio, la vio caerse, la vio levantarse de la arena y como luchaba con una maleta por avanzar Luís: Esther Era cierto, Esther luchaba no solo contra la arena, ni contra la lluvia que caía, sino también, contra sí misma, contra lo que había vivido, contra lo que sabía iba a anhelar, contra un sentimiento que había nacido y que le provoca un terror que no podía soportar, le hubiera gustado quedarse y arrebatarle a Luís cara a cara a la mujer más maravillosa que había conocido, le hubiera gustado salir mucho antes del faro de que Maca le dijera las palabras que le habían convertido su corazón con en aquellos minúsculos granitos de arena, hubiera querido no ir al faro nunca, hubiera querido no flaquear y murmurar un te quiero tras una noche de pasión, le hubiera gustado en ese momento ser parte de aquel mar que golpeaba las rocas casi con la misma fuerza que a ella su miedo el corazón. Cuando estuvo lo suficientemente lejos del faro se derrumbó, cayó sobre los matojos que separaban la cala del complicado camino de huida, se confundieron en ella las lágrimas con las gotas de lluvia golpeando su rostro, se abrazó a sí misma muerta de miedo, temblaba, balbuceaba, por primera vez en mucho tiempo, el amor había ganado en su interior la cruel batalla que libraba con el dolor En el interior del faro las tres mujeres desayunaban ajenas al descubrimiento que Luís había hecho, Maca no tenía apetito tan solo unas ganas locas de revelarse, pero era consciente que no podía hacerlo en aquel momento, no quería que Guillermina sufriera viendo lo que ella estaba segura iba a sufrir, ni Teresa, la mujer se había jugado su profesionalidad a los ojos de su marido por ella, no quería ponerla en una tesitura complicada para ella, por eso, su mente iba trazando un plan, como buena escritora, en

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todos los lugres de la casa siempre había un papel y un bolígrafo esperando, anotó algo en una hoja y se la pasó a Teresa quien al leerla asintió y resopló Tras ver a Esther el interior de Luís se volvió un infierno, se giró violentamente sobre sus talones, aquellos ojos inquisidores se habían vuelto rojos de ira, olió la sábana, entró al cuarto de baño, miró todo cuanto allí había, su furia iba aumentando poco a poco, salió al pasillo llegó hasta el cuarto de Guillermina, pero no pudo entrar el olor a la mujer le revolvía las tripas, llegó hasta el cuarto de Teresa, movió las cosas, pero nada, lo habían tenido perfectamente planeado, y ni aún su llegada por sorpresa pudo pillar a Maca. Salió hasta el comedor nuevamente, las mujeres lo habían escuchado bajar las escaleras, el ambiente era tan tenso que casi no se podía ni respirar, habían cruzado miradas entre las tres, y Guillermina sabía como la que más, comenzó a hablar de sus dolores de reuma para que Luís no pudiera sospechar a que se debía aquel intenso silencio. Pero Luís no estaba para fijarse en el silencio, él estaba para encontrar algo que le diera la razón, algo que no le dejara por loco, pero hasta ese momento no había hallado nada, tan solo un flash llegó a su mente, Jesús abriendo el capo de su vieja furgoneta Luís: Hijo de puta, me las vas a pagar tú también (musitó con rabia) Sin embargo, algo hizo que su rabia se detuviera, algo que vio y captó toda su atención, se acercó y lo tomó en sus manos, hasta que la voz de Teresa llamándolo hizo que lo guardara rápidamente en su cartera T: ¿Luís quieres que veamos la novela? (Luís la miró, y aquella mirada que le dedicó hizo que la mujer sintiera un escalofrío en su espalda) Luís: No, quiero hacerlo con Maca. Y llama a un taxi para que se lleve a Guillermina T: ¿Un taxi? (miró por la ventana y seguía lloviendo). Está bien Teresa llegó a la cocina, Guillermina se mostraba con un gesto adusto, demasiado adusto, Maca se había subido a su habitación, entre las dos mujeres no hubo palabras, tan solo una mirada demasiado triste Guillermina: Voy a hablar con Patricia T: Me ha dicho que te pida un taxi Guillermina: Rata inmunda (protestó con gesto de hastío) T: Guillermina crees que... (entonces sonó su móvil al ver el nombre reflejado en la pantalla le dijo en voz baja). Es Jesús. Sí, tranquilo nos ha dado tiempo, ah... vale... ¿podrías venir a recogerla? Sí, sí. Gracias. Viene Jesús, ha recogido a Esther Guillermina era consciente del paso que iba a dar Maca, ese fue el motivo y no otro de no enfrentarse a Luís, subió las escaleras hasta el cuarto donde su niña trataba de tranquilizar su agitado corazón, se miraron sin decir palabra, se abrazaron, la vieja tata

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la besó hasta no poder más. Entonces se abrió la puerta y se oyó la voz desagradable de Luís cortando la escena Luís: Maca te estoy esperando, deja ya el drama para otra ocasión. Vamos M: Ya nos hablamos desde Madrid Guillermina: Claro mi vida, trata de concentrar todas tus fuerzas en esa novela (acentuó con fuerza ‘”esa” y Maca que la entendió asintió con una sonrisa triste) Luís: Vamos Maca pasó sin mirarlo si quiera, Guillermina por el contrario lo contemplaba con el mayor odio acumulado que pudo. Entonces Luís le dedicó una sonrisa ciertamente malévola y se fue tras su mujer Guillermina: Tengo un mal presentimiento (susurró al ver como la puerta se cerraba) Maca subió las escaleras que la llevaban hasta el cuarto donde escribía repitiendo una y otra vez la misma frase “soy fuerte, no va a poder conmigo” cada escalón que alcanzaba su pensamiento era más y más fuerte, quería mostrarse tranquila, no quería que Luís se alterara, sus planes eran otros muy distintos y estaba dispuesta más que nunca a llevarlos a cabo. Pasó y notó como él también lo hacía y cerraba la puerta. Maca se dirigió hasta donde Teresa había sacado su novela, se la entregó, él la miró fijamente tratando deponerla nerviosa, sin embargo ella aguantó su mirada sin divagar, sin casi pestañear. Luís sintió miedo, por primera vez en su vida matrimonial, sintió miedo, Esther había estado junto a ella, le habría dado todo lo que necesitaba, aquel pensamiento se apoderaba de él, lo llenaba de ira, pero al mismo tiempo, una parte de su corazón temblaba con la sola idea de que pudiera firmemente plantearle el divorcio, trataba de tranquilizarse no podía perderla, y por eso, dejó los folios a un lado y le hizo un gesto con su mano para que se sentara en el sofá que había Luís: ¿Cómo estás? (su tono de voz sonó convincente) M: Bien Luís: He pensado, ya que he sacado los billetes sin preguntarte a ti primero, cancelar el viaje si quieres quedarte un tiempo más aquí M: No, está bien que nos vayamos (contestó alerta, lo conocía de sobra como para no fiarse) Luís: ¿Te sientes a gusto con la novela? (se recostó un poco en el sofá) M: Sí, creo que es un buen trabajo, pero aún me queda mucho Luís: Maca... te he echado de menos (le dijo mirándola a los ojos, Maca no contestó. Él carraspeó como entendiendo que ella no compartía el mismo pensamiento). Bien... voy a leerla, ¿quieres despedirte en condiciones de Guillermina?

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M: No, me quedo aquí, quiero saber qué opinión te merece Luís: De acuerdo Era como una partida de póquer, a ver quién de los dos se marcaba el mejor farol para vencer al otro. Luís prácticamente no podía concentrarse para leer, Maca ni siquiera lo veía, cada uno en su mente marcaba la mejor jugada para engañar al contrario Luís: (“No puede saber que he visto a Esther, ¡la puta enfermera!, no debí jamás fiarme de nadie, Teresa también me ha engañado ¡ya tendrás tu parte, hija de puta! Y Guillermina seguro está encantada por fin su Maca ha follado, porque estoy seguro que a eso ha venido Esther, no, no le puedo decir nada, si le digo le daré un motivo para que se haga fuerte, antes no tenía nada a lo que agarrarse, ahora está esa maldita enfermera, pero cada una recibiréis vuestro merecido. Nadie Maca, nadie va a apartarte de mí, antes muerta”) M: (“No puedo decaer, ahora tengo a Esther, ella me ayudará a superar esto, ahora tengo un motivo verdadero, un amor verdadero para luchar, para dejarte Luís, puedes decir a los cuatro vientos que soy lesbiana, que no me va a importar, puedes decir que soy una puta como sé que dirás, pero no me vas a vencer, tengo lo más importante que se puede tener en la vida, el amor, algo que tú nunca podrás saborear. Esther... mi Esther... mi niña que intensos días, que intensas noches, ¿cómo puedo quererla tanto? No, quererla no, amarla, amarla tanto”) La partida seguía para cuando Jesús recogía a Guillermina. Teresa la acompañó hasta la puerta, con la esperanza de que Luís no viera la camaradería con la que se trataban. Al subir, en la parte trasera una temblorosa Esther arropada con una manta la miraba con una mirada extraña Guillermina: La puta madre que lo parió Jesús: Guillermina, esto no puede continuar así (le dijo el hombre preocupado) Guillermina: Lo sé. ¿Qué tal estás hija? E: Calada hasta los huesos Guillermina: Lo siento, pero era lo mejor para Maca, de haberte visto, su mundo sería un infierno. Y a partir de ahora, la abogada se encargará de todo, va a pedirle el divorcio Esther, está decidida La mirada de Guillermina hacia Esther fue de una mezcla de gratitud y temor, Esther le aguantó poco tiempo aquellos ojos que tanto le decían, lo único que acertó a demostrar fue una leve sonrisa Guillermina: Vamos a casa Jesús, tiene que darse una ducha caliente y tomar un caldito, luego habrá que llevarte al aeropuerto ¿no, Esther?

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E: Sí, claro Guillermina: Piensa que mañana os volvéis a ver, quita esa cara de susto En el faro, Teresa recogía las cosas a toda velocidad, se aseguró que no hubiera rastro de Esther, cuando estuvo completamente segura de que no lo había, se sentó un minuto en el sofá, estaba atacada y porque no reconocerlo, muerta de miedo Luís: Teresa (la llamó Luís desde el quicio de la puerta del comedor) T: ¡Qué susto Luís! Luís: Lo siento, no ha sido mi intención. ¿Lo tienes todo preparado? T: Sí, hijo Luís: Mientras Maca se viste quería preguntarte algo T: Claro, tú dirás Luís: ¿Estás completamente segura que Maca no ha recibido visita alguna? (la miraba fijamente) T: Ninguna, vino una prima suya y Guillermina, que ya te avisé, el resto del tiempo lo pasó paseando por la cala, escribiendo, descansando (“y dale... espero que no sospeche nada”) Luís: Encuentro a Maca algo diferente T: Yo creo que está relajada (“con tanto sexo como para no encontrarle diferente”) Luís: Debe ser M: ¿Nos vamos? Mientras en el aeropuerto, Jesús dejaba a una cansada Esther, el hombre quiso acompañarla hasta el interior pero se encontró con su negativa E: Tranquilo Jesús, ya has hecho mucho por mí, te lo agradezco (le entregó una sonrisa amable y sincera) Jesús: Cuídate no vayas a resfriarte E: Imposible, con el caldo de Guillermina creo que estoy vacunada para el resto de mi vida (sonreía recordando aquel caldo que no sabía de dónde había salido) Jesús: Buen viaje

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E: Cuida a Guiller Jesús: Así lo haré Esther se quedó mirando como el hombre se marchaba, había saboreado aquella ciudad con una cicerone única, había vivido intensas emociones y sobre todo, había descubierto unos sentimientos a los que reconocía no estaba preparada para sentirlos. Se sentó durante unos segundos frente a la ventanilla de Iberia, cerró los ojos sintiendo lo profundo que Maca había llegado a su interior. Tras exhalar intensamente un suspiro repleto de angustia se levantó dirigiéndose hacia la ventanilla. Jesús había dejado a Guillermina en casa, había cambiado la vieja furgoneta por su coche y con el dolor de no poder enfrentar a Luís llegó al faro. Conforme iba acercándose pudo ver en el balcón quedaba a la cala a una Maca que se abrazaba fuertemente, el hombre negó tristemente con la cabeza, sabía lo mucho que había disfrutado la escritora y lo único que pedía era que tuviera fuerzas para enfrentarse al divorcio del que le había hablado horas antes Guillermina Guillermina: Creo que esta vez sí que lo va a intentar, pero no me gusta que se vaya a Madrid, debería hacerlo aquí y con Patricia a su lado, él va a jugar sus cartas para que no se mueva de su lado, lo he visto mal, por primera vez en muchos años lo he visto cagado de miedo, Jesús Jesús: ¿Puedo hacer algo? (el hombre la miró preocupado) Guillermina: Ya lo has hecho (le tocó la cara emocionada). Si no es por ti, si llega Luís y la encuentra con Esther, si la llega a ver, posiblemente, ninguna de nosotras hubiéramos podido frenar su ira Sacudió su cabeza para borrar la mirada triste de la vieja tata. Llamó al timbre y le contestó Teresa T: Luís, Jesús ya está aquí Luís: ¡Puedes ver qué diablos hace Maca! T: Claro Luís: Jesús mete las maletas en el coche (por supuesto se olvidó del “por favor”) Teresa subió las escaleras con rapidez, sabía que iba a tener poco tiempo para hablar con Maca, Maca era consciente de lo mismo T: ¿Qué te ha dicho? M: Que le gusta

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T: No me lo creo, Maca. ¿No ha notado que lo he escrito yo? M: Ahora lo que me importa es que he quedado con Esther mañana en tu casa a las once T: ¿Vendrá esta noche? M: No lo sé, no nos ha dado tiempo de hablar más T: Luego la llamo. Venga, venga, vamos M: Lo encuentro muy extraño (le dijo mirándola con el ceño fruncido) T: Está cagadito, Maca M: Necesito decirte algo más, en el aeropuerto, tenemos que ir al lavabo Bajaron las escaleras en silencio, Maca delante con gesto serio pero tratando de no alterar a Luís, Teresa con preocupación, ella no podía evitar ese pensamiento de duda (“¿cómo podía Luís tragarse que Maca había escrito aquello?”) El vuelo hasta Madrid fue tenso, ninguno de los tres habló, ninguno trató de empezar una conversación más bien todo lo contrario. Cuando salieron de la terminal de Barajas, fueron directamente acoger un taxi. Luís se detuvo girándose y diciéndole a Teresa Luís: Coge tú el primero, nosotros vamos en otro T: De acuerdo. Maca cariño... mañana hablamos (le dio dos besos) M: Hasta mañana Luís: Vamos (estiró de su brazo con suavidad) Llegaron a casa sin hablar, entraron en las mismas condiciones, subió Maca a su cuarto y se metió en él, cerró la puerta. Oyó como Luis pasaba de largo y suspiró. Miró el teléfono lo había desconectado por si Esther le mandaba algún mensaje, al conectarlo no halló nada y respiró aliviada. Se quitó la ropa, se puso el pijama y bajó hasta la cocina. Luís no estaba Mientras en casa, Teresa, se disponía a hablar con Guillermina, había algo que no le gustaba, algo que no terminaba de entender en la actitud de Luís T: Guillermina... Guillermina: ¿Estás con Maca? (preguntó ansiosa) T: No, se han ido a casa

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Guillermina: Tere, tengo un muy mal presentimiento T: Luís no ha disparado ni una sola vez contra Maca, se ha leído la novela y le ha dicho que está muy bien ¡se ha tragado lo que he escrito yo mientras estaba con Esther! Guillermina: Algo esconde Tere (su tono distaba mucho al de la vieja tan dicharachera, al contrario, se mostraba muy seria y preocupada) T: Guillermina, ¿te digo lo que me ha dicho Maca en el lavabo antes de salir del aeropuerto de Santiago? Guillermina: Dime (le contestó cerrando los ojos tras un suspiro) T: Mañana por la mañana, le va a pedir el divorcio, si a las doce no ha venido a casa, la llamaré al móvil, si no contesta al móvil llamaré a la policía Guillermina: Si tuviera veinte años menos, mi niña no necesitaba a la policía (dijo entre dientes con rabia) T: Voy a rezar Guillermina Guillermina: Lo vamos a necesitar. Pero también necesitaremos algo más T: Está bien Guillermina ¿qué propones? 20 Junio 2005 La noche fue para todos demasiado oscura, Maca y Esther pasaron las horas pensando, mirando las paredes como si allí se dibujaran sus caricias, Teresa se pasó la noche rezando y a las cinco de la mañana sin poder aguantar más los nervios, se levantó. Decidida a hacer algo buscó en su maleta de mano la novela de Esther, debía leerla y se sentía fresca para hacerlo T: ¿Dónde lo puse? Maldita sea con las prisas debí dejarla en el faro. Tendré que avisar a Santiago. ¡Ay virgen del Carmen! Por favor obra el milagro, obra el milagro Guillermina por su parte, se había levantado al amanecer, se había arreglado lentamente y a las siete, Jesús pasaba a por ella, Patricia la recibiría la primera en su despacho de abogados. Tenía trato preferente, y a ese trato quiso aferrarse para poder ayudar a su niña. Luís, tampoco había podido dormir, saber que Maca había estado con la enfermera le provocaba nauseas, se había bebido media botella de coñac para caer rendido en la cama y no pensar. Sin embargo el sol había salido, eran las ocho de la mañana y él seguía imaginando las escenas entre ambas mujeres, y un dolor agudo traspasaba su corazón como si fuera un puñal que no podía sacar, que le estaba haciendo sufrir segundo tras segundo Finalmente se levantó agotado, con dolor de cabeza, despeinado, con ganas de llorar, la piel que él había disfrutado había sido invadida por otra mujer, su mujer había sido llena

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de un placer que él jamás pudo darle. Y cuando entró en la cocina y se encontró con Maca, sintió un temblor que le recorría la espina dorsal Luís: Buenos días (trató de que su voz sonara fuerte aunque no lo logró) M: Luís tenemos que hablar Luís: ¿De qué? M: Me voy, te dejo. El divorcio te llegará en breve Como si el polo Norte se resquebrajara y un gran alud de nieve cayera precipitadamente sobre el mar arrasándolo todo a su paso, así sintió en su interior Luís como su vida caía sin control tras la frase de Maca. La miró con el ceño fruncido, la miró con el corazón a toda máquina, la miró y la miró, sin entenderla, sin permitirle que mencionara aquellas palabras, la miró prohibiéndole respirar sin él, la miraba expectante y temeroso, aquella no era Maca y él no era Luís M: Cuando termine la novela te la enviaré para que hagas lo que quieras, todo lo que ganes te lo entrego, los derechos de autor, absolutamente todo no quiero nada. Me voy (giró sobre sus talones) Luís: Tú no te vas (su voz trató de ser fuerte pero apareció con un ligero temblor, mientras su garganta se iba secando por el miedo que le hicieron sentir todos y cada uno de los acontecimientos que Maca había vivido y que le daban fuerzas para enfrentarlo) M: He llegado hasta aquí, Luís. No voy a permitir que la vida pase de largo ante mis narices, no voy a permitir vivir al lado de un hombre obsesionado en su propio mundo y su propia mentira Luís: Que hija de puta eres (arrastró las palabras mientras lentamente sea cercaba a ella) Te la has estado tirando en el faro, has conseguido lo que siempre supe qué harías, porque eres una zorra M: No voy a discutir contigo, es tan sencillo como que a partir de este momento no voy a estar a tu lado Luís: No des ni un paso, Maca (su respiración comenzaba a acelerarse) Sin embargo ni sus palabras, ni su actitud que otras veces había conseguido detenerla, lo lograba en ese momento, Maca salió de la cocina yendo hacia el comedor, allí tan solo la esperaba una pequeña maleta y el maletín del ordenador, caminaba con paso firme sin una sola duda, sabía que en el momento dudara, él caería sobre ella, no estaba dispuesta a consentir sus manipulaciones, sus obsesiones, ya no, porque en ese momento de su vida tenía algo tan poderoso como era el amor de Esther Luís: Si cruzas esa puerta, te mataré. Antes de dejar que te revuelques con esa puta, te mataré

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Sus palabras salían de su boca como si pudiera disparar balas, como si pudiera herir a su mujer y que cayera ante él, entonces la abrazaría le diría abrazándola con la sangre recorriendo su cuerpo, lo mucho que la amaba, era justo lo que quería, detenerla de cualquier modo. Sin embargo él había ignorado que Maca llevaba un chaleco antibalas que le hacía por primera vez inmune a sus disparos M: Adiós Luís Luís: ¡Maca! (se abalanzó sobre ella agarrándola fuertemente por el brazo, tan fuerte que la detuvo en seco. Y como si fuera un niño asustado, como si el Luís manipulador, obsesivo, maltratador se hubiera esfumado y se hubiera quedado allí un niño asustado, dependiente, le habló) Por favor Maca, no me dejes M: No te humilles Luís, esto ya no tiene sentido (al girarse y mirarle los ojos por primera vez en su vida sintió pena por aquel hombre) Luís: No puedo vivir sin ti (su expresión era de un profundo desasosiego, jamás antes había aparecido en él ni la mirada ni el gesto de pánico que mostraba) M: Déjalo, por favor (lo miró ladeando un poco su cara de lástima) Luís: Si te vas, si me dejas no voy a poder vivir... (hubo un pesado silencio, escaso en el tiempo pero que sirvió para que Luís le preguntara con un terrible dolor marcado en su rostro) ¿Te vas con ella? M: ¡Suéltame! (no fue una orden, tan solo un golpe de voz autoritaria) Luís: Ella no te quiere, no te ama, yo sí M: Luís a lo que tú llamas amor, yo le llamó maltrato e imposición, obsesión y tortura (le decía con las venas de la garganta bien marcadas, rozando la histeria contenida) Luís: Te estás vengando (sus pupilas temblaban) M: Estás enfermo, deberías pedir ayuda. Adiós Luís: ¡Ella te va a hundir! ¡Ella te va a destruir! (la había soltado pero su cara se mostraba totalmente trastornada) ¡Maca! ¡Maca! M: No me busques Luís, ni lo intentes, porque si lo haces, tengo pruebas para destruirte como hombre (le aguantó firmemente la mirada y agregó) ¿Me has entendido, verdad? (él la miró con terror, claro que la había entendido) Tendrás noticias de mi abogada Luís no lo podía creer, ¡le estaba amenazando! ¡A él! Cuando fue a salir para detenerla a la fuerza, vio que allí la estaba esperando un taxista, alto y demasiado fuerte, el hombre lo miraba intensamente y aquella mirada le hizo detenerse en seco al ver como se acercaba hasta Maca para ayudarle, aquel hombre era demasiado fuerte para él, por su parte, Maca agradeció la presencia de aquel taxista que Teresa había escogido por insistencia de Guillermina, precisamente para no tener problemas. Cuando Maca subió

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al taxi, cuando cruzó la puerta de lo que había sido su infierno, no pudo más que llorar de felicidad, las lágrimas bañaban su rostro mientras miraba por la ventanilla y una sonrisa se mezclaba con ellas Mientras, Luís sentía que se ahogaba, le dolía el pecho, sentía un pinchazo intenso, su respiración, sus ojos abiertos como platos, sentía que se moría, sentía que la muerte había llegado en el mismo taxi que Maca había utilizado para dejarlo Teresa no podía centrarse en nada, durante la noche había estado pensando la manera de proteger a Maca tal y como le había pedido Guillermina, estaba tan angustiada que no podía pensar con claridad, hasta que de pronto recordó el sobrino de una compañera de la Iglesia, y sin dudarlo a pesar de que el reloj marcaba las cinco y media, llamó, entendía que la vida de Maca estaba en peligro y no podía cruzarse de brazos esperando que sus rezos surgieran efecto. Guillermina tampoco podía dormir, se había quedado en la mecedora pensando, Patricia le mandaría los papeles para que firmara el divorcio, renunciaba a todo cuanto podía pertenecerle, tan solo quería libertad, una libertad para que junto a Esther pudieran disfrutar de la felicidad Guillermina: ¡Algo me dice que va mal! Dios, si de verdad existes, demuéstramelo, tan solo con su muerte podrá mi niña librarse de él El reloj marcaba las diez de la mañana, Teresa había llamado a Esther para decirle que la estaba esperando, quería explicarle las cosas que estaban sucediendo, quería que estuviera preparada, Maca había pensado marcharse al faro, allí, Jesús sería el guardián para protegerlas. Sin embargo, el teléfono de Esther le decía: - El teléfono está apagado o fuera de cobertura T: Qué raro... ¿dónde estará? El taxi se detuvo en el portal de la casa de Teresa, ahí empezó a sentir plenamente su libertad, estaba exultante, no anduvo, corrió hasta llegar al timbre y llamar. Teresa dio un respingo, era o Esther o Maca, y rezó durante el pasillo para que fuera Maca, para que realmente hubiera podido salvar su vida, hubiera podido ser ella misma y sola 10:00 T: ¿Quién? (su voz mostró sin tapujos su miedo y ansiedad) M: ¡Yo Teresa! T: Alabado sea el señor

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El abrazo que se dieron cuando se abrió la puerta del ascensor, estuvo repleto de felicidad y lágrimas, repleto de vida, repleto de libertad T: Ya está Maca, ya está. No llores M: Teresa, ¡soy libre! (le hablaba mientras se mezclaban en su rostro las sonrisas y las lágrimas) ¡Libre! T: Me alegro tanto (la miraba emocionada, con sus ojos temblorosos por la felicidad, por las ansias de verla volar y ser feliz) Pasa... pasa. Hay que llamar a Guillermina M: ¿Y Esther? ¿Qué ha dicho? T: No he podido hablar con ella, tiene el teléfono fuera de cobertura M: Bueno, no pasa nada, ahora la llamaré, primero Guillermina. T: Maca... espera... ¿seguro qué estás bien? (la miraba fijamente con gesto de dudas) M: Mejor que nunca, Esther va a estar a mi lado y es lo único que quiero T: ¿Y si Esther no estuviera? (su gesto cambio de duda a dolor y su voz sonó triste) En Valencia, Consuelo había estado llamando a Esther, su marido por fin se había depilado, se había quitado la barba, había dejado por un fin de semana el fútbol y le había hecho la propuesta de llevarla de viaje a Santiago y así, cumplir uno de sus sueños, visitar la ciudad mágica. Tenía todo preparado cuando llamó por teléfono, no quería molestar, pero estaba inquieta se moría de ganas de ver a Esther y coincidir con ella en Santiago. Sin embargo tras insistir, decidió llamar a Sandra Consuelo: ¿Sandra? Sandra: ¡Hola Consuelo! ¿Ya estás lista? (le preguntó con alegría por su amiga) Consuelo: Sí, sí. Estoy con unos nervios en el estómago, eso de coger el avión me da mucho miedo Sandra: Tranquila, que todo va a ir estupendamente Consuelo: Eso espero. Pero te llamaba porque estoy tratando de localizar a Esther Sandra: Ya verás que alegría le vas a dar Consuelo: No lo dudo, pero me dice el teléfono que está fuera de cobertura o lo tiene apagado Sandra: Bueno Consuelo, debe estar en la faena, ya sabes cómo es (sonrió pensando en la voz cantarina que a Esther le había aparecido desde que estaba junto a Maca)

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Consuelo: ¿Pero no te parece extraño? No la he llamado una vez solo ¿eh? Sandra: Se habrá quedado sin batería, no ves que sólo está por lo que está Consuelo: Tú podrías llamarla para avisarle, me gustaría tanto que viniera a por mí al aeropuerto. A lo mejor en sus circunstancias es mucho pedir Sandra: No te preocupes boba, tiene tiempo de sobra para estar con Maca, y estoy segura que le hará ilusión saber que por fin vas a viajar. La llamaré, y si veo que sigue con el teléfono desconectado, llamaré a Teresa Consuelo: Gracias, es que yo no me atrevía, tú tienes más trato con ella Sandra: Pues vete tranquila, y disfruta ¡y llame cuando estéis juntitas! Consuelo: ¡Qué miedo, Sandra! ¡Que ese trozo de hierro vuela muy alto! (le decía mientras escuchaba la carcajada nítida de Sandra) En el comedor de casa de Teresa, Maca seguía mirándola fijamente, aquella pregunta le hizo temblar de pies a cabeza M: ¿Qué quieres decir, Teresa? T: Tengo miedo Maca, no te lo voy a negar, Esther no sé si está preparada para esto M: Claro que lo está, lo hemos hablado, ¿a caso te ha dicho algo? (la miró con desdén) T: No, no, ya te digo que no he podido hablar con ella M: Va a venir Teresa, estoy segura que va a venir T: He pensado que mejor te dejo sola para cuando venga M: Sí, tengo tantas ganas de gritar, ¡de comerme el mundo! (exclamaba feliz) Escribiré la novela, y después, tú serás mi representante Teresa, y cambiaré mis temas, escribiré lo que me nazca y cuando tenga dinero, me llevaré a Esther a dar la vuelta al mundo. Cada día despertarme junto a ella va a ser mucho más de lo que había soñado (sus ojos se mostraban con un brillo que nunca antes habían mostrado). Voy a llamar a Guillermina T: Dios quiera que no te falle (susurró Teresa, mientras volvía a llamar a Esther) Nada, no hay manera... ¡ay señor que miedo me da esta muchacha! Maca tras un suspiro llamó a su tata, era la noticia que sabía le iba a hacer feliz, la noticia que llevaba ocho años esperando día tras día. Incluso noche tras noche, ¡cuántas veces su vieja tata se había desvelado por ella! ¡Cuántas veces le había comprendido, acunado en sus pechos, o tan solo compartido lágrimas repletas de rabia! Era consciente de que sin duda, la persona que más se iba alegrar de su decisión era ella

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M: ¡Tata! ¡Lo dejé! Guillermina: ¡Gracias Señor! (susurró emocionada) M: ¿Te das cuenta? ¡A partir de hoy empieza una nueva vida! Guillermina: Maca... explícame como ha sido (Maca le explicaba como se había desarrollado la escena, sus gestos como habían ido variando, su rabia pero sobre todo su humillación como hombre tan solo le había faltado arrodillarse y rogar) ¿Y ya está? ¿Sospechaba de Esther? M: Parece ser... Guillermina: Y aún así, ¿no hizo nada por retenerte? (no las tenía todas consigo) M: No, estaba destrozado y cuando fue a buscarme, el hombre que me había mandado Teresa le detuvo tan solo con la mirada Guillermina: En el fondo es un cobarde. ¿Y ahora? M: Estoy esperando a Esther, nada más venga, con el coche de Teresa vamos hacia Santiago Guillermina: No quiero que te quedes ni un segundo sola ¿de acuerdo? M: Tranquila. Dentro de unas horas estaremos juntas y nadie va a impedir que sea feliz Guillermina: Te quiero Maca M: Y yo tata ¡Lo conseguí! Guillermina: Mira... me va a tocar ir a la Virgen María a ponerle un gran ramo de flores porque si ha hecho caso a una atea ¡habrá que hacer algo! Cuando colgó el teléfono suspiró feliz, sentía como su corazón volaba, como su sangre estaba alborotada y sus nervios se habían instalado en el estómago. ¡Por fin la vida le daba la oportunidad que había estado esperando! ¡Por fin había encontrado la fuerza suficiente para huir de su infierno! M: Esther... tenemos toda la vida para estar juntas 10:30 Entró en la habitación con esa sonrisa que no podía dejar de lado, volvió a perfumarse, mientras desde la puerta Teresa la miraba radiante de felicidad T: Maca, voy a salir, cuando Esther esté aquí me llamas y vuelvo, quiero ver que tal está el coche, hace mucho que no lo uso. Y aprovecharé para acercarme a la Iglesia y

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despedirme del sacerdote, quiero presentarle mis excusas por faltar tanto tiempo y por lo que le dijo Guillermina M: Como tú quieras Teresa, dame un poco de tiempo para hablar con Esther y en cuanto esté lista te aviso T: Ya he hecho la maleta porque imaginaba que habría que dejar un momento para la pasión (hizo un ademán escandaloso que provocó una sonrisa en Maca) M: Gracias por todo, gracias por ayudarme, por apoyarme, gracias Teresa T: No sigas o voy a echarme a llorar. Te lo mereces, te mereces ser tú misma (se mostraba feliz de verla tan bien) M: Venga... que Esther debe estar al llegar Teresa se marchó tras abrazarse con Maca, faltaban cinco minutos para las once, Maca no podía dejar de sonreír, de sentir como su corazón revoloteaba feliz. Mientras dos ojos temblorosos contemplaban como Teresa salía de su portal y como se alejaba de allí 11:00 Había pasado media hora, Guillermina había hablado con Patricia la abogada, los papeles debían estar por la tarde, Maca los iba a firmar nada más llegar. Había comido un poco de pescado que le había hecho la hermana de Jesús, estaba nerviosa y no tenía apetito Jesús: Guillermina, ya tengo todo preparado, he pensado que mejor voy a quedarme día y noche, no me fio de Luis, además sois todo mujeres Guillermina: Gracias hijo Jesús: Si mi hermana ve que no te has tomado las patatas... (le advirtió moviendo su dedo en señal de riña) Guillermina: No puedo, no hay manera que me calmen los nervios el estómago Jesús: Ahora precisamente que ya está todo hecho Guillermina: Hasta que no vea aquí a Maca, no estará todo hecho 11:45 Maca llevaba cuarenta y cinco angustiosos minutos de espera, había llamado a Esther una y otra vez, de manera insistente pero siempre recibía la misma contestación. Al principio no quiso preocuparse, pero conforme pasaba la hora de la cita, sus nervios se iban desbaratando. En una de esas su móvil sonó. Era la tata M: ¿Dime? (su voz ya no demostraba ni un respingo de felicidad)

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Guillermina: ¿Qué pasa, Maca? M: Esther no ha llegado aún Guillermina: ¿Aún no contesta? M: No, sigue el teléfono desconectado (hablaba arrastrando las palabras con un halo de tristeza y preocupación) Guillermina: ¿Estás con Teresa? M: No, se marchó hace un rato a arrancar el coche y a la iglesia Guillermina: ¡Qué coño tiene qué hacer en la iglesia! M: ¿Y si no viene? (omitió la queja de la mujer, ella nada más podía pensaren Esther) Guillermina: Maca, una hora, si dentro de un cuarto de hora no llega, nada más llegue Teresa cogéis el coche y os venís, ¡no deberías estar sola! M: ¿Y si no llega? (una lágrima descendió por su mejilla) Guillermina: Maca... ahora mismo lo que menos me importa es si llega o no llega, lo único que me importa es que salgas de ahí 12:15 Pasó media hora más, Maca se había sentado en el sofá acurrucada abrazada a la almohada, desde que había pasado un minuto de la hora pactada, la llenó el incesante sentimiento de la duda, del miedo. Las palabras de Teresa resonaban en su cabeza una y otra vez. De vez en cuando levantaba la vista y miraba hacia la puerta. Esther no contestaba a sus llamadas, ni siquiera tenía el teléfono conectado, ni había aparecido el día antes para estar con Teresa como pensó Maca que haría. Cada segundo era vital para su destrucción, ¿nuevamente una mujer le iba a fallar? 13:00 Llevaba dos horas de desquiciante espera, de aguantar las broncas de Guillermina por teléfono, tan desquiciada estaba que ni se había percatado del retraso de Teresa, sus ojos estaban hinchados de tanto llorar, su nariz taponada de tanto sonarse, su agonía era tan penetrante que le dolía el corazón, ni siquiera escuchó como la puerta de la casa se abría lentamente, ni siquiera miró, tan solo con los ojos cerrados y la voz rota, murmuró M: Otra vez Teresa, otra vez me ha vuelto a fallar una mujer 18:00

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Guillermina estaba a un paso del infarto, Jesús se había hecho cargo de llamar a Teresa, no contestaba, a Maca, no contestaba, ambos estaban tan preocupados como asustados Jesús: ¿Y si llamo a Luis? Guillermina: ¿Para qué? Jesús: ¿Y si...? Guillermina: Ni lo digas... ni lo imagines (cerró los ojos la mujer apretando con su mano el pañuelo con el que se había estado retirando el sudor de los nervios) Quizá deberíamos llamar a la policía Fue entonces cuando sonó el teléfono, habían pasado exactamente cinco horas desde la última vez en que habían hablado con Maca Por su parte, Sandra no estaba mucho mejor, el teléfono de Esther continuaba dando la misma señal, añadido a que Teresa no contestaba, y el teléfono de Maca sonaba y sonaba sin respuesta. Consuelo le había llamado desde el aeropuerto de Santiago, al notar la angustia de Sandra, decidió buscar ayuda para tratar de localizar a Guillermina, pero era tan complicado como buscar una aguja en un pajar Consuelo: ¿Ni siquiera recuerdas la aldea? Sandra: Estoy tan nerviosa que soy incapaz... ¡pero qué está pasando! Consuelo: Me voy al hotel, voy a dejar a mi marido y a ver qué puedo hacer Sandra: Consuelo, si no sabemos ni donde está el faro, hay cientos de faros en Galicia Consuelo: Me temo que Esther ha hecho una barbaridad Sandra: Espero que no, espero que me llame y me diga algo Consuelo: Nos volvemos a llamar Sandra: Vale... vamos Teresa... dime que ha habido una tormenta y por eso no hay cobertura (susurraba con los ojos cerrados y sus dedos apretando el puente de la nariz) ¡Bueno! Al menos comunica En casa de Guillermina, Jesús había descolgado el teléfono bajo la atenta mirada de la mujer que estaba pálida como la luna Jesús: ¿Teresa? Sí... hola... claro... ¿cómo?... ¿Dónde? Guillermina: ¿Qué ha pasado? (le estiró inquieta del brazo ante el gesto del hombre con la mano en alto que se estuviera quieta)

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Jesús: De acuerdo... sí, creo que no, no se preocupe en unas horas estamos ahí. Gracias Guillermina: ¡Dime! Jesús: Han encontrado a Teresa en el garaje con un golpe en la cabeza sangrando. Está mal Guillermina: ¿Y Maca? Jesús: Estaba sola Guillermina: ¡Hijo de puta! ¡Ha sido él! Jesús preparó una pequeña bolsa con ropa de Guillermina y sus medicamentos, que por mucho que dijera que no los tomaba, era consciente que sin ellos no podría seguir aguantando el pulso de la vida, ese pulso que tenía con Luis para verlo desaparecer del lado de Maca. Estaba sentada en la mecedora con la mirada perdida tras su ventana, con ese orballo tan característico de su tierra El hombre ayudó a subir a la vieja tata al coche, lo hizo con dificultad, veía su rostro y entendía que estaba muy afectada, él que la conocía de muchos años no recordaba haberla visto en aquellas condiciones. Los kilómetros fueron cayendo, conforme iban saliendo de Santiago el orballo comenzó a desaparecer a pesar de que el cielo estaba cubierto por unas intensas nubes negras. Guillermina seguía guardando silencio, la mujer divertida, dicharachera, a veces incesante con su falso gesto serio, con voz aguda, con su sordera disimulada, con su escandaloso flato, con aquel cuerpo a pesar de la edad que podía dar a entender lo bien formado que había estado a lo largo de sus años, aquella mujer había dejado paso a otra con gesto de ira, con sus ojos clavados en algún punto y sus pensamientos localizados en una sola figura. Su Maca. Su niña, la única que había sido capaz de darle sentido a su vejez, su Maca que la consentía, su Maca que la cuidaba a pesar de la distancia, su Maca que le había acomodado una casa para poder vivir el final de sus días tranquila, esa Maca infeliz que cuando charlaba con ella le brillaban los ojos, y conseguía que su vieja tata se sintiera viva. Por ese motivo, en el asiento de copiloto, bajo una nube intensamente densa con el ruido del motor del coche, Jesús entendía verla hundida, envejecida y repleta de ira. Nunca fue mujer de llorar, y él lo sabía bien, siempre fue mujer de carácter, de rabia, de gestos contundentes, pero sobre todo con un inmenso corazón, quizá por todos estos motivos, entendía verla pérdida y en silencio, su vieja y cansada mente debía buscar motivos para pensar que nada había sucedido con Maca, con su Maca 19:00 Llevaban ya un buen rato en la carretera, la lluvia había dejado paso a unas nubes intensamente negras, tanto como lo estaba el corazón de Guillermina cada minuto que pasaba, cada segundo que iba itiendo que algo grave le había ocurrido a Maca. El sonido del móvil la sacó de su ensimismamiento, ¿sería ella? Sandra: ¿Guillermina, eres tú?

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Guillermina: Sí, ¿quién eres? (su voz sonó acerada) Sandra: Soy Sandra... ¿qué está pasando? Nadie me contesta el teléfono. ¿Estáis bien? Guillermina: No hay nada bien, Sandra, quizá todo está mal (la mujer le explicó lo sucedido, Sandra escuchaba atentamente, no podía dar crédito a que todo cuanto le contaba hubiera sucedido realmente) Y ahora... no sé qué va a pasar Sandra: Guillermina... tengo una amiga... bueno... más concretamente es una ex de Esther, es Inspectora de Policía en Madrid, déjame ayudarte... déjame ver que puedo conseguir Guillermina: Te lo agradezco, sé que a mi niña le ha pasado algo (en ese instante la voz se le quebró, de igual modo que el corazón le dio un fuerte respingo) Jesús: ¿Estás bien? (le preguntó el hombre perdiendo por un segundo la mirada de la carretera, al ver que Guillermina apretaba su corazón) Guillermina: Sí, ¡no dejes de mirar la carretera, coño! Que al menos quiero llegar (tras una exhalación profunda le dijo) Era la amiga de Esther, va a tratar de ayudarnos mientras llegamos Jesús: Voy a parar en la próxima gasolinera, quiero que tomes algo caliente ¡y nada de protestas! En su casa, Sandra se había desbaratado, no localizaba el número de aquella ex amante. Mientras buscaba pensaba en todo cuanto Guillermina le había contado, no daba crédito, ¿cómo todo había dado ese giro tan brutal? ¿Dónde estaba Esther? ¿Había vuelto a perderse? El móvil sonó y con la esperanza que fuera su amiga se precipitó hasta él Sandra: ¡Consuelo! (su voz sonó lo suficientemente alterada como para entender que algo pasaba. Le contó lo ocurrido por encima mientras la mujer no paraba de exclamar sorpresa) ¿Dónde demonios estará? Consuelo: ¿No habrá ido a Madrid? Sandra: Me espero cualquier cosa. En el fondo creo que ambas sabíamos que esto podía a ocurrir Consuelo: Localízala y dime algo, por favor Sandra: Consuelo, trata de disfrutar de tu viaje, ni tú ni yo vamos a poder sacarla de donde esté Se habían detenido tal y como dijo Jesús, Guillermina se tomó una manzanilla y Jesús un café solo para estar bien despierto. No hablaron, volvieron a la carretera esperando la

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llamada que no llegaba, alguien que fuera capaz de decir, todo está bien, Maca te está esperando En Valencia, Sandra tras rebuscar un buen rato en sus agendas, finalmente localizó el número de teléfono. Llamó y la hicieron esperar durante unos minutos. También tenía el móvil así que respiró aliviada por si no estaba en comisaría poder ar con ella. De pronto escuchó aquella voz, una voz fuerte y segura, una voz que le llevó a recordar como un día se volvió débil y temblorosa, otro corazón destrozado por el camino que había dejado Esther -: No daba crédito a mi secretaría. ¿Sandra? ¿En qué nuevo lío anda metida Esther? Sandra: Claudia... lo siento... no quería molestarte... sé que es muy tarde ya... Claudia: Venga Sandra, que sé que cuando me llamas es porque ocurre algo grave. Antes que nada ¿Cómo estás?, aparte de nerviosa que eso lo noto, claro. ¿Ya te has casado con Pascual? Sandra: Sí, llevo poco tiempo casada pero todo bien, gracias, ¿y tú? ¿Qué tal estás? Claudia: Con mucho trabajo, tanto que es casi imposible atender mi vida, y casi lo prefiero. Venga... cuenta Sandra le contó lo sucedido sin dar nombres Sandra: Y estamos preocupadas por lo que ha podido suceder Claudia: Lo entiendo, pero, yo no puedo entrar en una casa si no tengo una orden. Empecemos por el principio. Dame el nombre de la mujer que han golpeado en el garaje Sandra: ¡Oh mierda! No sé el apellido. ¿Puedes darme un minuto? Claudia: Claro Mientras Sandra llamaba a Guillermina, Claudia se quedaba enganchada al teléfono, la voz de Sandra le hizo dar marcha atrás en su vida, apoyó su cabeza sobre el respaldo de la silla mientras cerraba los ojos, le era fácil imaginar la cara de aquella mujer, siempre al cuidado de la loca de Esther, siempre tratando de ayudarla, constantemente a su lado. Suspiró con fuerza, el recuerdo de la enfermera le había amargado un poco el día, no la había podido sacar de su corazón como pretendía, pidió el traslado a Madrid pensando que la distancia le ayudaría, estudió todo cuanto pudo para mantener obligadamente su cabeza en acción y alejar sus recuerdos, pero, reconocía que aún le quedaba un pellizco, no era amor, no era deseo, siempre lo definió como un sentimiento incompleto, no había podido pasar página, le había sido imposible. La voz de Sandra le hizo poner toda su atención Sandra: Se llama Teresa Montoro. Está en el hospital Universitario de la Paz

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Claudia: Dices que le han atacado, ¿no? Sandra: Bueno eso lo dice Guillermina Guillermina: ¡Lo digo y lo mantengo! Y dile que se dé aire que temo por la vida de mi Maca Sandra: Espera Guillermina (le decía nerviosa colocándose el otro teléfono en laoreja) Claudia: ¿Quién es Guillermina? (preguntó algo desconcertada) ¿Estaba presente en el momento? Sandra: No, no... ¡uf Claudia! A Guillermina la tengo en el otro teléfono mucho más alterada que yo, ella es la familiar directa de la mujer que te decía puede estar en peligro Guillermina: ¡Sandra coño aligera! (le gritó ante el gesto de calma de Jesús) Sandra: Te lo voy a contar pero, por favor, sé que puedo confiar rotundamente en ti. La mujer de la que te hablo, es Macarena Wilson, la escritora Claudia: ¡Macarena Wilson! (exclamó impactada incorporándose un tanto en la silla) Sandra: Ella es la mujer con la que Esther ha mantenido una relación Guillermina: ¡Háblale de Luis, ese hijo de puta! (gritaba Guillermina bajo la mirada de reojo de Jesús) Sandra: Bueno... del que sospechamos es de su marido, Luis, que no es tal... quiero decir... Claudia: Sandra por favor, si quieres que te ayude, explícame las cosas desde el principio y bien (Sandra así lo hizo, Claudia iba tomando notas, y de vez en cuando escuchaba como Sandra trataba de calmar a Guillermina, todo cuanto estaba escuchando le estaba dejando helada la sangre) De acuerdo, a ver puedes por favor poner los altavoces que yo oiga a Guillermina y ella a mí Sandra: Si porque me estoy volviendo loca (le dio a ambos altavoces con gesto alterado) Ya está Claudia: ¿Guillermina? Mi nombre es Claudia Guillermina: Mucho gusto Claudia, pero no tenemos tiempo que perder, ese hombre tiene retenida a mi niña, es capaz de matarla por haber estado con Esther Claudia: Voy a hablar con el hospital, imagino que nos llegará la denuncia de una posible agresión, pero voy a ver si la patrulla que fue ya ha entregado el parte. Bueno y voy a tratar de ver de qué forma podemos entrar en casa de esta mujer

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Guillermina: Claudia escúchame (su voz seguía mostrando la alteración que sufría) Hay una vecina que tiene llaves de Teresa. Pero no sé quién es. Estoy segura que en todo esto él tiene mucho que ver. Y tutéame por favor que aún soy joven (trató de ironizar algo su dolor) Claudia: De acuerdo (sonrió por el comentario y tras un suspiro donde aprovechó para tratar de ordenar los datos mentalmente prosiguió) Voy a omitir el nombre de Maca, y voy a encargarme personalmente del posible caso. En cuanto sepa algo os voy a ir informando Guillermina: Yo estoy camino de Madrid, ¿Cuánto nos queda Jesús? Jesús: Unas tres horas Claudia: Bien, ¿Maca ha denunciado al marido en alguna ocasión? Guillermina: No. Hoy iba a mandar los papeles del divorcio, además según me comentó Maca, él sabía que su amante era Esther y esto ha debido encenderle la furia contra Teresa porque ella ha estado engañándolo, le hacía creer que podía confiar plenamente en ella y si lo ha descubierto, lo más probable es que Teresa haya pagado los platos rotos de Esther Sandra: ¡Y encima Esther! Claudia: Por prioridad, Maca, ya que Teresa está en el hospital a salvo Sandra: Sí, sí, por supuesto, Esther debe estar escondida Guillermina: Esther se ha cagado, Sandra, se ha cagado porque ella no está dispuesta a amar, me lo ha demostrado, y yo no supe ver que estaban entrando en una espiral de dolor Sandra: Lo siento tanto Guillermina (cerró sus ojos afectada) Guillermina: Ni siquiera Esther tiene la culpa, así que, deja las culpas y disculpas para los católicos. Claudia, por favor, necesito encontrar a mi Maca Claudia estaba acostumbrada a peticiones desesperadas de familiares, de personas que habían perdido a los suyos, sin embargo, algo en la voz de aquella mujer le hizo sentir que su piel se erizaba, la gran Maca de la cual era una fiel seguidora de su obra, había vivido un calvario de relación, además podía entender que había caído en los encantos de Esther y eso, eso era quizá peor que la relación con su marido Claudia: Voy a salir un buen rato, si hay algo urgente me llamáis. Déjame ver las denuncias de hoy, por favor Isabel Les dio un vistazo, allí estaba la del hospital sobre el estado en que se había encontrado a Teresa, según ponía la patrulla que había estado en el lugar de los hechos, no había encontrado nada que les llamara la atención, el bolso estaba intacto, y si bien era cierto

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que tenía un golpe en la cabeza, no se apreciaba ninguna señal de violencia. Suspiró, no sería la primera vez que se les escapaba algo, podía perfectamente ser realidad la teoría de Guillermina, y quizás, era real que aquel hombre también podía haber hecho daño a Maca. Hasta por un momento se le pasó por la cabeza que podía haber actuado contra Esther, estaban ante un hombre herido en su orgullo y eso les hacía ser muy peligrosos 20:00 Llegó con su moto al barrio de Arguelles aparcó junto al portal que le habían dicho tanto Guillermina como Sandra, dio un rápido vistazo para localizar el garaje al que hacía referencia la denuncia. En el portal se encontró con dos vecinas probablemente conocían a Teresa, así que las abordó con calma y una sonrisa mediadora. Las mujeres en seguida le dijeron y la acompañaron hasta la otra vecina que tenía las llaves de su casa, amablemente le explicaron que estaban consternadas, que decían que posiblemente alguien le había golpeado, pero que no lo podían entender porque Teresa era una mujer muy querida en el barrio, como siempre pasaba en esos casos, a la gente le gustaba exagerar mucho más de lo que realmente era. Tan amables eran que querían incluso acompañarle hasta entrar en casa, algo que declinó, no sabía qué era lo que se iba a encontrar Claudia: Gracias son muy amables Llegó hasta la puerta de Teresa, se fijo bien y no había ningún rastro de haber forzado la puerta, rodó la llave y entró, se puso unos guantes, sacó la pistola de su chaleco una vez cerrada la puerta y comenzó su supervisión ocular, su gesto era tenso al mismo tiempo, concentrado, al abrir una habitación sin embargo su gesto se transformó en espanto 20:20 A Guillermina el tiempo se le estaba haciendo lento y pesado, a Sandra el agobio le había provocado un dolor agudo de estómago, comprendía lo que Guillermina quería decir sobre Esther, pero, no podía evitar sentir preocupación por ella. De pronto su teléfono sonó y tal como había dicho Claudia, llamó a Guillermina que al segundo descolgó y Jesús puso el altavoz Claudia: ¿Estáis? (su voz era seria y profesional) Guillermina y Sandra: ¡Sí! (sus voces por el contrario se mostraron ansiosas) Claudia: Casi me mata la habitación de esta mujer, ¡nunca, ni en una iglesia vi tanto santo junto! (ambas guardaron silencio, Claudia trató de romper un poco la tensión) No está en casa, Maca no está. En casa no hay ni una sola señal de violencia, no hay rastros de sangre, nada revuelto, la puerta no está forzada, con lo que si Maca estaba aquí, y Luis ha llegado, le ha dejado pasar Jesús: Creo que debería llamar a Luis, con la excusa de que me han avisado del golpe de Teresa (dijo el hombre pues Guillermina respiraba un tanto aliviada al mismo tiempo que Sandra, aunque no las tenía todas consigo y su mente viajaba a toda vela)

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Sandra: Creo que sería lo más razonable Guillermina: Maca no se iría con Luis después de todo lo que ha hecho por huir de él Aunque... (se calló cerrando los ojos comprendiendo en el estado que debía estar con el abandono de Esther) Claudia: Lo siento Guillermina pero si cuando Luis llegó, estaba Maca allí, se ha ido sin oponer resistencia. Tened en cuenta el estado de shock en el que debía estar. Por lo tanto, si es así, sintiéndolo mucho no voy a poder actuar en contra de ese hombre Jesús: Dejarme llamar a Luis. Por cierto, soy Jesús, Claudia. Amigo de Guillermina Claudia: Hola Jesús, espero vuestra llamada, las vecinas que son muy amables, van a acompañarme hasta el garaje, por lo que he leído en el informe, no hay signos de violencia tampoco. De todos modos, quiero asegurarme Guillermina: Gracias Claudia Sandra: Por favor avise si habláis con él (Guillermina colgó entonces Sandra no pudo evitarlo) Solo se habrá ido con su marido, si éste ha ido a buscarla y Esther no ha aparecido Claudia: Sandra conocemos a Esther Sandra: Había cambiado, estaba enamorada, esta vez sí Claudia: Pues mejor me lo pones (le dijo con desanimo) Sandra: Claudia... ¿no le habrá hecho nada a Esther, verdad? Claudia: No creo, si Esther tal y como me has dicho no ha dado señales desde que se fue de Santiago, quizá la que se ha hecho algo a sí misma sea ella. De todos modos, vamos a hacer las cosas bien, a las 48 horas se puede poner una denuncia para buscarla Sandra: No quiero pensar que haya ido a buscar a Lidia Claudia: ¿Aún existe Lidia? Sandra: Aún (dijo asintiendo con total desanimo) En el coche, Jesús le había pedido a Guillermina silencio, iba a hablar él, mientras habían mantenido la conversación él había estado trazando las palabras que seguramente Luis quería escuchar. Marcó el número desde el teléfono de Guillermina. La mujer seguía manteniendo el gesto serio, cada sonido que escuchaba del tono iba creciendo en ella la rabia, había decidido apartar sus ojos de aquel chisme, había desviado la mirada por la ventanilla ante el paisaje que sus ojos veían se sentía tan desnuda como aquellas tierras, tan dolida que le era imposible dejar de maldecir en su interior a Luis

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Jesús: Nada, no contesta Guillermina: Ni contestará Jesús: Vamos a esperar un rato para ver si nos devuelve la llamada Guillermina: ¡Cómo no he sabido ver las cosas! Jesús: Nadie está dentro del corazón ni el pensamiento del otro, nada más somos capaces de saber nosotros mismos lo que sentimos, lo que pensamos, podemos intuir, y nada nos ha hecho intuir que Esther iba a reaccionar así, todo se precipitó con la llegada de Luis Guillermina: Nos ha ganando una vez más Jesús: Vamos... tenemos suerte de tener a nuestro lado a una Inspectora (la miró sonriendo mientras volvía su mirada a la carretera) En el garaje, Claudia estaba haciendo una intensa inspección ocular, se había puesto los guantes y con su potente linterna había estado mirando alrededor del coche pero no había nada que llamara su atención, si alguien había golpeado a Teresa lo había hecho de manera casi perfecta sin dejar rastro alguno, no habían huellas en el suelo, ni siquiera en el coche contiguo al de la mujer, tan solo un charco de sangre tapado con serrín. Convencida de que nadie había golpeado a Teresa, salió de allí, al hacerlo sintió como su móvil vibraba, en la pantalla nuevamente Sandra Claudia: ¿Qué sabéis? Guillermina: No nos ha contestado Claudia: En el garaje no hay ningún indicio de que haya sido atacada, mis hombres ya hicieron sus pesquisas y en el informe ya ponía que no era probable un ataque. ¿Teresa estaba enferma? Guillermina: No Claudia: Entonces, tendremos que esperar que le retiren la sedación para que nos confirme lo ocurrido. ¿Dónde vive Maca? Guillermina: En la Moraleja Claudia: Vale. ¿Sandra, hay noticias de Esther? Sandra: No Claudia: Bien, el plan es el siguiente, voy a ir hasta casa de Maca, me presentaré como la Inspectora que está siguiendo el caso de Teresa, diré que nos han informado que ella trabaja para Maca y quería saber sus últimos pasos y sobre todo, si estaba enferma

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(Guillermina escuchaba atentamente mientras asentía, Sandra temía por Esther) Con esa excusa veré a Maca, le pediré hablar a solas con ella y trataré de ver si puedo echarle un cable Jesús: Debería decirle que Guillermina está llegando a Madrid y eso le ayudará Claudia: De acuerdo Jesús: Estamos llegando a la entrada de Madrid Claudia: Muy bien, pues nos vemos en el hospital. Yo les buscaré Guillermina: Somos fáciles de reconocer, un buen mozo y una vieja rechoncha Claudia: Buena descripción (sonrió por el comentario) Si tengo alguna noticia llamaré, pero mi propósito es llegar al hospital con Maca Guillermina: No va a ser posible, tendré que ir yo a arrancarla de las garras de ese desgraciado hijo de Satanás. Mientras cada uno hacía lo que había dicho, Sandra en su casa se sentía cada vez más preocupada por Esther. Decidida llamó a Ángela pensando que quizá podría estar a su lado para olvidar como acostumbraba a hacer. Cuando ó con ella, su miedo fue en aumento, no la había visto ni había sabido nada ni quería saber. Llamó a Paula y ésta, le dijo que le iba a ayudar. Habían quedado a las nueve de la noche, irían juntas a los lugares donde Esther solía desfogarse cuando tenía algún problema, y sin duda, si no había acudido a la cita con Maca, era porque nuevamente el miedo a esa posibilidad de ser feliz le había vencido Sandra: Esther por favor, da señales de vida 21:00 La moto llegó al impresionante chalet que tenían en la Moraleja, aparcó y mientras se quitaba el casco daba un vistazo a las casas de alrededor. Suspiró para sacudirse un tanto los nervios de poder estar tan cerca de quien para ella, era la mejor escritora del momento, la escritora que tantas veces le había ayudado a pasar las horas muertas de su vida, transformándolas en vivas, cada historia que escribía le hacía sumergirse en ella y vivirla. ¿Cómo sería tenerla de cerca? Llamó al timbre y una voz de mujer le contestó Claudia: Hola, buenas tardes, soy Inspectora de policía, necesito hablar con ustedes sobre un hecho que ha sucedido La puerta se abrió, Claudia pasó. Sus pasos eran seguros, su cabeza erguida y sus ojos captaban la disposición de aquella casa, si Guillermina tenía razón, Maca podía estar derrumbada en cualquiera de las muchas habitaciones de las que disponía

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22:45 Jesús decidió dejar el coche en el garaje del hospital, salió y ayudó a la vieja Guillermina que sentía como sus piernas se habían dormido Jesús: ¿Quieres que pida una silla de ruedas? Guillermina: No, gracias. Aún tengo fuerzas para llegar Jesús: Todo se va a arreglar, ya lo verás (le dijo con tono seguro) Guillermina: Te diría Dios te oiga pero en mi voz quedaría fatal, así que, tan solo espero que Teresa me haya contagiado su exagerada preocupación y esta noche cuando me meta en la cama, tenga la tranquilidad de tener a mi niña cerca Llegaron al mostrador donde una mujer hablaba por teléfono, tras preguntar por Teresa, la mujer les indicó que no era la hora de visita y no podían más que esperar en la sala de espera Jesús: Disculpe, pero, venimos desde Santiago de Compostela, no sabemos nada más que lo que la policía nos ha indicado por teléfono, ¿no tendría la amabilidad de ver si el doctor nos puede indicar que tal está? Guillermina: Más claro, aquí el buen mozo a parte de un buen gallego es el novio de la susodicha y yo soy su prima, ¡creo que tenemos derecho a que se nos trate con un poco de decencia! ¡Coño! Enfermera: Un momento por favor Si bien la enfermera no había hecho amago de hacer nada tras la explicación educada de Jesús, se dio prisa en llamar por teléfono y transmitir el recado de Guillermina, que se mostró enérgica y directa Enfermera: Pueden pasar, al fondo a la derecha verán una sala, el doctor les llamará por megafonía Guillermina: Espero que lo haga alto y claro. Gracias Jesús: Creo que la acojonaste La mujer no dijo más que un leve quejido que quiso mostrar su media sonrisa. Llegaron a la sala y aún no se había sentado la vieja tata estaba en ello cuando les llamaron por megafonía Jesús: No hay nada mejor que la persuasión clara y firme Doctor: ¿Usted es la pareja de Teresa Montoro? Jesús: Sí y aquí la señora Guillermina es su prima

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Doctor: Siéntense por favor (les dijo educadamente) Jesús: Díganos que tal está Doctor: Tiene un coagulo en la cabeza debido al golpe, lo tiene en la parte frontal ya que el golpe fue justo en zona superior del ojo izquierdo. Está fuera de peligro, y en unas horas le levantaremos la sedación que en un primer momento habíamos decidido suministrar Guillermina: ¿Puedo entrar a verla? Doctor: Lo siento pero no, si quieren se pueden ir a casa, descansar y nosotros les avisamos cuando puedan entrar. De momento no quiero que tenga ningún o con nadie que le pueda provocar un cambio en su estado Guillermina: ¡A ver qué se piensa, eh! Doctor: Entiéndame (le dijo sonriendo) Es mejor que esté tranquila Jesús: ¿Cree que la golpearon? Doctor: Hablé con la policía y mi impresión es que no, lo normal hubiera sido un golpe en la parte trasera de la cabeza, no en la frente y en un lado dado que había un coche. Háganme caso, por favor Jesús: Muchas gracias, muy amable Doctor: ¿Se encuentra bien, señora? ¿Le ocurre algo? Guillermina: Usted que cree, ¡vejez! ¡La puta y asquerosa vejez! ¿No hay remedio ante esto, verdad? Pues a joderse toca Salieron ante la sonrisa del hombre que no pudo evitar una carcajada ya no por las palabras de la tata, sino, por sus gestos contundentes. Una vez fuera, se sentaron esperando tener noticias de la Inspectora Jesús: Tendremos que ver algún hotel Guillermina: Creo que sí Jesús: Si quieres empiezo a buscar algo Guillermina: No, quiero que estés a mi lado, por si entra Maca y me da un achaque de felicidad o si no entra y me voy pa el otro barrio El hombre con ternura le acarició la mano, entonces, sintió por primera vez su debilidad 23:30

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Eran las once y media de la noche, Jesús le había llevado a Guillermina una botella de agua Jesús: Debes beber Guillermina: No, si bebo tengo que mear que ya no retengo nada. ¿Crees que la habrá encontrado? Jesús: Guillermina, ¿dónde va a estar si no? Guillermina: Lo sé, sé que estoy yendo muy rápida en mi cabeza, pero lo que me preocupa realmente, es que Maca lo había dejado y le había dicho que lo hacía por Esther, porque el muy cerdo lo sabía, no sé cómo, pero lo sabía, por lo tanto ¿imaginas lo que debe estar sintiendo en su interior, Jesús? Lo conoces tan bien como yo, ¿Imaginas lo que debe estar sintiendo? Jesús: Y si en lugar de imaginar lo que está sintiendo que podría utilizarlo contra Maca, no pensamos, que si la tiene a su lado puede quedarse contento Guillermina: No lo creo, ¿sin castigar a Maca? Jesús: ¿Será esa la Inspectora? ¿Parece que busca alguien? Guillermina: Si es ella, nos ha jodido porque viene sola 20 Junio 2005 Claudia se dirigió hasta ellos, se presentó estrechó la mano de Jesús para después agacharse y ponerse a la altura de Guillermina, la miró a los ojos y en ellos io una mirada repleta de miedo, pero al mismo tiempo de ansia por saber. Tras presentarse la inspectora habló Claudia: He estado en su casa, he hablado con la chica del servicio, me ha informado que Luis la llamó para decirle que a partir de hoy debía ir nada más una vez a la semana, limpiar y cerrar la puerta. No sabe dónde está, ni siquiera sabe si Maca está con él. Se ha marchado Para Guillermina aquellas palabras eran como si los puños de un boxeador le fueran golpeando, una y otra vez, repetidamente, y ya estaba realmente mayor para recibirlos, sintió que le faltaba el aire, pero como bien les dijo era vieja hasta para recobrar las fuerzas pero sabía que debía hacerlo por el bien de Maca Claudia: ¿Tienen idea de donde puede estar? (se sentó Junto a ella mientras Jesús mostraba un gesto de rabia) Guillermina: Que yo sepa, puede estar en Jerez que es donde tiene una casa (dijo tras una fuerte exhalación)

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Claudia: ¿Hay manera de averiguarlo? Jesús: Guillermina, ha tenido tiempo de llegar a Jerez (Jesús salió de la sala de espera y las dejo allí) Guillermina: Me la ha arrebatado (dijo entre dientes) Claudia: No puede desaparecer con ella, es una mujer famosa, alguien tiene que saber dónde está Guillermina: Hay dos lugares donde puede ir, el faro que es donde yo vivo y él odia, o Jerez, no tiene más lugares conocidos Claudia: Entiendo (asintió agachando la mirada, realmente no sabía bien la historia como para decir que la entendía, pero, las palabras de Guillermina eran tan serenas y seguras que no se sentía capaz de mostrarse contraria) Cuando Jesús entró les indicó que en Jerez no había estado, sus os le habían asegurado que no estaba, pero también, que si lo veían llegar se pondrían en o con ellos rápidamente Claudia: Algo es algo. ¿Os vais a quedar aquí? Jesús: No, tenemos pensado buscar un hotel cercano Claudia: De eso nada, os venís a mi casa, tengo mucho lugar no os vais a sentir incómodos, creo (sonrió mirando a Guillermina) Guillermina: Te lo agradezco, pasaremos la noche contigo hasta que Teresa despierte y nos iremos a su casa repleta de santos (Claudia sonrió, aquella mujer empezó a serle impactante) Trazaremos un plan Jesús: Voy a avisar que nos vamos, si ocurre algo se pondrán en o con nosotros Y así lo hicieron. Iban tras el coche de Claudia que había dejado la moto en comisaría y en un momento dado vieron como se detenía en una casa de comidas, la vieron entrar y salir con varias bolsas, había sido demasiado rápida para hacer la compra, pensó Jesús quien fue a comentarle a Guillermina pero se percató que la mujer estaba muy lejos de allí, sus ojos parecían no ver lo que ocurría ante ella. En parte era cierto, porque su cabeza no cesaba de dar vueltas, tantas que se sentía mareada Al llegar, bajaron del coche y Jesús conociendo a la mujer le advirtió Jesús: Vamos Guillermina necesitas comer algo Guillermina: Estoy bien, solo un poco mareada (entonces se acercó Claudia hasta ellos una vez había dejado el coche en el garaje y Jesús fuera de la casa)

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Claudia: Vamos para dentro y a cenar Guillermina: ¿Tú qué rápido compras, niña? Claudia: Para algo me ha de servir ser policía (sonrió ante el gesto de la mujer) Lo encargué por teléfono, pedí un poco de todo porque no sé lo que os gusta, viniendo de Galicia no me atreví a pedir pescado. Pasar estáis en vuestra casa La casa era bastante grande, pero muy sencilla, las paredes pintadas de blanco, combinaban con cuadros de colores vivos, un gran sofá y una no menos gran televisión, la cocina le gustó a Guillermina, una mesa de madera en el centro y un gran ventanal que daba a un Jardín que tenía en la parte trasera. Era un chalet de forma cuadrada, con un pequeño huerto donde alcanzó a ver gracias a la luz que tenía enfocándolo que tenía plantadas cebollas, patatas y tomates Guillermina: Parece increíble ver esto en Madrid Claudia: Sí, me traje las siembras de Valencia, allí mi padre tenía una huerta y campos de naranjos, así me siento un poco como en mi tierra Jesús: ¿Dónde pongo el equipaje? Claudia: A ver, yo dormiré en la buhardilla, Guillermina puede dormir en mi cama y Jesús, al final del pasillo está el cuarto de invitados, ¿te puedes apañar tú y voy preparando esto? Creo que Guillermina debería comer Jesús: Y tomarse las pastillas Guillermina: ¡Me habéis Jodido! Ni que fuera una niña pequeña. Déjame el teléfono aquí Jesús. No tardes que tú tampoco has comido nada Su tono maternal llamó la atención de Claudia, no lo esperaba, hasta ese momento había conocido a una Guillermina dura, casi obligándose a no desfallecer, sin embargo, pronto se daría cuenta de lo muy equivocada que estaba Guillermina: ¿Sabes algo de Esther? Claudia: No, Sandra no sabe nada (ponía la mesa mientras hablaba) Guillermina: Creo que nos equivocamos Claudia: Esther es una mujer maravillosa pero, después de quedarse vacía mejor que no se cruce en tu camino o te destroza el corazón, puedo entender que si Maca se ha enamorado debe estar bastante mal Guillermina: Te voy a contar todo, desde el principio y después me aconsejas que es lo mejor

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Cenaron mientras Guillermina hablaba, a Claudia le parecía mentira que de la persona que le estaban hablando fuera de Macarena Wilson, la gran Maca, sin embargo, una vez más se demostraba que no todo lo que se veía en una persona llegaba a ser verdad, aquella felicidad que parecía tener la pareja, era mentira, y podía entender mejor en el estado en que Maca se encontraría, luchar contra todo lo que hasta ese momento había sido su pesadilla, dar el gran paso de abandonar al hombre que más detestaba con la felicidad recorriendo sus venas al pensar en Esther, y que ésta le fallara, podía hacer caer a cualquiera, mucho más, a una persona que se había aferrado a una mujer que sin duda era la mujer equivocada para salir de esa situación enfermiza. Sin duda, le daba pena Maca, pero más pena le daba Esther, por primera vez y quizás única había conocido a la mujer que podía haberle hecho feliz y por sus miedos y cobardía, la había ya no dejado escapar, sino, empujado al abismo Guillermina: Y una vez dicho todo esto, ¿qué nos aconsejas? Claudia: A ver... yo lo que haría sería lo siguiente, él debe tener algún o con quien hable a quien le haya podido decir que se iba por temas laborales por ejemplo, sería interesante asustarlo, quiero decir, podríamos ponernos en plan como Maca es famosa, los han secuestrado o algo así, digamos que si una mujer, entiéndeme Guillermina, una mujer mayor es quien va a poner una denuncia, siempre podemos decir... es una exagerada... ¿me entiendes? Guillermina: Sí, vamos que lo que tratas de decir es... la vieja chocha esta se le ha ido la pinza... Claudia: Exactamente (sonrió) Guillermina: Hija... al pan pan y al vino vino Claudia: ¿Podríamos averiguar sus os? Jesús: Hasta que Teresa no despierte, lo dudo (añadió un preocupado y cariacontecido Jesús) Claudia: Bien, pero para cuando ella pueda hablar nosotros ya tenemos todo preparado, vendrás a mi comisaría, tú y yo no nos conocemos, y harás la pertinente denuncia, eso es lo que vamos a hacerle llegar al posible o Guillermina: Debería ser Teresa quien hable y no creo que esté en condiciones de hacerlo Jesús: Podría hacerlo yo, la denuncia la pones tú, yo muevo los hilos Claudia: Si él se entera que vamos a ponerle una denuncia, porque tú sospechas que puede haber algo de violencia de género que ¡ojo Guillermina! Por todo lo que me cuentas el maltrato psicológico y las repetidas violaciones si ella no estaba de acuerdo en mantener relaciones sexuales, es pura y dura violencia, y debería haberlo denunciado

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Guillermina: Mil veces le dije (su tono sonó apesadumbrado mientras elevaba los hombros) Claudia: Bueno... ahora lo importante es saber dónde está. Pues lo haremos de modo que a él le llegue esto, que lógicamente será un escándalo y él tendrá que dar la cara, os tendrá que llamar, antes o después si es que quiere que Maca se presente al concurso, no puede permitir algo así Guillermina: Eres tremendamente lista (la miró con iración) Claudia: Lo que vamos a tratar es de poner un anzuelo y que él lo muerda, una vez lo muerda estiraremos del hilo e iremos a sacar a Maca de sus garras Guillermina: Parece fácil Claudia: Pero sabes que no lo es (la miró de modo contundente) Guillermina: Lo sé. Ante todo quiero saber que mi niña está bien Claudia: Lo único que podemos hacer ahora es esto. Iremos paso a paso Guillermina: Gracias hija, gracias y ahora, mira a ver si Sandra sabe algo de la loca de Esther que también me tiene preocupada Jesús: Voy a volver a llamar a Luis, será bueno tener registradas varias llamadas para sostener la hipótesis de nuestras dudas Claudia: Perfecto. Y al de Maca también 21 Junio 2005 Durante la noche, Guillermina no pudo cerrar los ojos, demasiados problemas en tan poco tiempo, demasiado miedo en su cuerpo ya viejo. Se levantó aún cuando el día no había hecho aparición, se sentó en un sillón que tenía en el comedor Claudia y desde allí mirando a través del cristal de la ventana, trató de tranquilizarse y decirse una y otra vez, que Maca estaría bien Cuando Jesús se levantó, la vio allí con los ojos cerrados y sus manos entrelazadas fuertemente apoyadas sobre su vientre, señal inequívoca en ella de preocupación. Tras un pequeño respingo se acercó a ella sentándose en silencio a su lado, él en el sofá, Guillermina abrió los ojos y sin cruzar una sola palabra, se dieron apoyo mutuo. Para cuando Claudia hizo aparición habían vuelto a llamar a Luis, la misma respuesta, silencio. Volvieron a llamar a Maca, obteniendo la misma respuesta, igualmente silencio. Desayunaron hablando de los pasos a seguir ese día y por fin, se pusieron de camino al hospital. Guillermina tenía unas ganas locas de poder hablar con Teresa, de poder saber lo que realmente había pasado en aquel garaje. Se sentaron en la sala de espera, y cuando les dieron turno, entró Guillermina, la mujer se sentó junto a la cama, la cara amoratada de Teresa le impresionó, el vendaje alrededor de la frente también.

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Estuvo algo más de media hora, durante la noche se había ido despertando aunque le aseguraron que cuando lo hiciera no lo iba a recordar T: Ay... mmm... Jmmm... Ave María Purísima Guillermina: Sin pecado concebido T: ¿Estoy en el cielo? Guillermina: Lo siento si te vas a llevar una desilusión pero, de Virgen María tengo poco T: ¿Eres santa? Guillermina: Mujer... puedo ser Santa Pedorra... poco más T: Guillermina (susurró apretando sus ojos como si la sacará de las tinieblas) Guillermina: Sí, te vas acercando cariño... te vas acercando (acarició su mano con ternura) T: Oh... Maca... oh... Esther... oh... Luis... Guillermina: Bien... sabes quién eres y quien es toda esa pandilla que acabas de nombrar (apoyó su mano apretándole suavemente para darle apoyo) Teresa fue tratando con cuidado de abrir sus ojos, sentía un estupor sobre ella que no podía analizar las cosas con frialdad, su cabeza parecía una olla exprés, la giró con cuidado hasta que por fin sus ojos vieron con claridad la figura de Guillermina sentada a su lado T: Hola (la miró con un gesto de dolor mientras se esforzaba por abrir los ojos) Me duele terriblemente la cabeza Guillermina: Normal hija, no te esfuerces mucho (notó como Teresa le apretaba la mano T: Ay... (se quejó amargamente) Guillermina: Teresa... ¿qué te pasa? T: ¿Y Maca? ¿Dónde está? ¿Se fue al faro? Dime que sí Guillermina Guillermina: Descansa tendremos tiempo para hablar (volvió a acariciar su mano suavemente, no quería presionarla) T: Oh... espera... lo recuerdo... sí, Luis

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Guillermina: ¿Qué recuerdas Teresa? (se incorporó en la cama mirándola con sus pequeños ojos entrecerrados) T: El garaje... ¡sí... el garaje! Entré al garaje... iba hacia el coche y de pronto... En Valencia Sandra había desayunado junto a su marido, él le había estado dando su apoyo durante la noche, conocía a Esther y sabía que era una buena mujer, pero en su cabeza habían demasiados pajarracos, tal y como él, lo definía. Tras el desayuno, la acompañó hasta su trabajo, Sandra entró con cara preocupada, sin duda, no podía evitar ese ceño entrecerrado y esa sensación de preocupación infinita tanto por Esther como por Maca. Llegó a su despacho y mientras dejaba el bolso sobre la mesa, su móvil comenzó a sonar. Se dio rapidez por sacarlo, en la pantalla ponía el nombre de Claudia, con voz ansiosa contestó Sandra: Buenos días Claudia, ¿ya sabemos algo? Claudia: A ver, de Maca seguimos en las mismas, de Esther he averiguado algo, sí 21 Junio 2005 En el hospital, Teresa se encontraba bebiendo un vaso de agua que le había acercado la enfermera tras la insistencia de la vieja tata, mientras Guillermina la miraba con cierta zozobra Enfermera: Debe cansarse o no dejaremos que la visiten (le dijo) T: Gracias, es usted muy amable, pero Guillermina no me cansa Guillermina: Mi prima está débil, necesita la compañía de su familia, su novio está deseando entrar con ella así que me gustaría saber cuando la van a trasladar a planta (Teresa conforme iba hablando la mujer iba abriendo más y más los ojos hasta, casi salirle de sus órbitas (“¿Mi novio? Ay Santa María que he perdido la chaveta y no recuerdo eso”) Enfermera: Si sigue así, hoy mismo la subiremos, pero no puede alterarse Guillermina: Entiendo, entienda usted que ha pasado por el peor trance de su vida, es muy fácil decir no se altere, usted, yo, cualquiera en sus circunstancias, al despertar y ver lo ocurrido tendríamos la misma reacción, ¿es usted principianta? Enfermera: Por supuesto que no (le respondió ofendida) Guillermina: Pues entonces sabe de lo que le hablo (le dijo ofreciéndole una sonrisa de vieja sabia) Enfermera: Si necesitan algo llaman al timbre

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Guillermina: Muchas gracias (respondió mirándola con gesto serio) Y ahora, trata de tranquilizarte mujer ¡o la cara de mala leche me echa! T: ¿Mi prima? ¿Mi novio? Dios mío me he debido de dar muy fuerte Guillermina: No encontramos mejor parentesco para que nos dejaran entrar (le guiñó un ojo). Y ahora cuéntame con calma T: Salí del portal y me pareció ver a Luis en la acera de enfrente, hice como que cruzaba la calle, pero volví, anduve unos dos minutos con lo cual si estaba allí lo volvería a ver, me asusté por si era él, pero cuando volví no había nadie, no estaba su coche, no estaba su figura y era imposible que hubiera cruzado la calle y se hubiera metido en el portal. Lo achaqué a mis nervios por la huída. Entré al garaje, iba pensando en la presencia de Luis, la verdad que no estaba con lo que hacía, había algo en el suelo y tropecé como llevaba las manos ocupadas abriendo el bolso, me di y no recuerdo nada más Guillermina: ¿Entonces no fue él? (la miró con el ceño fruncido) T: ¿Él? (respondió con su mismo gesto) Guillermina: Pensé que te había hecho algo, que te había atacado y... (se calló frunciendo los labios) T: No, Guillermina... ¿qué ha pasado? Guillermina: Maca ha desparecido, Esther no llegó nunca, puede que no vieras una alucinación por los nervios, puede que realmente él estuviera allí, no sabemos nada ni de Maca ni de Esther T: Por la Virgen del Perpetuo Socorro Guillermina: Socorro es lo que me gustaría gritar. Estoy chocha y quizá he empujado a mi niña al mayor error de su vida En Valencia, Sandra se aferraba al teléfono, lo hacía con fuerza sin dar secuenta sus nervios estaban a flor de piel y aunque su marido le había dado un masaje por la noche, su espalda se resentía Claudia: Esther estuvo en el aeropuerto de Lavacolla, de Santiago de Compostela, pero no voló a Madrid ni a Valencia Sandra: ¿Cómo que no? (interrumpió sus explicaciones incrédula Claudia: No, Sandra, voló hasta París Sandra: ¡París! (exclamó todavía más incrédula) Claudia: Eso es

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Sandra: Pero... no entiendo nada (notaba como su garganta se había secado) Claudia: ¿Tiene alguno de sus ligues allí? Sandra: Que yo sepa tuvo un lío con una chica sa pero hace un tiempo Claudia: La madeja se va deshilando, mi impresión es que Esther se ha asustado con Maca, no acudió a la cita y el que acudió fue Luis Sandra: Maca debía estar destrozada. Han sido tres meses muy intensos a su lado Claudia: Tres meses junto a Esther es como si hubieras pasado media vida a su lado, es el tiempo suficiente como para hundirte en la desesperación Sandra: ¿Y qué va a hacer Guillermina? Claudia: Esperamos que Teresa despierte para tocar algunos hilos, está en el hospital. ¡Menuda mujer! (exclamó con iración) Sandra: La verdad que sí, y conociéndola debe estar destrozada Claudia: Así es. Voy a seguir indagando por París, tengo un par de amigos que me deben favores Sandra: Lo que más me extraña es que no me llame Claudia: Quizá no te llama porque huye de escuchar verdades. Venga... estate tranquila sabes que Esther es así y en unos días te llamará Sandra: Gracias Claudia Al colgar, sintió un nudo en el estómago, ¿cómo podía haber echado su vida de aquella manera tan ruin? ¿Qué había pasado realmente por la cabeza de Esther o mejor dicho, por su corazón para huir? Sentía que el mundo de su amiga se desmoronaba, con el viaje a París estaba diciéndoles que no quería soportar broncas, que no iba a reaccionar, que había sido cobarde con todas sus consecuencias, sin quizá ser consciente, de que la mayor consecuencia era que había roto un amor quizá irrecuperable En el hospital, las enfermeras entraron a cambiar goteros, el médico visitó a Teresa y tomó la decisión de subirla a planta. Guillermina había subido junto a Jesús, al entrar en la habitación le dijo a éste ante la mirada atenta de las enfermeras y aterrorizada de Teresa Guillermina: Vamos hijo dale un beso a tu chica que lo estás deseando. El amor no tiene edad (les dijo bajito mientras Jesús más rojo que un tomate le dejaba un beso en la frente a una Teresa escandalizada hasta decir basta). Gracias, son muy amables por todo

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Enfermera: un rato le daremos un caldo para ver si lo tolera. Si necesitan algo llamen al timbre Jesús: Gracias T: ¡Guillermina! (le dijo con tono rotundo) Guillermina: Me llaman Jesús: Voy a continuar llamando. Estaré en el pasillo al final hay una sala Guillermina: Gracias hijo T: Hasta ahora Jesús (le decía tapándose hasta el cuello roja de vergüenza. Al quedarse solas le dijo con los ojos tan abiertos como podía). Eres incorregible. De verdad Guillermina Guillermina: Pero si ha sido muy correcto. Os habéis juntado dos buenos, no catáis el sexo hasta la boda (se removió un poco en el sillón). BRRRRRRRRRR T: ¡Por Dios Guillermina! (agitaba la sábana delante de su cara con gesto de espanto) Guillermina: Lo siento, he desayunado cereales y me dan gases ¿tengo la culpa? T: Dime qué pasa, cuéntame. Antes me has dejado preocupada con eso de que eres una vieja chocha. ¿Dónde está Maca? ¿Y la insensata de Esther? Guillermina: Tenemos a Claudia una chica muy maja, otra alma en pena por el desarraigo de Esther (Teresa cerró sus ojos contrayendo la barbilla). Es quien se ha puesto en la búsqueda de Maca y Esther, la chica fue a tu casa porque yo pensaba que Luis era el culpable de tu accidente, creo que estoy obsesionada Teresa, creo que mi obsesión ha salpicado a Maca de un modo fulminante, creo que la empujé inconscientemente junto a la mujer que no era la mejor, era tal mi deseo de apartarla de lo que había sido su pesadilla que ni por un momento se me pasó por la cabeza que las dudas que Esther había despertado en mí, iban a quedarse tan pequeñas con lo que ha sido la realidad. Me siento culpable de todos mis arrebatos de planes, creo que no fui sensata, creo que debí hacerte caso Teresa, no voy a poder perdonarme si le pasa algo a mi niña T: No seas tan dura contigo misma, tú sabes que Esther no era santo de mi devoción, pero, ganó mi confianza porque las veía muy bien. Nadie tiene la culpa, creo que ni la propia Esther, ni Maca Guillermina: Nada más espero que estén bien, que sepamos que están bien (hubo un silencio entre ambas pesado, Guillermina sentía aquella pesadez sobre su cuerpo) Si le pasara algo a Maca, no me lo perdonaría, prefiero morir antes que le pase algo T: Lo malo Guillermina, es que no hemos conocido a Luis en el estado en que se debe encontrar en estos momentos. No podemos saber que hará

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Se miraron apenadas con la sensación de estar ante un precipicio. Guillermina dejó descansar a la mujer un rato que durmió roncando profundamente, después, entró Jesús y el hombre les informó que el teléfono de Maca había dejado de dar señal, o se había acabado la batería o lo había desconectado Luis. Aquello cayó como una losa sobre ambas. Tras las instrucciones de Teresa, el hombre marchó hasta su casa para buscar la agenda que guardaba con los números que podían ayudarles con el plan elaborado por Claudia A media tarde, el teléfono de Sandra volvió a sonar, miró a su marido con gesto de miedo era Claudia y seguramente la llamaba porque tenía noticias de Esther. Cuando terminó de escuchar las noticias, lo miró con gesto pálido y le dijo con voz temblorosa Sandra: Debe estar destrozada, según las informaciones de Claudia, llegó a París, alquiló un coche y se fue hasta Troyes. ¿Qué estará haciendo? Pascual: Esconderse como siempre, lo malo es que no va a poder esconderse de sí misma Sandra: Esto es mucho peor que la otra vez, Pascual, estoy segura, nunca había huido así Cuando Jesús regresó con la agenda, Teresa estaba cenando, a su lado Guillermina quien había logrado que le pusieran una taza de caldo de calabaza, y en la silla que quedaba libre, Claudia parecía estar trabajando, aquella mujer no descansaba nunca, pensó Jesús Jesús: Buenas tardes, que pronto cenas T: Cenamos (le contestó notando como se ponía colorada, aunque no evitó una sonrisa) Guillermina: ¿Has traído los papeles? (soplaba el caldo mientras se había cubierto el pecho con una gran servilleta blanca colocada en el escote entre sus voluminosos pechos) Jesús: Sí Claudia: Pues una vez termines de cenar Teresa, nos ponemos en marcha Guillermina: Recuérdale el plan a Jesús, no podemos fallar Hablaron de lo que iban a decir, Teresa estuvo de acuerdo, mientras cenaba y escuchaba se daba cuenta que parecía que en unas horas Guillermina había envejecido, se le notaba una tristeza infinita, inmensa y ella misma sentía pena, sentía que realmente había ocurrido lo que tantas veces había anunciado. Y lo único que había logrado Maca era quedarse sola, apartada de las únicas personas que podían ayudarla en la vida. El plan comenzó, ante la supervisión de Claudia se llamó a las tres personas que podían tener

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o con Luis según Teresa. Se les dijo que habían desaparecido y que Guillermina iba a poner una denuncia Claudia: Ahora tenemos que esperar, esto es como el juego del teléfono uno se lo pasará a otro hasta llegar a Luis, indignado con el tema, espero que llame Guillermina: Llamará, me cree capaz de hacer eso y mucho más Hubo silencio, Teresa se sentía mareada, no entendía desde que se había despertado como habían podido cambiar las cosas de aquella manera, tener a Guillermina a su lado la tranquilizaba y la animaba, pero, era consciente de que la vieja tata lo debía estar pasando fatal. Y se dio cuenta en el momento en que todos esperaban que llamara Luis, en ese silencio rudo, insistente, porque lo rompió con una voz ronca y casi acabada que poco parecía la suya diciendo Guillermina: La culpa la tuve yo, debí encargarme de él, de nada han servido mis amenazas estúpidas, debí coger a Maca y llevármela tal y como él ha hecho, no he sido capaz en todo este tiempo de ayudarla realmente, no voy a poder perdonarme, él sabía de nuestra debilidad para ayudarla, hemos sido el ratón cazado, tanto idear planes, tanto buscar maneras de que se vieran y sin darme cuenta la he empujado a un abismo llamado Esther, un abismo que la va a destruir, me he equivocado tanto (negaba con un gesto de rabia). ¡Ay mi niña! Jesús: Tata (le dijo el hombre mirándola apenado, de igual modo la miraba Claudia y con ciertas lágrimas en los ojos Teresa). Eso no es así Guillermina: Estoy repleta de rabia, le dejé vender su apartamento para que yo pudiera tener mi casa, le dije que no lo hiciera porque un día podría necesitarlo, pero no fui tajante, debí negarme a ello, fui tan injusta Jesús: Eres injusta ahora, no he visto a nadie luchar tanto como a ti por Maca Guillermina: Era una batalla perdida, debí cargármelo, la única solución para que mi niña fuera feliz era cargármelo T: Guillermina por favor... Guillermina: Estoy chocha, esto veinte años atrás no hubiera sucedido Entonces sonó el teléfono. Todo está previsto, Claudia lo tenía todo preparado, sonó el teléfono de Guillermina, y ante su señal fue Jesús quien respondió Jesús: ¿Si? Luis: ¡Pero qué cojones le pasa a la vieja esa! ¡Qué cojones te pasa a ti! Dile que su niña está muy bien, que está con quien tiene que estar, ¡qué no se atreva a poner una denuncia! Jesús: Luis... quiero hablar con Maca

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Luis: Maca no se puede poner Jesús: Si no quieres que ponga una denuncia, déjame hablar con ella Luis: ¡Pero quién os pensáis que sois! Jesús: Luis... te juro que tengo unas ganas enormes de aplastarte la cabeza, solo quiero hablar con Maca o de lo contrario te aseguro que lo que haga Guillermina no será nada comparado como lo que yo te haré el día que nos encontremos Luis: ¿No me estarás amenazando, verdad? Jesús: Sí. Pásame a Maca (Claudia le hizo una señal con el dedo como que todo iba bien y entonces pulso la tecla del altavoz y como todas sabían, debían guardar silencio por muy duro que les resultara). ¿Maca? M: Hola Jesús. Estoy bien, no os preocupéis, estamos en un retiro y voy a escribir la novela, volveré para el premio, entonces veré a la tata. Dile que esté tranquila y que la quiero mucho Jesús colgó tras el beso de despedida de Maca, suspiró mirando a Guillermina que había cerrado los ojos con un gesto de desesperación, Teresa mantenía su barbilla contraída mostrando una expresión de rabia mientras Claudia trabajaba un poco ajena a todas y cada una de las señales que los tres daban Claudia: Bien, ahora nos localizaran la llamada Guillermina: No Claudia (dijo tajante como sólo ella sabía serlo. La inspectora la miró sin entender) Mi niña nos ha mandado un mensaje, habrá que esperar que venga. Va a purgar su dolor y rabia T: Dios mío (musitó Teresa totalmente abatida) Claudia: Está bien T: Guillermina por favor, vete a casa llevas muchas horas aquí, ve y descansa (le dijo con total cariño Guillermina: Voy a hacerte caso Teresa, voy a ir a descansar (hablaba como si su mente estuviera en otro lugar, como si fuera una autómata que aceptaba ordenes) Claudia: Vamos, os llevaré a casa Guillermina: Jesús quédate con Teresa, no quiero que esté sola. ¿Has traído la moto? Claudia: No (le contestó algo aturdida) Guillermina: Lástima, nunca he subido a un bicho de esos

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Claudia: El próximo día te llevaré Se marcharon hablando mientras Jesús se quedaba a los pies de la cama de Teresa mirando fijamente la puerta hasta que vio que se cerraba, cuando lo hizo finalmente, suspiró como si necesitara hacerlo para no gritar. Mientras Teresa con cuidado de que él no se percatara de su movimiento se fue subiendo la sábana hasta el cuello para taparse, al mismo tiempo sus labios juntos se movían nerviosos, hacía muecas que ella sabía perfectamente lo que significaban y agradecía que el hombre no la viera para no burlarse de aquellos nervios quinceañeros Jesús: Esto le va a costar una enfermedad a la tata T: Tendremos que ayudarla Jesús: Nos hemos dormido en los laureles, Maca nunca tuvo que salir del faro, debió quedarse allí y pedir el divorcio allí, era la única forma de que pudiera salir adelante T: Era imposible, Jesús, Maca estaba demasiado entregada a Esther (le contestó algo sorprendida por lo mucho que había hablado ya que era un hombre de pocas palabras). No pensó jamás en la reacción de Esther En casa, Guillermina no se había querido acostar, fue hasta la cocina con Claudia, allí esperaba mientras le preparaba un caldito, de tetrabrik pero al fin y al cabo era un caldo, la veía hablar por el pinganillo que llevaba en la oreja, durante todo el camino, había estado respondiendo llamadas, cuando le dejó el tazón sobre la mesa y vio como se quitaba aquello de la oreja ledijo Guillermina: ¿No descansas nunca? Claudia: Es complicado en mi trabajo descansar. A ver Guillermina, hemos localizado la llamada, como ves nos ha costado más de lo esperado, Maca está en un pueblo de la costa de Escocia (la mujer frunció el ceño mirándola impactada por la noticia). Está fuera de mis competencias, pero puedo hacer que investiguen Guillermina: Te lo agradezco, agradezco todas las molestias que te estás tomando que la verdad son muchas (le sonrió levemente de lado). Puedo preguntarte ¿por qué? Claudia: Podría decirte que por ayudar a Esther, pero más bien te diré que durante mucho tiempo yo he sido una mujer destruida por el abandono de Esther, me enamoré de ella hasta el alma, le di todo el amor que en mí había y yo desconocía, entiendo cómo se siente Maca, además de que sus novelas me han ayudado en mis horas libres que no sabía qué hacer con mi vida, devoré libros y libros para tener mi cabeza ocupada, tratando de apartar el dolor de mi corazón (Guillermina la observaba con gesto centrado y también cierta pena) Creo que estoy en deuda con ella Guillermina: ¿Qué sabes de Esther? (dio un sorbo al tazón). ¡Pero carallo esto qué coño es!

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Claudia: Es caldo de pollo (le respondió con cierto nerviosismo ante su gesto) Guillermina: Pero el pollo estaba infectado o algo ¡por Dios ahora todo el mundo come estas mierdas! ¡Cómo no van a tener colesterol y la puta madre que los parió a todos! Puajjjjjj Claudia: Lo siento es que yo todo lo tengo así, no me da tiempo a cocinar Guillermina: Así estás de flacucha, ¿tienes ingredientes para hacer un cocido como debe ser? Claudia: Guillermina estás cansada, deberías descansar Guillermina: Ya descansaré cuando me muera, voy a tener toda la eternidad para tocarme el chichi. ¿Esther? (le preguntó apartando el tazón de delante) Claudia: Está en un pueblo de Francia Guillermina: ¡Hay que joderse! ¡Ambas huyendo la una de la otra! ¡Y se tienen que ir a tomar por culo! Y dejarnos aquí hechas mierda Claudia: Guillermina, no creo nada de lo que dijo antes (le dijo mirándola fijamente, la mujer entendió sus palabras). Tengo que irme a terminar unas cosas en mi despacho Guillermina: No sé cómo puedes vivir enchufada a todos esos aparatos, odio esas cosas Claudia: Yo también, pero las necesito, digamos que son mi cura Guillermina: Mi madre cuando era jovencita me decía que una mancha de mora con otra se quita, si te han hecho daño en el corazón te bloqueas tanto, si has amado de verdad prefieres vivir rebozándote en ese dolor antes que dar oportunidad a otra persona, mi madre que era sabia, decía, si dejáramos de joder la vida a los demás y jodiéramos más, todo sería diferente, si te han hecho daño aprendes y sigues viviendo, porque nadie se merece el sufrimiento y el dolor, la vida es tan hermosa que uno solo viviéndola debería saber disfrutar sin necesidad de compartir, cada uno somos únicos pero las ideas del convencionalismo que nos han educado desde pequeña nos crean estos miedos en una época en la que nada es igual ni por asomo se parece a las cosas que nos enseñaron. La vida cambia, hija, y hay que cambiar con ella Claudia se marchó tras dejarle algo de su huerto para poder hacer un caldo y dejarle un teléfono móvil colgado a su cuello a pesar de las quejas de Guillermina por si se sentía mal poder llamarla, le parecía inútil decirle que se estuviera quieta, parecía que la mujer necesitaba estar activa para poder no pensar en que nuevamente Luis le había ganado la batalla. Iba en la moto pensando en las palabras de Guillermina, realmente, ella había alejado de su lado a cuanta mujer se había presentado con alguna intención de pasar la barrera de la amistad, ella no quería otra mora para quitar la mancha porque la mancha aún le dolía tanto que prefería no dar oportunidad, pero entonces, debería hacer caso de aquellas sabias palabras de la tata, no necesitaba nadie a su lado porque así lo había decidido, entonces ¿para qué castigarse todos los días? ¿Para qué pensar que mejor sola

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y no era capaz realmente de superar la soledad? ¿Por qué volcarse con su trabajo para no ver que no tenía nadie en casa a su vuelta? Algo grande había removido en ella Guillermina Por su parte la vieja tata, había puesto el cocido en marcha, sus movimientos eran lentos, le dolía la cabeza, una angustia le llegaba intensamente desde su estómago y no era capaz de detener la sensación en su cabeza de mareo. La cara distorsionada de Maca le llegaba desde sus pensamientos pero parecía alejarse poco a poco, no podía llamarla, no podía pensar, todo era más fuerte que su fuerza para luchar Mientras todo esto había pasado en Madrid, en Valencia Sandra trabajaba pero no podía dejar de pensar en Esther, estaba en su ordenador cuando un clic le daba la señal de que le había llegado un nuevo correo. Lo abrió y era Esther “Hola Sandra, Antes que nada quiero decirte que siento haber hecho esto pero creo que debía hacerlo. Sí, reconozco que he vuelto a ser cobarde, Maca ha significado para mí el mayor miedo de mi vida, estaba bien con ella, me sentía bien pero veía en sus ojos demasiado amor, tanto, que no podía mirarla fijamente, no soy capaz de devolverle ese inmenso cariño, se merece alguien que sí lo haga. Estoy en un pueblo de Francia, no sé si recuerdas a Brigitte, se ha portado muy bien conmigo, y me sorprende, porque es otro de mis cadáveres amorosos, soy una asesina de sentimientos, y no quiero asesinar a nadie más. Brigitte es representante y tras contarle lo ocurrido y leer mi novela, la que Maca me estaba ayudando, me ha animado a terminarla y presentarme en un prestigioso concurso, voy a estar encerrada en una pequeña casa en la montaña, aquí estoy rodeada de árboles grandes que por las noches cuando sopla el viento me cantan hasta dormirme, hay un río y al final está el mar, es un lugar privilegiado, Brigitte como no podía hacerse cargo de mi, según ella, más que segura carrera hacia el estrellato me ha dejado en manos de otra editora, además es española y eso quieras que no ayuda, se llama Cruz, y Cruz me ha regalado un gato que se llama Amor, se lo puso ella para que cada vez que lo llame ese nombre vaya ocupando más en mi interior y pueda enamorarme. Me ha sabido mal decirle que no, así que yo le llamo Gordito Quiero que sepas que te echo mucho de menos, que en cuanto este nudo que se ha formado en mi garganta se vaya deshaciendo, te llamaré, necesito escuchar tu voz pero reconozco que tengo que estar fuerte o de lo contrario me echaré a llorar como una estúpida. He pensado tanto en ti y en Consuelo ¿Cómo vas en tu matrimonio? ¿Qué tal el taronger? ¿Te cuida bien? Quiero que seas feliz, si tú lo eres, yo también lo seré porque te quiero mucho Sandra, es una lástima que sea capaz de quererte a ti e incapaz de amar a nadie Cuídate y si no estás enfadada conmigo como para mandarme a la mierda, cuéntame que es de ti Te quiero” Sus ojos se habían llenado de lágrimas, Esther estaba bien, al menos no había cometido ninguna locura, cuando estaba repasando el email le sonó el teléfono allí estaba Claudia Sandra: ¡Hola Claudia!

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Claudia: Hola Sandra, ¿qué tal? ¿Sabes algo de Esther? Sandra: Me acaba de llegar un email, dice que ha sido cobarde y no es capaz de amar a Maca como corresponde Claudia: Ya sé donde está Maca. En Aberdeen, Escocia Sandra: Una en Escocia otra en Francia, ¿era necesario irse tan lejos? Claudia: Guillermina no quiere que mande a nadie a investigar, pero tengo algún o y le voy a decir que le dé un vistazo, con todo lo que me han contado del tal Luis... Sandra: Esther le dio la fuerza para divorciarse, pero, Esther también se la ha quitado Claudia: Eso parece, aunque la verdad cuando habló estaba bastante serena. Sandra, tengo que dejarte me está llamando Guillermina Sandra: Hablamos en otro momento. La que has liado, Esther Mientras en comisaria veían como la Inspectora que llevaba uno días rara, salía corriendo de su despacho poniéndose su cazadora de cuero, el casco en la mano y el teléfono en la otra hablando con cierto nerviosismo Claudia: Tengo que salir es urgente. Mandar un Samur rápido la dirección es... (decía mientras se perdía su voz dando la dirección de su casa 21 Julio 2005 Jesús recibió la noticia de que a Guillermina le había pasado algo mientras iba en el taxi camino de casa, justo al llegar vio como la ambulancia estaba en la puerta y el corazón se le hizo pequeño. Pagó sin recoger las vueltas y salió corriendo hasta la casa. Llamó y le abrió un enfermero Jesús: ¿Dónde está Guillermina? Enfermero: En el cuarto Fue corriendo y allí la vio con unos cables y a Claudia a su lado mordiéndose la uña Guillermina: Menos mal que has llegado, hijo. Diles que me desconecten de todos estos cables... ¡se piensan que soy una máquina! Médico: Por favor Guillermina, ¿puede dejarme trabajar? (le dijo el médico tratando de mostrarse tranquilo, aunque por su tono ya parecía algo cansado de lidiar con la mujer)

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Guillermina: Coño pero si no es nada, ha debido ser el caldo ese de mierda que me ha dado esta mujer ¡mire que cara lleva! No sé cómo puede vivir bebiendo eso. Jesús hijo Jesús: Guillermina, calle Y surtió efecto su voz autoritaria sin levantar el tono, la mujer calló y todos agradecieron su silencio. Hasta que mientras el doctor anotaba algo que le marcaba la pantalla del electrocardiograma un estruendo causó impacto en todos los presentes Guillermina: ¿Puedo hablar? (Jesús sonrió de lado) Son gases... sí me acabo de tirar un pedo y les aviso que vienen más Los médicos terminaron marchándose muertos de risa, diagnostico un agotamiento generalizado de una mujer terriblemente cabezota aunque también, terriblemente simpática Jesús: ¿Qué tal? Guillermina: Me mareé, eso es todo, puro cansancio Jesús: Bien Claudia: Que susto me he llevado, siento si llamé a la ambulancia pero... Jesús: No, Claudia, hiciste bien Claudia: Estaba preparando un caldo Jesús: Ahora lo termino yo Claudia: ¿De verdad estás bien, Guillermina? Guillermina: Ya has escuchado a ese médico tan encantador, estoy vieja y el cuerpo ya no es tan fuerte como antes, las emociones y angustia que he estado viviendo estos días, me han pasado factura, con el IVA incluido, claro Jesús: Claudia, nada más necesita descansar, el viaje, también ha influido Claudia: De acuerdo voy a cambiarme y preparo la cena Cuando se quedaron solos, Guillermina miró a Jesús con gesto serio, muy serio y le dijo Guillermina: ¿Qué vamos a hacer seis meses sin ella? Jesús: Pues vas a aguantar la espera porque cuando venga te necesitará 21 Noviembre 2005

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Los meses habían ido pasando lentamente para todos, Maca no había vuelto a hablar con su tata, Esther no había vuelto a dar señales de vida a Sandra En el faro, Guillermina se pasaba los días sentada en una mecedora mirando por la ventana esperando la llegada de noticias, había envejecido de una manera rápida, su pelo recogido en un perfecto moño ya no era lo habitual en ella, sus greñas siempre eran motivo de discusión entre ella y Teresa, le costaba andar, le costaba comer y sobre todo como ella decía, el no cagar la iba a matar. Teresa se había marchado con ella, día a día había nacido una unión entre ellas muy fuerte, le había prohibido los puros, aunque le dejaba fumar los domingos cuando ella iba a misa, le había prohibido las comidas fuertes, todo asado y mucho pescado azul. Le dejaba beber un vaso de vino en la comida, algo que hasta ella que no acostumbraba a hacer, terminó aceptando. Juntas vivían bien, se respetaban y con la ayuda de un Jesús que iba todos los días a su lado, estaban soportando el invierno más duro jamás vivido con unas lluvias y tormentas incesantes En Valencia, Sandra y Consuelo seguían esperando noticias de Esther, noticias que no llegaban, y Sandra que creía conocer perfectamente a su amiga, había preferido no agobiarla, dejar que fuera ella quien se comunicara de nuevo Era un día frío con una tormenta que parecía iba a terminarse el mundo, los rayos cayendo sobre el mar era un espectáculo único para los ojos de Teresa, el cielo gris se parecía bastante al horizonte que Guillermina veía con respecto a Maca. Por un momento, Teresa retiró la mirada de la ventana y observó el gesto serio y triste de Guillermina, tras una exhalación profunda se dirigió a ella con voz calmada y mirada repleta de comprensión T: Guillermina no podemos seguir así, Maca estará bien. No va a hacerle nada necesita que termine la novela para el premio Guillermina: Pero eso no quita para que me sienta jodida, ¡tremendamente jodida porque ese hijo de puta me ha ganado la batalla! T: Pero no la guerra, Guillermina Guillermina: No me quedan fuerzas para esa guerra, lo siento. La voy a dejar en el peor momento de su vida T: ¡De eso nada! ¡De eso nada! ¡Aquí hay Guiller para rato! (movía la mano con cierto nerviosismo al ver el tono derrotista de la mujer) Guillermina: Yo sólo te digo que te des aire con Jesús porque no me quedan muchos telediarios y cuando te vaya a meter el manubrio va a tener el pobre que llevar en la punta un desatascador Los ojos de Teresa se abrieron como platos, y no pudo más que ruborizarse sintiendo un calor intenso en su bajo vientre

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Guillermina: Aquí está tu chico... anda ve y procura darle un beso en los morros. ¡Dios que par! Teresa salió por piernas del comedor, la verdad y no podía negárselo a sí misma, había ido varias veces con Jesús al pueblo, la llevaba a la Iglesia los domingos, la llevaba a comprar y poco a poco, aquel hombre parco en palabras había ido cambiando, se mostraba como todo un caballero, y sin poderlo evitar, le había ido ganando su corazón, algo había nacido en ella desconocido hasta el momento de conocerlo, y era el sentimiento que había enterrado en su vida para no sentirse sola Al abrir la puerta, ante ella bajo un chubasquero apareció Claudia con una amplia sonrisa. Teresa se alegró de verla T: ¡Claudia! Qué alegría verte Claudia: Hola Teresa ¡pero qué guapa estás! El faro te sienta de maravilla Jesús: Hola Teresa T: Je... Jesús... hola... pasa... pasa (le dijo al hombre que llevaba la mochila de Claudia) Claudia: Bueno a lo mejor no es solo el faro (le dio un codazo divertido) T: Esto... no sé a qué te refieres. Pero pasa En el comedor, Guillermina hablaba por lo bajo con Jesús, cuando vio que entraban se calló y el hombre se dio media vuelta mirando fijamente a una Teresa que volvía con su vieja costumbre de darle vueltas al collar que llevaba en su cuello Guillermina: ¡Carallo! Qué flaca estás... Teresa ve al pueblo y trae una buena compra para hinchar a esta alma en pena. Jesús Jesús: Ya vamos T: Pero... pero... Guillermina: Claudia ven aquí, ¡hija! (abrió sus brazos con una sonrisa débil) Claudia: Hola Guillermina (le saludó con una amplia sonrisa mientras se agachaba para darle dos besos) Guillermina: ¿Qué tal estás, hija? Claudia: Bien, ¡sabes que te he hecho caso!, me he tomado un par de semanas de vacaciones y he pensado pasarme por aquí para saludaros Guillermina: Eso está bien, en la vida trabajar nada más es un coñazo, ¿puedes hacerme un favor?

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Claudia: Claro Guillermina: Arriba nada más subir el tramo de escaleras, verás una habitación a la izquierda, es la de Teresa, en su mesilla de noche tiene una caja de puros, bájame uno por favor Claudia: ¿Estás segura? Guillermina: ¿Es necesario responderte? (la miró de modo penetrante) Cuando vio a Claudia subir las escaleras entre risas, volvió a girar con gesto cansado su cabeza hacia la ventana, sabía que mar adentro, a kilómetros de distancia se encontraba Maca, podía soportar todo en la vida excepto una cosa, no saber de ella. Y los días habían pasado demasiado lentos, esos cuatro meses habían sido un infierno para su cansado cuerpo. Todas las noches se aferraba a la Fe de Teresa para mandar a través de las ondas del Universo la fuerza necesaria para que Maca soportara lo que tuviera que soportar, lo único que pedía era verla, verla viva y nuevamente a su lado. Sus ojos cansados se cerraron mientras escuchaba la incesante musicalidad de la tormenta en el mar En Valencia el tiempo era diferente, hacía el frío típico de Noviembre, pero también el sol típico de la ciudad se encontraba entre las nubes. Sandra que salía junto a Pascual de la consulta médica lo hacía con una sonrisa en sus labios de felicidad Pascual: Venga... vamos a comer y lo celebramos por todo lo alto Sandra: Soy muy feliz, Pascual (se abrazaron con fuerza para terminar besándose) Pascual: Yo también cariño Tras comer en un restaurante del paseo marítimo, se fueron a casa para celebrar la gran noticia. Una vez en casa, Sandra se quedó sola, cogió el teléfono para llamar a Consuelo cuando la pantalla se encendió y reflejó un número que no conocía. Descolgó con cierta ansiedad, hacia muchos meses que esperaba la llamada de Esther, y en aquel momento, su pálpito le decía que era ella Sandra: ¿Si? E: Hola Sandra Sandra: ¡Esther! (su voz le transmitió la felicidad que sentía de escucharla) E: Hola (sonrió sintiendo como su piel temblaba al escuchar como siempre el tono de su amiga, tan cercano, tan de cobijo) ¿Qué tal estás? Sandra: Muy bien ¿y tú? E: Bien, bien, estoy en Madrid, bueno en el aeropuerto

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Sandra: ¿Vienes? (preguntó con ansia) E: No, no, he venido a entregar mi novela. Pero en media hora salgo para París Sandra: Vaya (no pudo evitar mostrarle su decepción) E: Lo siento, tengo que volver Sandra: Lo entiendo (le dijo aunque no entendiera que era lo que sucedía, no quería agobiarla). ¿Qué tal estás? E: Recuperándome, tengo una casita maravillosa en la montaña es pequeña pero muy confortable, y también tengo un gato que me hace mucha compañía, me he dedicado a escribir y a tratar de relajarme (le contaba mientras se sentaba en las sillas de la sala de espera, junto a ella se sentó un joven) Necesito relajar mi cuerpo y mi mente. Estoy haciendo meditación Sandra: Muy bien, eso te va a venir muy bien. Pero Esther... ¿puedo preguntarte algo? E: No por favor (susurró cerrando los ojos) Sandra: ¿Por qué? ¿Por qué si lo tenías todo para ser feliz con ella? E: No Sandra, Macarena Wilson estaba muy lejos de mí, no podía haber sido otra cosa que lo que fui, su amante Sandra: Yo creo que estás equivocada, creo que podíais haber sido muy felices E: Te responderé, te lo dije en el email, vi tanto amor en sus ojos cuando me miraba que me di cuenta que nunca podría hacerla feliz, ella necesita una mujer que la ame desde que se levante hasta que se acueste, necesita una mujer que sea capaz de entregar todo ese amor y yo no lo soy, Sandra, nada más hubiera provocado en ella una gran decepción Sandra: Debiste dejar que fuera ella quien decidiera eso, erais dos, en el amor son dos los implicados y quizá tú te exigiste demasiado y ella no te pedía tanto E: Bueno... ahora ya está, supongo que me debe odiar Sandra: No creo que esté muy contenta, no. Te estuvo esperando, dejó a Luis E: Me alegro que por lo menos nuestra relación le haya servido para dejar a ese hijo de puta Sandra: No, Esther, ella te esperó pero en lugar de llegar tú, lo hizo él E: Sandra... por favor... no quiero saber más (cerró los ojos, ladeando la cabeza mientras su corazón se llenaba de tristeza sin poderlo evitar)

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Sandra: Deberías saber, deberías saber E: No voy a volver con ella, no voy a volver a verla aunque la echo de menos cada hora de mi vida (le dijo apoyando su codo sobre su muslo poniéndose la mano que tenía libre sobre su frente). Esto es una tortura Hubo un instante de intenso silencio, Sandra podía percatarse de que sus palabras eran ciertas, estaba viviendo una tortura quizá mayor de la vivida con Lidia, por ese motivo quiso rebajar la tensión, se daba cuenta que era inútil hablar del tema, tan solo iba a conseguir infringirle dolor Sandra: Esther... vas a ser tía E: ¿Tía? (preguntó sin entender) Sandra: Estamos esperando un niño E: ¡Eso es fantástico! (le gritó feliz mientras sus ojos se llenaban de lágrimas) Sandra: Sí, me moría de ganas de decírtelo E: Gracias por respetar mi silencio Sandra: No hubiera ganado nada de otro modo E: Tengo... tengo que dejarte (cerró los ojos mientras fruncía nerviosa la frente con un gesto que mostraba su desazón) Sandra: De acuerdo, si me necesitas ya sabes dónde estoy E: Claro, creo que dentro de tres o cuatro meses tendré que venir a Madrid, entonces prometo que iré a verte Sandra: Cuídate mucho E: Gracias. De verdad espero que Maca esté bien y me haya olvidado Al desconectar el móvil, exhaló como si le faltara el aire. Se levantó lentamente marchándose hasta el lavabo donde tuvo que refrescar su cara, era la misma reacción que vivía al recordar a Maca una y otra vez. Al irse, el joven que se encontraba a su lado, descolgó el teléfono y marcó el número de una redacción de Madrid. Pidió que le pasaran con el jefe y cuando se puso le dijo -: Tengo una bomba informativa, acabo de escuchar a una chica contar que ha sido amante de Macarena Wilson la gran escritora. ¿Qué te parece? Es un notición. Le he podido grabar un poco lo que decía, sí, no sé quién es, no sé cómo se llama pero lo averiguaré, sé que va a París. Te volveré a llamar (al colgar murmuró). Esto es estar en el lugar adecuado para forrarme

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En el faro, entre calada de puro, toses y algún aire que se salía a propulsión, Guillermina seguía mirando por la ventana, Claudia la miraba con pena, Sandra le había contado toda la historia en un fin de semana que la Inspectora fue a Valencia y se reunió con ella y Consuelo, ambas le contaron toda la historia y solo así pudo darse cuenta de lo tocada que debía estar Maca, y de lo impactante que era Esther como amante T: ¡Ya estamos aquí! (entró feliz Teresa) Claudia: ¿Os ayudo? Jesús: No hace falta, gracias (le sonrió guiñándole un ojo a Guillermina) T: ¿Qué tal estás Guiller? Guillermina: ¡Uy a ti te ha dado algo! T: ¿Qué? Guillermina: ¿Qué has hecho para llamarme Guiller? ¿Un piquito? Venga sé buena y díselo a esta vieja tata T: ¡GUILLERMINA! (no alzó la voz, más bien, arrastró las palabras qu eprovocaron una carcajada en la mujer, una carcajada que hacía mucho tiempo no sonaba en aquella casa). Eres muy mala Guillermina: Coño no me queda otra cosa que chincharte, es mi único hobby que me has dejado. Anda ve a la cocina y prepara las cosas que Jesús no es muy mañoso para eso T: Eres incorregible Guillermina: Pero después me cuentas cuando estemos solas, ¿con o sin lengua? T: Uffffffffff (sonó a pedorreta cansada) Pusieron la mesa y con la ayuda de Claudia, Guillermina se sentó para comer con ellos, Jesús no hablaba pero sus ojos expresaban felicidad y Teresa que no cesaba de hablar demostraba con su actitud cierto nerviosismo y cada vez que debía dirigirse a Jesús para entregarle algo de la comida, lo hacía con un tono tan quinceañero y enamorado, que Claudia miró a la vieja tata con una sonrisa cómplice. Tras la larga comida y sobremesa, se sentaron junto a la chimenea, allí Claudia se atrevió a decirles lo que había ido a decir Claudia: Si os he venido a visitar no es solo porque realmente me apetecía hacerlo, he venido porque tengo algo que mostraros y quería que estuvierais tranquilas. He estado en Escocia, más concretamente en Aberdeen (las dos mujeres se incorporaron un poco en sus asientos, Jesús suspiró con suavidad. Con una sonrisa respondió aquellas preguntas que los ojos de ambas mujeres le hacían) Sí, la he visto. Le he sacado fotografías paseando por la playa sola

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Guillermina: ¿Sola? (le preguntó aturdida) Claudia: Sí y también la he visto sola comprando en el mercado T: Entonces... eso quiere decir... Claudia: Que dentro del encierro que le tiene dado Luis, le deja cierta libertad para ciertas cosas Guillermina: ¿Y eso como lo sabes? (era vieja y no se le escapaba nada) Claudia: Porque he hablado con ella Y era cierto, Claudia aprovechó un momento en que Maca estaba esperando su turno en una poblada papelería, se puso a su lado y le susurró ante la sorpresa de la escritora Claudia: No te muevas ni hagas el menor gesto, vengo de parte de Guillermina En ese momento si a Maca le hubieran tratado de sacar sangre no lo hubieran logrado, su cuerpo se quedó totalmente inmóvil, mirándola de soslayo, se fijó en esa mujer alta como ella, con apariencia fuerte y una corta melena escalonada Claudia: Están preocupadas por ti y quieren saber que tal estás, por eso he venido aún sabiendo que podría crearte un problema. Tan solo quiero demostrarles que estás bien, no tienes nada que temer soy Inspectora de policía, y si en este momento quieres venir conmigo te invito hacerlo, si en este momento quieres huir de Luis, te tiendo la mano para hacerlo. Puedo ayudarte a salir de este encierro que sé no es voluntario. Tan solo tienes que decírmelo y te ayudaré. En el faro ambas mujeres la escuchaban con atención, con los ojos acuosos y los latidos de sus corazones a toda vela. Entonces Claudia se detuvo en el relato de cómo había sido su encuentro y sacó de su mochila que había dejado cerca, a propósito un sobre Claudia: Aquí están las fotos que pude hacerle, paseando por la playa, en el pueblo y hasta en la cola del supermercado Guillermina: Está delgada (dijo en seguida Guillermina al ver la fotografía) Claudia: Sí. Y tiene ojeras, eso es verdad Guillermina: Y también es verdad que no quiso tu ayuda, ¿no? Claudia: Exacto, me dijo que le quedaba poco para terminar la novela, que no quería más problemas, que os dijera que la respetaba, que no le había hecho nada y que estaba bien T: Dios mío (susurró con gesto de pena)

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Claudia: También me dijo que os diera besos de su parte y que todos los días se acuerda de vosotras. Que estéis tranquilas que ella está bien, que la respeta me insistió mucho en esto, y no ha hecho nada inadecuado Guillermina: Pobrecita mía (susurró abatida) Claudia: Guillermina, debes saber que Maca es una mujer fuerte, me lo demostró, creo que todo esto que le ha pasado la ha hecho fuerte, no tenía apariencia frágil como otras veces me ha parecido cuando la he visto en la televisión, se mostraba segura mientras hablaba, tanto fue así, que pasamos a una cafetería y nos tomamos un café. Fueron minutos pero, os aseguro que la vi bien T: ¿Te dijo cuándo viene? Claudia: No. Pero de eso no preocuparos, normalmente la seguridad de este premio nos toca a nosotros, nuestros muchachos son los encargados todos los años de vigilancia Guillermina: Eso quiere decir que tenemos información privilegiada Claudia: ¡No lo hubiera expresado mejor! (le respondió con una sonrisa) Jesús: Creo que Maca nos ha mandado la señal de que a partir de ese premio todo va a cambiar, es lo que ha estado esperando, ganar y ella sabe que va a ganar T: Luis ha comprado el premio, Claudia Claudia: De un modo u otro va a ganar y eso es lo importante. Creo que le está dando confianza a Luis de que no va a llevar a cabo sus pensamientos, creo que está haciéndole ver que va a ser una buena chica y que ese premio no va a cambiar nada Guillermina: Él ha debido de agachar las orejas y ceder, porque ahora sabe que Maca sí es capaz de ingeniárselas para hacer lo que le dé la gana T: Pero ahora no me tiene a mí (dijo dolida) Guillermina: Pero él no puede estar a toda hora a su lado, y lo que él quiere es que no lo deje. ¡Mi niña ha aprendido la lección! ¡Sí! ¡Saca el orujo Jesús! Vamos a brindar T: Tú no puedes beber y ni creas que no me he dado cuenta que al entrar olía a puro, así que ya has fumado tu puro del domingo Guillermina: Me paso por el mismo potorro tus prohibiciones, que me queda poco ¡coño! No me amargues la vida, ¡quiero fumar! ¡Quiero brindar! ¡Y me gustaría follar! Pero eso ya sería un milagro, hija... ¡un milagro! (decía con voz rotunda) T: Ay Señor (suspiró yéndose hasta la cocina) Guillermina: Gracias Claudia, gracias (le dijo con gesto sincero)

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Claudia: Nos conocemos poco, pero, no podía dejar que siguierais sufriendo sin saber nada de ella, por eso fui, fui con la idea de traerla. Lo siento si no lo conseguí Guillermina: Has conseguido mucho, hija. Te lo agradezco Claudia: Pues ahora ya tienes el motivo para salir de ese estado de desidia en el que te encuentras. ¿No te parece? Guillermina sonrió de lado, y asintió al tiempo que suspiraba 7 Enero 2006 En el faro la actividad era frenética, Jesús metía las maletas en el maletero del coche, Teresa había preparado un termo con café, otro con té y varias botellas de agua, Guillermina parecía que había puesto de su parte para soportar el largo viaje, que para ella significaba ir en coche hasta Madrid, porque cuando Claudia llamó para decir que día llegaba Maca, donde iba a estar hospedada y por donde iban a entrar ellos tres con las entradas que ella les había conseguido, hubo un gran revuelo en aquella cocina caliente del faro T: Pero Guillermina vamos a ver... es la sexta vez que te lo digo, la muchacha nos ha conseguido billetes para el avión, se llega antes y es más cómodo (la miraba con expresión cansada de lidiar con aquella mujer que más parecía un toro de Miura! Guillermina: ¡Y una mierda de vaca! Donde llegas antes es al suelo, sin duda (respondía enfurruñada) T: Pero... ¡qué mujer tan tozuda! ¡Cuántos aviones han caído últimamente! Guillermina: ¡Basta con que caiga el que voy yo! Deja, deja, eso da mal fario... quiero morirme entera, no a trozos T: ¿Y si tenemos un accidente con el coche? Guillermina: ¡Pero insensata eso no se menta! Voy a tener que llevar romero en el coche T: ¿Para qué? Guillermina: ¡Para alejar tu mal fario! Menos mal que tengo remedio de meiga ¡porqué vaya mujer más insensata! T: Insensata tú, que en avión ibas a llegar en seguida y sin sufrir Guillermina: ¡Y un jamón de pata negra! En cuanto me tire dos pedos me echan sin paracaídas que en los aviones va mucho finolis T: Guillermina (su tono ya era cansado de tanto discutir)

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Guillermina: Teresa Jesús: Déjala, Teresa, vamos en coche ya le digo yo a Claudia Guillermina: Menos mal que hay alguien sensato en la pareja. Por cierto... no vayas a creer que vas a librarte de contarme el beso apasionado de la playa T: ¡Pero... pero... pero tú no dices que no puedes andar y las cataratas no te dejan ver! (la miraba fuera de sí por el descubrimiento) Guillermina: Jajaja coff coff coff comprende coff coff que es lo único que me queda BRRRRRRRRRRR (pedete) ver, ahora soy una voayuas de esas BRRRRRRRRRRRRRR (pedete). ¡Ay carallo cuanto aire tengo! En el coche pusieron almohadas para que se sintiera lo más cómoda posible, Teresa iba sentada en el asiento trasero, no perdía detalle de los movimientos de su hombre, porque, ya podía decir que era su hombre. Entonces recordó “Iban por el camino verde que les llevaba hasta la Iglesia del pueblo, ella con mantilla, él con sombrero, nunca antes había visto a Jesús vestido tan impecablemente elegante como aquel día, caminaban en silencio separados por cierta distancia. Al terminar la misa, volvían por el mismo camino, el mar les acompañaba a su lado derecho donde terminaban los acantilados, los prados verdes a ambos lados, ¿quién podía no dejarse llevar por tanta belleza? Entonces él la detuvo ¿qué puede decir un hombre parco en palabras? Nada, solo actuar T: ¿Qué sucede, Jesús? (lo miró algo desconcertada por la cercanía en la que se encontraba el hombre) Y allí se lo plantó, un beso en los labios mientras rodeaba su cintura con las manos grandes de agricultor, de pescador, de albañil, de jardinero, en definitiva de hombre rudo de montaña. Y cuando se separaron Teresa aún mantenía los ojos cerrados, y no los abría no por vergüenza ¡válgame el cielo! No los abría por si era un sueño y al despertar se encontraba besando la almohada ¡o algo peor, besando a Guillermina! Pero entonces algo le obligó a despegar sus párpados Jesús: ¿Estás bien? (fue lo único que supo preguntar preocupado al ver a la mujer quieta como si fuera una estatua de sal) T: ¡Ay Jesús! Y no hicieron falta más palabras, ella apoyó su cabeza en el hombro de él, y él sintió lo que tantas veces en la taberna habían hablado los hombres, como se te abren las carnes cuando la moza que te gusta te da el visto bueno, aunque, tal y como le había advertido Guillermina Guillermina: ¡Más que moza si tardas mucho va a ser una jubilada a la que no vas a poder meter ni sacar! Que tendrá perdidas de orina sin parar. Y tú en lugar de mozo

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vas a ser un vejestorio que no va a poder mover sus riñones palante y patrás. ¡Ay si eso me pasara a mí con veinte años menos!” En Aberdeen, Luis lo tenía todo preparado, nada de ir a su casa, nada de ir días antes, él lo tenía todo bien atado, Maca se había portado demasiado bien, ya no se fiaba de ella. Había terminado una excelente novela, si bien era cierto que apenas se hablaban, que apenas se rozaban, pero ella estaba ahí, que era lo que él quería, tenerla poseerla, era tan sencillo como que no iba a ser de nadie más que no fuera de él, era su posesión y nadie iba a entrometerse. Sabía perfectamente lo mal que estaba con el abandono de Esther, él la había escuchado desgarrar su garganta llorando, la había visto como alma en pena por la casa, la veía pasear por el jardín como si fuera un fantasma, la tortura del mar que él sabía perfectamente iba a recordarle cada segundo la burla de Esther, había funcionado, la veía mirar el mar con sus ojos repletos de tristeza con un rictus de condescendencia, la había visto llorar como si cada ola le trajera con un látigo el abandono y burla de la que ella pensaba era el amor de su vida. Luis era consciente de todo ello, y no había dejado un solo cabo suelto para convertir los días de Maca en una tortura del recuerdo A Maca los primeros días le habían supuesto un dolor tan profundo y un abandono tal que pensaba que iba a morir, ni siquiera había sido consciente de cómo había llegado a aquella casa de ensueño, a aquel lugar tan precioso, porque sus ojos no tenían la capacidad de captar imágenes que no fueran las pasadas, su mente una y otra vez le traía recuerdos como castigo de lo que había significado conocer y sobre todo, amar a Esther. Y le daba rabia porque ya tenía bastante práctica con los recuerdos de Lidia. Los días pasaban y su dolor iba menguando un poco dejando que su mente se fuera abriendo, que fuera trabajando de otro modo. El respeto de Luis fue total, le llevaba comida a su cuarto, ella no salía de allí, era un encierro voluntario y preciso, quería arrancar a tiras su piel, quería sacar de ella las caricias de Esther, los besos, sus labios calientes, su tibieza al recorrerla, sus explosiones orgásmicas, y eso con Lidia no lo había vivido, y eran esas imágenes las que le atormentaban, eran esas las que le hacían temblar en la oscuridad o en la máxima luminosidad, parecía que con tan solo respirar era mover los recuerdos de Esther, no servía cerrar los ojos y no pensar, no servía mirar por la ventana el mar, porque era como si en la espuma de las olas le fuera murmurando su nombre, como si el cielo gris que siempre había en aquel lugar se empeñara en dibujar su rostro. Así día tras día, hasta que su mente le fue dejando ese lugar que le hablaba de la tata, de Teresa, de Jesús, recordó en un momento que había hablado con Jesús, pero no sabía de qué. Cuando llegó al fondo del pozo del dolor, a la máxima oscuridad, supo que había algo que debía hacerle salir, primero se había abandonado bajo los deseos de Luis, después se había abandonado a la vida de escritora escribiendo historias que pedía Luis, más tarde había conocido la libertad y en ese espacio quería quedarse, en esos instantes de libertad donde había sido feliz junto a Teresa, ahí quería detener su mente, porque lo que había venido después si lo recordaba sentía como explotaba su corazón. ¿En qué había fallado? ¿Qué había hecho mal? ¿En qué momento Esther había decidido dejarla sin previo aviso? ¿Por qué lo había hecho? Preguntas que no tenían respuestas pero día a día habían estado destrozándole el alma. Día a día tras la visita de una mujer que le había sorprendido, había traído noticias de Guillermina, de Teresa, del faro, de Jesús, y había sido como entregarle aire fresco, tan fresco como el que hacía ese día que salía de la casa hacia el aeropuerto, un aire que le gritaba que estaba viva y que había gente que seguía esperando que viviera

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Luis: Vamos a ir a un hotel, la organización quiere tenerlo todo bajo control, fíjate que hasta mañana no va a dar los nombres de las dos novelas finalistas. Ya se puede retirar el otro contrincante, no tiene nada que hacer, mi amor Las palabras se las llevaba el viento, salían por aquel pequeño hueco que había en la ventanilla del taxi, se resbalaban hacia la nada, porque eso era lo que habían logrado en Maca, nada, no había escuchado, ni le interesaba lo que decía ni hacía, su interior había resurgido como el ave fénix, y Luis no lo iba a poder tumbar Luis: (“Si supieras la sorpresa que te tengo guardada, si crees que una vez te hayan dado el premio me vas a dejar... ¡eso jamás! Vas a ser otra vez una mujer rota en mil pedazos, y solo yo, voy a ser quien te saque de ahí, nena”) Y mientras él pensaba la manera de poder tenerla para siempre destruida y humillada, Maca pensaba todo lo contrario M: (“Cuando llegue mi momento, nada me va a detener, cogeré aire desde el mismo instante que pise Barajas. Ahí, empezaré a cambiar”) En el aeropuerto de París, un avión salía cruzando las nubes, el cielo era intensamente azul, sin embargo había un par de ojos que no veía nada de lo que había a su alrededor, un par de ojos que trataban de apartar los momentos más maravillosos de su vida C: ¿Cariño, estás bien? E: Sí, Cruz. Gracias C: Todo va a ir bien (la miró sonriendo con franqueza mientras apoyaba su mano sobre la de ella) E: Lo sé Cruz había llegado a su vida como un torbellino, era una mujer con carácter no se amedrentaba ante nada, ni nadie, ninguna situación por muy complicada que fuera le hacía perder esa cordura y esa calma que mostraba. Había sido una compañera ideal para recuperar la mente de una mujer totalmente desquiciada que había sido en lo que Esther se había convertido al llegar a París. Tal fue así, que cuando Cruz llegó dispuesta a hacerle revivir, tuvo que esforzarse de lo lindo para sacarla del estado de apatía y dolor en que se encontraba En el coche que llegaba desde Santiago de Compostela, Teresa entre vaivenes le preparaba un vaso con té a Guillermina, quien el viaje se le estaba haciendo eterno y quien le pedía una y otra vez a Jesús que acelerara más. Guillermina: Las tortugas van a llegar antes que nosotros ¡dale, carallo, dale!

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T: Guillermina hay unas cosas redondas con unos números a los que hay que hacer caso, ni que decir de las cámaras de seguridad (le decía con tono conciliador y una risa floja que marcaba sus labios) Guillermina: Me cago en ellas, y en cuanto a las cosas redondas, ¡qué les den! hay prisa Jesús: Guillermina hasta mañana no vamos a ver a Maca, podemos ir con sentido común en la carretera Guillermina: ¡Con lo que vas es pisando huevos! T: Anda toma y relaja (le dio el vaso con té) Guillermina: ¡¡PERO ESTO QUE COÑO ES!! (puso el grito en el cielo al probarlo T: Té Guillermina: ¡¡POR LOS CLAVOS DE TU CRISTO!! QUIERO CAZAÑA O UN TRAGO DECOÑAC T: ¡Guillermina hija hay que ver lo impertinente que estás! Guillermina: LO QUE ME ESTOY ES CAGANDO Y NO PUEDO MÁS. PARAAAAAAAAAAAAA Jesús tuvo que dar un volantazo hacia la derecha y después frenazo de los que hacen historia, conocía a Guillermina y sabía que cuando decía allá va, iba. Para suerte de todos había una pequeña salida en la carretera para poder detenerse, Teresa ayudó a la mujer que le dio el tiempo justo para levantarse la falda negra y bajarse las grandes bragas de algodón que utilizaba, aquello salió como un cohete a la luna. Teresa no podía más que por los nervios reírse a carcajadas, mientras las ventosidades se mezclaban con los gemidos de placer de Guillermina Guillermina: Manda cojones que cuatro días sin cagar y ahora que voy de viaje cague por toda la semana T: Espera que te voy a dar toallitas (decía riéndose) Guillermina: ¿Y se puede saber de qué te ríes? (no podía doblar las rodillas así que su postura era muy poco adecuada) T: Nada... nada (decía muerta de risa) Guillermina: ¡Te vas a mear! ¿Esto qué es? ¿Toallitas de bebe para un culo de vieja? T: ¡Ay Guiller! ¡Cómo has puesto la indicación de Madrid, claro ahora no sé cuántos kilómetros nos faltan porque la has tapado!

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Y dicho esto la explosión de carcajadas de Teresa fue apoteósica, unido a las lágrimas y a golpecitos en su cadera, se mezclaron con ventosidades de todos los sonidos posibles e imaginarios y una carcajada cargada a puro El avión proveniente de París había aterrizado sin problemas en Barajas, por unas grandes cristaleras los familiares veían bajar a los suyos, tras la puerta donde iban a salir aquellos llegados de París, se encontraba mucha gente, algunos con un cartel y el nombre de la persona que buscaban. Cuando Esther cruzó la puerta arrastrando una maleta, sus ojos buscaron con rapidez y ansiedad una figura, tras ella Cruz esperaba expectante. Por fin se oyó la voz que tanto ansiaba escuchar, por fin, podía abrazar a quien llevaba siete meses sin poder abrazar. Dejó la maleta y Cruz fue testigo de aquel abrazo sincero y necesitado entre esas dos mujeres Por fin aunque pareciera mentira habían llegado a Madrid enteros y sin más accidentes escatológicos. Se dirigieron a casa de Claudia porque les insistió que era mejor estar juntos para preparar las cosas, el comentario general de aquel trío que iba en busca de la niña de sus ojos, era que contar en sus filas con la Inspectora de Policía les daba una tranquilidad que en sus anteriores planes les había faltado. Al llegar, Claudia salió a su encuentro con una sonrisa de oreja a oreja, tras los saludos y Guillermina poder ir al cuarto de baño a cambiarse de ropa, ¡qué no a ducharse porque a su edad era contraproducente!, se reunieron en el comedor tras una ronda de cafés y explicar las aventuras del viaje, entraron en el tema que les preocupaba a todos Claudia: Dentro exactamente de una hora van a dar los nombres de los dos finalistas, lo importante es que yo ya sé que Maca será finalista y estaré en la puerta del hotel, así que aprovechando la oportunidad que tengo, he pensado lo siguiente Tras contar su plan, todos se miraron dándolo por bueno y esperanzados en que por fin pudiera recuperar a Maca T: ¿Y quién es el otro finalista? Claudia: No lo sé, lo único que me dijeron es que es una mujer T: Pobre... Guillermina: Bueno, lo que nos importa es que vamos a poder estar allí para cuando Maca recoja el premio y podremos traerla a casa T: Guillermina (trató de impedir otra nueva desilusión) Guillermina: Esta vez, Teresa, tendrá que matarme para que no se venga conmigo (dijo con rotundidad y gesto) 7 Enero 2006

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En el hotel lujoso de cinco estrellas Único situado en la calle Claudio Coello, en pleno centro de Madrid, Maca estaba sacando sus cosas de la maleta, estar allí le era tan indiferente que ni siquiera se detuvo a pensar que en la habitación nada más había una cama de matrimonio, enorme, pero al fin y al cabo, una sola, Sus pensamientos estaban lejos de aquel hotel, tan lejos de aquel momento que estaba por vivir que todo le parecía irreal, ni siquiera la presencia de Luis podía enfadarla Luis estaba en el pequeño salón de la suite cuando sonó el timbre de la puerta, con el ceño fruncido salió a abrir, no había pedido nada para la habitación. Al abrir su gesto se transformó en total desconcierto. Una mujer con una melena y flequillo, con pantalón vaquero y un suéter de manga corta color amarillo con una cazadora de cuero negra estaba allí. Siguiendo las instrucciones de Guillermina, iba sin llamar poderosamente la atención para no levantar sospechas Claudia: Buenas noches, mi nombre es Claudia Castilla (le dijo ensañando su placa de policía) Soy la encargada de la seguridad de su esposa Luis: ¡Ah muy bien! Pase, pase (le dijo apartándose) Me comentaron que íbamos a tener ayuda Claudia: Sí, el año pasado tuvimos un problema con el ganador y la organización no quiere que se vuelva a repetir (entonces salió Maca, las dos mujeres cruzaron una mirada Luis: Maca te presento a la Inspectora Castilla Claudia: Encantada (se apresuró a saludarle) M: Hola (contestó escuetamente aunque su presencia significaba para ella la presencia de Guillermina Claudia: Bien, veamos (se dirigió a Luis y mientras hablaba siguiendo las instrucciones de Guillermina, no miro ni una sola vez a Maca) Dentro de una hora será la rueda de prensa de su mujer, he dejado a uno de mis hombres para que la acompañe, eso sí, lo haremos todos vestidos de particular, nada de uniformes Luis: Me parece acertado, no me gustaría tener a mi mujer junto a un policía Claudia: No se preocupe, él la acompañara hasta la habitación y mañana diez minutos antes de salir de aquí hacia el Hotel Mirasierra donde se va a hacer entrega del premio, les acompañará también, irán en el coche que pone la organización y el irá junto al conductor Luis: Perfecto (Luis miraba de soslayo a Maca que se había sentado escuchando las explicaciones aunque sin prestar mucha atención, de eso, Luis se había percatado) Claudia: Pues nada, eso es todo, si tienen algún problema mi teléfono es este (le entregó una tarjeta)

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Luis: Muchas gracias Inspectora Claudia: Les veré mañana Cuando salió lo hizo con una pequeña sonrisa, saludó sin mucha euforia a Maca y pensó que Guillermina iba a estar orgullosa de su actuación, tal y como le había dicho Claudia: ¿Águila Rosa? Guillermina: Aquí estoy esperando noticias de Nervios de Acero Claudia: Nervios de Acero le acaba de meter un gol al desgraciado Guillermina: ¡No tenía la menor duda! Cambio y Águila Rosa corta. ¡Como me gusta esto, carallo! (exclamó sonriente mirando el teléfono) Por fin voy a poder estrujar los cojones a ese hijo de puta y por fin va a pagar todo lo que debe T: Guillermina... no adelantes acontecimientos (volvió a insistir) Guillermina: Disculpa, cuando te dirijas a mí, hazlo como debe ser. Soy Águila Rosa Teresa negó con la cabeza mirando al techo, a veces pensaba que desde la marcha de Maca, Guillermina se le iba la pinza como ella misma se decía En el hotel, Luis miraba atentamente a Maca, acababa de cerrar la puerta y ella seguía inamovible sentada en el mismo sofá Luis: Que buen detalle de la organización, además, mandar una inspectora... ¿te ha gustado? (Maca omitió la respuesta) Venga nena... dime M: No es mi tipo (le dijo sin vacilar) Luis: Claro... tu tipo de mujer es siempre el mismo, una puta que una vez se ríe de ti te abandona... es cierto, esta mujer parece que de puta tiene poco. Voy a ducharme Maca ni pestañeó, recordó su llegada a la maravillosa casa de Aberdeen que a pesar de ser una maravilla, era como un castigo constante para ella Luis: Cariño... aquí vamos a estar muy bien, nadie nos va a molestar, creo que es un lugar adecuado para que olvides, para que te des cuenta de cómo se ha burlado de ti la enfermerita, como te ha usado, has sido para ella un juguete de igual modo que lo fuiste para Lidia... vamos... llora saca todo lo que te duele, como siempre yo estoy a tu lado, como siempre que te dejan tirada en la calle como a una perra... está aquí tu salvador. En el fondo me gusta que te hayas revolcado con esa puta, así valorarás lo bien que estás a mi lado, valorarás lo mucho que te amo y te darás cuenta que nadie en tu vida te ha amado tanto como yo, y lo que es mejor, gracias a tu amante furtiva, te has dado cuenta que nadie te va a proteger, amar y respetar tanto como yo, mi amor

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Después de aquella advertencia, Luis se esfumó, la dejó libre en su caída, dejó que descendiera a los infiernos, le llevaba la comida, la cena, el desayuno, la vigilaba en silencio, le daba algún capricho como bombones de chocolate, algunas golosinas, todo para hacerle entender que él era el único ser de la tierra que la amaba. Pero lo que él no sabía era que Maca ni siquiera lo presentía, escribía sin saber muy bien que hacía, no le importaba, llegó un momento que dejaba que sus dedos teclearan con una rapidez endiablada pero era incapaz en ese momento en el sofá del hotel decir exactamente lo que había escrito. Porque en su mente tan solo estaba Esther, en su mente tan solo pasaban una a una las imágenes con Esther, notaba como su interior estaba sufriendo un cambio, algo no iba bien, pero no sabía que nombre ponerle, la rabia, el dolor, la ira, la incomprensión, la ofuscación, todas las emociones que más daño podían causarle era las que sentía, se había estado dañando una y otra vez a sí misma. Sin embargo. Al llegar a Madrid, todo había sido poco, era como si pudiera sentir su presencia tras cualquier pared, un hotel le recordaba los encuentros furtivos que habían tenido, el premio le recordaba insistentemente cuantas veces lo nombró para decirle que después sería libre y suya, todo era una evocación al dolor, y su interior lo estaba sufriendo sin ella ser consciente Luis: Quiero que te acuestes (le dijo sin más saliendo de la habitación) M: ¿Cómo? (lo miró sin entender) Luis: Lo que he dicho M: Tengo que ducharme y arreglarme, tengo la rueda de prensa en... Luis: Tú no vas a ir a ninguna rueda de prensa, una increíble jaqueca ha hecho que estés en la cama sin moverte M: Estás loco Luis (lo miró entrecerrando los ojos) Luis: No nena, estoy protegiéndote, nada más, como he hecho siempre. Mañana harás una aparición como pocas veces has hecho, te he elegido un traje que vas a dejar a todos boquiabiertos, vas a ser la reina, todos van a querer hablar con la reina de las letras (se le había acercado mirándola fijamente con ojos enfermizos) Tú, mi amada Maca, vas a brillar como jamás nadie lo ha hecho En casa Águila Rosa se encontraba sentada en la mecedora que Claudia había comprado especialmente para ella, miraba la televisión esperando las noticias, quería verla, sabía que en cuanto la viera sabría realmente su estado Guillermina: ¡Parejita, dejar de meteros mano y salir! (habló en voz en grito haciendo que Teresa llegara toda escandalizada) Mira que si te portas mal se lo diré a tu curita T: ¡Eres recalcitrante! Guillermina: No sé qué coño es eso, sólo sé que soy lo que a ti te gusta (le guiñó un ojo tosiendo)

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T: No me gusta que me martirices y te pido respeto Guillermina: ¿Respeto? ¿Más? ¿Qué quieres morirte virgen? T: Para que te enteres, no estaba con Jesús, estaba preparando la cena, ¡no tienes derecho a burlarte de mí! ¡El sexo no lo es todo en la vida! Si no, mírate a ti Guillermina: ¡Por eso tontuca, por eso! (su voz se volvió suave) porque si follara como debiera, no estaría así, al menos tendría un humor maravilloso, ¡así que toma nota! Jesús: Hola (entro Jesús serio como siempre) T: Van... van a decir... (tartamudeaba pensando en que podía haber escuchado a Guillermina y sus constantes burlas) Jesús: ¿Claudia ha dicho que venía ya? T: Eso lo sabe Águila Rosa (hizo una mueca con la boca en dirección a Guillermina) Guillermina: Calla que van a decir la noticia Los tres se quedaron mirando la televisión, escuchaban como la presentadora de informativos hablaba del premio Presentadora: Como todos los años, el nombre de los nominados para tan importante premio se lo tienen bien guardado, hasta hace unos dos minutos escasos no se sabía quiénes eran los candidatos Guillermina: ¡Mi niña es la candidata, burra! (le gritó moviendo su mano hacia la televisión) T: ¡Calla Guille! Presentadora: Conectamos con el hotel Mirasierra la sede del premio. Gustavo que nos puedes... Guillermina: ¡Mi madre que bueno está el Gustavo! Seguro es gay T: Shhhhhhhhhhhhhh (le reñía seria mirando fijamente la televisión) Gustavo: Así es María pero nosotros ya sabemos quién van a optar a este codiciado premio, en primer lugar tenemos a una escritora que para nada ha causado sorpresa en su nombramiento, al contrario más bien era una de las candidatas que estaban en todas las apuestas, no es otra que Macarena Wilson con su novela “Castigo de vida” con esta novela nos aseguran que da un giro total a lo que nos tenía acostumbrados hasta el momento... T: ¿Castigo de vida? (se hizo la pregunta en voz alta)

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Guillermina: Ha cambiado el título (agregó con gesto de desconcierto Guillermina. Maca nunca cambiaba los títulos de sus novelas) T: ¿Castigo de vida? (volvió a repetir) Jesús: Eso ha dicho Teresa (las miraba algo extrañado por sus gestos pensativos) T: ¿De qué me suena a mí ese título? Jesús: ¿Qué tiene de malo que haya cambiado el título? T: ¡ESTHER! (de repente gritó poniéndose en pie como si la hubiera poseído el demonio provocando un sobresalto en Guillermina que la miró con los ojos como platos) Jesús: ¿Qué pasa con Esther? Gustavo: Hemos de decir que la otra escritora es totalmente desconocida... Guillermina: ¡Di por tu Dios o me da algo, coño! (la apremiaba nerviosa) T: Ese libro es de Esther, ¿os acordáis que no lo encontraba? (sus nervios se desbarataron al percatarse de la verdad) ¡Me lo dio para que lo corrigiera! ¡Él debió encontrarlo! ¿Dios mío! (no paraba de caminar de un lado a otro con pasos largos y finalmente terminó por poner su mano sobre la boca) Guillermina: ¿Quieres decir que ha plagiado el libro de Esther? (la miraba como si en ese momento entendiera todo) T: Sí, Guillermina, eso mismo (se miraron aterrorizadas) Guillermina: Hijo de puta... Jesús: ¡No puede ser! (exclamó con el ceño fruncido mirando la televisión) T: Claro que puede ser Jesús, es un mal nacido (al ver que no le hacía caso ambas mujeres preguntaron a la vez) ¿Qué pasa? Jesús: ¡Que la otra candidata es Esther! (dijo tan abrumado, tan desconcertado como se quedaron ellas) Gustavo: Es una joven valenciana que entra fuerte en el mundo de la literatura. Por cierto, debemos decir que Macarena Wilson ha tenido que suspender su presencia en la rueda de prensa al no encontrarse en condiciones, según nos ha pasado una nota el médico del certamen, por una fuerte jaqueca no va a estar presente Claudia: ¿Ya ha salido Maca? (preguntó nada más entrar, pero al ver las caras de los tres entendió que algo no iba bien)

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En el cuarto del hotel Melia Reina Victoria, con Esther, se encontraba Sandra y Pascual, junto a Cruz. Habían estado viendo la televisión y estaban tan asombrados como en casa de Claudia Sandra: ¡Pero cómo puede hacer algo así! (decía Sandra incrédula) C: A ver, Esther ese libro es tuyo, ¿eso es así? E: Sí, el título al menos, sí (decía con un gesto totalmente impactante) C: Entonces tenemos que denunciarlo, vamos a impugnar... E: No (le dijo de golpe) C: ¿Cómo que no? Sandra: Pero Esther te ha plagiado (decía nerviosa) E: No ha sido ella, estoy segura que ha sido él Pascual: Sea quien sea, es injusto Pascual hablaba poco, pero lo poco que hablaba siempre causaba impresión al resto de tertulianos, sobre todo a Cruz que no lo conocía E: No voy a hacer nada, lo ha hecho bien, no puedo demostrar que ese libro es mío (dijo con lágrimas en los ojos) C: Cariño (se sentó a su lado Cruz rodeándole los hombros con su brazo) E: No, Cruz, no puedo sentarme delante de los micrófonos y decir esa novela la he escrito yo, no está registrada, no tenía más que ese libro, ni siquiera en el ordenador me guardé una copia. Quizás estoy equivocada y es la venganza de Maca por todo lo que pasó Se levantó negando con la cabeza, estaba tan desconcertada que no sabía muy bien cómo actuar. Sandra de inmediato cogió su teléfono y marcó un número, Pascual hablaba con Cruz de las posibilidades de poder denunciar al menos ante el jurado del certamen lo que había sucedido En su casa, Claudia escuchaba incrédula a una Teresa fuera de sí, explicar lo que había sucedido Claudia: Entonces Esther es la autora de las dos novelas (decía totalmente absorta)

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T: Exacto, y lo normal es que denuncie a Maca por plagio Guillermina: Y eso es lo que está buscando Luis, me parece Claudia: No os entiendo, perdonad Guillermina: Creo que a Luis en este momento le importa muy poco el premio, sabe que sólo puede tener a su lado a Maca estando destruida, cuando ella está en una situación así él la maneja, es mucho más fácil. Cuando Maca se haya enterado del cambio del libro, no me extraña que le haya dado una jaqueca, mañana va a ser un día muy duro para ella (su tono era apesadumbrado y su gesto repleto de rabia) Claudia: No tiene sentido, Guillermina. Quizá lo único que trata de lograr Luis, más que la destrucción por la novela, es que Esther repleta de rabia no se acerque a Maca Entonces sonó el teléfono de Claudia Claudia: ¡Sandra! Sandra: Acabo de enterarme del premio, necesito hablar con Teresa, necesito localizarla Claudia: Está aquí conmigo. ¿Estás tú con Esther? Sandra: Sí Claudia: ¿Cómo está? Sandra: Tan desconcertada como todos nosotros Claudia: Oye Sandra, sabes que esto es denunciable ¿no? Lo estamos hablando ahora nosotros Sandra: No tiene modo alguno de demostrar que esa novela es suya Entonces ocurrió algo que hizo a todos quedarse en silencio mirando la televisión. En el programa que continuaba a los informativos, un programa de contenido rosa estaban dando una noticia sorprendente “Así es, hace algunos meses nuestro reportero pudo grabar unas palabras donde Esther García, la finalista del premio, confirmaba su romance con Macarena Wilson. Ambas habían mantenido una relación sentimental a espaldas del marido de la famosa escritora” Claudia: ¡Joder! (exclamó quedándose boquiabierta) T: Dios mío (murmuró impactada sentándose de golpe) Sandra: No puede ser (susurró nerviosa)

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Guillermina: Jesús hijo, tráeme un trago de coñac (pidió con sudores fríos) Mientras, en el hotel donde Maca descansaba, Luis recibía una llamada diciéndole que pusiera la televisión. Miraba atónito las noticias, no podía estar sucediendo algo así, ¿cómo se habían enterado? Era el final Luis: Hija de puta... lo ha hecho a propósito (susurró pensando en Esther) Había desconectado la televisión, estaba tranquilo porque Maca no podía enterarse de la noticia, al día siguiente tenía pensando darle un resumen de su novela y lo que debería decir al recoger el premio, tenía tantas cosas preparadas, le había costado tanto atar todos los cabos que aquella noticia le rompía todos los planes. Necesitaba pensar y algo rápido. Debía negar la noticia, hacer algo, cogió el teléfono y llamó a su abogado Luis: Quiero que mandes un escrito y que adviertas que voy a poner una demanda a la cadena de televisión, así mismo, que dejes ver que es una artimaña de Esther para ganar el premio, para desprestigiar a Maca, que todo cuanto dice es mentira. ¡Y quiero qué lo hagas ahora! (cuando colgó echó el teléfono sobre el sofá, se pasó las manos por su pelo engominado y tras exhalar un fuerte suspiro susurró) Quizá no sea tan malo Claudia ante el cariz que había tomado la noticia había decidido colgar el teléfono decidieron que más tarde Teresa llamaría para hablar con Sandra. Teresa se había sentado y había aceptado el trago que Jesús le había puesto a Guillermina, miraba la copa dubitativa, sin duda lo peor de todo era la noticia que acababan de dar T: Esto es el fin de Maca (musitó con su habitual tono derrotado) Claudia: O el principio de su libertad T: Como se nota que no conoces a Luis (la miró con tristeza) Claudia: Pero conozco a Esther y estoy segura de que esto no lo ha hecho ella Guillermina: ¿Por qué no? Le han robado su libro, sería un buen contraataque Claudia: Esther no es vengativa. Tiene muchos defectos pero te aseguro que no la venganza. Ni contra la mujer que más daño le ha hecho. Además, ella se ha enterado al mismo tiempo que nosotras, eso ha dicho Sandra. T: Luis debe estar hecho una furia Guillermina: El problema es que no tenemos control de cómo está Jesús: ¿Y si pruebo a ir al hotel a ver a Maca? Claudia: Buena idea, yo te llevo

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Guillermina: La pondrías en peligro, ahora debe estar hecho una furia (les hizo detenerse mientras sus ojos miraban al vacío como si se tratara de concentrar en alguno de sus pensamientos T: Necesito otro trago Guillermina: ¡Teresa te necesitamos fresca! No te pilles el pedo de tu vida que te pones muy pesada y me machacas las tetas (trataba inútilmente de mostrarse tranquila) T: ¡Mira van a decir algo! (gritó de golpe haciendo que todos se sobresaltaran al mismo tiempo que sonaba el busca de Claudia) Apaga eso por Dios, niña Guillermina: Jesús prepárate que esta mujer borracha es un peligro (le dijo bajito) T: Sube el volumen, cariño Era la primera vez que daba muestras de afecto hacia Jesús, tal fue así, que el hombre la miró absorto por su reacción La locutora de aquel programa del corazón detuvo la emisión mientras comentaban lo que era la bomba informativa del día Locutora: Un momento por favor... me informan que nos acaba de llegar un comunicado del abogado de Macarena Wilson, el comunicado dice así En casa, Claudia se había marchado a hablar por teléfono desde la cocina, al terminar salió y mientras recogía su casco les dijo Claudia: Me voy al hotel, parece que hay prensa en la puerta y nos están reclamando. Si puedo hablar con Maca os llamo. Te dejo el número de Sandra apuntado aquí, Teresa Los tres asintieron pero parecía que realmente ninguno le había prestado atención, porque se encontraban con todos los sentidos fijos en aquel televisor de plasma tan grande que según Guillermina se podía ver las legañas en los ojos de los presentadores. Típico comentario de aquella vieja tata que estaba al borde de un ataque de histeria en ese momento. Locutora: Mis representados la señora Macarena Wilson y el señor Luis Santos, comunican que, tras la noticia difundida por esta cadena televisiva, van a interponer una demanda por atacar el honor de la pareja con falsos testimonios y datos infundados. Así como su malestar con la persona que ha lanzado esta noticia sin saber si sus fines se concentran en la oportunidad de ganar el premio que mañana es candidata manchando la intachable honorabilidad de la señora Wilson. Macarena Wilson Fernández, conoció a esta señora durante un curso que impartió en la ciudad de Valencia, sin tener otro o que no fuera dentro de ese aula como profesora, así pues, si la persona citada ha tratado de dañar la imagen de mi representada y si no niega esta noticia, nos veremos obligados a denunciarla también a ella

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En ese mismo instante, Esther García se encontraba dando la rueda de prensa previa a la entrega de premio, lo hacía ilusionada aunque con una fiera lucha en su interior sobre la posibilidad de que Maca fuera quien había robado su libro con la ayuda de Teresa, sus ojos temblaban al hablar porque entendía que si eso era así, la traición en la que se había visto envuelta, le aplastaba el corazón. Aunque tuviera todo el derecho del mundo, amaba a Maca y no la veía capaz de hacerle ese daño. Estaba finalizando la rueda de prensa cuando algunos móviles de los periodistas de la sala comenzaron a sonar, rápidamente se había extendido la noticia, Cruz que había sido alertada por Sandra, decidió tras contestar la última pregunta sobre si tenía esperanzas de ganar, se acercó a Esther, y les comunicó a todos que la rueda de prensa había finalizado E: ¿Qué pasa? (le preguntó alertada al ver su comportamiento y como la sacaba por la puerta trasera sin dejar que los periodistas la alcanzaran) C: Alguien se ha ido de la lengua sobre tu romance con Maca (la miró fijamente ya una vez se habían adentrado en el ascensor) E: ¡Cómo! (no salía de su asombro) C: Sí, cariño, sí, alguien ha dicho que tú le confirmaste que fuiste amante de Maca E: No entiendo... no entiendo nada (llegaron al piso donde se alojaba) Este premio se está volviendo una pesadilla. Quiero irme a casa, Cruz C: Ante todo tranquilidad, Esther Entraron en la habitación, donde una Sandra miraba atenta la televisión, al entrar Pascual decidió que la esperaba en su cuarto para dejar a las mujeres hablar del tema con tranquilidad, el teléfono móvil de Cruz comenzó a sonar Sandra: ¡Esther a quién le dijiste lo de Maca! E: A nadie Sandra, te lo juro Sandra: ¿Y cómo lo saben? E: ¡Yo qué sé! ¿pero sabes? Me alegro, si ha sido capaz de joderme mi novela, ahora que se joda ella (le salió su habitual tono de ira y el gesto de tristeza que se había formado en ella momentos antes desapareció por uno de irritabilidad) Sandra: Esther... tú misma has dicho que sería Luis E: Se la di a Teresa, Sandra. Teresa seguro que como venganza porque sabía que yo fallaría en el momento en que Maca estuviera libre, se la habrá dado a Maca y ésta a Luis, seguro que lo han hecho como venganza C: A ver... los periodistas quieren saber. Aclárame algo porque en unas horas tengo a punto de estallar la cabeza, tú siempre me has dicho que Maca te estaba ayudando con la novela

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E: Sí, sobre esta novela que me han elegido, la otra solo la tenía Teresa, Maca leía lo que yo iba escribiendo, lo que yo iba creando de esta novela, pero la otra la tenía Teresa para leerla y darme su opinión si era o no publicable C: Es decir, Teresa es la que le dio la novela Sandra: Un momento, no puede ser... Claudia me ha dicho que Teresa estaba igualmente sorprendida C: ¿Quién es Claudia? (la miró con cierto cansancio ya en su rostro ante la forma precipitada en las que se estaban dando noticias que se escapaban de su comprensión) Sandra: Es una larga historia, Cruz C: ¿Una ex amante tuya? (Esther asintió) ¿Y qué tiene que ver con Teresa? Sandra: Claudia fue la encargada de encontrar por un lado a Maca y por otro a Esther, yo la llamé. Pero hace muchos años que no tienen o Esther y ella (se dio rapidez para aclararlo) E: Voy a decir que es verdad, lo voy a decir... ¡a ver si tiene cojones de negarlo! Sandra: Un momento Esther, por favor (la detuvo al ver como cogía el teléfono) C: No estás en condiciones de tomar ninguna decisión, eso me corresponde a mí Entonces sonó el teléfono de Sandra Sandra: Es Teresa (suspiró para aplacar sus nervios) Teresa T: Sandra, hija... ¿qué tal? Sandra: No muy bien, la verdad T: Te juro que yo no le di el libro a Luis, como salimos del faro tan precipitadamente debí dejármelo allí y no sé de qué modo lo tiene él Sandra: Es un momento complicado, Teresa. Lo que ha hecho Luis, si mañana gana Maca es un golpe muy bajo T: Lo sé... tanto Guillermina como yo, bueno... y Jesús (carraspeó levemente). Hemos pensando que Esther debe denunciar hoy mismo lo que ha pasado ante el jurado del certamen. Porque... va a ganar Maca, Luis compró ese premio, la única posibilidad que tiene Esther es denunciar a Luis Sandra: Eso es imposible, Teresa (la mujer suspiró nerviosa mientras cerraba los ojos) Esther no registró la novela

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T: ¿No registró la novela? (se mostró sorprendida) Sandra: No. Deberías hablar con Maca y saber si ella tiene algo que ver en todo esto T: ¿Cómo puedes pensar en Maca? ¿Acaso Esther no ha terminado hablando de su lío con ella? Sandra: Teresa... Esther no ha dicho nada T: ¿Y me lo tengo que creer? (preguntó con aspereza) Sandra: Sí (dijo tajante y algo cabreada) T: Pues de igual modo debes creerte que Maca no ha hecho nada Por unos segundos ambas mujeres guardaron silencio, realmente estaban cruzándose culpas que no sabían si eran o no ciertas. Teresa trató de poner sensatez en aquella conversación porque si Luis pudiera escucharlas estaría disfrutando de lo lindo T: Esther va a decir que es mentira o... ¿lo va a confirmar? Sandra: No lo sé, están hablando que es lo mejor T: ¿Duda en decir qué es mentira? Va a destruir a Maca, ¡no ha tenido suficiente ya! Sandra: Teresa... por favor... dame un poco de tiempo que hable con ella, estamos todos impactados por todo esto, ella afirma que no ha hablado de Maca con nadie. T: ¿Y entonces cómo lo saben? Sandra: ¿No lo habrá dicho Maca? Quizá sea su arma para dejar a Luis T: Maca no está sola ni un segundo, ni siquiera nosotros tenemos opción a verla Hubo silencio por ambas partes. Cruz miraba con seriedad lo que decía Sandra mientras Esther se iba y se echaba en la cama Guillermina: Jesús... ayúdame a levantarme, me he cagao Jesús: No hay que perder los nervios antes de hora, Guillermina Guillermina: He perdido mierda... que es lo que me pasa cada vez que pienso en Luis, pero esto va a terminar ahora mismo, me vas a llevar al hotel a por Maca (le dijo con firmeza) Cuando Claudia llegó al hotel, vio que había una nube de periodistas en la puerta, entró y subió hasta la habitación de Luis, llamó y al abrirle vio que el hombre estaba

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demasiado tranquilo, muy lejos del estado en que Guillermina había dicho que lo encontraría. La que no estaba era Maca Claudia: Siento el revuelo de periodistas Luis: No me preocupa. Lo que quiero es que me asegure que mañana mi mujer va a llegar sin tener que encontrarse con los periodistas Claudia: Podemos cambiar la ruta y el modo de entrar, sí, no hay problema Luis: Una vez dentro no quiero que ninguno de sus hombres esté cerca de ella Claudia: ¿Cómo? Luis: ¿Quién va a querer hacer daño a mi esposa? (entonces sonó su móvil y se apartó poniéndose de espaldas a ella). Perfecto, pues ahora ya sabes, un buen baño, una buena dosis de perfume y mañana lista. Gracias, nena. ¿Por dónde íbamos? En casa de Claudia, Teresa y Jesús trataban de tranquilizar a una Guillermina que no paraba de insultar, parecía que la poca fuerza que pensaban que tenía, se había multiplicado al llegar a Madrid, al saber que Maca estaba tan cercana a ella Jesús: Guillermina, ninguno vamos a ir al hotel, nos vamos a esperar a mañana y una vez le den el premio, iremos, la cogeremos y nos la llevaremos, ten en cuenta que Claudia va a estar a nuestro lado, sus hombres nos van a ayudar T: ¿Os habéis planteado qué haremos después? ¿Vamos a secuestrar a Maca? (decía abriendo sus grandes ojos) Jesús: Esta vez no vamos a dejar que Luis nos gane, porque además, tenemos a la policía de nuestro lado. Así que las dos os vais a tranquilizar, vamos a dormir, descansar, recoger todas las fuerzas que podamos, mañana estaremos frescos y todo será mucho más fácil. ¿De acuerdo, Guillermina? Guillermina: ¡Anda Tere, recoge la baba que estás manchando la alfombra! En el hotel, Esther se encontraba como un lobo metido en una jaula, no cesaba de caminar, una vez habían explicado todo a Cruz, ésta se puso a hablar con sus abogados, habían decidido que lo mejor era no hacer caso, no les había llegado ninguna demanda y en todo caso, si eso sucedía, itiría la verdad, que había sido amante de Maca y lo podía demostrar porque tenía guardadas algunas fotos con ella, jamás pensó en utilizar aquellas fotos para demostrar la verdad, ni siquiera para hacerlo publico sin embargo, la posibilidad de que le hubiesen jugado una mala pasada presentándose a ese premio con su novela, le había movido una rabia interior que le reconoció a Sandra la única que le había provocado ese sentimiento había sido Lidia

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Cuando Claudia llegó a casa y vio que estaban los tres en silencio, con gestos serios y preocupados, entendió que las cosas no estaban saliendo como ellos habían pensando, que las cosas se habían complicado y que la única que iba a salir realmente dañada de todo lo que estaba pasando, iba a ser Maca Claudia: Os tengo que decir que Luis no estaba ni por un momento hecho una furia, estaba demasiado tranquilo Guillermina: ¿Y mi niña? Claudia: No la vi. Debía estar acostada Guillermina: que ganas tengo que sea mañana ¡carallo! (se quejo) Claudia: Eso sí, ¿creéis que Luis puede tener una amante? T: ¿Amante? No (dijo rotunda) Claudia: Alguna mujer le llamó y le ha dado unas instrucciones para que mañana esté lista (al ver sus gestos sonrió y les dijo) Ni caso, a veces mi vena de policía me gana la sensatez La luna cruzó el cielo y se quedó a una altura bien visible, le daba una majestuosidad a la noche, al cielo que los ojos de Maca y Esther, podían verse reflejadas en ella, las imágenes de besos apasionados, caricias locas, gemidos, miradas furtivas, sonrisas y hasta pudieron ver amor. Ambas, cada una por su lado se hizo la misma pregunta ¿Por qué me has hecho esto? 8 Enero 2006 En Madrid, al ponerse el sol, el cielo adquirió un color rosado, nada que ver con el color de su faro, pero Guillermina agradeció que el día empezara claro y resplandeciente, no había podido dormir, se había pasado la noche pensando cómo iba a ser el reencuentro con Maca, y no podía negarlo, tenía miedo aquel maldito Luis llevaba demasiado tiempo ganándole batallas. Cerró los ojos y trató de devolver a su mente a la joven que montaba acaballo con el pelo suelto, con su gran sonrisa, con la mirada repleta de ilusión, tal vez así, podía atraer a la niña de sus ojos, envolverla entre sus brazos y protegerla hasta el final de sus días, entregarla a una mujer que la amara de verdad Claudia: Buenos días Guillermina Los ojos cansados de la mujer levantaron su mirada hasta encontrarse con Claudia y pensó que a su manera era hermosa, su rostro tenía unas facciones muy marcadas, sus cejas estaban bien definidas, con una nariz un tanto aguileña, sus ojos eran grandes y expresivos, su boca perfecta, sus labios finos pero contundentes y aunque era delgada,

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los músculos de todo su cuerpo estaban bien marcados. Y a pesar de que sonreía poco, parecía una sonrisa fresca y sincera Guillermina: ¿Has pensado en volverte a enamorar? (le preguntó a bocajarro) Claudia: Menos mal que no eres mi superior, Guillermina. Te aseguro que intimidas Guillermina: Es decir, estás cagada más que yo cuando cago, claro, pero estás dispuesta a volverte a enamorar Claudia: ¿Si? (la miró con un gesto algo burlón mientras levantaba su ceja izquierda) Guillermina: Te queda muy bien ese gesto, sí, pero que muy sexy. Teresa ¿no te parece sexy, Claudia? T: ¡Guillermina! (la riñó) Guillermina: No sabe vivir sin reñirme, no sé qué va a hacer cuando me muera Claudia: Tú no te vas a morir. Me voy a la ducha. Buenos días Teresa. T: Miedo me da, miedo me da lo que se te haya ocurrido... ¿no has tenido bastante ya con todos nuestros errores? Guillermina: Alguna vez tendremos que acertar, es ley de Guillermina Sobre las dos y media de la tarde, Esther no había hecho declaración alguna, no había contestado a ninguna de las llamadas que le hacían y que le preguntaban sin tapujos si había utilizado su información para ganar a Maca porque la noticia si a alguien destruía era a la escritora. Cruz, no había respondido a aquellas tonterías, bastante tenía con retener toda la furia de Esther que quería contestar ella misma, por más que le decía que debía ser inteligente y tener paciencia, ella siempre salía con la misma retahíla E: Que se metan por el culo el premio, Maca lo tiene ganado, ella me lo decía, hasta eso podría decir yo en la prensa C: ¿Y qué ganarías? Quedar como la escritora novel que tras tirarse a la escritora famosa, y perder el premio decide sacar a pasear su pataleta de segundona. ¡Esther! Eres una escritora maravillosa, deja todas estas tonterías, a ti el segundo puesto te va a dar prestigio, y estoy segura que algún día no solo vas a ganar este premio, todos cuantos se pongan a tiro, eres única cariño, grábatelo en esa cabezota. Que Maca gane el premio con tu novela, que nos denuncie, no tiene manera de demostrar que tú has dicho nada, además eres libre de contar lo que te plazca, es nada más que una estrategia para que te acojones, salgas y pidas perdón como una tonta por decir la verdad. Vamos Esther, el pasado es pasado y ahí debe quedarse. Ahora a probarte el traje chaqueta con el que estás pa comerte y a descansar E: Gracias... la verdad que no sé qué haría sin ti (le dejó un fino beso en los labios)

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C: Meter la pata una y otra vez. Anda va... vamos a probarnos la ropa. La hora de salir del hotel se acercaba, Maca se había duchado y esperaba que llegaran a su habitación las empleadas de la tienda donde le habían prestado tanto el vestido como las joyas que llevaría muy a su pesar. Luis estaba presente en todo lo que estaban haciendo con ella, desde el suave maquillaje hasta el peinado, por expreso deseo suyo le hicieron un recogido que dejaba su hermoso cuello bien expuesto para su deleite que se mostraba como el macho que la poseía orgulloso de su presa. Además de retirar todo el cabello de su rostro porque siempre decían que aquella mujer tenía un romance con las cámaras de fotografiar. Mientras le daban los últimos retoques, el policía encargado de acompañarles se presentó ante Luis, él con un elegante traje chaqueta y una corbata a juego con el vestido rojo bermellón de su mujer, bebía una copa de coñac Luis: Un segundo que mi esposa ya sale, puede esperar en el pasillo (cuando la vio salir, soltó un silbido mirándola de abajo arriba mientras resoplaba como un caballo viejo). Estás hermosa, mi amor M: Vámonos por favor, quiero acabar con esto cuanto antes Luis: Nena, nena... ¿por qué tanta prisa? ¿Acaso estás pensando cosas malas? (su mirada parecía la de un maníaco que observaba quien iba a ser su presa) M: Luis (lo miró fijamente y le dijo). Vete a la mierda Justamente al otro lado de la ciudad, Teresa estaba terminando de vestirse al igual que Guillermina, Jesús que estaba tratando inútilmente de anudarse la incómoda corbata esperaba que ambas mujeres se reunieran con él en el salón T: A ver... déjame que te ayude (lo miró con una sonrisa cómplice) Jesús: ¡Vaya! ¿Sabes anudar corbatas? T: Que remedio, mi padre era de corbata día tras día Guillermina: Parejita se me acaba de ocurrir algo bestial (dio de pronto Guillermina que llevaba un extraño bastón en su mano derecha) T: ¿Y ese bastón? Guillermina: Es el móvil del crimen (dijo con tono severo) Veamos, ¿Y si Maca ha lanzado ella misma la noticia de su lio con Esther? T: ¡Guillermina otra vez le has dado al chinchón! ¿No sé como tengo que decirte las cosas!

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Guillermina: Pensábamos que había estado encerrada en Escocia, pero no, la dejó ir y venir, ¿y si ella he preparado todo esto para decir a todo el mundo que sí es lesbiana y dejar al desgraciado ese como un gilipollas pelele? Tanto Jesús como Teresa guardaron silencio y terminaron cruzándose una mirada con cierto desasosiego. Si eso era así, Maca habría trazado un plan demasiado mezquino para herir también a Esther A Maca no le extraño salir por la puerta trasera, era muy del estilo de Luis, su corazón latía a toda velocidad, tenía tantas ganas de tener el premio y largarse bien lejos fuera el alcance de Luis que no veía la hora de llegar Luis: Toma, lee esto (le dijo sorprendiéndola en sus pensamientos) M: ¿Qué es? Luis: Lo que tienes que decir cuando te pregunten los periodistas (Maca leía con gesto de no entender absolutamente nada) M: ¿Y esto? (por fin lo miró tan sorprendida como abrumada) Luis: Es tu novela, nena (acentuó el final de la frase) M: Esta mierda no es mi novela Luis: La que va a darte el premio sí, ¿crees que lo que has escrito se puede presentar para dar la vuelta al mundo? Tenías la cabeza más metida en el puto coño de esa puta que en lo que hacías. Así que, apréndete una a una las palabras que vas a decir M: ¿Quién ha escrito esto? Luis: A ti que te importa. No juegues, nena, si quieres que todo salga bien, no juegues. Estoy dispuesto a escuchar esa propuesta que tanto te ronda por la mente, ¿huir, quizás? Si te portas bien, podríamos llegar a un acuerdo, nena Maca agradeció que aquella limusina negra que los llevaba tuviera una cristalera que separaba a ellos del conductor y el acompañante, las palabras arrastradas y dañinas de Luis, le hacían el suficiente daño como para que además tuvieran que avergonzarla delante de esos dos hombres La primera en llegar fue Esther acompañada por Cruz y dos pasos por detrás su inseparable amiga Sandra con Pascual y un poco más atrás, Consuelo con su marido. En la puerta del grandioso salón del hotel donde se iba a realizar el evento, las recibió el presidente del premio y su secretaría las llevó hasta la alfombra donde debía posar para que los periodistas pudieran fotografiarla C: Vicente, hemos dicho que nada de entrevistas (le dijo al presidente)

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Vicente: Tranquila, está todo bajo control, la verdad que la noticia nos ha caído tan de sorpresa a todos que hemos hecho todo el esfuerzo posible para evitar en esta entrega problemas C: Gracias. Vamos Esther, debes posar Esther se dirigió hasta el lugar donde le dijeron debía ponerse y comenzaron a lanzar uno tras otro los falsees de las cámaras, al principio posó cortada, con dudas y una sonrisa forzada. Al mismo tiempo que le hacían fotos aunque había un cordón que la separaba a cierta distancia de los periodistas, éstos aprovechaban la coyuntura para preguntarle la veracidad de las informaciones que habían dado el día anterior y si era cierto, si aún mantenían la relación y si había sido ella tal y como sospechaban los Wilson para destrozar la reputación de una gran escritora como era Macarena. Esther sonreía y conforme fueron pasando los minutos, se iba encontrando más cómoda, sobre todo por las sonrisas cómplices de sus amigas C: Nos vamos, cariño Entonces Esther vio por primera vez la portada del libro de Maca y sintió como se le helaba la sangre, como su corazón palpitaba y como la sangre que salía de él le estaba envenenando sus venas Sandra: No ha sido tan difícil ¿verdad? E: ¿Has visto la portada del libro de Maca? (Sandra asintió con pena) Ahora sí que no tengo dudas Poco después, llegaba la limusina desde donde bajó Maca, tampoco le extrañó hacerlo por una puerta lateral, sabía de las muchas artimañas de Luis para crear más expectación. Una vez dentro se encontraron con Claudia, que volvió a saludar de un modo correcto pero lejano a Maca y se centró en decirle a Luis como iba a funcionar la manera de hacer fotografías a Maca Luis: Bien, hemos podido burlar todos los periodistas, es usted muy eficiente Inspectora, sé que ante lo que le he pedido también va a actuar de igual modo Claudia: ¿Vamos? Tras omitir totalmente el comentario, los condujo por un pasillo que los llevaba hasta la parte trasera donde estaban esperando a que se colocaran para hacerle las mismas fotografías que a Esther. Maca ajena a todo cuanto pasaba a su alrededor, observaba como la gente entraba y tan solo sentía ganas de que todo hubiera terminado para poder marcharse. Entonces podría ver a su tata, a Teresa, y decidir donde huir, no solo lejos de Luis, sino también, lejos de Esther Claudia: ¿Preparados?

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Luis: Gracias. Vamos cariño... sonríe y cuando yo te dé un leve toque te giras y me besas (la mirada de Maca le hizo sonreír). Será uno de tus últimos esfuerzos para ser libre, nena Salieron y una nube de cámaras fotográficas comenzaron a disparar, tanto que empezaron a cegar a Maca, para sí pensaba que se había desatado una locura, posaba sonriente como su marido y cuando éste le hizo una señal, fue ella quien se giró y lo besó. Entonces la intensidad de los falsees fue mucho mayor, Maca no alcanzaba a entender tantas voces hablando a la vez, oía su nombre por un lado y por otro, se le estaba haciendo una pesadilla estar en aquella alfombra, pero prefirió pensar que le quedaba menos para desaparecer de todo aquel mundo. En una esquina les esperaba Claudia, estaba cumpliendo a la perfección su trabajo, a su lado Vicente y su secretaría quien les hizo una señal para advertirles que ya había terminado su tiempo y fue entonces cuando Maca se encontró por primera vez con el que era su libro. Y fue porque vio su nombre escrito, y al mirar detenidamente la portada, no le gustó y comenzó a sentir una angustia en su estómago que fue mayor cuando vio detenidamente la fotografía de la portada era la silueta de mujer con los brazos abiertos atada con dos cuerdas por las muñecas y una espalda desnuda con una herida sangrante, la voz de Claudia surgió en ella como un bálsamo entre tanta locura. La inspectora le hizo un leve asentimiento con su cabeza tratando de transmitirle fuerzas Luis: Bueno... vamos para dentro, es hora de ir esperando nuevos acontecimientos Entonces se acercó hasta Luis uno de los representantes del premio, fueron cinco segundos pero a Claudia le bastaron para susurrarle Claudia: Esther es tu rival y está aquí Fue como un jarro de agua fría sobre ella, se quedó pálida, no supo cómo reaccionar, ni siquiera podía parpadear, saber que estaba allí le supuso un duro revés, iba a competir y ganarle a la que había sido y por mucho que se lo reprochara era, el amor de su vida Luis ajeno a que ya sabía la verdad, la llevaba tomada del brazo con una sonrisa cínica que sólo al saber la verdad Maca, supo relacionar, sabía que iba a estar allí lo que no alcanzaba a entender muy bien, eran las miradas juiciosas de algunas personas que habían ya dentro del recinto, un camarero les acercó una bandeja con bebida y Maca lo agradeció, no sabía cómo iba a reaccionar al verla, sus nervios se dispararon, se le había secado la garganta y comenzó a sentir un ligero mareo En el otro lado de la sala, Esther recibía algún tímido saludo, pocos era la verdad, conforme la gente iba entrando veía como se iban encaminando hacia el otro lado, en seguida adivinó que Maca ya estaba allí. Algunas de esas miradas se producían con bastante malicia Sandra: Esther, tranquila por favor, no hagas caso a las provocaciones de la gente C: Tú eres el punto fácil, ella es famosa

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Consuelo: Pero ella le ha puesto los cuernos a su marido, eso está muy mal visto, y más con una mujer Sandra: ¡Qué antigua eres Consuelo! (le dijo mirándola con cierto malestar) E: ¿Falta mucho para la entrega? C: Cariño... primero vamos a cenar E: ¿Y no puedo irme y volver cuando le entreguen el premio? C: Esther por favor no seas niña ¿eh? E: Lo siento, estoy de mala hostia y no sé si voy a poderme controlar cuando la tenga delante En ese momento se acercó hasta su grupo una periodista, Cruz la conocía y se quedó hablando con ellas, esperando su momento para atizar el fuego Ambas por separado sabían que llegaría el momento en que tendrían que verse, y ambas sentían unos nervios aflorando en su piel para ese instante. Luis además, se mostraba encantador y encantado, algo que todavía provocaba más irritación al cansado y dolorido estómago de su mujer. Saludaba a unos y otros con grandes elocuencias, y risas que mareaban a Maca aún más. Y quizá por la presencia de Esther, entendía porque no la dejaba descolgarse de su brazo, ajena a los rumores que iban y venían por todo el lugar. Las miradas eran lo que más le llamaban la atención junto a los gestos amorosos de Luis Fuera, en la puerta principal habían llegado Guillermina que le costaba algo caminar apoyada del brazo de Teresa y por delante Jesús con las entradas que le había dado Claudia. Veían la expectación que se había levantado y todos pensaban por separado lo mismo, iba a ser un drama. Al llegar a la puerta, Jesús mostró sus entradas y el hombre joven y corpulento que había en la puerta les negó el paso Jesús: ¿Cómo? (le preguntó el hombre fortachón con gesto algo irritado) -: Lo siento pero no pueden pasar T: ¿Qué pasa? (le preguntó Teresa alertada al ver que lo de tenían) Jesús: No podemos pasar, eso dice Guillermina: ¿Cómo que no podemos pasar? A ver tú, musculitos, que tanto músculo te ha echado a perder la cabeza, ¿quién eres tú para no dejarnos pasar? -: Señora un respeto, por favor (le contestó el joven algo molesto)

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Guillermina: Mira hijo, o me dejas pasar, o te juro que no te dejo ninguno de los dos huevos sanos para tener descendientes, ¿te has enterado? (levantó enérgica el bastón) T: Guillermina, por favor (decía escandalizada) Jesús: ¿Quién dice que no podemos entrar? ¿Quién ha dado esa orden? -: No lo sé, yo solo sé que coinciden con la descripción que nos han dado, lo siento, son órdenes Guillermina: Yo te voy a dar a ti... Jesús: ¡Guillermina, no! (se apresuró a detenerle el bastón ya a medio camino que había hecho que el joven diera un paso hacia detrás). Voy a aclarar esto T: Será lo mejor Guillermina: ¡Yo no me muevo de aquí! (miraba al joven como un toro miura mira a un torero) -: Espere le doy una silla (le dijo al ver como se movía con dificultad) Guillermina: ¡No me hace falta! La silla guárdala para ti que la vas a necesitar cuando veas de parte de quien venimos) -: Yo no tengo culpa de que me hayan dicho que tres personas de no muy buenos modales y poco cuerdas iban a entrar para montar un escándalo Guillermina: ¡LUIS! (exclamó de golpe). ESE HIJO DE SATANÁS LLAMARME LOCA De pronto apareció Claudia con cara de pocos amigos y la verdad, como bien dijo Guillermina, era para cagarse de miedo. En menos de un minuto, los tres pasaron al interior del salón Claudia: Me ha dado tiempo a advertirle que está Esther T: ¿Ha dicho algo? Claudia: Luis no le deja ni a sol ni a sombra. Y si lo que me vais a preguntar es que se han visto ya las dos, os diré que no. Vuestra mesa está al final para no levantar sospechas hasta que termine el evento T: Guillermina por favor, no vayamos a montar un número aquí (un camarero les ofreció unas copas de vino). Que hay mucha prensa y esto perjudicaría a Maca Guillermina: Pues entonces deja el vino ¡no te jode!

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Jesús: Por favor... (medió entre ambas que se sentaron en el lugar que Claudia les dijo). Mejor será tener los ojos bien abiertos Guillermina: Otia pues como a mí no me des unos prismáticos, ¡jodio lo tengo con las cataratas! ¡No veo una mierda! T: Ya... ya... tú ves lo que quieres (le dijo con recochineo) Era lo más esperado, el momento en que ambas finalistas se vieran, además, antes de entregar el premio, iban a ofrecer una entrevista para la televisión, al principio iba a ser una entrevista conjunta pero tal y como se habían dado las circunstancias, prefirieron hacerlo por separado Sin embargo, Luis buscaba con la mirada otra persona que no era Esther, lo hacía con cierto descaro, hasta que sus ojos dieron con la figura deseada y ésta levantó levemente su copa con una sonrisa ciertamente malévola Maca estaba rodeada por tres hombres que le hablaban, Luis se había separado un poco de ella, y ella se había preocupado nada más de buscar con la mirada a Esther, tras unos segundos, y una vez se apartó un pequeño grupo de gente, la vio. No lo pudo evitar, por mucho que quisiera, estaba sonriendo a una mujer y sintió celos, rabia, pero al mismo tiempo sintió unos deseos ardientes como jamás los había sentido. Y vinieron a su mente sin poderlo evitar como si fueran fotografías pasadas una a una en una presentación en su ordenador, todas y cada una de las imágenes que había vivido con Esther, el faro, la cala, el paseo por Santiago, las noches de amor, los amaneceres abrazadas con suavidad, los abrazos, los besos, las risas, era como están en un viaje al pasado, sin embargo, una voz, una pregunta, le devolvió de golpe a la tierra -: Está muy hermosa, ¿verdad, nena? En su corro donde sus amigas trataban de protegerla, Esther se sentía cómoda, sabía que en algún lugar de la sala Maca estaba y aunque se había hecho el propósito de no buscarla, no podía evitar de vez en cuando mirar. Había sido muchas las veces que sintió como si la vigilaran, había tenido que suspirar en muchas ocasiones para poder controlar sus desbaratados nervios con lo desconocido, y su rabia por lo ocurrido con su libro. Trataba de pensar en las palabras que Cruz le había dicho, trataba de ser realista y darse cuenta que era verdad, de una manera u otra, ella era la vencedora de aquel premio, y eso le daba cierta seguridad en lo que a su trabajo correspondía Sin embargo aquella voz logró que Maca dejara de ver a Esther, cerró sus ojos con fuerza, no estaba segura de que la voz que acababa de escuchar fuera real, era imposible que lo fuera, no se giró, pero entonces aquella voz volvió a insistir -: Es una lástima que sea una perdedora, es una verdadera lástima que no tenga personalidad y sea tan sumisa, aunque debo reconocer que fue una sumisa excelente, debiste ver como lamía mis botas de cuero, la tenía a mis pies (su voz sonaba extasiada)

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M: ¿Qué estás diciendo? (la miró más incrédula por sus palabras y lo que significaban respecto a Esther, que realmente por verla allí, porque aquellas frases eran las mismas que Esther en el faro había hecho mención, eran las mismas que había escuchado de una Esther destrozada, llorando avergonzada refiriéndose a su pasado y a la mujer que le destruyó el corazón “¡No podía ser verdad!” pensó para sí) Lidia: Vaya... me acabo de dar cuenta que no sabías nada, que Esther te había ocultado el nombre de la mujer que la hizo gozar hasta extremos que tú jamás lograrías M: Eres una rata (le escupió con total odio) Lidia: No menos que Esther, ¿no te parece? Te ha usado a su antojo, ¿crees que es mejor qué yo? ¿Quién ha dicho la verdad? M: ¿La verdad de qué? (la miró enfurruñada, no entendía a que se estaba refiriendo) Lidia: Maca, creo que tu marido quiere protegerte demasiado (sonrió dando nuevamente un sorbo a su copa) M: Claro, y quien me va a decir la verdad, eres tú ¿no? Lidia: Podría... (guardo silencio mientras la miraba intensamente, sus ojos ardían en un deseo que asqueaba a Maca) Me estás excitando sobremanera, nena. Te aseguro que eres mi obsesión, ese desgraciado me quitó la fruta más maravillosa que habría podido degustar, aunque el tiempo siempre pone a cada uno en su lugar M: ¿Y cuál es el lugar para una desgraciada como tú? Lidia: Me encantaría que fuera entre tus piernas. Si me dan a elegir entre tú y Esther, te prefiero a ti, es una lástima no haberte disfrutado, pero nunca es tarde, querida M: Lo que es una lástima, es que no te hayas ahogado con uno de tus artilugios de cuero, querida Lidia: Noto ciertos celos en tu voz (la miró por primera vez poniéndose delante de ella mientras le dedicaba una sonrisa maliciosa) M: Que miserable eres Lidia: No tenemos mucha diferencia ¿no crees? (Maca alzó una ceja segura de sí misma, como podía hacerle a ella aquella pregunta) Yo disfruté aprovechándome de su cuerpo, tú estás disfrutando de esta fiesta y tu premio de su inteligencia. No nos dista mucho M: No sé de qué me estás hablando, pero te aseguro que me asqueas Entre tanto, en su mesa, Teresa y Guillermina no podían controlar a Maca, un grupo de hombres se había reunido justo delante de ellas. Jesús tuvo que tranquilizar al tata que quería apartarlos a empujones si fuera preciso

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T: Ya se van... a ver si se nos ha ido de nuestra vista Guillermina: Será de la tuya... porque lo que es yo no veo si los tuviera delante ni los cojones de un burro que son negros negros negros T: ¡Ah mira está allí! (dijo Teresa, entonces, se fijo bien y de repente soltó un gritito que ahogó con su mano sobre la boca) Guillermina: ¿Qué pasa? T: No puede ser, Maca está hablando con la mujer que tenía acorralada a Esther en la discoteca aquella de chueca (sus ojos estaban abiertos como platos) Guillermina: ¡Me cago en sus muertos! (exclamó dando un golpe a la mesa al percatarse de quien era) ¿Esa es la misma que siguió a Esther? T: Sí, la recuerdo perfectamente Guillermina: Es Lidia... la hija de puta que destrozó su vida (entonces sacó el teléfono, dio a una tecla y habló) Aquí Águila Rosa, tenemos un problema ¡y muy grave! Mientras Maca y Lidia se desafiaban con la mirada, uno de los directivos del premio se acercó hasta el grupo de Esther, saludó a Cruz efusivamente y después le dio dos besos a la autora novel. Estuvieron un rato hablando hasta que Cruz recibió la orden de que Esther debía acudir para su entrevista. Tras despedirse del hombre que le animó por su gran novela, junto a Cruz siguieron a la secretaría quien iba a llevarles hasta el pequeño cuarto donde habían habilitado la zona de entrevista C: Ya sabes, seguridad, tranquilidad y sinceridad E: Si me pides ser sincera, meteré la pata (de repente vio un rostro conocido para ella acercarse por el pasillo y se quedó totalmente boquiabierta) Claudia: ¡Esther! ¿Qué tal estás? (le preguntó con cierta distancia Claudia) E: Claudia ¡cuánto tiempo sin verte! Claudia: Sí, mucho. Te dejo que debes ir a la entrevista y yo tengo trabajo. Adiós (le dijo a Cruz) C: ¿Claudia? ¿La qué fue tu amante? E: Sí, pero con ella acabó bastante mal, le hice mucho daño (su gesto se mostró serio) Siempre he sido una desgraciada de mierda, ya ves, ¡te lo advertí! C: Creo que eres injusta contigo misma, pero eso ya lo hemos discutido muchas veces. Vamos rompecorazones

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Claudia iba a paso ligero, Águila Rosa le había contado la situación y había dejado la reunión en la que se encontraba para acercarse hasta Maca. Al llegar vio como Luis se encontraba a un lado, viendo la escena, por su gesto se podía decir que estaba disfrutando de lo lindo, sintió una rabia que tuvo que contener, odiaba a esa clase de personas destructivas Claudia: Hola, ¿Maca? Lo siento pero tenemos que ir a la entrevista M: Gracias (entonces se giró hasta Lidia y le dijo) Espero que un día tengas lo que mereces Lidia: Ojalá, una vez os den el premio, en una habitación de este hotel voy amontar una escena con Esther... ¿quizá te apetezca participar? (le guiñó un ojo y se pasó lentamente la lengua por los labios) Claudia: ¿Vamos? (insistió al ver el gesto de su rostro) M: Un momento Inspectora (se giró diciéndole) A puesto a que no la montas. Ni la escena, ni a Esther. Porque Esther, ni es, ni será tuya Lidia se quedó ciertamente impactada, nunca había conocido a esa Maca tan segura de sí misma, tan apabullante, sonrió, el paso de los años le había sentado bien, sin duda la había excitado mucho más de lo que podía imaginar. Dio un sorbo a su copa y la elevó levemente mirando con una sonrisa repleta de maldad a Luis M: Claudia dime que está pasando, rápido antes que venga Luis Claudia: En un programa dijeron que Esther y tú habíais sido amantes, parece ser que fue Esther quien lo dijo, aunque yo no la creo capaz (decía mientras andaba con rapidez por el pasillo) M: ¿Cómo? (le obligó a detenerse) Claudia: También está lo del libro que lleva tu nombre y no es tuyo, es de... Luis: Inspectora, ¿puedo saber dónde lleva a mi mujer? (se puso a su altura con gesto enfadado) Claudia: Le estaba buscando (le dijo con tono duro) Es el turno de entrevistas Luis: Pero ya sabe que mi mujer no quiere compartir la entrevista con la otra candidata ¿no se lo dije? Claudia: Me comentaron que finalmente habían cedido a compartirla (lo miró dubitativa como si él estuviera diciéndole la mayor tontería del mundo, y ella realmente le estaba diciendo la orden que Águila Rosa le había transmitido) Luis: ¿Quién demonios ha sido tan inepto de decir algo así?

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Al final de aquel pasillo, se encontraba la puerta donde estaban empezando a colocar a Esther el micrófono, trataba de tranquilizar sus nervios, todo era nuevo para ella, y aunque sabía que iban a grabar la entrevista y siempre podían borrar si algo decía mal, no podía evitar esa sensación de nervios en su estómago. Cruz estaba como había estado haciendo los últimos meses a un lado dándole su apoyo, la periodista preparada para hacer sus preguntas y ella pensando que diría si llegaba el momento de hablar de Maca Periodista: ¿Comenzamos? E: Claro cuando quieras (le entregó una de sus sonrisas maravillosas) Periodista: De acuerdo, va a ser muy breve y te aseguro que tranquila E: Pues te lo agradezco porque hoy es todo nuevo para mí Periodista: Lo sé, por eso es mejor ir despacio. Cuando me digáis, chicos (les dijo a sus ayudantes) -: Tres, dos, uno, ¡dentro! Periodista: Me encuentro con la excelente finalista del premio Planetario de las Letras, una escritora novel pero no por eso menos brillante, su novela ha causado impacto en los del jurado y ya queda menos para saber quien de las dos finalistas se llevará finalmente el premio. Buenas noches Esther E: Buenas noches Periodista: En primer lugar felicidades por llegar hasta aquí E: Gracias, para mí es un regalo, la verdad (Cruz le asintió con la cabeza y una pequeña sonrisa como tratando de darle ánimos) Fuera, en la sala, Teresa se había decidido al ver que habían desaparecido Luis y Maca a acercarse hasta Sandra, creía necesario hablar las cosas con calma y la mayor franqueza posible. Al verla sentada hablando con su marido, sonrió, aquella chica le caía muy bien T: Buenas noches, Sandra Sandra: ¡Teresa! (se levantó sonriendo mientras la abrazaba sinceramente) T: Siento la tensión que hemos vivido con todo este lío del libro de Esther Sandra: Más lo siento yo, creo que ha sido injusto T: Totalmente de acuerdo. Y puedo asegurarte que fue Luis quien hizo todo Sandra: Ahora mismo no podemos hacer nada

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T: Las cosas han terminado fatal y me duele mucho por Maca, pero también te aseguro, que la actitud de Esther me hizo mucho daño, creí en ella y pensaba que merecía la pena. Entiéndeme esto como un comentario dolido, no como un reproche, por favor, y mucho menos hacia ti, que te tengo un gran cariño Sandra: ¿Sabes una cosa, Teresa? Pensé que Esther había encontrado por fin la mujer adecuada para sacarla de su laberinto de emociones, pero me equivoqué nuevamente, creo que nadie puede lograrlo (su voz sonó terriblemente triste) Y te aseguro que ella no dijo nada de su relación con Maca a nadie, ella no fue T: Eso ya no importa, una vez termine todo esto, Maca va a ser libre (Sandra frunció el ceño) Sin embargo, lo único que ha conseguido dando la noticia es que si ambas tenían una oportunidad de volver, va a conseguir el efecto contrario Sandra: ¿Aún no has hablado con Maca? T: No, pero, sé que está muy afectada por lo sucedido con Esther Sandra: La entiendo, antes la he mirado, me ha aguantado la mirada pero te aseguro que casi era más de reproche que de otra cosa T: No sé lo tomes en cuenta, por favor Sandra: Gracias Teresa T: Una cosa más antes de dejarte (Pascual se acercó hasta Sandra y saludó a Teresa con un suave gesto de cabeza) Parece cosa del destino pero la mujer que destrozó la vida de Esther, es la misma que destrozó la de Maca, Lidia. Te lo digo para que vayas con cuidado porque está aquí Sandra: ¡Lidia! ¿Pero... pero cómo puede ser? Teresa se explicó brevemente como había sido la historia, Sandra se quedó tan afectada que comenzó a sentir el miedo nuevamente por su amiga, ahora que tenía el éxito al alcance de la mano, aparecía Lidia y lo peor y más rocambolesco de todo. Lidia era un nexo entre el dolor de Maca y la destrucción de Esther Mientras regresaba a la mesa donde había dejado a Jesús y Guillermina, Teresa trató de pasar desapercibida para que nadie pudiera decirle a Luis que estaba allí, pero le fue prácticamente imposible, para cuando llegó a la mesa no estaba ni Jesús ni Guillermina. Miró alrededor pensado que le habría dado uno de sus apretones clásicos y estaría en el lavabo, hasta que notó la mano fuerte de Jesús apretando su brazo, su gesto era preocupado T: ¿Qué pasa? Jesús: Guillermina se ha ido T: ¿Cómo qué se ha ido? (la miró incrédula)

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Jesús: Me pidió un vaso de agua, y al volver ya no estaba T: Voy al lavabo Jesús: No creo que esté allí (al mirarle el hombre asintió) T: ¡Oh no! Jesús: Vamos, hay que encontrarla antes que la encuentre ella En la recepción del hotel, Lidia había pagado una habitación antes de llegar a la entrega de premios, había dispuesto todos sus elementos de sado, había elegido los que sabía más pavor podían darle a Esther, y es que si algo había que nadie sabía, era, un orgullo herido por su parte, aquella joven enfermera le había vuelto loca, en su fuero interno era la mejor sumisa que había encontrado, hacerla suya era su mayor excitación, la necesitaba tanto que se odiaba por no controlar ese lado débil, y por mucha frialdad y seguridad en sí misma que hiciera ver a los demás, sólo Esther era capaz de hacérsela perder. Y eso a una ama como ella, le creaba una ansiedad difícil de controlar tan solo la destrucción total de la otra podría poner fin a su propia angustia. Bajaba de la habitación, hablar con Maca le había excitado demasiado, subió para darse un poco de placer, lo necesitaba, su mente le había dibujado una escena con las dos amantes a sus órdenes y la excitación se había disparado al máximo. Desde que Luis le llamó para que acudiera a la entrega de premios, sabía que con las intenciones de hacerle daño a Maca, estaba preparada para disfrutar de ella, sin embargo, cuando supo que la otra candidata era Esther y que había sido su amante, no cesó de repetir en su cabeza las imágenes de una y otra gozando. Suspiró con fuerza, Luis no sabía que había llevado al nexo que podría destruir a las dos mujeres a la vez. Salió del ascensor y le entregó la llave al recepcionista, Luis le había dado las instrucciones a seguir, y a pesar de que él era el culpable de no haber podido disfrutar de Maca, le pareció divertido el juego, mucho más cuando se enteró que Esther era la otra candidata. Sin saberlo Luis, le había puesto en bandeja de plata un reencuentro con sus dos obsesiones. Iba por el pasillo que llevaba hasta el gran salón donde se iba a hacer entrega de los premios, cuando de repente, sin saber por qué, se tropezó con algo y cayó de bruces al suelo Guillermina: Ese es tu lugar, el lugar de las víboras es reptar, no caminar Lidia: ¡Maldita vieja, aún no te has muerto! (se levantó con la mayor dignidad posible, ya que, el bastón de Guillermina le había hecho caer, su ofensa se reflejaba en el rostro repleto de ira) Guillermina: No, aún no, bien sabe el de arriba que antes de morirme tenía que encontrarme contigo Lidia: Siempre tan cínica Guillermina: Nada más voy a decirte una cosa, las fuerzas me las reservo para otra ocasión mejor, cuando era joven, hubiera dado la vida por mi madre en el momento la

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hubiera necesitado, no hay nada más sagrado en la vida como una madre. Tan solo una malnacida como tú sería capaz de provocar la muerte de quien le dio la vida, tan solo por eso, espero y deseo que lo que te queda de vida se vuelva el mismo infierno que tú le provocaste a ella Dicho esto, Guillermina le escupió delante de sus pies, Lidia la miraba con horror, le pareció tan mezquino lo que acababa de hacer, siempre la tuvo por bruja, en Jerez, decían que su madre era meiga y le había traspasado los poderes a su hija, lo que acababa de vivir le provocó que las pulsaciones de su corazón se dispararan con frenesí, la miró con los ojos bañados en lágrimas y sin cruzar palabra salió corriendo de allí T: ¡Guillermina! Guillermina: ¡Otia me vas a matar de un susto! (le dijo falsamente asustada) T: ¿Qué has hecho? Guillermina: Darme el gusto enorme de acojonar a esa maldita hija de Satanás Jesús: Guillermina... Guillermina: Sí, he utilizado mi lado oscuro pero no he dicho ninguna mentira, hijo (le sonrió) ¿Vamos a la fiesta? Jesús: Luego te cuento (le susurró a Teresa que lo miró sin entender demasiado las palabras de la mujer) Guillermina: ¡Ay qué joderse como pica el tena lady ese o como se llame! T: Vamos... vamos... que Luis está en el otro pasillo casi nos ve Guillermina: ¡Ahora me quede ése! ¡Y por mi madre te juro que no se me escapa esta vez! Mientras esto pasaba en los pasillos, en la sala habilitada para la entrevista, Esther contestaba tranquila las preguntas de la periodista, Cruz sonreía trataba de darle seguridad, realmente sabía que le queda un momento muy duro que iba a ser recoger el premio, pero lo peor vendría después, el contrato dejaba bien claro que ambas escritoras debían acudir a entrevistas y presentaciones juntas, no sabía muy bien que iba a pasar, sin duda, Esther podía tener el as guardado para destruir de verdad a Luis, sabía que a lo mejor lo que lograba era ayudar a Maca, y en el fondo, Cruz sabía que Esther estaba enamorada de ella E:... para mí es un regalo enorme haber llegado hasta aquí, tengo tanto que agradecer a la gente que me ha rodeado, que me quiere, sin su ayuda creo que habría echado la toalla hace mucho tiempo y... De pronto la puerta se abrió con rotundidad, tanta que provocó que Esther se callara y todos giraran sus caras hasta allí

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M: ¡Creo que aquí falto yo! Tras ella apareció Luis con el rostro rojo de ira, Maca había estropeado su plan, por ningún motivo quería que se encontrara con Esther antes del premio, y sin embargo, en ese instante parecía que todo cuanto había estado preparando a sus espaldas le salía mal. Ver a Lidia no le supuso ningún trauma, la vio tan segura, al principio pensó que le iba a doler volver a verla, sin embargo conforme iba desarrollándose la escena entre ambas, se percató que Maca parecía inmune, y justo en el momento en que abrió la puerta, Luis, se dio cuenta que quien realmente le había trastornado era Esther. Allí estaba en la puerta con la mirada fija en ella como si la enfermera fuera hielo y la mirada repleta de fuego de Maca la estuviera derritiendo. Y fue entonces cuando la dejó, sabía que quien la terminaría de destruir sería Esther, le hizo un gesto a Claudia para que se quedara fuera y pasó tras su mujer C: Lo siento pero hemos dicho que no queríamos una entrevista conjunta (trató de evitar poner en peligro la estabilidad emocional de Esther) Luis: No entiendo muy bien por qué, ¿tiene miedo a que se sepa que Esther García es realmente una mentirosa? (le dijo tratando de imponer su talante más fuerte) C: Quizá el que debería de tener miedo es usted (le contestó aquella mujer pequeña de estatura pero que parecía enorme en cuanto a carácter) Es más, creo que la más perjudicada en caso de un enfrentamiento será Maca Secretaria: Por favor (trató de mediar la secretaría) Les pido que usen la cabeza, a nadie nos beneficiaría un escándalo Mientras ellos hablaban, Maca se había acercado a uno de los del equipo y le pidió que le pusiera el micrófono. Esther comenzó a entrelazar sus dedos, Maca estaba realmente hermosa, y con un aura que le parecía mucho más fuerte, grande y potente que ella, se sintió pequeña y ridícula, miraba sin cesar a Cruz que hablaba acaloradamente con Luis, no sabía muy bien qué hacer, si levantarse o quedarse C: Precisamente por eso, si alguien saca el tema que estáis evitando, quizá salga perjudicada Maca Luis: ¿Crees que alguien se va a creer esa estúpida historia? C: Sí, la prensa quiere carnaza, y es lo que Esther puede darles, no solo con ese tema Entonces se acercó uno de los chicos del equipo algo preocupado, se inclinó hasta el oído de la secretaría y le susurró algo, ésta suspiró cerrando los ojos Secretaria: Maca quiere que salgamos todos En ese momento, Luis sintió que definitivamente había perdido, le estaba desafiando delante de demasiada gente, si le decía algo, si actuaba de un modo que pudiera

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provocarle, le pondría las cosas demasiado fáciles, tendría un escándalo con la televisión delante. La miró con los ojos encendidos en furia, pero aceptó salir sin dedicarle ni siquiera una palabra. Tras él lo hizo Cruz, y tan solo se quedó la periodista con cara de circunstancias y el muchacho de la cámara. Maca se sentó junto a Esther dejando suficiente distancia para la luz que debían tener durante la entrevista, no se miraron, tan solo pudieron sentirse, como si sus pieles a pesar del tiempo, a pesar del dolor y el abandono, se hubieran reconocido, ambas trataban de ocultar lo mucho que habían alterado sus interiores, eran como dos mareas influenciadas por la luna, imparables, las olas de la sangre golpeando el corazón, eran tan fuertes que parecía iba a salir de sus pechos, las sienes algo palpitantes, los músculos en tensión, todo era nuevo para ambas, porque entre todas aquellas emociones que sentían existía un sentimiento rotundo empeñado en florecer, el rencor Aurora: Empezamos (sonrió Aurora algo nerviosa). Maca, no es la primera vez que llegas como finalista a un premio, ¿sientes los mismos nervios que la primera vez? M: Claro, a pesar de tener algún premio, para mí siempre es una oportunidad, una emoción nueva Aurora: Imagino que tus sensaciones Esther son diferentes, ¿los nervios de la principianta? (le sonrió a Esther) E: Sí, claro, son nervios típicos de principianta que va a optar a un premio quizá que ya tiene ganadora, son nervios de ilusión, algo que cuando ganas y tienes el premio asegurado de ante mano, no debe ocurrir, más bien deben ser nervios de ver si te descubren (sonrió con cierto gusto) M: Puede que sean nervios de perdedora, esos también existen cuando se sabe que tu rival es mejor (habló interrumpiendo a la periodista que fue a hacerle otra pregunta) E: O simplemente cuando se sabe que gane quien gane, soy yo la única que compite Hubo un intenso silencio Aurora: ¿Qué quieres decir? Entiendo que estás diciendo, bueno... sería imposible, claro E: Bueno no sé qué has entendido, quizá, la gran autora de novelas románticas, sí sepa lo que he dicho M: No sé realmente lo que quiere decir, aquí mi contrincante, la verdad Aurora: Eh... bien... veamos... ambas novelas son de amores imposibles, ¿crees que en la vida son posibles? (le preguntó a Esther) M: Claro, ambos amores son muy posibles, siempre hay amantes que prefieren huir antes que vivir la realidad, hay amores que prefieren la diversidad antes que tener un solo pero gran amor

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Aurora: Le preguntaba a Esther (dijo Aurora algo desconcertada) E: Bueno, creo que hay amores que no se pueden llevar a cabo porque existen otros lazos como el matrimonio que les hace imposibles M: Más imposibles son los que prometen y no cumplen, de esos hay muchos La tensión entre ellas se podía cortar, y tanto el cámara que sudaba como la periodista que no entendía nada, se empezaban a encontrar incómodos E: También los hay vengativos M: Claro, claro, pero los cobardes son los peores E: ¡Los que manipulan, los que mienten, los que usurpan son los jodidamente asquerosos! (le dijo ya mirándola a la cara con gesto rabioso.) M: No tanto como los que abandonan por egoísmo Aurora: Bueno... esto... a ver... ¿puedes desconectar la cámara, por favor Jaime? Y dejarnos un momento solas. Gracias (mientras el chico desconectaba la cámara, ambas mujeres se miraban desafiantes. Una vez se quedaron solas, la periodista habló). Maca te conozco desde hace tiempo y te aseguro que por amistad no voy a poner esta entrevista a menos que queráis que se os destruya. Así que... voy a ir a la habitación de al lado, os voy a dejar solas, vais a aclarar los puntos que creo tenéis en discordia, volveré y haremos la entrevista que todos desean ver, con dos autoras sonrientes y felices, os lo pido, por favor La periodista salió resoplando, en aquel momento se dio cuenta que aquel rumor que había lanzado, era cierto, aquellas dos mujeres habían sido amantes, porque tan solo un sentimiento tan fuerte como el amor y el desamor, podía verse reflejado en aquel cruce de reproches Mientras fuera, Cruz paseaba con los brazos cruzados, Luis con el ceño fruncido miraba el suelo, Claudia trataba de contener las llamadas de Águila Rosa Dentro tras unos segundos después de irse la periodista, Maca miró a Esther que se había levantado, estaba terriblemente hermosa, se había apoyado en una ventana mirando tras el cristal, y ella sentía la necesidad de abrazarla, de estrecharla entre sus brazos y amarla nuevamente E: Te felicito (Maca hizo un gesto con sus labios que sin pretenderlo era terriblemente sensual, Esther lo captó reflejado en el cristal). Esta ha sido tu manera de vengarte por todo, te ha salido redondo M: Lo mismo digo (Esther se giró). Todo el mundo sabe que hemos sido amantes, gracias E: Yo no he dicho nada, ¿me crees capaz?

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M: Sí, te creo capaz de las peores cosas después de lo que me hiciste E: Pero que fuerte (entonces dio una carcajada y se acercó a ella mirándola fijamente a los ojos). Eres una cínica M: ¿Qué dices? (esta vez quien clavó sus ojos en ella fue Maca) E: Me quitaste la novela y vienes aquí reprochándome algo que no hice, ¡qué poca vergüenza tienes! Jamás pensé que fueras así M: ¡Pero qué estás diciendo! (entonces en su mente como si todo fueran luces, recordó a Luis diciéndole lo que debía hacer, lo mal que había escrito su novela, en ese instante lo vio todo claro y tras apartar un momento los ojos de Esther, los volvió a depositar en ella, esta vez con una mirada impactada). No puede ser E: ¡Claro qué puede ser! Además sabías que no la había registrado, lo sabías M: Yo no lo hice E: ¡Yo tampoco hablé de ti y de mí! (le reprochó con rabia) M: No... no... no sé que... E: Te vengaste por dejarte, me has devuelto todo el daño que pude hacerte, ¿pero sabes qué? Me fui porque era incapaz de devolverte lo que tú me entregabas, me fui porque no sabía ser como tú esperabas, te dejé (tragó saliva mientras sus ojos se llenaban de lagrimas). Sí, Maca, te dejé porque no sé ser como tú esperabas que fuera y estar a tu lado hubiera sido una tortura y hubieras acabado odiándome igual que ahora La puerta se abrió y Aurora entró, las vio en una esquina de la sala, y aquella escena si hubiera querido ser una periodista sensacionalista como tantas del momento, le hubiera valido millones en cualquier plató de televisión, sin embargo, el cariño que le tenía a Maca le hizo sentir lástima de aquellas dos mujeres y su profesionalidad fue quien las salvó del mayor desastre al que se podían haber enfrentado Aurora: Lo siento, pero se nos ha estropeado la cámara (les dijo a Cruz y Luis mientras salía como un rayo Esther y dentro se quedaba Maca). Tendré que hacer un resumen con las imágenes que podamos sacar con la otra cámara que tenemos Ni Luis, ni Cruz le escuchaban, Cruz se fue tras Esther, Luis entró en la habitación, Claudia se quedó a la espera tras la puerta esperando unos segundos para entrar y salvar la situación. No tuvo que esperar mucho porque nada más entrar Luis, pudo escuchar con total nitidez una bofetada Cuando por fin Cruz dio alcance a Esther, ésta tenía un gesto de furia que le alertó, ambas suspiraron y se abrazaron en el mismo instante en que Maca salía por la puerta y Claudia se hacía a un lado

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E: Ojalá todo acabara ya Cada una se fue a su mesa, lo habían hecho así para que ni siquiera compartieran el mismo lugar, la noche para los organizadores se estaba convirtiendo en un infierno, de un lado a otro, tratando de tener todo bajo control y dándose cuenta que las dos escritoras lograban todo lo contrario. Ocuparon su lugar y tras ellas, el resto de la gente tomó asiento. En ese momento el teléfono de Guillermina sonó Guillermina: Dime (escuchaba las palabras de Claudia y miraba fijamente hacia la mesa donde estaba Maca, por momentos sus ojos se iban entre cerrando más y más, hasta que por fin, los abrió de golpe). ¡No puede ser! T: ¿Pero qué pasa? (le preguntó entre dientes con gesto desquiciado) Guillermina: Calla, ¿estás completamente segura? Ahora más que nunca, Maca está en peligro, Claudia T: ¿Qué ha pasado? (tanto Jesús como ella se incorporaron en la mesa mirando a una Guillermina que realmente se mostraba afectada) Guillermina: Maca ha interrumpido la entrevista de Esther, por lo que me cuenta Claudia, no ha debido ser nada bueno porque Aurora la amiga de Maca ha dicho que se ha estropeado la cámara, Esther se ha ido, y Claudia se ha quedado fuera esperando porque Luis ha entrado como un búfalo, resoplando, ella estaba atenta cuando ha escuchado un sonido característico de una bofetada y ha entrado sin pensárselo dos veces T: ¡Canalla le ha vuelto a pegar! (exclamó interrumpiéndola con gesto histérico) Guillermina: No, esta vez ha sido ella Arrastró las palabras mirando hacia la mesa de Maca, la veía y sabía que estaba rota, hablar con Esther a solas le había destrozado por dentro, lo notaba en su manera de mirar, miraba pero no veía, a su niña le habían destrozado entre las mentiras de Luis y el abandono de Esther, y en aquel instante entendió que más que nunca estaba en peligro, que estaba débil, que estaba rota justo lo que acababa de entender, Luis había buscado con la invitación a Lidia Guillermina: Maca acaba de ser destruida, mucho vamos a tener que esforzarnos para levantarla La cena fue tensa en la mesa de Esther, les había contado por encima como había sido el momento en que se habían quedado solas, lo que hablaron, lo que se reprocharon y recordó algo que le había dicho a Sandra: E: Cuando suba a recoger mi premio, voy a decir a todo el mundo que la novela ganadora es un fraude, no sé como lo voy a demostrar, pero no pienso quedarme callada viendo como mi trabajo de años se lo adjudica ella sin siquiera ruborizarse

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El momento por fin había llegado, ambas lo agradecieron, ambas querían terminar con aquella noche que estaba siendo para ellas una tortura. Antes de la entrega se realizaron una serie de parlamentos por parte de la dirección de aquel premio, después, se apagaron las luces y se dejaron dos focos que enfocaban el escenario. Guillermina y Teresa, se mostraban con rostros tensos, Jesús había ido aprovechando la oscuridad hasta uno de los pasillos que daban directamente al escenario, allí con Claudia esperaban que Maca los viera y entendiera la situación, era el momento de invertir su vida y no iba a estar sola. El director del premio, alabó el trabajo de cada una de las escritoras, dos historias de amor con entresijos difíciles de entender para muchos, pero que también valían en esas relaciones muchas veces tormentosas que algunas personas vivían. Ajeno a la verdad, fue calificando cada uno de los momentos de los personajes y alabando la escritura fresca pero profunda de ambas novelas, sencilla pero intensa, personajes arrebatadores, con fuerzas avasalladoras Director: Y sin más llamo a quien ha sido una maestra en estos últimos años escribiendo historias de amor, en este libro nos ha sorprendido por un nuevo giro en su carrera, por una historia abrumadora que en su lectura encoje el corazón, pero al fin y al cabo una novela maravillosa. Un aplauso por favor para Macarena Fernández Wilson. Las luces se encendieron y apareció el rostro serio y triste de Maca Luis: Bésame (le dijo Luis por lo bajo mientras la miraba sonriente poniéndose en pie para aplaudirla) Sin embargo no hubo beso, Maca se dirigió con ese aire desgarbado hacia el pequeño escenario, sonrió y le entregó dos besos al director mientras éste, la saludaba con devoción No obstante había alguien que en ese momento estaba sintiendo como si le destrozaran el corazón, no por ser la segunda, sino, por el daño que suponía había hecho y que había visto reflejado en un rostro pétreo mientras discutían, en una mirada gélida, en unas palabras hirientes que le habían causado un dolor como jamás había sentido con anterioridad. Era el dolor que más temía, el dolor del corazón por amor Ni siquiera escuchó lo bien que hablaban de ella, tan solo quería huir y cuanto más rápido mejor. Fue el codo de Cruz quien le hizo reaccionar, los aplausos y la luz cegadora le provocaron un leve mareo que le hizo al levantarse tambalear. Sandra sabía lo mal que estaba, y el esperado momento de la gloria como escritora se había convertido en lo que le había dicho Esther, el peor momento de mi vida Una vez ambas en el escenario, no se saludaron con lo que los focos de las cámaras se dispararon para demostrar la frialdad existente entre ellas. El director le entregó a Maca su premio y le hizo acercarse hasta el micrófono para hablar. Ella suspiró quería decir tantas cosas, quería pedir perdón, quería darle el premio a Esther, le dolía el estómago, sentía nauseas y tan solo al girar su cabeza y ver allí a Jesús, le dio calma, aquello significaba un gran alivio, no sentirse sola entre tanta gente M: Gracias a todos

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No dijo más, no había más que decir, y la gente algo desconcertada por sus parcas palabras comenzó a aplaudir. Al volver a su sitio junto a Esther, la miró de soslayo, mantenía una actitud demasiado rígida para ser ella El director volvió a hablar aunque tuvo que carraspear un poco para recuperarse del momento algo tenso tras la actuación de Maca. Esta vez ensalzó a Esther como una escritora de futuro y de la que tenía muy claro que iba a mantenerse en el panorama de la literatura mucho tiempo. Los aplausos sacaron de su mundo de confusión a Esther, le entregó el premio ante la sonrisa de la enfermera. Se acercó hasta el micrófono y sin saludar a Maca habló. E: Quiero dedicar este premio a tres personas que han sido muy importantes para mí, a mi hermana Sandra por todo cuanto has aguantado, por tu apoyo en mis peores momentos, que bien podrían resumirse con esa fotografía (entonces señaló el libro de Maca, hubo un murmullo generalizado mientras Maca elevaba algo su barbilla y tragaba lo mejor que podía el golpe). A Consuelo por nuestras charlas en la cafetería y tu insistencia en que escribiera y a Cruz, por todo el apoyo que me has dado, por sacarme del pozo. Gracias cariño. Gracias por este premio que de algún modo aplaca el dolor de la indignación y el sufrimiento hasta llegar aquí. Gracias Maca se había quedado enganchada con ese cariño a Cruz, hasta ese momento ni siquiera se había percatado de la posibilidad de que Esther estuviera con alguien, se había quedado helada y un nudo se había apoderado de su estómago. Pero poco pudo hacer ya que se vio empujada aponerse junto a ella para las fotografías que iban cayendo a golpes sobre ellas, Esther sonreía pero Maca por mucho que trataba de hacerlo le era prácticamente imposible Guillermina: Vamos Teresa Cuando descendieron del escenario, la gente comenzó a acercarse para felicitarlas, se hizo una pequeña aglomeración, y para cuando Guillermina y Teresa llegaron al grupo de gente que ya se dispersaba, vieron como Esther se marchaba por un pasillo, pero a Maca no lograron verla. Guillermina se hacía hueco entre la gente apartándola a base de codazos, Teresa que iba detrás, iba disculpándose, el rostro de la vieja tata marcaba una arruga en su frente como señal de preocupación, la barbilla contraída por la rabia y una mirada casi asesina en busca de quien quería encontrar Esther se apartó de todo el mundo, buscó refugio en un pasillo del hotel y en ese momento se acercó una trabajadora que le hacía entrega de un papel, lo leyó, su gesto fue de extrañeza máxima, se pinzó el labio inferior y sus pupilas se desplazaron hacia un lado de sus ojos, golpeó el papel contra el pulgar y sin pensar nada más se dirigió hacia donde le decían debía ir. Sus pasos eran rápidos, conocía perfectamente la letra y quizás en ese momento era lo que necesita para aplacar el dolor que le estaba haciendo el amor por Maca Mientras, Guillermina y Teresa habían llegado hasta la altura de Jesús y Claudia que hablaba por teléfono, la gente se dispersaba hacia la salida que les conducía a la discoteca

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Guillermina: ¿Dónde está Maca? (le preguntó nerviosa a Jesús) Jesús: La hemos perdido de vista T: ¿Eso qué quiere decir? Guillermina: Que nos han jodido otra vez (protestó mientras elevaba un poco la barbilla contraída y se golpeaba la cadera con su mano libre, en la otra, se aferraba a su bastón) Claudia: Voy a reunirme con Luis, está histérico. Él tampoco sabe dónde está. Será mejor que os salgáis fuera, por favor, esperarme fuera Guillermina: De aquí no me voy sin mi Maca Claudia: Guillermina, Maca ha desaparecido y ¡oh casualidad! Esther también. Por favor, subir al coche y esperar en la puerta principal, así tenemos vigilada la salida para actuar Claudia trató de encontrarse con Luis donde él le había dicho, notó que estaba muy nervioso pero al verlo constató que más que nervioso estaba muerto de miedo Luis: Usted está para velar por la seguridad de mi mujer... ¡y dónde coño está, me lo puede decir! (le alzó la voz) Claudia: Será mejor que no levante la voz, a no ser que quiera que todo el mundo se entere, claro (le dijo mirando alrededor) Luis: Mi mujer está en peligro Claudia: Mis hombres están buscándola ya di la voz de alarma, imagino que debió adelantarse a la fiesta con alguien de la dirección, ¿quién va a querer hacer daño a Macarena? (lo miró algo desafiante) Luis: Usted no sabe nada Claudia: Por lo que sé, igual el único que puede hacerle daño es usted (sus ojos se clavaron en él, quien no soportó la dureza de su mirada). Será mejor que vaya a la fiesta y la busque discretamente, no despegue su mano del móvil por si lo llamo y no me oye Luis: Espero que por el bien de todos, no le haya pasado nada (entonces como si se recobrara del efecto de sus palabras se acercó hasta ella y mirándola de modo desafiante le dijo) O le aseguro que lo va a pagar muy caro Jesús había conseguido que las dos mujeres salieran a la calle, decidieron ir al coche para esperar acontecimientos, los nervios eran evidentes, hasta que Teresa vio salir a Sandra, Consuelo con sus respectivos maridos, se bajó del coche y llegó hasta ellos T: ¿Sabéis dónde está Maca?

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Sandra: Ni Maca ni Esther T: ¿Estarán juntas? Consuelo: Hemos estado buscando por el hotel, por si estaba con Lidia Guillermina: Esa Lidia es la culpable de todos nuestros quebraderos de cabeza y no nos hemos dado cuenta Sandra: Guillermina (al ver el rostro envejecido y cansado de la mujer no pudo más que abrazarse a ella, sabía que no la rechazaría, sabía que su corazón era enorme en bondad). Quién nos iba a decir que esto iba a pasar T: Pero ha pasado Sandra, y me gustaría no decir esto pero... a lo mejor lo peor está por llegar Sandra: Cruz me ha dicho que tienen que hacer una gira juntas, deben ir a firmas de libros, deben hacer entrevistas en las radios y en ferias del libro, no creo que eso en estos momentos se lo bueno para ambas T: Si no conseguimos que Maca deje a Luis, te aseguro que éste hará cualquier cosa con tal de que no vaya, ahora sabe que Esther ha conseguido lo que nadie antes, por eso ha hecho lo de la novela, lo único por lo que me he enterado es que como protagonistas ha puesto un hombre y una mujer, se ha cubierto bien las espaldas Guillermina: ¡Donde carajo estarán! Consuelo: Yo creo que juntas (apuntilló finalmente Consuelo) Guillermina: ¡Y Nervios de Acero que no me llama! T: ¡No sé como con la situación que tenemos aún puedes bromear, Guillermina! (la miró asombrada Guillermina: Es lo único que me queda para no ponerme a llorar o reír como si estuviera loca, es como me suelo poner si pierdo los nervios Jesús: Mejor podíamos sentarnos en el coche, yo creo que hay que dejar actuar a Claudia, ella mejor que nosotros podrá hacer las cosas Guillermina: ¿Este buen mozo es tu marido? (le preguntó a Sandra con cariño) Sandra: Perdona no te lo he presentado, Pascual es Guillermina Pascual: Encantado, la verdad que forma parte de nuestras vidas, Sandra me ha hablado mucho de usted Guillermina: Gracias hijo, la verdad que sí, es una lástima vernos como nos vemos

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Consuelo: Pues... nosotras nos vamos ¿no, Sandra? Sandra: Sí, Cruz está dentro tratando de encontrar a Esther, ya le he dicho que no la va a localizar Consuelo: Pero tú debes descansar Guillermina: ¡Un momento! Tú estás preñada (le dijo apuntándola con su dedo índice) Sandra: Sí (sonrió ampliamente mientras Pascual le pasaba el brazo por los hombros) T: Es bruja (les dijo por su gesto de sorpresa a modo de aclaración por su acierto) Jesús: Pues entonces será mejor que cada una descanse, Guillermina no estás preñada pero debes descansar al igual que Sandra Guillermina: Ojalá estuviera preñada. Vamos Se despidieron y como habían hecho momentos antes, Sandra abrazó con fuerza a Guillermina, la miró con pena porque así era realmente como sesentía Sandra: Espero que Maca por fin, deje a ese tipo Guillermina: Gracias, yo también Dentro Cruz había preguntado en el mostrador si se habían visto a Esther por allí, ante la negativa de la recepcionista negó con su cabeza y conociendo a Esther supuso que lo mejor era retirarse y esperar que apareciera. Cuando no se dejaba ayudar, era imposible localizarla, debería ser ella misma quien apareciera Claudia: Perdona... ¿Cruz? C: Sí, ¿Claudia? (la miró entrecerrando un poco sus ojos) Claudia: Sí, no nos han presentado, pero antes te vi con Esther C: Es cierto, ya me contó lo vuestro Claudia: Vaya... aún se acuerda (no pudo evitar ironizar como si realmente le sorprendiera. Cruz hizo un gesto de cierta tristeza). Verás... estoy buscando a Maca, su marido está histérico y no me gustaría que la encontrara antes que yo C: ¿Sabes la sensación qué me da todo esto por lo que yo sé? Que Luis está encantado con esta situación, las tiene enfrentadas con lo que se asegura que no vayan más allá, la quita del medio, la desprestigia ante todo el mundo diciendo de su relación, porque estoy segura que ha sido él, y consigue que esté rota en mil pedazos. El problema es que no sé donde está Esther y quizás él ha jugado demasiado y se ha dado cuenta que ha empezado a perder

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Claudia: ¿Y a ti no te importa, Esther? C: Yo no le exijo nada, sé como es, ambas tenemos una relación abierta, cada quien vive como quiere con su pareja. ¿Y a ti te importa? ¿Quién te importa más Esther o Maca? Tras exhalar un profundo suspiro, Claudia sonrió de lado dando un ligero golpe a su melena y su flequillo para contestar la pregunta Claudia: De Esther no me tengo que preocupar porque te tiene a ti y por lo que estoy viendo está a salvo, a pesar de todo, sería incapaz de desear nada malo para ella porque sigo teniéndole cariño, y con respecto a Maca, me preocupa no poder demostrar que su marido la trata como la trata y además porque Guillermina se ha ganado mi cariño y me gustaría poder darle la tranquilidad de verla bien. Ambas se miraron, parecía que querían lo mismo aunque Cruz estaba segura que estaban juntas y que quizá cuando se reencontraran ella tendría que apartarse de la vida de Esther El ascensor llegó a la planta que ponía la nota, Esther se dirigía hacia la habitación sabiendo que Lidia le esperaba, caer nuevamente ante ella significaba volver otra vez a empezar, sin embargo, sentía correr por sus venas la necesidad de aplacar el dolor del alma con el dolor físico, y eso, tan solo podía conseguirlo ella. Después ya se recuperaría. Llegó a la habitación y la puerta estaba junta, sonrió de lado, habían pasado los años pero las costumbres de Lidia seguían siendo las mismas E: Ya estoy aquí, Lidia La puerta se cerró tras ella Tras preguntar a la recepcionista si había visto pasar o había hablado con la escritora Macarena Wilson, ésta le dijo que no y que tampoco había visto a la otra escritora y que debía ser verdad los rumores porque ya era la tercera persona que le preguntaba por ellas. Claudia omitió su opinión, y al darse la vuelta vio a Luis que la miraba desafiante desde una esquina. Se acercóhasta él Luis: En la fiesta no está Claudia: Pues quizá se ha marchado Luis: ¡Y me lo dice tan fresca! Claudia: Estamos buscando por los lavabos, por las plantas, no podemos acceder a las habitaciones y lo más seguro después de todo lo que ha pasado, es que se haya ido a su casa, ¿por qué no hace lo mismo usted? Luis: Sabe perfectamente que está con esa zorra (le dijo entre dientes)

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Claudia: O no, o simplemente la vergüenza de saber el plagio de la novela le ha hecho reaccionar, que usted no tenga escrúpulos no quiere decir que su mujer no los tenga (lo miraba intensamente, era un poco más baja que él pero su seguridad le daba aire de superioridad). Lo siento, pero mis hombres y yo nos retiramos Luis: ¡Qué! Claudia: Nuestro trabajo terminó cuando entregaron los premios. Hágame caso, váyase a casa La vio marcharse tras hablar con otro hombre que habló por teléfono y también se fue. Se quedó en el hall con cara de pocos amigos, su corazón volvía a palpitar demasiado fuerte, habían pasado cuarenta minutos desde que la perdió de vista, pero para él, eran horas interminables, su ausencia estaba a punto de volverle loco, pero con su habitual destreza cambio su gesto cuando se acercaron para felicitarle por la mujer que tenía a su lado Sin él saberlo estaba siendo observado desde uno de los sillones que habían en el gran hall, él hablaba aunque su pensamiento era sin duda que estaría haciendo Maca. Fuera en la calle, metidos en el coche, el trío larala como se había autodefinido Guillermina, esperaban impacientes. Cuando vieron venir a Claudia hacia el coche, respiraron mucho más intranquilos. Ella entró y se sacudió la chaqueta, había empezado a caer una fina lluvia Claudia: Deben estar juntas, he tratado que Luis se vaya a su casa Jesús: No hemos visto salir a nadie Claudia: Estarán en alguna habitación Guillermina: Demasiado fuego por ambas parte, demasiado dolor y demasiado rencor T: ¿Y si subimos a las habitaciones? Guillermina: ¿Cómo? ¿Te vas a vestir de limpiadora con cofia? ¿Qué vas a decir? Perdón pero estoy buscando a dos señoras que deben estar fornicando T: Era una idea (contestó algo molesta por el tono de Guillermina) Claudia: A ver... tranquilidad Guillermina: Lo siento Teresa, pero estoy que se me corroen las entrañas Claudia: Propongo que os quedéis aquí, yo voy a ir a la otra puerta por la que les he traído, Maca sabe que por ahí puede salir Jesús: El problema es que no sabemos que está en la mente de Maca. Ella me ha visto, por lo tanto sabe que estamos aquí.

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Claudia: Bueno, pues tranquilidad ¿vale? Lo vamos a conseguir Guillermina: ¡Me gusta esta mujer! (susurró al verla marchar con sus pantalones vaqueros, botas negras y una cazadora de cuero negra) T: No sabía que te gustaban las mujeres a estas alturas, tata En el hall, Luis había despedido a la gente con la que hablaba, se pasó la mano por el pelo tratando de reconstruir su corta melena engominada, resopló mordiéndose el labio inferior, entonces oyó una voz que le resultaba tan asquerosa como familiar Claudia había entrado por la puerta lateral, nadie le dijo nada porque los empleados sabían que era policía, además su decisión a la hora de ejecutar sus movimientos era tanta, que nadie se atrevía a contrarrestarla. En su mente las palabras de Cruz iban y venían, trataba de aferrarse a su trabajo y sacar de su mente vivencias anteriores, al llegar al hall se encontró con Luis, él no la vio, ella sí En el coche los ojos escocían de tanto observar la puerta, la gente comenzaba a salir del hotel y a veces lo hacían en grupo y era más complicado el control, Teresa se había sentado en el asiento de copiloto para ver mejor, Guillermina sentía unas ganas locas de que todo acabara y lo mejor posible. Su teléfono sonó Guillermina: ¡Es Claudia! (exclamó con ansias mientras Jesús y Teresa sin perder detalle de la puerta escuchaban). ¡Cómo! Hijos de puta. Vale T: ¿Qué pasa? Guillermina: Ha visto a Luis hablando con Lidia T: ¿Con Lidia? ¿Pero no la detestaba? Guillermina: Ese hijo de Satanás la ha traído para lo que yo decía Teresa Jesús: A ver si estamos dando por sentado que están ellas juntas, y Lidia ha estado con Maca Guillermina: Espero que no. Por su bien, espero que no porque si me entero, te juro por Dios que esta noche hago todo lo que no he podido hacer durante estos años Jesús y Teresa cruzaron una mirada de inquietud, aunque ambos sabían que las fuerzas de la mujer estaban tan mermadas que era imposible. Y sin nadie decirlo, mucha más inquietud se instaló en ellos Luis miraba a Lidia con ojos fieros, la odiaba tanto pero era su anzuelo para que Maca picara y cayera en el más absoluto de los abismos, y ahí estaría él para recogerla. Después, alegaría una depresión aguda por todo lo que había tenido que soportar sobre la mentira de la enfermera, y podría llevársela bien lejos. En un momento dado, Claudia vio como apretaba los puños mientras Lidia sonreía con la típica sonrisa cínica. Y sin más se marchó dejándolo solo. Sus pupilas se movían tan deprisa como sus

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pensamientos aunque lógicamente Claudia no los viera. En un momento dado, tras un movimiento en su espalda que reflejaba una profunda exhalación se marchó T: ¡Ahí va Luis! ¡Y va solo! (gritó como loca señalándolo al verlo salir) Jesús: Voy a hablar con él Guillermina: No Jesús, déjalo, él ya no me preocupa. ¿Claudia? Luis se ha marchado, pero lo ha hecho solo (le decía por teléfono, su tono era inquieto, no lo podía evitar, tenía verdadero pánico a que le hiciera algo a Maca) T: ¡Ahora sale Lidia! Guillermina: Está saliendo Lidia. No sé qué significa todo esto Por la calle y bajo la lluvia, Maca arrastraba sus pies descalzos, se había quitado los tacones, el pelo lo llevaba revuelto, y el maquillaje arrastrado por su cara por las gotas de lluvia. Llevaba la mirada perdida, parecía un zombie por la ciudad. Entonces un coche se detuvo a su altura, se abrió la puerta del copiloto y una voz le pidió que subiera, ella obedeció En el hotel donde estaban alojadas, Cruz esperaba la llegada de Esther, tenía que hacerlo, estaba segura que lo haría, no sabía en qué condiciones, pero llegaría. Sabía que al día siguiente debía hablar en la radio, pero eso no le preocupaba, sin poderlo evitar, Esther se había metido en su interior, a esas alturas de su vida donde había sufrido descalabros importantes, sabía cómo debía comportarse con ella, pero eso no evitaba que tuviera cierto temor. Estaba con los ojos cerrados cuando la vio entrar. Se impresionó y fue a por ella C: ¡Esther! ¡Pero qué te ha pasado! En el coche el desespero era total, tuvieron que bajar las ventanillas porque los nervios se habían puesto en la boca del estómago de Guillermina y de vez en cuando debía expulsar algún aire comprimido. En un momento dado, vieron como Claudia salía corriendo hablando por teléfono y se acercaba hasta ellos Claudia: Rápido, un compañero ha visto a Maca En casa Luis tenía en su mano una copa de coñac, se había sentado en el sillón de su habitación, estaba con los ojos cerrados, la cabeza apoyada en el respaldo, trataba de calmarse justo en el momento en que oyó como se cerraba la puerta de su casa. Se alertó. Movió sus ojos de un lado a otro, salió con el paso ligero y cierto temor, al llegar a la escalera que comunicaba con la parte inferior, sus ojos se abrieron como platos, allí estaban tres personas mirándolo con tanto odio que tuvo que exhalar un profundo suspiro, y tras él una gran carcajada salió de su interior

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Luis: Vaya... vaya... que visita más inesperada... no creí capaz a este trío de muertos de hambre llegar tan lejos Guillermina: Dile a Maca que baje Luis: ¿A Maca? ¿Qué baje? (la miró con el ceño fruncido mientras descendía un par de escalones con actitud chulesca) Guillermina: Eso he dicho, y date prisa Luis: Vieja loca... vieja loca... Maca no está aquí debe estar restregándose con su amante. ¿No lo crees Teresa? ¿Ahora también me vas a decir que no es así? T: Si lo que pretendes es menospreciarme, lo siento, pero estoy muy orgullosa de lo que hice, y si estoy aquí, es porque definitivamente Maca va a salir de esta casa Luis: ¡Bravo! (comenzó a aplaudir mientras bajaba otros dos escalones). ¡Qué gran actriz eres! ¡Tendré que decir que el próximo Goya te lo den a ti! (le escupió las palabras con los ojos encendidos en rabia). Y ya veo que venís con un guardaespaldas, tú también estás orgulloso de engañarme el día del faro Jesús: No, no lo estoy, quizás ese día debí impedir que entraras Luis: ¡Oh! Claro, preferís que la puta de Maca ande revolcándose con esa hija de puta de la enfermera a que sea una mujer honesta y respetada por todos gracias a mí Guillermina: ¿Gracias a ti? Lo único que has hecho ha sido destruirle la vida Luis: No vieja loca, la vida se la destruyó ella por ser una bollera de mierda, yo hice una obra de buena voluntad, ¿crees que algún hombre habría hecho lo que yo? Soportar su vicio. No sé de qué te quejas si hasta la dejé embarazada T: Eres repugnante, ¿cómo la dejaste embarazada? (le preguntó con tanta rabia que hasta se le quebró la voz) Luis: De la única manera que podía Guillermina: Violándola una y otra vez, golpeándola si la veías hablando con una mujer Luis: No tenía otra elección, tu niña tenía que estar atada en corto Guillermina: Y tan poco te importó ese hijo que la golpeaste hasta hacerle perder esa hermosa vida Luis: Yo no tuve la culpa, fue ella quien tonteó con una periodista y después tuvo la desfachatez de negármelo T: ¡Jamás te faltó el respeto hasta que llegó Esther! (le gritó indignada)

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Luis: Y tú celestina de mierda tapaste todo cuanto hicieron Jesús: No te permito que le hables así (le dijo entre dientes con la rabia marcada en sus ojos) Guillermina: ¡Jesús! Luis: Tú no me permites a mí, ¿también has sido cómplice de los encuentros de esas dos putas? Guillermina: Si es una puta para ti, no sé qué haces con ella, pero te diré algo he venido a llevármela, y por tu bien Luis, te pido por favor que le digas que baje Luis: ¡Mira cómo tiemblo rata asquerosa! (le dijo moviendo sus manos mientras bajaba otro escalón Estaba a escasos metros de Guillermina que se apoyaba en su bastón para no caer ante los insultos y barbaridades que decía Luis sobre su niña, detrás a su derecha, Teresa se mantenía firme en su postura recta marcando en su rostro la tensión del momento y al lado de Teresa un Jesús que había tenido que acatar las órdenes de Guillermina Fuera en el jardín, Claudia esperaba su momento por si hacía falta entrar Luis: Largaros de mi casa, largaros de mi vida, desaparecer o os juro que vais a sufrir un calvario, os aseguro que Maca con la única persona que tiene que estar es conmigo, no comportándose como una puta. Y ahora largo Guillermina: Eres un diablo, Luis Luis: ¡Y tú una bruja! ¡Una asquerosa bruja que ha amamantado a una mujer detestable para revolcarse con otras mujeres! Tú eres la culpable de que ella sea así Entonces Luis se precipitó hasta Guillermina T: ¡NO! En la sala del hospital Teresa mantenía la mirada algo perdida en el suelo, sus manos estaban cruzadas, su gesto era preocupado, Jesús mantenía la misma actitud y Claudia esperaba a que Teresa terminara de contarle T: Entonces todo se precipitó Claudia, cuando me di cuenta que Luis se abalanzaba sobre Guillermina no me dio tiempo a reaccionar, ni siquiera a Jesús (su tono era triste) Lo único que pude hacer fue gritar 9 Enero 2006

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En el cuarto de un hotel, sentadas en el sofá se encontraban Esther y Cruz, ésta última la tenía abrazada reposando sobre su pecho, mantenía los ojos cerrados, le había contado todo lo ocurrido y Cruz no daba crédito. Avisó a Sandra para que estuviera tranquila, y Sandra avisó a Consuelo. Al día siguiente desayunarían todas juntaspara darle calor y reforzarla C: Cariño... vamos a la cama y descansas, mañana tendrás un día duro E: Nunca pensé que llegar donde tanto había soñado me iba a hacer sentir tan mal C: Esther... olvida esta noche (le dijo mirándola fijamente a los ojos) E: Será lo mejor C: Voy a ponerte algo en la espalda, tengo crema de rosa mosqueta, te aliviará E: Gracias (le sonrió con tristeza) Al quedarse sola cerró los ojos y suspiró con fuerza, en su cabeza la imagen de Maca lo ocupaba todo En la sala del hospital Claudia escuchaba atenta T: Entonces... cuando él bajaba, no sé de dónde sacó las fuerzas, bueno, supongo que de tantos años deseándolo, pero no sé como lo hizo tan rápido, levantó el bastón que llevaba (la mujer trataba de aguantar la risa lo mismo que Claudia). Y ¡pumba! Le arreó con el bastón allí en sus partes Jesús: Pero no era un bastón cualquiera, no (Jesús por primera vez mostró que tenía una sonrisa amplia y fresca) Claudia: ¿No? (Claudia reía sin parar) Guillermina: No (aseguró Guillermina orgullosa como la que más) Le hice a Jesús que pusiera una pieza de hierro pesada, ¡coño creo que voy a tener inútil este brazo para los restos! T: Debiste ver como aullaba, como se revolcaba en el suelo, como le caían lágrimas de los ojos ahí cogiéndose ya sabes qué Guillermina: Entonces, Jesús se volvió rápido como una gacela, aunque yo creo que fue para chulear delante de ésta T: ¡Guillermina! (la riñó nuevamente ante las carcajadas ya ruidosas de Claudia que no podía aguantar la risa con aquella mujer) Pues Jesús (carraspeó graciosamente y a las risas de Claudia se le unió Guillermina) ¡Subió como si fuera un héroe y consiguió bajar a Maca!

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Guillermina: Un héroe dice. COFF COFF COFF (sus toses se hicieron tan ruidosas como las carcajadas) T: ¡Bajar la voz o nos van a echar! (decía nerviosa a las dos mujeres) Claudia: ¡Ay qué risa! Y yo pensando en pedir refuerzos ya que tardabais tanto Guillermina: Había que tardar, Claudia. Soy zorra vieja y le tenía preparado el terreno Doctor: Buenas noches (apareció el doctor que atendía a Maca y se pusieron de pie, Guillermina lo hizo con la ayuda de Jesús). Está con un shock bastante fuerte, creo que han sido demasiados acontecimientos, le hemos istrado un sedante para relajarla, también le hemos hecho una analítica para comprobar su estado Guillermina: ¿Podemos pasar a verla? Doctor: Está dormida, pero si quieren pueden quedarse a su lado. De todos modos me gustaría hacerles una pregunta. ¿Saben si ha habido algún tipo de maltrato? (todos intercambiaron su mirada entre ellos) Hemos encontrado varios hematomas y parece reciente Guillermina: Eso deberá ser ella quien lo responda, nosotros no la veíamos desde hacía unos meses. Pero podría ser, sí Doctor: De acuerdo. Una pregunta Inspectora, ¿es necesario tener un policía en la puerta? Claudia: Créame si no lo considerara necesario no estaría Doctor: Está bien (dijo tras suspirar profundamente) Pasen Jesús: Yo me quedo aquí Claudia: Yo también La habitación estaba en la penumbra, tan solo una débil luz que iluminaba un lado de la cama de Maca. Estaba con los ojos cerrados pero una arruga en la frente que daba muestras que a pesar de dormir no estaba descansando. Guillermina llegó hasta ella con los ojos acuosos, Teresa que estaba acostumbrada a verla adorando a su niña, sintió como por todos los poros de su piel, la tata amaba a Maca. Ya sin bastón, se acercó hasta la cabecera de la cama y le dejó un beso, sus párpados se movieron levemente, su cabeza se giró como si presintiera su presencia, con el ceño fruncido y una terrible pesadez en sus párpados finalmente miró a Guillermina, la mujer le entregó una sonrisa repleta de frescura y fuerza Guillermina: ¡Por fin todo terminó! M: Tata (susurró débilmente) Guillermina: Mira quien está aquí, la beata (le dijo bajito)

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M: Teresa T: Maca, cariño (le dejó un beso con sus ojos repletos de lágrimas) Descansa Guillermina: Duerme y mañana todo estará bien M: Nada estará bien (musitó con dolor) Volvió a cerrar sus ojos y ambas mujeres se miraron tras un suspiro repleto de alivio, todos los nervios acumulados les hicieron aflojar y ambas se abrazaron llorando Fuera Jesús se tomaba su ya ni sabía que número de vaso de café, Claudia estaba con él, eran las dos de la mañana y en cuatro horas debía estar en la comisaría de nuevo Jesús: Parece mentira como hemos llegado hasta aquí. Y lo peor de todo esto es que no soy capaz de saber que va a pasar Claudia: Guillermina tiene una carta guardada, y esa carta la va a saber jugar, Luis tendrá que asumir el divorcio y Maca tendrá que ser lo suficientemente fuerte e independiente para seguir adelante Jesús: Entonces... ¿dices que Esther y esa mujer que iba a su lado son pareja? Claudia: Sí, ¡uf me quejo del café de la comisaría pero este es pésimo! Jesús: Tienes razón. ¿Tú no deberías descansar? Claudia: No podría, demasiada adrenalina he generado esta noche. Mañana descansaré doble (sonrió) Jesús: En la vida no todo es trabajar ¿eh? Claudia: Lo sé Jesús: Gracias por tu ayuda, sin ti, todo esto no hubiera sido posible Claudia: Bueno... es mi trabajo (le sonrió). Pero tengo que reconocer la verdad, que adoro a Macarena Wilson y sus novelas, y que Guillermina me ha ganado el corazón, hubiera sido imposible no implicarme Jesús: Esa vieja adorable. Debiste ver como lo enfrentó. Las ganas que le tenía Claudia: Maca para ella es como una hija, de eso me he dado cuenta, y también me he dado cuenta que llevaba muchos años esperando este momento. Y lo que de verdad espero, es que Luis, no sepa que Maca está aquí Jesús: Eso que dijo el médico, seguro que le ha golpeado, y si es así... Claudia: Si es así pondremos la denuncia pertinente, Jesús

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Jesús: No entiendo como un hombre puede ser tan cobarde. Me encantaría devolverle uno a uno esos golpes (dijo con los dientes apretados y alzando su puño cerrado) Claudia: Esa no es la manera, para eso está la justicia. Aunque... a veces ni yo misma tras ver las cosas que veo, soy capaz de creer en ella Luis se encontraba destrozado en su casa, no podía andar y sentía que si se sentaba algo le oprimía el alma, lloraba sin poderlo evitar, sus lágrimas se mezclaban con sus babas que salían de su boca mientras repetía el nombre una y otra vez de Maca, la llamaba a gritos, lloraba acongojado y sufría dolores que le mareaban Luis: Vieja asquerosa... me lo vas a pagar con lo que más te duele... si Maca no es para mí, no será para ninguna zorra En el cuarto del hospital, se había creado una pequeña disputa, Teresa quería quedarse con Maca y que Guillermina se fuera a casa a descansar, la mujer tenía unas profundas ojeras y el gesto de cansancio marcaba su rostro Guillermina: Te he dicho que no, que me quedo yo, tú descansa y mañana vienes y te pasas aquí todo el día. Vamos a tener que estar muy pendientes, no dejarla sola T: ¡Mira qué eres cabezota! Guillermina: Y tonta serás de no aprovechar la noche con Jesús, ¿eh? (le dio un codazo divertida) Jesús le hizo entender a Teresa que era imposible hacer que Guillermina se moviera de allí, que lo mejor era hacerle caso, Maca no llevaba gotero y tan solo necesitaba descansar. Finalmente, Claudia se los llevó hasta casa y mucho más tranquilos de lo que lo hicieron la noche anterior y mientras se tomaban una tila para aplacar los nervios que aún quedaban, comentaron los nuevos pasos a dar para poder proteger a Maca. Teresa había desconectado el móvil por si Luis llamaba, a las horas que eran, lo conectó ante Claudia para ver las llamadas que podía haber hecho una vez recuperado. No había ni una sola, algo que les extrañó. Cuando por fin llegaron a tranquilizarse, cada uno se fue a la cama con la sensación de haber ganado una batalla, que no la guerra 10 Enero 2006 Durante la noche, Maca estuvo bastante tranquila, cuando pasó la ronda de enfermería, la enfermera logró convencer a Guillermina a que se tumbara en el sillón, la mujer lo agradeció, no había cerrado los ojos, pero al menos así descansaba las piernas. Eran las seis y media de la mañana cuando una enfermera entró y abrió la luz Enfermera: Buenos días Guillermina: Serán para ti ¡otia! (protestó ante el impacto de la luz poniéndose su mano delante de los ojos)

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Enfermera: Vengo a tomar tensión y temperatura Guillermina: Oye... ¿tú me harías un favor? Enfermera: ¿Qué le pasa? ¿Se encuentra mal? (dejó los aparatos sobre la cama, Maca ni se había enterado y se dirigió hacia Guillermina) Guillermina: No, mal, no, me encuentro que no sé de donde carallo se baja este sillón y si tardo mucho el río Misisipi a mi lado va a ser una migaja de ná La mujer le ayudó con una sonrisa, Guillermina se puso en pie mientras ponía gestos de dolor Guillermina: ¿Los oyes? No te hagas vieja, no vale la pena, son los huesos que se quejan cruelmente. ¿Cómo está? (su gesto cambió de dolor a preocupación) Enfermera: Vaya al lavabo tranquila Guillermina: Me aguanto hasta que me digas que está bien Enfermera: Está bien, no se preocupe, la tensión bien y fiebre no hay Guillermina: Gracias y ahora sí ¡me meo, carallo! Volvió al sillón y desconectó la luz, dejó una suave que había a un lado de la cama, se acercó hasta Maca y le dejó un beso en la frente, por fin había logrado hacer lo que durante tanto tiempo deseo y no pudo Guillermina: Duerme mi niña... ahora... todo va a ser diferente para ti, mi amor. Y estos morados serán los últimos que ese hijo de Satanás va a dejaren tu piel La misma enfermera entró dos horas más tarde para proceder a hacer un análisis, el mismo procedimiento, encendió las luces y cuando fue a decir buenos días, se quedó de una pieza al ver en la cama a Guillermina y a Maca en el sillón. Tras una sonrisa, despertó suavemente a Maca A la misma hora Teresa estaba poniéndose en o con Patricia quien esta vez sí, mando los papeles para firmar el divorcio. Se puso en o con el abogado de Luis y le informó que estaba a punto de recibirlos T: Bien, ahora hay que esperar Jesús: ¿Yo sabes lo que haría?, sacaría a Maca del hospital, Luis tiene muchos os, después me la llevaría al faro T: Jesús, cariño (le rozó la mano mirándolo con devoción “estaba colada hasta las bragas por debajo de la faja, Guiller, dixit”) Luis el primer lugar que buscará será el faro Claudia: Buenos días, no hay problema con ese tema, había pensado proponeros que Maca se venga aquí

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T: ¡Pero Claudia es abusar mucho! Claudia: De ninguna manera T: Entonces, Jesús y yo nos marcharemos a dormir a mi casa, ¿te parece bien, cielo? (¡uhhhh cuantas babas caen por la comisura y los labios vaginales, por supuesto, Guiller, dixit!) Jesús: Es una buena idea, dejarlas en manos de la Inspectora es más seguro, claro Claudia: ¿Tenemos noticias de Águila Rosa? T: No Claudia: Pues vamos al hospital. Sería bueno si todo está bien sacarla como dice Jesús, entre otras cosas porque no puedo dejar a un policía si no hay una denuncia Jesús: Debería ponerla, yo he leído que mujeres han denunciado años después y se les ha ayudado Claudia: Claro que debería hacerlo. Sería bueno. ¿Vamos? T: Que bien hablas cariño (”lo que yo diga, chocha perdida ¡cómo no! Guiller dixit”) La rabia inundaba el estado de Luis, acababa de colgar el teléfono, su abogado le daba la noticia que le había llegado el divorcio y que lo mejor dadas las circunstancias que habían estado sucediéndose, era firmar Luis: Nunca Maca... nunca vas a estar libre... pienso destruirte no sabes lo que has hecho, maldita zorra Dio un puñetazo sobre la mesa y volvió a coger el teléfono, aquella llamada marcaría el futuro de ambos, sin él saberlo Le costó mucho a Cruz conseguir que Esther se levantara y se pusiera en marcha, se levantó taciturna, desayunó sin cruzar palabra, se duchó y una vez vestida salió E: Bueno... cuando quieras C: Estás muy guapa Esther E: La ducha me ha ido bien, ¿sabes, Cruz? Creo que anoche aprendí que la vida nunca va a ser como esperas, al menos no para mí, aprendí que me he equivocado muchas veces, y pensé que de algún modo podría superarlo, anoche me di cuenta que hacer daño a alguien que amas, es lo peor que puedes hacer en la vida, que no puedes ir por la vida pensando que tú eres lo primero, al menos no en el amor

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Cruz sonrió de lado, Esther se colgó de su cuello mirándola con un cariño infinito, la besó en los labios suavemente C: Eres una mujer especial E: No quiero hacerte daño, Cruz (sus ojos se llenaron de lágrimas) C: No voy a dejar que me hagas daño, pequeña (le rozó la nariz con su nariz) E: Anoche... volví al infierno C: Yo te llevaré al cielo tantas veces lo necesites E: No sé cómo me aguantas C: Porque sé que debajo de todos esos errores hay un gran corazón, una chica bondadosa con una sonrisa mágica que puede hacer perderla cabeza a cualquiera, un ser humano que te hace sonreír, ya te dije eres especial, y por eso te aguanto E: No me dejes, Cruz C: Cariño... así no, yo puedo estar a tu lado en el camino, caminar contigo, volar contigo, pero no puedes depender de mí, ni de mí, ni de Maca ni de Lidia, tú eres única y eso es lo que tienes que aprender E: Maca... la amo ¿sabes? Anoche pude destruirla delante del micrófono, sin embargo, no tuve fuerzas, no pude vencer mi lado que la ama C: ¿Y sabes qué? (Esther le sonrió su mirada estaba repleta de ternura). Me alegro Tras un largo suspiro, Esther se abrazó a Cruz, salieron hacia el canal de radio donde le esperaban para su primera entrevista, sin embargo, aunque lo intentara Maca seguía en su mente y como ella sabía bien, en su corazón La televisión mientras todos iban desarrollando su trabajo, hacía el suyo, en uno de los programas matinales, estaba a punto de ocurrir algo que iba a dejar a todos boquiabiertos, sin duda, la entrega del premio había precipitado que todo el mundo estuviera pendiente de lo que ocurría con las dos finalistas, fotos y más fotos, analizando cuando estaban juntas, cuando estaban separadas, si había miradas o si había reproches, Sandra y Consuelo lo estaban viendo mientras desayunaban en el hotel, observaban con los ojos bien abiertos y un cierto sentimiento de pena lo que decían, las opiniones de todos y lo lejanos que estaban a veces de la realidad, sin embargo, estaba a punto de saberse quien había sido realmente el que confirmara la relación entre ambas Sandra: No van a dejar el tema Consuelo: No, estamos en la era de la telebasura, y por mucho que la gente diga que no lo ve, lo ve y hay una gran demanda de estas cosas (decía moviendo el cuchillo tras ponerse mantequilla y mermelada)

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Sandra: Lo malo es que les están haciendo daño. No sé qué tal estará Maca después de lo de anoche Consuelo: Pues mal, ¡cómo va a estar! (se quejó) ¡Lo van a decir! En la televisión se oyó claramente la voz de Esther mientras decía: Macarena Wilson estaba muy lejos de mí, no podía haber sido otra cosa que lo que fui, su amante... ella necesita una mujer que la ame desde que se levante hasta que se acueste, necesita una mujer quesea capaz de entregar todo ese amor. Me alegro que por lo menos nuestra relación le haya servido... pero no voy a volver con ella, no voy a volver a verla Consuelo: Fue Esther Sandra: ¡Un momento! ¡Un momento! Consuelo: ¿Qué pasa? (la miró inquieta) Sandra: ¡Eso me lo estaba diciendo a mí, estaba hablando conmigo! Ella no lo dijo a nadie, me lo estaba diciendo a mí Consuelo: Dios mío... ahora a ver quien le hace creer eso a Maca Sandra: Voy a llamar a Teresa, esto hay que aclararlo, deberían hablar y aclarar todas las mentiras que pesan sobre ellas Consuelo: ¿Pero para qué Sandra? Esther tiene a Cruz a su lado, Maca a su marido, ¿para qué liar más el asunto? Sandra: Porque la verdad es el único camino hacia la paz entre ellas, la verdad las acercará al menos para no tenerse rencor Consuelo: Eso sí, pues llama... llama En el hospital, Teresa estaba sentada junto a Guillermina, Maca en la cama con los ojos cerrados, con el ceño fruncido, con tantos pensamientos, tantos odios, venganzas, mentiras, rabia, eran demasiados sentimientos para soportarlos, a veces sentía que iba a estallarle la cabeza, sentía que todo le daba vueltas tan solo saber que Guillermina y Teresa estaban cerca le daba cierta calma, no podía controlar sus ganas de llorar y de vez en cuando rompía provocando una congoja en ambas mujeres que evitaron dedicarle palabras, unas veces la abrazó Guillermina con el gesto contrito y otras Teresa con un marcado gesto en la barbilla que trataba de esconder su pena y dolor Cuando la puerta se abrió, vieron como entraba el doctor acompañado por un Jesús que se había quedado fuera justo al lado del policía joven que estaba ocupando el lugar que Claudia le había indicado

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Doctor: Buenos días (las mujeres le saludaron poniéndose en pie). Tengo los análisis y me temo que Macarena tiene que guardar un poco de reposo, hay una anemia bastante importante Mientras continuaba diciendo la dieta que era recomendable seguir, el teléfono de Teresa que aún en silencio se iluminaba, no cesaba de hacerlo, la mujer lo miró de reojo y alcanzó a ver sobradamente quien le estaba llamando. Su gesto fue de preocupación que no de sorpresa porque lo estaba esperando Guillermina: No se preocupe doctor, la dieta se respetará absolutamente, los paseos también y en cuanto esté un poco más fuerte pienso llevarla al norte, allí se recuperará de forma inmediata Doctor: Me ha comentado Jesús que desearían tener el alta y la verdad, no veo motivo para que siga en el hospital. ¿Maca? M: Que (contestó escuetamente) Doctor: Maca... tengo que hacerle una pregunta algo delicada, le hemos visto golpes en su cuerpo, y son recientes, tengo que poner una denuncia de esos golpes, ¿se los propinó su marido? M: ¿Golpes? (lo miró con el ceño fruncido). No, él no Doctor: ¿Entonces... quien? M: Me caí ayer en el hotel al salir de la ducha Doctor: Lo siento creo que... M: Me caí ayer al salir de la ducha Hubo cierto silencio incómodo que el doctor se apresuró a cubrir, si su paciente le decía que no, menos problemas para él Doctor: El lado anímico se puede restablecer con todo cuanto he dicho, ahora bien, el lado emocional debe ser usted quien ponga todo cuanto pueda para superarlo. Estoy al corriente de lo que viene sucediendo y no voy a ser yo quien diga lo que tiene que hacer, pero, me parece que a veces en la vida hay que detenerse y mirar el interior, le animo a si quiere terapia para superarlo contar con nosotros tenemos un estupendo grupo de psicólogos, ahora bien, me parece que nadie podrá ayudarla si usted no pone empeño, y por su actitud me demuestra que no está por la labor. Les dejo mi número de teléfono por si necesitan ayuda, no duden en comunicarse conmigo y con gusto les atenderé. Les preparo el alta Saludó con un gesto cariñoso en el brazo a Maca, miró a los demás y le pidió a Jesús que lo acompañara hasta el despacho para darle los papeles Guillermina: Estos matasanos, lo arreglan todo con psicólogos, lo que mi niña necesita son unas buenas lentejas y una sesión de las tetas de su tata ¡carallo con la modernidad!

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(Maca se destapó llevaba el pelo revuelto y con paso cansado se fue hasta el lavabo). ¡Ay Teresa! T: Tengo cuatro llamadas de Luis Guillermina: ¡Y las qué te rondaré morena! T: Voy a contestarle, Guillermina, necesito saber lo que va a hacer. Enfermera: Hola, vengo a dejarles la medicación que le toca T: Gracias es muy amable Enfermera: Si me permiten, iro mucho a Macarena, y lo que acabo de ver me ha dolido en el alma (las dos mujeres se miraron y después la miraron a ella como apremiándole para que terminara de decir lo que quería) He visto a la otra finalista a la tal Esther García diciendo que sí eran amantes, ¡podrá escribir muy bien pero vender algo tan íntimo para mí ya dice mucho de cómo es! Espero que Macarena se recupere pronto T: Gracias. ¿Esther? Te juro que no entiendo nada Guillermina, te juro que esto me supera Guillermina: Bueno, ahora no nos importa lo que haya dicho, creo que deberías ir preparando un escrito donde digas que Maca se retira temporalmente del mundo de la literatura T: No va a ser tan fácil, tiene unos contratos al ganar el premio Guillermina: A veces... a veces pienso que eres tan inteligente que las cosas simples no las ves (Teresa abrió los ojos ofendida por el comentario) Sé cómo es Maca, y no va a aceptar ese premio, si me equivoco me pongo uno de esos conjuntos tan horribles que llevas de collares y pendientes, si acierto, ¡seré la madrina en tu boda! La puerta se volvió a abrir pero esta vez era Claudia con su habitual gesto serio, aunque cuando sonreía perdía totalmente la firmeza Claudia: Ya me ha dicho Jesús, está todo preparado, el coche la está esperando en el garaje y como le he dicho a Teresa, Guillermina, Maca y tú estaréis mejor en mi casa, ahí es imposible que la encuentre T: ¡Otra vez él! Claudia: Ven (Claudia estiró del brazo a Teresa porque la puerta del lavabo se abría, salieron al pasillo con paso ligero y le hizo pasar a una sala donde no había nadie). Vamos a grabar la conversación T: Yo no sé cómo se hace eso (decía en voz baja con los nervios a punto de estallar y sus ojos abiertos como platos)

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Claudia: Dame el teléfono (Claudia toqueteó algo y le entregó para que hablara). Ahora T: ¿Si? (Teresa apartó levemente el auricular ante el grito que recibió, iba poniendo gestos con cada palabra de Luis, no le contestaba, tan solo escuchaba, Claudia la miraba intensamente con sus manos puestas en las caderas) Es definitivo Luis, así que te agradecería que firmaras, no tenemos nada más que hablar Claudia: Muy bien. No era tan complicado ¿verdad? (le sonrió de lado) En su casa, Luis era una fiera descontrolada, había roto varios objetos que habían a su alcance, el espejo del comedor, había sacado toda la ropa de Maca y la había despedazado, gritaba, aullaba de rabia por su mente se pasaban tantas cosas, hasta que al final, las fuerzas se le terminaron y cayó de rodillas en el suelo rompiendo a llorar entre suspiros rotos por el cansancio Regresaron a la habitación y vieron que Guillermina estaba ayudando a Maca a vestirse, le hizo un gesto a la mujer de tranquilidad y después abandonaron la habitación, llegaron al garaje y se subieron al coche que Claudia manejaba, el estado de Maca seguía siendo tan precario, que ni la saludó, sus ojos no veían nada que no fuera lo sucedido la noche anterior. Llegaron y bajaron en silencio, llegaron a la casa y Claudia se marchó a trabajar, Teresa y Guillermina ayudaron a Maca a meterse en la cama de Claudia, las sábanas estaban limpias, había preparado las cosas para que estuviera lo más cómoda posible, había puesto un ambientador con olor a jazmín que sabía era su preferido, sin embargo Maca ni preguntó dónde estaba. Tras un rato de acompañarla Teresa salió tras una llamada de Jesús desde la puerta T: ¿Qué pasa, cariño? Jesús: Es Sandra, está muy nerviosa y quiere hablar contigo (le dio el teléfono que Teresa cogió algo cansada). Voy a comprar algo de comida T: Gracias. Dime Sandra (su tono distaba mucho de aquel cariñoso de antaño cuando hablaban) En la radio, la entrevista había sido todo un éxito, se habló de literatura, de los sueños de Esther, de cómo había creado aquella obra, de sus aspiraciones. Todo excepto lo que muchos querían saber, la relación con Maca. Al terminar, Cruz agradeció como siempre a la presentadora su buen tacto y su mano derecha a pesar de que si hubiera querido, hubiera podido sacar tajada del tema que estaba en boca de todos. Una vez fuera Cruz le dijo C: El taxi nos espera E: Cariño, ¿podemos ir a pie? C: Claro, por mi encantada E: Necesito sentir un poco este frío en la piel

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C: Has estado muy bien E: Gracias, la verdad que me he sentido cómoda C: Esther, me ha llamado Sandra mientras estabas en la entrevista E: ¿Y? Tienes ese tono de que algo va mal (le sonrió de lado mientras se colgaba de su brazo. Cruz llevaba las manos metidas en los bolsillos) C: Han sacado en televisión, una cinta donde eres tú quien confirmas la relación con Maca (Esther se detuvo mirándola con el ceño fruncido). Parece ser, casualidades de la vida, que alguien grabó tu conversación con Sandra, y es lo que están utilizando, es decir, que la demanda que te ha interpuesto Luis la puede ganar E: Todo empezó por una casualidad, que Teresa se hiciera un corte y yo la cosiera, de ahí, llegó la oportunidad del curso sentir lo mejor y más bello que nadie me ha hecho sentir, y ahora por otra casualidad, la he destruido a ella C: Esther deja los melodramas a un lado y céntrate, pueden denunciarte por hacerlo público pero, ningún juez en su sensato juicio ¡valga la redundancia! (ambas sonrieron). Te va a meter en la cárcel por amar a una mujer, es así de sencillo E: Me encanta estar contigo, todo lo ves sencillo C: Créeme, la vida es sencilla pero nos encanta complicarla. ¿Te apetece comer en un Pans and Company? E: ¿Un bocadillo de plástico? C: Así me gusta, ves, lo más sencillo sería ir a un buen restaurante para comer, sin embargo, yo quiero enredarlo yendo a ese sitio, ¿comprendes la paradoja? (Esther sonrió). ¡Esa es mi niña! La hora de la comida en casa de Claudia significó un verdadero calvario para ambas mujeres, Maca se negó en redondo a probar bocado, nada más quería una pastilla para poder descansar y detener su mente. Por orden de Guillermina, Teresa y Jesús comieron mientras la tata se quedaba junto a Maca Guillermina: ¿Me vas a contar que es lo que te pasa? (Maca la miró con unas ojeras profundas) Solo me ha faltado parirte M: Soy una desgraciada, tata... soy lo peor (rompió a llorar mientras Guillermina se sentaba a su lado para abrazarla) Guillermina: Cuéntale a tu vieja tata que fue eso que sucedió y te hace sentir así M: Me da vergüenza

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Guillermina: Vergüenza robar y tú no has robado en tu vida M: Hice algo peor. Durante toda la noche, había sentido tantas cosas diferentes, estaba agotada de pensar, de sentir, de ver a Esther con otra, de querer perder de vista a Luis, de abrazar a Esther, de golpear a Lidia hasta hacerle sentir tan mal como se lo hizo sentir a ella. Los golpes bajos de Esther, sus palabras cuando nos estaban entrevistando, las mías que trataban de hacerle el mayor daño posible, la sonrisa cínica de Luis, todo se metió en mi cabeza, todo, absolutamente todo y no pude sacarlo, me venció. Vi salir a Lidia hacia el pasillo y vi como hablaba con una chica y le entregaba un papel, sabía lo que iba a pasar, la seguí y entonces... Cuando Esther entró en la habitación a la que había sido invitada por Lidia, escuchó el sonido seco y penetrante de como se cerraba la puerta, se giró esperando que su ama la castigara y la sacara el dolor de sus entrañas igual que otras veces había ido en busca de alguien que lo hiciera, sabía que en ese momento la única ama que podía lograrlo era ella, la única capaz de dejarla sin fuerzas era ella, sin embargo, al girarse se encontró con Maca, con una Maca seria, con unos ojos reprobatorios una mirada gélida, con una expresión en su conjunto arrolladora M: Diría que estás un tanto decepcionada (su voz sonó diferente a otras veces) E: ¿Qué haces aquí? M: ¿Qué haces tú? (los celos salieron a borbotones) E: Maca... a ver... (elevó un tanto sus manos en el aire tratando de serenarse, su corazón latía bestialmente) M: Ahora estamos tú y yo, no hay nadie por el medio, ahora vas a decirme que es lo que hice mal E: Creo que esto no tiene sentido (la miraba con cierta vergüenza) M: Pasa (le dijo con tono contundente mientras le señalaba con la cabeza la habitación, Esther hizo un movimiento negativo con la suya, finalmente ante la mirada inquisitiva e insistente de Maca mientras se mordía el labio inferior se dirigió hasta allí, al entrar vio sobre la cama un látigo, unas esposas, unas botas de cuero, un antifaz y unas cuerdas sobre el sofá que había justo a la izquierda de la cama. Se quedó inmóvil con los ojos desorbitados. Maca se pegó a su cuerpo y le susurró con un tono repleto de odio) Esto es lo que te gusta ¿no? E: ¿Qué significa esto, Maca? (se giró mirándola abrumada) M: No lo sé, me lo tendrías que explicar tú, yo no tengo ni puta idea E: No quiero discutir contigo, ya no más por hoy ya hemos tenido suficiente, ¿no te parece? (la miró fijamente, estaba tan hermosa) M: Veamos... si no he entendido mal... me dejaste porque te quería ¿estoy en lo cierto? E: Maca... por favor... (su súplica salió con fuerza de su corazón. No quería provocar más dolor entre ellas) M: Tú no buscabas amor, ¿verdad? E: Déjalo ya ¿vale? (la miró entrecerrando los ojos, su mirada transmitía cierta pena y mucho agobio) M: No, no voy a dejarlo, nena (lo escupió como recordaba que Lidia se lo decía a ella, y aquel nena, a Esther le resultó mucho más doloroso que un golpe de látigo) ¿Es así cómo te llamaba? E: No voy a consentir esto... no sé donde quieres llegar pero...

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M: Te lo voy a demostrar (se interpuso entre la puerta y ella, aquella Maca no tenía nada que ver con la de siempre) ¡Me dejaste como a una mierda! ¡No te importé! Dime... ¿todo cuánto vivimos, todo cuanto disfrutamos, fue mentira? (sus ojos la intimidaban) E: Por mi parte no M: ¡Vaya por tu parte no! Entonces (entrecerró los ojos y con voz acerada le reprochó). Fui yo E: Maca esto es ridículo (se tapó el rostro con ambas manos y se acercó hasta la cama). No teníamos futuro M: ¿Eso lo dices tú o fuiste a la bruja Lola? E: No uses la ironía conmigo, por favor (se giró dejando a un lado el dolor, la vergüenza, y salió en ella la rabia) M: No, ironía no, digamos que contigo debería usar algo más contundente, quizá de ese modo no me habrías dejado sin importarte una mierda como me hiciste sentir E: Sirvió para que dejaras a Luis, debiste hacerlo M: Que cínica eres, sabes de lo que me doy cuenta (pasó su lengua por los labios sin quererlo le salió un gesto tan sensual que Esther sintió una oleada de calor insoportable) Me doy cuenta que entregué mi vida a una tía que no valoró nada de lo que hice, le entregué mi alma, mi corazón, mis sentimientos a alguien que no mereció la pena (aquellas palabras fueron como un jarro de agua fría que consiguieron que a Esther le desapareciera el calor y sintiera un frío que se apoderaba de su piel) No supe entender lo que debía hacer E: No es verdad, Maca. Te he dado todo cuanto pude, pero no podía darte lo que tú esperabas M: ¡Y qué coño sabías tú lo que esperaba! (gritó desmedidamente saliendo de su boca saliva, precipitándose sobre ella) E: Maca tú esperabas amor, y no soy capaz de dar amor, te lo aseguro, te hubiera hecho una desgraciada M: ¿Y qué le das a ésa que va contigo? E: No, Maca por favor, ahí sí que no ¿eh? (le pidió con gesto contundente) M: Debí ser diferente, pero ¿sabes? Me has destrozado la vida, ya no sé ni quién soy, esta noche he perdido el norte, ¡qué más me da perderlo del todo! Debí ser un ama para ti (le dijo lentamente acercándose) E: Esto... esto ya es demasiado (trato de zafarse de su cercana presencia) M: Parece que es lo que tú sí puedes entregar, es lo que le ibas a entregar a Lidia al venir hasta aquí ¿no? E: Tú no entiendes esto M: Y tú no entiendes el amor (le espetó) Hubieron unos segundos de silencio donde las miradas se desafiaban, donde los corazones latían brutalmente, parecía que la escena podía pertenecer a cualquier película de terror E: Lo siento Maca, de verdad, lo siento... no quise hacerte daño M: ¡No me jodas Esther! (arrastró las palabras entre dientes de una manera dolorosamente chirriante) E: Creo que mejor me voy, no vamos a llegar a ningún sitio M: O quizá sí, quizá debí tratarte como tú, te mereces (acentuó sus palabras)

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Entonces Maca comenzó a llorar, Guillermina la miraba entendiendo que había destrozado su corazón en aquel cuarto del hotel, que hablar de aquella manera con Esther no le había favorecido nada para su estado Guillermina: Hija... a veces decimos cosas que son necesarias para sacar el dolor y tú, lo quieras o no, necesitabas hablar con Esther, pedir explicaciones y dar tu opinión M: No le di mi opinión, tata (dijo lentamente) Guillermina: Carallo... (susurró como si de repente lo entendiera todo) M: Me volví loca, cogí aquel maldito látigo, le rompí la tela de la ropa la eché sobre la cama con toda mi rabia y la golpeé, lo hice con fuerza, mucha fuerza (lloraba con una congoja insoportable) Guillermina: Shhh (trató de calmar la agonía de Maca y su propio corazón) M: Le pegué, tata, le hice sangre y no podía detenerme ante sus súplicas (lloraba amargamente) Guillermina: Maca... cariño... (posó sus manos en las mandíbulas de su niña que en esos momentos se mostraba perdida) M: Hice lo que ella tanto me demostró que era su martirio, su calvario, ¿te das cuenta? Traté de hacerle sufrir (cerró los ojos negando con la cabeza con gesto totalmente desesperado). Cuando pudo quitarme el látigo, estaba cegada, la abofeteé, ella se tiró sobre mí, estaba llorando, pero yo quería seguir, traté de zafarme de sus manos para golpearle una y otra vez Guillermina: Jesús... M: Hasta que no pude más, mis fuerzas se acabaron y entonces como si las dos nos hubiéramos vuelto locas, hicimos el amor de la manera más salvaje, más violenta, más dañina posible (rompió a llorar en un llanto desgarrador) Guillermina: Ya... Maca... ya está M: Me susurró que me quería y me la quité de encima, la miré con todo el odio que llevaba acumulado y... me marché, la oí llorar, soy un ser repugnante, tata Guillermina no supo muy bien que decirle, no había palabras para aplacar aquel torbellino de emociones que habían vivido. No entendía como Maca, su Maca, había caído así y entonces fue consciente de la gravedad en la que sus emociones se encontraban. La arropó, la abrazó y compartieron lágrimas de dolor supremo Guillermina: Todo pasará... todo pasará...

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En la cocina, Teresa estaba sentada frente al ordenador, con sus gafas y un gesto de concentración máxima mirando fijamente la pantalla. Tenían que hacer algo por la carrera de Maca, debía cumplir las órdenes que Guillermina le había dado T: No sé qué va a pasar. Realmente es Luis su representante, yo no puedo actuar en su nombre Jesús: Tere, habrá que tomar la decisión, aunque él sea su representante, ella es la escritora y ella es la que manda, y será bueno que cuanto antes emita el comunicado mucho mejor T: Sí, sí, lo sé pero... Teresa se detuvo al ver entrar a Guillermina, la mujer llevaba marcado en la cara el trastorno que le había causado la confesión de Maca, ambos se miraron hasta que Jesús se levantó y la ayudó a sentarse Guillermina: Ponme un chinchón lo más fuerte que puedas ¡y ni se te ocurra decirme que no, Teresa! Maca está totalmente destruida como mujer, como persona y no sé, en el estado en que pueda estar Esther Ambos quedaron impresionados, hasta aquel momento, Guillermina no había hablado abiertamente de Esther, sin duda ambos pensaron que sus palabras unido a su expresión repleta de tristeza, significaba que Maca había hablado con ella. Pero fue mucho peor, cuando la vieja tata les explicó lo ocurrido. Teresa no daba crédito a lo que escuchaba, Jesús no entendía nada En su hotel, Esther se encontraba bajo el grifo de la ducha, aún sentía los dolores de la espalda, le tiraba algún corte que le había hecho Maca, su desconocimiento del funcionamiento del látigo, le había producido heridas pero ninguna como la que sentía en su alma. Salió envolviéndose en su toalla, era consciente que tener a Cruz a su lado era muy importante, pero también sabía, que ella no podía aplacar su dolor, amaba a Maca, no podía ocultarlo y siempre se lo había confesado, sin embargo, era consciente que no podía estar a su lado, era una relación imposible, era lo peor que podía hacerle. Se miró en el espejo y su cara mostró una profunda pena, era escritora, se habían vendido en el primer día de su publicación muchos ejemplares, su futuro artístico era el que siempre soñó, pero también era cierto, que alcanzar un sueño no significa lograrlo todo, tenía su sueño pero también el corazón roto. Dos golpes en la puerta la obligaron a salir de sus pensamientos. Cruz asomó la cabeza y le dijo: C: Cariño tienes visita E: ¿Visita? C: Guillermina 10 Enero 2006

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Aquel nombre le hizo tiritar, la presencia de aquella mujer le hizo sentir pánico, un pánico desmedido, la respetaba más que a nadie, había conseguido que Guillermina para ella fuera una persona muy importante, y uno de sus miedos era como habría reaccionado al ver que había abandonado a Maca. Estaba allí y pronto lo iba a averiguar En el sofá de la habitación, la mujer se encontraba sentada con una falda negra y un jersey blanco con distintas flores pequeñas de colores, a pesar de que el frío era insistente en Madrid, ella aseguraba tener el termostato estropeado y no notarlo, quizá también el chinchón había hecho algo de efecto, o simplemente, el sufrimiento que llevaba en su interior era quien le estaba dando esa energía para no notar el frío. Cruz la observaba, Esther había hablado mucho sobre ella, le había dicho siempre cosas buenas, trató de conversar sobre algo intransigente pero pronto se dio cuenta que Guillermina no era una mujer superflua, estaba allí para hacer algo, y no para tonterías. La puerta del cuarto de baño se abrió, Esther se había puesto un pijama tapando sus heridas, no tenía ni idea si Maca le había confesado la verdad, aunque conociendo la relación entre ambas, estaba casi segura. El miedo y la tristeza se reflejaban en su rostro. La tensión se cortaba en el ambiente El reloj marcaba las diez menos cuarto de la noche, Maca había dejado de lado la bandeja, no había probado nada de lo que allí había. Seguía en su mundo de dolor y angustia, se había abandonado y no pretendía encontrarse, el mundo, aquello que sucediera fuera de aquel bunker en que se encontraba, le importaba una mierda. La puerta de la habitación se abrió, era Claudia que con una sonrisa se asomaba Claudia: ¿Puedo pasar? M: Estás en tu casa, no me pidas permiso la voz acerada de Maca poco tenía que ver con la que normalmente acostumbraba a escucharla hablar) Claudia: No has cenado, Guillermina se va a enfadar M: No tengo hambre, no quiero comer Se levantó y se metió en el cuarto de baño, cerró la puerta apoyándose sobre ella, resopló, estaba demasiado cansada y lo único que quería era dormir y que pasara el tiempo. Orinó, y al salir vio que Claudia ya no estaba, tampoco la bandeja Claudia llegó a la cocina con la bandeja, comenzó a sacar el plato con la sopa y la pechuga asada que le había preparado, Teresa se había marchado acompañando a Jesús con Guillermina, aquel ambiente era realmente pesado, su karma estaba sobrecargado, en esos días cuando regresaba en lugar de relajarse como era su costumbre, le gustaba leer un rato antes de acostarse, se sentaba en el sillón que tenía en el comedor bajo una lámpara de pie, se encendía algo de incienso y finalmente ponía su equipo de música bajito con música tibetana. No había ido nunca la Tíbet, pero, soñaba con poder descubrir aquel país. No se quejaba de cómo había sido invadida su casa, pero sí, le afectaba ver a Macarena en el estado en el que se encontraba y que ella conocía sobradamente. No podía concentrarse así que hasta que volvieran de la visita a Esther, decidió conectar la televisión. Hizo zapping hasta que en uno de esos programas

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insoportables aparecía la fotografía de Macarena Wilson sonriente con su marido, entonces subió algo más el volumen y prestó atención M: Hola Claudia se asustó no la esperaba y desconectó el televisor rezando que no hubiera ni escuchado ni visto nada Entre los brazos y los pechos de Guillermina se encontraba una desbaratada Esther, se había derrumbado como un castillo de naipes entre sus brazos C: Cariño voy a salir un momento, os dejo solas Cruz salió de la habitación, se puso el abrigo y anduvo hasta el ascensor, había tenido relaciones y sabía que el amor realmente no existía en esencia, entendía que había un flechazo o enamoramiento y que al desinflamarse las hormonas, lo que quedaba era un camino por recorrer junto a la persona elegida, a veces esa persona respondía bien, a veces, era mejor huir. Su última relación había sido con un hombre, pensó que era un buen hombre, hasta que sus celos, su posesión, le hizo temer lo peor, sabía que no era mujer para aguantar aquel tipo de cosas y por las mismas, una tarde cuando él volvía de trabajar, lo miró como ella sabía mirar, le dejó las llaves de la casa y se fue. Así era ella, le gustaba ser libre y no creer ni en el amor ni en las relaciones, no quería estar junto a una persona como si tuviera que devolverle lo que hiciera, ni le gustaba dar explicaciones de lo que hacía, ni mucho menos aceptaba que se cuestionara su fidelidad, había aprendido con el paso del tiempo que la exclusividad en la pareja era una falacia, antes o después siempre se engañaba, a ella lo que más le dolía no era el engaño físico, más bien, el emocional, un rato distendido en otro cuerpo no le hacía daño, las mentiras la destruían. Y en esa libertad había encontrado a Esther, al principio nada más era una escritora más, conforme fueron compartiendo cosas se fue dando cuenta que era una mujer con una carga emocional difícil, su pasado pesaba tanto en ella que le impedía vivir el presente, la escuchó una tarde que fue a revisar un texto y la encontró entre un mar de lágrimas abrazada al pobre Amor que se encontraba humedecido y con unos maullidos lastimeros le pedía socorro a ella para poder ser liberado. En aquel momento supo toda su historia, y en aquel momento supo que Esther era un ave herida, que nunca cicatrizaría, y entendía cual había sido su postura ante la relación con Maca, pero por primera vez en sus relaciones, algo había en ella que temía que sanara y volviera a su lado. Y la reacción que vio en Esther le hizo darse cuenta que estaba rompiendo su primera regla, NO ENAMORARSE En el sofá, Guillermina no podía decirle nada a Esther, tan solo acunarla como lo había estado haciendo durante los más de diez minutos que llevaba llorando E: Lo siento tanto, de verdad Guillermina: Lo sé E: No Guiller, no lo sabes (le decía negando con la cabeza. En ese movimiento, la mujer pudo ver en su espalda una cicatriz y otra herida a su lado, le sobrecogió el corazón) La he destruido

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Guillermina: La vida no es fácil E: La quiero ¿tú me crees? (la miró fijamente con gesto desesperado) Guillermina: Me cuesta creerte (le dijo con sinceridad) E: No sé amar, Guillermina, se me fue de las manos, pero te juro que jamás pretendí hacerle daño, jamás, la amo demasiado para eso y me siento culpable de verla como la vi Guillermina: Ay joder las culpas las malditas culpas que la iglesia nos ha ido enseñando a cargar. Esther... os habéis equivocado, precipitado quizá... ¿esa mujer es tu novia? E: ¿Por qué lo preguntas? Guillermina: A pesar de todo el daño que os habéis hecho y sé, ¿no es posible empezar de nuevo? E: No, no me merece Guillermina: Eso es ella quien lo debe decidir E: ¿Después de todo quieres que vuelva con ella? (la miró francamente sin entenderla) Guillermina: Voy a decirte algo, algo que me duele. Cuando supe que Maca era lesbiana, entendí que la vida le había puesto un obstáculo demasiado grave, entendí y la animé a que tenía que irse cuanto más lejos de casa de sus padres mejor. Sin embargo, se enamoró de una víbora, Lidia (Esther abrió sus ojos como platos mirándola totalmente desconcertada) Sí, hay muchas Lidias en este país, pero ninguna tan mala como ella, Maca está casada con Luis por su culpa, mi niña no supo distinguir que esa mujer se estaba burlando de ella sin más. La destruyó no como a ti, de otra manera porque no le dio tiempo a más, cuando Maca le pidió ayuda ella la omitió, para Maca era la mujer de su vida, estaba enamorada y pensaba que las habladurías sobre su facilidad para el sexo, eran mentira. Luis las sorprendió y le hizo chantaje, entre Lidia y Luis la hundieron en un abismo. Por eso cuando llegaste tú a pesar de saber que también eras ligera de bragas, pensé que sería buena tu compañía, Maca tan solo necesitaba airear su sexualidad, necesitaba que una mujer la hiciera sentir a lo bestia, salvajemente y pensé que tú eras la indicada (Esther agachó la cabeza con el ceño fruncido, no entendía como la vida era tan ruin y les había colocado entre ellas un nexo, un maldito nexo llamado Lidia) Después, la vi que se perdía en el amor, pero, ¡maldita sea Esther! Pensé que tú también, creí que tú también E: Y tienes razón Guillermina: Lo sé, sé que tengo razón, sé que en la vida muchas veces encuentras una persona que amas el resto de tu vida pero no puedes hacerle feliz

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E: Créeme yo no podría. Le haría mucho más daño del que le hice Guillermina: Tan solo debiste decirle la verdad E: No podía, ¿cómo decirle que la dejaba si la amaba? Guillermina: Con un par de ovarios, Esther (su voz sonó fuerte casi rabiosa) La verdad a la cara, duele, pero cuando pasa el tiempo se agradece y si hay amor de verdad hasta se perdona. ¿Crees que lo de anoche hubiera pasado si te hubieras dignado a hablar con ella de verdad? E: Anoche fue una locura Guillermina: Pero una locura que la ha destrozado, se siente como una mierda por lo que te hizo E: Nos hicimos Guillermina, yo no me quedé atrás. No sé de donde me salió tanta rabia Hubo un instante de silencio E: Siento lo que pasó, y... debí hacerlo de otra manera, pero ya está hecho, lo siento Guillermina: Sé que lo sientes, ¿tú estás bien? E: No, no lo estoy Guillermina: Pero tienes quien te ayude, ¿verdad? E: Sí (sonrió de lado) Guillermina: De acuerdo E: ¿Por qué has venido, Guillermina? Guillermina: Te lo diré muy claro, porque quería saber si tú ibas a dejar en paz a Maca, porque quiero que mi niña sea feliz y ahora sé que tú no vas a estar a su lado, y al menos, sé como aconsejarla. Aunque visto lo visto, debería callarme la boca E: No soy la más adecuada para decirlo pero, ella te necesita y quiero que la cuides, que la cuides y la alejes de mí cuanto antes, mejor Guillermina: Hay amores imposibles... el vuestro es uno de esos Paralelamente a su encuentro, en casa de Claudia, se sucedía la siguiente escena M: Hola Claudia: ¡Hola Maca!

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M: Verás... antes creo que... Claudia: Olvídalo (le hizo un ademán gracioso cono la mano) ¿Te apetece un té? Es de frutas del bosque M: No, gracias Claudia: ¿Leche? M: Nada más quería disculparme Claudia: No tienes por qué, de verdad M: Creo que he sido injusta, estoy en tu casa, todas las molestias que te has tomado por ayudarme y... Claudia: De verdad Maca, déjalo (le sonrió de lado) M: Está bien Claudia: Te entiendo, pero no porque sea una frase hecha, más bien porque yo estuve en tu pellejo, Esther y yo estuvimos juntas una temporada y cuando me dejó, me sentí morir. Huí de todo, de mi ciudad, de mis amistades, de mi casa, tan solo quería encontrar un camino que me llevara lo más lejos de ella M: Vaya (no pudo evitar a pesar de todo, sentir cierto remolino en el estómago) Claudia: Pero como todo en la vida, pasan los días y te van ayudando a olvidar M: ¿Y si no se quiere olvidar? (la miró con sus ojos repletos de lágrimas) Claudia: Pues no la olvidas, claro, pero a veces por un amor que no se puede llevar a cabo dejamos pasar otros que quien sabe si nos harían felices M: ¿Dónde ha ido Guillermina? Claudia: No lo sé M: Gracias por escucharme Le pesaban los pies, le dolía insistentemente todo el cuerpo, era cierto que ella había manejado el látigo, pero Esther en su defensa le había atajado fuertemente por los brazos, habían sido como dos fieras, dos salvajes, que ni aun cuando llegaron al orgasmo fueron capaces de dejar a su amante respirar, una y otra vez, entre gritos, mordiscos, arañazos y todo aquello lo estaba sintiendo en cada movimiento. Sin embargo a pesar del dolor muscular, había algo que le había hecho daño, Claudia había estado con Esther, la rabia se apoderó de ella, se miró en el espejo con ganas de golpearse ella misma

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M: ¡Con quién coño no ha estado Esther! Eres una miserable Esther... ¡te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! (repetía una y otra vez mientras se abrazaba a sí misma llorando, cuando por fin se fue calmando susurró con las lagrimas resbalando por su rostro) Pero no tanto como te amo En el salón, Claudia no podía ni leer, ni escuchar la música, se había tomado el té esperando que le aplacara un poco la ansiedad, quizá tratando de ayudarla le había fastidiado más, no debió confesar que era una ex de Esther, entonces la miraría fatal. Oyó como el coche entraba en el garaje y se preparó para dar la noticia Abrió la puerta y ayudó a Guillermina que iba del brazo de Teresa a entrar, ambas llevaban mal gesto en sus rostros, tras ellas llegó Jesús que tampoco iba mucho mejor Claudia: He preparado leche caliente Guillermina: ¿Tienes ron? Claudia: No lo sé (puso gesto de sorpresa) Guillermina: Haz el favor de verlo y ponme un buen trago de ron Jesús: Voy a retirarme con vuestro permiso Claudia: Espera Jesús, tengo que deciros algo T: Ay Señor (dijo temiéndose lo peor mientras tomaba asiento) Claudia: Luis, mañana por la noche va a aparecer en un programa de televisión, va a hablar sobre Maca T: ¡Qué! (exclamó impactada mientras Guillermina comenzaba a reír sin parar) ¿Qué te pasa? Guillermina: Coff coff coff coff T: ¡Guillermina! (empezó a pegarle en la espalda) Guillermina: Coff coff coff coff coff ¡otia que me matas! Coff coff coff coff ¡para leñe! T: Agua... agua traerle agua (hacia aspavientos nerviosa) Guillermina: ¡Para ahogarme! Coff coff coff (Claudia trataba de no reírse pero era imposible ¡menuda estampa! T: ¡Guillermina! Guillermina: ¡Ya me he meao! (dijo de pronto)

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T: ¡Ay Dios mío! (se tapó la cara con gesto cansado). Aquí tenemos un reverendo problema y tú venga a la risa Guillermina: Teresa, ¡Luis ha picado el anzuelo! Está tan desesperado por desprestigiar a Maca, por hacerle daño que no sabe que esto es como un zuuran de esos que van y vienen T: ¿Un qué? (la miró sin entender nada) Claudia: Creo que quiere decir un boomerang (apuntó divertida Claudia) Guillermina: ¡Qué lista eres y qué guapa! T: Guiller (le dijo bajito modulando la voz cantarina) Guillermina: O lo que es lo mismo, si reparte mierda para arriba, siempre tiende a bajar, recuérdalo Tere, lo que sube, siempre baja (le hizo el gesto con el dedo índice logrando que se pusiera colorada) Claudia: Eso es verdad, Teresa (apuntó divertida Claudia) T: No le sigas las bromitas que con una vale. No estoy tan segura de eso Guiller. Va a hacerle daño a Maca Guillermina: Pero nosotros no le dejaremos hacerle daño. ¿Confías en esta vieja que se mea, pedorrea, no caga y le gusta fumar puros cuando tú no estás? T: ¡Qué remedio! Guillermina: Pues mañana por la noche, ¡va a ser el gran día! Leches si no tuviera esta pensión de mierda comprábamos marisco para cenar mañana. Y ahora, voy a lavarme mientras me pones ese ron y veré a mi niña. ¿No ha cenado, verdad? Claudia: ¿Cómo lo sabes? (Guillermina se fue sonriendo mientras movía la cabeza) T: Te dije que es bruja Cuando Cruz entró, Esther estaba sentada en el sofá con sus brazos abrazando las piernas con la mirada perdida en algún punto inimaginable y con una sensación de vacío en ella que solo se llenó cuando la vio entrar C: Hola cariño E: Abrázame, por favor Se acercó hasta ella dejando el abrigo a un lado, la abrazó mientras la besaba en la sien y le preguntó

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C: ¿Ha sido muy dura? E: No, hubiera preferido que lo fuera (suspiraba tratando de no llorar) C: ¿Te ha recriminado lo de anoche? E: No, no C: ¿Te ha pedido que vuelvas con ella? (no pudo evitar preguntarlo. Esther la miró fijamente, sabía cómo era su relación, juntas cuando lo deseaban libres cuando querían, sin ninguna obligación, sin ninguna explicación. Sin celos, ni preguntas, ni respuestas no deseadas. Por esa razón Esther la miró de aquella manera tan especial, tan extraña) E: Me ha preguntado si tenía pensado volver con ella C: Entiendo E: No, Cruz, no lo entiendes, Guillermina ha venido para saber si yo estoy contigo o sola, si hay una mínima oportunidad de que nos podamos acercar, le he dicho que no, que no hay ninguna. Y ahora ya sabe que puede buscar otra novia C: Estás celosa (le dijo mirándola con calma) E: No, sabes que no C: Sé que sí, tus ojos cuando la vieron fueron como dos bolas de fuego, ¿estás segura, completamente segura que eso es lo que quieres? No estar con ella, ¿estás completamente segura? 11 Enero 2006 El día amaneció con una nevada algo inesperada, Madrid se levantó blanca, los niños jugaban con la nieve en los jardines de la urbanización donde residía Claudia, hacían muñecos y sus risas se escuchaban por todos lados como agua fresca que llegaba al oído de Guillermina, los veía y recordaba cuando Maca era niña y jugaba correteando por la finca En su hotel, Esther recibía a media mañana una periodista para hacer una nueva entrevista, los datos que le iban llegando a Cruz eran buenos, aunque el estado de la escritora no lo era demasiado. Durante la entrevista, la periodista no se cortó a la hora de preguntarle por su relación de amantes con Maca, Esther se negó a responder, hasta que al final, escuchó cómo le contaba que esa noche Luis iba a hablar en un programa de máxima audiencia, si le daba miedo lo que pudiera decir. Esther volvió a negarse a hablar del tema, y dio por finalizada la entrevista E: Esta tía es gilipollas (le dijo bajito a Cruz cuando terminó)

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C: Hace su trabajo En casa, Guillermina estaba junto a Maca, no se había levantado de la cama pero al menos se tomó el desayuno que Teresa le había preparado con las tostadas tal y como a ella le gustaban. Durante el rato que desayunó, llegó hasta a reírse de las bromas continuas de Guillermina hacia Teresa, ésta se hacía la escandalizada cada vez más y al final Maca sonriendo le dijo M: Me alegro de tu noviazgo, Jesús es un buen hombre El día transcurrió bajo la nieve, en casa de Claudia los nervios iban y venían sin cesar, Maca no había comido a penas a la hora de la comida, y la hora de la cena el hambre se les había marchado a todos. En el sofá se habían repartido los lugares, Teresa junto a Jesús aunque con cierta distancia, y Guillermina al lado de Claudia, Maca se había tomado la pastilla y estaba durmiendo entre nieblas y pesadillas, aparecía y desaparecía una y otra vez Esther, Luis, Lidia En su hotel, Esther se había metido en la cama, la tarde la había pasado en la televisión dando otra entrevista y se sentía agotada, a su lado Cruz leía algo en su ordenador C: ¿No vas a ver el programa? (le preguntó al ver como apagaba la televisión) E: No, no quiero saber nada de ese hijo de puta C: Pues descansa E: Buenas noches, cariño (le dijo besándola) C: Buenas noches Se puso de lado con algún dolor todavía, acopló la almohada a su cuello y se abrazó a ella como si así pudiera evadirse del mundo que le rodeaba La televisión tras varios anuncios que desataron la ira de Guillermina, puso al presentador en primer plano y una música siniestra como fondo. Hizo una pequeña introducción de cómo había sido la trayectoria de Maca y su marido, finalmente lo anunció y Luis salió con gesto serio, con un traje chaqueta negro de Armani con una camisa blanca y corbata negra. Se sentó en el plató donde iba a ser entrevistado por cinco periodistas y el presentador T: Ha sabido ponerse el traje adecuado, así representa que está hundido por el abandono de su mujer (la pausa les dio tiempo para opinar) Guillermina: Déjalo, déjalo que disfrute lo poco que le queda Claudia: Guillermina, te has parado a pensar que por un momento en lugar de atacarla, quiera volver

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Guillermina: Sabe que no, es consciente que ha perdido y que lo único que puede obtener de Maca, es rechazo (dio un trago a su chinchón) Por eso hay que destruirlo porque estoy segura que su fin es hacer añicos a Maca, tanto moralmente como si tuviera oportunidad, físicamente Jesús: Después de esta entrevista, creo que sería una buena idea irse de España Guillermina: ¡A mí no me saca nadie de este país de pandereta! ¡A todo caso, sacaríamos a Maca! T: No sé cómo ni con quien (los ojos de Guillermina se dirigieron hacia una Claudia ajena a lo que hablaban ya que acababa de recibir un mensaje en su móvil. Entonces Teresa le dijo bajito) ¡Ni se te ocurra Guiller! Jesús: Ya va El presentador miró fijamente a un Luis ojeroso y demacrado, y le preguntó Presentador: ¿Qué tal te encuentras, Luis? Luis: La verdad, hundido y roto en mil pedazos (su tono era dramático) Guillermina: Hijo de Satanás T: Shhh calla Guiller, déjanos que escuchemos Presentador: ¿Te esperabas una situación así? Luis: Voy a ser sincero (hizo una pausa algo extensa, una pausa perfectamente preparada, sabía mover los silencios y los hilos en la televisión. Entrecruzó sus dedos. Apoyó los codos sobre los reposa brazos y finalmente sus pulgares sujetaron la barbilla con los dedos índices extendidos sobre sus labios) Cuando conocí a Maca, estaba con una mujer, aquella mujer se estaba burlando de ella, la estaba utilizando tan solo para pasar el rato, la destrozó y yo llegué en ese momento a trabajar con sus padres, me enamoré perdidamente, no sabía nada hasta que las descubrí. La otra la dejó y entonces me pidió ayuda, estaba rota y no quería que nadie supiera de lo que ella me dijo había sido una equivocación Presentador: ¿Hasta hoy? Luis: No lo sé, te juro que estoy tan desbordado que no sé si ha habido más y no lo vi Presentador: Pero debe ser horrible estar así, quiero decir, ¿ella tonteaba con mujeres? Luis: A veces sí, pero me aseguraba que tan solo era eso... un tonteo pero ahora creo que lo hacía por pura necesidad (hablaba con tono derrotado) Presentador: Además llegasteis a esperar un hijo y todo... (le hablaba con cierto tono de pena, aunque no estuviera presente Maca de culpabilidad hacia ella)

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Luis: Sí, sí, yo siempre la he amado, la he respetado, la he adorado, y tuvimos la dicha primero de que se quedara embarazada y la desgracia después de que lo perdiera T: ¡Hijo de puta! (espetó Teresa con rabia ante la mirada de todos los presentes sobresaltados por su reacción) Aurora: Hola Luis quería preguntarte algo, ¿erais una pareja feliz? (le preguntó con cierto tono incrédulo, Aurora) Luis: Completamente Aurora: ¿No habíais tenido problemas entre vosotros? Luis: Como todas las parejas, discusiones, nada más. Siempre hemos ido juntos a los sitios. Nos gustaba compartir todo Aurora: ¿Tú nunca le prohibiste salir sin ti o le prohibiste ir sola a cualquier evento? Luis: Claro que no (mostró un gesto ofendido) A ella le gustaba ir conmigo, le daba seguridad Aurora: ¿Le consultabas las cosas que tenía que hacer? ¿Reportajes, entrevistas...? Luis: No, siempre me dejaba a mí que hiciera las contrataciones, ella no sabe de esas cosas y yo, soy su representante Presentador: ¿Lo sigues siendo? (intervino extrañado el presentador) Luis: Por supuesto. Y no sabe en el lío que estamos metidos y el dinero que estamos perdiendo, ha desaparecido y tiene un contrato firmado de entrevistas y firmas. Aunque... realmente, eso en estos momentos es lo que menos me importa Aurora: ¿Y tú nunca chantajeaste a Maca con la bodega de sus padres? (insistió porque no quería que se saliera de su guión establecido con Teresa) Guillermina: ¡Muy bien Aurora! Esta Aurora que ya le salvó el culo a Maca con la entrevista que les hizo a las dos, Claudia, es amiga de Teresa, sí de esta Teresa que nos ha desconcertado con su vocabulario barrio bajero T: Shhhhhhhhhh Luis: Jamás (negó con rotundidad), yo ayudé a sus padres en la bodega, estuve a su lado, siempre, incluso en el peor momento cuando su hermano hizo un desfalco que por poco le cuesta a su padre perderlo todo, yo estuve ahí ayudándoles ¡podéis preguntarles a ellos! Ellos siempre me agradecieron que a pesar de todo, sin importarme lo que sabía de Maca, estuviera a su lado y la amara

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Aurora: Ya (dijo con un tono de “permíteme dudarlo”) Javier: Luis soy Javier no tengo el gusto de conocerte ni a tu esposa tampoco pero me surge una pregunta ante lo que estos días he visto Y todo esto que ha ocurrido, quiero decir, la autora de la otra novela finalista, Esther García ¿por qué crees tú que ha desvelado la historia? Luis: Querría desprestigiarla, está claro, suponía que era el modo de ganar el premio de una manera más segura, sin embargo, Maca es la mejor escritora del momento y ni con sus artimañas lo ha logrado (sacó pecho dando a entender la iración que sentía por ella) Aurora: ¿Pero sí ha logrado separaros a vosotros? (volvió a atacarle) Luis: No nos hemos separado, Maca me ha abandonado (la miró fijamente con sus ojos echando chispas) Aurora: Estás mintiendo Luis Luis: ¿Qué estoy mintiendo? Aurora: Sí, si Maca quería salir tenías que dar el visto bueno, y nunca lo hacía sola, siempre iba con su secretaría, siempre vigilada. Si Maca no le apetecía ir a una entrevista, debía ir porque tú lo mandabas, y si era una mujer la que le hacía la entrevista, ¡eras tú quien estaba presente y si notabas algo, una sonrisa que no significaba nada más que eso, eras tú quien la castigaba en el cuarto del hotel! Luis: Espero que tengas pruebas para acusarme de todo esto. Jamás he golpeado a Maca, ¡jamás! Aurora: Yo no he dicho que la golpeabas, aunque también lo has hecho Luis: Eso es lo que dice la gente de su entorno, porque quieren tapar la verdad. Pero dime algo Aurora (con tono repleto de ironía le preguntó) Si yo no la dejaba nunca sola ¿cómo crees que conoció a Esther? ¿Cómo crees que ha tenido esa relación a mis espaldas? ¡Te han mentido, como siempre hacen, mienten! Presentador: ¿Quién miente, Luis? (le preguntó el presentador) Luis: El círculo más cercano a ella, quien ha sido su secretaría que ha tapado todas y cada una de sus escapadas con Esther y otros parientes que no son sus padres, ellos saben la clase de hija que tienen y debo agradecer que me estén apoyando como lo hacen en estos momentos tan difíciles para mí (se le quebró la voz al finalizar la frase) Aurora recibió un mensaje en su móvil de Teresa que escribía tan rápido como jamás antes lo había hecho Claudia: Teresa vas a destrozar la pantalla del móvil, no aprietes tanto ¡mujer! Guillermina: ¡Cómo vas a caer maldito cerdo... cómo vas a caer!

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Luis: Ese círculo es quien ha tapado siempre su lado oscuro, si yo sospechaba algo, ellas siempre me decían que estaba loco y eran imaginaciones mías, pero lo bien cierto es, que aprovechando mi ausencia en Valencia donde fue a dar un curso, la conoció, y... bueno... Luis hizo una pausa para fruncir el ceño de manera dramática mientras hacía como si realmente fuera a llorar. Los periodistas parecían ver en él la destrucción de una mujer que aparentaba ser de un modo pero tenía otra vida. El público le aplaudió para ayudarle a recuperarse Presentador: Entiendo que debe ser muy duro, Luis Luis: Es lo peor que me ha pasado en la vida Aurora: Perdona Luis, ¿tú manera de darle libertad a tu pareja, es la de poner un detective para espiarla? ¿Así le das libertad? Luis: Debo reconocer que lo hice cuando empecé a sospechar, un día vi que Esther García se mostraba más cariñosa de lo normal con Maca, después Maca tuvo apendicitis y ella fue la enfermera que la curó. No se separaba de su lado y aquello me hizo sospechar Presentador: ¡Parecía que el destino estaba jugando con vosotros! (habló compungido por ver aquel hombre tan grande, tan debilitado por el dolor) Luis: No, no fue una casualidad, la secretaría fue quien preparó todo para que Esther fuera quien la curara, quien estuviera a su lado Presentador: Con todos mis respetos, un poco cabrona la secretaría ¿no? T: ¡Uy! ¡Pero este que se ha creído! (exclamó ofendida) Guillermina: Tranquila ya pedirá perdón también Aurora: ¿Cómo perdió el bebé Maca, Luis? (lo miró fijamente a los ojos los demás compañeros la miraron un tanto desconcertados porque todos estaban creyendo el discurso de Luis) Fue... ¿de manera natural? Luis: Desgraciadamente tropezó y cayó (cerró los ojos negando con la cabeza) Aurora: ¿Tú no tuviste nada que ver? Presentador: ¡A ver un momento! Me parece muy fuerte Aurora que le digas algo así (el presentador hizo un gesto como si su compañera se hubiera pasado con aquella pregunta) Aurora: Créeme que la historia que está contando no es la real, el problema es que por miedo, Maca ha soportado lo que ha soportado al lado de este señor, bueno eso de señor

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es un decir, y somos dos periodistas las que sabemos la verdad y por respetar su miedo nos hemos callado Luis: Tú sabes lo que te han contado, las mentiras que se inventan para justificar todo, el problema de mi matrimonio no ha sido otro que su tata, Guillermina, nunca le gusté y siempre la alentó a buscar una mujer, y fue ella quien preparó todo para que se viera con Esther a mis espaldas (alzó la voz tan indignado como dolido) Aurora: Sabes perfectamente que no son mentiras. ¡Has maltratado a Maca! Luis: Vas a tener muchos problemas con estas palabras Aurora: A lo mejor quien los tiene eres tú (le respondió con gesto repleto de rabia ante él) Luis: Maca ha sido feliz a mi lado, le he dado una vida llena de cosas que podía disfrutar, es la número uno como escritora, vende más que muchos escritores juntos de este país, en Latinoamérica está vendiendo muchísimo, todo cuanto soñó yo le ayudé para que lo consiguiera, ¡y liarse con ésta tipa ha sido su modo de pagarme lo que he hecho por ella! (sus ojos se llenaron de lágrimas) Presentador: ¡A ver! Vamos a hacer una pausa para tranquilizarnos todos, y a la vuelta seguimos hablando) Guillermina: A la vuelta lo venden tinto. ¿Tienes el número de teléfono, Claudia? Claudia: Sí, el de aludidos Guillermina: Muy bien pues prepara el cacharro que yo creo ha llegado su hora mediante esta aludida En el hotel, Cruz estaba siguiendo la entrevista con los cascos puestos, le parecía increíble como estaba dando por sentado que Esther lo había hecho para ganar, le parecía tan dañino que estuviera mintiendo de esa manera que le daban ganas de llamar y salir en defensa de Esther quien dormía alejada de todas aquellas mentiras porque Esther le había contado muchas cosas sobre Maca y Luis, estaba indignada y muy enfadada, sabía que aquella entrevista iba a salpicar a Esther públicamente, y era lo último que necesitaba, ya le había hecho el suficiente daño Maca en su interior como además, que aquel hombre la destruyera todavía más Los anuncios terminaron, Teresa le había mandado un sms a Aurora para agradecerle su colaboración, y para asegurarle que todo cuanto estaba contando él era mentira, iba de victima pero no lo era Presentador: Ya estamos de vuelta, Aurora ¿querías comentarle algo antes de seguir? Aurora: Sí, alguien muy cercano a Maca me dice que estás mintiendo y que quieres hacerte la víctima de todo, cuando la única víctima que hay es Maca. ¿No tienes miedo a que hable?

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Luis: No al contrario, lo que quiero es que hable y diga a todo el mundo que se ha equivocado, que ha sido un error más en su vida Presentador: ¿La perdonarías? (lo miró extrañado) Luis: Sin dudarlo. Sé cómo me he comportado con ella, yo tengo la conciencia muy tranquila. Te lo aseguro y si su entorno es el que me tiene que dar miedo, te diré algo. Ese entorno me ha agredido y eso está denunciado, lo voy a demostrar y te aseguro que después, tú vas a tener que pedir perdón públicamente ante tanta mentira como te están contando Presentador: A ver Aurora, me parece muy fuerte que después de que a este hombre se le han puesto los cuernos como se los han puesto, no tenga ni siquiera el derecho al pataleo Aurora: Es que tú sabes su parte de historia, no la de Maca Presentador: Perdona, la de Maca hasta el momento es que le ha engañado con otra mujer, es lo que sí sabemos y a mí me parece muy bien que cada persona haga lo que quiera, pero tampoco podemos negar que a este hombre le ha hecho un desgraciado Luis: Me decían que Esther tenía un novio que se llamaba Pascual, que se iba a casar, cuando fui a hablar con ella porque comencé a sospechar, me dijo que estaba loco, que ella tenía a su novio, y que nada más era una iradora del talento de Maca, se burlaron de mí (dijo con tono derrotista) Javier: Pero perdona, quien más culpa tiene es tu mujer, al fin y al cabo, por lo que yo sé Esther no tenía pareja Luis: Claro, la única culpable de todo es Maca, ella y desgraciadamente tengo que itir, ese lado que ha destrozado nuestro matrimonio, le gustan demasiado las mujeres y ahora estoy dándome cuenta ¡de tantas cosas! Periodista: ¡Quién lo diría con esa carita de niña buena que tiene! (exclamó uno de los periodistas) A mí me parece mezquino ¡qué quieres que te diga! Luis: Tenemos una casa en el faro, yo tengo alergia y me cuesta horrores estar allí, pero hasta ese gusto le di, mientras yo me fui a Argentina para preparar su futuro, ella la metió allí y cuando llegué descubrí a Esther corriendo por la playa, huía con su maleta, no le dije nada a Maca, me trague mi orgullo herido y... (se mordió el labio inferior moviendo ligeramente la cabeza de un lado a otro) Y mira como me lo ha pagado Periodista: ¡Caray con la Maquita! Presentador: Perdona... me dicen que tenemos una llamada (se puso en pie abrochándose la chaqueta) Si... buenas noches ¿me dice su nombre? Guillermina: Buenas noches... mi nombre es Guillermina

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Presentador: ¡Ah, usted es...! Guillermina: Yo soy la tata y nada más quiero que escuchen esto sé que el método es rudimentario pero no hay más remedio, no tengo más palabras que decir, bueno, las últimas las diré a su debido tiempo En el plató hubo silencio, la voz de Guillermina con su determinación, su fuerza había captado la atención de todos, Claudia le dio al play y se oyó nítidamente Luis: Vaya... vaya... que visita más inesperada... no creí capaz a este trío de muertos de hambre llegar tan lejos (al escuchar su propia voz, se quedó con el rostro libido, apretando su espalda sobre el respaldo del sillón donde estaba sentado) Guillermina: Dile a Maca que baje Luis: ¿A Maca? ¿Qué baje? (la miró con el ceño fruncido mientras descendía un par de escalones con actitud chulesca) Guillermina: Eso he dicho, y date prisa. Luis: Vieja loca... vieja loca... Maca no está aquí debe estar restregándose con su amante. ¿No lo crees Teresa? ¿Ahora también me vas a decir que no es así? (Los periodistas miraron al presentador y este mantenía cara de circunstancias, la voz de Luis se reconocía perfectamente) T: Si lo que pretendes es menospreciarme, lo siento, pero estoy muy orgullosa de lo que hice, ayudar a Maca a encontrar el amor verdadero y si estoy aquí, es porque definitivamente Maca va a salir de esta casa (Teresa que no sabía nada de la cinta estaba con gesto impertérrito y el corazón latía alocadamente) Luis: ¡Bravo! (comenzó a aplaudir mientras bajaba otros dos escalones) ¡Qué gran actriz eres! ¡Tendré que decir que el próximo Goya te lo den a ti! (le escupió las palabras con los ojos encendidos en rabia) Y ya veo que venís con un guardaespaldas, tú también estás orgulloso de engañarme el día del faro (Luis rebufó se estaba empezando a sentir incómodo, muy incómodo sobre todo ante la misada de Aurora) Luis: ¡Haz el favor de parar esto! ¡Es un montaje! (grito enfurecido) Nadie le hizo caso. La cinta se continuó escuchando Jesús: No, no lo estoy, quizás ese día debí impedir que entraras Luis: ¡Es un puto montaje! (gritó desquiciado tratando de fingir su enfado mientras negaba con la cabeza y el presentador le hacía callar de inmediato) Luis: ¡Oh! Claro, preferís que la puta de Maca ande revolcándose con esa hija de puta de la enfermera a que sea una mujer honesta y respetada por todos gracias a mí (el

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presentador puso un gesto de impacto que se asemejo al de resto de colaboradores que se miraban sorprendidos) Guillermina: ¿Gracias a ti? Lo único que has hecho ha sido destruirle la vida (Aurora que en ese momento le enfocaba la cámara asentía con la barbilla contraída muestra de su pesar por la situación que sabía) Luis: No vieja loca, la vida se la destruyó ella por ser una bollera de mierda, yo hice una obra de buena voluntad, ¿crees que algún hombre habría hecho lo que yo? Soportar su vicio. No sé de qué te quejas si hasta la dejé embarazada (el público soltó una exclamación de sorpresa ante esas palabras) T: Eres repugnante, ¿cómo la dejaste embarazada? (le preguntó con tanta rabia que hasta se le quebró la voz) Luis: De la única manera que podía (su voz sonó cínica y repulsiva) Guillermina: Violándola una y otra vez, golpeándola si la veías hablando con una mujer Luis: No tenía otra elección, tu niña tenía que estar atada en corto (el presentador y los colaboradores negaban con sus cabezas aquella grabación les estaba dejando a todos bastante mal por como habían tratado a Maca, pero sobre todo, se estaban dando cuenta que Luis les había mentido) Guillermina: Y tan poco te importó ese hijo que la golpeaste hasta hacerle perder esa hermosa vida Luis: ¡Ya está bien voy a denunciarte a la policía vieja loca! (le gritó puesto en pie) Luis: Yo no tuve la culpa, fue ella quien tonteó con una periodista y después tuvo la desfachatez de negármelo, tan solo le di su merecido por zorra Claudia que había escuchado el documento, se le había encogido el corazón, sabía por muchas otras mujeres que habían pasado esa situación que perder a un hijo era lo peor que podían soportar, Maca lo había soportado y sabía que muchos no la iban a entender, tenía dinero podía haberlo dejado, pero no querría perder la comodidad, podía imaginar esa frase tan recurrida si la mujer pertenecía a una parte de la sociedad Cruz miraba la pantalla con un gesto total de dolor en su rostro, sin duda, cuando Esther se enterara de aquella entrevista, quizá, la pena y lastima por Maca, le acercaría nuevamente a ella T: ¡Jamás te faltó el respeto hasta que llegó Esther! (le gritó indignada) Luis: Y tú celestina de mierda tapaste todo cuanto hicieron Jesús: No te permito que le hables así (le dijo entre dientes con la rabia marcada en sus ojos)

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Guillermina: ¡Jesús! Luis: Tú no me permites a mí, ¿también has sido cómplice de los encuentros de esas dos putas? Guillermina: Si es una puta para ti, no sé qué haces con ella, pero te diré algo he venido a llevármela, y por tu bien Luis, te pido por favor que le digas que baje Luis: ¡Mira cómo tiemblo rata asquerosa! (le dijo moviendo sus manos mientras bajaba otro escalón) En ese punto tanto el plató como la gente que estaba viéndolo en sus casas podía sentir total repugnancia sobre aquel hombre que se había vuelto asentar con gesto endiablado, se había despeinado y la cinta había logrado sacar realmente al verdadero Luis Luis: Largaros de mi casa, largaros de mi vida, desaparecer o os juro que vais a sufrir un calvario, os aseguro que Maca con la única persona que tiene que estar es conmigo, no comportándose como una puta. Y ahora largo Guillermina: Eres un diablo, Luis Luis: ¡Y tú una bruja! ¡Una asquerosa bruja que ha amamantado a una mujer detestable para revolcarse con otras mujeres! Tú eres la culpable de que ella sea así El silencio se hizo protagonista en el plató, la mirada de los colaboradores era totalmente atónita, el presentador no sabía ni siquiera que decir, era tan evidente todo lo que habían escuchado, y además, en ese momento tenían sentido todas y cada una de las preguntas que Aurora le había hecho Presentador: ¿Guillermina quiere decir algo más? (su voz apareció totalmente avergonzada) Guillermina: Luis... a todo cerdo le llega su San Martín. Buenas noches El presentador asintió con estupor, los colaboradores hablaban entre ellos en voz baja y entonces Luis se levantó gritando Luis: Ella es la única culpable de todo, ella es la que... Presentador: Vamos a hacer una pausa y les aseguro que yo mismo me voy a encargar de denunciarte Luis, por favor, márchate del programa y de este estudio porque me dan nauseas saber quién eres realmente. Cuatro minutos y regresamos Cuando las cámaras dejaron de grabar, Luis se fue directamente hacia Aurora, la miró con total desprecio y le grito echando saliva de su boca como si fuera un loco Luis: ¿Te la has tirado? ¡Eh! ¿Tú también te la has tirado? (los dos hombres que habían entre los colaboradores trataban inútilmente de frenar su rabia, su ímpetu)

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Presentador: ¡Seguridad por favor! (gritó el presentador) Luis: No sabéis nada, ¡ella es la culpable! ¡Esa vieja chocha! Nunca ha soportado que Maca estuviera conmigo por amor. Pero se va a arrepentir ¡os lo juro! Separó con fuerza al hombre de seguridad y se arrancó el micrófono, caminaba como una fiera por los pasillos hasta llegar a su coche, nadie se atrevió a interponerse en su camino Mientras en casa todos guardaban silencio, las palabras de Guillermina les habían sonado como una sentencia, incluidos a todas las personas que estaban en el plató, Jesús que la conocía sabía que habían sido muchos días deseando poner fin a esa tortura que Maca vivía, y entendía que por dentro, a pesar del temor de que pudiera hacerle algo, se sentía orgullosa delo que acababa de hacer T: ¿Cómo hiciste eso? (le preguntó atónita) Guillermina: Lo vi en una serie de esas americanas, y le dije a Claudia que me lo explicara M: ¿Qué hacéis todos aquí? (apareció Maca en la puerta con sus profundas ojeras y un tono de voz débil) Guillermina: Ven aquí hija, tenemos que hablar T: Guillermina no creo que... Guillermina: Debe saberlo (Maca se sentó junto a su tata) M: ¿Qué ha hecho? Guillermina: Ha salido en la televisión para desprestigiarte, ha dicho una sarta de mentiras, el condenado (su rabia era bien evidente) T: Perdón es Aurora (se levantó para escuchar mejor) Claudia: Teresa recuerda que tiene que llamar la policía (Teresa asintió con rapidez) M: ¿La policía? (preguntó sin entender) Guillermina: Eso te lo explico después. Lo que viene es muy bueno cariño. Él no esperaba que yo tuviera un documento informativo que le iba a dejar con las almorranas al aire (entonces comenzó a reírse y a toser) Coff... coff... coff... T: ¡Ya has vuelto a fumar! (le riñó Teresa Guillermina: Y ahora mismo si Claudia me da permiso voy a fumarme el caliqueño de la victoria. Públicamente se ha destruido, Maca, hemos demostrado que te ha pegado, te

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ha violado y provocó el aborto que tuviste (Maca cerró los ojos suspirando con dolor al recordarlo) Ahora ante todo el mundo le hemos quitado la careta T: Guillermina ha logrado al final lo que tanto esperaba, eso y destrozarle sus partes íntimas (sonrió bajito) Jesús: ¿Maca te encuentras bien? M: Quiero pensar y no puedo Claudia: Creo que deberías relajarte, piensa que está todo bajo control, él no va a poder hacer nada, hemos denunciado todo lo ocurrido y cuando llegue a su casa va a tener la visita de la policía que lo va a detener por maltratador Guillermina: Cariño, ven a las tetas de tu tata (Maca se refugió en ella que como una gallina cuidando a sus polluelos, la abrazó dejándole mil besos en su sien) La policía va a detenerlo, lo vamos a perder de vista y tú vas a recuperarte, si es necesario nos iremos de España a donde tú quieras, que todo pase y se tranquilice, ha llegado la hora de que vivas cariño M: No tengo fuerzas Guillermina: Las vas a recuperar, nadie en este mundo puede hacerte perder la vida ni las fuerzas, hemos llegado hasta aquí, ya hemos perdido mucho tiempo cariño, así que ahora, vas a purgar tu rabia, tu dolor, tu engaño el tiempo que haga falta, haremos un duelo de amor, después serás lo que quieras ser ¡menos monja! Lo que quieras M: Quiero devolver el premio, no me pertenece (dijo entre murmullos incapaz de sonreír ni las locuras de su tata) T: No te preocupes lo tengo todo preparado, Guillermina me avisó y tengo redactado un reconocimiento tuyo como que renuncias a él, porque ese libro no te pertenece, es un plagio y vas a devolver el dinero y el premio. ¿Te parece bien? M: Sí T: Aclararé la manera como fue sustraído a Esther, eso también lo ha denunciado Patricia, que déjame decirte es una eminencia como abogada Guillermina: ¡Toma ya! Me he ganado ser madrina de boda y con peineta Ellas ya no vieron la continuación del programa, no les interesaba nada de lo que allí ocurría, aunque la vuelta de la publicidad todo el mundo se disculpó con Maca, y lamentaron el espectáculo televisivo que habían dado con tantos errores por parte del presentador y los colaboradores, fue el momento en que Aurora explicó algún detalle que Teresa le dio permiso, el resto, dijo, lo verían en el tribunal Durante una hora, Maca estuvo escuchando lo que todas le explicaban, como se habían ido sucediendo las cosas, como habían trazado el plan y que esperaban conseguir

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El teléfono de Teresa sonó, vio la pantalla y asintió mirando a Claudia T: ¿Sí? Un momento por favor. Maca ponte es la policía y quieren hablar contigo, tranquila, está todo bajo control (le guiñó el ojo sonriendo) M: ¿Sí? Soy yo sí, ya... vale... muchas gracias Todas la miraron algo extrañadas, aquella manera de contestar no era la esperada. Maca levantó lentamente la mirada, sus ojos estaban vacíos de cualquier expresión posible, la expectación en cada uno de los presentes también, era su liberación no entendían su silencio Guillermina: ¿Qué te han dicho? M: Luis ha tenido un accidente con el coche 12 Enero 2006 La llamada se produjo a las dos de la mañana, todas la miraban con intensidad, su silencio les había dejado dudas de lo que había pasado Guillermina: ¿Y? M: Está muerto Eran las cuatro de la madrugada y nadie se había retirado a descansar, la noticia les había impactado aunque también era cierto, que aliviado en gran medida. Claudia había preparado otra ronda de cafés para ellos, una tila para Maca. El mutismo se había apoderado del comedor, nadie hablaba, los rostros eran serios, las palabras sobraban en aquel momento, Maca no lloraba, no decía nada y para sí misma era lo peor, ni siquiera sentir su muerte Guillermina: Ya está donde se merece estar, ahora, seamos realistas. ¿Vas a ir al tanatorio? ¿Al entierro? M: No Guillermina: De acuerdo, me parece lo mejor. Pues ahora mismo nos vamos todos adormir, mañana será otro día y en ese día pensaremos que es lo mejor para ti M: Me gustaría estar en su lugar Guillermina: ¡No te permito que digas eso! (le alzó la voz como jamás antes la habían oído los demás que la miraron sobresaltados mientras aquella mujerona clavaba su mirada dolida en los ojos de su niña). ¡No te lo permito, me oyes! ¡Nadie va a destruirte porque no vas a dejarte destruir! ¡Ya les dejaste mucho tiempo para ello! Teresa acompáñala a la cama, por favor (moduló la voz cuando se dirigió a ella)

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M: Lo siento tata Guillermina: Descansa tienes las neuronas fatal, hija (su voz moduló nuevamente repleta de cariño. Cuando Maca se fue, Guillermina puso un gesto de rabia que le dolió hasta a ella misma) No voy a permitir que otra vez me la destruyan Jesús: Estás cansada Guillermina, lo mejor será que por favor vayas a dormir Guillermina: No tengo sueño ¿crees qué podría dormir? Claudia: ¿De verdad eres bruja, Guillermina? (le preguntó sin poder reprimir la curiosidad, había acertado diciendo que a cada cerdo le llegaba su San Martín, podía ser casualidad pero Teresa le había asegurado que era Meiga) Guillermina: Debo serlo, sí (elevó los hombros como restando importancia al hecho) Claudia: Pues... sé que no debería decir esto pero... me alegro que haya un cerdo menos, porque, tenía mis dudas que pudiéramos conseguir algo, hay muchos cerdos como él sueltos y muchos que ni siquiera sabemos que lo son Guillermina: Es una lacra hija, antes ocurría y poco podíamos hacer, ahora en esta sociedad machista que tan progre se cree, seguimos sufriendo lo de antaño. Debo ser mala o cruel, pero, antes que a mi niña le pasara algo, prefiero que le haya pasado a él Jesús: Eres humana y más madre que la suya propia Guillermina: Gracias hijo (le sonrió con tristeza) T: Ya está en la cama... Jesús cariño... necesito un trago Guillermina: ¡Jesús María y toda su parentela! ¡Que esta mujer se nos da a la bebida! En la cama, Maca no lloraba, le parecía imposible que Luis estuviera muerto, había sido un accidente de coche, en su cabeza miles de pensamientos iban y venían, miles de escenas donde Luis le gritaba, la besaba, la poseía en contra de su voluntad, la retaba, la destrozaba como mujer, no se sentía feliz pero tampoco hubiera querido ese final. Ella tan solo quería libertad, quería que él entendiera que no podía estar a su lado, quería vivir la vida, entonces, sus ojos se cerraron fuertemente y ante ella apareció Esther La nieve había dejado paso a una lluvia intensa, el cielo estaba completamente gris, en los charcos las gotas formaban bolas que anunciaban según los viejos del lugar, lluvia incesante. Tras los cristales de la ventana de un hotel, Cruz observaba atentamente la lluvia, y trataba de escuchar la parte sensata de su corazón. De pronto los brazos de Esther rodeando su cintura le hicieron salir de sus cavilaciones E: Buenos días cariño (le dejó un beso en el hombro) C: Buenos días

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E: ¿Qué haces tan pronto aquí? C: ¿Pronto? ¿Has mirado el reloj? (se giró mirándola divertida) E: No, pero como está tan oscuro C: Llueve E: ¡Qué horror! ¿Cuándo vamos a Valencia? C: Mañana tienes firma en El Corte Inglés y tres entrevistas E: ¡Me hace mucha ilusión! (mostró una sonrisa enorme) C: Lo sé, pequeña E: ¿Has desayunado? (le dejó un suave beso en los labios.) C: No, te estaba esperando para que hablemos E: ¡Vaya! (la miró seria, ante su gesto preguntó con ansia) ¿Qué ha pasado? ¿Sandra está bien? C: Sí, sí. Vamos a sentarnos (le cogió de la mano y la llevó hasta el sofá) Verás, anoche vi el programa donde salía Luis E: Cruz... no me interesa (puso gesto de repulsa ante lo que podía haber dicho) C: Creo que deberías escucharme (Esther cerró los ojos como aceptando lo evidente). Habló de Maca y de ti, puso a caer de un burro a su mujer E: Lo normal C: Se hizo la víctima, trató de dar pena a la gente pero le salió mal la jugada (Esther la miró atentamente) Llamó Guillermina y dejó a todo el mundo boquiabierto, puso una cinta donde Luis se mostraba tal como es, insultó a Maca, te insultó a ti, reconoció que la forzaba incluso en esa cinta reconocía que le había pegado y había abortado. E: Es un hijo de puta, uno más de tantos (arrastró las palabras con una rabia que le hervía la sangre) C: Era (apuntó quedándose callada) E: ¿Cómo que era? C: Al salir del programa tuvo un accidente por el estado de la carretera y se mató E: ¡Qué! (respondió impresionada)

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C: Maca es libre, y ahora te hago la misma pregunta que te hice ayer ¿Estás segura que no quieres volver a intentarlo con ella?, ahora ya no tienes ningún escollo que lo impida La noche había sido demasiado corta en casa de Claudia, casi sin dormir se había marchado a trabajar mientras dejaba en la cocina a todos. Habían escuchado las noticias y habían visto en el estado en que quedó el coche, no hablaban entre ellos tan solo escuchaban T: Voy a subirle el desayuno a Maca que le toca la pastilla Guillermina: Bien, pero yo dejaría de darle esas pastillas (se notaba cierta pesadumbre en su voz) Jesús: Voy a comprar, no voy a dejar que Claudia vuelva a traer la comida Guillermina: Jesús, dime ¿qué hacemos? (le preguntó mirándolo intensamente) Jesús: Creo que lo mejor sería ir al faro, pero allí los recuerdos pueden hacerle daño Guillermina: Lo he pensado, sí Jesús: A Jerez imposible Guillermina: Aún estoy esperando que su madre llame para preguntar Jesús: Y a su casa de la Moraleja, más imposible todavía Guillermina: A ver qué te parece esto, llevarla al faro, sería una buena terapia de choque, cuanto antes asimile la situación, mejor Jesús: ¿Y si le preguntamos a ella? Quizá quiere irse otra vez a Escocia Guillermina: ¡Leñe espero que no! Mi inglés carece de exactitud Jesús: Guillermina... de verdad... de corazón... Maca es afortunada de tenerte a ti, esté donde esté Guillermina lo miró con los ojos cansados, sabía que el proceso complicado se había simplificado mucho con la desaparición de Luis, pero, aún quedaba algo que era el corazón roto de Maca y sabía, que debía actuar de algún modo lógico para suavizar también esa pena En el hotel, Cruz miraba fijamente a Esther, ella trataba de asumir la noticia, no era agradable que se muriera pero en el fondo se alegraba de ello. Tras exhalar un profundo suspiro, miró a Cruz, le sonrió débilmente y comenzó a besarla empujándola hasta dejarla acostada en el sofá, sus manos buscaron los pechos pero Cruz la detuvo E: ¿Qué pasa?

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C: Así no quiero que me contestes, quiero que me contestes con el corazón E: No lo sé Cruz, soy sincera, no lo sé, la amo y ahora se ha mostrado otra Maca ante mí, pero por otro lado, creo que como le dije a Guillermina lo nuestro es imposible, ella quiere amor de verdad, amor verdadero y sabes que yo no soy la más indicada para eso C: Algún día volverás con ella (le dijo acariciando su cara) E: Si espera amor, no. Es lo único que he aprendido de todo esto, la amo, pero no soy capaz de amarla ¿me entiendes? C: Mientras te entiendas tú E: Vale... pues ahora déjame seguir que estás muy guapa esta mañana El día se pasó entre mil llamadas al teléfono de Teresa, habían dado el comunicado y la prensa se había vuelto loca, demasiadas noticias para hacer frente, los programas de cotilleos estaban felices, tenían tema para largo, a Maca no la habían visto, pero poco importaba, en el tanatorio una nube de fotógrafos y conexiones en directo con las televisiones esperaban impacientes su llegada. Por otro lado, la abogada había hablado con Teresa para decirle que como no habían presentado el divorcio, todo lo que tenía Luis le correspondía, hablaron los tres y pensaron que lo mejor era vender la casa de la Moraleja, y con ese dinero comprar algo en Santiago, tierra donde se habían decidido ir Claudia por su parte, se había acostumbrado tanto a tener la casa llena que le daba pena que se fueran tal y como le habían anunciado en el desayuno, el estado de Maca no había mejorado mucho, pero era consciente que poco a poco en aquel lugar mágico y maravilloso se iría recuperando. Y ella volvería a la rutina de la comisaría, de los casos complicados, de las muertes y los robos. Volvería la calma nuevamente y a veces, porque no, el desespero de la soledad La noche cayó muy pronto, se oscureció el cielo y siguió lloviendo, Maca había cenado un poco de pescado pero sin mucho apetito más a la fuerza por evitar que Teresa y Guillermina, hasta Claudia le dijeran que tenía que comer que porque le apeteciera. No podía dormir era inútil, si cerraba los ojos aparecía Esther, si dormía aparecía Luis. Entre uno y otro quien de verdad apareció fue Guillermina Guillermina: No puedo dormir, y como sé que tú tampoco he venido para hacernos compañía mutuamente M: Muy bien (se incorporó un poco en la cama con la posición medio sentada) Guillermina: ¡Qué manera de llover! Pero no me negarás que aquí no tiene ni la mitad de belleza que en nuestro faro (le decía mientras se acostaba) M: Tienes razón, es que el faro es único (sonrió con tristeza) Guillermina: Y allí vas a estar bien

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M: Allí voy a recordar Guillermina: Aquí también ¿o no? M: Tienes razón (le sonrió mientras se abrazaba a su brazo y reposaba la cabeza en el hombro de la mujer). ¿Por qué todo me sale tan mal? ¿Por qué me ha hecho esto? Guillermina: La vida es así, un camino de espinas y rosas, de cosas imposibles, amores imposibles. Te contaré una historia... Jerez 1966, yo trabajaba ya con tus padres, había tenido mis hombres, pero había uno que me ponía la piel apretá, los pechos firmes, las bragas casi se me resbalaban de la humedad (Maca sonreía con sus explicaciones) Era un tipo fortachón, pero delicado, yo no quería nada en serio, él tampoco así que nos citamos en la era, ¡era un semental, cariño! A mí me volvía loca y él se volvía loco conmigo. Un día cometimos un error, tú sabes que cuando acabas de dale que te pego siempre dices palabras que se escapan, a veces las sientes de verdad, es cierto, pero sabes que por sensatez después no vas a cumplirlas. Nos juramos amor eterno bajo un manto de estrellas, me enamoré como gilipollas, y él igual, hasta entonces habíamos tenido unas relaciones intensas, hermosas, salvajes, pero a partir de jurar amor eterno, algo se quebró porque realmente no era lo que buscábamos, las relaciones comenzaron a ser menos intensas, menos salvajes, nos sentíamos más juntos, no sé si me entiendes, decidimos dar el paso de probar como novios, pero entonces llegó la exclusividad que conlleva el amor, la pareja, y yo era un ave libre, lo mismo que él, después de una buena bronca donde me abofeteó y yo se la devolví, nos dimos cuenta que nos habíamos equivocado, que no estábamos hechos para la unión, para el amor, era un amor imposible, y lo que nos estábamos haciendo era daño, no servíamos era tan simple como eso, hay gente que no sabe amar y es mejor dejarles libres M: Esther no sabe amar Guillermina: Créeme no es su culpa, os habéis equivocado las dos, os habéis hecho daño tanto como os habéis amado, pero ella no sabe respetar y cuando te dice que te haría daño, sabe que es verdad, que tú querrías esa exclusividad que va anudada al amor, a la pareja, y eso no lo ibas a consentir M: Pero lo dices tú, lo dice ella, ¿alguien se pregunta qué digo yo? Guillermina: Maca... ¿qué dices tú? (la miró fijamente sujetándola por la barbilla) M: No lo sé Guillermina: Sé sincera. ¿Permitirías que Esther estando contigo, se liara con la mujer con la que está? M: No Guillermina: ¿Qué más quieres, cariño? Ella se equivocó, acéptalo, asúmelo, la vida está llena de vivencias, unas buenas, las menos, otras malas, las más, pero es

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maravillosa y hay que vivir porque estamos de paso y el día menos pensado estiramos la pata M: No quería que muriera Guillermina: Lo sé, yo sí, quería que desapareciera porque sé que era la única manera de ser libre y feliz M: Nunca me entendió Guillermina: Ahí está el mejor ejemplo, él quería por encima de todas las cosas que tú lo amaras y no podías, a la larga, con Esther sin ella cambiar, hubiera pasado lo mismo, tú la hubieras exigido amor y sin ella podértelo dar, hubiera sido un infierno M: ¿Y cómo me quito este dolor? Guillermina: Viviendo M: Te quiero tanto, tata Guillermina: Pues si me quieres, hazme caso 15 Enero 2006 En el avión que cruzaba el cielo desde Madrid a Valencia, Esther miraba por la ventanilla, durante la noche mientras Cruz dormía ella no podía dejar de pensar en Luis, en Maca y en como Guillermina por fin podría respirar tranquila. Pero también pensaba en la pregunta de Cruz, no quería atarse a ella, era su representante, su amante y quería que siguiera siendo lo mismo. La miró, estaba tan hermosa, cerró los ojos y se prometió a sí misma que nunca le haría daño, como Guillermina dijo había que aprender en la vida y la relación tan intensa y maravillosa con Maca era una buena lección para el futuro. Al pensar en ella sintió un cosquilleo en su estómago. Cerró los ojos y sonrió En el aeropuerto le esperaban Sandra y Pascual, habían preparado la casa de Esther para que volviera a ella, tras los saludos, entraron al coche y Cruz conectó el teléfono, tenía varias llamadas, periodistas y un mensaje de texto en especial que le llamó la atención C: Dios mío (susurró) E: ¿Qué pasa? C: Esther cariño, Maca ha renunciado al premio, ha pedido disculpas y ha dicho que ese libro ha sido un plagio del tuyo, es más, ha dicho que Luis lo robó y que ese libro era tuyo Sandra: ¡No puede ser! C: Te juro que es. Espera me llama la abogada. ¿Sí? Dime... dime

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Esther perdió el hilo de la conversación, Maca acababa de hacer algo que estaba segura había salido de su corazón, quizá no la odiaba tanto como parecía, quizá la amaba aún, sus pupilas se movían rápidamente de un lado a otro, no veía los árboles, ni la carretera, veía a Maca sonriendo y acabó haciéndolo ella también C: Mañana tenemos que volver a Madrid, Esther... ¿Esther? E: Sí, sí C: Van a darte el premio (la miró totalmente perpleja) Sandra observó atentamente a su amiga, la conocía y era capaz de presentir lo que ella misma estaba sintiendo en ese momento, hizo una mueca de preocupación, y al cruzar su mirada con Esther sonrió con pena En Madrid, el tiempo parecía que por fin les daba una tregua, el frío era intenso pero al menos no llovía, en la cocina de casa de Claudia, habían terminado de desayunar todos, excepto Maca a quien las pastillas habían terminado de vencer y le habían empujado suavemente a un sueño profundo repleto de pesadillas. Teresa iba junto a Jesús que desde primera hora de la mañana se había estado reuniendo con los diferentes responsables del premio que escucharon su versión, ante la renuncia de Maca, tenían que actuar de algún modo lógico y pensaron en una rueda de prensa donde aceptarían las disculpas de Maca, por otro lado Cruz por orden de Esther había dicho que no quería una rueda de prensa, que prefería le dieran el premio en la máxima intimidad. Algo que todos agradecieron Claudia: ¿Sabes una cosa Guillermina? Os voy a echar de menos Guillermina: Espero que vengas al faro Claudia: Claro, algún día iré Guillermina: ¡Carallo algún día no! ¿Tienes vacaciones? Claudia: Me queda algo sí Guillermina: Pues ya sabes (le guiñó el ojo sonriéndole) M: Buenos días Guillermina: ¡Hola mi niña! ¿Has descansado? M: No, estoy agotada Claudia: Espera te preparo el desayuno M: Gracias, puedo hacerlo yo. ¿Y Teresa?

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Guillermina: Está reunida siguiendo tus instrucciones M: Vale (no dijo más las dos mujeres la miraban, parecía no tener mucha fuerza y Claudia buscó consejo en la mirada de Guillermina quien le trató de pedir calma. Maca fue a poner el café y terminó derramándolo por el banco) ¡Joder! Claudia: Venga siéntate Maca, ya lo hago yo M: ¿Qué me pasa? (se preguntó llorando) Guillermina: Que estás drogada hija mía, si es que... ven aquí, ven aquí (insistió golpeando la silla que tenía a su lado, Maca finalmente obedeció) Eso es mierda pura, no hay nada mejor que dejar sentir lo que sientas, dolor, pues dolor, pero así te lo vas quitando del medio. Cariño... haz caso a esta vieja tata Claudia: Toma. ¿Recuerdas que mañana tienes que volver al hospital? (le preguntó con tacto) M: ¿A qué? Guillermina: Volverán hacerte análisis para ver tus cosas de dentro, pero no sé que esperan que cambie en tres días ¡matasanos de mierda! M: No voy a ir, quiero irme al faro, tata, quiero desaparecer (dijo con un desanimo total, Claudia sintió lástima de aquella mujer que parecía rota en mil pedazos) Guillermina: Me parece perfecto. Pero ahora acaba el desayuno, yo voy a ver si cago, así que tenéis un buen rato para charlar de moda, de complementos, de series... del tiempo ¡yo qué coño sé! ¡Ay que me cago! (salió lo más rápida posible de la cocina) Claudia: En mi vida había escuchado tantas veces la palabra “cagar” (dijo sonriendo divertida) M: Discúlpala es que... Claudia: Me encanta Guillermina, creo que es una persona maravillosa, que se preocupa por ti de un modo impresionante, te envidio Maca no dijo nada, dio un sorbo corto a su café, Guillermina puso atención a la conversación que esperaba tuvieran, pero el silencio era el que reinaba en el lugar En Valencia, todo estaba preparado en El Corte Inglés para la firma de libros de la autora que había llegado con dos obras y que había ganado haciéndose justicia. Cruz le había dado las directrices a seguir para cuando terminara la firma y tuviera que acudir a la entrevista. Llegó ante la expectación de un poco de gente, no había mucha, pero para ella era suficiente, una sonrisa amable y amplia como era su costumbre mostraba su momento de felicidad, conforme fue pasando el tiempo, la gente se fue remolinando allí ante ella, le hacían fotos, quien se acercaba a ella con su libro, no solo se llevaba su autógrafo también, una pequeña charla que ella había aprendido de Maca, cuando en el

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faro le contaba cómo eran las firmas de libros. Allí estaba otra vez mientras firmaba un libro su nombre, su figura, sus ojos y su boca Sandra: Consuelo es una gozada verla así ¿no te parece? Consuelo: La verdad que sí, estoy tan emocionada Sandra: Y la renuncia de Maca creo que habla muy bien de ella Consuelo: Yo creo que al final terminarán juntas Sandra la miró con un gesto de incertidumbre, pero lo más importante para ambas en ese momento era ver su rostro de felicidad ante las personas que acudían a su firma de libros En aquella cálida cocina Maca guardaba silencio mientras Claudia al ver que prefería estar callada, se puso a leer el país. De pronto sin esperarlo Maca habló consiguiendo sobresaltar a su compañera de mesa M: ¿Cómo vives? (Claudia la miró sin entender muy bien) ¿Cómo lo has conseguido? Claudia: Trabajando sin parar M: No... me refiero a... ¿cómo has superado la pérdida de Esther? Claudia: La pregunta tiene trampa, ¿eh? (sonrió de lado, Maca la miró con tristeza. Claudia carraspeó) Esther tiene algo que te embauca, su sonrisa te atrapa, es una mujer que sabe usar sus armas aunque esas armas lo único que consiguen es destruirte. Lo pasé muy mal, supongo que da lo mismo que se llame Esther que se llame Pepita, cuando te dejan si estás enamorada se sufre muchísimo. Pero el paso del tiempo, va ayudando, distraerte, trabajar, charlar con otras personas... M: Siento que me ahogo sin remedio Claudia: Deberías dejar que todo tenga su evolución M: ¿Tú crees que Esther no sabe amar? Claudia: Conmigo desde luego no, pero si hay algo que tiene por muy mal que te siente, es sinceridad Guillermina escuchaba atentamente a las mujeres hablar lo hacía en silencio y concentrada en las palabras M: La amo como jamás amé a nadie... no voy a superarlo (se puso a llorar) Mientras estaba en Escocia me negué a pensar, me negué a sentir pero ahora, al verla, al tenerla otra vez... Claudia: Vamos Maca... claro que lo superarás (le rozó el brazo con cariño

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Guillermina: (“Vamos coño abrázala” pensaba Guillermina desde fuera) Claudia: Superamos la muerte de los seres queridos ¿cómo no vas a superar esto? (Maca se tapó el rostro con ambas manos y rompió a llorar) Guillermina: (“¡Qué fría es esta Nervios de Acero, abrázala, leñe!”) T: ¡Guillermina qué haces ahí! Guillermina: Brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr No supo reaccionar de otra manera tras el susto que le dio Teresa, quien corriendo se puso la mano en la nariz mientras por debajo olía su propio perfume. La tata al borde de un colapso la miraba con los ojos encendidos en sangre, acababa de darle el susto de su vida T: ¿Pero qué haces? (le preguntó bajito) Guillermina: Espiar, leñe (contestó de igual modo) T: No empieces con tus tácticas por Dios te lo pido (las venas de su garganta estaban a punto de hacerse añicos) Guillermina: Oye... yo seré bruja pero tus rezos ¡¡¡son la hostia!!!! (quiso cambiar de tema) T: Guiller, te das cuenta que nos hemos alegrado de la muerte de un ser humano Guillermina: No tienes arreglo... pasemos ¡beata! Al entrar vieron como por fin Claudia tras mucho pensarlo había abrazado a una desconsolada Maca entre sus brazos, ¡y cómo no! El pensamiento de Guillermina lo pudo adivinar Teresa “esas tetas te ayudarán a sanar” Claudia: Ho... hola (dijo algo nerviosa) Guillermina: Sigue, sigue a ver si se nos calma la niña T: Maca cariño (la apartó suavemente de Claudia sentándose a su lado mientras la abrazaba) Verás como todo se arregla M: Me siento fatal T: Es normal, hija, es normal Guillermina: Te lo dice la que ha tenido una intensa vida sentimental T: ¡Guillermina! Al menos no soy ligerita como otras (Claudia sonrió divertida)

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Guillermina: Pues tú te lo pierdes, si tú supieras la de hombres que han recorrido este cuerpo serrano T: Mejor no saberlo (Maca comenzó a reírse mientras lloraba) Guillermina: Envidiosa T: Mira, más vale uno pero intenso que cien voladores (le guiñó el ojo a Guillermina mientras Maca trataba de secarse los mocos) Guillermina: ¡¡Pero si te voy a tener que echar desatascador!! ¡¡Qué dices cazurra!! No hay nada como dale y dale y dale (en este punto, Claudia ya reía a carcajadas y Maca se había separado de Teresa) T: Y a ti habrá que ponerte un tapón ¡quizá por eso te meas tanto! Guillermina: ¡Teresa! T: ¡Guillermina! Y en ese punto, al ver como Maca reía ambas mujeres rompieron a reír junto a Claudia, y de las risas volvieron a pasar a las lágrimas incontroladas de Maca Le dolía la muñeca pero estaba feliz, a pesar de esa felicidad radiante que asomaba por su rostro, también era cierto que una parte de ella se sentía mal C: Esther yo no tengo que decirte lo que has de contestar, tú di lo que te dicte tu corazón E: Pero tú eres mi representante ¡sabes qué es lo adecuado! C: Está bien, te lo diré. Lo adecuado es siempre lo que tú sientas, lo que creas es la verdad de tu corazón aunque el mundo piense lo contrario E: Pero en esto no estoy yo sola. ¿Sabes si Maca ha dado alguna explicación? C: Por lo que sé ha sido Teresa quien al parecer es su representante ahora E: ¿Y sabes si ha ido al tanatorio? (preguntó con algo de temor) C: No lo sé E: Bueno ¡da igual! Diré lo que sienta C: Y yo te diré algo, si vas a pensar antes en lo que haga o deje de hacer Maca a lo que tú debes disfrutar, vas a perder un tiempo que nunca se sabe si volverá, ¿me entiendes?

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Esther la miró fijamente, sabía que tenía razón, pero estaba tan desconcertada que no daba crédito a lo que estaba pasando. Sandra llegó hasta donde ellas estaban y mientras Esther se iba a hacer la rueda de prensa, se sentó con Cruz tomándose un café Sandra: Ahora que no está Esther delante quería agradecerte lo bien que te has portado con ella C: No tienes porqué Sandra: Siempre he sido sincera y tú me caes fenomenal no he tenido tiempo de hablar mucho con Esther pero... ¿qué clase de relación tenéis? C: Ninguna en especial, cuando la encontré estaba sumida en una depresión brutal. Su amiga o ex novia, una de tantas (sonrió mirando su café ante la mirada atenta de Sandra) me comentó que había una chica que tenía un talento inaudito y que estaba segura iba a tener éxito, me encargó que la ayudara, me dedico a esto desde hace veinte años, he ayudado a muchos escritores, pero te aseguro que ninguno como ella, tiene una sensibilidad especial para escribir Sandra: Ojalá la tuviera para ella misma C: Mira Sandra, todo en esta vida no se puede tener, y la gente gracias a Dios es diferente por eso, ella es especial Sandra: Huyó y te aseguro que no me gustó lo que hizo, podía haber sido feliz C: Yo creo que no (la miró con esos ojos grandes y negros que hicieron que Sandra prestara toda su atención) Verás, Esther estaba destrozada, cuando llegué, no tenía nada en la nevera, la casa estaba hecha un asco, ella estaba totalmente abandonada a su aseo, purgó de manera solitaria su dolor. Y si lo hizo precisamente es porque era consciente que no podía Sandra: Es muy importante para mí por eso te estoy muy agradecida a cuanto has hecho. Y creo que eres diferente a todo lo que ha tenido en su vida, me gustaría tanto verla feliz C: Pero tiene un problema, es una eterna insatisfecha, en lugar de disfrutar todo esto, está pensando en si Maca ha reconocido la verdad entre ellas, no quiere hacerle daño Sandra: ¿Estás celosa? ¿Crees que no la va a olvidar? C: No estoy celosa, nuestra relación es libre de otro modo no podría estar ni yo a su lado ni ella al mío (sonrió de lado) Sandra: Ah (no entendía cómo podían soportar esas relaciones) C: Yo no entiendo cómo puedes soportar un marido, un hijo, esa vida clasista (le volvió a sonreír con delicadeza)

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Sandra: Perdona (se disculpó al sentirse descubierta) C: Yo sé que su amor por Maca no va a dejar de existir, sé que a su modo la ama, pero ese modo no es el que Maca espera, ¿qué pueden volver juntas? Claro, todo en esta vida puede ocurrir, lo único que a mí me importa es verla feliz a ella, y sentirme yo feliz Sandra: Me alegro, creo que necesitaba una mujer sensata a su lado (le acarició la mano) Es una cabra loca C: Una maravillosa cabra loca y una escritora que va a tener mucho éxito, ya verás Sandra: Mira... ya sale Esther estaba realmente atractiva, se había recogido el pelo y le favorecía el color de la camisa, su sonrisa era tan explosiva que captaba la atención de la gente, sus ojos expresaban su felicidad y en ese momento Cruz, se dio cuenta, que algo en ella estaba cambiando, ese cambio le creó un pequeño revuelto en su estómago E: Para mí es muy importante que se haya sabido la verdad Periodista: ¿Pensaste en algún momento que fue la propia Macarena quién se apropió de tu libro? E: Lo importante no es lo que piense, lo importante es que se ha hecho justicia. Y tengo que agradecer públicamente a mi representante Cruz Gándara quien tanto me ha ayudado, ella es la responsable de que me sienta hoy aquí y es la responsable de mi felicidad. Lo demás, no me importa Periodista: Entiendo que no quieres hablar de Macarena (Esther sonrió como dando por buena su apreciación) ¿Qué significa para ti escribir? En ese punto Sandra vio como algo en los ojos de Cruz brillaba, quizá era una relación especial, pero para ella tanto por las palabras de Esther como por la actitud de Cruz, había mucho más de lo que decían Sandra: Gracias Cruz, de verdad Ajenas a la entrevista, ajenas a todo cuanto estaba pasando con Esther, Teresa leía a Macarena en presencia de Jesús y Guillermina el comunicado que iban a emitir T: “Me dirijo a mi fiel público para que se sepa toda la verdad por mi parte, no voy a hablar de quien hasta ayer fue mi marido y que desgraciadamente ya no está entre nosotros. Tan solo quiero reconocer que es cierta la relación que mantuve con la escritora Esther García, ito que mientras estábamos juntas mi marido se apropió de su novela “Castigo de Vida” cambió los personajes y presentó la novela con mi nombre. Pido disculpas a todos aquellos que se hayan sentido estafados, engañados y ofendidos tanto como yo misma, por ese motivo quiero comunicar que tras un tiempo de muchas tensiones, de muchas emociones y vivencias terribles, voy a tomarme un tiempo para reflexionar y para decidir qué voy a hacer en el futuro. Vaya de ante mano mi gratitud

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por el inmenso cariño que siempre me han manifestado. Tan solo espero que puedan entender mis motivos y sobre todo pedir nuevamente perdón por el fraude en el que me he visto involucrada. Y perdón públicamente a la escritora Esther García por todo el daño que le he podido causar ajena a mi voluntad. Gracias y espero que hasta pronto” Guillermina: Muy bien T: Sería muy importante Maca, que la novela que estabas escribiendo pudiéramos recuperarla y entregarla como prueba porque ahora van a salir algunos diciendo que tú sabías la verdad y has sido cómplice Jesús: Incluso podrían denunciarte por estafa la editorial para salvar su imagen T: Sí porque sería imposible demostrar que Luis compró el premio, además eso sería echarnos piedras sobre nuestro tejado, mejor, sin duda, la opción de devolver el premio y sería muy importante presentar la novela que has escrito. ¿Sabes dónde está? M: No, ni idea Claudia: Buenas tardes (vio sus rostros serios y miró a Guillermina). ¿Qué ocurre? Guillermina: Estamos redactando la carta para justificar lo que sucedió con la novela de Esther y su despedida como escritora Claudia: ¡Cómo! (la miró directamente a ella incrédula ante las palabras de Guillermina) M: No tengo fuerzas para escribir, ni cabeza para crear Claudia: ¿Y vas a dejar que todos esos sentimientos que tienes que estás viviendo mueran así? (todos la miraron) ¡Maca tú no puedes dejar de escribir! T: No vamos a presionarla (le hizo un gesto comprensivo) Además, estamos un poco perdidos, si al menos tuviéramos la novela que escribió, pero claro, a saber dónde está Claudia: ¡Un momento! ¡Joder... joder! Guillermina: No lo mentes que aquí estamos todos castigados Jesús: Guillermina (le llamó la atención Jesús moviendo ligeramente la cabeza) Claudia: Cuando pasó todo esto, fui al hotel a recoger sus cosas pero... joder... si lo debo tener en el coche pero como llevo la moto ni acordarme. Ahora vuelvo Guillermina: Esta muchacha es un caso, si ha conseguido rescatar sus cosas, voy a proponerla para que le hagan un monumento T: Sería muy importante M: Estoy muy cansada

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T: Maca... tienes que comer Claudia: ¡Aquí está! (sonrió ampliamente) Tu ordenador y una maleta Guillermina: Claudia me declaro tu fan (le aplaudió como loca) Claudia: Gracias Guillermina (sonrió ampliamente con algo de vergüenza) Guillermina: ¡Deberías sonreír más, niña! Tienes una sonrisa preciosa T: ¡Aquí está Maca! (exclamó feliz al encontrarla en el escritorio) Jesús: Pues entonces, deberíamos dársela a Patricia, Teresa, y entre vosotras arreglar todo el desarreglo que hizo el cabrón de Luis. Nosotros Guillermina, Maca y yo, deberíamos irnos al faro T: Muy bien (dijo con tristeza) Guillermina: Vamos que van a ser unos días nada más ¡no vas a poder estar sin tu pichoncito! (entonces comenzó a reír y toser) M: Me estoy mareando Claudia: Anda ven (entre ella y Jesús la llevaron hasta el sofá mientras Guillermina se levantaba con dificultad y les seguía) Será mejor que te tumbes y te relajes Maca la miró y cerró los ojos realmente estaba perdida En casa de Esther se habían reunido todos para celebrar los éxitos con una cena distendida donde todo fueron anécdotas y cosas divertidas, cuanto Consuelo se marchó con su marido, Cruz y Pascual se quedaron en el comedor mientras Sandra acompañaba a Esther a su habitación, quería cambiarse antes de que se fuera E: Sandra... ¿sabes algo de Maca? (le preguntó un tanto ansiosa) Sandra: No, nada E: ¿Por qué no llamas a Teresa? Sandra: Esther... ¿y Cruz? ¿Vas a hacerle daño? E: No, sólo quiero saber cómo está Sandra: De acuerdo, llamaré a Teresa E: Mañana me cuentas esta noche quiero hacer feliz a Cruz, se lo merece, ha sido para mí un apoyo muy importante Sandra: Se ha emocionado antes cuando la has nombrado

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E: Me gustaría tanto poderla querer, se lo merece Sandra: Pero no se ama por merecimiento, se ama por sentimiento Esther no le contestó, no hacía falta decirle nada con su mirada entendió que era complicado, que en su vida seguía estando Maca a pesar de quererla apartar de su cabeza E: Sandra, la noche del premio, me acosté con Maca, tuvimos una relación bestial (la miraba fijamente) He conseguido que una mujer estupenda como ella, acabará golpeándome con el látigo que Lidia había preparado (Sandra la miraba atónita) No puedo permitir que sufra más de lo que hiciera ya. Pero tampoco puedo dejar de quererla a pesar de estar Cruz Sandra: No te entiendo, no entiendo nada, la verdad E: A veces yo tampoco, pero me gustaría que pudieras decirle a Teresa que agradezco lo que ha hecho Maca, que me alegro que Luis haya desaparecido y que espero que un día encuentre alguien que de verdad la ame Sandra: ¿Y por qué no se lo dices tú? E: Se lo dije a Guillermina, pero... Sandra: Creo que es una excusa para darle a entender que sigues estando ahí, pero llamaré y le diré, y espero realmente que dejes de hacer tonterías y te centres en lo que tienes, ¡qué es mucho! E: ¡Y lo que voy a tener! (le acarició la barriga contenta) Sandra: ¿Volverás aquí o te irás a Francia? E: Me iré, estar cerca de Maca sería un peligro para ambas 18 Enero 2006 En el faro estaban comiendo en la cocina, Jesús había ido hasta la vaquería de un amigo a ayudarle con las vacas, después, siempre le daban leche para que la herida de Guillermina cicatrizara antes. Así que las tres mujeres comían distendidas sin la televisión, con el sonido del mar insistente en su bravura. ¿Anunciaba remolinos en aquel lugar? T: Me ha dicho Patricia, Maca, que va a venir para darte los papeles de todo lo que ha estado arreglando M: Bien

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T: Se ha vendido la casa de la Moraleja M: Estupendo T: ¿No me preguntas por cuánto? (la miró con gesto interrogatorio pero una sonrisa rebelde en sus labios) Guillermina: A ella no le interesa, a mí sí T: Por un millón y medio de euros Guillermina: ¡Coño! Nadie más dijo nada, siguieron comiendo en silencio, Maca ensimismada, Teresa y Guillermina preocupadas por la visita de Esther En un restaurante, Esther acababa de conocer a una ex pareja de Cruz, ésta le había preguntado si quería comer con ellas y finalmente aceptó porque no quería quedarse sola. Estaba resultando una comida muy amena mientras disfrutaba de una deliciosa mariscada y un vino de Ribeiro, Cruz y su ex, le contaban anécdotas de cuando Cruz trataba inútilmente de abrirse paso en las editoriales, hasta que finalmente reconoció que escribía fatal E: No me lo creo (dijo dando un sorbo a su café) C: Créetelo cariño, era nefasta (reía divertida) Yessica: Te lo puedo asegurar (decía entre risas Yessica) E: ¡Pero si Cruz no hace nada mal! (las miraba atónita) C: Escribir sí cariño, se me ocurrían unas historias más raras (hizo un ademán gracioso con la mano) En fin... viejos tiempo que me han traído estos nuevos y maravillosos junto a un portento de las letras E: Quiero que me dejes algo de lo que escribiste para dar mi opinión C: Bueno cariño, voy a ver a los padres de Yessica, ¿te acompañamos al hotel? E: ¿Te vas? (le preguntó totalmente dependiente) C: Sí, cariño E: Vale, vale (sonrió dándose cuenta de que había quedado fatal) No hace falta, conozco bien la ciudad, voy a comprarme un paraguas y me doy un pateo para bajar la comida C: De acuerdo E: ¿Vendrás a dormir? (le preguntó al despedirse)

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C: Claro que sí ¿cuándo he faltado yo a dormir contigo? Era cierto, Esther había desaparecido un par de noches, sin embargo, Cruz siempre volvía a casa, podía hacer lo que fuera pero la noche era sagrada para dormir junto a Esther desde que decidieron justo antes de llegar a España hacerlo. Cuando las vio marcharse, metió las manos en sus guantes de lana en su anorak y muerta de frío se puso en marcha sin saber muy bien dónde ir En el faro, la conversación entre Patricia y Maca estaba siendo bastante fluida, la abogada era una mujer muy seria en su trabajo, directa sin titubeos, capaz de ganar juicios casi imposibles. Acostumbrada a grandes rivales, tratar asuntos que poco le importaban a Maca no era tarea fácil, sin embargo, con su arte de abogada, consiguió que le prestara total atención Guillermina: ¿Quién te gusta más, ésta o Claudia? (le preguntó a Teresa que se estaba tomando un té) T: No empieces Guillermina Guillermina: Vale... pues entonces dime... ¿cómo va lo tuyo? T: Muy bien, gracias Guillermina: ¿Aún eres virgen? T: Por supuesto, yo no soy una fresca Guillermina: Ni fresca ni caliente, más bien como dicen las mulleres máis vellas, eres una malpocada estreita T: ¡Ay Señor! ¡Por qué me mandas este castigo! (decía con los brazos abiertos mirando al techo) Guillermina: Pues espera que cuando sea tu noche de bodas, el castigo será aún mayor (empezó a reírse a carcajadas y a toser) Coff... Coff...Coff... M: ¿Ya estáis discutiendo? (las miró divertidas a ambas) T: ¡Más bien di! ¡Ya la estás soportando, Teresa! M: Parecéis dos crías. Bueno, aprovecho que está aquí Patri para irme a Santiago T: ¡A Santiago! (se puso en pie dando vueltas a su collar de perlas) M: Eso he dicho (la miró alertada). ¿Qué te pasa? ¡Cuándo le das vueltas a las perlas algo pasa! T: Nada... nada...

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Guillermina: Anda ve... ya me encargo yo de esta santa mujer. ¿Quieres que te recoja Jesús? M: No, ya me vengo con un taxi. Me apetece pasear T: Muy bien Maca. ¿Llevas el teléfono nuevo que te di? M: Sí, tranquila. Hasta luego Patricia: ¿No te quejaras que te cuidan, eh guapiña? M: Demasiado para toda la lata que les he dado Patricia: Vamos T: Que Dios la proteja Guillermina: Amén Llovía a cantaros como solía llover en la mágica ciudad de Santiago de Compostela, el olor a asfalto, a piedras, a hierba, se mezclaba haciendo que todo se volviera más intenso. Esther caminaba por la Plaza de Obradoiro con las manos metidas en el anorak, la capucha puesta con la mente trabajando a marchas forzadas sobre la posibilidad de escribir un guión, un trabajo que había dicho a Cruz innumerables veces le hacía mucha ilusión Se detuvo frente a la torre del reloj ahí le vinieron aquellos ojos de Maca que no cesaban de mirarla, de decirle tantas cosas, se sacudió la cabeza demasiados recuerdos bellos y también el principio de sus miedos Durante el corto trayecto que les llevó hasta Santiago, Maca lo hizo en silencio, era la primera vez que iba a ir sola a la ciudad, no lo había hecho antes porque no le apetecía que le viera la gente, no por temor a su reacción, pero sí porque no quería que nadie pudiera herirle con alguna palabra. Cuando llegó a la cafetería Iacubus en la Rúa Calderería se sentó de espaldas a la calle, frente a ella lo hizo Patricia. Tras ser servidas por una camarera que le pidió un autógrafo sin más palabras, se pusieron a hablar Patricia: Neniña... la vida a veces nos pone obstáculos muy complicados, pero no hay más que saltarlos. Hay que seguir adelante M: Sí, tienes razón, lo que pasa es que me ha llegado todo de golpe, todas las cosas me han caído como si un muro se desplomara sobre mí y no pudiera detenerlo Patricia: Te entiendo M: Quiero pensar con claridad, quiero hacer cosas, quiero volver a escribir pero me siento bloqueada. No quiero dar lástima pero yo misma no me reconozco

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Patricia: Pues ya es hora de tratar de desbloquearte, no sé, imagina que te gustaría hacer y hazlo. Algo pequeño no necesitas que sea algo grande, poco a poco Maca, pero te has quitado un lastre que de verdad no sé como soportaste, trata de reaccionar porque tienes toda una vida por delante para seguir luchando por lo que quieras libremente Maca la miró y con una triste sonrisa le agradeció su tiempo y sus palabras La lluvia había cedido en fuerza, pero Esther iba calada, los pantalones y los zapatos los llevaba encharcados. Quería impedir seguir la dirección que su corazón le dictaba, se estaba resistiendo, caminaba sin saber muy bien hacia donde, hasta que llegó a la Rúa Calderería En el interior de la cafetería Maca acababa de tomarse el chocolate que se había pedido, de repente al hablar con Patricia el frío se había calado en su piel, había empezado a temblar remover su interior aún le dolía y le causaba un pánico desmedido. No había asumido todavía que Luis estaba muerto, que su pesadilla había terminado, y escucharlas palabras de Patricia le habían revuelto emociones Frente al escaparate de la cafetería Iacubus Esther miraba algunos helados que habían expuestos, ¿cómo podía tomarse alguien un helado en esas fechas? Miró con detenimiento el lugar, no recordaba haberlo visitado con Maca En el interior Patricia había pedido la cuenta, quería invitarla hacía mucho tiempo, Maca le había ayudado en sus comienzos en un despacho de abogados, desde entonces, siempre le estuvo agradecida y en cuanto supo lo que estaba sucediendo en su vida se prestó para ayudarla mediante Guillermina. Aquella tata era para todos quienes la conocían una persona por la que se hacía cualquiera cosa que necesitara Patricia: ¿Nos vamos? M: Sí (dijo tras un profundo suspiro) Patricia: Maca... déjame decirte una última cosita (Maca la miró con una sonrisa triste) Habrá cuatro retrasados que puedan decirte algo, pero la gente en su inmensa mayoría te aprecia, te valora, te has librado de una carga bestial neniña, eres millonaria con el trabajo que tú has realizado y que ese cabrón tenía guardado, ahora puedes hacer lo que te dé la gana (le hablaba despacio a golpe de cada palabra que pronunciaba mirándola fijamente a los ojos) Ponte el mundo por montera, o mejor, explica como tú solo podrías hacerlo cual ha sido tu experiencia. Te ayudarás a ti misma, pero sobre todo, ayudarás a muchas mujeres que están o han estado en tu misma situación Maca asintió pensativa, a veces uno no ve lo que tiene claramente delante y necesita que alguien le dé un empujón, en ese instante, en el mismo en que Esther se ponía en marcha en la calle, Maca entendió muchas cosas y al salir sus ojos se detuvieron en una figura que iba por su misma acera Patricia: ¿Qué te pasa? (le preguntó al ver su gesto)

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M: Nada... nada. De verdad Patricia, muchas gracias me has ayudado mucho más de lo que imaginas Patricia: Me alegro pero sobre todo me alegrará saber que me haces caso El nuevo móvil de Maca sonó, en la pantalla reflejada una fotografía de Teresa y Guillermina, al verla sonrió ampliamente, aquellas dos locas mujeres eran sus raíces a las que debía aferrarse M: ¡Qué guapas salís en la foto! ¿Qué? ¿Aquí? ¿Dónde? (entonces levantó su mirada pero la figura que le hizo temblar ya no estaba) Un taxi se detenía en la puerta del faro, de él bajaba Maca con una sonrisa de agradecimiento, llevaba varias bolsas y antes de entrar tomó aire, sabía que lo iba a necesitar Dentro una Teresa que se mostraba ciertamente nerviosa, no sabía ya de que hablar, la tata que arrastraba varios dolores desde el golpe, estaba en la habitación durmiendo, y allí en la cocina, el aire se hacía irrespirable M: Hola... ya estoy aquí T: ¡Maca pero dónde vas tan cargada! M: Teresa, tengo roto el corazón, pero no los brazos, ni las piernas ¿vale? (la miró con todo el cariño que disponía en su alma y sorprendiendo a la mujer le dejó un beso en sus mejillas) ¿Dónde está? T: En la sala M: Vale T: Tranquila ¿eh? (le dijo preocupada) M: Claro (su gesto fue bastante contundente) En Valencia, Consuelo estaba en casa de Sandra, las amigas de Esther, habían vivido su éxito en Valencia, pero también vivían con preocupación su estado hacia Maca Consuelo: ¿Y dice que fue poca gente? (la miraba preocupada) Sandra: Sí, piensa que como ha pasado todo esto con Maca y ella es una persona muy querida allí, la gente le ha dado la espalda Consuelo: ¿Y tú lo crees? Sandra: Mujer... es una posibilidad, claro, pero también debería saber que no en todos los lugares va a tener la misma respuesta

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Consuelo: ¿Y no te ha llamado más? Sandra: No, Consuelo, no me ha llamado más (le dijo con tono cansado. La mujer la miró torciendo algo el gesto). Yo tampoco sé lo que piensa hacer, no tengo ni idea de cómo va a reaccionar, no sé si se va a presentar delante de Maca, ni si la va a llamar o no, no sé lo que va a ocurrir con ellas Consuelo: Pensábamos que no iba a sufrir más de lo que había sufrido con Lidia y me da a mí, que ahora es peor. Y mira que Cruz es maja Sandra: Sí, lo es. Por esa parte estoy tranquila, ahora hay alguien responsable a su lado Consuelo: Aunque yo no entiendo eso... quiero decir... Sandra: Consuelo, cada quien tiene la relación de pareja que más le conviene, que le gusta o quiere, y a mí, eso no me importa, lo que me importa egoístamente, es que Cruz es una persona cabal, equilibrada que no tiene nada que ver con el mundo del sado, que le da la libertad que ella necesita, que la entiende y la respeta. Lo demás poco importa Consuelo: Pues mira... yo sigo pensando que va a volver con Maca... me da a mí ese pálpito Sandra: No creo que sea lo mejor para ella En el faro, Guillermina salía del cuarto de baño, lo hacía un tanto renqueante, sus rodillas artríticas con la humedad le provocaban caminar con algo de dificultad. Llegó antes que Maca al comedor donde la chimenea regalaba a la visión, un fuego vistoso. Ante la figura que vio sentada en el sofá se quedó quieta, inmóvil, su gesto cambió tan de repente que notó como sus arrugas se quejaban ante la brusquedad del gesto Guillermina: ¿Qué haces tú aquí? Mientras todo esto pasaba en Santiago, en Madrid, Claudia, no podía evitar echar de menos a toda su pandilla. Quería hacerles una visita en el faro pero el trabajo en comisaría era cada vez mayor, cada vez más intenso y era algo que la tenía quemada. Le gustaba trabajar pero algo se había instalado en su interior una cierta zozobra que no conseguía identificarla con un nombre concreto. Como si el pensamiento la hubiera llevado hasta Santiago podía imaginar a Maca mirando el mar bravo, podía imaginar a Guillermina fumando a escondidas como había estado haciendo en su casa, llegaba hasta imaginar cómo Teresa se veía con Jesús, todos ellos habían formado parte muy intensa de un tiempo en su vida que le había recordado otros tiempos mejores para ella, tiempos donde era una mujer extrovertida, donde le gustaba reír a carcajadas, donde su piel se erizaba ante una caricia, comenzaba a echar de menos sentimientos y compañías que hacía mucho no sentía. Entonces, como si tuviera telepatía su teléfono sonó, no reconocía el número pero el aura de tranquilidad y calma que sentía no le alertó Claudia: ¿Sí? ¡Jesús! ¿Qué tal? ¡Cómo! ¿De verdad? (sonrió ampliamente) Claro que me va a ir bien, no te preocupes que ya veré la forma ese día de estar libre. Me alegro mucho de verdad, y sobre todo, me alegro que te hayas acordado de mí. Gracias

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Al colgar, puso su teléfono en la barbilla sonriendo... sin duda era un buen motivo para ir hasta el faro Sin embargo en el faro se estaba viviendo un momento desagradable, Guillermina seguía en pie esperando una respuesta, en ese mismo instante entraba Maca seguida por Teresa, su gesto era serio, y su lenguaje corporal podía transmitir su desagrado profundo ante la visita M: Hola -: Hola (se puso en pie). ¿Cómo estás? M: Muy bien ¿y tú? -: Bien... bien... ¿Frialdad entre madre e hija? ¡Qué va! Era el puro polo norte reunido en aquel lugar, era como si el ambiente frío hubiera conseguido apagar el bello fuego que momentos antes resplandecía Rosario: ¿Podemos hablar un momento a solas? T: Voy a preparar un té y café con leche M: Guillermina siéntate (omitió la orden de Rosario y ayudó a la mujer a sentarse en el sillón masaje. Después se sentó ella en el sofá frente a su madre) Pues tú dirás Rosario: Tu padre está en Coruña y yo me he acercado para verte (ante el silencio e indiferencia de Maca, su madre continuó tras una ligera carraspera) He preferido esperar a que pasara todo, aunque desgraciadamente todo no puede pasar Guillermina: BRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR (PEDETE) Rosario: ¡Guillermina por Dios! (puso gesto de gran repulsa) Guillermina: ¿Se ha oído? (preguntó con total descaro) Es que hay algunas cosas que me provocan flatulencias ¡no descarto que me entren ganas de cagar! Rosario: Ya veo que sigues tan ordinaria como siempre (movía su mano delante de la nariz para airearse) Guillermina: Y tú tan ciega como siempre. Como ves, hay cosas que la vida no cambia Rosario: Maca por favor quiero hablar contigo a solas (insistió) M: Lo siento, pero si hay alguien que sobra aquí, eres tú, así que aligera lo que tengas que decirme (le dijo con frialdad)

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T: Aquí traigo el té M: No hace falta Teresa, mi madre ya se va (Teresa se quedó inmóvil ante Rosario) Rosario: Ya veo que has elegido el camino que quieres seguir, lejos de tu familia, de tus padres, ¿qué vas a hacer con todo el dinero que ahora tienes? ¿No piensas ayudarnos? ¿Crees que eso lo hace una buena hija? M: Mira mamá, no sé lo que hacen las demás hijas, pero esta que tienes delante va a hacer lo que su corazón le dicta, lo que le grita su sangre, y su corazón y su sangre le gritan a viva voz que no hay más familia para mí que quien me lo ha demostrado, quien no le importa como soy, la única familia que tengo son Guillermina, Teresa y Jesús, espero que esto te quede muy claro y que no vuelvas a venir por aquí porque quiero que sepáis que no vais a ser bien recibidos ¿te ha quedado claro? Guillermina: BRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR BRRRRRRRRRRRRRRRRRRBRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR (tres pedetes) ¡Qué a gusto me he quedao! Antes que me digas nada de mi ordinariez déjame recordarte algo. El día que obligasteis a casarse a Maca con ese hijo de puta, que Satanás lo tenga cociéndose en su fuego, te advertí que un día esto pasaría pero me mandaste callar. Así que ni siquiera te atrevas a reprocharle nada, actúa como tú lo hiciste cuando te pidió ayuda ¿lo recuerdas, verdad? Rosario: Te vas a arrepentir de dar de lado a tu familia M: No, a mí familia ten por seguro que la tengo muy presente, los demás me sobran. Y ahora si me disculpas, voy a preparar la cena con la que sí es mi familia (acentuó el sí de una manera contundente) Rosario: ¡Esto es inaudito! (exclamó al cielo) Guillermina: BRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR Rosario: ¡Cerda! ¡Oh! (gritó al recibir todo el té de las tazas que Teresa había preparado) T: ¡Uy qué torpe, se me ha caído! Rosario: ¡Menuda gentuza! ¡Así te va a ir! ¡Ya vendrás a mí cuando te quedes sola, cuando nadie te quiera ni ver por anormal! Guillermina: ¿Anormal? (Rosario la miró perdonándole la vida) ¡La única anormal que hay eres tú! Y no sabes cuánto vas a arrepentirte de estas palabras que acabas de decirle lo que te quede de vida ¡mala madre! M: Guillermina, déjala, nunca supo valorarme, menos lo va a hacer ahora (entonces se agachó mirándola y le dijo con una sonrisa) Y te aseguro que lo que me dice ya no me afecta

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Guillermina: Maca... No lo evitó, por primera vez Guillermina demostró la debilidad que sentía hacia Maca, por primera vez en lo que llevaba de tiempo sufriendo, vio en sus ojos una luz que le llenó de esperanza ante la injusta reacción de su madre El agua seguía cayendo en cantidades considerables, era un buen chaparrón, el viento ululaba con fuerza, en el faro tras la marcha de Rosario, decidieron pasar las contraventanas, cerraron todo para evitar el sonido machacón de los golpes, desde fuera nada se podía ver, ninguna figura, nada más el sonido bravo del mar lo abarcaba todo, todo excepto dos pupilas que fijamente miraban aquel faro que pintaron entre risas, aquel faro que escondía la figura que había osado perder, que había sacrificado por amar demasiado. Algo que nadie comprendía y en aquel momento, ni ella misma podía explicarse, nada más recriminarse. Vio un coche acercarse, trató de esconderse detrás de un árbol, vio como se abría la puerta y mientras ésta lentamente se cerraba un rayo iluminaba el cielo y con esa luz como si fuera un foco recayó en la figura más hermosa que jamás había tenido entre sus brazos, Maca estaba en la puerta esperando que Jesús entrara. Fue un segundo, fue un segundo de su intensa vida, pero fue ese segundo quien le hizo sentir infeliz. Sus lágrimas se mezclaron con la lluvia, hasta que terminó por explotar con una congoja como hacía mucho tiempo no sufría En el recibidor del faro Maca sonreía divertida ante Jesús y su hermana, Adela, Jesús vestía un traje chaqueta que se notaba tenía algunos años y una corbata sobria gris. Se le notaba realmente nervioso M: Pasa, está en el comedor. Y déjame decirte que estás muy guapo Jesús: Y muy nervioso M: Ja, ja (dio una carcajada mientras entraba hacia el comedor) Teresa tienes visita T: ¿Qué? Al girarse pues estaba sentada en el sofá junto a Guillermina hablando de la visita inesperada de Rosario, se encontró con dos ojos que le transmitían un amor infinito, un hombre con un bello ramo de rosas blancas como a Teresa le gustaban. Se puso en pie mientras con su mano derecha se cogía el collar dándole vueltas Jesús: Hola... perdona si... bueno... siento presentarme así (carraspeó) T: No... no... esto... no pasa nada (respondía nerviosa) Guillermina: ¡Buenos se han juntado! ¡Hola Adela! Disculpa que Teresa no te salude pero está en estos momentos boba Ad: Me doy cuenta Guillermina (le sonrió guiñándole un ojo)

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Ambos se miraban con una sonrisa leve pero nerviosa en sus labios. Guillermina se había puesto detrás de Teresa, y a su lado Maca que los miraba con total cariño Jesús: Sabes que no soy de muchas palabras Guillermina: Es cierto M: Guillermina (le dijo bajito para que no interrumpiera) Jesús: Pero he venido a pedirte algo T: Sí Guillermina: ¡Y dice sí! ¡Chica espera! (le reñía graciosamente) T: Guillermina ¡cierra la bocaza que tienes! Guillermina: ¡Arrea! (Maca pasó su brazo por sus hombros con una sonrisa y le hizo callar) Jesús: Bueno... no sé esto... espera (se acercó hasta ella y puso su rodilla en el suelo) Guillermina: ¡Ay que luego no se va a poder levantar! (exclamó juntando sus manos a modo de rezo) Jesús: ¿Me das la mano? (Teresa flotaba, vamos, flotar era poco comparado con lo que sentía) Guillermina: Espera, a ver... ¡suelta el dichoso collar, otia! (Guillermina le cogió la mano de manera divertida y se la entregó a Jesús) Toma hijo Jesús: Teresa... ¿quieres casarte conmigo? Hubo silencio, Maca miraba la escena grabándola en su mente, aquello se merecía un capítulo en su nuevo libro. Guillermina no podía contener la emoción, al igual que le pasaba a Adela M: Teresa (le apremió bajito Maca) T: ¡Perdón! (elevó la voz alterada) Guillermina: ¡Que no se va a poder levantar! (le dijo con voz chirriante) ¡Espabila mujer! T: ¡Guiller! Guillermina: ¿Qué? T: Calla

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Guillermina: Callo pero tú contesta T: Jesús... Jesús: Sé que no soy mucho, sé que solo soy un pobre hombre que no tiene apenas dinero, que tiene una casa pequeña y no soy muy inteligente, pero... me he enamorado como un loco de ti. ¿Quieres casarte conmigo? T: Quiero casarme con un hombre maravilloso, con un hombre que tiene un corazón que no le cabe en ese pechazo, con un hombre que esperé toda mi vida que llegará... Guillermina: ¡Un poco más y llega cuando estás amortajada! M: ¡Tata! (le riñó emocionada) T: Te quiero, Jesús y quiero casarme contigo, con el hombre más maravilloso que he conocido Le cogió el ramo de flores, le ayudó a levantarse y se besaron delicadamente en los labios. Teresa estaba emocionada, sus ojos se habían llenado de lágrimas, Jesús tenía las mejillas coloradas, el corazón bombeaba rápido ambos se abrazaron cerrando los ojos y sintiendo plenamente la felicidad Guillermina: ¡Qué bonito es el amor! ¡Y nunca mejor dicho, el amor no tiene edad! ¡Ven aquí carallo déjalo que ahora ya lo vas a tener para el resto de tu vida! (le dijo a Teresa abrazándola con cariño, mientras Jesús recibía el abrazo emocionado de Maca) Me siento muy feliz por ti Teresa T: Gracias Guillermina, soy muy feliz y mucho más de poderlo compartir contigo Guillermina: ¿Me lo vas a dejar probar? (le preguntó abriendo los ojos de par en par) T: ¡GUILLERMINA! Y ante el grito las risas fueron generalizadas, así, nunca mejor dicho fue un momento donde las risas y lágrimas se mezclaron con total naturalidad Jesús: Quiero deciros que me he tomado la libertad de invitar a Claudia. Espero no te moleste, Maca M: ¡Para nada! Me parece muy bien. Adela acompáñame y vamos a preparar unas copas de vino Guillermina: Gracias Jesús por el capote que le has echado Jesús: Al final, tanto estar entre vosotras me voy a hacer un celestino Teresa comenzó a reír a carcajadas la frase de su ya prometido, Guillermina la miraba divertida, sin duda, acababa de sacar sus nervios por la tarde que habían pasado

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En el hotel, Cruz se temía lo peor, había hecho la visita rápida a sus ex suegros, y es que, si algo tenía era su maravillosa y respetuosa relación que le quedaba con todas las mujeres que habían compartido su vida, y no solo con ellas, también con sus familias. Como si un presentimiento le pidiera volver al hotel, acortó la visita, al llegar la habitación estaba vacía, ni rastro de Esther, entonces confirmó su sospecha, Esther debía estar con Maca. Había pasado cuatro horas esperando su regreso, de vez en cuando se asomaba a la ventana y preocupada dudaba en llamarle, llovía considerablemente pero no quería interrumpir nada. Cuando la puerta se abrió, se giró con lentitud, no quería agobiarla con una actitud nerviosa. Al verla, mandó a la mierda aquel respetuoso pensamiento y se precipitó hasta una Esther que llegaba calada hasta los huesos, temblando y con la mirada perdida C: ¡Esther, Esther! Por Dios si vas calada E: Abrázame... abrázame (le decía entre temblores) C: Ven aquí... La abrazó y comenzó a dejarle besos en la frente, volvía la Esther dependiente e infantil que rogaba protección. Tras unos segundos de abrazo, la llevó hasta la ducha, la metió bajo el grifo de agua caliente, la sacó y secó con mimo, le puso el pijama entre sus temblores y palabras incoherentes, la metió en la cama y echó una manta, después llamó a Recepción C: Por favor, ¿me podrían mandar un médico? Durante la cena las charlas fueron distendidas, las risas ganaron batalla a posibles tristezas tras la visita de Rosario, Teresa parecía una niña feliz y Jesús un niño ansioso por un sentimiento que nunca antes había sentido. Todo iba bien, hasta que Guillermina hizo la pregunta bomba Guillermina: ¿Y dónde vais a ir de viaje de novios? ¿Sabéis si en el IMSERSO preparan viajes de novios? M: Jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa (Maca no pudo evitar reír abiertamente la pregunta de su vieja tata) T: Mira que eres borde (le soltó Teresa mirándola muy seria) Jesús: Pues... no sé... ¿dónde te apetece ir? (se notaba que preguntaba algo inquieto) T: A cualquier lugar cerca de aquí (le dijo captando la inquietud, entendía que no podía decirle que ella pagaría un viaje de novios que siempre soñó) Guillermina: ¡Pero tú no querías ir a París! (los ojos de Teresa se abrieron como platos al notar la incomodidad de Jesús)

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T: No... no... Jesús: ¿Te hace ilusión ir a París? T: Yo... Guillermina: Tranquilo Jesús, ya sabe que por mucho que vaya a París no va a traer un niño. JAJAJAJAJAJA... COFF COFF COFF ¡Puta tos! T: ¡Si no fumaras! (le recriminó) Jesús cariño... no hace falta que... M: ¿Os pensáis qué vais a ir aquí al lado de luna de miel? (los miraba con su ceja derecha ligeramente elevada) T: Pues... Guillermina: ¡De eso nada! Vais a ir a París, a Roma, a Viena, a Londres... Jesús: Guillermina (se desataba algo el nudo de la corbata ante la sonrisa de su hermana) Guillermina: Siempre quise hacer ese viaje (decía sonriente) T: Bueno... pero... nosotros... M: ¿Cuándo es la boda? Porque hablamos de viaje y no sabemos fecha Jesús: El párroco me ha dicho que para dentro de dos meses M: De acuerdo, pues entonces, vosotros preocuparos de la boda que nosotras nos preocupamos del viaje ¿verdad, tata? Guillermina: ¡Ay... qué bonito es el amor! (suspiró) T: ¡Pero si tú siempre has dicho que bueno es lo otro! (le decía poniendo gesto divertido) Guillermina: Hoy estoy romántica, Tere... La noche era tremendamente oscura, parecía que Santiago iba a desaparecer bajo la tormenta más infernal que se recordaba en los últimos tiempos. Y al igual que la tormenta se encontraba el interior de Esther. El médico acababa de marcharse, Cruz la miró con pena y negó con la cabeza E: Cruz... ¿puedes venir? C: Claro cariño... déjame que me cambie

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E: Tengo mucho frío (decía temblando) C: Voy a ponerte otra manta E: La he visto, estaba tan guapa bajo la luz de ese rayo... (sus dientes chasqueaban) C: ¿Sí? (le echó la manta sobre la otra) E: Sí, ¿cómo pude dudar de todo lo que dudé? C: Venga... trata de descansar tienes fiebre E: Me hubiera gustado abrazarla, Cruz C: Pues en cuanto te pongas bien, vas y la abrazas E: No te vayas C: No me voy Y se metió con ella en la cama, la abrazó como le pidió, le froto la espalda que le dolía horrores, la acunó, la besó mientras ella lloraba Por su parte, en el faro, cuando terminaron de preparar las fechas, Jesús y su hermana se retiraron a su casa, Adela se quedó algo rezagada con Guillermina a la que se había abrazado con infinito cariño. Al quedarse solas Teresa se sentó en el sofá parecía que todo había sido un sueño, menos mal que estaba el ramo de flores sobre la mesa para darse cuenta que era una maravillosa realidad M: Me alegro mucho por ti, Teresa, te lo mereces, de verdad T: Maca estoy muy nerviosa M: Imagino, ¡eso es lo natural! T: ¿Tú crees que seré una buena esposa? (le preguntó con cierto temor) M: Por supuesto. T: ¡Ay... no sé! (la miraba con un millón de dudas) Guillermina: ¿Qué no sabes? M: Está cagada, tata Guillermina: Pues ya somos dos. ¿Te has cambiao? T: Guillermina... no quiero fallarle

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Guillermina: ¡Pero si no le vas a fallar! Voy a darte clases M: Esto no me lo puedo perder (sonrió Maca mientras se acomodaba poniéndose un cojín en la espalda y las miraba) T: Maca... por favor... ¡qué me da mucha vergüenza! M: ¿El qué? (se hizo la despistada) T: ¿Qué estés delante? M: ¿Para tus clases de sexualidad? (seguía mirándola con gesto serio aunque por dentro se moría de risa) T: Sí (respondió algo incomoda y muy colorada) M: Ah bueno... pues no deberías, yo lo he probado todo. Ya sabes (elevó las cejas rápidamente) Guillermina: Pero a ella no le pidas opinión, lo que te diga no sirve para ti. Anda déjanos solas, cariño M: Es injusto, ¡os voy a mandar a la Polinesia! Ya verás (le decía apuntándole con el dedo muy seria) T: Maca... precisamente sobre eso quería decirte algo. No hace falta que te gastes dinero, yo tengo unos ahorros y... M: ¿La callas tú o la callo yo? (miraba a su tata mientras se había puesto en pie con sus manos en las caderas) Guillermina: Por la Virgen del Perpetuo Socorro, esta mujer es una santa (decía sorprendida). Venga, va, tú a dormir, nosotras a hablar M: Sois muy injustas conmigo. Buenas noches Maca les dejó un beso en la frente y se fue, subió hasta el cuarto, al cerrar la puerta se apoyó sobre ella, sonrió, se lavó los dientes, se puso el pijama y se sentó en la cama, estaba retirando las pastillas de dormir con lo que tenía un ritmo diferente a la hora de poder descansar. Cogió una libreta grande que tenía, y comenzó a anotar cosas, su gesto era de total concentración. Sin embargo, por unos segundos se detuvo para pensar que iba a desarrollar, y fue un error, porque fue ese segundo el que bastó para que Esther llegara a su mente. Cerró los ojos con fuerza, notó como sus párpados hacían fuerza unos contra otros, se mordió el labio inferior y suspiró con rabia, tenía que sacarla de su interior, tenía que sacar a todo su pasado, a Luis, a Lidia, a Esther, pero no podía más que reconocer que la única que no podía sacar era quien le había enseñado a amar de verdad, a quien le había enseñado los caminos más intensos del placer, de la sensualidad, de la pasión, de la ternura, dejó a un lado la libreta y terminó por abrazarse así misma contra las piernas en su pecho, y dos lágrimas cayeron por las esquinas de sus

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ojos, recorriendo las mejillas de norte a sur hasta caer precipitadamente sobre su camisón, ¡cuánto le iba a costar sacarla de su corazón! En el hotel, Esther seguía con intensos temblores, los brazos de Cruz la amarraban contra su cuerpo, y su boca trataba inútilmente de frenar el ruido que hacían sus dientes al chocar, se encontraba en un mundo de fiebres, donde sus ojos le pesaban tanto que no podía abrirlos para dejar de ver a Maca con la mirada enfurecida, con una rabia desmedida empujándola sobre una cama E: Maca... no... déjame... tú no eres así... Maca... Maca... C: Esther cariño... tranquila E: Me quiero morir, me quiero morir C: No digas eso, venga... todo está bien mi amor (le dejó besos sobre su sien) E: Cruz... no me dejes o me moriré C: No te voy a dejar mi niña, mi dulce niña... tienes que sacar todo el dolor cariño, es la única manera de olvidarla. Te quiero Esther, es la primera vez que de verdad quiero a alguien por encima de mis convicciones. Mi amor... mi vida... E: Maca... Maca... 19 Enero 2006 Parecía que con el nuevo día, el tiempo les había dado una tregua, había dejado de llover, seguía haciendo frío pero el cielo dejaba entrever algún rayo de luz. En la cocina del faro, Guillermina observaba como Teresa ponía el desayuno, se habían acostado tarde, y antes de hacerlo, había pasado por el cuarto de Maca, la encontró sentada en el sillón y tras dejarle un beso en la frente sin decirle palabra alguna, salió de la habitación dejándola sola con sus demonios y sus rabias T: ¿Y no te dijo nada? Guillermina: Nada T: Esto es un sufrir, ¿crees que saldrá de esta? Guillermina: Claro que sí, ni es la primera ni es la última mujer que sufre un desamor, así que, no le queda más cojones que salir M: Buenos días (su voz resonó fuerte, cercana a cabreo) Guillermina: Buenos días, cariño (Guillermina que se percató trató de bajarlo con su tono dulce)

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T: ¿Qué tal has descansado? (le preguntó alertada por su actitud, no se había sentado, se había quedado de pie mirándolas a las dos intercaladamente) M: Os agradezco todo cuanto habéis estado haciendo hasta ahora, pero por favor, ¡no me protejáis más! ¡No os pido nada más que me dejéis espacio! Ahora ya entiendo tus nervios con el collar ¡Esther estaba aquí! ¡Y lo que hicisteis fue ocultármelo! T: Creímos que era lo mejor M: ¿Lo mejor? ¿Ocultarme la verdad? Guillermina: Maca, aún está aquí, así que no hagas tanto numerito ni drama, ¿quieres verla? Ve, ¿no quieres verla? Pues siéntate y calla Palabras mágicas que como siempre hicieron más efecto que cualquier explicación a lo hecho. Una vez estuvo más tranquila, negó con la cabeza con gesto de rabia M: Lo siento, lo siento de verdad Guillermina: Deja de sentirlo y toma el toro por los cuernos. ¿Qué quieres con ella? ¿Hablar? Pues habla ¿Follar? Pues folla, ahora te digo una cosa ¡si lo haces apechuga con tus actos! M: No quiero nada tata, solo que me dolió que me lo hayáis ocultado T: Maca, cariño (habló con tono tierno rozando su mano con infinita ternura) Estás superando algo terrible que te ha pasado, pero no puedes estar eternamente sufriendo, todo pasa en la vida, ¿recuerdas cuando quise ser chica de revista? Lloré lo que no estaba en los escritos, me llenó un sentimiento de rabia, no podía dormir, ni comer, quería morirme. Pero todo pasa, y comprendí que si no había logrado ser chica de revista, era porque no estaba destinado para mí, así que, busqué que podía estar destinado para mí y lo encontré. Habré tardado más o menos tiempo pero lo encontré. Todo pasa, pero para que pase, tenemos que poner de nuestra parte. ¿Crees que debes ver a Esther? M: No T: ¡Pues cariño, deja de joderte la vida! ¿Entendido? (su tono tierno se volvió autoritario y firme). ¡Voy a ducharme! Guillermina: Yo no lo habría dicho mejor (asintió contrayendo ligeramente labarbilla) Maca se mordió el labio inferior mientras observaba como salía humo de su taza de café. No esperaba una reacción así de Teresa, eso daba muestras de que estaba en profundo desacuerdo de la manera en la que estaba llevando la situación, había relaciones que marcaban para toda la vida y la que había vivido con Esther podía ser una de ellas, pero había más vida que vivir, y estaba tardando mucho en hacerlo

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Guillermina: Me muero de ganas de contarte, ¿puedo darle al cotilleo? (Maca la miró seria para poco a poco ir dibujando en sus labios una sonrisa) Debiste ver anoche las caras de Teresa (dio una tremenda carcajada se notaba que se moría por contarlo). Yo creo que cuando Jesús se baje los pantalones, se desmaya, no estoy segura de que vaya a ser capaz de hacer según qué. COFF COFF COFF ¡puta tos! M: Puedo imaginar las burradas que le dijiste Guillermina: Todo era abrir sus ojos de par en par, daba grititos y torcía el gesto de la boca, así como hace ella (la imitó arrancando una sonrisa divertida de Maca) ¡Ay que joderse! Una a esta edad explicando a otra ya con las orejas peladas como se tiene que comportar su noche de bodas, ¡manda huevos! M: Tata... me gustaría hacer cosas (Guillermina la miró algo sorprendida ante su cambio drástico de actitud). ¿Estás bien para caminar? Guillermina: ¿Qué cosas vas a hacer? (la miraba con gesto de duda.) M: Tranquila... tengo muchas cosas en la cabeza, y quiero hacerlo todo Guillermina: ¿Tienes mujeres en tu cabeza? (le guiñó un ojo) M: No, y espero que la vida me trate bien y me deje en paz sobre ese tema. Prefiero dormir sola, vivir sola que mal acompañada Guillermina: ¡Mira la otra! Y a mí que me den por culo ¡bueno... es un decir...con la pedazo almorrana que tengo! M: Prrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr (no pudo retener el café en su boca y terminó por arrojarlo con una pedorreta) En el hotel, Cruz observaba atenta a Esther, sus colores rojos en las mejillas habían desaparecido como lo había hecho la fiebre, había pedido el desayuno y una vez lo subieran la llamaría para que tomara la medicación. Al verla removerse en la cama sonrió con ternura infinita C: Buenos días pequeña E: ¡Oh! (se quejó) C: ¿Cómo estás? E: Tengo la sensación de que me ha pasado un camión por encima C: No me extraña, has llegado a cuarenta de fiebre con una facilidad insultante (le sonrió acercándose hasta la cama, al ver cómo iba a apartar la sábana le dijo con el ceño fruncido) ¿Dónde vas? E: Tenemos una reunión

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C: Tranquila, la he anulado, creo que hoy deberías estar en la cama sudando E: Odio estar en la cama C: La vida es dura, sí (entonces llamaron a la puerta). Mira, nuestro desayuno E: Cruz... no puedo fallar... (entonces recordó la visión de Maca y se mordió la uña C: No te muerdas las uñas E: ¿Dije muchas tonterías? C: No, dijiste verdades... a ver mi niña que te deje la bandeja E: Me duele la espalda C: Ahora después de desayunar, te vas a la ducha y con agua caliente trataremos de relajarla, luego te daré un masaje ¿vale? (le dejó un beso en la frente). Desayuna Esther le hizo caso, mientras la voz de su amiga Sandra haciendo referencia a Cruz aparecía en su mente Eran las cinco de la tarde cuando Maca acompañada por Teresa y una agotada pero encantada Guillermina, llegaban al faro. Maca había hecho tantas compras para todos y para cambiar el faro que ambas mujeres estaban rendidas T: No me noto los pies (decía quitándose los zapatos de tacón) M: Te dije que fueras con zapato cómodo Guillermina: ¡Y si la veía Jesús por ahí sin sus tacones! Noooooooooooooo ella no puede ir como el resto de mortales femeninas, ella debe ir impoluta T: ¡Deja ya de chincharme! (se frotaba sentada en el sofá los dedos de los pies) M: Bueno... os dejo que he quedado con la hija de la tía Paula. No creo que tarde mucho, aunque como sea igual que la madre, no sé yo. Adiós hermosuras T: No sé que es peor, si verla de capa caída y enfadada como estos días atrás o verla como la veo ahora Guillermina: ¡Cómo voy a ver las pornos en esa televisión que me ha comprado! ¿Cuánto era... cien pulgadas? T: ¡Qué animal eres! (Guillermina reía a carcajadas mezclando como era habitual en ella grandes toses.)

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Durante la tarde, Esther estuvo en un duerme vela constante, unas veces se despertaba y tenía a Cruz a su lado, en otras la escuchaba hablar por teléfono, y cuando lo hacía era sobre ella. La voz de Sandra le recordaba que tenía mucha suerte de haberla encontrado, con una sonrisa se abrazó algo más a la almohada, era cierto, la había cuidado y mimado como nadie hasta ese momento, no le había reprochado su poca cabeza del día anterior aguantando bajo la lluvia por ver a Maca, estaba junto a una mujer única, y lo mejor, una mujer que le daba la libertad que ella necesitaba para sentirse viva. No podía perder el tiempo pensando en quien había perdido, no podía dejar que el pasado inundara su presente, lo había conseguido junto a Maca, había conseguido que al estar a su lado Lidia fuera saliendo poco a poco de su rabia y su rencor, estaba segura que podría conseguir que al lado de Cruz, pudiera ir saliendo del amor hacia Maca E: Soy imbécil... pero puedo dejar de serlo. ¡Cruz! (la llamó a voz en grito) C: ¿Qué te pasa? E: Deja de hablar por teléfono, desconéctalo y acuéstate, quiero abrazarte y que me abraces C: Joder... que susto me has dado (decía mirándola algo contrariada) E: Deja de trabajar, necesito sentir tu calor a mi lado C: Eres tremenda (sonrió ampliamente mientras se desnudaba) E: Se me ha ocurrido algo (decía con sonrisa traviesa) C: Estás convaleciente (le respondía con la misma sonrisa) E: Alarguemos un poco mi enfermedad y... perdámonos en algún maravilloso valle de Asturias, tú y yo solas 17 Marzo 2006 En Madrid, Claudia preparaba su maleta, había elegido un traje chaqueta con pantalón, un top escotado que resaltaba sus preciosos pechos, sonreía al recordar el comentario de Guillermina cuando habló con ella “tú ponte guapa, pero sobre todo, escotada que con dos copas de vino se te pasa el frío” recordaba su cargada carcajada, sus toses y como por detrás de su voz aparecía la de una exaltada Teresa como siempre riñéndola La boda era al día siguiente y que decir que cuando su avión despegó, unas ciertas cosquillas inundaron su estómago. Había hablado con Maca una vez por teléfono, le había llamado para preguntarle por un tipo de alarma que quería poner en el faro, pero de ahí pasaron a hablar de mil cosas que no tenían nada que ver con la alarma y cuando miró la pantalla de su móvil, se dio cuenta que había pasado una hora y media En el aeropuerto le esperaba Jesús, el hombre serio, sobrio a la horade vestir, y parco en palabras, se había convertido en un manojo de nervios que no paraba de hablar durante

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el camino. Claudia lo miraba sonriente sin duda se mostraba feliz, risueño aunque atacado de los nervios. Al llegar al faro, Claudia volvió a sentir de nuevo las cosquillas, bajó y vio a Guillermina con su brazo ya totalmente recuperado esperándola en la terraza, aquella mujer era de hierro, Claudia llevaba abrigo y bufanda, Guillermina llevaba tan solo un poncho de lana. Al verla la saludó con la mano y oyó como avisaba a las otras dos que la invitada de honor había llegado T: ¡Claudia! (exclamó feliz y al ver a Jesús se le escapó una sonrisita nerviosa) ¡Pero qué guapa estás! Claudia: Hola futura esposa... ¡tú tampoco estás nada mal, eh! (reía divertida) Guillermina: ¡Hola Nervios de Acero! Claudia: Águila rosa (se inclinó levemente para después abrazarla). ¿Qué tal tu brazo? Guillermina: Bien recuperado... no podía posar para las fotografías del Hola con una vendita, me quita glamour Claudia: ¿Del Hola? (las miró alternativamente inquieta) T: ¡No le hagas caso! Pasa... pasa... Al hacerlo, Claudia miró embobada todo lo que ante sus ojos aparecía, aquel faro no tenía nada que ver con el que había visitado la última vez Guillermina: Mira... qué le vamos a hacer... Maca que para aplacar su dolor no se le ha ocurrido nada mejor que cambiar todo de arriba abajo, tenemos calefacción centralizada, sofás nuevos, dos sofás de masajes... ¡tengo una televisión en mi habitación que ni te cuento como se ven... T: ¡Guillermina! (la riñó) Guillermina: Ya te contaré cuando estemos solas (le dio un leve codazo) T: ¿Te gusta? Ha sido un cambio radical, y récord, porque era ella ¿eh? Que a otra persona no le hubieran conseguido muebles y todo tan rápido Claudia: ¿Y dónde está? Guillermina: En su nuevo trabajo... ya te contará Jesús: Hola (apareció con la gorra en sus manos mirando embobado a Teresa). Ya he llevado las cosas a tu habitación, Claudia Claudia: Gracias, no hacía falta

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Jesús: ¿A qué hora tengo qué venir? Guillermina: Mira Claudia, esto es uno de los efectos secundarios que tiene estar enamorado. Se está lelo, Jesús siempre fue un hombre cabal, y ahora míralo... que lastima T: A las ocho y media, corazón Guillermina: Y he aquí lo que es ser una mujer enamorada, ¡más cursi que la señorita Francis! Jesús: Bueno... pues en punto estaré (sonrisa amplia y fresca como el día) T: Estupendo... voy a acompañarte Claudia: Que enamorados están Guillermina: Más bien... que chochos están. COFF... COFF... COFF... COFF ¡Otia que manera de toser! Claudia: ¿Entonces Maca está mejor? Guillermina: Tiene sus ratos, pero al menos intenta ocupar su tiempo, mira...ahí viene Claudia se giró y la vio entrar con la melena al viento, con una sonrisa que podía marear a cualquiera y un aire totalmente renovado. Se quedó sin palabras al verla con un plumífero morado y unos vaqueros desgastados, aquella distaba mucho de la Macarena Wilson que conocía. Guillermina le dio un codazo y le dijo bajito Guillermina: Cierra la boca M: ¡Claudia qué alegría verte! (le dejó dos frescos besos en las mejillas) ¿Ha ido bien el vuelo? tenemos mucho viento Claudia: Sí, sí, todo bien. Se movió un poco a la hora de aterrizar M: Me alegro, me alegro que estés aquí (le sonrió amablemente) Menos mal que mañana ya se casan, porque la entrada estaba perdida de babas Guillermina: Lo que daría por estar mañana en esa habitación (decía con gesto malévolo mientras levantaba las cejas) Ajena a todo cuanto pasaba en el faro, Esther se encontraba con Cruz en Madrid, tras dejar Santiago y pasar unos días en una cabaña perdida de Asturias, les había tocado volver porque lo que iba a ser un reposo se convirtió en un infierno, había tenido que suspender parte de las firmas porque el catarro se había complicado con una bronquitis que le había hecho pasar gran parte de los días en casa recluida. Cruz tenía un pequeño apartamento que utilizaba cuando iba a la capital. Les había servido de nido de amor, durante esos días, Esther había alucinado con una Cruz totalmente diferente de lo que la

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tenía acostumbrada, cocinaba, limpiaba, le preparaba baños y estaba pendiente de ella. Habían pasado los días viendo películas en blanco y negro, compartían gustos por los mismos artistas y hasta por las palomitas, habían sido unos meses de desconexión total C: Bueno cariño, ya tengo los billetes para Sevilla E: Me encanta esa ciudad (sonrió mientras separaba el ordenador de su regazo) Es mágica C: Sí. Estaremos una sola noche porque después vamos a Málaga E: Preciosa también mmmm (hizo un sonido gutural mientras abrazaba a Cruz y le hacía recostarse sobre ella) Pero no tanto como tú C: Esther... estamos trabajando E: Pero tengo ganas (le mordió suavemente la oreja) C: Después E: No seas mala, morena mía (la miraba lascivamente) O mejor, se muy mala C: Eres mi perdición ¿lo sabías? (le pasó el mechón de pelo que se había soltado de su moño por detrás de la oreja) E: Sí, lo sé, como tú eres la mía Algo en aquella relación había cambiado desde la estancia en Santiago, sin duda, Esther recapacitó sobre sus emociones hacia Maca, allí estaban presentes si pensaba en ella pero poco a poco iba cada día tratando de controlarlas, sabía que estaba retirada del mundo de las letras, sabía que la prensa la había dejado tranquila, habían nuevos cotilleos a los cuales hacer referencia, ellas habían pasado de moda. Sin embargo, había una parte en ella que le hacía sentirse responsable de lo que había sucedido, la mejor escritora que había, la mejor comunicadora y la que mejor manejaba las palabras, había dejado de hacerlo por la relación que habían tenido, ella que no creía en Dios, le pedía fervientemente que le diera fuerzas para volver, solo así, el día que viera a Maca sonreír de verdad, podría quitarse la losa que llevaba en su corazón y de la cual no hablaba ni siquiera a Cruz. Era peor que el rencor hacia Lidia, era mucho peor aquel sentimiento de verdadera culpa por abandonarla, no servía porque lo había hecho, lo había hecho y no podía dar marcha atrás aunque siempre estuviera en su corazón En el faro, Claudia acompañaba a una Maca rebosante de fuerza, de ánimo, tanto que parecía que ella misma estaba apaciguada en un mundo totalmente diferente. ¿Estaba mostrándose como realmente se sentía o era nada más que una manera de disimular? No sabía responder la pregunta pero tampoco iba a pensar demasiado en ella, Maca estaba feliz y era lo que importaba

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Maca había dejado el jeep que se había comprado a los pies de una montaña, Claudia vio que había un camino un tanto encharcado porque había estado lloviendo, se puso las botas que Maca le dejó y la siguió, a los pocos metros vio una puerta enorme y dos muros a los lados, sobre la puerta un letrero que anunciaba un refugio de animales llamado “Refugio Guillermina” estaba asombrada por lo que veía, no esperaba que Maca estuviera volcada en ese proyecto, no sabía que le gustaban los animales, aunque en su casa recordó en aquel momento haberla visto mirando la fotografía de su gata que había tenido que sacrificar hacía unos años M: Adelante, bienvenida a mi refugio Abrió la puerta de madera y ante ellas un inmenso jardín repleto de césped vallado, a la derecha estaba construyendo lo que parecían oficinas, y al adentrarse en un pasillo donde habían plantado a ambos lados del camino grandes sauces llorones, se encontraba en forma de un enorme cuadrilátero un montón de casetas M: ¿Qué te parece? Claudia: Es increíble... he visto refugios y hasta he clausurado alguna perrera por las condiciones lamentables en que se encontraban, pero esto... esto es algo maravilloso (decía asombrada mirando a su alrededor) M: Aún hay más. Ven Se le notaba alegre, feliz y sobre todo se le notaba viva, sus ojos chispeaban de satisfacción conforme iba explicándole como iban a trabajar, le describía los lugares que habían para que iban a ser utilizados, hablaba con esa ilusión innata en alguien que está haciendo algo que durante muchos años lleva pensado M: Esta es la parte que menos me gusta pero, también forma parte de la vida. El tanatorio Claudia: No lo parece, es una construcción bastante moderna y alegre M: Sí, no quiero que cuando un animal deba marcharse para siempre lo haga en un lugar lúgubre. Quiero que se sientan respetados y acogidos los familiares. Detrás en lo que es la montaña hemos decidido que aquellos que quieran enterrar a sus mascotas lo podrán hacer en plena naturaleza, hemos hecho un camino y a ambos lados hay terreno para ellos Claudia: Veo que vas a conseguir tener un hermoso lugar hasta para decir adiós (le sonrió de lado) M: Estoy ilusionada, quiero dar vida a los perros y gatos abandonados, vamos a crear una Web donde podamos darlos en adopción, siempre soñé esto, siempre soñé tener un lugar donde poder acogerlos y darles refugio, darles una nueva esperanza de vida, una segunda oportunidad (miraba alrededor todo verde, con el olor clásico a tierra mojada, sus ojos captaban todo el espacio que había comprado) Luis nunca me dejó, pero ahora

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soy dueña por primera vez de mi dinero y es lo primero que he hecho, hacer realidad mi sueño Claudia: Enhorabuena Claudia le sonrió abiertamente sabía que en ese momento Maca estaba realmente orgullosa de sí misma Claudia: ¿Y escribir? (le preguntó al ponerse a caminar) M: De momento tengo esto, y siempre dije en mis clases que escribir es un placer si se vuelve una obligación no puedes entregar lo mejor. Y ahora mismo sería una obligación, escribo cosas, pero nada que pueda ser publicable, claro Claudia: Sería una lástima que no volvieras a deleitarnos con tus palabras M: Algún día (sonrió de lado) Mira desde este punto se ve el mar Claudia: Es cierto... que belleza (susurró viendo la espuma del mar golpeando bravamente las rocas) M: ¿La has sacado de tu corazón? (Claudia la miró sin entender las palabras que había pronunciado tras unos segundos de silencio) A Esther Claudia: Sí, Maca, Esther formó parte de mi vida pero el tiempo pasa y vas pasando páginas, fue difícil, pero ni me arrepiento de lo que hice con ella ni pienso que hubiera sido mejor no vivirlo, pasó y ya, ni siquiera lo recuerdo M: Volvamos que Teresa debe estar atacada Claudia: Maca... es normal que pienses en ella, es lógico, cuesta pero pasa M: Gracias La hora de la cena llegó y todos estaban encantados, la hermana de Jesús se mostraba muy unida a Teresa que se deshacía en halagos y en atenciones a su hermano, Guillermina chinchaba lo justo y necesario para arrancar más de una carcajada a Maca y Claudia que se habían sentado juntas y parecía habían cuajado bastante bien, nada que ver con los días que coincidieron en Madrid T: Voy a hacer el café Adela: Te ayudo cuñada M: Yo también (dijo Maca acompañada por Claudia pero antes deponerse en pie Jesús las detuvo)

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Jesús: No Maca, dejarme que voy a retirar yo los platos, mi hermana me ha dado una charla de más de veinte años de mi vida sobre la igualdad entre hombres y mujeres (les guiñó el ojo divertido) M: Es un sol Claudia: Creo que son una pareja maravillosa Guillermina: Venir aquí (les hizo acercarse más hacia ella) Son una pareja maravillosa pero a Tere, mi Tere, le hacen falta unas clases más intensivas, os pediría que cuando todos se vayan vosotras desaparezcáis, en mi televisión de setenta y ocho pulgadas... M: Tata... que eso no existe Guillermina: ¡Calla boba! (sonrió con una divertida malicia) Pienso ponerle una porno que vamos se les puede contar los pelos del... M: ¡Tata! (le riñó escandalizada mientras Claudia reía divertida) Guillermina: Maca que esta mujer mañana se nos desmaya (le decía más escandalizada todavía mientras Claudia se había echado hacia atrás muerta de risa) Maca que tiene sesenta años y en su vida ha visto a un tío desnudo... ¡qué es virgen! La virgen del Carmen creo que es... T: Anda... mira... ahora Guillermina hablando de vírgenes Guillermina: Sí hija (entonces sacó un enorme puro de debajo de la servilleta) T: ¡Guillermina! ¡Deja el puro! Mira tus pulmones... están destrozados con esas toses que no dejas dormir a nadie (le decía puesta en jarras mirándola desafiantemente) Guillermina: Querida Teresa... hoy me dejas tomarme este puro a vuestra salud porque la mía está muy jodida. Aunque tampoco me quiero morir sin ver a mi niña casada y bien casada. A poder ser, verle con un retoño M: Tata (le riñó divertida) No fumes... anda... haz caso a Teresa Guillermina: Ni que fuera una niña pequeña, ¡anda y sirve el café! Saca también el coñac, ¡y vamos a vivir la vida qué es hermosa! COFFCOFF COFF COFF... ¡y viva la tos, otia! COFF COFF COFF Durante dos horas estuvieron reunidos junto al fuego de la chimenea, hablaron de la boda, trataron de sacarle a Teresa como iba a ser su vestido, a Jesús como iba a ser el suyo, y a la madrina Guillermina no hubo manera de sacarle si finalmente iba a llevar o no mantilla con teja. Aunque esa opción era una clara apuesta por todos los presentes. El momento del adiós se acercaba, la boda iba a ser a las dos de la tarde en la iglesia y la celebración sería en el jardín del faro donde Maca había instalado una enorme carpa. Claudia que se sentía tan integrada en aquella familia se mostraba involucrada con ellos, reía divertida y a hurtadillas miraba a una Maca que se le había borrado de su expresión

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el dolor, sus ojos brillaban cuando hablaba de su refugio pero también cuando hablaba de la boda de Teresa que tan importante era para ella Adela: Jesús... tendremos que irnos ¿no crees? Jesús: Sí, será lo mejor M: ¡Un momento! Antes de iros tenemos que daros una cosa, sé que los regalos ya los tenéis, pero nosotras queremos entregaros algo en lo que también hay que decir ha participado Claudia y Adela (sonreía mientras los miraba alternativamente) T: Miedo me dais (como estaba sentada junto a Jesús se apoyó sobre el hombro de su hombre y éste, le pasó el brazo como si así la protegiera de todo mal) Guillermina: Quita esa cara de miedo ¡mujer! (le dijo Guillermina mientras Maca acercaba una caja con cientos de dibujos de mariposas) Yo hubiera querido otra cosa pero no me han dejado, todo hay que decirlo T: Gracias chicas por impedírselo Claudia: De nada, nos costó no vayas a creer (añadió con una sonrisa en su rostro Claudia) M: Aquí tenéis, con todo nuestro amor y todo nuestro cariño Jesús abrió con sus grandes manos el enorme lazo rosa que había en la caja, después la abrió con cuidado ante los rostros de expectación de todas las mujeres que los miraban ansiosas. Teresa metió la mano y allí había una caja más pequeña y un sobre T: ¿Qué abrimos primero? (preguntó con nerviosismo) M: Mejor la caja T: ¡Qué nervios! (decía con sus ojos brillantes como estrellas en la noche) Jesús: Tere por favor date prisa que hasta yo me estoy poniendo nervioso Adela: ¡Ese es mi hermano! (dijo orgullosa Adela) T: Unas llaves (murmuró mientras tanto ella como él las miraban expectantes) M: Son las llaves de vuestra nueva casa, hemos echado todo a bajo en lo que fue la casa de Guillermina en el pueblo Guillermina: ¡Hasta la han desinfestado de mis aires! (dijo abriendo los ojos como platos y un gesto de seriedad digno de cualquier artista de cine) T: Pero...

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Jesús: Maca me dijiste que... M: Sé lo que te dije, que te encargaras de las reformas como si fuera para ti que era una sorpresa para Guillermina, ¡no podía decir otra cosa! (se mostraba encantada con la situación) T: Dios mío... pero... eso es... Adela: Maravilloso, yo he puesto un poquito de cordura a las barbaridades ambientales que quería mi hermano, una cabeza de jabalí no es el mejor cuadro hijo Jesús: Solo fue una broma (sus ojos se mostraban emocionados) M: Venga... abre el otro... T: ¡Ay señor! (suspiró antes de abrir el sobre) Claudia: Tienes que leerlo en voz alta T: Pasaje para dos personas desde Madrid a París, de París a Roma, de Roma a Viena, de Viena a Berlín, de Berlín a Lisboa, de Lisboa a Nueva York, de Nueva York a Madrid (conforme iba nombrando las ciudades sus ojos se iban abriendo cada vez un poco más, mientras) Jesús cerraba los suyos negando con la cabeza aquella maravillosa locura Guillermina: ¡Cuánta biodramina vas a necesitar Jesús! Guillermina rompió la emoción haciendo que alguna lágrima se derramara por el rostro de todos, Jesús miraba embobado a Teresa que leía mientras lloraba, Maca se mostraba feliz por aquella pareja y Adela no podía reprimir esa emoción de ver por fin en los ojos de su hermano la ilusión de vivir, Claudia observaba a todos y cada uno de los que allí en aquel cálido comedor se encontraban, recordaba los momentos en su cocina con los nervios destrozados por Maca, con miedo, con temores y estaba segura que la vida les había recompensado por todo el sufrimiento que habían compartido, y justo en ese momento, el dolor de entonces, había dejado paso a la felicidad Tras aquellos instantes de emoción, se despidieron de Jesús y Adela que volvían a su casa, Teresa fue quien les acompañó hasta la puerta, aún le temblaban las manos, se mostraba tan nerviosa, no acertaba a pasar la cadena de la puerta, al girarse exhaló un profundo suspiro mientras se encaminaba de nuevo hasta el comedor, allí ya nada más estaba Guillermina que la miraba con gesto de pillina, una sonrisa más bien maliciosa y algo escondido bajo su poncho. Cuando se lo enseñó, los ojos de Teresa casi caen sobre la alfombra y en voz baja pero chirriante le dijo: T: MUJERES VICIOSAS... GUILLEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEERRR 18 Marzo 2006

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El AVE llegaba a Sevilla desde Madrid, en la estación un taxi esperaba a la famosa escritora Esther García y su representante. Las llevó hasta el hotel Monte Triana, donde tuvieron un almuerzo de lo más ameno con unas fans de la escritora y de una locutora de radio que por la tarde iba a hacerle la entrevista. Fue divertido, Esther se sentía especial hablando con aquellas chicas que la escuchaban atentamente, mientras ella explicaba cómo se habían ido transformando sus sentimientos tras conseguir, después de años de lucha, publicar su novela. Por un momento le llegó a su mente alguna imagen de cuando atenta seguía las explicaciones de Maca en Valencia, al hacerlo, por primera vez desde que le habían dado el premio, se sintió realmente escritora Una vez llegaron a la habitación, Cruz la miraba orgullosa y sonriente E: ¿Qué? C: Te adoran E: Oye... una tiene su puntito ¿no? C: No cariño, lo tuyo no es un puntito, lo tuyo es un puntazo (entonces dio una gran carcajada) ¿Vas a salir esta noche? E: Sí, ya te comenté que tenía una amiga médico aquí en Sevilla y nos ha invitado a cenar C: Bueno, pues entonces irás tú, yo voy a tratar temas de trabajo E: ¿Con quién? (le preguntó mirándola fijamente) C: ¿Recuerdas cuándo estuvimos en Santiago que había gente interesada en hacer una película de tu novela? La que te plagió Luis E: Sí (contestó con rapidez mientras la miraba fijamente) C: Pues con ellos. Hay un certamen de cortometrajes y la gente que estaba interesada están aquí porque han presentado un proyecto a concurso, y quieren hacerme una propuesta. En un principio son temas agobiantes para ti, ya sabes tantos por cientos y demás, si llegamos a un acuerdo, entonces iremos juntas a la reunión donde tú tendrás que decidir con ellos como escribir el guión. Parece ser que de entonces a ahora, han habido cambios E: Está bien, lo dejo en tus manos. Pero me hubiera gustado que conocieras a Maribel C: Mañana me la presentas E: De acuerdo. Otra cosa (la llamó una vez Cruz se había dado la vuelta) C: ¿Qué? E: Necesito algo

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No cruzaron más palabras, Esther se lanzó a los labios de Cruz y ésta la recibió como siempre hacía con anhelo, se les pasó la hora de la comida pero no la echaron de menos 13:30 FARO Guillermina: ¡Tereeeeeeeeeeeeeeeeeeeee date prisa coño que no creo Jesús esté para muchas esperas! (gritaba Guillermina desde el primer peldaño de la escalera, llevaba un vestido verde botella con teja y mantilla negra que escondían su moño perfectamente hecho) Macaaaaaaaaaaaaaaaaaaa Claudia: ¡Ya... ya... ya... no grites más Guillermina! ¡Y dicen que tienes mal los pulmones! (aparecía bajando las escaleras Claudia con un traje chaqueta rojo burdeos y un top de lentejuelas del mismo color un poco más intenso) Guillermina: Pamplinas para joderme con mis puros Claudia: ¿Qué tal anoche? Guillermina: De fábula (le guiñó un ojo) Empezó con los ojos cerrados, la mano puesta sobre ellos, primero se abrieron dos deditos y vio algo, después ya vio el resto Claudia: ¿Y? (la miraba entre intensamente y divertida) Guillermina: Resopló febril (Claudia soltó una gran carcajada) Me gusta ese top, te marca bien las tetas M: Venga Teresa que estás monísima (Claudia se sintió salvada por la campana con la presencia de Maca) T: No sé Maca... no sé... (respondía dubitativa sin bajar.) Guillermina: ¡Baja leñe que ya te digo yo como estás! Teresa llevaba un traje chaqueta de falda blanco roto, un pequeño tocado en la cabeza y un ramo de violetas que eran sus favoritas, pero lo mejor era su cara de susto Guillermina: Mírala no se le ha quitado esa cara desde anoche y eso que le dije que la mayoría de las posturas no las harían que no están en edad (le decía tras un codazo a Claudia que miraba a Maca con la boca entreabierta) Está guapa ¿eh? Claudia: Mucho, sí (la miró y tras un leve carraspeo agregó) Teresa, muy guapa Guillermina: Ah Teresa, también, sí M: Bueno... ya estamos todas preparadas, me ha llamado Adela que el novio está listo y que ella venía hacia aquí, está un poco nerviosa. Tata que guapa estás, de verdad

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Guillermina: Gracias hija, me he puesto un pañal doble para que cuando me mee de emoción no se note mucho T: ¡Guillermina, por Dios! Guillermina: No falla, no hay nada como que yo hable para que ella salte M: ¿Cómo la veis? Claudia: De verdad Teresa, he visto muchas novias, y te aseguro que tú estás guapísima T: Gracias Claudia, pero... realmente... ir a vuestro lado es una puñalada trapera Guillermina: Gracias Tere, sé que estoy irresistible M: ¡Adela! (exclamó al escuchar el timbre) Claudia la vio marcharse y suspiró, realmente estaba hermosa, llevaba un vestido de gasa rosa que la favorecía enormemente. Guillermina carraspeó y Teresa se percató de aquel gesto de la policía Adela: ¡Llego a tiempo! (exclamó con un entusiasmo total) ¡Dios mío Teresa pero qué guapa estás! Mi hermano se desmaya fijo T: ¡Ay Adela que nervios! Todo me da vueltas (de repente parecía caerse) Guillermina: ¡Otia que no llega al altar! M: Vamos Teresa cálmate por favor (la había cogido por la cintura mientras a la mujer le temblaban las piernas) Claudia: Voy a por agua Guillermina: Mejor un trago de ginebra. ¡Leñe Tere que me he gastado media pensión con el traje! T: Ya... ya... ya... (hacia movimientos con el cuello mostrando su nerviosismo) M: Venga cariño que todo va a ir muy bien (Maca le había cogido por los hombros y la miraba fijamente con una luz en sus ojos) Eres una mujer que se merece lo mejor, y por una vez en la vida, veo que se cumple T: ¡Ay Maca! (suspiró frunciendo su ceño) Adela: Venga... vamos a darle lo nuevo, lo viejo y lo prestado (decía con gran alboroto Adela que se mostraba realmente feliz con la boda de su hermano) M: Claudia y yo te vamos a dar lo prestado, a ver...

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Claudia: Toma... M: Luego nos las tienes que devolver que dicen que eso trae suerte T: ¡Unas ligas! ¡y rojas! Guillermina: Como tus mejillas en este momento y anoche, ¡clavaitas! (con la mirada Teresa la mandó callar) Adela: Ahora yo te doy lo viejo, y te lo doy con una felicidad que no sé como medir, esta medalla era de mi madre, es la virgen María v la llevé yo en mi boda y me dijo que la llevara mi hija en la suya, si mi madre viviera, estaría tan orgullosa de ti, que estoy segura te la entregaría ella misma (los ojos conforme hablaba se le fueron llenando de lagrimas) T: Gracias Adela, de corazón, gracias (se abrazaron mientras Guillermina trataba de disimular su emoción) M: Tata te toca a ti lo nuevo (le dijo dándole un pequeño codazo) Guillermina: ¡Carallo es que la vejez es fea, se me caen los mocos tras este momento! (Maca le alcanzó un pañuelo mientras sonreía) Toma cariño... sé que lo vas a necesitar y... quiero lo mejor para ti y que sea muy especial (le entregó algo bastante raro que parecía un frasco) T: ¿Y esto? (la miró sin entender muy bien, pero Claudia que se dio cuenta de lo que era tuvo que taparse la boca con la mano para no explotar en una carcajada) Guillermina: Es cremita para la noche de bodas, para que la entrada no sea traumática T: ¡¡¡GUILLERMINAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!! Guillermina: COFF COFF COFF COFF COFF ¡QUÉ ME MEO! 14:00 IGLESIA En el altar Jesús esperaba que la novia, que acababa de llegar en un hermoso Rollynce Rolls blanco, entrara. En el primer banco, Maca y Claudia le habían hecho una señal sobre lo bien que estaba, el hombre carraspeó un poco, su hermana que era una de las madrinas, se encontraba a su lado con gesto repleto de orgullo, y cuando empezó a sonar el órgano, toda la gente del pueblo que había sido invitada se puso en pie ansiosos por ver a la novia unos, pero también casi todos por ver a la madrina de la novia. Con el paso perfectamente en concordancia Teresa y Guillermina se dirigieron hacia el altar donde Jesús miraba emocionado a la mujer que iba a compartir su vida, la vio hermosa, parecía una princesa “será la madastra de la princesa” Guillermina dixit por supuesto. Llegaron ante la sonrisa emocionada de Claudia y el gesto repleto de felicidad y emoción de Maca. Teresa les miró realmente dichosa. Al llegar al altar, Guillermina le dijo a Jesús Guillermina: Aquí te entrego a la moza, espero seáis intensamente felices

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Durante la ceremonia fueron varias veces las que la pareja se miró intercambiándose sonrisas cómplices repletas de cariño, otras veces Guillermina miraba de reojo hacia el banco donde estaban Maca y Claudia, una de esas veces, sus ojos se dirigieron hacia la imagen que había de Jesús y le habló mentalmente Guillermina: (“Mira majo, sabes que no soy muy de rezos, bueno tampoco te voy a engañar, las cosas claras, te di de lado hace muchos años pero aquí estoy con mantilla y teja, más fiel no puedo ser, sé que no debería pedirte nada pero dicen que a los que no creemos tendrías que hacer milagros gordos para quela Fe nos invada, yo te digo, que si haces que mi Maca vuelva a ser feliz, vendré y no te haré una novena, no, te haré una visita diaria hasta el día que me muera, porque ese día, el día que la vea feliz junto a una mujer, y ésta que tengo detrás es la ideal, te lo digo más que nada no te me vayas a equivocar y me mandes a la que no es, que el punto de mira que tú debes tener por las mujeres no debe ser el ideal, pero ese día ya me podrás llevar contigo y haré las penitencias que quieras en el cielo, bueno... aunque... con la vida que he llevado igual me mandas al infierno ¡ah no... ahí no que estará Luis! Mejor me haces angelito y te prometo que haré todo lo que me pidas, pero por favor... haz que mi niña sea feliz tal y como se merece. ¿Ahora tengo que decir amén? Pues hala, Amén”) 15:30 FARO Todos esperaban expectantes la llegada ya de los recién casados, unas gaitas amenizaban la espera, los camareros repartían la bebida así como canapés, todos hablaban especialmente de lo bien que estaban los novios, pero también, de lo recuperada que estaba Maca, todos coincidían que no tener a Luis a su lado le había hecho hasta rejuvenecer M: Ha sido maravillosa, una boda espléndida (dijo radiante) Claudia: Sí, la verdad que ha sido muy emocionante (miraba el mar desde dentro de la carpa donde estaba ubicado el convite) M: Me alegro tanto por Teresa Claudia: Se nota que te quiere como a una hija, me lo demostró durante todo el tiempo que estuviste fuera M: Ahora que dices eso, nunca te he agradecido tanto tu visita a Escocia, que por cierto pensé que me moría del susto (sonrió graciosamente) como lo bien que me cuidaste a mi familia en mi larga ausencia Claudia: No me debes nada, lo hice muy a gusto y mira, la que debería agradecerte todo esto soy yo, gracias a tu familia estoy en esta fascinante boda M: ¿Tú piensas casarte? Claudia: No entra dentro de mis planes, de todos modos... no hay ley que me permita casarme

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M: Espero que esa ley llegue algún día Claudia: ¿Y tú? M: En mis fantasías cuando estaba en Aberdden soñaba todos los días que llegaba a España, me reencontraba con Esther y volábamos a casarnos para huir solas a un lugar donde nadie nos conociera (miraba su copa de vino mientras sus ojos se habían ensombrecido y su gesto se había amargado) Claudia: Nunca es tarde M: Sí lo es, hay cosas que son demasiado tarde para rehacer, yo no me creo capaz de estar al lado de una mujer que le aterra el compromiso Claudia: ¿Eres una lesbiana con mente hetero? (le preguntó sonriendo) M: Ahora que lo dices... sí (afirmó tajantemente con la barbilla mientras reían juntas) Claudia: Y dime una cosa... ¿has pensando en tener hijos? M: Eso sí es un imposible para mí, no puedo tras el aborto que tuve Claudia: Bueno... pero como mi padre me dijo cuando le confesé que era lesbiana, ¡si no es una es otra y tiene más posibilidades de ser abuelo! Ambas reían divertidas en una charla amena cuando avisaron que los recién casados llegaban Entre un pasillo de velas blancas y violines pasaron primero las madrinas que no paraban de hablar, tras ellas a una prudente distancia la pareja que por su rostro podía decirse que estaban rozando la gloria -: ¡VIVAN LOS NOVIOS! (gritaron) -: ¡VIVA! (respondió la gente) Teresa se mostraba sonrojada pero feliz, Jesús orgulloso y tan feliz como su mujer. Los violines tocaron la marcha nupcial y al entrar a la carpa un camarero les dio las respectivas copas para brindar. El silencio fue protagonista Jesús: Gracias a todos Adela: Que seco es, por Dios, yo ya lo daba por perdido (murmuró su hermana a Guillermina mientras la gente aplaudía y brindaba con ellos) Guillermina: Seco pero maravilloso Los besos se fueron intercambiando, Teresa besaba a gente que no conocía y se dirigían a ella diciéndole, soy el frutero, soy la lavandera, soy el panadero, ella feliz agradecía a

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todos que estuvieran allí, pero cuando más feliz se mostró fue cuando Maca la esperaba con aquella sonrisa tan angelical que le llenaba el alma de felicidad M: Te deseo todo lo mejor, Teresa, te quiero T: Maca... mi Maca... yo también te quiero... muchísimo M: Lo sé Guillermina: ¡Ay el rimel Teresa con lo que ha costado pintarte! T: ¡Ven aquí cascarrabias que te de un abrazo! Guillermina: Pero sin apretar mucho que mis tetas ya no están acostumbradas a tanto meneo T: No cambies nunca... (le susurró mientras la abrazaba con infinito cariño) Guillermina: Mujer, nunca como nunca... me queda poco tiempo ya pa cambiar ¡carallo! T: Tú ya me entiendes Guillermina: ¡Y eso que no has bebido aún! Claudia: Teresa felicidades T: Gracias guapa, gracias por venir, eres muy importante para mi familia, ¿lo sabes, verdad? Claudia: Gracias 17:00 CARPA EN EL FARO Llegó el momento de partir la tarta, la velada había sido divertida, los novios se habían besado tantas veces habían demandado, la gente se mostraba tan feliz que en aquel lugar podía palparse la felicidad. Las gaitas tocaron mientras cortaban el primer trozo, tras la tarta y una vez todos tuvieron su plato delante, Jesús se levantó Jesús: Un momento por favor, quería dar las gracias a Maca y Guillermina por todo cuanto han hecho por mi mujer (hizo una pequeña reverencia) y por mí, gracias sois dos mujeres impresionantes y a las que siempre estaré agradecido .Levanto mi copa para brindar por la felicidad aunque yo ya la viva, al lado de esta preciosa mujer, preciosa por dentro, maravillosa por fuera (Teresa hizo amago de una expresión de vergüenza) Quiero que la vida que nos queda por vivir sea tan intensa y tan maravillosa como este día, y doy gracias a esa vida por traerme a este diamante que tengo a mi lado. ¡Y quiero que lo sepan todos! Amo a esta mujer más que a mi propia vida. TE QUIERO, mi reina Guillermina: ¡Joder y eso que es seco! (le dijo Guillermina a las chicas que reían

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emocionadas) T: ¡VIVAN LOS NOVIOS! (gritó enloquecida Teresa) Guillermina: ¡Ay que ya le ha dado y la lengua veras tú! -: VIVAN (respondieron entre carcajadas el resto) T: ¡Ven aquí pichoncito mío que te voy a comer todo enterito! (le dijo mientras le plantaba un beso que el respetable no pudo más que aplaudir y silbar) Guillermina: ¡EHHHHHHHHHHHHHHHHHH QUE LO AHOGAAAAAAAAAS! T: ¡Ay que ganas tenía! (bebió su copa y mirando a los invitados dijo) Queridos todos, ha llegado el momento de echar el ramo de la novia, altooooooooooooooooo (dijo graciosamente al ver como las mujeres se frotaban las manos) Este ramo que ya pensaba yo no iba a tener la oportunidad de lucir... no por nada.... bueno... ejem... como dice una que yo mesé ¡carallo por vieja y casi chocha! (todos rieron y aplaudieron mientras Guillermina la miraba riéndose divertida) Se lo quiero entregar a una mujer que llamarla maravillosa es poco, genial muy poco, una persona a la que adoro, que me ha enseñado tantas cosas que sin ella no sabría que hacer esta noche (todos silbaron y ella miró a su pichoncito divertida) Querida tata, querida vieja Guillermina, tuve una madre a la que adoré aunque fuera puñetera, pero tú, tú le ganas en todo, principalmente en puñetera (todos rieron, sobre todo Maca que la veía graciosísima) Pero eres un ser excepcional, único, y te debo tantas cosas mi vieja tata... tantas que un simple ramo no puede igualarse a todo cuanto tú me has dado (Guillermina la miraba fijamente con los ojos acuosos) Solo puedo decirte que... te quiero... que soy otra Teresa desde que te conocí, me has hecho mejor y a tu lado me siento capaz de todo, te quiero por cómo eres, por todo cuanto das, por ese pedazo corazón que tienes entre esas tetazas (dijo de carrerilla acompañada por los vítores de todos) Te quiero Guiller... eres lo más importante que tengo en la vida, tras mi pichoncito. Te quiero Todo el discurso lo había hecho mirando fijamente a Guillermina que la tenía a su lado, la mujer se mostraba emocionada y agradecida por las palabras que le dedicaba Teresa, al acabar, se puso en pie y se abrazaron ambas emocionadas por todo cuanto había sucedido T: Y esta noche... pienso dejar bien alto nuestras clases (le dijo en la oreja) Guillermina: ¡Ay joder! COFF COFF COFF COFF (las toses aparecieron en ella) M: ¿Guillermina estás bien? (le preguntó asustada al verla roja como un tomate) T: ¡Guiller! (le golpeó directamente la espalda) Guillermina: ¡Coño menos mal que me quieres! COFF COFF COFF M: Respira tata... respira...

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Guillermina: Si es que esta mujer... esta mujer (decía secándose las lagrimas) -: Que se besennnnnnnnnnnnn (gritaron todos) Guillermina: ¡Ven aquí que en mi vida me ha besado una mujer! Guillermina le plantó un morreo que fue vitoreado por todos con un gran júbilo mientras Jesús y su hermana se reían sin parar, y Claudia fotografiaba el momento Guillermina: ¡A qué me cambio de acera! (les dijo a todos quienes le aplaudían mostrando así el cariño que todos tenían a la vieja tata) 10:45 FARO EN SOLEDAD Los novios se habían marchado a la casita que era de Guillermina y la habían arreglado para ellos dos, los invitados al igual que los novios habían abandonado el lugar y en el comedor junto a la chimenea tan solo se encontraba una Claudia que no paraba de apretarse sus pies. En su mano, una copa de brandy y los ojos cerrados escuchando el ir y venir del mar, en ese instante podía imaginarse allí al calor de un hogar, junto al crepitar de la chimenea y sonriéndole a Maca que se dirigía hacia ella con una sonrisa cómplice, se inclinaba y le dejaba un beso en los labios... Claudia: ¡Joder! (dijo abriendo los ojos y dándose cuenta que estaba sola) M: ¡Por fin la he podido meter en la cama! ¡Qué manera de hablar! (se sentó agotada junto a Claudia en el sofá) Uf... ¡qué manera de protestar! Claudia: ¿Por qué? (le preguntó sonriendo mientras la miraba divertida) M: Porque quería acostarse con la teja y la mantilla, me decía, así si me muero esta noche no me tienen que amortajar (la imitaba graciosamente arrancándola carcajada de Claudia) Claudia: Que buena es, es muy especial esta mujer ¿eh? M: Si te digo algo espero no se lo cuentes (la miró enarcando enigmáticamente la ceja) En las tierras, mandaba ella, si mi padre tenía problema con algún trabajador, iba y le decía. Guillermina tú que conoces a fulanito... mira a ver que me está dando problemas, el fulanito igual media dos metros ¿sabes? Pero allá que iba Guillermina le echaba la bronca y le pegaba una colleja, volvía a casa y le decía a mi padre ¡señor, asunto arreglao! Claudia: ¡Pero qué buena! M: Ya te digo Claudia: ¿Quieres una copa? M: No, no soporto nada bien el alcohol. ¿Te duelen los pies?

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Claudia: Sí, hooooooooooooorrooooooooooooooores (exageró el tono) No estoy acostumbrada a llevar estos tacones M: ¿Te doy un masaje? Claudia: Eh... no... no... mejor si me lo permites, me voy a marchar a la cama, estoy molida M: Te entiendo, son los nervios Guillermina: Tereeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeedaleeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee (se oyó de pronto la voz ronca de Guillermina salir a todo volumen desde su cuarto) M: Está obsesionada con eso, me decía, ¡por qué coño no has dejado un agujero para mí! (se ponía en jarras con el ceño fruncido tal y como lo hacía Guillermina) Claudia: Si cuando se han despedido le ha tenido que decir alguna barbaridad porque Teresa se ha puesto colorada a tope M: Yo también me he dado cuenta Claudia: Espero que le vaya bien porque estaba preocupada con eso M: Pero como va contentita, además, le compré un picardías (dio una palmada acompañada por una carcajada) Claudia: Oye... a ver si te has pasado y el pobre Jesús se nos muere de un infarto M: ¡Es cierto! Que ya tienen una edad (se miraron y rompieron a reír divertidas) 11:00 SEVILLA En el barrio de Triana en un bar de picaditas, Esther estaba encantada con su amiga Maribel, reían y hablaban por igual Maribel: Entonces cuando el tío ya estaba muy pero que muy seguro de que me tenía en el bote le suelto solo hay un inconveniente, me mira serio y me pregunta ¿cuál? Digo ¡qué soy bollera! Sí ¿eso es el nombre despectivo que tú usas contra la vigilante, no? Entonces me levanté emulando a las Chicas de Oro en aquella escena donde Dorothy hablaba a todos los del restaurante, y dije: Señoras y señores, el hombre de la mesa de la esquina, sí ese que está solo, es homófobo y además, impotente E: No me lo puedo creer (decía después de recuperarse de la risa) Maribel: Mira... debiste verle la cara, vamos que el tema se le debió bajar rapidito E: ¡Qué bruta eres! Deberías tener cuidado eres toda una eminencia, doctora

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Maribel: ¿Y? Lo he tenido, he cogido mesa en el reservado no puedo permitir que me vean cenando con la mejor escritora del momento (decía exageradamente) E: ¡Tonta! Maribel: ¡Ay Esther! Cuanto nos hemos divertido, ¿verdad? E: Sí, la verdad que sí Maribel: Creo que fui una mala influencia... nunca debí presentarte a Lidia E: Eso es agua pasada Maribel: Oye... por cierto, han abierto un local impresionante aquí E: Maribel debo tener cuidado o mi representante me abandona Maribel: ¿Te tiene amenazada? (Esther asintió tras dar un sorbo al café) ¡Qué lista es! Pues como te decía, es muy selecto y además nadie te va a reconocer, hoy actúa una tía que me pone muchísimo, es buenísima, rubia, con unos brazos musculados, ¡uf qué calor! E: Vale, pero un rato solo ¿eh? Maribel: ¡Bien! Esa es mi chica. ¡Por los viejos tiempos que compartimos como dos auténticas locazas! E: Por ellos que ya acabaron, afortunadamente. 00:10 SEVILLA Por un callejón que parecía no llevar a ninguna parte, Esther y su amiga Maribel se metieron desapareciendo entre la oscuridad, llegaron a una puerta de hierro donde Maribel dio dos golpes con los nudillos y se apartó. Como en las películas de misterio, una pequeña ventana se abrió, dos ojos las escrutaron, y tal y como sucedía en el cine, Maribel dijo una contraseña. Esther la miró y al ver como se abría la puerta, sonrió Al entrar en el pequeño hall, un hombre les dio a cada una un antifaz. Maribel se lo hizo poner mientras sonreía ya excitada nada más de traspasar la puerta y perder la identidad. Cuando ambas estuvieron listas, le hicieron una señal al hombre que abrió una puerta, tras ella, todo oscuridad, humo y sensación de emociones fuertes e intensas. Cuando los ojos se acostumbraron a la poca iluminación, Esther vio que el lugar era de un alto nivel y preparado para la lujuria y el placer sadomasoquista. La música no estaba excesivamente alta para que se pudiera escuchar cómo se entremezclaban los gemidos de placer de otras mujeres Maribel: ¿Qué te parece?

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E: Impresionante Maribel: Pues espera y verás cuando salga mi rubia (le decía alzando la voz) Llegaron a la barra donde les atendió una chica vestida de cuero con los pechos al descubierto y en sus pezones clavados dos piercing. Pidieron mientras miraban alrededor, a veces se veían siluetas moviéndose contorneándose cuerpos, otras se veía varias mujeres hablando con una copa en la mano mientras observaban una escena suave de dominio Maribel: Vamos a un lugar especial, nada más para clientas exclusivas (dijo con orgullo mientras tocaba el pecho a una chica que se había acercado a ellas) Hola nena... luego E: ¡Ya había olvidado la adrenalina que se depura por aquí! Maribel: Pues espera ¡y verás! E: Cruz se moriría si supiera que estoy aquí (dijo sonriendo aunque sintiendo realmente estar donde estaba) El centro del escenario comenzó a iluminarse, las mujeres comenzaron a gritar, Maribel por supuesto también, Esther se mostraba algo agobiada, su corazón latía con rapidez como si presintiera que algo iba a ocurrir o como si, por un momento volviera a ser la sumisa que fue y que se juro a sí misma no volver aser Maribel: Mírala ¡¡¡esa es mi niña!!! (gritó como loca al salir al escenario) E: No está nada mal (le dijo en la oreja mientras la otra gritaba como loca) Maribel: Mira, si es que es nada más verla coger el látigo y... uhhhhhhh (volvió agritar) E: Si Cruz sabe esto... (se mordía el labio inferior mientras sonreía. Cuando dio un sorbo a su copa, vio una sombra que se acercaba hasta su mesa) Maribel: ¡Esther... mira eso! -: Sabía que volvería a verte... nena Maribel: ¡Esther mira! ¡Esther! (entonces se giró al ver que Esther no le respondía, justo al lado de su amiga una mujer que reconoció al segundo y musitó con rabia) ¡Mierda! Lidia: ¿Se puede saber que hace una reputada escritora en un lugar tan... tan... sado como este? (le decía con tono burlón) Maribel: ¡Puedes largarte! (le dijo poniéndose en tensión, pues sabía que en ese momento Esther estaba en problemas serios)

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Lidia: Siempre van a salvarte tus amiguitas ¿eh? (se sentó en el sofá que quedaba libre) ¿Siempre señora escritora? E: Vaya casualidad volverte a ver Lidia: Sí... nena... Maribel: Venga... vamos Esther (se levantó cogiendo su bolso nerviosa) Lidia: ¿Huyes cielo? (bebió de su copa) Maribel: Vamos Esther E: ¿Dónde están las salas? (le preguntó a Maribel) Maribel: No (le dijo mientras sus ojos que era lo único que las luces fugaces le dejaban ver a Esther le transmitían prudencia) E: ¿Dónde? Lidia: Eso es pequeña... eso es...sé que estás como loca por ser mía E: Vamos Esther se encaminó la primera mientras Lidia con una carcajada que se parecía a la del mismísimo diablo, fue tras ella, Maribel comenzó a lamentar en lo más profundo de su alma la mala suerte que habían tenido encontrándose con ella. Vio como Lidia habló con una mujer, sabía donde la iba a llevar, a uno de los cuartos preparados para escenas íntimas, cuando llegaron al cuarto todo oscuro con velas encendidas que daba un cierto aire siniestro, con olor a incienso y con varios látigos, cuerdas y otros utensilios repartidos por una cama redonda, frente a un sillón amplio de piel, Maribel quiso llevarse a Esther de aquella locura que iba a volver a ser su calvario Lidia: Bien, querida Maribel... siéntate y acomódate E: Hazlo (le dijo con voz firme y segura) Lidia: ¡Ay nena... cuánto tiempo soñando con nuestro reencuentro! (se acercó a ella quedándose a tan solo centímetros de su cara) E: Así es Lidia... cuanto tiempo soñando con encontrarte (se quitó el antifaz) ¿Así mejor, verdad? ¿Así sabes quién soy, verdad, nena? Lidia: ¿Qué tratas de hacer? (la miró retándola) E: Arrodíllate y lo sabrás Lidia: Nena... nena... nena... ¿quieres pasar a dominarme? (dio una carcajada voraz)

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E: ¡Qué te arrodilles! Lidia cayó sobre sus rótulas, Maribel pudo escuchar nítidamente el sonido de éstas al chocar contra el suelo. Esther estiraba de un látigo que había anudado a su cuello hábilmente, tanto, que Lidia se preguntaba como lo había hecho E: Vamos... Maribel ve quitándote el pantalón (le dijo sin apartar la mirada de Lidia que expresaba sorpresa y dolor, Esther sabía perfectamente por qué) ¿Te estás clavando algo, pequeña? Lidia: Esther... (susurró) E: No (sonrió con malevolencia) ¿Qué soy para ti? Lidia: No voy a... ¡ah! (gritó al estrechar más el látigo sobre su cuello) E: No te oigo Lidia... Maribel: Ya... ya estoy (decía feliz Maribel en tanga al ver la situación) E: ¿Qué soy Lidia? Lidia: Mi ama... E: Muy bien encanto... muy bien... pues ahora como una perrita buena y dulce vas a lamerle las botas a nuestra invitada Lidia: No ¡ahhhhhhhhhh! (volvió a apretar el látigo ante el sobresalto de Maribel) Sí, mi ama E: Despacito... no tenemos prisa alguna Lidia comenzó a lamer las botas de cuero de Maribel, Esther parecía estar totalmente trastornada, su frente con perlas de sudor daban muestras de la tensión que estaba soportando, iba a cerrar definitivamente el capítulo más amargo de su vida, momentos antes se había arrepentido de haber estado en ese lugar, pero en ese instante, estaba tranquila y dispuesta a no volver a perder E: ¡Alto! Maribel: Ahhhhhhhhhhhhhhh (gimió como loca divertida y excitada por la situación) E: Desabrochale el pantalón, estoy segura que vas a disfrutar si conseguimos quitarte el arnés, ¿no te parece? Lidia se sintió humillada, era la dómina y Esther la había pillado a traición, estaba con los ojos enrojecidos de furia, las venas de su garganta se marcaban como si fueran a explotarle, la cabeza le martilleaba y la voz de Esther era peor castigo que los golpes que iba a recibir

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E: Muy bien... ¿Maribel? ¿quieres que utilice el arnés contigo o prefieres la lengua Maribel: La lengua cariño... uf... uf... (el solo hecho de ver a Lidia arrodillada le hacía sentir una victoria que trataba de controlar para no llegar al orgasmo antes si quiera de ser tocada) E: ¡Ya sabes lo que tienes que hacer! ¡Lame! (Esther tenía en su mano otro látigo, sin dudarlo mientras Lidia lamía el clítoris de Maribel, le golpeó en el trasero) Lidia: Ahhhhhhhh (ahogó su grito en el sexo de Maribel) E: ¡No te he dicho que pares! (le gritó golpeándole otra vez, estaba disfrutando, estaba saliendo tanto odio por sus venas) Maribel: Esther... Esther... (sabía que debía llamarla para humillar más a Lidia) E: Para (le ordenó y tiró de la cuerda haciendo que Lidia cayera hacia detrás algo cansada) Mírala... Maribel: Esther... (tenía la cabeza echada para atrás, los ojos cerrados y susurraba extasiada) E: Sigue... ¡perra! (le musitó en el oído con tanto odio que sintió placer) Lidia continuó mientras Esther la azotaba, Maribel siguió murmurando el nombre de Esther, hasta que en un momento dado, abrió los ojos y vio como Esther movía sus labios dibujando un nombre para que lo dijera E: ¡Vamos, vamos! (le golpeaba en el trasero) Maribel: Maca... Maca... E: Así... así... sigue (le golpeaba más fuerte) Maribel: Maca... Maca... E: Haz que se corra pensando en la mujer más maravillosa que hay en el mundo... la única que no has probado (le dijo entre dientes mientras descargaba el látigo nuevamente sobre el trasero que ya lo tenía rojo debido a la fuerza que Esther estaba imprimiendo cada vez más en sus golpes) La mujer que ha temblado en mis brazos, en mi boca, la única mujer que nunca podrás hacerle daño ¡maldita hija de puta! Maribel se corrió, Lidia gritó con una mezcla de dolor y perdida de su mandato,Esther apretó su mano mientras le temblaba la barbilla de rabia E: ¡Quien soy! (le gritó con los ojos encolerizados)

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Lidia: Mi ama E: ¡No te oigo! (volvió a gritarle) Lidia: Mi ama... mi ama Esther E: Levántate (soltó los dos látigos de sus manos y la miró con los ojos enfurecidos) Maribel, ¡átala a la cuerda! Maribel: Sí, sí (decía jadeante mientras le daba un empujón y la ataba) E: ¿Cuántos golpes debería darle? (le preguntó a Maribel mientras ésta como si Lidia fuera un juguete roto le ataba las muñecas) Maribel: Deberías darle los mismos que ella te dio E: ¡Eso pueden ser demasiados! (le dijo con el ceño fruncido Lidia: Esther... no... E: ¿Cómo me has llamado? Lidia: ¡Esther... por favor!... E: ¿Cómo? (Lidia se mordió el labio inferior y entonces le cayó sobre su espalda desnuda el primer latigazo) ¡Quién soy! Lidia: Mi ama Maribel: Eso es... E: Ponte delante Maribel y haz lo que quieras (le dijo sabiendo que a Lidia ver masturbarse a una mujer sin ser ella la que le dijera que debía hacerlo era su tortura) Maribel: Cariño... me encanta... E: Entonces hemos quedado que le golpearé cien veces ¿no? (Lidia cerró los ojos, por primera vez en su vida alguien le ponía en el lugar donde ella siempre mandaba) ¿No te oigo? Lidia: Sí, mi ama Maribel: Ahhhhh vamos... empieza (le decía mientras se había sentado en la cama redonda abriendo sus piernas y ofreciendo su sexo a la vista de Lidia) E: Abre los ojos nena... Maribel: Sí, sí así (Maribel le dio a entender a Esther que le había obedecido)

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E: Mírala (le golpeó una vez el sonido del látigo contra la espalda resonó con fuerza) Mírala (volvió a decirle y golpearle) Maribel: Sí... sí... sí... E: ¡Quién soy! Lidia: Mi ama... mi ama... E: ¡Otra vez! Lidia: No... no (gritó revolviéndose en las cuerdas) Maribel: Ah... sí... sí... dale Esther dale.... Lidia: Mi ama... no... Maribel: Dale (gritó como loca mientras se masturbaba) Lidia: ¡Esther ten piedad! ¡Por favor! ¡Por favor! Maribel: ¡Joder! (exclamó al acabar) Lidia: Por favor... Aquella súplica de Lidia era su pérdida de poder, acababa de perder en lo que siempre había ganado, Esther jadeaba, tragó saliva con esfuerzo, echó el látigo a un lado, vio como en la espalda de Lidia descendía un pequeño hilo desangre, se humedeció los labios y con la voz desgarrada le dijo poniéndose delante mirándola a los ojos fijamente E: He ganado, nena. Te he ganado ahora, y te gané teniendo a Maca, no lo olvides... Maribel. Deja de grabar Lidia: ¿Qué? (la miró entrecerrando los ojos de donde caían lágrimas) E: Puedo destruirte es tan fácil como colgar este video de la domina dominada, si te acercas a Maca, si te acercas a mí te juro que no tendré piedad ¡te queda claro! Maribel: Guardado está, creo que esto es una pieza de mucho valor (soltó una sonrisa mientras se abrochaba el botón del pantalón) E: ¿Te queda claro? (la miró desafiante, desde otro prisma, desde la altura de haber hecho lo que nadie había hecho con ella) Lidia: Sí E: No te he oído Lidia: Sí, mi ama

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Esther cortó con el cuchillo las dos cuerdas, Lidia cayó rendida al suelo, sabía que podía haberle hecho mucho más y casi agradeció que se fueran y la dejaran allí sola, al menos, pudo llorar en la intimidad En la calle, mientras Maribel llamaba a un taxi, Esther vomitaba Maribel: Ya está... ¡ya está! (cuando terminó de vomitar le dio un chicle, un pañuelo y la abrazó) E: Llévame al hotel, por favor Maribel: Claro mi vida, claro 18 Junio 2006 Tras dos meses de gira por España, Esther había acudido a México, Buenos Aires y finalmente Chile. Una vez había finalizado, estuvo dos semanas en Madrid trabajando su guión de la película que finalmente habían acordado. Después fue hasta Valencia para ver a Sandra antes de volver a Francia E: Tengo unas ganas de ver a Amor le dijo a Sandra mientras tomaban una coca de llanda) Consuelo: Y él a ti, no he visto gato que adore más a su dueña que él (sonreía Cruz mientras Esther lo hacía orgullosa) E: Es un amor de verdad Sandra: ¿Y quién lo ha cuidado mientras estabas por aquí? E: Mi vecina Lillie, es una vieja encantadora, digo lo de vieja para que no pienses que me he acostado con ella Sandra: ¡Yo no iba a pensar semejante cosa! (saltó como si le ofendieran las palabras de Esther. Mientras se abanicaba su barriga ya era insoportable y el aire acondicionado no le bastaba) E: Si, si C: Bueno entonces... ¿cuánto te queda exactamente para ir reservando billete de avión? Sandra: Según las cuentas del médico tres semanas, según yo, tres horas (decía resoplando como una locomotora vieja) E: Claro que voy a venir, además para entonces tendré que ir a Madrid para ver que tal va el guión

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Consuelo: ¡Hola chicas! (entró feliz y contenta Consuelo de verlas E: ¡Pero qué guapa estás! ¡Y que se me haya resistido tal mujer! Consuelo: ¡Te chinchas! Hola Cruz, hija ¿qué tal? E: Ese hija que te ha dicho te traduzco que quiere decir “No sí como aguantas a semejante petarda” (Cruz sonrió divertida) ¿Verdad, Sandra? Sandra: Verdad Consuelo: Espero me hayáis guardado café E: No, no te lo mereces, querida C: Mira vamos a hacer una cosa, Consuelo, me acompañas a la cocina y vamos a preparar la cafetera, así dejamos que las amigas hablen de sus cosas y tú me cuentas cotilleos sobre Esther Consuelo: ¡Ese ha sido siempre mi deporte favorito! (exclamó feliz) E: A ver que le cuentas, ¡déjame en buen lugar! (decía contenta) Sandra: Te veo francamente bien, Esther (la miraba con calma) E: Lo estoy, solo tengo un pellizco en mi alma, pero espero algún día poderlo arreglar Sandra: No sabes nada de ella E: No, no he llamado a Teresa Sandra: Debe de estar en su luna de miel, le llamé para felicitarla y sí que Maca les ha preparado un señor viaje E: Se lo merece (sonrió con eterno cariño pero también tristeza reflejada en su rostro) Me gustaría tanto que volviera a escribir Sandra: Vale... te lo diré, si te metes en google, teclea “Refugio Guillermina” E: ¿Refugio Guillermina? (la miraba sin entender nada de aquellas palabras) Sandra: Es suyo, lo ha abierto ella, ahora se dedica a cuidar perros y gatos, sé que ha abierto ese refugio porque a Teresa se le escapó E: Si es que... con ese corazón no puede hacer otra cosa que no sea algo bueno (suspiró.) Sandra: ¿Qué tal con Cruz?

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E: Muy bien, ya sabes que tenemos una relación abierta. Ella tiene sus cosas yo las mías Sandra: ¿Cómo se puede tener una relación así? (le daba con más ahínco al abanico) E: Porque ninguna de las dos somos tradicionales, somos mujeres con la mente abierta y el corazón repleto de libertad Sandra: ¿Y tú has estado con alguien? (le preguntó bajito) E: Sí, he estado con alguien que tú conoces (Sandra la miró expectante apremiándole con la mirada pensando en algún ligue de los suyos del hospital) ¿Recuerdas a Maribel? Sandra: ¿Con Maribel? (la miró ofendida) ¡Ella te introdujo en ese maldito mundo, Esther! (le recriminó bajando la voz) E: ¿Y? ¿Acaso la tienen que condenar a muerte por ello? Sandra: ¡Esther! E: Cálmate, porque gracias a Maribel he saldado mi cuenta con Lidia (los ojos de Sandra se abrieron como platos hasta hizo un gesto de dolor) ¿Qué ha pasado? Sandra: La niña se ha asustado tanto como yo y me ha lanzado una patada (decía mientras se acariciaba el vientre) E: Bueno pues entonces te lo cuento cuando nazca, a ver si antes de mamá dice tita Esther putón Sandra: ¡Qué bruta eres! ¡Venga que van a venir! E: Fui la dueña de Lidia, le hice vivir por un instante lo que tantas veces me hizo vivir a mí, la dominé Sandra: ¿Cómo? (no entendía nada) E: Fuimos a ver un espectáculo de sado, estábamos allí divirtiéndonos, antes que me digas algo llevaba un antifaz y nadie me reconoció, tranquila. Pues estábamos allí cuando ella apareció Sandra: ¿Y? (mientras lo preguntó cerró los ojos) Ella sí te reconoció E: Exacto, que quería humillarme y la humillada fue ella, ¿sabes qué me dio fuerzas? Pensar en que le había hecho daño a Maca, necesitaba sacar todo lo que yo tenía dentro, por mí y por Maca Sandra: ¡Estás loca, Esther! ¿Y si lo dice? ¿Y si habla con la prensa? ¡Esther que tú ahora eres una escritora de renombre! ¡Te puede hundir!

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E: Ya te ha salido tu lado materno conmigo (le empezó a besar y abrazar)Cuando acabé, le dije que si se acercaba a Maca o a mí, colgaría el video donde la dominaba Sandra: ¡Joder! (la miró elevando un poco el labio superior) E: ¿Sabes lo mejor? Sandra: ¿Qué? E: Que era mentira, Maribel no había grabado nada, me siguió muy bien el juego, ¡por fin saldé toda mi destrucción, Sandra! ¡Por fin puedo dormir sin la sensación de que alguien como ella aún en el tiempo y la distancia cuando me venía abajo, aparecía! ¡Ya no! ¡Nunca más, Sandra! Sandra: Me alegro tanto (la abrazó emocionada) ¡Por fin! E: ¡Sí! Ahora tan solo me gustaría poder hablar con Maca y pedirle perdón Sandra: Esther, ten cuidado, Maca no es Lidia E: Lo sé ¿y sabes qué? A Maca nunca la podré sacar ni de mi cabeza, ni de mi corazón En el faro, todo eran emociones y nervios, Maca llegó con su galgo adoptado por ella misma, Frigo, no había podido resistirse a adoptarlo, había llegado en unas condiciones pésimas, con heridas graves y quemaduras, con una pata rota por varios sitios y había sobrevivido según los veterinarios porqué amaba la vida M: ¡Vamos Frigo, que yo ya he llegado! (le decía sonriendo entrando al comedor.) Guillermina: ¡Frigo ven a las tetas de Guillermina! (le gritó desde su sofá masaje y el animal entró cojeando hasta ella y subiéndose encima le lamía la cara) Si es que estás tetas son infalibles. ¿Qué te ha dicho el matasanos de cuatro patas? M: ¿Tanto te cuesta decir veterinario? (le preguntaba mientras daba bocado a una manzana) Guillermina: Bah, son matasanos igual (el perro se tumbó sobre ella que lo acariciaba con cariño) M: Dice que va bien, que se le nota en los ojos que es feliz y que con la rehabilitación cree que podrá llegar a apoyar la pata del todo. Tiene que andar mucho por la playa Guillermina: Bien, muchacho, bien (le daba suaves golpes en el lomo) ¿Qué hora es? M: Tata aún queda una hora para que Teresa llegue Guillermina: No le digas nada o lo negaré, pero la extraño M: Estoy segura que ella a ti también

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Guillermina: ¡Qué me va a extrañar! Ahora ya habiendo probado el sexo no le hables de otra cosa M: Es que tú también la chichas tanto que... Guillermina: ¿Has hablado con Claudia? M: No, tengo que llamarla Guillermina: Me preocupa esa chica (le dijo sin mirarla) M: ¿Por? Guillermina: Trabaja demasiado (Maca omitió responder) La he visto ojerosa y con la voz cansada M: ¿Cuándo? Guillermina: Ha salido en la televisión M: ¿Ah sí? (preguntó ansiosa por saber) Guillermina: Deberías ver lo bien que le queda el traje de policía, ¡todo un espectáculo! M: Estoy segura (le dijo sonriente) Guillermina: ¿Cuándo vuelves a escribir? M: Ahora mismo no tengo ganas (acompañaron a sus palabras una negación con la cabeza y un leve movimiento de su labio superior que le daba mayor énfasis a la frase) Guillermina: ¿Qué sabes de Esther? M: Nada Guillermina: ¡Tú crees que yo me chupo el dedo! (la miró desafiante y el perro levantó la cabeza mirando a Maca) Ves hasta Frigo lo sabe. ¿Crees que no sé qué miras en internet? M: A veces creo que de verdad eres bruja (le dijo entrecerrando los ojos) Guillermina: Escupe, Guadalupe M: Sé que ha terminado su gira por América, ha tenido mucho éxito y sé que va a escribir el guión de la película que van a hacer sobre la novela que Luis... Guillermina: Lo tenga el diablo donde se merece (la interrumpió)

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M: Eso, pues va a hacer la película. Por lo demás, aún sigue con la mujer esa (su tono marcó algo de rabia) Guillermina: La mujer esa tiene nombre, Cruz M: Pues eso, Cruz Guillermina: ¿Duele menos? M: No. ¿Contenta? (la miró con los ojos aún repletos de tristeza) Guillermina: No. Pero es lo normal, ya pasará. ¡Frigo ve y dile a tu madre humana que te dé un premio! M: Pero si no ha hecho nada para el premio... Guillermina: ¡Cuándo yo digo que se lo merece, se lo merece! M: Vamos Frigo (le dijo sonriente) Guillermina: Aún escuece la herida de Esther, no sé cuando la vas a cerrar, pero sé quién te va a ayudar (dijo al ver como se iba contenta hacia la cocina) El regreso de Teresa fue todo un espectáculo, abrazos, besos y ojos emocionados de la pareja que se les veía realmente felices. Con un café y unas pastas que había traído Jesús de parte de su hermana, empezaron a sacar los regalos M: De verdad no teníais que haber... T: ¡Calla boba, calla! Después de todo lo que le hice a andar a mi churri Guillermina: ¿Churri? JAJAJAJAJAJA COFF...COFF...COFF T: Lo que te dije Jesús, habrá fumando como posesa Guillermina: Pues espero que tú haya follado como posesa M: Haya paz... haya paz Jesús: Voy a ver qué tal está el jardín (dijo algo incómodo pero sonriente) M: Lo has avergonzado, tata Guillermina: Contesta.... T: No

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Guillermina: Va... T: No Guillermina: ¿Qué quieres a cambio? T: Que dejes de fumar puros Guillermina: Hecho T: No, hecho no, me tienes que dar tu palabra Guillermina: Te doy mi palabra que no volveré a fumarme un puro T: Bien, ejem... ejem... (tomó aire y de repente gritó mientras juntaba sus manos y cerraba los ojos con fuerza) SUPERMARAVILLOSO SUPEREXCITANTE Y SUPERINTENSO JESÚS MARÍA Y JOSEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE Guillermina y M: JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA Entre risas, Teresa les contó varios detalles, las dos mujeres reían sin parar las locuras que les contaba, los problemas de la primera noche para acertar, los problemas que pasaron en Berlín para poder parar y ver la ciudad, en fin, Teresa rebosaba por cada poro de su piel una felicidad y una excitación que tuvo que soportar más bromas de una Guillermina que se mostraba feliz Tras un buen rato de risas, Jesús llegó con la idea de preparar la cena, entre él y Maca lo hicieron mientras en el comedor aquel equipo formado por la tata y Teresa, hablaban de ella Guillermina: Está superándolo, hay días que la veo muy bien, otros que la veo menos bien y algunos que la veo ilusionada. Pero sé que su herida aún va a tardar acerrarse T: ¿Y Claudia? Guillermina: ¡Vaya pero tú no eras la que decías que no buscara líos! T: Sabes una cosa. Ahora que estoy casada, que por la mañana cuando me despierto tengo a Jesús a mi lado abrazándome, ahora entiendo mucho mejor su desespero cuando perdió a Esther. ¿Pero sabes algo más? Entiendo su miedo a dar otro paso hacia el amor, creo que le va a costar mucho... pero mucho superar ese temor Guillermina: ¡Desde que follas, qué bien hablas! Cuando llegó la noche, Maca una vez había despedido a la pareja, le avisó a la tata que se bajaba a la playa, solía hacerlo y se llevaba consigo a Frigo, no le extrañó a la mujer que se fue a la cama rendida de reírse tanto. La luna parecía jugar en el mar, aparecía y desaparecía entre las olas, Maca había dejado una toalla sobre la arena, justo en medio de aquel lugar especial y único. Había flexionado sus piernas y las había abrazado

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contra su cuerpo, Frigo se había tumbado a su lado derecho, la miraba extrañado porque no era lo que habitualmente hacía, con su hocico le golpeó el brazo como señal de que estaba preocupado M: ¿Sabes una cosa, cariño? En este lugar viví emociones y sentimientos que creo jamás volverán a mí, no te he hablado de Esther, era imposible porque hasta ahora no me salía su nombre en voz alta (lo miró acariciándolo mientras el perro se tumbaba patas para arriba para que rascara su pecho) Cuando soñaba con un amor real, mientras estaba con Luis, pensaba como sería amar a alguien realmente, como sería despertarte a su lado, como sería compartir cada minuto de tu vida con esa persona, todo lo que escribí no eran más que sueños, sueños de un amor perfecto, un amor que no existe, porque el amor es el sentimiento más cruel que hay, la emoción más desoladora que existe y pienso que por eso mis historias tenían éxito, porque la gente no consigue alcanzar ese amor perfecto que nada más puede existir en las novelas. ¿Y sabes qué? (una lágrima cayó por su mejilla mientras el perro se daba rápidamente la vuelta y dejaba sobre las piernas de Maca su cabeza y un leve gruñido de apoyo) Mil millones de veces volvería a vivir lo que viví con Esther, mil millones de veces volvería a sufrir este calvario por cada minuto que medio de amor, por cada segundo que mi corazón latía sintiendo como ella estaba allí (levantó sus ojos bañados en lágrimas mirando el mar, la oscuridad de la noche pues unas nubes tapaban la luna en aquel momento) Esther... Esther... no puedo sacarte de mí, Esther... ¿por qué me dejaste? ¿Por qué me abandonaste? Esther... 12 Julio 2006 Una lluvia intensa y extraña inundaba Madrid, no era época para ese intenso aguacero. Eran las seis y media de la tarde y parecía que ya había caído la noche de forma apoteósica. Desde la ventana los ojos de Esther mientras esperaba con el teléfono en su oreja la respuesta, observaban la calle, los charcos que se habían formado en las aceras, los árboles doblegados por la fuerza de aquel agua golpeándolos y como la gente corría bajo la lluvia porque como a ella aquella sorprendente lluvia les había pillado desprotegidos E: ¡Cariño! ¡Qué ganas tenía de oírte! ¿Cómo estás? C: Bien, amor, bien, es la cuarta vez que me llamas. ¿Ya has terminado? E: Sí, esto es una pesadilla es la última vez que te rompes un pie sin mi permiso, ¡me has dejado ante una jauría de hombres sin piedad! C: No exageres, cielo. Estoy segura que has podido con todos ellos E: ¡Cómo llueve! C: ¿Llueve? (le preguntó mientras el gato se hacia un ovillo sobre sus piernas) E: Sí, bastante. ¿Cómo está Amor?

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C: En mis piernas. ¡Venga cuéntame cómo te ha ido! Esther le contó su primera reunión con el director de la película y como habían estado impresionados por sus conocimientos sobre el tema. Se lo explicaba entre carcajadas, mientras Cruz notaba que desde que habían vuelto a su casa en la montaña, Esther estaba totalmente relajada y diferente, no había vuelto a nombrar a Maca ni una sola vez, se había metido de lleno en su segunda novela y en cuidarla y mimarla como nada más ella podía hacer También en Madrid, había llegado a su casa una agotada Claudia, las últimas semanas habían sido un calvario para ella, una banda de ladrones de joyerías les tenían casi en jaque, sus nervios le habían jugado malas pasadas, las noches eran una pesadilla no podía dormir ni relajarse, uno de sus hombres había sido abatido a tiros en una persecución y era algo que le hacía sentirse terriblemente mal. Se estaba secando el pelo cuando sonó el timbre de su casa, le extrañó, las precauciones que debía tomar le hicieron esconderse la pistola en el bolsillo del chándal que se había puesto Claudia: ¿Quién? (la respuesta le dejó perpleja, abrió mientras con rapidez dejaba la pistola otra vez en su lugar. Se miró en el espejo y llevaba todo el pelo revuelto, trató de arreglárselo pero no tuvo tiempo, el timbre esta vez ya de casa le hizo dar un respingo) ¡Hola! ¿Qué haces aquí? M: Hola... he venido a verte ¿puedo pasar? (le preguntó sonriendo porque estaba en el quicio de la puerta) Claudia: Claro, claro.... perdona... adelante (le mostró una sonrisa amplia y fresca tal y como estaba la tarde) Maca pasó con otra sonrisa, llevaba unos vaqueros, unas zapatillas deportivas y una cazadora, cruzado sobre su pecho una bandolera y entre sus manos una caja Claudia: ¡Vaya sorpresa! M: Me alegro Claudia: ¿Y eso? (miró la caja porque le pareció escuchar un sonido proveniente de ella) M: Un regalo, ¿podemos pasar al comedor o la cocina? Claudia: De verdad estoy fatal (le dijo a modo de disculpa poniéndose la mano sobre el pecho) M: Me hago cargo. Tienes preocupada a Guillermina, que lo sepas Claudia: Me pilló en un mal momento y me vino de perlas para desahogarme, espero no te moleste (se encaminó hacia el comedor)

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M: ¡Para nada! Yo creo que ella presiente cuando la gente que quiere está mal y es ella quien irrumpe en nuestras tristezas y problemas Claudia: Así es. Ya me creo que sea bruja ¿eh? Bueno vas a decirme que es eso, me tienes intrigada M: Es un regalo para que te ayude a destensar toda la tensión que tienes acumulada, es un regalo por lo bien que has tratado y cuidado de los míos ante mi ausencia como te dije en el faro y por todo cuanto has hecho por todos nosotros, toma. Ábrela con cuidado, ¿eh? (le entregó la caja con una enorme y cautivadora sonrisa) Claudia: A ver... ¡Dios mío!... Es... es.... simplemente preciosa o precioso M: Preciosa (sonrió mientras Claudia mantenía cerca de su rostro mientras le daba besos a un preciosa gata de Angorina blanca) Claudia: Pero... M: Cuando estuve aquí, vi la fotografía que tenías de tu gata, y sé que la sacrificaste por una enfermedad, y me dije, una persona que ama a los animales tanto como tú, no podía pasar ni un minuto más sin uno. Está muy bien educada (le dijo viendo como la miraba repleta de felicidad) Claudia: Maca... gracias (le entregó una sonrisa amplia y agradecida) M: De nada (le devolvió la sonrisa) Claudia: Es... guapísima M: Según Guillermina, una bella gata para una hermosa mujer Se quedaron mirando durante unos segundos, tan solo el maullido de la gata les hizo separar sus ojos, Claudia acarició al animal mientras Maca contemplaba la escena repleta de orgullo M: Como no sabía si tenías o no cosas, te he traído el arenero, comida, y algún juguete, ahora... el nombre es cosa tuya (le dijo con gesto elemental) Claudia: Le pondría Guiller. ¿Se enfadara la tata? M: No creo, estará orgullosa, siempre me decía que a mi primera niña le pondría su nombre, y yo siempre pensaba ¡qué horror! Pero para la gata me resulta muy divertido Claudia: Pues nada... Guiller bienvenida a tu hogar M: Voy a traer las cosas Claudia: Vale

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Suspiró mirando cómo salía de su casa con ese andar patizampo que le resultaba divertido, se notaba que su aura de sufrimiento había menguado, le gustó ver como había cambiado y como en ese momento los animales le daban la paz y el equilibrio que necesitaba M: Aquí está todo, ¡cómo llueve! Claudia: ¿Quieres salir a cenar? ¡Te invito! La hora de la cena había llegado, en la habitación del hotel, Esther repasaba algunas notas que había estado tomando para cambiar algo del guión, la última escena con Lidia le había dado nuevos datos para hacer algunos cambios que en una novela casi pasarían desapercibidos pero que en la pantalla del cine sería un momento estelar. Casi ni se había percatado, a no ser por la llamada entre risas de Cruz que la sacó de su mundo. Salió con la tarjeta en la mano, sus pasos eran rápidos porque no quería perder demasiado tiempo, al día siguiente quería volar a Valencia para estar junto a Sandra que ya había salido de cuentas y esperaba la llegada de su niña. Iba tan metida en sus pensamientos que al doblar la esquina del pasillo para llegar al ascensor se chocó de frente con una mujer golpeándose ambas por no hablar del susto que se llevaron E: Perdón... M: Esther (musitó al verla allí delante, era ella, notó como su sangre comenzó a golpear fuertemente sus sienes) E: Maca (no le salió casi la voz, era ella, estaba allí) Por unos segundos ninguna habló, ambas guardaban un silencio sepulcral, sus ojos se devoraban ávidos de saber como estaban, tan solo el sonido de la campanilla del ascensor que anunciaba que estaba en la planta las hizo salir de su embobamiento E: ¿Te he hecho daño? (la miró preocupada de arriba abajo. Estaba guapísima había recuperado algo de peso de la última vez que la vio) M: No, no, te has dado tú más que yo con la maleta (trataba de mantener una fuerza que ante ella se había diluido) E: ¿Estás bien? (su voz se moduló despacio y casi inaudible, pero para ella formular aquella pregunta fue como gritar en medio del desierto, sacar hacia fuera todo lo que le oprimía hacia dentro) M: Sí, ¿y tú? (tragó saliva tratando de soportar todo el torrente de emociones que estaba sintiendo y que parecían estaban agazapadas en algún lugar y habían terminado por salir) E: Sí. ¿Guillermina? ¿Teresa?

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M: Todos bien, gracias. ¿Sandra? E: Ha salido de cuentas... a punto de tener el bebé (sonrió con aquella sonrisa magnética que tenía, aquella sonrisa que hechizaba) M: Me alegro, que vaya todo muy bien E: Sí... claro, gracias M: Me voy a la habitación, he quedado para cenar E: Claro, claro, yo voy a cenar ahora M: Adiós E: Adiós Esther se fue hacia el ascensor Maca se fue hacia la habitación Con grandes apuros, Maca metió la tarjeta en la ranura de la puerta, su mano temblaba como si estuviera sufriendo un ataque, al pasar ni siquiera lo hizo en la ranura para encender las luces, directamente cerró y se apoyó sobre la puerta, cerró los ojos y tuvo que humedecerse los labios. Como dolía verla, como escocía la herida, como sangraba a borbotones, con dolor su barbilla comenzó a temblar, se contrajo y finalmente sus lágrimas recorrieron a toda velocidad y de manera continuada sus mejillas, puso el dorso de la mano sobre la comisura de sus labios, frunció el ceño mientras trataba inútilmente de controlar el dolor y las lágrimas. Poco a poco fue hasta la cama y se sentó allí, miró al techo, negó con la cabeza y fue a oscuras hasta el cuarto de baño, con la luz de emergencia una vez que sus ojos se habían acomodado a la oscuridad se dirigió hasta el grifo lo abrió a toda prisa y comenzó a echarse agua a lacara, el agua se mezclaba con las lágrimas hasta el punto de no saber si lloraba más que agua tenía entre sus manos. Había soñado con volverla a ver, se preguntaba qué ocurriría cuando la viera, desde luego, nada de lo que había soñado se había hecho realidad, ni besos, ni caricias, ni palabras de amor, ni perdones, ni suplicas, la frialdad entre ellas había sido tal que le había helado el corazón y luchaba por romper el hielo y volver a sentir, pero no a sentir amor, ni odio, sino, a volver a sentirse ella misma, por sí misma Esther tuvo que apoyarse en la barandilla del ascensor para no caer, las piernas le temblaban, su pulso se había acelerado, se miraba en el espejo y podía percibir su gesto, su expresión de sufrimiento, nunca pensó que volver a verla le infringiera tal castigo, tal crueldad que sin rozar su piel le había dolido mucho más que cualquier golpe de látigo. Al abrirse las puertas agradeció que lo hicieran en el segundo piso, salió de aquel habitáculo que le estaba oprimiendo el alma, que le estaba rasgando de una manera violenta su corazón, corrió sin saber muy bien hacia donde iba, de pronto vio una puerta abierta y entró, era el cuarto de ropa sucia, pero le bastaba un sitio donde pudiera sacar el dolor a modo de exhalaciones profundas que le hacían doblegarse, exhalaciones que

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le provocaban a veces tener la respiración entrecortada, y sentir que las fuerzas le fallaban. Maca estaba ahí, cerca, pero a la misma distancia que cualquier estrella del cielo. Sus ojos se habían mostrado inquietos, no sabía ella misma que habría mostrado, pero sin duda, lo que había percibido podía llamarlo de todos los nombres posibles menos amor, menos compasión del perdón, menos cariño, ternura o pasión, algo que en sus sueños del reencuentro había rogado a la Diosa que un día la acercó hasta ella, que le volviera a dar una oportunidad Claudia esperaba en el hall del hotel, había llevado a Maca hasta allí para que se cambiara y poder marcharse a cenar juntas. Como siempre llevaba unos vaqueros con botas y una chupa de cuero. Cruzado sobre su pecho una bandolera, esperaba sentada en uno de los sillones leyendo unos folletos sobre el spa del lugar y pensando lo bien que le vendría a ella poder disfrutarlo. Una de las veces que levantó la cabeza para ver si bajaba Maca, vio pálida como bajaba por las escaleras Esther, no sabía si se habrían visto, pero sin duda el rostro de la escritora mostraba una expresión afectada Claudia: (“Hostia... Esther”) Sin embargo Esther con una expresión ceñuda pasó de largo sin percatarse de su presencia. Media hora después bajó Maca y en ese momento Claudia fue consciente de que se habían visto Maca se acercó hasta Claudia que se había levantado al verla, se sentía sin saber porqué, fuera de lugar, como si se tratase de un trío y ella sobrara Claudia: ¿Maca te encuentras bien? M: Sí, sí. ¿Nos vamos? Claudia: Claro. Cuando quieras (le sonrió tratando de darle un poco de calma) Salieron del hotel, caminaron durante un rato, Claudia veía que Maca estaba con la cabeza en otra parte, sabía perfectamente donde, así que decidió no hacer nada de lo que había pensado, quería llevarla a cenar a un restaurante de ambiente y después a algún lugar tranquilo donde charlar entre unas copas. Sin embargo el plan cambió, estaba acostumbrada a trabajar bajo gran presión y sus cambios de opinión en segundos le había llevado a dominar esos instantes fuera de su trabajo Claudia: ¿Te parece bien aquí? M: Perdona... sí, sí... donde tú quieras (trató de sonreír) Claudia: Pasemos (le devolvió la sonrisa) La cena fue un desastre, Maca llegó un momento que trataba de centrarse en lo que Claudia le decía, pero su cabeza divagaba y marchaba hasta Esther, iba y venía, estaba ante una mujer maravillosa que le estaba haciendo la velada más tranquila de lo que había pensado al ver a Esther

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Claudia: Y poco más... la verdad que estoy un poco cansada de la tensión de mi trabajo M: ¿Y tus vacaciones? Claudia: En teoría hasta agosto no tengo nada. Pero si te digo la verdad, estoy pensando en dejarlo una larga temporada M: Guillermina me dijo que eres un pez gordo de la policía Claudia: ¡Qué va! (hizo un ademán gracioso quitándose importancia) M: Oye... ¿y si te propongo algo? Claudia: Tú dirás (le sonrió de lado, su sonrisa se convertía en conquistadora sin ella pretenderlo) M: ¿Y si me ayudas en el refugio? Podría asignarte una pequeña nómina, y...bueno... podrías vivir con nosotras... no sé... si deseas descansar Claudia: ¿Me lo estás diciendo de verdad? (la miraba incrédula) M: Sí (afirmó contrayendo la barbilla con firmeza) Claudia: Hecho (le extendió la mano) M: Muy bien, pues cuando tú me digas, te vienes y empezamos a trabajar juntas Claudia: ¿Te cuento un secreto? (se acodó sobre la mesa, estaba sintiendo tantas cosas, su interior se estaba animando y se mostraba irresistible) M: Claro (se sintió un tanto nerviosa y fuera de lugar) Claudia: Hice un curso donde amaestré perros para detectar droga, y después, me inscribí en la policía canina para rastreos en terremotos (decía orgullosa) Me encantaba aquel trabajo M: Pues con la ayuda de Javier que es fantástico, quizá hasta puedas ser adiestradora ¿qué te parece? Claudia: Maravilloso, y si es a tu lado, mucho más (su susurró fue directo su mirada no escondió cierta atracción) M: Es muy tarde ya y estoy algo cansada, Claudia Claudia: Es cierto que tú has viajado. Pido la cuenta y nos vamos Después de una pequeña lucha por pagar que finalmente Maca dejó a Claudia que ganara para que no se sintiera ofendida, salieron a la calle, hacía un fresco que se

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agradecía, ambas andaban un tanto distantes en silencio, al llegar a la puerta del hotel, Maca miró a Claudia y le dijo M: Siento si esta noche no he estado muy comunicativa, la verdad que estoy muy casada Claudia: Lo entiendo y no tienes que pedir disculpas M: Gracias por entenderme, otro día invito yo Claudia: ¿Cuándo te vas? M: Mañana por la mañana, nada más he venido a traerte a Guillermina gata (sonrió) Pero en cuanto me digas que lo tienes todo arreglado, quiero que te vengas al faro Claudia: Bueno... pasará un tiempo, primero tengo que solucionar algunos trámites complicados y pedir la excedencia M: Muy bien, pues nada Claudia, me voy a la cama a descansar Claudia: Buenas noches (le dio dos besos) M: Buenas noches y gracias por la cena Claudia: Gracias por acompañarme (la vio entrar en el hotel con un gesto de melancolía, se metió las manos en la chaqueta y se fue negando con la cabeza). ¡Qué diablos tenía que haber insistido! ¿Y si vuelvo y le doy conversación y...? Claudita Claudita.... ¡de perdidos al río! (sonrió divertida volviendo a recorrer los pasos que había andado) 18 Julio 2006 Maca subía en el ascensor con el ceño fruncido, dubitativa y al abrirse las puertas trató de con una respiración profunda tal y como le habían aconseja dopara superar sus momentos de bloqueo, pensar. Finalmente pasó de largo de su habitación y se dirigió hacia donde la nota le decía. Se detuvo frente a la puerta y con los nudillos llamó E: Hola (parecía que la esperaba ansiosa) M: Hola (respondió sintiendo como su piel se erizaba) E: Gracias por atender mi llamada M: ¿Qué quieres? (la miraba intensamente a los ojos) E: ¿Puedes pasar? (Maca no se movió) Por favor, me gustaría que aclaráramos las cosas, necesito aclararlo, por favor

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Claudia había preguntado al conserje la habitación de Maca le enseñó la placa de policía y el hombre sin titubear se la dio. En el ascensor trataba de contener una risa nerviosa, no era una quinceañera pero se sentía como si lo fuera. Al abrirse las puertas se dirigió hacia la habitación, se detuvo en frente, tomó aire y llamó. No obtuvo respuesta, volvió a llamar y esperó, lo más natural era que Maca estuviera en el lavabo, no se impacientó y esperó, pero cuando llevaba unos cinco minutos cayó en la realidad Claudia: (“Debe estar con Esther... ¡no sé qué hago aquí!” se dijo con un gesto negativo y de rabia. Finalmente susurró). Mierda Giró con rapidez sobre sus talones y se marchó por las escaleras Maca había pasado con máxima cautela, Esther había cerrado la puerta tras ella, pasó su lengua por los labios que se habían secado por los nervios de verla. Sin duda, las emociones y sentimientos que existían en su interior, eran mucho más importantes de lo que ella misma había sopesado E: Gracias M: No sé qué quieres hablar, Esther (la miraba sentada en uno de los sillones mientras Esther se sentaba en el otro) E: ¿Quieres beber algo? ¿Aunque sea agua? M: Sí, agua está bien Esther se levantó y abrió dos botellines de agua, los puso en sendos vasos mientras Maca estiraba un poco sus brazos acariciando sus muslos, trató de estirar el cuerpo sin que Esther lo percibiera, quería dominar sus nervios desbaratados M: Gracias (le dijo estirando su mano y cogiendo el vaso que había dejando sobre la mesa) E: De nada (sonrió nerviosa) ¡Qué difícil se me hace esto! M: Sí, un poco E: Verás, sé que parece raro que estemos aquí, pero, creo que deberíamos acabar con todo lo que nos hace daño, no sé pasar página contigo, Maca M: Siento y me avergüenzo de lo que pasó E: Maca ambas perdimos los papeles. Para llegar a ese extremo, sé que debí hacerte mucho daño, sé que te hice mucho daño (Maca no pudo evitar un ligero temblor de su barbilla. Esther suspiró y miró al suelo, sentía como un dolor profundo se adueñaba de su alma) Mira, nunca me ha importado si he hecho daño a alguien, nunca me paré a pensar en las demás, tan solo en mí, sabes que pasaba de puntillas por la vida, nunca creí en el amor, pero, tengo que agradecerte tantas cosas que no puedo seguir con esta distancia emocional que tenemos. Me has enseñado que sí se puede amar, que sí se

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puede desear nada más que dormir abrazada a tu cuerpo, sí puedo abrir mis ojos y verte y sonreír, me has enseñado a reír y a llorar (Maca la miraba fijamente porque sabía que estaba siendo totalmente sincera) Por todas esas cosas que me enseñaste pensé en ti antes de tomar cualquier decisión, era todo muy bonito Maca, pero estaba segura que no podría darte lo que buscabas, yo no sé ser fiel, ni siquiera a mí misma. No quería hacerte daño con mis estupideces, con mis inseguridades o con mis ganas de tener a cualquier mujer, no podía entregarte lo que tú demandabas. Eso no significa que hayas sido la mujer más importante que va a existir en mi vida... M: Esther (le dijo mirándola con los ojos algo entre cerrados parecía decirle “no me tomes el pelo”) E: Sé que suena raro, pero el amor sincero que he sentido y siento, no me importa reconocerlo por ti, me ha dado la oportunidad de cerrar todas mis heridas, de superar mis errores y ser consciente de que se puede perder todo, pero no se puede perder la dignidad como yo lo perdí M: Y como yo la perdí (agregó) E: Aquello fue una manera de escapar, Maca M: Nunca me he sentido tan mal, puedo entender que no me quieras y no puedo obligarte a nada, en el amor no se puede obligar a quien está a tu lado a que te ame. Pero me sentí engañada, sentí que habías jugado con mis sentimientos, sentí tanta rabia pero la enfoque mal, esa rabia debí sentirla por mí, porque nunca debí pensar que con tu abandono mi vida estaba pérdida como hice, jamás debí volver con Luis, quizá hasta ahora mismo estaría vivo, pero eso ya no me atormenta E: Luis era un hijo de puta y está bien donde está (Maca la miró con pena) No, Maca, somos responsables de lo que hemos hecho nosotras porque así lo elegimos, pero Luis es todo lo mal que te lo hizo pasar porque fue su imposición. Yo no puedo vivir con la sensación de que te debo esta disculpa, quiero cerrar esa herida que cada día sangra M: Que extraño ¿no te parece? Ambas sangramos por una herida de amor, pero somos incapaces de amarnos (sonreía con cierta ironía) E: Hay amores imposibles (musitó con unas ganas locas de abrazarla) M: Sí, imposibles de vivir pero posibles de sufrir (sus ojos se mostraban interminablemente tristes) E: El amor si no lo matas, te mata, me lo dijo una buena amiga, y no quiero que ninguna estemos muertas por dentro, deseo con todas mis fuerzas que encuentres una mujer que te dé lo que mereces, que sea capaz de darte un amor verdadero, ese que yo no podré M: Lo malo es cuando tú sabes que eso es así pero tu corazón... tu corazón insiste en recuerdos (negaba con la sensación de estar librándose de un dolor profundo)

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E: Solo tú y yo somos capaces de cerrar esa herida y de sanar el corazón Hubo un silencio intenso donde se escuchaba el motor del aire acondicionado, a Maca se le escapó una lágrima que Esther retiró con tanta ternura que esa caricia le dolió E: Maca... me has demostrado que se puede ser feliz, eres una mujer maravillosa que se merece eso, una mujer maravillosa que la haga feliz. Y si tú eres feliz, te aseguro que yo en la distancia lo seré M: Debería sentir cierto dolor pero siento como un alivio profundo E: Lo sé, porque yo estoy sintiendo lo mismo (sus ojos también estaban aguados) M: A tu manera, eres una persona que merece la pena descubrir, una mujer por la que merece la pena hasta sufrir E: No, Maca, sufrir no merece la pena M: Si te digo que te quiero... (las lágrimas ya resbalaban a toda velocidad por sus mejillas). Si te lo digo... ¿te hago daño? E: No, porque yo también te quiero, mucho. De verdad Se abrazaron con tanta fuerza que fue como si formaran una sola figura, al separarse se miraron a los ojos, parecía que ambas habían dejado en aquel cuarto el dolor que les perseguía M: Creo que... bueno... mejor me voy (le sonrió limpiándose las lágrimas) E: Sí, esto... vale (hizo el mismo gesto) M: Me alegro que te vaya tan bien... te lo mereces (la miraba con un cariño infinito) E: ¿Puedo pedirte un favor? M: Sí, claro (su corazón se aceleró irremediablemente) E: Vuelve a escribir Esther se lo dijo mirándola fijamente a los ojos, y Maca vio en ellos sinceridad, cariño, ternura, iración; asintió mordiéndose el labio inferior, hubiera dado todo por besarla, pero era mejor así, terminar así y empezar una relación de amistad, de respeto y iración mutua Maca llegó a su habitación con una sensación extraña, ¿se habrían reencontrado para firmar la paz de sus emociones? ¿Se habrían reencontrado para poder seguir viviendo?

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Esther se sentó a los pies de la cama, sus ojos estaban clavados en la alfombra, sentía como las emociones iban a toda velocidad recorriendo su sangre, tuvo que hacer un sobreesfuerzo para controlar todo cuanto estaba sintiendo, sus pupilas se movían con rapidez, sus párpados se cerraron fuertemente, ¿cómo podía estar sintiendo tantas cosas al mismo tiempo? ¿cómo podía dominar el torrente de emociones que recorría su sangre hasta desbordar su corazón? Cuando Claudia llegó a su casa, se encontró a la pequeña Guillermina esperándola junto a la puerta, sonrió ampliamente cogiéndola en brazos Claudia: ¡Pequeña! Creo que vas a hacerme mucho bien... he estado a punto de cometer un error imperdonable ¿sabes? Es imposible... imposible. Vamos a la cama, ¡y eso que dije que ninguna mujer dormiría conmigo! Dio una carcajada al ver como la gata le daba besos sin parar con aquella lengua de lija en su mejilla En la cama, Maca se había abrazado a sí misma, se había puesto de lado para buscar esa posición fetal que tanto le gustaba, sin embargo, no había podido cerrar sus ojos, iba de un lado a otro, suspiraba, necesitaba ayuda y no lo pensó dos veces, tomó el teléfono y llamó M: ¿Te he despertado? ¡Tata baja la televisión van a pensar que tienes ahí una orgía! No... estoy bien solo te quería decir algo... verás (carraspeó). Sí, la he visto, sí estamos en el mismo hotel... ya... bueno... ¿tú crees? Vale... te quiero tata ¡ponte los auriculares! Menudo escándalo (le decía escandalizada pero con una sonrisa divertida) Se levantó y fue al lavabo, se había perfumado para acostarse, sonrió, se dirigió hasta la nevera y cuando estaba bebiendo un zumo le pareció escuchar algo en la puerta, se dirigió hasta ella con gesto de incertidumbre, algo le decía que debía abrir y finalmente hizo lo que su corazón le dictaba. Abrir la puerta E: Hola M: Hola Maca estaba apoyada de un modo bastante sensual sobre la puerta, Esther la miraba fijamente, no necesitaron hablar, tan solo una leve sonrisa de Maca le fue suficiente para pasar. Maca al cerrar la puerta sintió que lo que quedaba fuera de la habitación no les pertenecía a ninguna de las dos. Se separó de la puerta, y allí la esperaba Esther, la luz tenue de la habitación creaba un ambiente íntimo, no había absolutamente nada que decir, nada que pedir. Se fueron acercando poco a poco, como si dilatar el momento fuera a hacerlo más intenso más inolvidable. Las bocas fueron lo primero que se unieron, suavemente, levemente como si quisieran reencontrarse poco a poco, dieron un pequeño paso que unió los cuerpos, las manos cobraron vida como si fuerana las de una mariposa, recorrieron piel que se sabían de memoria de disfrutarla y de tanto

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imaginarla, de recorrerla y de tanto recordarla. Los labios estaban calientes, y con la intensidad subiendo por sus venas fueron convirtiéndose en ardientes, las manos estrecharon el cuerpo de la otra, un suspiro murió en sus gargantas al igual que un gemido, sus cuerpos respondieron al deseo, despacio, sin prisas, Maca cogió de la mano a Esther y la llevó hasta los pies de la cama, Esther se sentó y la miró a los ojos mostrando por primera vez su deseo incontrolado que trataba de manejar, quería y sabía que Maca también fuera un momento especial. Maca se fue desabrochando poco a poco los botones de la camisola del pijama, Esther sabía que debía esperar, tragó saliva porque se le había secado la garganta, Maca la miraba fijamente a los ojos con un gesto de total entrega. Dejó caer la camisola mostrando sus pechos, sus pezones erectos llamaban de un modo insistente a los labios de Esther, quien besó delicadamente el vientre, pasó por el ombligo, fue subiendo con calma, la punta de su lengua recorría un camino que no por conocer, no estaba ansiosa de volverlo a descubrir, sentía como su propio sexo palpitaba de deseo, como se humedecía, hasta que suavemente hizo que Maca se sentara sobre ella y con total delicadeza tomó entre sus labios primero un pezón que mimó con suavidad con la punta de la lengua, hasta ir subiendo algo la intensidad mezclando caricias que recorrían la espalda desnuda de una más que entregada Maca M: Mmmm (no retuvo el gemido que llevaba tanto tiempo escondido en su garganta, que necesitaba salir para no ahogarla de placer) E: Mmmm (respondió de igual manera, por el mismo motivo) Las manos de Esther recorrieron el camino descendiente hasta introducirse una de ellas en el pantalón húmedo de Maca, rozó el sexo con tanta delicadeza que Maca no pudo evitar ese gemido que muestra plenamente el pacer máximo ante una mínima caricia. Las manos de Maca quitaron con rapidez la blusa que Esther se había puesto necesitaba urgía tocar su piel, volvieron a mirarse y se entregaron besos con sonido, un maravilloso sonido que parecía música celestial. Llegadas a ese punto decidieron que la ropa que quedaba en ellas sobraba y que el ritmo delicado había concluido. Se tumbaron en la cama Maca sobre Esther sus pieles ya totalmente libres de telas que molestaban comenzaron a rozarse, sus pechos, sus montes de Venus, sus brazos, sus manos acariciando, sus lenguas abrasando, ninguna recordaba haber sentido tan intensamente como lo estaban haciendo en ese momento E: Maca... te necesito, cariño M: Y yo... Esther... Sus voces estaban repletas de deseo, de avidez y quisieron sentir el placer al mismo tiempo, cada una posó sus dedos sobre el sexo de la otra, conforme fueron incrementando el ritmo, las lenguas se entregaron a una maravillosa y única entrega, los labios, los gemidos se intercambiaban con algún grito leve, ambas estaban llegando al edén y ambas sentían que se pertenecían Y al llegar, se miraron fijamente, sí no era un sueño, ni una pesadilla eran ellas entregadas, se podían tocar, rozar, amar, besar, no era una ilusión, sino una realidad

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Esther giró a Maca dejándola extasiada sobre la cama, comenzó a besarle el cuello, los pechos, el vientre, y se detuvo en su sexo, comenzó a lamer suavemente, Maca cerraba los ojos y sentía, sentía que allí estaba de nuevo, en su vida Esther, que le estaba dando ese placer que solo ella había sabido darle E: Cariño... sigue tú Maca no entendió al principio lo que le pedía, pero al coger su mano y ponerla sobre el clítoris entendió a la perfección lo que quería ver E: Hazlo para mí, únicamente para mí Y Maca le ofreció el mejor espectáculo íntimo que podía, Esther no despegaba los ojos de aquellos dedos que acariciaban rítmicamente su propio sexo, le excitaba saber que Esther estaba allí entre sus piernas observándola, le excitaba hasta casi volverla loca, Esther besaba levemente y con suavidad sus muslos mientras acariciaba casi de un modo imperceptible pero que le hacía sentir de un modo casi demencial su perineo, cuando llegó al orgasmo su espalda se encorvó hacia delante y su mano libre finalmente alcanzó la mano que Esther tenía apoyada en su muslo. Se sentía como un pez fuera del agua, necesitaba respirar, jadeaba pesadamente mientras echaba la cabeza hacia detrás, Esther sabía que la necesitaba y con su respiración igualmente jadeante alcanzó sus labios, se besaron, se abrazaron y Maca le pidió que hiciera lo mismo, quería verla, quería disfrutarla de igual modo que ella misma le había disfrutado Tres horas después, desnudas con la piel perlada de sudor, abrazadas y con las manos entrelazadas el cansancio les pudo, el placer había dejado paso a un descanso intenso donde cada una escuchaba los latidos del corazón ajeno 11 Abril 2008 La madrugada estaba siendo un regalo del cielo, la luna bien alta y redonda iluminaba el mar tranquilo, reposado, las estrellas parecían vigilar que todo fuera único para el recuerdo Teresa era abrazada por Jesús, habían terminado de hacer el amor como cada noche, se unían como si la vida hubiera dibujado aquellos dos cuerpos para que unidos fueran uno A unos kilómetros, Guillermina dormía placentera abrazada a aquel vibrador rosa que Teresa le había regalado, lo hizo tras escuchar una y otra vez a la vieja tata que no se quería morir sin probar uno, Frigo dormía algo desconcertado por los grititos extraños mezclados con toses de la tata, que en su rostro marcaba una sonrisa de felicidad, más que por volver a recordar en su cuerpo lo que significaba un orgasmo, lo que su corazón siempre había soñado, por fin, su niña era feliz En un hotel de Santiago, Claudia y Maca dormían desfallecidas tal y como la tata les había dicho, Maca se giró lentamente y en sueños vio como se ponía en pie y elevaba las manos, salía de aquella habitación y aparecía en la cala del faro, se estremeció, hacía algo de frío, suspiró y esperó

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A muchos kilómetros de allí, Esther abrazaba el cuerpo desnudo de Cruz, habían celebrado por todo lo alto el premio, en un momento dado, se giró y carraspeó, se le había secado algo la garganta, sus párpados se apretaron con fuerza entonces sintió como se desprendía de su cuerpo, como se volvía volátil En la cala, Maca se abrazaba a sí misma, miraba fijamente la luna estaba tan hermosa. Pero algo detrás suya le hizo girarse con cierto temor, no sabía que era aquel sonido a sus espaldas M: ¿Hay alguien ahí? E: Hola M: ¡Esther! (se puso en pie sonriendo ampliamente) E: Maca (se abrazaron con fuerza) M: Te echaba de menos E: Y yo, pero ya estoy aquí (la miraba con su maravillosa sonrisa) M: ¿Cómo estás? (le sonrió igual) E: Muy bien... ¿y tú? M: Bien (le entregó una sonrisa) E: Me moría de ganas por abrazarte Se abrazaron con fuerza, se besaron con delicadeza M: Te quiero, Esther E: Lo sé... yo también... Se miraban emocionadas mientras se cogían las manos. Poco a poco fueron acercando sus labios, hasta fundirse en un apasionado beso, sus cuerpos se unieron hasta que cada una podía notar los latidos alegres y felices de la otra. Se separaron unos segundos para mirarse nuevamente a los ojos M: Esther... este será nuestro nido de amor E: Sí, aquí nos encontraremos cada vez que nos deseemos M: ¿Pensarás en mí? E: Lo hago cada día, es inútil tratar de no hacerlo

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M: A mí me pasa lo mismo. Mi alma es tuya E: Maca... te esperaré el tiempo que haga falta, los días o las noches que hagan falta M: Te quiero, Esther E: Te quiero, Maca Volvieron a besarse con pasión. Al separarse ambas sonrieron felices M: Tenemos de tiempo hasta que aparezca el sol cuando los sueños se queden en nuestro corazón E: Es suficiente para amarnos y volvernos a encontrar cuando vuelva la luna M: Mi amor (le acarició con ternura la mejilla) E: Mi niña... mi niña guapa Y aquellas dos almas volátiles se entregaron a un amor apasionado sobre la arena, el amor que soñaron una vez, ese amor que era tan intenso que lograron crear un mundo imaginario para poder amarse y no separarse jamás 10 Mayo 2013 En el faro, Teresa le llevaba a la “habitación hospital” el desayuno a Guillermina. La mujer tenía puesto desde hacía un año una gafas en su nariz para ir cargando sus pulmones de oxígeno, así como una cama con un colchón antiescaras para que sus protestones huesos pudieran dejar de quejarse a cada movimiento que hacía. Teresa había asomado la cabeza por la puerta para avisarle que le llevaba el desayuno, Guillermina trataba de adaptarse a todos los cambios que poco a poco había tenido que ir viviendo en sus últimos años, de ahí que se había hecho una experta con el mando de la cama. A sus pies tumbada en la cama estaba Guiller, gata, Claudia había vivido en el faro tres años y en esos años la gata y la tata se habían hecho inseparables. Tanto que cuando Claudia se fue, la gata se quedó. T_ ¡Ya estoy aquí! Guillermina_ ¡Margarita y Pirulí! -decía todas las mañanas. T_ La leche con su rebanada de pan que me trae mi churri bien calentinta para Guillermina y... para Guiller sus bolitas húmedas con sabor a salmón. Guillermina_ ¡Ay el churri! -decía burlándose de ella- No hay nada como que te desatasquen las tuberías bajeras... T_ Venga que te traigo noticias.

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Guillermina_ A estas alturas de mi vida nada más espero una y esa más que una noticia sería un milagro, ¡como soy atea no hay tu tía! -decía mientras metía el pan en la leche. T_ Bueno... eso ya ni lo pienso. Pero si tiene que ver con ella -acentuó la palabra mientras elevaba las cejas-. Sí, sí... ella. Guillermina_ ¡Coño Teresa que con la intriga me acabo el oxígeno! ¡Tú quieres perderme de vista, eh! T_ ¡Guillermina no digas eso! Guillermina_ Venga... di. T_ Se ha separado. Guillermina_ ¿Estás segura? Parecía que eso iba a ser imposible, que esa mujer la tenía bien atada. T_ Sandra me ha dicho que bueno... hace mucho tiempo que ya no estaban como pareja si no como amigas. Guillermina_ Entiendo... ninguna de las dos puede vivir sin la otra por eso cada una tiene que vivir en la otra punta del mundo y con parejas que son amigas ¡Mira que tenía mis esperanzas con Claudia! T_ Ya te dije yo que eso nada más había sido una gratitud por parte de Maca hacia Claudia por ayudarla, y un disfrute de Claudia por estar con la escritora que tanto había deseado, pero... no iba a ningún sitio como ha sucedido, son amigas pero como mujer, nada más una puede hacer que Maca sienta. ¡Y me jode reconocerlo! Guillermina_ Mi querida Tere, ¡cuanta razón tienes! Me queda poco de vida... no sé... ¿qué puedo hacer? T_ Nada, no puedes hacer nada porque no vamos a hacer nada -le decía con la voz seria mientras la gata se subía hasta la almohada de la mujer y se hacía un ovillo a su lado-. Mira que esta gata te quiere... es increíble. Guillermina_ Es un amor... una bruja... en el fondo nos parecemos -sonrió-. ¿Y si hablo con Esther? -miró fijamente a Teresa. T_ Lleva mucho tiempo sin compartir la vida con Cruz, al parecer, claro, podía haber venido a ver a Maca, no sé... algo... pero no ha sido así y... bueno... no quiero preocuparte pero... con los gastos del Refugio el dinero de Maca va menguando. Tendrá que escribir. Guillermina_ Los gastos del Refugio solo no... ¡y hacer este hospital para mí! Convertir el faro en un lugar donde yo pueda ir con la silla de ruedas con marchas, todo lo ha gastado en mí.

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T_ ¡Oh vamos! Guillermina_ Solo hay una persona que le puede devolver las ganas de escribir. Porque sabes que Maca para escribir necesita sentirlo. T_ Mi querida Guillermina, no sé que vamos a hacer con ella. Ahí está encerrada en su despacho del Refugio y nada más viene para cenar. Es como si estar con esos desgraciados le aliviara su propia melancolía... ¿Qué tendrá Esther para haberla dejado así? Gullermina_ Un arte en la cama que pa qué. Pero creo que más allá de eso... Maca se enamoró por primera vez en su vida. Y no hay manera de que la olvide ¡carallo! Dame el teléfono esto lo arreglo yo. T_ No. Guillermina_ Dame el teléfono o te tiro el vibrador a la cabeza, Tere. T_ No... no vamos a hacer nada... ¡y si no supiera que usas el vibrador te lo quitaba! ¡Mira que tenerlo a la vista de todos en la mesita de noche! -se hacía la escadalizada. Guillermina_ ¡Diez años menos! ¡Solo diez y las piernas dando de sí! ¡Y me traía a arrastras a Esther! -decía con el dedo en alto y voz gruesa. T_ No tienes remedio... Esther y Maca, Maca y Esther es un imposible, mi querida Guiller. No muy lejos de allí, tal y como había dicho Teresa, Maca se encontraba en su despacho junto a dos perros pequeños que ese mismo día habían rescatado. Estaba feliz porque habían logrado sacar a veinte perros de una perrera a los que iban a sacrificar. Toda la información la estaba poniendo en el Facebook del refugio. Era uno de los que más amigos tenía, Maca seguía teniendo a iradores que la seguían aunque fuera leyendo las crónicas que hacía sobre el Refugio contando historias de los animales. Dos golpes en la puerta la sacaron de su ensimismamiento. M_ ¡Adelante! Claudia_ Ya he terminado con los cachorros, Maca. He conseguido tres casas de acogida que pasaran luego a por ellos -decía feliz Claudia. M_ Gracias, es maravillosa la respuesta que estamos teniendo. Claudia_ Sí, y no sabes lo que me alegro. M_ Pues vete ya o tu chica me echará la bronca -le decía sonriendo aunque con su mirada apagada. Claudia_ Gracias por darme la tarde libre, quiero prepararlo todo. M_ Va a ser una pedida de matrimonio maravillosa, ¡ya lo veras!

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Claudia_ Te quiero mucho, Maca. M_ Y yo, ¡venga vete a quitarte ese olor que llevas encima! -decía muerta de risa mientras la abrazaba. Claudia_ Mañana te cuento. M_ Estaré esperando que me digáis como ha sido el sí quiero. Claudia se fue nerviosa y Maca cerró la puerta con un gesto de felicidad por ella, lo había intentado, había intentado amarla pero le había sido imposible, su corazón se había empeñado en seguir latiendo por Esther, ni siquiera el silencio que mantenía con ella había logrado sacarla de allí. Después de aquel encuentro en el hotel no hubieron más, porque los que tenía soñando no se podían contar. Volvió a sentarse frente al ordenador y a quitar la pantalla del refugio, allí estaba la página de la gran escritora número uno del momento Esther García. Todos los días durante algunos minutos se detenía mirando aquella fotografía donde Esther mostraba su sonrisa, donde los ojos brillaban y le hacía suspirar. También la llevaba en su teléfono móvil había aprendido a cargarlo y no quedarse sin batería. El Refugio era realmente su refugio, allí lloraba y reía sin tener que dar explicaciones a nadie, los animales la entendían, la amaban y ese amor era el que había dado a su vida la fuerza necesaria para seguir día tras día. De vez en cuando hablaba con Sandra para saber por la niña, incluso les habían hecho una visita para que la conociera donde Pascualet había sucumbido ante un galgo que habían maltratado, el hombre lloró de impotencia y Maca entendió porque aquel taronger tan grande había conquistado a Sandra, por su ternura, su sensibilidad. En esas llamadas nunca se hablaba de Esther, nada más preguntó una vez y con la respuesta que le dio con suavidad la amiga inseparable se pasó toda la noche llorando. Esther seguía con Cruz, pero lo que no le había dicho para no hacerle más daño, era que seguía pensando en ella, no la había olvidado ni siquiera un día, no le dijo de la depresión que la mantuvo tres meses tumbada en una cama, ni que ella había sido la responsable indirecta. Ni le había contado que Cruz un día le dijo que ya no podía estar a su lado como pareja de mentalidad abierta, porque una está preparada para que la otra tenga sus escapadas, sus encuentros sexuales con otras pero lo que no estaba preparada era para luchar todos los días por un fantasma como Maca. No quiso darle esperanzas de ningún tipo porque Esther seguía tan insegura como siempre, ni le mencionó la conversación a tres bandas que tuvieron en su casa: S_ No puedes vivir así. E_ Ya no puedo más, Sandra. Tengo que sacarla de mi corazón. Consuelo_ ¡Lo que tienes que hacer es echarle ovarios a la vida, Esther! Te has enamorado, porque no dejas de luchar contra eso S_ Consuelo tiene razón, es imposible luchar contra el amor, es imposible que pretendas olvidar a la persona que amas. E_ Le dije que la esperaría pero no ha venido -los ojos de Esther se llenaron de lágrimas.

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S_ Ni irá, estás con Cruz a los ojos del mundo. E_ ¿Y ella sigue con Claudia? Consuelo_ Madre mía la de celos que tienes. E_ No puedo sacar de mi cabeza esa imagen. S_ Esther... Maca no está con Claudia -Esther cerró los ojos y dos lágrimas cayeron por la mejilla-. Nunca ha podido estar con ella porque con quien quiere estar es contigo y, te digo una cosa, porque la vieja tata ya no puede caminar, porque si pudiera te llevaba de la oreja, la cogía a ella y os encerraba en una habitación, ¡sin comer ni beber hasta que lo arreglarais todo! E_ Eso es muy de la tata -no podía dejar de llorar. S_ ¿Por qué no vas a verla? E_ ¿A Guillermina? S_ Sí, así de paso, ves a Maca. E_ No, es mejor así. Ante aquella pantalla ajena a los sentimientos de Esther, miraba sonriente las firmas de libros donde siempre aparecía con alguna mujer, ¡tenía toda una legión de mujeres a sus pies! Club de fans incluidos, había dado el pregón del Orgullo Gay, era un icono para las mujeres lesbianas. Y Maca no podía dejar de sonreír cuando alguna de sus fans le escribía en su muro, o en su página web que la fantasía de todas era que volviera con Macarena Wilson Fernández, hacían una pareja ideal y por mucho que durante un tiempo habían cargado tintas contra ellas, todo había ido pasando hasta el punto de que mucha gente le rogaba a la propia Esther a que animara a Maca para que volviera a escribir. Todos los días hacía lo mismo, durante un buen rato se dedicaba a observar todo lo referente a Esther. Después con un suspiro de eterna enamorada desconectaba el ordenador y salía a repartir mimos. Estaba bajo un intenso cielo azul con unas pocas nubes blancas jugando con uno de los cachorros cuando alguien la llamó, se giró rápidamente. En el faro, aún estaban impactadas por lo sucedido. Teresa y Guillermina no daban crédito a la visita que habían recibido. Mucho menos a como estaba. T_ Que manera más tonta de perder tiempo ¡por Dios! Guillermina_ No he visto a nadie tan irresponsable en la vida como a estas dos... ¡y mira que he visto!

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T_ ¡Pero si ni siquiera sabía que se había cambiado los apellidos Wilson Fernández por los tuyos! Guillermina_ ¡Y que manera de llorar! Coño he estado a punto de darle un pañal en lugar de un pañuelo. T_ ¡Cuánto han sufrido! Guillermina_ ¡Más que los del un, dos, tres! T_ ¿Crees que irá? Guillermina_ Después de mi amenaza, si no va... me cagaré en ella. T_ La he visto mal, ¿eh? Guillermina_ Pero si cuando se ha abrazado a ti llorando como si fuera la Madalena, casi me pongo yo a llorar... T_ ¡Y yo! Pobre Esther... Guillermina_ ¡Estas dos son incapaces de juntarse! T_ Mira que tenía una pequeña esperanza... Guillermina_ ¡Ya puedo morirme! -dijo con tono solemne. T_ ¡No digas eso! -le riñó enfadada. Guillermina_ No quiero seguir viviendo... -se quitó las gafas de oxígeno. T_ ¡Pero que haces insensata! Guillermina_ Prefiero morirme a ver a mi niña así... no puedo Tere, se me parte el corazón de verla sufrir y sufrir... pensé que muriéndose el hijo de satanás iba a ser feliz, pero ya no sé si es que el hijo de puta desde el otro mundo está moviendo sus hilos para que siga siendo una desgraciada -luchaba con Teresa para no dejarse poner el oxígeno. Jesús_ ¿Qué pasa aquí? -preguntó el hombre al contemplar la escena de Teresa subida a horcajadas sobre Guillermina, la gata subida a los hombros de Teresa y Guillermina girando la cara sin parar. Guillermina_ ¡No es lo que parece! Tú mujer sigue siendo hetero y no ha sucumbido a mis encantos. T_ GUILLERMINAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA Maca se había puesto en pie con el rostro algo impactado. P_ Tranquila, Maca, traigo buenas noticias.

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M_ ¡Me has asustado, Patricia! Y es que el dinero de Maca había ido desapareciendo, primero el Refugio, después reconstruir todo el faro para que Guillermina pudiera vivir lo más cómoda posible, la enfermera para estar junto a la mujer, los médicos, el material para hacer de su habitación una de hospital con todo lo necesario, las ayudas que daba a los colegios para los comedores, a cáritas... Patricia le había dado un toque. El dinero en parte había sido bloqueado porque Luis no había pagado hacienda, unido a descubrir que tenía bastante dinero en paraísos fiscales. Era lo único que le faltaba a Maca para volver a ser dilapidada socialmente. P_ He puesto todo al orden, has pagado hacienda, has pagado el dinero que nos han pedido para traer esas cantidades desorbitadas que el cabrón tenía en paraísos fiscales, vuelves a tener liquidez para algunos años, pero... M_ Lo sé... las ventas de mis libros han descendido tanto que no gano lo suficiente para sobrevivir. P_ Exacto. Maca vuelve a escribir. Hay muchísima gente que esta esperando tu libro. M_ Tendré que hacerlo, sí -dijo con total desanimo. P_ Pues así no vas bien, con ese ánimo... M_ Gracias por ayudarme tanto Patricia. La verdad que si no llega a ser por ti estaríamos muertas de hambre. P_ El dinero se acaba, Maca. Ten presente esto. M_ Gracias nuevamente. La acompañó hasta la puerta de salida al quedarse sola sintió nuevamente el peso del miedo, aquel miedo que la tenía paralizada y por el cuál era imposible escribir. Volvió con los cachorros porque según le había dicho Claudia tenía que darle la comida, al entrar, vio a una señora agachada con un cachorro en el brazo. M_ Lo siento pero ¿quién le ha dejado pasar? A Maca pareció por un momento que el corazón le iba a estallar, ante ella estaba Esther, con el pelo corto por eso no la reconoció, la miraba con los ojos repletos de lágrimas y sin saber que decirle. A Maca aquellos ojos que estaban a punto de derramar todas y cada una de las lágrimas que estaban reteniendo le provocaron ir hasta a ella y estrecharla contra su pecho. E_ Te quiero, Maca. No puedo vivir sin ti. M_ Esther -susurró sintiendo que la vida resplandecía de nuevo en su interior.

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E_ Quiero estar a tu lado, quiero ser solo tuya, quiero amarte todos los días, quiero sentirte y quiero abrazarte por las noches... No puedo vivir sin ti... no puedo, Maca. M_ Yo tampoco. Se besaron con calma, hasta que el cachorro lloró. M_ ¡Dios mío! E_ Ay pobre -decía riéndose Esther mientras abrazaba al pequeño. M_ No puedo creer que estés aquí. E_ Ya no puedo más, Maca -le dijo con los ojos acuosos y la voz entrecortada-. He purgado toda mi vida, he vaciado todo lo que llevaba, me he dado cuenta que al hacerlo solo me quedaba amor. Amor por ti. Prometo no escaparme, ni dejarte, he necesitado ayuda de un psiquiatra pero ahora sí, ahora estoy segura, Maca. Sé que fui una... M_ Shhhh -le puso el dedo en los labios para hacerla callar-. Si vamos a empezar de cero, mejor dejar atrás todo. Esther nunca pensé que se podría amar así, no he dejado de soñar con este momento, en el fondo tenía la esperanza de que volverías. He soñado todas las noches que nos encontrábamos en la cala. E_ Yo también, hacíamos el amor en el mar, sobre la arena -dio una carcajada acompañada por un bostezo del pequeño cachorro-. Creo que tiene hambre. M_ Sí, sí -decía quitándose las lagrimas mientras miraba alrededor. E_ Te iro, Maca, haces una labor impresionante -le dijo mientras Maca preparaba el biberón. M_ Yo no he ido a un psiquiatra, pero ellos me han ayudado a soportar tu ausencia. E_ Nunca más... M_ Te quiero, Esther... te quiero. En casa Teresa caminaba de lado a lado nerviosa, esperaba la llegada de Maca para decirle algo importante, las bolas del collar giraban y giraban sin parar hasta estar a punto de estallar. Jesús la observaba con un vaso de leche en su mano. En silencio ambos sabían que lo que le iba a contar le iba a hacer daño. Oyeron el coche. Teresa espero que se abriera la puerta para decirle nerviosa a punto de llorar. T_ ¡Esther ha venido! M_ ¿Eres bruja? -le preguntó sonriendo. E_ ¡Hola! -saludó con una amplia sonrisa.

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T_ ¡GUILLERMINAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! Guillermina_ ¡Me va a matar! ¡Ya me he meao! Si es que no entiende que tengo... E_ ¿La vejiga perezosa?, eso ya no tiene arreglo Guiller. M_ Teresa prepárate porque estas dos juntas van a volverte loca. Guillermina_ ¡Coño me he muerto y estoy teniendo una visión! M_ No tata... estás viva. E_ Guillermina, ¿me das tu permiso para casarme con Maca? T_ Tengo que sentarme -dijo sentándose bajo la sonrisa de Jesús en una silla. Guillermina_ Venir aquí -les dijo con gesto emocionado y cuando las tuvo cerca les dio un cogote a cada una que les hizo quejarse-. ¡Esto por tenerme en vilo todos estos años! ¡Y os digo más! ¡Cómo una de las dos huya pienso volver del mundo de los muertos a haceros picadillo! ¿Entendido? -les hablaba con un cabreo que a Teresa y Jesús les hizo sonreír-. ¡Podéis casaros! Bésala -le ordenó a Esther que con una sonrisa divertida le dio un beso en los labios-. ¿Ya está? ¿Ya? T_ Ejem... ejem... -carraspeó Teresa. M_ Está bien... Entonces Maca agarró de la cintura a una Esther sorprendida la acercó hasta su boca entregándose ambas un beso apasionado, tanto que las dos mujeres ponían gesto de asombro mientras Jesús reía divertido de ver a esa pareja que era tan diferente pero en el fondo ambas querían lo mismo que el amor entre Esther y Maca triunfara, y en ese momento todos se dieron cuenta que aquellas dos no se separarían jamás. M_ Te quiero -le dijo mirándole fijamente a los ojos. E_ Te quiero, mi niña.

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